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Herramientas para la gestión y comunicación en la oficina judicial Contacto: Duarte Quiros 550, 2º piso, Palacio Tribunales I Tel: 0351- 4217021 int.2161 | capacitació[email protected] | [email protected] Para conocer las actividades del Centro visite:

Modulo II - Trabajo en equipo

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Herramientas para la gestión y comunicación en la oficina judicial

Contacto:Duarte Quiros 550, 2º piso, Palacio Tribunales I Tel: 0351- 4217021 int.2161 |

capacitació[email protected] | [email protected] conocer las actividades del Centro visite:

http://www1.justiciacordoba.gov.ar/site/Htm/Boletin/index.htmhttp://www.tribunales.gov.ar/intranet/Boletin/index.htm

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MODULO II - INDICE

Modulo II: EL TRABAJO EN EQUIPO Y EL PROCESO DE DELEGACIÓN DE RESPONSABILIDADES

I. GRUPOS Y EQUIPOSII. ETAPAS DE DESARROLLO DEL GRUPOIII. ROLES EN LOS GRUPOSIV. CARACTERÍSTICAS DE LOS GRUPOS

a. Estructura. b. Jerarquía de estatus.c. Roles.d. Normas.e. Liderazgo.f. Cohesión.

V. CARACTERÍSTICAS DE LOS GRUPOS EFICACES DE TRABAJOa. Diseño del puesto enriquecido.b. Sensación de autoridad.c. Interdependencia.d. Mezcla y tamaño correctos.e. Apoyo para el grupo de trabajo.f. Procesos eficaces dentro del grupo.g. Seguimiento de procesos y procedimientos.h. Familiaridad con los puestos, compañeros de trabajo y el

ambiente.VI. EL TRABAJO EN EQUIPO Y LA DELEGACIÓN

a. ¿Qué es delegar?.b. Por qué delegar.c. Barreras a vencer para delegar.d. El valor agregado de la delegación.e. La práctica de la delegación: ¿Cómo delegar?.

VII. LA NOCIÓN DE COMPETENCIAa. Motivación y competencia.b. Niveles de competencia.c. Un grado de calidad superior de la competencia: el

profesionalismo.d. La competencia colectiva.e. La competencia colectiva de un equipo.f. Potencialidades del trabajo en equipo.

VIII. BIBLIOGRAFÍA

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Modulo II: El trabajo en equipo y el proceso de delegación de responsabilidades

Este módulo pretende ser una guía para favorecer la puesta en marcha una forma de trabajo más interactiva entre los integrantes de una misma oficina judicial y promover un ambiente más colaborativo entre las diferentes oficinas, para así optimizar el clima de trabajo y la eficiencia de la oficina.

De alguna forma, se intenta responder a las siguientes preguntas: ¿Qué es el trabajo en equipo? ¿Cuáles son sus fortalezas? ¿Qué ofrece esta perspectiva de pensar los ámbitos de trabajo? ¿Qué consideraciones hay que tener en cuenta para su puesta en marcha y desarrollo? Y, finalmente, ¿cómo puede promoverse y organizarse el trabajo en equipo?

Y con respecto al proceso de delegación... ¿Puede la delegación contribuir a desplegar las competencias colectivas del equipo de trabajo? ¿Qué es delegar? ¿Cómo delegar? ¿Cómo incluir estos procesos como herramientas útiles para superar una concepción de trabajo en aislamiento y generar una interdependencia con autonomía y un profesionalismo colectivo?

Proponemos, entonces, impulsar estilos más adecuados a los actuales desafíos y promover formas de trabajo más dinámicas, menos rígidas y burocráticas.  En definitiva, meditar acerca de cómo el trabajo en equipo posibilita recuperar valores primordiales a la esencia del ser humano y cómo potencia el desarrollo de un mayor impacto en la gestión judicial.

Previo a la lectura, consideramos pertinente que reflexione a los siguientes interrogantes: ¿ considera Ud. que en su oficina...

… hay claridad en la misión institucional? … se organiza el trabajo con una lógica determinada conocida por todos los

integrantes? … los problemas son encarados como oportunidades para aprender y dar

respuesta a nuevas demandas? … se valora la experimentación y la creatividad? … la organización trabaja por aumentar su capacidad de comunicación y el

liderazgo? … se promueven altos grados de autonomía y responsabilidad? … los miembros de los equipos tienen la posibilidad de participar con ideas

y/o proponer cambios  en los procesos de trabajo que están involucrados; su participación no se restringe a ser simples ejecutores?

… hay conciencia de que la formación y la capacitación permanente, y especialmente el conocimiento compartido, el apoyo de carácter reflexivo y en “tiempo real”, es un potente incentivo para motivar la mayor profesionalidad y responsabilidad?

… se destinan tiempo real para generar instancias  de capacitación y actualización que contribuya a dar continuidad al desarrollo profesional entre los miembros de su oficina?

… la delegación de tareas es coherente con la normativa vigente?  

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I. GRUPOS Y EQUIPOS           

Sabemos que un grupo es un conjunto de personas cuyos miembros interactúan entre sí, trabajan hacia algún propósito común y se perciben ellos mismos como una unidad.              Algunos grupos son reconocidos formalmente por la administración y la organización misma, mientras que otros no. Así, un grupo formal es aquel que la organización forma deliberadamente para realizar tareas específicas y alcanzar metas. Ejemplos: cada uno de los juzgados, las fiscalías, los departamentos administrativos, las secciones y gabinetes de Policía Judicial.

¿A qué grupo pertenece usted? ¿Qué grupo integra su unidad de trabajo?

En contraste, los grupos informales surgen con el correr del tiempo mediante una interacción de los empleados. Aunque sus metas no se establecen de manera explícita, suelen satisfacer un propósito social o recreativo. Los miembros de un área que cenan juntos ocasionalmente constituirían un grupo informal. Sin embargo, ese mismo grupo podría también cumplir un importante propósito de trabajo si analiza problemas técnicos de interés mutuo.

Reflexione sobre los grupos formales que usted integra, su génesis, así como también cómo sus integrantes han ido ocupando espacio en grupos informales y cómo continúan interactuando sus miembros

Es importante destacar que los grupos y equipos funcionan en forma diferente. Un equipo es un tipo especial de grupo.   Los miembros del equipo tienen habilidades complementarias y están comprometidos con un propósito común, un conjunto de metas de desempeño y un enfoque en esa tarea. Una parte importante del funcionamiento del grupo es el trabajo en equipo, un entendimiento y compromiso con las metas del grupo por parte de los miembros que lo integran.

En su opinión, ¿su unidad de trabajo es un grupo o un equipo?. ¿Por qué?

Otras diferencias entre los grupos y equipos son las siguientes:Un grupo de trabajo tiene un líder fuerte claramente enfocado,

mientras que el líder de un equipo comparte las funciones de liderazgo.

Un grupo se caracteriza por las responsabilidades individuales, en tanto que un equipo tiene responsabilidades individuales y mutuas.

Un equipo entrega productos reales de su trabajo conjunto. Un grupo trata de manejar con eficiencia sus reuniones, mientras que

un equipo estimula las preguntas de respuesta abierta y la plena participación de sus miembros en la solución de los problemas.

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Con esta nueva información, responda nuevamente las preguntas del párrafo anterior.

El trabajo en equipo es un modo de articular las actividades laborales de un grupo humano en torno a un conjunto de fines, de metas y de resultados a alcanzar. Implica una interdependencia activa entre los integrantes de un grupo que comparten y asumen una misión de trabajo.

Por ejemplo, en el proceso penal, una Fiscalía de Instrucción depende de la Policía Administrativa para realizar tareas de calle (entrevistas, búsqueda de testigos, allanamientos, etc.), de la Policía Judicial (relevamiento de sitios de interés criminalístico, análisis de evidencias físicas y rastros, preservación de la cadena de custodia) y del Juez de Control de Garantías (ordenes de allanamiento). De igual manera en otras dependencias judiciales se trabaja interdisciplinariamente con agentes auxiliares de justicia, por ejemplo para llevar a cabo secuestros, remates públicos, informes periciales, etc. Con ello vemos que esta modalidad de trabajo se aplica no sólo a los miembros de la oficina judicial, sino que incluye a quienes trabajan juntos para lograr un objetivo determinado.

Bajo estas consignas, ejemplifique trabajo en equipo en el plano judicial desde su oficina.

El término equipo deriva del vocablo escandinavo skip, que alude a la acción de "equipar un barco". De alguna forma, el concepto evoca al conjunto de personas que realizan juntas una tarea o cumplen una misión; su uso supone también la existencia de un grupo de personas que se necesitan entre sí y que se "embarcan" en una tarea común. A partir de este origen etimológico, y por extensión, puede decirse en el contexto de este módulo que trabajar en equipo implica la existencia de:

un objetivo, una finalidad o una meta común; un grupo de personas comprometidas con esa convocatoria; un grupo de personas con vocación de trabajar en forma asertiva y

colaborativa; una convocatoria explícita generadora de intereses movilizadores y de

motivaciones aglutinantes. la construcción de un espacio definido por un saber-hacer colectivo

(espacio donde se pueden identificar situaciones problemáticas, juzgar oportunidades, resolver problemas, decidir acciones, llevarlas a cabo y evaluarlas);

una comunicación fluida entre los miembros del equipo y su entorno; una instancia efectiva para la toma de decisiones; una red de conversaciones, comunicaciones e intercambios que

contribuyen a concretar una tarea; y un espacio de trabajo dotado de las capacidades para dar cuenta de lo actuado.

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En síntesis, un equipo está constituido por un conjunto de personas que deben alcanzar un objetivo común mediante acciones realizadas en colaboración. ¿Cuántos de estos elementos se verifican y cuántos no en su ámbito de trabajo?

Mientras el trabajo en equipo valora la interacción, la colaboración y la solidaridad entre los miembros, así como la negociación para llegar a acuerdos y hacer frente a los posibles conflictos; otros modelos de trabajo sólo dan prioridad al logro de manera individual y, por lo tanto, la competencia, la jerarquía y la división del trabajo en tareas tan minúsculas que pierden muchas veces el sentido, desmotivan a las personas y no siempre han resultado eficientes.   El trabajo en equipo se caracteriza por la comunicación fluida entre las personas, basada en relaciones de confianza y de apoyo mutuo.   Se centra en las metas trazadas en un clima de confianza y de apoyo recíproco entre sus integrantes, donde los movimientos son de carácter sinérgico y se verifica que el todo es mayor al aporte de cada miembro. Todo ello redunda, en última instancia, en la obtención de resultados de mayor impacto.   Los equipos son un medio para coordinar las habilidades humanas y generar con acuerdo respuestas rápidas a problemas cambiantes y específicos.

Resulta preciso efectuar dos advertencias: no necesariamente todo equipo de trabajo supone trabajo en equipo; no todos los miembros del equipo tienen las mismas características ni actúan de la misma manera.

En relación con la primera de las situaciones aludidas, puede afirmarse que no todos los equipos de trabajo operan efectivamente en equipo; generalmente, se considera como equipo a toda unidad de funcionamiento que lleva adelante una tarea concreta o a una estructura creada para cumplir funciones. Pero no todo agrupamiento implica que se trabaje en equipo. Aun cuando se actúe en el mismo espacio geográfico, se trabaje para el mismo programa o departamento o coincidiendo en el mismo tiempo, esto no alcanza para afirmar que se está trabajando en equipo. Porque ello implica a un grupo humano, a un conjunto de personas que están comprometidas con una finalidad común o proyecto que sólo puede lograrse con un trabajo complementario e interdependiente de sus miembros.

Con respecto a la segunda advertencia, es preciso considerar que los equipos están integrados por individualidades con sus propias características. Esto es, debe reconocerse que no todos los miembros tienen las mismas competencias, niveles de compromiso, intereses, proyección, etc. Por lo tanto, debe esperarse de los diferentes miembros aportes distintos. Un equipo de trabajo no adquiere un buen desempeño porque se halle integrado por buenos integrantes, sino más bien porque el conjunto de las individualidades logran desarrollar una modalidad de vinculación que genera una red de interacciones capaz de desplegar una dinámica colectiva que supera los aportes individuales. Así, en el equipo consolidado, el todo es más que la suma de las partes; su resultado es sustancialmente distinto a la simple sumatoria del aporte de cada miembro.

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II. ETAPAS DE DESARROLLO DEL GRUPO

Un aspecto clave para entender la naturaleza de los grupos de trabajo es conocer lo que el grupo hace (contenido) y cómo lo hace (proceso). Un proceso clave es la forma en que el grupo se desarrolla al paso del tiempo. Para aprovechar mejor esta información, relaciónela con cualquier grupo al cual haya pertenecido por lo menos un mes. Entender las etapas de desarrollo del grupo puede llevar a un liderazgo de grupo más eficaz o de membresía. Las cinco etapas del grupo se describen a continuación: Etapa 1: formación. Al inicio, los miembros están dispuestos a aprender qué tareas van a realizar, qué beneficios obtendrán por pertenecer al grupo y cómo deben comportarse. A menudo los miembros preguntan qué reglas deben seguir. La confusión, precaución y sentido comunal son típicos durante la fase inicial de desarrollo del grupo. Etapa 2: tormenta. En este periodo de “sacudidas” los estilos individuales frecuentemente entran en conflicto. La hostilidad, la lucha soterrada, la tensión y la confrontación son comunes. Los miembros pueden pedir que se les aclare lo que se espera de su contribución. Se pueden formar coaliciones y círculos dentro del grupo y es posible que se considere la exclusión de uno o dos miembros. Se pueden formar subgrupos interesados en promover una agenda de interés sólo para ellos. (La etapa de las tormentas es frecuente en el desarrollo de equipos de trabajo, pero muchos grupos se saltan esta etapa porque funcionan bien desde el principio) Etapa 3: normalización. Después de la tormenta viene la tranquilidad de vencer las resistencias y se establecen pautas de conducta del grupo (normas). La cohesión y el compromiso se comienzan a desarrollar. El grupo empieza a integrarse como unidad coordinada y prevalece la armonía. Las normas surgen de tres fuentes. El grupo rápidamente establece por sí mismo límites para sus miembros, a menudo por el uso efectivo de miradas y asentimientos con la cabeza. Por ejemplo, el miembro del equipo que se expresa con groserías delante del líder podría recibir miradas molestas de otros miembros. Se pueden imponer las normas que se derivan de la organización más grande y de códigos de conducta profesionales. Una tercera fuente de normas podría ser un miembro influyente del equipo que inspira al grupo para mejorar su desempeño o comportamiento. Etapa 4: desempeño. Cuando el grupo alcanza la etapa de desempeño, está listo para enfocarse en sus tareas clave. Los asuntos que se refieren a las relaciones interpersonales y asignaciones de tareas pasan a segundo plano en la medida en que el grupo se convierte en una unidad bien aceitada. Es probable que, conforme el grupo actúa, surjan la motivación y la creatividad intrínsecas. En su mejor expresión, los miembros consideran que están trabajando “para la causa”. Etapa 5: suspensión. Los grupos de trabajo eventuales se disuelven en cuanto completan su tarea en forma satisfactoria, como un equipo de proyecto que construye una torre de oficinas. Sin embargo, los miembros del grupo han desarrollado importantes relaciones y puntos de vista que pueden aprovechar si tienen la suerte de volver a ser parte del mismo equipo en el futuro.

Un reto clave para los responsables de oficina es ayudar al grupo a superar las primeras tres etapas en su desarrollo. En ocasiones, los miembros

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del grupo pueden verse confrontados con el hecho de que están dedicando mucho tiempo a lo relacionado con el proceso y poco a la tarea.

Personalmente, ¿qué valor le da usted a estas tres primeras etapas?

 

III. ROLES EN LOS GRUPOS

Otra perspectiva en el proceso de grupo es identificar las funciones de los miembros del equipo. Aquí se describen los roles positivos para ayudar a identificar áreas de posible contribución al esfuerzo del grupo. 

Contribuyente de conocimientos. Con su eficiencia técnica, el contribuyente de conocimientos aporta al grupo información útil y valiosa. Pretende ayudar al logro de la tarea y también aprecia compartir su conocimiento técnico con los miembros del equipo. Según lo adecuado o no de su estilo para relacionarse con otros, corre riesgos de mostrarse antipático, comedido o pedante. Por el contrario, si interactúa correctamente podrá hacer su aporte generando además una imagen de modestia y solidaridad.

Observador del proceso. Una persona que desempeña esta función obliga al grupo a ver cómo funciona con expresiones como: “Llevamos dos horas y media en esto y solamente nos hemos podido poner de acuerdo en un punto de la agenda. ¿No deberíamos tener mejores resultados?” El observador del proceso podría también señalar los excelentes progresos de un equipo.  Suele ser el “cable a tierra” y este es su gran aporte.

Apoyador de la gente. Una persona que ocupa esta función asume algunas de las responsabilidades del líder, en el sentido de aportar un apoyo emocional a los miembros del equipo y a la solución de conflictos. Esta persona sirve como modelo de escucha activa cuando otros están haciendo su presentación. El apoyador de la gente sonríe, bromea y se muestra sereno para ayudar a los demás a relajarse. Apoya y estimula a los miembros del equipo incluso cuando está en desacuerdo con ellos. 

Retador. Para evitar la complacencia y el pensamiento no crítico, un equipo necesita que uno o más miembros confronten y rebatan las malas ideas. Un retador criticará cualquier decisión o pensamiento preliminar que adolezca de cualquier defecto, incluidos los que tengan debilidades éticas. Se requieren habilidades interpersonales eficaces para ser un retador. La gente antagonista, que trata de desempeñar la función de retador, pero que tiene un estilo que se caracteriza por el ataque, pierde su credibilidad con rapidez porque parece más interesada en atacar que en resolver los problemas.  En organizaciones con dependencia jerárquica, el retador asume riesgos directamente proporcionales con la agresividad de su estilo y su pertinencia y acerto en los retos.

Escucha. El escuchar contribuye de manera tan sustancial al éxito de un equipo que comprende una función separada, aun cuando otras funciones incluyen la escucha. Si se deja de escuchar a alguna persona, no se puede alcanzar una plena contribución de esfuerzo del equipo. Como resultado de ser un escucha, un miembro o líder de equipo puede resumir la discusión y los avances del equipo. 

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Mediador. Las disputas dentro del grupo pueden volverse tan intensas y prolongadas que dos personas ya no escuchan ni responden a otra. Los antagonistas desarrollan puntos de vista tan polarizados que se niegan a considerar el punto de vista del otro. Aún más, pueden llegar hasta el punto en que la conciliación es imposible. En este momento, el líder o un miembro del equipo deben constituirse en mediador para resolver el asunto.

Portero. Un problema recurrente en el esfuerzo de grupos es que algunos miembros pueden abstenerse de hacer aportes porque otros miembros del equipo dominan la discusión. Aun cuando los miembros tímidos ya hayan expresado sus puntos de vista, pueden no ser recordados porque uno o dos de los demás miembros atizan la discusión con mucha frecuencia. Cuando la puerta de la oportunidad se cierra a varios miembros, el portero debe empujar para abrirla. El portero pide que se le permita a  un miembro específico del equipo aportar su contribución o que se le reconozca la que haya hecho.  Deben ser muy buenos observadores y no dejarse llevar por el vértigo de los acontecimientos

Líder a cargo. Algunos equipos sufren por tener dirección, ya sea porque no se ha designado un líder formal o porque el que se nombró es extraordinariamente lento. En  tales situaciones un miembro del equipo puede asumir el rol del líder a cargo. El problema podría ser que los miembros del equipo incluso duden de tomar decisiones simples o de adoptar una posición en temas que provoquen controversia. Un punto de partida para el líder a cargo es invitar al equipo a definir su misión y listar sus tres  principales objetivos. 

¿Cuál cree que es su rol en su equipo de trabajo? ¿Por qué? Objetive una experiencia en apoyatura de ello, repásela mentalmente y saque sus propias conclusiones.

IV. CARACTERÍSTICAS DE LOS GRUPOS  

Los grupos van mostrando ciertas características a lo largo de su proceso evolutivo: estructura, estatus jerárquico, normas, roles, liderazgo, cohesión y conflicto. Comprender la conducta del grupo requiere ser conciente de sus características generales.  

a. Estructura

  El modelo de relación entre las posiciones constituye una estructura del grupo. Los miembros evalúan el prestigio de cada posición, el estatus y la importancia que tiene para el grupo. Generalmente las diferencias de estatus entre posiciones crean un grupo de estructura jerárquica. El estatus en los grupos formales suele basarse en la posición ocupada en la organización formal, mientras que en los grupos informales el estatus puede fundarse en cualquier cuestión que resulta relevante para el grupo, por ejemplo, la habilidad para comunicarse. Otros miembros esperan que quienes ocupan determinadas posiciones mantengan determinadas conductas. El conjunto de conductas esperadas de acuerdo con la posición en las estructura constituye el rol del ocupante de la posición.

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b. Jerarquía de estatus

Los términos estatus y posición, referida a la jerarquía en la organización formal, son tan parecidos que suelen intercambiarse. El estatus asignado a una determinada posición suele ser la consecuencia de ciertas características que diferencian una posición de otra. Sin embargo, en algunos casos, a una persona se le asigna un estatus determinado por razones como la antigüedad, la edad o habilidades específicas. Es por ello que el estatus asignado puede no tener nada que ver con la posición jerárquica formal.

c. Roles

  Cada persona en una estructura de grupo tiene asignado un rol que consiste en las conductas que se esperan de quien ocupe esa posición. Del director de un área se espera que organice y controle, entre otras funciones.

Además de un rol esperado, existe un rol percibido y un rol representado. El rol percibido es el conjunto de conductas que una persona en una determinada posición cree que debería representar. En algunos casos éste puede ser idéntico al rol esperado. Sin embargo, en algunas ocasiones la percepción puede estar distorsionada o ser inexacta. Por otra parte, el rol representado es el comportamiento real de la persona. Cuando éste se desvía en exceso del rol esperado, existe un discrepancia en los roles que de alguna manera debe resolverse. Si el rol representado es disfuncional al grupo, la persona deberá optar entre adaptarse al rol que se espera de él o dejar el grupo; si en cambio su desempeño fuera funcional, entonces se reacomodaran los roles y expectativas del grupo de modo que vuelvan a coincidir roles esperados y representados.

¿Ha experimentado Ud. diferencias entre su rol percibido y el rol esperado? ¿Existen en su oficina discrepancias entre roles esperados y representados?

d. Normas

Las normas son los estándares que comparte el grupo y que tienen características importantes para sus miembros, pues se crean teniendo en cuenta justamente los aspectos más significativos para ellos. Puede tratarse de normas escritas, pero lo habitual es que se comuniquen en forma verbal. En muchos casos, ni siquiera están explícitamente definidas pero, de alguna manera, son conocidas por los integrantes del grupo y causa malestar su quebrantamiento. En muchos casos los miembros las aceptan sólo hasta cierto punto, algunas son aceptadas por completo y otras lo son sólo en parte. También las normas pueden aplicarse a todos los miembros o sólo a algunos de ellos. 

e. Liderazgo

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  El rol que cumple el líder es una característica crucial de los grupos. En un grupo formal, el líder tiene a veces legitimado algún poder sancionador, lo que quiere decir que puede recompensar a los miembros que cumplan las directivas, ordenes o reglas y castigar a los que las incumplen.

El líder suele ser un miembro muy respetado y de alto estatus que:Contribuye a que el grupo consiga sus objetivosPermite que los miembros satisfagan sus necesidadesDa cuerpo a los valores del grupoEs representante de los miembros del grupo al relacionarse con

otros gruposEs un mediador en los conflictos de grupoInicia diálogos que fomentan y mantienen compromisos orientados

a determinadas accionesEl líder es abierto (anima a los miembros a participar) y autoritario

(interviniendo cuando sea necesario para conseguir los objetivos del grupo)

f. Cohesión

La cohesión se interpreta como la fuerza que hace que los miembros del grupo permanezcan unidos, hace que los miembros se enorgullezcan de pertenecer a él se sientan mas satisfechos moralmente.

V. CARACTERÍSTICAS DE LOS GRUPOS EFICACES DE TRABAJO

Los grupos, como los individuos, tienen características que contribuyen a su particularidad y eficacia. Como se muestra en la figura, estas características se pueden agrupar en ocho categorías:

  a. Diseño del puesto enriquecido

  Los grupos de trabajo eficaces siguen el principio de diseño del puesto

incorporado en el enriquecimiento y el modelo de características del puesto:

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Variedad de habilidades, evitando la monotonía en las tareas a realizar.

Identidad de la tarea, definiendo hasta qué punto un trabajador puede realizar un trabajo completo, desde el principio hasta el final, con un resultado tangible.

Significado de la tarea, el grado en que el trabajo repercute en otros, en la organización inmediata o en el ambiente externo.

Autonomía, el grado en que un trabajo ofrece libertad, independencia y discrecionalidad en la programación y en la determinación de procedimientos relacionados con su implementacion

Retroalimentación del puesto, es decir, la medida en que un puesto proporciona información directa sobre el desempeño.

 

¿En qué grado es aplicable este modelo en su unidad de trabajo? ¿Por qué?

b. Sensación de autoridad   Un grupo o equipo eficaz cree que tiene autoridad para resolver diversos problemas sin obtener primero la aprobación de la administración. Los equipos a los que se ha delegado autoridad comparten cuatro experiencias: poder, importancia, autonomía e impacto.

El poder se traduce en que los miembros del equipo creen en sí mismos y muestran una actitud confiada de “se puede hacer”. Los equipos con elevado sentido de responsabilidad tienen un fuerte compromiso colectivo con su misión y ven sus metas como valiosas y dignas de alcanzarse. La autonomía se refiere a la libertad, díscrecionalidad y control que los equipos experimentan (lo mismo que en el enriquecimiento del puesto).Un equipo experimenta el impacto cuando los miembros ven el efecto de su trabajo en otras partes interesadas, como clientes y compañeros de labores.

 

¿Qué unidades del Poder Judicial cree ud. que gozan de esta sensación y cuáles no? ¿Por qué?

c. Interdependencia 

Los grupos de trabajo eficaces se caracterizan por poseer varios tipos de interdependencia. Tales grupos muestran interdependencia de tareas en el sentido de que los miembros interactúan y dependen unos de otros para lograr que se haga el trabajo. La interdependencia de tareas es valiosa porque mejora la motivación y eleva el sentido de responsabilidad por el trabajo de otros miembros del grupo. Un claro ejemplo de ello es la tarea criminalística

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que se realiza en Policía Judicial, donde para acceder a un sitio de interés criminalístico debe haberse dispuesto de los recursos materiales y de movilidad para ello, los recolectores de evidencia deben realizar sus tareas y bajo los debidos protocolos de cadena de custodia hacer entrega de las pruebas en los laboratorios, los que deberán analizar dicho material partiendo del estándar de confianza aportado por los recolectores, para luego remitir material y conclusiones a la oficina judicial, para la tramitación del caso. La interdependencia de los equipos permite afirmar que el objeto exhibido en juicio es aquel que fue habido en el lugar del hecho o relacionado con el caso y que fue sometido a las operaciones técnicas necesarias.

La interdependencia de metas se refiere a los vínculos que existen entre las metas individuales y las del grupo. Un miembro de un equipo podría establecer una meta para el mismo, pero puede darse cuenta de que esta meta se alcanzará sólo si los otros miembros del equipo logran un éxito similar. Además de la interdependencia, el requisito principal para que el grupo sea eficaz es la deflnición clara de las metas. La retroalimentación y los premios interdependientes también contribuyen a la eficacia del grupo. La retroalimentación y premios individuales deben estar vinculados con el desempeño del grupo para estimular un buen juego de equipo. En el ámbito judicial penal, tomando el ejemplo anterior, de nada sirve una excelente recolección de evidencias si estas no son debidamente analizadas o son preservadas de modo negligente. Un Fiscal de Instrucción podrá sustentar un caso formulando cargos en base a elementos de convicción suficientes para sostener como probable la existencia de un hecho delictivo y la participación punible del imputado, pero lejos de considerar ello suficiente, propenderá a que la mayor cantidad de prueba quede a disposición del Fiscal de Cámara, de modo tal que esa probabilidad sea certeza en la mente del juzgador a la hora de debatir el caso en juicio. 

Se han dado ejemplos en actividades del fuero penal ¿qué otros ejemplos de interdependencias encuentra en su propio ámbito de trabajo?

d. Mezcla y tamaño correctos   Un grupo diversificado con miembros con experiencia, conocimientos y educación, por lo general, resuelve mejor los problemas. No obstante, la investigación actual advierte que sólo cuando cada miembro del grupo disfruta de interacciones de alta calidad se pueden alcanzar los beneficios plenos de la diversidad. Las interacciones se relacionan tanto con la tarea en sí misma como con las interacciones sociales (como charlar sobre los hijos durante una pausa). Los grupos deben ser lo suficientemente grandes como para realizar el trabajo, pero no tanto como para que se produzca confusión y que se dificulte la coordinación. Los grupos grandes, además, tienden a ser menos cohesivos. Los equipos transfuncionales, los equipos de trabajo, tienden a ser más productivos cuando cuentan con una cantidad que ve de siete a diez miembros.

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¿Cuántos miembros tiene su equipo? ¿Qué fortalezas y qué debilidades representa esto para usted?

 

e. Apoyo para el grupo de trabajo

La disponibilidad de recursos que puedan destinarse para apoyar al grupo y al contexto (ambiente) influyen en la eficacia. Factores clave de apoyo incluyen darle al grupo la información que necesita, asesorar a los miembros del grupo, proporcionarles la tecnología correcta y ver que el grupo reciba reconocimientos y otros premios. La capacitación a menudo facilita la eficacia del grupo de trabajo. El contenido de la capacitación suele incluir tomas de decisiones grupales, habilidades interpersonales, conocimiento técnico y la filosofia del equipo. El apoyo de la administración en forma de inversión de recursos y confianza en el esfuerzo del grupo alimenta la eficacia. La comunicación y la cooperación entre grupos mejora la eficacia de un grupo y la administración debe ayudar a crear el ambiente correcto para que ello ocurra. 

f. Procesos eficaces dentro del grupo

Muchos procesos (actividades) que influyen en la eficacia tienen lugar dentro del grupo. Uno es la confianza en que el grupo puede hacer el trabajo, lo que refleja un alto espíritu de equipo. La eficacia también mejora cuando los empleados proporcionan un apoyo social a los demás con recursos como ayudarse mutuamente para tener interacciones positivas. La participación en la carga de trabajo es otra característica importante del proceso que junto con la comunicación y la cooperación dentro del grupo de trabajo, contribuyen a la eficacia.

En forma colectiva, la cantidad correcta de estas características del proceso contribuye a la cohesión, o sea, un grupo en el que los miembros actúan juntos.

Sin cohesión, un grupo no podrá lograr la sinergia.

g. Seguimiento de procesos y procedimientos

Se puede confiar en que los equipos sigan los procesos y procedimientos de trabajo que tienden a un mejor desempeño. La adhesión a tales procesos y procedimientos también está relacionada con un producto de alta calidad. Aunque seguir los procesos y procedimientos podría parecer que es una expectativa rutinaria, se crean problemas cuando los empleados no lo hacen.

Por ejemplo, un grupo podría mostrar una pérdida de productividad si los trabajadores ocupados en un proyecto dejan de respaldar los archivos de computadora (hacer copia de respaldo) y se inutiliza el disco duro o se infecta con un virus que borre el contenido. Estos procedimientos muchas veces se determinan a través de circulares, instrucciones generales o acuerdos reglamentarios. La resistencia suele ser la respuesta, exaltándose el valor de la experiencia en la tarea y los beneficios de la repetición de procedimientos instalados por usos y costumbres.

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h. Familiaridad con los puestos, compañeros de trabajo y el ambiente

Otro factor importante relacionado con la eficacia del grupo de trabajo es la familiaridad. Este concepto define a los miembros específicos del grupo que tienen conocimiento de sus puestos, compañeros y ambiente. La contribución de la familiaridad es evidente cuando, por ejemplo, se agregan nuevos miembros a un equipo, ya que a menudo el equipo pierde impulso durante el periodo de ajuste.

Las características de un grupo o equipo de trabajo eficaz debe complementarse con un liderazgo eficaz. Los líderes del equipo deben darle más importancia a la asesoría que al control. En lugar de ser un supervisor, el líder se convierte en desarrollador del equipo.  

 VI. EL TRABAJO EN EQUIPO Y LA DELEGACIÓN

“La revolución de la inteligencia supone distribución de la información y hace necesario acompañar la información distribuida con una igual distribución del poder para utilizarla.”

Hervé Serieyx

Para ser efectivas, las organizaciones se ven obligadas a desarrollar la capacidad de dar respuesta a los desafíos planteados por la sociedad y a las situaciones problemáticas. Su cambio organizacional se relaciona con: el trabajo en equipo, la capacidad de colaboración, el desarrollo de la reflexión entre los miembros sobre sus tareas, qué resulta y qué se aprende de ello, los comportamientos innovadores y, a la vez, con la cultura organizacional que la misma institución genera y sustenta.

Organizaciones con mayor nivel de delegación, con esquemas de jerarquía más delgados, tienen mayor capacidad para maniobrar que las estructuras muy rígidas. En estas últimas es necesario generar no sólo más comunicación, sino primordialmente, capacidad para promover la autonomía y el trabajo en colaboración. En definitiva para aumentar la capacidad institucional.

Las nuevas culturas de trabajo requieren algo más que conducción. Exigen claridad de las metas institucionales que reúnan a los equipos impulsores de la gestión y al resto de los integrantes; requieren capacidades y competencias interpersonales como: comunicación, negociación y resolución de conflictos, delegación, entre otras.

La idea de aplanar la estructura organizacional no debe asociarse a la ausencia de autoridad, ni mucho menos a perder la unidad y la coherencia institucional. La integración no es lograda por imposición de metas y objetivos, definidos por otros en otra parte, sino por la implicación que generan los procesos de motivación, comunicación y formación. Se logra así extender el compromiso y la potencia institucional: definir los problemas claramente, poder incluirse en la misión y los objetivos estratégicos, definir estrategias ganar-ganar, identificar las herramientas de resolución, saber llevarlas a cabo y evaluarlas.

Sin duda, la delegación no genera por sí misma la transformación de las instituciones pero es una práctica de gestores que colabora con ello porque posibilita en el mediano plazo una mayor coordinación institucional y generar

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mayores competencias personales en el logro de un aprendizaje compartido e integrable o, lo que es lo mismo, aprendizaje organizacional.

a. ¿Qué es delegar?

La concepción misma de delegar se ha transformado con los cambios culturales y sociales. Tradicionalmente, se entendió el término "delegación" como la transferencia de gran parte de la tarea de un administrador a otras personas para su ejecución; esta fue una práctica que generalmente recuperaba sólo la perspectiva de quien realiza la delegación con el propósito de descargarse de tareas rutinarias.

Delegar hoy día no se relaciona con dar órdenes, imponer organigramas o proyectos. Supone acrecentar una cultura ligada a la misión institucional con vistas a lograr los resultados que se esperan, aumentando la textura democrática cotidiana, para generar un nivel superior de profesionalismo con mayor compromiso, conocimiento y logros.

La delegación es una práctica que significa dar, transferir u otorgar poder. Christophe Lunacek (1994) y Alain Bouvier (1994) señalan que el acto de delegar eficazmente es negociar la asunción y la responsabilidad de una misión.

En los actos de delegación se negocian y fundamentalmente se acuerdan objetivos, plazos, criterios, medios- las etapas de seguimiento y la evaluación final. La iniciativa puede venir tanto del que recibe la delegación, como del que delega. Los actores pueden ser individuales o colectivos. Pero, estrictamente, la delegación es el acto o el proceso en el que el delegador transmite al delegatario una misión o atribución más allá de sus tareas habituales: “la delegación es un modo del poder, una forma de ejercer el poder, la autoridad y la responsabilidad” (Bouvier, 1994). En un sentido mas amplio delegar es otorgar a un colaborador, individual o grupal, de forma temporaria o permanente, la autoridad necesaria para tratar y decidir, con el encuadre explicitado y dentro de un ámbito preciso, haciéndolo/s responsable/s de los resultados de esa acción. Pero vale advertir que, si bien el delegatario es responsable ante el delegador, éste es siempre el responsable ante su superior.

La delegación es la práctica encarada, generalmente, por gestores ávidos de organizaciones inteligentes, con capacidad de abrir a las instituciones al aprendizaje continuo y dispuestos a formar y reconocer competencias. Gestores conscientes de los desafíos de las actuales organizaciones, más que lealtades buscan compromiso, responsabilidad y capacidad de realización. La delegación amplía el poder de decisión en la búsqueda de dar nuevas respuestas que aportan los múltiples actores.

En el Poder Judicial, las tareas delegadas son práctica corriente y aceptada, aunque no siempre legislada. Ello no obsta a que dichas prácticas se profundicen a niveles exponenciales, conforme resulte de la demanda del servicio y los volúmenes cada vez mayores de casos bajo examen. En estos casos, el magistrado o funcionario al frente de la oficina tendrá a su cargo la tarea de control de la producción y la supervisión de los actos que hayan tenido que celebrarse en su ausencia, de modo tal que éstos respondan a sus directivas en cuanto al criterio imperante en la tramitación y resolución de casos y, según la situación, a las indicaciones particulares que en torno a la cuestión haya impartido.

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La delegación es entonces una práctica en la que distintos actores se encuentran e intercambian percepciones; donde se acuerdan tiempos y criterios, se delimitan objetivos, se los enmarca en propósitos y misiones de nivel superior, etc. Pero vale la pena insistir: delegar es atribuir misiones, tareas, objetivos, teniendo en claro que la responsabilidad es, por lo menos en algunos casos, compartida; pero en otros esa responsabilidad no es delegable. La distinción entre ambos criterios de responsabilización se relaciona con los niveles de decisión deseables o pretendidos, según se trate de micro o macro decisiones, es decir sobre qué tratan las decisiones: sí sobre tareas, proyectos, objetivos estratégicos, etcétera.

Por otra parte, vale la pena aclarar que si bien la responsabilidad es finalmente de quien detenta más autoridad en la organización, esto no significa que los posibles errores no tengan que ser asumidos por los delegatarios. Más aun, la posibilidad del error tendría que elevar la capacidad de reflexión, la capacidad de experimentación y la búsqueda de la excelencia. En definitiva, delegar es una práctica entre personas, individuos o colectivos:

que implica una relación; que desarrolla un proceso; para llegar a un contrato sobre los acuerdos, o para llegar a un proceso de concertación sobre las acciones o

proyectos a realizar y los resultados a lograr. Esto significa que un acto de delegación también implica negociación. En

este sentido, en la medida en que el trabajo puede ser llevado a cabo de acuerdo a los referentes de quien lo realiza, "delegación" denota también "negociación". En un horizonte de trabajo enmarcado en una misión compartida y con metas claras, el modo de efectuarlo puede imaginarse desde diferentes experiencias, criterios, alternativas y, por ello, subyacen importantes contenidos de creatividad y diversidad.

Considere un caso en el cual Ud. haya sido delegatario de una tarea relevante para su oficina. ¿Se establecieron los criterios de responsabilidades? ¿Se pautaron objetivos, plazos y evaluación de resultados? En caso contrario ¿lo considera necesario? ¿Por qué?

b. Por qué delegar

Existen por lo menos doce razones que justifican la necesidad de delegar en las organizaciones modernas:

ampliar la autonomía y la toma de decisiones colegiadas, reconstruir el sentido, dar empowerment, para revalorizar, desplegar los objetivos estratégicos, aumentar la eficacia, hacerle frente a la complejidad creciente, ofrecer respuestas a tiempo, fortalecer las competencias colectivas, desarrollando el juicio discrecional, “extender” o dominar mejor el tiempo,

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aumentar los niveles de responsabilidad y el compromiso, motivar, integrar y generar pertenencia, dominar las urgencias, el futuro inmediato y aumentar los niveles de confianza.

c. Barreras a vencer para delegar

Cambiar la comprensión sobre el trabajo cotidiano, y sus representaciones, no es algo que pueda realizarse en un día. Desarrollar nuevas capacidades personales y profesionales supone, al menos, reconocer cómo es el propio estilo de gestión y cuáles son sus fortalezas así como sus debilidades. La delegación, en la concepción que se viene trabajando en este módulo, puede verse trabada por diversos obstáculos que le impidan concretarse. Estas barreras generalmente son concepciones, creencias, percepciones.

Los esquemas más habituales que traban la experiencia de cambio se relacionan con lo siguiente:

Desde quien delega:

Confundir el objeto a delegar con aquello que no le gusta realizar. Confundir delegar con dar órdenes o directivas. Imponer una delegación. No comunicar claramente qué se espera. Padecer el síndrome del: “Nadie lo hace mejor que yo”. Falta de confianza en sí mismo. Falta de confianza en los demás. No creer en el aprendizaje. Temor a dejar de ser la autoridad. Fijar metas personales. Creer que si se delega, ya no se es responsable. Confundir poder formal con poder de realización.

Desde quienes son delegatarios:

Resistencia a asumir responsabilidades. Temor a no llegar a poder asumir las responsabilidades. Falta de confianza en sí mismo. Desconfianza o incomprensión de las nuevas reglas del juego. Falta de disponibilidad o capacidad. Temor a perder el poder actual, aunque este sea efímero o formal.

De acuerdo a su posición en su oficina (como quien delega o como delegatario): ¿Cuáles de estas barreras son las que lo caracterizan? ¿Cuáles son la que Ud. considera que caracteriza a su jefe de oficina, a sus compañeros y/o personal a cargo?

  d. El valor agregado de la delegación

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La competencia y las prácticas de delegación integran en sí mismas la gestión y el liderazgo reuniendo en su realización los propósitos, los valores, la pasión y la imaginación con los objetivos, con las estrategias de búsqueda de eficacia. En ese sentido, estas prácticas generan un valor añadido o agregado para los actores y para el mismo sistema. Pueden distinguirse los siguientes tipos:

Para las organizaciones:

Fortalece las fuerzas que impulsan el cambio. Se centra en la calidad de los procesos. Trabaja más claramente por resultados. Ofrece más respuestas y decisiones cercanas a los problemas. Forma en el presente personas con una capacitación a futuro. Forma acumulando conocimiento sobre los problemas específicos de la institución. Fortalece extensas redes de trabajo de personas con capacidad de respuesta lúcida e instantánea. Focaliza la misión y los objetivos estratégicos con mayor cantidad de integrantes. Incorpora una visión más sistémica de la organización. Simplifica las estructuras. Propicia el desarrollo de iniciativas. Domina mejor el tiempo entre demanda y solución de situaciones problemáticas.

Para los delegatarios:

Aumenta los niveles de autonomía. Mejora la valoración de su aporte. Fortalece sus competencias. Forma en la acción con reflexión. Eleva la autoestima. Reconoce su poder como productor de conocimiento. Amplía la participación efectiva en nuevos temas, ámbitos y niveles.

Para quien delega:

Aumenta el tiempo para tomar mejores decisiones. Amplía el espacio para reflexionar sobre la globalidad de la misión de la organización. Puede atender y estudiar las perspectivas y tendencias del mediano y del largo plazo. Puede continuar generando datos válidos sobre las cuestiones fundamentales y conocimiento sobre la organización. Puede liderar y generar sentido para alentar la toma de decisiones -válidas, útiles e informadas- por los múltiples actores. Puede proyectar, anticipar y evaluar en mejores condiciones.

En síntesis, la delegación es un medio para aumentar e interconectar las competencias de la organización con las competencias de los equipos y con las competencias de los individuos. De esta forma, los tres actores

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mencionados (organización, equipos e individuos) transforman sus competencias para resolver los problemas que se presentan, logrando así un más amplio y exitoso desempeño.

e. La práctica de la delegación: ¿Cómo delegar?

Cuando se comienza a pensar en abrir la textura de las organizaciones por medio de prácticas de delegación, algunos interrogantes se plantean rápidamente: ¿todo es delegable?, ¿cuáles son los límites de los procesos de delegación?, ¿durante cuánto tiempo?, ¿a quién o a quiénes?, ¿cómo explicitar y acordar? Una primera afirmación de respuesta casi absoluta: no es posible delegar todo. Extender los límites de acción de la gestión no significa de ningún modo delegar toda la responsabilidad. Las atribuciones a delegar requieren un estudio claro del campo de trabajo  y la clara identificación de lo delegable, así como de las potencialidades de los integrantes de los equipos de gestión. Pero, puede afirmarse que siempre es posible delegar -aun a quien tiene menos experiencia acumulada- si la concepción básica es extender las competencias profesionales colectivas.

La delegación asumida como proceso de aprendizaje es la práctica que pretende generar más oportunidades de trabajo en equipo, creando condiciones para continuar aprendiendo. Su objetivo es extender el límite de dominio de la profesionalidad de cada persona hacia la excelencia, partiendo de sus capacidades actuales, atrayendo a la gente potente y valiosa a encarar nuevos desafíos.

En definitiva, un efectivo proceso de delegación puede sintetizarse considerando, al menos, las siguientes cuestiones:

Seleccionar apropiadamente lo “delegable”. Identificar a la/s persona/s adecuada/s. Reflexionar y planificar el proceso de delegación: temas, misión, proyecto, tiempos, expectativas, información requerida, etcétera. Mantener presencia para consultas. Estar al tanto de los avances y necesidades durante el desarrollo. Posibilitar espacios de retroalimentación y balance.

  A partir de este proceso, considere una actividad a ser delegada en su oficina y describa cómo implementaría cada una de estas etapas. (Ver Anexo: Una agenda para delegar)

VI. LA NOCIÓN DE COMPETENCIA

La competencia es la combinación de conocimientos, capacidades y comportamientos útiles y directamente relacionados a un contexto profesional. Supone:

Saber movilizar a su debido tiempo capacidades, conocimientos o actitudes que se han adquirido. Para ser competente no basta con poseer estos conocimientos o capacidades. Hay que saber ponerlas en práctica cuando hace falta y en las circunstancias apropiadas. Se pueden poseer

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técnicas de contabilidad o de gestión y no saber aplicarlas en su debido momento.

Saber integrar los conocimientos, las habilidades y las actitudes que son diversos, heterogéneos y múltiples. Para ser competente, hay que saber organizar, seleccionar e integrar aquello que puede ser útil para llevar a cabo una actividad profesional, resolver un problema o llevar adelante un proyecto. Sabe gestionar bien quien sabe modular su estrategia de gestión en función de las situaciones que afronta, no quien aplica el mismo comportamiento en cualquier circunstancia. La competencia supone, por tanto, saber escoger y organizar un conjunto pertinente de capacidades y de conocimientos.

Saber transferir, pues toda competencia es transferible o adaptable. No puede limitarse a la realización de una única tarea que se repita de forma idéntica. Hace la distinción entre el resultado de un condicionamiento y el de un proceso de aprendizaje. La competencia supone la capacidad de aprender y de innovar. Remite a una cultura o a un nivel de conocimientos de manera que el individuo comprenda las situaciones profesionales en que se encuentra y sea capaz de adaptarse a ellas.

Supone, finalmente, una habilidad probada y reconocida. La competencia supone poner a prueba la realidad. La pertinente transferencia de los conocimientos o de las habilidades se aprende progresivamente. La propia transferencia pedagógica es objeto de un aprendizaje. Sólo al término de un cierto período podrá ser reconocido el individuo como competente dentro de su contexto de trabajo.

a. Motivación y competencia

La motivación no es la competencia pero constituye el motor que la mueve y hace posible su ejercicio. La adquisición, puesta en práctica o el mantenimiento de las competencias suponen la motivación. No se pueden adquirir conocimientos o habilidades duraderos contra la voluntad de quien aprende. Su transferencia supone un “deseo de transferir”.

b. Niveles de competencia

La realidad cotidiana muestra constantemente que se puede ser más o menos competente. No todas las personas con la misma formación y que hayan aprendido lo mismo demostrarán un mismo nivel de competencia cuando se encuentren en su lugar de trabajo. Según los niveles de competencia alcanzados, se puede ser más o menos eficaz en los resultados. Por consiguiente, puede haber una escala de la competencia. El nivel más elevado es el del profesionalismo.

c. Un grado de calidad superior de la competencia: el profesionalismo

La experiencia demuestra cada día que la calidad de las competencias es variable. Se puede ser más o menos competente. Entre el aficionado y el profesional se extiende toda la escala de la competencia. De manera general, se reconocerá a un profesional por:

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Su capacidad de transferir, en situaciones variadas y a menudo imprevistas, conocimientos, capacidades y comportamientos.

Su capacidad de modelizar las experiencias profesionales que han vivido, las situaciones o los problemas que afronta. Esta perspectiva le permite discernir mejor las informaciones que le son útiles, identificar el tipo de intervención que debe poner en práctica, disponer de un referencial de análisis que guiará sus observaciones. Ello facilita la memorización de los actores y de las situaciones; hace posible la transferencia de métodos entre situaciones y contextos diferentes.

Su dominio de la gestión del tiempo. El profesional sabe reaccionar a su debido tiempo, ni demasiado pronto, ni demasiado tarde, ni demasiado lentamente, ni con demasiada rapidez. Sabe escoger sus ritmos y respeta los plazos. Percibe cuándo hay que emplear la paciencia y cuándo es preferible precipitar los acontecimientos y apremiar a las personas.

Su capacidad de organizarse y de organizar. El profesional es autónomo en las decisiones que toma, las hipótesis de explicación o de acción que propone, las alternativas o las correcciones que emprende.

Su capacidad de explicar y convencer. El profesional controla suficientemente su ámbito de intervención, para argumentar las soluciones que propone.

Su capacidad de transferir los recursos (humanos, materiales, financieros…) necesarios para tratar el problema por resolver para realizar actividades que ponen en práctica, para cumplir el proyecto en que está comprometido.

Su capacidad para captar las “señales débiles” de una situación. Sabe detectar los signos precursores y los indicios antes de reaccionar a los indicadores. Anticipa y no se limita a reaccionar.

La confianza que inspira y que tiene en sí mismo. Sabe controlar la imagen que ofrece de sí mismo.

Reflexione sobre los aspectos que debe usted enfatizar para alcanzar el nivel de profesionalismo que desea.

d. La competencia colectiva

El capital de las competencias de una organización no se compone exclusivamente de competencias individuales. La competencia colectiva constituye una realidad con la que deben contar cada vez más las empresas e instituciones para incrementar su rendimiento y su competitividad. La organización puede ser considerada como un “sistema de competencias”, lo cual significa que su cualificación colectiva no se puede obtener simplemente sumando las competencias parciales producidas o adquiridas para sí mismas, sin relación con una visión de conjunto de sus relaciones mutuas.

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¿Ve usted al Poder Judicial al que pertenece como una organización con competencia colectiva? En su caso, en qué nivel de competencia ubicaría a su oficina respecto del resto de áreas jurisdiccionales, funcionales y administrativas? Cite ejemplos para graficar su respuesta.

Sólo en la medida en que cada individuo encuentre competencias complementarias a las suyas podrá ponerlas plenamente en práctica e integrarlas eficazmente en combinaciones productivas. La cualificación colectiva de una organización requiere, por tanto, que se atiendan las “cadenas de competencias”, cuya fiabilidad hay que asegurar.

e. La competencia colectiva de un equipo

La competencia colectiva de un equipo (de producción o de servicio) no se puede reducir a la suma de las competencias individuales que la componen, sino que depende de la calidad de las interacciones que se establecen entre las competencias de los individuos. La competencia colectiva de un equipo se forja con la experiencia y la preparación colectiva.

f. Potencialidades del trabajo en equipo

Una las principales potencialidades que tiene el trabajo en equipo es que produce una potente red de relaciones e interacciones que termina consolidando un liderazgo colectivo con responsabilidad y compromiso. Para ello se requiere confianza mutua, comunicación fluida, sinceridad y respeto por las personas, permitiendo superar los inevitables enfrentamientos entre los distintos puntos de vista y la inacción.

Como consecuencia del trabajo en equipo, los grupos humanos llegan a desarrollar una elevada competencia y capacidad que les permite resolver problemas con decisiones consensuadas y casi siempre más eficientes y menos costosas. Los equipos de trabajo de alto desempeño son capaces de asumir los conflictos y resolverlos de forma constructiva convirtiéndolos en una herramienta de su propio crecimiento.

Robert Blake, Jane Mouton y Robert Allen, en su libro Cómo trabajar en equipo, estudian, dentro de ese método de trabajo, las dimensiones que contribuyen a desarrollar un equipo de excelencia. Los autores afirman que el trabajo en equipo tiene más posibilidad de generar participación y es la clave para resolver los problemas de calidad, creatividad, satisfacción y compromiso. Sin embargo, existen algunas condiciones previas para construir la participación:

La primera está relacionada con las modalidades en que se ejercen tanto la autoridad como el liderazgo, ya que, algunas veces, unas despliegan la participación, mientras que otras la ahogan o la inhiben. 

La segunda se relaciona con las normas más informales que regulan las interacciones entre los individuos; es decir, las culturas de trabajo instaladas también contribuyen a ampliar la participación o a limitarla.

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  Los autores citados examinan las actividades y pautas cotidianas que constituyen un determinado estilo de trabajo en equipo. Para ello identifican qué cuestiones favorecen la participación según se presenten en cada ámbito organizacional: las consignas de trabajo, los espacios de reunión, la capacidad de asumir y de resolver los conflictos, la claridad de objetivos, el concepto de innovación que manejan, las prácticas de delegación que le rigen, las aspiraciones de calidad, la realización de evaluaciones del desempeño, el espíritu de equipo, el grado de compromiso.   Una consideración muy importante es que los equipos no son un fin en sí mismo, son una herramienta para abordar o resolver problemas o cumplir determinados objetivos.Es por ello que reconocer las potencialidades del trabajo en equipo favorece una mayor integración y especialización e impulsa alternativas de acción estimulando, entre otras cuestiones:

la ampliación del compromiso y la responsabilidad, el aumento de los logros, el acuerdo sobre los parámetros de calidad del trabajola resolución de más problemas, la toma decisiones más eficaces, una mayor flexibilidad, una ampliación del poder creativo y la autonomía, y el aumento del sentido de las personas en su desempeño.

A modo de cierre se presentan algunas de las características que reúne un equipo con un alto desempeño:

Coherencia en valores básicos: responsabilidad, tolerancia a la diversidad y solidaridad.

Claridad sobre la finalidad del trabajo. Capacidad para concentrarse y generar acciones alternativas. Persistencia para alcanzar las metas, a la vez que flexibilidad y

creatividad -dentro del marco legal habilitado- para buscar los caminos adecuados.

Capacidad para asumir compromisos y para desarrollar la confianza en sus propias fuerzas

Tenacidad frente a los obstáculos y el avance en pequeños pasos. Audacia para alcanzar lo que se desea enfrentando desafíos. Clima de confianza para alcanzar los procesos de trabajo. Capacidad para reconocer y operar en los conflictos, logrando

acuerdos negociados. Capacidad para detenerse a examinar cómo se está haciendo el

trabajo, aprendiendo de cada experiencia. Capacidad de dar cuenta de los resultados de su acción. Capacidad para comunicar esos resultados a diferentes públicos y

actores. Capacidad para trabajar con recursos limitados y aprovecharlos al

máximo. Capacidad para transferir experiencias propias y tomar experiencias

de otros.

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Estos son a su vez indicadores que permitirán mejorar el nivel del trabajo en equipo en su oficina a partir de acciones tendientes a fomentarlas. Considere cuáles de estas características están presentes en su lugar de trabajo y cuáles de ellas deben ser implementadas. ¿De que forma?

ANEXO

Una agenda para delegar

El siguiente apartado, organizado a modo de agenda a considerar, intenta exponer algunas de las pautas, condiciones y criterios básicos de las prácticas de delegación. Para comenzar a transitar el camino de delegar es preciso considerar los siguientes momentos o pasos:

1. Análisis de misión y de responsabilidades. 2. Identificación de las áreas claves. 3. Toma de decisiones sobre qué delegar. 4. ¿A quién delegar? 5. Contratar y comunicar. 1. Análisis de misión y responsabilidades

El objetivo de esta etapa es tener una clara magnitud de la situación de trabajo de la unidad organizacional de la que Ud. es responsable. Esto le permitirá posteriormente identificar las responsabilidades que es necesario delegar. Para definir la situación de trabajo, entre otras actividades Ud. puede: definir o redefinir las responsabilidades y obligaciones de ámbito institucional y establecer los objetivos estratégicos de la unidad a su cargo, en este período.

Identificar los proyectos claves que se encuentran implementando, señalar su eficacia y su eficiencia. Para ello pueden compararse los resultados logrados en determinados proyectos con los indicadores de logro que se habían propuesto, de modo de revisar su impacto.

Identificar los nudos críticos de acción: aquellos que no están siendo atendidos o que no están prestando el servicio adecuado. Identificar nuevas necesidades y resultados a alcanzar, así como proyectos, o acciones a realizar.

Auxíliese representando en una matriz de fortalezas y debilidades, las áreas que producen mayor fracaso y que requieren nuevos rumbos y actores responsables y criteriosos. Identifique asimismo las fortalezas institucionales o aquellas áreas cuyo rumbo y resultados son muy productivos.

2. Identificación de las áreas claves

En este momento es preciso reconocer a su institución con toda la gama de resultados que produce -tanto sus debilidades como sus fortalezas- para obtener lo que se propone o cumplir su misión. Realizar este “mapeo” posibilitará sopesar los esfuerzos, así como tomar mejor las decisiones estratégicas. Considere qué áreas del trabajo de su organización pueden ser delegadas, tanto porque presentan grandes logros y fortalezas (proyectos, tareas, etc.) como las que poseen una gran debilidad para lograr sus objetivos.

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Discrimine también claramente en este momento aquellas zonas que resultan indefectiblemente indelegables; las posibles zonas de responsabilidad compartida y las que son claramente responsabilidad de otros o de múltiples equipos internos o externos a la organización.

Debilidades Fortalezas Una misión extensaObjetivos estratégicosToma de decisiones estratégicasFunciones o proyectosTareas

3. Toma de decisiones sobre qué delegar

En este momento es relevante definir con lucidez qué es preciso delegar. Sin duda que el campo de lo delegable es amplio y diverso; ya que pueden delegarse desde una misión estratégica, la función de coordinación de un proyecto, la concepción y desarrollo de un proyecto hasta un conjunto de tareas o actividades, etcétera.

Máxima profesionalidad y responsabilidad Gran autonomía, acción y decisiónGran capacidad estratégicaExperiencia con potencia en lo organizativoRelativa competencia o formaciónNiveles de competencia

4. ¿A quién delegar?

Una vez que posea claridad sobre lo que es necesario delegar, tendrá que ocuparse de reconocer a quién es posible de ser delegado. Identificar quiénes son los actores capaces de asumir esas responsabilidades. Habrá que considerar los estilos y competencias de los posibles delegatarios identificando sus capacidades y aptitudes y experiencias. Recurra para ello a un esquema como el siguiente para establecer quiénes son estos actores individuales o colectivos:

También puede identificar a esos actores y sus niveles de competencia considerando algunas de las capacidades que poseen los integrantes de su equipo, como por ejemplo si son capaces de:

Reconocer marcos referenciales teóricos. Concretar la práctica cotidiana. Poder relatar la práctica cotidiana. Dar cuenta de ella. Negociar dispositivos de acción con múltiples actores. Reinventar y diseñar otras estrategias. Generar conocimiento a partir de la experiencia profesional.

Para identificarlos también puede lograrse considerando si los integrantes de su organización poseen las siguientes capacidades:

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Motivación para aprender Disciplina para continuar aprendiendo Confianza en sí mismo Autoevaluación

Considere que si Ud. no encuentra gente competente para delegar, puede que exista:

Falta de claridad de metas Falta de comunicación de la misión Cultura institucional muy desacoplada o balcanizada

Si Ud. no identifica actores que puedan asumir el “peso” de lo delegado, esto puede estar indicando que es imprescindible iniciar otro tipo de procesos, como formación, sensibilización, motivación, y nuevos acuerdos o restaurar la confianza.

5. Contratar y comunicar

Saber delegar implica, fundamentalmente, saber identificar qué situación posibilitará movilizar y motivar a los integrantes del equipo de trabajo. En esta etapa tiene que surgir un “compromiso acordado” sobre las acciones conjuntas que realizarán los distintos actores para alcanzar la situación objetivo. Hay que lograr un consenso con los actores sobre lo que es relevante realizar, cuándo y por qué.

Máxima profesionalidad y responsabilidad Gran autonomía, acción y decisión Gran capacidad estratégica Experiencia con potencia en lo organizativo Relativa competencia o formación Una misión extensa Objetivos estratégicos Toma de decisiones estratégicas Funciones o programas corrientes Tareas Responsabilidades a delegar Niveles de competencias

Cerciórese para ello de que las responsabilidades a delegar sean coherentes con las competencias o potencialidades de los integrantes de su equipo.

Cuando se proponga concretar la delegación de responsabilidades, considere las siguientes cuestiones:

Plantee “problemas” claros, desafiantes, ambiciosos, pero realizables. Recuerde la regla de oro de la delegación: “delegar es generar una

situación de aprendizaje”. Instale el diálogo con: la escucha activa, la expresión clara, y el dar y

recibir oportunamente feed-back. Recupere el encuadre desplegado por la misión de su organización.

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Mantenga la tensión y la motivación entre la actual situación problemática y el horizonte de cambio a alcanzar o situación de futuro.

Mantenga “viva” la situación de futuro a la que se desea llegar, los resultados esperados.

No deje de plantear su parecer; comunique su punto de vista, pero abra los espacios de autonomía y de libertad sobre los caminos a considerar para encarar los proyectos delegados.

No todo se resuelve de una sola vez: otorgue tiempo para su construcción, vaya paso a paso.

Marque “su” tiempo, el de la organización, qué espera, para cuándo, etcétera.

En esta etapa de concertación no pierda el norte en los procesos de delegación, regrese a la situación de futuro y a los objetivos del proyecto.

Abra el espacio a la creatividad y la diversidad. No deje de establecer puertas abiertas a la consulta sobre los avances

o las situaciones problemáticas. Acuerde los momentos de retroalimentación en etapas intermedias o

finales, según lo haya considerado en las etapas previas de la planificación de la delegación.

Comunique logros, no deje de realizar balance de lo realizado.Valore los esfuerzos y los procesos; y no sólo los logros mismos. Reconozca sus posibles errores. Impulse espacios de reflexión.

VIII. BIBLIOGRAFÍA

GIBSON J.L , IVANCEVICH J. M, DONNELY JR J. H. Las organizaciones. Comportamiento. Estructura. Procesos. Ed. Mc Graw Hill. Irwin. 8va. Edición. 1996.

IIPE Buenos Aires UNESCO. Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación. Módulos destinados a responsables de procesos de transformación educativa. Ministerio de Educación de la Nación. 2000.

DUBRIN, ANDREW J. Fundamentos de comportamiento organizacional. Ed. Thomson. 2da. Edición. 2003

Citas

BLAKE, Robert, MOUTON Jane y ALLEN Robert, Cómo trabajar en equipo, Editorial Norma, Colombia, 1989

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