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Mis Cuentos Infantiles - Ediciones Universitarias de ... · una relación familiar a través de la creación, ... a mamá leona retozaba holgazanamente con sus ca - chorros en el

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Mis Cuentos Infanti les Cuentos de mis Nietos

Cuentos de mis Bisnietos

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Introducción

Y o soy la Abuela Maruja. Este libro de cuentos infantiles es tan impor tante para mí como para los niños que par ticiparon en él, mis nietos y

bisnietos.

Esta historia empezó cuando tuve la felicidad de recibir mis primeros nietos. La mejor forma para que comie-ran tranquilos o se durmieran, era contándoles cuentos. Cuando terminé con célebres relatos como “La Cape-rucita Roja” y “Pinocho”, me vi en la necesidad de hacer uso de mi imaginación e inventar nuevas fábulas.

Al pasar del tiempo, los niños crecieron y sin darme cuenta se produjo el cambio, ya mis nietos eran capaces de escribir sus propios cuentos, los que llegaban a veces en arrugadas hojas de cuaderno plasmadas de su letra infantil, preciado tesoro que esta abuela fue guardan-do, junto con los escritos de mis bisnietos mayores. Fue entonces cuando este libro comenzó a armarse en mi mente.

De esto ya ha pasado mucho tiempo, algunos de mis nie-tos que dejaron aquí sus escritos, ya son profesionales y hasta han obtenido premios en concursos literarios. Una de mis nietas que dirige una revista vir tual en In-ternet, publicó algunos de mis cuentos y recibí muchas felicitaciones. Todo esto me ha hecho pensar que es el momento de presentar mi libro al público infantil. Por la variedad entre las edades de estos niños, al momento de escribir sus historias, me vi en la necesidad de separar los por generación, los de la abuela, los de los nietos y los de los bisnietos. Así y todo seran los padres o abuelos quie-

© María de la Luz Clavel Fuller, 2016

Registro de Propiedad Intelectual Nº 273.522ISBN: 978–956–17–0704-7

Derechos Reser vadosTirada: 300 ejemplares

Ediciones Universitar ias de ValparaísoPont i f i c ia Univer s idad Cató l ica de Va lpar a í soCalle Doce de Febrero 21, ValparaísoE-mail: [email protected]

Edición: Claudio Abarca L.Dirección de Ar te: Guido Olivares S.Diseño: Mauricio Guerra P. / Alejandra Larraín R.Aplicación de color a las ilustraciones: Alejandra Larraín R.Corrección de prueba: Claudio Abarca L.

Impreso en Salesianos S.A.

HECHO EN CHILE

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Prólogo

M arie Clavel, para nosotros, sus nietos y bisnietos, es la “Abuela Maruja”. Ella es tremendamente impor tante en nuestras vidas, pues siempre fue

muy cariñosa, comprensiva y dedicada a cada uno. Nunca tuvo preferidos, dándonos un gran ejemplo de equidad. Todos nos sentíamos adorados y protegidos, es por eso que siempre ha sido tan querida.

Yo soy la nieta mayor, cuando era pequeña tenía proble-mas para comer. Como ningún sistema funcionaba y mi apetito no mejoraba, a la Abuela se le ocurrió contarme historias. Inolvidables son sus cuentos mientras me ali-mentaba, especialmente el de un niño que se desnutre y llega al hospital. No sé como lo logró, pero desde enton-ces disfruto muchísimo de la comida. Así, fue inculcando en nuestras mentes infantiles las convicciones más fuer-tes y esenciales de nuestras vidas; la honradez, la verdad, la solidaridad, el amor, el respeto a la madre, el valor de la nutrición, etc. Y lo más impor tante, es que lo hizo de forma entretenida, sin violencia, con paciencia y mucho amor.

Es relevante destacar que, en estos textos que reflejan una relación familiar a través de la creación, la imagi-nación y la literatura -no erudita, sino lúdica-, también deja de manifiesto la impor tancia de la Abuela y su rol esencial y trascendente, el que nos transformó en par te impor tante de lo que hoy somos, y a la vez sembró una semilla que heredará nuestra propia descendencia.

nes decidirán qué cuento les corresponde leer a cada niño según su edad.

Espero, en beneficio de la Literatura, que esta sencilla obra incentive a otras abuelas a hacer lo mismo y que mis nietos y bisnietos continúen esta tradición, para lo-grar la deseada continuidad y cooperar a la vez, a estre-char el apego entre abuela y nietos.

Dedico con todo mi amor este libro a mis nietos y bis-nietos que han vibrado conmigo en esta gran aventura.

Marie Clavel (Abuela Maruja)

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Gracias Abuela, sabes que eres la luz de mi infancia, así como para mis primos, hijos y sobrinos. Tu amor es una de las herramientas más poderosas que hemos recibido.

Tu nieta, Santiago, Diciembre de 2016

Yto ArandaLicenciada en Artes, Universidad de Chile.

Directora de la Revista online Escáner Cultural.

Agradecimientos

A gradezco de todo corazón a quienes trabajando en equipo, ya sea con su apor te ar tístico o tec-nológico, lograron la estructura y diagramación de

este libro, especialmente a Luis Lautaro, María Angélica, Cuqui, Felipe, Nico y Javier.

A mi amiga escritora Elba Rojas Camus, que me ha incen-tivado con insistencia en la recopilación de los cuentos para que este volumen de narraciones infantiles salga a la luz.

Agradezco a todos mis nietos y bisnietos por viajar con-migo en esta gran aventura, ya que desde temprana edad me sorprendieron con sus propios cuentos, gracias por su imaginación, interés y perseverancia.

Gracias a todos, una vez más, por su interés en la obra.

Índice

Introducción .......................................................................... 5

Prólogo ................................................................................... 7

Agradecimientos .................................................................. 9

Mis Cuentos Infantiles

El Rey de la Selva ................................................................ 14

Visita al zoológico................................................................ 17

Un viaje increíble ................................................................. 24

El elefante .............................................................................. 28

Pluma blanca ......................................................................... 31

Aniversario ............................................................................ 35

El perro guardián ................................................................. 38

El niño y la serpiente .......................................................... 41

Una mascota ......................................................................... 43

El capitán ................................................................................ 46

El canario ................................................................................ 48

Car litos ................................................................................... 50

Cuentos de mis Nietos

Catalina ................................................................................... 54

Citi ............................................................................................ 57

El asaltante ............................................................................. 59

El difunto Blacke .................................................................. 62

El monstruo marino ............................................................ 65

El perro y el gato ................................................................. 67

El pez mágico ........................................................................ 68

La flor y el niño .................................................................... 70

La mariposa ........................................................................... 72

La niña en el espacio .......................................................... 73

La pelea entre la bruja y la princesa ............................. 75

Las memorias de pelusa .................................................... 77

Los tres tigres y los dos ratoncitos ............................... 80

Paz y Amor ............................................................................ 82

Un perro en Mar te ............................................................. 84

Cuentos de mis Bisnietos

La casita que obtuvo un amigo ....................................... 86

El extraño elefante y su amigo hombre lobo ............. 89

El microscopio ...................................................................... 91

El monstruo ........................................................................... 92

El mundo feliz ....................................................................... 93

En el bosque ......................................................................... 95

Florencia ................................................................................. 97

La pulsera mágica ................................................................ 99

La ballena azul ...................................................................... 100

La Esmeralda y el Huáscar ................................................ 101

Skilia ......................................................................................... 102

Las dos casas ......................................................................... 103

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El rey de la selva

L a mamá leona retozaba holgazanamente con sus ca-chorros en el interior de la cueva, recién salidos éstos del destete materno. En poco tiempo más, se

independizarían de la tutela de su madre para entrar en la lucha por la sobrevivencia, “la ley de la selva”, donde naturalmente sólo ha de seguir con vida el más fuer te y el más capaz. Su nuevo hábitat será, sin duda, la verde espesura.

Hasta entonces jamás hombre alguno holló con su pie esas tierras vírgenes, ni siquiera se había asomado al tu-pido bosque de la enmarañada jungla. En realidad estos lugares eran del completo dominio de los animales.Allí estaban los leoncitos jugando confiados alrededor de mamá, acariciando su piel o refregando con ella sus débiles cuerpecitos. Un rayo de sol entraba en el refugio, lo que hacía más tierno y tibio este recíproco acerca-miento.

De repente la leona, parando su cor ta oreja, escucha atenta, se levanta, extiende su cuerpo y tensa los múscu-los como a la defensiva. Se oye un ruido suave de pasos silenciosos y arrastrados, tal como si alguien se acercara con malas intenciones.

Un potente rugido estremeció la caverna y un tigre de gran tamaño apareció en la entrada. Su pelaje era de color amarillo anaranjado, rayado de negro en lomo y cola, con andar felino, mirar siniestro, garras listas para el ataque y aguzados colmillos a la vista.

Se acercó el tigre a los cachorros con la clara intención de apropiárselos. La leona saltó ágil y le lanzó al intruso

un fuer te zarpazo, la bestia le respondió con dientes y uñas, no quiere perder la apetitosa presa, mas ella se de-fiende con increíble valentía. Ambas fieras se confunden en una lucha a muer te. La mamá leona sangra abundan-temente y va perdiendo fuerzas poco a poco. Pero aún con las carnes desgarradas sigue peleando para defender a sus cachorros

Los animalitos asustados se han replegado a un rincón, temiendo por la suer te de su progenitora. Toda la alegría de momentos anteriores se ha visto truncada por el mie-do. Su pequeño tamaño les impide defender a su madre, pero alcanzan a darse cuenta del peligro e instintivamen-te aúllan enojados al agresor.

La leona, porque tal vez presiente su fin, o porque se le acaban las energías, lanzó un grito al aire, un gemido muy largo, desesperado y lastimero, algo así como una llamada de auxilio. El lamento de la leona, se extendió por toda la selva repercutiendo el eco hasta llegar a oídos del león, quien reconoció de inmediato el llamado angustioso de su hembra. Sin titubear ni un instante, salió disparado sin detenerse ante nada ni nadie, sin contestar tampoco al lenguaje interrogante de los otros animales. El elefan-te extrañado elevó su trompa al cielo, preguntándose qué está pasando. La jirafa con su cuello largo y aspecto despistado -el más alto de los cuadrúpedos–oteaba la atmósfera para descubrir la causa de tanto alboroto. Los pájaros exóticos de hermosos colores, loros y papagayos, volaron en estampida y los animales menores, conejos, liebres y coipos se escondieron en sus madrigueras -¿A dónde va el león?–

Llegó por fin a la gruta donde se refugia su compañera y sus crías, cuando la leona parece estar en sus últimos momentos. Se lanzó el león sobre el ladrón de su prole

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con brutal fiereza, sin siquiera reparar en el cansancio de la carrera. Su cuerpo amarillo rojizo y su voluminosa cabeza se movían con extraordinaria agilidad y no cejó en su intento hasta ver caído en el suelo a su rival.

El león observó a su alrededor y descubrió a mamá leona jadeando, pero aún con vida, y a los cachorritos lamién-dole las heridas para aliviar la. Se sintió entonces pode-roso y seguro de sí mismo, realizado como macho pro-tector de su familia. Lo invadió una sensación de triunfo al mirar nuevamente a su adversario, sin vida, a sus pies.

Avanzó hasta la entrada de la cueva, fijó su mirada hacia la lejanía y consciente de su poder, lanzó su grito de gue-rra “Yo soy el rey de la selva“, mensaje que no ha sido nunca olvidado hasta la fecha, ya que ningún animal ha osado jamás volver a atacar a un león ni a su camada.

Marie Clavel

Visita al zoológico

P or fin mi abuela cumplió lo que nos tenía prome-tido: llevarnos al zoológico a mí y a mi primo Luis Matías, que es mayor que yo. La “abueli” nos sen-

tenció, que si nos por tábamos mal, nunca más saldría con nosotros. Ante esta afirmación, tratamos de por tarnos en la mejor forma posible.

Qué fantástica fue nuestra impresión al detenernos fren-te al elefante, jamás pensamos que fuera tan inmenso, nos parecía mentira tener lo tan cerca y poder observar-lo. El cuerpo era enorme, la piel gruesa, como arrugada, de color gris. Los ojos en proporción eran pequeños y las orejas muy grandes. Las patas se veían gruesas y firmes. Comentamos con mi primo que no nos gustaría que nos pusiera una pata encima. Nos fijamos que tenía cuatro dedos en las patas de adelante y sólo tres en las de atrás. La abuelita tomó nota porque no se acordaba de esta diferencia. La cola no era muy larga. La nariz, si es que se le puede llamar así a la trompa, era muy larga. La ocupan los elefantes para hacer muchas cosas. Le descu-brimos también dos enormes colmillos que supongo son de marfil pues cada vez que los adultos hablan de estos valiosos huesos, comentan que los sacan de elefantes de África.

La “abueli” nos contó que en algunos lugares del mundo, especialmente en Asia y África, los usan para la carga, pero en la selva andan en manadas. Yo sólo había visto este animal de lejos en un circo, estaba amaestrado y ha-cía piruetas. Luis Matías opinó que los animales deberían estar libres en su propio ambiente, yo fui de su misma opinión, nos dio pena ver a algunos enjaulados y aunque

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el espacio no era tan chico, nunca sería como la selva. La abuela se había informado de que el embarazo de estas hembras duraba veinte y dos meses, casi dos años, por eso cuando nacen, pesan más o menos unos ciento quin-ce kilos. Si una guagua elefante pesa eso, ¿Cuánto pesará este tremendo elefante? pensé yo.

Estábamos fascinados con lo que nos narraba la abue-la: decía que los elefantes, aunque estuvieran separados unas pocas horas, se saludaban efusivamente, pero si han estado lejos varios días y son de la misma manada son más afectuosos todavía. En las reuniones sociales son muy entretenidos, agitan sus largas orejas y se acarician con las trompas.

La abuela nos prohibió terminantemente que le diéra-mos de comer cabritas, pero cuando ella se dio vuelta para mirar a otros animales, nosotros se las pusimos en la trompa y se las tragó fácilmente. Parece que hicimos lesa a la abueli. Es que no pudimos resistir la tentación.

Luego nos trasladamos a ver a las jirafas, eran preciosas, muy altas, con un cuello gigante. Su piel con manchas aleonadas, pero lo que le dio más risa a Luis Matías, fue-ron los ojos con largas pestañas, parecían de mujer. Tenía dos cuernos cor tos y una lengua tremendamente larga. Ahora supimos que ellas no emiten ningún sonido, no tienen voz, no gritan, ni siquiera gimen, en buenas cuen-tas son mudas. Le oí al hombre que le llevaba el alimento que no comen carne, sólo hierbas y hojas. Se me olvidó preguntar le si podíamos traer les zanahorias, la próxima vez que viniéramos.

Mi primo me sorprendió con la pregunta que me hizo –¿Sabes tú, Felipe Andrés, que la jirafa al nacer tiene la altura de un hombre? Y agregó: En el par to, la mamá la tiene de pie, así, la pobre jirafita, cae desde muy alto. Creo que la mamá la tiene como quince meses en la guatita, por eso nacen tan altas. A la hora de nacidas ya pueden caminar. Estoy seguro de que alguien se lo contó antes a Luis Matías.

A pedido de mi primo nos fuimos a la jaula de los leones; como lo vi tan valiente, no dije que sentía miedo. Nos

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dimos cuenta de que el león macho tiene la cabeza con una enorme melena, lo que la hace ver muy grande en comparación con el cuerpo. Las orejas son cor tas y re-dondeadas, el pelaje es amarillento y no tiene manchas en la piel ni rayas. La cola es larga con un mechón oscuro en la punta. Las cuatro patas son gruesas y con garras. Al contrario del león, la leona es de pelo cor to en el cuer-po y la cabeza. Los leones, según cuenta la abuela, tienen mucha fuerza y también una agilidad extraordinaria, con razón a este animal le llaman “El rey de la selva“.

Luis Matías me preguntó:-¿Te acuerdas del cuento de la leona y los cachorros que contaba la abuela a todos los niños de la familia? –Claro que me acuerdo, te prometo, nunca se me va a olvidar. La “abueli” nos miró de reojo y sonrió complacida.

Se notaba que el león en la jaula tenía hambre porque se veía muy agresivo y lanzaba unos tremendos rugidos. Se escuchaban en todo el parque, y creo que en las calles cercanas también. Cómo sería el pavor, que nos fuimos donde los canguros. Estos se paraban en dos patas y parecían muy simpáticos; como tienen las patas de atrás más largas avanzaban a saltos. Las mamás canguros tie-nen un bolsillo en la par te delantera para llevar sus crías. Se llama marsupio –dijo la abuela–, por eso per tenece a la familia de los marsupiales. Estos pequeños canguros se terminan de criar dentro de la bolsa, en ese nidito donde la mamá también los alimenta. Yo no sé de dónde saca la abuelita tantos conocimientos.

Bastante aterrorizados ya con lo del león llegamos a la jaula del tigre. Había varios, pero uno parecía el más fe-roz. Debe haber sido el jefe de grupo o el dueño de su territorio. Se paseaba de un lado a otro, cambiando de posición los bigotes, –según mi abuela que es una enci-clopedia andante– estos son muy impor tantes en los fe-linos, tanto como para captar el ambiente a su alrededor, como para cazar. Se parecen un poco a los gatos pero con un cuerpo grande como el león. El vientre lo tienen blanco rojizo, con rayas negras en lomo y cola.

El tigre es un animal salvaje, vive en la selva y sus presas favoritas son los venados y jabalíes y en ocasiones los va-cunos. No hay duda de que es cruel y sanguinario, agregó la abuela. También nos inspiró temor, además siempre se ha dicho que es traicionero y solapado. Nosotros le pre-guntamos qué significaba la palabra solapado. Es algo así como astuto y escondido, nos dijo.

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Por fin se cumplió mi sueño, antes de que se cansara nuestra “enciclopedia”, visitar el castillo de los osos po-lares. Era un pozo grande de cemento rodeado de rocas, puentes y cavernas frescas para su reposo. Para mí y mi primo, era como un castillo de cuentos. Recién habían llegado dos osos nuevos, nosotros esperando que se lan-zaran al agua, pero ellos se resistían, era la primera vez que salían de su cueva a la vista del público. Empezaron metiendo las patas para probar el agua. Comprendimos que eran extranjeros en estas tierras y en este clima. Pensamos que la iban a encontrar tibia, por mucho que la hubiesen enfriado. Los encargados les lanzaron juguetes consistentes en grandes frascos plásticos con los que se entusiasmaron y se tiraron al agua. Los vimos jugar y na-dar felices. La abuela nos contó más sobre los osos pola-res. Son los únicos animales en el mundo que resisten 40 grados bajo 0, parece que es por la piel, por la gran capa de grasa debajo de ella También supimos que debajo de la capa blanca, la piel del oso es negra. Estos osos aunque uno no lo crea, tienen la lengua negra.

A estas alturas, la abuela ya estaba muy cansada y deci-dimos regresar a casa. En otra ocasión, volveríamos para ver los otros animales, especialmente a los monos que nos llenan de curiosidad y visitar a los pájaros, que dicen tienen espléndidos colores.

…Fue en ese momento cuando empezó la locura. Al-guien gritó: –¡El León se escapó de su jaula!

Corrimos con la abuela hacia la puer ta. Todos arranca-ban y gritaban, algunos se subieron a los árboles, otros se metieron a las casetas, mi abuela siguió corriendo con nosotros y tomó el primer taxi, le dijo al chofer :

–Directo a casa, por favor…

En la tarde, por televisión, todavía impresionados, vimos el drama que había significado el escape del león. Para atrapar lo no bastaron los guardias del parque, hubo que llamar a carabineros y hasta a los bomberos. Lo lograron después de muchas horas, adormeciéndolo con un gas espray y así atontado, pudieron echar le la red. Quedó tras su fuga, un saldo de un guardia herido, un anciano con ataque al corazón, algunos con rasguños por caídas y varios casos de histeria.

Lo peor : ya la abuela no querrá llevarnos más al zoo, pero aprendimos tanto en una sola tarde, mucho más que en la clase de ciencias. ¡Gracias, abueli!

Marie Clavel

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Un viaje increíble

L e gustaba a Juanito acercarse al aeropuer to a ob-servar los aviones. Después del colegio en vez de irse directo a su casa, se iba a contemplar el des-

pegue y aterrizaje de estas maravillosas máquinas ala-das. Soñaba con volar algún día y conocer otros lugares; comprendía que jamás cumpliría sus sueños, su familia, de escasos recursos económicos, estaba convencida que sólo los millonarios podían viajar en esos enormes pája-ros plateados. Al llegar a casa sólo recibía la consiguiente reprimenda por el atraso, pero aun así, la idea seguía bullendo en su mente como una obsesión. Una noche llegó a soñar que iba volando sobre una alfombra mágica.

Un día logró colarse en la loza del aeropuer to entre un grupo de pasajeros y en los momentos en que cargaban bultos y maletas, aprovechando un descuido, se introdujo en la cola del avión y se escondió entre el equipaje.

Al poco rato se cerraron las puer tas del compar timento de carga. Juanito esperó tenso... Sintió una tremenda vi-bración y un ruido infernal de motores que ya empeza-ban a funcionar ; el ruido iba aumentando a medida que estos se calentaban y sus hélices comenzaban a girar. Juanito se sintió aterrorizado y se puso a gritar ¡auxilio, auxilio! ¡Por favor, sáquenme de aquí! Pero ya era dema-siado tarde. Percibió el tirón del despegue y la sensación de empezar a elevarse. Su estómago y su corazón pare-cían estar en el vacío, sintió náuseas y por primera vez conoció lo que era marearse y su miedo se convir tió en pánico. Añoró las mínimas comodidades de su casa y admiró el tesón de su madre por presentar les una mesa limpia y una sopa humeante cuando hacía frío.

...Por último lo venció el sueño, pese al calor, al hambre y al miedo.

Desper tó con el descenso del avión al tocar tierra. El co-razón se le encogió en el pecho. “Estoy con vida -¿pero, dónde estoy?, ¿cuántas horas he dormido? ¿qué pasará si abren la caja del equipaje y me encuentran aquí?”. Sus preguntas tienen muy rápida respuesta pues se escuchó en ese momento el ruido que produce el abrir las palan-cas de seguridad de la bodega.

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