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CLÁSICOS HISPÁNICOS Miguel de Cervantes Don Quijote de la Mancha I Edición de Gonzalo Pontón Silvia Iriso

Miguel de Cervantes Don Quijote de la Mancha I

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Page 1: Miguel de Cervantes Don Quijote de la Mancha I

C L Á S I C O S H I S P Á N I C O S

Miguel de Cervantes

Don Quijotede la Mancha

IEdición de

Gonzalo PontónSilvia Iriso

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c l á s i c o s h i s p á n i c o s

Miguel de Cervantes

Don Quijote de la Mancha

IEdición e introducción

Gonzalo Pontón

Anotación

Silvia Iriso

Estudio de la obra

Agustín S. Aguilar

Ilustración

Svetlin

Page 4: Miguel de Cervantes Don Quijote de la Mancha I

Edición no venal, 2015

ISBN: 978-84-682-2219-6Núm. de Orden V.V.: IQ36

© GONZALO PONTÓNSobre la edición del texto y la introducción.

© SILVIA IRISOSobre la anotación.

© SVETLINSobre las ilustraciones al texto literario.

© EDICIONES VICENS VIVES, S.A.Sobre la presente edición según el art. 8 del Real Decreto Legislativo 1/1996.

Obra protegida por el RDL 1/1996, de 12 de abril, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual y por la normativa vigente que lo modifica. Prohibida la reproducción

total o parcial por cualquier medio, incluidos los sistemas electrónicos de almacenaje, de reproducción, así como el tratamiento informático. Reservado a favor del Editor el derecho

de préstamo público, alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso de este ejemplar.

IMPRESO EN ESPAÑA. PRINTED IN SPAIN.

Page 5: Miguel de Cervantes Don Quijote de la Mancha I

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

En puertas de la fama . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xi

Vida de Cervantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xii

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha . . . . . . . . . . xxiv

El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha . . . . . . . . . xliii

Una constelación literaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . lvi

Un mundo entero reflejado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . lix

Las voces vivas de la conversación . . . . . . . . . . . . . . . . . . lxvi

Lecturas y lectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . lxx

Bibliografía esencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . lxxiv

Nota sobre el texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . lxxvi

el ingenioso hidalgo don quijote de la mancha

Al duque de Béjar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5Versos laudatorios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

primera parte del ingenioso hidalgo don quijote de la mancha

i . Que trata de la condición y ejercicio del famoso y valiente hidalgo don Quijote de la Mancha . . . . . . . . 29

ii . Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso don Quijote . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38

iii . Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Page 6: Miguel de Cervantes Don Quijote de la Mancha I

índicevi

iiii . De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

v . Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66

vi . Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72

vii . De la segunda salida de nuestro buen caballero don Quijote de la Mancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84

viii . Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94

segunda parte del ingenioso hidalgo don quijote de la mancha

ix . Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron . . 107

x . De lo que más le avino a don Quijote con el vizcaíno y del peligro en que se vio con una caterva de yangüeses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114

xi . De lo que le sucedió a don Quijote con unos cabreros . 120

xii . De lo que contó un cabrero a los que estaban con don Quijote . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130

xiii . Donde se da fin al cuento de la pastora Marcela, con otros sucesos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138

xiiii . Donde se ponen los versos desesperados del difunto pastor, con otros no esperados sucesos . . . . . 149

tercera parte del ingenioso hidalgo don quijote de la mancha

xv . Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161

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viiíndice

xvi . De lo que le sucedió al ingenioso hidalgo en la venta que él se imaginaba ser castillo . . . . . . . . . . . . . . . . 171

xvii . Donde se prosiguen los innumerables trabajos que el bravo don Quijote y su buen escudero Sancho Panza pasaron en la venta que por su mal pensó que era castillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182

xviii . Donde se cuentan las razones que pasó Sancho Panza con su señor don Quijote, con otras aventuras dignas de ser contadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192

xix . De las discretas razones que Sancho pasaba con su amo y de la aventura que le sucedió con un cuerpo muerto, con otros acontecimientos famosos . . . . . . . 207

xx . De la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo como la que acabó el valeroso don Quijote de la Mancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216

xxi . Que trata de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino, con otras cosas sucedidas a nuestro invencible caballero . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232

xxii . De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247

xxiii . De lo que le aconteció al famoso don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más raras aventuras que en esta verdadera historia se cuenta . . . 262

xxiiii . Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena . . 278

xxv . Que trata de las estrañas cosas que en Sierra Morena sucedieron al valiente caballero de la Mancha, y de la imitación que hizo a la penitencia de Beltenebros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289

xxvi . Donde se prosiguen las finezas que de enamorado hizo el nuestro don Quijote en Sierra Morena . . . . . . 310

xxvii . De cómo salieron con su intención el cura y el barbero, con otras cosas dignas de que se cuenten en esta grande historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321

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viii índice

cuarta parte del ingenioso hidalgo don quijote de la mancha

xxviii . Que trata de la nueva y agradable aventura que al cura y barbero sucedió en la mesma sierra . . . . . 341

xxix . Que trata de la discreción de la hermosa Dorotea, con otras cosas de mucho gusto y pasatiempo . . . . 358

xxx . Que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro enamorado caballero de la asperísima penitencia en que se había puesto . . . 373

xxxi . De los sabrosos razonamientos que pasaron entre don Quijote y Sancho Panza, su escudero, con otros sucesos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 385

xxxii . Que trata de lo que sucedió en la venta a toda la cuadrilla de don Quijote . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397

xxxiii . Donde se cuenta la novela del Curioso impertinente . 406

xxxiiii . Donde se prosigue la novela del Curioso impertinente . 428

xxxv . Donde se da fin a la novela del Curioso impertinente . 449

xxxvi . Que trata de la brava y descomunal batalla que don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto, con otros raros sucesos que en la venta le sucedieron . . . 460

xxxvii . Donde se prosigue la historia de la famosa infanta Micomicona, con otras graciosas aventuras . . . . . . 472

xxxviii . Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras . . . . . . . . . . . . . . 484

xxxix . Donde el cautivo cuenta su vida y sucesos . . . . . . . 490

xl . Donde se prosigue la historia del cautivo . . . . . . . . 500

xli . Donde todavía prosigue el cautivo su suceso . . . . . 515

xlii . Que trata de lo que más sucedió en la venta y de otras muchas cosas dignas de saberse . . . . . . . . . . 538

xliii . Donde se cuenta la agradable historia del mozo de mulas, con otros estraños acaecimientos en la venta sucedidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547

xliiii . Donde se prosiguen los inauditos sucesos de la venta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 560

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ixíndice

xlv . Donde se acaba de averiguar la duda del yelmo de Mambrino y de la albarda, y otras aventuras sucedidas, con toda verdad . . . . . . . . . . . . . . . . . . 570

xlvi . De la notable aventura de los cuadrilleros y la gran ferocidad de nuestro buen caballero don Quijote . . . 580

xlvii . Del estraño modo con que fue encantado don Quijote de la Mancha, con otros famosos sucesos . . 591

xlviii . Donde prosigue el canónigo la materia de los libros de caballerías, con otras cosas dignas de su ingenio . 603

xlix . Donde se trata del discreto coloquio que Sancho Panza tuvo con su señor don Quijote . . . . . . . . . . . 613

l . De las discretas altercaciones que don Quijote y el canónigo tuvieron, con otros sucesos . . . . . . . . 622

li . Que trata de lo que contó el cabrero a todos los que llevaban al valiente don Quijote . . . . . . . . . . . 630

lii . De la pendencia que don Quijote tuvo con el cabrero, con la rara aventura de los deceplinantes, a quien dio felice fin a costa de su sudor . . . . . . . . . 637

estudio de la obra

Documentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3Análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

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miguel de cervantes (1547-1616)

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INTRODUCCIÓN

En PuErtAS DE LA FAMA

Madrid, diciembre de 1604. El taller de Juan de la Cuesta, una de las imprentas más importantes de la villa, está componiendo un nuevo libro, que se va a titular El ingenioso hidalgo don Qui-jote de la Mancha. Es una obra de entretenimiento, de carác-ter humorístico; una burla a costa de los libros de caballerías. La ha escrito Miguel de Cervantes, quien, sin ser un comple-to desconocido en el mundo de las letras, es un nombre de es-caso relieve. Su primera y última novela se publicó veinte años atrás, y sus obras teatrales dejaron de interesar al público hace mucho tiempo. Es prácticamente un anciano: tiene cincuenta y siete años, edad a la que resulta muy difícil retomar y recondu-cir una carrera literaria truncada. Por nacimiento y formación, Cervantes participa de los ideales estéticos y poéticos de una ge-neración ya superada; lo más probable, por lo tanto, es que se encuentre en fuera de juego literario. La imprenta se está dan-do toda la prisa que puede: Francisco de Robles, el librero que ha comprado los derechos del libro y paga la impresión, quie-re tener la novela en la calle lo antes posible, si puede ser para las Navidades. Sabe que se van a publicar muy pronto dos obras que pueden suponer una seria competencia: la continuación del Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, cuya primera par-te había tenido un enorme éxito editorial, y La pícara Justina, novela que se apunta a la moda picaresca y cuya autoría no es-tá clara todavía hoy. Es una dificultad adicional que sumar a las ya mencionadas. Nuestro autor parece tener, así, muy pocas ba-zas de partida. Su principal carta es que cree con enorme deter-

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introducciónxii

minación en las posibilidades de la novela. Quiere probar suer-te, quién sabe si por última vez.

Sabemos lo que ocurrió a continuación. Y es posible qui-zá que a Cervantes no le sorprendiera el éxito inmediato de su Quijote, muy celebrado por todos y rápidamente impreso en los distintos reinos de la Península. Pero lo que difícilmente pudo imaginar durante ese diciembre de 1604, mientras esperaba a que el taller de impresión acabara el trabajo, era que su obra, ese libro de pasatiempo, fuera a convertirse en una de las cumbres de la literatura universal: un clásico absoluto que seguiría leyén-dose con gusto, admiración y fervor cuatro siglos después, enri-quecido incesantemente con nuevas interpretaciones.

VIDA DE CErVAntES

¿Quién fue el individuo que escribió una novela tan extraordi-naria? Después de doscientos cincuenta años de investigaciones en torno a la vida de Cervantes, basadas en unos cuantos docu-mentos, bastante información indirecta incluida en sus obras y en las de los coetáneos, y muchas hipótesis, los rasgos funda-mentales de su existencia se nos perfilan con bastante nitidez. Ha sido lugar común juzgar su vida como demediada o inclu-so fracasada, dominada por los sinsabores y la mala suerte, que solo se habría trocado en fortuna —y no de forma plena— en los últimos años. Esa visión tiene, desde luego, su fundamento: Cervantes quiso tener una carrera militar pero se truncó por las heridas recibidas en combate; de regreso a España desde Italia fue capturado por piratas y permaneció cinco años en régimen de esclavitud en el norte de África; sus primeros pasos como na-rrador y dramaturgo no se vieron acompañados por el éxito; tu-vo que arrinconar las letras y ganarse la vida con otros oficios; solicitó por dos veces a las autoridades que le permitieran emi-grar a las Indias y la petición le fue denegada; fue encarcelado por lo menos en dos ocasiones. Sobre su vida íntima también

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vida de cervantes xiii

planean sombras: no están claras las circunstancias que lo lle-varon en su juventud a abandonar España y trasladarse a Italia; tuvo una hija ilegítima; se casó con una mujer bastante más jo-ven que él, con la que no convivió durante períodos prolonga-dos y con quien no tuvo hijos; sobre algunos miembros feme-ninos de su entorno —hermanas, sobrinas— corrían rumores que los acusaban de llevar una vida ligera.

Todo ello aparece en la documentación conservada. Pero esa misma vida, sin cambiar un solo dato, puede contemplarse de una manera menos negativa. Bastará con poner el acento en otros puntos: Cervantes siempre se sintió orgulloso de su etapa militar y de haber participado en batallas que tuvo por decisivas y de las que salió vivo, a diferencia de los miles de hombres que perecieron en ellas; desempeñó oficios que no eran subalternos, sino que implicaban cierto reconocimiento oficial; supo gran-jearse un círculo de amistades al parecer sólido y para el que realizaba distintos negocios; en sus últimos años, después de al-canzar el éxito con el Quijote, pudo publicar todo lo que ha-bía escrito antes y componer muchas de las obras que había ido imaginando a lo largo de los años; la muerte le llegó en su casa, a una edad avanzada, escribiendo página tras página hasta el últi-mo día. Esta es posiblemente la nota que más importa destacar: su decidida apuesta por la literatura, con un tesón y una convic-ción en sus posibilidades fuera de toda duda, a pesar de las difi-cultades a las que casi siempre tuvo que enfrentarse.

Primeros años, milicia y cautiverio

En el libro de bautismos de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, de Alcalá de Henares, consta que Miguel de Cervan-tes, cuarto hijo del hidalgo Rodrigo de Cervantes, médico ci-rujano (la capa más baja de la profesión, como un técnico sa-nitario de hoy), y de Leonor de Cortinas, fue bautizado el 9 de octubre de 1547. Dado que la festividad de San Miguel es el 29 de septiembre y que no era raro poner a los recién nacidos el nom-

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introducciónxiv

bre del santo del día, esa fecha es la más verosímil para situar su nacimiento. Apenas hay datos sobre su infancia, aunque parece seguro que el padre pasó largas temporadas ejerciendo su pro-fesión en Córdoba y Sevilla, a veces acompañado de su familia, pero no siempre. Siendo muchacho vio representar al drama-turgo Lope de Rueda, pionero de las compañías teatrales espa-ñolas; es probable que el teatro ejerciera sobre él una temprana fascinación. Se desconoce la fecha en que la familia Cervantes-Cortinas se trasladó a Madrid, aunque consta que en 1566 la madre y sus hijos residían ya en la villa. Al año siguiente, cuan-do frisaba la veintena, Miguel compuso su primer poema co-nocido, un soneto de circunstancias, dedicado a la reina Isabel de Valois, mujer de Felipe II, con motivo del nacimiento de la infanta Catalina Micaela. La muerte de la reina en 1568, al dar nuevamente a luz, motivó la redacción de otros cuatro poemas, que aparecieron ya en 1569 en una recopilación de textos elabo-rada por Juan López de Hoyos, catedrático del Estudio General de Madrid, quien se refiere a Cervantes como su «caro y amado discípulo», lo que da a entender que en esos años el joven esta-ba cursando estudios universitarios.

Justo entonces, circunstancias que no están claras lo deci-dieron —o lo obligaron— a dar un giro a su vida: en el mes de diciembre de 1569 se encuentra en Roma, donde entra al servi-cio como camarero (criado de confianza) del cardenal Giulio Acquaviva. La explicación parece hallarse en una orden de cap-tura dictada el 15 de septiembre contra él (o al menos contra al-guien llamado Miguel de Cervantes), acusado de haber herido en duelo a un tal Antonio de Sigura. El joven estudiante y es-critor primerizo, envuelto en una pendencia perseguida por la ley, tuvo que poner tierra y mar por medio y se trasladó a una de las grandes capitales del mundo. Cabe suponer que conta-ba con buenas recomendaciones, dada la relativa importancia del puesto en que fue empleado. En 1571 llegó a Italia el herma-no menor de Miguel, Rodrigo, que había optado por la vida mi-litar y servía como soldado en la compañía del capitán Diego de

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vida de cervantes xv

Urbina. No sabemos si nuestro autor ya había decidido alistarse en la milicia o fue el ejemplo de su hermano el que lo animó. En cualquier caso, se unió él también a las fuerzas de Urbina, al que recordaría brevemente en el Quijote. Con ello dio inicio a la eta-pa militar de su vida, que se desarrolló en las aguas y las orillas del Mediterráneo y lo llevó a participar en algunos de los episo-dios bélicos más destacados de la época.

Aunque su importancia real en la lucha contra el dominio turco del Mediterráneo no fue muy grande, la leyenda convirtió pronto a la batalla de Lepanto en el más glorioso episodio naval del siglo xvi, y Cervantes participó en él. El 7 de octubre de 1571, día del combate, se encontraba enfermo en la galera Marquesa, pero decidió tomar parte en la lucha, contra las recomendacio-nes de su capitán. Durante la batalla fue herido de dos disparos de arcabuz en el pecho y otro en la mano izquierda, que le que-dó inútil para el resto de su vida, aunque no lo apartó del servi-cio militar. Su arrojo en el combate fue premiado con la no muy espléndida recompensa de veinte ducados. Hasta el final de sus días recordó con orgullo las heridas que había recibido sirvien-

«Combate naval de Lepanto». Óleo sobre lienzo de Juan Luna realizado en 1887.

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do a su rey: «Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano iz-quierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos ni esperan ver los venideros» (prólogo a las Novelas ejemplares). En abril de 1572, restablecido de sus heridas, formó, con su hermano, en el ter-cio de Lope de Figueroa, a cuyas órdenes participó en la campa-ña naval del Mediterráneo oriental posterior a Lepanto. En 1573 recaló en el cuartel general de Nápoles, y desde allí se embarcó de nuevo para participar en la campaña de don Juan de Austria contra los puertos de Túnez. El año 1574 lo pasó, al parecer, en Nápoles, y al año siguiente, por circunstancias que no conoce-mos, decidió regresar a España, siempre con su hermano; lleva-ba en su poder recomendaciones de Juan de Austria y otros cau-dillos militares, que acreditaban su hoja de servicios.

El 26 de septiembre de 1575, la galera en que viajaban fue capturada frente a las costas catalanas por corsarios turcos. Con ese accidente desafortunado, pero no tan raro en la época, daba comienzo un largo cautiverio de cinco años en Argel. Al pare-cer, los documentos que Miguel llevaba consigo hicieron creer a los captores que era un rehén más valioso de lo que realmen-te era, y el rescate que se solicitó por él fue elevado, lo que difi-cultó su liberación. Su hermano Rodrigo fue rescatado antes, en 1577, y siguió vinculado a la milicia hasta su muerte en la bata-lla de las Dunas, en Flandes, veintitrés años más tarde. La pri-sión de Cervantes estuvo salpicada por cuatro tentativas fraca-sadas de fuga, con grave riesgo de su vida. En esos años escribió algunos poemas para sus compañeros de prisión. El rescate y la libertad no llegaron hasta septiembre de 1580. La huella de lo vi-vido en esos años fue profunda y se trasvasó a algunas de sus obras: la tragedia de El trato de Argel, la comedia de Los baños de Argel y la historia del capitán Ruy Pérez de Viedma, incluida en la primera parte del Quijote. Como dice en el prólogo a las No-velas ejemplares, esos cinco años modelaron su carácter y le en-señaron a «tener paciencia en las adversidades». En el capítulo 58

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vida de cervantes xvii

de la Segunda parte, don Quijote recuerda ante Sancho que la libertad «es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre. Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres». Aunque esa frase, escrita tantos años después, tenga mucho de tópico literario, es preciso reconocer también en ella un latido de vida, el eco de sufrimientos y anhelos verdaderos de un hom-bre que permaneció largo tiempo en cautividad.

Entrada ¿y salida? del mundo de las letras

Los años que siguieron a la liberación supusieron el abando-no de la vida militar y el inicio de una resuelta actividad lite-raria. Cervantes probó suerte en distintos géneros: entre 1581 y 1587 estrenó varias obras teatrales, no todas conservadas, com-

El corsario Arnaute Mamí capturó en 1575 la galera en que Cervantes viajaba a España y trasladó a todos los presos a Argel, ciudad que por entonces era puerto de corsarios y albergaba a unos 15.000 cautivos. Plano de Argel realizado el mismo año de 1575.

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introducciónxviii

puso poemas laudatorios para las obras de algunos poetas ami-gos y escribió una novela pastoril, la Galatea, publicada en mar-zo de 1585. En ella sigue los códigos del género que en España había inaugurado Jorge de Montemayor un cuarto de siglo an-tes con La Diana (1559), que había generado varias continuacio-nes de otros autores. Se trata de historias entrelazadas que pro-tagoniza un conjunto de pastores idealizados, con fuerte peso de los elementos amorosos y sentimentales, y en donde el au-tor ya da muestras de su voluntad renovadora, con la introduc-ción de un asesinato en las primeras páginas y con el interés por modelos tomados de otras fuentes narrativas. A la par que des-plegaba prosas y versos, se dibujaban también algunas líneas de su vida sentimental: el 12 de diciembre de 1584 contrajo matri-monio en Esquivias con Catalina de Palacios; meses antes, en abril, había sido padre de una niña, Isabel de Saavedra, fruto de sus relaciones con Ana Franca de Rojas. El apellido dado a la hi-ja ilegítima, tomado de un familiar lejano, lo empezó a utilizar Cervantes en aquellos años. Tras la muerte de Ana Franca en 1598, Magdalena, hermana del escritor, recogería en Madrid a su sobrina natural.

Los intentos de Cervantes por hacerse un lugar en el sistema literario de la época no dieron fruto. La Galatea no tuvo éxito, y su teatro, anclado en modelos antiguos, se vio superado pron-to por la fulgurante aparición de Lope de Vega, que se convir-tió en el dramaturgo codiciado por todas las compañías y ado-rado por todos los públicos. En 1587, Cervantes obtuvo un cargo oficial como comisionado de abastos para el proveedor Antonio de Guevara. Su trabajo consistía en requisar trigo y aceite para atender a las necesidades de la Corona, fundamentalmente a las del ejército; buena parte de lo obtenido se dedicó a proveer a la Gran Armada de Felipe II contra Inglaterra. El oficio lo llevó a moverse por toda Andalucía, de pueblo en pueblo, aunque esta-bleció su residencia en Sevilla, mientras su mujer permanecía en Esquivias. Un exceso de celo en el desempeño de su misión (se-gún parece, incautó trigo perteneciente a los diezmos eclesiales)

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El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha*

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* Frente a las interminables frases que encabezan los libros de caballerías y que aluden a nombres y enclaves extraños (Historia del invencible caballero don Oli-vante de Laura, príncipe de Macedonia, que vino a ser emperador de Constantino-pla; Grande historia del muy animoso y esforzado príncipe Felixmarte de Hircania; Crónica del muy valiente y esforzado caballero Platir, hijo del emperador Prima-león, etcétera), nuestra obra se abre con un título breve que condensa los rasgos de su protagonista: un hidalgo (es decir, un noble de la categoría más baja, pero al que se trata de don, como si fuera de clase más alta), ocurrente (ingenioso) con un nombre rimbombante (Quijote) y un apellido simple, que remite a su lugar de procedencia, para nada fantástico o lejano (la Mancha).

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PRIMERA PARTE DEL

INGENIOSO HIDALGO

DON QUIJOTE DE LA MANCHA

capítulo primero

Que trata de la condición y ejercicio1 del famoso y valiente hidalgo don Quijote de la Mancha

En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordar-me,2 no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lan-za en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.3 Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, due-los y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomi-no de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.4 El resto de ella concluían sayo de velarte, calzas de ve-lludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino.5 Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta y una sobrina

1 Es decir, ‘que trata de la posición social y rasgos personales (condición) y de la ocupación (ejercicio) de don Quijote’.

2 Esto es, ‘en una pequeña población (lugar) cuyo nombre no recuerdo’. 3 El protagonista es un hidalgo, es decir, un noble de baja categoría. Tiene una lan-

za que no usa, pues la mantiene en su astillero (‘percha donde se colocaban las lanzas’), un escudo de piel (adarga) y un caballo de trabajo (rocín).

4 El hidalgo dedica a la alimentación las tres cuartas partes de su renta (tres par-tes de su hacienda). El cocido (olla) que come contenía principalmente carne de vaca, y no de carnero, que era más cara. El salpicón que cena la mayoría de las noches (las más noches) era un fiambre compuesto con los restos de la olla. Los duelos y quebrantos eran huevos con tocino o chorizo. Solo excepcionalmente (por añadidura), el hidalgo come algún palomino (‘pollo de paloma’).

5 El protagonista usaba un sayo de velarte (‘paño de abrigo, generalmente de to-no oscuro’), calzas de velludo (‘prenda de terciopelo, abombada, que cubría los muslos’) y pantuflos (‘especie de zapatillas sin talón que cubrían el calzado or-dinario’). El uso de alguna prenda de vellorí (‘paño no muy grueso de color par-do’) le daba cierto aire de distinción.

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4 primera parte · capítulo i

que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera.6 Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años.1 Era de complexión re-cia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre7 de «Quija-da», o «Quesada», que en esto hay alguna diferencia en los auto-res que de este caso escriben, aunque por conjeturas verisímiles8 se deja entender que se llamaba «Quijana». Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración de él no se sal-ga un punto de la verdad.

Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso —que eran los más del año—, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto9 el ejercicio de la caza, y aun la administración de su ha-cienda;2 y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que ven-dió muchas hanegas10 de tierra de sembradura para comprar li-bros de caballerías en que leer, y, así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber de ellos; y, de todos, ningunos le parecían tan bien co-mo los que compuso el famoso Feliciano de Silva,3 porque la cla-

6 Además de una criada (ama), don Quijote tiene un mozo que le sirve para todo (un mozo de campo y plaza). La podadera es una herramienta provista de cuchi-lla que sirve para podar.

7 sobrenombre : apellido. 8 verisímeles : verosímiles, bien razonadas. 9 Esto es, ‘casi por completo’. 10 hanega : fanega, medida de superficie que oscilaba entre media hectárea y una

hectárea y media.

1 Dada la esperanza de vida en la época, un hidalgo que rozaba (frisaba) los cin-cuenta años era casi un anciano.

2 Los hidalgos, al contrario que los marqueses, condes y duques, carecían de título y vivían de sus propiedades, pero sin realizar tarea manual alguna. Con la presenta-ción de las armas «pobres», los alimentos «ordinarios», las ropas «relativamente sencillas» y el escaso círculo de allegados, Cervantes retrata a Alonso Quijano co-mo un hidalgo de aldea empobrecido, que ocupa su ociosa vida leyendo las gestas imaginarias de aquellos caballeros que sí destacaron entre los de su estamento.

3 Feliciano de Silva fue autor de varias continuaciones del Amadís de Gaula : Li-suarte de Grecia (1514), Amadís de Grecia (1530) y Florisel de Niquea (1532). Por la oscuridad de su prosa, fue objeto de burla de otros escritores.

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5las lecturas del hidalgo

ridad de su prosa y aquellas entricadas razones11 suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y car-tas de desafíos,12 donde en muchas partes hallaba escrito: «La ra-zón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura». Y también cuando leía: «los altos cielos que de vuestra divinidad di-vinamente con las estrellas os fortifican y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza…».4

Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desve-lábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para solo ello. No estaba muy bien con las heridas que don Belianís daba y recebía,5 porque se imaginaba que, por grandes maes-tros13 que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y to-do el cuerpo lleno de cicatrices y señales. Pero, con todo, alaba-ba en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma y dalle fin al pie de la letra como allí se promete; y sin du-da alguna lo hiciera, y aun saliera con ello,14 si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran. Tuvo muchas ve-ces competencia con el cura de su lugar —que era hombre doc-to, graduado en Cigüenza—6 sobre cuál había sido mejor caba-

11 entricadas razones : ‘enrevesadas palabras’. La alusión a la claridad de la prosa de Feliciano de Silva es irónica.

12 requiebros : ‘lisonjas, alabanzas de los atractivos de alguien’. Las cartas de desafío eran usadas por los caballeros para anunciar un reto y sus condiciones.

13 maestro : cirujano. 14 Es decir, ‘e incluso habría conseguido llevarlo a cabo’.

4 Las dos frases parodian el estilo grandilocuente de la prosa caballeresca, con sen-tencias larguísimas, grandes exageraciones y abuso de las figuras retóricas basa-das en la repetición.

5 ‘No estaba de acuerdo con las heridas que don Belianís daba y recibía’. La Histo-ria de Belianís de Grecia (1545) es un libro de caballerías del burgalés Jerónimo Fernández. Supuestamente, Belianís escribió uno de los sonetos preliminares di-rigidos a don Quijote (pp. 20-21).

6 Sigüenza está en Guadalajara. Su universidad es pequeña y provinciana, por lo que la alusión debe de ser irónica.

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llero: Palmerín de Ingalaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás, barbero del mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, y que si alguno se le podía comparar era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula,7 porque tenía muy acomodada condición para todo, que no era caballero melin-droso,15 ni tan llorón como su hermano, y que en lo de la valen-tía no le iba en zaga.

En resolución, él se enfrascó tanto en su letura, que se le pa-saban las noches leyendo de claro en claro,16 y los días de tur-bio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le se-có el celebro de manera que vino a perder el juicio.8 Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encanta-mentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requie-bros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máqui-na17 de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no ha-bía otra historia más cierta en el mundo. Decía él que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen caballero, pero que no tenía que ver con el Caballero de la Ardiente Espada,9 que de solo un revés18 había partido por medio dos fieros y descomunales gigantes. Mejor estaba con Bernardo del Carpio, porque en Roncesvalles

15 Esto es, ‘porque tenía disposición favorable para todo, que no era caballero re-milgado’.

16 Es decir, ‘de un tirón, de una vez’. 17 máquina : aquí, ‘multitud caótica’. 18 revés : golpe (aquí, de espada) dado en diagonal, de izquierda a derecha.

7 Todos los personajes citados son héroes de libros de caballerías escritos en el si-glo xvi. Amadís de Gaula (1508), obra de Garci Rodríguez de Montalvo, fue la más famosa de las novelas del género escritas en castellano.

8 Según las teorías médicas de la época, el cerebro necesitaba humedad, y dormir poco podía secarlo. Si eso ocurría, el individuo podía convertirse en un obseso, un maníaco.

9 Rodrigo (o Ruy) Díaz de Vivar, el Cid, fue un caballero castellano del siglo xi ce-lebrado en crónicas y cantares de gesta. Según el protagonista del Quijote, el Cid no puede compararse (no tiene que ver) con Amadís de Grecia, personaje de fic-ción al que le llamaban el Caballero de la Ardiente Espada porque llevaba dicho emblema estampado en el pecho.

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había muerto a Roldán, el encantado, valiéndose de la industria de Hércules, cuando ahogó a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los brazos.10 Decía mucho bien del gigante Morgante, porque, con ser de aquella generación gigantea, que todos son sober-bios y descomedidos, él solo era afable y bien criado.11 Pero, so-bre todos, estaba bien con Reinaldos de Montalbán, y más cuan-do le veía salir de su castillo y robar cuantos topaba, y cuando en allende19 robó aquel ídolo de Mahoma que era todo de oro, según dice su historia.12 Diera él, por dar una mano de coces al traidor de Galalón, al ama que tenía, y aun a su sobrina de aña-didura.13

En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pare-ció convenible y necesario, así para el aumento de su honra co-mo para el servicio de su república,20 hacerse caballero andan-te y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabán-

19 Es decir, ‘en ultramar’, ‘en un lugar situado al otro lado del mar’. 20 república : nación.

10 Una leyenda medieval cuenta que Bernardo del Carpio, héroe fabuloso español, mató, en la batalla de Roncesvalles, al caballero franco Roldán, del que se decía que era sobrino de Carlomagno, y al que apodaban el encantado porque era im-posible matarlo con los métodos usuales. La treta (industria) que Bernardo utili-zó para acabar con él consistió en mantenerlo abrazado y suspendido en el aire, que es lo mismo que hizo Hércules para matar al gigante Anteo, quien reponía sus fuerzas al tocar con los pies a su madre, la Tierra.

11 En el poema Morgante (de hacia 1465), Luigi Pulci retrata a un gigante que, con-tra lo acostumbrado, no es insolente (descomedido) sino excepcionalmente cor-tés y educado, razón por la que gusta al hidalgo (y por la que Roldán decide sal-varle la vida).

12 Reinaldos de Montalbán es un héroe francés, integrante de los Doce Pares, cuyas aventuras se narran en romances y en el Espejo de caballerías (1586).

13 Galalón o Ganelón es el personaje traidor de la Canción de Roldán, culpable de la derrota francesa en Roncesvalles. El hidalgo de Cervantes lo detesta tanto que entregaría a su criada, e incluso a su sobrina, a cambio de propinarle una paliza (una mano de coces).

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9preparación de las armas

dolos, cobrase eterno nombre y fama.21 Imaginábase el pobre ya coronado por el valor de su brazo, por lo menos del imperio de Trapisonda;14 y así, con estos tan agradables pensamientos, lle-vado del estraño gusto que en ellos sentía, se dio priesa a poner en efeto lo que deseaba. Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín22 y llenas de moho, luengos siglos había23 que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiolas y aderezolas lo mejor que pu-do; pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían ce-lada de encaje, sino morrión simple;24 mas a esto suplió su in-dustria, porque de cartones hizo un modo de media celada que, encajada con el morrión, hacían una apariencia de celada ente-ra.25 Es verdad que, para probar si era fuerte y podía estar al ries-go de una cuchillada, sacó su espada y le dio dos golpes, y con el primero y en un punto deshizo lo que había hecho en una se-mana; y no dejó de parecerle mal26 la facilidad con que la había hecho pedazos, y, por asegurarse de este peligro,27 la tornó a ha-cer de nuevo, poniéndole unas barras de hierro por de dentro, de tal manera que él quedó satisfecho de su fortaleza y, sin que-rer hacer nueva experiencia de ella, la diputó28 y tuvo por cela-da finísima de encaje.

21 O sea, ‘reparando ofensas (agravios) y enfrentándose a lances (ocasiones) de todo tipo, para cobrar fama al llevarlos a cabo (acabarlos)’.

22 Es decir, ‘oxidadas’. 23 Esto es, ‘hacía mucho tiempo’. 24 La celada de encaje era un casco que cubría la cabeza, la nuca y, si llevaba visera,

también la cara, y que podía encajarse directamente sobre la coraza, con lo que protegía el cuello. Por el contrario, el morrión simple era un casco que apenas cu-bría el cuero cabelludo y que no contaba con más aderezos que unas cintas para su sujeción.

25 El hidalgo compensó (suplió) la falta de unas armas adecuadas con su habilidad manual (industria), ya que usó unos cartones para convertir el morrión en celada.

26 Es decir, ‘le incomodó’. 27 Esto es, ‘para protegerse de este peligro’. 28 ‘Sin querer ponerla a prueba de nuevo, la escogió (diputó)’.

14 Trapisonda es un reino imaginario situado en Oriente Próximo y tomado por Reinaldos de Montalbán.

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Fue luego a ver su rocín, y aunque tenía más cuartos que un real29 y más tachas que el caballo de Gonela, que «tantum pellis et ossa fuit»,15 le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro ni Ba-bieca el del Cid con él se igualaban.16 Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría; porque —según se decía él a sí mesmo— no era razón que caballo de caballero tan famo-so, y tan bueno él por sí, estuviese sin nombre conocido; y ansí procuraba acomodársele,30 de manera que declarase quién ha-bía sido antes que fuese de caballero andante y lo que era enton-ces; pues estaba muy puesto en razón31 que, mudando su señor estado, mudase él también el nombre, y le cobrase famoso y de estruendo, como convenía a la nueva orden y al nuevo ejercicio que ya profesaba; y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante, nombre, a su pa-recer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo.32

Puesto nombre, y tan a su gusto, a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al ca-bo se vino a llamar don Quijote;17 de donde, como queda dicho,

29 Los cuartos son fisuras que, por enfermedad, se producen en los cascos de las ca-ballerías, pero un cuarto es también una moneda de poco valor, de ahí el juego de palabras: un real (‘moneda de plata’) consta de muchos cuartos.

30 Esto es, ‘procuraba encontrarle un nombre adecuado’. 31 Es decir, ‘era lo más lógico’. 32 ‘Antes de lo que ahora iba a ser: el primero y principal de todos los rocines’.

15 Pietro Gonella era bufón de la corte de los duques de Ferrara en el siglo xv. Su flaqueza, y la de su caballo, inspiraron numerosas composiciones burlescas. Cer-vantes dice que el caballo de Gonela tenía numerosas tachas (defectos), y agrega, en latín, que ‘era solo piel y huesos’. La cita latina es un epigrama de Teófilo Fo-lengo, un poeta italiano del siglo xvi.

16 Tanto a Bucéfalo, el caballo de Alejandro Magno, como a Babieca, el caballo del Cid, se les atribuían un sinfín de virtudes legendarias.

17 Además de deformación del apellido del hidalgo, quijote era el nombre de la pie-za de la armadura que protegía el muslo. Por otro lado, a un hidalgo como Qui-jana no le correspondía anteponer a su nombre el tratamiento de don, que esta-ba reservado a categorías sociales superiores.

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11elección de nombres

tomaron ocasión los autores de esta tan verdadera historia que sin duda se debía de llamar Quijada, y no Quesada, como otros quisieron decir. Pero, acordándose que el valeroso Amadís no solo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula,18 así quiso, como buen caballero, aña-dir al suyo el nombre de la suya33 y llamarse don Quijote de la Mancha, con que a su parecer declaraba muy al vivo34 su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre de ella.

Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmádose a sí mismo,35 se dio a enten-der que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma. Decíase él:

—Si yo, por malos de mis pecados,36 o por mi buena suerte, me encuentro por ahí con algún gigante, como de ordinario les acontece a los caballeros andantes, y le derribo de un encuen-tro,37 o le parto por mitad del cuerpo, o, finalmente, le venzo y le rindo, ¿no será bien tener a quien enviarle presentado, y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce señora,19 y diga con voz humilde y rendida: «Yo, señora, soy el gigante Caraculiam-bro, señor de la ínsula38 Malindrania, a quien venció en singu-lar batalla39 el jamás como se debe alabado caballero don Qui-jote de la Mancha, el cual me mandó que me presentase ante la

33 Es decir, ‘quiso añadir a su nombre el de su lugar de nacimiento’. 34 Esto es, ‘con la mayor viveza, con gran eficacia’. 35 Es decir, ‘y cambiado su nombre’, como permite el sacramento de la confirma-

ción. 36 ‘Por mis graves pecados’. 37 encuentro : golpe. 38 ínsula : ‘isla’. Es palabra arcaica, habitual en los libros de caballerías. 39 singular batalla : combate individual.

18 El fabuloso reino de Gaula, de donde era oriundo Amadís, se hallaba en la Bre-taña francesa.

19 Los héroes caballerescos honraban a su dama haciendo que los enemigos venci-dos se presentaran y sometieran ante ella.

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vuestra merced, para que la vuestra grandeza disponga de mí a su talante»?

¡Oh, cómo se holgó40 nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quien dar nombre de su dama! Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer,41 de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni le dio cata de ello.42 Llamábase Aldonza Loren-zo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pen-samientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso porque era natural del To-boso:20 nombre, a su parecer, músico y peregrino y significati-vo,43 como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.

capítulo ii

Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso don Quijote

Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiem-po a poner en efeto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza,44 según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar,45 sin-razones que emendar y abusos que mejorar y deudas que satis-facer. Y, así, sin dar parte46 a persona alguna de su intención y

40 holgarse : alegrarse. 41 Es decir, ‘muy hermosa’. 42 ‘Ni le dio muestras de ello’. 43 Es decir, ‘sonoro, original y cargado de sentido’. 44 Lo que impulsa (aprieta) a don Quijote a realizar sus intenciones (poner en efeto

su pensamiento) es su convicción de que, al tardar en convertirse en caballero, le está haciendo un daño al mundo.

45 Es decir, ‘injusticias (tuertos) que pensaba reparar’. 46 dar parte : informar.

20 El Toboso es una localidad de la Mancha situada en la actual provincia de Toledo.

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13la primera salida de don quijote

sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, que era uno de los calurosos del mes de julio, se armó de todas sus armas, su-bió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga,47 tomó su lanza y por la puerta falsa de un corral sa-lió al campo,48 con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo. Mas ape-nas se vio en el campo cuando le asaltó un pensamiento terri-ble, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empre-sa; y fue que le vino a la memoria que no era armado caballero y que, conforme a ley de caballería, ni podía ni debía tomar ar-mas con ningún caballero;21 y puesto que lo fuera, había de lle-var armas blancas, como novel caballero, sin empresa en el escu-do,49 hasta que por su esfuerzo la ganase. Estos pensamientos le hicieron titubear en su propósito, mas, pudiendo más su locura que otra razón alguna, propuso de hacerse armar caballero del primero que topase,50 a imitación de otros muchos que así lo hi-cieron, según él había leído en los libros que tal le tenían.51 En lo de las armas blancas, pensaba limpiarlas de manera, en teniendo lugar,52 que lo fuesen más que un armiño. Y, con esto, se quietó53 y prosiguió su camino, sin llevar otro que aquel que su caballo quería, creyendo que en aquello consistía la fuerza de las aven-turas. Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mesmo y diciendo:

47 Esto es, ‘metió el brazo por el asa del escudo (adarga)’. 48 Don Quijote sale por la puerta falsa (‘la que no está en la fachada principal’) de

un corral (aquí, ‘patio grande y cercado, propio de las casas ricas’). 49 ‘Y aunque lo fuera, debía llevar armas sin distintivo alguno (blancas), esto es, sin

lema o dibujo heráldico’. 50 Es decir, ‘por el primer caballero que encontrase’, puesto que solo un caballero

podía armar a otro. 51 Esto es, ‘que lo tenían de esa manera’, ‘que lo tenían enloquecido’. 52 ‘En cuanto tuviera ocasión’. 53 quietarse : aquietarse, calmarse.

21 Un joven noble se convertía en caballero cuando el rey o un caballero experto lo armaba caballero, es decir, cuando lo declaraba apto para el combate en una ceremonia solemne. El individuo que no había sido armado caballero no podía combatir (tomar armas).

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Estudio dE la obra

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Análisis

1Argumento Y estructurA

1.1 un prólogo muy singular

La originalidad del Quijote se revela ya en los preliminares del libro. Lejos de encabezar su obra con un prefacio convencional, Cervan-tes se dedica en su prólogo a reflexionar sobre la tarea misma de es-cribir prefacios. Un amigo encuentra al autor meditabundo y mohí-no delante de su escritorio, con la pluma en la oreja y la mano en la mejilla…

a ¿A qué se debe la inquietud del novelista? (pp. 7-9) En reali-dad, ¿qué pretenciosa costumbre literaria está criticando Cer-vantes en su prefacio?

De paso, el prólogo nos revela cuál fue el propósito que impulsó a Cervantes a crear su Quijote.

b Según explica el amigo, ¿cuál es la intención con la que fue es-crita la novela? (pp. 13-14)

En el Siglo de Oro, a la cabeza de los libros solía publicarse una serie de poemas en alabanza del autor y su obra, normalmente de-bidos a la pluma de personalidades de enjundia. Cervantes lamenta que su Quijote no contará con sonetos escritos por duques, marque-ses, damas o poetas celebérrimos.

c En una nueva muestra de ingenio, ¿a quién se atribuyen los poemas que encabezan el Quijote ? (pp. 16-27)

1.2 La primera salida de don Quijote

En el capítulo I, Cervantes retrata con todo detalle al protagonis-ta de su novela, un hidalgo de unos cincuenta años que vive en una

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pequeña población de la Mancha y que siente auténtica pasión por los libros de caballerías.

a Al referirse a dicha afición, ¿qué rasgo de los libros de caballe-rías destaca Cervantes? (pp. 30-31) ¿Qué figura retórica utiliza el narrador en el pasaje?

Al hidalgo le gustan tanto las fábulas caballerescas que acaba por relegar la administración de su hacienda y por vender buena parte de sus tierras para comprar libros y más libros. Al fin, a causa del poco dormir y del mucho leer, acaba por volverse loco y decide hacerse caballero andante.

b ¿Qué dos beneficios espera que deparen las aventuras que de-sea emprender? (p. 34)

Antes de echarse a los caminos, el hidalgo trabaja a fondo en la construcción de su perfil caballeresco, modificando la realidad a su antojo al modo de un artista.

c ¿Qué diferencia hay entre el caballo real del protagonista y el que el hidalgo ve con su imaginación? (p. 36) ¿Qué razones li-terarias determinan que don Quijote se haga llamar «don Qui-jote de la Mancha» y no «don Quijote» a secas? (p. 37)

d ¿Por qué se busca el hidalgo una amada? (pp. 37-38) Del nom-bre de Dulcinea, se nos dice que, además de «músico» y «pere-grino», es «significativo». Porque, ¿qué quiere decir, de acuer do con su etimología, la palabra Dulcinea?

Un día caluroso del mes de julio, don Quijote se echa a los ca-minos para deshacer agravios y enderezar tuertos. Los capítulos II a IV nos narran su primera salida, que está marcada por la distorsión continua de la vida real.

e Cuando don Quijote llega a la venta, ¿qué contraste se produ-ce entre lo que perciben sus sentidos y la auténtica realidad? (pp. 43-44 y 48-49) ¿Por qué resulta extravagante el lenguaje que usa don Quijote? (p. 42) ¿Cómo reacciona la gente al ver al hidalgo y al oírlo hablar? (pp. 44-45)

Para ejercer la caballería andante, don Quijote necesita ser ar-mado caballero. Pero, al contrario que los héroes de sus libros, no es investido en una solemne ceremonia, sino en el curso de una broma grotesca.

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f Durante la vela de las armas, ¿qué sucesos revelan que la lo-cura de don Quijote reviste peligro? (pp. 53-55) ¿De qué “ha-zañas” presume el ventero al recordar su pasado? (pp. 50-51) ¿Por qué resulta grotesca la forma en que don Quijote es inves-tido caballero? (pp. 55-56)

Tras la investidura, don Quijote decide regresar a casa para pro-veerse de dinero y camisas limpias y para contratar un escudero. Por el camino, auxilia a un pastorcillo y se enfrenta a unos mercaderes que viajan a Murcia a comprar seda.

g En el episodio del mozo Andrés, ¿por qué confía don Quijote en la palabra de Juan Haldudo el Rico? (Consulta la nota 43 de la p. 60) Al final del pasaje, ¿cómo contrasta el estado de áni-mo de don Quijote con el resultado real que ha tenido el epi-sodio para el joven Andrés? (pp. 61-62)

h ¿Por quién toma don Quijote a los sederos? (p. 63) ¿Qué lance típico de los libros de caballerías imita en ese momento? ¿Por qué ataca don Quijote a uno de los mercaderes y qué desgra-ciado desenlace tiene el episodio? (p. 65)

Después de tres días de desventuras, don Quijote vuelve mal-herido a su casa. En ese momento, el cura decide quemar los libros del hidalgo para paliar su locura, pero, antes de prenderles fuego, los somete a un curioso escrutinio con la finalidad de discernir qué volúmenes hay que destruir y cuáles pueden salvarse de la quema. La operación, relatada en el capítulo VI, constituye un original ejer-cicio de crítica literaria que le sirve a Cervantes para apuntar algu-nas ideas de su credo estético.

i ¿Por qué se indulta al Amadís de Gaula? (p. 73) ¿Qué virtudes posee Palmerín de Ingalaterra? (p. 78) ¿Qué comentario del cu-ra demuestra lo mucho que Cervantes valoraba la verosimilitud en una narración? (p. 80) Por otro lado, ¿con qué guiño nos ini-cia el autor en su característico juego de nivelar a los persona-jes ficticios con los reales? (p. 83)

1.3 La segunda salida

Tras permanecer quince días en casa, don Quijote emprende su se-gunda salida en el capítulo VII. En esta ocasión, el hidalgo sale acompañado por un vecino que le sirve como escudero.

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a Históricamente, el oficio de escudero lo ejercían jóvenes de la nobleza que aspiraban a conquistar el título de caballeros. Así las cosas, ¿por qué es ridículo que se le asigne a Sancho Panza esa función? (pp. 88-89) En realidad, ¿por qué acepta el vecino de don Quijote el oficio de escudero? (p. 89)

b Cuando el narrador nos presenta a Sancho, ¿cuál es la primera característica que destaca en el personaje? (p. 88)

En el capítulo VIII, don Quijote vive dos aventuras cortadas por el mismo patrón: la de los molinos y la de los frailes benedictinos. En ambos casos, se produce un contraste radical entre la realidad misma y la interpretación que don Quijote hace de ella.

c ¿Cómo se pone de manifiesto en cada una de esas aventuras la obsesión caballeresca que altera la imaginación de don Qui-jote? (pp. 94 y 101) ¿Qué papel desempeña Sancho en ambos casos? En la aventura de los molinos, ¿qué justificación le da el hidalgo a su disparatado comportamiento cuando se ve clara-mente derrotado? (p. 96)

d ¿Por qué interrumpe Cervantes la historia del vizcaíno? (p. 105) ¿Qué azar le permite continuarla más tarde? (p. 109)

En el capítulo IX, y después de haber batallado contra el vizcaí-no, don Quijote se recoge en la majada de unos cabreros, donde discurre sobre la mítica Edad de Oro.

e ¿Qué valores de aquella época idílica añora don Quijote? (pp. 122-125) En cambio, ¿qué lacras observa en el mundo actual? Según don Quijote, ¿por qué es necesario que existan caballe-ros andantes?

Al día siguiente, don Quijote y Sancho asisten al entierro de Gri-sóstomo, un estudiante de buena posición que acaba de quitarse la vida por una pena de amor. Un amigo del difunto describe a Marce-la, la amada de Grisóstomo, como una criatura arrogante y despia-dada, pero, en el capítulo XIIII, Cervantes nos da la oportunidad de que la juzguemos por nosotros mismos.

f ¿Por qué Marcela se resistió siempre a corresponder a Grisósto-mo? (pp. 156-159) Según la joven, ¿cómo tiene que ser el amor verdadero? (p. 157) ¿Por qué podemos decir que, con la argu-mentación de Marcela, Cervantes se anticipó a su tiempo?

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Tras el entierro de Grisóstomo, don Quijote y Sancho Panza son apaleados por unos arrieros de Yanguas y acuden a restablecerse a una venta, a la que llegan en el capítulo XVI. Empieza entonces uno de los pasajes más divertidos del Quijote, cuya voluntad cómica se percibe ya con claridad en el retrato que Cervantes hace de Maritor-nes, la moza que trabaja en la venta.

g ¿Cómo es Maritornes? (p. 172) ¿De qué modo contrastan lo real y lo imaginado cuando la joven se acerca a la cama de don Quijote? (pp. 176-178) ¿Qué cadena de confusiones moti-va a partir de ese momento la pelea de todos contra todos? (pp. 176-182)

Don Quijote y Sancho acaban molidos, y el hidalgo decide ali-viar sus dolores con un remedio típicamente caballeresco: el bálsa-mo de Fierabrás, que confecciona en el capítulo XVII.

h ¿Por qué sorprenden los ingredientes que componen el bálsa-mo? (p. 185) ¿Y cuál es el primer efecto que causa la pócima en quien la ingiere? (pp. 186-187)

i Ya al día siguiente, ¿cómo pretende pagar don Quijote el gasto que ha hecho en la venta y por qué se niega en redondo a re-munerarlo con dinero? (pp. 188-189) ¿Quién y cómo paga por él? (pp. 190-191)

En el capítulo XVIII, don Quijote confunde dos rebaños de ove-jas con sendos ejércitos, que describe con todo detalle. El pasaje es una parodia de las prolijas relaciones de batallas que ofrecían los li-bros de caballerías, si bien posee una innegable fuerza poética.

j ¿Qué efecto causa en Sancho, y en el propio narrador, el valor literario de la descripción? (p. 199) No obstante, ¿qué detalles ponen de manifiesto el afán paródico del pasaje? (pp. 195-199)

Esa noche, don Quijote y Sancho viven dos aventuras impregna-das de misterio: la de los encamisados y la de los batanes. En la pri-mera, un grupo de sacerdotes viaja desde Baeza a Segovia acompa-ñando un cadáver, situación que se inspira en un hecho real acae cido a finales del siglo XVI.

k Investiga de qué suceso se trata.

l Durante el episodio de los encamisados, ¿cómo se burla Cer-vantes del hábito literario de darles un sobrenombre a los ca-

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balleros? (p. 213) Según don Quijote, ¿quién le ha inspirado a Sancho el título con que bautiza a su amo?

m ¿De qué modo se demuestra en el episodio de los batanes que don Quijote y su escudero tienen caracteres muy distintos? (pp. 217-219) ¿Qué ardid revela que Sancho es más astuto de lo que parece? (p. 220) ¿Y qué divertido episodio demuestra, esa misma noche, que Cervantes es todo un maestro en el ma-nejo del humor escatológico? (pp. 224-226)

n Cuando don Quijote descubre los batanes, la risa se vuelve in-evitable. ¿Por qué?

El capítulo XXI relata la aventura del yelmo de Mambrino, en la que don Quijote vuelve a interpretar sus percepciones en función de lo que ha leído en los dichosos libros de caballerías. Cervantes se preocupa de dar verosimilitud al pasaje favoreciendo la metamorfo-sis de lo real en lo imaginado.

ñ ¿Cómo contribuye a la credibilidad del episodio la circunstan-cia de que esté lloviendo? (p. 234)

Una de las aventuras más embarazosas de don Quijote es la li-beración de los galeotes, que se relata en el capítulo XXII.

o ¿Qué nobles ideales mueven a don Quijote a soltar a los pri-sioneros? (pp. 248 y 258) ¿Por qué podemos decir que el des-enlace del episodio es tragicómico? (pp. 261-262)

1.4 Aventuras en sierra morena

Sancho comprende que la liberación de los galeotes es un delito perseguible por la Santa Hermandad, así que convence a su amo de que les conviene apartarse de los caminos para sustraerse a la ac-ción de la justicia. En el capítulo XXIII, don Quijote y Sancho se adentran en Sierra Morena, donde conocen al loco Cardenio.

a ¿Con qué misterios despierta Cervantes nuestro interés por la historia de este nuevo personaje? (pp. 267-277) ¿De qué excu-sa argumental se vale el autor para interrumpir el relato de Car-denio en un momento culminante e incentivar así nuestro inte-rés? (pp. 285-287)

Tras la huida de Cardenio, don Quijote decide imitar a uno de sus ídolos en las entrañas de Sierra Morena.

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C L Á S I C O S H I S P Á N I C O S

Cervantes escribió el Quijote con la intención de parodiar los libros de caballerías, que consideraba simples sartas de disparates. Para lograr su propó-sito, ideó la historia de un hidalgo que enloquece de tanto leer las inverosímiles hazañas de héroes como Amadís de Gaula, y, al igual que los caballe-ros andantes, se echa a los caminos para ayudar a los menesterosos. En compañía del afable y crédu-lo Sancho Panza, don Quijote participa en una se-rie de aventuras que, más que engrandecer su figu-ra, provocan la hilaridad del lector. Sin embargo, el Quijote es mucho más que una simple novela humorística, pues constituye una lección magis-tral sobre la grandeza y la miseria de la condición humana. De la mano de un héroe que obra como un loco pero que a menudo razona con admirable cordura, Cervantes nos revela la importancia de los ideales, nos ilustra sobre el valor de la libertad y la justicia y nos advierte de que no siempre es fácil distinguir la realidad de la apariencia.

El texto de la presente edición ha sido fijado, a partir de las ediciones antiguas y de la tradición crítica moderna, por Gonzalo Pontón, que es asi-mismo el autor de una completa introducción donde se tratan con rigor y amenidad todos los aspectos claves del mayor de nuestros clásicos. La minuciosa anotación, a cargo de Silvia Iriso, aclara todas las dificultades que la obra presenta para un lector de hoy. La edición se enriquece con magníficas ilustraciones en color del artista búl-garo Svetlin, que nos desvelan la dimensión tragi-cómica de don Quijote.