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Nueva orientación en el camino de la reconstitución del Partido Comunista El presente documento es el resultado de un periodo de reflexión y valoración global de la experiencia en la aplicación, el desarrollo y la difusión de nuestro proyecto de Reconstitución del Partido Comunista a lo largo de una década (1994-2003). I Balance y Rectificación Una autocrítica En el balance de nuestra trayectoria, nos hemos dirigido a la revisión de algunos de los ejes en torno a los que giraba el Plan de Reconstitución, principalmente el relacionado con el carácter y definición de las premisas ideológicas desde las que partimos, y el que se refiere a la naturaleza de nuestra organización como destacamento de vanguardia, en sí mismo y en el contexto general del movimiento de vanguardia actual. De esta revisión y sus consecuencias ha resultado la necesidad de iniciar un movimiento de rectificación en nuestro estilo de trabajo y en nuestra línea táctica, en el sentido de adecuar mucho más el objetivo de la Reconstitución del Partido Comunista a las reales circunstancias hoy predominantes en el movimiento comunista, en el movimiento obrero y dado el presente estado de la lucha de clases proletaria. En cuanto al basamento ideológico, hemos llegado a la conclusión de que fundamentarlo exclusivamente en el estudio de las fuentes clásicas del marxismo-leninismo, agregándole un balance de la experiencia histórica de construcción del socialismo (entendiendo balance casi exclusivamente como depuración de errores tácticos e, incluso, estratégicos, pero sobre todo de errores de orden político ), resultará del todo insuficiente desde la perspectiva de la asunción de la ideología del proletariado como punto de partida de todo proyecto revolucionario. En primer lugar, porque nuestro análisis de la Revolución de Octubre –hasta el punto en que lo hemos realizado – nos ha conducido a adoptar una posición crítica respecto de lo que denominamos Ciclo de Octubre , en lo que se refiere a muchas de sus construcciones teóricas factuales (y también a bastantes de sus construcciones políticas), desde el punto de vista de su validez

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Texto de la Nueva Orientación del Partido Comunista Revolucionario del Estado español

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Nueva orientación en el camino de la reconstitución del PartidoComunista

El presente documento es el resultado de un periodo de reflexión y valoración global de laexperiencia en la aplicación, el desarrollo y la difusión de nuestro proyecto de Reconstitución delPartido Comunista a lo largo de una década (1994-2003).

I

Balance y Rectificación

Una autocrítica

En el balance de nuestra trayectoria, nos hemos dirigido a la revisión de algunos de los ejes entorno a los que giraba el Plan de Reconstitución, principalmente el relacionado con el carácter ydefinición de las premisas ideológicas desde las que partimos, y el que se refiere a la naturalezade nuestra organización como destacamento de vanguardia, en sí mismo y en el contexto generaldel movimiento de vanguardia actual. De esta revisión y sus consecuencias ha resultado lanecesidad de iniciar un movimiento de rectificación en nuestro estilo de trabajo y en nuestralínea táctica, en el sentido de adecuar mucho más el objetivo de la Reconstitución del PartidoComunista a las reales circunstancias hoy predominantes en el movimiento comunista, en elmovimiento obrero y dado el presente estado de la lucha de clases proletaria.

En cuanto al basamento ideológico, hemos llegado a la conclusión de que fundamentarloexclusivamente en el estudio de las fuentes clásicas del marxismo-leninismo, agregándole unbalance de la experiencia histórica de construcción del socialismo (entendiendo balance casiexclusivamente como depuración de errores tácticos e, incluso, estratégicos, pero sobre todo deerrores de orden político ), resultará del todo insuficiente desde la perspectiva de la asunción dela ideología del proletariado como punto de partida de todo proyecto revolucionario. En primerlugar, porque nuestro análisis de la Revolución de Octubre –hasta el punto en que lo hemosrealizado – nos ha conducido a adoptar una posición crítica respecto de lo que denominamosCiclo de Octubre , en lo que se refiere a muchas de sus construcciones teóricas factuales (ytambién a bastantes de sus construcciones políticas), desde el punto de vista de su validez

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universal y actual. La obra de Octubre nos ha legado un tesoro de experiencias revolucionarias.Pero también nos aporta un sinnúmero de elementos ideológicos y políticos, insertos en eldiscurso revolucionario, que más bien son hijos de la necesidad práctica del momento o delacuerdo coyuntural del marxismo y el proletariado revolucionario con otras fuerzas políticas osociales ante determinadas circunstancias que, si bien fueron pasajeras, dejaron una huellapermanente en el discurso marxista sin recibir la pertinente crítica depuradora una vez superadasesas coyunturas. El marxismo que nos lega Octubre, pues, está cargado de resonancias delpasado, de expedientes agregados por las dificultades de cada momento político, arrastra lossedimentos aluviales que han ido depositando alianzas políticas, compromisos ideológicos y, nolas menos veces, su deficitaria comprensión e inadecuada aplicación. No todo lo que ha pasadotradicionalmente por marxismo o por leninismo era realmente marxismo o marxismo-leninismo.

Es cierto que, como todo fenómeno social, el marxismo como formación ideológica es unproducto histórico, está determinado por su tiempo y por las circunstancias que rodean a la épocaen que surge y se desenvuelve (sobre todo por el grado de desarrollo del proletariado y de sulucha de clase). En este sentido, no puede hablarse de compendio de verdades absolutas, ni deideas eternas habitantes ex tempore de supralunares mundos platónicos siempre dispuestas aencarnarse terrenalmente en cualquier momento. Pero si el marxismo no es un idealismo –aunque a esto lo hayan reducido los dogmáticos de todo tipo–, tampoco puede asociársele con elrelativismo social. Ciertamente, el marxismo es hijo de una época, la del capitalismo, y en estesentido es contingente e, incluso, convencional; pero que deba o pueda adaptarse a las exigenciasdel cambio social no significa que sea en esta cualidad donde reside su potencia como ideología,sino en algo permanente como son unos graníticos cimientos incólumes e inamovibles en formade principios revolucionarios y de clase claramente definidos. Y es en estos principios dondeanida el valor universal del marxismo, el ámbito a través del cual conecta, desde la prácticarevolucionaria del proletariado, con la secular tradición que ha mantenido vivo el idealemancipatorio de la humanidad. Forzar el fino hilo que señala la línea de equilibrio en lacoherencia interna del discurso marxista (por ejemplo, entre sus monolíticos principios y laflexibilidad de sus tesis políticas) significa desvirtuarlo. Y no pocas veces ocurrió esto durante elCiclo de Octubre, pasando a formar parte de su actual herencia todo un conglomerado dedesviaciones teóricas e interpretaciones unilaterales ajenas al criterio del verdadero espíritumarxista. Por ejemplo, nadie puede negar la importancia que tiene para el marxismo la relaciónentre la clase obrera, entendida como movimiento de masas, y la conciencia de clase. Nopodemos negar la importancia del movimiento espontáneo de la clase, de su lucha de resistenciacontra el capital porque, entonces, negaríamos la base materialista del marxismo como teoría;pero, si exageramos este aspecto hasta caer en el obrerismo (practicismo, sindicalismo y, en unplano más filosófico, empirismo), negamos el papel de la conciencia y, en consecuencia,dinamitaremos la base dialéctica del marxismo. Ambas desviaciones se dieron durante el pasadociclo revolucionario –e, incluso, lo dominaron–, sobre todo la segunda. Lo que, en definitiva,

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demuestra la experiencia de Octubre es que, desde el punto de vista de su desarrollo comoideología guía de la lucha de clases proletaria, el marxismo ha terminado conformando un cuerpodoctrinal en cuyo seno cohabitan elementos extraños cuyo peso específico terminó por desfigurarel perfil de su primigenia formulación como teoría filosófica y, tras ello, por debilitar lasposiciones políticas del proletariado. En consecuencia, la tarea de recurrir al marxismo comoreferente ideológico del proyecto revolucionario ofrece una dificultad en forma de contradicción:por un lado, contamos con la definición clara de las premisas y categorías conceptuales de ladoctrina desde su primera formulación; pero esto resulta del todo insuficiente para encarar lastareas presentes de la Revolución; de modo que, por otro lado, tenemos un rico, complejo ymultifacético desarrollo teórico del marxismo que es preciso abordar críticamente para separar elgrano de la paja, lo que es verdadero aporte a la teoría proletaria, en consonancia con suspostulados gnoseológicos, de lo que no lo es. En último término, es preciso concluir que no esposible recuperar el marxismo o el marxismo-leninismo como referencia ideológica sin una laborde reelaboración , en el sentido de depuración de los contaminantes y elementos extraños queaún le acompañan -como demuestran las distintas versiones que todavía compiten de la mano deun sinfín de organizaciones más o menos revolucionarias- y de aprehensión crítica de todo sudesarrollo que nos permita situar aquel punto de partida ideológico a la altura de las exigenciasde la preparación de un nuevo ciclo revolucionario.

En segundo lugar, no sólo se precisa como basamento ideológico la reelaboración del marxismodesde sí mismo , por decirlo así, sino también es preciso que esa reelaboración se adecue alestado alcanzado por el saber de la humanidad. La doctrina elaborada por Marx y Engelscumplió en su día con esta condición, y lo mismo cabe decir del aporte de Lenin. En amboscasos, hubo una reelaboración de un legado teórico recibido y en ambos casos esa reelaboraciónse realizó en relación con los progresos del conocimiento científico. Naturalmente, el aportecualitativo de Lenin al pensamiento no tiene el mismo significado que el de Marx y Engels: éstoscrearon una nueva concepción del mundo distinta de la que recibieron, mientras que aquéldesarrolló una cosmovisión ya existente. Sin embargo, también es importante señalar que lo querecibió Lenin como doctrina teórica no era una reproducción totalmente fiel del conjunto deideas elaboradas por Marx y Engels, debido a que el marxismo que recibió era más bien laparticular lectura y adaptación de la doctrina de Marx y Engels realizada por la socialdemocraciaeuropea. Los méritos y limitaciones del aporte teórico leniniano deben apreciarse teniendo encuenta esta circunstancia.

En cuanto a la parte del proceso de rectificación que se refiere a nuestra organización comodestacamento de vanguardia, la elevación de los requisitos ideológicos nos ha obligado arepensar nuestro trabajo político centrado en la propaganda y a comprender la necesidad deincorporar otro objetivo más a las labores del destacamento de vanguardia: la construcción de

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cuadros comunistas . El hondo calado de la tarea de recuperar las bases ideológicas del proyectorevolucionario, unido al resultado del balance de la situación actual de la vanguardia proletariaen su conjunto y de nuestra situación en ella, nos ha permitido comprender la insuficiencia delmecanismo político orquestado en torno al eje estudiar-propagar (estudiar los principios delcomunismo y hacer propaganda de ellos; investigar la experiencia histórica del socialismo ypropagar las conclusiones; analizar las condiciones de la Revolución Proletaria y difundirlas,etc.), mecanismo que ha articulado el trabajo fundamental de todas las organizaciones devanguardia hasta hoy, incluyendo a la nuestra, que se diferencia de las demás sólo por el rigor enla aplicación de esas tareas y por el contenido de la línea política, pero no en la incapacidadmanifiesta –debido a inercias de la cultura revisionista que sobrevivían en nuestro estilo detrabajo– para preparar el despliegue en toda su amplitud de esa línea y disponer los cauces que lohagan posible cuando ella vaya encarnándose en movimiento revolucionario. Se requiere,entonces, una nueva vertiente en la proyección del trabajo político comunista, que ya no puedelimitarse a adoptar como referencia única a las masas, los problemas de su direcciónrevolucionaria y de su elevación consciente (referencia hacia abajo ), sino que es preciso que searecuperada la referencia del Comunismo como objetivo final en nuestra política, que el objetivomás alto juegue también un papel fundamental en nuestro trabajo, desde el punto de vista de laplanificación de los objetivos políticos y como acicate para la constante autoelevación de lavanguardia como garantía de continuidad a largo plazo del proceso revolucionario (referenciahacia arriba ). Por decirlo de una manera sintética y para resumir, ya no es suficiente la consignade K. Liebknecht, vigente durante todo el periodo preparatorio del Ciclo de Octubre: ¡Estudiar,organizar, hacer propaganda! . En la preparación del próximo ciclo, el problema de la relación dela vanguardia con el movimiento de masas o del Partido con la clase, el problema de los mediosde la Revolución, en definitiva, no colmará completamente de contenido la política proletaria;también resultará imprescindible abordar la cuestión del factor consciente, la cuestión de larelación del sujeto revolucionario con el objetivo revolucionario, la cuestión de la construcciónde lo nuevo desde la conciencia (algo resuelto con demasiada espontaneidad e improvisacióndurante el Ciclo de Octubre). Durante el Primer Ciclo se pensó, sobre todo, en cómo ganar ladirección de las masas. Tal vez, la dura competencia que imponía la lucha de clases absorbiótoda la atención en este cometido; el caso es que se olvidó con demasiada frecuencia pensar en eladónde dirigir a esas masas. La política proletaria, así, terminó perdiendo el rumbo yalimentándose cada vez menos del elevado objetivo de la emancipación y más de sí misma y delpuro y simple movimiento de masas (recayendo continuamente en el seguidismo y elposibilismo).

Pero ya desarrollaremos en lo concreto todos estos aspectos en las páginas siguientes. Ahora, loque importa resaltar es que la reflexión sobre las tareas políticas que impone la Reconstitucióndel Partido nos ha permitido adquirir mayor conciencia de la naturaleza del proceso mismo y de

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la creciente complejidad de sus requisitos, aún más exigentes ideológica y políticamente que loque en un principio, hace más de una década, pudo parecernos.

La vanguardia, hoy

Antes de pasar a abordar esos nuevos requisitos que complican el Plan de Reconstitución,señalaremos alguno de otra índole que nos permitirá mostrar que no son sólo las premisas decorte teórico y organizativo las que han sido modificadas por el curso de la historia, sino tambiénotras, objetivas, de corte sociológico y político, situadas en esferas muy alejadas de la influenciadirecta de nuestra actividad, y que determinan en grado sumo la naturaleza del problema de lapreparación de un nuevo ciclo revolucionario, condicionando desde el primer momento el modocomo debe ser abordado y el carácter de las tareas y de los instrumentos que para cumplir conellas se necesitan. En particular, se trata del punto de partida que adopta la vanguardia ante elciclo revolucionario y, más en concreto, de las consecuencias políticas que acarrea su diferenteposición de inicio en la historia.

Efectivamente, en la fase de preparación del Ciclo de Octubre, la vanguardia ideológica delproletariado estuvo constituida principalmente por intelectuales de extracción social burguesa.Dominó el tipo de “ideólogos burgueses que se han elevado teóricamente hasta la comprensióndel conjunto del movimiento histórico”[1] que describieron Marx y Engels en el Manifiestocomunista . Esta vanguardia ideológica asumió y elaboró el socialismo científico y el programarevolucionario y los llevó al movimiento obrero, fundiéndose con él en forma de organizaciónrevolucionaria. La táctica de construcción partidaria durante el Primer Ciclo Revolucionarioestuvo determinada estrechamente por esta circunstancia histórica. Tanto las organizaciones de laclase obrera que protagonizaron el periodo de acumulación de fuerzas (partidos de la IIInternacional) como el partido de nuevo tipo que protagonizó el asalto al poder se construyeronsobre esa misma premisa histórica, premisa que definió una táctica de construcción política(constitución del Partido) basada en la asociación de dos elementos plenamente configurados,pero en principio externos entre sí. Los manifiestos ideológicos y los programas políticos de losrevolucionarios eran debatidos, redactados y proclamados por los círculos marxistas y acercadosposteriormente a la clase en su movimiento espontáneo. Esta mecánica de fusión de factorespolíticos externos tenía la ventaja para el proletariado de que la teoría revolucionaria, como algoasumido y elaborado, formaba parte integrante de su movimiento ya desde el comienzo. Elinconveniente, sin embargo, consistía en que la fusión como clase revolucionaria de esos dosfactores ajenos cristalizaba sobre todo en forma de organización, de aparato político (más

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agitativo que propagandístico y más propagandístico que teórico), mientras que el problema de laasunción colectiva de la teoría revolucionaria por parte de los sectores avanzados delmovimiento obrero era abordado y resuelto de modo incompleto. Esto, naturalmente, supondrá elpago de un alto precio a largo plazo; pero, a la corta, la rápida implementación del movimientorevolucionario esclarecía cualquier duda, sobre todo cuando –como en el caso del partido queabrió el Primer Ciclo de la Revolución Proletaria Mundial, el partido bolchevique– losacontecimientos históricos apremiaban –rápido ascenso de la revolución democrática y delmovimiento obrero de masas en Rusia– y era preciso tomarles la delantera.

Terminado el Ciclo de Octubre, se nos plantea la pregunta: ¿goza la vanguardia actualmente, enel período preliminar al próximo ciclo revolucionario, de la misma posición de partida? Larespuesta es negativa. En la actualidad y por la experiencia de las últimas décadas (sobre tododesde que terminó la última gran ofensiva proletaria, a finales de los 70), no existen sectoresdesclasados de la burguesía dispuestos a recoger el bagaje teórico del socialismo científico paraaportarlo al movimiento obrero. Puede que se den casos aislados, individuos que sí esténdispuestos a cumplir ese papel, pero ya no se trata de un fenómeno social como ante el PrimerCiclo Revolucionario. Sin embargo, el problema de partida sí continúa siendo el mismo: la teoríarevolucionaria , como suma del saber universal y de la síntesis de la experiencia de la lucha declase del proletariado, no puede ser elaborada en el seno del movimiento obrero, sino fuera de él[2]. Por tanto, sigue vigente el mecanismo de fusión de factores políticos externos que una veztransformó al proletariado en clase revolucionaria; pero, en la actualidad, el proletariado nodomina esos factores: la deserción histórica de la revolución del intelectual burgués le ha dejadohuérfano del principal de ellos, la teoría de vanguardia. A la clase obrera se le plantea, pues, delmodo más acuciante, un problema históricamente nuevo, que deberá afrontar y resolver con suspropias fuerzas y recursos, problema que consiste en suplir el papel de vanguardia ideológica quejugó en su día la intelectualidad burguesa. El obrero consciente de nuestros días debe elevarsehasta alcanzar la posición de depositario y guardián de la teoría, estudiando, elaborando yasimilando la ideología con el fin de cumplir con el primer requisito de la revolución, su fusióncon el movimiento práctico. Nuestra época se caracteriza –al menos en los países imperialistas–por que la mayoría de quienes luchan por la recuperación del objetivo del Comunismo y por larecomposición del movimiento revolucionario del proletariado son obreros, lo cual nos obliga apensar que los nuevos procesos de construcción revolucionaria comportan para la clase obrera lacarga añadida de sustituir a aquél que desde fuera le traía la ideología necesaria para suemancipación. Los sectores de avanzada del proletariado deberán, por tanto y consecuentementecon todo lo que ello implica desde el punto de vista de la labor política, cubrir la transición que lellevará a salirse del movimiento espontáneo de la clase y asimilar la ideología consumando lafunción de vanguardia ideológica (teórica) del viejo intelectual, para volver, luego, a fundirse conla clase como vanguardia revolucionaria efectiva . La Reconstitución del partido proletario debededicar una parte amplia de sus tareas a satisfacer los requisitos de esa transición, principalmente

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durante sus primeras etapas. En la nueva era revolucionaria que se abre, pues, la contradicciónentre teoría y práctica se resuelve dentro del seno de la clase obrera tras un proceso de escisión-fusión con su vanguardia, proceso más largo (en lo político y también, con toda probabilidad, enlo temporal) que el de simple fusión del Primer Ciclo Revolucionario, pero que permitiráacometer los procesos de construcción del Partido y del Socialismo desde una visión másprofunda y con mayores garantías de éxito.

La conquista completa de la posición de vanguardia ideológica por parte del sector másconsciente del proletariado –conquista que implica todo un periodo de luchas entre sus diversosdestacamentos– significa un cierto repliegue desde el punto de vista de la Tesis deReconstitución , pues en esta tesis política se presupone conquistada ya esa posición. Pero,precisamente, ha sido su aplicación a través del Plan de Reconstitución lo que nos ha conducidoa la conclusión de que es necesario dar un paso atrás en las expectativas políticas y replantear o,mejor dicho, plantear de forma concreta el problema de las condiciones previas necesarias paraque la cuestión de la dialéctica vanguardia ideológica-vanguardia práctica, la cuestión de suunidad en forma de Partido Comunista, fructifique del mejor modo. Todo esto supone un mayorrecorrido político para el proceso de Reconstitución, pero, al mismo tiempo, un marco muchomás amplio para resolver, de manera más satisfactoria y con mayores garantías que tuvieron losrevolucionarios que protagonizaron el Primer Ciclo, la cuestión de colocar siempre a la ideologíaal mando de todo el proceso de construcción y transformación revolucionarias hasta elComunismo. Y, en particular, ahora mismo, esa nueva perspectiva nos concede una mejor visióny un más amplio margen para aplicar correctamente el Plan de Reconstitución.

Notas:

[1]MARX, K. y ENGELS, F.: Obras escogidas . Madrid, 1975. Tomo 1, pág. 32.

[2]Esta cuestión es crucial. Lo saben los revisionistas y liquidadores del marxismo, por esosiempre está en el objetivo de sus ataques más feroces. El último de ellos lo ha protagonizadouna experimentada profesional del desprestigio del marxismo, Marta Harnecker. Esta renegada,metida a sacerdotisa de la lucha espontaneísta de las masas, ha montado toda una teoría –nadaoriginal, por cierto – precisamente sobre la revisión de este principio del marxismo-leninismoacerca de la naturaleza y los tipos de la conciencia social. Harnecker admite que la conciencia declase “ilustrada” se elabora fuera del movimiento obrero práctico porque no puede negar laevidencia; pero sí niega que esta forma de conciencia sea la verdadera y única conciencia de

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clase proletaria, porque, según ella, la clase obrera, en su lucha de resistencia, adquiereconciencia de clase de manera natural, una conciencia que ya es diferente e independiente de laideología burguesa, y, por añadidura, también distinta del socialismo científico. La finalidad deéste consiste, únicamente, en dotar a aquélla de más coherencia y fortaleza, siendo ella la quedebe nuclear el trabajo de la vanguardia con el fin de evitar la construcción de partidosrevolucionarios sabihondos, empeñados hasta la manía en formar en la teoría a los militantes enlugar de incitarlos a la lucha y educarlos en ella, sin “contacto real con la gente” y obsesionadospor “controlarla” y “suplantarla”. Como se ve, más de un siglo después, Harnecker reedita lapolémica de Lenin con los economistas socialdemócratas rusos, colocándose, en esta ocasión – adiferencia del adoptado de palabra en otro tiempo – , del lado de los Martínov y Krichevski deentonces, y con los Ludo Martens y Nines Maestro de hoy. Por otro lado, además, nuestro nuevopaladín de la lucha de resistencia (al que nunca, por cierto, se le ha conocido, en su largatrayectoria, por dirigir alguna lucha popular concreta, sino exclusivamente por su trabajointelectual , dedicado a la, ahora tan nefasta, teoría y a destrozar el marxismo al pretenderdivulgarlo) enfila directamente contra los supuestos básicos de la estrategia y la tácticamarxistas-leninistas: el carácter de clase del partido y su papel de vanguardia, la cuestión delpoder como problema central de la revolución, la hegemonía de la clase obrera, la Dictadura delProletariado, etc. (ver, Harnecker, M.: Acerca del sujeto político capaz de responder a losdesafíos del siglo XXI . Ponencia ante la Conferencia Internacional “Carlos Marx y los desafíosdel siglo XXI”; La Habana, mayo de 2003 [en línea] 27 de abril de 2003 [consulta: _ 27/08/04] _< http://www.nodo50.org/cubasigloXXI/congreso/Harnecker27abr03.pdf > ). Su toma deposición, de ser aceptada, nos haría retroceder, igualmente, un siglo en la experiencia adquiridapor el movimiento obrero revolucionario. El gran peligro que representa Harnecker es el de todoel economicismo, el halago servil de la lucha espontánea de las masas, su postración ante ella,precisamente en una época en la que – como veremos más adelante – la construcción ideológicay política del proletariado revolucionario tiene que ser iniciada en el seno mismo de las filas dela clase obrera, entre sus destacamentos de vanguardia. Este tipo de mensajes persigue adular alobrero medio, situándolo en el centro de la lucha de clases proletaria en la actual etapa, con loque sustrae a sus elementos más conscientes el necesario protagonismo, tirando hacia atrás deellos y desviando la atención de las verdaderas tareas del momento, impidiendo la elevaciónpolítica y teórica (revolucionaria) de su vanguardia y, con todo ello, obstaculizando laconstrucción del principal instrumento político del proletariado, el partido de nuevo tipoleninista. Más aún, las añejas tesis de Harnecker son doblemente peligrosas porque están siendodifundidas, en su caso, por un personaje conocido y de cierto prestigio e influencia (funesta, peroinfluencia al fin y al cabo), procedente de la corriente predominante del movimiento comunistainternacional del Primer Ciclo Revolucionario y que presenta sus ideas como el balance correctoy adecuado de esa experiencia histórica para toda esa tradición, que va de Marx a la IIIInternacional. Es preciso, por tanto, combatir esta línea oportunista, porque oculta a la clase quepretende recuperar concepciones políticas derrotadas cuando no aplicadas y fracasadas duranteaquella experiencia histórica, siendo en consecuencia falsas y engañosas; porque oculta que supropuesta política no es resultado de un verdadero balance, sino la simple proyección en el

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tiempo – bajo nuevas condiciones, bajo las condiciones del ciclo revolucionario terminado – dela misma línea oportunista y revisionista que esa corriente mayoritaria del viejo movimientocomunista internacional, al que ella pertenecía, venía aplicando desde hacía muchas décadas; yporque el halo de prestigio que utiliza esta señora lo ha conquistado gracias al apoyo de laburguesía en pago a sus servicios en la vulgarización y desnaturalización del marxismo.

Ser y conciencia

Pero existe otro aspecto en todo este asunto que nos permite afirmar que, a pesar de que losrequisitos para la Reconstitución del Partido Comunista son hoy más amplios y exigen mayoresfuerzo para su cumplimiento, su punto de partida se sitúa en un plano históricamente superioral del periodo anterior a 1917. Se trata de las causas y las consecuencias que acompañan a aquelabandono de las posiciones de vanguardia de la intelectualidad burguesa que hemos resaltadocomo característico de nuestra época. No es que haya perdido vigencia la tesis marxista queexplica este fenómeno del paso de ciertos sectores de la intelligentsia burguesa a las filas delproletariado, tesis que señala que “el proceso de desintegración de la clase dominante, de toda lavieja sociedad, adquiere un carácter tan violento y tan patente que una pequeña fracción de esaclase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos está elporvenir”[1], sino que, sencillamente, esa “fracción” ya no ostenta, como en el tiempo en queesta cita fue escrita, el papel de vanguardia ideológica. Naturalmente, el proceso dedescomposición del capitalismo y de su clase dirigente continúa. Quizá no haya mejor prueba deello que el hecho de que ya no pueda gestionar el sistema sin el concurso de la aristocraciaobrera. Su crisis ha provocado el falso reflejo de una inversión del proceso de descomposiciónsocial, como si éste estuviese afectando más a la clase obrera (todos los seudodebates sobre lasupuesta desaparición de la clase obrera o de su transformación en clase media , etc., tienen estetrasfondo); pero el desclasamiento arribista de una fracción del proletariado no demuestra sino suvigor y sus posibilidades de futuro, mientras la creciente dependencia de la clase antagónica queexperimenta el capital para dar continuidad a su sistema de explotación (ya sea porque necesitael apoyo activo de la aristocracia obrera, ya sea por la pasividad revolucionaria de las masas,para lo cual aquélla juega un papel nada desdeñable) evidencia el estado de desintegración de laburguesía. Efectivamente, igual que durante el período de descomposición del Antiguo Régimeny de promoción política de la burguesía, el hecho de que algunos de sus elementos másacaudalados comprasen títulos nobiliarios expresaba más el ascenso de la nueva y futura clasedirigente que la vigencia de las clases feudales como referencia político-social, la participaciónde un sector privilegiado de la clase obrera en el reparto del pastel de la explotación y de la

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dominación capitalistas no significa que la burguesía mantenga su prestigio y sólida su posiciónsocial, sino que, muy al contrario, es la señal que da paso, una vez más en la historia, al ascensode una nueva clase revolucionaria. Por otra parte, sin embargo, en determinadas coyunturaspolíticas de repliegue de la Revolución Proletaria, como la actual, el proceso de desintegración ydesclasamiento de la clase dominante se ralentiza, y se abre el abismo social e intelectual entrelas dos clases principales, dando la errónea impresión de que la derrota del proletariado en elPrimer Ciclo Revolucionario ha sido definitiva y su propuesta de progreso ha perdido todo valory vigencia, incluso para aquella parte de la inteligencia burguesa que busca una salida a ladesintegración del modo de producción capitalista. Pero, insistimos, esto sigue siendo unespejismo: la causa de fondo consiste en que esos elementos de procedencia burguesa no es queno quieran, es que ya no pueden adoptar la posición de la vanguardia ideológica. Por esta razón,la contribución de la intelectualidad burguesa a la causa de la Revolución Proletaria se harásignificar más en etapas posteriores a la Reconstitución del Partido Comunista y en tareasrelacionadas con la aplicación y el desarrollo, en su sentido amplio, de su Línea y de suPrograma (y menos en la elaboración original de ambos). Por esta razón, también, en coyunturasdesfavorables se reduce o desaparece el goteo de elementos burgueses hacia el proletariado,porque aún no está desbrozado el campo en el que puedan germinar las semillas que quieranaportar en el arduo camino de la abolición de las clases.

La Tesis de Reconstitución advierte ya sobre la importancia de prestar atención a la originalidadhistórica del proletariado a la hora de comprender los saltos cualitativos en el desarrollo social.La unidad de medios (lucha de clase del proletariado como tal clase) y objetivos (emancipaciónde la humanidad) que esta clase social porta como peculiaridad cuando pisa el escenario de lahistoria conllevan implicaciones globales para la lucha de clases en su conjunto, pero tambiénpara determinados sectores especiales dentro de las clases, como son la intelectualidad y lossectores cultos de las clases poseedoras. La previsión de la crisis social y de la necesidad delcambio histórico, ya fuera de modo consciente o inconsciente, ya de forma favorable o contraria,ha sido siempre atributo de esas capas sociales, desde la Antigüedad al capitalismo. Pero aquí laactividad intelectual respecto al cambio se presenta fuera del proceso de transformación social; elmovimiento intelectual se muestra ajeno al movimiento social y lo observa simplemente comoobjeto, desde una actitud externa y pasiva de sujeto contemplativo. El estoicismo, elindividualismo y el nihilismo social con que los filósofos de las escuelas helenísticas y latinaspusieron de manifiesto la crisis del mundo antiguo, o el criticismo racionalista con que lospensadores ilustrados destruyeron los cimientos espirituales de la sociedad feudal, resumen elmodo cómo participaron las elites cultas en dos importantes épocas de transición entresociedades diferentes. Bajo el dominio de la burguesía, sin embargo, la actitud de observadorfilantrópico de los reformadores sociales alcanza su límite cuando Marx interpone el imperativode la transformación del mundo por encima del de su interpretación o simple contemplación.Pero el mismo Marx –al igual que todos los socialistas de su época– no pudo superar ese límite.

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Antes de 1917, el marxismo es la teoría crítica más avanzada de la época ( críticarevolucionaria ), es la expresión más alta de la conciencia social (la teoría de vanguardia , comola definía Lenin), pero que aún no ha podido realizarse como teoría realmente transformadora,que todavía no ha podido unirse al proceso del desarrollo social: lejos de haberse fundido con elser social en una única totalidad histórica, todavía lo contempla desde fuera .

La unidad entre el ser social y la conciencia, unidad que implica la mutua transformacióndialéctica de ambos elementos y que pone en marcha un proceso de autotransformación(desarrollo consciente) de la sociedad, tendrá lugar con la constitución del organismo socialcapaz de conseguir la fusión entre la teoría y la práctica social, del organismo social capaz de daral mismo tiempo un contenido material a la teoría y de inducir una dirección consciente aldevenir histórico. Este organismo social es el partido de nuevo tipo que diseñó Lenin en susrasgos fundamentales (y que, probablemente, constituye su principal aporte al marxismo). En elpartido de nuevo tipo leninista, en el Partido Comunista, se funde la teoría, la labor intelectualpura , con la práctica inmediata en una actividad de progresiva transformación de la realidad.Aquí, el ser social ya no es contemplado, regido o dictado desde fuera por la conciencia; aquí,nos encontramos ante el ser social autoconsciente en proceso de autotransformación y desarrollo.Aquí, por fin, el viejo intelectual metido a reformador social, el mejor legado de las elites cultasde las clases dominantes y última expresión del saber subjetivo , del sujeto consciente que no sefunde con el objeto, desaparece como tal, desaparece como figura independiente en la historia. Apartir de este momento rinde su estandarte de abanderado del progreso y se somete a la dialécticaimplacable de la lucha de clases: o se integra en el organismo revolucionario, donde perderá sutítulo de intelectual individual, pero se sumará al intelectual colectivo que encabeza elmovimiento de transformación consciente del mundo; o bien, la estúpida vanidad ególatra lellevará a ponerse al servicio de las clases reaccionarias y de la contrarrevolución, so pretexto deuna pretendida libertad intelectual .

Antes de la experiencia revolucionaria del Ciclo de Octubre, ser y conciencia se desarrollabanpor cauces paralelos. La tecnología, la forma de aplicación de las ciencias experimentales a larealidad, principalmente a la producción capitalista, es el modo en que la burguesía ha llegadomás lejos en el problema de unificar teoría y práctica. La representación de la realidad a través deleyes objetivas y la abstracción del mundo desde las reglas que rigen su movimiento facilitó laracionalización de la experiencia a través de la intervención desde esas leyes y reglas (ciencia)con instrumentos inspirados en ellas (tecnología). La técnica, pues, sería el punto deconvergencia entre una concepción del mundo racionalista y la racionalización de un mundo queel sujeto va transformando a su imagen y semejanza. Pero se trata de un método espurio, ya quela aplicación de la tecnología se basa en el principio de verificación y de reproducción de lasleyes objetivas, y no admite ningún principio de transformación de esas leyes como realidad por

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parte del sujeto consciente, el cual, a su vez, es concebido como entidad separada del objetosobre el que ejerce su actividad. Por el contrario, a partir de 1917, cuando se inicia por primeravez en la historia un proceso provocado, encabezado y dirigido, a diferencia de todos losprocesos similares anteriores, con un alto componente de espontaneidad y en gran medidaproductos finales del agregado de innumerables sucesos aleatorios –y nunca de una únicainiciativa consciente con medios y fines definidos–, por un organismo político colectivocohesionado ideológicamente, aquellos dos cauces paralelos convergen en un procesorevolucionario de transformación de la totalidad social, donde la actividad cognitiva no es ya unaactividad de aprehensión y verificación de la realidad, sino de cambio de esa realidad, y donde eldesarrollo de la misma no puede separarse de la constante revolucionarización de nuestraspremisas conceptuales, de nuestra concepción del mundo. La Revolución de Octubre abre unanueva era en la que el sujeto consciente es un organismo social con capacidad para transformar larealidad objetiva en un proceso creativo de integración que abrirá nuevos estadios de desarrollo yorganización para las comunidades humanas. Después de terminado el ciclo revolucionario queabrió Octubre, en la parrilla de salida del nuevo ciclo no se sitúa ya el intelectual individualarmado con su teoría crítica: el desarrollo histórico exige que en el punto de partida se encuentreel organismo capaz de desbrozar el camino del progreso social a través de una totaltransformación del mundo, el Partido Comunista. Históricamente, por tanto, el debate sobre elpapel del intelectual en la sociedad o ante el progreso ha perdido vigencia, ha caducado, ya noestá en el orden del día. Consumado el Primer Ciclo Revolucionario, plantear la cuestión de laemancipación significa poner en primer plano el problema del Partido Comunista, el de sunaturaleza y todas las cuestiones relacionadas con los requisitos para su construcción.

Tomando todo esto en consideración, afirmamos que, en comparación con el Primer Ciclo, lapreparación del segundo ciclo se sitúa en un plano superior. La conquista de la posición devanguardia revolucionaria ya no puede estar en manos de una pretendida vanguardia ideológicaque no ha adquirido capacidad de influir sobre el proceso social, que no ha construido vínculossociales –con la clase que genera toda la riqueza y que sirve de motor a la sociedad– que lepermitan ejercer una práctica transformadora. Antes de 1917, todavía podía jugar algún papel elnúcleo de vanguardia aislado formado por audaces intelectuales dispuestos a ponerse a la cabezade los acontecimientos revolucionarios. Pero la concepción del partido de nuevo tipo leninista, supapel a lo largo de todo el ciclo histórico de la Revolución de Octubre y, sobre todo, la obra detransformación y novedosa construcción social que se forjó en torno a ese partido, exigen hoyque el punto de partida de cualquier futuro proceso revolucionario deberá estar ocupado por untal partido, exponente del salto cualitativo en los requisitos que hoy exige la preparación del ciclorevolucionario, salto cualitativo que se expresa en que ya no es suficiente con que el factorsubjetivo de la revolución se presente como vanguardia ideológica pura, sino que necesita habersuperado una fase de socialización , de fusión con el movimiento práctico en forma de PartidoComunista. Es por esta razón, porque la experiencia histórica de la Revolución desde 1917 sitúa

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al proletariado en un estadio más elevado de madurez política, que la completa y más coherentevisión del Partido Comunista (nuestra Tesis de Reconstitución ) no ha podido ser formulada sinodespués de la misma, aplicando esa experiencia a las condiciones de preparación del siguienteciclo revolucionario.

Sin embargo, el hecho de que el debate del intelectual ante la sociedad y ante el progreso estétrasnochado o superado no significa que haya dejado de jugar un papel la función intelectual anteese progreso, papel que el Partido debe retomar asimilándolo y superándolo en el contexto másamplio de la preparación del Comunismo. Éste es el problema de fondo al que se enfrentaactualmente la vanguardia (incluida nuestra organización), problema que es preciso resolver yque se traduce, en primer término, en la necesidad de conquistar la posición de vanguardiaideológica (algo que hoy es insuficiente, pero necesario, para iniciar el ciclo revolucionario)como paso o primer requisito de Reconstitución del Partido como vanguardia revolucionariaefectiva.

Notas:

[1]MARX, K. y ENGELS, F.: Obras escogidas . Madrid, 1975. Tomo 1, pág. 32.

Carácter del momento actual

Las consecuencias prácticas más inmediatas que acarrean los imperativos de la reconquista parael marxismo-leninismo de la posición de vanguardia de la revolución y de que sea la propia claseobrera quien deba realizar esa reconquista, como premisas necesarias de la Reconstitución,consisten, en primer lugar, desde el punto de vista organizativo, interno de los destacamentos devanguardia, en el necesario fomento de la formación intelectual y cultural de los militantescomunistas, por encima y más allá de los programas de iniciación rutinarios con los que seacostumbra a despachar el compromiso formal adquirido con la ideología proletaria; y, ensegundo lugar, desde el punto de vista político, la comprensión de que no existe ni puede existirninguna línea política verdaderamente revolucionaria si no está construida desde la formación dela vanguardia en esa ideología, desde la recomposición de su discurso teórico revolucionario ydesde su desarrollo y aplicación a través del debate y la lucha de dos líneas en el seno de lavanguardia; la comprensión de que, en la actualidad, este ámbito, el de la conciencia –y, por lotanto, el de los interrogantes acerca de su naturaleza de clase, de su coherencia interna, etc.– es el

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centro medular desde el que se construye toda la política proletaria. En otras palabras, lascuestiones ideológicas y teóricas ocupan, y ocuparán por un tiempo indefinido, el primer plano.Desde que el PCR diseñó su Plan de Reconstitución (1993), orientado ya por este criterio –aunque, como hemos visto y como seguiremos comprobando, de manera insuficiente–, no hahabido, en todos estos años, ningún desplazamiento político ni social entre las clases, ni en elinterior de la clase obrera, incluyendo sus sectores de vanguardia, que justifique undesplazamiento del eje en torno al que deben seguir construyéndose los proyectos políticosrevolucionarios (y la impotencia política puesta de manifiesto por los últimos acontecimientos deimportancia protagonizados por las masas, como las movilizaciones con motivo del caso Prestigey, sobre todo, las habidas contra la guerra de Irak y el 11-M, no hacen más que ratificar estatesis). Los problemas teóricos e ideológicos que la vanguardia debe resolver en la perspectiva dela Revolución Proletaria y del Comunismo configuran ese eje, de forma que podemos decir que,desde el punto de vista del movimiento proletario general y de la dirección de su lucha de clases,nos encontramos en un momento de acumulación de fuerzas de la vanguardia .

Las fuentes desde las que extraemos los requisitos que necesariamente deben ser cumplidos paraalcanzar el objetivo de la Reconstitución tienen una doble naturaleza. En primer lugar, se tratadel análisis de las consecuencias de la liquidación a manos del revisionismo de la conciencia y detodo el desarrollo alcanzado por el comunismo (tanto como línea y organización políticas comodesde la perspectiva de la organización de la nueva sociedad). Los resultados de este análisisconforman el cuerpo central de lo que hasta hoy ha sido nuestra actividad (Plan deReconstitución y Tesis de Reconstitución ) y los desarrollos teóricos y prácticos que de él hemosderivado (línea política y línea organizativa). En segundo lugar, el análisis de la peculiaridadespolíticas propias del segundo ciclo revolucionario, sobre todo en comparación con las del Ciclode Octubre. En este ámbito, aunque ya adoptamos esta teoría del desarrollo cíclico de laRevolución Proletaria Mundial a escala histórica casi desde el momento en que fue establecidapor el Partido Comunista de Perú, en el contexto de la formulación de la tesis del recodo de larevolución peruana tras la caída de la dirección del partido en 1990 y del debate en torno a lascartas del Presidente Gonzalo, es ahora cuando estamos tomando conciencia –a la luz también dealgunas conclusiones que nos ofrecen los estudios relacionados con la experiencia deconstrucción del socialismo en la URSS– de la importancia del análisis comparativo de laspremisas necesarias para el comienzo de cada ciclo revolucionario. Así, en relación al problemade la vanguardia, observamos que, históricamente, ante el Primer Ciclo Revolucionario, ésta seorganiza y configura políticamente en periodos relativamente cortos de tiempo: en Rusia entre1895 y 1903, y, en el resto de los países, a través de actos constituyentes únicos que casi siemprese reducían a la asunción –casi siempre formal– de las Veintiuna condiciones de la Komintern.Tal como hemos expuesto más arriba, las condiciones para la construcción de la vanguardia eranradicalmente distintas a las actuales, principalmente por la posición adoptada por un sector de laintelectualidad burguesa hacia la Revolución y por la presencia de un movimiento revolucionario

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a la ofensiva y de una organización internacional de vanguardia (la Internacional Comunista).Estas condiciones facilitarán el cumplimiento de los requisitos de la organización del partido devanguardia, pero fijarán, a su vez, una determinada concepción de su construcción en elimaginario comunista que acarreará taras de índole estratégica, como el insuficientedeslindamiento ideológico con el oportunismo (lo que favoreció la fácil recaída en políticasoportunistas), y la raquítica política de formación de cuadros entre el proletariado queacompañaba a aquella escasa penetración en los problemas ideológicos que están relacionadosdirectamente con la construcción de la vanguardia (y que a la larga debilitará la posiciónproletaria en la lucha de dos líneas en el seno de los partidos comunistas). Pues bien, a partir deesas constituciones políticas, los partidos comunistas pasaron a plantearse directamente la pugnapor las masas y la lucha por el poder, entrando en dinámicas de lucha de clases a gran escala. Enesta situación, los momentos contrarrevolucionarios de repliegue son considerados como deacumulación de fuerzas para toda la clase , en particular en lo que toca al vínculo e influencia dela vanguardia respecto de las masas, y como capítulo especialmente importante, la lucha de lavanguardia por preservar los cuadros y los principios ideológicos y programáticos del partido. Enla actualidad, en cambio, las circunstancias históricas que preparan el segundo ciclorevolucionario indican que, en sus prolegómenos, en la etapa de Reconstitución del partidorevolucionario, la cuestión de la acumulación de fuerzas atañe principalmente a losdestacamentos de vanguardia organizados en torno a los problemas ideológicos y teóricos deldesarrollo de la revolución y de la construcción del partido . No se trata, entonces, de una tareaconservadora , sino más bien creadora , por cuanto que entre los objetivos de la Reconstituciónse sitúa en primer lugar el de recuperar la ideología revolucionaria del comunismo y el deconstruir cuadros que la restituyan en el lugar que le corresponde como vanguardia dirigente dela Revolución.

En consecuencia, las circunstancias que rodean la formación de lo que en el seno de lavanguardia servirá de base para la Reconstitución del Partido Comunista, ponen de manifiesto deforma clara su trasfondo teórico y educativo , es decir, que los problemas principales a los quenos enfrentamos tienen predominantemente este doble carácter, y que los problemas prácticosque principalmente nos asaltarán serán los que estén estrechamente ligados con la disposición demedios y la creación de los instrumentos necesarios para solucionar aquellos otros problemas. Susolución, entonces, conllevará el fortalecimiento político de la vanguardia en general y denuestra organización en particular, porque significará que se va avanzando en la tarea dereconstituir ideológicamente al comunismo , en cuyo cometido y a través de cuyos logros hallaráel militante comunista el acicate, la inspiración y la iniciativa necesarios para su trabajo –pues lafuerza de la vanguardia reside en su ideología–, así como una fuente vivificadora para suorganización. Nuestra ideología, pues, con toda la problemática que hoy la rodea, debe ser, en laactual situación, el punto de partida y el fin de toda la actividad principal de la vanguardia.

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Más autocrítica

La reflexión sobre nuestra trayectoria nos ha obligado, como se ve, a percibir de una manera másmadura y coherente el papel de la ideología y el carácter de las tareas que de ella emanan; perotambién nos ha obligado a madurar en la percepción de nuestro trabajo práctico y a someterlo auna severa crítica cuyas conclusiones nos conminan a rectificar elementos fundamentales denuestra anterior línea de masas. Esta última era el producto de dos tipos de errores: de método yde concepción.

Los errores de método son los que están relacionados con el análisis de los elementos dialécticosdel proceso de Reconstitución en su fase actual y que nos habían conducido a la separación, aldesligamiento de hecho, entre nuestra actividad teórica y nuestra actividad práctica.

En concreto, las causas de los errores consistieron en que, primero, absolutizamos lacontradicción fundamental que rige de forma general todo el proceso de Reconstitución (laexistente entre vanguardia teórica y vanguardia práctica), observándola no sólo como lacontradicción principal, sino como la única, y considerando los problemas teóricos y prácticos dela organización de la vanguardia teórica como su aspecto principal , mientras que el trabajo demasas con la vanguardia práctica pasaba a un plano secundario . En segundo lugar, asimilamosmecánicamente las tareas del Plan en su fase actual a esa dicotomía, dividiéndolas en principales(incluyendo en ellas las tareas teóricas : formación, investigación, elaboración, etc.), por un lado,y secundarias (o tareas prácticas : principalmente el trabajo de masas con entidad superior a lapropaganda y a los contactos aislados), por otro. De esta manera, desvinculamos la unidadorgánica que debe existir entre vanguardia organizada y línea de masas, provocando el divorcioentre teoría y práctica en nuestra política, a través de un proceso de internalización de laactividad teórica y otro de externalización de nuestra actividad práctica. La falta de un análisisdel complejo dialéctico que subyace en el proceso de Reconstitución y la reducción de estecomplejo a su forma general, a la contradicción vanguardia teórica-vanguardia práctica, en la queel aspecto secundario se presentaba como inasimilable al principal, como externo a él, porque,tomado en conjunto, como bloque homogéneo, como vanguardia práctica en general , nosatisfacía las necesidades políticas de la actual fase de la Reconstitución (en particular, las denaturaleza más teórica), condujo a que la labor interna fuese adquiriendo sustantividad como talactividad exclusivamente interna, mientras que el objetivo del trabajo de masas se percibía cadavez más como algo ajeno a las necesidades políticas más acuciantes e inmediatas y, por tanto,cada vez más su práctica era apreciada como simple experiencia , a tener en cuenta en el futuro,cuando comenzásemos a abordar las cuestiones ligadas a la tercera fase de la Reconstitución

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(vinculación con la vanguardia práctica más integrada en el movimiento de masas espontáneo yelaboración del Programa). La política necesaria , identificada con los puntos más teóricos delPlan, por un lado, y, por otro, la práctica de masas vista cada vez más como actividad secundariay experimental, sólo verdaderamente útil cuando las demandas teóricas del Plan se hubierancubierto en lo fundamental, conllevaba no sólo la separación entre la teoría y la práctica denuestra actividad política, vaciando de todo contenido nuestra línea de masas, sino que tambiénterminó reduciendo conceptualmente nuestra visión del trabajo de masas bajo la forma de trabajode masas en general , sin matices, sin capacidad para aprehender las diferencias entre losdistintos sectores de la vanguardia proletaria, que eran percibidos cada vez más en bloque, comouna masa gris y homogénea. Y la concepción cada vez más consolidada de una línea de masasaplicada como trabajo de masas en general terminó proyectando su abstracta mediocridad deconcepto hacia su propio objeto: el obrero medio de la vanguardia práctica, el militante delmovimiento de resistencia y, en especial, del miembro del sindicato con conciencia de clase en síse convertía, de este modo, en el prototipo del futuro comunista cuya conciencia seríaconquistada una vez que retomásemos en serio el trabajo de masas, armados ya con una teoríarevolucionaria elaborada (principios y línea, productos principales de las dos primeras fases delPlan de Reconstitución). Nuestra línea de masas se hizo inútil para la Reconstitución, entonces,como línea de masas sindicalista .

Los errores de método en la aplicación de las directrices de la Tesis de Reconstitución para elcumplimiento del Plan acarrearon como consecuencia errores de concepción de la naturalezamisma del asunto que nos traíamos entre manos, y en particular, el modo de entender cómoprospera el curso de la Reconstitución, cuáles son los mecanismos que la hacen viable y quepermiten su desarrollo. En concreto, no comprendimos correctamente la naturaleza de lamediación dialéctica en el trabajo de masas. Esta mediación implica que no se puede conquistarla conciencia de las masas –ni de las masas en general, ni de los sectores de la vanguardia queactualmente componen nuestras masas – directamente desde la ideología comunista, sino que senecesita la intermediación de determinados factores y de una determinada práctica para quepueda tener lugar esa transformación subjetiva.

La incomprensión de la mediación dialéctica es la forma filosófica que adoptó el espontaneísmoque comenzó a dominar nuestro método de trabajo, según el cual pretendíamos establecer unarelación directa, inmediata , entre nuestra organización como destacamento de vanguardiaideológica y la vanguardia práctica. Esta pretensión nos llevó a caer en un error de idealismo,pues, en nuestra representación del trabajo de masas, pusimos a esa vanguardia práctica frente anosotros como objetivo de nuestra línea de masas, de manera que no sólo reducíamos todas lacontradicciones de la etapa de Reconstitución a una (vanguardia teórica-vanguardia práctica),sino que también reducíamos toda la atomización organizativa de la vanguardia teórica a nuestra

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única organización. Fabricábamos forzadamente, así, una contradicción artificial (PCR-vanguardia práctica), con la que mentalmente operábamos de hecho en nuestro trabajo de masas,que por ser espuria no disponía de una base material que permitiera ser objeto del análisiscientífico; más bien, constituía una antinomia, una contradicción falsa.

Desde el punto de vista del materialismo dialéctico, la mediación significa el reconocimiento dela interacción y de la interrelación entre los elementos, de que nada es inmediatamente igual a símismo, sino a través de lo otro y de su contrario; la mediación, en definitiva, es elreconocimiento de la contradicción[1]. El marxismo, por lo tanto, nos exige un esfuerzo deanálisis de las contradicciones y de las interrelaciones, y se opone a todo espontaneísmointelectual o político, como, por ejemplo, la acción directa anarquista.

Al contrario de lo que se cree comúnmente, la acción directa no es un llamamiento a la violenciainmediata, sino una especie de concepto político que propugna que los afectados solucionendirectamente sus problemas por sí mismos , lo cual implica la negación de toda mediación, detodo intermediario entre la causa del problema y sus damnificados, incluyendo la política o todaideología extraña que, desde fuera , pueda influir en su solución. El espontaneísmo ácrata niega,así, todo papel a la organización política y a la política misma (al poder político) como instancianecesaria de la actividad práctica revolucionaria. Más aún, como niega toda construcción teóricamediadora, el anarquismo es intelectualmente espontaneísta (hasta el extremo de llegar alnihilismo político, como en el caso de Necháev) y prescinde de toda aportación que no surja delmovimiento mismo. El comunismo, como concepción integradora de los grandes aportes delsaber universal, es rechazado como inspirador político porque, como referente externo, imponeun hiato que separaría al sujeto del camino directo del objetivo revolucionario. El comunismo,efectivamente, crea una visión científica (materialismo histórico y materialismo dialéctico) y,desde la asimilación de las leyes objetivas del desarrollo de la materia, construye losinstrumentos necesarios para que el sujeto revolucionario pueda, ciertamente, alcanzar suobjetivo de autoemancipación. Ya desde el primer paso, el de la conciencia , comunismo yanarquismo se separan radicalmente: la compleja problemática acerca del desarrollo de laconciencia del proletariado que plantea el marxismo y que le conduce hacia la teoría de lavanguardia, es rechazado absolutamente por el espontaneísmo del anarquismo, que confía en queel proletariado en su conjunto adquirirá conciencia revolucionaria a través de su experienciaeconómica. Lógicamente, las divergencias entre ambas escuelas se acentuarán ante cuestionesderivadas como el partido revolucionario y la Dictadura del Proletariado, instancias intermediasque el marxismo considera necesarias para abrir el camino entre el proletariado y el Comunismo.

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El marxismo sigue fielmente el significado etimológico de la palabra conciencia , que seconstruye a base de la preposición latina cum , que significa con , y del verbo scire , que significasaber . Conciencia significa, entonces, con el saber ; es decir, la conciencia no es el productoinmediato del reflejo de la realidad sobre nuestra mente, como se deduciría de toda concepcióndel mundo espontaneísta como la anarquista (materialismo mecanicista); al contrario, laconciencia es la adquisición con el saber , con la ciencia ( con-ciencia ), de toda percepción de laexperiencia. El marxismo, pues, construye su cuerpo doctrinal y su ideario desde la ciencia, y lomismo cabe decir de todos sus instrumentos políticos. Esta remisión desde el movimiento real ala ciencia es el procedimiento por el que la ideología de clase se presenta como la primeramediación necesaria y como la condición de la posibilidad de aquel movimiento real comomovimiento revolucionario , como movimiento consciente dirigido por una ideología devanguardia. La remisión a la instancia ideológico-científica supone un extrañamiento desde elmovimiento, una proyección desde sí mismo como movimiento espontáneo que obliga alabordaje de cuestiones fundamentales no relacionadas directamente con la marcha delmovimiento, pero necesarias para activar su aspecto revolucionario (reconstitución ideológicadel comunismo –aspecto teórico– y construcción de la vanguardia –aspecto práctico yorganizativo–, primero, y Reconstitución del Partido Comunista, después). La ideología es quiennos ofrece esa perspectiva de transformación a largo plazo y quien nos informa del potencialrevolucionario del proceso social espontáneo. Por eso, para el marxismo, la fuerza política radicaen la firmeza ideológica[2], mientras que el anarquismo pocas veces da importancia a lasrepresentaciones ideológicas y se remite a las posibilidades del movimiento mismo.

Nuestra organización siempre tuvo presente, desde su fundación, la importancia de la instanciaideológico-consciente y de las tareas particulares que traía consigo. De hecho, el peso otorgado aactividades organizativas relacionadas con esa faceta ideológica, como la prioridad de laformación, fue el primer elemento diferenciador que nos separó del resto de las organizacionesque decían perseguir objetivos parecidos a los nuestros. Sin embargo, como ya hemos señalado,ha sido en el último periodo, a la luz de los resultados de nuestra experiencia, que hemos tomadoconciencia de que el factor ideológico-consciente tiene una trascendencia aún mayor en lapreparación y desarrollo de la revolución. De esto hablaremos más adelante con mayor detalle.Ahora, lo que nos interesa resaltar es la importancia de la mediación de las instancias a través delas cuales se resuelve la continuidad del proceso histórico revolucionario, en especialconsideración a la primera de ellas, la esfera ideológica, cuya reconstitución resultaimprescindible para que el comunismo reconquiste la posición de vanguardia ideológica, paraque el marxismo-leninismo recupere la dirección del movimiento obrero, pero que seráimposible sin la adquisición de la conciencia, de los instrumentos teóricos necesarios a través dela ciencia. Ésta es una exigencia básica para la construcción de la vanguardia, sin la cual no seráposible la educación de las masas y, en consecuencia, la ulterior elevación de la segunda graninstancia mediadora en el proceso revolucionario, el Partido Comunista. Al contrario, tanto nos

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estábamos alejando de una comprensión más profunda de los requerimientos ideológicos ycientíficos (entendidos también en su dimensión práctica, educativa) de la concienciarevolucionaria que nos íbamos deslizando hacia lo que precisamente nosotros habíamos criticadoa otros (como el Frente Marxista-Leninista de España y el Comité de Organización). La falsacontradicción (antinomia) que nosotros mismos nos habíamos fabricado entre nuestraorganización y la vanguardia práctica, y que habíamos elevado a contradicción principal en elactual momento del desarrollo del proceso de Reconstitución, nos condujo a subestimar, demanera inconsciente pero real, la obra de liquidación del revisionismo sobre nuestra tradiciónideológica, política y organizativa, y, por consiguiente, a sobreestimar el impacto que nuestrapolítica, en el actual grado de elaboración y aplicación , pudiera ejercer sobre la concienciaactual de los trabajadores que ya poseen conciencia de clase ( en sí ). Llegamos a pensar que nohay ningún eslabón intermedio entre el cumplimiento –incluido el cumplimiento por nosotrosmismos– de las principales tareas de elaboración teórica y el acceso a las masas que conformanla vanguardia práctica, y que bastaba el desarrollo puramente cuantitativo de esa elaboraciónteórica para dar ese salto hacia la práctica como actividad principal a partir de un momento dado.

Nuestro limitado grado de asunción del marxismo-leninismo y el abismamiento por elcumplimiento de las tareas cotidianas nos hicieron perder la perspectiva y olvidarnos del sentidoprofundo de lecciones que el leninismo nos legó de manera explícita (como la tesis de Lenin deque a las masas no se las puede ganar directamente desde la propaganda de los principios delcomunismo, sino que es preciso un intermediario , su experiencia práctica) y con las quenosotros mismos construimos bases políticas tan importantes como la Tesis de Reconstitución ,que insiste precisamente en las transiciones necesarias para que los principios del comunismopuedan ser traducidos y asimilados por las masas. Los sucesivos pasos que conducen desde losPrincipios a la Línea política y, desde ésta, al Programa , constituyen los sucesivos eslabones dela cadena que permite la asimilación del comunismo a través de círculos concéntricos cada vezmás amplios, cuyos radios de acción van incluyendo paulatinamente a sectores tanto másextensos de las masas avanzadas de la clase. Cada una de esas transiciones, empero, requiere unanálisis concreto y una definición de tareas teóricas y prácticas, así como un vínculo entre ellas,una línea de masas. Nuestro error, derivado de la separación en nuestra mente de los problemasteóricos y prácticos de la Reconstitución como problemas principales y secundarios , noscondujo a la falsa concepción de que esas transiciones se mantenían y resolvían, siempre y en lofundamental, en el plano de la teoría, y que no existía ninguna actividad práctica de masasimportante ligada a ella, salvo, como mucho, al arrumbar la última transición en busca de lavanguardia práctica y del Programa revolucionario. Tanta presión ejercía –y ejerce– sobrenuestras conciencias la mentalidad sindicalista, la falsa idea de que sólo existe un trabajo demasas real, verdadero , que ya planteábamos impacientemente como tarea la preparación exitosade la tercera fase de la Reconstitución (la fase “político-práctica” de ganar a la vanguardiapráctica). Deseosos de abordar el trabajo más familiar para nosotros –el trabajo codo a codo con

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las masas– teníamos puesta la mirada más en el futuro que en el presente, y con semejanteactitud intelectual descuidamos el análisis de la peculiaridades de la etapa en la que nosencontrábamos realmente. Ahora hemos debido rectificar en este punto y esforzarnos porcambiar nuestra visión sobre el ordenamiento e interrelación de las contradicciones que están enla base del proceso de Reconstitución, abandonando principalmente la idea de que el obreromedio del sindicato, el obrero con conciencia sindical, debe ser el objetivo político inmediato denuestro trabajo de masas. La tarea más urgente desde los intereses de una línea de masascorrecta, es decir, desde la perspectiva de la recuperación de la unidad entre teoría y práctica ennuestro trabajo político, es la de definir y concretar el círculo de vanguardia inmediato quedebemos ganar para la causa de la Reconstitución y del comunismo, así como el entorno y losmedios necesarios para ello. Igualmente, debemos considerar en el futuro –también en aras deesa unidad– a esos círculos objetivo de nuestra línea de masas simultáneamente como objeto ysujeto de las tareas del Plan de Reconstitución .

Por su carácter científico, el marxismo-leninismo no puede ser asimilado de forma espontánea nidirecta por el proletariado. Igual que el resto de las ciencias, puede ser comprendido en primerainstancia por determinados elementos individuales especialmente predispuestos para ello, perorequiere de una serie de instrumentos cuando de lo que se trata es de que forme parte de la clase,de que sea incorporado a su movimiento. Esos instrumentos son los medios a través de los cualesel marxismo-leninismo se va adecuando conceptualmente al lenguaje y a la recepción intelectivade cada vez más y más básicos sectores de las masas proletarias. Es algo parecido a lo quesucede –si se nos permite el símil– con la cadena alimentaria. Ésta se rige por el principio deorganización de las especies en orden a una escala predatoria en la cual cada una de ellas sealimenta de la anterior y sirve, a su vez, de alimento a la siguiente. La dialéctica que regula lacadena trófica se basa en la contradicción entre materia orgánica y materia inorgánica, es decir, elciclo de transformación de la una en la otra. En este ciclo, los minerales (calcio, fósforo, hierro,etc.) y otras sustancias básicas imprescindibles para la vida son transformadas en materiaorgánica gracias al mecanismo de fotosíntesis de las plantas; cuando los vegetales son ingeridospor los animales herbívoros, éstos metabolizan aquellas sustancias gracias a la forma orgánica enque se presentan; y de la misma manera sucede cuando el herbívoro es cazado por el carnívoro:éste asimilará los materiales básicos necesarios para la vida de la única forma posible para él, osea, no directamente, sino a través de la fisiología del herbívoro. Algo parecido ocurre con laideología proletaria: no puede ser asimilada directamente por la clase sino mediante su asunciónpor parte de sus sectores más avanzados cultural y teóricamente, de los que va apoderándosepaulatinamente y desde los que va ensanchando su influencia a sectores cada vez más amplios ycada vez más ligados con los estratos más profundos de la clase, recorriendo esa especie decadena alimentaria del comunismo a través de cuyos eslabones los principios puros delmarxismo-leninismo se van metabolizando hasta hacerse comprensibles para la gran mayoría delas masas proletarias a través de un escalafón sucesivo de problemáticas, inquietudes y

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reivindicaciones. En este proceso, el marxismo-leninismo comienza resolviendo los problemasteóricos fundamentales que requiere la próxima reanudación del movimiento obrero comomovimiento revolucionario ( reconstitución ideológica ), recuperando su carácter de ideología devanguardia sobre la base de la lucha ideológica y política contra las formas oportunistas deresolver esos problemas, derrotándolas e incorporando en sus filas a lo mejor de sus masas , a suselementos honestos y válidos para la continuación del proceso de construcción de la vanguardiaproletaria . Es de este modo como nuestra línea de masas, dirigida a la conquista de esos círculosteóricamente avanzados de la clase ( vanguardia teórica ), los observa como objetivo políticoprecisamente para incorporarlos como sujetos de la Reconstitución.

Más adelante desentrañaremos el sentido de todos estos aspectos nuevos que han ido surgiendoen nuestra visión del proceso de Reconstitución. Ahora, para terminar de exponer el problema dela mediación y de dar una idea general del papel que juega en un proceso como es el de laRevolución Proletaria, expondremos de manera general, ya fuera de toda consideraciónparticular sobre la forma más o menos incorrecta con que nuestra política lo trató, el sentido queadquiere desde la perspectiva histórica del proceso social. Nos ayudaremos para ello delsiguiente diagrama:

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En el nivel superior está resumida la historia de la Humanidad, que, desde cierto punto de vista,puede ser interpretada como el paso de la sociedad sin clases, pero en estado de necesidad( Comunismo Primitivo ), a la sociedad sin clases en estado de libertad ( Comunismo ). Pero estepaso no puede darse sino a través de la sociedad de clases, cuyo principal expediente es eldesarrollo de las fuerzas productivas, y que hemos resumido en la locución RevoluciónComunista , porque en ésta se presentan concentradas todas las contradicciones de la sociedad declases que deben ser resueltas antes de alcanzarse la fase histórica superior. De alguna manera,entonces, la historia de la Humanidad puede ser considerada como un simple intermedio hacia unestadio en el que la Humanidad pueda desenvolverse plena y libremente, desembarazada ya delas servidumbres de la escasez y la desigualdad. En realidad, no sería sino lo que el propio Marxdefinía como “la prehistoria de la Humanidad”.

Pero la Revolución Comunista requiere otro ínterin. Se trata de la construcción de aquellosinstrumentos necesarios para realizarla. La Historia y la Revolución, ciertamente, la hacen lasmasas, pero no directamente , sino a través de aquellos instrumentos. Los vemos representadosen el segundo nivel, y sobre ellos nos hemos centrado principalmente al tratar la insuficientecomprensión del concepto de mediación dialéctica en nuestro trabajo como organización. Losinstrumentos a los que nos referimos son la Ideología , el Partido Comunista y la Dictadura delProletariado ; pero hemos subrayado el paso del primero al segundo porque, igualmente, latransformación de la Ideología en Partido Comunista requiere otro intervalo político con sustareas específicas dedicadas a la reformulación y reafirmación de los Principios del comunismo ysu concreción en Línea política y, después, en un sentido más profundo, en Programarevolucionario. De este forma llegamos al último nivel, en el que, por decirlo así, nos hallamosahora mismo: el intermedio necesario para resolver los problemas teóricos y prácticos de lareconstitución ideológica del comunismo y la construcción de su vanguardia , problemas cuyasolución se encuentra dentro del campo de la lucha de dos líneas llevada a cabo a todos losniveles por los marxistas-leninistas contra las corrientes de distinto pelaje que orientan opretenden orientar al movimiento proletario, y cuya solución se nos presenta como premisanecesaria para que el comunismo pueda transformarse en la ideología de vanguardia delproletariado.

En resumen, el marxismo contiene la exigencia de que toda empresa dirigida a la emancipaciónde la Humanidad en el Comunismo realice constantemente el esfuerzo crítico de analizar lanaturaleza dialéctica del proceso en todos y en cada uno de sus momentos con el fin de dilucidarlos medios que su continuidad requiere como necesarios.

Notas:

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[1]“Todo lo que existe está en relación, y esta relación constituye lo verdadero de toda existencia.Así lo que existe no es para sí de un modo abstracto, sino solamente en lo otro, y en este otro estáen relación consigo mismo; y la relación absoluta es la unidad de la relación consigo mismo y dela relación con lo otro.” (HEGEL, G. W. F.: Lógica . Madrid, 1971; pág. 223 § 135, Zusatz ).

[2]“La educación ideológica es el eslabón clave que debemos empuñar firmemente en nuestrotrabajo por unir a todo el Partido para la gran lucha política. De no proceder así, el Partido nopodrá cumplir ninguna de sus tareas políticas.” (MAO TSE-TUNG: Citas del Presidente MaoTsetung (Libro rojo). Pekín, 1972; pág. 152).

El sistema de contradicciones en el proceso deReconstitución

La complejidad dialéctica que subyace en el proceso de Reconstitución no puede ser reducida auna única contradicción, y, mucho menos, ésta ser escindida en sus elementos para designar auno un papel principal sobre el otro. Y, sin embargo, en los hechos, nosotros ejercimos ambasoperaciones, como ha quedado dicho. Con ello, rompimos con el materialismo dialéctico, pues,en primer lugar, no se trataba de dilucidar el aspecto principal y el secundario de lacontradicción, sino de discernir la contradicción principal de las contradicciones secundarias enel proceso; y, en segundo lugar, discurríamos erróneamente al separar los dos aspectos de lacontradicción –uno como principal y otro como secundario –, es decir, al contemplarla al estilometafísico del dos hacen uno , en lugar del modo dialéctico del uno se divide en dos . En estesentido, debemos recordar que la Tesis de Reconstitución demuestra que, para que hayamovimiento revolucionario (al nivel que sea, prepartidista o ya con Partido Comunista), espreciso el vínculo entre la organización de vanguardia y las masas (línea de masas). Lo cualsupone que no puede haber separación entre los dos aspectos de la contradicción (vanguardia-masas), sino que el trabajo de masas se concibe y aplica en función de las tareas necesarias parala organización de la vanguardia y para el cumplimiento de sus tareas. Lo prioritario, pues, esdefinir el contenido de esas tareas en cada momento o en cada fase de la Reconstitución, el modode organizar su cumplimiento y el sector del proletariado sobre el que nos vamos a apoyar pararealizarlas. La vanguardia debe permanecer atenta a cada cambio del contenido de las tareas a lolargo del proceso con el fin de reajustar las relaciones organizativas y los vínculos con las masasque cada momento exija. Esta vigilancia excluye todo dogmatismo y toda concepción estática delos distintos elementos que juegan un papel en la Reconstitución, y nosotros caímos en el

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dogmatismo cuando valoramos unilateralmente las principales tareas políticas actuales sólodesde el punto de vista de nuestra organización de vanguardia, sin ninguna relación orgánica conlas masas, y cuando valoramos unilateralmente el sistema de contradicciones del proceso deReconstitución.

Mao decía que “en el proceso de desarrollo de toda cosa grande existen numerosascontradicciones”[1]. Es lo que vamos a denominar, para el caso que nos ocupa, sistema decontradicciones , cuya caracterización cobra ahora la mayor importancia de cara a la superaciónde los errores de análisis cometidos que nos han conducido por infructuosos derroteros políticos.Como sabemos, la Tesis de Reconstitución dice que la contradicción que rige el desarrollo delproceso de Reconstitución del Partido Comunista es la que se da entre la vanguardia teórica y lavanguardia práctica . Esta definición es correcta en general porque pone en el centro del procesosus elementos fundamentales, la unión de la teoría y la práctica, la idea de fusión del comunismocon el movimiento obrero; pero da por supuesta la superación de otras contradiccionesrelacionadas con la reconstitución ideológica de la vanguardia . Esta reconstitución tiene uncontenido principalmente teórico y los problemas políticos que la acompañan son los que ahorareclaman nuestra atención. En cualquier caso, forma parte del sistema dialéctico que organiza yjerarquiza las contradicciones que dan carta de naturaleza al proceso de Reconstitución.Ofrecemos a continuación gráficamente ese sistema en sus elementos y grados principales:

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Mao decía, también, que “para descubrir la esencia del proceso de desarrollo de una cosa, hayque descubrir la particularidad de cada uno de los aspectos de cada contradicción de eseproceso”[2]. En el esquema quedan reflejados, a primera vista, el orden de las contradiccionesque participan en el proceso reconstituyente, en primer lugar, y las relaciones internasfundamentales que entre ellas se establecen, de manera que su posición en el sistema nosfacilitará el descubrimiento de “la particularidad de cada uno de los aspectos de cadacontradicción”, que pide Mao.

El organigrama está construido de arriba abajo en orden de menor a mayor inmediatez desde elpunto de vista de la necesidad y posibilidad de desarrollo y solución de cada una de lascontradicciones del sistema. Está formado por el ensamblaje de unidades triangularessuperpuestas cuyos vértices muestran un elemento dialéctico cuya posición determina su relacióninterna con todo el conjunto de elementos del sistema.

Comenzando por arriba, observamos un módulo triádrico compuesto por una base en la que sesitúa la contradicción Vanguardia-Masas y, en la altura, la otra protagonizada por el Proletariadoy la Burguesía . Esta última, la Burguesía , queda fuera del sistema (por eso no está incluida enningún triángulo), porque se trata de un sistema que describe las contradicciones en el seno de larevolución en su etapa histórica prerrevolucionaria: se trata del sistema de contradicciones que lavanguardia debe resolver y superar, como condición previa al gran enfrentamiento abierto entrelas clases principales de la sociedad moderna. El sistema, pues, describe –como se expresagráficamente en el diagrama– las contradicciones que hay dentro o que están detrás delproletariado como clase revolucionaria. La contradicción Proletariado-Burguesía sólo puederesolverse con la Revolución Proletaria ; pero, antes, el proletariado debe ir solucionandosucesivamente las contradicciones fundamentales –de abajo arriba en el esquema– que lohabiliten como clase madura para iniciar la guerra revolucionaria contra la burguesía. ElProletariado como entidad política, por su parte, se desarrolla en función de la contradicciónVanguardia-Masas (que hemos situado en la base del triángulo superior), que se resuelve con laconstrucción del Partido Comunista (es decir, el periodo revolucionario que va desde laconstitución del Partido a la Dictadura del Proletariado, cuando aquél aborda tareas propias deesta fase de la revolución como son la construcción del Frente Único, del Ejército Rojo conmasas pertenecientes a otras clases o la construcción del Comunismo). Esta es la contradicciónfundamental que explica la naturaleza del partido proletario (Partido Comunista), y es eladecuado tratamiento de la unidad de sus dos aspectos contradictorios lo que permitirá eldesarrollo político del proletariado como clase revolucionaria. Finalmente, la posición de losdistintos elementos dialécticos en la cúspide del dibujo nos informa de que no es la lucha entre elproletariado y la burguesía el problema central en esta etapa del proceso revolucionario (laBurguesía queda fuera del sistema), sino la lucha por resolver los distintos problemas que están

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relacionados con la contradicción Vanguardia-Masas , y, sobre todo, los que aquejan al aspectoprincipal de la misma, la Vanguardia . En concreto, se trata de las cuestiones relacionadas con elestablecimiento de los vínculos necesarios para lograr la unidad de esa contradicción en forma deproceso revolucionario, para lo cual la lucha de clases se desenvuelve principalmente en el senode la clase obrera entre la vanguardia y el oportunismo, el reformismo y el revisionismo quepretenden impedir el acercamiento político y organizativo entre las masas del proletariado y suvanguardia revolucionaria.

Las cuestiones que rodean a la vanguardia son, en general, las que centran la atención delcomunismo en el actual periodo. Por esta razón, la Vanguardia ocupa el vértice superior delsiguiente módulo triangular. La contradicción que, en su interior, determina su esencia es la quese da entre Vanguardia teórica y Vanguardia práctica ; por eso, esta contradicción ocupa la basede este segundo triángulo. El desarrollo y la solución de esta contradicción están ligados alproceso de Reconstitución del Partido Comunista , que es el periodo que nuestra organizaciónconsidera como preámbulo necesario a la existencia del partido de nuevo tipo proletario y a suulterior proceso de construcción. El aspecto principal de esta contradicción es la Vanguardiateórica , y son las cuestiones relacionadas con la recuperación y consolidación de esta vanguardialas que deben ser solucionadas para preparar su fusión con la Vanguardia práctica en forma dePartido Comunista. Por esta razón, aquélla ocupa la cabecera de la última contradicción, la queestá en la base de todo el sistema: la contradicción entre Vanguardia marxista-leninista yVanguardia teórica No marxista-leninista .

Una de las principales consecuencias del balance del último periodo político de nuestraorganización ha sido, precisamente, la toma de conciencia de la existencia y de la importancia dela contradicción entre la Vanguardia teórica marxista-leninista y la Vanguardia teórica Nomarxista-leninista . Una de las causas principales de nuestros errores fue pasar por alto esacontradicción y centrar nuestra atención en las contradicciones superiores del sistema, sobre todola inmediatamente superior ( Vanguardia teórica – Vanguardia práctica ) que, vista enperspectiva, preside el proceso político de Reconstitución, por cuya culminación hemos apostadoy en cuya realización hemos depositado todos nuestros anhelos. Por esta causa erramos en lavaloración de las condiciones y posibilidades de resolución de esa contradicción. Al no realizarun análisis adecuado de su aspecto principal (la Vanguardia teórica ) no descubrimos que en suseno existen una serie de contradicciones que es preciso desarrollar. Estas contradicciones sepueden resumir en la dialéctica que debe desenvolverse entre la vanguardia marxista-leninista yaquellos sectores de la vanguardia teórica que proponen concepciones, ideas y tesis políticas enpugna con aquélla. La solución de esta contradicción es la reconstitución del comunismo comoideología de vanguardia del proletariado . Sólo cuando el marxismo-leninismo consigahegemonizar la ideología y la política de la vanguardia teórica del proletariado, ésta podrá

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dirigirse a la conquista de los sectores de la clase que encabezan sus luchas de resistencia y sumovimiento espontáneo (vanguardia práctica). Son, por tanto, los problemas teóricos y prácticosque plantea la lucha de dos líneas en el interior de la vanguardia teórica los que deben centrar, apartir de ahora, nuestra atención más inmediata, porque es la contradicción entre Vanguardiamarxista-leninista y Vanguardia teórica No marxista-leninista la contradicción principal delsistema dialéctico en el que se halla detenido actualmente el proceso de Reconstitución. Másarriba caracterizamos el momento actual desde el punto de vista de nuestra organización(profundización en la formación en la ideología comunista –y que hacemos extensiva a todos losdestacamentos de vanguardia que se autoproclaman marxistas-leninistas) y desde el punto devista del proletariado en general (acumulación de fuerzas de la vanguardia). Pues bien, ahorapodemos añadir, también, que, desde el punto de vista de la vanguardia –o, si se quiere, delmovimiento comunista–, nos encontramos ante un momento donde es crucial la implementacióny el desarrollo de la lucha de dos líneas en el seno de la vanguardia teórica por la hegemonía delmarxismo-leninismo .

La reconstitución del marxismo-leninismo en la posición de vanguardia ideológica delproletariado no es, en absoluto, un problema exclusivamente teórico. Muy al contrario, sólopuede ser fruto del éxito en esa lucha de dos líneas. Por eso, sería contraproducente separar losaspectos teóricos de los prácticos en el actual momento político. No debemos dejarnos engañarpor el sentido vulgar, coloquial, de las palabras. Que la actual etapa plantee problemasrelacionados principalmente con cuestiones teóricas de la revolución no significa que no existaninguna práctica de masas que nos ayude en la tarea. De la misma manera, la palabra práctica nodebe vincularse únicamente –como casi siempre hemos hecho– con la actividad entre las masasdel movimiento práctico, espontáneo; también existe una línea de masas para resolver losproblemas de la vanguardia teórica , que no es otra que los vínculos que el marxismo-leninismodebe establecer con el resto de la vanguardia teórica. Se trata, en última instancia, de superar esevicio al que nuestros errores nos habían conducido de separar radicalmente nuestra actividadteórica de nuestra actividad práctica, vicio del que ya hemos hablado; se trata, en resumidascuentas, de restituir la unidad de los dos aspectos de la contradicción, que nuestro análisis hadefinido como principal, como forma concreta y actual de unidad teoría-práctica. Esta unidadimplica redefinir las tareas principales y el carácter y el objetivo del trabajo de masas que llevar acabo para cumplirlas. En otras palabras, lo que se nos presenta ahora como el problemafundamental es el de esclarecer política y organizativamente la esencia y las formas de losvínculos, en el seno de la vanguardia teórica, entre el marxismo-leninismo y el resto de esavanguardia y la línea de masas necesaria para elevarlos a las posiciones revolucionarias.

El mecanismo del desarrollo de la contradicción principal ya lo hemos descrito anteriormente: setrata de ir planteando lucha de dos líneas y vínculos organizativos con los círculos de la

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vanguardia teórica de manera sucesiva para ir avanzando, desde aquellos con planteamientosmás generales y abstractos y de más largo alcance desde el punto de vista de los intereses de laRevolución Proletaria, hacia esos otros cuyas inquietudes van acercándose más a los problemasrelacionados con las necesidades del movimiento práctico. En este caso, cuando hablamos decírculos de la vanguardia teórica no nos referimos a organizaciones concretas –aunque sea bajoesta forma como nos los vamos a encontrar en la realidad–, sino al grado de cercanía que cadaconjunto de problemas teóricos guarda en relación con las necesidades de las reconstituciónideológica del comunismo, siendo la vanguardia marxista-leninista el punto de referencia entorno al que se nuclean y articulan esas necesidades. Así, el primigenio núcleo marxista-leninistairá conquistando paulatinamente esos círculos, resolviendo los problemas teóricos que planteandesde la lucha de dos líneas e incorporándolos a la causa de la Reconstitución desde su línea demasas. Esta es la forma que adquiere la unidad teoría-práctica en el momento presente y dado elcarácter de la contradicción principal que impulsa ahora el proceso hacia el Partido Comunista.Nuestro trabajo práctico o nuestro trabajo de masas, por tanto, no debe asemejarse al típicotrabajo en el sindicato, aunque probablemente el sindicato sea, en algún momento, uno de loslugares donde haya que ir en busca de algunos de esos círculos de vanguardia. Pero esto no debeconfundirnos hasta el punto de dejarnos llevar por la inercia de la actividad propia del sindicato yperder de vista nuestro cometido y nuestra perspectiva, como nos ha venido ocurriendo hastaahora. Precisamente, uno de los prejuicios que con más ahínco debemos combatir de cara anuestro futuro trabajo de masas es nuestra mentalidad sindicalista . No hay duda de que latradición revisionista en la que nos hemos educado y en la que la mayoría de nosotros hamilitado durante muchos años, practicando y absorbiendo formas de trabajo utilitaristas que nosenseñaron más a postrarnos ante la marcha del movimiento obrero que a prepararnos paraconvertirnos en su vanguardia, ha dejado una profunda huella en nuestra concepción de lapolítica y del trabajo de masas, concepción que puede resumirse como sindicalismo , obrerismo ,economicismo o cualquier otro concepto que indique espontaneísmo político . Y este lastre lohemos estado arrastrando hasta aquí, contribuyendo con ello a agravar las deficiencias de nuestrotrabajo. Debemos, pues, poner las medidas para combatir esta herencia y retomar el espírituleninista en la labor de la construcción de cuadros, en la perspectiva de la creación de lostribunos y dirigentes que necesita la Revolución Proletaria.

Pero no podemos finalizar este punto referido al análisis de las contradicciones que directamenteincumben a la vanguardia proletaria sin hacer alusión, aunque sólo sea brevemente, a la relaciónexistente entre ese sistema que determina de manera inmediata las tareas más acuciantes de lavanguardia , las tareas de la Reconstitución, y el sistema de contradicciones que implicandirectamente a las masas , el que rige la marcha real, material, de la lucha de clases: el sistemacompuesto por la contradicción capital-trabajo, la contradicción países imperialistas-paísesoprimidos y las contradicciones interimperialistas. Este sistema se caracteriza, en la actualidad,porque la contradicción principal es la que se desarrolla entre los países imperialistas y los países

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oprimidos, mientras que las otras dos están atenuadas, sobre todo porque la dialéctica capital-trabajo no supera el plano de la lucha de clases económica, debido a la hegemonía que detenta elreformismo en el movimiento obrero, por un lado, y a que, por otro, el sistema de relacionesinternacionales está configurado de manera unipolar, está dominado por una sola potenciahegemónica (por lo que es absolutamente falso poner en primer plano la contradiccióninterimperialista, pues no hay otros centros ni bloques de alianzas imperialistas que puedancompetir con la superpotencia económica y militar yanqui, ni estamos ante un periodo depreparación de una nueva guerra imperialista mundial –como defiende erróneamente un sectordel movimiento comunista internacional– sino de colusión entre potencias). Por su parte, larelación entre el sistema mundial de contradicciones y el sistema de contradicciones de la claseobrera revolucionaria se caracteriza porque se desarrollan de manera paralela, sin apenascontacto mutuo, sin vínculos que permitan la influencia de éste sobre aquél. Este divorcio no essino la suprema expresión de la escisión prevaleciente en el seno de la clase proletaria entre suvanguardia y las masas. Solamente desde la solución del conglomerado de contradicciones queconforman el proceso de constitución de la clase obrera en clase revolucionaria podrá elevarse elantagonismo entre capital y trabajo hasta el nivel político revolucionario de la lucha de clases; ysolamente de este modo recuperará esta contradicción el protagonismo del proceso social, y seráen torno a su eje que se desarrollarán y se resolverán las demás contradicciones de nuestra época.De este modo, también, con el retorno al primer plano de la dialéctica capital-trabajo (la lucha declases entre la burguesía y el proletariado), se hallará la ocasión para poner nuevamente y mejorde relieve la forma concreta que mejor expresa y desde la que mejor se puede resolver lacontradicción general que preside todo el desarrollo del capitalismo y al propio capitalismo comomodo de producción: la que se agudiza cada vez más entre el progresivo carácter social de laproducción y la forma privada de apropiación[3].

Notas:

[1] MAO TSE-TUNG: Obras escogidas . Madrid, 1974. Tomo I, pág. 345.

[2]Ibidem

[3] “Los medios de producción y la producción misma se han hecho esencialmente sociales. Perose someten a una forma de apropiación que tiene como presupuesto la producción privada porindividuos, en la cual cada uno posee su propio producto y lo lleva al mercado. En estacontradicción que da al nuevo modo de producción su carácter capitalista se encuentra ya en

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germen toda la actual colisión . Cuanto más se extendió el dominio del nuevo modo deproducción en todos los campos decisivos de la producción misma y por todos los paíseseconómicamente importantes, reduciendo la producción individual a unos restos irrelevantes,tanto más violentamente tuvo que salir a la luz la incompatibilidad entre la producción social y laapropiación capitalista .” (ENGELS, F.: La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring(‘Anti-Dühring’) . Barcelona, 1977; págs. 281 y 282).

La reconstitución de la ideología proletaria

Uno de los problemas centrales en la labor de reconstitución de la ideología proletaria es laconstrucción de cuadros y, en primer lugar, el esclarecimiento de la naturaleza política delmilitante comunista. En la medida que el aspecto principal de la contradicción principal en laactual fase del proceso de Reconstitución nos obliga a centrar nuestra atención en el estadoactual de la vanguardia marxista-leninista, la definición de su componente individual y de losrequisitos que debe cumplir como portador y defensor de la teoría de vanguardia cobra la mayorimportancia. Si una vez reconstituido el Partido Comunista el problema del militante individualpasa a un segundo plano, al quedar subsumido en una entidad superior como es la colectividadorgánica del partido (pues, precisamente, su existencia presupone que ya se han solventado losproblemas a los que aquí y ahora nosotros nos enfrentamos y que estará establecido el correctomecanismo de integración del militante), en la etapa de Reconstitución la formación del miembrode vanguardia, del dirigente proletario o del cuadro comunista, resulta crucial como pilar básicodel destacamento de vanguardia marxista-leninista. En tanto que este destacamento no constituyeaún el organismo político proletario cualitativamente superior, como colectivo es todavía en granparte suma de voluntades, y, por tanto, la actitud y la aptitud individuales adquieren el mayorrelieve. La transformación de la voluntad comunista individual en conciencia revolucionaria seconvierte en una de las tareas más importantes y apremiantes para el fortalecimiento de lavanguardia marxista-leninista y para el éxito de su lucha por la reconquista de la posición devanguardia ideológica del proletariado.

En este sentido, los elementos heredados del estilo de trabajo revisionista que aún arrastramos,junto a la deriva sindicalista en nuestra línea de masas, nos han obligado a rememorar lostérminos de la polémica de Lenin con los economistas y los mencheviques acerca del carácter delmiembro del partido. En 1902, en su ¿Qué hacer? y frente a la propuesta de practicar elsindicalismo como actividad principal de los miembros del partido que presentaban los

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economistas , Lenin defendió que se debía “hacer de los militantes socialdemócratas dedicados ala labor práctica líderes políticos”[1], e insistió en que “nuestra misión no consiste en propugnarque se rebaje al revolucionario al nivel del militante primitivo, sino en elevar a este último alnivel del revolucionario” [2]; al año siguiente, en el II Congreso del partido obrero de Rusia,Lenin volvió a enfrentarse contra quienes querían rebajar la cualificación política de losmilitantes revolucionarios. Esta vez contra el líder menchevique Mártov y con motivo delartículo 1º de los Estatutos, que definía al miembro del partido, inquirió a la asamblea siconsideraba que cualquier huelguista o cualquier charlatán podrían ser considerados miembrosdel partido. De alguna manera, nosotros nos encontramos, ahora, ante una disyuntiva parecida;de alguna manera, se nos han presentado como inaplazables en su solución los interrogantesrelativos a qué entendemos por militantes de vanguardia en función de las actuales necesidadesde la Reconstitución, ¿los líderes prácticos o los cuadros formados íntegramente en todos losaspectos, teóricos y prácticos, de la dirección proletaria?, y de cómo educamos a esa vanguardia,¿con la perspectiva amplia del proceso histórico de emancipación del proletariado, o en lainmediatez del trabajo práctico?, ¿educamos a la vanguardia en la escuela del estratega o en ladel líder dirigente de una huelga?.

Georg Lukács, destacado comunista húngaro, dijo en una ocasión que, para su generación, lafigura de Lenin había supuesto una auténtica revelación desde el punto de vista del modelo dedirigente revolucionario. Y no nos debe extrañar, porque Lenin es el primer gran dirigenterevolucionario que adopta la posición del estratega en la dirección política de la lucha de clasesproletaria. Efectivamente, desde 1830, el jefe revolucionario era el cabecilla del estrecho círculoconspirativo y clandestino y el líder de barricada. Ni siquiera el partido obrero más potente yorganizado de Europa, el partido socialdemócrata alemán, pudo oponer otra alternativa a estetipo de liderazgo fuera del tribuno parlamentario. Lenin, por el contrario, representa al líder delas masas en movimiento, al jefe de los cientos de miles y de los millones de obreros en acción,dibuja a la perfección el perfil necesario del dirigente de las vastas masas que la revoluciónproletaria pone en movimiento. A diferencia del líder de barricada, que sólo puede dirigir unaacción militar, que se identifica con ella y que hace depender todo el curso de la lucha de esa solaacción, reduciendo con ello toda la capacidad, intensidad y profundidad del movimiento políticoal margen que puedan otorgar unas pocas maniobras tácticas, Lenin, por el contrario, aplica a ladirección del movimiento una perspectiva estratégica, es decir, el método de combinar accionestácticas en función del objetivo estratégico, subordinando siempre aquéllas a éste y utilizandoabsolutamente todos los medios posibles, políticos y militares, en relación con cada fase delmovimiento. Lenin nos enseñó que no puede haber un verdadero método de dirección de la clasesi no se combate la tendencia espontánea a contemplar la lucha de clases desde la perspectiva delinstrumento táctico que estemos utilizando en cada momento: la tendencia al sindicalismo o, engeneral, al economicismo cuando tratemos de ganarnos a las masas en los frentes de resistencia yde construir el Frente Único; la tendencia al parlamentarismo cuando abramos el frente de la

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lucha de clases en el parlamento burgués; la tendencia al militarismo cuando declaremos abiertala guerra contra el capital, etc.

Si se nos permite utilizar el paralelismo con el arte de la guerra, podemos decir que Leninsignifica, para el arte de dirección política proletaria, la cúspide que para la historia militarsupuso la figura del comandante del ejército de la Unión durante la Guerra de Secesiónnorteamericana (1861-1864), Ulysses S. Grant. Hasta las guerras napoleónicas, la guerra estuvodominada por el concepto táctico. Aunque, a diferencia de Alejandro, Napoleón no interviniesepersonalmente en la batalla y permaneciese en la retaguardia, el corso se ubicaba en una posicióndesde la cual observaba el campo de batalla y dominaba todo el curso de las operaciones. Así, lacomandancia participaba directamente en la batalla, con lo que las maniobras tácticas constituíanel elemento principal del modo de conducir la guerra, por lo que ésta misma dependía casisiempre del desenlace de una batalla. Pero Grant transforma este concepto de la guerrainvirtiendo la relación estrategia-táctica al otorgar a la primera la función principal. De estamanera, Grant comienza incluyendo en la balanza del poderío militar aquellos factores externosque son la base del modo de vida de una nación, empezando por su potencia industrial y susrecursos humanos; y, en segundo lugar, pone el acento en la logística necesaria para que elpotencial material de la nación sirva de soporte permanente de una enorme y poderosa máquinade guerra. El campo de batalla es, pues, el último punto de la atención de la comandancia militar.De hecho, Grant se sitúa siempre en la retaguardia de las batallas, sin establecer contacto físicocon el frente, operando en función de informes que le tienen al tanto del estado de todos losfrentes. La batalla en curso se subordina al plan general militar: la guerra ya no depende de unasola batalla, sino de todo un conjunto de operaciones que persigue alcanzar un único objetivoestratégico. El nuevo concepto de la guerra se correspondía con las condiciones de la nueva eraque se abría paso con el capitalismo industrial, cuya expresión más pura y avanzada se estabadando, y no por casualidad, precisamente en el mismo suelo que la forma más avanzada deconducción del arte militar.

Traduciendo los términos militares a los de la polémica política de Lenin con los mencheviques,se trata de adoptar la táctica-plan frente a la táctica-proceso que defendían éstos. De este modo,concluimos que el líder bolchevique representa un estadio superior de desarrollo, similar alalcanzado por Grant en el arte de la guerra, en los métodos de dirección política de la lucha declases del proletariado. Y este debe de ser el modelo en el que inspirarnos a la hora de abordar lascuestiones relacionadas con la formación comunista y la elevación de nuestros militantes al niveldel revolucionario, a la hora de acometer la tarea de la construcción de los futuros cuadrosdirigentes del proletariado. Debemos, pues, educar estrategas, no jefes militares de barricada, nisindicalistas, organizadores de huelgas o agitadores (el desarrollo del movimiento ya procuraráque las propias masas destaquen, en el momento necesario, jefes de este tipo); debemos

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elevarnos en nuestra formación hasta situarnos a la altura que exige ese salto cualitativo quehistóricamente puso en primer plano la estrategia sobre la táctica en el arte militar, la revoluciónsobre la huelga en el terreno de la lucha de clases del proletariado, y el Partido sobre el Sindicato(o el partido obrero de viejo tipo) en el de su organización.

Es en este sentido que Lenin insistía en su ¿Qué hacer? en que el buen dirigente revolucionariono es el “secretario de tradeunión” [3], que orienta la lucha económica de los trabajadores, puesno se trata únicamente de la contradicción capital-trabajo. Por el contrario, al obrero sólo se lepuede dotar de conciencia política de clase –decía Lenin– desde la esfera “de las relaciones detodas las clases y sectores sociales con el Estado y el Gobierno, la esfera de las relaciones detodas las clases entre sí”[4], y añadía: “si [el revolucionario] es partidario, no sólo de palabra, deldesarrollo polifacético de la conciencia política del proletariado, debe ‘ir a todas las clases de lapoblación’” [5]. El cuadro de vanguardia, pues, debe elevarse hasta la perspectiva superior que lepermita observar y estudiar desde arriba todo el escenario de la lucha de clases, y combatir todatendencia que empuje hacia la perspectiva del movimiento por el movimiento , la perspectivadesde abajo que impide una contemplación completa de todos los acontecimientos relacionadoscon la pugna entre las clases. Sin embargo, aquel elevarse requiere previamente cierta tallaintelectual , una actitud mental que de alguna manera debe ser adquirida, porque no es innata, noes espontánea ; requiere una preparación, un entrenamiento, una instrucción que capacite alcuadro comunista para la educación y la dirección revolucionaria de las masas.

En los últimos tiempos, la burguesía ha dejado constancia de que tiene muy presente laimportancia de la cualificación de los cuadros para la dirección del desarrollo social. No cabeduda de que, en esa cualificación, juega un gran papel la formación cultural y la instrucción en elsaber, y tanto más para el proletariado por cuanto su conciencia se construye –como ya hemosdicho– desde la ciencia. Sin duda alguna, la normativa promulgada por el anterior gobierno delPP, la Ley Orgánica de Universidades (LOU), ley que restringe el acceso de las masas a laeducación superior, y la Ley Orgánica de Calidad de la Enseñanza (LOCE), que las aleja de laposibilidad de recibir una formación cultural integral, promoviendo la especialización prematura–y, a ser posible, puramente técnica y práctica– del alumnado, persiguen como fin precisamenteobstaculizar la relación del proletariado con la cultura, y con ello, dificultar el desarrollo de suconciencia como clase y la construcción de sus cuadros políticos. Con estas leyes [6], laburguesía nos está diciendo que prefiere que los futuros dirigentes del proletariado se formen enel sindicato y en el movimiento práctico de masas y que la Universidad no influya en absoluto enesa formación; nos está diciendo que formemos cuadros de agitadores antes que depropagandistas, que cultivemos dirigentes prácticos y no teóricos, que formemos tácticos, noestrategas; en definitiva, está induciendo a la clase obrera a educar a sus dirigentes en la soluciónde sus problemas inmediatos y no en la comprensión de los problemas globales de la

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transformación social y de la dirección de esa transformación, en la elevación hacia laperspectiva revolucionaria, hasta el punto de vista del comunismo, ese punto de vista que Marx yEngels ya exigieron que expresase “los intereses del movimiento en su conjunto”[7] . Laofensiva de la burguesía contra la participación de las masas en y de la cultura coincide,precisamente, con un momento en que los destacamentos más avanzados del proletariadocomienzan a replantearse los problemas relacionados con el papel de la ciencia en la formaciónde la conciencia de la clase y en el de la construcción de sus cuadros dirigentes desde unaperspectiva amplia e integral, no economicista, y los relacionados con el vínculo existente entrela cultura y la reconstitución ideológica del comunismo. Tal vez se trate de una casualidad, peropor desgracia coincide con una coyuntura de repliegue y debilitamiento proletario y de fortalezade la burguesía. Lo que sí está claro, al menos para la burguesía –y debe empezar a estarlotambién para nosotros–, es la importancia que para la lucha de clases en general tiene la cuestiónde qué clase posee el saber y los resortes educacionales necesarios para difundirla, y entre quiénestá dispuesta a hacerlo; lo que está claro, también, es que esta es una batalla de clase crucial, deimportancia estratégica, de cuyo resultado dependerá en gran parte el futuro éxito a largo plazode la Revolución Proletaria.

No sólo de la actualidad de la lucha de clases extraemos lecciones que nos indican la importanciade la preparación de cuadros como condición para dotar a todo futuro movimiento de masas deun carácter revolucionario, también la historia nos señala en la misma dirección. Sin ir más lejos,algunas conclusiones derivadas de nuestro análisis de la Revolución de Octubre nos muestran lodecisivo que puede ser que las masas aprendan , ya durante el capitalismo, lo máximo posiblesobre el manejo y dirección de las fuerzas productivas como requisito de independencia de laclase y como primer paso para su aprendizaje en la futura gestión y dirección de toda laeconomía social. Concluíamos que esta enseñanza debía ser llevada en su momento a nuestrapolítica sindical en la forma de las reivindicaciones concretas que hagan posible aquel objetivo.Pues bien, ¿por qué no aplicar esta lección al problema de conjunto de la dirección política de laclase obrera, tanto antes como después de la conquista del poder?, ¿es que, acaso, no hay queaprender a ser dirigente ?, ¿es que la dirección del Partido, la dirección de las masas por éste y,posteriormente, la dirección de toda la sociedad no exigen, en cada una de esas etapas, eldominio de ciertas técnicas de dirección, no requiere de conocimientos que no se pueden adquirirde forma espontánea, sino mediante el aprendizaje por el estudio y la experiencia?.

La idea misma de preparación , de aprendizaje , relacionada con la tarea primordial de laconstrucción de cuadros como medio para el fortalecimiento de la vanguardia marxista-leninistay de su posición en la lucha de dos líneas en el seno de la vanguardia teórica, nos informan deque la naturaleza del punto de partida en el que debemos situarnos es esencialmente teórica .Asimismo, lo confirma el objetivo que nos hemos marcado al definir las cualidades del cuadro

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comunista siguiendo el modelo que representa Lenin, las cualidades del estratega. Pero, ¿en quésentido debe ser entendido esto? Desde luego, en el de alejarnos del aprendizaje práctico, de lasenseñanzas de las luchas a pie de calle . Debemos combatir toda propuesta o toda tendencia quefavorezca el cultivo de la práctica frente a la teoría, que traiga consigo la educación política en laescuela de la práctica, de la organización y del trabajo cotidiano (practicismo) frente a laeducación en la escuela del estudio teórico y de la elevación intelectual del militante; debemoscombatir toda actitud teórica o práctica que conduzca a la infravaloración del papel de la teoríaen la formación de los cuadros comunistas y que implique la minusvaloración de todo esfuerzo,individual o colectivo, por elevar cultural e ideológicamente a los militantes de vanguardia. Perotambién hay que combatir la idea de la formación teórica en el sentido puramente formal, de quela instrucción de los comunistas consista en un agregado indiscriminado de datos y deconocimientos. En absoluto. Se trata de formar en y desde la ideología proletaria, en y desde elmarxismo-leninismo, pero no entendido como filosofía política , sino como concepción delmundo . El objetivo consiste en que los comunistas terminen asumiendo el marxismo-leninismocomo Weltanschauung (concepción del mundo), que es la forma verdadera de concebir laideología proletaria, superior a la forma tradicional –incluso podríamos decir, espontánea – deaprehenderlo que fue dominante durante la mayor parte del Primer Ciclo Revolucionario, elcomunismo entendido casi exclusivamente como teoría política. Ésta supone una prácticareduccionista de todo el rico complejo ideológico del marxismo-leninismo, y conduce a unaconcepción unilateral del mismo. Precisamente y con toda probabilidad, una de las causas defondo de la derrota del proletariado en ese ciclo haya que buscarla en este déficit ideológico. Almenos, cabe como explicación en la medida que parte de los problemas procedieron de laincapacidad ideológica para dar respuestas políticas acordes con las nuevas situaciones históricasque presentaba el proceso de transformación de la sociedad.

El predominio de la concepción estrecha del marxismo como filosofía política fue un casogeneral durante todo el Ciclo de Octubre dentro del movimiento comunista internacional. Lacausa fundamental residía en que los partidos comunistas se fundaron siempre sobre una baseprogramática y bajo un tutelaje externo (la Internacional Comunista). Incluso muchos de losdesarrollos ideológicos del principal partido de aquel movimiento, el partido bolchevique –que síse formó y se desarrolló en virtud de la solución de debates teóricos de profundo calado– serealizan, sobre todo después de la muerte de Lenin –aunque también, en parte, bajo la direcciónde éste–, en función de problemas coyunturales, problemas que, además, se resuelven muchasveces de una manera insatisfactoria desde el punto de vista de la relación entre la superación deesas determinadas coyunturas políticas y las exigencias a largo plazo del movimiento hacia elComunismo.

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Ejemplos de esos problemas resueltos de manera insuficiente, y que aquí sólo apuntamos en esteúltimo sentido, son: la cuestión del capitalismo de Estado –la economía estatalizada– en lasociedad de transición, que quedó en el aire en el X Congreso del partido bolchevique y que,para el XV, ya había desaparecido como problema casi por arte de magia, al identificarsecapitalismo de Estado con socialismo o, si se prefiere, estatalización con socialización de losmedios de producción; el irresuelto debate sobre el modo de conducir la transformación de lasrelaciones sociales en el campo ruso, a partir de 1924 (se consideró un escrito postrero de Lenintitulado Sobre las cooperativas , como el plan leninista de colectivización del campo , cuando,por un lado, era sólo un texto de reflexión destinado para el debate y no una propuesta deresolución del mismo, y, por otro, no atendía a todos los aspectos del problema –como, porejemplo, la lucha de clases en el campo); el insuficiente desarrollo de la teoría del Socialismo enun solo país como respuesta a las necesidades del progreso de la Revolución Proletaria Mundiala partir de la segunda mitad de la década de los 20, que alimentó una marcada tendencia alnacionalismo (socialchovinismo) en el partido comunista soviético y su desvío hacia la teoría delas fuerzas productivas ; la renuncia a la independencia política del comunismo por mor de unaalianza a cualquier precio contra el fascismo con la socialdemocracia y el liberalismo (tácticarefrendada por el VII Congreso de la Komintern); la subordinación de la ciencia a los interesesde la política hasta manipular los resultados de aquélla y tergiversar la esencia del marxismo( caso Lysenko , en Biología, caso Kozyrev , en Astrofísica), etc. Todos estos debates estánreferidos al caso soviético y, aunque nunca se termina en ellos de romper los lazos con lasnecesidades de fundamentación teórica que todo desarrollo exige como premisa, sí se percibeuna marcada tendencia al predominio de lo coyuntural, a resolver interesadamente en función delas necesidades inmediatas de la línea política o el estado de cosas vigentes.

Si esto sucedía en la organización de vanguardia del movimiento comunista internacional, muchomás acentuada se presentaba esa tendencia al reduccionismo político del análisis marxista en lospartidos hermanos , donde en muchas ocasiones se limitaban simplemente a traducir en suinterior los resultados políticos de los debates que habían tenido lugar en el seno del partidocomunista soviético.

En el Estado español, por su parte, a estas peculiaridades comunes al movimiento general seunen otras particulares debidas a las propias condiciones de la evolución socioeconómica ypolítica del país, y, en particular, al escaso arraigo que en el movimiento obrero tuvo siempre elmarxismo. Primero, por la hegemonía del anarquismo durante la época de la AIT; después,cuando en Europa el socialismo de inspiración marxista termina por hegemonizar el movimientoobrero (aunque casi siempre de una manera más formal que real), porque el Estado españolquedó al margen de ese proceso. Efectivamente, cuando, a mediados del siglo XIX, Julián Sanzdel Río, intelectual con predicamento entre los sectores progresistas que tenían influencia en el

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incipiente movimiento obrero, visitó Alemania, nación con una efervescente tradición filosófica,con la intención de buscar una filosofía que pudiese enmarcar los proyectos políticos de laburguesía revolucionaria, se encontró con que dos escuelas estaban allí de moda entre las elitesintelectuales: el socialismo (sobre todo, Hess, Weitling y la escuela del verdadero socialismo) yel krausismo. Eligió esta última corriente de pensamiento y la introdujo en España, prestandoposteriormente las bases teóricas del discurso político de algunos sectores de oposición alsistema de la Restauración y del reformismo liberal de finales del siglo XIX y del primer terciodel XX. En la época en la que Sanz del Río estuvo pensionado por el gobierno español enAlemania, ni el marxismo había aún cuajado como corriente alternativa del socialismo, ni en elEstado español el desarrollo del proletariado era lo suficientemente importante como para que laintelectualidad avanzada fuese sensible a sus necesidades teóricas. En España todavía no se habíaconsumado la revolución burguesa, y ni siquiera había entrado aún en escena el partidodemocrático (todo esto sucede antes de la Gloriosa Revolución de 1868). Sin embargo, y puestoque la frontera pirenaica permanecía impermeable a la penetración de cualquier influencia delsocialismo francés, se perdió una buena ocasión para haber creado tempranamente una escuelade pensamiento socialista en España que hubiera facilitado la creación de condiciones culturalespara la posterior recepción del marxismo. Al contrario, floreció el pensamiento humanista ypersonalista que depositaba en la educación del individuo toda esperanza de renovación. Cuandoen el Estado español se crearon el primer partido y el primer sindicato obreros (en 1879 y 1888,respectivamente), en el ambiente intelectual de la época el marxismo no estaba seriamentepresente. La influencia del reformismo y de la ideología burguesa fue, en consecuencia,demasiado importante en la fundación de esos órganos del ya sólido movimiento obrero en elEstado español. De hecho, el marxismo nunca constituye la única fuente de inspiración para lapolítica del PSOE (Guesde influye más que Marx en la elaboración teórica y política del partidoen sus primeras etapas), y cuando su ala izquierda se escinde para formar el PCE, lo hace más envirtud de los acontecimientos que había provocado en el escenario internacional un evento comola Revolución de Octubre, que como fruto de un proceso interno de deslindamiento político eideológico. Posteriormente, sólo durante coyunturas históricas de auge de la lucha de clase delproletariado el marxismo recupera su papel protagonista en el proscenio político español: durantela II República y en el tardofranquismo el marxismo se coloca como referencia de primera líneapara los sectores de vanguardia de la sociedad y para el movimiento obrero; sin embargo, enambas ocasiones se presenta en su aspecto sesgado de pensamiento político: alimenta losprogramas de innumerables grupos y partidos, pero sus líneas políticas no se sostienen sobre unasedimentada tradición filosófica que hubiese familiarizado con la concepción del mundomarxista a promociones de intelectuales y a generaciones de dirigentes obreros. Esta fallaacarreará graves consecuencias cuando en la Transición sea derrotada la opción rupturista (ya depor sí, enfocada al modo pequeñoburgués), y con la monarquía parlamentaria vayadesapareciendo gradualmente todo ese movimiento político revolucionario, tras cuyo rastro noquedará absolutamente nada del discurso proletario.

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En resumidas cuentas, en la historia contemporánea del Estado español el marxismo no cuajónunca como escuela de pensamiento, y su historia política apenas dejó testimonio. El hecho deque aquí no podamos mencionar a ningún Kautsky, Labriola o Plejánov, dice bastante por sí solodel papel que las ideas de Marx hayan podido jugar en la orientación del proletariado español ensu lucha de clase, pobre en el terreno político y nulo en el teórico. Con esto no queremos insinuarque una de las tareas actuales tenga que ser la de implantar el marxismo como escuela filosóficaen España. En absoluto. Tal vez en los prolegómenos de la primera gran ola de la RevoluciónProletaria Mundial cupiese cierta autonomía entre la lucha teórica y la política. El monopoliocasi exclusivo del conocimiento en manos de la intelectualidad permitía que determinadosindividuos resolvieran las cuestiones de fondo más teóricas, mientras que el partido se ocupabade la agitación y de la propaganda. Pero desde el momento en que el partido de nuevo tipoleninista se ha convertido en el punto de partida para el inicio de la próxima ola revolucionaria,esa división del trabajo ya no ha lugar. Ahora, es con el Partido Comunista como centro que elproletariado acomete la lucha de clases en los tres niveles que describió Engels: económico,político y teórico. Ya no tiene sentido hablar del marxismo como filosofía y del marxismo comolínea o programa político de forma separada. Si lo distinguíamos en la pequeña valoraciónhistórica sobre la vigencia del marxismo en el movimiento obrero internacional durante el PrimerCiclo Revolucionario, era porque, además de constituir un hecho, nos permitía explicar lasrazones del reduccionismo político al que fue sometido el pensamiento de Marx de manerageneralizada en el mundo y exagerada en el Estado español. Pero el nuevo ciclo de la RevoluciónProletaria presupone superada la dicotomía intelectualidad burguesa-movimiento obrero quecaracterizó al Ciclo de Octubre y, por lo tanto, también la tendencia a la autonomización de ladirección de la lucha en las diferentes esferas de la confrontación social. Al contrario, todas searticularán en torno al Partido. Sin embargo, esto trae consigo el reto de asumir el marxismocomo totalidad, como cosmovisión, como Weltanschauung . La conservación de los vínculos einterrelaciones existentes entre los distintos planos de la lucha de clases permitirá mayoresgarantías en la cohesión ideológica entre los fundamentos teóricos y las resoluciones políticas yuna más profunda visión crítica que permita en todo momento la adecuación de la línea política alas necesidades del desarrollo real de la sociedad, sin hipotecar el futuro revolucionario por lasnecesidades políticas del momento, por muy acuciantes que éstas nos parezcan.

La obligación que actualmente nos imponen las tareas relacionadas con la Revolución Proletariade asumir el marxismo-leninismo como un todo, como concepción del mundo, no significa quela política haya dejado de ser el terreno decisivo de la lucha de clases, en general, y que laReconstitución del Partido Comunista haya dejado de ser la tarea política más apremiante para elproletariado consciente, en particular. Al contrario, la política sigue siendo la expresiónconcentrada de la lucha de clases y el punto que permite la transición de la crítica social a lapráctica social, lugar de asentamiento necesario, por tanto, para la obra de transformación delproletariado. Pero que la política sea lo principal y la lucha por el poder político lo

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verdaderamente importante es una cosa, y otra bien distinta considerar que es en términospolíticos como se resuelven todas las formas de la lucha de clases o que sea el punto de vista delas necesidades de la política en curso las que dominen los análisis de los problemas que planteala lucha de clases. El dominio del criterio de la política por la política ha demostrado que generauna tendencia al pragmatismo y al tacticismo demasiado peligrosa. El modo de superarla esadoptando el punto de vista global que nos permita enmarcar cada momento en el proceso en elque está incluido, manteniendo siempre la perspectiva del objetivo final; y este punto de vistasólo nos lo puede aportar el marxismo-leninismo como cosmología.

Notas:

[1] LENIN, V. I.: Obras completas . Moscú, 1981. 5ª edición. Tomo 6, pág. 91.

[2]Ibidem , pág. 134.

[3]Ibid ., pág. 86.

[4]Ibid ., pág. 84.

[5]Ibid ., pág. 87.

[6] Aunque la reforma de la LOCE, promovida por el PSOE y que será aprobada en otoño de esteaño, ha limado las aristas más retrógradas de la Ley (derogación de los itinerarios en laenseñanza secundaria y carácter voluntario de la asignatura de Religión), ralentizando latendencia que impone el capital hacia la especialización en el aprendizaje que el PP queríaacelerar, está por ver hasta qué punto el nuevo partido en el poder anulará el alcance de esanormativa ultrarreaccionaria. En cualquier caso, sólo será una cuestión de grado: el PSOE fuequien introdujo la LOGSE, a finales de los 80, cuando ya se había demostrado –por ejemplo, enFrancia– que provocaría un deterioro en la calidad de la educación pública.

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[7] MARX y ENGELS: Op. cit ., pág. 35.

Bildung und Wissenschaft : la universidad obrera

La construcción de buenos cuadros dirigentes y la asunción, por su parte, del marxismo-leninismo como concepción del mundo son dos de los pilares básicos imprescindibles para elcometido de reconstituir la ideología comunista. Pero, ¿cómo formar ese tipo de militantecomunista, de qué instrumentos necesitamos dotarnos para ello?.

Como se trata de educar, de formar, lo primero que necesitamos es instrucción ( Bildung ), peroinstrucción en la ciencia ( Wissenschaft ). En este momento, las necesidades de la lucha delmarxismo por reconquistar la posición de vanguardia teórica son distintas a las que requeríanotros momentos históricos como, por ejemplo, la Rusia de los debates en torno al II Congreso delPOSDR. En aquel momento, como diría Lenin, el eslabón de la cadena al que era precisoagarrarse era la fundación de un periódico revolucionario para toda Rusia. Hoy, para nosotros,ese eslabón es diferente, o, mejor dicho, corresponde a las necesidades propias de una etapadistinta, anterior, del proceso. En la Rusia de 1903, la obra de lucha y deslindamiento con otrascorrientes políticas, aunque no consumada, ya hacía tiempo que había sido iniciada por elmarxismo revolucionario, y era distinto el estado de ánimo de las masas, en pleno movimientoascendente desde 1895 –movimiento que culminaría con la revolución de 1905–, mientras quenosotros aún nos encontramos en los inicios de aquella lucha, apenas restablecidos delaturdimiento que nos provocó la última derrota del proletariado internacional. ¡Y qué decir delestado de ánimo actual de las masas! Si hacia 1903 los marxistas revolucionarios rusos debíancubrir el último tramo de su lucha de desenmascaramiento de las corrientes políticas oportunistasde la época, para pasar inmediatamente a la conquista de los elementos más conscientes de lasmasas proletarias, de ahí la importancia del órgano central de prensa, nosotros debemosretrotraernos aún más, cuando los marxistas rusos –por continuar el paralelismo con laexperiencia rusa–, encabezados por Plejánov, iniciaron la lucha contra los populistas(anarquistas) por lo menos a partir de 1883. Nuestra primera y principal tarea, en estosmomentos, es similar. También debemos combatir el oportunismo político, el que plantea a lasmasas falsas vías revolucionarias y el que sólo les ofrece una salida reformista. Pero como elestado de liquidación de la conciencia marxista es severo –algo por lo que no pasaron nuestroshomólogos rusos–, también debemos prepararnos para este combate . Por esta razón, el eslabónde la cadena al que tenemos que asirnos es diferente, no responde a tareas cuya naturalezacorrespondería a las que pueda cumplir un periódico o la propaganda política en general, sino

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con tareas de carácter más elemental : formar cuadros marxistas-leninistas, educándolos en lateoría y en la lucha de dos líneas contra el oportunismo.

Instrucción y ciencia son los elementos clave que nos permitirán crear buenas bases y buenascondiciones para la construcción de cuadros comunistas. Pero debemos entender esas palabras enun sentido particular. Por eso, para designarlas, hemos utilizado los vocablos correspondientes enalemán, porque en esta lengua presentan connotaciones semánticas que adquirieron, sobre todoen un determinado periodo histórico, connotaciones que matizan el significado de esas palabrasen el sentido que nosotros queremos subrayar. Efectivamente, cuando a partir de la liquidacióndel Sacro Imperio por Napoleón se apodera de Alemania una fiebre reformadora, mezcla deIlustración y de resentido nacionalismo, y los sectores emergentes de la sociedad germanapertenecientes a las nuevas clases medias, vinculadas más con las profesiones liberales que conla industria, pretenden dirigir, con el permiso de la aristocracia, los cambios necesarios parasituar a Alemania al nivel de las necesidades del mundo moderno que se había gestado a partir dela Revolución Francesa –que ni siquiera la Restauración sobrevenida con la derrota de Napoleónhabía podido atajar–, aparece la idea de la necesidad de que la renovación espiritual y moral deAlemania y su reforma política fuera encabezada por una nueva elite cultural de líderes formadospara el gobierno del país: los hombres de Bildung . Bildung significa instrucción, educación;pero a diferencia del término homólogo Erziehung , que denota asimilación pasiva deconocimientos, la palabra Bildung indica autoformación, dirección de uno mismo en el cultivodel saber, búsqueda del conocimiento, autodesarrollo cultural. Este elemento activo deja trasluciruna predeterminación consciente a la hora de iniciar una labor educativa, es decir, la concienciade que esta labor es solo un medio para alcanzar un fin predeterminado, lo cual resultafundamental a la hora de definir el carácter de la formación ideológica y cultural del cuadrocomunista, porque educar en términos de Bildung supone la capacitación crítica necesaria quepermitirá su autoformación permanente. El sentido de la palabra Bildung presenta, pues, antenosotros, un nuevo reto: el de enseñar a aprender . Si, además, el contenido principal de esteaprendizaje se corresponde con la concepción del mundo proletaria, entonces habremos puestolos cimientos para edificar verdaderas conciencias revolucionarias.

Igual que para la mesocrática elite intelectual alemana de principios del siglo XIX la educaciónentendida como Bildung implicaba una idea de funcionalidad, de que una sabia autodireccióncultural habilitaba para la dirección política (frente a las pretensiones fundadas en el nacimientoy la posición social propias de la tradición de la época), de la misma manera la formaciónintelectual del dirigente proletario no debe entenderse en términos de erudición académica, debúsqueda del saber por el saber , sino en los del conocimiento del mundo como condición para sutransformación . Para decirlo de un modo más inmediato, relacionado con la política práctica, ycon las palabras de Lenin, la instrucción en términos de Bildung de los militantes comunistas les

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permitirá “dirigir todas las manifestaciones de esta lucha múltiple, [y] que sepan, en el momentonecesario, ‘dictar un programa positivo de acción’” [1] en cada uno de los frentes de la lucha declases en el que tengan encomendadas tareas revolucionarias. La autonomía intelectual que ledotará de la capacidad de servirse por sí mismo y de saber enfrentarse a los retos novedosos queplantee la lucha de las masas, tanto desde el punto de vista teórico como práctico, principalmenteen la tarea de aplicar y traducir creativamente la línea política revolucionaria en cada uno de esosfrentes, permitirá al cuadro comunista ejercer de vanguardia y, a través de él, al Partido ladirección efectiva del movimiento de masas (cuestión a tener en cuenta y de vital importanciacuando se aborde la tercera fase de la Reconstitución: el trabajo entre las masas para conquistar ala vanguardia práctica). La autonomía intelectual que acompaña a la idea de Bildung no debeentenderse en el sentido pequeñoburgués de libertad de crítica , sino en el de capacidad críticaadquirida como condición sine qua non para ejercitar una actividad de vanguardia consciente. Dela misma manera, la idea de Bildung , aunque pone énfasis en la iniciativa y la actividadindividual en la formación, no pretende prescindir –y en nuestro caso no debe prescindir– delaprendizaje colectivo y de la experiencia práctica. Lo que pretende remarcar es la idea deformación permanente , fuera incluso (o, mejor dicho, sobre todo ) del marco de la actividadorganizativa, la idea de la continuación de la formación por otros medios , por los propiosmedios, la idea de reflexión permanente sobre el mundo a la luz del marxismo y sobre elmarxismo a la luz de ese mundo, de imbuirnos de espíritu crítico y de ganas de aprender paracomprender, de imbuirnos de la idea de que el permanente movimiento de la realidad exige denosotros un aprendizaje constante y un esfuerzo intelectual individual permanente, exige denosotros, en definitiva, el ejercitar la Bildung .

La relación entre el aspecto individual y el colectivo del aprendizaje ha sido planteada pornosotros de manera bastante unilateral hasta ahora. Al considerar la asunción colectiva de losmateriales de formación como la forma verdadera de asimilación, hemos terminado entendiendoque también se trata de la única , lo cual es falso. Naturalmente, desde el punto de vista deldebate, síntesis y elaboración de la política del día a día el marco colectivo de actividadintelectual es el principal; de la misma manera ocurre cuando se trata de asimilar de la mejor ymás completa forma posible cuestiones y temas teóricos concretos relacionados directamente conel pensamiento marxista o con las necesidades de su política. Pero en este terreno estamoshablando de lo que la organización aborda desde el punto de vista de las necesidades teóricas opolíticas más inmediatas o perentorias, ya se trate de dotar a los militantes de los elementosteórico-conceptuales imprescindibles para el conocimiento del marxismo-leninismo, ya de suaplicación práctica. Queda, sin embargo, olvidada –o, al menos, pendiente– una cuestión defondo fundamental, a saber, que la asimilación mental de la concepción del mundo marxista-leninista es un prolongado y larvado proceso de sedimentación intelectual, y, además, en primerainstancia, un proceso individual . El contexto formativo colectivo es importante como el másadecuado útero de gestación del marxista individual en tanto que guía intelectual y en tanto que

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entorno desde el que vincular la formación teórica del individuo con las necesidades prácticas delmovimiento real de la lucha de clases (necesidades que son la verdadera base material de losproblemas en cuya solución teórica debe participar el comunista como individualidadintelectual); pero esto no puede sustituir –y, en parte, nosotros hemos sido víctimas de este error–la originalidad de la experiencia individual en el estudio del marxismo-leninismo, o en laasimilación particular de la concepción del mundo proletaria. En general, nosotros no hemossabido concienciar a los camaradas sobre la importancia de su experiencia personal comoestudiantes de la doctrina comunista. De hecho, la etapa de preparación individual de los temasde estudio previa a las reuniones de formación (etapa colectiva) ha sido infravalorada e, incluso,en muchos casos suprimida. Como resultado hemos convertido el estudio en una formalidad y anuestro método de estudio, en los hechos, en un método pasivo de educación ( Erziehung ) en elque la generalidad de los camaradas se han limitado a escuchar y a intentar comprender las ideasy comentarios de los otros más informados previamente. En tal situación, hemos reproducidoinconsciente e involuntariamente el esquema que precisamente queríamos superar con elPrograma de Formación: la separación entre el militante comunista y la ideología comunista, engeneral, y, en particular, la separación entre quienes conocían algo de marxismo-leninismo yquienes no conocían nada (con todo lo que esto puede repercutir en la organización desde elpunto de vista de la reproducción de la división burguesa del trabajo manual e intelectual).

El problema de una actitud activa ante la formación ( Bildung ) adquiere, por tanto, la mayorimportancia a partir de ahora. Y esta actitud sólo puede venir de la concienciación de que elaspecto individual de la educación acompaña en importancia al aspecto colectivo. De hecho, soncomplementarios. En primer lugar, porque la asimilación del marxismo-leninismo comoWeltanschauung no puede reducirse al aprendizaje de unas tesis filosóficas o políticas. Aquí, lasentencia de Heráclito nos resulta del todo pertinente: para saber una cosa no basta con haberlaaprendido [2]; o sea, aprender no es saber . Aprender una serie de principios, tesis ideológicas opolíticas, o leer unos cuantos libros marxistas importantes no significa que se haya asimilado elmarxismo como concepción del mundo. Para ello es preciso estudiar en el pleno significado de lapalabra, reflexionando y reuniendo con sentido crítico nuestros conocimientos hasta el punto deimbuirnos del espíritu de la ideología, de familiarizarnos con su particular enfoque de la realidad.Además, es importante no limitar el interés de nuestra formación a la doctrina político-filosóficamarxista-leninista propiamente dicha, sino ampliarlo a todas las facetas de la realidad y de laciencia ( Wissenschaft ) en virtud de la vocación integradora y del punto de vista global que elmarxismo-leninismo proyecta sobre el mundo. El esfuerzo individual por amalgamar todos esoscontenidos cognitivos en un bloque homogéneo y único, en una cosmovisión, desde laperspectiva crítica marxista, contribuirá en gran medida a la forja de mentes portadoras de lacosmología proletaria. Los resultados de este esfuerzo individual pueden y deben contrastarsecolectivamente –aunque no desde un riguroso orden del día, sino en la medida que lasnecesidades prácticas obliguen a ofrecer esos resultados en función de problemas concretos–, de

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modo que esas mentes proletarias individuales vayan configurando poco a poco una mentecolectiva –ese querido intelectual colectivo – como verdadero soporte y propagador de esa nuevaconcepción del mundo.

Pero mientras este proceso acompaña paralelamente al proceso de Reconstitución, desde el puntode vista de nuestras necesidades inmediatas como destacamento de vanguardia ideológica,debemos hallar un nuevo equilibrio entre los aspectos individual y colectivo de la instrucción delmilitante comunista. En este sentido, es importante señalar que compartir una misma concepcióndel mundo no significa profesar un pensamiento único. En tanto que individuos limitados, laconcepción del mundo proletaria sólo puede ser representada parcialmente en las conciencias delos comunistas. Esta limitación exige cierta complementación de los distintos grados y modos deasunción individual del marxismo-leninismo. Será así, por lo menos, hasta la culminación de laReconstitución. Pero lo que sí perdurará –incluso en el seno del Partido Comunista– será laimportancia de esa diferencia y desigual asunción individual de la concepción del mundoproletaria desde la perspectiva del desarrollo teórico del comunismo. Ciertamente, es en el largoplazo donde la contribución individual al desarrollo ideológico del proletariado adquiere suverdadero relieve. Si en lo inmediato es el contexto colectivo lo determinante para la resoluciónde los problemas teóricos y prácticos del movimiento desde la aplicación del esquema unidad-crítica-unidad , a la larga es la aportación novedosa (individual) ante un problema nuevo lo quepermite ese desarrollo ideológico-político en términos cualitativos, cuando precisamente laspremisas conceptuales desde las que se operaba no permiten enfrentarse correctamente a esosproblemas novedosos y es preciso romper con ellas, revolucionarlas , plantear en toda sudimensión el elemento central de aquella dialéctica del desarrollo político-ideológico delcomunismo, la crítica, la lucha . Y la capacidad interna del organismo político para recurrir a lonovedoso para enfrentarse a lo nuevo proviene, precisamente, de la diferenciación y riqueza dematices, de las distintas versiones del pensamiento en que ha ido asimilándose individualmenteuna misma concepción del mundo. Esta diversidad, por decirlo de algún modo, cumple lafunción que la variabilidad genética de las especies en la Naturaleza: garantizar su adaptación yevolución. La aportación de elementos individuales parciales e innovadores en la solución de losproblemas prácticos de la revolución y su asimilación colectiva e integrada en la lógica deldiscurso ideológico de clase es el modo como se desarrolla el Partido Comunista desde laperspectiva de la contradicción individualidad-colectividad en la esfera intelectual. Pero, por otrolado, en este ámbito lo individual no podrá sustituir nunca a la colectividad como depositaria dela totalidad ideológica, de todo el horizonte cosmológico de la concepción del mundo delproletariado; la individualidad sirve a las necesidades del permanente desarrollo ideológico y a laconstante vocación de teoría de vanguardia del marxismo-leninismo; pero la individualidad nopuede suplir a la organización de vanguardia o al Partido Comunista como consciente colectivodepositario de la Weltanschauung de la clase proletaria, como entorno intelectual dondepacientemente se van soldando los fragmentos de la conciencia clasista del mundo al mismo

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ritmo que ésta se va desarrollando. De ahí que algunas tesis políticas defendidas por ciertossectores del movimiento comunista se nos antojen del todo erróneas por unilaterales ydogmáticas. Tesis como la teoría de la jefatura , defendida por algunas organizaciones maoístas,rompen completamente la unidad dialéctica entre individuo y colectivo en la cuestión deldesarrollo teórico de la ideología proletaria, terminando por permitir la suplantación del Partidopor el jefe, y por ungir a la conciencia individual con el monopolio y el privilegio de lacreatividad teórica, sin referencia alguna al colectivo y por encima del Partido. Cuando, porañadidura, se personaliza esa conciencia individual, es decir, se considera que la individualidadintelectual creadora es siempre la misma y, en consecuencia, la única y verdadera portadora de laconcepción del mundo proletaria, obtendremos como colofón la teoría complementaria delpensamiento guía . Ambas tesis, por tanto, deben ser denunciadas por idealistas e individualistas,por impedir la comprensión del verdadero papel que juega el individuo en el proceso dedesarrollo del pensamiento proletario y su correcta relación con el colectivo partidista en estamateria (por no hablar ya del perjudicial reflejo de la rígida división del trabajo de la sociedadburguesa que provoca en el interior de la organización de vanguardia), y porque, después detodo, son hijas de una época, la del Primer Ciclo Revolucionario, donde dominó la concepcióndel marxismo como filosofía política y nunca se planteó la necesidad (si exceptuamos el cortoperíodo de la Revolución Cultural china y somos condescendientes con sus declaraciones deintenciones y no demasiado severos con la perspectiva, cuando menos ingenua, de extender laconcepción del mundo proletaria entre las masas a base de recetarios de citas como el Librorojo ) de formar a todos los comunistas en la concepción del mundo proletaria. Ni siquiera estose planteó como problema a resolver con los adecuados medios políticos.

El marxismo-leninismo como Weltanschauung implica una cosmología unitaria, una visión delmundo como totalidad integrada, como organon . La formación multidisciplinar del marxistapersigue la representación intelectual de esa cosmovisión, su comprensión y su integración en suactividad práctica. La Weltanschauung así concebida exige una Wissenschaft , una ciencia; perono una ciencia entendida como novedosa disciplina propia, ni tampoco como prácticaexperimental particular, sino como resultado del saber universal, como asimilación y síntesissistematizada de los progresos de las ciencias y su integración crítica en el marco gnoseológicomarxista-leninista. La idea ilustrada de Wissenschaft surgió como negación del dominiohumanístico-literario en los contenidos de la formación cultural dominante (basados en la lenguay la literatura clásicas, griega y latina) que en Europa se remontaba al Renacimiento, y poroposición a toda superstición, esoterismo o espontaneísmo en el proceso de conocimiento. Éstesólo puede ser resultado de la ciencia, y es en su espíritu y en el conocimiento de las leyesreguladoras del universo que nos va desvelando donde debe residir la fuente de nuestrainstrucción. La Wissenschaft así entendida pasa de esta manera a ser el objeto de la Bildung (esdecir, educarse en la ciencia ), el marco general y permanente de su desenvolvimiento y de suactividad, bajo la guía crítica del marxismo-leninismo. La unidad de ambos – Bildung und

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Wissenschaft – expresará el continuo esfuerzo por asimilar los progresos de la ciencia a laWeltanschauung proletaria y por la permanente actualización del marxismo-leninismo comoteoría de vanguardia. Esa unidad constituirá el fundamento principal para proveer del contextoadecuado para la consecución de ese objetivo fundamental que es la construcción de cuadroscomunistas: la universidad obrera . Esta idea de universidad obrera no debe ser interpretada en elsentido organizativo-institucional, sino como la visión genérica que englobaría el trasfondocomún de las principales tareas políticas del presente periodo.

La idea de universidad obrera corresponde a una común necesidad histórica de autogestióncultural del proletariado en una nueva época prerrevolucionaria y en un nuevo nivel. Igual que enlos preliminares del Ciclo de Octubre las consecuencias del imposible acceso a la educación porparte de las grandes masas trataba de paliarse a través del mitigamiento del analfabetismo y deimpartir nociones de cultura general a las bases del sindicato o del partido obrero en ladenominada Casa del Pueblo , en la actualidad, la imposibilidad creciente de acceder a unaeducación elevada de las masas y de sus elementos más preparados, en general, y laimposibilidad de obtener, en particular, una concepción del mundo autónoma, independiente dela burguesa, en el seno del sistema educativo vigente, obligan al proletariado consciente a dotarsede los instrumentos necesarios para elevarse intelectualmente hasta el punto que exige el gradode civilización alcanzado por el desarrollo social. Si en el Primer Ciclo Revolucionario las Casasdel Pueblo se correspondían con una situación en la que era preciso acercar a las masasculturalmente a la actividad de su vanguardia, pues mientras la vanguardia estaba educada, lasmasas eran semianalfabetas, ante el próximo ciclo revolucionario la necesidad de la universidadobrera es exponente de una situación inversa, donde, relativamente hablando, las masas son muycultas y la vanguardia, en cambio, no está a la altura de las exigencias de la dirección en laconstrucción de una sociedad nueva, ni de la dirección política de las masas, ni siquiera de las dela dirección de su partido revolucionario. Si en el Ciclo de Octubre el gran problema de larevolución, desde el punto de vista de la cultura, era la participación de las masas en la obra deedificación de lo nuevo, precisamente su participación en el proceso de su emancipación –lo queponía un fuerte interrogante a la naturaleza del proceso revolucionario como proceso deautoemancipación del proletariado–, en la actualidad, la lucha de clases proletaria y lasnecesidades que impone el incremento de la composición técnica del capital han obligado a laburguesía a formar a los hijos de la clase obrera hasta niveles altos de educación (generalizaciónde la enseñanza secundaria), pero impide su acceso a la formación superior como cuadrosdirigentes . Esto es lo que debe suplir el proletariado de manera autosuficiente e independiente decara al futuro ciclo revolucionario, del mismo modo que en la época de su preparación para elprimer asalto revolucionario se enseñó a leer a sí mismo. Lo cual, por cierto, redundará en unamejor correspondencia entre la preparación cultural de la vanguardia y la de las masas de laclase, y en una correspondencia a un nivel más alto; lo cual, a su vez, otorgará mayores

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posibilidades futuras a la autonomía que el proletariado como clase debe imprimir a larevolución como proceso de autoemancipación.

Notas:

[1] LENIN: Op. cit ., pág. 91.

[2] “No entienden los más las cosas con las que se topan, ni pese a haberlas aprendido lasconocen, pero a ellos se lo parece.” ( Filósofos presocráticos Barcelona, 1995; pág. 133).

La construcción de la vanguardia

Construir cuadros no es construir vanguardia , de la misma manera que construir vanguardia noes construir Partido (o, en nuestro caso, reconstituir ). Debemos preparar al militante comunistacomo dirigente revolucionario, formándolo en el mayor número posible de campos delconocimiento y dotándole de la concepción del mundo proletaria, además de hacer de él un buenpropagandista de la línea política proletaria y de los principios que la inspiran. Ésta debe sernuestra actividad principal como organización que persigue el desarrollo de la vanguardiamarxista-leninista. Pero, aunque necesario, esto no es suficiente. Como destacamento devanguardia y, por lo tanto, como punto de referencia nuclear de la vanguardia proletaria, laorganización marxista-leninista debe asumir la responsabilidad de aquel desarrollo en ladirección de la Reconstitución, y vigilar siempre por no desviarse de este camino, previendo susnecesidades presentes y a largo plazo, y tratando siempre de que sean cubiertas o de preparar lascondiciones para que sean satisfechas. Sin embargo, la capacidad y capacitación política de laorganización de vanguardia, tanto desde el punto de vista individual como desde el colectivo, noson ingredientes suficientes –aunque sí la base necesaria– para dar cuerpo al proceso deconstrucción de esa vanguardia (teórica) capaz de ganarse en el futuro a los sectores conscientesdel movimiento de masas (vanguardia práctica) como paso previo a la Reconstitución del PartidoComunista. Para hablar de construcción de la vanguardia no podemos descuidar el tratamientodel aspecto secundario de lo que hemos definido como la actual contradicción principal delproceso de Reconstitución: el vínculo que une a su lado principal, la vanguardia marxista-leninista, con el resto de la vanguardia teórica, la línea de masas que aquélla debe aplicar paraestablecer el sistema de relaciones organizativas y políticas con ésta desde el que emprender un

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proceso dialéctico ( unidad y lucha) que permita resolver esa contradicción. Tal proceso no serásino el proceso de construcción de la vanguardia propiamente dicho. Es decir, un proceso deconstrucción donde el resultado es una vanguardia situada a un nivel más elevado a su forma deconstrucción individual como cuadros o suma de cuadros, pero todavía inferior a la formasuperior, social , la forma capaz de expresar los intereses y el movimiento de la clase en suconjunto, el Partido.

Pero el proceso de construcción de la vanguardia teórica marxista-leninista es sólo el aspectoformal que presenta la solución de la actual contradicción principal; su contenido se manifiestacomo proceso de reconstitución ideológica del comunismo o, si se quiere, como lucha marxista-leninista por la reconquista de la posición de vanguardia ideológica del proletariado , que son dosmodos diferentes de expresar el mismo necesario fenómeno. Y es que no hay verdaderaconstrucción de la vanguardia sin la interrelación del marxismo-leninismo con el resto de lascorrientes teóricas que influyen sobre el proletariado, sin lucha de dos líneas entre ambas y sin elproceso de transformación en virtud del cual el marxismo-leninismo fagocita a esas corrientes, esdecir, las destruye asimilándolas, las supera incluyéndolas. En alemán, existe un verbo queexpresa a la perfección el sentido que queremos otorgar a esta acción: aufheben , que significa, almismo tiempo, elevar, suprimir y conservar. Entonces, las contradicciones entre el marxismo-leninismo y las demás corrientes teóricas irán resolviéndose sucesivamente como síntesis( Aufhebung , o, para decirlo en lenguaje marxista, negación de la negación ) en las que elmarxismo-leninismo se enriquecerá elevándose , al mismo tiempo que suprime a esas corrientesderrotándolas políticamente y conserva lo que han podido aportar a la reconstitución ideológicadel comunismo. Al realizar esto, el marxismo-leninismo va configurándose como discursoteórico-político (reconstitución ideológica) y se construye como movimiento de vanguardia. Enesto consiste su pugna por la hegemonía entre los sectores ideológicamente avanzados delproletariado. Es en el desenvolvimiento de este proceso como el marxismo-leninismo tomacuerpo y crece en todas las facetas (teórica, política y organizativa) como vanguardia ideológica,en función de las necesidades prácticas del propio movimiento de vanguardia, necesidadesprácticas que, por cierto, no son sino las necesidades teóricas del proletariado como movimientorevolucionario. Es a través de la solución práctica de los problemas que la lucha de dos líneasimpone al marxismo-leninismo en el seno de la vanguardia teórica del proletariado comoconquistará la posición de interlocutor cualificado ante su vanguardia práctica; y es conquistandoa lo más granado de entre los sectores de avanzada influenciados por esa vanguardia teórica queel marxismo-leninismo creará las condiciones organizativas para acometer la futura conquista deesa vanguardia práctica en todas y cada uno de los frentes que ésta pueda abrir en su lucha deresistencia contra el capital. En resumidas cuentas, reconstitución ideológica y construcción de lavanguardia son cuestiones inseparables desde el punto de vista del marxismo-leninismo: ambasvan ligadas indisolublemente en un proceso en el que se alimentan recíprocamente.

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Del mismo modo, no puede entenderse la idea de reconstitución ideológica de manera distinta dela de hegemonía ideológica del marxismo-leninismo en el seno de la vanguardia . Lareconstitución ideológica no es un proceso exclusivamente teorético, no tiene por objeto resolverproblemas abstractos o planteados de forma académica en función de las supuestas necesidadesde la teoría marxista-leninista como sistema teórico encerrado en sí mismo. En absoluto. Lareconstitución ideológica del marxismo-leninismo sólo puede realizarse en relación con lasolución teórica y política de problemas concretos , de los problemas que pone en el orden deldía la marcha o puesta en marcha del movimiento obrero como movimiento revolucionario,comenzando por aquellos problemas que atañen a la dirección consciente de ese movimiento, y,en primer lugar, los relacionados con la naturaleza de clase de esa conciencia rectora. Y esassoluciones no podrán ser ratificadas y asumidas como soluciones acordes con los requisitos queexige la vanguardia revolucionaria si no son confrontadas con otras soluciones a los mismosproblemas presentadas por otras corrientes de pensamiento, y si en esa confrontación, en esalucha, las respuestas marxista-leninistas no salen victoriosas, no resultan ser las únicas respuestasválidas y satisfactorias para la mayoría de la vanguardia teórica. La incorporación al discursoteórico y político de esas sucesivas respuestas, el deslindamiento ideológico que produciránrespecto a la influencia ideológica burguesa y el desplazamiento de esas otras corrientes políticasalternativas procurarán simultáneamente la hegemonía y la reconstitución ideológicas delmarxismo-leninismo.

La reconstitución ideológica debe ser comprendida como un proceso, y, además, como unproceso vivo. De hecho, en primer término, su naturaleza presenta más un perfil político quepuramente teórico. Efectivamente, al organizarse el discurso teórico-político marxista-leninistaen función de los problemas concretos que ante la vanguardia revolucionaria presenta elmovimiento de la clase, su construcción discursiva no puede presentarse sino como línea política, en atención a las necesidades de la acción práctica como primera condición; si bien la vocaciónuniversalista del marxismo-leninismo como Weltanschauung promoverá con posterioridad laarticulación de todos esos elementos discursivos en el seno de su cosmovisión unitaria delmundo. La reconstitución ideológica del comunismo, pues, no consiste en la construcción deningún sistema teórico –aunque, a la larga, el desarrollo del marxismo-leninismo como teoría sívaya cristalizando en sistema –, sino que se expresa de una forma real, viva, como dirección delmovimiento práctico de la vanguardia (teórica) por el camino de la Reconstitución y de laRevolución Proletaria. No se trata, pues, de cubrir las supuestas necesidades teóricas de la teoría,sino las necesidades teóricas de la práctica, del movimiento práctico de construcción de lavanguardia ideológica. Por esta razón, hay un estrecho vínculo entre reconstitución ideológica yhegemonía política del marxismo-leninismo , porque hegemonía significa dirección, y éstaimplica autoridad, prestigio, cualidades que no pueden ser fruto sino de la capacidad para ofrecerrespuestas a los interrogantes acuciantes cuya solución es condición para toda verdadera teoríade vanguardia. La reconstitución ideológica del comunismo, por tanto, no es un ejercicio

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académico, y por eso mismo es algo que no se realiza desde la teoría para la teoría, es decir, enfunción del ensamblaje completo de un supuesto corpus teórico preestablecido y quepermaneciera como entelequia teórica oculta que fuera necesario desvelar y recuperar del limbodel pensamiento puro. Al contrario, la reconstitución ideológica se realiza desde la teoría para lapráctica , es decir, en función de los intereses concretos y reales del movimiento deReconstitución política, en función de los problemas reales que la vanguardia necesita resolverpara dar continuidad a ese movimiento y para ampliarlo en su base. No se trata, por consiguiente,de completar un sistema teórico determinado , ni de depurarlo de revisionismo , sino de construirun movimiento práctico real desde cuyas bases políticas en todo caso pueda ser recuperado elcorpus teórico monolítico y coherente del marxismo-leninismo.

En el momento actual, desde el punto de vista de la contradicción principal que rige el procesode Reconstitución, la línea de masas que debe aplicar la vanguardia marxista-leninista es elsistema de relaciones que debe establecer con el resto de la vanguardia teórica con el fin deresolver los problemas fundamentales de las dos primeras fases de la Reconstitución (cuando seestablecen las bases ideológicas y la línea política general), de carácter eminentemente teórico.Este es el contenido principal de nuestro actual trabajo de masas. Este sistema de relaciones, porsu parte, tiene dos vertientes. Por un lado, la principal, sobre la que ya hemos insistido bastante:el desarrollo de la lucha de dos líneas con los distintos destacamentos de esa vanguardia teóricano marxista-leninista. Pero, por el otro, las relaciones entre esta vanguardia y la marxista-leninista pueden establecerse, en determinados momentos, como alianza , como unidad , conalguno o algunos sectores de esa misma vanguardia. Todo depende de la situación de la lucha dedos líneas general en el interior de la vanguardia teórica, de la posición que en cada momentoocupa el marxismo-leninismo, de la necesidad de neutralizar o aislar la influencia de algunacorriente determinada, etc. Lo importante es no olvidar que la lucha por los principios tambiénrequiere la utilización inteligente de los recursos tácticos.

El objetivo de nuestro trabajo de masas, la vanguardia teórica, puede ser representado como unaserie de círculos concéntricos que van alejándose del centro ocupado por el núcleo marxista-leninista en función de que sea más próxima o más lejana en cada momento su relación con losproblemas teóricos y las tareas prácticas, políticas y organizativas, que plantean la Tesis y el Plande Reconstitución. Se trata de ir acercándonos de manera consecutiva a aquellos que puedanayudarnos a resolver esos problemas y a culminar esas tareas; se trata, naturalmente, de resolvertareas políticas apoyándonos en las masas –como es obligado en toda concepción correcta delestilo de trabajo comunista–; pero se trata de problemas muy particulares que afectan a masastambién muy especiales: la vanguardia teórica del proletariado . Por lo tanto, no hablamos de losproblemas de las grandes masas de la clase, ni de los problemas teóricos del movimiento obrerode resistencia, sino de la resolución de las premisas teóricas y políticas necesarias para la

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transformación de ese movimiento de resistencia en movimiento revolucionario: lareconstitución ideológica y la Reconstitución política (Partido Comunista) del proletariado,siendo la primera condición de la segunda. El contenido de la línea de masas debe conservar unaunidad con el carácter de las tareas de la etapa política en la que nos encontramos en cadamomento. Debemos ir a las masas para cumplir esas mismas tareas y, en consecuencia, hallar eltipo de masas que nos interesa en función de tal cumplimiento. Hasta ahora decíamos quenosotros, como destacamento de la vanguardia ideológica, debíamos resolver las cuestionesteóricas y de principio de forma fundamental –y casi sumaria– y que, en el futuro, las masas(entiéndase, las masas a las que se dirige ya el Partido reconstituido) se encargarían de losdesarrollos y de los detalles. Pues bien, estábamos equivocados en el sentido de que necesitamosa las masas para cumplir las tareas incluso en su nivel básico fundamental. Es el único modo,desde luego, de que la actividad de la vanguardia marxista-leninista no sea una actividad aislada,sin ninguna relación con las necesidades objetivas del movimiento revolucionario –configuradohoy como vanguardia–, y el único modo de que los frutos de esa actividad sirvan verdaderamentede base para la Reconstitución.

La necesidad de la reconstitución ideológica presupone, evidentemente, la pérdida de lahegemonía ideológica de la que una vez el marxismo-leninismo disfrutó, su desaparición comoimportante referencia política (que no absoluta, ni única: el concepto de hegemonía debe serentendido en sentido relativo, sobre todo cuando lo aplicamos a la historia de Occidente) para lossectores conscientes del movimiento de masas (vanguardia práctica); presupone, por tanto, unproceso histórico de liquidación y un estado político de retroceso. Y es, precisamente, mediantela revisión de las soluciones que el comunismo daba a los problemas, tanto de las masas como dela vanguardia, como fue liquidada poco a poco su posición hegemónica dentro del movimientoobrero. El revisionismo, en general, y el eurocomunismo, en particular, se encargaron de llevar atérmino esta labor de erosión de los cimientos sobre los que se levantaba el carácterrevolucionario del movimiento proletario y la guía comunista de su vanguardia. Y no poco ayudóa ello, por otro lado, el dogmatismo, que si bien no revisó aquellas soluciones las absolutizótanto que terminó sustituyendo el análisis vivo y actualizado basado en el marxismo-leninismocomo concepción del mundo por esas soluciones concretas dadas en un momento particularcomo recetas , lo cual esclerotizó la política comunista y facilitó la labor del revisionismo.

La experiencia de la primera constitución política de un partido revolucionario del proletariadonos puede ayudar a comprender la naturaleza de este proceso de conquista de la vanguardiateórica y de la hegemonía en la dirección de las masas por parte del marxismo-leninismo, ya que,en la Rusia a caballo de los siglos XIX y XX, los marxistas hubieron de resolver tareas políticasmuy similares a las que nosotros ahora tenemos planteadas, aunque relativamente más difícilesen nuestro caso, dada la actual crisis del marxismo y los imperativos del cambio de ciclo de la

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Revolución Proletaria Mundial. Así, comprobamos que la primera lucha política importante quetuvieron que atender fue la de dilucidar, frente al anarquismo populista, el carácter de larevolución rusa y la ideología que debía guiar a las masas en esa revolución. Entre mediados dela década de los 80 y de la de los 90 del siglo XIX, los marxistas supieron dar la réplica adecuadaa los naródniki rusos y dejar sentado que la Rusia semifeudal debía pasar por una etapacapitalista, ya en ciernes, que engendrara a un poderoso proletariado, por lo que la inminenterevolución debía de ser burguesa. Además, el instrumental ideológico adecuado para que lavanguardia pudiese guiarse y guiar a las masas en ese proceso revolucionario no podía provenirmás que de la única teoría científica, el marxismo. En los primeros años del siglo XX, elpopulismo, derrotado como alternativa política revolucionaria, se transformaría en un partidoecléctico burgués. A continuación, los marxistas revolucionarios hubieron de enfrentarse a losllamados marxistas legales en la disputa acerca de cuál debería ser el verdadero cometido de lateoría marxista: si respaldar políticamente la implantación franca del capitalismo en Rusia queanticipaba, o como instrumento político-ideológico de educación revolucionaria de la claseproletaria. Los marxistas revolucionarios se habían aliado con los marxistas legales contra elpopulismo, pero la instrumentalización del pensamiento de Marx que querían llevar a cabo éstosa favor de la burguesía (P. Struve, representante destacado del marxismo legal , llegó a decir quese podía ser marxista sin ser socialista ) condujo a la inevitable ruptura. El siguiente círculo devanguardia al que se enfrentó el marxismo ruso se encontraba dentro del socialismo: loseconomistas . En esta ocasión, se trataba de resolver cuáles debían de ser los medios de lucha yorganización del proletariado. Los economistas optaban por la huelga y el sindicato,respectivamente, mientras que los marxistas revolucionarios (iskristas) apostaban por la luchapolítica y la constitución de un partido revolucionario. Los economistas fueron derrotados en lalucha de dos líneas dentro del partido socialdemócrata de Rusia, y el siguiente problema que losmarxistas revolucionarios debieron afrontar (ya como bolcheviques) fue el de dilucidar cuál seríala fuerza motriz de la revolución rusa. Mientras los mencheviques querían dejar toda la iniciativaa la burguesía, Lenin y sus partidarios insistían en que el proletariado debía jugar un papeldirigente en la revolución burguesa rusa. Como se sabe, en la lucha por esta última víarevolucionaria se culminó el camino de constitución del primer partido de nuevo tipo proletario,que coronó su andadura con la Revolución de Octubre y la primera experiencia de construccióndel socialismo.

Todas estas cuestiones, planteadas en un contexto de feroz lucha entre corrientes de pensamientoy alternativas políticas, fueron las que, al ser resueltas al modo revolucionario, llenaron decontenido teórico y político el proceso de construcción de la vanguardia revolucionaria delproletariado ruso. De la misma manera, nosotros, en nuestras circunstancias históricasparticulares, debemos acometer un proceso de similar carácter, ahora que nos enfrentamos antelas tareas de construcción de la vanguardia marxista-leninista del proletariado del Estadoespañol. Naturalmente, los interrogantes que será preciso resolver no serán los mismos, pues

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están en estrecha relación con las peculiaridades propias de cada revolución, lo que incluye hoyen día abordar las exigencias del cambio de ciclo revolucionario. Sin embargo, por la experienciaque hasta ahora arrastramos, podemos atisbar en el horizonte de las luchas políticas que lascorrientes con las que habrá de enfrentarse el marxismo-leninismo se asemejan por el contenidode sus posiciones a las que ya tuvieron que combatir los marxistas revolucionarios rusos.Ciertamente, los populistas, marxistas legales , economistas y mencheviques de ayer parecenreencarnarse hoy en anarquistas, revisionistas y trotskistas, que son los actuales reflejos políticosen que se manifiesta de manera dominante la conciencia espontánea de los sectores devanguardia del proletariado (vanguardia teórica, pero también práctica), principalmente delproletariado occidental. Si la comunidad de raíces filosóficas nos permite comprender deinmediato la afinidad entre el viejo populismo ruso y el actual anarquismo, la familiaridad entreel marxismo legal o el economismo y el moderno revisionismo no parece tan evidente hasta quecomparamos sus tesis políticas a favor del reformismo. En el mismo sentido, tampoco a primeravista parecen poder ser emparejados menchevismo y trotskismo, hasta que comprobamos susmismos fundamentos teóricos y sus prácticas políticas (connivencia con el revisionismo,electoralismo, construcción partidaria de tipo burgués…). A la espera de que nuestro trabajo demasas nos permita completar estas expectativas –o a la espera de que nos indique, por elcontrario, lo erróneo de las mismas–, podemos adelantar que los círculos de la vanguardia teóricaa los que nos vamos a enfrentar en primera instancia se sitúan –sin olvidar, por supuesto a losmaoístas– en la órbita de cada una de estas corrientes políticas fundamentalmente.

En relación con los grandes interrogantes que la lucha de dos líneas en el seno de la vanguardiateórica con esas corrientes deberá esclarecer, también deberán ser formulados, naturalmente, poresa misma vanguardia. Lo que no excluye que nosotros, como uno de sus destacamentos,llevemos lo que ya consideremos que son esos interrogantes insoslayables, incluyendo, si cabe,las respuestas a los mismos. En cualquier caso, nuestra experiencia nos permite, una vez más,anticipar que la vanguardia deberá resolver qué alternativa hay frente al capitalismo (su reforma,alguna forma de socialismo pequeñoburgués o el comunismo), lo cual está estrechamenterelacionado con los resultados del balance del Ciclo de Octubre, en el sentido de su validez comoexperiencia histórica que muestra un camino de progreso para la humanidad; igualmente, sedeberá resolver la naturaleza de los instrumentos políticos imprescindibles para hacer realidadaquella alternativa (por lo que es preciso confrontar nuestra Tesis de Reconstitución con todoslos demás puntos de vista, tanto sindicalistas como cualesquier otros), así como la naturaleza delos procesos políticos para alcanzarla (debates sobre la estrategia y la táctica de la revolución,sobre el carácter de clase del nuevo poder –socialismo o etapa de transición– y sobre la forma delnuevo Estado –República de consejos o una nueva República burguesa), etc.

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Pero, ¿dónde hallaremos a esa vanguardia que nos ayudará a resolver todos estos problemas yque nos permitirá desarrollar ese proceso de construcción de la vanguardia? Si somosconsecuentes con las premisas desde las que hemos hilvanado nuestro análisis, sobre todoaquella que nos previene sobre la inutilidad de buscar elementos de vanguardia ideológica fueradel proletariado, debemos establecer que tenemos que remitirnos a la clase proletaria. Sinembargo, aquí debemos introducir una puntualización para advertir sobre los errores que puedaconllevar la tendencia espontánea y acrítica, propia de mentalidades políticas educadas en elsindicalismo, de identificar a la clase con el movimiento obrero y, sobre todo, a éste con elsindicato. Para expresarlo de forma resumida, el sindicato es el frente de resistencia general deproletariado, su modo más puro de organización para su lucha económica contra el capital; perohay sectores del proletariado que no se encuadran en esas luchas o en esos modos deorganización y que, sin embargo, abren otros frentes de combate: estudiantes, movimientosvecinales, asociaciones de mujeres, antiglobalización, etc. son también formas de la luchaespontánea de la clase proletaria determinadas por circunstancias específicas. Como conceptopolítico, pues, el movimiento obrero debe ser comprendido como la suma del movimientosindical y de todos esos otros movimientos parciales del proletariado. Finalmente, el proletariadocomo clase no puede ser identificado única y exclusivamente con su manifestación económica,puramente material, sino también con su forma consciente. La clase obrera no es sólo unmovimiento económico, también contiene en su seno un movimiento revolucionario, también es,a través de sus sectores más conscientes, un movimiento de vanguardia en tanto que portadoradel progreso social. La clase obrera es, pues, la suma del movimiento obrero más su movimientode vanguardia . Pero, mientras no culmine el proceso de Reconstitución, esas dos formasprincipales del movimiento de la clase permanecerán escindidas, y la clase se mostrarápredominantemente desde su materialidad, como movimiento económico, todavía no comomovimiento consciente, como movimiento revolucionario.

Entonces, ¿dónde se encuentra esa vanguardia que el marxismo-leninismo necesita parareconstituir la ideología comunista y construir la vanguardia teórica que necesitamos para dar unsalto cualitativo en el proceso de Reconstitución? Cuando decimos que el movimiento proletariode vanguardia y el movimiento obrero se encuentran escindidos, divorciados, hablamos entérminos políticos , más que físicos . Queremos decir que la vanguardia no habla el mismolenguaje político que las masas, que no tiene sus mismos problemas, ni sus mismas inquietudes(y así será mientras dure la Reconstitución); y esto se manifiesta políticamente en el sentido deque la vanguardia se organiza aparte e, incluso, plantea luchas aparte del movimiento obrero(organizaciones de apoyo a la revolución peruana, a presos políticos, plataforma por laRepública,…). Sin embargo, esto no siempre es así. De hecho, la forma más usual de existenciadel movimiento de vanguardia es en simbiosis física con el movimiento obrero. Por esta razón, lavanguardia marxista-leninista no debe excluir ninguno de los ámbitos de la clase (sindicato,movimiento obrero o movimiento de vanguardia en los distintos destacamentos que lo

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conforman) para resolver sus contradicciones con la vanguardia teórica del proletariado en laorientación de transformar al movimiento de vanguardia del proletariado, ahora fragmentadoideológica y organizativamente, y fragmentado también en multitud de proyectos políticos, en unmovimiento homogéneo y con la única dirección de la Reconstitución.

En esto consiste la orientación general para nuestro trabajo de masas. Pero debemos permanecervigilantes en su aplicación, con el fin de evitar caer en esa tendencia casi innata –que hemosdenunciado hasta la saciedad, aunque en este asunto nunca se pecará por exceso– hacia eleconomicismo o el sindicalismo, a desviar nuestra atención de las tareas inmediatas de lavanguardia (teórica) y fijarla en las necesidades inmediatas del movimiento obrero (o, si sequiere, de la vanguardia práctica). Error que ya cometimos y sobre el que aquí ya hemosexpuesto nuestra autocrítica. En cualquier caso, si el criterio de ubicación de la vanguardiateórica es flexible y abierto, no ocurre así con el orden que debemos seguir para su tratamiento.En este sentido, debemos orientarnos por la idea de la vanguardia teórica organizada idealmenteen círculos concéntricos con problemáticas políticas más o menos cercanas a las necesidades delPlan de Reconstitución. A no ser que la lucha de dos líneas termine anteponiendo en lo concretoproblemas de otro tipo en el orden del día del proceso de construcción de la vanguardia teóricadel proletariado, debemos seguir rigurosamente el orden que nos marca el Plan en su desarrollo,dando prioridad a la solución de las contradicciones con aquellos sectores de la vanguardiateórica preocupados por las cuestiones más cercanas a las que ahora nosotros estamos atendiendoo sobre las que ya hemos elaborado nuestra posición política (balance del Ciclo de Octubre, Tesisde Reconstitución , etc.).

Aunque hayamos definido el objetivo de nuestro trabajo de masas como la vanguardia teórica delproletariado, esto no significa que sea el único. También debemos contemplar el modo deconducir nuestra relación con la vanguardia práctica y las masas en general , en primer lugarporque, como ha quedado dicho, nos encontraremos con ellas, precisamente, cuando vayamos ala búsqueda de aquella vanguardia teórica.

En el siguiente gráfico ofrecemos representadas las dos formas de comprender y aplicar la líneade masas comunista en el actual periodo, entendiendo, en este caso, la línea de masas comoaplicación tanto de la labor de propaganda como del trabajo de masas propiamente dicho. En laFigura 1 está visualizado el concepto de trabajo de masas que, en los hechos, aplicábamos hastaahora, antes de la rectificación; en la Figura 2 observamos el modo como debe ser aplicado apartir de ahora.

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Cada cuadro representa al proletariado, y está subdividido en los sectores que lo configurandesde el punto de vista de su grado de conciencia de clase o, si se quiere, desde el punto de vistadel proceso de Reconstitución (vanguardia marxista-leninista, vanguardia teórica, vanguardiapráctica y masas). Las flechas expresan la dirección en la que se aplica nuestra línea de masas ylas expectativas que abrigamos en cuanto a lo que cabe esperar como respuesta , como fruto deese trabajo en cuanto a contactos, reclutamiento, etc.: si la flecha es doble, significa que existenexpectativas de que ese trabajo reporte resultados concretos, que nuestra acción sobre undeterminado sector de la clase obrera encuentre respuesta positiva en su interior; si la flecha, encambio, es unidireccional, significa que sobre ese sector realizaremos sólo trabajo depropaganda, sin esperar ninguna reciprocidad política.

La Fig. 1 muestra, en primer lugar, que nuestro análisis no tenía en consideración ladiferenciación, dentro de la vanguardia teórica, entre vanguardia marxista-leninista y el resto dela vanguardia teórica (nuestra relación con el resto de la vanguardia teórica sólo era consideradadesde la lucha de dos líneas, pero sin línea de masas, exclusivamente como competenciaideológico-política: se trataba de convencer a la vanguardia práctica de que nuestra línea dedirección era la más correcta, de que éramos la verdadera vanguardia teórica, sin más), y que, ensegundo lugar, en nuestra línea de masas manteníamos las mismas expectativas con lapropaganda entre las masas que con el trabajo entre la vanguardia práctica. Esto requería nuestrapresencia tanto en la regular actividad de organismos y movimientos como el sindicato, lasplataformas contra las guerras imperialistas y todas las demás movilizaciones puntuales pormotivo de cualquier agresión perpetrada por el capital a cualquier nivel, o, por lo menos, laabsorción de nuestro trabajo práctico por parte de este tipo de actividad. Además, la captación denuevos miembros sólo era posible desde el trabajo de contactos individuales y con la condiciónde la formación ideológico-política de los nuevos candidatos. En Fig. 2 , en cambio, observamosque ya hay establecida una jerarquía en la aplicación de la línea de masas. En primer lugar, larelación entre la vanguardia marxista-leninista y la vanguardia teórica como vínculo principalque es preciso desenvolver en función de las características del momento del proceso deReconstitución en el que nos encontramos, vínculo que debe proporcionar resultados políticos,en el ámbito de la teoría y de la línea política, y organizativos, en el reclutamiento de nuevosmiembros para la vanguardia marxista-leninista, y no sólo a título individual como contactos,sino también como colectivos o grupos. No olvidemos el punto de vista dialéctico en estamateria: la contradicción principal se resuelve como lucha , pero también y al mismo tiempo,como unidad , como alianza del marxismo-leninismo con la vanguardia teórica del proletariadopara construir su vanguardia ideológica.

En segundo lugar, la relación de la vanguardia marxista-leninista con la vanguardia práctica, quetambién debe abrir un carril de ida y vuelta, pero, en esta ocasión, las expectativas políticas y

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organizativas deberán ser mucho menos exigentes. Esto se debe a que el vínculo entre lavanguardia marxista-leninista y la vanguardia práctica será, en lo inmediato, predominantementeindividual , a realizar a través del contacto personal, y no en función de problemas objetivosconcretos, sino de inquietudes subjetivas y de problemáticas específicas particulares . Lo cualobligará a que la conquista para el comunismo de esos elementos de la vanguardia práctica serealice no desde la lucha de dos líneas principalmente, sino desde la formación ideológico-política. Mientras tanto, por su parte, la relación entre la vanguardia marxista-leninista y lavanguardia teórica sí se establecerá en función de los problemas objetivos de la construcción dela vanguardia ideológica del proletariado, y en un ámbito supraindividual, entre colectivos , quepermitirá la aplicación de la lucha de dos líneas en la dirección de la clarificación teórico-políticay del desarrollo orgánico a mayor escala de la vanguardia ideológica comunista. Por último,estos progresos entre los sectores más conscientes de la clase ejercerán cierto influjo indirectosobre la vanguardia práctica, ya que situarán frente a ella nuevos referentes teóricos, esta vezrealmente revolucionarios. Si bien no conviene albergar demasiadas expectativas acerca de sureceptividad, siendo insustituible el posterior combate de la vanguardia ideológica marxista-leninista por conquistarla.

Finalmente, la relación de la vanguardia marxista-leninista con las masas en general. Aquí, sólopodemos contemplar la actividad de propaganda realizada sobre este sector de la clase sin ánimoproselitista a corto plazo, sino, más bien, con una intención a largo plazo de ir poniendo basespara la educación política de las masas, de ir creando opinión pública comunista entre ciertasesferas de la clase para que vayan familiarizándose con el discurso y con la forma de enfocar larealidad y sus problemas del proletariado revolucionario.

Hasta aquí, quedan expuestos los resultados de nuestras reflexiones acerca de las tareas políticas,la táctica y la línea de masas pertinentes en la actual fase de la política proletaria, tras una décadade experiencia política. Pero, con esto, no termina nuestro balance. También es preciso introduciruna serie de consideraciones, situadas en un plano teórico más elevado, que han surgidoobligadamente como derivaciones naturales y necesarias de algunas de las conclusionesalcanzadas en este punto; sobre todo, por lo que se refiere a las más relacionadas con el papel yel carácter de la conciencia proletaria . La segunda parte de este balance –a publicar en unpróximo número– sobrepasa, pues, nuestra experiencia particular como destacamento devanguardia y pretende ir más allá, vinculando esta experiencia con un ámbito más amplio, comoreflexión de más largo alcance sobre la andadura histórica del movimiento comunistainternacional en lo que atañe a problemas de fondo con los que –como aquí hemos comprobado–nos hemos topado en nuestra evolución, y cuya adecuada respuesta resulta del todo pertinentepara la continuidad del proyecto de Reconstitución del movimiento revolucionario delproletariado y para la revalidación del Comunismo como objetivo de la humanidad.

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Partido Comunista Revolucionario

Estado Español, 2004

La nueva orientación en el camino de laReconstitución del Partido Comunista

Presentación

Con esta Separata al número 33 de LA FORJA continuamos la publicación de las bases queconfiguran la línea de nuestro partido desde su 6ª Conferencia. En esta ocasión, y después dehaber editado la parte más política de la misma (ver nº 31), ofrecemos a nuestros lectores unaserie de reflexiones de índole teórica que se derivan directamente de la problemática que abordala Nueva Orientación como respuesta política ante el reto de la Reconstitución del movimientocomunista. Si la Nueva Orientación, en tanto que línea política, deja bien asentado el papelprincipal de la conciencia, del factor subjetivo, la problemática de la construcción política de éstecomo norte orientador de las tareas trasciende del plano que ciñe la política comunista a losproblemas tácticos y abre la puerta a consideraciones de más hondo calado y de mayor alcanceteorético. Este es el segundo paso que propone la Nueva Orientación, iniciando camino en ladirección opuesta a la que hasta ahora habíamos andado en nuestro análisis sobre las cuestionesque rodean a la Reconstitución del comunismo. Hasta ahora, el ámbito fundamental desde el quepretendíamos hallar los elementos imprescindibles para solucionar esta cuestión era el delBalance de la experiencia histórica de construcción del Comunismo. Sin embargo, lasconclusiones políticas a que conduce la Nueva Orientación, sobre todo en relación con losrequisitos y el carácter del partido proletario como sujeto y su relación con el movimiento social,obligan a integrar en ese Balance histórico la perspectiva en profundidad de la doctrina marxistacomo herramienta para la revolución. Es decir, no basta ya sólo el análisis de los desarrollosteóricos que pudiera aportar la práctica histórica revolucionaria, sino que también es preciso eimprescindible remitirse a las premisas teóricas y políticas que sirvieron de base a esosdesarrollos. Abrimos, pues, el angular de nuestra visión con la confianza de que, con estapanorámica más amplia que proponemos a la vanguardia desde estas páginas, podamos rodear yabarcar completamente el problema de la Reconstitución del comunismo, como condición parasu correcta solución.

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La sección de la Nueva Orientación que el lector tiene en sus manos es la última parte delInforme aprobado por la 6ª Conferencia del PCR. A pesar de que el plan original, como se sabe,consistía en publicar como parte II de la Nueva Orientación lo que aquí se contiene más la partedeclarativa de la Resolución de Formación, aprobada también en esa Conferencia –o sea,siguiendo el mismo plan de edición que la colección Textos del PCR–, por consideraciones deespacio, de elaboración (la Resolución requiera muchos más arreglos de forma y contenido antesde que pueda ser ofrecida al público como algo más que un documento interno) y de urgencia (eldebate sobre la Nueva Orientación está en el candelero y aún el conjunto de la vanguardia nodispone de una exposición sistemática de todos sus elementos) hemos decidido editar el presentetexto para dar a conocer ya el tipo de problemáticas que, desde nuestro punto de vista, debenempezar a formar parte de los debates en el seno de la vanguardia del proletariado. Así las cosas,la Resolución de Formación, debidamente desarrollada, será próximamente publicada como parteIII de la Nueva Orientación.

En cualquier caso, la decisión de editar por separado lo que en un principio veíamos comoconjunto único no está exenta de fundamento. En realidad, desde el punto de vista temático, estaparte II no deja –ni nunca dejó– de estar vinculada con el núcleo político principal del Informeconferencial (parte I) al que pertenecía y pertenece. Y, al mismo tiempo, es el que abona elterreno para situar la problemática de fondo que aborda la Resolución (parte III). Es decir, setrata de un momento teórico de transición entre el análisis político-táctico y el análisis teórico-estratégico. De la parte I de la Nueva Orientación emerge el Partido como centro de toda laproblemática de la revolución; la parte II ofrece toda la dimensión histórica de esa problemáticadesde la perspectiva de la vanguardia como actor consciente y ubica a ésta en el verdadero planoque le permite estar a la altura del objetivo del Partido. Esta parte es fundamental paracomprender no sólo la naturaleza del Partido Comunista, sino también las causas últimas de losfracasos pasados y futuros de todos los experimentos para su reconstrucción. Igualmente,constituye uno de los puntos calientes de nuestro debate con los renegados de la línea oportunistade derecha, puesto que es aquí donde se ponen en solfa sus pretensiones de realizar prácticarevolucionaria de manera inmediata y sin el Partido reconstituido. Finalmente, una vez que elsujeto consciente ha sido definido cono tal sujeto en función de los requerimientos queactualmente exige la historia y el desarrollo alcanzado por la lucha de clases del proletariado, laparte III se ocupará de desmenuzar el profundo y verdadero significado del adjetivo conscienteque se le atribuye a aquel sujeto. Entonces, es cuando la cuestión de la Conciencia proletaria, lacuestión de su naturaleza y construcción, lo que emerge como tema central actual de larevolución.

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La nueva orientación en el camino de la Reconstitución del PartidoComunista

II

CONCIENCIA Y REVOLUCIÓN

Uno de los aspectos más importantes de la revisión de nuestra trayectoria es que nos ha ayudadoa dar un paso más en la comprensión de la naturaleza de la Reconstitución y de su significadocomo proceso político, en el conocimiento de lo que nos traemos entre manos comodestacamento de vanguardia y en nuestra actividad política como actividad consciente, guiadapor la ciencia revolucionaria. En este progreso hemos ido comprendiendo mejor los obstáculosde tipo ideológico y político que va interponiéndonos el camino de la Reconstitución, al igualque la naturaleza de los medios necesarios para su superación. Y la reflexión sobre el entornoideológico que rodea a la Reconstitución del Partido Comunista nos conduce, finalmente, ante lacuestión de su ubicación como proceso histórico.

Comenzamos este documento describiendo nuestra situación como destacamento organizado dela vanguardia ideológica inmerso en un proceso de recapitulación y balance sobre la capacidad yel grado de cumplimiento de las tareas políticas que se derivan del Plan de Reconstitución.Seguidamente, introdujimos una valoración histórica sobre la transformación de algunosrequisitos socio-políticos en las premisas del ciclo revolucionario en comparación con el deOctubre y desde el punto de vista del sujeto político revolucionario, fundamentalmente losrelacionados con la constitución política cualitativamente más elevada de la vanguardiarevolucionaria (como Partido Comunista y no sólo como vanguardia teórica) como presupuestonecesario para el inicio del nuevo ciclo. El resto del texto, de alguna manera, no es más que laconsideración y, en la medida de lo posible, una descripción de los medios e instrumentosnecesarios –incluyendo la rectificación de los ya inadecuados– que nos permitan pasar denuestras tribulaciones actuales hasta el cumplimiento de esos nuevos requisitos que soncondición de la apertura del próximo ciclo revolucionario. Retomamos, pues, aquellaproblemática de índole histórica y teórica que trataba de definir la forma cualitativamentesuperior de unidad entre la teoría de vanguardia y el movimiento social como partido de nuevotipo proletario, o, en otros términos, la forma que la conciencia revolucionaria del proletariadoadopta como expresión subjetiva de la autoconciencia del ser social en proceso deautotransformación; pero, en esta ocasión, no adoptaremos el punto de vista objetivo, es decir, el

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que se sitúa ante ese proceso de fusión teoría-práctica que culmina en el Partido Comunistadesde la contemplación externa de su desenvolvimiento dialéctico, sino el punto de vistasubjetivo, que observa ese desenvolvimiento internamente desde la posición del sujetoconsciente, desde la consideración del itinerario recorrido por la teoría en esa evolución. Lacontradicción, pues, entre conciencia y ser en su desarrollo hasta su total solución, considerandoal ser social como factor independiente y prestando atención al proceso en la conciencia. Se trata,en definitiva, de las distintas posiciones que va adoptando la conciencia en su relación dialécticacon el ser social hasta alcanzar su forma superior de unidad.

El lugar histórico de la Reconstitución

“Habitualmente ante todo se intenta alejar la contradicción, apartándola de las cosas, de loexistente, y de lo verdadero en general; se afirma, que no hay nada que sea contradictorio. Alcontrario, luego, se imputa la contradicción a la reflexión subjetiva, que, por medio de susreferencias y comparaciones, la había establecido en primer lugar. Pero tampoco en estareflexión se presentaría verdaderamente [la contradicción], pues lo contradictorio no podría serrepresentado ni pensado. En general la contradicción, sea en lo real o en la reflexión conceptual,vale como una accidentalidad, y al mismo tiempo como una anormalidad y un paroxismomorboso transitorio.”[1]

En esta cita, Hegel nos muestra la primera forma, la más primitiva, de la contradicción entre sery conciencia. Aquí, no se reconoce la contradicción como algo objetivo, sino sólo como laposición negativa, crítica, del sujeto respecto de la objetividad. La contradicción es, pues, comomucho, la negación subjetiva de la conciencia respecto de la realidad. Esta es, en general, la basegnoseológica del criticismo moralista que dominó a lo largo de los siglos las escuelas depensamiento no religioso, desde los griegos clásicos hasta Kant; es decir, uno de los instrumentosconfiguradores de la falsa conciencia dominante en todas las sociedades históricas, incluyendo laburguesa. Y, en particular, desde el punto de vista del pensamiento social, constituye, también, labase del pensamiento de todos los reformadores utopistas, desde los humanistas (Moro,Campanella…) hasta los socialistas del siglo XIX (Cabet, Owen, Fourier, Saint Simon…). Esbajo estos parámetros, ciertamente, como se desenvuelve la actividad crítica de la intelectualidadburguesa. Su principal característica consiste en que es un modo de pensamiento antidialéctico,dogmático: no concibe la realidad en movimiento, como flujo de contradicciones, sino de maneraestática; la contradicción no es atributo de la objetividad, sino actividad “transitoria” de lasubjetividad. No hace falta decir que, aquí, pensamiento y mundo son ajenos entre sí y surelación es totalmente externa e inasimilables sus influencias recíprocas. Desde este modo de

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pensamiento, cualquier iniciativa práctica subjetiva con la finalidad de transformar en algúngrado la realidad objetiva está condenada al fracaso por principio. Esta actividad queda, así,recluida en los límites de la crítica subjetiva.

Los límites de la crítica subjetiva comienzan a ser superados con la introducción del pensamientodialéctico, sobre todo con Hegel, que atribuye la contradicción al mundo objetivo como suprincipal característica. La realidad, pues, se encuentra en movimiento permanente. La labor dela conciencia, entonces, consiste en aprehender las contradicciones objetivas con el fin deconocer y comprender el devenir del ser. Pero como, en Hegel, el sujeto consciente quedasumergido en la dialéctica del movimiento objetivo, no existe ninguna actividad prácticasubjetiva independiente de ese movimiento; la realidad es concebida como el movimientoobjetivo de la Idea, y no hay lugar para otra posibilidad práctica que la que señala el camino deese movimiento a la luz de la solución de sus contradicciones internas; la actividad subjetiva secontempla como proceso de autoconocimiento del ser objetivo; toda práctica subjetiva, incluidala crítica, desaparece en la avalancha de la totalidad objetiva, en la marcha del Absoluto hacia suautoconciencia.

La contradicción entre el método dialéctico de Hegel y su sistema filosófico, que justificabaaeternum la existencia de las más opresoras instituciones del Estado prusiano, motivaron lacrítica de sus sucesores, que no renunciaron, sin embargo, a continuar moviéndose dentro de losparámetros del pensamiento hegeliano. La crítica más fructífera fue la llevada a cabo por losdenominados jóvenes hegelianos (o izquierda hegeliana), movimiento liderado por Feuerbach enel que se encontraba un joven renano llamado Karl Marx. Aunque entre ellos hay deferencias dematiz por las problemáticas que abordan y, sobre todo, por lo que cada uno de ellos resalta delpensamiento del maestro, el movimiento jovenhegeliano se caracteriza porque rescata laautonomía de la actividad subjetiva del océano hegeliano del ser objetivo en el que se hallabasumergida, porque retoma la actividad de la conciencia como actividad crítica, y no sólocognitiva pura. Pero no se trata, esta vez, de recuperar la crítica subjetiva; al contrario, ahora, laposición de la conciencia es crítica porque se dirige al ser desde fuera, lo contempla como objetoexterno, pero no como contradicción, sino como sujeto contemplativo; la contradicción lareconoce, igualmente, al modo hegeliano, como atributo del movimiento objetivo de la realidad.Se trata, en definitiva, de una crítica objetiva, donde la actividad subjetiva es la actividadintelectual de aprehensión de la contradicción objetiva y de vigilancia (crítica) por lamaterialización real de lo que la dialéctica objetiva impone como necesidad en su movimiento.El papel de la conciencia, entonces, consiste en esclarecer, penetrando en la esencia de sunaturaleza dialéctica, cada forma y cada fase del movimiento real como momentos necesarios deldesarrollo del ser, procurando su realización práctica contra cualquier oposición. La crítica

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objetiva vela por el desenvolvimiento del ser en su devenir. En palabras de Feuerbach, la críticadebía restituir la verdad a la realidad.

Este es el punto de partida del pensamiento del joven Marx. La crítica objetiva que comienza apracticar, entre 1842 y 1843, como activista literario desde las páginas de ese “órgano de lademocracia” –como rezaba en su cabecera– que era la Gaceta renana, es una filosofía crítica. Losjovenhegelianos, al principio, concebían la Filosofía al modo de Hegel, o sea, con mayúsculas:La Filosofía era el reflejo intelectual del Ser, o, lo que es lo mismo, la expresión de la Razón. Lafilosofía crítica era, entonces, la crítica racional del mundo, la fiscalización de la realidad desdelos parámetros de la Razón, el centinela que supervisaba la plasmación de la racionalidad en elmundo. El movimiento jovenhegeliano había nacido precisamente como movimiento críticodesde la constatación de que algunas de las manifestaciones terrenales hegelianas del Espíritu ode la Razón no eran, en la realidad, muy razonables. La crítica filosófica fue alejando a estemovimiento de la Filosofía. El primero en hacerlo fue Feuerbach, quien, en su crítica de lareligión cristiana –fundamento del Estado prusiano legitimado por Hegel–, había experimentadoun giro humanista en su pensamiento que le condujo a proponer la reducción de la Filosofía auna Antropología. Marx, por su parte, centra su atención más en el Estado y las cuestiones que lerodean, proponiendo desde sus artículos periodísticos la reforma de leyes y prácticas políticassupuestamente ajenas a la Razón. Naturalmente, la empresa del joven Marx de la Gaceta renanafue un auténtico fracaso. El Estado prusiano no sólo hizo caso omiso de los consejos de sufilosofía crítica, sino que también procuró el cierre del periódico y el destierro de su director. Laclausura de la Gaceta fue, para Marx, el fracaso ideológico de la Filosofía como críticaorientadora de la práctica, y, en lo político, puesto que había manifestado claramentepreocupaciones democrático-populares en sus artículos (en los que había criticado ataquesperpetrados contra los sectores populares por parte de las clases poseedoras), su ruptura con laburguesía.

En su exilio de París, entre los años de 1843 y 1845, encontramos a un Marx que integra en suproblemática filosófica tradicional la influencia del socialismo materialista francés pasado por eltamiz humanista-universalista feuerbaquiano. Marx descubre al proletariado y ve en él elinstrumento capaz de plasmar la racionalidad en el mundo. En el nuevo órgano del comunismorecién abrazado, los Anales franco-alemanes, escribe a principios de 1844:

“Lo mismo que la filosofía encuentra en el proletariado sus armas materiales, el proletariadoencuentra en la filosofía sus armas intelectuales. Bastará con que el rayo del pensamiento prendaen este ingenuo suelo popular, para que los alemanes, convertidos en hombres, realicen suemancipación.”[2]

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Pero, aunque Marx declare su profesión política comunista, su pensamiento es todavía burgués,ideológicamente no ha roto aún con la burguesía (y de esta simbiosis bastarda no puede resultarotra cosa que un programa de corte comunista utópico). Esta evolución se manifiesta en el pasoque da Marx en su punto de vista desde la crítica objetiva a la crítica política (o filosofía de laacción, que no es más que un desarrollo de la filosofía crítica). Como había puesto de manifiestosu experiencia, las invocaciones de la Razón no eran suficientes para una práctica racional, lafuerza de las ideas no era suficiente por sí misma para ordenar el mundo, de modo que el sujetoconsciente debía pisar el terreno de la política para hallar los instrumentos prácticos quepermitiesen realizar aquel proyecto. Marx creyó encontrar ese instrumento en el proletariado.Pero, aquí, éste es sólo un intermediario: no es ni el sujeto consciente (posición que todavía Marxreserva a la intelectualidad) ni el objeto de transformación (que, para Marx, es la humanidadcomo concepto, la humanidad abstracta), es sólo el “arma” de la teoría para que la concienciaplasme objetivamente el producto de su actividad subjetiva. Aunque Marx avanza desde el puntode vista de la práctica como producto de la teoría (crítica objetiva) a la toma de conciencia de lanecesidad de una unión entre teoría y práctica (crítica política), todavía ve esta unión no comofusión, sino como alianza, todavía observa la crítica intelectual y el movimiento material demanera separada como unidad externa, todavía se mueve dentro de los parámetros de lainfluencia que sobre él ejercía Feuerbach, quien había dicho que la filosofía es la cabeza y elpueblo el corazón, es decir, dentro de los parámetros del pensamiento burgués. La ruptura deMarx con el pensamiento burgués[3] tendrá lugar cuando termine de perfilar una revoluciónconceptual que conformará un nuevo marco de pensamiento, y, de hecho, la inauguración de unanueva concepción del mundo. Este nuevo marco cosmológico implica un nuevo cambio deposición de la conciencia en el pensamiento marxiano, posición que será la primera característicadiferenciadora del pensamiento proletario respecto de cualquiera de las formas del pensamientoburgués. Esta evolución en el pensamiento de Marx es principalmente de carácter material; esdecir, se refiere, sobre todo, al contenido de los postulados teórico-conceptuales fundamentalesque sirven de base a la conciencia. Naturalmente, el nuevo corpus teórico que ordena Marx nosurge repentinamente, sino que es producto de aquella evolución filosófica y de su prácticacriticista, que –en el contexto de una permanente práctica como entorno de contraste de losresultados teóricos– posibilitó tal evolución, y en virtud de la cual fue destilandoprogresivamente los nuevos conceptos y las nuevas categorías teóricas que, reunidascríticamente, permitieron en un momento dado el salto cualitativo necesario para configurar unnovedoso sistema de pensamiento. Así, desde la crítica de la filosofía de Hegel –principalmente através de los resultados de su Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel–, hasta La ideologíaalemana –es decir, entre 1843 y 1846–, pasando por la asimilación del materialismo a través delestudio del socialismo francés y de la economía política inglesa (Manuscritos de París, quetambién son continuación de la crítica de Hegel) y la crítica del materialismo ingenuo y delhumanismo abstracto de Feuerbach (Tesis sobre Feuerbach), Marx realizará la síntesis teóricaque servirá de base a la nueva concepción del mundo.

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Son tres los ejes teóricos en torno a los cuales se construye el nuevo modo de pensar. En primerlugar, el concepto de praxis. Este término no fue acuñado por Marx, sino póstumamente poralgunos estudiosos de su pensamiento con el fin de describir la concepción que llegó a elaborarsobre la práctica, o, más en concreto, sobre la relación teoría-práctica. A diferencia del vocablopráctica, que se define por oposición a la teoría, la praxis es la práctica fusionada con la teoría,como unidad de contrarios donde la práctica representa el aspecto principal. Frente a las formaspremarxistas (burguesas) de relación teoría-práctica –que hemos repasado someramente–, lapraxis expresa la forma superior, porque representa esa relación como unidad dialéctica. Laruptura con Feuerbach y el movimiento jovenhegeliano (hecha pública en 1845 con la obraescrita en colaboración con Engels, La sagrada familia), unida al contacto con laindustrialización y el combativo proletariado que se estaban desarrollando en Francia eInglaterra, llevaron a Marx a abandonar todo atisbo de idealismo y a considerar a la concienciacomo actividad subjetiva práctica, lo cual suponía efectuar un revolucionario giro filosóficoconsistente en pensar la conciencia ya no como producto de la teoría, sino como reflejo de lapráctica.

En un primer momento del proceso que conduce a Marx hasta el concepto de praxis, la prácticaadquiere un nuevo relieve y un mayor peso en su pensamiento, como efecto de la impresión queen él había dejado la comprobación del poder material de la esfera económica, concretándose ensu filosofía como trabajo. En los Manuscritos de 1844, el trabajo es considerado ya como elvínculo fundamental entre el hombre y la naturaleza y la base del carácter social de aquél, perotodavía domina un concepto sustancialista del hombre y una estimación abstracta de aquellarelación (idealismo).

“Sólo el hombre social es consciente de la entraña humana de la naturaleza, pues sólo entoncesse le presenta ésta como aquello que le une con el [otro] hombre, como su realidad para el otro ydel otro para él, a la vez que el elemento en que vive la realidad humana; sólo entonces seconvierte la naturaleza en la base de su propia existencia humana. Sólo entonces sabe el hombre(transformada su existencia de natural en humana) la naturaleza del hombre. Por tanto lasociedad es la unidad esencial perfecta del hombre con la naturaleza, la verdadera resurrecciónde la naturaleza, naturalismo cumplido del hombre y humanismo cumplido de la naturaleza.”[4]

Por otro lado, el trabajo, entendido como actividad humana esencial, es abordado, igualmente, demanera abstracta y utilizado como eje para el planteamiento de una problemática de claro cortefeuerbaquiano: el hombre alienado.

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“Lo que este hecho significa es simplemente que el objeto producido por el trabajo, su producto,se le opone como algo extraño, como un poder independiente del productor. El producto deltrabajo es el trabajo fijado en un objeto, convertido en una cosa, es la objetivación del trabajo. Larealización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo aparece en un estado deeconomía política como irrealidad del trabajador, la objetivación como pérdida del objeto yesclavitud bajo él, la apropiación como enajenación, como extrañación.”[5]

Marx contempla al capitalismo como una sociedad de hombres alienados o “enajenados” porqueel imperio de la propiedad privada expropia a los productores el fruto de su trabajo, en el que eljoven Marx ve la proyección (objetivación) social del hombre –y, por tanto, su verdaderahumanización– desde su relación económica con la naturaleza. Es desde esta posición teórica queel Marx comunista utópico de 1844 reivindica la abolición de la propiedad privada, como elmedio para superar la esclavitud del trabajo alienado y restituir la verdadera naturaleza humanadel trabajo: el trabajo libre. Pero, desde esa reivindicación, Marx no está defendiendo aún unaposición de clase proletaria, sino democrática, pequeñoburguesa. Efectivamente, el hombrealienado no es más que la transfiguración idealizada del productor individual, y la problemáticadel trabajo enajenado, con su crítica anticapitalista, no es sino la manifestación teórica de lacrisis de la economía mercantil ante el avance del capitalismo; de la misma manera, la relaciónabstracta, casi bucólica, entre el hombre y la naturaleza de la que parte Marx para explicar lasociedad, se sitúa en la misma línea de pensamiento que los ideólogos liberales del siglo XVIII;incluso, la idea del paso de la humanidad de un supuesto primitivo estado de naturaleza a suestado social (verdaderamente humano) desde el trabajo, que sirve de telón de fondo a lasargumentaciones marxianas de los Manuscritos, la hallamos ya en Locke. No cabe duda de queMarx estudió, en su exilio parisino, a los autores británicos, tanto economistas como políticos, ydejó sentir su influencia en la evolución de su pensamiento; como no cabe duda, tampoco, nosólo de que Marx abandonará por sí mismo estas posiciones teóricas y políticas muy pronto, sinoque, con posterioridad, dirigirá críticas muy duras contra quienes las defiendan.

El paso hacia la praxis lo da Marx cuando consigue reunir y ordenar los diferentes elementosresultantes de su crítica de modo que expresen una visión nueva del mundo. En particular, Marxllega a concebir en lo concreto la relación del hombre con la naturaleza como algo material,como producción de sus medios de vida; igualmente, supera la noción abstracta de trabajocomprendiendo que la reproducción de los medios de vida del hombre sólo puede ser entendidacabalmente como producción social, y, finalmente, desecha al hombre universal de naturalezaracional para describirlo como conjunto de relaciones sociales, precisamente, las que generan loshombres cuando se organizan para producir sus medios de vida. Con este cuadro conceptual

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consigue Marx formular por primera vez una concepción materialista consecuente del mundo ydel hombre y, por lo tanto, una concepción científica de la realidad social. El concepto de praxisresume adecuadamente la síntesis de este nuevo cuerpo doctrinal porque expresa el lugar queocupa la conciencia en la nueva concepción científica del mundo, a saber, como reflejointelectual de las relaciones sociales, como proyección subjetiva de la actividad material delhombre organizado socialmente para producir sus medios de vida, o, si se quiere, como aspectosubjetivo de la práctica. Finalmente, la dialéctica de la praxis consiste en que el modo de laconciencia sólo expresa el modo en que los hombres producen sus medios de vida, y que a cadamodo de producción corresponde un estado de la conciencia; es decir, la conciencia es expresiónde una actividad subjetiva práctica. Esta actividad del sujeto consciente, que en Hegel tenía uncarácter meramente contemplativo y que estaba sometida al movimiento objetivo del ser, enMarx recobra su autonomía subjetiva, no ya como actividad crítica pura y separada de laobjetividad, como en los jóvenes hegelianos, sino como actividad práctica que se convierte en unatributo más del movimiento material objetivo de la sociedad, es decir, incorporándose en élcomo la parte subjetiva de su materialidad, como momento subjetivo necesario del movimientoobjetivo de la sociedad. Ser (sociedad) y conciencia, en definitiva, conforman una unidadmaterial en correspondencia con el modo de vida de los hombres. Del concepto de praxis,finalmente, de la idea de unidad material de ser y conciencia, surge la concepción revolucionariadel mundo marxista como su colofón lógico:

“No se trata de buscar una categoría en cada período, como hace la concepción idealista de lahistoria, sino de mantenerse siempre sobre el terreno histórico real, de no explicar la prácticapartiendo de la idea, de explicar las formaciones ideológicas sobre la base de la práctica material,por donde se llega, consecuentemente, al resultado de que todas las formas y todos los productosde la conciencia no brotan por obra de la crítica espiritual […], sino que sólo pueden disolversepor el derrocamiento práctico de las relaciones sociales reales, de que emanan estas quimerasidealistas; de que la fuerza propulsora de la historia, incluso la de la religión, la filosofía, y todaotra teoría, no es la crítica, sino la revolución.”[6]

Marx ha roto, pues, con el pensamiento crítico entendido como actividad independiente de laconciencia, es decir, con el pensamiento burgués. Ha completado su ruptura política con laruptura ideológica con la burguesía. Marx pisa ya el terreno del pensamiento proletario.

El segundo eje de la concepción marxista del mundo es una derivación de la idea de praxis;mejor dicho, es el resultado de su aplicación teórica. Efectivamente, una vez que ha quedadodefinido el punto de partida materialista científico, Marx explica el desarrollo de la historia desdeeste nuevo punto de vista. El resultado es el materialismo histórico, o si se quiere, la primera

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exposición del materialismo dialéctico bajo la forma de una síntesis genial del desarrollo de lahistoria de la humanidad. El materialismo histórico, por decirlo así, es el despliegue de la praxis,la exposición histórica de la permanente transformación (revolucionarización) del mundo –delhombre, de la naturaleza y de la sociedad– desde la actividad productiva.

Desde su concepción materialista de la historia, Marx nos muestra la imposibilidad de imponerlos deseos subjetivos a la marcha de los acontecimientos, que se suceden necesariamente enfunción de condiciones materiales reales, la imposibilidad de interponer programas reformistaselaborados por la conciencia crítica a las leyes de la historia, que no existe una oposición entreser y deber ser que permita la sustitución de aquél por éste, sino que ambos son una y la mismacosa desde el punto de vista de las tendencias históricas. La quimera feuerbaquiana del Marx delos Manuscritos que pretendía sustituir el trabajo alienado por el trabajo libre es, pues, absurda,idealista.

El materialismo histórico también enseña que la humanidad no existe como entidad abstracta,sino como realidad concreta socialmente determinada. Y esta determinación es el hombre comozoon politikón, como animal político, como entidad social. El hombre, entonces, es producto desu época y de las relaciones sociales que ha generado su modo de producir sus condiciones deexistencia. El hombre, así, sólo se presenta en la historia como esclavo, siervo, señor, burgués oproletario: de manera real y concreta, nunca desde una supuesta y abstracta humanidad esencialpura. Marx nos muestra, de esta manera, el correcto camino para plantear adecuadamente elproblema de la emancipación humana, que es el problema de fondo que motiva la evolución desu pensamiento. Marx lleva a cabo una ruptura conceptual con su pasado filosófico y, podríamosdecir, con toda la filosofía anterior a él, una ruptura conceptual que le lleva hasta la formulaciónde una nueva concepción del mundo, concepción que es, además, militante, que tiene claravocación partidista y se declara abiertamente clasista; pero todo esto no es más que el modocomo Marx resuelve interrogantes de calado universal, precisamente los grandes interrogantesque toda la filosofía anterior había planteado y que sólo con él hallan respuesta. El pensamientomarxiano es, en origen, universalista, racionalista, y humanista, pues hunde sus raíces en losestratos más sólidos del pensamiento occidental, desde el clasicismo griego hasta la escuelaidealista alemana, pasando por el humanismo renacentista y la ilustración francesa. Todas lascorrientes de pensamiento que ponen al hombre en el centro de sus reflexiones, que tratan deexplicar su posición en el mundo y de discernir el modo de conducirse racionalmente en él tienenen Marx a su último gran exponente; y todos los problemas que aquellas escuelas han planteadocomo esenciales, hallan en Marx su luminaria. Y es la búsqueda de las respuestas a los grandesinterrogantes que la humanidad tiene planteados lo que conduce a Marx hasta la nuevaconcepción del mundo. Marx no rompe nunca con los problemas de fondo que le llevaron a laactividad filosófica y política, aunque se ve obligado, para resolverlos, a dar un salto

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epistemológico, en la teoría, y un cambio en su posición de clase, en la política. Pero el motivode estas transformaciones no será nunca cambiar, por ejemplo, el problema de la emancipaciónde la humanidad por el de la emancipación de la clase obrera (lo que supondría caer en unaforma de obrerismo, error muy común en la historia del movimiento comunista internacional). Alcontrario, la gran enseñanza a la que nos conduce el materialismo histórico consiste,precisamente, en que el movimiento necesario de la historia deja abierta la posibilidad, en unmomento dado, de plantear de una forma realista el problema de la emancipación de lahumanidad de manera que pueda ser resuelto desde premisas sociales y materiales que permitanque esa emancipación sea algo más que una quimera idealista, siempre que se tengan enconsideración las propias leyes del desarrollo social, es decir, siempre que éstas no seansustituidas por vanos proyectos crítico-utópicos con pretensiones científicas. Pero noadelantemos acontecimientos y recapitulemos.

Tenemos a la conciencia concebida como atributo de la materia, en unidad dialéctica con lapráctica real, como momento necesario del movimiento social (praxis); y tenemos, también, laaplicación de este punto de vista a toda la historia de la humanidad (materialismo histórico). Peroeste despliegue de la praxis conlleva un repliegue de la conciencia, en el sentido de que éstaexperimenta una especie de desdoblamiento que, en resumidas cuentas, supondrá un retrocesohacia posiciones criticistas, una cierta ruptura en la unidad alcanzada por la conciencia con lapráctica social. Y hablamos de desdoblamiento porque esta ruptura tiene dos vertientes: enprimer lugar, la conciencia de sí, es decir, la representación ideológica que de sí misma tienecada una de aquellas formas sociales que van conformando el desarrollo histórico. Marx señalaque, en toda sociedad, la ideología dominante es la ideología de la clase dominante[7]. Laconciencia de sí, por tanto, es la falsa conciencia. Falsa porque no refleja la totalidad de lapráctica social, la totalidad del proceso de producción social y del conjunto de relacionessociales, sino sólo la parte de los mismos que permite su reproducción en términos deconservación, ocultando, precisamente, aquellas formas y tendencias que permitirían larevolucionarización de ese modo de producción social y que se pone de manifiesto a través de lalucha de clases. Pero junto a la falsa conciencia (o conciencia de sí), el materialismo históricoofrece también su crítica, la crítica de la falsa conciencia. Frente a lo que las diferentessociedades piensan de sí mismas como reflejo espontáneo de su práctica social, el materialismohistórico también ofrece la comprensión científica de su desarrollo objetivo y, por lo tanto, laposibilidad de conocer las tendencias de su evolución y posterior transformación en formacionessociales nuevas. Sin embargo, esto implica el retorno de la conciencia a la posición de la críticaobjetiva, y, en consecuencia, la escisión, de nuevo, entre teoría (conciencia crítica) y práctica(proceso social capaz de reflejar solamente una conciencia espontánea). Por cierto, ésta es laposición que adoptan historiadores, sociólogos, economistas y demás estudiosos de las formassociales –o de alguna de sus esferas– pasadas y presentes: el marxismo sólo como método críticode investigación científica de la sociedad, el método marxista configurado sólo como

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instrumento epistemológico crítico-contemplativo del ser social; es decir, en la medida que launidad interna del concepto de praxis (fusión teoría-práctica) se vuelve a presentar separada ensus elementos, una práctica gnoseológica que se rige por un canon burgués.

Pero la más importante característica del proceso social consiste en que, en un determinadomomento histórico, en su desarrollo llegan a coincidir la conciencia de sí mismo, que obtiene elser social, con la conciencia crítica, que analiza las tendencias y las posibilidades objetivas de sudesenvolvimiento y de su transformación revolucionaria. Este momento es el de la aparición enla historia del proletariado. El proletariado es la clase social históricamente determinada quepuede representarse, gracias a la conciencia crítico-objetiva, una idea de su posición social y desu papel histórico como sujeto revolucionario (conciencia de sí) que ya no es una falsaconciencia, sino el reflejo subjetivo concordante con la dirección objetiva del proceso social.Cuando la conciencia de sí coincide con la conciencia objetiva, o, dicho de otro modo, cuando lacrítica objetiva consigue transformar la falsa conciencia proletaria (pues ésta también existe enforma de economicismo, sindicalismo, obrerismo y espontaneísmo ideológico en general), laconciencia proletaria se convierte en revolucionaria, es conciencia –en palabras de Marx– para símisma. De esta manera, el proletariado puede desarrollar su práctica social subjetiva en la mismadirección que la tendencia del proceso social objetivo. Es, pues, en este momento cuando laconciencia rescata su unidad con la materia social bajo la forma de proletariado revolucionario.El proletariado revolucionario es el retorno de la fusión teoría-práctica marxista (praxis)recuperada en un nivel superior como praxis revolucionaria. En este punto comienza a gestarse eltercer pilar del pensamiento marxiano; pilar o eje que se refiere a uno de los momentosculminantes del desarrollo del marxismo como concepción del mundo: el momento de laautoconciencia del ser social.

La autoconciencia presupone la identificación del proceso social con el sujeto revolucionario. Elproceso de acumulación capitalista crea las condiciones para esta identificación al destruir lasbases de la producción individual, al socializar las fuerzas productivas y todas las esferas de lasrelaciones sociales (incluso, con las sociedades anónimas, la propiedad privada se hace social, enel sentido de que van disolviéndose los mecanismos de apropiación individual del productosocial), y al proletarizar a la gran mayoría de la humanidad, es decir, al enfrentar radicalmente ala humanidad desposeída y explotada, en un polo, con el capital, que concentra y detenta latotalidad de los medios de producción, en el otro. Marx demuestra que la actual polarizaciónsocial entre poseedores y desposeídos es un producto histórico, el resultado del progresivoproceso de expropiación de la humanidad de sus medios y de sus condiciones de existencia en elcurso de la historia de la división social del trabajo, del surgimiento y desarrollo de las clases yde la lucha entre ellas. De esta manera, la autoconciencia puede ser definida como el aspectosubjetivo de la práctica social cuando el sujeto ocupa la posición social objetivamente idónea

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para la práctica revolucionaria, cuando esta práctica conlleva una práctica emancipatoriauniversal. En otras palabras, cuando la apropiación de sus condiciones de existencia como claseoprimida y como clase revolucionaria supone la abolición de la propia sociedad organizada enclases, y, por lo tanto, la emancipación de toda la humanidad de las lacras de la sociedad declases. En este proceso, el proletariado es, al mismo tiempo, sujeto y objeto de transformaciónsocial: sujeto, porque va adquiriendo el grado de conciencia para sí; objeto, porque elmovimiento regido y dirigido por la autoconciencia (conciencia para sí) es un movimiento detransformación de sí mismo como clase que representa la totalidad social (la humanidad históricay socialmente determinada como clase obrera) y cuyo terreno de desenvolvimiento es la lucha declases (único contexto que puede procurar la elevación consciente del proletariado hasta suautoconciencia), un movimiento de autotransformación del proletariado de clase explotada enhumanidad emancipada. El proceso social, entonces, se presenta como progreso universal dondela fusión entre teoría y práctica se concreta como praxis revolucionaria del proletariado en unproceso de autoemancipación, en el que el sujeto consciente ya no puede referirse a la actividadcrítica objetiva, separada de la actividad práctica, sino a la misma actividad práctica conscientecomo principal atributo del proceso revolucionario de autotransformación del proletariado. Deeste modo, Marx supera definitivamente la vieja idea de juventud del sujeto consciente entendidocomo individualidad intelectual –y que todavía hallaba cierto margen de legitimidad en laacepción de su pensamiento como materialismo histórico, como método materialista de lahistoria– aliado pero separado del movimiento social práctico. Marx despoja al intelectualburgués de su investidura de flamante depositario de la actividad subjetiva consciente y fundeeste atributo, en el seno de una entidad social, el proletariado, con su movimiento prácticoconvirtiéndolo en movimiento revolucionario. El proletariado se convierte, así, en una formaciónsocial consciente, en un intelectual colectivo; es sujeto consciente al mismo tiempo que la propiamateria del movimiento social. Entonces, el proletariado consciente de su posición en la sociedadcapitalista y de su papel histórico (autoconciencia), puede iniciar el proceso revolucionarionecesario para cumplir con ese papel, proceso que no es más que su propia transformación declase sojuzgada en humanidad liberada (Comunismo) a través de su lucha de clase(autotransformación). La clase oprimida, por fin y por primera vez en la historia, deja denecesitar salvadores o albaceas que velen por su liberación: el proletariado puede ya emanciparsea sí mismo (autoemancipación). Así queda completamente perfilado el tercer gran eje delpensamiento marxista, la noción de praxis revolucionaria.

El periplo intelectual del Marx proletario comienza, pues, con la construcción conceptual entorno a la idea de praxis y culmina con la tesis de praxis revolucionaria. La primera establece laconcepción revolucionaria del mundo en un plano general, filosófico o científico incluso; lasegunda la imputa en el plano actual, en la política. Por último, todo este desarrollo teórico quedaresumido en un aserto, especie de mandato que podríamos designar como el imperativocategórico marxista:

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“Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es detransformarlo”[8]

La XI tesis sobre Feuerbach sintetiza genialmente la concepción revolucionaria del mundo quees el marxismo. Sin embargo, el hecho de su formulación en los términos que ha sido realizadaexpresa también la contradicción y los límites de la obra de Marx. Efectivamente, el modovocativo como es formulada esta tesis indica ya de por sí un asincronismo real entre teoría ypráctica. Igualmente, el contenido de la tesis muestra también una separación entre el momentode la comprensión de la necesidad de la transformación del mundo y el momento del acto de esatransformación. Lo cual no encaja con la noción marxiana de praxis revolucionaria, para la cualel momento teórico no está separado del momento de la práctica. Todo esto indica que, en loshechos, en el pensamiento proletario, tal como lo deja elaborado Marx (con la colaboración deEngels), la conciencia ha experimentado una transformación en cuanto a sus contenidos, encuanto concepción del mundo, pero no ha ocurrido al mismo tiempo un desplazamiento de suposición en relación con la práctica; o, mejor dicho, sí se ha producido un desplazamiento haciala práctica, pero sólo en la esfera de la teoría, no en la práctica viva y real, en la práctica material.Este desacompasamiento entre la posición que alcanza la conciencia en la teoría (unidad con lapráctica como praxis revolucionaria) y su relación real en la práctica (la conciencia quecomprende que debe fundirse con el movimiento práctico real, pero que aún no ha consumadoese paso) es lo que explica la necesidad, por parte de Marx, de una formulación categórica –casicomo un imperativo ético– como llamamiento a la acción práctica. De alguna manera, en cuantoa su forma, Marx no puede dejar elaborado el punto de vista del proletariado más que bajo elinstrumental discursivo de un tipo más de filosofía de la acción. Y en esto consiste la principalcontradicción del pensamiento marxiano: un corpus conceptual clasista proletario yrevolucionario dentro de un envoltorio burgués. El llamamiento a revolucionar el mundo sinpoder hacerlo significa que el pensamiento proletario, hasta el punto que lo desarrollaron Marx yEngels, mantiene todavía un pie en el terreno político de la burguesía y en el terreno de lasformas del pensamiento burgués. Éste es su límite como instrumento práctico para el proletariadoy su lucha de clases. En el fondo, este límite no es más que el resultado –lógico y comprensiblepara cualquier materialista– de construir una nueva concepción del mundo y un nuevo modo depensar revolucionarios de la única manera que es posible: con los viejos materiales teóricos yconceptuales heredados y sobre la base del antiguo universo intelectual. A lo largo de su carrera,Marx llegó a comprender y a asumir que “el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica delas armas”[9]. De hecho, él había pasado, en su experiencia, desde el primer principio (la críticacomo arma) al segundo (las armas como crítica, o sea, el imperativo de la revolución), y éste es,ciertamente, el sentido que tiene la última tesis sobre Feuerbach: la crítica de las armas comofórmula expresiva de la crítica revolucionaria. Crítica revolucionaria, pero todavía no prácticarevolucionaria. Marx no alcanza a dar el último paso desde la crítica de las armas a la toma de las

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armas; deja la revolución planteada como necesidad teórica, como conciencia subjetiva, comoprograma político, pero no como movimiento político real.

El límite con el que se encuentra el pensamiento de Marx implica la no realización práctica de lapraxis revolucionaria, que queda relegada a mera formulación teórica. La consecuencia es unnuevo repliegue teórico-conceptual de la conciencia hasta las posiciones de la críticarevolucionaria. La praxis revolucionaria exige una concreción material, encarnarse comomovimiento político práctico, porque ella es revolución in actu. Si esto no sucede, no tendrálugar la realización de esa praxis como fusión material entre teoría y práctica social, y lasnociones de praxis y de revolución sólo serán formas del pensamiento o estados de la concienciateórica. La praxis revolucionaria es el proletariado revolucionario (es decir, el proletariadodesarrollando su lucha de clase revolucionaria), y en la época de Marx diversas circunstanciashistóricas y políticas, objetivas y subjetivas, coadyuvaron en detrimento de su realización, sobretodo –considerando la experiencia de la Comuna de París–, de su realización sistemática (esdecir, planificada y consciente, y no esporádica y espontánea, como el episodio communard), apesar de que Marx y Engels sí se esforzaron por encontrar cauces para su realización material,como demuestran sus actividades en la Liga de los Comunistas y en la AIT y su estrecha relacióncon el movimiento obrero europeo, en general, y con el movimiento socialista alemán, enparticular. Pero su fracaso supuso el destierro de la praxis revolucionaria de los territorios de laactividad material y su relegamiento a la esfera de la conciencia teórica como críticarevolucionaria, la cual, por su parte, como es exponente de la no realización material de la fusiónteorético-praxeológica en el seno del proletariado que es la praxis revolucionaria, pone demanifiesto un modo de relación externa entre teoría y práctica, y, por tanto, un modo criticista,burgués, de estado de la conciencia. Como crítica revolucionaria, la conciencia adopta unaposición gnoseológica de corte burgués, porque es una forma más de la crítica objetiva; perotambién es su forma más elevada.

La crítica revolucionaria es la crítica objetiva que observa la realidad desde la asunción de laconcepción revolucionaria (proletaria) del mundo. Por tanto, reconoce la necesidad de las leyesdel desarrollo histórico y de las relaciones sociales que ese desarrollo ha terminado alcanzando,pero también establece la necesidad de transformarlas, revolucionándolas. Esta es la posición dela crítica revolucionaria. A diferencia de la posición crítico-objetiva representada por elmaterialismo histórico, posición de la conciencia que todavía permitía el ejercicio académicoburgués de interpretación de la historia como una ciencia social más, la posición crítico-objetivaexpresada como crítica revolucionaria cierra completamente esa posibilidad, y cualquier otra quepretenda romper la unidad existente entre el proceso social y la revolución social, que quieradesvincular el desarrollo histórico como escenario de la lucha de clases de su solución en elComunismo, que persiga romper los lazos entre el pasado y el futuro de la humanidad. La crítica

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revolucionaria es la posición crítica de la conciencia cuando ésta reconoce y ha asimiladocompletamente la necesidad de la praxis revolucionaria como momento teórico para su actividadintelectual subjetiva; al contrario que el materialismo histórico, que es un momento teóricoanterior en la construcción cosmológica marxista, y que, por lo tanto, su actividad crítica no tieneporqué estar relacionada con la actividad revolucionaria de transformación del objeto de sucrítica. En lo concreto, la crítica revolucionaria es la actividad teórica del sujeto consciente quedemuestra, de manera sistemática, por todos los medios y desde todas las perspectivas, lanecesidad de la revolución como solución de las contradicciones sociales, la necesidad de que elproceso social objetivo desemboque en la praxis revolucionaria como su única y verdaderasolución. La crítica revolucionaria se apoya, para ello, en el bagaje científico y teorético-conceptual del marxismo –incluyendo al materialismo histórico–, pero dándole, en este caso, elsentido direccional –hacia la revolución proletaria y el Comunismo– que se deriva del contenidofundamental del marxismo como concepción del mundo del proletariado: un contenidoesencialmente revolucionario. Por esta razón, la finalidad de la crítica revolucionaria es laactividad práctica, no el puro conocimiento teórico, que sólo es un medio para aquella finalidad.La crítica revolucionaria expresa, así, una posición de la conciencia como actividad subjetivadirigida hacia la práctica, y no como actividad teórica intelectiva. Por esta razón, también es elproducto de esta actividad consciente lo único que puede configurarse como aquello que Lenindenominó teoría de vanguardia. Sólo una concepción teórica del mundo organizada ydesarrollada para poner las bases ideológicas de la transformación de ese mundo puede serpuesta a la cabeza de esa transformación; sólo cuando la conciencia ha alcanzado y adoptado laposición gnoseológica de la crítica revolucionaria puede colocarse en disposición de fundirse conel proceso social para formar un todo en una permanente mutua transformación del mundo y delas ideas hasta alcanzar el Comunismo (praxis revolucionaria). De hecho, la parte másimportante y de más valor del legado de Marx y Engels es, precisamente, el conjunto de trabajosteóricos que, reunidos, constituyen lo que podríamos designar como su doctrina crítico-revolucionaria, ese monumental esfuerzo intelectual por demostrar la necesidad teórica y prácticade la revolución desde diversos ángulos, todos los que pudieron abarcar: la economía, con sumagna obra, El capital; la política y la historia: edición de la Nueva gaceta renana, el Manifiestodel Partido Comunista, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, La guerra civil en Francia, El origende la familia, la propiedad privada y el Estado y un largo etcétera; e, incluso, la ciencia, con elAnti-Dühring y su interés por vincular los resultados de las ciencias con la concepciónmaterialista de la historia (Dialéctica de la Naturaleza).

Como toda realidad material, el marxismo se desarrolla desde sus contradicciones internas. Y lacontradicción fundamental, de fondo, entre el imperativo categórico marxista y su concepciónrevolucionaria del mundo, esa contradicción que se presenta todavía en el pensamiento de Marxcomo una expresión peculiar de la vieja oposición entre el ser (movimiento social) y el deber ser(revolución social) –dualidad que, ciertamente, es testigo de que aún no se ha sobrepasado del

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todo el marco del pensamiento y de la práctica burgueses–, no se superará hasta que Lenin y losbolcheviques perfilen y den contenido real a los contornos del partido de nuevo tipo proletario.

Marx había identificado la praxis revolucionaria con el proletariado revolucionario, pero enabstracto, entendiendo el movimiento de emancipación de la clase como movimiento político engeneral, sin poder todavía definir ni describir sus modos ni el proceder de su desenvolvimiento,precisamente porque aún ese movimiento no había madurado lo suficiente debido a aquellascircunstancias objetivas y subjetivas propias de su época, una época que podíamos definir comode transición, con una burguesía que veía agotarse sus energías revolucionarias y un jovenproletariado que todavía no estaba en condiciones de tomar el relevo histórico de la revoluciónsocial. La época de Lenin, en cambio, es la de la entrada del capitalismo en su fase imperialista yla de la maduración de las condiciones para la organización del proletariado como claserevolucionaria. La época de Lenin es la de los primeros embates a gran escala del proletariadocontra el capital (victorias en el frente electoral en Alemania, Primera Revolución rusa de 1905,…), es la época del nacimiento del movimiento proletario como movimiento revolucionario.Gracias a ello, Lenin puede observar al proletariado revolucionario de forma concreta, tiene laposibilidad de estudiar de manera específica y objetiva las formas que ese movimiento adquiereen la realidad. El resultado es el desarrollo en cuanto a sus contenidos del significado de lanoción marxista de praxis revolucionaria. Si Marx le otorgaba el sentido general de proletariadorevolucionario, Lenin consigue concretarlo hasta identificarlo con el concepto de partido denuevo tipo proletario o Partido Comunista. O, si se prefiere, dicho de otro modo: Lenin identificalos conceptos de proletariado revolucionario y de Partido Comunista. Marx no llega hasta estepunto: en el Manifiesto no alcanza a conseguirlo –aunque ya intuye genialmente el carácter devanguardia de los comunistas dentro del movimiento obrero– porque careció de la experienciaposterior del proletariado internacional sobre la que se basó Lenin, principalmente lacomprensión del mecanismo interno que rige el desarrollo político de la clase –su particulardialéctica– desde la contradicción vanguardia-masas, y, por otro lado, la escisión histórica yfundamental por su significado que tuvo lugar entre la línea revolucionaria y la línea oportunistaen el seno del movimiento obrero internacional. El estudio y la síntesis de los nuevos ytrascendentales episodios de la historia del proletariado fue lo que posibilitó que Lenin diera uncontenido real y concreto a la noción de praxis revolucionaria.

El concepto marxista de praxis revolucionaria como fusión de teoría y práctica encuentra sumaterialización en el proyecto leninista de partido proletario como producto de la fusión entre lateoría revolucionaria marxista (crítica revolucionaria) y el movimiento obrero. Ésta es laformulación que emplea Lenin para delimitar en la realidad las condiciones de la unidad marxistaentre teoría y práctica. Y esta concepción es, además, una constante en su carrera política. En una

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fecha tan temprana como 1899, Lenin ya dejaba claro lo que para él constituía la esencia delpartido proletario:

“La separación entre el movimiento obrero y el socialismo hacía que uno y otro fueran débiles,poco desarrollados: las doctrinas de los socialistas no fusionadas con la lucha obrera, no pasabande ser utopías, buenos deseos, que no ejercían influencia alguna sobre la vida real; el movimientoobrero seguía siendo limitado, fraccionado, no adquiría importancia política ni lo alumbraba laciencia de vanguardia de su época. Por eso vemos que en todos los países europeos se manifestócada vez con mayor fuerza la tendencia a fusionar el socialismo y el movimiento obrero en unmovimiento socialdemócrata único. La lucha de clase de los obreros se convierte, en virtud deesa fusión, en lucha consciente del proletariado por liberarse de la explotación a que le sometenlas clases pudientes, y se constituye la forma superior de movimiento obrero socialista: el partidoobrero socialdemócrata independiente.”[10]

En el comienzo mismo de su carrera, pues, Lenin tiene ya ordenados los elementosconfiguradores de la praxis revolucionaria marxista que permitirán su realización materialpráctica. El leninismo puede construir el edificio político de la praxis revolucionaria –el partidode nuevo tipo– gracias a las favorables condiciones objetivas que cultiva el imperialismo, pero,sobre todo y desde el punto de vista subjetivo, gracias a la base teórica que legan Marx y Engels,de modo que la teoría leninista de la relación entre conciencia y movimiento social puede pisarya con los dos pies sobre terreno proletario: no sólo en lo concerniente al contenido de esarelación, también en cuanto a la forma que recoge la concepción ideológica del mundo proletaria.Con Lenin y con el partido leninista no sólo el pensamiento revolucionario se corresponde yacon la concepción del mundo proletaria, también el lenguaje con el que se habla y en el que seexpresa ese pensamiento. Y este lenguaje es, precisamente, el movimiento comunista (mejor que“socialdemócrata”), es decir, “la forma superior del movimiento obrero”, en otras palabras, elPartido Comunista[11].

Veintiún años después, en plena madurez intelectual y con una larga experiencia a sus espaldas,suficiente para haber contrastado con la realidad los criterios de juventud, Lenin vuelve aestablecer, aunque de manera colateral en medio del debate contra el izquierdismo en laKomintern, lo que para él es la esencia del Partido:

“Cuando comenzó a extenderse la forma superior de unión clasista de los proletarios, el partidorevolucionario del proletariado (que será indigno de este nombre mientras no sepa agrupar a los

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líderes con la clase y las masas en un todo único e indisoluble), en los sindicatos empezaron amanifestarse fatalmente ciertos rasgos reaccionarios […].”[12]

La unión “indisoluble” de la vanguardia con las masas, su fusión, es y ha sido siempre la ideadeterminante del partido de tipo leninista; y la consagración, en virtud de esa “uniónindisoluble”, de “un todo único”, de una nueva totalidad social en la que toma cuerpo el modoproletario de transformación revolucionaria del mundo. La fusión de teoría y práctica, devanguardia y movimiento, de conciencia y ser social es el proletariado revolucionario, elproletariado organizado en su forma superior de movimiento, que surge, entonces, como la formasuperior del movimiento social, y, a su vez, como totalidad social orgánica en proceso detransformación, como movimiento de la sociedad en proceso de autotransformación. De estamanera, la conciencia adopta, por fin, la verdadera posición proletaria, la de sujeto detransformación revolucionaria del mundo, cuando ese sujeto es el mismo objeto de sutransformación. La conciencia para sí del proletariado es, entonces, conciencia interna delmovimiento social, es premisa y resultado de la transformación del mundo y permanenterevolucionarización ideológica desde el mundo en revolución permanente. Es así como el PartidoComunista leninista expresa el modo históricamente superior de estado de la conciencia, estadoque se corresponde, naturalmente, con la forma superior del movimiento social también a escalahistórica.

La Tesis de Reconstitución del Partido Comunista se basa en esta visión de la relación entre ser yconciencia y en la necesidad de que ésta adopte una determinada posición respecto de aquél,posición que es también un producto histórico. Es ésta, además, la razón última de que esa tesispolítica se oponga a todas aquellas teorías sobre el Partido Comunista que presuponen unaposición premarxista, burguesa, de la conciencia, concepción que domina en la mayoría degrupos comunistas, que generalmente entienden el Partido sólo como vanguardia, comoconciencia externa al movimiento social.

La Tesis de Reconstitución también se sostiene sobre la idea leninista de que no existeproletariado revolucionario -y, por lo tanto, movimiento revolucionario- fuera del PartidoComunista; lo cual supone diferenciar cualitativamente, desde el punto de vista de la políticaproletaria, una etapa de Reconstitución de ese partido de las otras en la que éste actúapolíticamente. De esto se deduce, entonces, que existen dos modos de estado de la concienciarevolucionaria o comunista: uno anterior y otro posterior a la Reconstitución del PartidoComunista. El anterior análisis de la evolución del pensamiento marxista-leninista nos indica,además, que esos distintos estados de la conciencia se corresponden con dos posicionesdiferentes de la misma en relación con la práctica. De esta forma, la conciencia revolucionaria

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sólo puede actuar como crítica revolucionaria mientras no exista el Partido Comunista, y sólocomo praxis revolucionaria en tanto que Partido Comunista. Finalmente, en función de lascaracterísticas propias de estas distintas posiciones de la conciencia -que ya hemos estudiado- yconsiderando que la etapa política de la Reconstitución del Partido Comunista forma parteintegrante de su proceso de construcción, proceso que es paralelo al de la Revolución, deducimosque, desde el punto de vista histórico, actualmente nos encontramos en la fase burguesa deconstrucción del Partido Comunista (fase que es la que se corresponde, en general, con la depreparación de la Revolución -entiéndase, con la de preparación del Partido de la Revolución,con la fase de Reconstitución).

Dos fases y dos formas de la transformación del mundo

No debemos inquietarnos por estas consideraciones sobre el carácter del momento histórico en elque nos encontramos, sino que debemos tomar conciencia de ello. El análisis de la evolución delpensamiento marxista nos ha demostrado que su origen es, igualmente, burgués. No debeasustarnos, pues, que se hable del origen burgués de los instrumentos políticos del proletariado,incluyendo su partido revolucionario. Con ello, no sólo nos mantendremos firmemente ubicadosen el correcto punto de vista materialista, alejándonos del purismo obrerista tan común en elpasado y en el presente de las organizaciones de vanguardia, sino que también elevaremos la ideade partido proletario por encima del vulgar objetivo tanto del partido electoralista o conspirativohabitual en nuestra tradición histórica, como del resultante de la simple unificación comunista,tan común hoy. Porque éstos sí son partidos burgueses a cuenta cabal. Partidos hechosvoluntariosamente de una vez por todas, en cuyo plan de constitución no entra la valoración delestado de conciencia del proletariado revolucionario (es decir, si este estado corresponde al de laconcepción del mundo burguesa o al de la proletaria), porque ese plan fue elaboradoindependientemente del estado del movimiento de ese proletariado revolucionario, es decir,independientemente de la visión leninista de partido de nuevo tipo proletario.

El hecho de que el punto de vista materialista sobre el origen burgués de los instrumentospolíticos del proletariado no fuese claramente explicitado durante el Primer Ciclo Revolucionariose debió a las características propias del mismo. Sobre todo a que, por un lado, la mayoría de lospartidos comunistas nacieron cuando el proceso revolucionario estaba a la ofensiva en el planointernacional, simplificándose o simplemente saltándose la larga etapa de constitución políticaentendida como prolongado período de acumulación de fuerzas del proletariado revolucionario;y a que, por otro, en la experiencia bolchevique, en primer lugar, siempre se puso el acento másen la contradicción con el menchevismo y en el salto cualitativo que suponía el partido leninista

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respecto a la tradición socialdemócrata (partido de masas) que representaba aquél, sin apenasprestar atención al otro aspecto, también importante, del vínculo de origen en el desarrollo y latransformación de la socialdemocracia en bolchevismo, y, en segundo lugar, a que el partido denuevo tipo no surgió desde el principio como un plan independiente de construcción políticaseparado del modelo de partido obrero clásico de la II Internacional, sino que paulatinamente sefueron incorporando los elementos diferenciadores hasta la necesaria escisión entre ambosmodelos. Esto hizo que, en adelante, a la correcta tesis leninista de la necesaria constituciónpolítica del proletariado revolucionario independientemente del partido obrero burgués seadhiriese la incorrecta percepción de que es negativo o improcedente todo vínculo –aunque sólosea originario– de lo proletario con lo burgués. Pero una cosa es pretender desarrollar el partidoobrero revolucionario desde el partido obrero burgués, lo cual es erróneo, y otra muy distintapretender construir el partido revolucionario desde bases proletarias previas completamenteconfiguradas, lo cual es un absurdo idealista[13]. Históricamente, como ya hemos señalado, escon Lenin que el proletariado puede realizar una política propia de su naturaleza de clase encuanto a forma y en cuanto a contenido; pero esto hubiera sido imposible sin la previa laborrealizada por Marx y Engels de desbrozamiento de ese camino, sin las premisas que ambossupieron establecer principalmente en el plano teórico e intelectual. En lo político, por su parte,todo proceso de construcción proletaria de nueva planta, dondequiera y cuando fuera que tengalugar, debe sustentarse, al menos en sus fases preliminares, sobre elementos preexistentes, o sea,antiguos, de viejo cuño, burgueses, en definitiva. Es su organización correcta y sureagrupamiento adecuado en la disposición del cumplimiento de las tareas del comunismo lo quepermitirá que sirvan de base para crear algo novedoso y más elevado, de modo que se desarrollocree las condiciones para que el movimiento revolucionario genere nuevas bases de claseproletaria desde las que reproduzca su desenvolvimiento futuro. En la actualidad y bajo lascondiciones políticas dominantes, toda pretensión de construir comunismo desde premisasproletarias supuestamente preestablecidas es una falacia. Sin embargo, durante el Ciclo deOctubre, aunque pasó desapercibido en la cuestión de la construcción del Partido, sí huboocasión para reconocer el problema genético del origen burgués de lo proletario cuando losimperativos de la marcha de la revolución soviética pusieron en el orden del día la cuestión delEstado como instrumento político del proletariado. Y, aquí, la sentenciosa conclusión de Leninfue clara: la Dictadura del Proletariado es un Estado burgués sin burguesía. En efecto, cuando lavanguardia proletaria se enfrentó al análisis de la nueva fase de la revolución en condiciones deindependencia política –de la que no pudo disfrutar en todo el período de la etapa de constitucióndel Partido–, pertrechados de la concepción del mundo materialista y dialéctica, sí supo descubrirel necesario origen burgués del Estado de dominación del proletariado.

Pero, volviendo a la etapa que nos ocupa, la etapa de Reconstitución del Partido Comunista,¿cuáles son esos elementos básicos de viejo cuño sobre los cuales debemos construir lo nuevo?No son otros que los que conforman el Plan de Reconstitución. Ciertamente, las distintas tareas

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políticas que desde finales de 1993 configuran nuestro Plan y que ahora, después de varios añosde experiencia y de sopesar a la luz de la práctica la importancia y dimensión de cada una deellas, terminamos de organizar y ordenar jerárquicamente, de modo que su cumplimientosucesivo nos dote de las bases ideológicas, políticas y organizativas imprescindibles para dar elsalto cualitativo hacia lo novedoso, hacia lo que aún no existe ni siquiera en sus lineamientosprimordiales (el Partido Comunista), son los elementos de base que la sociedad burguesa nosofrece y que tomamos como los primeros materiales de construcción del nuevo edificio políticodel proletariado. No debemos, pues, perder la perspectiva, ni confundir el terreno sobre el queahora pisamos; debemos saber reconocer que los medios y los instrumentos de los que ahoradisponemos son de carácter esencialmente burgués; que tanto la Bildung, como la idea deuniversidad obrera o la construcción de cuadros individuales, así como la formación en la cienciay la investigación o la actividad de propaganda ideológica y política, tal como las ejercitamoshoy, etc., son, por su forma y por su contenido –pero sobre todo por su forma– modos yprocedimientos que se sitúan dentro del marco burgués de actividad, en tanto que todos ellos nosinstalan en una actitud de contemplación e interpretación crítica del mundo, que, por muyrevolucionarias que se pretendan, no permiten su transformación material; modos yprocedimientos necesarios como presupuestos para esta transformación, pero insuficientes por símismos desde el punto de vista de la actividad propiamente proletaria. El hecho de que toda laactividad política de la vanguardia durante la etapa de Reconstitución y de que todo el Plan deReconstitución giren en torno a la crítica revolucionaria, y de que ambos puedan reducirseconceptualmente a ella como la mejor definición de su fundamento más esencial, además deconstituir el eje de su desarrollo en sus distintas fases (adoptando, por tanto, dicha críticadistintas formas o modos según cada fase o cada momento), es el índice más elocuente delcarácter de la etapa política en la que nos encontramos, sobre todo si tenemos presente el papelque la crítica revolucionaria juega en el desarrollo del marxismo y nos permitimos establecer unparalelismo con el desarrollo de la construcción del Partido: si la crítica revolucionaria (actividadsemiburguesa) no es todavía la praxis revolucionaria (actividad plenamente proletaria), elcarácter de las tareas de la Reconstitución no puede ser el de las de la Revolución (aunque,históricamente, reconozcamos que la Reconstitución es ya la primera fase de la Revolución; perono es así políticamente).

Nuestro Plan pretende desarrollar los Principios del comunismo hasta el Programa de larevolución comunista, o, lo que es lo mismo, persigue la conquista de la vanguardia para elcomunismo. Pues bien, esto no es más que la conquista de los distintos sectores de esavanguardia –primero, de los más conscientes y más preparados teórica e intelectualmente, y,después, de los dirigentes prácticos– desde la crítica revolucionaria, desde la necesidaddemostrada de la Revolución Proletaria, no todavía desde la actualidad de la revolución, comoestablecería un contexto político de desarrollo de la praxis revolucionaria. En resumen, se tratade unos instrumentos políticos que nos permiten y que a la vez limitan nuestra actividad al seno

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de la vanguardia, que no nos permiten aún la actividad en el seno del movimiento de masas. Estoúltimo sólo es posible como Partido Comunista reconstituido. Uno de los grandes males delmovimiento comunista en las últimas décadas es que no ha comprendido la diferencia cualitativaentre los medios e instrumentos políticos posibles en la etapa prepartido y los medios einstrumentos necesarios en un Partido Comunista. Debido a ello, se ha incurrido en el error decreer tener en varias ocasiones reconstituido el Partido, cuando, en realidad, sólo se ha podidodotar a la vanguardia, como mucho, de los elementos políticos disponibles en su fase burguesa deconstrucción, aquéllos que sólo permiten iniciar su Reconstitución. La consecuencia lógica esque al dirigirse al proletariado ofreciéndose como el partido de nuevo tipo proletario, sólo se leha presentado verdaderamente un partido de nuevo tipo burgués. Los resultados han sidopalmarios (línea política burguesa) y su fracaso, natural.

El carácter de los instrumentos políticos de que puede dotarse la vanguardia proletaria en la fasede Reconstitución del Partido Comunista indican, naturalmente, el terreno sobre el que esosmedios permiten desenvolver la actividad revolucionaria. Ya hemos señalado que sólo en elmarco de la vanguardia; pero, ¿cuál es el motivo de fondo por el que el carácter de la fase actualdel proceso de construcción del Partido imponga un límite a la actividad de la vanguardia? Larazón estriba, precisamente, en las posibilidades de esa actividad como actividad revolucionaria.

Efectivamente, el reino de la crítica revolucionaria, pilar de la construcción partidaria en la etapade Reconstitución, es el reino de la crítica objetiva, de la crítica racional. Esto supone que suobjeto no puede ser sino la conciencia, y, desde el punto de vista del medio material, su escalasólo puede ser individual. En otras palabras, en la etapa de Reconstitución, debido al carácter delos instrumentos y de los métodos de que se dispone, sólo existen condiciones para revolucionarlas conciencias. Desde luego, es un modo de revolución, pero primitivo; de hecho, es el modelorevolucionario tolerado por la burguesía: primero cambiar las conciencias para que cambie elmundo. Es el programa del reformismo burgués con el que polemizó Marx en su III tesis sobreFeuerbach[14]. Pero resulta del todo imposible transformar las conciencias de todas las masasdesde la crítica. La crítica, la crítica revolucionaria, representa para el marxismo la formaprimitiva, preproletaria, burguesa, de revolucionarización del mundo; revolución que consiste enla transformación inmediata de las conciencias a escala individual desde esa crítica. Por estarazón, el marco de esta actividad no puede sobrepasar la escala individual (personas o grupos), ypor esta razón es el método principal cuando el objetivo del comunismo es la vanguardia delproletariado. Pero el marxismo nos enseña que:

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“[…] para engendrar en masa esta conciencia comunista como para llevar adelante la cosamisma, es necesaria una transformación en masa de los hombres, que sólo podrá conseguirsemediante un movimiento práctico, mediante una revolución.”[15]

Para cambiar las mentes a gran escala, entonces, deben primero cambiar las bases materiales quelas moldean. Éste es el programa del proletariado revolucionario. El objetivo de este programatambién consiste en transformar las conciencias, pero sólo de la única forma posible: de maneramediata, a través de la transformación previa de las relaciones materiales imperantes en lasociedad. El marco de actividad, en consecuencia, exige un proceso a escala social. Aquí, ya noes suficiente la crítica: es precisa la política como eje de la actividad revolucionaria. De la mismamanera, ya no se trata del individuo o del pequeño grupo individualizado, ni de su concepciónteórica de las cosas, sino que el objetivo pasan a ser las grandes masas y su movimiento prácticoen el marco de la lucha de clases en toda su dimensión. Y está claro que esa políticarevolucionaria no puede ser aplicada más que por el partido revolucionario de la única claseverdaderamente revolucionaria: el partido de nuevo tipo leninista.

El instrumento de la crítica es la dialéctica racional, y su base la experiencia individual,experiencia que es un compendio de conocimientos teóricos y prácticos. La dialéctica racionalpersigue el acercamiento de la conciencia hacia la concepción revolucionaria del mundomediante la persuasión, el debate, el contraste teórico de la experiencia práctica, etc. Se trata,pues, de un contexto limitado, que, desde el punto de vista del desarrollo del comunismo y delmovimiento comunista, sólo puede ser enmarcado –por sus objetivos y por sus medios– dentrodel período histórico de conquista de la vanguardia para las posiciones de la RevoluciónProletaria. Históricamente, se corresponde con el modo propiamente burgués de actividadpolítica, modo que nos retrotrae –si se nos permite el paralelismo– a la época de los clubes dedebate y de las tertulias de café de la burguesía revolucionaria. Esta imagen puede serdistorsionadora, porque no permite contemplar en toda su importancia el aspecto práctico que enla dialéctica racional del proletariado revolucionario (crítica revolucionaria) acompaña siempre ala confrontación teórica, aspecto que consiste en situar como referencia última a la práctica comocriterio de verdad[16] ; sin embargo, sí sirve para ilustrar el sentido y la forma dominantes de laactividad crítico-racional en la etapa prepartidaria de Reconstitución, y, también, para ilustrar ladiferencia de fondo con el contexto dominante en la fase postrreconstituyente, en la quepredomina la dialéctica social.

La dialéctica social es la confrontación entre las clases, terreno principal para la política. Lapolítica, como eje central de la actividad del proletariado revolucionario organizado en PartidoComunista, adopta como punto de partida, no un determinado estado de la conciencia individual

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-como ocurría en la etapa donde su actividad gravitaba en torno a los problemas de laReconstitución-, sino un determinado estado de los agentes sociales o de los sujetos históricosque conforman la materia social, en definitiva, un determinado estado de las fuerzas de clasecomo preámbulo para su acción política. Se parte, entonces, no de una disposición subjetivaindividual dominante entre la mayoría de los elementos o de los destacamentos de vanguardia,como ocurre durante la Reconstitución, sino que se adopta como punto de partida la disposiciónsubjetiva social del proletariado como clase y, desde esa disposición, su posición como sujetopolítico dentro del contexto general de la correlación de fuerzas entre todas las clases de lasociedad. De esta manera, es la práctica social el distintivo que da contenido a la dialéctica socialdesde el punto de vista del desarrollo revolucionario del proletariado, y es mediante la prácticasocial que las masas de la clase obrera hallan el cauce de su transformación consciente. Si latransformación de la conciencia de las masas sólo es posible desde la transformación de las basesmateriales de la sociedad que engendra su falsa conciencia, la revolución social, es decir latransformación de las relaciones sociales, sólo es posible desde el desplazamiento político de lasmasas proletarias hacia las posiciones políticas del comunismo. Compruébese que aún nohablamos de desplazamiento consciente o premeditadamente revolucionario de las masas de laclase hacia el comunismo, sino de su desplazamiento político. La historia de la RevoluciónProletaria Mundial demuestra que el movimiento de las masas hacia las posiciones de suvanguardia (el Partido Comunista) se realiza y sólo puede realizarse no desde la actividadconsciente de estas masas, sino desde desplazamientos políticos propiciados por su vanguardiaconsciente en función de los problemas concretos que afectan a esas masas y que son puestos enel centro mismo de la lucha de clases por los acontecimientos históricos. Por esta razón, es con laculminación de la Reconstitución, cuando la vanguardia proletaria termine de formular elPrograma de la Revolución, que se darán las condiciones para que el Partido Comunista puedaactuar e influir sobre las masas en este sentido. Únicamente la práctica social -como decíaLenin-, la propia experiencia de las masas permite su desarrollo político y, con ello, lascondiciones para la transformación del mundo como premisa para la transformación de lahumanidad y su paso a un estadio nuevo y más elevado de civilización, donde el devenir dependaya plenamente de los actos de la voluntad consciente de la colectividad.

Compruébese, finalmente, que hemos separado deliberadamente -aunque en la práctica existeuna indisoluble unidad dialéctica entre ambos- transformación del mundo de transformación dela humanidad, con el fin de mostrar sin ambigüedades que se trata de un proceso que no esmecánico: de la transformación del mundo no surge espontáneamente la transformación de lahumanidad, de la conciencia de las masas. Hay que insistir en la fórmula de Marx: “latransformación en masa de los hombres sólo podrá conseguirse mediante la revolución; es decir,se trata sólo de un medio, de una premisa, del contexto adecuado y necesario para transformar lasconciencias; pero la sola revolución –y menos la revolución hecha desde la política comoreferente- no es esa transformación. El Partido Comunista debe elevar a las masas desde la

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conciencia política hacia la concepción revolucionaria del mundo a través de la lucha de clasesen todas sus formas y ámbitos.

Notas:

[1] HEGEL, G. W. F.: Ciencia de la Lógica. Buenos Aires, 1968. Tomo II, pág. 73.

[2] MARX, K.: La cuestión judía (y otros escritos). Barcelona, 1992; pág. 84.

[3] Aunque desde distintos presupuestos intelectuales (Ilustración y liberalismo) respecto deMarx (hegelianismo y democracia) y a través de una experiencia diversa (la decepción queacompañó a su colaboración con el Doktorklub, el grupo berlinés de los jóvenes hegelianos,durante 1841 y 1842, y el contraste que frente a este desengaño le produjo la subsiguiente eimpactante estancia en Inglaterra, cuya realidad socioeconómica resultó reveladora para suespíritu), también Engels transitó por el idealismo moralizante y la filosofía de la acción, quesustituyó a partir de 1844 por una concepción materialista-economicista de la sociedad, cuyaaplicación crítica respecto del capitalismo (sobre todo su artículo publicado en los Analestitulado Esbozo para una crítica de la economía política), y aunque aún los elementos delmaterialismo histórico aparecen sólo diseminados a lo largo de su discurso, sería uno de losacicates que inspirarían a Marx para encauzar su materialismo humanista crítico hacia larevolución conceptual del nuevo pensamiento proletario (Para familiarizarse con el particularperiplo intelectual de Engels, convergente con el de Marx desde 1844, vid., BERMUDO, J. M.:Conocer Engels y su obra. Barcelona, 1979. Para el itinerario del joven Marx hasta elmaterialismo histórico es imprescindible, del mismo autor, El concepto de praxis en el jovenMarx. Barcelona, 1975, y para ambos, naturalmente, el clásico de August CORNU: Carlos Marx-Federico Engels. La Habana, 1975).

[4] MARX: La cuestión judía, pág. 130.

[5] Ibídem., pág. 93.

[6] Ibid., pág. 172.

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[7] Ibid., pág. 182.

[8] Ibid., pág. 232.

[9] Ibid., pág. 76.

[10] LENIN, V. I.: O. C., t. 4, pág. 260.

[11] “Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya desujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera alestado de cosas actual.” (MARX: Op. cit., pág. 169). Es importante constatar que el marxismo haconsiderado desde siempre al comunismo no como un ideal de futuro o, in abstracto, como lasociedad del porvenir, sino como un movimiento real e inmediato, como movimiento socialpráctico, en primer término, como el movimiento político revolucionario del proletariado. Estemovimiento expresa una unidad de medios (el movimiento comunista, el Partido Comunista) yde fines (la sociedad comunista) que determina que el comunismo sea una obra en permanenteconstrucción, desde su inicio como movimiento material en el que conciencia y sociedad setransforman mutuamente (praxis revolucionaria). Esta es la primera seña de identidad que separaal marxismo de toda veleidad utópica, anterior incluso a su prurito cientista. Se confirma, pues,que ya en el marxismo original figuraba la idea que identificaba al partido comunista con unmovimiento social de carácter revolucionario. El posterior predominio de la visión organicistadel comunismo, del partido revolucionario exclusivamente como una estrecha organizaciónpolítica, distinta del movimiento y aparte de él, tiene sus orígenes -además de en algunasplausibles interpretaciones de pasajes del mismo Marx, v. gr., en el Manifiesto– en el prototipode organización obrera que estandarizó la II Internacional, y, sobre todo, en el deseo por parte dela Komintern de asegurar la independencia de la labor política de la vanguardia proletaria, frenteal movimiento espontáneo de masas y a los partidos reformistas. La necesidad de poner todo elpeso en la vanguardia y en su organización fue la reacción natural al predominio del partido demasas que había prevalecido en el periodo anterior. Sin embargo, esta tendencia permitió que seinstalase la otra visión dogmática extrema en la concepción del partido revolucionario delproletariado en el seno de la III Internacional. Para una reconstitución correcta de la acepciónmarxista-leninista del partido, es preciso volver a negar la antítesis que recorrió el Ciclo deOctubre entre partido como organización de las masas y partido como organización de lavanguardia para hallar una síntesis –negación de la negación– que nos permita construir el

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verdadero partido de nuevo tipo proletario: la organización del movimiento revolucionario de lasmasas.

[12] LENIN, V. I.: O. C., t. 41, pág. 34. De paso, permítasenos señalar aquí la otra idea queLenin nos invita a deducir en esta cita, a saber, que “la forma superior de unión clasista de losproletarios” tampoco es resultado de un “ideal” o de un modelo organizativo inventado a priori,sino producto necesario del propio desarrollo de la lucha de clases proletaria, del deslindamientopolítico con las formas antiguas de “unión clasista” del proletariado, el sindicato y el viejopartido obrero, las cuales, en la época de la organización monopolista del capital, se van pasandocon armas y bagajes, de la mano de la aristocracia obrera, al campo de la reacción.

[13] En este punto es preciso advertir sobre el común error de pretender construir el Partidodesde las bases obreras, directamente desde la clase proletaria tomada empíricamente comométodo que garantice unas “bases proletarias previas plenamente configuradas”. Esta es lafalacia típica del materialismo vulgar. Y no sólo porque se prescinde, con este planteamiento, delproblema del carácter de la conciencia de esas bases obreras, sino, sobre todo, porque olvidanque el Partido Comunista no es una construcción positiva, sino una relación social, unadeterminada relación entre la conciencia y el movimiento obrero.

[14]“La teoría materialista [burguesa] del cambio de las circunstancias y de la educación olvidaque las circunstancias las hacen cambiar los hombres y que el educador necesita, a su vez, sereducado. […]. La coincidencia del cambio de las circunstancias con el de la actividad humana ocambio de los hombres mismos, sólo puede concebirse y entenderse racionalmente comopráctica revolucionaria” (MARX, K.: Op. cit., pág. 230).

[15] Ibidem, pág. 214.

[16] La II tesis sobre Feuerbach de Marx dice: “El problema de si puede atribuirse alpensamiento humano una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema práctico.Es en la práctica donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poder, laterrenalidad de su pensamiento. La disputa en torno a la realidad o irrealidad del pensamiento –aislado de la práctica– es un problema puramente escolástico.” (Ibid., pág. 229).