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María del Refugio Magallanes Delgado Norma Gutiérrez Hernández coordinadoras Miradas y voces en la historia de la educación en Zacatecas Protagonistas, instituciones y enseñanza (xix–xxi) María del Refugio Magallanes Delgado Es doctora en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas y docente investigadora en la misma institución de la Unidad Académica de Docencia Su- perior. Pertenece al Sistema Nacional de Investiga- dores Nivel i y al Registro de Evaluadores Nacionales de Conacyt. Norma Gutiérrez Hernández Licenciada en Historia. Maestra en Ciencias So- ciales por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Especialista en Estudios de Género por El Colegio de México. Doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es miembro del Sis- tema Nacional de Investigadores (sni). Actualmente es docente–investigadora en la Maestría en Huma- nidades y Procesos Educativos y en la Licenciatura en Historia, ambos de la Universidad Autónoma de Zacatecas. La historia de la educación en Zacatecas muestra hoy en día nuevos ros- tros y recientes fortalezas. Fundamentalmente, a historiadoras que con un trabajo sostenido y de innegable calidad han traducido su preocu- pación académica en sendos trabajos investigativos materializados en libros. Norma Gutiérrez Hernández y María del Refugio Magallanes Delgado son estas dos investigadoras que, nucleadas en la Universidad Autónoma de Zacatecas, vienen pisando fuerte en el ámbito multirre- ferido. Sus trabajos —algunos de ellos galardonados— han contribuido a comprender más y mejor el pasado educativo de la entidad, además de suscitar nuevos debates historiográficos y de motivar a otros historiado- res a caminar con ellas en el hermoso y prometedor camino de la historia de la educación local. Martín Escobedo Delgado Miradas y voces en la historia de la educación en Zacatecas María del Refugio Magallanes Delgado Norma Gutiérrez Hernández

Miradas y voces en la historia de la educación en Zacatecas · mos denominar «de avanzada», pertenecientes a los estratos sociales medios, quienes fortalecidas por una preparación

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María del Refugio Magallanes Delgado Norma Gutiérrez Hernández

coordinadoras

Miradas y voces en la historia de la educación

en ZacatecasProtagonistas, instituciones y

enseñanza (xix–xxi)

María del Refugio Magallanes Delgado

Es doctora en Historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas y docente investigadora en la misma institución de la Unidad Académica de Docencia Su-perior. Pertenece al Sistema Nacional de Investiga-dores Nivel i y al Registro de Evaluadores Nacionales de Conacyt.

Norma Gutiérrez Hernández

Licenciada en Historia. Maestra en Ciencias So-ciales por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Especialista en Estudios de Género por El Colegio de México. Doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es miembro del Sis-tema Nacional de Investigadores (sni). Actualmente es docente–investigadora en la Maestría en Huma-nidades y Procesos Educativos y en la Licenciatura en Historia, ambos de la Universidad Autónoma de Zacatecas.

La historia de la educación en Zacatecas muestra hoy en día nuevos ros-tros y recientes fortalezas. Fundamentalmente, a historiadoras que con un trabajo sostenido y de innegable calidad han traducido su preocu-pación académica en sendos trabajos investigativos materializados en libros. Norma Gutiérrez Hernández y María del Refugio Magallanes Delgado son estas dos investigadoras que, nucleadas en la Universidad Autónoma de Zacatecas, vienen pisando fuerte en el ámbito multirre-ferido. Sus trabajos —algunos de ellos galardonados— han contribuido a comprender más y mejor el pasado educativo de la entidad, además de suscitar nuevos debates historiográficos y de motivar a otros historiado-res a caminar con ellas en el hermoso y prometedor camino de la historia de la educación local.

Martín Escobedo Delgado

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Miradas y voces en la historia de la educación

en ZacatecasProtagonistas, instituciones y

enseñanza (xix–xxi)

Miradas y voces en la historia de la educación

en Zacatecas

coordinadorasMaría del Refugio Magallanes Delgado

Norma Gutiérrez Hernández

Protagonistas, instituciones y enseñanza (xix–xxi)

primera edición

producción

edición y diseño

cuidado editorial

corrección de estilo

dr© de la presente edición

isbn

2013

Pictographia Editorial

Juan José Romero

Gabriela Flores

Juan José Romero y Gabriela Flores

Universidad Autónoma de Zacatecas

978–607–9087–30–2

impreso y hecho en méxicoprinted and made in mexico

fotografías de forrosPrimera de forros: interior de la escuela Juárez (Sombrerete); cuarta de forros: interior de la escuela «Josefa Ortiz» (Sombrerete), en Memoria sobre la administración pública del estado de Zacatecas presentada al Congreso del Estado por el gobernador constitucional C. Genaro

G. García, Tipograf ía de los sucesores de Francisco Díaz de León, México, 1905, Archivo Histórico del Estado de Zacatecas, fondo poder ejecutivo, serie gobernadores, caja 1.

Este libro es el resultado del esfuerzo académico compar-tido y la confianza que existe entre los profesores y pro-fesoras que integran el Cuerpo Académico «Enseñanza y Difusión de la Historia» y los alumnos y alumnas del

Programa de Maestría en Humanidades y Procesos Educativos, Orientación Aprendizaje de la Historia, pero también de la bue-na voluntad de la maestra Verónica Torres Cosío, responsable del programa, y del director de la Unidad de Docencia Superior, doctor Ernesto Pesci Gaytán, quien tendió el puente para articular la mira-da de los historiadores e historiadoras en la profesionalización del magisterio.

Se sumó a este proyecto el maestro Ángel Román Gutiérrez para que poco a poco fuera cristalizando el ejercicio académico de retroalimentar la docencia con la generación de conocimiento per-tinente, buscando que la formación inicial de los nuevos historiado-res e historiadoras de la licenciatura en Historia y la actualización y profesionalización del profesorado en posgrado sea dinámica en

Agradecimientos

tres núcleos: teoría y metodología en la enseñanza y aprendizaje de la historia, historia de la educación y difusión de la historia.

Mil gracias al doctor Martín Escobedo Delgado que, genero-samente, leyó cada artículo y elaboró el prólogo de esta obra con una mirada crítica, reflexiva y propositiva en torno al camino de los historiadores y de la historiograf ía de la historia de la educación en Zacatecas.

Por último, es importante mencionar que este libro está hoy en sus manos por los recursos que otorgó el Programa Integral de Fortalecimiento Institucional (pifi–2012–2013).

Agradecimientos8

Marco introductorio

El porfiriato fue un periodo trascendental en la historia de nuestro país. El proyecto de modernización y progreso que enarboló la administración central permitió un cre-cimiento económico único que México no había tenido

antes. Este florecimiento fue posible gracias al considerable desa-rrollo de las vías de comunicación, la seducción a los inversionis-tas extranjeros y las generosas concesiones que se les brindaron, la proliferación de comercios y fábricas, la introducción de capital extranjero, el rumbo capitalista e integración del país a la econo-mía mundial, el saneamiento de las finanzas, el crecimiento de los centros urbanos, el nacimiento de una clase media progresista y re-volucionaria de carácter citadino. También se observó el fortaleci-miento del Estado, la adopción de la filosof ía positivista de «orden y progreso», un notable aunque insuficiente desarrollo educativo, a la par de una proliferación de inventos como la luz eléctrica, el

Beatriz González Ortega, destacada profesora zacatecana de finales del siglo xix y xx: una historia en construcción

Norma Gutiérrez Hernández

fonógrafo, el teléfono, el telégrafo, el cine, la fotograf ía y la máqui-na de escribir, entre otros. Al lado de esta realidad tan gratificante que huelga decir no fue homogénea en todo el territorio nacional, ni accesible a todos los mexicanos, se desarrolló una sobresaliente actividad femenina.

El actuar de las mexicanas en esta época, en términos de una emancipación femenina, tuvo un matiz importante. Así, existió un grupo de mujeres que, como bien señala Lourdes Alvarado, pudiéra-mos denominar «de avanzada», pertenecientes a los estratos sociales medios, quienes fortalecidas por una preparación educativa —parti-cularmente de carácter magisterial— demandaron mejores oportu-nidades para sus congéneres, pero no se divorciaron del modelo ideal femenino en el periodo, el cual, anclado en los valores y el orden so-cial vigente, vislumbró en función del sexo no uno, sino dos mundos: el perteneciente a las mujeres, remitido al espacio doméstico y fami-liar, y aquél que definía el papel de los hombres en la esfera pública.

No obstante, este grupo de mujeres fue pionero y punta de lan-za en cuanto a la visibilización de la condición de su sexo, mostran-do asimetrías de género entre hombres y mujeres, situación que, a decir de Tuñón, propició que «el feminismo asomara la cara», con lo cual adquirieron «mayores elementos para cobrar conciencia de su situación de género y de clase».1 A decir de esta historiadora, las maestras fueron quienes abanderaron estas demandas en pro de una mejor situación para las mujeres, lo que favoreció «una lenta, muy lenta toma de conciencia social».2

Es natural que hayan sido las profesoras quienes encabezaran esta lucha, sobre todo si consideramos que fueron las primeras que

/1/ J. Tuñón, Mujeres en México. Recordando una historia, p. 133./2/ Ibidem, pp. 134 y 135.

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tuvieron una formación superior, lo que las dotó de mayores ele-mentos para percatarse de la condición marginal en que se encon-traban. Además, en la capital del país, las profesionistas de las carre-ras liberales irrumpieron tardíamente en número reducido, y fueron objeto de rechazo social porque se consideró que su incursión en el campo de las profesiones trastornaba los papeles de género.3

En gran medida, los planteamientos que se empezaron a venti-lar sobre la formación femenina fueron plasmados en revistas y pe-riódicos literarios, en los cuales participaron activamente algunas mujeres, quienes dieron cuenta de su situación social, con lo que se incidió en «la difusión de ideas a través del ejercicio de la escritura pública, y aunado a ello, la participación en polémicas que jugaron un importante papel en algunas de las políticas que el régimen im-plementó hacia la población femenina, como por ejemplo aquélla vinculada con la educación».4 Algunas mujeres y contadas voces masculinas concibieron como prioritario que las mujeres fueran educadas con algo más que conocimientos elementales.

Por ejemplo, Genaro García fue uno de los principales expo-nentes en favor de la situación de las mujeres. En 1891 publicó dos obras denominadas La desigualdad de la mujer y Apuntes sobre la condición de la mujer, en las cuales denunció la falta de igualdad entre los sexos, alzó su voz en contra de la inferioridad femenina y aseveró que la naturaleza dotó a las mujeres de iguales faculta-des que el hombre. A decir de Ramos Escandón, «su interés por los derechos femeninos y la condición de la mujer, resulta aún más

/3/ Vid. G. Cano, «Género y construcción cultural de las profesiones en el porfiria-to: magisterio, medicina, jurisprudencia y odontología».

/4/ L. Infante, «Igualdad intelectual y género en Violetas del Anáhuac. Periódico Literario Redactado por Señoras, 1887–1889», pp. 129–156.

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sorprendente para su tiempo y en este interés radica quizá el rasgo más original e incesante de su pensamiento».5

Hubo otras personalidades que se pronunciaron en favor de la emancipación femenina. Una de las más destacadas, a quien Alvara-do denomina como la «primera teórica de la educación femenina en México»,6 fue Laureana Wright. Esta intelectual colaboró en algunas publicaciones y escribió algunas obras, en las cuales hizo hincapié en la educación de las mujeres para transformar su condición.

De acuerdo a Alvarado, estos textos de Wrigth denominados La educación de la mujer por medio del estudio y Educación erró-nea de la mujer y medios prácticos para corregirla, publicados en 1891 y 1892, respectivamente, es posible que sean «los primeros en México en plantear a la luz del día la inconformidad femenina ante las reglas sociales vigentes».7

Otra exponente importante, que estuvo a favor de la emanci-pación femenina en esta época, fue la profesora tabasqueña Do-lores Correa Zapata, a quien Alvarado ubica como una destacada representante de la «generación de mexicanas de avanzada».8 Esta eminente y prolífica escritora, al igual que Wright y García, comul-gaba con la posibilidad de instruir a las mujeres con mayores co-nocimientos. Para ella no debería de haber una separación entre el

/5/ C. Ramos, «Prólogo a la edición anotada de La desigualdad de la mujer y Apun-tes sobre la condición de la mujer de Genaro García», pp. 11 y 43.

/6/ L. Alvarado, Educación y superación femenina en el siglo xix: dos ensayos de Laureana Wright, p. 13.

/7/ Ibidem, p. 22. Otra obra muy importante de Wright, publicada póstumamente en 1910, reúne biograf ías de mujeres sobresalientes nacidas entre el periodo prehispánico, la Colonia y a finales del siglo xix. Vid. L. Wrignt, Mujeres nota-bles mejicanas [sic].

/8/ L. Alvarado, «Dolores Correa Zapata. Entre la vocación por la enseñanza y la fuerza de la palabra escrita», p. 1271.

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sector femenino y la ciencia, ya que la supuesta inferioridad feme-nina no era parte de un mandato inamovible de la naturaleza, sino que obedecía a parámetros sociales: «la mujer ha estado confinada a un puesto de inferioridad y dependencia con respecto del hom-bre, por leyes sociales, no por leyes naturales».9 Este lineamiento no tuvo eco en su tiempo; sin embargo, es uno de los antecedentes de las reivindicaciones feministas de la segunda mitad del siglo xx y nuestra actualidad.

En este punto, es oportuna la reflexión de Alvarado:

Una vez más nos enfrentamos a las profundas contradiccio-nes de estas mujeres, que si bien se atrevieron a luchar por un cambio de prácticas y de mentalidades, no pudieron superar-las, pues los rígidos esquemas personales y sociales, caracte-rísticos del periodo, se los impidió. De ahí que Correa, como buena parte de la pequeña minoría de mexicanas que se atre-vió a desconocer las consignas a que su sexo estaba sometido, viviera atrapada entre ese impulso a la «rebeldía» y su apego a los lineamientos y reglas marcadas por la tradición.10

Finalmente, es importante retomar las aportaciones de Laura Méndez de Cuenca, maestra, intelectual y poeta porfirista del Esta-do de México, quien al igual que García, Wright y Correa también estuvo de acuerdo en elevar la educación de las mujeres, sobre todo para que desempeñaran óptimamente su función como madres y esposas, porque ésta les permitiría ganarse el sustento en cualquier condición civil que se encontraran: «en vez de americanizar a la

/9/ La Mujer Moderna, marzo de 1905. Cit. R. González, Las maestras en México. Re–cuento de una historia, p. 80.

/10/ L. Alvarado, «Dolores Correa Zapata», op. cit. p. 1282.

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mujer mexicana, emancipándola enteramente, estoy porque se le instruya liberalmente, se la habilite para luchar por su pan, cuan-do soltera, mal casada, o viuda, necesita ganarlo para sí o para los suyos; no creo que debamos arrancarla del hogar».11 Para Méndez de Cuenca, las mexicanas porfiristas tenían un espacio óptimo en la esfera privada, pero también podían incursionar en el ámbito pú-blico: «ya fuera en la escuela o en el trabajo».12

En este tenor, es imperativo también visibilizar a las mujeres que al interior del país pugnaron por mejores condiciones y educación para su sexo, quienes con su actuación se erigen en un antecedente fundamental para el desarrollo social del México contemporáneo, tal es el caso de la zacatecana Beatriz González Ortega Ferniza.

Vida y obra de Beatriz González Ortega Ferniza

La incursión de algunas mujeres porfiristas a una educación formal más allá de la elemental propició una pequeña fisura en la condi-ción femenina en este periodo, al menos en comparación a la que privó en las décadas previas. En este orden de ideas, Beatriz Gon-zález Ortega Ferniza tuvo un desempeño sobresaliente y fue parte

/11/ Boletín de Instrucción Pública, tomo iii, 1904, p. 717. Cit. M. Bazant, Laura Méndez de Cuenca. Mujer indómita y moderna (1853–1928). Vida cotidiana y entorno, p. 276.

/12/ Ibidem, p. 332. Laura Méndez, desde temprana edad, dio muestras de su sim-patía por una amplia participación femenina en la sociedad. Su formación in-telectual y el que haya representado al país en varios foros internacionales que la ubicaron como «uno de los perfiles femeninos más refinados, ilustrados y cosmopolitas de México», a la par que las estancias de investigación educativa que por encargo oficial realizó en algunas naciones europeas y en Estados Uni-dos, fueron determinantes en ello. Ibidem, p. 346.

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de esa pléyade de mexicanas de finales del siglo xix y principios del xx, que demandaron y materializaron con acciones una mejor situación para el llamado «sexo débil».

Beatriz González Ortega fue una de las pocas zacatecanas por-firistas que pudo concluir su instrucción primaria y continuar con una educación postelemental.13 Gracias a ello, fue sensible al orden social vigente, particularmente en torno a la condición de las muje-res, lo que implicó que no sólo externara su rechazo a esto, sino que llevara a cabo una serie de acciones que incidió en una mejor con-dición de vida para muchas de sus congéneres. Además, también se caracterizó por su labor altruista, trayectoria laboral y formación profesional. Veamos más de cerca el desarrollo de su vida y algunas de sus principales obras.

Esta zacatecana nació el 12 de octubre de 1873 en uno de los municipios del sur de la entidad: Teúl de San Juan Bautista (actual-mente Teúl de González Ortega). Tuvo lazos de sangre, pero sobre todo vínculos afectivos con un héroe del México decimonónico, el general Jesús González Ortega, quien fuera su tío y padre adoptivo, ya que su progenitor murió antes de que ella naciera. Beatriz fue hija del hermano menor de dicho personaje, del coronel José Ma-ría González Ortega y de la señora Adelaida Ferniza. Tuvo sólo un hermano, Raúl, quien le llevaba dos años de edad; aunque también convivió con Lauro, el único hijo del general González Ortega, a quien también consideró como su hermano.14

/13/ Para un mayor conocimiento sobre los índices de egreso femenino de la instruc-ción primaria en Zacatecas en esta época, así como la incursión de las muje-res en estudios superiores, Vid. N. Gutiérrez, Mujeres que abrieron camino. La educación femenina en la ciudad de Zacatecas durante el porfiriato.

/14/ E. Juárez, «Beatriz González Ortega, heroína de la Revolución», s/p, en Archi-vo Particular del Cronista de la ciudad de Zacatecas (en adelante apccz).

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Los primeros años de su vida Beatriz los pasó en el Teúl, donde estudió su instrucción primaria con maestras particulares, hecho que fue común en algunos estratos sociales medios y altos en el perio-do. Posteriormente, debido a la muerte del general González Ortega (ocurrida en 1881), la familia se estableció en la ciudad de Zacatecas.

Con el firme objetivo de que Beatriz y su hermano Raúl cur-saran una educación postelemental —algo no generalizado en la época—,15 su madre decidió enviarles a Guadalajara, seguramente porque esa ciudad contaba con mayores oportunidades educativas, de hecho, algunas familias de la capital zacatecana mandaron a sus hijas e hijos a estudiar a la perla tapatía durante el siglo xix.16

En Guadalajara, Beatriz cursó su instrucción primaria y co-menzó a estudiar en la Escuela de Señoritas, orientando su for-mación a la principal posibilidad de educación superior femenina que no contravenía la socialización de género en la época: el ma-gisterio.17 De acuerdo a Juárez Frías, en esta ciudad fue una de las alumnas «más destacadas y brillantes».18 Tiempo después regresó a la capital del estado de Zacatecas y se matriculó en la única ins-titución de educación superior femenina en ese tiempo: la Escuela Normal para Señoritas. Beatriz tenía quince años de edad y fue ad-mitida en este plantel el 15 de diciembre de 1888.19

/15/ De acuerdo a Bazant, en 1900 sólo el 0.55% de la población mexicana era pro-fesionista, lo que implicaba que sólo un reducido grupo cursaba una educación superior. M. Bazant, Historia de la educación durante el Porfiriato, p. 220.

/16/ Vid. Archivo Histórico del Estado de Zacatecas (en adelante ahez), fondo Ayun-tamiento de Zacatecas (en adelante faz), serie Enseñanza, caja 2, expediente 46.

/17/ Sobre esta apreciación, vid. N. Gutiérrez, «Feminización del magisterio en Zacatecas durante el porfiriato: una cuestión de género y economía».

/18/ E. Juárez, op. cit., s/p./19/ Archivo Histórico Salvador Vidal de la Benemérita Escuela Normal Manuel

Ávila Camacho (en adelante ahsvbenmac), carpeta 127, caja 15.

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En la Normal, Beatriz González Ortega tuvo calificaciones so-bresalientes, de hecho recibió premios de primera clase por su des-empeño académico. Uno de éstos a la letra decía:

El Gobernador del Estado en nombre de la Escuela Normal de Señoritas premia la aplicación y el saber de la alumna Beatriz González Ortega, acreditados con la calificación de Perfecta-mente bien por unanimidad que obtuvo en el curso de Primer año profesional. Zacatecas, septiembre 7 de 1889. Gobernador del Estado. Jesús Aréchiga. Directora. Clementina Pani.20

Con esta trayectoria escolar, fue acreedora a una beca para realizar sus estudios en la Normal, misma que mantuvo durante sus seis años de formación profesional e, incluso, después de haber presentado su examen profesional.21 Las pensiones eran un estímu-lo para que las jóvenes cursaran sus estudios magisteriales; eran necesarias porque la mayoría de las normalistas zacatecanas tenían problemas económicos, como fue el caso de Beatriz, cuya madre trabajaba como costurera22 y seguramente el sueldo que obtenía por este oficio era insuficiente para mantener a su familia.

En esta etapa como normalista, Beatriz dio muestras de su sim-patía por lograr mejores condiciones de vida para las mujeres. Así, el 17 de febrero de 1892, la profesora Refugio García de Espejo, junto con tres alumnas de la Normal —María Barragán, Catalina Contre-ras y Beatriz González Ortega—, ofreció a la Asamblea sus servicios

/20/ «Premio de Primera Clase», en Archivo Particular del Licenciado Ernesto Juá-rez Frías (en adelante aplejf).

/21/ ahsvbenmac, carpeta 30, caja 4, y carpeta 58, caja 7./22/ Ibidem carpeta 127, caja 15.

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profesionales de manera gratuita para dedicarse a la enseñanza de adultas, en aras de contribuir al mejoramiento social de este sector.23

La Junta Local de Instrucción Pública aceptó gustosa el ofreci-miento y el 25 de febrero quedó establecido el plantel en la escuela número dos de niñas. La acción mereció el agradecimiento públi-co del gobierno del estado, las autoridades municipales y la prensa local.24 Así, Beatriz era alumna normalista en la mañana y maestra sin sueldo de siete a nueve de la noche en la escuela para adultas «María Josefa Ortiz de Domínguez», que fue como denominaron a esta institución, en reconocimiento a las acciones realizadas por esta heroína del movimiento insurgente.25

Esta escuela para adultas funcionó durante todo el año de 1892; sin embargo, al siguiente se le dieron las gracias a la maestra García: «por el tiempo que de una manera tan desinteresada había prestado sus valiosos servicios a favor de la instrucción». El motivo de la clausura, a diferencia de otros planteles que se cerraron por la inasistencia de estudiantes, fue la falta de luz artificial, pues la compañía de alumbrado eléctrico le hizo saber a la Asamblea que «ya no podría dar alumbrado».26

El que la Asamblea no haya podido pagar el alumbrado de cuatro lámparas fue la razón por la que se clausuró la escuela para

/23/ ahez; faz, serie Enseñanza, caja 5, expediente 4./24/ La cual instaba a secundar la acción: «felicitamos cordialmente a ese grupo de

filantrópicas damas, que tan bien comprenden la verdadera caridad y deseamos que su ejemplo sea imitado por todos los amantes del progreso». El Liberal. Periódico Destinado a Promover el Mejoramiento de las Clases Sociales, año i, número 21, Zacatecas, 28 de febrero, 1892, p. 3.

/25/ ahez; faz, serie Enseñanza, caja 5, expediente 7, Zacatecas, 7 de marzo, 1892./26/ La Crónica Municipal. Órgano de la Jefatura Política del Partido y de la Asam-

blea Municipal de esta ciudad, año xiv, número 43, Zacatecas, 3 de noviembre, 1893, p. 1.

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adultas número dos. Era lo único que la Asamblea tenía que pagar, porque la planta docente trabajó sin remuneración económica y no se hizo ningún esfuerzo por parte de las autoridades para mante-nerla. Al parecer, la generosidad de las profesoras García de Espejo y Guadiana, juntamente con las tres alumnas de la Normal, al traba-jar gratuitamente en la instrucción de las mujeres, fue frenada por la endeble actuación de los funcionarios. Nunca más, durante todo el periodo porfirista, hubo dos escuelas para señoras o señoritas en la ciudad de Zacatecas.

Es significativo mencionar que los resultados en las escuelas para población adulta no fueron los esperados: se tuvo una redu-cida matrícula, la cual fue disminuyendo conforme corría el ciclo escolar, de tal forma que sólo se evaluaban pocos estudiantes y to-davía menos concluían. Esta situación en la entidad fue común a nivel nacional, tal como lo precisa Bazant:

el esfuerzo que el gobierno porfirista mantuvo para aumentar y divulgar las escuelas de adultos no correspondió al interés manifestado por la población. A pesar de que la escuela era gratuita, voluntaria y que en dos o tres años se podía obtener el certificado de primaria, la población adulta no encontró suficientes incentivos para aprender a leer y a escribir.27

Beatriz González Ortega siguió preparándose como maestra, logró un expediente académico destacado en la Normal y fue de las estudiantes que sí terminó sus estudios profesionales, obteniendo su título el 20 de noviembre de 1894.28

/27/ M. Bazant, op. cit., p. 110. /28/ E. Juárez, op. cit., s/p./29/ «Documento número 9», en aplejf.

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A principios del siguiente año comenzó su vida laboral con la categoría de ayudante de la escuela número cuatro para niñas, te-niendo un salario de quinientos pesos anuales.29 Posteriormente, en 1898 pasó a la escuela primaria anexa de la Normal para Profesoras, también como ayudante, pero con un incremento salarial de cien pesos al año. En esta institución duró hasta febrero de 1900.30

Sin lugar a dudas, las condiciones económicas y laborales de su cargo como ayudante fueron determinantes para que optara por mejores perspectivas de trabajo, por lo que el 22 de febrero de 1900 asumió el cargo como directora de la escuela «Josefa Ortiz» de la Compañía Lancasteriana, puesto que le generó mejor salario.31

Desde este año y hasta 1910 tuvo esta categoría en escuelas para niñas en la ciudad de Zacatecas, llegando a ocupar los mejores puestos que las profesoras zacatecanas en la época podían aspirar: directora de escuelas urbanas de primer orden, es decir, titulares en los planteles oficiales que ofertaban tanto la instrucción elemental (cuatro años) como la superior (dos años). En este tipo de institu-ciones, las maestras tenían un salario de tres pesos diarios y casa habitación, mientras que las profesoras que eran ayudantes prime-ras sólo recibían 1.64 pesos cada día, muy por debajo de las directo-ras, pero por encima de las que ocupaban las ayudantías segundas, quienes sólo eran acreedoras a 1.37 pesos.32

En estos años, a la par que estuvo como directora en escuelas públicas de niñas en la ciudad de Zacatecas, cumpliendo un horario

/30/ Idem./31/ Idem. Los directores o directoras del porfiriato laboraban también frente a gru-

po; el cargo que tenían no era solamente de carácter administrativo, sino que impartían clase.

/32/ Ley de Ingresos. Presupuesto de egresos del estado de Zacatecas para el año de 1910, pp. 26–30.

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quebrado de trabajo (de ocho a doce de la mañana y de dos a cinco de la tarde), amén de otros compromisos laborales como capaci-taciones pedagógicas, sinodal de distintas materias en la Normal de señoritas, de varones y el Instituto de Ciencias, así como en las principales escuelas primarias oficiales y planteles particulares y, por supuesto, en exámenes profesionales, además de otras activi-dades laborales que de acuerdo a sus palabras fueron «en número bastante crecido, sin poder precisar la cantidad»,33 Beatriz Gonzá-lez Ortega promovió acciones a favor de las mujeres.

Así, en 1904 creó una asociación filantrópica de mujeres de-nominada «El ángel del hogar», la cual estuvo presidida por ella y tuvo a bien plantear y llevar a cabo iniciativas importantes en be-neficio de las zacatecanas. Por ejemplo, estableció en la ciudad un taller de costura y confecciones para emplear a mujeres carentes de trabajo y tuvo la visionaria idea de construir un asilo de instrucción y beneficencia para los hijos e hijas de las obreras pobres, quienes así se dedicarían con tranquilidad a su trabajo, ya que sus niños y niñas recibirían «toda clase de atenciones y cuidados, desde los de alimentación y aseo hasta los de instrucción y educación».34

En otras palabras, Beatriz González Ortega fue la pionera en Zacatecas en el establecimiento de guarderías. A nivel nacional, existe un antecedente importante de este tipo de establecimientos que apoyaron a las madres trabajadoras, se trata de la escuela–asilo para obreras que fundaron en 1891 tres destacadas mujeres: Lau-reana Wright, Matilde Montoya y Soledad L. de Montoya, madre de la segunda.35

/33/ «Documento número 9», en aplejf./34/ La Libertad, número 24, Zacatecas, 6 de agosto, 1904, p. 2./35/ L. Alvarado, Educación y superación, op. cit., p. 35.

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Uno de los objetivos de la sociedad mutualista «El ángel del hogar» fue el mejoramiento moral e intelectual de sus agremiadas, por lo que como parte de su normatividad tenía contemplada la creación de una biblioteca privada y dar conferencias sobre una amplia temática: «principalmente las que tiendan a enseñar higie-ne, economía doméstica, repostería, corte de ropa, arte culinario, labores de mano y todo aquello que tienda a formar buenas madres de familia y hábiles obreras dispuestas a la lucha por la vida».36 Es decir, el enfoque de la profesora Beatriz González Ortega fue simi-lar al de algunas exponentes nacionales que propusieron una mayor educación para las mexicanas, pero sin alterar la construcción de género femenino.

Esta asociación, cuyo lema era «unión, paz y trabajo», también tenía como propósito contribuir a la edificación de la moral social; sin duda, la formación profesional de su presidenta fue determinan-te en ello. El estatuto correspondiente decía: «[la sociedad] tomará participación de las fiestas de la Patria y en todos aquellos actos que honren a México o al Estado de Zacatecas».37 Esta orientación no religiosa le valió la animadversión de la Iglesia: «no podemos menos de censurar fuertemente el espíritu laico que informa todo su organismo. Dios no entra aquí para nada».38

La sociedad mutualista también asistió a heridos en catástro-fes, como en el descarrilamiento del tren en Zacatecas, suceso ocu-rrido en abril de 1904.39 Fue tal el desarrollo y reconocimiento social

/36/ El Eco de Zacatecas. Semanario Católico, Político y Literario, año i, número 34, Zacatecas, 11 de 1904, p. 2.

/37/ Idem./38/ Ibidem, p. 3./39/ La Libertad, número 9, Zacatecas, 23 de abril, 1904, p. 1.

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de esta asociación, que cinco años después de fundada fue invitada por la Sociedad «Obreros Libres» para trabajar en conjunto.40

A finales de 1910, la profesora González Ortega escaló otro pel-daño más en su expediente académico y laboral. Fue nombrada por el Gobierno del Estado vicedirectora del Asilo de Niñas de Guadalupe, institución de beneficencia creada en 1881 que impartía a las internas «enseñanza primaria, inglés, francés, historia, dibujo, costura, flores artificiales, deshilados, corte y confección de ropa y bordado».41

En este plantel sólo estuvo dos años, en virtud de que fue lla-mada nuevamente por la administración estatal para ocupar, en enero de 1912, el cargo de vicedirectora de la institución que la formó: la Escuela Normal de Señoritas.42 Es importante comentar que este puesto equivalía a la primera autoridad entre las alumnas normalistas y sus profesoras, ya que en 1906 el Ejecutivo fusionó las dos normales, para lo cual se creó una dirección que integraba ambos planteles, los establecimientos prácticos anexos y la escuela de párvulos.43 Al frente de esta institución, el gobierno del estado designó un director general y una vicedirectora. La fusión de los planteles tuvo como objetivo redoblar esfuerzos en la instrucción primaria y, sobre todo, orientar los recursos económicos en este nivel educativo. El Estado consideró que los resultados no eran sa-tisfactorios, había un serio déficit en el aprovechamiento escolar, así como una mala calidad educativa.

/40/ R. Amaro y M. Magallanes, «El mutualismo femenino en Zacatecas porfirista. De la participación filantrópica al activismo político», p. 142.

/41/ H. Ibarra, El Hospicio de Niños de Guadalupe: educación, artes y oficios (1878–1928), pp. 157–159.

/42/ «Documento número 9», en aplejf./43/ Eduardo G. Pankhurst, Memoria administrativa del Gobierno libre y soberano

de Zacatecas, correspondiente al cuatrienio de 1904 a 1908, p. 24.

Norma Gutiérrez Hernández 133

La Normal Mixta tuvo una vida breve,44 por lo que el 6 de mayo de 1913 las escuelas volvieron a estar separadas. La prime-ra directora de esta segunda etapa de la Normal de Señoritas fue nuevamente la profesora Beatriz González Ortega. El gobierno la transfirió a este cargo con un sueldo anual de 1642.50 pesos, en contraposición al de 1200 que tenía.45

En esta etapa se entrelaza uno de los episodios más conocidos y descollantes de la vida de la maestra González Ortega, no sólo en el territorio zacatecano, sino a nivel nacional. Siendo ella directora de la Normal y teniendo conocimiento de la invasión de las tropas revolucionarias a la ciudad capital por parte del general Francisco Villa, tuvo la visionaria idea de acondicionar su centro de trabajo como hospital, en aras de socorrer a los heridos del combate. Su iniciativa fue aplaudida por la sociedad zacatecana y algunas perso-nalidades se sumaron a tan loable objetivo, entre las que destacaron los doctores López de Lara, Villagrana y Del Hoyo, quienes capaci-taron en primeros auxilios a profesoras, estudiantes y, por supues-to, a la propia profesora González Ortega,46 quien además era in-tegrante y vocal de la Junta Directiva de la Cruz Blanca Neutral.47

/44/ Al cierre de este trabajo no ha sido posible conocer el motivo de esto, segura-mente hubo algún pronunciamiento social para que las normales volvieran a estar separadas, atendiendo a los «peligros» que podrían generarse por la inte-racción de los sexos, considerando la ideología y valores de la época.

/45/ «Documento número 9», en aplejf./46/ E. Juárez, op. cit., s/p./47/ «Carta del Dr. José Macías Rubalcaba», México, df, octubre, 1943, en aplejf.

La Cruz Blanca Neutral fue fundada el 11 de abril de 1911 por Elena Arizmendi Mejía para atender a los numerosos heridos que estaba generando el conflicto armado en el país. Esta asociación tenía numerosas delegaciones en todo el territorio nacional. ‹http://cruzblancaneutral.org/Historia_Cruz_Blanca_Neu-tral_opt.pdf›. Para un conocimiento cabal de la vida y obra de la fundadora de la Cruz Blanca Neutral, vid. Gabriela Cano, Se llamaba Elena Arizmendi, 2010.

Beatriz González Ortega, destacada profesora zacatecana134

La ciudad de Zacatecas fue tomada por la División del Norte el 23 de junio de 1914. El saldo del enfrentamiento fue una gran cantidad de heridos de los dos bandos, federales y villistas, quienes fueron socorridos por el grupo de voluntarios que conformó la cita-da profesora y llevados al improvisado hospital en la Normal.

Al día siguiente, cuando el jefe de «los Dorados» se enteró de que los heridos federales estaban siendo atendidos en la Normal, dirigió sus pasos a ese lugar. Allí sostuvo un diálogo con Beatriz González Ortega, mismo que reproduzco textualmente, gracias a una entrevista que le hicieron a la citada maestra:

—¿Con que usted es la «jefa» de este hospital?—Este edificio no es un hospital. Hasta hace poco estuvo aquí la Escuela Normal de Zacatecas, de la que soy su directora.Villa, sin dar la menor importancia al asunto, le replicó vio-lento: «usted ha encubierto a oficiales federales y le exijo que me dé sus nombres».—Lo siento, general, pero no me preocuparon sus nombres, ni sus grados, ni el partido al que pertenecieran. Sólo vi en ellos seres humanos que necesitaban ayuda.—Como insiste en callar y no tengo tiempo que perder, uno de mis oficiales se encargará de hacerla hablar...48

La medida que tomó el general Villa contra la profeso-ra González Ortega fue mandar que le dieran de cintarazos en la espalda, esperando con ello obtener la información deseada. Este maltrato también fue ordenado para el doctor López de Lara, quien

/48/ María Elena de Luzuriaga, «La maestra y el centauro», en Excelsior, 21 de junio, 1962, en aplejf.

Norma Gutiérrez Hernández 135

emuló la actitud de la profesora. Ante la negativa, Villa ordenó que estas dos personas fueran ejecutadas en el cementerio de la ciudad, junto con el ingeniero Rojas, quien defendió a la maestra.49

Mientras eran escoltados rumbo al panteón para su fusila-miento, la noticia se propagó rápidamente por toda la ciudad de Zacatecas y fue recibida con indignación y desagrado. Varias per-sonas intercedieron para que fuera anulado tal mandato, pero Villa fue indiferente a las súplicas. Al parecer, fue el señor don Eulalio Robles quien logró que el Centauro del Norte desistiera de ello, ar-gumentándole que «no manchara su carrera militar con estos ac-tos».50 Sin lugar a dudas, también debió de haber influido el paren-tesco de la profesora Beatriz con su padre adoptivo, el general Jesús González Ortega.

A un año de estos hechos, Beatriz González Ortega agradeció a la persona que le salvó la vida. Afortunadamente, sus palabras quedaron plasmadas en un documento que recientemente fue sa-cado por primera vez a la luz pública, con motivo del centenario de la Revolución:

Estimado señor Robles: Quiero que esta pobre tarjeta sea como la memoria eterna de mi gratitud, que ella le recuerde que, hoy hace un año, con su valor y su abnegación salvó tres vidas, entre ellas, la mía. Firmo pues, esta mi humilde ma-nifestación, parte de la herencia de sus hijos, para que ellos se inspiren en su recuerdo, y creciendo honrados y virtuo-sos sean capaces de imitarlo y veneren su memoria. Beatriz

/49/ Idem./50/ Manuel Pacheco Moreno, «La verdad por encima de todo», en El Universal, 17

de julio, 1938, en aplejf.

Beatriz González Ortega, destacada profesora zacatecana136

González Ortega. Zacatecas, a 24 de junio de 1915. Al señor Eulalio Robles.51

La sobrina e hija adoptiva del héroe nacional, Jesús González Ortega, permaneció como directora de la Normal hasta el 10 de mayo de 1915, ignorándose la causa de su traslado como directora a la escuela número tres de niñas.52 Dos años después, a finales de enero de 1917, nuevamente el gobierno del estado la designó como titular de la Normal femenina y, al año siguiente, en febrero de 1918 como profesora de Arte de Lectura y Ejercicios de Declamación en el mismo establecimiento.53

Gracias a su decidida y valerosa participación altruista en la Toma de Zacatecas, en el año de 1917, en el mismo día en que es-tuvo a punto de perder la vida, la Escuela Normal le rindió un ho-menaje. Algunas alumnas le entregaron cartas en las que alababan su arrojo, valía, honorabilidad y labor magisterial,54 mientras que la institución le extendió un reconocimiento:

A la Señorita Prof. Beatriz González Ortega en el tercer ani-versario de la ocupación de Zacatecas por la División del Norte, en conmemoración de los ultrajes que fue víctima por orden del Jefe de las tropas asaltantes, General Francisco Vi-lla, y de la inicua orden de su fusilamiento, afortunadamente revocada, que dictó el mismo Jefe irritado contra su víctima por haber estado prestando activamente sus servicios como miembro de la Cruz Blanca Neutral a los heridos caídos du-rante el asedio y asalto de la ciudad.

/51/ «Tarjeta de agradecimiento de Beatriz González Ortega», en apcczlmgr./52/ «Documento número 9», en aplejf./53/ Idem.

Norma Gutiérrez Hernández 137

Homenaje de las alumnas de la Escuela Normal para Señori-tas a su distinguida Directora, por su valor, abnegación y nobleza de sentimientos. Zacatecas, 24 de junio de 1917.55

Beatriz González Ortega permaneció en la ciudad de Zaca-tecas hasta principios de 1918. De acuerdo a una constancia laboral que ella misma solicitó en 1942 a la Oficina Nacional de Escalafón de la Secretaría de Educación Pública, a partir del 10 de marzo de 1918 se le nombró profesora de enseñanza general en la Escuela Co-mercial «Miguel Lerdo de Tejada», en la Ciudad de México.56 ¿Qué podría haber motivado este cambio radical en la maestra González Ortega? Trasladarse de una ciudad pequeña en la que contaba con un excelente trabajo como titular de la Escuela Normal de Señori-tas, querida y reconocida como una figura pública por la sociedad zacatecana, a nada más y nada menos que reubicar su residencia en la capital del país, donde picaría piedra en su carrera magisterial. Para quien esto escribe, el fondo de esta importante decisión tuvo que ver con los deseos de superación que tenía la profesora Gon-zález Ortega, su avidez intelectual que le demandó enriquecer su formación, la cual fue impulsada por una convocatoria que emitió la Universidad Nacional de México a través de la Escuela de Altos Estudios, donde se invitaba a los profesores y profesoras del país para que se formaran en lengua nacional y en literatura, en aras de laborar en escuelas secundarias, preparatorias y normales.57

/54/ «Cartas de estudiantes», en ahlejf./55/ «Reconocimiento», en aplejf./56/ «Hoja de Servicios de la profesora Beatriz González Ortega», México, df, 19 de

noviembre de 1942, en aplejf./57/ Boletín de Instrucción Primaria. Órgano de la Dirección General del Ramo en

Beatriz González Ortega, destacada profesora zacatecana138

Convocatoria de la Escuela de Altos Estudios de la Universidad Nacional de México, 1913.

Fuente: elaboración propia a partir de la referencia Boletín de Instrucción Primaria. Órgano de la Dirección General del Ramo en el Estado de Zacatecas, tomo vii, Zacatecas, mayo y junio de 1913, números 5 y 6, pp. 144–145.

Este anuncio apareció en la publicación mensual dirigida a la planta docente de las escuelas oficiales de Zacatecas,58 por lo que

el Estado de Zacatecas, tomo vii, Zacatecas, mayo y junio de 1913, números 5 y 6, pp. 141–146.

/58/ En mayo de 1906, la Dirección General de Instrucción Primaria en el estado creó el Boletín de Instrucción Primaria, publicación que se dio a la tarea de incidir

Materia Profesor Horario

Clase de lengua y literatura castellanas

Alfonso ReyesMartes y sábados

de 6 a 7 p.m.

Clase de literatura mexicana y sud–americana

Luis G. Urbina Jueves de 6 a 7 p.m.

Clase de lengua y literatura latinas

Mariano de Silva y Aceves

Lunes, miércoles y viernes de 6 a 7 p.m.

Clase de literatura inglesa y anglo–americana

Pedro Enríquez Ureña

Lunes y jueves de 7:15 a 8:15 p.m.

Clase de historia del arteCarlos Lazo,

Federico Mariscal y Jesús Acevedo

Miércoles y viernes de 7: 15 a 8:15 p.m.

Clase de estética precedida de nociones de filosof ía general

Antonio Caso Martes de 7:15 a 8:15 p.m.

Clase de ciencia y arte de la educación, psicología

y metodología generalEzequiel A. Chávez

Sábados de 7:15 a 8:15 p.m.

Norma Gutiérrez Hernández 139

es muy probable que la profesora Beatriz González Ortega la haya leído y, posiblemente, desde el año en que fue publicada —1913— haya albergado la idea de inscribirse como estudiante en esta ins-titución de educación superior. En realidad, para una persona con deseos de superación y progreso, la convocatoria era sumamente atractiva, tal como se observa en el anterior cuadro.

Además de las personalidades académicas que impartirían los cursos y los horarios de las materias que daban pauta a un desem-peño laboral remunerable por la mañana, la convocatoria tenía un plan de estudios flexible, ya que el orden en que se cursarían las materias era elegido libremente por cada estudiante.59

En este sentido, la profesora Beatriz González Ortega, contan-do con cuarenta y cinco años de edad, decidió darle un giro a su vida al volver a ser estudiante y trasladarse a la Ciudad de México. A decir de uno de sus familiares, el licenciado Luis Elizarrarás Gon-zález Ferniza, la citada maestra fue alumna del eminente intelectual Antonio Caso.60

en la construcción de la moral social entre la sociedad zacatecana. El boletín estaba dirigido al colectivo magisterial de las escuelas públicas y, aparte de dar a conocer las medidas educativas que emitía el gobierno estatal, notificaba sobre el número de escuelas en los municipios y partidos, las mejoras en los planteles y las aperturas de los nuevos, los informes de los inspectores y de la Dirección Ge-neral de Instrucción Primaria, entre otros. Además, incluía una sección técnica, en la cual se exponían temas sobre la urbanidad, los valores cívicos y una moral social. Gracias a este boletín, muchos profesores y profesoras tuvieron la opor-tunidad de enriquecer sus conocimientos en materia pedagógica, por lo que la publicación también fue un órgano de capacitación y/o actualización docente.

/59/ Idem./60/ «Discurso del lic. Luis Elizarrarás González Ferniza», en la ceremonia de de-

velación de la primera estatua femenina en la ciudad de Zacatecas, cuyo honor correspondió a la profesora Beatriz González Ortega, Zacatecas, 19 de noviem-bre, 2010.

Beatriz González Ortega, destacada profesora zacatecana140

Los estudios que Beatriz González Ortega realizó en la capital del país le permitieron adquirir una sólida formación humanista, misma que se consolidó por el conocimiento de diversos idiomas, tales como el griego, el latín, el inglés, el francés y, por supuesto, el español. Su preparación en ello le permitió traducir algunas obras clásicas, como La Iliada y La Odisea.61 De igual forma, su perfil académico ameritó su ingreso en 1938 a la Real Academia de la Lengua Española.62

A la par que cumplía su cometido como alumna en la Escuela de Altos Estudios, la profesora zacatecana continuó con su labor docen-te en la Escuela «Miguel Lerdo de Tejada», plantel en el que perma-neció ininterrumpidamente durante veintiocho años,63 impartiendo diversas asignaturas: dibujo, composición, mecanograf ía, taquigra-f ía, teneduría de libros, geograf ía general, derecho civil, elementos de derecho mercantil y lengua castellana, entre otras.64

Asimismo, su preparación académica y desempeño laboral fueron los lineamientos que sustentaron diferentes ascensos, entre los que se señalan los siguientes: jefa de enseñanza, inspectora de enseñanzas industriales, jefa de clases de lengua castellana y jefa de enseñanza prevocacional.65

Su carrera magisterial fue reconocida por el gobierno nacional al cumplir cincuenta años de servicio (veintitrés en la capital zaca-tecana y veintisiete en la Ciudad de México), por lo que fue conde-corada por el secretario de Educación, doctor Jaime Torres Bodet,

61 Idem.62 E. Juárez, Galería de personajes zacatecanos, p. 163.63 M. Luzuriaga, Op. cit., s/p.64 «Documento del Archivo de la Escuela Comercial Miguel Lerdo de Tejada»,

México, d.f., 1 de julio, 1931, en aplejf.65 «Hoja de servicio de Beatriz González Ortega», México, d.f., 19 de noviembre,

1942.

Norma Gutiérrez Hernández 141

con la medalla «Ignacio Manuel Altamirano».66 También fue galar-donada como «Veterana de la Revolución» por la Secretaría de la Defensa Nacional del Poder Ejecutivo, recibiendo una medalla y un diploma al «Mérito Revolucionario» el 4 de septiembre de 1944.67

En el ocaso de su vida tuvo otras muestras de reconocimiento social. En la década de los cincuentas, el presidente de la repúbli-ca, Adolfo Ruiz Cortines, inauguró una escuela para enfermeras en el municipio de Fresnillo, Zacatecas, plantel que tiene su nombre. Posteriormente, en 1960, el Banco Nacional de México, en su se-rie radiofónica denominada «Mujeres de América», enfocada en «exaltar la vida y la obra de aquellas mujeres que han dejado pro-funda huella en la historia y la leyenda de América», le dedicó una emisión.68 Este programa fue transmitido nuevamente en Zacate-cas, gracias a la iniciativa de don Federico M. Sescosse, importante defensor y promotor del patrimonio cultural en la entidad.69

En 1961 la maestra Beatriz González Ortega tuvo un emotivo homenaje en su tierra natal. En la ciudad de Fresnillo, Zacatecas, en la escuela «General J. Jesús González Ortega», recibió el reconoci-miento de la sociedad zacatecana por «las brillantes acciones que ha realizado en el cumplimiento de su deber sirviendo a México».70

/66/ M. Luzuriaga, op. cit., s/p., Idem. Es importante subrayar que su sólida labor docente le permitió gozar de una pensión hasta los últimos días de su vida. «Documento del Departamento de Pensiones del Instituto de Seguridad y Ser-vicios Sociales de los Trabajadores del Estado».

/67/ «Documento de la Secretaría de la Defensa Nacional», México, d.f., 4 de sep-tiembre, 1944.

/68/ «Documento Mujeres de América», México, d.f., 1960./69/ «Carta de Lauro González Sansalvador a la profesora Beatriz González Orte-

ga», Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 21 de octubre, 1960./70/ El Heraldo en Zacatecas. Diario Independiente de la Mañana, Zacatecas, Zaca-

tecas, 28 de mayo, 1961, p. 1.

Beatriz González Ortega, destacada profesora zacatecana142

Beatriz González Ortega Ferniza no regresó a Zacatecas, su vida la desarrolló en la Ciudad de México desde que en 1918 decidió cam-biar su residencia. Fue una mujer que se entregó en cuerpo y alma a su profesión, con un alto espíritu altruista, al grado de llegar a ofren-dar su vida para salvar la de otras personas, sin contar con su decidi-do interés por mejorar las condiciones de vida de las mujeres de su época. Ella nunca se casó. Como muchas maestras de finales del siglo xix y principios del xx, permaneció soltera. En realidad, no pudo haber sido de otra forma, la profesión docente creaba problemas a las mujeres que querían encarar la triada madre–esposa–ama de casa. Por un lado, el horario escolar era extenuante, las profesoras tenían que asistir tanto en la mañana como en la tarde, invirtiendo incluso más tiempo fuera de las horas preestablecidas para que sus alumnas pudieran aprobar los exámenes. Fuera de su tiempo laboral, como parte de su trabajo, las maestras también tenían que asistir a reunio-nes de capacitación, festivales o eventos públicos, sin contar con las tareas que se hacían fuera del aula, como la preparación de clase y elaboración de informes que remitían a las autoridades. Ciertamente, estas acciones eran incompatibles con un enlace matrimonial. Por esto, la mayoría de las profesoras eran solteras y así las preferían las autoridades. La fórmula maestra igual a soltera fue un fenómeno na-cional en ese periodo.71 No obstante, existía una analogía entre las madres y las maestras, por caracterizarse ambas a distintos sacrifi-cios en favor de la niñez, tales como la abnegación, la entrega a los otros y la negación de sí, elementos que estaban presentes tanto «en el hogar como en el salón de clases». Cano precisa que las profesoras tenían el ideal de maternidad, pero de forma espiritual.72

/71/ Otros trabajos han puntualizado esto. Vid. Primer Congreso Internacional sobre Procesos de Feminización del Magisterio.

/72/ G. Cano, op. cit., p. 222.

Norma Gutiérrez Hernández 143

Beatriz González Ortega (de lentes, sentada a la derecha) y algunos familiares.

Fuente: aplejf.

Beatriz González Ortega fue una mujer longeva, murió a los noventa y un años de edad el 3 de octubre de 1965. Las causas de su muerte fueron insuficiencia cardiaca, enfisema pulmonar y ar-terioesclerosis.73 En su honor, el Congreso del Estado de Zacatecas instituyó una medalla de plata con su nombre para reconocer a la planta docente que cumpliera cuarenta años de servicio.74 Actual-

/73/ «Acta de Defunción de Beatriz González Ortega», México, d.f., 23 de julio, 2010, en aplejf.

/74/ Personajes de Zacatecas, pp. 263–264.

Beatriz González Ortega, destacada profesora zacatecana144

mente, por iniciativa del licenciado Ernesto Juárez Frías, existe una petición en la Legislatura local del Estado —que ya pasó por una primera lectura— para que los restos de Beatriz González Ortega Ferniza descansen en el Mausoleo de Personas Ilustres del Estado de Zacatecas.75

El legado de la vida de Beatriz González Ortega es parte de la identidad de quienes simpatizamos con la visibilización de las mujeres en la historia, con lo cual podamos forjar una conciencia social e histórica que, como dice Tuñón, nos devuelva a las mujeres un espejo donde podamos reconocernos.76

Acervos consultados

Archivo Histórico del Estado de Zacatecas (ahez).Archivo Histórico Salvador Vidal de la Benemérita Escuela Normal

Manuel Ávila Camacho (ahsvbenmac).Archivo Particular del Cronista de la Ciudad de Zacatecas, Licen-

ciado Manuel González Ramírez (apcczmgr)Archivo Particular del Licenciado Ernesto Juárez Frías (aplejf).Hemeroteca de la Biblioteca Pública «Mauricio Magdaleno».

Hemerografía

Boletín de Instrucción Primaria. Órgano de la Dirección General del Ramo en el Estado de Zacatecas.

/75/ Entrevista realizada a Ernesto Juárez Frías el 10 de enero de 2013./76/ J. Tuñón, «Porque Clío era mujer: buscando caminos para su historia».

Norma Gutiérrez Hernández 145

El Eco de Zacatecas. Semanario Católico, Político y Literario.El Heraldo en Zacatecas. Diario Independiente de la Mañana.El Liberal. Periódico Destinado a Promover el Mejoramiento de las

Clases Sociales.Excelsior.El Universal.La Libertad.La Crónica Municipal. Órgano de la Jefatura Política del Partido y

de la Asamblea Municipal de esta ciudad.

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Norma Gutiérrez Hernández 149

Tabla de contenido

Agradecimientos/7/

Prólogo Martín Escobedo Delgado

/9/

Saber histórico, nacionalismo y educación en México (siglos xix–xxi)

Marco Antonio Valdez Morales /21/

La enseñanza de las buenas costumbres y la cultura política. El teatro en Zacatecas (1829–1842)

Isela Guadalupe Garcés Loera/55/

La educación republicana en Zacatecas, 1862–1912Escuela pública laica y la escuela católica:

visiones, acciones y conflictos.María del Refugio Magallanes Delgado

/75/

Beatriz González Ortega, destacada profesora zacatecana de finales del siglo xix y xx: una historia en construcción

Norma Gutiérrez Hernández/119/

La inclusión de los marginados en la educación. El Asilo de Niñas de Zacatecas porfiristaMaría del Refugio Magallanes Delgado

/151/

Problemas y retos para enseñar y aprender historia con el libro de texto «Zacatecas. Estudio de la entidad en donde vivo»

Isela Guadalupe Garcés Loera/195/

Semblanzas curriculares de los autores/221/

Miradas y voces en la historia de la educación en Zacatecas. Protagonistas, instituciones y enseñanza (xix–xxi), cuya

coordinación estuvo a cargo de María del Refugio Magallanes Delgado y Norma Gutiérrez

Hernández, se terminó de imprimir en el mes de diciembre del año

2013. Su tiraje consta de un millar de ejemplares

más los sobrantes para reposición.

Producción editorial en turno: [email protected]