Nieto Soria, JM - La Monarquía Como Conflicto (Cap.4-5)3

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     A la hora de abordar el estudio de la dimensión conflictiva presente en la evolu-ción sociopolítica de la corona castellano-leonesa bajomedieval, así como en lastransformaciones experimentadas por la monarquía hacia modelos cada vez másautoritarios, una cuestión cuyo análisis resulta consustancial a dicho estudio son las

    relaciones entre los principales grupos de poder del reino. En este sentido las rela-ciones de la Iglesia con la nobleza, a pesar de no haber recibido la suficiente aten-ción por parte de nuestra moderna historiografía 1, constituyen un ámbito de análi-sis en el que también se manifiesta de forma muy frecuente el conflicto delegitimidades presente reiteradamente en la política castellana de estos siglos, y quesi bien estaba encabezado por la monarquía, presentaba múltiples ramificacionesque afectaban a los demás estamentos sociales.

     Antes de nada, es necesario poner de relieve las grandes diferencias intraesta-mentales y jerarquización interna que se daban sobre todo dentro del estamento

    eclesiástico, pero asimismo también en la nobleza, lo que hace que existan diferen-tes niveles de plasmación de las relaciones entre ambos estamentos, relaciones queen mayor o menor medida encontraremos manifestadas en alguna ocasión en prác-ticamente todos los niveles jerárquicos de la Iglesia y la nobleza.

     Además, en el caso del estamento eclesiástico, entraba en juego el papel desem-peñado por una instancia de poder supranacional que se encontraba por encima dela propia Iglesia castellana, como era el pontificado, cuyas intervenciones, frecuen-temente unidas a las de la propia realeza, en ocasiones irán encaminadas precisa-mente a regular los conflictos planteados en las relaciones de la Iglesia castellana conel estamento nobiliario.

    Dentro de este contexto, la monarquía castellana se nos presenta en una dobleperspectiva. Por un lado, como agente mediador en las situaciones de conflictividadIglesia-nobleza, conflictividad que en buena medida respondía a un enfrentamien-to entre poderes señoriales contrapuestos, siendo precisamente esta necesidad deponer bajo su control a todos los grupos de poder del reino, en cuanto que miem-bros de la comunidad política, uno de los rasgos más explícitamente caracterizado-

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    1 Así, en algunas síntesis generales publicadas en los últimos años sobre la nobleza de los reinos hispáni-cos medievales apenas se toca el tema de las relaciones con la Iglesia. Véase Marie-Claude Gerbet, Las noblezas españolas en la Edad Media. Siglos  XI -  XV , Madrid, 1997.

    Capítulo IV Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

     Jorge Díaz Ibáñez 

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    res de la expansión bajomedieval del autoritarismo regio. Pero, por otra parte, en lascoyunturas generales de particular conflictividad sociopolítica, la monarquía se pre-senta como protagonista de las mismas enfrentándose a una parte de la nobleza,

    adoptando en este caso los miembros del alto clero, en función de sus intereses, pos-tura a favor de uno u otro bando, no existiendo al respecto casi nunca unanimidadentre ellos.

    Para el estudio de estas relaciones de la Iglesia castellana con la nobleza, que aquíse abordará tan solo en sus rasgos generales, hemos diferenciado varios campos deanálisis. Primeramente se expondrá el modo como se produjo la incorporación dela nobleza al alto clero castellano. A continuación estudiaremos la intromisión nobi-liaria en algunas elecciones episcopales y en el sistema beneficial, para centrarnoscon posterioridad en el análisis de los conflictos económicos, sobre todo decimales,

    y jurisdiccionales planteados entre la Iglesia y la nobleza, atendiendo a cuestionescomo el patronato eclesiástico y la encomienda monástica. La intervención eclesiás-tica en las principales situaciones de conflictividad política constituirá el siguientecampo de análisis, en el que estudiaremos el papel de la Iglesia en los conflictosmonarquía castellana-nobleza, la particularidad del ámbito gallego y la participa-ción del clero en las luchas de bandos durante el siglo  xv . Finalmente, veremoscómo el ámbito de la espiritualidad fue utilizado como marco propagandístico delos valores y comportamientos de la nobleza, que en ciertos casos coincidirán conlos manifestados por algunos miembros del alto clero.

    1. La extracción social del alto clero

    La integración de un buen número de miembros de la nobleza castellana bajo-medieval, en sus diferentes niveles, dentro del estamento eclesiástico es una cues-tión cuyo estudio resulta de gran importancia para un mejor conocimiento de la sociedad castellana durante estos siglos 2. El análisis de este proceso es esencial decara a la comprensión tanto de las estrategias sociales y de poder de los principaleslinajes nobiliarios como de la propia proyección sociopolítica de la Iglesia y su inser-ción en las estructuras de poder del reino, todo ello dentro del proceso de génesis

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     Jorge Díaz Ibáñez

    2 Una visión mucho más amplia y detallada sobre esta misma cuestión queda recogida en mi artículo “La incorporación de la nobleza al alto clero en el reino de Castilla durante la baja Edad Media”, Anuariode Estudios Medievales, 35/2 (2005), por lo que en este apartado tan solo expondremos las conclusio-nes básicas de dicho artículo. Otros trabajos que tratan en parte la misma problemática son, por ejem-plo, los siguientes: J. Díaz Ibáñez, “Las relaciones Iglesia-nobleza en el obispado de Cuenca durante la Baja Edad Media”, En la España Medieval , 20 (1997), pp. 281-320; Marta González Vázquez, y F. J. PérezRodríguez, “Aproximación al estudio de las relaciones familiares y de poder en una institución eclesiás-tica: el cabildo compostelano en los siglos  xii y  xiii”, Hispania , 53/185 (1993), pp. 1091-1098; IsabelGarcía Díaz, y Miguel Rodríguez Llopis, Iglesia y sociedad feudal: el cabildo de la catedral de Murcia en la baja Edad Media , Murcia, 1994. Para época moderna resulta de interés, entre otros trabajos, el con-

     junto de estudios recogidos en Sociedad y élites eclesiásticas en la España moderna (coord. F. J. Aranda Pérez), Cuenca, 2000.

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    del Estado Moderno en Castilla a fines de la Edad Media. En este sentido, se ha seña-lado cómo el celibato eclesiástico, independientemente de las voluntades individuales,respondía muchas veces a los intereses de los propios linajes, que también necesitaban

    una proyección en el seno de la institución eclesiástica, encontrando aquí la dimen-sión propagandística de la espiritualidad una de sus vertientes más importantes 3.

    Fue fundamentalmente dentro del episcopado y cabildos catedralicios donde seprodujo, ya desde el siglo xiii, esta integración al clero de personajes procedentes delestamento nobiliario, que se fue intensificando a medida que avanzó la baja EdadMedia, siendo este un proceso que se vio sin duda favorecido e impulsado por elrápido ascenso social, sobre todo desde el último tercio del siglo xiv , de los princi-pales linajes de la nobleza nueva, y la consolidación de las oligarquías urbanas, dadoque todos ellos, muy integrados en las estructuras de poder civil del reino, también

    deseaban controlar en mayor o menor medida las estructuras de poder eclesiástico demayor proyección política, que eran las mitras episcopales y cabildos catedralicios.Ello, además, estará íntimamente relacionado y evolucionará en paralelo con la for-mación de amplias redes clientelares de eclesiásticos en torno al poder real, proceden-tes sobre todo de los ámbitos episcopal y catedralicio, que poco a poco se irán incor-porando a importantes funciones gubernativas y administrativas del reino 4.

    Los linajes de la alta o media-alta nobleza con una mayor presencia en el epis-copado castellano-leonés durante la baja Edad Media fueron los Fonseca, en el siglo XV  y principios del  XVI, con siete obispos; los Gómez de Toledo, sobre todo en el

     XIV , con seis obispos; los Manrique, con cinco obispos; los Albornoz, Guzmán,Luna y Carrillo, con cuatro cada uno; los Mendoza, desde fines del  XIV , con tres;los Enríquez, en el  XV , con tres; los Osorio, con tres; y los Álvarez de Toledo,Velasco, Acuña, Gudiel, Carvajal, Suárez de Figueroa y Zúñiga, cada uno de elloscon dos miembros del linaje dentro del episcopado. En cambio linajes como losPimentel, Silva, La Cerda o Ponce tuvieron una casi nula o muy escasa proyecciónepiscopal. En cuanto a los linajes de judeoconversos, hay que destacar ante todo a los García de Santa María (o Cartagena) y linajes a ellos vinculados (como losMaluenda), donde hubo hasta siete obispos. Por otro lado, en linajes como losGómez de Toledo, Fonseca o Santa María las sucesiones episcopales tío-sobrino oincluso padre-hijo fueron algo habitual, siendo también frecuentes las relaciones deparentesco entre los prelados de linajes como los Luna, Albornoz, Manrique y Carrillo. De este modo, la relación de los principales linajes con representación enel episcopado castellano bajomedieval nos ofrece el siguiente resultado:

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    Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

    3 María Concepción Quintanilla Raso, “La Nobleza”, en José Manuel Nieto Soria (dir.), Orígenes de la Monarquía Hispánica: Propaganda y legitimación (c. 1400-1520) , Madrid, 1999, p. 91.

    4 Sobre las clientelas eclesiásticas en la Castilla bajomedieval puede verse el trabajo de J.M. Nieto Soria y  J. Díaz Ibáñez, “Élites y clientelas eclesiásticas (siglos xiii al xv ): propuestas metodológicas desde el casocastellano”, en F. Themudo Barata (ed.),

    Elites e redes clientelares na Idade Média: Problemas metodoló-  gicos , Lisboa, 2001, pp. 109-139.

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     Acuña -Alonso Vázquez de Acuña: obispo de Mondoñedo (1455-1457) y Jaén (1457-1474).-Luis de Acuña y Osorio: obispo de Segovia (1449-1456) y Burgos (1456-1495).

     Albornoz-Fernando Álvarez de Albornoz: arzobispo de Sevilla (1371-1377).-Gil Álvarez de Albornoz: arzobispo de Toledo (1338-1350). Cardenal.-Pedro Álvarez de Albornoz: arzobispo de Sevilla (1378-1390).-Pedro Gómez Barroso de Albornoz: obispo de Sigüenza (1348-1358), Coimbra (1358-

    1364), Lisboa (1364-1369), y arzobispo de Sevilla (1369-1371). Cardenal.

     Álvarez de Toledo

    -García Álvarez de Toledo: obispo de Astorga (1463-1488).-Gutierre Álvarez de Toledo: obispo de Palencia (1423-1439), arzobispo de Sevilla 

    (1439-1442) y Toledo (1442-1445).

    Carrillo-Alonso Carrillo de Acuña: obispo de Sigüenza (1435-1446) y arzobispo de Toledo

    (1446-1482).-Alonso Carrillo de Albornoz: obispo de Osma (1408-1422) y Sigüenza (1422-1434).

    Cardenal.

    -Álvaro Gómez Carrillo: obispo de Palencia (1297-1305).-Alonso Carrillo: obispo de Ávila (el. 1496).

    Carvajal-Bernardino López de Carvajal: obispo de Astorga (1488-1489), Badajoz (1489-1493)

    y Sigüenza (1495-1511).-Juan de Carvajal: obispo de Coria (1443-1446), Plasencia (1446-1470) y electo de

    Zamora (1467). Cardenal.

    Dávila (en sus diferentes ramas)-Domingo Blasco: obispo de Ávila (1213-1239).-Sancho Blázquez: obispo de Ávila (1312-1355).-Juan Arias Dávila: obispo de Segovia (1461-1497).-Rodrigo Dávila: obispo de Plasencia (1470-1492).

    Enríquez-García Enríquez Osorio: obispo de Oviedo (1441-1442) y arzobispo de Sevilla (1442-

    1448).-Juan Enríquez: obispo de Lugo (1409-1417).

    -Pedro Enríquez de Castro: obispo de Mondoñedo (1427-1445).

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    Fonseca 

    -Alonso de Fonseca el Viejo: obispo de Ávila (1445-1454), arzobispo de Sevilla (1ª vez,1454-1460), Santiago (1460-1464) y nuevamente de Sevilla (1464-1473).

    -Alonso de Fonseca: arzobispo de Santiago (1ª vez, 1460), Sevilla (1460-1464) y nue-vamente de Santiago (1464-1506).

    -Alonso de Fonseca: arzobispo de Santiago (1506-1523) y Toledo (1523-1534).-Alonso de Fonseca: obispo de Ávila (1469-1485), Cuenca (1485-1493) y Osma (1493-

    1505).-Diego de Fonseca: obispo de Orense (1470-1486).-Juan Rodríguez de Fonseca: obispo de Badajoz (1495-1499) y Córdoba (el. 1499).-Pedro de Fonseca: obispo de Astorga (1413-1419) y Sigüenza (1419-1422). Cardenal.

    García de Santa María (Cartagena) y linajes vinculados-Alonso de Cartagena: obispo de Burgos (1435-1456).-Gonzalo de Cartagena: obispo de Astorga (1419-1423), Plasencia (1423-1446) y 

    Sigüenza (1446-1448).-Pablo de Santa María: obispo de Cartagena (1403-1415) y Burgos (1415-1435).-Alonso de Burgos: obispo de Córdoba (1477-1482), Cuenca (1482-1485) y Palencia 

    (1485-1499).-Alonso Rodríguez Maluenda: obispo electo de Salamanca (1447).-Juan Ortega Maluenda: obispo de Coria (el. 1503?)

    -Juan Díaz de Coca: obispo de Oviedo (1467-1470) y Calahorra (1470-1477).

    Gómez de Toledo

    -Gutierre Gómez de Toledo: arzobispo de Toledo (1311-1319).-Gutierre Gómez de Toledo: obispo de Palencia (1357-1381). Cardenal.-Gutierre Gómez de Toledo: obispo de Oviedo (1377-1389).-Gutierre de Toledo: obispo de Plasencia (1496-1506).-Suero Gómez de Toledo: arzobispo de Santiago (1362-1366).-Vasco Fernández de Toledo: obispo de Palencia (1343-1353) y arzobispo de Toledo

    (1353-1362).

    Gudiel

    -Gonzalo García Gudiel: obispo de Cuenca (1280-1288).-Gonzalo Pérez Gudiel: obispo de Cuenca (1273-1275), Burgos (1275-1280) y Toledo

    (1280-1298).

    Guzmán

    -Diego Ramírez de Guzmán: obispo de León (1344-1354).-Diego Ramírez de Guzmán: obispo de Oviedo (1412-1441).

    -Fadrique de Guzmán: obispo de Mondoñedo (1457-1492).

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    -Juan Ramírez de Guzmán: obispo de Tuy (1390-1394), Calahorra (1394-1403) y Ávila (1403-1424).

    Luna 

    -Jimeno de Luna: arzobispo de Toledo (1328-1338).-Juan de Cerezuela y Luna: obispo de Osma (1422-1433) y arzobispo de Sevilla (1433-

    1434) y Toledo (1434-1442).-Pedro de Luna: arzobispo de Toledo (1403-1414).-Rodrigo de Luna: arzobispo de Santiago (1449-1460).

    Manrique

    -Íñigo Manrique de Lara: obispo de Oviedo (1444-1457), Coria (1457-1475), Jaén

    (1475-1483) y arzobispo de Sevilla (1483-1485).-Íñigo Manrique de Lara: obispo de León (1484-1485) y Córdoba (1485-1496).-Juan García Manrique: obispo de Orense (1371-1375), Sigüenza (1376-1381), Burgos

    (1381-1382) y arzobispo de Santiago (1382-1399).-Gómez Manrique: obispo de Tuy (1348-1351) y arzobispo de Santiago (1351-1362) y 

    Toledo (1362-1375).-Guillermo García Manrique: obispo de Oviedo (1389-1397).

    Mendoza 

    -Diego Hurtado de Mendoza: obispo de Palencia (1470-1485) y arzobispo de Sevilla (1485-1502).-Lope de Mendoza: obispo de Mondoñedo (1393-1399), arzobispo de Santiago (1400-

    1445) y administrador apostólico de Osma (1404-1408).-Pedro González de Mendoza: obispo de Calahorra (1453-1467), Sigüenza (1467-

    1495), arzobispo de Sevilla (1474-1482) y Toledo (1482-1495), y administradorapostólico de Osma (1482). Cardenal.

    Osorio

    -Álvaro Pérez Osorio: obispo de Lugo (1434-1440) y Astorga (1440-1463).-Gonzalo Osorio y Villalobos: obispo de León (1301-1313) y Burgos (1313-1327).-Luis Osorio: obispo de Jaén (1483-1496).

    Suárez de Figueroa 

    -Gómez Suárez de Figueroa: obispo de Badajoz (1479-1486).-Lorenzo Suárez de Figueroa: obispo de Badajoz (1444-1461).

    Velasco

    -Luis de Velasco: obispo de León (1478-1484) y Córdoba (1484).

    -Rodrigo Velasco: obispo de Palencia (1417-1423).

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     Jorge Díaz Ibáñez

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    Zúñiga 

    -Diego López de Zúñiga: obispo de Calahorra (1408-1443).-Gonzalo de Zúñiga: obispo de Plasencia (1415-1422) y Jaén (1422-1457).

    Respecto al número de diócesis donde aparecen representados en alguna ocasióncada uno de los mencionados linajes, cabe decir que los García de Santa María y linajes afines, así como los Manrique, estuvieron presentes hasta en doce diócesiscada uno; los Fonseca en once; los Mendoza en ocho diócesis; los Guzmán y Carvajal en seis; los Gómez de Toledo, Carrillo y Osorio en cinco; los Álvarez deToledo, Luna, Enríquez y Acuña, en cuatro cada uno; los Gudiel, Albornoz, Velascoy Zúñiga en tres; y los Suárez de Figueroa en una. En las archidiócesis de Toledo,Sevilla y Santiago, que eran las de mayor prestigio, nivel económico y proyección

    política, los grandes linajes señoriales que más presencia tuvieron en el episcopadode las mismas fueron los Mendoza, Manrique, Fonseca, Albornoz, Luna, Gómez deToledo y Álvarez de Toledo.

    En el arzobispado de Toledo, además, dada su enorme relevancia política,encontraremos ocasionalmente al frente de la mitra a miembros de la Realeza cas-tellana (el infante don Sancho de Castilla en el xiii) o aragonesa (don Sancho de

     Aragón en el xiii y el infante don Juan en el xiv ), y también hay que destacar la pre-sencia de hasta tres arzobispos del linaje de los Luna durante los siglos xiv y  xv .Otro prelado vinculado a la Realeza, don Pedro de Castilla, nieto de Pedro I, ocu-

    paría en el siglo xv  las diócesis de Osma y Palencia, debiendo ser recordado aquítambién el nombramiento del infante don Felipe, hijo de Fernando III, como pro-curador del arzobispado de Sevilla tras su restauración.

     Asimismo, es interesante observar cómo algunos privados reales, por mediaciónante el monarca, consiguieron colocar al frente de ciertas mitras a sus familiares.Cabe destacar en este sentido los casos de don Juan de Cerezuela y Luna, herma-nastro de Álvaro de Luna, que fue obispo de Osma y arzobispo de Sevilla y Toledo;

     Alonso Carrillo de Acuña, sobrino de don Álvaro, que ocupó las mitras de Sigüenza y Toledo; y finalmente el obispo de Palencia Gutierre de la Cueva, hermano deBeltrán de la Cueva.

    Por otra parte, hay que llamar la atención sobre la proyección dentro del episco-pado que linajes gallegos como los Fonseca, Osorio y otros tendrán en diócesis delcentro-norte peninsular como León, Salamanca, Oviedo, Astorga o Burgos. LosFonseca incluso extenderán su influencia a los obispados de Sevilla, Cuenca o Ávila.

    En definitiva, respecto al nivel de la extracción nobiliaria del episcopado caste-llano, sin duda alguna las archidiócesis de Toledo, Sevilla y Santiago ocupan el pues-to más alto. En el siglo xv , la alta nobleza también tuvo una muy significativa pre-sencia en las diócesis de Sigüenza, Ávila, Mondoñedo, Osma, Palencia y Oviedo. Encambio en otros obispados, como por ejemplo Cádiz, Tuy o Ciudad Rodrigo, aun-

    que esporádicamente pudo haber algún representante de grandes linajes, lo más

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    habitual fueron los obispos de la baja nobleza e incluso de procedencia no nobilia-ria. Además, en Cádiz, Ciudad Rodrigo y las diócesis extremeñas habrá una desta-cada presencia de obispos pertenecientes a las órdenes mendicantes. En las demás

    diócesis predominarán sobre todo los obispos procedentes de la mediana o baja nobleza urbana, con algún ocasional representante de la alta nobleza señorial, asícomo algunos prelados de origen no noble.

     Aparte de esta importantísima presencia de eclesiásticos de extracción nobiliaria en el episcopado, durante la baja Edad Media, y de forma especialmente intensa enel siglo xv , también accedieron a los cabildos catedralicios 5 clérigos pertenecientesa familias de los diversos niveles jerárquicos que componían en Castilla el estamen-to nobiliario, desde la alta nobleza hasta los simples caballeros e hidalgos, grupo éstemuy numeroso, siendo también muy frecuente a partir del siglo xv el acaparamien-

    to de cargos capitulares por miembros de familias judeoconversas, tal como suce-dió, por ejemplo, en Burgos6. Los cabildos catedralicios constituían dentro delámbito urbano un resorte de poder esencial en las esferas social, económica e inclu-so política, por lo que muy pronto determinados linajes urbanos querrán interveniren su control, siendo ello un complemento esencial al poder que muchos de esosmismos linajes ejercían sobre los concejos.

    Los eclesiásticos provenientes de destacados linajes la alta y mediana nobleza generalmente solían acceder a las dignidades, que eran los beneficios de mayor pres-tigio y cuantía económica dentro de los cabildos, y ello se observa en diócesis como

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     Jorge Díaz Ibáñez

    5 Una reciente revisión historiográfica sobre los cabildos catedralicios castellanos en la Edad Media puedeverse en María José Lop Otín, “Las catedrales y los cabildos catedralicios de la corona de Castilla duran-te la Edad Media. Un balance historiográfico”, En la España Medieval , 26 (2003), pp. 371-404.

    6 En el cabildo burgalés, durante la primera mitad del siglo  xv se dejará sentir la influencia de los obis-pos del linaje judeoconverso de los Santa María, por cuya mediación algunos de sus parientes obten-drán beneficios. Así, por ejemplo, el obispo de Oviedo y Calahorra Juan Díaz de Coca, sobrino del obis-po burgalés Pablo de Santa María, fue racionero de Burgos y desde 1428 canónigo y abad de Cervatos,llegando a deán en 1458. Por otro lado Pablo de Cartagena, nieto del obispo don Pablo, obtuvo de ésteen 1433 media ración, y en 1440 ya era canónigo, mientras que Alfonso Rodríguez Maluenda, otro sobri-no de don Pablo, era en 1424 canónigo de Burgos. En 1431 Juan Garcés Maluenda, hermano del ante-rior, obtuvo media ración, y en 1454 figura como canónigo burgalés, al igual que Juan Ortega Maluenda,

    otro pariente del linaje, mientras que Luis de Maluenda fue desde 1466 racionero y posteriormente teso-rero de Burgos. Asimismo sabemos que Sancho de Prestines, arcediano de Lara, tenía algún vínculo deparentesco con el obispo Alonso de Cartagena. Años más tarde, en cambio, con la llegada a Burgos delobispo Luis de Acuña y Osorio, serán los familiares de éste quienes tengan una mayor presencia en elcabildo. F. Cantera Burgos, Alvar García de Santa María y su familia de conversos. Historia de la judería de Burgos y de sus conversos más egregios , Madrid, 1952, pp. 366 y ss.

    7 En Toledo, el prestigio que le daba su categoría de sede primada contribuirá a que en el cabildo cate-dralicio sean muy numerosos los eclesiásticos de extracción nobiliaria. Así, durante el siglo  xv estaránpresentes, con mayor o menor amplitud, todos los grupos importantes de la oligarquía urbana. Por unlado, los Ayala y los Silva, linajes rivales que se habían asentado en tierras toledanas con los Trastámara.Por otra parte encontramos en el cabildo a linajes de caballeros originarios de Toledo como los Niño,Cervatos, Palomeque, Pantoja o Ribera. Asimismo, también habrá clérigos cuya extracción social sesituaba en familias de una oligarquía toledana algo inferior, pero con peso económico, como los Illescas,Villarreal, Ortiz y Zapata, estos dos últimos de origen judeoconverso. Muchos canónigos de las familiascitadas, siguiendo los intereses de su linaje, tomarían parte a favor de uno u otro bando en las luchas de

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    Toledo 7, Santiago 8, Sevilla 9, León 10 o Cuenca 11, entre otras, mientras que en cabil-dos como los de Osma 12 y Cádiz la presencia nobiliaria fue muy escasa. Por otrolado, también fue frecuente que segundones de familias de hidalgos obtuviesen

    canonjías e incluso a veces dignidades en los cabildos. No obstante, hay que dejarbien claro que en todos los cabildos catedralicios hubo también clérigos que no pro-

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    Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

    bandos que se produjeron en la ciudad durante el siglo xv , llegando incluso algunos de ellos a ser expul-sados de la ciudad. Finalmente, no faltaron por supuesto en el cabildo toledano clérigos miembros delos más importantes linajes de la gran nobleza señorial, como los Mendoza, Carrillo de Albornoz,Guzmán, Luna o Álvarez de Toledo, entre otros, linajes que, salvo algunas excepciones, seguirán estan-do presentes en el cabildo toledano hasta bien entrada la Edad Moderna. María José Lop Otín, El cabil- do catedralicio de Toledo en el siglo  XV , Madrid, 2003, pp. 425-426.

    8 Durante el siglo xv , por ejemplo, el linaje Fonseca estará presente en el cabildo compostelano gracias alapoyo de los prelados de esta familia que ostentaron la titularidad de la mitra. A fines de esta centuria 

    se incorporarán al cabildo un buen número de personajes que eran familiares o allegados del arzobispo Alonso de Fonseca II, buena parte de los cuales formarán el equipo de gobierno de su hijo y sucesor. M.Vázquez Bartomeu, “El arzobispo don Alonso II de Fonseca. Notas para su estudio”, Cuadernos de Estudios Gallegos , 47 (2000), p. 108.

    9 En el cabildo catedralicio hispalense, donde una canonjía equivalía socialmente a la posesión de una veinti-cuatría en el concejo, se llegarían a crear pequeñas dinastías de canónigos salidas de linajes como losCervantes, Córdoba o Fuentes, entre otros, siendo habitual la carrera eclesiástica sobre todo entre los segun-dones y célibes de los linajes nobiliarios, que se incorporaron fundamentalmente a puestos medios y altosde la Iglesia. Rafael Sánchez Saus, Caballería y linaje en la Sevilla medieval , Cádiz, 1989, pp. 75-76. Otrosmiembros de importantes linajes también formaban parte del cabildo sevillano. En 1442, por ejemplo, PedroBocanegra era maestrescuela, y como canónigos figuran Alfonso González de Orbaneja y Pedro Afán deRibera. Archivo Catedralicio de Sevilla, sección IX , caj. 180, n.º 23. Finalmente, hay que destacar que algu-nas de las principales familias del grupo caballeresco de Sevilla también nutrirían al cabildo catedralicio, talcomo sucedió con los Marmolejo. Así, en 1486, Nicolás Martínez Marmolejo era canónigo y arcediano de

    Sevilla, y su hermano Diego Fernández Marmolejo arcediano de Écija. Ibídem, caj. 114, n.º 36.10 Debe destacarse la integración en el cabildo catedralicio leonés a comienzos del siglo  xv  de algunos

    segundones de linajes como los Quiñones, Osorio, Guzmán, Enríquez o Acuña, que además actuaránfrecuentemente como arrendatarios de bienes y rentas capitulares. Por ejemplo, durante el periodo 1419-1426 Lope Núñez de Guzmán era canónigo, Alvar Pérez Osorio deán y Rodrigo Enríquez arcediano deValdemeriel. María Isabel Nicolás Crispín, M. Bautista Bautista, La organización del cabildo catedrali- cio leonés a comienzos del siglo  XV  (1419-1426) , León, 1990, 315-316.

    11 En el cabildo catedralicio conquense resulta relevante el control que sobre las dignidades capitulares ejer-cieron algunos poderosos linajes bien asentados en el obispado, como los Albornoz, durante el siglo xiv ,o los Carrillo y Mendoza, durante la siguiente centuria. El propio Gil Álvarez de Albornoz, nacido enCuenca hacia 1302, era ya canónigo y arcediano de Huete en 1325, y en los dos años siguientes tendríanlugar sendos intentos del cabildo catedralicio conquense de elegirle, a pesar de su juventud, como obis-po de la diócesis, siendo en ambos casos anulada la elección por el papa, lo que no impediría que años

    más tarde llegase a ser arzobispo de Toledo y cardenal. Por otro lado, las familias de hidalgos de la oligar-quía urbana, que tenían una destacada presencia en el concejo conquense, consiguieron acceder sobretodo a raciones y canonjías en el cabildo, pero raras veces a dignidades. Una visión detallada sobre la extracción social de los miembros del cabildo catedralicio conquense puede verse en mi trabajo “Las rela-ciones Iglesia-Nobleza en el obispado de Cuenca”, pp. 299-306. Durante el siglo  xv  los Mendoza tam-bién tuvieron importantes cargos concejiles en Cuenca, sobre todo el de guarda mayor. Sobre ello puedeverse J. A. Jara Fuente, “La nobilización de un concejo en el siglo xv : Cuenca y los Hurtado de Mendoza”,La Península Ibérica en la era de los Descubrimientos: 1391-1492 , Sevilla, 1997, II, pp. 1025-1034.

    12 En el cabildo catedralicio de El Burgo de Osma durante el siglo  xv  la impronta nobiliaria no fue muy intensa y apenas hubo representantes de la alta nobleza, sino más bien miembros de clases medias urba-nas, locales y foráneas, donde coexistían hidalgos y pecheros. Hay que destacar también la presencia eneste cabildo de algunos clérigos originarios de familias judeoconversas sorianas como los San Clemente olos Beltranes. Máximo Diago Hernando, “Notas sobre el origen social del clero capitular de El Burgo deOsma y Soria en los siglos xv y xvi”, I Semana de Estudios Históricos de la diócesis de Osma-Soria. 15-17 de septiembre de 1997 , Soria, 2000, I, pp. 37-63, en especial pp. 39-45.

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    cedían de la nobleza, a lo que hay que sumar asimismo la obtención, por otorga-miento pontificio, de prebendas capitulares por parte de eclesiásticos extranjeros,casi siempre absentistas.

    Generalmente fue habitual que familiares y criados de los canónigos accediesena los puestos más bajos de los cabildos, las raciones enteras y medias, o bien a algu-no de los numerosos cargos cultuales o administrativos existentes en las catedrales,en calidad de servidores de la institución capitular. Por todo ello, es imprescindibleestablecer una adecuada relación entre los diversos niveles jerárquicos del cabildo y el status y procedencia social de sus integrantes.

    Este interés manifiesto por ejercer un determinado grado de control sobre la institución capitular nos debe llevar a preguntarnos sobre el modo en que las oli-garquías urbanas utilizaban el aparato de poder del cabildo, una vez integradas den-

    tro del mismo, de cara a fortalecer su posición dentro del sistema político urbano. Así, desde esta perspectiva, cabría destacar tres funciones básicas en todo cabildo:una función económica, a través de la articulación de mecanismos de transferencia de rentas capitulares hacia grupos sociales privilegiados que obtenían el arrenda-miento de las mismas, actuando a menudo como arrendatarios canónigos y laicospertenecientes a determinados linajes; una función política en situaciones de con-flictos y luchas urbanas entre diversas facciones nobiliarias, cuando el control sobrelos diferentes resortes de poder se hacía especialmente necesario; y una función pro-pagandística y legitimadora hacia ciertas familias, lo que se pone de manifiesto en

    aspectos como el mecenazgo nobiliario hacia la Iglesia y la fundación en los tem-plos catedralicios por parte de determinados linajes de capillas familiares dotadascon múltiples elementos iconográficos y heráldicos.

    Por último hay que señalar que, fuera del episcopado y de los cabildos catedra-licios, la proyección eclesiástica de la nobleza, sobre todo en sus más altos niveles,fue mucho menos importante, y quedó reflejada en la incorporación de algunosnobles al clero regular –básicamente órdenes mendicantes 13– o su presencia en algu-nas colegiatas 14 y, esporádicamente, en cabildos de clérigos beneficiados de las dife-rentes ciudades del reino.

    – 206 –

     Jorge Díaz Ibáñez

    13 Aunque la presencia de eclesiásticos de origen noble dentro del clero secular fue muchísimo mayor que enel regular, pueden señalarse también algunos ejemplos de esta última situación. Tal sería el caso del francis-cano Juan Enríquez, hijo del almirante Alfonso Enríquez, confesor y testamentario de Enrique III, minis-tro provincial de los franciscanos de Castilla entre 1406 y 1409 y obispo de Lugo desde este último año hasta 1417. Asimismo, cabe destacar al también franciscano Iñigo de Mendoza, hijo de Diego Hurtado deMendoza y de Juana de Cartagena (nieta del obispo de Burgos Pablo de Santa María), miembro de la cortede Enrique IV y de los Reyes Católicos y limosnero de Isabel la Católica. Otros ejemplos serían los obisposdominicos del siglo xv fray Alonso de Burgos, vinculado a la familia judeoconversa de los Santa María deBurgos, y fray Lope de Barrientos, procedente de la mediana nobleza. J. M. Nieto Soria, Iglesia y génesis del Estado Moderno en Castilla (1369-1480) , Madrid, 1993, pp. 426, 427, 433 y 449.

    14 En Valladolid, por ejemplo, desde la segunda mitad del siglo  xiv los eclesiásticos de la ciudad reforza-rán sus vínculos con el patriciado urbano dominante, y muchos miembros, no todos, del cabildo de la colegiata de Santa María la Mayor y de algunos monasterios, sobre todo femeninos, procederán de la 

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    2. Los beneficios eclesiásticos

    El sistema beneficial constituía una compleja estructura organizativa a través de

    la cual se distribuían las rentas de la Iglesia entre los diferentes clérigos beneficiariosde las mismas. Es cierto que uno de los terrenos esenciales de actuación en que seproyectaba el ejercicio de la soberanía regia sobre la Iglesia fue precisamente el siste-ma beneficial, y así lo han demostrado recientes estudios. Se trataba, en suma, de quela monarquía pudiera disponer de una capacidad de iniciativa significativa, cada vezmenos limitada, sobre todo por el pontificado, para poder decidir a quién se le otor-gaba un puesto eclesiástico determinado, tanto en lo referente a beneficios mayorescomo menores, planteándose la máxima expresión de tal problemática a la hora deproducirse las elecciones episcopales, sobre las que los monarcas ejercieron un cre-

    ciente control 15. De este modo la realeza buscaba impulsar el encumbramiento dedeterminados eclesiásticos en atención a méritos propios de éstos, resolver situacio-nes conflictivas locales mediante el envío a la mitra correspondiente de personajes deconfianza, favorecer la promoción de colaboradores políticos o compensar serviciosprestados por un individuo o por un grupo familiar, estando por encima de todo ellopresente la idea de que el gobierno de la Iglesia del reino no podía ser ajeno al ejer-cicio del poder regio, y en este sentido resultaba relevante el control de las eleccionesepiscopales y, en menor medida, de los beneficios eclesiásticos en general 16.

    Pero, junto a todo ello, es importante llamar la atención sobre el hecho de que,

    en bastantes ocasiones, la nobleza también conseguiría ejercer algún tipo de influen-cia tanto sobre las elecciones episcopales como sobre la asignación de beneficiosmenores, influencia que se plasmaría bien mediante el control directo de los cabil-dos catedralicios y su potestad electoral por parte de determinados linajes localescomo a través de la mediación ante los monarcas, e incluso ante el papa, solicitan-do su intervención para que la titularidad de una mitra fuese otorgada a un deter-minado miembro de un linaje nobiliario, produciéndose en este sentido frecuenteschoques de interés cuando una facción nobiliaria apoyaba a un candidato diferentedel defendido por el monarca, algo que ocurría sobre todo en los momentos demayor inestabilidad política del reino, tal como veremos a continuación medianteel análisis de algunos ejemplos.

    – 207 –

    Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

    nobleza media-baja de la ciudad, sin que falten tampoco algunos representantes de grandes linajes seño-riales como los Mendoza, Guzmán, Enríquez, Velasco o Acuña. Adeline Rucquoi, Valladolid en la Edad Media , Valladolid, 1987, II, pp. 313-332.

    15

     J. M. Nieto Soria, Iglesia y génesis..., p.344

    .16 Ibídem, p. 364.

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    2.1. Conflictos en torno a las elecciones episcopales

    El procedimiento utilizado por determinadas familias de la nobleza local cuan-

    do aspiraban a que alguno de sus miembros alcanzara la titularidad de la mitra podía consistir, primeramente, en la incorporación de algunos segundones del lina-

     je al cabildo catedralicio, como paso previo, aunque no en todos los casos necesa-rio, para su ascenso al episcopado, gracias al posible control a su favor –a vecesincluso monopolio- que, una vez dentro de la institución capitular, podían llegar a ejercer sobre las elecciones episcopales. No en vano ya en el ordenamiento de pre-lados de las Cortes de Valladolid de 1295 una de las múltiples quejas presentadas porla Iglesia se referirá a las constantes intromisiones y presiones de nobles y podero-sos en las elecciones episcopales efectuadas por los cabildos17.

    En este sentido, algunos estudios han demostrado que, por ejemplo, para el casode todas las diócesis pertenecientes a la provincia eclesiástica de Toledo durante elperiodo comprendido entre 1252 y 1312, así como en las sedes de Burgos, Calahorra,

     Ávila y Cartagena durante la misma época, aproximadamente un cincuenta porciento de las elecciones sobre las que se dispone de datos fiables fueron efectuadaspor el correspondiente cabildo catedralicio, aunque a veces con algún tipo de intro-misión real o pontificia en las mismas, y además consta que en casi un cuarenta porciento del total de elecciones cuyo desarrollo está bien documentado hubo una clara injerencia del monarca en las mismas 18. De este modo, por tanto, algunos linajes

    que habían destacado por sus servicios a la Realeza en empresas políticas y milita-res, también buscaron la mediación y apoyo regios a favor de alguno de sus miem-bros de cara a la obtención de una determinada sede episcopal.

    En todo caso, hay que analizar los factores sociales, políticos y económicos quedeterminaban el grado de control ejercido por la nobleza local o señorial sobre loscabildos, comparando la mayor o menor presencia de cada linaje en concejo y cabil-do, estudiando la evolución y cambios que se producían en todo el proceso de luchasurbanas por el control de los resortes de poder civil y eclesiástico, todo ello enmar-cado en un amplio contexto de mutuas relaciones de poder entre Iglesia, nobleza y monarquía. Asimismo, es importante llamar la atención sobre el hecho de que enalgunas diócesis, como por ejemplo Córdoba 19, frecuentemente se produjo el acce-so de miembros de la nobleza local a la mitra episcopal de la propia ciudad, siendoello un claro indicativo de intromisión nobiliaria en los procesos electorales, mien-tras que en otros lugares, como Cuenca, donde también hubo poderosas familiasnobiliarias, ello no fue posible, a pesar de algunos intentos, debido a determinados

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     Jorge Díaz Ibáñez

    17 Salustiano Moreta Velayos, Malhechores feudales. Violencia, antagonismos y alianzas de clases en Castilla,siglos  XIII -  XIV , Madrid, 1978, pp. 69-72.

    18 José Manuel Nieto Soria, Iglesia y poder real en Castilla. El Episcopado, 1250-1350 , Madrid, 1988, p. 201.19 I. Sanz Sancho, “Episcopologio medieval cordobés”, Hispania Sacra , 54 (2002), pp. 40-59.

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    factores coyunturales de la política regia y pontificia 20. La influencia de ciertos lina- jes nobiliarios sobre las elecciones, en todo caso, resultaba a todas luces determinan-te cuando en una misma diócesis se producían sucesiones episcopales tío-sobrino o

    incluso padre-hijo, tal como sucedió, según se dijo páginas atrás, en linajes como losFonseca, Gómez de Toledo o García de Santa María, siendo también frecuentes losvínculos de parentesco entre prelados de linajes como los Luna, Manrique oCarrillo, entre otros.

    De todas formas, desde el siglo xiv las provisiones pontificias, cada vez con másfrecuencia en atención a candidatos presentados por los monarcas castellanos, seconvertirán en el sistema habitual de nombramiento de los obispos del reino, porlo que la capacidad de influencia de la nobleza sobre las decisiones regias y pontifi-cias al respecto acabará siendo el recurso más comúnmente utilizado por los princi-

    pales linajes a la hora de conseguir el acceso de sus miembros al episcopado. Basterecordar en este sentido la ya citada mediación ante el monarca de privados realescomo don Álvaro de Luna o Beltrán de la Cueva, algunos de cuyos familiares direc-tos obtuvieron importantes cargos episcopales.

    La intromisión nobiliaria en las elecciones episcopales a veces daría lugar a con-flictos que afectaban a las relaciones de la Iglesia castellana con el pontificado y la monarquía. Acto seguido señalaremos algunos ejemplos al respecto, comenzandocon el caso de la diócesis conquense. En el cabildo catedralicio de esta última Gil

     Álvarez de Albornoz, nacido en Cuenca hacia 1302 y miembro de la más importan-

    te familia nobiliaria de la ciudad durante el siglo xiv , era ya canónigo y arcedianode Huete en 1325, y en los dos años siguientes tendrían lugar sendos intentos delcabildo catedralicio conquense de elegirle, a pesar de su juventud, como obispo dela diócesis, siendo en ambos casos anulada la elección por el papa Juan XXII, quienalegó que el electo padecía defecto de edad y órdenes y nombró en su lugar a otroscandidatos. En el caso de ambos intentos de elección del joven noble conquensecomo obispo de la ciudad resulta más que evidente la intromisión de la familia 

     Albornoz en la potestad electoral del cabildo catedralicio conquense. No obstante,esta negativa papal no impediría que años más tarde Gil Álvarez de Albornoz, con-tando con el apoyo regio y el de su poderosa familia, llegase a ser arzobispo deToledo y cardenal, cargo este último desde el que facilitaría a muchos de sus fami-liares el acceso a dignidades y canonjías en numerosos cabildos catedralicios median-te la presentación de súplicas beneficiales ante el papa 21.

    También en el obispado conquense, ya en el siglo xv , contamos con un relevan-te ejemplo, muy esclarecedor, de múltiple intromisión nobiliaria en una elecciónepiscopal. Así, el 2 de mayo de 1469, muy poco antes de la muerte del anciano obis-

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    Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

    20  Jorge Díaz Ibáñez, Iglesia, sociedad y poder en Castilla. El obispado de Cuenca en la Edad Media (siglos  XII -  XV  ) , Cuenca, 2003, p. 40.

    21 Véase mi citado artículo “Las relaciones Iglesia-Nobleza en el obispado de Cuenca”, p. 302.

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    po conquense fray Lope de Barrientos –quien durante las turbulencias políticas delos años anteriores había sido firme defensor de la autoridad regia en el obispado deCuenca, enfrentándose por ello al marqués de Villena, don Juan Pacheco-, se reali-

    zaría un acuerdo entre este último y el entonces obispo de León y legado pontifi-cio, Antonio Jacobo de Veneris, para que éste obtuviese de la Santa Sede la Iglesia de Cuenca cuando se quedara vacante, pasando la Iglesia de León al administradorde Tuy y recibiendo a cambio don Juan Pacheco, para él, el mando de las fortalezasde Cuenca a favor de personas de su confianza que le hicieran previamente pleitohomenaje, y para su hijo el arcedianato de Calahorra y otros beneficios 22.

    Ello explica que algún tiempo después de morir Barrientos, lo que sucedió a fines de mayo de ese mismo año, Paulo II trasladase al cardenal Antonio Jacobo deVeneris desde León a Cuenca en atención, lógicamente, a los deseos del propio car-

    denal y del marqués de Villena. Pero el cabildo catedralicio conquense elegiría comonuevo obispo, a instancias del concejo de la ciudad y contando con el beneplácitoregio, al noble conquense Juan Hurtado de Mendoza, originándose de este modoun serio conflicto, con evidentes implicaciones nobiliarias y de otro tipo, en tornoa la designación del nuevo obispo de Cuenca, que finalmente sería, de acuerdo conel criterio pontificio, el cardenal Antonio Jacobo de Veneris.

    De este modo, por tanto, los enfrentamientos acaecidos años atrás, durante elalzamiento contra Enrique IV, entre el marqués de Villena y fray Lope de Barrientostrascendieron incluso más allá de la muerte de este último, pues fue sin duda gra-

    cias al mencionado acuerdo entre don Juan Pacheco y Antonio Jacobo de Veneriscomo éste obtuvo del papa la mitra conquense, evitando de este modo el marquésde Villena que el cargo episcopal, de fuertes implicaciones políticas, fuese a parar a manos de un candidato afín al concejo conquense y al monarca castellano, comoera Juan Hurtado de Mendoza, el cual, además, había sido en 1465 una de las cabe-zas visibles de la defensa de la autoridad real en Cuenca contra el bando formadoen torno al marqués de Villena 23.

    También en la archidiócesis toledana pueden constatarse, junto a la decisiva influencia regia, algunas intromisiones nobiliarias de diversa entidad en las eleccio-nes episcopales. Ya en el siglo xiii resulta más que evidente la influencia indirecta que poderosas familias de la oligarquía urbana toledana como los Gudiel y losPalomeque ejercieron sobre las elecciones capitulares de los arzobispos de ToledoGonzalo Pérez Gudiel (1280-1298) y su sobrino Gonzalo Díaz Palomeque (1299-1310). Por otro lado, en el siglo xv algunos destacados miembros de la nobleza ejer-cerán una notable influencia sobre las provisiones pontificias. Así, por ejemplo, trasla muerte del arzobispo de Toledo Juan de Cerezuela y Luna el 4 de febrero de 1442,el almirante de Castilla don Fadrique Enríquez pidió a Juan II que solicitase al papa 

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     Jorge Díaz Ibáñez

    22 Pilar León Tello, Inventario del Archivo de los duques de Frías , Madrid, 1955-1967, II, doc. 326.23 Véase mi artículo “Las relaciones Iglesia-Nobleza en el obispado de Cuenca”, 299.

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    la concesión del arzobispado a favor de su sobrino, el obispo de Oviedo García Enríquez de Osorio. Pero entonces, ya antes del mes de abril, se produjo la reaccióndel potente linaje de los Alba, por entonces asociados a los intereses del rey de

    Navarra y de los infantes de Aragón, para que la mitra toledana se otorgase a Gutierre Álvarez de Toledo, hasta entonces arzobispo de Sevilla, siendo el sobrinode éste, el conde de Alba Fernán Álvarez de Toledo, quien tomó la iniciativa para que se realizaran en la corte pontificia las gestiones necesarias que pudieran condu-cir a obtener del papa Eugenio IV la provisión para su tío, aportándose para tal finuna gran cantidad de dinero correspondiente a la anata íntegra de las rentas arzo-bispales. Finalmente, terminada la lucha en la corte romana, y tras conseguir que elrey castellano diera su respaldo a la candidatura de don Gutierre, se lograría la defi-nitiva provisión pontificia de la sede toledana a favor de este último 24. Algunos años

    más tarde, en 1446, tras la muerte de don Gutierre, habiendo inicialmente pensadoel monarca castellano pedir la provisión de la sede toledana a favor de fray Lope deBarrientos, la intervención de don Álvaro de Luna haría que finalmente Juan II seinclinase a favor de Alonso Carrillo de Acuña, hasta entonces obispo de Sigüenza y sobrino del condestable 25.

    La influencia de don Álvaro de Luna también se dejará sentir sobre la mitra his-palense. Así, por su mediación ante Juan II el papa Eugenio IV había proveído esta mitra a fines de 1433 a favor de don Juan de Cerezuela y Luna, hermanastro del con-destable, siendo trasladado a Toledo en septiembre de 1434. En 1438 don Álvaro

    consiguió también el favor regio para que la mitra se entregase a Gutierre Álvarezde Toledo, firme colaborador en aquel momento del monarca y del condestable enla lucha contra la nobleza rebelde. Años más tarde, en 1449, don Álvaro defendería ante Juan II y el papa Nicolás V la postulación de su sobrino Rodrigo de Luna, detan sólo 18 años de edad, como arzobispo de Sevilla, frente a las pretensiones delcabildo hispalense de nombrar al obispo de Segovia y cardenal Juan de Cervantes;pero en esta época el poder de don Álvaro ya había mermado mucho, comenzandoa aflorar sus diferencias con Juan II, y además contaba con numerosos oponentesen la ciudad de Sevilla y en el cabildo catedralicio, por lo que finalmente el monar-ca, que en un principio había apoyado las intenciones del condestable, acabaría decantándose también por el cardenal Cervantes, sevillano de nacimiento y muy vinculado a la corte romana 26.

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    Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

    24 Un estudio detallado sobre esta provisión de la sede toledana aparece recogido en el reciente artículode J.M. Nieto Soria, “Dinero y política en torno a una vacante episcopal: la provisión de Toledo en1442”, Escritos dedicados a José María Fernández Catón , León, 2004, pp. 1059-1071.

    25 O. Villarroel González, Las relaciones entre la Monarquía y el arzobispado de Toledo en época de Juan II de Castilla (1406-1454) , Toledo, 2002, pp. 45-46.

    26 Sobre todo ello puede verse el trabajo de I. Montes Romero-Camacho, “Un episodio de las relacionesIglesia-Estado en tiempos de Juan II: la postulación de don Rodrigo de Luna como arzobispo deSevilla”, Archivo Hispalense , 64/197 (1981), pp. 3-22.

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    Un caso claro de intromisión nobiliaria de un determinado linaje en la provisiónde sedes episcopales es el que vino dado por la permuta de mitras que en 1460 rea-lizaron el arzobispo de Sevilla Alonso de Fonseca el Viejo y su sobrino del mismo

    nombre. El primero de ellos había recibido la mitra sevillana en 1454 gracias alimparable ascenso social del linaje, al año siguiente fue elegido consejero real y en1460, buscando un mayor fortalecimiento eclesiástico y social de la familia, permu-tó con su sobrino el arzobispado hispalense por el de Santiago, mitra esta última que le fue entregada el 3 de diciembre del mencionado año. Pero la sede composte-lana originaba al nuevo arzobispo gran cantidad de problemas debido a las presio-nes del conde de Trastámara, que había tratado de imponer como prelado a su hijodon Luis de Osorio, por lo que pasado un tiempo el tío propuso al sobrino unnuevo cambio para recuperar su antigua titularidad de la mitra hispalense, a lo que

    el sobrino en esta ocasión se negó. Tras muchos debates Alonso de Fonseca el Viejologró en 1464 que Pío II expidiese secretamente las bulas por las que su sobrino,

     Alonso de Fonseca el Joven, perdía el arzobispado de Sevilla y era trasladado a Santiago, quedándose él como titular de la sede hispalense, cuyos bienes y rentasrecuperaría definitivamente al año siguiente tras reconciliarse con Enrique IV, conquien había estado enfrentado debido a que don Juan Pacheco le había acusado deinfidelidad a la corona, aunque poco después Fonseca el Viejo se declararía a favordel infante don Alfonso y contra Enrique IV, contando ahora con el apoyo de don

     Juan Pacheco, para volver en 1468, muerto el infante, a una posición de fidelidad

    hacia el monarca castellano27

    .Finalmente, también sabemos que en la iglesia de Salamanca las intromisionesnobiliarias en los procesos electorales darían lugar en ocasiones a situaciones con-flictivas, tal como se denuncia en un sínodo salmantino de 1396, donde se acusa a los “omes poderosos” de la ciudad de amenazar a los componentes del cabildo cate-dralicio para conseguir la promoción al episcopado de algún determinado miembrode la nobleza 28.

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     Jorge Díaz Ibáñez

    27 Alfonso Franco Silva, “El arzobispo de Sevilla Alonso de Fonseca el Viejo. Notas sobre su vida”, Boletín de la Real Academia de la Historia , 196 (1999), pp. 53-59. Durante el enfrentamiento de los dos arzobis-pos Fonseca, Enrique IV había mandado embargar algunas rentas y villas de la mitra sevillana, y asimis-mo varios criados y familiares del arzobispo habían sido desterrados de la ciudad y sus bienes confisca-dos. Finalmente, el 27 de octubre de 1464, el monarca mandará al concejo hispalense que hagan restituiral arzobispo Alonso de Fonseca las villas de Cantillana y Villaverde con todas sus rentas y bienes, hasta entonces secuestrados por pertenecer a la mitra sevillana, y asimismo ordenará que se les devuelvan a losfamiliares y criados del arzobispo los bienes que se les habían embargado, permitiéndoseles de nuevo la entrada en la ciudad. Archivo Catedralicio de Sevilla, sección IX , caj. 113, n.º 2/3.

    28  J.L. Martín Martín, “La Iglesia salmantina”, en J. Mínguez (coord.), Historia de Salamanca , II,Salamanca, 1997, p. 180.

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    2.2 los beneficios menores

     Ya se ha señalado anteriormente cómo fue también muy frecuente la presencia 

    de eclesiásticos de origen nobiliario en los diferentes cabildos catedralicios castella-nos, siendo dicha presencia más o menos intensa en función de la diócesis de quese tratase. Dado que lo más habitual fue la colación directa de canonjías capitularespor parte del propio cabildo y a veces el obispo diocesano, en estos casos resultaba fácil para la nobleza local hacer sentir su influencia indirecta sobre el cabildo para que se concediesen beneficios capitulares a clérigos miembros de determinados lina-

     jes, lo que a veces se conseguía gracias a la presencia previa dentro del cabildo dealgún canónigo miembro de alguno de dichos linajes.

    Pero, además de la mencionada colación directa de canonjías, también fue fre-

    cuente, sobre todo a partir de los inicios del pontificado de Aviñón, la presentaciónde súplicas beneficiales ante el papado, lo que contribuiría al establecimiento detoda una compleja red de relaciones clientelares del clero catedralicio castellano, y en menor medida el diocesano, con respecto a la monarquía, alta jerarquía eclesiás-tica, universidades y alta nobleza. Así, aunque sobre todo serán los monarcas quie-nes pidan beneficios (fundamentalmente capitulares, pero también diocesanos) a favor de clérigos del entorno regio, también harán lo mismo determinados cardena-les y, en menor medida, obispos y nobles con respecto a clérigos que formaban partede su círculo de familiares y protegidos, influyendo así de forma muy significativa 

    en el otorgamiento de los puestos eclesiásticos, lo que venía a ser una manifestaciónpalpable de la intromisión de determinadas elites de poder en el complejo sistema beneficial, algo que provocaría en el reino una constatada actitud colectiva de recha-zo hacia la frecuente y a veces desmedida concesión papal de beneficios a favor depersonas no merecedoras de los mismos, tal como ya recoge don Juan Manuel ensu Libro de los Estados 29.

    De este modo las súplicas beneficiales presentadas por algunos miembros de la nobleza, a pesar de ser poco numerosas, constituyen una muestra más de la granvariedad de vínculos clientelares que afectaban al clero castellano. Como ejemplode ello podríamos señalar, entre otras, las dos peticiones de beneficios en Castilla presentadas ante Urbano V el 7 de julio de 1366 por el noble Gómez de Albornoz,pariente directo del cardenal. En una de ellas se solicita la concesión de una canon-

     jía con prebenda vacante en Cartagena para cierto clérigo capellán de Álvaro García,padre del mencionado Gómez de Albornoz, mientras que en la otra se pide tambiénuna canonjía con prebenda vacante en Zamora a favor de un clérigo familiar del

    – 213 –

    Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

    29 “Otrosí, non partiendo el papa el quarto tesoro de los benefiçios de Sancta Eglesia como deve, tengoque puede mucho desmereçer, ca los benefiçios (...) siempre se deven dar a omnes que los merescan porbuena vida limpia, et por sçiençia et por hedat, et que sea probado cómo obró ante que aquel estado

    llegase, et non se deven dar por otra manera (...) non guardando estas cosas o por dinero o por ruegos”.Don Juan Manuel, Libro de los Estados , edición de J.M. Castro Calvo, Barcelona, 1968, p. 226.

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    cardenal don Gil. Asimismo, otro personaje que tenía ciertos vínculos de parentes-co con el cardenal, Blasco Fernández de Belvis, gobernador del ducado de Spoleto,presentaría el 14 de noviembre de 1363 una súplica pidiendo para un familiar suyo

    un arcedianato con canonjía y prebenda en la iglesia de Sigüenza, así como ciertosbeneficios simples y prestimonios por valor de 50 libras en la diócesis de Toledo,todo lo cual había quedado vacante por muerte de su hermano Rodrigo Fernándezde Belvis, si bien poco tiempo después esta concesión pontificia quedaría anulada al otorgársele al mismo clérigo una canonjía con expectativa de prebenda en la igle-sia de Lisboa. Debe llamarse la atención sobre el cargo que ocupaba el mencionadoBlasco Fernández como gobernador del ducado de Spoleto, ciudad italiana esta últi-ma que por estas fechas se encontraba ya bajo control del cardenal Albornoz, den-tro del proceso de pacificación de los Estados Pontificios. En definitiva, resulta más

    que evidente la influencia indirecta del cardenal don Gil en las súplicas presentadaspor los dos nobles mencionados 30.

    Con todo, a pesar de que estas súplicas directas por parte de la nobleza fueronpoco frecuentes, también debe tenerse en cuenta que muchas veces determinadosmiembros, eclesiásticos o no, de destacados linajes nobiliarios podían solicitar almonarca o a algún alto dignatario de la Iglesia castellana que incluyesen dentro desus súplicas beneficiales a clérigos protegidos suyos, aunque en este caso resulta mucho más difícil seguir el rastro documental de dichas peticiones.

    Otro destacado ámbito de intervención nobiliaria en la política beneficial es el

    que vendría dado por el patronato laico sobre determinadas iglesias, fundamental-mente parroquias de señoríos eclesiásticos, en las que el patrono fundador y susherederos, entre otras muchas atribuciones, retenían frecuentemente el derecho depresentación de los clérigos que ostentaban los beneficios de las mismas. Sobre ellose hablará de nuevo más adelante.

    Finalmente hay que señalar que en ocasiones, al quedar vacantes algunos bene-ficios parroquiales, también se produjo la ocupación violenta de los mismos porparte de algunos nobles y seglares poderosos, que tomaban las parroquias por la fuerza y las encastillaban, tal como sucedió, por ejemplo, durante la última década del siglo  xv en algunas diócesis como Ciudad Rodrigo, Salamanca o Zamora, locual obligaría a los Reyes Católicos a intervenir para tratar de poner fin a estos estra-gos nobiliarios 31.

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     Jorge Díaz Ibáñez

    30 Jorge Díaz Ibáñez, “La Iglesia de Castilla y León y el Papado de Aviñón. Súplicas beneficiales, proso-pografía y clientelismo eclesiástico en época de Urbano V”, El reino de León en la Edad Media , X (colec-ción Fuentes y Estudios de Historia Leonesa, nº 98), León, 2003, p. 517.

    31 J.I. Martín Benito, R. González Rodríguez, “Lucha de bandos y beneficios eclesiásticos en los encasti-llamientos de Ciudad Rodrigo (1475-1520)”, Studia Historica. Historia Medieval, 17 (1999), 266-268.

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    3. Los conflictos económicos: el diezmo

    La mayor parte de los conflictos económicos que se produjeron entre la Iglesia 

    y la nobleza estuvieron motivados por los muchos impedimentos que algunosnobles ponían al cobro o arrendamiento del diezmo eclesiástico, sobre todo en loslugares dependientes de sus señoríos, y también por su usurpación o simple negati-va a su pago. De este modo, y haciendo a menudo uso de la fuerza, la nobleza tra-taba de ejercer un mayor control en beneficio propio de los recursos económicos desus dominios señoriales. Hay que señalar además que, aunque este tipo de conflic-tos decimales se agudizasen algo más en momentos de crisis política o económica,su presencia será constante a lo largo de toda la baja Edad Media, con mayor omenor intensidad, en prácticamente todos los obispados del reino. Por otro lado, si

    bien es cierto que en el caso de las iglesias de patronato laico el patrón tenía dere-cho, entre otras atribuciones, a retener una determinada parte de los diezmos, segúnse verá en el siguiente apartado, también es verdad que muchas veces se produciránabusos al respecto por parte de la nobleza.

    Durante los comienzos de la crisis bajomedieval castellana, aproximadamenteentre 1250 y 1315, hubo una gran conflictividad en torno al pago del diezmo ecle-siástico, lo que quedaría reflejado en las prolijas normas sobre el particular que serecogen en cuerpos legislativos como el Fuero Real o las Siete partidas . Gran canti-dad de miembros de la nobleza se resistieron a pagar los diezmos, llevando también

    a cabo actos de usurpación de los mismos. Los protagonistas de estas actuacionesfueron tanto la alta nobleza como los infanzones, caballeros y, sobre todo, alcaidesde los castillos, que en su conjunto eran los denominados malfechores feudales,cuyas usurpaciones decimales contra la Iglesia se volvían más intensas en épocas deminoría regia y en las zonas de Andalucía y Murcia, cuya reciente conquista favore-cía que estuviesen menos controladas por la corona 32. En el ordenamiento de pre-lados de las Cortes de Valladolid de 1295 se denuncia, entre otras muchas cosas, la retención ilegal de diezmos por parte de estos nobles malfechores, y lo mismo sehará en las Cortes de Burgos de 1315 y en las de Valladolid de 1325 33. Fueron sin duda estos abusos de la nobleza los que favorecieron la creación de las hermandades gene-rales de clérigos de Castilla, cuyo objetivo fundamental era la protección y defensa de los intereses de la Iglesia frente a las instancias de poder laico; su auge tuvo lugarsobre todo en los momentos de mayor inestabilidad política, decayendo a medida que se fue afianzando el poder regio en época de Alfonso XI 34.

    – 215 –

    Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

    32 J. M. Nieto Soria, “La conflictividad en torno al diezmo en los comienzos de la crisis bajomedieval cas-tellana, 1250-1315”, Anuario de Estudios Medievales , 14 (1984), pp. 227-228.

    33 S. Moreta Velayos, Malhechores feudales. Violencia, antagonismos..., pp. 69-70.34 Sobre ello puede verse el trabajo de J.L. Martín, “Hermandades y ligas de clérigos en los reinos hispá-

    nicos”, Cofradías, gremios y solidaridades en la Europa medieval (XIX Semana de Estudios Medievales de Estella. 20-24 de julio de 1992) , Pamplona, 1993, pp. 127-147.

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    Frente a estas usurpaciones de diezmos por parte de los nobles la monarquía ten-dió a mantener, por lo general, una actitud proteccionista hacia la Iglesia, aunqueen ocasiones también adoptó posicionamientos un tanto ambiguos al respecto para 

    evitar posibles situaciones de enfrentamiento con determinados sectores de la nobleza. Así se puso de manifiesto, por ejemplo, en las Cortes de Guadalajara de1390, donde Juan I, tras escuchar las quejas del clero y la explicación ofrecida porlos caballeros de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, a pesar de ordenar al conjunto de lai-cos que no tomaran ilegalmente diezmos de las iglesias, también defendió los anti-guos derechos en materia decimal alegados por dichos caballeros, fundados en elcaudillaje militar que ejercían 35.

    En las diócesis gallegas, donde existía una nobleza señorial fuertemente arraiga-da, los conflictos fueron especialmente frecuentes, pues los numerosos caballeros e

    hidalgos que tenían iglesias de patronato cobraban, con derecho o sin él, gran partede los diezmos. A raíz de los impulsos reformadores en la iglesia castellana desde losaños ochenta del siglo xv se avivará la problemática, pues dichos caballeros e hidal-gos tratarán de defender sus derechos en materia decimal, que ahora se les trataba de negar 36.

    Un tipo de conflicto muy habitual es el que se producía cuando algunos caba-lleros y hombres poderosos impedían por la fuerza y violencia que otras personasarrendasen las rentas decimales de la Iglesia cuando éstas se subastaban en almone-da pública, para así poder arrendarlas ellos a muy bajo precio. Los conflictos de este

    tipo están muy bien documentados, por ejemplo, en el obispado conquense, enespecial en Alarcón, Castillo de Garcimuñoz y otros lugares del Marquesado deVillena situados al sur de la diócesis, siendo muchas veces necesaria la intervenciónregia o del marqués de Villena en defensa del cabildo catedralicio conquense. Así,por ejemplo, el 20 de octubre de 1361 Pedro I, a petición del cabildo, mandará a losalcaldes y alguaciles de Cuenca, Castillo de Garcimuñoz y Alarcón que intervenganpara que ningún caballero u hombre poderoso arriende las rentas del cabildo cate-dralicio, dado que, por miedo, las demás personas se contenían a la hora de pujar-las y de ello se seguía gran perjuicio para la Iglesia 37.

    Por otro lado, en las peticiones que el cabildo catedralicio conquense dirigió a Enrique II probablemente en las Cortes de Toro de 1371, entre otras cosas, se expu-sieron quejas acerca de la extremada violencia de los poderosos cuando se arrenda-ban en Alarcón las rentas del cabildo. Por ello éste solicitaría al monarca que man-dara que ningún poderoso arrendase dichas rentas. Precisamente en estas mismasCortes el estamento eclesiástico presentaría quejas generalizadas al rey contra los

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     Jorge Díaz Ibáñez

    35 A. Arranz Guzmán, “Clérigos y laicos en las Cortes castellano-leonesas: la conflictividad como hilo con-ductor”, El reino de León en la alta Edad Media , IX, León, 1997, p. 694.

    36 J. García Oro, Galicia en los siglos  XIV  y  XV , La Coruña, 1987, I, pp. 393-394.37 Jorge Díaz Ibáñez, “Las relaciones Iglesia-Nobleza en el obispado de Cuenca”, p. 282.

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    poderosos que arrendaban las rentas decimales de la Iglesia a bajos precios, tratán-dose, pues, de un fenómeno bastante generalizado en el conjunto del reino. Portodos estos motivos, a partir de esta época el cabildo catedralicio conquense a veces

    intentará, frecuentemente sin éxito, arrendar en la ciudad de Cuenca sus rentas de Alarcón, para así tratar de evitar las actitudes violentas de los poderosos de esta villa.

    Pero los conflictos aún continuarán en los años siguientes. Así, en 1383 el obis-po y cabildo se quejarán a don Alfonso, marqués de Villena, diciendo que en loslugares del Marquesado les tomaban las bestias que llevaban a Cuenca las rentas delcabildo, les querían cobrar portazgo, estando exentos de su pago, y además lospoderosos de Alarcón les impedían arrendar libremente sus rentas decimales endicha villa. De este modo, el 18 de septiembre del mencionado año de 1383, el mar-qués de Villena mandará a los oficiales de sus villas y lugares en el obispado de

    Cuenca que no embarguen las rentas del cabildo, y a los caballeros, hidalgos y otroshombres poderosos de Alarcón que no impidan el libre arrendamiento de los diez-mos pertenecientes al cabildo en dicha villa, diezmos de los que, además, una determinada parte correspondía al propio marqués, repitiéndose de nuevo este últi-mo mandato el 17 de diciembre de 1387, lo que no impediría que en épocas poste-riores volvieran a presentarse problemas por el arrendamiento de los diezmos delcabildo en Alarcón 38.

    En efecto, durante el siglo xv los conflictos por razones decimales aún continua-rían en el obispado conquense. Así, en una carta promulgada por el obispo don

    Diego de Anaya el 17 de mayo de 1409, en el transcurso del sínodo diocesano cele-brado en la villa episcopal de Pareja, el prelado expuso cómo en esta reunión sino-dal se habían quejado ante él varios clérigos del obispado diciendo que algunas per-sonas poderosas, tanto eclesiásticas como seglares, en aquellos lugares donde teníanpotestad jurisdiccional tomaban por la fuerza los diezmos pertenecientes a las igle-sias parroquiales o a otras personas haciéndose pasar por los arrendadores de dichosdiezmos. Por este motivo el obispo don Diego prohibiría bajo pena de excomuniónque dichos diezmos fueran usurpados. En el mencionado sínodo, además, tambiénse señaló que los arrendadores de las rentas de la Iglesia no se atrevían a ir a ciertoslugares del obispado por temor a algunos hombres poderosos que allí habitaban,por lo que se perdían las rentas en dichos lugares. De este modo, don Diego de

     Anaya mandó que todos los dezmeros de estos lugares acudiesen a entregar sus diez-mos a los arrendadores en algún otro sitio cercano y seguro 39.

    En las villas de Alarcón y Castillo de Garcimuñoz la conflictividad seguirá estan-do presente. Prueba de ello es que el 8 de marzo de 1445, previa queja del obispo deCuenca Álvaro de Isorna, el príncipe de Asturias don Enrique tuvo que mandar a losoficiales y hombres poderosos de Alarcón y El Castillo que permitieran al cabildo

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    Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

    38 Ibídem, pp. 282-283.39 Ibídem, pp. 283-284.

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    catedralicio sacar libremente sus rentas decimales en dichos lugares, prohibiéndolesademás que arrendasen dichas rentas por la fuerza a un bajo precio. Dada la persis-tencia de los problemas, en el sínodo celebrado por el obispo fray Lope de

    Barrientos en 1446, como era de esperar, se legislaría sobre la materia. Así, se expu-so cómo algunos señores temporales del obispado, y también ciertos concejos y susoficiales, a veces dictaban normas impidiendo que en los territorios de su jurisdic-ción se arrendasen o sacasen las rentas de los diezmos y primicias “poniéndoles efaziéndoles e conminándoles sobre ello grandes penas e terrores e amenazando eprendiendo e injuriando e feriendo e dañando a los que van o enbían a demandare arrendar e cojer e sacar los dichos diezmos”, llegando incluso a exigir contra dere-cho la quinta parte del diezmo a los arrendadores. Por todo ello, el obispo Barrien-tos prohibiría bajo pena de excomunión mayor que tales señores o concejos impi-

    diesen la correcta percepción del diezmo 40.Pero este mandato episcopal no impidió que los conflictos continuasen en los

    años siguientes. Así, por ejemplo, el 7 de mayo de 1450 nos encontramos con unbreve monitorio del deán de Segovia, legado apostólico de Nicolás V, contra GómezCarrillo de Albornoz, señor de Torralba y Beteta, en el obispado de Cuenca, debi-do a que había robado ciertos diezmos de la Iglesia. En enero de 1453 sabemos queestaba pendiente un pleito entre el cabildo catedralicio conquense y dicho GómezCarrillo referente a las rentas y derechos que el cabildo tenía en las villas señorialesde Torralba y Beteta, llegándose el 24 de marzo del mencionado año a una concor-

    dia mediante la cual, bajo amenaza de excomunión, Gómez Carrillo y su mujer,Teresa de Toledo, se comprometieron a salvaguardar los derechos decimales delcabildo en dichas villas y a pagar las cantidades que se debían al respecto41.

    En la diócesis de Salamanca también nos encontramos similares conflictos conla nobleza en torno al arrendamiento de los diezmos. Así, a principios del siglo  xv ,en algunos sínodos salmantinos se lamenta el comportamiento de quienes obstacu-lizan la libre entrega de los diezmos por parte de los fieles, llegando incluso a redac-tar ordenanzas que impiden facilitar casas y cubas para diezmar, por lo que se decre-ta la excomunión contra tales prácticas. Pero, a pesar de ello, a mediados de siglo sevolverá a denunciar que muchos señores, caballeros y “omes poderosos” retienen y ocupan ilegalmente gran parte de los diezmos, obstaculizando su arrendamiento 42.

    En el obispado cordobés, donde este mismo tipo de conflictos están muy biendocumentados, los enfrentamientos al respecto entre el clero y la nobleza señorialirán en aumento desde mediados del siglo xiv , siendo constantes a lo largo de toda la siguiente centuria 43. Algo similar sucedió en la archidiócesis hispalense, donde elcabildo catedralicio tuvo frecuentemente problemas para arrendar libremente sus

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     Jorge Díaz Ibáñez

    40 Ibídem, p. 284.41 Ibídem, p. 285.

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    diezmos en ciertos dominios señoriales, como los pertenecientes a los Ponce deLeón. Así, por ejemplo, a comienzos de agosto de 1404 el conde don Pedro Poncede León habría de mandar a sus oficiales en el concejo de su villa de Marchena que

    no pusieran impedimentos para el libre arrendamiento de los diezmos del cabildoen dicha villa, dado que éste se había quejado de que “non fallan arrendadores pormiedo que dis que han que los maten e acochillen e degoellen...todo esto seguntdisen porque queredes algunos de vosotros las dichas rentas para vos”44. No obstan-te, años más tarde se presentarán otra vez conflictos de este tipo, en Marchena y también en la villa señorial de Rota, lo que obligará a la firma de un nuevo acuer-do, el 13 de septiembre de 1441, entre el cabildo catedralicio hispalense y el condePedro Ponce de León, quien al parecer retenía los diezmos del cabildo o bien impe-día su libre arrendamiento, por lo que había sido excomulgado y dichas villas se

    encontraban en situación de entredicho45. Idéntica problemática, con los consi-guientes acuerdos, también la encontramos en otros señoríos sevillanos, como porejemplo Sanlúcar de Barrameda, dependiente a comienzos del siglo  xv  de donEnrique de Guzmán, conde de Niebla 46.

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    Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

    42 Juan C. Matías Vicente, Los laicos en los sínodos salmantinos , Salamanca, 1990, p. 88.43 I. Sanz Sancho, La Iglesia y el obispado de Córdoba en la baja Edad Media (1236-1426) , Madrid, 1989,

    I, pp. 521-524.44 Archivo Catedralicio de Sevilla, sección IX , caj. 26, n.º 14/1 (Sevilla, 3 de agosto de 1404).45 Ibídem, n.º 9/1.46 El 9 de agosto de 1419 Enrique de Guzmán, conde de Niebla y señor de Sanlúcar de Barrameda, juró no

    poner impedimentos al arzobispo y cabildo catedralicio de Sevilla en el arrendamiento de los diezmos queles pertenecían en dicha villa, mandando además a los alcaldes del lugar que pregonasen el arrendamientode dichos diezmos y facilitasen casas, cillas y bodegas para su recogida: “Sepan todos los que este presentealvala vieren que, por quanto es dubda e sospechan algunas personas que yo don Enrique, conde de Niebla,en la mi villa de Sanlúcar de Barrameda defiendo e mando secretamente o en público que los diesmos quedeve aver nuestro señor el rey e los que pertenesçen al señor arçobispo e a los señores deán e cabildo de la yglesia de Sevilla e a los otros que han parte en los dichos diesmos non los hayan libremente como de dere-cho los deven aver, por algunas vías cautelosas que disen que yo en ello mando tener, lo qual a Dios noplega. Por tanto, porque los dichos señores sean çiertos e seguros que a mí plase que nuestro señor el rey elos dichos señores arçobispo e deán e cabildo e los otros a quien pertenesçen los dichos diesmos libremen-te arrienden las rentas de los dichos diesmos, o los fagan coger en fieldat segunt que a ellos mejor visto fuere,en tal manera que complidamente cobren e hayan los dichos diesmos en el dicho lugar de Sanlúcar, e por

    tirar la dicha dubda e sospecha prometo e juro por el nombre de Dios e a esta señal de (signo de la cruz),que de aquí adelante, por mí nin por otro en secreto nin en público, non embargaré nin buscaré vía nincautela alguna porque los dichos señores pierdan alguna cosa de los dichos diesmos, e que quanto en mífuere trabajaré que los dichos señores hayan complidamente los dichos diesmos en el dicho mi lugar deSanlúcar, e que los puedan arrendar libremente o coger en fieldat segunt que mejor les plasiera, así como enlos otros lugares del dicho arçobispado los han e lo fasen quando a ellos plase. E por esta mi carta o por eltraslado della firmado de escrivano público mando a los alcaldes de la dicha mi villa de Sanlúcar que agora son o serán de aquí adelante que fagan pregonar cada vegada que dello fueren requeridos por parte de losfasedores de las dichas rentas que libremente en la dicha mi villa de Sanlúcar arriende e puje qualquier equalesquier que arrendar quisieren e pujar las dichas rentas de los dichos diesmos, e que a los dichos arren-dadores o a los dichos fieles en la dicha villa, por preçios convenibles, les sean dadas casas e çillas para ponerlos diesmos del pan e menudo, e lagares e bodegas e tinajas para faser e poner el diesmo del vino e viandas,e todas las otras cosas neccessarias, e yo así lo mando que se faga e cumpla, so pena de dies mill maravedís

    a qualquier o qualesquier por quien quedare de lo así faser e complir...”. Ibídem, caj. 18, nº 19. Sobre elseñorío de Niebla puede verse el trabajo de M.A. Ladero Quesada, Niebla, de reino a condado , Madrid, 1992.

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    Finalmente, otro tipo de conflicto económico con la nobleza relativamente fre-cuente, que incluso llegaba a hacer necesaria la intervención pontificia, es el quevino dado por la usurpación nobiliaria de los bienes de mesas episcopales aprove-

    chando periodos de sede vacante, tal como ya se denuncia en las Cortes deValladolid de 1295 47. Un ejemplo de ello lo tenemos, nuevamente, en el obispado deCuenca; así, el 23 de marzo de 1333, el papa Juan XXII comisionó al deán de

     Albarracín, a Andrés Sánchez, canónigo de la misma iglesia, y a los oficiales de esa sede para que prestasen ayuda al cabildo catedralicio conquense contra don JuanManuel, Rodrigo Jiménez de Mesna y García Álvarez de Albornoz, nobles que habí-an usurpado algunas rentas de la mesa episcopal dejadas años atrás por el difuntoobispo de Cuenca don Pascual. A comienzos de dicho año de 1333 el cabildo con-quense aún no había terminado de pagar a la Cámara Apostólica la totalidad del

    importe correspondiente a los espolios de don Pascual, fallecido en 1320, y frutos dela vacante, siendo así como adquiere pleno sentido el mandato pontificio 48.

    En definitiva, la usurpación del diezmo y rentas eclesiásticas, o bien la obstacu-lización a su arrendamiento, por parte de la nobleza señorial castellana se nos pre-senta como un conflicto recurrente a lo largo de toda la baja Edad Media, cuyo des-arrollo se veía favorecido ante situaciones de inestabilidad política, tratando muchasveces la monarquía de actuar como mediadora en el curso de los enfrentamientos.Por lo demás, se trata de un tipo de conflicto que se prolongará mucho más allá dela Edad Media, dado que también lo encontramos en numerosas diócesis castella-

    nas durante los siglos de la Edad Moderna 49

    .

    4. El marco jurisdiccional

    Otro ámbito de manifestación de los conflictos entre la Iglesia y la nobleza es elque vino dado por los choques que se produjeron entre la jurisdicción eclesiástica y la ejercida por la nobleza en sus señoríos, tratando la monarquía de actuar comomediadora de esta problemática. Desde una perspectiva general, y sobre tododurante la época Trastámara, se produjo un pleno reconocimiento por la monarquía castellana de los privilegios jurisdiccionales de la Iglesia, intentando la realeza garantizar un determinado ámbito específicamente eclesiástico en el ejercicio detales privilegios jurisdiccionales. Así se puso de manifiesto, por ejemplo, en lasCortes de Toro de 1371, donde Enrique II exigiría a los concejos y señores laicos quese abstuvieran de convocar ante sus tribunales a los vasallos eclesiásticos y a los clé-rigos por causas tocantes a la jurisdicción de la Iglesia, comprometiéndose también

    – 220 –

     Jorge Díaz Ibáñez

    47 S. Moreta Velayos, Malhechores feudales , pp. 69-70.48 Jorge Díaz Ibáñez, “Las relaciones Iglesia-Nobleza en el obispado de Cuenca”, p. 282.49 Este mismo tipo de conflictos están documentados, por ejemplo, en Toledo durante el siglo  xvii.

    Ramón Sánchez González, Iglesia y sociedad en la Castilla Moderna. El cabildo catedralicio de la sede pri- mada. Siglo  XVII , Cuenca, 2000, pp. 130-138.

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    el rey a impedir cualquier quebrantamiento de estos privilegios jurisdiccionales porparte de otras instancias de poder, algo que se reiterará en las Cortes de Guadalajara de 1390. No obstante, en ciertas épocas, como durante las convulsiones políticas de

    tiempos de Juan II y Enrique IV, la aplicación de normas proteccionistas a favor dela jurisdicción de la Iglesia fue difícil, lo que explicaría la preocupación pontificia por la violación de que eran objeto en Castilla los privilegios eclesiásticos de índo-le jurisdiccional 50.

    4.1 El derecho de patronato

    El patronato o patronazgo era un derecho honorífico, oneroso y útil (conjuntode privilegios) que por concesión de la Iglesia competía a los fundadores, y a sus

    sucesores, sobre una determinada iglesia o conjunto de iglesias, o bien sobre algúnmonasterio. El origen de la concesión se encuentra en la contrapartida a quienescedían el solar para edificar un templo parroquial, o lo construían a sus expensas obien dotaban con lo necesario para el sostenimiento del culto. Dentro de este con-

     junto de privilegios destacan, entre otros, el derecho de presentación de los servido-res de tales instituciones eclesiásticas, así como el derecho de retener, previo acuer-do con el obispo y con el cabildo catedralicio correspondiente, una determinada parte de los diezmos en los lugares sobre los que se ejercía el patronato, tal como sereconoce, por ejemplo, en las Partidas 51.

     Al margen de la existencia del patronato regio, cuyas implicaciones iban muchomás allá de lo recién expuesto, en el reino de Castilla muchos laicos también disfru-taron del derecho de patronato sobre un determinado número de iglesias, general-mente parroquiales, siendo lo más habitual que los patronos fuesen miembros de la nobleza que disfrutaban de ciertos derechos sobre las iglesias de sus señoríos, por loque estas últimas se veían así afectadas en la práctica por un cierto grado de depen-dencia señorial con respecto a los nobles que ejercían el patronato, aunque tambiénhubo laicos ajenos a la esfera señorial que llegaron a ejercer el patronato sobre algu-nas iglesias, sobre todo durante los procesos de repoblación.

     Algún ejemplo de esto último, de entre los muchos que podrían citarse, lo tene-mos en el obispado de Cuenca. Así, en un acuerdo que hubo en 1262 entre el obis-po de Cuenca don Pedro Lorenzo, por un lado, y Gonzalo Ruiz de Albendea y sushijos, por otro, con relación a las iglesias que padre e hijos poseían en Fuen-tealbilla, Vallunquera y Boniches, se determinaría que éstos pagasen al obispo y 

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    Iglesia, nobleza y oligarquías urbanas

    50 J. M. Nieto Soria, Iglesia y génesis , pp. 110-111.51 En las Siete partidas se reconoce el derecho de algunos legos y patronos a percibir parte de los diezmos

    parroquiales, siempre que las iglesias obtuvieran a su vez algún provecho del patrón, si bien se señala que “aun estos tales non los deven tomar como quien ha derecho en ellos, mas por nome de la Eglesia,

    e ella debe aver siempre el señorío e la tenencia dellos”. Las siete partidas , edic. de Gregorio López,Salamanca, 1555: I,XX,22.

  • 8/15/2019 Nieto Soria, JM - La Monarquía Como Conflicto (Cap.4-5)3

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    cabildo catedralicio una cantidad equivalente a la cuarta parte de los diezmos percibi-dos por dichas iglesias. De este modo Gonzalo Ruiz e hijos quedarían como patronosde las iglesias que habían construido, teniendo además derecho a presentar los clérigos

    servidores de dichas iglesias al obispo, que habría de confirmarles en el cargo 52. Para épocas más tardías también contamos con otro ejemplo relativo a la construcción deiglesias de patronato laico. Se trata del acuerdo que se realizó el 21 de enero de 1326entre Alfonso Martínez, vecino de la villa de Huete, y el obispo de Cuenca fray Esteban, a través del cual aquél se comprometió a edificar a su costa una iglesia en La Torre, lugar situado entre Valdejudíos, Fuente el Pez, Montalvo y Villavieja, que habría de dotar de todo lo necesario para el culto y para el mantenimiento del clérigo que la sirviese, debiendo entregar además una yunta de heredad y casas para el obispo y sussucesores en Bonilla, aldea de Huete. Como contrapartida, el obispo otorgó a Alfonso

    Martínez y sus herederos todos los diezmos prediales y personales, y oblaciones, de La Torre y El Castelar con todo su término, quedando además dicho Alfonso Martínez y sus sucesores como patronos de la iglesia que se construyese en La Torre 53.

    Lo más habitual fue, sin embargo, que las iglesias de patronato se situasen den-tro de determinados dominios señoriales, siendo en este sentido particularmenteimportante su presencia en los territorios del norte peninsular. Sobre ello caberecordar lo ya señalado antes respecto de las diócesis gallegas, donde existía una nobleza señorial fuertemente arraigada y hubo frecuentes conflictos debido a lossupuestos abusos que numerosos caballeros e hidalgos que tenían iglesias de patro-

    nato cometían a la hora de cobrar los diezmos de dichas iglesias, avivándose la pro-blemática sobre todo a raíz de las iniciativas reformistas llevadas a cabo en los añosochenta del siglo  xv , cuando dichos caballeros e hidalgos traten de defender susderechos en materia decimal que ahora se les trataba de negar 54.

    Por otro lado, en los territorios vascos, y particularmente en el señorío deVizcaya, gran cantidad de parroquias eran también de patronato laico, dependien-do en su mayoría del señor de Vizcaya y de otros nobles de la región, que eranquienes retenían gran parte de los diezmos, a pesar de los vanos esfuerzos del obis-po de Calahorra por evitarlo55. Asimismo, en la diócesis de Oviedo, sobre todo enlas zonas rurales, más señorializadas, muchos pequeños nobles ejercieron el dere-cho de patronato sobre las iglesias de sus señoríos, cobrando parte de los diezmos

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     Jorge Díaz Ibáñez

    52 Archivo Histórico Nacional, Estado , leg. 3.190, n.º 3, doc. 49.53 Archivo Catedralicio de Cuenca, siglo  XIV , n.º 228.54 Durante la primera mitad del siglo  xv , en el marco de la crisis de los señoríos eclesiásticos frente a los

    nobiliarios, unas 180 parroquias pertenecientes al señorío de la mitra compos