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1.H t t » »PUESTA EN CLEROS

Á LAS

ORILLAS DEL TURIA,

Vinieron la verdad y la juit icía á la tierra ; la »na no halló como- didud por desnuda, la otra por ri-* gurosa.

lA VERDAD, diario de V aU ncid 14 de M a yo de i 838.

¡ B o n i t o epígrafe! He sido feliz en hallarle tan pronto , sin tener que andar rejistrando polianteas, sinopsis, epílomes y tesauros de sentencias y refranes , y sin necesidad o peli­gro de haberlo de tomar de alguno de los filó­sofos ( 1) impíos del siglo pasado ; aunque b iea

I Para que los redactores de la V erd a d no me digan cito ó ap<.yo mis opiniones en el barón de Hdlbach,

o en algiin oiro aleo , foino se lo han ecliado en cara al autor deJ Grilo tíe la Jinzon , lie adoptado rstc epigrafe, ni que nó le podrán poriei taclia, por lialierlu tomado d«

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tiiiraclo , lo mismo le pega á este folleto qne á la con testación He la y ev d a d al Gvito d e la R a z ó n : vamos , es epígrafe como casaca de l ib re a , que á todos viene bien y para todos pue­de servir.

Pero ¿en qué se parece esa verdad que vino del cielo á la que se nos ha aparecido en esta tierra de pocos dias á esta parte? Aquella vino del c ie lo , y esta ha venido si no del infierno, de un paraje que se le parece mucho. Aquella diz que vino desnuda y esta no solo se ha

su misma V erd a d •. í in embargo , como por ser roitolójico aun pudiera oler á atiiisrao , y puesto en mi boca todavía pudiera ser sospechoso, por no lenpr yo dadas al publico

firuebas de ser t«n acérrimo defensor de la reli j ion cotó- ica como lo tienen acreditado los i’edactores de la V erda d

«n los artículos de su periódico , quiero ante lodo hacer la protestación de la fe con el piadoso , c a tó l ic o , apo»tó- lico romano el M . K. P. Acevedo:

N o querem os ser a teos.S ino g uardar nuestra f e , y ser españoles rancios A l derecho y a l r e v é s .

C o r o .

P itita , p ic ifa , p ia , p ia , p o n ,M u era e l libera l a teo , y vi\'a la ,. . . relijion .

y viva el P. Acevedo. ¿*Pero es esto? ¿•estamos en V alenc ia , ó en V itoria en el año 33? Hpclia cala protesta, ya no tengo iíiconvcnieiile (aunijuc yo nu esté muy bien inipoekto en eso del ateísmo) en entriir en la cu< stion de 6Í H >ll)acli fue hombre de gran p t'so . y si fue ó no a feo , ni quiero infernar mi ánima por quitarle la honra al pro- j imo ni vivo ni miierlo ; y solo digo que no admito la |krincipQ] prueba de que fue a le o , alegada por los redac-

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Íresentado vestida j sino disfrazáda; y si aqne- la se voiviú al cielo no hallando comodidad en

la tierra, por andar desnuda , «ísta, si no halU comodidad en esta tierra, será por andar dema» siado embozada bien que aunque aquí se la deje desnuda podrá percuanecer en este país durante los cuatro meses del próxiuio verano; mas no sé yo si podrá tirar hasta la entrada de invierno por frió ó por debilidad. Aquella po­b re vino solo con la justicia, compañera seca y adusta j y esta trae ademas el acompañamiento

torcs de la V e rd a d , es el haber sido autor dcl <S<V- temo de la naturaleza. Yo ven en la prii'iacla de esta obra eii letrus gordas , /'or M . A lirabaud . Veo tamliien en le­tras de molde , cjue en una nota colocada en el manntcri- to por el que se imprimió esta obra , se halla que se atri­buye á M irabaud por personas intimam«nie relacionadas con él y con M. Maiha, miiv amigo suyo, y de quien solo la muerte pudo separarlo, y fíjnndo la época en que la es­cribió , añaden que no la dejó do la mano hasta la muerte, y que entre sus amigos la llamaba su testamento. La pri­mera edición qup se hizo de esta obra , que fue el año 1770 , salió con el nombre de Mirabaud. En la adverten­cia preliminar de las mismas ediciones qne llevan al fren- fe, ó en la portada, el nombre del B. de Holbach , á pesar de esto , se esnresa terminantemente que esta obra es de Mirabaud. L o que se puede concsaer por ser lo mas jcTieralmentc reciutdo entre los lite*'atos críticos mas cé> lebrea , es que e»ta obra no es de una sola mano , y que tuvieron parte en ellit Diderot y alguna otra pluma seme­jante ; y lo indica la diferencia de estilos que se nota en e l ld . Por estas y otras varias razones , yo no puedo co n ­venir en que el Sistema de la naturaleza es de Holbach, mieniras no se me convenza con datos de mas peso que la c ita ó simple relación de la vida de éste, que estrartan de nu diccionario histórico los redactores de la V erdad, Dicho esto de paso , preguntaré á ¿»tos si los ateos ó ju­díos ó mahonietiino» no pueden decir uada que sea cierto

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de la P a z y el O rd e ) i , esto es , cotüo uti Bajá de tres colas, llevándolas á la espalda. Aquella es una señora íormal, inalterable, y siempre la misma en todos los países y edftdes; esta es una niña caprichosa y algo coqu eta , ami^^a de la novedad , y que eonsnlta con el úítimo figurin >ara vestirse y presentarse al público; desdeña as costumbres ^ opiniones j y hasta la fiiosofía

dtíl siglo pasado'; solo gusta de tas teorías fla­m antes, y se presta ert‘ un tod’o á lös q^e dirii. )en el espíritu d e l sig lo . E l áño pasado estaba

y verelndero,y mas ciihnilo n'o síí t r a t a tle cosHS <fe rplijíon. IPocns v<“v<ía(lc8 lia d i c h o h a s ta n h i 'ra r s t r a ''e rd a a taVi cierla« y tiin ju>las'conirt la sentencia tli; (fuepuso pov epígrafp á sn follstr» ol aiilni* diH Gritri de la Á«* to n , cotno que es i tn a V erd a d de las de Perogrúlio. ¡Q i l é escrupulosos eslan estos sefipresi P e rr t ' r s le es eT esciiipuId d e l pavo de l a fábula, <^e d e s a f ia d o á ' v o l a r con e l cuervo, detuvo á ¿ s t e d i c i e n d o ;

¿'iabes lo que he pensado?Que eres negro y f e o .

Y ya se sabe que e! pavo no es tan negro como el cuer» yo , ni vu e la c nio éste.

Y para que j izgncn los lertores de la buena fe y de la razón que puednn tener los redactovrs ile la V erda d para cersiirar el mencionado epígrafe, sepan los que no lo hayan leitlo que es éste:

Todo escritor público debe se r c laro , sincero y veraz-, a l público j u s t o , im ­p a rc ia l é i/ustrado , corresponde ju z g a t de sus ideas.

B a r o k d e Ho l b a c r .

^ Es esto alguna herejía aunque lo dijera el mayor hereje?

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entusiasmacla por las ideas j costumbres espa­ñolas antiguas*, gustaba m u ch o , y se honraba con la amistad y trato de la jente del pueblo, y especialmente de los hombres veraces y fran­cos , y aplaudía la decisión, y hasta la audacia, de éatos para defender sus d<jrechos y oponerse á sus opresores ; y ta n to , que es público que apreciaba sobremanera, y trabó una afectuosa ami<itad con un te jed o r d e f^ a llad o lid , hombre valentón , ex a lta d o y bu llan g u ero \ aquel loco demagogo, que decía á los senadores é infautes de Castilla entre otras cosillas:

Que no qu ieren los villanos i\7 e l v in o d e l S acram en to S i v ien e d e vuestras m anos.

y ahora parece que detesta todas las cosas popu­lares reprueba la exaltación del pueblo por su libertad, y aun parece que pretende sofocar hasta sus quejasy clamores. Entonces declamaba contra la ambición é hipocresía de algunos sacerdo-> tes , y detestaba sus intrigas para engañar y usurpar al pueblo sus derechos é intereses , y ahora tan relijiosa y devota , que es una acér­rima y jeneral defensora de esta clase , y no quiere que se les toque , con razón ó sjn ella, un pelo de la ropa. ¿Cuál puede ser la causa de esta metamorfosis? ¿Y esta veleidad y este ca­rácter convienen en algo con la firmeza de ca­rácter de la verdad que baj() desnuda del cie­lo? Hasta a p i ya ven V V . , señores, que estas

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dos verdádes en nada se parecen sino en el nombre , como el jenio del bien y el jenio del |ual ; y aun sobre esto dicen unos que el cura al bautizarla le equivocó el nom bre , y otrus que como su madre estuvo muy apurada para echarla al oiutido , y el parto fue trabajoso , se la bautizó de prisa y corriendo j y otros que solo está bautizada sub con d ition e. Luego ve» remos si entre estas verdades se halla alguna conformidad en lo tocante á las doctrinas y co* fias políticas. Por fin j esta V e r d a d no puede ser otra sino la que dice el diccionario de núes« tr» lengua , que c í un p a s te l d e ca rn e y d u lce , a l (]iie i e llam an verdad , j r em p an ad illa in ­g le sa ; con solo la diferencia de que nuestra f^ erd a d es mas bien empanadilla francesa, ü l - timamente , para conocer lo que la verdad del cielo se parece á esta de nuestra tierra , no es menester mas que ver que esta lia chocado cou la Razon^ cuando la e r d a d y \ iliazon siempre han sido inseparables.

Ya se vé ; como la contrariedad de opiniones el choque íle intereses á que ha dado motivo

a guerra civil que está despedazando á esta desgraciada nación , la tienen dividida en tantos y t^n encartíizados partidos, no es eftraño que hasta la R azón y la f^ erd ad se hayan puesto en pugna, y se liaban declarado la guerra, alistán­dose en distintas y contraiias banderas. Esta lu­cha se ha jeneralizíido tanto, que al hombre mas pacifico no le es permitido permanecer indife­rente siu hacerse sospechoso y ser objeto de la

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indignación de todos, y sin ser vejado por unos ó por otros. Yo , en la precisión de tener que abanderarme^ no dudé que debía hacerlo, ó en el partido de la B azon , 6 en el de la V e r d a d , por parecerme que las sectas de estas dos res­petables señoras, nunca serán tan odiosas ni sanguinarias como la;) demás ,* y si vacilé algún tanto en cuál de ellas me alistaría, parccióndo- me á cual mas halagüeña me decidí por fin á inscribirme en el de la R azón . Los motivos que he tenido para ello han sido el conocer que la verdad no es siempre prudente, oportuna y bien recibida , y suele ser despreciada sin exa­minarla •, y la razón es siempre conveniente y juiciosa, y no puede ser desechada .sin se r co m - Latida. Las verdades morales y políticas sOn frecuentemente contrastadas según las opinio­nes , intereses y partidos de los hombres : solo las matemáticas son jeneralmente admitidas ; y si no -son combatidas , no es solo porque son mas demostrables, sino porque los líomhres rara vez tienen interés en negar que dos y dos son cuatro*, mas cuntido lo t ien e n , sí no se atreven á negarlo, procuran oscurecerlo. Y por cierto que las verdades que propala el periódi­co llatnado la V e r d a d , no son tan demostra- Lles como las maleináticus , y siendo cuando menus inoportunas y anübolójicas , todos los hombres pacíficos y de razón deben tener in­terés en rebatirlas ú criticarlas.

Inscrito ya en el part'do de la fíazon .j me veo obligado á entrar en un juicio ímparqial de

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las verdades de la V e r d a d , á indagar su carác­ter y o r i je n , á demostrar cuál es el objeto qufe tienen , y á combatirlas razonablemente si no las hallo conformes con la H azon , la P az , el O rden y la Ju s t ic ia , y con el interés del pue- blu español. Pur ahora me limitare á presentar un bosquejo del carácter y físonomia de este periódico^ y á manifestar cual es á mi parecer su objeto > 7 el motivo de su aparición \ y ea otra ocasion me detendré en analizar sus doc­trinas y opiniones emitidas tanto en sus artícu­los de fondo como en su polémica con el autor del G rito d e la R azón ; y héteme ya declara­do antagonista de ia F e r d a d sin poderlo reme­diar. Mas como el entrar en esta lucha , y haber de enristrar la lanza para defender á una hermosa dama de los ataques de otra no menos hermosa , sea ardua y honrosa empresa^ y la mas arriesgada aventura qne jamás aco­m etiera caballero alguno andante ni sedehtario, debo antes hacer la profesion de caballero^ para que se sepa que yo no soy algún malandrín, esto es , an arqu ista bu llan gu ero. Ademas^ por seguir el ejemplo de los redactores de la F^er- d a d , y como para entrar en toda polémica ó discusión , cualquiera que sea su objeto > es ya requisito indispensable y de ordenanza hacer utia formal protestación de fe política, lo que prueba y vale tatito corno una limpieza de san­gre ó hacerse caballero de la Cruz de Cristo de Portugal^ que se dá iiasta á los judíos, ( juie- ro yo también ante todo hacer mi formal pro«

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testación y protesta y para ello digo bajo mi palabra á la que pido en justicia se dé el mismo crédito y m ayor, si lia lugar , que á In misma V e r d a d , digo y confieso que por el mero hecho de declararme su ad v ersar io y soy un individuo d e an teced en tes oscu ros , pero limpios , liberales^ siempre iguales y nunca desmentidos , y no tengo una so la m an cha en m i p a s a d o ; y que si son oscu ros , será porque no he tenido necesidad de hacerlos públicos, Q porque no he hecho vano alarde de ellos. Item : aseguro que soy h om bre d e b ien , y que xnis in ten cion es son muy pu ras , y que no m e h e v a lid o d e ninguna e itr a te jia ra s tr e ra , in tro - du cién d om e en co rr illo s y c a fe s p a r a des» a c r e d ita r ó m inar d m a n sa lv a , y d er r ib a r hum

y é n d o le e l f r e n t e d la V e r d a d (yo á las seño­ras siempre las hablo cara á cara); ni la he ca^ luniniado sord am en te d o n d e no p u ed a ser con testad o , n i la h e llam ad o s e d a r ía /rené^ tica y abso lu tista ; es cierto que no la he li­sonjeado ni aplaudido, y que si no se ha gran» j e a d o hasta ahora mi estim ación y a p rec io com o .la d e to d o s lo s hom bres d e b ien , sera una singular desgracia mia, y no es porque esta h a y a c lam ad o con tra los rev o ltosos y denun­c ia d o sus p ro y ec to s , sino porque ha clamado de un modo tan furioso , tan jeueral , tan in­oportuno , vago y sospechoso , que sus clamo­res han sido los mas propios para provocar á la venganza, y para alarmar y concitar los áni­mos hasta de los hombres mas pacífícos, des­

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conceptuando á clases enteras de verdaderos li­berales o cuando menos induciendo sospechas contra todos los que no perteuczcan á su partU do y sección 5 conducta por cierto poco con­forme con el caracter de los que están inscritos bajo el noble estandarte que lleva por lema P a z , O rden y Ju s t ic ia , y-«SS^ajena del que hace tanto alarde de leg a lid a d , m od eración y to lera n c ia . F inalm ente , juro y declaro , que aunque no mude de sistema , ni d esista d e su em p resa , yo , si bi eu soy ya adversario suyo declarado, nunca em/?/ea/‘e e l p u ñ a l p a r a ven­c e r la . ¡Puñaláas! A e M aría.. .! ¡Qué asustadiza está la señora V erdad\ JVo parece sino que esta señora haya venido á la tierra de los asesinos y judíos. S i la cosa puede componerse muy bien con razones, ¿á qué puñaladas;* Y al cabo, si la disputa es entre dos mujeres , lo mas que pue­de suceder es que anden las faldas y las ver­güenzas al a ire ; pero ni tampoco eso. Con que, gestamos.. .? las manos quietas y la lengua ande, y al caso.

P or poco que se repare en el talante y fisono­mía de la V e r d a d que de pocos dias á esta- parte se ha presentado en esta Ciudad , se conocerá que es un iniperfecto enjendro del parásito y viperioo M undo y de la t s p a ñ a del liempo de F e l ip e II , concebido en las orillas del Rliinza- nares , y abortado en las del T ú iia , adonde se ha trasladado con la misión de propagar in­tempestivamente las doctrinas de sus projeni- tores. ¿Y cuáles son estas doctrinas? Su único

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dogma ostensible es la declamación, la in v e c­tiva y el anatema contra los impíos y contra \ q s bu llan gu eros an arqu istas y la d ro n es . E l tema és muy laudable , pero muy inoportuno^ y por lo mismo sospechosos sus dogmatizadores. E n Valencia hace tiempo que no se ven impie­dades , bullangas , asonadas , saqueos y robosj pues á Dios gracias estamos como en una balsa de aceite desde que se colocaron y pillaron al­gún dostinillo los que las promovían en otro tiempo,volviéndose pacíficosy m oderados-, pues esto de los destinil!us^-W>«}4M»'ha sido una gran invenoion para acallar y apagar lus fuegos de los egoístas , vocinglerosj escritores y periodistas, que adulando unos, é inlitnidando otros, y so­color de un heroico patriotismo, y de asegurar unos la libertad , otros el orden y la paz , y todos el interés de los sencillos pueblos , no traían mas que de hacer su negocio , concitar los ánimos , embrollarnos mas de cada dia , y propagar mas y mas la desconGanza y la discor­dia, llevando al estremo el disgusto y la indig­nación jenei ai.

Los redactores de la V e r d a d han venido aquí á traernos las modas políticas del dia , tan opor- tunHmente como niuchos misioneros y predica­dores de cuaresma las llevaban á las aldeas y lugares de la sierra, los que predicando inopor­tuna y rutinariamente en todos sus sermones^ ifijerian su platiquilla y reprimenda contra las modas , encrespándose furiosamente con­tra los pdnados; y lo uiisuio cgutia las d o -

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. 1 2Helas que contra los tontillos , contra los d ia ­les , fígaro.*, cancsútís y otros trajes y adornos, cuyo uso sulo conocido en la corte y en algunos pueblos grandes, era tan desconocido d i l pre­di -alor como de los <|ue le oian ; y asi es que las jóvenes de estos lugares estdbau esperando ccn ansia que llegase ¿a cuaresma para ver (jue modas les llevaba 1 P. Predicador. Los valen- c¡an«)s estaban tranquilos y contentos en lo je - neral con su diario Mercantil, «;1 cual, aternpe- rún<lose sieuipre á las circunstancias , siempre alegre , d ándonos las noticias de guerra mas balagüeñiis, por frivolas que senn, sin decidirse ni inclinarse t unca á ningún estreinu en los artículos críticos de política; siempre dentro de los limites de la moderación, lisoiijeando de este modo al pueblo y á las autoridades , con- tribuia n<> poco á la conservación del órden y la tranquilidad ; bien que no puede negarse que en estos dias, despues de la aparición de la V e r d a d , sin duda por el mal ejemplo , lo hemos visto salirse alguna vez de sus casillas. E l pueblo de Valcucia en !o jetjeial estaba ii.uy lejos de conocer lo encarnizado de la lucha de los actuales paitidos políticos , y mucho menos pensaba en mezclarse en ellos, basta que ahoia el periódico la V erd a d le ha dado una fatal noticia de esto. También ha propalado la m a- ligna y ominosa nueva (véase el num.° 27)> i a - creíble para los Ualcs valencianos , de que en estos d ias se h a qu erido escr ib ir en e l p en d ón d e tos lib res o tro n om bre <¡ue e l d e isabtl\

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y quitándole con estas novedades alarmantes la tranquilidad á este pueblo pacíGco, lo incita furiosamente á que tomen todos una parte actira que^ á pesar de su doctrina, no todos de­b en tomarla en semejantes luchas. Venii aquí á predicarnos con tanta vehemencia contra los saqueos , sacrilejioí, e t c . , es lo mismo que ir á A rjé l á vender rosarios, y sacará el mismo fruto de su predicación, que saco el vicario de Can- jas de los exorcismos, amuletos y unterios que e aplicaba, y con que acabó de trastornar el

juicio al débil é inocente Carlos ii. Esto mas bien sirve para escítar , que para apaciguar. Esto es suponer lo que no hay , y esta supo­sición envuelve mucha mali(;ia. ;Si nos qu er­rán engañar con Ja V e r d a d . , . } Si en Valencia no hay nada de esto en el dia , ¿por qué no se van sus redactores á poner el paño del pulpito, á otra parte? ¿A qué declamar con tanto furor contra unos cr ím e n es , donde estos no se co - lueteu? ¿Qué fin llevan en pretender que los valencianos se conviertan y se arrepientan de los pecados ajenos? Ridículo empeño es querer que digamos llorando; , , Señor, no mas robos ni saqueos, no ma^ asesinatos , no mas revolucio­nes , no mas impiedades ni sacritejios:'*' con igual motivo y oportunidad que los gallegos aguadores de la fuente de M ariblanca, cuando arrodillados on medio de la puerta del Sol, con la montera bajo del brazo, las calvas al aire, y dándose fuertes golpes de pecho , gritaban lio« rando á moco leadido: mas es«uüetas;

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mlserícorJia , Señor , no mas esrufielas. Y todo era porque el predicador el dia de la fiesta de Santiago , en vez de hacer el panejírico del santol, les predicó fervorosamente contra las mudas y las escofietas -'’{ue se usaban entonces.

Todos !üs artículos de fondo de este periódi­c o , lejos de ser unos discursos juicioscs y con­vincentes , son mas bien unas diatrivas furi­bundas ó proclamas incendiarias , mas propias para levantar una Cruzada , (jiie para conciliar los ánimos y asegurar el orden y la paz \ mas bien son unas vespertinas doctrinales adustas, propias para intimidar á les pu'^ilániines, y r e ­traer df liaccr sacrificios por la cnusa de la li­bertad á los que tienen medios para ello.

En el art ® que tituhin: y í fos qu e tienen a l§ o que p e r d e r (véase nuin.^‘2 ) , cuyo objeto es éscitar á las clases industriosa, coniei'cial y pro­pietaria á c|uc se unan y bagan frente á tos ataques d é l a democracia proletaria, se espli- can en estos términos: E l b lan co d e tod o p e » r io d is ta sensato d e b e ser e l d csa i rai¿-(tr d t los co ra z o n es a p o c a d o s d e ios hom bres inditstrin - íe s , com erc ian tes y p r o p ie ta r io s , e l esp ir ita d e in d ife r e n c ia , d e v értig o y d e consun ción q u e les d o m in a ..,. íie co rra m o s tod os lo s j ir o s d e n u estra rev o lu ción p o lít ica j p regu n tem os d tod os los p u eb lo s que han fid o testigos d e acon tec im ien tos n o tab les , y v erem os p o r r e ­su ltado d e nuestro ex a m en , qué a p a tica s c a s i s iem p re la s c la ses in du striosa , c o m erc ia l y p r o p ie t a r ia , y o lv id an d o la r e sp o n sa b ilid a d

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m o ra l qu e p e s a s o b r e sus con c ien cias , han a b a n d o n a d o e l cam po d e b a ta lla á gru pos d es ­o rd en a d o s d e am bic iosos y p ro te rv o s y hasta han d e ja d o d esqu ic ia r no p o c a s vecps e l e d i­f ìc io s o c ia l , sin co n o ce r en su cieg o d esv a r io , qu e aqu ello s g r i t o s , estú p ido d esah og o d e la m ultitud b e o d a y d e s e n fr e n a d a , no era n soto o b stácu los a ñ a d id o s a l lo^ro d e la p a z , no so lo triun fos d e l b a n d o r e b e ld e , sino que tam^ bien un am enguam iento d e su indùstria , p r o ­p ie d a d y c o m e r c io ... . ¿P or q u é ja t a l id a d se h a n otad o tan crim in al in d iferen c ia en la s c la ses in du stria les , c o m erc ia l y p rop ieta r ia? ¿P or qu é no han v o lad o lo s c iu d ad an os v irtuosos á c o lo c a r s e en torno d e la ley? P orq u e no han con oc id o su situ acion j n i han en ten d id o a f o n ­d o la s rev u eltas d e n u estros d ia i . Como la falsa V e r d a d no confiesa francamente, ni reco­noce el verdadero orijen de las revuellas , bu­llangas y ata<]ues de la clase proletaria (su iii¿i^^. dijTna(i»»n la reservamos para otra parte), las que solo se liati visto en ciertas épocas , y en otras no ; le parece que las clases irdu'.triosa, comercia! y propietaria , no han hecho lo <jue debian y podian para contenerlos y evitarlos, y pretende que estas clases hagan lo qutí le Cdr- responde hacer á otro. E l modo ooii que se es­presa dá á entender que además de ser ^stas tan estú p idas que no han conocido sus vertU- deros intereses, han estado enteramente c a s , ó que han sido muy mezr}niii(is ó ca;;¡ nulos los saeiificios que han hecho en füvur de la«

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justa causa ; que no han tomado Us arrnas^ ni s» han unido á las fílas de ios defeuseres de csta^ y que no han contonido y deshecho los albero» tos que ha habido en ios pueblos. ¿Qué tal?

Í es esta la verdad? Si estas clases no han hecho os sacnücios que de ellas exijeu los redactores

de este periódico , no es porque nf h an con o ­c id o su situ ación , n i p o rq u e no han en ten dido á fo n d o la s rev u e lta s d e n uestros d ia s , si que antes bien , por conocer quizás demasiado el orijen y carácter de las revueltas d e nuestros d ia s , se han disgustado unos, otros se han en- friado> y muchos han dejado las armas que ha­bían empuñado con el m?)yor entusiasmo. Sigue: L a g u erra c iv i l que sosten em os , m as que una g u er ra d e p r in c ip io s , es la lu cha d e la dem o- crdü ia p r o le ta r ia con tra la in du stria jy lap ro~ p i e d a d . . . . , la que no es m enos in teresan te n i m en os t e n a z .. . . ¿Q_ué qu ieren esos p e lo to n es d e s c a m is a d o s , que v ociferan en la s c iu d ad es p a la b r a s qu e no entienden? (Quieren enrique» c e r s e á co s ta d e l com erc ian te , vivir d co sta d e l a r te s a n o , y a r r e b a ta r sus p ro p ied a d es a lp ro^ p ie ta r io . 6i\ no h ay qu e d u d a r lo , e s e so lo es su o b j e t o , e s a su única op in ion . S i esta es la v erd ad , es muy oportuna y espresada de un modo muy propio para que produzca los efectos deseados en las circunstancias en que nos halla- moár. ¿Y es esta la V e r d a d que ha tomado á su cargo el dirijir la opinion jjúbiica y contri­bu ir á asegurar ia paz y el orden? Estas indi- fectillas dicijidas á los co ra z o n es a p o c a d o s d e

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esas clases ín<íustriosa, c o m e r c ia ly p r o p io ^ - r í a , ap á tica s y que se h a llan en una crim in al in d iferen c ia , e l e . , e t c . , lejos de contribuir á ani­marlas á la defensa de la nación y del trono« son la voz de un clarín aterrador de un ejército enemigo, ó de unas hordas de asesinos que parece van á entrar á saco en los pueblos y en las casas de lo s qu e tienen a lg o q u e p e r d e r \ cuyo efecto no puede ser otro que el aterrarlos, para que se aíslen mas y se encierren en sus casas, y echando llaves, trancas y cerro jos , no atiendan mas que á guardar lo qne tietjcn dentro de e l la s , volviéndose egoístas por una necesaria consecuencia de tan alarmantes lecciones* Ya que tanto alarma á las clases lairyriosas y pro-

Ijíetarlas contra los demagogas , proletarios y ioigazanes populares, ¿por qué no las alarma

ni apercibe contra otras clases, corpoiaciones y personas, enemigas de sus fortunas é intere­ses mas temibles que aquellos? Seguramente QO es el bien de las clases útiles y productoras el principal múvi! de sus alarmas y declama­ciones. Y tan estúpidos son , ú tan poca fuerza tienen eu España os artesanos, comercíantcs y propietarios, y tan poco pueden «I celo y la enerjía del gobierno , 1a actividad de un e jérci­to numeroso y valiente, la decisión de toda la milicia nacionnl, y finalmente los esfuerzos de los pueblos, el Interés y los inmensos sacrificio^ de la masa jeneral de la nación, que no bastau á contener y precaver las bullangas y atenla- dos de uiios p e lo to n es d e p r o h ta v io s d cscam í*

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s a d o s y b eo d o s , de un p u ñ ad o ò e .s ic a r io s , y tíi) fili (le un cen ten ar de malévolos que hay en toda España , según nos dice la misma V e r ­d a d cMi su num.° *14? Señores redactores > ¿no conocen VV. (¡ue es ya dwtnasiado ridículo a t i i - buir á la insignificante fuerza de é.stos, ó al im­pulso que puedan darles uno^ dos ó media do­cena de lionibres de algua poder, la causa dé nuestras revueltas y el retardo de la paz y de la cons‘jli<lac¡on del sistein» liberal que desea la naoionP Despeje V. la incógnita, s eñ o ra V e r ­d a d ; j ) u e s no es verdadera la causa que V. su­pone de nuestros males ; y esos revoltosos y ladrones, padrey abuelo tien«ín; el uno los cria y el otro los mima. A lio e x J o u l e d e r iv a la cla^ das in p a tì iam^p^lnmque flu x it. Bus<|ue V . con sinceridad en otra parte el orijen de nuestras desgracias, y lo h a llará , como lo li£llan los hombres sensatos é iniparciales, á quienes les ha hecho discurrir lo que han visto y sufrido en esta y otras revoluciones, y que nada espe­ran del triunfo de ninguno de los partidos que están en pugtia en el dia. Despues de cinco años de padecer y observar, no es fácil les metan los dedos por Jos ojos periodistas vendidos á uno ü otro bandof interesados ¿ en la defensa de cier> tas clases.

T an celosos de la relijion como de la liber­t a d , deniueflran lo mismo que dos y dos son cuatro, que esta no puede existir ( 1) sin aquella^

1 S in reli j ion no puei!e haber líberiad ni puede haber

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y que asi como hay hipócritas relijiosos que aparentando defender la relijion, solo defienden el despotismo y sus intereses^ los hay también políticos^ que mostrándose entusiastas por la li­bertad atacan y quieren destruir la relijion*, y con este objeto nos espetan por artículos de fondo unos sermones, que en fervor y oportu­nidad dejan en zaga á los de los P P . Vacas^Lo- pez y Acevedos.

E n el num.° 1 3 , dia de viernes S a n to , ea un artículo que titularon J u e v e s S a n to , hacen una pintura tan negra de los liberales impíos ó irrelijiosos, que las mujeres y devotos pusi­lánimes y todo cristiano timorato, en cada U» beral que encontraban por la calle en aquellos dias, no veian sino un asesino y un rab ino , ó un sayón de los que azotaron á Cristo. Insis­tiendo en las declamaciones contra los liberales im píos, dicen en el mismo artículo : n a e l p u eb lo e sp a ñ o l e s re lijio so y d ev o to , cosa demasiado sabida, y yo creo que nadie se lo habrá negado; y la mayor prueba que dan de ello es la siguiente ; E l p u eb lo , e l v a d a» devo p u eb lo es e l que co r r e h oy d l l o r a r , des» p u es d e X I X sig los , la m uerte nunca bastan te llo ra d a d e l H ijo d e D io s , e l qu e llen a la s

nada bneno j pero q los redactores de la V erd a d hnLlan y aspiian á una libei tnd de otra es^>ccte, ó mas perfecta que la (jue §e conoce y disfruta en la Europa y en los Estados- Unidos/ ó no es la ycrdndern rd i ¡iu n católica la que tanto noa recomiendan. ¿ O s e r a que en los paise» donde hay libertad , y no todos son cató l icot , sulo la disfrutan los que lo son^

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Ig le s ia s y la s ca lles en recu erd o d e l m isterio santo qu e se c e le b r a : e s e es e l p u eb lo . Ni el pueblo español necesitaba de semejante defen» sa j prueba de su relijiosidad y devocion, ni

Ímedc estar muy agradecido á los redactores de a V e r d a d , pues podían alegarse otras demos­

traciones mas poderosas á favor de su piedad y relijiosidad. Si la prueba que alegan fuera de­cisiva y convincente, se inferiría que las bár­baras y feroces hordas de los carlistas facciosos que cometen las mayores atrocidades é impie­dades, eran mas relijiosas y devotas que el pue­blo espafi »! liberal. JVo iré á buscar la exacti­tud de esto entre las infínítas razones que se podían a le g a r , sino en la misma V e r d a d \ pues esta la afirma en un articulo inserto en el dia 2 2 de Mayo con el epígrafe F a y a una an ee» d o tilla v e r d a d e r a ; en el que nos cuenta que reconviniendo un liberal a un faccioso en U V alí de Uxó el dia 17 de dicho m e s , de lo fe ­roces é impíos que eran los de su partido, y de los robos, asesinatos y atrocidades que com e- lían en. todas partes, le contestó este : „ E s verdad que hacemos todo eso, pero somos muy cristianos; pues primero dejaremos de comer que de oír misa todos los días; y por ]a tarde, cuando el cura toca al rosario, se llena la igle­sia , y no contentos con esto , por la noche acompañamos aj patrón cuando lo reza en su casa*, y además, de quince en quince dias no dejaicos de confesar y comulgar.'^ ¿(luál será, añaden Iqs redactores de la V e r d a d , el con -

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cepto que haya formado este faccioso de nues­tra relijion? „ S e puede inferir por su contesta­ción al liberal.** ¿Y cuál será, digo y o , el con­cepto que tienen formado ios redactores de la V e r d a d de la verdadera relijion cristiana, cuan­do babiendü tantas razones y hechos que ale­gar en favor de la cristiandad y devocion del pueblo español, no saben alegar otra mayor que la asistencia de éste á las iglesiasj á pre­senciar en los dias santos las ceremonias que recuerdan la muerte del Hombre-Dios, jefe y fundador de su relijion? Asi que, á pesar de! ínteres que aparentan tomar en ia defensa de nuestra re li jion , se conoce que no tienen la enerjía, ni sienten aquel santo fervor que exije esta defensa.

E n los números 10 y 11 nos injieren dos largos discursos»sermonarios, con ios epígrafes: R elijion , a r t .° 1,® R elijion , a rt .° 2.® (esto es, doctrina y serm ón, y aun esperamos que con­tinúe la novena-mision) tan llenos de máximas )0 Utic0 '-crislianas, que dá gozo el leerlos a lus iberales católicos, apostólicos, qu e tienen a lgo

qu e p e r d e r , y son un consuelo y un confortante espiritual para los que nada tienen que perder ni que esperar. Como son artículos de tanto fo n d o , que ocupan media docena de co lu- D a s , estractaremos solo lo mas sustancioso y lo mas análogo á nuestra época y situación. E n su fondo no parece sino (|ue con el pre­testo de inclinar los pueblos a la resignación cristiana tratan de prepararlos á una vil ab-

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yeccion y servidum bre, y al sufrimiento sin consuelo humano : Ies exhortan á que pohgan solo su esperanza de mejor vida en la patria celestial, y á sufrir con paciencia las penali­dades y miserias de ésta. Buscando el orijen d é la tendencia de los pueblos á ifkesplosion , di­cen que es esp ir ita d e l siglo p resen te e l lam en­ta rse d e la d esg ra c ia d a con d ic ion d e la s m asas popu lares-, p o n d era r sus m iserias y p r iv a c io ­nes ; con ta r y an a liz a r su v ida d la vez tr a b a ­jo s a y m on òton a , y d un tiem po á sp era jy p r e ­caria-, n a rra r tan tos a fan es p a r a tan p o co s soces', tan tas y tan p e lig ro sa s ta rea s ; e l t ra ­b a jo sin treg u a , e l d escan so sin d e l e i t e ,y e l p o rv en ir sin esp eran za .

De a |uí pasan á confesar la amargura de está situación , y siguen diciendo : Y pu esto que siem pre h a llam ad o esto m as ó m enos la con ­s id erac ión d e los hom bres p en sa tiv o s , ¡ qué d e ­c ían en o tro tiem po? jq u é h a d a n lo s que m as seriam en te lo m editaban? E n ca rg a b an a l a fo rtu n ad o la ju s t ic ia . . . . , a l d esg rac iad o p r o b id a d en la c o n d u c ta , tem p lan za en los d es eo s , sumisión a l ó rd en , resign ación y e s ­p e ra n z a . Continúan diciendo que estos eran los consuelos y las máximas que infundía la re li jion , à la cual pertunecian entonces casi todos los medios d e publicidad y de acción popular , y pasando despues de una larga dis­cusión sobre lo jeneralizado de la ambición hu­mana y el envilecimiento en que ha caido, á la solucion del problema, atribuyen U tendea-

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cía inrlicada k las malas doctrinas que en el dia imbuyen los doctores populares en los tér­minos siguientes: C uando lo s m aestros d e l p u eb lo era n m aestros d e re lijion , p ro cu ra b a n emancipa^' d e la t ierra sus p en sam ien tos j y levan tar d lo a lto sus d eseo s y sus esp era n z a s , p a r a ca lm arlos aqu í b a jo . S ab ían en v erd ad que en e l m undo no h ay m edio alguno d e coU m arlas.

L o s d o c to res p o p u la res d e nuestros tiem pos p ien san d e d ife ren te m od o y usan d iverso len ­gu aje. A n te e sa con d ic ion la m e n ta b le , y e sa in sa c ia b le am bic ión d e l h o m b r e , a l punto m ism o que le p on en d la vista to d a s sus m ise­r i a s , que atizan en su co razon tod os sus a p e ­t ito s , le d icen que este mundo tien e harto p a r a sa tis fa cer lo s tod os . P ersn ád en le d e que s i no vive f e l i z , no h a d e cu lpar n i á la n a tu ra leza d e ¡as co sa s t e r r e n a s , n i d su p r o p ia hum ana ín d o le , sino d i o s v ic io s d e la so c ied a d y d la usurpación d e sus h erm an os. T o d o s han naci-^ d o a l m undo p a r a la f e l i c i d a d ; to d o s tienen en e l m undo i°u a l d erech o á la f e l i c i d a d : e l mun­do tien e en s i so lo p a r a to d o s ba s tan te f e l i c i ­d a d . Ahora p u es, Sra. V e r d a d , si en otro tiempo se predicaba tan bien como V . dice, ¿qu(^ es )o que se hace en el dia? ^Donde están en España los doctores populares^ los predica« dores , los tribunos y las prensas, que imbuyen al pueblo las impías máximas de que si no vive feliz j no ha de culpar ni á la naturaleza ni á su propia íudüle^ siuo á los vicios de la sociedad y

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à la usurpación de sus hermanos? ¿D onde los que les dicen que todos tienen en este mundo igual derecho á la felicidad, y que e l j mundo tiene en sí solo bastante felicidad parj todos ? E l autor del sermón que nos traduce a V e r d a d , podria escribir así quizá por haliarse’ cu un pais donde la libertad de m itos haya dado entrada á una ó muchas sectas; podrá referirse tal vez á los Sansitponi^nos; pero en España, en donde felizmente se mantiene en toda su pureza la re> lijion oalólira , ¿cómo atribuir la tendencia á la esplosion á una causa tan desconocida en este feliz suelo?

Y si verdaderamente no existen tales vicios que combatir, ¿cuál ha sido el objeto de los re­dactores de la f ' e r d a d al traducirnos osa larga jeremiada? Es sin duda el elevar los pueblos á la altu contemplación de la felicidad futura; re­trae! los de las cosas terrenas, y hacerles apartar la vista y el deseo de la tierra , y de la posible felicidadá que tienen derecho en ella.

N o , no es cierto (comienzíi el artículo 2 tra­tando de refutar las impías doctrinas que se han referido en el I.®), no es cierto qu e la tierra ten ga con qu e sa tis fa cer la am b ic ión ¡ con qu e p r o v e e r a l b ien estar d e sus hab itan tes .

Esta ináSkima uo es muy relijiosa. La tierra no producirá lo suñciente para satisfacer la am­bición de los hombres ; pero puede producir lo suOriente, y aun sobradamente, si se le hace producir lo que puede, para proveer á su bien­estar. Esto es verdaderamente una queja injusta

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contra la naturaleza y la divina Providencia. La tierra produce lo suficiente para satisfacer mo­deradamente las necesidades natu rales ; ¿ y n o prucura bienestar la subsistencia ganada eon e l trabajo en todo pais donde se goce de seguridad individual y de propiedad, y donde se disfru­ten las pacificas dulzuras que la sociedad ofrece relativamente á las costumbres de cada pueblo y al abrigo de leyes que aseguren y garanticen las libertades públicas? ¡Qué empeño tienen V V . en que las niasas populares aparten la vista de la tierra y la dirijan solo á la otra vida ! ¡Qué inte- ré i en bacer de una discusión politico-moral, u n a cuestión esclusivamente relijiosa ! . . . . Ni el ascético misionero F r . Disgo de C ádiz, ni el mistico y elocuente F r . Luis de Granada, p re­dicaron con tanta unción y fervor máximas mss sanas de moral cristiana y doctrinas de relijion mas puras ni mas adecuadas á los miserables pe­cadores de la época actual. Estos artículos sott u n bálsamo consolador , y parece que estén lie« dios directamente para las monjas y frailes es- claustrados, para los retirados, jubilados ( 1) ,

I Recnmendamos »u lectura á estos que eslan bien desocupados.

Estas máximas son escelenles, muy cristianas y divi­nas 5 pero bueno seria que fuesen acompañadas de otra# qu e , aunque mas hum anas, contribuyeran en algo á «me aíjiií, de tejas aba)o, tuviesen algún alivio esas m asas desgraciadas \ esto es , á Dios rogando y con el mazo dando,' y también de algunos consej«« conforme» á la re- l i j in a cristiana , á otras cluíe« que no son masas , que también los necesitarán ; porque cuando sube al pulpito el cura de mi lu g ar , para lodus hay sermón.

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cesantes y acreedores del Estado que no perci­ben sus pagas y sueldos, y para aquellos abra- dores que ven sus campos talados, sus mieses y casas quemadas, sus hijos muertos en defensa do la nación , y sus esposas ó hijas asesinadas o bru ­tal y asquerosamente »íoladas por los feroces cafres , verdugos y asesinos impunes de los des­dichados y abatidos liberales. Y aun seria opor­tuno que tqdos estos leyeran dichos artículos y otros de la V e r d a d á la hora de comer (o en que deben co m e r) , para que les hicieran mejor cuerpo. Los re<lactores de \% V e r d a d segura­m ente son unos misioneros que han venido aquí del colejio de Ocaua, en lugar de ir al Japón a predicar. ¿Son los valencianos algunos hotento- Ic s , que ueceíitan de estos catequistas y doctri­neros.^ y últimamente , Sra. V e r d a d , ¿á quién dirije V . sus arengas doctrinales? ¿ es a ese p a ­lla d o ó cen ten ar d e m a lév o lo s y sicarios que hay en toda España? ¡ Buen caso hará esa jente de ios sermones de V. ! estos lo que necesitan es la persecución de la justicia, y no sermones. ¿Es á las masas populares? esas no leen sus artículos^ ni entienden de esas teorías, y tienen sus curas y predicadores á quienes darán mas crédito que á V . ; V no les faltan iglesias, que es donde al pueblo español le es únicamente posible oir la doctrina moral cristiana. Los hombres honrados y cristianos no necesitan de sus ínáximas y con­sejos; y las personas ilustradas no iiallan nove­dad alguna en la mayor parte tle e l las ; ni V . se ha presentado con aquel prestijio y aquella ama-

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Lie moderación que pudieran atraerlas y llamar su atención para detenerse a meditarlas y com­pararlas, y reformar sus opiniones, en caso de ser erróneas, y de no estar conformes con las de V . ^Se dirijirá V . acaso á los doctores y maes­tros y á las autoridades, para que se penetren l)ien de sus doctrinas, y las propalen, inculquen é imbuyan con eficacia al pueblo? Pero ¿estos las admitirá« todas? ¿ Y no propagan ya las que creen útiles? Los doctores y maestros de la re ­lijion no propagan ó predican en España otras máximas de moral cristiana, diferentes délas que se predicaban en los siglos pasados, que es lo que V. y Guizot pretenden y aconsejan ; y si acaso en nuestros tiempos se ba debilitado algo el efecto de la predicación de los doctores, y la moral cristiana se ba relajado algún tan to , los sermones de V. no lo han de rem ediar; pues eu ellos ni examina V. la verdadera causa, ni indica el remedio adecuado. A dem ás, cabalmente el pueblo valenciano es el que lia tenido sienipre mejor opinion de relijioso y devoto que los <le- más de la Península. Así que, no se moleste V. mas en su inútil predicación, y puede V . pedir la misión y la propaganda para otra parte, donde pueda ser mas necesaria, ó producir mas efecto; porque aquí a los devotos tímidos que son algo r e c e l o s o s , e n lugar de ver e n V. un aposto!, les parece que ven ya al Antecristo. ¿ Qué fruto pensarán estos hombres sacar de sus sermones? ¿ ó qué fin se proponen con tan p‘esa«)as c in­oportunas declamaciones, y en inculcar con

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tanto empeño las máximas sabidas de todo cris» tiano, y ns lugares comunes de la cristiana fi­losofía? j/No fuera mejor que dejaran semejan­tes arengas y sermones para las autoridades y para los ministros de la re li jion , en cuya boca harán mejor efecto que en la suya? Pero no señor, es empeño que tienen como F r . Gerun­dio, de sermonear , aunque sea en vano ni venga al caso. Esto lo confiesan ellos mismr-s en su núm .° 1 .° , discurso ron el título: D e la a p a r i­ción d e nuestro p er iòd ico . Oigámoslos. S i c a d a p er iò d ico rep resen ta un p a r t id o , p o r cu an to sostien e una o p in io n , ¡a ap ar ic ión d e uno d e e llo s m a rca rá aqu ella é p o c a , en qu e la d o c tr in a , d e jan d o d e estar en lo recón d ito d e una so la in te lijen c ia , s e fa c u n d a en la i d em ás,

y a p a r e c e en m edio d e l cam po d e la d iscusión , sino com o v en c e d o ra , a l m enos com o com b a­tien te . F elizm en te la qu e n osotros d e fen d ere ­m os no es tá en ese caso ( esto e s , no está en el caso de presentarse como combatiente, sino como tr iunfante, ni para que su doctrina sea fecundada en las intelijencias de los demás); je n e r a l e s y a en to d a E s p a ñ a , dom inante en to d a E uropa', nuestro p e r iò d ic o , a l p resen ­ta rse com o su cam peón en V a le n d a , no m arca la è p o c a d e su c o m b a te , sino la d e su triunfo, P e r o aun con t o d o , la em isión d e esos p rin ci­p io s que hoy es f á c i l , p o rqu e están en la con ­vicción d e tod o e l m u n d o , ta l vez no e r a p o ­s ib le d o s a ñ o s a trá s . L a op in ion p ú b lica ha m ejorad o n o ta b lem en te , y e l nacim iento d e la

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V e r d a d lo p ru eb a p o r lo qu e h a c e à esta ciui> d a d , y p o r consigu iente es un suceso n o tab le . No hay duda que el nacimiento de la V e r d a d es un suceso notable para Valencia*, pero tam» bien fue notable el nacimiento de las furias / de la discordia : lo que necesitábanlos es que este naciíniento fuera feliz- | Cuanto tendria que gritar la R azan si leyera este artículo! S i la doctrina de la V e r d a d no está ya en lo re ­cóndito de una sola inteli jencia , sino que está en las demás (¿cuáles son estas demás? serán las del público) si no necesita fecundarse en estas, porque ya está fecundada, ni presentarse en el campo de la discusión para combatir; si es ya jeneral en toda España y doniinanle en teda Eu- ropa , ¿á que fin tanto predicar y clamorear in­culcando una doctrina y unas opiniones ya jene- rahnente admitidas, y que han triunfado? bien t^laro nos dicen ellos mismos cuál es el motivo: nuestro p e r ió d ic o a l p resen ta rse com o cam^ p eó n en V a le n c ia , no m arca la é p o c a d e su c o m b a te , sino la d e su triunfo. ^Con que solo ha venido aquí á cantar y hacer alarde del tr iu nfo? Este es un ob jeto , á mas de inútil, puco n oble ; pues continuar atacando al venci­d o , es insultarle. P u gn a suum finem , dam j a - cet h o s tis , h ab et . Pero ¿por qué «o van à cantar adonde han combatido y han vencido? í i aquí aun no habían defendido sus doctrinasj y de repente aparecen como cam p eon es victorio­sos, su tenacidad en bollar á los vencidos, y su orgulloso empeño en propalar el tr iunfo , pre-

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císo es que lleven otras miras. A los que no ha­yan conocido cuáles son estas, y cuál es el ca­rác ter de este periódico, les bastará para verlo bien claro leer el artículo que acabamos de ana­lizar.

Este periódico es la manzana de la discor­dia ; es el buscapié à la lucha de ciertas clases y banderas. La aparición de este periódico en las actuales circunstaDcias, es un cometa de muy mal agüero para Valencia. Este periódico es un cohete à la congreve^ arrojado à esta plaza para incendiaria^ ai ver que hasta ahora se resiste impávida y jenerosamente à los ataques de la discordia, que con la tea encendida va recor-* riendo ios pueblos de esta desgraciada nación. Valencianos, ojo alerta para evitar que prenda alguna chispa de este cohete , que jeneralizando rápidamente el incendio, le abriría las puertas à aquella: precaución y concordia para inutili­zar los tiros de una maligna política que os en­tregarla al furor del des[)otísmo ó à la venganza de un partido sanguinario: cachaza y previsión

ͻara eludir las asechanzas de los enemigos simu- ados , si no quereis esperimentar las desgracias

y vejaciones que están sufriendo las hermosas y liberales Málaga, Cádiz y Barcelona.

Basta lo dicho para el fin que me he propuesto en este li jero folleto , que es el hacer ver al pú­blico valenciano^ cuál es el carácter> color y ob­jeto de este periódico.

Mas para que no digan sus redactores que los que p ien san d e d i/eren te m odo que e l lo s , j no

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46 av ien en con sus d o c tr in a s , no se a tr ev en d im pugnarlas a b ie r ta m en te , y no qu ieren a r r o ­ja r s e d la p e l e a , p o rq u e sa b en ( 1) que ser ian d erro ta d o s en e lla ; y para que vean que a sus ad v ersa r io s le s e s m as J d c i l y m as p ro p io im ­pu g n ar sus artícu los ab iertam en te y qu e con un p r o c e d e r b a jo y una con du cta in icua c a ­lum niarlos sord am en te y y d o n d e no p u ed an ser c o n te s ta d o s , les ofrecemos para otro rato analizar sus doctrinas, y las espresiones que han vertido en sus furibundas filípicas; y trayendo la polémica á su verdadero terreno, fijaremos la cuestión, para que no salgamos luego unos u otros apeándose por la cola, despues de pro­lijas y reñidas discusiones, diciendo: , , V . no rae ha entendido, ó lo misino quería yo decir, e t c .” lo que sucede particularmente cuando no escribiendo con sinceridad, van las espresiones disfrazadas, ú las palabras no están conformes con el espíritu y la intención del que las pro­fiere. Aclararemos si las declamaciones y ata» ques de la V e r d a d se dirijen ó no á los libera-

1 Y o cslo no lo sé ni lo puedo saber a u n ; y solo los redactóles de la V erda d saben con certeza lo que ha de suceder ; y para saber esto, ó jiara estar seguios del triun­fo , es precis i que tepan t^imbien todo lo que saben (con respeto al objeto presente) lo* que piensan de diferente modo que ellos , y los que no se avienen con sus doctri­nas. F.sio es inuiho saber; pero pega muy mal este aire de sati»facci-m y seguridad con tanto saber. jQué chasco se» rta que unos sabios augures quedasen desairados y desen­gañados si esto fuera posible I ¿ Si será esto una vana lije» r<za pueril mas bien que un científico conTencimicnto?

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lea ; siglos anarquistas, impíos^ dilapidadores y ladrones son ó no liberales, ó tenidos jeneral y públicamente par t»les, estando inscritos en la bandera do la libertad , y figurando entre ellos^ y de quó modo : si lo son , á qué partido dé los dos nuloriamente marcados pertenecen: si los hay en los dos, ó solo en uno de ellos.* si son pocos ó muchos estos malévolos, y en cuál de «&tO€ partidos .hay mayor número. Escudriña- remos por qué cuandi» la declama con­tra los ladrones y dilapidadores/ hace sulo alu­siones á los que pertenecen á un partido, y no á los qJiepertenocc-n á otro , j )o r mss conocidos que'seáa sus ájios y depredaciones: si sui; ata­ques vaii .dit'ijidu!¿)s )lo á los estremos ú á lo je - ueiral. do los partidos*, y si los que escriben «oiaii la .V erd ad pertenecen á los estremos ó á kw medios: en qtic partido están los que han perjudicado mas á la causa de la l ibertad, y ea ♦|ué [partido pueden lu cer mas daño en el día. Indagaremos si los alborotos que ha habido han sido tüdf« promovidos p®r robar á pretesto de defender ía l ibertad, ó sí los que los han pro- m :’VÍ<io lían creido verdaderamijnte que eran precisos para sostenerla ó para loj^rar íilguna reli-rini y remciUar aIj|unos abusos: cuál ba sid>o el oríjeií primordial de los alborotos, y cuál el resultado de algunos de e l lo s ; qué es lo que se ha robad.) en dichas bullangas , y quié­nes lo han robado : si se ha robado mas en ellas violentamente que á la sordina y con finura. T am bién averiguareiuos^uö es lo qu.e qu ieren

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esos que se llam an e x a lt a d o s , y á quienes la V er/ta d 11 ama an arqu istas {^) \y fixcciosos ócu ltos : poi' qu é se a j í ía n : qu é p id en : s i qUie^ ven ó no la l ib e r ta d leg a l : s i qu ieren ó no' d I s a b e l I I : s i qu ieren ó no rejhvm as •, j r s i qm ercn o no uná Constitución adécu ado' a é p o c a p résen te . Parémonos aquí un pòco, no sea q'ue se nos olvide luégo; y pregunto: ¿Esos ¿x^ltados quieren alguna Constitución, ó no quieren ninguna ? Si no quieren ninguna, ¿és que quieren Tepúblina?'¿ República en E s ­paña? ^Repúblicá los espaübles que se Conten­tan con tener unrf' Ccnstitución escrita en uít librítií? Esa especie tan maligna' óbrao estrafa­laria , sabe ya to'do el mundo que es una ficciori que fovehtaróh y propalaron nialÍLi'dáainente Cn los primeros días de nuestra gloriosa revo»

I Eso a n a r q u is ta s , . n lbnrptadqxes,yf^ c,ciosQ Sto's á u(i mismo tieni |>q , deberá <er una ryzá rniiv a trave« sada j tnoíli/a ; jntcs son dos castas enteromeiitp ehconira- das la de los bullarpiteros j la de los o cu líos. Aquí e a Valencia es desconocida esa casta que , según la V erdad (véase el iiúm.° 27) es la de esos fjne tivn cn im a sed de oro tn il •veáes m as ard iente que la de los fn c c ió so f que quie­ren (ìl^sàrar i n sus ó n ú lfs , y lleva r lo s llenos de oro á las orillas d e l Sena y d e l T ám esis , y quieren y hacen otras tiavfsniil las semejantes. Aquí no se anidan esos pájaros; y 1;> P'eidad valenciann que le« lia declarado la gnerra, y se ha propuesto dintctih^irlus y convertirlos , vaya á pred^ caries donde la oigan mas de corra ; pnes quien Jia toma­do á su caigo el deimnciar y perseguir {'aísos libeváUs,

fa c c io so s o cu lto s , dilapidadores y l.idroWeS , no debo ¿ norar donde están , y quiénes son esos q ie van con los baúles catgados de oiQ al Sena y al Tám esis , y vuelven de vacio para volver á cargar.

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lucion los interesados en anonadar ésta; y que viendo que esto ya no eru fác i l , siempre que han dinjido la orquesta, han procurado á lo menos bajar de tono la música todo lo posible. £sa*artera farándula es ya una arma muy gas­tada , menos temida y mas irrisible que los fiti- jidos puñales de {palo plateados, que so sacaa en los teatros y en las máscaras. Esa voz y esa idea pertenecen ya á la mitolujía^ y en nuestro siglo es solo U!‘.a íantasma , que lejos de .« er te­mida, está puesta en ridículo y escarnecida en toda la Europa; y en Es[)aña no e« mas que una fantasma fabulosa. Con que si eso de república es una Eiientira suñctda, esos exaltados quieren una Constitución. ¿Y cuál es la que quieren? E n el dia es bien n o to r io que no quieren otra que ia a c tu a l ; pues desde que se juró ésta , no se les ha oido una voz ni una palabra á esos exaltados, bullangueros, anarquistas, ni en los pueblos ni en el e jército ; ni se ba visto una es-, presión en ningún escrito ni periódico de los mas proj»resistas y estremadop, qne indique que no la quieren ; y antes bien todos claman porque se observe; pero según V V . , parece que estos no la q u ieren , pues dicen V V . que no quieren una Constitución adecuada á ia épo­ca presente. ¿ Y son estas las verdades de la V e r d a d ? ... . ¿O es que la actual Constitución no es la adecuada á la época presente? Eso VV. !o dirán , porque á los mas exaltados les parece que sí. Cuidado no se les escurran á VV- los pies sin repararlo, y asomen U punta de la oreja

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por mas que se la tap en . . . . Sigamos: Examina­remos también cuál ha sido el motivo que ha tenido el pueblo para promover la actual revo­lución 6 mutación de sistema, y para hacer tan inmensos y dolorosos sacrificios, y cual es el objeto final que se ha propuesto en hacerloi. Veremos si tiene ya lo que necesita, o lo que justa y legalmente deseaba y pedia, y si están ya hechas todas las reformas necesarias, o cuando menos emprendidas, como V V . dicen en su núm.® 27 (despues de cuatro años bas­tante es el estar emprendidas, y veremos como quedan y acaban); y si lo tiene ya todo, esto e s j si tiene tod o cuanto p u ed e h a b er E sta d o m onárqu ico constitucional e l m as libe~ r a l (escrito no hay duda que lo tiene) o lo ha­brá muy en breve (Dios lo quiera , y di que te p i l le n ) ; y finalm ente, veremos qué es lo que quiere el pueblo español; si quiere solo la paz, o la pazcón libertad , y si la quiere sola o con pan. La paz todos la quieren ; los liberales de todos los partidos, los hombres mas indifereu- t e s , los absolutistas, los carlistas pacíficos, y los qu<? tienen las armas en la maco todos la desean ; hasta los facciosos feroces la van anun­ciando y ofreciendo a los pueblos; p r® nadie dice cómo la quiere, ni se sabe con qué condi­ción la quiere cada uno , y todos la piden con reserva. Solo Muñagorri ha dicho que pide la paz i:un la libertad y los fueros de su país; y si se prescinde de los nombres de Isabel y de Car­los, y de la cansa y lucha de la Keiua y el P re -

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tencllente, se fija en el .sistema qne lo lia do go­bernar; pero \z F e v d a d , quilándose la ma'scara para decir una menlira, lia avanzado mas, y sé lia a'tVfvido á‘ propalar en la liberal Valencia, fen Valencia del Cid , que el pueblo espaüol se prescinde del sistema que lo ha de rejir ( I ) , / solo pide paz y no libertad, esto e s , la paz áe Co'ns.antinopla.

Dios le dé esta Páz, Gracia para predicar (y mas para la sátira), y le tendrá Misericordia á la V ev d a d engañosa •

Vn valenciano d ésen g a fiad o .

I Véase e l Diario L a V e rd a d , n ú m .^aS , en «u art.® (^uè. quiere e l pueblo .

V A L EN C IA .n i P R E X T A DE JACIXTO TALAMANTES,

p la za de *V. A gustín .

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