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Secretaría Ejecutiva de Empleo y Protección Social Madrid, 27 de junio de 2003 OBSERVACIONES DE UGT A LAS CONCLUSIONES DEL INFORME DE LA COMISIÓN PARA LA VALORACIÓN DE LOS RESULTADOS DEL PACTO DE TOLEDO

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Secretaría Ejecutiva de Empleo y Protección Social Madrid, 27 de junio de 2003

OBSERVACIONES DE UGT A LAS CONCLUSIONES DEL INFORME DE

LA COMISIÓN PARA LA VALORACIÓN DE LOS

RESULTADOS DEL PACTO DE TOLEDO

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Observaciones de UGT a las Conclusiones del Informe de la Comisión para la Valoración de los Resultados

del Pacto de Toledo ______________________________________________________________________ (Nota: se trata de unas primeras observaciones al Informe citado, en su parte de Conclusiones (páginas 68 a 83, inclusive). En la medida en que vayamos conociendo modificaciones a las citadas Conclusiones, podremos también ir elaborando o modificando estas primeras Observaciones.- Hemos introducido el texto correspondiente a estas Conclusiones del Informe de la Comisión en letra más pequeña, al principio de cada punto a tratar). A) SOSTENIBILIDAD DE LAS CUENTAS PÚBLICAS.

Desde la aprobación en el año 1995 del Pacto de Toledo, consensuado por la totalidad de las fuerzas políticas, la realidad social y económica del Estado español ha experimentado ciertos cambios que, sin duda, han tenido como trasfondo los objetivos que se aprobaron en aquél momento. En el caso español, en concreto, ha mejorado substancialmente su endeudamiento interno hasta mostrar un grado de saneamiento de las cuentas públicas muy respetable. Al mismo tiempo los objetivos de incorporación a la UE y 1a orientación de la política económica y presupuestaria, a fin de entrar en el primer grupo de países, permitió reconducir substancialmente las finanzas públicas españolas posicionando los niveles de deuda cercanos al 60% establecido en el Tratado de Maastricht, situar el nivel de déficit por debajo del 3% del PIB y rebajar las tasas de inflación y reducir consecuentemente los tipos de interés, históricamente muy elevados en España.

La voluntad de todas las fuerzas para abordar políticas dirigidas al sostenimiento de las finanzas públicas y a la estabilidad del sistema, ha permitido que, ante la revisión de las directrices que se marcaron el año 1995, el punto de partida sea mejor que el existente en aquél momento.

Esta coyuntura más favorable y la consecución de políticas adecuadas han permitido no solamente contar con unas finanzas públicas saneadas, sino también dotar el Fondo de Reserva para el Sostenimiento de las Pensiones que contemplaba el Pacto de Toledo. En el momento presente la dotación del citado Fondo ha superado ya la total prevista para el año 2004.

No dejaremos de subrayar como la capacidad de crecimiento económico, las mayores posibilidades de generación de riqueza y el aumento de la ocupación son los principales factores de soporte de la Seguridad Social y del sistema de protección social en general, y es por ello por lo que el mantenimiento y la mejora del sistema de protección social exige como condición necesaria la existencia de un crecimiento económico sostenido.

El contexto en el que deberán desarrollarse esa mejora del Sistema implica tener en cuenta el comportamiento de unas variables, tanto externas como de índole interno, que afectan a la financiación de la Seguridad Social. Entre las primeras destacan la evolución demográfica, la ocupación, la tasa de actividad, la inmigración y el modelo de familia. Respecto a las variables de carácter interno que afectan al sistema de la Seguridad Social destacan el necesario incremento de la protección social en España derivada de la baja situación de partida o el carácter anticíclico del gasto social.

La capacidad de continua adaptación y adecuación de la Seguridad Social es un factor muy importante para toda sociedad desarrollada. Hemos entrado en el siglo XXI desde un sistema de protección social que debe garantizar la coexistencia armónica entre el deseable

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crecimiento económico, con su traslado en la creación de puestos de trabajo, y una protección social adecuada, los ejes que mejor definen a las sociedades europeas más avanzadas. 1. SEPARACIÓN Y CLARIFICACIÓN DE LAS FUENTES DE FINANCIACIÓN.

La Comisión constata el avance producido en la separación de las fuentes de financiación en los términos previstos en la recomendación realizada en 1995, y estima alcanzado el objetivo de financiar íntegramente con cargo a los PGE las prestaciones no contributivas; la totalidad de los servicios sociales, las prestaciones familiares y la asistencia sanitaria.

La Comisión reitera el mandato de que la financiación de las prestaciones de

naturaleza contributiva dependerá básicamente de las cotizaciones sociales, y que la financiación de las prestaciones no contributivas y universales se efectuará exclusivamente a través de la imposición general.

La Comisión constata la delimitación definitiva de los complementos a mínimos como de naturaleza no contributiva, y por ello insta a su asunción por parte de los PGE, en las anualidades que se determinen, de forma progresiva hasta su culminación efectiva.

Las cotizaciones sociales deberán garantizar la cobertura de las prestaciones contributivas. Todo acuerdo destinado a incrementar las prestaciones o a reducir las cotizaciones deberá venir acompañado de un estudio. de viabilidad que garantice, a medio y largo plazo, la sostenibilidad del Sistema.

En caso de producirse insuficiencias del sistema de financiación contributiva con cargo a cotizaciones, se adoptarán las medidas de racionalización del Sistema que garanticen su suficiencia. En determinados servicios de asistencia social podrá preverse la contribución de los usuarios a su financiación. La Comisión insta a clarificar, a la mayor brevedad, el balance económico-patrimonial entre el Estado y la Seguridad Social, de forma tal que no se generen efectos negativos sobre el equilibrio presupuestario del Estado. Estamos en desacuerdo con las conclusiones que ahí se reflejan. Si bien la sanidad, los Servicios Sociales y las prestaciones familiares se financian con recursos públicos, ello ha sido a costa de retirar todas las aportaciones públicas a la financiación del INEM.

• En nuestra opinión, debería llegarse al compromiso de que, al menos, las políticas activas y ciertas prestaciones de evidente carácter asistencial (p.e., subsidios para emigrantes retornados, etc.) del INEM sean financiados mediante recursos fiscales.

En el párrafo tercero se constata la delimitación definitiva de los complementos a mínimos como de naturaleza no contributiva e insta a que se financie por parte de los PGE en las anualidades que se determinen. Tal párrafo es innecesario, salvo que se determine que la financiación definitiva con recursos públicos acorte el plazo acordado (3 legislaturas) en el Acuerdo de Pensiones, de 9 de abril de 2001, firmado por el Gobierno, CEOE-CEPYME y CCOO.

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• Para la UGT, es prioritario que los complementos de mínimos se financien completamente con recursos públicos en un periodo bastante menor al acordado en 2001.

No estamos de acuerdo con la redacción del párrafo 5º de este capítulo. Se dice ahí que en caso de insuficiencias en el sistema de financiación contributivo se adaptarán medidas para “racionalizar” el sistema. Tal y como está redactado se entiende que la racionalización se hace sobre el gasto, para recortarlo.

• En opinión de la UGT, antes que proceder a “racionalizar” el gasto hay que arbitrar medidas para incrementar los ingresos, fundamentalmente por la vía de nuevas fuentes de financiación

En el mismo párrafo se dice que “en determinados servicios de asistencia social” se podrá prever la contribución del usuario a su financiación. Hay que señalar, en primer lugar, que además de la indeterminación sobre cuáles son los servicios de los que se trata, la Seguridad Social, desde hace muchos años, ha abandonado la “asistencia social” al entender que es competencia exclusiva de las Comunidades Autónomas. En segundo lugar, hay que señalar que, aparte de la imprecisión terminológica1, resulta muy extraño que, sin saber de qué servicios se trata, ya se piense en cobrarlos.

• En opinión de la UGT, es ésta una cuestión importante. Desde hace tiempo venimos defendiendo una norma estatal o de armonización que dé cierta coherencia a los Servicios Sociales que gestionan las CCAA. Hay que recordar, además, que las CCAA no tienen competencia exclusiva en esta materia puesto que la Seguridad Social extiende también su acción a los Servicios Sociales2 (artículos 38.1.e y 53 de la LGSS), ni el Estado puede abdicar de su obligación de armonizar las disposiciones de las Comunidades Autónomas en materia de Servicios Sociales, habida cuenta de las competencias que la Constitución Española le atribuye (artículo 150.3 de la CE). La cuestión de los Servicios Sociales (y no exclusivamente la contribución del usuario a su financiación), representa una materia de avance necesario en la protección social. (Sobre esta cuestión volveremos más adelante en el capítulo de Dependencia).

En el último párrafo se insta a clarificar el balance económico-patrimonial entre el Estado y la Seguridad Social, lo cual remite, indudablemente, al problema de los préstamos, indebidos, del Estado a la Seguridad Social. Es ésta una cuestión que no debiera despacharse con una declaración de intenciones. En primer lugar, porque el próximo año habría que empezar a pagar los préstamos. En segundo lugar, porque alguna de las soluciones que se barajan para cancelar dicha deuda, como el traspaso de la titularidad de las instalaciones sanitarias de la Seguridad Social al Estado, no parece una solución aceptable. 1 Hubiese sido más acertado hablar de “Servicios Sociales”. 2 Asimismo, la LGSS en sus artículos 38.2, 55 y 56 faculta a la Seguridad Social a conceder prestaciones complementarias (“servicios y auxilios económicos”) de “asistencia social”.

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2. MANTENIMIENTO DEL PODER ADQUISITIVO DE LAS PENSIONES.

La Comisión defiende el mantenimiento del poder adquisitivo de los pensionistas, garantizado por ley, el cual debe ser preservado mediante la adopción de medidas que garanticen el equilibrio financiero del Sistema en el futuro.

Asimismo, deberá garantizarse que las ganancias de poder adquisitivo que puedan derivarse como consecuencia de una inflación real inferior a la prevista se consoliden con carácter permanente en las pensiones, evitando la corrección a la baja cuando existan mejoras de poder adquisitivo derivadas del comportamiento de los precios. No aporta nada nuevo, pues el mantenimiento del poder adquisitivo ya se contemplaba en el Pacto de Toledo y en el Acuerdo de 1996.

• Garantizado el poder adquisitivo de las pensiones, podría ser conveniente proponer una modificación legal en el sentido de que las pensiones mínimas, en cualquiera de sus modalidades, puedan incrementarse por encima del IPC, condicionándolo, por ejemplo, a la mejora de la situación económica.

3. FONDO DE RESERVA.

La Comisión constata que el equilibrio presupuestario de la Seguridad Social se configura como uno de los elementos básicos de garantía de la pervivencia del Sistema. En ese sentido, la constitución del Fondo de Reserva de la Seguridad Social ha supuesto un factor de estabilidad del Sistema que otorga capacidad de actuación en fases bajas de ciclo económico sin necesidad de instrumentar reducciones de prestaciones o incrementos de cotizaciones.

La Comisión establece que, una vez superado el objetivo de haber dotado al Fondo con una cuantía equivalente a una mensualidad ordinaria del total del pago de prestaciones periódicas que realiza la Tesorería General de la Seguridad Social, incluyendo el prorrateo de las pagas extraordinarias, los excedentes que se produzcan, en su caso, deberán ser destinados fundamentalmente a seguir dotando dicho Fondo de Reserva, sin límite alguno y, en todo caso, teniendo en cuenta la situación social y económica.

La propuesta aquí es que el Fondo de Reserva no tenga límite alguno, criterio que ya expuso UGT con ocasión del Acuerdo de abril de 2001 y cuya limitación a un billón de pesetas fue uno de los motivos, aunque no el principal, para el rechazo del mismo. Analizada de forma específica, la recomendación apenas tiene trascendencia, salvo la de corregir el Acuerdo de 2001. Y es que el Fondo de Reserva depende estrechamente de otro compromiso mucho más importante, cual es el de dilatar en tres legislaturas la financiación pública de los complementos de mínimos. Ese amplio período de tiempo para financiar los complementos de mínimos, ha dado un enorme respiro al Gobierno para así cumplir los compromisos de reducir el déficit público, pero con cargo a la Seguridad Social, y además proceder a la reducción de los impuestos por dos veces consecutivas. Era y es opinión de la UGT que si la financiación con recursos públicos de los complementos de mínimos se hiciese en menos tiempo, los excedentes de la Seguridad Social serían mucho mayores, lo que permitiría aumentar el Fondo además de mejorar las prestaciones.

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• Debiera vincularse la dotación del Fondo de Reserva con la

recomendación de que la financiación de los complementos de mínimos con recursos públicos se haga en mucho menor tiempo.

4. FINANCIACIÓN, SIMPLIFICACIÓN E INTEGRACIÓN DE REGÍMENES ESPECIALES.

La Comisión constata que se ha tendido a la aproximación de las cotizaciones de determinados Regímenes Especiales respecto de los niveles de protección que en la actualidad disfrutan.

La Comisión considera oportuno continuar con la labor iniciada a los efectos de establecer una protección social equiparable entre los diferentes Regímenes. Esta equiparación deberá realizarse teniendo en cuenta las peculiaridades de los colectivos a quienes va dirigida, y con el fin de superar las desigualdades que pudiesen subsistir. Sin olvidar la adecuada correspondencia que debe existir entre la aportación contributiva y el nivel de acción protectora dispensada.

Asimismo, la Comisión estima que debe impulsarse la labor de simplificación de regímenes en orden a la existencia futura de dos grandes regímenes en el que queden encuadrados, por un lado, los trabajadores por cuenta ajena y, por otro lado, los trabajadores por cuenta propia.

Ahora bien, con anterioridad a dicho proceso de simplificación, la Comisión considera necesario impulsar un análisis exhaustivo de la situación actual de los Regímenes Especiales Agrario y del Mar y de los sectores económicos en ellos protegidos.

En relación al específico colectivo de autónomos, la Comisión constata los avances realizados en el proceso de mejora, racionalización y equiparación de los trabajadores autónomos a las características del Régimen General e insta a seguir avanzando en este sentido. No estamos de acuerdo en que se haya progresado en este punto concreto. El Pacto de Toledo en su 4ª recomendación viene a favorecer la homogeneización a medio o largo plazo de la protección y del esfuerzo contributivo en los regímenes especiales, orientación que se asume en el Acuerdo de pensiones de 9 de octubre de 1996, si bien recomendando la aproximación gradual de cotizaciones y prestaciones y, sobre todo, la elaboración estudios y análisis para evaluar las repercusiones de esas medidas. Que sepamos tales estudios prometidos hace 7 años no se han presentado públicamente. Ahora se vuelve a decir que se impulsará un análisis exhaustivo de la situación de los regímenes agrario y del mar. ¿Otros 7 años más?. La redacción de este punto no aporta ninguna novedad sobre lo acordado por el Gobierno en 2001 con CCOO y CEOE (punto VII del Acuerdo). El Real Decreto-Ley 2/2003, de 25 de abril, de medidas para la reforma económica, expone con toda crudeza lo que el Gobierno entiende por homologación o convergencia: la elevación de las cotizaciones de los autónomos agrarios en un 80%. La protesta de las organizaciones agrarias ha conducido, primero, a una “corrección de errores” que mitiga el sobreesfuerzo de cotización en los dos próximos años de los autónomos agrarios y, segundo, a prometer a dichas organizaciones que estos trabajadores podrán optar por el viejo sistema o por el nuevo. Si lamentable ha sido la actitud del Gobierno, no es menor

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la de los firmantes del Acuerdo que no han levantado la voz para desaprobar la forma y el fondo de estas medidas. La UGT constata que, pese al compromiso de avanzar en el establecimiento de una protección social equiparable en los distintos regímenes, no se ha producido mejora alguna en el régimen de Empleados del Hogar.

• Reivindicamos, al respecto, un estudio exhaustivo sobre este régimen y sobre sus principales carencias en materia protectora.

Por lo que se refiere a la convergencia y mejora de la protección de los trabajadores autónomos, la UGT ha señalado recientemente:

4.1. Sobre la cobertura voluntaria de las contingencias profesionales. La UGT hubiese deseado debatir esta crucial cuestión, con estudios sobre costes e incidencia sobre el gasto total, etc. Mal se puede hablar de una convergencia en la cobertura de estas contingencias con los trabajadores por cuenta ajena cuando dicha cobertura es voluntaria para los trabajadores autónomos del RETA, lo que supone una anomalía en un sistema público que debe basarse en la solidaridad, en la unidad y en la cobertura obligatoria. A más abundamiento, esa voluntariedad contrasta con la cobertura obligatoria de las contingencias profesionales para los otros dos colectivos de trabajadores autónomos, los del campo y los del mar.

4.2.Sobre la homologación de prestaciones por contingencias profesionales. Siendo el esfuerzo contributivo en la cotización por contingencias profesionales idéntico al del Régimen General, resulta improcedente: 1º) que se excluya el accidente in itinere; 2º) que tampoco tengan derecho a las prestaciones de Incapacidad Permanente Parcial, y 3º) que las prestaciones de IT por contingencias profesionales sean idénticas, salvo la fecha desde que éstas empiezan a percibirse, a las de IT por contingencias comunes.

4.3.Sobre las tarifas de accidentes. El esfuerzo de cotización de los trabajadores autónomos para la cobertura de las contingencias profesionales varía entre el 1,20% y 8,95%, lo que supone que para algunos colectivos, especialmente aquéllos con mayor riesgo, el esfuerzo contributivo se sitúe en el 37 o 39%. En nuestra opinión, hubiera sido preferible una prima fija, al igual que los autónomos del campo, o prima promedio de las diferentes actividades por cuenta propia, lo cual redundaría en una mayor solidaridad, minorando así la presión contributiva en los colectivos de mayor riesgo, que no son, precisamente, los de mayor renta. A la vista de las limitadas mejoras que el trabajador autónomo puede alcanzar y el mayor esfuerzo de cotización a realizar, cabe deducir que serán poquísimos los trabajadores por cuenta propia que opten por la cobertura de estas contingencias.

4.4.Extensión a los trabajadores por cuenta propia de la Incapacidad

Permanente Total Cualificada. Esta extensión de la protección a los trabajadores autónomos, tradicional demanda de la UGT, se ve empañada, en primer lugar, porque no es retroactiva ya que sólo se aplica a las situaciones de Incapacidad Permanente que se causen

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a partir del 1º de enero de 2003. Es decir, ni siquiera se reconoce a aquellos trabajadores que cumplan dicha edad de 55 años en la fecha indicada que con anterioridad a dicha fecha ya tuviesen reconocida la citada prestación. En segundo lugar, porque las reglas de incompatibilidad que aplica son más drásticas que para la pensión de jubilación ya que en esta se permite al trabajador autónomo compatibilizar la pensión con la titularidad del negocio, aunque no con el trabajo sea por cuenta ajena o propia. Creemos que aquí se tendría que haber sido algo más flexibles.

4.5.Ampliación de la protección de IT para los trabajadores por cuenta

propia. Esta ha sido sin duda una de las demandas más importantes, y de mayor trascendencia económica, de este colectivo de trabajadores. No obstante, quienes quieran optar por la cobertura de la IT habrán de soportar un incremento de un punto y medio en la cotización, que no se justifica en parte alguna.

Esa ampliación en la protección, voluntaria, de la IT se acompaña de una medida en la gestión y control de la prestación que la UGT rechaza plenamente, en concreto la posibilidad de que los facultativos de las Mutuas de Accidentes puedan conceder el alta a efectos económicos.

Curiosa y lamentablemente no se dice nada acerca del régimen de funcionarios o de Clases Pasivas, uno de los más lamentables olvidos del Pacto de Toledo.

• En opinión de la UGT, en lo inmediato, sería preciso que la Comisión exigiera un estudio sobre las pensiones de los funcionarios, puesto que no se conocen ni se publican datos sobre pensiones medias, financiación, etc.

5. COTIZACIONES ORIENTADAS AL EMPLEO

La Comisión constata que las políticas de bonificaciones y exoneraciones de cotizaciones sociales se han convertido en un instrumento útil para favorecer la incorporación o permanencia en el mercado de trabajo de ciudadanos y ciudadanas con especiales dificultades de acceso o en situaciones de riesgo de expulsión del mismo. Dichas políticas de bonificaciones deben tener en cuenta las posibilidades existentes en cada momento derivadas de la situación financiera del Sistema.

La Comisión entiende que es necesario reforzar las medidas de apoyo a la integración laboral de la mujer, con el objetivo de incrementar sus tasas de actividad, y equipararlas a la media europea.

De igual modo, es conveniente intensificar el apoyo a los trabajadores de mayor edad, limitando el recurso a las prejubilaciones y desincentivando el abandono prematuro de la vida laboral, y todo ello en aras a conseguir la prolongación voluntaria de la vida laboral más allá de la edad legal de jubilación. La Comisión aboga por que las nuevas iniciativas que se instrumenten en las cotizaciones sociales consideren el estimulo de la contratación estable e indefinida. Es difícil constatar que las bonificaciones y reducciones de cuotas hayan servido para crear empleo, al menos con el énfasis que le atribuye el Gobierno. A pesar de la

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generosidad de los recursos destinados a este fin en los últimos años, resulta sorprendente no se hayan evaluado sus resultados. Existe un cierto convencimiento de que buena parte de estas subvenciones se dirigen a puestos de trabajo que se cubrirían de todas formas.

• La UGT es partidaria de que antes de proceder a establecer nuevas subvenciones o seguir manteniendo las existentes, se proceda a evaluar los resultados.

Sobra en este apartado las referencias a la limitación de las prejubilaciones y la desincentivación de las jubilaciones anticipadas, pues poco tiene que ver con las cotizaciones sociales. En todo caso manifestamos nuestra oposición a la forma de financiar las bonificaciones a los trabajadores de más de 60 años y las exenciones de quienes a partir de los 65 y 35 cotizados deciden seguir trabajando. En el primer caso es el INEM quien corre con la financiación, a costa de una menor protección de los parados, en el segundo es la propia Seguridad Social la que deja de recaudar.

• Como ya hemos reiterado en diversas ocasiones, especialmente a partir del Acuerdo de 2001, estas subvenciones suponen un clara vulneración de la recomendación primera del Pacto de Toledo. Proponemos, por tanto, la recuperación de aquella recomendación, que no por casualidad figuraba en primer lugar, con el fin de que esas subvenciones se financien mediante recursos fiscales.

6. MEJORA DE LAS BASES DE COTIZACIÓN.

La Comisión constata que se ha alcanzado el objetivo fijado en 1995, consistente en la existencia de un único tope máximo de cotización para todas las categorías laborales. Esta unificación, al abundar en la línea de mejora de la relación entre el salario real y las bases de cotización y al implicar con el tiempo una mejora en las prestaciones que se recibirán, se considera positiva.

En este sentido, se alienta a estudiar la situación de aquellos regímenes en los cuales la cotización mayoritaria sigue efectuándose sobre bases mínimas, al considerar conveniente trasladar a la sociedad que una mejora progresiva de las bases de cotización, con la finalidad de que las pensiones causadas sean adecuadas y suficientes, es una tendencia deseable en el futuro.

Asimismo, la Comisión considera conveniente que también se proceda al estudio de la situación actual con el fin de adecuar las bases de cotización a los salarios realmente percibidos. Si bien se ha alcanzado el objetivo de que sólo exista un tope máximo de cotización, el compromiso del Pacto de Toledo, recomendación tercera, decía que “Las bases de cotización deberán coincidir en todos los grupos plenamente con los salarios reales.......”. El segundo párrafo habla de convencer a la sociedad de que una elevación de las bases de cotización en ciertos regímenes especiales es bueno, porque se causarán mejores pensiones en el futuro. Se vuelve a repetir aquí otra vez la recomendación de convergencia de regímenes especiales, tanto en prestaciones como en cotizaciones. Es

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de suponer que tal convencimiento no será por medio de Reales Decretos Leyes como el anteriormente comentado.

• La UGT apoya toda medida que proceda a equiparar la cotización a los salarios efectivamente percibidos, con independencia de que la pensión máxima esté topada. Resulta extremadamente contradictorio en un sistema público que el esfuerzo que realizan los trabajadores con menor salario sea, proporcionalmente, mayor que los de salarios altos por el efecto del tope de cotización. Pero, a más abundamiento, si un trabajador con salarios altos dedica una parte de sus ingresos a un fondo privado, el tratamiento fiscal que recibe es bastante más favorable que para un trabajador con rentas bajas. En nuestra opinión, en este punto, ligado con el de fomento de las pensiones complementarias, sería precisa una reconsideración del tratamiento fiscal de las aportaciones a los fondos privados.

• La UGT entiende que se deben analizar y estudiar las cotizaciones de los nuevos contratos de trabajo, así como el efecto de la precariedad creciente del mercado de trabajo en los ingresos de la Seguridad Social3.

7. POLÍTICAS ECONÓMICAS Y PRESUPUESTARIAS ORIENTADAS A LA ESTABILIDAD, AL CRECIMIENTO Y A LA MEJORA DEL GASTO SOCIAL, SOSTENIBILIDAD FINANCIERA DEL SISTEMA.

La salud financiera del sistema de pensiones está profundamente relacionada con la estabilidad y el crecimiento económicos. El logro de los objetivos económicos de déficit público, deuda e inflación, deben ser prioritarios en la fijación de nuestras políticas económicas y presupuestarias al propiciar:

- Un crecimiento económico sólido y sostenible. - Un traslado de dicho crecimiento económico al crecimiento de las tasas de empleo, lo

que equivale a una mayor y más estable incorporación al mercado de trabajo de mujeres, jóvenes y, trabajadores mayores de 50 años.

- Lograr que las tasas de ocupación general, de mujeres, de jóvenes y de mayores de 50 años superen los objetivos fijados por la Unión Europea en el proceso de Lisboa.

- La posibilidad de crear oportunidades para aquellos segmentos de población menos integrados, evitando situaciones de posible marginalidad.

- Neutralizar los efectos negativos que se derivan del fenómeno del envejecimiento de nuestra sociedad y el riesgo que supondrá este hecho de cara a la sostenibilidad del sistema público de pensiones y de nuestro modelo de protección social.

La Comisión recuerda los objetivos fijados en el Consejo de Lisboa del año 2000 tendentes a conseguir en el año 2010 una Europa estable, competitiva y socialmente cohesionada; para lograr estas metas se considera necesario la mejora de las políticas sociales y de aquéllas orientadas a la mejora del Estado del Bienestar, conocido como modelo social europeo. Capítulo absolutamente reiterativo que no aporta nada nuevo.

3 A pesar de reiterar mes a mes en las Comisiones Ejecutivas del INSS la petición de esta información por Comunidades Autónomas así como información detallada sobre bases medias de cotización, tipo de contratos, jornada, etc del conjunto de afiliados, la Seguridad SE NIEGA a aportar estos datos a pesar de que existen y están disponibles, peno únicamente como información restringida.

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B) GESTIÓN Y MODERNIZACIÓN SISTEMA. MARCO GENERAL (pág. 72 en adelante)

La primera recomendación del Pacto de Toledo, "Separación y clarificación de las fuentes de financiación", ha sido, sin duda, una de las claves del nuevo modelo instaurado, y seguramente, uno de los aspectos que más ha evolucionado desde entonces.

El Pacto de Toledo especificaba claramente la voluntad de que la financiación de las prestaciones contributivas se efectuara mediante las cotizaciones sociales y que la financiación de las prestaciones de carácter no contributivo se efectuara, de manera exclusiva, con cargo a los Presupuestos Generales del Estado.

A lo largo de los últimos años se ha avanzado de forma importante hacia la separación de fuentes de financiación del sistema de la Seguridad Social. Desde 1999, y después de un proceso progresivo iniciado en 1996, se financian a través de los impuestos y del presupuesto general del Estado: la totalidad de la asistencia sanitaria, las pensiones no contributivas, las prestaciones por hijo a cargo en su modalidad no contributiva 'y las destinadas a personas con discapacidad. El Estado ha asumido, de forma progresiva, un gasto anual superior a seis mil millones de euros (mas de un billón de pesetas) destinado a financiar partidas que anteriormente se financiaban a través de cotizaciones sociales.

Se ha acelerado un proceso de racionalización y de mejora en la gestión acompañado por una modernización del sistema, adaptándolo a las nuevas necesidades e incorporando las nuevas tecnologías así como mejorando el servicio al ciudadano.

Los cambios en nuestra sociedad en los últimos años han sido substanciales: cambios en el modelo de familia, en las relaciones familiares, en el papel de la mujer en la sociedad o en las formas de relación laboral. Estos cambios son, en definitiva, cambios que afectan a toda la sociedad y a sus propias estructuras. Una sociedad marcada por fenómenos como el del envejecimiento o la inmigración.

La eficacia gestora del sistema de la Seguridad Social, a través de una integración orgánica de las funciones básicas del sistema de la Seguridad Social como son la del reconocimiento de las prestaciones económicas y la de afiliación y recaudación, ha de evidenciar la necesaria adaptación del sistema de protección social.

Reitera las mismas ideas repetidas otras veces. No estamos de acuerdo con la tesis principal: esto es, que la salud financiera del sistema de pensiones se supedite a los objetivos económicos de déficit, deuda e inflación. Evidentemente, estos indicadores deben tenerse en cuenta, pero no hasta tal punto de que la protección social se supedite totalmente a ellos. La mejora de la protección social debe constituirse como un objetivo autónomo, eso sí, coordinado –que no supeditado- con los objetivos de la política económica. Se repite el cumplimiento de la primera recomendación del Pacto de Toledo, que poco tiene que ver con el enunciado de este capítulo. Reiteramos otra vez que no es cierto que se haya cumplido con aquella recomendación, habida cuenta de que un volumen importante de gasto, las viejas y nuevas subvenciones al empleo, se financian con las cotizaciones sociales al INEM. Además, el Estado ha dejado de aportar un solo euro a la financiación de ese Instituto. Haciendo honor al título de este capítulo, aquí sería una buena oportunidad para plantear una mayor participación de los agentes sociales en el control de la gestión. Desde el Acuerdo de 1996, la participación institucional, reglada, se ha ido diluyendo a favor de

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la participación política, esto es, la que surge de la firma de acuerdos con el Gobierno, lo cual supone una enorme limitación de la participación legalmente reconocida, además de excluir de esa participación a los no firmantes de los acuerdos.

• La mayor implicación que se pide a los agentes sociales para “modernizar” la Seguridad Social debe corresponderse con una mayor participación de los agentes sociales en el control de la gestión de la Seguridad Social en las distintas entidades gestoras. Se podrían plantear al respecto varias propuestas que deberían ser objeto de debate, entre otras: elección de los Directores Generales por los Consejos Generales, aprobación por ese mismo órgano de determinadas partidas de gasto (campañas informativas, adquisición de material, etc.) o de externalización de servicios, etc.

1. MODERNIZACIÓN E INFORMACIÓN AL CIUDADANO

Es preciso seguir adoptando medidas dirigidas a la mejora de la gestión. En este sentido, se debe realizar un esfuerzo en orden a que se produzca una profundización sobre las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la información, de cara a conseguir una gestión de carácter integral del Sistema de Seguridad Social.

Por otra parte, se debe intensificar la labor de puesta en conocimiento de los ciudadanos de sus derechos y obligaciones en materia de Seguridad Social. También debe informarse de las distintas fórmulas de ahorro y previsión existentes y del régimen aplicable a las mismas, al objeto de contribuir a la información y a la concienciación del ciudadano respecto a un más adecuado uso de esas fórmulas.

La Comisión considera un elemento relevante que el ciudadano pueda acceder a información comprensible y fiable acerca de las perspectivas a largo plazo de su sistema. de protección social, y, en especial, de las prestaciones sociales a las que puede aspirar en sus diferentes circunstancias.

La Comisión se reafirma en la necesidad de continuar con las mejoras realizadas en beneficio de la eficacia del sistema respecto a las funciones de afiliación, recaudación y de gestión de prestaciones, al objeto de facilitar nuevos avances en estos ámbitos. Si algo caracteriza la gestión de la Seguridad Social en los últimos años, es el derroche de cantidades ingentes de recursos públicos –las cotizaciones sociales- para hacer campañas de publicidad y exaltación de la labor del gobierno. Las recientes campañas de información sobre la revalorización de pensiones para 2003, o para explicar las mejoras en la acción protectora de los trabajadores autónomos, etc., han sobrepasado con creces los límites de lo social y políticamente tolerable.

• Habría que proponer, en este sentido, que toda campaña de información a los ciudadanos, así como el contenido y presupuesto de la misma, fuera aprobado por los Consejos Generales.

Por lo demás resultan incomprensibles algunas de las recomendaciones que se hacen en este capítulo. En el segundo párrafo se dice que se debe informar (¿por parte de quién?, ¿de la Seguridad Social?) acerca de las “distintas fórmulas de ahorro y previsión existentes”, lo que remite evidentemente a los fondos privados de pensiones, que hay que recordarlo NO FORMAN PARTE DE LA SEGURIDAD SOCIAL. Resulta

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sorprendente que se pretenda informar sobre las pensiones complementarias cuando la ciudadanía en general tiene un escaso conocimiento de las prestaciones al estar modificándose continuamente su regulación. El párrafo tercero, del que se puede compartir su motivación, señala que es relevante que los ciudadanos conozcan las “perspectivas a largo plazo” del sistema de protección social. La pregunta es obvia ¿quién o quiénes deben hacer esos estudios?, ¿se someterán a las consideraciones y refrendo de los agentes sociales?. 2. SOBRE EL CARÁCTER CONTRIBUTIVO DEL SISTEMA

La Comisión se reafirma en la idea de que es preciso seguir reforzando el principio de contributividad, de forma que las prestaciones guarden una mayor proporcionalidad con el esfuerzo de cotización realizado.

Es un hecho que las carreras de cotización de los trabajadores que accederán en un futuro cercano á la pensión de jubilación en poco se parecerán a las tradicionales carreras de aseguramiento de los ya jubilados, en las que, generalmente, los mejores años de cotización se producían en fechas cercanas al acceso a la pensión de jubilación. Hoy en día ya no es necesariamente así, pudiendo afirmarse que, incluso, en numerosos supuestos, esos últimos años son, precisamente, los años en los que se cotizó por una menor cuantía.

Por ello, el actual parece un momento oportuno para seguir avanzando en el refuerzo del principio de contributividad, con el objetivo de lograr una mayor proporcionalidad entre las pensiones y el esfuerzo de cotización realizado. Y por ello la Comisión considera oportuno, y como continuación a la labor iniciada en 1985 y prolongada en, 1997, la implantación de un sistema que, de forma gradual, tenga en cuenta todo esfuerzo de cotización para el cálculo de las pensiones. Aquí la propuesta es bien conocida: reforzar el principio de contributividad aumentando el número de años para el cálculo de las pensiones, lo que comportaría evidentemente, un recorte en las mismas y, por tanto, una fuerte reducción del gasto. No hay ninguna otra propuesta.

• La UGT propone que para el cálculo de las pensiones se sigan considerando 15 años pudiendo el trabajador elegir los períodos para el cálculo de la pensión.

El concepto de contributividad se viene utilizando de forma interesada. Contributividad sí para recortar las pensiones, pero no para mejorarlas. A título de ejemplo, no existe contributividad para quien ha cotizado 10, 12 o 14 años, pues no tendría derecho a la pensión. Tampoco existe una contributividad estricta para quien se jubila anticipadamente, pues los coeficientes reductores que se aplican son superiores a los que actuarialmente correspondería.

• Respecto a quienes han cotizado menos de 15 años cabría hacer una propuesta del siguiente tenor: a todos aquellos que hayan cotizado, por ejemplo más de 8 o 10 años se les abonaría la pensión no contributiva incrementada en una cuantía, a determinar, en relación al número de años cotizados no pudiendo sobrepasar con 14 años cotizados el importe

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de la pensión mínima contributiva establecida para quienes hayan cotizado más de 15 años.

La noción de contributividad ha arrinconado otra noción, la solidaridad, que es la base de los sistemas de reparto. En la mayoría de los países la solidaridad se traduce generalmente en el reconocimiento de ciertos períodos de inactividad como cotizados. Es el caso lógico de los períodos de enfermedad, de desempleo, etc. Pero también de otros períodos como es el caso del servicio militar, de los períodos de estudios, del cuidado de hijos y ancianos, etc. La ampliación del período de cálculo de la base reguladora de 8 a 15 años no se acompañó en España de ninguna medida al respecto.

• En este capítulo la UGT podría proponer: 1º) ampliar a tres años (en la actualidad sólo es uno) el periodo considerado como cotizado por excedencia por el cuidado de hijos; 2º) considerar como cotizados los períodos de cuidado de un familiar enfermo o discapacitado (personas dependientes); 3º) estudiar la posibilidad de que el cuidado de hijos se bonifique con un número determinado de años, se haya trabajado con anterioridad o no.

3. EDAD DE JUBILACIÓN

La Comisión constata que se ha logrado un gran avance en esta materia mediante la

implantación de un sistema de jubilación gradual y flexible llevado a cabo a través del Real Decreto-Ley 16/2002, que tras la pertinente tramitación parlamentaria, dio lugar a la Ley 35/2002.

Son indudables los efectos beneficiosos que se derivan de la permanencia en el mercado de trabajo de los trabajadores de más edad, teniendo en cuenta que esta permanencia repercute en la propia autoestima del trabajador, tiene efectos positivos sobre el sistema de pensiones y, de modo más general, presenta indudables ventajas para el conjunto de la sociedad que, de esta forma, puede aprovechar la experiencia y los conocimientos de estos trabajadores.

Esta circunstancia ha sido puesta de relieve por diversos órganos de la Unión Europea que abogan por elevar la edad media de jubilación, y si bien España se encuentra muy cerca de los objetivos fijados en este sentido por el ámbito comunitario, hay que continuar por el camino ya iniciado a los efectos de conseguir el objetivo consistente en que la edad real de jubilación se aproxime, cada vez más, a la edad legal de jubilación.

Es, por tanto, necesario seguir adoptando medidas en este sentido con la finalidad , por un lado, de fomentar la prolongación de la actividad laboral de aquellos que opten por mantenerse en el mercado de trabajo una vez alcanzada la edad a la que pueden acceder a la pensión de jubilación, y con la finalidad, por otro lado, de evitar la expulsión prematura del mercado de trabajo de trabajadores con plenas facultades físicas y psíquicas para continuar desarrollando su labor. Este punto, uno de los de mayor trascendencia, no aporta ninguna idea nueva. En su último párrafo no dicen cómo evitar la expulsión prematura del mercado de trabajo. En nuestra opinión ello sólo puede hacerse endureciendo y encareciendo el despido y no abaratándolo. La bonificación de cuotas empresariales por mantener trabajadores de más de 60 años, además de beneficiar indiscriminadamente a empresas que todas formas iban a seguir manteniendo a los trabajadores de edad en sus plantillas, no evita

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que las empresas sigan desprendiéndose con facilidad de trabajadores en plena edad productiva.

• La UGT propone que, así como se bonifica a las empresas por mantener a trabajadores de más de 60 años, se penalice (con incremento de cuotas –una especie de “bonus-malus”-), a las empresas que se desprenden de los trabajadores de edad.

La prejubilación y la jubilación anticipada han sido mal resueltas en el Acuerdo de 2001, tanto por los requisitos que se exigen como por la discriminación que inaugura entre trabajadores de grandes y pequeñas empresas.

• La UGT propone al respecto: 1º) el establecimiento de unos coeficientes reductores que sean actuarialmente neutrales; 2º) la puesta en marcha de algún dispositivo o fondo que atienda la protección de los trabadores de edad despedidos de forma individual; 3º) que se reconozca la jubilación anticipada como derecho voluntario.

A pesar de las peticiones de algunos colectivos (transportistas, etc.) de que se extiendan los beneficios de la jubilación anticipada sin coeficientes reductores por realizar labores penosas, el Ministerio de Trabajo se viene negando a aceptar estas lógicas peticiones. La Administración sólo entiende hacia arriba la flexibilidad de la edad de jubilación. A diferencia de otros países (Francia, Suiza, por ejemplo) los debates sobre la edad de jubilación están marginando una cuestión importantísima: las diferentes expectativas de vida según la clase social o el oficio desempeñado a lo largo de la vida. Diversos estudios en Europa (en España no parece interesar tanto esta cuestión), ponen de relieve esas diferencias, razón por la cual la realización de determinados oficios o el estado de salud del trabajador son determinantes para la jubilación antes de la edad legal.

• La U.G.T. propone se estudie detenidamente los colectivos a los que se debería facilitar la reducción de la edad de jubilación.

Se ha resaltado en algunos estudios que la experiencia demuestra que, cuando en un sistema se ponen trabas para el adelanto en la edad de jubilación o ésta se alarga, crece el número de personas que acceden a las pensiones de invalidez con motivo del deterioro de su salud. 4. PRESTACIONES DE VIUDEDAD Y ORFANDAD

La Comisión constata que mientras la protección por muerte y supervivencia ha experimentado notables mejoras en los últimos años (aumento de las pensiones mínimas aumento de la base reguladora), en paralelo, se ha producido un proceso de eliminación progresiva de los requisitos que condicionaban el acceso a la pensión de viudedad, que en la práctica han desvinculado la percepción de dicha prestación de a la existencia de una situación de necesidad merecedora de protección.

Añadamos a ello las disfunciones y contradicciones que se deducen de la aplicación de las normas reguladoras de la viudedad en caso de separación, nulidad o divorcio.

Todo ello nos lleva a plantear la conveniencia de que se realicen los estudios pertinentes en aras a una revisión general del esquema protector de la viudedad con el

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objetivo de garantizar a las personas viudas una cobertura suficiente de sus necesidades, sobre todo en el escenario del medio plazo en que el panorama actual cambiará profundamente, tanto en la generación por parte del viudo o viuda de derechos propios de prestación, como en lo relativo a la vinculación de estas prestaciones a situaciones de necesidad económica.

La Comisión se felicita de los últimos avances al haberse elevado de manera significativa el porcentaje de determinación de la pensión de viudedad, especialmente en aquellos supuestos que la pensión es la única fuente de ingresos. En relación a las prestaciones de orfandad, la Comisión constata los avances registrados en términos de mejora, de la regulación de dichas prestaciones desde la aplicación del Pacto de Toledo; no obstante, continua instando a avanzar, en mejoras en las pensiones de orfandad, especialmente en los casos en los que la cuantía de la prestación es muy reducida unidos a situaciones de falta de ingresos alternativos o ingresos relativamente bajos. No compartimos el optimismo del texto acerca del alcance de las mejoras habidas en el porcentaje de la base reguladora. La propuesta de que las pensiones de viudedad se vinculen a la situación económica es una cuestión largamente debatida pero nunca llevada a la práctica por su extraordinaria incidencia social y la carga emotiva que acompaña a estos colectivos. Una reforma de ese calado requeriría, inexcusablemente: 1º) un consenso social y político lo más amplio posible; 2º) un período transitorio generoso, de no menos de 20 años. Previamente a la discusión sobre la oportunidad o no de esa reforma sería pertinente:

• 1º) Que se regulase de una vez el derecho a las pensiones de viudedad en las parejas de hecho. 2º) Un regulación más coherente del reparto de las pensiones de viudedad en los casos de divorcio.

Cualquier reforma de las pensiones de viudedad en el sentido apuntado en esta recomendación, debe ser sumamente cuidadosa. En primer lugar, porque incompatibilizar, por ejemplo, la pensión con el trabajo o con la pensión de derecho propio (por ejemplo, de jubilación o incapacidad), no sería equitativo por los siguientes motivos. Primero, por cuanto las pensiones de jubilación de la mujer, generalmente, son muy inferiores a las de los hombres al tener lagunas importantes como consecuencia de alternar el trabajo con el cuidado de los hijos, por ejemplo. Segundo, porque mantener la pensión sólo para las que no trabajaron fuera de casa equivaldría a una subvención a favor de este tipo de reparto de funciones, financiada, por lo demás, por las parejas que cotizan por partida doble, pero que, curiosamente, no tendrían derecho a la pensión de viudedad.

• La UGT ha propuesto al respecto que se analice la posibilidad de considerar el reparto de cuotas, con carácter voluntario, entre los miembros de la pareja, es decir, considerar las cotizaciones realizadas durante la convivencia en común, como bienes gananciales.

Por lo que respecta a las pensiones de orfandad, nadie puede sentirse satisfecho ni con la cuantía de las pensiones mínimas ni tampoco con las consecuencias que sobre esta pensión tiene el no reconocimiento de las uniones de hecho.

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• Para la UGT las pensiones mínimas de orfandad deben incrementarse notablemente. Por otra parte deben reconocerse las uniones de hecho, puesto que, en caso de fallecimiento de los dos miembros de la pareja, como cualquiera de sus miembros no tienen derecho a la pensión de viudedad, no pueden transmitir un derecho que no tienen para incrementar la pensión del huérfano absoluto.

5. MECANISMOS DE RECAUDACIÓN

La Comisión constata los avances registrados en la reducción de la morosidad gracias a

las mejoras en los mecanismos de recaudación de las cuotas sociales, así como también constata las mejoras impulsadas en términos de control y coordinación de las actuaciones inspectoras.

Por ello se insta a continuar en las políticas de mejora de gestión orientadas a reducir los niveles de fraude en el ámbito de las prestaciones de incapacidad; por la vía de un mayor y mejor control en el acceso a las prestaciones, colaborando con otras entidades en el control de la incapacidad temporal. Respecto a las prestaciones por desempleo, las medidas podrían ir encaminadas a apoyar un necesario reciclaje profesional, a la implantación de un sistema de ayuda personal y al seguimiento de la situación del desempleado y a la mejora de las alternativas para la aceptación rápida de ofertas de reinserción laboral.

En esta misma línea, la Comisión alienta a que se potencie el sistema unificado de información y control de prestaciones, a que se incrementen las dotaciones del cuerpo de Inspectores de trabajo y Seguridad Social y a que se estudien medidas que aumenten la coordinación entre los distintos cuerpos de Inspección del Estado y, en último caso, a que se incrementen las sanciones en casos de fraude. Sorprende en este párrafo que, tras felicitarse por la reducción de la morosidad en la recaudación, se pase inmediatamente a hablar del fraude en las prestaciones sociales (Incapacidad Temporal, Desempleo,...). No parece apropiado que se fije la atención sobre unas determinadas modalidades de fraude, que por lo demás está plenamente controlado y en niveles comparativamente más bajos que en los de otras modalidades, como, por ejemplo, en materia de cotizaciones a la Seguridad Social. Tampoco estamos de acuerdo en este capítulo sobre “recaudación”, en que se aliente a una mayor colaboración con otras entidades en el control de la IT, es decir en las Mutuas de Accidentes.

• La UGT constata: 1º) que la recaudación de cuotas en vía ejecutiva no tiene buenos resultados y 2º) que no se quiere perseguir con la misma intensidad el fraude empresarial en la afiliación y en las cotizaciones.

Parecería más lógico que en un capítulo con tal enunciado se hiciesen propuestas para mejorar la recaudación de la Seguridad Social. No parece ser el caso.

• Hablando de Mutuas, la UGT propone que la Seguridad Social recaude mayores recursos por los capitales-coste que la Mutuas han de ingresar en caso de accidente o enfermedad profesionales. Dichos capitales-coste (o capitalización de toda la pensión para que la Seguridad Social pague posteriormente, y mes a mes, las pensiones), son escandalosamente inferiores a los que actuarialmente correspondería. Para el cálculo de ese capital se están utilizando tablas de esperanza de vida del año 1953,

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calculadas sobre muestras de población de los años 1930-40. Es decir, unas tablas con más de 60 años de antigüedad, lo que supone un traslado de costes desde las Mutuas a la Seguridad Social.

6. PRINCIPIOS DE SOLIDARIDAD Y GARANTÍA DE SUFICIENCIA.

La Comisión insta a incidir en los principios de solidaridad y garantía de suficiencia, en la medida en que la necesaria viabilidad financiera del Sistema a largo plazo lo permita, adoptando medidas como la elevación de la edad máxima de permanencia que da el derecho a recibir la pensión de orfandad, la mejora de las pensiones de viudedad en el caso de menores ingresos y en general de mejora de las pensiones más bajas del sistema contributivo.

En el ámbito de los pensionistas del SOVI, la Comisión insta a que se estudie la eliminación, en algunos casos, de la incompatibilidad entre la percepción de dicha pensión y la de viudedad, siempre que se cumplan los requisitos de viabilidad financiera mencionados con anterioridad. No aporta ninguna idea nueva o interesante salvo el estudio de la eliminación de la incompatibilidad entre la percepción de esa pensión y la de viudedad. Se viene a proponer la mejora de las pensiones de viudedad en el caso de menores ingresos, la elevación de la edad máxima de percepción de las pensiones de orfandad y la mejora de las pensiones más bajas “del sistema contributivo”.

• La UGT en relación a las pensiones mínimas podría proponer: 1º) la fijación de un nivel mínimo de pensiones (por ejemplo en relación a un determinado porcentaje de la renta), a alcanzar en un plazo determinado; 2º) el compromiso de que las mejoras alcanzarán también a las pensiones de carácter “no contributivo”.

Las pensiones del SOVI, por razones puramente vegetativas, tienen la característica de que se irán extinguiendo gradualmente. En la actualidad las perciben alrededor de 350.000 pensionistas, pero en un nivel de prestación de difícil sobrevivencia.

• La UGT propone que tales pensiones se equiparen con la pensión mínima general correspondiente a la de sin cónyuge a cargo y, lógicamente, puesto que se trata de un requisito para percibirlas, de mayores de 65 años.

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C) NUEVAS RECOMENDACIONES. MARCO GENERAL Las continuas reformas que se han llevado a cabo en el sistema de la Seguridad Social

han demostrado la conveniencia de ir adaptando el Sistema, no solamente al contexto económico de cada momento, sino también a los desafíos que se vislumbran y a la aparición de nuevas formas y necesidades sociales.

Sin lugar a dudas el siglo XXI comportará nuevos cambios o acelerará los que se iniciaron a finales del siglo pasado. Todo ello obligará a fijarnos nuevos retos que respondan a este nuevo marco social.

Son diversos los factores que obligarán a adaptar el modelo actual para garantizar la

viabilidad del Sistema de la Seguridad Social. Pero no se trata de romper con el modelo anterior, sino de garantizar que la protección social responde a la sociedad de cada momento.

El envejecimiento de la población española, que se vislumbra en las previsiones de los

organismos nacionales e internacionales para los próximos 50 años, supondrá una importante presión sobre la economía de los países desarrollados por el mayor gasto en pensiones públicas que conllevará. Actualmente, ya más de la mitad del gasto en protección social que efectúa el Estado español se dedica al pago de pensiones, por lo que un incremento en el porcentaje de personas mayores de 65 años tendrá un efecto directo sobre la evolución futura del gasto en pensiones.

Las reducidas tasas de natalidad y la prolongación de la esperanza de vida, características básicas de una población envejecida, provocarán al mismo tiempo un incremento del coeficiente de dependencia de la tercera edad,. primer síntoma de posibles problemas para la sostenibilidad del sistema. Las previsiones del EUROSTAT apuntan para la Unión Europa que el coeficiente de dependencia pasará del 27% en el año 2000 al 53% en el 2050.

Existen ciertos cambios sociales que, de llevarse a cabo políticas adecuadas, pueden suavizar estas posibles tensiones. El mercado de trabajo muestra aún una tasa de actividad femenina mucho menor a la de la mayoría de países. Esto significa que la entrada de la mujer en el mercado laboral en el Estado español aun está lejos de completarse y que, de incentivarse, podría suponer un incremento importante en el número de cotizantes a la Seguridad Social capaz de contribuir al sostenimiento del sistema público de pensiones.

Otro colectivo capaz de hacer aumentar el número de cotizantes a la Seguridad Social es el colectivo de inmigrantes. A los efectos de acercar la tasa de actividad española a la media de los principales Estados miembros de la Unión Europea o para compensar la escasa entrada en un futuro de nuevas generaciones en el mercado de trabajo y el aumento en el número de jubilados, la llegada de trabajadores extranjeros será, sin duda, un refuerzo para el sistema. Sin embargo, para ello será necesaria una activa política. de gestión de flujos migratorios por parte de los poderes públicos.

La entrada de la mujer en el mercado laboral y la llegada de trabajadores extranjeros en el Estado español tendrá un efecto directo sobre el número de cotizantes y sobre la proporción entre pensionistas y cotizantes, pero al mismo tiempo, estos dos fenómenos comportarán de forma implícita ciertos cambios en las relaciones sociales que tendrán; asimismo, un efecto directo sobre el gasto social.

Este nuevo contexto social, que ya se inició a finales del siglo pasado y ~ que se consolidará durante la próxima década, incluye cambios en el modelo de familia y la aparición de nuevas necesidades sociales.

El nuevo modelo de familia se caracteriza por la reducción en el número de sus miembros, con el consiguiente incremento de hogares unifamiliares (básicamente mujeres de

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edad avanzada) y de familias monoparentales por la aparición de las parejas de hecho y por el incremento de separaciones y divorcios. Con estos nuevos modelos, y ante una cada vez mas igualitario reparto de las responsabilidades familiares entre hombres y mujeres, la incorporación de la mujer en el mercado de trabajo ha provocado y provocará que ciertas tareas, como la atención a personas mayores, discapacitados, menores o enfermos, que anteriormente se realizaban de manera anónima y desinteresada, se exterioricen o se conviertan en necesidades a afrontar desde las instituciones públicas con el consecuente incremento del gasto social.

Tampoco se ha de olvidar que en los últimos años hemos asistido a profundos cambios en las relaciones laborales, que han contribuido a definir nuevo modelo, social y económico al que la política social y de pensiones ha de adaptarse.

En conclusión, es en este nuevo entorno económico y social en el que se deberá desarrollarse y dar cobertura el sistema de la Seguridad Social qué, si bien no requerirá de un nuevo modelo, sí que deberá hacer un esfuerzo para adaptarse a él. Un esfuerzo que deberá ser apoyado por politices sociales comprometidas y adecuadas para conseguir garantizar la viabilidad de las finanzas públicas en general, y la evolución futura de las pensiones en particular.

Un nuevo entorno económico y social que requerirá avanzar en los llamados sistemas complementarios, en térmicos de mayor aceptación y desarrollo y de mayor integración a través de mecanismos fiscales basados en el principio de la neutralidad, sin que ello implique merma alguna en el sistema público de pensiones.

Pero el nuevo entorno social y las nuevas necesidades que se presentan, fruto de fenómenos como el de la dependencia, evidencia la necesidad de crear modelos de cobertura social en los que, sin renunciar a los principios de universalidad ni a los niveles de protección social públicos, tengan cabida los sistemas complementarios privados. En la descripción que se hace de los cambios sociales, se hace continua referencia a los cambios en la familia y a las reducidas tasas de natalidad. Paradójicamente, en las nuevas recomendaciones no existe un solo compromiso de mejora de la protección familiar que, hay que volver a recordar, es la mayor deficiencia del sistema de protección española. Paradójica resulta también la referencia a la inmigración. No es la llegada de trabajadores extranjeros la que constituye un esfuerzo para el sistema, sino su permanencia en el mercado de trabajo y la calidad de los empleos que tanto ellos como los autóctonos desempeñan. Señalar las crecientes cifras de afiliación al sistema sin tener en cuenta las altas y bajas, constituye un análisis superficial de la inserción laboral de este colectivo. Por otra parte, la redacción dada a este apartado por el informe de la Comisión da a entender que el aumento de cotizantes depende exclusivamente de la llegada de trabajadores inmigrantes, cuando es evidente que la afiliación y permanencia en el mercado de trabajo, de este y otros colectivos, dependerá de la creación y calidad en el empleo. En fin, en el último párrafo, aflora un determinado modelo social de signo conservador, según el cuál la cobertura de la dependencia debe dar entrada a los sistemas complementarios privados.

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1. PROTECCIÓN SOCIAL. NUEVAS FORMAS DE TRABAJO Y DESARROLLO PROFESIONAL

La Comisión constata la incidencia en el sistema de protección social del dinamismo

creciente del mercado de trabajo, de las nuevas necesidades de los individuos, de la sociedad y de la economía global. En ese sentido, y sin merma del principio básico de contributividad, se apuesta por estudiar la situación de los trabajadores afectados por las nuevas formas de organización del trabajo. En especial, la extensión del trabajo a tiempo parcial, la incidencia del empleo temporal, o las nuevas posibilidades de compatibilidad entre salario y pensión o subsidio.

La Comisión insta a prever con antelación la existencia de carreras profesionales de carácter irregular en las que se alternan periodos con cotizaciones con situaciones de, no participación en el mercado laboral. Capítulo absolutamente anodino que no aporta ninguna idea interesante, salvo la de estudiar la situación de los trabajadores afectados por las nuevas formas de organización del trabajo, entre las que se incluyen el trabajo a tiempo parcial, el empleo temporal y las nuevas posibilidades de compatibilidad entre salario y pensión o subsidio. Es de agradecer el interés por estos colectivos, pero cualquier enumeración acarrea el riesgo de excluir a alguien. Es el caso de los teletrabajadores, el de los falsos autónomos, el de aquellos trabajadores (autónomos, subcontratistas, etc.), cuyas relaciones laborales están más próximas al derecho civil que al del trabajo, etc. Esta recomendación, sensata por lo demás, requiere de una serie de instrumentos que faciliten a los agentes sociales y a la opinión publica, entre otras cosas, información permanente sobre la evolución del mercado de trabajo.

• Sería sumamente pertinente en este punto que la Comisión recomendase que se facilite periódicamente a los agentes sociales información relativa a las características de los nuevos afiliados (bases medias de cotización, tipos de contrato, etc.) y que continuamente se nos está negando.

El sentido del último párrafo de este capítulo, por el que se insta a prever la existencia de carreras profesionales en las que se alternen períodos de cotización con otros de no participación en el mercado de trabajo, es bastante ininteligible, y sería oportuno que se aclarase más. 2. MUJER Y PROTECCIÓN SOCIAL

Ya se ha expresado en este documento la opinión de la Comisión sobre la importancia de los cambios sociales que ha habido en España en los últimos años respecto a la situación laboral de las mujeres. Principalmente estos cambios sociales se han producido por la única razón de su propio esfuerzo que durante muchos años ha sido detonante de los mismos. El vigor y coraje demostrados por las propias mujeres han tenido su foto en la consecución de un papel que, si no todavía de total igualdad, dista mucho de aquél que conocieron nuestras madres y abuelas.

La conciliación de la vida familiar y laboral y el papel de la mujer como madre no pueden ser víctimas inocentes de estas novedades. Por ello, la Comisión insta a que' se continúen arbitrando medidas, que como el llamado doble coste cero; permitan a la mujer acceder al mercado laboral sin ningún handicap, que mejoren la autoestima y la situación de

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protección social de las trabajadoras que emplean unos ciertos años de su vida en traer hijos al mundo, criarlos y educarlos; y que permitan una rápida reinserción laboral en el momento en que así lo decidan las interesadas.

Capítulo en verdad insulso y sobrado de paternalismo (“el vigor y coraje de las mujeres”, etc..). Tantos adjetivos para, al final, proponer seguir insistiendo en una sola medida de dudosa efectividad, como el doble coste cero, que beneficia especialmente al empresario. Pareciera que la Seguridad Social ya ha realizado todo el esfuerzo posible para mejorar la situación de las mujeres, pero no es así. La importancia de los cambios sociales que ha habido en España en los últimos años respecto a la situación laboral de las mujeres viene determinada por la masiva incorporación de éstas al mundo laboral. La plena integración de la mujer en el mercado laboral requiere, en primer lugar, un cambio en los roles sociales de tal suerte que tanto las tareas del hogar como el cuidado de hijos o familiares dependientes deben ser compartidos en igualdad de condiciones por el hombre y la mujer trabajadora. En segundo lugar, para mejorar la protección social de la mujer es preciso continuar con las medidas positivas en las condiciones laborales con el fin de hacer real la compatibilización de la vida laboral y profesional de hombres y mujeres. En este capítulo concreto se deberían hacer propuestas que están implícitas a lo largo de este documento..

• Excedencia por cuidado de hijos. Al margen de que se podría mejorar la relación laboral de la mujer durante el período de excedencia (por ejemplo, garantizando la reserva del puesto de trabajo por un período superior al año actualmente en vigor), aquí lo peor está, precisamente, en la cobertura de la Seguridad Social, pues aunque la excedencia puede ser por tres años, sólo el primer año se considera cotizado a efecto de las prestaciones de la Seguridad Social. La UGT ha venido proponiendo que ese período se amplíe a tres años, al igual que para los funcionarios del Estado.

• Maternidad. 1º) Para las trabajadoras contratadas a tiempo parcial o fijas

discontinuas, se debería considerar como situación asimilada al alta el periodo de descanso o interrupción de actividad, en que, pese a no haber alta en la seguridad social, la relación laboral permanece vigente.2º) Las mujeres desempleadas que no estén en alta o situación asimilada en el momento del hecho causante debieran poder causar derecho a la prestación si hubiesen estado de alta o situación asimilada en los nueve meses anteriores al hecho causante. 3º) Cuando la trabajadora esté percibiendo la prestación por desempleo y pase a la situación de maternidad, el periodo de percepción de la prestación por desempleo debería ampliarse el tiempo que la trabajadora hubiera permanecido en situación de maternidad.

• Riesgo durante el embarazo. Modificar la naturaleza de la prestación en su

verdadero sentido, como contingencia profesional, eliminando los períodos de carencia previos que suponen una limitación en el acceso a la protección. Dada la conexión de la prestación con la maternidad, equiparar la cuantía de la prestación por riesgo durante el embarazo con la prestación por esta

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última contingencia, es decir, situar el importe de la prestación en el 100% de la base reguladora.

• Mejora de la conciliación laboral y familiar. En España las prestaciones

familiares, además de miserables, no se adecuan a las nuevas necesidades sociales, especialmente aquellas que permiten conciliar la vida familiar y laboral. A nivel comparado existen muy variadas soluciones, entre otras: prestación económica y cotización que complementa la reducción de salario y de cotización como consecuencia de haber optado por un trabajo a tiempo parcial para poder cuidar a los menores; permisos para cuidados temporales de hijos menores o personas dependientes, complementados con prestación económica (también de carácter temporal) para suplir la ausencia de salario, etc.

Nota: Si bien estas prestaciones (salvo el subsidio por riesgo durante el embarazo) se darían indistintamente a mujer o a varón, sociológicamente son mayoría las mujeres que se dedican a esas tareas. Con la propuesta de estas prestaciones no se pretende consolidar ese reparto desigual de tareas, simplemente mejorar su situación. 3. DEPENDENCIA

No deja de ser cierto que a lo largo de la historia siempre han existido ciudadanos en

situaciones de dependencia, ya que por razones de edad, enfermedad o deficiencia, parte de la población ha necesitado ser ayudada o atendida por terceras personas en el desarrollo cotidiano de las actividades de su vida. Tradicionalmente, el cuidado de las personas dependientes se realizaba directamente en el seno de las familias, y más concretamente esta labor era asumida por las mujeres como parte de su no reconocido trabajo; sin embargo, los profundos cambios que se están produciendo en el ámbito familiar y social ponen a prueba estos tradicionales modelos de protección social.

Resulta por .tanto necesario configurar un sistema integrado que aborde, desde la perspectiva de la globalidad, el fenómeno de la dependencia. Ello debe de hacerse con la participación activa de toda la sociedad con la implicación de la Administración Pública a todos sus niveles, todo ello a través de la elaboración de una política integral de atención a la dependencia en la que quede claramente definido el papel que ha de jugar el sistema de protección social en su conjunto.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, la Comisión insta al Gobierno a la creación de una

Comisión o Grupo de Trabajo encargado de la elaboración de un Libro Blanco sobre esta cuestión en el que se recoja la definición de dependencia, la situación actual de su cobertura, los retos previstos y las posibles. alternativas para su protección, teniendo en cuenta que sería preferible la elaboración de un sistema mixto, esto es, un sistema que conlleve la implicación tanto de las Administraciones Públicas en todos sus niveles como del sector privado. Capítulo que, además de pobre4, es sumamente revelador de un modelo social profundamente conservador. En la primera oportunidad de dar cierta coherencia al sistema público de Servicios Sociales y de legitimar, también, el papel de la Seguridad Social en esa gestión, se da apertura a los seguros privados, lo que es inaudito. 4 A pesar de los innumerables trabajos realizados por el IMSERSO desde 1998 hasta aquí, no parece hayan tenido efecto sobre los redactores de este apartado.

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Merece la pena aquí hacer un breve repaso de la cuestión de los Servicios Sociales y su ámbito competencial. La inacción5 (o el desinterés), de los sucesivos gobiernos ha conducido a la asunción en exclusividad por parte de las Comunidades Autónomas de los Servicios Sociales de la Seguridad Social de los cuales, lamentablemente, nunca se pretendió (salvo en varios intentos fallidos en la década de los 80), que entraran en el cuerpo de “legislación básica” de la Seguridad Social (artículo 149.1.17 de la CE). Dicho de otra manera, el Estado, mediante las transferencias a las Comunidades Autónomas de los Servicios Sociales de la Seguridad Social ha ido debilitando de forma progresiva su capacidad para intervenir directamente en su gestión. Frente a lo que sucede con las otras tres bases de la protección social, a saber, la Seguridad Social, la Sanidad y la Asistencia Social, no hay en la CE un título específico de atribución de competencias en Servicios Sociales. A estas alturas, es evidente que el Estado no puede implantar un único sistema de Servicios Sociales, puesto que las competencias de asistencia social son exclusivas de las CCAA (artículo 148.1.20º de la CE), y dado que la Seguridad Social extiende también su acción a los Servicios Sociales6, el Estado no puede abdicar de su obligación de armonizar las disposiciones de las Comunidades Autónomas en materia de Servicios Sociales, habida cuenta de las competencias que la CE atribuye al Estado (artículo 150.3 de la CE). Desde hace ya muchos años, instituciones y expertos, y desde luego la UGT, han venido demandando una norma estatal que dé cierta coherencia a unos servicios que se consideran indispensables pero que, en la práctica, además de insuficientes, muestran unas diferencias, en contenidos y régimen jurídico, que impiden a los ciudadanos de cualquier parte del territorio el acceso en condiciones de igualdad, lo que iría en contra del artículo 139.1 de la CE. El Consejo Económico y Social en su informe 3/2000 sobre “Unidad de mercado y cohesión social”, recomendaba respecto a los Servicios Sociales

“Así pues, el Estado puede dictar leyes que establezcan los “principios necesarios para armonizar las disposiciones normativas de las Comunidades Autónomas, aun en el caso de materias atribuidas a la competencia de éstas, cuando así lo exija el “interés general” cuya apreciación corresponderá a las Cortes Generales por mayoría absoluta de cada Cámara (art. 150.3 CE). De este modo, una deseable ley de armonización en materia de Servicios Sociales debería contener,...., una triple línea de actuación política integradora: la definición de un catálogo de prestaciones de Servicios Sociales básicos en todo el territorio nacional, expresivo además de los derechos y deberes comunes de los usuarios, sobre cuyo esquema institucional se ejercerían libremente las competencias autonómicas; la realización de planes y programas estatales en la materia, que no se limiten a adoptar el criterio demográfico como variable determinante de la distribución presupuestaria y sin perjuicio de su gestión compartida con las Administraciones

5 Conviene retener que ya a principios de los 80 la Seguridad Social dejó de conceder prestaciones de asistencia social (artículo 55 de la LGSS) al no consignarse fondo alguno para estas prestaciones. 6 Asimismo, la LGSS en su artículos 38.2, 55 y 56 faculta a la Seguridad Social a conceder prestaciones complementarias (“servicios y auxilios económicos) de “asistencia social”.

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autonómicas y locales; y, en fin, la cooperación técnica imprescindible entre dichas Administraciones, a través de la elaboración de proyectos comunes, trasvase de información, coordinación de los recursos técnicos disponibles, etc.”

En otro informe de mayo de 2001, “La pobreza y la exclusión social en España: propuestas de actuación en el marco del plan nacional para la inclusión social”, el CES volvía a recomendar, entre otras, las siguientes medidas:

“-Es preciso elaborar una normativa básica que permita garantizar unos mínimos vitales, en situaciones de necesidad y dependencia social que racionalice y consolide una red de Servicios Sociales en todo el Estado. -La posibilidad de dicha garantía depende de que se alcance un compromiso financiero entre el Estado, las Comunidades Autónomas y las Corporaciones locales, que permita asegurar un mínimo vital y similares niveles de acceso a recursos de los Servicios Sociales de atención primaria ante unas mismas circunstancias de dependencia y riesgo de exclusión en todo el territorio”.

Yendo al tema que nos ocupa, el de la dependencia, expertos e instituciones (entre ellas El Defensor del Pueblo en su informe de 2000 sobre la dependencia) vienen proponiendo que re regule “dentro del ámbito de la Seguridad Social” (sin perjuicio de su gestión por las Comunidades Autónomas y, sobre todo, las Corporaciones Locales), con el fin de garantizar un acceso equitativo a esas prestaciones, dada la experiencia del desigual acceso a los Servicios Sociales y prestaciones gestionados por las Comunidades Autónomas. Es evidente que no ha existido, ni parece que exista, interés alguno de la Administración Central en lograr una normativa básica o una cierta armonización en estos Servicios Sociales. La única manifestación armonizadora habida hasta la fecha (un proyecto de Ley “ómnibus”), es como reacción a la sentencia del Tribunal Constitucional por la que se desestima el conflicto de competencia promovido por el Gobierno contra la concesión de ayudas económicas complementarias por la Junta de Andalucía. Cuando se da la mejor oportunidad que nunca ha tenido la Seguridad Social7, y también la Administración Central, de poner cierta cordura a la gestión de los Servicios Sociales públicos dirigidos fundamentalmente a la tercera edad, se propone ahora dar entrada a los seguros privados de dependencia, es decir al negocio privado. Al caos de gestión institucional de estas prestaciones básicas, absolutamente insuficientes, se añade ahora el mercado, el ánimo de lucro. Se supone que el único papel del Estado en esta crucial cuestión será conceder las oportunas deducciones fiscales que tanto agradan a la actual Administración.

• Debiera ser este aspecto, el de la protección de la dependencia, uno de los puntos cruciales para el progreso imprescindible de la protección social en España. Por lo mismo, debería rechazarse la instrumentación de esa protección: protección pública versus protección privada. Los partidos políticos deberían expresar claramente su opinión a éste respecto.

7 Además de existir una amplia demanda social de este tipo de servicios, de la que es fiel reflejo la continua denuncia en la prensa de su escasez, en pocas ocasiones ha existido tanta unanimidad en la necesidad de reforzar el papel del sector público en su gestión.

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• En opinión de la UGT la protección de las personas dependientes: 1º) debe reconocerse como un derecho subjetivo, y por tanto exigible, preferentemente en el ámbito de la Seguridad Social, y comprometer un catálogo de prestaciones y servicios públicos de calidad en coordinación con todas las Administraciones Públicas; 2º) debiera combinar la prestación de servicios y prestaciones económicas, dando prioridad al desarrollo y la especialización de los servicios públicos y variando la cuantía de las prestaciones económicas y los servicios de cuidados en función del grado de dependencia.

• Asimismo, debe ser resuelta de forma satisfactoria el cuidado familiar, a título de ejemplo: reconocimiento del periodo de cuidados de ascendientes o descendientes en situación de dependencia como cotizados a efectos de las prestaciones futuras; pago de una prestación económica de cuantía aceptable (que no la “paga para las amas de casa que cuidan de personas dependientes” que viene proponiendo el Ministerio de Trabajo), complementada con el pago de cotizaciones a la Seguridad Social, etc.

Se adjuntan en anexo algunas ideas contrarias a los seguros privados de dependencia. 4. DISCAPACIDAD

La Comisión constata los adelantos que en materia de ayudas a las personas con discapacidad se han realizado en el marco de la Seguridad Social a través de diferentes políticas. Sin embargo, la Comisión insiste en la necesidad de seguir avanzando en este sentido y recomienda, en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 49 de la Constitución, prestar una atención especial a los disminuidos físicos, psíquicos y sensoriales para el disfrute de sus derechos en la materia, evitando cualquier tipo de discriminación y fomentando su plena integración laboral y social. Para ser una nueva recomendación, no dice absolutamente nada sobre la protección de los discapacitados, y más concretamente sobre su integración social y laboral. La pobreza de este apartado es inadmisible, más aún cuando el número de personas con discapacidad en España supera los 3,5 millones de personas. La tendencia a fomentar el empleo protegido, en lugar de propiciar la incorporación a empleos ordinarios, unida a la ausencia de una valoración exacta de las aptitudes y conocimientos del trabajador, complican el cumplimiento del principio de igualdad de oportunidad y de trato. 5. INMIGRACIÓN

El fenómeno de la inmigración debe ser abordado en todas sus vertientes, para poder tener una visión global de las implicaciones que el mismo tiene para la economía y la sociedad de un país.

En una economía moderna como es la española de los primeros años del siglo XXI, las necesidades de acoger personas de otros países se ha revelado como un reto que toda la sociedad debe asumir.

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Para que la economía de un país desarrollado siga creciendo al mayor ritmo posible,

aproveche sus potencialidades y desarrolle todas las oportunidades económicas que se presentan, necesita, también que las carencias en mano de obra tanto cualificada como no cualificada se cubran por ciudadanos de otros países, deseosos de mejorar su nivel de vida y de dar mayores oportunidades a sus hijos.

En todo caso, el fenómeno de la inmigración en sus múltiples aspectos debe ser abordado de una manera ordenada y a través de los instrumentos que los convenios internacionales y las leyes proporcionan, de manera que este movimiento de personas se realice de forma legal para evitar que los inmigrantes caigan en manos de personas sin escrúpulos que trafiquen con ellos, aprovechándose de los mismos solo para enriquecerse. Esta forma de emigración ayudará además a que tanto la sociedad receptora como los propios inmigrantes no tengan mayores dificultades para una mejor integración de los mismos.

Debemos conseguir que el inmigrante que resida legalmente sea un ciudadano con todos sus derechos, que tenga la protección de las leyes y de los Sistemas de ,Seguridad Social, que contribuya con su trabajo a mejorar su nivel de vida y el de sus nuevos vecinos y que no caiga en situaciones que le inciten a la delincuencia, a la marginación o al trabajo clandestino y en situación de explotación.

Se constata que esta integración plena a los que hemos hecho referencia es perfectamente posible, si atendemos a las últimas cifras de afiliación a la Seguridad Social de ciudadanos nacidos en terceros países.

La integración de los inmigrantes, junto con otras medidas deseables por si mismas, como aumentar la tasa de actividad de las mujeres, de los mayores de 45 años y de los jóvenes, supone una mejora en las perspectivas de viabilidad de los Sistemas de Seguridad Social que no debemos menospreciar. El mayor crecimiento económico, el aumento de número de afiliados, o el incremento de las cotizaciones, suponen una premisa favorable para mirar con optimismo el futuro del Sistema de Seguridad Social. No existe, lógicamente, ni una sola referencia a la necesidad de cambiar la Ley de Extranjería. Tampoco existe, y es igualmente grave, referencia alguna a la necesidad de mejorar los convenios bilaterales en materia de Seguridad Social entre España y los principales países emisores de inmigrantes. En opinión de UGT los derechos de un trabajador no comunitario residente regular deberían ser los mismos que los de los autóctonos. Sin embargo, subsisten en nuestra normativa laboral y de extranjería discriminaciones que el documento de la Comisión debería reflejar: la limitación de acceso a las prestaciones no contributivas, el tratamiento de los trabajadores transfronterizos y la imposibilidad de acceder a las prestaciones por desempleo de determinados tipos de permiso de trabajo para trabajadores no comunitarios

• En suma, planteamos, entre otras, la necesidad o bien de concluir o bien de mejorar los convenios bilaterales de Seguridad Social existentes y de arbitrar soluciones que permitan la conservación de los derechos adquiridos por los trabajadores durante su residencia en España.

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6. SISTEMAS COMPLEMENTARIOS

La Comisión constata que se han producido avances en la articulación de un sistema de protección social basado en tres pilares, común a los países de nuestro entorno. Como complemento al sistema público de Seguridad Social, el llamado primer pilar, cuya consolidación y racionalización sigue constituyendo el objetivo prioritario, se han venido promoviendo iniciativas para desarrollar los sistemas complementarios, segundo y tercer pilar, armónicamente.

El segundo pilar está integrado por los sistemas complementarios privados de pensiones generados en el ámbito de las relaciones laborales de la empresa. La Disposición Adicional Primera de la Ley de Regulación de los Planes y Fondos de Pensiones, cuyo Texto Refundido se aprobó por Real Decreto Legislativo 1/2002. de 29 de noviembre, estableció que los compromisos por pensiones asumidos por las empresas, incluyendo las prestaciones causadas, deberán instrumentarse, desde el momento en que se inicie el devengo de su coste, mediante contratos de seguro, formalización de un plan de pensiones, o ambos.

La materialización de este régimen transitorio de exteriorización para los compromisos

pasados se hizo efectiva desde la entrada en vigor del Real Decreto 1588/1999, de 15 de octubre, por el que se aprobó el Reglamento sobre instrumentación de los compromisos por pensiones de las empresas con los trabajadores y beneficiarios hasta el pasado 16 de noviembre de 2002 en el que finalizó tal régimen transitorio, salvo para los premios de jubilación acordados en convenio de ámbito supra empresarial, cuyo plazo finaliza en diciembre de 2004.

El tercer pilar está integrado por las decisiones de ahorro individuales a largo plazo que los particulares llevan a cabo. Las figuras que canalizan este ahorro finalista son los planes de pensiones individuales y asociados; y los seguros de vida individuales, especialmente los seguros denominados “planes de previsión asegurados”, introducidos en la reforma del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, en vigor desde 1 de enero de 2003.

La Comisión constata el insuficiente grado de desarrollo de la previsión complementaria en España y la necesidad de seguir reforzándola.

La Comisión entiende que las medidas que se adopten en el futuro en materia de previsión social complementaria han de tener en cuenta las circunstancias y particularidades que concurren en cada uno de los pilares a los que se ha hecho referencia. Es necesario continuar desarrollando una aproximación diferenciada entre los instrumentos de previsión empresarial y laboral que conforman el segundo pilar y los planes de pensiones y seguros individuales que conforman el tercer pilar.

La Comisión entiende que las medidas deben facilitar y primar la extensión e incorporación en planes de pensiones de empleo y seguros colectivos del mayor número de trabajadores, permitiendo una amplia cobertura de los sistemas de previsión complementarios sobre el conjunto de la población activa.

La Comisión considera pertinente reflejar el contexto empresarial y laboral, teniendo

en cuenta también la negociación colectiva como vía estratégica de extensión de la previsión empresarial, de manera compatible con las circunstancias particulares de cada empresa.

La Comisión aboga por tener presentes las características de nuestro tejido

empresarial, compuesto en gran medida por pequeñas y medianas empresas y empresarios individuales. Considera que se debe facilitar a este tipo de empresas y a sus trabajadores la posibilidad de participar en planes de pensiones de promoción conjunta y seguros colectivos, con sistemas sencillos y flexibles, que generen economías de escala y reduzcan los costes de gestión y administración.

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La Comisión considera importante la incidencia de los sistemas de previsión en el funcionamiento del mercado de trabajo. Por ello ha de facilitarse la movilidad funcional de los trabajadores y profesionales entre empresas y sectores.

La Comisión considera necesario reconocer la autonomía de decisión de empresas y trabajadores en esta materia, en todos los ámbitos, de manera que resulte plenamente compatible con las decisiones individuales de ahorro y con la normativa y particularidades de los planes de pensiones y seguros.

La Comisión considera conveniente garantizar en lo posible la estabilidad normativa, planteando la evolución del marco de referencia de forma continua y predecible, con reformas que, de manera gradual, permitan impulsar y adaptar los diferentes instrumentos de previsión a la experiencia y a las demandas que plantean los agentes económicos y sociales y los sectores implicados.

Por otra parte la Comisión insta a seguir profundizando en las políticas que permitan avanzar hacia un sistema complementario de asistencia y prestaciones, externo a la Seguridad Social, con carácter claramente voluntario y financiado totalmente con aportaciones privadas independientes y no substitutivas de las contribuciones obligatorias al sistema público de la Seguridad Social. Se trata de que la protección social voluntaria, además de orientarse específicamente a una horizonte de ahorro a medio y largo plazo, sirva de complemento y mejora a las prestaciones de la Seguridad Social, salvaguardándose siempre el principio y las bases del sistema público de pensiones; y reafirmando que dichos sistemas complementarios tienen como objetivo el complementar y no sustituir las pensiones públicas.

A tal fin la Comisión insta a:

- dotar de estabilidad y garantizar la neutralidad del actual sistema de previsión social complementaria.

- regular un seguro de dependencia de carácter voluntario y privado. - Potenciar los sistemas complementarios de la Seguridad Social en el marco de la

negociación colectiva. La parquedad de los capítulos anteriores contrasta con la inflación verbal de este apartado. Su redacción no parece estar familiarizada con la terminología habitualmente utilizada en España al hablar de los pilares de la Seguridad Social y confunde, lamentablemente, la Seguridad Social con el sistema de pensiones. En nuestro país, a diferencia de otros de la UE, cuando hablamos de los tres pilares de la protección social nos referimos a las prestaciones no contributivas(primer pilar), a las prestaciones contributivas de la Seguridad Social (segundo pilar) y al libre o complementario (tercer pilar). En este documento se nos trae un nuevo esquema: las pensiones públicas, las pensiones complementarias ligadas a la relación laboral y al ahorro individual. Y esta no es una cuestión baladí. Independientemente de la opinión que se tenga sobre la necesidad o no de fomentar los fondos privados de pensiones, fundamentalmente los llamados de “empleo”, existe un aspecto ligado a su fomento que no debiera pasar desapercibido: el enorme gasto fiscal dedicado a esta partida. Resulta absolutamente incomprensible que se diga que las pensiones contributivas de la Seguridad Social han de financiarse básicamente con cotizaciones sociales, mientras que, por otra parte, se dedican ingentes recursos fiscales para favorecer los fondos de pensiones, sean individuales o de empleo, deducciones que benefician más a quien más recursos tiene.

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• En opinión de UGT debiera replantearse el carácter antiredistributivo de las deducciones fiscales por fondos de pensiones e ir hacia un nuevo planteamiento más neutral o, en todo caso, más favorable a las rentas más bajas.

• También en opinión de UGT, antes de tratar este capítulo concreto, el Gobierno debiera dar datos, reales, del coste fiscal que suponen estas deducciones.

• Como ya se ha dicho con anterioridad, resulta inaudita la importancia que se da a los seguros privados de dependencia, cuando no existe en ninguna parte del texto compromiso alguno respecto a la protección pública de esa contingencia, salvo la realización de un estudio (¿otro más?) por una Comisión de Trabajo (¿la misma que la del Acuerdo de 2001 que todavía no se ha reunido?).

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D) UNIÓN EUROPEA. MARCO GENERAL Y EL PROCESO DE GLOBALIZACIÓN

La Unión Europea implica un proceso de cambio y al mismo tiempo de acercamiento

de las normativas de cada uno de los países miembros. Al fin de conseguir avanzar tanto en los objetivos fijados en el Tratado de Masstricht como en los objetivos marcado seno el Consejo de Lisboa del año 2000, en los que se fijaba como objetivo para el año 2010 la creación de una Europa sólida, competitiva y socialmente cohesionada. En el ámbito social y económico es donde los avances en términos de armonización y coordinación deben hacerse más patentes si queremos conseguir una Europa que disfrute de las características antes apuntadas. El sistema de protección social en el ámbito de la Unión Europea se articula en base a tres pilares, sustentándose en un modelo mixto que integra tanto el sistema público de Seguridad Social como los sistemas privados complementarios al mismo.

La Reforma del Sistema de la Seguridad Social debe incorporarse en el proceso que ha de completar, de manera progresiva, el sistema público de protección social en España hasta conseguir una equiparación real, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, con la media europea. España aún hoy está lejos de esta media en gasto de protección social, aunque se hace necesario constatar los avances que en los últimos años se han realizado.

Por otra parte, aunque en el ámbito europeo las competencias en materia de protección social corresponden a los estados miembros y que los sistemas de protección social que conviven en el ámbito de la UE son muy diversos, no es menos cierto que todos tienen unos retos de futuro comunes como son garantizar la viabilidad futura del sistema en un marco de progresivo envejecimiento de la población, de nuevos fenómenos sociales y un nuevo marco de relaciones laborales. Se hace por ello necesario avanzar en la coordinación abierta en materia de política social y de pensiones entre los países de la UE, que nos permitan conocer las soluciones que cada país ha instrumentalizado y los resultados obtenidos. Se vuelve a insistir en los tres pilares y en los modelos mixtos, confundiendo los deseos con la realidad europea. Es de agradecer que se resalte que el gasto social en España está lejos de la media europea. Añadimos nosotros que esa diferencia se ha agrandado desde que está el PP en el Gobierno. También es de agradecer que se diga que el sistema español de protección social debe equipararse en términos cuantitativos y cualitativos a la media europea. Pero la pregunta es obvia, ¿a qué Europa, la de los 15 o la de los 25?; y, más aún, ¿en cuánto tiempo?. 1. MECANISMOS DE COORDINACIÓN EN ÁMBITO UNIÓN EUROPEA

Nuestras políticas económicas y sociales no pueden desvincularse de Europa; así; nuestra política de protección social puede aprovecharse de las oportunidades que la coordinación abierta a nivel europeo puede proporcionar, sin olvidar la especificidad del propio marco social y económico y siempre en el marco de los nuevos retos que la sociedad europea afronta.

Una mayor coordinación entre las políticas de protección social de los países de la

Unión Europea tiene que responder, en primer lugar, al principio de libre circulación de los ciudadanos, y en segundo lugar, a la coordinación de las diferentes políticas económicas de nuestros países en busca de una mayor estabilidad económica a nivel europeo.

Los principios de viabilidad, adecuación y suficiencia definidos a nivel europeo buscan potenciar un modelo de pensiones sólido y capaz de afrontar los problemas derivados del

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envejecimiento, de la movilidad, de la inmigración y de los cambios sociales a los que se enfrenta la sociedad española y europea, dentro del llamado modelo social europeo. 2. LA MOVILIDAD DE LOS TRABAJADORES COMUNITARIOS

La Comisión constata que, para un correcto funcionamiento del mercado interior

europeo y para la consolidación de una auténtica área económica común, es imprescindible avanzar hacia una plena posibilidad de movilidad de los trabajadores de la Unión Europea.

Por ello, la Comisión, con el objetivo de eliminar los obstáculos que frenan posibles inversiones comunitarias en España y que desequilibran territorialmente el mercado laboral europeo, recomienda:

- Respetar y avanzar en el principio de la portabilidad de las pensiones en el ámbito UE.

- Incorporar una mayor eficiencia en la Administración. - Hacer efectivas las directrices y recomendaciones europeas en relación al

reconocimiento de titulaciones. - Mayor coordinación en las políticas sociales y laborales de los Estados miembros. - Mayor acercamiento y coordinación en las políticas económicas, especialmente las

orientadas a la fiscalidad del ahorro. Por otra parte, si bien se hace referencia en el capítulo 2 de este apartado a la movilidad de los trabajadores comunitarios, las mismas consideraciones debieran ser tenidas en cuenta para los trabajadores no comunitarios. 3. CONTINUIDAD DEL PACTO DE ESTABILIDAD

La Comisión se reafirma en la necesidad de seguir trabajando en las líneas fijadas en el Pacto de Estabilidad 2002-2006 y teniendo en cuenta las recomendaciones emanadas desde la Comisión Europea.

Asimismo, la Comisión reitera la necesidad de hacer un esfuerzo adicional en aras a garantizar la sostenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas en un contexto. de claro envejecimiento de la población. Por todo ello, la Comisión recomienda mantener una política presupuestaria dirigida a la consecución del saneamiento y equilibrio de las finanzas públicas.

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PROPUESTA DE UN NUEVO CAPÍTULO SOBRE LA INCLUSIÓN SOCIAL La persistencia de un alto volumen de ciudadanos con rentas muy por debajo del umbral de la pobreza y alto riesgo de exclusión social debe ser considerada por esa Comisión. Si bien su cometido ha estado fundamentalmente centrado en la Seguridad Social, y más concretamente en las pensiones, la propia Comisión ha dado entrada a nuevas demandas sociales, como, por ejemplo, la protección de las personas dependientes. Parece totalmente pertinente que la protección de las personas en situación de exclusión social sea tomada en consideración en ese informe.

• Para UGT es preciso abordar la consideración de las rentas mínimas de inserción como un derecho subjetivo y universal, integrado en nuestro sistema de protección social y capaz de garantizar una renta suficiente a los ciudadanos en situación de necesidad.

• Debe existir un compromiso financiero entre las distintas

Administraciones Públicas para elevar el esfuerzo presupuestario público destinado a las políticas contra la exclusión social.

• Asimismo, es preciso integrar las políticas de inclusión en las

políticas de empleo, evitando la creación de mercados de trabajo para excluidos con condiciones laborales y protección social precarias.

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ANEXO Hasta hace bien pocos años, a ninguna persona sensata se le hubiera ocurrido proponer la cobertura de una contingencia como la dependencia por sistemas privados de aseguramiento. Siendo indiscutible que las consecuencias de la implantación de este tipo de aseguramiento serían desastrosas en términos sociales, ello no ha sido obstáculo para que, incluso altos responsables de la Seguridad Social, hayan manifestado, en público y en privado, su deseo de que este tipo de aseguramiento tenga cabida en la futura regulación de la protección de la dependencia. Desde luego, sería un caso único en Europa. Es lamentable que recomendaciones como la del Defensor del Pueblo a favor de incluir el riesgo de la dependencia en la Seguridad Social, hayan caído en saco roto. Es evidente que los seguros privados de dependencia no resolverán, en absoluto, el enorme problema de la dependencia, pero es evidente también que las aseguradoras se están situando ante el problema con miras a que, en una hipotética regulación de protección de la dependencia, se cuente, forzosa y necesariamente, con su concurso. El retraso en una solución pública al problema de la dependencia no hace sino favorecer la posición del sector privado.

El informe de la Comisión Europea, “La protección social en Europa.1997”, en su análisis sobre la protección de la dependencia, y al constatar el impulso que se quiere dar desde algunos Gobiernos a los seguros de cuidados en el sector privado con el fin de aliviar el coste de estas prestaciones, concluye señalando que el recurso a “este tipo de política puede tener como efecto el imponer una carga desproporcionada sobre las categorías más modestas, si no las más pobres, de la sociedad, que son justamente las más susceptibles de necesitar los cuidados”.

Desde luego, la experiencia europea es bastante negativa en cuanto a la pertinencia y viabilidad de un seguro privado de dependencia. Salvo en el Reino Unido, con 23.000 pólizas, o en Alemania, antes de la creación del seguro público de dependencia, la presencia del seguro privado es marginal.

Los seguros privados personales para este tipo de cuidados son social y económicamente cuestionables. Las razones son claras:

1. Sólo podrían tener este tipo de seguros aquellas personas con recursos suficientes, condenando al resto a una menor protección o a ninguna, en definitiva, aumentando la insolidaridad social.

2. Todo seguro privado se acompaña de una evidente selección de riesgos: las empresas aseguradoras sólo querrán proteger a las personas más sanas, y ni protegen a las personas que ya tienen una dependencia ni a aquellos que tienen una alta probabilidad de padecerla.

3. La cobertura que conceden, además de limitada en cuanto a la naturaleza de las prestaciones (generalmente mediante indemnización económica o reembolso de una parte de los gastos, mucho más simple

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de gestionar que la prestación de servicios), está en relación con las sumas aseguradas y no con el grado de dependencia.

4. La existencia de una cobertura sanitaria universal, como la española y una red de Servicios Sociales, aunque muy deficiente y desigual, según la Comunidad Autónoma de que se trate, puede propiciar una derivación indebida, hacia esos ámbitos, de procesos de dependencia asegurados con una compañía privada.

5. La posición del tomador del seguro, especialmente cuando tiene una mayor propensión a la dependencia, es extremadamente débil frente al asegurador.

6. Independientemente de que se regulasen en un futuro los requisitos de calidad asistencial que habrán de tener los servicios de atención en esos seguros privados, se difumina la responsabilidad pública en la protección de la dependencia, en suma, en lo que debiera ser un derecho ciudadano más.

Son esos problemas de inequidad los que han llevado a excluir al mercado en el aseguramiento de este riesgo en Austria, Luxemburgo y Alemania, aunque en este último país el sector privado tiene una importante participación.

Los motivos para preferir una protección pública frente al aseguramiento privado son muy diversos. A nivel económico, la diferencia fundamental entre el seguro social y el seguro privado es que el primero, al contrario que el segundo, no establece ningún vínculo entre la cotización pagada y la intensidad del riesgo individual del asegurado. Por ejemplo, en un régimen de seguro social, la cotización por la contingencia de enfermedad o cuidados de larga duración no depende ni de la edad del asegurado, ni del sexo de éste y ni siquiera de su estado de salud. Y esto es fundamental, tanto porque facilita la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, o entre trabajadores jóvenes y mayores, como inclusive a efectos de eficiencia económica porque permite igualar los costes. Pero es que, además, una protección pública es, desde la perspectiva del bienestar, mucho más completa y eficiente: primero, al seguir protegiendo a las personas dependientes en ese momento, cosa que un seguro privado no asumiría; y, segundo, al extender la protección, al menos en ciertos planteamientos, a los cuidadores especialmente cuando estos son miembros de la familia. Otra ventaja añadida del aseguramiento público, especialmente en los innovadores seguros alemán y luxemburgués de dependencia, es que la cobertura se extiende al cónyuge e hijos del asegurado sin tener que pagar por ello una cotización superior.

Hemos tenido la ocasión de ver algunas pólizas que protegen la dependencia y no es de extrañar el escaso éxito del aseguramiento privado. En apretada síntesis se caracterizarían por: 1) la evidente, y excesiva, selección de riesgos que se acompaña, además, de amplios períodos de carencia; 2) las enormes restricciones en el reconocimiento de la dependencia, pues sólo se reconoce en los casos de Gran Invalidez8 o situaciones equivalentes de gran dependencia; 3) la exclusión de la 8 En contra de la lógica protectora, la dependencia se mide más desde el diagnóstico que desde el punto vista funcional o de necesidades de cuidados

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dependencia con carácter temporal (episodios, por otra parte, habituales en la 3ª edad, por ejemplo, fracturas); 4) las altas primas a pagar, y 5) la limitada intensidad de su cobertura. En resumen, se trata de productos escasamente atractivos pues reúnen todos los defectos señalados anteriormente y demasiado parecidos a los seguros de vida, cuando la dependencia es un riesgo bastante más complejo de asegurar y gestionar. Tanto si la protección de la dependencia se concibe en un futuro como seguro social o como protección universal de financiación con recursos fiscales, sería inaceptable que ciertos colectivos, especialmente aquellos de rentas más altas, pudieran escabullirse de la solidaridad social. Por el mismo motivo, no tendría mucho sentido que, en un futuro esquema de protección pública, se fomentase el aseguramiento privado a través de incentivos fiscales, como así propone, por ejemplo, la organización empresarial del sector. El informe de la Dirección General de Seguros acerca del seguro privado de dependencia, recoge, en buena parte, algunas de las propuestas del sector de seguros, especialmente aquellas relativas a los incentivos públicos, al apuntarse, entre otras, medidas como las siguientes:

• Incentivar públicamente la reconversión o novación contractual de los seguros de vida a la protección de la dependencia.

• Posibilidad de modificar la normativa relativa a los planes de pensiones para que puedan incorporar la cobertura de la dependencia.

• Introducir mecanismos adicionales a los ya existentes para fomentar fiscalmente el cuidado informal.

• Conveniencia de incentivar fiscalmente la contratación de un seguro privado de dependencia, para lo que sería recomendable modificar la Ley 40/98 con el fin de establecer una reducción en la base imponible del IRPF del asegurado.

• Cuando el seguro sea colectivo, las cantidades aportadas por el empresario deberían asimilarse a otros gastos deducibles.

• Conveniencia de declarar exenta del pago de impuestos por los rendimientos obtenidos en los capitales acumulados al producirse o acreditarse la situación de dependencia.

• Modificaciones en la regulación del impuesto de sociedades, IVA e impuesto sobre primas de seguro, a fin de incentivar la creación o el establecimiento de servicios destinados a dependientes.

Si algunas de estas medidas son cuestionables, incluso en el caso de que tales seguros privados operen exclusivamente como complementarios o voluntarios, lo sería mucho más en el caso de que fueran sustitutorios de la protección pública. Si bien desde el sector privado se viene proponiendo, aunque en términos muy confusos, una cobertura universal básica (que en algunos planteamientos inclusive se propone pueda ser gestionada por las aseguradoras privadas), complementada con cobertura privada y voluntaria, son frecuentes las opiniones a favor de que el seguro privado de dependencia pueda ser también sustitutorio del público para determinadas rentas o colectivos (mutualismo social y administrativo). No existe en nuestro país ninguna razón técnica, económica o social que justifique el carácter sustitutorio, ni tampoco complementario, de los seguros privados de dependencia.