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el periódico de lavaca octubre 2009 / año 3 / número 29 Valor en kioscos $ 6 Algo habrá hecho La desaparición de Luciano Arruga pone en evidencia los mecanismos actuales de la violencia de Estado que tiene como blanco a los adolescentes pobres. También revela qué tipo de consenso social la produce. Cuántas minas que tengo Ya hay récord de exportaciones mineras, contaminantes y subsidiadas. Las cifras y el mapa del saqueo, provincia por provincia.

Mu 29: Algo habrá hecho

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¿Quién oyó gritar a Luciano Arruga? Un adolescente de 16 años desaparece el 31 de enero en Lomas de Mirador tras ser interceptado por la policía. La justicia demora 35 días en investigar el hecho, después de que familiares y organismos de derechos humanos hicieron pública la denuncia. Hay testigos que afirman que lo vieron golpeado en un destacamento policial y pruebas que involucran a 8 agentes. Un caso que revela hacia dónde se dirige hoy la violencia de Estado.

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el periódico de lavacaoctubre 2009 / año 3 / número 29Valor en kioscos $ 6

Algo habrá hechoLa desaparición de Luciano Arruga pone en evidencia los mecanismosactuales de la violencia de Estado que tiene como blanco a losadolescentes pobres. También revela qué tipo de consenso social la produce.

Cuántas minas que tengoYa hay récord de exportaciones mineras, contaminantes y subsidiadas. Las cifras y el mapa del saqueo, provincia por provincia.

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l día del crimen LucianoArruga, 16 años, fue con dosamigos a jugar al Sega hastael mediodía. Volvió a casa,miró a Mónica con media

sonrisa de complicidad y le dijo: -Má, ¿me das algo de plata que salgo

un rato?A Mónica ya le pasaba lo que a tantas

madres, que tienen que levantar la cabezapara mirar a los ojos a esos nenes que degolpe les llevan una cabeza de ventaja. Le

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Eregaló una sonrisa, y le dio todo lo que te-nía: 25 centavos.

Luciano fue al quiosco a comprar un ci-garrillo suelto. La señora del quiosco lepreguntó cómo andaba. Él contó su pro-yecto de retomar los estudios. “Quiero re-galarle el título secundario a mi herma-na”. Tuvo premio: dos cigarrillos más. Elchico se quedó como siempre en la plazaRepública Argentina con sus amigos, amedia cuadra de su casa: largas charlas, al-gún tiro al arco en la canchita, compartir

el tiempo de esa tarde de verano, viernes30 de enero. Volvió a casa a medianoche.Sus hermanos más chicos dormían y Mó-nica lo escuchó, pasaba a buscar su cam-pera blanca. Luciano caminó cinco cua-dras para ir a lo de Vanesa, la hermana ala que quería regalarle el título secunda-rio, estudiante de Sociología y en parejacon un joven abogado. No la encontró.Volvía para su casa cuando sobre la aveni-da Mosconi, de Lomas del Mirador, lo pa-ró un patrullero policial. Había gente en la

avenida, que vio cómo lo palparon. Hubomaltrato, cuentan. Dejaron ir al chico, quesiguió por el camino de siempre hacia sucasa. Nadie sabe si Luciano se dio cuentade que el patrullero lo venía siguiendo. Yaera la madrugada del sábado. En Perú yPringles, la esquina de la placita, dos testi-gos que no declararon todavía en la causavieron que un chico de campera blancaera golpeado y metido a la fuerza en unvehículo policial del Destacamento de Lo-mas del Mirador. Una vez en el destaca-

Un adolescente de 16 años desaparece el 31 de enero en Lomas de Mirador tras ser interceptado por la policía. Lajusticia demora 35 días en investigar el hecho, después de que familiares y organismos de derechos humanos hicie-ron pública la denuncia. Hay testigos que afirman que lo vieron golpeado en un destacamento policial y pruebasque involucran a 8 agentes. Un caso que revela hacia dónde se dirige hoy la violencia de Estado.

¿Quién oyó gritar a Luciano Arruga?

Los bordes de la villa 12 de Octubre, que ocupa una sola manzana en un barrio de cha-lets y casas coquetas. La frontera es la calle Perú. De un lado, la casa de Luciano, enfren-te la de Gabriel Lombardo, el impulsor de la instalación del destacamento donde Lucia-

no desapareció. La nueva fiscal de la causa investiga a 8 policías que fueron removidosde su cargo durante cuatro meses, pero que ya han vuelto a la actividad. Uno cumple ta-reas a pocas cuadras de la casa del abogado defensor de la familia.

LA DESAPARICIÓN DE UN CHICO POBRE

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mento, otro testigo lo vio golpeado y en-sangrentado.

Ése es el crimen: desde aquel 31 de ene-ro Luciano Nahuel Arruga desapareció.

Entre los protagonistas que rodean a es-te caso –símbolo de lo que son los desapa-recidos del siglo xxi– se mueven la poli-cía, el Poder Judicial, los gobiernos, losvecinos, los medios. Y la lista recién em-pieza. El simple arte de la curiosidad llevaa preguntas como, ¿qué pasó?, ¿dónde es-tá?, ¿quién tiene la culpa?

La frontera

l barrio 12 de Octubre es apenasuna manzana dentro de Lomasdel Mirador. Todos lo llaman “La

12 de Octubre”, porque es una pequeñavilla, con sus pasillos angostos y sus casashechas con más pulmón que arquitectura.Enfrente está la plaza República Argentina,y por las otras calles hay chalets y casasmás o menos coquetas, enrejadas, con jar-dines, alguna que otra 4 x 4. Una fronteraes la calle Perú. En una esquina está la hu-milde casa de ladrillos de Mónica Alegre,la mamá de Luciano. Cruzando Perú, se le-vanta el chalet de tres plantas de GabrielLombardo, repartidor de alimentos en elbarrio, y creador de valmi (Vecinos enAlerta de Lomas del Mirador). Lombardofue uno de los propulsores de la creacióndel destacamento policial ubicado en lacalle Indart, y cumplió el rito de cortar lacinta de inauguración del lugar en 2007,entre sonrisas y aplausos uniformados.

Pararse en el medio de la calle Perú ge-nera una sensación extraña: ambientetranquilo, y un salto de desigualdad de lasveredas enfrentadas. Cualquiera que andepor allí sabe que cada 20 ó 30 minutosaparece un patrullero.

La casa de Mónica no tiene baño, y allí

vive con sus dos hijos menores Mauro yMario. Trabajaba como empleada domés-tica, pero ya en 2008 se fue quedando sinempleo. Vanesa Orieta es la hija de su pri-mer matrimonio, trabaja en una empresade Morón, va por 2° año de Sociología enla uba, “y para Luciano era el amor de suvida”. El novio de Vanesa, Damián Pirai-no, es uno de los abogados de la causajunto a Juan Manuel Combi.

Luciano es un chico divertido, con hu-mor, pero es hincha de River. Mónica ase-gura que en los últimos años lo ha vistollorar por esa causa (cosa que puede con-firmar cualquier simpatizante del club)pero con aguante: siempre pensó en tenerun hijo varón, al que llamaría Enzo (porFrancescoli) Ramón (por Díaz). “Horriblenombre” se ríe la madre. Luciano trabajóen una empresa fundidora de metales.Eso le permitió comprarse ropa, pantalo-nes anchos, gorra. Mónica no recuerdadurante cuánto tiempo estuvo en la fun-didora. Le pregunta a Mario (13 años):“Trabajamos hasta octubre del año pasa-do, él 12 horas, y yo 7” dice entrecortadoantes de salir corriendo. “Le hace mal ha-blar de su hermano” dice Mónica, unamujer bajita, cálida, que oscila entre lassonrisas y las marcas que toda esta histo-ria le va dejando en el ánimo.

Doce horas de trabajo, que además es-caseaba. Por eso Luciano salía a cartonearcon sus amigos de la plaza. “Con la platase compraban un sándwich de milanesa,una bebida, unos cigarrillos”. El chico cui-daba de sus hermanos cuando Mónica noestaba, les preparaba la leche o el mate co-cido, sabía hacer tortilla de papa, iba abuscarlos a la escuela. El padre los habíaabandonado cuando él tenía 6 años. Lanueva familia tipo: Mónica jefa de hogar,Luciano hombrecito de la casa. “Siemprele decía que tenía que mejorar el léxico.Hablar bien. Viste cómo son los chicos:

bolú, bolú, todo el tiempo. Por eso tam-bién pensaba volver a la escuela”.

Estaba aprendiendo a tocar una guitarracriolla que le regaló Vanesa, le gustaban losRedonditos de Ricota e Intoxicados, todomezclado con cumbia colombiana. “Mecantaba y hablaba de las letras de amorde las cumbias”. ¿Estaría preparando elterreno? César tiene un quiosco y vendechoripanes dentro de La 12; describe aLuciano como “un pibe excelente, de lomejor que hay acá”, y cuenta lo siguien-te: “Una vuelta vino muy serio y me di-jo: Don César, vengo a hablar con ustedporque quiero ser el novio de su hija ynecesito su permiso”.

Los chicos tenían su esquina favorita,en Perú y Arriola. Mónica muestra loque hizo su hijo cuando el asfalto toda-vía no estaba seco. Se lee “Luciano” jun-to al cordón. De puño y letra, con unamaderita, le puso la firma a “su” esqui-na. En la frontera.

Una oferta

ónica vio un día de 2008, en la pa-rada de su hijo y sus amigos, a unseñor de pelo corto que manejaba

un automóvil blanco. Luciano le contó al-go de lo que estaba ocurriendo. Algunoschicos conocidos de otra villa cercana, laSanto Vega, le habían presentado a esehombre, un policía, que le ofreció trabajarpara él. Todo indica que esos chicos ya lohacían, y Mónica misma cuenta que Lu-ciano alguna vez les vio un revólver. “Élescuchaba y veía, pero nunca delataba anadie. Me contaba algunas cosas como pa-ra que yo supiera”, revela Mónica, quecuando quiso saber más recibió esta res-puesta: “No preguntés má, que cuanto me-nos sepas, mejor”. El grupo de Luciano secompletaba con Ari y dos amigos más. Se

diferenciaban de los chicos de la Santo Ve-ga justamente en esas relaciones, y en ladistancia con el mundo delictivo. “Losamigos de Luciano no te sacan un centavoni aunque lo dejés arriba de la mesa”.

Con fama de buen chico, tranquilo, nobocón, sin antecedente alguno, Lucianoera candidato en cualquier “casting” delrubro delictivo. Para los “empleadores”, alos 16 años los chicos son presuntamentemás fáciles de sacar de la cárcel y, por na-tural inexperiencia, más controlables. “Porlo que me contó, el policía le dijo que sitrabajaba para él nos iba a garantizar quenosotros estuviéramos bien” cuenta Móni-ca. Luciano rechazó la oferta. El hombreinsistía. Mónica reconstruye el diálogo co-mo se lo contó su hijo.

–Pero vos sos un gil, podrías vestirtebien, andar con ropa de primera, conlas mejores zapatillas...–No, loco, si quiero zapatillas se las pi-do a mi hermana.– ¿Qué, te gusta andar viviendo de lasmujeres a vos?–Y bueno, cuando uno es lindo hay queaprovechar…

Así quiso salir del brete, con su humor ve-loz y estilo. No funcionó. “Después de esolo empezaron a perseguir. Y pasó lo deseptiembre”.

Luciano Nahuel Arruga fue detenido enseptiembre de 2008 y llevado durante va-rias horas al Destacamento de Lomas delMirador. No es una comisaría ni una cár-cel, por lo cual mantener a alguien allí de-tenido es ilegal. Lo tuvieron en la cocina.Vanesa lo escuchó gritar por los golpesque le daban y denunció que su hermanofue amenazado del siguiente modo: “Ne-gro de mierda, te van a violar en la 8ª yvas a aparecer en un zanjón”. Mónica pre-senció cómo al salir, su hijo discutía a losgritos con uno de los uniformados, y lo se-

Mónica Alegre, madre de Luciano, tiene tres hijos más. Vanesa, la mayor, estudia Socio-logía y está en pareja con un abogado que interviene en la causa. Los más chicos erancuidados por Luciano cuando Mónica conseguía alguna changa limpiando casas. Lucia-

no trabajó en una fundidora doce horas al día. Cuando se quedó sin ese empleo, salió acartonear. Planeaba retomar el secundario. Tocaba la guitarra que le había regalado suhermana y solo sufría por culpa de River.

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tró comprensivo, quedó a disposición dela familia, y ayudó a pegar volantes debúsqueda de Luciano: “Después me dicuenta de que estaba cerca no para ayu-darnos, sino para vigilarnos”.

Un método habitual desde los años 70es el enloquecimiento sistemático de losfamiliares. En este caso apareció un miste-rioso anónimo diciendo que Mónica te-nía que entregar droga para recuperar aLuciano. La Dirección Departamental deInvestigaciones (ddi) se le instaló en lacasa. “Ponían el rastreador de llamadas ytodas esas pelotudeces para armar circo”se enoja Mónica. Hubo un llamado de untal Leo, preguntando si Luciano “era sa-no” y sugiriendo “buscar entre los ami-gos”. A la abuela de Luciano la llamaronun día a las 3 de la madrugada simulandoser de la oenegé Missing Children. Móni-ca recibió otra visita extravagante, de dossujetos de más de 25 años, vestidos de unmodo demasiado formal para ser amigosde Luciano, diciendo que lo conocíandesde hacía tres años, de un boliche deIsidro Casanova. Luciano tenía 13 años enese momento. Los Superagentes argenti-nos suelen mezclar lo perverso con lo pa-tético. Mónica: “Todo era una burla paradespistarnos”.

La causa cayó en manos de la ufi 7(Unidad Fiscal de Investigaciones) a cargode Roxana Castelli. En términos sintéticosy comprensibles, durante 35 días que erancruciales, esta señora no hizo práctica-mente nada. Mónica: “Mató 35 veces a mihijo”. Pimentel presentó una denuncia porinacción contra la fiscal Castelli, y se logróque las actuaciones pasaran a la ufi 1 dela fiscal Cecilia Cejas, que en poco tiempohizo que un expediente de un cuerpo pa-sara a tener quince, tomó más de 50 decla-

ñalaba como uno de los golpeadores. “Localla usted o lo callo yo” le dijo el policíamirándola. Le adjudicaban el robo de doscelulares, típica acusación comodín de lapolicía –y nunca comprobada– para justi-ficar la “demora” del joven. Los moreto-nes y la renguera por los golpes, compro-bados en el Hospital de San Justo, van ala cuenta de la sistemática tradición delas “fuerzas del orden”. Mónica: “A partirde ese momento dejó de salir a cartonearpor el miedo. No fue más a bailar. Lucia-no, para ellos, era una piedra en el zapa-to”. El mensaje era evidente, y en térmi-nos de El Padrino (Ford Coppola) semanifiesta así: “Son ofertas que no sepueden rechazar”.

Luciano se repuso de los golpes de sep-tiembre, trató de seguir su vida. Proyectóvolver al secundario, acaso como un mo-do de acercarse más a su admirada Vane-sa. A los 16 años, o a cualquier edad, nadiedebería tener el destino marcado.

Desaparición y lavandina

ablo Pimentel, presidente de laAsamblea Permanente por los De-rechos Humanos de La Matanza,

ha declarado lo que es público y notorio:“No es un caso aislado, en muchos barrioslos policías reclutan pibes para robar, y lesliberan zonas”. El método es idéntico al delos tiempos de la dictadura: la propia poli-cía elige un blanco, “libera” la zona paraque no aparezcan ni por error otros policí-as, y para que los ladrones-socios puedanactuar. Hace 30 años se usaba para quemilitares y policías no se tropezaran entreellos al secuestrar personas.

Los abogados de la causa dan por pro-

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bado que Luciano fue levantado por lapolicía en la esquina de Perú y Pringles,frente a la placita. Peritajes posterioresdemuestran que estuvo en el destaca-mento de Lomas del Mirador. Mónicaasegura que al menos un testigo lo vio:“Yo no leí el expediente, pero lo que medijeron es que ese testigo vio a Lucianogolpeado y ensangrentado. Que lo colga-ron como de un gancho. Un preso dijoque tuvo que limpiar la sangre de las pa-redes y del piso” explica en el único mo-mento de la charla en el que no logracontener el llanto.

No sabía nada de esto cuando, con an-gustia, fue al propio destacamento, el 31de enero, a denunciar que su hijo no ha-bía vuelto a casa. “Quedate tranquila quedebe estar con alguna minita” le contesta-ron. “Vi al mismo policía que había vistoen septiembre, haciéndose el que escribíaalgo y sin mirarme. Apenas me dijo quecualquier novedad me llamarían”. Le to-maron una declaración pero no le dieroncopia. Vanesa fue a reclamar esa copia, yse encontró con el penetrante olor de la la-vandina en medio de un metódico ataquede limpieza del destacamento.

Un oficial de apellido Herrera se mos-

Perú y Pringles, la esquina donde desapareció Luciano, frente a la plaza donde paraba con sus amigos.

Caminó desde el departamento de su hermana hacia su barrio cuando fue interceptado por la policía a metros de su casa.

El destacamento donde lo vieron testigos depende de la comisaría 8° y está apenas a tres cuadras.

En este predio abandonado los rastrillajes con perros detectaron rastros de Luciano. Se probó que un patrullero estuvo ahí esa noche.

P

¿Dónde está Luciano? se pregunta elblog que armaron sus familiares paradar y recibir información, convocar aacciones y comentar noticias.http://lucianoarrugadesaparecido.blogspot.com

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raciones, 25 de ellas de policías, y quizá lo-gre determinar qué ocurrió. Confirmó conlos sistemas de identificación policialesque un patrullero estuvo esa noche variashoras en un descampado cercano. Los pe-ritajes con perros parecieron confirmarque Luciano estuvo en el patrullero, y enel Destacamento. Ocho oficiales y policíasfueron removidos de su cargo (los apelli-dos que se dieron a conocer son Sotelo,Borrego, Herrera, Vázquez, Fekter, Már-quez, Díaz y Zeliz) y han sido careados enlos últimos días.

El Sheraton

l abogado Juan Manuel Combi re-presenta a la familia de Luciano,junto a Damián Piraino (pareja de

Vanesa). Combi también relaciona perma-nentemente pasado y presente de las de-sapariciones. La Comisaría 8ª fue uno decentros clandestinos de detención y tortu-ras de la Policía Bonaerense, al que llama-ban Sheraton. Fue dirigido en aquellosaños por Leopoldo Luis Baume, responsa-ble de la desaparición, entre muchosotros, del artista Héctor Oesterheld, autorde El Eternauta.

Sobre el hecho en sí de la desapari-ción, Combi razona: “No tenemos la prin-cipal prueba, que es el cuerpo. Si hay algoque enseñó la dictadura es que si no haycuerpo, no hay verdad”.

La desaparición en sí misma demues-tra un hecho institucional, que exige pla-nificación, una organización capaz deocultar a una persona viva, o de eliminarun cadáver, contactos policiales y judicia-les. “El Estado es el único que puede mate-rializar una desaparición hoy en día. Uncuerpo desaparecido es un cuerpo violen-tado por el sistema”.

¿Qué presión ejerce ese Estado ya en la ins-tancia legal?

Hay muchos testigos que todavía noquisieron declarar en la causa, porquela policía está metida todos los días enel barrio. No es fácil declarar en su con-tra. Hubo amenazas a la familia, a losabogados, a los testigos y hasta a los or-ganismos.

¿Hay otras denuncias en el barrio?Testigos en la causa de Luciano declara-ron que cada vez que fueron detenidosen la Comisaría 8ª, de la que dependeel destacamento, los colgaron de las re-jas hasta que se les dormían los brazosy ahí les empezaban a pegar. Un chicode 14 años declara en una denuncia ha-ber sido quemado con cigarrillos. Esta-mos hablando de torturas.

¿Qué ayudó a que el caso de Luciano se co-nozca y no muera en denuncias puntuales?

La familia. Eso hizo la diferencia.¿Cuántos Lucianos hay y no lo sabe-mos? ¿Cuántas familias no saben nidónde queda un tribunal y no sabenque no hay que hacer la denuncia en lapolicía? Seguirá habiendo desapareci-dos de este tipo, es tan cierto como la-mentable, pero también habrá genteque luche por ello como esta familia.

Combi considera que tanto el caso de Lu-ciano como el de Julio López son adver-tencias. “Señales de que el sistema funcio-na con impunidad en medio de ladesigualdad. La gente que lucha por la se-guridad de llevar el pan a su casa no tienelos mismos derechos que la que quiere se-guridad para su 4 x 4”.

Combi agrega lo que se percibe desdehace años: “Quien no reconozca que lapolicía opera como una fuerza delictiva,es un hipócrita”.

Como Argentina obliga a aclarar obvie-dades, hagámoslo. Luciano y sus amigosparecen ser según todas las versiones ungrupo tranquilo, y no hay prueba algunade que hayan delinquido. Pero aun en elcaso de un delincuente, el mecanismo dela desaparición, la tortura y el homicidiosistemático por parte de las fuerzas de se-guridad y sus cómplices que integran el

Estado, es lo perverso en estado puro: elcrimen perfecto.

Susana y el mirador

abriel Lombardo es uno de lospersonajes del barrio. Ha asegu-rado en todos los medios que le

pusieron un micrófono adelante que hasido asaltado 39 veces, creó valmi y des-de ahí promovió la instalación del desta-camento bajo sospecha. Sería de los quellevan el pan a su casa, ya que es reparti-dor de alimentos y en particular de panFargo, según cuentan en el barrio. Suenorme chalet fue sede de su encuentro,en plena campaña, con el entonces can-didato Francisco De Narváez, que le ter-minaría ganando las elecciones provin-ciales a Néstor Kirchner. En ese mismochalet, en general los viernes, agasaja conasados al personal del Destacamento,aunque no es muy claro si sigue recibien-do a los que fueron removidos a raíz dela desaparición de Luciano. El señorLombardo no es de los preocupados porel qué dirán. Ha declarado al diario LaNación: “Me dirán nazi o fascista, perolos malandras están en las villas”.

La declaración-acusación o como se laquiera llamar, fue cometida como conse-cuencia de la desaparición de LucianoArruga, convirtiendo a Lombardo en em-blema explícito de la criminalización de lapobreza y los reclamos de mano dura.Lombardo también apareció con dos teorí-as televisivas: a) Luciano estaba en Córdo-ba; b) estaba en la villa 1-11-14 de Bajo Flo-res (otro blanco preferido de la gente a laque le dirán nazi o fascista).

La arenga de Lombardo se incrementóal infinito cuando también en Lomas delMirador fue asesinado Gustavo Lanzavec-chia, más conocido como Gustavo Da-mián, florista y decorador de la presenta-dora Susana Giménez. Lanzavecchia fueapuñalado, amordazado y arrojado a lapiscina de su casa. Esto provocó que la se-ñora Giménez reclamara la pena de muer-te, aunque luego se desdijo, propuesta re-producida por otras personas de la mismaíndole y edad, como el músico Luis Alber-to Spinetta, entre otros. Fue el 27 de febre-ro. El 3 de marzo hubo otro crimen, el deHernán Landolina, personal trainer deGuillermo Cóppola, asesinado de un bala-zo en la cara.

Paradojas:

Pese al refuerzo policial, al Destaca-mento y a los Vecinos en Alerta, los crí-menes siguieron ocurriendo en Lomasdel Mirador. Tal vez sea una casualidad. Ocurrieron muy cerca de la desapari-ción de Luciano, cuando se veía que lacausa dormida en la ufi 7 pasaría a ac-tivarse en la ufi 1. Lograron exacerbar aeso que se llama “opinión pública”mientras los medios ninguneaban ladesaparición del joven y Lombardo ha-blaba de “malandras en las villas”. Talvez sea otra casualidad. Si se sigue el razonamiento del presi-dente de la apdh, y del abogado Com-bi, los destacamentos, refuerzos policia-les y pedidos de mano dura, tienden aser estúpidos, perversos, o a incremen-tar aquello que dicen combatir. Si hayzonas liberadas para chiquilines y adul-tos que trabajan a cuenta de institucio-nes policiales impregnadas por el deli-to, reforzar y cebar a esas institucionessólo provocará más de lo mismo, y ca-da vez más impunidad para hacerlo.

Los familiares y organizaciones que estánimpulsando el caso han puesto luz tambiénsobre la actitud de los medios. Vanesa escri-bió una carta al gobernador Daniel Sciolien la que menciona las falsedades publica-das por el diario Clarín y algunos de susperiodistas. Pero también denunciaron dequé modo los actos y reclamos por la desa-parición de un chico de 16 años fueron sis-temáticamente ignorados por toda la cor-poración mediática, incluyendo la oficial.

5OCTUBRE 2009 MU

Éstos son los casos registrados hastael momento de personas desapareci-das y que involucran a fuerzas de se-guridad en tiempos de democracia:

Eduardo López Fernández: desapareci-do en la provincia de Buenos Aires.Andrés Núñez: desaparecido en La Pla-ta en 1990. Su cuerpo fue encontradorecién en 1995.Hugo Brandan: desaparecido el 6 dejulio de 1992 en Santiago del Estero.Se hizo la denuncia penal y el expe-diente desapareció del Juzgado delCrimen de la ciudad de La Banda.Adolfo Argentino Garrido y Raúl Baigo-rria: desaparecieron en abril de 1990,luego de haber sido detenidos por laDirección de Investigaciones de la Poli-cía de Mendoza. Paulo Christian Guardatti: La últimavez que se lo vio con vida, lo llevabaesposado un policía en la provincia deMendoza, el 23 de mayo de 1992, lue-go de un incidente producido entreambos. Se desconoce su paradero. Miguel Bru: visto por última vez con vi-da el 17 de agosto de 1993. Había sidollevado a la Comisaría 9ª de La Plata ysometido a torturas que le produjeronla muerte. Continúa desaparecido.Héctor Gómez y Martín Basualdo: de-saparecidos en 1994, en Paraná, EntreRíos, tras ser detenidos por la policía. Iván Torres: fue visto por última vez el2 de octubre de 2003, en Comodoro Ri-vadavia. La Justicia federal ordenóarrestar a un comisario, dos oficiales yun suboficial sospechados en el caso.Elías Gorosito: detenido por personalde la comisaría 5ª de Paraná, EntreRíos, el 13 de febrero de 2008. Julio López: su segunda desaparición seprodujo el 18 de septiembre de 2006.Había declarado como testigo en lacausa contra el comisario Etchecolatz.

Lista siniestra

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Karma argentino: los desaparecidos siem-pre vuelven a desaparecer.

El escrache

ri es amigo de siempre de Luciano.No se llama Ari, acepta hablar ocul-tando su nombre, y no quiere cáma-

ras cerca. “Todavía estoy esperando que undía el boludo aparezca” dice. “Pero no soynecio. No descarto que le haya pasado lo pe-or”. La policía lo ha venido parando duranteestos meses. “Algunas semanas, todos los dí-as”. Ari reconoce sus diferencias con el grupi-to de la villa Santo Vega: “A nosotros no nosinteresó nunca lo que hacen ellos. No te voya negar que nos fumamos un porro, que es-tamos en la calle, pero somos tranquilos.Creo que ése puede ser el problema”.

Ari cuenta que un día Lombardo lo in-sultó (el ya clásico “negros de mierda”) y loamenazó. Entre los vecinos no se encuen-tran otras voces contra los chicos del barrio,aunque una señora sesentona, de lentes os-curos que sacó a pasear de una casa un tan-to ostentosa a su caniche negro, me dijo al-go peor ante la consulta por Luciano. Algoque nunca creí que iba a oír a esta altura:“Yo no lo conocía. Pero algo habrá hecho”.¿Cuántos pensarán así, como justificacióndel crimen? ¿Y cuántos de los que no lopiensan hacen algo para evitarlo?

A fines de septiembre hubo un escra-che en Lomas del Mirador, a la Comisa-ría 8ª (el centro clandestino de deten-ción Sheraton) de la cual depende eldestacamento responsable de la desapa-rición de Luciano Arruga. Participaronlas Madres Línea Fundadora, h.i.j.o.s, laMesa de Escrache, la cta, suteba, cen-tros de estudiantes, partidos de izquier-da, organizaciones de abogados. Así que-dó planteado el problema, frente al cualcada uno debe pararse: el “algo habráhecho”, o el escrache. La apuesta a la se-gregación y la muerte, o a encontrar for-mas de convivencia en las que la pala-bra “justicia” no parezca una broma.

Luciano Arruga sigue desaparecido. EnPerú y Arriola, frente a la placita, impri-mió riéndose su nombre en el asfalto. Y ala sociedad, a cada uno de nosotros, cadadía que pasa nos imprime una pregunta.

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n el centro de la prisión, Mos-quito asocia con libertad alos fantasmas, la antropologíay la flor de loto. “A este lugarle decían la cárcel fantasma,

porque en los papeles había 1.200 presos,pero en realidad no había nadie. Y se ro-baban los desayunos, la ropa, los reme-dios, todo el presupuesto. Ahora pudimoshacer un centro universitario, con una ca-rrera. Hoy la clase va a ser de Antropolo-gía. ¿Sabés cómo es esto? Como la flor deloto, que nace en el barro y en la basura”.

Mosquito ha sido profesional de la sali-dera bancaria en el ámbito local y tam-bién el europeo, con trayectoria más re-ciente en el rubro piratería del asfalto. Elmundo está protegido de quienes ahoraestamos aquí adentro por un alambradode campo de concentración, estilo Guan-tánamo. Se supone que los guardias nosvigilan desde las garitas, pero estamos alsol, jaula a cielo abierto. Apuntes:

La flor de loto efectivamente logra na-cer en las ciénagas y el fango.

Esta cárcel, la Unidad 48 del complejopenitenciario Zona Norte ubicada en JoséLeón Suárez, partido de San Martín, estáliteralmente construida sobre la basura yse la llamó cárcel fantasma por las razonesdetalladas por Mosquito.

Ya normalizada en 2007, con presosmenos fantasmales, se descubrió que be-ber el agua que mana de estos basuraleses un asunto peligroso. Por eso traían bi-dones de agua.

Ernesto Lalo Paret, ex cartonero y veci-no del barrio, conoce a varios de los hués-pedes de la cárcel. Integra la CooperativaUnidos por el Calzado (cuc) de San Mar-tín, fábrica recuperada por los trabajado-res, y también el Centro Comunitario 8 deMayo que tiene una planta de reciclado debasura. Pensó que los bidones podían serreciclados. No servían.

Los presos le plantearon otra idea: ¿porqué no armar una biblioteca? Lalo empe-zó a ver de dónde sacar libros, se conectócon Carlos Ruta, rector de la Universidadde San Martín (unsam), y lo llevó a cono-cer la cárcel.

La circulación ansiosa del mate regó otrapregunta: ¿por qué no armar un centro uni-versitario? El rector movió los hilos necesa-rios, los presos pusieron toda la presión desu entusiasmo, la necesidad de hacer olvi-dar la cárcel fantasma tal vez colaboró. Pro-puesta insólita: la unsam planteó que losguardiacárceles que quisieran podrían estu-diar junto a los presos.

Hoy se dicta la Licenciatura en Sociolo-gía en una construcción ubicada en el me-

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Edio de ese complejo penal gigantesco. Elcentro de estudiantes se llama Azucena Vi-llaflor, homenaje a la fundadora de Ma-dres de Plaza de Mayo. Hay 24 detenidos y9 guardiacárceles como alumnos. Del otrolado de la casa, varios jóvenes presos es-tán haciendo lo que jamás pudieron:aprender a trabajar. En este caso, cómo ar-mar los velcros (“los abrojos”, me dice Pa-blo) de las zapatillas de cuc.

De ese modo, a partir de unos bidonesvacíos y unas imaginaciones llenas, viejosvecinos que quedaron parados de ladosdiferentes de la reja inventaron un mediode transporte con nombre de flor, para na-vegar y salir de la basura.

Desaparecido en la basura

a cárcel forma parte de una recorri-da propuesta por Lalo, que él y Lo-rena Pastoriza (del Asentamiento 8

de Mayo) llaman el Parque Temático de laPobreza. La humorada de Lalo y Lorena so-bre el Parque Temático suena a un signo defuerza, y de no victimización. Integran elparque, como se relata en la anterior mu, elasentamiento construido sobre un basuralclandestino, del que los ocupantes tuvieronque echar ratas y punteros duhaldistas parapoder instalarse junto a un lago de basuraen el que los chicos juegan a matar ratascon hondas, mientras los patos comen loque encuentran. Más allá están las cordille-ras de basura del ceamse donde cientos depersonas van diariamente a hurgar y resca-tar todo lo imaginable para vivir, comer yvender. Allí Diego Duarte, 15 años, tratabaun día de 2004 de esconderse entre los des-perdicios de un policía que quería echarlo.El policía señaló el lugar al conductor de laretroexcavadora del ceamse. Obedienciaciega. Toneladas de basura cayeron sobreDiego: jamás se pudo encontrar el cuerpo.Otro desaparecido sub 20 en la tierra de losderechos humanos, y acaso un símbolo delo que propone la modernidad con respec-to a los jóvenes pobres.

Pero en el barrio hay además centros co-munitarios, de madres, plantas de recicladode basura, está cuc, la ex Gatic fabricantede Adidas, que cuadruplicó la cantidad detrabajadores originales, tienen un jardín deinfantes en la planta, un centro cultural,puentes de trabajo con las villas y asenta-mientos de la zona, y hasta con la cárcel.cuc también es flor de loto.

Lalo ha tenido una historia fuera de lo“normal”: fue niño ciruja, desocupado, pre-carizado. Aclara: “No chorié. Mi hemano sí,y estuvo en cana. Mi sobrino está preso. To-

dos los amigos de mi hermano están muer-tos por chorros, los mató la policía. Yo pen-sé: hay que hacer otra”. Fue armando su vi-da con esa especie de forma divertida ydesafiante de pensar las cosas. “¿Y qué vasa hacer, si las respuestas que te trajeron note sirven más?”

En ese universo está la cárcel. Mosquito se llama Oscar, Tito también,

Mula es Alfredo, pero casi nadie lo sabe.La identidad no se hace sólo con el DNI.Son del grupo veterano, entre 40 y 50años. Mosquito: “Le pusimos Azucena Vi-llaflor al centro, vos dirás que aquí no haytortura física pero hay tortura psicológica,peor que la golpiza. Estamos acá charlan-do y ahí enfrente están los buzones”. Sonlas cárceles de castigo, donde apenas unaranura es el contacto con el exterior. “Sa-bemos que hay compañeros sufriendo, nopueden salir de la caja”. Tito pregunta:“¿Qué puede pensar una persona encerra-da todo el día? Maldades nomás. Los tie-nen hacinados ahí. No son peligrosos. Soncomo nosotros”.

El Mula: “A uno lo ven como a un bichoenjaulado. Pero somos personas muchas ve-ces en manos de jueces que se creen dioses.Le dije a una jueza que me tenía que dejarlibre por el artículo 18 de la Constitución,hasta tener una sentencia. Me contestó: ‘Mecago en la Constitución’ y me hizo sacar deljuzgado” (omito el nombre, para evitar queSu Señoría ejerza su diarrea también sobreesta publicación).

Mula tiene 16 tatuajes: “Los nombres demis 5 hijos, mi nieto, mi señora Patricia”.Tito contabiliza 14, empezando por el deNueva Chicago: “Mis hijos, mujeres quetuve, la cruz, y el santo chorro”. Se tratadel dibujito de la viejísima serie El Santo,con Roger Moore: “Yo soy de esa época, Si-mon Templar”. Mosquito agrega: “Bonan-za, y Ladrón sin destino”. Mula: “Y Mike To-rello”. Tito, que no deja escapar una, ledice entre risotadas: “Ése lo nombrás por-que a vos te gusta la cana”.

Sinfonía en Re

ula está aquí por robo calificadopor el uso de armas sin fecha dejuicio: “Soy reincidente, antes tuve

robo, piratería del asfalto, pero me puse aestudiar, y es como que me colgué del úl-timo vagón del tren que se me estaba yen-do. No sé quién me va a dar trabajo, porlos antecedentes. Es distinto hablar dereinserción que lograrla, pero estoy felizcon lo que hacemos acá”.

Tito está por tentativa de robo, tercera

reincidencia. ¿Por qué te pasó esto? “Ladroga. Lo hablé mucho con la psicóloga.Mi viejo me había dejado un buen oficio,de carnicero. Aparece la cocaína, gastás loque no tenés, te endeudás, robás, no podésparar. En mi barrio éramos muchos pibesen el 83. Debemos quedar 3 ó 4 vivos. Losdemás murieron por el hiv y el pinche(hace el gesto de inyectarse), otros cayeronpor robar. Terminás acá o en un cajón”.

Mula: “Yo me drogué unos 25 años, mepasaba 10 ó 12 días sin dormir por la cocaí-na. Mucha plata”. Tito: “Pero no nacés delin-cuente, te hacés de grande”. Mula: “Y tam-bién dime con quién andas, te diré quiéneres. Hay pibes que andan con zapatillas de6 gambas, que consiguieron robando. Elque labura no se la puede comprar. Igual yodigo: cada uno es dueño de sus actos”.

El presidente del Centro Azucena Villa-flor es Gustavo, o Cebolla. En una paredhan pintado la imagen de El Eternauta, yhay nombres como los del propio Oester-held, Rodolfo Walsh y el padre Carlos Mugi-ca. “Azucena es el símbolo de alguien quedeja todo por los derechos y la justicia so-cial. Acá pelear por los derechos es romperla lógica del encierro”.

La noticia de la instalación del CentroUniversitario ocurrió el día en que estabanjugando un partido de fútbol con la UniónObrera Metalúrgica (uom-San Martín).“Somos muchos de San Martín, entoncesque venga la universidad, la uom, cuc, escomo una utopía. El apoyo que encontra-mos en el rector Ruta, en el profesor Gonza-lo Nogueira y en Lalo fue enorme. Cuandolas personas se ponen de acuerdo se pue-den lograr muchas cosas, si uno lo hacecon humildad”. Hay 480 detenidos en laUnidad. El Correntino (Marcelo) dice: “Aho-ra estamos alfabetizando a grupos cada vezmás grandes. Qué es un verbo, una sílaba,empezar a leer y a escribir”. Lalo luego mecuenta: “Te conmueve ver cómo estos mu-chachos les enseñan a otros compañeros;tipos pesados, pero vieras el respeto”.

Cebolla: “Con eso rompés la psicosisdel sistema, que en el fondo nunca hacenada para ayudarte”. Mosquito acuerda:“Hay que humanizar, porque todo lo otroes la Sinfonía en Re: resocializar, regenerar.Primero humanicemos, socialicemos, ge-neremos. Después si no te salió mandatetodos los re que quieras”.

Cebolla está acusado de homicidio. Mehabla con una mezcla de tensión y sinceri-dad: “Más allá de lo injusto, cada uno sabelo que hizo”. ¿Te sentís una víctima? “No,suena un poco cobarde. Sí siento la falta gra-ve que pudo cometer uno, yo daría la vidapor la persona; creo que ningún razona-miento está en matar a alguien. Leímos aHobbes. El hombre es lobo del hombre. Pe-ro yo separo al lobo del hombre. Aquí que-remos darle un sentido a las cosas, pagar al-go que uno hizo mal en la vida y tratar dedecir al compañero que el camino no es lafaca, no es la violencia ni la maldad”.

Me habla de otro encierro: “Mi madre,por ejemplo, se encerró en su medicación,en su habitación, en su televisor. Piensa quela inseguridad se arregla con una reja en laventana, pero ésa es la cárcel psicológica delas personas. La gente así está más afectadaque nosotros. Yo acá soy libre cuando leoun libro, cuando escribo, cuando hacemoscosas con mis compañeros. No somos loque muestran los programas de televisión”.Le pido que me lea algo que haya escrito:

“Encuentro en mi interior una soledad, unlargo camino de obstáculos que día a díavoy superando a través de la luz que iluminauna pequeña ranura allá a lo lejos...”.

Se acerca Emiliano (El Tano, 24 años): “Estaracá me hizo pensar en la pregunta ‘¿porqué?’ Es una pregunta molesta. De chico tecontestan: ‘porque yo lo digo’. Pensé: ¿porqué a la pobreza se le da de comer? Le dasde comer sin educar, y no sirve. Y si educássin dar trabajo ni comida, tampoco. Siem-pre te tienen agarrado”. El Tano cayó por elrobo de una caja fuerte. “Mi mamá murióepiléptica al lado mío, cuando yo tenía 5años. Crecés sólo, la calle. Yo insultaba a

La segunda parada del Parque Temático de la Pobreza es en la Unidad 48 de este com-plejo penitenciario donde se abrió un centro universitario cuyas clases comparten pre-sos y guardiacárceles. Y donde se puede aprender qué es realmente la libertad.

LA CÁRCEL DE JOSÉ LEÓN SUÁREZ

Clase de encierro

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Detalles del paisaje carcelero, los recuerdos, y el carnet de la UNSAM. Abajo, Tano: “Mi ma-dre murió al lado mío. Yo insultaba a Dios. No me justifico. Aquello hoy es mi fuerza”. Cebo-lla abrazado por un compañero en el pabellón: “Queremos pagar lo que uno hizo mal en

la vida”. Junto al televisor en su celda, Tito: “La droga tiene mucho que ver. No parás, robáspara consumir. Terminás aquí o en un cajón”. Su pabellón es especial: “Enfrente están loscastigados en los buzones. Hoy en las cárceles hay un muerto cada tres días”.

Arriba, Mosquito entre los alambrados y las rejas de lo que hasta hace poco era una “cár-cel fantasma” (donde no había presos y se esfumaba todo el presupuesto). “Re-insertar, re-socializar, es todo una Sinfonía en Re. Primero hay que humanizar”. Hoy estudian Sociolo-

gía 24 presos y 9 guardias. Otro preso, Cebolla, plantea: “Pelear por los derechos es pelearcontra la lógica del encierro. Hay gente afuera que vive en una cárcel psicológica”. Como enla cárcel no hay primaria, los reclusos alfabetizan a sus compañeros.

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Ahora hay tres lugares libres, y los presosestán tratando de sacar gente de las otrastumbas para traerlos aquí. “Cuando vieneun pibe se le dice: no fierro, no faca, no vio-lencia física, no pastillas. Las pastillas te ha-cen perder”. Las pastillas son los psicofár-macos que cunden en los botiquines de lagente “libre”.

En cada habitación hay dos camas, unbañito, algún pequeño televisor; se mez-clan estampas del Gauchito Gil y San LaMuerte con el Che, la Virgen de San Nico-lás, la de Luján, chicas poco vírgenes entanga (¿andarán presos de imágenes irrea-les de mujeres?), y la frase de Brecht: “Hayquienes luchan toda la vida, esos son losimprescindibles”.

Lalo cree que todo lo que estoy vien-do es la demostración de que en Argenti-na se judicializa a la pobreza. Mosquitocree que la cárcel “es el ámbito madre detodos los movimientos de podredumbresocial”. Tito: “Acá se arman las bandas,los contactos. Vos manejás, vos sabésapretar, otro sabe computación, ya hici-mos una organización”. “Es la universi-dad del delito”, remata Mosquito, que su-giere lisa y llanamente abolir las cárceles.Mientras uno va masticando semejanteidea, conviene saber que las prácticasuniversitarias en Villa Devoto demostra-ron que el promedio de 30% o más dereincidencia delictiva, baja a menos del 3% en quienes pasan por esas experien-cias. Es algo técnico, sin Sinfonía en Re: elestudio y el trabajo son mejores humani-zadores que el castigo.

El Ruso se llama Hernán, tiene 30años, hace ocho que está preso, es uno delos únicos rubios del pabellón, técnico enautomotores, inventor de las antenas detelevisión que usan en el pabellón. Ase-gura que de algún modo cayó preso porbuscar la libertad: “Es que hay un sistemadonde usted tiene que alimentar a su fa-milia, sale a trabajar, hace cosas, vuelve asu casa, y va pasando el tiempo sin dis-frutar la vida, sino tratando de sobreviviro ganar plata”. El Ruso no deja de sonreír-me: “¿Quién decide sobre su vida? La vi-da no es normal, hay que luchar contraun sistema que no quiere que pienses yno quiere que cambies. Las personas tie-nen miedo a los cambios, aunque seanbuenos. Hay que afrontar ese miedo, yaprender a salir adelante”.

La salida de la cárcel siempre es unafrontera de ruidos de puertas metálicas ce-rrándose detrás de uno, una pesadez difí-cil de explicar, y la cabeza revuelta conesas charlas sobre la libertad, la violencia,el afuera y el adentro.

Es casi de noche, Lalo se acuerda decontarme que uno de los que ya salió,ahora está capacitando a cirujas para ar-mar una cooperativa de reparación decomputadoras. Más que ilusiones, Lalobusca hechos: “No se sabe qué puede pa-sar, todo es muy nuevo. Estas cosas quesurgen inconcientemente son las mejo-res”. La inconciencia se refiere a algo quenació más de las ganas que de la planifi-cación. Flor de loto: hacer sobre la marcha.

Dios. No es justificación. Hoy aquello queme pasó es mi fuerza para salir adelante”.

Me cruzo con el profesor que está dic-tando Antropología. Para presentarse sólodice Héctor (o sea: abstemio del clásico au-tobombo). ¿Cuál es la diferencia entre losalumnos de la cárcel y los de la universi-dad? “Acá leen. Allá cuesta mucho. Acáhay un gran entusiasmo. Se sienten res-ponsables y saben que de ellos dependeque esto funcione. Estando acá me olvidode que es una cárcel. Me choca cuando sal-go, y ellos se quedan”. ¿Qué se puede es-perar? “El sentido de esto lo vamos a cons-truir entre todos. Al final sabremos quépudimos construir. Mientras tanto lo únicoseguro es que esto vale la pena”.

La cárcel tiene sus panópticos, las gari-tas desde las que se vigila todo, interco-nectadas por pasillos a unos 5 metros dealtura por los que circulan los guardianes.Mosquito: “El otro día un guardián mechifla y me saluda. No estoy acostumbra-do. Pero era éste”. Señala a un hombremusculoso que sale de la clase de Antro-pología, Eduardo, uno de los guardiacárce-les que al entrar aquí se convierte, al me-nos en teoría, en compañero de los presos.“Yo estudiaba Trabajo Social en La Matan-za, pero cuando supe que podía hacer So-

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ciología acá ni lo pensé”. Se habla de si-tuaciones de maltrato, violencia hacia losdetenidos. ¿Algo que declarar? “Si se ha-bla es porque ocurre, pero no estoy deacuerdo con usar la violencia. Ya estáncastigados por estar aquí. Pegarle a un tipoesposado es un acto de cobardía”.

Mosquito estudió Derecho la anteriorvez que estuvo detenido. “Pero preferí se-guir siendo ladrón antes que abogado.Esos roban almas. Que me perdonen al-gunos buenos abogados que hay, pero elmundo sería mejor sin esa profesión”. Laexplicación sobre su propia situación:“Yo también pensé en vivir bien. Tenertodo lo que hay. Cuando era pibe parecíaque había dos opciones: estudiar o trabajar.Hoy las dos son inalcanzables para unacantidad de chicos. Pero a la vez te metendesde lo mediático: tenés que ser, que te-ner. Un cuentito que nos cabe a todos. Poreso hay que armar algo distinto, para noser los desaparecidos de hoy”.

Armando abrojos

no de los salones de este espaciouniversitario está dedicado a untaller instalado por cuc como ca-

pacitación para algunos presos en el ar-mado de zapatillas, lo cual puede derivaren formas futuras de empleo e ingresospara ellos. Pablo, 24 años, no tiene apodo.“Si no tenés nada, el medio para tener pla-ta es el robo. Yo empecé a los 14 y no sa-lís. Pero después si pensás bien, cada unoes grande y hace lo que quiere con su vi-da. Si querés, cambiás”.

Maxi tiene 22. “Para mí fue la necesi-dad, a los 13 empecé con la droga en LaCava y la delincuencia. Quería tener algo.Estoy desde los 18 años. Tengo una nenade 4 años y mi señora de 20”. ¿Se puedesalir de la droga? “Sí, está en uno. Yo hacecomo un año que no me drogo”. Está pre-so hace cuatro años, pero no se droga ha-ce uno. ¿En la cárcel se puede consumirdroga? Maxi se ríe por mi inocencia: “Acáse consigue todo lo que está en la calle”.Mi presencia en la cárcel provocó un ratode sano esparcimiento y risas, ante pre-guntas tales como: ¿Y la policía no sabe?

En el Pabellón 7 hay 16 celdas para dospersonas que al menos están abiertas, lospresos pueden estar en contacto. “Losotros pabellones son el infierno” dice Ce-bolla. “Pensá que, además de la locura delencierro, actualmente hay un muerto cadatres días en las cárceles”.

Clase de Antropología. Héctor, el profesor, dice que la diferencia con la universidad “esque acá leen”. En otra de las salas, la fábrica recuperada CUC (Cooperativa Unidos por elCalzado) puso un taller donde está capacitando a jóvenes como Hugo (con gorra) o Ma-

xi, de La Cava, que reconoce que empezó con la droga y el robo a los 13 años y nuncahabía podido aprender un trabajo. Lalo, de CUC, hizo el nexo de la UNSAM con la cárcel:“Lo que buscamos es crear oportunidades”.

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En el transcurso de los dos años de ta-ller, el eje del documental fue variando.Pasó de ser un registro del proceso de en-señanza a retratar tres historias de jóve-nes alojados en el Almafuerte. “Nos invo-lucramos con estos chicos –cuentaRoberto–, los acompañamos, a uno en lassalidas transitorias, y a otro en su liber-tad, conocimos a sus familias. Y el centrode la película cambia cuando este chicomuere en un enfrentamiento con la poli-cía. Tiempo atrás su hermano tambiénhabía muerto de esa manera. Y esto nostocó muy fuerte”. Santiago completa: “Alotro pibe le armaron tres causas y estádetenido otra vez”.

Los realizadores se preguntan cuálpuede ser una solución a un tema tancomplejo. Ensayan una respuesta: “Yasabemos que el encierro no sirve. Cuan-do salen, vuelve al barrio, a la esquina, alos amigos, a la familia y ahí se sientenprotegidos, por más que sean lugaresconflictivos. De ahí no se los puede ale-jar y mandarlos a trabajar a Trelew. El ba-rrio forma parte de su identidad. Ni rein-sertarlos ni sacarlos. Más que cambiar alos pibes de barrio, hay que cambiarles elbarrio a los pibes”.

policía que ya los tiene marcados. ¿Frus-tración es la palabra que define lo quesiento al trabajar en un contexto así?”.Coincide Persano: “Sí, es frustrante por-que de los quince pibes que pasaron porel taller sobran los dedos de una manopara contar los que están en libertad.Creo que uno solo está libre. Los demásestán adentro o los mató la policía”.

endejo, muchacho, joven,adolescente y si te gusta el tér-mino ibérico: chaval. Estas pa-labras pueden describir a unchico de entre 13 y 18 años.

Sin embargo, el sentido común, amasadodía a día en los diarios, masticado en la ra-dio y digerido en la tv convierte a ciertosadolescentes pobres en pibes chorros, enmenores. Esta condición justifica las accio-nes nada benéficas del Estado; el gatillo fá-cil y el encierro. Para completar el escena-rio, que otros dejan inconcluso, sólo undato; la mitad de los pobres en nuestro pa-ís son niños, niñas y adolescentes. Así loestablece un estudio del Instituto para elDesarrollo Social Argentino (Idesa). Unode los problemas que explican esta cifra esla precariedad laboral de los padres de loschicos. Esto nos deja más inquietos: noqueda otra que saltar el muro y ver quéhay del lado silenciado.

Crear salidas

Queríamos ver la posibilidad decrear en una situación de encierro,y más en el caso de los adolescen-

tes” dicen Roberto Persano y Santiago Na-cif, dos de los realizadores del documentalEl Almafuerte. El trío de inquietos lo com-pleta Andrés Martínez, ausente con avisoen esta entrevista. También pensaron enun cortometraje realizado íntegramentepor los alumnos. Y luego un festival sobrela temática derechos humanos-encierrodonde los especialistas y jurados sean losadolescentes detenidos.

Pero, vayamos por partes…Andaban pergeñando estas ideas

cuando se encontraron con la revista di-gital Seguir soñando, una publicación deltaller de periodismo del Instituto de Má-xima Seguridad Almafuerte, ubicado a20 kilómetros de la ciudad de La Plata.Enseguida se contactaron con los docen-tes Marcelo Arizaga y Emiliano Erreteguipara que los ayudaran en el proyecto: untaller de video para filmar el proceso deaprendizaje de los jóvenes dentro delcentro de detención. “Parecía una locura,pero como Marcelo es más loco que no-sotros hizo todo lo posible y lo logró”cuenta Roberto.

Las entrevistas con las autoridades, lospermisos y todo lo que se puede agruparbajo la palabra burocracia insumió alre-dedor de seis meses de paciencia orien-tal. Los realizadores destacan que el di-rector del instituto por ese entonces,Martín Mollo, les facilitó el camino acambio de un compromiso real con la ac-tividad que iban a llevar adelante.

Otra onda

n mayo de 2007 empezó el tallerde video dentro del Almafuerte.Se hacía cada 15 días y asistían 6

ó 7 chicos que debían tener buena con-ducta para acceder.

Roberto Persano recuerda que en los dí-as previos se preguntaban con qué se ibana encontrar ellos como docentes, qué es-perarían los chicos, cómo los iban a reci-bir. Para la primera clase llevaron cámaras,micrófonos y materiales de lectura. “De-bemos admitir que fuimos con una onda

TALLER DE CINE EN UN INSTITUTO DE MENORES

El documental El Almafuerte es resultado de un taller para los chicos alojados en ese centro de máxima seguridad.También abrió las puertas del Festival La Jaula, que trata la temática de los derechos humanos y el encierro.

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Luz, cámara, prisión

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El Almafuerte se estrenará durante lamuestra organizada por DOCA, que serealizará del 12 al 18 de noviembre enBuenos Aires. En tanto, el festival de cortometrajesLa Jaula sobre derechos humanos yencierro se realizará en la BibliotecaNacional los días 28, 29 y 30 de octu-bre a las 19 hs.Este encuentro va por su edición nu-mero tres. El jurado está compuestopor jóvenes institucionalizados, quedecidirán por consenso cuál premiarentre los quince materiales seleccio-nados por la organización.

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medio intelectual, resultado de 7 años decarrera de comunicación de la Universi-dad de Buenos Aires y poca práctica en elámbito del encierro. La onda intelectual sedesarmó cuando vimos que casi todos lospibes apenas habían pasado por la escue-la”. Los documentalistas decidieron, en-tonces, que todo lo que tenían que ense-ñar era práctica. Y a partir de ahí, cadaalumno fue tomando un rol: el camaró-grafo, el entrevistador, el iluminador.

Santiago resalta otro dato importante;el compromiso con el taller. “Los adoles-centes sienten un gran abandono cuandoun docente deja de asistir, porque en elAlmafuerte los pibes son alojados en cel-das individuales y cada taller o la escue-la son posibilidades de encuentro, de so-ciabilización”. Roberto aclara: “Nuncapreguntamos por qué estaba cada unoahí, ése es un código. En cambio remar-camos lo que nos movía: la posibilidadde crear, de escapar un momento aunquesea con la mente de ese lugar”.

Los realizadores señalan que el tallerfue un proceso de dos años con el objeti-vo de que los llamados menores haganescuchar su voz y que ellos mismos pue-dan contar, a través de las cámaras, unahistoria. El resultado se llama Seguir so-ñando, un cortometraje sobre la revistadigital que edita el taller de periodismohecho integralmente por los chicos delAlmafuerte y musicalizado por el ChangoFarías Gómez.

¿Qué los sorprendió de la relación conlos chicos? Contesta Nacif: “La avidez deaprender, de tener pilas para hacer cosasen un contexto muy complicado, muy di-fícil. Porque todo bien con el taller, perolos pibes salen del instituto y se encuen-tran con el mundo exterior, con la socie-dad que los margina más que antes porhaber pasado por el Almafuerte, y con la

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sta es la primera entrevista enla que estrena su nuevo cargoen el Programa de ViolenciaInstitucional del cels, cuyadirección asumirá formal-

mente recién dentro de dos meses. Es an-tropóloga y esa mirada le da a su discursootra sintaxis y a su práctica otra perspecti-va: hace varios años que sus investigacio-nes sobre antropología jurídica y políticala llevaron a escenarios donde escuchó yvio, registró y sistematizó la violencia deEstado. Primero junto a su mentora, la es-pecialista Sofía Tiscornia, luego desde laComisión Provincial de la Memoria y suComité contra la Tortura, en el distrito deese monstruo que por costumbre apoda-mos “la Bonaerense”. Durante la charla,entonces, mezclará conceptos de las cien-cias sociales con citas de conversacionesque mantuvo con jueces y fiscales para in-terpelarlos sobre los temas que más inco-modan a estos funcionarios: las torturas,las detenciones arbitrarias, las causas ar-madas y los abusos policiales. Un comboque ella cataloga, sin rodeos, “condicionesmateriales de producción de la burocraciapenal” que la sociedad intenta invisibilizarmanteniéndolas en sus márgenes más opa-cos. Veamos cómo y pensemos por qué.

Señala, primero, que “la violencia institu-cional no puede ser tomada como una des-

viación, ni como una perversión, ni muchomenos como una serie de hechos aislados,sino como una pieza fundamental de losdispositivos represivos de los estados mo-dernos, que debe ser analizada en el contex-to del funcionamiento real y cotidiano delas instituciones penales. Partamos de la ba-se de que un Estado en el que el ejercicio dela violencia institucional sea mínimo o ine-xistente, para el caso que fuera eso posible,será en todo caso el resultado de larguísi-mos y muy complejos procesos históricos, yno de la aplicación mecánica de leyes”.

Luego, al aterrizar en la batalla criollacontra la violencia de Estado posdictadura,señala dos momentos distintos: “Uno muymarcado por la denuncia que sirvió parainstalar, por ejemplo, temas como el gatillofácil casi como un lema mediático. Fue im-portante ese registro porque marca un um-bral: la policía no puede matar chicos por-que eso genera un escándalo. Pero amediados de la década del 90 hay un giroque produce la instalación, nacional y regio-nalmente, de la seguridad como tema deagenda. Y con ese tema cambia el escenario.Es el momento en el que este recurso de ladenuncia comienza a no dar los frutos, nollega con la fuerza necesaria para imponerun límite a la violencia institucional. Todo elesfuerzo se focaliza sobre un caso puntual,lo cual es muy válido en algunos contextos,

pero se pierde la perspectiva de que esa vio-lencia tiene que ver con otra cosa. Y lo pri-mero que empieza a hacer agua es la teoríade que las instituciones tenían un vicio deorigen y que por eso no respetaban los de-rechos humanos en términos normativos,porque no conocían la legislación o porquehabía que capacitarlas. Cuanto más se tra-bajó en eso más quedó en descubierto queel problema era otro”.

¿Cuál sería?El control material de determinadasredes de intercambio y economía deldelito.

Concretamente, ¿en qué se expresa? En esto hago dos campos clasificatoriosque, por supuesto, están atravesados.Uno es el campo penitenciario. La masade presos jóvenes aumentó mucho apartir de la reforma que impuso la ges-tión Ruckauf y luego se fue agravandocon todas las reformas legislativas quefueron tejiendo las políticas de no excar-celar. Como se hace evidente que la jus-ticia no investiga, mantiene el castigo dela cárcel como un recurso y, al mismotiempo, como un mensaje público. El re-sultado es una gran superpoblación car-celaria. El pico de este modelo del encie-rro compulsivo fue 2001 y lo marcó eljuez Borrino, de San Isidro, en un habeas

corpus colectivo por todos los presos dela Unidad 29 del Instituto Melchor Rome-ro que presentó ante la Corte Supremaprovincial, que lo rechazó. Allí señala supercepción como juez de Cámara sobrecómo la incertidumbre social de ese mo-mento coincide con la llegada masiva depresos “cachivaches”, como les dicen enla jerga. El efecto de esa superpoblaciónda como resultado una escalada de vio-lencia penitenciaria. Malos tratos y tortu-ras pasan a ser medidas de disciplina-miento rutinario. Es la tortura llevada alplano administrativo.

¿Qué relación establece entre la situación so-cial de esa época y las torturas?

Las vincula directamente con la de-manda social de seguridad.

¿Esa “demanda social” es la que se trasladaahora a la policía?

Sí y no. Porque paradójicamente esteproceso penitenciario no colapsa, seameseta. Los datos que tienen el Comi-té contra la Tortura es que sigue pasan-do lo mismo, pero el foco de la justiciaya no está ahí.

¿Esto significa que hay mayor tolerancia so-cial hacia la violencia institucional?

Significa que en estos años la violenciainstitucional registra una complejidadmayor, con diferentes pesos y visibili-dades sociales y esto es algo que se re-

Integra el Equipo de Antropología Jurídica y Política y, ahora, dirigirá el Programa de Violencia Institucio-nal del cels. Sus trabajos analizan cómo funcionan los mecanismos que generan la violencia de Estado.Las burocracias penales y su ceguera ante las ilegales rutinas policiales.

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Máquina de violenciaJOSEFINA MARTÍNEZ

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fleja en las lecturas políticas sobre lo“aceptable” o “menos aceptable” de esaviolencia. Y la justicia es un reflejo deeste proceso.

¿Qué sería hoy “lo inaceptable”?Ahí todos los que trabajamos estos te-mas vemos que hay un tipo de violen-cia institucional, que es la represión ala protesta social, que alcanzó un están-dar de inaceptabilidad, especialmentedespués de la masacre de Puente Puey-rredón. Allí se instala un límite. No haygobierno que resista muertos en la ca-lle. La protesta social no puede contro-larse con violencia institucional. Y esees un límite muy fuerte, un hito, quegalvanizó una serie de consensos socia-les que fueron posibles como productodel 19 y 20 de diciembre. Y nos muestrauna estrategia de cómo la sociedadconstruye los límites a la violencia ins-titucional, cómo marca aquello de “lointolerable”. La pregunta ahora es có-mo hacemos para que la violencia ins-titucional ejercida en el encierro o laejercida por la policía en el momentode la detención -donde esa violencia seejerce sin ningún límite sobre esta po-blación masculina, joven, pobre- sea“lo inadmisible” en un sistema demo-crático. Cómo hacemos para que dejende ser procedimientos rutinarios, recu-rrentes, permanentes. Cómo lo conver-timos en un tema de discusión pública.

¿Cómo? Lo primero que tendríamos que pensares que estos umbrales de tolerancia dela violencia no son construcciones, si-no procesos. Es decir, que no se dan apartir de un hecho o se cambian conuna declaración o una norma. Son pro-cesos sociales. Y en la medida en queestos discursos de denuncia no tenganincidencia sobre las sensibilidades so-ciales que sostienen esos procesos losregistros sobre lo que el Estado puede ono hacer no van a variar.

¿Cómo se desarma entonces el miedo que leinspira a la clase media un adolescente pobre?

Todas las lecturas de percepción de losmiedos sociales de la clase media son di-fíciles de hacer porque siempre estánatravesadas no sólo por cuestiones es-tructurales -es decir, por su posición enla sociedad- sino por cuestiones coyun-turales. Son miedos que se instalan apartir de un hecho conmocionante, peroque se instalan en clave de discusión po-lítica. Y creo que los medios ahí tienenuna fuerte incidencia en la construcciónde esas imágenes. Es decir, en cómo re-presentan el peligro. Desde el campo delos derechos humanos uno podría to-mar esa cuestión como un espacio a pro-blematizar y hacerse preguntas sobre có-mo es la construcción de imágenes depeligrosidad o de miedo. Pero, si bien losmedios son un factor muy importante,me parece que el trabajo de construcciónde agenda tiene que ser más sutil, queno puede jugarse sólo en los medios.Porque si no es como una guerra de ima-gen, de una contra otra y eso siempre mepareció de corto plazo, insuficiente, por-que es muy cambiante. En esa construc-ción, en esa forma tan efímera –a la quele reconozco enorme contundencia y dela que no creo que haya que desenten-derse– mi impresión –y que no es másque una impresión que necesita más ela-boración colectiva– es que tal vez unavía más productiva es la de profundizarel conocimiento de determinados proce-sos sociales. Empezar a mostrar que laviolencia institucional es el resultado deuna trama de relaciones sociales muy lo-calizada, que se juega en determinadosespacios geográficos y sociales, dondeestos chicos son víctimas del asedio per-manente, tanto de la amenaza, como ladetención arbitraria, el encarcelamientoa través del armado de causas y hasta lamuerte. Sobre la historia de esa trama derelaciones necesitamos saber muchomás. Siempre vamos detrás del hechoconsumado, “del caso”. Horroricémonos,sí, por un caso concreto. Pero detrás de

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esa historia hay una tramamás densa y profunda quequizá nos dé más herra-mientas para instalar social-mente la impugnación a laviolencia institucional.

¿Cuál sería esa trama?Tomemos el ejemplo de losadolescentes pobres que sonlos que hoy soportan el ase-dio permanente de la vio-lencia institucional. Esa vio-lencia, cuando se la analizaen función de las burocra-cias estatales, es compleja.Por un lado, hay todo un ca-nal de políticas sociales queel Estado ejerce, principal-mente, a través de formasambiguas o confusas, comolas oenegés. Y por otro lado,está el canal policializado,en el que incluyo a la justicia, que estámuy atado a una forma arbitraria de ejer-cer el poder. Cuando analizamos, concre-tamente, la experiencia de implementa-ción del nuevo sistema de tutelación demenores en la provincia de Buenos Airesse ve claramente ese mecanismo tremen-do, porque se ven las condiciones mate-riales de producción de burocracias. Nocomo una emanación abstracta del Esta-do, sino como algo concreto: hay funcio-narios de carrera, con muchos años deejercicio, que son los que tienen que to-mar declaración, ofrecer tratamientos oestrategias de salidas a esos menores vul-nerables. Se ven, entonces, claramente,las dificultades de diálogos, de códigos. Ysi no tiene el oído abierto no pueden rela-cionarse con la realidad que esos chicosrepresentan. Creo que si bien hubo unmomento en que alcanzaba con plantearel tema en términos de defensa de dere-chos y garantías, ahora no. La sociedadno funciona por las normas legales, sinopor las formas de relaciones que no siem-pre son las nuestras ni las que compren-demos. La distancia social que separa aunos de otros es la que marca, en defini-tiva, los límites de un intercambio desi-gual de relatos y confianzas. Esto es claroen el caso de los presos que denunciantorturas. El particular lugar social que ocu-pa el preso es mirado por los funciona-rios a través del prisma de la sospecha y,en consecuencia, el peso de su palabra es-tá muy devaluado frente a los discursosinstitucionales de sus carceleros. En algu-na medida, denunciar a sus carceleros sig-nifica denunciar al mismo Estado que losva a juzgar o ya los ha juzgado, y en algu-na medida su denuncia, de no ser investi-gada, puede devenir en un nuevo crimencomo es el de denunciar al soberano. Uncrimen de “lesa majestad”.

Existe, cuanto menos, una diferencia impor-tante con respecto al paradigma con el quetrabaja una oenegé y un organismo de dere-chos humanos. Mientras la oenegé trabaja conun concepto como “la reducción de daños” losorganismos plantean “aparición con vida”. Laexigencia al Estado no es la misma ni tampo-co el límite ético que le marcan a la sociedad…

Por un lado, es interesante que la gentese organice a partir de necesidades con-cretas. Pero lo que veo con preocupa-ción, especialmente en territorio bona-erense, es un proceso de oenegizacióndel Estado que confunde, porque a ve-ces reproducen la exclusión o interfie-ren en la llegada al territorio de políti-cas. Todo ese Estado oenegé lo únicoque puede, a lo sumo, es reducir daños.Esto es, darles algunas herramientassimbólicas para que los sectores másvulnerables puedan volver a la escuelao encontrar un trabajo o no estar tanquemados por la droga como para nopoder hacer nada. Todas estas políticasparcializadas lo que logran es desperdi-ciar recursos, porque no logran ningúnimpacto. Parten de una concepción in-dividualista y estos chicos no se van asalvar solos.

¿Qué rol cumple la justicia en relación a la tra-ma de la violencia institucional?

Una cosa que me llama laatención es la lentitud del apa-rato judicial para escuchar larealidad. Cuando tuvimos queanalizar el habeas corpus deljuez Borrino esto es algo quequeda muy en claro. Toma unadenuncia, a partir del relato dela mamá de un preso. La escu-cha, porque es un juez sensi-ble, y decide convocar al preso,que le cuenta todo lo que leshacen en el penal, no sólo a élsino a otros. Termina reunien-do 179 declaraciones en 3 ó 4días. Todos los hechos denun-ciados se habían producido alo largo de dos años. La pre-gunta que surge entonces es:¿qué había hecho el aparatojudicial con esas denuncias?,¿por qué no las había registra-

do antes? Es como si escucharan llover.Otro ejemplo: el proyecto del MinisterioPúblico bonaerense para poner a chicosde 16 años a criar lombrices. ¿No pensa-ron que eso no le interesa a ningún ado-lescente? ¿No pensaron que es mejorproducir un grupo de cumbia en lugarde una huerta? La justicia no entiendenada de lo que está pasando, pero quie-re autoritariamente imponer sus valores.

¿Qué hacemos, entonces, con la policía?En este análisis burocrático del Estadode condiciones de producción de laviolencia, las fuerzas de seguridad sonun elemento clave. Pero, en general, selas analiza desde el punto de vista nor-mativo, desde el cómo deberían ser yno desde cómo funcionan en la reali-dad. Y a mí me parece que no se puedeignorar la historia de cada institución.Pensar en una forma de policiamientode la sociedad significa pensar que estapolicía forma parte de las relaciones so-ciales. No es tan fácil como sacar una yponer otra. El grado de relación entre lapolicía y la comunidad en los distritospobres es importante. Juega un papelahí y es un papel terrible. El Poder Judi-cial y los poderes políticos siempre sehan desentendido de ese tema. El con-trol de la policía no es un problema dereglamento, es una forma de trabajo dela que el Estado se desentiende o niega,salvo que se cometa un “error”.

¿Qué significa que se “desentiende”?Hay ciertas cuestiones de la organizaciónmaterial del trabajo de la policía y del ser-vicio penitenciario que están atravesadaspor una invisibilización absoluta de la mi-crofísica de la tarea. Del cómo se hace. Yohe entrevistado a fiscales progresistas quedicen: “Lo único que me importa es queme traigan la prueba, no me importa có-mo la consigan”. Estamos hablando deuna fuerza de seguridad que arma cau-sas, tal como señala un informe de la Pro-curación General sobre casos fraguados.Pero ese funcionario se desentiende deeso. Esto significa que está instalado muyfuertemente el paradigma de que así tra-baja la policía y que, en todo caso, el pro-blema es cuando esa forma de trabajo noes lo suficientemente invisible.

¿Quién defiende, entonces, a estos pibes?Las madres son un capital social concreto.Y debe haber mucho más en su territoriode lo que vemos desde afuera, probable-mente muy distinto al que imaginamoscomo ideal. Toda comunidad los tiene. Escierto que se trata de relaciones atravesa-

das por la violencia y que incluso esa vio-lencia tiene para esos chicos un valormuy distinto que para un adolescente declase media. Pero hay un montón de va-lores y tramas de relaciones sobre las quese puede tender un puente. Esa trama derelaciones es la diferencia para que un he-cho se transforme en “un caso”. Y si bienes muy preocupante que eso dependa delas personas, por otro lado implica quelas personas tienen un rol a jugar. Un ca-so como el de Luciano Arruga es unejemplo para pensar la batalla en ese sen-tido. Tenemos allí un barrio donde hayvecinos con más poder que piensan en lajusticia como un lugar de venganza, a laque clama condenas fuertes o en la quedeposita los deseos más autoritarios. Y te-nemos a otros con menos poder, perocon capacidad para organizarse, para de-nunciar, para persistir. Y gracias a ese es-fuerzo Luciano se transforma en un caso.Ese capital es el que nos permite no natu-ralizar la violencia institucional. El proble-ma es que nadie trabaja sobre cómo pre-venirlo estos casos, sobre las condicionesmateriales de producción de esa violen-cia que terminan produciendo la desapa-rición de Luciano.

Lo siniestro, como en el caso de Miguel Bru oLuciano, pero también de Julio López, es ladesaparición como un mensaje.

Son las marcas siniestras de nuestra his-toria. Miguel Bru, por ejemplo, desapare-ce de la comisaría 9 de La Plata, dondeen tiempos de la dictadura funcionabaun chupadero. En el caso de Luciano es-tá involucrada una comisaría donde fun-cionó otro centro clandestino. En otrospaíses la violencia del poder se expresajustamente por lo contrario: la apariciónde los cuerpos. La exhibición es parte deesa violencia. Pero en nuestra historia ladesaparición cumple un rol. Me hacepensar, si nos concentramos en cómofunciona en realidad la máquina de laviolencia policial, que la desaparición esel recurso extremo de una causa fragua-da. Tiene más que ver con las formas deencubrir. Forma parte de las modalida-des institucionales que expresan cómose cubre la policía en un sistema en elque la justicia se desentiende totalmentede cómo se produce la prueba. Es partede ese funcionamiento burocrático.

¿La desaparición de Julio López también for-ma parte de esa lógica?

La desaparición de López sacó a la luzdos cosas muy fuertes. Por un lado, re-actualiza el terror de la dictadura, hastaincluso en un plano de disputa de laverdad histórica. Por el otro, generómuchísima preocupación en cuanto ala responsabilidad de cuidar a los testi-gos, algo que hasta la desaparición deLópez no sé si había pensado...

... es cierto: representa lo impensable, inclu-so hoy, porque, ¿qué reflexión social se pro-dujo desde su desaparición?

El grupo que está trabajando el tema enLa Plata lo está tomando. A nivel litigio,hay reflexión y trabajo. Pero en el planosimbólico, la memoria de López nos re-vela la actualidad de la ilegalidad. Y esotiene un contenido siniestro. Un caso co-mo el de Luciano nos revela cómo esesa ilegalidad en una aldea, Lomas delMirador. Pero el caso de López atraviesatodo: desde la policía bonaerense hastalos organismos de derechos humanos.López, en ese sentido, es un mensajeque quizá nos lleve años descifrar.

El Informe de este añodel Comité contra la Tor-tura detalló, entre otrasviolaciones a los dere-chos humanos, que sepresentaron 761 habeascorpus para denunciartorturas en las cárcelesbonaerenses, donde hay28.322 personas deteni-das. El Informe completo,en www.lavaca.org

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Cuántas minas En los primeros siete meses de este año las exportaciones mineras alcanzaron el récord de 1.221 millones toneladas,un 13 por ciento más que el año anterior. En valor, las ventas externas del sector minero argentino llegaron a 1.475millones de dólares. El principal destino fue Suiza, en segundo lugar se ubicó Alemania, seguido por Estados Unidos,

SALAR DELHOMBRE MUERTO

FARALLÓN NEGRO

CONDORYACU

AGUA RICA

BAJO DE LA ALUMBRERA

CATAMARCACHUBUT

CORDÓN DE LELEQUE

EL CALAFATE

PIEDRA PÚRPURA

MENDOZA

SAN JORGE

YESOS KNAUT

POTASIO RÍO COLORADO

JUJUY

LOMA BLANCA

MINA AGUILAR

PIRQUITAS

NEUQUÉN

ANDACOLLO

San JorgeCía explotadora: GRUPO MINERO ACONCAGUA S.A.Origen: CanadáExtraen: oro y cobreReservas: 381,4 millones de tn

Yesos KnautCía explotadora: YESOS KNAUF GMBH Extraen: yeso

Potasio Río ColoradoCía explotadora: RÍO TINTO Extraen: cloruro de potasio para fertilizantesProduce: 1 millón de tn. por año

Agua RicaCía explotadora: NORTHERN ORIONOrigen: CanadáExtraen: oro y cobreReservas: 750 millones de tn

CondoryacuCía explotadora: CAVOK, CARDERO, ASCOTOrigen: CanadáExtraen: oro, plata y cobre

Salar del Hombre MuertoCía explotadora: FMC LITHIUM CORPOrigen: Estados UnidosExtraen: litio

Farallón NegroCía explotadora: AGUA DE DIONISIO Extraen: oro, plata y manganeso

Por el avance de cinco proyectos deexploración de minerales de plata, plomoy zinc en territorios ancestrales de comu-nidades aborígenes de la Puna se pre-sentó este mes, ante la Justicia Provincialun amparo por la vulneración de dere-chos constitucionales

Cordón de LelequeCía explotadora: MINERA EL DESQUITE S.A.Extraen: sin datos

El CalafateCía explotadora: EL CALAFATE SCCExtraen: carbón, cal y carbonato de calcioReservas: 55.000 tn de carbón y 500.000 tnde caliza

Piedra PúrpuraCía explotadora: PIEDRA PÚRPURA SAExtraen: piedra laja

Salar del Río Grande Pascua-Lama

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que tengoFilipinas y Canadá. Las empresas explotadoras pagan entre un 5 y un 10 por ciento de retenciones y tienen variosbeneficios: doble deducción de los gastos de exploración, exención del impuesto a las ganancias, devolución de ivay un compromiso de estabilidad fiscal y cambiaria por 30 años. Éstas son las ganadoras.

SANTIAGO DEL ESTERO

SANTA CRUZ

SAN JUAN

VICUÑA

MOGOTELA ORTIGAPOTRERILLOS

GUALCAMAYO

AMPLIACIÓN PLANTA DE CAL

CASPOSO

PACHÓNYAC. DECALIZAS MARCH

PASCUA-LAMAVELADERO

LA JOSEFINA

MARTINETAS

CERRO VANGUARDIA

VETA MARTHA

MANANTIAL ESPEJO

PÓRFIDOS SANTA CRUZLA MARCELINA

LA MANCHURIA

HUYAMAMPA

SALTA

LA COLORADA

BORAX ARGENTINA

RÍO GRANDE

ARIZARO LINDERO

SALAR DEL HOMBRE MUERTO

DIABLILLOS

TACA-TACA BAJO

SALAR DELRÍO GRANDE

Pascua-LamaCía explotadora: BARRICK GOLDOrigen: CanadáExtraen: oro, plata y cobre

VicuñaCía explotadora: TENKE MININGOrigen: CanadáExtraen: oro, cobre y plata

MogoteCía explotadora: IMA Resources Corp.Origen: CanadáExtraen: cobre y oro

La OrtigaCía explotadora: SOUTH AMERICAN MINERALSOrigen: Capitales ingleses y chilenosExtraen: oro y plata

PotrerillosCía explotadora: IMA EXPLORATIONS INC.Origen: CanadáExtraen: oro y plata

GualcamayoCía explotadora: VICEROY RESOURCESExtraen: oro y plata

CasposoCía explotadora: TROY RESOURCESOrigen: AustraliaExtraen: Cobre y oro

PachónCía explotadora: XSTRATA COPPEROrigen: SuizaExtraen: cobre

La MarcelinaCía explotadora: FOMICRUZ S.E.Extraen: oro y plata

La ManchuriaCía explotadora: FOMICRUZ S.E.Extraen: oro y plata

La JosefinaCía explotadora: MINAMERICA S.A.Extraen: oro y plata

Las MartinetasCía explotadora: YAMANA RESOURCES INC.Extraen: oro y plata

Listado de empresas dedicadas a la explotación minera que operan en Argentina

A Grade Trading USAAdmiralty Resources NLAgnico-Eagle Mines LtdAllana Resources IncAlphamin Resources Corp Andean Resources LtdAndes Minerals SAAnglo AmericanAnglogold AshantiAntares Minerals IncAntofagasta Minerals SAAquiline Resources IncAREVA Resources IncArgentex Mining CorporationArgentina Minera SAArgentina Power Mining CorpArgentine Frontier Resources IncAuEx Ventures IncAustral Gold Ballad Gold & Silver LtdBarrickBenettonBHP Billiton Limited

Blue Sky Uranium CorpCadillac Mining CorpCanadian Gold Hunter CorpCalypso Uranium CorpCardero Resources CorpCascadero Copper CorpCastillian Resources CorpCauldron Energy LtdCHC Venture Capital SAMCCCia. de Minas Buenaventura SAACoeur D’Alene Mines CorpCommittee Bay Resources LtdCormine SEPCoro Mining CorpDavcha Resources PtyDenison Mines CorpElectrum Mining LimitedEmprendimientos Mineros SAEntropy Resources Pty LtdExeter Resource CorporationFerroFMC Lithium

Fomicruz SEFortune Valley ResourcesGeoandina Mining CorpGeocom Resources CorpGlencore International AGGlobal Copper CorpGold Fields LtdGoldcorp IncGolden Arrow Resources CorpGolden Peaks Resources LtdGuanaco Mining CompanyHidefield GoldHochschild MiningHunt Mountain ResourcesIAM GoldIMA Exploration IncInternational Mineral Resources IPEEMJOGMECJinshan Minera Argentina SAKinross Gold CorporationLa Mancha Resources IncLake Resources LN

Laramide Resources LtdLatin American Minerals IncLithium OneLucadata SRLMalbex Resources IncMansfield Minerals IncMariana ResourcesMarifil Mines LtdMega Uranium LtdMetallum ResourcesMetropolitan Mining IncMinamerica SAMinera AGAUCU SAMinera Andes IncMinera AustralMinera El ColoradoMinera Geometales SAMinera IRLMinera La Puna SAMinera Piuquenes SAMinera Rio TenoMirasol ResourcesNew Dimension Resources Ltd

Norsemont Mining IncOrocobrePachamama Resources LtdPacific Bay Minerals LtdPacific Rim Mining CorpPan American Silver CorpPatagonia Gold PlcPeregrine Metals LtdPetra GoldPlato Gold CorpPotash One IncQuartz Minerals SARio TintoRome Resources LtdRoyal GoldSilver Standard Resources IncSilver Wheaton CorpSoltera MiningSOMICA DEMSouth American Salars Pty LtdStealth Minerals LtdStrategic Resources LtdSumitomo Metal Mining C.O. Ltd

Surminera SASurnatron SATeck Cominco LimitedTNR Gold CorpTolsa SATrendix SATroy Resources NUlex SAUnimin CorpUranco SAUranio AGUrex Energy CorpValeVega Gold Ltd.Votorantim MetaisWealth Minerals LtdXstrata Copper Yamana Gold IncYamiri Gold & Energy IncYMAD

Cerro VanguardiaCía explotadora: ANGLOGOLDOrigen: AustraliaExtraen: oro y plataReservas: 9,1 millones de toneladas

Manantial EspejoCía explotadora: SILVER STANDARD Y PAN AME-RICAN SILVER CORPOrigen: CanadáExtraen: oro y plataReservas: 21,4 millones de onzas.

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por arriba y por abajo los modos de ladominación. Entonces los que gobier-nan posteriormente a esa etapa neoli-beral, no pueden pasar por alto esetriunfo de los movimientos. Y tienenque reconstituir unos nuevos modalesde gobernar. A nivel de políticas gene-rales se inicia una etapa de acumula-ción, que ya no son las privatizaciones,como en tiempos menemistas, sino laapropiación de la vida: minería a cieloabierto, el complejo soja, caña, palma,celulosa, forestación. A nivel micro loque hicieron fue zurcir la herida gene-rada al clientelismo punteril. Entoncesaparece una nueva dinámica, la de losplanes sociales, que intenta con éxitoasumir el triunfo de los movimientosque ya no pueden ser detenidos con re-presión ni con punteros, y se ensayanotras formas de dominación. En esasformas, los movimientos que protago-nizaron este período juegan un papelfundamental.

Me perdí: ¿un papel de dominación? Claro, porque ¿dónde hay que recons-truir la dominación? En los territoriosperiféricos, de resistencia, empobreci-dos. Allí los pobres habían construidomovimientos sociales, que ahora sontrabajados desde el poder para conver-tirlos en un engranaje de planes socia-les. Esto quiere decir que el poder (elBanco Mundial, los gobiernos progre-sistas, los ministerios de desarrollo so-cial) supieron leer esta realidad. Y asíreacomodaron las nuevas formas dedominación. Insisto: las organizacionesque jugaron un papel fundamental enel ciclo 97-2002 claves en la caída delgobierno de De la Rúa son ahora engra-najes de los planes sociales, o sea, de ladominación.

Pero estamos hablando de grupos que si-guen reivindicando su intención de transfor-mación social...

Esto no es nuevo. Los sindicatos crea-dos en las últimas décadas del siglo 19hasta los años 30, fueron duramente re-primidos. Pero ya en los años cuarentafueron engranajes de la dominación. Ylas luchas posteriores, tanto la resisten-cia peronista del 55 o las Coordinado-ras Interfabriles en los 70, tuvieron quepasar por encima de las burocraciassindicales. Y en el Cordobazo, donde al-gunas dirigencias jugaron con los traba-jadores, que recuperaron sindicatos pa-ra convertirlos en herramientas para sulucha. Pero además, el ciclo piqueterose inicia fuera y contra los sindicatos.Entonces no es la primera vez que pasaque quienes jugaron papeles importan-tísimos en la organización y lucha po-pular pasan a convertirse en engranajesdel sistema.

¿Todos?No. Hay organizaciones que se resistena esto. Pero los grupos que se resisten(ciertos mtd, el Frente Darío Santillány algunos otros), son hoy una pequeñaporción del enorme mundo piquetero.Uno puede decir “sí, es mejor que enestos planes participe el movimientopiquetero, antes de que quede en ma-nos del ministerio”. Pero en realidad esal revés: para los gobiernos las organi-zaciones son claves en la ejecución delas políticas sociales. Entonces las lu-chas por cuotas de poder o reparto, ter-minan siendo luchas sobre quién do-mestica, salvo para una minoría degrupos que tratan de dar vuelta los pla-nes, no subordinarse. Pero son minoría.

Pero los movimientos no se perciben comoengranajes del sistema, sino como un aporte.Y dicen: “Mejor que lo hagamos nosotros”.

Ése es el discurso de los dirigentes que,como pasó en el sindicalismo burocráti-co, utilizan muchas veces a las organiza-ciones sociales como escaleras de ascen-so social. Cuando se le da un cargo a undirigente social no se le da al movimien-to. Los que juegan un papel destacadoen el reparto de planes son un pequeñonúcleo. Lo que se está creando es proba-blemente –entre comillas– una “nueva

oma el mate, enciende un ci-garrillo y apaga el fósforo, pe-ro deja prendida la mecha deuna idea: “Las organizacionessociales que jugaron un pa-

pel fundamental en el ciclo de luchas quefue del 97 a 2002, claves en la caída delgobierno de De la Rúa, son ahora engra-najes de los planes sociales, o sea, de ladominación y la domesticación social”.

Puede observarse que este uruguayo se-reno y profundo no compite por el trofeosobre cómo ganar amigos, o al menos nohace demagogia hacia movimientos socia-les y piqueteros a los que viene acompa-ñando por décadas. Sus trabajos han sidoplasmados en libros desde Genealogía de larevuelta hasta el recientemente reeditadoTerritorios en resistencia, cartografía políticade las periferias urbanas latinoamericanas,que ya agotó su primera edición.

Cada uno de sus periódicos regresos aBuenos Aires suele significar la aperturade nuevas ideas, polémicas e hipótesisque plantea bajo una aclaración: “Másallá de juzgar, creo que lo importante esdescribir tendencias y lógicas que permi-tan comprender lo que está pasando”. Envista del actual panorama intelectual por-teño, es una suerte que el Buquebús fun-cione más o menos a horario.

Zibechi trabaja en el semanario Brechade Montevideo, es analista de política lati-noamericana, sus columnas de análisis so-bre política latinoamericana e internacio-nal circulan por medios de todo elcontinente pero, más aún, es un investiga-dor permanente de ciertas geografías: eseextraño territorio llamado “realidad”, lasfronteras entre las sociedades y el poder,los flujos de acciones que las personas ygrupos sociales van elaborando para lo-grar una especie de hazaña moderna: ha-cer su vida.

Como trabaja, estudia, se mueve y co-noce de modo personal aquello de lo quehabla, Zibechi es lo contrario de un opinó-logo (oficio propio de algunos taxistas y,de modo más patético, de empresas perio-dísticas). ¿Qué es entonces Zibechi? Su pri-mera respuesta a semejante consulta esasombrosa, y tal vez sabia: “No sé quésoy”. Mira el techo: “Periodista no. Sólotrabajo como periodista. Y tampoco mesiento militante. No me siento un intelec-tual. Una amiga que es María Esther Gi-glio dice que el periodismo es un mar deconocimiento de un centímetro de profun-didad. Creo que es una linda definicióncon la que no me siento para nada identi-ficado. Pero bueno, no me siento como losperiodistas. Ni me siento con los periodis-tas. No sé qué es lo que soy. Puedo ser unactivista. O un colaborador. La imagenque los teólogos de la liberación han fra-guado me gusta: acompañar. Acompañara la gente y a los movimientos”.

La nueva clase media

Por qué planteás que los movimien-tos sociales están en una prisión? El punto de partida puede ser pen-

sar que los movimientos sociales triun-faron en varios sentidos. Consiguierondeslegitimar la fase privatizadora delmodelo neoliberal, la de Menem. Ese ti-po de gobierno, como pudo ser el deSánchez de Losada en Bolivia, o Cardo-zo en Brasil ya no corre más. Triunfarontambién porque la agenda de los Esta-dos, en gran medida, ha sido marcadapor los temas planteados por los movi-mientos. En un sentido más sutil y me-nos visible, triunfaron frente a los me-canismos que había creado el Estadopara neutralizar a los movimientos: larepresión y, en el caso argentino, lospunteros.

¿De qué modo?El mecanismo “municipio-punteros-manzaneras” fue desbordado por laoleada piquetera, principalmente, lasfábricas recuperadas y asambleas del97-2002. No tomaron el poder ni hicie-ron la revolución, pero desarticularon

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES SEGÚN RAÚL ZIBECHI

La hipótesis de este uruguayo, que se resiste adefinirse como periodista o intelectual, es quelos movimientos sociales ganaron. El ciclo deluchas de 97 a 2002 impuso la agenda de losgobiernos progresistas latinoamericanos y has-ta sus modales. Ahora, el desafío son las nue-vas prisiones con las que intentan domesticar-los. Planes sociales, educación popular y mili-tantes convertidos en funcionarios forman par-te del menú que el Estado les ofrece a cambiode que “no molesten” al modelo neoliberal. Suapuesta es a los más jóvenes, víctimas prefe-renciales de los mecanismos de control territo-rial. El rol de las oenegés y los profesionalesque trabajan gracias a la pobreza. La diferenciaentre los discursos y las prácticas. Y otras deli-cias del Estado progre.

TLa prisióndel plansocial

Zibechi viajó a Buenos Aires para ofrecer un seminario en Mu.Punto de Encuentro sobreel tema que está investigando y que lo lleva a recorrer Latinoamérica “desde abajo”.

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sociales y a los mecanis-mos que utilizaron siem-pre, como la educación po-pular. Esa estatización de laeducación popular puestaal servicio del control esuno de los grandes triunfosdel progresismo, que sesostiene gracias a los pla-nes sociales. El plan “Ham-bre cero” en Brasil abarcaal 30% de la población, 50millones de personas. Peroen los estados pobres delnordeste, llega a 2 de cada3 brasileños, el 65%. EnAmérica Latina no menosde 100 millones de perso-nas reciben planes sociales.

¿El plan social no funciona como un derechopara gente en situación vulnerable?

Los planes sociales no son derechos uni-versales. No tenés derecho a la salud. Osea, solucionan problemas básicos, perono te dan derechos. Es una reconversiónde la dominación. Si el Estado tuviera laintención de cumplir lo que sus propiosdiscursos plantean, se lucharía por dere-chos universales como el derecho al tra-bajo. Pero no todos tienen ese derecho.Los trabajos que se consiguen son su-mergidos, de pésima calidad, mal pagosy en condiciones de precariedad total. Yotros no consiguen nada. Al no cambiaresa condición estructural, las personas si-guen subordinadas, pero ahora cosu-men. Tienen algo de educación y salud,pero su condición de estar en el sótanono ha cambiado. Y eso sólo puede cam-biar en un proceso de constitución de su-jetos, de lucha y de conflictos, que modi-fique la relación de fuerzas en lasociedad. La novedad de los planes delCono Sur es que el papel asignado a lasorganizaciones sociales en esta tarea esfundamental. Llevan la política concretaal territorio concreto.

Pero se perciben como mecanismos de libe-ración, o al menos eso dicen...

Un movimiento que tiene un discursode liberación, antiimperialista, pero esvehículo de las políticas sociales delEstado, en la práctica cumple la mismafunción que siempre cumplieron lasburocracias sindicales. Los modos sondistintos y han cambiado las épocas,pero el objetivo es parecido. Lo cualme hace pensar que el próximo ciclode luchas va a tener que pasar por en-cima de estas organizaciones, porquemás allá del discurso tienen prácticasverticales; aunque asuman metodolo-gías de la educación popular, puedenser autoritarias, discriminatorias. Y esla política del Estado aterrizada en te-rritorios específicos y concretos, quefueron territorios en resistencia, dondeel objetivo central no es modificar las

clase media de la pobreza”, formada porlos que operan como bisagra e interme-diarios entre el Estado y la gente.

100 millones de planes

l hacerlo, ¿no están aliviando, se su-pone, la situación de sectores queestán sin trabajo?

El eje de todo movimiento social y de lacreación de un sujeto, es el conflicto. Porejemplo, cuando se habla de “lucha declases” el término “lucha” es el decisivo.El movimiento piquetero nace por ladisputa de los planes sociales, que termi-nó cuando en 2002, después de la masa-cre de Puente Pueyrredón, Duhalde con-voca a elecciones. Hoy la pelea porplanes es una pelea sin conflicto, y loque está en el primer lugar del orden deldía es la negociación de cuotas de parti-cipación en las políticas sociales, el as-pecto domesticador. En el kircherismo elconflicto se desarticula y, por lo tanto,no hay sujeto, no hay movimiento. Haysólo una clase, la dominante, y el princi-pal actor es el Estado. El gran éxito de laspolíticas sociales es haber conseguidoimplementar los planes sin necesidad deacudir a la confrontación.

Pero esos movimientos mantienen sus dis-cursos y principios aparentemente idénticos,o parecidos, a cuando peleaban en la calle.

Pero es un discurso que sustituye al con-flicto. No hay necesidad de luchar paraconseguir planes, porque el gobierno nosólo está abierto, sino que fomenta laparticipación en el reparto de dinero,tarjetas alimentarias y muchas más. Elgobierno de De la Rúa y antes el de Me-nem confrontaban con los movimientosy éstos le arrancaban planes al Estado.Hoy se consiguen muchos más planesyendo a tocar el timbre al ministerio co-rrespondiente. Deja de haber lucha so-cial. Los planes desarticulan cualquiersujeto o colectivo y, por lo tanto, resultandomesticadores.

¿Sería mejor, entonces, que no haya planes ysí conflicto?

No, lo que pasa es que cambió la lógi-ca. Grosso modo, puede decirse que losespacios de disciplinamiento han co-lapsado: la familia, la escuela, el cuar-tel, la fábrica. Hoy en día camadas en-teras de la población, millones depersonas, no atraviesan esos espacios,o lo hacen muy parcialmente. La fami-lia y la escuela están en crisis, entoncesel Estado necesita formas de control acielo abierto. Esto es lo que planteabaGilles Deleuze hace veinte años. Lagente no pasa por lugares de encierro,entonces hay que ir a los barrios y ca-sas a controlar y disciplinar. Como elEstado no puede abarcar a millones depersonas, recurre a las organizaciones

infraestructuras, cloacas, tendidos deredes eléctricas, que la propia organiza-ción social lleva a cabo. Lo que hacediez años era un espacio de resistenciacontra el Estado, pasa a ser brazo ejecu-tor de las políticas estatales. Los diri-gentes manejan las cuadrillas y orde-nan el trabajo, hacen el papel decapataces. Otros se resisten, seguro. Ypor fuera de todo este sistema quedanlos no integrables: ladrones, drogadic-tos. Pero por sobre todo jóvenes pobresque no se integran a esos modelos, yterminan siendo carne de gatillo fácil.

Parece un relato sin salida. Yo creo que hay espacios nuevos, lascomunidades que se oponen a la mi-nería a cielo abierto, los bachilleratospopulares, los propios movimientosque no se amoldan a esta domestica-ción, cantidad de experiencias concre-tas que son elementos de reactivacióndel campo popular. Y aparece una nue-va camada de jóvenes que no partici-paron en el ciclo anterior de luchas.Gente que en 2001 tenía 10 ó 12 años.Ellos son los que pueden llegar a mo-dificar esta situación, al irrumpir connuevas organizaciones o incluso en lasviejas. Ahí hay un elemento de espe-ranza. No es fácil, pero estamos mejorque a principios de los 90 donde todoera un desierto.

Pero la agenda mediática habla de otro tipode conflictos, los del sistema político: secto-res más de derecha contra otros más progre-sistas. El mal menor, etcétera.

Pero el juego del poder en la cúspitde delEstado, el juego electoral, no debe confun-dirse con los sistemas de dominación. Elfondo del problema es que no hay re-construcción del aparato productivo, niinserción en algún terreno de las nuevastecnologías capaz de incorporar sectoresimportantes de trabajadores, no hay unciclo de dinamismo económico que noesté asentado en la soja y la minería.Mientras el modelo sea ése, con tan pocavocación de producción industrial, segui-rá siendo cada vez más excluyente. Y asíno hay arreglo.

El uruguayo agrega una última desconfian-za: “Resulta que la defensa de los pobres,por la que desaparecieron a 30 mil perso-nas, ahora cambió de bando. Ahora nosquieren convencer de que se los defiendedesde el Estado. Antes el discurso se cen-traba en defender el orden, y para eso ha-bía que combatir la subversión. Esto se re-sumía en matar a los que luchaban junto alos pobres. Ahora se trata de defender elorden, y para eso se hacen políticas socia-les para aliviar a los pobres, pero sin la me-nor participación de ellos mismos. No selos considera sujeto. Siguen siendo objeto.Antes lo fueron de las iglesias y los milita-res. Ahora de las políticas progres”.

condiciones estructurales dela pobreza, sino neutralizar lacapacidad de los pobres detransformarse en sujetos polí-ticos. Y desarticular a los mo-vimientos. Pero si no son los planes socia-les, ¿cuál sería la opción? La única salida alternativa alos planes sociales es con unareforma agraria, sacar la sojadel medio, volver a que hayacientos de miles de campesi-nos en sus tierras, volver a ha-cer fábricas y tener empleosdignos, legítimos. O sea, unaetapa que el capitalismo con-sidera superada. Eso es el neo-

liberalismo. Hoy Argentina es un paísexportador de productos primarios pa-ra mercados europeos, norteamerica-nos y asiáticos: soja, minería, etc. Ya noes un país industrial, entonces no va ahaber trabajo. En vez de modificar esasituación estructuralmente, dando em-pleo, se les aseguran migajas. Y al ha-cerlo, se está desarticulando su capaci-dad de resistir. Concretamente es loúnico que le preocupa hoy al capital:que no molesten.

La nueva camada

o que cuenta Zibechi se comprue-ba en historias como la relatadaen mu, número 2, en marzo de

2007, sobre la actitud del gobierno ante unmovimiento social de Bajo Flores. Uno delos militantes de ese movimiento, pese asu entusiasmo con respecto al oficialismo,estimaba: “Te dan lo suficiente como paraque no te mueras, pero nunca tanto comopara que levantes la cabeza”. Zibechi: “Loparticular de estos casos no es sólo quedan migajas, sino cómo las dan: del pun-tero clásico se pasó a un puntero colectivo,la organización social, que además es másrespetada, legitima al poder, y da mejoresresultados”. ¿Por ejemplo?

Logran una acción preventiva, Evitanque en los territorios se generen bolso-nes de resistencia al Estado, como fue-ron los propios piqueteros en su mo-mento, que ahora están en esta otrafunción. Y a esa malla de las organiza-ciones sociales, se agregan -al menosen Uruguay- las nuevas estrellas: no só-lo la oenegés (organizaciones no guber-namentales) sino los asistentes sociales,los sociólogos, los antropólogos, cien-cias creadas para intervenir en el terri-torio de los otros, los diferentes y nocontrolables, los no-ciudadanos.

¿Y cuál es la función de estas estrellas?Hacen relevamientos del territorio, en-cuestas, detectan situaciones, planean

Territorios en resistencia,cartografía política de lasperiferias urbanas latino-americanas ya tiene susegunda edición, que Zi-bechi presentará en MU.Punto de Encuentro ennoviembre, luego de par-ticipar de un encuentroen Rosario.

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magínese un país donde to-dos los niños en edad escolartienen una computadora rega-lada por el Estado que, ade-más, utiliza software libre.

Imagínese una ciudad del tamaño de Cór-doba donde el partido de izquierda cuentacon 500 comités de base, una tupida red or-ganizativa casi cuadra por cuadra. ¿Puedeun candidato de ese partido y de ese go-bierno perder las elecciones?

Si el candidato del Frente Amplio nofuera José Mujica –guerrillero rehén de ladictadura durante doce años, chacarero,único político que habla y viste como unpeón de campo o un obrero de la construc-ción– la campaña electoral sería idéntica alas anteriores. Pepe marca la diferencia.Aun cuando se mandó diseñar un traje enuna de las sastrerías más lujosas de Monte-video (donde el lujo no es seña de identi-dad), su estilo sigue incambiado: a mediocamino entre el abuelo que mira el hori-zonte para aconsejar a sus nietos (gesto car-gado de paternalismo) y el político popular(¿populachero?), natural, malhablado ymalvestido. Como los uruguayos de a pie.Ése es uno de los secretos de la enorme po-pularidad de Mujica. Guste o no, es el diri-gente más parecido al mítico Raúl Sendic,fundador de sindicatos agrarios y del Movi-miento de Liberación Nacional-Tupamaros.

Los cinco años del gobierno de TabaréVázquez se caracterizaron por un notablecrecimiento económico (soja, carne, celulo-sa y otros productos primarios), bajos nive-les de corrupción, aumento del salario realy de la ocupación, caída de la pobreza y es-casas reformas de fondo. La más significati-va fue la reforma de la salud, por la que to-dos tienen acceso a los servicios mutuales(antes reservados a las capas medias), en loque representa una fuerte democratizacióndel sistema sanitario, resistido por el cuerpomédico, en particular por las elites de ciru-janos y anestesistas.

En segundo lugar, se impuso la negocia-ción colectiva vía Consejos de Salarios en-tre Estado, empresarios y sindicatos, con un

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Idoble resultado: importante aumento delsalario real y duplicación larga de la afilia-ción sindical, llegando a ramas enteras co-mo el comercio donde el neoliberalismohabía barrido organización, salarios y con-diciones laborales. Es difícil cuantificarcuánto de esto responde a las políticas do-mésticas o a la buena coyuntura económi-ca internacional, pero en todo caso la pro-ducción nacional creció como nunca lohabía hecho, y de modo muy particular laproductividad agrícola.

La tercera cuestión, quizá la decisiva, esel abanico de políticas sociales: el Plan deEmergencia, durante dos años, centrado entransferencias monetarias a los más pobres,y el Plan de Equidad luego, dedicado atransformar las políticas coyunturales enderechos universales. Éste es, fuera de du-das, el aspecto que diferencia las políticassociales uruguayas de las del resto de la re-gión. Aunque siguen existiendo políticas fo-calizadas, el grueso de los beneficios socia-les se universalizaron en las AsignacionesFamiliares con contraprestaciones de asis-tencia a centros escolares y de bachillerato.

Pero la estrella es el Plan Ceibal. Cadaniño que asiste a la escuela pública reci-bió una laptop (unas 370 mil en total)equipada con software libre. La conectivi-dad llegó a todos los rincones del peque-ño país, con lo cual los niños de las másremotas áreas rurales pueden navegar enInternet en similares condiciones a la deaquellos que viven en apartamentos delujo. Se puede debatir largamente si el usode computadora mejora el rendimientoescolar y las capacidades de aprendizaje,si un niño de zona rural con dominio decomputación apenas logrará llegar a ma-nejar el gps de las cosechadoras de soja ysi los pibes de las periferias urbanas se in-tegrarán al mercado de trabajo en lospuestos peor pagos, aun sabiendo el ma-nejo elemental de aparatos digitalizados.

Pero había que ver las caras de las ma-dres y de los niños el día que se llevabana sus casas las laptop. Para los de abajo fuealgo inesperado, un reconocimiento que

nunca olvidarán, y que la mayoría cuidacon esmero. Basta recordar el efecto quetuvo en tantos argentinos, que Evita les re-galara una pelota fútbol. Como todo, estascosas hay que verlas con los ojos de los deabajo. El próximo gobierno seguirá dandocomputadoras, ahora a los estudiantes debachillerato y educación técnica.

¿A desalambrar?

n estos tres años la protesta socialestuvo ausente, como en buenaparte de la historia reciente del pa-

ís. Hubo paros sindicales, sobre todo en lasalud y las administraciones municipales,y poco más. Lo que se dice protesta, pocoy nada. Las políticas sociales han sido losuficientemente profundas como para for-talecer el papel del Estado en la vida real yen el imaginario de los sectores populares.En buen romance, la gente está contenta.Y eso se advierte en un hecho inédito: adiferencia de otras campañas electorales,se realizan actos sin convocantes, espontá-neos, llamados con mensajes de texto, conrespuestas multitudinarias. Las dos mayo-res convocatorias fuera de los actos fina-les, partieron de las bases y de modo dis-perso, aunque siguiendo los patrones deorden y “civismo” (sea lo que sea esto) yatradicionales en un país como éste.

En paralelo, en estos cinco años un ter-cio o más de la tierra pasó a manos extran-jeras (sojeros como los Grobocopatel y mu-chos brasileños), casi toda la cadena de lacarne, desde los frigoríficos hasta los gana-dos, y las principales empresas arroceras,fueron compradas por empresarios de Bra-sil. No pagan impuestos, pese a que JoséMujica fue ministro de Ganadería durantecuatro de estos cinco años. Si con el mode-lo neoliberal comandado por blancos y co-lorados el país fue plaza financiera, ahoracon el Frente Amplio es plataforma de lareprimarización de la economía uruguaya.

En suma, Botnia no es una excepción nipuede achacarse esa política a la “herencia

maldita”. Por el contrario, el Frente Amplioasumió, amplió y profundizó el modelo he-redado que en esta fase se resume en mássoja y menos lechería, por ejemplo. A pro-pósito, las buenas intenciones del ministrode Ganadería para defender a los producto-res lecheros (un sector que mantiene a lostrabajadores en la tierra, integrado en su in-mensa mayoría por medianos y pequeñosproductores) fueron barridas por el brutalcrecimiento de la siembra directa que utili-zan los grandes negociantes de la soja y eltrigo, conectados en tiempo real con el mer-cado de Chicago, pero desconectados delpaís profundo.

Seguir soñando

ujica es el candidato preferido porlos activistas de izquierda y por lamitad, más o menos, de la pobla-

ción. En Uruguay sucede algo extraño: elFrente Amplio tiene una cantidad de afi-liados superior a la mitad de sus votantes.O sea, la mitad de quienes votan a la iz-quierda elige a sus autoridades cada dosaños y formalmente se afilia al partido,aunque luego no tengan vida partidaria.Además están las elecciones internas si-multáneas no obligatorias, que este año secelebraron en junio, en las que cada parti-do decide el candidato a la presidencia. Enlas internas participó el 45% del padrón,pese a que no son obligatorias, lo que to-dos consideraron una cifra muy baja yaque en otras ocasiones había superado lamitad de los habilitados. Mujica derrotó alex ministro de Economía, Danilo Astori,duplicando casi sus votos.

Para un país con tan peculiar culturapolítica, donde las elecciones son unasuerte de religión laica, que admira lasinstituciones y rechaza las actitudes y ac-ciones anti institucionales, la elección deMujica como presidente es casi una revo-lución. Política y cultural. Dice Eric Hobs-bawm que las clases obreras débiles, lasque no pueden imponerse con su presen-cia más o menos activa a las clases domi-nantes, deben buscar en el terreno de lapolítica partidaria algún tipo de apoyo. Esel caso de Uruguay. Que explica, además,las razones por las que las clases obrerasy las izquierdas de ambas márgenes delPlata nunca se entendieron. (De este ladose miró al movimiento piquetero con elmismo recelo que al peronismo).

Más aun: con Mujica en la presiden-cia, la llamada “excepcionalidad urugua-ya” –quintaesencia de la autocomplacen-cia de los uruguayos- habrá escaladovarios peldaños. Y, con ella, la gobernabi-lidad que tanto nos elogian los funciona-rios de las instituciones financieras glo-bales y los sucesivos inquilinos de laCasa Blanca, pero que genera tantos res-quemores en la región.

El de Tabaré Vázquez fue el mejor gobierno en décadas, pero profundizó el modeloneoliberal. Más soja, más forestación y celulosa. Menos pobreza y baja desocupación.Ahora, los sectores populares votarán por José Mujica, para seguir soñando.

ELECCIONES URUGUAY MIRADAS POR ZIBECHI

El uruguayo de a pie

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atrás un ensayo de Robert Graves y nomucho más sobre el tema. Pero me entu-siasmó lo suficiente como para armar unaserie que luego expuse, tras seis largosaños de no mostrar nada”.

Onda cero

lfredo siempre cuenta que su mé-todo de aprendizaje es la observa-ción. Creció mirando trabajar a su

padre –“sin dudas, mi maestro”, dirá–, unartista tan inmenso como su silencio.“Nunca me dijo cómo hacer las cosas”.Quizás esa haya sido, exactamente, la granlección paterna que le permitió explorarpor sí mismo el oficio. Lo hizo con idénti-co método: se paró delante de los grandesmaestros y los interpretó uno por uno enlibretas que atesora prolijamente. “Para míir a un museo es ir a tomar una clase. Lasobras hablan por sus autores”. Alfredoconversa con ellas en su idioma: las copia,detalle por detalle, hasta entender cómo ypor qué. “Cuando entendí el Guernica llo-ré”, ejemplifica sin pudor.

Toda esa etapa de charla con los clási-cos parece confluir en la serie de cuadrosmitológicos y está absolutamente ausen-te de su nueva producción, que muestrahasta donde es capaz de llegar el nuevoAlfredo, el artista travieso. “Empecé aprobar un programa que me instalaronen la computadora y una cosa llevó a laotra”, dirá sonriente. Esa “cosa” es lo queél llama “experimentos musicales” y la“otra” son los videoclips que elaboró enbase a temas propios que compuso, mu-sicalizó y ¡canta! “Esto significa que soyla prueba de que hoy cualquiera puedecantar. Ahora, cuando paso por la puertadel Luna Park, camino al diario, y veo elcartel que anuncia los recitales de Arjo-na, entiendo todo”.

Habrá que esperar otro milagro antesde que Alfredo se suba a un escenario,por lo que sus hits sólo pueden, por elmomento, escucharse y verse en Youtubeo en su página web, en la sección multi-media, donde hay tres. Mi preferido: Notengo onda. Cuatro minutos ilustrados confotos que completan el sentido de la letraque proclama:

“No tengo ondaNo hay nada que hacerNi pintado de negroMe van a creer”.

Armó esos videos con fotos que encon-tró en Internet y grabó tanto la músicacomo su voz en su propia computadora,por lo que –una vez más– estamos en pre-sencia del gran abracadabra de estostiempos: una película de 4 minutos reali-zada sin cámara.

Ahora está preparando otra escala desu nueva muestra, que viene de exhibiren Rosario, pasa este mes por una salaporteña y ya tiene citas para el próximoaño, que comenzará en el Centro Cultu-ral Recoleta, en marzo. Allí presenta unpoco de todo y lo mucho recorrido. Estánlas caricaturas que ganaron premios y lasque se ganaron su corazón, los grandescuadros y los pequeños videos y hastalas remeras que diseñó para la ocasión.No hay que interpretarla como una re-trospectiva sino como una fiesta a la queAlfredo nos invita para presentarnos par-te de su familia.

bla. “Es una serie que pensé a partir de re-lacionar los clásicos mitos griegos a losclásicos mitos de Hollywood. Trabajé enese tema básicamente porque son dos co-sas que me interesan y luego me fueronapareciendo las ideas para conectarlos.Comenzó cuando un día hice un retratode una mujer sentada con un perro al cos-tado, tipo galgo y de golpe se me ocurrió:es Diana Cazadora. Había leído tiempo

tado son todos los cuadros que están col-gados en los distintos ambientes del de-partamento familiar y que les dan un es-cenario deslumbrante a las escenas másdomésticas, como por ejemplo ahora,cuando su pequeño hijo corre al gato ytermina arrinconándolo debajo del retratode una Marlene Dietrich ataviada con uni-forme militar, en una exquisita gama decolores y con una mirada que también ha-

ara que quede claro de quienes hijo, Alfredo Sábat da ini-cio al currículum que publicaen su página web con unafoto grupal donde puede ver-

se, entre otros, a Oesterheld, Quino, Ca-loi, Lino Palacio, Fontanarrosa, AlfredoBreccia, su papá, Hermenegildo, su mamáBlanca y él mismo, a los 6 años. La fotolleva por título “Primera Bienal del Hu-mor y la Historieta, Córdoba, Argentina,1972”. Según reconocen los cuadernosque guarda de aquella época, Alfredo yaera por entonces el dibujante autodidactaque sigue siendo hoy. “En vez de ir detrásde una pelota, dibujaba. Era un bicho ra-ro. Cuando miro mis cuadernos de pri-mer grado, pienso: era un monstruo”. Y eltono en el que lo dice no delata precisa-mente admiración.

Tuvo que pasar mucho tiempo paraque, además, pueda divertirse como unchico cada vez que produce una imagencon el pincel o con el mouse, pero sin pa-labras. Gracias a esa decisión, en sus cua-dros los colores, hablan.

El camino hacia el estado de bienestar -que le otorga ahora esa sonrisa traviesacon la que cuenta el trayecto- está jalona-do por diferentes revelaciones. La primeratuvo que ver con un dilema técnico, dignode Hamlet: “Estaba tan preocupado por te-ner un estilo propio que tomé la decisiónde trabajar los dibujos en tres dimensio-nes para que eso fuera lo característico. Pe-ro me di cuenta de que la técnica es unaherramienta que tiene que estar al servi-cio de lo que se quiere expresar. Parece bá-sico, pero a mí me llevó un tiempo proce-sarlo. Y entenderlo, me liberó”.

La otra revelación le llegó con unatrompada. Literalmente. Por primera vezen su vida le pegaron una piña que lequebró la mandíbula y lo dejó en el sue-lo, nocaut. No fue ni en la calle ni en unring, sino en la coqueta redacción deldiario La Nación, donde trabaja como di-bujante y caricaturista desde julio de1999, de domingos a jueves y de 14 a 22.“Un empleado de administración que es-taba repartiendo sobres en la redacciónhizo un comentario sobre un partido y seme ocurrió hacer un chiste sobre eso. Seve que le cayó mal, porque sin mediarpalabra, me embocó. Lo más extraño esque a mí no me importa mucho el fút-bol”, dice como para reforzar el tono ab-surdo de la situación. La consecuenciafue un mes de licencia médica que lepermitió sentarse a charlar con una ami-ga en ese mismo living donde estamosconversando ahora y en ese mismo si-llón que señala hoy como si fuera el altardel milagro. “Le estaba contando la ten-sión que representaba para mí ese traba-jo. Estar todo los días, esperando que al-guien me pidiera un dibujo, cosa que aveces sucedía y otras veces no. Luego, es-perar que me dieran la aprobación, quetambién a veces sucedía y otras veces no.Volver a casa con unas rabias que me en-cendían… y de pronto, mientras lo estabarelatando me vino una certeza: qué im-porta. Es un trabajo”.

A partir de ahí empezó a dedicarletiempo propio a trabajos propios. El resul-

ALFREDO SÁBAT

Es dibujante, artista plástico, e hijo de un maestro que nunca le dijo cómo hacer lascosas. El día que en La Nación le dieron una trompada por un malentendido futbolero,se replanteó el trabajo. Ahora tambien es el cibermúsico autor de No tengo onda.

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Onda Sábat

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San Perón18 OCTUBRE 2009MU

l 17 de octubre de 1945, dete-nido en la isla Martín García,Perón estaba convencido deque su carrera política habíaterminado. Todo parecía indi-

car que muy pronto se celebrarían eleccio-nes democráticas, que seguramente darí-an la victoria a la ucr o a alguna coali-ción de partidos que la incluyera. Sinembargo, ese día la multitud actuó porcuenta propia y cambió el curso “normal”y esperable de la historia. No convocó aninguna de las entidades conocidas. No lamovilizó ni Perón, ni el gobierno, ni lacgt, ni ninguno de los partidos existen-tes. Algunos activistas de base ayudaron acorrer la noticia, pero básicamente se tratóde hombres y mujeres que se contagiaronunos a otros de valor y entusiasmo y mar-charon espontáneamente hacia la Plazade Mayo. Era una multitud nunca antesvista en el elegante centro de la ciudad:pobres, mal vestidos, algunos en patas.Muchos de ellos eran de piel morena.Venían de las barriadas humildes de Bue-nos Aires y también de las afueras, dondese multiplicaban las fábricas y se apiñabael pobrerío. Ese día marcharon sin dejarque nada los detuviera, hasta inundar laPlaza: algunos incluso cruzaron el fétidoRiachuelo a nado cuando la policía quisoimpedirles el acceso a la Capital. En LaPlata, Tucumán, Zárate, Córdoba y Saltahubo manifestaciones similares. Así consi-guieron la liberación de Perón e iniciaronun proceso político tan inesperado que elpreso de Martín García pronto se vio cata-pultado a la presidencia de la nación.

El camino al 17 de octubre

a multitud plebeya se decidió aactuar por su cuenta ese 17 deoctubre con un objetivo muy pre-

ciso: defender las conquistas obtenidas enlos meses anteriores contra la reacciónpatronal que se veía venir. La presencia deuna figura como Perón en el mundo de laalta política ofrecía una oportunidad iné-dita de ganarse un nuevo lugar en la vidanacional y decidieron aprovecharla.

Lo que estaba en juego no era poco. Ensu paso por la Secretaría de Trabajo y Pre-visión (stp), Perón había promovido medi-das a favor de los trabajadores que supera-ban ampliamente todas las conquistas quehabían obtenido hasta entonces. Lo quevenía generando entusiasmo no eran tantolos aumentos salariales como una gama denuevos e inéditos derechos laborales. Ensu breve gestión, Perón había ido asumien-do una actitud más amistosa hacia con lossindicatos. Los hostigamientos inicialespronto terminaron (excepto para los comu-nistas, a quienes se siguió persiguiendo sintregua). Se invitó a cada gremio a queenviara asesores a la stp, para que colabo-re en la confección de las nuevas medidasy presentara denuncias de abusos patro-nales. La acción decidida de Perón se tra-dujo asimismo en la expansión de benefi-cios jubilatorios, mejores indemnizacio-nes por accidentes de trabajo, aguinaldos,más días de vacaciones pagas y nuevas

cláusulas de defensa de la estabilidad paravarios gremios. Por otra parte, se dispusola creación de un nuevo fuero judicial, contribunales del trabajo especialmente dedi-cados a proteger los derechos de los traba-jadores. Pero acaso la medida más impor-tante fue el decreto que reglamentaba yextendía la negociación de convenioscolectivos por rama de actividad. Este tipode convenios había beneficiado hastaentonces a pocos gremios y tenía alcanceslimitados. La nueva disposición hizo obli-gatoria la mediación del Estado en caso deconflictos; los convenios firmados seríanen adelante de cumplimiento forzoso porambas partes y se dotó a la stp de pode-res de policía para garantizarlo. Más tardese otorgó también a los trabajadoresamplios derechos de sindicalización,incluyendo la protección de los delegadosy afiliados contra cualquier represalia dela patronal.

Las conquistas de estos meses irritaronprofundamente a los empresarios, no tan-to porque los obligaran a pagar mejoressalarios, sino por los cambios que produ-cían en el trato cotidiano con su mano deobra. Por todas partes los empleadorestuvieron que lidiar con delegados gremia-les y abogados sindicales que se les plan-taban de igual a igual. Los trabajadoressentían que ahora existía una voluntadsuperior, por encima de la de sus patro-nes, que velaba por sus intereses. Natural-mente, esto afectó la disciplina laboral, amedida que el temor y la sumisión fuerondando lugar a una actitud más orgullosa,incluso altanera, por parte de peones,empleados y obreros. Los empresarios yestancieros –demasiado habituados a serellos los altaneros– no podían soportareste desafío a las jerarquías tradicionales.No había dudas de que, si caía Perón, losintereses del capital intentarían desandarel camino de las conquistas obreras.

Lucha de clases

ara comienzos de octubre de 1945el escenario de lucha de clasesestaba planteado con total clari-

dad. Las entidades patronales, con ayudade la embajada norteamericana, habíanconseguido poner en marcha un gigantes-co movimiento de oposición en el queconsiguieron aglutinar a todos los partidospolíticos. Casi toda la prensa, las universi-dades, la mayor parte de la gente de la cul-tura y buena proporción de los sectoresmedios participaron del movimiento opo-sitor. Jaqueado, el gobierno militar final-mente entregó la cabeza de Perón y se pre-paró para traspasar rápidamente el podera los civiles. La reacción patronal estabaunificada y en marcha y ningún trabaja-dor podía dudar que se proponía arrasarcon las conquistas obtenidas y que noescatimaría represalias. ¿Qué hacer?

La respuesta a esta pregunta no era sen-cilla. Era indudable que sin Perón en elgobierno, los trabajadores llevaban todaslas de perder. ¿Había que salir a defender-lo, entonces? Muchos dirigentes gremialesopinaban que eso era urgente. Otros, sin

17 DE OCTUBRE, EL DÍA QUE NACIÓ EL PERONISMO

La movilización de una multitud plebeya y espontánea hacia Plaza de Mayo marca un hito en la historia de las luchas populares. El historiador Ezequiel Adamovsky revela la trama de esos días de cambio, en los que losobreros por primera vez le hablaban de igual a igual a sus patrones en la fábrica.

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a las clases populares argentinas superar lafragmentación que las caracterizaba y acce-der finalmente a un lugar de influencia enel nivel de la política estatal. Mediante elperonismo se convirtieron en un sujetopolítico unificado, algo que el movimientoobrero por sí solo no había podido lograr.El coronel les había ofrecido una oportu-nidad inesperada: ignorando las vacilacio-nes de la dirigencia sindical y la oposiciónde los militantes comunistas, anarquistaso socialistas, desbordando todas las enti-dades que hasta entonces las representa-ban, ellas decidieron aprovecharla. Ésa fuela “estrategia” implícita en el apoyo de lasclases bajas a Perón: los oprimidos yexplotados, los excluidos y humillados, seganaban así por primera vez un lugar deimportancia en la alta política. Aunque nosin riesgos, para los dirigentes gremiales laoportunidad también prometía colaboraren el fortalecimiento del movimiento sin-dical. Pero aunque lo incluyera en unlugar central, el movimiento peronistaexcedió el movimiento obrero; fue algonuevo y distinto.

Razones para un movimiento contradictorio

l encuentro, en fin, no resultó gra-tis para ninguna de las partes. Elsindicalismo perdió en autonomía

lo que ganó en influencia, mientras quelas clases bajas ataron su destino a la per-sona de su líder y, al hacerlo, en buenamedida se dejaron moldear por sus ideas.Perón, por su parte, debió sostener unaimagen pública de “tribuno de la plebe”que no pensaba inicialmente asumir yque no combinaba bien con su propia ide-ología, más cercana al nacionalismo cor-porativista que a la lucha de clases. Elantagonismo de clase era para él efecto obien de la prédica nefasta de los comunis-tas, o fruto de un desajuste innecesarioque había que dejar atrás rápidamente.De hecho, Perón sólo fue radicalizandosus discursos contra la “oligarquía” y pre-sentándose como representante del bajopueblo cuando se hizo evidente que todoslos demás sectores sociales se habían alis-tado en su contra. Hacia mediados de 1945se había planteado un escenario deenfrentamiento de clase abierto entrequienes lo apoyaban –en general los secto-res más bajos– y quienes pedían su desti-tución: la casi totalidad de las entidadesempresariales y las asociaciones represen-tativas de la gente “decente”. Sin haberlobuscado deliberadamente, Perón habíaquedado ubicado como referente del ban-do popular de una intensa lucha de clases.Cuando la decisiva acción de las masasdel 17 de octubre lo devolvió a la vidapolítica, el coronel se vio encabezando unmovimiento mucho más plebeyo de loque a él le hubiera gustado. En adelante supropio poder dependió de su capacidadpara seguir movilizando el apoyo de lostrabajadores, una dependencia que loobligó a tolerar o incluso ser él mismocanal de un antagonismo de clase que senegaba a desaparecer y que sus conviccio-nes íntimas no aprobaban.

Parte el proyecto político de Perón, par-te hijo del interés propio de los dirigentesobreros, parte el aporte plebeyo y revulsi-vo de las masas: todo eso fue el peronis-mo. Como movimiento social y político,surgió de la conjunción impensada y nosiempre cómoda entre un dirigente queno esperaba contar con esa masa plebeyacomo su (casi) único apoyo, y una masatrabajadora que tampoco había previstoser liderada por alguien como Perón. Esatensión entre la voluntad del dirigente ylos deseos que sus seguidores depositaronen él es lo que hizo del peronismo unmovimiento tan contradictorio. Aglutina-do en una mezcla inestable, el movimien-to peronista marcaría profundamente alas clases populares. Su irrupción en lapolítica argentina redefinió tanto sus iden-tidades políticas y sociales, como su lugarrespecto de la clase dominante.

embargo, sostenían que el movimientoobrero siempre había mantenido su auto-nomía respecto del Estado y los políticos yasí debía continuar. Perón no era parte delmundo trabajador y eran muchos los sin-dicalistas que seguían desconfiando desus intenciones. Además, algunos conside-raban que su carrera política había llegadoa su fin y juzgaban inconveniente, pormotivos tácticos, comprometer al movi-miento obrero en su defensa. Estos dile-mas se discutieron intensamente en laconducción de la cgt en los días posterio-res a la caída de Perón. Desde varias regio-nes del país los dirigentes recibían presio-nes de las bases para adoptar una línea deconfrontación total. Desde el 14 de octubrelas reuniones en la cgt se suceden febril-mente; finalmente dos días más tarde, ytras ocho horas de debates acalorados, loslíderes sindicales definen que el movi-miento irá a una huelga general. La vota-ción fue bastante ajustada, 16 a 11. Paraconsensuar posiciones, el texto de la con-vocatoria llamaba a cerrar filas paradefender los derechos adquiridos, pero nimencionaba a Perón. La huelga se realiza-ría el día 18 y sin movilización.

Pero la multitud trabajadora decidió noesperar y actuó por cuenta propia. Desdemuy temprano, un día antes de la jornadaseñalada para la huelga, se lanzó a lascalles a exigir la liberación de Perón. Comoparecía el único capaz de tranquilizarla, nohubo más remedio que mandarlo a traerde Martín García. Luego de largas horas dedudas y de negociaciones con las autorida-des militares, el coronel finalmente salió almítico balcón de la Casa Rosada a hablar-le a la multitud. Eran las 23.10 y su apari-ción fue festejada con una ovación queduró 15 minutos. Cumpliendo con el pedi-do de sus camaradas de armas, en el brevediscurso que improvisó frente a los trabaja-dores les pidió que cantaran el HimnoNacional y que desconcentraran en calma.Sus palabras evitaron todo antagonismo.Por contraste, antes de retirarse sin apurode la Plaza, entrada ya la una de la maña-na, los trabajadores cantaron eufóricos“¡Mañana es San Perón, que trabaje elpatrón!”. Y así fue: la huelga general del 18de octubre paralizó el país entero. Nuncauna medida de fuerza convocada por lacgt había logrado una adhesión tan con-tundente y tan extendida.

Fue en esas 48 horas que nació el movi-miento que dominaría durante décadas lapolítica nacional. Porque el movimientoperonista no puede explicarse solamentepor la figura de Perón, sino por el entrela-zamiento de su liderazgo con otras dos pre-sencias políticas no menos importantes: ladel movimiento obrero organizado y la dela acción plebeya y de base que con fre-cuencia desbordó a uno y otro. En el futu-ro, la presión popular seguiría desempe-ñando un papel propio y condicionandode mil maneras tanto las decisiones dePerón como las de los sindicalistas.

La estrategia de las clases populares

unque fuera espontánea, en laacción de las masas puede recono-cerse una estrategia política preci-

sa. Mirando el país como un todo, el mun-do de las clases bajas estaba todavía porentonces profundamente fragmentado. Engeneral, existía una gran distancia geográ-fica pero también cultural que separaba alos trabajadores de las ciudades demuchos de los que habitaban el mundorural. Desde el punto de vista étnico, lafragmentación no era menor: los habíacriollos, pero también extranjeros demuchas nacionalidades distintas; y porsupuesto, estaban los indígenas. El univer-so cultural y mental de todos estos gruposy sus condiciones de vida podían serenormemente diferentes. El movimientoobrero había hecho importantes avancesen el sentido de unificar sus luchas yreclamos, pero todavía estaba muy lejosde haberlo logrado. De una maneraimprevista, la figura de Perón les permitió

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20 OCTUBRE 2009MU

besos por doquier. Me piden canciones que resultenser apologías del bien y otras miserias. Mepiden que sea pulcro yno diga a la mierda. Me piden muchas cosas. Me piden el olvido como forma de reconciliarme con el mundo. Me piden que no aburra con mi queja perenne la gran fiesta de todos.Que no piense en los días malos del Hombre. Que olvide a aquel muchacho que fue muerto en un parque. (...)Me piden muchas cosas. Ninguna con sentido.

o veo entrando en un sucucho don-de venden ropa rockera, atraído poruna canción irresistible: Vente en mi

boca, de las Ultrasónicas. Lo veo comprandouna remera de Bowie. Lo veo sorprendido,mirando, en uno de los miles de buses enque viajamos, una película con Jim Carreyen la que Morgan Freeman hace de Dios, di-ciéndome:

–O sea que Dios, entonces, es un negrovestido de blanco…

...habíamos chateado, me había conta-do que iba a leer en el bar Rayuela de

San José. Dos o tres días después volvi-mos a chatear, hola Feli, cómo te fue enla lectura, dice que no fue, que prefirió ira un show de Calle 13, dice que estuvobuenísimo. Hace poco vi escrita esa mis-ma anécdota en la edición online deldiario tico La Nación: el periodista ertoldSalas Murillo refiere que Felipe le dijoentonces que había preferido “escuchar apoetas de verdad”.

Por un error en el armado, al final deSoundtrack, después del índice, hay unas 20páginas en blanco. Ahora es imposible evitarel más morboso de los lugares comunes:pensar en esas páginas como páginas perdi-das, las páginas que Felipe jamás escribirá.Aunque tal vez haya una opción más intere-sante y menos lacrimosa, que de hecho alpropio Felipe le encantaba: completar esaspáginas con ideas sobre lo leído, dialogarcon su libro, o simplemente escribir allí loque a uno se le dé la gana.

Escucho su voz repitiendo frases que pordiferentes razones se hicieron leitmotiv denuestro viaje: ¡Vamos los pibes!, Cerveza Sal-vaVida… Escucho su voz. Los que leen estanota también pueden escucharla si se lo pro-ponen: pongan en YouTube “Felipe Grana-dos en El Observatorio”. Mírenlo, y sobre to-do escúchenlo leer cinco poemas: El animalmás bello del mundo; Raimar; Balada para unloco; One Bourbon, One Scotch, One Beer; Re-ginella. Les tomará cuatro minutos y dieciséissegundos. Cuando termina de leer, Felipe di-ce gracias y sale disparado, como si no tuvie-ra más nada que hacer allí.

Lo veo en Tegucigalpa, escuchando aun modesto cantor de corridos mexica-nos, lamentándose porque su repertorioprivilegiaba a Vicente Fernández por sobreJosé Alfredo Jiménez. Lo veo en San Salva-dor, alucinado con un barrio extraño quecombina piñaterías y funerarias para po-bres. Lo veo en la frontera San Marcos-Ta-pachula, esperando el cambio de guardiaen un hotelucho para ver si entonces sínos dejarán entrar de una buena vez aMéxico. Lo veo paseándose por el df consu antología de poesía Beatnik.

Lo veo en Tijuana, haciéndose amigode cada migrante, deseándole suerte en laaventura por venir. Lo veo en Tijuana, ob-servando con asombro las barras de hie-rro que se meten en el mar para constituirla frontera con Estados Unidos. Lo veo de-solado ante artistas plásticos que hablande sí mismos con un entusiasmo digno demejores causas, gente que se cree genial ymás bien parece idiota (la escena se repite,casi calcada, en un bar de Guatemala y enuna casa de Tijuana). Lo veo feliz, real-mente feliz, mirando lucha libre de ma-drugada en otro bar de Guate, fotografian-do a un enano enmascarado, subiéndoseal ring cuando termina todo. Lo veo mi-rando un paisaje árido por la ventanillade un bus cualquiera. Lo veo en BuenosAires y lo lamento, porque Feli nunca es-tuvo en Buenos Aires, el que veo es al-guien que se parece a él, alguien que quie-ro que se parezca a él, alguien que quieroque sea él y es un desconocido, alguienque se pierde en la multitud. La última vezque hablamos por teléfono me dijo queen cuanto se pusiera bien iba a empezar atrabajar en un libro de poemas basado ennuestro viaje que se iba a llamar Mil hote-les. Me dijo que quería leer a Paco Uron-do. Le dije que le iba a gustar. Los dos sa-bíamos que nos estábamos despidiendo.Los dos lo disimulamos en la medida delo posible. Lo último que me dijo fue: “P’a-lante: ése es el espíritu”. Lo voy a extrañarmucho. Sus poemas se quedan acá.

Estas palabras se escriben sin afecto. Debe-rían ser más fuertespero también más tristes. Estas palabras están llenas de erratas, se rompen por el lado máslargo de la página. No sirven para adormecera ningún niño, no sirven para hacer caeralgún amante joven. Estas palabras van huérfanas de dios por-que fueron escritas para nadie.Pero las digo con los puños y los dientes apretados.

Felipe Granados (1976-2009)

l 26 de agosto, a las 12.33, a los33 años, en el Hospital Calde-rón Guardia de San José deCosta Rica, murió Felipe Gra-nados, escritor, amigo. Me

cuesta decirle “poeta”, porque la genteque repetía la palabra “poeta” cada dos se-gundos para referirse a sí misma le dabarisa. Esa risa –mitad desprecio, mitad com-pasión– es esencial para entender su obra.Felipe publicó en vida un solo libro,Soundtrack, alcanzó a entregar a la edito-rial Perro Azul el segundo, Pop, y dejó al-gunos materiales para un tercero, cuyo tí-tulo tentativo era…

Lo conocí en el año 2006: yo había em-prendido una gira en ómnibus desde Bue-nos Aires hasta Tijuana por encargo de larevista Soho de Colombia. Cuando lleguéa Costa Rica, el fotógrafo que viajaba con-migo tuvo que volverse. Pedí auxilio a laedición tica de Soho: todavía tenía que pa-sar por Nicaragua, Honduras, El Salvadory Guatemala y atravesar todo Méxicocuan largo es. Antes que un fotógrafo, ne-cesitaba un compañero de ruta, alguiendispuesto a compartir horas de viaje ymoteles infectos. La directora de la revistame mandó a Felipe: gestos de esa natura-leza la convirtieron en mi amiga. Felipe nisiquiera tenía cámara: le prestaron unaque apenas sabía manejar, pero él sabíamirar, de manera que hizo fotos formida-bles. Jamás había salido de Costa Ricahasta ese momento.

Supe mucho después que era considera-do en su país como uno de los referentes dela llamada “Antipoesía”, un movimiento depoetas que se reconocían fuertemente influi-dos por la cultura rock y escribían de unamanera llana y desencantada sobre temasurbanos, y que Luis Chaves, Luis FernandoGómez y Camilo Retana también eran in-cluidos entre los “antipoetas”. Y si bien eltérmino remite al chileno Nicanor Parra, Fe-lipe decía que había leído poco a Parra yque se sentía mucho más cerca de Bob Dy-lan. En Centroamérica había muchos, dema-

FELIPE GRANADOS, POETA

El escritor Daniel Riera despide en esta nota al poeta costarricense y así nospresenta su obra que se reduce por ahora a un libro perfecto titulado Soundtrack.

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Adiós al amigo

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siados devotos de Rubén Darío, muchos, de-masiados creyentes en la figura del “vate”cuya misión en este mundo es iluminar conla magia de sus versos sublimes a la masaembrutecida. Felipe odiaba eso. Cuando pa-samos por Managua nos regalaron unoscuantos libros de tardíos modernistas del si-glo xxi, escritos por unos cuantos jóvenesviejos: recuerdo como un gesto liberador ladecisión conjunta de olvidarlos para siem-pre en el hotel, de esconderlos en el placarpara que nadie viniera a devolvérnoslosmientras hacíamos el check out.

Me piden poemas suavescon caricia a la amante y

Para leer a Felipe: http://driera.blogspot.com/search/label/Felipe%20Granados yhttp://antologiapingpong.blogspot.com/2008/11/felipe-granados.html

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tan popular como el movimiento que que-remos construir y que no puede, de ningu-na manera, ser patrimonio de algunos.Nuestras leyes son ésas: ser felices conotros, construir una alegría para todos”.

La murga es otra cosa

ice la Wikipedia que la murga es,por un lado, un género coral-tea-tral-musical y, por otro, la denomi-

nación que se le da a los conjuntos que lopractican. Dice, también, que es un génerode música popular y que suele ser inter-pretada acompañada de instrumentos depercusión, Pero, como sabemos, la reali-dad supera al diccionario y la murga vamás allá de su definición. A diferencia dela murga uruguaya, la porteña -o, a esta al-tura, argentina-, apuesta a que todos to-quen o bailen o canten, más allá de las ca-pacidades de cada uno. En la murga sepuede participar y uno pasa a formar par-te del conjunto donde se ve clarito que eltodo es más que la suma de las partes. Ti-to, de la Requetemurguió, de Córdoba Ca-pital, ve en la murga “una mirada diferen-te, un lugar de intercambio, una forma deresistencia, de trabajar en grupo contrariaa lo que propone el sistema”. Vero, Sebi yFlor, de Atenti al Fondo, de Tigre, BuenosAires, completan la definición: “La murgaes un lugar donde lo malo se transformaen bueno, donde el excluido es incluido.Nosotros somos una murga sin director.Charlamos mucho todo y nos escucha-mos entre todos, así vamos expresandocosas que no podríamos decir o hacer deotra manera, descubriendo que hay otrasformas de hacer las cosas”.

Suardi murguea forever

l Encuentro incluyó integrantes deunas noventa murgas indepen-dientes de Buenos Aires, Jujuy,

Chaco, Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Neu-

quén y Río Negro. Además de corsos, serealizaron talleres de percusión, baile, can-to, maquillaje, stencil; muestras de estan-dartes y de fotos. También incluyó unagran tormenta de sábado por la noche quequiso interrumpir la fiesta, pero no lo lo-gró. Los murgueros continuaron bailandoy tocando bajo la lluvia, pateando agua,mientras la pintura de la cara se corría, pe-ro la sonrisa no. Otra fue la historia devuelta al camping y con las carpas inun-dadas. La comuna habilitó diferentes luga-res para dar cobijo y un gran galpón don-de se acurrucaron más de 500 murgueros.

El domingo despertó con sol y asam-blea del Movimiento Nacional de Murgas,que reiteró sus objetivos: restitución delferiado nacional de carnaval -prohibidodurante la última dictadura militar-, la re-cuperación del carnaval como fiesta popu-lar, y promoción de corsos libres y gratui-tos. También reiteró su compromiso conotras rebeldías -las luchas por la memoriay la justicia, el acceso al espacio público,contra el saqueo de los recursos naturales-y su compromiso con la horizontalidad,desde abajo, con autonomía, con consen-so, con participación y organización y enunidad. Y con alegría.

les cobró el colectivo. Alejandro, de La Yeta: “Ser murguero enel Sur es pelearla, bancarte el frío, elprejuicio. Es estar solo en el culo delmundo. Pero también es un privilegio,porque salís a la calle, te comunicáscon la gente. Y al ser independiente te-nés un lugar para decir lo que pensáscon total libertad”. Juan, de Quitamufa: “Nosotros somos bi-chos raros. Muchas murgas empezaronen barrios bien complicados como un ac-to de rebeldía, de unión y de expresión;pero nosotros hacemos nuestros espectá-culos con el mayor de los respetos, por-que queremos que la gente se acerque.Una vez frenamos un corso porque ha-bía un bebé durmiendo, nos alejamosun poco y seguimos”. Chompiras, de Los Inadaptados de Siem-pre, de Luján de Cuyo, Mendoza: “Lamurga es algo que se transmite. A mivieja no le gustaba que yo estuviera enla murga, pero cuando vio que festeja-mos el Dia del Niño en el barrio ha-ciendo juegos para que ganaran abso-lutamente todos los chicos, tuvo queaflojar un poco”.

Como bien expresa Chompiras, uno de losdilemas de las murgas es combinar el espí-ritu de fiesta con el trabajo de construcciónque se realiza en los diferentes lugares don-de trabajan: comedores, asambleas, radioscomunitarias, clases de apoyo, espacios deintegración, pintadas de murales; aunque aveces estas actividades pierden visibilidadfrente a los vecinos que solamente ven enla murga a un grupo de quilomberos ha-ciendo ruido y tomando fernet. Contra es-ta visión también hay una batalla constan-te, aunque como dice Nelly, de LosGuardianes de Mugica, la consigna de losmurgueros es clara: “Una lucha sin alegríaes una lucha perdida”.

Ramiro, también de Los Guardianes, loescribió en un texto publicado en el portalque nuclea las actividades del Movimien-to Nacional de Murgas: “La alegría es algo

ienen de todas partes y a to-das partes van, vestidos decien colores, llevando en susbombos las caras de Gardel,del Che o de Olmedo. Y en

sus levitas, la lengua de los Rolling, el pa-ñuelo blanco de las Madres, la wipala, elnombre de una banda de rock o de unequipo de fútbol. Y además, cintas, lente-juelas, terciopelo, galera con plumas, pan-talones con volados, zapatillas bien patea-das. Todo para estar elegante y vistoso.

Así puede ser un murguero. Ahora, imagínese cincuenta y ya es

una murga.Ahora, imagínese 2.000.Bueno: eso es el Encuentro Nacional de

Murgas, una verdadera fiesta popular enhonor a Momo.

Esto comenzó cuando en el año 2000la murga Sin Careta, de Suardi, Santa Fe,decidió invitar a murgas de todo el país asu pueblo. El encuentro fue un éxito y poreso decidieron repetir, dándole al fin desemana largo del 12 de octubre un nuevosignificado. A pura voluntad, solidaridad ybuena predisposición, está reunión fuecreciendo y convirtiéndose en la actividadmás importante que tienen las murgas in-dependientes en conjunto. Sin contar elcarnaval, claro.

Situado al norte de la provincia de San-ta Fe, sobre la ruta 23, cerca del límite entreCórdoba y Santiago del Estero, el pueblo deSuardi recibe todos los años a los murgue-ros que vienen a instalarse en el campingmunicipal y a invadir cada esquina conbombos y platillos. A medida que se acercael sábado a la mañana, los colectivos vanllegando y despacito se van armando lascarpas y el baile. Al mediodía hay almuer-zos comunitarios gestionados por diferen-tes murgas y a la noche se camina hasta laplaza principal o hasta el barrio, que quedadel otro lado de la vía, para participar delos multitudinarios corsos, donde la mayo-ría de las murgas salen agrupadas, compar-tiendo el espacio e invitando al baile a losasistentes. Todos tienen algo que decir, to-dos han viajado desde lejos, han hecho unesfuerzo por estar ahí, y cuando llega la ho-ra, a pesar del cansancio, la borrachera o loque sea, desfilan para dejar lo mejor.

Mueva, sur, mueva

l Encuentro es, a la vez, un noticie-ro donde pueden sintonizarse lossiguientes flashes informativos:

La musa: Murgas Unidas del Sur Ar-gentino, una agrupación que intentavencer las distancias para socializar susproblemas y poder lograr un crecimien-to conjunto. Formada por La Yeta, deChos Malal; Ilusiones, de Senillosa; Pie-dra Libre, de Cutral Co; Quitamufa, deNeuquén capital y La Divina Princesa,de Plottier, los barrios de estas murgasdistan hasta 500 kilómetros unos deotros. Sin embargo se fueron juntandoy organizando para poder llegar juntasa Suardi, después de unas 24 horas deviaje. Cada murga por su lado salió avender empanadas, rifas, a hacer mala-bares por los semáforos y demás peri-pecias, para juntar los 13.500 pesos que

La capital del corsoENCUENTRO NACIONAL DE MURGAS

Dos mil murgueros de todo el país se reunieron en Santa Fe para intercambiarexperiencias. Fantasía, lucha y alegría a la orden del día y a prueba de diluvios.

21OCTUBRE 2009 MU

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por ocho horas de trabajo y hoy, ¿cuántose trabaja en un supermercado? Hoy lagente no viene al teatro porque labura to-do el día o porque no tiene guita. O porlas dos cosas. Las condiciones objetivas deinjusticia, opresión y de inequidad se repi-ten, tal vez con otra forma. Pero están y semantienen”.

Fernando Santiago está sentado en elmismo lugar que un día antes estuvo to-mando un café su colega Martín. Santiagoencarna a Bartolomeo Vanzetti y, a dife-rencia de su partenaire, es de pocas pala-bras. El actor explica que no está unido deforma militante a la política, pero sí está li-gado al teatro con una excusa: hacer obrascon compromiso. Y resalta: “Yo no hago te-atro para hacer política; yo soy actor y mimilitancia es el teatro”.

Esta obra los atraviesa. Dice Santiago:“Siento que necesito subirme al escenariocuando se habla del ser humano como lohace esta historia y con la carga que im-plica el personaje de Vanzetti. Yo con 50años tengo motivos para hablar de injus-ticia en este país, y puedo hacer un pa-rangón con aquella historia”.

Martín señala que para concursar por

22 OCTUBRE 2009MU

–¿Está inscripto en alguna organización detrabajadores, en algún sindicato, en algúngremio?–No.–¿Participó de alguna huelga, de algún pi-quete?–No.–¿Algo que agregar?–Nada. –Después firmará su declaración, señorVanzetti. ¿Desea agregar o modificar algo,señor Sacco?–No señor. –Lo lamento señores, pero quedan detenidos. –No hicimos nada. –Rutina policial, señor.

ste diálogo podría correspon-der a cualquier causa policialactual. Sin embargo, esta con-versación entre BartolomeoVanzetti, Nicola Sacco y el te-

niente Stewart ocurrió hace casi 90 años.Vanzetti era vendedor de pescado. Sacco,zapatero. Eran pobres, anarquistas e italia-nos. Un 5 de mayo de 1920 fueron deteni-dos por haberse atrevido a denunciar elasesinato de su compañero, Andrea Salce-do, en una comisaría. Y siete años más tar-de fueron ejecutados en la silla eléctricapor crímenes que no cometieron.

La obra Sacco y Vanzetti es una reelabo-ración de la primera versión teatral (co-rrespondiente a Roli y Vincenzoni) com-puesta por el dramaturgo MauricioKartun en la que pone en escena las car-tas escritas por los anarquistas, los inte-rrogatorios, las actas del juicio y los alega-tos. Y hoy es también la historia queViviana Ruiz -la directora-, una docena deactores, la Federación de Cooperativas deTrabajadores Autogestionados (Facta), ylos trabajadores del hotel recuperadoBauen necesitaron rescatar porque consi-deraron que la epopeya de estos dos ácra-tas hace eco y se reproduce cotidiana-mente en nombres comunes de gente quese encuentra desaparecida o asesinadapor cometer el heroico acto de abrir la bo-ca y decir la verdad.

En el bar del Bauen toma la palabraFernando Martín, el actor que da vida aNicola Sacco en las tablas. Cuenta que laobra comenzó a realizarse en el Teatro dela Comedia de La Plata y que los compa-ñeros de Facta y del Bauen vieron esapuesta y les gustó. Querían reabrir el audi-torio del hotel, pero no daba la estructurapara repetir lo que hacían en La Plata. Di-ce Martín que los muchachos ahí mismosentenciaron: “Si pudimos recuperar elBauen del saqueo y la barbarie en que lodejaron, cómo no vamos a poder poneruna obra de teatro”.

Eso: ¿cómo se hace una obra de teatro?Enseguida comenzamos a armar la pro-ducción e invitamos a los colegas de laobra platense. Pero la mayoría no pudoseguir porque tenían otras obligacio-nes. Incorporamos nuevos actores ycon nuevo elenco armamos el Colecti-vo de Trabajo Sacco y Vanzetti.

El Colectivo sólo tiene cuatro meses. Yamontaron una obra de teatro con funcio-nes tres días a la semana “a un preciomuy barato respecto a otras obras” y condescuentos para estudiantes, jubilados yorganizaciones sociales. Y armaron unaestructura que implica escenógrafos, ves-tuaristas, fotógrafos, boleteros, gente delimpieza, diseñadores, sonidistas, ilumi-nadores. Los actores del Colectivo sabenlo que significa un proyecto autogestivo.Todos tienen o tuvieron proyectos pro-pios que sostienen o sostuvieron sobresus espaldas. La novedad, según Martín,es que el colectivo de trabajo produce al-go que no está hecho: lo hace. “La Federa-ción nos facilitó la gestión de un présta-mo, que iremos devolviendo. En estecontexto trabajar en un proyecto autoges-tivo, en una empresa recuperada y con elapoyo de una Federación de Cooperati-vas es algo que nos entusiasma y nos po-ne en un compromiso. Esto lo convierteen un proyecto político”.

En contraste con su personaje, Martínes muy histriónico y conversador. ParaMartín la historia de Sacco y Vanzetti si-gue vigente: “Los anarquistas, entre otros,pelearon para estar con sus hijos, para te-ner derecho a la educación, para ir al tea-tro. Hace poco más de un siglo ahorcarona los cinco mártires de Chicago por luchar

la obra tenía que preparar cuatro perso-najes. El actor sólo preparó el papel deNicola Sacco. Hay un hecho a tener encuenta que pueden movilizar a cualquie-ra: tanto el actor como su hijo tienen lamisma edad que tenían Sacco y su hijoDante cuando el primero fue ejecutado.

Natalia Marcet personifica a LuiggiaVanzetti (hermana de Bartolomeo). Sepresenta como una de las antiguas delstaff y se define feminista y militante deuna red de mujeres llamada MagdalenaProject. Cuenta que al hacer el casting lellamó la atención la poca presencia deesta mujer en la obra, sobre todo por lagran importancia que tuvo Luiggia en lavida de su hermano y en la historia. Ellaemigró de Italia hacia Estados Unidos pa-ra estar al lado de Bartolomeo hasta sumuerte. Luego de la ejecución, siguió lu-chando. No sólo consiguió que le entre-garan las cenizas del cuerpo de Bartolo-meo, sino que logró que 50 años despuésel gobierno de Estados Unidos pidieraperdón por la absurda ejecución. “Ade-más Vanzetti escribió muchas cartas aLuiggia, pero las respuestas de ella noaparecen. Las busqué en Italia, conozcogente que vivió en el mismo lugar queellos, pero las cartas no están. Y otra vezaparece la voz de la mujer acallada. Peroseguiré investigando”, decreta Natalia.

La otra Natalia del elenco se apellidaRey y es la encargada de llevar al escena-rio a Mary Splaine, una testigo falsa quedeclara contra Sacco. Dice que deseó mu-cho estar en la obra. Que la vio en La Pla-ta y que lloró mucho. Y que salió muyenojada. Ella quería estar en el escenario yno sentada en la platea. Cuenta que undía la llamó la otra Nati porque estabanbuscando un reemplazo. Y quedó. Admiteque no le gusta el papel que hace, pero locomprende: “Cuántas veces no se hace na-da y eso es lo que define. Cuántas vecesuna se calla y permite la palabra de otroque no es la justa”. Natalia Rey tambiénforma parte de otro proyecto autogestivo“bancado por el laburo de cinco perso-nas” que se llama Travesía Teatro y quetiene lugar en Ciudad Evita.

Norberto Trujillo es el fiscal Katzman.Es pelado y tiene cara de malo. Cuandome acerco sonríe y su mirada se vuelvetierna. Admite: “El personaje es lindo por-que en la actuación se disfruta hacer demalvado. Además me encanta estar en laobra porque además dirigí Severino. Laotra historia. En aquella puesta lo reinvin-dico, y acá mando a asesinar a dos”.

Al final de la entrevista, Fernando San-tiago agrega: “está bueno el anarquismoporque es esperanzador y es poético a lavez. Y todo lo cotidiano, lo actual puedeentrar en una ficción para dale poesía a larealidad.” Hace silencio y remata: “Ver lapolítica poéticamente. Eso es.”

Un ejemplo de esa poética es el diálo-go mantenido entre el juez Tayer, respon-sable de mandar a la silla eléctrica a Saccoy Vanzetti y el abogado Thompson, defen-sor de los dos pensadores libertarios al fi-nal de la historia:

–Quiero advertirle que su insolencia estatraspasando todos mis límites. No me digaque no se lo advertí. Continúa en esa acti-tud y va a ser usted el que termine en elbanquillo de los acusados. –Con el respeto que me merece, señor, elbanquillo de los acusados, hoy, en esta sala,es el lugar más limpio.

La Federación de Cooperativasde Trabajadores Autogestionados produce esta obradel dramaturgo Mauricio Kartun que interpreta un elenco sólido y solidario.

SACCO Y VANZETTI, EN EL AUDITORIO DEL BAUEN

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La historia recuperada

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y en una de las paredes realiza un pequeñoorificio, en la pared de enfrente se va a pro-yectar la imagen del exterior invertida, de-bido a que la luz viaja en línea recta. El li-ving de la casa de Karlo era unareproducción de la cámara oscura que des-lumbró a Aristóteles.

Cuestión de imagen

Ésta es mi primera cámara esteno-peica”, cuenta Karlo, señalando loque a simple vista parece ser nada

más que una caja de zapatos. Aclara que alaprender los principios básicos, es fácil ma-nejar cámaras de cualquier formato: foto-gráfica, de cine, de video. El sistema paracapturar la imagen es el mismo. Las fotogra-fías estenopeicas ofrecen características es-peciales, estimulan el misterio. Karlo lasdescribe; “Son más surrealistas, tienen unaatmósfera diferente. Es lo más parecido a lamirada, porque todos los planos están enfoco, con cierto grado de nitidez”.

El bombardeo de imágenes hoy está ala orden del día, la sobreabundancia pro-voca su desvalorización y la facilidad paraobtener una foto sólo consiste en un click.La sofisticación de la tecnología tambiéncolabora para que no sea necesario cono-cer una serie de datos relacionados con lamatemática, la física y la química, queson básicos a la hora de registrar una ima-gen. Entonces, ¿cuál es la gracia de la foto-grafía estenopeica? Karlo tiene una res-puesta: “Te invita a reflexionar. Con estetipo de cámaras primero elaborás la ima-gen de manera artística y después cons-truís la cámara que necesitás; es al revésde lo habitual. A raíz de eso, uno empiezaa pensar y si ese mismo ejercicio de pen-samiento lo trasladás a la vida cotidiana,te estás ayudando a reflexionar sobreotras cosas. La imagen moviliza a todo serhumano, todos queremos dejar una im-pronta de nuestra imagen, de nuestro pasopor este mundo. Es el deseo de permane-cer, una conciencia ancestral.”

En su taller, enseña cómo hacer una cá-mara de bajo costo. “De esta manera dejade ser onerosa la fotografía. Algunos dicenque la mejor fotografía se hace con la me-jor cámara y en realidad no es así”, aseguraKarlo. Lo más caro es el papel fotográfico,pero como se compran de 25 a 35 hojas, al-canza para varias tomas. Se necesitan líqui-dos para el revelado y fijado y el cuarto os-curo se implementa de una forma muyaustera: una luz roja y tres cubetas para loslíquidos. Con eso ya estamos listos para elmomento mágico en que el papel en blan-co comienza su transmutación. El rankingde temas elegidos para sacar la primera fo-tografía una vez construida la cámara, estáencabezado por el autorretrato.

La fotografía estenopeica es una buenaexcusa para trabajar en distintas áreas: arte,salud mental, educación, inclusión social.Karlo cuenta que colaboró con un taller quese dictaba en el Borda, optimizando los ma-teriales y rectificando cámaras. Los internoslo vivieron como un arte transformador: “Esmuy fuerte. Cada participante del taller ar-ma su cámara y también arma su propiaidentidad. Si ellos, a su vez, con esa mismacámara que armaron con un elemento des-cartable se pueden hacer un autorretrato, seestán visibilizando. En ese momento dicenacá estoy, no pueden negarme que existo”.

Cuenta que el año pasado hizo una ex-periencia con alumnos de cuarto grado, enCórdoba. Luego, realizaron una muestra enla Feria Regional del Libro con las fotos to-madas por los chicos. El próximo desafíode Karlo es llevar a cabo una muestra sobrederechos humanos con material que acu-muló durante estos años. De la mano de lafotografía, buscar compartir su visión sobreel arte: “Me parece que por sí solo no sirve,más teniendo en cuenta la situación que vi-vimos en Latinoamérica. Si uno no hace ar-te contestatario, para mí no sirve. Lo bonitopor bonito hoy en día no es útil. El arte tie-ne que servir para despertar conciencia. Siuno es artista, tiene la obligación moral dedespertar en otros la actitud crítica”.

an cámara y, si bien siempre había algúnvoluntario que prestaba la suya a los com-pañeros durante la clase, la dificultad apa-recía cuando había que entregar el trabajopráctico. Fue ahí cuando decidió replantearel taller y enseñarles a sus alumnos a fabri-car sus propias herramientas. Así recurrió ala cámara estenopeica, que obedece a unprincipio científico, el de la cámara oscura,y se construye con pocos elementos al al-cance de todos. “Parece novedoso -relataKarlo- pero no lo es. La cámara estenopeicafue descubierta por Aristóteles, quien decíaque la luz que emanan los objetos se dirigeal ojo y por eso podemos ver cosas. No estan errado ese concepto porque todos reci-bimos y reflejamos luz”. Observando la na-turaleza, el filósofo griego se da cuenta deque en el suelo se reflejaban pequeños cír-culos concéntricos que reproducían el sol,los rayos de luz pasaban por el follaje delos árboles, eran interceptados por el sueloy se producía la imagen. Inspirado en esto,Aristóteles deduce que si hace una cámaracompletamente oscura en sus cuatro lados

n tarro de dulce de leche, unacaja de zapatos y una lata degalletitas descansan sobre lamesa. Estos elementos tienenalgo en común: no son lo que

parecen. O sí, pero hay una característicaadicional, sorprendente, que los define yles regala otra identidad. Los tres son cáma-ras de fotos. Karlo Sosa, constructor de lasmáquinas, despeja la incredulidad inicial ybrinda las pistas necesarias para obtener fo-tografías con materiales de mínimo presu-puesto. Una caja pintada de negro por den-tro, un alfiler, cinta adhesiva, y ya tenemoscámara. Luego será preciso el papel en elque aparecerá la imagen elegida. Otros re-quisitos imprescindibles: imaginación y pa-ciencia. También un puñado de conoci-mientos técnicos que contribuirán a lograrun buen resultado. Y por supuesto, algoque retratar. Todos podemos jugar a ser fo-tógrafos y, como si esto fuera poco, artesa-nos y creadores de nuestra propia cámara.

Karlo -fotógrafo, simpático y cordobés,egresado de la Escuela de Arte Lino Spilim-bergo- cuenta que su pasión por la imagense despertó a los 8 años de manera casual.Para evitar travesuras a la hora de la siesta,la puerta de calle era cerrada con llave. Unatarde él y su hermano, en el living a oscu-ras, descubren una imagen reflejada en lapared y caen en la cuenta de que veían allílo que sucedía afuera, pero al revés. A par-tir de ese día, las ganas de salir desaparecie-ron. La diversión estaba en casa, colándosepor la persiana. Cuando Karlo llegó a Bue-nos Aires comenzó a dar talleres de fotogra-fía básica. Muchos de los asistentes no tení-

Click, cajaKARLO SOSA Y LA FOTOGRAFÍA ESTENOPEICA

Una caja de cartón o una lata son suficientes parahacer fotos. Con esta tecnología, dicta talleres para chi-cos y grandes donde les propone reflexionar sobre elarte, la realidad y la belleza. Imágenes para despertarconciencia a partir de la luz y sus leyes físicas.

23OCTUBRE 2009 MU

nic

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via

www.ojodelata.com.arSegundo Encuentro Nacional de Fotografía EstenopeicaDel 20 al 25 de octubre de 2009Centro Cultural San MartínSarmiento 1551, Capital

U

Page 24: Mu 29: Algo habrá hecho

La Policía Bonaerense, sólo en el área de LaPlata y 9 partidos del conurbano, manejó almenos 29 centros clandestinos de deten-ción, tortura, ejecución y desaparición depersonas. Se lo llama Circuito Camps (por elex jefe de la institución, Ramón J. Camps).Quedó al descubierto plenamente duranteel juicio a su segundo, Miguel Etchecolatz,durante el cual uno de los principales testi-gos desapareció: Julio López.

Forma parte de dicho Circuito la Comisaría8ª, responsable del destacamento en elque desaparció este año Luciano Arruga. Lallamaban Sheraton.

De la época de Camps, aún están en activi-dad 9.026 uniformados, en cargos cada vezmás decisivos.

www.lavaca.org

por Carolina Goldberg

¿Y Julio López?

CARTOGRAFÍAS

La presente edición de nuestro periódico MU sumó el esfuerzo de:Redacción: Claudia Acuña, Sergio Ciancaglini,Daniel Riera, Mariana Collante, Romina Dal-fonso, Carlos Melone, Franco Ciancaglini,María del Carmen Varela y Alejandro Ray-mond.Diseño: másSustanciaCorrección: Graciela DaleoIlustración: El Niño Rodríguez, Claudia SmithWebmaster: Diego GassiCoordinación: Magui SalazarAtención online: María del Carmen VarelaFotografía: Julieta Colomer, Mónica Bonavia, yHernán Cardinali.Impresión: Cooperativa de Trabajo GráficaPatricios. Av. de Patricios 1941 Distribución en Capital: Vaccaro Sánchez y Cía. Moreno 794 9º, CapitalTel/Fax: (011) 4342-4031/32 Distribución en Interior: DISA (DistribuidoraInterplazas SA). Pte. Luis S. Peña 1832/6(1135) Capital. Tel (54 11) 4305-0114/3160MU es una publicación de la Cooperativa deTrabajo Lavaca Ltda. Hipólito Yrigoyen 1440 Ciudad Autónoma de Buenos AiresTeléfono 4381-5269.Editor responsable: Claudia Adelina Acuñawww.lavaca.org

n domingo amable siempre,pero siempre, alguien se en-carga de arruinarlo. Son mis-terios que las Moiras nuncaterminan de revelar. Por eso

son las Moiras, qué joder. Subte rumbo a alguna parte de la Santa

María de los Buenos Aires. Subte más bienllenito, todos bañados y prolijos y con carade feliz cumpleaños. Niños, muchos y ruido-sos niños. Y una nena silenciosa, en patas,con un vestidito imposible de mugre, miran-do atentamente un globo de mástil blanco yun corazón rojo, grandote, espléndido.

Ella lo mira con ojos muy atentos, gran-dotes. Debe tener unos 6 años. La jovenportadora del globo acompaña a una (jo-ven) mamá (ambas, unos 25 años) y un be-bé ausente de escenas sociales y domingosprolijos.

La nena mira el globo. Las mujeres miran a la nena.No le dan el globo.Seguramente era muy importante para

el bebé que dormía definitivamente indife-rente a la sensibilidad social.

La puta que te parió. No es la revolución social. Es un ratito

Ude alegría. Un ratito nomás antes de que elinfierno siga su rumbo.

Me bajo en Malabia y camino unas 10maltrechas cuadras. Veo carteles de marti-lleros y todos terminan en “ian”. Llego a lacalle Armenia y todo termina en “ian”. Na-da es casual, me digo con agudeza cercanaa la imbecilidad. Parece que estoy en el co-razón de un barrio armenio, completo miinteligentísimo razonamiento y entro albar del teatro Tadrón, satisfecho de mi car-tesiano razonar.

El lugar es inmaculadamente limpio,cargado con millones de cosotas, cositas ycosas, en ese gusto decorativo parecido alde la gente que no quiere tirar nada. Eschiquito y la decoración tiene elefantes deno sé qué por todos lados, corchos (¿cor-chos?), sifones, pavas, teteras, pinturas, car-teles, diplomas, colgantes, medallas y noseguí mirando por miedo a encontrar an-dá a saber qué.

¿Surrealismo armenio? ¿Mal gusto rioplatense?Me atienden de maravilla y me cobran

con entusiasmo.Un rato después, entro por una peque-

ña puerta al pequeño teatro donde se va a

desarrollar Entrenamiento Revolucionario,una obra que se presenta de la siguientemanera: “Afuera el sol los incinera. Aden-tro, intentan que no se apague la luz de lautopía”. Y rematan: “una comedia sobre lamilitancia”.

Comprenderán, entonces, por qué es-toy acá.

Somos unos cuarenta en incomodísimase inevitables sillas de plástico. Apretaditos eincómodos, como en los mejores momen-tos del teatro independiente. Y bueh…

No soy crítico de teatro, no soy periodis-ta, ni siquiera soy una buena persona. Perolos actores de teatro me pueden. Ese viejoarte que expone tanto, que le exige tanto alcuerpo y al alma me conmueve. Y eso pa-sa. Siete actores que con suerte diversa… yescasa, se matan en el escenario para queyo entienda algo y disfrute.

Buen intento. Algo falló.Se ve que no entendí nada.Si en una comedia, a los 50 minutos

nadie se ríe, creo que estamos en proble-mas. Si a la hora, todavía no entiendo mu-cho la trama, creo que el problema soy yo.Si la señora de atrás casi me desnuca abostezos, empiezo a pensar que el proble-ma no es mío. Si (¡finalmente!) nos reímosde un chiste, quiere decir que no todos nosquedamos dormidos. Por ahí, qué sé yo...para mí algo falla, no está bien, no anda.

Y cuando no anda, no anda, decía (comoya les conté) mi papá que era mecánico.

Pero yo no entiendo de teatro. Seguro. Es cierto que el teatro es una de las siete

artes básicas o como pomo se las llame yque tienen que ver con lo popular, con elpueblo, esa masa antipática devenida engente según me contaron Radio 10 y Clarín.

Es decir que es para nosotros ¿no?Sospeché en el argumento una suerte

de ironía-homenaje-crítica al peronismo ysus derivados. No tengo la menor idea dequé significa peronismo y sus derivadosaunque conozco sus efectos, pero eso esotra historia.

Para mí, falló. La obra digo…Hay una simpática intervención de voz

en off de Tato Pavlovsky (Compañero Tatoen la obra, con una voz parecida a Perón,en una suerte de veloz desfile de obvieda-des) y de Claudio Orellano, varios años lo-cutor de Crónica tv y ahora La Voz del Es-tadio, en la Bombonera.

Qué sé yo. Para mí lo que vale es lo que proclama

la obra: la militancia. Esos queridos actoresde teatro que ponen y ponen.

Pero a lo mejor entendí todo mal.Salgo y me vuelvo rápido a mi amada

África. Tengo apuro.En Constitución no hay nenas descalzas

en ese momento.Ni globos.

lavaca es una cooperativa de trabajocreada en 2001. Editamos una páginade Internet que todas las semanas di-funde noticias bajo el lema anticopy-right. Mensualmente profundizamosestos temas en mu.

Globo rojo y ajenoCRÓNICAS DEL MÁS ACÁ

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