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14 de noviembre de 2009 • Número 26 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada TEMA DEL MES

No. 26 El compo se organiza

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Porque juntos podemos más

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14 de noviembre de 2009 • Número 26

Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver

Suplemento informativo de La Jornada

TEMA DEL MES

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La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 5355-6702. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo en trámite. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores.

Suplemento informativo de La Jornada 14 de noviembre de 2009 • Número 26 • Año III

La palabra campesino designa una forma de producir, una sociabilidad, una cultura pero ante todo designa un actor social: una clase

que se ha ganado a pulso su lugar en la historia.

Ser campesino es muchas cosas pero prin-cipalmente es pertenecer a una clase social: ocupar un lugar específico en el orden eco-nómico, confrontar a los mismos predadores, compartir un pasado trágico y glorioso, parti-cipar de un proyecto común.

En especial esto último: participar de un sueño, compartir una utopía. Porque ser cam-pesino en sentido clasista no es fatalidad eco-nómica sino elección política, voluntad co-lectiva, apuesta de futuro. Los campesinos no nacen campesinos, se hacen: se inventan a sí mismos como actores sociales en el curso de su hacer, en el movimiento que los convoca, en la acción que ratifica una campesinidad siempre en construcción.

Por si quedara duda de que la condición cam-pesina no se agota en un modo de producir y de convivir, una de las organizaciones latinoame-ricanas más representativas del campesinado como clase, el brasileño Movimiento de los Sin Tierra (MST), está compuesta principalmente por marginados urbanos y rurales que quieren ser campesinos y han decidido luchar por ello. No es por lo que son en términos económicos y sociales, sino por lo que han elegido ser, que los Sin Tierra de Brasil marchan en la avanzada del movimiento campesino mundial.

No todo movimiento social es clasista, pero todos los movimientos clasistas de la moderni-dad son globales como lo es el orden inhóspito en que se gestan. Y global es, desde hace mu-cho, la clase campesina que tachonó el siglo XX de revoluciones agrarias. No hizo falta comuni-cación por red para que la consigna “Semlia y Volia” (Tierra y Libertad), acuñada en 1861 en la Rusia zarista, llegara por medio del anarquis-mo europeo al también ácrata Partido Liberal Mexicano y de ahí al Ejército Liberador del Sur, de donde a su vez lo tomó la insurgencia maya de los primeros veinte encabezada por Felipe Carrillo Puerto. Y el flujo ideológico también va de regreso, pues el ucraniano Nestor Majno, líder del movimiento campesino que resistió el antirruralismo de los bolcheviques en el poder, era conocido como el Emiliano Zapata ruso. Años después, la consigna Tierra y Libertad re-aparece en México en las tomas de tierras de los 70s y 80s del siglo pasado y en el tránsito al tercer milenio se globaliza de nueva cuenta, re-cuperada por neozapatismo indianista de Chia-pas, que no sólo reclama parcelas sino también el autogobierno de los territorios originarios. ¡Maíz y libertad!, clamaban hace unos días en el Zócalo de la Ciudad de México los anima-dores de la Campaña Si Maíz No Hay País, que hoy el proyecto campesino incluye la tierra como medio de trabajo pero también el control del territorio, la posesión colectiva de los recur-sos naturales, la autogestión política y la recrea-ción de la economía moral, de la producción-distribución justas y solidarias de los bienes.

Siempre acosados por un orden fiero que se las tiene sentenciada, los campesinos se organi-zan para resistir. En la base están la familia y la comunidad, que en un mundo hostil devienen trinchera y parapeto, pero sobre ellas se constru-

yen organizaciones de los más diversos talantes y propósitos, acuerpamientos que pueden ser económicos, sociales o políticos; locales, regio-nales, nacionales o internacionales; puramente defensivos, o de plano altermundistas.

Organización rural es ante todo convivio, encuentro de diversos con unidad de propósi-to y capacidad de concebir y realizar proyectos compartidos. La organización radica, entonces, en la voluntad colectiva no en el aparato; insti-tucionalidad que no sale sobrando, pero es bá-sicamente instrumental y puede convertirse en fuente de inercias burocráticas en cuanto deja de animarla el espíritu colectivo. El zapatismo histórico no encarnaba tanto en los jefes del Ejército Liberador o los gestores de la llama-da Comuna de Morelos, como en la voluntad emancipadora que los animaba a todos: el zapa-tismo era Tierra y Libertad. Y de la misma ma-nera la organización campesina de nuestros días no son los dirigentes y asesores ni las estructuras político-administrativas que operan, sino el es-píritu que anima movimientos como El Campo No Aguanta Más y campañas como Sin Maíz No Hay País, de modo que cuando este espíritu falta lo que resta son cascarones corporativos, lideres logreros y borregadas clientelares.

La institucionalidad es necesaria pues le da continuidad a un movimiento que por defini-ción tiene altas y bajas. Pero si sus animadores se desentienden de ella pronto se pervierte y lo que era vehículo de emancipación deviene ins-trumento de sometimiento. La organización, como el amor, hay que renovarla todos los días.

En México escasean los campesinos orga-nizados y más los que participan activamente en sus agrupaciones. Pero, aunque insuficien-tes e imperfectas, las organizaciones campesi-nas son la expresión cualitativa del disgregado y caótico mundo rural. Es bueno que los des-balagados se organicen porque juntos se pue-de más, pero siempre será mayor el número de “sueltos” que el de “controlados”, de modo que una de las tareas de los agrupamientos existentes es procurar los intereses del conjun-to, ver por las necesidades del campesinado todo. No es que sean la vanguardia, es que su mayor experiencia y más densa sociabilidad les confieren responsabilidades para con la clase aún borrosa a la que pertenecen.

“No venimos de tan lejos a que nos discur-seen los mandones. Queremos que nos dejen

hablar. Traemos la comisión de dar a cono-cer las cuitas de nuestro pueblo y lo vamos a hacer. Porque hablando se entiende la gente; porque platicando nace la confianza, que es lo mero principal para hacer organización”.

Acto seguido, Ocumichu –que así le de-cían porque de ahí era– se soltó a narrar las desventuras de su comunidad. Y la gente, que reconocía su propia historia en la que contaba el orador, murmuraba, asentía, aprobaba.

Corría el año 1980 y cientos de campesinos de todo el país conmemoraban el 10 de abril con un encuentro en Santa Fe de la Laguna, Michoacán. Unos defendían la tierra que les querían arrebatar, otros demandaban la que te-nían acaparada los latifundistas, todos eran de la debutante Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), convergencia de movimientos locales y regionales que no quería ser una cen-tral más, como las que entonces se estilaban, y que no tenía oficinas en el Distrito Federal –ni en ninguna otra parte– pero inauguraba una forma distinta de hacer organización mediante convivios multitudinarios: encuentros campe-sinos donde al tiempo que en grandes peroles se cocinaba una vaca dizque cimarrona (en verdad arrebatada a los ganaderos invasores), se iba cocinando la confianza, la solidaridad, las tácticas, la estrategia, el proyecto, la clase.

Eran tiempos en que la gente de razón de Zitácuaro, Michoacán, gritaba ¡Ahí vienen los indios! al ver aproximarse la inusitada manifes-tación proveniente de San Felipe de los Alzati, donde se había realizado un foro sobre tenen-cia de la tierra y recursos naturales. Tiempos quizá ingenuos en que de los pobladores de los parajes cercanos a Motocintla, Chiapas, baja-ban a la cabecera a confirmar con sus propios ojos la venida del mismísimo Zapata, y de ser posible besarle la mano, cuando en realidad el que había llegado era Mateo, hijo de Emiliano, y entonces miembro del Movimiento Nacional Plan de Ayala, que celebraba un encuentro en la población. Tiempos fundacionales de una nueva organicidad campesina, forjada al calor de las tomas de tierras de los 70s y primeros 80s del siglo pasado, en la que las “bases” le qui-taban la palabra al liderazgo y una coordina-dora que no tenía ni teléfono, podía convocar marchas a la capital de 50 mil personas, como la que el 12 de abril de 1981 encabezaron un puñado de veteranos zapatistas.

Don Victorino Jiménez, don Longino Ro-jas, don Irineo Espinosa y don Estanislao Ta-pia ya murieron pero el zapatismo en que de jóvenes militaron y que de viejos ayudaron a reanimar sigue en pie.

Diversos sus paisajes, diversas sus culturas, diverso su talante; cada vez más multiusos y más migrantes, pero no por ello menos apega-dos a la tierra y a una costumbre que cambia para permanecer, los campesinos no son reta-zos del pasado, no son pedacería descontinua-da en un cajón de sastre, son –siguen siendo– una clase en vilo, un actor social en perpetua construcción, un sujeto histórico que como po-cos tiene pasado y como pocos tiene futuro.

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COMITÉ EDITORIAL

Armando Bartra Coordinador

Luciano Concheiro Subcoordinador

Enrique Pérez S.Lourdes E. RudiñoHernán García Crespo

CONSEJO EDITORIAL

Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

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Diseño Hernán García Crespo

BUZÓN DEL CAMPO

¿CLASESOCIAL O CAJÓN

DE SASTRE?

CAMPESINOS

El original, colocado en la tribuna de la Con-vención Nacional Democrática convocada por el EZLN en 1994, desapareció la noche del 8 de agosto, cuando un diluvio tronchó la arboladura y arrancó las velas de la nave de Fitzcarraldo, dispersando a la tripulación.

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ENTRE EL ZAPATISMO Y EL LENINISMOLos agraristas rojos de la posrevolución

Las primeras organizaciones rurales en forma que surgen al término de la fase armada de la Revolu-ción mexicana son Ligas de Comunidades Agrarias. Con su accionar da inicio, a principios de los 20s, el movimiento campesino propiamente posrevolucionario. La intensa lucha que en el seno de las Ligas libran el agrarismo sumiso al gobierno y el agrarismo radical prefi gura la tensión entre someti miento y rebeldía que hasta nuestros días ti ene en vilo a los campesinos organizados. Sus polémicas ponen también sobre la mesa algunos de los temas que marcarán el debate políti co sobre el campesinado durante el pasado siglo: la evidencia de que los rústi cos han sido el protagonista mayor de todas las revoluciones; el natural anti capitalismo de una clase que no puede liberarse realmente dentro del orden existente; el cuesti onamiento de la presunta superioridad de un proletariado que, se supone, debiera organizar y conducir a los campesinos; las relaciones entre el movimiento social y el parti do revolucionario... Algunas de estas cuesti ones ya sólo son historia, otras siguen vigentes.

Llama también la atención que la matriz ideológica del agrarismo radical de los 20s es el marxismo y en parti cular el leninismo, lo que se explica porque por esos años había triunfado en Rusia la re-volución conducida por los bolcheviques. Paradójicamente, aunque su discurso sea en gran medida leninista, el campesinismo de los líderes está más cerca de Emiliano que de Vladimir Illich.

Los testi monios provienen del folleto El agrarismo en México, publicado en 1924 por la Liga de Comunidades Agrarias del Estado de Veracruz, presidida por Úrsulo Galván quien, siendo hijo de campesinos, había parti cipado en la revolución en el bando consti tucionalista, vinculándose después anarquismo magonista y más tarde al Parti do Comunista. Manuel Almanza, con quien Galván intercambia ideas en un diálogo recogido por Rafael Ortega en Las luchas proletarias en Veracruz, fue también combati ente revolucionario, anarquista y luego comunista. Ambos parti ciparon en la organización de los campesinos veracruzanos en el arranque de la tercera década del siglo XX.

Por la selección y anotación, Armando Bartra

Diálogo entre Manuel Almanza y Úrsulo Galván

A. Si la revolución ha de triunfar alguna vez en este país, no será sino ante el empuje arrollador de los trabajadores del campo (hay que...) aprovechar las enseñan-zas de la historia; la Independen-cia, la Reforma y el derrocamien-to de la dictadura, son victorias del campesinaje, hoy desorgani-zado y desarmado (...) y será el campesinaje el que llevará nues-tra revolución social a su triunfo

defi niti vo (pero además...) organizar a los campesinos y dotarles de armas signi-fi ca garanti zar las conquistas que hasta el presente ha logrado nuestra clase (...)

G. ¡Si nuestro Zapata hubiere tenido la preparación de un Lenin! (...) ¡Si hubiere podido abarcar en su visión todos los aspectos del problema! (...)

A. (Si, pero más que un caudillo hace falta...) un parti do políti co de clase; un parti do de vanguardia.

G. Según esto necesitamos comenzar por la formación de un parti do políti co cla-sista al que desde luego se irán afi liando los campesinos hoy desorganizados (...)

A. No, es así como planteo la cuesti ón (...) Que sea necesaria la existencia de un parti do dirigente de masas, no quiere decir que su creación reclame la más preferente de nuestras atenciones. Proceder desde luego a la formación de este parti do políti co –por más que le llamemos de clase– sin previa preparación (...) sería tanto como asegurarnos anti cipadamente el más sonado de los fracasos (es necesario para las masas...) adquirir su experiencia con los reveses que aún les esperan (...) Cuando hablo de preparación (…) quiero decir que los campesi-nos no deben limitar sus aspiraciones a la posesión restringida a unos cuantos metros cuadrados de ti erra culti vable y para colmo de ironías no como reivindi-cación justi ciera, sino como dádiva graciosa de los caudillejos oportunistas. Los campesinos deben saber que el problema agrario no se resolverá mediante la engorrosa tramitación legal (...) En oposición a este concepto raquíti co de agra-rismo es necesario que los campesinos lleguen a persuadirse de que, con leyes agrarias o sin ellas, con gobernantes amigos o enemigos, deben posesionarse de la ti erra (y...) que el llamado problema agrario no es más que uno de tantos como presenta la cuesti ón social en conjunto y que esta cuesti ón (...) no podrá resol-verse sino por el triunfo defi niti vo del proletariado sobre la clase capitalista (...)

La Liga de Comunidades Agrarias del Estado de Veracruz (LCAEV) se forma en marzo de 1923 con 126 delegados de más de cien comités agrarios. Úrsulo Galván, su presidente, dice en la fundación:

Aquí luchan dos tendencias, la de los viejos agraristas del cómodo agrarismo ofi cial y la de los cam-pesinos militantes que disputan bravamente la ti erra al lati fundis-mo y sus lacayos (...)

Del folleto de la LCAEV ti tulado El agrarismo en México

El agrarismo de nuestros días no es punto capital, sino más bien consecuencia. Es el resultado del profundo malestar económico de los trabajadores del campo (...) Miente quien afi rma que el problema campesino no haya podido resolverse por que las leyes son defectuosas (...) Las leyes agrarias dentro del actual régimen son perfectas. Conceden y restringen, lesionan determinada propiedad, pero crean otras propiedades (...) ¿No signifi ca esto, el ingenioso equilibrio social que los gobiernos capitalistas se afanan por conservar?

Muy al margen de la políti ca agraria, en realidad existen dos facciones que en lucha abierta y enconada (lucha de clases) pugnan por el dominio de la ti erra (...) ¡Pueden acaso los agraristas de relumbrón, pueden los líderes social-traidores reformistas, conciliar estos antagónicos intereses? (...) El mal radica en (el...) derecho de propiedad privada sobre la ti erra, la abolición de este derecho no puede llevarla a cabo una legislación (...) los campesinos de México estuvimos a punto ce realizar esta obra (...)

Suenan a ironía las frases de nuestros hermanos obreros cuando hablan de “organizarnos”, cuando no han sido capaces de hacerlo con ellos mismos (...) El vínculo que hasta ahora nos une con los obreros es puramente espiritual (...) afi nidad de clase, pero nada más (...) Juzgamos que los obreros, antes que nada, deben iniciar su organización de carácter económico (...) que por nuestra parte iniciamos igual trabajo (...) Ambas organizaciones sabrán entenderse (...) porque nada pueden, nada valen y a ninguna parte irán la una sin la otra.

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VADEMECUM DE ORGANIZACIONES RURALES

CNC. Confede-ración Nacional Campesina. Es la or-ganización nacional más grande de este gremio; cuenta con

unos cinco millones de afi liados en toda la República; “entre los dos mil 400 municipios del país no hay uno solo donde la CNC no tenga presen-cia”, según la agrupación. Nació el 28 de agosto de 1938, como resultado de un decreto presidencial de Lázaro Cárdenas del Río y con el objeti vo ex-preso de respaldar el reparto agrario. Cuenta con 32 ligas estatales de co-munidades agrarias y sindicatos cam-pesinos, más de 25 organizaciones por ramas de producción, entre ellas maíz, frijol, arroz, caña de azúcar y café, y ti ene fi liales como la Confede-ración Nacional Agronómica y las uniones nacionales de Artesanos y de Transporti stas Campesinos. Desde su origen ha estado ligada al PRI –en aquel entonces llamado Parti do de la Revolución Mexicana– y con este parti do “renueva periódicamente sus pactos en los que se reconoce la au-tonomía de los cenecistas”, de acuer-do con Cruz López, actual presidente de la CNC. En 2001, cuando el PAN desplazó al PRI de la Presidencia de la República, y en medio de la gesti ón de Heladio Ramírez López (1998-2006), la CNC sufrió un descalabro: Nabor Ojeda, secretario general de la CNC, reclamó por vías judiciales la di-rigencia nacional y recibió respaldo de los líderes entonces del PRI, Ro-berto Madrazo y Elba Esther Gordillo. Se preveía una ruptura de la CNC con el parti do, pero al fi nal los dirigentes hicieron las paces y la demanda de Ojeda no prosperó. La CNC ha sido señalada por sus prácti cas corporati -vas y por el “acarreo” del voto verde, pero la organización subraya su papel como puente entre la sociedad rural y el gobierno federal; como promotora de crecientes presupuestos rurales y vehículo para la mejora producti va y económica de los campesinos. En los años recientes integró en su estructu-ra un instrumento denominado Cor-porati vismo Financiero y Económico, el cual, por medio de Sofoles, abarata insumos en especial ferti lizantes, ad-quiere maquinaria agrícola e incluso obti ene becas para los campesinos.

CCI. Central Campesina Independiente. Nació el 6 de enero de 1963 con la participación de destacados miembros del extin-to Partido Comunista Mexicano (PCM). La CCI agrupó a casi to-

dos los luchadores agrarios que desde dos décadas atrás habían intentado dar alternativas a los campesinos corporativizados por el gobierno. Allí se integraron ex cenecistas y disidentes de la UGOCM, y entre sus líderes estaban Alfonso Gar-zón Santibáñez, Ramón Danzós Palomino, Arturo Orona y Humberto Serrano Pé-rez. Los guerrilleros Lucio Cabañas y Genaro Vázquez fueron parte de sus filas. La unidad de la CCI original duró poco: en 1964 Alfonso Garzón se separó y creó una organización con el mismo nombre a la que años después afilió al PRI, y Danzós Polomino y Orona mantuvieron la CCI original, ya denominada CCI Roja por su afiliación al PCM. La CCI de Garzón sufrió una ruptura en 1970, que derivó en la creación del Consejo Agrarista Mexicano (CAM). Y la CCI Roja de Danzós se trans-formó en la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC) en julio de 1975. La CCI de Garzón mantuvo al frente a este dirigente durante 36 años; en 1988 su entonces esposa Guadalupe Martínez Cruz intentó infructuosa-mente sucederlo, y ese mismo año, el 30 de mayo, grupos de 14 estados expul-saron por la fuerza a Garzón. El actual dirigente es Rafael Galindo Jaimes, quien ha sido diputado federal por el PRI; la organización dice contar con más de un millón de afiliados: campesinos, jornaleros y colonos. Forma parte del sector campesino del PRI y tiene influencia en Baja California, La Laguna, Sonora, More-los y 25 estados más.

CCC. Central Campesina Cardenis-ta. Nace el 10 de abril de 1988 en una asam-blea nacional campesi-na en el zócalo de Xo-

chimilco, Distrito Federal, convocada por el Frente Democráti co Nacional (FDN) y en apoyo a Cuauhtémoc Cár-denas Solórzano, para la conti enda electoral de ese año. Según su dirigen-te desde 1994, Max Agustí n Correa, la CCC surge “como alternati va para mi-llones de campesinos e indígenas que abandonaron entonces a las organiza-ciones corporati vas del PRI, que ya no representaban genuinamente sus in-tereses”, aunque la historia reporta también que la CCC resultó de una es-cisión de la Unión Nacional de Traba-jadores Agrícolas (UNTA). Según datos de la agrupación, cuenta con 300 mil afi liados 480 municipios, y sólo está ausente en Colima y Aguascalientes. Entre sus socios hay grupos enteros (ejidos, comunidades, cooperati vas, etcétera) a los cuales denomina “co-mités campesinos para el desarrollo”. La CCC brinda unos 40 servicios, entre ellos apoyo para la regularización de la tenencia de la ti erra, microfi nancia-miento y formulación y gesti ón de proyectos. Poco después de su consti -tución, la CCC se integró en la estruc-tura del hoy exti nto Parti do del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacio-nal (PFCR). Este lazo se rompió en oc-tubre de 1994 y la CCC modifi có sus estatutos y determinó mantenerse al margen de los parti dos políti cos. Max Correa afi rma que la mayoría de los miembros de la CCC militan en el PRD o en otras expresiones de izquierda; en 2006 la Central expresó su apoyo a Andrés Manuel López Obrador, y an-tes, en noviembre de 1998, creó la Agrupación Políti ca Campesina, con registro en el Insti tuto Federal Electo-ral. Destaca que Francisco Román Sánchez, quien protocolizó actas de esta organización, lidera hoy la Cen-tral Campesina Cardenista Democráti -ca (CCCD), creada en Oaxaca el 23 de octubre de 2009. La CCCD, que fue apadrinada por el secretario de la Re-forma Agraria, Abelardo Escobar Prie-to y funcionarios de la Procuraduría Agraria y de la Secretaría del Trabajo, dice haber atraído a 70 por ciento de la membresía de la CCC.

UGOCM. Unión General de Obreros y Campesinos de México. Nació en el marco del Congreso Nacional de la Unidad Obrera y Campesina, en junio de 1949, a instancias de los sindicatos nacionales petrolero y minero y de la Alianza de Obreros y Campe-sinos de México (AOCM). Sus objeti vos entonces eran defender el

derecho de huelga, del salario, del contrato colecti vo, de la ti erra, del crédito y del agua, así como elevar el nivel de vida de obreros y campesinos. Se postuló “indepen-diente del Estado y de cualquier otra fuerza extraña al movimiento obrero” y duran-te el gobierno de Miguel Alemán fue atacada y muy debilitada. La organización de-nunció que le “infi ltraron elementos” en sus federaciones regionales y estatales y con ello se cooptó a líderes y se logró que muchas organizaciones sindicales y cam-pesinas declararan su separación de la UGOCM y se reafi liaran a la ofi cialista Confe-deración de Trabajadores de México, de la cual antes habían desertado. Sus primeros dirigentes fueron Vicente Lombardo Toledano, Jacinto López y Jesús Orta Guerrero. Hoy es el perredista Valentí n González Bauti sta. A la muerte de Jacinto López, en mayo de 1971, se dio una disputa interna por la dirigencia que moti vó una división de la agrupación. En 1972 surgió la UGOCM Jacinto López, que hoy día ti ene mayor pro-tagonismo que la original, y que permanece bajo la dirigencia de José Luis González Aguilera. De acuerdo con éste, la UGOCM JL está presente en 30 estados de la Repú-blica, sobre todo en Veracruz, Michoacán, Puebla, Sonora y Sinaloa, y sus afi liados suman unos 300 mil jefes de familia. González Aguilera afi rma que la agrupación que hasta antes del gobierno foxista había sido considerada parte del sector agrario del PRI, manti ene afi liación políti ca libre; “lo que hicimos la campaña pasada fue apoyar el proyecto de Felipe Calderón, pero somos libres. A nosotros se nos marginó del PRI y los dejamos”. Según él, la UGOCM JL se ha fortalecido sustancialmente en los go-biernos panistas, pues antes tenia apenas presencia en 18 o 20 enti dades. La UGOCM JL ti ene proyectos de crecimiento incluida la conformación de una unión nacional de cañeros que haría contrapeso a las dos priistas que hay de la CNC y CNPR.

CNA. Consejo Nacional Agropecuario. Fue consti tuido en abril de 1984 para propiciar el impulso de la libre empresa en el sector agroalimentario. Su membresía se conforma por asociaciones; cá-maras; confederaciones; consejos; fundaciones; uniones, y empre-sas agrícolas, pecuarias, agroindustriales, pesqueras y de servicios

e insumos del sector. Suman 154 sus agremiados directos con presencia estatal, re-gional o nacional; según el CNA, de forma indirecta parti cipan en la agrupación 450 mil productores que explican alrededor de 75 por ciento del Producto Interno Bruto Agroalimentario y de las exportaciones nacionales del sector. El CNA ti ene presencia en todas las enti dades de la República. Los servicios que brinda a sus socios son de gesti ón y cabildeo con los poderes Ejecuti vo y Legislati vo; de análisis, estudios y es-tadísti cas, y de capacitación y seminarios especializados, entre otros. Manifi esta ca-recer de fi liación parti dista. Entre sus agremiados están las trasnacionales Cargill, Maseca, Tyson y Bimbo, así como a la asociación que representa a las empresas transgénicas, Agrobio México, y otros corporati vos como Bachoco, Lala, Alpura y Herdez, Minsa, Modelo, Nestlé México y Grupo Viz, además de asociaciones regio-nales y estatales de productores agrícolas y pecuarios.

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VADEMECUM DE ORGANIZACIONES RURALES

UNIMOSS. Unión Nacional Integradora de Organizaciones Solidarias y Economía Social, AC. Nació el 12 de junio de 2004 apadrinada por

Josefi na Vázquez Mota y Fernando Canales, entonces secretarios de Desarrollo So-cial y de Economía del gobierno de Vicente Fox. Su dirigente nacional desde enton-ces es el panista coahuilense Javier López Macías, quien apenas un mes antes de la creación de la agrupación fue director operati vo del Fondo Nacional de Empresas en Solidaridad (Fonaes). Según datos de su página web, UNIMOSS ti ene como fi lo-sofí a el “humanismo social” y cuenta con cinco mil empresas rurales afi liadas, mil de las cuales fueron creadas por la propia Unión; asimismo ha creado y opera redes de indígenas, mujeres, empresas integradoras, de consultoría y de comercializa-ción, y ha propiciado el surgimiento de 200 empresas integradoras regionales que dan valor agregado a sus productos, así como una empresa social de capitalización y fi nanciamiento de carácter nacional. Entre sus estrategias, ofrece el acceso a pro-gramas públicos (de Vivienda, Piso Firme, Adultos Mayores, Microseguros, entre otros). Según un documento de la fracción parlamentaria del PAN de 2003 UNI-MOSS junto con la Organización de Productores Agropecuarios, Ganaderos, Avícola Nacional (OPAGAN), es parte de la estrategia Plantar del PAN, consistente en crear grupos sociales para allegarse de dinero de programas federales y captar votantes para el parti do. Javier López ha rechazado reiteradamente que UNIMOSS funja como la agrupación de control políti co y del voto rural a favor del PAN.”Esta no es una organización del PAN ni lo será”, ha dicho.

UNTA. Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas. Nació el 28 de agosto de 1978 como el brazo rural del exti nto Parti do So-cialista de los Trabajadores (PST); en sus fi las integró ejidatarios, auténti cos pequeños propietarios, peti cionarios de ti erra, colo-nos, mujeres, trabajadores agrícolas y jornaleros que hasta ese momento se mantenían al margen de la organización social o re-

chazaban integrarse a las formas de organización ofi cialista. Hoy declara contar con cien mil miembros; se le identi fi ca en alianza con los parti dos de izquierda, aunque en las pasadas elecciones de julio de 2009 fue promotora del voto nulo. Sus objeti vos manifestados en su origen son transformar el lati fundismo en pro-piedad social, parti cipar en los canales ofi ciales de comercialización y sindicalizar a los jornaleros agrícolas. La UNTA se ha caracterizado por marchas, plantones, invasiones de ti erra que en ocasiones derivaron en represiones o incluso ma-sacres campesinas indígenas. El fundador de la Unión y dirigente nacional hasta la fecha es Álvaro López Ríos. La UNTA ha sufrido varias escisiones, una fue la que derivó en la creación de la Central Campesina Cardenista (CCC), otra dio origen a la Coalición de Organizaciones democráti cas, Urbanas y Campesinas (Coduc) y una más encabezada por Isidro Pedraza Chávez –quien se inconformó por la nega-ti va de López Ríos a permiti r un relevo en la diriencia–, hizo surgir la Unidad de la Fuerza Indígena y Campesina (UFIC).

EL BARZÓN. Embargos, remates, desalojos de propie-dades y suicidios de campesinos y pobladores urbanos por la crisis fi nanciera y de deudas vencidas en 1993 y 1994 moti varon brotes de inconformidad en diversas partes de la República, los primeros

en Chihuahua y Sonora y luego el Bajío y Zacatecas; surgieron entonces liderazgos locales, como los de Alfonso Ramírez Cuellar, Manuel Ortega y Juan José Quirino en Zacatecas, y Maximiano Barbosa en Jalisco, que fueron dando forma a varios “barzo-nes”. El que hoy se manti ene con presencia nacional, liderado por Ramírez Cuellar, se consti tuyó formalmente el 13 de octubre de 1994 en la ciudad de Monterrey. La tarea inicial de la agrupación fue impedir los embargos. Hoy la agrupación cuenta con 28 organizaciones con presencia en todos los estados de la República con excep-ción de Aguascalientes, Tamaulipas y Durango, y con 130 organizaciones adherentes de carácter estatal y regional. Según El Barzón, ti ene 58 mil 200 afi liados. La agrupa-ción no se circunscribe al campo; de hecho por muchos años su movimiento urbano fue superior al rural, debido a que 83 por ciento de las carteras vencidas en el mo-mento de la crisis eran urbanas. En los años recientes El Barzón modifi có su nombre con un enfoque rural: Asociación Nacional de Productores Agropecuarios y Pesque-ros (ANPAP-El Barzón) y en ella integra agrupaciones nacionales o regionales de pro-ductores de leche, de cítricos, de maiceros, cuyo enfoque es más producti vo que de confl icto fi nanciero.

ANEC. Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo. En respuesta a la apertura comercial, la privati zación y la desregulación de los mercados agrícolas, varias organizaciones campesinas productoras de granos básicos decidie-ron parti cipar en la comercialización directa de sus cosechas y con-

formaron la ANEC el 8 de septi embre de 1995. La organización, que se cataloga como la red social más importante en compactación y comercialización de cosechas, inte-gra unos 60 mil productores con alrededor de 219 empresas comercializadoras agru-padas en 15 integradoras regionales; operan y administran 207 unidades de almace-namiento de maíz, sorgo, trigo, frijol y arroz, y están presentes en Campeche, Chiapas, Chihuahua, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, San Luis Potosí, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas. La ANEC declara no estar vinculada a ningún parti do políti co, pero ha sido protagonista clave en movimientos sociales, como El Campo no Aguanta Más, que culminó en 2003 con el Acuerdo Nacional para el Campo, y la Campaña Sin Maíz No Hay País. La asociación cuenta con brazos fi nancieros, de capacitación y de agroindustria, como son Siacomex, Sofom Anec y Nuestro Maíz.

UNORCA. Unión Nacional de Orga-nizaciones Regionales Campesinas Autóno-mas. Se constituyó como red de organiza-ciones durante el VII Encuentro Nacional de

Organizaciones Campesinas Regionales, realizado en Cuetzalan, Puebla, el 30 y 31 marzo de 1985, con el objetivo de ser un espacio sociopolítico rural que hi-ciera contrapeso a la poderosa CNC. Integra campesinos, indígenas, pequeños productores jornaleros, avecindados y colonos. Sus agremiados, según señala la propia organización, suman más de 107 mil familias miembros de más de 2 mil 792 organizaciones de base y regionales con diversas figuras jurídicas, incluidos ejidos, comunidades, cooperativas, sociedades de producción rural, unidades de riego, empresas sociales, cajas solidarias, dispersoras de crédito, almacena-doras, sofomes, empresas ecoturísticas, gasolineras y colonias urbanas. Está presente principalmente en los estados de Campeche, Chiapas, Chihuahua, Dis-trito Federal, Durango, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Mi-choacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco, Tlaxcala, Veracuz, Yucatán y Zacatecas, en unos 315 municipios del país. En marzo de 2009 la UNORCA sufrió una fractura. Se dividió su dirigencia por el reclamo de varios de sus miembros ante las “prácticas antidemocráticas” que impiden la renovación de la dirigencia de la agrupación. Por un lado quedó la organización que lidera Olegario Carillo y por otra miembros de diez estados de la República y la Asociación Mexicana de Mujeres Organizadas en Red (AMMOR). Después de ello la UNORCA de Carrillo constituyó en Chilpancingo, Guerrero, una nueva red de mujeres unorquistas.

CONSUCC. Consejo Nacional de Sociedades y Unidades de Campesinos y Colonos. Nació el 23 de marzo de 1993 –la fecha del asesinato de Luis Donaldo Colosio– luego de que su creadora y líder actual, Guadalupe Martí nez Cruz, enfrentara a su ex esposo Alfonso Garzón Santi báñez, entonces dirigente de la CCI. Datos de la agrupación señalan que se originó con presencia en 16 estados

con la demanda fundamental de la conclusión del rezago agrario, y actualmente asesora y representa a más de 350 mil campesinos y productores, con una estructu-ra organizati va formal en 28 estados de la República. Dice prestar servicios profesio-nales a grupos de mujeres, jóvenes, adultos mayores e indígenas y promover el de-sarrollo de capacidades y asistencia técnica en zonas de alto índice de pobreza.

CNPR. Se consti tuyó el 5 de febrero de 1946 como Confede-ración Nacional de la Pequeña Propiedad Agrícola. Su origen se dio en el marco de una reorganización del parti do ofi cial promovida por el entonces presidente Miguel Alemán, quien buscaba incorpo-rar masivamente a actores del sector privado en el PRI y promovió

una modifi cación al artí culo 27 consti tucional para establecer el derecho de amparo que protegería a los propietarios privados ante afectaciones agrarias. En 1971 cam-bió su denominación a Confederación Nacional de la Pequeña Propiedad (CNPP).y para 1992, durante la gesti ón de Jesús González Gortálzar, adoptó su nombre actual. Cuenta con 32 federaciones estatales, uniones regionales y asociaciones municipa-les, y 30 uniones nacionales de productores –de caña, café, sorgo, trigo, cebada, maíz, frijol, hule, ganaderos, entre otros— y declara contar con dos millones de par-vifundistas afi liados. Es parte del sector campesino del PRI y así lo refrendó su diri-gente, María Esther Terán Velázquez en las elecciones de este año cuando “se decla-ró lista para trabajar a favor del PRI”.

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VADEMECUM DE ORGANIZACIONES RURALES

LAS ORGANIZACIONES SEGÚN ELLAS MISMAS

CAM. Confederación Agrarista Mexicana. Fue fundada el 13 de septi embre de 1970 por Humberto Serrano Pérez, quien se manti ene como secretario general de la organización y ha sido diputado federal priísta. Según sus datos, cuenta con cien mil afi liados en las Huastecas de Hidalgo y Veracruz, en Sinaloa, Colima, Gua-najuato, estado de México y 24 enti dades más. Su líder nacional se ufana por los cientos de “recuperaciones de ti erra” que ha realizado en varios estados. Esta or-

ganización se ha caracterizado por invadir predios y su líder ha sido acusado de defraudador al entregar lotes a cambio de dinero, en predios que son luego reclamados. En septi embre pasado un centenar de miembros de la CAM mataron dos cerdos ante la Torre del Caballito del Senado de la República para “demandar” a los legisladores protección a campesinos y colonos de los estados de Puebla, Veracruz y San Luis Potosí y de la delegación Iztapalapa, quienes, dicen, han sido vícti mas de despojo de ti erras por parte de autoridades.

ORGANIZACIÓN FORTALEZAS DEBILIDADES OBJETIVOS A FUTURO CORTO Y MEDIANO PLAZO ALIANZAS

CNA Es altamente representati va al agrupar a empresas y organizaciones de todos los eslabones de las cadenas agroalimentarias.

Persiste en la opinión pública la imagen errónea de que sólo repre-senta a las empresas más grandes del sector.

Incrementar la base social confi gu-rando una red nacional en los 32 estados. Impulsar la rentabilidad y competi ti vidad de las cadenas.

Reaccionar ante la crisis, posicionando al agro como una herramienta anti cícilca, a la cual debe apoyarse.

Ha establecido alianza en temas como presupuesto federal y políti cas públicas con la CNC, CNPR, CNOG y con la Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Agropecuario.

CNC Defensa exitosa de conquis-tas campesinas históricas, que permiten gesti onar el aprovechamiento de la ti erra.

Más bien retos: que el gobierno ati enda a los millones de campesinos e indígenas pobres, marginados y hambrientos.

Reverti r las reformas al artí culo 27 consti tucional para frenar la priva-ti zación de la ti erra. Modifi car el modelo económico neoliberal.

Promover la renegociación del TLCAN en el capítulo agropecuario y un acuerdo migratorio con EU e impulsar el turismo ejidal.

Se busca la unidad pero los gobiernos de derecha promueven la confrontación entre organizaciones.

CCCConocimiento del medio ru-ral y su estructura territorial. Cohesión y unidad interna

Alta dependencia de programas de subsidios. Desconocimiento y desinterés de la militancia en cómo aprovechar las políti cas públicas. Falta de vinculación efecti va con mo-vimientos sociales rurales y ubanos.

Hacer funcionar 200 comités muni-cipales en municipios de alta y muy alta marginación. Organizar ramas y cadenas de producción de culti vos básicos estratégicos.

Lograr representación políti ca en las cá-maras de diputados federal y estatales. Alcanzar una membresía de un millón de afi liados. Lograr autosufi ciencia y rentabilidad de las empresas rurales asociadas.

La CCC es fi rme promotora de la unidad campesina y con organizaciones sindi-cales y ciudadanas. Parti cipa en el CAP, en el Conorp en la UNT y ha parti cipado en el Mecnam y en el Frente Nacional de Organizaciones Campesinas, entre otros.

UGOCM JLPresencia en más de 30 en-ti dades, a pesar de que hace unos pocos años se cubrían sólo 18.

La falta de presencia en el movi-miento obrero, lo cual se está ya solventando al representar los intereses sindicales del ingenio azu-carero San Cristóbal, el más grande del país. Insufi ciencia de recursos.

Tener una organización más fuerte y apoyar la producti vidad del campo.

Infl uir de manera clara en los proyectos estratégicos para el aro; ”decir a qué grupos se deben apoyar“, y eliminar el concepto de Sistema Producto, que es eliti sta.

Cortamos la alianza con el sector campesino del PRI, pero éste nos fue excluyendo. La alianza con el CAP se ha debilitado porque ”no nos prestamos a golpear en forma muy radical al presi-dente Calderón“.

EL BARZÓNPresencia en varias enti da-des. Amplia capacidad de gesti ón e interlocución.

Difi cultades para atender la car-tera de temas en que parti cipa la agrupación.

Lograr el desarrollo de las unidades de producción del campo.

Organizar y consti tuir jurídicamente los diversos grupos de trabajo que parti ci-pan en El Barzón.

Hay coincidencia en los temas que preocupan a las organizaciones, pero el ti po de acciones y los ritmos de trabajo no siempre son comparti dos.

ANECSer la red social de comer-cialización y almacenamien-to más grande del país.

El tener que confrontar políti cas anti -campesinas, que se han radicalizado a favor de los monopolios privados, el clientelismo y el asistencialismo.

Combati r las políti cas neoliberales y construir un modelo alternati vo de desarrollo rural.

Consolidar estrategias que garanti cen la sobrevivencia y autosufi ciencia de las organizaciones miembros y sus produc-tores con un modelo económicamente viable y socialmente responsable.

Integró el MECNAM, es parte del CONOC y de la Campaña Nacional Sin maíz no hay país. También parti cipa en La Vía Campesina y el Movimiento Indígena Campesino Mesoamericano (MOICAM).

UNORCA Una trayectoria políti ca fi el a sus principios y una representación democráti ca producto de sus procesos de elección en las bases.

Ha falta consolidar la ”concienti za-ción“ de los miembros y reforzar la difusión de las propuestas de la organización.

Impulsar una reforma jurídica rural, también una reforma insti tucional integral; lograr políti cas de apoyo a migrantes; promover que los pueblos indígenas sean reconocidos como sujetos de derecho.

Demandar ante el Congreso un presu-puesto justo para el campo. Construir propuestas de desarrollo integral local. Realizar movilizaciones para la conver-gencia de las organizaciones en luchas estratégicas.

Se ti ene relación y unidad con las organizaciones que luchan para que los campesinos e indígenas sean prioridad en el desarrollo nacional. La organiza-ción rechaza el colaboracionismo con el gobierno de derecha.

AMUCSS. Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social. Se consti tuyó en 1992 al dar cuerpo a una iniciati va arrancada desde 1986 por un grupo de organizaciones económicas campesinas regionales que decidió crear “bancos campesinos” como instancias autónomas para fi nanciar las acti vidades producti vas de

sus socios, pues veían los programas públicos de fi nanciamiento como instrumentos de control del gobierno. Esas organizaciones promovieron una red de uniones de cré-dito campesinas, fondos de autoaseguramiento, cooperati vas y cajas de ahorro y cré-dito que se integran en la AMUCSS, y a los cuales se han sumado microbancos rurales. La misión que se impone la AMUCSS es desarrollar opciones de servicios fi nancieros adaptados para el perfi l de las familias y comunidades rurales del país, contando con un organismo integrador que ofrece servicios de supervisión, asistencia técnica y ca-pacitación. Los miembros de la asociación son cuatro uniones de crédito, cinco redes de microbancos, tres cooperati vas de ahorro y nueve insti tuciones fi nancieras rurales presentes en Sinaloa, Sonora, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Michoacán, Hidalgo, Baja Cali-fornia, Nayarit, Tamaulipas, Veracruz, Morelos Campeche, Chiapas y Michoacán.

CNOG. Confederación Nacional de Organizaciones Ganade-ras. Nació en 1936 como Confederación Nacional Ganadera. Su ori-gen fue facilitado por la promulgación ese mismo año de la Ley General de Asociaciones Ganaderas que daba autonomía organiza-

ti va a los ganaderos, y permití a sus gesti ones desligadas de los agricultores, cuyos intereses no siempre eran comunes. Está integrada por 44 uniones ganaderas regio-nales generales o estatales, especializadas y de registro, seis uniones regionales de porcicultores y una unión de apicultores, así como 25 asociaciones nacionales espe-cializadas y de criadores de ganado de registro y mil 724 asociaciones ganaderas lo-cales. La organización dice representar a 800 mil productores a lo largo y ancho del país, incluidos pecuarios, ejidatarios, comuneros, nacionaleros y pequeños propieta-rios, sin disti nción ideológica, políti ca o social. Y además de brindar la representación del gremio para las gesti ones con el gobierno y la sociedad en asuntos como fi nan-ciamiento, transferencia tecnológica, sanidad animal, políti ca fi scal y comercializa-ción, creó instancias de servicios como la Comercializadora de la CNG, SA CV, nacida en 1998 pero fortalecida en 2004, y centros de certi fi cación zoosanitarios.

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FDC BASTIÓN NORTEÑO DE LA AGRICULTURA CAMPESINA

Víctor M. Quintana S.

Producto fiel de su tiempo y del compromiso de muy diversos actores por una vida digna para las familias del campo es el Frente Democrático Campesino de Chihuahua (FDC). Nace en 1985 como una reacción a los primeros ataques a la agri-cultura campesina por parte del paquete de ajuste estructural de los neoliberales en 1983, pero también como una revuelta en pro de la democracia cuando Chihuahua da el arranque a la insurgencia electoral que luego habrá de cundir por la Re-pública entera. Las primeras luchas que libra, por los precios de garantía del maíz y del frijol, resultan victoriosas, gracias a sus tácticas novedosas y al apoyo de amplios sectores de la sociedad civil chihuahuense.

Tal vez por el hálito demócrata infundido por su triunvirato fundador: un sacerdote comprometido con el pueblo, el líder histórico del Partido Comunista en Chihuahua y un lucha-dor social convertido en alcalde de Ciudad Cuauhtémoc, el FDC se mantiene durante 12 años en una clara postura anti gobiernista. No cae en la concertación con el salinismo ni en la tentación de la “apropiación del proceso productivo”. Se involucra de lleno en la defensa de las condiciones de vida y trabajo de los campesinos temporaleros, ya desahuciados por la tecnocracia encabezada por Salinas y Luis Téllez. Lucha por créditos y contra la corrupción en el Banrural y la Asegu-radora Nacional Agrícola y Ganadera (ANAGSA). Consciente del cambio de rumbo para la agricultura del país, participa muy activamente en los combates a la contrarreforma agraria y se hace uno de los actores infaltables en luchas y debates nacionales e internacionales contra la intrusión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en la agri-cultura. En estos combates desarrolla toda una tecnología de toma de puentes internacionales, como acción generadora de luchas, de posicionamientos y de difusión a la opinión pública.

Fiel a su origen y a la sociedad que le da cobijo desde que nace, el FDC también se convierte en actor importante en las batallas por la defensa de los derechos humanos y la tran-sición a la democracia en Chihuahua y en México. Luego, durante el período de la ingente expropiación del patrimonio de las familias mexicanas, en 1994-2006, el frente se suma a barzonistas y luchadores y luchadoras de todo tipo para de-fender casas, tierras, vehículos, medios de producción ante la voracidad de los bancos y el gobierno cómplice de ellos.

La orientación primordial a lo reivindicativo-defensivo hace que el FDC llegue tardíamente a los llamados proyectos productivos. Los ha intentado por muchos lados, pero lo que hasta hoy se sostiene y con relativo éxito son la Cooperativa de Ahorro y Crédito y dos o tres empresas comercializadoras de frijol. Aquélla cuenta con más de seis mil socios y es la úni-ca alternativa de ahorro y crédito popular en la vastedad del agro chihuahuense, es factor de restablecimiento del tejido social, de participación de la mujer y desarrollo de competen-cias diversas entre campesinos y campesinas.

La inspiración original del FDC lo hace

renuente a ser organización corporativa

o correa de transmisión de los partidos

políticos. Unas veces se le ha visto como

cercano al PAN; otras, las más, como cercano

al PRD. De hecho por esos dos partidos

han llegado a ser diputados o alcaldes o

regidores varios y varias frentistas. Pero

ninguna organización partidaria podrá

reclamar que lo cabalga o lo manipula.

El FDC lleva casi ya un cuarto de siglo no sólo “ha-ciéndole frente” como dicen los campesinos, a las políticas depredadoras. También tratando de ser democrático. Cada

dos años cambia su directiva luego de un proceso largo de congresos municipales y un congreso estatal. Ha habido altibajos, escisiones temporales, inconformidades, incluso trampas. A pesar de ello, no hay cacicazgos ni perpetuida-des. A pesar de que las mujeres frentistas cada vez son más y más participativas, el machismo no se ha podido deste-rrar de las prácticas organizativas y de la vida cotidiana.

En los últimos diez años el FDC ha convergido con otras organizaciones rurales chihuahuenses en todos los comba-tes en defensa, no sólo de la agricultura campesina, sino de cualquier forma de agricultura nacional, en contra de la creciente presencia de los agronegocios y del gobierno que los apoya. Junto con El Barzón, Agrodinámica Nacional y el Comité Pro Mejoramiento del agro ha luchado a nivel es-tatal por tarifas justas de energía eléctrica para pozos agrí-colas, contra las importaciones agroalimentarias, en defen-sa de los mantos acuíferos del estado y del germoplasma local. Como integrante de la campaña Sin Maíz No Hay País y del Consejo Nacional de Organizaciones Campesi-nas (CONOC), el frente pelea día a día por preservar los maíces nativos y por generar más productividad y sustenta-bilidad con la dotación genética que tenemos.

No es fácil mantenerse como una organización cam-pesina actuante y combativa en un medio y en una re-gión donde todo conspira contra la agricultura campe-sina: el clima, las políticas de gobierno, las inf luencias culturales, la cultura política. Sin embargo, el FDC sigue bien presente en el extremoso y combativo oeste de Chi-huahua. Si bien no ha podido revertir el brutal proceso de descampesinización, de modernización salvaje que se ha instaurado en esta región y que hace que cada vez sean menos los campesinos y más débiles las comunidades, el frente, cuando menos ha logrado que quienes se queden en el campo lo hagan con más conciencia, más lazos so-ciales y con más participación en lo público. Gracias al FDC los pocos campesinos que restan son tal vez, más ciudadanos.

CNPA OTRA VEZ EL PLAN DE AYALA

Plutarco Emilio García JiménezMiembro del Consejo Consultivo de la CNPA

A fines de los 70s decenas de supervivientes zapatistas, al-gunos de ellos asistentes a la firma del Plan de Ayala en Ayoxustla, Puebla, aseguraban que dicho plan no se había cumplido; por ello muchas organizaciones campesinas regio-nales que se reunieron en octubre de 1979 en Milpa Alta, Distrito Federal, adoptaron orgullosamente el nombre del plan al constituir la Coordinadora Nacional Plan de Ayala.

A 30 años de lucha de la CNPA, nadie puede afirmar que los objetivos del plan zapatista se hayan alcanzado; sigue habiendo concentración de la tierra –muchos latifundios rurales y urba-nos no se han afectado– usurpación del poder, antidemocra-cia y corrupción. El surgimiento de la CNPA, como lo afirma Armando Bartra, “es la manifestación más acabada del agota-miento definitivo de la Reforma Agraria como fuente de legiti-midad campesina del Estado posrevolucionario, y también de la más clara encarnación de la independencia social y política que hoy reclama la lucha de los trabajadores del campo”.

La CNPA representó un pacto entre organizaciones in-dependientes, pero también la ruptura con el corporativis-mo, es decir, un claro deslinde del gobierno y de las organi-zaciones oficialistas. Con ello, también abrió camino para el surgimiento de nuevos proyectos de organizaciones campesi-nas de construcción horizontal, como la UNORCA en 1985 y otras que se crearon a finales de los 80s.

No fue casual que la primera acción de la CNPA fuera la movilización campesina contra el traslado de los restos del general Emiliano Zapata de su tierra natal al Monumento de la Revolución (noviembre de 1979), acción que pretendió realizar el gobierno de José López Portillo para conmemorar el centenario del nacimiento del revolucionario.

Varias movilizaciones regionales de los hombres y muje-res del campo, pero sobre todo la histórica marcha nacional campesina del 12 de mayo de 1981, marcaron el rescate del símbolo del zapatismo de las anticampesinas y represivas ma-nos del gobierno para pasar a las manos callosas de los cam-pesinos. Después de las movilizaciones que dieron origen a la Coalición de Ejidos del Valle del Yaqui en Sonora, la marcha campesino magisterial convocada por la CNPA y la Coordi-nadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) representó un hito histórico, pues marcharon por las calles de la capital más de 50 mil manifestantes procedentes de todo el país, encabezados por los últimos veteranos zapatistas.

La CNPA es una de las organizaciones que más ha persis-tido en la lucha agraria; de hecho su surgimiento tuvo como ejes la lucha contra la represión en el campo y la lucha por la tierra. Con esta bandera, a la que se agregó la lucha por el control campesino de la producción y comercialización en el campo, ha estado presente en las tomas de tierras en va-rias regiones del país en los 80s, en la defensa del artículo 27 constitucional en 1991-93, junto con las organizaciones de la Coalición de Organizaciones Agrarias (COA) y el Movimien-to Nacional de Resistencia Campesina (Monarca). Fue la única organización campesina nacional que no aceptó firmar el finiquito agrario que ofreció Carlos Salinas para dar por terminada la reforma agraria.

Las reivindicaciones agrarias, la democracia, la revoca-ción de mandato y la justicia social, contenidas en el Plan

de Ayala, han tenido tres momentos importantes en las lu-chas contemporáneas: el surgimiento de la CNPA (1979), los Acuerdos de San Andrés (1996) y el Acuerdo Nacional para el Campo (ANC) logrado con las grandes movilizaciones del Movimiento El Campo No Aguanta Más (2003). Las deman-das agrarias de la CNPA se limitaron en un principio a la conquista de la tierra y a la defensa de las tierras en posesión de ejidatarios y comuneros. Los zapatistas del EZLN agre-garon el usufructo de la tierra y los otros recursos naturales que alberga. Actualmente, comunidades de Morelos y otros estados defienden la tierra, el agua y el aire.

Por lo que respecta al planteamiento agrario del ANC, aunque pretende ser más integral al incorporar aspectos sociales y am-bientales, hace concesiones en acciones gubernamentales que afectan el carácter de la propiedad social de la tierra, al aceptar la continuación de la certificación de tierras ejidales y comunales, medida privatizadora que han sido rechazadas en muchos luga-res del país. En la actualidad, la lucha agraria en países de Amé-rica del Sur (Brasil, Bolivia, Venezuela, Perú), en Centroamérica, África y otras regiones del mundo, obligan a replantear el conteni-do del agrarismo, es decir, el concepto de reforma agraria.

Para los campesinos zapatistas la tierra no era sólo un campo para cultivar, la tierra era todo el entorno de su comu-nidad, sus recursos forestales, los animales silvestres, el agua y los espacios para sus ceremonias y para sus muertos. Hoy no se entiende la soberanía alimentaria sin la tenencia de la tierra y sin una agricultura campesina sustentable. Por eso la refor-ma agraria actual impulsada por La Vía Campesina Interna-cional, la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), el Movimiento Indígena Campesino Mesoamericano (Moicam) y el Movimiento de los Sin Tierra (MST) del Brasil, está enfocada al territorio con todo lo que éste contiene (agua, aire, recursos naturales, etcétera); a la re-distribución equitativa de la tierra, con una visión integral que incluye las diferentes fases de la cadena productiva agropecua-ria y agroindustrial, así como la diversidad productiva, tan ne-cesarios ante la actual crisis alimentaria y congruente con las características de la agricultura campesina sostenible.

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UCEZV CONTRA EL PROYECTO MILLENIUM

Rosalía Vázquez Toríz

Los campesinos buscan protagonizar el desarrollo de sus co-munidades y lo manifiestan así con sus prácticas productivas y culturales propias, pero también con acciones colectivas de oposición a proyectos gubernamentales y del capital privado que pretenden privatizar sus recursos materiales y simbólicos. Ya sea con movimientos sociales o pequeñas movilizaciones, los campesinos no sólo defienden su tierra, agua, bosques o conocimientos tradicionales, también luchan por su derecho a seguir siendo campesinos y construir una forma de vida acorde con sus propias aspiraciones y concepciones de bienestar. Y esto es justamente lo que hicieron más de mil 500 campesinos po-blanos cuando se opusieron el año 2000 a la “Propuesta estraté-gica de desarrollo regional sustentable. Programa Millenium”.

Con el programa Millenium, estrechamente vinculado al Plan Puebla Panamá, el gobierno estatal pretendía transfor-mar a la región centro oriente de Puebla en un polo de de-sarrollo con base en la construcción de una importante red carretera y el impulso de actividades industriales, de servicios y recreativas. Dicha transformación requería que pequeños propietarios y ejidatarios vendieran sus parcelas al gobierno es-tatal, el cual, a su vez, las pondría a disposición de empresarios privados interesados en invertir y hacer buenos negocios. La región en cuestión está conformada por 13 municipios, entre los que destacan Tepeaca, Tecamachalco, Mixtla, Tecali de Herrera, Cuautinchan y Huixcolotla. Sus principales localida-des se encuentran a una distancia promedio de 40 kilómetros de la ciudad capital Puebla y a 140 del Distrito Federal. La región es una destacada productora de alimentos y otros bie-nes agropecuarios: cuenta con una importante red de sistemas de riego, tecnología agrícola, vías de comunicación, clima templado y amplias planicies. Existen allí 80 ejidos que en la década pasada concentraban 37 por ciento de la tierra labor de la zona y el seis por ciento de todo el territorio del estado.

Pese a las amenazas de expropiación y las promesas de pro-greso hechas por el gobierno, buena parte de los ejidatarios y pequeños propietarios de distintas comunidades se negaron a vender y, junto con otros habitantes de la región, decidieron defender su derecho a seguir siendo campesinos, tal como to-dos se reconocían no obstante de ser socialmente diversos y desempeñar diferentes y muy variadas actividades económicas. De estas comunidades podemos mencionar San Simón Coa-tepec, San Pablo Actipan, San Buenaventura Tetlananca, San Francisco Mixtla, San Nicolás Zoyapetlayoca, Candelaria Pu-rificación, San Jerónimo Almoloya, Tecamachalco, San Salva-dor Huixcolotla, San Juan Caltengo, Santa Rosa y Xochimilco.

Los opositores al Millenium se organizaron como una Unión de Pueblos y el 26 de noviembre de 2000 dieron a luz a la Unión Campesina Emiliano Zapata Vive (UCEZV) y em-prendieron varias acciones (marchas, mítines, toma de ofici-nas, foros de discusión, asambleas y elaboración de proyectos de desarrollo alternativos) con las que construyeron redes de relaciones con otros movimientos sociales, como el de Atenco, y obligaron al gobernador, entonces Melquíades Morales Flo-res, a cancelar el programa Millenium, hecho que ocurrió en septiembre de 2002 y se ratificó en diciembre del mismo año.

Aunque la UCEZV se creó explícitamente para defender la tierra, en su origen no era un actor unitario ni sus integrantes compartían una identidad colectiva totalmente definida. Son ejidatarios, pequeños propietarios, productores sin tierra, jor-naleros, maestros, amas de casa, profesionistas, plomeros, jóve-nes, pequeños comerciantes, empleados y obreros, entre otros, que con el tiempo se han ido identificando, no sin dificultades, como actores sociales campesinos en el desarrollo de su propia acción conjunta y en el reconocimiento de sus afinidades.

La experiencia de la UCEZV, no muy distinta a la de otras organizaciones rurales en México, nos muestra que la defensa de la tierra y la lucha campesina por el desarrollo están sustentadas en la reivindicación social y económica del binomio tierra-campesino. Con la tierra, en tanto lugar de tra-bajo, de habitación, de recreación y de relaciones sociales, es

posible construir, todavía, distintas y variadas actividades y decisiones (proyectos de desarrollo) que permiten o coadyu-van a la reproducción campesina.

Asimismo, al no ser ignorantes de la historia de sus comuni-dades (no es casual la alusión a Emiliano Zapata) ni ajenos a la realidad contemporánea, la acción de la UCEZV también se sustentó en la reapropiación del concepto de ciudadanía. Hecho que alude a las dos caras de la identidad de un actor social que se movilizó en defensa de sus recursos y sus derechos: como ciu-dadanos a los que no les habían sido reconocidos sus derechos civiles y políticos por el hecho, entre otros, de ser campesinos; como campesinos que mediante la posesión y manejo de sus propios recursos materiales y simbólicos podían acceder al goce de los derechos que les corresponden como ciudadanos. Como campesinos-ciudadanos, la UCEZV propuso un proyecto de desarrollo para sus comunidades y planteó que la moderniza-ción de la región centro oriente de Puebla debía descansar en la consulta y participación de la población local, el gasto público, la equidad de género, la pluralidad cultural, la reactivación del sector primario y la mejora de la infraestructura urbana.

La experiencia de la UCEZV muestra que las acciones co-lectivas campesinas son importantes no sólo por lo que pro-ponen, también por las transformaciones que generan tanto en los individuos que las protagonizan como en las comunidades en las que se inscriben. Hoy los campesinos de la UCEZV disponen, por ejemplo, de una identidad que les otorga per-tenencia, autoestima y respeto; cuentan con más recursos po-tencialmente útiles para construir una buena vida; y en sus comunidades, donde dominaba una práctica vertical del de-sarrollo que sólo beneficiaba a pequeños grupos, se vislumbra un desarrollo entendido como una negociación entre actores socialmente reconocidos y, entre ellos, están los campesinos.

La UCEZV da cuenta de la existencia de iniciativas y proyec-tos campesinos que están construyendo, a su propio ritmo y en-frentando miles de dificultades, un desarrollo distinto al todavía dominante. Siguiendo sus propias huellas, tienen el reto de con-solidarse como opciones sociales viables y contemporáneas.

FPDT DEFENDER LA TIERRA, DEFENDER LA NACIÓN

Damián G. Camacho Guzmán

El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) nació en el conflicto; fue el decreto expropiatorio de Vicente Fox, en octubre de 2001, lo que motivó la reacción de los 13 pueblos de Atenco para conformarlo. Los querían despojar de más de cinco mil hectáreas de su territorio. Desde entonces esta organización social ha definido como su objetivo prioritario la defensa de la tierra sin abandonar otros como la educación, la salud, el em-pleo, la democracia y, antes como ahora, la lucha por la justicia y la libertad de los 12 presos y dos perseguidos políticos.

Al FPDT se le considera una organización popular, pero su forma de lucha definió su carácter de organización de autode-fensa territorial. Sin embargo, las condiciones que le dieron origen se modificaron y desde 2006 la línea estratégica en la que trabaja es la reorganización.

Las condiciones de hoy también son distintas. La estrategia del gobierno de Felipe Calderón logró desplazar al enemigo opositor –despojado del triunfo electoral en 2006– para crear un nuevo enemigo abstracto, la delincuencia organizada, y definió la guerra contra el crimen organizado como objetivo único, necesario y de urgente resolución. El gobierno se alió con los medios de comunicación para generar con periodistas, analistas e intelectuales un consenso vía el despliegue propa-gandístico; elevó su estrategia a política de Estado; realizó una serie de reformas jurídicas para ampliar las facultades de los ministerios públicos y de la policía judicial, lo cual tiende a una reforma integral de justicia que derivará en un mando único de las fuerzas de seguridad pública de todos los niveles; sacó a las fuerzas armadas a la calle para cumplir con funcio-nes de seguridad pública, de lucha contra el crimen organi-zado y para el restablecimiento del orden social (para hacer frente a la protesta social). Ante este panorama, el escenario al cual se quiere conducir a los actores sociales es al de la con-

frontación, tal como sucedió en Atenco, en Oaxaca y en el proceso electoral de 2006, y que se mantiene en 2009 con la ofensiva al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).

Así, si hay una nueva realidad política y social, el reto de las organizaciones sociales es adecuarse. El FPDT ha sabido afrontar las nuevas condiciones y como táctica de resistencia lanzó la Campaña Nacional e Internacional Libertad y Justi-cia para Atenco, conformada por más de 200 organizaciones, con la participación de un comité conformado por artistas, actores, intelectuales y religiosos. En este esfuerzo se impulsa una gira por 12 estados de la República para difundir la lucha por la libertad de los 12 presos y los cos perseguidos políticos, pero también para hacer pronunciamientos sobre la situación social y política en la que se encuentran las organizaciones, comunidades y movimientos visitados, así como articular es-fuerzos de manera conjunta.

Considerando que las condiciones sociales, económicas y políticas que vivimos han empeorado, las organizaciones deben de diversificar sus formas de lucha y de organiza-ción. Para el FPDT, pasar de la defensa de la tierra a la defensa de la nación es una consecuencia lógica que se genera en el proceso de lucha. Por ello, la emergencia de articular un esfuerzo mayor de carácter nacional que in-volucre a todos los actores que se sientan incluidos en una convocatoria abierta, con perspectiva, que visualice al ene-migo común y nos ayude a construir la unidad en la acción más allá de las diferencias. En ello trabaja cotidianamente el FDPT. Así es como la Asamblea Nacional de la Resis-tencia Popular abre una coyuntura que propicia construir un frente nacional no como responsabilidad única de los trabajadores del SME, sino como una responsabilidad de todos los agraviados de la nación que buscan la alternativa de un país justo y digno para vivir.

El vocalista del grupo Café Tacvba, Rubén Albarrán, en apoyo de los presos de San Salvador Atenco recluidos en el penal Molino de Flores en Texcoco.

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Viva el Río Azul DEMANDAN TRATAMIENTO Y USO RACIONAL DEL AGUA

Silvestre Pacheco León [email protected]

En la región centro del estado de Guerrero avanza un esfuer-zo organizativo con activistas de la zona urbana pero también de la rural, bajo el concepto de cuenca hidrográfica. Se trata de la asociación Viva el Río Azul, con asiento en el municipio de Quechultenango, donde nace el río al que hace referencia, y en el cual se localiza la capital Chilpancingo.

Durante tres meses de este año la propuesta de organi-zación de la sociedad civil para el rescate de la cuenca río Huacapa-río Azul se cruzó entre académicos, investigadores, estudiantes, productores orgánicos, comerciantes, maestros, activistas y pobladores en general. Se conocieron experiencias fallidas, se reafirmaron convicciones, se debatieron propues-tas y, sobre todo, se multiplicaron las adhesiones al proyecto.

El principal problema detectado son las aguas residuales de Chilpancingo, que se liberan sin tratar al río Huacapa, co-rriente pluvial principal de la cuenca, que recorre más de 60 kilómetros antes de sumar su caudal al río Azul, tributario del Papagayo, el cual transporta todo el aporte pluvial de la cuenca en el tramo final hasta el Océano Pacífico, después de abastecer al puerto de Acapulco.

En 2000 la cuenca contaba con más de 250 mil habitantes, de los cuales 70 por ciento vivían en comunidades urbanas y el resto en 230 poblados menores a los dos mil 500 habitantes. Salvo la cabecera municipal de Quechultenango que cuenta con una planta de tratamiento suficiente para las aguas residua-les de sus seis mil habitantes, el resto en la cuenca carece de esa infraestructura, lo que provoca una contaminación tal que las enfermedades gastrointestinales y las infecciones son las pri-meras y más frecuentes en la franja que recorre el río Huacapa.

Además de la contaminación provocada por las aguas resi-duales vertidas al río Azul, el daño mayor se ha ocasionado a la actividad turística y, desde luego, a los pueblos que vivían de la prestación de servicios para los visitantes.

Pero la contaminación no es el único problema que tene-mos con el agua, también su escasez, principalmente en Chil-pancingo, donde la mayoría de sus habitantes deben contratar pipas a un precio de 300 pesos, mientras los usuarios del ser-vicio domiciliario pagan una cuota fija mensual de 30 pesos.

He aquí un caso que ilustra el drama de la sed en Chilpan-cingo: el año pasado la exigencia ciudadana para el abasto obligó a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) a actuar contra los piperos, que sin tener concesión para ello, comer-cian con el líquido. La Conagua, obligada a investigar, des-cubrió que la fuente de abastecimiento que tenían los piperos era la propia red hidráulica de la capital, cuyo costo y man-tenimiento pagan los contribuyentes. Cuando fueron citados para pagar su infracción, los piperos tomaron las oficinas de la Conagua y amenazaron que si el gobierno hacía efectiva la multa, de unos 200 mil pesos, ellos elevarían el precio de la pipa a 600 pesos y provocarían un descontento social de gra-ves consecuencias para las autoridades. Ante esa presión, la “sabia” decisión del gobierno fue recular y dejó a los usuarios como rehenes de la voracidad de los comerciantes.

Sobre este caso, Viva el Río Azul sostiene que el agua es un bien natural cuyo acceso el gobierno está obligado a ga-rantizarnos a todos, y a velar porque los llamados organismos operadores de los sistemas de agua potable sean eficientes y transparentes, como base para exigir a los usuarios el pago justo por la captación y distribución domiciliaria.

Por otro lado, Viva el Río Azul ha detectado que la conta-minación del agua no sólo se debe a la falta de tratamiento de las aguas residuales que se vierten a los ríos, sino al uso in-discriminado de agroquímicos en la agricultura, con los que también se contaminan los suelos; a la existencia de tiraderos municipales que funcionan como incineradores, en lugar de

rellenos sanitarios, y a la falta de educación para el manejo ecológico de los residuos urbanos.

Los pobladores rurales de la cuenca viven de la agricultura de temporal, del comercio, del turismo, y de la exportación de mano de obra. Las pocas áreas de riego, de baja productividad, están dedicadas al abasto de mercados foráneos, igual que la ganade-ría. Estas actividades ocupan menos de la mitad del agua que se capta. La mayor parte es para el uso urbano en las ciudades donde la población se emplea principalmente en la burocracia.

Viva el Río Azul ha determinado informar a todos los habi-tantes de la cuenca la situación que prevalece a fin de que ha-gan conciencia de la emergencia ambiental. Ello es extensivo a las autoridades de los tres órdenes de gobierno, que tienen la responsabilidad de garantizar un ambiente sano a la población.

Una de las tareas inmediatas de la asociación civil fue pre-sentarse ante las autoridades municipales y ofrecerles parti-cipar de manera compartida en la atención a los problemas. Viva el Río Azul concertó –por medio de la presidencia de la comisión de recursos naturales del congreso local– una reunión con los Ejecutivos de los gobiernos locales y con quienes operan el comité de cuenca de los ríos Huacapa y Azul. El resultado fue el compromiso de los presidentes mu-nicipales de la cuenca para reunirse y conocer el diagnóstico y las propuestas de solución que se han estado trabajando con los funcionarios del orden federal y estatal, conjuntamente con los representantes de los diferentes sectores de usuarios y la sociedad civil organizada, donde ha quedado establecido que una de las prioridades es la atención al problema de los residuos líquidos y sólidos que requiere el establecimiento de plantas de tratamiento y rellenos sanitarios.

En paralelo, la asociación civil, integrada hasta ahora por unas cien personas, trabaja en el propósito de educar a la po-blación en el manejo ecológico de los desechos reciclables, y está promoviendo los centros de acopio en escuelas, iglesias, colonias y barrios con el objetivo inmediato de evitar que di-chos residuos lleguen a los tiraderos municipales.

Rosario Cobo

En un absurdo accidente Felipe Arreaga Sánchez perdió la vida el 16 de septiembre. Su muerte llegó como una sinrazón más de las que laceran nuestra

existencia. Porque la vida de Felipe estuvo rodeada de in-justicias y muerte –como las de tantos luchadores anóni-mos guerrerenses–, enfrentada con valor y determinación, apostando a organizarse pacíficamente cuando las armas imponían su dominio. Por eso su muerte aturde más… por eso una muerte así no debió de haber sido.

El rosario de agravios y pérdidas de Felipe se remonta hasta su infancia: su padre y su hermana fueron asesinados por talamontes clandestinos en el ejido Ríos López, allá por Tierra Caliente; ahí conoce por primera vez el costo por defender el bosque, por defender la vida. La familia se traslada al ejido Fresnos de Puerto Rico, donde Felipe, como joven comisario municipal, enfrenta a los robagana-do que pronto traman su venganza: 15 abigeos fuertemente armados se apostan frente a su casa y, en ausencia de Feli-pe, las balas le roban la vida a su madre, Leonor Sánchez Arreola. Esto sucede en 1977. Poco después Felipe cami-na con su familia la sierra y se establece en Banco Nuevo, anexo del ejido del Mameyal, en Petatlán. Pero las injus-ticias son algo que no puede dejar pasar y pronto Felipe colabora con la Pastoral Social de la Iglesia Católica para enfrentarlas, y nombrado dos veces comisario, trabaja siem-pre por el bien de todos.

En febrero de 1998, Felipe participa en el bloqueo de ca-rreteras para frenar el saqueo de madera, acción que vence a la multinacional Boise Cascade, talamontes legalizada. En-tonces nace la Organización de Campesinos Ecologistas de la

Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, con Felipe Arreaga entre los dirigentes, quien sabe bien que enfrentarse a las ma-dereras no es cosa fácil. Lo sabe desde 1974 cuando participó en contra de la entonces paraestatal Forestal Vicente Guerrero desafiando al cacique y gobernador Rubén Figueroa Figueroa.

Al salir expulsada la empresa maderera trasnacional de la sierra guerrerense, se lleva el negocio de sus cómplices, caciques que al igual que las autoridades ejidales se enri-quecían a costa del bosque de todos. Caciques despojados que no dan tregua ni respiro a quienes frenan la tala: asesi-natos, acoso y persecuciones obligan a Felipe, junto con un puñado de luchadores, a abandonar su hogar y refugiarse por más de un año en la sierra. La solidaridad internacional permite que Felipe y los otros salgan de su escondite y, en otra mudanza forzada, Felipe y su familia se trasladan al Zapotilla, una comunidad del ejido La Botella donde si-gue llevando proyectos y solidaridad a los pobladores de la

región. Por eso conoció a Digna Ochoa, con quien recorrió los caminos de la sierra para escuchar y conocer las deman-das y los reclamos de los habitantes.

Distanciado de la organización de los campesinos ecologis-tas por diferencias en la conducción de la lucha, pero con su peculiar modo de no dejar pasar las injusticias, al lado de Cel-sa Valdovinos, su compañera de siempre, alienta la lucha de las mujeres que pronto retoman las banderas en defensa del medio ambiente que antes enarbolaron los varones y está pre-sente en el surgimiento y crecimiento de la Organización de Mujeres Ecologistas de la Sierra de Petatlán (OMESP). Pero Felipe estaba señalado: el 3 de noviembre de 2004 es llevado a prisión, donde permanece más de diez meses acusado de ase-sinar al hijo de un prominente ganadero identificado como parte del grupo de talamontes aliados a la empresa maderera.

En el penal recibe el premio Chico Mendes que le otorga la internacionalmente reconocida organización Sierra Club, y poco después, ya libre y habiendo demostrado legalmente su inocencia, una mención en el premio al Mérito Ecológico de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Muchos proyectos con los que soñaba Felipe quedan truncados; planes y utopías que Celsa y las mujeres eco-logistas empezaron acompañadas por él, y sin él tendrán que continuar. En su diario quehacer alentando y apoyan-do la lucha de las mujeres, las amenazas y los atentados de sus enemigos eran parte de su vida, y aunque alguna vez llamaron a su casa para advertirle telefónicamente que quienes planeaban matarlo lo harían simulando un accidente, él nunca quiso tomarlo en serio, convencido de que la muerte llega cuando tiene que llegar. En vís-peras de su muerte, hacía cuentas de que había cumplido exactamente cuatro años de haber salido en libertad. Sin embargo, no debiste morir así. Por eso la noticia del ac-cidente donde dos combis en su carrera por ganar pasaje terminaron con tu vida nos duele. Investigadora asociada del Instituto Maya

Semblanza de un luchador social

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Armando Bartra

Hace 25 años el grupo gobernante emprendió un unilateral desarme económico que dejaba al agro mexi-

cano desprotegido frente la competencia del exterior, mientras el que el poeta llamó “ogro filantrópico” desertaba de sus compromisos rurales. Ante el vendaval, los campesinos di-versificaron aún más sus estrategias de sobre-vivencia, entre ellas la emigración remota, y en muchas regiones la proverbial abundancia de mano de obra devino escasez. En el mismo lapso pasaron de luchar por la tierra a bregar igualmente en el terreno de la producción y comercialización, para culminar reivindican-do la soberanía alimentaria extraviada.

El hilo conductor de las luchas sociales de la posrevolución es el esfuerzo por librarse de una sumisión al Estado que devino cul-tura. Trajín que en el caso de los campesinos e indígenas cobra sucesivamente la forma de combates por la independencia política, por la autogestión socioeconómica y por el autogobierno local y regional. Y es que en México el sector público controlaba el acce-so a los principales recursos de la producción económica, generaba los principales servi-cios básicos y participaba ampliamente en la fabricación y distribución de los más diversos bienes. Igualmente férreo era el poder de la llamada “familia revolucionaria” sobre las instituciones políticas, las organizaciones gremiales, el sistema educativo, los medios de comunicación y los ámbitos de la produc-ción y distribución de la cultura.

Espejismo de emancipación librecam-bista. En este contexto, la llamada “reforma de la reforma”, operada en el agro a mediados de los 80s por los tecnócratas promotores de las políticas de apertura comercial y desre-gulación llamadas “neoliberales”, representa un quiebre histórico para un campesinado que durante 65 años había vivido a la sombra del agrarismo hecho gobierno.

Pero la coyuntura es también iluminado-ra, porque en ella se muestran luces y som-bras de la llamada “apropiación del proceso productivo” como eje de organización y lucha de los pequeños y medianos agricul-tores mercantiles. Impulsada por los grupos rurales autodenominados autónomos, la pro-puesta se presenta como un paso más en los esfuerzos por desembarazarse del paterna-lismo estatal, no sólo pugnando como antes por la independencia política sino también desarrollando la autogestión económica. Sin embargo, la pretensión de que la eficiencia productiva emancipará a los pequeños agri-cultores resulta frustrante, porque la libre concurrencia no es por sí misma liberadora, y porque en verdad se trata de un espejismo, pues los mercados están intervenidos por monopolios, de modo que sin la participa-ción reguladora del Estado la pretendida “mayoría de edad de los campesinos” auto-gestionarios deviene acta de defunción.

¿Aliarse con el gobierno para autonomi-zarse del Estado? La presunta liberación li-brecambista no sólo fracasa como estrategia

socioeconómica, también conlleva un severo descalabro político. La coyuntura que se pre-senta tras la fraudulenta elección presiden-cial de 1988 dramatiza la histórica tensión entre rebeldía y sumisión, es decir entre au-tonomía y clientelismo, pero con la paradoja de que la corriente autoproclamada autonó-mica es la que se alía con el primer gobierno abiertamente neoliberal y con el más rancio y clientelar corporativismo agrario.

La clave explicativa de esta inaudita tor-peza radica en que el desmantelamiento del Estado interventor que acompaña a las medidas privatizadoras es visto por cierta di-rigencia campesina como oportunidad histó-rica para construir en el mercado la preciada autonomía, de modo que los pequeños pro-ductores pasen de entenados de papá gobier-no a socios de la burguesía agrocomercial y agroindustrial en condiciones de igualdad.

El torcido razonamiento se cierra cuando los presuntos autónomos obtienen del gobier-no recursos económicos... para independizar-se del gobierno, en lo que en realidad es rega-lo de despedida y retribución por su respaldo a un gobierno nacido con la marca de la ilegi-timidad. En el fondo se trata de las monedas de Judas: pago por la traición de los llamados autónomos a las corrientes del movimiento campesino que decidieron resistir, cuestionar y preservar su real independencia política.

Fin de la corta luna de miel. La escisión del movimiento rural entre independientes-inde-pendientes y autónomos-gobiernistas, operada en el arranque de los 90s le permite a la nueva administración llevar a cabo con manos libres y relativa facilidad la reforma constitucional antiagrarista, la reconversión neoliberal de las instituciones y las políticas públicas rurales y la firma de acuerdos comerciales cuyos costos mayores recaerían sobre el agro y en particular los agricultores pequeños y medianos.

Sin embargo, los impactos negativos de la reconversión golpean de inmediato a los campesinos, provocando la pronta desilusión de quienes en verdad creyeron que la retirada del Estado era la oportunidad dorada del sec-tor social de la producción. El frentazo con la realidad, que desfonda a cientos de empresas

asociativas, tiene la virtud de reagrupar al mo-vimiento rural, pero ahora ya no en torno a la sola autogestión del sector social de la agri-cultura (que resulta ilusoria cuando el Estado y los tiburones del mercado conspiran contra su sobrevivencia), sino en torno a la defensa general del campo y los campesinos, víctimas de un modelo extrovertido de ventajas com-parativas que los condena a la extinción.

Salvar al campo y restablecer la sobera-nía alimentaria. La crisis financiera de 1995 y las movilizaciones rurales que desata son punto de arranque de una nueva etapa del movimiento campesino. Fase cuyo eje es la lucha por la soberanía alimentaria, que los tecnócratas habían sacrificado en aras del pa-radigma de las ventajas comparativas.

El movimiento de los 90s pone en el cen-tro la viabilidad económica del campo y los campesinos, pero ya no en una impracticable apuesta por el mercado puro y simple, sino acompañado de la exigencia de políticas públi-cas que hagan posible la recuperación del sec-tor agropecuario y en particular de los peque-ños y medianos productores. Y en el proceso se van identificando los enemigos reales y sim-bólicos: no tanto el artículo 27 y la problemá-tica de la tenencia de la tierra, sino el tratado comercial de América del Norte y la apertura comercial que conlleva, la cancelación de las políticas de fomento agropecuario, el desman-telamiento de muchas instituciones públicas de incumbencia rural y el desafane del Estado de sus funciones reguladoras y compensatorias.

Reconocimiento de la polifonía campe-sina. Sobre la marcha se va abriendo paso la idea de que los campesinos tiene derechos legítimos, no sólo por su presunta condición de proletarios virtuales (explotados) y/o de empresarios virtuales (productivos). Y que para afirmar su derecho a existir no hace falta demostrar que su inserción económica en el sistema corresponde al patrón de cualquiera de las dos clases canónicas del capitalismo. Lo que significa un rompimiento con el para-digma economicista como criterio principal de validación de los movimientos y los sujetos sociales. Y es que si las clases económicamen-te determinadas no son los únicos actores de la historia, los campesinos se nos irán mos-trando como un ente colectivo definido por su “base” económica, pero también por su organicidad social, por su elección política, por su relación productiva y simbólica con la naturaleza, por su imaginario, por su historia.

La pluridimensionalidad del poliedro que lla-mamos campesinado, que se expresa en multipli-cidad de puntos de confrontación con el sistema y por tanto en multiplicidad de luchas y reivindi-caciones, significa también que la apuesta por su unidad como sujeto social y como protagonista histórico pasa por admitir su irrenunciable diver-sidad y por reconocerla como virtuosa.

Coordinadoras misceláneas y convergen-cias sectoriales. En el proceso se consolida igualmente un nuevo tipo de organización rural más democrática y eficaz: por un lado las coordinadoras misceláneas, que sustituyen paulatinamente a las tradicionales centrales verticalistas y respetando la autonomía local operan como redes de organizaciones regiona-les multiactivas, y por otro los acuerpamientos regionales por cadena productiva o por esfera de actividad, que tienden a conformarse como convergencias sectoriales nacionales (cafetale-ros, cerealeros, cañeros, silvicultores, etcétera). Y en todos los casos la articulación se da princi-palmente en torno a los procesos económicos.

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ENTRE SUMISIÓN Y REBELDÍA

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El hilo conductor de

las luchas sociales de la

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al Estado que devino cultura

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No se trata, sin embargo, de una recaída en la lógica estrechamente gerencial. La gestión económica sigue siendo fundamental, pero junto a ella cobra fuerza la incidencia políti-ca, entendida como el esfuerzo por cambiar el rumbo de instituciones, estrategias y pro-gramas públicos, pues ahora se entiende que sin políticas de Estado favorables, la econo-mía campesina está condenada a desapare-cer. Así, la relación con el gobierno ya no se queda en negociar recursos y se extiende a la deliberación en torno a programas, políti-cas, instituciones, leyes y en última instancia paradigmas de desarrollo, de modo que, ade-más de concertar con el Poder Ejecutivo, las organizaciones campesinas interactúan cada vez más con el Legislativo.

La nueva estrategia, la nueva organicidad y el nuevo movimiento entran en reflujo después de las movilizaciones de 1995, con las que nada significativo se logró, y no será sino en 2003 en que un nuevo ascenso del activismo rural ponga a prueba la capacidad de convocatoria de la nueva plataforma y la eficacia del nuevo liderazgo. Pero antes, una vertiente del movimiento cobrará fuerza, cuando el deterioro de las comunidades indí-genas toque fondo al tiempo que las acciones en torno a los 500 años, primero, y el alza-miento indígena de Las Cañadas, después, despierten a un olvidado protagonista rural.

Autonomías de los pueblos originarios. Secuestradas durante décadas por el pater-nalismo indigenista, las reivindicaciones étnicas reaparecen primero como vertiente marginal del neozapatismo agrarista de los 70s, fortalecen su presencia simbólica en la segunda mitad do los 80s al calor de los deba-tes en torno a los “500 años de resistencia” y adquieren dramática contundencia política a partir de 1994, conforme el neozapatismo armado va transitando de la guerra a la paz y del revolucionarismo clasista tradicional a un inédito neoindianismo autonomista.

Con el nuevo indianismo el concepto de autonomía da otra vuelta de tuerca, pues en la perspectiva de los pueblos originarios ya no se trata sólo de la vieja independen-cia política de los 50s, 60s y 70s o de la más reciente autogestión económico-social de los 80s y 90s, se trata también y ante todo, de autogobierno. Y los derechos autonómicos indígenas tienen una profundidad mayor a la que presentan en otros colectivos, pues en el caso de los pueblos originarios, cuya exis-tencia es anterior al Estado nacional, se trata de que las autonomías sean reconocidas, no creadas ni mucho menos concedidas.

Indígenas versus campesinos ¿una diver-gencia artificial? Si el nuevo movimiento campesino nacido en los 90s del pasado siglo se politiza buscando incidir en las políticas públicas, pues en ello le va la existencia, el inédito movimiento rural indianista que se desarrolla con fuerza a mediados de esa década también se politiza en tanto que re-clama el derecho de las comunidades y las etnias originarias a autogobernarse.

En principio se trata de dos modos com-plementarios de reclamar y ejercer dere-chos políticos, pues las acciones orientadas a procurar un desarrollo incluyente y justi-ciero son complemento indispensable del autogobierno democrático en escala local y regional. Sin embargo, el hecho es que las autonomías políticas se presentan como reivindicación exclusivamente indígena, al tiempo que la resistencia del gobierno

a reconocerlas ocasiona un entendible dis-tanciamiento entre el movimiento étnico y el Estado.

Así los pueblos originarios, o cuando me-nos el sector de los mismos que está organi-zado y se mueve en la órbita del neozapatis-mo chiapaneco, se niegan a jugar el juego de las políticas públicas. Lo que, de paso, hace que la separación que ya existía entre el movimiento campesino y el movimiento indígena, se trasforme progresivamente en antagonismo.

De esta manera, los autogobiernos indíge-nas de facto, hostiles tanto al Estado como al mercado; se contraponen con las organizacio-nes gremiales campesinas que negocian con el Estado y buscan mejorar su inserción en el mercado. La confrontación es en gran me-dida artificial, pues entre las organizaciones campesinas hay muchas que son de base in-dígena y la mayoría de los pueblos originarios en resistencia realmente existentes no recha-za los programas de gobierno ni le da la es-palda al mercado. Sin embargo, se ha ido pro-fundizando en la medida en que unos y otros se vinculan a diferentes corrientes políticas y con ello a diferentes estrategias libertarias.

Hacia la constitución del campesinado como clase. En el cambio de milenio, el re-flujo del movimiento indígena coincide con la reanimación del nuevo movimiento cam-

pesino que había comenzado a configurarse a principios de los 90s del siglo pasado y que en 2002 estalla con la significativa consigna: “¡El campo no aguanta más!”.

Conscientes muchas organizaciones cam-pesinas de que la negociación bilateral de migajas presupuestales había conducido a una progresiva degradación del tejido económico y social rural que se expresaba en la deserción de sus propias bases, la iniciativa de una corriente minoritaria convoca en unas cuantas semanas a la casi totalidad del movimiento campesino organizado con representación nacional, lo que incluye a las agrupaciones de vocación de-mocrática, pero también a las caudillistas, las clientelares, e incluso algunas “ex oficialistas” que con la alternancia de partidos en el gobier-no federal debutan en la oposición.

El movimiento de 2002 es inédito, no sólo por incluyente sino también por el carácter integral y estratégico de sus reivindicaciones, que pueden verse como el esbozo de un pro-grama de clase por cuanto recogen y articu-lan la diversidad geográfica, sectorial, social, política y cultural de los trabajadores del campo, de modo que una entidad colectiva variopinta y abigarrada como los campesinos pueda reconocerse en un proyecto unitario. Sin exagerar la coherencia y calidad de di-cha plataforma, el hecho es que nunca en su historia posrevolucionaria los campesinos habían esbozado, enarbolado y defendido un proyecto alternativo tan visionario, no sólo para el campo también para el país, quizá porque nunca antes en el siglo pasado los campesinos mexicanos habían estado, como están ahora, al borde de la extinción.

Futilidad de pactar cambios de fondo. El Acuerdo Nacional para el Campo firmado en 2003, cuyo núcleo es la recuperación de la so-beranía y la seguridad alimentarias sustentadas

en la reanimación y vigorización de la econo-mía campesina y en el reconocimiento y retri-bución de sus aportes económicos, sociales, ambientales y culturales, puede verse como triunfo de una movilización que supo ganarse al grueso de la opinión pública. Lamentable-mente el gobierno federal no honró su firma.

Del incumplimiento sistemático del Acuer-do se desprenden enseñanzas: si la unidad del movimiento no trasciende el momento de la concertación y el inevitable reflujo deviene fractura y tránsito desordenado de la negocia-ción multilateral al regateo bilateral, es seguro que el gobierno no asumirá lo pactado. Pero la lección mayor es que siendo factible que la coyuntura y la correlación circunstancial de fuerzas hagan que un gobierno de convic-ciones neoliberales estampe su firma en un acuerdo progresista, es imposible que cumpla lo convenido, que no sólo es contrario a sus convicciones, también a sus compromisos públicos y privados con los poderes fácticos.

Nueva fractura del movimiento. La amplia beligerante y propositiva convergencia que en-tre 2002 y 2003 mostró al campesinado mexi-cano como una clase variopinta y abigarrada pero potencialmente unitaria duró poco. Se desgajaron primero las históricas corporacio-nes clientelares, menos interesadas en la real unidad del movimiento que en obtener de la nueva administración el derecho de picaporte y los privilegios presupuestales perdidos con la alternancia partidista en el gobierno federal; pero se fracturó también el núcleo duro que había iniciado y conducido la lucha.

Entre las viejas centrales corporativas y el sector históricamente opositor hay diferen-cias programáticas, por ejemplo en torno al empleo de las semillas transgénicas, sin embargo no fueron éstas las que provocaron el distanciamiento, en cuanto a la corriente tradicionalmente contestataria la coinciden-cia programática es casi total y sin embargo se fracturó, lo que sugiere fuertemente que la diáspora es generada por discrepancias y tensiones que tienen que ver con la relación entre las organizaciones sociales y el Estado. Un ámbito insoslayable y opaco donde por lo general la práctica diverge del discurso y las posturas van del clientelismo más prag-mático a los esfuerzos por ejercer el derecho a los programas públicos sin doblar la cer-viz. La llegada al poder de una derecha que por décadas se dijo democrática, no cambió el modelo de desarrollo y pronto se vio que tampoco habían cambiado las prácticas clientelares, pues además de crear nuevos y disciplinados agrupamientos rurales corpo-rativos, la administración debutante restable-ció la política de “cuotas” presupuestales con el resto del movimiento, tanto el “oficialista” heredado del viejo régimen como el de tra-yectoria más o menos opositora.

Los paradigmas son mudables y del funda-mentalismo mercadócrata preconizado por el Consenso de Washington en los 90s del si-glo XX estamos pasando a un replanteamien-to de las responsabilidades públicas deriva-do de la Gran Crisis, que puso herejías en boca del propio Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional, quien proclamo cual aferrado altermundis-ta que “el mercado no sana al mercado”. Sin embargo en México la viciosa relación Estado-sociedad, cuya matriz está en la re-volución de 1910 y su curso durante los años 20s, no ha cambiado sustancialmente, y en el ámbito rural sigue siendo uno de los retos mayores del movimiento campesino. IM

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Entre las viejas centrales

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FIOBLUCHA POR DERECHOS DE INDÍGENAS MIGRANTES

Gaspar Rivera-SalgadoCoordinador general binacional del FIOB [email protected]

El futuro de los pueblos indígenas se presenta lleno de es-peranza, pero también de retos que tenemos que enfrentar con fortaleza y creatividad. La esperanza de que los pueblos indígenas podamos convivir en paz y con justicia y digni-dad; disfrutar de los mismos derechos políticos, culturales y económicos que nuestros connacionales y al mismo tiempo mantener nuestra lengua, expresiones culturales y formas de gobierno autónomas, parece ya estar tomando forma en varios países latinoamericanos. Reflexionemos pues sobre los retos de la realidad cambiante a que nos enfrentamos en nuestra lucha por la autodeterminación y autogestión.

Los retos de la economía. Para las comunidades indígenas rurales en México, la completa ausencia de políticas públicas económicas y sociales que ayuden a expandir las capacidades reales de los pobres para que vivan dignamente y realicen su potencial es el mayor reto. De qué sirve a México que nues-tros gobernantes sean los alumnos más aplicados en el ejerci-cio de una política macroeconómica neoliberal que produce los números correctos, cuando esto significa para el pueblo de México mayor hambre y miseria.

Lo que proponemos es que la sociedad civil, las bases, de-ben de tener la capacidad de guiar a lo líderes. También hacer que la política económica y el plan de desarrollo funcionen para la gente y no que la gente se ajuste al plan económico como pretenden los gobernantes. Esto sólo se logra si conce-bimos el desarrollo, como dice Amartya Sen, como la expan-sión de las libertades reales y la capacidad de las personas de realizar su potencial completo en la sociedad que les tocó vivir. Pero realizar este potencial requiere que la gente se or-ganice y guiar desde abajo al lugar adonde queremos llegar. Éste es reto del FIOB y del resto de la sociedad civil, de las organizaciones políticas, sindicales, campesinas e indígenas.

Los retos de la gobernabilidad. Los retos de la lucha de los pueblos indígenas, en la que se incrusta la lucha del FIOB junto con los campesinos y los otros marginados rurales, son grandes. Destaca enfrentar el “relanzado” Plan Puebla Panamá, ahora llamado para colmo de los indígenas “Proyecto Mesoamérica”, el cual ejerce ya efectos muy negativos en las políticas públicas dirigidas a los pueblos indígenas en los tres países que lideran este plan neoliberal: Colombia, Panamá y México. Igual que en Panamá y Colombia se ha declarado una guerra contra los pueblos indígenas, en México sufrimos ataques no sólo desde el ámbito federal, sino desde el estatal y local. Son testigos los nahuas de Zongolica y la Huasteca; los pueblos zapotecos de la sierra y de la Mixteca oaxaqueña; los mixtecos, nahuas y amuz-gos de Guerrero, y los ñahñú del municipio de Zimapán, en Hidalgo. Muchas de estas guerras no declaradas cuestan vidas, desalojos, violaciones, cárcel, y heridos graves. Y continúa esa otra guerra de baja intensidad, ignorada, latente y trágica en Chiapas, que se viene peleando desde enero del 1994.

Por eso coincidimos plenamente desde el FIOB con las re-cientes declaraciones del Congreso Nacional Indígena (CNI) que señalan que “ante la firme voluntad del Estado mexica-no por no reconocer los derechos fundamentales de nuestros pueblos, éstos han decidido ya no solicitar el reconocimiento legal de sus derechos y sí ejercer tales derechos y la autonomía en los hechos. La unidad de los pueblos indígenas del país y el fortalecimiento inmediato del CNI son dos tareas urgentes para afrontar la realidad cotidiana de nuestros pueblos”.

El reto de la migración. Las organizaciones de migrantes como el FIOB vemos el éxodo como resultado de procesos eco-nómicos incapaces de brindar oportunidades a la gente para sobrevivir en sus comunidades natales. Pero irse al norte es un arma de doble filo, porque le apuesta uno todo al viaje y a la conquista del sueño americano, y nadie puede garantizar que la migración sea el camino a una vida mejor. Un ejemplo ilustrati-vo de la condición de marginalidad que sufren los indígenas mi-grantes es el de la hermana Cirila Baltazar Cruz. Ella dio a luz a su hija en la ciudad de Pascagoula, Mississippi, en noviembre del 2008. Cirila es una chatina oaxaqueña quien al no poderse comunicar con el personal del hospital por medio de la traducto-ra puertorriqueña fue acusada de poner en peligro la vida de su

hija, principalmente por no hablar inglés. Una vez que el fiscal local tomó el caso, agregó los delitos de ser pobre e indocumenta-da. El juez estuvo de acuerdo con estos cargos y decidió quitarle a su hija a Cirila y ponerla al cuidado de una pareja blanca, con la posibilidad de que la corte resuelva la adopción permanente.

El caso tiene implicaciones profundas no sólo para la comu-nidad indígena mexicana en Estados Unidos sino para los mi-grantes en general. Si a Cirila se le despojó de su hija por no sa-ber inglés, ser pobre e indocumentada, prácticamente nos roban a todos los migrantes nuestra humanidad y dignidad y nos dejan sin ningún derecho básico. Ya no sólo se nos condena por lo que hacemos sino por lo que somos. El FIOB, como otras organiza-ciones de defensa de los migrantes, entendemos que este caso debe inducirnos a luchar no sólo por una reforma migratoria humana que otorgue derechos plenos a todos los indocumenta-dos, sino también debemos insistir en esa ancestral demanda de los pueblos indígenas, a ser reconocidos como iguales ante la ley y a mantener nuestras lenguas y costumbres. Sólo así evitaremos nuevas situaciones como la de Cirila Cruz.

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VI congreso binacional del FIOB en Juxtlahuaca Oaxaca en 2008

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Víctor Suárez Carrera

La organización autogestiva y espe-cializada de las y los campesinos y pobladores rurales en el terreno de

la producción de bienes y servicios consti-tuye una de las vías centrales para la defen-sa y valorización de la agricultura campesi-na y de sus recursos territoriales.

Con el reparto agrario y la restitución de los bienes comunales inició en el México contemporáneo la participación y organiza-ción de los campesinos en los procesos de producción de alimentos y materia primas agroindustriales en el ejido y la comunidad. La participación del Estado en el fomento de la economía agrícola campesina favore-ció su crecimiento y desarrollo al tiempo que la restringió al ámbito de la producción de materias primas a escala local. Todo lo demás corría por cuenta del Estado. Prácti-camente, los ejidos y comunidades devinie-ron en unidades paraestatales de produc-ción agrícola para impulsar la urbanización y el desarrollo industrial del país.

Además, con la intervención guberna-mental para el control político de los cam-pesinos y pobladores rurales, la naciente organización económica campesina se transformó en la célula de una extensa red de organización y control político al servicio del régimen autoritario de partido único. De esta forma, de 1940 a 1980, se desarrolló la vasta y compleja cultura del paternalismo, clientelismo, peticionismo y de subordina-ción en las relaciones Estado-campesinos que pervive hasta la fecha. Los campesinos se convirtieron en “hijos predilectos del régi-

men” y se frenó la vía de la organización eco-nómica campesina autónoma y autogestiva,

A principios de los 80s, bajo los auspi-cios del grupo político salinista, la Unión Nacional de Organizaciones Campesinas Autónomas (UNORCA) reivindicó “la apropiación del proceso productivo” como vía para un nueva organización campesi-na que dejara atrás las luchas agrarias y las formas tradicionales de organización para la gestión y la petición representadas por el modelo de la Confederación Nacional Campesina (CNC). Sin embargo, esta pro-puesta no prosperó por su subordinación a la estrategia política de un grupo de poder –el salinismo– y porque justamente dicho grupo estaba comprometido con un mode-lo económico que implicaba una estrategia de guerra contra la agricultura campesina y la soberanía alimentaria, como lo de-mostraron la contrarreforma al artículo 27 constitucional, el Tratado de Libre Comer-cio de América del Norte (TLCAN) y la privatización del sector agroalimentario.

A partir de los 90s, y como respuesta a los procesos autoritarios y radicales de desregulación, apertura y privatización del sector agroalimentario, se desarrollan importantes procesos de organización eco-nómica campesina autónoma y autogestiva como una vía de defensa y valorización de la economía campesina.

La organización económica campesina (OEC) tiene como misión principal la pro-ducción autogestiva y la apropiación social del plusvalor en el marco de una estrategia amplia de revalorización de la agricultura

campesina, la defensa de la soberanía ali-mentaria y del cambio de modelo econó-mico y político en el país y a escala global.

LA OEC es una forma especializada y compleja de organización para propiciar la participación en los procesos económicos y en el control de los excedentes económicos (el plusvalor, la plusvalía) por y para los cam-pesinos, pequeños y medianos productores, ejidatarios, comuneros, mujeres y jóvenes ru-rales, avecindados y demás sujetos agrarios so-metidos a procesos de explotación económi-ca, subordinación política y exclusión social.

El espacio principal de las OEC está constituido por la participación organizada y autogestiva en las cadenas de valor vincu-lada a la agricultura (genéricamente enten-dida: producción agrícola, pecuaria, fores-tal, pesquera, agrosilvopastoril) así como en la valorización económica sustentable de los recursos territoriales: agua, recursos mi-nerales, recursos forestales, biodiversidad,

bellezas escénicas; sitios arqueológicos, históricos y ceremoniales; etcétera.

La OEC supone una nueva forma de or-ganización económica diferenciada a la vez de la empresa privada y de la empresa públi-ca. Se trata de la empresa campesina, empre-sa comunitaria, empresa social, entre cuyas características se encuentran las siguientes: propiedad colectiva, un socio un voto, auto-gestión, capitalización de los participantes, servicios al costo, control colectivo, infor-mación y educación. Asume diversas figuras jurídicas y generalmente se articula a redes regionales, estatales y nacionales así como a un sistema de iniciativas económicas confor-mando verdaderos corporativos campesinos. La administración especializada así como los mecanismos de gobernabilidad campesina y de transparencia y rendición de cuentas son factores clave para la sostenibilidad y apego a su misión de las OEC. Director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo (ANEC)

ORGANIZACIÓN ECONÓMICA CAMPESINA: UNA VÍA

UNORCA UN MODELO DIFERENTE

Olegario CarrilloCoordinador ejecutivo nacional de la Unorca

La Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campe-sinas Autónomas (UNORCA) fue creada bajo un modelo diferente de estructura al servicio de hombres y mujeres del campo. Cuando nació, en 1985, las organizaciones del sector rural dependían del partido del gobierno, con algunas excep-ciones. Se trataba en general de entidades corporativas cuyas dirigencias eran y siguen siendo decididas desde fuera.

Una de las aportaciones más significativas de la UNOR-CA fue precisamente su autonomía. Otra contribución fue su funcionamiento y composición como una red de organiza-ciones regionales. Ello implicó la coordinación nacional entre organismos locales con vida propia, y no el sometimiento ha-cia una instancia central o a la sombra de un liderazgo uniper-sonal. Con esta forma de trabajo se comenzaron a perfilar los principios que han quedado plasmados en nuestros estatutos y hoy son parte esencial de nuestra vida cotidiana organizativa:

La autonomía, base fundamental para tomar nuestras pro-pias decisiones, sin injerencia del gobierno, de partidos políti-cos o cualesquier entidad ajena. Hay también niveles de auto-nomía entre las mismas organizaciones regionales integrantes.

El respeto a la pluralidad es el reconocimiento de la diversi-dad de cada organización local y regional, por medio de la con-vivencia y la tolerancia ante las preferencias de sus miembros.

La autogestión nos permite desarrollar la capacidad de proponer y actuar como constructores de nuestro propio desa-rrollo, sin paternalismos. Practicamos la solidaridad y el apoyo mutuo, sustentados en acciones de cooperación e intercambio justo. Buscamos también la equidad, para equilibrar las opor-tunidades y eliminar las injusticias entre sectores y géneros.

La representación y dirigencia en todos sus niveles es pro-ducto de procesos democráticos de base, realizados periódi-camente, y ello constituye una de las principales fortalezas de la organización. Otra de las características sobresalientes de la UNORCA, distinta de las organizaciones tradicionales que sólo son contestatarias, es su permanente elaboración de pro-puestas de políticas públicas, la participación en movimien-tos masivos por un nuevo modelo de desarrollo para el campo y nuestras propuestas alternativas de presupuesto rural, como elementos de una estrategia coherente.

Ante el embate de las políticas neoliberales al servicio de in-tereses trasnacionales, la organización tuvo que dedicar buena parte de su actividad a la gestión para mejorar el nivel de vida de sus integrantes, abatido por la debacle del campo. Pero simul-táneamente intensificó la lucha por sus demandas generales. Impulsamos la agricultura campesina, la protección de la bio-diversidad y el rechazo a los transgénicos, y reforzamos nuestro aporte a la defensa de la soberanía alimentaria y energética, los derechos de los trabajadores y las libertades democráticas.

Entre tanto, el gobierno ha acentuado su sello empresarial, ha avanzado en su cruzada para privatizar el campo y sus apo-yos se enfocan primordialmente a los actores socioeconómicos afines a sus políticas para el sector. Creemos que el tiempo para que las soluciones sociales arriben al campo mexicano está lle-gando a su fin. Acaso nos queda sólo la última oportunidad.

La Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo

lamenta profundamente el sensible fallecimiento de

HÉCTOR FERNANDO ZAMUDIO FUENTES

Ingeniero Agrónomo ejemplar; transformador de la educación agrícola superior; educador de economistas

agrícolas críticos; organizador de las luchas campesinas, indígenas y sindicales, y promotor de la unión del pueblo

en pos de sus derechos y su emancipación.

Asimismo, expresa sus más sentidas condolencias a sus familiares, amigos y compañeros de lucha y de trabajo.

México, D.F., octubre de 2009

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Fernando Celis Callejas

La mayor expansión de la cafeticultura mexicana se da a partir de 1954, año en que una fuerte helada en Brasil –

el principal país productor de café– aumen-ta sustancialmente los precios. Ello genera un gran entusiasmo; decenas de miles se incorporan a esta actividad. En 20 años la producción pasa de 1.3 millones de sacos a 4.2 millones de sacos (de 60 kilos de café oro cada uno), o sea poco más de diez por ciento anual, y el número de productores rebasa los 150 mil.

En este periodo la comercialización del café es dominada por un pequeño grupo de compradores, entre los que destaca el llama-do grupo Xalapa. Intermediarios y caciques ligados a los grandes compradores y a los go-biernos priístas controlan buena parte de la re-presentación de los productores; estos últimos no reciben más de 60 por ciento de los precios que se fijan en la bolsa del café de Nueva York. A principios de los 70s bajan los precios, pero en 1975 otra helada en Brasil los eleva nueva-mente y además el esquema de regulación de la Organización Internacional del Café (OIC) establecía un piso de 120 dólares por 100 libras, con lo cual se tienen varios años de buenos precios. La producción para el ciclo 1986-87 llega a 5.6 millones de sacos y a fines de la dé-cada los productores son ya 282 mil.

La injerencia del gobierno. Desde me-diados de los 70s, se da una mayor interven-ción gubernamental por medio del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé), que estable-ce un precio de garantía, otorga asistencia técnica, créditos a cuenta de cosecha y fer-tilizante y promueve la organización de los productores. Los precios mejoran a un 70 por ciento de la bolsa en el caso del cereza y un promedio de 80 en el pergamino. Se pagan en todo el país y los más beneficiados son los productores de las regiones más aisladas.

El Inmecafé “organiza” a casi 70 por ciento de los productores en unidades económicas para la producción de café (UEPCs), peque-ños grupos sin registro legal que se convirtie-ron en meros abastecedores del instituto. Este organismo no impulsó, como señalaban sus objetivos, el que los productores aprendieran a manejar la comercialización directa de su grano. En esta década, desde el gobierno fe-deral se impulsa que grupos de productores formen figuras asociativas como uniones de ejidos, asociaciones rurales de interés colecti-vo (ARICs), cooperativas, etcétera, y que ma-nejen financiamiento y comercialización. En el sector cafetalero un buen número de estas figuras, ligadas a la Confederación Nacional Campesina (CNC) y al PRI, se articulan en una Federación de Productores de Café que reciben recursos del Banrural y cuotas de ex-portación del Inmecafé sin pasar por recuen-tos. La mayoría de estos grupos no cubren los créditos al Banrural y se les condonan re-currentemente sus deudas y se da un manejo corrupto de las cuotas de exportación.

La mayor intervención estatal se da en un periodo de altos precios del café y de una fuerte inversión pública en la cafeticultura, que no se traduce en un organismo público más eficiente y que termina siendo un ins-trumento de control económico y político de los productores. En este periodo, la repre-sentación de los productores es más corpo-rativa, y se da por medio de grupos ligados a los gobiernos priístas; la CNC representa al sector social y la Confederación Nacional de Propietarios Rurales (CNPR) al privado.

Con las crisis de bajos precios de 1987 y 1989, y la desaparición de la regulación inter-nacional y del Inmecafé, se desmantela bue-na parte de la intervención estatal. A partir de julio de 1989, ya con un mercado liberaliza-do, se da una fuerte reacomodo en el sector.

El papel de las corporaciones. La comer-cialización del café en buena parte pasa a ser manejada por empresas trasnacionales como Agroindustrias de México (AMSA), la Nestlé y otras. En la representación de los productores se debilita el esquema tradicional de la CNC, por la quiebra de sus organizaciones económi-cas y ante la nueva política de Salinas de Gor-tari llamada Nuevo Movimiento Campesino, que impone una nueva dirigencia en la CNC y en su organismo cafetalero que los divide.

Por otra parte, un buen número de organi-zaciones cafetaleras regionales más indepen-dientes políticamente y que se crean a fines de los 70s y en los 80s, para manejar direc-tamente la comercialización, otros grupos independientes que surgieron con la deman-da de que el Inmecafé mejorara los precios y grupos cafetaleros ligados a organizaciones nacionales como la CIOAC, UNORCA y UGOCEP, forman en 1989 la Coordinado-ra Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC), organización independiente desli-gada de los partidos políticos y del gobierno.

Ante la baja de precios del café de 1990 a 1994, el gobierno federal impulsa políticas compensatorias y se promueve un nuevo es-quema de organización de los productores vía comités de solidaridad que administran pequeños préstamos y que tienen el objetivo de reconstruir una nueva base social y políti-ca para el gobierno de Salinas de Gortari, lo cual no dura más allá del sexenio.

De 1990 a 1994 se da un fuerte debate entre los productores sobre la representatividad de cada organización. Para resolver esto se pacta levantar un padrón de afiliados de cada agru-

pación, con una cédula única y con la firma del productor y la certificación de la autoridad municipal local. Alrededor de 70 por ciento de los productores que se registran se declaran afiliados a una organización nacional.

Membresía transparente. A la Unión Na-cional de Productores de Café (UNPC) de la CNC se le reconocen 86 mil afiliados; a la CNOC, 71 mil, a la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC),14 mil; a otros grupos calificados también como independientes, cerca de diez mil; a la Con-federación Mexicana de Productores, de Café (CMPC), que agrupa principalmente a media-nos y grandes productores, cuatro mil 800 afi-liados, y a la UNPC de la CNPR, dos mil 400.

Este padrón nacional evidencia que los grupos más independientes como la CNOC, otros grupos y la CMPC tenían mayor re-presentatividad que los grupos tradicionales. Desde mediados de los 90s, los grupos na-cionales gremiales de productores de café se coordinan para presentar y negociar sus pro-puestas al gobierno federal en turno. Prime-ro por medio del llamado Grupo Operativo Nacional (1992), luego un Foro de las Organi-zaciones Nacionales de Productores de Café (1997) y después un Consejo Nacional de Or-ganizaciones de Productores de Café (2004).

En el sector se da una representación na-cional plural de los productores sustentada exclusivamente en organizaciones gremiales cafetaleras. Este grupo tiene un cierto éxito, al negociar conjuntamente en la Cámara de Diputados un presupuesto etiquetado para la rama café y un monto máximo de importa-ciones de café verde; además, a partir de la crisis de bajos precios que inicia en 2000, un Fondo de Estabilización de Precios (2001) y un Programa de Fomento Productivo (2003).

Organización debilitada. La nueva crisis de bajos precios del 2000 al 2004, es brutal y profundiza una mayor dispersión organizati-

va de los productores. Se vuelven mayoritarias las estrategias familiares de diversificación de ingresos y las organizaciones entablan una relación utilitarista con el gobierno para tra-tar de recibir mayores subsidios.

Las recurrentes crisis de bajos precios del café y crisis económicas nacionales llevan a que buena parte de los grupos que comercia-lizan en los mercados convencionales dejen de hacerlo; sólo quedan como exportadores principalmente los grupos que venden café orgánico en el llamado Comercio Justo.

Actualmente, con un creciente deterioro de la economía nacional y del sistema político, además de dispersión organizativa de los pro-ductores, se han debilitado las organizaciones nacionales, dificultando las acciones conjun-tas. La profundización del comportamiento faccioso en la Cámara de Diputados ha im-pedido una negociación más adecuada del presupuesto público para la rama; la relación con el gobierno federal vía la Secretaría de Agricultura, ha sido muy controvertida por la federalización de recursos y la feudalización de las áreas de esta dependencia, así como por la mayor cercanía de los funcionarios con las grandes empresas, las cuales, encabezadas por Nestlé y AMSA, juegan un papel protagó-nico en las decisiones de los organismos del sector y preservan así sus intereses.

Estrategias y manipulación. Estas com-pañías incluso promueven la formación de nuevos grupos de productores ligados a sus es-quemas de comercialización y aparecen como gestores de recursos públicos. Además impul-san que sus compradores de café que son pro-ductores, aparezcan como representantes de los organismos estatales de café y poder influir así en los organismos nacionales. Al parecer no pasará mucho tiempo para que aparezca una nueva organización nacional de produc-tores de café, ligada directamente a estas em-presas. Un ejemplo de su poder que escala es que en la reciente elección de la directiva de la UNPC de la CNC; (dicho por integrantes de esta organización), la Nestlé y sus aliados ne-gociaron con el gobernador de Veracruz, que esta Unión fuera encabezada por un productor y comprador de café ligado a la Nestlé.

Esta nueva situación ha fracturado al Conse-jo Nacional de Organizaciones de Productores de Café (CNOPC) y ha debilitado sus plantea-mientos de reestructuración interna en benefi-cio de los productores. Es claro que se ha estruc-turado un nuevo grupo de poder que articula a grandes trasnacionales dominantes de la in-dustrialización y comercialización del café en nuestro país, a funcionarios públicos y a la diri-gencia actual de la UNPC-CNC, cuyo objetivo central (dicho explícitamente), es darle más au-tonomía al organismo público para el café, (que sea más funcional a los intereses de las grandes empresas), que éste contrate técnicos para hacer diagnósticos en las regiones y que a ellas se ca-nalicen los recursos públicos para que cuenten con mejor infraestructura y después llevar a la Nestlé para que compre el café.

Se impulsa entonces con la complacencia del gobierno federal y algunos estatales nue-vas formas de asociación de los productores subordinadas a las trasnacionales. Sin duda esto generará fuertes tensiones entre los pro-ductores, más si se presenta una nueva baja de los precios. Habrá que ver cómo reaccionan los productores de café y cual será el papel del gobierno federal en los próximos años. Asesor de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC)

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AMUCSS SOLUCIONES FINANCIERAS PARA CAMPESINOS

Armando VelascoResponsable de Proyectos Especiales de AMUCSS

La Asociación Mexicana de Uniones de Cré-dito del Sector Social (AMUCSS) comenzó a escribir su historia en 1986, cuando un grupo de organizaciones económicas cam-pesinas decidió crear �bancos campesinos� como organismos autónomos para financiar las actividades productivas de sus socios. Así, se crearon uniones de crédito campesinas, fondos de autoaseguramiento, cooperativas y otras instituciones en la búsqueda de opcio-nes para garantizar el acceso de los pequeños productores al crédito institucional.

Durante más de una década ese grupo pio-nero trabajó a contracorriente por un proyecto campesino, de autogestión y de organización es-pecializada y profesional en finanzas rurales. Y en 1990 fundó a la AMUCSS, para luego cons-tituirla legalmente en 1992.

En su primera etapa, la AMUCSS en-frentó una serie de problemas que quizás hubieran hecho desistir a otras agrupacio-nes sociales. Sin recursos económicos, con escaso personal, la incomprensión de las autoridades del sector, la desconfianza y ani-madversión de organizaciones campesinas

oficialistas y un marco jurídico inadecuado para el financiamiento a las familias y orga-nizaciones de pequeños productores rurales, luchó por mantener a flote a sus uniones de crédito campesinas y a sí misma.

La crisis de 1994-95 le puso una de las peo-res pruebas a las que pueda enfrentarse un organismo social. La mayoría de las uniones de crédito campesinas tuvieron que cerrar operaciones a pesar de los enormes esfuerzos de la AMUCSS. Sin embargo, las enseñan-zas que dejó la crisis fueron fundamentales en el posterior desarrollo de la asociación: no era el crédito agrícola especializado y exclu-yente el que resolvería los problemas de acce-so a servicios financieros para los pobres del campo; había que buscar alternativas.

En 1997 se realizó el Primer Seminario-Ta-ller Internacional de Microfinanzas Ruralesorganizado por la AMUCSS, que contó con la participación de representantes de Europa, África y América. Este encuentro marcó un hito fundamental en el desarrollo de la aso-ciación, pues de allí surgieron líneas estraté-gicas de trabajo y proyectos que se han venido concretando como el Programa de Asistencia Técnica al Microfinanciamiento Rural (Pat-mir), los microbancos rurales, las reformas a la Ley de Ahorro y Crédito Popular, la crea-ción de la Federación de Organismos e Insti-tuciones Financieras Rurales (Fedrural) y las empresas de integración financiera como Red Sol, Envíos Confianza, SMB Rural, INNO-VA y Sierras Verdes, que hoy forman parte de las soluciones de la AMUCSS a las necesida-des de los pequeños productores del campo.

Hoy la AMUCSS es reconocida nacional e internacionalmente en el campo de las microfinanzas rurales y –junto con otras or-ganizaciones sociales comprometidas con el desarrollo rural, agrupadas en el Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (Conoc) y en el Foro Latinoamericano y del Caribe de Finanzas Rurales (FOROLACFR)� participa en todos los foros posibles en el país y el extranjero para impulsar políticas pú-blicas en pro del desarrollo rural y el finan-ciamiento de las actividades económicas de instituciones propiedad de los productores rurales.

Esto ha sido posible gracias al liderazgo proactivo e innovador de la dirección gene-ral y el consejo directivo, así como el apego a una estrategia de largo plazo que privilegia las alianzas estratégicas con organizaciones socia-les, fundaciones nacionales e internacionales e instituciones multilaterales y la búsqueda constante de soluciones a los problemas de financiamiento de los pequeños productores campesinos.

Los recursos humanos han sido otra de sus grandes fortalezas. Son personas capa-ces, comprometidas, de formación multidis-ciplinaria, autocríticas y abiertas al cambio. Comparten misión, visión y valores de la or-ganización, y conocen y saben relacionarse con campesinos de diversas culturas.

La escasez y, sobre todo, la falta de conti-nuidad en el financiamiento y la carencia de una metodología adecuada en la etapa de creci-miento, han sido sus principales limitantes.

El Barzón Y SIGUE LA YUNTA ANDANDO

Uriel Asier Vargas

Aunque es una fecha más bien simbólica, el 13 de octubre de 1994, nació el Barzón. Defender el patrimonio de las familias y rescatar las unidades de producción amenazadas por los banqueros fue la primera tarea que emprendieron miles de campesinos, acción que rápidamente se reprodujo también en las ciudades. “Debo no niego, pago lo justo” era la consigna.

Poco a poco, con la movilización de la gente, la presión sobre los bancos y con mucha imaginación, se fueron liquidando las deudas. La nueva tarea consistía en reactivar la actividad productiva que la usura de la banca y las pésimas políticas del gobierno habían dejado al borde de la desaparición. Aprender nuevas cosas, aplicar nuevas tecnologías, participar del desarrollo económico y social del país son también lí-neas de trabajo que nuestra organización adoptó. “Ayer defendimos nuestro patrimonio, hoy luchamos por la reactivación económica del campo mexicano”, fue el nuevo lema de los barzonistas.

En El Barzón han participado miles de personas, de diferente ma-nera y por los más variados motivos; gente de todo tipo y todos los estratos sociales: campesinos, amas de casa, profesionistas, jóvenes, representantes de múltiples pueblos indígenas, y de todos los estados de la República. Tan amplio ha sido el movimiento que hasta un Bar-zón latinoamericano se constituyó a finales de la década de los 90s.

Los barzonistas han sido activamente partícipes de la vida nacional, generadores de propuestas, críticos de las políticas demagógicas del gobierno, combatientes de los abusos de los poderes económicos y lu-chadores de primera fila al momento de salir a las calles.

Hemos sido incómodos y hasta indeseables para quienes, por medio de la injusticia, se hacen ricos a costa de los mexicanos. Desde que se firmó y hasta la fecha, hemos sido opositores al exterminio del campo mexicano por la vía del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); desenmascaramos la colusión entre jueces, actuarios y bancos en los juicios contra los deudores; en el año de 1998 hicimos

público el gran robo de los banqueros y el apapacho de parte del go-bierno por medio del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Foba-proa) y refrendamos nuestra crítica recientemente ante el rescate del gobierno calderonista a grandes empresas e intermediarios financieros, que de nuevo, se hizo a costa de los contribuyentes.

A finales de 1999 realizamos la Cabalgata por la Dignificación del Campo Mexicano que salió del puente internacional Córdova de Ciudad Juárez para llegar al Zócalo de la ciudad de México y que duró 55 días. Formamos parte del movimiento nacional campesino que culminó con la firma del Acuerdo Nacional para el Campo en 2003. En enero de 2008 una nueva caravana de tractores barzonistas, participantes también de la Campaña Sin Maíz No Hay País inició su recorrido rumbo al Zócalo de la capital para participar el 31 de enero del mismo año en la “marcha de la tortilla”.

Hemos sido constantes en la generación de propuestas para el res-cate de la soberanía alimentaria, entre ellas la creación de la reserva estratégica de alimentos, la cual ha tenido eco en otras organizacio-nes, participamos en la lucha contra los transgénicos y en la demanda de mayor apoyo para la investigación en ese tema.

Seguimos apoyando a los deudores en su lucha contra los bancos, impulsando la actividad productiva en el campo, siendo críticos del gobierno. Sí, este año se cumplieron 15 primaveras, no ha reventado el Barzón y sigue la yunta andando…

Evento: Primer Foro Nacional de “Acuacultura Orgánica y Sustentable”.

Organiza: Michoacán Trabaja, Centro de Agronegocio de Michoacán, FIRA, Panorama Acuícola. Lugar: Ex Fábrica de San Pedro, Uruapan, Michoacán. Fecha: 19 de noviembre de 2009. Informes: Ing. Bioq. Vicente Tapia

Verduzo (01-443-232-09-10) [email protected] / Dr. Fluvio Gioanetto Cuel. [email protected] 01-443-314-69-65 / www.michoacan.gob.mx/agronegocios

Evento: Foro Estrategias de la Sociedad Civil para el ejercicio al Derecho a la Alimentación. Organiza: Enlace, Pidassa, Convergencia, Terre des Hommes France. Lugar: San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Fechas: 25 y 26 de noviembre

de 2009. Informes: [email protected] / 01-963-63-20-316.

Evento: Hacia una mejor nutrición. Soluciones a través de la innovación. Organiza: Ashoka / Gain. Fecha: Hasta el 25 de noviembre de 2009. Informes: www.changemakers.com

Libro: El Papel del Sur. Plantaciones forestales en la estrategia papelera internacional. Editor: Zed Books. Co-Editores: RMALC / Instituto del Tercer Mundo. Autores: Ricardo

Carrere y Larry Lohmann. Informes: [email protected] / [email protected]

Libro: Veredas: Revista del Pensamiento Sociológico. El mundo rural, políticas públicas y nuevos sujetos sociales. Año 10, número 18. Primer Trimestre de 2009. X Aniversario.

Autores: Varios. Editor: Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco (División de Ciencias Sociales y Humanidades / Departamento de Relaciones Sociales. Informes: [email protected] / http://dcshpublicaciones.xoc.uam.mx/tabla_contenido_fasciculo.php?id_fasciculo=396&id_revista=12

Libro: Agricultura Sostenible Campesino-Indígena, Soberanía Alimentaria y Equidad de Género. Seis experiencias de organizaciones indígenas y campesinas en México. Autores: Eckart Boege / Tzinnia Carranza. Editores: PIDAASSA, Brot für die Welt, Xilotl. Informes: www.pidaassa.org

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ANECEN DEFENSA DE LA AGRICULTURA CAMPESINA

Olivia Acuña RodarteProfesora-investigadora de la UAM Xochimilco

Dicen que las crisis son oportunidad de cambio, de renova-ción. La Asociación Nacional de Empresas Comercializado-ras de Productores del Campo (ANEC) surgió en 1995, en una coyuntura de crisis económica y de transformación radi-cal de las políticas rurales, hechos que colocaron a miles de campesinos en el dilema: renovarse o desaparecer.

Ese momento fue el punto de arranque y el elemento que comenzó a darle identidad a la ANEC como un nuevo actor no sólo en el mercado agroalimentario, sino en la vida social y política. Los socios de la ANEC decidieron impulsar un nue-vo modelo de organización económica campesina que diera paso a un sistema de producción y comercialización agroali-mentaria que equilibrara, entre otros aspectos, los objetivos sociales con proyectos viables en términos de rentabilidad. Hoy la ANEC representa la mayor red de organizaciones pro-ductoras de granos básicos del país. Pero optar por el camino de la defensa de la agricultura campesina en un contexto ad-verso no ha sido fácil.

En el terreno de la lucha económica, construir alternativas viables ha obligado a desplegar una constante y creativa renova-ción organizativa, empresarial y política. La batalla por desarro-llar mercados agroalimentarios equitativos y justos por medio de la administración campesina de la oferta se vive cotidiana-mente. Enfrentar las estrategias de los intermediarios rebasa con mucho las capacidades de los campesinos organizados. Es una lucha sin cuartel, sin concesiones, pero hay que decir que las ventajas de las grandes empresas se han dado con la anuen-cia, cobijo y apoyo gubernamental, producto también de un sinnúmero de intereses políticos de funcionarios y empresarios.

Hay fuertes desafíos. Si bien han logrado ser eficientes, las empresas sociales que integran la ANEC se enfrentan a los ries-gos del economicismo, del productivismo, de la utilidad y la ganancia para sí, y es que en la apuesta por buscar “acomodo” y resistencia en un contexto neoliberal, se corre el riesgo de cons-truir aparatos económicos cada vez más alejados de los produc-tores y por tanto de los beneficios sociales. Bajo estas contradic-ciones, desarrollar otras formas de “hacer mercado” ha obligado a la ANEC a revisar y cuestionar en los años recientes su mode-lo económico, particularmente sus instrumentos comerciales y financieros, pues la búsqueda desenfrenada de la rentabilidad puede resultar en la ruina de los propios productores.

La ANEC ha ido estableciendo una nueva relación con el gobierno. Las organizaciones del pasado se caracterizaron por la confrontación con el Estado o por su sometimiento; con una nueva forma de construir el desarrollo rural a partir de organizaciones sociales, relacionarse de otra manera resulta indispensable, pero también presenta el reto de romper las viejas prácticas clientelares que hoy día se dibujan como “aza-dón” del control panista en el campo, pues recursos públicos se utilizan para romper dinámicas organizativas, y es que re-cuperar la autoestima colectiva tras 70 años de manipulación y control no es fácil pero sí una de las apuestas de la ANEC.

Influir en la decisión, operación y evaluación de las políticas públicas ha sido sin duda una de las mayores aportaciones de la ANEC a la lucha campesina. En los años recientes la asocia-ción ha tenido un papel central en la redefinición de políticas y particularmente en las discusiones sobre la asignación anual del presupuesto al campo y la transparencia de los recursos pú-blicos, pero, al igual que otras agrupaciones, ha debido lidiar con el subejercicio fiscal, la concentración, la dispersión, la dis-crecionalidad y el manejo partidista de los recursos.

Un reto de la ANEC es desafiar la dinámica paternalis-ta de la gestión de recursos como mecanismo de adhesión y de conservación de la base social que caracteriza a muchas organizaciones. Por ello su opción es el fortalecimiento or-ganizativo por medio del desarrollo de capacidades locales, la gobernabilidad campesina, la rendición de cuentas, la pla-neación estratégica y las auditorías sociales.

La ANEC se ha convertido en uno de los actores centrales de la movilización social de los años recientes. Destaca su ca-pacidad para construir alianzas y procesos sociales en lo que fue el Movimiento El Campo no Aguanta Más (Mecnam) y en la Campaña Sin Maíz No Hay País; su participación en el Mo-vimiento Indígena y Campesino Mesoamericano (Moicam), en el Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (CO-NOC), en las coaliciones civiles trinacionales contra el Trata-do de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y en el Movimiento en Defensa de la Economía Familiar.

Estas alianzas implican tolerancia, respeto mutuo, proyectos comunes, pero también el reconocimiento de las adversidades, de las debilidades y de los riesgos que implica tratar de esta-blecer nuevos canales de diálogo con el Estado. El papel de la ANEC aquí trasciende al promover como método de trabajo la autocrítica, la discusión, el análisis y la retroalimentación.

En la búsqueda por redimensionar la acción campesina, destaca la defensa por la soberanía alimentaria como un ele-mento de confluencia entre estos procesos sociales y la mi-sión central de la ANEC.

De “El campo no aguanta más” a “Sin maíz no hay país”RENOVANDO PARADIGMAS

Enrique Pérez S.Coordinador de Prensa y Comunicación de la ANEC

Transcurridos los primeros dos años del gobierno de Vi-cente Fox, y ante la entrada del año diez del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN),

el 22 de noviembre de 2002 once organizaciones campesinas dieron a conocer un manifiesto a la nación denominado Seis Propuestas para la Salvación y Revaloración del Campo Mexicano, bajo el lema de ¡El campo no aguanta más!

Esas organizaciones signantes fueron la Asociación Mexi-cana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS), la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC), la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), la Unión Nacional de Orga-nizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA), la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales (Red Mocaf), la Unión Nacional de Organiza-ciones de Forestería Comunal (Unofoc), la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca (CEPCO) Frente Democrático Campesino de Chihuahua (FDC) y el Frente Nacional para la Defensa del Campo Mexicano (FNDCM).

Luego de acciones públicas, como plantones, ayunos, marchas, foros y alianzas con sindicados fue que los medios de comunica-ción empezaron a denominar esta movilización como el Movi-miento El Campo No Aguanta Más (MECNAM). Las 11 partici-pantes afirmaban en su manifiesto ser organizaciones rurales “con

presencia en los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional. Luchando desde hace años para que la agricultura sea un modo digno de vida para las familias del campo (..) para que nuestro país recupere su soberanía alimentaria, para que nuestros com-patriotas de la ciudad dispongan de alimentos baratos y de buena calidad (…) por preservar y mejorar nuestros recursos naturales (…) luchando por los derechos y la cultura de los pueblos indios”.

El MECNAM enarboló las siguientes demandas: moratoria al apartado agropecuario del TLCAN; programa emergente 2003 y de largo plazo 2020; una verdadera reforma financiera rural; asignación de 1.5 por ciento del PIB para el desarrollo productivo y un porcentaje igual para el desarrollo social y ambiental del sector rural en 2003; inocuidad y calidad agroa-limentaria para los consumidores mexicanos, y el reconoci-miento a los derechos y la cultura de los pueblos indios.

El ANC. Después de cinco meses de debate nacional y mo-vilizaciones campesinas a favor de una nueva política agro-pecuaria y un nuevo trato entre el Estado y la sociedad rural, el 28 de abril de 2003 se firmó un Acuerdo Nacional para el Campo (ANC) entre el Ejecutivo federal y la mayoría de las organizaciones involucradas en el proceso de diálogo y nego-ciación, contando con la adhesión de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) y de las cámaras de Diputados y de Senadores. El ANC reconoce la crisis rural, el fracaso de las políticas agrícolas gubernamentales y la necesidad de una nueva política y un nuevo trato hacia el campo. El ANC fue resultado de la movilización campesina, de sus aliados de la ciudad y de una opinión pública favorable. La agenda de ne-gociación fue la agenda del movimiento campesino y no la del Ejecutivo federal. Esto es lo opuesto a los acuerdos gobierno-organizaciones rurales que se llevaron a cabo para avalar las modificaciones al artículo 27 constitucional y la negociación del capítulo agropecuario del TLCAN entre 1991 y 1993.

El fraude y la continuidad. Después del fraude electoral del 2006, el movimiento social y en especial el campesino se encontraba en “estado de coma”. Se presentía que el nuevo gobierno ilegítimo continuaría con las mismas políticas an-ticampesinas que habían prevalecido en los 25 años previos.

México inició el 2007 con una crisis alimentaria, que hoy prevalece. Entonces faltaba tan sólo un año para la liberali-zación total del TLCAN, que desgravaría completamente el maíz, el frijol, la leche en polvo y el azúcar, y un grupo de or-ganizaciones campesinas y sociales decidieron lanzar la Cam-paña Nacional en Defensa de la Soberanía Alimentaria y de la Reactivación del Campo Mexicano, con el lema Sin Maíz no Hay País y Sin Frijol Tampoco. ¡Pon a México en tu Boca!

Así, el 25 junio de 2007 se lanza la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay Pais, impulsada por más de 300 organizaciones campesinas, urbanas, de consumidores, grupos ambientalistas, de mujeres, de derechos humanos, representantes de la coope-ración internacional, intelectuales, artistas, científicos, estu-diantes y ciudadanos de varias entidades del país. Desde su na-cimiento hasta la fecha el objetivo central ha sido sensibilizar a la población de la importancia de lograr la soberanía alimenta-ria nacional fortaleciendo la producción campesina de México, mediante políticas públicas favorables y un proyecto alternativo para el campo y el país, incluyente, justo, sustentable y solidario.

La Campaña ha vivido tres etapas: en la primera, de junio de 2007 a marzo del 2008, además de colocar el tema del campo y los campesinos en la opinión pública nacional, se lanzaron diez demandas, de las que tres ocuparon el lugar central: La renego-ciación del TLCAN, sacando al maíz y al frijol de este tratado para protegerlos ante la apertura indiscriminada y total prevista a partir del uno de enero de 2008; la prohibición de la siembra de maíz transgénico en el país y la protección de semillas nativas, y la exigencia de nuevas políticas públicas en defensa del campo, los campesinos y la soberanía y seguridad alimentarias.

En la segunda etapa, de junio de 2008 a junio de 2009, en el contexto de una aguda crisis alimentaria y económica nacional e internacional, la Campaña entró en escena bajo el lema “Alimentos campesinos para México. ¡El hambre no espera!”, reafirmando las demandas anteriores, y enfatizan-do en la lucha por elevar a rango constitucional el derecho a la alimentación. En la tercera etapa, la actual, se ha forta-lecido la lucha contra los transgénicos y el uso de tierras y alimentos para agrocombustibles.

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Beatriz Canabal Cristiani

Cada ciclo productivo miles de traba-jadores indígenas, principalmente de Guerrero y Oaxaca, arriban a los

campos agrícolas del noroeste. Son hom-bres, mujeres y niños que, sin regulación alguna, se emplean en largas y extenuantes jornadas con salarios bajos y casi nulas pres-taciones sociales; sufren explotación por par-te de grandes agronegocios exportadores de hortalizas con altos niveles de capitalización y modernización de su proceso productivo.

La organización de los jornaleros agríco-las en el noroeste ha tenido serias dificul-tades al tratarse de población que cambia frecuentemente sus lugares de trabajo y ha tropezado con los intereses de los empresa-rios; de centrales como la Confederación de Trabajadores de México (CTM), que contro-lan las relaciones de trabajo, y de interme-diarios y enganchadores.

Existe el control corporativo encabezado por la CTM, y que les cobra al momento en que empiezan a laborar en las empresas. Esta cen-tral –que no tiene contacto con las bases y que funciona de manera vertical– controla unos 200 mil trabajadores agrícolas en todo Sinaloa.

Al margen de este corporativismo que surgió en los años 20s, hemos identificado tres vertientes organizativas con orígenes distintos y diferentes propuestas y estrate-gias. Parten de una mirada común hacia la problemática jornalera e intentan, con grandes dificultades, frenar las violaciones a los derechos laborales y a los derechos

humanos en general, pero se distinguen en cuanto a la percepción de los jornaleros como actores sociales.

Una vertiente, la obrero-sindical, los se-ñala básicamente como trabajadores; otra revisa con más detalle su procedencia étni-ca como sello de sus condiciones laborales y de vida en los lugares de trabajo y plantea la necesidad de generar organizaciones in-dígenas, y la tercera considera que se deben defender los derechos de estos trabajadores desde que salen de sus comunidades.

La vertiente obrero sindical. Estuvo re-presentada por la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), cuya orientación era mejorar las condiciones laborales. José Zavala, dirigente del Sindica-to Independiente de Obreros y Campesinos de Sinaloa, señala que “los logros los fuimos obteniendo a base de huelgas y de encarcela-miento de nosotros y cuando se dieron cuen-ta de que nosotros estábamos defendiendo a los trabajadores, se firmó un convenio para los trabajadores a través de la CTM”. Este lí-der manifestó siempre la importancia de po-der tener la titularidad del sindicato y un re-gistro para poder firmar contratos colectivos.

A esta vertiente de lucha se le ha criticado por considerar solamente el carácter obrero de los jornaleros sin tomar en cuenta que son campesinos y que son originarios de regio-nes indígenas. Se trata, dicen, de una opción fundamentalmente industrialista, urbana, rígida, que no percibe que se trata de jorna-leros temporales y que parte de su sustento lo logran a partir de sus propias parcelas.

La vertiente indígena. Este tipo de orga-nizaciones surge porque la problemática no sólo es laboral; también tiene un carácter ét-nico fundamental, y sus demandas son más amplias, al incorporar los derechos humanos y los colectivos.

Las demandas de este nuevo tipo de pro-puestas organizativas hacen referencia al ca-rácter obrero de los jornaleros, a sus rasgos étnicos y a su condición de población asenta-da alrededor de los campos de trabajo. Entre otras son el respeto a los derechos laborales, el acceso al Seguro Social, el respeto a los derechos humanos como pueblo indígena y a los derechos de las mujeres y los niños.

Según un estudio reciente (Ortiz, 2007), esta vertiente ha tenido acciones y logros im-portantes como denunciar las violaciones a los derechos laborales, el envío de denuncias a las autoridades, la construcción de albergues y la difusión de la problemática jornalera por distintos medios incluida la radio. Se han ges-tionado actas de nacimiento y credenciales de elector, se han resuelto problemas con el

Seguro Social, se han hecho gestiones ante la Secretaría del Trabajo y se han ganado “pleitos pequeños a empresas”, de acuerdo con un tes-timonio de Juan López, del Frente de Unifica-ción de Lucha Triqui. Hay sin embargo críti-cas a esta vertiente: José Zavala, mencionado arriba, opina que algunas de las organizacio-nes indígenas “son muy sectarias” y “no puede haber un sindicato indigenista. El sindicato debe servir para defender a todo el mundo”.

La vertiente indígena regional está sur-giendo desde la región de la Montaña de Guerrero y concibe que los problemas de los jornaleros deben ser resueltos desde que sa-len de sus comunidades y su alternativas de solución deben establecerse entre las regio-nes y los gobiernos de origen y destino.

La presencia de los distintos frentes de lu-cha muestra que los migrantes jornaleros de hoy debieran estar presentes en sus especi-ficidades como trabajadores en los campos, como integrantes de pueblos indios con una historia de lucha regional, como mujeres y niños con sus propias demandas y como co-muneros, todos con necesidades locales.

Las organizaciones independientes de los jornaleros agrícolas enfrentan muchos obstá-culos empezando porque no son bien vistas por las centrales priístas ni por los empresa-rios. Su camino es difícil, pero tienen pro-puestas para superar esas limitaciones. Son muchos frentes en los que tienen que pelear y pocas batallas las que se pueden ganar, pero en ocasiones las han ganado y eso es un avance importante. Este artículo derivó de un libro de la autora, Hacia todos los lugares. Migración jornalera indígena de la Montaña de Guerrero, UAM-Xochimilco, CIESAS, SAI, UNISUR, México, 2008.

CÓMO SE ORGANIZAN LOS JORNALEROS

RECHAZAMOS LA SIEMBRA DE MAÍZ TRANSGÉNICOPODEMOS DUPLICAR LA PRODUCCIÓN DE MAÍZ SIN TECNOLOGÍAS

RIESGOSASNO A LOS MONOPOLIOS NI A LA PRIVATIZACIÓN Y CONTAMINACIÓN

DE NUESTRO MAÍZSI A LA SOBERANÍA ALIMENTARIA Y A LA INVESTIGACIÓN PÚBLICA

Las organizaciones campesinas que integramos el Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas rechazamos enérgicamente la autorización ilegal e irresponsable de la Sagarpa y la Semarnat de 22 permisos para la siembra experimental de maíz transgénico a favor de Monsanto y Dow AgroScience/Pioneer Hi-Bred en los estados de Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Tamaulipas por las siguientes razones:1. Los permisos son ilegales porque violan la Ley de Bioseguridad sobre

Organismos Genéticamente Modifi cados (LBOGM) al no establecer previamente el Ejecutivo Federal un régimen especial de protección para los cultivos en los cuales México es centro de origen, en especial del maíz (Art. 2, fracción XI), al no determinar previamente las áreas del territorio nacional consideradas como centros de origen y diversidad genética del maíz (Art. 2, fracción XI; Art. 3, fracción IX) y porque se fundamentaron en una modifi cación al reglamento de la LBOGM que violó la Ley Federal del Procedimiento Administrativo.

2. Los permisos refl ejan el carácter autoritario del gobierno de Felipe Calderón y de los secretarios de Agricultura y Medio Ambiente al rehuir el debate público sobre un tema de interés nacional y al desestimar centenares de opiniones fundadas de organizaciones campesinas e indígenas, grupos ambientalistas, organismos de derechos humanos, asociaciones de científi cos, académicos y profesionales de la nutrición; organizaciones de consumidores y de cientos de miles de ciudadanos de a pié. Incluso se desestimó el llamado urgente a la moratoria de la siembra de maíz transgénico hecho por el Dr. José Sarhukán, ex rector de la UNAM, presidente de la Comisión Nacional de Biodiversidad, premio nacional de Ciencias y Artes y uno de los investigadores en biología evolutiva más destacados a nivel mundial.

3. Los permisos favorecen a los monopolios y contravienen la Ley Federal de Competencia Económica dado que Monsanto posee la propiedad del 90% de las patentes a nivel mundial de semillas transgénicas de maíz. La Sagarpa y la Semarnat están capturadas por los monopolios, favorecen sus intereses en México y le dan la espalda a la investigación pública y al desarrollo tecnológico autónomo de México.

4. Los permisos profundizan la dependencia alimentaria y tecnológica de México del exterior y en especial de las grandes corporaciones agroalimentarias al obligar a los productores nacionales a comprar año como año las semillas transgénicas en los precios y condiciones de

monopolio establecidos por Monsanto y Dow/Pioneer. Además de que no aumentan los rendimientos por hectárea.

5. Los permisos están orientados no a resolver ningún problema nacional sino a impulsar las ventas de Monsanto en México por un monto anual de 400 millones de dólares (paquete semilla transgénica Monsanto más herbicida Monsanto) y a favorecer la reversión de la situación de pérdida por 233 millones de dólares que dicho monopolio ha reportado en sus informes fi nancieros al cuarto trimestre de 2009 (año fi scal estadounidense), superiores a las pérdidas por 172 millones de dólares registradas en 2008. Las acciones de Monsanto se han desplomado en 23.2% en dicho periodo. En este sentido, los secretarios Francisco Mayorga de Agricultura y Juan Rafael Elvira de Medio Ambiente, lejos de desempeñarse como Secretarios de Estado, están capturados y se comportan como simples agentes de ventas del monopolio estadounidense.

6. Los permisos están dirigidos a una minoría de agricultores “triple R” (ricos, rentistas, de riego) –los hijos predilectos del régimen– que son los que se han benefi ciado con las inversiones públicas en obras de riego y que concentran la gran mayoría de los subsidios al campo: Procampo, Apoyos a la Comercialización, Activos Productivos, Diesel Agrícola, Subsidios a agua y a las Tarifas Eléctricas para bombeo, Garantías Líquidas, Apoyos para la Compra Consolidada de Fertilizantes, Crédito, Apoyos tecnológicos, etc. Los hijos predilectos del régimen, además, practican una agricultura irresponsable, depredatoria, que concentran subsidios públicos y externalizan a la sociedad los daños ambientales: desperdicio del agua, agotamiento de mantos acuíferos, ensalitramiento de suelos, contaminación de agua y suelos con agroquímicos, monocultivos sin rotación, excesivo consumo de gasolina y diesel, altas emisiones contaminantes, etc. Los hijos predilectos del régimen buscan ganancias a cualquier costo; no tienen responsabilidad social ni mucho menos con el patrimonio nacional que representa la diversidad de maíces mexicanos. Por eso son presa fácil de Monsanto: tienen los mismos principios y valores.

7. Los permisos propiciarán la depreciación del valor del maíz blanco nacional para consumo humano y México perderá su calidad de primer productor mundial de maíz blanco para consumo humano al permitir la contaminación de los campos de cultivo con materiales genéticamente modifi cados con lo cual el mercado castigará el precio del maíz blanco depreciándolo al nivel del precio del maíz amarillo para uso forrajero y/o industrial. Este hecho impedirá que los productores de maíz blanco para consumo humano dejen de recibir un sobreprecio de 40 a 50 dólares que paga el mercado internacional. Lo anterior representaría pérdidas para los productores de maíz blanco del orden de 8 mil millones de pesos anuales. Además, por la contaminación transgénica de los campos de cultivo de maíces blancos nuestro país perdería el lugar que hoy ocupa como primer productor de maíz blanco del mundo. En lugar de preservar y capitalizar este valor especial y distintivo (México: país libre de transgénicos, primer productor y exportador mundial de maíz blanco no transgénico), el gobierno mexicano “comoditiza” y pierde este valor único y hace perder a México, no sólo un patrimonio nacional y de la humanidad, sino una extraordinaria ventaja competitiva. Todo por aumentar las ventas de Monsanto.

8. Los permisos representan un riesgo innecesario porque se puede duplicar la producción de maíz con tecnologías seguras y a nuestro

alcance como lo sabe el Secretario de Agricultura. Diversas organizaciones campesinas de Jalisco, Nayarit, Michoacán, Guanajuato, Chiapas, Veracruz y Campeche han demostrado que se pueden duplicar los rendimientos de maíz en zonas de temporal y obtener 15 toneladas y más por hectárea utilizando el método científi co campesino de mejoramiento de los suelos y siembras de alta densidad con semillas nativas e híbridas no transgénicas. Para duplicar la producción nacional de maíz no hacen falta espejitos ni cuentas de vidrio que ofrecen los monopolios (“semillas milagrosas”). Hace falta una política de Estado de largo plazo que impulse una agricultura más sustentable y que confíe en la mayoría de los productores del país (los productores pequeños y medianos de temporal) y en los centros públicos de investigación y en sus excelentes investigadores mexicanos.

El CONOC exige al gobierno federal la cancelación de los ilegales e irresponsables permiso de siembra experimental de maíz transgénico y la puesta en marcha de una política de Estado de largo plazo para el impulso a la producción de alimentos con base en la agricultura campesina, en una agricultura más sustentable y en la preservación de nuestro patrimonio y valores competitivos como centro de origen y diversifi cación genética del maíz y como primer productor mundial de maíz blanco para consumo humano.

El CONOC hace un respetuoso llamado a todas las organizaciones campesinas e indígenas a que expresen públicamente su rechazo a las siembras de maíz transgénico y a que ACTÚEN HOY en defensa de la soberanía alimentaria y la agricultura campesina. Mañana podría ser demasiado tarde.

El CONOC respalda plenamente las acciones de la Campaña Nacional Sin maíz no hay país e invita a las organizaciones de la sociedad civil y a los movimientos en defensa de la economía popular y por soberanía alimentaria y energética a sumarse activamente a la defensa de los maíces de todos los mexicanos.

¡Petróleo, electricidad y maíz, pilares de la soberanía nacional!¡No a la privatización de nuestros recursos estratégicos!

¡Sin maíz no hay país!¡Alimentos campesinos para México!

¡El hambre no espera!

Atentamente,

Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas CONOC:

Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS)Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del

Campo (ANEC)Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC)

Coordinadora Estatal de los Productores de Café de Oaxaca (CEPCO)Frente Democrático Campesino de Chihuahua (FDC)

Movimiento Agrario Indígena Zapatista (MAIZ)Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales (Red MOCAF)

www.conoc.org.mx [email protected]

Su camino es difícil, pero tienen

propuestas para superar esas

limitaciones. Son muchos

frentes en los que tienen que

pelear y pocas batallas las

que se pueden ganar, pero en

ocasiones las han ganado y

eso es un avance importante

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Carlos Toledo Manzur

El campo mexicano se encuentra en una grave situación desde hace mu-chos años, tanto en los aspectos econó-

micos, como en los sociales y ambientales, la cual se ha recrudecido recientemente debido tanto a la crisis alimentaria como a la econó-mica global. Por ello, sigue siendo un asunto de primordial importancia la reforma de las políticas públicas aplicadas al sector rural con el fin de impulsar un nuevo modelo de desa-rrollo integral y sustentable que permita recu-perar el crecimiento económico y superar los graves desequilibrios y rezagos en este sector.

En efecto, desde hace más de 30 años el sector rural se encuentra estancado sin avan-ces reales en su producto interno El modelo económico desarrollado en las dos décadas anteriores no ha logrado reactivar la produc-ción rural y sí ha profundizado la desigual-dad y la polarización. A pesar de las expec-tativas de la apertura comercial, la balanza comercial agroalimentaria mantiene un im-portante déficit de poco más de seis mil mi-

llones de dólares anuales (en 2008), mientras que nuestro país sigue siendo dependiente de las importaciones de granos básicos, prin-cipalmente de maíz y de soya, vulnerando nuestra soberanía alimentaria.

Las políticas públicas siguen teniendo un carácter regresivo y continúan apoyando con acciones de fomento productivo principalmen-te a los productores empresariales del norte del país, mientras que la población mayorita-ria de los campesinos pobres se margina cada vez más de los mercados, no tiene acceso a los

apoyos para mejorar su producción y sólo se le destina ayudas asistenciales que no le permiten su mejoramiento estructural y productivo.

Así, la muy grave situación social del campo ha empeorado en los años recientes. Existen más de 12 millones de habitantes rurales que viven en pobreza extrema (alimentaria), lo que representa el 32 por ciento de la población que habita en localidades menores de 15 mil habitan-tes; esto significa que seis de cada diez de los po-bres extremos se encuentran en el campo; mien-tras tanto, quienes padecen pobreza patrimonial ascienden a 23.4 millones, equivalentes a 60.8 por ciento del total de habitantes del campo.

Y los recursos naturales continúan de-teriorándose; aunque son la base de la pro-ducción primaria, son sometidos a serios procesos de destrucción: más de dos terceras partes de los suelos se encuentran erosiona-dos, la contaminación y el agotamiento de las fuentes y cuerpos de agua se incrementan y la deforestación disminuye la superficie forestal y profundiza los procesos de destruc-ción de la biodiversidad.

La política de desarrollo rural iniciado hace dos décadas ha seguido la visión del modelo neoliberal, profundizando la polari-zación y las desigualdades sin lograr resulta-dos positivos para el campo y sus habitantes; además, el enfoque de la política para el sec-tor primario sigue siendo sectorial y descoor-dinado, ya que a pesar de las disposiciones de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable (LDRS), la articulación de los programas de las diversas instituciones deja mucho qué desear y el Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural (PEC) se integra prácticamente sólo en el papel.

Los espacios de participación de la so-ciedad para la planeación y conducción del desarrollo rural son simulados, y la relación con las organizaciones campesinas tiene un carácter fuertemente clientelar y no se esta-blece a partir de acuerdos estratégicos sobre la política rural, debido a que el gobierno federal impulsa una visión que la mayoría de los productores no comparte. Además, existe en el gobierno federal una tendencia hacia la centralización en la conducción del desarrollo del campo y de freno al pro-ceso federalista.

Por todo lo anterior se requiere urgente-mente un viraje.

Las otras políticas públicas

NUEVO MODELO PARA EL CAMPO

SE DEBE IMPULSAR LAS SIGUIENTES LÍNEAS DE POLÍTICA PÚBLICA:

1 Fortalecer el crecimiento y la integra-ción de los presupuestos públicos al cam-po, orientándolos prioritariamente hacia los productores pobres del sur del país.

2 Reorientar la políti ca general con base en los conceptos de soberanía y seguri-dad alimentarias para desti nar mayores apoyos a la producción de granos bási-cos y a la reducción de la dependencia externa, a fi n de sanear la balanza co-mercial y fortalecer la producción de alimentos para la autosufi ciencia de las familias y comunidades (especialmente las más pobres y marginadas), las regio-nes, los estados y el país.

3 Impulsar una políti ca de fuerte conte-nido territorial que reconozca la enor-me diversidad regional de los sistemas producti vos y las dinámicas socioeco-nómicas y culturales para aplicar una políti ca diferencial en coherencia con las parti cularidades geográfi cas sobre la base de una intensa parti cipación de la sociedad y en la planifi cación a me-diano y largo plazos como producto de la concertación entre los diferentes ac-tores públicos, privados y sociales.

4 La superación de la pobreza rural debe ser uno de los objeti vos primordiales de la políti ca de desarrollo rural del país. Por ello las políti cas públicas de fomen-to económico deben priorizar la aten-ción integral a los campesinos pobres, para lograr su seguridad alimentaria, por medio del apoyo a sus sistemas pro-ducti vos como el traspati o y la milpa, a proyectos producti vos estratégicos, a la capacitación y asistencia técnica y a la transferencia de tecnología adecuada;

por medio también del acercamiento de servicios fi nancieros y del vínculo a los mercados con mecanismos efi cientes de comercialización, entre otros aspectos.

5 En coherencia con el mandato de la LDRS, se debe reforzar la coordinación insti tucional para aplicar una políti ca rural integral y arti culada, para lo que es nece-sario reforzar la Comisión Intersecretarial y el sistema de consejos para el desarrollo rural sustentable, pero sobre todo con-solidar el PEC a fi n de lograr una mayor y más efecti va arti culación de los progra-mas de la disti ntas insti tuciones de apo-yo al campo, tanto en el ámbito nacional como en el estatal, distrital y municipal.

6 Fortalecer la transparencia, rendición de cuentas y evaluación de los progra-mas orientados al desarrollo rural. Las acciones llevadas a cabo por los ejecu-ti vos estatales y federal deben ser eva-luadas externamente por los poderes legislati vos respecti vos, sin demérito de los componentes de evaluación y se-guimiento al interior de los programas.

7 A parti r de la LDRS, que representa un parteaguas en el diseño insti tucional para la concurrencia, e incluye lineamientos estratégicos de largo aliento para el sec-tor, se debe conti nuar el trabajo legislati -vo y completar el marco jurídico que dote al campo de instrumentos legales que apoyen la implementación del modelo integral y sustentable que se requiere.

8 Se debe fortalecer el federalismo en el diseño, operación y evaluación de la po-líti cas rurales, por medio de un reforza-miento del papel y las atribuciones de las enti dades federati vas. Es necesario pro-fundizar el modelo de descentralización que inició Alianza para el Campo, y que se conti núa con la modalidad uno de eje-cución de los programas de la Secretaría de Agricultura, para extenderlo a todos los programas de apoyo al campo de las

diferentes dependencias. Se requiere cul-minar el proceso de transferencia de los distritos de desarrollo rural a los gobier-nos estatales para fortalecer su carácter operati vo y consolidar el papel normati vo y de orientación estratégica de las insti -tuciones federales. En los procesos de federalización, se debe consolidar la vi-sión integral y territorial para que no sea sólo una transferencia administrati va, y así aprovechar la oportunidad para un in-tenso trabajo de reingeniería de procesos que refuerce las capacidades de las orga-nizaciones sociales para parti cipar como interlocutores y corresponsables.

9 Impulsar una nueva visión de reconver-sión producti va para el logro de acti vida-des económicas rurales modernas, sos-tenibles y equitati vas, concebidas como un sector ampliado que trasciendan la producción primaria y sean capaces de jugar un papel dinamizador de la econo-mía regional; que impliquen un fuerte contenido agro ecológico, y que incor-poren los criterios de sanidad, inocuidad y fomento de los productos orgánicos y sustentables. La inclusión de esquemas de identi fi cación, valoración y retribu-ción para la protección de servicios am-bientales, y de integración con prácti cas sustentables de manejo de recursos naturales es una de las vías innovadoras y de gran potencial para equilibrar la in-teracción de las ciudades con su región.

10 Incorporar de manera plena los cri-terios de conservación ambiental en todos los ámbitos del desarrollo rural a fi n de detener y reverti r los procesos de deterioro ecológico como la conta-minación, la destrucción de los suelos, la deforestación, la pérdida de la biodi-versidad natural y de la agro biodiversi-dad y la desestabilización y agotamien-to de los recursos hídricos. El manejo del agua y la conservación de los suelos debe ser un instrumento prioritario del fomento producti vo.

11 Se requiere consolidar la estrategia de apoyo integral a las cadenas agro alimentarias reforzándolas como instru-mentos de concertación, programación y planeación para que den racionalidad técnico-económica y viabilidad social a los sistemas-producto. Las insti tuciones gubernamentales, como representantes del interés general, deben mediar entre los diversos intereses que se expresan en los procesos de integración de estas cadenas para lograr la concertación ne-cesaria y la planeación estratégica que permita el mejoramiento de la competi -ti vidad global y la equidad social.

12 Es indispensable la promoción y el apoyo a estrategias comerciales que rescaten la identi dad regional de los productos con el fi n de que consti tuyan una vía de inserción en los mercados nacional e internacional, aprovechando las ventajas competi ti vas. Se trata de lograr una oferta de calidad, con ma-yor presencia de marca en el mercado y con mejor capacidad de negociación de las condiciones del intercambio por parte de los productores.

13 Se necesita impulsar un sistema in-tegral de servicios fi nancieros para el campo, que apoye y esti mule una cul-tura del ahorro y el crédito en el sec-tor, ya que la enorme mayoría de los productores no ti ene acceso a servicios fi nancieros. Este sistema debe agluti nar diversos servicios e incorporar a la ban-ca comercial a parti r de esquemas mix-tos de fi nanciamiento para promover el crédito al campo desde las insti tuciones de banca social, así como formar recur-sos humanos especializados para aten-der al sector de la producción primaria.

14 Es necesario fortalecer la políti ca internacional para mejorar el posicio-namiento del sector agro alimentario en los mercados globales Se debe buscar la actualización y la revisión del Tratado

de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en materia agropecuaria, debi-do a que el contexto ha cambiado con respecto a cuando éste se fi rmó y a que las condiciones de los productores mexi-canos no han evolucionado como se su-ponía al momento de la negociación.

15 Deben impulsarse y consolidarse las acciones de capacitación, asistencia téc-nica y transferencia tecnológica, ya que el éxito de las inversiones en proyectos producti vos depende fuertemente de que exista un esquema efi caz de pres-tación de servicios profesionales para lograr el fortalecimiento del capital hu-mano y social de los productores, espe-cialmente de los más desfavorecidos.

16 Se debe hacer un esfuerzo especial de carácter presupuestal y logísti co para impulsar de manera intensa la investi -gación cientí fi ca y tecnológica en todos los ámbitos de la producción rural, ya que este elemento consti tuye sin duda una de las principales palancas para el desarrollo de la competi ti vidad. Se debe incrementar sustancialmente los apoyos a las universidades e insti tutos de inves-ti gación y reorientar sus líneas de trabajo para atender las necesidades de las ca-denas agroalimentarias y las regiones.

17 Se debe impulsar una alianza con las organizaciones campesinas sobre la base de acuerdos estratégicos de po-líti ca pública. Es necesario superar los esquemas clientelares para buscar una relación basada en las coincidencias de enfoque y visión de largo plazo sobre el campo. Se requiere fomentar la orga-nización económica de base y asignar apoyos sobre la base de proyectos con fundamento técnico y viabilidad eco-nómica. Es muy importante lograr una mayor apertura de los espacios de par-ti cipación para las organizaciones en los ámbitos territorial y sectorial.

Existen más de 12 millones de

habitantes rurales que viven en

pobreza extrema (alimentaria), lo

que representa el 32 por ciento

de la población que habita en

localidades menores de 15 mil

habitantes; esto signifi ca que seis

de cada diez de los pobres extremos

se encuentran en el campo

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14 de noviembre de 2009 19

Yolanda Massieu

De los jornaleros agrícolas impre-sionan las condiciones en que tra-bajan: miseria, insalubridad, viola-

ción a sus derechos humanos y precariedad. Algunos son indígenas monolingües y la mayoría no concluyó la primaria. En con-traste, sus patrones, involucrados en merca-dos globales, son empresarios informados, al tanto de los precios externos, con nivel de educación superior. Recuerdan a los jugado-res (algunos lo son), pues incursionar en los productos agrícolas exportables (hortalizas, frutas y flores) es como apostar en la rule-ta. Estos empresarios disputan los mercados con sus pares estadounidenses. General-mente son emprendedores y para lograr más rentabilidad están atentos a las innovaciones tecnológicas (IT), en especial las extranje-ras, ofrecidas por las multinacionales que venden los insumos.

Respecto de la relación entre la IT y los jornaleros, durante varios años analicé cua-tro casos: la producción de flor en Villa Guerrero, estado de México; de papa en Coahuila, Guanajuato, Estado de México y Puebla; de jitomate y hortalizas en Sinaloa, y de papaya en Veracruz y Chiapas. Todos partícipes de la agricultura globalizada (de exportación y con vínculos con el exterior vía la compra de insumos y los tratados co-merciales), que crece a partir de los años 80s, con las políticas neoliberales iniciales. Esto, en el marco de un cambio en la división del trabajo agrícola internacional: los países centrales se vuelven exportadores de granos básicos y varios países periféricos pierden su autosuficiencia alimentaria (como México) y dedican el sector rentable de su agricultura a producir hortalizas, frutas y flores, tanto para exportación como para los consumidores na-cionales de altos ingresos.

El interés es indagar cómo opera la ITcomo dispositivo de poder en las cadenas agrícolas globales y cómo afecta a los jorna-leros. La aparición de la biotecnología y la genómica agrícolas, en manos de grandes corporaciones globales, moldea y genera re-laciones sociales en la agricultura y afecta a los actores involucrados. Las corporaciones invierten grandes sumas en investigación para obtener nuevas variedades (transgénicas y convencionales), mientras la inversión en investigación de los países subdesarrollados es mínima. Casi todos los empresarios de la agricultura globalizada dependen de las cor-poraciones para la compra de la semilla.

En el caso de las flores hay una división entre la floricultura tradicional, a cielo abier-to, y la intensiva de invernadero, que es la que exporta, sus insumos son importados y los productores dependen de multinaciona-les para la compra del material genético.

En la papa existió un proyecto de genera-ción endógena de variedades transgénicas re-sistentes a virus, a partir de un convenio en-tre Monsanto y el Centro de Investigaciones Avanzadas (Cinvestav) del Politécnico. Las variedades fueron creadas, pero no llegaron a comercializarse y el virus al que son resis-tentes no representa un problema importan-te para los productores. La IT que aplican los grandes productores es la producción de se-milla libre de enfermedades en laboratorios de cultivo de tejidos, una biotécnica suave,

que no es ingeniería genética. Existen pocos laboratorios en el país, pero los empresarios los consideran un eslabón estratégico.

Las hortalizas en Sinaloa son una rama paradigmática en los cultivos exportables. El jitomate se exporta desde principios del siglo XX. Las innovaciones comprenden la plasticultura con fertirrigación, y las semi-llas y los insumos son comprados a multina-cionales. En Sinaloa la Fundación Produce prueba las diversas variedades comerciales y proporciona información a los productores. Para estos empresarios no funcionó el jito-mate transgénico FlvrSvr de larga vida de anaquel y encontraron una variedad israelí convencional (Divine Ripe) con la misma característica, que les permitió un aumen-to de productividad importante. Se tiende a realizar toda la producción en invernadero, pues aumenta la productividad, se ahorra agua y se controlan las plagas.

El caso de la papaya es importante por-que México y el Caribe son centro de origen de la fruta, si bien las papayas nativas mexi-canas ya no se siembran porque la variedad cubana Maradol, de mejores características comerciales, domina el mercado. Existe en el Cinvestav un proyecto de generar de va-riedades transgénicas resistentes al virus de la mancha anular, que es un problema sig-nificativo, pues se pierde hasta 40 por ciento de la cosecha por esta plaga. También hay investigación de resistencia con variedades convencionales. Una empresa cubano-mexi-cana produce la semilla, están surgiendo pequeñas compañías semilleras y algunos productores prefieren producir su propia se-milla. Parece ser que en las variedades na-tivas hay mayor resistencia al virus y en el Cinvestav se experimenta con variedades transgénicas resistentes.

En cuanto a los trabajadores, la floricul-tura emplea básicamente a jóvenes de la lo-calidad, con alta rotación, es frecuente que pasen de una empresa a otra sin cambiar sus condiciones. Es una gran generadora de empleo: el invernadero requiere unas mil jornadas por hectárea al año. En los 80s se prefería contratar a mujeres y actualmente, ante la migración y la escasez de mano de obra, se contrata a ambos géneros. El pago es a destajo y los ingresos son mínimos: un peso por ramo armado en el centro de acopio y la cuota mínima es de cien ramos por día. Es decir cien pesos diarios en el 2007.

En la papa, en Guanajuato los jornaleros son básicamente mujeres y niños, pues los hombres adultos migran. En 2000 se paga-ban cien pesos por jornada. Los laboratorios de cultivo de tejidos ofrecen un nuevo tipo de empleo, básicamente para mujeres. Si bien la cantidad de empleos generada es mí-nima, los empresarios ven futuro como pro-ductores de semilla si se abre el mercado de papa fresca (dependen de Canadá y Holanda para obtener la planta madre).

A la producción de hortalizas en Sinaloa migran indígenas muy pobres de Guerrero y Oaxaca desde hace varias décadas. Viajan las familias completas en condiciones difíci-les y el trabajo infantil es una constante. Es patente la estratificación entre jornaleros y jornaleras indígenas, algunos de ellos mono-lingües, sin primaria concluida, y las traba-jadoras de los invernaderos, que son locales y con mayor escolaridad. En caso de gene-ralizarse la producción total en invernadero, posiblemente se excluiría a los jornaleros indígenas. Los múltiples intentos de sindica-lización han fracasado y recientemente pa-recen ser más frecuentes las organizaciones étnicas que reivindican derechos humanos y laborales. La población jornalera de Sinaloa

generalmente regresa a sus pueblos en Gue-rrero y Oaxaca, un mínimo porcentaje busca suerte en Baja California y/o del otro lado de la frontera. Se paga por destajo, con un sala-rio que oscilaba entre 56 y 80 pesos diarios en promedio en 2001. Este salario se reduce porque los migrantes tienen que recurrir a las tiendas de abarrotes de los campamen-tos, con precios altos. En algunos casos no pueden salir y no se permite la entrada a visitantes. Puede ser que se queden días sin trabajar, cuando el precio en Estados Unidos no resulta costeable.

En la producción de papaya en Veracruz se contrata fuerza de trabajo local, y en Chia-pas, guatemalteca. La producción es para consumo nacional y para el exterior. México es el principal exportador mundial de papa-ya. El empaque para el mercado externo, realizado por mujeres, comprende lavado y clasificación de la fruta y es una labor dife-renciada del trabajo en los campos, donde trabajan hombres y mujeres. El salario local en Veracruz oscilaba entre 125 y 133 pesos diarios en 2005-2007. Para los trabajadores guatemaltecos en Chiapas, la remuneración era de 60 pesos diarios en 2006 y los empresa-rios les proporcionan comida y alojamiento.

En todos los casos no hay contrato escri-to, el empleo es temporal y no hay ninguna prestación, aunque varios sindicatos oficia-listas les cobran cuotas a los jornaleros sin consultarlos (sobre todo en Sinaloa). Ante la dependencia tecnológica y los altos costos por los insumos importados, la rentabilidad de esta agricultura descansa en los bajos salarios. Se usa tecnología del siglo XXI en condiciones laborales del XX.

JORNALEROS EN LA AGRICULTURA GLOBALIZADA

Servicios Integrales de Almacenamiento y

Comercialización de México S.A. de C.V.

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En los 80s se prefería contratar

a mujeres y actualmente, ante la

migración y la escasez de mano

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y los ingresos son mínimos

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14 noviembre de 200920

APOYO CAMPESINO A LA LUCHA DEL SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS

Integrantes de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) entregaron a los trabajadores del SME 30 toneladas de granos (maíz blanco, frijol negro y arroz) en apoyo a la lucha de sindicato.

ACCIONES EN EL ITSMO

Más de mil 500 colonos, indígenas y profesores integrantes de UCIZONI, del Colectivo Popular y Magisterial 14 de Junio, del Movimiento Istmeño de Resistencia Civil contra las Altas Tarifas Eléctricas, de la Asamblea de Pueblos en Defensa de la Tierra y de la Sección 22 del SNTE bloquearon la carretera transístmica y ocuparon de manera pacífi ca las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad a la altura de la ciudad de Juchitán, Oaxaca.

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LUZ Y FUERZA

El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) convocó a un movimiento nacional pacífi co para recuperar el poder desde el pueblo y restablecer el orden constitucional que ha roto el gobierno. Una multitud se congregó en el Zócalo el miércoles 11 de noviembre, en un mitin convocado por el SME, en el marco de un paro cívico nacional que movilizó a miles de mexicanos en rechazo a la extinción de Luz y Fuerza del Centro.