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MODALIDADES DE LA INTENCIONALIDAD COGNOSCITIVA Urbano FERRER Ha sido HUSSERL quien ha emprendido la tarea de describir, has- ta en sus últimos pormenores, cada una de las modalidades de inten- ción cognoscitiva. Hemos entresacado de su obra publicada lugares significativos en que se refiere a cada una de ellas. Dado que los ac- tos de conciencia se especifican siempre por algún objeto, es lógico que la diversificación en estos lleve consigo la diversificación en las intenciones o actos que les corresponden. «Experiencia, evidencia no es una universalidad vacía, sino que se diferencia según las formas y especies de categorías regionales de entes y también según todas sus modalidades espacio temporales» l . I. INTENCIONALIDAD OBJETIVANTE. La modalidad más simple es la objetivante, a partir de la cual se diferencian todas las otras. Su función teleológica estriba en la pre- sencia originaria del objeto. A su vez, se dan diferencias esenciales de intención entre cada una de sus especies: percepción, recuerdo, imaginación, significación; tales diferencias se entretejen en el fe- 1. «Erfahrung, Evidenz ist nicht eine leeré Allgemeinheit, sondern diffe- renziert sich nach den Arten, Gattungen, regionalen Kategorien von Seienden und auch nach alien raumzeitlichen Modalitáten» (HUSSERL, Die Krisis der euro- páischen Wissenschaften und die transzendentale Pbánomelologie, Ed. Biemel, Nijhoff, 1954, p. 169). 59

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MODALIDADES DE LA INTENCIONALIDAD COGNOSCITIVA

Urbano FERRER

Ha sido HUSSERL quien ha emprendido la tarea de describir, has­ta en sus últimos pormenores, cada una de las modalidades de inten­ción cognoscitiva. Hemos entresacado de su obra publicada lugares significativos en que se refiere a cada una de ellas. Dado que los ac­tos de conciencia se especifican siempre por algún objeto, es lógico que la diversificación en estos lleve consigo la diversificación en las intenciones o actos que les corresponden. «Experiencia, evidencia no es una universalidad vacía, sino que se diferencia según las formas y especies de categorías regionales de entes y también según todas sus modalidades espacio temporales» l.

I. INTENCIONALIDAD OBJETIVANTE.

La modalidad más simple es la objetivante, a partir de la cual se diferencian todas las otras. Su función teleológica estriba en la pre­sencia originaria del objeto. A su vez, se dan diferencias esenciales de intención entre cada una de sus especies: percepción, recuerdo, imaginación, significación; tales diferencias se entretejen en el fe-

1. «Erfahrung, Evidenz ist nicht eine leeré Allgemeinheit, sondern diffe-renziert sich nach den Arten, Gattungen, regionalen Kategorien von Seienden und auch nach alien raumzeitlichen Modalitáten» (HUSSERL, Die Krisis der euro-páischen Wissenschaften und die transzendentale Pbánomelologie, Ed. Biemel, Nijhoff, 1954, p. 169).

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nómeno unitario del cumplimiento cognoscitivo. Estudiemos cada uno de estos apartados.

Recuerdo, imaginación y mera significación son declinaciones in­tencionales de la percepción. Con ello se opone HUSSERL a la simpli­ficación empirista, que veía meros encadenamientos asociativos re­gidos conforme a ciertas leyes en el paso de las impresiones de la sensación a sus derivaciones; para la fenomenología hay diferencias esenciales —según la dirección intencional— y no sólo de grado en­tre el objeto percibido y cualquiera de sus otras apariciones. Lo co­mún a todas estas intenciones está en el material de las sensaciones; sobre la base del mismo se pueden registrar las diferencias en los actos.

Tanto lo percibido como lo recordado se dan en pertenencia a un mismo mundo, lo cual funda un posible tránsito. No hay recuerdo sin la instancia a una percepción anterior de la que aquél es modifi­cación intencional: se trata justo de hacerse presente el hecho de ha­ber tenido una determinada percepción. «El recuerdo es, justo por su propia esencia, «modificación de» una percepción. Correlativamen­te, se da, lo caracterizado como pasado, en sí mismo como algo que «ha sido presente»; así, pues, como una modificación del presente, que sin modificación es justo el originario, el presente en persona de la percepción» 2.

Mientras el recuerdo es una modificación del acto perceptivo, en la imaginación la modificación se refiere propiamente al objeto, en tanto que situado en un mundo que no es el mismo mundo percibi­do, sino una semejanza del mismo no dada de modo originario. En cambio, la originalidad del objeto percibido es la misma del mundo de la vida (Lebenswelt) en que se aloja. «Consideremos la percep­ción abstractamente por sí, entonces encontramos como su logro in­tencional la presentación, la presentificación, el objeto se da como estando ahí, originalmente ahí y en presencia» 3. En cuanto al Le­benswelt: «El mundo de la vida está para nosotros, los que vivimos

2. HUSSERL, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía feno-menológica, FCE, 2.a ed., trad. de José Gaos, México, 1962, p. 244.

3. «Betrachten wir Wahrnehmung abstrakt für sich, so finden wir ais ihre intentionale Leistung die Prásentation, die Gegenwártigung, das Objekt gibt sich ais da, original da und in Prásenz» {Krisis, p. 163).

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despiertos en él, siempre ya ahí, de antemano existiendo para nos­otros, suelo de toda praxis, sea teórica o extrateórica» 4.

El acto de significación, por su parte, consiste en la referencia a un objeto a través de un material fónico que tal referencia convierte en expresivo. El lenguaje interviene como mero soporte extrínseco del acto, pues en este no vivimos dirigidos al término lingüístico, si­no que la atención es desviada de él y orientada por el objeto. Como comenta SCHÉRER: «Suscitar el acto no significa para el término suscitar una representación asociada. Se trata de una modificación del carácter intencional de la vivencia que, al mismo tiempo que man­tiene la representación intuitiva del término, se refiere a su senti­do» 5. Tal interpretación del lenguaje por el acto presenta analogía con la que tiene lugar cuando los datos de las sensaciones son refe­ridos a un objeto percibido. En tal caso las sensaciones son la base de una aprehensión, mientras que el acto de dar significado supone el acto perceptivo relativo a los signos expresivos y sólo de esta ma­nera indirecta las sensaciones correspondientes. «La representación intuitiva se produce por el hecho de que el complejo de sensaciones vividas está animado de cierto carácter de acto, cierta aprehensión, cierta mención... Pero esta primera aprehensión funda otra segunda, que rebasa el material sensible vivido y ya no encuentra en él su ma­terial constructivo análogo para la objetividad ahora mentada y com­pletamente nueva» 6.

El acto significativo no es tomado como vivencia individual va­riable, sino, en tanto que en enlace con una unidad ideal significada, como carácter de acto (Aktcharakter) que permanece siempre igual. La distinción entre el acto de significar y la notificación de mis vi­vencias se hace patente en que las expresiones pueden manifestarse en la vida solitaria del alma, en que, al faltar la comunicación, tam­poco hay vivencias notificadas. Pero aun en la comunicación no se puede decir que lo significado sea la notificación de mis vivencias;

4. «Die Lebenswelt ist für uns, die in ihr wach Lebenden, immer schon da, im voraus für uns seiend, Boden für alie, ob theoretische oder aussertheore-tische Praxis» (o. c, p. 145).

5. SCHERER, Rene, Fenomenología de las Investigaciones Lógicas, BHF, Madrid, 1969, p. 152.

6. HUSSERL, Investigaciones lógicas, I, Rev. Oc., 2.a ed., trad. de García Morente y José Gaos, Madrid, 1967, pp. 368-369.

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estas nacen y desaparecen, mientras que la unidad de la significación se mantiene idéntica en medio de aquel fluir. «El que me oye con comprensión mi enunciado, sábelo, esto es, me apercibe como uno que juzga así. Ahora bien, ese mi juzgar, que he notificado aquí, ¿es acaso la significación de la proposición enunciativa? ¿Es lo que el enunciado dice y en ente sentido expresa? Claro está que no. La cuestión sobre el sentido y significación del enunicado no será nor­malmente entendida por nadie de tal modo que vaya a recurrir al juicio como vivencia psíquica. Todo el mundo contestaría a esa cues­tión diciendo que lo que el enunciado enuncia es siempre lo mis-fo» 7. Además, las vivencias notificadas son siempre existentes y es en su condición de tales como apunto a ellas, mientras aquella uni­dad de significación es ideal. La intención significativa es, en conclu­sión, el acto inseparable de toda forma lingüística expresiva.

El cumplimiento cognoscitivo designa el paso gradual de la indi­cación vacía de la significación a la presentación intuitiva del mismo objeto significado. 53, por ejemplo, es una expresión todavía vacía, que sólo cuando es descompuesta en sus unidades puede decirse que ha sido cumplida. Este esquema abstracto, de intención vacía que se va plenificando gradualmente, se complica conforme avanzan los aná­lisis fenomenológicos. Pues hay otro género de significación que no es una intención vacía, sino aquella cuyo contenido representante y el contenido representante del objeto intuitivo a que signitivamente apunta están enlazados por contigüidad; de modo que aquí ya no sea el enlace producto de una vinculación exterior establecida por el acto signitivo. Lo intuitivamente dado lleva la referencia a lo que no es intuido, sin necesidad de otro acto. «Hay innumerables intencio­nes signitivas que carecen de toda relación fija o pasajera con expre­siones, aunque sin embargo pertenecen por su carácter esencial a la misma clase de las intenciones significativas. Recordemos el curso perceptivo de una melodía, o de otro acontecimiento cualquiera, de índole conocida para nosotros, y las intenciones (determinadas o in­determinadas) o los cumplimientos que aparecen en estos casos e igualmente el orden y enlace empírico de las cosas en su coexistencia fenoménica, fijándonos precisamente en lo que da a las cosas que

7. O. c, p. 335.

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aparecen en este orden y, ante todo, a las partes en la unidad de cada una de las cosas, el carácter de una unidad dispuesta justamente en este orden y forma» 8.

Son los propios objetos percibidos los que remiten a todas aque­llas partes de los mismos no dadas a la percepción y a las partes exter­nas que les son contiguas, en la medida en que para cualquier senti­do objetivo hay un horizonte interno y externo. La intuición resul­ta, por tanto, preceder a las intenciones significativas. Por otro lado, para que haya cumplimiento cognoscitivo HUSSERL exige, no sólo la identificación material entre lo significado y lo intuido, sino tam­bién la coincidencia en el carácter ponente (es decir, en tomar al ob­jeto por existente). «El concepto de confirmación se refiere exclusi­vamente a los actos ponentes en relación a su cumplimiento ponen­te y, en último término, a su cumplimiento por medio de percepcio­nes»9. Ahora bien, si la unidad de la significación es meramente ideal, como se ha visto, habrá que acudir a la percepción como otor-gadora del carácter ponente. Es así como en los ejemplos de ma­terias nominales ponentes que aduce: «el cartero» (refiriéndose al cartero que pasa) o «la estatuía de Roldan» se trata siempre de ob­jetos dados a la percepción.

Aunque la consecuencia es extraída por HUSSERL —repárese en aquel texto de la Introducción de «Erfahrung und Urteil» en que di­ce que «la conciencia del mundo es conciencia en el modo de la cer­teza de la creencia»—, hay otros pasajes de su obra en que queda la ambigüedad, como cuando trata de la verdad de los conceptos como si a partir de ellos se iniciara el proceso del cumplimiento cognosci­tivo dirigido hacia las cosas, sin hacer constar la necesidad de una presencia previa de estas. Creemos que la significación puede preceder a la intuición sólo respecto de ciertas partes de un enunciado y en la medida en que se establezca una conexión con las restantes que es sólo supuesta; mas, hablando en general, significar un objeto supo­ne haber tenido alguna noticia suya.

En cuanto a la imaginación, distingue HUSSERL cuatro especies: imaginación libre, por semejanza, con representante físico y neutra-

8. O. c , II, p. 383. 9. O. c, p. 444.

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lización de la percepción. Tales diferencias vienen del modo en que el correlato intencional objetivo en cada caso se presenta.

En la imaginación libre hay un variar las imágenes correspon­dientes a los objetos antes percibidos de modo que las nuevas com­binaciones queden faltas de correspondencia con las percepciones, co­mo ocurre en las ficciones estéticas. El enlace es meramente por aso­ciación, sin que entre en cuenta la localización temporal. «Hay, por tanto, una configuración unitaria de todas las libres fantasías que se insertan en un cuento y el cual nosotros pensamos, al tener una pu­ra fantasía, libre de toda referencia al mundo actual» 10. Se ha seña­lado la limitación en HUSSERL a la imaginación estética dentro de la imaginación libre n . Falta, en efecto, toda referencia a la imaginación proyectiva, que, operando también libremente, anticipa el comporta­miento humano.

La imaginación por semejanza o imaginación reproductora pre­senta rasgos paralelos a la percepción. En suponer a la percepción este tipo de imaginación coincide con el recuerdo, diferenciándose de él en que no hay connotación del lapso temporal que media entre ella y la percepción. «En la simple imaginación no es dada ninguna posición del ahora reproducido, ni ningún recubrimiento de este mis­mo ahora con un ahora pasado. El recuerdo secundario, por el con­trario, pone el objeto reproducido y por esta posición lo sitúa en re­lación con el ahora actual y con la esfera del campo temporal origina­rio, al cual el recuerdo secundario mismo pertenece» 12.

La imaginación con representante físico tiene una base sensorial presente, que está en relación de semejanza con el objeto imaginado. No es una simple reproducción mental, sino que la reproducción es provocada por alguna representación física del objeto. «Si estoy vien­do la iglesia de San Pedro, no me la represento. Pero me la repre-

10. «So gibt es eine Einheitsbildung aller treien Phantasien, die zu einer Marchen gehóren, das wir, um eine reine Phantasie zu haben, von aller Bezie-hung auf die aktuelle Welt freit denken» (HUSSERL, Erfahrung und Urteil, Ham-burg, 1948, pp. 200-201).

11. SARAIVA, M. M., L'imagination selon Husserl, Martinus Níjhoff/La Ha-ye, 1970.

12. HUSSERL, Lecons pour une phénoménologie ae la conscience intime du temps, Trad. del'allemand par Henri Dussort, PUF, París, 1964, p. 69.

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sentó si me la hago presente en la imagen mnémica o si la tengo ante mis ojos en la imagen pintada, dibujada, etc.» 13.

En fin, la modificación no ponente de la percepción consiste en abstenerse de tomar posición respecto del objeto dado como existen­te a la percepción. Análogamente a como en la imaginación con re­presentante físico nos comportamos respecto de éste, que tan sólo hace de mediador. «La percepción o el recuerdo ponentes tienen su correlato en un acto paralelo de mera imaginación con la misma ma­teria» 14. Es una diferencia semejante a la que hay entre asentir a las proposiciones de nuestro interlocutor y limitarnos a entender su contenido. No se trata de una modificación positiva, como cuan­do el contenido pasa de cierto a dudoso o a probable, sino de la au­sencia de modalización.

Como motivo de tránsito al siguiente epígrafe vamos a conside­rar las objetividades ideales. ¿Hay alguna intencionalidad caracte­rística de ellas? Una vez formulada la predicación, es posible descu­brir la pertenencia del predicado a una pluralidad de sujetos, de tal suerte que el predicado se mantenga como algo idéntico a través de aquella multiplicidad. El predicado unitario (S, S', S" son p) no es una parte física integrante de los sujetos, sino que es irreducible a las individualidades de que se predica, un momento idéntico cuya sin-gularización es diferente de aquellas otras singularidades espacio-tem­porales. Por consiguiente, el acto de aprehensión del predicado habrá de ser específicamente distinto de los actos de aprehensión de los objetos individuales en que se basaba.

Hay un acto específico de mención de lo universal, que difiere de la mera atención selectiva de ciertos momentos individuales en la unidad de un todo. Estos momentos individuales están en cada todo individualizados con él; los predicados universales son indife­rentes a la individualización, no se multiplican al multiplicarse los casos en que inhieren. Ambos —la atención selectiva y la abstrac­ción de lo universal— tienen de común, no obstante, realizarse sobre la base de la aprehensión de lo individual. «En ambos casos aparece el mismo concreto y, en cuanto que éste aparece, resultan dados en ambos casos los mismos contenidos sensibles en el mismo modo de

13. Investigaciones Lógicas, II, pp. 306-307. 14. O. c, p. 291.

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aprehensión... Pero el mismo fenómeno es en los dos casos sede de actos diferentes. En un caso, el fenómeno es la base representativa para un acto de mención individual, es decir, para un acto en el cual, con alusión escueta, mentamos eso mismo que en el fenómeno se ofrece, esa cosa o esa nota o ese trozo de la cosa. En el otro caso, el fenómeno es la base representativa para un acto de aprehensión y mención especificante; es decir, que manifestándose la cosa o, mejor dicho, la nota en la cosa, no mentamos, sin embargo, esa nota obje­tiva, ese aquí y ahora, sino que mentamos su contenido, su «idea»; mentamos, no este momento de rojez en esta cosa, sino la rojez» 15.

Cualquiera igualdad que encontramos entre un conjunto de cosas supone la identidad del respecto bajo el cual se las compara; esta identidad ya no es, como aquella igualdad, producto de una compa­ración, sino correlato de un acto universalizante. Así como la forma de lo singular es «este A», HUSSERL distingue una triplicidad de for­mas en lo universal. Se lo puede considerar como «un A», «todo A» o «el A». En «un A» la universalidad es la correspondiente a la fun­ción lógica del predicado, el cual, según se ha visto, se lo descubre como universal. En «todo A» la universalidad pertenece a la forma del acto mismo de aprehensión de lo universal; es una universalidad inmediata, no posterior al recorrido de cada uno de los ejemplos en que se cumple. En cuanto a «el A», expresa la singularidad específi­ca que conviene al universal y que hace de él un posible sujeto de nuevas predicaciones.

II. INTENCIONALIDAD FUNDADA.

Hay formas de intencionalidad en que el objeto ha aparecido ya en parte en otros actos, siendo en los nuevos actos edificados so­bre los primeros donde se depliega enteramente. Los objetos univer­sales, acabados de examinar, nos proporcionan un ejemplo de obje­tividades fundadas que tienen por base los casos singulares; si los hemos incluido en el anterior epígrafe, ha sido porque las especies o universales no connotan, en tanto que correlatos de actos, los ejem­plos sensibles de los cuales se las obtiene. Lo peculiar de esta inten-

15. O. c, I, p. 406.

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cionalidad es que no basta con la percepción sensible, sino que es el entendimiento el que establece un género de enlace —o forma en la terminología de HUSSERL— entre los objetos de la sensibilidad.

Las formas fundadas en las materias sensibles pueden ser adver­tidas, o bien a partir de las percepciones sensibles, o bien por las diferencias en las formas gramaticales; las formas correspondientes son distintas y complementarias.

La percepción sensible es simple o inmediata, en cuanto que ya desde el primer momento hace presente su objeto. «En la percepción sensible se nos aparece la cosa externa de un solo golpe tan pronto como cae sobre ella nuestra mirada. Su modo de hacer aparecer co­mo presente la cosa es un modo simple, no necesita del aparato de los actos fundamentantes y fundados» 16. Ahora bien, la cosa externa no es simple, sino que se dan en ella una pluralidad de partes y momentos, conexos en el todo. Serán precisos nuevos actos para que aparezca la conexión, pues no basta con que estén los fragmentos en el todo para que sean conocidos como fragmentos. «Es seguro que la aprehensión de un momento, y en general la de una parte, como parte del todo dado, por ende también la aprehensión de una nota sensible como nota, de una forma sensible como forma, acusa actos claramente fundados, y de un modo más concreto, actos de la serie de los relacionantes» 17. No son objetos al lado de los anteriores, sino situaciones objetivas que manifiestan las articulaciones entre unos y otros objetos (que a su vez están incluidos en el objeto íntegro). «La parte está incluida en el todo antes de cualquier articulación y es coaprehendida al aprehender perceptivamente el todo; pero este he­cho de que está incluida en él es en primer término la mera posibili­dad ideal de percibirla a ella y percibir su ser parte en los correspon­dientes actos articulados y fundados» 18. Esta es la razón de que las identificaciones sucesivas de un mismo objeto que tienen lugar en el correspondiente cumplimiento no constituyan actos fundados, pues no es, en efecto, la identidad lo objetivo, sino el objeto que es idéntico.

Hay distintos tipos de articulaciones correlativas de los actos fun-

16. O. c, II, p. 471. 17. Ib. 18. O. c, p. 478.

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dados: los actos predicativos, que identifican total o parcialmente, las relaciones extrínsecas, los colectivos y disyuntivos... En cambio, la reflexión interna dirigida a un acto fundado no es un acto funda­do, pues según su carácter seguiría siendo lo mismo si en vez de a un acto fundado remitiera al simple percibir. La diferencia en el carácter de acto es la diferencia en la conexión de acto con objeto, sin que fenomenológicamente importe la variable connotación extrínseca al acto. Según ello, la circunstancia de que «la materia del percibir no esté en conexión necesaria con la materia del acto percibido» invalida que fenomenológicamente se trate de un acto fundado; correlativa­mente, el objeto en el acto fundado no es indiferente a la índole de fundado del acto, sino que sólo puede tratarse de «formas», o bien «universales».

Ya en esta intencionalidad —llamada en Ideas «síntesis de miem­bros»— los miembros experimentan una «información» respecto de cuando se daban simplemente, fuera de la síntesis. A cada uno de ellos le es otorgado un papel en la síntesis, ya sea de nombre, adje­tivo..., papel que deja inalterado el núcleo material. Al tratar de las formas gramaticales, HUSSERL extiende la nominalización a cualquier contenido, aun habiendo ya recibido cualquiera información. La no­minalización puede también unificar con un rayo de atención lo que se hacía presente politética o gradualmente. «Hay que llegar a ver con plena evidencia que lo objetivado simplemente y lo unificado sinté­ticamente son en realidad una misma cosa, y que la posterior tesis o el poner de relieve no le inventa nada a la conciencia sintética, si­no que apresa lo que está dado» 19. Aun la propia forma en aprehen­sión articulativa puede ser independizada nominalmente. «Las dife­rencias fenomenológicas entre los casos en que, por decirlo así, se atiende simplemente a la forma de la claridad y se hace de la misma el objeto nominal, en el modo de la expresión «esta relación de cla­ridad (entre A y B) es más fácilmente perceptible que aquella (en­tre M y N)», y los casos, de forma totalmente distinta, en que se mienta la misma forma de claridad en el modo de la anterior expre­sión «A es más claro que B»; estas diferencias, digo, son innegables. En estos últimos casos encontramos, una vez más, una forma cate-

19. Ideas, p. 287.

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gorial que alude a una función peculiar en el todo de la relación» 20. La forma adjetiva, por su parte, tiene su origen en la predicación y puede ser un simple adjetivo o una oración de relativo. Supone, por tanto, la forma nominal. «La palabra blanco mienta seguramente al­go en el papel blanco mismo, y por ende, coincide, en el estado del cumplimiento de este mentar, con la percepción parcial referente al momento blanco del objeto. Pero no basta admitir una mera coinci­dencia con esta percepción parcial... La intención de la palabra blan­co sólo parcialmente coincide con el momento de color del objeto aparente; queda un resto en la significación, una forma que no en­cuentra en el fenómeno mismo nada en que confirmarse. Papel blan­co quiere decir papel que es blanco» 21. Si la predicación es más ex­tensa, es frecuente convertirla en una oración atributiva o de relati­vo, dándose la misma relatividad que en el caso anterior respecto del sujeto. «Está implícito en el propio contenido esencial de la re­presentación nominal, atributiva, que su intención conduzca al juicio correspondiente, que se dé en sí misma como una modificación de este juicio... Esto mismo es notoriamente aplicable a las representa­ciones atributivas no ponentes. En su verificación adecuada, exigen fenomenológicamente actos predicativos de naturaleza cualitativamen­te modificada (que son los actos coordinados a los juicios efectivos) para poder surgir de ellos como de su origen. En la esencia de la representación atributiva está implícita, pues, cierta mediatez, a que dan expresión los términos de nacer, derivarse y también, por otra parte, remitir a»22.

Los objetos examinados hasta ahora se diversificaban con arreglo a los correlatos de los actos fundamentantes. Una nueva especie de objetividades surge cuando se hacen variar ilimitadamente tales co­rrelatos, de modo que la intencionalidad no se dirija a una especie de objetos, sino a todo posible objeto, al que aplica algún revesti­miento lógico. Un ejemplo es la objetividad «conjunto», como corre­lato del acto de reunir. «Su forma de conexión (la del conjunto) no es sensible, sino sintáctica, es el ser-reunido. Y siendo dado que po­demos reunir todo objeto, cualquiera que sea, eso quiere decir que

20. Investigaciones Lógicas, II, pp. 482-483. 21. O. c, p. 454. 22. O. c, p. 273.

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esta forma de conexión es completamente independiente de las condi­ciones de homogeneidad, al menos de las relaciones de analogía y de no-analogía que son de rigor para la unificación intuitiva de lo sen­sible. Es una forma de conexión sintáctica» 23.

Cualquiera de las operaciones lógicas entra en este grupo formal: el juzgar, el combinar, el deducir, el atribuir, el relacionar... Otra objetividad formal es la propiedad. Su origen le viene de la conver­sión de un juicio-en-ser en un jucio-en-tener. El juicio-en-ser corres­ponde a la explicación de un sustrato en sus partes dependientes. Por el contrario, el juicio-en-tener corresponde a la explicación en partes independientes, cada una de las cuales es un sustantivo, al igual que el sustrato al cual determinan. Ahora bien, mientras que el juicio del segundo género no puede pasar a ser un juicio de la primera clase, el juicio-en-ser sí puede convertirse en juicio-en-tener, mediante la ope­ración de la sustantivación de la forma adjetiva o conversión de la misma en algo susceptible de ser tomado por sí. Cada uno de los sus­tantivos así formados es una propiedad del sustantivo primero. «La posibilidad de la sustantivación funda la posibilidad de cambiar todo juicio-en-ser en juicio-en-tener, es decir, de sustantivar una determi­nación originariamente dependiente que haya dado primero un pre­dicado adjetivo, S es p (S es rojo), y de hacerle entonces representar en nuevos juicios, no el papel de un sujeto, sino de oponerle a su sujeto-sustrato originario según el modo de posición de una deter­minación independiente, lo que da un juicio de la forma S tiene P (S tiene la rojez)» 24.

23. «Ihre Verbindungsform ist keine sinnliche, sondern eine syntaktische, eben das 'kolligiert sein\ Und da wir alies und jedes Beliebige kolligieren kon-nen, heisst das: diese Verbindungsform ist ganz unabhángig von den Bedingun-gen der Homogeneitát, zumindest den Verháltnissen des Áhnlich— und Un-áhnlichseins, die für die sinnlich anschauliche Vereinheitlichung gelten. Es ist eine syntaktische Verbindungsform» {Erfahrung und XJrteil, p. 297).

24. «Wohl aber gründet umgekehrt in der Móglichkeit der Substantivierung die Móglichkeit, jedes Ist-Urteil in ein Hat-Urteil zu verwandeln, das heisst eine ursprünglich unselbstándige Bestimung, die zunáchts ein adjektivisches Pre-dikat ergab, S ist P (S ist rot), zu substantivieren und sie nun nicht ais Subjekt in neuen Urteilen fungieren zu lassen, sondern sie ihrem ursprünglichen Substrat-gegenstand so gegenüberzustellen, wie ihm eine selbstándige Bestimmung ge-genübersteht, was dann ein Urteil der Form S hat P ergibt (S hat Rote)» (o. c, p. 264).

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III. INTENCIONALIDAD NOEMÁTICA.

He aquí una intencionalidad de signo inverso a las anteriores, consistente en que el noema cuando es de grado superior remite a los grados inferiores de los cuales noéticamente ha resultado, como a continuación veremos. «La intencionalidad de las noesis se espeja en estas referencias noemáticas, y nos sentimos de nuevo forzados a hablar justamente de una «intencionalidad noemática» como parale­la a la noética y propiamente así llamada» 25. Vamos a examinarla desde el doble ángulo de las modificaciones de la creencia y las mo­dificaciones de la percepción.

Mientras la certeza de la creencia representa la satisfacción de un interés que acompaña originariamente a la conciencia, sus modificaio-nes, como lo posible, dudoso, incierto, probable, etc., son otros tantos cumplimientos sólo parciales de tal interés, que abren paso a la creencia de un doble modo. En primer lugar, en tanto que estar en duda sobre algo no es una posición definitiva, sino que apunta a alguna certeza para resolverse. En segundo término, la modificación remite a la certeza como a aquello en lo que puede convertirse. Lo probable, por ejemplo, no espera a que desaparezca la situación que motivaba el carácter de «meramente probable» para ser algo de lo que se está cierto en tanto que probable; basta un cambio de direc­ción para que la probabilidad manifieste el carácter de creencia que contiene. «La certeza de la creencia es creencia pura y simple en su pleno sentido. Según nuestros análisis, tiene de hecho una posición singular y sumamente notable dentro de la serie de todos los actos que se comprenden con el término de creencias» 26.

Sólo hay una modificación que no remite noemáticamente a la esfera primitiva de la creencia y que es paralela a ella en todas sus formas. Es la neutralidad, que como quiera que no modifica nada, no es como modificación una creencia entre las demás, susceptible de ser puesta e identificada como tal en un acto peculiar (de creencia). Las modificaciones anteriores modificaban la forma originaria y por tanto la suponían; la coincidencia que lo neutralizado puede tener con lo asumido o supuesto no proviene, en cambio, de que aquello

25. Ideas, p. 251. 26. O. c, p. 252.

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sea tomado conscientemente como esto mismo y luego positivamente se lo modifique. «Las posiciones neutralizadas no contienen nada susceptible de ser puesto en sus correlatos, nada realmente predica­ble; la conciencia neutral no desempeña en ningún respecto frente a aquello de que es conciencia el papel de una creencia» 27.

Antes de ver las complicaciones que surgen a partir de la percep­ción, reparemos en que ya en la propia percepción caben una serie de posibilidades según sean unos u otros los rasgos que destaquemos del objeto percibido. «La unidad de una percepción puede abrazar una gran multiplicidad de modificaciones que, en cuanto contempla­ciones en la actitud natural, atribuimos, ora al objeto como modifi­caciones suyas, ora a una relación real en todos sentidos con nuestra subjetividad psicofísica real y, en último término, a esta misma» 28. Respecto de la plenitud de lo percibido se distinguen la extensión, vi­vacidad y realidad como índices del grado de presencia del objeto. Extensión significa la mayor o menor integridad con que está ex­puesto su contenido; la vivacidad es la aproximación a los momentos del objeto, dependiente de la distancia a que me sitúe; el contenido de realidad es el número de contenidos presentes (originarios) que hay.

En cuanto a los modos derivados (recuerdo, representación por imagen y representación por signo), son a su vez susceptibles de mez­clarse entre sí y con la percepción, de tal suerte que se formen series de representaciones de un relativo grado de complicación. El mapa que muestra a Inglaterra es ejemplo de la complicación entre imagen y signo, según el ejemplo de las «Investigaciones Lógicas». No es una simple imagen, ni un mero signo, sino un signo imaginativo, por así decirlo, de aquel país. Las representaciones mediatas son ejem­plos de complicación signitiva, como en (53)4. El objeto no viene meramente representado por un signo, sino que hay un primer signo que a su vez representa el signo que representa el objeto. Análoga­mente, caben imágenes que despiertan recuerdos, recuerdos de re­cuerdos, etc. Todo noema que no es perceptivo se resuelve en algún otro perceptivo más o menos remoto. No es inmediatamente la vi­vencia del recuerdo la que modifica a la percepción, sino que es el

27. O. c, p. 259. 28. O. c, p. 236.

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noema recordado el que, como modificación de lo que fue percibido, nos traslada a aquello. «Todo grado noemático es «representación» «de» los datos de los siguientes, pero «representación» no quiere aquí decir vivencia representativa, ni el «de» expresa aquí la relación en­tre la conciencia y su objeto. Es, por así decirlo, una intencionalidad noemática frontera a la noética» 29.

Análogamente a como las distintas variantes modales de la cer­teza contienen a ésta potencialmente, HUSSERL se detiene a examinar la potencialidad de unos objetos percibidos respecto de otros. Aquí se complica la potencialidad con la intención significativa de lo in­tuido, estudiada en este mismo artículo. El objeto actualmente pre­sente es aquel hacia el que estamos vueltos. En cuanto el foco de la conciencia se centra en otro objeto, se ha pasado a la inactualidad del primero. Ahora bien, el enlace entre lo actual y lo inactual pasa por el rodeo de la conciencia de fondo en relación con lo dado actual­mente. Tal enlace es posible porque el fondo aparece en el mismo acto que el correlato, como fondo objetivo. Es decir, que aparte del enlace signitivo entre los objetos actuales y los inactuales —cuando los unos continúan ciertos rasgos de los otros—, en su actuar como fondo son intencionales también en el mismo acto en que lo es el objeto propio. Es así como los actos se delimitan en un marco de po­tencialidad, prefigurado, ya por las apariciones anteriores, ya por otros actos que no han satisfecho el interés de certeza. «Es claro que el fondo objetivo del que se destaca el objeto cogitativamente per­cibido, porque le alcanza la señalada vuelta del yo, es real y viven-cialmente un fondo objetivo. Es decir, mientras que ahora estamos vueltos en el modo cogito al objeto puro, aparecen variados objetos, que son intuitivamente conscientes y que se fusionan en la unidad intuitiva de un campo consciente de objetos» 30.

Nos queda, como caso particular de intencionalidad noemática, la intención asociativa, según la cual un juicio remite a otros, o bien un concepto despierta otros en cuanto depositados en un mismo ob­jeto. Previamente vamos a ver en su alcance más amplio la ley de la nominalización, por cuanto hace posible tal forma de intencionalidad.

La nominalización significa la conversión de aquello que se da

29. O. c, p. 247. 30. O. c, p. 199.

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gradualmente en algo unitario, sobre lo cual como punto logrado de unidad pueden ser edificadas distintas síntesis. El paso de la forma predicativa a la atributiva es un caso de nominalización. Igualmen­te, la síntesis discreta o de miembros puede sustantivarse, realizán­dose sobre ella ulteriores síntesis. Ahora bien, la discreción de los componentes no indica sólo que puedan quedar interrumpidos y lue­go reanudarse su consideración, sino básicamente que la síntesis co­mo tal tiene lugar sobre ellos en su integridad, siendo que lo dado actualmente es sólo una fase del continuo de la duración del objeto. En este segundo caso, los componentes, en vez de darse separada­mente de la síntesis, son fases ordenadas al todo. Dicho de otro mo­do: para que el objeto que incluye en su donación originaria una pluralidad de fases pase a formar parte de la síntesis es preciso que la conciencia lo considere en su unidad de algo logrado, sin haber de reanudar el proceso por el que era conducida paso a paso hasta la totalidad.

La nominalización en este sentido amplio de operación sintética de la conciencia, que no deja escapar lo que momentáneamente tiene presente, sino que lo acumula y amplía continuamente, significa la ley del crecimiento de la conciencia. El depósito de determinaciones incorporado a cada objeto es el resultado de una serie de nominali-zaciones de las distintas capas adjetivas que se despliegan en las ex-pli-caciones de los sustratos. «Esta vivencia misma, y el momento obje­tivo constituido en ella, puede ser olvidada; pero por ello no ha desaparecido sin dejar ningún rastro en manera alguna, solamente se ha hecho latente. Es, en cuanto a lo que ha sido constituido en ella, una posesión en forma de habitus, siempre presta a ser evocada de nuevo por una asociación en acto» 31.

Las cosas de la experiencia habitual se me presentan con una se­rie de notas que no son dadas siempre en tal experiencia, sino de­positadas sobre la base de experiencias anteriores. Lo único que hay ahora es la asociación entre lo actualmente presente y las otras de-

31. «Diese Erlebnis selbst mit dem in ihm konstituierten Gegenstándlichen mag vergessen werden; damit ist es aber keinerwegs spurlos verschwunden, son-dern bloss latent geworden. Es ist nach dem ín ihm konstituierten ein habi-tueller Besitz, jederzeit bereit zu erneuter aktueller assoziativer Weckung» (Er-fahrung und Urteil, p. 137).

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terminaciones, que son bastantes para clasificar en ciertos tipos el conjunto de los entes naturales. Por su parte, lo dado pasivamente por asociación puede ser reactivado en un juicio, de tal modo que de lo que era una síntesis pasiva se haga una síntesis activa, o bien permanecer en la pasividad como conjunto asociativo. «Tropezamos con leyes esenciales de una formación pasiva de síntesis siempre nue­vas, en parte que es anterior a toda actividad, en parte que abarca toda actividad» 32. Vamos a analizar ambas situaciones refiriéndolas al concepto y al juicio.

El concepto de la cosa es un conjunto estático, producto de una historia intencional. Cuando se me hace presente una nueva nota, o bien cuando en tal o cual respecto me resulta desconocido, cuento ya con aquel conjunto que ha sedimentado en la cosa, pudiendo reavi­var los juicios originarios. «Todo lo que es ya conocido remite a un primitivo entrar en conocimiento de ello. Lo que llamamos desco­nocido tiene, sin embargo, una forma estructural de cosa ya conocida, la forma de objeto, o más especialmente, la forma de cosa espacial, de objeto de la cultura, de instrumento, etc.» 33. El concepto de ciu­dad, por ejemplo, me remite a la serie de experiencias que han ido grabando en mí el complejo asociativo que ahora me queda sobreen­tendido cada vez que hago mención de alguna ciudad.

En cuanto al juicio, la retención es lo que permite su disponibi­lidad una vez que ha sido formulado. Lo hago entrar en nuevos complejos de juicios, sin que ello implique la repetición de la opera­ción original en que se me ofreció como juicio. «La acción original se transforma, con continuidad retencional, en una forma secundaria que ya no es actividad: se transforma, pues, en una forma pasiva, la de una «sensibilidad secundaria», como también decimos... Esta especie de conservación en una identificación pasiva continua es la que permite procesos judicativos progresivos que conformen progre­sivamente, de un modo vivo, las entidades categoriales mencionadas y las conecten en la unidad de juicios nuevos y de niveles superio­res» 34. Otro modo de asociación es la rememoración pasiva; un jui-

32. HUSSERL, Meditaciones cartesianas, FCE, México, 1942, pp. 139-140. Trad. de José Gaos.

33. O. c, p. 142. 34. HUSSERL, Lógica formal y trascendental, Universidad Autónoma de Mé­

xico, Trad. de Luis Villorio, 1962, p. 330.

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ció ya formado retorna en el modo pasivo por ciertas asociaciones que el tema actualmente presente me suscita. En las demostraciones de la geometría euclídea, por ejemplo, es frecuente que los distintos pasos vengan asociados por una rememoración de alguna otra figura parecida, a través del trazado de alguna línea auxiliar, la compara­ción con un polígono semejante, etc.

La tercera forma de surgimiento de un juicio que ya fue dado originalmente presenta analogías con lo que se ha visto a propósito del concepto. HUSSERL lo denomina ocurrencia aperceptiva. Tiene lugar en cuanto que algo de lo que es actualmente dado contiene la indicación para alguna objetividad producida categorialmente en un juicio. No hay, pues, un mero depósito implícito retenido pasivamen­te, sino el signo indicativo que habrá que apercibir. «Si en el caso de las ocurrencias de la rememoración ya podíamos hablar de un sur­gimiento aperceptivo, con mayor razón y en un sentido más natural aún, podemos hacerlo dondequiera se evoquen, a través de datos per­ceptivos sensibles o de sus reproducciones, las correspondientes for­maciones categoriales... Al través del signo dado en la sensibilidad, la atención temática preferente se dirige a lo designado. Pero a la vez el signo mismo es un tema de paso; junto con el telos temático forma una unidad conclusa, que se destaca como una unidad pro­pia» 35. HUSSERL pone distintos ejemplos tomados del lenguaje. Cuan­do escucho a mi interlocutor y le entiendo, las más de las veces no repito una por una las distintas articulaciones verbales hechas por él; más bien, tales articulaciones me indican una situación judicativa que me hago presente a modo de complejo unitario explícito a partir de las indicaciones que él me muestra. Tampoco la lectura de un tex­to supone dirigir temáticamente la atención a cada uno de los juicios indicativos que allí residen, sino a la significación total que en el conjunto está implícitamente contenida.

Las asociaciones de la pasividad son las que aparecen dentro del campo sensible previamente a la intervención del entendimiento. Correlativamente a ellas, están las asociaciones temporales en el in­terior de la conciencia. Estas últimas son meramente formales, en­lazando las vivencias según la sucesión y enlazando los objetos en la coexistencia simultánea. Pero la conciencia del tiempo es sólo una

35. O. c, p. 332.

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forma general (allgemeine Form), como tal exigitiva de un conte­nido; es en este contenido donde se instauran las conexiones asocia­tivas de la sensibilidad por semejanza o contraste. Tal contenido pertenece a la inmanencia de lo que no es todavía objetivo, aunque constituya la base de la posterior conciencia de objeto.

He aquí un texto en que se alude a la correlatividad entre am­bas formas de asociación pasiva. «Lo que se da en una descripción puramente estática como semejanza o analogía debe, pues, ser con­siderado en sí mismo como siendo ya el producto de una u otra especie de síntesis de recubrimiento que designamos con el térmi­no tradicional de asociación, pero cambiando el sentido. El fenó­meno de génesis asociativa es lo que domina esta esfera de pre-donación pasiva; está instituido sobre las síntesis de la conciencia in­terna del tiempo» 36.

IV. INTENCIONALIDAD LONGITUDINAL Y TRANSVERSAL.

El texto anterior nos da constancia de una capa pasiva de aso­ciaciones, sobre la cual puede desplegarse el acto, en su carácter ac­tivo. Ahora bien, las asociaciones externas a su vez se dan en la conciencia gracias a las asociaciones temporales como capa ínfima. La sucesión de la conciencia, su fluir continuo no es algo a lo que de modo primario nos refiramos en ciertos actos de conciencia, si­no que constituye el supuesto pasivo de cualquier referencia obje­tiva. HUSSERL va a polemizar con la postura de BRENTANO, según la cual el origen del tiempo estaría en una asociación originaria en­tre el contenido presente de la conciencia y el que ha dejado ya de afectarla, así como en una anticipación fantástica del futuro. Esta explicación supone aquello mismo que habría de explicar. Pues aun­que con la percepción de lo anterior no siempre viene dada la per-

36. «Was in einer rein statischen Beschreibung sich gibt ais Gleichheit oder Áhnlichkeit, ist also selbst schon ais Produkt der einen oder anderen Art von Deckungssynthesis, die wir mit dem traditionellen Ausdruck, aber unter Ver-wandlung seines Sinnes ais Assoziation bezeichnen. Das Phánomen der asso-ziativen Génesis ist es, das diese Spháre der pasiven Vorgegebenheit beherrscht, aufgestuft auf den Synthesen des inneres Zeitbewusstseins» {Erfahrung und Urteil, p. 77).

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cepción de que sea anterior, la posibilidad de lo primero involucra la de lo segundo. BRENTANO parece escapar a esta objeción cuando arguye que la condición de pasado es un carácter peculiar de que se reviste el presente, quedando modificado en su contenido. Ha­bría que preguntar de qué tipo de modificación se trata. Pues lo pasado no designa en primer término una característica del conte­nido, sino de la sucesión de la conciencia; si no importan las de­terminaciones del contenido para que éste aparezca temporalmente, es porque la temporalidad es una forma que presupone a la conciencia y no a los contenidos. «Todos los individuos percibidos y que puedan ser perceptibles tienen la forma común del tiempo. Es la forma prime­ra, la forma fundamental, la forma de todas las formas, el presupuesto de todas las otras conexiones instauradoras de unidad» 37. Para que el pasado fuera un mero momento que se agregase a los contenidos, tendrían estos que estar dados simultáneamente a la vez que suce­sivamente. «¿Qué son efectivamente los momentos ahora vividos de la asociación originaria? ¿Son acaso, ellos mismos, tiempo? De tal modo llegamos a la contradicción de que todos estos momen­tos están ahí, frente a nosotros, incluidos en la misma conciencia de objeto, es decir, que son simultáneos; y, por otra parte, el ca­rácter sucesivo del tiempo excluye la simultaneidad» 38.

En lo anterior tan sólo se menciona el tiempo subjetivo de la conciencia, que va surgiendo y renovándose. En la perspectiva fe-nomenológica queda, sin embargo, algún margen para el tiempo ob­jetivo, sin perjuicio de que para un tratamiento ontológico de la temporalidad resulte insuficiente. Distingue HUSSERL, en el tiem­po que no es el de las vivencias, el que corresponde al dato ex­terno duradero, que se va esbozando en una serie de momentos, del que propiamente es llamado tiempo objetivo o tiempo de las cosas. Primero hace una mención general de la diferencia entre am­bos tiempos, indicando que ha de haber para el segundo una cons-

37. «So haben alie wahrgenommenen und wahrnehmbaren Individúen die gemeinsame Form der Zeit. Sie ist die erste und Grundform, die Form aller Formen, die Voraussetzung aller sonst Einheit stifenden Verbundenheiten» (o. c, p. 191).

38. Legons pour une phénoménologie de la conscience intime du temps, p. 29.

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titución en relación con los objetos, sin precisar todavía el modo de la constitución. «Mas una sucesión dada no necesita ser una su­cesión objetiva, duración dada no es duración del propio objeto de la naturaleza, el cual dura también fuera de la donación» 39. Será más adelante cuando explique cómo a partir del tiempo de las vi­vencias surge para la conciencia el tiempo externo. Basta la percep­ción de un objeto en distintos momentos para poder afirmar que, en la medida en que es el mismo, dura con una duración que no es la de la conciencia. «El tiempo es un momento real del mundo; los objetos individuales, que se encuentran en tiempos distintos y en lugares separados, sólo pueden ser los mismos en la medida en que duran continuamente a través de estos lugares temporales, por tan­to en la medida en que residen también en los intervalos tempo­rales; de lo contrario, sólo pueden ser objetos semejantes, pero in­dividualmente distintos» 40. Si el objeto que ahora percibo es el mis­mo que percibí antes, sea en la misma o en otra situación, sólo cabe que haya permanecido durante los intervalos en que mi conciencia no lo tenía presente; la conclusión es que el tiempo de la conciencia no es el tiempo de las cosas. Es claro que a aquellos objetos no lo­calizados, como son los objetos ideales, no se aplica el razonamiento.

HUSSERL emprende su investigación del tiempo de la conciencia a partir de los contenidos duraderos. Son unidades, como tales man­tenidas a lo largo del transcurso temporal, pero a la vez como pro­vistas de unas notas que se han ido esbozando y ampliando tem­poralmente. Ahora bien, ello implica que lo presente no desaparez­ca de la conciencia cuando es sustituido por un nuevo ahora, sino que siga presente en la conciencia del pasado. A diferencia del re­cuerdo propiamente dicho, no se trata de un acto aprehensivo diri­gido a lo pasado, sino que es un suceder se originario, en el que, al contrario de lo que ocurre en los actos presentes, no hay lugar a dis-

39. «Aber ein gegebenes Nacheinander braucht nicht ein objektives Nachei-nander zu sein, Gegebenheitsdauer ist nicht Dauer des Naturobjektes selbst, das ja dauerte ausser der Gegebenheit» {Erfahrung und Urteil, p. 308).

40. «Die Zeit ist ein reelles Moment der Welt, individuellen Gegenstánde, die in verschiedenen Zeiten, in getrennten Lagen liegen, konnen dieselben ur sein, sofern sie kontinuierlich durch diese Zeitstellen hindurch dauern, also so-fern sie auch in den Zwischenzeiten liegen; sonst konnen sie nur gleiche, aber individuelle verschiedene Gegenstánde» {ib.).

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tinguir entre el acto y lo que el acto aprehende (el correlato de los actos presentes puede ser presente o pasado, según se trate de la percepción o del recuerdo).

«La conciencia retencional contiene realmente una conciencia del pasado del sonido, un recuerdo primario del sonido; no hay que descomponerla en sonido sentido y en aprehensión como recuer­do» 41. Del texto se desprende que la retención no es un acto espe­cífico, sino una mera característica formal de la conciencia, que si­gue a todos sus actos, cualquiera sea el modo en que hayan tenido lugar. Por otra parte, para que se pueda dar algo como pasado es preciso que primero se dé en la conciencia el hecho del pasado. Aunque este argumento no aparece en HUSSERL explícitamente, vie­ne implicado en el paralelismo que consigna entre la conciencia del presente y su reproducción en el recuerdo. Análogamente a como la conciencia interna del momento presente es condición de posibi­lidad de la reflexión sobre la vivencia, la retención es condición de posibilidad del recuerdo.

Al significar la retención la forma del transcurso de la concien­cia, tiene la propiedad de ser acumulativa. Lo retenido actualmente puede estar constituido por una serie de mayor o menor duración gracias a que cada uno de los puntos que lo integran ha venido siendo sucesivamente retenido. La acumulación no es discontinua, sino que se va distendiendo en serie lineal; pues tampoco el pre­sente es un punto, que detuviera la sucesión, sino mero «punto ideal» de aproximación. «La fase presente no es concebible más que como límite de una continuidad de retenciones, lo mismo que cada fase retencional misma sólo es concebible como punto de tal continuo» 42.

Si lo representamos según el esquema lineal, hay que hacer la do­ble advertencia de que lo que ha precedido no han sido los prime­ros segmentos de la línea, sino que, aunque todos se refieren a algo anterior al presente actual, ellos por su parte son modificación de algún presente, resultado de su transformación en pasado; en se­gundo lugar, cada nueva retención se monta sobre (anschliesst sich)

41. Lecons pour une phénoménologie de la conscience intime du temps, p. 29.

42. O. c, p. 47.

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las retenciones anteriores, las lleva en sí misma, a diferencia de los fragmentos lineales, que pueden ser advertidos por sí.

La retención se da siempre en el mismo instante en que tengo presente la fase presente de la duración. «Pero pertenece a la esen­cia de la intuición del tiempo ser en cada punto de su duración (del que podemos hacer reflexivamente nuestro objeto) conciencia de lo que acaba de pasar, y no simplemente conciencia del instante pre­sente de lo que aparece como objetividad que dura» 43.

De lo anterior derivan las siguientes diferencias entre la reten­ción y el recuerdo. En primer lugar, mientras la retención es un mo­mento necesario de la conciencia de tiempo, requerido por los mo­mentos presentes, el recuerdo puede o no darse, en la medida en que sólo discontinuamente está en conexión con el presente actual. Segundo, sólo respecto de lo recordado es posible el error. La re­tención como forma originaria se presenta con certeza; igualmente, las vivencias de la rememoración aparecen en transcurso retencional como absolutamente ciertas.

Además, la transformación retencional puede afectar tanto a un ahora presente como a un ahora reproducido. En efecto, lo repro­ducido no es tampoco un simple punto, ni ciertos puntos que desta­quen, sino una serie en duración, cada una de cuyas fases está anu­dada retencionalmente con las demás. La reproducción de un su­ceso no lo es de los puntos que lo componen por separado, de tal modo que la unión entre ellos fuera la que la duración presente es­tatuyera; hay, por el contrario, una reproducción de aquella dura­ción. «¿Cómo se presenta, pues, la representación de la sucesión de vivencias y qué es lo que pertenece a su esencia? Se dirá primera­mente: me represento en primer lugar A, y a continuación B; si tenía originariamente A-B, tengo ahora (si el índice (<) significa recuer­do) A'-B'. Pero es insuficiente, porque eso signifacaría que tengo ahora un recuerdo A', y a continuación un recuerdo B', y esto en la conciencia de una sucesión de aquellos recuerdos. Pero entonces ten­dría una «percepción» de la sucesión de tales recuerdos, y no una conciencia-recuerdo de la sucesión. Debo, pues, representar eso por (A-B)'. Esta conciencia incluye de hecho un A' y un B', pero tam-

43. O. c, pp. 48-49.

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bien un —'...Tenemos una conciencia del recuerdo de A y de B, pero también una conciencia modificada de 'a A sucede B'» 44.

La percepción y retención son, por tanto, transferibles de la to­talidad objetiva a cada una de sus partes. La percepción del conjun­to es posible, como ya se indicó, por las retenciones que acompa­ñan a cada uno de sus momentos. Y lo que se dice de las retenciones en la percepción es trasladable a las retenciones en el recuerdo. Hay, por tanto, una percepción del hacerse pasado, del desvanecerse; es decir, la percepción (o el recuerdo) de un todo no significa sólo la percepción (o el recuerdo) de los componentes con el respectivo in­cremento retencional, sino, como todo temporal, la de las diferen­cias temporales entre ellos.

La reproducción del recuerdo supone el cumplimiento de las in­tenciones implicadas en los datos retencionales. «Pero la intención (restrospectiva) del dato retencional (y de la retención misma) en­cuentra su cumplimiento en la representación propiamente dicha: lo que es dado como acabado de pasar se muestra idéntico a lo que es rememorado» 45. Como en otros casos de cumplimiento cognosci­tivo, este admite grados de perfección: puede ir desde la mera iden­tificación o reconocimiento de lo pasado hasta la reproducción de cada uno de sus momentos. A medida que nos vamos alejando de la fase actual, tanto su presentación retencional como su confirmación en el recuerdo se van acortando; de esta suerte, hay un perspecti-vismo temporal análogo al espacial, donde el campo visual que está más alejado nos parece más corto que cuando nos vamos acercando. A la libertad del recuerdo, que resulta de que no esté en continui­dad con la percepción, se añade la libertad en el recuerdo, consis­tente en poder desenvolverse de modo más o menos completo.

Tanto la retención como el recuerdo valen lo mismo para el transcurso de la conciencia que para sus contenidos, como quiera que el mismo presente de la conciencia es a la vez la conciencia de un contenido presente. La retención, al constituir el pasado de la conciencia, constituye también, por tanto, la debilitación y por fin el hundimiento de los contenidos correspondientes. La intencionali­dad de la conciencia es a la vez longitudinal y transversal. «Cada

44. O. c, p. 47. 45. O. c, pp. 59-60.

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grado de conciencia del tipo «retención» posee una doble intencio­nalidad: la primera, la que sirve para la constitución del objeto in­manente, del sonido; es la que llamamos «recuerdo primario» del sonido (acabado de oír) o, más claramente, la que llamamos preci­samente retención del sonido. La otra es la intencionalidad constitu­tiva de la unidad de este recuerdo en el flujo»46. Si tenemos en cuenta que el recuerdo secundario es posibilitado por la retención, podemos concluir asimismo que la reproducción del recuerdo posee la misma doble intencionalidad, la una referida a lo recordado, la otra a las intenciones que vinculan percepción y recuerdo.

No basta, sin embargo, con la intencionalidad transversal de las retenciones y recuerdos para dar cuenta de la dirección objetiva de conciencia. Anterior a toda retención es siempre algún presente; en el mismo sentido, puede decirse que anterior a los momentos en duración del contenido de conciencia es su unidad trascendente. Tal unidad no es temporal, sino lo que congrega los diversos momentos temporales de su contenido; análogamente, el acto de percepción no es una sucesión temporal, sino lo que anima en una única refe­rencia los momentos retencionales de las sensaciones. Lo que cam­bian son las apariciones del objeto, no éste como tal. «Debemos siempre distinguir: la conciencia (el flujo), la aparición (objeto in­manente), el objeto trascendente (cuando el objeto inmanente no es un contenido primario)... Encontramos en toda conciencia un «con­tenido inmanente», este es, cuando se trata de los contenidos a los que se llama aparición, ya aparición de un ser individual (de un ob­jeto temporal externo), ya aparición de algo intemporal»47.

Paralela a la retención es la pro tención, como modificación de conciencia que se extiende al contenido original todavía por apare­cer. Al ser impresionados por un contenido duradero, somos re­mitidos a las fases ya pasadas y se nos anuncian las fases sub­siguientes, como condiciones de la continuidad del conjunto de la duración. También el recuerdo contiene protenciones cuyo cumpli­miento se dirige al presente. La protención en el presente abre un ámbito de indeterminación que se irá determinando y cumpliendo. Al sobrevenir la rememoración, las fases que siguen a la pro tención

46. O. c, pp. 53-54. 47. O. c, p. 106.

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se suceden en el mismo orden que en el caso perceptivo primero; pero la pro tención no es ya indeterminada, porque su cumplimien­to, en tanto que referido a algo que ha acontecido, es un re-cumpli­miento. La única indeterminación presente en el recuerdo es la que se refiere a la mayor o menor extensión de lo anticipado. Análoga­mente a la visión espacial. «El primer plano (de lo percibido) no es nada sin el trasfondo. El lado que aparece no es nada sin el lado que no aparece. Lo mismo en la unidad de la conciencia del tiem­po: la duración reproducida es el primer plano, las intenciones de inserción en el tiempo hacen tomar conciencia de un trasfondo temporal... Tenemos las analogías siguientes: para la cosa espacial, la inserción en el espacio que la rodea y el mundo espacial, y de otro lado, la cosa espacial misma, con su primer plano y su tras-fondo. Para la cosa temporal, la inserción en la forma temporal y el mundo temporal, y de otro lado la cosa temporal misma, y su orientación cambiante frente al ahora vivo» 48.

Paralelo al recuerdo es la espera. En ambos cabe la determina­ción según un mayor o menor grado de perfección, en aproximación al límite ideal en que aparecerían distintamente todos los compo­nentes. El cumplimiento de la espera se lleva a cabo en la percep­ción actual que está por venir, en la percepción a cuya efectuación sigue eo ipso la transmutación del ahora con que se complica la es­pera en pasado. Mientras el recuerdo se recubre consigo propio en las intenciones del mismo que se prolongan hasta el presente, la es­pera tiene su realización en el presente percibido.

El flujo de la conciencia sólo viene caracterizado por su forma: como puro cambio. Transcurre tal como transcurre, sin posibilidad de aceleración ni retardación. Es anterior a toda objetividad consti­tuida y a los propios momentos temporales. «¿No tiene, sin embar­go, un ahora, una fase actual y una continuidad de pasados, de los que tenemos actualmente conciencia en retenciones? No podemos expresarnos de otro modo que diciendo: este flujo es algo a lo que llamamos así según lo que es constituido, pero no es nada temporal­mente objetivo» 49. Sólo a partir de la intencionalidad longitudinal se hace posible señalar una unidad de conciencia, como cierta fase

48. O. c, p. 100. 49. O. c, p. 74.

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acotada en el interior del flujo. Tal unidad es constituida a la vez que los contenidos duraderos, sin necesidad de un segundo flujo o corriente. Su forma común es el ahora, como lo que subsiste a lo largo de todo él cambiándose constantemente en nuevos ahoras.

V. INTENCIONALIDAD MEDIATA.

HUSSERL contrapone la esfera de pertenencia del yo, como algo que se puede presentar con inmediatez, a aquello otro de lo que no cabe tal presencia, como extraño al yo. Tal es la subjetividad ajena, cuya existencia queda presupuesta en el mundo objetivo, ya que es­te comprende no sólo lo que a mí aparece, sino también lo que apa­rece a otros sujetos y lo que en principio puede aparecemos a to­dos. Para que haya para mí mundo objetivo es, pues, preciso que cuente intencionalmente con los otros sujetos, los alter ego. «El mundo objetivo presupone que en mi ego —en el ego que, con la universalidad ahora en cuestión, dice ego cogito y abarca en los co-gitata, efectivos y posibles, precisamente todo lo que es para él efec­tivo y posible— presupone, digo, que en ese ego todo alter ego reciba, en cuanto tal, sentido y validez. El otro, los otros tienen una referencia original a mí, que los experimento, o los tengo presentes a mi conciencia de cualquier otra manera» 50.

¿Cómo se constituye la experiencia de los otros yo? Su esfera de originalidad no me puede venir confirmada, pues ni se confun­de con la mía, ni se presenta al modo de las cosas; sin embargo, habrá de ser sobre la base de una presentación como pueda tener la experiencia de lo apresentado. La apresentación no es un razona­miento por analogía, sino un descubrimiento del sentido de algo ob­jetivo, sentido anterior a mis formas de conciencia. Muchos objetos son también apresentados por la analogía que guardan con otros de los que he tenido experiencia originaria. «Incluso los objetos de este mundo que nos son desconocidos son, generalmente hablando, conocidos según su tipo. Hemos visto ya cosa análogas, si no preci­samente estas. Cada elemento de nuestra experiencia cotidiana ocul-

50. Lógica formal y trascendental, p. 248.

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ta una trasposición por analogía del sentido objetivo, originalmente creado, sobre el caso nuevo y contiene una anticipación del sentido de este último como el de un objeto análogo... El niño que sabe ya ver las cosas comprende, por ejemplo, por primera vez, el sentido final de las tijeras; y a partir de este momento apercibe inmediata­mente, a la primera mirada, las tijeras en tanto que tales» 51.

¿Cómo se efectúa la apresentación del otro? HUSSERL se detiene a examinar el emparejamiento (Paarung) como caso particular de transposición. Cuando varios elementos aparecen formando un con­junto hay una trasposición intencional, al aprehender el elemento nuevo conforme al sentido del anterior. «Un análisis detenido nos muestra, como esencial a esta asociación, una suerte de «transgre­sión intencional», que se establece en el orden genético (por una ley esencial) en cuanto que los elementos que se emparejan son da­dos a la conciencia «conjuntamente» y «distintos» a la vez; más precisamente, se invocan mutuamente y, por lo que es su sentido objetivo, se recubren pasándose mutuamente sus elementos»52. La transposición intencional del otro se verifica a partir de mi psiquis-mo, en cuanto veo manifestaciones externas que proceden de un psiquismo análogo al mío y que se suceden coherentemente. A la aprehensión de su estructura orgánica sigue la aprehensión simpa-tética (Einfühlung) de sus vivencias; una y otra por analogía con el propio yo. Análogamente a como el recuerdo es modificación del presente, el otro es modificación del yo, que remite a sus experien­cias concordantes.

Un tercer presupuesto viene de la potencialidad de la esfera de pertenencia subjetiva, puesto que apercibo al otro como provisto de la esfera de pertenencia que a mí me correspondería desde el lugar en que él está: tal lugar es, así, un lugar en que yo puedo estar. «Yo no aprehendo al otro simplemente como mi doble, no lo aprehendo ni provisto de mi esfera original o de una esfera semejante a la mía, ni provisto de fenómenos espaciales que me pertenecen en tanto que ligados al aquí (hic); sino —considerando la cosa desde más cerca—

51. HUSSERL, 5.a de las Méditations cartesionnes, traduit par Pfeiffer et Levinas, Ed. Vrin, 2.a ed., París, 1966, pp. 93-94.

52. O. c, p. 95.

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con fenómenos tales que yo podría tener si fuera allí (illic) y estu­viera allí» 53.

CONCLUSIONES.

Respecto de la intencionalidad objetivante proceden las siguien­tes observaciones:

El tratamiento husserliano de la intencionalidad de los objetos universales como independiente (o no connotativa) de la propia de los objetos singulares trae consigo la incomunicación entre ambas esferas. Dicho de otra manera: la diferencia en los correlatos apre­hendidos daría lugar a la heterogeneidad en las objetividades corres­pondientes.

Vamos a examinar los principales argumentos en que HUSSERL

lo apoya. El primero viene dado por el procedimiento mediante el que establece la existencia de los objetos universales, a partir de los juicios en que se predica algo con necesidad acerca de ellos. «Apre­hendemos intelectivamente ciertas verdades categóricas, que se re­fieren a estos objetos ideales. Si estas verdades valen, tiene que exis­tir todo aquello que presupone objetivamente su validez. Si veo con intelección que 4 es un número par, que el predicado enunciado conviene realmente al objeto ideal 4, entonces este objeto no pue­de ser una mera ficción, una mera «facón de parler», una nada» 54. Al ser tales verdades intemporales, también lo habrá de ser su su­jeto; por el contrario, los objetos reales tienen como nota propia la temporalidad.

En segundo lugar, los conceptos esenciales no representan pa­ra HUSSERL contenidos que caracterizaran a los objetos individuales, sino una relación formal entre ciertas notas: es la exigencia que unos predicados comportan respecto de otros predicados. Según un texto célebre de «Ideas», a todo objeto necesitan convenirle ciertos

53. O. c, p. 99. Una exposición exhaustiva de esta forma de intenciona­lidad se encuentra en el artículo de Fernando Peligero aparecido en «Studia Humanística», n.° 1, Madrid, 1976.

54. Investigaciones Lógicas, I, 422.

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predicados para que pueda tener otros relativos y secundarios; la altura de un sonido no se podría dar sin la esencia sonido: en esta necesidad se reconoce el carácter esencial del predicado sonido res­pecto de cada sonido determinado. Comenta LE VINAS: «En las de­terminaciones del objeto hay una jerarquía, y las unas son requeri­das para que otras sean posibles. La esencia del objeto es, pues, su estructura necesaria» 55.

Ambos argumentos se basan en la eliminación del concepto, co­mo representante lógico de la esencia, realizado en los individuos, según mantiene el realismo de origen aristotélico. Si no hay una apre­hensión intelectiva de la esencia y, sin embargo, se admite ésta, ha­brá que acudir a la comparación interindividual a través de diferen­tes juicios para descubrirles lo que, como predicado idéntico, se ha­ce pasar por la esencia. Pero, con ello, se establece un hiatus entre la percepción y el juicio, al dejar sin fundamentar las propiedades lógicas de éste, que para la lógica clásica tienen su explicación en las propiedades lógicas del concepto. La determinación lógica, en efecto, es irreductible a la determinación real. El sujeto de la predi­cación es lo indeterminado, la materia parcial del juicio, al que el predicado, como forma parcial, determina; en el orden real, por el contrario, el sujeto es lo máximamente determinado, lo que real­mente tiene —aunque lógicamente no se le hayan atribuido— la totalidad de las notas encerradas en su comprensión.

Por otro lado, la universalidad del concepto es aceptada como dato fenomenológico, sin darle justificación. La concepción clásica, por el contrario, la explica a partir del modo inmaterial de ser del entendimiento, al que el individuo en su individualidad material no puede especificar. «Para TOMÁS está la verdad en el entendimiento, en la medida en que el entendimiento llega a ser la esencia del indi­viduo. La esencia precede, por tanto, al individuo, en la medida en que éste tiene, como supuesto suyo, su verdad en el entendimiento. La esencia es, por consiguiente, el médium quo del individuo en tan­to que verdad de éste en el entendimiento, mientras que en Hus-SERL esta trascendentalidad no aparece, porque ambos, esencia e in-

55. LEVINAS, Emmanuel, Tbéorie de Vintuition dans la phénoménologie de Husserl, Ed. Vrin, París, 1970, p. 159.

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dividuo, son objetos análogos, a los que corresponden análogos mo­dos de intuición» 56.

Si los conceptos dicen ya referencia a la esencia, el hecho de que las esencias sean descubiertas por comparación entre juicios no pue­de llegar a significar que las esencias mismas se funden en tal com­paración. Más bien, son los sustratos individuales que figuran en los juicios más o menos remotamente los que se explican por la puesta en relación de la esencia con los individuos de que proce­de. Y, a la inversa, debido a que el juicio se basa en el concepto, el individuo —materia del juicio— aparece en tal operación iluminado en su condición esencial. Según Leopoldo Eulogio PALACIOS: «En el juicio el entendimiento no sólo ve que la naturaleza abstracta y universal connota las cosas singulares y concretas, sino que incluye actualmente en estas las esencias inteligibles, y, gracias a esta in­clusión, la realidad intuible y sensible queda instantáneamente trans­figurada y elevada al plano del pensamiento, y vista como dechado intuitivo de lo abstracto» 57.

Una objeción semejante puede hacerse a propósito del «es» co­mo forma categorial, dentro de la intencionalidad fundada. ¿Puede ser equiparado a las otras formas de enlace? Ya vimos que la pre­dicación, a diferencia de la colección o de la disyunción, lo que en­laza son fragmentos de objeto, no objetos íntegros. Aun así, el ori­gen de la cópula es puesto, como en cualquier otra forma, en el cumplimiento de una clase de juicios. «Es con seguridad justo que un ser sólo es aprehensible en el juzgar... El origen de los concep­tos de ser y de situación objetiva no está verdaderamente en la re­flexión sobre los juicios, o más bien sobre los cumplimientos de los

56. «Für Thomas ist die Wahrheir im Intellekt, sofern der Intellekt das Wesen des Individuums wird. Das Wesen geht somit dem Individuum voran, sofern es seine Wahrheit im Intellekt ais seine Voraussetzung hat. Das Wesen ist also das médium quo des Individuums ais seine Wahrheit im Intellekt, wáhrend bei Husserl diese Transzendentalitát dadurch destruiert wird, dass beide, Wesen und Individuum, zu analogen Gegenstánde werden, denen analo-ge Anschauungssweise entsprechen» (ANZENBAC H ER, Die Intentionalttat bei Tho­mas von Aquin und Edmund Husserl, Oldenbourg Verlag, München, 1972, p. 170).

57. PALACIOS, L. E., Filosofía del saber, BHF, Madrid, 1962, p. 44.

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juicios, sino en los cumplimientos mismos de los juicios» 58. ¿Y el «es» como forma de existencia? ¿No sería predicado sobre la base de la aprehensión conceptual de una existencia? La respuesta de HUSSERL va a ser que la existencia no le es atribuida al objeto en el juicio porque de suyo ya en el concepto estuviera connotada, si­no que el sujeto de la existencia es tan sólo la significación, sin que la existencia diga nada del objeto significado. «Las predicaciones de existencia no son predicaciones determinantes en el sentido propio; no juzgan de los objetos de los cuales parecen hablar, de los objetos del dominio que está en cuestión en la relación reica que da ocasión a las predicaciones de existencia. Sino que de hecho, dado que sus sujetos son significaciones convertidas en objetos, y no los objetos en sí mismos, es a ellas y no a los objetos a quienes es atribuida una determinación como existentes»59. Es más: tanto en la percepción como en la imaginación hay lugar a juicios de existencia sobre la base de una unidad de intuición.

Sin embargo, la cópula asigna primariamente una función existen-cial a sujeto y predicado en dependencia de su unidad extramental. Que HUSSERL no lo admita se explica por el mismo supuesto anterior de paso directo de la percepción al juicio y falta de continuidad entre éste y el concepto. El realismo ve en el juicio una forma de intencio­nalidad en continuidad con el concepto, al que añade la re-flexión o vuelta del entendimiento sobre sí, de modo que el enlace resul­tante sea el que el propio entendimiento establezca en coherencia con su modo de conocer, ya ejercido en el concepto, en vez de algo ajeno al entendimiento en tanto que correlato de un acto de intui­ción categorial. Indirectamente, el entendimiento se conoce a sí mis­mo en el juicio, al conocer su adecuación con la cosa, y no mera­mente cumplirla. «El unum quid cumplido llega a ser comprendido

58. Investigaciones Lógicas, II , pp. 463-464. 59. «Sie sind nicht im eigentliche Sinne bestimmende Prádikationen; sie

urteilen nicht über die Gegenstánde, von denen sie zu sprechen scheinen, über die Gegenstánde des Gebietes, von dem in sachlicher Beziehung die Rede ist, wobei der Anlass zu Existenzialprádikationen entsteht. Vielmehr, da ihre Sub-jekte Gegenstandssinne sind und nicht die Gegenstánde selbst, wáchte mit dem 'seiend diesen und nicht den Gegenstánden eine Bestimmung zu» {Erfahrung und JJrteil, p. 365).

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en su intencionalidad y con ello visto en la adecuación al objeto transcendente. Pero esto es la verdad en el juicio» 60.

En cuanto a la temporalidad, indiquemos que la única que es propiamente tratada es la de la conciencia, ya que la temporalidad de los objetos, aunque es aludida, es considerada como marco gene­ral estático, sin establecer conexión con su modo propio de ser.

Por último, la descripción de la intencionalidad del alter ego cuenta con la dificultad de presuponer las experiencias del propio yo, sin que le aparezca que estas a su vez no pueden darse sin un tú. Es cierto que las vivencias del otro no las puedo tener yo, pero ¿se sigue de aquí que todo mi conocimiento del otro se base en una trasposición a partir de mí mismo? Hay también un conocimiento del propio yo a partir del que el otro tiene de mí, como indicó ORTEGA en «El hombre y la gente». El punto de partida husserliano en el yo acabado de cada cual no le permite advertir —al menos en los análisis publicados por él— que hay también una experiencia originaria del otro, en el sentido de que me connota a mí reflexiva­mente. (MILLÁN PUELLES en «La estructura de la subjetividad» ha expuesto la idea de una reflexividad originaria, de la cual la viven­cia del alter ego es un caso particular).

60. «Das vollzogene unum quid wird in seiner Intentionnalitát begriffen und damit in der Adáquation zum transzendenten Gegenstand hingesehen. Das aber ist die Wahrheit im Urteil» (ANZENBACHER, O. C, p. 133).

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