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-- nefario Instrafio J)ebkabo á lat famtltas católtcu be la. 'RepÜlk.t -- Se publtca loe 'l.unee. -- lDttector t 1íc. Wíctoría no Bgüeros. TOlll[O n. NUlII[EBO 97 I lII[EXIOO. Diríjanse los pedidos de subscripción a.l Dire.ctor Aparta.do ndm. 379, ó Cerca. de Sa.nto DomlDlro Por un mes en la. Ca.pita.l. ....... ..... $ O 50 Lun .. es 3 de K oviembre de 19 02 . .! : _ " ' _ _ Por " .. en 10R .. _ .. '_' __ 0_7_5 ':'-__ ________ ";"'_..:i;;o---=" ....... =="""" _____ _ PRECIOS DE SUBSCRIPCION ¡ROGAD POR NOSOTROS! CusdrodelacoleccióndeIHssa.Pellandini.

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nefario Instrafio J)ebkabo ~lmente á lat famtltas católtcu be la. 'RepÜlk.t

-- Se publtca loe 'l.unee. --

lDttectort 1íc. Wíctoría no Bgüeros. TOlll[O n . NUlII[EBO 97 I lII[EXIOO. Diríjanse los pedidos de subscripción a.l Dire.ctor

Aparta.do ndm. 379, ó Cerca. de Sa.nto DomlDlro

Por un mes en la. Ca.pita.l. ....... . . . . . $ O 50 Lun.. es 3 de K oviembre de 1902. ~nó.m • .!: _ " ' _ _ Por " .. en 10R Estsdo=~ .~ . . _ .. _.~. '_' __ 0_7_5 ':'-__ ~:" ________ ";"'_..:i;;o---=" ....... =="""" _____ _

PRECIOS DE SUBSCRIPCION

¡ROGAD POR NOSOTROS! CusdrodelacoleccióndeIHssa.Pellandini.

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726

La señal de los remos.

Una noche, después de cenar, estábamos, como de costumbre, hablando cerca del fue­go. Estábamos en pleno invierno, y sabido. es que en este tiempo el viento sopla con. gran violencia en nuestras costas.

No tenía más que dfez años en aquella. época; ahora tengo sesenta y tres; pero hay recuerdos que no se pierden más que con la. existencia.

Al oir mugir el temporal se pasó natural­mente á hablar de mi hermano mayor, Gui­llermo, que entonces .navegaba como mari-o nero por el Océano. Mi madre hizo notar que h.acía tiempo no teníamos noticias su­yas. La última carta era de Val paraíso. Eo aquella carta decía que estaba bien de sa­lud; pero la fecha era de seis meses antes. Verdad es que los marineros no son muy pródigos de su escritura.

De todos modos, decía mi madre, quisie­ra sabAr dónde está ahora. Suponiendo que no tenga que sufrir el vendaval de esta no· che.

bJntonces empezamos el Rosario, al que se añ.a\\\(} '1\\ t>a\\t~ \\U.~"ttO \)Qt mi 'll\~tmano Guillermo, y nos fuimos á acostar. Yo dor­mia cerca de mi hermana Coupaia. Está­bamos ya medio dormidos, cuando la voz de madre nos despertó bruscamente. Su cama estaba al lado de la nuestra, cerca del ho.­gar.

-¡ Eh! j niñl)s! ,no oís nada T --, Qué, madre T - Ruido fuera. Yo dormía junto á la pared. Me senté eo

la cama y apliqué el oído. -Sí, dije, oigo el ruido de cuatro remos

que golpean el agua cadenciosamente. --1 y nada más' -Sí, oigo gente que habla. -Salta de la cama, Mari-Cinta (me lla-

maban así por abreviacion de mi nombre, María Jacinta), y abre un poco la ventana para tratar de comprender en qué' idioma hablan.

Obedecí, entreabrí la ventana con pre­caución. por temor de que el vendaval me echara los postigos contra la cabeza.

Las voces venían del mar, del cual nues­tra casa (la misma en que vivo aún) sólo estaba separada por el camino. Eran evi­dentement,fl las de los cuatro remeros. Lo más extraño es que cada uno dfl ellos pare­cía que hablaba una lengua "iferente. Al­gunas palabras llegaron distintamente á mi oído y hélas ahí. Hurra ... Sin amarra . . . Dali ...• Ariboné.

Inglés, español, italiano. de todo había tal vez allí Me pareció también que uno de los hombres que iban en el bota se expresa­ba en dialecto bretón; pero con aquella al­garabía de lenJuas. y especialmente á causa del viento, no pude entender lo que decía.

-1 y bien, Mari-Cinta', preguntó mi madrll.

-Debe ser el bote de algún barco per­dido en nuestras costas y que lleva á bordo. marineros de varios paises.

-Siendo así, enciende lumbre, á fin de que puedan encontrar una casa con fuego en el pueblo cuando des"mbarquen.

Mi marlre era una mujer muy caritativa. Le gust!lba favorecer á los necesitados, es­pecialmente tratándose de marinos, pues en casa lo habían sido siempre de padres á hi­jos. Así pues, encendí la luz y me puse las sayas y el cuerpo . tem bland,:; de frío y tam­bién algo de miedo, lo confieso. Después parmanecí esperando .... media hora, una hora; pero nadie vino á llamar á la puerta. Sin embargo, los tripulantes del bote debían haber desembarcado, pues no se oía ruido de remos ni rUIJJor de voces. Por fin, mi madre me dijo que me volviera á acostar. Coupaia estaba ya durmiendo otra v(>z, y yo pesar del tem'H' 'lue se ntía, nC) tardé en

aeer lo mismo. ¡, •. _- - - " -- .. . - --- -~ • . .

1 SEMANARIO LITERARIO ILUSTRADO JL

Al día siguiente, al amanecer, el prImer cuidado de la anciana Toulozan fué ir á in­formarse, pero pormásque fuépreguntaDdo de puerta en puerta, no pudo adquirir nin­guna nueva. Excepto nosotr,')s, nadie había. tenido noticia de lo sucedido, ni los cara­bineros que estaban de guardia, quienes juraban solemnemente no haber visto nin­gún buque ni ningún bote que se aproxi­mase á la costa.

Mi madre regresó muy pi\lid". Pasamos el día esperando la noche con

impaciencia, pero con temor. Cuando íbamos á sentarnos á la mesa pa­

ra cenar, se presentó á la puerta el segundo de mis hermanos, que el día anterior babia ido por mar á Perros y á quien no espe­rábamos hasta la marea signiente. Puse su plato en la mesa y emoezamos á comer. Profundo silencio reinaba entre nosotros, cuando, de repente, mi hermano dió no grito. .

-¡Alguien llora allá arriba!, dijo. mi­rando al techo.

-Habrás bebido demasiado, replicó mi madre, Ii quien la exclamación había tur­bado.

-1 Caramba! ,veis' N o son gotas de agua. d~ mar \0 <\u~ tengo aquí. en la mano.

Extendió la mano sobre la mesa. Sobre el dorso de la misma babían en efecto caido. tres lágrimas sin saber de dónde.

Mi madre se puso más blanca que la cera. -Seguramente alguna desgracia le acon­

tece á alguno de los nuestros. 'l'odos nos fuimos á acostar; pero el

mismo pensamiento nos mantenía despier· tos, hasta que la fatiga venció al temor. Escuchábamos si los desconocidos remeros volvían á dejar oir el rumor cadencioso de SUB remos. El viento había calmado y la noche estaba silenciosa. No oimos nada de particular .... Lo contrario sucedió la tercera noche. Mi madre acababa de apagar la lum­bre, cU8ndo de. nuevo llegó hasta nosotros el plic-ploc de euatro remos golpeando el agua dos á dos. Me levanté de nu~vo. Esta vez quería conservar la serenidad, quería ver. Me vestí y salio El mar ' cabrilleaba á la luz de la luna. Exploré con la vista toda la extensión perceptible del agua y sólo vi las rocas de San Gildas que parecían espec­tro'!,y lejos, muy lejos, las alimañas, las Siete Islas. : Barco ninguno I

Y, sin embargo, en medio del silencio de la noche, continuaba resonando el plic-ploc de los remos, como el tic-tac de un reloj.

Pero nada más Los remeros "bogaban" en silencio. No conversaban en sus múlti­ples lenguajes.

Mi hermano, se me había unido en la play" Tenía la vista más penetrante qne yo. I No importa! No vió más qne lo que yo había visto. P.s decir, nada.

- ,y bien' pregunto la anciana cuando atravesamos el umbral de la puerta.

Mi hdrmano contestó : -Eso debe ser alguna señal de marinero. Mi madre desde la cama comenzó á rezal

el De prQfundis. Todos Vensamos en Guillermo, y rezando

no podíamos contener los sollozos. Un mes después, mi madre, de regreso

de 'freguier, á donde babía ido á cobrar su pensión á las oficinas de marina, 11 os anun­ció que Guillermo había mnerto.

El subcomisario fué quien le comunicó la noticia. Justamente el mismo díá en que por primera vez babíamos oído el ruido de remos, el hermano mayor h8.bía sido desig­nado para bajar á tierra en el bote á bordo, junto con otros tres marineros, para ir á buscar á unos oflciales. Llegó al buque con fuerte dolor de cabeza. Al día siguiente se le declaró una fiebre intt'nsa, y al otro dfa bajaron su cadáver para enterrarlo en el cementerio católico.

En este mundo no debemos extrañarnos de n~da . . TQdQ se hace por la . voluntad . 4e Dios.

VIOLETAS.

Al Sagrado Corazón de Jesús

i Oh Jesús! Era una tarde) Melancólica y serena, Cuando el sol ya comenzaba A ocultar su luz postrera; Espiraban sus fulgores En las góticas vidrieras De la iglesia solitaria Do lloraba yo mis penas j Una lámpara alumbraba Con su luz débil é incierta A tu imagen adornada Oe jazmines y azuceDas y buscaban ya su nido En el pórtico de piedra Las alegres golondrinas Que cantaban placenteras. Mi alma enferma, dolorida, No encontraba ya en la tierra Ilusiones ni esperanzas, NI consuelo en sus tristezal:l. La penumbra misteriosa Que reinaba ya en )a iglelilia .... Los aromas de las flores ... . Ve las aves las querellas ... . Poco á poco. mitigaron Mis dolores y mis penas. Levanté mis tristes ojos Y al mirar tu imagen bella, Prisionera quedó mi alma De tu amor en las cadenas: Te ofrecí las limpias gotas De mI llanto cual ofrenda, y mi corazón rendido A tu voluntad suprema. 'fus miradas disiparon lJe mi mente las tinieblas, y tus gracias ablandaron A mi corazón de piedra, Donde humildes han brotl\do Unas tímidas violetas Que regadas con mi llanto Hoy te ofrezco cual emblema De mi férvido oariño Y mi fe purlo y sincera. j Oh Jesús que desde el cielo 1\1e sostienes y consuelas I I Corazón que generos" Un asilo me presentas! I N o desprecies estas flores Que brotaron placenteras Con el riego de tu gracia En mi pobre alma desierta, En momentos de amargura, Ve silencio y de tristeza!

JOSEFJNA NANDIN'Y PACHECO.

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LA ILUSION.

Al Sr. Lill. Eleazar del Valle.

Tierna rosa que vive satisfecha De sus galas sangrientas, purpurinas; A quien canta la alondra dulce endecha, . A quien besan las auras cristalinas.

Pero que luego y al abrirse brecba Al través de las horas vespertinas, Contempla su corola ya deshecha, I Ya marchitas sus galas purpurinas!

Esa es la ilusión, que nace y crece, y cu81 humo, después se desvanece, Dejando al alma en loco desvarío ....

Abre en el alba el delicado broche Y la encuentran las sombras de )a noche ¡Muerta. . .• sin una gota de rocío!

Oaxaca, 1902. ENRIQUE C. OLIVERA.

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Sr. Gral. Carlos García Vélez, primer Mi nistro de CIl ba en Méxi!'o.

El Ministro de CUbil, aeompañadodel In­troductor de 1mbajadores, al salir dp,l Hotel de la Reforma para ir á la reeep. ción.

La Exposición de Ganadería EN COYOACAN.

Oportunamente dimos cuent.a en nuestra edición dIaria, de que se había efectuado en la villa de Coyoaclln la novena Exposición de Ganadería, organizada por la "Sociedad Anónima de Concursos," en unión de la Secretaría de Fomento .

El ganado expuerto, no obstante ser ver­deueramente notable, no supera al que se ha puesto en exhibición en los anteriores con­cursos, y por eso nos absten8mos de publi­car fotograflas de algunos ejemplares.

Publicamos una fotografía tomada por nuestro reporter el Sr. Casa~ola, durante el acto oficial, que fué presidido por el señor ingeniero D. Leapqro fernández, MinistrQ de Fomento.

SEMANARIO LITERARIO lLUSTRADO

EL MINISTRO

De la República Cubana.

El jueves de la semana pasada fué recibi­do en audiencia solemne por el señor Pre­sidenle de la República, el primer Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la República Cubana en México, señor general D. Carlos García Vélez.

La recepción se efectuó en el Salón Ama­rillo del Palacio Nacional, siendo introdu­cido el señor Ministro y su Secretario por el Sr. Tc.rres Rivas, Introductor de Emba· jadores, y recibido por el Presidente de la República, á qui~n acompañaban los miem­bros de su Gabinete.

Publicamos el retrato del señor general Garcia Vélez y una instantánea tomada por nuestro reporter el S,·. Agustín V . Casaso­la, en los momentos en que salía el nuevo diplomático acompañado de D. Javier To· rres Rivas de~ Hotel de la Reforma, donde ~e bo,;pPI"la.

.727

Sra.~de Gorcía Velez, l'~pO~1l OE'I señor Mi­nistro de Cuba en México.

i .' : Fo!. Otero y Colomin.

r;:\En honor OE'I Mini~tro filé izado el pabe­llón embano I\n pi edificio dE'l botel, galan­terla ql'le lo dejó muy complacido.

Pnblicamos también - y en el\o nos hon­lamos-el retrato de la distin,guidísima es­posa del señor Mini¡:tro. LabonorabJe dama viene precedida del pre~tigio que dan una ,ducación e¡¡merada y un ;;electo ta(',to l!,Q­

cía!. Es hija ue un pl'estigiadocubano que en Estados Unidos se captó el epíteto de ac­tivo y emprenuedor, quien fundó allá una población que á la fecha ha progre~ado bas­tante. i I Nuestra primera plana .

. , Tanto elgrabad;publícamos hoy e~' ' ia primera plana, como el de la selDanli pa~ l~ad8 ) fueron tomados de cuadros que bonda­/dosamente nos facilitó la ca¡:a Pellandini de ,esta <,apital. , I Dicha Ca!'l8 posee una innumllrable can­tidad de grabados de toda clase de asuntos, 'y los precios á que los vende ~ ou relativa-

módicos.

El Mi.njst ro de Fomento presidiendo la inauguración del Certampn de Ganadería. , Fots. A. v. CasasoJa.

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728

Sr. Cura Pbro. D. Fran('isro- M. GÓngora.

BODAS DE ORO DEL SR. PBRO.

Don Francisco M GÓngora.

FIESTAS EN CELA YA. El sábado últ mo, con una solemne fun-·

cjón religi?sa, lSe verificó en la iglesia de: S\l~ Fran~lsco, en Celaya, el quincuagésimo. 8nlvel·:.:arlO de la primel'a wil:iu que cllntóel¡ actual bellemérito Párroco de Celaya, Sr. D ... Frllllci,:co M. GÓngorll.

LOI:; habitante" de Ctllaya, que recouocenl los meritos y virtudes del Pbro. Góugora" qUisieron celebral' estas bodas de oro COU I

muestras de júbilo, y al efecto, organizaronl serenatas, fuego<. artificiales y otras diver· siones, demostrando con esto 111" grandes; simpatias que ha sabido cOlJquistal' en !in, puesto el virtuoso pánoco. . rllDuraute la función, ocupó la cátedra sa­g'~ada el I1~0. y Rmo.. Dr. D. Atellógelles S!lva, ArzobiSpo de MlChoacán, quieu tamo bléu aceptó bondadosamente ser Padrino Honorario en el acto á que nos referimos.

En nuestra edición de EL TIEMPO dia­rio hemos dado y daremos cróulcas \\~ta\\a­i\~s de tan importante y solemne ceremo­DlS.

Publicamos varias fotografías alusivas al acto.

---:0(0)0:---

A la Virgen María.

Aparta de tus ojos la nube perfumada qu~ el resplandor nos vela que 'tu semblante y béndenos,- María! tu maternal mirada, (da, donde la paz, la VIda y el paraíso está.

:rú, bálsamo de mirra; Tú, cáliz de pureza; Tu, flor del paraíso y de los astros luz, escudo ~é? y amparo de la mortal flaqueza por la dI vIDa ssngre del que murió en la cruz.

Tú eres i oh María! un faro de esperanza que brilla de la vida junto el revuelto mar ~ y hacia tu luz bendit,a desfallecido avanza' el náufrago que anhela en el Edén tocar.

Imp~la i oh Madre augusta! tu soplo so-(berano

la destrozada vela de mi infeliz batel: ensáñale su rumbo con eompasiva mano no dejes que se pierda mi corazón en el.'

JOSE ZORRILLA.

• . ~.KM.A.NAIUU Ll'l'.KKANlU lLUIST-KAUU

EL SEMINARIO

DE GUADALAJARA. Aunque lIO estaba terminada del to­

.d,o la construcción del grandioso edifi­CIO del Seminario Conciliar de esta (;;U­

dad, el Ilmo. y Rmo. Sr. Arzobispo Lic. D. José de Jesús Ortiz, deseoso de oal' princi{>io cuanto antes á mejorar no sólo JUoral sino materialmente la situación ,de los alum.nos del referido Colegio que ,~staban .instalados entretanto con 'gran I~comqdIdad en el no muy extenso edifi­·CIO que levantó , la Asociación del Culto Perpetuo de Señor San José inmedia­to al Santuario que lleva est~ advoca­·ción, dispuso que se apresuraran los tra­bajos de la obra en tal manera, que que­daran ent eramente listas para ser­vir ya ft su objeto, el 18 de octubre día de "initio" del año escolar, todas' las construcciones de los dos primeros pi ­sos del edificio. Ese acuerdo se cumplió puntualIJ1entf', gracias á la actividad que se ,hizo df'splegar á los obreros; y elci­illdc día ¡;lu I:leñoria Ilma. y Rma. bendijo ' " v .. ,,". el referido local, que ya que­

<1:1<" ";"" if' ndo desde 'entonces como Cole-

La Inmaculada Virgen María que se venera en el templ~ de Safl~Francisco,'patrona

titular de Celaya.:

¡!io Mayor, á la vez que el ColeO'io Me­nOl' siguió ocupando la Casa Jos:fina in­t erin se concluye la parte que falta. del nuevo edificio. . <?omo es sabido, éste ocupa el mismo

SItIO en que estuvo el monasterio de re­ligiosas agustinas de Santa Mónica el cual c~mvento fué cedido 'por el Gobier­no civil para que en él continua,se el Seminario en compensación de habérsele despojado de su propia casa para insta­lar en ella el Liceo de Varones del Esta· do. La construcción monástica era, como se comprende, inadecuada para corres­ponder á los fines educativos del plan­tel á que se adscribió; faltábale luz ven­tilación, amplitud, en fin, cuanto I'a ar­quitectura pedagógica prescribe actual­mente de conformidad con la higicne. En las reformas que se le hacían tratan­do de mejorarla, se gastaba poco menos que inútilmente el dinero. En vista de esos inconvenientes resolvió el Ilmo. Sr. Loza, de feliz memoria, proceder á ha­cer allí miRmo un edificio que no sólo llenara todas las necesidades del histó­rico ~lantel educativo que crearon y fa­voreCIeron sus antecesores los señores Galindo, G6mez Parada y éabafias, sino

que asimismo fuese un monumento qu~ por su belleza arquitectónica honrase á Guadalajara y no desdijese del renombre que de ilustrado tiene el clero de esta Arquidiócesi.

Fo:mado el plano correspondiente por el senor Ingem ero Don Antonio Arróniz se le encargó la dirección de la obra ai mismo autor del proyecto, quien en efec· to, desempeñó este cometido hasta el 20 o.c septiembre próximo pasado.

El 7 de febrero de 1891 empezó la de­molición del antiguo monasterio' y el !!l del mismo mes y año se come~zaron ú abrir los cimientos para la nueva obra. Sl~spendióse ésta durante algún tiempo, IllIPntras que se convino con el Gobier­no en cederle una faja del mismo terre­no para el alineamiento de la calle de Zaragoza, á cambio de exención de con­tribuciones para el edificio que se fabri· ('aha, conc('d ida por la Legislatura en I~ecre~o de 30 de sf'ptiemhre de ese pro­piO ano. ~e~nudados ~ os tJ>abajos, vino de nuevo a Illterrumpu'loR desde marzo haRta julio de 1892, la quiebra de la ca­sa de Somellera Hnos. que tenía en de­·pósito los fondos destinados á la obra. Desde pntonces. con más ó menos fer­vor se continuó hasta el presente.

Para esta obra proporcionó una grue­sa suma el Ilmo. señor Loza; y despu~s se han invertido en ella las vacantps del mis.mo señor y del Ilmo. señor López, aplIcadas por el Ilmo. señor Ortiz, (l.

quien, como hemos dicho, se le debe el haber dejado el edificio en estado de 'ser­vil' y la reapertura allí del Reminal'io ademús de a lg-unas ligeras reformas PI; las ~onstitnciones del Colegio y el mp,Ío­raImento del plan de estunios, que eRt-l­blf'C'Í6 nuevas cátedras, ií laR que han sido llamados como profpsores ~ncel'rlo-tps competentes. .

Era ií. propósito hacer ahora aq uí una minuciosa descripción del maO'nítico ('(lí­

ficio, en el que se han gastado .... basta aho­ra, seg-ún cftl culos, c('rca de ._ $~'ln,OOO; pero por más .que eso nos fuera muy g-ra­to, f:'i.ltanos tIempo de emprendf'T' en ella esta. vez. Nos concr'etamos ií. dC'cir, qlle l'Olltwne dos hermosas I'scaleras; on('(; !.!l'andes y biPD vl'nt ilados dormitoriolS; una sala de aspo ('on huenos lavaboiS de porcelana y 24 lIayl's dI' agua, CU;) n'o salones dI' estudio. con sus I'scrit,,¡'ios )'espectivamente para cada :11 ur~J ¡lO: u n:t amplia capill a ('on Sil saf'l'istía ' UD ><3 -

lún Ú liropúsito, con bipn di~pllt>~i'::l a;;;¡-

I l' I 1,

.. í

M. Rev. P . Fr. O. Peñaflor Guardián de . San Francisco, padrino de 'capa del se­

ñor Cura G6ngora.

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SEMANARIO LITli:RA RIO ILUSTRADO ~; 729

UelaYIl. Fachada de ::)an l<'rllncisco y de la Parroquia. Interior del' templo de 8an Francil:'co, donde celebl'fl el quincuagesi mo aniversario de su canta-miEa el Sr. Cura D. Francisco M. G6ngora.

IJuelería, bella escalera pn el fondo y una balaustrada corrida en la par·te su· perior, para la numerosa biblioteea del plantel; un elegante y extensu cOllledor, con un precioso plafond, cO )¡HllData de granito; mesas ,y asientos de est ilo Dor teamerieano; cátedras bien ycn;iladas y en buenas condiciones acústkas; souer· bia aula mayor; retretes con aparatos de uno de los mejores sistemas moderllos; buen spryicio de luz eléctrica de las dos Compallías que funcionan en esta du· dad, etc., etc. En fin, con toda comodi· dar} JlUpde a lojar esa casa 250 alumuos internos.

Dpmostrada, como lo está la illflul:ll'

cia que ejerce sobre los individuos el me· dio en que vivimos, la instal~ci6n del Seminario en ese nuevo edificio vendrá á obrar por fuerza muy fav"rablemen· te en las condiciones que debe anhelar· se que posea e l futuro clero guadalaia· rense; tanto más, ,cuanto que al mismo 11n contribuyen las modificaciones que se ha sen 'ido hacerle nuestl'o progresis· ta Prelado á los anticuados reglamen· tos de esta institución tr;dentina. Des· de hoy puédese augurar, con pl'obabili· dadl"s de acierto, que el Seminario vol~ verá á tener muy en breve el renombre tie que gozó en mejores días.

LA ORACION. !CUlbren nubes de rica-s urdiduras

De1 cie'lo la ,eX1ten-sión; Oyese IP<l'r <:~in.as y ~¡a(llIU<fa"

La hlOll'a de la oración ..

El seg.wor suspendle su faen,a . Invocando á María:

y en el \:i,e:o la ,misma ."IO<Z resuena: "¡ Dáo'S te salve, ·M·Mía !"

T. TWAITES.

Pórtico y fachada principal del Seminario de Guadalujara. Salóu u\j la billllOttlca dd ::)dwiuarlU Utl Uuaualajal'a.

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EL ORIGINAL

DE

UN RETRATO.

La luz que despedían multit ,),1 de foquitos incandescentes, ib& ít quebrarse en las copas que lleú>\­ban las mesas del elegante Bar , arrancándoles multicolores dest,¡ ­llos.

Entre la algarabía que form ·\­ban los parroquianos, se escuch>t ­ba, ya ta c8.\'cajadl\ descompue;· ta de uu ebrio, .ya la voz imp"­ri.os8. de a\guuo Ill\e \\aU\a.ba á un mozo, ya las d:lsentonadas notas de otro que pretendía cantar el tango de moda, el de versos más libres é indecen­tes.

Un poco apal'tados de llql1ella barahunda, se distinguían tres jóvenes que sorbo á sor­bo apuraban sus copas, charlando alegre­mente.

A nadie se escaparía al ver á uno de ellos , la melanco\ia que lo embargaba, y se podía comprender desde Juego que á ella se refe­rían las chanzas de sus compañero~. Los tres habían llegado á ese período precursor de la embriaguez, eu que se si~nte cierta necesidad de contiar su s a:egrías y sus pe­nas á los demás , y siendo, como eran, bue­nos amigos, no es extraño que se hubieran referido ya todas sus aventuras. Sólo falta­ba de hablar el que ha llamado nuestra atención por su aire taciturno.

-Creo que tú nada tendrás que contar­nos, dijo uno de ellos, porque desde hace tiempo te has convertido en un ermitaño. Por ninguna parte se te ve, y ahora me cau­sa extrañeza encontrarte e11 un lugar como éste, cuando me imaginaba que habías to­mado los hábitos en algún monasterio ... ,

Una carcajada acogió estas palabras, pero aquel á quien iban dirigtdas permaneció impasible. Cuando hubo pasado el arran· que de alegria de sus amigos, dijo con voz pausada:

-Sois demasiado frívolos para compren­derme, y os burlaríais de mí si o~ contara lo que me ha pasado desde qne no nos ve­mos.

- No, eso de ninguna manera, replicó uno de ellos; te ofrecernos que si es una cosa seria, no nos permitiremos ni comentarla; así es que puedes referírnosla.

-En esa confianza, haré á ustedes una confesión: 1 he estado enamorado /

A pesar de la promesa hecha, se dibujó en el rostro de los oyentes un gesto de in­~redulidad y una sonrisa burlona vagó por sus labios.

-Pero ,cómo ha sido es07, dijo uno de ellos, sólo por decir algo, para ocultar el efecto que aquellas inesperadas palabrlls le habían causado.

SEMANARIO LITERA RIO ILUSTRADO

-Van ustedes á saberlo: un día que me paseaba por el boulevard y me aburría sobe­ranamente, penetré al zaguán de una foto­grafía para distraerme en ver los retratos

. que se exhibían en los muestrarios·. No pue­den ustedes figurarse cómo me divierto cou llls actitudes de 11\ generalidad de . los que se retratan Allí encontré, como en otras ca­Sas del mismo género, al charro que procu­ra que el lente reproduzca mejor que sut! facciones la rica botonadura, Jos al~marAs qUfl recaman su chaqueta y la indispensable pistola que cuelga del bord~do cinturón; al grupo de horteras que en traje dominguero y sentados en torno de una mesa, con sen­dos puros en la boca·, las cartas en la lDano izquierda y en la derecha las copas rebo­santes de licor, brindan entusiastas j á la niña romántica, cuya mirada va á perderse allá-en las profundidades del infinito, míen­tras sus manos deshojan una fl&r; el solda ­do que esgrime ('1 sable contra enemigos que no se ven; el torero que se dispone á clavar unas banderillas á un toro imagina­rio; esa mescolanza, en fin , que llena los mupstrarios. Mi mal humor comenzaba á disiparse, cuando ~e ­pronto llamó mi aten­ción el retrato de una joven hermosísima. La naturalidad de su postu­ra, la dulzura y pureza de su mirada, todo en ella me cautivó. Si en­contrara yo una mujer como esta, la amaría, pensé ; y quise continuar viendo los retratos que 110 había visto aún, pero no pude hacerlo: sin querer volvía á pararme frente á aquella imagen seductora, y"~ada vez en · contraba en ella nuevos encantos. No sé cuánto tiempo permanecí alH, hasta que vino á sacarme de mi abstracción ~ un amigo que pasaba, y que al verme me invitó á pa-

sear con él. Durante el dia no me volvi á acordar de mi hermosa desconocida; pero por la noche, cuando estuve solo y fuí a acostarme, vino á mi mente aquella apari­ción divina y la contemplé en mis sneños, y mi fantasía la hizo I\nimarse y le dió vida, y en mi delirio llegué á sentirme amado por ella. Cuando desperté, sentí gran descon· suelo al ver que toda la dicha que habia dis­frutado era sólo hija de mi imaginación ca­lenturienta. Sali, como de costumbre, á pa· sear por las calles y maquinalmente me en­camillé á la fotografía. Llegué y permaneci como la vít!pera, largo rato contemplando aquella carita allgelical. Pero ya no me con­formaba con ver la imagen, deseaba cono­cer el original. Necesitaba verla á ella, dQ­cirle cuánto le amaba, postrarme á sus plan­tas y, ebrio de felicidad, besar sus maneci­tas, mientras mis labios . le repetian mil y wil juramentos de amor ...• Mas ¡cómo en­contraria' ,Dónde estaba' Yo iria hasta el fin del mundo con tal de verla, de oir su vo~, de respirar so. ahento .....• Tuve una idea feliz, y sin meditarla siquiera, la puse en obra. Penetrt. al patio, subí de UJ\ brin­co las escaleras y me encontré en el taller. Me encaré resueltamente con el fotógrafo y

•. sin preál.Üoulos le pedi que me informara. quién era aquella mujer. Desgraciadamente él no lo sabia; había adquirido por un tras· paso la casa y había recibido. aquel rlltrato con otros muchos, sin ocuparse de saber quién era el original. Los negativos y los libros antiguos de la negociación que hu­bieran podido dar alguna luz, b.abíaCl que­dado en poder de su antecesor, que á la sazón se hallaba en el extranjero, sin que pudiera él decirme en qué punt9. Desalentado me retiré de allí. Al {lasar frente al retrato me pareció que la veia aun más hermosa y co­bré valor ; me proput!e buscarla sin dellcan­so y tuve fe en el resultado de mi empresa. Desde entonces recorrí sin descanso todos los centros de reunión de la Metrópoli: iglesias, teatros, paseos, todos los lugares donde creí encontrarla. Todo en vano. Al­gunas veces me parecía descubt'irla entre la multitud de earas que veía; pero bien pron­to me desengañaba de mi error y proseguía sin descanso la tarea que me había impnes · too Así las cosas. un asunto de familia me llevó á la capita(de uno de los Estados del centro. Después de arreglar mis negocios, me dí á conocer la población. Una maÍlana me propuse visitar una capilla. que, según me habían dicho, llamaba la atención por su elegancia. Entré á ella y la eneontré toda decorada ricamente con las flores más ex­quisitas, pero no me di cuenta de lo que aquel adornu significaba. Rabia admirado todas las bellezas que encerraba: lienzos

. calzados por las firmas más ilustres, escul­turas magníficas; esto aparte de la elegan­cia arquitectónica del edificio. y me dispo­nía va á salir cuando noté un inusitado mo· vimiento entre los fieles: era un cortejo

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Sepulcro de la familia Cuevas, en el Pan­teón del Tepeyac.

SEMANARIO LITERARIO ILUSTRADO

En la playa.

Asomaba la luna en el Oriente Reflejando su disco refulgente En las ondas tranquilas de la mar j Allá en la playa entre las peñas rotas Revolahan inquietas las gaviotas Que llegaban sus nidos á huscár.

Murmuraban las auras vagarosas, y en las playas desiertas y arenosas Suspirabau las olas al morir; y en el cielo, cual grandes reverberos, níntilaban espléndidos luceros Entre nubes de plata y de zafiro

Allá en el fondo ..•. la lejana bruma Entre los copos de brillante espuma Que llegaban 1l1s playas á besar; Aquí muy cerca, la musgosa orilla, y Ilujeta eu 111 roca la barquilla Meciéndose al impulso de la mar .

Desde la playa, el resplandor primero ne 1"" luna, miraba un marinero Que cautaba al comptis de su laúd j

Resonaba su acento melodioso QUA iba en alas del viento rumoroso 1.'urbando de la noche la quietud.

731

Sepulcro de la familia Torrpl> Rivas, en el Pllnteón Francés.

nupcial que se acercaDa. Con la curiosidad natural me aproximé pal'a ver de cerca á los novios .•.• Un rayo que hubiera caído á mis pies no me habría cau8ado mayor efecto .... Allí, ante mis ojos, estaba radiante de hel'­mOSUl'a nimbada pOI' una aureola de pureza inmaculada, la virgen soñada, la elegida de mi corazón, aquella á quien yo buscaba pa­ra jurade amor eterno .. .. Sí, era ella ... _ Pero en aquel momento se entregaba Íl

"Cnando reina en los mares la bonanza y las olas color de la esperanza

otro .•.... _ ..•....

Me arrulJall con su poético rumor; Yo te busco en su ~impida llanura E invocando tu nombre con ternura, En mi barca me duermo sin temor.

La voz del uarrador se ahogaba en su gargant.a anudada por la peua; sus amigos guardaban un respetuoso silencio, en tanto que una lágrima rebelde 8e escapaba de 8U8 ojos y rodaba hasta el vaso cristalino, con­fundIendo sus luces diamantinas con el ver- , de opalino del Absinthe ...•... _

"A ti clamo si el rayo me amedrenta Cuando al ronco fragor de la tormenta Yo me alejo de mi pobre hogar; y cuando airado el aquilón agita Con su soplo terrible mi barquilla Con peligro tal vez de naufragar _ "

Dejó el marino su laúd/sonoro Qne reftt'ljaba entre sus cuerdas de oro De la luna la incierta claridad; J~AFAEL L\. ROMO

--:'0(:--

CANTARES.

l.

ISin senItir te voy que.r,j'emJdk:>; y IIlO es eso dQ peor, S~no .que OilivtidJa UIIl cariño Qltlle ¡ha 'sido 11TJIi S/éIIlvalCión.

n.

y saltando al momento á la barquilh }'ocoá poco alejó:se de la orilla y del mal' se perdió en la inmensidad.

I Entretanto asomaba allá en los cielos ~utre los tenues y ligeros velos Que las nubes fOl'mabun ul pasllr; UDa estreJ1a que trémulll y brill8ute Retrataba su lumbre vacilante Sobre las ondaa del dormido mar f

J OSEFINA:ÜNDIN.

---)(:0:)(--

El día de los muertos. En mi COI'aWnl1JQ ,tengo NIÍ un mCOil1.S,iOO siqui.ena: Donde 'i1Ioesté fu lI"ectllerdo. Sepulcro de Guillermo Prieto, en el PanteÓn de Dolor~s.

1Il.

'Üoo'i1ldo acaJbó sl\llllgorüa y Oe.NÓ ,sus ojos lIlegmoo·, ,Baljarolll .dios aruge1i1tlOls 'Pan JJevárs·ela al cielo.

IV.

iAII ,i1or1m¡ar Dios esas o jtÜIS ,y lesas rpestañllls s,edJoSlalS, 1001110100 l\.1JIl; c~elo ,de luz ¡J.u1J1Jto á un alOOSIffiO de :sombra,s !

NAlRCISO DIAlZ DE ESCOV AlR.

---:::)0(::1---

LaJs¡ idliIs:cum()!OOS ILiIteraJI'lila& ¡\son coono los too.,OiOS fatuos: ,sólo bciUan en ¡loo d[a" eerenos.

"Salve oh Virgen, estreUa:de los mares, Salve oh madre, que calmas los pesares De quien 1I0rltndo y sin consuelo está i Brillante faro de fulg6r divino Que ilumina la senda del marino Sí luchando entre las ondas va."

"Tú en la noche tranquila y solitaria Bondadosa recibes la plegaria Que á ti eleva tll sencillo pescador i y las cándidas súplicas del niño Que pronuncia tu nombre con cariño y te consagra su infantil amor.

"Cuando el véspero cierra ya su broche y aparece la reina de la noche Entre celajes de ligero tul; Te bendice mi labio reverente y te busca la mirada ardiente Mas allá,del firmamento aznl."

¡IN MEMOafAM.

No hRy nada más triste ni más grato á la vez, que la memoria augusta de los muer­tos!

El que ha perdido á un padre, á una !Uadre, á una esposa 6 á un hermano; el que ha visto alejarse para eiempre á un sér ama­do,goza y sufre con su recuerdo.

y es que á la memoria de los que ya no eXlsten, va estrechamente unida la historia de intimas afecciones, á cuyo recuerdo se suscitan eu el alma tristezas dulces y amar· gas alegrias: el placer y el dolor á un tiem­po mismo!

Los pueblos todos de la tierra, desde los más primitivos, han dedicado nn día á la conmemoración de los que fueron.

~Pasa 4 la pág. 7

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,732 SEMANARIO LITERARIO ILUSTRADO

Duerme, risueña flor, bella y lozana 1

Regaré tu corola alabastrina ' Con la estrofa sonora y cristalina Que de mi lira de oro se desgrana.

Duerme, duerme feliz, Oarmen divina, y mientras llega, alegre, la mañana, Irá á besar tu boca purpurina,

Traspasando ligero tu persiana, F,I ritmo de mi dulce mandolina En un rayo de plala de DIana.

Oaxaca, 1902.

Et\RIQUE C. OLIVERA

Panteón de Dolores. Sepulcro de D. Sebastián Lerdo de 'fejada.

RIM \.

¡No "¡ji" hagas padecer! Rompe esa cuerda Que gime en tu laúd cuaudo lo entouas, ' Recoge la cicuta que para ella

Abunda en tus estrofas. Si "su" l'ecuerdo tu cerebro agita,

La calma busca en su ardoroso seno, ¿ QUé te importa fingirla indiferencia

Si te la estlí fingiendo? F. DE A. SALIVE.

Barranquilla (Colombia), agosto de 1902.

--::}()(::--

De "Gotas de Fuego."

FLOR DE UN DIA.

A Manuel Garcia.

Le dí mi corazón, y en la alborada ne nuestro amor, sonrió la primavera, Dando luz side:-al á su mirada y colmando de flores la pradera.

y era una virgen griega, cinc..t>tda Por la mano de Dios ¡mas ... ¡ oh q u i mel'a I 18u alma estaba fría, casi helada, y no pudo existir junto á la hoguera 1

Mi amor la rechazó, y evaporada Esa ilusi6n, su imagen hechicera, Quedó en eterno olvido sepultada;

I Invierno se tornó la primavera, y hoy sólo queda !!ombra en su mirada y hojas secas alfombran la pradera!

DUERME.

A Carmen.

Duerme, que yo, velando en tu ventana, Te daré, de mi dulce mandolina, Una armoniosa y tierna cavatina En un rayo de plata de Diana. Sepu lel'O de la fami ¡¡á Hurbe

Panteón de Dolores.

E1 POR ,RE y EL RICO. CUENTO.

Murió un campesino muy pobre, y como en este valle de lágl'il mas había plfacticado todo género de virtudes, fué transportado a­cielo.

Lle~ado que hllbo á las puertas del mismo, observó que estaba llamando á ellas un gl'an señor, rico, muy rico. .

Acércase San Pedro con sus llaves, abre las puertas y las fran­quea desde luego al magnífico cortesano.

En tanto el pobre, retirado humildemente en segnndo término, había pasado desaperci,bido, puesto que las puertas volvieron á ce­rrarse, quedándose él en el dintel con la boca abierta; mas pt'onto viriÍel'on á sacarle de su distracción el alegre rumor, los cánticos y la música con que el señor r~cién entrado era recibido en el paraíso.

Cuando pasó el ruido de la fiesta, el pobre se atrevió á llamar, aunque muy suavemente

A poco reapareció el venerable San Pedro y dió también ent.ra­da en la gloria sin vacilar al nuevo recién llegado. Este, que contaba con una recepción igual á la del rico, asorubróse en gran manerll dH que no le agasQjasen también ~on canto, música y otros ruidos y fiestas no menos deleitables, ¡ Vana esperanza! . .. Todo permanecía en silencio.

Verdad es que Sil recibimiento por lo~ e~píritus celestes fu p IOn y

afectuoso, y que los ángeles \.El conducían ne la mano, de aqnÍ parll ,allá, con el mayor cariño; pero fuera de est.o , nada de regocijos f~S­,trepitosM, ni cánticos ni música.

Excitada su curiosidad por esta diferencia, vo1vió.:le dll impl'Ovi ­~o á San Pedro, preguntándole la causa ni! no bllbllrle hedlll Al Illi,, ­IDO t'ecibimiento que al rico, y si en aquellá morada reinaba la par-<lialidad como en la tierra. I

Panteón Francés. ~eI)Ulcro de la familia Romero Rubio.

,: j-No, l~ respondió el Santo Apóstol; tan querido nos eres tú ~omo cualquiera otro, y gozaras como el que acaba de entrar las de­lieias del paraíso; pero, hijo mío, pobres como tÍl, entran aquÍ todos los días; mas en cuanto á los ricos, grlleias que venmos por la gloria uno cada cien años.

ANTONIO A~ROYO MANJÓN.

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Sepulcro (lel Sr. Genel'al Santa-Anna. Panteón del Tepeyac.

Sl.'pulcro de la familia de D. N. de Teresa Panteón Español. '

SEMANARIO LITERA RIO ILUSTRADO

El , día, de difuntos.

En una elevAda loma Rodeada de uño¡;os pino!:', J<~ntre breñH le!> y e!:'l'inos U u viejo convento Il ~oma ; Allí /luida la pRlomA l<:n lo>: h ut'co~ de la pifdrll, y 1:1 trepadora yenra Heviste ese viejo muro Que solitlll'lo y ohscuro Al m{¡¡:: valeroso :lnenrl1.

t::le al2an sus torrt' s Trlllciza¡; Con cUl1tro grl1ud ,,;: C'fllUl,anas, y adorllanilo la ,: ventallu s Hay IlftÍstica¡; co ruisas; , Más abajo, en dos repi sas Hay dos ¡::anto~ de granito

/ Que ciel Fantullrio benclito Guarilahanantt'8 las puel'taf: , Que hoy podridas y entreabierlll~ Caman pavor inñnito.

I!:II tiempo yll llJuy remoto Ese convento destruÍon, "'llé pnr u o noble conRtrnÍ(lo En cnmplimi ento OH no vO 'o; Allí ell un l't'tHbiol'( ,to Que aOOl'llI1 111 ":lcri~1 ín , B~tÍl un rl'tralo que' hov día Entre el polvo que t'o ¿'nore, Se comprt·ude y } e dp~(, ubL'e

Que :del fundador sel'Ía.

Hoy e¡:e clau!'tro sagrado Que fué lugar de reposo, Está triste y pavoroso, Obscuro y abandonado; Alli se ven en un lado, Entre escombros y basuras, Las antigua" sepulturas De las monjas que otros días Sus plegarias y armonías Enviaban á las alturas.

En pavoroso aislamiento Se mira el templo s8l!rado, y triste y abandonado El interior del convento i AUf <mando ruge d q-iento En la ruinosa RrquerÍa, O en 19. estrecha celosla Penetra y airado zumba, Parece que de la tumba Las plegarias repetía.

Era Ullb Doene de invierno, La lluvia lenta cRí.a y airado el viento rn¡!Ía Como un eco del infierno; Parecía que !Il hondo averno Sus fllrore:l ilesatAba, y las puert.as azota ba Del viejo claustro que obscuro En su antiquísimo muro ~us muertos monjes guardaba,

Corno un eco:'!nuelal Que ios ~spacios re(lorre, Se oyó una voz en la torre, ne la igl¡,sia conventual; y lln8, In!' fI, ¡:ppnlcral Que esta bR junto á In pnerta, ~'e vió nA n~rlt'nte Ilhifll·tll, y entre fo , fóric,os brillos Un(l~ 111Ie¡;os amarillos y una calavera yerta.

Silba pRvoroso el viento, Y a l mover UIlR camplln!1 Pflrece que al eoro 1I11111R Con melanpólico IHJPnto; En ese mismo mou;t'nto, Cual si evocara un conjuro, Salier(,n del claustro obscuro En dos hileras formados, Los monjes alli enterrados Entre los nichos del maro.

, ¡

t::lepulcro nI' la f:HII i I i¡, t::lauto. Panteón Españól.

'o;

SepulP.To li p IR fe. rn i I i;¡ Prida. Panteón Español.

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7341

Van andando. lentámente Co.n sus manos descarnadas, So.bre su pecho. cruzadas, Rezando devo.tamente; Llevan en su calva frent~ Negra capucha calada, 1: desde el cuello. co.lgada Tienen una capa o.bscura, Que ya perdió la figura De vieja y agujerada.

Yla iglesia abando.nada Que tanto. pavo.r inspira, En ese instante se mira Abierta é iluminada; y de ro.dillas po.strada La co.munidad entera, y de cada calavera Sale nna o.ración sentida Del alma que arrepentida Del cielo. perdón espera.

De pro.nto. co.n ro.nco. acento. Suenlln do.ce campanadas, Que lentas y aco.mpasadas Vuelan en alas del viento.; En ese instante un lament , Reso.nó tan pavo.roso., Que al ho.mbre mál! valero.so Dejara sin vida y yerto., y otra vez quedó desierto. ~I viejo. templo. ruino.so..

Jo.SEFINA NAND1N.

Sppnlcro. de D. An sf>lmo. de la Portillo, en el Panteón del Tepeyac. ~ . ....,." , . ,

El día de los muertos

[Sigue de la Vág. 731.]

'El día de lo.s muertos es un dia de duelo. para to.do.s, aun para aquello.s que no. p~o.fe­san más religión que la de lo.s lazo.s SOCIales Ó civiles que unen á la humanidad. Es, pues, ést.e un dia clásico. de fiesta religio.sa para to.do. el mundo..

Lo.s vivo.s, al visitar ho.y la mansión de lo.s muerto.s, piensan eu que ello.s también teudrán que dormir el sueño. del que jamás se despierta; piensan en ltl transito.rio. de lo.s mundanos goces, en la corta etapa de Sil

peregrinación por el do.lo.ro.so. calvario. de la vida I

So.mo.s, del grandio.so. árbo.l de la naturale­za, ho.jas más ó meno.s marchitas que, des­prendidas de la rama co.mún, ruedan po.r el erial del mnndo. á impulso.s de vendaval vertigino.so.. I Ho.jas dispersas que.se reunen después en nn so.lo. pnnto., á manera de un gran centro. de convergencia: sepulcro. I Si,

SEMANARIO LITERARIO ILUSTRADO

la tumba, eternamellte fria, eternamente o.bscura, do.nde quedamo.s so.lo.s ... I i So.lo.s co.n nuestra co.nciencia, so.lo.s co.n' nuestro.s recuerdo.s .•.. I

"AlU aeaban la~fuerza;y el talento, ~1li aoaban los goees y los males, a.1JI aeaban la. fe y el sentimiento! ,"

que dijo. el malo.grado. po.eta Acuña. Parece que el "no. ser," ese perpetuo.

desco.no.cido., imprime al mortal un sello. de respeto. y de veneración que le hace igual al santo: es como la unción de gracia Que recibe al dejar la vida; el óleo., la sacra­mentación.

En este dia lúgubre,(llo.ramo.s la aU8encia de las personas que no.s fuero.n queridas.

I Cuántos co.razo.nes huérfanos f I Cuántas almas separadas de o.tras almas I Almas libres, rescatadas por la muerte,

qne han partido. para siempre, dejando. á las que quedan todavia, esclavas de la vida y ligadas á las cadenas durísimas ' del mundo.! '

I Cuántos ;padres d~sconso.lados, cuántos hogares derrumbados, cuántos pobres niño.s sin madre!

y en medio. de tanta desolación y de tris­teza tanta, la ternura de los recuerdos y el bálsamo purisimo de las lágrimas endulzan los pesares, la fa fortifica lo.S espíritus y la esperanza alienta los corazones que manan sangre de sus anchas heridas ...• I

El dia de los muertos es un gran dia para 10il vivo.s.

En este día la humanidad se inclina ante las tumbas, la vida se descubre ante la muerte y de to.dos los labios sale una plega­ria que se eleva hasta el trono de Dio.s, co.mo una nube blanca, como. una columna de hu· mo azul. ....•.

I Ay fLos que gozan, los que rien, los que so.n felices; Que piensen que los placeres viven sólo. la vida efímera de la mariposa, de la flor, qel bólido infecundo ..... .

Los cuerpos inmóviles hecho.s huesos, he­chos polvo., hecho.s naoa, que viven la vida en silencio, de la eterna tristeza y de la no­che eterna en la (lbscura cárcel de la tumba, gozaron y rieron también cuando la carne, convertida ~lio.ra en ceniza, los cubría, yel soplo. divino del aliento de Dios los ani· mabal

Lo.s que sufren y lloran, los que son des· graciados, piensan también que sus dolo.res no ¡>erán eternos, y aCllSO se consuelan ante el reposo de aquetlos despojos tan mudos y tan quietos •..• 1,

I Saludemos á los muertos y acordémonos de que somos mo.rtales I

i Pax mortuis!

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LA CONMEMORACION

,(De los Fieles Difuntos.

TUMBAS NOTABLES.

La fecha en que publicamos este número coincide con el día que la Iglesia Católica consagra á la Conmemoración de los fieles difuntos.

En este dia los muertos reciben en su mo­rada del panteón la visita de sus deudOS, de sus amigos, de todos los ~eres que con al­gún lazo intim(l estuvieron á ellos ligados , acá, en la vida terrena.

Hoy, en los CAMPOSANTOS del Distrito Fe­del"IlI, sobre todo, los vivos hormiguean po.r entre las tumbas, deteniéndose ante' lo.s se· pulcros que mejor adorno presentan, ante aquellos que, cubiertos de flores, rodeados de , blandones, semivelados con gasas fúne­bres, sobresalen de entre los modesto... se­pulcros, en cuyas cruces de madera sin ta­llar, en cuyas losas mal pulimentadas, se ve una co.ro.na silvestre ó un ramillete del campo.

, Sepulcro del Dr. Rafllel Lucio, en el Pan­teón del Tepeyac.

Nuestros grabados son la reproducción de varias de las tumbas que existen en los principales panteones del Distrito Federal, e:>cogidas por nuestro reporter-fotógrafo, de entre aquellas que se distinguen de las de­más, ya por pertenecer á familias distingui­das, ya porque guarda u los restos de algún personaje histórico, ya, en fin, por su fac ­tlll'a artística y suntuo.sidad.

Del Panteón Francés publicamos las pero tenecientes á las familias Sainz y Lavie, Romero Rubio y Torres Rivas. .

Del Español, los de las familias Nicolás de Teresa, de Prida y de Sauto..

Del Tepeyac, los del Gral. Santa-Anna, D, Anselmo de la Portilla, Rafael Lucio y familia Cuevas.

y fioalmente, del de Dolores, el de la fa ­milia Iturbe, de Guillermo Prieto, de Don Sebastián Lerdo de Tejada y del Gral. Do, nato Guerra.

Sepulcros de las familias Sanz y Lavíe, en el Panteón }¡'rancés.

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SEMANARIO LITERARIO ILUSTRADO

Yo te saludo, I oh muerte redentora! Y ~1J tu e:>peraoza mi dolor mitigo, Obra de Dios. perfecta j no castigo, ~ino don de su mano bienhechora.

I Oh, de un día mejor celeste aurora, Que al alma ofrece perdurab~e abrigo, )::0 tu rayo benéfico bendigo, Y lo aguardo impaciente de hot'a en hora.

, Ante las plagas del linaje humano, Cuando tod~ vtrtud se rinlle inerte, (Juaudo todo rencor fermeuta iusauo,

Cuando al débil oprime inicuo el fuerte, Horroriza peU:S1l1', UlOS :sobo/ano, Lo qUtl fUtlra 111 vtda Sto la muerte!

.I!'EDERICO BALIRT,

735

.l>ibujo de 8 . Islas,

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736 SEMANARIO LITERARIO ILUSTRADO

La Consagración del Ilmo. Sr. Valdespino. -lhupo prelados y sacerdotes.

Durango. Vista interiol' de la catedral durante 1" consagracióll del Ilmo. Sr. Valdespino. J

Grupo de comensales.

Grupo del Colegio Gnadalupano.

La Consagración del Imo. Sr. Valdespino.

El día 19 del mes próximo pasado tllVO verifictltivo en la catedra 1 de Duraugo la consagración del Ilmo. St". Valdespino, decimo ter­cet' obispo de Sonora. De tan solemoe ceremonIa dimos cuent,a deta­ll"aa en nuestra edición diaria de "EL TIEMPO," Y para comple­mento de esa información hoy publicamos varias fotografías relati­vas á la consagración, que nos fueron remitidas de Durango.

---::)0(::-. ---

DESPIERTA ....

Despierta; ya es la hora feliz de la partida, Ya entonan las calandrias su tierna despedida Y ya las nubecillas se tiñen de arrebol.

En tanto que en los prados las tímidas violetas Exhalan dulce néctar que escancian los poetas, Y allá, tras la montaña, se asoma el tibio sol.

Despierta, dulce niña, que ansioso nos espera Nuestro jardín risueño, y nuestra enredadera Entreabre nuevas flores para adornar tu sien;

y ya los pececillos se agitan en la fuente, Tiñendo de escarlata la linfa transparente, y alegres mariposas visitan nuestro edén.

Despierta, emprenderemos los dos nuestro paseo, Y tú serás Julieta y yo seré Romeo, Que van buscando el nido de su más tierno amor;

y alli compartiremos delicias y pesares, Tú me darás caricias, yo te daré cantares, y siendo tú la Musa, seré yo el Trovador.

Oaxaca, 1\.102. kNRIQUE C. OLIVERA.

El banque~e.

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SEMANARIO LITERARIO ILUSTRADO 737

~aríentes mícos." lRo"ela por 1Rafael.lDelga~o,

(toueaponl)iente be la lR. tlcabemta Jeapanola, e tnN\ltbuo l)e número be la me!:tcana. (CONTINUA)

LXIX

En el comedor fué escrita la c:J.rta. Filomena escribía bien, con letra lIIuy

clara y con pocas faltas de ortografía; pe­ro la poca práctica hacía que á cada ins­tante vacilara.

Dictábale la ceguezuela, y la fiel y ca· riñosa muchacha iba escribiendo sin darse cuenta de la gravedad del asunto.

-Niña,-excJamó repentinamente, de­jando la pluma-¿ qué necesida : kllía us­ted de estos misterios, qué necesidad ha­bía de esto? ¿ Por qué no decírselo á la señora, ó á la niña Ma rgarita? Si don Juan quiere á usted ; si usted lo C]L1i -: r c, ¿ para qué ocultar 'estas relaciones? Su pa­pá de usted decía (muchas veces lo re­pitió delante de mí) que los ma trimonios entre parientes no eran buenos. Puede scr que á la señora no le gusten estos amu­res de usted y de su primo; pero . . , ¡Hay tantos matrimonios así!

-Sigue escribiendo ... -dijo la jove·, . Filomena obedeció. ' -Decíamos ... -Que ... -Lee. - ... "quiero que vengas, neces ito qu¡'!

vengas antes de salir para Europa. , Lo que te dij e es cierto, y el asunto debe sel re.sue1,to mul, pronto. Ven y arréglalo con mis hos ...

Elena dictó: -Punto y seguido. "Te entregué mi co­

razón, mi amor, mi alma, mi vida" ... -"Dicen que no e res bueno, pero yo

creo que no er es malo. Eres caballero, ~ como tal, debes cumplir la palabra empe­ñada á esta pobre y desgraciada criatur::J que tanto te quiel'e, que te adora, y qll< de ti, de tu lealtad, de la bonr1ad ~,t U co­razón lo espera todo. Mi familia nada sa­be, ni siquiera Margot. Ven á arreglarl e todo, antes de que lo sepan. -Temo que nu vuelvas de Europa, y entonces ... "

-Entonces .... -"Dime ... " En dime pon 80S puntos. -Sí; ya los puse. Siga usted. -y una inte rrogación después. -Ya está. -"oo.¿ qué haré yo ?"-Cierra 10 interro-

gación. -¡Ya! -"Si no vienes, si no vuelves, si á tiem-

po no arreglas esto ... ¿ qué haré yo?" -Ya está. -" ... ¿ qué haré yo ?". .. "Temo que

no vuelvas. Y ¿ sabes 10 que entonces pa­sará? ¿ Te has det enido á cons;derarlo ,.,

-¿ Considerarlo ?-repitió Filomf:'l1a. -"Hazlo por ti ... " Espera . Fil ome-

na ... -dijo Elena, interrumpiéndole V ahogando un sollozo.

La criada tuvo que dejar la pluma, y. sobresaltada, fijó en Elena una mirada de sorpresa y espanto. La ciega hizo un es­fuerzo, y prosiguió, enmendando resuel­tamente la frase:

_"N o lo hagas por tí... ni por mí ... hazlo por tu .... "

-¿ Por quién ?-preguntó Filomena, en cuyo pensamiento estaba ya la terrible pa­labra.-¿ Por qui én, niña?

-"j Por tu hijo loo-respondió sin v,,('ila­ciones la ciega.

Pero ...

-iEscribe lo que te digo ! -Pero, Elenita ... ¿ qué quier e decir

eso? -Lo que dice. -j Niña, por Dios !-exclamó angustia-

da la servidora. Elena no respondió. Después de un ra·

to de silencio, con acento de mando, acel~­to en el cual se revelaba cierto despeche. doloroso y mal contenido y encubridor de una pena punzante y 'vergonzosa, dij o:

-¿ Ya lo entendiste? ¿ Ya lo sabes to-do? Pues no temas, y escribe. -j Niña Elena! -Escribe. .. j Es preciso! -Yo no escribo eso. -j Por Dios, Filomena! La excelente servidora se echó á llo rar.

Elena, de codos en la mesa, el pañuelo en­tre las manos, al parecer impasible, pa­seaba en torno suyo la mirada inexpresi­va de sus ojos sin luz. • -j Cálmate !-suplicó cariñosamente.-­Cálmate y escribe.

-¡ No puedo creer esto, Elenita, no puedo creerlo !-replicó acongojada.-Eso no es verdad ... j no es verdad!

-Sí lo es. -j Pero si no puede ser, si no puede

ser! Filomena se desató en sollozos, da ndo

rienda suelta al dolor que le torturaba e! corazón.

¡ Qué tormentosa pena la de aquella al­ma cariñosa, tan amante de todos y de cada uno de los indivichlOs de la f::l1nilia Collantes! La de don .T uan le era pro­fundamente antipática. j M ;'¡s vanos y to­nistas! j Al diablo con ellos! P ero la de don Ramón le era profundamente que­rida, vaya, j si eran su propia familia! En­tre todos prefería á Margarita y á Elen:l. A ésta más que á la otra. Se habían cria­do ¡untas... Eran como hermanas. i Có .. 1110 'había 1I0r;¡do ella la incurable ceguera el e Elenita! Mil ideas contrarias, mil sen­timientos encontrados le atenaceaban el ce­r ebro; mil dardos se le clavaban en el pe­cho. 'iQué cosas suceden! j Qué iba á l)a­sar! Primeramente la vergiienza, la ama:­gura de la familia . .. j Qué no dirían dI" ella las gentes, qué no dirían de la fal~li li ~ de don Ramón, hasta entonces irrerro­chable! Después, el enojo de P ab'o que tenía tan mal genio. Y la pobre Filorn,:na consideraba la desventura oe Elenita. la. cual, por su desgracia, parecía lihre ,le un mal matrimonio, y tí. salvo de una ,~d !1c­ción. j Con razón ella no pasaba al .T ,hln,­to, que era tan insolente v tan des jJ(')h :o, v tan burlón! j Cuánto no habría dado por ser ella la víctima! Ella, al fin , no t ení a ni padres, ni hermanos, ni parientes .. . . Para ella la sociedad no signifcah:t 11;1,­

da. .. ¿ Qué era ella en el mundo ? j U n cero, nada! Ella habría huído con s'.! amante, habría escapado para ocult.u rr, \1)' lejos su vergiienza. ¡ Ella! j Ella! ¿ Q:¡é importaba? A la desdicha suya, á su orfan­dad, bien podía unirse la deshonra. .. i\~í suele suceder con las huérfanas. " ¿ P ero Elena? ¿ Elenita? ¿ La pobre cieg-a:- .\J 0,

no, si aquello no era posible, no era ver­dad, ni podía serlo!

Oculto el rostro entre las manos. la in­feliz Filomena se bebía sus lágrimas. Ele­na callaba. Afuera, los canarios trinaban regocijados en la pajarera, y el canto fes · tivo de los pájaros aumentaba la angus-

tia de la pobre muchacha. Oíanse ruielo de coches, silbidos de tranvías, los rumores diurnos de la polvorosa avenida ...

-Yo-seguía pensando Filomena-ha-­ría por la señorita el sacrificio mayo r .... con tal de salvarla ... Pero ... ¿ cuál , V ir. gen santa, cuál? ¿ Por qué hay n1ales en el mundo que no tienen remedio? En su cándida sencillez, en su limitación intelec­tual, le parecía que algo así como un pala­cio de cristal, un alcázar preciosísimo, lím­pido, luminoso, prodigio de belleza, ton el cual se albergaban lo mejor ele la bellez;:" y lo más selecto de la virtud, se había he­cho pedazos ; que una mano impía, la de quien nada sabía estimar, como no fue se perdición y fango. .. Filomena habría de­seado volver á 10 pasado, volver á, Pluvio­silla, á tiempo mejor, antes de la ilegada. de aquellas gentes, antes de la llegaJa de aquel infame, para decirle: "j Fuera ' 6(' aquí! j Fuera de aquí, canalla! Y ocultar á Elena, y ponerla en cobro. j Qué villa­no era aquel hombre qtte nó se había dete­nido ante el infortunio de aquella ;¡¡ieliz criatura. j Ante la desdicha de a4ut'l1 ;i ni­ña, para la cual no había en el mundo ni alegría ni luz! .

¿ Y si Juan no volvía? Y si aun vol­viendo se negaba á cumplir la palabra 'em­peñada? Y todo, todo quedaríaarre~la­do en unas cuantas horas . . . ¿ Por ql1 é no había de ser así? Con que Juan 10 qnisiera, bastaría. j Qué infamias las de estos seño­ritos decentes v ricos! P ero su corazón le g ritaba: "j No ;' no abrigues esperanz<3s ! ... Juan se va y no volverá en mucho tiem­po. . . No ' se casará con Elena, y ... "

Un rayo de luz cruzó por la 11lel:te de la criada ... Pero al disiparse la repentina claridad, sólo quedó una obscurichd in­mensa, profunda, de sombras más )' más negras.

-Si de mí se tratara ... q1l é me ÍJ!l/'o;'­

taría ser 'vista como la peor de las 1l1tt­

jeres ! ¡ Qué me importaría que la SCili'1'a

y los muchachos, y la niña Margarita. \' b. misma niña Elena, me despreciaran!

Entonces se revolvió como una víbora en el corazón de la honrada Filomena. un sentimiento impío, rebelde á la ra ;ún, cruel, ponzoñoso. .. Sintió desprecio por Elena ... un desprecio profundo, y se di­jo, t emerosa de escuchar su propio p l" lIsa­miento, asustada de la dureza de S l~ ':0-

razón: "j Ella tiene la culpa! j Con su I ~ n se lo coma!" Luego sintió ira, algo COlllU

impulso poderosísimo de castigar dura v severamente, como la joven se ,10 111 ,:,r';­cía . .. P ero la ceguera de la joven :lhlan­dó la dureza inesperada y rápidad!; aq\.d corazón recto y nobilísimo, que se alz ; L" altivo é indignado contra la maldad, ' : '11 ~ tra la vil escoria humana, contra l,t in­munda materia, contra debilidad de ,lo qu ~ debía ser firmísimo é inconmovible CO I110

gigantesca mole de granito; ablal1dó~e compasivo aquel corazón conturbado por la ruina inesperada de aquello que para él era ó había sido, hasta ese día, hern'u-­sura y pureza, respeto y dolor, y -lluevas lágrimas, lágrimas dulcísimas de compa­sión v de caridad, rodaron por el roslro de Filomena. -j Pobre niña !-así lo pensó la fi el ser·

vidora.-Debo comparlecf'rla. Así com1!d ' de ce el Señor á los pecadores. Dios abo· rrece el pecado, pero se apiada del cul­pable y le ama tiernamente ...

( Coctiooaci).

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738

LA LOCA

!'jO había vivido siempre la viuda Launoy en la negra miseria · que ahora la rodea. En su juventud fué una granjera activa y rozagante, trabajadora y alegre; trabaja­dora sobre todo. Había que verla levantada desde el amanecer poniendo en movimiento todo, ganados y personas; ordenando á cada cual su tarea del día; inspeccionando 7acas y ovejas antes de enviarlas á pastar al campo: echando comida á las gallinas que la seguían cloqueando j preparar des­pués el almuerzo para su hombre y su hijo, y, una vez satisfecha esta necesidad, tomar la llamadera de acerada punta para ayudar en la labor á su marido guiando los cuatro grandes y hermosos bueyes colorados.1

. Buen~ esposa y madre amante, cuidaba ~I::I'\\. ~'Q;T.\.~\)~~ ~\)\\.~\.\~~ \\ ~~~'t\), ~~ 'n.\.)\) ');tú.­~\) \ ~~'t\) 'n.~\)\~ ~~\~\) ~n. \\\ ~~\)\.\\.~~~ ~~ mimar horriblemente al muchacho, quien, l:ieguro como estaba de ser siempre discul­pado y perdonado, campaba, á los diez años, por su respeto; se había heeho perezoso, colérico, desvergonzado y, lo que es peor, hipócrita. Siempre, cuando volvía con la ropa hecha girones, en lugar de enfadarse V de reñirle, su madre se enternecía pen­sando en los golpes que había recibldo "el pobre chico," sin acordarse de que indu­dablemente los habría provocado por sus agresiones é insolencias. .

Quiso Dios que Launoy muriese de una fiebre maligna, y toda aquella dicha se hundió de repente. Hubo que dejar la her­mosa y productiva posesión, el pequeño es­tado en que reinaba como soberana y en el que, olvidada de los malos días que podrían venir, no se había heChO ningún ahorro, empleándose las economías en proporclOnar gustos á Pedro y llevarle vestido como un señorito. De ama y señora de su casa la viuda descendió á sir.vienta, colocándose de jornalera, ella que á tantos había pagado salario. De sus exiguos ingresos apllnas tomaba lo necesario para darlo todo á Pedro, quien, á medida que crecía, se iba haciendo más exigente y se quejaba siempre de que su madre no le daba bastante, mientras ella se mataba trabajando . . Los años iban viniendo por un lado, la

miseria por el otro. Las ganancias bajaban á medida que crecían las necesidades. Una grave enfermedud ne Pedro, ya hecho un hombr!l, había minado la salud de su ma­dre, que tuvo que velarle veintisiete noches seguidas, abierta la puerta á las deudas y convertida la escasez habitual en diligencia. Pedro, curado, se negaba á trabajar, siem­pre arrogante, colérico, maligno, detestado; la injuria constantemente en sus labIOS, aun contra la que todo se lo había dado, su propia madre. Puntal de taberna, hol ­gazaneavdo todo el día sin hacer nada, como no fnera algo malo , P edro á los veinticiuc' años era el tipo perfecto del mal hombre, amigo de todos los perdidos y más malo que el peor de ellos, insultando á su madre cuando venía á casa borrachu, lo que su· cedía varias v",ces en la semana.

Paso á paso se había llegado á la extrema miseria, no contándose para vivir, sino con el producto del insignificante trabajo de la viuda Launoy, y aun la mayor parte.de esto poco iba á parar á la taberna.

~EMANARIO LITERARIO ILUSTRADO

Un buen día pensó Pedro en enamorarse de Jacquelina, la liuda hija de Lombard, arrendatario de Grand·Bois, que además de su hermosura y sus buenas cualidades morales, alabadas y conocidas en toda la comarca, tenía una pingüe dote como he­:cencia de su madre. ,Fué la bondad del corazón, la belleza de la muchacha, Ó más probahlemente, su riqueza lo que sedujo á Pedro! Su madre no se lo preguutó, pero vió en estll idea de matrimonio la salva'.lión de su hijo, su rehabilitación, la dicha de su vida; y como tan fácilmente se forjan sus ilusiones cuando se ama, ~e:imaginó que todo el mundo debla juzgar áJ su hijo

Vista posterior~del. traje de visita .

con la misma indu Jgencia qUfl ella usaba. Si Jacquelina acepto se á su Pedro , volve· rían los buenos días y las comodidades que ella deseaba ardientemente, no para sí, sino para su hijo.

La imaginación de la pobre vieja volaba, volaba , excitándose á sí mi¡;ma. Ya no du­daoa.del resultado cuando.~Pedro, engala-

nado con su trl1je nuevo, adquirido Dios sabe á costa de cuántos sacrificios, marchó un día á la granja de Grand-Bois dispue¡;to á pedir la mano de Jacquelina.

La pobra madre esperó largo tiempo la vuelta de Pedro, ansioss , temblando entre él temor y la esperanza.

- ¡ Las siete y media! I Las ocho menos cuarto! ,Si le habrá sucedido algo á mi Pedro 7 .••• Pero no; esta tardanza es buena señal. Le habrán hecho quedarse á comer en la granja y entonces es que todo va bien .. . ¡ Dios mio I ¡ si yo pudiese antes de morir ver á mi hijo dichoso! ..... .

Eran cerca de las nueve cuando Pedro volvió. Estaba borracho y á duras penas se tenía en pie. Pidió de comer, y como su madre tardara algo en servirle, la llenó de insultos y aun la .amenazó con golpearla. Ella le sirvió sin decir palabra y con los ojos enjutos. Pedro, caUado, comía; su aire sombrío u(inotaba que en aquel cerebro perturbado por el vino estaba dando vuel­tas alguna idea siniestra . Al terminar la modesta comida , creyéndole ya calmado, la viuda Launoy se arriesgó á decir tí mirla­mente:

-,Qué te han contestado en Grand-Bois' A esta preguuta, Pedro, ciego de cólera,

:.~

T raje de casl1. ve!antero del de VIsita.

se levantó bruscamente y dando un:terrible puñetllzo en IR mesa. rUg'ió:

--j Miserables 1 j Bribone~! No 8ólo no me hftn querido contestar, ~ino que me han pchado á la calle. ¡Ah! pero ya vf'J'án, ya verán. _ . . muy caro ha de co~tftJ'lp¡; p~to! w:a Lft JI; adre no !'p atrevió á decir nada; 1ft ~ólpra de !'U hijo la a su ~tabamás que la milla Dot.icift. Pemftndo que la ~oledad le calmllría , poco á poco, sin ruido , fué!'e re­tirando á su cuarto . ¡Durmió la infeilz '

De repente,' á e ~o de las tre¡; de la mañana, un lúgubre campaneo resonó por todo el campo. La pobre vieja ,"sentada en" Sil mí­sero lecho, escuchó·. I Tocan á fuel!() , !'í; tocan á fuego en Monthier, en Saint Legea en Ailly, en las tres aldeas vecinas ! Nade hay tan fúnebre, tan asustador, comoÁe~

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Abrigo para invierno.

angustioso tocar por la noche en medio del . campo.

Temblando se asomó á una ventana. Nadll Si! veía desde allí. Como pudo subió al granero y miró por el tragaluz . Un g~an resplandor rojizo se destacaba sobre el OJelo obscuro, allá abajo, hacia el Este. \ Dlo~ mío .... \ en la dirección de G~and.BOls l A lo lejos se oían rumores, gritos, hasta parecía verse sombras q~e pasa.ban fantá~­ticas sobre el reflejo d'ellllcendlO. No hahla duda; la granja de Grand-Bois era lo que estaba ardiendo.

Entonces una claridad más terrible toda­vía iluminó el espíritu de la madre. Pedro había dicho: "\ Ya verán l I ya verán! caro les ha de costar ." Encontró fuerzas para llegar al cuarto de su hijo; la cama estHba intacta, el cuarto vacío, la puerta de la ca.baña abierta de par en par.

Alli quedó la pobre mujer espantada, como petrificada, ahogándose de pena. Lle­gó Pedro con el rostro descompuesto, la mirad'1 extraviada, sucia la ropa y negras las manos.

-& De dónde vienes', preguntó la madre. -Eso no te importa, respondió brutal-

mente Pedro. --\ Vienes de poner fuego á la granja de

Grand- Bois! -Sí; ,y qué', respondió con cinismo.

Dije que me las habían de pagar y las están pa¡;?:ando.

Siguióse un largo silencio. -1 Desgraciado!, exclamó por fin la ma­

dre, te van á prender, á juzgarte, á conde" narte .... \ Vendrán por ti los gendarmes, y despuéf' .... el presidio, la muerte para ti Pedro, hijo mío, mi Pedro l ....

'De repente se levautó de un salto, lívida, suelto el escaso cabello.

-\ Pero no, no l dijo .... !Esto no suce­derá! Oye, Pedro j tu acción es infame, per~" eres mi hijo. I Quiero salvarte y te salvare! JÚl'ame do:> cosas: Primera, que te vas á acostar y suceda lo que quiera, ,me entien­des' suceda lo que quiera, diráR que nada sabes que nada has visto ni oído, que estl\b~s algo borracho y que dormias. I Júra­melol

-Lo juro, respondió Pedro, ya despe-

SEMANARIO LITERARIO Ii:,USTRADO

jados los vapores del vino y comprendiendo su crimen y el peligro que corría.

--Jura, además, otra cosa. Jura hacerte honrado y pedir pe.rdón á Dios. Pasado algún tiempo, sin llamar la atención, marcha de esta tierra; te irás á vivír lejos y portarte como hombre arrepentido y tra bajador. 1 J Ú­ralo por Cristo Señor Nuestro l

-Lo juro, dijo Pedro con voz firme, ex· tendiendo el brazo.

-Muy bien. Creo en tu ~uramento. Se~~s salvado, déj3me~hacer. AdIÓS, Pedro; adlOs hijo mío l ..

Depositó sobre la frente de su hiJO .un ardiente beso y se lanzó fuera de la cabaoa.

La luz del alba alumbraba ya la8 humean­tes ruinas de la casa de GI·and-Bois. Los aldeanos de las cercanías que habían ayu­dado á la extinción del incendio descansa­ban de su traba~o y pronto empezaron la charla y los comentarios. ,Cómo ha sido esto' ,Cuándo empezó? Esto no se ha hecho solo. Alguien ha puesto aquí la mano. Muchos decían en voz baja el nombre de Pedro Launoy. Los gendarmes escuchaban estas murmuraciones é indagaban lo que podian para facilitar el sumario. De pronto nn~ que andaba dando vueltas por las cerca­nías de la casa incendiada volvió trayendo cogida de la mano á. una vieja que hab\a encontrado al pie de un seto en una hondo­nada. Todos al verla llegar exclamaron: j La viuda Launoy I .

--¿ Qué:hacía usted:allí', preguntó el Jefe de la fuerza. -¡ Qué había de hacer', dijo la mujer

soltando una carcajada, pues mirar cómo ardía Grand-Bois. Habian dado con la puer­ta en las narices de mi Pedro .... Ah6ra no sflrán tan orgullosos. Los he asado como chicharrones.

-1 Cómo, miserable I ,has sido tú quien ha prendido el fuego' . -i Ya lo creo l ,Por qaé no han querido

ellos dar su hija á mi Pedro' ...• He lleva­do leña al cobertiz(; .... 1 qué hermosa era la llama l . . _ . 1 Cómo me he divertido! Pero está bien hecho, ,no es cierto'

-Prendedla, dijo el sargento á sus hom-

Abrigo para inviernQ.

739

Abrigo para invierno.

bres, pero tratad la con blandura; l(infeliz e¡;tá loca.

No compareció ant,e el Jurado la viuda Launoy. La encerraron en un asilo de alienados. Alli estuvo dos años, al cabo de los cuales el médico del establecimiento la dió por curada.

No, doctor, no tiene tratamiento. esta locura, la del amor maternal. Pero DIOS la bendijo. La viuda Launoy ha vuelto á en­contrar á Pedro convertido, hecho un hom­bre honrado como lo juró. En un rincón \le un pueblo lejano alimenta con su trabajo á ra pobre vieja, )a fingida loca que por él se hllbía sacrificado.

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