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Núm. 10 Abril 1967

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Núm. 10

Abril 1967

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Venezuela

(noviembre 1966-febrero 1967) el

REVISTA SUR

Apartado 8349

- VIAMONTE, 494, 8° PISO - BUENOS AIRES

Suscripción anual: 12 números Bs. 22

Extranjero: 6 dólares

cuenta con el apoyo de la Fundación Interamericana de Bibliotecologíacuyo cuidado ha estado el proceso técnico en todas sus fases.

Zon\aFranca

Director: Juan liscano

Revista de Literatura e Ideas

Relaciones públicas: E. Rodríguez

Consejo de Redacción:Guillermo Sucre, Luis García Morales, Baica Dávalos,César Dávila Andrade, Pierre de Place, Elisa Lemer,

Pedro Briceño y Alfredo Gerbes

La. Revista SurIndice General corresporldieínte

Caracas

Este volumen incluye también la lista completa de todas. las obras publicadaspor la Editorial Sur, desde su nacimiento (19331' hasta el momento de la publi·cación del Indice y un Prólogo de Victoria acampo, en el que la Directora y Fun·

Sur traza la historia de la Revista.

Está· dividido en dos primera cada artículo aparecerá clasificadopor materia, con un número de asiento; en .·Ia segunda, figurará la lista comopleta de autores ( por orden alfabético y seguido de los números de asientoscorrespondientes) .

dirigida por Dámaso Alonso

IAL GREDOS

nuevos títulos para 1967

GIUSEPPE CARLO ROSSI: Estudios sobre las letras en el siglo XVIII.

OTIS H. GREEN: España y la tradición occidental.

HARALD WEINRICH: Estructura y función de los tiempos en el lenguaje.

ORESTE MACRI: Ensayo de métrica sintagmática. (Ejemplos del «Libro de BuenAmor" y del «Laberinto» de Juan de Mena).

MIGUEL BATLLORI: La cultura hispano·italiana de los jesuitas expulsas. 1767-1814.

BRUNO MIGLIORINI: Historia de la lengua italiana.

SánchezPacheco, 83 • Madrid (2)

EDMUND DE CHASCA: El arte juglaresco en el «Cantar de Mío Cid".

HELEN D. GOODE: La prosa retórica de Fray Luis de León en «Los nombres deCristo".

S. GRISWOLD MORLEY y COURTNEYBRUERTON: Cronología de las comediasde Lope de Vega.

ERICH VON RICHTHOFEN: Nuevos estudios épicos medievales.

GONZALO SOBEJANO: Nietzsche en España.

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97, rue Sto Lazare, París (9). Teléfono: 744.23.20.

Director: Emir Rodríguez MonegalJefe de Redacción: Ignacio IglesiasAdministrador: Ricardo López Borrás

Número 10

Una cosecha incesante

relatos

Abril 1967

4

Manuel Durán 49

Damián Carlos Bayón 55

Keith Botsford 59

José de Onis 65

Ernesto Mejía Sánchez 71

K. A. Jelenski 75

Se publica en asociacióncon el Instituto Latinoamericano de Relaciones Internacionales (ILARI).

Grabado de Alejandrc

La traición de Rita Hayworth

Siberia Blues

poemas

Nuevos poetas mexicanosSelección y notas

testimonios

«La Vida»: Puerto Rico y U S A

relecturas

Actualidad de «Tirano Banderas»

arte

El nuevo Museo Whitney

Para una estética del fútbol

notas

Cuba, España y Estados Unidos

Las Casas en México

cartas

Sobre Leszek Kolakowski

libros y autores

Un testimonio sobre Brasil

Cara y cruz de Martínez Moreno

discutible

Un· nuevo narrador porteño

Manuel Puig

Néstor Sánchez

Homero Aridjis

Oscar Lewis

Elena de la Souchére

Emir Rodríguez Monegal

Julio Ortega

Silvia Rudni

5

15

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77

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Una cosecha incesante

MANUEL PUIG

La traición de Rita HayworthEn Chile, el semanario Ercilla organizó no hace mu­cho una encuesta para preguntar (y lamentar) porqué la novela chilena contemporánea no ha pro­ducido ningún equivalente de la briJIante trilogiaCortázar-Fuentes-Vargas L/osa. Aunque la obvia res­puesta es que esos tres narradores no representanla literatura de una sola nación latinoamericana,sino de América Latina entera, tal vez sea másfácil reducir la cuestión al absurdo preguntándoseimaginariamente desde México por qué la novelamexicana no ha producido un equivalente de la tri­logia Carpentier-Sábato-Garcia Márquez; o desdeUruguay, por qué no hay aJ/i nada que se comparecon Guimaraes Rosa, Lezama Lima y José Donoso;o saltando a Venezuela, por qué no aparecen deuna vez los iguates de Onetti, Rulfo, Sarduy. Sinduda. tales preguntas están mal planteadas. En vezde pensar en términos estrechamente nacionales ylamentar que aqui no se dé Fulano o Zutano, hayque pensar en términos internacionales y feJícitarseque América Latina haya producido ya y continúeproduciendo una cosecha tan formidable y variadade novelistas.

Desde el mirador internacional lo que sobre todosorprende es la cantidad de nuevos narradores quevienen a la zaga de aqueJlos nombres ya ilustresy que aparecen cada año: gentes que abren pers­pectivas diferentes y ensayan técnicas audaces o re­nuevan los experimentos patentados en Europa y losEstados Unidos; gentes que juegan con el simul­taneismo de Dos Passos y destruyen el lenguajecomo Joyce, o practican las técnicas hipnóticas del«nouveau roman» o la ironia lingüistica de lvyCompton-Burnett y Nathalie Sarraute para desin­tegrar su visión de la realidad latinoamericana. Perosobre todo gente que en México, como en Lima,en Montevideo como en Buenos Aires, asaltan sinpausa su realidad.

Ya en anteriores números Mundo Nuevo ha teni­do el privilegio de adelantar fragmentos de la obraen preparación de Carlos Fuentes (Cambio de piel).de Gabriel Garcia Márquez (Cien años de soledad),de José Donoso (Este domingo). de Severo Sarduy(De donde son los cantantes), para mencionar sóloalgunos de los textos más importantes aqui publi­cados; también se ha podido ofrecer una muestrade la nueva narrativa brasileña, a través de relatosde Joao Guimaraes Rosa, Clarice Lispector y Né-

lida Piñón. Esta vez, hemos ido a buscar entre es­critores aún no celebrados por el catálogo de lafama, entre los jóvenes escritores argentinos, dosmuestras representativas de la vitalidad de una na­rrativa que atraviesa las fronteras geográficas y lasvariaciones lingüisticas. Tanto Manuel Puig comoNéstor Sánchez, que publicamos hoy, andan en susaños treinta. En ambos se recoge una tradiciónnarrativa que viene de los maestros (desde Arlt yBorges y Marechal hasta Sábato, Onetti y Cortázar);en ambos se refleja un lenguaje hablado riopla­tense que tiene entonaciones regionales en ManuelPuig, cuya novela se sitúa en la provincia de BuenosAires, o acento lunfardesco en Néstor Sánchezque ambienta su libro en los suburbios de la grancapital porteña. En los dos hay una gran nostalgiade un pasado ya muerto. Los capitulos elegidos seubican en los añ inta y están vistos a travésde personajes i les.

Pero acá terminan las semejanzas. En tanto queLa traición de ayworth utiliza el monólogointerior de un ni f, oto, para dibujar unos seresena'enados por el cine (van todos los dias, sólo

e films, se imaginan sus propias peliculas,en la vida diaria en triste parodia de sus

peficulas), Siberia Slues sólo toma del cine la vi­sión fragmentaria y dinámica de la «nouvel/e va­gue» y todo lo que muestra en una narración deli­beradamente inconexa es un arrabal en que el pro­tagonista, el niño que l/aman Obispo por su pocaafición al trabajo, aprende poco a poco el artede estafar al prójimo. Una suerte de Oliver Twistcontemporánea y porteña, esta novela de NéstorSánchez es sobre todo un enorme esfuerzo expe­rimental al que se refiere Silvia Rudni en la secciónLibros y Autores de este número de la revista.

El mayor mérito de ambas obras (tan distintas entodo lo que es eación líteraria) consisteprecisamente en levantado unas estructurasverbales nada convencionales y en haber logradoa través de eJlas reflejar una realidad latinoameri­cana: ya sea el mundo casi onirico de una infanciaenajenada por el cine; ya el mundo también enaje­nado de una infancia que se vé (más que describe)en términos de literatura del suburbio. Con la pu­blicación de unos capitulos de estas dos obrasMundo Nuevo pretende íJustrar sobre la riqueza yvariedad de la nueva literatura latinoamericana. O

Sin modelo no sé dibujar, sin modelo mamá sabedibujar, con modelo dibujo mejor yo. ¿Qué dibujohago hasta las 3? El aburrimiento más grande esla siesta. y si pasa un avión papá se despierta,los gritos, mamá aprovecha y se levanta. Mañana,cumpleaños de la de González, a esta hora vis­tiéndome; la de González de ojos saltones. Deojos chiquitos, y del sueño más chiquito todavía,el padre de Helenita no se desnuda para dormirla siesta. y a ponerse en fila, yo. Helenita y lade González a dejar las ventas, ganado tanta platajugando a la tienda en lo de Helenita, y a po­nerse en fila! nada más que media hora y ya selevanta de la siesta el padre: yo no había hechonada de ruido, ellas sí... y nada de romper cosas,el susto corriendo a formar la fila, y del bolsillosacó una mano el padre, y uno, dos, tres cara­melos, el padre de Helenita es padre de nenas.Con los dedos fuerte le puedo borrar los coloresa una mariposa, apenas tan despacito hay queacariciarla, polvitos de colores sobre las alas: unbeso en la frente "hasta mañana» me dice mamátodas las noches, con la caricia casi de mariposaen un cachete, la misma caricia me dio el padrede Helenita, que es padre de nenas. El padre dela de González es padre de la de González, perotambién de dos varones y no debe acariciar. ¿Oporque tiene negocio y está nervioso? ¿el padrede Helenita gana mucho? no. que es el gerentede la ferretería pero no es el dueño. Y a la nocheantes de acostarse serán mentiras de Helenita, se­guro, que juegan a hacer dormir a la muñeca, yél es el doctor si la muñeca está enferma, tantasmuñecas! siempre alguna tiene la gripe en la piezade Helenita. y apagan todos la luz al mismo tiem­po. Helenita, la madre, el padre y todas las mu­ñecas: los nervios de los dueños de negocio, tie­nen que leer antes de dormirse que mejor si esque viene la tormenta veo la luz prendida, y llamoa mamá, ¿y si papá está justo agarrando el sue­ño? La tormenta de anoche pasó en seguida, des­pués me dormí. Unos truenos sin rayos y refucilos.En el colegio a la mañana empezó un poco otravez pero sin refucilos. Está nublado ahora perono llueve más y hasta las tres de la tarde quetengo lección de piano me voy al negocio que nohay nadie, a dibujar carteles. pongo en letrasgrandes Alice Faye en (con letras árabes) "En elviejo Chicago», y después hago un dibujo de lacara grande de Alice Faye calcada en el vidriode la puerta. Hay barro por todo el patio, que has-

ta las tres no vienen los del negocio ¿y qué hago?Por suerte mañana el cumpleaños, se asustó de losgritos de papá mi compañero de banco y no quie­re venir a jugar al zaguán, tocó el timbre a lasiesta que yo me olvidé de desconectarlo y papádesde la cama pegó unos gritos de truenos. Y nopasa más la hora, hasta que lleguen las tres.Mamá hasta las tres y media no se va a levantar.Mañana no se va a acostar, para vestirme. Voya ver si me salen las letras chinas. Helenita nojuega hoy que está en penitencia, a mí no estoyloco que me van a poner en penitencia. Tengo 10en dibujo y en Ciencias, y 9 en Aritmética y 9 enDictado y 10 en Lectura. Y la de inglés le dijo amamá que yo aprendía todo lo que me enseñaba.Después de piano hoy me toca inglés y a las cincoya termino que me vengo a tomar la leche, queya están los del negocio, puedo ir a jugar un pococon el Lalo que es grande de pantalón largo yme deja ayudarlo a pegar etiquetas en las bote­llas, es bueno, pero papá una vez dijo que era unbochinchero el Lalo que está seguro que no va adurar un mes y lo va a echar. El Lalo es el másbueno de cara, no es roñoso negro como los otrosaunque él también vive por las calles de tierra, perosin cara de negro de dientes marrones del aguasalada, cara blanca de artista, de la película enserie del que se escapa del reformatorio que esbueno pero en un momento de rabia le da uncuchillazo al policía. Pero no viene a jugar antesde abrir el negocio, si mamá lo invitara a que sequede a comer después que termina de trabajar a launa a lo mejor se queda, que siempre cuandoviene a traer la leña se queda mirando la comidaque hace la Felisa y yo una vez le iba a guardarun merengue con dulce de leche, pero mamá nova a querer. La bicicleta que me gusta a mí es lamás chica con las rueditas a los costados parano caerse, a papá no le gusta, a mí sí. Y des­pués de inglés juego un poco con el Lalo y mevuelvo a hacer los deberes que quiero hacer unailustración al problema de regla de tres, la maestrano pidió ilustraciones pero quiero dibujar un mo­lino que vi en la revista que lo quiero dibujar yno sabía donde ponerlo, pero el problema es delagua de un molino. Y me lo quiero pintar bien todocon el contorno bien hecho en negro, y cuandotocó dibujar el aparato digestivo del ave yo no hiceel del libro de lectura, me copié el del libro deZoología del Héctor, que era más·dífícil y la maes­tra lo vio y yo creí que le iba a gustar y dijo

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que era más que· el aparato digestivo que estabanlos aparatos reproductores y me dijo «en el re­creo vení». Y en el r.ecreo fui y me agarró a ex­plicarme todo «Tato, te tendría que hacer arrancarla página, péro ya que lo hiciste tan bien te lovoy a explicar todo porque puede venir la inspec­ción y van a decir que dibujaste esto como hablaun loro, sin entender lo que dice». Y me empezóa explicar qué quería decir óvulos y genitales ylíquido del macho y todo el nacimiento porqueestaban dibujados unos racimitos amarillos y unlío de cañitos de aquí y de allá, una especie detaza verde para abajo con nombres difíciles y eldibujo estaba bien pintado pero era feo con todasesas líneas enredadas parecía un cuerpo de arañavenenosa y arriba de todo estaba la cabeza delave con unas pocas plumas. Y la Maestra «¿enten­dés lo que te digo?» y yo «sí" y no entendía nadaporque me puse a pensar en otra cosa a propósitoy ni le oía lo que decía, que el gallo, y que el Ií­quidodel macho, que me aburrió y dele pregun­tarme si entendía y yo le decía «sí, sí,,, y paramis adentros le decía «escorchona», que me explo­taba la cabeza de tanto hacer fuerza para pensaren otra cosa. Helenita no hace dibujos muy lindos,dice que no tiene tiempo, que tiene que ir a visitar a latía y el nenito. Yo tengo tiempo de hacer el dibujoporque si no voy a inglés, y después voy al cine alas seis, lo hago a la hora de inglés, y si tengo in­glés lo hago a la hora del cine, pero si dan unacinta linda y tengo inglés hago los deberes rápidorápido después de tomar la leche y no vaya jugarcon el Lalo, que yo creo que no lo van a echar. Perosi el Lalo quiere jugar con las botellas alas seisy dan cinta linda yo no lo voy a ayudar a pegaretiquetas, más lindo que todo son las cintas. Que sila profesora de piano me da turno a las dos mesalvo de esperar hasta las tres. Pero si Helenitano está en penitencia me quedo sin jugar conella hasta las tres. Helenita dice siempre que laponen en penitencia y por eso no puede Jugar,pero un dia era mentira porque la madre le gui­ñaba un ojo. Helenita es la más linda del grado.Yo me siento al lado de mi compañero de banco,Helenita se sienta al lado de la de González, larubia. Helenita es morocha, con el pelo no negro,castaño limpito y las ganas de tocarle el pelo, conla vincha blanca, de seda. Que brilla la vincha ybrilla el pelo. La vincha brilla fuerte, el agua delaljibe está que a penas se mueve cuando levantola tapa, me asomo para echar el balde y paf! largola cadena con el ..balde y al mismo tiempo entrael sol y se hace una salpicada bárbara con lasgotitas que brillan, y levanto el balde y paf! otra vezque vuelven a saltar las gotas, todas lamparitasencendidas que se apagan, porque hay que tapar

MANUEL PUIG

el aljibe que si no entra tierra. Yo vi a Helenítaque se peina sola, se hace la raya sola, primerose tira el pelo para adelante, largo, Iindo,que sedice cabello, pelo es para los hombres, o los ani­males, los animales no muy sucios, la Pi rucha tie­ne pelos sucios, pero Helenita tiene cabello, porquees suave y no tiene rulos, que es más lindo, lecae blandito con las puntas levantadas para arribaque me están apuntando y si voy y enrosco undedo la Helenita me dice «no me despeines». Queel pelo le brilla y que habría que decir cabello,porque es lindo, que son como hilos que crecende la cabeza blanca. Yo le miré un día la cabezaa Helenita porque jugábamos a los piojosos, a pro­pósito lo inventó ella el juego para verle la cabezaa la de Chávez que dicen que tiene piojos, negracon los dientes manchados del agua salada. Y la deChávez tenia la cabeza tan sucia que no se veíanada, y por fin me tocó mirarle la cabeza a He­lenita y era blanca blanca, más blanca que la cara,y lustrada, y le crecían todos los pelitos comohilos, los hilos de coser, pero no esos de remendarlas medias, esos otros con que mamá bordó lasplantas coloradas de la cubrecama, que quedaronlas mejores, y cuando entré en la pieza me pa­reció que la cama estaba prendida fuego. Y noson todos iguales los pelitos del cabello de Heleni­ta, porque uno brilla, otro no, otro un poco,. otronada, y si se mueve, el que brillaba antes ya nobrilla más, y brilla el otro, y el de aliado más,y menos, y siempre está cambiando. El delantales todo de tablas como el de la maestra y cor­tito que Helenita se sienta y se le ve la vacuna.Con la de González juega siempre a dibujar mar­garitas y después, que hablan siempre de novios,van tachando un pétalo y el otro, y el otro, y dicen«me quiere mucho poquito y nada". Yo quiero serel novio de Helenita, y el pelo de Helenita es lomejor para jugar a eso de me quiere o no, queyo le cuento los pelos de un mechón y el •peloestá cerca de la cabeza donde se piensa<y lossecretos, con la de Gonzálezestán •. lIenas de se­cretos, se miran un poco y ya. se •. ríen .porqueadivinan lo que están pensando, si el novio es unode tercer grado, como yo, o de cuarto o de quinto.El Héctor está en tercer año nacional, en la pen­sión con el padre en Buenos Aires. Y después determinar el problema, que . les gano· a todos quesoy el mejor de la clase,. me puse a mirarla aHelenita, y tenía un mechoncito medio escapadode la vincha y me puse a ver un pelito que bri­llaba, otro que no, otro un poquito menos, «mucho,poquito y nada». Pero movió la cabeza y cambiarontodos los brillos y no se podía ver más. Quedespués pensé que le podía decir que no se mo­viera, qué sé yo, porque la estaba dibujando, pero

LA TRAICION DE RITA HAYWORTH

no pude saber. La de González me mira abribocay no me dice nada. Helenita habla y se rie de to­dos y me cuenta de la prima grande que estápupila en Lincoln y les hace cosas a las monjas,de noche se levanta descalza con otras.y se vanalgunas chicas al baño a leer novelas y se metenen la cocina a robar galletitas, pero no la conocea la Teté, que también está con las monjas deLincoln. La Teté es medio prima mía. Helenita notiene miedo de levantarse a la noche y quiere irpupila a Lincoln. La Teté por suerte va a venir aVallejos, vamos a jugar a la siesta que me aburroque mamá duerme la siesta. Si viniera Helenita,pero no viene que la madre es amiga de la madrede Luisito Castro, la. llevan y Helenita juega conLuisito, aprovechador que un día lo vi que le pe­gaba a uno más chico, que él es alto y es másgrande que yo que está en cuarto, tiene diez añosy yo nueve, qué infeliz cómo habla con una papaen la boca. Mamá dice que tiene la misma carade bobo de la madre y habla como un chico detres años. Y Helenita una vez dijo que Luisito lehabia dicho si queria ser la novia de él, el idiota,con esa cara de burro. Las patadas que le dabaal más chico, a mí me vio un día en el cine quefui a convidarle caramelos a Helenita al asientoy me miró, los zapatos los tiene con suela gruesa,«vos no le tengas miedo y pégale una buena trom­pada" dijo papá ¿y cómo supo? a mamá sola selo dijo, la trompada debe ser cuando Luisito estámirando para otro lado, en la barriga, y la puertapreparada para correr y cuando me ve otra vez ala salida del inglés. A Helenita la maestra la quie­re más que a las otras, más que a todos, que lamaestra va a la casa y es amiga de la tía que eslinda blanca, no se pinta, cara de que va a laiglesia, flaca, mamá dice que es delicada de sa­lud, porque se enferma de nada, y yo no tengouna tía maestra. Y un día le preguntó la maestraa Helenita como estaba la tía, que estaba espe­rando la cigüeña, y todos los días al pasar por elbanco de Helenita a corregirle los deberes le pre­guntaba como estaba la tía, porque si estaba en­ferma cuando venía el nene no lo podía dar lateta, que la tía es flaca y no tiene tetas nada, seríapor eso. Y un día Helenita estaba toda contenta yle dijo que la tía había tenido un nene y estababien, así que le habrá dado la teta, que se casócon uno del Banco de la cara linda, que siempreestá vestido con un traje bueno que papá no sepone, y la camisa blanca y la corbata nudito chi­quito,como los dibujos del catálogo de Gath &

es bueno nunca se enoja me parece,Banco de la Nación con el piso deencera la madre de la Felisa, todose puede bailar, y los barrotes do-

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radas de las ventanillas y detrás. hace cuentas elque se casó con la tía de Helenita, con.cara delas cintas. Que el nenito recién nacido cuando apren­da a hablar le va a dar un beso yle va a decir«te quiero mucho papá» ¿y no .10 pinchará con .• Iabarba al nenito? No, porque no, que se afeitasiempre, está detrás de los barrotes· que> brillande oro, el piso brilla de mármol, la cara. brilla deafeitada. Papá tiene la barba que pincha porqueestá nervioso en el negocio que están las borda­lesas sucias con chorreadas violetas de vino, •. ysiempre con el poncho de tío Perico que murió. Elponcho marrón como tierra, los médanos si sopla elviento fuerte se cambian de lugar y hay que taparlas bardalesas que yo les saco el tapón para miraradentro. Y lo dibujé al que se casó con la tía de He­leníta y me salió igual, que hice los dos ojos bieniguales grandes abiertos con pestañas y una narizchica y la boca chica con los bigotes finitos y elpelo con el pico en la frente y sin raya como Ro­bert Taylor, que el tío de Helenita si fuera artistaharía que se casa con Luisa Rainer en «El granZiegfeld" en vez de que ella se muera, cuandoestá enferma y se está por morir y lo llama porteléfono al ex-esposo Ziegfeld que la dejó por otray ella le dice que está sana para que Ziegfeld nose ponga triste, y apenas es la mitad de la cintapero ella no sale más porque se muere en segui­da, y mucho mejor sería que en eso suena eltimbre y Luisa Rainer va a abrir y es uno que seequivocó de puerta, que es el tío de Helenita, peroLuisa Rainer está tan cansada después de levan­tarse a hablar por teléfono que se desmaya ahímismo en la puerta, y él entra y la levanta y llamaen seguida al mandadero del hotel, porque estánen un hotel de lujo, que es un chico sin padre, queel padrastro le pega. Y lo manda a la farmacia abuscar remedios y mientras la pone a Luisa Raineren el diván, y enciende la chimenea, la tapa conel quillango blanco de armiño, para que LuisaRainer esté abrigada que estaba congelada,. yseda cuenta de que ella está por morir. Pero conla ayuda del chico mandadero que llega cargadode remedios. Y en «El gran Ziegfeld» se muerede verdad, por la mitad de la película, y no salemás, que es una artista que me gusta, y despuéssale Myrna Loy que no me gusta mucho,alta,nunca se muere en ninguna cinta, a mí me gustamás Luisa Rainer que hace siempre de buena quetodos la embroman, y a veces se muere, pero alfinal es lindo que mueran pero cuando se <muerenpor la mitad no aparecen más. Entonces seríadindoque siguiera la cinta con el que se casó con .IatíadeHelenita, ayudado por el mandaderito,empíezanacuidarla a Luisa Rainer y el mandaderitose¡vai<aJacocina del hotel y se roba ravioles, una>perdíz•. y

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tajadas de arrollado, no, mejor imperial ruso, y lastrae y al principio ella dice que no tiene hambrepero -el tío de Helenita le empieza a contar quecon la nieve que empieza a caer van a hacer mu­ñecos, van a ir a dar vueltas en trineo a la hora dela •siesta y el mandaderito se pone triste porqueno le dice que lo van a llevar, pero por lo menoscontando esas cosas Luisa Rainer se va comiendoalgunos ravioles, y un poco de perdiz y un buenpedazo de imperial, que nadie le traía nunca nadade comer. Y el hombre ve el piano y se pone atocar y el mandaderito hace un zapateo y la LuisaRainer se pone a cantar como al principio de lacinta y el hombre se queda con la boca abiertay se miran con el mandaderito que se come unpoco de imperial y el tío de Helenita no lo reta.y todos los dias después del Banco él viene acuidarla a Luisa Rainer y el mandaderito le cuentasi ella comió o no, que ahora en la pieza tiene comi­da de sobra. Y el tío un día la besa en la bocay le dice que la quiere y yo desde la cocina delhotel le tiro una moneda al del organito que pasapor la caBe para que toque una pieza y LuisaRainer se levanta poco a poco y se da cuenta deque se está curando y salen a bailar. Y ella estácontenta, piensa que ahora van a salir juntos y sevan a casar, pero él está triste. Y el mandaderitoviene y los ve bailar y piensa que se van a casary lo van a llevar a vivir con ellos. Y corre y loabraza y le da un beso fuerte en los cachetes alhombre, que tiene esa cara linda de bueno bienafeitado, bien peinado con gomina, y le dice "novoy más con mi padrastro!» y el chico se davuelta para decirle a Luisa Rainer que van a ira vivir a una cabaña en el bosque nevado y veque Luisa Rainer tiene los ojos llenos de lágrimas:es que el tío de Helenita se ha ido, y ya novuelve más, porque ahora la tía de Helenita tuvoun nene y él no puede ir más a lo de Luisa Rai­ner después- del Banco porque es casado. Y ya se­ría el final y no sé si se moriría Luisa Rainer, noimporta porque si es al final ya no puede salir enla cinta, y el mandaderito llora todas las noches,bien despacito para que el padrastro nervioso no sedespierte y le grite. Cachetada fuertecomoJe diola maestra a la de Chávez nuncavi,pobre laideChávez es buena y de las más petisas másqlleyo en la fila, que vive en la tierra;yosoyérqllémejor dibuja, Helenita también peromendsque<yo;yo soy el mejor alumno y después viene ella: Elaño pasado yo no iba a piano perotellíael<cá2

tecismo y tenía que estarcolllasmonjasri6sécuánto. Y mañana el cumpleaños de la de GOIl"zález, y viene la Paqui, grande de quinto,«agoPpes se hacen los hombres» dice papá quemequiere comprar la bicicleta grande que me caigo,

MANUEL PUIG

no se cae la Paqui que es grande está en quinto,es buena, media linda pero con la cara flaca. He­lenita cara gorda linda, los dientes lindos pero losde las esquinas largos de perro y en la risa losojos de china y japonesa. La Hermana Clara es laque más me gustaba, jovencita, mamá nunca - lavio, no me cree que era tan linda, igual a SantaTeresita en el libro de misa. La cara de buename la puso desde el primer día del Catecismo. perodespués cuando vio que aprendía todos los rezosy los mandamientos y todo, todo, me empezó aquerer, me dijo "curita», que iba a ponerme decura, estar en la Iglesia. Al cura lo vimos poco ya la Hermana Mercedes sería recién cuando ter­minamos el primer librito de rezos: al colegio deHermanas todos los días para el catecismo y mesaqué las ganas de ver por dentro el colegio,que es para chicas nada más. Los cortinados sinfruncir negros como el hábito de las monjas, todode la misma tela negra. La Hermana Clara no measustó, en el primer librito eran los mandamientosy el niño Jesús y los Reyes, pero en el segundolibro empezaron con el fin del mundo. Empiezacon una tormenta el fin del mundo. Puede venircualquier noche. Y hay que rezar antes de· dor­mir para estar preparado. Y hay que· rezar aunqueno sea el fin del mundo, que a la mañana si­guiente mamá o papá pueden estar muertos, semueren durmiendo. Empieza con una tormenta elfin del mundo, mientras todos están durmiendo ysuena un trueno despacio. Y relampaguea un re­fucilo, pero todas las ventanas están cerradas ynadie lo ve. Después empieza a gotear la lluvia.y un poco más de truenos, como una tormenta, peronada más. Hasta que empeora de veras, y mamáse despierta para cerrar las canaletas que nose inunden los canteros, y mira porque hay refuci~

los, muchos juntos, que de golpe parecía de díay se ve todo en el patio, hasta las gallinas durasen el fondo, todas mirando paradas en el gallinero.y los truenos más fuertes de a.poco hasta queuno es como un cañonazo y ya no hay nada quehacer: cae un rayo lleno de electricidad que sehunde en -. el-· medio de laplazaiY la tierra se partecomo un> pedazo de carbón. Y un chico le pre­guntó -a -la Hermana Mercedesi sila lluvia no apa­gaba el incendioYieIla contestóique "era peor»,porque "eraunadluviaide gotas de fuego», que en­toncesyonosédónde nos metemos, porque seirán quemando las casas como sánguches de arribapor lalluvia<y de abajo por la tierra encendida yse -achicharra todo. y la de González preguntósi la gente no se podía meter en la Iglesia y en -elColegio de Hermanas -- y dijo que no, que "estaráncerrados con llave y pasador, y el Padre y lasHermanas serán los primeros que se presentarán

LA TRAICION DE RITA HAYWORTH

a Dios para el juicio final». Entonces serán elloslos primeros que se reciben las gotas de fuego,que deben agujerear el hábito negro de las monjasy la sotana negra del cura, y los va a agujerear aellos, y por los agujeros se va a ver todo lo feo,los racimitos, y los cañitos enredados, y la tazaverde para abajo, en el aparato digestivo-repro­ductor. Pero es pecado pensar eso de las monjasy el cura, que son de Dios, yo creo que a ellosles caerá una lluvia distinta, de gotas negras dealquitrán hirviendo que va agujereando al mismotiempo tapando todo de negro como al empedrarlas calles. La Paquita no tiene miedo a las tor­mentas. Viene todos los sábados a la siesta a ju­gar con mi compañero de banco y yo. Lo mejor esa la selva. Y ahora lástima que no están más losárboles de peras que parecía más la selva, el díaque los cortaron era temprano y cuando me le­vanté ya sabía que los árboles estaban cortados,casi de raíz y quedaba un poquito de tronco y nadamás, había que dar toda la vuelta al negocio parano pasar por el patio a verlos. No me acerquéa ver los tronquitos, pero le deben doler al árboltodos esos hachazos, esa madera clarita de aden­tro tiene que ser más blanda, ¿papá, se puedemasticar la madera blanda? y "no, no hagas eso»y ¿papá, los árboles sienten algo? y "no, no sien­ten nada» pero tuvieron que agrandar el negocioy papá no quería hacer cortar los árboles y yotampoco. Voy a hacer fuerza para no pensar másen eso. Y él tampoco pasó a mirar los árboles depera recién cortados, dio toda la vuelta por elnegocio para no ver, y le pregunté si había llo­rado que tenía los ojos rojos y dijo que los hom­bres no lloran, que era de dormir. Pero yo lohabía visto cuando recién se levantó y no teníalos ojos así, el pelo revuelto y la barba quepincha. Mamá hizo como yo, se tapó la vista yahora la selva con las bordalesas, todas en fila,un tablón va de una fila a la otra, es el río Ama­zonas. Los cocodrilos están escondidos debajo delos tablones, la chica tiene que pasar y se cae deltablón, se cae al río. Tiene que correr sin quela alcancen los cocodrilos, que con esa boca grandese la tragan. Y si por ahí la agarran, los buenos vie­nen y tienen que soltarla de los cocodrilos a la chica,pero si se la alcanzan a comer a la chica ya setermina el juego y entonces de golpe a cambiar, yla chica se transforma en el cocodrilo que el quela tiene agarrada la suelta y sale corriendo conlos buenos porque se lo come la chica que pa­recía tan buena pero yo grité "cambiemos de juegoa que la chica es el cocodrilo» y se volvió co­

con esas bocas que se tragan enteromás miedo que los leones, pero

más miedo dan todavía las plantas carnívoras del

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fondo del mar. Que Helenita es buena yo creía,pero por ahí le guiña el ojo a la madre, o a lade González, "icambiemos juego!» le grito a laPaqui y se vuelve cocodrilo, Helenita de golpe sepone que no me muestra el dibujo que hizo, y nome contesta si le hablo, y me dice mentiras gui­ñando los ojos, y siempre los ojitos lindos de chi­nita como siempre, que se ríen, y los dientes deHelenita lindos aunque con los de los costadoslargos de perro, ... pero que a lo mejor no son deperro, ... son ya medio de cocodrilo, y las pier-nas con zoquetes Iisitas, pero que a lo mejor sien ese momento le toco siento que no es Iisitacomo parece, que tiene toda una costra filosa comolos cocodrilos, dura y pegajosa que no se le puedeclavar el cuchillo, los que caen al agua se gastantodos en clavarle el cuchillo en el lomo pero nopueden y es ahí que el cocodrilo gana tiempo yse los come. Solamente poniéndolos patas paraarriba se les ve la parte blanda amarilla más clara,y por ahí es por donde se les puede clavar elcuchillo. Pero no voy a pensar más en eso, que esfeo. Yo sé una poesía en inglés. Pero la profesorano sabe la que canta John Payne en "A la Habaname voy», que yo quería aprenderla en inglés. RitaHayworth en "Sangre y arena» canta en castellanoy a papá le gustó, que ese día era a beneficio dela Sociedad Española: el gallego Fernández vinoa casa a vender entradas y papá se compró paraél también. A papá no le va a gustar, ay que miedo,no le va a gustar, y isí! muchísimo, que saliócontento de haber ido y "ahora voy a venir siem­pre con Uds. al cine», que viendo la cinta se ha­bía olvidado de todas las cuentas del negocio, ysalíamos del cine caminando y papá decía quele gustaba Rita Hayworth más que ninguna artista,y a mí me empieza a gustar más que ningunatambién, a papá le gusta cuando le hacía "toro,toro» a Tyrone Power, él arrodillado como un boboy ella de ropa transparente que se veía el corpiño,y se le acercaba para jugar al toro, pero se reía deél, que al final lo deja. Y a veces pone cara demala, es una artista linda pero que hace traicio­nes. y "decime papá todas las otras partes quete gustaron, cuál artista te gusta más ¿Rita Hay­worth?» y así íbamos a hablar toda la cena de lacinta, y no sería como verla de nuevo? -y •mejortodavía era si íbamos a la confitería "La -Unión»tomando un cívico con sánguches, que -si -- pasanHelenita y la madre yo quería que lo vieran • apapá que estaba todo vestido con la camiSab!an­ca y el traje azul marino que nunca se poné, y -lacara linda sin la barba y el pelo con gomina. Yya se lo estaba por decir que fuéramos a la con­fitería pero en la esquina del cine estaban los em­pleados del negocio y lo empecé a tironeara papá

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pero agarró para donde estaban ellos y a decirlesque fueran a ver la película y que por radio trans­mitían la pelea del campeonato, y el campeonatoy el campeonato, y yo le dije a mamá que fuéramosa la confitería y mamá me miró que me callara, quesi íbamos teníamos que invitar a todos y pagarlesy yo se lo iba a decir lo mismo a papá sin queme oyeran los otros pero papá les dijo que vinierana casa que algo comían, unos chorizos y un pocode vino y escuchaban la pelea y nada más quehablar de la pelea yesos tontos por la pelea nofueron a ver a la noche "Sangre y Arena" que siíbamos con papá a la confitería hubiese sido lomás fantástico que hay, comiendo los sánguchesde miga que son los más caros. Y después no vol­vió más a ir al cine, que dice que aunque vayase le pasan por delante todas las cuentas delnegocio con los pagarés y los vencimientos y nove la cinta. Pero "Sangre y Arena" la había po­dido ver.¿Le gustó "Sangre y Arena" a la maestrade primer grado? ganas de ir a convidarla con ca­ramelos y mamá no me dejó. En las butacas demás atrás de todo con el marido de la nariz tor­cida. Llegué tarde al colegio el primer día de cIa­ses que hasta última hora me parecía que tenía ga­nas de hacer caca, primer grado y estaba la maes­tra con el guardapolvo apretado de cinturita de corséde "Lo que el viento se llevó" y los tacos en puntade pies y los rulos y la cara linda de las bailari­nas que bailan en fila, no la cara traicionera deRita Hayworth: papá dice que es la más linda detodas. Voy a dibujar en letras grandes R de Ritay H, en letras grandes, les dibujo de fondo un pei­netón y algunas castañuelas. Pero en "Sangre yArena" traiciona a! muchacho.- No, no voy a di­bujar R y H, no tengo ganas.- Y ya estaban em­pezadas las clases y "Niño pase al pizarrón" quede lejos parecía negro lisito pero de cerca eralleno de pozos. La maestra con la mano de ellame lleva la mano y quedaron en el pizarrón dibu­jados los palotes, y por ahí me soltó la mano queen la mano tenía un anillo tan grande la maestray le vi los dientes porque se estaba riendo y quedódibujada otra fila de palotes. en el· pizarrón. Mamáno se. quiso nunca poner los tacos altos como ellay yo no me daba vuelta achicos, siempre hay quedos. los. ojos. con lasnegros en la

enarosbrillo delos dedosel cine siElml::>reuna risita

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quedarnos parados charlando un rato con la maes­tra de primer grado. Y yo me quedé parado char­lando en la vereda de Raúl García,la segunda vez;la primera vez caminando subido por el tapial delfondo del negocio y miré y del otro lado estaba ha­chando leña Raúl García en la casa, miró para don­de estaba yo y empezamos a hablar, le pregunté siera de Buenos Aires así le pude decir que yo habíaestado en Buenos Aires y que había visto obras deteatro y las ganas de preguntarle si la quería a lade Millán. La de Millán está de luto y pone caras demedia muerta y la acompaña siempre Raúl García,que él no trabaja y no tiene madre y viven los doshermanos con el padre y se lavan la ropa ellos, yelviejo hace la comida y no trabaja ninguno. Y cuandovamos para el cine con mamá vemos siempre enla puerta al viejo o a Raúl García o al hermano.Mamá dice que está una hora en el espejo parapeinarse todos esos rulitos, con el pelo más largoque ninguno en Vallejos, cuando recién llegarontodos se reían, yo creía que era de algún circoque había venido de golpe, el hermano flaco concara verde como la Hermana Clara, el padre con losojos saltones y Raúl García que cuando baila enel club con la de Millán pone cara de estar dor­mido con los ojos cerrados y que sueña que bailano sé dónde que le gustará tanto, en la corte deMaría Antonieta con Norma Shearer de la pelucamás alta que hay. Y algunos muchachos andancon las chicas un tiempo y después las dejan y aveces no las dejan más y se casan, si no son lasmaestras reas que andan con los viajantes, la deMillán no. Pero tiene las piernas gordas y cuandobaila se larga toda para adelante que parece des­mayada y le quería preguntar a Raúl García eso,cuando estaba subido en el tapial, si la queríapara casarse, yo no quiero que se case, él máslindo que ella, pero estaba hachando la leña sincamisa y se le veían los brazos y el pecho detenerfuerza de boxeador como los malos pistoleros,ganas de pincharle la carne dura del brazo conuna aguja de coseG o con uncon la lanceta desalir sangre,cara no tienebueno

LA TRAICION DE RITA HAYWORTH

las tormentas, él no debe tener miedo a los truenosni refucilos como los leñadores o de la policíamontada del Canadá, qué lindo irnos a vivir a unacabaña, porque con la fuerza que tiene puede ma­tar a los osos y si yo me quedo en el trineo des­mayado en la nieve viene y me salva y en la caba­ña tiene preparado un cívico de cerveza con sán­guches de miga que trajimos del pueblo, y yo lecuento todo como es Buenos Aires y despuéstodas las noches le cuento una obra distinta ydespués empiezo a contarle cintas y jugamos a cuáles la cinta más linda y hacemos una lista, y des­pués de cuál es la artista más linda y cuál trabajamejor y cuál es el número musical que le gustómás de los que le conté, que él vio pocos: casitodas cintas de pistoleros. Raúl García tendría quesacar a bailar a la maestra de primer grado, peroes casada, si no sería lo mejor, porque ella notiene las patonas gordas de la Millán, y va siem­pre en tacos de los más altos, y es linda de lasque son pobres al principio y se meten de batacla­nas y un pistolero la mandonea y un muchachode la banda se enamora, que es Raúl García, yjuntos deciden escaparse y pasan mil peligros, has­ta que se esconden en un barco que va al Japón,en el camarote de un marinero borracho muy viejoque no se da cuenta, y ellos se tienen que des­vestir, y ella al principio no quiere pero él empiezaa besarla y deciden casarse en secreto ante Diosen el medio del mar, y un día están escondidos enun bote salvavidas, y de noche cuando el marineroborracho se va a hacer la guardia en .el timón,ellos van al camarote, se desnudan y se besan y seacuestan y se duermen besándose agarrados, queella no tiene más vergüenza de estar desnudaporque se han casado. Y se dan unos besos lar­gos, larguísimos de quererse mucho, y ella estácontenta con Raúl García que es tan bueno y nadale da miedo, mientras que el pistolero lo que que­ría era hacerle lastimaduras con el pito, que eramalísimo. Y piden un nene, ella se pone a rezar aSanta Teresita para que le haga tener un nene, yno sabe si va a venir o no, y el viaje es largo queno se termina nunca, y por ahí ella ve que se leempieza a poner grande la barriga que se le estállenando de la leche que le va a dar al nene, yuna mañana se siente mal de tanta barriga quetiene y le dan mareos y Raúl García la cuida, ytrata de consolarla que ella no da más del viajetan largo, siempre en ese bote salvavidas, y estánen eso cuando oyen un nene que llora, y se miranentre ellos y ella que estaba verde como la Her­mana Clara se pone linda, linda de la alegría y lomanda a él a que busque al nene, que Dios loha dejado escandid ita adentro de una soga arro­llada, y el padre lo encuentra y lo besa, y se .10

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lleva a la madre que en seguida le empieza a darla teta y al día siguiente llegan a una isla de pal­meras y a ella le ponen un collar de flores y lapolicía no los encuentra nunca más. Ahora voy adibujar los carteles de una cinta policial y no pasamás la hora de la siesta, por suerte mañana noimporta que el patio esté embarrado y no poda­mos jugar porque está el cumpleaños de la deGonzález a las cuatro y vamos todos los chicos,los que pueden ir bien arreglados. Mamá me pro­metió que hoy no dormía y papá no la dejó, hastaque a las tres hoy voy a piano, la porquería deescalas, y después inglés y después juego unpoco con el Lalo y después paso en limpio el pro­blema de regla de tres con la ilustración del moli­no, no como el molino del tanque que. hayal fondodel negocio, mucho mejor un molino holandés, ylas cuatro aspas grandes caladas amarillas yelpaisaje con lomitas casi tapadas. de tulipanes detodos los colores, Helenita dijo que es la flor quemás le gusta y dijo que estaba en penitencia"Tato, no vengas a jugar» y a mamá le dije-y­le dije vamos a La Plata que dan cintas nuevasy hay tortas más altas que en Vallejos y las ju­gueterías que me quedo una hora en la vidriera,y la casa de altos de la abuelita, y lo único queno hay son collares de flores como en las cintashawaiíanas, y no hay tulipanes, que solamente hayen Holanda y no los pueden mandar por la guerra.Si Helenita un día se pone a llorar a los gritosque quiere tulipanes no se los van a poder com­prar porque no hay y no hay y no hay. Lo quese podría es dibujar uno o mejor comprar cartuli­na cara de todos colores y recortar tulipanes rojos,anaranjados, cremitas, amarillos, celestes, violáceos,lilas, azules, rosas, blancos, y echarles perfume yella después no sé lo que hará, los pegará en lapared, o los guardará en el cuaderno, o lo mejorde todo es si me salieran recortados muy lindosque se los pusiera con una horquilla, un tulipánrosa un día, y un tulipán celeste otro día, en elpelo, que en ese cabello tan lindo como hilos debordar plantas brillosas en la cubrecama de mamá.

Las siete, las siete, todavía sigue el cumpleaños,oscuro como a las doce de la noche en esteza­guán no vive nadie, me pego contra la pared y sipasa papá no me ve. Mamá... no le cuentes a nadie!Mamá está en el cine... un rayo < se va a hundiren pleno cumpleaños, en el patio de la de González;y si hubiese caído antes de la rumba. de «María deBahía", al empezar. "María de Bahía"jendría quehaber caído el rayo. Mamá... no. selo digas anadie! si supiera donde no lo voy a encontrar...¿en casa o en el. cine? los. chicos tOdavía en el

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cumpleaños, al---final sirven más torta, a esta horano hay nadie en la calle, en esta vereda podríanasesinar a alguien y no habría testigos, y todolo salado del copetín de grandes, iba a sobrarmucho ¿y estará en casa? ¿o se habrá ido conmamá al cine? ¿la habrá dejado ir sola al cine?papá. En este zaguán me puedo esconder comoen el patio de la Paqui inmunda y de Raúl García¿la habrá dejado ir a mamá sola? ia lo mejormamá en el cine con la Felisa, y papá en casa, yyo puedo meterme en el cine, que no va a estarpapá sentado con mamá y va a saber lo que pasó,que es pecado mentir y le voy a tener que contartodo a papá, no, papá está en el cine, yo me metoen casa y me lavo y papá no va a saber que lloré,entro al baño, voy al lavatorio... y papá está hacien­do pis y yo no lo había visto! y me ve que lloréen el cumpleaños de la de González! ¿y si no está?pero siempre está al volver del cine... pero se fuea alguna parte, a lo mejor que lo llamaron a un par­tido en la cancha vasca, y resulta que empezarona jugar y se fueron del entusiasmo a otro pueblopara un desafío, ...y a otro... y mañana domingono va a tener colectivo para volver. Con el som­brero de papel con flecos, Helenita se dio vueltay me dijo (ya le había tocado torta) que era re­pugnante con demasiada manteca, con el mismosombrero yo me senté al lado de ella, a repetirchocolate y todos los chicos a correr al patio, laPaqui se hizo la grande y se quedó con los gran­des en el comedor hablando. A jugar de correr ychocarse y caerse que el hermano gordo más chi­co de la de González no se podía levantar. ¿Yahora qué harán? hasta las ocho dura el cum­pleaños, le llevé de regalo Robinson Crusoe. y elpadre de la de González vino a decir que eranjuegos brutos y ya estaba viniendo un poco defrío, con el sudor las gotas frías abajo de losbrazos y nos hizo entrar a todos de nuevo: el quemás lío y gritos había pegado era el bobo deLuisito Castro que levantaba polvareda y adentroqué vamos a hacer? los grandes bailan, y a bailarlos chicos y yo la saqué a Helenita siguiendo elcompás y nos salió bien sin saber, terminaba unapieza, empezaba otra y Helenita al lado mío di­ciendo cual tenía el vestido más feo de todas,que Helenita no se escapaba para secretos con lade González a! lado mío esperando otra conga,y un vals es de vueltas y la conga en fila,larumba una hamaca y por ahí Heleníta se fue albaño. ¡La mesa de los grandes! una jarra llenade copetín y me dieron un chupito: una jarra llenade agua que quema la garganta color de limón.¡Y ésta es otra rumba, «María de Bahía», la piezamás linda para bailar! y He!enita justo se fueahora al baño? no contesta nadie pero en el baño

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no hay nadie y en la pieza de arriba la puertaestá cerrada: se abre la puerta en casa ajena?y adentro estaba una parecida a Helenita, una quese había puesto el vestido de Helenita, que lahabía agarrado en el baño y le había quitado elvestido. Pero era Helenita. Sentada jugando al do­minó, con Luisito Castro. Con esas patas de ca­ballo. Y me miraba con los ojitos que se ríen. Loscuatro .jugando al dominó, la de González conotro del grado del Castro y con los ojitos chinosme dice que estaba jugando a los secretos y queme tenía que ir. Y yo la agarré del brazo y ti­roneando que viniera a jugar a bailar. Y LuisitoCastro me dijo que me rompía una pierna que mefuera, papá ¿pero cómo va a ser tan malo esechico? papá, Luisito me dice que me va a romperla pierna, pero es que dice así, pero no va a sermalo, no me va a hacer nada ¿yo le teníaque pegar antes? ¿me había quebrado la pierna?las agujas, mil agujas clavadas al mismo tiemposon como un martillazo, son como la patada deLuisito Castro, con toda la fuerza largó el piecon el zapato puesto. Y en seguida me acordé queno tenia que llorar, papá, papá, nada de llorarfuerte, lo más despacio que pude: si Helenita sehubiese dado vuelta a mirar una murga de carna­val por la ventana no se habría dado cuenta queme dolía tanto de no aguantar las lágrimas y nose dio vuelta? ¿me subo a una palmera? ...y saltode un techo al otro y con una soga del campana­rio pegó el envión y volando sin sudar llegar has­ta La Plata a ver la vidriera de los juguetes conluces, que la Paqui no me quiere creer que hayjuguetes así, y patos de goma para jugar en lapileta, y de todas las formas, pero no vi ningunocon forma de cocodrilo, que sería de pegarse unsusto verlo de golpe en la pileta, con esos dientes,que si a Helenita le crecen y Luisito Castro estácerca le va a tener que clavar unos cuchillazos,pero yo quería que el cuchillo se hundiera en lacostra dura filosa del lomo, que es lo más asque­roso y lo más inmundo que tienen los cocodrilos,que hay que clavarles el cuchillo en rte blan-dita lisita amarilla clara de abajo lástima,que después con las cuchilladas ya queda todaarruinada, y se pi es lo único delcocodrilo . No voy a ir ajuga a ro cuando dadovue n cuchillo enla do de la nariz, no voy a ir mása jugar n ar la leche, que fui tonto de perdermela hora cine unas veces jugando, olvidándome,mirando a Helenita e ina, la hebilla, mu-cho dulce de leche en anada, me cuenta, seríe, salta con los zoquetes blancos, los ojitos dechína brillitos lucecitas chispitas de farolitos chi-

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nos, pero no voy a poder ir más, voy a hacerfuerza y pensar en otra cosa pero Helenita juegaa las tiendas, hace scones, se hamaca, hamaca almuñeco, siempre tengo que mirarle algo, la hebilla.el delantal de tablas, las piernitas lisas, los fa­rolitos, la ventana, y no voy a poder ir más quecuando tenga que pedirle algún deber porque es­tuve enfermo y falté a clase, y no me importa! queviene la Teté, la Teté ricachona a jugar todas lassiestas, cuando llegue a Vallejos va a parar encasa y le doy todo lo que le robé a la Paqui. Va­mos Paqui, vamos si estás aburrida, vámonos delcumpleaños feo, la Paqui aburrida no la sacabana bailar porque es chica para los grandes, quese embrome, mala, mala, perra, de vuelta todooscuro por la calle, y dale que no creía que enLa Plata hay juguetes que andan con electricidad,hace un rato era oscuro como ahora, el padre dela Paqui es padre de la Paqui sola y no es bueno?que es padre de nenas, porque está nervioso porla sastrería? Y mamá está viendo «A caza denovio», qué linda, lujosa, los carteles con casasy fiestas lujosas ¿mamá estará sola en el cine?¿cuándo van a dar de nuevo «A caza de novio»?yo no me meto en casa, con los ojos colorados dela patada «¿por qué te dejaste pegar?» papá, «¿porqué se dejó pegar?» mamá, ¿por qué me dejépegar, mamá? y si pasara en este momento papápor acá entorno las puertas de este zaguán y cuán­to tarda en pasearse el colorado de llorar de losojos? y ahí donde no llega más la luz del farol, amedia cuadra yo ya vi la sombra de Raúl Garcíaen la vereda de él ¿cuándo la había conocidoél a la Paqui? «cómo te va, Paqui, vos siemprela más linda del pueblo», y pone unas caras ymedio cierra los ojos «¿vienen de un cumpleaños?¿y no me guardaron nada?» Y "pibe, qué lindaamiguita tenés» agarrándole la pera a la Paqui,pero yo no sé de cuándo se conocían, porque lacasa de la Paqui está a la vuelta pero no estátapial de por medio como la casa de él con el pa­tio del negocio, y la Paqui «¿por qué no le mostra­mos a Raúl el patio donde jugamos?. pero estabatodo oscuro pero sería lo mejor jugar de nochea los sustos los tres y entrar por el portón deatrás y estaba oscuro que no se veían los casco­tes del suelo y tropezamos a cada rato y en­tramos cerca de las bardalesas y Raúl García medijo que me fuera a esconder que ellos me busca­ban y tenía todos los rulitos con gomina y la carano era la misma, era de los que roban en lascintas y yo lo mismo m~ fui a esconder, bien de­trás de los cajones y las damajuanas. Y no seoye que me buscan y en seguida me di cuentade que me quieren pegar un susto bárbaro, acer­carse despacito y decirme ibum! y salí corriendo

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y fui a las bordalesas, y no los veo, y me subo auna bordalesa y vi las sombras que se metían de­trás del camión viejo sin ruedas. Y acercarmedespacito para darles un susto, pero ellos en vezde estar calladitos están cuchicheando, qué ascoen el camión viejo puede haber un gato que sedespierta y muerde y los gritos despiertan a losratones y las víboras, y todos se largan a aga­rrarnos, y la Paqui y Raúl García... dicen lo peor,las cosas de porquerías, se oyen besos y la Paquidecía que le tenia miedo que él era grande y ellaera señorita pero muy chica todavía, y él le diceque ella tiene miedo porque nunca había vistoa un hombre como era y que le agarrara para queviera como era, y la Paqui dice que tenia miedode que le va a salir sangre y que después él nola iba a querer más, que la iba a dejar y él ledice que no la iba a dejar porque era la más lindadel pueblo (mentira, más linda es la maestra deprimer grado) y la Paqui le agarra el pito y le diceque le da miedo, y ella no sabía que a lo mejorfallaba un minuto para que a él le empezaran abrotar de adentro todos los órganos del aparatodigestivo-reproductor, y él le pide que le deje po­ner el pito entre las piernas y yo ya queria empe­zar a gritarle a la Paqui que se salvara, que ellano dibujó el aparato digestivo del ave, y no sabetodas las porquerias que hay, con esos racimitosy esa especie de taza verde para abajo con elnombre dificil corte transversal de la vejiga, y eselío de cañitos enredados como un cuerpo de arañavenenosa y Raúl García que con esos rulos de cir­co es el ave, la cabeza del ave medio desplumada,y yo iba a gritar pero como me vino de golpe lagana de repetir la torta repugnante de mucha man­teca y me vino la gana de oír también de golpe,y cuando pedí repetir la torta Helenita me sacó lalengua y me dieron otra tajada pero me dieronganas de oír más, que él quería meterle el pitopara que ella no se pudiera mover y ahí aprove­chaba a pegarle y arrancarle la ropa para verlelas tetas, y hacerle rayas con un cuchillo hasta de­jarla toda marcada y darle los pellizcones que due­len más y dejan moretones... hasta que llega elmomento peor en que se ven las cosas que hayadentro del cuerpo de los hombres, la taza verdeque se mueve capaz de morder, y el enredo decañitos que si enlazan al cuello van apretandocomo la horca, y ese cuerpo de araña venenosaque tocarla debe dar el miedo de gritar más detodos, gritar más fuerte todavia que la chica quese vuelve loca en «Cumbres de pasión», y lasmujeres no pueden gritar porque si viene alguienve que él le metió el pito y la Paqui es una puta.Y al final son eso, la Paqui es una puta y Raúl Gar­cía un atorrante, yo que creía que era tan bueno,

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Empieza con una carga algo repentina de brigadaen desuso, de guitarreros viudos hace miles deaños: cuarto de siglo más tarde se hace extran­jera pero nostálgica referencia a los bajos enton­ces mal iluminados de Villa Urquiza, en particularla franja urbana sin acceso posible para nadie queno hubiera nacido en la franja y donde la legen­daria barra de Tomasol, la que defendía el criteriode frontera, mantuvo a cualquier precio el fuegosagrado del ocio: todo esfuerzo embrutece, todatentativa para incorporarse a la caravana del sudorse relaciona con el resto de la ciudad marmota,inminente, sacudida por el hollín y los desperta­dores.

Enseguida, debido a una imprevista correcciónde la lente, entra en foco por aquellos tiempos: queun tanto deformado en el manoseo y las habladu­rías (ejemplo: dos mujeres a media voz en las ti­nieblas de un comedor diario con la panera en elcentro y las flores de papel). Natalio Ventura afó­nico, chueca de dicción, lea en su mismo pijamade abrigo el Kropotkin imborrable bajo la curva sinnubes que me decido por suficientemente azul yatrás, mientras todos venían hacia la quinta deSaavedra, la yegua blanca con sus patas traserasbien abiertas meando hacia algún largo corralón desicilianos. A pesar de las deformaciones igual re­sulta una voz afónica la de Natalio, guía y maestrodurante los años heroicos, su rara dificultad des­pués del almuerzo cotidiano en la quinta para losTomasol legítimos, sobrios en el pasto. Ni movi­mientos en falso entre el auditorio, ni el fervor esun viejo corrompido, demasiado triste en el final:algunos tienen las palmas bajo la nuca, las ro­dillas en punta y lo escuchan; cada tanto si chis­tan, chistarían al que se queja por la intensidad dela luz contra los ojos.

Claro que si uno había llegado desde afuera dela frontera -ese paisaje en ruinas formaba parteesencial de la frontera-, y se tiró cualquier día enla quinta con ellos y un rato más tarde del pucherose pone de pie, son los años cuarenta y suponga­mos que también le permitieran ponerse de piepara seguir hacia adentro, enceguecerse durantelos escasos metros hasta el alambre, si uno no dudao acaso olvida todos los rumores, salta el alambredesfigurado al revés de como lo saltaron ellos, nole queda otra cosa por delante que aquella únicacalle empedrada a lo largo de la franja y entre 10-

cutores atacados por un antiquísimo mal; entoncesalguien a propósito inmóvil sobre una sillita bajafuma algo parecido a una pipa en la solemnidadde la Siberia.

y el sombrero del entrado en años que leía cadasobremesa de comunión en la quinta es negro conel ala para arriba, unos veinticinco años más tarde,de a ratos, insiste también cierta bandada muy pocoágil de palomas que se supone imprescindible. Beta,o sobre todo el hermano de Julián, diría en unapausa aprovechando que a Natalio se le pegaronlas páginas: «no comprendo por qué los echamosa los ingleses, tanto pelotudo aceite desde las te­rrazas». Mejor las botellas fijas en la tierra, nuncahabía que olvidarse de tapar las botellas y el úni­co chico presente que no quiere para nada quelo echen raspando la olla ennegrecida por el humo,lo mejor de sí en ese acto. Y Beta, o el hermanode Julián: «ahora tendríamos niebla y piloto, buentabaco chupando whisky inglés desde la mañana».Mientras el perro de paladar oscuro, el mendigo,juega en secreto con vos, te lame las manos ne­gras por el tizne hasta que alguien lo patea y to­davía pueden tomar conciencia de que sos unchico el que raspa, despedirte con un ademán secohacia el exilio.

Cierto orden inexorable en lo concerniente aprocurarse cada mañana los víveres: durante lanoche anterior el Tomasol de turno recibía la ar­pillera vacía para danzar el malabarista entre lamuchedumbre de la feria. Más bien inminente elmediodía todos sentados en el cordón de la ve­reda del bar Trece (otro baluarte Tornasol) hastaque se escuchen las pantuflas de Natalio Venturaque duerme hasta las once y a las y media pasacon el libro y la olla, que no se detiene ni los mira;un poco el asceta trasplantado a la Siberia por labrutalidad de los sucesos.

Es fácil distinguirlos en un grupo algo desmem­brado atrás del pijama, pensar cuarto de siglo mástarde que la urbe industrial, que el cordón lumpende la urbe: había una victrola, las maderas que elúnico chico que empieza a preocuparnos transpor­ta entre los últimos, en lo posible sobre el hombro.Pasan como cada día frente al corralón ya mencio­nado, siguen hasta el alambre que durante el si­glo anterior limitara la posesión doméstica del re­gidor del Cabildo. De modo que una vez metidosen la quinta, en un claro de pasto, Ambrosio Lobostirará los reyes contra la lona mientras el resto seacomoda en comunidad a esperar el almuerzo, es

Blues

NESTOR SANCHEZ

Siberia1

MANUEL PUIG

papel picado, y yo doy un salto desde este za­guán tan oscuro y él me levanta en brazos, los ojoscolorados le digo que son irritados de conjunti­vitis, nunca va a saber que me dejé pegar, porquealto desde donde estamos empezamos a mirartodos los truenos y rayos que caen sobre los malosy no voy a tener más miedo porque no nos va apasar más nada y mamá me hace señas que estácerca también salvada en el alto de otra 10mita,con los de La Plata... y ojalá que la Teté lleguea tiempo a Vallejos, antes del fin del mundo, ellatambién salvada, y la maestra de primer grado, yel Lalo, y en el grado hacemos siempre dibujos ypocos dictados y después voy a piano y a inglésy tomo la leche y vamos al cine con mamá y pa­seamos por los campitos de Holanda y desde ahíse vería si papá está en casa o se fue al cine,y yo miro al tío de Helenita que ahora tiene lacara Iisita afeitada como siempre y más lustrosaque nunca, como los muñecos, y los ojos ya noson más de hombre, son de piedras preciosas,que cuestan tanto comprarlas, y en brazos me tienecontra el pecho y me tiene bien fuerte para quenadie me arranque de un tirón, y mejor todavíasería que nos quedáramos pegados, porque en­tonces nadie puede tironearme para otro lado y,entonces voy a estar pegado al pecho de él. y porahí sin que se dé cuenta me paso para adentrodel pecho del tío de Helenita, que ya no nos se­para más nadie, porque voy a estar adentro de élcomo el alma está adentro del cuerpo, yo voy aestar al lado del alma de él, envuelto en el almade él. Y se ven los campos en 10mitas tapadosde tulipanes de todos los colores, que debajo de lalluvia plateada de papel picado van empezando abrillar, brillar, como las plantas que bordó mamáen la cubrecama. Y si Dios la perdona a Helenita,va a venir a las lomas, y se va a poner más con­tenta que nunca al encontrar todos los tulipanes, losva a acariciar, y besar, y después va a correr adarle un beso al tío con la boca de perfume de ha­ber besado tantos tulipanes, y más y más besosal tío, y yo en mis adentros me voy a reír, perodespacito, porque Helenita, ella que se cree tanviva, no se va a dar cuenta que me está besandoa mí. D

nunca pude jugar con él, y la Paqui le dice queni. siquiera le deja poner el pito entre las piernas,únicamente el día que se case, él no sé que estáhaciendo, como si le hubiesen dado una patada enel estómago, empezó a decir ah-ah-ah-ah, comosi se ahogara y la Paqui empezó a soltarse di­ciendo que la está ensuciando, que está toda sal­picada en las piernas y zaz! me encontró que yoestaba espiando y me agarró a zamarrearme y metadecir que yo era un cuentero y que le jurara porDios que no iba a decir nada, y se fue iPaqui, Pa­quita, yo quiero esperar en tu casa, hasta que nose note que lloré! iPaqui! iPaqui! ¿y a quién lepregunto si papá está en el cine? ¿quién puedesaber que papá no está en casa? y vino RaúlGarcía y me agarró de un brazo y me dijo que sillegaba a contar a alguien me iba a romper la ca­beza, todo con cara de malo sin gritar para queno lo oyeran los vecinos, y lo podían venir a to­car los gatos con sarna del patio, que si les pisala cola se ponen furiosos y salen los ratones delas cuevas, los ratones que se meten en la roñay se comen todo lo más asqueroso, se comen losgatos muertos que los pisaron los autos, y las ví­boras oyen y se vienen arrastrando entre los cas­cotes, y hasta puede haber pajarracos en el patioque dan una vuelta cerrada en el aire a todavelocidad y se largan sobre los chicos a darlesel picotazo más fuerte que pueden. En la cara deRaúl García de malo, de costra dura filosa y laPaqui con cara flaca de las monjas sin pintarse,los picotazos no entran que es la costra más duraque todo, la costra de los animales más malos delmundo. Que en el fin del mundo se van a quemar,la Paqui se va a morir aplastada entre las bor­dalesas que después se la comen los ratones,Raúl García partido en dos por el hachazo que lepega uno del negocio cuando lo ve que se metióen el patio, y Luisito Castro se hunde en un pozohirviendo de cal y les cae encima la lluvia de go­tas de fuego, que quema a los malos nada más,los buenos están en unos campos de 10mitas deHolanda esperando el juicio final, y ahí no haymás peligros: que por donde camina el que secasó con la tía de Helenita las gotas de fuegono queman, se vuelven plateadas, y Iivianitas como

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el único de los presentes que lleva siempre zapa­tos y arriba la olla: una lenta (o apacible) columnade humo a favor de la especie con la casa deDon Comelio oculta desde allí debido a las zonascon pasto crecido o al resplandor que arrancaríaen las hojas.

¿De qué sirve entonces que por mi parte nuncasalté ese alambre ni probé una papa del pucherode cola?: cierta lentitud marica en un puerto dondepor otros motivos le cambiarán la voz con el vino,se le subirá el alcohol a la cabeza. Hacia la mitadde cada tarde terminarán boca arriba la fruta queel chico tiró desde esos árboles para enseguidadedicarse a la olla, un ligero ruido a chupadashasta que empezará otra vez la afonía raspante,nada sería igual al momento anterior. todo cambia,y Remigio se incorpora en un brazo pero no seanima, ya preguntará interrumpiéndolo, ya unastres o cuatro de la tarde se le tirarán encima a susordera del alma. Lo evidente (desde el enfoquemás desapasionado) es que nadie podría explicarpor sus propios medios la presencia del chico enla quinta; raspa, el perro que le lame las manos,pero igual lo escucha al Natalio con anteojos in­descriptibles: un mohicano en pijama grueso ex­plicándoles el mundo o la falta de motivo para re­conocerlo tal cual, un poco la chispa del incendioque haría más adelante de ese mismo chico unadolescente silencioso, rumiador de su parte, in­mortalizado con el apodo de Obispo por el mismoVentura, debido, se supuso siempre, a esa faltade inclinación por el trabajo físico, el carácter con­templativo que desde tan corta edad deja sin em­bargo entrever a pesar del ocasional trajín en laquinta.

Por la ca!le Valdenegro al norte, también durantelos años cuarenta, languidecía la frontera y al em­pezar los plátanos ya no quedaban rastros de laSiberia. Apenas cinco cuadras adelante y el pri­mer colectivo en la curva de la farmacia Olimpocon algún frasco de esencia de banana en la tras­tienda; enseguida, siempre al·· norte, un jardín· a lacalle y enseguida del jardín el living encerado quesobresale un pocO' del convoy, al fondodel< con­voy un hombre viejo de uñas perfectas mClrtillaoenrosca o baja una maceta y adelante, en el jardína la calle, el otro chico enestecas6 inmóvil<quesi se dirige al comedor diario puede escuchar ados mujeres trasmitirse calamidades< sobre 18.<Si"beria:espera con un pie asomado a la \Fel"ja quealgún domingo por la mañana el viejo busql1elaboina y se decida y caminen por Valdel1egro haciael sur y sigan por el rocío y lIeguena<la únicacalle empedrada para desembocar extraños al alam­bre de la quinta. Mucho después de aquel· único

NEsrOR SANCHEZ

domingo se pensaría que el traje oscuro que bri­llaba era el traje oscuro de Remigio: brilla. el trajeoscuro de Remigio, la camisa con puños, se tam­balea a unos pocos pasos de la otra Iíneaimagi­naria, mejor se le quiebran las rodillas como si es­tuviera a punto de caer arrodillado. Sonríe, tardaen seguir las acciones: dos Tomasol, de pasada,lo habrían arrastrado del Trece donde coronabala noche, lo habrían levantado cada uno por unbrazo y al final quedó fuera de juego, en el mismolugar desde el principio. En honor a la verdad elviejo y yo (que era el chico inmóvil) los mirábamosllevarla a voluntad descalzos e invictos, reírse ba­jito de los visitantes: ejemplo aquel pase en pro­fundidad hacia la punta y allá corre Julián o elnegro Cepeda o alguien no del todo identificable,la para, le cuesta distinguir un poco por el humolibre desde la basura mientras el mismo perro depaladar oscuro se agita lejos, sin ruido, siempreen sentido favorable a la pelota. En el mismo ordende cosas la mujer del viejo jubilado que me tienefijo a su flanco, la vieja en Valdenegro, solía llevar­me en el aire en su vals, cada fiesta sin hacer pieen el piso encerado del living con las caras en cír­culo y yo que me ahogo en su pecho, se ha vuel­to loca y gira, él -el viejo- que la miraría bailaragarrado a su cigarro ¿qué hace este domingoacá?, no cuentan los años, para ella,mírenla ágil,es él, los años. Va el centro ceñido y salta esaespecie de inside que es el flaco Colombres, haceuna mueca terrible en el aire, después se casa,rumia, lleva un chico sin gestos a horcajadas, lomatan por abombado en el patio de la jaboneríapese a que el mismo Lobos se lo había previsto,le había dicho que eran demasiados los comenta­rios con cualquiera. Remigio termina hasta elúl­timo fósforo, pretende patear la cajita vacía en unarranque solidario: algo ocurre a su alrededor, selevantaría de a poco la niebla. Está también, justoaquel domingo, ese chico que después grita el golatrás del arco perteneciente a los locales --ni <seabrazan entre ellos, ni le está permitido entrar parafestejarlo.· La mano/que me sujeta/ cerca·<del' alam­bre es áspera, levantó algul1áésfa:ciól1 i ferroviariaantes de dedícarsealas/armarias, a las manijaspara el cajón de las papas. Tula lapide especial­mente ~esdéatrá~y nadie más que Lobos protesta,cuando la recibe. TUla.·.¡;igue hasta'media canchay vuelve, los<espera, ahora se sienta en la pelotacansado del dominio, íráa comprarse. un camión,a olvidarlo todoL Algúnosle/hacen señas. a Remi­gio/deque se.quedeierl su lugar <porque muchodespués deláconquista quiere abrazarlo al flacoColombres, elsollo>sacudeo se resigna y vadescendiendo hastaunbudavestido para el esco­laso:· mira fijo el área aunque es en el centro, con

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juego alto, porque Tomasol se niega a ningún tipode avance. En especial se trata de esa pelota inú­til, desesperada, que ni preocupa al arquero. Lacorre el chico que es el Obispo en la infancia: lacorrés y a vos te ladra y persigue, volvéstrayén­dola· de arrastrón con las zapatillas mojadas porel rocío. Incluso antes de sentarse otra vez en eladoquín, dio aquellos saltitos suaves tipo entrena­miento palmeándose por el frío los costados delcuerpo.

Durante lo~ primeros años de su vida el chico quesería más adelante el Obispo (inexplicable a esaedad. entre la gente de Tomasol), adoró la natura­leza en. la quinta de Saavedra, supo levantar unapiedra y ponerle el cuerpo a la desgracia. En latercera pieza que también daba al resplandor, enplena Siberia, dormía generalmente destapado acausa de la cama angosta, con barrotes, y a quela compartía con la vieja malhumorada del dialec­to. A su modo, debió fracasar sin ningún tipo deatenuantes cuando el único intento de salario so­bre la Raleigh despintada de la farmacia Olimpo.

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Una apacible columna de humo que por distintosmotivos necesito haber localizado desde mi te­rraza en la calle Valdenegro, el olor inextinguiblede la ropa masturbándome sin ninguna urgenciasobre algún semanario radial. Después se descen­dió la escalera que tenía peldaños irregulares deporlan y se siguió ya sin el viejo bajo los plátanosy en dirección al norte un poco porque en la vi­drierade la avenida estaba la primera mueca deClide (Clide que podría asegurarlo en tu presencia)y ahora lo que más se destaca no son sus pulló­veres internos sino ese anochecer en el parqueque ya para los años cincuenta había reemplazadoa la quinta alambrada y cobijante.

Como se comprobará en lo sucesivo, nos cono­cimos con el Obispo un poco al azar en la esquinade la academia y a escasos días del encuentro, yacon traje largo y algunos árboles atrás, seguro mevio gatear por el pasto, treparla a Clide en la pie­dra porque tenía adentro el triple salto mortal paracaer justo en mí que la sentaba en las manos hastaresbalar entre sus huesos, le llevé la mano y apretó,le dije mové la mano siempre y sin pensar en elObispo apoyado en el tercer árbol me senté sobrelas carpetas de dactilografía y lloré. Le dirías a laamiga de Clide que en otra época no demasiadoanterior ese parque con museo había sido la Si­beria al fondo, que vos el chico con olla tiznadapor afuera para puchero lo más lejos posible del

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tumulto. En realidad ella le contó esa misma nochea Clide que lo único digno fueron esos)argos mi­nutos con un hombro apoyado en el tronco. sacan­do un Tomasol monocorde aunque ya en ese casosin columna de humo y nada más que caldo conla capa de grasa de caldo, ni siquiera ganas deinsistir con la lectura porque a cierta hora se. di­ficultaba toda página, Natalio Ventura. lo sabría olas palabras no bastan. El chico que fuiste ya sedijo callado, agradecido por seguir allá entre ellos,es el que tenia a su cargo la manija de lavictrola:que como de costumbre .elija Natalioentre los po­cos discos, el Kropotkinsin tapas o con las tapasdestrozadas recién caído desde sus rodillas, unrecogimiento primordial en la frontera clave· de laSiberia. y que la voz del más grande. se pierda enel viento cruzado de cuando era la quinta. Restaque en cuanto aparecía la música cualquiera deellos rodaba por el. pasto para salvar los golpesporque había decidido hacerles .de mujer y estoera siempre resistido al principio. El que se incor­pora mueve las caderas casi Pola Negrí fuera deserie, insatisfecha, Pola deslucida entre las prime­ras sombras porque bailaban encorvados y mirán­dose en vano las zapatillas, lo hacían mal, falla­ban en aquello del baile a causa de estarse todoel día uno al lado del otro, lejos de ellas que sólofueron controladas a la distancia y bajo el toldodel Trece: ráfagas de tacos por lo común dos aga­rradas del brazo y los pechos alzados para nadie,rápidas, siempre oscuramente enardecidas .porelextranjero.

Hablo también del patio angosto, en plena Siberia,donde da todo el resplandor de la casa al que sesale pateando cualquiera de las persianas. Allí enen centro del patio, en cualquier innumerable retor­no, se levantaron otra vez los brazos por haber dor­mido de una volteada, se acomodó la sillita a uncostado de la espuma de la canaleta' abierta, pasacon lentitud, desborda. Un patio pintado a la caldonde a cualquier hora, por la noche y sin nin­gún aviso, pudo introducirse a cualquier desespe­rado con bigote y anillo de sello: dormirá en lacama del Obispo, a la mañana siguiente se lo veráabrazado a su ropa cristalina en el alambre.

Es también una tarde de día laborable que vol­verá a mencionarse y la hermana del Obispo pei­nando a la madre atontada por el reflejo--siemprehabrá un canario, un folklorista tímido recorriendolos hangares. La que está sentada parece másvie­ja aunque si uno se abandona puede desembocar­se a desengaños como tiros, como telegramas deun loco. Tiene las piernas completamente/separa­das y cierra los ojos, hay horquHlas<.enlo~labios

de la más joven que por ese único. motivono<canta.

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el taco sano, recorrerlo de talco. Igual unos mesesmás adelante, sin sombras del chico que fuera enla quinta, el Obíspopedirá las bolas por su cuentaen el mostrador, le gritará al gallego. que .Iatizahúmeda o el café con borra pero antes que esto,todavía con el pantalón arremangado, está Remigiodiciéndole una noche que salga. Se opta por loshumos juntos en la neblina, sin muchos rodeos laclave cincuenta-cincuenta-cien en definitiva Remigiole muestra el billete de cincuenta que llevaría arru­gado de chiquilin y el Obispo claro que lo ve bajoel farol de la bocacalle, enseguida lo tiene en lapunta de los dedos y se lo devuelve cuando llegael momento, se confunde un poco pero no pre­gunta, repite todos los movimientos desde el prin­cipio, ilumina.

Ahora haberse quedado inmóvil aquella mismamadrugada sobre la medianera del patio a la cuales sospechar que entraba otro a la casa, otro te­nía que llegar sin ruido hasta la tercera persianay sacarse el pantalón que enseguida habrá queesconder porque en el entusiasmo olvidó dejárseloa Natalio. Poco a poco en la cama que pareceríamojada porque ya no está el tufo de la vieja, lavieja malhumorada ha muerto aunque justo eseamanecer no debiste pensaren la muerte. Unaren­dija con luz en la persiana que a las dos o treshoras dará por completo al resplandor del patio;algo interminable en el cuerpo.

Cierto hombre de unos treinta años, peinado concepillo y el pucho por lugar común en los labios,lleva de la mano al ladero con pantalón que learrastra por la vereda. Entran juntos a los negocios.A partir de ese instante el Obispo debe hablarlesin parar al que los atiende, debe aturdirlo con lacharla sin interrumpirse por ningún motivo y muyespecialmente cuando Remigio pague con el bi­llete de cincuenta, acaricie la cabeza del mucha­chíto que habla, forme cien con el vuelto que acabade dar y rescata, las monedas del gasto ya lastenía en una mano y en el acto pide cien en unsolo papel según aclara para evitar el cambio por­que se tentaria a gastarlo en el acompañante me­nor y entrañable: no para el Obispo, con el mismoaliento dice que querría algo más caro, Remigiolo reta, lo sacude por el brazo, salen, una cuadrasí y una no, todavía sin alejarse mucho de la fron­tera.

y un poco a la par de aquella proyectada gira enla que harían juntos la ciudad de Rosario, delprimer traje de mala confección comprado bajoel control de Remigio en la única sastrería de laSiberia, empezaban a llegar las primeras noticiasreferentes al ascenso de Lobos que en los últimosmeses por algo no aparecía en el Trece: algo del

de la vereda contraria. Alguna vez lo recordaría elObispo: «después daba risa verme entrar al Trececon aquel pantalón arremangado»; recordaría laduda del gallego entre sacarlo a patadas o seguircomo si no exístiera desde la máquina expresshasta la registradora que no registra pero lo mismohace escapar el cajón.

Desde el principio confirmó que el mostrador fuesiempre una raya divisoria. El gallego deja de resis­tir su triunfo bastante inadvertido y como cosa co­rriente pasada la medianoche baja un poco el mur­mullo, nada más que los Tornasol presentes y seapoya en los codos y hasta puede quedarse dor­mido mientras observa al nuevo rayero en la mesade Remigio, marca las carambolas con el tacoroto y todo el dla allí atrás del mostrador ese hijode puta con la mujer que engorda, que se peinasólo cuando viene Lobos y al final siempre tieneque echarlos, pasan agachados bajo la cortina me­tálica aunque lo mismo se quedan afuera, hace lacaja y gritan afuera porque nunca entenderán lasrazones pero lo mismo le había recibido el unifor­me la tarde del escándalo en la quinta con losmunicipales cuando tardó en salir otra vez a lacalle con lo de mano por el paño que habrá sidoel juramento: volver lo antes posible, quedarse;aunque la primera noche lo sacaría por un brazo ala lluvia, sólo a la semana escabullía el pantalónque fue buscado en cada recoveco de la casapero él lo dejaba en la pieza de Ventura, a esapieza de madera imprecisa entraba cada díael chico y salia media hora más tarde el primerObispo con pantalón arremangado; la misma platadando vueltas desde temprano hasta el cajón conresorte: cada minuto allí atrás del mostrador sinsiquiera imaginar el secreto que se respira del otrolado (sin haberle ocurrido nunca algo cercano alos primeros meses de rayero estable para Remi­gio), solo un gallego con sueño que se sientaa la misma mesa los sábados por la noche parael único codillo de la semana y entonces Tornasoldispone su representante, sueñan, acarician el sue­ño de que llegue la noche de pelarlo: todos tapan­do la mesa, que se ponga calentito y vaya mil ve­ces hasta el cajón de la registradora, que la traigatoda y después por el resto al ropero de luna,que no le quede nada y afloje el lagrimal sentadosobre el cordón de la vereda con la cara vueltahacia el interior del Trece donde son descorcha­das todas las botellas mientras la pobre gorda fe­liz se desnuda despacío, canta, tira la ropa por elaire, mueve el culo ancho a los pasitos taconeados

el estaño.realidad sólo cuando el gallego está durode las barajas ella le sonríe a Lobos que

la olvída, es el momento justo de agarrar

En todo caso ubicar· o,.· porúbicarro mejor, ,esistiral todavía un chico· désdeatrásdelmostrador del

CU!irelnta y seistódosotra vez

vestirse debaja posible

noche, enal cha-

gallego aburri­se secó las

arrastró por un bra­ba:stante crecido

intElrminable asomado des-

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poste hasta que la voz del único chico que no secomprende entre ellos se los pregunta, Tornasolordena que les preguntes: «¿por qué no .deja eseposte como estaba, diga?» A esas nítidas palabrasdebió sucederles un mirarse entre los gríses, no sedescarta que alguno haya intentado tocarle la ca­beza al chico por la inocencia. Fuiste el encargadode acercarte hasta el pozo, primero con la punta ala montaña de tierra: esos pocos minutos del chicoapisonando lo que todavía sobresale, el cascote anó­nimo contra la espalda del que lleva la gorra.

y correrás abrazado al uniforme para dejarlo enel Trece mientras su dueño que no pudo treparseal camión en el alboroto baila atrás en calzoncí­1I0s aunque Ventura se níegue a asistir, baila en laquinta con movimientos mínimos y todavía se es­cucha o te persigue lo que calculás el palo deJulián contra la olla.

Después resulta bastante difícil ese piquete po­licial que por otra parte tampoco intenta muchomás allá de la frontera. No paran un minuto losgrises y al mismo tiempo cada Tornasol apiñadoen la pieza de Ventura que consciente del desplie­gue sólo aconseja acciones imprevistas por la no­che. Hubo los fantasmas de la exasperación, pie­dras, un amago de incendio total que finalmenteprovocó la retirada para terminar sin ninguna baja.Tres o cuatro días más de volteado por completoel alambre, !os grises se dedicaron a los pinos, ala distribución de la gramilla. En alguna parteaclara: acaso en aquel dia se hubiera llevado acabo una obra fatal. La casa de Don Cornelio. vi­sible, descascarada, se transformó hora a hora enese emputecido museo con parque para mujeresque tejerían tiesas al solecito. Vendrían de otromundo rodeadas por chicos que se habrán pare­cido tanto al que asomaba la pierna por la verjadel jardín unas cinco cuadras hacia el lado deacá por Valdenegro.

y en más de una oportunidad lo habrán golpeadoa nuestro chico sobre el pasto convengamos des­parejo de la quinta. Mejor si silba al revés, la san­gre agolpada en la cabeza pero que siga en lasmanos hasta que Beto se canse o perdone: «no sépor qué a Lobos se le ocurrió gritar que bastamientras mezclaba para el desquite»; por lo demásel chico sigue muy lejos de largarse a llorar, quizáse esfuerza en eso o descifra que se entrena parauna historia donde los hechos serán también al­terados y hasta algunos perdidos por la pobrezade todo tipo que tanto entristeciera a Hesíodo apartir de la segunda adolescencia. Camina por sucuenta en las manos después del grito de Lobos,ya nadie se lo exige pero igual los satura de equi­librio, También tirarse desde el árbol sin tocar eltronco, la caja de cigarrillos o no volvés y todala tarde con el pie introducido en el quiosco delzaguán hasta que la griega entra en el ritmo delinfortunio y dormita. Mientras corre con la cajade Gavilán sobre el empedrado hacia el alambre,el chico sabe que así se prepara -nunca habla,nunca pregunta, en todo caso hay un medíodíadonde Ventura le pasará esa mano lenta, esa manodefinitiva a contrapelo, Sólo bastante después si­gue negársele porque sí a Nerio o al mísmo flacoColombres.

Sin motivos demasíado precisos se hace indis­pensable agregar que ya para este tiempo le faltael diente de abajo por el que además de escupirconsigue el ruido de los mejores momentos: cadatanto a la olla, a los silencios de fondo de Tornasol.Incluso insistirá hasta el final (el mechón sobrela frente) en los sucesos que arrancan de esa me­diatarde a fines del verano. del cuarenta y seis enla que es también insustituíblerespirar resto deolor a puchero en el perroladre

Pudieron tomarse en detalle los premios de la lo­tería uruguaya, confesar en voz alta, sonora, cual­quier exceso (o golpe) relacionado con la mis­hiadura.

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(Colibrí 50.)

THELMA NAVA (México, 25 de noviembre de 1931), es directora de la revista PáiaroCascabel y recibió en 1962 el Premio Ramón López Velarde. Ha publicado: Aqui teguardo yo (1957) y Colibri 50 (1966).

treinta, más o menos jóvenes, que están a puntode entrar, o ya entraron pero demasiado invisi­bles, en la poesía de nuestro idioma.

Evito adrede una presentación crítica. Por dosrazones: 1) porque formo parte de esa generación,y 2) porque Octavio Paz, en su prólogo de Poesiaen movimiento, México 1915-1966, (Editorial SigloXXI, 1966), presenta en su forma ideal, Juego, estemismo grupo. Debo advertir también que esta se­lección es una consecuencia, aunque poco distinta,del trabajo conjunto que realizamos Octavio Paz,AIí Chumacero, José Emilio Pacheco y yo para ellibro arriba mencionado.

El orden de presentación es cronológico.

Yo no digo que el sol, inapreciable sueño de mi piel,entabla una demanda amorosa contra el latido del dia.Digo solamente que mi amor es un gajo desnudoque se cubre con hojas de ruibarbo y jazmines embotellados.Mi amor está desnudo y ha empezado a tatuar corazones en el viento,iconoclastas corazones dispensadores de azules albas.Nunca la música ha cabalgado en potros más esbeltos.Los antiguos pavorreales del verano han empezadoa mirarse desplegando sus arpas de colores.

CASI EL VERANO

La mañana no quiere parecerse a ninguna.En el viento cercano una lágrima tiembla.La niña ciega alcanza el sueño de la abeja.En tanto que nosotros transcurrimos.

A la luz del verano, salta, canta corazón.El aire quiere dormirse junto a tu boca.Tu corazón es una maquinaria secreta que me traga.La lluvia nos conduce de la mano hasta el pan tierno de su abrazo.A sus puertas estamos. Sobrecogidos y aromados.

lHELMA NAVA

Todo lo que se pide a un antólogo es que nos aho­rre el conocímiento, en su aspecto superficial, deuna literatura que se conoce poco y, en cambío, nosrevele lo que desconocemos de ella, además deorganizarnos la dispersión y las referencías en lasque casi roza nuestra ignorancia. Así, pues, paraseleccionar este breve grupo de poetas mexicanos,he seguido el criterio de elegir lo que a mi juiciome parece representativo de cada uno, entre unadiversidad de nombres razonable. Diez nuevos poe­tas de un solo país puede parecer excesivo a aque­llos que saben cómo escasean no sólo los buenospoetas, sino la poesía legible. Sin embargo, estosdiez poetas han sido escogidos entre veinte o

Nuevos poetas mexicanos(Selección y notas de Homero Aridjis)

NEsrOR SANCHEZ

que había sido tocado hondo por la divinidad. Nole discutió el pago a Colambres que se negaba aentender, no hizo el menor esfuerzo para que selo cambiara por plata. El flaco resistió durantedías, en un determinado momento pateó una sillay, calmado el ataque de nervios,. lo mismo insistíacon que le sacaran tanta juventud cargosa deade­lante. Una semana más y le pasaría la dirección enOnce pero falsa; el Obispo volvió de la travesía ytampoco reprochó nada. Después fueron juntos,con el flaco que a cada esquina parecía decididoa bajarse, no haber visto en su vida una cara ni si­quiera parecida a la del muchachito empeñadoen la competencia. De manera que el Obispo pudocomprar los dos cronómetros berreta que vendiódurante las primeras veinticuatro horas por sucuenta en los alrededores de plaza Constitución.Siguen las compras por gruesa,el bolsillo exteriordel saco siempre un poco deformado .por el bulto-lo cierto es que ha decidido no resignarse ala ausencia de posibilidades en una Siberia queal mismo tiempo se desdibuja y la asfaltan. Porsu parte, la barra de Tomasol, arrinconada pocoa poco en el Trece, sin quinta ni crédito hacia Na­talio Ventura que no abandona su pieza en losfondos de la familia Bianchí, pierde cohesíón ideo­lógica, se anula a sí misma en lo indiferenciado. O

Grabado' de Gabino

mejicano de -mejicanos perfecto en los detalles acentímetros de la ruta, una mesa propia con paseinglés estable sin restricciones. Reapareció Loboscomo se sabe un domingo a la tarde sin saludara nadie, la frenada del auto y lo llamó a Remigioal mostrador. Tomaron en copas altas, con hielolavado. Desde que corrió la silla para atrás aban­donó la mesa compartida con el Obispo, o todavíaantes al verlo bajar desde la vidriera, Remigio yase había pasado con todo: «apenas tiempo parauna seña final hacia la mesa", una seña final ha­cia el ladero joven mientras salía tocándole uncodo a Lobos y enseguida tieso de la ventanilla,una vez más el ruido a frenos pero en la primeracurva, hacia Valdenegro, hasta que se lo tragó porcompleto el abismo.

Durante los meses siguientes uno podía verlo alObispo solo, cada tarde con el traje y ayunandoaunque lleno de fe bajo el toldo del Trece. Dijocien veces no a la tentación proveniente de changao jornal, anduvo mucho para aclarar las ideas. Undía de generala le ganó el bueno al flaco Colam­bres que por falta de efectivo pagó con un hermo­so reloj pulsera que además tenía una palanquitapara el cronómetro y se detuvo en la muñeca delObispo a las cuarenta y ocho horas exactas. Encambio el Obispo sintió, como ayer con Remigio,

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MARCO ·ANTONIO MONTES DE OCA

SE AGRIETA EL LABIO NACE LA PALABRA

(Para mi gran amigo Arturo González Cossío)

Se agrieta el labio nace la palabraSurge un otoño de hojas verdes y perpetuasAqui es allá el norte ya no existeVamos en viaje todosLa isla avienta contra el aire su ancla milenaria

Solas se dicen las palabrasPálidos rubies que manan de la plena bonanzaArados de luz sobre las aguasUnitarias palabras semejantesA una selva que se vuelva un árbolUn mismo árbol creciendoComo un solitario y fabuloso perchero para pájaros

Hay que api/arlas como pesos de fuegoPagar con ellas por el mi/agro que concedenO echarlas a volar como una baraja de cantáridasBajo la piel de ciertos ciegos

Se agrieta el labio nace la palabraViajamos por una ventana erizada de sonrisasEl castor hunde su diente minucioso en pi/ares de cenizaCaminan las palabras por la calle torturadaQue va desde la garganta al infinitoMarchan las palabras en perfecta disciplinaHacia la gorgeante emboscada de si mismas

Ellas nos comunican o nos matanDenodadas palabrasLlaves maestras de los pechosQue también abren la caja fuerte y porosa de las piedrasEllas nos comunican o nos matanY suben por la noche los tejadosEn que autómatas orean sus camisas de lámina

Se agrieta el labio nace la palabraEl cielo agita su collar sonoro sus brazaletes de campanasCorremos montados en el ciervo que perseguimosAquí es alláTraspasamos la estallante hornazaQue mueve rizos de mármol en la cornisaHemos llegadoPor una rendija en el misterioAl corazón de la palabra hemos llegado

(Cantos al sol que no se alcanza.)

ATRAS DE LA MEMORIA

De hinojos en el vientre de mi madreYo no hacia otra cosa que rezar,Por la grieta de su boca perfumadaAlguna vez el resplandor externo sorprendi;No estaba yo al corriente de la realidadPero cuando ella sonreiaUn mediterráneo fuego se posabaEn el quebradizo travesaño de mis huesos.

Era el impredecible amanecer de mi mismoY en aquellas visperas de gala y de miseriaPude oir el eco del granizoTras la nerviosa ventana carnal;Arrodíllado estuve muchos meses,Velando mis armas,Contando los instantes, los ritmicos suspirosQue me separaban de la noche polar.

Pronto empuñé la vida,Con manos tan pequeñasQue apenas rodeaban un huevo de paloma;Jugué a torcer en mi/ sentidos,Con un alambre de oro,El rayo absorto que a otra existencia me lanzaba.

Cabellos y piernas con delicado estrépitoSaludaron el semáforo canicular.Entonces halé hasta mis labiosLa cobija de vapor que yo mismo despediaY me dormí en la profunda felicidadQue uno siente cuando conoce el aire.

(Fundación del entusiasmo.)

LA DESPEDIDA DEL BUFaN

Se ajaron mis ropas de polvo colorido,al fondo del mar mis vestiduras devolvi;ciego quedé junto al estanque,junto al rio desmayado por un coletazo de su propia espuma.

En vano busqué la imagen miamirándome en el espejo oscuro de los girasoles;perdi el bríllo inmortal liquidándolo a grandes sorbosy también mi franela para limpiar la lunay el puerto donde el atardecer cae de rodíllas.

Perdi mis entrañables pertenencias,mis lujos de hombre sin nada,la mirada antigua que creciaa la velocidad con que el tallo persigue su follaje.

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¿Dónde quedarian mis palacíos de aire con sueijo,dónde las enormes hojas blancasque el invierno desprendió del mástíl?

¿Las águíJas del centro de la tierra,los dulces inventos de aserrin,mis bienes todos, apenas mesurabies en latidos y alegria,en qué pliegue del caos hallaron sepultura?

Damas y caballeros, piedras y pájaros:es la hermosura de la vida lo que nos deja tan pobres,la hermosura de la vidalo que lentamente nos vuelve locos.

Oh señores, señoras, niños, flores,mi corazón comparece por última vez ante vosotros:se ajaron mis ropas de polvo colorido,al fondo del mar mis vestiduras devolvi.

(Cantos al sol que no se alcanza.)

MARCO ANTONIO MONTES DE OCA (México, 3 de agosto de 1932), es actualmentecorrector de pruebas en la Imprenta Universitaria; obtuvo el Premio Xavier Villaurrutiaen 1959. Ha publicado: Delante de la luz cantan los pájaros (Fondo de Cultura Eco­nómica, 1959); Cantos al sol que no se alcanza (Fondo de Cultura Económica, 1961);Fundación del entusiasmo (Universidad Nacional Autónoma de México, 1963); La par­cela en el edén (Pájaro Cascabel, 1964) y Vendimia del juglar (Editorial Joaquín Mortiz.1965).

JUAN BAÑUELOS

ANACREONTlCA

Colgué en sus labios el asombro.Como un tigre violeta le sangraban los ojos.Ahorré la luz debajo de su pelo.Sol. Tertulias de sombra en sus pestañasRumoreaban como uvas de un lagar.Reconstrui de súbito la fiebre,y el acoso flameaba entre sus medias.Pequeña de los años -diecisiete-Me despeñé desde su cuelloCuando debajo del corpiñoDos frágiles naviosSe le iban a pique.

(PubIícado en la revista El Corno Emplumado.)

JUAN BAÑUELOS (Tuxtla Gutiérrez,6 deoctubrede1932),haipúblicado: Puertas delmundo (en el volumen colectivo LaésPiga<amOtinad~;Fón~(j. Cultura Económica,1960) y Escribo en las paredes (tambíé~enielvolum:n~olectívoOcupación de la palabra,Fondo de Cultura Económica, 1965). Actualmente es corrector de estilo en una editorial.

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ISABEL FRAIRE

la densa, oscura tierraacoge mis pisadas

el muro lanzasu infinita suces/on de piedra

sobre el murola bugambílía hiere el aireel tronco de este árbol

es encrespado mar endurecido

arribalas hojas tiemblan

altas

(Publicado en la revisfa Correspondencias.)

DOBLARON EN EL VIENTO

IDoblaron en el viento las mariposas fúnebres sus alasgiró el caleidoscopioamaneció la muerte

con cara de mañanabríllaron las campanas y las hojas. de plata poblaron aires

nuevos

la muertecon cara de mañana, ojos de sueño

suspendida en bellezairradiaba

11amanecen

temblor leve de aireslos insectos

de figuras abstractas

un hormigueo de horasmultíplica colores

gira el caleidoscopiola luz cambia de rumbose transforma

la cara de las cosas

el recuerdo no habitaen el ojo arrobado

(Publicado en la Revista Mexicana de Literatura.)

ISABELFRAIRE (México, 30 de julio de 1934), no ha publicado todavía ningún librode poesía, pero colabora en revistas literarias de la ciudad de México.

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GABRIEL 'ZAIO

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SERGIO MONDRAGON

GURU

GABRIEL ZAID (Monterrey, 14 de octubre de 1934), ha publicado dos libros de poesía:Fundamento de la cíudad (Ediciones Sierra Madre,1963)ySeguímiento (Fondo de Cul­tura Económica, 1964).. Colabora en diversas· revistasde.Ja<ciudad de México con poe­mas y ensayos sobre<poesía;

PASTORAL

Una tarde con árboles,callada y encendida.

Las cosas su silenciollevan como su esquila.

Tienen sombra: la aceptan.Tienen nombre: lo olvidan.

y tú, pastor del Ser,tú la oveja perdida.

(Seguimiento.)

ACATA LA HERMOSURA

Acata la hermosuray rindete,corazón duro.

Acata la verdady endurécetecontra la marea.

o suéltate, quizá,como el Espiritufiel sobre las aguas.

(Seguimiento.)

NACIMIENTO DE VENUS

Asi surges. del agua,blanquisima,

y tus largos cabellos son del mar todavia,y los vientos te empujan, las olas te conducen,como el amanecer, por olas, serenísima.Así llegas helada como el amanecer.Así la dicha abriga como un manto.

(Seguimiento.)

LA OFRENDA

Mi amada es una tierra agradecida.Jamás se pierde lo que en ella se siembra.Toda fe puesta en ella fructífíca.Aun la menor palabra en ella da su fruto.Todo en ella se cumple, todo llega al verano.Cargada está de dádívas, pródiga y en sazón.En sus labios la gracia se síente agradecída.En sus ojos, su pecho, sus actos, su silencio.Le he dado lo que es suyo, por eso me lo entrega.Es el altar, la diosa y el cuerpo de la ofrenda.

(Seguimiento.)

CIRCE

Mi patria está en tus ojos, mí deber en tus labíos.Pídeme lo que quíeras menos que te abandone.Si naufragué en tus playas, sí tendído en tu arenasoy un cerdo feliz, soy tuyo, más no importa.Soy de este sol que eres, mi solar está en ti.Mis lauros en tu dicha, mi hacíenda en tus haberes.

(Seguimiento.)

la melena del león cubre el zoológico del cielosus garras se ejercitan en mí pecho que sangrasu cola se mece con suavidad en mis pestañas

es el león de todos los añosde todos los días

es el león del tapiz en el temploel león blanco con su barba de profetay sus ojos mansos sus músculos elásticos

es el león de la Justiciael león nacido en julio pero que reina en agostoes el león de las tremendas carcajadasel león al cual sólo los justos pueden mirar de frente

el león del rugido largo y penetrantecuyo eco retumba en todos fas rincones

la melena del león cae sobre mi frentey se anída en mí entrecejo

mí entrecejoque sigue aquí cavilando sobre el leónde la Justícía

(Publicado por primera vez en Poesía en movimiento.)

LA POESIA DEL SOL

la loca poesía tiene el sombrero del solla loca poesía tiene el manto de la lIuvíay nos tíende sus hílos doradosy florece como una respuesta a todas las preguntas

la loca poesla baja las escaleras del cíelotrepa los árboles de la mañanase adormila en las pestañas de los que nacende los que bucean la luz del mediodiade los que aran y oran

la loca poesía tiene los cabellos mojadosduerme por la nocheavanza por el díase detieneaspíra las flores y víaja con las nubes

la loca poesía habita mí hombrotu piehabíta tus pechos alegres

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la loca poesia mana del centro del solescurre por tu costadomana también de tu cabellomana de tus dedosestalla en las almenas de mis ojos

la poesia está loca por nosotrospara mirarla sólo tenemosqUiJ trazar el cuádruple. conjuronorte sur este oestey verla caer como la lluviaoirla cantar como el viento que pasaverla ovílIarse en las ingles de la tarde

la poesia está loca por nosotros y nos. regala el.veranoun verano que desfíla lentojunto a sus hermanas las estaciones

la loca poesia

(Publicado por primera vez en Poesia en movimiento.)

SERGIO MONDRAGON (Cuernavaca,. 18 de marzo de 1935), fundó y dirige, con Marga­ret Randall, El corno emplumado; ha publicado un libro de. poemas: Yo soy el otro (Edi­ciones de El corno emplumado, 1965). Fue becario del Centro Mexiéano de Escritoresdurante el periodo de 1965-66.

JOSE CARLOS BECERRA

LA MUJER DEL CUADRO

Lo empiezas a saber,tu amor va enseñando sus sales de baño, sus fíestas de guardar, sus cenas sin nadie,a veces, el esqueleto de tu ángel de-la guardabaila. en tus ojos,ciertas avecíllas sí/vestres amanecen temblando en tus manos,ya el tufo de la crucifixiónno te hace taparte la nariz de niña "que no sabe nada», "que no entiende nada».

Ya cruzas la puerta,ya sabes que el dolor es un mensajero servil del infinito,en tus ojos aquello que miras. despierta en tí misma· como pequeños niñosque se sientan al borde de sus camasesperando que vengan a vestirlos.

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apiñadas por el mismo placer, revueltas por el mismo dolor.Desnuda, la ropa que te acabas de quitarya no reaparece en tus ojos,tu mirada y tu voz entonces también se quedan· desnudas,te quedas desnuda,y por tu desnudez pasan los templos antiguos, las oraciones, los heridos de guerra

Iy los cánticos de guerra,los mares lejanos y también la vida posible en otros planetas.

Ya tu cuerpo comprende lo que signífíca ser tu cuerpo,lo que significa que tú seas él;tu cuerpo extendido a lo largo de tu amor, a lo largo .. de tu alma,y todos los barcos que zarpan de tu corazón llevan ahoralas luces apagadas.

Ya te has probado en tiy un hombre no es el extraño invasor que conocias,el esposo prudente, el hombrecito que cariñosamente te mataba· un momentopor unas cuantas caricias, por unas cuantas monedas.Pero sabes también que no existe el triunfo que alguna vez deseaste,por eso en tu mirada puede oirseel ruido del mar golpeando las costas solítarias· y a vecesel chí/lído de un pájaro detrás de la niebla o la llovizna pertinaz.

Ven aqui con tu colección de mariposas, con tus. antiguos juguetes que ya no existeny que parecen burlarse de ti desde ciertos. rincones,ven aqui con tus segmentos de niña asombrada.

Ven a mirar mis osos polares.Ven, ahora que sabes que también en los labios aparece-sin que nos demos cuenta-el beso monstruoso y bellode aquello que todavia llamamos el alma.

(Publicado en la revista Correspondencias.)

JOSE CARLOS BECERRA (Villahermosa, 21 de mayo de 1937), estudió Filosofía y Ar­quitectura en la Universidad Nacional. Publicará pronto su primer libro: La corona dehierro.

FRANCISCO CERVANTES

MAMBRU

Ya asumes tu cuerpo, ya viajas en todo lo que te rodea,a veces en tu sonrisa todavia apareceaquella niña larguirucha "tan bien educada»,pero tu esperanza enflaquece llamándote con voz cada· vez más débí/cuando ya no te dignas escucharla.

Extrañamente hermosa eres ahora tu propio fantasma,en tu alma han entrado la carne del mundo ylatuya confundidas,

no vino a despedirseno lo viMambrú se fue a la guerraqué dolor qué dolor qué penano sé cuándo vendráde él sólo recuerdo su capa purpúreasu cabello alejándose con lentituddetrás su joven paje

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más joven que él si esto es posiblefue una tarde fríapero habia sol¿o el fria sólo lo sentía yo?pasaron dias y diasse fue en silenciosu padre le dijo adiós desde el puente levadizosu recuerdo su figura eran cada vez más imprecisossi vendrá para pascuaqué dolor qué dolor qué guasao para la trinidadasi vino la pascuay se llegó la trinidadla trinidad se acabaqué dolor qué dolor qué rabiaMambrú no viene yaarriba de la torreel viento parecia cantarme he subido a la torrequé dolor qué dolor qué corredo re mi do re fapara ver si aún vendráhasta esta tarde tristeen que he visto venir por el caminoel traje vistoso desgarradosu lento paso de derrotapor allá viene su pajequé dolor qué dolor qué trajedo re mi do re faqué noticias traeráentonces recordéno vino a despedirseno lo vi

(Publicado en la revista Eco.)

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aún queda lejos cuando en ella estamos.iPedidle que se explique!Aqui, Bernal Diaz, tu muerte,a la derecha el vientoy a la izquierda los recuerdos.Oh, varón del eco,aqui tu más pura negativa,-afirmación compañera de tus compañeros-,el áspero titulo de «aventurero»,las letras que lo filtran dejando pasarsólo al héroe, listo para serlo.Cuánto más se enturbiaron las aguas del tiempoy cuánto se enturbiaron las sus cartas.Ruinas, memorias tan ruinosas,en verdad, tu historia está más cerca.Antigua, cuán exacta representación,miseria de la noche soldadesca que encara a la descaradaque llega, ya sin armadura y espada o arcabuz.Horada ahora esta mañana en que te veo,Antigua.

(Publicado en la revista Correspondencias.)

FRANCISCO CERVANTES (Querétaro, 22 de abril de 1938), ha traducido La Oda Mari­tima y El Guardador de rebaños de Fernando Pessoa. Fundó en su ciudad natal la re­vista Agora y ha trabajado como publicista en México y en Centroamérica. Tiene treslibros de poesia inéditos: Los varones señalados, Esta sustancia amarga y La materiadel tributo.

JOSE EMILIO PACHECO

ANTIGUA

Hemos sonreido en otros tiempos.En otros tiempos hemos sonreido.Ya llegamos, no te inquietes.Queda cerca, oye la invocación,oye las viejas oracionesperderse entre las más usuales blasfemiasel blando Susurro del acero hollando la carnede más de algún cristiano y aún de no conversos.Altas agujas, pasado que se agudizaengrosando con los años,

y el polvo que nos envia su aliento silenciario.Torres, campanarios, atrios,piedras de los siglos,esclusas del olvido.

Afilada contra otrora el fasto,contrahecha ciudad o contraseña

LA ENREDADERA

Verde o azul, fruto del muro, crece;divide cielo y tierra.Con los añosse va haciendo más rigida, más verde,costumbre de la piedra, cuerpo ávidode entrelazadas puntas que se tocan,llevan la misma savia, son una breve plantay también son un bosque;son los añosque se anudan y rompen;son los diasdel color del incendio;son el vientoque a través del otoñotoca el mundo,las oscuras

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raíces de la muertey el Iínajede sombra que se alzó en la enredadera.

NADA ALTERA EL DESASTRE

Nada altera el desastre: llena el mundola caudal pesadumbre de la sangre.¿Fílo de qué ínminencia, o ya fronteradel viento que amanece y nos aguarda?Con un hosco rumor

desciende el airey baja inconsolable, desmedidoa la más pétrea hogueray se abandona

y hoja al aire, tristisima, la hogueracontempla la incendiaria, sed del tiempo,su víspera de ruína, los cantilesde las ciudades tremolando pálídas.Quépeninsula azul, qué abamboleoes la llama internándose en la. nocherodeada de negror y en todas partessin embargo tan pálída y altivay fija y ya serenay como muerta.

DON DE HERACLlTO

Pero el agua recorre los cristalesmusgosamente:ignora que se alteralejos del sueño todo lo existente.

y el reposo del fuego es tomar formacon su pleno poder de transformarse.Fuego del aire y soledad del fuegoal incendiar el aire que es de fuego.Fuego es el mundo que se extingue y prendepara durar (fue siempre) eternamente.

Las cosas hoy dispersas se reúneny las que están más próximas se alejan:soy y no soy aquel que te ha esperadoen el parque desierto una mañanajunto al rio irrepetible adonde entraba(y no lo hará jamás, nunca, dos veces)la luz de octubre rota en la espesura.

(Los elementos de la noche.)

(El reposo del fuego.)

y fue el olor del mar: una palomacomo un arco de sal ardió en el aire.No estabas, no estarás,pero el oleajede una espuma remota confluíasobre mis actos y sobre mis palabras(únicas nunca ajenas, nunca mías):el mar que es agua pura ante los pecesjamás ha de saciar la sed del hombre.

SANGRE Y HUMO ALIMENTAN LAS HOGUERAS

Sangre y humo alimentan las hogueras.Nada mella el fulgor. Y las montañasreblandecen los siglos, se incorporan,desbaratan su ritmo, son de nuevopiedra,

mudez de piedra,testimonio

de que nada hubo aquí; de que los hombrescomo piedra también

se tornan viento.Ser de viento espectral, ya sin aullido,aunque busque su fin, aunque ya nadapueda retroceder. El tiempo es polvo;sólo la tierra da su fruto amargo,el feroz remolino que suspendecuanto el hombre erigió. Quedan las floresy su orgullo de círculo, tan neciasque intentan renacer, darse al aromay nuevamente en piedra convertirse.

LAS PALABRAS DE BUDA

Todo el mundo está en llamas: lo visiblearde y el ojo en llamas interroga.Arde el fuego del odio.

Arde la usura.Arden el nacimiento y la caida.

Arde el dolor.El llanto, el sufrimiento

arden también.La pesadumbre es llama.

y una hoguera es la angustíaen la que arden

todas las cosas:Llama,

arden las llamas,

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(El reposo del fuego.)

(El reposo del fuego.)

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arden las l/amas,mundo y fuego, mira

la hoja al viento, tan triste, de la hoguera.

(El reposo del fuego.)

JOSE EMILIO PACHECO (México, 30 de junio de 1939), ha sido jefe de redacción dela revista Universidad de México y de Diálogos; publicó dos libros de relatos: La san­gre de Medusa (Cuadernos del Unicornio, 1958) y El viento distante (Ediciones Era, 1963);y. dos.. libros de poesía: Los elementos de la noche (Universidad Nacional Autónoma deMéxico, 1963) y El reposo del fuego (Fondo de Cultura Económica, 1966). Es autor deLa poesia mexicana del siglo XIX (Empresas Editoriales, 1965), y coautor de Poesia enmovimiento, México 1915-1966, (Editorial Siglo XXI, 1966). Actualmente es jefe de re­dacción de La cultura en México.

HOMERO ARIDJIS

ANTES DEL REINO

y todas las cosas que a mi amor contemplabanel sonido y la lluvia los parques y la imagense asomaron en ella

y todos los seres que en el tiempo eran árbolesabrieron sus pestañas a los frutos del diay el sol fue su mirada reencontrada en el mar

y era un verano de diamante y de polvodespierto al borde de la noche dormiday creció entre la luz y la sombra trenzada

Creció sin detenerse y miré la Via Lácteaperdido entre las negras mariposas fugacesy las bocas llamando como rojas campanas

Creció con el amante en verde silenciosovestido de destinos cabalgando las horasy breves arcoiris espontáneos y breves

y mis manos pudieron ser aire de sus manosy en medio de la fábula descubri nuevas fábulasy el cuerpo de su risa emergiendo del aire

y tocamos el musgo de sus aguas inmóvilesy sentimos los ojos redondear las palabrasy volamos muy libres adentro de los pájaros

(Antes del Reino.)

VUELVE UNA VEZ MAS A VER

Vuelve una vez más a verla sombra en la paredla hiedra oscura que se elevasólo para nombrarteantes de sumergirse en aquelloque nombrándote te ha perdido

Vuelve hacia mi tu luzla luz que en las ramas dejaun poco de amor en cada hojaun ojo que te mira en cada brillo

Vuelve hacia mi tu luzla luz que como una diademaque como un crecientemira y piensa al borde de tu cabezaque se inclina

Mira que no te vi viéndote a timás blanca y transparentemás alzada en todo lo que no yerguepara volar más que un ala

Mira mis árboles que sueñan rodeándotede deseos que son almasde almas que son brazos extendiéndosehacia el aire claro

Vuelve hacia mi tu luzya la estación se ha vueltouna rosa desnuda como túun corazón solo en sus rayos

MI MUJER EN PRIMAVERA

Mi mujer en primaveral/eva el rostro dorado entre los hombres

la intimidad de su lluviaes tan alta en la luz como en la sombra

por el campo desciendeébano púrpura y ciudades

sus ojos pacificos de aldeanasiegan las horas luminosas

el polvo de sus manosse deshace con soles tendidos. en la hierba

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(Antes del Reino.)

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Grabado de Gabino

(Antes del reine.)

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Por dentro estás soñando y por adentro miraslas telas de oro fino que son ramas que se abrenpara guardar en un nicho tu sueño para siempre

Como una hiedra blanca por tu sueño subestocas un cielo de hojas y soles otoñalesun azul cristalino donde un dios se sumerge

HOMERO ARIDJIS (Contepec, Michoacán, 6 de abril de 1940), fue becario del CentroMexicano de Escritores durante el período 1959-60. Obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia1964 por Mirándola Dormir. Fundó la revista Correspondencias y fue jefe de redacciónde Diálogos. Representó a México en el Congreso del Pen Club (New York, 1966) y enun simposio de la Universidad de Harvard. Actualmente tiene una beca de la FundaciónGuggenheim para escribir su propia obra. Ha publicado entre otros Iibros:Antes del Reino(Ediciones Era, 1963 y 1966) Y Mirándola Dormir, (Editorial Joaquín Mortiz, 1964).

Te cubre un sueño helado una humedadte eleva desde abajo como un ángel de dichaTus párpados se curvan tus dedos se estremecenSon rosas curvadas al peso del rocio

(Antes del Reino.)

(Antes del Reino.)

(Antes del Reino.)

Más rápido que la imagen va la imagenque te busca en el abismo de la luz que es sombray te halla visible en lo invisiblecomo alguien que viviendo brilla

Más rápido que el pensamiento va la imagensubiendo en espiral adentro en torno de tu cuerpocomo savia o túnica o hiedra de sonidos

MAS RAPIDO QUE EL PENSAMIENTO VA LA IMAGEN

Por ese adentro de mujeres que hablande pasadas contiendas en las que no estuvimosotro cuerpo se abre

Más rápido que el dia va tu miradaarrinconando horas y dejando ecoslunas que has nombrado y ya son ojosnidos y palabras de la creación meciéndose

Donde el ensoñado y el soñadovan por un solo caminose levanta un cuerpo

y todo aquello que los cuerpos formanes en la sombraun brillo solitario

DONDE EL ENSOfilADO y EL SOfilADO

los cuerpos del amorhan llenado de nombres su camino

Atrás y adelante del tiempo va la imagenAdentro de la imagen va otra imagenMás rápido que la velocidad va el pensamiento

POR FUERA ESTAS DORMIDA Y POR ADENTRO SUEfilAS

Por fuera estás dormida y por adentro sueñaslos ojos que se abren para mirar lo oscurolos brazos que se ensanchan para volverse alaslo oscuro que se ahonda hasta volverse cielo

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"La Vida": Puerto Rico y U.S.A.

oseAR LEWIS

Introducción

En un esfuerzo por mejorar nuestra comprensiónde los puertorriqueños pobres, su estilo de viday el proceso de su ajuste en Nueva York, he es­tudiado durante dos años a cien familias puerto­rriqueñas en cuatro arrabales del área metropoli­tana de San Juan y a sus familiares en Nueva York.Aquí presento algunos extractos de entrevistas gra­badas en cinta magnetofónica que pertenecen ami libro, La Vida (Random House, Nueva York,1966), el primero de una serie basada sobre esteestudio.

Aproximadamente un millón de puertorriqueñosreside hoy en día en los Estados Unidos continen­tales. De estos, más de 600 mil viven en NuevaYork. En su mayoría, viven en la pobreza. Su niveleducativo es muy bajo (el más bajo entre losgrupos étnicos en la ciudad de Nueva York); laincidencia de enfermedades e incapacidad mentalentre ellos, así como la de tuberculosis, es muyalta. Estas condiciones son reflejo de la pobrezade su país de origen. El progreso dramático e ins­pirador de Puerto Rico desde 1940 nos haceolvidar a veces que este es aún un país muy po­bre: doblemente más pobre que el más pobre delos Estados de la Unión. En 1960, un 42,7 por 100de todas las familias que informaron sobre sus in­gresos monetarios percibían menos de 1.000 dóla­res y un 80 por 100 menos de 3.000 dólares. Un 14por 100 de la población está aún desempleada, un15 por 100 del total de familias depende del Bien­estar Público y un 20 por 100 recibe donacionesde alimentos.

La persistencia del modo de vida puertorriqueña,especialmente entre el grupo de bajos ingresos,aún después de largos años de residencia en losEstados Unidos, es resultado de diversos factores,uno de los cuales es el mantenimiento de estre­chos lazos con Puerto Rico. De hecho, la migra­ción de los puertorriqueños entre su país y losEstados Unidos se caracteriza por un constante iry venir. Por ejemplo, en 1960, cuando la migracióntotal neta a los Estados Unidos fue de 20 mil,203 mil puertorriqueños viajaron a los Estados Uni­dos y 183 mil a Puerto Rico.

Uno de los mayores obstáculos a un progresomás rápido y significativo en la guerra contra lapobreza que actualmente se lleva a cabo, es elinmenso abismo que existe entre el sistema de va­lores y modo de vida de los extremadamente. po-

bres y los de la gente de clase media -maestros,trabajadores sociales, personal de salubridad pú­blica y otros-, sobre quienes recae la mayor res­ponsabilidad de llevar a cabo los programas dedicho movimiento. En el caso de los puertorrique­ños que residen en el Continente, muchos de loscuales provienen de áreas rurales o arrabales ur­banos, los obstáculos a la comprensión son mayo­res por la barrera del idioma y las diferencias entrela cultura norteamericana y la hispanoantillana.Aunque los puertorriqueños son uno de los gruposmás estudiados, la mayor parte de los estudios sehan hecho a base de cuestionarios y poco nosdicen sobre los detalles íntimos de la vida y lascondiciones que han contribuído a formar el ca­rácter de los puertorriqueños.

La Vida, es la historia de una familia que viveen La Esmeralda, uno de los más viejos y pintores­cos arrabales de San Juan. Construído sobre unabrupto terraplén, entre las murallas de las antiguasfortificaciones de la ciudad y el mar, La Esmeralda,a pesar de que está situada a solamente diez mi­nutos del Palacio del Gobernador y del centro delViejo San Juan, está, social, no menos que física­mente, al margen de la ciudad. Constituye unapequeña comunidad en sí, con su iglesia, escuelaelemental, un pequeño dispensario médico y clí­nica maternal, numerosos ventorrillos y barras, yun cementerio. Tiene una población de alrededorde 3.600 personas que viven en 900 casas apretu­jadas dentro de un área de menos de cinco man­zanas de largo y pocos cientos de metros de ancho.La mayoría de estas casas son estructuras de ma­dera de tamaño regular, construídas sobre base deconcreto, con balcones sobresalientes. Muchas delas casas están pintadas en tonos de azul, verdeo amarillo; muchas, están sin pintar. Mirada desde

Nos complacemos en adelantar ahora un fragmentodel texto español original de La Vida. Las páginasque siguen constituyen el relato de la vida de Fe­licita, hecho por ella misma en su peculiar len­guaje y grabado en cinta magnetofónica por elDr. Osear Lewis y sus ayudantes. El libro será pu­blicado próximamente por la Editorial Joaquln Mor­tiz, de México, asimismo editores de Los Hijos deSánchez y de Pedro Martínez, anteriores obras delantropólogo norteamericano. él fragmento se pu­blica con autorización de la editorial y del Dr. Lewis,que ha escrito especialmente para Mundo Nuevo laintroducción al mismo. (N. de la R.)

"LA VIDA»: PUERTO RICO Y U.S.A.

arriba, La Esmeralda tiene un aspecto prósperoporque todas sus estructuras están techadas decartón verde regalado por la Alcaldesa de San Juan.Bajando desde la muralla hacia el mar, podemosobservar que las casas son más y más pobresy el status social de sus habitantes correspondien­temente más bajo, según nos vamos acercando ala playa. Allí, a la orilla del mar, vive la gentemás pobre en las casas más desvencijadas. Viviren la playa es peligroso. No hace mucho, una ma­rejada destruyó cincuenta hogares en una solanoche y hubo que mudar a sus residentes a case­ríos públicos. Y por añadidura, la playa es la partemás sucia de La Esmeralda. Varios conductos gran­des, rotos en varias partes, van a vaciarse a lamar cuya orilla está plagada de moscas y cubiertade desperdicios: basura, materia fecal humana,botellas de cerveza vacías, condones, camas rotasy madera podrida. No obstante, los habitantes deLa Esmeralda utilizan esa playa para bañarse, ha­cer el amor, pescar y cuando tienen hambre, pararecoger caracoles y jueyes. Allí crían cerdos, por laabundancia de desperdicios. Y allí también se es­conden los adictos a drogas (los llamados «teca­tos,,), quienes se reunen debajo de las casas, cons­truídas sobre pilones, para inyectarse.

Entre los habitantes del área metropolitana deSan Juan, La Esmeralda tiene mala reputación. Lamayoría de las personas de clase media temen ba­jar hasta allí. Los mismos médicos rehusan ir avisitar pacientes en La Esmeralda. Para sus resi­dentes, sin embargo, La Esmeralda es un lugarrelativamente elegante y salubre, con su preciosavista de mar, sus calles pavimentadas, su ausenciade mosquitos. Es conveniente, además, por lo bajode los alquileres y la accesibilidad a sus sitios detrabajo. y, a pesar de su pobreza y los brotes es­porádicos de violencia, el estado de ánimo de lagente de La Esmeralda es de alegría. Son extra­vertidos y cordiales y sienten relativamente pocadesconfianza hacia los extraños.

Los habitantes de La Esmeralda, como los de lamayoría de los arrabales, sufren de escasez de in­gresos, desempleo crónico, condiciones inadecua­das de vivienda, educación insuficiente y analfabe­tismo. En 1960, un 22 por 100 de estas familiaspercibían ingresos anuales de menos de 500 dó­lares; los ingresos anuales de un 15 por 100 fluctua­ban entre los 500 y los 999 dólares; los de un 32por 100, entre los 1.000 y 1.999 dólares; los de un27 por 100 entre 2.000 y 3.999 dólares. Solamenteun 4 por 100 percibía ingresos superiores a 4.000dólares al año.

Se emplean en mu.chas y diversas ocupaciones,pero la mayoría de los hombres se gana la vidatrabajando en los muelles como obreros y estiba-

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dores; otros trabajan en restoranes y hoteles uotras ocupaciones de servicio. Son muy pocos loshombres y mujeres de La Esmeralda que estánempleados en factorías. Algunas de las mujeres sonempleadas domésticas o de hoteles; algunas otrasson dependientes de tiendas o tienen empleos deoficina. Un gran número de mujeres trabaja en supropia casa, como lavanderas y planchadoras.

El número de las mujeres que se dedican a laprostitución es aquí excepcionalmente alto, com­parado con otros arrabales del área metropolitanade San Juan. Estas encuentran sus clientes princi­palmente entre los trabajadores del muelle y los ma­rinos y soldados que pasan por San Juan. En apro­ximadamente un 30 por 100 de las familias se en­cuentra algún historial de prostitución.

La familia Ríos, cuya historia se relata en LaVida, es una muestra de las 32 familias selec­cionadas para nuestro estudio en el arrabal LaEsmeralda. Los criterios principales utilizados en laselección de esta muestra fueron la escasez deingresos y el hecho de tener parientes en NuevaYork. Un 47 por 100 de las familias seleccionadastenían ingresos inferiores a 1.000 dólares al año:el ingreso anual promedio en nuestra muestra erade 1.370 dólares. Uno de los personajes estudiados,Felícita, percibe bastante más que el promedio, coningresos estimados en 1.700 dólares.

Entre los hogares de esta familia, uno formabaparte de un grupo de 225 familias de escasos in­gresos y problemas múltiples, cuidadosamente se­leccionado por la doctora Rosa C. Marín de laEscuela de Trabajo Social de la Universidad dePuerto Rico para su proyecto de estudio y demos­tración sobre el tratamiento centrado en la familia.Poco después de haber yo seleccionado a la fami­lia Ríos, la doctora Marín me pidió que llevase acabo un estudio de diez de las familias en La Es­meralda incluídas en su proyecto. Una de estasdiez, era la familia Ríos.

La familia Ríos consta de cinco hogares: el dela madre, los de dos hijas casadas residentes enLa Esmeralda, y los de un hijo y una hija, casadostambién, en la ciudad de Nueva York. La madreFernanaa Fuentes, mujer de color de cuarenta añosde edad, vive ahora con su sexto marido. Sus hi­jos, Soledad, de 25 años; Felícita, 23; Simplicio,21; Y Cruz, 19, nacieron mientras Fernanda vivíaen unión consensual con su primer marido, Cris­tóbal Ríos, un puertorriqueño blanco.

Felícita, una mulata atractiva, que mide. menos decinco pies de estatura, es madre de cinco hijostenidos con tres maridos. Los gemelos, Gabriel yAngelito, de siete años de edad, son los hijos ma­yores de Felicita habidos de su primer matrimonio.Felicita vive con sus hijos en una casa de madera

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cerca de la playa donde ocupa un apartamento porel cual paga 12 dólares mensuales. Un poco subs­tancial tabique de madera divide su apartamentodel de sus vecinos con quienes comparte el ser­vicio sanitario y el balcón. No tiene cocina y Felí­cita prepara los alimentos en una estufita de ke­rosén de dos hornillas. Para conseguir agua tieneque utilizar una pluma que gotea constantemente enel servicio. Electricidad no tiene por lo pronto. Cor­taron la corriente en su apartamento porque no sehabía pagado la cuenta.

Felícita

ICuando yo era niña mi madrasta me decía que mimamá era prostituta pero yo no lo creía. Yo le de·cía que quería conocer a mi mamá, que queríaverla y ella me decía que yo no tenía que vel esaperra, porque esa no es una madre, tratándonoscomo nos trataba a nosotros. Me contaba que mimamá no quería cocinar, que nos dejaba sucios yse pasaba con hombres vacilando y bebiendo hastaaltas horas de la noche.

Yo' no creía lo que decía mi madrasta. Me po­nía triste porque mi papá y mi mamá no estabanjuntos. Yo, lo único que hubiera deseado es que mipapá y mi mamá estuvieran juntos pa que nos hu­bieran dao un buen ejemplo a todos nosotros.

Mi mamá dice que mi papá la maltrataba, que nole daba a veces chavos pa cocinal y que había ve­ces que ella tenía que hacer y que harina de pano harina de maíz para comel nosotros. Ella tenraque i1se a laval pa podelnos dal comida. Asr es quecuando a mi papá lo mandó el Almy a la GuayanaFrancesa mi mamá cogió un cortejo. Cuando mipapá vino de allá la encontró esbarrigándose, en­cinta de, creo yo, de ocho meses. Entonces ellase lo quería achacar a mi papá pero mi papa dijoque si él hacía un año y medio que estaba porallá, cómo iba a ser de él ese muchacho. Bueno,ahí estuvieron peliando y peliando yse dejaron.Yo tenía cinco o seis años cuando eso.

Mi madrasta, Hortensia, vino del campo aiviviren Santurce al lao de la· casa nuestra.< Entoncesella vino y pegó a hacerle morisquetas a mi padrey p'allá y p'acá hasta que él se enamoró de ella.El le dijo, "Bueno, yo me voy a casar co~tigoper~

me voy a llevar mis hijos.» Y ella le dijo que esta~

ba bien. Disgustá fue, pero. nos aceptó porque mimamá no nos querra atender.

Hortensia nos maltrataba muchísimo. Casi nonosquería cocinar y no nos querra mandar a la escue­la. Dice mi madrina que mi madrasta nos tiraba lacomida casi en el piso y nos tiraba el pan. No nos

OSCAR LEWIS

quería comprar ropa y nos daba esas pelas gran­dísimas porque no querra que estuvieramos en lasala sentados. Una vez mi hermana Cruz estaballorando y mi madrasta vino y la cogió y la tirócontra el piso. Por eso es que mi hermana estácoja. Pero mi madrasta dice que fue miningitis[meningitis] que le dió y que por eso se quedócajita.

Una vez, cuando mi papá no estaba en PuertoRico, mi mamá fue en casa de mi madrasta y ledijo que quería ver a mi hermana mayor, Soledad.Mi madrasta cogió miedo polque, según me dicenmi mamá llevaba una [navaja] Gem !'ln la boca.Entonces pues mi mamá se llevó a Soledad depaseo y se quedó con ella. Mi madrastano querratenernos mucho a nosotros y decía, «Ay, que vengaesa mujel por ahí y se los lleve a to'os." Despuésmi mamá conquistó a mi heimano y después a Cruzy se los llevó. Entonces me quedé sola con mi ma­drasta.

Cuando yo llegaba de la escuela mi madrasta letenía café y cosas a los muchachos [de ella] ya mí no me tenía nada. Ella no quería que yo ju­gara con nadie ni tuviera amistades, sino que es­tuviera en casa arriba. Si me veía hablando conalguna amiga, pues ella me daba. Yo le dije queme iba a ir con mi mamá y me dijo que me fueracon mi mamá porque yo iba a ser una puta igualque ella.

Mi papá yo lo quería mucho. Cualquier cosa quele pidiera, refunfuñando era, pero me la daba. Sime enfermaba, él seguida estaba pendiente a mí yme llevaba al hospital y él mismo me hacía la me­dicina casera. Mi papá es una gran persona peronunca fue muy felíz con mi mamá. Ni con mi ma­drasta, aunque siempre hacía lo que mi madrastadijera. El le compró muebles, le compró una casaseguida, lo que nunca hizo con mi mamá. Le costótres mil ochocientos pesos pero se la dio a unamigo en ochenta pesos una vez que estaba bo­rracho y pelió con mi madrasta.

Pero él se portó bien con ella. Lo único, quele gustaba correr mucho con mujeres y una vezella le quiso dal el divolcio. Al principio cuandocobraba el cheque no le daba nada a mi madrasta.pero después cuando él cobraba le tenía que en­tregal todo el dinero a ella. Como si estuviera ama­rrao. Me parece que ella le haya hecho algún traba­jo a papá: Ella se pasa en casa de los espiritis­tas. Y tenía la casa llena de palos de táltago [tár­tago] y cruces y velas prendías y santos y oracionesy esencias preparás pa la .buena suelte. Y se pasahaciendo mucho sajumerio en la casa. Yo creo queeso no será pa amarrarlo pero será pa aguantarloun poco.

Ella hace lo que le da la gana en la casa. Has-

"LA VIDA»; PUERTO RICO Y U.S.A.

ta le daba a él. Lo que sucede es que papá teníauna novia y llegaba a la casa borracho. Un día,Hortensia le cayó encima y lo iba a tiral por unaescalera que tiene setenta y tres escalones. Yo tuveque salir gritando y llamar a los vecinos porqueél no se podía levantar y ella encima de él. Cogióuna silla y se la rompió encima. El estuvo comouna semana sin podelse levantar. Sí, bien brava quees con él.

I1

Yo vivía con mi mamá y mi padrasto Pedro cuandoconocí a Angel. El era soldado en For'Broo'. Noshicimos novios y él fue a casa pero desde el pri­mel momento no le cayó bien a mi mamá. Mi mamáse pasaba jugando topos por allí y emborrachándoseen un bar y hasta que no estaba cayéndose, quecasi no podía subil p'arriba, no llegaba. iY no que­ría que yo me enamorara! Siempre me estaba re­gañando pero nunca me daba nada. Y yo, pues,decidí un día ilme con Angel. El tenía veintiseísaños y yo catorce.

El decía que se iba a casal conmigo, que él metenía una casa. Me contaba que la mamá me es­taba esperando y eran mentiras. La mamá no meestaba esperando. Nunca nos casamos polque lamamá no quería polque él era blanco y yo era decolol. Yo salí encinta a los cuatro meses de estarviviendo allí. El decía que el rezaba polque yo sa­liera encinta pero después que salí encinta me mal­trataba. Cobraba y venía casi sin un chavo, por­por que tó se lo bebía, borracho y dándome. Me pe­gaba en todas paltes del cuelpo, me tiraba al piso.Me metió hasta una patá en la barriga. Casi todo eltiempo peliábamos. Un día estaba yo recogiendouna ropa de la gaveta de abajo de un ropero y yono sé que él me dijo que yo le contesté y vino yme pegó una patada y yo caí dentro del cajón.Yo le dije, "Que canto de hijo de la gran puta erestú." Me cogió poi un brazo y poi una pierna, melevantó y me dejó caer encima de una palanganade meao. El era un hombre fuerte y yo pequeñitay delgada. Pero yo me enliaba con él también.

Cuando nacieron los guares, Gabi y Angelito, eranchiquititos. Uno pesó tres libras y el otro cuatro.Yo tenía que panel una almohada pa podelos co­gel. Me sentaba en el medio de la cama, cruzabalas pielnas, me ponía una almohada y me pegabauno de un lado y otro del otro y les daba eL pecho.Les estuve dando el pecho once meses. Los doslloraban a la misma vez y cualquiel movimientoque hacía uno, lo hacía el otro. Seenfelmaban losdos a la misma vez también. Bueno, eso era unacosa terrible.

Angel siguió emborrachándose y dándome y pe-

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liando conmigo y hasta me aborreció a mí. Abo­rreció a los hijos y me aborreció a mí. Un día yole dije que me iba a iI de la casa y él me metió unempujón. Entonces ahí nos enredamos a peliar y élme agolpió toda. Yo me vine con un ojo hinchadopa San Juan. Estuve dos años con Angel antes devenirme otra vez a vivir acá adonde mi mamá enLa Esmeralda.

Un día Zulma una amiga mía que es de la vidame invitó a salil para el bar de Papo. Me dijo. «Tevoy a presental un amigo que yo tengo." Enton­ce me presentó a Nicolás y el muchacho se veía lomás bien. Como lo vi bien vestido y sigún el ca­raltel que tenía, me parecía que era de buena gen­te. Zulma me dijo, «Mira este muchacho no tieneesposa y quiere tenel algo contigo." Yo le dije quetenía hijos y él me dijo que no le impoltaba. Medijo que quería ser algo conmigo porque él me ibaa mantener y que iba a mantener a mis hijos. Yono tenía más que diez y seís años y estaba bieninorante y yo, cualquier cosa que me decía, puesme enamoraba. Y necesitaba con qué darle a losnenes. Yo les daba agua de azúcar porque no te­nía a veces con qué darle ni pa la leche. En rea­lidad yo no sabía nada y me dejé ir y metí las patascon Nicolás. A la semana yo tuve relaciones conél. Como yo soy una mujer y siento sensación puesera una cosa que tenia a gusto. El me dijo que noera casado pero, cuando supo que yo estaba en­cinta, me dijo que era casado y que no podía se­guir conmigo. Entonces, por la noche lo único queme traía era un pote de jugo. Yo tenía tres mesesde encinta cuando me abandonó.

Cuando nació la nena, él la negó. Pero a losquince días, cuando la nena fue cogiendo buenasfacciones, pues la gente le decía que ella era lamisma cara de él. Cuando él la vio pegó a 1I0ralporque la nenita se parecía muchísímo a él. Y se­guida al otro día fuimos y la reconocimos y enton­ces él me dio cinco pesos. A la otra semana me diotres pesos y no dio más nada.

Ahí seguí luchando y luchando pa mantenermea flote. Yo me encontré mala, bien mala y entoncesdecidí i1me pa Nueva Yol. Yo le mandé a decir amí papá, que estaba en Virginia, que si él no que­ría ver su hija metida a prostituta que si podíaayudalme en algo pa yo iI a Nueva Yol. Entoncesel dijo que me iba a ayudar y la primera semana memandó catorce pesos y después veinte.

Los guares tenían na más que dos años y mediocuando los dejé con mi mamá. Yo sentía muchí­simo por ellos ¿pero, qué podía hacer? Yo nopodía llevarlos porque no sabía p'al sitio que eraque yo iba a ir y lo que tenía era el pasaje mío.

Allá me fui pa' Virginia y estuve cinco mesescon mi madrasta y mi papá. Yo me veía bragando

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con nieve en-§itíos con unos edificios grandes conmucho lujo, sigún veía en las películas. Me veíacon mucho dinero y decía, «Yo puedo trabajar ytener algún dinero y puede que consiga mi felici­dá por allá.» Por eso fue el motivo que yo me fui.

Mi madrasta, Hortensia, se portó bien conmigopar de días. Después yo tenía que estar lavando elpiso, pasándole wax y después dándole brillo. Te­nía que limpiarle las persianas, limpiarle los mue­bles, plancharle y cocinarle y en esas cosas yoestaba entretenida. La nena, como gateaba. puescogía las figuritas que Hortensia tenía en la casa.Un día rompía una figura y mi madrasta me ledio una pela que le hinchó la piernecita.

Entonces Hortensia empezó a decirme cosas. Undía me contó que un espiritista le dijo que yo soyuna bruja. Yo me estaba untando colonia y Horten­sia me dice, «Ay, fó, eso apesta a brujo.» Yo ledije, «¿Tú crees que soy bruja porque estoy usan­do esta colonia?» Me dice, «Ah, ahora que tú di­ces así, un día yo fui a casa de una mujer y medijo que tú ibas al cementerio a hacerme bruje­rías.» Cuando mi madrasta empezó a poltalse malconmigo, yo pues decidí i1me pa casa de mi tíoSimón, (to work to get the money for my fare backto P. R)

El helmano de mi padre, tío Simón, vive en Sa­lem, New Jersey, con su esposa y sus cuatro hijosLa primera vez que yo le dije que me iba p'alláse quedó callado. Entonces yo le dije que yo iba atrabajar para ayudarlo en algo y él me dijo, «Puesvente para acá.» Ellos viven bien. Tienen su casapropiedad de dos pisos y tienen juegos de sala,de comedor y de cuarto y una cocina buena y bo­nita.

Aquí en Puerto Rico mi tío era vendedor de dul­ces arrastrando un carrito. Vivía en la Parada 26y la casa 'taba metía dentro el fango. En PuertoRico se comían hasta el cuello y las patas de lagallina;. sin embalgo, allá en Estados Unidos, loque se comen es la pechuga y los muslos. To lootro lo botan. A mi tío ya casi se les estaba ol­vidando el español. Sus hijas, las primas mías, loque me hablaban era el inglés.· Hicieron· un bailecuando nosotros llegamos y lo. único que pusieronfue discos en inglés; no tenían ni uno en español.Yo les decía que no sabía hablaringlés.<Entoncespues pegaban a conversar con las· otras muchachasy yo, como las veía hablando inglés,. les sacabael cuerpo y no le ponía atención a lo <que) decían.Yo me sentí incómoda al verlas -tan esmayásqueestaban en Puerto Rico, y queréselas echar allámás que nadie.

Cuando yo oigo a los puertorriqueños hablandoinglés en su propio país, me da coraje. Silasc:osassiguen así no vamos a sabel hablar ni español.

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Aquí la gente imita todo lo de afuera- a los do­minicanos, cubanos y americanos. Si yo fuera go­bernadora, o alcaldesa de Nueva York, por lo me­nos cinco o diez minutos, cogería un revólver y meiría casa por casa en San Juan y le entraría a tirosa to'a esa gente que quiere echárselas hablandoinglés. iEsas son pocasvergüenzas! Yo me sientoincómoda de que una pelsona puertorriqueña seponga a estal hablando bayoyas -polque esas sonbayoyerías-, aquí en este país. Como el teenagerahora que se les está olvidando el español pa vellila hablal un inglés que casi no se entiende. Ponenun disco americano y dicen: «iAve María, qué ché­vere; qué chévere!» Y si uno los pregunta lo quedice el disco, se quedan callaos. Lo único que sa­ben decil es el nombre del artista.

Yo hablo inglés, cuando me toca, con cualquieramericano. Pero eso de yo olvidar mi lenguaje, no.Nosotros los latinos debemos hablar el propio latinode nosotros; o, por lo menos, el castellano. Los queno lo hablan, son pelsonas que no quieren a supadre y a su madre y que no se sienten ser purospuertorriqueños.

Allá en Nueva Yol no hay familia, todo es porinterés de dinero. Yo conseguí trabajo en una fac­toría de enlatado que los dueños son italianos ytenía que darle a mi tío veinte pesos semanales pala comida na más. Yo me compraba mi ropa y miszapatos y lavaba mi ropa. El día que no le daba eldinero, mi tío estaba con la cara monta. Y siempreme trataba mal.

Nadie me trataba bien a menos que no sean losvecinos y la mujel de mi tío, Iris. Pa'onde quieraque iba, ella me llevaba a mí, y cualquiel cosacontaba conmigo. Ella estaba enamorá de un mu­chacho que apenas tenía quince y ella se la pegabaa mi tío. Ella me decía: «Mira, dile a fulano quevenga acá pa que me haga un mandao.» Yo, pue',iba y se lo decía. Pero que mi tío decía que era queyo estaba conquistando a la mujel pa que se fueracon otro hombre y se pasaba regañándome y hastame botaba de la casa.

Los amigos se lo decían, que su mujer teniaese hombre. Pero si él no quería tener relacionescon ella y tenía dos negras por allá. Se pasabanlos meses y él no llegaba a casa y, ella pues, seenamoró de ese muchacho.

Mi tío· pues se pasaba peliando y me hacía pasarmuchas vergüenzas. Un día estaban los amigos dela casa y. un amigo le dice que quién era yo. Mitío dice, «Ah, esa es una hija de la gran puta. Lamadre es una puta y ella va por el mismo camino.»Y les dijo que yo no era su sobrina de él. Yo mepuse a 1I0ral y dije que no se apurara, que yo meiba a iI de la casa. Entonces me dijo, «Lo que

.LA VIDA~: PUERTO RICO Y U.S.A.

tienes que hacel es lalgalte de aquí.» Entoncesél trató de llamar a mi papá por teléfono a contar­le de la vida mía y ver y ver si me podía venilmea buscar. Pero no dio con el teléfono de papá. Asíes que yo seguí viviendo allá polque no tenía otrositio a donde ir y no conocía a nadie más que a él.

III

Yo conocí a mi marido, Edmundo, en casa de mitío. El es un poquito más trigueño que yo, con elpelo ondeado. Tiene tipo de español él, delgado ybajito. El tenía como veinticuatro años. Edmundoera amigo de mi tío y la primera vez que lo co­nocí fue en un baile que hicimos allá en la casa.Una semana nos conocimos y seguida nos pusimosa vivil. Después que salí encinta nos casamos.

La primera casa mía en New Jersey era bienbonita. Después nos mudamos dos veces. Las trescasas eran mejores que aquí en Puerto Rico por­que allá yo tenía mi juego de sala y alfombra enla sala. Yo tenía unas cortinas grandes que vienenpara las ventanas de cristal; tenía lámpara. teníami juego de comedor. Había un cuarto aparte palos niños. Edmundo me tenía máquina de lavar, ymás tarde tenía su carro propiedad. Todo lo quenecesitaba lo tenía.

Edmundo se ganaba sesenta y cuatro pesos se­manales trabajando en el cementerio en invierno.El pagaba la casa, hacía la compra y me dabadinero. En el verano se iba a trabajar a la fábrica deenlatado. El me daba dinero pa que le hiciera lacompra. Iba conmigo y después me llevaba a lastiendas. Cuando no, me llevaba al cine, me llevabaa la playa. Y me llevaba a cagel prácticas en elcarro, pero no aprendí mucho porque él me estabaenseñando en un Cadillac del '49 y era muy fuelteeso.

Edmundo era socío del Santo Nombre de Jesús.Por eso fue que él se casó conmigo. Nos casamosallí en New Jersey por la iglesia y por el juez.Cuando me fui a casar, tenía que hacer la primeracomunión. Me asusté cuando me echaron aquellacosa en la boca. La semana antes, tuve que ir aconfesión. Le dije al padre: «Esta es la primeravez que me confíeso.»

«Sí, hija, pues confiésate,» me dice, «y dimetodos tus pecados.»

«Bueno, Padre, yo cometí adulterio, hablo malo,yo le deseo la muerte a mi esposo, yo les doy mu­cho a los nenes, a mí me gustan los hombres casa­dos». Así mismo dije. Como yo no lo vi a él y élno me vio a mí.

El me preguntaba: «¿Y qué más hiciste?»"Padre, cuando yo era pequeña yo le cogía los

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chavos a mi madrasta, cuando ella salía .me ibapa las casas de los vecinos. Cuando estaba con mimamá me enamoraba muchísimo, no le hacía caso,le cogía la cosas de la nevera. Un día fui a unatienda, vi una hebillita de esas de perlitas, la cogí,me la puse en la cabeza y seguí andando.» Le dijeun montón de cosas más que se me han olvidado.El me preguntaba, veldá, entonce, pué, yo le con­testaba. El hablaba muchísimo: «Que eso no sehace , hija, porque el Señor...»

Yo le decía: «Sí, Padre, yo no vuelvo a hacer.»Al terminar él no me aconsejó más sino que mebendició. Estuvo como una hora. Ya me dolían lasrodillas.

Edmundo pegó a trabajar y yo le ayudaba, cui­dando muchachos. El pegó a juntal dinero en elbanco y a juntal y a juntal. El trabajaba en unafábrica haciendo cajones, como de manzana, hastaque se lastimó un riñón, y estuvo mes y medio enel hospital recluído. Entonces yo cogí y me bus­qué cuatro abonaos. Me levantaba a las dos de lamañana a hacel almuelzo a la gente esa. A lascinco de la tarde tenía que tenel la comida pre­pará pa cuando ellos vinieran otra vez. Tuve ahímes y medio y me ganaba noventa y cinco pesossemanales, pero me puse más flaca de lo que es­toy ahora. No podía dormir, pendiente a que teníaque levantarme a las dos de la mañana a cocinal.Durante el día no me podía poner a reposar por­que tenía que estarles lavando y planchando a losabonaos, y haciendo los quehaceres de mi casa.

Cuando Edmundo salió del hospital pegó a tra­bajar otra vez. Yo volví a la factoría y estuve tra­bajando dos semanas en la labor machine haciendoencurtidos, sopa y espaguettí. Todos los años, enel verano, cogen muchas mujeres pa trabajar allá.La primera semana me pagaron ciento dos y enton­ces, la otra, noventa y cuatro. Nosotros pegábamosa las siete de la mañana y salíamos a vece' quea las siete, a las nueve de la noche. iQué ya sonhoras, ve! Por eso es que ganábanos ese dineroEl dinero yo se lo di a mi esposo. El compró su ca­rro, le compró la tablilla al carro, y pagamos loque debíamos con ese dinero.

Pero lo que sucede fue que salí encinta. Con lamala barriga que me dio, el olor a las comidasdel enlatao me molestaba y yo no podía trabajar.Edmundo quería que yo trabajara porque el dineroque él ganaba no le daba pa na. Entonce'. él salía yme decía, «Ay, la única mujer que no trabaja erestú.» Yo le decía que no trabajaba porque yo no iba apodel, que no me iba a matal. Entonce' pue', ahípegábanos a peliar. Un día me iba a tiral por elsegundo piso de la casa. Me cogió por un brazoy me iba a tiral por la ventana, pero se tulbó y yocaí en el sofá. Siempre peliábanos porque él me

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hablaba del Trabajo y yo, pues, le contestaba mal.y siempre que peliábanos él me botaba de la casa.

Entonce', pue' yo le dije, «Bueno, pa ayudarteen algo yo voy a cuidar muchachos.» Por dos ni­ños me daban treinta pesos. Yo tenía los nenesdesde las siete de la mañana hasta las ocho de lanoche. Los tenía que bañar y ponerles todo limpioy les lavaba los pañales. Los cuidé seis meses,hasta que llegara el invierno. Yo tenía como algunostrescientos pesos en el banco en Nueva Jersey.El dinero fue en mi nombre porque Edmundo es­taba cogiendo dinero del Employment (sic), esedinero de cuando uno tiene desempleo, y él noquería que se fueran a creer que él tenía dinero.

Nos estábanos llevando divinamente bien, perodespués que nació la nena empezó a salir con otrasmujeres y a maltratarme demasiado de mal. Sequedaba fuera toa la noche. Un día hasta me co­rrió con una pistola. Y trayéndome mujeres a lacasa. El me decía que eran y que amigas de élpero una vecina de al lao me explicó que era queél salía con ellas porque ella los había visto en elcine y bailando allá en el Club. Así es que ahí pe­gamos a peliar de nuevo.

En menos de seis meses volvimos a Puerto Ricode nuevo. Con novecientos pesos que trajimos deNueva Yol, Edmundo compró una casa de maderaen La Esmeralda que costó quinientos veinticincopesos.. Ya teníamos casa propiedá. Pa mi era bo­nita, por dentro. Tenia nevera, tenía un juego desala, cortinas, figuras, y un radio. Tenía luz. Lacasa estaba toda con linoreo [linoleum]. Edmundolo compró todo cash. Lo único que cogió a plazosfue la cama. Entonce' él decidió vender la casapa i1se pa Salinas. Pues nos mudamos para Sali­nas a ver si cambiábanos de vida; a ver si élcambiaba de genio.

Allá yo tenía todas las comodidades en la casa,vivía bien. Lo único es que al esposo mío le gus­taba peíear y me<daba. No eran cosas de celosporque yo no salía de mi casa. Yo no sé, era cosade loquera. Edmundo cuando está tomando esbue­na gente. El es repulnante por ratos narna' que cuan­do está bueno y sano. Entonce'le dabarnllchóala nena también y me maltrataba los/guarés. Melos hacía trabajar en trabajos forzosos.Alósriériéschiquitos esos los hacía ir al campo a sacarñarné'con él y traerlos al hombro p'abajo ala casa. Yyo, pue', no me gustaba el abuso. Yoledébíaaél que no les diera. El me decía que si hoqllerfaque les diera, que se largaran de la casa;· que noél tenía na que estar trabajando pa rnLY Unosmuchachos que no eran hijos de él. Siernprequeamolaba el «perrillo", como le dicen en Salinas almachete; decía que ese perrillo era pa mí y palos muchachos. Yo le cogí miedo.

OSCAR LEWIS

El seguido me estaba botando de la casa, comolo hacía en Nueva Yol. Se lo dije en Nueva Yol:«Sépate que tú me estás botando aquí en NuevaYol porque no tengo familia más que ese tío mío,y yo voy a ir a la casa de él. Pero, en Puerto Rico,cualquier cosita que tú me hagas, el día que máscontento tú estás conmigo, ese mismo día te voya dejar.» El día que me botó, ese día cogí y mefui.

Ese domingo fue a la finca, me trajo chinas, to­ronjas, de todas las clases de verduras... un sacolleno, lleno. Me compró refresco, me compró jugo.El llenó la nevera de todo. Y yo cogí, limpié la casa,se lo dejé to limpiecito, Iimpiecito. Le preparé sucafé y todo, se lo lleve a la· cama y le dí la avenacon las manos mías. Cogí y velé que se fuera. Porun lao se fue él, y por otro lao preparé los mucha­chos. Ya tenía las maletas preparás, debajo de lacama.

Me vine p'acá, pa San Juan, con los nenes yllegué a la casa de mi helmana Cruz. Yo le es­cribí a Edmundo y le mandé a decir que los nenesnecesitaban dinero. Entonces me mandaba diespesos cada quince días. Un día fue a buscalme y yono quise irme. Volvió por dos veces más y yo noquise irme.

Yo, cuando dejo un hombre, no me gusta queme esté mortificando. Yo quiero el hombre de co­razón. Cuando quiero ese hombre me ciego. Yoveo ilusiones; lo celo hasta de las moscas. Yo demi casa no salgo, a menos que no sea con per­miso de él. Recojo la casa, todo Iimpiecito; le tengosu ropa planchá, su comida a su hora. Yo soy loque soy ahora, pero cuando tengo un hombre. lorespeto.

Pero cuando el hombre por lo menos me fallaen una, lo odio. Lo odio. y lo odio, y prefieroque le den la muerte. Por eso he tenido tres ya los tres les ha sucedido lo mismo. Y después hanquerido volver conmigo. Pero yo no los quise más.

IV

Yo no tenía dinero polque el .rnarido mio ya no memandaba na y Cruz estaba tan pela como yo. Yoiba siempre donde mi mamá trabajaba a que mediera el· bocao de comídáC· cualquier medio pesopa la leche. Yo compraba leche Carnation y se ladaba a los nenes. Corno a mí no me gusta, pue',me acostaba con. hambre,. porque cada peseta omedio peso> que yo encontraba, lo dejaba pa laleche.

Casi como dos semanas estuve pidiendo. Para eldesayuno de los. nenes. yo le pedía a la gente.Unos muchachos que iban al bar de Papo a beber

-LA VIDA,,: PUERTO RICO Y U.S.A.

me decían: «¿Quieres una cerveza?" Y yo, «No;dame los veinte chavos." Y a veces me daban ve­llones, diez chavos y así.

Volví a ver a Zulma, la amiga mía, y ella a vecesme ayudaba. Zulma, la tecata, me ayudaba; peromi mamá, teniendo dinero. a veces me lo negaba.Un día me dijo que me fuera a La Marina, queallí se ganaba bastante dinero y que ahora está­banos en tiempo de marinos. Los marinos dejanmuchos chavos, me dijo. y que casualmente ha­bían cobrado ese mismo día. Entonce' yo le dijeque no lo iba a hacel. Yo me sentí incómoda alvel el consejo que ella me daba. No fui ese día aese sitio. Yo duré mucho sin él. Pasó el tiempoy los nenes míos se enfelmaron. Como yo no reci­bo dinero de ninguna clase, de ningunos de lospapás de los nenes yo le fui a pedir dinero otravez a mi mamá. Entonce' ella me dijo que teníadinero pero que no lo iba a gastal polque lo nece­sitaba p'al marido de ella. Yo le pregunté: «¿Tita.y que tú crees, voy esta noche allá abajo a LaMarina?" Ella me dijo. «Adio·...»

Yo lo había pensao... Yo siempre lo estaba pen­sando, que si algún día yo necesitaba algo meiba a meter a la prostitución. Yo veía esas mujeresque vestían bien y tenían mucho lujo y yo queríatambién tenerlo. Pero quería que una pelsona mediera un buen consejo, poi lo menos me abrieraotro camino. Pero mi madre me dijo. «Bueno, vete,que allí se hace dinero. Yo estuve en la vida bas­tante tiempo y me hice de mis billetes. Tú lo quetienes que hacer es preparalte, acostá los mucha­chos y dejálos do!mios. Los trancas con candaoy vas a buscátelas esta misma noche." Me dijo quelos gringos dejan bastante dinero y que habíanviejos que pagaban bastante chavos a las mucha­chas cuando eran primerizas.

Cuando mis hijos se enfermaron fue que yo acudía mi mamá y me fui allá.. Cogí y me preparé porla noche. Yo le dije a Cruz, «Como Edmundo nome mandó el dinero, pué yo voy a salir.» Cruzme dijo: «Si tú quieres il... Pero ten cuidado queno te vayan a coltal la cara ni nada. Y ven tempra­no.» No había discusión: me dijo que fuera. Yoacosté a los niños y le pedí al Angel de la Guardiaque los ilumine. Los dejé trancaos con Coca y mefui pa el Silver Cup a buscármelas.

Donde yo trabajo, la gente me pregunta dóndevivo. Yo les digo, «En La Esmeralda". y ellos se­guida dicen: «iAve María, en tan mal sitio que túvives!" Pero antes estaba peor. La primera vezque yo viví allí. La Esmeralda estaba llena de mu­jeres .de la vida y se veían muchas peleas. Habíanmuchas casas poi toda aquella playa. Ahora to esdiferente: no hay tanto revolú como antes. ni tanta

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pelea. Ni tantas mujeres de la vida. Está más tran­quilo el sitio.

El Padre Ponce fue uno que arregló La Esmeral­da. Cuando ese padre fue a allá la gente iba ala iglesia na más que a charlar. Y los borrachonesa beber dentro de la iglesia. Y él venía y decía:«Dentro de la iglesia yo soy un cura, pero afuerayo soy un hombre como to'os los demás." Se qui­taba el manto, se apresinaba, [persignaba] y lemetía una bofetá a cualquier mujer o cualquierhombre. A esa Zulma que era amiga mía una vezle llamó la atención porque se prospasó con unaviejita. Zulma le dijo: «iCállese, padre maricónl»Entonce' él vino y le dio: le metió una bofetá. Aveces, el padre se quitaba la manta y a la genteallí los invitaba a pelear. Por eso es que todo elmundo lo quiere mucho. Se llena más la iglesiacuando está él.

A veces La Esmeralda es malísimo pa vivir, perotiene ratitos buenos. En los días de Navidad esalegre: todo el mundo está haciendo su fiesta enla casa y todo el mundo invita la gente. Se gozade la vida porque allí los borrachos y las mujeresatómicas se pasan bailando y dando show. Algunosse bañan 'esnús [desnudos] en la playa. Y los po­licías corriendo a los pillos. Uno se divierte y notiene que ir al cine.

Pero lo primero que yo haría si ganara la lotería,compraba una casa pa mí y pa mis hijos en otrositio. En una barriada o caserío, dondequiera. Bara­ta. Me gusta La Esmeralda pero desearía cambiarde ambiente. Yo vivo aquí porque no puedo pagalun apartamento de treinta pesos en San Juan. Aquípago doce pesos y sin embargo hay veces que meveo y me deseo.

En el Silver Cup la primera noche hice buen di­nero. Pero, después lo que hacía era poco, diezpesos y así en una noche. El negocio se pusoflojo y tuvieron que cerrar el hotel porque estabanrecogiendo a todas las mujeres.

Usté no sabe lo canallas que son la gente. Comoellos han encontrado su felicidá tratan malísimoa las mujeres de la vida. Viven felízmente con susesposas y sus hijos en la casa y creen que todaslas prostitutas salimos por amor al .arte. Se folmangrupos de esas mujeres que tienen sus maridos ypegan a conversal que si esa mujer, que si cuantoshombres coge, y un montón de cosas. Las muje­res de La Esmeralda creen que por el mero hechode que una es prostituta pues tiene que estar fu­mando marihuana. poniéndose la tecata y robando.Es que ellas complican a una sola persona conesas tres clases de vida.

Yo prefiero andar con veinte mil putas y no conuna mujer honrada. Porque la puta sabe más de la

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vida que la..mujer honrada. Ahora mismito, si salgocon una mujer de la vida y viene otra y me tira,esa mujer por lo menos me puede defendel. Noque .Ia mujer de su casa, la mujer honrada, porevitar perder su marido y que la vayan a cortar oalgo, embala a correr y me deja plantá a mí. Lamujer de la vida, como está impuesta a aguantargolpes yeso, pue' hecha p'alante.

Hay mujeres, veldá, que desde bien jovencitas,me parece a mí que desde su niñez, han queridoser prostitutas. Lo hacen por amor al arte. Algunasde ellas se consiguen sus buenas oportunidadesy las rechazan por estar en la vida. Porque a mu­chas les gusta. Visten bien, salen a cualquier si­tio, se amanecen, bailan. Lo que les gusta es estaralegre, bebiendo, vacilando por las playas... Peroyo, lo único que siempre pienso es en mis hijos,en el bocao de comida del otro día. Pero yo siem­pre vivo con la esperanza de conseguir un hom­bre bueno que me saque de esta vida.

Yo siempre sueño que algún día bien sea joven,l:>ien sea extranjero, bien sea un viejo que se leestén cayendo las pestañas, ese hombre me vengaa ofrecer un hogar. Y cuando yo le diga que ten­go cinco muchachos, que me diga, «No me impol­tan tus cinco hijos polque yo también me los llevo.Yo los acepto.» Así no le tenga amor a él poi pri­mera vez, yo lo a.cepto. Porque es mejor quererdespués que antes.

A mi juicio los puertorriqueños nunca tienen unasola mujer. Si no tienen dos, tienen más, pero quenunca tienen una sola mujer. Hay mujeres que sele tiran encima a los hombres; y el hombre, si sele ofrece bisté [biftec-beefsteak]... En La Esme­ralda todas las mujeres engañan a los maridos.Todas, todas. La que viene de allá de lo último delmundo viene acá y se daña. Es como una crisisque hay aquí que se pega. Dicen: «Ah, pues siesa lo hace, yo también.» Yo, cuando tenía el es­poso mío, no me atrevía a salir de la casa. Si porlo menos el hombre da todo lo que uno tiene enla casa, y a la hora que uno lo necesita está enla casa, uno se conforma con un solo hombre.¿Pero de que vale tener un hombre y que no sirvapara ser el hombre de la casa? Pues tiene uno quebuscar p'alante.

Dios mío que me perdone, pero a mi parecer elpuertorriqueño es bruto ¿ve? en cuestión de ma­trimonio. Yo creo que es una raza que anda perdi­da por ahí. Cuando están tratando la novia le estánhaciendo promesas de que se van a portar bien,que le van a hacer feliz, que si van atrabajar bieny que si vana tener lo que ella necesite en suhogar. Sin embargo, cuando la muchacha mete laspatas con él, pues entonces viene el resultado y elhombre se enamora de otra. Maltratan a la esposa

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y prefieren otras mujeres antes de ella. El puerto­rriqueño siempre le mete la bofetá a la mujer. Amí nunca me han dado, pero sigún las muchachasme cuentan, si uno no los complace en lo que ellosquieren, pues si no le dan el tajo a uno, le danla bofetá. Y yo por eso no quiero tener más ma­trimonios con puertorriqueños. Yo he fracasado tresveces con maridos puertorriqueños.

Los americanos tienen más cuidado con la mujersobre la sexualidad. Tratan a uno con más cariño,complacen a uno en lo que uno quiere y paganbien. Además, dan buenas propinas, Sigún he vistopor allá afuera, se portan bien con la esposa. Laayudan si está enferma. Y cuando ella está encintailo bien que la atienden! Sin embargo, hay puerto­rriqueños que cuando la mujer está encinta. en­tonces es que la aborrecen. Eso lo he visto yocon mis propios ojos.

Una vez una espiritista me dijo que un hombre seiba a enamorar de mí y que yo no iba a panelatención, ese hombre me iba a cortal la caraa mí. Entonces me preparó una cosa con mu­chas esencias de todas clases y el nombre míogualdado para protegerme de todo lo malo. Me costóseis pesos. Yo la tenía que usal siempre en el bras­siere, pero se me perdió. Yo no se lo tenía quedecir a nadie, pero como se me perdió...

Para hacer un trabajo a un hombre se pone sunombre y apellido en unos papeles. Entonces se leechan a los papeles todas las clases de esenciasdominantes: «vente conmigo», esencia de la buenasuerte, esencia del amor... Entonces, la santera vie­ne, pone el nombre tuyo con el nombre de la otramuchacha de ese hombre encima y se dobla biendoblaito con gotitas de to'os esos perfumes. Sepone el papel en una gomita y se cose alrededorcon hilo blanco. Entonces, le hace unos pases yuno lo pone debajo de la almohada o en el pie,para dominar al hombre.

Se domina al hombre también con la oración deSanta Marta o la de San Napoleón. Para intranqui­lizarlo durante esté allá afuera de la casa y quesiempre venga donde la mujer, se compra una velacolará y la oración de los Siete Espíritus Intranqui­los. Se hace la oración al revés por tres veces,se prende la vela al revés, se dice el nombre y ape­llido de la persona, se dantrespatás en el piso anombre y apellido de ella. Se coge entonce' un cor­dón y se parte en nueve. Entonce' se coge una es­quina de uno, unoen.el medio, y otro en la otraesquina y se bota fuera de la casa, pero con todasesas oraciones. Entonces, el sajumerio de San Ra­fael dentro de la.casa. Tó eso por nueve días.

Hay muchas cosas,veldá, y todavia tengo queinteresarme algo más. A mí me han salido bien· al~

"LA VIDAM: PUERTO RICO Y U.S.A.

gunos de esos trabajos. Cuando Edmundo seguíaviniendo a casa, yo compré azogue a nombre yapellido de él y lo tiré. Así ha sido que se ha idoy no ha vuelto más.

V

Yo cuando salía a buscámela tenía que dejal losnenes trancaos. Porque cuando se los dejaba aCoca, ella el otro día me insultaba y que porqueyo me tardaba muchísimo y dejaba esos nenessolos. Y donde quiera que me veía me insultaba.Decía que si atendía a los novios más que a loshijos. Yo decía: «Tengo que atender a los hombresmás porque esos son los que me están dando losbilletes."

Yo a mis hijos los trato con cariño porque sonunos muchachos que se han criado sin padre. Yopor ellos trabajo mucho y sufro mucho también.A veces me pongo deprimida palas Navidades. Mepongo a pensal que no tengo dinero, que debo lacasa, debo la mueblería, y que los nenes siemprepiensan estrenar y el día de Reyes esperan su re­galito. En esos días muchas personas se ponentristes.

El año que me dejé de Edmundo no les podíacomprar regalitos a los nenes. Me dio tanta penaque me puse a 1I0ral en el bar. Un muchacho medice que por qué estaba llorando. Entonces mepuse a explicarle.

Me dijo: «¿Cuántos muchachos tienes?»«Cinco."«Ay, no te preocupes. Mira yo tengo siete hijos

y el año pasao no tenía regalos pa ellos y robé."Pero yo, cuando necesito algo, mejor lo pido aDios y rezo un Padrenuestro o alguna Ave María.

Yo lo único que siempre pienso es que mis hijossigan estudiando a vel si algún día llegan a selalgo. No muy grande, polque yo no tengo dineropa ponerlos en una universidá, pero por lo menosque lleguen a su cuarto año de escuela superior,que sepan algo y que tengan su oficio. Yo deseoque mis hijas estudiaran también pa que tuvieransu buen empleo, y que se casaran con velo y coro­na. Quisiera que salieran personas decentes algomejor que yo. Siempre hay que vivir uno con la es­peranza, como el cautivo. Pero, mientras esté aquíen Puerto Rico, yo creo que no voy a prosperarnada.

Yo me pongo a pensar en la situación que estoy.que no tengo marido. Hay veces que no puedo nicomprarle la leche a los nenes. Cuando a mí meda hambre, Ave María, me pongo nerviosa y noquiero que nadie me hable. Me pongo bien debili­tada y me da dolor de estómago y me pongo fria.Yo no puedo pasar hambre porque me da mal hu-

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mor, me da enseguida con hablarle malo a la gen­te. Pero me tomo un vaso de agua y se me quita.Así aguanto el hambre.

A veces me encuentro aborrecida, pero ¿qué voya hacer? A veces me dan ganas de coger y matarlos muchachos y después pegarme fuego yo tam­bién. Yo lo he pensado y he llegado casi a ha­cerlo. Un día llegué a coger un cuchillo pa me­térselo a Angelito. Yo padezco de los nervios y élme hizo pasar un mal rato. Yo lo mandé a hacerun mandao y él me alzó la mano y me dice. «iquécoño!, tú no me tienes que mandar a mandaos.»Yo le dije: «Mira, canto de sinvergüenza...». perome aguanté.

Cuando los nenes me dan coraje los castigo confuror. Lo hago así porque quiero que sean unosniños educados. También les doy cuando no quierenir a la escuela. Pero me sacan la lengua cuandolos castigo. En realidá, como madre, no los cas­tigo como es debido, pues si ellos gritan y no mehacen caso se me sube como una opresión. Loque me hace que yo pielda el control es que ellospegan a brincal y a pelial. El chiquito pega a daleal grande y el grande le pega al chiquito. Entonce'ahí se forma un revolú grandísimo que uno no en­cuentra ni que hacerse. Entonce' vienen ellos y seponen a revolver la casa y a hablar malísimo. Esome hace a mí salir de mis casillas. Ahí cojo yo ycastigo a uno. A veces le meto una bofetá en lacara. Cuando no, le doy con la correa o lasmanos. A veces les doy con el palo de escobatambién. Los corro, pero no les doy como pa dalesun mal golpe.

y cuando otros niños le den a mis hijos, yo lesdecía que les den también. Y si ellos no les dan,pues yo también les doy, polque tengo que formalel carácter. Yo no les doy con frecuencia. Les ven­go a dal una pela una vez por semana, polque yame tienen incómoda. Pero mIentras tanto, mientraspueda, los regaño na más.

Yo no sé cómo es el genio de esos muchachospolque en realidá nunca les he preguntado si mequieren, ni nada. Gabriel dice que cuando sea gran­de que él me va a compral una casa y va atrabajarpa mí. También Junior dice que cuando trabajeme va a dar chavos a mí. En la escuela Gabrielsabe más que Angelito. Es más inteligente. Sabesumar, sabe leel bien, sabe hacer su nombre.y uno a veces lo lleva a una tienda y le dice losprecios de los trajes a las personas.

A Mundito le gusta mucho el juego. Se pasallorando y pidiéndome chavos. Sólo tiene dos añosy ya me saca chavos de la cartera. Ahora, cuandosalí de la casa, quería que yo le prendera un ci­garrillo pa fumar. Si me ve tomando celveza, me pi-

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del pasado y del presente de la sociedad española.y que este cambio de actitud, en sentido cada vezmás negativo y sombrío, reforzado por los vientosde fronda que corrían por la literatura en aquellosaños -y que se llamaban Ramón Gómezde laSerna, ultraísmo, y, fuera de España, dada[smo. ex­presionismo, etc.- determinó en él un cambio deestilo y una nueva postura frente a la sociedad.De la poetización y estilización de la «realidad»,vista siempre, por lo menos en parte, a través delprisma de otros autores, «literatura de literatura..,en Femeninas o en Sonata de estío, a la estilizacióncaricatural, grotesca, encaminada a degradar losmitos culturales hispánicos, a desenmascarar lahistoria y la sociedad de su pais, en Los cuernos deDon Friolera, Tirano Banderas y El ruedo ibérico:pirueta o salto mortal -más lo segundo que loprimero-, cambio decisivo y profundo, verdaderaexplosión interna en Valle-Inclán. Para explicarlarecurramos a una hipótesis: la acción conjunta, enun momento determinado -en años determinados­de tres factores: la personalidad del escritor. lasituación histórico-social de España, y, finalmente,las corrientes ideológicas artísticas internacionales.De los tres, el más difícil de definir y calibrar siguesiendo el primero. La máscara espectacular y tru­culenta de don Ramón del Valle-Inclán, el granpersonaje de barbas de chivo, sigue hoy todavíarecubriendo y ahogando al hombre de carne y hue­so cuyo verdadero nombre era Ramón del Valle yPeña. Con razón Manuel Azaña, que lo conocióbien, lo describió como un «hombre dulce e infan­til, huidizo y modesto... que vive secretamente ahe­rrojado por el personaje fabuloso de Valle-Inclán".Gómez de la Serna lo defin[a como "la mejor más­cara a pie que paseaba, todo el año, la calle deAlcalá». Para Ramón J. Sender -que en Examende ingenios ha definido y criticado, de modo másbien subjetivo y áspero, a diversas personalidadesde la generación de Valle--este último era el mássencillo, cortés y afable de todos sus compañerosde generación. En la novela-clave de Ramón PéreE:de Ayala, Troteras y danzaderas, encontramos unainteresante y valiosa apreciación, aplicada. al . per­sonaje Monte Valdés, que representa a Valle-Inclán:«...entonó su vida conforme a una pauta de orgullo,mordacidad y extravagancia, que todos tres eranlos tres ángulos de su defensa contra burlas,insi­dias y rutinas ambientes». El Valle-Inclán íntimo po-

Banderas"

MANUEL DURAN

«Su lengua -ha escrito de Valle-Inclán, en Cas­tillo de quema, Juan Ramón Jiménez- fue llama,martillo, yema y cincel de lo ignoto, todo revuel­to... Una lengua suprema, hecha hombre, un hom­bre hecho con su lengua, habla, fabla. Era elprimer fablistán de España, e intentó, en su obrade madurez sobre todo, una jerga total españolaque expresara la suma de giros y modismos delas regiones más agudas y agrias de España (conhispanoamericanismos también, de los países ame­ricanos que él conocia o adivinaba, no en los li­bros, sino en el roce humano...)>> Hoy, a un aiglodel nacimíento de Valle-Inclán, a 40 años de lapublicación de Tirano Banderas, sigue interesándo­nos su lengua, su estilo. Pero comprendemos, cadavez con mayor claridad, que únicamente siguenvivas, actuales, fecundas, las obras del Valle-Inclánmaduro, en las que -a partir, aproximadamente,de 1920- su voluntad de estilo queda canalizadapor una conciencia crítica. Es el Valle-Inclán áci­do, amargo, demoledor, el que hoy nos interesay nos conmueve: el caricaturista implacable de losesperpentos, el Quevedo moderno del Ruedo ibé­rico, el estilista deshumanizador, acre, sombrío, deTirano Banderas.

Nos formulamos ahora una doble pregunta:¿Cómo pudo ocurrir un cambio tan radical en lavisión del mundo en un escritor ya maduro, yahecho, como era Valle-Inclán hacia 1920? Y tam­bién, ¿en qué sentido influyó este cambio parahacer de sus obras últimas, las escritas a partir de1920, y en particular de Tirano Banderas, obrasque aún· pueden incitar y servir de ejemplo a losnovelistas de nuestro tiempo?

La respuesta a la primera pregunta dista muchode ser obvia. Valle-Inclán hizo algo peor que ol­vidarse de escribir sus memorias; dejó tras sí unanube de anécdotas -y a las auténticas se hanañadido las apócrifas- que enmascara su verdade­ra personalidad. Es difícil, con frecuencia, descu­brir la verdadera personalidad de un actor. Y Valle­Inclán, en público, era un actor constante, repre­sentaba su papel, se representaba a sí mismo (talcomo creía que los otros deseaban verlo), y,. porsi ello fuera poco, sobreactuaba. Parece, sin em­bargo, inevitable postular que se produjo en él uncambio profundo -que debió gestarse, quizá, du­rante largo tiempo- a lo largo de los años de laprimera guerra mundial: cambio ante los problemas

Actualidadde "Tirano

publicará en los próximos números:

oseAR LEWIS

ron!» Alicia no había visto los muchachos, que sehabían metío ahí, entonce' oía los disparos y señala­ba con el deíto al cajón. Y las vecinas de al laode casa pegaron a reílse de los muchachos.

Me siento triste al pensar que los nenes la ma­yor parte del tiempo se pasan llamando al papá.La nena pequeñita el otro día se pasó diciendo,«papá, papá», y señalaba pa afuera. Eso a mí mepone triste. Y también yo pensando. que algún díacaiga en cama y que no tenga quien mantenga mishijos ni los atienda ni nada. Que mi familia me losatenderá, pero no es lo mismo que con uno. Yo,cuando estoy trabajando, cualquier cosa que ellosse antojen se las doy. Si yo por lo menos consi­guiera alguien que me velara .Ios hijos, yo buscabaun trabajo mejor. Porque eso de acostarse conhombres... eso no es lo mío.

relatos de Francisco Ayala, Guillermo Cabrera Infante, Ulises Garrión, Haroldo Conti,Aníbal Ford, Fernando Alegría, Witold Gombrovvicz, Juan José Hernández,Manuel Mujica Láinez, H. A. Murena, Juan Carlos Onetti, Pedro G. Orgam­bide, Elvira Orphée y Francisco Pérez Maricevich.

poemas de Juan Bañuelos, Héctor Bianciotti, Cecilia Bustamante, Miguel Angel Fernán­dez, Humberto Díaz Casanueva, Leonardo Milla, César Fernández Morenoy Octavio Paz.

ensayos de Miguel Albornoz, Vicente Barretto, Edgardo Cozarinsky, Daniel Devoto,Fer.nando Díez de Medina. Francisco Fernández Santos, Carlos Fuentes, An­thony Hartley, K.A. Jelenski, Herbert Luthy, Julio Mafud, Adolfo de Obieta,Eugenio Pucciarelli, Severo Sarduy y Guillermo de Torre.

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LOS MILITARES EN EL BRASIL

WqODROW WILSON VISTO POR FREUD

de. Y le gusta. Mundito da mucha candela, yapesal de que es más pequeñito, se pasa peleando.Cuando le mete el puño a otro, él busca los mu­chachos más grandes. Yo no sé que voy a hacelcon ese muchachito; él va a tenel el genio del papá.

Una vez, los guares querían ver televisión y yoles dije: «Bueno, pues vamos a vel televisión encasa que yo compré una." Embalaron a correr ycuando llegaron a casa pegaron a pelear porqueeran mentiras. Lo que había era un cajón, que yolo tenía forrado. Yo les dije: «¿Pue' quieren que yojuegue con ustedes?"

«Sí.»Les di un vellón. «Pues, búsquense las pistolas

y cómprense dos dolminanantes.» [fulminantes} En­tonce' pue' se metieron detrás del cajón y pega­ron a disparar. Gabriel decía: «iAy, que me mata-

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ser " brusco, dulce o malhumorado, se-gún las circunstancias. Fue, con toda probabilidad,un «falso tímido.. , un tímido a medias, resuelto aproteger su intimidad mediante un elaborado anda­míaje externo que lo ímpelía a veces a excesos deaudacia, a desplantes agresivos. Fue también, sinduda, un artista plenamente consciente de su valory probablemente amargado al comprobar que elap.lauso que la sociedad le otorgaba no coincidíacon el que él creía merecer. Baroja era más leído,Unamuno más escuchado, Azorín conseguía másfácilmente la aprobación de los poderes públicos.Por los años en que D'Annunzio llegaba a la cum­bre de su popularidad y se convertía en «monu­mento nacional .., Valle-Inclán vivía todavía en uncuchitril y tenía que pedir anticipos a sus editorespara no morirse de hambre. Las leyendas tejidasen torno a su vida encubren casi siempre una rea­lidad difícil, dolorosa. Así ocurre desde el princi­pio, desde, por ejemplo, su famoso primer viaje aMéxico. En un breve texto «autobiográfico.. publi­cado en 1903 en Alma Española afirma haber sidoaHí «converso en un monasterio de cartujos y solda­do en tierras de la Nueva España»; más adelantese concede un ascenso: había llegado a ser nadamenos que Coronel general de los ejércitos deTierra Caliente. Piadosas mentiras que ocultabanunos años de estrecheces, por no decir de mise­ria: después. de las pacientes investigaciones deWilliam L. Fichter (Publicaciones periodisticas dedon Ramón del Valle-Inc/án anteriores a 1895, ElColegio de México, 1952) sabemos que nuestroautor hubo de trabajar como reportero de segundaclase, escribiendo crónicas noticiosas y reimpri­miendocuentos ya publicados en España en undiario de la capital; no llamó la atención, noconsiguió abrirse paso, y su visita a México (1892­93) .debió dejarle un sabor amargo que su posteriormitificación no llegaría a borrar del todo: un resen­timiento que habrá de aflorar, no en la Sonata deEstío, impregnada todavía de efluvios poéticos, desensualismo tropical, sino, precisamente, en TiranoBanderas. Como si Valle-Inclán hubiese escindidosu experiencia mexicana en dos mitades: una partesusceptible de idealización, y otra, digna de sátiray caricatura, que habria de dormir largos años enla memoria del escritor en espera de la transfor­mación artí~ticaque, al hacer posibles los esper­pentos, le permitiría aprovechar los materiales nega­tivos acumulados en el recuerdo. De la experienciamexícana -del aspecto negativo de esta experien­cia....... salen también ciertos personajes del esper­pento La hija del capitán, de La cabeza del Bautis­ta,de El ruedo ibérico. Poco a poco, Valle-Inclánprofundiza, aquilata, subraya: lo que empezó porser un doloroso fracaso se convierte en fuente de

MANUEL DURAN

creación. El solía decir que el motivo principal quelo impulsó a viajar a México era, simplemente,«porque se escribe con x». Y Valle acabaría,a lalarga, por resolver -artísticamente, no matemáti­camente- la incógnita que aquella x implicaba.

*Así, pues, al llegar los años decisivos que prece­den la creación del esperpento -y de Tirano Ban­deras- nos encontramos con un Valle-Inclán aco­sado por pequeños y grandes problemas persona­les: escasez de dinero, dificultades familiares y sen­timentales, enfermedades crónicas, sensación ínti­ma de injusticia debida a un -relativo- fracasofrente al público. Valle se parece al ingeniosohidalgo de Cervantes: como él, se crea una perso­nalidad, lucha constantemente por mantenerla fren­te a la indiferencia o la hostilidad de los demás;como Don Quijote hacia el final de la novela, Va­He-Inclán se siente, en sus años maduros, cansadode la lucha constante que el mantener su perso­nalidad -a base de pequeñas y grandes mentiras,de energía, de ilusiones sin cesar renovadas,sincesar destruídas, siempre vulnerables, siempre enpeligro de derribarlo todo al frustrarse- le obligaa librar día tras día. Como actor de su propia obrade teatro, como héroe de la tragedia personal quese va inventando a lo largo de su vida, Valle nopuede tomarse ni un solo día de descanso. E!cansancio personal debió proyectarse hacia lo co­lectivo y nacional, y Valle, sin duda, debió deatribuir a ciertos defectos de la vida española-defectos existentes, y bien visibles por cierto,pero que, en aquellos años algunos de sus com­pañeros de generación empezaban a sublimar, a«perdonar,,: este es, sin duda, el caso de Azorín­parte, por lo menos, de su fracaso personal. Yreaccionó con violencia, con indignación, con rabia.Con toda la nobleza quijotesca y un poco ciegaque su personalidad, su «máscara noble.., le im­ponía.

La irritación es un enamoramiento negativo. Elhombre enamorado ve cosas que otros noven, yque sin embargo existen. El hombre irritado ve, conmayor clarídad que otros, otras cosas que tambiénexisten, que también merecen que nos fijemos enellas. La irritación hace a Valle especialmente cla­rividente, le revela aspectos de la realidad es­pañola que ningún otro miembro desu generaciónsabe ver con la misma precisión. Le impulsa, in­cluso, a generalizar: no sólo sabrá precisar los de­fectos de España, sino· que, a través de ellos. apartir de ellos, podrá definir los defectos de todoel mundo hispánico. Y esto es lo que ocurre enTirano Banderas.

Valle-Inclán, hombre· público, busca a sus lecto-

ACTUALIDAD DE "TIRANO BANDERAS..

res y admiradores sin encontrarlos en cantidadessuficientes, o en calidad satisfactoria. No hay queolvidar que un artista con dotes y temperamentode actor, como era él, necesita siempre un públicofiel y numeroso. Es de sospechar, incluso, que Va­lIe-lnclán compensaba con su éxito en las tertulias-y a las suyas acudían, junto con personas deauténtico valor, no pocos papanatas- la amargurade no haber logrado todavía imponerse ante unpúblico más vasto y ante los criticos más exigen­tes. 0, en todo caso, de no haber logrado el éxitoque él creia merecer. No hay que olvidar tampocoque el artista histriónico, si es orgulloso y altivo,como lo era él, no puede jamás sentirse satisfecho:si le falta el público se siente abandonado; si elpúblico lo aplaude, desconfía del aplauso de aque­llos -la mayoría- a quienes desprecia.

Pero, además, el hecho esencial es que el es­critor nunca escribe solo, aislado, nunca puede sen­tirse desligado de los demás, como Robinsón ensu isla. Es parte de una comunidad, y tiene queexpresarla, pronto o tarde. Las torres de marfil-y ello es especialmente cierto en los países dehabla española- acaban por agrietarse y hacerseinhabitables. La de Valle-Inclán se desintegra-extraña coincidencia- precisamente durante losaños de la primera guerra mundial, años en queaparecen en el aparentemente sólido edificio de lacolectividad española, vastas fisuras, irreparablesgrietas. Para todo español sensible -y Valle-Inclánlo era en grado sumo- a partir de 1916 ó 1917 latierra tiembla, todo adquiere un carácter irreal, pre­cario. Crisis más grave, en el fondo, que la de1898. En la primera crisis se desmoronaban losrestos de un imperio y -para los intelectuales­los falsos mitos de grandeza con que la Españaoficial, la de las escuelas y los libros de texto, lade los discursos y las proclamas, se venía alimen­tando a lo largo del siglo XIX. Pero la crisis de1917 es mucho más honda: pone en peligro la exis­tencia cotidiana de la nación, su equilibrio social,político y económico. Es todo un sistema de coe­xistencia interna, el sistema de la Restauración, elque empieza a fallar. Un sistema ideado por Cá­novas, que parecía bien afianzado, útil, impres­cindible.

Es preciso decirlo, aunque parezca paradójico:Valle-Inclán demuestra, con su cambio· de posiciónocurrido entre 1917 y 1920, mucha más sensibilidadpara las cuestiones sociales y polfticas· que •• suscompañeros de generación.· Eifracaso ·delanaC:iónespañola en 1898, frente al cual reaccionaron tan­tos escritores, era en cierta forma periférico, sopor..table. El fracaso de la Restauración----que>Valledebió intuir, ayudado por su. antiborbonismodelosaños de adhesión sentimental a los >carlistas, y

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que se refleja claramente en la violencia críticacon que a partir de esos años juzga todo lo his­pánico- era esencial, insalvable. Cánovas fue, pormucho que nos irrite el confesarlo,una de las tresmentes más claras de la vida política española delsiglo pasado. (Las otras dos fueron Mendizábal yPrim.) Su sistema del «fumo pacífico» con cambioperiódico de los partidos polfticos en el poder era,en teoría, perfecto, y en la práctica no funcionómal durante muchos años. (Señalemos de paso quecuando un país hispanoamericano amenazado poruna prolongada crisis interna, como Colombia, haquerido resolver sus problemas políticos, ha tenidoque recurrir a una solución similar.) En la superficiede la vida nacional se mantenía una apariencia dedemocracia: la democracia «se llevaba mucho» poraquellos años y permitía ciertos desahogos, ciertascríticas, especialmente en los discursos de lasCortes y en la prensa de izquierdas; todo ello con­trarrestado, en la práctica, neutralizado, suprimido,por las trampas electorales y el sistema de caci­ques locales. A las oligarquías tradicionales, lasmás fuertes, la parte del león, gracias al manteni­miento del statu quo; al pueblo, la paz, la estabi­lidad, una creciente -pero Iimitadísima- pros­peridad, una ración -exigua, pero con todo eficazdurante algún tiempo- de esperanza. El sistema sebasaba en dos premisas: ausencia de toda crisísexterna grave; y ausencia de toda crisis económicainterna grave. Ambas fallaron en los años de 1917a 1922. Nadie, ni siquiera Cánovas, podía preverlotodo. En 1898 se había producido una crisis exter­na, sin graves consecuencias internas; en 1917­1922, al combinarse la agitación interna -inflación,provocada por la guerra mundial; agitación obrera,huelga general- con los fracasos externos -gue­rra de Marruecos, desastre de Annual, .responsabi­lidad de Alfonso XIII en dicha guerra y dicho de­sastre- todo el sistema empieza a descubrir suineficacia y su senilidad. La huella más honda deeste progresivo hundimiento, al final del cual· en­contramos la crueldad fratricida de la guerra civilespañola, aparece precisamente en los cambios enel estilo de Valle-Inclán, cambios que resultan. mi­lagrosos, ininteligibles, si nos empeñamos eojuzgarcada una de sus obras separadamente, sin teneren cuenta el ambiente y la reacción deL escritorfrente al ambiente. La «estilística pura» no funcionabien en este caso (yen tantos otros).

Tirano Banderas es fruto de la nueva estética deValle-Inclán, perfilada ya en La pipa de Kit, de1919, estética que, a su vez, es el reflejo artísticode la nueva actitud ética del escritor, de la denun­cia de las lacras y monstruosidades del mundo es­pañol -del mundo hispánico-, de la «pobreteríay locura» de tantos pueblos de habla española, se-

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gún' la concentrada expreslon de Moreno Villa. Elviaje de Valle-Inclán a México en 1921, invitado porObregón, repristina sus recuerdos -lingüísticos,de paisaje, de ambiente- adquiridos en su primeravisita al país y contribuye, además, a darle unaactitud de hostilidad -motivada, sin duda, por inci­dentes personales- frente a la presencia de di­plomáticos españoles y comerciantes gachupinesen México. Melchor Fernández Almagro señala que«se indispuso Valle-Inclán durante su estancia enMéxíco con la colonia española, en la que figura­ban terratenientes perjudicados por la ReformaAgraria. En cien millones de pesos se cifraba, pocomás o menos, la cantidad reclamada por aquéllosa título de indemnización. 'No debe pasar de seismillones', objetaba Valle-Inclán en conversacionespúblicas o privadas, según su cálculo personalísi­mo. El Presidente Obregón le dedicó su libro Ochomil kilómetros de campaña, que serviría a Valle­Inclán en adelante para documentar de algún modosus apologías del México revolucionario. También ledio Obregón su retrato, que Valle-Inclán, vuelto yaa España -diciembre de 1921- no dudó en co­locar con los de don Carlos y don Jaime [los pre­tendientes carlistas al trono de España] en el Val­halla de la consola de su salón» (Vida' y literaturade Valle-Inc/án, 2a. ed., pág. 197).

La evolución política de Valle-Inclán se acelera­ba. Su antiguo carlismo, postura más bien senti­mental y romántica, de gentilhombre provinciano,rebelde, excéntrico, y amigo de causas perdidas;lo había hecho antiborbónico; la guerra de 1914,durante la cual fue, como es bien sabido, violen­tamente francófilo, mientras que el ejército es­pañol -y casi todos los conservadores- apoyabaal Kaiser, le hizo odiar al ejército y a la burguesíade las ciudades, y poco después de estallar la re­volución rusa afirmaba, según cita de FernándezAlmagro: «En el siglo XIX, la Historia de Españala pudo escribir don Carlos; en el siglo XX, laHistoria del mundo la está escribiendo Lenin»(Op. cit., pág. 196).

Tirano Banderas se publica a fines de 1926, ysu aparición señala un momento de importancia nosolamente para la novela española, sino tambiénpara la novela hispanoamericana. Existe en estaobra una decidida voluntad de síntesis, como elautor declara en carta a Alfonso Reyes: «Una sínte­sis el héroe, y el lenguaje una suma de modismosamerica.nos de todos los países de lengua espa­ñola, .••• desde el modo lépero al modo gaucho. LaRepública de Santa Trinidad de Tierra Firme es unpaís.Jmaginario» (Cit. porGo de Torre, La difíciluniversalidad española, .' pág. 158).

y precisamente por ello. nos encontramos en" elpolo 'opuesto a la actitud' localista, costumbrista,

MANUEL DURAN

que había inspirado la novela hispanoamericana-y la española- durante tantos años. Estamosante un mundo recreado artísticamente, y en elplano lingüístico, a partir de multitud de fragmen­tos: el tirano Santos Banderas, por ejemplo, centroy eje de la novela, es un personaje inspirado porrasgos de varios dictadores: el doctor Francia, Mel­garejo, López, don Porfirio; por otra parte, su muer­te, precedida por la de su hija, apuñalada por élpara que no la gocen sus enemigos, está claramen­te inspirada por las crónicas que narran la muertedel español López de Aguirre, el llamado «tiranoAguirre» en la época de la conquista. Emma Su­sana Speratti Piñero ha señalado otra curiosa fuen­te de un fragmento breve de la obra de Valle-Inclánen un cuento del Dr. Atl. (Véase «Las fuentes y suaprovechamiento», en La elaboración artística enTirano Banderas, págs. 12 y sigs.). En el caso delcuento del Dr. Atl, como en el de las crónicascoloniales utilizadas por Valle, no se trata de pla­gio, sino de introducir en la obra una especie de«collage», con elementos claramente distinguibles,utilizados para una composición a la vez decorativay de sabor auténtico. El «collage» es uno, de losprocedimientos favoritos del cubismo, y la estéticade Valle, por aquellos años, se ha impregnado deactitudes cubistas.

Resumamos brevemente lo que la novela de Va­lIe-lnclán introduce en el mundo de las letras his­pánicas: un lenguaje en cierto modo «inventado»,sincrético; situaciones satíricas extremas, grotes­cas, trágicas, en enlace apretado; descripcionesinspiradas frecuentemente por técnicas y movimien­tos modernos -el cine, la pintura cubista, los gra­bados de Posada-; acción proyectada sobre va­rios planos; personajes vistos en acción, definidospor sus actos y por el diálogo, con un mínimo dereflexión y de monólogo interior (con la única ex­cepción del interesante monólogo interior del em­bajador de España); dislocación en la secuenciatemporal. En cuanto al lenguaje de la novela, losestudios -tan cuidadosos y detallados- de E. S.Sperattl han subrayado la preponderancia de me­xicanismos, cosa bien natural dada la experienciamexicana del autor: «Sobre unos cien vocablosy giros de uso americano muy extendido... y otroslimitados a dos o más países... alrededor de cin­cuenta son corrientes en México. De los •• que pue­den señalarse como particulares. de . una región,unos cincuenta son mexicanos, siete son exclusivosde Chile y de las regiones limítrofes, y de los ochoque podrían representara la Argentina, sólo cuatrole pertenecen rigurosamente.. El •vocabulario em­pleado por Valle-Inclántiene,pues" una alta pro­porción de mexicanismos, >pero la hábil trabazónde voces y frases, y la no menos hábil selección de

ACTUALIDAD DE -TIRANO BANDERAS»

formas agudamente caracterizantes en lo que res­pecta a las regiones menos representadas en esteaspecto, es lo que provoca en el lector la vigorosaimpresión de síntesis» (Op. cit., pág. 113). La vo­luntad de síntesis es constante. Así por ejemplo,al principio del Libro Segundo (<<El Circo Harris», IV)los dos periodistas emplean el voseo, hablan de lanecesidad de ganarse «los frijoles", aparece uncholo, y se bebe -o mejor dicho «se sopla,,­chicha. La República de Santa Fe de Tierra Firmees cifra y resumen de todo un continente de hablaespañola. Esta ambición generalizadora, sintetiza­dora, de Valle no dejó de suscitar resistencias porparte de algunos lectores: Guillermo de Torre re­cuerda las reservas con que fue acogida la novelade Valle-lnclán por algunos hispanoamericanos:«Precisamente, un venezolano en Madrid, Blanco­Fombona, escribió entonces que Valle-Inclán habíacreado con Tirano Banderas una 'América de pan­dereta'. El caso es que todavía hoy parece existiren el continente de América una marcada resisten­cia a considerar Tirano Banderas como una 'novelaamericana' -con los debidos matices diferenciales,por supuesto, de las oriundas, pero con menosreservas de las que han existido siempre en Es­paña para tener por española una novela comoLa gloria de don Ramiro, de Larreta. ¿Se deberátal vez esa actitud a que ninguno de los nacidosen cualquiera de los varios países hispanoamerica­nos aludidos o sugeridos en el libro, se aviene areconocer el suyo como pintado con autenticidad?Pero ¿acaso no fue cabalmente otro, el opuesto,no caracterizar ninguno específicamente, el designiode Valle-Inclán, sino forjar una suerte de sincretis­mo ideal? .. Novela americanista total -podríamosresumir-, no americana de este país o del otro,y de primer orden, es Tirano Banderas. Ha influí­do y creado prole a los dos lados del Atlántico.Sin ella no existirían novelas como El Señor Pre­sidente, de Miguel Angel Asturias, y La catira, deCamilo José Cela» (La difícil universalidad espa­ñola, págs. 157-158).

Más aún: la sátira de Valle-lnclán es total; sedirige contra el tirano, contra la arcaica estructurasocial de Hispanoamérica, los militares fantoches,los explotadores del indio, y también contra Pe­reda, el español prestamista, don Celes, y los otrostipos estrafalarios de la colonia española, sin olvi­dar al inefable Embajador de España, el afeminadobarón de Benicarlés. «España podrá valer mucho-declara uno de los personajes de la novela­pero las muestras que acá nos remite son bienchingadas.» Y el propio Tirano Banderas refiriéndo­se al barón de Benicarlés: «Por veces nos lleganpuros atorrantes representando a la Madre Patria."Si la generación del 98 había comenzado por cri-

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ticar la abulia, la estrechez y la intolerancia de lasociedad española, la novela de Valle-Inclán, «elhijo pródigo del 98", como le definía certeramentePedro Salinas, aplica esta amarga actitud crítica atodo lo hispánico; no se salva nada ni nadie. Elpesimismo de Baroja en En árbol de la ciencia-para no dar más que un ejemplo- lo inspiraba elestado de la sociedad española; el de Valle-Inclánen Tirano Banderas, la vida hispánica en su totali­dad. Valle, que llega con retraso a la posición crí­tica típica de su generación, adopta, quizá comocompensación a su tardanza, una posición muchomás radical e inclusiva. (Uno de los «herederos"de este aspecto de Valle es, probablemente, Fran­cisco Ayala, que en Muertes de perro nos ha dadosu visión satírica y amarga de la realidad ameri­cana.)

Pero la modernidad de Tirano Banderas reside,más que en la actitud crítica, en el estilo y en ladislocación temporal. En cuanto al estilo, dominala sobriedad, la economía, sin excluir las disonan­cias, las estridencias, las dislocaciones, los efectosde sorpresa. Frases breves, tersas; grandes vistaspanorámicas, bruscamente desarticuladas, que re­cuerdan los montajes cinematográficos y los «col­lages" cubistas: «Cachizas de faroles, gritos, manosen alto, caras ensangrentadas. Convulsión de lu­ces apagándose. Rotura de la pista en ángulos.Visión cubista del Circo Harris» (Libro Segundo,V). y también: «La ciudad, pueril ajedrezado deblancas y rosadas azoteas...» (O. e., 1, 909); «ElJardín de los Frailes, geométrica ruina de cactus ylaureles» (ibid., 915); «Conforme adelantaba el día,los rayos del sol, metiéndose por las altas rejas,sesgaban y triangulaban la cuadra del calabozo...La luz triangulada del calabozo realzaba<en un mó­dulo moderno y cubista la actitud macilenta de lasfiguras" (ibid., 1023). Y es que Valle, que en laprimera mitad de su obra es ante todo un «moder­nista arcaizante", según la definición de Guillermode Torre, ha remozado su estilo -a· partir, aproxi­madamente, de 1919- y en los esperpentos ha lle­gado a un «estilo de acotación teatral» -la frasees de Pedro Salinas- mucho más concentrado ysobrio, mucho más de acuerdo --en su frialdad, suobjetividad, su violencia, sus rasgos caricaturales­con las posiciones estéticas de nuestro tiempo,más amigo de la sátira, de lo grotesco, de la des­trucción de los mitos, que de la armonía, lo noble,la creación de ideales y mitos. Estilo impresionista,estilo sobrio, en el que con· frecuencia predominanlas oraciones nominales: «Sobre el resplandor delas aceras, gritos de vendedores ambulantes: Zig­zag de nubios limpiabotas: Bandejas tintineantes,que portan en alto los mozos de los bares ameri­canos: Vistosa ondulación de niñas mulatas...»

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El nuevo Museo Whitneymenos la siguiente: allá por el año 1908; la.es~

cultora Gertrude Vanderbilt Whitney comenzó en supropio taller de la calle 8, en pleno GreenwichVi­lIage, una colección privada que con el andar deltiempo se iba a convertir en un museo de artenor­teamericano principalmente orientado hacia lo con­temporáneo. De 1931 a 1954 las colecciones -cadavez más numerosas y más ricas- estuvieronaló­jadas en un local apropiado, siempre en ese ba­rrio de la bohemia neoyorkina que es el Village.Y cuando se mudó fue para ocupar un nuevo edi­ficio cuyos fondos tocaban con los del más recien­te -y ya mucho más famoso- Museo de ArteModerno. Ese penúltimo local del Whitney fue en­cargado a Philip Johnson, reputado como uno delos más brillantes arquitectos norteamericanos desu generación, a pesar de lo cual constituyó unverdadero fiasco. Concebido a una escala pequeña-sin resultar siquiera íntimo- parecía una· vulgarcasa rica en que una feísima y estrecha éscaleracomunicaba entre sí los distintos pisos en dondelas obras de arte parecían arrojadas al azar.

Doce años después de la inauguración de aqueldesdichado edificio, el Whitney se ha mudado alflamante museo de Madison Avenue. Entre terrenoy construcción ha costado seis millones de dóla­res, que amortizará en parte el costo de la entrada,que se ha fijado en cincuenta centavos. Los norte­americanos cultos han decidido describirlo diciendoque el museo presenta, al exterior, la forma de unzigurat invertido. Esa comparación con los templosescalonados de la antigua Caldea me parece de lomás arbitrario. La verdad no. es tan pomposa. nimucho menos; yo diría simplemente que se tratade un edificio que, grosso modo, presenta el aspec­to de un enorme cubo de seis pisos de altura.Totalmente liso por la calle 75, en donde solamenteexiste una entrada de servicio y seis ventanasrela­tivamente pequeñas que establecen la comunicaciónvisual entre las salas cerradas y el exterior. Por ellado de Madison Avenue la solución no es austera.El subsuelo que da a un foso y.la planta baja sonencristalados y llaman. la atención del·· transeúnteque descubre parte de las obras expuestas. Lapuerta de acceso se encuentra al cabo deun.ver­dadero puente que salva dicho. foso que, en. el .op­timista lenguaje del museo, denominan Jardín de es­cultura. La verdadera curiosidad, en fin, consisteen que a partir del muro en que· está la puertaprincipal la fachada avanza en tres grandes.esca­Iones que corresponden, cada uno, a una planta.

Un zigurat invertido

Entendámonos: no se trata del completo fracaso-plástico y hasta funcional- del absurdo «mue­ble» de mármol blanco que es la dicha Galería deArte Moderno, obra reciente del arquitecto EdwardStone, el mismo que hace treinta años fue capazde crear el Museo de Arte Moderno, en la calle 53,que resiste triunfalmente la comparación con lomejor que se hace ahora. El Whitney es muchomás lógico y posee una mayor amplitud y dignidadque la citada Galería de Columbus Circle. No al­canza, sin embargo, la calidad arquitectónica de unedificio arbitrario pero apasionante como el Gug­genheim, el «museo en espiral», una de las últimascreaciones del genio de Frank L1oyd. Wright· Obradiscutible pero siempre estimulante y que puedeabrir caminos insospechados en la concepción. deuna arquitectura que tiende a integrarse a un nuevourbanismo.

La historia sucinta del museo Whitneyesmás o

Hace ya veinte años que voy a Nueva York dis­puesto a asombrarme. Ya que Nueva York es funda­mentalmente una gigantesca acumulación de poder,que se traduce para mí en edificios nuevos y enmuseos cada vez más ricos. Cuando llego esperolo inesperado, hasta lo inesperable: que toda la ar­quitectura sea avanzada y de la mejor calidad plás­tica, que los museos resulten cada vez más per­fectos y estimulantes. Demás está decir que si losviajes anteriores fueron para mí los del MuseoGuggenheim o de la Galería de Arte Moderno (do­nación del millonario HuntingtonHartford), esta vezmi curiosidad iba orientada por el nuevo edificiodel Museo Whitney, consagrado al arte norteame­ricano. Es decir, quería volver a ver las coleccionesy quería enfrentarme con la «envoltura» arquitec­tónica que ahora las cobija, obra de uno de losmás reputados arquitectos contemporáneos: el hún­garo-norteamericano Marcel Breuer. Pues bien, elnuevo edificio me ha defraudado. Si se piensa loque hubiera podido hacerse en esa esquina privi­legiada de Madison Avenue y de la calle 75, con uncrédito prácticamente ilimitado y en un magníficobarrio residencial, uno se siente decepcionado poresta especie de gran casamata recubierta de gra­nito gris que tiene algo de impenetrable, de tesorode banco, de refugio antiaéreo, de todo menos demuseo de arte contemporáneo.

DAMIAN CARLOS BAVONMANUEL DURAN

de Tirano Banderas. Ciertamente su autor no po­día contar con esta novela para conquistar a unpúblico reacio. Se dirigía, una vez más, a las mi­norías, y esta vez a minorías muy selectas, muyexiguas. Y sin embargo su mensaje no podía sermás urgente, más angustiado: «Tirano Banderas noes una 'americanada'. Tirano Banderas es la inter­pretación en América de un problema español: lapresencia repetida e insistente del Espadón que seopone al buen deseo democrático. No porque síValle ha ido a espigar por las viejas crónicas quenarran las aventuras de Lope de Aguirre, primertirano de América, o se ha detenido en relatos queilustran el mal endémico de la revolución finalmen­te sojuzgada por los propios militares que la di­rigieron. Tampoco porque sí es ese ondular por loscaminos de la historia del Nuevo Mundo, ni el es­fuerzo por sintetizar en un punto geográfico ine­xistente una existencia real y hereditaria. Lo queValle expuso como tesis de carácter naturalista...y desarrolló con un arte peculiar de gran escritory hombre dolorido profundamente, es su visión dela América española condenada a padecer el malque sus conquistadores le inocularon y por el cualpuede llegar, como España, al anquilosamiento mo­ral y a la muerte» (Speratti, 128). Valle escribecomo escribe en esta novela porque es, ante todo,un gran artista exasperado. Y lo que le irrita y an­gustia es ver copiadas, incluso aumentadas a ve­ces, en Hispanoamérica, las lacras españolas. Y elno encontrar la salida: «Toda nuestra historia en loque va de siglo es un albur de espadas. Un alburo un barato», dirá un personaje de Baza de espa­das, su última novela, en la que vuelve, como obse­sivamente, al problema del militarismo, del fracasoy la frustración de la voluntad del pueblo. En suúltima etapa Valle es a la vez un moralista y unesteta. El arte del moralista puede quedar demasia­do cerca del sermoneo; el del esteta no suele ha­blar al corazón; pero cuando Valle reune las cua­lidades del moralista a las del esteta, nos da un arteestéticamente perfecto que, además, nos ofreceun mensaje moral grave, profundo, humanamentesentido, que reconocemos como válido y urgente.La novela de Valle queda, en cierto modo, abiertaal final: muere el tirano, pero no queda claro loque va a ocurrir después. La historia -nuestrahistoria, la de España y de Hispanoamérica, la detodo el mundo moderno- nos ofrece tantas incer­tidumbres, tantas promesas y tantas angustias comoel final abierto de la novela de Valle-Inclán O

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Los inventarios -de vIsiones parciales se suceden,rápidos, y E. S. Speratti está en lo justo al señalarque «la oración nominal actúa con valor parecidoal del 'puntillismo'» (p_ 79); es decir, Valle señalay subraya aspectos parciales de la realidad, puntos,manchas, objetos, movimientos; hay que tomarperspectiva para que las cosas, los actos, adquieransentido; si nos acercamos demasiado nos sumimosen el caos. El puntillismo de Valle se parece mása ciertos cuadros de Van Gogh que a las serenassuperficies de Seurat; hay en Valle una explosióntropical, expresionista, violenta; y con frecuenciason las cosas las que dominan el cuadro, no laspersonas; cosas que aluden a personas, que lasrepresentan, pero que de todos modos nos sonpresentadas en forma que sugiere, por lo menos,una «cosificación» del ambiente: «Al cruzar elclaustro [Tirano Banderas], un grupo de uniformesque choteaba en el fondo, guardó repentino silen­cio» (pág. 56); « •• .Ia patrulla de fusiles desaparecíacon los dos prisioneros» (pág. 141). «Valle-Inclánpudo hablar de un grupo de oficiales o de unapatrulla de soldados armados con fusiles. Peroprefirió destacar los uniformes y las armas porquecon ellos evoca una impresión de vaciedad, de nohaber personas. Para Valle, y a través de él para ellector, la idea de que en un ambiente tiranizadola sumisión anula al hombre resulta así intensa»(Speratti, pág. 78).

Quizá el resultado más obvio de un estilo comoel de Valle en Tirano Banderas sea, sin embargo,para el lector medio o poco preparado, casi ente­ramente negativo. Debido a lo rico y raro ~el vo­cabulario, a los giros locales, al impresionismo dela frase, y a la estructura complicada de la no­vela, nos hallamos ante un libro plenamente acce­sible a pocos. Piénsese en lo que podia entender ellector medio español, el madrileño semiculto, en1926. El léxico de la novela presenta dificultadestales que resultan casi insuperables, no solamentepara un español, sino también para un hispanoame­ricano, incluso -el caso más favorable- un me­xicano. Tirano Banderas es probablemente la nove­la más difícil de toda la literatura española mo­derna. El que no haya intentado su estudio en clase,el que no haya tratado de contestar a las innume­rabies preguntas de estudiantes abrumados por lospasajes ininteligibles, por los substantivos desco­nocidos, parla marcha, en apariencia caprichosao absurda, de la acción, no puede darse plenacuenta de los obstáculos que representa la lectura

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DAMIAN CARLOS BAYON EL NUEVO MUSEO WHITNEY 57

El más protuberante de todos es un inmenso murociego en donde se abre un solo y gran ventanal,que rompe la deliberada monotonía de esa super­ficie.

Entre la nutrida documentación que repartía elmuseo con motivo de su apertura, figura una justi­ficación que firma el propio arquitecto MarcelBreuer. Se dice allí que como las salas del museoestán iluminadas artificialmente y poseen un sistemade aire acondicionado, las ventanas resultaban to­talmente superfluas y si se dejaron algunas fue porno crear una impresión de claustrofobia en el visi­tante. Por otra parte, la maciza forma obtenidamediante ese deliberado cerramiento fue acusadaaún más con el objeto de que el edificio no pudie­ra ser confundido con un banco, una gran tiendao simplemente con una casa de oficinas o de de­partamentos. Con este criterio -muy atendible porcierto- desembocamos en lo que está de modallamar la arquitectura «representativa.., términosiempre menos comprometedor que el de arquitec­tura «simbólica.. que vendría fácilmente al espíritu.De ahí a decir que Marcel Breuer haya encontradouna «forma significativa.. -según la expresión delcrítico inglés Clive Bell- hay un largo trecho. Sinembargo, icuántos crímenes se cometen en nombrede esa arquitectura! Embajadas norteamericanas deestilo «morisco.., hoteles de opereta, teatros comoel nuevo Metropolitan que parecen una muebleríabarata. Al menos el Whitney, si es aburrido, estambién severo.

Que conste que me refiero al aspecto exterior.Lo mejor del museo es sin duda la disposición desus salas y su perfecto sistema de iluminación.El arquitecto ha logrado locales amplios, perfec­tamente escuadrados y que por un ingenioso sis­tema pueden ser divididos de infinitas maneras porunos grandes paneles no demasiado pesados quese guardan en un depósito en el sótano. Desde elpunto de vista práctico de la «movilidad.. de losambientes es este el rasgo principal y el que se­guramente querrá ser imitado. Para obtener esaposibilidad, el arquitecto ha inventado una especiede «parrilla.. de hormigón que despliega sus cua­drados de módulo fijo a unos cincuenta centíme­tros del cielorraso blanco. Por el reverso de esaretícula corren todos los cables y las lámparasque· aseguran la iluminación difusa de las salas.Por el anverso visible, la retícula de hormigón llevaun sistema de vías de donde se suspenden los pa­nalesque servirán para dividir esos espacios. De­más está decir que es ahí donde se fijan los re­flectores que darán énfasis a tal o cual cuadro oescultura, según la voluntad del organizador de laexposición.

Laicomunicación vertical del edificio resulta in-

cómoda ya que hay que estar tomando continua­mente el ascensor para ir de lo más antiguo -obrasmás pequeñas en salas íntimas- a lo más reciente,que es en general de tamaño gigantesco y se mues­tra en el enorme salón de la planta alta. No puededejar de añorarse la organización en gran espiraldel Guggenheim, en que el espectador, «izado..de buenas a primeras en ascensor hasta lo alto dela rampa, va bajando, digamos «por inercia.. y sinmayor esfuerzo físico.

El orgullo retrospectivo

La exposición con la que se inauguró el museoconstituye un importante conjunto de arte norte­americano que abarca desde 1670, en tiemposde prosperidad de la colcnia, hasta nuestros días.Las obras prestadas provienen de otros museos yde colecciones privadas; en lo contemporáneo lamayoría forma parte de las colecciones del propioMuseo Whitney. La exposición abarca 365 obrasde 275 artistas que se reparten por mitades entrela época anterior al 1900 y lo que va de nuestrosiglo.

Sin ninguna prevención, no hay más remedio queadmitir que la pintura de la colonia en los siglosXVII y XVIII resulta sólo un reflejo de la pinturainglesa contemporánea, en versión más provinciana.Hay aquí una mezcla deliberada de nacionalismo,pintoresquismo, culto de los antepasados y de laingenuidad que no tiene mucho que ver con el ver­dadero gran arte, pero que se justifica quizá, puessiempre resulta instructivo poder contemplar la evo­lución de una mentalidad a través de la plásticaque ella misma es capaz de producir. Como bienhace notar L10yd Goodrich, director del museo, enel largo prólogo del catálogo, los últimos inglesesde la colonia y los primeros norteamericanos de lahistoria fueron más sensibles a la «palabra.. quea la «imagen.., lo que explicaría el florecimientoprecoz de la literatura y el mucho más tardío dela plástica.

El peligro consiste en que los norteamericanosactuales -después de muchos años de aceptaciónde lo extranjero- se han vuelto ahora terriblementenacionalistas en materia de arte. Y no sólo. estánorgullosos de la pintura de estos últimos veinteaños -en lo cual quizá tengan razón-, sino quepor «orgullo retrospectivo.. quieren poseer tambiénun pasado glorioso, parlas buenas o por las malas.La labor del crítico consiste en retener unos pocosnombres-clave, unas pocas sensibilidades verdade­ramente originales y caracterizadoras. No se pierdenada con ver, entre los pintores del siglo XIX, al­guno de los serenos paisajes de lnness, las mari-

nas agitadas de Homer o los torturados cuadrosrománticos de Ryder. No sé, sin embargo, hastaqué punto los historiadores norteamericanos com­prenden la situación subalterna de esos pintorescuando se los compara con el «europeizante.. JamesMcNeill Whistler, que en literatura podría comparar­se con ese otro emigrado voluntario que fue HenryJames. Pero no hay duda de que tanto él como elmundano retratista Sargent y la finísima Mary Cas­satt, imbuídos del espíritu de Londres y de Parísde fines de siglo, no son representantes muy caba­les de los Estados Unidos. Ya que en sus obras serefleja un contexto europeo internacional centradoen las clases media y alta, y de ningún modo al­gún aspecto característico de la vida norteamerica­na de entonces.

Los dos grandes malentendidos me parecen si­tuarse s:n embargo entre 1900 y 1940, por una parte,y en estos últimos diez años. Hay una serie de ar­tistas correctos, e incluso interesantes, que no lle­gan al gran arte y que sin embargo fatigan losmuros de los museos creando confusión en el pú­blico que supone -con cierta razón, por otra par­te- que todo lo que se exhibe con tanto cuidadoy atención debe necesariamente poseer una altajerarquía artística. Quizá de esos primeros años delsiglo XX hubiera sólo que retener los nombres deLyonel Feininger -un norteamericano que vivió enAlemania-, y los del acuarelista John Marin y Ar­thur Dove. En cuanto a los demás, ¿para que esta­blecer un elenco que me parece señaladamente«inflacionista.. ? Ni Max Weber el pintor, ni WilliamZorach, el escultor, ni Georgia O'Keeffe, obsesiona­da por la vegetación, me parecen de ninguna ma­nera grandes artistas. Como no me lo parecentampoco, en generaciones anteriores, Prendergast-que no falta en ninguna colección- a quien lecuelgan el sambenito de ser el «impresionista..local. Lo mismo ocurre, más tarde, con Stuart Davisconsiderado como el «cubista de turno.., cuandosólo es un hábil diagramador que maneja los colo­res intensos y un tanto brutales que hoy nos com­placen. En cuanto a Hopper y Sheeler, campeonesde un «realismo casi fotográfico.., corresponden auna corriente muy anclada en el espíritu norteame­ricano, que quiere ver en el arte un duplicado dela vida cotidiana. Es injusto comparar .Ia· mediocrecalidad de esos artistas con el pensamiento prag­matista. El propio John Dewey, en su famosoArt asexperience, lo dice explícitamente: «La representa­ción -si la visión ha sido artística o constructiva(creativa)- no se refiere a los objetos como tales,o sea, a cosas de la escena natural tal como lite­ralmente ocurren o son recordados.» Mejor. queHopper y Sheeler -especie de sismógrafos glacia­les- otros pintores de la «realidad norteamericana..

como Ben Shahn o Wyeth han llegado a interpretarel dato crudo elaborándolo artísticamente.

Una generación privilegiada

Pero basta ya de negaciones. Por esa deslumbran­te injusticia del arte, de pronto, al final de la se­gunda guerra mundial y sin que nada lo hicierapresagiar, apareció en el mundo una pléyade de ar­tistas norteamericanos de valor. Son ellos y ellossolos -tampoco muchos de los improvisados «ge­nios.. actuales- los que se dan la mano, por en­cima del tiempo, con Whistler, Sargent y MaryCas­satt.

Esa generación privilegiada en la que se cuentanGorky, Pollock, Sam Francis, de Kooning, Kline yotros pocos, llegaron al arte con menos prejuiciosque los artistas europeos, invariablemente atadospor el recuerdo de los grandes maestros como Ma­tisse, Braque, Léger y Picasso. Los norteamerica­nos, más «salvajes.. , se lanzaban a una pintura ori­ginal porque respondía a una actitud con menosprejuicios. De aquel realismo pedestre se remonta­ban a otras fuentes que caracterizaban una actitudcontinental más profunda. Los aportes positivosfueron un cambio de escala -agrandando enorme­mente los limites del cuadro-, y una búsqueda detécnicas y procedimientos inéditos. Que ello se die­ra bajo el aspecto del arte abstracto, de lo queellos bautizaron de expresionismo abstracto o comoun compromiso entre ambas posiciones, poco im­porta ahora. Es la «actitud del artista ante el mun­do.. lo que cambia entonces fundamentalmente. Conellos se establece una verdadera ruptura entre elmundo «asfixiante por exceso.. , en que viven, y suvoluntad de expresión. La situación se hace des­garrada y deja al artista en carne viva ante ferocesalternativas frente a las cuales no tiene más reme­dio que tomar un partido categórico.

Los representantes de esa generación'· empe­zaron a tirar una gran cantidad de tiros al aire.Europa y los Estados Unidos se. llenaron, al díasiguiente de la guerra, de unos jóvenes norteame­ricanos iracundos, dispuestos a cambiarlo todo enel dominio del arte. ¿Es necesario decir. que sóloun puñado cumplió sus promesas y llegó aexpre­sarse de un modo intenso y original? Los que lle­garon tenían varias cartas a su favor: primero, sen­tían menos el peso de la historia; segundo, perte­necían a una comunidad que maneja mucho dineroyeso podía traducirse en museos, bibliotecas, pu­blicaciones, becas, profesores. Algunos de esosprofesores, como los alemanes Hofmann y Albers-aunque no hayan sido grandes artistas como estáahora de moda afirmar- no hay duda de que con-

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KEITH BOTSfORD

Para una estética del fútbolcon otro, con once, con veintidós o con masas en­teras de espectadores.

Todavía me fascina pensar en las innumerablesposibilidades inherentes a un balón; pero ahora loque me interesa es un juego, el fútbol. Mi utópicobalón ha dado paso a un balón que pesa exacta­mente catorce onzas y mide 28 pulgadas de cir­cunferencia. Aunque la hierba del campo siguesiendo tierna y verde, como antes, ya no estoysolo con mi propia esfera particular, sino metidoen el espéctáculo de veintidós hombres que in­tentan perseguir y dominar ese único balón. Megusta la idea de que esos veintidós hombres esténdivididos en dos bandos, y de que cada bandotenga durante noventa minutos un único objetivo:introducir ese balón en una abertura de ocho yar­das de anchura y ocho pies de altura exactamente(la portería) e impedir que el otro bando haga lomismo.

Pero, sobre todo, me intriga que las reglas deljuego priven a veinte de esos veintidós hombres(y los dos porteros que constituyen la excepciónestán allí simplemente para defender) del medíomás evidente para alcanzar su objetivo: la manohumana. Esta suprema falta de lógica hace queel juego sea único. Para inventar eso se necesitatener genio. Esa regla es tan absurda y tan bellacomo la que convierte el baile en ballet.

Porque, efectivamente, son las limitaciones quehay que conquistar con ingenio y habilidad, lo queconvierte la materia prima de la vida humana enarte. Así, el futbolista, limitado en su contacto conla pelota al pie y a la cabeza, es como el bailarínde ballet que tiene que hacer sobre las puntas desus pies lo que haría con mucha mayor facilidady precisión si, como todos nosotros, pudiera apoyarel cuerpo en su pie entero.

Un arte proletario

En general, como todos los deportes, el fútbol esun juego tosco y rudo que tiene tanto que ver conel sudor, la fuerza muscular y el aburrimiento.comocon el arte. Sin embargo, así como uno· puedeleer libro tras libro sin encontrar lo que desea,el aficionado al fútbol acude a un partido tras otrollevado por la misma esperanza. Con un determi­nado detalle, un solo movimiento, un pase de sin­gular perfección y. oportunidad, un gol "hecho»-como el lector con una peripecia, un personaje

Para mí, hay en el fútbol mucho más que unacuestión de deporte, de nacionalidad o de habi­lidad. Admito que soy un fanático, un «hincha", yno me falta mucho para hacer mío un mito bra­sileño que en cierta ocasión me explicaron docta­mente: que la selva fue conquistada y la civilizaciónempezó con el fútbol, en realidad, con dos hom­bres y una bola. Nada de esto me parece difícilde creer. El primer contacto del hombre primitivocon lo que llamamos «civilización" debió ser conuna piedra o una fruta caída de un árbol. Ese ob­jeto redondo rodó, el hombre primitivo lo observócon placer y diversión, lo ensayó y, por último,le hizo obedecer a su voluntad. Y este progreso deuna forma natural -la esfera- del accidente a laintención, debió constituir el primer acercamientodel hombre a un lujo que no contribuía para nadaa la supervivencia pero que hacía menos penosa lainterminable lucha por esa supervivencia.

Aunque esta teoría es históricamente indemos­trable, puedo confirmar que, ya en mi infancia,cuando todavía me dedicaba a inventar utopías,decidí que mi máxima necesidad no era un diosque colocar por encima de mí, sino una bola -per­fecta en si misma y misteriosa- que pudieraaprender a controlar, una bola que me ofrecieraun medio de hacer yo mismo de dios. Era unapelota utópica lo que imaginé: redonda, del colormarrón del cuero y esperándome perpetuamenteinmóvil en un campo de tierna y verde yerba.

He pensado mucho en aquella pelota.En reposo era simplemente redonda. Redonda y

nada más. Aparecía inánime, sin vida, hasta queyo me acercaba a tocarla. Yo u otro hombre cual­quiera. No importaba si era blanco o negro, bue­no o malo. Una vez tocada, la pelota adquiría mivida, su vida, su vida propia. Y a aquella pelotase la podía hacer dar vueltas, manejar, rodar, gol­pear, lanzar, rebotar, coger y fallar. Se la podíagolpear con el pie, y de una infinidad de modos:rápido, lento, alto, bajo, derecho o curvo, en cur­va hacia arriba o hacia abajo.

Pero para mis utópicas intenciones, cualquier ba­lón servía. Después de todo, había balones gigan­tescos como los globos en el cielo y. pequeñasbolitas de adorno; había las pelotas inútiles de losjuegos o las útiles bolas gracias a las cuales fun­cionaban los grandes motores. Yo pensaba en cómopodría mi balón unir a un ser humano con algo taníntimo como una pared, haciendo que ladrillos ypiedras cobraran vida; o unir al mismo ser humano

DAMIAN CARLOS BAYON

ras cadenas y redes entrecruzadas de color y ma­teria, que inexplicablemente adquieren de prontosentido para el observador y revelan una actitudvital en que se confunden el afán de destruir yreconstruir un espacio pictórico y anímico.

Todos esos artistas son clásicos ya y merecensu lugar en el museo. Lo malo es que las últimastendencias y experimentos de toda índole tambiénfiguran en él, para desconcierto del público queespera ser guiado por la responsabilidad de los or­ganizadores.

Se cae, pues, en la otra exageración que seña­laba al principio de esta nota: la de permitir laprematura entrada al museo de unas formas dearte que están -en el mejor de los casos- sóloen su período estríctamente experímental. Del gru­po de la penúltima vanguardia (digo penúltima por­que ya hay ahora una última): Rauschenberg, Johns,Lichtenstein, Oldenburg, Indiana, Segal, Rosenquist,Kelly, yo retendría solamente los dos primeros:Robert Rauschenberg y Jasper Johns, como verda­deramente significativos e interesantes. Hoy porhoy, entre las legiones de nuevos «artistas", haymuchos que únicamente se caracterizan por lo in­sólito de sus obras y de sus actitudes. Pero quenadie se alarme: al menos tres museos importantesde Nueva York -el de Arte Moderno, el Guggen"heim y el Whitney- están siempre dispuestos aacoger toda esta producción inmadura siempre queforme parte de los «descubrimientos" de los direc­tores o de los críticos influyentes. En todas partescuecen habas, si ese puede ser un consuelo

Con todo, no deja de parecer más seria la ac­titud del Metropolitan Museum, que acaba de habi­litar dos magníficas y amplias salas con vistas aCentral Park, donde están bien representados-con varias obras admirablemente puestas en va­lor- sólo los mejores de entre esos artistas con­temporáneos. Aquellos que continúan armoníosa­mente lo que sus antepasados artísticos lograronen siglos anteriores.

Quería terminar con esta imagen más optimista,de otro criterio, aún siempre dentro del mismopaís y hasta de la misma ciudad. No soy únicoen estas reclamaciones; empieza a haber críticosnorteamericanos -como Emily Genauer del WorldJournal Tribune- que denuncian esos abusos enque el exagerado orgullo de lo propio y el miedoterrible de envejecer, permiten este derroche maldirigido que no hace sino confundir más aún alpúblico de buena fe. O

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tribuyeron a f~rmar a muchos de esos mejores pin­tores enseñándoles una técnica y,sobre todo, esti­mulándolos. El resto lo hizo el país, su fuerza ex­traordinaria, su potencia que llega a lo monstruoso.No lo hicieron, por cierto, los críticos, que si bienson legión no se destacan por la profundidad desu pensamiento. Hasta el mejor de todos, ClementGreenberg, que durante años escribió sensatamen­te en la Partisan Review, ha decaído en estosúltimos tiempos, "secuestrado" por la fama, losjurados internacionales y la necesidad de asombrary de querer estar al día.

¿Quiénes fueron, por último, los artistas verdade­ramente importantes en todas las tendencias devanguardia, entre 1945 y 1955? Los he citado yaa casi todos: Arshile Gorky, un violento, un deses­perado pintor que poseía sus raíces fuertemente es­table.cidas en la tradición, puesto que estudió a Cé~

zanne a fondo y lo comprendió para soltarse des­pués a un arte de escritura muy libre que podríaser la de un Miró que fuera eslavo. Mark Tobey,un hombre de California, mayor que el grupo delque aquí trato, pero que se impuso en e$e momen­to por unas pinturas que no son sino una super­ficie cubierta de microscópicos signos obsesivoscomo una escritura desconocida en blanco y gris.De Kooning, holandés norteamericanizado, figura­tivo ydeformante en su primera época, y que pasó,no sin problema, al arte abstracto llevando con élsu violencia, que en vez de concretarse en tonossaturados y opacos como los de Gorky, son claroscomo hierros al rojo blanco. Habría que hablartambién de Kline -ya desaparecido-, que cons­truía unas enormes formas negras angulosas yagresivas contra fondos invariablemente blancos. Yde Marc Rothke, inventor de una fórmula cromá­tica inédita no exenta de monumentalidad.

Dice Goodrich, en el citado prólogo, que en todaesa pintura hay algunas de las características delmundo moderno y de los Estados Unidos: " ... con·centración en la sensación física, amor por la ac­ción, la velocidad y la energía", para establecer enseguida un paralelo entre esa pintura y el jazz"en la improvisación, en el énfasis del ritmo, en losmotivos repetidos, en las composiciones de tipoabierto que uno siente que pueden seguir durantehoras o ser cortadas en cualquier punto". Todo estoparece escrito para ilustrar la pintura de uno de losmás grandes de entre esos artistas, el trágicamentedesaparecido JacksonPollock. Fue él quien inven­tóla noción deldripping, o sea del goteado y cho­rreado sistemático de la pintura creando verdade-

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o un verso ocasional-, el "hincha» se sentirá re­compensado de su fidelidad. De todos modos, noson sólo las gracias del fútbol lo que crea los «hin­chas»: pocos otros deportes logran despertar enhombres por lo demás normales, en un grado tanalto, un partidismo tan desesperado y tan apasio­nado. El fútbol es arte, más elegir bandos.

El "hincha» se identifica con su equipo: habitual­mente para toda la vida y hasta que la muerte lessepare, para el bien como para el mal, en la ri­queza como en la pobreza. Esta identificación debemucho al hecho de que el fútbol es el juego co­lectivo por excelencia, al mismo tiempo que eljuego de masas, que comenzó como un juego pro­letario popular de origen, es el único deporte queno se ha dejado sofisticar. Un verdadero «gentle­man» británico y sus innumerables imitadores nose dejarían ver en un estadio de fútbol. He cono­cido a más de uno que deseaba hacerlo y que re­gularmente rellenaba sus boletos de apuestas (eljuego es una manía en Inglaterra, y todos los sá­bados a las 4,45 de la tarde una fortuna le cae delcielo a algún indigente), pero que renunciaba a sudeseo por miedo a no obrar como su clase.

En la final de la Copa del Mundo, le tocaba ala pobre Reina ( o algún otro miembro de la des­lucida monarquía británica, como a menudo ocu­rre en otras ocasiones) la tarea de presentar eltrofeo. Pero se la veía reacia a cumplir con esatarea. Los sudorosos profesionales subieron por loque parecían kilómetros de alfombra roja con supropia zozobra y embarazo. Después, la Reina sesubió los largos guantes blancos.

En Inglaterra, que sigue vitalmente apegada alos formalismos clasistas, los futbolistas y sus "hin­chas» y espectadores son auténticos pioneros delas realidades sociales. Hay que comprender quese necesitó el comunismo para proclamar la igual­dad de los deportes y para privilegiar a los de­portes populares por encima de los otros. En In­glaterra y en otros países del mundo, los futbolis­tas pueden ser ídolos para millones de personas,pero no son caballeros para nadie. La Reina deInglaterra concedió el título de "Knight» (caballe­ro) a Stanley Matthews: él fue el primer futbolistaque lo obtuvo, tras decenas de años ennobleciendoa jugadores de cricket y a jockeys.

El fútbol es incluso un deporte agresivamentepopular y plebeyo, y la mayoría de los futbolistasson tránsfugas de otros trabajos más desagrada­blesy peor remunerados. Por muy alto que lleguen,llevan al juego todos los prejuicios y la dedicaciónexclusivista de los bajos fondos. Desde el Mersey­

sucios muchachuelos con largos cal­dedic;an a dar patadas a un balón, hasta

Pelrnamb,ucID, donde< a causa de la escasez de ropa

KEITH BOTSFORD

juegan sin camisa y en calzoncillos o bañador;desde Nápoles, donde se juega al fútbol en lascalles en escalera, hasta el misterioso Lejano Orien­te, donde se juega de conformidad con el Cama­rada Mao, e! fútbol contiene todos los ingredientesde un familiar sueño proletario: el de escapar delmundo cotidiano y de la pobreza anónima haciaun mundo de héroes bien pagados.

Los futbolistas pueden tener maneras toscas ofinas, ser puros o concupiscentes, elegantes o tor­pes, pero son siempre futbolistas, es decir, hom­bres que existen puramente como función de loque hacen, y esa es la verdadera marca del pro­letario: en los deportes como en la vida. El tenista,el jugador de cricket y el torero son personas so­cialmente reconocidas: lo que hacen es en partefunción de lo que son. Y ser lo que somos (oque nos esté permitido ser lo que somos) es pro­pio de una ética de élite.

Es cierto que en muchas partes del mundo losfutbolistas se han convertido en ídolos, en pie deigualdad con los astros del cine, con los cantantes"pop» y con los amantes supuestos de BrigitteBardot. Sin embargo, llevan todavía pegado elpolvo proletario. Tienen una vida corta y poco fe­liz y terminan como los boxeadores, muriendo pre­maturamente y llena la cabeza de pasadas glorias.

Durante la Copa del Mundo, la Televisión italianame pidió que explicara qué había pasado con lanoción británica de «juego limpio» durante el cam­peonato (noción que en el extranjero había queda­do ligeramente empañada). Hube de declarar queel juego limpio era un concepto sin ninguna impor­tancia para el fútbol. A decir verdad, la ética delcaballero no tuvo nunca la menor influencia enéste, porque el fútbol apenas ofrece margen parael gesto grandioso y solitario. El fútbol es una ac­tividad sometida a la tierra, a la colaboración deonce hombres; más semejante al metal básico quea la aleación rara.

Salvo raras excepciones, los futbolistas son,fuera de su deporte, gente torpe y nada brillante.¿Qué es lo que le preocupa al atleta profesional?Dicho brutalmente, el resultado. De la psique deun futbolista no puede extraerse más que de la deun actor o de la de cualquier ejecutante remune­rado. Los futbolistas tienen una mente y unos sen­timientos, a veces una inteligencia, a menudo valor;pero esto no es nada junto a sus emociones huma­nas fundamentales, tan populares y plebeyas: co­dicia, agresividad, ambición y miedo.

Son codiciosos porque juegan para que les pa­guen y ambiciosos porque sólo la ambición satisfa­ce la codicia. Sin la agresividad, sin el instinto dela agresión, no progresarán nunca en el juego nisiquiera jugarán bien.

PARA UNA ESTETICA DEL FUTBOL

Pero detengámonos sólo en el miedo, porque elmiedo siempre les acompaña. El miedo es una emo­ción más compleja; de ahí que el miedo sea másevidente en los grandes jugadores que en lospatanes. E! miedo supone conocer. En el fútbol,cuanto más conoce un jugador, más es lo quetiene que temer: que el hombre que se le enfrentasea mejor que él, que le hieran o le dejen tullido,que pueda fallar, equivocarse o vacilar en el malmomento. Hay el miedo a la edad y el miedo acaer desde las alturas del fútbol al fondo del que separtió; hay el miedo a los más jóvenes y a losque ascienden, miedo a la muchedumbre, a losempresarios, a los propietarios, para cuya codiciay arrogancia todo futbolista es un esclavo; hay elmiedo al enemigo y, sobre todo, hay el miedo así mismo.

Un futbolista experimenta todas estas emocionesy para luchar contra ellas o superarlas no disponemás que de sus propias habilidades: sus dos pies,el balón y el instinto del juego.

El espacio y el tiempo

iDos pies, el balón y el instinto! iCuántas variacio­nes pueden hacerse en fútbol a partir de este tripletema! Una de las muchas bellezas del fútbol esque no se trata de un juego que todo jugadorhaya de sufrir pasivamente.

Durante noventa minutos, en posesión o no delevasivo balón, el futbolista se halla dominado porun próposito.

Formulado en su forma más simple, ese propó­sito consiste en crear espacio. El futbolista consi­gue tal cosa en forma parecida a la del bailarín:con el movimiento de su cuerpo y en relación conotros individuos también en movimiento.

Pero el espacio del futbolista difiere del espaciodel bailarín en lo siguiente: el del bailarín se hallaprescrito de antemano y sigue una coreografía,mientras que el futbolista es constante improvisa­ción sobre un tema determinado. Mientras las rela­ciones del bailarín con su compañero, con afrossolistas o con el cuerpo de ballet en su conjuntoestán cuidadosamente organizadas, en elfútboFesasrelaciones o series derelacionessdnaleatorías:tienen que ser inventadas,· De igualrnodd/ rnientraslos bailarines crean su espacio pormutudconsén­timiento, los futbolistas construyen el propio contraotros jugadores; todo espacio creado porun<futbo­lista tiene que hacer dos cosas:benéficiarasupropio bando y perjudicar aL contrario;

En todo momento, cada unodeJoshornbressi­tuados en el campo (con excepción deLi.pórtero,cuyas funciones son intermitentes y ·se reservan

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para los momentos culminantes del juego,por loque resultan tanto más capitales y espectaculares)se enfrenta con una opción: atacar o defender,construir o destruir. El sistema y la velocidad. demovimiento no permiten ninguna vacilación: el ju­gador debe actuar inmediatamente, tan rápidamen­te como piensa. Por otra parte, en el fútbol todomovimiento provoca un contramovimiento. El juegoes tan estrecho y ligado, a pesar de la extensiónaparentemente ilimitada de verde césped en quese juega, que cada cuerpo de jugador se halla enproximidad casi constante respecto de otro. Así elespacio constituye un doble problema: para un ju­gador que defiende, cerrar la brecha; para unjugador que ataca, abrirla.

Por tanto, todo movimiento en el fútbol no essólo un acontecimiento en el espacio, sino tambiénun acontecimiento en el tiempo. Lo que tiene efectoen el segundo presente puede no tenerlo en elsegundo próximo. 0, lo que es aún más complicado,la posibilidad misma de tal movimiento puede noexistir ya. Así, a veces, lo que importa es la velo­cidad; otras veces es la premeditación. El sistemade movimiento puede ser ora corto y seco, orapausado y largo. La pelota puede mantenerse jun­to a los pies del jugador; puede intercambiarse conla misma rapidez que un jugador de cartas manejala baraja; o puede lanzarse siguiendo un inmensoarco que abarque la mitad del campo.

Por muy hábil que sea, el jugador lucha siem­pre con tres factores: él mismo y su control de loque hace, el otro que es su antagonista total, y loarbitrario. Los grandes jugadores limitarán lo ar­bitrario controlándose a sí mismos y a sus adver­sarios en la medida de lo posible, pero ni siquie­ra ellos pueden escapar a ese factor. Lo arbitrariopuede aparecérsele al jugador en la forma de uncompañero de equipo que crea su juego propio,no menos fino ni imaginativo que el suyo, peroque contraría el desarrollo de éste; puede tratarsede un adversario en el que la suerte o la posicióno la fatiga o cualquiera de otros cien factores po­sibles hace que su invención resulte imposible.••Loarbitrario aparece a menudo en él mismo en "laforma de unas décimas de segundo. de duda, miedoo vacilación, de reflexión excesiva; y puede siem­pre aparecer en formas. todavía. más .• imprevisibles,como un rebote, un movimiento giratorio, un trozode césped descuidado o resbaladizo, una súbitaráfaga de viento.

El Shakespeare del fútbol

Por todo ello, el verdadero arte del fútbol se pro­duce únicamente cuando un jugador o un equipo,

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a pesar de todos esos acontecimientos fortuitoso cuidadosamente planeados sobre los que cadafutbolista individualmente y el equipo colectiva­mente ejercen diversos grados de control, crea unsistema o una situación totalmente nuevos: un mo­vimiento, una decisión en el espacio y en el tiem­po, en que se ha impuesto la Voluntad y de dondese ha eliminado lo Arbitrario; una situación nueva ala que, a pesar de los esfuerzos del adversario,todo y todos deben someterse, y efectivamente sesometen. Marcar a partir de tales situaciones, ga­nar gracias a ellas, constituye una auténtica ca­tarsis.

La capacidad para crear esas situaciones -dis­tinta del hecho de aprovecharlas cuando se pro­ducen- es lo que confiere genialidad al fútbol.Se trata de algo no diferente por su naturaleza delnuevo y súbito desplazamiento de palabras, ideasy sentimientos que crea la verdadera poesía. Parael escritor, el lenguaje resulta tan obstinado comola más terca defensa. Por consiguiente, un Pelé esal fútbol lo que Shakespeare fue a la literatura:tras su paso, el arte, el juego, no podía volver aser el mismo.

La primera vez que vi a Pelé fue hace unoscinco años. Bajo un pegajoso calor de marzo oabril, tras catorce días de navegación en alta mar,nuestrc barco se abrió paso río arriba entre verdesbancos hacia el puerto de Santos y las montañasde color púrpura que se extienden hacia Sao Paulo.Echamos el ancla justo a tiempo para que yo pu­diera, entre andando y corriendo, dirigirme en me­dio de una marea de camisas blancas, todas enla misma dirección, al campo de fútbol del Santos.

Como hogar del legendario Pelé -por no men­cionar a Pepe y a Coutinho y a los otros astros-,esperaba encontrar en Santos la barroca magnifi­cencia de un estadio. Ni mucho menos. El campoera pequeño, estaba pintado con cal y aparecía enestado ruinoso. Yo tuve que sentarme, con las pier­nas colgando, en un muro exterior medio ruinosodetrás de la portería del equipo de Bahía, en com­pañía de otros varios centenares de personas quehabían sobornado también a los porteros para po­der entrar.

El equipo de Bahía se mostraba activo, pero sininspiración. Sin embargo recuerdo que, por algunachifipa, el Santos se veía con un gol en contra alos treinta y cinco minutos de la primera parte.Justo el tiempo para que hiciera su aparición Pelé,tras un período de languidez y de indiferencia pe­rezosas. Pelé recibió la pelota en la mitad del cam­po correspondiente a su equipo y empezó a co­rrel" hacia. mí. Para empezar, pareció que pasabaun,\largo;ratocogiendo·ímpetu;·••. entre· él. Y .Ia· por-

KEITH BOTSFORD

tería frente a mí se alzaba una muralla de jugado­res. Había cuatro en el círculo central esperando aque se acercara, y parecían el doble de altos quePelé y provistos de una resolución absoluta. Mien­tras conservaba la pelota y esperaba que sus de­lanteros avanzaran, los de Bahía trataban de ata­jarle, y cuando, al intentar alcanzarle, caían sobrela parda y dura tierra, se levantaban de un brincopara continuar persiguiéndole. Pelé seguía con lapelota, incapaces los otros de alcanzarle. Duranteun momento, los adversarios formaban un bosque,un muro o una barricada de piernas, brazos y tor­sos negros; en el momento siguiente, donde antesestaban se producía un enorme espacio y Pelépasaba por él, con el balón siempre en los pies.Una explosión de velocidad engañó al primero delos defensores del Bahía; otros dos se fueron enla dirección contraria cuando Pelé, con un mo­vimiento casi imperceptible de las caderas, cambióde dirección y fingió un pase a su extremo; elcuarto cayó pesadamente a tierra, cuan largoera, al enviarse Pelé un pase a sí mismo, echán­dose con sus pies el balón a la cabeza e impulsán­dole después por encima de la cabeza del defensa.para recogerlo con la rodilla y dejarlo caer denuevo al suelo.

Ahora, el espacio libre de Pelé se extendía hastael área de penalty, que mide dieciocho yardas des­de la portería. Dentro de este espacio abierto, de­jando a los otros delanteros libres en los flancos,había todavía tres defensores de Bahía. Ahora eltranco de Pelé se alargó: los tres defensas hicie­ron una rápida acometida hacia la línea diagonalque Pelé estaba trazando en el césped. Pero erademasiado rápido para ellos.

En el borde el área de penalty, Pelé tuvo quedisminuir de nuevo su velocidad: el defensa centralestaba plantado ante él. Mejor dicho, Pelé no dis­minuyó su velocidad; pareció quedar en suspenso.El balón giró en el aire, a unos pies delante de él.a la altura de sus hombros; y mientras la pelota semantenía allí, obediente ala voluntad de Pelé, éstetuvo tiempo suficiente para rodear al defensa cen­tral; cuando el balón cayó de nuevo a tierra, sobresu pie derecho, pareció quedar inmóvil, como sise mostrara reacio a abandonar a su amo. Pero elbalón y Pelé eran cómplices: ese breve instantefue suficiente para desembarazarse del portero.

El portero salió, con su jersey negro, dando unlargo salto, un salto valeroso hacia donde habíanestado el balón y los pies de Pelé. Pero uno yotros se hallaban misteriosamente ausentes. El mo­vimiento con que Pelé. hizo que el portero selan­zara hacia el espacio que él estaba precisamenteabandonando habría hecho que un santo cogierael mal camino hacia el cielo.

PARA UNA ESTETICA DEL FUTBOL

Para marcar el gol después de todo esto, senecesitaba al mismo tiempo una décima parte dearrogancia fortuita y nueve décimas partes de unsentido exacto de lo que todavía había que hacer.Porque, aunque parezca increíble, no todo habíaterminado aún. Viendo batido a su portero, el de­fensacentral se precipitó hacia la línea de golpara cubrirla y deshacer su propio error. Pero Peléimpulsó de nuevo el balón con su pie derechohacia el izquierdo, a unos treinta centímetros dealtura, dándole un ligero toque. Lo razonable eraesperar que chutara con su pie izquierdo libre,que estaba ya por encima del terreno y en posi­ción de disparo, como la lengua amenazante deuna serpiente. En lugar de ello, todos vimos comoPelé se arqueaba en dirección contraria a la por­tería, como aparecía en el aire el pie derechoallí donde acababa de estar el izquierdo y comoel balón entraba alto y seguro, como una bala, porel ángulo derecho superior de la red, de tal modocolocado que, aunque por milagro hubiese apare­cido un portero, nada habría podido hacer paraevitar que el balón llegara a su destino.

Aquello era auténtica catarsis, aunque Pelé tuvotodavía ocasión de marcar otros tres goles. Unacuestión de espacio y de tiempo, y de genio.

Una pura emoción visceral

Imagino que hoy ya constituye un clisé señalarcomo la cultura del siglo XX se halla dominadapor las formas populares de diversión a expen­sas de las formas minoritarias y refinadas.

Sin embargo, cuando considero mis sentimientosflspecto del deporte o del fútbol, no tengo másremedio que reconocer que estos, lo mismo quelos medios de información modernos, que el tiem­po libre, que la conversación, que la posibilidadde no hacer nada o de quedar libre de toda limi­tación para nuestra actividad, constituyen no sim­plemente los temas de nuestra época, sino tam­bién su forma. En esas formas y fenómenos es don­de el arte ocurre, aunque nos. sintamos reacios adarles el nombre de "arte».. En esas formas se ex­presa la gente con rnayornatuelidad,talcomo son.En ellas se materializansusaspiracione~.

Sé muy bien quehoyacu~e\I1l.~~i!~~nt~iique

nunca al ballet, a la ópera,alosc9rFie~0.s,~I~s

galerías de arte, etc.; perotodas.es~s.~9tiyi8~d7sconstituyen lo que la gente Piensaq~7d~B~.0~cer.

Las artes tradicionalesserhan.iconvertidO\eryiobli­gaciones; las nuevas artesrepresent~n\.109~~Ja

gente necesita. Estas nuevas· artesinonec~sítanpedir al gobierno que las apoye o a las fundacio-

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nes que las sostengan: las nuevas artes obedecena la más vieja ley artística, la de la oferta y. lademanda. Los deportes, por ejemplo, se relacionancon la experiencia de cada individuo en unafor­ma que está vedada al arte tradicional. El juegoes aquello a que se dedica el niño. Cuando eseniño crece, el juego sigue siendo algo que hapracticado y que puede aún practicar.

La idea de un arte de élite muere difícilmente.En realidad, sólo muere cuando todo el mundo esmiembro de una élite. Así ocurre con el puritanisc

mo más elemental, que mezcla el placer y la edi­ficación; así ocurre con la idea de que lo que esbueno para una persona requiere esfuerzo y de quelo que no requiere esfuerzo -o dolor, o abnega­ción- es, por consiguiente, menos bueno. De lamisma manera como persistimos en imaginar que,para ser eficaz, un medicamento debe tener malsabor.

Con el tiempo libre de que disponemos actual­mente, los sucesos colectivos se propagan y comu­nican cada vez más fácilmente. El tiempo librede que disponemos no está simplemente libre detrabajo, sino también de Dios, de la familia, delpaís y de una enorme mayoría de las convencio­nes del pasado, desde los modales en la mesahasta el sexo. De este modo, nuestro tiempo librequeda disponible para acontecimientos sin relacióncon las obligaciones.

El hecho de que esos acontecimientos no se noscomuniquen a través de un lenguaje "formal» noquiere decir que carezcan de un lenguaje. Su len­guaje puede ser ininteligible: hasta cierto punto;pero se comunican al nivel de la experiencia, dealgo que ocurre. Toda iluminación o esclarecimien­to viene después.

Un deporte como el fútbol no produce una emo­ción abstracta, intelectualizada, objetivada y filtradaa través de un medium -el artista-, sino una puraemoción visceral. La catarsis a que antes me hereferido ofrece más alivio emocional que una tem­porada de Broadway. Un deporte como el fútbolapela a los sentidos, no a la inteligencia; a losprejuicios, no al espíritu. Representa el drama pe­renne de los vencedores y los vencidos. Hace inte­ligibles a escala humana las agresividades y losmiedos básicos e instintivos. Lleva a cabo paranosotros este tipo de purificación en una épocaen que las purgas tradicionales de la sociedad-como las guerras- se hallan tan remotas denosotros, tan lejos de nuestro control, son tan in­capaces para suscitar nuestras emociones, que esosmomentos de purga ya no son nuestros. Por elcontrario, son anónimos. Son como las flacas qui­jadas, como las orejas de sabueso, en torno a la

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Cuba, España y Estados(Una historia triangular)

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boca del Presidente Johnson: carne que ha de­jado de sentir en la forma ordinaria.

Los juegos contienen la verdadera historia denuestra raza: tanto los juegos de la guerra comolos del fútbol. Los juegos son lo que relaciona alniño con el adulto, y al mismo tiempo al niño se ledice que va atener que renunciar a los juegoscuando «crezca". Pero icuán infinitamente más in­fantiles son los juegos a los que el niño va ajugar precisamente cuando crezca!: el juego de lavida que hay que practicar «con toda seriedad",el juego de prosperar, el juego de elegir acerta­damente la chica con quien casarse... Para .mí,en los juegos de la infancia, como en mi utopía delbalón perfecto, había un ritual justo, no esa falsacarpintería de progresiones socialmente impuestas.Un ritual justo es, precisamente, un drama. Comotal, tiene su apogeo. Y no termina, como ocurre en

Grabado de. Gabino

KEITH BOT8FORD

la vida adulta, en el pelo revuelto de una esposadespués de haber acostado a los niños.

El fútbol es un ritual justo. Crea su drama dentrode una unidad perfecta de espacio y de tiempo yante una comunidad que sigue su liturgia con totalidentificación. y esa comunidad, esa multitud decien mil o más· personas, no es una comunidad or­dinaria, sino una comunidad de conocedores, paralos que todo posible gesto e inflexión es conocidoy esperado.

Es un ritual justo porque el resultado -al con"trario que la mayoría de las cosas en nuestromundo actual- permanece desconocido hasta elúltimo momento. Es un drama que todos conocenpero para el que no existe texto, por lo que resultainfinitamente más intenso y exige una implicaciónpersonal infinitamente mayor.

¿No es este el arte? O

JOSE DE ONIS

Me caso en Prim y en Topetey en Serrano y Castelary en todo peninsularde Madrid hasta Albacete.Me caso en el Guadaletey en toda la gente guapa.Me caso yo, hasta en el Papay pa casarme en conjuntome caso hasta en el puntoque ocupa España en el mapa.

Este poema lo escribió un hispanoamericano anó­nimo durante la segunda mitad del siglo XIX. Sutono, decididamente antipeninsular, abriga induda­blemente una fuerte animosidad para con la madrepatria. Su autor, un revolucionario del Caribe, eraprobablemente cubano. Y sin embargo, a pesar desu ánimo hostil, sería difícil encontrar un poema decarácter más español que éste. El poema tienetoda la capacidad de insinuación y de insulto totalque generalmente atribuimos al español de Europa.Su estilo, su obscenidad, hasta su. misma irreve­rencia, son tipicamente «castizos», es decir, tradi­cionalmente españoles.

Es la vieja historia familiar del hijo que lucha porliberarse de la tutela paterna, pero que, al hacerlo,despliega su propia personalidad y revela con másfuerza que nunca los rasgos y características fa­miliares. Porque, como canta el guajiro en suscoplas.

De la leche sale el queso,y del queso los quesitos.De los españoles grandessalen los españolitos.

Si juzgáramos por el espiritu de nuestro primerpoema, podríamos afirmar legitimamente que laactitud de los cubanos para con Estados Unidos,o con España, no es casi nunca sencilla. Las rela­ciones entre los países durante el siglo XIX se pa­recen mucho a un triángulo, con Cuba en el vérticesuperior mirando primero hacia España y despuéshacia Estados Unidos. Esas relaciones ponían enjuego la actitud del cubano para consigo mismo,la actitud que tenía para con su pasado -español,negro o indio-, y la actitud que tenía para con losEstados Unidos, nación que para muchos cubanosera desde principios del siglo XIX el símbolo delfuturo y del progreso.

Pero las actitudes, las simpatías y los prejuiciosde un pueblo son parte constitutiva de una cultura

viva y, como tales, tienen profundas raíces en elpasado de ese pueblo. La mutación psicológicadel europeo en América comenzaba en el momentomismo en que el español abandonaba las costasdel viejo continente y desarrollaba un nuevo puntode vista. Durante siglos, esta actitud iba a evolu­cionar hasta que con el tiempo surgen las actualesnacionalidades hispanoamericanas. Este fenómenoinfluyó en todos los aspectos de la vida. En sunovela cubana Cecilia Valdés, Cirilo Villaverde ex­plica que en Cuba todo cambió. Las coplas espa­ñolas adquirieron una nueva cadencia que las di­ferenciaba completamente de las peninsulares, ylos bailes españoles dejaron de ser españoles paraconvertirse en criollo-caribes.

Durante la época colonial, a pesar de estas im­portantes diferencias, los cubanos continuaron sien­do pro españoles hasta fines del siglo XIX y prin­cipios del XX. Conocemos el caso del GeneralGreen, que fue primero a Puerto Rico y despuésa Cuba con el pretexto de recuperar su salud,pero que, según los isleños, hizo el viaje para es­tablecer contactos directos entre los Estados Uni­dos y el pueblo cubano. Tenemos también el casode José Alvarez de Toledo, el revolucionario naci­do en Cuba, agente de los Estados Unidos, queen las Cortes de Cádiz intentó fomentar la inde­pendencia cubana en nombre de los hispanoame­ricanos. Tanto Green como Toledo comprobaronque Cuba no estaba aún dispuesta para la indepen­dencia. De la misma opinión era William Shaler.Sin embargo, poco tiempo después, con el adveni­miento de la independencia de América Latina apartir de 1823, la población de la isla se divideen dos grupos que diferian radicalmente en susconceptos y actitudes fundamentales.

Una buena parte de la población era todavia pruespañola y deseaba conservar las formas colonia­les. A este grupo pertenecían la mayoria del cleroy todos los que deseaban impedir la propagaciónde la irreligiosidad, que en su opinión iba de parcon la introducción de las ideas liberales extranje­ras. Creían que la lucha por la independencia y susefectos no eran permanentes, sino en .realidaduna guerra civil transitoria, que estaba llamada atener repercusiones desastrosas ya la que. habíaque poner término por todos los medios y lo antesposible. Los prejuicios tradicionales implantadosdesde comienzos de la época colonial siguieron

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"desempeñandO' On importante papel en la forma­ción de la opinión de las masas populares. La des­confianza ante los motivos políticos de los EstadosUnidos y la aversión por las creencias religiosasprotestantes parecían ser los rasgos predominantesde la actitud de una buena parte de los conserva­dores. El publicista cubano Arango y Parreño fuequien por primera vez dio la señal de alarma con­tra el coloso del Norte. Este grupo era particular­mente fuerte en la región del Caribe. A este res­pecto, debe recordarse que, cuando la Hispanoamé­rica continental obtuvo su independencia, muchosde los conservadores derrotados se refugiaron enPuerto Rico y Cuba.

Al segundo grupo pertenecían los liberales mo­derados, que comprendían la necesidad de llevara cabo cambios para que las islas del Caribe pu­dieran ocupar su lugar entre las demás nacionesprogresivas del mundo. Sin embargo, preferían rea­lizar esos cambios sin destruir las cualidades posi­tivas que existieran aún en su cultura españolatradicional. Esta era la postura de liberales mode­rados como Félix Varela, Domingo del Monte yAponte, Juan Clemente Zenea, Rafael María Mendi­ve, Enrique Piñeyro, José Antonio Saco, EnriqueJosé Varona y el gran José Martí. La mayoría delos escritores cubanos de esa época miraban hacialos Estados Unidos como hacia una utopía, pre­sentando su perfección política como un modelo.Sin embargo, gran parte de ellos, como Varela ylos Guiteras, eran intensamente católicos y desea­ban imitar a los Estados Unidos en las cuestionespolíticas, pero no en las religiosas. Como en elcaso del primer grupo, tenían conciencia de lasdiferencias y de las rivalidades raciales existentesy sentían recelos en cuanto a las buenas intencio­nes de los Estados Unidos para con las islas delCaribe. Por tal razón, Varela recomendaba la ane­xión de Cuba a México o Colombia. Igual que losconservadores, los liberales moderados se mostra­ban a menudo preocupados por el enorme creci­miento y prosperidad general de los Estados Uni­dos. Algunos de ellos, como Arango y Parreño, Sacoy Martí, temían que la joven república llegara adominar un día todo el continente americano y queCuba, Santo Domingo y Puerto Rico figuraran entrelas .. primeras. presas de las ambiciones imperialis­tas norteamericanas.

EI>tercer grupo lo formaban los liberales radica­les..• Estos,. a· menudo dominados. por. un fuerteantíclericalismo de origen francés, querían cambiartodo Jo español, sin consideración a sus méritos odeméritos. Este grupo' era vigorosamente partida­

y adoptó .las que asuideas religiosas y políticas de este

m~lvnrí", de·.esos escritores·defendían··•• la

JaSE DE ONIS

libertad religiosa. Algunos llegaron incluso a ma­nifestar su preferencia por la Iglesia protestantey algunos, como Betancourt, Aldama, Madan, Teur­be, Tolón, Allo, Echeverría, Frias y Trelles, estima­ban ventajosa la unión con la República norteame­ricana. Estos últimos eran los "anexionistas». En sumayor parte, los escritores revolucionarios de estemovimiento solían minimizar y rebajar todo cuantoviniera de la madre patria. Sin embargo, el anti­clericalismo era menos virulento en Cuba que enotras regiones de la América española. Ello sedebia esencialmente a la influencia de Varela sobrela mayoría de los revolucionarios. Durante su es­tancia en los Estados Unidos, Varela se dedicó ahacer proselitismo en favor de la Iglesia católica.

Las características que acabamos de señalar erancomunes a toda Hispanoamérica. Sin embargo,Cuba y Puerto Rico diferían del resto en que suindependencia no se produjo hasta fines del sigloXIX, e incluso entonces fue condicionada por unaserie de circunstancias peculiares de la región.Son muchos los cubanos que creen que la entradade los Estados Uindos en la guerra no fue necesa­ria para la victoria de Cuba y que .Ia lucha porla independencia no terminó en 1898 con la derrotade los peninsulares, sino que en realidad ha conti­nuado hasta ahora, ocupando los Estados Unidosel lugar de España como enemigo número uno dela libertad cubana.

Los cubanos saben que, desde los primeros añosdel siglo XIX, cuando Thomas Jefferson propugnóla adquisición O, el control efectivo de Cuba convistas a proteger la integridad territorial de losEstados Unidos, este país tiene un interés perma­nente en la isla. En sus Memorias, José AntonioPáez afirma que los Estados Unidos se opusieroncon éxito al plan de Bolívar y de México para li­berar a Cuba, porque temían que la isla cayeraen manos de un gobierno hostil. Parece que nofaltan pruebas al respecto. Samuel Bemis, el co­nocido historiador de la política extranjera nortea­mericana, coincide con Páez y escribe que losEstados Unidos no manifestaron nunca grandesdeseos de ver liberada a Cuba porque esperabanque bajo el mal gobierno de los españoles loscubanos terminarían por preferir un día la unióncon el gran vecino del Norte.

Todo esto lleva a muchos cubanos acreer quela expedición de los Soles de Bolívar no tuvolugar por la falta de. cooperación/de los EstadosUnidos, y esta íntervención índirectade los nortea­mericanos representa. para muchos de ellos· el co­mienzo de la frustraciópnacionalista de Cuba.

No por ello disminuyeron las relaciones entre laisla y el continente norteamericano. Los Soles deBolívar señalan •eL comienzo· de numerosos contac-

CUBA. ESPA¡\JA y ESTADOS UNIDOS

tos entre Cuba y los Estados Unidos, contactosque habrían de continuar hasta la época actual.Páez, Peoli, Miralla y otras muchas personas queintervinieron en la expedición se refugiaron enNueva York y desde allí mantuvieron un estrechocontacto con la isla. También por entonces comen­zaron a llegar a Estados Unidos otros refugiadospolíticos: José María Heredia, José. Antonio Mira­lIa, Félix Varela, Tomás Gener, José Antonio Saco,José de la Luz y Caballero, Gaspar Betancourt yCisneros, etc.

Esta estrecha y perdurable asociación de los cu­banos con los Estados Unidos hizo posible que,en 1856," Domingo del Monte y Aponte escribierauna larga reseña crítica del libro de PrescottConquest o( Peru, en la que por primera vez (nue­ve años antes del discurso pronunciado por Sar­miento en Rhode Island sobre la América del Nortey la del Sur) encontramos un informe completosobre las relaciones culturales y literarias entre losEstados Unidos y el mundo hispánico.

Unos años antes, en 1843, había surgido el Par­tido Anexionista, que propugnaba la anexión deCuba a los Estados Unidos. Apoyaban este partidolos liberales cubanos que no podían ya soportar eldespotismo de España, así como los grandes lati­fundistas, que temían perder sus propiedades enuna revolución por la 'independencia nacional, pro­piedades que en cambio quedarían protegidas siCuba se unía a los Estados Unidos. En cierto modo,la expedición filibustera de Narciso López fue unproducto de esta atmósfera. Las ideas de NarcisoLópez, liberaLespañol, eran populares entre los cu­banos. Sin embargo, la· expedición fracasó porquecontaba con eLapoyo de los anexionistas -queeran muchos y poderosos pero que no constituíanla mayoría de los cubanos- y por la presencia entrelas tropas de muchos norteamericanos, originariosde Kentucky y de Tennessee, lo cual dio a la expe­dición todo el carácter de •una invasión. extranjera.Frente a la amenazaqu~\venía de fuera, los cu­banos olvidaron por el. momentqsus muchos desa­cuerdos para presentarunjrentecomún y recha­zar al enemigo. Debido auna/seriede/anteceden­tes tan complejos •...•• cOlTlolo.es ···.··.Ia.< conciencianacional de un pueblo,/ la~xpedic:.i.ónde.Lópezes­taba desde un principio condenada aLjracaso.

Uno de los' principalesrepresentantesdelaco­rriente anexionista fue. Betancourt,./"EILugareño",que en una carta a José. Antonio Saco/(Nueva York,3 de abril de 1849). explica.sllPosic.iófl/políUca.Esta larga carta (cincopáginas.dactilografiadas),escrita en tono cortés y conciliador, s~ñ~laIos nu­merosos defectos de la madrepatriay.su desas­trosa política exterior •. y expon~i.I~snluchasven­

tajas que la anexión a los EstadosUnidospresen-

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taria para los habitantes de la isla. Esencialmente,las dos razones que daba eran la libertad y la se­guridad:

"Creen -escribe Betancourt- que la. Isla deCuba se encamina a una inevitable destrucciónbajo la custodia de la Metrópoli; que el destino deCuba está determinado por las mismas manos quedecidieron el destino de Santo Domingo, Jamaica,Guadalupe y todas las colonias europeas de esteArchipiélago; y que el único medio de salvar aCuba es su incorporación a la gran familia de losEstados Confederados de la Unión Americana.

"Entre los que así creen hay dos partidos: unosque ven en la anexión el medio de conservar susesclavos, lo cual es, por mucho que lo disimuleno lo oscurezcan, su principal propósito, por no decirlo único que determina su apoyo a la anexión; otrosque ven en la anexión una tregua que, dejando delado la posibilidad de una imprevista emancipaciónde los esclavos, dará ocasión para tomar medidasde redención como duplicar la población blancaen diez o veinte años e introducir maquinaria, ca­pital e inteligencia para mejorar las condiciones ac­tuales de trabajo y salud. Por último, mi queridoSaco, ambos partidos buscan en la anexión la se­guridad garantizada del sabio y poderoso gobiernode los Estados Unidos contra las pretensiones deEuropa, así como contra nosotros mismos, ya que,por mucho que pueda herir nuestro orgullo, somosde la misma arcilla que los que han conseguidohacerse independientes sin conseguir la libertady la felicidad. Esto es, en resumen, lo que he oidodecir a los principales dirigentes del proyecto deanexión.»

Sin embargo, es interesante observar que notodos los cubanos que admiraban apasionadamentea los Estados Unidos eran partidarios de la anexión.Juan Peoli, el gran pintor cubano que residió lamayor parte de su vida en Nueva York y que fueíntimo amigo de Del Monte y Aponte y de JoséMartí, pinta a Mateo Madan -miembro delafamo­sa familia anexionista- con cuernos, elegantemen­te sentado entre dos bolsas de dinero a suizquier­da y dos calabazas a su derecha y rodeado deratones. Que el lector saque sus propias conclu­siones.

En la isla misma, se opuso con éxito en susescritos a la idea de la anexión José Antonio Saco,que se convirtió en el representante delnacionalis­mo cubano frente a la anexión. Saco no volviónunca la espalda a España. Comprendía perfecta­mente las numerosas y graves limitaciones. de .Iamadre patria, pero aL mismo tiempo reconocía elsello indeleble de España en la especial situaciónde Cuba. Saco propugnaba la elaboración .de unanueva cultura, pero creía<queno era razonable,

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ni siquiera posible, 'que Cuba rechazara su tradi­ción o que adoptara en bloque las tradiciones deuna cultura completamente extraña a la isla. Comootros muchos hispanomericanos de su época, com­prendía que había que imitar en principio a losEstados Unidos y que la gran República norteame­ricana había creado su eficaz forma de gobiernoadaptándose a las condiciones particulares de sucultura, esencialmente inglesa. A su vez, Hispano­américa debía desarrollarse según sus formas ori­ginales. Saco fue uno de los primeros que com­prendió que las naciones no se construyen sobreteorías, sino sobre hechos -características geográ­ficas, tipo de pueblo, cultura tradicional, etc.- yaun siendo antipeninsular, tuvo siempre concienciade su herencia española.

En esto Saco no estaba solo. Enrique Piñeyro, elescritor y revolucionario cubano, nos advierte en suDiario de las grandes diferencias que existen entrela España eterna, que todos los hispanoamericanosamaban, y la España que llega a las tierras ameri­canas como conquistadora, ignorantemente desde­ñosa de todo lo nativo, y a la que todos odian.y Domingo del Monte y Aponte, el liberal progre­sista, en tantos aspectos precursor de Martí, de­clara a los ciudadanos distinguidos de Matanzasque, por muchas ideas nuevas y progresistas quetomaran de Estados Unidos o del extranjero, se­guirían siendo españoles por temperamento y cul­tura. Las ideas de Saco las compartían la mayoríade los grandes cubanos a lo largo del tiempo:Varona, José Martí, Cosme de la Torriente y otros.

Explicando la posición que Cuba debe adoptarante los Estados Unidos, Martí expone sus ideascontra la anexión en una famosa carta al señorOtero (Nueva York, 16 de mayo de 1886) conocidacon el título de «Los romanos del Nuevo Mundo,,:

«Sólo el que desconozca nuestro país, o éste,o las leyes de formación y agrupación de los pue­blos. puede pensar honradamente en solución se­mejante: o el que ame a los Estados Unidos másque a Cuba. Pero quien ha vivido en ellos, ensal­zando sus glorias legítimas, estudiando sus carac­teres típicos, entrando en las raíces de sus pro­blemas, viendo Como subordinan a la hacienda lapolítica, confirmando con el estudio de sus ante­cedentes y estado natural sus tendencias reales,involuntarias o confesas, quien ve que jamás, salvoenjo recóndito. de algunas almas generosas, fue

Estados Unidos más que posesiónque sus pobla­

levantisca, floja y des­los Es­odiosa

JaSE DE ONIS

con la condición de Cuba, y por el interés de ellosno deseaban cambio alguno', hasta lo que de sípropio dicen en su conversación y en su poesía,hasta el 'Somos los romanos de este continente"de Holmes: 'Somos los romanos, y llegarán a serocupación constante nuestra la guerra y la con­quista'; quien sabe de cerca que aquellas agitacio­nes periódicas de la prensa que pudieran sernosfavorables, y en lo aparente lo son, responden, lomismo que los alardes patrióticos en España, alinterés pasajero de los partidos políticos, que sesirven acá de la isla, o de la probabilidad de com­prarla, o de entrar en guerra por ella, como mediode impedir que triunfe en el Congreso el proyectode rebaja de los aranceles, so capa de necesitaracaso en fecha no remota, fondos de sobra en elErario público; quien ama a su patria con aquelcariño que sólo tiene comparación, por lo que su­jetan cuando prenden y por lo que desgarran cuan­do se arrancan, a las raíces de los árboles, ése nopiensa con complacencia, sino con duelo mortal,en que la anexión pudiera llegar a realizarse; yen que tal vez sea nuestra suerte que un vecinohábil nos deje desangrar a sus umbrales, paraponer al cabo, sobre lo que quede de abono parala tierra, sus manos hostiles, sus manos egoístase irrespetuosas."

Junto con Hostos, José Martí pensó en el día enque existiría una confederación de Estados del Ca­ribe formada por Cuba, Santo Domingo y PuertoRico. Ambos consideraban la intervención norteame­ricana en el Caribe como la mayor amenaza para laindependencia de la región. Pero todos los esfuer­zos de Martí fueron en vano. Muerto en Dos Ríosen 1895, no llegó a conocer la guerra de los Es­tados Unidos contra España en 1898, primera deuna serie de intervenciones armadas norteamerica­nas en Hispanoamérica que iban a sucederse endiferentes países hasta el viraje iniciado con laPolítica de Buena Vecindad.

Martí no pudo conocer los episodios políticos,militares, económicos y de otra índole que carac­terizaron las relaciones entre los Estados Unidose Hispanoamérica durante ese período. En cambio,sí los conocieron todos los hispanoamericanos quehabían escuchado sus palabras proféticas. A partirde 1898, los escritores cubanos, casi sin excepción,tomaron a pecho esas palabras y las desarrollaron,estimulados por los acontecimientos que se suce­dían y que ellos interpretaban con frases hoy yaestereotipadas, como «el peligro yanqui", «el impe­rialismo del dólar" y otras de índole semejante (1).La mejor expresión del nacionalismo cubano frentea los Estados Unidos es la frase de Martí: Ama­mos la tierra de Lincoln, pero tememos la tierra deCutting...

CUBA, ESPAr'JA y ESTADOS UNIDOS

Los cubanos acogieron con sentimientos ambi­guos la victoria de los Estados Unidos contra Es­paña. Recordando su exilio en Norteamérica, Ma­nuel Sanguily escribe: «Recordé uno de aquellosfamosos y melancólicos días de la emigración, du­rante la guerra de España y los Estados Unidos,en que se publicó en New York la noticia de quela escuadra americana había entrado en la bahíade Guantánamo y cuando, sin poder reprimir laangustia, a pesar de que hacía votos sinceros enel fondo de mi alma por la victoria de los ameri­canos, pues que entendía que era también la victo­ria de los revolucionarios cubanos, me volví a miamigo el Sr. Enrique Trujillo, diciéndole con inven­cible pesar: 'Han visto ya a Guantánamo. iJamásrenunciaran a poseerla!'... Cuando leí la pintura quehacía de mi país el politico americano, se sumiómi espíritu en amarga cavilación.»

La historia de las relaciones entre Cuba y losEstados Unidos durante el período inmediatamenteposterior al conflicto con España es bien conocida.El profesor Charles E. Chapman, en su articulo"United States Responsibility for Political Condi­tions in Cuba», nos dice que la politica de losEstados Unidos después de 1906, y particularmentedespués de 1917, fue mantener la paz en la isla atoda costa, aunque esa paz fuera muchas vecesíncompatible con los intereses de sus habitantes.Por desgracia, esa política apoyaba a menudo adictadores y mantenía en el poder gobiernos ineptosy fraudulentos.

«No es justo que una política de los EstadosUnidos -nos dice el profesor Chapman- se aso­cie con una dictadura cubana, corrompida o no,para privar al pueblo cubano de la posibilidad degobernarse a sí mismo. Y no es justa aunque cual-

(1) Citaremos. varIos párrafos de José Manuel Carbonel.orador y publIcista cubano, como ejemplo de este tipode literatura:

«La actitud francamente imperialista adoptada por losEstados Unidos dé Norte América en lo que va de siglo,impone a todos los pafsesde orIgen latino, y muy espe­cialmente a los que se encuentran en eL radio de su in­fluencia politica y económica. una actuación acorde con larealidad circunstante,

«Debemos gritar y. repetir sin rniedoquerecelamos desus intenciones. y que nos i~q~i~tacad~<.di¡¡. más. hastael punto de desvelarnos, el papel que se han adjudicadoa titulo de fuertes en relación con el semillero de pueblosque habitan el continente desde laJierracfelfuego aPanamá, sin excluir a las Antillas, porl? s~aLn?esex­traño que nos pronunciemos contra sus designios pensandoque labraron en su beneficio.ynoeninterésdeLprogresoy de la civilización.

«Los Estados Unidos serán respetados y amados y con­sultados como hermano mayor el dia que resguarden consus actos la independencia política yJa integridadterri­torial de sus vecinos de América. La paz. cOrno ()bservarael ex Presidente Wilson, que a imagen de Saturno devorósus doctrinas y quemó sus evangelios· altruistas. en la ho­guera de sórdido egoismo, sólo puede basarse en> la mutuaconfianza. Mientras haya disensiones habrá guerras.-

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quier otra politica pudiera conducir verosimilmentea una de las peores calamidades que pueden ocu­rrirle a un pueblo: la guerra civil.»

Y, más adelante, añade:«La política del gobierno de Washington debería

basarse en algo distinto de los intereses estrecha­mente egoístas de los Estados Unidos. Ese algodebería ser la sincera preocupación por el bienestarde Cuba.»

El propósito de los Estados Unidos era, induda­blemente, impedir revoluciones que pudieran pro­vocar la intervención de los gobiernos europeos.En otras palabras, la política de Wilson -que asies como vino a llamarse- negaba a Cuba y a otrospaíses de Hispanoamérica el derecho a la revolu­ción, aunque las circunstancias la justificaran.

Años más tarde, tras la segunda guerra mundial,un nuevo personaje aparece en el triángulo: el mar­xismo. Tanto los Estados Unidos como Españaadoptan una postura conservadora, mientras laUnión Soviética utiliza el centenario de Martí paraexplotar las ambiciones nacionalistas cubanas. EnMoscú se exalta el nacionalismo cubano frente alos Estados Unidos en numerosos artículos, folletosy libros. Es interesante observar que en los EstadosUnidos las dos publicaciones principales apareci­das durante el centenario, el Martí, critico literario,de Portuondo, y el Martí, Epic Chronic/er of theUnited Sta tes, de Manuel Pedro González, son ecosdel centenario ruso. En su libro, publicado por laUnión Panamericana, Portuondo sostiene la ideade que la grandeza de Martí como crítico se basaen su posición revolucionaria. Y el de Manuel Pe­dro González, publicado por la North CarolinaPress, desarrolla el tema de David frente a Goliat:"El tiburón y la sardina", como dirá Arévalo refi­riéndose a América Central. Lo único que faltabaen el melodrama del Caribe era un actor que de­sempeñara el papel de David. Por nuestra parte,estábamos siempre dispuestos a interpretar el deGoliat.

Ya a fines del siglo XIX, muchos cubanos ha­bían llegado a la conclusión de que las promesasde la revolución liberal no se habían cumplido ple­namente. Ferrocarriles y canales, fábricas y escue­las punteaban el país, pero todavía existían gravesinjusticias sociales y económicas; y. lo. que· erapeor, los pueblos de ambas Américas se hallabandominados por una filosofía positivista que. amena­zaba con estrangular los. últimos vestigios de vidaespiritual. Siguiendo las ideas de Martí, la mayoríade los escritores cubanos de aquel periodo lucha­ron contra el materialismo y en favor de la crea­ción de una existencia dinámica más espiritual.Dicho de otro modo, los cubanos, como el restode los hispanoamericanos, reaccionaban contra los

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70 JOSE DE ONIS ERNESTO MEJIA SANCHEZ

La.sCasas en MéxicoEstados Unidos y su forma particular de cultura,que por entonces se consideraba positivista.

Como corolario de esta nueva actitud, observa­mos también la valorización de la cultura hispáni­ca. Una vez terminada la revolución liberal, losescritores hispanoamericanos se volvieron hacia suspropios orígenes, considerando con favor las cul­turas española e india. En Cuba, escritores comoEnrique José Varona, Cosme de la Torriente, Fer­nando Ortiz, Chacón y Calvo, Emeterio Santovenia,Raúl de Cárdenas, Félix Lizaso, Eugenío Florit,Luis A. Baralt, Jorge Mañach y otros muchos inte­lectuales se dedicaron a los estudios hispánicos.

Fernando Ortiz, antropólogo y sociólogo de mérí­to considerable, aplicará métodos rigurosos a larealidad cultural cubana y, al frente de un bri­llante grupo de jóvenes estudiosos, tratará de in­corporar a Cuba a la corriente cultural del restodel mundo hispánico.

Algunos de estos escritores, como Cosme de laTorriente, Jorge Mañach y Portell Vil á, siguiendola afirmación de Martí de que sólo con el. consen­timiento de los Estados Unidos podía. Cuba lograrsu plena independencia, presentan un tono conci­liatorio. En su libro Marti, el apóstol, Mañach sua­viza deliberadamente, o simplemente omite, la seve­ra crítica que de los Estados Unidos hizo Martfy pone en cambio de relieve los denominadorescomunes entre ambas Américas. Guiado por un es­pfritu semejante, Cosme de la Torriente reconocela ayuda de los Estados Unidos a Cuba en sulucha por la independencia.

Pero la obra que mejor representa el triánguloa que venimos refiriéndonos -Cuba, España, Es­tados Unidos- son los cuatro volúmenes de PortellVil á, Historia de Cuba en sus relaciones con losEstados Unidos y España, estudio perfectamentedocumentado y libre de toda parcialidad ídeológicao política. y, sin embargo, se trata de una obraque no encontraremos en las bibliotecas de nues­tros "colleges» y universidades, incluída la biblio­teca •• de la Universidad de Colorado, donde yo en­seño.

Sobre eL mismo tema, pero de carácter más po­lémico,son los escritos de Roig de Leuchsenring,quíen>acusa fírmemente a los Estados Unidos deestaf<contra la independencia de Cuba. Su artículo

anti-imperialista en la obraJosé Martí» se ha con-

vertido en un clásico que leen todos los cubanoscultos, independientemente de sus creencias polí­ticas. Según Roig, "no hay un solo documento nitrabajo de Martí en que aparezca ni siquiera in­sinuado que contara con el apoyo material de losEstados Unidos para la realización de su ideal li­bertario», y califica cualquier proyecto emancipadoren que se dé participación a los Estados Unidoscomo un modo indirecto de anexión.

En el mismo sentido, Portuondo y otros afirmanque, desde la presidencia de Wilson, los EstadosUnidos han tratado a Cuba como a una colonia noconfesada y que el Departamento de· Estado haapoyado incondicionalmente a todo gobierno quereconociera la primacía norteamericana sobre laisla, haciendo asr imposible todo levantamiento po­pular contra un dictador o un gobierno corrompido.Es ésta una opinión que comparten numerososconservadores.

En 1955, Cosme de la Torriente y Jorge Mañachse quejaban de que uno de los principales factoresque mantenian en el poder a Batista era el apoyomoral de los Estados Unidos, y que la ayuda mi­litar a los dictadores del Caribe y de otras regio­nes constituía un obstáculo importante para la de­mocracia y, de manera indirecta, una ayuda al co­munismo internacional.

Hay quienes afirman que el acontecimiento prin­cipal del siglo XX consiste en que los EstadosUnidos han perdido su puesto de gura liberal -de­jándolo vacante y dispuesto para que lo ocupeotra potencia- y se han unido a España en laposición conservadora del triángulo. Como ya he­mos visto, durante el siglo XIX los amigos de losEstados Unidos eran los liberales y los. de la Es­paña oficial los conservadores. Hoy, tanto. Españacomo Estados Unidos tienen a menudo los mismosamigos y los mismos enemigos. Como resultadode nuestra opción y de nuestras acciones, el trián­gulo ha quedado deliberadamente desequilibrado,dejando un vacío invitador y peligroso.

Naturalmente, en la imagen cubana de los Es­tados Unidos existen otras muchas facetas, que lafalta de tiempo nos impide desarrollar aquí. Pero.como ya hemos visto anteriormente, el conceptobásico que determina las actitudes de los cubanosfrente a los Estados Unidos ha sido el de libertadfrente al de anexión. Y este conflicto de conceptosconstituye un importante capítulo de la historia delas ideas en el hemisferio americano. O

El centenario en la Biblioteca Nacional

La Biblioteca Nacional de México, creada en losalbores de la vida Independiente, no sólo custo­dia visiblemente obras románticas sobre la fígurade Fray Bartolomé de Las Casas, como aquellanotable muestra de la pintura histórica del Protec­tor de los Indios (1875), debida al pincel de Fé­lix Parra (1845-1919), sino lo que es más peculiardel mayor repositorio bibliográfico de la Nación:manuscritos, impresos y estampas, muy anterioresa su fundación, de valor inestimable y de consultaobligada para quienes aspiran a conocer la obra delObispo de Chiapa en relación con la historia y lacultura mexicana.

Con motivo del IV centenario de la muerte deLas Casas (1566-1966) la Biblioteca Nacional y suInstituto Bibliográfico Mexicano han organizado unaexhibición de sus fondos documentales relativos ala vida y obra del Apóstol de las Indias, homenajesevero y silencioso para quien con justicia se con­sidera como uno de los fundadores espirituales dela nacionalidad. Otras instituciones han prestadotambién su concurso al homenaje, como la Hemero­teca Nacional, la Biblioteca de la Secretaría deHacienda y Crédito Público, el Instituto Nacionalde Antropología e Historia y la Universidad BenitoJuárez de Oaxaca, con objeto de presentar de unavez el acervo relativo a Las Casas que Méxicoguarda devotamente.

Los manuscritos conservados actualmente sonpocos, a pesar de que el propio Las Casas procu­ró que se hiciese una copia de la Apologéticahistoria para el Convento de su Orden, y de queel doctor Nicolás León, afortunado descubridor dedocumentos lascasianos, halló en Morelia (1886) unmanuscrito del De Thesauris, pues el primero de­sapareció sin dejar rastro y el segundo fue vendídoal extranjero. Nos quedan, sin embargo, el De unicovocationis modo, copia singular, en la Bibliotecade la Uníversidad Benito Juárez de Oaxaca; laProclama de 20 de marzo de 1545, en el MuseoNacional de Antropología e Historia, de México,D. F.; Y una colección de Tratados (del tercero alséptimo) en la Biblioteca Nacional.

De las ediciones orígínales de los Tratados se­villanos, la Biblioteca de la Secretaría de Haciendaposee seis (del tercero al octavo); y no damosaquí razón de la colección completa de los nueveque posee don<Bruno Pagliai,por ser de fondoprivado, aunque. prácticamente. ya son accesíbles

en virtud de la edición en facsímil de los mismosque hizo en 1965 el Fondo de Cultura Económica.Pero es digno de mencionarse que el Tratado Sép­timo se reimprimió en El Ateneo Mexicano, en 1844,cuando todavfa se pensaba que Las Casas habíaperdido toda actualidad. La Biblioteca de la mis­ma Secretaría también posee cuatro de las traduc­ciones italianas de los Tratados; preciosas edicionesvenecianas de la familia Ginammi, que durante elsiglo XVII convirtió a Las Casas en autor favorito.

Durante el siglo XIX, la Brevisima relación de ladestrucción de las Indias circuló abundantementegracias a editores e impresores mexicanos. La pri­mera edición moderna la realizó en Londres el doc­tor Mier, en 1812, al tiempo que en el Diario deMéxico se publicaba, por primera vez en México,una "Sucinta relación de la vida del VenerableIlustrísimo Señor D. Fr. Bartolomé de Las Casas»,basada en la del Maestro Gil González Dávila(Teatro eclesiástico, Madrid, Diego Díaz de la Ca­rrera, 1649), pero ya para entonces don Juan Joséde Eguiara y Eguren había escrito la primera bio­grafía latina salida de pluma mexicana en su Biblio­thaca de 1755, y no tardaría en aparecer en espa­ñol la de su colega el bibliógrafo José Marianode Beristáin y Souza en su Biblioteca hispanoame­ricana septentrional de 1816. En 1821, el doctorMier en Filadelfia, reimprimió su edición londinen­se de la Brevisima, con un nuevo y más extenso«Discurso preliminar»; el mismo año, en Puebla delos Angeles, la Imprenta Liberal de Moreno Her­manos publicaba otra edición y El indio esclavo,título que recuerda uno de los impresos venecia­nos: 11 supplice schiavo indiano (1616, 1636 Y 1657).Un Diálogo entre Colón y Las Casas, traducción deun texto de David Mallet, se imprimió también en1821, por José María de Benavente y Socios, casaque se jactaba de ser, en el propio pie deim­prenta, «contraria al despotismo». Pero el mayorreconocimiento oficial lo tuvo Las Casas el propioaño de la Independencia en el Dictámen de laComisión de Esclavos (México, En la ImprEmta Im­perial de D. Alfonso Valdés, 24 de octubre de1821, p. 2), donde figura como precursor del abo­licionismo. Reconocimiento sólo comparable al es­fuerzo que significó en 1877 la primera ediciónmexicana de la Historia de las Indias, llevada acabo por don José María Vigil, director benemé­rito de la Biblioteca Nacional.

*

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72 ERNESTO MEJIA SANCHEZ LAS CASAS EN MEXICO73

e:cribió en español. Si bien hay algunas deficien­cias en la trascripción y en las versiones de textoslatinos, ellas no afectan gravemente los textos las­casianos. El lector erudito y cuidadoso puede ver­las declaradas en mí trabajo sobre Las Casas enMéxico (Biblioteca Nacional, 1966).

Sobre los prólogos de Lewis Hanke y ManuelGiméne~ Fernán~ez hay mucho que decir: el pri­mero, bien conocido y apreciado por haber dedica­do más de un cuarto de siglo al estudio de LasCasas, tanto como el segundo que, además, hahecho ingentes investigaciones en el Archivo Ge­neral de Indias, de su propia Sevilla, concon temas de su particular interés y caHanke, que siempre ha visto en Las Casa n­sador con proyecciones modernas y aun actuales,firma el primer prólogo que lleva por título "Laactualidad de Bartolomé de Las Casas»; su estu­dio de los Tratados, pues, desde el punto devista ideológico, subraya la figura de Las Casascomo "propagandista vigoroso y hábil" Y dagar adecuado a cada uno de ellos en Ijurídica y humana en que su autor estuvodo. Trata las polémicas y ataques deobjeto y las vicisitudes con que hanposteridad, y llega a considerar su doctuna de las fundamentales en el desarrhumanidad.

Giménez Fernández ofrece una montórica minuciosa y apasionante:· "BartoCasas en 1552", en realidad hasta enperíodo en que el Protector de los Indila en Sevilla y hace trabajar a un tiemprentas de la ciudad: la de Jácoy la de Sebastián Trujillo, a finmenor lapso posible los ejemplaresus Tratados, desde la Brevisimalos Principia quaedam... El empeñtorial de Las Casas es seguióo pmotivaciones, impulsos y destino denes. Una parte de la monografía laestampa de "Sevilla a mediados delutilísima para conocer el escenariovió el Las Casas editor; luego lohacia Sanlúcar, en espera de la fíosus misioneros a las Indias, y losvarían a su vez los Tratados tan rpresos con ese objeto. Regresa aciembre del 1552 y permanece allí1553, tal como parece demostrarloTratado comprobatorio.

Caso semejante al de la impresiónha sucedido con la de los Tratadosen México. La portada da la fecel colofón de Sebastián Trujillominó de imprimir el 8 de enero del

nes Santamaría), con el texto latino y advertenciapreliminar bajo responsabilidad del sabio maestroAgustín Millares Carla y con una introducción deldistinguido lascasista norteamericano Lewis Hanke.De esta obra de Las Casas sólo se tenían vagasnoticias; afortunadamente, en 1889, don NicolásLeón, localizó en la Biblioteca del Estado de Oaxa­ca la única copia existente, que aunque incompletada una idea cabal del pensamiento lascasiano eneste respecto: la conquista espiritual pacífica delas gentes del Nuevo Mundo.

Casi diez años después, el Fondo de CulturaEconómica publicó en tres volúmenes la Historiade las Indias, "libro básico para la historia actuale ideológica del descubrimiento y conquista», se­gún el dictamen de Marcel Bataillon. Edición fide­lísima al original autógrafo, con inclusión de lasapostillas marginales del propio Las Casas, quellevó a cabo también el doctor Millares Cario, yque ostenta otra ilustrada introducción de LewisHanke. Aparecida en 1951, a los pocos años seagotó completamente y fue necesario reimprimirlaya en vísperas del IV Centenario de la muerte delProtector de los Indios, en 1965. No lo fue así, sinembargo el De unico vocationis modo, que puedeincorporarse a la "Biblioteca Americana» en susolo texto español, como otras obras que estabanfuera de la serie y ahora ya lo están, la Historiamoral y natural de las Indias, del Padre José deAcosta, por ejemplo.

Paralelamente a la reedícíón de la Historia delas Indias acometió el Fondo de Cultura una nue­va y ardua tarea, la de publicar por primera vez ín­tegramente en México la colección de Tratados deLas Casas, en edición facsímil de los primitivosimpresos sevillanos de 1552-1553 y con transcripciónen caracteres latinos a la par, con la moderniza­ción necesaria para el gran público. No todos, pordesgracia, pueden hacer una lectura feliz y rápidade los caracteres góticos de las ediciones princepsy el Fondo previó justamente una mayor difusiónsi las ofrecía transcritas y modernizadas por quien,como Juan Pérez de Tudela Bueso, por ser el edi­tor de Las Casas en la "Biblioteca de AutoresEspañoles» (la antigua Rivadeneira), tiene ganadaconfianza en esta clase de tareas.

A este mérito agréguese el de tener por primeravez en español el noveno de los Tratados: losPrincipia quaedam... (Algunos principios...), traduci­dos por don Agustín Millares Cario, igualmente lostextos de las Bulas Alejandrinas, tan necesariaspara la cabal inteligencia de las argumentacionesde Las Casas. También se dan en apéndice, tra­ducidas al español por Rafael Moreno, todas lascitas latinas, profusas y sustanciales, que se en­cuentran en el resto de los Tratados que Las Casas

En tres ocasiones, por lo menos, el Fondo de Cul­tura Económica, de México, ha contribuído funda­mentalmente al conocimiento moderno de Barto­lomé de Las Casas. En 1942 publicó la ediciónbilingüe del De unico vocationis modo (Del únicomodo de atraer a todos los pueblos a la verdaderareligión, dice la versión española de don Atenóge-

Los nuevos "Tratados" en el Fondo

Delgadillo en El Diario, de México, 1907. De 1924en adelante se inician las conferencias, como lade Fulgencio Vargas, en el Colegio del Estado deGuanajuato, o los ensayos de tipo histórico so­cial como el de don Pedro de Alba, del mismoaño. En 1925 aparecieron artículos periodísticosde don Victoriano Salado Alvarez y de don CarlosR. Menéndez. La conferencia de Rafael HeliodoroValle, en la Casa del Estudiante Indígena, el 9 deoctubre de 1926, tiene caracteres de hagiografía.Fue traducida al francés el año siguiente y comen­tada por el doctor Jesús Guisa y Azevedo con res­petuosa energía. En 1930 don José Cornejo Francodio a conocer la edición jaliciense de la Brevisima,y en 1938 comienzan los trabajos concienzudos yeruditos de Silvio Zavala y poco después los nomenos brillantes de Emundo O'Gorman, que aunqueno referidos muchas veces directamente a LasCasas, han servido tanto para valorar científica­mente su obra. Casi simultáneamente aparecen lassólidas biografías y crestomatías debidas a AgustínYáñez, dos veces editadas, indispensables al eru­dito y al estudiante.

De los años cuarenta arranca una nueva co­rriente lascasiana en México, que llega a nuestrosdías. La publicación del manuscrito de Oaxaca, laedición popular de la Brevisima de 1954, la edi­ción crítica de la Historia de las Indias, hasta lareciente de los Tratados, en que la mano sabia dedon Agustín Millares Cario y otros especialistasha renovado el conocimiento de Las Casas. No hanfaltado nuevas biografías, como la de Manuel Gon­zález Calzada, que mereció un premio honorífico,ni polémicas en que los nombres de Zavala, O'Gor­man, Juan Comas, etc., han llevado la voz en alto.Estudios como los de Lewis Hanke, Fernando Ortiz,Alberto M. Salas y Marcel Bataillon, se han publi­cado en México; tesis universitarias, como la deMaría Teresa Silva, y la nueva edición de la Apo­logética historia dirigida y preparada, respectiva­mente por Edmundo O'Gorman, auguran mayor di­fusión, y fervor por la figura del Protector de losIndios. La exposición bibliográfica y documentalde la Biblioteca Nacional ha querido engrosar esacorriente.

La oficina tipogr"áfica de don Mariano Ontiverospublicó otras dos ediciones de la Brevisima en1822, reimpresiones de la de Filadelfia, del doc­tor Mier, y de la de Puebla, de Moreno Hermanos.La primera tuvo todavía en el mismo año otra edi­ción en Guadalajara, en la imprenta de don UrbanoSanromán. Dos ediciones parisienses de 1822 estánligadas a México, por incluirse en ellas, españolay francesa de la Colección de Obras publicadas pordon Juan Antonio L/orente, una extensa carta deldoctor Mier dirigida al exobispo de Blois HenriGrégoire. Ahí se publica también el retrato máspopular de Las Casas, el de Carmona, quizá elmismo que don Mariano Robles obsequió a la Cá­mara de Diputados en 13 de abril de 1825 (VéaseEl sor, de México, 17 de abril de 1825, año 20,núm. 673, p. 1261, cols, 1 y 2). El año siguiente,la Testamentaría de Ontiveros publicó otra nuevaselección de la Brevisima, bajo el título de Cruel­dades que los españoles cometieron en los indiosmexicanos. Lo que viene a decir que todavía pa­sado un lustro de las últimas luchas por la Inde­pendencia la obra de Las Casas seguía afirmandoel patriotismo nacional contra el bando españo­lista reaccionario.

El resto de la bibliografía lascasiana de Mé­xiCo en el siglo XIX se concentra en los estudiosbiográficos e ideológicos, como los de Larraínzar,de Francisco W. Plaza y las biografías anónimasaparecidas en El Museo Yucateco (1842) y en LaLibertad (1882). En el aspecto doctrinario, losPrincipios críticos sobre el Virreinato de La Nue­va España y sobre ra Revolución de Independencia,de don Agustín Rivera (San Juan de Los Lagos,1884), tiene capital importancia por incluir en la"Reflexión 2a.» el capítulo sobre "La Independenciade México en 1810, fundada en los cinco princi­pios de Las Casas», que viene a proclamarlo comouno de los fundadores de la nacionalidad. A estohay que sumar los hallazgos de manuscritos quehizo el doctor Nicolás León en Morelia (1886) yen Oaxaca (1889), sin olvidar las ficciones nove­lescas traducidas e impresas en México, comoLos salvajes o la caridad (1855), inspiradora al pa­recer de la romántica escena de la muerte de LasCasas del francés Colin, o los brevísimos tomitosde la "Biblioteca del Niño Mexicano», de HeribertoFrías (1900), ilustrados por el genio de José Gua­dalupe Posada, o la divulgación de don VicenteRiva Palacio en La {fustración Española y América­

rid, allá cuando el IV Centenario delento.

la Revolución de 1910 sólo encontra­discurso de Crisóstomo Solís, rese­

nte por Amado Nervo en la Revistao (1905) y un artículo de Daniel

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Sobre Leszek KolakowskiJuan José Surin, el quietismo, Angelus Silesius,Antonieta Bourignon, Labadie, etc.) implicaba unantagonismo irreductible entre los valores funda­mentales del cristianismo y las Iglesias estableci­das, oponiéndose tanto a la Iglesia católica comoa las Iglesias reformadas surgidas de Lutero o deCalvino. Respecto a la Iglesia católica, tratábase dela negación de la necesidad del culto exterior convistas a la salvación, y respecto a las Iglesias re­formadas, de la negación de la necesidad de la or­todoxia. «Esta doble oposición -escribe Kola­kowski- es prácticamente equivalente a la reivin­dicación de la abolición de las Iglesias como orga­nizaciones visibles, puesto que la existencia de laIglesia como institución social está definida porla existencia de una casta clerical que, en los doscasos, se encuentra despojada de su razón de ser".

Se comprende por qué Kolakowski ha elegidoprecisamente esta época como objeto de su es­tudio: «Lo que me interesa por encima de todo-escribe-, no es que [esos heréticos] lo seande hecho, sino que deban serlo. Dicho de otromodo: me intereso en esos ingredientes de su pen­samiento que los situaron fuera de la Iglesia deuna manera ineluctable, puesto que llevan en síla negación esencial de la idea misma de Iglesia."

Por supuesto, trátase de un modelo ideal, abstrac­to. De hecho, Kolakowski estudia en su libro todaslas formas del cristianismo no confesional del si­glo XVII, desde las más radicales hasta las másinclinadas hacia soluciones de compromiso, asícomo el modo mediante el cual penet lasIglesias mismas, y las tentatívas de s ilacíóninstitucional.

Una larga cita sacada de la conclusión de laobra permitirá a la vez comprenderyecto de Kolakowski y apreciar sus razsiendo abanderado del revisionísmo ptó aparentemente la disciplina del partíde no encontrarse fuera de la orgsus ojos había encarnado elnarío:

«Desde el punto de vistalas tentativas del cristianismaparecen como fenómenos puraexistencía no es comprensible mlación con la religiosidad orse levantan; incapaces depropio modo las formas colla vida religiosa -lo quehecho significa en casos

K. A. JElENSKI

Señor director y amigo: He leído con mucho interésel artículo de Rafael Gutiérrez Girardot sobre Les­zek Kolakowski [núm. 8, febrero, de 1967]. Desgra­ciadamente las obras más importantes de Kola­kowski no han sido todavía traducidas y sucolaborador de usted, que conoce el pensamientofilosófico de Bloch y de Lukács, no ha podidojuzgar a Ko!akowski más que a través de algunosartículos.

Leszek Kolakowski ha sido expulsado reciente­mente del Partido Comunista polaco y acaba depresentar una petición de reintegración que deberáser examinada por el próximo Congreso del Partido.Resulta característico para la coherencia de supensamiento, que su último libro, publicado haceun año, una gran obra consagrada a los movimien­tos heréticos del siglo XVII y titulada La concienciareligiosa y el vinculo eclesiástico, aparentemente elfruto de muchos años de abstractas meditaciones,nos ofrezca la mejor clave de su situación actual.

Es este el mejor libro que ha escrito Kolakows­ki. Con él ha enriquecido considerablemente la tra­dición marxista, utilizando en su método las con­quistas del estructuralismo (que él toma sobre todode Lévi-Strauss), el aporte de la fenomenología y elpensamiento de Dilthey. Esta obra será seguramen­te de una importancia capital para el historiadorde las religiones y para el del siglo XVII en parti­cular. Pero es apasionante también para el lectorque se interesa en primer término por los problemasde su tiempo. Es necesario subrayar que esta «ac­tualidad" no tiene nada de exterior, corresponde,por el contrario, al método escogido por el propiohistoriador, el cual nos advierte en su prefacio que«un cuadro histórico es vivo si las cuestiones entorno a las cuales se organiza su material son vivas(sea porque se plantean actualmente en la mismaversión, sea porque son traducibles en cuestionesactuales)". Por otra parte, Kolakowski no nos ofre­ce, bajo la apariencia de una obra de historiador,un apólogo en el que los heréticos corresponde­rían a los revisionistas y las Iglesias establecidas almarxismo institucionalizado. Mucho más profunda­mente, esclarece las estructuras correspondientesal diálogo entre un pensamiento vivo y su forma rei­ficada.

Para Leszek Kolakowski, el movimiento de estasegunda Reforma (donde aparecen alternativamenteanabaptistas revolucionarios alemanes, antitrinita­rios polacos, menonitas holandeses, cuáqueros,Castellion y Jacobo B5hme, Pedro de Bérulle y

ERNESTO MEJIA SANCHEZ

gridad hasta los colofones, afecte un aparentedesorden cronológico si se toma en cuenta la fe­cha de estos. En efecto, ha sido tradicional en losestudios lascasianos, en los bibliógrafos hispalen­ses (Escudero y Perosso) o americanos José Tori­bio Medina), agrupar los Tratados por el estrictoorden en que salieron de las prensas; y al parecer,la edición de Emilio Ravignani, inclusive, únicamen­te facsímil (Buenos Aires, Biblioteca Argentina deLibros Raros Americanos, 1924), sigue la corriente.

Lo novedoso, o uno de los aspectos novedososde la edición del Fondo de Cultura Económica,es que se prescinde por vez primera del ordenbibliográfico y se atiende al de la fecha de suíntima redacción. De ahí que su lectura resulteatractiva por la nueva organización de las piezas,para quienes ya conocían los Tratados en su tota­lidad o fragmentariamente, y doblemente fecundapara quienes no tuvieron antes oportunidad deleerlos, pues ahora obtienen el poder dialécticode Las Casas en el mismo orden en que se fuedesarrollando en el propio autor.

Sólo queremos advertir, para terminar, que he­mos llamado «nuevos" a estos Tratados lascasianospublicados en México porque en México no hansido totalmente desconocidos, desde el siglo XVIen que por vez primera se publicaron. Recuérdesela reacción violenta que provocaron, como la Cartade Motolinía al Emperador y las disposiciones delAyuntamiento para que fueran prohibidos o refuta­dos. En copias manuscritas se conservaron en losconventos, como la que se conserva en la Biblio­teca Nacional, de fines del siglo XVIII, que contie­ne los Tratados del 111 al VII, en el mismo ordenque ahora han establecido los especialistas. Lasediciones del I y el 11 (la Brevisima y Lo que sesigue es un pedazo...) se editaron y prologaron pormexicanos y aun se imprimieron en México desde1812 a 1826, aunque bajo diversos títulos, comoel de este último año que se llama Crueldades quelos españoles cometieron en los indios mexicanos,una selección de la Brevisima. El Tratado V (Estees un tratado...) se publicó el propio año de laIndependencia bajo el nombre de El indio esclavo,título calcado de las ediciones venecianas de losGinammi. Todavía el año 1844 El Ateneo Mexica­no publicaba el Tratado VII (Aqui se contienenunos avisos...) como «documento curioso e inte­resante para la Historia Mexicana".

Los nuevos Tratados editados por el Fondo deCultura son, pues, los mismos, pero enriquecidosy accesibles, ordenados y establecidos conformeal proceso mental de Las Casas, y por sobretodo, continuadores de una larga tradición mexica­na que halló en el sevillano un agente de la lu­cha por la justicia. O

111

Las migraciones

ROBERT ROWLAND:

Los «cantadores» del Nordeste

brasileño

Inventario de los estudios en ciencias

sociales sobre América Latina

Revista trimestral

de estudios latinoamericanos

publicada por el ILARI

MARIO MARGULlS:

Análisis de un proceso migratorio:

Chilecito - Gran Buenos Aires

111

Director: Luis Mercier Vega

Redacción: Instituto Latinoamericano de

Relaciones Internacionales,23, rue de la Pépiniere, París 8°

Administración: 97, rue Saint Lazare,

SUMARIO DEL NUMERO 3

APORTES

DOMINGO RIVAROLA:

Aspectos de la migración paraguaya

Nuestros nuevos--Tratados llevan fecha de 1965 enel copyrigth, ambos volúmenes, pero el colofón delos dos asegura que se acabó su impresión el3 de enero de 1966, es decir, ya en el año delIV Centenario de la muerte de Las Casas. Valgaesta anécdota coincidente para informar sobre elorden en que la edición mexicana presenta losTratados, pues a muchos curiosos sorprenderásin duda que las nueve piezas que se imprimenen facsímile Y transcripción en toda su inte-

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originó el reflujo que llevó al poder a Janio Qua­dros, quien con su escoba simbólica se compro­metía a barrer los vicios de la corrupción y el des­orden administrativos. Cuando Janio, a los pocosmeses de establecido en el palacio de Brasilia,abandonó repentinamente el poder ante las amena­zas más o menos veladas de los portavoces delEjército, creando de esta forma una crisis constitu­cional, fue la clase media la que con su prurito delegalidad impuso al Ejército un desenlace pacífico.De acuerdo con la enmienda constitucional de tipoprovisional votada por el Congreso, el Vicepre­sidente Goulart, enemigo número uno de los mi­litares de la línea dura, tomó posesión del cargopresidencial, teniendo que renunciar sin embargo ala mayor parte de los poderes ejecutivos, que re­cayeron en un primer ministro responsable ante elparlamento. En las primeras etapas de ese largoproceso evolutivo fue el Ejército el brazo ejecutivode los designios de la clase media.

A los pocos meses de establecido el sistemaparlamentario, la lentitud y la impotencia propiasde este tipo de gobierno, crearon en todas lascapas sociales un ambiente de malestar y desa­sosiego del que se aprovechó Joao Goulart paraadelantar la fecha del previsto referéndum sobreel problema institucional. El 6 de enero de 1963,fecha señalada para la consulta, la clase mediadesempeñó otra vez un papel decisivo permitiendocon sus votos que los partidarios del restableci­miento del presidencialismo consiguieran una vic­toria rotunda. Sin embargo, los sectores acomoda­dos y la clase media no tardaron· en arrepentirsede la confianza que habían demostrado a «Jango»Goulart.

Con la fuerza convincente del periodista quefue testigo presencial de los acontecimientos refe­ridos, Jean-Jacques Faust describe el entreguismode «Jango» a los sectores de extrema izquierda enlos que se apoyaba para contrarrestar las manio­bras conspirativas de los elementos derechistas, yque, a su vez, no le dejaban gobernar. A raíz delreferéndum del 6 de enero de 1963, el Presidentede la República había formado un buen gobiernoprogresista con San Thiago Dantas en el ministeriode Hacienda y CeIso Furtado a la cabeza del De­partamento de Planificación y Desarrollo Econó­mico, pero Lionel Brizzola, el cuñadísimo tremendo,formuló una serie de denuncias contra los minis­tros, quienes se vieron obligados a presentar ladimisión. Con semejante inconsciencia, Brizzola,

Un testimonio sobre Brasil

ELENA DE LA SOUCHERE

Elide abril de 1964, cuando ocurrió el alzamientode las fuerzas militares de Sao Paulo y Minas Ge­rais contra el Gobierno constitucional de JoaoGoulart, Jean-Jacques Faust, autor de Le Brésil.Une Amérique pour demain (París, Editions duSeuil, 1966), desempeñaba el papel de correspon­sal permanente de la agencia francesa de prensaen Rio de Janeiro. Ese día yo estaba también enRio y recuerdo su silueta alta y juvenil en una mo­desta oficina de la avenida Rio Branco. Por lasventanas abiertas entraban los gritos de los últimospartidarios del régimen democrático. A las cincode la tarde llegó un despacho de prensa anuncian­do que el Presidente Goulart acababa de abandonarel Palacio de Laranjeiras, mientras los soldados dela guarnición de Rio, al unirse a las tropas rebel­des, ocupaban los puntos estratégicos de la ciu­dad y disolvían a los grupos de manifestantes queaún permanecían en las aceras de la gran avenida.

Según pude comprobar en aquella fecha históri­ca, la oficina de la agencia francesa es un miradorprivilegiado sobre el Brasil. Desde sus ventanas,Jean-Jacques Faust pudo observar durante cincoaños los altibajos de la vida política brasileña. Alfinalizar su prolongada estancia en Rio de Janeiroofrece ahora un ensayo nutrido de experiencia vi­vida, algunas de cuyas conclusiones fueron anti­cipadas en esta misma revista en un artículo sobre"El militarismo en el Brasil» (Mundo Nuevo, núme­ro 3, septiembre de 1966). Con un estilo periodís­tico rápido e incisivo, describe Faust con fervoramoroso la ciudad que, a los cinco años de trasla­dada a Brasilia la sede del Gobierno, continúasiendo indiscutiblemente el centro político e intelec­tual de la confederación brasileña. Pinta el autor laanimación de los nuevos barrios de Copacabana ylas favelas «en donde la miseria del norte esta­bleció sus embajadas».

En su lúcido análisis del proceso evolutivo bra­sileño durante los últimos diez años, Faust pone derelieve el papel relevante desempeñado por la cIa­se media y de modo singular por los oficinistasy dependientes, tan numerosos entre los cariocas.En un país donde la masa analfabeta, integrada enuna abrumadora mayoría por braceros y peones,permanece al margen de la vida política, los votosde la clase media adquieren una importancia deci­siva. Durante el quinquenio 1955-1960, fue la pe­queña burguesía la que apoyó la política de desa­rrollo y las obras faraónicas del Presidente Jusce­lino Kubitschek. Pero el temor a la inflación

K. A. JELEN8KI

estudio concierne al conflicto entre la «religión dela gracia» y la «religión de la ley». El ve en eseconflicto un «fondo» antropológico permanente. Losfieles de la religión de la gracia «proponen un mo­delo de vida donde la comunicación adquiere uncarácter existencial, es decir, un carácter de aper­tura mutua no mediatizada, libre de todo cálculo,y por esto mismo libre del miedo, del juicio. de laenvidia, de, escrúpulos, de espera, de opresión. Estaversión del cristianismo, versión de Pablo y deljoven Lutero, más tarde de Kierkegaard, es la arti­culación religiosa de la utopía existencial, que serenueva varias veces en la historia, como tentativasiempre desesperada de eliminar de la vida loslazos cosistas y de reemplazarlos por lazos perso­nales». Kolakowski esboza así la pregunta, a la quepor otra parte se niega a contestar: «¿ Es necesariotratar los temas de la fenomenología existencialcontemporánea como un esfuerzo tendente a lai­cizar, por decirlo así, una infancia teológica, o másbien es preciso buscar en estos conflictos anterio­res una modificación cristiana, histórica, de lascuestiones que en su fondo más auténtico son in­diferentes con respecto a la teología y al cristia­

nismo?»Estas cuestiones se encuentran «en su fondo más

auténtico», por supuesto, en el centro del conflictoque opuso Kolakowski al stalinismo. No faltan ana­logías entre sus propias reivindicaciones de espon­taneidad, de libertad, de democracia obrera, de in­ternacionalismo auténtico con respecto al marxis­mo institucionalizado, Y la oposición tal como él laconcibe entre la «religión de la gracia» y la «re­ligión de la ley».

Ahora que el Partido Comunista polaco ha expul­sado a leszek Kolakowski de sus filas a causa desu generosa campaña en favor de dos jóvenes es­tudiantes comunistas encarcelados, Kuron y Mod­zelewski (autores de una «Carta abierta al Partido»,publicada en París por las ediciones de la revistaKultura), su aclaración de las relaciones entre elherético y la Iglesia establecida asume una actuali­dad nueva. Sin embargo, resulta consolador notarque uno de los puntos más importantes de su librose refiere al modo como las doctrinas heréticas delos cristianos no confesionales penetraron, a vecesdisfrazadas, en el interior mismo de las Iglesias es­tablecidas. Para Leszek Kolakowski, el genio deMarx «continúa siendo una vibrante inspiración fi­losófica que afecta a toda nuestra manera deaprehender el mundo». Incluso fuera de «la Iglesiamarxista», su pensamiento contribuirá indudable­mente a la humanización de una doctrina contra la«religión de la ley» (de la cual Stalin fue el casoextremo) y en favor de la «religión de la gracia»que representa el pensamiento del joven Marx. O

PIERRE GOERGEL

Jean Cassou, poete de la pudeur

ALAIN MANEVY

Sept jours de Londres

FRANC;;OIS FURET

Les intellectuels fran<;:aiset le structuralisme

Au sommaire n.o 192 (Février 1967)

TIBOR MERAY

A I'ombre du phalanstere

YVES LEVY

Saint André Breton

JEAN TAILLEFER

Le bouddhisme et la guerre au Viét-nam

ARTS - CRITIQUE - NOTES

Spécimen gratuit sur demande

RANCE ETRANGER: 4,20 F le numéro: 4,60 F

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')

MARY McCARTHY

Les inventions d'lvy Compton-Burnett

por ellas mismas de la estructura reificada, racio­nal, contraria al principio mismo de su protesta­ción- los cristianos no confesionales supieron tansólo crear, al interior o al margen de las colecti­vidades eclesiásticas, 'grupos de presión' que obli­gaban al adversario a una asimilación neutralizado­ra de sus ideas y a una cierta modificación de lareligiosidad organizada. En suma, si el cristianismono confesional tiene una significación en la vidasocial, lo es como fuerza negativa, influyendo lasreintegraciones sucesivas del cristianismo positivo,pero sin tener respecto a las Iglesias una fuerzade descomposición efectiva. Cuando las circunstan­cias favorables lo transportan en un movimientode reforma efectivo, este movimiento no puede afir­marse socialmente más que aceptando el principiode organización, es decir, a través de una auto­

negación.»Pero el análisis estructural de Kolakowski supera

estas analogías. El aspecto más apasionante de su

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al organizar en la «clandestinidad" los llamados«grupos de once militantes", los futuros guardiasrojos de la revolución brasileña, publicaba convo­catorias en la prensa, levantando así una oleada deprotestas en los sectores conservadores y en elEjército. «No se trata, pues, de acción políticasino de teatro", escribe Jean-Jacques Faust, elcual describe con amarga ironía la «enfermedaddel izquierdismo" y la logomaquía de que adole­cían numerosas personas en los sectores adictosa «Jango" Goulart. «Oponiendo Engels a Marx yLenina Mao Tse-tung, concedían al parecer pocaimportancia a las llamadas condiciones objetivasde Brasil. Nunca hablaban de Brasil."

Pese a su alianza táctica con los sectores másextremistas, «Jango.. continuaba siendo un «fazen­deiro.. de clásica mentalidad aristocrática. Al ini­ciar en la calle la última batalla de la reforma, or­ganizando un acto público en el que anunció lapromulgación de la ley agraria, se negó terminan­temente a armar al .pueblo. A sus consejeros, quele instaban a que repartiera armas entre los obreros,contestó con frívolo escepticismo: «¿Para qué?No sabrían manejarlas...

El régimen, falto de medios defensivos, sólo ha­bía conseguido infundir sospechas a los jefes yoficiales. En el lúcido capítulo titulado «El Ejércitoen los palacios.., analiza el autor de un modoverdaderamente exhaustivo la psicosis de temor ala «guerra subversiva.. que cundió entre los mili­tares brasileños a fines del año 1963 y a comienzosde 1964. Atormentados por una inquietud muy pa­recida a la que se notaba en el Ejército francésdurante el conflicto argelino, los oficiales brasile­ños se dedicaban a estudiar las obras de Mao Tse­tung y del «Che.. Guevara. En la primavera de1964, los doctrinarios brasileños de la lucha anti­comunista daban por concluídas las primeras tresetapas del proceso revolucionario: la formación dedirigentes, la creación de un ambiente de agitaciónsocial y la infiltración de elementos comunistas enlos sectores gubernativos y la Administración. Se­gún afirmaban los portavoces de la línea dura, seiniciaba en aquel entonces la cuarta y decisivaetapa: la de la disgregación de las fuerzas armadaspara dejar el paso libre a las milicias obreras quese constituyeran en su lugar. Pese a esa propagan­da, numerosos militares permanecían aún indeci­sos, perola «sargentería.. de Brasilia y el motín delos marinos de Rio de .Janeiro aplacaron los es­crúpulos·· de los jefes y oficiales más legalistas.

EXplica también esa psicosis de miedo a la«guerra subversíva" que el Ejército, en vez de Ii­

rrocar al primer mandatario exigiendoo nuevo' gobierno civil, haya

írectamente para estar 'en con-

LIBROS Y AUTORES

diciones de organizar la caza a las brujas comu­nistas. Presenció Faust las primeras semanas delproceso represivo en Rio de Janeiro. En su librodescribe las prisiones repletas de cautivos, los sos­pechosos encarcelados en varios buques atracadosen la bahía de Guanabara, y los perseguidos es­perando ante las puertas de las embajadas paraasilarse. En aquellos días de lluvia y temor, lospolicías del Estado de Guanabara, al mando delgobernador Carlos Lacerda, se mostraban más ac­tivos en la persecución que los propios militares.

A mi modo de ver, no concede el autor suficien­te importancia a la campaña de prensa que Lacer­da desató en aquel entonces contra su coopositorel ex Presidente Juscelino Kubitschek, con quienfirmó un pacto en Lisboa año y medio más tardeal ver sus esperanzas frustradas por culpa de Cas­telo Branco. Pero en abril y mayo de 1964, el as­trólogo que predijera tan inesperado desenlace sehubiera granjeado fama de loco. En aquel entonces,Lacerda, con los ojos puestos en la presidenciade la República, su único objetivo desde hace mu­cho tiempo, instaba a Castelo Branco a que apar­tara.a Kubitschek del juego político, despojándolede sus derechos como ciudadano por un plazo dediez años. Se esforzaba el mariscal por resistiresa presión. En su papel de portavoz de lascapas acomodadas ansiosas de salvaguardar lasapariencias de la legalidad democrática, había que­rido que el Congreso le «eligiera.. Presidente dela República para acabar el período constitucional1961-1966: y para ello se vio obligado a pactar conKubitschek con objeto de conseguir los 109 votosde los diputados del partido social-democrático.Pese a aquel convenio tácito, el nuevo jefe delEstado acabó por firmar en junio de 1964, bajo elimpulso de los militares de la línea dura, el de­creto despojando a Kubitschek de sus derechoscívicos. Algunos observadores pensaron que Cas­telo Branco, a pesar de su resistencia más o menosfingida, lo hizo de buen grado para librarse delmás peligroso de sus coopositores.

Cualquiera que fuese el motivo de su decisiónen aquella oportunidad, continuó Castelo Brancodesempeñando en los meses sucesivos el papelde elemento moderador, y se portó de tal modoque los diputados, acobardados por la hípótesis deuna victoria de Lacerda en las elecciones presiden­ciales de 1965, acordaron prorrogar el mandato delmariscal hasta el mes de marzo de 1967. En cambiodemostró el jefe del Estado su tolerancia permi­tiendo que se celebraran con plena libertad laselecciones de octubre de 1965 para la renovaciónde los cargos de once gobernadores. Pero a raizde los comicios Castelo Branco asustado por laamplitud de la victoria conseguida por Negrao de

LIBROS Y AUTORES

Lima y demás amigos y correligionarios de Kubits­chek, se acercó a los militares de la línea dura,firmando en aquella oportunidad la segunda actainstitucional, que acababa con la democracia y elfederalismo brasileños. «En aquel día -escribeFaust- voló el Ejército el puente que había deja­do en el Rubicón el 1 de abril de 1964...

Cabe suponer que numerosos jefes y oficialesno perdonaron a Castelo Branco las torceduras untanto maquiavélicas de su trayectoria política. Deese sinsabor surgió la candidatura del entoncesministro de la Guerra, general Arturo da Costae Silva. Constituyó sin duda otro motivo de descon­tento el proyankismo incondicional de CasteloBranco. Aunque se esfuerza Faust por destruir laleyenda del supuesto «naserismo.. de determinadossectores juveniles del Ejército, declara que causóprofundo malestar en el mismo la participación delas tropas brasileñas en las fuerzas de ocupaciónde la República Dominicana. A tal punto es así queel gobierno de Castelo Branco se vio obligado arectificar posteriormente su política con respectoa los asuntos interamericanos.

Amplios sectores del Ejército y la burguesia sepreocupan también ante la colonización económicadel país por el capital extranjero. ProporcionaFaust valiosos datos sobre las inversiones extran­jeras en los sectores básicos de la economía bra­sileña, entre ellos la industria petroquímica, la cons­trucción de automóviles, .la extracción minera y lasiderurgía. Con el respaldo del capital norteame­ricano, Roberto Campos y el grupo de tecnócratasque le rodea, consiguieron incrementar el productobruto y desarrollar los sectores básicos de la in­dustria. Un país que producirá en 1970 cinco millo­nes de toneladas de lingotes de acero, ya no figuraentre ,las naciones subdesarrolladas. Está crecien­do la gran empresa a expensas de los intereses delos asalariados y pequeños empresarios. Por esto,la mayor: parte de los portavoces de las medianasy pequeñas fábricas contestaron negativamente auna encuestra sobre la política económica del go­bierno, organizada hace varios meses en los secto­res industriales· del país. Las contestaciones posi­tivas procedían en abrumadora mayoría de los tec­nócratas y' representantes de la gran industria. Porotra parte, el apoyo concedido a determinados sec­tores privilegiados trajo como consecuencia el au­mento de los -desniveles regionales, tan marcadosen Brasil. Los ingresos de los habitantes del trián­gulo Sao Paulo-Minas Geráes-Río de Janeiro alcan­zan el promedio anual de 700 a 800 dólares. mien­tras que el nível de vida no pasa de .80 a 100 dó­lares anuales en las regiones desválidasidel nordes­te, en donde el gobernador MíguelAraiz ínícíó en1962 una experiencia de recuperación económica

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y reformas sociales, que fue descrita por AntonioCallado como una auténtica revolución democráti­ca. Pero Araiz fue a parar a la cárcel a raíz de!alzamiento del 1 de abril de 1964, y hoy en díatodos los problemas estructurales del país perma­necen sin solución.

Sin embargo Faust confía en el porvenir de esta«civilización mestiza.. nacida en el confluente detres corrientes humanas: la india, la ibérica y laafricana. El autor hace suyo el lema inscrito en loscartelones de Brasilia el día en que se inauguró lanueva capital federal: «Brasilia, capital de Brasil 'en1960, capital del mundo en el año 2000... Este en­sayo. que sobresale por la agudeza del análisis po­lítico, es al mismo tiempo una obra optimista :quebien merece su hermoso título. Esta es, sí, «UnaAmérica para mañana... O

Cara y cruz de Martínez Moreno

La publicación en el año 1963 de El Paredón, deCarlos Martínez Moreno (primera novela de un autoruruguayo que entonces ya tenía 46 años), estuvorodeada de circunstancias tales que resultó ine­vitable que coagularan en torno de esa obra losmalentendidos. La fama del libro se construyó so­bre esos malentendidos y marcó con el escándalouna carrera de escritor que no tenia nada que vercon la publicidad barata. Pero el título del libro;pero las tapas de la edición barcelonesa de Seix­Barral (en la cubierta, un Che Guevara decoradode balas, en la contratapa un fusil de guerrillero);pero el slogan con que se hizo la propaganda dela obra (<<La novela de la Cuba revolucionaria;,),todo esto conspiró para que la crítica y los primeroslectores leyesen el libro como lo que- no era. En elUruguay, a estas confusiones se agregaron otras:toda la primera parte de la novela trataba de la si­tuación política de un país que después de 94años de gobierno colorado se había volcado haciael partido blanco. La actualidad uruguaya de lanovela, así como su episodio cubano, potenciaronal libro de un vigor polémico que sirvió para os­curecer sus virtudes más hondas. Ese señor ·queentró en una librería céntrica de Montevideo ypreguntó si el libro está 'o no afallor de Cuba.puso el problema en sus .términos más demagógi­cos e inmediatos. Pero la verdad es que El paredónera algo más que un libro de. circunstancias, algomás y algo menos que la novela de la Cuba revo­lucionaria, algo más y algo menos que un .cuadrodel moroso paredón· civilista en que agoniza desdehace algunas décadas la democracia uruguaya.

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so

Pocos lectores· vieron entonces que el libro tratade otros temas menos periodísticos y más hondos:el combate entre las generaciones en un país quese muere de "paternalismo» político; el contrasteprofundo entre dos maneras opuestas del ser ame­ricano: la dinámica revolucionaria del Caribe, el es­tático evolucionismo del Plata; la necesidad deelegir, de dar el paso fuera de la condición ado­lescente, de consumar el parricidio, de asumir unarealidad como padre; el acecho omnipresente dela muerte: la muerte como omega del ser y nosólo como final arbitrario ante un paredón cual­quiera. De estos temas poco o nada dijo la crítica,empeñada casi siempre en demostrar la superficia­lidad periodística del libro y consiguiendo sólo de­mostrar el carácter periodístico y superficial conque suele ejercerse la disciplina crítica en AméricaLatina. El libro, salvo raras excepciones, no fuerealmente leído y ha permanecido intacto.

Con la perspectiva de algunos años, y sobretodo, con la perspectiva que ofrecen ahora las dosnovelas que acaba de publicar casi simultáneamen­te Martínez Moreno -La otra mitad (México, Joa­quín Mortiz) y Con las primeras luces (Barcelona,Seix-Barral)-:-, es más fácil leer o volver a leerEl paredón para situarlo en el verdadero contextoliterario de un autor que ya tiene suficiente obracomo para requerir un análisis más pormenorizado.Su labor novelesca se completa, por otra parte, conla obra de cuentista recogida en tres volúmenes:Los dlas por vivir (1960), Cordelia (1961) y Losaborigenes (1964). Lejos de confirmar esa visiónperiodística y superficial que proponían los pri­meros lamentables lectores de El paredón, lo queese conjunto ahora revela es por el contrario unaactitud de exigencia literaria, de tensión interna ytensión estilística, de rigor estructural que sitúa aeste autor entre los creadores de mayor empeñoen la América Latina de hoy. Por eso mismo seimpone una revisión cabal de su obra a la luzque arrojan sus cuentos y sus tres novelas.

Complejas estructuras

Para la mirada superficial, nada más simple y hastalineal que la estructura narrativa de El paredón. Enefecto, .la novela se inicia en los últimos días denovíembre de 1955, en momentos en que el partidocolorado pierde el gobierno del Uruguay en unaselecciones perfectamente democráticas, y concluyeun)<par.de meses después·) cuando el protagonista,

regresa) de un· intenso viaje deasistido . como perio­esbirros de Batista,

ceremonia ·in-

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ternacional que en la isla han bautizado -siguien­do la moda norteamericana- Operación Verdad.La narración procede cronológicamente y sin apa­rentes hiatos desde una a otra fecha, sucediéndoseordenadamente los episodios de acuerdo con latécnica más tradicional de la novela.

Una mirada un poco más atenta no dejará de ad­vertir, sin embargo, que esa estructura aparente­mente lineal está constantemente amonestada poruna serie de evocaciones que se intercalan en elhilo cronológico principal y que vienen casi siem­pre de otro tiempo: la infancia del protagonista.Esas evocaciones se insertan en la acción principaly le dan como un doble fondo, acentúan la pers­pectiva temporal y agregan profundidad al paisajeque si no parecería bidimensional. Dentro de lanovela, estas narraciones tienen muchas veces elcarácter de pequeños cuentos y de hecho lo son:para El paredón, Martínez Moreno ha canibalizadomuchas narraciones que había escrito en sus pri­meros tiempos. Algunas de ellas cuentan entre loprimero que escribió allá por los años cuarenta yreflejan (sobre todo en las tensiones del estilo, encierto rechinar de las articulaciones sintácticas)un pasado literario en que Martínez Moreno pagabacopioso tributo a William Faulkner, o tal vez sóloa los traductores de William Faulkner.

Un rápido recorrido de esas narraciones inser­tadas en el cuerpo de la acción principal permiteseñalar la presencia de: "El último matrero» o"La muerte del matrero», recuerdo de infancia delautor (y no sólo del protagonista, ya que MartínAquino existió en el Cerro Largo de los años vein­te); "La muerte de las botellas», ceremonia sa­crificial que se inserta en la sección montevideanade la novela pero que sirve de anticipo simbólicoa la muerte de otro esbirro de Batista hacia elfinal de la novela; "La muerte del soldado», otrorecuerdo de la infancia melense (aunque nacido enColonia de Sacramento, en 1917, Martínez Morenose crió en Mela, donde su padre era médico); "Lamuerte de la cometa»: "La muerte del niño»; "Lavía muerta», con la historia del vagón que lo trajoa Mela, el padre que lo recibe en la estación, laniña de la que se enamora. Todas estas narracio­nes tienen, ya lo habrá advertido el lector en sustítulos, un tema común: la Muerte. Por ese temase entroncan con el tema central de la novela quees la muerte del paternalismo colorado en el Uru­guay y la muerte de la dictadura del batistato enCuba, y que se ilustran además (en otro nivel do­méstico de significación simbólica) en la muertedel padre del protagonista. Muerte del paternalismoen Uruguay y Cuba, muerte del padre.

En los cuentos que recogen sus tres volúmenestambién la muerte es una presencia constante y

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ominosa, como ya he apuntado en un largo estudioque está ahora recogido en Literatura uruguaya delmedio siglo (Montevideo, Editorial Alfa). La reite­ración del tema en los cuentos y en El paredón,reiteración que se acentúa aún más -si cabe- enlas dos novelas sucesivamente escritas entre 1964y 1965, demuestra que es éste un tema central enla obra de Martínez Moreno. Volveré sobre esteaspecto de su obra un poco más adelante. Lo queahora quiero subrayar es precisamente esa estruc­tura compleja de El paredón, novela aparentementelineal que, sin embargo, es también un roman a ti­roirs: cada uno de esos relatos es como un cajon­cito del mueble general en que el autor insertaotra historia, distinta e independiente, pero unidapor su tema al motivo central del libro. Como elQuijote y otras enormes ficciones del Renacimientoque se complacían en esas estructuras parasitarias,El paredón aumenta y multiplica sus efectos por lainserción de esos relatos subsidiarios. En el úl­timo ejemplo, "La vía muerta», la inserción es aúnmás íntima porque la historia de amor del prota­gonista con esa mujer que encuentra accidental­mente en Cuba aparece enriquecida y contrapun­teada con la evocación de aquella niña melense.

Algunos de los críticos que advirtieron la exis­tencia de estos cuentos en la fábrica de la novela,se empeñaron naturalmente en demostrar que Mar­tínez Moreno los había insertado en el texto paraalargar el libro. La consideración de este reprocheparece ahora superflua. Es evidente que cada unade estas narraciones sirve de metáfora del temacentral y que, en el caso de la última, sirve paraalgo más: marca exactamente el punto en que elpresente y el pasado se unen: el pasado de suamor por Noemí refleja al presente de su aventuracon Raquel, o viceversa. Dicho de otro modo: laestructura temporal en apariencia tan simple deEl paredón disimula otra estructura mucho máscompleja: una estructura en que el presente estásiempre amonestado por las experiencias del pa­sado, en que el pasado revive súbitamente paracomentar el presente, en que las raíces del hoyestán a la vista y gozan (también ellas) de lacontemporaneidad. Presente y pasado no son dostiempos en este libro: son uno.

Es claro que esta estructura no resulta siemprevisible y se requiere una operación de análisis paradescubrirla. Eh las dos novelas que escribió mástarde la compleja estructura tem-poral ocupan del

En Lade·la vida

La otra cara de la luna

En La otra mitad el presente resulta totalmente de­vorado por el pasado, o mejor dicho: los pasados.En el presente hay una línea muy tenue que avanzacasi insensiblemente y cuyo rastro es fácil perder.Sobre esa línea, Mario Possenti, el protagonista,un profesor de Literatura, trata de averiguar en quécircunstancias murió Cara, su amante. Lo únicoque sabe es que apareció muerta junto al cadáverde su marido. Pero no sabe si ella consintió a esamuerte (un pacto suicida) o si fue asesinada porsu marido. Mario trata de averiguar algo pregun­tando indirectamente y con grandes disimulos auna sirvienta de Cara, al médico forense, a lahermana de su amante. Visita la margue y escu­driña a la muerta. Todo es inútil. No sabe, nuncasabrá, cómo murió esa mujer que él creía suya yde la que sólo conocía (como los hombres de laluna, hasta hace tan poco) una mitad. Pero esainvestigación exterior da sólo una de las tres di­mensiones en que se realiza la novela. En otrainvestigación que el protagonista realiza a travésdel mundo de la memoria, la evocación del pasadovivido con Cora constituye el tema central. Se re­construye así su vida con ella, desde el primerencuentro hasta el último, pero esa reconstrucciónno sigue un orden cronológico estricto. Así hayepisodios que son mencionados antes de que sepueda comprender todo su significado ( ella pei­nándose junto a una ventana que se abre sobre elcampo, una muñeca que sirve de símbolo de algo,la frase en una tarjeta postal). Como pasaba enHiroshima, mon amour, aquí también una imagendel pasado se inserta bruscamente y sin explica­ciones en el presente del protagonista y desenca­dena sus reflexiones. Sólo poco a poco, por uncurioso proceso de saturación, el lector podrá tam­bién descifrar esas claves.

Hay una tercera dimensión en que el protago­nista continúa su búsqueda: es la dimensión lite­raria. Porque este profesor de Literatura debe en­señar en clase la poesía de Delmira Agustini, aque­lla poetisa del 900, que murió asesinada por suesposo, Enrique Job Reyes, un día de 1914. El tam­bién, como el marido de Cara, aparece muerto· asu lado. Al comentar la personalidad· de Delmira(en uno de los capítulos más brillantes del •libro)el protagonista no puede dejar de proyectar pormedio de esa comparación histórica el drarna dela otra mitad, su otra mitad. Pero en tanto qUe eldesenlace de la historia de Delmiraes conócido(ella fue realmente asesinada por el· rnarido,él sesuicidó después), la secuenciade...los heC?OSen.elcaso de Cara y su marido. sigue· siendo descono­cida: ¿quién murió·· primero y por •qué? AUn así

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lo que importa al protagonista es otra cosa: asícomo es evidente que fue Delmira la que impusoal pobre, al mediocre Reyes, esa muerte trágica­mente romántica, a Mario le parece también obvioque fue Cora, su Cora, la que orquestó esa otradoble muerte. Haya o no allí un pacto suicida, enel campo de las decisiones invisibles del subcons­ciente, fue Cora la que disparó ambas balas.

Mezclando la dimensión superficial de la inves­tigación con las dimensiones profundas de la evo­cación directa o simbólica (el recuerdo o la re­construcción del caso Delmira), Martínez Morenologra que su novela orqueste sutilmente los distintostemas del amor y de la muerte, de la pasión y dela culpa. Porque si el libro entero tiene el falsocarácter de una novela policial metafísica (comoapunta varias veces Mario, que es también narra­dor) esto es debido a que una cuarta investiga­ción se desarrolla a ojos del lector y como sin queel narrador lo advierta: el protagonista no sóloquiere saber cómo era la otra mitad de la vida deCora, la otra mitad de esa luna que sólo conocióen su faz luminosa; también quiere saber (conocer)qué responsabilidad le incumbe en esa decisióntrágica. Porque él se siente culpable. Durante todala novela, los amantes juegan en sus encuentrosclandestinos con el terror del adulterio: se sientenvíctimas ofrecidas al castígo implacable del ma­rido, criminal justificado de antemano por un có­digo que reconoce la inculpabilidad del actor deun crimen pasional. Saben que pueden ser abatidosde un momento a otro. Viven el amor abrazandoa la muerte. Pero la ironía trágica del libro es queel castigo caerá sólo sobre la cabeza de Cora.Al protagonista no le queda otro remedio que re­construír, vicariamente, la historia para poder pagarasí sea simbólicamente su parte de culpa, su mitad.

A no ser que la historia tenga otro significadoaún más profundo. Pero sobre esta posibilidadvolveré luego.

Un tiempo circular

La complejidad de la estructura de Con las pri­meras luces es evidente al lector más desprevenido.Ante todo porque el texto se divide nítidamente endos series narrativas: una que abarca el monólo­go del protagonista, borracho que se desangra ala puerta de una quinta, después de haber tratadode salvar la verja y de haberse herido mortalmen­

tra serie, que está contada ena persona de toda narraciónnstruye, contrapuntísticamente

del monólogo, la verdaderarracho, que se llama Eugenio,

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de su primo Roberto (que duerme otra borracheratambién pero dentro de la casa quinta), de su primaMariucha (que murió de niña) y de su otra prima,Coco (con la que Eugenio tuvo una relación eróticamás o menos ínsatísfactoria). Mientras el borrachodelira en forma cada vez más incoherente, el anó­nimo narrador va acercando pieza tras pieza deuna historia de decadencia familiar que es la his­toria simbólica del Uruguay patricio, el Uruguayde los descendientes de los que fundaron a lanzay sable la patria. (No es casual que el protagonistasea herido, en plena paz democrática, por la lanzadecorativa de la verja: herida que él mismo vinculaa las lanzadas de las que se moría en los tiemposheroicos.) Entre el monólogo y la narración se re­construye una historia muy clara y muy triste: lahistoria de una doble relación triangular, la histo­ria de un amor frustrado por los celos, la historiade una pasión homosexual perversa que no seatreve a decir su nombre. Antes de examinarlasquisiera subrayar lo que constituye, a mi juicio, elmotivo central de esta obra: el tiempo circular, eltiempo hecho de presente pero hecho sobre todode pasado y también hecho de futuro en que vive laconciencia de Eugenio.

Porque lo que se ha propuesto Martínez Moreno(como antes de él, su maestro Faulkner en As I LayDying) es mostrar el tiempo a través de una con­ciencia que escapa al tiempo. Toda la vida de unafamilia se reconstruye, pero esa vida no sólo revelalas claves narrativas ( la decadencia de la familiaque empieza vendiendo muebles y autos de lujo,y termina vendiendo pedazos de tierra), sino querevela las claves simbólicas. Para ello es necesa­rio ver el monólogo del agonizante no sólo comoun recurso de moda (para qué negar que estátambién magistralmente empleado por Carlos Fuen­tes en La muerte de Artemio Cruz, un claro antece­dente de este libro), sino porque es un recurso quepermite encerrar en un solo haz todos los hilosdel tiempo. Mientras la conciencia del protagonistatrata de aferrarse a la vida que se le escapa enun espeso hilo de sangre, su memoria le trae elpasado y su inteligencia le acerca el futuro: lasimágenes de su vida pasada se superponen a lasimágenes de la esperanza, el recuerdo de Mariu­cha al deseo de que llegue de una vez ese lecheroque lo descubrirá agonizando en la puerta de lacasa, o de que se despierte su primo y acuda porfin a salvarlo.

Un solo tiempo, un solo instante privilegiado,un centro hacia el que acuden todas las imágenesdel libro y que da a esta novela un indiscutidopoder de concentración que actúa como un hechizosobre el lector. Lo que era casi invisible en Elparedón y sólo visible al análisis en La otra mitad,

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aquí resulta obvio: las estructuras temporales quemaneja Martínez Moreno están subordinadas a unavisión en definitiva estática del mundo: el tiempocorre pero únicamente para volverse sobre sí mis­mo; los personajes viven, actuan, se agitan, perosólo para caer en el centro de esa lenta muerteque es la vida; esa realidad variada y contradictoriano ofrece más que máscaras de una sóla y mo­nótona experiencia: vivir es estar desangrándosegota a gota hacia la muerte. El protagonista deEl paredón no lo entiende o solamente lo entiendecuando contrasta el inmovilismo suicida de su pa­tria con la dinámica de la Cuba revolucionaria; elprotagonista de La otra mitad únicamente advierteque Cora ha elegido irse y que él ha quedado solo,en esta orilla inmóvil, condenado a evocar. a re­construír, a investigar, en una forma subsidaria dela expiación. Cada uno de ellos está en el centroinmóvil de un tiempo que gira y que no cesa. Enese punto del laberinto que definió magistralmenteEliot en los Four Quartets:At the still point of the turning world.Neither flesh

[nor fleshless.Neither from nor towards; at the still point, there

[the dance is,But neither arrest nor movement. And do not call

[it fixity,Where past and future are gathered.

La ambigüedad como clave

Si es fácil explicar, o demostrar, la estructura cir­cular de estas novelas de Martínez Moreno (y tam­bién de sus cuentos, es claro) ya no es tan fácilexplicar por qué todo ocurre así en este mundoconfinado y claustrofóbico de sus ficciones. Unaclave la podría dar la ambigüedad de sus textos.Cualquier análisis de El paredón está condenado aplantearse, tarde o temprano, la pregunta de aquelseñor que entró en la librería montevideana. Aun­que no cabe dudar de que Martínez Moreno estáa favor de la Cuba revolucionaria (su firma estáen bastantes manifiestos como para acreditarloasí), no resulta tan fácil saber si el libro está o noa favor de Cuba. Por lo menos los comunistas enel Uruguay nunca han estado muy seguros y sehan manifestado más que tibios ante una obra quese rehusa valientemente a la beatería de una loasin pausas. Incluso algunos turistas del castris­mo (los hay, como en todas partes) se han encar­nizado en señalar las heterodoxias que comete ellibro con respecto a una visión auténticamente re­volucionaria, y correctamente marxista, y dialécti­camente bien orientada, etc. Todo esto es su­perficial al fin y al cabo, porque una novela no es

un tratado y el testimonio de Martínez Morenonovelista no puede ser leído literalmente. Pertraigo ahora este aspecto secundario del Iibrconsideración es porque ilustra un aspecto, estesí, profundo, de la realidad novelesca de sus fíc­ciones.

Martínez Moreno no puede ver al mundo divididoen blanco y negro, Su visión es la menos mani­queísta que se conoce en las actuales letras hispá­nicas. Por el contrario, para él la realidad es infi­nitamente ambigua, inextricablemente ambigua.Cuando examina el Uruguay paralizado por la fago­citosis democrática del paternalismo o la Cuba afie­brada por la exaltación revolucionaria, su miradamarca no sólo los aspectos positivos o negativosde cada situación, sino que muestra también susenveses. Cara y cruz no son opciones excluyentes,ya que cara y cruz se dan al mismo tiempo encada realidad completa. En el centro del libro estáel juicio de Sosa Blanco, un esbirro de Batista quemerece ser ejecutado por los crímenes que ha co­metido, qué duda cabe, pero que es juzgado porlos revolucionarios con tal desprecio de los proce­dimientos jurídicos, que al narrador le resultaim­posible no mostrar también esa otra cara de lamoneda. Lo mismo pasa con las elecciones uru­guayas: es cierto que el partido colorado merecíapor tantos años de desgobierno la derrota electoral,pero también es cierto que no es posible hacersemuchas ilusiones sobre los que lo habían vencido.Cara y cruz, simultáneamente, y no cara o cruz. To­da la novela está atravesada por esa necesidad dedecir no al maniqueísmo de nuestros días, ese ma­niqueísmo tranquilizador que sólo favorece a lostontos o a los pillos. La realidad es otra. La rea­lidad es ambigua.

Donde esa ambigüedad de la visión de MartínezMoreno alcanza los extremos más exquisitos es enel capítulo final del libro, cuando el protagonistano se decide a casarse con Matilde, esa mujer conla que ha estado viviendo durante tantos años.Al borde de la decisión aún vacila. Su vacilaciónduplica la vacilación del Uruguay que ya no puedeseguir viviendo bajo el régimen del paternalismoheredado del viejo Batlle y que, sin embargo, nose atreve a asumir su condición viril. La indecisióndel protagonista hace juego con la indecisión delpaís. El mismo tema resulta ampliado y enriquecidopor las otras dos novelas. En La otra mitad elprotagonista tampoco se ha animado a vivir deltodo con esa mujer que fue su amante y se haresignado a ser sólo espectador de la mitad quele tocó al otro, al marido. En Con fas primerasluces el problema de la indecisión, que es un pro­blema de indefinición, alcanza caracteres perversos.Porque ya no se trata de no atreverse a asumir

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la condición viril, --se-r padre, comprometerse, fun­dar una vida propia. El problema para los persona­jes de esta tercera novela se plantea en un terrenoanterior aún a la crisis de la adolescencia, y sesitúa en esa tierra de nadie de la indefinición sexualque es la infancia. El triángulo ahora no es entrela mujer, el marido y el amante, sino entre tresprimos que juegan en el patio de una casa-quinta.Sus juegos son en la superficie la dramatización delas historias lacrimógenas de Edmundo D'Amicisen Corazón: el pequeño escribiente florentino, eltamborcillo sardo, los dos náufragos. Pero lo queestá realmente en juego aquí es otra cosa, muchomás grave. En cada dramatización, Roberto se re­serva el papel principal y da a Mariucha el se­gundo, en tanto que confina a Eugenio a papelesfrancamente secundarios. Se impone así el dominiode Roberto sobre los otros dos; triunfa su relaciónmetafóricamente erótica con Mariucha, a la queasiste Eugenio consumido por su Edipo de primomenor. Pero en realidad, las cosas ocurren de otromodo. Porque Mariucha muchas veces asume enlas dramatizaciones papeles masculinos, porquesu misma figura femenina es asexuada, porquesu enfermedad la aisla del mundo de la carne. Ycuando pasa el tiempo, y Roberto ya no puedeser otra cosa que un triste, vergonzante homose­xual, y Eugenio vuelve a la quinta con otra prima,Coco, a la que ha conquistado casi con desgana,el triángulo inicial se vuelve a presentar pero ahoraen una forma brutal y sumaria. Ahora Roberto noquiere a la otra prima para sí y lo único que hacees demostrarle a Eugenio que esa es una mujercapaz de acostarse con cualquiera. Aquí la ven­ganza resulta más directa y económica. Pero loque la venganza revela es la verdadera motivaciónde Roberto: él nunca quiso a Mariucha para sÍ­La fingió quererla, para que no la tuviera

dicho de otro modo: queria a EugenioEugenio no quería a Mariucha,

travesti del nombre) para sí,sal~ár'selas a Roberto. La condición edí­

no puede estarprimos querían y ne-

de Corazón queprimos, el cuentopor el más fuerte

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bren (a la zaga de William Empson) todos los sím­bolos sexuales que Lewis Carroll soñó en su sueñode Alicia, como los lectores de Martínez Morenono pueden dejar de repasar Corazón sin una sen­sibilidad muy alerta para su sado-masoquismo, parasu ambigüedad sexual, para las delicadas perver­siones que apuntan debajo de la historia del joro­badito. Pero esos mismos lectores no pueden dejarde volverse sobre la novela entera, sobre Con lasprimeras luces, para leer ahora con ojos inevita­blemente postfreudianos la historia de estos primosequívocos.

Imágenes de una decadencia

Este análisis permite volver a mirar tanto El pare­dón, como La otra mitad desde un ángulo distinto.La inmovilidad del Uruguay civilista de 1958 es deraíz edípica. Es un Uruguay que ha sido construídopor un padre, el viejo Batlle, y cuya estructura losherederos no se atreven a tocar. Muerto Batlleen 1929, sus hijos continúan haciendo votar a suscorreligíonarios esgrímiendo carteles en que se veal viejo enfundado en su enorme sobretodo. Esesobretodo (el símbolo exorcizado deL ogro familiar)sigue conquistando votos. Hasta el sobrino, LuisBatlle Berres, ganará sus primeras elecciones concarteles en que se reproduce junto a su viejo tío,los dos enfundados en sendos sobretodos. Es elUruguay del sobretodo del viejo Batlle el que pier­de las elecciones de 1958. Pero para el protago­nista de El paredón (que no por nada se llamaCalodoro, anagrama de colorado), la muerte de esaera paternalista es también la muerte de su padre,el viejo médico. Ante el parricidio simbólico, elprotagonista recula, y por eso en las últimas pá­ginas de la novela se le ve indeciso, no atrevién~

dose a dar el otro paso inevitable: tener,d;!Jna mu­jer propia, asumir la edad viril. En La .ófra mitadla situación edípica es mucho más clara ya que seda a través de la imagen de un triángulo clásico.Pero lo que una nueva lectura de la novela per­mite revelar es otra cosa: no sólo el protagonistaha vivido hasta su última conclusión la situaciónedípica, sino que continúa viviéndola más allá dela muerte de su amante. Una horrible necrofilia lehace atarse perversamente a los últimos rastros desu memoria, le hace correr tras la imagen que ellaha dejado en los ojos de otros, buscar en la con­templación de su cadáver, en la lectura de sus car­tas, en la evocación de su persona, esa imagen yadefinitivamente muerta. El país inmovilizado, elamante inmovilizado: iqué imágenes tan revela­doras!

Pero ninguna tan reveladora como esa última de

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Eugenio desangrándose, yéndose en sangre, a lapuerta de la casa en que duerme indiferente Ro­berto. Esa sangre, esa muerte, son como el últimovínculo imposible entre esos dos seres que se hannegado a toda otra relación, que han vivido lu­chando a la luz del día por la posesión de mu­jeres que no deseaban realmente, y que ahoraen la noche de la casa-quinta siguen luchando ensus sueños separados. La ambigüedad final de estaimagen, la sangre que corre hacia la muerte enlugar de la esperma que pudo correr hacia la vida,establece el último vínculo entre esta perversa ele­gía de una clase que muere en la esterilidad deuna pasión no consumada, con aquellas otras ele­gías: la muerte del mundo paterno en El paredón,la muerte de la imagen materna en La otra mitad.Con este inútil desangrarse concluye por ahoraesta fascinante crónica de un mundo precozmentedecadente que Martínez Moreno debe continuardesarrollando para beneficio de las letras latino­americanas.

EMIR RODRIGUEZ MONEGAL

Una antología discutible

Por cierto que era ya tiempo para intentar, con másrigor que dispersión, una antología de la poesíahispanoamericana. No es dificil comprobar la ri­queza expresiva y temática de esta poesia, im­buída además de una flexibilidad siempre vital.Mientras la poesía española ha estrechado nota­blemente su poder irradiador (exceptuando el so­litario caso de José Herrero, cuyo Libro de lasalucinaciones es acaso el mejor conjunto de poe­mas aparecido en España en mucho tiempo), lapoesía latinoamericana está ampliando notoriamen­te su registro. Y esto tal vez porque, además deexplorar zonas más amplias de la realidad, estáen camino de un ajuste entre individuo y colecti­vidad, ajuste que la poesía social española no halogrado, deteniéndose en la sola crispación, a ve­ces estética, que motiva la tensión del "yo poético»y el "tema de España»; porque, en última instan­cia, la poesía latinoamericana, impulsada por unabúsqueda de universalidad, ha recorrido toda laexperiencia poética contemporánea, buscando esey otros ajustes, sociales o simplemente culturales.

Por eso mismo, porque no transparenta este pro­ceso, y aunque se acepten la aventura delintento y hasta la necesidad del libro, An'tologiade la poesia viva latinoamericanaBarral, 1966), que ha preparado

rece básicamente limitada. ¿Cuál es el criterio/quedirige la selección de Pellegrini? El no lodicé,pero es obvio que su selección atiende, precisa­mente, a uno de los ajustes que esta poesía busca.o buscaba: el ajuste literario con la cultura «occí"dental •• a través de las vanguardias; en este caso,concretamente a través del surrealismo. Pellegriniafirma haber tenido en cuenta «sólo tendencias quesignifican un avance» y entiende " avance» comoopuesto a "académico»; pero el problema es «avan­ce" hacia qué: ¿progreso en poesía?, ¿acercamien­to a las poéticas europeas? o, propiamente, ¿pro­gresivo develamiento de nuestras realidades?¿progresiva tipicidad de imágenes y símbolos quepuedan reflejar la pluralidad de nuestros gruposhumanos?

Este criterio tácito de Pellegrini precisamentellevaría a debatir el viejo tema de las vanguardias,debate bastante retórico y agotador. En todo caso,es posible que el balance se oriente hoy en direc­ciones más claras. Una voluntad de contemporanei­dad, ¿sólo puede darse a través de formas de«vanguardia»? ¿No es tiempo ya de ensayar unbalance de la influencia surrealista en nuestrapoesía? Estas preguntas aclararían, tal vez, un pa­norama que es necesario despejar para atendera otras corrientes de la poesía latinoamericana:corrientes que partiendo de una voluntad de sus­citar en el poema la importancia del tema y elsignificado o mensaje, han seguido enriqueciéndose-en otras manos, naturalmente-- con la ausculta­ción psicológica y la variedad del registro cotidia­no, posibilitando un «realismo» más rico y nuestro.

Es obvio que cada país reclamará a Pellegrinipor varios poetas no considerados. A riesgo deperder de vista a otros de importancia similar,. yome extraño ante la ausencia del uruguayo JuanCunha, del paraguayo Elvio Romero, del argentinoJuan Gelman, del venezolano Guillermo Sucre ydel chileno Efraín Barquero.

Pero el caso peruano puede revelar mejor loscriterios del antólogo: no se equivoca al ,concederimportancia a Carlos Germán .Belli,poetaiq.ueini­ció su trabajo, según puede apreciarsee.n,la.se­lección, en las pautas del surrealism?,aunque,>porsus posteriores poemas" puedeapr~cia.rs~también

cómo este poeta podría,.i1ustrarprecis.a.rT1ente ··Iasuperación de la influencia surrealista: Javier Solo­guren aparece con poemas/desuprimer~.época

surrealista, absorbida luego en una vertiente ;másdepurada; Jorge Eduardo Eielson, escribió, tambiénen la corriente sUrrealista (su;último libro .es de1944, •hoy' se dedicaa\lapintura);.y César Moro(quemuri6en1956) es un surrealista nato, tanto queescribía enfrancés<yaparece en la hermosaantolo­gíadelápoesíasurrealista en dicha lengua que de-

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bemos a Peliegrini; Javier Héraud, búsquedas, másallá de la poesla entendida «únicamente» como des­lumbramiento por la palabra, o como exaltación dela vida por oposición a lo rutinario, según apuntaPellegrini. Y es evidente que faltan en la sección de­dicada a Perú los iniciadores de esa misma línea:Alejandro Romualdo y Wáshington Delgado, y aunlos poetas nacidos después del 30 que ofrecen unasuperación distinta, ya bajo el impulso de la in­fluencia de la poesía inglesa, amalgamando rea­lidad i¡ exploración verbal, como es el caso dePablo Guevara o Cecilia Bustamante.

Luego de la influencia surrealista y después dela poética de «palabra justa y sencilla» y «aboliciónde las imágenes», postulada por la poesía socialespañola, puede detectarse la marcada influenciade la poesía de habla inglesa, que es ciertamenterica: porque supone una poética del yo como núcleode la realidad y la experiencia, al tiempo que abretambién las posibilidades expresivas porque atiendea los giros y frases coloquiales, al uso de la len­gua popular y culta como un campo de exploracióny vía de concreción. Poetas como el mexicano An­tonio Montes de Oca y el chileno Enrique Lihnofrecen distintas soluciones a este enriquecimientode la poesía latinoamericana a través de mecanis­mos expresivos originados en Pound, Eliot o DylanThomas; más cerca de éste último, Montes de Ocaresume la realidad en la realidad del poema; acasomás cerca de los dos primeros, Lihn ha aprendidoen ellos la brillantez de la observación que resumeuna conducta, una situación. Y es posible que en lapoesía más joven de América Latina, la influenciade la poesía de habla inglesa sea más amplia por­que ofrece el replanteo de la energía o lo vitalcomo núcleo director del poema, al tiempo queofrece una imagen del trabajo poético a niveles deestructura. Pero si, por ejemplo, Pellegrini no con­trasta suficientemente la poesía de Montes de Ocacon la de Sabines, la imagen de un proceso noaparecerá. La misma poesía de Octavio Paz, sinduda el mejor poeta latinoamericano actual, noaparecerá en toda su riqueza si los poemas de laselección no ofrecen la continuidad de un procesodentro de su obra; por lo demás, ese extraordi­nario poema que es «Viento entero», ¿acaso no re­sume muy finas asimilaciones con la poesía de ha­bla inglesa?

Si la novela latinoamericana de los últimos añosha logrado una mayor «representatividad» de nues­tros países, debido a un ajuste entre técnicas mo­dernas y descripción de la realidad ambiental, talcomo ocurre en Carlos Fuentes o en Vargas Llosa;

e implica ya la superación de lae la tíerra», deberá también lo­

s en una poesía de búsqueda

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de un nuevo realismo, que no se detenga en lasimple exaltación o testimonio; sobre la base, ade­más, de la «independización» del trabajo poético,similar a la «independencia» que ha logrado el tra­bajo narrativo. La poesía latinoamericana acaso estéen condiciones de ofrecer una respuesta más en­raizada en nuestras sociedades en distinto procesode cambio, una respuesta que sea la imagen efec­tiva del Individuo en el marco peculiar de nuestrascolectividades; como sucede, en distintas zonas derealidad, en las novelas de García Márquez, o enlos cuentos de Onetti y Cortázar. Un realismo cuyafase dramática se está dando en la poesía de Sa­bines, de Nicanor Parra, de Carlos Germán Belli.

Dos nombres fundamentales están ausentes deesta antología: César Vallejo y Pablo Neruda, talvez porque la selección quiere ser posterior a am­bos. Vallejo, que atacó fuertemente al surrealismo,y Neruda, que incluso llegó a negar su propiaResidencia en la tierra, son las dos experienciaspoéticas más intensas y ricas que siguen gravitandocomo dos distintas exploraciones por integrar lo in­dividual en lo colectivo, por ofrecer una imagendel hombre que integre la pluralidad de la existencialatinoamericana, por decirlo de la forma más sim­ple. Si los nuevos poetas están dando más impor­tancia al ajuste con sus realidades que al ajustecon la cultura literaria, tal como evidentemente su­cede, sin duda buscarán también asumir a Vallejoy Neruda en este proceso de la poesía hacia unrealismo local y contemporáneo; es posible, poreso, que podamos entender la poesía latinoameri­cana como un proceso cuyo cauce es un juegocontinuo de tensiones entre realidad y literatura,entre experiencia individual y experiencia colectiva,entre situación marginal y situación enajenada,entre la realidad de cada país y la imagen que desus sociedades buscan proponer los poetas de hoy,testigos y actores en una cultura que está forjandosus propias respuestas en el mundo de hoy.

JULIO ORTEGA

Un nuevo narrador porteño

Con Nosotros dos (Editorial Sudamericana, BuenosAires, 1966) se revela en el panorama literario ar­gentino Néstor Sánchez, escritor porteño de 31años, cuyo único antecedente es un libro de cuentosque él prefiere no recordar: Escuchando a tu hijo(edición propia). La historia que cuenta en su pri­mera novela es una historia de amor, quizá leve­mente autobiográfica.

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El narrador, un muchacho de barrio, se acercahasta los bares que rodean al Once y espía unavida oscura que no conoce. En un baile de Pa­lermo Palace se hace amigo de Santana, un vi­vidor alcahuete, que le abre las puertas de esemundo: rateros en pequeña escala, prostitutas, com­padritos. Por imitación o por pereza se convierteen cafishio, se deja mantener por las mujeres.Todo empieza con la Polaca que en el altillo deFlores lo inicia en las artes amatorias con bastanteéxito, según parece. Cuando la Polaca se cansa,llega «el final tristísimo con ella sacándome lostrajes aunque yo con la lección aprendida,,; elempleo en las oficinas del ferrocarril está olvidadopara siempre y el futuro decidido.

Entonces viene Irene, «ojos claros y una piezade hotel» eternamente iluminada por un cartel pu­blicitario; las noches turbias en las salas de bailedemostrando un gusto exquisito para el tango, losdías interminables tirado en la cama, reflexionandosobre los males del siglo, mientras las mujeres leganan la plata. La inercia ni siquiera le permitereaccionar cuanto a Irene la meten presa. Pero aSantana lo matan en Bahía Blanca, de un tiro, yes como la revelación: el protagonista comienza unlento ascenso desde los infiernos.

Mientras se aleja de Irene y se encuentra conuna intelectual (en una librería de la calle Corrien­tes, evidentemente), Elíseo, filósofo anarquista ypelirrojo, le confecciona una lista de veinte libros«imprescindibles» que el protagonista comienza adevorar. Asoma entonces esa inclinación por la li­teratura que había quedado oculta por el barullo delos bailes del Palermo Palace y los consejos delamigo dudoso: «Consiguió un corretaje de artículospara el hogar, empezó al mismo tiempo una larganovela donde el artista era condenado a un corre­taje de artículos para el hogar», explica la pági­na 113.

A Clara, distinta de las otras (<<no le habían dejadonada los hombres»), la conoce «en el social deCaballito». Ella trabaja en las oficinas del escribanoRamírez y es capaz de comprender todo, hasta dellorar con «aquel primer cuento que te leí en laPlaza San Martín». Con Clara vienen los cineclubes,la poesía, el profesor de gimnasia y los discosque enseñan francés. También la normalidad, con­cretada en un casamiento y la casita en Banfield(con patio al fondo incluido).

El paraíso no dura demasiado: llega Thelma, conregalos y departamento funcional, con máquina deescribir y entradas para el Teatro Colón. La imagende Clara, embarazada y pareciéndose a un cuadro deGiotto, se empieza a desvanecer bajo el signo dela incomunicación. La separación se produce en un

andén de la estación Retiro -ella coen brazos- y los recuerdos reemplazanIidad, a la vuelta de un viaje al Uruguay, érrado en ese departamento del quinto piso, desd!:ldonde se ve como una mujer sola, vestida «con unamalla roja tomaba el sol entre las sábanas reciéntendidas».

Detrás de esta trama casi melodramática, Sán­chez se plantea algunos -bastantes- de los gran­des temas de la literatura contemporánea: la so­ledad, el desencuentro en el amor, la pérdida dela inocencia por parte de los intelectuales. y, porencima de todo, dibuja una visión melancólica delos mitos de Buenos Aires.

La reina del Plata

Porque Sánchez está enamorado de un BuenosAires que ya comienza a dejar de existir: Santanay el protagonista mismo, son versiones apenasmodernizadas del clásico compadrito de los años30. En los bailes de barrio se escuchan cada vezmenos los tangos y los galanes porteños se ejer­citan en la gimnasia yé-yé antes que en las milon­gas de Gardel. Su novela se sitúa en la mismaépoca que las de Arlt o Marechal. No es una casua­lidad: el muchacho que descubre la literatura, des­cubre sobre todo a los poetas y escritores quehicieron de Buenos Aires un personaje fundamen­tal.

Sánchez no hace más que reflejar sus preferen­cias personales. Por todas partes se descubre esaadmiración: Elíseo y Samuel Tesler (un filósofotambién pelirrojo, que en Adán Buenosayres reina­ba en el barrio Villa Crespo) son como hermanos;su ironía y su ternura por la ciudad es parecidaa la que sentía Roberto Arlt, igual que las des­cripciones de los cafishios que reflexionan sobreel mundo (en Los siete locos o en Los lanzallamas);su visión desesperada del amor a veces se acercaa la del Cortázar de Rayuela. Al hablar de estasinfluencias podría pensarse, entonces, que Nos­otros dos no agrega nada nuevo a la literaturaargentina. Sin embargo, no hay nada más ínexacto:es a partir de esas fuentes que el autor elaboraun texto ajustado, repleto de posibilidades.

La novela está narrada en una prímera personaque a veces se convierte en segunda y adopta untono coloquial, sembrado de pequeños hermetismosque aumentan la intimidad con Clara, a quien sedirige el largo monólogo. Como cuando se piensa envoz alta, el protagonista omite las explicaciones,obvias para él, hace asociaciones casi privadas(<<el otoño que trae el fútbol», «cierto rumor alejado,

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ciertas murmuraciolíés cuando el radioteatro deCarmen Valdés y la cocina económica»), se rego­dea con detalles mínimos (<<te veía verme con loszapatos a secar alrededor de las hornallas de lacocina»).

Pero si con esta técnica Sánchez compone, ge­neralmente, páginas rigurosas, despojadas de so­lemnidad, ese mismo estilo, en varias oportunida­des se sitúa contra él, lo traiciona y Nosotros dosse vuelve plañidera, cae en la autocompasión, enla mala literatura, como al decir: «me traías elmiedo del patio de Olavarría para tapar mi repe­tida desgracia de seguir todavía en el centro de laorquesta sin saber qué clase de cosas intentar conel instrumento en las manos: pobres metáforas dela vida...» (pág. 34). Curiosamente, estos defectos,se notan casi siempre en las referencias que elautor dedica a los pesares y angustias de los es­critores. Es allí donde se vuelve menos auténtico,donde las frases parecen como insertadas en uncontexto que no les corresponde. Quizá porquelos nombres de Kafka o Rimbaud no suenen deltodo bien en los labios de este bailarín profesionalde tango. 0, con mayor seguridad, porque en Sán­chez hay una actitud casi panfletaria, un narcisis­mo y una egolatría por todo lo que atañe al es­critor que termina por molestar. En cambio, aciertaen lo que se refiere a la descripción de los perso­najes femeninos: a cada una de ellas se le podríadedicar un tango, son exactamente el tipo de mu­jeres que alumbró ese Buenos Aires mítico de losaños 30. Irene, la Polaca, Clara, son los diferentesapodos con que se nombra a la ciudad. Ellas, San­tana, Elíseo, los nombres de unos pocos barriosy de unos pocos cafés son las referencias necesa­rias para evitar la caída peligrosa en los brazos delcolor local, del folklore entusiasta. Un escollo nadafácil de sortear con semejante tema.

La capacidad con que Sánchez maneja el lengua­je, la inteligencia con que resuelve situaciones, lasescasas palabras que necesita para apuntar un ma­tiz (<<Lo veo caminar de una punta a la otra del hall[ ... J, y su revista ilustrada para ferroviarios un do­mingo a la mañana de cada bimestre en la lino­tipia de la calle Salta») compensan largamente lasdebilidades señaladas.

Para el futuro queda otro elemento a su favor.Néstor Sánchez acaba de terminar su segunda no­vela, Siberia Blues, todavia inédita y reescrita des­pués de obtener una mención en el último concur­

ovelas del semanario Primera Plana. Estempe con audacia los modelos tradi­vierte la historia de una barra porte­

agos, ladrones y anarquistas, ente, a ratos humorística, dondeja a una respiración entrecor-

LIBROS Y AUTORES

tada que encuentra su propio orden en medio delcaos deliberado. La aparición de Sánchez en Nos­otros dos es prometedora: todavía tiene mucho quedecir. Y habrá de decirlo.

SILVIA RUDNI

Nuevas publicaciones

Una de las más importantes colecciones mexica­nas de libros de arte (editada por la Dirección Ge­neral de Publicaciones de la Universidad NacionalAutónoma) acaba de dedicar un volumen, José LuisCuevas, por Carlos Valdés, a la obra de quien eshoy una de las figuras sobresalientes del arte me­xicano. Ilustrada con 111 fotograflas y grabados enblanco y negro, además de once láminas en color,el libro constituye la mejor introducción al mundoa la vez goyesco y beckettiano, sádico y poética­mente pueril de Cuevas. Este volumen completa yamplia el revelador libro que en 1965 publicó elmismo artista, Cuevas por Cuevas (México, Edicio­nes Era) y que contaba con un prólogo del nove­lista y crítico Juan García Ponce.

También en México, la Universidad Veracruzanaha publicado algunos nuevos títulos: en su colec­ción Aguila o Sol, una antología del Cuento Ve­recruzano, con introducción, selección y notas deLuis Leal, y en que se destacan las firmas deJosé Mancisidor, Gregario López y Fuentes. JorgeLópez Páez, y Emilio Carballido, Sergio Galindo yJuan Vicente Mela; en su colección Ficción, unnuevo título de Salvador Novo: In Ticitezcatl oEl Espejo Encantado, ópera en dos actos, queprecede a tres piezas en un acto: Cuauhtémoc, Elsofá y Diálogo de ilustres en la rotonda. Con estosnuevos libros la editorial veracruzana continúa suimportante labor de difusión cultural.

Por su parte, Joaquín Mortiz ha publicado recien­temente un nuevo libro del poeta mexicano MarcoAntonio Montes de Oca: Las fuentes legendarias,breves piezas en prosa, que completa la obra yaconsiderable del joven autor (nació en 1932). Lamisma editorial difunde Señas de identidad, im­portante novela del narrador español Juan Goyti­solo, que constituye su obra más extensa hasta lafecha (485 páginas) y es un considerable intentopor abarcar la realidad de España desde la guerracivil hasta nuestros días, prescindiendo de las ha­bituales mitologías que sobre el tema han circuladotanto. En un próximo número Mundo Nuevo seocupará detalladamente de esta valiosa obra y desu autor.

LIBROS Y AUTORES

De España llega un estudio de Enrique Ruiz Gar­cía, América Latina, Anatomia de una Revolución,que publican las Ediciones Guadarrama, de Madrid,y que está presentado por el ilustre economistaJosué de Castro en un breve prólogo. El autor exa­mina a lo largo del libro los problemas que aque­jan a la América Latina de hoy, desde la explosióndemográfica hasta los conflictos raciales y la lu­cha de clases, los aspectos sociales y urbanos de laeconomía y el desarrollo industrial,la educación y laenseñanza, el delicado problema de las relacionescon los Estados Unidos y el notable cambio depolítica desde Kennedy, con la Alianza para elProgreso, a Johnson, con la intervención en SantoDomingo. Por sus temas y por su naturaleza ellibro merece un examen detallado.

También en España, las Ediciones Península, deMadrid, han publicado un nuevo libro de Fran­cisco Fernández Santos, Historia y filosofía, En­sayos de dialéctica, que abarca en sus tres parteslos siguientes temas: Democracia socialista y mo­nolitismo; Praxis y filosofía; Historia y Arte. Elautor es especialista en estos temas, a los que hadedicado ya otros trabajos como El hombre y suhistoria. En este nuevo título se propone, sobretodo, «desarrollar y aplicar, en cuestiones de his­toria concreta y en el plano de la teoría filosófica,ciertas concepciones fundamentales, de la que, conAntonio Gramsci, llamamos aquí 'filosofía de lapraxis' o, dicho en térmínos más clásicos, pero ami juicio menos expresívos, filosofía dialéctico-ma­terialista».

Las Ediciones Alfaguara, de Madrid-Barcelona,han publicado recientemente un estudio de VicenteRamos dedicado a Vida y Teatro de Carlos Ami­ches. El libro sigue la carrera del ilustre comedió­grafo del género. chico a través de sus peripeciasque ilustra con análisis de la obra, con anécdotasde la vida y con treinta y tres fotografías. Publi­cado para coincidir con el centenario del naCimientode Arniches, este libro contribuye a situar a uno delos más populares escritores españoles. Alicantino,como Arniches, el doctor Ramos suma a su interéspor la obra, su evidente simpatía de coterráneo pararedondear el primer retrato completo del célebreautor de Es mi hombre. También Alfaguara publicaun libro de prosas de Fernando Arrabal: Celebran­do la ceremonia de la confusión. Residente en Pa­rls desde hace muchos años, Arrabal ha estrenadoaqul sus obras y ha sido celebrado como autorfrancés por los surrealistas; es fundador con Jo­dorowsky y otros del grupo Pánico (sobre el quela revista Indice, de Madrid, publicó un divertidonúmero especial hace ya un tiempo). Sin embargo,Arrabal es relativamente poco conocido en el mun-

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do de habla española. La publicación de estos tex­tos ayudará a corregir esa situación.

La Editorial Losada de Buenos Aires ha publicadorecientemente dos importantes contribuciones a lanarrativa hispanoamericana: El alhajadito, del na­rrador guatemalteco Miguel Angel Asturias, actual­mente embajador de su país en París, y El baldio,colección de cuentos del escritor paraguayo Au­gusto Roa Bastos. La novela de Asturias es unade las que ha tenido más lenta y morosa redacciónde toda su obra: iniciada en la década del veinteno se completa hasta la del cincuenta. «Sus raí­ces», se ha escrito, «se nutren en esa vigorosa ver­tiente de la personalidad de Asturias que es voca­ción mágica, mitológica, activa aun en aquellasnovelas suyas más dedicadas a investigar y repre­sentar los conflictos de la sociedad hispanoameri­cana contemporánea». La anécdota gira en torno deun niño que emprende una aventura fabulosa através de las formas amenazantes o favorables dela naturaleza tropical, de los símbolos, los presa­gios y los encantamientos que son la memoria la­tente y no dominada de su raza. En cuanto al librode Roa Bastos, recoge una selección de sus cuen·tos inéditos en volumen y escritos entre 1955 y1961. Los lectores de Mundo Nuevo conocen yauno de los más singulares, El y otro, publicadoaquí en el número 1 (julio de 1966). En unas pala·bras que ilustran el volumen el autor declara, enforma indirecta, que estos cuentos «tal vez histo­rian de una manera más o menos simbólica la con­valecencia de un desarraigo y su penosa tentativade reubicación y asimilación a un nuevo contornoa una nueva raigal experiencia; es decir, a unanueva manera de comprender y expresar la partede mundo que 'tiene metida bajo la piel'». La mis­ma editorial Losada ha publicado en su colecciónde Poetas de Ayer y de Hoy, dos nuevos títulos deRomualdo Brughetti: Hay cosas que duelen y Coro­na de cielo para tanta lágrima. El primer libro lle­va una doble solapa de Carlos Mastronardi, de laque transcribimos este juicio: «Un honroso y virilpudor impide al poeta situarse en un visible pri­mer plano. Si bien se confronta con el mundo, omítelas menudas circunstancias individuales. Asimismo,sus efectos son mesurados y tenues, ya que la os­tentación y el exceso nunca lo seducen. Respe­tuoso del fuero íntimo del lector, ni le turba elalma ni debilita sus facultades crítícas mediantedeslumbramientos de origen incierto. Siempre salecon mérito de su empresa, aun allí donde la ins­piración lírica se le muestra más severa. Cabe afir­mar, pues, que este libro tendrá eco venturoso enmuchos y muy exigentes espíritus.» O

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Celebración de GuimaraesRosa

(Colombia)Bogotá

REVISTA DE LA CULTURA

DE OCCIDENTE

ECO

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Editores: Librería Buchholz

GABRIEL GARCIA MARQUEZ, Cien añosde so/edad (Fragmento). - ERNESTOVOlKENING, Reconquista y pérdidade América en A. Carpentier. - GER­MAN COLMENARES, Sobre /a obra deVargas L/osa. - ELENA ARAUJa, DeTipacoque a Paris. - CalE BlASTER,El Valle del Cauca. - RESEÑAS Y CO­MENTARIOS.

Febrero 1967

En un número posterior, el 3, de 1966, Asomanterinde un caluroso homenaje al poeta puertorriqueñoJosé de Diego, en ocasión del centenario de su na­cimiento. Si el número no incluyera más que elensayo de Margot Arce, «José de Diego y la lengua.. ,estaría ya completo. La autora nos presenta la com­plicada gama de propósitos y actitudes que en­cierran la obra y la vida de de Diego que, comose sabe, además de un poeta Iirico preocupado porla perfección formal- que logró en algunas de suscreaciones-, fue un defensor apasionado de lasoberanía -escamoteada aún ahora- de PuertoRico. Margot Arce insiste en la radical unidad delas vocaciones de de Diego, unidad que se operay expresa a través de «el ministerio artístico ycivil de la palabra.. : de Diego defendió la enseñan­za del idioma español en las escuelas puertorri­queñas porque consideraba a la lengua depositariade la nacionalidad, y que la existencia de la prime­ra implicaba la de la segunda, por más que impues­tas situaciones políticas afirmen lo contrario. En lasdemás colaboraciones, con excepción de un brevepero muy buen ensayo de María Teresa Babín,desgraciadamente la admiraCión sincera y bien in­tencionada no logra superar el nivel de la acumula­ción de adjetivos o de la esquematización de valo­res; este juicio abarca también los poemas de JuanAntonio Corretjer y Violeta López Suria y el relatode René Marqués.- U. C.

*

REVISTAS

La Universidad, revista bimestral de la Universidadde El Salvador, anda ya por su año XCI (director:ltalo López Vallecillos). En sus números 1 y 2, co­rrespondientes al año 1966, se recogen dos traduc­ciones singulares: un fragmento del estudio deGeorge Lukacs, «Sobre la génesis del Fausto.., quepertenece a su libro sobre Goethe, y una versiónen verso de «Murder in the Cathedral», de T. S.Eliot, que fue realizada por la poetisa uruguayaIdea Vilariño, en colaboración con Emir RodríguezMonegal. Hay que señalar, sin embargo, que la re­vista no aclara a sus lectores que tomó ambos tex­tos de otra revista, Número, de Montevideo, quelos había publicado en 1949. La práctica de reprodu­cir textos ajenos no es, en sí misma, mala. Pero nocuesta nada reconocer siempre la fuente.

Yugoslavia, Polonia), llega en un momento oportu­no para situar abiertamente ante el gran públicola obra de este gran creador reticente.- E. R. M.

Interesantes, como siempre, las últimas entregasde Asomante, de Puerto Rico (directora: Nilita Vien­tós). El número 1 de 1966 incluye la primera partede un excelente ensayo de Oscar Mendel sobre«La leyenda de Don Juan... El autor centra su es­tudio en El Burlador de Sevílla, de Tirso, porque,investigando concienzudamente los posibles ante­cedentes de la leyenda, éstos muestran que, en de­finitiva, fue Tirso el primero en reunir de una ma­nera armónica, y con una fuerza expresiva innega­ble, una serie de elementos típicos del teatrorenacentista español y ciertóscuentos o leyendaspopulares. Por su parte Concha Zardoya, a travésde un estudio sobre «Tres símbolos parabólicos deLeón Felipe.. -la piedra, el viento y el ciervo­logra dar una imagen sugerente, emocionada ytotal de la poesía de León Felipe. Total, aquí, noquiere decir que agote eltemásino que, graciasa su inteligente comprensíónidel.ivalor significativoy expresivo que pueden tener'deterrninados sím­bolos a los que el poeta recurrecon más o menosfrecuencia, llega a tocar el puntO el1 que se cruzanlas corrientes conscientes; incol1scíentes, naturales,sobrenaturales, etc., que mueven al poeta o que elpoeta mueve. El poema «La red.. de LauráGallegotestimonia una tensión espiritualcaSi,insoportable,que la autora transmite por medi~ide~n.lenguaje

cuyas resonancias exteriores han sido sabiamentelimadas para que concuerden conlas/graves,pro­fundas resonancias interiores. El núrnelrO incluye,además, un cuento de Luis Rafael i Sál1chez"i«Car­tas» de España, Italia y París, asícorno numerosascrónicas de libros y guías del lector enespañol,in­glés y francés.

del hombre (la auténtica, la honda) pueda llegarpor medios politicos, o mecánicos. Cree en unaprofundización dentro de la conciencia, una espiri­tualización como la que presenta en su cuentoO Espelho, que muestra al protagonista comprome­tido en un proceso tal que acaba por no ser nadaen el espejo: «un ni-rastro-casi delineado, ape­nas- mal emergiendo, cuál una flor pelásgica, denacimiento abisal... Una posición tan extrema yexigente se presta a toda clase de confusiones po­líticas y morales. Pero Guimaraes Rosa es muyfirme en cuanto a sus creencias y no vacila en de­clararse contra la literatura de la desesperación,contra la libertad licenciosa de los happenings,contra Sade y Jean Genet. «Lavarse -declara aCallado-, no es echar el agua sucia sobre los de­más. El artista tiene que vencer su angustia y nodiseminarla. Puede matarse pero no distribuir sudesesperación.»

A lo largo de su vida, Guimaraes Rosa ha cono­cido la miseria ajena y también la peor forma de ladictadura política. Fue criado en el interior delBrasil, en la vasta región de Minas Gerais; allí sir­vió como médico rural y también como médico delEjército. Como diplomático, le tocó ser cónsul delBrasil en Hamburgo durante la guerra. A pesar desu posición diplomática, que le imponía una estric­ta neutralidad, fue amigo y hospedó a judíos per­seguidos por lo que se· granjeó la hostilidad delrégimen nazi, estando a punto de ser expulsado deAlemania como persona no grata. Sólo la decididaintervención del Embajador Freitas Vale evitó estamedida. Por eso, con la misma cortesía y mesuracon que evita en la vida diaria toda manifestaciónexterior, todo acto resonante, Guimaraes Rosa haevitado también que su obra sea utilizada comopretexto para declaraciones más o menos políticas.Su tarea es la creación de un mundo novelesco quecasi no tiene parangón en las letras latinoamerica­nas por el rigor de su visión interior, por la cuali­dad de su escritura, por la imaginación y el hondoarraigo en las formas más primitivas del ser brasi­leño. Pero es una obra la suya realizada en lasoledad, el aislamiento, de espaldas a los grandesmovimientos publicitarios que agitan el mundo delescritor. Por eso, esta celebración de Visao, que nohace sino recoger el eco internacional que ya haobtenido la obra de Guimaraes Rosa en siete pai­ses extranjeros (Francia, Portugal, Italia, España,Estados Unidos, Canadá, Alemania) y que está porobtener en cuatro más (Suecia, Checoslovaquia,

Para celebrar los veinte años de publicación delprimer libro de Joao Guimaraes Rosa, Saragana,colección de relatos publicada por vez primera en1946, el semanario brasileño Visao, que se publicaen Sao Paulo, dedica un artrculo de fondo al ilus­tre y elusivo novelista. Con el título de «GuimaraesRosa, o épico do grande sertao.., el periodista An­tónio Callado hace una presentación interesante dela vida, la personalidad y la obra del que es consi­derado hoy como primer novelista brasileño. El des­cubrimiento de Rosa, tal como lo cuenta la revista,tiene su origen en la casualidad: un joven redactorde la Radio Globo había decidido transformarse eneditor y para poder alimentar su incipiente empre­sa salió en busca de autores. Su cuñado, que eradiplomático y trabajaba en el Departamento admi­nistrativo de Itamaratí, le recomendó un libro decuentos de un colega, que también pertenecía a lamisma repartición burocrática. Así fue como CaioPinheiro, y su flamante Editora Universal, consi­guieron publicar la primera edición de Sagarana.El libro ya había sido rechazado en un concursoliterario muy importante pero Pinheiro descubrió,al leer el primer cuento (O Burrinho Pedres) la ex­traordinaria calidad del autor. No se equivocó. Lapublicación de Saragana fue un éxito, agotándoserápidamente las dos primeras ediciones. Para Pin­heiro, sin embargo, el éxito resultó paradójico yaque su editorial (a pesar del gran título) no teníacasi base económica y no podía lanzar una terceraedición. Debió cerrarse, con llave de oro, como es­cribe ahora Callado. Pero para Guimaraes Rosasólo recién empezaba el reconocimiento del público.Con Grande Sertao: Veredas, su primer y hasta

novera, alcanzarra no sólo la fama dentro delrecogería laureles internacionales.

ha salido una edición española, aSeiix....-BElrrEll. en Barcelona, de la que los

Mundo Nuevo conocen un brillante anti­a (febrero de 1966).

Visao Guimaraes Rosail1tE~re~:;al1tes de(~lar'ac¡ionl"s sobre su

está comprometida enpalabra: «Está

criatura

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Peruanos en alemán

En México, la Cámara Nacional de la IndustriaEditorial pidió que se tomaran medidas para prote­ger a las revistas nacionales, amenazadas por lacreciente invasión de revistas en español impresasen otros países. Si bien el presidente de dichaCámara tuvo la ocurrencia de referirse a la "pene­tración ideológica» de las revistas extranjeras (se­gún versión del diario Ef Día, de México, D. F.).esto no impidió que se viera la gravedad y justezade su preocupación real, que por supuesto eseconómica: "Las empresas extranjeras -escribe­que han venido publicando revistas en español yenviándolas a nuestro país, prácticamente se hanadueñado del mercado y por sus inmensos recur­sos hacen imposible que las publicaciones mexica­nas puedan competirles sin protección alguna.»Por esta razón, el presidente de la Cámara, señorAmpudia, sugirió que se exima de impuestos a laimportación de materias primas para esta produc­ción y se abrevie su tramitación; que no se deduz­can para fines impositivos los gastos de publicidaden revistas mexicanas impresas en el extranjeroo extranjeras impresas en México; y que se reduz­can las tarifas de transporte para impresos. El Se­cretario de Industria y Comercio, a quien iban di­rigidas estas peticiones, prometió que el gobiernotomaría medidas.

En Colombia, el gerente de la Editorial Tercerty1undo, señor lbáñez, se quejaba también no hace

Wolfgang A. Luchting, traductor alemán de las no­velas de los peruanos Julio Ramón Ribeyro y MarioVargas Llosa, está preparando una antología delcuento peruano para la editorial Horts Erdmann,que ha publicado ya antologías de narración de va­rios países de América Latina. El anuncio de laantología ha despertado gran interés en Perú, pueses la primera vez que la narración de este paísaparecerá en conjunto traducida a un idioma euro­peo. El libro partirá del modernista Enrique LópezAlbújar y llegará hasta los narradores más jóvenes.Wolfgang A. Luchting es bastante conocido en Perúpor sus traducciones y por sus artículos que secaracterizan siempre por su aire polémico y revi­sionista. Es profesor en el Departamento de Len­guas Extranjeras de la Universidad del Estado deWashington donde este año dictará un curso sobrenarración latinoamericana. Próximamente MundoNuevo publicará un texto del profesor Luchting so­bre Vargas Llosa y Ribeyro.

El libro en América

93SEXTANTE

por Reichenbach en una banda sonora directa),con las imágenes insólitas (Maria Félix contandoel milagro de la niña en el circo que resucita des­pués que se le ha clavado un cuchillo en el pecho).Junto a los indios, una deslumbrante visión de An­tonin Artaud, como uno de los monjes de La passionde Jeanne d'Arc, de Dreyer. Como es bien sabido,Artaud estuvo en México y escribió sobre los in­dios tarahumaras. Otros viajeros también aparecenen el film, directa o indirectamente: André Breton,D. H. Lawrence, el fabuloso Malcolm Lowry, autorde la novela más deslumbrante que se haya escritosobre el México de los gringos, Under the Vofcano.Fuentes se opone, sin embargo, a que se crea queel film sólo busca lo insólito. En realidad, según élbusca lo sólito: las profundas conmociones de ce­remonias religiosas indígenas que constituyen ver­daderos psicoanálisis colectivos; la revolución queaparece vista en los films documentales que mues­tran a Zapata y a Villa entrando a caballo en elZócalo, de Ciudad de México. La película serápresentada en Cannes en francés y desde allí par­tirá para una distribución internacional. Para Fuen­tes, trabajar con Reichenbach en la organizaciónde las imágenes y en la redacción de una narracióncontinua ha sido un gran desafío, y una gran sa­tisfacción.

Censura argentina

A seis meses de prisión han sido condenados porun juez argentino el· editor Jorge Alvarez y losautores Luis Pico Estrada y Leopoldo Torre Nils­son. La condena se debió al libro de relatos Cró­nicas def sexo, editado por Alvarez, y en el quecolaboraron, entre otros autores, Torre Nilsson yPico Estrada. El primero de ellos es el más des­tacado director cinematográfico argentino y tal vezuno de los más destacados del mundo. Pico Es­trada se inició en la literatura al ganar en 1962un concurso de novelas de la Editorial Losadacon el libro Unos cuantos días. La prisión, dicta­minada por "simple dolo de injuria al pudor» haquedado en suspenso. Un detalle curioso es quela venta del libro no ha sido prohibida. Las últimasmedidas de este género en la Argentina fueron en1959 la prohibición en todo el país de la famosanovela Lolita, de Nabokov, según decisión de laSuprema Corte de Justicia, y en 1961 la condenaa dos años de prisión condicional del estudianteCarlos Correa por la publicación del cuento "Lalección de Historia» (que fue considerado obsceno)en una revista de la Facultad de Filosofía y Letras.

Para uno, contó con la colaboración del pintor ar­gentino Silva; para el otro del cubano L1inas. Ambosresiden hace tiempo en París. Para Cortázar, es­cribir en francés es como una distracción. Haceseis años que lo hace. "Algunos temas me vienenen francés», declara. Son cuentecitos (la palabraes de él) tipo Cronopios, aclara, aludiendo a unode sus libros más experimentales. Eventualmente,estos textos y otros irán a parar a un tomito (otravez el diminutivo es suyo) que saldrá en francés.Sobre la artesanía misma de los dos libros. Cor­tázar tiene opiniones interesantes. El que se titula"On dépfore fa ..." está deliberadamente compuestoen forma de frases inconclusas. Cada una se pier­de en el vacío. Es como si se dieran los dos ladosde un triángulo y el tercero "lo pone el ojo», diceCortázar. A!go de esto hace Joyce en Ufysses. ytambién los clásicos en aquellos versos de pie que­brado como los que inventa Cervantes al frentede su Quijote. Aquí, señala el autor, falta la mitadde la frase. Aun así (opina) se entiende perfecta­mente el resto. Es como una conversación queprogresa por sobreentendidos más que por la ro­tundidad de cada declaración.

Otro latinoamericano que está trabajando en Fran­cia es Carlos Fuentes. Acaba de terminar la prepa­ración del texto que acompañará el último film deFranl(ois Reichenbach: Happening in Mexico, sellama deliberadamente en inglés, la película. Esde largo metraje y en colores, con una banda so­nora que Fuentes califica de prodigiosa; fue fil­mada en México durante muchos meses por Rei­chenbach. Representa una imagen alucinante delMéxico actual, el México de los índios y el de laciudad moderna, del pop art y las más antiguastradiciones. En su banda de sonido se escuchanlas voces del pueblo, sus gritos, sus palabras, suslloros, la omnipresencia de las campanadas deiglesia. "Todo un México sonoro queda registradopor primera vez», comenta Fuentes, mientras fusilacon la mirada a los otros contertulios del café"Les Deux Magots». Su tarea en el film ha sidorevisar con el director las 62 horas de la películaoriginal que había recogido Reichenbach para re­ducirlas a las dos horas de una película más omenos normal. Fuentes ha estado trabajando variosmeses en el film. "Ya no tengo ojos», declara. Peroal mismo tiempo se le ve muy satisfecho de sutrabajo.. En el film se alternan las imágenes mástradicionales ( las plañideras en las iglesias "va­ciándose de los pecados de un año», recogidas

France11

InHace ya algunos años que Raymond Queneau ha­bía hecho circular, con la complicidad de la edito­rial Gallimard de París, un volumen de sonetostitulado modestamente Cent mílle milfiards de poe­mes. De hecho, el libro ofrece solamente diez so­netos, pero como cada verso está impreso en unatira de papel aparte, es posible leer (por ejemplo)el primer verso del primer cuarteto del primer so­neto, seguido del segundo verso· del primer cuar­teto del segundo soneto, del tercer verso delprimer cuarteto del tercer soneto, y completarlo conel cuarto verso del primer cuarteto del cuartosoneto. Las combinaciones y permutaciones son(asegura Queneau) capaces de permitir al lectorla lectura de los cien mil millares de poemas deltítulo. En realidad, aquel libro más que una obrabibliográfica convencional, era una verdadera má­quina de trabar que tal vez hubiera divertido aJuan de Mairena.

Otra máquina de trobar, aunque menos alarmantepese a su apariencia, es la que acaban de publicarlas Ediciones Claude Givaudan, en Ginebra, y queha sido impresa y tal vez fabricada en París. Con­siste en una caja de forma triangular y de colorrojo vivo. Dentro de la caja, ondulando como unaserpiente hecha de papel, se encuentra un libroen forma de cuaderno, sujetas sus páginas por unaespiral de plástico e impreso en. páginas alternati­vamente blancas y rojas. Las páginas blancas sir­ven de cubierta a las rojas pero como aquéllastienen unas. ventanas, estratégicamente recortadas,es posible leer a través de ellas el texto que contie­nen las páginas rojas. El conjunto, acordeónica­mente dispuesto, permite admirar la versión fran­cesa ( a cargo de Carmen Figueroa) de Vrindaban,hermoso poema de Octavio Paz.

También en París, y en ediciones estrictamentededicadas a los bibliófilos, se han publicado doscolecciones de textos escritos directamente en fran­césporJulio Cortázar. Uno de ellos se titula "Ondépforela ...» y lleva grabados en madera de GuidoLlinas. El otro se titula Les Discours du Pince­

ílustraciones litográficas de Juliosido editado por las Edi-

Bnlni,d6r y presentado al público en la Gale­el .otro libro fue realizado· por Michel

la Galerie de l'Université.cafés más

Made

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94 SEXTANTE Colaboradoresmucho de problemas' similares, relacionados sobretodo con los libros. Curiosamente, en lo que con­cierne a las tarifas postales, el señor Ibáñez citabacomo envidiable ejemplo el de ese mismo Méxicoal que tan amargamente se refiere el mexicanoAmpudia. Según el colombiano, el transporte de5 kgs. de impresos hasta España cuesta desdeMéxico el equivalente de 0,14 dólares, mientras quedesde Colombia el precio de ese mismo servicioequivale a 1,77 dólares. Estas tarifas, en opinión deleditor bogotano, son probablemente las más eleva­das del mundo. Por otra parte, las prácticas ban­carias y la falta de un sistema de distribución depublicaciones ponen fuertes trabas al desarrollode la industria editorial en ese país. A pesar deello, la editorial Tercer Mundo, que por primeravez está intentando exportar de manera constantelibros colombianos, ha publicado en su corta exis­tencia 95 títulos (de los cuales SO están agotados),que representan unos 200.000 ejemplares, y esperasacar a luz este año por lo menos otros 50. Recien­temente, se ha permitido incluso el lujo de crearuna "Fundación Tercer Mundo para el DesarrolloHumano», que ha iniciado, en cooperación con

"The Brookings Institution», de Washington, unainvestigación a escala nacional sobre los factoresno económicos del desarrollo.

Por otra parte, el problema de los derechos deautor fue examinado durante el pasado mes dejulio en Río de Janeiro, donde representantes detodos los países americanos se reunieron para es­tudiar el estado actual de la legislación en cadanación y sugerir medidas para su perfeccionamien­to, de acuerdo con los convenios internacionalesen vigor. Por su parte, el poeta mexicano CarlosPellicer y su compatriota el novelista Juan Rulfodesarrollaron grandes esfuerzos en pro de la inte­gración de la delegación de México y el Caribea la Comunidad Latinoamericana de Escritores, quelos asistentes al Primer Congreso de la ComunidadCultural Latinoamericana (Arica, Chile, enero-febre­ro de 1966; ver Mundo Nuevo, núm. 1) tomaron elcompromiso de crear. Ignoramos cuál haya sido eléxito de sus gestiones, así como la situación dela Comunidad Cultural, cuyas labores deberían de­dicarse sin duda en una proporción importante alos problemas de la difusión del libro y otros me­dios de comunicación en América Latina.

DAMIAN CARLOS BAYON (Argentina, 1915) ha publica­do ya en anteriores números de Mundo Nuevo ensayossobre arte y una importante entrevista a la escultoraargentina Alicia Penalba (número 2).

KEITH BOTSFORD .... (1928) es un conocido escritor yperiodista norteamericano, que vive y trabaja actualmenteen la Universidad de Texas. Autor de varias novelas, lamás reciente de las cuales es The March Man (1964).ha vivido temporadas en Puerto Rico, Brasil y México.

MANUEL DURAN (España, 1925) es actualmente pro­fesor en la Universidad de Yale. Educado en México.es autor de libros de poemas, un estudio sobre El su­per-realismo en la poesia española contemporánea yLa ambigüedad en el Quiiote. El trabajo que hoy publi­camos ha sido especialmente redactado para nuestrarevista.

KONSTANTIN A. JELENSKI (Polonia, 1922), reside enFrancia desde hace tiempo. Ha publicado entre otroslibros: Realta Polacca (Milán, 1958), History and Hope(Londres, 1962). Es colaborador habitual de las revistasKultura y Preuves, de París.

OSCAR LEWIS (Estados Unidos, 1914), es uno de losmás famosos antropólogos actuales. En el número 3de Mundo Nuevo se publicó una extensa documentaciónsobre su obra principal, Los Hiios de Sánchez. En elnúmero 5 adelantamos una parte de la introducción asu último libro, La Vida (Nueva York, 1966).

ERNESTO MEJIA SANCHEZ (Nicaragua, 1923), ha realI­zado una doble carrera como crítico y erudito de lasletras hispanoamericanas, por un lado, como poeta porotro. En la primera disciplina se le deben trabajos fun­damentales y, sobre todo, la edición de Obras Comple­tas de Alfonso Reyes que está publicando el Fondo deCultura Económica de México, donde reside Mejía Sán­chez. Como poeta ha publicado varios volúmenes: Elretorno (1950), Contemplaciones europeas (1955), Poe­mas (1963). En el número 5 de Mundo Nuevo se publi­caron sus Anversos, poemas en prosa.

JOSE DE ONIS (España, 1911), es profesor de la Uni­versidad de Colorado. Hijo del distinguido hispanistaFederico de Onis, ha publicado entre otras obras: LosEstados Unidos vistos por escritores hispanoamericanos(Nueva York, 1952, y Madrid, 1956) y Las misiones es­pañolas en los Estados Unidos (Nueva York, 1959). Ac­tualmente prepara para la Universidad de Coloradouna serie de líbros, bajo su dirección, sobre La Re­volución Liberal en el mundo hispánico. El trabajo quepublicamos ha sido enviado especialmente para nues­tra revista.

JULIO ORTEGA, joven crítico y poeta peruano, ha co­laborado ya con alguna reseña de libros en MundoNuevo.

MANUEL PUIG (Argentina, 1932), reside en Nueva Yorkdesde hace algún tiempo. Ha vivido en Europa y tra­bajado como asistente de dirección en el cine italiano.

Revista mensual dirigida por Camilo José Cela

Barcelona • 1

SOCIOLOGIADEANALES

Calle Egipciacas, 151

Número 2 (1966)

Revista editada por el Departamento de Sociología del Centro de Estudios Eco­nómicos y Sociales de la Delegación en Barcelona del Consejo Superior deInvestigaciones Científicas.

Director : Salustiano del Campo

MIGUEL SIGUAN: Un pueblo de Castilla. - PEDRO NEGRE RIGOL: Mentalidadreligiosa del obrero en Cataluña. - JUAN DIEZ NICOLAS: Posición socia! yOpinión Pública. - JULIO BUSQUETS BRAGULAT: El Estado Mayor, una aris­tocracia militar. - JOSEP IGLESIES: La macrocefalia comarcal de Barcelona.­ANTONIO JUTGLAR. - La enseñanza en Barcelona en el siglo XX. - ELVIRACASTRO CHICO: Población de Granada e inmigración granadina en Barce­lona. - JORGE ESTEBAN: Consideraciones socio-politicas del desarrollo eco­nómico. - CARLOS MOYA: Para una critica de la razón sociológica. - RAMONBAYES: Los Ingenieros y los Colegios de la Iglesia. - SECCION BIBLlOGRA­FICA. - DOCUMENTOS: Material para la Sociologia electoral de la Restauración(Recopilado y presentado por LUIS GONZALEZ SERRA).

FEBRERO 1967

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PALMA DE MALLORCA (España)

SUMARIO DEL N° 131

C. J. C.: Papeleta para un diccionario.DAVID BARY: Sobre el nombrar poético en la poesia española contemporánea.AGNES MONCY: Un héroe burgués.

GALLEGO: <,Moby Dick" como alegoria poética.Il"1ol..1"1oI". El hueco del alma.

IVIM.I'ILICL PACf-IEC;O: Dos villancicos nacidos en visperas de la Nochebuena.Diálogo entre el amor y un viejo.

IVI'.ILJil'lI'''; Dentro de un embudo.DOIMINGiO: El escritor y su aventura.

500 ptas.; 6 meses, 275 ptas.12 dólares.

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PAPELES DE SON ARMADANS

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Todos los materiales publicados en Mundo Nuevo soninéditos en castellano, salvo mención en sentido con­trario. Está prohibida su reproducción, total o parcial,si no se menciona expresamente la procedencia. Nose mantiene correspondencia sobre colaboraciones nosolicitadas. Las opiniones contenidas en los trabajoscon firma pertenecen exclusivamente a sus autores. Estaes una revista de diálogo. O

JOSE RAMON DIAZ ALEJANDRO, nació en La Habana(Cuba) en 1943. A los dieciséis años dejó su patria parainiciar un largo recorrido que lo llevó a varios paísesde América del Sur (estudió en Buenos Aires, Monte­video y Rio de Janeiro) y posteriormente a Europa, querecorrió infatigablemente hasta radicarse finalmente enParís, en 1963. En esta ciudad entró en contacto con elgrabador alemán Friedlaender, en cuyo taller trabajódurante largo tiempo hasta depurar, bajo dicho maestro.su técnica, sobre todo en punta seca. disciplina a la quese dedica casi exclusivamente hasta encontrar en lapintura un terreno más propicio para su fecunda ima­ginación. Las historias populares que oyó en su paíscuando era niño, los viajes constantes con la aventuravital y artística que ellos significan y una búsquedapermanente dentro de su actividad. han ido formandoy enriqueciendo su mundo plástico. Un mundo dondelas mismas formas misteriosas, los mismos motivosmiticos se van desarrollando coherentemente a lo lar­go de su obra. Los grabados a punta seca que publi­camos en este número han sido entregados personal­mente por el autor para nuestra revista.

Advertencia

Nota sobre las ilustraciones

ORDEN DE SUSCRIPCIONEnvío a ustedes la cantidad de importe de mi

Su primera novela,--aún inédita, La traición de Rita Hay­worth, será publicada este año en español por la edi­torial Joaquin Mortiz, de México, y en francés por laeditorial Gallimard, de Paris.

SILVIA RUDNI (Argentina, 1946) ha trabajado en el se­manario argentino Primera Plana y actualmente resideen París como corresponsal del mismo. Es frecuentecolaboradora de Mundo Nuevo.

Pago mediante cheque bancario a la orden de "MUNDO NUEVO" o giro postal (C. C. P. Paris2-710-19) a nombre de Ricardo López Borrás. 97, rue Saint-Lazare, Paris IX·.

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la página tercera de la cubierta.

ELENA DE LA SOUCHERE, es una escritora española,conocida especialista en temas latinoamericanos que hacolaborado en Le Monde y Le Nouvel Observateur. Ac­tualmente prepara un largo estudio para la editorialJulliard de París, sobre América Latina. En el núme­ro 3 de Mundo Nuevo se publicó un importante estudiosuyo sobre Santo Domingo durante las últimas elec­ciones.

El diseño de la carátula de Mundo Nuevo, y el proyectode tipografía de sus páginas interiores, pertenecena los artistas ingleses Colin Banks y John Miles.

NESTOR SANCHEZ (Argentina, 1935), ha publicado yaun libro de cuentos, del que no quiere acordarse, yuna novela, Nosotros dos (1966), que ha obtenido unbuen éxito en la Argentina y de la que habla SilviaRudni en este mismo número de Mundo Nuevo. Unaprimera versión de Siberia Blues fue presentada en1966 al Concurso de Novela del semanario porteñoPrimera Plana, donde obtuvo una mención. En su pri­mer estado, la obra era demasiado caótica para quese pudiese apreciar su verdadera originalidad narrativa.Una segunda versión será publicada próximamente porla Editorial Sudamericana, de Buenos Aires. Con suautorización y la del autor anticipamos hoy los tresprimeros capítulos de esta versión.

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