53
1 NATURALEZA Ltda. Autor: Javier Carmona Río 20: La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

  • Upload
    ricar20

  • View
    162

  • Download
    0

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Río+20 se propone conmemorar los 20 años transcurridos desde la “histórica” Cumbre de la Tierra efectuada en la misma ciudad en el año 1992. Sin embargo, Río+20 podría denominarse de igual manera “Estocolmo+40”, en la medida que, en materia ambiental, es allí donde se da el inicio “oficial” e institucional a la reflexión mundial acerca de un problema que a medida que transcurren los años, se hace más evidente, profundo y amenazante: la crisis ambiental planetaria y sus nefastas consecuencias ecológicas, humanitarias, sociales y culturales.

Citation preview

Page 1: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

1

NATURALEZA Ltda.

Autor: Javier Carmona

Río 20: La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

Page 2: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

2

Índice

Capítulo1: Antecedentes de Río+20: LA intocAbiLidAd deL desARRoLLo

8

Capítulo 2:en buscA deL desARRoLLo pRometido: pRincipALes tRAtAdos y convenios AmbientALes suscRitos poR chiLe

15

Capítulo 3: AutocontRoL empResARiAL y RetRoceso estAtAL: piezAs de unA nAtuRALezA mueRtA

35

Capítulo 4:Río+20: tiRo de gRAciA o RespiRAción bocA A bo cA

42

Referencias bibliográficas 52

Page 3: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

3

PrólogoAporte de Carlos Torres1

Apuntes sobre la Economía Verde y la usurpación de la palabra

La Economía Verde se ha transformado en un tópico debatido en las esferas del PNUMA y de los funcionarios de varios gobiernos del mundo, dado los impactos que ha tenido la crisis económica “global” iniciada el 2008, afectando a los países ejes de la economía de papel y el capital especu-lativo, los Estados Unidos y varios países europeos.

Si queremos saber cómo y porqué surge el tema de la Economía Verde, es necesario comprender los efectos que los ciclos bajos de la economía capitalista enfrentan periódicamente al agotarse los mecanismos de expansión y producción del capital, es decir, el capital debe regenerarse y volver a reproducirse para mantener viva la economía, el mercado y el consumo.

En 1992, y bajo estas premisas agravadas por la crisis climática, los países industrializados lanzaron a través de las Naciones Unidas el Plan Desarrollo Sostenible para reactivar la economía. En otras palabras, tal como afirma Edgardo Lander citando el informe “Nuestro Futuro en Común”, era necesario revivir el crecimiento con tasas anuales de entre 5 y 6 % para el conjunto de los países del Sur del Planeta. Ello permitiría colocar la economía en una plataforma de despegue y combatir la pobreza de manera “sostenible”, según el mismo informe señala. Vale decir, se insiste en que los niveles de desarrollo tecnológico permitirían enfrentar los desafíos sin perjudicar al medio am-biente. De esta manera se multiplicaron los mega-proyecto de toda índole: mineros, petroleros, hídricos, energéticos y otras formas masivas de extracción de los bienes comunes, bajo esta pers-pectiva, simples recursos naturales.

1 Doctor © en Ciencias Políticas, colaborador OLCA.

Page 4: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

4

Después de 20 años, no hay mucho desarrollo para los países del sur del mundo y lo sostenible se ha hecho insostenible para muchas comunidades, pueblos y naciones indígenas, sectores ex-cluidos y vastas regiones afectadas por altos niveles de contaminación territorial y atmosférica, escasez de agua, masividad tóxica en las ciudades y lugares de trabajo y alimentos genéticamente manipulados. En otras palabras, el referido desarrollo sostenible fue y es otro pretexto de las com-pañías transnacionales para apropiarse descaradamente de lo que en justicia denominamos bienes comunes, los cuales, apelamos, deben estar bajo control público y fiscalizado democráticamente por las organizaciones de la sociedad, entidades sociales y populares que enfrentan y sufren los efectos de los acuerdos establecidos entre el capital transnacional y las entidades de Naciones Unidas.

La Zanahoria Verde

La economía verde como idea matriz de los cambios relacionados a los impactos ambientales fue concebida por organizaciones ecológicas de Europa, Canadá y los países Escandinavos en la búsqueda de respuesta a los graves problemas climáticos y el calentamiento global. En efecto, el “rastreo” al concepto nos lleva a un par de académicos ecologistas que en 1989 en Londres escri-ben sus primeras definiciones, nos llaman a “implementar un sistema de impuestos para controlar la producción de la polución y que por sus elevados costos inhiba a los contaminantes y por exten-sión controle las emisiones contaminantes”2. Coincidentemente en la primera Conferencia de la Tierra del año 1992 se da inicio a lo que podríamos denominar la “era de la mercantilización de la vida”, entendiendo a la vida como todas las formas en que se expresa la naturaleza incluyendo al ser humano como parte integrante de su entorno, pero no como el centro de la naturaleza.

Las evaluaciones científicas, el conocimiento popular y académico son coincidentes en determinar que con el mismo patrón científico tecnológico de dominio, sometimiento y explotación de la natu-raleza que ha llevado a sobrepasar la capacidad del planeta, se pretenden afirmar e introducir tec-nologías de alto riesgo como nanotecnología, biología sintética, geoingeniería, energía nuclear, que profundizan estos procesos de apropiación. Estas se presentan además como “soluciones tecno-lógicas” a los límites ecológicos del planeta, intentando crear una “naturaleza artificial”, y también como la solución a los múltiples desastres que confrontamos. De esta manera no sería necesario cambiar las causas que los provocan, en opinión del sociólogo venezolano Edgardo Lander.

¿A que nos vemos enfrentados hoy cuando se habla de Economía Verde a escala global? Todo lo mencionado anteriormente contará con una arquitectura de carácter supranacional, similar a los

2 Pearce, Markandya, Barbier, 1989.

Page 5: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

5

Tratados de Libre Comercio que se dejará caer especialmente sobre los países del sur o de la peri-feria del capitalismo industrial/tecnológico. Por ende, como es en nuestros países donde se extrae el mayor volumen de los bienes naturales, es aquí donde se profundizará la lógica de la expansión y extracción del capital por la vía de la mercantilización sistémica para intentar superar la crisis actual del capitalismo. Ya existen los mercados de carbono y diversos servicios ambientales cuyo objeti-vo es comercializar y tranzar lo intangible e inmaterial ante el agotamiento inminente de recursos materiales, a ello se suman los programas REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de bosques), para la expansión e inclusión de la biodiversidad, la agricultura y el agua, en términos absolutos. La pérdida de múltiples formas de vida está en la mira de la voracidad de las firmas transnacionalizadas, para las cuales ya no existen fronteras geográficas ni éticas, sino tan sólo acumulación especulativa; las afrentas coloniales aun persisten.

Caminos en disputa

Entre el 20 y 21 de Junio se congregarán más de 160 presidentes y Primeros Ministros para ratificar lo que sus estafetas han tramado en los salones de las Naciones Unidas en encuentros agendados por el PNUMA3. Ha habido una consulta deformada a organizaciones civiles selectas para que se pronuncien sobre las comas, puntos y tildes que podrían deslucir el documento final de la Economía Verde. Por cierto, no existe unanimidad de como avanzará este nuevo proyecto de dominación, pues a algunos les queda un dejo de dignidad y presunción de independencia y los acuerdos se firmarán con disensiones, pero que no afectarán el carácter de esta nueva norma neoliberal.

En definitiva lo que está en juego como sostiene la última declaración del Grupo De Articulación Internacional de la Cumbre de los Pueblos, que se realizará paralelamente y con antelación a la Cumbre Oficial en la misma ciudad, “La Economía Verde, al contrario de lo que pretende sugerir su nombre, es otra fase del proceso de acumulación capitalista. Nada en la “Economía Verde” cuestiona o sustituye la economía basada en el extractivismo y los combustibles fósiles, ni sus pa-trones de consumo y producción industrial, sino que extiende la economía explotadora de la gente y el ambiente a nuevos ámbitos, alimentando el mito de que es posible un crecimiento económico infinito”4. La propuesta asignaría apenas una inversión del 2% del PIB del planeta a los programas del PNUMA, pero quedaría en manos del sector privado la posibilidad de inversión una vez que esta agencia de las Naciones Unidas determine las normas de implementación de la Economía Verde. Asimismo, se pretenden instalar unos denominados Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) que serán utilizados para promover la “Economía Verde”, debilitando aún más los ya insufi-cientes Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

3 Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Page 6: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

6

Sin embargo las organizaciones populares responden con cierta parsimonia. Pareciera ser que el bulldozer neoliberal ha morigerado nuestra voluntad de resistencia y propulsión de alternativas, sin embargo estamos llamados nuevamente a sacudirnos del sopor que nos invade de tanto en tanto. Tenemos razones no menores para enfrentar el desafío que representa la salida de escape de la economía verde para ampliar la concentración del capital, profundizar la brecha entre pobreza y riqueza y continuar arrollando la naturaleza. Ante ello, tenemos pocas razones para no luchar juntos y fortalecer nuestra capacidad colectiva de acción. Debemos comprender de una vez que el planeta puede seguir su rumbo y sobrevivir a (sin) la especie humana, mas nosotros no podemos sobrevivir sin el planeta; esa es la apuesta fatal a la que nos invita el sistema capitalista neoliberal que conocemos. El debilitamiento y reducción creciente de los derechos democráticos vinculados a la toma de decisiones sobre condiciones democráticas de decisión de los pueblos incide en la privatización de la política en beneficio de los intereses transnacionales y de los intereses de los sectores dominantes nacionales y regionales. La vulneración de los compromisos internacionales y la trasgresión y violación incluso de las deficientes legislaciones nacionales es otra práctica co-mún en beneficio de las firmas transnacionales, mientras solo se ha cumplido el 30% de las metas del milenio relativas a la reducción de la pobreza. Por ello, en el presente informe se pretende dar cuenta de ciertos incumplimientos por parte de Chile relativos a convenios y tratados que ha pac-tado mediante la firma, pero no mediante el ejercicio.

4 Grupo de articulación internacional de la Cumbre de los Pueblos por Justicia Social y Ambiental. Río de Janeiro, 12 de mayo 2012.

Page 7: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

7

En la Cumbre de los Pueblos de Río se juega la capacidad de situar en la retina de los representan-tes de los países del mundo la capacidad de respuesta y movilización que tienen los pueblos ante los intentos de sometimiento y derrumbe ambiental, exigiendo el fin a las prácticas destructivas del hogar común que nos ampara. En Chile queda poco por mercantilizar y entregar a la voracidad del capital, no obstante, se deposita la confianza en que será la persistente movilización social local y nacional la que logre cambie el rumbo de los acontecimientos; será de nuestra capacidad de creatividad, indignación y resistencia de donde brotarán los caminos del cambio. Así lo han demostrado y siguen demostrando los estudiantes, así han resistido y propuesto alternativas en Castilla, Freirina y Pelequén o en Aysén, y ahora en Calama. La verdad es que cuando el pueblo quiere, el pueblo puede.

Page 8: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

8

Capítulo1: Antecedentes de Río+20: La intocabilidad del desarrollo

Page 9: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

9

Río+20 se propone conmemorar los 20 años transcurridos desde la “histórica” Cumbre de la Tierra efectuada en la misma ciudad en el año 1992. Sin embargo, Río+20 podría denominarse de igual manera “Estocolmo+40”, en la medida que, en materia ambiental, es allí donde se da el inicio “ofi-cial” e institucional a la reflexión mundial acerca de un problema que a medida que transcurren los años, se hace más evidente, profundo y amenazante: la crisis ambiental planetaria y sus nefastas consecuencias ecológicas, humanitarias, sociales y culturales.

La Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Humano de 1972 se centró principalmente en temas relativos a la responsabilidad de los países “desarrollados” en la contaminación y las consecuen-cias del crecimiento poblacional. Tuvo un marcado tono conservacionista, y antes que apuntar a una nueva conceptualización sobre la naturaleza o los modos de relacionarse con ella, más bien procuró manejar y reducir impactos ambientales, especialmente por contaminación, puesto que otras perspectivas o propuestas eran entendidas básicamente como atentados al progreso mundial y al desarrollo, y por ende, se constituían como potencialmente “peligrosas”5. En Estocolmo 72’, se fundó el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), entidad encargada de abordar el tema medioambiental a nivel internacional, hoy facultada para diseñar discursos, pro-gramas y estrategias para encauzar lo que se concibe como el Desarrollo Sustentable, concepto que adquiere popularidad a partir del año 1987.

En este sentido, como hemos mencionado en términos generales, la reflexión es de larga data, e incluso, se puede ahondar más en la historia referente a la materia, llegando hacia 1948, año en que se fundó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales en la ciudad de Fontaninbleau, Francia, dentro del contexto de la primera Conferencia Internacional que destinaba su tema de interés a conservar el medio ambiente frente a los detrimentos que el ser humano estaba causando sobre gran parte del planeta. Desde el fin de la segunda guerra mun-dial, y al alero de su inauguración, Naciones Unidas –como también otras entidades e iniciativas internacionales- han desarrollado múltiples y variados espacios destinados a reflexionar acerca de la “temática” ambiental como una cuestión sensible a nivel planetario sobre todo en la era post industrial de mediados del siglo XX, caracterizada por criterios económico-productivos de carácter extractivista.

Por ejemplo, podemos mencionar la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de 1948, hoy con sede en Suiza y compuesta por miles de científicos y expertos de alrededor de 80

5 Gudynas, 2005.

Page 10: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

10

países; la Conferencia de Lake Succes en 1949, hoy en día considerada como la primera conferen-cia internacional que aborda la temática de la conservación y utilización responsable de recursos naturales; la Primera Conferencia sobre la Ley del Mar, desarrollada en el año 1959, cuyo centro de atención fue la elaboración de un borrador acerca de convenciones en materia de protección ambiental; la creación en 1971 del MAB, Programa de la UNESCO sobre el Hombre y la Biósfera, el cual propone una agenda de investigación interdisciplinaria y de fomento de la capacidad cen-trada en las dimensiones ecológicas, sociales y económicas de la pérdida de la biodiversidad y su acelerada reducción; el lanzamiento en 1972 del Informe del Club de Roma6 denominado “Los límites del Crecimiento”, el cual advertía el hecho de que la naturaleza es limitada, tanto en los recursos como en la capacidad de resistir embates ambientales, señalando la inviabilidad de pro-seguir con el mismo nivel de explotación de los recursos naturales durante los próximos 100 años; la ya comentada Conferencia de 1972 en Estocolmo, Suecia, sobre el Medio Humano, que aparte de sentar la bases para la institucionalidad ambiental global, marcó un punto de inflexión en el de-sarrollo de políticas internacionales respecto al tema medioambiental, promoviendo la realización cada 10 años de Cumbres para un mejor futuro común; la Conferencia de la Población desarrollada en 1974 en Bucarest, Rumania, en la cual participaron representantes de 135 países que dirigieron la reflexión a la relación entre población y desarrollo económico; el simposio de Cocoyoc, realiza-do en México, organizado por el PNUMA y la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en el año 1974, del cual emana una declaración que advierte sobre la inviabi-lidad de satisfacer las principales necesidades humanas en un medio ambiente sometido a presión constante, enfatizando a su vez en la mala distribución de los ingresos y el tratamiento devastador de la naturaleza desde diversas perspectivas políticas y económicas, haciendo un llamado a los estadistas a guiar a las naciones hacia un sistema capaz de satisfacer realmente las necesidades básicas humanas sin violentar los límites del planeta; la publicación del Informe Dag Hammarskjold el año 1975, denominado “Qué hacer: otro desarrollo”, el cual plantea una crítica a la noción de de-sarrollo imperante heredera de la tradición occidental, reprochando a su vez la devastación de los paisajes naturales y reivindicando la capacidad de autodefensa local frente a arremetidas externas; la publicación de la Estrategia Mundial de la Conservación por la Unión Internacional para la Con-servación, el PNUMA y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF); el lanzamiento del Informe de la Comisión del Medio Ambiente y el Desarrollo, conocido comúnmente como Informe Brundtland en inglés, o bien Nuestro Futuro en Común en español, el cual inaugura la noción de Desarrollo Sustentable el año 1987; y el desarrollo en 1992 de la Cumbre Río 92, en la cual la ONU poseyó un rol relevante en alertar sobre los peligros que corre la vida humana y no humana en la medida que las acciones antropogénicas estarían causando serios perjuicios al medio ambiente, los recursos

6 El Club de Roma, fundado en el año 1968 está compuesto por empresarios, científicos, intelectuales y personas naturales, que proclaman –interdisciplinarmente- estar preocupados por mejorar el futuro del planeta tierra de manera integral. Su pági-na web es www.clubderoma.net.

Page 11: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

11

naturales y a la biósfera en general. En relación a ello, la atmósfera respirable en Río 92, mantiene un ferviente apego por el desarrollo material y el crecimiento económico sostenido como “estrate-gia” de solución a problemas sociales y ambientales7, de la cual, Río+20 no logra abstraerse.

Sin embargo, el breve repaso anterior no debe ser considerado como un continuum, sino como diversas instancias que se han planteado reflexionar, siendo algunas más propositivas, otras más conservadoras, y otras más innovadoras, en torno a un tema en común: el medio ambiente y su degradación producto del obrar humano.

Resulta relevante y controvertido que, pese a las décadas transcurridas, y a las medidas tomadas en cada una de las reuniones y congresos que han abordado el tema, en términos políticos, econó-micos y fundamentalmente ideológicos existe un denominador común que atraviesa todas las dis-cusiones: la salvaguarda de la idea de “Desarrollo”, aquella noción que sostiene que el crecimiento económico ilimitado, sostenido y progresivo, es la vía económica adecuada y necesaria para desti-nar a la humanidad un futuro próspero, rico y estable, cuyo fin, en caso de alcanzarse alguna vez, radica en llegar a ser como los países autodenominados “primer mundistas” o “desarrollados”.

La noción de desarrollo supone la existencia de dos bloques: uno que agrupa a los países desa-rrollados que han alcanzado la “mayoría de edad” en términos políticos, económicos y sociales, compuesto fundamentalmente por los países del norte (“mayoría” que por lo demás, en términos fundamentalmente económicos ha sido a expensas del Sur, vía conquista, colonia y neocolonia), y otro, correspondiente a los países del sur, quienes figuran en el paradigma hegemónico como situados en una especie de “estancamiento histórico”, lo cual los transforma automáticamente en “menores de edad” o “subdesarrollados”. Evidentemente, estos bloques no son rígidos, puesto que existe la posibilidad de seguir los pasos y patrones de comportamiento económico de los paí-ses del norte, bajo tutela estadounidense (en el caso de América Latina), y constituirse entonces en un país “en vías” de desarrollo. De ésta manera, la noción de desarrollo posee inherentemente dos prejuicios básicos e interrelacionadas: por un lado, el resaltar en sus postulados la centralidad del economicismo y por otro, el ser una perspectiva de vida en la cual prevalecen fundamental-mente los postulados de Europa y los “países desarrollados” como los únicos modelos legítimos a seguir e implementar, sustentando esto una sobrevaloración que se impone por sobre otras miradas y formas de vida en términos económicos, políticos, sociales, espirituales, cognitivos, filosóficos, entre otras dimensiones. A esta idea refiere la noción de eurocentrismo, aquella que sitúa a Europa y los “países desarrollados” en el centro del universo como los únicos modelos que proporcionan las claves para desenvolverse de una manera “eficiente” en el mundo.

En este sentido, la ideología del desarrollo constituye una visión absoluta del mundo que confiere legitimidad a una concepción lineal de la historia, una evolución humana centrada en el “ego”

7 Gudynas, op.cit.

Page 12: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

12

racional, y un quehacer social regido por directrices económicas natural e inevitablemente capita-listas, industriales y expansionistas, que se sostienen bajo la lógica de la acumulación de ganancias por vía de la explotación del hombre (por el mismo hombre) y de los recursos naturales (sin im-portar agotarlos). Vale decir, la noción de desarrollo a su vez presupone una determinada relación del ser humano con la naturaleza, la cual adquiere matices exclusivamente utilitaristas; es decir, la naturaleza, bajo la perspectiva del desarrollo, no es más que el medio para lograr un fin.

Acorde a ésta dinámica, la naturaleza y la relación del ser humano con ella es eminentemente instrumental, de manera que los bienes comunes son transfigurados en recursos naturales que simplemente “están allí” para ser extraídos y explotados en miras a un crecimiento económico sostenido, sólo viable en la medida que prosiga eternamente la cadena de producción, extracción y manufactura de materias primas. La naturaleza, en este sentido, se ve vaciada de existencia en sí misma, anulándosele la posibilidad de ser concebida como un sujeto, para pasar a ser un mero objeto desvinculado de toda connotación que no sea el cálculo económico “racional”, perspectiva propia de la visión eurocentrista y su manera de concebir al ser humano por sobre las otras espe-cies, independientemente de la cohabitación espacial que comparten. Las connotaciones sociales y/o culturales más cercanas y reflexivas en torno a la naturaleza, los bienes comunes y al lugar del hombre en la tierra, son estigmatizadas, tachadas de “atrasadas” (o “subdesarrolladas”) y fi-nalmente negadas, llegando a verse de esta manera el medio natural que circunda al ser humano definitivamente desencantado, y éste, apartado de su medio eco sistémico8.

Cuando la acumulación de políticas desarrollistas contribuyen al incremento de la desigualdad social, a la concentración de la riqueza, y evidencian la finitud y vulnerabilidad de los recursos naturales a nivel mundial, queda entonces en entredicho la factibilidad de un tipo de desarrollo y crecimiento económico ilimitado en un planeta donde precisamente estos bienes poseen límites de extracción y explotación. Los países “subdesarrollados” del “tercer mundo” constatan cómo la distancia económica –pese a las promesas del desarrollo- que los separa de los países “desa-rrollados” del “primer mundo”, no solamente no se contrae, sino que se acrecienta firmemente, al mismo tiempo que caen los precios de sus materias primas en los mercados internacionales. A la par, se produce una vertiginosa invasión de empresas transnacionales en territorios locales cuyo fin es explotar recursos naturales de manera desenfrenada e imprudente, por lo general pre-sentes en localidades y comunidades que desde tiempos remotos, colectivamente, manejaban dichos bienes comunes de manera tradicional, responsable y respetuosa con el medio que los circundaba. Precisamente, esta forma de interrelacionarse con el entorno, que ha asegurado la sustentabilidad del hábitat y la vida, es acallada por empresas, industrias y autoridades, dejando tras de sí contaminación, desplazamiento forzado9, pobreza, devastación ecológica, agotamiento

8 Viola, 2000

9 Según diversos cálculos, entre 1950 y 1975, se estima que unos 40 millones de campesinos latinoamericanos migraron hacia las áreas metropolitanas del continente (Viola, 2000).

Page 13: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

13

de bienes comunes y anulación de las posibilidades para la vida para pequeños productores, ya sean campesinos, indígenas, pastores nómades, pescadores, entre otros. Y es esta dinámica la que cada vez se ajusta y profundiza en las Cumbres: cómo preservar los niveles de acumulación para no amenazar el crecimiento, ante comunidades que insisten en hacer respetar sus modos de vida y su relación -muchas veces- sagrada con el entorno.

La crisis del petróleo y la difusión en el año 1972 del ya comentado Informe Los límites del desa-rrollo, activaron las primeras alarmas sobre el futuro del planeta en caso de mantenerse el modelo de crecimiento económico sostenido considerado hasta ese momento como la “quintaesencia” del desarrollo (Viola, 2000). Este importante trabajo señalaba que “aquello que siempre apareció como inmenso, o que nunca suscitó interés en buscarle fronteras, repentinamente se evidenció como finito y acotado (…) la economía tradicional no había reparado en que los procesos produc-tivos descansan sobre la Naturaleza, y este informe precisamente recordaba este hecho”10. Por ello, el mensaje era muy claro: no podía seguir invocándose un crecimiento económico sostenido ya que precisamente los recursos eran finitos, y por ello, más temprano que tarde se chocaría con esos límites11. El mayor aporte de este estudio era que situaba a la naturaleza en un papel central dentro de la discusión del desarrollo.

Doce años después, en octubre de 1984, se reunió por primera vez la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, atendiendo a un llamado de Naciones Unidas para establecer una agenda global para cambiar el trato con el medio ambiente y el medio ecológico. De ésta reunión salió a la luz el año 1987 el denominado “Informe Bruntland”, que presentó al mundo el concepto de Desarrollo Sustentable como “el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin com-prometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”12. De ésta forma, sin cuestionar el crecimiento ad infinitum, el Informe Brundtland cristalizó que los obje-tivos del desarrollo económico y social debían enmarcarse dentro de la lógica de la sostenibilidad a largo plazo, en función de las generaciones humanas futuras, posteriores sostenedoras del mismo sistema que las generaciones “presentes” se encargarían de salvaguardar, y así sucesivamente.

El espíritu de esta noción de desarrollo radica en el largo plazo y en la sustentabilidad productiva en equilibrio con el medio ambiente, de manera tal que, básicamente, se intenta dar cuenta de la “compatibilidad” y “equilibrio” entre la mirada capitalista de desarrollo económico y el resguardo ambiental dentro de un marco de “responsabilidad” y “eficiencia”: “Los llamados bienes libres como el agua y el aire son también recursos. El desarrollo sostenible requiere que los impactos adversos sobre la calidad del aire, el agua y otros elementos naturales se reduzcan al mínimo con el fin de mantener la integridad global del ecosistema”13, es decir, la perspectiva del desarrollo

10 Gudynas, op.cit.: 33.

11 Ibíd.

12 Our Common Future. ONU, 1987.

13 Our Common Future. Op.cit.

Page 14: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

14

sostenible incrementa, salvaguarda y resguarda la visión desarrollista de que los recursos naturales están allí, a la espera de ser utilizados y transformados en meros objetos de explotación e inter-cambio económico, vale decir considerándose como meras mercancías. De esta forma, el Informe Brundtland viene a señalar al mundo que las demandas e inquietudes económicas propias de la noción de “desarrollo” no son incompatibles con las preocupaciones de carácter ecológico, sino que más bien, éstas deben ser administradas de manera “sustentable” en un marco de “eficien-cia” y “racionalidad” económica.

Es así que hacia la Cumbre de la Tierra “Río 92” se llegó con este sustento conceptual, con el fin de velar por “nuestro futuro en común”, que haría posible y viable un crecimiento económico pe-renne compatibilizado con una gestión equilibrada de los recursos naturales. Ello, en la medida de que esta nueva categoría permitiría relanzar el crecimiento económico a escala planetaria y elimi-nar la pobreza en la medida que las transformaciones tecnológicas producirían cada vez más, pero con menos insumos materiales y energéticos14. Surgió entonces la Declaración de Principios sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, documento que proclama 27 principios que procuran e instan a alcanzar acuerdos internacionales en los que “se respeten los intereses de todos y se proteja la integridad del sistema ambiental y de desarrollo mundial, reconociendo la naturaleza integral e interdependiente de la Tierra, nuestro hogar”15.

Río 92 fue una conferencia pionera en alertar sobre los problemas ambientales a los que se enfren-ta la humanidad y sobre las nuevas (y antiguas) dimensiones de injusticia social y ambiental que de ello derivan. La ONU advirtió que la naturaleza “se vengaría” con cambios climáticos que en el mediano plazo serían de carácter irreversible y afectarían a la totalidad de la población mundial, humana y no humana. Sin embargo, aquel momento de reflexión prontamente se desvaneció y dio paso a nuevas propuestas “desarrolladas” que contribuirían a mitigar el proceso, pero sin apelar al problema de fondo: la expansión y el crecimiento económico ilimitado en base a la extracción, explotación, manufactura y exportación de recursos naturales.

De la Cumbre de Río 92 emanaron una serie de convenios y tratados de carácter ambiental, tanto de naturaleza vinculante (obligatoria, con mecanismos propios de ejecución) como no vinculante, tales como la Agenda 21, la Convención sobre la Diversidad Biológica, la Convención de las Nacio-nes Unidas para la Lucha contra la Desertificación, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, entre otras. Todas suscritas por Chile.

14 Lander, E., 2011.

15 Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Pp.1, 1992.

Page 15: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

15

Capítulo 2:

En busca del desarrollo prometido: Principales Tratados y Convenios ambientales suscritos por Chile

Page 16: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

16

A partir de septiembre de1973, por medio de una dictadura financiada por Estados Unidos, se impuso en Chile un modelo de privatización de bienes comunes y de apertura económica (es el país que más Tratados de Libre Comercio ha suscrito en el mundo), basada en la extracción y explotación masiva de recursos naturales, cuyo fin era precisamente el “crecimiento” económico en función del ansiado desarrollo. Así, desde mediados de la década de 1970, Chile se constituyó en un verdadero laboratorio del neoliberalismo, modificando toda la institucionalidad: Constitución, Código de aguas, Código de minería, Legislación forestal, etc, que permitieran promover la propie-dad privada en desmedro de las funciones clásicas del Estado.

De tal modo, la mercantilización de los bienes comunes, la introducción de mecanismos e incen-tivos de mercado como los rectores de la economía local, el debilitamiento del poder regulatorio del Estado16 y la ruptura de las nociones articuladoras que sostenían a la sociedad y a la naturaleza, fueron algunos de los cambios más evidentes y brutales de este proceso.

El patrón de acumulación de la economía chilena se basó en la apropiación de la productividad de los ecosistemas naturales, convirtiendo cualquier forma de vida en capital financiero17, lo cual ha contribuido al enriquecimiento de un mínimo sector de la población (grupos económicos), al au-mento exponencial de los conflictos socioambientales y a la degradación y devastación ecológica de cientos de localidades antaño administradas por diversos pueblos y entramados sociales.

Considerar a la naturaleza como una mercancía, implica concebirla solo en tanto valor de cambio y valor de uso, evadiendo que cada uno de sus elementos posee características y atributos propios, particulares, los cuales se encuentran además física y ecológicamente interconectados, por lo tanto, por ejemplo, la apropiación de uno con fines económicos, puede implicar automáticamente el perjuicio de otro, lo cual deriva inevitablemente en externalidades negativas socioambientales y económicas.

Este modelo, lejos de modificarse con el retorno a la “democracia”, se profundizó bajo el slogan europeo de los años ‘70, retomado por la Concertación de Partidos por la Democracia de “creci-miento con equidad”, se impulsaron medidas para “vigorizar” la expansión productiva, fomen-tando la arremetida industrial transnacional pujante, a la cual se le había pavimentado el camino durante el régimen autoritario.

16 Bauer, 2002.

17 Claude, 2007.

Page 17: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

17

Es entonces, en un afán de “ponerse al día” con las exigencias ambientales no previstas y con la evidencia de devastación sin límites a la que se estaba sometiendo el país, que el Chile “demo-crático” suscribió y ratificó la mayor cantidad de convenios y/o tratados emanados de la cumbre de Río 92.

A continuación presentamos una revisión de los principales tratados firmados por Chile, confronta-dos con la realidad actual, para dar cuenta de cómo el país no ha orientado sus políticas a salvaguar-dar el medio ambiente o a disminuir los efectos de la crisis climática global, sino que, al igual que la Cumbre de la Tierra, y lo mismo que pretende ahora Río+20, enmascaró de verde su apuesta ciega por el extractivismo y el mercado de capitales.

1-Convención de Biodiversidad: De esta convención emanan una serie de propuestas para frenar la destrucción de hábitats, especies y ecosistemas a nivel mundial. Fue firmada en 1992 por 150 mandatarios de diversas naciones, y es el primer documento en reconocer que la con-servación de la diversidad biológica es una preocupación común de la humanidad. Uno de los compromisos de Chile como país signatario del Convenio, ratificado en el Congreso el año 1994, y promulgado Ley de la república el año 1995, es la elaboración de una Estrategia y Plan de Acción Nacional para la Biodiversidad.

Del objetivo general de conservar la biodiversidad del país, promoviendo su gestión sustentable, resguardando su capacidad vital y garantizando el acceso a los “beneficios” para el bien de las generaciones actuales y futuras, se derivan diversas líneas estratégicas, tales como: conservación y restauración de los ecosistemas, preservación de especies y del patrimonio genético, promoción de prácticas productivas sostenibles, desarrollo e implementación de mecanismos para la gestión integral de la biodiversidad, fortalecimiento intersectorial e interinstitucional para la gestión inte-gral de la biodiversidad e involucramiento ciudadano para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad.

Chile dictó en 1994 la Ley Nº19.300, que creó la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) como ente coordinador de los temas ambientales. En marzo del año 2002 se presentó un documento en el que el gobierno señaló comprometidamente que se elaboraría una estrategia y Plan Nacional para la conservación de la biodiversidad en conjunto con la comunidad, la empresa privada y la administración pública, decidiendo de manera integral qué se quiere proteger y las razones para ello, en función de cooperar activa y conjuntamente en ese objetivo. Las Estrategias Regionales, serían implementadas a escala regional por Comités Operativos de Biodiversidad (CORB) y la instancia de validación de éstas estrategias serían las Comisiones Regionales del Medio Ambiente (COREMA’S), pero esto en la práctica no prosperó.

El Informe País Estado del Medio Ambiente en Chile, elaborado el año 2008 por el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile18, muestra que en términos de la diversidad biológica

18 Informe País Estado del Medio Ambiente en Chile 2008, GEO Chile, 2008.

Page 18: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

18

y la evolución de su estado de conservación, los retrocesos son evidentes: la alta biodiversidad nacional, con elevados niveles de endemismo, se encuentra profundamente expuesta a fuertes amenazas derivadas principalmente de la explotación de recursos naturales, la pérdida de hábitat o su fragmentación y la expansión e introducción de especies exóticas, a lo cual se le suma que en términos generales, según declara el informe, la legislación relativa a la biota es dispersa, sectorial e inorgánica19.

Para el año 2008, en lo que respecta a la biodiversidad de especies animales, existían 141 especies amenazadas, cifra que se acrecienta a través de los años, ya que para el 2006 el número de estas correspondía a 132. En lo que respecta al estado de los vertebrados, 218 especies presentan pro-blemas relativos a su estado de conservación, destacándose los reptiles (97), anfibios (47) y peces (41). Por su parte, 114 especies de plantas a nivel nacional presentan aspectos problemáticos en su estado de conservación20.

Paralelamente, las amenazas en la conservación de especies se manifiesta en la diversidad eco-sistémica, ya que tres de las cinco ecoregiones del país se encuentran categorizadas como “en peligro”: el bosque de lluvia invernal, la estepa de la Patagonia y el matorral de la zona central. Por su parte, existen ocho ecoregiones consideradas en estado vulnerable, mientras que tan sólo una es considerada “estable”21. La deforestación enmascarada con monocultivos de pinos y eucalip-tus (de los clanes Matte y Angelini), el extractivismo minero, el fraccionamiento de los hábitats, la contaminación de suelos, aguas continentales, bordes costeros y aire, como también la alteración de ecosistemas y cuencas hídricas, contribuyen a esta desoladora situación.

Por su parte, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Estado, que abarca hoy en día al 19,3% del territorio nacional, y contiene el 24,1% de la superficie de las comunidades naturales existen-tes, debería aumentarse a lo menos entre 27,689 km2 y 33,461 km2 si se pretende llegar a cumplir la meta de integrar al sistema de protección por lo menos el 10% de la superficie de todas las co-munidades vegetales naturales de Chile. Pero contrario a un desembolso estatal, lo que se aprecia es la apropiación privada de parques y áreas protegidas que avanza progresivamente, de manera que si en 1997 el total de iniciativas privadas correspondían a 39, ocupando en aquel entonces unas 400.000 ha, las iniciativas privadas en la actualidad superan las 500 entidades, las cuales abarcan más de 1.480.600 ha, lo cual equivale a más del 10% del sistema estatal. Estas áreas protegidas al ser pequeñas y dispersas entre sí, no aseguran de manera real ni representativa la conservación y protección de la biodiversidad22, sino que más bien se han concretado bajo finalidad de constituir rentables negocios para quienes lucran, especulan y generan negocios con bienes comunes que

19 Informe País, op.cit.

20 Ibíd.

21 Ibíd.

22 Ibíd.

Page 19: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

19

debiesen estar cautelados bajo una institucionalidad pública, eficaz e integral que velase por su protección y cuidado real. Lo anterior viene a resaltar que la Estrategia Nacional de Biodiversidad, de la cual emana el Plan de Acción País 2005-2015, es evidentemente limitada e insustancial.

Por otro lado, la presión productiva y el consumo industrial de madera y otras especies nativas, ha promovido la deforestación descontrolada del bosque nativo. En lo que respecta a la explotación de madera, entre 1985 y 1988 el consumo industrial fluctuó entre los 700 mil y el millón de metros cúbicos anuales, siendo esta cifra fuertemente multiplicada por el “boom” astillero de la década de los 90, en donde se produjo un intenso crecimiento en la demanda de maderas nativas proveniente desde Japón. En esta década se elevó el consumo industrial a tal medida que llegó a alcanzar los 4 millones de metros cúbicos; he ahí uno de los principales antecedentes de la disminución de bos-ques nativos en Chile. Ya en la década del 2000 se disminuyó la demanda de astillas nativas hasta casi llegar a cero, no obstante, esta ha sido sustituida por una producción al 100% en base a mo-nocultivos de pinos y eucaliptos, especies que se han encargado de contribuir a la deforestación del país, erosionando suelos y absorbiendo millones de litros de agua a diario, ya que cabe resaltar que un pino absorbe aproximadamente 80 litros de agua por día, mientras que un eucalipto 120 litros. Si multiplicamos estas cifras por la cantidad de árboles presentes en los más de 3 millones de hectáreas que ocupa hoy el sector, las cuales siguen en expansión vía subsidios otorgados por el decreto 701, obtendremos una cifra descomunal de litros de agua consumidos por parte de las empresas forestales.

A pesar de la sustitución de madera nativa en lo que respecta a la producción de astillas, el con-sumo de esta madera para la industria de aserrío (madera aserrada, producida por un proceso de labrado) destinada a la producción de tableros y chapas se ha mantenido constante en los últimos 20 años. Esta industria se concentra en la zona sur y austral del país, en la cual un 30% de la ma-dera aserrada nativa se produce a partir de la lenga, un 20% a partir del roble, un 15% del coihue, un 10% de la lepa, un 10% de raulí y un 14% de otras especies23.

Los bosques nativos del país han provisto de alimentos, tinturas, medicinas y otros componentes culturales a poblaciones humanas asentadas en la zona desde al menos 12.000 años, tal como la evidencia arqueológica (sitio Monte Verde, hoy intervenido por la industria forestal, y cuyo aban-dono, lo hace susceptible de ser utilizado como un vertedero24) lo manifiesta. Sin embargo, la ex-portación de productos forestales no madereros (PFNM) ha ido creciendo progresivamente desde 1990 hasta la fecha, a tal nivel que la exportación en los últimos 18 años casi se ha duplicado, pasando de 12 mil a 21 mil toneladas anuales. Para el mismo período, el valor acumulado de las exportaciones de PFNM fue de más de 671 millones de dólares, siendo los productos exportados

23 Informe País, op.cit.

24 Véase noticia en: http://www.biobiochile.cl/2012/05/04/puerto-montt-presentan-demanda-por-dano-ambiental-contra-empre-sario-que-intervino-sitio-arquelogico.shtml

Page 20: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

20

más relevantes la rosa mosqueta (productos y aceites), hongos, musgos, quillay (corteza y sapo-nina), hierba de San Juan, boldo (hojas y corteza) y otros. Estos PFNM se exportan a 54 países distribuidos en los 5 continentes25.

Al analizar el estudio de la Universidad de Chile los ingresos de bosque nativo y las salidas de este recurso, este señala que es posible verificar que en total se perdieron 96.205 ha de bosque nativo tan sólo dentro del período 1994-2008, cifra que probablemente debe ser significativamente ma-yor, ya que para la mayoría de las regiones el monitoreo abarcó tan sólo un período de 5 años.

Y no es que no exista institucionalidad sobre estas materias, existe, se ha creado, pero con una lógica pro empresa. Por ejemplo, instrumentos legales que regulan el uso de “maderas muertas”, tal como es el caso del Decreto Supremo 490 que permite el aprovechamiento de maderas muer-tas de alerce, el cual ha tenido un efecto nefasto sobre los bosques nativos, puesto que en vez de inhibir la corta de estas especies, promueve su quema y tala ilegal… y sin embargo el decreto no se modifica.

También existen Planes de Manejo cuyo fin es precisamente la eliminación de los bosques. Uno de ellos es el de Corta de Bosque Nativo para la sustitución de terrenos agrícolas, que se comple-menta con las modificaciones al decreto 701 que promueve la forestación de pinos y eucaliptus en terrenos agrícolas; o el Plan de Corta y Reforestación para ejecutar obras civiles. Este Plan se aplica con motivo de la construcción de centrales hidroeléctricas, ductos, carreteras, tendidos eléctricos, entre otras obras. De modo que por ejemplo, una hidroeléctrica aparte de inundar bosques nativos, podría talar los árboles nativos que no inundan, vender la madera, construir la central que afec-tará irreversiblemente las condiciones de vida del lugar donde se emplaza, obtener subsidios del estado para forestar con pinos y eucaliptus, y ganar-ganar-ganar de manera absolutamente legal aunque comete un irrefutable delito contra el patrimonio de la humanidad. Es decir, a diferencia de los ciudadanos, cuya participación ni siquiera es vinculante en la legislación ambiental chilena, las grandes empresas poseen sus propias instancias legales que les permiten degradar el ambiente. De esta manera, si bien los Planes de Manejo lo que buscan es regularizar la intervención de los bosques nativos, de ninguna manera aseguran su uso sustentable, ni menos su conservación.

Necesario es mencionar también en este punto, la inclusión del cultivo de semillas transgénicas en el país, vía ratificación del Convenio UPOV 91, derivado directamente del Tratado de Libre Comer-cio con EE.UU. Este Convenio privatiza las semillas y otorga amplios poderes a las empresas se-milleras para monopolizar la comercialización, importación y exportación de semillas, mediante la apropiación vía los denominados “derechos de obtentor vegetal”, lo cual amenaza gravemente la agricultura tradicional familiar campesina e indígena26. Indudablemente el UPOV 91 es un atentado

25 Informe País, op.cit.

26 Más información en Declaración Directorio Nacional ANAMURI. Disponible en: http://www.olca.cl/oca/transgenicos/transgenicos069.htm

Page 21: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

21

brutal a la biodiversidad, más aún si el país se niega, como hasta a hora, a ratificar el Protocolo de Cartagena, que promueve la seguridad respecto a la transferencia, uso y manejo de Organismos Vivos Modificados (OVMs), vincula la evaluación del riesgo y contempla el Principio de Precaución respecto al uso de transgénicos.

Dicho de otro modo, desde 1967 a la fecha, Chile ha adherido e internalizado mediante leyes de la República a 37 convenios internacionales atingentes a múltiples aspectos de la flora y fauna, tanto marina como terrestre, sin embargo, en la clasificación internacional índice de Desempeño Ambiental, elaborada por la Universidad de Yale27, descendió del lugar 26 que obtuvo el año 2006 al 29 en el año 2008, y al 56 en 2012 (de un total de 132 países). Los resultados de este índice son demoledores: señalan que Chile se encuentra en el lugar 69 en lo que respecta a la deforestación, 88 en lo relativo a la sobreexplotación de recursos pesqueros, 96 en cuanto al amplio uso e incen-tivo de centrales a carbón y la contaminación y stress hídrico, mientras que se posiciona en el 124 del ranking en el efecto de la polución del aire en los ecosistemas.

Es decir, pese al avance en términos institucionales (ley ambiental, ministerio del medio ambiente, tribunales ambientales) que proyectan una imagen de país que cumple, la voluntad política país ha seguido privilegiando y profundizando el extractivismo y el neoextractivismo28. El aprobado proyec-to Hidroaysén es una clara y lamentable muestra de ello: pretende arrasar con el área protegida Parque Nacional Laguna San Rafael, utilizando más de 48 hectáreas que albergan a una importante población de huemules y otras especies, sin contar; la desagregada línea de transmisión que atra-vesaría 17 parques y reservas naturales, 32 áreas protegidas privadas, 26 sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad y 26 humedales, así como miles de propiedades, incluyendo tierras de comunidades indígenas. Las comunidades que se oponen a este proyecto, han puesto de manifiesto que burla lo convenido por Chile en la Convención de Washington firmada (1967), que establece como objetivo general “Proteger a todas las especies y géneros de la flora y fauna de América de la extinción y preservar áreas de extraordinaria belleza, con énfasis en formaciones geológicas o con valor estético, histórico o científico”29.

Pero Hidroaysén no es el único caso, otros proyectos afectan áreas declaradas protegidas por el Estado, como la Reserva Nacional las Vicuñas, amenazada por el Proyecto Minero Catanave; el

27 Disponible en http://www.epi.yale.edu/

28 Se mantiene un estilo de desarrollo basado en la apropiación de la naturaleza, el rol de los países como proveedores de ma-terias primas, con la consiguiente debilidad estructural de la economía, pero se promueve un rol más activo del Estado, para recuperar legitimidad social mediante la redistribución de algunos de los excedentes generados por el extractivismo, aunque se repiten una y otra vez los impactos sociales y ambientales negativos. Para más información….

29 Fuente: http://www.ecofinisterrae.cl/normativa_ambiental/archivos/pdf/tratados/Convenci%F3n%20para%20la%20

protecci%F3n%20de%20la%20flora%20y%20-%201940.pdf

Page 22: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

22

Salar de Maricunga (conformante del Parque Nacional Nevado Tres Cruces), amenazado por el Proyecto de Inversión Minero Lobo Marte; el Monumento Natural Salar de Surire, amenazado por la instalación de empresas para obtener energía geotérmica; la Reserva Nacional Río los Cipreses, amenazada por la instalación de una central hidroeléctrica del Proyecto Chacayes; la Reserva Na-cional Villarrica (Área Sollipulli) amenazada por concesiones para la explotación geotérmica; el Par-que Nacional Puyehue, amenazado por el Proyecto Hidroeléctrico de Pasada Palmar, entre otros.

Page 23: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

23

30 Giglo, N., op.cit.

2-Convención de la Lucha contra la Desertificación: esta Convención fue adoptada en junio de 1994 en Paris, Francia, entrando en vigor en diciembre del año 1996. Sin embargo, ya el año 1977 la Conferencia de Naciones Unidas sobre la Desertificación adoptó un plan de acción para combatir el problema de la degradación progresiva de tierras, pero el PNUMA advirtió en 1991 que el panorama había empeorado. De esta manera, el tema fue nuevamente tratado en Río 92’. Actualmente, la Convención tiene 194 suscriptores. El documento de la Convención propiamente tal reconoce a la desertificación y la sequía como un problema de dimensiones globales, puesto que sus efectos se dejan sentir en el mundo entero, acarreando la degradación de tierras en zonas áridas, semiáridas y secas subhúmedas, desembocando ello en múltiples problemas que contribu-yen al incremento de la pobreza, malestares en la salud mundial, nutrición deficiente, inseguridad alimentaria y los problemas derivados de la emigración producto del desplazamiento de personas a razón de no poder desarrollar sus vidas de manera digna en sus lugares de origen.

Los principios que guían esta Convención aluden a preocuparse de las causas subyacentes a este fenómeno, elaborando programas, proyectos y políticas de gobierno que conjuntamente, a nivel global, contribuyan a la lucha contra la desertificación, mitigando a su vez los efectos de la sequía en las poblaciones humanas. Para ello, se establece como obligación (Art.10. “F”) el hecho de que se “asegurará la participación efectiva a nivel local, nacional y regional de las ONG’S y las po-blaciones locales, tanto de mujeres como hombres, especialmente los usuarios de los recursos, incluidos los agricultores y pastores y sus organizaciones representativas, en la planificación de políticas, la adopción de decisiones, la ejecución y la revisión de los programas de acción naciona-les”. En este sentido, se debería fomentar, bajo espíritu de asociación, la cooperación de todos los niveles en la gestión de los proyectos y programas a fin de promover el uso cuidadoso y sostenible de los bienes comunes, sobre todo, en las zonas más afectadas, tales como son aquellas azotadas por la escasez hídrica.

En Chile, la desertificación afecta, en diversos grados, a unas 47 millones de hectáreas, correspon-diendo a más del 63% del territorio nacional e involucrando a más del 13% de la población nacional total. A razón de ser parte del Convenio, Chile ha elaborado un Plan de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación, publicado en el año 1997, pero sin que hasta el momento se registren avances significativos en su aplicación, lo cual se puede evidenciar en el hecho de que más de 1/3 de las comunas del país se encuentran bajo emergencia agrícola (129), de las cuales 108 son por razones de escasez hídrica.

El suelo chileno sigue aquejado por la erosión, la que se expande hacia la zona sur por el efecto de los monocultivos forestales que el Estado sigue subvencionando, los cuales se han visto fuerte-mente intensificados en las zonas australes del país30. Paradojalmente Chile ha presentado como

Page 24: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

24

un “instrumento” para combatir la desertificación el Decreto 701 forestal, aún a sabiendas de que los monocultivos contribuyen escandalosamente al fenómeno.

Respecto a la zona norte, son ya conocidos los embates que genera la gran minería en la I, II, III y IV región del país, sustrayendo aguas de cuencas de ríos y napas subte-rráneas de manera absolutamente desre-gularizada e insensata, a lo cual se suma la presencia de faenas y relaves mineros activos y abandonados que siguen ema-nando sustancias contaminantes. Todo, nuevamente, en función del “crecimiento económico” sostenido del país.

Por otro lado, la acción industrial sobre los suelos y los sistemas de cultivo con em-pleo de pesticidas y el riego con aguas contaminadas por metales pesados pro-venientes de la gran minería, han afectado la calidad química del suelo, siendo estos residuos descargados en los cauces natu-rales sin ningún tratamiento adecuado y/o preventivo31.

Según los informes públicos, las principales causas de la desertificación en Chile son la deforestación (asociada principalmente a la minería), los incendios forestales, los cambios de uso de la tierra (estrechamen-te ligados a la introducción de especies transgénicas), la sustitución de especies por monocultivos y la sustitución de suelos agrícolas. A esto hay que sumar la expansión urbana, la penetración, profundización y consolidación del modelo extractivista minero y la desigual estructura de tenencia de la tierra y sistemas productivos, hoy en manos principalmente de grandes industrias y especuladores nacionales y transnacionales.

Particulares consecuencias en el norte grande posee la extracción intensiva del cobre, la que ha generado una progresiva presión sobre la vegetación natural y las diversas fuentes de agua. No

31 Informe País, op.cit.

Page 25: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

25

obstante, los problemas más intensos de la desertificación comienzan a observarse en particular desde el valle de Copiapó hacia el sur, a causa de la intensificación de la demanda de agua pro-veniente de la minería emergente y la agroindustria32. Por su parte, la región de Coquimbo se en-cuentra afectada en un 92% de su territorio, ello principalmente debido a la presión del suelo por actividades agroindustriales.

A nivel general, en Chile la desertificación caracterizada como “grave” avanza, siendo la excep-ción la zona entre la región de la Araucanía y de Los Lagos, en donde aumenta la “desertificación moderada”.

Hace ya 15 años que Chile suscribió y ratificó la Convención, y no se visualizan medidas para contrarrestar el fenómeno, ni menos, para impulsar la mentada participación ciudadana y el le-vantamiento de información de manera regular con el fin de verificar las actividades y acciones efectuadas. Hasta ahora no existe diagnóstico nacional que dé cuenta de las realidades locales de manera sistemática y divulgada. Es más, en lugar de cumplir los compromisos adquiridos inter-nacionalmente, los gobiernos anteriores y el actual están impulsando con mayor fuerza negocios basados en la explotación de recursos naturales y agroindustriales a una escala nunca antes vista. Por ejemplo, tan sólo para el año 2012, la proyección estipulada de la gran industria minera prome-te un aumento de la producción en un 7%, alcanzando sus exportaciones un total de US$ 53.000 millones33. Por su parte, tal como señaló Diego Hernández, presidente ejecutivo –en esos momen-tos- de CODELCO en la inauguración de EXPOMIN 2012, la minera estatal proyecta triplicar sus inversiones para producir más de 2 millones de toneladas de cobre fino de aquí al año 202034. Ello implica quintuplicar la inversión minera de los últimos 20 años, en menos de la mitad del tiempo. Sin duda, estas proyecciones son alarmantes.

La disponibilidad natural de agua en Chile es muy variable, de manera que de Santiago hacia el norte la disponibilidad promedio por habitante es de 639 m3 al año, cifra declarada insuficiente, si se considera que además esta zona concentra al 60% del total de la población del país. Entre Arica y Santiago, en todo el tramo, la disponibilidad del recurso no supera nunca los 1.000 m3/hab/año, alcanzando incluso en algunos casos los 200 m3. Entre estas regiones, es muy común que la demanda de agua supere el caudal disponible debido a la explotación de acuíferos destinados en una mínima parte al abastecimiento doméstico, y en una mayor parte al industrial, sobre todo minero y agroexportador.

Entre la región de O’Higgins y La Araucanía, la disponibilidad natural supera los 9.000 m3/hab/año, llegando incluso en algunos casos a los 41.000. Más al sur, desde la región de Los Ríos hacia la

32 Ibíd.

33 Fuente: Diario Financiero. Martes 20 de diciembre de 2011.

34 Disponible en: http://www.prensaminera.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=7447:proyecciones-y-desa-fios-de-la-mineria-plantean-en-inauguracion-de-expomin-2012&catid=36:mineria&Itemid=55

Page 26: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

26

zona austral, la disponibilidad natural de agua supera los 169.000 m3/hab/año, ello debido a la alta pluviosidad de la región.

En ocasiones, los valores mínimos de la zona norte son superados en 800 veces por los valores máximos de la zona sur; por ejemplo, la región de Aysén recibe un aporte de precipitaciones 70 ve-ces mayor a la de Antofagasta, siendo la evaporación en la zona norte de un orden mayor al 90%, mientras que en la zona sur esta no supera el 20%. Estos datos, como hemos señalado, refieren a la disparidad a nivel nacional de la cantidad de recursos hídricos que poseen las distintas pobla-ciones, lo cual produce que eventuales transgresiones a este orden natural agrave una situación que de por sí, ya es delicada.

El consumo de aguas, en los distintos sectores productivos del país, ha experimentado un progre-sivo crecimiento del orden del 100% entre los años 1990-1999, y de un 160% a lo menos entre 1990 y 2006, recayendo el peso de ello directamente en localidades afectadas por la escasez hí-drica. Desde el año 1990 y 2008, se observa que los derechos constituidos a nivel nacional para el aprovechamiento de aguas subterráneas han aumentado en más de un 150%.

Es evidente que en ciertas zonas del país existe un deterioro en la calidad de las aguas continenta-les y una evidente ausencia de normativas de calidad ambiental para este recurso. Desde la región de Arica y Parinacota hasta la región de Coquimbo, se advierte en algunas cuencas una concentra-ción de Boro y Arsénico sobre o muy por sobre la cantidad permitida según la norma de riego NCh 1.333. Por otra parte, en la cuenca del río Cachapoal de la VI región, se presentan valores de cobre y hierro que claramente superan la norma permitida, dibujando un desglose como el siguiente:

Región de Tarapacá (Lluta y Camarones) ¨ Boro y Arsénico por sobre la norma

Región de Atacama (Huasco y Copiapó ¨ Boro y Arsénico por sobre la norma.

Región de Coquimbo (Elqui y Limarí) ¨ Boro por sobre la norma.

Región metropolitana (Petorca) ¨ Cobre por sobre la norma.

Región de O’Higgins (Cachapoal) ¨ Cobre y Hierro por sobre la norma.

Ello es parte de un proceso progresivo, advertido por la DGA el año 1998, en el cual se señala que la descarga de contaminantes en los cuerpos de agua ha poseído en general una tendencia creciente e incrementada.

Respecto a la zona sur, el ya citado Informe de la Universidad de Chile arroja datos acerca de los altos niveles de eutrofización35 de los lagos de las regiones de La Araucanía y Los Lagos, y también

35 Proceso derivado de fenómenos naturales, pero principalmente de prácticas humanas, que es provocado por la cantidad de nutrientes presente en una fuente lacustre, el cual, en términos generales, produce la descomposición de la materia orgánica y la imposibilidad del desarrollo de vida. Todo el proceso hace que disminuya la concentración de oxígeno, aumentando por ello las fermentaciones de las que se desprenden gases tóxicos como el metano y el amoníaco, ambos sumamente dañinos tanto para los seres humanos como también para los animales.

Page 27: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

27

de lagos norpatagónicos. Las actividades económicas desarrolladas en sus aguas y/o riberas, han traído consigo la degradación del hábitat, pérdida de la biodiversidad biológica y la imposibilidad de seguir siendo los lagos utilizados como fuentes superficiales de agua potable para consumo humano, perjudicando ello a miles de familias que se ven desabastecidas de fuentes naturales de agua potable.

Sin embargo, la eutrofización no ocurre sólo en zonas lacustres, sino que también en zonas de borde costero, como se puede apreciar, entre otros casos, en el Mar Interior de Chiloé, producto de la degradación que ha causado la industria salmonera, amparada por el Estado “potencia agroa-limentaria”. Las heces y restos de alimentos para la crianza industrial de salmones a gran escala, se acumularon bajo las balsas-jaulas de criaderos, entrando en descomposición y consumiendo eventualmente el oxigeno de las aguas, imposibilitando la vida de múltiples especies nativas y agotando recursos y fuentes de ingresos de miles de pescadores artesanales de la región36. El mar interior de Chiloé va de camino a transformarse en un Mar Muerto.

Si bien Chile firmó el Convenio de Lucha Contra la Desertificación y la Sequía, la legislación ac-tual, heredera de la dictadura militar, tal como es el Código de Aguas de 1981, orienta la gestión y administración de los recursos hídricos al amparo de las reglas de la oferta y la demanda: el agua es hoy una mercancía transable en el mercado, susceptible de ser valorizada monetariamente, de especular con sus usos y repartos principalmente en función de las grandes industrias agroexpor-tadoras en la zona centro, mineras en la zona norte y forestales en el sur. Ello ha derivado en que cuencas completas hayan debido ser declaradas agotadas, tal como es el caso de los ríos Choapa, Copiapó y Loa en la zona norte del país.

De hecho, el uso y manejo de los recursos hídricos posibilita el otorgamiento gratuito de derechos de agua a grandes industrias, favoreciendo el desecamiento de fuentes, la contaminación de los acuíferos y la degradación medioambiental y social generalizada. Esto provoca condiciones insalu-bres de vida en diferentes localidades del país, agotamiento de fuentes subterráneas y superficia-les de cuencas (antaño utilizadas por pequeños agricultores y otros respectivos usos domésticos), pobreza, inseguridad alimentaria y emigración forzada. Caso emblemático es el oasis de Quillagua, un pequeño valle en medio del desierto de Atacama, el cual ha vivido desde hace 20 años un pro-ceso de despoblamiento producto de la enajenación de los derechos de agua de sus agricultores y la contaminación de sus fuentes hídricas en dos episodios por la empresa estatal CODELCO, no recibiendo indemnización alguna, ni menos una solución al respecto. Si bien antaño este pueblo se constituía como un rico oasis productor de alfalfa y choclo, hoy en día sus 90 habitantes (aprox.), cuya gran mayoría pertenece a la tercera edad, esperan cada 3 días que un camión aljibes prove-niente de la Municipalidad de María Elena les vaya a dejar el agua para su uso y consumo, a razón de que el río Loa se vio contaminado y degradado producto del derrame de sustancias químicas

36 Para mayor información, véase: http://sinrepresassinsalmoneras.blogspot.com/

Page 28: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

28

provenientes de relaves mine-ros, específicamente, del Tran-que de Talabre, situado “río arriba”. Esta localidad, como tantas otras, se posiciona como un área de sacrificio del Estado en función del desarro-llo productivo minero y el in-transigente “crecimiento eco-nómico” del país. Quillagua y sus habitantes, básicamente, como tantas otras localidades a lo largo del país, ha vivido en carne propia “la sequía del progreso”37 que caracteriza al modelo industrial -particular-mente minero- de Chile en conjunción a la legislación hídrica actual, la cual ha abocado todos sus esfuerzos en hacer del agua una mercancía más, lo cual, evidentemente, sigue contribuyendo a la degradación de suelos, disminución de fuentes hídricas y aniquilación de poblaciones a lo largo del país, muy lejos de los objetivos del documento firmado por Chile en el año 1997.

3-Convención de Cambio Climático: la Convención Marco sobre el Cambio Climático fue adoptada en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, Estados Unidos, el año 1992, respon-diendo a una inquietud surgida en los años 80`s, cuando un grupo de científicos pronosticaban un cambio climático permanente e irreversible a escala mundial producto de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) provenientes de actividades humanas relacionadas con la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural), la agricultura industrial y el cambio de uso de la tierra. En Chile esta Convención entró en vigor el año 1994, siendo promulgada como ley el año 1995. Su objetivo, así como de todo instrumento jurídico conexo que adopten las partes, es lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas que perturben al sistema climático mundial. Este nivel de-bería de lograrse en un plazo suficiente y corto, cosa de permitir a los ecosistemas que se adapten naturalmente al cambio climático, asegurando que la producción de alimentos no se vea amenaza-da y que el “desarrollo” económico prosiga de manera sostenible. Sus principios se sustentan en la protección del sistema climático en beneficio de las generaciones presentes y futuras, y sobre

37 Rowlands, 2011.

Page 29: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

29

la base de las responsabilidades de las naciones de carácter “compartidas pero diferenciadas”, es decir, se considera que la responsabilidad en esta temática es mucho mayor en los países desa-rrollados que son históricamente los mayores emisores de GEI, por lo tanto los que más han con-tribuido, acumulativamente, al calentamiento global, sin perjuicio de que todos los países deben colaborar para disminuir sus índices. El adoptar la Convención implica entre otros compromisos: elaborar y publicar de manera periódica inventarios nacionales de emisiones; formular, aplicar y ac-tualizar programas nacionales eficaces de control de las GEI; promover la gestión sostenible en un marco de cooperación; promover la gestión sostenible de depósitos de gases, biomasa, bosques y océanos; y todo esto, reportando de manera periódica los resultados obtenidos.

El nivel del mar ya ha subido en promedio durante el siglo XX entre 10 y 20 cm, y se espera que esto sea de un orden progresivo y adicional de 9 a 88 cm para el año 2100, hecho que podría inun-dar múltiples territorios litorales de países continentales e insulares, provocando la desaparición absoluta de naciones, y contaminando las reservas de agua dulce de miles de millones de perso-nas, derivando ello en migraciones masivas, hambruna y un nuevo e imparable desencadenamien-to de conflictos sociales. Conjugando esto con el proceso de desertificación, evidentemente el pa-norama no es muy auspicioso. Graves episodios de tormentas, inundaciones y sequías advierten sobre posibles sucesos ambientales de carácter más agudo que podrán avecinarse y desatarse irreversiblemente.

A razón de que el acuerdo de la Convención del Cambio Climático, fue someramente considerado en el plano internacional, el año 1997 se adoptó en la 3era Conferencia de las Partes realizada en Japón, el Protocolo de Kyoto, el cual entró en vigor definitivamente en febrero del año 2005 por la demora en la ratificación de países como Canadá, uno de los mayores emisores de GEI. Su princi-pal misión es establecer compromisos estrictos de reducción y limitación de GEI, por sobre todo, a los países “desarrollados”, en atención a la responsabilidad histórica y acumulativa que poseen en estas materias. Su principal característica, es que posee objetivos obligatorios vinculantes, lo cual implica que las partes ratificantes, necesariamente deben cumplir los compromisos adquiridos, emitiendo reportes respecto a los hechos y avances consumados.

Chile ratificó el protocolo de Kyoto el año 2002 y desde entonces ha hecho suyo todo lo relacio-nado con el mercado especulativo que abre el Protocolo, aunque no lo relacionado a los esfuerzos por la disminución de emisiones. Con la anuencia de los gobiernos, y es más, con su promoción, somos el país que más ha incrementado en los últimos años sus emisiones de CO2 a nivel mun-dial, llegando a un 74,1% según un estudio elaborado por el diario británico The Guardian38. En la

38 Para el estudio completo de The Guardian, véase: http://image.guardian.co.uk/sysfiles/Guardian/documents/2011/01/28/Car-bonWeb.pdf .

Page 30: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

30

matriz energética nacional, un 62% corresponde a termoelectricidad, cifra escandalosa y absoluta-mente evitable, si consideramos que en los años 60, antes de suscritas todas las convenciones y el protocolo de Kyoto, ésta no superaba el 10%39.

Pero por otro lado, el país se ha transformado en el líder en venta de bonos de carbono, ya por la vía de reducción de emisiones, ya por tergiversar lo que el Protocolo denomina sumideros de carbono, o ya por valerse de medidas administrativas que permiten por ejemplo dar cuenta de que pudiendo optar por una termoeléctrica se optó por una hidroeléctrica, entonces la diferencia de carbono no emitido, es vendida al mercado internacional.

De este modo, Chile ha evadido dictar normar restrictivas en relación con la liberación de gases de efecto invernadero, porque el protocolo establece que se puede vender aquello que corresponde a decisiones voluntarias de las empresas, y cumplir con la ley claramente no es voluntario. Así, industrias como Agrosuper o Celulosa Arauco, fuertemente resistidas y denunciadas por sus co-munidades vecinas, son líderes en la obtención de dinero a costa de proyectos compensatorios por la vía de ahorros de emisiones a través de los MDL (mecanismos de Desarrollo Limpio). Hasta el momento son 53 los proyectos de MDL registrados ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y estas son las cifras que jactanciosamente venden los gobiernos para demostrar que cumplen con los acuerdos internacionales.

Las emisiones de material particulado respirable (MP10) tienden a aumentar considerablemente con este tipo de centrales, las cuales emiten una serie de sustancias químicas que al entrar en contacto con el agua, generan reacciones que dañan a todos los organismos vivos convivientes40, además de causar diversas y complejas enfermedades, tales como cáncer y otras de carácter respiratorias.

Precisamente cuando a nivel internacional se discute la viabilidad y sustentabilidad de la energía termoeléctrica en base a carbón, debido a sus nefastas consecuencias para la biodiversidad a nivel mundial, las emisiones de GEI, y las vulneraciones y peligros existentes respecto a la salud humana, y la desaparición forzosa de pueblos y colectividades completas; en Chile, al alero de mediaciones políticas deshonestas y arbitrarias de altas autoridades41, lo cual sigue promoviendo desenfadadamente la construcción de centrales termoeléctricas, como por ejemplo Castilla, com-plejo termoeléctrico que supone la central a carbón más grande de Sudamérica, un mega puerto y un depósito de cenizas, del empresario multimillonario brasileño Eike Batista. Este caso es para-digmático, en tanto, fue aprobado por la autoridad medioambiental como proyecto solo molesto y

39 Véase información al respecto señalada en la nota al pie Nº 42.

40 Documento Interno de trabajo OLCA.

41 Véase notas al pie Nº 51, 52 y 53.

Page 31: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

31

no contaminante, aunque duplicaría la emisión de CO2 actual por habitante de Chile42, burlando el sentido común de los ciudadanos.

Al proyecto Castilla, se suman otras iniciativas termoeléctricas ya consumadas a lo largo del país, entre ellas: Taltal (II región); Guacolda, Diego de Almagro y Huasco (III región); El Indio (IV región); Laguna Verde y Ventanas (V región); Celco y Constitución (VII región); Arauco, Bocamina, Laja y Petro Power (VIII región); Antilhue (X región); Renca (Región Metropolitana), Campiche (V región), y otras de ciclo-combinado como las de Nehuenco y San Isidro (V región) y Nueva Renca (Región Metropolitana). Actualmente, las centrales termoeléctricas representan alrededor del 62% de la potencia instalada en el país, y las cifras de la termoelectricidad en Chile, durante el mes de mayo, rondan los 2.077 Giga-vatios/hora (GWh)43.

42 Román et.all.

43 Véase Central Energía Chile, central de información respecto a la energía en Chile en el sitio http://www.centralenergia.cl/2011/01/31/la-era-de-las-termoelectricas/ , como también la Revista Energética de Chile, específicamente en el sitio web http://www.revistaei.cl/revistas/index_neo.php?id=1204 .

Page 32: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

32

Por otro lado, según estudios realizados por COCHILCO (Corporación Chilena del Cobre), las em-presas mineras duplicaron su emisión de gases de efecto invernadero desde el año 2001 al 2009, correspondiendo el alza a un 95% debido a cambios en la matriz energética. Paralelamente, para el mismo tramo temporal, la producción minera de cobre aumentó en un 13,7%, derivando ello en un aumento en el consumo promedio de energía del orden del 54%. Desde la perspectiva del estudio, todo hace suponer que este aumento se incrementará debido a la extensión de nuevas inversiones44.

Según revela la Estrategia Nacional de Cambio Climático de Chile45 elaborada el año 2006, nuestro país es particularmente vulnerable al cambio climático, puesto que cumple los requisitos geográfi-cos y ambientales para ello, poseyendo zonas costeras bajas, áridas y semiáridas, áreas expuestas a la deforestación y la erosión, a los desastres naturales, a la sequía y a la desertificación, como también zonas urbanas densamente pobladas y contaminadas, además de ecosistemas frágiles. Por ello, gran parte de las consecuencias negativas previstas por los Informes del Panel Interguber-namental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), señalan que los efectos de este fenóme-no ya estarían ocurriendo en el país, afectando la disponibilidad del recurso hídrico, en particular en zonas agrícolas del centro-norte. Otro efecto esperado, es el traslado de la aridez hacia las zonas sur del país y el consecuente avance del fenómeno del niño de manera progresiva y sucesiva.

El Informe País de la Universidad de Chile señala que los principales problemas de contaminación atmosférica en Chile se deben a las emisiones de material particulado, dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno provenientes de las fuentes mineras y centrales termoeléctricas del país.46 Esto visto un poco más en detalle, arroja que en la zona norte las grandes mineras y centrales termoeléctricas emiten material particulado, MP10, Dióxido de azufre y Óxidos de nitrógeno. La región de Anto-fagasta debe su contaminación a las fuentes mineras e industriales colindantes cuya norma anual de emisión de material particulado se ve continuamente sobrepasada. Por ejemplo, la fundición de cobre Alto Norte, propiedad de Xstrata Copper -a partir del 2006, ya que antes sus propietarios eran conjuntamente Barrick e Inversiones del Pacífico S.A.-, ubicada en las cercanías del puerto de Antofagasta, y cuya capacidad de tratamiento corresponde a 1.160.000 toneladas de concentrado de cobre al año, ha generado que en sus cercanías la concentración de anhídrido sulfuroso sea 5 veces superior a lo que establece la norma.

En Atacama, destacan 3 zonas con graves problemas de contaminación aledaña a dos fundiciones de cobre, una termoeléctrica y la planta de hierro de Huasco. En el área circundante de la fundi-ción Potrerillos las concentraciones en el ambiente de a lo menos tres sustancias contaminantes

44 Para mayor información, véase http://bloglemu.blogspot.com/2010/10/chile-mineras-duplicaron-emision-de.html

45 Disponible en: http://www.bcn.cl/carpeta_temas_profundidad/temas_profundidad.2007-04-11.5841476988/Estrategia%20nacional%20_2006.pdf

46 Información presentada a continuación en base a Informe País, op.cit.

Page 33: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

33

(MP10, SO2 y Arsénico), sobrepasan la norma nacional y las recomendaciones internacionales. La zona de Potrerillos fue declarada saturada el año 1997, y el Plan de Descontaminación Atmosférica dictado en 1998 le pareció a la autoridad que era muy oneroso, así es que se decidió trasladar a todos los habitantes de la localidad hacia El Salvador y otros pueblos circundantes47. La fundición hoy sigue activa, con acceso restringido tan sólo a los trabajadores y con emisiones de Dióxido de azufre (SO2) que superan entre 9 y 10 veces a lo establecido por la norma. Por su parte, en Pai-pote y Tierra Amarilla la norma diaria y anual de material particulado respirable es declaradamente altísima.

En la IV región, la localidad de Andacollo es la más afectada por las emisiones de material parti-culado de 2 centros de exploración y explotación de cobre y oro: Carmen de Andacollo y Minera Dayton. Las concentraciones emanadas por sus faenas y recibidas por la población local alcanzaron durante el año 2008 un promedio trianual mayor al 120% de la norma ambiental vigente. Ello ha producido que la población local se manifieste una y otra vez en reclamo a un Plan de Desconta-minación de la localidad, cuya presentación se llevó a cabo recién en abril de este año, pese a que la localidad había sido declarada como zona saturada (ZN) el año 2009. Los vecinos, en todo caso, lejos de apreciar modificaciones de fondo, ven cómo la minera Carmen acaba de recibir aprobación para una nueva ampliación de faenas.

En la región de Valparaíso, existen en la actualidad 6 áreas con problemas de calidad de aire debido a la presencia de 17 fuentes emisoras de contaminación; como es bien sabido, las mayores res-ponsables de esta situación son la fundición Ventanas y Chagres.

La fundición de Caletones de CODELCO es la principal fuente emisora de Dióxido de carbono (CO2) y MP10 en la región del Libertador Bernardo O’Higgins. 17 comunas del valle central de la región fueron declaradas en el año 2009 como zonas saturadas, hallándose Rancagua en la peor condición, con un promedio trianual de sustancias químicas superior a un 148% de la normativa ambiental.

Más al sur, numerosas industrias petroquímicas y pesqueras, centrales termoeléctricas, plantas de celulosa y papel se asientan en Talcahuano, Coronel, Laraquete y Laja, siendo todas fuentes de contaminantes específicos y compuestos azufrados, material particulado fino y óxido de azufre.

Desfavorables estados de salud, emigración y desplazamiento forzado, empobrecimiento, pérdida de actividades tradicionales, muerte, trastornos síquicos severos, problemas conductuales y otras anomalías, son una constante en ciudades como Tocopilla, María Elena, Chuquicamata, Potrerillos, Paipote, Andacollo, Ventanas, Santiago, Caletones, Temuco, Mamiña, La Negra, Catemu, La Cale-ra, Quillota, Talca, Chillán, Los Ángeles, Osorno, Coyhaique, Huasco, Concón, La Cruz, La Greda, Quilpué, Viña del Mar, Valdivia, Hualpén, entre otras.

47 Dado que el desplazo de la población resultaba más económico que la disminución de emisiones de sustancias contaminan-tes.

Page 34: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

34

Y es que, a pesar de que existen más de 150 estaciones de monitoreo del aire a nivel nacional, la calidad de éste privilegia la sobreproducción industrial (en función del crecimiento económico sos-tenido) por sobre la calidad de vida. A su vez, cabe señalar que los datos entregados anteriormente probablemente se vean sobrepasados por la realidad, ya que aún quedan en el país ciudades y zonas que no cuentan con un monitoreo de diagnóstico permanente.

Dada la naturaleza de la situación, no es imprudente señalar que el Estado chileno redacta y firma documentos, levanta información, pero no concreta sus compromisos. En particular, en lo referido a “desarrollar un paquete de medidas de adaptación con el fin de proteger la salud de las personas, los recursos hídricos, la producción de alimentos, la infraestructura urbana y costera y el suministro energético48, como establece el Plan de Acción Nacional del Cambio Climático, mismo documento que plantea resguardar los recursos hídricos del país, pero no en función del bien común, sino, debido a su “transversalidad productiva”49.

48 Véase el Plan en: http://www.mma.gob.cl/1304/w3-article-49744.html

49 Ibíd.

Page 35: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

35

Capítulo 3:

Autocontrol empresarial y retroceso estatal: piezas de una naturaleza muerta

Page 36: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

36

50 Informe País, op.cit.

Los resultados de la privatización de la economía han sido evidentes, aunque se insta a la pobla-ción a celebrar el “exitoso modelo económico”, la ciudadanía constata la nefasta presión sobre el medio ambiente, considerado hoy una mercancía, y la eminente pérdida del rol del Estado como ente fiscalizador.

Y es que los recursos naturales renovables y no renovables, para el modelo chileno, han pasado a ser considerados simplemente como las “ventajas comparativas” de la economía nacional, con las cuales Chile se ha insertado eco-nómicamente a nivel internacio-nal. Las exportaciones bordean el 40% del PIB, lo cual deriva en una constante vulnerabilidad de la economía nacional frente a las fluctuaciones externas de los “socios comerciales”50 del país, volatilidad que recae di-rectamente en los ciudadanos y ciudadanas de la nación. A medi-da que la economía nacional se privatizó, incluyendo dentro de dicho proceso -como su motor fundamental- la mercantilización de la naturaleza, se dio paso a una negación de toda connota-ción social, cultural y ambiental-mente sustentable de manejo y gestión de la naturaleza en su conjunto.

Los administradores del Estado, desde la dictadura hasta nues-tros días, han privilegiado los in-tereses de la gran industria por sobre las demandas de las co-

Page 37: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

37

munidades. Y si bien los tratados y convenios pactados llaman a los países partes a (por lo menos) organizar integralmente la administración, gestión, uso y manejo de los recursos, en Chile esta responsabilidad ha quedado delegada al sector privado, el cual avanza a pasos descontrolados aprovechando la vigencia de una legislación que se lo estimula y permite. El Estado chileno hoy se ha constituido en un perfecto distribuidor –pro sector privado- de bienes comunes en función de la demanda empresarial local, y sobre todo transnacional, creyendo a pie juntilla que el motor del desarrollo constituirá la salida a la inequidad, la pobreza y la inseguridad, cuestión que el tiempo, la historia, y sobre todo la realidad experimentada por miles de ciudadanos, se ha encargado de desmentir, contradiciendo la tozudez ideológica del discurso desarrollista.

Los grupos económicos más millonarios del país, a saber: Luksic, Matte, Paulmann, Piñera y An-gelini (propietarios a su vez de grandes industrias mineras, forestales, agroexportadoras y reservas naturales) sólo entre ellos, suman una fortuna de más de US$ 40 mil millones, lo cual equivale aproximadamente al 20% del PIB nacional y a todo lo que se recauda vía impuestos. Mientras que más del 80% de las familias del país vive con menos de $820 mil al mes, porcentaje que si se ajusta al 50% del total, más de la mitad de las familias de Chile vive con menos de $450 mil al mes, mientras que el 76% de los trabajadores del país recibe per cápita menos de $350 mil al mes, sumándole a ello una tasa de impuestos relativa considerablemente mayor que la de las mayores fortunas del país51. Esta desastrosa y desigual distribución de la riqueza, adquiere características únicas en el mundo, ya que naciones completas que superan con creces la demografía chilena, o bien aquellos que duplican o triplican el PIB nacional, poseen menos multimillonarios en el top 100 del ranking Forbes. El tema es que el modelo chileno de acumulación de riqueza, que ha generado un crecimiento de suma cero, es en base al enriquecimiento de unos pocos a costa del trabajo y sacrificio tanto del resto de seres humanos, como también de una progresiva cantidad de bienes comunes (tal como los estudios presentados lo evidencian) dirigidos a la extracción, explotación, manufactura y exportación.

En estas circunstancias, es cada vez más habitual que el Estado delegue su función de regulador a las declaraciones de buen comportamiento y a la “buena intencionalidad” del sector empresarial, el cual termina definiendo cómo, cuándo, dónde y porqué instala sus megaproyectos, mediante normas ISSO y Declaraciones de Impacto Ambiental basadas en la buena fe. Sanciones que re-sultan permisos de contaminación por lo bajo de sus montos, da cuenta de una voluntad política encubierta de sostener el enriquecimiento acelerado de unos pocos a costa de la devastación del hábitat y la vida de los muchos.

51 Véase artículo ¿Porqué hay tres familias chilenas que están entre las 100 mayores fortunas del mundo? Disponible en: http://www.elmostrador.cl/opinion/2012/03/12/por-que-hay-tres-familias-chilenas-que-estan-entre-las-100-mayores-fortunas-del-mundo/

Page 38: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

38

Esta situación puede ser atribuida a que el poder político del Estado ha sido progresivamente apresado por el poder del capital, a causa de que éste se presenta, vía grupos económicos guar-dianes del libre mercado, como un eficiente asignador de recursos en función del desarrollo y el crecimiento económico del país. Es habitual hoy escuchar declaraciones como las del Ministro de Economía, Pablo Longueira52, o las del ex empresario energético Sergio del Campo (gerente gene-ral de Termoeléctrica Guacolda, filial de AES Gener), quien fuera Ministro subrogante de Energía (luego de la renuncia de Rodrigo Álvarez y su nefasto desempeño en Aysén) y hoy subsecretario del sector, en las que manifiestan su apoyo directo a la termoeléctrica Castilla53, o bien, a la propia Ministra del Medio Ambiente, María Ignacia Benítez, emitiendo opiniones persuasivas y ambi-valentes respecto a Hidroaysén en declaraciones a la prensa nacional54, siempre homologando “desarrollo económico” a “bien común”, aún cuando las evidencias de lo contrario son aterrado-ramente múltiples.

La política de retroceso estatal delega la satisfacción de derechos básicos en el sector privado, de manera que son las mismas empresas que depredan las localidades, las que por ejemplo cons-truyen el hospital, financian la escuela, otorgan becas, hacen aportes a los fondos desarrollo pro-ductivo; constituye un crimen social sin precedentes, pues transforma a las personas, sujetos de derecho, en clientes de beneficios cuyo precio es la propia vida. En Chile, durante más de 40 años, la gente olvidó que la satisfacción de derechos es una obligación del Estado y no una prebenda de buena voluntad de los privados.

En este sentido, resulta sumamente ilustrador por ejemplo, el accionar de Barrick Gold en el Valle del Huasco, que hace más de 10 años pretende imponer el cuestionado proyecto Pascua Lama. En 2008 suscribió Compromiso Atacama, iniciativa impulsada por la minera que reúne a diversos actores para “el desarrollo de la III Región de Atacama”. La empresa junto a instituciones ligadas a ella como América Solidaria, Clase 21, Fundación Cisneros e Intel, establece alianza con el Pacto Global de Naciones Unidas, Eduinnova de la Universidad Católica y con los organismos estatales CORFO y FOSIS, más organizaciones bien posicionadas por su “bondad” en los medios de comu-nicación, como son Teletón y un Techo para Chile.

52 En declaraciones a EMOL, Santiago, Jueves 15 de marzo del 2012, en donde declara que la paralización judicial del proyecto “arriesga el modelo de desarrollo en Chile”. Disponible en: http://www.emol.com/noticias/economia/2012/03/15/531032/longueira-y-central-castilla-paralizaciones-judiciales-le-hacen-un-dano-enorme-al-pais.html

53 Señalando a su vez que el paso de la Central Castilla a la Corte Suprema era un “obstáculo para el desarrollo de inversiones”. Disponible en: http://www.agenciadenoticias.org/?p=20271

54 En declaraciones a Radio Cooperativa el día 18 de abril del año 2012, ocasión en que señala que si bien el rechazo ciudadano a los megaproyectos es una postura reconocida, su deber es “velar por el bien público”, agregando que “cada uno en su rol, tiene el deber de cumplir”.

Page 39: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

39

Este ramillete de instituciones, bajo la tutela de la empresa, ha venido desarrollando actividades ligadas a la reconstrucción, a la educación y a la salud, que permitan limpiar la imagen de la trans-nacional minera de oscuro prontuario a nivel internacional.

Por otra parte, las municipalidades están financiando programas productivos como el FONDEPRO, con dineros de las mineras. Y nada de esto reviste escándalo, más bien es mirado con satisfacción por las autoridades locales.

Otro buen ejemplo de retroceso estatal, lo constituye la ley de donaciones culturales, bajo cuyo alero las transnacionales, fuertemente las mineras, pero no solo ellas, se han ido transformando en las grandes benefactoras de la cultura nacional. Santiago en 100 palabras, Teatro a Mil, conciertos gratuitos de grupos populares (¡hasta una película de Violeta Parra fue hecha con platas de BHP Billiton… y arriba quemando el sol…!.). Esto es grave, en primer término a razón de que el Estado cada vez más abandona el rol que le corresponde en relación a las artes y la cultura, permitiendo que dineros de los impuestos sirvan para hacer publicidad gratuita a las empresas, y en segundo lugar, porque se condiciona la producción cultural, la nueva “industria cultural”; el arte y la crea-ción comienzan a volverse serviles al modelo en la medida que él las mina desde su interior. Y, en tercer término, a razón de que esta política implica una presión ilegítima a las comunidades que deben sufrir día y noche los impactos de las faenas mineras en sus localidades, de modo que, por ejemplo, cuando se levantan los subcontratistas contra la BHP, su disconformidad es mal mirada, porque la gente tiene la impresión de que es una empresa buena que “invierte tanto en que la cultura pueda llegar a todos”.

Los incumplimientos advertidos por la OCDE

El año 2005, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y la OCDE (Organiza-ción para la Cooperación y el Desarrollo Económico), de la cual Chile es parte desde el año 2010, publicaron un informe55 lapidario para el país en materia ambiental. En él se realizan 52 recomen-daciones sobre la base del grado de incumplimiento de los objetivos nacionales y los compromisos internacionales.

El documento inicia señalando que el crecimiento económico acelerado de Chile ha ejercido una considerable presión sobre algunos recursos naturales, y que por ende, la situación de crisis en materia ambiental del país se debe comprender a la luz de su “veloz” crecimiento económico.

Se llama la atención respecto al poco énfasis en la regulación ambiental y en el otorgamiento de información a la ciudadanía, y en lo que respecta a la institucionalidad ambiental, se señala

55 Evaluaciones de Desempeño Ambiental CHILE. OCDE-CEPAL, 2005.

Page 40: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

40

que “será necesario fortalecer y ampliar considerablemente las instituciones ambientales”. Ello refiere en particular a los Estudios de Impacto Ambiental, las normas de calidad y de emisiones para la gestión del agua, aire, los residuos y la naturaleza, como también al uso de instrumentos económicos y de las políticas de ordenamiento territorial. Paralelamente, se señala que han sido escasos los esfuerzos por diversificar las fuentes de energía con intención de reducir las emisiones de contaminantes tóxicos al aire, situación que se prolonga hasta el día de hoy, pese a los años transcurridos desde el informe.

También, el informe realiza un extenso repaso temático por diversos sectores en materia ambien-tal. Los presentamos resumidamente a continuación56:

-Aguas: Se recalca el hecho de la mala calidad de los recursos hídricos en una considerable canti-dad de ríos, lagos y franjas costeras, principalmente debido a los vertidos urbanos e industriales de residuos líquidos contaminantes, a lo cual se suma la presencia de metales pesados provenientes de la minería en el norte, los “insumos” agrotóxicos de la salmonicultura en el sur y los “insumos” agroindustriales en las zonas rurales y agrícolas del país. Respecto a la gestión nacional, se recalca la ausencia de objetivos destinados a la conservación de los ecosistemas, estando la supervisión e inspección de la calidad de las aguas dispersos entre varios organismos, mientras que las nor-mativas ambientales son sometidas a jerarquías inferiores. Se llama la atención respecto al otor-gamiento excesivo de derechos de agua que acrecientan los problemas de escasez del recurso en zonas rurales del país, haciendo un llamado a un tratamiento eficaz, integral y comprometido con la normatividad ambiental internacional en lo que respecta a los recursos hídricos, como a su vez a inspeccionar debida y acuciosamente la presencia de elementos contaminantes del recurso.

-Minería: Chile es el mayor productor mundial de cobre, aumentando su producción hasta aquella fecha en más de un 265% desde 1990, producto de la arremetida de inversiones provenientes del sector privado. A su vez, las actividades mineras son las mayores causantes del grueso de las emisiones de GEI en Chile, en conjunto con el arsénico. Se hace un llamado a reducir las emisiones de material particulado, mejorando el uso del agua en el sector. 1/3 de los relaves abandonados se encuentran en estado deficiente e inaceptable, y más de la mitad de las aguas residuales de las grandes empresas no son tratadas. Al respecto, Chile no posee, hasta la fecha, planes de descon-taminación que rindan fruto.

56 Todo en base al documento.

Page 41: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

41

-Silvicultura: Chile es el 3er exportador de astillas de madera y el sexto de celulosa más grande del mundo. La plantación de árboles aumenta hasta llegar a 2,2 millones de ha, constituyendo un 14% de la superficie total forestal. No obstante, se presta poca atención a los efectos ambientales dañinos de la excesiva plantación de árboles con respecto a la conservación de la calidad de suelos y aguas, como también de la diversidad biológica. Toda cosecha de más de 500 ha debería pasar previamente un EIA, pero se han detectado casos en que ilegalmente los propietarios evitan los EIA segmentando las áreas. Las plantaciones son por lo general monocultivos de escasa diversi-dad genética (pino y eucaliptus), y la creciente (y proyectada) dependencia de plantación de clones de eucaliptos para la producción de celulosa aumenta el riesgo de inminentes epidemias.

-Acuicultura: Producción salmonera ha aumentado en más de un 825% desde 1990. No obstante, la contaminación del agua debido al exceso de alimentos y residuos fecales puede contribuir a la eutrofización (exceso anormal de nutrientes) de las aguas. Ello provoca que Chile, en materia hídri-ca, requiera de políticas globales e intersectoriales en función de controlar la calidad de las aguas a nivel nacional y un mayor control de fiscalización a empresas acuícolas.

-Fortalecimiento de los compromisos internacionales: Chile ha firmado la mayoría de tratados internacionales multilaterales. Se le recomienda en el informe dar continuidad a las iniciativas orientadas a su ratificación y ejecución, publicando informes y evaluaciones periódicas de las ac-tividades realizadas en materia de cumplimiento de los compromisos ambientales internacionales (y no sólo estudios que arrojen información al respecto, sino, hechos concretos, resultados). Tam-bién se llama a fortalecer el manejo de residuos de sustancias químicas y peligrosas, tales como el cianuro, acorde a los tratados firmados, como también fortalecer fuertemente las actividades de fiscalización. Con respecto a los tratados ambientales multilaterales, el país carece de legislación y reglamentos necesarios como para su seguimiento, mientras que para los acuerdos comerciales internacionales no contemplan una evaluación ambiental estratégica, lo cual supone presiones socioambientales como las que estamos viviendo.

Llama la atención en todo caso, que pese a esta evaluación lapidaria y a los nulos progresos del país en la situación, igual la OCDE haya invitado a Chile a formar parte de ella bajo el argumento de “expandir su alcance global y transformar la Organización en una institución más pluralista”. Todo hace pensar que este organismo y sus estándares de “mejores prácticas” es tributario a la misma matriz de gobernanza ambiental global que ha impulsado el modelo de crecimiento sostenido.

Page 42: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

42

Capítulo 4:

Río+20: tiro de gracia o respiración boca a boca

Page 43: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

43

A los acuerdos ya revisados suscritos por Chile en Río 92, hay que sumar la Agenda 21, el Plan de Acción no vinculante de 40 capítulos, dividido en 40 secciones, que interrelacionan dimensiones sociales, económicas y ambientales, enfatizando en la conservación y gestión de los recursos naturales y el fortalecimiento del papel de los grupos participantes; la Declaración de Río, acuerdo no vinculante de 27 principios básicos y “universales” que procuran e instan a alcanzar acuerdos internacionales en los que “se respeten los intereses de todos y se proteja la integridad del siste-ma ambiental y de desarrollo mundial, reconociendo la naturaleza integral e interdependiente de la Tierra, nuestro hogar”. Lamentablemente, en materia ambiental, Chile casi no ha avanzado en la implementación de los acuerdos suscritos en 1992, y tampoco en las recomendaciones hechas por la OCDE en el año 200557.

Frente a este escenario, ¿qué podemos esperar de Río+20?

Naturalmente, se quisiera esperar que la nueva Conferencia de Naciones Unidas sobre el De-sarrollo Sustentable “Río+20” a la par de analizar y diagnosticar nuevos problemas y conflictos socioambientales a nivel mundial, debería encauzar todos sus esfuerzos hacia la verificación de los resultados, avances y retrocesos “post” Río 92, y canalizar las necesarias medidas frente a los im-pedimentos de implementación de recomendaciones globales en materia ambiental, en conjunto con la ciudadanía, de manera activa y participativa.

No obstante, la agenda de Río ya está pautada, y no son estos los temas que figuran en la tabla. Mediante la resolución 64/236, se establece claramente que tal como ha hecho Chile en estos últimos 20 años, la Cumbre buscará ahondar en la mercantilización como salida a la crisis que la mercantilización ha promovido. Los temas de Río serán fundamentalmente la Economía “verde” en el marco del desarrollo sostenible, y la gobernanza ambiental mundial, o el marco institucional para que la economía verde pueda desarrollarse.

La Economía Verde es un concepto escamoteado, tal como antes se hiciera con el desarrollo sostenible, de los procesos de despertar de conciencia que vienen gestándose en Europa, y que desde el PNUMA se pretenden capitalizar para transformarlo en un nuevo motor del crecimiento económico sostenido, generando empleos decentes “verdes” y propulsando medidas efectivas para la erradicación de la pobreza, todo ello, sin ser perjudicial para el medio ambiente. Concre-tamente, el PNUMA define a la Economía Verde como una economía con bajas emisiones de sustancias contaminantes, que utiliza los recursos naturales de manera eficiente, siendo a su vez

57 La Cumbre de la Tierra Río+20. Las implicancias para el Desarrollo de Chile. Fundación Terram, 2012.

Page 44: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

44

socialmente incluyente. Una economía verde es “un sistema de actividades económicas relacio-nadas con la producción, distribución y consumo de bienes y servicios que resulta en mejoras del bienestar humano en el largo plazo, sin, al mismo tiempo, exponer las generaciones futuras a riesgos ambientales y escasez ecológicas significativas”58, de esta manera, “en una economía verde, el aumento de los ingresos y la creación de empleos deben derivarse de inversiones pú-blicas y privadas destinadas a reducir las emisiones de carbono y la contaminación, a promover la eficiencia energética así como el uso de los recursos, y a evitar la pérdida de diversidad biológica y de servicios de los ecosistema”, a lo cual se agrega que “el camino hacia el desarrollo debe mantener, mejorar y, donde sea necesario, reconstruir el capital natural como activo económico fundamental”59. “La sostenibilidad sigue siendo un objetivo vital a largo plazo, y para alcanzarlo es necesario enverdecer la economía”60.

El PNUMA sostiene que la crisis en conjunto de la economía (clima, diversidad biológica, inflación en combustibles y alimentos, escasez de recursos hídricos, desempleo, pobreza extrema y siste-ma financiero global) debe su razón de ser a causas diversas, pero las cuales comparten un mismo elemento: la asignación incorrecta del capital de la “Economía Marrón”, pues, la mayoría de las estrategias de desarrollo y crecimiento económico han promovido una rápida acumulación de ca-pital físico, financiero y humano, a costa de un agotamiento de recursos y la degradación excesiva del “capital natural”, del cual forman parte los recursos naturales e inclusive los ecosistemas y sus funciones61.

Frente a este patrón de desarrollo, eventualmente el Desarrollo Sustentable se torna objetivamen-te insostenible, razón por la cual el “nuevo paradigma” verde se plantea como solución la asigna-ción eficiente del capital hacia la inversión en la reconstrucción del “capital natural” como activo económico fundamental dentro de la economía global. En pocas palabras, la Economía Verde re-conoce el “valor” del “capital natural” e invierte en él. Para “enverdecer” la “Economía Marrón”, el PNUMA plantea la necesidad de instalar una serie de circunstancias favorables específicas, las cuales remiten principalmente a normativas, planes, políticas, subsidios e incentivos nacionales, así como el apoyo del mercado internacional, la infraestructura jurídica y los protocolos comercia-les y de ayuda62.

En términos generales, las perspectivas críticas a la Economía Verde plantean que este “nuevo paradigma” constituye, en realidad, una solución a las “crisis” del capitalismo proveniente del capi-talismo mismo, vale decir, la Economía Verde es una medida del sistema capitalista para el sistema

58 PNUMA Oficina Regional para América Latina y el Caribe, 2010.

59 PNUMA, 2011.

60 Ibíd.

61 Ibíd.

62 Ibíd.

Page 45: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

45

capitalista, y tan sólo ha sido teñida de verde, aludiendo a la metáfora de que “el lobo se viste con piel de oveja”, tal como lo señala el sociólogo venezolano Edgardo Lander63.

63 Op.cit.

Page 46: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

46

Tal como señala la directora e investigadora de ETC Group (Grupo de Acción sobre Erosión, Tec-nología y Acción), Silvia Ribeiro, la Economía Verde constituye un “verde muy sucio”64, a razón de que lo que propone es precisamente ampliar nuevos mercados para corporaciones financieras mediante la utilización de peligrosas e inciertas tecnologías, justificando su uso por los supuestos beneficios “verdes” que derivarían del “nuevo paradigma”. La crítica sustancial, alude a que la Economía Verde principalmente destina sus esfuerzos en función de un proceso generalizado a nivel global de mercantilización de la naturaleza en su totalidad, cumpliendo cada acción o fenó-meno proveniente de ésta una “función” para el nuevo modelo, susceptible de ser mercantilizada mediante la asignación de un valor económico monetario, lo cual constituiría, desde la perspectiva “Verde”, una gestión eficiente de los recursos y medios ambientales. En pocas palabras, las críti-cas aluden principalmente a que por parte de la Economía Verde existe un afán de ponerle precio a todo lo que integra la biodiversidad y sus funciones, como así también, a las medidas preventi-vas de nuevos episodios de contaminación. En este sentido, y según señala el Programa Sindical de Protección del Medio Ambiente “Trabajo y Medio Ambiente”, un argumento que sintetizaría la ideología de la Economía Verde sería el siguiente: “La tierra sólo se salvará si su conservación resulta más rentable que su destrucción”65.

Uno de los proyectos paradigmáticos de los “planteamientos verdes, lo constituye el impulsado por Pavan Sukhdev, también conocido como el banquero de la naturaleza, quien ha presentado la propuesta de “La economía de la Biodiversidad” (TEEB), aceptada y glorificada sin mayor re-flexión por el PNUMA y por países como Chile. Básicamente, la propuesta de Sukhdev alude a evaluar económicamente las funciones de la naturaleza y los ecosistemas, considerando al medio ambiente como un “preciado capital natural”, por lo cual, propone pagar por los servicios de la biodiversidad cosa de reactivar la economía y la acumulación capitalista a nivel mundial. Su apuesta se avoca a impulsar políticas públicas que constituyan “soluciones políticas” que se adapten a la efectividad ecológica y a la eficiencia económica, vale decir, reimpulsando un modelo de gestión económica que durante décadas, o más bien siglos, ha demostrado ser ambientalmente nefasto y socialmente injusto. Fundamentalmente, la propuesta del banquero apuesta a regenerar el medio ambiente para seguir impulsando su explotación e instrumentalización masiva. Ciertamente, una utopía neoliberal acomodada del y para el sistema capitalista incapaz de concebir la posibilidad de una relación entre el ser humano y la naturaleza que no esté mediada por la lógica del ganar-ganar y la mayor rentabilidad económica.

El “enverdecimiento” de la economía no habla de encauzar de una vez por todas una democracia real, tampoco de eliminar la pobreza, de nuevos resguardos ambientales colectivos y sociales, de un plan económico internacional de carácter más justo, menos de un decrecimiento económico.

64 ETC Group, 2011.

65 http://www.trabajoyambiente.com.ar/detalle.php?id=71

Page 47: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

47

Page 48: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

48

Tampoco menciona el quién manejará la nueva e incierta tecnología, ni menos, aspecto fundamen-tal de todo esto, en manos de quien o quienes radicará la concentración del poder fáctico dentro de las próximas décadas. Han pasado 20 años de la Cumbre de Río 92, y nos encontramos frente a un planeta más degradado, más explotado y una ciudadanía mundial más perjudicada, mientras que a su vez, la brecha entre ricos y pobres sigue aumentando de manera desenfrenada, como también la concentración de tierras en manos de unos pocos, consecuencia nefasta de un acaparamiento de tierras a nivel planetario. Mucho se ha hablado de una crisis planetaria ambiental global, pero poco de sus causas estructurales, que en el fondo remiten a un modelo económico desenfrenado y esquizofrénico, el cual, precisamente, la economía verde avala y pretende profundizar.

Chile, que ha entregado sus derechos de agua, sus minerales, sus suelos, sus cotos de pesca, de caza, sus créditos forestales, entre otros bienes comunes, a empresas nacionales y transnaciona-les, y ha visto como tras ello se ha producido y agravado una crisis socioambiental sin precedentes; es el mejor ejemplo para alertar en torno a la suscripción global de nuevas falsas soluciones. Proba-blemente es por eso mismo que para construir el borrador país hacia Río+20 no hubo concurrencia ciudadana, aunque sí participación de 16 organismos como el Consejo Minero, el Pacto Global de Naciones Unidas, el Instituto Libertad y Desarrollo, que no han hecho ningún esfuerzo para socia-lizar los contenidos del documento ni promover un debate público en torno a él.

En el borrador país, documento de 8 páginas, se repite 45 veces la palabra “desarrollo”, 20 ve-ces “economía”, 15 veces la palabra “verde”, 8 veces “crecimiento” y 8 también “eficiencia o eficiente”; mientras que conceptos como “participación” aparece 3 veces, “justicia” 2 y en el mismo párrafo, “derecho” y “salud”, una vez, en tanto que “bienes comunes”, “conocimiento”, “campesinos”, “buen vivir”, “autodeterminación”, “indígenas”, “pueblos”, no aparecen ni una vez, aunque son palabras claves en el despertar que vienen gestando hace años las comunidades por todo el territorio.

Tal como señala Etc Group, lo claro es que más que nuevas propuestas “verdes”, lo que se nece-sitan son cambios profundos y radicales en los patrones de producción y consumo dominantes, incorporando no sólo la sostenibilidad ambiental, sino también justicia social y económica en mo-delos completamente diferentes en cuanto a la relación con la naturaleza y los recursos naturales, cuestionando a su vez el propio concepto de desarrollo y crecimiento sostenido, entre muchos otros66. Más que proyectos “TEEB” (Economías de los Ecosistemas y la Biodiversidad), impulsa-dos por asesores “especiales” y cabecillas de las propuestas económicas “verdes” del PNUMA, entre ellos, Pavan Sukhdev, a quien ya hemos referido, quien por lo demás estuvo durante años a cargo del Deutsche Bank, lo que se requiere impulsar es una definitiva des-mercantilización de la naturaleza al alero de un proyecto de economía mundial justo, responsable y viable en términos sociales, culturales y ambientales. Por más que les duela a los especuladores de los recursos na-

66 Ribero, S. Un verde muy sucio. Disponible en: http://rio20.net/documentos/un-verde-muy-sucio

Page 49: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

49

turales, la profundización y multiplicación de un capitalismo teñido de verde, definitivamente, no es compatible con un proyecto realmente sustentable y justo. Ello lo demuestra décadas de destruc-ción masiva, cumbres y eventos frustrados (el más reciente, Johhanesburgo 2002 o “Río+10”) y en definitiva, la crisis ambiental y humanitaria que se deriva de una desastrosa gestión económico-política de un proyecto hegemónico que quienes se ven beneficiados de él (una pequeñísima minoría), se niegan a cuestionar, buscando medidas paliativas que apuntan a lo mismo, pero disfra-zado de verde, para auto resguardar sus intereses corporativos.

En este contexto es sumamente necesaria la lucidez de la sociedad civil, puesto que, precisamen-te, es a partir de nuevas propuestas desde donde nacen paradigmas transformadores que lograrán cuestionar las bases de este modelo devastador de su propio hábitat, y de quienes lo habitan. Para ello es necesario difundir información, propagar el escenario mundial en el cual nos encontramos inmersos, para que la desinformación no sea un primer obstáculo.

En esta mirada es que el equipo de OLCA, junto con otras organizaciones integrantes de la Pla-taforma Socio-Ambiental hacia Río+20 , estamos desplegando esfuerzos como la realización de este documento, la realización de encuentros informativos en distintas localidades del país que se proponen confrontar los compromisos nacionales con las realidades locales, generando instancias para compartir experiencias comunitarias surgidas desde lo local, fomentar la articulación de comu-nidades en conflictos socioambientales y reivindicando, en definitiva, al igual que miles y miles de ciudadanos y ciudadanas, el legítimo derecho a una vida digna, a la salud, a la autodeterminación y a la consulta vinculante en todo lo que refiera a los planes de desarrollo que competan a nuestros ecosistemas.

Los protectores de la situación y del modelo actual saben, se informan, y mucho, y hasta ahora han operado siempre con un contra-argumento en sus bolsillos para desacreditar las propuestas diferentes al sistema de muerte en el que nos encontramos inmersos. Está dentro del deber ciudadano reclamar por una nueva y eficiente Justicia Socio ambiental. Tal como señala el ecolo-gista social panameño, Olmedo Carrasquilla II67, un derecho ambiental delegado a segundo plano, sometido a las profecías del marketing comercial viola todo derecho humano por la falsa prioridad económica, y no es más que una afirmación a la depredación de las últimas fuentes verdes que se poseen dentro de la soberanía ecológica mundial, y por ello, edificar esperanzas jurídicas, es precisamente revalorar el espíritu legal del medio en que vivimos, gestando una institucionalidad ambiental nueva, que vaya más allá de la mera instrumentalidad y la imposición de medidas palia-tivas. Desde esta perspectiva, la defensa ecológica vía empoderamiento político es pieza clave de la columna de una sociedad de este tiempo, bajo estas circunstancias68.

67 Una Justicia Ambiental por Conquistar. Disponible en: http://alainet.org/active/28305&lang=es

68 Ibíd.

Page 50: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

50

Es imprescindible que en Chile dejemos de considerar como algo normal el hecho de que existan “zonas de sacrificio” (Ventanas, Copiapó, Huasco, Tocopilla, Coronel, Mejillones, sólo por mencio-nar algunas), las que luego de ser devoradas por la extracción, contaminación y especulación em-presarial e industrial, se dejan a la deriva del poder del capital, escondiendo la muerte de familias, pueblos, culturas y entramados sociales completos, que ven mermadas, minadas y aniquiladas sus condiciones básicas de existencia, debiendo migrar hacia las grandes ciudades a extender los cordones de miseria urbanos. Frente a ello, se deben exigir medidas concretas (más que nuevas oportunidades de negocios), interpelando a las autoridades y fortaleciendo lazos pluriculturales e interculturales, pues, después de todo, las experiencias son compartidas, y remiten a una razón subyacente, latente y en común.

En enero del presente año se realizó en Porto Alegre el Foro Social Temático “Crisis Capitalista, Justicia Social y Ambiental”, en el cual se discutieron problemas que condicionan de manera decisiva el futuro de la humanidad: cambio climático, acceso al agua, cantidad y calidad de los alimentos, justicia ambiental, bienes comunes de la humanidad y la validez de los conocimientos populares en la búsqueda de la justicia ambiental. Paralelamente, se cuestionaron los supuestos de la Cumbre Río+20 y el hecho que de ésta se siga propagando la ideología desarrollista inspirada en la “certeza” de que no existe otra forma de relacionarnos con la naturaleza que no sea mediante la vía del mercado y la búsqueda del lucro individual. Ésta ha sido una gestión ciudadana, desde la ciudadanía y para la ciudadanía.

La sociedad civil organiza en Río de Janeiro, paralela a Río+20, la “Cumbre de los Pueblos”, siendo en ella en donde, tal como señala el sociólogo portugués Boaventura de Souza Santos69, se pueden depositar algunas esperanzas. Los debates previos en Porto Alegre establecieron los lineamientos generales para la Cumbre de los Pueblos. Ellos se resumen de la siguiente manera:

1) Centralidad y defensa de los bienes comunes de la humanidad como respuesta a la mercantili-zación, privatización y financierización de la vida, implícita en el concepto de “Economía Verde”. El derecho a estos bienes debe ser igual para todos, teniendo en cuenta, más que la individua-lidad, la administración colectiva de los bienes, siendo por ende su gestión de carácter integral. Entre los bienes comunes se encuentran el agua, tierras comunales y ancestrales, la atmósfera, los ríos, acuíferos, océanos, mares, lagos, semillas, biodiversidad, parques, plazas, el lenguaje, el paisaje, la memoria, el conocimiento, internet, información genética, zonas digitales libres, entre otros.

2) Pasaje global de una civilización antropocéntrica (cuyo centro es exclusivamente el ser humano) a una biocéntrica, lo cual implica reconocer derechos fundamentales a la naturaleza. Redefinir el

69 Río + 20 y la Cumbre de los Pueblos. Disponible en: http://nogreeneconomy.org/es/rio20-y-la-cumbre-de-los-pueblos/

Page 51: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

51

buen vivir y la prosperidad de modo que no dependan exclusivamente del crecimiento econó-mico infinito. Promover energías verdaderamente renovables, que no impliquen el desalojo de poblaciones completas de sus territorios.

3) Defender la soberanía alimentaria y el principio de que cada comunidad debe tener el control sobre los bienes alimentarios que produce y consume, defendiendo la agricultura de pequeña escala y prohibiendo la especulación financiera con productos alimentarios. La soberanía ali-mentaria, junto con la idea de los bienes comunes, acarrea la prohibición al acaparamiento de tierras por parte de unas pocas empresas e industrias mediante la compra masiva de tierras o el arrendamiento de éstas en busca de reservas alimentarias o extractivas.

4) Un vasto programa de consumo responsable que incluya una nueva ética del cuidado y una nueva educación para el cuidado del medio ambiente y el compartir, lo cual implica asumir una responsabilidad ante quienes no poseen acceso ni siquiera a un consumo mínimo para garanti-zar su supervivencia, como también la preferencia por los productos producidos por economías sociales de pequeña escala basadas en el trabajo y no en el lucro individual, en el fortalecimien-to de las relaciones sociales y no en la acumulación infinita.

5) Incluir en todas las luchas y en todas las propuestas de alternativas las exigencias transversales de profundización de la democracia y la lucha contra toda forma de discriminación, incluida la guerra declarada y sostenida por la actual economía mundial.

La Cumbre de los Pueblos es una iniciativa ciudadana, hastiada de depositar esperanzas en una institucionalidad que ha demostrado estar al servicio del capital financiero, y que por ello, no ofrece solución estructural real respecto a la madre de todos los males: la lógica de acumulación basada en la mercantilización de bienes comunes propia de la noción de desarrollo occidental. Es por ello que se llama a la organización ciudadana, la articulación de redes y a la solidaridad, en función de generar nuevas propuestas que constituyan una real superación al sistema de muerte en el que nos encontramos inmersos actualmente, el cual, desde la vereda del frente teñida de verde, se pretende precisamente consolidar.

Para mayor información, recomendamos las siguientes páginas web desde dónde se levanta infor-mación de manera periódica al respecto:

www.olca.cl

http://alainet.org/index.phtml

http://www.etcgroup.org/es

http://viacampesina.org/sp/

http://rebelion.org/

http://nogreeneconomy.org/es/

http://www.wrm.org.uy/inicio.html

Page 52: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

52

Referencias bibliográficas

Bauer, C. 2002. Contra la corriente. Privatización, mercados de agua y el Estado en Chile. Ed. LOM. Santiago.

Carrasquilla, O. 2009. Una justicia ambiental por conquistar. Disponible en: http://alainet.org/active/28305&lang=es

Claude, M. 2007. Manifiesto eco-socialista. Santiago.

Fariña, Vasconci & Liberona, 2011. Río+20: Aportes para la construcción de la posición nacional (Documento de trabajo TERRAM). TERRAM. Santiago.

GEO CHILE. 2008. Informe País. Estado del medio ambiente en Chile 2008. U. de Chile, Santiago.

Gudynas, E. 2005. Ecología, economía y ética del desarrollo sostenible. Ed. Coscoroba. Uruguay.

Lander, Edgardo. 2011. El lobo se viste con piel de cordero. En: América Latina en Movimiento. El cuento de la economía verde. Nº 468-469. ALAI. Ecuador.

Naciones Unidas-CEPAL. 2005. Evaluaciones del desempeño ambiental Chile. Francia.

ONU. Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. 1992.. Río de Janeiro.

Our Common Future: Report of the world Comission on Environment and Development. 1987. ONU.

Pearce, D., Markandya, A., & Barbier, E. 1989. Blueprint for a Green Economy. Earthcans Publication. London.

PNUMA. Hacia una Economía Verde. Guía para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza. Síntesis para los encargados de formulación de políticas. 2011. Disponible en: www.unep.org/greeneconomy

PNUMA Of. Regional para A. Latina y el Caribe. Elementos de carácter general que pueden ser utilizados por los ministros y jefes de delegación para el intercambio sobre Economía Verde. Panamá, 2010.

Ribeiro, S. 2011. Un verde muy sucio. Disponible en: http://rio20.net/documentos/un-verde-muy-sucio

Ribeiro, Silvia. Los verdaderos colores de la economía verde. En: América Latina en Movimiento. El cuento de la economía verde. Nº 468-469. ALAI. Ecuador, 2011.

Rowlands, J. 2011. La sequía del progreso. Consecuencias socioculturales de la crisis hídrica en Quillagua. Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Santiago.

Souza Santos, B. 2012. Río+20 y la cumbre de los pueblos. Disponible en: http://nogreeneconomy.org/es/rio20-y-la-cumbre-de-los-pueblos/

Viola, A. 2000. Antropología del desarrollo. Ed. Paidos. Barcelona.

Page 53: Naturaleza Ltda. Río 20 La falacia de Desarrollo Sustentable que Chile firmó

53

Fuentes Web consultadas

www.clubderoma.netwww.biobiochile.clwww.olca.clwww.epi.yale.edu/www.ecofinisterrae.clwww.df.clwww.prensaminera.clhttp://sinrepresassinsalmoneras.blogspot.com/www.image.guardian.co.ukwww.centralenergia.clwww.revistaei.cl

http://bloglemu.blogspot.comwww.bcn.clwww.mma.gob.clwww.elmostrador.clwww.emol.clwww.agenciadenoticias.orgwww.Etcgroup.clwww.Trabajoyambiente.com.ar.www.rio20.net.www.Alainet.org.www.nogreeneconomy.org.

Este trabajo fue realizado para el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) en el marco de la práctica profesional de la carrera de Antropología Social de la Univer-sidad Academia de Humanismo Cristiano.

Este es un documento de OLCA con apoyo de la Fundación Rosa de Luxemburgo