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Actas XIV Congreso AIH (Vol. III). Irene ANDRES-SUÁREZ. Mitos e imágenes de la migración e... - Mitos e imágenes de la migración en la literatura española contemporánea 1 Irene Andres-Suárez UNIVERSIDAD DE NEUCHÁTEL La emigración es la experiencia que mejor define nuestro tiempo JOHNBERGER Las comunicaciones instantáneas y la interdependencia económica ha transformado el problema hasta hace poco aislado de la inmigración en una realidad universal, definitiva y omnipresente para el siglo XXI CARLOS FuENTES La emigración es ausencia, olvido, muerte JUAN GOYTISOLO Emigrar es desaparecer para después renacer. Inmigrar es renacer para no desaparecer nunca más SAMINAIR Occidente derribó el muro de Berlín para levantar otro muro en el Estrecho de Gibraltar JUAN GOYTISOLO LA EMIGRACIÓN ES UNO de los mayores desafíos del s. XXI, acrecentado por la globalización de la economía y por la interdependencia creciente de naciones y estados, que generan un incremento de los flujos migratorios y con ello la creación de sociedades multiétnicas, multiculturales, multirreligiosas, etc., con todo lo que ello implica. Desde el punto de vista literario, que es lo que a nosotros nos interesa, encontramos en el mundo hispánico un rico caudal de textos que abordan el tema de la emigración, tanto la legal como la clandestina. Si sobre la primera abundan los textos así como los estudios, no ocurre así con la segunda, mucho más reciente y por ello poco atendida aún. Es a partir de 1994 cuando empiezan a ver la luz en España unos textos origina- les-mezcla de reportaje y ficción 2 --que abordan el tema de la inmigración africana, 1 Este trabajo se inscribe en el marco de un proyecto de investigación sobre La migración en la literatura hispánica contemporánea, patrocinado por el Fonds national suisse de la recherche scientifique (núm. 1214-061990/1). 2 A partir de 1994 empiezan a publicarse en España ciertas obras a caballo entre el reportaje y la ficción, como Dormir al raso de Pascual Moreno Torregrosa y Mohamed El Gheryb (1994; con prólogos de M. Vázquez Montalbán y Mahdi Elmandjara); Yo, Mohamed. Historias de 53 -t .. Centro Virtual Cervantes

Mitos e imágenes de la migración en la literatura española

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Mitos e imágenes de la migración en la literatura española contemporánea1

Irene Andres-Suárez UNIVERSIDAD DE NEUCHÁTEL

La emigración es la experiencia que mejor define nuestro tiempo JOHNBERGER

Las comunicaciones instantáneas y la interdependencia económica ha transformado el problema hasta hace poco aislado de la inmigración en una realidad universal, definitiva y omnipresente para el siglo XXI

CARLOS FuENTES

La emigración es ausencia, olvido, muerte JUAN GOYTISOLO

Emigrar es desaparecer para después renacer. Inmigrar es renacer para no desaparecer nunca más

SAMINAIR Occidente derribó el muro de Berlín para levantar otro muro en el Estrecho de Gibraltar

JUAN GOYTISOLO

LA EMIGRACIÓN ES UNO de los mayores desafíos del s. XXI, acrecentado por la globalización de la economía y por la interdependencia creciente de naciones y estados, que generan un incremento de los flujos migratorios y con ello la creación de sociedades multiétnicas, multiculturales, multirreligiosas, etc., con todo lo que ello implica.

Desde el punto de vista literario, que es lo que a nosotros nos interesa, encontramos en el mundo hispánico un rico caudal de textos que abordan el tema de la emigración, tanto la legal como la clandestina. Si sobre la primera abundan los textos así como los estudios, no ocurre así con la segunda, mucho más reciente y por ello poco atendida aún. Es a partir de 1994 cuando empiezan a ver la luz en España unos textos origina-les-mezcla de reportaje y ficción2 --que abordan el tema de la inmigración africana,

1 Este trabajo se inscribe en el marco de un proyecto de investigación sobre La migración en la literatura hispánica contemporánea, patrocinado por el Fonds national suisse de la recherche scientifique (núm. 1214-061990/1).

2 A partir de 1994 empiezan a publicarse en España ciertas obras a caballo entre el reportaje y la ficción, como Dormir al raso de Pascual Moreno Torregrosa y Mohamed El Gheryb (1994; con prólogos de M. Vázquez Montalbán y Mahdi Elmandjara); Yo, Mohamed. Historias de

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y, enseguida (1998) se van a suceder, de manera lenta pero ininterrumpida, libros de cuentos y novelas. Entre los primeros, hay que destacar los de Agustín Cerezales, Los perros verdes3

( 1989), Lourdes Ortiz, F átima de los naufragios4 ( 1998), y Nieves García

Benito, Por la vía de Tarifa (1999); este último está compuesto de diez relatos sobre el drama que se desarrolla casi cotidianamente a orillas del Estrecho de Gibraltar. En el ámbito novelístico, el interés por el tema de la inmigración surge más o menos por la misma época. En 1990, Francisco Casavella5 pone en escena (El triunfo) la lucha y fracaso de las bandas mafiosas barcelonesas contra la presencia creciente de organiza-ciones criminales formadas por inmigrantes africanos. Adolfo Hemández Lafuente, en Aguas de cristal, costas de ébano ( 1999), se centra en un grupo de africanos procedentes de Sierra Leona que cruza el Mediterráneo a bordo del Kenena, vieja barcaza de río. La aventura muestra la trágica realidad de unos personajes empujados por la necesidad y por los vientos del Estrecho. Otra novela, muy superior artísticamente a la precedente, que transcurre en Zahara de los Atunes (Cádiz) y da la palabra a las víctimas de las pateras, es Las voces del Estrecho (2000) del segoviano Andrés Sorel6

• Al calor del día (2001), de Miguel Naveros, presenta la inmigración africana desde la perspectiva del miedo y de la incomprensión del país de acogida, en este caso El Ejido andaluz.

Otra faceta de este gigantesco puzzle, la inmigración eslava, va a ser abordada por Lorenzo Silva en Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia7 (1997) y por Eduardo Mendicutti en Los novios búlgaros 8(1993).

Pronto sacaremos a la luz una monografía sobre éstas y algunas otras obras; ahora sólo queremos resaltar cómo en muchos de los relatos sobre los emigrantes subyacen mitos bíblicos9

, por ejemplo el del Éxodo, la búsqueda de la Tierra Prometida o la dispersión sobre la faz de la tierra de las sacn1egas tribus que construyeron la torre de Babel. Los viejos mitos migratorios suelen poner el énfasis en la expulsión del Paraíso y en la búsqueda de un nuevo asentamiento idealizado así como en el regreso a la patria

inmigrantes en un país de emigrantes (1995) en el que, con fino humor, Rafael Torres aborda este tema y presenta el racismo y la xenofobia a través de la peripecia vital y la perspectiva de veinticinco inmigrantes establecidos en nuestro país. Juan Goytisolo y el eurodiputado francés Sami Na'ir acaban de dar a la luz otro libro ensayístico sobre los problemas de los inmigrantes en España: El peaje de la vida, Inmigración o rechazo de la emigración en España, 2000.

3 Este libro está compuesto de ocho cuentos sobre extranjeros que viven en España. 4 El tema de la inmigración sólo se aborda en dos cuentos, el que da título al libro y «La piel

de Marcelinda». 5 Reeditada por Anagrama en 1997. 6 Me he ocupado de este libro en «La migración clandestina en la literatura española: Las

voces del Estrecho», comunicación presentada en el Intemational Symposium: Spain in the Twentieth Century: Literature, the Arts, and Culture, The Ohio State University, 1-4 de noviembre de 2000 (en prensa).

7 Se centra en una familia de emigrantes ilegales polacos que llega a Getafe. 8 Jóvenes búlgaros en España se prostituyen con homosexuales adinerados. 9 Los primeros exiliados fueron Adán y Eva, que crearon el modelo del Paraíso perdido.

Mientras el hombre pertenecía al ámbito divino, era inmortal y no conocía el tiempo, pero, al ser expulsado del Paraíso adquirió la mortalidad. El término éxodo aparece por primera vez en la literatura bíblica aplicado al pueblo judío, el más antiguo en padecer el exilio y el primero que adquiere conciencia de la expulsión y del apego a la propia identidad.

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abandonada, tras un alejamiento más o menos prolongado. Muchos de los héroes épicos (Ulises, Apolonio) son claro exponente de estos viajes azarosos, iniciáticos, que deben efectuar los protagonistas, así como de las múltiples pruebas que deben superar para poder acceder a la sabiduría y a la felicidad. En la actualidad, estos mitos se ven enriquecidos con otros, como el del crisol o melting pot, usado particularmente para describir la sociedad norteamericana.

Naturalmente, son muchos los mitos, imágenes, metáforas y comparaciones utilizados para reflejar las experiencias de los emigrantes: el desarraigo 10 (y todo el simbolismo de la raíz), la nostalgia, el sentimiento de extrañamiento, la escisión 11 o «doble» identidad, etc. Basándonos en algunas obras literarias representativas del fenómeno migratorio, nos limitaremos a resaltar ciertos motivos e imágenes relaciona-dos con el viaje, la frontera y la tierra de promisión.

El mito de la tierra prometida, perfectamente arraigado en el subconsciente colectivo de los distintos pueblos, nace del afán de superación que anida en el corazón de todo ser humano, especialmente de los pobres. Ávidos, los emigrantes salen de sus hogares empujados por la desventura y la miseria y buscan una vida mejor, una madre-tierra nutricia y protectora frecuentemente idealizada. El motivo/sueño de la Tierra prometida, de clara raigambre bíblica 12

, ha adoptado a lo largo de la historia múltiples variantes (la nueva Judea, el Edén, el Paraíso, Cucaña13

, Jauja14, Eldorado, ElEjido, etc.)

y aparece con mucha frecuencia en los textos literarios sobre la emigración15,

En la novela de Julio Llamazares, Trás-os-Montes (1998), centrada en esa región portuguesa de fuerte densidad migratoria, este mito adopta la forma de una leyenda: la de la seda, que, «como la de los tesoros moros o la del caldero de oro que se repite en tantos lugares, de Portugal y de fuera, la gente inventó un día para poder soñar un futuro mejor( ... ). Ahora la seda es la emigración. La seda de ese pañuelo que es tan grande como el mundo y que busca sus gusanos en lugares como éste» (p. 238).

Por lo general, la literatura tiende a desmitificar las jaujas prometidas y a presentar

10 Son muchas las imágenes y símbolos que nutren el imaginario del desarraigo, entre otras la del árbol arrancado casi de cuajo, sin anestesia como una muela del juicio. Las raíces a flor de tierra, desmesuradas para el tronco desguarnecido.

11 Expatriarse es como abrir el cuerpo de uno en dos mitades: una se paraliza y desintegra en la propia tierra, la otra se pone en acción para, negando el nacimiento, correr en búsqueda del objeto de sus deseos, tal vez d~l yo más íntimo (Andrés Sorel, Las voces del Estrecho, p. 82)

12 A. Sorel nos dice: «En Exodo, uno de los libros de la Biblia, se escribe: <Irás a una tierra buena y espaciosa/la tierra que mana leche y miel./ Si de por vida amáis al que es,/ triunfaréis>», en Las voces del Estrecho, p. 182.

13 Este topónimo se forjó en La Edad Media para representar el imaginarjo país de la vida regalada, la abundancia, el sestear y elfarniente. Cf Francisco de B. Marcos Alvarez, «Cucaña en el Libro de Buen Amor y otras menciones medievales», en Estudios de Lingüística y Filología Españolas. Homenaje a Germán Colón, Madrid: Gredos, 1998 ( eds. Irene Andres-Suárez & Luis López Molina).

14 «Por alusión al pueblo y a la provincia de igual nombre en el Perú, célebres por la bondad del clima y riqueza del territorio. F. Nombre con que se denota todo lo que quiere presentarse como tipo de prosperidad y abundancia» (DRAE, 1992, s/v. jauja).

15 En algunos casos de manera explícita en el título: Nueva tierra de promisión (Madrid: Bullón, 1963) de Mariano Tudela.

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en toda su crudeza la realidad de los emigrantes. Un buen exponente de ello es el cuento «Boroña» de Leopoldo Alas, Clarín. Pese a que el protagonista, un indiano, triunfa en América y logra amasar una cuantiosa fortuna, no llegará a vivir el período feliz que preparó con tanto esfuerzo durante largos años. En la emigración, como en el país propio, nada asegura el éxito, así el protagonista de Diario de un emigrante (1958) de Delibes sufre una gran desilusión al encontrarse con una realidad distinta de la esperada y su esfuerzo va a acabar en el fracaso económico y afectivo, dado que no logra adaptarse. Con excepción de los regalos que llevan para deslumbrar a los conocidos, regresan tan pobres como salieron.

La tierra de promisión se vuelve a menudo para el emigrante un espacio de múltiples esquinas y recodos en el que se aventuran sin brújula y sin norte y los sueños de Eldorado van bajando a los de la plata, el cobre y los minerales de menor nobleza y aleación.

Pese a todo, no es fácil resistir al canto de las sirenas porque, en la actualidad, la comunicación no conoce fronteras y las imágenes del paraíso capitalista llegan diariamente, mediante las series televisivas, a los países del Tercer Mundo ejerciendo una poderosa atracción 16

• La travesía del Estrecho de Gibraltar17, relacionada con los

viajes míticos de iniciación, ha acaparado en la actualidad el protagonismo en los textos literarios españoles que abordan la inmigración africana, y representa a la vez una barrera (frontera), un obstáculo para acceder al paraíso del bienestar. La expresión cruzar el Estrecho se ha hecho sinónima de cruzar el charco o hacer la América.

Andrés Sorel compara la experiencia de los emigrantes africanos y las terribles pruebas que tienen que afrontar para acceder a la riqueza europea al destierro, cautiverio y peregrinación del pueblo judío. Aquéllos son, según él, los nuevos peregrinos desterrados, que se internan en las aguas del Estrecho en pateras 18

, como el Arca de Noé en las aguas del diluvio, esperando encontrar la Tierra de Promisión, el Paraíso, el Ejido,

16 En la actualidad, Europa intenta frenar la llegada de inmigrantes en tres frentes distintos: en la frontera este, que incluye el Oder-Neisse, que miles de personas intentan vadear o cruzar a nado; el segundo lo constituye el Mar Mediterráneo, que se cruza desde Africa del norte hacia el sur de Europa. España intenta impedir, por todos los medios a su alcance, el paso de las numerosas pateras de los contrabandistas en las que ya se han ahogado cientos de personas. En Italia, en 1995 incluso actuó el ejército en la costa sur, principalmente en Apulia para contener la oleada de albaneses. El tercer frente lo forma el mar Báltico entre los estados Bálticos y Escandinavia y también allí se han producido escenas dramáticas con los refugiados que huyen en barco.

17 «A los vejámenes y expulsiones sufridos por los candidatos a la emigración oriundos de Asia, Africa e Iberoamérica en sus aeropuertos y pasos fronterizos se agrega esa triste cosecha de la travesía de la muerte constituida por la zona costera andaluza vecina a Marruecos ( ... ). Los emigrantes que tientan la aventura de cruzar el Estrecho, hacinados en pateras y minúsculas barcas, no son retenidos a la fuerza por las autoridades de sus países: son tan sólo víctimas de la pobreza y de los desaprensivos que aprovechan su apuro para lucrarse », Juan Goytisolo, «Del muro de Berlín a la travesía del Estrecho», en El bosque de las letras, pp. 295-296.

18 «Todas son simplemente pateras del exilio, el naufragio y la muerte» (A. Sorel, Las voces del Estrecho, p. 81 ). «Porque las pateras de hoy no eran sino un pálido remedo del pueblo vencido frente al orgullo con el que el Viejo de la Montaña hablaba de las naves turcas del ayer cuando ellos eran fuertes, poderosos, y con sus grandes naves dominaban las aguas del Estrecho», lbidem, p. 89.

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descrito por San Juan de la Cruz como «un lugar donde la gente se suele juntar a tomar solaz y recreación, y donde también los pastores apacientan los ganados», pero su aventura suele terminarse en otro Ejido, el andaluz, «Edén de puertas afuera e infierno dentro», como dice J. Goytisolo19

A fin de resaltar su carácter de víctimas propiciatorias, A. Sorel juega con los significantes patera/pátera. La patera, barca de poco calado, utilizada por los inmigrantes magrebíes para cruzar el Estrecho de Gibraltar y entrar ilegalmente en España20

, se convierte subrepticiamente en una pátera, <cuenco de poco fondo que se usaba en los *sacrificios paganos> 21

• El libro de A. Sorel nos habla en efecto de unos personajes que se han extraviado por el camino en su búsqueda del paraíso, fascinados por espejismos sórdidos y caprichosos, de unos sueños quebrados y de unas vidas sacrificadas en aras del progreso.

Para Nieves García Benito, los inmigrantes son como los antiguos caravaneros del continente asiático, que «atravesando desiertos, montañas nevadas, lomas y caminos pedregosos ( ... ) a lomos de mulo lento» iban a vender la seda a Kachemira. «Era un camino duro, demasiado largo y aburrido. No todo el que comenzaba llegaba a su destino» («La ruta de la seda»22

, p. 109). No todo el que intenta, en la actualidad, la aventura de la emigración consigue llegar a buen puerto; de hecho, los protagonistas de este relato van a ser detenidos antes de penetrar en Eldorado europeo y devueltos a sus lugares de procedencia; pero, en numerosos casos, es la muerte lo que les espera al final de la aventura: «Punta Marroquí», «Cailcedrat». En este último, resuena, como la voz del muecín llamando a la oración, el lamento de una madre africana, postrada ante el cadáver mutilado de su hijo, en una playa del sur de España, implorando para que esas víctimas sin nombre sean identificadas y sus cuerpos sepultados dignamente.

El mar aparece con fuerza mítica en el cuento de Lourdes Ortiz «Fátima de los naufragios»23

. Sólo dos personas sobreviven al vuelco de la patera, una madre africana y un adolescente, que es el que relata la tragedia en un pésimo español. La llegada misteriosa de esta mujer, salvada milagrosamente, a la playa de un pueblo andaluz hace tomar conciencia a los pescadores de que hay «demasiados muertos, muchos muertos, el mar se los traga, pero el mar nos la ha devuelto a ella, para que sepamos que las cosas no están bien» (p. 14). Entre todos van tejiendo la urdimbre de una leyenda hasta transformarla en una diosa protectora, en una Pieta africana, la «Virgen de las pateras, nuestra señora de los naufragios» (p. 22).

El momento de la llegada a la tierra prometida adquiere cierto relieve en la última novela de Antonio Muñoz Molina, Sef arad. El narrador se pregunta «cómo será llegar de noche a la costa de un país desconocido, saltar al agua desde una barca en la que se

19 Juan Goytisolo, «España y sus Ejidos», El País, 20-III-2000, p. 212. 20 María Moliner, Diccionario de uso del español, Madrid: Gredos, 1999, 2 vs. s/v. patera.

Se trata de un andalucismo que designa la pequeña embarcación destinada, en esta región, a la caza de patos.

21 María Moliner, Diccionario de uso del español, s/v. pátera. 22 Cuento del libro Por la vía de Tarifa. 23 Lourdes Ortiz, Fátima de los naufragios. Relatos de tierra y mar, 1998

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ha cruzado el mar en la oscuridad, queriendo alejarse a toda prisa hacia el interior mientras los pies se hunden en la arena: un hombre solo, sin documentos, sin dinero, que ha venido viajando desde el horror de enfermedades y las matanzas de África, desde el corazón de las tinieblas, que no sabe nada de la lengua del país adonde ha llegado, que se tira al suelo y se agazapa en una cuneta cuando ve acercarse por la carretera los faros de un coche, tal vez la policía»24

Con el fin de impedir a los inmigrantes pobres el acceso al Edén, al «Paraíso del consumo», y tratar de conjurar los viejos fantasmas de la invasión, los países ricos, receptores de emigrantes (EEUU y los de la Unión Europea), tratan de encastillarse dentro de sus fronteras y edifican muros, vallas, barreras ... con los que esperan no sólo defender el territorio propio, sino también su propia identidad política, ideológica, cultural y económica. En la retórica xenófoba de los países receptores de emigrantes abundan, entre otras muchas, las imágenes y metáforas marítimas. El miedo a ser invadido por los inmigrantes ha penetrado en el leguaje de los españoles y se expresa mediante términos connotados negativamente, como invasión25

, avalancha26, «alu-

vión»27, alud28, «río permanente», pero los más acuñados en la prensa, y hasta en la

literatura29, son los marítimos: «ola», «oleada3º», «marea». Ello se debe posiblemente

a que para los españoles esta población llega esencialmente a través del Mediterráneo. Es obvio que todas estas denominaciones encubren relaciones de fuerza, modos de exclusión, odio y, sobre todo, mucha ignorancia.

El recelo ante el forastero forma parte, como dice Jordi Pujol, de la naturaleza humana. Toda especie animal defiende su territorio, y el hombre también. «Naturalmen-te la especie humana puede superar estos reflejos instintivos, pero tiene que esforzarse para superarlos, y debe hacer un esfuerzo de comprensión de los problemas»31 •

24 Antonio Muñoz Molina, Sefarad. Una novela de novelas, p. 54. 25 J. Goytisolo, «Discurso de Estrasburgo» (1991), en El bosque de las letras, pp. 233-244,

cito R· 241. 26 Del fr. avalanche. 27 «Mas de 200 inmigrantes son interceptados en sólo dos días en el Estrecho y Canarias. El

aluvión de pateras confirma las previsiones de que con el buen tiempo aumentaría la llegada de inmi5rantes sin papeles» (La Vanguardia, 20-V-2000).

8 Alud--del vasco elurrte-gran masa de nieve que se derrumba de los montes con violencia. «El alud de inmigrantes de los últimos días se debe a que en las últimas dos semanas el tráfico se interrumpió por el temporal en el Estrecho» (La Vanguardia, 19-IX-2000).

29 Las imágenes relacionadas con la invasión aparecen en las obras de Eduardo Mendicutti, Los novios búlgaros (1995) y Adolfo Hemández Lafuente, Aguas de cristal, costas de ébano (1999). J. Goytisolo también las utiliza (Paisajes después de la batalla (1982), Fiestas (1995), Señas de identidad (1966), En los reinos de Taifa (1986), pero lo hace con el fin de denostarlas y desenmascarar a los que las utilizan.

30 Oleadas de inmigración--Capas superpuestas que se suceden (emigración constante, emigración y estrépito// 2. Fig. Lo que se acumula, desborda o precipita impetuosamente en gran cantidad. DRAE, 1970. Oleada, 1 f. Ola grande//2. embate y golpe de la ola// 3. Movimiento impetuoso de mucha gente apiñada, DRAE, 1970.

31 «Los receptores tienen derecho a ver garantizada su identidad. Incluso la preeminencia de su identidad. A menos que llegue un día en que realmente la inmigración represente el 80%, y haya habido un cambio absolutamente radical, que no es ésta la situación. Si no, debe quedar garantizado el derecho a su identidad e incluso a la preeminencia de su identidad. Tienen derecho

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Es evidente que tanto los muros de la Antigüedad como los más recientes muestran la inclinación a la propiedad, a la defensa, a la protección contra el Otro, pero expresan también la evolución de la humanidad y del concepto de frontera. Entre los romanos, el muro separaba el Imperio de los bárbaros, pero, durante los últimos siglos, aparece la idea de frontera entre Estados-Nación y se empiezan a erigir muros entre entidades constituidas, fronteras con límites definidos y defendidos. Con la Revolución francesa surge la noción de «fronteras naturales»: los ríos, las montañas como fronteras infranqueables y la noción de frontera infranqueable, natural al inicio, termina militarizándose.

En 1914 se construyen barreras entre Francia y Alemania y la Segunda Guerra Mundial va a engendrar una separación neta entre las dos potencias mundiales: entre el Este y el Oeste, entre los dos bloques perfectamente delimitados y que defienden su propia identidad política, ideológica, cultural, económica, etc. El mundo estaba ordenado según un modelo Este/Oeste y cada bloque necesitaba aliados en el Sur. Pero, tras el abandono por parte de los rusos de Afghanistán, el Este perdió interés en el marco de esa confrontación y, la caída del muro de Berlín, en 198932

, va a convertir al Sur en el nuevo enemigo, llegando a desempeñar el papel de los nuevos bárbaros frente a un Norte presuntamente «reunificado» y protegido por nuevas fronteras, los muros modernos, físicos o jurídicos, que los protegen del exterior, como el llamado «espacio de Shengen»33

La oposición Este/Oeste se apoyaba en una ideología de guerra que instalaba un equilibrio de paz. Los muros/barreras Norte/Sur se presentan hoy como «un nuevo orden» pacífico, pero contienen el desequilibrio y el enfrentamiento.

Para Europa, la amenaza proviene del Magreb, de ahí que el estrecho de Gibraltar se haya convertido en un nuevo muro de Berlín, del que Ceuta es el pórtico34

, destinado

a ello», Jordi Pujo!, Ante el gran reto de la emigración, Barcelona: Generalitat de Catalunya, 2000.pp. 29-30.

3 Tras la caída del muro de Berlín ( 1989), Europa intenta cerrarse a la afluencia de emigrantes procedentes de América Latina, Africa, Asia y la antigua URSS y sus satélites en el Este. Poco a poco se convierte en una Fortaleza con severo control de entrada. «El hundimiento del sistema económico del Este y la aspiración a una vida mejor provocan ( ... ) fenómenos migratorios de un alcance desconocido desde hace siglos. Simultáneamente amenazada por el Este y por el Sur, la Europa de los «doce» empieza a echar de menos los telones de acero protectores y los muros derruidos», J. Goytisolo, «Un orden mundial distinto», en El bosque de las letras, p. 280.

33 La prioridad para el Norte es estabilizar la zona que lo separa del bloque Sur. En Europa se apoya al Magreb para que permanezca estable. Y, cuando hay flujo masivo como en Albania, se producen intervenciones internacionales para tentar de regular y dominar dicho flujo. Aunque no se dice abiertamente, lo esencial para nosotros es lograr la estabilidad con los países limítrofes. Si sus regímenes son democráticos o no, no interesa demasiado.

34 En 1993 este enclave español empezó erigiendo una alambrada verde de 2,50 ms. de altura a lo largo de sus colinas y valles. Apenas terminado, se lanzan a la construcción de un segundo muro: una barrera doble hecha de alambre de espinos, de cámaras, de detectores ultrasensibles, etc. Para J. Goytisolo, la valla de Ceuta ha sido erigida para garantizar «el reposo de la totalidad de la Fortaleza Europea» (J. Goytisolo, «La frontera de cristal», en El País, 18-VII-1998, incluido después en El peaje de la vida, p. 196). En otro de sus artículos habla del muro de la vergüenza (J. Goytisolo, «Del muro de Berlín a la travesía del Estrecho», en El bosque de las letras, pp. 304-

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a proteger a Europa del Africa negra. «Por razones geográficas---dice J. Goytiso-lo-España se ha convertido en la Marca Comunitaria, encargada de velar por el orden y tranquilidad del Club de los Cresos »35, mas «la Europa Fortaleza no logrará contener con muros ni vallas ni perímetros protectores el afán de una vida mejor que anida en el corazón de millones de magrebíes y subsaharianos: el hambre no admite fronteras»36

«Únicamente el establecimiento de relaciones más justas entre Norte y Sur, transferencia de capitales y tecnología adecuada al desarrollo agrícola del Magreb y el resto del continente africano, podrían frenar el éxodo»37

Las barreras para defenderse del Otro pueden ser físicas (de cemento, de piedra, «de agua»38

, metálicas) o simbólicas; étnicas, religiosas (Jerusalén, Belfast), políticas, ideológicas (Berlín, Hongkong, las dos Coreas), económicas (México, Ceuta ... ), lingüísticas. Todas son símbolos de lo mismo, de la separación entre los pueblos y de la oposición cultural entre ellos, y responden a los mismos impulsos: protegerse y proteger sus intereses o su identidad. Las que los países ricos intentar erigir con el fin de obstaculizar la llegada de los inmigrantes pobres se designan con múltiples nombres: muralla, muro, telón de acero, de oro, valla, verja, alambre de espino, malla de alambre, etc., y la acción de impedir o tratar de dificultar la llegada de esos inmigrantes al país de recepción se expresa mediante expresiones como: impermeabilizar la frontera, impermeabilización del perímetro fronterizo con Marruecos, blindar la frontera, u otras más eufemísticas: frustar la llegada, aplacar el intento de desembarco, etc.

La literatura española reciente nos brinda algunas muestras de esta obsesión defensiva y de las imágenes bélicas que se relacionan con ella--ello es especialmente patente en los textos en los que se interrelacionan el reportaje y la ficción ya menciona-dos. Las fronteras propiamente dichas no son frecuentes porque, como ya hemos señalado la atención de los escritores españoles suele cristalizarse sobre la travesía del Estrecho, verdadero muro para los inmigrantes africanos. Sin embargo no son inexistentes.

El guión literario de la película El techo del mundo de Julio Llamazares y Felipe Vega pone en escena dos fronteras físicas que intentan franquear unos africanos clandestinos: la de la Junquera, entre España y Francia, y la que separa Francia de Suiza. Al inicio, Tomás, un emigrante español que vive y trabaja en Ginebra, introduce en Suiza a un africano ilegal que encuentra en la carretera, pero más tarde adquiere la nacionalidad suiza y, al verse con pasaporte helvético, adopta una actitud xenófoba e insolidaria. Tomás va de una actitud alienada---creerse que por ser suizo ha salido de la condición proletaria-a la no alienada, de solidaridad con el otro, que, aunque más desfavorecido que él, comparte en lo esencial la condición de marginal y de emigrante.

305). 35 J. Goytisolo, «Del muro de Berlín a la travesía del Estrecho», en El bosque de las letras,

p. 296. 36 J. Goytisolo, «La frontera de cristal», en El peaje de la vida, p. 200. 37 J. Goytisolo, «12 millones de musulmanes europeos», en El País, 25-1-1993, p. 16. 38 Eduardo Haro Tecglen, al referirse al Estrecho de Gibraltar, habla de « muro del agua»,

Cf El País, 3-VI-2001.

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Pero esta toma de conciencia, paradójicamente, se produce a causa de un accidente laboral. La perturbación sufrida lo lleva a hacerse solidario del negro Ousmane, cuyo destino quiere compartir.

Algunos textos desplazan las fronteras hacia norte de Africa:

Se estaba construyendo la muralla africana, a imitación de la antigua muralla china, pero más científica, con radares de larga distancia, censores térmicos, visores nocturnos, rayos infrarrojos, y policías, helicópteros y patrulleras vigilando los espacios, tierra, mar y aire (A. Sorel, Las voces del Estrecho, p. 55).

Ceuta es tierra de paso, tierra de aprendizaje, frontera no sólo geográfica, sino de dos tiempos, de dos vidas distintas (A. Sorel, Las voces del Estrecho, p. 200).

Este escritor también nos brinda abundante información sobre el campamento de Calamocarro--según él «antesala de la muerte» y «Campo de concentración»---en el que los emigrantes se congregan, peleándose por el derecho a vivir, y estableciendo una frontera entre ellos, en función del lugar de procedencia y el grado de riqueza de los distintos grupos:

Más de doscientas tiendas ocupan el campamento. Nos movemos entre ellas como las ratas, que también abundan( ... ). Los marroquíes ocupamos la zona de la parte izquierda; los subsaharianos, que son más, la central. Y los más ricos se han agrupado en su isla particular, al norte del campamento39

, frontera que no cruzamos salvo que nos lo requieran (A. Sorel, Las voces del Estrecho, 35).

Nieves García Benito alude también a

ese lugar pedregoso y áspero entre Castillejos y Sebta, al norte de Marruecos, frente a la frontera española( ... ). Ahora están aquí, en ese lugar indeterminado que los dueños de las fronteras llaman tierra de nadie ( ... ). Junto a ellos, malviven, sin documentos y sin hacer nada, unos trescientos hombres, la mayoría de Senegal, algunos de Nigeria, los menos de Malí. Las autoridades españolas no les dejan entrar; pero ellos, después de haber llegado hasta un lugar tan remoto no piensan retroceder. Todas las madres africanas enseñan a sus hijos que con paciencia todo se alcanza (Por la vía de Tarifa, l lO).

Uno de los grandes aciertos de A. Muñoz Molina es haber concebido Se/arad como una novela de fronteras y demostrar que peores que las geográficas son las humanas, las que niegan oportunidades y fijan límites inexpugnables entre los seres humanos. Los personajes que viven en la zona madrileña limítrofe a la plaza de Chueca (cap.

39 Obsérvese cómo se reproduce la oposición Norte/Sur, equivalente a Países ricos/ Países pobres.

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«Dondequiera que el hombre va»), ya sean inmigrantes o marginados (parados, drogadictos, enfermos y solitarios), arrastran un pasado de dolor y un presente de desconcierto, humillación y estupor que los separa irremediablemente de los otros.

Eduardo Mendicutti, en Los novios búlgaros, presenta igualmente un gueto madrileño, poblado por jóvenes búlgaros y otros eslavos, que han llegado a España en busca del paraíso y sobreviven como pueden vendiendo sus cuerpos a homosexuales. La barrera que los aísla del resto de la población es invisible pero no por ello menos real, como muestra J. Goytisolo en su novela El sitio de los sitios (1995). Aquí el barrio «Sentier» de París, descrito en Paisajes después de la batalla (1982), es escenario de enfrentamientos entre autóctonos y extranjeros; en algunos pasajes, el autor se imagina el sitio de Sarajevo convertido en un ataque de las fuerzas xenófobas contra ese barrio en el que vive una sociedad multiétnica y multicultural, separada del resto de la población parisina.

Para todo emigrante, irse al extranjero equivale a separarse del ámbito geográfico propio, de lo familiar, de lo terreno, y diluirse en lo desconocido, abrirse paso en un medio hostil, orientarse en unas coordenadas incomprensibles, sin lengua, sin alfabeto, sin claves, sin experiencia. Procedentes, en su mayoría, de zonas rurales, rudas, y de costumbres patriarcales, los emigrantes se ven obligados a ajustarse a un imaginario urbano. Sin llaves para traducir el nuevo mundo, deben forzarlo e intentar repoblar su vida de nuevos gestos y palabras.

En este trabajo hemos intentado exponer una pequeña muestra de este imaginario relacionado con algunas de las fases de la emigración. Tal vez lo más interesante sea resaltar que, en el fondo, los escritores españoles contemporáneos trabajan con metáforas e imágenes literarias clásicas que ellos reelaboran y adaptan al gusto de los nuevos tiempos; posiblemente son conscientes de que al utilizar mitos, imágenes, metáforas, símbolos reconocibles es más fácil lograr la adhesión del lector y hacer mella en su sensibilidad.

BIBLIOGRAFÍA

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