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180 Resumen: El crecimiento urbano de las ciudades mexicanas ha sido consecuencia de la incorporación de terrenos agrícolas localizados en la periferia que, mediante diversos mecanismos, fueron incorporados al desarrollo urbano dando paso al surgi- miento de un tipo de urbanización irregular, asiento de enormes conglomerados de población llamados asentamientos irregula- res. Es el caso de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, donde grupos de población de escasos ingresos económicos se han asentado en su periferia y autoproducido su vivienda. Palabras clave: desarrollo urbano, periferia, Ciudad de México, asentamientos irregulares, autoproducción de vivienda. Abstract: Urban growth of Mexican cities has been a result of the incorporation of farmland located in the periphery which, through various mechanisms, were incorporated into the urban development, giving way to the emergence of a kind of urban sprawl seat of huge population clusters called irregular settlements. This is the case of the metropolitan area of Mexico city, where low income population groups have settled on its periphery and self-produced their housing. Keywords: Urban development, periphery, Mexico City, irregular settlements, self-production housing. Mercado de suelo y vivienda en las periferias del Distrito Federal Vicente Guzmán Ríos* Esther Maya* * * Profesor del Departamento de Teoría y Análisis de la División de CyAD, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. ** Profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Mercado del Suelo en la Periferia del DF

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Esther Maya

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    Resumen: El crecimiento urbano de las ciudades mexicanas

    ha sido consecuencia de la incorporacin de terrenos agrcolas

    localizados en la periferia que, mediante diversos mecanismos,

    fueron incorporados al desarrollo urbano dando paso al surgi-

    miento de un tipo de urbanizacin irregular, asiento de enormes

    conglomerados de poblacin llamados asentamientos irregula-

    res. Es el caso de la Zona Metropolitana de la Ciudad de Mxico,

    donde grupos de poblacin de escasos ingresos econmicos se

    han asentado en su periferia y autoproducido su vivienda.

    Palabras clave: desarrollo urbano, periferia, Ciudad de Mxico,

    asentamientos irregulares, autoproduccin de vivienda.

    Abstract: Urban growth of Mexican cities has been a result of

    the incorporation of farmland located in the periphery which,

    through various mechanisms, were incorporated into the

    urban development, giving way to the emergence of a kind of

    urban sprawl seat of huge population clusters called irregular

    settlements. This is the case of the metropolitan area of Mexico

    city, where low income population groups have settled on its

    periphery and self-produced their housing.

    Keywords: Urban development, periphery, Mexico City, irregular

    settlements, self-production housing.

    Mercado de suelo y vivienda en las periferias del Distrito FederalVicente Guzmn Ros*

    Esther Maya* *

    * Profesor del Departamento de Teora y Anlisis de la Divisin

    de CyAD, Universidad Autnoma Metropolitana-Xochimilco.

    ** Profesora de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

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    Introduccin

    Mxico inicia su proceso de urbanizacin en la dcada de los cuarenta del pasado siglo xx. Desde ese tiempo, el crecimiento urbano de la mayora de las ciudades del territorio mexicano se dio mediante la incorporacin de grandes extensiones de tierras agrcolas. La consecuencia inmediata ha sido la forma-cin de los denominados asentamientos irregulares o informales en la periferia de casi todas las ciudades mexicanas, como producto de los movimientos migra-torios de poblacin del campo a la ciudad y desde el interior de las ciudades hacia su periferia.

    En Mxico, el fenmeno de la periferia urbana se vincula con las formas de propiedad de la tierra. En su mayora, las ciudades de nuestro pas se encuentran rodeadas de tierras agrcolas conocidas como ejidos,1 que es una porcin de tierra rural de uso colectivo, creada en Mxico como resultado de la Revolucin Mexicana de 1910 para garantizar a la poblacin rural el acceso a la tierra para cultivar y construir su vivienda.2

    En 1992 se reform el artculo 27 de la Consti-tucin Mexicana y el ejido dej de tener un carcter social, lo que dio paso a la privatizacin de la tierra agrcola. A partir de entonces, ejidatarios campesinos y comuneros3 pueden venderse la tierra entre ellos y tambin a los agentes inmobiliarios pblicos o priva-dos interesados en su adquisicin.

    En las ciudades mexicanas, la frontera rural-urbana es una realidad dinmica que se expande todos los das, por la presencia de tierras ejidales o comunales que incitan la llegada de nuevos pobla-dores.4 Es una lnea que combina una tipologa de construcciones de desarrollos formales y asentamien-tos informales de vivienda como producto de formas diferentes vinculadas con la incorporacin de la tierra rural al desarrollo urbano.

    El mercado de suelo en las ciudades mexicanas

    a) El mercado de suelo irregular. La periferia de las ciudades mexicanas presenta una dinmica inmobilia-

    ria caracterizada por la incorporacin ilegal (irregular) de suelo5 que no rene todos los requisitos para incorporarse al desarrollo urbano en el marco de la legislacin mexicana, no solamente en los aspectos de la propiedad sino tambin en el cumplimiento de autorizaciones en materia ambiental y urbana.6

    La situacin econmica del pas ha empeorado en los ltimos tiempos afectando notablemente a los estratos de poblacin de bajos ingresos econmicos (denominadas tambin como clases populares), que se manifiesta, entre otras cosas, en un fuerte desem-pleo y el deterioro de sus niveles de ingreso, dismi-nuyendo notablemente toda posibilidad de adquirir suelo para autoconstruir su vivienda

    Las condiciones de pobreza de ms de la mitad de la poblacin mexicana7 han sido determinantes en la conformacin de un mercado informal de tierras, en conjunto con la ausencia de una poltica urbana capaz de ofrecer suelo de bajo costo, que atienda esta creciente demanda compuesta por personas con ingresos mensuales de entre tres y cinco salarios

    1 Ejido: sociedad de inters social integrada por campesinos

    constituida por tierras, bosques y aguas que el Estado mexica-

    no entreg a los campesinos.

    2 Artculo 27 de la Constitucin Mexicana.

    3 Comuna: tenencia de la tierra ejidal que proviene desde la

    poca prehispnica y an conserva su vigencia en los ncleos

    urbanos ms antiguos.

    4 Jean Bazant et al., Tipologa de Vivienda Urbana. Anlisis de

    contextos urbano-habitacionales de la poblacin de bajos

    ingresos en la Cd. de Mxico, Diana, Mxico, 2008.

    5 Nos referimos a los terrenos que son propiedad de la Nacin,

    de particulares o de los ejidatarios (campesinos).

    6 Leonardo Riveros, La incorporacin de terrenos ejidales y

    comunales al desarrollo urbano, en Estudios Agrarios. Revista

    de la Procuradura Agraria, ao 9, Nueva poca, Mxico,

    septiembre-diciembre de 2003.

    7 De acuerdo con los resultados de la medicin multidimension-

    al de la pobreza en 2008, 44.2 % de la poblacin mexicana

    era pobre, lo que equivale a 47.2 % de millones de mexicanos

    que tenan por lo menos una carencia social (en educacin,

    salud y vivienda) y un ingreso insuficiente para adquirir bienes

    alimentarios y no alimentarios bsicos. Cfr. Informe de pobreza

    multidimensional en Mxico, 2008. Consejo Nacional de

    Evaluacin de la Poltica de Desarrollo Social (Coneval), en

    www.coneval.gob.mx.

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    mnimos,8 ellos difcilmente pueden obtener estos sa-tisfactores dentro del mercado formal del suelo, por lo que recurren a la compra ilegal de suelo urbano peri-frico, donde se asientan y dan origen a la formacin de los asentamientos irregulares o informales, cuyas principales caractersticas son la ocupacin irregular del terreno, la autoconstruccin de su vivienda y la escasez o ausencia de servicios urbanos.

    Fundamentalmente son tres los actores que intervienen en el mercado informal de suelo urbano en Mxico.

    1) los ejidatarios y comuneros que, al amparo de las autoridades, han promovido la venta y ocupa-cin irregular de terrenos agrcolas a grupos de poblacin de escasos recursos econmicos, que se asientan en lotes de elevadas pendientes, en zonas de alto riesgo y sin los mnimos servicios de infraestructura urbana.

    2) los agentes inmobiliarios quienes adquieren, an-ticipadamente, tierra agrcola. stos, adems, con el apoyo del Estado mexicano modifican el uso de suelo rural a urbano, facilitndole (al promo-tor) su papel como productor de suelo urbano y su ingreso en el negocio inmobiliario.

    3) el Estado en sus tres niveles de actuacin (fe-deral, estatal, municipal) introduce equipamien-to urbano, incrementando el valor de la tierra (adquirida por el capital inmobiliario), promueve el cambio de uso (de rural a urbano) y lleva a cabo acciones para regularizar la tierra mediante la creacin de una instancia gubernamental: la Corett.9 Parte de las funciones de este organismo tienen que ver con la titulacin de los lotes ejida-les para usos urbanos, tarea que lleva alrededor de 10 aos. Ms tarde, las propias autoridades realizan la introduccin progresiva de los servicios de agua potable, alcantarillado, energa elctrica y pavimentacin, en ese orden.10 Corett es consi-

    8 En Mxico, el salario mnimo por da lo establece la Comisin

    Nacional de Salarios Mnimos segn los artculos 123 de

    la Constitucin Poltica y 570 de la Ley Federal de Trabajo.

    Actualmente es de 57.46 pesos en la zona A, 55.84 en la zona

    B y 54.47 en la zona C. Zonas geogrficas que agrupan los

    diversos estados y municipios del pas.

    9 Comisin para la Regularizacin de la tenencia de la Tierra

    (Corett), creada en 1972; es un mecanismo institucional que

    tiene como propsito modificar el uso de suelo de rural a

    urbano.

    10 Alfonso Iracheta, Mercado de suelo para la vivienda de inters

    social en ciudades seleccionadas: indicadores y orientaciones

    Figura 1. Asentamientos irregulares,

    periferia de la Ciudad de Mxico. Foto:

    Esther Maya, enero de 2010.

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    derado como el programa de regularizacin de la propiedad urbana ms amplio y duradero del mundo. Hasta el 2007, regulariz un total de 2 millones 243 mil 408 lotes.11

    Sin duda, las acciones emprendidas por actores socia-les, privados y pblicos hacen posible la consolidacin del asentamiento, modificando su condicin de ilegal (irregular) a legal (regular). Incluso, hoy da, muchos de estos asentamientos ubicados en la periferia de las ciudades gradualmente se van anexando a la estructu-ra urbana de la ciudad.

    La existencia de un submercado inmobiliario de suelo y vivienda ha permitido la ocupacin irregular de aproximadamente un milln de lotes en una su-perficie cercana a 40 000 ha, en diferentes ciudades del territorio mexicano, afectando, particularmente, a las grandes zonas metropolitanas de las ciudades de Mxico, Guadalajara, Monterrey y Puebla, por mencio-nar algunas.12

    La periferia de las metrpolis mexicanas se caracteriza por una urbanizacin irregular, como re-sultado de la existencia de fraccionamientos ilegales y la compraventa irregular del suelo, localizado nor-malmente en los lmites del rea urbana reconocida por las autoridades; para los sectores populares sta es la nica opcin de acceso al suelo de bajo precio. Por lo general, se trata de ejidos que ya se encuen-tran en proceso avanzado de venta y, por ello, con precios relativamente altos o no resultan atractivos para los desarrolladores, pues son terrenos de mala calidad y, por ende, requieren enormes inversiones de capital.13

    b) El mercado de suelo formal o regular. Est confor-mado por inversionistas financieros, empresas promo-toras y desarrolladoras principalmente de la llamada vivienda de inters social o vivienda popular.14 Desde el punto de vista de la especulacin y en combinacin con las autoridades responsables de la produccin de vivienda en Mxico, los desarrolladores inmobiliarios se han convertido en los principales ejecutores de desarrollos formales de vivienda en los lmites de las ciudades mexicanas; en terrenos rurales, convertidos

    bsicas, El Colegio Mexiquense, Reporte tcnico, Proyecto

    Fondo Sectorial Conafovi-Conacyt, Mxico, 2005.

    11 En www.corett.gob.mx/

    12 Riveros, op. cit.

    13 Emilio Duahu, Hbitat popular y poltica urbana en Mxico,

    Porra / Universidad Autnoma Metropolitana-Atzcapotzalco,

    Mxico,1998, p. 9.

    14 Nos referimos a la vivienda formal subsidiada que otorgan las

    distintas instituciones de vivienda en Mxico, que son produ-

    cidas por empresas inmobiliarias y adquiridas por familias de

    ingresos medios y medios bajos.

    15 Un crdito hipotecario es un prstamo a largo plazo para la ad-

    quisicin de vivienda; el pago no debe exceder 25 % o 30 %

    de los ingresos del trabajador.

    a uso urbano, han construido enormes conjuntos ha-bitacionales de manera integral, tanto desde el punto de vista financiero como legal y jurdico.

    Financieramente, el Estado mexicano ha generado todo tipo de instituciones y esquemas que le aseguran al desarrollador de vivienda el negocio que ste re-presenta, a travs de lo que se conoce como crdito puente: por un lado, les proporciona prstamos finan-cieros para la construccin del complejo habitacional (la oferta); por otro, mediante crditos hipotecarios,15 que otorga a los compradores potenciales de vivienda (personas que perciben ms de tres veces el salario mnimo), constituye una demanda solvente interesada en la adquisicin de la vivienda.

    A esto se debe que los sitios elegidos para la construccin de los conjuntos habitacionales, por lo general, se encuentren dispersos en el territorio mexi-cano, sin servicios urbanos y alejados de los lugares de trabajo de la poblacin que ah reside.

    Estos desarrollos habitacionales han conforma-do una nueva periferia urbana caracterizada por la construccin de conjuntos habitacionales de enor-mes dimensiones por la cantidad de vivienda que contienen; los hay desde 15 mil hasta ms de 50 mil viviendas. Son desarrollos inmobiliarios que slo obedecen a la lgica de la especulacin inmobiliaria, que han surgido en el paisaje de las ciudades y me-trpolis mexicanas fuera de los mnimos principios de la planificacin urbana coordinada, rompiendo con el tejido social y urbano.

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    Los promotores inmobiliarios han incrementado su participacin en el mercado informal de suelo so-bre terrenos de propiedad ejidal. En estos terrenos se ha dado un modelo expansivo e intensivo de urbani-zacin que explica el crecimiento intensivo de desa-rrollos inmobiliarios, en su tipologa predominante de conjuntos urbanos habitacionales de inters social, ubicados en la periferia de la mayora de las ciudades en Mxico.

    En este sentido, el mercado actual de suelo conformado por agentes privados ha reforzado la existencia de oligopolios que ofertan el suelo loca-lizado en las periferias urbanas incrementando su costo y dificultando la produccin de vivienda de bajo costo. En consecuencia, el reiterado esquema de ilegalidad-legalidad contina siendo una constante en Mxico, que ha resuelto el acceso a la obtencin de suelo (informal) de los sectores de poblacin que perciben menos de tres salarios mnimos. De acuerdo con esto, se calcula que para el periodo 2007-2012 la necesidad de suelo de este grupo de poblacin ser aproximadamente de 45 000 ha lo que en trminos porcentuales representa 54.4 % del requerimiento total de suelo para vivienda.16

    La disponibilidad de suelo destinado a la cons-truccin de vivienda para poblacin de bajos ingre-sos en la periferia metropolitana es un mercado de tierra que opera de forma irregular, por factores que

    tienen que ver con los bajos niveles de ingreso de la mayor parte de los mexicanos, lo cual limita sus po-sibilidades de acceder a la obtencin formal de suelo y vivienda, reduciendo, con esto, las ganancias a los desarrolladores. Tal como lo afirman algunos autores, los agentes involucrados en la produccin habitacio-nal construyen viviendas para obtener ganancias, por lo que slo les interesa la demanda solvente, lo que provoca que amplios sectores sociales queden fuera de la oferta disponible.17

    Periferia y autoproduccin de vivienda en el DF

    La reflexin acerca de lo que en Mxico se denomi-na vivienda de inters social o vivienda popular est fuertemente vinculada con las nociones de centro-pe-riferia y rural-urbano como duplas que evidencian con diferentes expresiones las contradicciones de estos

    16 Fundacin Centro de Investigacin y Documentacin de la Casa (Cidoc) y Sociedad Hipotecaria Federal (shf), Estado ac-

    tual de la vivienda 2008, Cidoc, shf, Conavi, Sedesol, Infonavit,

    Mxico, 2008.

    17 Iracheta, op. cit; J. Gonzlez, I. Kunz, D. Barrios, citado en Igna-

    cio Kunz (coord.), Usos de suelo y territorio. Tipos y lgicas de

    localizacin en la Ciudad de Mxico, Facultad de Arquitectura-

    unam, Plaza y Valds, Mxico, 2003.

    Figura 2. Conjunto Habitacional San

    Buenaventura (20 342 viviendas),

    Municipio de Ixtapaluca, Estado de

    Mxico. Foto: Esther Maya.

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    tiempos de mundializacin18 selectiva, de congrega-cin y fragmentacin, de socializacin de los proble-mas y privatizacin de los beneficios de acuerdo con los intereses mercantiles. La nocin de periferia como mbito fsico que antes pareca ser suficiente para entender aspectos territoriales pertinentes a la vi-vienda popular o de inters social, pues responda a una nocin peyorativa que la asimilaba al concepto de arrabal o marginacin, hoy ofrece menos elementos para explicar ese significado aejo frente a la aparicin de zonas residenciales de clases media y alta, con-vertidas en suburbios distantes del centro tradicional; esto conlleva, a su vez, la idea de nuevas centralida-des. Lo anterior nos habla de los nuevos modos de producir entornos espacial y temporalmente cambian-tes. Tambin tenemos la nocin de ruralidad,19 como un conjunto de condiciones materiales e intangibles que muestran la correspondencia con el impacto de los procesos mercantiles homogeneizadores, que se expresan en la conformacin territorial y en los modelos sociales y culturales, as como las nuevas ru-ralidades que suelen ser escritas entre comillas dentro de estudios que analizan la expansin urbana de la Zona Metropolitana de la Ciudad de Mxico. stos son estudios ms interesados en los datos cuantitativos y el crecimiento territorial, al margen de los impactos cualitativos que stos generan en la poblacin y el territorio con vocacin agroalimentaria. No toman en cuenta las dinmicas productivas y modelos de com-portamiento de las personas que han habitado por aos las reas rurales expresados en el uso y apropia-cin del suelo, el cual ha sido devorado poco a poco por la especulacin inmobiliaria. Los efectos en el crecimiento urbano y algunas condiciones residuales de la vida rural expresan cabalmente la corresponden-cia entre la forma social y la forma fsica.

    Y aunque se sigue escuchando el entusiasmo de las voces que pregonan el progreso y la modernidad como una meta por alcanzar, en la que la nocin de periferia se asocia indisolublemente con cuestiones que denotan retraso, pobreza y desdn social, la realidad se ha encargado de develar realidades que demandan nuevas conceptualizaciones para el abor-

    daje de los problemas socioespaciales pertinentes a la vivienda de los grupos sociales mayoritarios de la poblacin mexicana.

    La periferia de la Ciudad de Mxico est encla-vada en el centro de la Zona Metropolitana de la Ciudad de Mxico (zmcm). Denominada tambin como Distrito Federal. La periferia del DF da cuenta de nuevos y viejos procesos de convivencia y conniven-cia entre la ruralidad y la urbanidad. Ambos procesos histricamente encarnan una relacin asimtrica de interdependencia en la que la ruralidad ha ido perge-ando una diversificacin de actividades productivas con impactos sociales y territoriales. Como paisaje cultural muestra caractersticas heterogneas de carc-ter urbano con ecos rurales: los extensos solares de antao ahora son reducidos a fracciones subdivididas con una invasin de arquitecturas formal y tecnolgi-camente incongruentes con las demandas impuestas por las condiciones naturales, que las formas arqui-tectnicas tradicionales s resolvan. Sin embargo, parecieran corresponder a imaginarios compartidos por quienes las habitan respecto al buen vivir. Se trata de representaciones materiales que son asumidas por los moradores como dispositivos para preservar la segregacin, pero que acaban por subrayarla an ms al exhibir las diferencias producidas por la desinforma-cin y la manipulacin televisiva.

    Un paisaje de fisonomas fallidas, que podra de-nominarse como paisaje oscilante donde se entreteje la presencia fsica de lo rural y la aproximacin apa-rente de lo urbano. En l las promesas del progreso y la modernidad slo alcanzaron a cristalizarse en el

    18 Se asume que tal concepto es multifactico y de gran com-

    plejidad, que por economa de espacio slo mencionamos de

    manera superficial.

    19 Hubert C. Grammont, La nueva ruralidad en Amrica Latina,

    en Revista Mexicana de Sociologa, vol. 66, nmero especial,

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Mxico, 2004;

    Sergio E. Gmez, Nueva ruralidad? Un aporte al debate, , en

    Estudos Sociedade e Agricultura, octubre de 2001, en http://

    http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/brasil/cpda/estudos/

    dezessete/gomez17.htm, consultado el 15 de marzo de 2010.

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    reclutamiento de los campesinos para la denominada economa informal, en la desarticulacin de la unidad domstica tradicional y en los diversos cambios de las formas de vida. Estas diversificaciones signaron el pai-saje cultural y engendraron formas sociales que mol-dearon un nuevo perfil rural que se interpreta como una estrategia de sobrevivencia de la unidad familiar, resistencia contra la segregacin del mercado laboral por carencia de la capacitacin demandada por las ac-tividades urbanas y la luminosidad del soporte social y cultural expresado en un sentido identitario de apego a las tradiciones y de arraigo a la tierra.

    Por lo que hemos comprobado empricamente, la novedad de estas nuevas formas sociales rurales podran entenderse como procesos de persistencia sociocultural que emergen en proporciones mayores, pero sin abandonar sus labores rurales de traspatio: huerto familiar, hortaliza, aves de corral y pequea zahrda; de una reconversin diversificada del trabajo, en la que la actividad familiar va enfrentando el da a da como unidad productiva, emplendose juntos o por separado en el servicio domstico: sea de jardi-neros, taxistas, transportistas, cargadores, vendedores de chatarra y productos pirata en tianguis o como ambulantes en las esquinas. En ese sentido, se trata de nuevas formas estratgicas que van resignificando a la poblacin y al medio rural del DF, en particular las delegaciones polticas del sur donde, segn el conteo de 2005 del inegi,20 se concentra la mayor cantidad del uso del suelo de reserva propio para las activida-des agrcolas (55 %), el mayor nmero de pobladores dedicados a ellas, la menor densidad de viviendas, el mayor nmero de ocupantes por casa y, comparativa-mente, el mayor porcentaje de carencias de servicios del resto de las delegaciones.

    Esta diversificacin productiva es una forma de hibridacin que, de acuerdo con Nstor Garca Canclini,21 da cuenta de la mezcla de las adaptaciones locales a las imposiciones de los procesos mundializa-dores, no slo en el mbito productivo sino tambin en el cultural a travs de la informacin y construc-cin de modelos aspiracionales que cristalizan los imaginarios. Cuestin frente a la cual esta forma de

    hibridacin aparece como una suerte de estrategia de preservacin de los rasgos culturales locales y su car-ga de significado. Esta hibridacin se manifesta tanto en las ramas de actividad mencionadas y las activida-des heredadas de tipo agropecuario (de traspatio), como en el modo de construir la vivienda mediante la opcin nica con que cuenta este segmento poblacio-nal: los llamados procesos de autoproduccin habita-cional, que por lo general mantienen ciertos modelos de trabajo colectivo, prctica que ha sido heredada. Cuando nos aproximamos a la dimensin territorial, las contradicciones imperantes entre las reglamen-taciones de acceso a financiamientos, su puesta en prctica y la inequidad que envuelve a este sector po-blacional rural de la periferia del DF, el fenmeno se incrementa exponencialmente en complejidad; esto se debe a que el asunto se inserta en procesos que han favorecido al capital inmobiliario y a los desajustes socioespaciales mercantilistas de aires neoliberales, arropados por la complacencia de las administraciones gubernamentales nacionales, engendradas a partir del llamado sexenio de crecimiento cero, de Miguel de la Madrid, en la dcada de los ochenta del siglo pasado.22

    Este contexto de la vivienda a la que nos refe-rimos evidencia el desinters y omisin del Estado mexicano por atender las necesidades de la poblacin en su conjunto, no obstante que es la entidad que mediante acuerdos polticos le enva las encomiendas para asegurar, garantizar y crear las mejores condicio-nes de vida para quienes conforman la poblacin.

    20 De las 16 delegaciones polticas del DF, las seis localizadas en

    el sur, Milpa Alta, Tlalpan, Cuajimalpa, Magdalena Contreras y

    lvaro Obregn tienen bosques; Tlalpan, Xochimilco y Milpa

    Alta tienen agricultura mayoritariamente de temporal.

    21 Nstor Garca Canclini, La globalizacin: productora de

    culturas hbridas?, en http://www.slideshare.net/mutualsignia/

    globalizacin-e-hibridacin-cultural.

    22 Fue hasta el 2010 que el Instituto de Vivienda del DF y la

    Delegacin Milpa Alta firmaron el primer convenio para

    financiamiento de vivienda rural sustentable, en http://www.

    noticiasdetuciudad.df.gob.mx/?p=2780.

  • 187

    La vivienda es una muestra de cmo el Estado mexicano es omiso respecto a la vivienda que nos ocupa, si bien la Constitucin confiere como derecho a todos los mexicanos una morada digna. Al desen-tenderse el Estado, muestra que no entiende que la vivienda es el soporte esencial de las necesidades so-ciales bsicas de salud, enseanza, seguridad y ocio.

    Extensin del fenmeno

    El DF es el ncleo ms grande de la Zona Metro-politana del Valle de Mxico (zmvm). Aunque no es oficialmente reconocido como una entidad federati-va, es la porcin territorial que aporta ms recursos recaudatorios a nivel nacional,23 donde se concentra la mayor cantidad de poblacin urbana (8.5 % de los 106 de millones habitantes registrados en el conteo nacional del inegi en 2005) y donde consecuente-mente, las expresiones diversas de la concentracin dicotmica de riqueza y pobreza resultan ms evi-dentes. Pese a que el DF es un laboratorio en el que fcilmente se puede observar todo tipo de contradic-ciones en la vivienda, comparativamente con el resto del pas es donde estn mejor atendidas las necesi-dades de la poblacin o con mejores circunstancias para satisfacerlas, aunque las cuestiones deficitarias son ms de ndole cualitativa y la ausencia de datos censales desagregados respecto a la vivienda rural del DF, lo que abona a la complejidad del anlisis de la ruralidad.

    Acerca de ello, consideramos dos cuestiones pertinentes a la lectura de los datos censales24 de los servicios municipales ms importantes de la vivien-da del DF: 1) una inferencia respecto a las mayores carencias que localizamos en el mbito rural, 2) que los problemas de fondo de las carencias son ms de tipo cualitativo. Los datos arrojan que slo carece de suministro de agua 3 % de las viviendas del DF, em-pero, el problema es mayor si se agrega a la ausencia del servicio la infrecuencia del suministro que suele ser por lo que se conoce como tandeo que obliga a las familias a la compra de depsitos al nivel del piso y a ceirse a los horarios que establecen las autori-

    dades; adems est la calidad del agua suministrada. Algo semejante sucede con la carencia de energa elctrica de 2 % de las viviendas: fallas de energa con apagones reiterados, pagos adicionales e improceden-tes con amenazas de corte.

    En cuanto al drenaje, cuyo dato habla de una carencia de 3 % de las viviendas, el asunto es ms delicado. Esto se debe a dos cuestiones fundamen-tales: por una parte, el dato censal no identifica si las viviendas descargan en una red sanitaria municipal; se sabe tambin que es una prctica comn, aunque grave, drenar las aguas servidas directamente al sub-suelo por medio de los llamados resumideros o des-ages en las depresiones topogrficas a cielo abierto. En comparacin con el estado de estos servicios, la presencia de aparatos electrodomsticos muestra un panorama distinto: 98 % de la totalidad de viviendas cuenta con televisor y 37 % con computadora, lo que le asignan al df el primer lugar en el pas con estos aparatos; 90 % cuenta con refrigerador (noveno lugar nacional) y 78 % con lavadora (sptimo lugar nacional).

    Juntando la sucinta mirada a los servicios con los datos de la posesin de artculos electrodomsticos tenemos una visin rpida por contrastacin para dimensionar la complejidad del fenmeno de esta vivienda del DF y un acercamiento a la comprensin de la hibridacin como maridaje de formas sociales encarnadas en modelos conductuales y de consumo dentro de lo que podra denominarse nuevas formas de ruralidad.

    23 Segn el Centro de Estudios de Finanzas Pblicas de la

    Cmara de Diputados la recaudacin fiscal bruta de impues-

    tos federales en 2006 fue de 51 % del total de la federacin

    (en miles de pesos 493 661 763.00 del total equivalen-

    te a 972 454 686), en http://www3.diputados.gob.mx/

    camara/001_diputados/006_centros_de_estudio/02_centro_

    de_estudios_de_finanzas_publicas__1/005_indicadores_y_

    estadisticas/03_estatales/04_recaudacion_de_impuestos_fe-

    derales_por_entidad_federativa.

    24 inegi, Conteo de Poblacin y Vivienda 2005 del inegi, Mxico.

  • 188

    La autoproduccin habitacional

    La autoproduccin habitacional se refiere al proceso social cuya finalidad concreta termina con la construc-cin de un espacio para ser habitado ya sea por las personas que participaron o no de manera directa o indirecta, en una o ms de las fases de dicho pro-ceso, es decir en la gestacin (idea o proyecto), la gestin (contratacin, tramitacin legal), el suministro de recursos (financieros, materiales, etctera), la administracin (compras, pagos, control, supervisin), mano de obra (especializada, no especializada). Por los aos setenta este proceso comenz a ser de-nominado como autoconstruccin, un trmino que con el tiempo se vio que era impreciso puesto que supona que todas las personas tuvieran las capacida-des de construir, como si la albailera, la yesera o la plomera no significaran un oficio especializado cuyo aprendizaje y dominio llega a demandar la dedica-cin de buena parte de la vida. La autoproduccin puede ser por cuenta propia e institucional, ya sea en el mbito rural o urbano. La primera responde a la decisin e iniciativa de las personas que requieren de un espacio para vivir y que estn dispuestos a invertir los recursos familiares excedentes. La segunda se refiere a la atencin habitacional de las familias con escasos recursos, cuyos ingresos familiares encuadran dentro de las polticas de instituciones como el Fondo Nacional para la Habitacin Popular (Fonhapo) o lo que fue el Fideicomiso de Vivienda y Desarrollo Social y Urbano (Fividesu). La distincin entre ambos tipos la define el modo de atencin del tipo de casa (familiar o plurifamiliar) y la tecnologa constructiva. Indepen-dientemente del tipo que se trate, la autoproduccin habitacional es un proceso que encarna significados importantes de carcter multidimensional: social, econmico, poltico y cultural, como estrategia de sobrevivencia, cristalizacin identitaria y elemento de cohesin y resistencia, as como elemento referencial de las relaciones del yo con la otredad. La manera como se expresa cada uno de tales significados de-pende del mbito de que se trate, pero es el medio rural donde, al parecer, estas formas ofrecan mayor

    riqueza formal, tonalidades y texturas, que la velocidad de la vida urbana parcialmente ha desdibujado.

    Vivienda rural autoproducida

    En el medio rural se sigue utilizando el recurso de los materiales naturales e industriales con tecnologas constructivas predominantemente regionales, con base en un modelo formal histricamente evaluado y reconocido como eficaz. De manera diferente sucede en el DF y la mayora de las zonas rurales de las ciudades grandes en los que la forma pasa a segundo trmino debido a la contradiccin amplitud selectiva versus dificultad de acceso tecnolgico; en funcin de esto se suele recurrir a la combinacin de materia-les industrializados con materiales de desecho, para dar paso a expresiones diversas de hibridacin.

    Muchos de los aspectos rescatables de las for-mas de producir la vivienda rural tienen su origen en la participacin colectiva ancestral, que es un estable-cimiento social cohesionador, garantizado por el co-nocimiento y reconocimiento del otro, como unidad solidaria, a la cual se puede acceder en reciprocidad. No obstante la divisin social del trabajo y las especia-lidades respectivas, el conocimiento y la sencillez de los modelos formales heredados, junto con la disponibilidad de tiempo a la que se ve obligada la poblacin rural, hacen ms frecuente la participacin inmediata y directa en la realizacin de la obra por parte de las personas propietarias o destinatarias de la casa, que en el medio urbano. Como los grupos de origen campesino practican el sistema organizati-vo de ayuda mutua, solidaria y compartida en tareas de beneficio comn, y la casa deviene inters de la comunidad, sin mediar ningn acuerdo escrito, la produccin de aqulla cuenta con la cooperacin de los familiares y compadres, los vecinos y amigos con mano de obra o materiales. Un beneficio que en su momento ser correspondido por parte del beneficia-do respectivo.

    El proceso de la autoproduccin de vivienda rural no arranca ni termina con la construccin de la casa. Se planea concomitantemente a la planeacin de las

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    alianzas familiares y la designacin casi determinante de las parejas. Ello hace que el imaginario colecti-vo, acerca de la vivienda, comience a forjarse en el momento mismo de comunicar el deseo de la unin de las parejas. Los preparativos para la construccin son de naturaleza diversa. Se define a los posibles participantes y sus tareas de acuerdo con la mano de obra disponible, la organizacin del acarreo y el apila-miento de materiales regionales, as como la comida y la bebida requeridas. La construccin de la vivienda comienza desde la construccin de su significado social e individual, como un proceso que nace desde el deseo de su realizacin y culminando con la bendi-cin de la casa y con la boda, sin la entrega de llaves, pues an existen muchas casas donde la puerta no tiene para qu cerrarse.

    La forma arquitectnica de las casas edificadas dan cuenta de la correspondencia fsico-social al seguir las pautas tradicionales en cuanto a lo simb-lico que la envuelve y las formas organizativas para producirla, as como los materiales y tecnologas constructivas. Volumtricamente corresponde, por lo general, a un modelo congruente con el medio fsico, y sus contradicciones no se mostrarn tan prontamen-te como los vicios ocultos de muchas casas nuevas en las ciudades. Los problemas de estas casas pasan

    por asuntos econmicos, sociales y culturales; algunos sobrepasan las capacidades y voluntad de los propie-tarios; otros, los recursos familiares suelen ir atendin-dolos a lo largo de la vida de la casa. Unos y otros tejen el complejo problema de la vivienda rural.

    Hay contradictorias ausencias de elementos, cuyo anlisis no puede agotarse slo en la explicacin econmica, puesto que obedecen tambin a cuestio-nes matizadas por lo cultural, por ejemplo, el caso de las ventanas. Muchas casas dejan ver la previsin de claros en los muros en espera de la colocacin que se llega a realizar a la llegada de recursos moneta-rios extra; sin embargo, la falta de ventanas en las viviendas rurales, tambin habla de una influencia cultural fincada, tal vez, en el temor de la inseguridad ancestralmente heredada. En efecto, la vivienda rural da cuenta de muchos rasgos culturales que permean la forma, as como las presencias y las ausencias de elementos y componentes constructivos que en las casas de las ciudades son perfectamente comu-nes. As pasa con los pisos de tierra a los que suele calificarse de positivos en funcin de las condiciones climticas fras y como acercamiento simblico al origen primigenio, a la relacin del hombre y el barro. Cierto que las personas del medio rural parecen moverse dentro de una contradictoria pelea entre la

    Figura 3. Casas rurales autoproducidas del

    DF. Acuarela: Vicente Guzmn.

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    dupla modernidad-tradicin, pero son las mujeres los principales agentes que favorecen los cambios de la casa, siempre que stos las beneficien. Tal como lo muestra la aceptacin del cambio de los instrumentos para cocinar: el comal sobre tres piedras se suplanta por un fogn que las libra de la incomodidad a la que estn sometidas cuando tienen que cocinar a ras de suelo. Tal situacin que es vigente en muchas comu-nidades de origen indgena, la llegan a soportar por lo que simboliza haber enterrado el ombligo de las o los hijos al centro del las tres piedras sobre las que se hace el fuego; pero donde el asunto econmico aparece como determinante solitario es sin duda en la estrechez espacial y en el hacinamiento entre objetos, animales y personas debido al bajo nmero de cuar-tos habitables, en las cocinas mal ventiladas, el bajo aislamiento de la humedad y el deterioro prematuro por intemperismo25 de muchos materiales naturales como la palapa, el guano, la palmera y el adobe, cuya fabricacin emplea arcilla y zacate.

    Adems de esos problemas, en los cuales el trabajo de las personas que habitan estas casas puede ser activo y eficaz, estn otros en los que los propieta-rios rurales slo pueden resignarse a esperar que les sean resueltos. Se trata del suministro de los servicios de drenaje, agua y energa elctrica que en ese orden encarnan las mayores carencias comparativas con las casas urbanas. Aun con estas deficiencias, la casa es definitiva y no corresponde al deterioro programado por alguna institucin o el juego del mercado como sucede con muchas casas nuevas urbanas. Mientras que las casas urbanas son un bien de uso y de cam-bio duradero de componentes que se vuelven obsole-tos, incluida la forma esttico-visual, el aspecto general de la casa rural es susceptible de mejorarse y de ampliarse paulatinamente, con base en una tecnologa intermedia como medio para superar las debilidades de las mezclas y para fabricar los componentes cons-tructivos. Empero, aun tecnolgicamente mejorada, la vivienda rural no tienen acceso a una valuacin que le permita acceder al mercado hipotecario. Simplemente es un bien de uso, cuyo valor de cambio no represen-ta ningn inters a las instituciones financieras.

    La vivienda rural autoproducida en el DF es una expresin materializada que da cuenta no slo de cambios devenidos de la hibridacin, sino tambin de sustituciones parciales y totales con el empleo de tecnologas y materiales incongruentes con los recur-sos y los requerimientos fsico ambientales que se observan en la forma arquitectnica que han impac-tado la forma fsica y social condensada en el paisaje cultural. El empleo de materiales sin informacin adecuada y sin conocer sus contradicciones: el con-creto armado empleado sin racionalizar, las lminas metlicas, de asbesto o de cartn, no slo modifican el paisaje y sus valores estticos, sino tambin los modelos de produccin y de consumo. Estas modi-ficaciones de los modelos, que envuelven a la forma fsica y social de la casa rural, tradicional, pasaron por procesos de incorporacin y sustitucin de materiales, conservando o perdiendo el referente volumtrico, menospreciado por un mercantilismo a favor de la falsa percepcin de lo moderno y el desdn por lo tradicional. La adquisicin de estos ltimos incluy un paquete de contradicciones con fuerte repercusin en los costos: tecnologas constructivas no manejadas, inadecuaciones funcionales y de confort, afectaciones econmico-ecolgicas y sobre todo de carcter estti-co que aparece como la ltima variable en la jerarqua de la valoracin de los nuevos modelos adquiridos en contraste con los atributos tradicionales; stos ciertamente adolecen de muchas contradicciones, pero son salvables si media entre ellas y quienes las habitan una informacin que privilegie la valoracin de los saberes y fortalezas de las personas del campo en relacin con la autoproduccin de su vivienda.

    En el cuadro 1 se resumen los problemas ms frecuentes que pueden ser localizados en viviendas rurales del DF, con el propsito de contribuir a posi-bles caminos de solucin.

    25 Se le conoce como intemperismo al proceso de erosin

    producido por los agentes fsicos como el viento, los cambios

    de temperatura, humedad y la lluvia sobre las caractersticas

    naturales de los materiales y componentes.

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    A manera de eplogo Considerando que ms de 70 % de la poblacin mexicana reside en zonas urbanas, es necesario incrementar el mercado de suelo habitacional en las ciudades de Mxico, fundamentalmente el suelo que reclaman los sectores de poblacin de bajos recursos econmicos.

    A partir de la dcada de los noventa, Mxico eli-min importantes instrumentos institucionales como el subsidio para la compra de suelo que atienda a la poblacin con bajos niveles de ingreso.

    Desde entonces, la incorporacin de suelo al desarrollo urbano ha sido por mecanismos que han actuado fuera del marco jurdico que regula la planeacin y el ordenamiento de los asentamientos humanos en el territorio mexicano. En su lugar, han prevalecido los mecanismos que opera el mercado

    inmobiliario, que encarecen la tierra y restringen un desarrollo racional muchas veces en contra de los pro-psitos institucionales, pues al carecer de un banco de tierra no pueden llevar a cabo una poltica eficaz. Un ejemplo de los aos ochenta fue el Fideicomiso de Vivienda y Desarrollo Urbano (Fividesu), que a pesar de contar con recursos financieros, vio desvane-cerse muchos proyectos de desarrollos habitacionales en el Distrito Federal.

    Con estas lneas esperamos haber despertado el inters por la reflexin crtica respecto a nociones pertinentes a las relaciones de las personas en y con su entorno urbano, desde su componente primordial que es la vivienda. Nos queda la idea de que los cam-bios vertiginosos dentro de los que se mueven los instrumentos conceptuales de anlisis como periferia y ruralidad, por ejemplo, nos hablan de la necesidad de nuevas miradas que afronten la vorgine de los cambios sociales y culturales expresados en el paisaje urbano del DF, cuyos resultados son cada vez de ms difcil prediccin por obvio que parezca su origen mercantilista.

    Los procesos de suburbanizacin de hoy da plan-tean ms incgnitas que certezas. Una tiene que ver con el tiempo potencial de la resistencia rural empuja-da a hibridarse social, econmica y culturalmente por las fuerzas neoliberales, que ensanchan, de paso, las

    Figurta 4. Casas rurales autoproducidas del df. Acuarela de Vicente

    Guzmn.

    Cuadro 1. Contradicciones comunes de la casa rural.

    Contradicciones Causas

    Pisos inadecuados. Tierra o firmes de concreto

    Costo. Condiciones climticas

    Baja resistencia ssmica (muros) Desinformacin tcnica

    Exceso de armados. Estructura y cubiertas

    Desconocimiento tcnico

    Bajo o nulo aislamiento de la humedad

    Desinformacin. Costo

    Proteccin de cubiertas (imper-meabilizante)

    Desinformacin. Costo

    Bajos ndices de ventilacin e ilu-minacin. Ausencia o mal diseo de ventanas

    Costo. Percepcin de seguridad

    Ausencia de plataformas de apoyo para cocinar

    Costo. Tradicin

    Baja o nula proteccin contra roedores y alimaas

    Intemperismo de materiales (muros, pisos y cubiertas)

    Baja calidad del agua Desatencin del Estado

    Bajo control de desechos Desatencin del Estado

    Deterioro fsico y social Mantenimiento bajo. Costo

    Inadecuada distribucin Desinformacin

    Bajo nmero de habitacin Costo

    Elaborada por Vicente Guzmn con base en trabajos del autor

    en el marco de un amplio ejercicio profesional y en trabajos

    publicados.

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    escalas de las formas de hacinamiento: desde la do-mstica de la casa tradicional rural hasta la escala urba-na del suburbio o fraccin perifrica, como un tributo, tal vez, para conjurar una segregacin mayor. Otra se refiere al juego de intersubjetividades que envuelven a los pobladores rurales y los avecindados que se asientan en los grandes desarrollos inmobiliarios: unos, tentados por las promesas modernizadoras de antao, fincadas en el ascenso social; otros, por el imaginario de un estilo de vida y el encuentro con la naturaleza.

    Finalmente, si es que acaso existen expresiones de reciprocidad e interaccin como los observables

    en los cambios de la forma fsica del territorio y la vivienda en la forma social de los comportamientos e imaginarios de las familias rurales y las urbanitas avecindadas, cmo se expresa esto en el conflicto y la conformacin de los nuevos paisajes, as como en la construccin de un sentido de pertenencia? En consecuencia se podr hablar a futuro de la formacin no slo de nuevas denominaciones ciudadanas rurbanitas con base en constructos identitarios compartidos sino tambin de la posibili-dad de hacerla accesible a los sectores ms pobres en Mxico?

  • 193

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