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44 mercados & tendencias Octubre - Noviembre 2012 ACTUALIDAD Juan Manuel Fernández* Detrás de cada avioneta que cae con droga o cada lancha que no llega a su destino, hay comunidades en la región cobrando la factura de un estado ausente. La estela del narcotráfico no perdonó a los países del istmo. NARCOTRÁFICO: La noche larga de Centroamérica

Narcotráfico, la noche larga de Centroamérica

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Detrás de cada avioneta que cae con droga o cada lancha que no llega a su destino, hay comunidades en la región cobrando la factura de un estado ausente. La estela del narcotráfico no perdonó a la región. La pobreza fue clave, los narcos lo entendieron y aprovecharon el desierto social centroamericano. PREMIO: Estado de la Región, “El drama humano de la exclusión en Centroamérica”. Primer lugar. 2012

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Juan Manuel Fernández*

Detrás de cada avioneta que cae con droga o cada lancha que no llega a su destino, hay

comunidades en la región cobrando la factura de un estado ausente. La estela del narcotráfico no

perdonó a los países del istmo.

NARCOTRÁFICO:

La noche larga deCentroamérica

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“¿Se quiere ganar diez mil dólares solo por un viaje?” Le preguntan al capitán de una embarcación para hacer un especial servicio: recibir droga clandestina-

mente y transportarla de un puerto a otro. Eso es todo. Será solo una vez. El marinero se enamora y nunca en-contrará la forma de salirse. Ahora conoce la estructura. Maneja las ru-tas. Es un soplón potencial. Su contra-to es de por vida. Es un esclavo más de la corporación ilegal más grande que transita por Centroamérica: el narcotráfico.Y esa historia se replica una y otra vez en nuestras comunidades. Y la eco-nomía informal gana clientes.“Por un lado, el narco produce dañossobre los individuos, las comunidades,los negocios, las instituciones y la

democracia. Pero por otro, paradóji-camente, es un sector dinámico, ge-nerador de riqueza y de empleo”. Asílo dictaminó el Área de Reducción de la Pobreza, ODM y Desarrollo Humano del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).¿Hay forma de medir lo que el tráfico de narcóticos le ha hecho a la región? Una mejor pregunta: ¿hay forma de pararlos?El narcotráfico ha cercenado el de-sarrollo humano. Sí, desarrollo hu-mano: todo lo que una persona tie-

ne acceso a hacer para disfrutar de una vida prolongada y saludable; a la educación y a un nivel de ingre-sos decente. Pero cuando esto no se cumplió en ciertas zonas, hubo quie-nes sí estuvieron dispuestos a otorgar-lo. Por lo menos, la fuente de trabajo.No hay Estado en el mundo inmune al narco. Nadie se puede “blindar” por completo. El narcotráfico no es solo un fenómeno social. Es un mer-cado. Hay actores integrados vertical y territorialmente. “Esto es una acti-vidad económica profundamente lu-crativa, un mercado marca “diablo” que es ilegal y que ha generado un emporio de actores ultra poderosos con capacidad de competir con cier-tos Estados por ciertos territorios”, opina el Director del Estado de la Región, y politólogo experto, Jorge Vargas.

La peor ubicaciónPara la Oficina de Drogas y Crimen de Naciones Unidas, el porcentaje de cocaína que pasa por Centroamérica, sea a través de costas, fronteras o la vía aérea es cada vez mayor y ronda el 90%. “El valor añadido de la cocaína que atraviesa el corredor de América Central podría aproximarse al 5% del Producto Interno Bruto de esa subre-gión” dictamina.La cocaína que se dirige a EE.UU., ha pasado por Centroamérica desde la década de los setenta.

Lo reclamaba el vicepresidente de Nicaragua, Omar Halleslevens el día que habló sobre la captura de falsos periodistas de Televisa en su país este año: “el narcotráfico no es un fenó-meno nuestro, no lo hemos buscado”. Pero ese aumento desmesurado del consumo hace que las cuantiosas ga-nancias del narcotráfico se empleen en otros negocios ilegales como la venta de armas, la prostitución y bandas dedicadas al secuestro y la extorsión.Centroamérica tuvo la mala suerte de ser un puente natural entre producto-res y consumidores de droga. Fortale-za histórica para temas comerciales y turísticos, la geopolítica de la región y su vulnerable situación social fue el eslabón que los grupos del crimen organizado requerían para cumplir sus efectos. “Nuestra ubicación es

la peor” dijo Vargas. Pero además de eso, “a los narcos les conviene la pobreza”, como complementa el activista católico del departamento de San Marcos, Guatemala, Vinicio López. Entonces, en lo macro, el narco se ex-pande como un virus pluriofensivo. Genera un clima de inseguridad en la región, lo que ahuyenta la inversión. Genera competencia desleal porque la gente prefiere refugiarse en el em-pleo ilegal de la droga en lugar de las fuentes formales de trabajo.

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Foto/ Policía Nacional Civil Guatemala FOTOS/Guillermo Solano

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“Ellos (los narcos) han entendido mucho mejor que nosotros y el mismo gobierno, cuál es el sentido comunitario y las

relaciones entre ellos; su lógica, y sus necesidades”.Vinicio López Maldonado, coordinador Pastoral Social de San Marcos, Guatemala

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FOTO/Guillermo Solano

Es además una actividad que busca y recluta clientes que se convierten en adictos, lo que enferma a la sociedad. Genera burbujas económicas, con la sobre valoración de propiedades. “Un narco para lavar dinero gene-ra una estructura societaria y afecta la plusvalía del sector inmobiliario” ejemplifica Mauricio Boraschi, Co-misionado Nacional Antidrogas de Costa Rica.

La pobreza fue claveEl estudio titulado: “Guatemala: Narcotráfico y Violencia” publica-do por la ONG International Crisis Group a finales del año pasado, diagnosticaba que la población po-bre es crucial para el narco, porque es fácil de reclutar o intimidar. En la mayoría de países la pobreza supera el 30% y llega hasta el 60% en casos como Honduras, y a eso se suma la “abundancia” de armas legales e ile-

gales que quedan como reserva de guerras civiles. El entorno se deterioró aceleradamen-te. La aspiración por ser un capo millo-nario de la noche a la mañana como los protagonistas de las narco novelas, en su mayoría colombianas y transmi-tidas por las televisoras locales en la región, pudo pintar una promesa falsa de adentrarse al mundo de las drogas. “Cualquiera piensa que puede ser Pa-blo Escobar porque pone seis garrafas de gasolina en el mar y les pagan con 2 o 4 kilos de cocaína; creen que los pueden colocar en Nueva York o Mar-bella y que se los van a pagar” ironiza Boraschi.

Pero no. No hay grandes empresa-rios de la droga en Centroamérica. El sueño de tener grandes condominios, colecciones de vehículos de lujo y bodegas llenas de billetes que no se cuentan, sino que se pesan, no es para los centroamericanos. El nego-cio ya está repartido.Centroamérica es una zona de paso. Eso es todo. Las estructuras son de bajo y mediano nivel, y están com-partimentadas, de manera que es el capo el único que conoce el proceso en su totalidad. Es el narcomenudeo lo que está as-fixiando a la región: ese porcentaje de la droga que va rumbo al norte pero se queda por Centroamérica, muchas veces como un pago por los servicios brindados para que se com-pletara el tránsito. Es una actividad que abastece el consumo local, por-que los grupos criminales pagan con producto. “Si los narcotraficantes pa-

garan en dólares sería muy diferente. El dinero es para ellos, no para nadie más. No les importa si es a base de muerte, o enfermedad. El narco no respeta nada ni nadie. El único ob-jetivo es producir dinero” añade el comisionado. El director de la secretaría de Planifica-ción y Programación de la Presidencia de Guatemala, Fernando Carrera, defi-nió a la región como una “estación de servicio y gasolina”. Centroamérica es proveedora de servicios menores para el narco que son pagados con droga.Según estimaciones de la policía, en Costa Rica una dosis pequeña de co-caína se consigue con US$5; una de

crack en US$12 y con solo US$3 se puede comprar un puro de marihuana en barrios céntricos y marginados de la capital.Es una cadena mortal. El consumo fomenta el tráfico ilegal. El vicio. La violencia por obtener más. Y el pobre sigue pobre. La problemática social se multiplica. Así que las cárceles de Centroaméri-ca están llenas de privados de libertad que son conductores de autobuses, pescadores, burros, camioneros, ma-rineros de altamar. “Es gente que no representa un menoscabo para la nar-co estructura, no son piezas clave. Son fácilmente reemplazados en un viaje, y constantemente lo hacen. En la pirá-mide de la organización no pasan ni el primer estamento, ya que el jerarca de la red narcotraficante ni los conoce ni tendrá ligamen con ellos”, narra Celso Gamboa, viceministro de Seguridad en Costa Rica.

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“Un narco sin dinero es un delincuente aniquilado. No hace falta matarlo ni encerrarlo, si no tener una adecuada fiscalización

sobre los capitales que reinvierte”.Celso Gamboa, viceministro Seguridad Pública, Costa Rica.

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FOTO/Guillermo Solano

En un periodo muy corto, las auto-ridades policiales de Centroamérica pasaron de enfrentar organizaciones criollas, a verdaderas corporaciones internacionales. Halleslevens asegura que en ningún país de Centroamérica pueden decir que el enfrentamiento al narcotráfico sea del 100%”.

Los narcos lo entendieronUn Estado débil es fácilmente permea-ble por el crimen organizado. Pero un Estado ausente... es el terreno perfecto para las bandas criminales. Y es que el auge del narcotráfico es un asunto de oportunidades. Ellos llenaron en un segmento de la población una ne-cesidad que el Estado y otros agentes no estaban atendiendo. Más que eso: entendieron la dinámica social de las comunidades aisladas mejor que el gobierno mismo.

Cuenta López, el líder comunitario de San Marcos, que los narcotrafican-tes tienen muy bien mapeada la natu-raleza de las relaciones comunitarias, su lógica y conocen sus necesidades. Se trata de comunidades empobreci-das, y en algunos casos, comunida-des indígenas. El narcotráfico es parte del modelo económico de comunidades guate-maltecas como Tajumulco, Sibinal o Ixchiguán, donde se cultiva amapola. “No se puede decir que salieron de la pobreza, porque al final el agricultor queda siempre en su rol de productor primario y como parte de la cadena es el que menos gana como en cual-quier producción de escala”, añade López y asegura que los caminos los han abierto con sus propias manos,

son brechas. Allí, la desnutrición cró-nica ronda el 85% y el analfabetismo el 90%. El promedio de miembros por familia es de ocho niños. Hay comunidades que ni siquiera tienen un camino, lo que podríamos llamar la presencia más básica del Es-tado en una comunidad. Justamente, el Obispo del Caribe ni-caragüense Pablo Smith, reclama que en la zona de Bluefields ni siquiera hay una carretera. En dicha zona los jóvenes buscan los medios para salir de la pobreza: muchos son mulas, lle-van drogas a otras partes, están en una situación en la que se han enviciado. Y a pesar de la falta de comunicación (carreteras), ellos utilizan otros medios de cruzar la droga al Pacífico: la sa-can con la misma fluidez en que se transporta ganado de un lugar a otro. Llegan a zonas como Nueva Guinea

y El Tortuguero. Ese es el terreno fér-til donde el narcotráfico empieza a adaptarse y a pactar. “Ningún país del mundo ha logrado erradicar las ma-fias del todo. Lo que podemos aspirar es a limitar el poder de ellas, pero no a desaparecerlas” añade Carrera.En fin, estos pueblos tienen una eco-nomía de infrasubsistencia. El narco no les permite tampoco que salgan de la pobreza. Su lógica no admite que surjan nuevos narcos.

Un desierto socialEstas comunidades en abandono, desarrollan una relación de depen-dencia con los narcos locales: con ellos se sienten protegidos, con em-pleo, y hasta con servicios. El narco lo que busca es influencia. No le

interesa dirigir las instituciones, sino corromperlas. El informe en mención de ICG confir-ma que son redes que se aseguran de mantener buenas relaciones públicas a nivel local, “haciendo donaciones generosas para fiestas en los pueblos, construyendo o arreglando escuelas o iglesias, ofreciendo ayuda a los nece-sitados y hasta invirtiendo en equipos de fútbol”. En Zacapa, define el in-forme, los Lorenzana donaron tierra y construyeron 60 casas para familias que quedaron sin hogar tras la inun-dación del Río Motagua en 2010.Son ricos y altamente violentos. Han penetrado el gobierno, el sector em-presarial y la sociedad civil. Además de San Marcos, departamentos como Izabal y Alta Verapaz están en el ca-mino del corredor de droga que vie-ne desde el sur y/o el Caribe.

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“En estas zonas de narco no solo hay un desierto estatal, si no un desierto social. No se ven cooperativas, ni asociaciones comunales. Cuando la sociedad es robusta hay un tejido social capaz de proveer servicios, de dar oportunidades. Pero cuando esas capacidades son absolutamente po-bres, son una puerta abierta para que se inscriban formas alternas de autori-dad. Derribemos este orden social y creamos un nuevo Estado. A esas for-mas alternas no les importa, controlan un territorio con una lógica que es la suya y no la del Estado, prestando ser-vicios que el Estado no da” reflexiona Vargas. Pero, esa protección patriarcal se des-vanece cuando el narco empieza a matar indiscriminadamente a los po-bladores de la zona. “Caso clásico el de Cobán, en Alta Verapaz, hace dos años, cuando se implantó el Estado de sitio, fue porque había dos o tres ope-radores que habían venido de México y empezaron a provocar desórdenes” apunta Carrera. En Centroamérica las zonas más pro-pensas son las fronteras y las costas. Las zonas fronterizas están en medio de flujos de personas, drogas, armas y dinero. “No define su vulnerabilidad si son indígenas o no, si hay o no de-sarrollo, si cultiva o no cultiva. Lo que define su vulnerabilidad es si están en una zona fronteriza y punto” añade.Alta Talamanca, en las montañas de la meseta sur costarricense, una de las mayores zonas indígenas del país, y el segundo cantón con el desarrollo humano más bajo de Costa Rica, es una zona de cultivo de marihuana. Días antes de la elaboración de este reportaje, la policía de ese país erra-dicó 800 mil matas. “Sin embargo, tendremos que volver dentro de unos tres o cuatro meses, cuando vuelvan a crecer” informa Gamboa. Indica que se han incautado ya en todo el país 3,8 millones de plantas de ese tipo.

Ningún poblador de este tipo de zonas marginadas es ajeno a lo que pasa en el vecindario. Una encuesta a cargo de la Comisión de Derechos Humanos de Honduras señala que seis de cada diez hondureños consi-deran que los narcotraficantes tienen mucha y algún grado de influencia, tanto en su municipio como en el departamento donde viven. Otro in-forme de una unidad de las Fuerzas Armadas contiene una lista de 20 si-tios en donde existen este tipo de cir-cuitos en Olancho, Colón y Gracias a Dios, al nororiente del país.Se trata de pistas de aterrizaje con ca-racterísticas que facilitan la narcoac-tividad, porque en su mayoría son zonas selváticas, adonde se llega solo

por avión o barco. La mayor parte de la droga que entra a Honduras se produce en Colombia y es transporta-da desde Venezuela. En Olancho se identificaron seis pistas, en Gracias a Dios cuatro y en Colón nueve. En Iriona, Colón, se señala que hay cin-co pistas clandestinas, lo que la con-vierte en la región que más inundada está de vías improvisadas, según el informe.La 105 Brigada de Infantería es la uni-dad militar que tiene jurisdicción en esta zona, pero la vigilancia que se hace es escasa por la falta de recurso humano, apoyo logístico y lo inacce-sible de los lugares. “Podemos tener información, la certeza de que hay pistas clandestinas, pero no tenemos

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La Policía de Control de Drogas, del Mi-nisterio de Seguridad Pública de Costa Rica, informó que en los últimos seis años se han intervenido 619 organi-zaciones de narcotraficantes. De ellas, 534 son locales y 85 internacionales. De esas locales, 170 corresponden a clanes familiares.Las narcofamilias son bandas unidas por lazos sanguíneos, en las que cada uno de los miembros tiene un papel en la distribución, almacenamiento y venta de estupefacientes. Según señaló el viceministro y Comi-sionado Nacional Antidrogas, Mauricio Boraschi, sorprende la forma en que estas organizaciones invadieron los nú-cleos familiares y esclavizan a padres, hijos de todas las edades y hasta los abuelos de la familia.A los narcotraficantes no les importa la familia, si hay alguien que irrespeta el núcleo familiar son ellos, recalcó Boras-chi. “Ellos son asesinos de sueños y fa-milias y no tienen respeto por nada. En muchos casos, una vez en el negocio lo que pretenden es involucrar a sus hi-

jos y a su esposas y finalmente al resto de la familia. Hay casos donde abuelos y padres están en la cárcel y el resto de familia sigue en el negocio” informa.Añadió que es un círculo vicioso y que cuando se entra, ya no se puede sa-lir. Las familias se enrolan en el “clan” haciendo favores, como entregar un paquete o cobrando una deuda. Según el Instituto Costarricense sobre Drogas, ICD, las narcofamilias nacen ante la necesidad que tenían los nar-cotraficantes de recuperar inversiones y obtener ganancias en Centroamérica, donde facilitaron la creación de cade-nas de tráfico interno para vender en el mercado local. Fuente: Presidencia de Costa Rica

Narcofamilias: Clanes asesinos de sueños

FOTO/Guillermo Solano

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la capacidad para actuar y en eso nos llevan una gran ventaja los narcotrafi-cantes”, dijo una fuente del Ministe-rio Público.Esto es producto de Estados ausentes. Débiles. Degradados incluso, como lo define el Estado de la Región. “La gente necesita ver que el Estado re-suelve problemas colectivos” argu-menta Vargas. Añade que también ha fallado el mercado privado al integrar estas zonas al desarrollo. El abando-no repercute en el desarrollo humano que alcanzan estas poblaciones. Ruta de droga, ruta de sangre“El camino de droga hasta su destino final va teñido de sangre, pero des-pués de que pasa por Ciudad Juárez ya no se dan las masacres y la vio-lencia. Todavía no descubrimos por qué”, reflexiona Gamboa. Es difícil dar con una prueba con-cluyente que evidenciara que los indicadores de homicidios y la vio-lencia provenían directamente de la incursión del narcotráfico en la re-gión. Pero en publicaciones del mis-mo PNUD se presume que donde se ha experimentado mayores picos de violencia en los países, se vinculan al fenómeno de drogas y sus vertientes: tráfico internacional, venta al menu-deo y consumo. El estudio de la ONG en mención, ICG, señala también que la “la geo-grafía de los asesinatos fuera de la capital guatemalteca indica que los narcotraficantes, cuyas actividades incluyen también la trata de perso-nas, la extorsión y el secuestro, están detrás de la violencia”. El mismo PNUD definió las cinco amenazas del tráfico de narcóticos para los centroamericanos: los homi-cidios, episodios de violencia y lucha por el control de territorios, la prime-ra; el consumo local que induce a los delitos, la segunda; el estímulo de otras formas de crimen organizado,

la tercera; la corrupción de agentes, políticos y empresarios la cuarta; y la dedicación de cuantiosos recursos a algo que el informe llama como “guerra”. La misma fuente consignó el año pasado que los gobiernos de Centroamérica destinaron en el 2010 unos US$4000 millones a seguridad y justicia, una cifra que ha aumenta-do 60% desde el 2006. Y ese dinero no contempla el gasto en seguridad privada que se hace en todos los países. El Banco Mundial calculó en 2011 que los crecientes niveles de delin-cuencia y violencia podrían llegar

a reducir el Producto Interno Bruto (PIB) de la región en un 8%. La ins-titución calificó como “alarmante” el nivel de violencia proveniente princi-palmente del narcotráfico, las pandi-llas y la facilidad para adquirir armas de fuego. La violencia del crimen organizado en la región es tan grande como la rentabilidad de las drogas. Las bandas tienen su propia modalidad de justi-cia para controlar las rutas y los mer-cados de droga e incluso para “regu-lar” la competencia, como señala el Informe sobre Desarrollo Humano para Centroamérica del PNUD.

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Centroamérica: principales modalidades del crimen organizado

Producto o servicio traficado Ámbito territorial*

Actividad criminal

Complejidad Organización Gravedad

Cables telefónicos robados L/N baja baja baja

Tapas de alcantarilla (manjoles) robadas L/N baja baja baja

Luminarias y cables eléctricos robados L/N baja baja baja

Energía eléctrica, agua potable y otros servi-cios domiciliarios “de contrabando” L baja baja baja

Teléfonos celulares robados L/N baja baja baja

Accesorios de vehículos robados L baja baja baja

Repuestos y partes automotrices robadas L baja baja baja

Combustibles y lubricantes robados L baja baja baja

Semovientes robados (abigeato) L/N baja baja baja

Violación a la ley de derechos de autor L/N media baja baja

Contrabando T media media media

Robo, exportación y comercialización ilegal de bienes culturales N/T baja media media

Tráfico de animales protegidos N/T baja media media

Comercialización ilícita de maderas preciosas N/T baja media media

Fraudes o estafas con tarjetas de crédito L/N media media media

Robo de vehículos N/T alta alta alta

Tráfico de armas de fuego N/T alta alta alta

Tráfico de inmigrantes N/T alta alta alta

Trata de personas N/T alta alta alta

Tráfico de órganos T alta alta alta

Tráfico interno de drogas L/N alta alta alta

Tráfico internacional de drogas N/T alta alta alta

Lavado de dinero y otros activos N/T alta alta alta

* Ámbito territorial: L: Local, N: Nacional, T: Trasnacional.Nota: además de los mercados que se indican en el cuadro, existen otros propios de ciertos países. En Nicaragua por ejemplo existe el tráfico para obtener y legalizar propiedades urbanas y rurales, y en Panamá la comercialización de “empresas constituidas” o “de maletín”, muchas de ellas vinculadas al lavado de activos.Fuente: PNUD. Clasificación basada en los estudios de Francisco Javier Bautista, como comandante general de la Policía Nacional de Nicaragua (2001-2005).

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Tal documento proyecta escenarios nada prometedores, dada la im-portancia estratégica del corredor centroamericano para el narco. En primer plano, vislumbra una gue-rra abierta entre los carteles por el control de las rutas de droga; segun-do, que la DEA (Drug Enforcement Administration) en conjunto con aliados de El Salvador y México y el mismo ejército guatemalteco, se encaminen a una confrontación di-recta con los carteles que disputan el territorio de Guatemala. Y un ter-

cer escenario donde los carteles tie-nen una lenta recomposición de su liderazgo e incluso estarían facul-tados para negociaciones interna-cionales. “En cualquiera de los tres escenarios, la violencia continúa” sentencia el informe. Ya no hablamos solo entonces de los narcotraficantes criollos. Un grupo como los Zetas, combina la intimidación con la generosidad. Según el informe de ICG, ellos compiten con los carteles de Sina-loa y del Golfo. “Su vendetta contra los antiguos asociados del cartel del Golfo parece especialmente viru-lenta” dictamina. Continúa con la revelación de que en los últimos cinco años, han muerto 6000 perso-nas de forma violenta en Guatema-la, el mismo número de homicidios por año de toda la Unión Europea, cuya población es 36 veces mayor. Las cifras solo las superan los acon-tecimientos de comienzos de los 80 en ese mismo país. En 2010 la tasa de homicidios superaba en un 16% a la de Colombia, y triplicaba la de México.

El Triángulo Norte de Centroamérica – Guatemala, Honduras y El Salva-dor – es la región más violenta del mundo fuera de las zonas de guerra activa. “No se ha escuchado ningún plan de combate al narcotráfico que implique el desarrollo económico de las fronteras de Guatemala con Hon-duras, El Salvador o México. No hay un acuerdo entre países para dismi-nuir el tema de secuestros, extorsio-nes, homicidios o tráfico de armas, tampoco hay acuerdos entre países para mejorar el desarrollo comu-

nitario” reclama Carrera, al tiempo que indica que lo único que hay son acuerdos de interdicción.

¿Cómo golpear la estructura?Por el bolsillo. Un narco sin dinero es un delincuente aniquilado, no hace falta matarlo, esposarlo, ni encerrar-lo, si no, tener una adecuada fisca-lización sobre los capitales que son reinvertidos en la región. “Pero pasa que no hemos tenido la habilidad suficiente para detectarlos”. Así lo ve Gamboa.

Lo único que no es sustituible en una organización es el dinero. De ahí, los carros, la gente, el producto. Todo es prescindible. La clave es dejarlos en la bancarrota. Por eso los esfuerzos regionales y los tratados firmados como la Iniciativa Mérida han sido insuficientes. La voluntad política tampoco basta. El mismo Gamboa admite que si no se despolitiza el tema de seguridad las discusiones no van a llegar a nin-gún lado. “Penetrar parlamentos es la labor más titánica que yo he cono-cido. Nunca me había enfrentado a derroteros y a formas de pensamien-to tan diversos” dice.La región carece de estadísticas uni-formes y en algunos países, transpa-rentes. Entre nación y nación se tipi-fican los delitos de distintas formas, igual que las sanciones. Las inversio-nes por habitante en justicia y segu-ridad son dispares. Hay sistemas de justicia muy penetrados. Las fuerzas policiales son de diverso desarrollo también. “Hay asimetrías muy fuertes en cuan-to a capacidades judiciales, de con-

“Es injusto que la comunidad internacional nos dé la espalda cuando los principales jalones de cocaína no los damos nosotros.”

Mauricio Boraschi, Comisionado Nacional Antidrogas, Costa Rica

Lo llamaban “El Patriarca”El 26 de abril de 2011, las autorida-des guatemaltecas arrestaron a Wal-demar Lorenzana, conocido tam-bién como “El Patriarca”, mientras iba en su camioneta con su nieto en el departamento de El Progreso. Las autoridades habían hecho seis inten-tos de capturar a Lorenzana, al igual que a sus tres hijos y a otros dos miembros del clan familiar buscados por cargos de narcotráfico en Esta-dos Unidos. Luego de la detención, manifestantes ocuparon las calles de La Reforma, Zacapa, con pancar-tas que denunciaban la participación estadounidense (“DEA: Injustice for Humanity”, en un inglés mal escrito) y manifestaban apoyo hacia el clan que muchos veían como benefacto-res cívicos (“Familia Lorenzana: esta-mos con ustedes”).Fuente: Informe de la ONG International Crisis Group: Guatemala: Narcotráfico y violencia

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trol del territorio y de represión por parte del Estado, que hace que aun cuando tuviéramos toda la voluntad política de cooperar no es fácil. La voluntad política es una fachada de un complejo problema estratégico” analiza Vargas.

¿Hay una bala de plata que mate al tigre?El narcotráfico es un fenómeno su-pranacional. Un país no se puede encerrar y buscar la solución solo. Tampoco puede asumir la actitud de que si los demás están en una situa-

ción más grave es problema de ellos. Si un país no invierte en el bienestar de los aledaños, no se van a ganar muchas batallas. “Tenés que cuidar el patio de a la par, no es concentrar-se solo en la cerca”, es la analogía de Boraschi. ¿Qué concluimos de las múltiples consultas hechas a los actores en juego?Se requiere regular el mercado. Im-pedir que dinero proveniente del lavado ingrese a la economía. Hay que buscar qué hacer con las comu-nidades que ya fueron tomadas. Hay una espiral de violencia que sigue su curso.Los países requieren también me-canismos de ingresos para reforzar la policía. Pero no es solo poner impuestos. Es transformar la cultu-ra, para que la población entienda que está participando del beneficio. “No creemos que todos los recursos vengan de afuera. Estamos trabajan-do por nuestra cuenta. Ya caímos en

razón. Protegerse de esto es caro” enfatiza Boraschi.No es una política ni una promesa de campaña lo que va a salvar a la región. “Hay que invertir en el desarrollo, empoderar a las comunidades y a los grupos en riesgo. Depurar y re-fundar las instituciones responsables de hacer cumplir la ley y administrar justicia” sugiere Iduvina Hernández, directora de la ONG Seguridad en Democracia en Guatemala.“Debemos cambiar los indicado-res de éxito. No medir el éxito por

cuánta droga se captura, si no por que la gente viva en lugares seguros donde no haya asesinatos, secues-tros o extorsiones opina Carrera, y continúa: “si llegaron más toneladas

o menos de cocaína a Estados Uni-dos eso ya es problema de ellos, que ellos regulen su consumo. Nuestro trabajo es hacer que nuestras comu-nidades no tengan que depender del narcotráfico”.“No es solo un tema de dinero, es de prevención. Hemos sido laxos en algunos controles. Centroamé-rica tiene una crisis económica his-tórica. El Estado es débil cuando no satisface las necesidades mínimas de salud, educación, y vivienda” apunta Gamboa. Vargas circunscribe un principio

para encaminarse al saneamiento de esta noche larga que pasa Centroa-mérica. Él lo resume en un problema político por resolver, y que los llama-dos a hacerlo son “las élites políticas y económicas” de la región. Es in-dispensable que éstas cooperen con el Estado. Que junto a él, rediseñen países alternos, donde haya un nue-vo esquema impositivo. “La amenaza es de tal naturaleza que requerimos refundar ciertas re-glas del juego. Invertir en un Esta-do que le lleguen los servicios a la población. El escenario está muy comprometido para nosotros. Es necesario un acuerdo político, una transacción. Unos tendrán que ceder una parte del pastel. Tenemos que re-construirnos. Si las razones positivas no nos unieron a la fecha para crear una salida, que nos unan las peores”, concluye. n* Con el apoyo y trabajo de los periodistas Antonio Ordoñez, Rebeca Madrigal, Omara Leiva, Karla Aguilar y Boris Ríos.

Sí se incauta drogaLos países trabajan con las uñas para combatir la amenaza. Panamá resalta como uno de los que más ha invertido. Según José Raúl Mu-lino, Ministro de Seguridad Pública de ese país, en tres años se supe-ran ya las 150 toneladas de droga incautada, cocaína principalmente. Sumamos 125 toneladas de cocaí-na desde el 2000, una de las cifras más elevadas en Centroamérica” añade el contralmirante Róger Gon-zález, Jefe de la Fuerza Naval de Nicaragua. En los mares de Costa Rica, la poli-cía guardacostas ha decomisado 26 toneladas de droga desde 2005, y 64 toneladas en patrullaje conjunto con las fuerzas de los EE.UU.

“Toda sociedad va tener callejones oscuros. El problema es cuando se pasa el umbral y el narco llega a ser un

fenómeno que todo el mundo conoce”. Jorge Vargas, director Estado de la Región

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“El crimen organizado ofrece dinero, no desarrollo”

El Estado debe estar más cerca de la población y asumir la responsabilidad compartida con sus vecinos.

Así lo ve Antonio Mazzitelli, de Naciones Unidas.Rebeca Madrigal Q.

Antonio Mazzitelli es el representante regional de la Oficina de Drogas y Crimen de Naciones

Unidas (Unodc), y este, el extracto de su conversación con Mercados & Tendencias.

¿Qué fue lo que falló en el sistema económico, social y judicial para que el narco ganara terreno?Un desarrollo económico desigual donde no se tomó en cuenta los de-rechos de todos. El continente pre-senta una de las tasas de desigualdad más grandes. Pocos tienen mucho, y muchísimos tienen muy poco; es un problema viejo, pero que hoy nece-sita ser analizado.

¿Qué carencias tienen los gobier-nos que los ponen en desventaja frente al crimen organizado?Seguramente donde se encuentran situaciones de ese tipo hay una pre-sencia insuficiente de la oferta de desarrollo de las instituciones del estado.

¿Siempre el crimen organizado tendrá más dinero?La oferta entre legalidad, desarrollo, democracia, ésa debe ser del esta-do. El crimen organizado da incer-

tidumbre. El estado debe competir y no debe pedir al crimen organiza-do, que no ofrece desarrollo, si no dinero.

¿Y cuando ya el narcotráfico per-petuó, cuál es el camino?Presencia del Estado más puntual, programas de desarrollo sustentable. Educación, movilización y partici-pación ciudadana. Deben existir so-luciones que apunten a fomentar la oferta del Estado. No hay una solu-ción, se necesitan programas rurales, creación de cooperativas. Policía más cerca de los ciudadanos. Escuelas.

¿Por qué el narcotráfico se ha convertido en un modo de vida para comunidades alejadas en Centroamérica?El crimen organizado da oportunida-des de trabajo, y da renta económica.

¿Se requiere de cooperación de los Estados Unidos?El problema de la droga y del crimen es un problema más transnacional que requiere de responsabilidades compartidas. En ese sentido, los paí-ses que más consumen tienen una responsabilidad, pero no es exclusi-va. Es compartida con los países de tránsito.

¿Y entonces qué papel juegan los Estados Unidos?Su responsabilidad es reducir su de-manda interna y apoyar de manera no intrusiva lo que es la persecución judicial-penal de las bandas crimina-les en los países de tránsito, fortale-ciendo las instituciones nacionales, a través de la cooperación técnica.

Y ante la circunstancia, ¿los que estamos en el medio?Hoy en día Centroamérica es la ruta principal para una de las drogas que se consumen en los Estados Unidos. En el pasado, la ruta pasaba por el Caribe, y en el futuro las rutas pasa-rán por otros lados. Esta es la situa-ción actual y hay que reforzar para que no sean más rutas.

Dadas la condiciones actuales, ¿qué se puede esperar?Que la ruta centroamericana no sea una ruta viable. El problema que vive en Centroamérica no está rela-cionado solo con las drogas. La po-sible solución podría empezar por fundamentar, sustentar el desarrollo económico con un paralelo desarro-llo social y de justicia, de legalidad, de participación ciudadana para que la cultura criminal no tenga espacios.

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Las fronteras son poro-sas y con realidades sociales complejas. La belleza del trópico hace que en las áreas selváticas haya puntos

ciegos donde la droga ingresa, em-pezando por la frontera entre Co-lombia y Panamá. “Unas 1200 tone-ladas al año de cocaína pasan por la región y no se incauta ni el 3%. Esto rebasa las capacidades individuales país. La droga sigue llegando y eso es innegable, por todas las vías” in-dica Celso Gamboa, viceministro costarricense de seguridad pública. Fuentes ligadas a la Secretaria de Seguridad de Honduras explicaron que los narcotraficantes hacen uso de experimentados pilotos para que puedan descender avionetas en si-tios de difícil acceso. Una planicie, un extenso potrero, un camino de tierra y hasta una carretera pavimen-tada se utilizan como pistas para las narcoavionetas, indicó la fuente.Cuando las operaciones son de no-che en la mayoría de los casos, los traficantes de droga no utilizan en las pistas focos con cables conecta-

dos a un motor, si no que han opta-do por utilizar bombillos con pilas, lo que les facilita hacer el descar-go de droga en un menor tiempo posible.

Mares turbulentosLa cocaína es la droga de mayor transporte en la región. Sigue la marihuana (que entra de Jamaica, y que es la de mejor calidad), y en menores proporciones heroína y con mayor incidencia en el norte, se cultiva amapola. La droga sale por lo general de Buenaventura, en el

Valle del Cauca colombiano de jun-glas y manglares. En la región, ini-cia su camino en Panamá, y a partir de ahí no hay país ni costa que se salve. Una de las rutas llega por el Atlántico a Honduras o a Belice, entra por el oriente guatemalteco, y de ahí pasa a México y los Esta-dos Unidos, dejando un alto costo social en su camino. Hay embarca-ciones que incluso llegan en línea recta desde Colombia hasta Hon-duras. La región es zona de paso y de bodegas. En muy pocos casos de laboratorios productores.

La logística de los

bandidosEn el piso de autobuses. En alas de avionetas. En lanchas para un viaje. Dentro de llantas y

hasta bebés. Los narcos lo han intentado todo.

FOTO/Guillermo Solano

Juan Manuel Fernández

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La incidencia mayor en la región apunta al narcotráfico marítimo. Las costas de Centroamérica son amplias e imposibles de blindar. Las poblaciones aledañas a las costas, en mayor y menor magnitud, apaña-ron el remanente de la droga cuyo destino final es Estados Unidos. La ruta aérea no es tan atractiva. Se utiliza para cantidades que superan los 400 kilos. Las avionetas salen de la costa Caribe (Colombia y Vene-zuela) por lo general son de largas distancias. Buscan vuelos directos para evitar el patrullaje de la zona marítima. La ubicación favorable para los criminales del cabo Gracias a Dios, en Honduras, ha sido una de las puertas de entrada que han la-cerado la problemática en ese país específicamente.

Por mar utilizan lanchas de pesca deportiva, barcos pesqueros, y de menos de dos décadas hacia acá, semisumergibles, una embarcación inventada y construida para el tráfi-co ilegal de narcóticos.¿Por qué? Porque mientras una avio-neta puede transportar 400 kilos, una embarcación semisumergible, artesanalmente ensamblada en los manglares de Sudamérica, (Ecua-dor y Colombia principalmente), puede transportar de 8 a 9 tonela-das de droga. Son similares a un submarino, construidas con madera y fibra de vidrio y hechas para un viaje. Una travesía entre Colombia y Guatemala puede durar hasta 18 días. Se construyen con unas 12 toneladas de plomo en el casco

para hundirlas y pasar inadvertidas. Están a unas 12 pulgadas sobre el agua. Viajan a 6 nudos, son muy lentas y altamente riesgosas para los tripulantes. El radar no lo detec-ta. No emiten ruido. Usan motores diesel. Si los atrapan, abren las vál-vulas y las escotillas para que todo se hunda, y los narcotraficantes se convierten en náufragos. Solo van equipados con un teléfono sateli-tal, un GPS, comida y desde luego, la droga. Transitan aún cuando las aguas están llenas de submarinos, fragatas, barcos militares de Fran-cia, Inglaterra, EE.UU., Colombia y el resto de países. “Encontrar narco en mar abierto es como buscar un alfiler en la ciudad” compara Martín Arias, director de policía guardacos-tas de Costa Rica.

Una gran corporaciónLas demás son embarcaciones de 3 motores que requieren abaste-cer combustible cada 300 millas. A su paso, tienen nexos con loca-les que colaboran en el transpor-te, proveeduría de combustible, la inteligencia, y la recepción de la droga para que continúe su curso, por mar o por tierra. Otro de los casos típicos, es que la lancha rápida traslada su carga al barco pesquero. El barco lleva la droga hacia el norte y de ahí salen las embarcaciones pequeñas del otro país, reciben la carga, la me-ten a la tierra, a través de mulas, contenedores, en ruedas de vehí-culos, alforjas, y hasta bebés. Estas lanchas llegan a humedales, bana-

neras, fincas, montañas, reservas, para almacenar el producto. En esa ruta reabastece en cada puerto de Centroamérica y la hunden o la destruyen cuando llega a México si cumple su cometido. Lo que im-porta es la carga.Estas narco embarcaciones nave-gan de noche, y se esconden en el día. Los narcos tienen diferentes compañías de transporte. La estruc-tura está altamente compartimen-tada, de manera que los que plan-tan la droga no saben cómo llega a Guatemala. El del laboratorio la procesa, nada más. Otros son bo-degueros, otros transportistas, otros llenan de combustible, y otros aportan a la inteligencia. Todos son esclavos. Según la información oficial, por cada embarcación que

llega a Guatemala y México hay 21 embarcaciones que le dan so-porte. Si las patrullas aparecen por una costa, rápidamente migran a la otra y pasan la droga. Y así siguen reclutando en las comunidades. En Colombia se siembra, se hace la base de la pasta y se produce el clorohidrato. Pero la estructu-ra es de los carteles mexicanos. El mexicano recluta. El mexicano organiza. El mexicano paga con droga y también mata. Las fuentes coinciden en que la problemáti-ca de ese país es la que está aho-gando a Centroamérica en mayor proporción.

Las costas de Centroamérica son amplias e imposibles de blindar. Las poblaciones aledañas a ellas apañaron el remanente de la

droga cuyo destino final es EE.UU.

Fuentes varias: Dirección de Guardacostas Costa Rica; Estudio Guatemala: Narcotráfico y Violencia, International Crisis Group

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Entre el espacio abierto en medio de la espesura del bosque y el intenso sol de una tarde, el “pájaro de

hierro” desciende del cielo lleno de narcóticos. Más de 700 kilos de cocaína fue la ilegal carga que transportaba una aeronave hasta la comunidad de Belén, La Mosquitia, frente a la laguna de Ibans, a plena luz del día.Esta maniobra, efectuada en 2009, se grabó en video por agentes espe-ciales infiltrados como parte de una operación encubierta de una institu-ción antidroga del Estado y que la Unidad Investigativa del periódico El Heraldo tuvo acceso exclusivo. Un video muestra paso a paso, el método que usan los traficantes para meter droga en estas zonas median-te el uso de aviones.Todo esto sucedió el 23 de julio de 2009, cuando aproximadamente a

las 4:20 de la tarde, aterrizó en una pista ubicada en la comunidad de Belén, una avioneta bimotor, color blanco, matrícula PT1DP, con ban-dera venezolana.Según el informe escrito que la agencia realizó, en el primer video se observa cuando la aeronave toca suelo y a medida que avanza en la planicie llena de grama desaceleran las dos hélices.“Una vez que la avioneta aterrizó en la pista, fue rodeada por hombres fuertemente armados con fusiles AK-47, los que comenzaron a disparar para atemorizar a pobladores que no estaban de acuerdo con lo que ellos hacían”, se explica en el infor-me. Frente a la aeronave se encuen-tra un vehículo pick-up todo terreno en el que se coloca la cocaína. La droga se carga en el automóvil y sale de la pista detrás de dos tipos que se conducen en una motocicleta. Los

narcotraficantes se deshacen de evi-dencias al quemar la narcoavioneta.En la Mosquitia, niños, hombres y mujeres están metidos en el nego-cio de la droga, comercializándola y prestando servicios de todo tipo. La principal fuente de ingresos para los habitantes de esta zona es el narcotráfico, de ahí que esa ilícita actividad ya es vista como una for-ma de trabajar. Mucha de la droga que comercializan los misquitos es la que dejan abandonada los narco-traficantes cuando son descubiertos por las autoridades en su travesía por llevar el alcaloide a los Estados Unidos.Los misquitos en la noche rondan las playas porque ellos saben que las aeronaves, cuando están ba-jas de combustible, arrojan fardos para quitarse peso de encima y así optimizan el carburante para lograr llegar a las pistas de aterrizaje clan-

BELÉN DE LA MOSQUITIA, HONDURAS

El narco entre la selvaKarla Aguilar

FOTO/Jorge Cabrera

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Ixchiguán está localizado a menos de 70 kilómetros de la cabecera del departamen-to de San Marcos, y a más de

300 kilómetros de la ciudad de Guatemala. Desde donde termina el asfalto, puede tomar hasta tres horas recorrer esos 70 kilómetros en verano y hasta cinco horas du-rante la época lluviosa.“La población de la región del al-tiplano de San Marcos es trabaja-dora, pero para sobrevivir todo el año, deben emigrar a la costa sur durante la época de la zafra (corte de caña de azúcar) o hacia regio-nes donde se cultiva café” asegu-ra Vinicio López, coordinador de la Pastoral Social de San Marcos, el ala social de la Arquidiócesis local.El altiplano de San Marcos es una región que abarca 5 municipios, en donde los pobladores son pe-queños productores minifundistas de autosubsistencia. Su produc-ción de granos es insuficiente para cubrir sus necesidades básicas.“La situación precaria de la región es un caldo de cultivo para que

la gente busque alternativas para lograr su subsistencia y resolver su situación de alguna forma. Esta búsqueda por una salida a la po-breza, en algunos casos los orilló a unirse a los grupos insurgentes durante el conflicto armado in-terno” asegura Arturo González Ortiz, auxiliar departamental de la Procuraduría de Derechos Hu-manos (PDH) en el departamento.Las desigualdades y marginación social antes del conflicto armado interno que duró más de 36 años en Guatemala, aún persisten.Aunque el delegado de la PDH admite que hubo mejoras con la aprobación del situado constitu-cional del 10% del presupuesto nacional de la nación para las municipalidades, - fondos que llevaron cierto nivel de infraes-tructura hacia las comunidades -, los montos son repartidos con criterios demográficos y de recau-dación de impuestos municipales, lo cual deja en desventaja a pro-vincias como Ixchiguán. “Aunque hubiera un excedente en su pro-ducción, no hay forma de sacarla

de ahí. La carretera está destrui-da” añade.Tanto López como González coinciden en que este aislamiento es terreno fértil para que organi-zaciones paralelas e ilegales, ins-tauren su propio modelo de gene-ración de empleo.“Es un secreto a voces que en esta parte del departamento los agri-cultores están inmersos en el cul-tivo de amapola. Otros ya fueron reclutados para actividades ilíci-tas transversales como el tráfico de armas, personas y el contra-bando de combustibles y huevos, que son los casos más conocidos” señala López.En Guatemala al menos hay 49 municipios calificados con cali-dad de Vida “muy bajo”. Ixchi-guán está entre los municipios calificados con una calidad de vida “bajo”. Ixchiguán es el sexto municipio con mayor vulnerabili-dad alimentaria en el país y ocupa el puesto 72 en la tabla municipal de marginación y el décimo mu-nicipio más pobre del país según SEGEPLAN.

SAN MARCOS, GUATEMALA

Lo que no llenó la guerra... ni la pazAntonio Ordoñez

destinas que existen en otros lugares del país.Los propios misquitos aseguran que en los últimos años el narcotráfico ha generado que personas de otros sec-tores del país se muden a esta zona.Muchos de los pobladores ganan entre US$20 y US$500 por guar-dar silencio o por bajar la cocaína. Otros se van a alta mar buscando las maletas de coca. La droga que res-

catan la almacenan en sus casas a la espera que lleguen los capos locales o miembros de las redes internacio-nales a comprarla.También prestan otros servicios a los narcotraficantes como proporcionar logística, combustible y dar albergue a los pilotos cuando el caso lo ame-rita y marcan las pistas donde llegan las narcoavioentas, recogen la droga si es necesario para no ser descubier-

tos. Además colaboran en la destruc-ción de las naves para no dejar rastro alguno.El vasto terreno selvático de La Mos-quitia se presta para la narcoactivi-dad porque, debido a su extensión, es difícil que las autoridades policia-les tengan una buena vigilancia. Eso permite que en muchos municipios existan varias pistas para el aterrizaje de aeronaves con droga.

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“Bluefields no es de andar solo, aquí hay mucha gente mala” me dijo una señora al verme llegar. ¿Mala, por qué mala?

Le pregunté. “Porque son bien des-confiados, creen que todo mundo es policía infiltrado, hace unos meses andaban entre la gente, pero vestidos de civiles, unos gringos de la DEA”. El Bluff, es una isla vecina de Blue-fields. De un lado, da con la bahía, del otro lado con el Mar Caribe. Según el Contralmirante Róger González, de la Fuerza Naval, los narcotraficantes atraen a los comunitarios ofreciéndo-les dinero, un poco más de US$5 mil por cada kilo, en una región pobre y sin trabajo, es suficiente motivo para servir de mula.Rafael Menicucci, local de la zona, narra que “durante las persecuciones,

los narcos lanzan los paquetes de dro-ga al mar, y Para los pobladores de la costa, afrocaribeños, mestizos, indí-genas y miskitos todo lo que trae el mar es un regalo. El Instituto de Estudios Estratégicos de Políticas Públicas (IEEPP) cataloga a los bluefileños como los más activos traficantes de droga en Nicaragua. Fuentes como la Policía Nacional se

han negado a dar información. Sin embargo, sus mismos informes reve-lan que en la región hay 28 homici-dios por cada 100 mil habitantes. Hace dos años datos oficiales de la Policía contabilizaron que la tasa de homicidios sólo en la RAAS era de 40 por cada 100 mil habitantes. En Ni-caragua, a nivel nacional la tasa es de 12. En esta zona sólo hay dos vías de comunicación: una aerolínea cuyo boleto para viajar cuesta US$127, y un arriesgado recorrido en pangas de casi dos horas, más otras cuantas en bus o camión, con todos los riesgos.En el Caribe la gente ya está acos-tumbrada a vivir con la droga. Según informes de la Fuerza Naval, la droga que se transita en los mares de Nicara-gua ronda las 1500 y 1600 toneladas.

BLUEFIELDS, NICARAGUA

Lo que botan al mar es un regaloOmara Leiva

Ella vive en Ciudad Neily, cabe-cera del cantón de Corredores a diez kilómetros de frontera con Panamá. Mientras cursa-

ba el sexto grado de primaria empezó a juntarse con mayores que tenían el vicio de la droga. “Rebeca” nos cuenta su historia. “Me empezaron a gritar “piedrera” en la calle y tuve que agredir una vez a otra niña por eso. Me llamó la aten-ción un muchacho llamado Juan, que me doblaba la edad. Me dio a probar un puro de marihuana. Perdí mi niñez. No me gustaba que me orientaran ni me corrigieran. Mi madre salía en las

noches a ingerir licor. Se le veía con distintos hombres. En varias ocasiones me pidió que la acompañara a bares donde ella ingería licor; aprendí a to-mar cerveza ya que ella me la dio.Los hombres que andaban con ella me ofrecieron cocaína. Dos veces lo intenté pero fue complicado, mi nariz se me durmió no sentía mi garganta y me sentí mal, no me gustó y seguí con-sumiendo marihuana. Ya conocía a los vendedores del pueblo. Miembros de mi familia involucrados en trasiego de drogas. Ahora dos familiares que viven en la capital me han ayudado. Me siento

mejor. Espero no volver a caer. Ahora me doy cuenta de los problemas que el narcotráfico deja a mi querida ciu-dad. Muertes por sicarios, jóvenes que transportan droga que primero vieron dinero fácil y que algunos hoy están en la cárcel. Otros hospedan personas ilegales que se pasan la frontera, otros transportan licor de forma ilegal, mu-chas menores se prostituyen por la falta de empleo en esta zona fronteriza con Panamá”. El cantón de Corredores es el que está más al sur en Costa Rica, limítrofe con Panamá. Con una población de 33.242 habitantes (2009) según el PNUD.n

CIUDAD NEILY, COSTA RICA

La condena de ser una villa fronteriza

FOTO/Omara Leiva

Guillermo Solano

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