Upload
others
View
3
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
UNIVERSIDAD DE MEXICO7
OSCURA
"ALG lEN SUBE ALTO, muy alto,para de pronto sentir lo durodel suelo. Se agarra a piense y
piense hasta perder la razón o ve elsol de frente para quedarse a oscuras.Yo quería vivir; 10 quería con todasmis fuerzas. Sólo eso quería ..."
-¿ Lo estás oyendo, hermana, lo alcanzas a oir?
-Ese dinero, dímelo; ¿ por qué nome dices dónde ... ?
-¿ Lo oyes cantar? En alguna ramadel temachaco. En el mezquite del corralo quién sabe dónde ...
-Ese dinero, dímelo; dime dónde estáenterrado ese dinero.
-Puede que sea un tilano. Sí, yo creoque eso es: un tilano. Tú no lo estásoyendo. ¿ Verdad?
-Claro que sí 10 oigo. Ya estoy fastidiada de tanto oirlos. Maldito animalera ...
-La mayoría de los pájaros duermede noche. Este debe de ser un tilano.
-Decirme dónde está ese dinero, esoes 10 que habías de hacer. Voy a levantarme para espantarlo. Aborrecido animalero que hasta de noche ...
"Trato de contestarle: déjalo en paz,pero siento que mi hermana no se hamovido del suelo donde estamos acostadas. Me gustaría decirle: mis ruidos,hermana, los ;le nosotras las que no podemos ver otra. cosa que ruidos. Si supieras . .. esto está muy oscuro; oscuroy vacío y acorralado. Yo ... yo si pud,iera explicarte . .. yO' de un lugar a otro,pero lo oscuro siempre acorralándome.Entonces yo sin poder escaparme de estaC011W pared de cosa oscura. Pienso: si ami espalda, y volteo la cara cuando lapared se me adelantó para seguir acorralándome la espalda."
-Ni creas que lo iba a espantar. Esolo dije sólo para hacerte desatinar. ¿ Notienes sueño? Duérmete.
Entonces sólo estos ruidos que mealivian lo oscuro. Por eso tengo la calavera llena de ruidos. Ah, 10 que me aliviael oirlos. Mis ruidos, los míos, los deesta ciega que ...
-Te estoy hablando. ¿ Ya te dormiste?Te estoy hablando, profesora Cortés.Ja-ja, profesora hermana, hermana inválida, hermanita ...
-No, todavía no puedo dormir. Sóloseguir pensando ... En mis ruidos. ¿ Sabes? Atraviesan esta maldita pared prietay entonces los oigo, los tentaleo, comosi dijéramos. Mis ruidos, un enjambrede lucecitas ... Lisos y fríos, resbalososy afilados y húmedos. Ruidos que llegancomo puentes. Puentes retorciéndose orechinando los huesos, como si dijéramos.¿ Me oyes? Duros y pesados, dolorosos ...yo sintiéndolos deshacerse, y brillar, yllenarme de luz antes de terminar deshilachándose. Pero el canto de los pájaros. . . ¿ Qué tan brillosas se miran estanoche las estrellas? Hermana, hermana,¿ya te dormiste? Contéstame, qué tan brillosas ...
-Porque nosotras ensuciaríamos el dinero, emporcándonos él con su mugre.¿ No crees? El dinero nos levantaría lacabeza ... ¿ Te imaginas nuestra cara ha-
E cia el cielo; te imaginas el montón demugre que daríamos a conocer? Se reiríande nosotras, de nuestra fealdad, de todolo que ahora no se ríen porque nos lotapa el rebozo ... oye. ¿ No oyes?, ha deser un tilano. Casi diría que estoy ciertade que es un tilano. ¿ Lo oyes, hermana?
"También los arriero duermen a lamitad del campo. Creo que en una de estasnoches no voy a soportar más esto queahora me retira el sueño. Correr, correrdescalza por entre el monte para sentirque el monte me está rompiendo el vestid')y la carne. Correr hasta que caiga muerta de cansancio, ensartada en alguna raízo entre las pencas de lo nopales. E'utonces los coyotes morderán mi carne y
. mis piernas, y las auras y zopilotes hundirán sus cabezas en mi seno. Cabeza desgarrándolo hasta desgarrar este tumorque me retira el sueño."
("Los sin antes se ríen, y su risa parece cantos de niños. Hace mucho tiempo que aquellos niños se me figurabansinsontes. Pero ahora estos cantos comoaquella parvada de risas que yo apaciguabapara enseñarlos a deletrear palabras ...
En el mezquite del corral cantan lospitacoches. Cantos gruesos que se alargan como gotas de miel madura. Cantosalargándose como correas de sol, comonervios vivos. Mis cantos de pájaros amedia mañana, tan oscura la mitad de lamañana desde donde cantan los pitaco.ches." )
-Con suerte todavía tienen campos·tura tus ojos. Pero sin dinero ...
(En la tarde cantan las huilotas hormigueras. Cantan como si... ¿ Eso escantar? Qué dolorida manera de quejarse,Virgen Santa. Canto como dolencia deciega. Canto que hierve hasta brotarse porel pico. Los ruidos ... )
-Yo te llevaría de nuevo a Aguascalientes. Volveríamos a arriesgar unoscentavos, como los que arriesgamos cuando vendiste la casa.
-Está bien, te lo voy a decir. ¿ Meoyes? A decírtelo. Tú no más óyeme.Me acuerdo que yo estaba en la cocina.En aquella cocina que después desbaratódon Raudel para levantarle un cuartoal hijo casado. Como si ahorita fuera ...me acuerdo que mi padre llegó de Guadalajara. Arriero él, a eso se dedicaba.Miró que nadie lo viera antes de vaciarla víbora en aquel agujero. Pesos fuertes,hermana. Dinero que entonces sí valíadinero ...
-¿ Te das cuenta? Con sólo pedirlepermiso a don Raudel. Vamos a sacarlo,nosotras que lo necesitamos tanto.
-A los cuantos días lo vino matando la gente de aquel Secundino mentado, el que saqueó el templo una vez.Me acuerdo que la tierra tembló cuandoese sucedido. Pero tú no te acuerdas deese entonces; tú estabas de este tamañito ...
-Mañana no comeremos otra cosa queverdolagas. i para comer tenemos lossuficientes centavos. Y aquéllos eran demi padre, como quien dice de nosotras. .. con sólo pedirle permiso a donRaudel. Yo creo que sí nos deja.
-Pero yo creo que está encantado.Puede ser que el demonio ...
-¿ Está qué? N o, eso no puede ser. Nique fuera tanto. Si no pasa de ser unpuñito así de dinero ...
soF LA M.AN D
.-Ahora .ese ruido tuyo que golpea lastnpas de mi calavera. Como si me cuerearan, Santo Cristo, como si se me enredaraen.el pescuezo,. Ese ruido l~le derrite algoalla donde la sIento derretIrse. Ese ruidoque .mueves ~l sorber el moquero que teaflOjan las lagrimas .... "Pienso: cállate, maldita ciega. DéJame en p~z, i~servib.le peda~o de mugre.Apest~sa l~feJ¡z,. muerete. SI me dejarastr.anquila, ~m nudos y cantos de pájaros.SI te mur2eras, pedacito d~ carne ciegay engarrunada de dolor; SI te murierasyo me volvería ciega por causa de lo qUéme dolería que te hubieras muerto."
-¿ Sabes? Nunca lo deberías de hacer. Lo que me duele tentar algo húmedoen tus ojos cuando lloras. " Por eso tevoy O; decir dónde está ese dinero; voya declrtelo. Pero antes, ¿para qué dimepara qué necesita dinero un par' de l~que somos nosotras?
"Hay muchos individuos que se casanpor interés. Se casan para quitarse derobar gallinas o cazuelas de nixtamal."
-¿ Para qué?, contéstame. Yo creo queDios no hace nada a medias. Nosotrassomos muy pobres, las más pobres de estepueblo. El sabrá por qué, y contra Suvoluntad ¿ Qué podemos? Pero en nuestras manos el dinero no luciría, lo apestaríamos al esconderlo en el seno ...
"Ellos se casan por interés. Y a miedad todavía se sienten largas las noches.Largas y desesperadas. Entonces se siente el corazón hinchado, caliente, como tumor que se fuera inflando antes de reventar en llamas. Por eso luego me atacanlos sueños. Sueños en los que alguien merasga el vientre, lo muerde hasta despedazarlo. Este vientre mío hecho astillas,esta carne ensartada en los dedos de algún marihuana rabioso, de los marihuanas que por las noches vienen a fumar suyerba metidos en las cuevas de ArroyoBlanco."
E1Por Tomás MOJARRO
Dibujos de Juan SORIANO
DNuH
8
-Oye no más cuánto ruido. La noche,así se llama el ruido del silencio. Así:la noche. En la noche se oyen quejidos.y todo porque el Diablo se dedica a cuidar el dinero enterrado.
-Pero, ¿ tú también crees en espantos? Si los espantos no existen.
-Porque mientras el cristiano escarbase @yen quejidos entre la tierra.
-¿ Quién te contó esas mentiras? Noes verdad, no puede ser, hermana.
-Un cirio encendido. Una cruz depalma bendita. Cántaros llenos de carbón. Las ánimas ...
-Mañana no vamos a probar tortilla.Casi no vendiste semillas. Yo creo quepor lo mal que las tuestas. Y por otraparte, yo tampoco deshilé mucha costura. Mis ojos, que si tú supieras lo quese me cansan con la costura ...
-Mi crucifijo. Obre Dios, y si túquieres, mañana mismo ...
"Amarillo verdoso. Lo agarra una yla mano queda apestosa a cobre. Sucrucifijo ... y yo engarruño las piernasantes de decirle:
-Vamos a dormirnos. Pero antes,¿ sabes? Como cuando tú las mirabas.Relumbrosas y bajitas. Como punzadasde luz o de esperanza recién amanecida.¿ No me habías preguntado por las estrellas? Así se miran esta noche. Así semiran desde aquí donde estamos acostadas. Todo por la pila de agujeros quetiene el techo de nuestra casa... Perovamos durmiéndonos, que mañana tenemos que madrugar para agenciarnos unabarra de albañil. La barra, los ruidos,la esperanza ... Todo eso tenemos quedejarlo para mañana ..."
Miró la sombra sobre el montón demaíz que estaba desgranando. Entonceslevantó la vista para darse cuenta de quese trataba de aquellas mujeres. Les preguntó con los ojos mientras las arrugasde su frente se esforzaban por hacersesignos de interrogación. Así fue comolas mujeres comenzaron a hablar, y éla olvidar las preguntas al tiempo quecomenzaba a asombrarse. Dijo mientrashacía a un lado la mazorca a medio desgranar:
-Yo creo que no sólo están pobres'locas también. De todas maneras pón~ganse a hacer eso que. " Locas, de verdad que eso creo.
y trató de disimular algo riéndose.Lueg? dejó a un lado la risa y prendiósu mIrada en la sombra de aquellas enaguas negras. Las enaguas seguían alejándose rumbo al interior de la casacuando él pensó mientras las miraba;"mis huevos", y al pensar aquello se levantó y fue hacia el mezquite donde losmanojos de tlazole estaban acomodadosentre las ramas. Después de haber trepado al tlazolero y de haber buscado yrecogido y sopesado un par de huevosentre sus manos, sólo su cabeza siguióerguida hacia el rumbo de las enaguasnegras. Pensó mientras miraba y sopesaba y recostaba su cabeza entre el tlazole antes de levantarla de nuevo para volverla a recostar en el tlazole:
"Qué se puede pensar de lo que estoyviendo hacer a las viejas que fueron lasdueñas de mi terroncito de casa."
y siguió mirando hacia un solo rumbo durante mucho más tiempo del necesario para recoger cuanto huevo hubieran podido las gallinas esconder entreel tlazole. Raudel, o don Raudel Gómez,sel{uía pacíficamente pensando:
"No sé ni qué pensar, con setenta miltiznadas. "
"Ella me dijo: entre el pozo y la puertadel corral. Vete junto a la cerca y cuentalos adobes. Yo le contesté: es que haymuchas piedras; un montonal de piedrasen el lugar de tus cálculos. Y ella mecontestó: las hace11'~os a un lado. Entonces yo le hice saber lo grande de aquellas piedras, y que se podía machucarun pie si me ayudaba. Pero mientrasyo decía aquello mi hermana había comenzado a desparramar las piedras aquellas.
"Cuando alguien cree que trabaja porúltima vez, que por última vez tiene quefatigarse como animal acosado, entoncesya no se siente lo duro del trabajo. Elsudor corre por la frente y detrás delas orejas, escurre por la espalda y hacecomezón entre el cabello y en la pretinade la enagua blanca. El sudor sigue escurriendo, pero no me acuerdo de secarlocon mi rebozo. Eso, cuando alguien creeque lo está haciendo por última vez.Le dije a mi hermana:
"-Descansa, si descansaras un poco ...
"Pero mi hermana no quiso oirme.Me dio lástima mirar cómo tentaleabaaquellas piedras, pesadas, resbalosas, paraluego levantarlas con pila de trabajos,abriendo tamaños ojos al levantar laspiedras aquellas. Le dije:
"-:Descansa.. Te digo que yo puedotrabajar sola. TIenes todas las uñas quebradas. Habías de ver cómo traes losdedos, todos despellejados ...
"Mi hermana, sus ojos, esos sus ojosinútiles, plagados de nube como un parde charcos tapiados de lama terregosacon lagañas espesas y aguanosas de su~dar. Pobres ojos los de mi hermanabrillosos y húmedos antes de foguears~y volverse tan secos y tatemados sobresus libros de profesora rural. Ahora sóloesas grietas lodosas, iguales a las quedeja el río en el barro cuando se vanlas aguas.
("Ruidos duros, secos, pesados. Laspiedras gruñen por lo que les hacemos.Gruñe el demonio, las ánimas y la flamaazul del dinero. Este crucifijo' en miseno, crucifijo del Santo Señor de Jalpa,Pero ahora estos ruidos que rebotan como gruñidos de ánimas despiertas antesde tiempo.")
Oyó cuando le gritaban: Raudeeel, yRaudel, O don Raudel Gómez levantó un
UNIVERSIDAD DE MEXICO
poco la cabeza de entre el tlazole. Siguiómirando en aquella dirección donde lasmujeres seguían desparramando piedras.Pensó: "mi terroncito de casa les perteneció. Eso quiere decir que la ciega ...no sé ni qué pensar de esto, que ya mearden los ojos de tanto seguir mirando."Entonces volvió a oír: Raudeeel, y casien seguida otra voz: papá Raudeeel, dónde se metiooó, y él dijo tan quedamenteque casi lo dijo sólo en el pensamiento:cállense, raza hija de setenta miles detiznadas, y siguió mirando y pensando yapretando aquel par de huevos entre susmanos húmedas de sudor. Pensó:
"Ya están terminando. Un reguero depiedras. Luego escarbar en. el suelo conesa barra que traía la buenisana. Buenisana, pero ya comenzando a pasarse, sino yo le podría hacer el favor, pero AveMaría Purísima de aquí a que escarben,pero esas son las campanadas del Angeluso El ángel del Señor anunció a Maríay concibió, por eso de aquí a que yo mirealgo con forma de lo que vinieron abuscar ya tendré pensado lo que tengoque hacer."
De pronto miró cómo una de las mujeres soltó ,una piedra y un grito rápidoy corto como lanceta medio ahogadaantes de clavarse. Miró a las mujerescaminar y agitarse y después de un ratocaminar lentamente hacia el rumbo deltlazolero. Raudel, o don Raudel Gómez,fingió que el tiempo no le había alcanzado para localizar todos los huevos.Siguió buscando mientras las mujeres caminaban frente al mezquite del tlazolero.De ese modo tuvo que preguntar algopara en seguida oir que una de ellas lecontestaba:
-E:n lugar de que hubiera sido a mí,que no miro las cosas ...
Y él habló y agachó las cejas para quequien lo viera y oyera se pudiera enterar de que se entristecía por lo queestaba oyendo:
-Mañana o pasado. Y si usted nosvolviera a permitir ... no hemos terminado. Todo es cuestión de que me alivie.Si usted nos dejara terminar mañana opasado. Ahora siento muchas dolenciasen mi mano. Vámonos, hermana, queestas dolencias... maldito alacrán, mimano, mi cuerpo, vámonos. Como entumecido, como volverse de trapo. Cúrame,hermana. Vámonos, pero luego tenemosque regresar, pero regresar de nuevo.
"Las estoy mirando cuando caminanrumbo a la puerta; luego oigo: papáRaudeeel, respondaaa. Y yo me apeo deltlazolero y empiezo a parpadear por loque me arden los ojos. Entonces miro quemi retoño me mira asombrado antes desoltar la risa. Pienso: no sea irrespetuoso,no se me alebreste, que todavía puedoecharle carambazos. Y cuando le voy adecir eso que pienso, miro que se ríe demis manos y que mis manos están forradas de huevo por que se me quebraron los que traía en las manos. Pienso:tiene razón de reírse, y hago el intento deacompañarlo en su risa, pero le digo:
"-Cállese, cabrón, y prepárese porquevamos a trabajar. ¿Qué en qué? En volver a su lugar aquel reguero de piedras.
"Sólo entonces me río y me limpio lasmanos contra el troncón del mezquite."
Desde las torres del templo se descolgóel eco de las campanas. Las campanadasrodaron lentas, pesadas entre aquel tiempo sin aire. Atravesaron el ramaje de loseucaliptos y. ascendieron hasta las últimascasas del pueblo. Desde el fondo de Arro-
UNIVERSIDAD DE MEXICO
yo Blanco se oía el canto de una huilotahormíguera. Al disolverse en polvo lasc.ampanadas volvió a oirse: cúu. cúu, y detIempo en tiempo siguió oyéndose mientras que el sol comenzaba a perderse rumbo a los cerros de Tepizuasco.
A esa ho:a los rayos del sol se pa rtieroncontra la fIgura de aquella mujer y alargaron su sombra. Som bra qlH' al esti ra rseiba hacíéndose rizo entre las cicatrices delos surcos..La mujer aque~la caminaba palpando la tierra con los pIes desnudos. Alhacerlo desenterraba pequeñas polvaredasque en seguida morían por falta de viento.Entonces aquellos ojos de ciega se abríanenorme y grotescamente hacia el rumbodel sol. Las lagañas a medio madurar secuajaban gelati~osas entre los párpados, yopacamente brIllaban con la luz del sol.
La mujer seguía palpando la costra delos surcos con los pies descalzos. SU S0111bra, se ~ovía, se erizaba al moverse y sehacIa mas larga con la caída ekl sol contralas jorobas del horizonte. Se volvió a oi r:cúu, cuú, al tiempo que los pies desnudosencontraban algo entre las raíces del rastrojo. La mujer se inclinó para recoO'eraquel pedazo de raja y luego revolve~'loentre los otros que guardaba en el rebozo.
Las campanadas volvieron a rebotarc?~tra lo pardo de las laderas. Después sehICIeron polvo entre el terregal donde losray?s del sol hacían larga la sombra de lamUjer aquella qne juntaba mierdas de res.
Se oía: tán, tán, y el eco se envolvía entre la sombra de Arroyo Blanco.
(Por los agonizantes, OI'e/I/OS. Por losw'minantes extraviados. los fieles necesitados, los que sufren, 01'1'11/.0.1'. Te rogaItbOS, S eii~r, por las almas pecadoras, lasalH-1Os sohtarws y las que sienten dolor.Por los pecadores, los enfermos, los tristeso carcomidos de angustia,. Refugio de lospecadores, sall/d de los enfermos COI/
suelo de los afligidos . . .) Las barbas delsol se alborotaron contra el horizonte. l.afogata contagió al cielo y a la retorciebcarne de las nubes. La sombra de la muierse alargó como para romperse o termitia rdesprendiét:dose de aquellos pies desnudos. Los OJDS CIegos continuaban abriéndose como si desde dentro algo los forzaraa agrandarse de esa grotesca manera. Depronto se oyó el jadeo de unas alas buscando aire en que sostenerse. Frente a lacara contraídamente pacífica de la mujercruzó la huilota, y en seguida las alas 'deun gavilancillo que la perseguía en ¡'nediode aquel aire quieto y ya recién oscurecido.
La mujer se volvió y comenzó a cammar haCIa l, b de 1 um o e su desaparecidasombdra. En el rebozo cargaba la suficientemIer a de resb . . C0l110 pa ra mantener la IU111-
1e encendIda durante toda la noche.(Por la ang/lstia 11' ~1Uestros próji'mos,
p~}( la sal de .1'/1.1' lagr1.11ws, por su penatlaspasada de dolor; por n//estros prójimos, oremos.)
-Tengo sed, hermana, ll1ucha sed. Migarganta ...
--;El agua está calentándose. Luego tomaras ~oda la q~e quieras.
-:-Tu, una cIega, curándome. PorquenadIe ~e ayuda, tú curándome.
-C~llate. Al rato tendrás toda e! aguaque qUIeras.~Yo sin !?oder siquiera comprarle al
dador ,un punlto de esperanza ...-¿ Sabes? Hace rato sonaron las canl
panas. ¿ Las alcanzaste a oir?-Quiero agua. Tengo mucha sed.•
. -En la iglesia están celebrando el J ubdeo del Santísimo.
-~lJ:i ca me ador~llecida. Esta argantailhogandose de grenas. Dame agua, si medieras tantlta agua ...
--;-Luego te la daré, ya te dije que seesta calentando. ¿ Sabes? Hasta el sonidode las campanas ... y yo pienso: tan cercaele nosotras, y tan reti radas que se oyenlas campanas elel pueblo.
-Maldita, óyeme. Maldecida cieU'a inservi~le. ¿ N o me oyes? Agua, herr:anita,por VIcia tuya ...
-Te digo que se está calentando. Fríaes dañosa. N () debes encoraj inarte.. -Ya no. Ya no me vaya enojar con
tigo. Profesora, profesora Cortés. Lo único que me queda en esta infelizada vidaque me tocó sufrir.
- y.~ creo que hoy les corresponde alas HIjaS de María. Todas de rodillasfrente a Nuestro Señor. Por eso ningunapudo vIsItarte en tu enfermedad. A la noche serán los socios de la Adoración octurna. Pero nosotras aquí, sin poder rezarle al Santísimo ...
-Si alguien nos ayudara ... así me aliviaría más pronto. ¿ N o crees?
-Puede ser ...-Pero, ¿ quién. hermana, quién tiene la
obligación de darle ayuda a un par de loque somos nosotras?
-Sólo Dios ...-Nadie, profesora Cortés. Nadie tiene
esa obligación. Pero mi cuerpo, mi garganta. y esta sed y esta desesperación.
9
Tengo sed, mucha sed. ¿ No me oyes mal-decida ciega? '
. "En esta dir~cción vienen quedando lasCabnllas. HaCia este lado del cíelo losOjos ?e Santa Lucía y acá la Cruz de! Sur.Eso SI no es que se me haya trastocado elrumbo de las estrellas. Quizá a fuera estámuy oscuro. o, afuera de mis ojos lanoche es clara, un poco fría y otro pocollena de luna y de ruidos. El viento seac.urruca entre mis enaguas. Venía adormIlado y las ramas del mezquite Jo despertaron. Se destrenza de las ramas haciendo un ruido como de maldecir ent~edientes. Luego se me acomoda en el senoy entre las piernas. El viento el ruido delviento. . . '
"Pero ahora comienzo a oir las campanadas con que llaman a los cofrades dela Adonción Nocturna. Campanadas quese acercan por falta de ruidos que las detengan como perros escandalosos. Por oirlas tan cerca se me figura que soy gentedel pueblo; que estoy en mi casa, la deparedes altísimas y portón de nogal. Aquella casa grandísima y costruda de sol,siempre fresca y con algo de tibieza todoslos días. De mi abuelo, de mi padre, míaantes de venderla para no haber podidoarreglarme los ojos.
"Debe de ser media noche. Imagino a loscofrades frente a la imagen del Santísimo.Elpidio, y don José Casas. Juan Mojarray aquel Delfina Guaracha que una vez mepretendió. U na vez, hace mucho tiempo,yo todavía alcanzaba a mirar la vergüenza de sus palabras, cuando me pretendíaDelfino Guaracha. Pero mis ojos, Diosmío; mis ojos, mis ruidos, mis cantos degallos en la madrugada ..."
(Cuando cantan los gallos el cofradevela frente a la Sagrada Forma. Vela conlos brazos en cruz mientra gallos y perrosalegan y manotean. La luz de las velashierra su marca en los ojos del cofrade.Luz como acurrucada, como a punto dedispararse o de terminar dormida.
"Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento." El cofrade vela golpeándosela teta izquierda al tiempo que suspira.Mientras cantan los gallos él canta jaculatorias que parecen forjadas a fuerza desuspiros.
Perdó on óhd'ios lIIíoperdó on indulgéncíaperdó ní cleménciaperdó óni piedadperdó óni piedad . ..
Santo Tomás- "un teólogo pícnico"
yKswUNIVERSIDAD DE MEXICO
Eno ... no lo acepto. Y aunque sé que exi te no 10 admito del todo."
'''Me explicaré -continúa Iván-. E toy convencido como un niño de que eldolor se extinguirá... Que toda la indignante farsa de las humanas contradicciones se disipará cual lamentable espejismo como una ruin manifestación de lahu~ana, euclidiana razón; que finalmente al término del Universo, en el momen-, ,. , .to de la eterna armOl1la, ocurnra y surgI-rá algo hasta tal punto preciado quebastará a todos los corazones, calmará todos los descontentos, redimirá todos loscrímenes de las criaturas, toda la sangrepor ellas vertida, haciendo. que. no . ~óloresulte posible perdonar, S1l10 JustifIcartodo lo sucedido entre los hombres.""i Todo esto -añade Iván- concedo queserá y se manifestará, pero yo no lo admito ni quiero admitirlo! Concedo ha~ta
que las líneas paralelas se unan e~ el ~n~
finito y yo lo vea; entonces lo vere y dlreque se han unid?;. pero a. pesar ~e todono lo admito. Ahl tIenes mI ser, Ahoscha;ahí tienes mi tesis. Esto te lo digo en serio ... N o te hacía falta saber de Dios,sino saber cómo vive tu amantísimo hermano. Pues ya te lo dije."
Como puede verse, 1ván no quiere afirmar nada sobre la existencia de Dios. Ella admite, e incluso hace una descripciónemocionante de la visión escatológica delcristianismo. Su intención se desplaza hacia lo que él llama el Universo Divino. Esdecir hacia el mundo comprendido comocreac'ión de Dios que se encamina haciaun punto final glorioso. Iván suspende eljuicio sobre el asunto central y fija sumirada en el mundo. Va a dar un rodeopor el mundo para mostrar ciertos ~echos
que 10 hacen inaceptable como I11versoDivino, lo que en último término, va ahacer inaceptable la existencia de Dios.No va a argumentar directamente acercade esa existencia. Va a hacer algo muchomás grave: va a mostrar un aspecto delmundo con tal fuerza que nadie, ni elcristiano Alioscha, se sentirá capaz de replicar.
Pero, oigamos a Iván. Después de exponer con verdadera maestría la imposi-
Dostoiewsky- "gema de la desmesura"
1oTy
soD
(Viene de la pág. 2)mático a través de la conversación de loshermanos.
Los hermanos se reúnen después deuna larga separación y la conversación seabre, como un disparo, sobre el grantema:
Iván abre el fuego: "-¿ Por dónde empezamos? Dilo tú mismo ... ¿ Por Dios?,¿existe Dios?"
Antes se ha excusado por entrar enmateria de una manera tan abrupta alegando que al ruso le interesan f~mdamen
talmente sólo las cuestiones últl111as, radicales, universales: "Los jóvenes rusosno hacen más que hablar de cuestioneseternas". "Los que no creen en Dios hablan del soc:alismo, del anarquismo o de
SANTO TOMAS
la transformación de la humanidad en unnuevo estado; es decir -dice Iván-, lasmismas cuestiones, sólo que vistas por elotro extremo".
Los hermanos hablarán, pues, de cuestiones eternas:
"Bueno, pues... figúrate, puede queacepte la existencia de Dios -rio 1ván-.No te lo esperabas ... ¿ verdad ?"
Iván empieza aquí a preparar su argumento: "Puede que acepte la existenciade Dios". En realidad es esta una concesión que tiende a suspender la cuestiónde si Dios existe, simplemente para nopartir de ella, pues de ser así, se habríadecidido ya de una manera u otra y eldiálogo quedaría cancelado.
Iván continúa: "Acepto a Dios, y nosólo de buen grado, sino que acepto además su presencia y su finalidad ... que anosotros nos son perfectamente desconocidas; creo en el orden, en el sentido de lavida; creo en la eterna armonía, en la quetodos hemos de fundirnos; creo en el Verbo hacia el que propende el Universo, yque reside en Dios, siendo Dios él mismo,bueno, y etc., hasta el infinito ...". "Según parece voy ya por el buen camino ...¿ no? Bueno; pues ahora figúrate que enúltimo término, yo, este Universo Divi-
10
Mientras la noche se ennegrece de culpas el cof.rade vela y expía con los brazosen cruz, de rodillas frente a la SagradaForma.)
"Tan cerca las campanadas ... como sinos .J1amaran a nosotras, y que nosotrasfuéramos gente del pueblo. Pero oigo ungrito, y que alguien pide agua. Entoncesme doy cuenta de que las dolencias volvieron a des.pertar a mi hermana. Y que estamos tan lejos del pueblo como para quesus campanadas lleguen hasta nosotrassólo por lo oscuro y dormido que sequeda el pueblo al filo de la madrugada."
("Agua, maldita, quiero agua. Desgraciada ciega, óyeme. ¿-No me oyes? Dóndeestás, hermana, hermanita, lo único quetengo para insultar cuando tanto me duelehacerlo contigo ...")
"-Habías de ver, hermana ... ahoraes un cerro de piedras, mucho más piedrasque antes. Pero ya no le ruegues, que éltiene razón. Las piedras regadas por elsuelo son un estorbo, y además, esta casaya es de él ... Vámonos, hermana, vámonos. Te digo que ya no le ruegues, queya no te sigas humillando. Pero no metientes la cara; me arañas los ojos con tusdedos cochinos A poco vas a creer queestoy llorando "
A esta hora comienza a meterse el sol.Va recogiendo sus rayos como en unaamarilla resignación desencantada de haber calentado esta pila de gente. Gentecallada, silenciosa e indiferente, como sivivj~ra dormida en un terregoso sueño sinsuenas.
"Aquel borracho se quedó dormido enel empedrado de la calle, de la callecitasucia de estiércol y chaparra, como si estuviera ciega y de rodillas en un perpetuonovenario por el buen temporal. Este pueblo se parece mucho a mi hermana. Escomo ella de sucio y de seco, apestoso ahumor de parturienta. Parece un viejo delengua clisada que se pasara la vida no másrepasando medio dormido su descarapelado rosario de adobes y haciendo monigotes de. tierra para que se le arrastrenpor su pellejo de polvo y de chicalotessecos. Unos monigotes prietos, inútiles,con el espinazo clavado nacia el suelo yun pedacito pardo de corazón que a' veces, en .la noche, canta a gritos destemplados porque se trasminó de alcohol. Quecanta a veces mientras el pueblo lo vaapachurrando para enterrárselo en lasuñas.
"Hasta ahora me voy dando cuenta deque yo soy un monigote de esos. Josési lo era desde antes o me volví hace unrato, cuando me echó de su casa don Raudel GÓmez. Yo creo que antes no lo eratodavía, porque todavía soñaba, a escondIdas de todos ...
"Hay veces en que alguien sube alto,muy alto, para de pronto sentir lo durodel suelo. Hay veces en que piensa mucho, se aga;ra a piense y piense hasta perder la razon o ve el sol de frente paraquedarse a Oscuras. Yo quería vivir' loquería con todas mis fuerzas. Sólo 'esoq~ería. Pero llega un momento en que'Solo esto se puede hacer, esto que yo estoydiciendo:
"----:Vámonos, hermana, que ya está oscurecIendo. ¿ Sabes? Desde hoy me iré yoa la puerta del templo. Tú te quedarás enla casa. Yo venderé las semillas; no quieroque el aire te las vuele, o que te las siganrobando los escuincles de don Raudel Gómez cuando van al rosario ...