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Ensayo publicado en la Revista Arte y Cultura (Paraguay).
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MÚSICA ELECTRÓNICA: la prehistoria de la música del futuro
Por Vanessa Sandoval
Se ha llegado a un punto en la historia de la música, en que la evolución de
la misma ha dado paso a un sinfín de combinaciones en los instrumentos
clásicos en que se han resuelto la paradoja de la creación musical a partir
de la descomposición de los elementos y la sucesiva recomposición de los
mismos; de modo que partiendo del ritmo y la melodía se han
desarrollado las combinaciones necesarias para la armonía, el contrapunto
y la fuga, se han recreados los sonidos de la naturaleza y los animales, el
despertar de la primavera, el danzar de los árboles y las aguas, los cantos
de diversas especies en consonancia e incluso disonancia que dan muestra
de la naturaleza.
Si tenemos en cuenta que la música y la danza se encuentran presente en
cada una de las culturas actuales o extintas con sus rasgos característicos,
y que el movimiento del cuerpo siguiendo las secuencias de las ondas que
desarrollamos desde el paleolítico son las consideradas primeras formas
de expresión, para la mayoría de los investigadores inclusive predecesoras
al lenguaje, se puede entender desde dónde nace la necesidad de
encontrar un sonido que represente la cultura electro-tecnológica y
globalizada actual.
La música de estudio que nace en el conocimiento y descubrimientos del sonido totalmente distinto a todo lo oído anterior a la electrónica, el sonido que produce la transmisión de datos en las líneas telefónicas y que se ve reproducido en las consolas de los nuevos procesadores y en las características de una nueva tecnología que invade cada rincón de la vida actual, es el resultado de una experimentación que se revela en los infinitos sucesos que se descubren y van generando nuevas posibilidades de composición, y se ve en el desarrollo de la música electrónica.
Para desarrollar los sonidos que imitaran la naturaleza, tanto exterior
como interior al ser humano, se han desarrollado los instrumentos
musicales que parten de los sonidos producidos por el cuerpo humano,
como ser la voz, el silbido o las palmas y el zapateo, y van a los de
materiales de gran calidad técnica y artística que se tienen hoy en día. Más
la generación de éstos ha tardado miles de años, y los primitivos
instrumentos constituidos por troncos huecos, piedras y conchas eran
muy distantes a generar sonidos nítidos y afinados, más bien producían
una serie de ruidos que en concordancia rítmica generaban la música
elemental.
De éste modo la búsqueda de una nueva forma de expresar una realidad
compleja y contenida en una entorno completamente diferente se ha
venido dando desde la creación de los instrumentos musicales
electrónicos, que parten de la guitarra y el teclado eléctrico para
trasportarse a los demás instrumentos, y no sólo a ellos sino a los sonidos
que éstos producen, es decir construyendo las nuevas armonías a partir de
las consolas y computadoras, no de la simultaneidad o concordancia de
expresión de los sonidos.
Esta misma generación de eufonías casi primitivas en los que predomina la
percusión y los sonidos fuertes y poco afinados, que siguen los mismos
patrones en la música electrónica que en la paleolítica, se difumina en la
disfunción de los ecualizadores, las mezcladoras y los sonidos casi
estridentes de notas altísimas y casi imposibles de reproducir con
instrumentos convencionales para darles un aire de novedad y desarrollo
que no poseen los demás géneros.
La simplicidad de las estrofas y la continua repetición de las mismas
secuencias que vemos muy marcadas en la música electrónica, es otro
rasgo que se refleja de la música primitiva, en que predomina el ritmo y el
instinto de una manera pura a modo de llegar a un verdadero
conocimiento y entendimiento del sonido. Este punto de la música
electrónica se ve sin excepción en el reconocimiento interno que tienen
las personas que la bailan en las pistas y que se mueven a base de
sentimiento y sensación, sin pasos o piruetas previamente marcadas.
De ésta manera teniendo un nuevo sonido y una nueva forma de
generarlo y expresarlo, los va fusionando o adaptando a los sonidos
clásicos ya conocidos para una evolución que desea ir más allá de la simple
mezcla, que desea ser un redescubrimiento en la revelación de algo que
ya se posee.
Es así que parte de una percusión elemental, pues es la percusión, el
ritmo, el primer elemento musical que se sabe aparece en la conciencia y
el simple hecho de escucharlo nos devuelve a algo primitivo casi olvidado
en nosotros; la música electrónica toma así los ritmos de tambores de
diversos lugares del mundo para sí misma y que hace un recorrido por los
sonidos antiguos desde oriente con sus resonancias misteriosas y
profundas que invitan a la reflexión, a los tambores de África negra en
rituales que sobrevivieron la “civilización”, los ritmos de esclavos liberados
en América que buscan su origen, los de nativos americanos que no
sobrepasan el paleolítico, y también las evoluciones, en que se
entremezcla con la picardía de los ritmos latinos, la alegría del Charleston
y la tristeza del blus, e incluso desarrollándose en el bossa-nova, en busca
de una evolución y una nueva generación de música en sí.
Música industrial
Se da un fenómeno interesante en el mundo globalizado no sólo
culturalmente sino económicamente, en que la música electrónica,
experimental y generada se da por dos corrientes bajo un criterio que es
el más utilizado para dividirla que son comercial y no comercial,
dependiendo si éstas están generadas para el consumo en masa desde el
conocimiento de los gustos de quienes habrán de escuchar o simplemente
son creaciones propias del sentido estético de cada compositor.
Y aunque no existe una división clara de los géneros o grupos, e incluso
varios DJ, revistas, páginas web y disqueras discrepan con la afirmación
anterior que la industria disquera compromete la creación musical, la
mayoría los estilos que se manejan o se conocen llevan el nombre según la
industria que las desarrolló, el lugar de origen, el creador, la historia,
dependiendo del punto de vista de quién o qué se esté discutiendo.
La evolución ha llevado a los conocedores a distinguir las pequeñas y
significativas características de la música electrónica y separarla en
géneros de los cuales los más comunes son Trance, Techno, House,
Hardcore, que se vuelven a subdividir en subgéneros que llevan el nombre
del género primeramente y un adjetivo a él para diferenciarlo.
De éste modo dejan de ser los cantantes e intérpretes los protagonistas
del arte musical, para dar paso a creadores, DJ y productores, que son
quienes van generando composiciones in situ, reproduciendo los sonidos
ya conocidos adaptando a esta nueva cultura y generando música.
De modo que todos pueden tener y generar los mismos sonidos, es la
manera de mezclar, de hallar la combinación en el sitio y el momento para
que esto agrade o no, de modo que se llega a prescindir de un talento
intrínseco, y se busca más bien una empatía y una intuición de
conocimiento de quien mezcla con quien escucha para la verdadera
aceptación del trabajo.
Amantes y Disidentes
El valor de la música y la apreciación de la misma es un fenómeno difícil de
analizar o estudiar en pocas líneas, pues depende entre otra cosas de cada
cultura, de la formación de los oyentes, de las melodías que marcaron sus
experiencias, y tal vez se vea en esto el hecho de que existan
principalmente tres grandes grupos con opinión frente a la música
electrónica.
Primero tenemos el tipo de personas que escuchan éste tipo de música
hace referencia a la clase de sonido y la búsqueda implícita en la misma,
en la busca algo nuevo y fresco, una alternativa a lo conocido. Personas en
general jóvenes con mucho conocimientos y un nivel intelectual que
comprenden la evolución y que buscan respuestas tanto a preguntas
existenciales como a cotidianas que surgen del gran conocimientos de
estilos y clases o vivencias que han tenido.
Además personas que experimentan, libres de los estereotipos o las
conjeturas sociales normales, en busca a escapar a las reglas establecidas
e incluso transgredir, en busca de impartir color al cinismo en que creen
transcurren sus vidas.
En este grupo de los que adoptan la música electrónica como parte de sus
vidas, vemos también a las personas que además de crecer con la
tecnología se sienten atados a ella, aquellos quienes experimentan con las
computadoras atados totalmente a su mundo y que no imaginan su vida
sin ellas, quienes profesan la desaparición del papel y hablan de las redes
perpetuas, que discuten sobre procesadores y la diferencia entre
capacidad de memoria flexibles y rams, que saben crear y romper códigos
y tipos informáticos.
Aunque es amplio el contenido del primer grupo, se entiende que aunque
son muy variadas y diferentes el tipo de personas que lo conforman las
razones por más que casi imperceptibles que los unen a la música
electrónica son los mismos. Entre los disidentes en cambio vemos dos
grupos que no tienen un mismo juicio, para no gustar de la música
electrónica.
Tenemos así a quienes no se han dado cuenta de esta búsqueda constante
que aplaca a una parte de la humanidad, que además han generado una
pequeña repulsión por la tecnología y no la ven sino como un estorbo,
quienes se mantienen atados a las tradiciones y las secuencias formales
por miedo al cambio, son parte de los disidentes en cuanto a la aceptación
de éste tipo de música.
Simplemente están a gusto con el tipo de música existen, y prefieren que
sean personas quienes ejecuten los instrumentos, no máquinas, pues la
capacidad de arte que esto inspira es más verdadera que la de reproducir
sonidos huecos en una consola, estas personas son las que están
acostumbradas al misticismo de los artistas y el predominio del
humanismo sobre lo electrónico.
Ahora bien como la falta de evolución de la música electrónica hace que la
mayoría de las secuencias repetitivas del descubrimiento del sonido sea
bastante primitivo, la generación de complicadas secuencias es imposible
pues la repetición es parte del aprendizaje para el conocimiento total y
necesario de las figuras, rítmicas melódicas y armónicas; la
experimentación aún iniciática hace que éste nuevo estilo de música
desagrade a los oídos cultos.
La necesidad de la complexión y el estilismo de detallistas acostumbrados
a la música clásica y la melodía compleja del modernismo y
posmodernismo e incluso del rock y pop contemporáneos, no se cumplen
ni siquiera básicamente en la música electrónica, por lo que genera
disgusto e incluso aborrecimiento en lo que sólo suena como ruido.
Es por esto, que otra parte de la sociedad disgusta de sobremanera el
estruendoso ruido de las consolas y la electricidad, sin cabida en la
consonancia que se espera de la inclinación por lo complejo.
Se ve de este modo que desde la evolución de la sociedad globalizada y
consumista, el desarrollo y crecimiento de las ciudades marca el ritmo de
vida de la población y la música electrónica, en sus diferentes géneros, es
el estilo que realmente ha ido transformándose y adaptándose en una
constante que va de la mano de la tecnología. Así es, que habiendo
revelado las características muy similares y la secuencia que se repite
entre el origen de la música como tal y las características de la música
electrónica, se podría decir que estamos viviendo la prehistoria de la
música del futuro.