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Paradigmas la veta del cambio y sustentabilidad jgmt y rhls 978 3 8484 7717 3

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Jorge Galo Medina Torres y Ricardo Hugo Lira Saldivar. ISBN: 978-3-8484-7717-3 Biblioteca Virtual de Tópicos Culturales ΑΩ ARCD Editor

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Agradecimientos

Estoy en deuda con mi amigo y consejero de mi doctorado en Colorado State University, Dr.

Donald Jameson, quien me abrió las puertas al mundo de los paradigmas. Fue como ingresar a un

mundo paralelo, en el que vislumbraba como se forjaban las revoluciones, no sólo las científicas

sino las económicas y sociales. A la distancia, creo que por ese solo seminario, valió la pena mi

posgrado. Han trascurrido muchos años, he cambiado de traje muchas veces, y conforme pasa el

tiempo, el traje no encaja, o le sobra algo o le falta algo, o creo traer traje.

Ahora, con el doble de años, he tenido la oportunidad de tejer, de vestir y desechar muy

distintos trajes. En esa fábrica de sueños que es la vida misma, muchas otras personas, instituciones

y situaciones me han permitido ver más allá del paisaje común.

Sin duda, una fuente de inspiración permanente han sido mis estudiantes, de licenciatura y

posgrado, con quien por muchos años compartí retos y descubrimientos. A mis colegas de la

Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, en Saltillo, Coahuila, y de otras universidades

nacionales y extranjeras, les agradezco sus consejos, siempre llenos de sabiduría y picardía. Por

supuesto, mis compañeros del Ateneo Fuente y de mis estudios de licenciatura y posgrado. Incluyo

en ésta lista a mis múltiples padrinos espirituales de Saltillo, Zacatecas y Mazatlán; quienes me

enseñaron a conocerme mejor y manejar mis emociones.

Lo más cercano a mi vida, ha sido la familia. Por ello comparto estas notas con mi mamá,

Doña Beda, quien nos encaminó no sin muchas privaciones y sacrificios para que todos sus hijos

tuviésemos estudios profesionales, sin imponernos sus preferencias. Ahí en el núcleo familiar, junto

a mi papá, Don Pepe, y mis 5 hermanos se gestaron mis primeros paradigmas, el de la libertad

enseñado por mi madre, el de la dignidad humana que aprendimos de mi padre y el de la felicidad

que compartimos todos mis hermanos.

A partir de ese tronco familiar, se formó otro hogar, junto con Silvia, mi esposa, que ahora

cuenta con tres hijos y cuatro nietos. Por ella conocí a mi suegro, Don Herbey, un agricultor-

ganadero, de quien abrevé muchos ejemplos y perlas de sabiduría. En Silvia, mujer de lucha, tenaz

y firme, siempre obtuve el apoyo indispensable para ascender por la escalera de la vida. Con Silvia

he compartido la hiel y la miel que nos ofrece el menú de la vida, y la verdad que hemos disfrutado

mucho todos los platillos. Como bien lo señala David Herbert Lawrence, “La vida interior necesita

una casa confortable y una buena cocina”; y de eso se ha encargado Silvia.

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In Memoriam

Margil Fernández Delgado (1942-2012)

Graduado Summa Cum LaudeUniversidad de la Vida

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Índice

Capítulo Tema Página

Prólogo 7

Introducción 9

Primera ParteTejiendo el traje del cambio 11

I El cambio paradigmático

I.1. Una mirada introductoria

I.2. Conceptualización de paradigmas

I.3. Revisitando paradigmas

13

13

16

21

II El flujo como paradigma del cambio

II.1. Liderazgo, flujo y capital humano

II.2. Los sentidos del liderazgo

II.3. Liderar para permanecer en el cambio

II.4. Fluidez como paradigma de liderazgo

25

25

26

27

28

III Paradigmas y gestión para el cambio estratégico

III.1. El ser inevitable de los paradigmas

III.2. Administración estratégica paradigmática

III.3. Los paradigmas como un proceso

III.4. Paradigmas como catalizadores del cambio

31

31

32

35

38

Segunda ParteCambiando de traje 41

IV Gestión del conocimiento

IV.1. Importancia del conocimiento en las organizaciones

IV.2. Gestión del conocimiento: concepto y objeto

IV.3. Proceso de gestión del conocimiento

IV.4. Gestión del conocimiento como nuevo paradigma de la organización

IV.5. Organización y asimilación del conocimiento

43

43

44

45

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48

V Innovación: Un paradigma educativo emergente 51

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VI Vinculación de la educación universitaria con su entorno

VI. 1. El problema

VI. 2. Las opciones

VI. 3. Estrategia de vinculación

VI. 4. La vinculación en la práctica

VI. 5. Misión de la vinculación

VI. 6. Por una educación sustentable más allá de la vinculación

55

55

59

63

66

67

72

VII Encuentro de ganaderos y asesores, paradigmas en acción

VII.1. Planeación y manejo del recurso

VII.2. Los asesores del rancho

VII.3. El ganadero y el asesor

VII.4. El ganadero se resiste al cambio

75

75

76

77

79

VIII Autoconocimiento, tu paradigma personal 83

Tercera ParteVistiendo el nuevo traje 87

IX Sustentabilidad, paradigma del siglo XXI

IX.1. Situación global actual

IX.2. Definición de términos

IX.3. Sustentabilidad como un nuevo paradigma

IX.4. Desarrollo sustentable, calidad de vida y educación

IX.5. Declaratoria mexicana sobre educación y desarrollo sustentable

IX.6. Criterios de las técnicas agropecuarias y forestales sustentables

89

89

90

94

97

101

104

X La agricultura sustentable del siglo XXI

X. 1. Problemas de la agricultura moderna

X. 2. Agroquímicos para la protección sustentable de cultivos y la salud

X. 3. Sustentabilidad de los agroecosistemas basados en la biodiversidad

X. 4. El agua y la sustentabilidad

X. 5. Tendencias de la agricultura sustentable

X. 6. Algunos paradigmas de la agricultura sustentable

X. 7. La eficacia agrícola y la sustentabilidad

107

107

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111

113

115116

119

Epílogo 127

Literatura citada 129

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Prólogo

Todos los días, en todos los lugares, la gente se enfrenta a las más diversas situaciones, a las

cuales responden de diferente manera. Ante una misma circunstancia las personas reaccionan de

distinto modo. Sin considerar su condición emocional o afectiva que en un momento dado

determina el comportamiento particular de una persona, la respuesta a un estímulo externo obedece

a patrones adquiridos, mediante los cuales un individuo percibe la realidad. Así, mediante la

combinación de los usos y costumbres, de creencias establecidas, de verdades a medias, de la

comunicación verbal y escrita, de los medios masivos, se va configurando en nuestra mente, la

manera como vemos el mundo. Lo que ve una persona depende tanto de lo que mira como de su

experiencia visual y conceptual previa que lo ha preparado para ver. Es como un filtro invisible que

sólo nos permite ver parte de la realidad. Ese es el paradigma con el que enfrentamos el mundo real,

todo el tiempo en todo lugar. El paradigma vigente llega a determinar nuestra percepción de la

realidad. Los fenómenos que vemos están enmarcados y tamizados por el paradigma en turno, por

lo que no existe una percepción neutra, objetiva, verdadera de ellos. Los Paradigmas no sólo nos

abrazan, sino que controlan, definen y delimitan todo lo que percibimos. Así creamos y creemos las

posturas que asumimos como verdad; y descalificamos las demás opciones.

En la primera parte de este libro, ‘Tejiendo el traje del cambio’, se describe la relación entre

cambio y paradigma y como se crean los paradigmas. La vida es un cambio permanente, es como el

agua que fluye en un río, siempre renovada y en movimiento. Y se revisa la manera en que

adquirimos los conocimientos que le dan sentido a nuestra vida. En la parte intermedia, ‘Cambiando

de traje’, se profundiza en la manera en que se gesta el cambio, el papel de la innovación como

proceso creador y la manera en que la universidad se recrea y crea conocimiento mediante su

vinculación con su entorno natural, social y económico. Y se dan ejemplos de los paradigmas, uno

en el contexto entre los asesores y ganaderos y el otro en cuanto a nuestro cambio interior a través

del autoconocimiento. La parte final, ‘Vistiendo el nuevo traje’, se dedica al tratado de dos temas

indispensables para la continuidad de la vida en el planeta, la sustentabilidad y la agricultura como

productora de los alimentos y otros bienes necesarios para la humanidad.

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Se pisa un terreno muy común al afirmar que todo lo que vemos, la forma en que

reaccionamos ante lo que vemos y a lo que nos sucede en el plano personal, profesional o laboral,

está condicionado por las experiencias y vivencias anteriores. La esperanza está puesta en que

usted, amable lector, experimente la vida con nuevos ojos; que escuche esa vocecilla interior que le

anima a descubrir nuevos mundos; que más allá de sus cinco sentidos, encuentre y engrandezca el

sentido común que le lleve por territorios extraordinarios. Que enriquezca su visión para revelar,

como la chiquilla del cuento de Hans Christian Andersen, el verdadero traje nuevo del emperador.

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Introducción

“…Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos…”

Pablo NerudaPoema 20

Una inquieta niña a punto de subirse a una báscula, es detenida por su amiguita, quien le dice

‘¡Cuidado! No pises ahí’, a lo que aquella le cuestiona ¿por qué?; y obtiene como respuesta ‘mi

mami, cada vez que sube a ella, llora’. Cómo ésta escena, todos los días, en todos los lugares, la

gente se enfrenta a las más diversas situaciones, a las cuales responden de diferente manera. Ante

una misma circunstancia las personas reaccionan de distinto modo. Sin considerar su condición

emocional o afectiva que en un momento dado determina el comportamiento particular de una

persona, la respuesta a un estímulo externo obedece a patrones adquiridos, mediante los cuales un

individuo percibe la realidad.

Así, a partir de la combinación de usos y costumbres, de creencias establecidas, de verdades a

medias, de la comunicación verbal y escrita, de los medios masivos, se va configurando en nuestra

mente, la manera como vemos el mundo. Lo que ve una persona depende tanto de lo que mira como

de su experiencia visual y conceptual previa que lo ha preparado a ver. Es como un filtro invisible

que sólo nos permite ver parte de la realidad.

Ese es el paradigma con el que enfrentamos el mundo real, todo el tiempo en todo lugar. El

paradigma vigente llega a determinar nuestra percepción de la realidad. Los fenómenos que vemos

están enmarcados y tamizados por el paradigma en turno, por lo que no existe una percepción

neutra, objetiva, verdadera de ellos. Los Paradigmas no sólo nos abrazan, sino que controlan,

definen y delimitan todo lo que percibimos. Así creamos y creemos las posturas que asumimos

como verdad; y descalificamos automáticamente las demás opciones.

Un paradigma se convierte en nuestra esencia y guía para el cambio. Se convierte en nuestro

cicerone personal para entender, interpretar y descubrir el mundo que nos rodea. Ese mentor

invisible nos conduce en el ejercicio de nuestros oficios y trabajos, nos enseña a reconocer

soluciones a los problemas cotidianos. Al disfrazar las pautas, nos cambia de hábito, rige nuestra

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actitud y voluntad, encauza el método y modela lo que observamos, los objetos, las formas y

contenidos.

Con el tiempo el paradigma determina, sensu stricto, en estado de las cosas, el pensamiento

dominante. Einstein da en el blanco al afirmar, “es más fácil desintegrar un átomo que un

prejuicio”. Sin embargo, muchas de las veces lo que por naturaleza debería de ser proceso

cambiante, permanece por mucho tiempo. Nos aferramos a él, por muy diversos motivos tales como

la indiferencia, la reacción, la resistencia al cambio.

Lo que llega para cambiar, se mece cómodamente en la hamaca de lo conocido, lo familiar,

que lo damos por hecho y disminuye el interés por conocer más allá de lo presente. A fuego lento se

va cocinado el caldo para una nueva sopa. Poco a poco, empezamos a percibir que el paradigma

actual, ya no encaja con la realidad; sospechamos que algo anda mal y empezamos a ajustar

nuestros sentidos y manera de pensar. Se inicia así, un nuevo ciclo por el que un nuevo paradigma

reemplaza al anterior. Los nuevos lentes que nos han calibrado mejoran nuestra visión y

empezamos el redescubrimiento de nuevos mundos. Nadie lo hubiera expresado mejor que Ramón

de Campoamor: “En este mundo traidor nada es verdad ni mentira todo es según el color del

cristal con que se mira”

Don Miguel de Unamuno (2006), considerado la primera figura literaria de España, nos deja

para la posteridad una bella parábola que describe las dificultades de cambiar nuestros paradigmas:

“Id por esos campos y proponed a un labrador una mejora del cultivo o la introducción de una

nueva planta o una novedad agrícola y os dirá: "Eso no pinta aquí". "¿Lo habéis probado?",

preguntaréis, y se limitará a repetir "Eso no pinta aquí". Y no sabe si pinta o no pinta, porque no lo

ha probado, ni lo ensayará nunca. Lo probaría estando de antemano seguro del buen éxito, pero

ante la perspectiva de un fracaso y tras él al burla y chacota de sus convecinos, tal vez el que le

tengan por loco o por iluso o por mentecato, ante eso se arredra y no ensaya. Y luego se sorprende

del triunfo de los valientes, de los que arrostran motajos, de los que no se atienen al "en donde

fueres haz lo que vieres" y el "¿adónde vas, Vicente?, ¡a dónde va la gente!", de los que se sacuden

del instinto rebañego..."

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Primera Parte.

Tejiendo el traje del cambio

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I. El cambio paradigmático

“Lo único permanente es que vivimos enun mundo de cambios”

Heráclito

“Triste época nos toca vivir, es más fácildesintegrar un átomo que un prejuicio”

Albert Einstein

I.1. Una mirada introductoria

A Kart Lewin se le atribuye la máxima “... no hay nada tan práctico como una buena

teoría...”, misma que es complementada por la reflexión de Paulo Freire: “... la actividad humana

consiste en acción y reflexión: es praxis y es transformación del mundo. Y como praxis requiere

teoría para iluminarla. No puede ser reducida ni al mero verbalismo ni al sólo activismo...” (Reza,

2000). Justamente siguiendo ese orden y concordancia en el sentido, el ensayo que tienes en tus

manos ha sido motivado por el propósito, teórico y práctico, de inferir a partir de los cambios

(paradigmas) que se han presentado en diversos campos de la actividad humana a través del tiempo,

las condiciones que han hecho posible la transferencia y aplicación de los conocimientos generados.

Pretende ofrecer, una aproximación al estudio de la génesis de estos cambios, su evolución e

identificación de las etapas de desarrollo, y su estado actual. Esto es, cómo se puede transferir el

conocimiento existente en el mundo para utilizarlo en el entorno local.

La pretensión básica es entender las causas o razones que han provocado los diferentes estilos

de gestión, los programas de educación emprendidos y su impacto en la sociedad. Análisis que

pueda llevarnos hasta la reorientación de la investigación y de los sistemas de gestión. Un enfoque

de ésta naturaleza ha sido utilizado, aunque en diferente contexto, por Medina (1980), Aluja (1984)

y Martínez (2002), entre otros. El interés por un estudio de este corte no reside únicamente en la

búsqueda de un paradigma emergente que sea capaz de integrar toda la información generada, ni

tampoco actualizar el estado que guarda una ciencia o campo en particular; mucho menos el

beneficio esperado de la utilidad práctica de gestionar estrategias para el cambio en la gestión y

recetas para ponerlas en marcha. Es más bien, un intento de advertir que “... el proyecto a inicios de

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milenio es ir contra la fragmentación...”, lo que requerimos con urgencia es alejarnos de aquella

escuela que en las palabras de Peters (1993): “...era un lugar de amistosa, ordenada, indiscutida y

pródiga trivialidad...”

El sólo hecho de aportar nuevos modelos para el desarrollo científico y tecnológico y de la

educación, justifica el estudio propuesto. El fin último de una investigación es reconocer y plantear

problemas para resolverlos; examinar rigurosamente soluciones conocidas, aplicar éstas a

situaciones nuevas, generalizar viejos problemas y buscar relaciones con problemas afines o de

otras áreas del conocimiento, operacionalizar variables y recontextualizar problemas para verlos

desde otros enfoques menos convencionales. Es una aspiración legítima y válida el que los

problemas seleccionados sean profundos, fecundos y resolubles con los métodos disponibles. La

adopción de nuevas ideas por lo regular se enfrenta al rechazo; una innovación se ve más como un

camino incierto, riesgoso y es más cómodo seguir haciendo lo de siempre (Kriegel y Brandt, 1996;

Slater, 2000).

¿Qué es lo que impide ver, aceptar y adoptar nuevas ideas?

Sin duda existen muchas opciones para dar respuesta a este cuestionamiento; sin embargo el

planteamiento original nos lleva directamente a un concepto clave que se originó a partir del estudio

(La Estructura de Revoluciones Científicas) que sobre el avance y progreso de la ciencia hiciera

Kuhn (1970); este autor acuñó el término paradigma a la práctica de la ciencia en condiciones

normales; ejemplo, la que se realiza con base en investigaciones que una comunidad científica en

particular: física, química, agronomía, biotecnología, etc., reconoce como el fundamento, la piedra

angular de sus investigaciones presentes y futuras. Khun (1970) define a un paradigma de la

siguiente manera:

• Lo que se debe observar y escrutar.

• El tipo de interrogantes que se supone hay que formular para hallar respuestas en relación al

objetivo.

• Cómo tales interrogantes deben estructurarse.

• Cómo deben interpretarse los resultados de la investigación científica.

• Alternativamente, el Diccionario Oxford define a paradigma como "un patrón o modelo, un

ejemplo". Así, un componente adicional de la definición de Kuhn es: Cómo debe conducirse

un experimento y qué equipamiento está disponible para realizarlo.

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El cambio de paradigma tiende a ser dramático en las ciencias, ya que éstas parecen ser

estables y maduras, tal como ocurrió con la física a fines del siglo XIX. En aquel tiempo la física

aparentaba ser una disciplina que completaba los últimos detalles de un muy trabajado sistema. Es

famosa la frase de Lord Kelvin en 1900, cuando dijo: “no queda nada por ser descubierto en el

campo de la física actualmente. Todo lo que falta son medidas más y más precisas”.

Cinco años después de esta aseveración, Albert Einstein publicó su trabajo sobre la relatividad

espacial que fijó un sencillo conjunto de reglas superando a la mecánica cuántica de Newton, que

había sido utilizada para describir la fuerza y el movimiento por más de trescientos años. En este

ejemplo, el nuevo paradigma reduce al viejo a un caso especial, ya que la mecánica de Newton

sigue siendo una excelente aproximación en el contexto de velocidades lentas en comparación con

la velocidad de la luz.

Para ampliar el concepto de paradigma, en todas las actividades humanas, científicas,

artísticas, familiares, religiosas, económicas un paradigma se establece como conjunto de reglas y

disposiciones (orales y escritas) que nos permite:

1. Establecer límites, restricciones, y

2. Resolver exitosamente problemas dentro de esos límites y restricciones.

Las siguientes son condiciones que facilitan el que un sistema de pensamiento pueda

convertirse en un paradigma dominante:

• Organizaciones profesionales que legitiman el paradigma.

• Líderes sociales que lo introducen y promueven.

• Periodismo que escribe acerca del sistema de pensamiento, legitimándolo al mismo tiempo

que difunden el paradigma.

• Agencias gubernamentales que lo oficializan.

• Educadores que lo propagan al enseñar a sus alumnos.

• Conferencistas ávidos de discutir las ideas centrales del paradigma.

• Cobertura mediática.

• Grupos de derechos que coincidan con las creencias centrales del paradigma.

• Fuentes financieras que permitan investigar sobre el tema.

• La palabra paradigma es también utilizada para indicar un patrón o modelo, un ejemplo

fuera de toda duda, un arquetipo.

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De esa manera un paradigma actúa dentro de nosotros como un filtro, que ajusta nuestra

reacción a un problema en particular, dicta nuestras experiencias y condiciona nuestro

comportamiento.

La investigación parte de la premisa de que el avance de la aplicación de los conocimientos

científicos y tecnológicos generados para los ecosistemas pecuarios extensivos está en función del

cambio paradigmático. Esto es, la aplicación de un progreso en particular no sólo concierne al

generador de ese conocimiento y su transformación o adecuación en una tecnología específica, sino

a todo un conjunto de factores y actores que responden a uno o varios paradigmas y que hacen

posible que un proyecto productivo sea o no exitoso. Se acepta que un cambio paradigmático se da

cuando sucede "... un cambio hacia un nuevo juego, un nuevo conjunto de reglas..."

I.2. Conceptualización de paradigmas

El Diccionario de la Real Academia Española (2001), define paradigma (del latín paradigma)

como: ejemplo o ejemplar. Esto es, aquello que sirve de modelo, norma, patrón para algo o alguien.

Esta noción de paradigma fue la base para que un historiador de la ciencia lo propusiera como

término para explicar su teoría acerca de la evolución (revolución) de la ciencia y las fases o etapas

que siguen para avanzar en términos de cómo concibe el mundo de su injerencia o jurisdicción

disciplinaria (Kuhn, 1970). Esta iniciativa tuvo su respuesta y muy pronto el concepto aplicado a las

ciencias también lo fue de todas las áreas del intelecto humano.

En cuanto a la práctica científica, este concepto es muy valioso por que nos permite analizar

con objetividad su desarrollo, sus actores, su teoría, el universo conocido, y de qué manera

perfecciona ó transforma sus estudios para generar una clase de científicos más preparados para

darle vigencia a esas cualidades, modas de la práctica científica, que podrá evaluar su propia

utilidad práctica. Pero si esta es una desviación natural de toda ciencia, la aportación de Kuhn ha

reanimado el estudio y transformación de toda ciencia, para asegurar que se cumpla su cometido.

El enfoque paradigmático nos ofrece una posibilidad, un método no tradicional de enfocar los

problemas, verlos por separado pero con visión del todo, para construir un modelo muy práctico

pero sin subjetividades, muy sencillo pero con el razonamiento científico de rigor. El desarrollo de

cualquier área de la ciencia puede ser visto desde dos ángulos: a) el interno, para revisar la esencia

de la ciencia como conocimiento científico y b) el externo, para entender la actividad del científico

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en cuanto a su pertenencia a un grupo social que a su vez forma parte de una cultura más amplia. El

primer enfoque se refiere a la pertinencia, mientras que el último a su pertenencia.

Probablemente el uso más común de paradigma, implique el concepto de "cosmovisión". Por

ejemplo, el término se usa para describir el conjunto de experiencias, creencias y valores que

afectan la forma en que un individuo percibe la realidad y la forma en que responde a esa

percepción. Debe tenerse en cuenta que el mundo también es comprendido por el paradigma, por

ello es necesario que el significado de paradigma es la forma por la cual es entendido el mundo, el

hombre y por supuesto las realidades cercanas al conocimiento.

Por todo lo antes señalado, el planteamiento de Kuhn corresponde al enfoque externo, y su

mérito consiste en demostrar que ante un fenómeno real, un científico recurre a un modelo

(abstracción de la realidad) el cual es visto, estudiado o analizado con los "ojos" de uno o varios

paradigmas. De esta manera se evalúa el desarrollo de la ciencia en seis etapas:

1. Pre – paradigmática.

2. Emergencia del paradigma.

3. Período de ciencia normal.

4. Período de crisis.

5. Período de transición.

6. Período de ciencia normal con un nuevo paradigma.

Toda ciencia, o actividad científica en cualquier tiempo, se encuentra inmersa en alguna de

esas seis etapas (conscientemente o no).

1) La etapa Pre - Paradigmática presenta las siguientes características:

• Es sintomática de los estados de desarrollo iniciales de todas las ciencias,

• Surgen diversas escuelas de pensamiento

• Existen incontables formas de ver y describir el mundo real, y

• Se aboca a recolectar datos de manera azarosa y restringida a lo que está más al alcance de

la mano.

2) En el periodo de emergencia de un “Paradigma”, sucede lo siguiente:

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El trabajo científico es personificado en los trabajos de uno o más científicos extraordinarios.

De esta forma la concepción de paradigma se puede visualizar de dos maneras:

• Es un ejemplo aceptado de la práctica científica que incluye leyes, teorías, aplicación e

instrumentación, como un todo.

• Define y ejemplifica el conjunto de conceptos y métodos que regirán una comunidad

científica en particular, por ejemplo, qué problemas y métodos se reconocen como

científicos.

3) Así se entra de lleno al periodo de ciencia normal (Ciencia Paradigmática), que está

caracterizada por:

• Ser un estado científico dictado por el paradigma

• La investigación se basa firmemente en uno o más logros científicos, que se reconocen por

la comunidad científica como el fundamento de la “práctica de la ciencia”

• Las investigaciones articulan aquellos fenómenos y teorías que el paradigma nos

proporciona.

• Es equivalente al concepto de investigación y experimentación fragmentaria (atomizado)

que trata de extender y refinar un paradigma

• Plantea una nueva idea de comunidad científica: Los científicos que comparten un

paradigma

• Se experimenta sólo en los fenómenos normales y esperados que son dictados por el

paradigma

• La investigación es fragmentaria e irrelevante; se aísla de la sociedad (necesidades y

problemas).

Visto de esa manera se puede definir una Disciplina Científica como, aquel “grupo social que

comparte un conjunto de imágenes que se refuerzan unas a otras, por ejemplo, un paradigma, y

cuyos discípulos profesan una fe en la “objetividad”.

4) El periodo de Crisis al cual toda ciencia llega tiene los siguientes atributos:

• Los hallazgos experimentales no encajan en la predicción de la teoría paradigmática.

• Se aprecian violaciones a las expectativas inducidas por el paradigma que rige la ciencia

normal.

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• Crece la evidencia de que el paradigma no es ya adecuado y provoca una reconsideración y

profundo análisis de sus conceptos y fundamentos.

5) Con lo cual se arriba a la etapa de Transición, en la cual para que un nuevo paradigma sea

aceptado debe darse lo siguiente:

• El rechazo por la comunidad científica de la teoría inmediata anterior y su reemplazo por

otra, con la cual es incompatible;

• Un cambio en los problemas a investigar y en los estándares y actitudes de la profesión;

• Transformación en la imaginación científica, por ejemplo, el mundo dentro del cual se

realiza el trabajo científico.

Una vez que el nuevo paradigma se acepta y con ello termina el periodo de transición la

comunidad habrá cambiado su imagen del mundo real, sus métodos y sus metas.

6) Finalmente llega la etapa de continuación de la ciencia normal con el nuevo paradigma, que

presenta los siguientes elementos:

• Los miembros de la disciplina científica comparten nuevos modos de experimentación,

observación y construcción de teorías.

• Se entra en un proceso de auto-estabilización de la ciencia.

• La novedad estará divorciada de la ciencia normal.

• El estatus social de los científicos tiene más que ver con la aceptación de la idea del nuevo

paradigma que con la lógica de sus argumentos.

Globalmente los problemas derivados de la comunidad científica paradigmática son varios:

• Los alcances de la preocupación y ocupación profesional de la comunidad se estrechan; esto

resulta en una creciente especialización de la disciplina.

• La capacidad de la comunidad para comunicarse con otras comunidades, científicas o no,

gradualmente se desvanece.

Por lo tanto, las principales características de una comunidad científica en ciencia normal son:

• La preocupación por resolver problemas relativos al comportamiento de fenómenos.

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• Se investigan problemas de detalle.

• La aceptación de las soluciones a los problemas es dada por la propia esfera profesional del

investigador.

• Los temas de estudio son independientes del sistema oficial o popular.

• Los únicos poseedores de las reglas del juego son los miembros de la comunidad.

• La comunidad se auto nombra como el único juez del avance profesional.

De esta manera la productividad de la investigación científica reside en: el valor científico de

los investigadores y las unidades de investigación; la importancia de los problemas estudiados y su

dimensión; la facultad de adaptación del sistema de investigación; la magnitud del esfuerzo

asignado a los proyectos, ejemplo, su relación interdisciplinaria, que minimiza dispersión,

aislamiento, parcialidad (sesgo) y desequilibrio; la red de comunicación dentro del sistema y su uso;

la capacidad administrativa y de gestión de los grupos de investigación y desarrollo; por último la

imaginación científica.

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I.3. Revisitando paradigmas

Aguila non capit muscas

“... Un hombre sin problemas esun hombre sin soluciones ...”

Oriol Fina

Lo más propio del hombre es pensar (Fina, 1978). Desde los albores de la filosofía en los

albores del siglo VII a.C., uno de los problemas fundamentales que sigue siendo tema de discusión,

es si en la vereda de búsqueda de la verdad debemos aceptar a la razón o a los sentidos externos. En

el siglo VI a.C. Heráclito de Efeso (544-484 a.C.) fue el primer filósofo en plantear este asunto.

Para él, los sentidos externos, al ponernos en contacto con la realidad, nos demuestran que todo está

cambiando. De él es la expresión “… No podemos bañarnos dos veces en el mismo río...”. Esto es,

cuando nos sumergimos por segunda vez en la corriente, no somos ya los mismos ni el agua del río

es la misma.

En el siglo XIX, el filósofo alemán Hegel retoma el planteamiento de Heráclito y lo considera

como su principal antecedente de su dialéctica de la realidad, es decir, exponente del movimiento,

del devenir, por ello Heráclito es considerado como el representante de la filosofía moderna, como

el constructor de la filosofía alrededor de la noción del cambio (Durant, 1966). En total oposición a

éste planteamiento filosófico, Parménides (540-470 a.C.) expone que no hay que dar crédito a los

sentidos acerca de la realidad que nos rodea, y que por tanto todo cambio es imposible. Él aboga por

una realidad inmutable. Esto es, la primacía de la razón sobre los sentidos externos. Para

Parménides todo lo que existe es la realidad única, el ser, puesto que sólo puede pensarse lo que es,

está vinculado al pensamiento. Y ese ser no cambia, es inmóvil, inmutable, homogéneo, limitado.

(Enciclopedia Británica Publishers Inc., 1992).

Desde los inicios del pensamiento filosófico, encontramos en un sentido más amplio (laxo)

visiones paradigmáticas que modifican el pensar y los temas de la existencia. Han transcurrido

alrededor de 2500 años del tiempo actual y en este lapso se han sucedido una multiplicidad de

paradigmas que ha revolucionado al mundo, cambiado sus puntos de vista y también sus actitudes.

En la anatomía, la física, la química, la biología, la ecología, la política, la matemática, la historia, y

prácticamente en todas las áreas de la actividad humana, desde la arquitectura, arte, cultura, música,

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pintura, poesía, literatura. De este proceso de modificación, de lo que vemos, sentimos, oímos,

palpamos, han surgido un sinnúmero de disciplinas científicas y tecnológicas y que están

cambiando a una velocidad y ritmo impresionantes, difícil de imaginar o explicar.

Maxwell (2000) señala el caso de Thomas Edison, quien fue señalado por la revista Life,

como el hombre más importante del milenio. Este científico realizó más de 1000 inventos y tiene el

registro de más patentes que ningún hombre o mujer en el mundo, acreditando al menos una patente

anual durante 65 años anteriores. A Edison se le atribuye el comentario “…Tengo muchas ideas,

pero muy poco tiempo…”. Este ejemplo individual nos marca la dinámica del siglo y milenio

pasado. Y sirve de muestra del crecimiento exponencial de ideas y conocimientos en los últimos

años de la humanidad. En los últimos 30 años se ha producido más información nueva que en los

500 años anteriores. Esto significa que la edición de un día del periódico New York Times contiene

más información que la que una persona promedio en la Inglaterra del siglo 17 tendría en toda su

vida. El ritmo de crecimiento de la información se ha duplicado cada 5 años y contiene esa pirámide

de crecimiento (Maxwell, 2003).

Pero en este proceso de explosión de la información se ha creado una pobreza intelectual

(Clarke, 1970) una visión de túnel, una sobre especialización del conocimiento, una súper

compartamentalización de las disciplinas, de tal modo que se ha perdido la visión integral, holística,

objetiva de lo que sabemos y creemos y el mayor impacto de este proceso se ha dado en la ciencia.

No por nada expresó el filósofo moderno George B. Shaw con gran ironía: “... temprano tuve que

interrumpir mi educación para asistir a la escuela...” (Pérez, 2003).

Estamos en la era de la crisis de la fragmentación, como lo acuñó Clarke, (1970); del

conocimiento atomizado que conduce a una súper especialización, en que se deja de ver el todo, por

lo que se le ha denominado el enfoque merológico (Gastó, 1979), que utópicamente al sumarse a

otro enfoque permitirá resolver los problemas del todo. Esto es en su más amplia concepción un

paradigma de cómo vemos a la naturaleza, a la sociedad, a los productos del esfuerzo, tiempo y

capital a la organización que hemos construido. En la filosofía platónica se definía a un paradigma

como el mundo de la idea, prototipo del mundo sensible en que vivimos (Ediciones Larousse,

2000).

Saramago (2003), nos ofrece una definición de paradigma cuando habla de: “.... La enorme

carga de tradición, hábitos y costumbres que ocupan la mayor parte de nuestro cerebro lastra sin

piedad las ideas más brillantes e innovadoras de que la parte restante todavía es capaz...” Reconocer

un paradigma es “..... Aprender a ver de nuevo con ojos no empañados por el precedente...”

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(Hammel, 2000). En el mejor de los casos, en la oficina, en la casa, en la Universidad, en la ciencia,

en la política “...todos estamos atrapados por técnica, por concepciones previas” “el reto es

romperlas o por lo menos modificarlas”.

Ante la avalancha de datos, conocimientos, artículos, libros, ensayos, publicaciones

periódicas, comunicaciones electrónicas que entran a nuestra meta, poco tiempo queda para

discernir, filtrar, o dilucidar o reflexionar. Y nos vamos a nuestro rincón favorito, a lo convencional,

a lo ya aprendido anteriormente, a la pacífica isla de lo que es tradicional, nuevo y contrastante.

Hamel (2000) nos lo señala de manera maestra: “....hay que reconocer no sólo que uno no sabe

muchas cosas sino que muchas de las que “sabe” son equivocadas.....”. “Si... nos ha ido mal, es

porque el conjunto de la sociedad, incluida la clase dirigente, ha albergado premisas, creencias,

actitudes y valores equivocados o inapropiados para impulsar el desarrollo económico y la

armonía social, generalmente fundada sobre las informaciones erróneas o incompletas...”

(Mendoza et al., 1998). Las premisas son expresiones lingüísticas que afirman o niegan algo y

pueden ser verdaderas o falsas y a partir de ellas se generan creencias, verdades y finalmente el

conocimiento (Figura 1).

Figura 1. Definición clásica del conocimiento, en el que a partir de una premisa se conciben

creencias, que luego son verdades e interactúan para generar el conocimiento. (Tomado de

Wikipedia. http://es.wikipedia.org/wiki/Epistemolog%C3%ADa).

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II. El flujo como paradigma del cambio

Sensación: información recibida porel sistema nervioso central, cuandouno de los órganos de los sentidosreacciona ante un estímulo externo.

Fluidez: calidad de fluido.

II.1. Liderazgo, flujo y capital humano

Cubeiro (2001) nos presenta una humana reflexión del liderazgo en equipo. Nos introduce a

las emociones, valores y sensaciones que yacen en lo más profundo de ese concepto que a la vez ha

sido el “...mejor estudiado y peor comprendido...”. Busca aportar el eslabón perdido que conecte lo

que debemos saber con lo que debemos hacer, para convertirnos en el líder auténtico, inspirador,

facilitador, formador y motivador que necesitan las organizaciones del siglo XXI para dirigir a sus

equipos de personas.

El concepto de Fluidez proviene del Dr. Csikszenmihalyi en su obra Flow, que a su vez data

de la época de oro griega (4-5 siglos AC.) cuando Heráclito lo legó al pensamiento universal de la

humanidad (todo fluye; nadie puede bañarse dos veces en el mismo río) y que, de acuerdo con

Hammer (2001) en su libro “The Agenda”, en la actualidad es uno de los aforismos más

subestimados.

En nuestro mundo en creciente globalización, destaca una dimensión imprescindible para la

gestión del cambio, por ejemplo, el capital humano, que implica el saber y el saber hacer, el

incrementar nuestro activo intelectual para abordar con la más alta probabilidad de éxito la

transformación innovadora; la cual a su vez se fundamenta de manera ineluctable en nuevas fuentes

de motivación y estilos de liderazgo. En esto consiste el valor de la obra de Cubeiro al

obsequiarnos, mediante el encuentro de un directivo jubilado (Leo) y un joven talentoso, arrogante

y ambicioso (Jesús), una enseñanza oculta en lo más profundo de las relaciones de liderazgo: que es

posible conjugar exigencias (razones, el componente intelectual) y satisfacción (sensaciones, el

componente emocional). Ya lo decía Shakespeare en su obra la Fierecilla Domada, “... Las

utilidades no crecen donde no hay placer...”.

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II.2. Los sentidos del liderazgo

Vista, olfato, oído, tacto y gusto, ¿Quién no recuerda los cinco sentidos que nos enseñaron en

la escuela primaria? Pues bien, aunque pareciera que el sentido común es el menos común de los

sentidos, Cubeiro (2001) da sentido (propósito) y le encuentra sentido (dirección) a su obra al

conducirnos por un viaje en el que cada uno de estos sentidos (percepción), va apareciendo,

cobrando vida, fluyendo en un orden creativo, que permite generar liderazgo. Una sucesión de

sentidos en el que el orden de los mismos si altera el producto. Los mismos factores dispuestos en

un orden distinto devienen en un proceso degenerativo, destructivo.

La historia se enmarca en las bellezas naturales y únicas de la Reserva de la Biosfera Parque

Natural de Urdaibai, que además de su propio valor ecológico, es un verdadero halago a todos los

sentidos. La pretensión de Leo es transmitirle a Jesús durante su estancia de una semana en éste

lugar sus experiencias en la dirección de personas, de cómo construir un equipo de trabajo; en suma,

reflexionar acerca de sus conocimientos relativos a educar a directivos empresarialmente miopes,

anósmicos, sordos, insensibles e insípidos. Similar al uso de las parábolas encontradas en el texto

bíblico, cuyo propósito era enseñar mediante comparaciones para su mejor comprensión y facilitar

el aprendizaje, la aplicación de las cualidades de los sentidos se da día a día, con profusión de

ejemplos, temas de lectura (los papelitos de la suerte) y hasta tareas para la reflexión diaria (la

especialidad o platillo del día) con su correspondiente acuerdo de aprendizaje (compromisos

personales por escrito). Al final viene el proceso de síntesis mediante el cual se procede a

interrelacionar todo lo visto en la semana (cinco días, cinco sentidos, cinco guisos del día, cinco

compromisos personales) y que no quedasen como piezas desconectadas. Integrar en un todo

coherente, un sistema completo, se elabora a partir de cinco criterios que forman el nuevo

paradigma de la ciencia: holismo, procesos, observador participante, lógica fluida e inexistencia de

la verdad absoluta. De esta manera se plantea la transformación del líder discapacitado (Jefe en el

sentido tradicional, en el paradigma antiguo) en el líder con mente de gestor y corazón de

motivador.

¿Tarea compleja?, si la respuesta es afirmativa, está usted en el camino correcto. Para

acometerla, el autor se auxilia de la sabiduría oriental, en particular del principio de la energía,

como dadora de vida, y que se muestra en los siguientes cinco elementos medulares: madera, fuego,

tierra, metal y agua. A partir de ellos, se explica la existencia de los dos ciclos fundamentales, el de

la creación, de la vida y el de la destrucción, de la muerte. Enseguida, cada uno de estos cinco

elementos energéticos, siguiendo con la tradición oriental, está conectado con una estación del año

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y con uno de los sentidos. Este triple enlace o ligadura sentido-elemento-estación permite inferir

sobre las cinco cualidades, que en el ámbito empresarial, son indispensables para construir el

liderazgo total: 1) perseverancia, 2) auto confianza, 3) empatía, 4) autocontrol y 5) la capacidad

para ilusionar a otros. Sin embargo, no sólo es importante el ingrediente, sino el orden en que

aparece, de tal forma que en la ruta del liderazgo podamos identificar la dirección destructiva o

degenerativa; así como el constructivo, el renovador, el que genera las condiciones, la atmósfera, el

clima, la situación de una cultura corporativa.

No termina todo ahí, al abrirse la mente a nuevos caminos, a abandonar paradigmas obsoletos

y buscar la mejora continua, se despierta también el apetito por los conocimientos; por lo que éstos

se convierten en la información que alimenta y complementa nuestro desarrollo como personas y

como líderes futuros.

II.3. Liderar para permanecer en el cambio

Doble merito tiene una obra cuando logra combinar magistralmente forma y contenido. En

cuanto a su forma, el contar una buena historia descansa en dos ingredientes clave: primeramente el

título, que evoca una emoción desconocida y logra atraer la atención o curiosidad por ver de qué

trata, el tema central, como se aborda y el lenguaje utilizado; en segundo término el recurso de la

novela como vehículo que nos transporta y nos lleva por un viaje lleno de sorpresas, mensajes, ideas

no convencionales, reflexiones, experiencias y vivencias que no serían fácil de asimilar y que

además elimina la monotonía y los lugares comunes.

En relación al contenido, un nuevo tratado acerca del liderazgo, el recurrir al axioma de la

filosofía de Heráclito, Panta rhei, todo corre, fluye; nos presenta al cambio como la única

constante, pero también como un proceso total en el que participan todos nuestros sentidos. Y le da

una posición envolvente, en el que se visualiza al líder del equipo como un integrante del mismo,

juega en ambas canchas, está adentro y afuera, es juez y parte, es actor y espectador. Este flujo es

sazonado con la ordenada mezcla de las particularidades de cada uno de los sentidos, que

corresponden a las cualidades que toda persona debe de adquirir, ejercitar y dominar para

convertirse en un líder genuino, auténtico y capaz de dirigir y crear una atmósfera de confianza. Las

cualidades que se derivan de los sentidos son:

• Perseverancia

• Autoconfianza

• Empatía

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• Autocontrol y

• Capacidad para ilusionar a otros

El líder completo hace suya la oportunidad de generar una diferencia significativa en los

integrantes del equipo.

Una lección integradora es que el liderazgo tiene que buscar el equilibrio entre las fuerzas

opuestas y contrarias que provienen de la energía y que son el principio activo que determina una

marcada orientación hacia las tareas, y el principio receptivo que conduce preponderadamente a la

orientación a las personas. Llegar a ese estado ideal, a ese equilibrio debe constituir la máxima

aspiración que motive a un directivo para asumir el liderazgo que propicia claridad de objetivos en

la edificación del futuro, que establece inequívocamente lo que se espera de las personas, que

promueve en las personas flexibilidad y responsabilidad, para conducir al verdadero espíritu de

equipo en la empresa u organización. Ello significa un estilo de liderazgo que unifique ambas

posiciones para que, según la ocasión sea un gestor o un motivador. En suma, el líder natural y

eficaz, El Líder Fluido.

II.4 Fluidez como paradigma de liderazgo

Hobsbawm (2000) nos señala que la teoría de la globalización hace hincapié en que todos los

factores de producción deben ser plenamente móviles. En las organizaciones del siglo XXI uno de

los factores estratégicos lo constituye ya la dirección de las personas, en un clima empresarial en el

que se privilegie la toma de decisiones, la creatividad, la integridad, los valores, las emociones y la

razón en equipo. Y ello sólo puede conseguirse con un liderazgo que sea capaz de crear ese clima.

El desafío de la mayoría de las organizaciones no solamente es el saber sino el saber hacer,

esto es, el capital intelectual, que en esta obra se reflexiona y ejemplifica a partir de hechos reales,

de experiencias directas en la trinchera de la dirección empresarial.

Autor y obra, como un todo, se convierten en facilitadores del proceso de mejora para ser

líderes. El proceso formativo que se da para desarrollar un nuevo liderazgo en todos los sentidos,

cae en el campo de los paradigmas, de la sabiduría no convencional, del rompe reglas, de los

revolucionarios, del piense globalmente...actué localmente. Muchas oportunidades en el mundo

global se pierden por aferrarnos de manera rutinaria a esquemas obsoletos, a prácticas que ya no

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funcionan o han sido rebasadas; ello limita no únicamente su desarrollo organizativo sino su nivel

de competitividad internacional. La sensación de fluidez representa un nuevo paradigma de

liderazgo requerido para hacer frente a las múltiples batallas empresariales del siglo XXI.

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III. Paradigmas y gestión para el cambio estratégico

“... Justo cuando conseguíencontrar todas las respuestascambiaron las preguntas...”

P. Coelho

“...dónde la novedad solíaconnotar desconfianza ycalidad dudosa, ahora lotradicional genera sospechapor no decir desprecio...”

M. Hammer

III.1. El ser inevitable de los paradigmas

Los paradigmas tienden a liquidar, neutralizar, condicionar, mediatizar una persona, una

organización o una acción. Coelho (2003) lo plantea más drásticamente al expresar: “...morir es

quedarse siempre en la misma posición...” Este sometimiento, aunque en otro contexto, lo ilustra

con el relato del por qué los elefantes con toda su brutal fuerza son incapaces de soltarse cuando son

atados de su pata a una pequeña estaca. No pueden porque desde que son crías, se les amarra una

pata a un fuerte tronco y por más esfuerzos e intentos nunca consiguen soltarse, por lo que se hacen

de la idea de que el tronco es superior a sus fuerzas. Al igual que los paradigmas, esas costumbres,

hábitos o conductas nos mantienen atados a esa pequeña estaca sin pensar que con un ligero empuje

o leve esfuerzo la podemos desenterrar. Lo que es aún más grave es que un paradigma se realimenta

y se refuerza hasta tal límite que no permite que fluya material nuevo. “... si conservamos lo que es

viejo, lo nuevo no tiene espacio para manifestarse...” (Coelho, 2003).

Este estancamiento va produciendo una actitud somnífera, un embotamiento de nuestras

ideas; un freno para la acción. En la cima del paradigma existente, sus seguidores lo asumen como

invariable, permanente, definitivo. Al convertirse en el pensamiento dominante, el paradigma en

turno, genera un problema similar a lo que sucede en una organización con un pasado glorioso:

arrogancia, actitudes triunfalistas, comportamiento insensible a los cambios externos, excesiva

confianza en sus resultados; en una palabra, lo que Slater (2000) bautizó como la “maldición del

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éxito”. Esto es, los éxitos pasados de una organización se convierten en su principal talón de

Aquiles, ya que el aferrarse a esa victoria se pierde la capacidad y oportunidad de innovar para

mantenerse en la cresta. Este fenómeno ha sido analizado por Miller (1990) quien lo denominó “la

Paradoja de Ícaro” y lo describe como la tendencia de una organización a terminar siendo víctima

de sus éxitos anteriores.

III.2. Administración estratégica paradigmática

En el contexto de la administración estratégica de una organización, se han intentado varias

explicaciones acerca del proceso que las caracteriza y determina el grado de control y decisión de

sus integrantes. Una de ellas es la referente a la perspectiva cultural institucional, en la que los

directivos son prisioneros, por un lado, de una serie de supuestos que a través del tiempo se

institucionalizan, y por el otro, de la forma de hacer las cosas; que en conjunto limitan o entorpecen

el cambio estratégico. Cuando el conjunto de supuestos, formas de hacer y creencias son

compartidos por los integrantes de una organización, se crea una cultura que a su vez es responsable

del desarrollo de estrategias. Con este propósito, se utiliza el término paradigma para:”...describir el

conjunto de supuestos relativamente comunes y que se dan por sentado en el seno de una

organización...” (Johnson y Scholes, 2001).

Entonces, el paradigma al dar por sentado las cosas se convierten en el principal obstáculo

para innovar estrategias en la organización y el reto a vencer para el cambio. Un concepto útil para

entender de mejor manera e integralmente el proceso por el cual se desarrollan las estrategias en una

organización es el de red cultural. Concepto que se refiere a la representación del paradigma y de

las manifestaciones físicas de la cultura organizativa; de lo que en una organización se da por

sabido (Johnson y Scholes, 2001).

Esta manera de ver al paradigma aclara su dualidad; ya que un sistema cultural efectivo

trabaja para un fin único y común, que lo hace difícil de imitar, pero también se hace difícil de

cambiar. Además del propio paradigma, la red cultural en una organización está constituida por

otros elementos que se muestran en la (Figura 2).

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Figura 2. Constituyentes de la red cultural en una organización (Adaptado de Johnson y Scholes,

2001).

La red cultural con el paradigma inmerso en ella ha sido utilizada como un instrumento

apropiado para varios propósitos:

• Entender los supuestos implícitos.

• Implantar cambios estratégicos.

• Identificar las resistencias y fuerzas que promueven el cambio.

• Analizar y describir la cultura organizacional.

En este contexto, el paradigma en sí puede equivaler a los conceptos, términos o prácticas,

que se dan por sabido. Esta forma de éxito o sabiduría percibida acerca de cómo debe funcionar

exitosamente una organización, por lo común está más extremadamente relacionada con las

personas más influyentes que, o están más cerca del paradigma, o lo asumen como propio, o lo

generaron.

La complejidad de la red cultural, hace difícil que un organismo pueda cambiar, por deseable

que sea, con la rapidez, facilidad u oportunidad que el entorno correspondiente dicte. En términos

generales Johnson y Scholes (2001) explican este comportamiento en tres pasos:

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• El primero se da dentro del propio paradigma, intentando mejorar lo existente.

• En segundo término; de no encontrar resultados satisfactorios, se procede a cambiar de

estrategia, todo dentro del dictado del paradigma vigente por lo que continúa haciendo lo de

siempre, recargándose en lo familiar, en lo habitual.

• El tercer, último y más difícil paso, es el lógico resultante de darse cuenta que el paradigma

y todo lo que implica está desfasado, ya no responde a las nuevas realidades, no encajan sus

supuestos y rutinas aceptados con las expectativas, objetivos y productividad de la

organización (Figura 3).

En suma, la cultura organizacional, que la hace única y distintiva, se endurece en el

convencionalismo, rehúye a los cambios, aborta cualquier intento de innovación y propicia que se

aparte del comportamiento coherente con el entorno real. Por eso, el punto medular de lo antes

señalado es el estudio de la cultura organizacional como ventaja competitiva en el contexto social y

cultural de los nuevos paradigmas en la educación universitaria. En la medida que avanza el siglo

XXI, varias tendencias económicas y demográficas están causando un gran impacto en la cultura

organizacional. Estas nuevas tendencias y los cambios dinámicos hacen que las organizaciones y las

instituciones tanto públicas, como privadas se debatan en la urgente necesidad de orientarse hacia

los avances científicos-tecnológicos. Los hechos han dejado de tener sólo relevancia local y han

pasado a tener como referencia el entorno global.

Figura 3. Trayectorias del cambio de un paradigma en una organización (Adaptado de Johnson y

Scholes, 2001).

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III.3. Los paradigmas como un proceso

Un proceso, visto como una revolución del pensamiento que conduce a cambios, tiene cuatro

características distintas (Hammer, 2001):

• Es teleológico, o sea, orientado a fines, misión, metas.

• Está enfocado al usuario, no a sí mismo.

• Es holístico, o sea, corresponde a un trabajo total con propósitos unificados; y

• Es un trabajo bien diseñado con la participación de todos, no de sólo unas cuantas mentes

iluminadas.

Igualmente existen una serie de expresiones que definen el ánimo de los líderes de

organizaciones que están siempre listos para enfrentarse a la agenda interminable de cambios

(Cuadro 1).

Cuadro 1. Organizaciones proclives al cambio. Valores y creencias de sus líderes. (Hammer, 2001).

Enunciado Paráfrasis

“Crearemos la compañía que nos

permita ser los verdugos y no las

víctimas”.

- Si hay cambios es preferible eliminar el negocio.

“El día que creas que tienes éxito, es el

día en que se te acaba”.

- Las victorias, el triunfo, el éxito nos hace arrogantes; nos ciega

nos hace creer que todo está hecho, nos dormimos en nuestros

laureles.

“Las mejores compañías siempre están

atentas”.

- Prepárese, aterrice, nunca asuma que el éxito dura para siempre.

“Los ganadores cometen más errores

que los perdedores”.

- En el eterno juego del cambio de nuestra vida, no se quede

contemplando, pruebe cosas, intente opciones, algo funcionará.

“La mejor manera de tener muchas

ideas es retener muchas ideas buenas

y desechar las malas”.

- Las organizaciones proclives al cambio gustan del debate y

controversias, escuchan puntos de vista contrarios, viven de las

discrepancias, inconformidades y desacuerdos.

“Si esperas que todas las luces verdes

se enciendan, nunca arrancarás”.

- Es el clásico parálisis por análisis; si quieres permanecer donde

mismo espera a tener certeza y claridad en todo; avanza y corrige.

“Cuando los recuerdos exceden los

sueños, el final se acerca”.

- No te pavonees demasiado en tus glorias pasadas, ya que en un

ambiente en cambio constante, no nos sirve de mucho. Los

resultados anteriores de ninguna manera garantizan el triunfo

futuro.

Trasladando este concepto a una organización dispuesta al cambio, se aprecia que es la última

etapa en la que esos comportamientos se convierten en hábitos. Sin embargo hay que reconocer que

la adquisición de un hábito no se da de manera automática. Hunter (1999) describe su desarrollo en

cuatro etapas (Cuadro 2).

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Cuadro 2. Etapas del desarrollo de nuevos hábitos o destrezas. (Hunter, 1999).

Etapa Descripción

I. Inconsciente e inexperto - Se desconoce el hábito o comportamiento (infancia cronológica o

inmadurez)

II. Consciente e inexperto - Se está consciente de un nuevo comportamiento. Pero no se han

desarrollado las ventajas necesarias (la primera vez que se hace

algo, la primera copa, etc.).

III. Consciente y experimentado - Ya se han adquirido las destrezas y se está cada vez más a gusto con

el nuevo comportamiento (pianista, mecanógrafo, etc.).

IV. Inconsciente y experto - Se hacen las cosas de la manera más natural, sin pensar en ellas

(alcoholismo, fumador empedernido, estrella del deporte, líder

auténtico.

En una organización efectiva y eficiente, se hacen las cosas bien, en parte de su cultura. Pero

¡cuidado! Para mantenerse en esa cima del éxito, tendrá que aprender, a estar en permanente

sintonía con su entorno, con la realidad, con la competencia. Covey (1997) clasifica el éxito en tres

categorías:

1. Los hábitos de carácter (ser proactivo, comenzar con un fin en la mente y poner las cosas

primeras en el principio), que nos sirven para alcanzar el triunfo personal, privado, interior,

el de nosotros mismos y que nos conduce a la independencia;

2. Los hábitos que expresan exteriormente nuestro carácter (pensar en ganar-ganar, buscar

primero entender, después ser entendido y sinergia), que nos llevan al beneficio mutuo y a la

victoria pública, externa y nos conducen a la interdependencia; y

3. El hábito de renovación (afilar la sierra) que nos permite el mantenimiento necesario para

que el proceso de crecimiento sea de manera equilibrada. ¿De qué dependen éstos hábitos?

Covey (1997) nos muestra gráficamente (Figura 4) la interacción de los tres ingredientes

fundamentales.

Estos tres constituyentes se entrelazan para conformar en conjunto nuestros hábitos; esto es un

aprendizaje no una herencia, por lo que la adquisición de estos hábitos es un proceso que depende

de nosotros, de nuestra motivación, de la fortaleza de nuestros propósitos básicos, de nuestra

disciplina para vivir de acuerdo a un patrón fundamental de principios. Por ejemplo, muchas veces

cuando estamos en un plan de adelgazamiento podemos sentir que estamos “estancados” o que todo

lo que hacemos no causa ningún efecto. Esto puede deberse a que quizás tengamos que revisar

algunos de nuestros hábitos. Ya que definitivamente el qué y porqué, el querer y el cómo, están

entrelazados afectando combinadamente nuestros hábitos.

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Figura 4. Componentes principales de los hábitos de conducta que se desarrollan en diversas etapas

del aprendizaje. (Adaptado de Covey, 1997).

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III.4. Paradigmas como catalizadores del cambio

"...No es la más fuerte de las

especies la que sobrevive, ni

tampoco la más inteligente,

sino la que mejor se adapta

al cambio"Darwin

Ineludibles como son, los paradigmas en su concepción moderna representan temporalmente

el planteamiento dominante de ideas, pensamiento, manera de ver el mundo o dirigir sus asuntos

(Schwanits, 2003). Poseen acta de nacimiento, historia de vida y acta de defunción. Aparecen, se

desarrollan y desaparecen. Por eso resulta obvio y natural que "... Si uno quiere crear lo nuevo tiene

que desmantelar primero todo su sistema existente de creencias y reducir a cenizas las cosas que

no sean eternas y universalmente verdaderas..." (Hamel, 2000). En esta aparentemente inofensiva

declaración se encuentra una de las claves para descifrar el valor trascendental de un paradigma

para el progreso de las ciencias, las organizaciones y su pléyade.

Bien lo señala Arias (1992) cuando establece que "... somos lo que somos y preparamos el

futuro que vive en nosotros gracias a la realidad del pasado que nos ha dado la posibilidad de

seguir engendrando la historia...".

A quien administra un negocio se le exige un campo y conocimiento muy amplio y por lo

tanto más dinámico: saber, saber hacer, y hacer y ello requiere de conceptos técnicos y herramientas

(Sallenave, 1985) y es a este administrador en quien recae, una carga aún más pesada, la de un

conocimiento adquirido, que es obsoleto y de una actitud conformista de quienes se lo enseñaron.

Koestler (1963) lo expone de una forma brillante, incisiva, pero actualizada:

"...La inercia del espíritu humano y su resistencia al cambio no se manifiestan, como se

podría creer, en las masas de ignorantes -fácilmente convencidas con sólo apelar a su

imaginación-, sino en los profesionistas que viven de la tradición y del monopolio de la enseñanza.

Toda innovación es una doble amenaza para las mediocridades académicas: pone en peligro su

autoridad de oráculo y evoca la horrenda posibilidad de ver derrumbarse todo un edificio

intelectual laboriosamente construido...".

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De igual manera invocamos el pensamiento de Mendoza et al. (1998) quienes ponen el dedo

en la llaga al acusar que: "Si... nos ha ido mal, es porque el conjunto de la sociedad, incluida la

clase dirigente, ha albergado creencias, actitudes y valores equivocados o inapropiados para

impulsar el desarrollo económico y la armonía social, generalmente fundados sobre informaciones

erróneas o incorrectas..."

Ilusos seríamos al pensar que al ser derrocado un paradigma, todo lo hecho anteriormente se

entierra, tampoco se trata de continuar añorando los viejos polvos esperando su resurgimiento.

Martín (2002) aporta a esta disyuntiva al recordarnos del Filósofo Hegel su dialéctica del amo-

esclavo, ese ciclo entre dominancia y subordinación que constituye una de las fuerzas conductoras

de la historia humana. Visto así el paradigma vigente es la tesis; la oposición a él durante el periodo

de crisis es la antítesis; para finalmente dar vigencia al nuevo paradigma (síntesis). Por lo tanto este

nuevo planteamiento, ni añora ni desecha al anterior; lo asimila y a partir de él emprende el vuelo

hacia nuevos territorios desconocidos antes, para sucesivamente alcanzar estadios inéditos. La

realidad es vista como un cambio continuo; los paradigmas se suceden unos a otros en una

interminable carrera por acercarnos a la verdad, esa veleidosa y enigmática razón de ser de la

ciencia y de la filosofía.

Aplicado a una organización, el desarrollo y cambio permanente de la misma estarán en

función de una predisposición a la actividad científica que le permita someterse a prueba para

asegurarse que marche en concordancia con los tres elementos fundamentales de la dirección

estratégica: "el análisis y comprensión de la posición estratégica de la organización, la formulación,

valoración y elección entre las posibles acciones a emprender"; y finalmente la planificación para

poner en práctica la estrategia elegida, los mecanismos para dirigir los cambios necesarios.

Rodríguez y Morales (2000) puntualizan esta situación al enfatizar que el reto, habilidad y

responsabilidad del administrador estratégico para el cambio de una organización, es romper con los

paradigmas establecidos y crear los propios, desaprender lo aprendido, ser sensible al presente y

mantener una visión innovadora y emprendedora del futuro.

Es importante tener en cuenta que las organizaciones que deseen tener vigencia y mantener

sus ventajas competitivas, deben de contar con líderes que no especulen con el futuro, que vean

diferente y sean diferentes; que sean adictos a las novedades, que sean curiosos, herejes, no

conformistas; que estén atentos a los cambios, a las tendencias poco apreciadas de lo que no se

habla, a lo que en el entorno no está cambiando. En síntesis que piensen, ya que cómo bien lo

estipula Ernest Renan. “La fórmula para no cambiar es no pensar”

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Segunda Parte.

Cambiando de traje

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IV. Gestión del conocimiento

“En la economía de hoy, todo lo quecompramos o consumimos tiene unaelevada carga de conocimientosdepositados…”

P. Belly

IV.1. Importancia del conocimiento en las organizaciones

Uno de los múltiples retos de las organizaciones del siglo XXI que deseen permanecer en el

estrado ganador lo será su apropiación oportuna y adecuada del Capital Humano, Intelectual ó

Recursos de Conocimiento. Se ha convertido vertiginosamente en una de las mayores fuentes del

valor agregado. Siendo las empresas organizaciones de personas, las cuales a su vez son las

generadoras de ideas, es lógico y natural que conceptos como aprendizaje, enseñanza, educación

estén íntimamente ligados al desarrollo de las mismas. Las ventajas competitivas de una

organización vanguardista estarán ahora guiadas, en gran parte, por el incremento del valor que se

le otorgue al conocimiento. La sociedad basada en el conocimiento, que se nos advirtió cuando

surgieron los primeros proyectos de inteligencia artificial y sistemas expertos (década de los 80’s)

ya forma parte de nuestra realidad empresarial y organizacional.

Por tanto, las ventajas competitivas de las empresas actuales se fundamentan, más que otro

aspecto, en lo que conocen, como usar lo que conocen y que tan rápido pueden conocer algo nuevo.

La memoria corporativa y el capital intelectual, como una nueva dimensión empresarial, les

imponen una exigencia competitiva adicional a las organizaciones que ya no se determinará

únicamente por sus productos, servicios o excelencia operativa.

En una sociedad que se fundamenta en el conocimiento (y su gestión), el estudio se convierte

en una necesidad permanente. El único boleto directo y responsable del éxito lo es la educación; es

el motor del progreso económico y palanca de transformación de la sociedad. Más aún en una

sociedad globalmente interdependiente. Hay que aprender a aprender y a desaprender y hacerlo de

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manera constante. Ahora, en una economía basada en el conocimiento, es más que actual, vigente y

profundo, el pensamiento hecho aforismo de Heráclito hace casi 25 siglos, “...todo fluye...”, lo

único constante es el cambio y las organizaciones deben de actualizarse y recapacitarse

continuamente para, sobrevivir, mantenerse en la competencia y crecer.

IV.2. Gestión del conocimiento: concepto y objeto

En la actualidad es común, que los lugares del mundo que propician o favorecen la

creatividad son aquellos que comparten dosis elevadas de las tres T’s: Talento, Tecnología y

Tolerancia. De igual manera se puede extrapolar esta afirmación a las organizaciones o empresas,

esto es, el conocimiento que se genera por los individuos talentosos, los avances tecnológicos y la

heterogeneidad y diversidad de la gente. Para Cabrera (2002), se entiende por gestión del

conocimiento al conjunto de prácticas y sistemas de gestión de naturaleza diversa que pretenden

favorecer la creación, la distribución y la puesta en práctica de nuevas ideas y conocimientos. El

objetivo de esta gestión es establecer entornos organizacionales que saquen todo el partido posible

al conocimiento colectivo de sus personas, de tal forma que las ventajas competitivas que se

obtengan perduren en el tiempo. Una pretensión fundamental es que en el clima corporativo

establecido los empleados se motiven a ser creativos, a compartir sus ideas y a aplicar soluciones

innovadoras a sus trabajos. En el ámbito empresarial, dentro de la Organización Internacional de

Normalización (ISO 9001: 2008) en el sistema de gestión de calidad el concepto análogo es

conocido como proceso de mejora continua.

En gran medida la dimensión que se le otorga a la gestión del conocimiento en las

organizaciones es un reconocimiento que se hace al filósofo de la ciencia Karl Popper, quien

estableció que no puede haber conocimiento final, sino conjeturas que son apoyadas durante un

tiempo, que luego son reemplazadas por otras mejores, pero aún no concluyentes y así

sucesivamente en un proceso sin fin; el conocimiento se vuelve un recurso renovable con ciclos de

vida perentorios cuya longevidad está en función de la rapidez con que ocurran los errores, las

discrepancias entre lo observado y lo esperado por las conjeturas en turno. En este contexto la

competencia es vista como un proceso de descubrimiento (Peters, 1993).

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IV.3. Proceso de gestión del conocimiento

El aprendizaje se está convirtiendo rápidamente en el corazón de las organizaciones y por

tanto en la fuente más importante de valor agregado. Por ende, ¿Cómo lo obtienen las

organizaciones? ¿Cómo los integrantes de las organizaciones lo aprenden unos de otros, cómo lo

comparten? En todo caso hay que partir de lo que motiva a una organización, o en el negocio del

amplio mercado de bienes y servicios. Edward de Bono, el experto internacional en creatividad y el

pensamiento lateral, afirma que toda empresa atraviesa por tres etapas: 1) atención centrada en el

producto y en la producción, es decir, hacer bien las cosas, 2) atención centrada en la relación del

producto con la competencia, o sea, como hacerlo mejor y 3) atención centrada mas allá de la

competencia, por ejemplo, la integración con los valores complejos del consumidor. Ello nos

conduce al eterno dilema de que tan útil es saber si no tenemos la menor idea de lo que es

importante hacer y de que nos sirve hacer si no conocemos lo que es lo importante saber. Las

organizaciones tienen que aprender a aprender lo que es importante conocer para que se mantengan

con vigencia en el mercado.

De acuerdo con Harris et al (1999), la gestión del conocimiento representa una novedosa

oportunidad para que las organizaciones compitan y prosperen, en virtud de tres cambios

fundamentales: a) el creciente valor de la gente altamente capaz, en el que la capacidad de

aprendizaje, creatividad e innovación del ser humano está creciendo a velocidades alarmantes; b) la

creciente complejidad de los trabajos, el permanente tránsito de una dirección administrativa a una

auto-dirección y c) la disponibilidad universal del conocimiento y el deseo por obtenerlo. Mismos

que de manera combinada, han propiciado las tecnologías de información y el Internet, estimulando

al intelecto humano y su pasión por más conocimientos.

Ante los formidables volúmenes de información se hace indispensable el diseño de filtros

que ayuden a seleccionar la de mayor valor y utilidad para las organizaciones. Asimismo, la

información de mayor valor (capital humano, intelectual), no está capturada o cautiva, sino que

existe solamente en las mentes de los expertos. Esto que a simple vista pudiese verse como una

desventaja, se convierte en un recurso estratégico puesto que no es fácilmente imitable.

Ahora bien, veamos de qué forma se transmite el conocimiento en una organización.

Cabrera (2002) enuncia cinco eventos. Primero, el proceso de Compilación, mediante el cual un

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conocimiento individual declarativo se convierte en procedimental y se da cuando un conjunto de

instrucciones o reglas declarativas se asimilan en habilidades prácticas. Segundo, la Articulación

que sigue una ruta contraria al anterior, lo que significa que de la observación de una habilidad

procedimental individual se pasa, mediante la reflexión, a una verbalización u operacionalización de

variables que toman la forma de mensajes o consejos sistematizados. En tercer lugar, la

Socialización, que ocurre cuando un individuo obtiene conocimientos prácticos de un grupo o

equipo de personas que comparten ciertos hábitos colectivos. En cuarto término, el proceso de

Adaptación Mutua en el que un conocimiento individual procedimental es adquirido por un grupo

de empleados que lo convierten en rutinas colectivas. Finalmente, la Difusión, proceso por el cual

un conocimiento colectivo explícito se aprende a partir de los conocimiento declarativos

individuales, los cuales tienen la característica de ser transferibles de muy diversas y fáciles

maneras.

IV.4. Gestión del conocimiento como nuevo paradigma de la organización

Como toda nueva idea, práctica o procedimiento, las organizaciones encuentran resistencias

y rigideces que dificultan implantar cambios oportunamente. De especial consideración son

aquellos que representan aspectos intangibles, no fácilmente identificados con sus actividades

sustantivas. Más aún, en aquellas organizaciones que han experimentado estrategias exitosas por

largos períodos.

Si bien el conocimiento siempre ha sido considerado de la mayor importancia en las

organizaciones, ¿Por qué hacerlo explicito?, ¿Qué hace de la gestión del conocimiento un

paradigma emergente en las organizaciones del siglo XXI? Rudy Ruggles del Ernst & Young

Center for Business Innovation conduce a la reflexión sobre el por qué del conocimiento y de su

urgencia actual. Señala que hay seis grandes aspectos que están cambiando y que conllevan la

necesidad de hacer explícita la gestión del conocimiento en las organizaciones. En primer lugar, la

velocidad del cambio, término que se ha convertido en un cliché, en un clásico del cual todo mundo

habla pero pocos lo entienden. El cambio, tanto revolucionario como evolucionario, está

provocando que el conocimiento se haga obsoleto muy rápidamente.

En segundo término, la naturaleza de bienes y servicios, cuando lo que se vende es

conocimiento es más obvia la necesidad de manejar el conocimiento; se da el caso de que muchos

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productos se están vendiendo en la actualidad a menores precios a pesar de que su manufactura

integra mayor ingeniería; igual sucede con la clientelización masiva, en la que un producto es más

intensivo en conocimientos por la necesidad de fabricarse como un traje a la medida de muchas

aplicaciones; están surgiendo también muchos productos “inteligentes” que son capaces de auto -

mantenerse o adaptarse a múltiples condiciones.

Un tercer aspecto es el que se refiere al alcance del negocio típico y su mercado, ya que la

globalización ha hecho posible colocar a las empresas en muy diversos lugares y con mayores

alcances y cobertura. En cuarto lugar aparece el tamaño y tasa de reducción de la fuerza laboral, que

pone a las empresas en la tesitura de manejar la misma o mayor información con menor personal;

otra realidad inobjetable es la gran movilidad de la fuerza laboral, en la que el conocimiento

individual se va con el personal que sale si no se cuenta con un sistema de retener el conocimiento

colectivizado para la empresa; además el manejo tradicional laboral es equivalente a la minería a

cielo abierto, en el sentido de que el personal más experimentado se le retira tempranamente y

posteriormente los más talentosos. En quinto término, la estructura de las organizaciones, muchas

de ellas virtuales, con una reducción o eliminación de las gerencias intermedias que pone en mayor

contacto a la alta dirección con la base trabajadora; y finalmente las capacidades y costos de las

tecnologías de información, que en conjunto hacen del conocimiento un agente de transformación.

Existen algunas razones adicionales que fortalecen la incursión del nuevo paradigma

organizacional. Se empieza a tratar al conocimiento como un activo (con valor mercantil), que

puede sustituir a la tierra, mano de obra y capital, y que puede ser una fuerza mayor que todos ellos

en la producción de bienes y servicios. De igual manera, las experiencias exitosas de las

organizaciones de vanguardia que han hecho suyas el reto de la gestión del conocimiento, a tal

grado que se le reconozca su necesidad y posibilidad en formas que no lo eran anteriormente.

Después de varios siglos de considerar únicamente los factores de producción tradicionales nos

obliga a pensar que el reto no es fácil de superar, pero las evidencias actuales y las realidades que

vivimos crean un clima optimista de por qué debemos de poner mayor atención al conocimiento.

Los grandes cambios que están ocurriendo han puesto en marcha diversas y numerosas ruedas que

redireccionan la cuestión del ¿Por qué conocimientos?, hacia el ¿Cómo usarlos?

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IV.5. Organización y asimilación del conocimiento

No obstante la abrumadora argumentación favorable a la adquisición y gestión del

conocimiento por las organizaciones, el problema fundamental y reto por superar son el cómo

inducir que las ideas creativas e innovadoras permeen hacia y dentro de la organización y que sus

miembros además de usar éstas, compartan las suyas con el resto de colaboradores. Este particular

problema puede ser visto desde la perspectiva del dilema del bien común (Hardin, 1968), en el que

el conocimiento es un recurso libremente disponible a todos, o sea, es un recurso común que todos

pueden utilizar; sin embargo, cada quien tiene sus propios recursos (conocimientos) que no son

abiertamente utilizables por los demás. Este dilema, también denominado trampa social se ha

definido como aquella respuesta que conduce a consecuencias positivas en el corto plazo y

negativas en el largo plazo (Platt, 1973; Brechner, 1978). Así, de manera inmediata un individuo

optimiza su posición al ser poseedor de una parte del capital intelectual de la organización; por el

contrario, de forma mediata, si todos los empleados intercambian sus ideas y experiencias se

produce para la organización un resultado sinérgico (posición óptima organizacional), en el que

todos ganan.

En términos del análisis de los dilemas sociales de cooperación, la organización tiene a su

disposición tres opciones para que el conocimiento fluya (Cabrera, 2002): a) reducir el costo

percibido por los empleados por compartir ideas, mediante la asignación de apoyos para que las

ideas se articulen y difundan y la generación de promociones, estímulos e incentivos que premien

también a los individuos creativos y compartidos; b) aumentar las percepciones de eficacia o

impacto de las contribuciones individuales, creando sistemas internos y externos de comunicación

que resalten la utilidad de los logros individuales y su repercusión en la organización ó

estableciendo normas de aprobación de las colaboraciones en que se haga explícito que al admitirse

una contribución al pool común es por su trascendencia y relevancia; y c) diseñar comunidades

específicas de conocimiento, también llamadas comunidades de práctica, que se forman a partir del

repositorio (almacén, depósito, pool) de conocimiento y que permite poner en contacto a personas

de distintas áreas (funcionales o geográficas) que comparten temas afines o comunes. Se advierte

que el tamaño y calidad de estas comunidades puede inhibir su funcionamiento o resultados, esto es,

deben ser ni muy pequeñas ni muy grandes, heterogéneas en perfiles pero no en el nivel de

conocimientos.

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En la dinámica economía del siglo XXI, una organización ya no depende exclusivamente del

control de los recursos energéticos o físicos, si desea conquistar o mantener ventajas competitivas;

está obligada por los demandantes del mercado a desarrollar ingeniosas e innovadoras formas para

aprovechar los recursos, y por ende, suministrar mejores servicios. Aquí es donde entra el

conocimiento y su gestión organizacional, que irremediablemente se convertirá en el recurso de

mayor importancia empresarial. ¡Los emprendedores de hoy deberían estar preocupados si no lo han

visualizado y no lo están construyendo!

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V. Innovación: Un paradigma educativo emergente

“En el futuro ya no habrá más premios

para aquellos que predigan la lluvia.

El premio será para los que

construyan arcas”Louis Gerstner

A principios de la actual década, en una de esas interminables sesiones de búsqueda por

internet, intentaba adentrarme en el concepto de una materia impartida por el Profesor de Jack

Vincent Matson en la Universidad de Houston, y que había sido reconocido nacionalmente al ser el

ganador de la presea Zell/Lurie y beca para la enseñanza de la innovación ofrecidas por la

Universidad de Michigan. A manera de serendipia, serendipidad, chiripa o casualidad, al tratar de

indagar sobre esta clase denominada “Fracaso 101”, encontré que el Dr. Matson había escrito un

libro titulado “Innovate or Die”, que en las palabras del autor constituía su guía personal para hacer

de las personas el ser humano innovador al que podrían convertirse.

De ahí el título de este capítulo. Y esa es la disyuntiva, sin salidas laterales o escapes de

emergencia, o innovamos o nos extinguimos como institución. No hay alternativa: la innovación es

el único camino que tenemos para asegurar nuestra sobrevivencia institucional, ya no digamos

competitividad, pertinencia o efectividad.

Hablar de Innovación, es entrar al debate y a la autocrítica; como lo señalara hace días

Carlos Monsiváis, al recibir el grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de

Nuevo León:

“… si en las universidades públicas no hay debate, difícilmente lo habrá en otra parte… con

sus errores, limitaciones y urgencia de autocrítica, las universidades públicas han sido y seguirán

siendo uno de nuestros estímulos primordiales…”

El escribir éste libro es en sí, una innovación; un reconocimiento que para cambiar,

necesitamos aprender de los demás, de las experiencias de éxito y de fracaso, las iniciativas fallidas,

los inicios erróneos, los falsos comienzos e inciertos. Esta es una gran innovación que tenemos que

resaltar. Innovación y creatividad van de la mano, como hermanas siamesas; la creatividad es el

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talento necesario para generar las ideas requeridas por la innovación; que por su parte, representa el

proceso de producir algo nuevo y único, es decir, novedoso (Matson, 1996).

Un camino, que consta de 3 partes o principios:

1). La generación de ideas (creatividad),

2). Su puesta a prueba (experimentación) y

3). Cambio de perspectiva (nuevo paradigma)

Que visto de manera práctica, corresponden a las tres claves para el éxito de las

organizaciones que son prósperas e innovadoras (Patler, 2004).

1). Acabar con los viejos hábitos,

2). Abrir nuevos caminos y

3). Romper el molde

Pero cuidado, en nuestras instituciones educativas acecha un enemigo, terrible e implacable,

que es la familiaridad, la zona de confort, lo convencional, lo tradicional, lo conocido. Tom Peters

(1992) comenta de un fragmento del libro de Ann Beattle, “Picturing Will”, como una guía para no

perder la perspectiva y el equilibrio en la vida: “…Hazlo todo bien, todo el tiempo, y tu hijo será un

hombre de bien. Nada lo impedirá, excepto la suerte, la herencia, el azar y el signo astrológico

bajo el que nació, su orden en el nacimiento, su primer encuentro con el mal, la muchacha que lo

deje plantado a pesar de sus excelentes cualidades, la guerra que esté en marcha cuando sea joven,

las drogas que quizá pruebe una o muchas veces, los amigos que tenga, las calificaciones en la

escuela, lo bien que aguante las bromas sobre sus defectos, lo ambicioso que se vuelva, qué tan

bajo caiga, la evidencia circunstancial, la perspectiva irónica, los peligros inesperados, la

dificultad para triunfar por encima de las circunstancias, las malas compañías y los animales con

rabia …”

Quisiéramos dejar en la mente a todos los que han llegado hasta estas líneas una pregunta: “Si

usted pudiera imponer un único y sencillo cambio en la universidad, que se hiciera mañana y que

por sí mismo llevara a un mejor futuro, ¿cuál sería?”

Estamos convencidos de que el desarrollar una mejor capacidad de aprender de los demás, es

un buen principio para solucionar las limitantes de los sistemas de aprendizaje actuales. De las tres

situaciones o escenarios para el futuro del mundo, que propone Eamonn kelly (2006). Tres

escenarios para el futuro del mundo), nos quedaríamos con el del surgimiento, que responde

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positivamente a la pregunta de que el liderazgo e innovación serán la fuente primordialmente

ascendente, en un mundo democrático donde el poder se desplaza del centro, de abajo hacia arriba,

y ampliamente compartido como nunca jamás.

Ángel Fidalgo, en un artículo reciente que escribió sobre si ¿El profesorado forma y el

alumno aprende?: “… Un agricultor selecciona las mejores semillas para sembrar, una vez realizada

la siembra cultiva el terreno (lo abona, lo limpia de malas hierbas, lo riega, lo cuida de ataques de

plagas,..). Si la semilla era buena y ha cultivado correctamente recogerá una buena cosecha. En este

breve símil la semilla es el conocimiento, sembrar es transmitir el conocimiento, cultivar son los

paradigmas de aprendizaje y la cosecha es el fruto del aprendizaje. Dicho de otra forma el agricultor

es el profesorado y la cosecha el conocimiento adquirido por los alumnos.

Es habitual considerar el proceso de formación como la selección de la semilla y la siembra,

el alumno sería el terreno sobre el que sembramos. Que haya muchos reprobados en nuestra

asignatura, será evidentemente, que el terreno es malo, que haya aprobados será que el terreno es

bueno. A menudo se nos suele olvidar que no basta con sembrar, que también hay que cultivar para

recoger una buena cosecha. Quien conozca el trabajo de un agricultor sabe que cultivar es un

trabajo muy duro, levantarse con el amanecer, preparar el terreno para sembrar, abonar, arar, quitar

las malas hierbas, regar, poner una vela a San Isidro Labrador para que no haya tormenta (o para

que llueva), recolectar, almacenar, transportar, etc. Todos los que conozcan el trabajo del agricultor

también saben que está mal pagado y muchas veces lo recolectado no da para los gastos. Lo mismo

ocurre con los paradigmas de aprendizaje, si los llevamos a cabo, el trabajo del profesorado será

mucho más duro, no sería reconocido por nadie (si acaso con suerte por los alumnos) y al final del

curso pensaríamos que no mereció la pena. Sin embargo, el agricultor ha sabido utilizar

maquinarias, formar cooperativas, diversificar su trabajo. En definitiva ha optimizado su trabajo de

tal forma que en un mismo terreno ahora trabaja menos y obtiene más cosecha. El profesorado, al

igual que el agricultor ha introducido maquinaria (tecnologías) en el proceso de formación, incluso

ha organizado cooperativas (redes), sin embargo, creo que las utiliza mal. Me explico. La mayor

parte de los procesos de innovación educativa sirven para crear o adaptar conocimiento, es decir,

hacen la semilla de más calidad. Evidentemente si la semilla es mala no podrá germinar, pero a mi

modo de ver actualmente el profesorado dispone de buenas semillas, por tanto, la innovación

educativa se debería dirigir a otra cosa.

Una y otra vez se intentan renovar las metodologías formativas, pero siempre para sembrar no

para cultivar. El proceso de siembra se hace con las mismas metodologías que hace cientos de años,

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metodologías basadas en la docencia. Estas metodologías se han mejorado con la inclusión de

tecnologías y redes, sin embargo continúan siendo las mismas. Nos empeñamos en innovar los

procesos de siembra cuando la innovación educativa se debería dirigir a otra cosa. Las metodologías

basadas en paradigmas de aprendizaje, al igual que cultivar, son costosas y suponen un gran

esfuerzo. Aunque realmente se innova utilizando estas metodologías se suelen aplicar al proceso de

selección de la semilla y en el de siembra. Creo que este es el gran error, que innovamos pero lo

aplicamos en procesos equivocados. Debemos innovar en los procesos de cultivo, que actualmente

son los que menos utilizamos. Debemos innovar para que cultivar se pueda aplicar, no es que no

considere importantes la semilla y el proceso de siembra, es que esos procesos actualmente son

correctos, por tanto debemos concentrar nuestros esfuerzos en aplicar paradigmas de aprendizaje

pero en el proceso de cultivo”.

Hamel (2000), en su libro “Liderando la revolución” señala que “Las instituciones del siglo

XXI que han sobresalido y estarán en la agenda mundial son aquellas que han basado su

estrategia, no en la “e” (del correo electrónico, del internet) sino en la “i” (de la innovación e

imaginación)”. Esto es, la brecha que separa a los ganadores de los perdedores, lo es el poder de la

“i”, más que de la “e”.

Para toda universidad que aspire a transformarse en una institución sustentable y de alcance

mundial nuestro mensaje sería: "Nos importa mucho el mundo que dejaremos a nuestros jóvenes.

Aunque en mayor magnitud, urgencia o pertinencia, nos importa, qué clase de jóvenes le dejaremos

al mundo".

Debe de quedar claro para ahora que nada llega para quedarse de manera definitiva, sea un

producto, una marca, un hallazgo científico, una innovación educativa o una tecnología. Perales

(2004) se refiere a este hecho, al relatar la cena de gala celebrada en beneficio de la ola de

refugiados judíos que huían de la Europa del Este amenazada por Alemania. Corría el año de 1930,

en el Hotel Savoy de Londres, cuando el genial George Bernard Shaw, presentaba al joven

científico, ganador del premio nobel de la física, Albert Einstein. Estas fueron sus palabras:

“… Tolomeo creo para nosotros una teoría del universo que se mantuvo por 2000 años;

Newton propuso un universo que se mantuvo por 300 años; y Einstein formuló un nuevo universo

que supongo que ustedes quieren que diga que nunca se va a derrumbar, pero que sin embargo lo

hará, aunque ni siquiera él, el más grande de nuestros contemporáneos, sabe cuánto tiempo pasará

antes de que otro venga a desbancar sus teorías…”

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VI. Vinculación de la educación universitaria con su entorno

“…Yo no vengo a trabajar porla universidad, sino a pedir a launiversidad que trabaje por elPueblo…”

José Vasconcelos

VI. 1. El problema

Aunado a los retos anteriores, existe una amplia brecha en la vinculación de las universidades

y su entorno. Ello significa la impertinencia de los programas educativos para resolver problemas;

la insuficiencia de la investigación científica que se lleva a cabo; y una formación profesional

alejada de la necesaria actitud emprendedora, creativa, competitiva, sustentable, vinculada,

innovadora y de compromiso social.

La desvinculación de la oferta técnico-profesional de las universidades con las organizaciones

de productores y empresas agroindustriales, se refleja en el incipiente impacto de la investigación

científica y tecnológica para crear, innovar y adoptar tecnologías adecuadas para la transformación

del campo.

La vinculación tiene una estrecha relación con la misión estratégica de la universidad y se

troca en un componente esencial de las funciones fundamentales de la misma. Parte fundamental

del deber ser de la institución, descansa en diversas tareas de vinculación de la universidad, a través

de la ejecución de acciones y proyectos de alta calidad y de beneficio mutuo con los sectores social,

público y productivo. Mediante ellas, se proporcionan servicios profesionales, incluyendo la gestión

de tecnología, para lograr el desarrollo sustentable -tecnológico, social, económico y ecológico--

del país. No olvidemos que la Ley reglamentaria de la fracción XX del Artículo 27 Constitucional

declara de interés público al Desarrollo Rural Sustentable; de este principio se desprende la

obligación del Estado de promover su desarrollo. A éste artículo lo complementa el 25

Constitucional que le da al Estado la rectoría para que el desarrollo nacional sea integral y

sustentable.

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En la vinculación se acrisola el mejoramiento académico, especialmente la formación de

recursos humanos, la actualización del currículum de las carreras y programas docentes que se

imparten, la innovación en los métodos de enseñanza-aprendizaje y la consolidación de la base

técnico-científica de la investigación.

Las acciones de vinculación de las universidades son prioritarias, ya que la sociedad

demanda que éstas no sean únicamente formadoras de cuadros técnicos profesionales, sino que

también contribuyan al desarrollo nacional con aportaciones efectivas a la solución de problemas.

La vinculación así percibida se puede constituir en una función sustantiva adicional al trinomio

tradicional docencia-investigación-extensión (Escamilla y Mendoza, 2003).

Con vehemencia lo expresa López, 2011 “…La educación humanística exige también una

vinculación congruente con el cambio de actitud que necesita la población de productores y

consumidores…” La misión universitaria en términos de la vinculación, es colaborar hacia el

desarrollo rural para el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y mejorar la calidad

de vida de la población en general, a través de la generación y transferencia de tecnología eficiente

y de la prestación de servicios oportunos y de alta calidad.

Ninguna universidad cumplirá plenamente su misión fundamental si no se apropia de la

vinculación y la establece orgánica y estructuralmente como una función universitaria; con las

variantes y condiciones que cada institución educativa establezca para su realización. Y que,

adicionalmente, ésta función sea reconocida por la comunidad universitaria y responda a las

necesidades del entorno.

Por tanto, el sentido social universitario está íntimamente ligado a su labor de vinculación.

Las esferas de la vinculación universitaria se expanden se reorganizan y se recomponen. Tienen un

origen y un fin en los ejes de tiempo y espacio; pero el proceso vinculatorio no perece; evoluciona a

la manera de una espiral ascendente sin fin. Implica una asociación interminable de extensiones de

la universidad desde la cultura hasta la innovación tecnológica; desde el aula hasta la práctica

profesional; desde la academia hasta la empresa. Tanto vincula un espacio de educación continua,

como el egresado en sus funciones laborales y ciudadanas.

Pero hay que reconocer que la misión de la universidad va más allá de su relación con el

entorno social y económico. El debate contemporáneo aún persiste en cuanto a los fines de la

universidad. Por un lado su misión de formación cultural, humanista y científica; y por otra, la

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formación profesional dictada por la necesidad de aplicar el conocimiento al mundo laboral. Esto

es, el fin humanista versus el fin utilitario. Al respecto, la Profesora Margarita Peya Gascóns, de la

Universidad de Barcelona argumenta:

“…la universidad no es una empresa de formación. Una universidad reducida a empresa no

sirve a los ideales de verdad y desarrollo de la cultura y a la formación de pensadores. Si fuera así,

se limitaría a producir profesionales medianamente útiles a la sociedad. La universidad es una

institución académica que, naturalmente, en los diferentes programas de formación de las distintas

titulaciones ha de tener en cuenta las necesidades y las demandas del mercado laboral, pero al

tratarse de una institución de rango académico superior, esta formación no es suficiente. Se espera

que a la par que el estudiante adquiere competencias sobre la propia profesión, se forme también

en los valores estrechamente ligados a la formación universitaria, como son la búsqueda de la

verdad; la honestidad como valor que conduce al conocimiento y a las limitaciones del saber, la

acción y las propias carencias; la solidaridad que equivale al compromiso con la sociedad; el

respeto a la vida y a los demás como factor de cohesión social y también el respeto a la naturaleza

como conciencia ecológica; la responsabilidad como asunción de compromisos; la justicia como

medio de procurar la mejor distribución e igualdad de oportunidades; la integridad como ejemplo

de rectitud; la libertad como autodeterminación y elección de alternativas; los principios éticos,

entre muchos otros. Por tanto, la universidad como portadora de valores es creadora de una

cultura en la que, además del conocimiento técnico, deben imperar el humanismo, la investigación,

la innovación y la transferencia, entre otros aspectos…” (Peya Gascóns, 2011)

Sánchez y Caballero (2003), consideran que uno de los retos mayúsculos en la vinculación de

las universidades con los sectores productivos y sociales, es el cómo garantizar su apego a la norma

constitucional emanada de la fracción VII del artículo 3º, que claramente establece la autonomía, el

autogobierno, las libertades de cátedra, investigación y de examen y discusión de las ideas de las

mismas. Con todo y ello, señalan: “…No puede dejar de mencionarse que el papel de las

instituciones de educación superior en la sociedad, no se limita a la preparación profesional de los

alumnos que ingresan a las mismas, sino que incluye muchos otros aspectos que inciden en otras

formas sobre las sociedades a las que sirven…es también responsabilidad de las instituciones

académicas generar soluciones para los problemas contemporáneos, así como constituirse en

difusores de pensamiento crítico que contribuya al bienestar de la sociedad…”

Por su parte Maldonado y Gould Bei concluyen que “…la vinculación con los diversos

sectores productivos puede ser una actividad muy importante que redimensione las funciones

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sustantivas de la universidad, docencia, investigación y extensión. Sin embargo estas acciones

deberán evaluarse a fin de que permitan retroalimentar estas actividades y mejorarlas… para

impulsar programas de vinculación que fortalezcan el compromiso social…”

La visión de ANUIES∗ en cuanto a la vinculación, se estipula en su Programa de Desarrollo

Educativo 1995-2000, “…una mayor vinculación de las instituciones educativas con sus entornos

socioeconómicos, mediante los programas y acciones que se propongan una participación más

activa y consistente para alcanzar un desarrollo integral y sustentable de las comunidades menos

beneficiadas…y… con el sector moderno de la producción…”

Recientemente, al participar en el coloquio “Vinculación, Función Sustantiva en las

Instituciones de Educación Superior; Presente y Futuro”, de la Universidad Tecnológica del Centro

de Veracruz (UTCV), en julio de 2011, el Dr. Giacomo Gould Bei, investigador de la Universidad

Autónoma de Baja California reiteró que “…Las universidades, los tecnológicos y los politécnicos

deben ver a la vinculación como uno de sus proyectos más relevantes y no sólo como una extensión

de la enseñanza… que la vinculación sea una función sustantiva de la universidad…hay un

‘desvínculo’ entre la oferta académica y las necesidades de la sociedad…”

Lo que está en el fondo del debate es si la universidad forma para la vida ciudadana o forma

para la vida laboral. Ambas perspectivas no pueden separarse. En la universidad tienen cabida, sin

excluirse mutuamente, la tradicional formación humanista y la coyuntural formación para servir al

mercado. En su investigación acerca de los vínculos entre el conocimiento y la productividad, y que

de manera directa impacta en la formación universitaria, De Mendoça Silva (2011) concluye: “…la

universidad debe equilibrar la formación profesional con la humanística, pues de no ser así

acabará convirtiéndose en un sector más del proceso educativo, con la función de aportar la mano

de obra que éste necesita…”

Partiendo de diversas experiencias en ese contexto, y en plena coincidencia con la Dra.

Mendoça Silva, se han realizado diversas acciones para que los estudiantes se formen

integralmente. Esto es, recibir educación de calidad y excelencia para su formación en el trabajo.

Pero que además que se preparen para la vida ciudadana; es decir formar: “…personas

equilibradas, libres, responsables, emocionalmente inteligentes, intelectualmente capacitadas,

∗ ANUIES.- Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior.

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moralmente fortalecidas, mentalmente preparadas para vivir plenamente. Esta es la asignatura

pendiente por la que tendrán que examinarse las universidades, en el siglo XXI, pues hoy en día

parecen olvidar que, ante todo, deben ser el crisol en que se humanice el desarrollo general

basado en el desarrollo, crecimiento y superación del ser humano…” (Medina, 2009)

VI. 2. Las opciones

En la actualidad, la economía mexicana compite con el resto del mundo, tratando de cambiar

radicalmente su eficiencia, estándares de calidad y productividad para incorporarse al mundo de la

libre competencia. Alcanzar estas metas sólo será posible buscando alternativas tecnológicas e

innovaciones en los sistemas administrativos de sus negocios. Esos bienes intelectuales sólo

podrían ser proporcionados por profesionales y técnicos altamente capacitados (Castañeda, 1997).

“… los sectores productivo y de servicios, voltean hacia las universidades para adquirir

conocimientos. Relacionarse con las empresas empezó a ser redituable para las universidades; por

primera vez en la historia universitaria en México se obtiene beneficios económicos por los

servicios prestados. Los posibles ámbitos de la relación universidad-empresa son muy variados:

cursos, asesorías, convenios de colaboración, financiamiento de investigaciones y desarrollo

tecnológico; intercambio de personal, orientación de carreras profesionales; generación de

postgrados adaptados a las necesidades empresariales; programas de educación continua y de

fortalecimiento académico; incentivos a la investigación, asociación en nuevas empresas,

incubadoras de empresas, financiamiento corporativo con base en premios, becas y cátedras a

profesores…” (Machado y Kessman, 1991).

La vinculación representa un elemento fundamental que permite a las instituciones de

educación superior interactuar con su entorno, concepto con el que se han identificado

alternativamente nociones tales como colaboración y cooperación, o bien, que ha sido definido con

el término relaciones. Sin embargo, se observa que dicho concepto incluye en realidad una gran

diversidad de actividades (ANUIES, 1998). Muchas universidades mexicanas han emprendido

acercamientos sólo con la planta productiva o con la sociedad, desconociendo aspectos teóricos de

la función de vinculación (Alcántar y Arcos, 2004). Esta brecha de la vinculación de la educación

superior no es un problema exclusivo de México, el mismo proceso o el mismo comportamiento se

encuentra en algunos países de América Latina.

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Los servicios dirigidos al entorno social son de carácter académico-profesional con ellos, las

universidades fomentan y contribuyen al desarrollo cultural, humanístico, científico y tecnológico

de sectores y comunidades específicas de la sociedad; a través de ellos se ponen en práctica los

conocimientos teóricos y las competencias que adquirieron los alumnos en sus respectivas

disciplinas, al mismo tiempo que se coadyuva al estudio y atención de las necesidades y

expectativas sociales. El ejercicio de la extensión de los servicios implica que las instancias

académicas interactúen permanentemente con el entorno social.

La posibilidad de inicio de la vinculación universitaria se da sólo en la medida que exista un

mínimo nivel de desarrollo de la investigación. Dicho de otro modo, no puede haber una real

vinculación, si no existe materia prima de intercambio que, en este caso, sería precisamente los

resultados de la investigación; pero además, estos resultados deberían de poseer un cierto grado de

desarrollo y aplicabilidad.

Algunas diferencias del orden conceptual serían las posiciones divergentes entre los teóricos;

hay quienes consideran que la vinculación tiene un contenido básicamente económico, mientras que

otros consideran que dicha actividad se resuelve exclusivamente mediante un acercamiento físico

con la sociedad, enfoque fuertemente asociado a una visión asistencial.

La visión “fisicalista” considera que la vinculación se verifica, casi de manera exclusiva, en

la medida en que se acortan las distancias materiales (físicas), entre universidad y sociedad, de

modo que desde este punto de vista, casi cualquier cosa es susceptible de ser reconocida como

vinculación: desde la instalación de una oficina de consultoría agraria, un despacho de asesoría

legal o un consultorio dental en alguna colonia pobre, hasta la creación de un departamento de

recepción de solicitudes de productores o la elaboración de programas de educación a distancia.

Esta perspectiva hace casi imposible diferenciar las actividades que realmente podrían caer, en este

momento, dentro de una moderna definición de vinculación. Esta visión prospera cuando se desea

reivindicar el carácter popular de la educación ya que se fortalecen las orientaciones de asistencia a

sectores sociales desprotegidos; con el modelo anterior suele confundirse la extensión universitaria

con vinculación. “Esta visión podría considerarse como la más tradicional y la que ha creado

mayores equívocos sobre el entendimiento de la vinculación, no obstante, aún es frecuente

encontrarla como parte de las acciones que se asignan a las oficinas de vinculación,

confundiéndolas con áreas de simple extensión universitaria.” (Campos y Sánchez, 2005)

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“En la visión economicista se concibe que a través de la venta de productos y servicios

universitarios se allegarán jugosas cifras de recursos económicos para las universidades”

(Campos y Sánchez, op cit). No ha sido posible hasta la fecha encontrar un documento oficial que

presente, de manera totalmente clara, esta posición; sin embargo, en forma más directa los

funcionarios y administradores de las instituciones universitarias la sostienen en lo general.

Otra perspectiva es la “productivista”, no totalmente reconocida, que entiende a la

vinculación como válida sólo si la realiza el sector productivo de la economía y más

específicamente la estructura industrial. Esta es la perspectiva más polémica ya que se asocia a una

práctica muy común en las universidades. La vinculación en el contexto de la educación y la

producción se ha utilizado para identificar de manera estricta un conjunto de actividades y servicios

que las instituciones de investigación y educación superior realizan para atender problemas

tecnológicos del sector productivo. En este sentido la vinculación sería un proceso de transferencia

de tecnologías que puede implicar el establecimiento de puentes entre la investigación científica y

el desarrollo tecnológico para atender problemas del entorno (Casas y Luna, 1997).

El concepto de vinculación se consolida con la promoción dentro y fuera de la universidad, de

la conexión entre científicos y técnicos académicos, en que se tiende un puente más estructurado y

organizado entre la universidad y el sector productivo, así como con iniciativas cuyo fin sea la

actividad de transferencia realizadas por conducto de los propios investigadores y en los casos que

así lo ameriten creando pequeñas unidades de transferencia de tecnología al interior de cada

dependencia.

Por lo anterior la vinculación es una actividad que requiere ser vista de manera holística,

como una nueva función de las universidades, ya que hasta ahora son sólo tres las acciones

sustantivas: la docencia, la investigación y la extensión; de tal forma es más que necesario ampliar

este horizonte de funciones hacia la vinculación.

Al entenderla como una nueva función y no como parte de la extensión universitaria el

concepto adquiere más amplitud, considerándose como un verdadero eje estructurador de la

planeación académica, esto es, que las funciones de docencia e investigación universitarias

encuentran mecanismos y formas de articulación de manera más estrecha y efectiva con la sociedad

y la economía salvando el carácter asistencial que hasta antes prevalecía.

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Este cambio significa el establecimiento de un nuevo contrato social entre la academia y la

sociedad, además de requerir un amplio y fuerte apoyo gubernamental, de acuerdo con el papel que

se le ha asignado a la investigación en el nuevo modelo económico. La adopción de este nuevo

contrato y su traducción e instrumentación variará, obviamente, de una institución a otra y

dependerá en gran medida de la respuesta y el sostén de las políticas nacionales e internacionales.

La vinculación como actividad o función universitaria nueva no puede concebirse adoptando

modelos similares a los experimentados en instituciones norteamericanas o europeas, por la sencilla

razón de que en México la relación entre las instituciones educativas y el sector productivo ha sido

radicalmente diferente a la que se ha dado en otros países, sin descartar con ello sus respectivos

comparativos.

“Para desarrollar la vinculación en realidad se requiere de un esfuerzo que incluya acciones

gubernamentales, de agentes y actores de los sectores productivos y del llamado sistema de ciencia

y tecnología. Aunque el mismo proceso de vinculación es deseable, no es fácil de definir ni de

implantar” (Corona, 1994).

Esta nueva concepción contribuiría a que las universidades re-direccionen sus objetivos y

visiones a futuro, sus planteamientos serían más factibles reconociendo el papel que le corresponde

desempeñar a la universidad en la sociedad, identificándola como la institución por excelencia,

comprometida e interesada en participar en la solución de las problemáticas que enfrentan los

ciudadanos de las regiones en las cuales están localizadas.

Al igual que el resto de funciones universitarias, ésta debe integrarse a la cotidianidad

académica y ser resuelta de manera colectiva. Las oficinas de vinculación sólo asumen el papel de

facilitadoras de esta actividad que día a día cultivan y consolidan los académicos e investigadores

de cada facultad o centro de investigación. El área de vinculación deberá ganar un liderazgo

académico y generar la confianza moral entre los universitarios, de modo tal que le permita

impulsar nuevas formas de comunicación entre ellos y la academia, entre facultades, entre centros

de investigación así como entre unos y otros.

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VI. 3. Estrategia de vinculación

El término vinculación se ha puesto de moda en la última década, formando parte de la jerga

de los especialistas en educación superior para aludir con un nuevo matiz a la misma dimensión que

denotan los términos difusión y extensión. No obstante, el uso frecuente y restringido del término lo

limita a las relaciones de las universidades con industrias u otras empresas del llamado sector

productivo de la sociedad. En los últimos años se han realizado múltiples cursos, talleres y otras

actividades de vinculación en los que se ha manifestado esa conceptualización (Martínez, 2000).

Al utilizar el término vinculación, habitualmente se enfatiza a la relación entre las

universidades e industrias, comercios y otras empresas de servicios, preferentemente privadas. Esta

dimensión se destaca por los procesos de globalización e integración industrial, comercial y

financiera. Sin embargo, no deben perderse de vista otras dimensiones igualmente esenciales: las

que se refieren al desarrollo social y político, al mejoramiento continuo de los sistemas

tradicionales, como los democráticos y de justicia, y a la adecuada integración de valores y

tradiciones locales con los de otras naciones, constituyendo ricas y novedosas síntesis culturales

alejadas de extremos y radicalismos.

“Ante tal diversidad de alcances del concepto, es menester hacer énfasis en el hecho de que

la relación establecida entre universidad y sociedad no es de carácter técnico, sino conceptual. Por

ello, se requiere tener una idea clara de qué se considera relevante y, al mismo tiempo, estar

capacitado para detectar cuándo se estaría en riesgo de caer en la irrelevancia que amenaza a las

universidades.” (Alcántar y Arcos, op cit )

En las últimas dos décadas el término vinculación asociado a las instituciones de educación

superior y la relación con su entorno, ha sufrido una serie de cambios en su interpretación, concepto

y significado. A diferencia de otros países como Estados Unidos de América, Canadá e Inglaterra,

para América Latina, y en especial para México, el término tiene una connotación más amplia

debido a los diversos atributos que los organismos gubernamentales, empresariales y educativos le

han adjudicado.

La vinculación de las universidades con los sectores productivos contribuye positivamente en

la formación y actualización de alumnos y académicos; en la solución de problemas a nivel local,

regional y nacional; en la formación pedagógica de la planta docente; en la innovación y mejora de

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procesos que tienen lugar en ambas partes, así como en la inserción efectiva en la vida cultural y

comunitaria (ANUIES, 2000). Constituye un proceso integral que articula las funciones sustantivas

de docencia, investigación y extensión de la cultura y los servicios de las universidades para su

interacción eficaz y eficiente con el entorno socioeconómico, mediante el desarrollo de acciones y

proyectos de beneficio mutuo que contribuyen a su posicionamiento y reconocimiento social.

Por lo tanto, la vinculación universitaria además de un fenómeno educativo y científico-

tecnológico es un fenómeno social y humano ya que es una actividad transformadora e integradora

que forma parte del proceso de cambio. Bajo ésta perspectiva a la vinculación se le han integrado

nuevos elementos: posicionamiento y reconocimiento social; situación que amplía el concepto

pretendido desde el principio.

Las concepciones reduccionistas empobrecen el concepto de vinculación, para evitarlo, se

necesita que esta actividad sea concebida como la relación de la institución en su conjunto con la

sociedad, considerando también a esta última de manera integral; esto es, no limitada solamente a

los sectores productivos, sino incluyendo también al sector social, sean estos agrupaciones

ciudadanas, órganos de gobierno, partidos políticos, u otros (Alcántar y Arcos, 2004)

Es necesario que los sectores productivos y sociales deban estar presentes en el diseño de los

programas de vinculación, superándose con lo anterior la idea de que la vinculación es un camino

en una sola dirección, dando lugar con ello a mecanismos que faciliten la obtención de beneficios

mutuos, los cuales sin duda serán distintos, pero valiosos para ambas partes.

Los países en vías de desarrollo actualmente se plantean la necesidad de que las escuelas e

instituciones educativas sean organizaciones abiertas, con interacciones horizontales en cada tipo y

verticales entre tipos y niveles, y vinculadas con el entorno nacional e internacional para que

muestren así su potencial como fuerza innovadora de cambio.

Sólo bajo tales condiciones la sociedad asumirá a la educación como un asunto que le

compete directamente; estará organizada y participará activa y responsablemente, aportando

opiniones que nutran la toma de decisiones en los diferentes ámbitos educativos, lo cual, al mismo

tiempo permitirá a la educación superior posicionarse como elemento fundamental del desarrollo

(SEP, 2001).

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El reto de toda acción vinculadora en las universidades es establecer esquemas apropiados

para una mayor participación social en todos sus niveles, perfeccionando los mecanismos de

coordinación, consulta y participación social, asegurando la relación entre todos los sectores de la

sociedad y la universidad. A ello se debe la creación de Consejos Consultivos de Vinculación para

la Educación Superior, cuyo propósito consiste en recoger de manera sistemática la opinión de los

sectores productivos y sociales para enriquecer las políticas establecidas por las autoridades e

instancias responsables de coordinar la educación superior, fomentando la innovación y el

intercambio de experiencias exitosas de vinculación en este nivel de enseñanza.

“…todas las áreas del conocimiento que cultivan las IES∗ deben aportar algo a la sociedad,

y de que todas las áreas de ésta última, además de recibir apoyo de las IES, pueden hacerles

también aportaciones valiosas. La vinculación, en su sentido más amplio, se concibe como una

acción en dos sentidos: de las IES a la sociedad y de ésta a las IES…” (ANUIES, 2008).

Esta concepción abierta de las universidades incluye la realización de acciones que amplíen

las posibilidades de acceso de diversos grupos sociales a sus servicios, lo que es factible gracias a

las nuevas tecnologías de la comunicación que permiten realizar la función educativa a distancia y

asincrónicamente. Ello amplía las posibilidades de acción y genera espacios idóneos para la

creatividad.

Las propuestas de la ANUIES para el desarrollo de la educación superior solicitan se incluya

objetivos como el incremento de la pertinencia de las actividades de las IES, fortaleciendo sus

estrategias de vinculación con su entorno, entendiendo la pertinencia de manera integral para que el

diseño y la implantación de sus programas sustantivos se hagan considerando las necesidades de los

diversos sectores sociales, con especial atención a los más desprotegidos.

∗ IES. Instituciones de Educación Superior.

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VI. 4. La vinculación en la práctica

¿Cuáles son los beneficios de la Vinculación Universitaria en el desarrollo rural?

Entre otros se pueden señalar:

Para la sociedad rural:

• Se impulsa el desarrollo económico, social y tecnológico.

• Los proyectos resultan en tecnologías más avanzadas y más productivas.

• Se estimula la creación de nuevas empresas y fuentes de empleo.

• Vincula a los académicos con las realidades del trabajo en los sectores privado y público.

• Responde a las necesidades para la investigación aplicada.

Para la universidad:

• Integra teoría y práctica en su plan de estudios.

• Ingresos y otros beneficios por venta de proyectos y servicios.

• Proyecta una imagen positiva.

• Obtiene acceso al talento intelectual, ideas, conocimientos expertos, resultados de

investigación y métodos de entrenamiento del sector productivo.

• Los proyectos proporcionan a los estudiantes experiencias que profundizan y

complementan el trabajo en el aula: cuadros de transformación.

• Enriquecen, profundizan y consolidan los conocimientos adquiridos en el aula.

• Adquieren conocimientos y experiencias prácticas que estrechan su vinculación con el

sector productivo.

• Fortalecen actitudes y conductas emprendedoras.

• Enfrentan y solucionan problemas reales.

Para las organizaciones campesinas y empresas:

• Acceso a conocimientos especializados y expertos.

• Disponibilidad de egresados mejor preparados, actualizados y sobre todo más vinculados

con el ámbito de competencia laboral.

• Oportunidad para aplicar los resultados de investigación e innovaciones a la generación

de productos y servicios.

• Solución a demandas del sector productivo.

• Fortalece la empresa: Administración y control, técnicas, capacitación de empleados y

organización.

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VI. 5. Misión de la vinculación

Los argumentos a favor de una misión intermedia de la universidad en que, sin perder su

esencia humanista, se incentive su vinculación con su entorno productivo y social, parecen ser los

que dominan el debate contemporáneo. A ésta conclusión arriba Espinoza (2002), quién enumera

algunos de los impactos de la universidad - sector productivo - ambiente, entre los cuales se

encuentran:

• Integrar un seguimiento de egresados permanente.

• Contacto permanente con el sector productivo.

• Vinculación universidad sector productivo.

• Evaluación permanente académica y empresarial.

• Proyectos de investigación científica de apoyo mutuo.

• Trabajo en equipo compromiso con la excelencia en el desempeño laboral.

• Detección y solución de problemas.

• Aplicación de la tecnología para el cuidado del ambiente mundial multidisciplinario.

El lema actual de la Confederación Nacional Agronómica es “Cultivar la Tierra; Cultivar el

Hombre”, que no sólo es una bella pieza poética, sino que es un lema educativo y visionario para

formar nuevas conciencias y actitudes hacia el campo. Lleva implícito el mensaje de

sustentabilidad, entendida como una doble preocupación: ¿Qué campo le heredaremos a los

campesinos de México? Y ¿Qué campesinos le entregaremos a México?

La gente del campo tiene muchos valores, es práctica y enfocada a su trabajo. Tal vez

requieran de conocimientos y educación especializada. Ellos están ansiosos de recibir a técnicos

preparados en las áreas que a ellos les complementa su productividad. Pero también hay técnicos

que están ávidos de conocimientos, y que voluntariamente pagan por recibir entrenamientos,

seminarios y conferencias de temas de tecnologías de punta, que puedan llevar a la práctica. De

todas las pobrezas del ser humano, entre las que contamos, la espiritual, la de valores, de

alimentación, la patrimonial, o la ambiental, la más crítica para el desenvolvimiento de un pueblo,

de una sociedad, de la gente, es la pobreza intelectual, que se genera del rezago educativo.

Uno de los grandes desafíos del mundo contemporáneo es, junto con el “desarrollo

sustentable”, la transformación del conocimiento en riqueza. La pregunta entonces es ¿Cómo

establecer patrones de producción y de consumo que tengan en cuenta las demandas de poblaciones

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en aumento en todos los rincones del país, preservando la calidad de vida y el equilibrio del medio

ambiente en el planeta?

La preocupación por la sustentabilidad ha ocupado un lugar importante en la agenda global

desde hace más de dos décadas, colocando sobre la mesa, la necesidad de orientar los esfuerzos de

ciencia y tecnología para atender los desafíos del reto global por la sustentabilidad. Pero, ¿cómo

pueden contribuir más efectivamente la ciencia y tecnología al logro de las metas de la sociedad en

el tema del desarrollo sustentable del campo de México?

Ningún esfuerzo para incrementar los umbrales actuales de la producción sustentable que

beneficie a los sectores más pobres del mundo rural requerirá de nuevas alianzas entre las empresas,

la sociedad civil, las organizaciones de productores, el gobierno y la universidad.

Se propone como prioritario para la vinculación de las universidades con el desarrollo del

campo mexicano, lo siguiente:

• Aprehender y aprender las interacciones ambiente-hombre que se producen en los sistemas

socio-ecológicos a través de las distintas escalas espaciales y temporales. La resiliencia de un

sistema, junto con la adaptabilidad y su capacidad de transformación, son capacidades socio-

ecológicas de los sistemas agrícolas. La construcción de resiliencia o elasticidad requiere

mejorar los procesos sociales, ecológicos y económicos que le permiten reorganizarse

después de una crisis.

• Uno de los aspectos más relevantes en cuanto a los valores, es la necesidad de integrar las

diferentes formas del conocimiento. Además del estudio de cultura y valores de los

productores, es importante considerar la cultura y valores de la misma comunidad de

investigadores. Esta decide qué observar y estudiar, y qué tipos de información se considera

como conocimiento legítimo. Para atender a los desafíos complejos del desarrollo

sustentable, se requiere de la interacción de ambas comunidades; tenemos que reconocer que

mucho de las habilidades relevantes con bases locales se encuentran afuera de la comunidad

de investigación formal. En otras palabras, los que experimentan y desarrollan soluciones

para los problemas de sustentabilidad en el “laboratorio de vida” deben incorporarse, como

un importante complemento a la ciencia y tecnología formal e institucional para el campo.

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• Es de la mayor relevancia el vincular el conocimiento con la acción, donde se rescaten dos

aspectos fundamentales:

(1) La necesidad de construir capacidades institucionales y

(2) La creación de espacios para el diálogo y la vinculación estratégica gobierno-

universidad-organizaciones de productores.

• El campo no puede esperar más, las dependencias gubernamentales están urgidas a aportar

resultados, de los cuales los centros generadores de investigación y desarrollo tecnológico

poseen muchas de las soluciones. Los casos exitosos que tenemos registrados, constituyen

ese faro de esperanza, esa marca luminosa, que sirve de referencia para orientar a los

productores hacia dónde dirigir sus esfuerzos, como actuar, que metas perseguir. Debemos de

cambiar el ancestral método de solución de problemas por la multiplicación y escalamiento,

en el corto plazo, de todos los casos exitosos.

• Para asegurar un éxito duradero, el desarrollo de capacidades no sólo debe incorporar a los

individuos, sino también a las instituciones y comunidades en las cuales ellos operan. Por lo

tanto, el reto central es fortalecer la habilidad de las instituciones existentes para que

respondan a los temas de la sustentabilidad. Es necesario fortalecer las organizaciones de

productores que faciliten el flujo de la información a través de las fronteras entre el

conocimiento y acción, las cuales son particularmente importantes para asegurar que la

ciencia y tecnología jueguen un rol más central en el desarrollo sustentable. Al mismo

tiempo, hay una necesidad de construir nuevas instituciones que permitan las interacciones

sostenidas entre los científicos de ciencias naturales y sociales, ingenieros, y especialistas en

el desarrollo económico y política pública.

• En la medida en que ninguna organización o grupo de presión por sí sola tiene la suficiente

legitimidad y credibilidad entre la amplia variedad de las comunidades relevantes, es

necesario crear plataformas y mecanismos para vincular a los diferentes tipos de actores y

construir –con base en el entendimiento mutuo e información compartida- las acciones y

prácticas para el desarrollo sustentable del campo mexicano.

• Es, por tanto, imprescindible llevar a cabo una transformación educativa para que en todos sus

niveles y categorías se perciba la crisis ambiental, social y económica en su verdadera

dimensión. Ello significa formar personas capaces de enfrentar los retos actuales, que se

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opongan al uso inadecuado de los poderes económico, social, político y psicológico, en el

proceso de construcción de un nuevo estadio de comportamiento.

• La sustentabilidad del campo no puede limitarse a la búsqueda de tecnologías de producción

menos contaminantes, sino que debe partir de la construcción holística e integral de un nuevo

proyecto de vida, que tome en cuenta la protección ambiental, las necesidades básicas de los

seres humanos y el bienestar económico. Este proyecto tiene que estar acompañado por

maneras diferentes de concebir la convivencia, la gestión política, la eficiencia y eficacia de

los proyectos económicos, de resolver en forma pacífica los conflictos violentos, de

reconocer y respetar –de manera integral- los derechos humanos, la participación ciudadana y

la acción social.

• Es necesaria una revolución tecnológica y social de tal magnitud que permita transitar hacia

un cambio de ideas y de formas en que se perciben los adelantos, vinculados con las

tradiciones enraizadas en nuestras culturas.

• El desarrollo sustentable va de la mano con el desarrollo social, por lo que no se puede hablar

del primero si no existe justicia distributiva o justicia social. No cabe duda que la crisis

ambiental que se vive es una crisis del modelo civilizatorio y del sistema de desarrollo

dominante. El modelo insustentable, generador de pobreza, es una crisis de conocimiento,

que determina como la sociedad humana entiende la realidad, concibe el mundo y lo

materializa. A esta crisis de la irracionalidad, la denominamos crisis ambiental. La acción

social es el detonador de la sustentabilidad, no a la inversa.

• Una sociedad sustentable es aquella en la cual la gente se preocupa por los demás y valora la

justicia social y la paz; en la que todos tienen acceso al agua potable, al alimento y a la

vivienda; se respetan y proporcionan iguales oportunidades a las mujeres; y se atienden los

problemas de los jóvenes, los ancianos y las personas con discapacidad, así como de otros

grupos sociales menos poderosos, o marginados.

• Se requiere rescatar el patrimonio cultural y el bienestar de los grupos étnicos, valorar y

respetar la diversidad cultural en todas sus formas, fortalecer las particularidades locales

comprendiendo la conexión nacional y global, asegurar la salud humana y la calidad de vida

mediante ambientes seguros, limpios y saludables, garantizar el acceso de todos a la

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educación, resolver las disputas mediante la discusión, la negociación y otros medios

pacíficos, preocupándose y respetando todas las formas de vida.

• Con muy contadas excepciones, en el desarrollo de las cadenas de valor los eslabones más

cercanos al consumidor final, tiene un rendimiento sobre la inversión más elevado y una

mayor rotación de sus activos, mientras que la producción primaria, normalmente es el

amortiguador de los embates en cambios de precio, costos, siniestros, etc. La actividad

primaria, tal y como la conocemos en México (salvo sus muy valiosas excepciones), está

caracterizada por una producción desagregada y desvinculada del mercado, con superficies

pequeñas, las cuales no sirven como garantía (dada la forma de tenencia de la tierra), escaso

acceso a la tecnología y al financiamiento y practicada por personas con nivel educativo bajo

o medio. Está metida en una trampa, donde la única salida para el productor individual es

precisamente lo que pide... "los apoyos de gobierno", tales apoyos son vistos como una

fuente permanente e inagotable de recursos económicos que complementan el sustento

familiar, el productor no puede pedir otra cosa, pues sabe bien que bajo el esquema actual no

puede pedir más que eso, las reglas del juego están puestas desde hace muchos años y no han

cambiado o se han modificado muy poco, por eso es que el campesino no puede pedir algo

diferente porque lo desconoce, ese es su paradigma.

• Bajo estas reglas no podemos hablar de campo sustentable, más bien hablaríamos de pobreza

sustentable. Hablar de campo sustentable, es hablar de cambios radicales, en nuestra forma

de pensar y también en la de los productores del campo, de quienes los asesoran y los dirigen,

en suma, de todos. El enfoque debe ser integral, se debe procurar el desarrollo tecnológico, la

organización, el acceso al financiamiento, el acceso a insumos más baratos, y que la actividad

sea rentable.

• El esquema de desarrollo del campo mexicano, tiene que ver con mejorías directas en la

actividad primaria (tecnología, organización, financiamiento), pero también llevando a los

productores a participar de beneficios en otras partes de la cadena, es decir que el productor

se integre en una cadena industrial que le permita participar de algunos beneficios adicionales

a los que tendría en la producción primaria y si estas integraciones se dan a nivel local a

través de pequeñas empresas agroindustriales, mucho mejor, ya que a nivel local el

campesino podría tener acceso a pequeñas oportunidades (ingreso agrícola, sobreprecio por

participare en una cadena, disminución de costos por compras en volumen, financiamiento

accesible, empleo regional al poder tener un trabajo directo o indirecto en la cadena

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agroindustrial que complemente su ingreso), las cuales tendrían que ser complementadas con

agregados a nivel macro, como sería educación, servicios....que al final de cuentas suman al

elevar la calidad de vida del campesino.

VI. 6. Por una educación sustentable más allá de la vinculación

Nuevos paradigmas nos rodean y nos acechan. Tenemos que estar atentos de aquellos que por

su utilidad, pueden ser positivos al desarrollo. Shirky (2008), es uno de los más talentosos

observadores, en nuestra cultura, del poder transformador de las nuevas formas de interacción

social que nos permiten las tecnologías. Al plantear los términos en que la sociedad moderna está

cambiando, ha estudiado los efectos de las redes, en particular donde se traslapan las redes sociales

y las redes tecnológicas, dando lugar a una nueva arquitectura de participación social. Las mismas

instituciones de ayer y hoy continuarán existiendo, pero sus formas tradicionales de operar serán

diferentes. Veremos formas novedosas de acción social. ¿Qué y cuándo cambiará?, es una

preguntas que nos haremos muy a menudo. Se espera que los cambios ocurran fuera de los

protocolos administrativos y burocráticos actuales; los mismos que limitan o limitaron la

efectividad o desarrollo de la sociedad misma. Ésta forma inédita de agrupamiento de la gente que

desea llevar a cabo algo, está sucediendo por todas partes; no es exclusiva de un grupo o región del

mundo en particular. Y al hacerse sin respaldo institucional de ninguna suerte, es un gran cambio,

un gran reto, más que un mejoramiento de la sociedad contemporánea.

A éste fenómeno, Clay Shirky le denomina el poder de la organización sin organizaciones -

también llamado organizando la desorganización- y afirma que cuando piensa en tecnologías, su

tiempo y energía los usa más para ‘escardar’ que para ‘plantar’; o sea, le dedica más tiempo a

eliminar lo irrelevante que a aprender algo novedoso. Esto es particularmente cierto para los que

nacimos antes de que las herramientas de las redes sociales estuvieran disponibles para todos.

La generación que se está formando en el aula universitaria está asimilando toda una nueva

legión de herramientas sin tener que borrar la cantidad de datos irrelevantes que los mayores de

edad aprendimos. Este aprendizaje y adopción de nuevas herramientas sociales nos ubica en el

umbral de la era actual u Holoceno y la siguiente que bien podríamos llamar -por el brutal impacto

de las tecnologías humanas en el ambiente- la era del Antropoceno.

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Una tecnología, por sí misma, hace posible pero no induce el cambio social. Éste se da

cuando el comportamiento, la apropiación que hacemos de la misma es generalizado o ubicuo. Por

todos es muy conocido que requerimos de procedimientos, instrucciones y programas (Software) y

de equipo e infraestructura (Hardware), pero sobre todas las cosas, es indispensable la mentalidad,

la cultura, la formación (Mindware).

Por ello el impacto real de una tecnología, no se da cuando está disponible, sino cuando se

hace ubicua. Todos hemos crecido en un mundo de recursos limitados e instituciones jerárquicas;

estamos en un continuo reaprendizaje de las nuevas reglas al adoptar tecnologías novedosas y

romper con las antiguas. Para los que vienen detrás de nosotros, jóvenes y niños, y que forman

parte de éstas tecnologías, las nuevas reglas no serán ya reglas nuevas. Hasta entonces

empezaremos por fin a ver cumplidas las promesas de estas tecnologías.

Parecería muy aventurado y paradójico el expresar que en abono a la visión de sustentabilidad

auspiciada por la vinculación universidad-campo, hay un principio unificador de la relación

sociedad-tecnología que nos aporta el profesor y consultor Shirky. Sirva como una reflexión,

soñando con los pies en la tierra:

“Una revolución no sucede cuando la sociedad adopta nuevas tecnologías; se

da, cuando la sociedad adopta nuevas conductas”

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VII. Encuentro de ganaderos y asesores, paradigmas en acción

VII.1. Planeación y manejo del recurso

En el ámbito pecuario, un ganadero nunca se dejaría recetar una medicina o construir una casa

por alguien que no sea médico o arquitecto respectivamente. Sin embargo para el mismo ganadero

existe poca renuencia para que alguien se encargue de su negocio sin tener la formación necesaria;

aún a sabiendas de que las decisiones que tome le repercuten en sus ahorros y ganancias. Por ello

todo ganadero debe tener como principal responsabilidad y mayor prioridad el conocer todo lo

referente a la planeación y administración. Hay que recordar y tener siempre en cuenta que: la

persona más importante es el dueño del negocio, y por tanto el mismo debe participar en todo lo

relativo al plan; él es el responsable principal. El asesor, sólo cumple la tarea que el dueño le asigne,

él le puede orientar y entrevistar para elaborar el plan, pero, él sólo es un elemento temporal del

negocio.

No hay dos planes iguales, ni tampoco un método único para elaborarlos. Stutely (2000),

experto en planeación estratégica, operativa y financiera y en la aplicación práctica de planes de

negocio, enfatiza que todo empieza por preguntarse tres cosas:

1. ¿Dónde estamos actualmente?

2. ¿A dónde queremos llegar?

3. ¿Cómo llegar a ese punto?

Si se fija con atención, la segunda pregunta es la que más se identifica con todo plan de

negocios. Sin embargo no la podemos contestar adecuadamente si no sabemos de dónde venimos, o

lo que es lo mismo, responder a la primera cuestión. Así una vez identificados, el donde está y en

donde quisiera estar, podrá concentrarse en el cómo hacer realidad su visión, esto es, dar

contestación a la última pregunta. En resumen las tres piedras angulares para establecer un plan de

negocios en su rancho son:

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• Determinar cuál es el estado actual del rancho

• Definir a donde se quiere llegar

• Dejar el rancho como está actualmente

• Crecer ampliando o diversificando las actividades del rancho

• Disminuir la operación del rancho

• Establecer la estrategias para llegar al punto que queremos

De ésta forma estaremos en condiciones de elaborar un plan estratégico del rancho ganadero,

mediante el cual se explique claramente la manera de realizar ciertas actividades, en determinado

período de tiempo, en un sitio específico y con qué dinero.

VII.2. Los asesores del rancho

De acuerdo con Enelow (2001), el segmento de más rápido crecimiento en el mercado

profesional es el de los asesores; a ellos les corresponde ofrecer de manera temporal y sin ser parte

del negocio, el conocimiento y la especialización necesaria para una tarea específica. Por ello es

necesario reflexionar acerca de su importante quehacer y cuestionar en primer lugar si los asesores

están seguros de que la práctica de la asesoría es para ellos; como criterio de evaluación hay que

considerar los riesgos implícitos en su desempeño, las adversidades que enfrentaran inherentes al

productor, a las condiciones del mercado, a las situaciones económicas en general y al tiempo que

deben de disponer para cumplir su función.

En segundo término es conveniente asegurarse si se sienten capaces de prestar sus servicios y

dedicar todo ese esfuerzo para promover “su” negocio de asesoría. Y finalmente el asesor debe

tener seguridad de que podrá “vender” sus servicios y lograr que tenga éxito ¡Es cosa seria intentar

un cambio en la manera en que un productor hace las cosas! La función del asesor se transforma en

una cuestión vital para los altos propósitos de mejorar las condiciones económicas del productor

individual; no es un trabajo superficial o epidérmico. Los asesores, tienen en sus manos la

posibilidad de controlar el que, el donde, y el cómo hacer su trabajo para que sea más productivo,

más ameno, y más vivificante. El mensaje es claro: hacer las cosas de manera diferente; pensar de

manera no convencional; adoptar una actitud distinta; o sea, cambiar a los demás exige

primeramente cambiar uno mismo (Champi y Nohria, 2000).

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VII.3. El ganadero y el asesor

En los primeros encuentros de un asesor con el productor es necesario identificar hasta que

punto considera este último al rancho como un negocio. De esa percepción se puede abrir todo un

abanico de caminos para preparar con bases firmes al productor para que mejore substancialmente

sus ingresos a corto plazo. Con toda seguridad que una de las barreras principales para que el

ganadero acepte nuestra asesoría (asistencia, enseñanza, entrenamiento o capacitación) será su

resistencia al cambio.

Para enfocar los problemas relativos al cambio existen tantos métodos como problemas

encontrados. Existe un enfoque práctico, metódico y creativo diseñado por Kriegel y Patler (1993) y

Kriegel y Brandt (1996), para la administración del cambio y enfrentar con éxito la adopción y

aplicación de planes de negocios con los productores. El paso inicial es la creación de un medio

propicio dispuesto al cambio y, el cual se basa en dos aspectos fundamentales: la confianza y el

aprecio.

¿Cómo podemos ganarnos la confianza del productor? Antes de contestar esta cuestión es

pertinente indicar que las investigaciones sobre el cambio consideran a la confianza de mayor

importancia que la inteligencia o el criterio de una persona. Es decir, el tener un criterio angosto ser

poco inteligentes no es tan negativo como no ser dignos de confianza. De ahí que para generar

confianza tenemos que realizar acciones que demuestren:

• Honestidad – que nos crean lo que decimos.

• Integridad – que cumplamos lo que prometemos.

• Franqueza – que compartamos lo que sabemos.

Tenemos algunas opciones para fortalecer la relación de confianza. Un buen comienzo es

practicar lo que prediquemos. Que nuestras actitudes y acciones concuerden con lo que hablamos.

El refrán popular “Del dicho al hecho hay un largo trecho” expresa claramente la dificultad de

mantener la congruencia entre el decir y el hacer, por tanto, destaca la importancia de enseñar con el

ejemplo.

Otra buena ruta para acrecentar la confianza es hablar con la verdad; no guardar secretos ni

alejarnos de la realidad, con el pretexto de no ofender ó de no lograr un diálogo o comunicación.

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Seguir al pie de la letra el dicho tradicional “la verdad no peca pero incomoda” nos aleja del

propósito que invita a la confianza.

Un camino opcional consiste en dar crédito a las ideas, propuestas, sugerencias o

recomendaciones de los otros. No hay nada que vulnera tanto la confianza como apropiarnos de los

méritos ajenos. El trabajo en equipo y el reconocimiento de las aportaciones de todos despeja la vía

para acrecentar la confianza. La mejor manera de aprender es compartir experiencias en equipo;

como dice el dicho “al que trabaja con la miel, algo se le pega”.

Otra buena recomendación es el evitar ser lengua suelta o boquifloja. El que aspira a ser de

confianza no tiene que ser proclive al chisme y debe mantener la discreción de lo que se le confía en

privado. Al indiscreto, al hablador a aquel cuyo “pecho no es bodega”, se les retiran las personas y

tiene asegurada la nominación a la presea de la desconfianza. No en balde enseña la voz del pueblo

“en boca cerrada no entran moscas”.

En cuanto al aprecio, hermano gemelo de la confianza, es un elemento que propicia

ampliamente el cambio como un salto de fe del productor hacia el asesor. Simboliza el respeto por

lo que haces, el tomarte en cuenta para todo. Mediante el aprecio se reconoce que la mejor inversión

de un plan de negocios es la gente. Mediante el aprecio se posiciona una vía de ida y vuelta, de

doble sentido; esto es, se siembra una relación recíproca entre el productor y el asesor, que conduce

eficazmente a profundos y arraigados sentimientos de lealtad.

Mostrar aprecio por otros es: 1) tener respeto para un ser humano que tiene necesidades,

aspiraciones, temores, cargas emocionales y paradigmas; 2) usar la empatía y ponernos en su pellejo

o zapatos, en tener la capacidad de pensar y sentir, como si viviera la experiencia del otro, hacer

algo distinto a lo que tradicionalmente se espera, es usar el factor sorpresa para finalmente generar

un vínculo que perdure; y 3) dar reconocimiento al esfuerzo, ideas y aportaciones de los demás,

hacerlo permanentemente, es aprender a ser agradecido, a dar gracias. No es simular ni ciegamente

aceptar lo que el otro cree ó piensa; es crear las condiciones para que prospere el cultivo del

cambio.

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VII. 4. El ganadero se resiste al cambio

La resistencia al cambio es un asunto personal e individual. Concierne a las personas como

una actitud natural de aceptar u oponerse a los retos, al terreno desconocido, a lo nuevo, a lo que es

mejor de lo que hacemos. Bien arraigado en nuestra cultura está la sentencia “más vale malo por

conocido que bueno por conocer”, que nos impone una camisa de fuerza mental para continuar

haciendo lo tradicional, lo habitual. Las costumbres y los hábitos condicionan nuestra manera de

actuar y pensar.

En el método de Kriegel, Patler y Brandt para promover el cambio en los individuos y

organizaciones, encontramos el concepto de “vacas sagradas”; que usan para describir aquellos

sistemas, estrategias, políticas, personas, procedimientos y rutinas tradicionales de hacer las cosas.

Algunas expresiones de “vacas sagradas” ante propuestas novedosas son “así se ha hecho

siempre”, “esto se hace porque sí”, “mi abuelo nunca lo hizo” “¿por qué yo?”, “ese trabajo lo

hacen todos”, no creo que funcione”, a mi vecino no le dio resultado”, y otras muchas. En un

negocio, la vaca sagrada consiste en la convicción, suposición, práctica, política, estrategia o

sistema anticuado, generalmente invisible, que inhibe el cambio e impide responder a las nuevas

oportunidades.

Por lo tanto, en un rancho ganadero las vacas sagradas tienen un efecto “manada” que, entre

otras cosas, causan:

• Un pisoteo del razonamiento creativo e innovador

• Una cosecha de ideas “lignificadas” sin valor nutritivo

• Un apacentamiento excesivo que inhibe la capacidad de respuesta oportuna

• Un costo en dinero, tiempo y esfuerzo

• Temor por pasar a potreros nuevos (nuevas ideas)

• Sobre compactación por el peso de lo tradicional

• Una engorda a expensas de nuestras ganancias, productividad y paciencia.

Puesto que el pasto nuevo sólo puede crecer destruyendo el viejo, las vacas sagradas van

dejando mucha materia seca inútil, que evita la renovación del “pastizal”. Para que un negocio

sobreviva debe renovarse. Como en una obra de teatro, ésta es la primera llamada a la cacería de las

vacas sagradas que se interponen en el cambio.

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Por ello es indispensable entender cabalmente cuales son las fuerzas que impulsan la

resistencia al cambio, como una actitud connatural al humano: nos casamos con lo usual, con lo

familiar con lo tradicional. Vivimos en la comodidad de lo conocido. El hombre es un animal de

hábitos y es muy difícil romper aquellos muy arraigados. Es comúnmente aceptado el refrán que

dice “chango viejo no aprende maroma nueva”. Para romper el estatus en que navegamos tenemos

que demostrar que, en el caso del ganadero, hay técnicas a corto plazo y de hacerlo de manera

concisa y espectacular.

Debemos explicar claramente que cambiará y que permanecerá igual; porque lo cierto es que

cuando más cambia algo, más sigue igual. Se le atribuye a Mark Twain la advertencia de que hay

que ser sumamente cuidadoso cuando extrapolamos nuestras experiencias en lecciones correctas,

para que no nos pase lo que al gato que se sentó sobre un brasero encendido. Ese gato nunca se

sentará nuevamente sobre un brasero encendido, ni tampoco se sentará sobre un brasero apagado

(Hunter, 1999). Esto es, no vemos la realidad tal y como es, sino tal y como somos; y damos por

sentada esa concepción. Por eso cuando se nos propone un cambio, rara vez lo aceptamos con

facilidad. La clave es como convertir esa malquerencia al cambio, en un sentimiento de aceptación

de simpatía, para ponerlo en práctica.

Para lograr que el productor se entusiasme con el cambio y esté motivado para actuar,

tenemos a nuestro alcance varias maneras de vencer la resistencia. Es básico dar a conocer las

razones de la importancia y oportunidad del cambio. Aconseja el dicho popular “la oportunidad es

calva”, por lo tanto, es imperativo persuadir al productor para que el cambio se dé lo más pronto

posible. Para ello podemos proyectar al futuro el estado actual de la empresa y visualizar las

respuestas negativas de seguir haciendo lo mismo. Y no se trata de atemorizar a las personas sino

advertirles lo que ocurriría si no cambiamos, pero no hay que abusar o exagerar la urgencia del

cambio, porque puede orillar a la desconfianza. Muy conocida es la fábula del pastor que

repetidamente gritaba “ahí viene el lobo”, que fastidió tanto a los vecinos, que cuando

verdaderamente se apareció el lobo nadie le creyó.

Para completar el estímulo provocado por la urgencia se debe estimular el deseo de aspirar a

cosas mayores, a buscar lo imposible, a alcanzar las estrellas. Para inspirar podemos recurrir al

poder de las palabras, que es el mensaje que transmitimos; ó al poder de las acciones, que es el

ejemplo que reflejamos.

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Es importante vender posibilidades no probabilidades. Tenemos que recurrir a la visión para

fijar miras más elevadas, sueños que no son otra cosa que metas con alas; el promotor se convierte

en con-motor que se adentra en los sentimientos más profundos y encuentra los valores de la

realización personal, el sentido del respeto y autoestima. También se puede apelar a los retos que

hacen que una persona se pruebe a sí misma.

El dueño del rancho tiene una recompensa intrínseca por tomar decisiones propias, ser su

propio jefe, tomar las riendas de su futuro, no ser menospreciado por nadie, y saber que al final los

resultados son “suyos”. El técnico, que normalmente trata con propietarios, podrá no ser dueño del

negocio, pero sí dueño de su cargo de asesor. Es ampliamente reconocido que todo negocio

responde a los estímulos que se dan en forma de recompensas. Estas pueden ser extrínsecas, como

el dinero, estatus, títulos, etc., o intrínsecas, en que lo importante es lo que se hace, la libertad, el

respeto al esfuerzo, el poder hacer una determinada actividad. Aquí resaltan las necesidades sociales

como la pertenencia, la aceptación y la identificación, que nos auxilian eficazmente a lograr el

estímulo colectivo.

Finalmente, recuerden la pregunta inicial; ¿Podrá el ganadero aplicar prácticas a corto plazo

como resultado del trabajo del asesor? Seguramente podemos responder que sí es posible.

Por parte del asesor se requiere transitar tres pasos:

1. Identificar las “vacas sagradas” del ganadero (ideas convencionales, viejas prácticas,

paradigmas obsoletos, etc.).

2. Inicie una cacería y sacrifique esas “vacas sagradas” (démosle al productor el nuevo

“follaje” que reemplace al que ya está “lignificado”).

3. Establezca un proceso de desarrollo de una nueva cultura de “productor dispuesto al

cambio”; entendiendo las fuerzas que se oponen al cambio y aprendiendo a vencer esa

resistencia (se dice fácil, pero es lo más difícil de la tarea del asesor. Sin embargo, es la

más significativa, duradera y productiva).

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VIII. Autoconocimiento, tu paradigma personal

“... Podemos soportar muchodolor, mucho más del quepodemos merecer o del quepodemos considerarnos capacesde soportar; no obstante, nohay mayor dolor que tener unavida sin sentido...”

Carl Gustav Jung

Hasta este punto, se han tratado diversos tópicos que representan paradigmas diversos, sin

embargo, es preciso tratar quizás el más importante paradigma de cada persona y al mismo tiempo

el menos atendido por las instituciones educativas en lo general; el paradigma personal, que sólo se

puede desnudar con el efectivo autoconocimiento personal.

Afirma Paulo Coelho, en su más reciente obra, El Zahir, “Estoy demasiado acostumbrado a la

comodidad y he perdido mi capacidad de improvisar en situaciones de crisis”. Las crisis las tenemos

todos los días, desde las de orden mundial como la financiera, la ambiental (con el cambio

climático, pérdida de especies de plantas y animales, contaminación, destrucción de ecosistemas…),

la agroalimentaria (y sus manifestaciones, causas o consecuencias como la pobreza, la desnutrición,

alta vulnerabilidad ante las enfermedades); hasta las de índole personal, como lo son la depresión, la

infelicidad, la carencia de sentido, baja autoestima, drogadicción, sufrimiento, desintegración

familiar, y muchas otras. Para desactivar esas situaciones nocivas al individuo y sociedad, es

necesario tomar acciones, no esperar que de manera automática o por inspiración superior

desaparezcan. La instrucción es clara: la vida no nos entregará nada por el sólo hecho de que lo

esperemos pacientemente, lo deseemos fervientemente o lo pidamos de corazón. Hay que luchar por

nuestros sueños, trabajar por nuestros deseos, perseverar en el logro de nuestras aspiraciones.

Es conveniente recapacitar, en lo señalado por el genio de A. Einstein, “Sin crisis no hay

desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía” Y si nos proponemos convertir las

crisis en retos, una acción fundamental es la de cumplir primeramente todas nuestras

responsabilidades. ¿Cómo intentar cambiar el mundo, si no lo conocemos?; ¿cómo podemos ayudar

a una persona a superar sus limitaciones, si no estamos preparados para ello, y ni siquiera lo hemos

intentado nosotros? ¿Cómo ayudarnos a nosotros mismos si no sabemos que tenemos, si no

conocemos la causa de nuestros males, hábitos o conductas?

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¿Cómo convertirnos en personas capaces de dejar atrás su vida anterior, despertando un nuevo

ser pleno, vigoroso, emprendedor, valeroso, asertivo, con alta autoestima, con un conocimiento más

completo de sí mismo, de su vida y de la de los demás, y sintiéndose más dueño de su destino?

¿Cómo transformar esa perniciosa actitud de soberbia que nos asfixiaba para poder aceptarnos

como somos, vencernos a nosotros mismos y cambiar nuestros hábitos negativos y defectos de

carácter en un nuevo sentimiento de aceptación?

¿Cómo dotar a las personas de un potente escudo de actitud positiva que los blinde ante

cualquier circunstancia, sin dejar por ello de reconocerse como seres limitados? Y hacerlo de

manera permanente para que ahora vivan un estilo de vida que los mantenga en un estado o

condición, altamente saludable, pleno, renovador y positivo, en los planos de la existencia humana:

mental, físico, emocional, familiar y espiritual.

El mundo actual, está repleto de libros, seminarios, videos, audios, discos, talleres, técnicas,

de autoayuda, que intentan ayudarnos a ser mejores, a librarnos de nuestras dolencias. Lo que no

dicen es cómo podemos ayudarnos a nosotros mismos. ¿Cómo pasar de una lectura, conferencia,

taller, video o audio a un plan de vida?

En la búsqueda del eslabón perdido, de la poción mágica o receta infalible que nos ayude, nos

convertimos en cazadores insaciables de cuanto libro o método aparece, o que alguien se saca de la

manga.

Hace poco leía la siguiente pregunta, planteada por un grupo de consultores que se denominan

a sí mismos como “renegados” -aquellos que piensan fuera de la caja, que retan el status quo y

cuestionan los ideales establecidos para hacer nuevas olas, que forjan nuevos territorios y

construyen estándares nuevos y mejores-:

¿Pongo en práctica lo que predico viviendo lo que he estado aprendiendo y experimentando

de verdad lo que espero tener, hacer o ser? (http://renegadegrowthpak.com/details.html)

Tal vez demasiadas preguntas y pocas respuestas hasta ahora. Con estas inquietudes y

preocupaciones en mente, en 2007 iniciamos un proyecto enfocado a Educar para la Vida. Fue

recibido con increíble rapidez, gran aceptación y entusiasmo, y se ha venido consolidando como un

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significativo programa para todos los estudiantes, trabajadores administrativos y docentes de La

Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro.

Con un poco más de 1500 participantes en los Talleres de Autoconocimiento Profundo (TAP)

que se diseñaron como parte de este proyecto, denominado Programa de Desarrollo humano y

Bienestar Integral, se avivó el principio de Universidad Humanista, vinculada, sustentable,

globalizada, integrada, innovadora y competitiva, promovido por aquella gestión administrativa. Se

fundamenta en la filosofía de que el estudiante además de prepararse competitivamente, con los

mayores estándares de calidad y excelencia, en la carrera que ha escogido, también reciba

herramientas que lo preparen para la vida. La gente tiene hambre de alcanzar el tipo de éxito

asociado a la idea de la Superación y Realización Personal. Este concepto significa la preparación

del individuo para participar en el juego de la vida, de la mejor manera posible, sin otro limite que

el que se auto-imponga. Conlleva a disfrutar de la vida, sin más premio que el juego mismo. Esto

significa, contrario a lo comúnmente aceptada de que no tenemos que demostrar a nadie que somos

superiores.

El TAP descansa en la idea de que el estudiante o trabajador realice un examen muy objetivo,

honesto y serio acerca de si mismo. Ya la cultura y pensamiento griegos desde sus inicios

reconocían ésta importante tarea del hombre al inscribir en el gran Templo de Delfos la frase

“nosce te ipsum”. El sencillo ejercicio de conocerse a uno mismo, nos permite aprender nuestras

limitaciones -para superarlas-, nuestra ignorancia -para combatirla- y nuestra capacidad de

dominarnos a nosotros mismos -para autogobernarnos-. De nuestro conocimiento propio depende la

posibilidad de cuidarnos -cuerpo, mente, alma-, de cultivarnos y gestionar nuestro mejoramiento. El

gran filósofo griego Sócrates fue un poco más allá, al afirmar y dejar como legado moderno su

famosa frase, que interpretada en la realidad objetiva, significa que nunca dejaremos de aprender,

que el conocimiento es ilimitado, y lo que hoy conocemos como verdadero, mañana ya no lo será.

El desarrollo humano, que tiene que ver con las cargas emocionales, las historias familiares de

las personas, su incursión en la vida social (sexo, drogas, alcohol), su autoestima, sus valores y

principios. Dos años después de haber iniciado en nuestra Alma Mater este programa de desarrollo

humano y bienestar integral -dirigido principalmente a estudiantes, pero abierto a profesores y

trabajadores administrativos- hemos incursionado en un rol no muy aceptado o experimentado en

las universidades, que consiste en atender necesidades -no físicas ni materiales- del ser humano

relativas a su carácter, su personalidad, sus adicciones, sus conflictos afectivos, espirituales o del

"alma".

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La formación integral que pregonamos para los futuros egresados de las diversas carreras, nos

exige que pensemos seriamente en ese curriculum invisible de la hoja de vida de los estudiantes. La

terapeuta M. Greenspan (Healing through the dark emotions), pone los puntos sobre las íes al

afirmar: "...todos tenemos historias sobre nuestro sufrimiento. Casi todas son historias

narcisísticas, narraciones en las que el yo es el foco exclusivo..."

Existen en nuestro interior marcas que limitan el quehacer cotidiano, sea en el trabajo, en la

escuela o en la familia. Este programa está llamado a atender ese segmento tan importante de

nuestro crecimiento personal y sacar esas historias "invisibles", "escondidas" de nuestro yo, que

hacen que nos separemos de la realidad, que nos aislemos de los demás, y que nos llevan a

situaciones o trastornos enfermizos de sufrimiento, resentimiento y aislamiento.

No es excesivo el insistir que tenemos que aprender a conocernos a nosotros mismos.

Entender que el mundo no gira a nuestro alrededor y que gira a pesar de lo que nos pase. Aprender

que el problema no es eso que nos pasa, sino lo que hacemos con esa situación. Comprender que el

mundo es imperfecto y el que nuestros sueños se realicen no tiene nada que ver con una disposición

negativa de nuestro entorno. Esto significa, que tenemos que aceptar nuestra realidad (la vida

verdadera) por imperfecta que sea. El camino que se abre en el presente sólo lo podremos recorrer

dejando atrás el pasado, no olvidándolo -porque está compuesto de momentos agradables y no

agradables, recuerdos bellos y amargos, cosas tristes y alegres, sueños hermosos y pesadillas- sino

perdonándonos.

El Rabino Harold S. Kushner (Cuando la vida te decepciona: Cómo enfrentar el dolor y las

dificultades, 2006) nos advierte: "... la verdadera medida de la personalidad de un individuo lo da

su comportamiento cuando las cosas van mal... no ser como otro...sino... ser nosotros mismos, lo

mejor de nosotros mismos, aun cuando la vida no resulta ser lo que esperábamos...."

Esta es la asignatura pendiente por la que tendrán que examinarse las universidades, en el

siglo XXI, que ante todo deben ser el crisol en que se humanice el desarrollo para intentar el

desarrollo, crecimiento y superación del ser humano.

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Tercera Parte.

Vistiendo el Nuevo Traje

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IX. Sustentabilidad, paradigma del siglo XXI

Quis locus eligendus, vastatus an vastandus?“¿Qué lugar debo elegir, uno que ha sidodestruido, o uno que va a ser destruido”?

Kepler

IX.1. Situación global actual

Se tiene sólida evidencia de que el cambio climático global está ocasionando graves

problemas en todo el mundo; los especialistas están haciendo proyecciones a futuro que señalan un

incremento en los eventos ambientales extremos con potenciales consecuencias devastadoras para

todos los ecosistemas que soportan la vida humana y nuestra sociedad. Algunos datos reales que nos

afectan y se agravarán a corto y mediano plazo son: casi la mitad de los habitantes de nuestro

planeta aún viven con menos de $2.50 dólares al día, falta de agua potable, buena sanidad, seguro

social adecuado y educación; estas condiciones de vida resultan totalmente inaceptables si se

comparan con los estándares de vida de los países desarrollados. Algunas economías emergentes

como China y la India, están sufriendo un rápido crecimiento, lo que ha ocasionado más riqueza,

pero también está repercutiendo en una creciente demanda de energía y problemas de

contaminación. Encontrar soluciones sustentables para impulsar el crecimiento tiene el potencial de

ayudar a reducir la pobreza, impulsar el desarrollo y preservar el ambiente. Pero implementarlas

requiere voluntad política y cooperación a nivel global (Strange y Bayley, 2008).

La población mundial que en 2006 fue de 6.5 mil millones, se espera que alcance los 7 mil

millones en 2010, 8 mil millones en 2025 y entre 10 y 12 mil millones en 2100, con la mayor parte

del incremento poblacional por ocurrir en los países en vías de desarrollo. La población con

inseguridad alimentaria se estima que fue de 730 millones en 2005 y será 680 millones en 2010, de

los cuales 200 millones se encuentran en África y 3.7 mil millones están en riesgo de una hambruna

oculta. La sustentabilidad agrícola está muy ligada con la disponibilidad y la calidad de agua y

suelo. El uso de agua para emplearse en actividades urbanas, industriales y agrícolas,

respectivamente, fue de 20, 30, y 350 km3 año-1 año en 1900 y 440, 1900 y 3400 km3 año-1 en el

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2000. La población afectada por la escasez de agua fue de 130 millones en 1990, 436 millones en

1995 y se proyecta que sean 800 millones en 2025 y 3590 millones en 2050. La disponibilidad per

cápita de tierra agrícola en 1990 y 2025, respectivamente, fue estimada en 0.05 y 0.03 hectáreas en

Egipto, 0.10 y 0.04 ha., en Kenya, 0.33 y 0.05 ha., en Tanzania, 0.35 y 0.07 ha., en Pakistán, 0.02 y

0.012 ha., en la India, 0.09 y 0.05 ha., en Bangladesh, 0.32 y 0.08 ha., en Indonesia, 0.32 y 0.06 ha.,

en China y 0.33 y 0.08 en Filipinas. La escasez de tierra es acrecentada por el severo problema de la

degradación del suelo en países en desarrollo. El área total global de tierra afectada por degradación

se estima en 1094 millones de has., por procesos físicos. De ese porcentaje de áreas degradadas que

ocurre en países en desarrollo el 77% es por erosión hídrica, 83% por erosión eólica, 89% por

degradación química y 53% por degradación física (Lal, 2008).

El dramatismo de esas cifras pone de manifiesto el grave problema que el mundo está

viviendo y las dificultades que habrá de enfrentar en los próximos años. Lo antes señalado es una

evidencia de que nuestro planeta esta colapsando, la temperatura del planeta aumenta gradualmente

debido a la quema constante de combustibles para nuestras máquinas y fábricas, esto ha provocado

el derretimiento de los glaciares de la Tierra lo que ha liberado agua a la atmósfera haciendo crecer

a los ríos, mares y provocando grandes lluvias. Las inundaciones recientes en Europa, Asía y

América así lo confirman.

Por todos lados hay problemas y litigios por posesión de tierras, desempleo, hambre y

pobreza, no cabe duda los recursos son cada día más escasos. En la tierra existen miles de especies

vivientes pero solamente una, el ser humano, consume el 40% de los recursos del mundo. Cada 10

segundos desaparecen bosques y selvas en cantidad equivalente a cinco campos de fútbol. Cada

diez segundos se extingue una especie de animal, especie que jamás volverá a regocijarse de vivir

en este planeta que le dio la vida. Y cada diez segundos llegan veinticinco personas más que

reclamarán "sus derechos" haciendo que ese 40% muy pronto se eleve más, porque

desafortunadamente seguimos pensando que la única manera que tenemos de trascender es

reproduciéndonos (http://www.renemendez.com).

IX.2. Definición de términos

A pesar de que no existe todavía un concepto universal y simple de sustentabilidad, se ha

extendido mucho su uso y es ampliamente aceptado con valores generalmente definidos. El

concepto de sustentabilidad en el uso y manejo de recursos agropecuarios y forestales fue

desarrollado en Europa Central con la aparición del uso ordenado y permanente de los bosques

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desde el siglo XVII, lo cual se dio en respuesta al incremento de la escasez del recurso forestal y a

los problemas ambientales (Salinas y Middleton, 1998). El concepto transitó por varias fases según

las prioridades sociales de cada época y recibió algunos impulsos importantes como:

• Su inclusión en los mandamientos básicos de las religiones más importantes.

• Los problemas de su protección, contra peligros naturales y antrópicos (avalanchas,

inundaciones, enemigos, etc.) y la necesidad de fuente de materia prima (siendo crítica esta

escasez de madera en el siglo XVIII).

• La codificación en términos legales y planes de manejo del uso de los bosques y pastizales

durante el siglo XIX.

• El reconocimiento de los principios de relación e interdependencia entre los componentes

naturales, especialmente con respecto a la vegetación planteados por Humboldt a principios

del siglo XIX, y continuado por otros científicos en el siglo antepasado y las primeras

décadas del pasado siglo (Bruenig, 1992).

Sustentabilidad, del vocablo inglés sustainability tiene una connotación dinámica positiva

"avanzar de manera continua, resistir la marcha sin ceder” es decir, andar y perseverar en el

esfuerzo. Desde hace casi 40 años (Daly, 1973) afirmaba que las condiciones de sustentabilidad son

aquellas que aseguran la existencia de la raza humana por un periodo lo más prolongado posible,

que estas condiciones pueden alcanzarse mediante un desarrollo con crecimiento poblacional cero y

un estado fijo de la economía o crecimiento económico cero.

El diccionario Webster II de la Universidad de Riverside define sustentabilidad como

"mantenerse en existencia"; "mantenerse"; "durar"; "soportar". La agricultura sustentable abarca

todas las definiciones anteriores. Incluye consideraciones para una adecuada cantidad de comida

para el futuro y también se refiere a temas relacionados con el uso eficiente de los recursos,

utilidades para el agricultor y el impacto hacia el medio ambiente. Para que la agricultura se

sostenga, para que mantenga satisfechas las necesidades actuales y futuras del mundo, debe

proteger y mejorar la calidad del aire, del suelo y del agua; esto es, debe ser "amigable" con el

ambiente.

Esta conceptualización del desarrollo es relativamente reciente y responde a una creciente

conciencia local, nacional y global, de que los recursos naturales no son ilimitados y que los estilos

de desarrollo prevalecientes, o sea los patrones de producción y de consumo son realmente

insostenibles (Altieri, y Anderson 1986; Altieri et al., 1997; Bebbington y Thiele, 1993). La primera

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discusión mundial sobre la relación entre desarrollo y ambiente se presentó en la conferencia sobre

ambiente y desarrollo organizada por las Naciones Unidas en 1972 en Estocolmo, y el término

desarrollo sostenible, o sustentable, fue acuñando en 1980 en la propuesta denominada Estrategia

Mundial de Conservación de la Naturaleza, planteada por WWF, UICN y PNUD.

Dentro de las muchas variantes que existen del concepto la más influyente sigue siendo la

formulada por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo en el llamado Informe

Brundtland (1987), que define desarrollo sustentable o sostenible como aquél que logra satisfacer

las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de satisfacción de

las generaciones futuras. Al incorporar el futuro, expresado como solidaridad intergeneracional, el

Informe Brundtland estaba definiendo un límite en las posibilidades de consumo de las

generaciones presentes, es decir, reconoce la existencia de límites últimos para el crecimiento

económico. En la Figura 6 se presentan diversos elementos del desarrollo sustentable que

interactúan en lo social, cultural y económico.

Figura 6. Elementos de desarrollo integral interactuando en aspectos sociales, económicos y

culturales que inciden en su conjunto en una comunidad competente y solidaria tendiente a

conformar una ciudad del conocimiento sustentable.

Otros autores asocian la sustentabilidad con la capacidad de carga de los ecosistemas y

geosistemas para soportar el desarrollo agropecuario y forestal, así como de la humanidad, lo que

implica que tanto los sistemas ecológico como el económico deben mantenerse dentro de los

márgenes de capacidad de carga del mundo, entendiéndose la sustentabilidad como desarrollo sin

crecimiento o como perfeccionamiento cualitativo sin aumentos cuantitativos (Bifani, 1995). Por lo

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tanto, la sustentabilidad es función de las características naturales de los sistemas y de las presiones

e intervenciones que sobre ellos se ejercen, dándole énfasis a la resiliencia de los mismos y

reconociendo la artificialización irreversible de los sistemas naturales como consecuencia de las

intervenciones del hombre a lo largo de la historia (Rosset y Benjamin, 1993).

También se ha definido a la sustentabilidad como el estado o calidad de la vida, en la cual las

aspiraciones humanas son satisfechas manteniendo la integridad de los ecosistemas. Esta definición,

lleva implícito el hecho de que nuestras acciones actuales deben permitir la interacción con el

medio ambiente y que las aspiraciones humanas se mantengan por mucho tiempo (Benbrook, 1989;

Mooney, 1993). El concepto de sustentabilidad planteado en 27 principios que resumieron la

Declaración de Río en 1992, en la que se incluyeron tres objetivos básicos a cumplir:

• Ecológicos. Que representan el estado natural (físico) de los ecosistemas, los que no deben

ser degradados sino mantener sus características principales, las cuales son esenciales para

su supervivencia a largo plazo.

• Económicos. Debe promoverse una economía productiva auxiliada por el know-how de la

infraestructura moderna, la que debe proporcionar los ingresos suficientes para garantizar la

continuidad en el manejo sostenible de los recursos.

• Sociales. Los beneficios y costos deben distribuirse equitativamente entre los distintos

grupos, etc. Lo antes señalado aplicado a las actividades de la agricultura sustentable se

puede ilustrar con la Figura 7.

Figura 7. Esquema que ilustra el concepto de agricultura sustentable en armonía con los elementos

ecológicos, económicos y sociales (Lira-Saldivar y Medina-Torres, 2007).

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IX.3. Sustentabilidad como un nuevo paradigma

Varias medidas han sido propuestas para alcanzar la sustentabilidad, como son: análisis del

costo-beneficio; la capacidad de carga y rendimiento sostenido, pero esas medidas han sido

rechazadas también por la dificultad de obtenerlas, así como lo inapropiado para establecer sus

límites o variables (Liverman et al., 1988; Conway y Barbier, 1990). Modelos para medir la

sustentabilidad agropecuaria y forestal han sido propuestos considerando que sólo puede medirse

sobre grandes periodos de tiempo en los cuales los ecosistemas permanecen relativamente estables

y las variables básicas varían muy poco (Cook, 1986), para ello se ha propuesto considerar a dos

grupos de parámetros o variables:

1. Variables que caracterizan la integridad del ecosistema: suelo, productividad biológica,

biodiversidad, agua dulce y océanos.

2. Variables que caracterizan las aspiraciones humanas: necesidades humanas básicas

(alimento, agua, salud, vivienda) combustible, cohesión y diversidad cultural.

Se ha señalado que conociendo las aspiraciones humanas podemos construir los escenarios de

las alteraciones posibles sobre el medio ambiente y los ecosistemas, ya que las variables suelo,

biodiversidad, etc., cambian más lentamente. Para alcanzar la sustentabilidad debemos entonces

lograr una estabilidad en estas variables básicas y así los paisajes serán sustentables a largo plazo

(Forman, 1990). Los cinco ejes rectores del principio de sustentabilidad incorporan los siguientes

aspectos obligatorios:

1. Respeto a la vida

2. Vivir dentro de los límites

3. Valorar lo local

4. Contabilizar los costos ambientales y

5. Compartir el poder

Según el Banco Mundial en su informe de 1995 la investigación en los cambios en la

sustentabilidad puede ser registrada por medio de tres grupos de indicadores durante un periodo

largo de tiempo y relacionados entre sí. En la estrategia por el futuro de la vida "Cuidar la Tierra"

se señala a la sustentabilidad como una serie de acciones tendientes a: "mejorar la calidad de la vida

humana sin rebasar la capacidad de carga de los ecosistemas que lo sustentan" y se plantea que para

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alcanzarla, la sociedad debe vivir de conformidad con los siguientes principios (Francis y Clegg,

1990):

• Respetar y cuidar la comunidad de los seres vivos.

• Mejorar la calidad de la vida humana.

• Conservar la vitalidad y diversidad de la tierra.

• Mantenerse dentro de la capacidad de carga de los ecosistemas de la tierra.

• Modificar las actividades y prácticas personales que afectan al ambiente.

• Facultar a las comunidades para cuidar de su propio medio ambiente.

• Establecer un marco nacional para la integración del desarrollo y la conservación de los

recursos naturales.

• Forjar una alianza mundial de organismos que han venido apoyando las acciones

conservacionistas y de sustentabilidad como: UICN, PNUMA y WWF.

Es importante señalar que la sustentabilidad no debe considerarse como un concepto estático,

ya que no sólo depende de las características de los recursos y del medio ambiente, sino también de

la capacidad para desarrollar nuevas tecnologías para la explotación de los recursos y su

conservación. La meta de la sustentabilidad debe ser el esfuerzo conservativo para mantener el

sentido tradicional y los niveles de ingreso económico en una era en la cual el capital natural no es

ya un bien ilimitado; al contrario, cada vez es más un factor limitante del desarrollo (Goodland y

Daly, 1995).

En los últimos 10 años en relación al desarrollo sustentable, y en particular a la

sustentabilidad, se han producido importantes tergiversaciones y la apropiación de estos y otros

conceptos por el sistema político-ideológico dominante para afianzar el modelo neoliberal como

solución para los problemas ambientales y sociales de la humanidad, ya que se busca promover un

modelo económico sostenido, negando las condiciones ecológicas que establecen límites a la

apropiación y transformación capitalista de la naturaleza (Leff, 1995). Desde la perspectiva política

la sustentabilidad debe abarcar los cuatro aspectos que se señalan en la Figura 8.

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Figura 8. Desde el ámbito político la sustentabilidad se debe afianzar en cuatro ejes que abarcan los

aspectos humanos, sociales, económicos y físicos.

Algunos autores apuntan que si las estrategias del ecodesarrollo surgieron como respuesta a la

crisis ambiental, el actual discurso de la sustentabilidad opera como estrategia fatal, como una

inercia ciega que precipita a la humanidad hacia la catástrofe, entonces la sustentabilidad así

promovida se convierte en un boomerang pasando a ser un mecanismo extraeconómico para la

explotación del hombre y la naturaleza (Gliessman et al., 1981). Por lo tanto, la sustentabilidad

para ser real, objetiva y viable, debe convertirse en un paradigma alternativo en el cual los

recursos ambientales sean capaces de reconstruir el proceso económico dentro de una nueva

racionalidad productiva, para que así promuevan un proyecto social fundado en las autonomías

culturales, en la democracia y en la productividad de la naturaleza (Leff, 1995 y 1996).

Al asumir como base los conceptos e ideas antes señalados, en la planificación del desarrollo

agropecuario y forestal debemos tomar en cuenta las cinco dimensiones básicas de la

sustentabilidad que son:

• Social. Vista como la equidad de las soluciones propuestas, ya que la finalidad del desarrollo

es siempre ética y social.

• Económica. Referida a la eficiencia económica.

• Ecológica. Relacionada con la sabiduría ecológica.

• Cultural. Las soluciones propuestas deben ser culturalmente aceptables.

• Espacial o territorial. Obliga a que se deben buscar nuevos equilibrios espaciales

considerando la planificación socio-económica y el uso de los recursos conjuntamente

(Sachs, 1992 y 1994).

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IX.4. Desarrollo sustentable, calidad de vida y educación

El término sustentable o sostenible, aplicado a desarrollo, es de uso cada vez más frecuente y

extendido en los medios académico y político de todo el mundo, y, como es señalado por diversos

autores, ahí reside la fortaleza y la debilidad del concepto establecido. Fortaleza, porque permite

que actores sociales e individuos que en el pasado eran incapaces de dialogar constructivamente,

ahora, por medio del espacio de encuentro que creó el discurso del desarrollo sustentable, lo hagan

y creen consensos en torno al tipo de sociedad a la que aspiran y al tipo de relación que ésta debe

establecer con su ambiente. Debilidad, porque el término desarrollo sustentable suele ser usado de

manera tan general, superficial e imprecisa, que puede terminar siendo empleado para definir como

sustentables políticas y prácticas que no responden a una orientación en ese sentido (Cortes, 2007).

El concepto de sustentabilidad como lo señala Opschoor (1996 y 1997) hace referencia a la

interrelación de tres elementos:

1. El ambiental, que se refiere a la necesidad de que el impacto del proceso de desarrollo

agropecuario, forestal y social no destruya de manera irreversible la capacidad de carga del

ecosistema, lo cual implica que: “la naturaleza provee a la sociedad de lo que puede ser

denominado frontera de posibilidad de utilización ambiental, definida ésta como las

posibilidades de producción que son compatibles con las restricciones del metabolismo

derivados de la preocupación por el bienestar futuro, restricciones o límites que incluyen

procesos como la capacidad de regeneración de recursos, ciclos bio-geoquímicos y la

capacidad de absorción de desechos. Esto representa el carácter multidimensional de la

utilización del espacio ambiental”.

2. El social, cuyos aspectos esenciales son: (a) el fortalecimiento de un estilo de desarrollo que

mejore la calidad de vida al evitar que se perpetúe y profundice la pobreza, por tanto, evita

la exclusión social, que procura como uno de sus objetivos centrales la erradicación de la

pobreza y la mejora en materia justicia social; y (b) la participación social en la toma de

decisiones; es decir, que las comunidades y la ciudadanía se apropien y sean parte

fundamental del proceso de desarrollo.

3. El económico, entendido como un crecimiento económico interrelacionado con los dos

elementos anteriores. En síntesis, el logro del desarrollo humano sustentable será resultado

de un nuevo tipo de crecimiento económico que promueva la equidad social y que

establezca una relación no destructiva con la naturaleza.

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De lo anterior se desprende que un desarrollo humano sustentable debe permitir una mejora

sustancial de la calidad de vida de la gran mayoría de una sociedad, o una comunidad, la cual a su

vez debiera conducir a la reproducción del ecosistema en el que ésta está inserta (Reganold et al.,

1990). Éste sería un criterio fundamental para discernir la calidad y la sustentabilidad del desarrollo

que se impulsa. Entre muchos aspectos que podrían tomarse en cuenta para la definición de calidad

de vida, la erradicación de la pobreza es central, por lo menos para el “Tercer Mundo” y por ende

para América Latina. Por lo tanto, la definición amplia de sustentabilidad en relación con la calidad

de vida puede quedar acotada por las siguientes frases:

• “…la viabilidad en el largo plazo de una actividad, de un sistema o de una serie de

sistemas interdependientes…”

• “…el desarrollo que satisface las necesidades actuales sin poner en riesgo las

correspondientes a las de generaciones futuras…”

• “aquellas prácticas de manejo diseñadas para asegurar que el óptimo aprovechamiento de

los recursos se realice de tal forma que proteja la base de recursos para su uso por las

generaciones futuras…”

• “…un estado económico en que las demandas que imponen la gente y el mercado se

satisfacen sin reducir la capacidad del ambiente para proveer a las generaciones

siguientes…”

• “…regla de oro de la economía restaurativa: deja el mundo mejor que como lo

encontraste, no tomes más de lo que necesitas, intenta no dañar el ambiente y, si lo haces,

arréglalo…”

• “…principios para establecer un equilibrio dinámico entre las prioridades económicas,

ambientales y sociales; mejorar o mantener el bienestar humano y del ecosistema, ahora y

en el largo plazo, local y globalmente…”

Existe un amplio consenso internacional acerca de la necesidad de revertir la tendencia de

creciente polarización entre países ricos y pobres y entre los estratos más ricos y los más pobres de

cada país, lo cual es insostenible ética y materialmente; como asimismo hay consenso respecto de

que la pobreza ejerce un impacto negativo sobre el ambiente natural y que es necesaria su

erradicación para el logro de un desarrollo humano sustentable (Edens y Koenig, 1981). En ese

sentido, Agenda 21 (2008) señala que: “Todos los estados y todas las personas deben cooperar en la

tarea esencial de erradicar la pobreza como un requisito indispensable para el desarrollo sustentable

o sostenible, con el objetivo de reducir las diferencias en los estándares de vida y para llenar de

mejor manera las necesidades de la mayoría de las personas en el mundo".

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En relación con lo antes señalado debe quedar bien claro que el problema de la pobreza no

son los pobres, sino sus causas, particularmente la concentración de la riqueza y del acceso a los

recursos naturales, que obligan a los pobres a destruir la naturaleza para poder sobrevivir. No

obstante, no se sabe qué tiene mayor impacto negativo sobre el ambiente, si las acciones de

sobrevivencia de los pobres del Sur o el consumo opulento en el Norte (Cortes, 2007).

Debemos puntualizar que el problema de la superación de la pobreza se relaciona

ineludiblemente con dos preguntas asociadas con la calidad de vida: ¿qué se entiende por pobreza y,

por tanto, por bienestar? y ¿cómo debe erradicarse la pobreza? Las respuestas a éstas constituyen

una discusión interminable en que se confrontan distintas visiones de lo que debe ser el desarrollo

sustentable (Altieri y Anderson, 1986). La tradición del pensamiento occidental sobre desarrollo

tiende a definir el binomio pobreza-bienestar en términos de capacidad de consumo material y, por

tanto, en función del ingreso o de la capacidad adquisitiva de la persona o del crecimiento

económico y del PIB de un país.

Se debe aclarar que hay enfoques alternativos sobre cómo definir la pobreza y, entonces, el

bienestar y la calidad de vida. Uno de ellos es el denominado enfoque de necesidades humanas,

según el cual dos grandes prerrequisitos deben ser cumplidos para lograr la erradicación de la

pobreza: garantizar el sustento físico y permitir una autonomía crítica de los seres humanos,

entendida como la posibilidad de tener acceso a información acerca de las opciones de desarrollo

existentes y, sobre esa base, tener la capacidad de decidir sobre su futuro y el de su comunidad o

sociedad (Browder, 1989). Es decir, debe existir una correlación entre la satisfacción de sus

necesidades materiales y la posibilidad de decidir sobre su desarrollo (Watts, 1997).

La respuesta a la pregunta de ¿cómo debe erradicarse la pobreza? pasa por la definición del

rol de dos instituciones centrales: el estado, por medio de las políticas públicas (económica, social,

ambiental, etc.) y las comunidades o la población pobre o empobrecida. Un criterio para determinar

si una política pública contribuye no sólo a erradicar la pobreza, sino también a mejorar la calidad

de vida y, por tanto, al desarrollo sustentable, es el tipo de relación (dependencia, clientelismo,

autonomía, protagonismo) que se establece entre la institución que impulsa la política y la

población objeto de la misma. Una política pública que busque mejorar la calidad de vida de

manera sustentable debe trascender los enfoques asistenciales (de ayuda directa) y fortalecer el

protagonismo del individuo, grupo social, comunidad o sociedad a la que se oriente, lo que implica

no sólo el desarrollo de habilidades, conocimiento y educación de dicha población, sino también el

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fortalecimiento de su participación en la toma de decisiones y en el acceso a los recursos naturales

para impulsar de manera sustentable el desarrollo agropecuario y forestal (Redclift y Goodman,

1991).

“…La nueva sociedad sustentable del conocimiento, centrada en un proceso permanente de

aprendizaje para la vida, demanda repensar a la educación superior desde la óptica de los nuevos

escenarios regionales, los cuales dado su carácter sociocultural y biológico, se definen como

contextos mutuamente exhaustivos e incluyentes, directamente relacionados con las formas de

pensamiento y acción propias de cada grupo. Es así como se concibe actualmente a la educación

alejada de las formas reduccionistas de percibir la realidad, propias del pensamiento único,

situándola en el marco de los procesos de complementariedad y competencia que dan vida a los

grupos sociales, mismos que permiten atender el nuevo cambio paradigmático, transitando de la

enseñanza al aprendizaje, privilegiando con ello las didácticas cooperativas y auto guiadas, como

formas de integración y complemento, donde el conocimiento no es más algo dado y listo para ser

usado, sino una construcción teórica y social, acuñada en los marcos de una realidad conocida y

aprehensible que opera en lo mediato e inmediato, y que se constituye en verdadero escenario de

aprendizaje, al facultar al estudiante a la deconstrucción, reconstrucción y negociación de

saberes…” (Villarruel, 2006). Para lograr una educación universitaria integral se debe proveer de

sustentabilidad social, política, cultural, económica y ecoambiental; por lo tanto, los requisitos a

cumplir son los que se señalan a continuación:

• “… social… justicia social. Inclusión y equidad social como condiciones de posibilidad

para la existencia humana…”

• “…política… legitimidad. Participación y empoderamiento ciudadano…gobernabilidad

sostenida en el tiempo…”

• “…cultural… superación del etnocentrismo occidental, la aceptación y el fomento de la

demodiversidad…”

• “…ecoambiental… límites de la biósfera, el valor de la biodiversidad y superar nuestro

antropocentrismo…”

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IX.5. Declaratoria mexicana sobre educación y desarrollo sustentable

Las universidades, asociaciones e instituciones reunidas en el Seminario de Educación,

Ciencia y Tecnología convocado por el Comité Nacional Preparatorio para la Cumbre Mundial

sobre el Desarrollo Sostenible, que se celebró el 16 de mayo de 2002 en la Universidad de

Guadalajara, vertieron un amplio número de ideas, propuestas y recomendaciones que

enriquecieron la postura que México asumió en la Cumbre de Johannesburgo 2002. El resumen de

este importante documento oficial (http://ambiental.uaslp.mx/eventos/johan.htm#Ponencia) que

expone el sentir de numerosas instituciones en el que se señalan y reconocen concordancias, se

presenta a continuación:

1. La educación ambiental para el desarrollo sustentable debe formar parte de todos los ciclos

escolares, desde el básico hasta el superior, así como de todos los espacios y ámbitos de la

cultura, asumirse como un proceso de aprendizaje permanente en la vida y observarse como

un principio que es de incumbencia para los distintos sectores, niveles y grupos sociales

(http://ambiental.uaslp.mx/eventos/johan.htm#Ponencia).

2. La educación no se limita a la incorporación de algunas asignaturas en los planes de estudio,

sino que la sustentabilidad debe funcionar como un eje formativo que le confiere un matiz

permanente a los currículos y a la vida académica en su conjunto.

3. La educación no sólo debe vigorizar el intelecto sino que le corresponde también incidir en

la esfera de las emociones y capacitar para el desempeño social de los individuos, fomentar

la madurez personal e inculcar los valores esenciales de la democracia, la equidad, la

solidaridad y la justicia.

4. A la educación ambiental para el desarrollo sustentable le urge un nuevo modelo de

enseñanza-aprendizaje que forme capacidades para el reconocimiento y aprecio del

territorio donde se vive, y que permita que las representaciones sociales sobre el ambiente y

la naturaleza sean parte de la vida cotidiana y contribuyan a conferirle sentido y dirección.

5. Dicha educación es vital para la reducción de las desigualdades sociales y para lograr un

angostamiento de la brecha que separa a pobres y ricos.

6. La educación ambiental para el desarrollo sustentable no debe dejar de cuestionar los

sistemas de producción, distribución y consumo existentes en el mundo, pues la dinámica

económica es también la fuente de numerosos problemas ambientales.

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7. Tal educación no sólo debe procurar la conservación de la naturaleza, sino también servir de

guía para generar y fortalecer las diversas formas de aprovechamiento y restauración del

patrimonio cultural y natural.

8. Se reconocen los avances realizados en los últimos diez años y se celebran los grandes

esfuerzos empeñados por generar una visión interconectada de la realidad, que vaya

sustituyendo la visión parcial en la que hemos sido educados. No obstante, aún estamos

lejos de haber realizado las metas de la transdisciplina.

9. Se coincidió en que los alimentos, la salud ambiental, el cambio climático, la biodiversidad,

la vulnerabilidad y el riesgo de los asentamientos humanos, el consumo energético y la

gestión del agua son temas prioritarios que competen a la educación ambiental, por ser

cruciales para la vida y el desarrollo.

10. Debe entenderse a la educación no como un gasto, sino como la mejor inversión para el

desarrollo sustentable. Que la educación ambiental para el desarrollo sustentable debe

elevar su ubicación en las agendas políticas, ya que es una palanca fundamental para la

concreción de resultados en los procesos socioambientales.

12. Se reconoce que la participación social requiere alimentarse de un sano ejercicio del derecho

a la información, por ser éste uno de los principales insumos de la corresponsabilidad. Las

diversas tecnologías de la información al alcance deben utilizarse con este propósito.

13. La sustentabilidad de la vida y del desarrollo no se van a lograr con abstracciones y lugares

comunes, sino mediante la investigación sobre, en y para el ambiente. Que la educación

ambiental para la sustentabilidad ha de ser un proceso de participación, con poder legal y

corresponsabilidad ciudadana en el mejoramiento de la calidad de vida.

14. Hablar con amplitud e insistencia de la crisis ambiental ha tenido un resultado paradójico:

nos ha acostumbrado a aceptarla y a vivir en ella cotidianamente. Por lo mismo, es urgente

buscar alternativas creativas de comunicación para dimensionar el riesgo que implica el

deterioro de la salud de los sistemas vitales, de los seres humanos y del planeta en su

conjunto.

15. Es estratégico hacer análisis críticos del desarrollo y transferencia tecnológica, sus

implicaciones éticas y su impacto en la salud a largo plazo.

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103

16. Se reconoce que la generación y protección de innovaciones ayuda a diversificar las

actividades generadoras de riqueza, incrementar la competitividad, fortalecer la economía y

promover el empleo. La innovación debe ser, por lo tanto, un objetivo permanente de la

educación ambiental para el desarrollo sustentable.

17. Las tecnologías de punta son útiles al desarrollo y deben ser reconocidas plenamente.

Paralelamente, sin embargo, se deben reconocer más y mejor las aportaciones de las

tecnologías y conocimientos locales y tradicionales.

18. Se deben romper las barreras que impiden acceder a las oportunidades económicas y al

empleo, creando para ello una infraestructura más amplia de vinculación entre las

instituciones de educación, ciencia y tecnología, y entre éstas y el sector productivo.

19. Se reconoce la necesidad de establecer sistemas de indicadores, con la participación de la

sociedad, para evaluar el rumbo del país en materia de desarrollo sustentable. El aporte de

las instituciones de investigación es invaluable para medir vulnerabilidad, riesgo, equidad,

productividad, resiliencia, restauración y reconocimiento del patrimonio, entre otros

indicadores, y en la evaluación educativa de los sistemas de gestión ambiental en los

espacios universitarios.

20. Se reconoce que el ordenamiento territorial es una buena estrategia de planeación

participativa que permite articular visiones y resolver conflictos. Que éste requiere una

participación social en los diagnósticos y construcción de escenarios, así como en el

seguimiento y oportuna actuación para transitar, a través de estas herramientas de gestión,

hacia el desarrollo sustentable.

21. La educación ambiental no es suficiente para el cambio a la sustentabilidad del desarrollo,

pero es imprescindible para ello.

22. Que las universidades deben ser consideradas como grupo principal en el escenario mundial,

pues son sin duda interlocutores sociales y espacios de ensayo e interacción de formas de

vida, que han demostrado su contribución en el avance de la percepción social y en su

actuación en el aprovechamiento, conservación, protección y restauración ambientales.

Las anteriores declaraciones son el resultado de las participaciones del Instituto Nacional de

Ecología, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Secretaría de Educación Pública, la Universidad

de Guadalajara, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey campus San Luis

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Potosí y Guadalajara, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, la

Universidad Iberoamericana México y Puebla, Universidad La Salle, la Universidad Autónoma del

Estado de México, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la Universidad de Guanajuato, la

Universidad Autónoma de Baja California, la Universidad Autónoma de Coahuila, la Universidad

de Colima, el Centro de Estudios sobre la Universidad de la Universidad Nacional Autónoma de

México, el Consorcio Mexicano de Programas Ambientales Universitarios para el Desarrollo

Sustentable (Complexus), el sector académico del Consejo Consultivo para el Desarrollo

Sustentable de la SEMARNAT y la Academia Nacional de Educación Ambiental, A. C.

IX.6. Criterios de las técnicas agropecuarias y forestales sustentables

Cada vez con mayor insistencia, organizaciones no gubernamentales, dependencias del

gobierno de numerosos países, e instituciones con cobertura mundial, vienen señalando la necesidad

de que la producción agropecuaria y forestal a nivel global, se convierta en una actividad

sustentable (Altieri, 1993a). El compromiso adquirido por la Humanidad en la Cumbre de la Tierra

(Barcena, 1994) también es un compromiso adquirido por la industria de los agroquímicos usados

para la protección de los cultivos, razón por la cual, numerosas compañías están empezando a

dirigir su producción hacia los plaguicidas naturales o bioplaguicidas para brindar su apoyo a las

iniciativas que conllevan a lograr avances en la sustentabilidad de la actividad agropecuaria y

forestal.

La producción agrícola sustentable es un sistema integrado de prácticas de producción de

plantas y animales, que tiene aplicación para un sitio específico ya que no es posible dar recetas

generales y que además se debe garantizar que se mantendrá por un largo tiempo pues no se pueden

tener resultados a corto plazo; el objetivo básico es satisfacer la alimentación humana y animal, así

como la necesidad de fibras naturales, mejorar la calidad del ambiente y de los recursos naturales,

hacer un uso más eficiente de los recursos no renovables e integrarlos con los recursos de la parcela

o finca (Condron y Cameron, 2000).

En donde sea adecuado, se hará uso del control biológico y otros controles, y siempre se

deberá mantener la viabilidad económica de las operaciones agrícolas. Mediante éste sistema

integrado de manejo parcelario, se mejora la calidad de vida de los productores y la sociedad como

un todo (Stone, 1992). Toda evaluación relacionada con la sustentabilidad debe especificar los

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efectos de éstas prácticas en la rentabilidad de la agricultura, la calidad de vida y el impacto sobre la

comunidad rural y el ambiente.

El planeamiento sustentable es fundamental para reducir el impacto ambiental y para alcanzar

el éxito de cualquier programa productivo del campo, por lo tanto es importante tener siempre en

consideración los siguientes factores: fertilidad del suelo, adaptación de cultivos y variedades,

rotación de cultivos, cultivos de cobertera, equipo para preparación del suelo y prácticas de mínima

o cero labranzas, semillas de calidad y buenas plántulas para el trasplante, época de siembra,

irrigación y equipos de riego presurizado, manejo de cosechas y poscosecha, manejo integrado de

plagas, incluyendo insectos, enfermedades, malezas; la flora y fauna vida silvestre debe ser incluida

dentro de las estrategias de protección del ambiente (Lal et al., 1991). El desarrollo de técnicas

específicas y las políticas agrarias adecuadas, son básicas para asegurar el éxito de todo proyecto

sustentable (Padilla y Gibson, 2000).

En el mundo globalizado de hoy, la especialización de la agricultura es determinante para

asegurar el suministro eficiente de alimentos, a una población mundial en rápido crecimiento. Por

esa razón consideramos adecuado el criterio de que la agricultura de alto rendimiento, tal como lo

predica Dennis Avery, del Hudson Institute, es la única alternativa para lograr la meta de producir

suficiente alimento y a su vez preservar grandes áreas de tierra con vocación no agrícola. Sin

embargo, la agricultura de alto rendimiento requiere de un manejo eficiente de los insumos, con el

cual las pérdidas por plagas, enfermedades y malezas, se mantengan dentro de niveles razonables

sin detrimento del ambiente. La protección de los cultivos es un factor crítico para producir la

cantidad y calidad de cosechas que requiere la población mundial. Se estima que las malezas,

insectos y enfermedades pueden reducir los rendimientos hasta en un 40% (Haerlin y Parr, 1999).

Los criterios de manejo integrado de plagas, de acuerdo con la FAO se definen “como un

sistema de manejo de plagas, dentro del contexto del medio ambiente y la dinámica poblacional de

las distintas especies de plaga, utilizando todas las técnicas y métodos adecuados de la manera más

compatible posible para mantener las poblaciones de plagas, por debajo del umbral del daño

económico”, los cuales son contemplados hoy en día en el desarrollo de los agroquímicos para el

campo y que son promovidos mediante numerosos programas de uso y manejo seguro de los

agroquímicos (IAFN, 2000).

Las nuevas tecnologías químicas utilizadas en el desarrollo de productos para la protección de

cultivos, permiten disponer de productos más eficientes a dosis reducidas. Los productos de la

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nueva tecnología son efectivos en gramos por hectárea, en lugar de kilogramos por hectárea. Por

esta razón y por sus características fisicoquímicas, ésos plaguicidas presentan un reducido impacto

para la salud y el ambiente, lo cual es un componente esencial de la agricultura sustentable (Collins

et al., 1992).

Instituciones como el Banco Mundial están convencidas que para muchos países de América

Latina, Asia, África y otras regiones, el desarrollo sustentable es la base de un sector agropecuario y

forestal fuerte. Las comunidades productivas requieren de la validación y transferencia de

tecnología sustentable, razón por la cual compañías de investigación y desarrollo de la industria de

agroquímicos, así como asociaciones nacionales, desarrollan proyectos sustentables que en

coordinación con instituciones oficiales, organizaciones no gubernamentales, asociaciones de

agricultores, ganaderos, universidades, escuelas técnicas y otras entidades de servicio, están

tratando de implementar con un mayor número de productores (Jawson et al., 1994).

En países desarrollados de Europa, Asia y América se ha demostrado que la eficiencia en los

programas de protección de los cultivos, han avanzado gracias a un mejor conocimiento de los

problemas fitosanitarios y de los agroquímicos, y sobre todo por los avances en las técnicas y

equipos de aplicación. Además con el desarrollo y uso racional de la biotecnología en el sector

agropecuario, se pudiesen afrontar los retos de la creciente demanda mundial de alimentos. Otro

factor que se ha considerado como una contribución a la sustentabilidad, es desarrollar métodos y

procedimientos que permitan descontaminar y disponer de los envases de productos utilizados por

los agricultores en la protección de los cultivos (Perales et al., 2000).

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X. La agricultura sustentable del siglo XXI

”La tierra es nuestra madre, lo que latierra padezca será padecido por sushijos. El hombre no teje el destino de lavida, el hombre es sólo una hebra en esetejido, lo que haga en ese tejido, se lohace a sí mismo."

Jefe Piel Roja de Washington

X. 1. Problemas de la agricultura moderna

La agricultura moderna se ha tornado sumamente compleja, con ganancias en el rendimiento

de los cultivos que dependen del manejo intensivo y de la disponibilidad ininterrumpida de los

recursos y la energía suplementaria. Consideramos que el enfoque convencional o tradicional no se

está adecuando a una era como la actual, que atraviesa por severos problemas ambientales y

energéticos, sino que enfatiza la necesidad del progreso hacia una agricultura autosuficiente,

económicamente viable, energéticamente eficiente, conservadora de los recursos y socialmente

aceptable (Trewavas, 2001).

La comprensión de los sistemas agrícolas tradicionales puede revelar importantes claves

ecológicas para el desarrollo de la producción alternativa y los sistemas de manejo en los países

industriales y en desarrollo. El desafío de la investigación de la agricultura sustentable será el de

aprender a compartir innovaciones y discernimientos entre los países industriales y los en vía de

desarrollo finalizando la transferencia tecnológica en un sólo sentido; desde el mundo industrial

hacia el “Tercer Mundo” (Mäder et al., 2002).

Este intercambio debe ser parejo, especialmente en el área de la biotecnología, que depende

principalmente de la disponibilidad de la diversidad genética de los cultivos, mucha de la cual aún

se preserva en los agroecosistemas tradicionales. No resulta apropiado para los fitomejoradores de

los países industrializados tener un acceso libre al germoplasma nativo en los agroecosistemas

tradicionales sin compensar a los países en vías de desarrollo. Debido a eso, la búsqueda de

modelos agrícolas sustentables tendrá que combinar elementos del conocimiento científico

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tradicional y el moderno. La complementación del uso de insumos y variedades convencionales con

tecnologías tradicionales asegurará una producción agrícola más razonable y sustentable (IFPRI,

2002).

En los Estado Unidos y en otros países industrializados, la adopción de este enfoque requerirá

de ajustes importantes en la estructura del capital intensivo de la agricultura. En los países en

desarrollo también se requerirá cambios estructurales, principalmente para corregir desigualdades

en la distribución de recursos, pero además se necesitará que los gobiernos reconozcan el

conocimiento de los campesinos como un importante recurso natural. El desafío será entonces el de

aumentar al máximo el uso de este recurso en las estrategias de desarrollo agrícola autónomo

(Pretty y Howes, 1993).

Cuando se examinan los problemas que confrontan el desarrollo y la adopción de

agroecosistemas sustentables, resulta imposible separar los problemas biológicos de la práctica de la

agricultura ecológica de los problemas socioeconómicos, del crédito inadecuado, la tecnología, la

educación, el apoyo político y el acceso al servicio público. Las complicaciones sociales y los

prejuicios políticos más que los problemas técnicos, son probablemente las mayores barreras para

cualquier transición desde sistemas productivos de gran capital/energía a sistemas agrícolas

consumidores de poca energía y de una mano de obra intensiva (IAFN, 2000).

Una estrategia para lograr una productividad agrícola sustentable tendrá que hacer mucho más

que simplemente modificar las técnicas tradicionales. Una estrategia exitosa será el resultado de

enfoques novedosos para diseñar agroecosistemas que integren el manejo con la base de recursos

regionales y que operen dentro del marco existente de condiciones ambientales y socioeconómicas

(Egunjobi, 1994). Los sistemas de producción tendrán que basarse en la interacción de factores

como:

• Especies de cultivos, rotaciones.

• Espaciamiento entre hileras.

• Nutrientes y humedad del suelo.

• Temperatura.

• Plagas y enfermedades.

• Manejo de cosecha y poscosecha.

• Conservación de la energía y los recursos naturales.

• Protección de la calidad del medioambiente y la salud pública.

• Un desarrollo socioeconómico equitativo.

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Estos sistemas deben contribuir al desarrollo rural y a la igualdad social. Para que esto suceda,

los mecanismos políticos deben incentivar la substitución de mano de obra por capital, reducir los

niveles de mecanización y el tamaño del predio, diversificar la producción agrícola y hacer hincapié

en las empresas controladas por los trabajadores y/o la participación de los agricultores en el

proceso de desarrollo. Las reformas sociales que aparecen con este enfoque tienen los beneficios

adicionales de aumentar el empleo y reducir la dependencia de los agricultores con el gobierno, el

crédito y la industria (FAO, 1988).

Obviamente estos cambios propuestos pueden generar un conflicto con la visión capitalista o

neoliberal del desarrollo agrícola moderno. Se puede afirmar que, por ejemplo, una mayor

mecanización reduce los costos de producción o resulta necesaria en zonas donde la mano de obra

requerida no está disponible, y que además la producción diversificada crea problemas de

mecanización. Otra preocupación es que si la tecnología sustentable será capaz de alimentar a los

millones de personas que cada año se incorporan a la población global. Cada una de estas críticas

puede ser válida si se analizan dentro del marco socioeconómico común. Sin embargo, éstas son

menos válidas si se reconoce que los agroecosistemas sustentables representan cambios profundos

que podrían tener importantes implicaciones sociales y políticas (Norgaard, 1994). Aquí se sostiene

que la mayoría de los problemas presentes y futuros de desnutrición y hambre se deben más a

patrones de distribución de alimentos y poco acceso a éstos debido a la pobreza, más que a los

límites agrícolas o al tipo de tecnología utilizada en la producción de alimentos.

X. 2. Agroquímicos para la protección sustentable de cultivos y la salud

Los productos para la protección de los cultivos tienen actualmente una función muy

importante en la calidad de vida de nuestra sociedad. Desde el comienzo de la civilización el

hombre ha tenido que luchar contra las enfermedades y otras formas de vida que compiten por su

alimento. En los últimos 100 años los agroquímicos han tenido un papel muy importante en mejorar

la salud y los estándares de vida de la sociedad (Smith et al., 2005; Meyer et al., 1992).

La expectativa de vida, al inicio del siglo XX, no sobrepasaba los 45 años. En la actualidad,

en muchos de los países del mundo, incluyendo los de América Latina, ésta sobrepasa los 70 años,

el abastecimiento de alimentos como resultado de las nuevas tecnologías de protección de cultivos,

es en gran parte responsable de éste progreso. Sin embargo, los pesticidas sintéticos han sido

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severamente criticados porque se ha demostrado que son causantes de numerosas enfermedades y

muertes en todo el mundo, por eso es urgente que nuevas opciones naturales, biológicas u orgánicas

sean empleadas en los programas de producción sustentable de frutas, granos, verduras y cárnicos

(Montes et al., 2012; Ewen y Pusztai, 1999).

Las compañías que investigan y desarrollan nuevos agroquímicos, antes de ponerlos en el

mercado, los someten a más de 120 estudios toxicológicos y ecotoxicológicos, los cuales permiten

determinar si un producto utilizado bajo las condiciones recomendadas, no va a afectar la salud a

corto, mediano o largo plazo; eso se logra al determinar su toxicología aguda y su toxicología

crónica.

Una vez que las investigaciones se concluyen, la información es presentada a los organismos

regulatorios, los cuales analizan los resultados de los mismos; en caso de duda, solicitan estudios

adicionales. Una vez que el paquete de información toxicológica y ecotoxicológica es aprobada, el

producto es autorizado para ser vendido a los agricultores. Todo éste proceso tarda de 8 a 10 años

en promedio.

Los estudios toxicológicos comprenden: toxicidad agua, subcrónica, crónica, mutagénesis,

teratogénesis, carcinogénesis y oncogénesis. Estos se entregan a las autoridades de cada uno de los

países en que el producto va a ser utilizado, para garantizar al consumidor que los productos

disponibles para proteger los cultivos, han pasado un proceso de análisis de acuerdo a los más

avanzados y rigurosos procedimientos para determinar que pueden ser utilizados sin afectar la salud

de productor, del consumidor, así como la sanidad del ambiente. Con base en lo señalado los

productores y consumidores pueden confiar hoy en que se cuenta con mejores agroquímicos que

potencialmente permiten producir una amplia gama de alimentos de buena calidad, sin riesgos para

la salud, a precios accesibles y producidos con sentido sustentable (Glusczak et al., 2011; Brandt y

Molgaard, 2001).

Debemos señalar que la agricultura sustentable o ecológica plantea nuevos desafíos para las

instituciones de investigación y educación superior en México y el mundo, ya que es muy

importante recurrir a nuevas tecnologías como el manejo integrado de plagas, incluyendo: mínima o

cero labranza, control biológico, abonos orgánicos, compostas, lombricultura, biofertilizantes,

micorrizas y las bacterias antagonistas y promotoras del crecimiento de las plantas; debido a que

estos tienen posibilidades reales de contribuir al desarrollo de una agricultura sustentable, a

mantener la calidad del ambiente y los ecosistemas, la generación de ingresos y la inocuidad

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alimentaria (Hansen y Alroe, 2001). Una elección respaldada científicamente sobre la agricultura

sustentable, pondría a los gobiernos en condiciones de orientar su investigación y sus actividades de

extensión para aprovechar de manera integrada con otras alternativas sustentables de agricultura, las

oportunidades comerciales disponibles en el ámbito nacional e internacional. En relación a lo

recomendado por los países miembros de la FAO, el programa sobre agricultura sustentable,

orgánica o ecológica (Rueda et al., 2007), incluye las siguientes cuatro áreas de acción:

1. Sistemas y redes para proveer información sobre aspectos de producción, conservación,

procesamiento, etiquetado y mercadeo de productos orgánicos; información técnica sobre

requerimientos de producción, e información comercial sobre oportunidades de mercado.

2. Herramientas de apoyo a políticas gubernamentales.

3. Nuevas opciones en la implementación de agro-insumos respaldados científicamente para su

aplicación en los sistemas sustentables u orgánicos productivos y eficientes.

4. Asistencia técnica a los países para estudios y apoyo a los gobiernos sobre la producción,

certificación y comercialización de productos orgánicos certificados; obtener acceso a mercados

internacionales; capacitación en el proceso de producción ecológica u orgánica; asistencia

técnica para desarrollar una legislación nacional apropiada, desarrollar capacidad de

certificación, de investigación, y extensión y promover el intercambio de experiencias entre

investigadores de diversos países.

Lo anterior debido a que a nivel mundial la agricultura sustentable y orgánica es una de las

mejores opciones de producción de alimentos que se enfoca a la inocuidad del ambiente. Asimismo,

debido a que comparte otras direcciones de la agricultura sustentable como son: promover

agroecosistemas sociales y ecológicamente sustentables, lo que significa diversificar y estabilizar

los ingresos rurales; aumentar la biodiversidad y la sustentabilidad del entorno agropecuario y

forestal, y de la sociedad en general (Lira-Saldivar y Medina-Torres, 2007).

X. 3. Sustentabilidad de los agroecosistemas basados en la biodiversidad

Un problema crítico en la agricultura moderna es la pérdida de biodiversidad, la que llega a su

máximo en forma de monocultivos agrícolas. De hecho, la agricultura moderna es terriblemente

dependiente de una serie de variedades de sus cultivos principales. Por ejemplo, en los Estados

Unidos entre el 60 y 70% de la superficie sembrada con frijol poseen dos o tres variedades de

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frijoles, el 72% de superficie con papas está sembrada con cuatro variedades y el 53% de las

siembras de algodón con tres variedades (Vackar et al., 2012; Gameda y Dumanski, 1995).

Está claro que una estrategia clave en la agricultura sustentable es restituir la diversidad

agrícola de los agroecosistemas. Los investigadores han advertido en reiteradas ocasiones acerca de

la extrema vulnerabilidad que tiene la uniformidad genética. En ninguna parte son más evidentes las

consecuencias de la reducción de la biodiversidad que en el ámbito del manejo de las plagas

agrícolas. La inestabilidad del agroecosistema se manifiesta a medida que se agravan los problemas

con enfermedades fungosas y plagas de insectos, ya que la mayoría se relacionan cada vez más con

la expansión de monocultivos a expensas de la vegetación natural, con lo cual se disminuye la

diversidad del hábitat local (Altieri, 1989). Las comunidades de plantas que se modifican para

satisfacer las necesidades especiales de los seres humanos están sujetas a los fuertes daños de las

plagas y, generalmente, mientras más intensamente se modifican dichas comunidades, más

abundantes y graves son las plagas y su resistencia a los plaguicidas.

Por lo tanto, una de las razones más importantes para mantener, restituir y/o aumentar la

biodiversidad en los agroecosistemas es que prestan una variedad de servicios ecológicos. Por

ejemplo, incluyen el reciclaje de nutrientes, el control de microclimas locales, la regulación de

procesos hidrológicos locales, la regulación de la abundancia de organismos indeseables y la

destoxificación de sustancias químicas nocivas (Altieri, 1993b). Estos procesos de renovación y los

servicios del ecosistema son principalmente biológicos, por eso, su persistencia depende de

mantener la biodiversidad.

Cuando se pierden estos servicios naturales, debido a la simplificación biológica, los costos

económicos y ambientales pueden ser bastante significativos. Económicamente, los costos agrícolas

incluyen la necesidad de proveer cultivos con costosos insumos externos, puesto que los

agroecosistemas que carecen de los componentes básicos reguladores de las funciones, no tienen la

capacidad de garantizar la fertilidad de su propio suelo y la regulación de las plagas. Con

frecuencias, los costos involucran una reducción en la calidad de vida debido a una disminución en

la calidad del suelo, agua y alimento, al ocurrir contaminación con pesticidas y/o nitratos

(Christensen, 1992).

Los ejemplos de programas de desarrollo rural en América Latina indican que la mantención

y/o mejoramiento de la biodiversidad en los agroecosistemas tradicionales representa una estrategia

que asegura distintas dietas y fuentes de ingresos, producción estable, riesgo mínimo, producción

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intensiva con recursos limitados y retorno máximos bajo niveles inferiores de tecnología dentro de

estos sistemas; la complementariedad de las empresas agrícolas reduce la necesidad de insumos

externos (Redclift y Goodman, 1991). La correcta interacción espacial y temporal y los sinergismos

que se generan garantizan los rendimientos y la conservación de los recursos.

X. 4. El agua y la sustentabilidad

El desarrollo sustentable de toda la actividad humana en el planeta Tierra tiene sus

fundamentos en la disponibilidad de agua para el consumo humano, la industria, la ganadería y la

agricultura. El 70% de la superficie de la tierra es agua, pero la mayor parte de ésta es oceánica. En

volumen, sólo 3% de toda el agua del mundo es agua dulce, y en su mayor parte no se halla

generalmente disponible. Unas tres cuartas partes de toda el agua dulce se halla inaccesible, en

forma de casquetes de hielo y glaciares situados en zonas polares muy alejadas de la mayor parte de

los centros de población; únicamente el 1% es agua dulce superficial fácilmente accesible. Ésta es

primordialmente el agua que se encuentra en los lagos y ríos y a poca profundidad en el suelo, de

donde puede extraerse sin mayor costo. Sólo esa cantidad de agua se renueva habitualmente con la

lluvia y las nevadas y es, por tanto, un recurso sustentable. En total, apenas una centésima del 1%

del suministro total de agua del mundo se considera fácilmente accesible para uso humano (Roy, et

al., 2012; Cosgrove y Rijsberman, 2000).

Se considera que, mundialmente, se dispone de 12,500 a 14,000 millones de metros cúbicos

de agua por año para uso humano. Esto representa unos 9,000 metros cúbicos por persona por año,

según se estimó en 1989. (Un metro cúbico es igual a 1,000 litros). Se proyecta que en el año 2025

la disponibilidad global de agua dulce per cápita descenderá a 5,100 metros cúbicos por persona, al

sumarse otros 2,000 millones de habitantes a la población del mundo. Esta cantidad sería suficiente

para satisfacer las necesidades humanas en caso de que el agua estuviera distribuida por igual entre

todos los habitantes del mundo, pero la escasez de agua es un problema global creciente. Los años

de rápido crecimiento demográfico y el creciente consumo de agua por la agricultura, la industria y

las ciudades han creado tensiones en los recursos de agua dulce mundialmente. En algunas zonas la

demanda de agua ya es superior al suministro de la naturaleza, y se prevé que un número cada vez

mayor de países enfrentarán condiciones de escasez de agua en un futuro cercano (Bos y Bergkamp,

2001).

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Las cifras per cápita sobre la disponibilidad de agua presentan una situación engañosa. El

agua dulce mundialmente disponible no está equitativamente distribuida en el mundo, ni en todas

las estaciones del año, ni año con año. En algunos casos el agua no está donde la queremos, ni en la

cantidad suficiente. En otros casos tenemos demasiada agua en el lugar equivocado y cuando no

hace falta. "Vivimos bajo la tiranía del ciclo del agua", según lo señala la hidróloga Malin

Falkenmark, refiriéndose al ciclo hidrológico de la tierra (http://www.mwp.org/proceedings/

dokument/Id_20.pdf).

La escasez de agua puede ser física, económica o institucional, y puede fluctuar en el tiempo

y el espacio (Figura 9). Unos 700 millones de personas en 43 países sufren hoy escasez de agua,

cifra que podría aumentar a más de 3,000 millones para el 2025. La situación del agua en el mundo

sigue siendo precaria y la necesidad de adoptar un enfoque integrado y sustentable para la

ordenación de los recursos hídricos es tan apremiante como siempre. Las reservas actuales de agua

no pueden satisfacer la demanda como consecuencia del alto crecimiento de la población, patrones

de consumo insostenibles, prácticas de ordenamiento ecológico deficientes, contaminación,

inversión insuficiente en infraestructura hídrica y utilización poco eficiente del agua (Shiklomanov,

1999).

Figura 9. Mapa mundial que ilustra la escasez de agua en el mundo. Las regiones con color azul

reportan poca o nula escasez; el color rojo señala escasez física de agua, esto significa que más del

75% del flujo de los ríos está destinado para la agricultura, industria o consumo doméstico. Zonas

de color naranja se están acercando a la escasez física de agua, ya que en un futuro cercano sufrirán

por falta de este vital elemento. El color amarillo muestra zonas con recursos hídricos abundantes y

menos del 25% del agua se usa para consumo humano, pero ahí existe malnutrición. Áreas de color

gris no se han estimado. (Fuente: International Water Management Institute).

Sin embargo, en el futuro se necesitará aún más agua para la agricultura, el suministro de agua

potable y los servicios de saneamiento, el funcionamiento de las industrias, y el apoyo a las

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115

ciudades en expansión. Es muy probable que la brecha entre la oferta y la demanda aumente más

todavía, lo que pondrá en peligro el desarrollo económico y social y la sustentabilidad ambiental. La

ordenación integrada de los recursos hídricos será de importancia crucial para superar la escasez de

agua, como también lo será la cooperación internacional, dado que muchos de los ríos y acuíferos

del mundo son compartidos por varios países. Esa cooperación también puede promover la armonía

en las relaciones transfronterizas en general (Vörösmarty et al., 2000).

X. 5. Tendencias de la agricultura sustentable

La problemática principal de la agricultura sustentable no es lograr el rendimiento máximo,

sino lograr una estabilización a largo plazo. El desarrollo de agroecosistemas en pequeña escala,

económicamente viables, diversificados y autosuficientes, proviene de nuevos diseños de sistemas

de cultivo y/o ganaderos, que se manejan con tecnologías adaptadas a los ambientes locales que se

encuentran dentro de los recursos de los productores. Es preciso considerar la conservación de la

energía y los recursos, la calidad ambiental, la salud pública y el desarrollo socioeconómico

equitativo, con el fin de tomar decisiones sobre el manejo agronómico. Según Altieri (1999),

considera que los siete componentes básicos de un agroecosistema sustentable deben incluir:

1. Cubierta vegetal como una medida eficaz de conservación del suelo y agua, lograda

mediante el uso de prácticas de cero y mínima labranza, agricultura basada en cultivos de

cobertura, etc.

2. Suministro regular de materia orgánica mediante la adición continua de abonos, compost y

el fomento de la actividad biótica del suelo.

3. Mecanismos de reciclaje de nutrientes mediante el uso de rotaciones de cultivos, sistemas

combinados de cultivo/ganado, agroforestería y sistemas de cultivos intercalados basados en

las leguminosas, etc.

4. Prevención y regulación de las plagas, asegurada por el aumento en el uso de productos

naturales y de la actividad de agentes de control biológico, obtenidos mediante

manipulaciones biodiversas, y la introducción y/o conservación de los enemigos naturales.

5. Aumento del control biológico de las plagas por medio de la diversificación.

6. Aumento de la capacidad de uso múltiple del paisaje.

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116

7. Producción sostenida de cultivos sin el uso de insumos químicos sintéticos que degraden el

ambiente.

Los elementos anteriores se organizan en una estrategia que destaca la conservación y el

manejo de recursos agrícolas locales siguiendo una metodología de desarrollo que pone énfasis en

la participación, el conocimiento tradicional y la adaptación a las condiciones locales. Dentro de la

estructura del enfoque agroecológico participativo se definen objetivos económicos, sociales y

ambientales mediante la comunidad local, y se ponen en práctica tecnologías de bajos insumos para

armonizar el crecimiento económico, la equidad social y la preservación ambiental. Por último,

además del desarrollo y la difusión de tecnologías agroecológicas, la motivación de una agricultura

sustentable requiere de cambios en las agendas de investigación, las políticas agrarias y los sistemas

económicos, incluyendo mercados y precios justos, como también de incentivos o subsidios

gubernamentales que realmente lleguen a los productores que los necesitan (Falkowski et al., 2000).

X. 6. Algunos paradigmas de la agricultura sustentable

La estructura de la agricultura empresarial y la organización de la investigación agrícola (que

enfoca los problemas a corto plazo y las muchas modificaciones de la tecnología existente), evita

que las recomendaciones de la investigación ecológica sean incorporadas a los sistemas de manejo

agrícola (Sikor, 1994.). Además resulta obvio que las empresas agrícolas no invertirán en tecnología

sustentable en donde las ganancias no se pueden obtener inmediatamente. “Los avances

tecnológicos son importantes para enfrentar las necesidades futuras, pero al abordar temas

socioeconómicos como la inequidad en el acceso a los recursos, el crecimiento poblacional y el

acceso a la educación, son también temas prioritarios que debemos enfrentar y atender, si es que

realmente queremos un desarrollo sustentable. Por lo tanto, nuestra sociedad requiere cambiar

algunos paradigmas si es que deseamos preservar y soportar los recursos naturales y la salud del

suelo y el agua para las generaciones futuras” (Gomiero et al., 2011).

De hecho, el énfasis en rendimientos mayores continúa y durante las pasadas décadas este

enfoque altamente tecnificado se ilustra por la promoción a gran escala de la microbiología y la

biotecnología, señalada como la nueva panacea tecnológica que puede evitar la poca productividad,

particularmente en la agricultura sustentable mediante el empleo de biofertilizantes en los países en

vías de desarrollo y los desarrollados (Tikhonovich and Provorov, 2011). Se afirma que el cultivo

de células y tejidos podría usarse inmediatamente para acelerar la producción de variedades de

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cultivos resistentes a las enfermedades y tolerantes a las sequías. También el trasplante de

embriones ofrece la posibilidad de obtener especies de ganado mejoradas. Por lo tanto, los que la

proponen sostienen que las tecnologías de ingeniería genética pueden proporcionar rápidamente

materiales vegetales adaptables a la mayoría de las zonas agrícolas del mundo, incluyendo tierras

marginales, lo cual no ha sido plenamente probado y si muy cuestionado (Brill, 1985).

Un dilema importante para quienes buscan el desarrollo, será cómo transferir y adaptar la

biotecnología a las condiciones políticas, económicas y sociales que prevalecen en los países en

desarrollo (Hansen et al., 1994). Dada la actual situación económica en estos países, resulta

razonable esperar que las tecnologías promovidas en países en desarrollo agobiados por las deudas,

puedan no ser las más adecuadas a los ambientes económicos y ecológicos locales, sino que más

bien resultan ser atractivas para los grandes mercados de las naciones industriales.

A medida que la utilización de esta tecnología aumenta, las reglamentaciones tendrán que

surgir para proteger al público de los problemas ambientales y de salud que pueden originarse por la

liberación de organismos modificados genéticamente (Brill 1985). Existe cierta preocupación en

cuanto a que las pruebas o aplicaciones podrían llevar a una liberación ecológica de la regulación

biótica de los propios organismos concebidos genéticamente. Las burocracias de los países en

desarrollo generalmente son lentas o ineficientes en el refuerzo de la bioseguridad, situación

explotada por muchas empresas transnacionales para comercializar sus productos, los cuales están

prohibidos para su venta en los países desarrollados. Un ejemplo claro de esta situación es el

fumigante bromuro de metilo (http://www.epa.gov/Ozone/mbr/).

A pesar de que quienes proponen la biotecnología sostienen que las plantas que ellos

producen pueden ser resistentes a muchas plagas, enfermedades y capaces de prosperar en suelos

pobres en nutrientes (disminuyendo así la necesidad de plaguicidas y fertilizantes), el enfoque hace

que los agricultores, especialmente los campesinos, sean cada vez más dependientes de las

empresas productoras de semillas. Dada la tendencia de algunas compañías a poner énfasis en

paquetes de semilla/producto químico, los agricultores se hacen automáticamente dependientes de

los elementos químicos necesarios para sembrar las semillas (Boller, 1992). Esto es particularmente

cierto en el caso de la biotecnología que adapta cultivos para necesidades específicas (como cultivos

resistentes a los herbicidas). El problema es que cuando los agricultores pierden su autonomía, sus

sistemas de producción resultan gobernados por empresas transnacionales y distantes sobre las que

las comunidades rurales tienen poco o ningún control.

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118

Por otra parte, en los países industrializados la consideración de la agricultura diversificada

(policultivos) es inhibida por el sistema actual de tenencia de la tierra y el diseño de la maquinaria

agrícola. Por lo tanto, la investigación sobre la ecología de los policultivos sólo tiene sentido como

parte de un programa más amplio que incluye la reforma de la tenencia de la tierras y el rediseño de

las máquinas (Cordero y McCollum, 1979). En las actuales condiciones sociales hacen difícil la

adopción de la agricultura ecológica otras limitaciones como las siguientes (Juroszek, et al., 2008):

• Dada la complejidad ambiental de cada sistema agrícola, la tecnología agrícola sustentable

debe ser específica respecto al lugar, por lo tanto, la tecnología desarrollada en estaciones o

campos experimentales puede resultar inadecuada en una región heterogénea de

agroecosistemas sustentables.

• Una exploración holística del diseño, manejo y estructura del agroecosistema tiende a

romper las limitaciones disciplinarias, desafiando la propensión orientada a la conveniencia

de la educación, investigación y extensión agrícola común y además de la inflexible

estructura de los mercados urbanos/rurales.

• Durante una fase de transición, los rendimientos de los cultivos, la calidad y apariencia

variarían en algún grado, dando por resultado una producción impredecible que a su vez

inhibe la inversión de capital e impide que los agricultores establezcan relaciones sólidas y

fructíferas con mayoristas y procesadores.

Muchos agricultores no variarán a sistemas alternativos, a menos que exista una buena

perspectiva de obtener ganancias monetarias originadas ya sea por una mayor producción o por

menores costos de producción (Hesterman et al., 1992). Las distintas actitudes dependerán

principalmente de la percepción que los agricultores tengan acerca de los beneficios económicos a

corto o a largo plazo de la agricultura sustentable; y por lo visto, no será posible sobreponerse a

estas limitaciones sin cambios importantes en la estructura agrícola de los Estados Unidos (Egger,

1981). El proceso de cambio podría acelerarse si se dieran las siguientes condiciones:

1. Que la investigación y la extensión agrícola pusieran su atención en problemas a largo plazo,

con mayor énfasis en la pequeña escala, donde la tecnología de un lugar específico fuera

desarrollada en los predios de los agricultores con la activa cooperación de éstos.

2. La planificación agrícola fuese integrada con una perspectiva ecológica para la utilización

de toda la tierra, persiguiendo objetivos múltiples como la producción de alimentos e

ingresos, mejoramiento de la calidad nutricional, protección de la salud de los trabajadores

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agrícolas y los consumidores, protección del ambiente y la participación equitativa de la

población entre asentamientos urbanos y rurales.

3. Que surgieran cooperativas productor-consumidor, que enfrentaran los mercados locales,

que coordinen los propósitos de producción para evitar la sobre o subproducción, y

establezcan los objetivos de los estándares cosméticos o de apariencia de los productos.

4. Que la agricultura se convirtiera en una actividad orientada a la familia, basada en

decisiones cooperativas sobre el manejo agrícola, la venta de insumos, la asignación de

créditos y la mano de obra.

5. Los pequeños agricultores se organizaran y se convirtieran en un grupo de votantes con

fuerza política para asegurar reformas pertinentes, una legislación apropiada y un mejor

acceso a los servicios públicos, créditos y tecnología.

6. Que los consumidores fueran más eficientes para influir en las agendas de investigación

agrícola que generalmente ignoran los problemas de nutrición, salud y medioambiente. Las

exigencias para desarrollar una agricultura sustentable no son sólo biológicas o técnicas,

sino también sociales, económicas y políticas que ilustran las necesidades para crear una

sociedad sustentable.

7. Por lo tanto, resulta inconcebible estimular los cambios ecológicos del sector agrícola sin

apoyar los cambios similares en todas las demás áreas interrelacionadas de la sociedad. La

última exigencia de una agricultura ecológica es un ser humano evolucionado y consciente,

cuyo paradigma de actitud hacia la naturaleza sea de coexistencia y no de explotación

(Altieri, 1999).

X. 7. La eficacia agrícola y la sustentabilidad

¿Es eficiente y sustentable la producción agrícola de hoy en día? Si uno selecciona el día de

hoy como el punto de referencia y luego voltea y compara con lo que sucedía unos años atrás, es

obvio que la agricultura de muchos países del mundo ha sido sustentable. Las tendencias que

observamos nos dan la esperanza de que la sustentabilidad futura esté a nuestro alcance. Y el

mejoramiento en la eficiencia del uso de los nutrientes para las plantas es una importante razón para

esto debido a las siguientes consideraciones (Schroder et al., 2011):

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• La eficiencia del uso de los nutrientes se ha incrementado. Durante los últimos 25 años, la

eficiencia del uso del nitrógeno por los agricultores Norte Americanos, esto es, el maíz

producido por kilo de N aplicado se ha incrementado en más de un 30 por ciento y continúa

subiendo.

• Durante los años 60´s y 70´s, los agricultores Norte Americanos generalmente aplicaban

más fósforo (P) y potasio (K) de lo que los cultivos removían del suelo. Los niveles de

fertilidad del suelo se incrementaban y llegaban a estar en rangos altos o muy altos para

soportar los mayores rendimientos de los cultivos. Sin embargo las reservas de nutrientes

reportados en algunos estados están mostrando hoy, que más nutrientes particularmente P y

K, están siendo removidos comparado con lo que se aplica o regresa al suelo. Los

agricultores necesitan monitorear los requerimientos de nutrientes de sus cultivos, sobre la

base de un sistema de "sitio específico" luego, abastecerlos de manera que puedan sostener

los incrementos continuos de rendimiento necesarios para alimentar a la creciente población

mundial (http://www.ppi-far.org/ppiweb/ppihome.nsf).

• Existen suelos que han recibido aplicaciones muy altas de nutrientes, especialmente a través

de la aplicación de estiércoles y sólidos de origen biológico. Se debe tener cuidado en el

desarrollo de planes de manejo de nutrientes para tales sólidos, que llenen los requisitos

agronómicos, pero que no excedan los niveles de seguridad desde el punto de vista del

medio ambiente.

Desde hace tiempo se han desarrollado tecnologías para ayudar a evitar las implicaciones

negativas sobre el medio ambiente por los excesos y las insuficientes aplicaciones de nutrientes para

las plantas. Estas recomendaciones están llevando a una mejor eficiencia en el uso de ambos,

fertilizantes sintéticos minerales y desechos orgánicos, tales como estiércoles lodos de aguas negras,

resultando en una mejor utilización de nutrientes por los cultivos. Durante los años 30's, los suelos

agrícolas de los Estados Unidos estaban siendo erosionados a una tasa de 15 a 20 ton/ha. Después

de esos años, con las curvas de nivel, terrazas y otras prácticas de conservación de suelos, las tasas

de erosión bajaron a menos de 7 ton/ha. El progreso ha continuado. La erosión por viento y agua

está actualmente alrededor de 2.2 ton/ha por año y decreció en 35% durante los años de 1987 a

1997. La labranza de conservación, (actualmente usada en más de un tercio de las tierras de cultivo

de los Estados Unidos o en alrededor de 50 millones de hectáreas) y otras buenas prácticas de

manejo, son los principales factores que han influido para reducir las tasas de erosión (Foley et al.,

2005).

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Como resultado de lo anterior y otras mejoras en el manejo de la producción, el promedio de

los rendimientos en Estados Unidos casi se ha triplicado desde los años 40´s y continúan subiendo.

De hecho, si las cosechas que producimos en 1990 se hubieran cultivado utilizando la tecnología de

1940, se requerirían de 270 millones de hectáreas más de tierras de cultivo de productividad similar

para lograrlo.

Debe hacerse notar que la agricultura no ha resuelto todos los retos asociados con la

sustentabilidad de largo plazo. Los ejemplos anteriores muestran qué tan lejos ha llegado la

agricultura de Estados Unidos. Sin embargo, en ese país y en el resto del mundo, queda mucho por

hacer para asegurar la sustentabilidad futura. A medida que los agricultores continúan alcanzando

más y más altos rendimientos por unidad de superficie de tierras de cultivo, es inherente a ellos el

dejar la tierra más fértil y productiva que como la encontraron para que así las nuevas generaciones

puedan ser alimentadas. Para lograrlo, se requerirá de la adopción y uso de tecnologías de

producción basadas en lo más moderno de la investigación científica (http://www.eurekalert. org/

pub_releases).

Para dar respuesta a la creciente demanda global de sus productos, la agricultura debe ser

agresiva al moverse hacia adelante, con tecnologías emergentes como la principal fuerza motora. La

agricultura debe afrontar muchos retos para alcanzar y mantenerse como sustentable, ello requiere

del esfuerzo de todos los agricultores del mundo (Beddington, 2010).

Las empresas de “gran escala” y los pequeños agricultores tienen un destacado papel que

realizar para incrementar su eficacia, pues resulta indiscutible que la agricultura debe producir cada

vez más alimentos por unidad de superficie. A inicios del año 2000, la población mundial llegó a

los 6,000 millones de seres humanos. Está proyectado que para el año 2025 la población llegue a

8,000 millones de individuos, esto es un incremento de 33% en apenas 25 años

(http://www.ibiblio.org/lunarbin/worldpop). Durante ese periodo de tiempo, se espera poco

incremento en la superficie de tierra disponible para la producción de alimentos. De hecho, la tierra

de cultivo per cápita en el mundo sigue disminuyendo, las predicciones estiman una disminución de

0.5 ha en 1965 hasta menos de un cuarto de ha para el año 2025. Si la agricultura va a ser

sustentable, debe de ser capaz de alimentar a una población en aumento. Mayores rendimientos

deben ocurrir y serán el resultado de mejores prácticas de manejo. Estas deberán incluir:

• Mayores insumos e incremento en la eficiencia del uso de los recursos agua, suelo y cubierta

vegetal, incluyendo nutrición balanceada y dosis de aplicación de nutrientes.

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• Protección adecuada de los cultivos, incluyendo una apropiada mezcla de prácticas

culturales, uso razonable de pesticidas y de cultivos mejorados genéticamente.

• Genética avanzada, incluyendo el mejoramiento tradicional y los producidos por la

biotecnología.

• Manejo de los cultivos que minimice la erosión de los suelos.

• Mejoras en la productividad de los suelos, incluyendo mejor estructura para la labranza y

condiciones para los componentes biológicos de éste.

• Mejor calidad del agua y manejo del riego y drenaje.

Debido al rápido y constante aumento de la población en muchas zonas del mundo en

desarrollo, particularmente en África, el Medio Oriente y partes de América Latina, y a la

disminución de la productividad agrícola en términos de productividad per cápita, el mundo marcha

hacia una crisis alimentaria. El crecimiento demográfico, la urbanización, la distribución desigual

de las tierras, la reducción de las dimensiones de las explotaciones y el constante empobrecimiento

de los agricultores del “Tercer Mundo”, han contribuido a reducir la producción tradicional en

zonas críticas. De hecho, casi mil millones de personas padecen de malnutrición y 400 millones

están crónicamente subnutridas. Paralelamente al crecimiento del número de seres humanos, ha ido

avanzando la degradación de los recursos a escala masiva. En un momento en que se necesita

producir más alimentos, la degradación de las tierras y el abuso de sustancias químicas comportan

una mengua de la producción agrícola (Grimm et al., 2008).

En los últimos nueve meses del año 2008 el precio de los alimentos se incrementó en 45%,

según datos de la FAO (http://www.fao.org/newsroom/ES/news/2008/). En el 2007 los cereales

subieron el 41%, los aceites vegetales el 60% y los lácteos en 83%. Entre marzo de 2007 y marzo

de 2008 el precio del trigo aumentó en 130%. Uno de los elementos que ha influido en esas alzas de

la producción agrícola es el precio del petróleo. Eso, a su vez, estimula la producción de aquellos

productos que se pueden transformar en biocombustibles y eso determina que disminuya la siembra

de otros alimentos, lo que crea un círculo vicioso con alzas en otros artículos básicos. En México,

recientemente, debido a la prolongada sequía y su efecto en el almacenamiento de las principales

presas, se prevé que, tomando el caso del estado de Sinaloa, que en el ciclo primavera- verano 2012

no habrá siembras, la economía estatal no se verá castigada, como ocurrió con las heladas del año

pasado, pues este factor se compensará con los mayores ingresos que obtendrán los productores

gracias a los buenos precios que están alcanzando la mayoría de los productos agrícolas en los

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mercados (http://twiffo.com/SoN) . Una razón de los excelentes precios alcanzados en la mayoría

de los productos agrícolas en los mercados locales, se debe a la escasez de alimentos a nivel

mundial.

La gravedad de la situación tuvo que ser admitida a inicio de 2008 cuando ya en 37 países se

había registrado disturbios por la carestía de los alimentos. Desde Egipto hasta Haití se registraron

protestas porque ya ni siquiera se podía comprar harina para hacer pan. La situación amenazaba

también a los países desarrollados, especialmente de los que viven del comercio con sus ex

colonias, como Gran Bretaña.

Durante los últimos años se viene hablando sobre la crisis en el sector productor de alimentos;

ocasionado entre otros factores por los altos costos de los productos de la materia prima para

procesar y trabajar los productos agrícolas, la cadena de comercialización, el desabastecimiento por

causas de acaparamiento con el objetivo de hacer subir aún más los precios del producto final,

situación que se presenta no sólo en Venezuela sino también a nivel mundial. Otra causa, que debe

analizarse es que los productos agrícolas se destinan a fines experimentales de obtención de energía

(biocombustibles); un caso de ello es el maíz.

Cuando se realiza un análisis comparativo de diez años del producto interno bruto por

sectores (PIB), se comprueba que el sector primario (agrícola) ha caído fuertemente, el sector

secundario (industrial) también cae en menor proporción, mientras que el sector terciario (servicios)

experimenta un alto crecimiento.

En un análisis realizado durante los años 1993 y 2003 para varios países industrializados y de

los llamados mercados emergentes, relacionados se comprobó como el PIB del sector agrícola ha

caído fuertemente en todos estos países, con muy pocas excepciones. Por ejemplo en Estados

Unidos la caída fue del 36.8%; en el Reino Unido del 44.4% y en México, casi llega al 40%

(OECD, 1993–2003). Por su parte el sector industrial que comprende también parte del sector

manufacturero que se encarga de la transformación de los productos de la agricultura en productos

de consumo final también muestra una caída (http://www.oecd.org/document/37.html).

Estos resultados nos llevan a la siguiente conclusión: la causa fundamental de la caída en la

producción y transformación de productos agrícolas para consumo final, está asociado al propio

sistema capitalista, a su fin o propósito que es: “producir bienes y servicios a un mínimo costo y al

más alto beneficio”, ecuación que evidentemente no se cumplirá cuando se destina el capital a la

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producción de alimentos para satisfacción básica y elemental de la población, es por ello que

destinan la inversión a los servicios, es allí donde está la más alta rentabilidad a los más bajos

costos de producción.

Pero también, hay que reconocer que fue precisamente el sistema capitalista que ha hecho

posible aumentar la producción de alimentos, mediante la tecnología, la expansión productiva, la

alta demanda de mano de obra calificada, menos calificada y no calificada, todas a bajos precios, lo

cual ha permitido en parte satisfacer la demanda alimentaría a la población mundial, merito que se

debe hacer, ya si comparamos con los modos de producciones anteriores al capitalismo, la historia

evidencia la deficitaria producción de alimentos que inclusive desde entonces viene ocasionando la

hambruna mundial, que ha costado y sigue costando vidas.

Sin embargo, el sistema capitalista tiene muchas contradicciones internas, una de ellas es la

imposibilidad de resolver la capacidad de producir alimentos para la satisfacción de la demanda de

la población mundial, precisamente hoy en día con todo el desarrollo y sofisticada tecnología el

problema del hambre persiste, a tal punto que hoy se estima que diariamente mueren 26,000 niños,

menores de 5 años por falta de alimentos o por enfermedades relacionadas con la mala nutrición;

esto es por demás absurdo e inmoral.

Es claro y evidente que el sistema produce para un mercado, donde no existen reglas y si las

hay se evaden con toda normalidad, es por ello que las necesidades alimenticias no pueden ser

satisfechas, lo cual nos afecta a todos por igual, los que tienen capacidad para acceder al mercado, y

los que no la tienen también, ya que el capital se dirige hacia sectores más rentables, abandonando

los sectores que dan menos ganancia.

A la raíz de la crisis señalada está el multiplicador de la población, que determina la

repercusión global en las tierras y los alimentos. El crecimiento demográfico se concentra en el

mundo en desarrollo, donde tienen lugar más del 90% de todos los nacimientos. En los próximos

diez años, la población del mundo industrializado crecerá sólo en 56 millones de personas, mientras

que la población de los países en desarrollo aumentará en más de 900 millones. Sea cual fuere el

tipo de tecnología (sustentable o no), el nivel de consumo o desperdicio, el nivel de pobreza o

desigualdad, cuantas más personas haya, mayores serán los efectos en el medio ambiente y, a su

vez, en la producción de alimentos (http://www.fao.org/newsroom/ES/news/2007/index.html).

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Por lo tanto, se ha propuesto un programa de acción en que se combinan los programas

demográficos y de planificación familiar con una ordenación apropiada de tierras y aguas, haciendo

hincapié en la función decisiva de las mujeres como administradoras de recursos en gran parte del

mundo en desarrollo. Si se han de satisfacer las necesidades futuras, es esencial remodelar las

políticas integradas de población, recursos y medio ambiente, de forma que la agricultura pueda

restablecerse sobre bases sustentables.

La urbanización galopante da una dimensión particular a la problemática alimentaria de los

países en desarrollo, debido especialmente a su influencia en los modelos de consumo. El desnivel

entre el campo y la ciudad en materia de hábitos alimentarios refleja las diferencias del entorno

sociocultural, de la actividad económica y del modo de vida. En la ciudad, los alimentos básicos

tradicionales tienden a ser desplazados por el arroz y el trigo. Este fenómeno típico de la

urbanización puede tener repercusiones económicas considerables. El hecho de que globalmente en

las zonas urbanas el consumo de carne, legumbres y frutas sea más elevado puede deberse

esencialmente a los ingresos de la población.

Como la alimentación en la ciudad depende estrechamente del poder adquisitivo, es posible

que la miseria nutricional de los pobres sea allí mayor que en las zonas rurales. Con el consumo

creciente de alimentos de origen animal, de materias grasas y de productos industriales muy

elaborados, la población urbana del “Tercer Mundo” se verá cada vez más expuesta a las llamadas

“enfermedades de la civilización”.

Es importante conocer mejor el consumo urbano de alimentos para adaptar mejor la

producción alimentaria local a las exigencias de la población urbana y orientarla hacia mejores

opciones. De toda suerte, si la agricultura va a ser sustentable, el gran reto consiste, en que debe de

ser capaz de alimentar a una población en permanente aumento y por ende, cada vez más

demandante.

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Epílogo

La vida fluye. Las personas cambian según sus vivencias y experiencias del pasado. Van descubriendo escenarios nuevos e inéditos, que no encajan ya en su manera de entender lavida. Este es el ineludible destino de todo paradigma.

Con sumo cuidado y paciencia se va tejiendo un nuevo traje, a partir de aquel vestido que eltiempo desgasta y roe, y que por un periodo determinado cubre y engalana el cuerpo denuestros sentimientos y pensamientos. De pronto, somos capaces de ver el nuevo traje delemperador, que desfila desnudo.

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Corrector de redacción y estilo:

Ing. José Uvaldo Valdés Rivera

Diseñadores de figuras 2 y 4:

Lic. Carlo Kepler Valdés Alemán,

y de figuras 6, 7 y 8:

Ing. Alberto Rivero Elizondo

Abril de 2012.

Saltillo, Coahuila de Zaragoza, México.

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