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6 ABCD IBSEN MARTÍNEZ Durante más de veinte años fui libre- tista de telenovelas. De aquella épo- ca recuerdo a uno de mis pares es- cribidores, un peruano a quien la sor- na de la gerencia general bautizó «la llama cuzqueña», no porque su escri- tura fuese especialmente flamígera, sino simplemente por considerarlo una bestia de carga de la palabra es- crita: un estajanovista, digamos, del libreto de cuarenta y cinco minutos de dramón hortera. El teleculebrón fue en sus orígenes un subproducto de la Revolución Cu- DOMINGO HERNÁNDEZ SÁNCHEZ Todos los años, aproximadamente por las mismas fechas, asistimos al cam- bio de ciclo en las series de televisión y, con él, al retorno de viejos conoci- dos. Por supuesto, la mecánica de las nuevas temporadas utiliza elementos similares a los que dirigen las cone- xiones entre cada capítulo, con lo que historias inacabadas y casos abiertos dosifican el placer de la repetición con la sorpresa ante las resoluciones pro- metidas. De este modo, tales estra- tegias actúan como modelos sin- tomáticos que remiten de manera ge- neralizada a las culturas actuales. Es posible, sin embargo, establecer una relación entre las narrativas se- riales contemporáneas y contextos más clásicos, como el de los cuentos maravillosos que investigó Vladimir Propp. Aquella repetición constante de funciones que sistematizaba Propp insistía en el «doble aspecto del cuen- to mágico», a saber, la ineludible con- vivencia entre diversidad y monotonía. Hoy tal ambivalencia la asumen las estrategias seriales, pero con restric- ciones: como indican Balló y Pérez, «la serialidad celebra siempre el pla- cer de la repetición, pero invoca el mie- do al anquilosamiento». No debe ex- trañar, entonces, el asedio de las na- rrativas seriales, pues son el instru- mento perfecto para una cultura como la nuestra, rigurosamente apoyada en una cansina dialéctica de diferencia y repetición. En efecto, el actual cúmulo de re- makes, montajes y demás postpro- ducciones permite vislumbrar un mo- delo único, similar al cuento primige- nio del que hablaba Propp, que resu- me determinados discursos artísticos, audiovisuales y literarios. Como si, en el fondo, todo continuase las directri- ces procedentes del ordenador y en- tre la creación y la repetición se si- tuase la posibilidad del guardar-como, esto es, un discurso de la repetición sin perder la originalidad de lo nuevo y una originalidad sin disuadir los ele- mentos de reconocimiento inheren- tes a lo ya visto. La cultura del guar- dar-como, bajo la que se hallan, entre otras, las narrativas seriales, expresa así toda su ambigüedad, pues puede remitir tanto a loables estructuras de colaboración y de ampliación de sig- nificados, como a formatos dedica- dos a encubrir el anquilosamiento. En el fondo, las estructuras de re- petición que definían al cuento mági- co se situaban en un contexto donde esa repetición era ineludible, el de la cultura oral. Hoy, sin embargo, y co- mo afirma De Kerckhove, «estamos retornando a una cultura oral o, más precisamente, a una cultura oral electrónica». Pero, al realizar esta co- nexión, es difícil dejar de pensar que también ahora, quizá más que nunca, todo revierta en el mismo cuento del que los demás no son más que lige- ras variantes, eso sí, guardadas-como únicas y nunca vistas. LOS CULEBRONES HAN DESPERTADO EL INTERÉS NO SÓLO DE LA INDUSTRIA, SINO TAMBIÉN DE LAS UNIVERSIDADES. IBSEN MARTÍNEZ RASTREA SU ORIGEN Y ANALIZA SUS TRAMPAS. ENTRE ELLAS, LOS CAMBIOS DE LÉXICO, QUE GARANTIZAN QUE LO QUE VALE EN UN PAÍS SIRVA EN (CASI) TODOS DEL CULEBRÓN NO ARISTOTÉLICO P. EL MELODRAMA CAMBIA DE PIEL Estrategias seriales bana: a partir de 1959, muchos pro- ductores y libretistas de la dos veces fidelísima isla emigraron a Venezue- la donde, muy pronto, transformaron radicalmente la hasta entonces pro- vinciana y candorosa televisión local. UN ARCÓN DE «RADIONOVELAS». Uno de aquellos emigrados precurso- res logró sacar de Cuba un arcón lle- no de libretos de «radionovelas», muy populares en los años cuarenta y cin- cuenta, cuyos autores podían llamar- se Félix Pita Rodríguez, Inés Ródena o Félix B. Caignet. El curador-editor de aquellos info- lios vive aún y todavía los entrega a sus escribidores con la instrucción de transmutarlos, a tanto la alzada, en li- bretos de telenovela, adaptándolos a la realidad venezolana según sencillas permutaciones de léxico: donde dice guagua debe decir autobús, donde di- ce espejuelos debe decir lentes, don- de dice malanga debe decir ocumo, donde dice hacer un cuento debe de- cir echar un cuento, donde dice La Ha- bana debe decir Caracas y donde di- ga chévere puede y debe decir ché- vere. COVER Cultural (Madrid) - 01/04/2006, Página 6 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.

P.diarium.usal.es/dhernan/files/2012/07/Estrategias... · 2013. 2. 11. · esa repetición era ineludible, el de la cultura oral. Hoy, sin embargo, yco-mo afirma De Kerckhove, «estamos

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Page 1: P.diarium.usal.es/dhernan/files/2012/07/Estrategias... · 2013. 2. 11. · esa repetición era ineludible, el de la cultura oral. Hoy, sin embargo, yco-mo afirma De Kerckhove, «estamos

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IBSEN MARTÍNEZDurante más de veinte años fui libre-tista de telenovelas. De aquella épo-ca recuerdo a uno de mis pares es-cribidores, un peruano a quien la sor-na de la gerencia general bautizó «lallama cuzqueña», no porque su escri-tura fuese especialmente flamígera,sino simplemente por considerarlouna bestia de carga de la palabra es-crita: un estajanovista, digamos, dellibreto de cuarenta y cinco minutosde dramón hortera.

El teleculebrón fue en sus orígenesun subproducto de la Revolución Cu-

DOMINGO HERNÁNDEZ SÁNCHEZTodos los años, aproximadamente porlas mismas fechas, asistimos al cam-bio de ciclo en las series de televisióny, con él, al retorno de viejos conoci-dos. Por supuesto, la mecánica de lasnuevas temporadas utiliza elementossimilares a los que dirigen las cone-xiones entre cada capítulo, con lo quehistorias inacabadas y casos abiertosdosifican el placer de la repetición conla sorpresa ante las resoluciones pro-metidas. De este modo, tales estra-tegias actúan como modelos sin-tomáticos que remiten de manera ge-neralizada a las culturas actuales.

Es posible, sin embargo, estableceruna relación entre las narrativas se-riales contemporáneas y contextosmás clásicos, como el de los cuentosmaravillosos que investigó VladimirPropp. Aquella repetición constantede funciones que sistematizaba Proppinsistía en el «doble aspecto del cuen-to mágico», a saber, la ineludible con-vivencia entre diversidad y monotonía.Hoy tal ambivalencia la asumen lasestrategias seriales, pero con restric-ciones: como indican Balló y Pérez,«la serialidad celebra siempre el pla-cer de la repetición, pero invoca el mie-do al anquilosamiento». No debe ex-trañar, entonces, el asedio de las na-rrativas seriales, pues son el instru-mento perfecto para una cultura comola nuestra, rigurosamente apoyada enuna cansina dialéctica de diferencia yrepetición.

En efecto, el actual cúmulo de re-makes, montajes y demás postpro-ducciones permite vislumbrar un mo-delo único, similar al cuento primige-nio del que hablaba Propp, que resu-me determinados discursos artísticos,audiovisuales y literarios. Como si, enel fondo, todo continuase las directri-ces procedentes del ordenador y en-tre la creación y la repetición se si-tuase la posibilidad del guardar-como,esto es, un discurso de la repeticiónsin perder la originalidad de lo nuevoy una originalidad sin disuadir los ele-mentos de reconocimiento inheren-tes a lo ya visto. La cultura del guar-dar-como, bajo la que se hallan, entreotras, las narrativas seriales, expresaasí toda su ambigüedad, pues puederemitir tanto a loables estructuras decolaboración y de ampliación de sig-nificados, como a formatos dedica-dos a encubrir el anquilosamiento.

En el fondo, las estructuras de re-petición que definían al cuento mági-co se situaban en un contexto dondeesa repetición era ineludible, el de lacultura oral. Hoy, sin embargo, y co-mo afirma De Kerckhove, «estamosretornando a una cultura oral o, másprecisamente, a una cultura oralelectrónica». Pero, al realizar esta co-nexión, es difícil dejar de pensar quetambién ahora, quizá más que nunca,todo revierta en el mismo cuento delque los demás no son más que lige-ras variantes, eso sí, guardadas-comoúnicas y nunca vistas. ■

LOS CULEBRONES HAN DESPERTADO EL INTERÉS NO SÓLO DE LA INDUSTRIA, SINO TAMBIÉN DE LAS

UNIVERSIDADES. IBSEN MARTÍNEZ RASTREA SU ORIGEN Y ANALIZA SUS TRAMPAS. ENTRE ELLAS, LOS

CAMBIOS DE LÉXICO, QUE GARANTIZAN QUE LO QUE VALE EN UN PAÍS SIRVA EN (CASI) TODOS

DEL CULEBRÓNNO ARISTOTÉLICO

P.EL MELODRAMA CAMBIA DE PIEL

Estrategiasseriales

bana: a partir de 1959, muchos pro-ductores y libretistas de la dos vecesfidelísima isla emigraron a Venezue-la donde, muy pronto, transformaronradicalmente la hasta entonces pro-vinciana y candorosa televisión local.

UN ARCÓN DE «RADIONOVELAS».Uno de aquellos emigrados precurso-res logró sacar de Cuba un arcón lle-no de libretos de «radionovelas», muypopulares en los años cuarenta y cin-cuenta, cuyos autores podían llamar-se Félix Pita Rodríguez, Inés Ródenao Félix B. Caignet.

El curador-editor de aquellos info-lios vive aún y todavía los entrega asus escribidores con la instrucción detransmutarlos, a tanto la alzada, en li-bretos de telenovela, adaptándolos ala realidad venezolana según sencillaspermutaciones de léxico: donde diceguagua debe decir autobús, donde di-ce espejuelos debe decir lentes, don-de dice malanga debe decir ocumo,donde dice hacer un cuento debe de-cir echar un cuento, donde dice La Ha-bana debe decir Caracas y donde di-ga chévere puede y debe decir ché-vere.

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Cultural (Madrid) - 01/04/2006, Página 6Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de loscontenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposicióncomo resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de losproductos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.