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Poemas. Otra vez por ellas y para ellas por Omar Guillén
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OTRA VEZ POR ELLAS Y PARA ELLAS
Poemas
Por Omar Gui l lén
Donativo: 20 pesos
Textos:
Omar Guillén.
Edición
Mario Eduardo Ángeles.
La Testadura, una literatura de paso.
www.issuu.com/latestadura
www.latestadura.blogspot.mx
México, Mayo 2016.
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Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus autores. La Testadura, una literatura de paso, hecha para
olvidarse en los lugares públicos o salas de espera.
Omar Gui l lén
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OTRA VEZ POR ELLAS
Y PARA ELLAS
Omar Gui l lén
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La Testadura, una literatura de paso
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INCAPACIDAD
Mis lagañas son la diarrea mental que me
brota por los ojos cuando sueño,
cálido y viscoso excremento con el que
moldearon mi vida antes de que fuera
concebido,
frío y áspero cristal con el que me cubrirán
cuando haya muerto.
Bajo el sol nada nuevo existe, mujer,
porque desde el brillante conocimiento de
las simplificaciones
los disfraces se caen y las máscaras se
rompen.
En efecto mujer,
desde esta realidad desnuda
sólo escucho las mismas palabras
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imprecisas,
los mismos verbos subestimados
y los mismos sustantivos rotos;
y de mis oídos escurren las mismas
preguntas
con las mismas respuestas,
los mismos poemas sobrevalorados
y los mismos consejos no solicitados.
Desde aquí, mujer,
desde aquí no puedo tocar las sonrisas
plenas
y sinceras en los niños,
ya no puedo sentir el impulso libertario en
los jóvenes,
y sólo veo la misma ilusión moribunda en
los adultos,
los mismos temores sinsentido en los
viejos
y la misma edad que se confunde
y no comprende por qué existen niños
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avejentados,
viejos jóvenes
y adultos que no saben ser viejos,
ni jóvenes, ni niños y mucho menos
adultos.
Porque desde aquí
sólo puedo probar las mismas
pretensiones de sobresalir, de ser más, el
mejor, el único;
las mismas envidias, el mismo egoísmo;
la misma estupidez justificada por filoso-
fías oportunistas,
las mismas simulaciones de rebeldía para
obtener beneficios personales,
los mismos gritos libertarios callados con
dinero o ahogados en sangre,
la misma traición, la misma cobardía,
las mismas farsas renovadas con distintos
actores disfrazados de novedad y vanguardia,
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y, por supuesto, los mismo esfuerzo
encaminado a controlar al otro para
sentirse libre y poderoso.
En fin, mujer, desde aquí, desde mi
existencia imposible que se niega a lo que
existe,
desde aquí, mi equilibrio se construye
fuera del ego y más allá del dinero
y mi revelación es la condena de aquel
que no se somete a la estupidez del rico
ni a la ambición del ignorante.
En efecto, mujer de piel-magma y caderas
emplumadas,
en este desierto de fuegos artificiales y
hielos permanentes,
la húmeda calidez de tus formas es lo
único que me salva,
y por el momento sólo esto puedo
escribirte
La Testadura, una literatura de paso
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porque mi sensibilidad se obscureció
y mi lacónico romanticismo todavía no
aprende a nombrar lo bello,
ni a describir lo distinto.
P. D.
Perdón, mujer, pero quizás mañana,
cuando ya no escuche las risas de las hie-
nas en la voz de los políticos
y tampoco vea el reflejo de los buitres en
los ojos del hambriento,
quizás mañana simplemente pueda decir
TE AMO
y tal vez entonces también pueda hacer
que resalte tu sonrisa
y se multiplique tu asombro.
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PIEL DE FÉNIX
Frenético oleaje cósmico,
inexplicable sensación de surfear galaxias
espirales
con dios mirándote por mí antes de ser él
mismo.
Mujer, la transformación es lo único que
permanece en mí
cuando me recuesto en la fosa de tus
estereotipos
y el cambio es una moneda inexorable y
eterna danzando entre tus ojos,
es mi equilibrio caótico en tu movimiento
perpetuo,
mi dejar de ser yo para ser el fin y el
principio de todo lo que existe en ti:
el flujo de sangre intoxicada y
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pensamiento obscuro,
la traslación de planetas en la
contemplación de un simio curioso,
el surgimiento del fuego nuevo a partir del
humo antiguo,
la continuidad del tiempo perdido entre
las palabras coincidentes,
el pensamiento infecundo convertido en
criatura apocalíptica,
los círculos trazando líneas paralelas que
se acercan y se alejan,
las palpitaciones de lo desconocido y las
resonancias del ego,
la onda expansiva que cotidianamente
nos hace fluctuar entre la nada y la nada
mientras nos reímos de la risa y nos
perdemos en un abrazo infinito.
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PRIMER CÍRCULO DE LA ESPIRAL
I
ENCUENTRO Nos encontramos abruptamente
en medio de la palabra rota de un poeta
maldito.
La tarde goteaba en las ventanas de un
recinto protocolario
y nuestras miradas centellaban interés
cada que se encontraban furtivamente,
casi por casualidad,
y siempre con el sigilo de quien desconoce
la vanidad del otro
y desconfía de su ego.
Cuando por fin hablamos,
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estábamos convertidos en dos entidades
furiosas
que debatían con la pasión de quien
quiere ser admirado,
y aunque nuestras cabezas se abrían
con el deseo de saber cuál era la opinión
que cada quien tenía sobre las opiniones
del otro,
simulábamos seguridad e indiferencia
para que nuestros argumentos no se
debilitaran.
Con los primeros tragos,
nuestra sangre empezó a hervir,
impulsada por una curiosidad morbosa
que olía a sexo,
y nuestro tacto impaciente suspiró debajo
de la ropa,
pero aún así calculamos nuestra distancia
a partir del intelecto
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y empezamos el juego infantil de
ignorarnos para examinarnos
y atraernos con más fuerza
lanzándonos abruptamente una pregunta
fuera de contexto
o mirándonos de manera prometedora y
perversa.
Y así, entre miradas, roces y preguntas,
la noche se desplazó a la casa de un
amigo,
laberinto de incertidumbre fraternas
donde el alcohol nos convirtió en
protagonistas
de los poemas que leíamos
y entonces todo devino en exceso de
palabra,
de emociones derretidas,
y olvido de uno mismo.
Cuando desperté no había nadie más en
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el cuarto.
Me puse el pantalón
y te busqué excitado en el baño,
pero no estabas allí.
Regresé al cuarto,
tomé mis zapatos y mi playera,
con una sonrisa triunfal recorrí el pasillo
hasta la sala,
un cementerio de palabras y botellas
donde varías parejas y algunos solitarios
dormían
entre cenizas y charcos cerveza.
Mientras terminaba de vestirme,
me tomé una bebida extraña que alguien
abandonó en la madrugada
y busqué un cigarro en las bolsas de mi
pantalón,
con la esperanza de encontrar en ellas
algún dato
que me dijera dónde o cómo podía
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localizarte,
pero sólo encontré un pedazo de papel
donde estaba escrito esto:
“Nunca el encuentro preconcebido o
establecido de antemano.
Siempre el encuentro azaroso y libre,
aunque la falta de coincidencia nos
carcoma las entrañas.
Olvidémonos de las pertenecías y las
propiedades
y dejemos que la ausencia construya las
fantasías que habitaremos mañana.
Dejemos que la incertidumbre alimente
nuestro deseo
y el silencio fortalezca nuestra palabra”.
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II
NOSTALGÍA Como siempre ocurre con las mejores
cosas,
sin proponérmelo,
ayer me acordé de ti
y en cuanto tu imagen llegó a mi mente
no pude evitar pensar en nuestro perpetuo
aquí y ahora convertido en recuerdo:
memoria marchita de un romanticismo
hedonista, ebrio, pornográfico,
nostalgia por un idealismo de cuerpos
deseables
que habían encontrado el sentido de la
vida en sí mismos,
exuberancias palpitantes,
brillos desenfrenados,
risas interminables;
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vitalidad desbordada fluyendo hacia el
futuro sin voltear a verlo
porque sabíamos perfectamente que todo
iba a durar el tiempo preciso,
el necesario para construir lo inolvidable.
Después, una despedida sencilla
o un abandono repentino serían
suficientes
para quedar satisfechos y continuar sin
reclamos,
sin tristeza y sin resentimiento,
porque nunca hubo promesas, posesiones
o temores,
sólo un “somos hoy”
del que aún conservo
las escamas que tu espíritu dejaba entre
las sábanas cada que te cambiaba de
postura
y que hoy me fumo los días de insomnio;
tus gemidos disecados
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que ocasionalmente uso de collar o de
llavero
y mis gotas de sudor reflejando tu imagen
durante el orgasmo,
ese fuego líquido que he congelado
y me unto en las solitarias noches de
invierno.
Omar Gui l lén
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III
REENCUENTRO
Reencontrarte fue obra de un azar que se
invoca,
persistencia de especular hasta el
cansancio
y aparecerme en los lugares que me
parecen precisos
en los momentos que considero
adecuados.
El título del libro es interesante.
El autor, un joven que escribe
respetablemente
porque cree tener la verdad y aspira a ser
grande,
es una divertida caricatura de los poetas
que ha leído:
un delicioso manjar para nuestro humor
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libertario,
pero ahora que nuestras miradas se
encuentran y se abrazan,
ahora eso resulta tan irritantemente
frívolo
como insignificantes se vuelven los
amigos que no hemos visto en años.
Un roce es suficiente para imantar
músculos y huesos
y calcinar la circunstancia.
Salimos del mundo literario con temblores
susurrantes
y entramos a la vida a través del cuarto
del motel más cercano.
Y allí, en ese paraíso oculto a las miradas
profanas,
la paciente profundidad del roce se
alterna
con el ímpetu furioso del apretón y la
mordida.
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Y así, con continuidad y firmeza,
siempre sin prisa,
recorremos mutuamente nuestras
geografías
hasta que trascendemos el arrebato del
impulso
y alcanzamos lo sagrado.
Entonces entro suplicante en ti
y tú me recibes agradecida.
De inmediato nuestras caderas se
acoplan,
tu espalda se confunde con mi pecho,
mis manos se hunden en tu abdomen y
tus senos
y tus manos se aferran a mis dedos para
marcarles el ritmo.
Somos un oleaje de músculos frenéticos,
una melodía furiosa de carne hirviente
deshaciéndose en sublimes fricciones
y rehaciéndose en poderosos abrazos
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que nos derriten por dentro
hasta que nuestros huesos se funden al
unísono
y nuestras almas fluyen por todas las
células.
Hemos brotado de nosotros mismos
explosivamente,
nos hemos sacudido la miseria entre
estertores que parecen sismos,
y nos mezclamos interiormente.
Estamos desbordándonos en lentas
cascadas de magma primigenio.
Estamos fusionados por el espíritu de la
carne
y en un instante sin tiempo desfallecemos
por exceso de vida
sólo para emerger renovados a la
eternidad siguiente,
libres ya de nuestros escombros
cotidianos,
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que ahora se encuentran incrustados en la
paredes, el techo y el suelo.
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MAPAS MENTALES
I Ayer convivimos por primera vez,
pero ya adoro tu inigualable costumbre
de transportar agua con cucharas
y quitarte la piel ante los desconocidos
para que desde el principio los ineptos
empiecen a alejarse.
II Vamos a neologizar bailando
hasta que el sentido se pierda
en un laberinto de espejos negros
y la verdad se muestre
en los ojos de dos niños
contemplando el cosmos
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III
Y después de tantas risas circulando por
las venas:
¿Qué vamos a hacer
con este frágil reloj de infinito
en cuenta regresiva,
si sólo tenemos tus estrellas telúricas
y mis raíces de aire?
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CREO QUE AÚN ME QUEDA ALGO
MÁS QUE UNA CÍNICA SONRISA
Puede ser que el amor sólo sea una pala-
bra para nombrar el vértigo de la propia vida
desbordándose en otro. O tal vez sólo es una
ficción romántica que inútilmente trata de
convertirse en realidad. Pero no voy a privar-
me de disfrutarlo cuando crea haberlo encon-
trado.
Hoy digo NO al autosabotaje que mi racio-
nalismo decadente intenta imponerme. Digo
NO porque la vida es en el instante que la
siento por encima de la pregunta y la res-
puesta.
¡Qué más da si en su arrogancia ultramo-
derna mi animal pensante me dice que esta-
mos hechos de hormonas e interpretaciones
múltiples en cambio permanente!
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¡Qué más da si sólo somos chispazos de
un incomprensible corazón/intelecto! Si sólo
somos fe y creencias que en igual proporción
nos brindan alegría y sufrimiento.
Y qué más da si a diario mi escéptico me
pregunta: “¿Qué eres. De qué estás hecho.
Para qué existes?” Pues él bien sabe que es-
toy hecho de todo y nada. Y a la perfección
entiende que soy un aliento ayudándole a
liberarse para así liberarme a mí mismo
mientras avanzamos juntos, cantando lado a
lado el himno de la hermandad y de la risa.