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1 3ras Jornadas de Historia de la Patagonia Bariloche, 6-8 de noviembre de 2008 Mesa E.3 : Políticas indígenas en Patagonia: una historia de dos siglos. Coordinadores : Diana Lenton, Walter Delrio y Claudia Salomón Tarquini “La construcción de la subjetividad indígena en la disputa por las tierras de Emilio Mitre: Ranqueles, agentes estatales, medios de comunicación e intermediarios provinciales (1966-1972)” José Ignacio Roca 1 Introducción En esta ponencia voy a presentar una historia que transcurre en la provincia de La Pampa entre los años 1964 y 1972. Se trata de una disputa por tierras, protagonizada por pobladores Ranqueles de la Colonia Emilio Mitre quienes, asesorados por un abogado defensor, enfrentan una pelea jurídica ante la amenaza de ser desalojados de sus chacras por parte de particulares de un pueblo vecino, respaldados éstos a su vez por funcionarios y organismos del gobierno provincial. Durante los ocho años que duró, este episodio tuvo difusión pública por medios periodísticos provinciales y nacionales, a través de los cuales se manifestaron las voces de los diversos protagonistas. A partir del cruce de relatos, opiniones y argumentaciones presentes en las notas periodísticas, se puede observar algo del sentido que en ese momento atribuían a la actualidad e historia indígena en La Pampa los medios, los gobiernos, la población en general y los mismos indígenas. Por otro lado, en el presente y en ocasión de entrevistas realizadas en trabajo de campo en el pueblo de Victorica y el paraje Leuvucó, se da de manera recurrente la mención del episodio por parte de sujetos Ranqueles, haciendo hincapié en el activo protagonismo de lucha que algunos de sus representantes tuvieron en aquel momento. Por estas razones, considero que este hecho constituye una buena oportunidad para indagar en aspectos tales como: las políticas indígenas llevadas a cabo en la década del 60 y 70 por los gobiernos provincial y nacional (democráticos y de facto); los modos de hacer política de los integrantes del Pueblo Ranquel en esos tiempos; las representaciones que de sí mismo se hicieron y hoy se hacen y los sentidos que construyen en torno a su aboriginalidad; y por último, una aproximación a los sentidos y significaciones que existían sobre el aborigen en la sociedad en general. En la provincia de La Pampa, al igual que en el resto del país y Latinoamérica, con el retorno de la democracia comienzan a darse a partir de la década del 80 procesos de reemergencia de la identidad étnica junto a la reivindicación de los derechos indígenas (Carrasco y Briones, 1996). Sin embargo, en esta ocasión podemos ver un caso de manifestación explícita de subjetividad indígena anterior a la coyuntura de auge reivindicatorio iniciada en los 80. Este episodio nos lleva a pensar que en las décadas del 60 y 70 ya venían dándose condiciones que favorecerían la reemergencia de la identidad indígena 1 Universidad de Buenos Aires / Museo Etnográfico- e-mail: [email protected]

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3ras Jornadas de Historia de la Patagonia

Bariloche, 6-8 de noviembre de 2008

Mesa E.3: Políticas indígenas en Patagonia: una historia de dos siglos.

Coordinadores: Diana Lenton, Walter Delrio y Claudia Salomón Tarquini

“La construcción de la subjetividad indígena en la disputa por las tierras de

Emilio Mitre: Ranqueles, agentes estatales, medios de comunicación e intermediarios provinciales (1966-1972)”

José Ignacio Roca1

Introducción

En esta ponencia voy a presentar una historia que transcurre en la provincia de La Pampa entre los años 1964 y 1972. Se trata de una disputa por tierras, protagonizada por pobladores Ranqueles de la Colonia Emilio Mitre quienes, asesorados por un abogado defensor, enfrentan una pelea jurídica ante la amenaza de ser desalojados de sus chacras por parte de particulares de un pueblo vecino, respaldados éstos a su vez por funcionarios y organismos del gobierno provincial. Durante los ocho años que duró, este episodio tuvo difusión pública por medios periodísticos provinciales y nacionales, a través de los cuales se manifestaron las voces de los diversos protagonistas. A partir del cruce de relatos, opiniones y argumentaciones presentes en las notas periodísticas, se puede observar algo del sentido que en ese momento atribuían a la actualidad e historia indígena en La Pampa los medios, los gobiernos, la población en general y los mismos indígenas. Por otro lado, en el presente y en ocasión de entrevistas realizadas en trabajo de campo en el pueblo de Victorica y el paraje Leuvucó, se da de manera recurrente la mención del episodio por parte de sujetos Ranqueles, haciendo hincapié en el activo protagonismo de lucha que algunos de sus representantes tuvieron en aquel momento. Por estas razones, considero que este hecho constituye una buena oportunidad para indagar en aspectos tales como: las políticas indígenas llevadas a cabo en la década del 60 y 70 por los gobiernos provincial y nacional (democráticos y de facto); los modos de hacer política de los integrantes del Pueblo Ranquel en esos tiempos; las representaciones que de sí mismo se hicieron y hoy se hacen y los sentidos que construyen en torno a su aboriginalidad; y por último, una aproximación a los sentidos y significaciones que existían sobre el aborigen en la sociedad en general.

En la provincia de La Pampa, al igual que en el resto del país y Latinoamérica, con el retorno de la democracia comienzan a darse a partir de la década del 80 procesos de reemergencia de la identidad étnica junto a la reivindicación de los derechos indígenas (Carrasco y Briones, 1996). Sin embargo, en esta ocasión podemos ver un caso de manifestación explícita de subjetividad indígena anterior a la coyuntura de auge reivindicatorio iniciada en los 80. Este episodio nos lleva a pensar que en las décadas del 60 y 70 ya venían dándose condiciones que favorecerían la reemergencia de la identidad indígena

1 Universidad de Buenos Aires / Museo Etnográfico- e-mail: [email protected]

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en esta provincia, un territorio en el que desde principio de siglo parecía venir operando una total ausencia e invisibilización de la misma. Aunque planteado de otra manera, también podríamos pensar a este caso como evidencia de que en realidad la identidad indígena en la provincia nunca llego a ser del todo silenciada.

En este sentido, me propongo indagar respecto al papel que el hecho cumplió en las tendencias de autoadscripción del indígena en aquel momento y en los posteriores procesos de re-emergencia de la identidad Ranquel. Así, una hipótesis de trabajo es que la postura adoptada por parte de grupos hegemónicos en este episodio, como el Gobierno Nacional y los medios de comunicación, tuvo consecuencias favorecedoras de los procesos de re-emergencia Ranquel que se darían luego en la provincia de La Pampa. Siendo así, este caso puede ser una buena oportunidad para reflexionar sobre las relaciones que existen entre lo que podría pensarse como un “adentro” y un “afuera” del grupo en sus procesos identitarios.

Es importante detallar el origen y conformación de las fuentes, ya que este trabajo fue inspirado por ellas. Las mismas consisten en una carpeta con cartas y recortes periodísticos hallada en el domicilio de quien fue en aquel momento el apoderado legal y defensor de los Ranqueles amenazados de desalojo, el Doctor Pedro Fernández Acevedo, fallecido en diciembre de 1981. Fue la hija de este hombre, Esmilda Fernández Acevedo, quien amablemente permitió que algunas personas interesadas tengamos acceso a los papeles de su padre. 20 son los recortes periodísticos correspondientes a medios provinciales y nacionales, y comprenden un período entre los años 1968 y 1973. Y 9 son las cartas. Tres de ellas escritas por Ranqueles y dirigidas a su abogado y al presidente de la Argentina en aquel momento. Las 6 restantes fueron escritas por el abogado Acevedo y dirigidas a la presidencia de la Nación, a los Ranqueles y en una ocasión a una académica local.

Desarrollo A continuación se presentará un marco contextual del caso; luego se relatarán los hechos según la reconstrucción hecha a partir de las fuentes, a lo que paralelamente se incorporarán citas de las mismas; a su vez, se dejará lugar a la voz de dos sujetos, cuyas experiencias de vida pueden dar cuenta de aspectos representativos de la situación Ranquel de las últimas décadas. Ambos han vivido particularmente el caso aquí analizado; los recuerdos y representaciones que del mismo poseen pueden ayudarnos a hacernos una idea de cómo fue vivido desde el interior del grupo esta historia, qué significó en aquel entonces y qué significa hoy. Las entrevistas Daniel Cabral nació en Colonia Emilio Mitre en agosto de 1940. Su abuelo paterno, Raimundo Cabral es descendiente de las tribus de Ramón Cabral “el platero”. Su bisabuela, Rosita Rosas, a la que Daniel alude como una persona con quien tuvo un vínculo muy estrecho y quien fuera su principal transmisora del universo de conocimiento Ranquel, tiene cercanos vínculos de parentesco con el Cacique Mariano Rosas. Daniel Cabral es artesano y desde 1996 dicta cursos de lengua Ranquel impulsados por el gobierno de la provincia de La Pampa. La entrevista fue realizada en el pueblo de Victorica, donde reside, en agosto del 2008.

Germán Canuhé, nació en Mayo de 1932 en un paraje denominado “Chacras de Butaloo”, a 10 km. de Santa Isabel. Su abuela materna fue hija de Ramón Cabral, “el Platero”. Su Tío, Ataliva Canhue, fue uno de los protagonistas activos del caso aquí presentado. Como

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fundador de las primeras asociaciones indígenas de La Pampa en 1983, Germán Canhue es considerado uno de los principales reorganizadores políticos del Pueblo Indígena en la provincia; es fundador y presidente de la Organización Aborigen Mariano Rosas desde 1998; y fue impulsor de la creación de la Federación India del Centro de Argentina, la cual actualmente preside. La entrevista con él fue realizada en la Ciudad de Buenos Aires en agosto del 2008.

Contexto Las tierras en disputa implicadas en este episodio son algunas de las chacras que componen la Colonia Emilio Mitre (chacras 37, 55, 56, 57 y 64 según deja constatado el abogado Fernández Acevedo en nota del diario Primera Hora, el 19/12/68). Esta colonia está ubicada en el departamento Chalileo de la provincia de La Pampa, a 250 kilómetros al oeste de la ciudad de Santa Rosa, en una zona marginal y desértica del territorio que según diversas fuentes fue conocida como “La Travesía” o como el “Leuvu Mapu”, la tierra del diablo o del infierno. Los orígenes de esta Colonia se remontan a los sucesivos tratados que el gobierno nacional efectuó con los Ranqueles a fines del siglo XIX, en los que se acordaba que las tribus ejercerían la paz en la frontera y a cambio el gobierno argentino les daría Tierras. En cumplimiento de este acuerdo y luego de la última campaña militar, se efectuaron una serie de traslados. Pero finalmente y ante el constante reclamo de líderes indígenas, el gobierno comenzó en 1899 las mensuras de los campos cercanos al Río Chadileuvú dedicando 80.000 hectáreas a la creación de la Colonia Pastoril Emilio Mitre, formada por 128 chacras de 625 hectáreas cada una. Esto se produjo en el marco del proyecto de sedentarización y civilización que el gobierno estaba llevando a cabo con los grupos indígenas. Las chacras fueron otorgadas (por decreto presidencial, pero sin títulos de propiedad) en 1903 a las familias Ranqueles encabezadas por los caciques Ramón Cabral, Santos Morales, Baigorrita, Caleu Cabral y Curunao Cabral. La entrega se hizo a título individual o familiar y, es para tener en cuenta, en una región donde la unidad productiva mínima es de 5000 hectáreas.

Por otro lado, el período en que transcurre este caso estuvo caracterizado por una situación política que necesariamente debe ser tenida en cuenta en función de los intereses que guían este trabajo. En junio de 1966, cuando esta disputa por tierras (que había comenzado en 1963) estaba llegando al punto de mayor conflictividad, se produjo un golpe militar que derrocó al gobierno constitucional del Presidente Illia. Así, la mayor parte del desarrollo y la resolución final de este caso, transcurren en el período de gobierno de facto militar conocido como “Revolución Argentina”, liderado por Onganía primero y por Lanusse más tarde, y que culminaría con el retorno del peronismo al poder en 1973.

En líneas generales, el objetivo del gobierno iniciado con Onganía fue hacer frente al estancamiento económico que atravesaba el país y a la llamada “amenaza comunista a la seguridad interna”, y, al mismo tiempo, sentar las bases para una salida hacia una democracia participativa. Para esto, el gobierno militar implementó una política de corte liberal y nacionalista. La estrategia utilizada por el Ministro de Economía Krieger Vasena se basó en la atracción de capital extranjero y en la adopción de medidas modernizadoras y de apertura económica. Por ejemplo, en junio de 1967 se sanciona la Ley de Hidrocarburos, la cual abría el juego a inversores extranjeros o privados para la explotación de petróleo2. A su vez, la liberalización de la economía llevaría a una liberalización de la política, al eliminar los rasgos corporativos de la sociedad argentina. Por último, estas transformaciones conducirían a la

2 Casualmente, en uno de los artículos periodísticos de las fuentes, del 17/06/72, medio no identificado, se lee: “Las tierras en cuestión [Emilio Mitre] componen el subsuelo más rico de la provincia: a 1362 metros de profundidad hay petróleo”.

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salida institucional democrática (García Lupo, 1973). Mas tarde, las políticas económicas adoptadas generaron descontento entre los sectores más perjudicados y, como resultado, en 1969 comenzaron a darse una serie de levantamientos populares en distintos puntos del país: atentados terroristas en el barrio de Belgrano, en la Estación Retiro de la Capital Federal y en la ciudad de La Plata; paros gremiales en las ciudades de Córdoba y Resistencia; movimientos estudiantiles en las de Corrientes, Rosario, Santa Fe y La Plata. Esta protesta llegó a su punto cúlmine en Córdoba, con el estallido obrero-estudiantil del “cordobazo”, el 29 de mayo. A partir de entonces la violencia política a gran escala sería cotidiana en el país hasta 1983, año en que retorna la democracia (García Lupo, 1973).

Los hechos Volviendo al caso que nos ocupa. Según relatan las fuentes, esta historia comenzó en 1963, cuando un comerciante del pueblo vecino de Telén, José Garmendia, solicitó al gobierno provincial maquinaria para comenzar a abrir caminos en los campos de la Colonia Emilio Mitre, con la intención de alambrar y adjudicarse parcelas de tierras que según él y la provincia correspondían a tierras fiscales desaprovechadas. Ante la escena de ver topadoras abriéndose paso por sus chacras, los habitantes de la colonia recurrieron al abogado Fernández Acevedo en la ciudad de Santa Rosa. Juntos se dirigieron a los periódicos locales y éstos realizaron una difusión tal en defensa de los paisanos3, que el aspirante a las tierras acabó desistiendo y excusándose. Tres años más tarde, en 1966, Pedro Fiorda, poblador de Victorica, comerciante y secretario de la municipalidad con vínculos personales cercanos al gobernador provincial, comienza a realizar gestiones para adjudicarse 5 lotes de Emilio Mitre. Fue en este año, y a sólo unos meses antes de darse el golpe de estado y cambiar de manos el gobierno, en el que se dicta un decreto provincial (945/66) que dictamina que las tierras de Emilio Mitre serían territorio fiscal, ocupado por INTRUSOS y que por lo tanto se le otorgarían derechos de propiedad a quien estuviera dispuesto a poblarlas y trabajarlas (Nota del diario Primera Hora, 19/12/68). Es interesante notar aquí una primera representación del gobierno hacia los indígenas. Pareciendo hacer caso omiso al hecho de que estas personas habitan la región como consecuencia de haber recibido las tierras del gobierno nacional a principios de siglo, para el gobierno provincial éstas no serían más que “Intrusos”. Así, apoyándose en este decreto, el pretendiente a las tierras justifica el derecho a su adjudicación. Inmediatamente el director general de tierras de la provincia envía un telegrama al destacamento policial de Mitre en el que “le ruega que comunique al sujeto intruso (Ceferino Morales) que respete la situación legal impuesta por decreto 945/66, debiendo desocupar la chacra 37” (Diario Primera Hora, 19/12/68). Ceferino Morales, descendiente directo de aquellos caciques Ranqueles que habían logrado obtener la Colonia Emilio Mitre en 1899, se resiste a desalojar su casa en la que vivía con su mujer y cuatro hijas niñas, en la que había perforado él mismo la tierra para obtener agua potable y en la que pastoreaban un grupo de chivas, su única fuente de subsistencia. Luego ocurren una serie de hechos coercitivos en los que Morales es desalojado y se lo ubica con su familia en el edificio abandonado de la vieja escuela de Mitre4. Desde allí, Morales envía una carta al abogado Acevedo relatando lo ocurrido. Acevedo publica la carta en un artículo periodístico; en el mismo se lee:

3 Aquí se utiliza el término “Paisano” en el sentido en que es utilizado por los mismos Ranqueles del oeste pampeano. Para ellos este término remite particularmente a sujetos indígenas. 4 Además de Morales, a Amadeo Páez y a Ataliva Canhue también se les obligó a retirar el techo de sus casas; y a Pedro Páez y Pantaleón Peralta se les arrebatan las chacras y los pozos de agua dulce (Acevedo en nota del Diario Primera Hora del 17/12/68).

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“El Dr. Acevedo nos ha remitido el texto de la carta que Don Ceferino Morales le hiciera llegar recientemente. El texto de la carta, adecuado convenientemente en virtud de los errores ortográficos – muy lógicos por cierto – es el siguiente: ¨Mayo 11 de 1969: Señor Dr. Pedro Fernández Acevedo. Hoy tomo la pluma en mi mano para saludarlo a usted y familia y después para manifestarle lo siguiente del caso que me pasó (...) Ellos vinieron el domingo mas o menos a las 9 y me manifestaron que me había llegado el desalojo, dijo el señor juez de paz. Yo le respondí no puede ser, si mi abogado me manda decir que el señor juez de paz de Mitre no tiene absolutamente nada que intervenir y tampoco la policía tiene derecho a sacarme. Me contesta el señor Rodríguez, esa orden le ha llegado al juez y hay que cumplirla (...) No se olvide que mañana lo sacamos (...) Le contesto, le voy a ser franco, yo mañana no salgo, hasta no verme con el abogado (...) Y el día lunes a las 9 y 10 se le presentaron a mi señora. Y yo le había buscado a doña Rosa Canhue para que la acompañara, para yo ir a Santa Isabel. Y fui y llegué a las 9 y algo. Y me le presenté al comisario y le plantee la situación. Yo no puedo intervenir nada, dice el señor comisario (...) Vengo a mi casa como a las 2 de la mañana y converso con mi señora. Y le digo, yo me voy a Santa Rosa a ver lo que pasa, y me vengo con mi compañero Ataliva Canhue y Pedro Páez. A todo eso eran como las 4 de la mañana y veníamos galopando. Justo en la tranquera me estaban esperando el señor juez de paz Santiago Dunaki y el policía Rodríguez (...) ¿Para donde va? A Santa Rosa a hablar con mi abogado. Hoy no son horas de hablar con el abogado, ahora tenés que ir con nosotros y estar presente que tengo que desalojarte (...) si no queres yo te llevo maniado (...) Haga lo que usted quiera, señor juez, pero ya sabrá que por el gusto mío no voy a salir. Y me mandaron para atrás y llegamos como a las 5 de la mañana (...) Tuvimos que andar todo el día sin comer y sin tomar agua (...) Y mi señora tampoco comió, ni ella ni la hija en todo el día. Al rancho le dejaron la pared parada, nos obligaban a sacarle los palos para que volteáramos. Y yo no quise, ustedes son los interesados, sánquenlos, yo por mi no tengo donde ir (...) Le sacaron el techo y los tirantes del techo, y la enramada, y me dejaron el corral de las ovejas y todos los palos de la esquina de la casa (...) Pero los animales siempre vuelven al campo, porque no está alambrado, y después que ellos no han vuelto más hasta la fecha. Espero que Ud. me haga llevar lo antes posible a la chacra 37, porque donde estoy no tengo ni para tener un caballo. Cuando me trajeron estuvieron pronto y cargaron todas las cosas en el camión y en la camioneta y me trajeron la familia. También les dice que me arreglen la casa, Bueno, sin otro particular, me despido. Contestación pronto .̈” (Nota del 22 de Marzo de 1969, periódico no identificado).

La herramienta legal (además del ya citado decreto) que le permitiría a Fiorda adquirir las chacras consistía en un sistema de puntajes que evaluaba qué pretendiente a una tierra sería el más apto para poblarla. En nota del diario Primera Hora, del 16/12/68, Acevedo publica:

“Cuando se le dijo a Morales que Fiorda ha obtenido el obsequio de las tierras que él ocupa, pidió el expediente para constatar de dónde salía ese mayor número de puntos que se le atribuyen a Fiorda. Se le dijo que no se le podía mostrar el expediente. Que lo tenía la asesoría de gobierno. Y morales decía: ¨Yo vivo, he poblado, tengo la casa hecha, tengo mi familia, tengo mi hacienda en esa tierra que donaron a mis antepasados el congreso nacional. Es decir, muchos puntos, y el director me atribuye injustamente que soy el intruso. Fiorda vive en Victorica a 25 leguas de la chacra, ha ocupado hasta hace poco un puesto de secretario de la municipalidad; no es de mi raza ranquelina; jamás ha puesto un pie dentro de la colonia para trabajar con la hacienda, que tampoco tiene ninguna¨. ¿Cuál es Sr. Juez, el intruso? Discrimine, cuál tiene más puntos: ¿Morales? ¿Fiorda?”.

En este tramo del desarrollo el abogado defensor presenta una nueva denuncia ante el fiscal de estado de la provincia y éste resuelve que no se procederá al desalojo “por no corresponder esas tierras al patrimonio de la provincia” (Diario Primera Hora, 16/12/68). De esta manera, el gobierno nacional niega el apoyo al pretendiente a las tierras, quien, vencido en la fase administrativa, intenta por la vía judicial. Para ello recurre a un estudio jurídico que casualmente corresponde al de quien fuera gobernador de la provincia en el momento en que se elaboró el decreto destinado a desalojar a las familias Ranqueles. Así en los próximos dos

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años, Fiorda realiza varias visitas a la Colonia acompañado por el director general de tierras, con intenciones de presionar a los pobladores a desalojar las chacras, pero los desalojos no se concretan.

Es por estos años además, que los Ranqueles envían una carta al presidente Onganía

en la que se pueden apreciar algunos de los reclamos solicitados así como el discurso político utilizado. Como se evidencia en esta carta hallada junto a la documentación de Fernández Acevedo (sin fecha, pero dado que la presidencia de Onganía fue entre 1966 y 1970 puede deducirse que fue escrita en este período), ya en esta época los Ranqueles utilizaban el término “Nación” para referirse a sí mismos, estrategia de autoreconocimiento que sería retomada en la militancia iniciada en la década del ochenta (Canhue, 1998).

Dado que las amenazas continuaban, en 1969

el abogado defensor retoma la pelea; investigando en los archivos gubernamentales, descubre que el decreto con el que pretendían justificar los desalojos no tendría valor, ya que no había tenido publicación oficial en los organismos nacionales, esfera a la que pertenecerían estas chacras. Este nuevo argumento de la defensa es intensamente difundido por Acevedo

en notas que él enviaba a los periódicos, y, ante la magnitud pública que estaba comenzando a alcanzar el caso, el gobierno provincial (desde junio del 66 se trata de un gobierno de facto) anula el decreto, comienza una investigación y pone en marcha un proyecto llamado “Operativo Mitre”, el cual consistiría en la evaluación y aplicación de diversas políticas de desarrollo social en la colonia. Es en este año cuando el hecho alcanza mayor repercusión pública. En una de las notas periodísticas, Acevedo acusa al ex gobernador provincial (quien habría emitido el ya citado decreto en los últimos meses de su gobierno) de haber actuado ilegalmente y guiado por intereses particulares. El Ex gobernador responde públicamente, y basado en el argumento de que el único antecedente legal sería el celebre tratado realizado con Lucio Mansilla, “el cual no tendría otro valor más que histórico y anecdótico” plantea que “no existirían antecedentes legales o de hecho que creen derechos de propiedad a los descendientes Ranqueles sobre las tierras de la Colonia Emilio Mitre”, a la vez que justifica la intención del pretendiente a las tierras con el argumento de la necesidad de llevar “progreso” a aquella zona de la provincia (Diario La Reforma, 05/02/69).

La Revista 7 Días publica el caso En 1969 el incidente llega a los medios nacionales. La revista 7 Días Ilustrados, medio de amplio alcance nacional, llega a Emilio Mitre con fotógrafos y una estudiante de antropología. Nuevamente presente (aunque parodiado) el título del libro de Lucio Mansilla como referente constante de este grupo, el país entero se enteraría entonces de la existencia de personas llamadas a

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sí mismas Ranqueles, habitantes del árido oeste de La Pampa. Por tratarse de un medio de amplio alcance nacional, considero que, junto a la voz del

gobierno nacional y provincial, pueden tomarse como parte del discurso hegemónico del momento y por lo tanto es interesante prestar atención a algunas de las representaciones y sentidos que aquí aparecen respecto a los Ranqueles.

Un primer aspecto interesante para remarcar en esta nota de enero de 1969 es que da cuenta de la existencia de tensiones al interior de la comunidad, entre Ranqueles y no Ranqueles. Aquí aparece la voz de un arrendatario y propietario del único almacén de ramos generales en la colonia, el “Vasco” Mendizábal. Este hombre comenta:

“Lamentablemente son mala gente, mala entraña. Me roban los capones, no trabajan; esta bien que los saquen y les den las tierras a los que las hacen producir. A mí me ablandan con palabras: me deben plata; cuando les voy a cobrar termino llorando con ellos. La verdad es que ningún gobierno se preocupo en ayudarlos. Ahora se llamó a licitación para levantar un internado para los niños que no vienen a la escuela porque están a varias leguas y no hay caminos, pero eso debió hacerse hace mucho tiempo. A estos indios hay que darles aguadas, caminos, maquinas. Son grandes inversiones. Pero así no van a ningún lado. Hacen unas matras muy lindas que podrían comercializar. Pero no hay forma de comprárselas. Yo les encargue algunas y todavía estoy esperando”. Tal como aparece publicado en la nota, la esposa de Modesto Mendizábal sería “la

maestra y directora titular de la escuelita [de Emilio Mitre], y un primo de ella puso los capitales que permitieron a Fiorda alambrar las chacras en disputa”. Por lo tanto, podemos comprobar la existencia de una red de relaciones que, desde el interior de la misma colonia hasta las conexiones con el poder provincial, estaría actuando en conjunto para efectuar los desalojos y ocupar las chacras.

Ante las palabras del almacenero, Ataliva Canhue, uno de los afectados por la amenaza de desalojo, se defiende en el mismo artículo periodístico:

“Ellos son los trabajadores que trabajan con los empleados. Aquí hay que andar todo el día, continuamente, bajo el rayo del sol. Como nos quieren sacar no reconocen lo que pasa con nosotros. Don Modesto es bolichero y después que nos ha sacado los ojos (nos tiene medio fundidos) nos paga así. Por eso no podemos salir adelante, y no porque seamos vagos. Nunca nos pidió matras, por no pagar; si se las venden regaladas, las agarra en seguida”. Por otro lado, la palabra del gobernador provincial, Contralmirante Helvio Gouzden,

da cuenta de la complejidad que puede alcanzar el asunto en base a interpretaciones etnohistóricas, a la vez que menciona el recurrente argumento de la necesidad de llevar progreso a la región. Según comenta:

“Hay gente que tiene sus predios a perpetuidad, como las tribus de Baigorrita y Tripai – lao5 (5 mil hectáreas cada uno), y otros descendientes de indígenas que ocupan campos fiscales en calidad de intrusos. Allí tiene que ir gente progresista, que con sus inversiones introduzca mejoras y convierta el médano vivo en un centro de producción ganadera (…) Todo esto requiere un estudio, pero lo que es indudable es que, después del cierre del Atuel y la sequía de El Salado, para devolver su productividad a esos campos fiscales es imprescindible invertir capitales, sobre todo en la perforación de pozos y en la construcción de tajamares para aprovechar las lluvias”.

Espejos de mismidad Para quien en este momento es el representante Ranquel de mayor actividad política, tanto a nivel provincial como nacional, ver el movimiento que estaba sucediendo entre su gente en un

5 El grupo de Tripailao es un grupo cordillerano de la vertiente chilena que emigra a la pampa y se acriolla entre los Ranqueles. De este grupo era la madre del cacique Mariano Rosas (Depetris, 2003).

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medio de comunicación masivo, causó algo en su ánimo; años más tarde, ese ánimo daría como resultado las primeras acciones de organización política del pueblo Ranquel, en términos del nuevo contexto que estaba apareciendo en cuanto legislación indígena.

En enero de 1969, momento en que se publica el artículo, Germán Canhue vivía en la ciudad de Buenos Aires. Él relata que en ese entonces, cuando aparecen las primeras amenazas de desalojo, un grupo de familias de Emilio Mitre deciden “no tolerarlo”. Así fue que solicitan el apoyo de Fernández Acevedo (a quien ya conocían, pues desde niño había recorrido La Pampa entera, conversando con todo el que se le cruzara y escribiendo en su periódico artesanal independiente) y se comienza a organizar un plan de lucha. Acevedo subrayó desde un principio la aboriginalidad de sus defendidos, pues de esa manera podría utilizar el argumento de que las tierras en disputa habrían sido donadas a los Ranqueles por el Congreso de la Nación, a principios de siglo. Sin embargo, Acevedo no encontró mucho consenso en las oficinas de la capital provincial. Y así, cuenta Canhue, cuando el abogado les comenta a sus defendidos:

“… que en el gobierno se pensaba que no había unidad, que no había gente, don Ataliva Canhue le dijo ¨¿cómo que no hay gente? Dígame cuando vienen y nos juntamos todos¨. Cuando fueron había una multitud y ahí se dieron cuenta que había indígenas y que iban a defender su tierra. Se seguían sintiendo indígenas a pesar de los setenta años transcurridos [viviendo en Mitre]”.

Para Germán Canhue esta reivindicación Ranquel significó una movilización personal.

“Yo estaba acá [en buenos aires], era uno más de los tantos que habíamos decidido no ser mas indios, esa era la consigna que habíamos recibido de nuestros padres y nuestros abuelos … no ser indios, ¿no? Si sabías el idioma te mataban. Había sido tan atroz la persecución que sufrieron que no querían que nosotros pasáramos por lo mismo. Pero ese hecho y el final que tuvo, cuando Fernández Acevedo primero para todo y después demuestra que no estaba en el boletín oficial [el decreto con el que se pretendían justificar los desalojos]... La carta que le mandan a Onganía es clarita: nosotros somos Ranqueles, y no queremos que nos quiten tierra, ¡queremos más tierra! Entonces eso hizo que muchos comenzáramos a pensar de otra manera. ¡Nosotros luchando para parecernos al blanco, y ¡¿el blanco nos sigue viendo como indios?! Yo no sabía, porque no te lo cuentan, y cuando salió, salió. Me entere por la revista 7 días. Entonces ahí fue cuando dije, primero, nosotros queremos ser blanco pero el blanco nos sigue viendo indios, segundo, quieren seguir pretendiendo que desaparezcamos, y sobre todo, lo que mas me decidió es que el derecho todavía existía, el derecho es nuestro, nosotros teníamos razón y si es una herramienta que sirvió para parar este desalojo tiene que servir para nuestro retorno. Así que ahí empecé a hacer algo que hasta ahí no había hecho sino muy superficialmente, que es sumergirme en la historia. Me venía acá a una biblioteca a buscar libros y ahí me fui, si bien desde el punto de vista más bien blanco, pero fui metiéndome en la verdadera historia. Pero faltaba volver. Acá estaba bien, tenía todo lo que necesitaba para vivir, tenía un buen trabajo (era supervisor en una gran empresa) no podía ir con mi familia a La Pampa y empezar de cero. Pero justamente el gobierno, que en ese entonces estaba el gobierno de facto, crea una instancia que prometía trabajo a todos y yo pensé que eso era lo que necesitábamos nosotros, capacitarnos para no depender más de nadie. Que eso es lo que hice yo, primero me capacite para no depender de nadie. Eso era lo que quería lograr, capacitar al pueblo para que se bastara a si mismo y el gobierno me daba la herramienta; yo fui seleccionado con otros para capacitar en toda la provincia, en diferentes lugares y yo ya había pedido el oeste, para comenzar a crear escuelas, muy parecidas a las de artes y oficios pero se llamaban ¨de formación profesional¨, o sea, se llegaba a un lugar… qué necesidades laborales hay en el lugar, se creaba un programa y se capacitaba gente, esa era la idea. Lamentablemente, el gobierno que entró, como el proyecto era de otro gobierno, lo cajoneó y yo quede sin trabajo acá y sin trabajo allá (risas). Pero ya me había lanzado y entonces me quedé y seguimos, seguimos como pudimos trabajando en mi oficio pero no con la rentabilidad que tenía acá en Buenos Aires y comenzamos a concientizar… a los nuestros! Porque excepto media docena, Ataliva, Adolfo Rosas... el resto no quería saber nada, ¡es más!, la gente de mediana edad me decía ¨Canhue, deje de llenarle la cabeza a los viejos, déjelos que se mueran, ya está¨. Claro, ellos no entendían la propuesta, la cosa no era dejar tranquilo a los viejos, la cosa era mucho más profunda y que hoy a veinte y pico de años, con la presencia que tenemos, estamos apreciando”.

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Cuando se le pregunta cuál fue el papel que en particular cumplió la nota de la revista 7 Días en esta parte de su vida, responde:

“La revista fue el elemento que me hizo a mi mirar las cosas de otro modo, qué esta pasando acá?, cómo? indios? No era que no había más indios en La Pampa? Segundo, que nos seguían viendo… y ¡tratando! como indios. Y tercero, que teníamos la herramienta, el derecho. Lo que yo no sabía y me fui enterando después con el tiempo, era que en la década del setenta simultáneamente y sin tener ninguna conexión uno con otro, comenzaron varios movimientos indígenas en Argentina y en América. Fue espontáneo. Ahora, todo eso… para mí el disparador fue la Revista 7 Días, para mí. En otro caso habrá sido otra cosa y otra cosa y otra cosa (...) Hoy tenemos veinte comunidades con jefes y diez más

con referentes”. La difusión pública hasta aquí citada, más el trabajo de defensa realizado por los

Ranqueles junto a su abogado, finalmente impidió que se concreten los desalojos. El argumento de la defensa estuvo basado en dos ejes: la negación del fiscal de estado de la provincia en intervenir en los desalojos; y en los puntos débiles del decreto que disponía los desalojos de los “intrusos”. En primer lugar este decreto no hablaba de desalojar, sino de “desocupar”, en segundo lugar, el decreto no hacía referencia especifica respecto a qué chacra o lote deberían ser los desocupados, ni a ningún sujeto en particular, y en tercer lugar, el decreto no habría tenido publicación oficial, sino que había quedado varado en una primera instancia administrativa sin pasar a las dependencias gubernamentales encargadas de administrar las tierras de la provincia (Fernández Acevedo, en nota del diario Primera Hora, 19/12/68).

Evidentemente, en esta disputa existió una tensión constante entre el gobierno provincial y el nacional. De hecho se observa cómo la tendencia a efectuar los desalojos proviene del lado provincial, tanto desde lo actuado y deseado por algunos sujetos, como desde lo jurídico y administrativo. Por otro lado, las herramientas legales que impiden los desalojos provienen de la esfera del gobierno nacional. El abogado defensor, lúcidamente, recurre una y otra vez a esta contradicción como argumento. Básicamente su planteo es, “¿cómo puede la provincia proceder de esta manera pasando por alto lo dispuesto por el gobierno nacional a fines del siglo XIX?”. A su vez, es para considerar el hecho de que las amenazas de desalojo provienen de sectores ligados al poder democrático de principios de los 60´, mientras que las posiciones en contra de los desalojos provienen del gobierno militar establecido desde 1966. Primero, con el “Operativo Mitre” impulsado por el Ministro de Bienestar Social, Capitán de Navío Fermín Eleta, y luego con la intervención del presidente Lanusse. ¿Por qué un gobierno democrático teje redes de relaciones para desposeer aún más a quiénes ya estaban desposeídos?, y ¿por qué es un gobierno militar de facto el que parece sensibilizarse y actuar a favor de estos últimos? El encuentro con Lanusse La postura del Gobierno Nacional toma visibilidad cuando el Presidente atiende personalmente el caso. Lanusse fue el tercer presidente del gobierno de facto de la “Revolución Argentina”. Luego de las gestiones de Onganía y Levingston, y en un contexto de crisis político-económica creciente, Lanusse asume la presidencia con el compromiso explícito de restaurar el gobierno constitucional como principal objetivo; en este sentido, su gestión fue presentada como una transición entre el gobierno de facto y la vuelta a la democracia representativa. Para esto, se intentó abrir el juego a los partidos políticos, incluyendo al entonces proscripto peronismo. Otra característica de su gestión fue la defensa de no intervenir en los países de la región y la implementación de la llamada tesis del “pluralismo ideológico” (García Lupo, 1973; Lanusse, 1977: 240).

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Si bien los desalojos en Emilio Mitre no habían sido realizados, las visitas intimidatorias a la Colonia continuaron. Así, cuando en 1972 Lanusse visita la capital provincial para atender diversas cuestiones políticas, los Ranqueles obtuvieron una audiencia

para poder plantearle el caso personalmente. En esta reunión, el presidente resuelve rápidamente que las familias Ranqueles pueden quedarse donde están y que finalmente se les otorguen los títulos de propiedad. Varios son los recortes periodísticos que dan cuenta del encuentro y varias son las reflexiones que éste motivó.

Cómo lo expuso la Prensa En primer lugar, el discurso utilizado por la prensa da cuenta de que la aparición pública de Ranqueles en Santa Rosa - La Pampa en el año 1972, no era algo naturalizado ni que se viera cotidianamente. La prensa parece sorprenderse ante la presencia indígena, pero además parece querer asombrar al público general también. La alteridad y el asombro se hacen presentes, lo cual nos lleva a reflexionar respecto al lugar que en aquel momento ocuparían los Ranqueles como “extraños” en la sociedad pampeana. La prensa tiende a exotizar, al subrayar distorsionadamente la aboriginalidad de los sujetos. Por ejemplo, en este artículo del diario Primera Hora se caricaturiza el habla indígena en términos más propios de un western norteamericano que de

la realidad pampeana del momento. Se evidencia también aquí como la prensa adopta una explícita posición a favor de los Ranqueles: “...descendientes de indios de la Colonia Mitre, quienes reclaman los títulos de propiedad de una tierra que bien les pertenece”. El encuentro según descendientes de los protagonistas Cuando en la realización de la entrevista se le preguntó a Daniel Cabral cuál era su opinión respecto a la postura adoptada por Lanusse, tendió a resaltar más la participación de su gente que la decisión del presidente. Para él no fue tanto un gesto impuesto unilateralmente desde el presidente, sino que más bien, este gesto del poder se obtuvo como un logro gracias a la organización y audacia de la comitiva Ranquel, fortalecida además por la aparición de un nuevo líder en la figura de Ambrosio Carripilón:

“-...todos decían que era muy difícil de llegar donde estaba el presidente, y no fue difícil, fue fácil porque entraron y bueno... ahí comenzaron a tratar los puntos, porque el Tío Ambrosio se puso firme y bueno... lo entendió (...) acá se unieron varios viste, unió esta gente, después Morales, después se unió Pedro Páez que estaban de vecino, se unieron todos y dijeron ¨bueno, vamos a buscar a Ambrosio Carripilón que esta por ahí¨. Él anduvo por mucha parte, en mucho lado anduvo él, y llevando a esta pobre gente… aunque él no tenía letra, no tenía escuela nada, pero sabía como tiene que presentarse ante una autoridad y lo que tenia que decir… decía justo la verdad… decía esto si es así y nada más listo. Y al presidente Lanusse le dijo así… y el presidente lo entendió. -¿Por que crees que el presidente respondió a favor de ustedes? -Respondió porque vio la gente en la necesidad, tuvo amor… como vivían ellos, en una miseria, en una soledad donde los fueron dejar, donde no había agua, pasaban calor, entonces este varón miro eso y… la abuela [Juana Carripilón] que se presento y bueno le dio… le dio… como que te puedo decir… le dio… lástima… Tuvo cariño con ella, dice que la abrazaba, lo besaba, dice que ¨abuelita¨ le decía, ¨sufren tanto¨ dice que le dice. ¨Denme la mano que yo te voy a dar la fuerza, yo te voy a sacar, a su

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familia la van a llevar a su tierra, no pensé mas, no pensé mas, que se unan todos, que estén unidos para siempre¨, vio, así dice que le dijo. Y la abuela lloraba viste porque él veía que la familia vivía toda en una soledad, Ataliva Canhue, viste, un lugar de soledad, ni agua le querían dar.”

En esta fotografía de un artículo periodístico del 17/06/72 (medio no identificado) se puede observar el momento en que Juana Carripilón saluda y hace el planteo al presidente Lanusse; a su derecha, observándola sonriente, se encuentra Ambrosio Carripilón; detrás de Juana, apenas visible su cabello, se encuentra Pedro Fernández Acevedo. El artículo relata: “... nadie en la casa de gobierno de Santa Rosa esperaba escuchar el diálogo que mantuvo el presidente Lanusse con el gobernador pampeano y una delegación de indios Ranqueles (...) ¨Mari Mari; lumul padedin lonco, Ranqueles. Elen mapú; elulen mapú compá quelpe

huinca; elumne quelai título de propiedad¨ - saludó Elba Dora Carripilón [en realidad se trataría de Juana], en nombre de una decena de indígenas que la acompañaban. Ante el estupor de la audiencia, el lenguaraz tradujo: ¨Venimos a saludarlo, señor presidente, los Ranqueles. Que nos dejen los campos; que no nos lo quiten; nunca nos han dado título de propiedad¨ (...) Lanusse se mostró inquieto. Molesto, encendió un cigarrillo, lo apagó, lo volvió a encender. Pidió al gobernador que explicará la situación (...) Presidente (visiblemente nervioso): ¨El gobierno nacional y el presidente de la República resuelven otorgar las estructuras definitivas a esta tribu en el lugar que actualmente ocupan. Y más adelante, una vez instalados, se consultará si les conviene cambiar o no de lugar. Que el poblador que quiera quedarse donde está, se quede¨”.

Según nos cuenta Daniel Cabral, este encuentro provocó comentarios en el oeste pampeano. Y entre lo que Daniel relata hay algo que llama particularmente la atención. Luego del reconocimiento realizado por el presidente, hubo un cambio de actitud en algunas personas. Pareciera ser que ya no sintiéndose solos, muchos dejaron de callar lo que hasta el momento callaban. Por ejemplo, Ambrosio Carripilón, quien según Daniel toda su vida habría reivindicado junto a unos pocos ser indígena Ranquel, comenzó a llevar esta reivindicación fuera del ámbito íntimo:

“...nadie pensó que [Lanusse] lo podía recibir de esa manera vio (...) y después que vieron en el diario dijeron la gente, dice “cómo llegaron, cómo pudieron encontrarse con este varón”? ... toda la gente, en Santa Isabel, viste... ¨¿cómo hicieron? ̈A un vecino también... que era indio, pero era enemigo nuestro... él cuando vio esta cosa dice, ¨pero y cómo? .̈ Y un día llego a la casa y el Tío [Ambrosio Carripilón] lo agarro y le dijo lo que tenía que decir, muchas cosas, pero y quedo calladito dice, ¨usted no es de acá y va a tener que ir a su lugar. Si usted molesta yo tengo el poder para que vos... voy presento y vos va tener que irte a otro lugar¨. Era de los pagos de Limay Mahuida, por allá. Si era... porque él no quería ser paisano paisano, pero él era bien indio, bien indio viste (...) entonces el Tío le hablo firme, le dijo: ̈si usted quiere, vivir tranquilo con nosotros, pero no moleste, y si no se va a su tierra, hoy mismo!¨ le dijo. ¨Voy a Santa Isabel ahí... o sino a Victorica, y ahí en Victorica me comunico con el Dr. Acevedo y si... como que usted, no puede molestar. Vos sos paisano¨ le dice, ¨no tene sangre blanca¨..., y ahí empezó a explicarle muy fuertemente, pero muy fuerte fue en ese, muy fuerte, fue muy fuerte”.

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En cuanto al hecho de que haya sido un presidente de facto el representante del gobierno nacional en este encuentro, se buscó indagar en las representaciones que los Ranqueles se hicieran al respecto:

“-Los paisanos en ese momento sabían que Lanusse era un presidente de un golpe de estado militar, ¿no? -Sí. -¿Y eso les importaba o generaba alguna opinión entre ellos? El hecho de que sea un militar de facto, un presidente... -No, no. Lanusse dijo que él nos iba a ayudar en todo momento, no importaba que sea... vio como era Lanusse en ese tiempo del ejército... no, no, no, él nada que ver en ese punto, sino él vio el amor a la gente... eso vio.”

A su vez, Germán Canhue opinó lo siguiente sobre la figura política de Lanusse:

“Lanusse era una persona muy particular, no sé si tenía aspiraciones políticas. Yo recuerdo que hasta ese momento fue el gobierno que más viviendas populares construyó en el país. O sea, lo que quiero decir... realmente era un militar que tenía rasgos de... viste que nadie lo cuestionó, nadie lo denunció, ni lo metieron preso. Entonces él no era igual que los demás, evidentemente. Y ese gesto que tuvo con nosotros... viste que Trapaglia [gobernador de La Pampa entre 1971 y 1973] no quería saber nada, pero Lanusse vino y le dijo... [golpea la mesa]. Y eso que dice Acevedo, que le dijo ahí inmediatamente, le dio plazo de veinte o treinta días, fue así. Le dijo a Rodríguez que fue uno de los que distribuyó las tierras, estaba en catastro en esa época. Bueno este Rodríguez, él y otro mas fueron a Mitre... yo me acuerdo, yo estaba ya en Santa Isabel... y me quisieron dar a mi tierras. ¨Tenemos campo¨ dijo, ¨con una condición: tenes que vivir ahí¨. La consigna de Lanusse fue ¨a todos los que estén ocupando un campo, le dan el título¨”.

Conclusión

Así fue que en 1972 se produjo un reconocimiento de la identidad Ranquel en un lugar y momento histórico en los que la idea generalizada parecía ser que los indígenas eran personajes del pasado. La prensa difundió ampliamente el caso y un presidente decidió darles definitivamente la propiedad de sus tierras. Como al inicio de este trabajo, surge nuevamente el interrogante de por qué un presidente resuelve a favor de las familias Ranqueles y no a favor de los entusiastas y laboriosos pretendientes a llevar el progreso al desierto. Del mismo modo, aunque siguiendo una línea de investigación diferente, podríamos preguntarnos por qué también la prensa los apoya. A modo de posibles respuestas podrían plantearse las siguientes hipótesis: - el argumento legal y jurídico de la defensa sería inobjetable: en primer lugar, la provincia no tendría el poder para proceder con esas chacras, pues las mismas serían parte de la Colonia Emilio Mitre, área donada por el Congreso de la Nación a familias Ranqueles a principios de siglo XX; y en segundo lugar, el decreto provincial con el que pretendían instrumentar los desalojos no tendría validez por no haber tenido nunca publicación oficial. - ante un contexto de crisis cada vez más grave (para 1972 la situación del país se caracterizaba por un alto nivel de violencia e inestabilidad político-económica) el presidente decidió solucionar rápidamente un caso de descontento popular como una forma de “echar paños fríos” y no sumar más problemas. - una tercera opción, planteada a modo de hipótesis, se relacionaría con aspectos geopolíticos. En el transcurso histórico de la conformación del estado nación argentino, el ejército ha concentrado especial atención en los grupos indígenas ubicados en zonas fronterizas internacionales. La política militar en estos casos ha tendido a reivindicar la pertenencia argentina de estos pueblos, como estrategia para reforzar la soberanía nacional en zonas de intersección (Lazzari y Lenton, 2000). En este caso, en La Pampa, no estamos ante una zona

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de frontera geográfica internacional en términos de Estados Nación, pero sí podemos pensar en una zona limítrofe en términos de la gigantesca red de relaciones sociales que componen La Araucanía. Los Ranqueles se encuentran, e históricamente siempre se encontraron, en una instancia liminal entre el ser Indios Chilenos o Indios Argentinos. Es probable que la tendencia a favor de los Ranqueles que tuvo el gobierno militar, desde 1969 en que comienza el “Operativo Mitre” hasta 1972 en que Lanusse otorga los títulos de propiedad, estuviera alineada con esta lógica geopolítica militar, como una manera de evitar que “nuestros” Ranqueles se desargentinicen y la nación pierda presencia y control en la región.

Hasta aquí la intención fue volcar los datos que aportan las fuentes y poner en evidencia la existencia de una serie de relaciones en esta historia. Los elementos relacionales que se entrecruzan en la trama serían: familias Ranqueles, el gobierno provincial y el nacional, criollos, un abogado y los medios periodísticos. Se han sugerido algunas ideas, pero profundizar en la problematización de estas relaciones, queda pendiente para una próxima instancia. En este sentido, creo que algunas posibles líneas de indagación para continuar pueden ser: - la relación entre militares e indígenas a lo largo de la historia argentina; - el papel que cumplen los discursos hegemónicos (medios de comunicación, posición de un gobierno, opinión pública general, etc.) en los procesos identitarios indígenas. - qué podemos decir sobre la comunitas Ranquel (Turner, 1967), en el momento de este caso, en cuanto a cantidad de miembros, autorepresentaciones, grado de cohesión, etc., pues creo que es válido preguntarse si esta es la historia de un grupo étnico, de un pueblo, o en realidad es la historia de una familia. Y por último. En la actualidad, en varios pueblos del oeste pampeano, muchas personas relatan en entrevistas que la sociedad esta dividida entre quienes adhieren a lo indígena y quienes no adhieren6. En este sentido, ¿qué puede aportarnos interpretar esta historia en términos de discriminación? ¿Hasta qué punto todas las amenazas de desalojo son motivadas sólo por intereses económicos7? Creo que en casos como este es ingenuo dejar de lado la consideración de aspectos emocionales e ideológicos. Bibliografía citada

CANHUE, G. y col. (1998). “Un Largo Camino de Regreso a Casa”. La Pampa, Centro de la Argentina. Mimeo. CARRASCO, M. y BRIONES C. (1996). La tierra que nos quitaron: reclamos indígenas en Argentina. Buenos Aires: IGWIA-Lhaka Honhat. CURTONI, R. Y M. G. CHAPARRO. “El re-entierro del cacique José Gregorio Yancamil. Patrimonio, política y memoria de piedra en la pampa Argentina”. Trabajo enviado a Revista Chilena de Antropología.

6 Por ejemplo, este enfrentamiento de posturas se manifestó en el año 2006 en el pueblo de Victorica, cuando trasladaron los restos del cacique Yancamil para reubicarlos en la misma plaza central en la que está el monumento a los héroes de la batalla de Cochicó. Para muchas personas resultó difícil de tolerar que se coloquen los restos de un indígena junto a los restos de soldados patriotas (ver Mendoza 2007 y Curtoni-Chaparro). 7 Claro que también podríamos preguntarnos hasta dónde llegan los intereses económicos y así indagar en la posible existencia de otros hasta el momento no visibles.

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SEGATO, Rita (2002). “Identidades Políticas y Alteridades Históricas. Una crítica a las certezas del pluralismo global”. En: Nueva Sociedad, 178: 104 – 125.