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Zayas, María de. “Noche segunda”, “La inocencia castigada”. Desengaños amorosos. Ed. Alicia Yllera. Madrid: Cátedra, 1983. 257-91. Print.

"noche segunda", "La inocencia castigada"

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Zayas y Sotomayor, María de Zayas. ""Noche segunda", "La inocencia castigada".

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Zayas, María de. “Noche segunda”, “La inocencia castigada”.

Desengaños amorosos. Ed. Alicia Yllera. Madrid:

Cátedra, 1983. 257-91. Print.

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A la illtima hora de su jomada iba por las cristalinas csferas el rubicundo Apolo. rec!lgiendo sus ftamigeros caballos par Ilegar ya con su carro cerca del occidente, para dar lugar a su mudable hermana a visitar la tierra 2, cuando los caballeros y damas que la pasada noche se habian hallado en casa de la bien entendida Lisis 3. honrando la fiesta de su honesto y entretenido sarao. estflban ya juntos en la misma sala. Y no era pequeno favor haber acudido tan temprano: porque desenga­nar y decir verdades esta hoy tan mal aplaudido, por pagarse tados mas de la lisonja bien vestida que de la verdad desnuda, que habia bien que agradecerles; mas eso tienen las noveda­des, que aunque no sean muy sabrosas, lados gustan de co­merlas. Y par esta causa hubo csta noche mas gente que la

• SEGUNDA,' 11\ A: TERCERA B. C.

I Como se seiialo en la INTRODUCCI6N, en todas las ediciones esta novela figura en tercer lugar, aunque rareCe ser debido a un error del impresor 0 del corrector. ya que se trata evidentemente de la introduc­cion a la segunda nache.

2 Imagen trivial, frecuente en eI Renacimiento y en el XVII, de la que se mofa Cervantes al ponerla en boca de don Quijote, que imagina cOmo un dia contanin sus hazaiias: «Apenas habia eI rubi­cundo Apolo tendido por la Caz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos...» (1,2. pag. 103; T.1. cdi­cion de Rodriguez Marin),

3 Esta alusion conlirrna el inicio de la segunda nache, aunque en las ediciones sc alterase eI orden de los relatos (vease INTRODUCCl6N). Poco despues indicara que hubo mayor coneurrencia que la noche anterior e inciuso habla de las segundas desengaiiadoras frente a las rrimeras que actuaron.

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pasada; que unos a la rama de la hermosa esclava, que ya se habia transformado en senora. Y otros. por la hennosura de laS damas convidadas, par gozar de la novedad. venian. aun­que no se si muy gl.lstosos. por estar prevenidos de que las desengaiiadoras. armadas de comparaciones y casos portenlo­50S. ten ian publicada la guerra contra los hombres. si bien( ellos viven tan exentos de leyes. que no las conocen si no son a sabor de su gusto. Tenian duda de que las segundas que habian de dcsengafiar a las damas de los erigaiios en que viven igualasen a las primeras y deseaban ver como sal ian de Su empeiio; aunque tengo por cierto que, si bien estaban cstas. como las pasadas, detenninadas a lratar can rigor las caslum­bres de los hombres, no era por anorrecerlos. sino par enmcn­darlas, para que, si les locana alguno, no lIevasen el pago que lIevan las demas. Y no me cspanto, que ~llele habcr engaiios tan bien sazonados que. aunque se conoce que 10 son. no empalagan, y aun crco que cuando mas descngaiian las mujc­res, enlonces se enganan mas; demas que mis desengaiios son para los que enganan y para las que se dejan engaiiar, pues aunque en general se dice par todos. no es para lodos, pues las que no se engafian. no hay necesidad de desengaiiarlas, ni [[aJJ' los que no enganan no les tocara el docwnento. i,Quien ignora que habria esta noche algunos no muy bien intencionados? Y aun me parece que los oigo decir: i.Quien las pone a estas mujeres en estos disparates? i,Enmendar a los hOlllbres? Lindo desacierto. Vamos ahara a eslaS bachillerias, que no raltara ocasion de venganza. Y como no era esta fiesla en que se podia pagar un silbo a un mosquetero, dejarian en casa dobln­do el papel y cortadas las plumas, para vengarse. Mas tambicn imagino que a las desengafiadoras no se les daba mucho. que diciendo verdades, no hay que temer, pues pueden poner falta en 10 hablado. tanto en verso como en prosa: mas en la misma verdad no pllede haber falta. como 10 dijo Cristo. nuestro Senor, cuando dijo: «Si verdad as digo ...»

Que trabajos del entendimiento, eI que sabe 10 que es, Ie estimara. y el que no 10 sabe, Sll ignorancia Ie disculpa. como sucedi6 en Ja primera parte de este sarao. que si unos Ie desestimaron, ciento Ie aplaudieron, Y lodos Ie buscaron y Ie buscan. y ha gozado de tres impresiones, dos naturales y una hurtada; que los bien inlencionados son como el abeja, que de las flores silvestres y sin sabor ni olor hacen dulce miel; y los

• Ua)): om. A, B,C.

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malos, como el escarabajo. que de las olorosas hace basura. IPues crean que. aunque las mujeres no son Homeros can basquinas 4 y enaguas y Virgilios con mono. par 10 menos, tienen el alma y las polencias y los sentidos como los hombres. 1:1

.1No quiero dccir el entendimiento, que, aunque muchas pudie­ran competir en el can elias, rallales el arte de que eUos se

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",valen en los estudios, y como 10 que hacen no es mas que una natural, fuerza es que no salga tan acendrado. Mas esta noche no les valia las malas intenciones. pues en l\Jgar de vengarse, se rindieron. que ~qui se vio la ruerza de la vcrdad. I;

Salicron las desc11ganadoras siguiendo a Lisis, que traia de ','

la mana a dona Isabel, muy ricamente vestidas y aderezadas, Y II;muy bien prendidas, y can tantas joyas. que parecia cada una Ii!'un sol can mucho5 soles, y mas dona Isabel. que habiendo renunciado eI hahitq morisco. pues ya no era necesario. su adcrezo era costosisimo; tanto. que no se podia juzgar que illl daba mas resplandores: su hermosa rostro 0 sus ricas joyas. que esla noche hizo alarde de las que la pflsada habla dicho i lenia reservadas parfl los gastos de su religiiln. Dona Isabel se pasa al lado de los musicos, y las demas, con Lisis. al eslrado, y la discreta Laura, su madre, que era la primera que habia de desengaiiar, al asienlo del desengano, Admirados quedaron todos de lanta hermosura y gallardia. Los que las habian vista la noche anles, juzgaron que en esla se habian armado de nueva belleza, y los que no las habtan visto. juzgando que el Cielo se habia trasladado a la tierra, y todos los angeles en aquella sala. pareciendoles que can las deidades no se puede tener rencor. perdieron cI enojo ,que lraiatt". y decian:

--Aunque mas mal digais de nosolros, oS 10 perdonaremos. por eI bien de haber vista lanta hermosura.

Pues sentadas las damas y sosegados todos, Ia hermosa dona IS3bei canto sola b esle romdnce. que se hizo eslando ausente del excelenlisimo senor conde de Lemos 5. que hoy vive y vjva muchos anos. deC mi senora la condesa. su esposa:

• traian: traia A. B: trajan C. b sola: solo B. de: y C.C

4 Basqu;,ias. «Sayas». 5 Francisco Fernandez de Castro Andrade 'j Portugal, Lignano de

Gatinara, IXO conde de Lemos (1613-1662). Casoen /629 con dOlla An­tonia Giron, hija de Pedro Tellez de Giron. lW duque de Osuna, que murio en Madrid en 1648. Fue gentilhorrbre de la camara de I!Felipe IV y despues de la de Carlos II, virrey de Aragon y poslerior­mente de Cerdeiia.

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Los bellos ojos de Atandra, c1aros y hermosos luccros, cuyo resplandor da al sol las luccs con que Ie vemos.

De quicn aprendi6 el arnor a matar con rayos negros, quitando a las f1echas de oro valor y merecimiento.

Vertiendo sartas de perlas. que Manzanares ,·jsueiio coge. para que SliS ninras adomen sus blancos cuellos.

AI tiempo quc el Alba hermosa deja de Titan" d lecho. la vi yo, y la vio cl amor. por la ausencia de Fileno,

Aquel galan mayoral. hijo de aquel sol. que. siendo sol de esle presente siglo. se pasO a ser sol del cielc:> ,

Dejando purpura y oro par el pano tosco y negro del palriarca Benito. cuyos pasos va siguiendo 7,

Tras aquellos' resplandores, se rue su arnantc discreto. que. a los rayos de tul sol. seran los suyos etemos.

• aqueJlos: aquestos C.

6 Titen 0 Titono. hijo del rey troyano LaOmedonfe. hermano de Hesione y Priarno. fue arnante de Eos. la Aurora. el Alba, Eos obtuvo de Zeus su inmortalidad pcro olvido pedir In eterna juventud pard Sll amante. por 10 que, ya muy viejo. 10 convirtie en cigarra.

7 Alusi6n al abandono del mundo para haccrse religioso de Francis­co Ruiz de Castro y Portugal (1579-1637). conde de Castro y duque de Taurisano. que seria el Villa conde de Lemos. heredando eI titulo de su hermano, Fue virrey y capitan general de Sicilia y caso en Napoles can Lucrecia Lignano de Gatinara. muerta en Zaragoza en 1623. A los seis arlOS de haber enviudado. renunci6 a sus titulos y entro en el monasterio benedictino de Sahagun.

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Mirando al aurom. dice la aurora de nuestro pueblo: «No goces. Alba, tu esposo·. cuando sin mi esposo quedo,

L!ore la tOrlola. triste, 1a pcrdidn de su dueno, pues yo. sin mi dueiio amado. ausente y sola padezco,

i,Ad6nde vas sin tu Alandra" i.C6me' Ie cansO tan presto? Eres hi1mbre. no me espanto; mas n(l eres hombre. que miento.

Si eres deidad. necia soy cuando de un angel me quejo; no me castigues. Amor, pues y~\ Yes que me arrepiento.

Vuelve. Fileno. a mis brazos, mira IH3 penas que tengo; deja alllQl. que tu eres sol en su duro firmamento.

Si como luna reeioo. de tu esplendor. rayos bellas, o vuelve a darme tu luz, o tu lu}, ire siguiendo,»

Dijo. y c.orriendo cl aurora la cortina al b claro Febo. porque entraron sus zagales. puso a sus quejas sjlencio.

11!!i ninras de Manzanares. que escuchandola estuvieron. al son de acordadas Iiras lit cantaron estos versos:

«Enjugad. Atandra. VUeslros soles negros, que seiiala tristeza. si lIora el cielo.

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;1 i I:! ya venir Ie vemos, que como el ser mudables no es duclo. se dejan lIevar tanto de 'I,

pues vas sois su oriente, esta falta, que dan molivo a las mujeres para que se quejen y ;I~i I al oriente vucstro. aun para que se venguen, sino que han elegido una venganza

'\.', civil, y que fuera tanlo mejor vengarse en las vidas que no en

'i Si de esa bcllc7.a ,Ii,iIi! las honras, como de quedar elias con nombre de valerosas, y el divino extremo ellos con eI casligo que de· su mudable condici6n merece;

r. ." Ie cautivo el alma, ,. /I:! porque no puedo imaginar sino que eI demonio las ha pro­ 'Ii:: ; y aprision6 el cuerpo,t ... pueslo esle modo de venganza de que usan las que 10 usan.

h .......~.: No juzgueis su arnor Porque, barbara. si lu amanle 0 marido Ie agravia, i,no ves~:~ ,'jil ! II;tan corto y pequeno que en hacer tll 10 mismo te agravias a ti misma, y das motivo

...... .. '::' que no alargue eJ paso, para que si es marido te quite la vida, y si e5 amanle diga mal ~ I ~ aeorlando· el tiempo. de ti? No seas liviana, y si 10 fuiste, mala a quien te hizo serlo, .~ .... "~.. I

,",. ... ;. rl'III y no mates tu honra. De esto me parece que nace cl tener los No deis a esos soles ~. ""' -:'. hombres motivo para decir mal de las mujeres; de mas que, I· .tantos desconsuelos, ~, '.,." como ya los hombres se precian de mudables, fuerza es que, que seiiala tristeza,

.~-" para seguir su condicion. busquen las comWles, y creo que 10..r::.... si 1I0ra el cielo.» il';." ~ ..... hacen de propOsito por halJar ocasion para dejarlas, pues claro . >" j ..J":~ ~ Con graves y dulces dejos se acabO la musica, admirando eSla que las hallaran II cada paso, porque no quieren seguir

.:;.' los que no habian vislo a la linda dona Isabella hermosura y olro ejercicio, y les :lUbe mejor pasear que no hilar. i,Quien I'.:~~ el dona ire, dejandoles tan enamorados comO suspensos, no duda que a cada paso les daran ocasi6n para que vaden? Y J,

=t.;.... sabiendo que lugar Ie podian dar sino el de b decima musa. Y as!, par esla parte, a todos los culpo y a todos los disculpo. I I'si habian entrado con animo de murmurar y censurar esle Por 10 que no tienen los hombres disculpa es por el hablar

sarao, por alreverse en el las damas a ser contra los hombres, licenciosamente de elias, pues les basta su delito, sin que eJlos se les olvido 10 danado de la intencion con la dulce armonia de se Ie saquen a plaza y 10 pear es que se descuidan y las Ilevan a

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.' ~. su voz y la hermosa vista de su belleza, pctdonando, por lodas par un camino, sin mirar cuanto se desdoran a Sl mis­ I ~~ haberla visto, cualquiera ofensa que recibiesen de las demas en mos, pues hallaremos pocos que no tengan mujer 0 parienta 0;""-- ..

sus desengafios. Y viendo Laura la suspension de todos, dio conocida a quien guardilt decoro. ,.i\.. j'.;. principia de esta suerte: Ni de 10 malo se puedc decir bien, ni de 10 bueno mal; ma~

r'~ -Vivi tan dulcemente engaiiada, el tiempo que fui amada y la cortesia hara mas que todo, diciendo bien de lodas; a unas, ;:"< arne, de que me pudiese dar la amable condicion de mi esposo porque son buenas, y a otras, pot' no ser descorteses. i,Quie ." .~, causa para saber y especificar ahora desengaiios; que no se si duda, senores caballems, que .h~'y mujeres .muy vjr~uosas, r:n~.Y

acertare a darJos a nadie; mas 10 C que por ciencia alcanzo, encerradas, muy honestas? Dlrelsme: i,Adonde estan? Y dlrels Ii que de experiencia estoy muy ajena, me parece que hoy hay de bien, porque como no las buscais, no las haIlais. ni elias sej

", todo, engafiadas y enganados, y pocos 0 ningunos que acierten nejan buscar, oi hallar, y hablan de las que tralan y dicen I·:'1' a desengai'iarse. Y asi, las mujeres se quejan de sus engaiios, y cOmo les va con elias b. Y asi, en lugar de desengaiiar, quisiera los hombres de los suyos. Y esto es porque no quieren dejar de ( aconsejar y pedirles que, aunque sean malas, no las ullrajen, y , ~ estarlo; porque paladea tanlo el gusto esto de amar y ser lpodra ser que asi las hagan buenas. amados que, aunque los desenganos se yean a los ojos, se dan Yen verdad, hermosas damas, que fuera cdsa bien parecida ! ~'I; par desentendidos y hacen que no los conacen, si bien es que no hubiera hombres muy nobles, muy sabios, muy cuer­ . I

~ dos y muy virtuosos. Cierto es que los bay, y que no todos , I. • acorlando: acorzando A. B; acortando C. b de: om. C. c 10:!\

l:'J. om. C. • de: om. C. b elias: ella C. ~ 1

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tratan engano~, ,,, .._.. .ra las muje· res, y los que 10 hacen digo que no Ie eSlil a ..... '" nbre tan mal obrar mal como hablar mal; que hay cosas Que son mejores para hechas que para dichas. De suerte que, honrando y ala­banda a las damas, restauran la opinion perdida, pues tanto cuesta 10 uno como 10 otro, y 10 demas es bajeza, y las damas' sean cuerdas y recogidas, que con esto no habrim menester desenganos, que quien no se engana, no tiene necesidad de desenganarse. Los rios, los prados, las comedias no son para cada dia, que se rompen muchos mantos y vale cara la seda; vendanse a deseo, y venin cOmo elias mismas hacen buenos a los hombres, En cuanto a la crueldad, no hay duda de que est<! asentada en eI corazon del hombre, y esto nace de la dureza de el, y pues ya este sarao se empezo con dictamen de prob<lr esto y avisar a las mujeres para que ternan y escarmlenten, pues conacen que todo cae sabre elias, como se vera en eI

gano que ahara dire.

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[[DESENGANO QUINTO]] a 1

En una ciudad cerC<l de la gran Sevilla, que no quiero nombrarla, porque aun viven hoy deudos muy cercanos de don Francisco, caballero principal y rico, casado con una dama su igual hasta en !a condicion. Este tenia una hermana de las herrnosas mujeres que en toda la Andalucia se hallaba, cuya edad aun no lIegabn a diez y acho afios. Pidiosela por mujer un caballero de la misma ciudad, no inferior a su calidad, ni menos rico, antes entiendob que la aventajaba en todo. Pareciole, como era taron, a don Francisco que aquella dicha sOlo venia del cielo, y muy contento con ella, 10 comuni­cO con su mujer y con dona Ines, su hermana, que como no tenia mas voluntad que la suya, y en cuanto a la obediencia y amor reverencial Ie tuviese en lugar de padre, acepto eJ casa­miento, quiz:\. no tanto por d, euanto por salir de la rigurosa condicion de su cunada, que era~ de 10 cruel que imaginarse puede. De manera que antes de dos meses se hallo, por salir de un cautiverio, puesta en otro martirio; si bien, con la dulzura de las caricias de su esposo, que has.ta en eso, a los principios, no hay quien se la gane a los hombres; antes se dan tan buena mana, que tengo para mi que las gastan todas al primer ano, y despues, como se hallan fanidosd del caudal del agasajo, hacen morir a puras necesidades de et a sus esposas, y quiZ<i, y sin quizit, es 10 cierto ser esto la causa por donde elias,

, [[DE<;ENGANO QUINTO)): am. A. B, C. b entiendo: entiende A, B, C. , que era: am. C. d fa/lidos: falidos A. B; fallidos C.

I A partir de la edici6n de Barcelona, 1734, \leva el titulo de LA INOCENCIA CASTIGADA, Como se indica anterionnente, en todas las ediciones ocupa ellercer Jugar (vease INTIlODUCcI6N),

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aborrecidas, se empeiian en bajezas, con que ellos pierden el honor y elias ia vid<:.

i,Que espera un ·.narido , ni un padre, ni un hermano, y hablando mas comunmente, un galan, de una dama. si se ve aborrecida, y falta de 10 que ha menester, y tras eso, poco agasajada y estimada, sino una desdicha? jOh, valgame Dios. y que confiados son hoy los hombres, pues no temen que Ie, que una mujer desesperada han!, no 10 hara el demonio' Pien­san que por velarlas y celarlas se libran y las apartan de travesuras, y se enganan. Quieranlas, acaricienlas y denlas 10 que les falta, y no las guarden ni celen. que elias se guardaran y celaran. euando no sea de virtud, de obligacion. jY valgame olra vez Dios, y que moneda tan falsa es ya la voluntad, que no pasa ni vale sino el primer dia, y Juego no hay quien sepa su valor!

No Ie sucedi6 por esta parte a dona Ines la desdicha, porque su esposo hacia la estimacion de ella que mcrecia su valor y hennosura; por esta Ie vino la desgracia, porque siempre la belleza anda en pasos de ella. Gozaba la bella dama una vida gustosa y descansada, como quien entro en tan florida hacien­da con un marido de lindo· talle y mejar condicion, si Ie durara; mas cuando sigue a uno una adversa suerte. por mas que haga [no] [[podra]] Iibrarseb de ella. Y fue que. siendo doncella, jamas fue vista, par la terrible condiciOI1 de su hermano y cunada; mas ya casada, 0 ya acompafiada de su esposo, 0 ya con las parientas y amigas, salia a las holguras, visitas y fiestas de la ciudad. Fue vista de todos. unos alaban­do su hermosura y la dicha de su marido en merecerla, y otms envidiandoJa y sintiendo no haberla escogido para si. y otms arnandola iltcitaC y deshonestamente, pareciendoles que con sus dineros y galanterias la granjearian para gozarla.

Uno de estos fue don Diego, caballero mozo, rico y libre, que, a costa de su gruesa hacienda, no sOlo habia granjeado el nombre y Jugar de caballero, mas que no se Ie iban por.alto ni par remontadas las mas hermosas garzas de la ciudad. Este, de ver Ja peligrosa ocasion, se admir6, y de admirarse, se enamo­r6, y debio, par 10 presente, de ser de veras, que hay hombres que se enamoran de burJas. pues can tan loca desesperacion mostraba y daba a entender su amor en la continua asisten

• de Iindo: lindo de C. b [no) [[podralllibrarse: librarse A: ibrar­se B: no librara C. e ificita: in licita A; inclita B: ilicita C.

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cia ell su calle, en las a iglesias, y en todas las partes que podia seguirla. Amaba. en fin, sin juicio, pues no atendia a la perdida que podia resultar al honor de dona Im':s con tan publicos galanteos. No reparaba la inocente dama en ellos: 10 uno. por parecerJe b que con su honestidad podia veneer cua­lesquiera deseos laseivos de cuantos la veian; y 10 otro. porque en su calle vivian slljetos, no solo hermosos. mas hermosisimos. a quien imaginaba dirigia don Diego su asislencia. Solo amaba a su marido. y con este descuido. ni se escondia, si estaba en el baleon. ni dejaba de asistir a las mllsieas y demas finezas de don Diego. parecicndole ioan dirigidos a una de dos damas. que vivi;m mas abajo de su casa. doncellas y hermosas. mas can Iibcrtad.

Don Diego cantaba y tenia otras habilidades, que ocasiona la oeiosidad de los mozos ricos y sin padres que los sujeten; y las veces que se ofrecia. daba muestras de elias en la calle de dona Ines. Y ella y sus criadas, y su mismo marido, salian a oirlas, como he dicho, creyendo se dirigian a diferenle sujeto, que, a imaginar otra cosa, de creer es que pusiera estorbo al dejarse ver. En fin. con es(a buena fe pasaban todos hacienda gala del bobeamiento de don Diego. que. cauto. cuando su esposo de dona Ines 0 sus criados lec veiand

, daba a entender 10 mismo que ellos pensaban, y con cste cuidado descuidado. canto una noehe. sentado a la puerta de las dichas damas, este romance:

Como la mildre a quien falta el tiemo y amado- hijo, asi estoy cuando no OS veo, dulcisimo dueiio mio.

Los ojos, en vueslru ausencia, son dos caudalosos rios, y el pensarniento. sin vos, un confuso laberinto.

i,Ad6nde estais. que no as veo, prendas que en el alma estimo? <.Que oriente goza esos rayos, a que venturosos indios?

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5i en los brazos del Aurora do c6mo descubrirse a la dama. temiendo de su indignacion c-~ta el SoIalegre y rico. alguna aspera y cruel respuesta. Pues. andando. como digo. oecid: sicndo vos aurora. una mujer que vivia en la misma calle. en un aposento en· i.romo no estais en los mios? frenle de la casa de la dama, alga mas abajo. no[[to]], el

Salis. y os poneis sin mi, cuidado de don Diego con mas sentimiento que dona Ines, y ocaso triste me pinto, luego conoci6 eI juego. y un dia que Ie vio pasar, Ie lIam6 y. can triste Noruega parezco, carinosas razones. Ie pracura sacar la causa de sus desvelos. tonnento en que muero y vivo. AI princir>io nego don Diego su amor. por no fiarse de la

mujer; mas ella. como astuta. y que no debia de ser la primeraAmaros no es culpa, no: que habia hecho. Ie dijo que no se 10 negase. que ella conocia

adoraros no es deli to; medianamente su pena. y que si alguna en el mundo Ie podiasi el arnor dora los yCrTOS, dar remedio. era ella. porque su senora dona Ines la haciajqui: dorados son los mios! mucha merced, dandole entrada en su casa y comunicando

No viva yo, si ha lIegado con ella sus mas escondidos secretosb , porque 1a conocia

a los arnorosos quicios desde antes de casarse, estando en casa de su hermano, Fi­de las puertas de mi alma nalmente. ella 10 pinto tan bien y can tan finas colores, que pesar de haberos querida. don Diego casi penso si era echada par parte de la dama. par

haber notado su cuidado. Y con este loco pensamiento, aAhora que no me ois, pocas vucltas que este astuto verdugo Ie dio, confesO de plano

habla mi arnor atrevido, toda su voluntad, pidiendola diese a entender a la dama su y ruando os veo. enmudezoo. amor. ofreciendole. si se veia admitido. grande interes. Y para sin poder mi arnor deciros. engolosinarla mas. quitandose una cadenaC que traia puesta,

Quisiera que vuestros ajos se la dio. Era rico y deseaba alcanzar. y asi, no reparaba en conocieran de los mlos nada. Ella la recibio. y Ie dijo descuidase, y que anduviese por 10 que no dioe Ja Icngua, alii, que ella Ie avisaria en teniendo negociado; que no queria que esla. para hablar. sin brios. que nadie Ie viese hablar con ella, porque no cayesen en

alguna malicia. Pues ida don DieEo, muy contenta la mala Y luego que os escondeis. mujer, se fue en casa de unas mujeres de oscura vida que ella

atormenla los sentidos. conocia, y escogiendo entre elIas una, la mas hermosa, y que par haber callado tanto. as! en eI cuerpo y garbo pareciese a dona Ines, y lIevola a sudiciendo 10 que os estimo. casa, comunicando con ella eI engano que querra hacer. y

Mas porque no 10 ignoreis. escondiendola donde de nadie fuese vista. paso en casa de siempre vuestro me eternizo; dona Ines, diciendo a las criadas dijesen a su senora que una siglos durara mi arnor, vecina de enfrente la queria hablar, que, sabido por dona Ines, pues para vueslro he nacido. Ia mand6 entrar. Y ella, can la arenga y labia necesaria, de

que la mujercilla no carecia, despues de haberle besado la mana. Ie suplic6 Ie hiciese merced de prestarle par dos dias

AJaoo dona Ines. y su esposo. el romance. porque como no ague! vestido que traia pueslo, y que se quedase en prendaentendia que era ella la causa de las bien cantadas y 1J0radas de el aquella cadena. que era la misma que Ie habia dado penas de don Diego. no se sentia agraviada; que, a imaginarlo, don Diego. porque casaba una sabrina. No anduvo muy desca­es de creer que no 10 consintiera. Pues viendose el mal corres­pondido caballero cada dia pear y que no daba un paso • no [[to]]: no A, B, C. b secretos: secretetos A; secretos B, C.adelante en su pretension, andaba confuso y triste, no sabien­

c cadl'1la: cada A: cadena B. C.

268 269

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I:,1 i,\ minada en pedir aquel que traia puesto, porque, como era el que go traia. En f"in. el se fue a aguardar su dicha. y ella. el ida. Ii ,\ II dona Ines ordinariamente traia, que era de damasco pardo. visti6 a la maza que tenia apercibida e1 vestido de la desdichada .

; I'i J.II i! pudicse don Diego dejarse lIevar de su engano. Dofia lnes era dona Ines, tocandola y aderezandola al modo que la dama I

. afable, y como la conocio par vecina de la calle. Ie respondio andaba. Y pusola de modo que, mirada algo a 10 oscuro, III:"I ' : !'

i \t' que aquel vestido estaba ya ajado de traerle continuo, que parecia la misma dona Ines, muy contenta de haberle salido '! Ii otro mejor Ie daria. tan bien la invencion. que ella misma, con saber 1a verdad. se

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-No, mi sefiora-dijo la engafiosa mujer-; esle basta, que engafiaba.I' 'I 1\', ) ~( no quiero que sea demasiadamente costoso, que pareceni (/0 Poco antes de anochecer. se fueron en casa de don Diego. II :1.i for. ! I! que es) que no es suyo, y los pobres tam bien tenemos reputa­ que las estaha aguardando a la puerta. haciendosele los instan­: I,: cion. Y quiero yo que los que se hallaren a la boda piensen les siglos; que. vicndola y reconociendo el vestido. par haber­

que es suyo. y no prestado. sele vista ordinariamente a dona Ines, como en el talle Ie ji ' RiDse dofia Ines, alabando eI pensamiento de /a mujcr, y parecia y venia lapada. y era ya cuando cerraba la noche. la i, I, mandando traer otro, se Ie puso, desnudimdose aque! y dando­ luvo por ella. Y' loco de contento, las recibio y entro en un ",l selo a la dicha. que Ie tomo contentisima. dejando en prendas cuarto bajo. donde no habia mas !uz que la de un farol que IIIii , 'I,'I' la cadena, que" dona Ines torno, por quedar segura, pues estaba en el antesala. y a esta ya una alcoba que en ella habia,

,. apenas conoda a la que Ie lIevaba, que fue con el mas con­ no se comunicaba mas que eI resplandor que entraba por tenta que si lIevara un tesoro. Con esto aguardo a que viniese la puerta. Quedose la vii tercera en Ia sala de afuera. y

~ ., don Diego, que no fue nada descuidado, y ella, con alegre don Diego. tomando por la mana a su fingida dofia Ines. se ~ \ ., rostra, Ie recibio diciendo: fueron a sentar sabre una cama de damasco que estaba en el/;1 _:

" -Esto si que es saber negociar, caballerito bobillo. Si no alcoba. Gran rato se paso en engrandecer don Diego la dicha'-' ':'~I..

~" ..- fuera por mi, toda la b vida te pudieras andar tragando saliva deb haber merecido tal favor. y la fingida dona Ines. bien instrui­.(- sin remedio. Ya hable a tu dama, y la deja mas blanda que da en 10 que habia de hacer. en responderle a proposito. encare­---;~

,. una madeja de seda f1oja. Y para que yeas 10 que me debes y ciendole eI haber venido y vencido los inconvenientes de Sil en fa obligacion que me estas. esta noche. a la oracion. aguar­ honor, marido y casa, con otras casas que mas a C gusto les

, da a la puerta de tu casa. que ella y yo te iremos a hacer una estaba. donde don Diego, bien ciego en su engafio, lIego al visita, porque es cuando su marido se va a jugar a una casa de colmo de los favores. que tantos desvelos Ie habian costado el

., conversacion 2, donde esta hasta las diez; mas dice que, por el desearlos y alcanzarlos, quedando muy mas enamorado de su decoro de una mujer de su calidad y casada. no quiere ser dona Ines que antes. • vista; que no haya criados, ni luz, sino muy apartada, a que Entendida era la que hada el pape! de dona Ines, y repre­no la haya; mas yo, que soy muy apretada de corazon, me sentabale tan a1 propio. que en don Diego puso mayores morire si estoy a oscuras. y asi podras apercibir un farolillo obligaciones; y asi. cargandola de jo¥as de valor, y ala tercera que de Juz, y este sin ella la parte adonde C hubieres de de dinero, viendo ser la hora conveniente para lIevar adelante hablarla. su invencion, se despidieron, rogando el galan a su amada

Todo esto hacia, porque pudiese don Diego reconocer eI senora que Ie viese presto. y ella prometiendole que, sin salir -. vestido, y no el rostro, y se engafiase. Mas volviase loco eI de casa, la aguardase cada noche desde la hora que h;:tbia .~ ~ . enamorado mozo, abrazaba a la falsa y cautelosa tercera, dicho hasta las diez, que si hubiese lugar. no Ie perderia. EI se

ofreciendola de nuevo suma de interes, dandole cuanto consi- quedo gozosisimo. y elias se fueron a su casa, contentas y aprovechadas a costa de la opinion de la inocente y descuida­

a que: qua A; que B. C. b Ja; tu C. adonde: donde C.C da dona Ines. De esta suerte Ie visitaron algunas veces en11

quince dias que tuvieron el vestido; que, con cuanto supieron, I,I

2 Casa de cont'ersacinn. "Se llama aquella donde se juntan varias i' personas a divertirse, pasando eI tiempo en conversar 0 en jugar: la o fuese que Dios porque se descubriese un caso como este, 0

cual no sueIe estar abierta para tados como 10 estan las casas de juegol) IDA).

C• y: om. C. b de: en B. a: am. C.

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i i que ternor de que don Diego no reconociese con el tiempo que !,Ino era la verdadera dona Ines la que gozaba, no se previnieron

1i\1: de hacer' otro vestido como con el que lesb servia de disfraz; ,I

I y viendo era tiempo de volverlec a su dueno, la ultima noche

I" que se vieron con don Diego Ie dieron a entender que su:I':,

f marido habia dado en recogerse temprano. y que d era fuerza por algunos dias recatarse. porque les parecia que andaba~ algo cuidadoso, y que era fuerza ascgurarle, que, en habiendo

! ocasion de verle. no la perderian; se dcspidieron. quedando don Diego tan triste como alcgre cuando la primera vez las vio. Con esto. se volvio cI vestido a dona Ines. y la frngida y la tercera partieron la ganancia. muy contentas con la burla.

Don Diego, muy triste, paseaba la calle de dona Ines, y muchas veces que la veia r , aunque notaba el descuido de la dama, juzgabalo a recalo, y sufria su pasion g sin alreverse a m"'s que a mirarla; otras hablaba con la tercera que habia sido

'r de su glo!ia, y ella unas veces Ie decia que no tenia lugar, por andar su marido cuidadoso; otras. que ella h buscaria ocasion para verle. Hasta que un dia. viendose imporrunada' de

.'"1, don Die~o, y que Ie pedia lIevase a dona lnes un papel, Ie dijo.1:_.., ­que] no se cansase, porque la dama, 0 erakmiedo de su esposo, ' ­:\..,.' o que se habia arrepentido, porque cuando la veia I, no consen­

:(:.. tia [[queJrla hablase en esas cosas. y aun lIegaba a mas, que len negaba la entrada en su casao. mandando a las criadas no la

J'.....

';4; dejasen entrar. En esto se ve cufm mal la mentira se puede disfrazar en traje de verdad, y si 10 hace, es por pOCo liempo.

Qued6 el triste don Diego con estoP tal, que fue milagro no ,

" perder el juicio; yen mitad de sus penas. por ver si podia hallar alivio en elias, se determino en hablar a dona Ines y saber de ella misma la causa de tal desamor y tan repentino. Y asi, no faltaba de dia ni de noche de la calle, hasta hallar ocasion de hacerlo. Pues un dia que la vio ir a misa sin su esposo (novedad grande, porque siempre la acompaii.aba), la siguio hasta la iglesia. y arrodillandose junto a ella 10 mas paso que pudo, si bien con grande turbacion, Ie dijo:

-l.Es posible, senora mia, que vuestro amor fuese tan corto.

• hacer: am. C. b les: las B. 'volvcrle: volver C. d que: om. C. 1 • porque les parecia que andaba: por parecerles andaba C. r vela C. I S sufria su pasion: sufriiila C. h ella: am. C. ; imporlunada: afortu­

nada A. B. C. J que: am. C. k era: por C. I cuando la vela: am. C. m [(que]): am. A. B. C. n Ie: la C. casa: asa A (corregido en "ErralaSl»;0

casa B. C. P eslo: eso C.

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y mis merilos tan pequenos, que apenas nacio cuando muri6? i,Como es posible que mi agasajo fuese de tan poco valor, y vuestra voluntad Ian mudable, que siquiera bien hallada con mis carinos, no hubiera echado algunas raices para siquiera tener en la memoria cuantas veces os nombrastes' mia, y yo me ofreci por esclavo vuestro? Si las mujeres de ealidad dan mal pago. i,que se puede esperar de las comunes? Si acaso este desden nace de haber andado corto en serviros y regalaros, vos habeis tcnido la culpa. que quien os rindio 10 poco os hubiera hecho dueiio de 10 mucho. si no os hubierades retirado tan cruel, que aun cualldo os rniro, no os digmiis favorecerme con vuestros hermosos ojos. como si cuando os tuve en mis brazos no jurasteis mil veces por ellosb que no me nabiades de olvidar.

Mir61e dona Illes adrnirada de 10 que decia, y dijo: -iQue decis. senor? i.Deliniis. 0 teneisme por olra? i,Cuan­

do estuve en vueslros brazos, ni jure de no olvidaros, ni recibi agasajos, ni me hicisteis carinos? Porque mal puedo olvidar 10 que jamas me he acordudo, ni como puedo amar ni aborrecer 10 que nunea ame.

-Pues i,c6mo---replic6 don Diego---, aun quereis negar que no me habeis visto oi hablado? Decid que estais arrepentida de haber ido a mi easa, y no 10 negueis, porque no 10 podra negar eI vestido que traeis puesto, pues fue C el mismo que Ilevasteis, ni 10 negara fulana, vecina de enfrente de vuestra casa, que fue con vos.

Cuerda y discreta era dona Ines, y oyendo del vestido y mujer, aunque turbada y medio muerta de un caso tan grave, cayo en 10 que podia ser, y volviendo a don Diego, Ie dijo:

-i,Cuanlo habra eso que decis? -Poco mas de un mes-replic6 el. Con 10 cual dona Ines acabO de todo punto de creer que eI

tiempo que el vestido esluvo prestado a la misma mujer Ie habian hecho algiJn engano. Y por averiguarlo mejor. dijo:

-Ahora. senor. 110 es tiempo de hablar mas en esto. Mi marido ha de partir manana a Sevilla a la cobranza de unos pesos que Ie han venido de d Indias; de manera que a la tarde estad en mi calle. que yo os hare lIamar. y hablaremos largo sobre esto que me habei/i dicho. Y no digais nada de esto a esa mujer, que importa encubrirlo de ella.

Con esto don Diego ~ fue muy gustoso por haber negocia­

, nombrastes: nombrastei~ C. b ellos : elias C. pues fue: que es C.C

d de: de las add. C.

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do tan bien. cuanto dona Ines qued6 triste y confusa. Final­II'i II, ,II I mente. su marido se fue otro dia. como ella dijo. y luego :' 'Ii dona Inesenvioa lI<lm<lralCorregidor. Y venido.lepusoen parte

i,l donde pudiese oir 10 que pasaba. diciendole convenia a su ,ill honor que fuese testigo y juez de un caso de mucha gravedad. ,i ii, Y lIamando a don Diego. que no se habia descuidado. y" Ie

, i 1;1 dijo estas razones: -Cierto. senor don Diego. que me dejasteis ayer pucsta en,il'l

lanla confusion. que si no hubiera permitido DiGS la ausencia .1 ,j: de mi esposo en esta ocasi6n, que con ella he de averiguar la

Ii verdad y sacaros del engano y error en que estais, que pienso - 'I' que hubiera perdido el juicio, 0 yo misma me hubiera quitado Ii

'jl'l la vida. Y asi, os suplico me digais muy por entero y despacioIi: 10 que ayer me dijisteis de paso en la iglesia." 'I, I Admirado don Diego de sus razones, Ie canto cuanto con aquella mujer Ie habia pasado, las veces que habia estado en,I ill1'1' I' su casa, las palabras que Ie habia dicho, las joyas que Ie habia dado. A que dona Ines. admirada, satisfizo y conto como esteb tiempo habia estado el vestido en poder de l'sa mujer, y ~ ,iiiI camo Ie habia dejado en prenda una cadena, atestiguando con sus criadas la verdad, y camo ella no habia faltado de su casa, . \ ni su marido iba a ninguna casa de conversaci6n, antes se" I recogia con el dia. Y que ni conoda tal mujer, sino solo' de

;', I' verla a la puerta de su casa, ni 1a habia hablado, ni entrado en

I i: , ella en su vida. Con 10 cual don Diego qued6 ernbelesado,

como los que han visto visiones, y corrido de la burla que se habia hecho de el, y aun mas enamorado de dona Ines que antes.

A esto sali6 el Corregidor. y juntos fueron en casa de 1(1 desdichada tercera. que al punto conres<> la vetdad de todo, entregando algunas de las joyas que Ie habian tocado de la partici6n y la cadena. que se volvi6 a don Diego. granjeando de la burla doscientos azotes por infarnadora de mujeres principales y honradas. y mas desterrada pOT seis anos de la ciudad, no dedarandose mas el caso por la opinion de dona Ines, can que la dama qued6 satisfecha en parte. y don Diego mas perdido que antes, volviendo de nuevo a sus p'reten­siones, paseos y musicas, y esto con mas confianza, parcclendole que ya habia menos que hacer. supuesto que la dama sahia su

'<I':, arnor, no desesperando de la conquista, pues tenia caminado ~ I 10 mas. Y 10 que mas Ie debio de animar fue no creer que no ,I 11 • y: om. C. b esle: esc C. '5610: om. C.ill

274 :1"

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habia sido dona Ines 1a que habia gozado, pues aunque se averiguo fa verdad con tan fieles testigos. y que la misma tercera la 3 confes<>, COil todo debi6 de en tender habia sido fraude, y que. arrepcntida dona Ines, 10 habia negado, y la mujer, de micdo, se habia sujetado a la pena.

Con este pensamiento la galanteaba mas b atrevido, siguicn­dola si salia fuera. habhindola si hallaba ocasion. Con 10 que duna Ines, aborrecida, ni salia ni aun a misa. ni se dcjaba ver del atrevido mozo, que. con la ausencia de Sll marido, se tomaba mas Iicencias< que erand menester; de suerte que la pcrseguida senora aun la puerta no consentia que se abriese, porque no lIegase su'descomcdimiento a entrarse en su casa. Mas, ya desesperada y resuelta a vcngarse por este saneto que una nache canto en su calle. sucedi6 10 que Juego sc dini.

Duena querido: si en el alma mia alguna parte Iibre se ha quedado. hoy de nuevo a tu imperio la he postrado, rendida e a tu hermosura y gallardia.

Dichoso soy. desde aque1 dulce dia . que con tantos favores quede honrado; instantes a mis oj()S he juzgado las hams que gCl'-'\: tu campania.

jOh' si fucr;111 verdad los fingimientos de los encatltOs que en la edad primera han dado tanlll fuer7.a a los enganos.

ya sc vieran I()gra,k,s mis intentos, si de los diose.~ mereccr pudiera, encanto, gozartc muchos a~os.

Sintio tanto dona Ines. entender que aun no estaba don Diego cierto de la b\lrla que aquella enganosa mlljer Ie hnbia hecho en desdoro de su honor, que al punto Ie envi6 a decir con una criada que, supuesto que ya sus atrevimientos pasaban a desvergiienzas, ~ue se fuese can Dios. sin andar haciendo escandalos ni pubhcanda lacmas, sino que Ie prometia, como quien era. de hacerle matar.

Sinti6 tanto el mal<lcansejado mozo esta, que; como deses­

, la: 10 C. b mas: mu y C. < licencias: Iicencia C. d cran: era C. < rend ida . rend ida C

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perado con mortales bascas. se rue a su casa, donde estuvo muchos dias en la cama. con una enfermedad re1igrosa. acom­paiiada de tan cruel melancolia. que pareda querersele acabar la vida: y viendose morir de pena. hahiendo oido decir que en la ciudad habia un moro, gran hechicero y nigromantico. Ie hizo buscar. y que se Ie trajesen. para obligar con encantos y hechicerias a que Ie quisiese dona Ines,

Hallado eI moro, y traido se encerr6 con el, dandole larga cuenta de sus amores tan desdichados como atrevidos, pidien­dole remedio contra eI desamor y desprecio que hada de ef Sll

dama, tan hermosa como ingrata. EI nigromantico agareno Ie prometi6 que, dentro de tres dias, Ie darla con que la misma dama se Ie viniese a su poder, como 10 hizo; que como ajenos de nuestra cat61ica fe, no les es dificultoso, con apremios que hacen al demonio, aun en cosas de mas calidad; porque, pasados los tres dias, vino y Ie trajo una imagen de la misma figura y rostro de dona Ines, que por sus artes fa habia copiado al natural, como si la tuviera presente. Tenia en el remate del tocado una vela, de la medida y proporci6n de una bujia de un cuarter6n de cera verde. La figura de dona Ines estaba desnuda, y las manos puestas sobre el coraz6n. que tenia descubierto, c1avado por el un alfiler grande, dorado, a modo de saeta, porque en Jugar de la cabeza tenia una forma de plumas del mismo metal, y pareeia que la dama queria sacarle con las manos, que tenia encaminadas a el.

Dijole el moro que, en estando solo, pusiese aquella rigura sobre un bufete, y que encendiese la vela que estaba sobre la cabeza, y que sin falta ninguna vendria luego la dama, y que estaria el tiempo que el quisiese, mienlras el no Ie dijese que se fuese, Y que cuando la enviase, no matase la vela, que en estando la dama en su casa, ella se marina por si misma; que si la mataba antes que ella se apagase, correria riesgo la vida de la dama, y asimisrno que no tuviese miedo de que la vela se acabase, aunque ardiese un ano entero, porque estaba forma­da de tal arte, que duraria etemamente, mientras que en la noche del Bautista no la echase en una hoguera bien encendi­da, Que don Diego, aunque no muy seguro de que seria verdad 10 que el moro Ie aseguraba, contentisimo cuando no por las esperanzas que tenia. por ver en la figura el natural retrato de su natural enemiga, con tanta perfecci6n, y natura­les colores. que, si como no era de mas del altor 3 de media

J AI/or. «Altura» (DA,).

276

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vara, fuera de la altura de una mujer, creo que con ella olvidara eI natural original de dona Ines, a imitaci6n del que Ii' " se enmnor6 de otra pintura y de un arhol. Pag61e al moro bien I'

a su gusto el trabajo; y dcspedido de el, aguardaba la noche r,I como si esperara la vida. y todo el tiempo que IliaII' venidab

I! se dilat6. en tanto que se recogia la gente y una hermana suya, I: viuda, que tenia en casa y Ie asistia a su regalo, se Ie hada una I:eternidad: tal era el deseo que tenia de experimentar el cncanto. I

Pues recogida la gente, el se ctesnudo, para acostarse, y I

dejando la puerta de la sala no mas de apretada, que asi se 10 II·.

advirti6 el moro, porque las de la calle nunca se cerraban . par haber en la casa mas vecindad, encendi6 la vela, y poniendola 1;, sobre el bufete, se acost6, contemplando a la luz que daba la belleza del hermoso C retrato; que como la vela empez6 a \" arder, la descuidada dona Ines, que estaba ya acoslada, y su casa y gente recogida, porque su marido aun no habia vuelto de Sevilla, por haberse recrecido a sus cobranzas algunos pleitos. privada con la fuerza del encanto y de la vela que ardia de su juicio, y en fin. forzada de algun espiritu diab6lico que gobemaba aquello, sed levant6 de su cama, y poniendose unos zapatos que tenia junto a ella, y un faldellin 4 que estaba con sus vestidos sobre un taburete, tomo la lIave que tenia debajo de su cabecera, y saliendo fuera, abri6 la puerla de su cuarto, y juntandola en saliendo, y mal torciendo la Have, se sali6 a la calle, y fue en casa de don Diego, que aunque ella no sabia quien la guiaba, la supo Ilevar. y cOmo ha1l6 la puerta abierta. se entr6. y sin hablar palabra. -oi mirar en nada. se puso dentro de la cama donde est~ba don Diego, que viendo un caso tan maravilloso, qued6 fuera de si; mas levantandose y cerrando la puefta, se volvi6 a la cama. diciendo:

-i,Cuando, hermosa senora mia, mered yo tal favor? Aho­ra 5i que doy mis penas por bien empleadas, jDecidme, por Dios, si estoy durmiendo y sueiio este bien, 0 si soy tan dichoso que despierto y en mi juicio as tengo en mis brazos!

A esto y otras muchas cosas que don Diego Ie decia, dona Illes no respondia palabra: queviendo esto el amante, algo pesaroso, por parecerle que dona Ines estaba fuera de su

• ([Ia]J: om. A, B, C. b venida: venia C. 'hermoso: om, C. d se: y se add. C.

4 Faldellin. «Falda interior».

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sentido con el maldilo encanto, y qu: no tenia facultad para l1ablar. teniendo aquellos, aunque faVJres. por muertos, cono­ciendo claro que si la dama estuvien en su juicio, no se los l1iciera. como era la verdad, que anle;" pasara p<Jr la muerte. quiso gozar elliempo y la ocasi6n. remitiendo b a las obra~ las palabras; de esla suerte la tuvo gran parte de la nache. hasta que viendo ser hora. se levant6. y abiendo la puerta, Ie dijo:

-Mi senora, mirad que es ya hora de que os vais. Y en dieiendo esto. la dama se )tvant6, y poniendose su

faldellin y calzandose, sin hablarlec palabra, se salio par Ia puerta y volvi6 a su easa, Y lIegando 1 ella, abri6, y volviendo a cerrar, sin haberla sentido nadie, 0 por estar vencidos del sueno, 0 porque participaban todos d~1 eneanto, se echo en su cama, que asi como esluvo en ella, la vela que estaba en casa de don Diego, ardiendo, se apago, como si con un soplo )a roataran. dejando a don Diego much) mas admirado, que no acababa de santiguarse, aunque 10 ha:ia muchas veces, y si el acedia de ver que todo aquello era violento no Ie templara, se volviera loco de alegria. Estese con ella 10 que Ie durare, y vamos a dona Ines. que como estuvo en su cama y la vela se apago, Ie pareci6. cobrando eI perdi(o sentido. que desperta­ba de un profundo sueno; si bien acordandose de 10 que Ie habia sucedido. juzgaba que Lodo Ie habia pasado sonando, y rouy afligida de tan descompuestos rueiios, se reprendia a 51 misma, diciendo: ,

-iQuc es esto, desdichada de mil i,Pues euando he dado yo lugar a mi imaginaci6n para que me represente cosas tan ajenas de mi, 0 que pensamientos ilidos he tenido yo con este hombre para que de ellos hayan naci~o tan enormes y desho­nestos efectos? jAy de mi!, 6Que es es:o, 0 que remedio lendle para olvidar casas semejanles?

Con esto, lIorando y con gran desCJnsuelo, paso la'noche y el dia, que ya sobre tarde se saJio a un bakon, por divertir algo su erunaranada memoria, al lierupa que don Diego, aun no creyendo fuese venJad 10 sucedid<.', pas6 por la calle, para ver si la veia. Y fue al tiempo que, como he dicho, estaba en la venlana, que como el galan la vio qr.ebrada de color y triste. conociendo de que procedia el Lal a:cidente, se persuadio a dar erectiLo a 10 sucedido; mas dona lnes, en el punlo que Ie

• antes: antes que add. C. b remitiendo y remitiendo add, B. 'ha­blarle: habJar C.

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vio, quitandose de ,la ventana, la cerro con mucho enojo. en cuya faecion eonoci6 don Diego que dona Ines iba a su casa privada de todo su sentido, y que su tristeza procedia si aeaso, como en suenos, se acordaba de 10 que con el habia pasado; si bien, viendola con la cOlera que se habia quitado de la venta­na, se puede creer que Ie diria:

-Cerrad. senora, que a la noche yo os obligare a que me busqueis.

Dc esta sucrte paso don Diego mas de un mes, lIevando a su dama la noche que Ie dab gusto a su casa, con 10 que la pobre senora andaba tan triste y casi asombrada de ver que no se podia Iibrar de tan descompuestos suenos. que tal creia que eran, ni por encomendarse, como 10 hacia, aDios, ni por acudir a mcnudo a su confesor. que la consolaba, cuanto era posible, y deseaba que viniese su marido, por ver si con el podia remediar su tristeza. Y ya determinada, a a enviarle a lIarnar. 0 a pcrsuadirte fa diese licencia para irse con el. Ie" sucedi6 10 que ahara o:rCis. Y fue que una noche, que por ser de las calurosas del verano, muy serena y apacible, con la luna hermosa y clara, don Diego encendio su encantada vela, y dona Ines, que por ser ya tarde estaba acostada, aunque dilataba eI sujelarse al sueno, par no rendirse a los malignos suenos que ella erela ser. 10 que no era sino la pura verdad, cansada de desvelarse, se adormecio. y obrando en ella el encanLo. desperto despavorida, y levantandose. rue a buscar eI faldellin. que no hallandale. por haber las criadas l1evado los vestidos para (impiarlos. asi, en camisa como estaba. se sali6 a la calle. y yendo eneaminada ala casli de don Diego. encontro con ella el Corregidor. que con lodos sus ministros de justicia venia de ronda. y can €:I don Francisco su hermano, que habiendole encontrado, gusto de acompaiiarle. por ser su ami­go; que como viesen aquella mujer en eamisa, tan a paso tirado, la dieron voces que se detuviese; mas ella callaba y andaba a toda diligencia, como quien era lIevada por el espiri­tu maligno: tanto, que les oblig6 a e1los a alargar el paso por diligenciar el alcanzarla; mas cuando 10 hicicron, rue cuando dona Ines eslaba ya en la sala, que en entrando los unos y los olres, ella se fue a la cama donde estaba don Diego, y ellos a la figura que estaba en la mesa con la vela encendida en la eabeza; que como don Diego via el fraeaso y desdicha, temeroso de que si mataban la vela dona Ines padeceria el mismo riesgo.

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saltando de la cama les dio voces que no matasen la vela, que se quedaria muerta aquella mujer, y vuelto a ella. Ie dijo:

-Idos, senora, con Dios. que ya tuvo fin este encanto. y vos y yo eI castigo de nuestro· delito. Por vos me pesa, que inocente padecereis.

Y esto 10 decia por haber visto a su hermano al lado del Corregidor. Levanl6se. dicho esto. dona Ines. Y como habia venido, se volvi6 air. habiendola al S<1.1ir todos reconocido, y tam bien su hermano. que fue bien menester la autoridad y presencia del Corregidor para que en ella y en don Diego no tomase la justa venganza que a su parecer meredan.

Mand6 eI Corregidor que fuesen la mitad de sus ministros con dona Ines. y que viendo en que paraba su embelesamienlo. y que b no se apartasen de ella hasta que el mandase otra cosa, sino que volviese uno a darle cuenta de todo; que viendo que de alii a poco la vela se mato repentinamente, Ie dijo al infelice don Diego:

-jAh senor. y c6mo pudierades haber escarmentado en la burla pasada, y no poneros en tan costosas veras!

Con esto aguardaron eI aviso de los que habian ido con dona Ines, que como lIego a su casa y abrio la puerta, que no estaba mas de apretada, y entro, y todos con ella, volvi6 a cerrar. y se fue a su cama, se ech6 en ella; que como a este mismo punto se apagase la vela, ella despert6C del embelesa­miento, y dando un grande grito. como se vio cercada de aquellos hombres y conocio ser ministros de justicia, les dijo que que buscaban en su casa, 0 por donde habian entrado, supuesto que ella tenia la lIave.

-jAy. desdichada senora! -<lijo uno de ellos-, iY c6mo habeis estado sin sentido, pues eso preguntais'

A esto. Y al grito de dona Ines, habian ya salido las criadas alborotadas. tanto de oir dard vocesc a su senora como de ver alli tanta gente. Pues! prosiguiendo el que habia empezado, Ie cont6 a dona Ines cuanto habia sucedido desde que la habian encontrado hasta el pun to en que estaba, y cOmo a todo se habia hallado su herman'o presente; que oido por la triste y desdichada dama, fue milagro no perder la vida. En lin, porque no se desesperase, segiJn las cosas [[quell g hacia y decia, y las hennosas lagrirnas que derramaba, sacandose a

• nuestro: este C. by que: om. C. C desperto: se desperto add. B. d dar: om. B. voces: veces C. r pues: om. C. '[lqueJJ: om. A. B. C.C

280

II ' manojos sus cabellos. enviaron a avisar al Corregidor de todo. diciendole ordenase 10 que se habra de hacer. EI cual, habien­ \I~

IJdo tomado su confesion a don Diego y' el dicho la verdad del

II,..caso, dcclarando cOmo dona Ines estaba inocente, pues priva­ l'

do su entcndimiento y sentido con la fuerza del encanto venia . i' il'como habian visto; con que su hermano mostr6 asegurar su

pasion. aunque olra cosa Ie quedo en el pensamienlo. rCan esto m<lnd6 el Corregidor poner a don Diep.o en la ,. carcelb a buen recaudo. y tomando c la encantada hgura. se fueron a casa de dona Ines. a la cual hallaron hacienda las I.

rlastimas dichas, sin que sus criadas ni los demas fuesen parte (para consolarla. que a haber quedado sola, se hubiera quitado la vida. Estaba ya vest ida y arrojada sohre un estrado. alcan­ \\:i7.andose un desmayo a otro. y una congoja a otra. que como vio al Corregidor ya su hermano. se arroj6 a sus pies pidien­ "I

I dole que la matase. pues habia sido mala. que, aunque sin su volunlad. habia manchado su honor. Don Francisco. most ran­do en exterior piedad. si bien en 10 interior eslaba vertiendo ponzona y crueldad. la levanto y abraz6. teniendoselo todos a nobleza. y el Corrcgidor Ie dijo:

-Sosegaos. senora, que vueslro delilo no merece la pena que vosd pedis, pues no 10 es, supuesto que vas no erais parte para no hacerle.

Que algo mas quieta la desdichada dama. mand6 el Corregi­dor. sin que ella 10 supiera. se saliesen fuera y encendiesen la vela; que, arenas fue hecho, cuando se levant6 y se salio adonde la vela eslaba encendida, y en diciendole que ya era hora de irse, se volvia a su asienlo, y la vela se apagaba y ella volvia como de sueno. Esto hicieron muchas veces. mudando la vela a diferentes partes. hasla volver con ella en casa de don Diego y encenderla alIi. y luego dona Ines se iba a

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<lila de la manera que estaba. y aunque la hablaban, no respondia.

Can que averiguado eI caso. asegurandola. y acabando de aquielar a su hermano, que eslaha mas sin juicio que ella, mas por enlonces disimulO. anles el era el que mas la disculpaba. dejandola eI Corregidor dos gU<lrdias!. mas por amparo que por {'risi6n, pues ella no la merecia. se fue cada uno a su casa, admlrados del suceso. Don Francisco se recogi6 a la suya, loco de pena. conlando a su mujer 10 que pasaba; que, como al fin cuiiada, decia que dona Ines debia de Iingir el embelesa­

, y: (In!. C. b careel: e~lcel C. C romandn: '<,mar m~ndo A. B: Clom~ndo C. d vas: om. B. a: om. C. r gu~rdias: guardas C.

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miento por quedar libre de culpa; su marido, que habia pensa­do 10 mismo, fue de su parecer, y al punto despacho un criado a Sevilla con una carta a su cunado, diciendole en ella dejase todas sus ocupaciones y se viniese al punto que importaba al honor de entrambos, y que fuese tan secreto, que no supiese nadie su venida, nj en su casa, hasta que se viese con el.

EI Corregidor olro dia busco al mora que h<lhia hecl10 eI hechizo; mas no parecio. Divulg6se el caso por la ciudad. y sabido par la Inquisici6n. pidi6 el preso, que Ie rue entreg<ldo con el proceso ya sustanciado, y pueslo camo habia de eslar, que lIevado a su carcel, y de ella' a la Suprema~, no parcci6 mas. Y no fue pequeiia piedad castigarle en secreto. pues al fin el habia de morir a manos del marido y hermano de dona Ines. supuesto que el delito cOl11etido no merecia menor. castigo.

Llego eI correa a Sevilla y dio la carta a ~1.Alonso) que como vio 10 que en ella se Ie ordenaba, bien conruso yTCtTieroso de que serian flaquezas de dona Ines, se puso ,~n camino. y a largas jomadas lIeg6 a casa tie su cuiiado. can tanto ~ccreto. que nadie supo su venida. Y sabido todo el caso Como habia sucedido, entre todos tres habia diferentes pareceres sabre que genero de muerte darian A. la inocente y desdichndll dona Ines, que aun cuando de voluntad fuera culpada, In bastara par pena de su delito la que tenia, cuanto y mas nO habiendole cometido, como estaba averiguado. Y de quieti mas pondero la crueldad es de la traidora cunada, que, siquicra por mujer, pudiera tener piedad de ella.

Acordado. en fin. el modo. don Alonso, disimulando su danada intencion. se flll: a su casa. y can carip,~s y halagos la aseguro, haciendo eI rnismo de modo que la triste dona Ines, ya mas quieta, viendo que su marido hablll creido la verdad, y estaba seguro de su inocencia, porque haber§clo encubierto era imposible, segtin estaba el caso publico, lie recobro de su perdida. Y si bien. avergonzada de su desdicha, apenas osaba mirarle, se modero en SWI sentimientos y higrimas. Con esto pasO algunos dias, donde un dia, can mucha afabilidad, Ie dijo el cauteJoso marido camo su hermana y el estaban determina­dos y resueltos a irse a vivir con sus casas y familias a Sevilla;

• de ella: dalle C.

5 Suprema. «Usado como sustantivo. es por antonomasia el Supe­rior Consejo de la Inquisici6n. a quien preside el Inquisidor general» (DA1.

282

10 uno, por quitarse· de los ojos de los que habian sabido iaquella desdicha. que los b senalaban C can el declo, y 10 otro I! par asistir a sus pleitos, que habian quedado empantanados. A I'10 cual dona Ines dijo que en ello no habia mas gusto que el

PIsuyo. Puesta par obra la determinacion propuesta. vendiendo "

\~,cuantas posesiones y hacienda ten ian alii, como quien no pensaba volver mas ala ciudad. se particron todos con mucho gusto. y dona Ines mas contenla que todos, porque vivia afrcntada de un suceso tan escandaloso.

6 IL1egados a Sevilla. tomaron casa a su c6tnod0 • sin mas vecimlad que tllos dos. y luego despidicron lodos los criados 'I!: : y criadas ql.l<': habian traido. para hacer sin testigos la crueJdad I' que ahora dire.

En un Hposcnto. el ultimo de toda la casa. donde. aunque II!! hubiese gentl! de servicio, ninguno tuviese modo ni ocasion de I

Ientrar en el, en eI hueco de una cI,imenea que d alii habia, a elias la hicieron. porque para este caso no hubo mas oficiales que el hermano. marido y cunada. habiendo traido yeso y cascotes, ye 10 demas que era mene1iter, pusieron a la pobre y desdichada dona Ines, no dejandole mas lugar que cuanto pudiese estar en pie, porque si se Queria sentar, no podia, sino, como ordinariamente se dice,: en cuclillas, y la tabicaron. dejando sOlo una ventanilla como media pliego de pape\' par donde respirase y Ie pudiesen dar una miserable comida, por que no muriese tan presto. sin que sus lagrimas nj protestas los enterneciese. Hecho esto. cerrtlron eI aposento. y la lIave la tenia la mala y cruel cuiiada, y ella misma Ie iba a dar la comida y un jarro de agu<t, de manera que aunque despues recibieron criados y criadas. ninguno sabia el secreta de aque! cerrado r aposento.

Aqui estuvo dona Ines seis anos, que permitio la divina Majestad en tanto tormento conservarle la vida, a para castigo de los que se Ie daban. 0 para merito suyo, pasando 10 que imaginar se puecle, supuesto que he dicho de la manera que estaba. y que las inmundicias y basura. que de su cuerpo echaba. Ie servian de carna y estrado para sus pies; siempre ii1I0rando y pidiendo aDios la aliviase de tan penoso martirjo, III sin que en todos elias viese luz. ni recostase su triste cuerpo. I'

• quitarse: quitar C. bIos: las C. 'seiialaban; seiialaba C. d que: ~ Oln. C. 'y: om. B. r cerrado: cercado C

6 C6modo. «Conveniencia».

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ajena y apartada de las gentes, tiranizada a los divinos sacra­mentos y a oir misa, padeciendo mas que los que martirizan los tiranos. sin que ninguno de sus tres verdugos tuviese piedad de ella, ni se entemcciese de ella. antes la traidora cu­nada. cada vez que la lIevaba la comida. Ie deda mil opro­bios y afrentas. hasta que ya Nuestro Senor. cansado de sufrir tales delilos, permitio que fuese sacada esta triste mujer de tan desdichada vida. siquiera para que no muriese desesperada.

Y rue el caso que. a las espaldas de esta casa en que esfaba. habia otra principal de un caballero de mllcha calidad. La mujer del que digo habia lenido una doncella que la habia Cc1.sado aiios habia, la cual enviud6. y quedando necesilada. la senora. de Cclridad y por haberla servido. par que no tuviese en la pobreza que lenia que pagar casa, Ie dio dos aposenlos que eSlaban arrimados al emparedamicnto" en que la cuitada dona Ines estaba. que nunca habian sido habilados de gente, porque no habian servido sino de guardar cehada. Pues pasada a ellos esla buena viuda. acomodo su cama a fa parte que digo. donde eSlaba dona lnes, la cual, como siempre eSlaba lamen­tando su desdicha y lIamando a Dios que la socorriese. la olra, que estaba en su cama, como en el sosiego de la nache todo estaba en quielud, oia los ayes y suspiros. y al principio es de creer que enlendi6 era alguna alma de la olra vida. Y luvo tanto miedo. como estaba sola, que apenas se atrevia a estar alii; tanlo. que la oblig6 a pedir a una hermana suya Ie diese. para que esluviese con ella, una muchacha de hasta diez anos, hija suya. con cuya compania mas alentada asistia mas alii, y como se reparase mas. y viese que entre los gemidos que dona Ines daba. lIamaba aDios y a la Virgen Maria. Senora nuestra. juzgo seria alguna persona enferma, que los dolores que padecia la obligaban a quejarse de aquella forma. Y una nache que mas atenta estuvob

, arrimado el oido a fa pared. pudo apercibir que decia quien estaba de la otra parte estas razones:

-i,Hasla cuando, poderoso y misericordioso Dios, ha de durar esla tnsle vida? <.Cuando, Senor, daras lugar a la airada muerte que ejecute en mi el golpe de su cruel guadana. y hasta cmlndo estos crueles y camiceros verdugos de mi inocencia les ha de durarG eI poder de tratarme asi? i.Como. Senor. permites que Ie usurpen tu justicia. castigando con su crueldad 10 que tli. Senor, no casligaras? Pues cuando tu envias el castigo, es a

• emparedamienlo: emperamienlo C. b esruvo; eslaba C. < du­j rar: dudar A; durar B. C.

quien liene culpa, y aun entonces es· con piedad; mas estos tiranos castigan en mi 10 que no hice, como 10 sabes bien tu, que no fui parle en el yerro por que padezco Ian crueles lormenlos, y el mayor de todos, y que mas siento, es carecer de vivir y morir como cristiana. pues ha lanlo tiempo que no oigo misa. ni conllcso mis pec<Jdos. ni recibo tu Santisimo Cucrpo. i.En que tierra de moros pudiera estar cautiva que me trataran como me tratan? jAy de mi!, que no deseo salir de aqui por vivir. sino solo por morir Cc1.lolica y cristianamente, que ya la vida la tellgo Ian aborrecida. que. si como el trisle suslento que me dan, no es por b vivir. sino por no morir desesperad a <.

AcabO estas razones con tan doloroso lIanto. que la que escuchaba. movida a lastima, alzando la voz, para que la oyese. Ie dijo:

-Mujer, 0 quien eres. i.que tienes 0 porque Ie lamentas tan dolorosamenle? Dirnelo. por Dios. y si soy parte para sacarte de donde estas, 10 hate, aunque aventure y arriesgue la vida.

-i.Quien eres tu-r~spondi6 dona Ines-, que ha pennitido Dios que me lengas la~tima'!

-Soy-replica la olm mujer-una vecina de esta otra par­te, que ha poco que vivo aqui, y en ese corto tiempo me has ocasionado muchos lemores; tan los cuantos ahora compasio­nes. Y asl. dime que poore hacer, y no me ocultes nada, que yo no excusare trabajo por sacarte del que padeces.

-Pues [SiJd asi es, senora mia-rcspondi6 dona Ines-, que no eres de la parte de mis crue1es verdugos. no te puedo decir mas por ahora, porqtl~ temo qtIe me escuchen, sino que soy una triste y desdichadll mujer, a quien la crueldad de un hermano, un marido y una cunada tienen puesta en tal desven­tura. que aun no tengo lugar de ,poder extender este triste cuerpo: tan estrecho es en el que esloy, que si no es en pie. 0

mal senlada. no hay otTO descanso. sin otros dolores y desdi­chas que estoy padeciendo. pues. cuando no la hubiera mayor que la oscuridad en que estoy, baslaba, y esto no ha un dia, ni dos, porque aunque aqul no se cuando es de dia ni de noche, ni domingo. ni sabado, ni pascua. ni ano, bien se que ha una etemidad de liempo. Y si esto 10 padeciera con culpa, ya me consolara. Mas sabe Dios que no la tengo. y 10 que lemo no es la muerte. que antes la deseo; perder el alma es mi mayor

, es: 0111. C. h por: para B. desesperada: desesperado A. B;C

desesperada C. d si: om. A. B: si C.

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lemor. porque muchas veces me da imaginacion de con mis propias manos hacer cuerda a mi garganta para acabarme; mas luego considero que es eI demonio. y pido ayuda a Dies para libranne de d.

-i..Que hiciqe que los oblig6a tal? --<lijo la mujer, -Va te he dicho-dijo dona Ines--que no tengo culpa: mas

son cosas muy largas y no se pueden contar. Ahora 10 que has de hacer. si deseas hacerme bien. es irte al Arzobispo 0 31 Asistente 7 y contarle 10 que te he dicho. y pedirles vengan a sacanne de aqui antes que muera, siquiera para que haga las obras de cristiana; que te aseguro que esta ya tal mi triste cuerpo, que pienso que no vivire mucho. y pidote por Dios que sea fuego. que Ie importa mucho a mi alma.

-Ahora es de noche -dijo la mujer-: fen paciencia y ol"recele aDios eso que padeces, que yo te prometo que siendo de dia yo haga 10 que pides.

-Dios te 10 pague--replic6 dona Ines-, que asi 10 hare, y reposa ahora, que yo procurare, si puedo, hacer 10 mismo, con las esperanzas de que has de ser mi remedio.

-Despues de Dios, credo· asi-respondi6 la buena mujer. Y con esto. callaron. Venida la manana. la viuda bajo a su

senora y Ie conto todo 10 que Ie habia pasado, de que la senora se aelmiro y lastimo, y si bien quisiera aguardar a la , Iii noche para hablar ella misma a dona Ines, temiendo el dano que podia recrecer si aquella pobre mujer se muriese asi, no 101 I~ dilato mas, antes mando poner el coche. Y porque con su autoridad se diese mas credito al caso. se fue ella y la viuda al

, II II Arzobispo. 'dandole cuenta de lodo 10 que en esta parte se ha

dicho. el eual. admirado. aviso al Asistente. y juntos con loelos 'IIill sus ministros, seglares y eclesiasticos, se fueron a la casa de don Francisco y don Alonso, y cercandola por todas partes.

I~ porque no se escapasen, entraron dentro y prendieron a los ~: dichos y a la mujer de don Francisco, sin reservar criados ni:Iii criadas. y tomadas sus confesiones, estos no supieron decir ~;~: nada, porque no 10 sabian; mas los traidores hermano y 'I, marido y la cruel cunada, al principio negaban: mas viendo 'I'

que era por demas. porque el Arzobispo y Asistente venian ~l"

• creelo: creolo C.Il ~

7 A.~isletl'e. «En Sevilla se da este titulo y nombre al Corregidor de aquella ciudad. Tambien los hay en otras partes. como en Santiago y Marchena, aunque de inferior representacion» (D.A.).

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bien instruidos. confesaron la verdad. Dando' la cuiiada la lIave, subieron donde estaba la desdichada dona Ines, que como sintio tropel de genie, imaginando 10 que seria, dio voces. En fin, derribando el tabique. la sacaron.

Aqui entra ahora b la piedad, porque, cuanda Ja encerraron alii, no tenia m;IS de veinte y cuatro aDOS y seis que habia estado eran treinta, que era la flar de su edad.

En primer lugar. aunque tenia los ojos daros, estaba ciega, a de la ascuridad (porljue es cosa asentada que si una persona cstuviese mucho tiempo sin ver IU7. ce~ari<1l. (l fuese de esto. u' de 1I0rar. ella n0 tenia vista. Sus henllosos cabellos. que cuando cntro alii cr(ll\ como hebras de oro, blancosd como la misma nieve. enredados y lIenos de anim<llcjos. que de no peinarlos se crian en tatlta cantidad, que por encima hervorea­ban; el color. de la color de la muerte; taft f1aca y consumida, que se Ie senalaban los huesos, como si el pellejo que estaba encima fuera un delgado cenda]; desde los ojos hasta la barba. dos surcos cavados de las lagrimas, que se Ie escondia en ellos un bramante grueso; los vestidas hechos ceniza<, que se Ie veian las mas partes de su cuerpo; descalza de pie y piema, que de los excrementos de su cuerro. como no tenia donde echarlos, no salo se habian consumido, mas la propia came comida hasta los muslos de lIagas y gusanos. de que estaba !leno el hediondo lugaL No hay mas que decir, sino que causa a lodos tanta lastima, que lloraban como si fuera hija de cada uno!.

Asi como la sacaron, pidi6 que si rstaba alli el senor Arzo­bispo, la lIevasen a d, como fue hecho, habiendola, por la indecencia que estar desnuda causaba, cubiertola con una capa. En fin, ell brazos la lIevaron junto a el, yella echada por el suclo, Ie bcs6 los pies, y pidio la bcndici~n, contando en sucintas rnones toda~ su desdichada historia. de que se indigno tanto el Asistente, que al punto los mand6 a todos tres poller en la circel con grillos y cadenas, de suerte que no se viesen los unos a los otros, afeando a la cufiflda mas que a los otros la crueldad. a 10 que ella respondio que hacia 10 que la mandaba su marido.

La senora que dio eJ aviso. junto con la buena duena que 10 descubri6. que estaban presentes a todo. rampiendo la pared por la parte que estaba dona lnes. par no pasarla par la calle,

• dando: y dando add. C. h ahara: om. C. c u: 0 B. d blancos: eSlaban C ceniz.i1: cenizas C. r uno: una C. • tada: om. B.C

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la Ilevaron a su casa, y hacienda la noble senora prevenir una regalada cama, puso a dona Ines en ella, lIamando medicos y

I I i!,' cirujanos para curarla, haciendole" tomar sustancias, porque era Innta su fJaqueza, que tet11ian b no se muriese. Mas dona Ines no quiso tamar cosa hnsta dar la divina sllstancia

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Ultimamente, con LanLo cuidado miro la senora par ella, que sano; solo de la vista. que esC] no fue posible restaurarscla.

@I Asistente sustancio eI proceso de los reos, y averiguado \ todo, los condeno a todos tres a muerte. que fue ejecutada en un cadalso, por ser nobles y caballeros. sin que les valiesen sus dineros para alcanzar perden, po ser el deli to de tal calidad.

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A dona Ines pusieron, ya sana y restiLuida a su hennosura. aunque ciega, ert un convento can dos criadas que cuidan de su regalo, suslentandose de la gruesa hacienda de su her­mano y marido, donde flo)' vive haciendo vida de una santa, afinmindome quien la via euando la sacaron de la pared, y despues. que es de las mas hermosas mujeres que hay en cI reino del< Andaluda; porgue, aunqlle esta ciega, como tiene los ojos c1aros y hennosos como ella los tenia, no se Ie echa de ver

}lue no tiene vista. Todo este caso es tan venladero como la misma verdad, que

ya digo me Ie conLo quien se hallo presente. Ved ahora si puede servir de buen desengano Cl las damas. pues si a las inocentes Jes sucede esto. i,que esperan las culpadas? Pues en cuanto a la CTueldad para con las desdiehadas mujeres, no hay que liar en hermanos ni maridos, que lodos son hombres. Y como dijo el

: rey don Alonso eI Sabio, queel cQrazon del hombre es bosque de I espesura, que nadie Ie pue<le hallar senda, donde la crueldad. "bestia fiera y indomable, tiene su morada y habitacion.

Este suoeso habra que pasO veinte anos, y vive hoy dona Ines, y muchos de los que Ie vieron y se hallaron en el; que quiso Dios darla sufrimielllo y guardarle la vida. porque no muriese alii desesperada, y para que tan rabioso lobo como su hennano. y tan cruel basi lisco como su marido, y tan rigurosa leona como su cunada, ocasionasen ellos mismos su castigo.

Deseando eslaban las damas y caballeros que la discreta Laura dicse fin a su desengaiio; Ian lastimados y enternecidos

• haeiendole: haeii:ndola C. b temian: lemia C. del: de la B;C

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los tenian los prodigiosos sucesos de la hermosa cuanto desdi­chada dona lnes, que todos, de oirlos, derramaban rios de I<igrimas de sOlo oirlos' ; y no ponderaban tanto la crueldad del marido como del herrnano, pues parecia que no era sangre suya quien tal habia pennitido; pues cuando dona Ines, de malicia, hubiera cometido el yerro que Ie obligo a tal castigo, no merecia mas que una muerte breve, como se han dado a otras que han pecado de malicia. y no darle tantas y tan dilatadas como leb dieron. Y a< la que mas culpaban era a la cuiiada. pues ella, como mujer, pudiera ser mas piadosa, estando cier­ta, como se aYeriguo. que privada de sentido can el endemo­niado encanto !labia cllido en tal yerro. Y la primera que rompi6 e1 silencio fue 49iia Estefania, que dando un lastimoso susp~'roijo:'" . .-.... -' y. divino..I~spQS() fTI.i~Y si vas, tOOas las veces que os

ofen etfios, nos castigarais asi, i,que fuera de hosotros? Mas soy necia en hacer comparaci6n de vas, piadoso Dios. a los esposos del mundo. Jamas me arreperiti cuanto ha que me consagre a vas de 6ef esposa vuestra; y hoy menos 10 hago ni 10 hare, pues aunque os agraviase, que a la milS minima Jagrima me habeis de perdonar y recibinne con lo~ brazos abiertos.

Y vuelta a las damlls, les dijo: -eierto senoras, que no se cOmo teneis animo para entre­

garos can nombre de marido a un enemi£o, que no sOlo se ofende de las obras, sino de los pensamientos; que ni can el bien ni eI mal acertall. a dades gusto, y si a".aso sois compren­didas en alg1in delito contra ellos, i,por que os liais y contiais de sus disirnuladas maldades, que hasta que consiguen su venganza, y es 10 segura, no sosiegan? Con wiD este desenga­no que ha dicho Laura, rni tia, podeis quedar bien desengaiia­das, y concluida la opinion que se s\lstenta en este sarao, y los caballeros pOOnin tambien conocer cuan d engaiiados andan en dar toda la culpa a las mujeres. acumulandolas tados los delilos, flaquezas, crueldades y malos tratos, pues no siempre tienen la culpa. Y es el caso que por la mayor parte las de mas aventajada calidad son las mas desgraciadas y desvalidas, no solo en sucederles las desdichas que en los desenganos referidos hemos visto. sino que tambien las comprenden en la opinion en que tienen a las vulgares. Y es genero de pasion 0 terna [(de])' los divinos entendimientos que escriben libros y

'de sOlo airlos: om. C. ble: la C. <a: om. C. d eUan : que C. , [[de)]: om A, B. C.

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componen comedias, alcanzindolo todo en seguir la opinion del vulgacho, que en comun da la culpa de todos los malos sucesos a las muieres; pues hay tanto en que culpar a los hombres, y escribJendo de unos y de olros, hubieran excl!sado a estas damas el trabajo que han tornado por volver par el honor de las mujeres y defenderlas, viendo que no hay quien las delienda. a desenlraiiar' los casos mas ocultos para probar que no son todas las mujeres las malas, ni todos los hombres los buenos.

-La cierto es--replic6 don Juan--que verdaderamente pa­rece que todos hemos dado en el vicio de no decir bien de las mujeres, como en el tamar tabaco, que ya tanto Ie gasta el ilustre como eJ plebeyo. Y diciendo mal de los olros que Ie toman, traen su tabaquera mas a mana yen mas custodia que el rosario y las horas, como si porque ande en cajas de oro, plata 0 cristal dejase de ser tabaco, y si preguntan por que 10 toman, dicen que parque se usa. Lo mismo es el culpar a las damas en todo, que lIegado a ponderar pregunlen al mas apasionadob porque dice mal de las mujeres. siendo el mas deleitable vergel de cuantos cri6 la naturaleza, respondera, porque se usa.

T odos rieron la comparacion del tabaco al decir mal de las mujeres, que habia hecho don Juan. Y si se mira bien, dijo bien, porque si el vieio del tabaco es eI mas civil de cuantos hay. bien le comparo al vieio C mas abominable que puede haber. que es no estimar, alabar y hamar a las damas; a las buenas, par buenas, y a las malas, par las buenas. Pues viendo la hermosa dona Isabel que la linda Matilde se prevenia para pasarse a1 asiento del desengano, hizo senal a los musicos que eantaron est!: romance:

«Cuando Ie mirare Atandra, no mires, ingrato dueno, los engafios de sus ajos, porque me matas d con celos.

No esfuerces sus libertades, que si ve en tus ojos ceno, tendra los livianos suyos en los tuyos escarmiento,

• desentreiiar: desengafiar C. b apasionado: aficionado C. delC

tabaco es eI mas civil de euantos hay, bien Ie comparo al vieio: om, C. d matas: mates C.

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No desdores tu valor COT) Ian civil pensamiento. que senis causa que :i.:J me arn:pienta de mi empleo,

Duena tiene, en eJ se goce, si no Ie sa1io a wntento. reparara al elegirle. o su locura 0 su acierto,

Obliguete a no admitir sus livianos devaneos las hlgrimas de mis ojos, de mi alma los lonnentos.

Que si procuro sufrir las eongojas que padezco. si es po~ible a mi valor. no 10 (~ a mi sufrimienlo.

i.De que me sirven. Saticil). los cuidiidos con que vela sin sueno las largas noches, y los dillS sin sosiego.

si til gustas de malanIle, dando a eSil tirana el premio, que me cuestll tantas penas, que me cuesta tan~o suei\o?

Hoy. al sali!' de lu albergue. mostro COn rostro risueiio. tirana de mis ravores. cuanlO se alegra en tenerlos.

Si miraras que son mios. no se los dieras' tan presto cometiste estelionato. porque vendiste 10 ajeno.

Si te viera desabrido, si te mirara severo.

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• dieras: diera B. C.

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DESENGANO SEXTO a1

Cuando dio fm la musica, ya la hermosa Matilde estaba prevenida para referir su desengafio, bien incierta de que luciese como los que ya quedaban dichos. Mas ella era tan linda y donairosa. que solas sus gracias bastaban a desengafiar a cuantos la miraban, de que ninguno la merecia. Y asi, cuando no fuera su desengafio de los mas realzados, la falta de el supliera su donaire. Y viendo que todos suspensos callaban, dijo asi:

-Cierto. hermosas damas y bien entendidos caballeros, que cuando me dispuse a ocupar este asiento, deje a la puerta prevenida una posta, y yo traigo las espuelas caI7..adas; porque el decir verdad es 10 mismo que desengafiar. Y en eI tiempo que hoy alcanzamos. quien ha de decir verdades ha de estar resuel­to a irse del mundo. porque si nos han ae desterrar de ellos que las escuchan, mas vale imos nosotros. pues la mayor suerte es vencerse uno a Sl mismo, que no dejarse veneer de otros. De esto naci6 eI matarse los gentiles. porqqe como .10 alcanza­ban la inmortalidad del alma, en cambia de no verse abatidos y ultrajados de sus enemigos, no estirnaban la vida, y teolan por honrosa victoria morir a sus m'ismas manos, que no a las de sus enemigos. Y de esta misma causa nace hoy el decir mal los hombres de las mujeres, porque los desengaiian, si no con las palabras, con las obras. Hablo de las que tratan de engafiar

• DESENGANO SEXTO: NOCHE VI A; NOCHE SEXTA B. C.

1 En todas las ediciones Figura NOCHE. incluso en las ediciones tardias en las que se aiiade Desengai'io sexlo y el titulo (vease INTRoDuc­cI6N). A partir de la edici6n de Barcelona, 1734, esta novela lIeva eI titulo de AMAR SOLO POR VENeER.

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