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¿Qué es la participación? Para responder a esta pregunta, recorreremos el libro de Bordenave (1994). Este autor inicia su argumentación afirmando que el interés por la participación es generalizado en el Brasil de los últimos años. Diversas son las formas en que la sociedad se moviliza: asociaciones, organizaciones no gubernamentales, comunidades de base y otras. Bordenave identifica una cierta contradicción entre los impulsos masificadores e individualizadores del mundo contemporáneo, a través de la comunicación de masas y del incentivo al consumo, y el deseo de las personas de participar e involucrarse en los asuntos públicos. Es como si el mundo conspirase para la apatía, pero la sociedad, en algunos espacios, resiste eso, a través de su movilización. Antes de proseguir en la discusión sobre las razones que llevan a las personas a participar, tenemos que formular un concepto claro de lo que es la participación. Destaca Bordenave (1994, p. 22), que cuando no referimos a esa expresión, nos estamos remitiendo a una de las siguientes tres dimensiones: - Hacer parte. - Tomar parte y - Tener parte. En las palabras del autor, “De hecho, la palabra participación viene de la palabra parte. Participación es hacer parte, tomar parte o tener parte (…)” (Bordenave, 1994, p.22). ¿Pero será que las tres expresiones poseen el mismo significado? La respuesta es no, pues alguien puede hacer parte de un grupo (por ejemplo una asociación de hanitantes), sin tomar parte de las reuniones, o hacer parte de la población de un país, sin tomar parte en las grandes decisiones, o, en fin, hacer parte de una empresa sin tener parte alguna en la sociedad (Bordenave, 1994, p. 22). 1

Participación y Comunicación

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Proceso de participación en políticas.

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¿Qué es la participación?

Para responder a esta pregunta, recorreremos el libro de Bordenave (1994). Este autor inicia su argumentación afirmando que el interés por la participación es generalizado en el Brasil de los últimos años. Diversas son las formas en que la sociedad se moviliza: asociaciones, organizaciones no gubernamentales, comunidades de base y otras.

Bordenave identifica una cierta contradicción entre los impulsos masificadores e individualizadores del mundo contemporáneo, a través de la comunicación de masas y del incentivo al consumo, y el deseo de las personas de participar e involucrarse en los asuntos públicos. Es como si el mundo conspirase para la apatía, pero la sociedad, en algunos espacios, resiste eso, a través de su movilización.

Antes de proseguir en la discusión sobre las razones que llevan a las personas a participar, tenemos que formular un concepto claro de lo que es la participación. Destaca Bordenave (1994, p. 22), que cuando no referimos a esa expresión, nos estamos remitiendo a una de las siguientes tres dimensiones:

- Hacer parte.- Tomar parte y- Tener parte.

En las palabras del autor, “De hecho, la palabra participación viene de la palabra parte. Participación es hacer parte, tomar parte o tener parte (…)” (Bordenave, 1994, p.22).

¿Pero será que las tres expresiones poseen el mismo significado?

La respuesta es no, pues alguien puede hacer parte de un grupo (por ejemplo una asociación de hanitantes), sin tomar parte de las reuniones, o hacer parte de la población de un país, sin tomar parte en las grandes decisiones, o, en fin, hacer parte de una empresa sin tener parte alguna en la sociedad (Bordenave, 1994, p. 22).

Todo eso indica, según Bordenave, que es posible hacer parte sin tomar parte y que “la segunda expresión representa un nivel más intenso de participación” (ídem). De eso deriva la diferenciación entre participación activa y participación pasiva:

En la participación activa el ciudadano toma parte, hace frente a la realidad, en tanto que en la pasiva el ciudadano hace parte, apenas integrando la realidad.

Tipos de participación

En cualquier manual de Sociología, podemos encontrar afirmaciones de que, a lo largo de nuestras vidas, somos socializados por diversas instituciones. En general, tales instituciones son clasificadas en primarias, secundarias y terciarias, y es a través de las que desarrollamos nuestras prácticas participativas:

Grupos primarios: familia, amigos, vecinos; Grupos secundarios: asociaciones profesionales y sindicatos; y Grupos terciarios: partidos políticos y movimientos de clase.

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(Bordenave, 1994, p. 23)

En función de esos grupos, podemos hablar de procesos de micro y macroparticipación.

Para Meister (apud Bordenave, 1994, p. 24), la microparticipación es la asociación voluntaria de dos o más personas en una actividad común en la cual ellas no pretenden únicamente sacar beneficio personal e inmediato.

Ya la macroparticipación, según Bordenave (1994, p. 24), es la intervención de las personas en los procesos de constitución o modificación social, quiere decir, “en la historia de la sociedad”.

Concluye Bordenave (1994, p. 25), que una sociedad participativa:

(…) “sería, entonces, aquella en la que todos los ciudadanos tienen parte en la producción, gerencia y usufructo de los bienes de la sociedad de manera equitativa. Toda la estructura social y todas las instituciones estarían organizadas para volver eso posible.”

Podemos cuestionar hasta qué punto ese tipo de participación es posible o asimismo deseable, frente a una sociedad como la brasileña, con aproximadamente 180 millones de habitantes y con un nivel de complejidad social extremadamente grande. ¿Cómo garantizar diversos canales de participación para toda la población? ¿Seria viable?

Esas son cuestiones para las cuales no tenemos respuesta. Existe, sobre eso, una larga discusión entre filósofos, cuentistas políticos y sociólogos, pero no se tiene un consenso al respecto. Algunos afirman que una sociedad ampliamente participativa y movilizada sería deseable y ayudaría en la resolución de los problemas políticos, económicos y sociales. Además, produciría ciudadanos más preocupados con la cosa pública. Ya los críticos de la participación dicen que ella, cuando se da en exceso, produce desórdenes y exceso de demandas para los gobernantes.

Con la intención de mejorar el posicionamiento sobre esas cuestiones, veamos algunas definiciones relacionadas con el tema de la participación.

Maneras de participar

Bordenave (1994) diferencia seis maneras de participar:

- De hecho: aquel tipo en que a simple existencia de la sociedad nos incita a hacer parte, o sea, la participación en la familia, en el trabajo, en la búsqueda de la subsistencia. En otras palabras, es el tipo de participación a la que todos los seres humanos están sujetos a partir del momento en que deciden vivir en sociedad.

- Participación espontánea: está relacionada al acto del individuo de insertarse en determinados grupos, de libre elección, como los grupos de vecinos y amigos, los cuales no poseen “organización

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estable o propósitos claros y definidos a no ser los de satisfacer necesidades psicológicas de pertenecer, expresarse, recibir y dar afecto, obtener reconocimiento y prestigio”. (Bordenave, 1994, p.27).

- Una tercera manera de participar es aquella impuesta, donde los individuos son llevados a participar, sea por códigos morales de determinados grupos, sea por legislación específica que define la obligación de participar. El caso más típico en Brasil es el voto obligatorio.

- El cuarto tipo, según Bordenave, es la participación voluntaria, donde el grupo es creado por los propios participantes que definen su forma de organización, objetivos y métodos. Bordenave cita, como ejemplos de ese tipo, a los sindicatos libres, las asociaciones de moradores, las cooperativas y los partidos políticos.

- La quinta manera es la participación provocada, la cual es impulsada por un agente externo. En ese caso, cita como ejemplo el papel que el servicio social, el desarrollo de las comunidades, la extensión rural, la educación en salud y las pastorales desempeñan en ese modelo.

- Como sexto tipo, se tiene a la participación concedida, que ocurre cuando organizaciones y/o agentes públicos confieren poder de decisión a los subordinados y/o a los ciudadanos. Como ejemplos, tendríamos las llamadas “participaciones en las ganancias”, adoptadas por ciertas empresas, los “comités de fábricas”, también como las experiencias de “planificación participativa” adoptada por organismos públicos.

Los grados y los niveles de participación

Según Bordenave (1994), al evaluar la participación en un grupo u organización, dos preguntas son fundamentales:

¿Cuál es el grado de control de los miembros sobre las decisiones?

¿Cuán importante son las decisiones de las que se puede participar?

Del cruce de las posibles respuestas hechas a esas cuestiones, deriva una escala con los diferentes grados de participación:

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Información Consulta Consulta Elaboración/ Cogestión Delegación AutogestiónInformación/reacción Facultativa Obligatoria recomendación

Se tiene, así, una escala que va de la participación/información, cuyos miembros de un grupo son apenas informados sobre algo, pasando por la consulta, la recomendación, a la cogestión, la delegación, llegando hasta un estado máximo de participación, que es la autogestión.

El cuadro 3 define algunas características de cada uno de los grados de participación.

Grado Características EjemplosInformación/reacción Los miembros informan de una

decisión ya tomada.La información enviada a los trabajadores de una fábrica que una de sus unidades será cerrada dentro de algunos meses

Consulta Facultativa Solicitud de críticas y sugerencias.

Buzón de sugerencias dentro de una empresa

Consulta Obligatoria Los subordinados son consultados obligatoriamente pero la decisión es de la administración.

La negociación salarial ente patrones y empleados.

Elaboración/ recomendación Proceso de elaboración de planos y medidas que la administración puede aceptar o rechazar, siempre justificando sus posiciones.

Acto público de hacer una sugerencia de una política pública para un área específica, con la anuencia de la administración pública.

Cogestión Administración compartida por mecanismos de co decisión y colegiados.

Comités de fábricas, consejos gestores de políticas públicas (salud, educación), presupuestos participativos.

Delegación Autonomía en ciertos campos o jurisdicciones antes reservados a los administradores.

Empresas que delegan autonomía decisoria para los funcionarios en determinadas áreas.

Autogestión El grupo determina objetivos, elecciones, medios y controles, sin otra autoridad externa.

Empresas autogestionadas por los trabajadores.

Cuadro 3: Grados, características y ejemplos de participación.Fuente: adaptado de Bordenave (1994).

Una segunda distinción en cuanto a la participación es aquella que se refiere a sus niveles de importancia. En ese sentido, Bordenave (1994, p.34) adopta la siguiente clasificación, partiendo del nivel más alto hasta el más bajo:

Nivel 1: Formulación de la doctrina y de la política de la institución.

Dirigentes

Miembros

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CONTROl

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Nivel 2: determinación de los objetivos y establecimiento de las estrategias.Nivel 3: elaboración de planes, programas y proyectos.Nivel 4: dotación de recursos y administración de operaciones.Nivel 5: ejecución de las acciones.Nivel 6: evaluación de los resultados.

Según Bordenave (1994, p. 34), cuanto más próximo del nivel 1, mayor es el poder decisorio de la población involucrada en el proceso participativo, estando relacionada tanto a la “capacitación y experiencia” como a través de luchas contra los poderes establecidos en la sociedad.

¿Por qué participar?

Como hemos visto hasta aquí, la participación es un fenómeno que puede ser mensurado a través de niveles y escalas. Tenemos la oportunidad de verificar también que esta puede desenvolverse en diversas formas.

Para continuar con nuestra discusión sobre el tema, una cuestión central aún necesita ser respondida: ¿Por qué defender la participación?

La teoría política de todos los tiempos siempre estuvo envuelta con esa cuestión. En general los defensores de la participación, desde la Grecia Antigua, utilizan como defensa del proceso participativo el hecho de que éste contribuye para el desarrollo de nuestras cualidades cívicas y morales, además de estar en lo medular de la propia idea de SER HUMANO.

En ese sentido, apuntan a la idea derivada de Aristóteles de que el hombre es un “animal político”. Pero qué significa esa afirmación.

Según Dalmo de Abreu Dallari (2004, p.12) la idea de animal político está relacionada con el hecho de que el hombre no vive solo, “pues todo ser humano, desde que nace hasta el momento en que muere, precisa de la compañía de otro seres humanos”.

Sin embargo, según Dallari (2004) la cuestión de que el hombre precisa de otros para sobrevivir no está relacionada solo con la satisfacción de sus necesidades materiales (alimentación, seguridad, casa, etc.). Ella se relaciona principalmente con el hecho de que todo ser humano “tiene necesidades afectivas, psicológicas y espirituales, que sólo pueden ser atendidas con la ayuda y la participación de otros seres humanos” (DALLARI, 2004, p. 13, resaltado nuestro).

Se verifica, con eso, que la propia idea de un SER HUMANO solo tiene sentido cuando éste se inserta en la vida en colectividad. Es en las relaciones con otros seres “humanos” que somos capaces de constituir una SOCIEDAD. Siendo la sociedad el resultado de la acción humana, se puede considerar que la política es el medio como se da el constante proceso de creación de la acción humana en el mundo.

Vale aquí incluir una cita de Dallari (2004) para esclarecer mejor esta cuestión:

En conclusión, el ser humano no es apenas un animal que vive, es también un animal que convive, o sea, el ser humano siente la necesidad de vivir pero al mismo tiempo siente también la necesidad de vivir junto con otros seres humanos. Y como esa convivencia crea siempre la

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posibilidad de conflictos es preciso encontrar una forma de organización social que torne menos graves los conflictos y que solucione las divergencias, de modo que quede asegurado el respeto a la individualidad de cada uno.

Al mismo tiempo, es preciso recordar que todos los seres humanos son esencialmente iguales por naturaleza. En consecuencia, no será justa una sociedad en la que apenas una parte pueda decidir sobre la organización social y tenga su individualidad respetada (DALARRI, 2004, p- 16 y 17, resaltado nuestro).

Con la idea del “hombre político”, tenemos una posibilidad de justificación de por qué participar. Debemos destacar, sin embargo, que esa idea no es consensuada en la teoría política.

Algunos pensadores como el filósofo Thomas Hobbes, afirman que el hombre no es un ser político. Ese autor parte del principio de una naturaleza humana utilitarista y maximizadota, y que la función de la política es evitar que los individuos lleguen a una práctica de “una guerra de todos contra todos”. Así, para evitar la guerra generalizada, los hombres crearán la figura del Estado. En ese acto, deberían entregar todos sus derechos a la figura del soberano. A través de esa argumentación él estaba queriendo justificar el poder absoluto en las manos de un hombre (soberano), a través de la defensa de la monarquía absoluta.

Sin embargo, además de las especificidades históricas de Hobbes, lo que tenemos que vigilar es su argumento de una naturaleza humana “no política”. Ese argumento hasta hoy es utilizado en el proceso de defensa de los regímenes autoritarios y totalitarios. Es como si la política fuese algo instrumental, una invención en el sentido de proteger al hombre de su propia maldad.

Delante de esos dos modelos de hombre: el “político” y el “no político”, estamos en condiciones de regresar a nuestro cuestionamiento hecho más arriba, o sea, ¿por qué participar?

Si adoptamos el criterio de Hobbes, la respuesta es que no debemos participar y si, como máximo escoger un gobernante que trate de administrar nuestras vidas. Ya si seguimos el criterio aristotélico, la respuesta sería que debemos participar pues solo así estamos afirmándonos como seres humanos en toda nuestra potencialidad.

Partiendo del principio, como vimos en la unidad 1, de que la mayoría de los países del mundo contemporáneo está organizada sobre la égida de los regímenes democráticos, en la que los ciudadanos poseen derechos y deberes para con la POLÍTICA, podemos argumentar que la idea de hombre político es defendible y que la participación es fundamental, tanto cuando es considerada bajo el ángulo de nuestros beneficios personales, como de nuestros beneficios colectivos.

En ese sentido, cabe inferir un fragmento sustraído del libro de Bordenave (1994, p. 76-81) sobre los principios de la participación. Tales principios, sirven como guía para nuestra reflexión sobre el por qué de la participación:

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Algunos “principios” de la participación

A modo de síntesis final de los diversos aspectos de la participación abordados en este libro, me gustaría proponer algunas afirmaciones que, sin pretensión dogmática alguna, considero básicas para orientar este importante proceso social. Evidentemente, otras personas pueden encontrar otros “principios”, ya que un proceso amplio y multifacético como la participación no cabe en estrechas simplificaciones.

1. La participación es una necesidad humana y, por consiguiente, constituye un derecho de las personas.El ser humano posee ciertas necesidades obvias, como el alimento, el sueño y la salud. Pero también posee necesidades no obvias, como el pensamiento reflexivo, la autovaloración, la autoexpresión y la participación, que comprende a las anteriores. Privar a los hombres de satisfacer estas necesidades equivale a mutilar el desarrollo armónico de su personalidad integral.

2. La participación se justifica por sí misma, no por sus resultados.Siendo una necesidad y un derecho, la participación no consiste solo en una opción metodológica para cumplir más eficientemente ciertos objetivos; ella debe ser promovida aún cuando de ella resulte el rechazo de los objetivos establecidos por el promotor o una pérdida de la eficiencia operativa.

3. La participación es un proceso de desarrollo de la conciencia crítica y de adquisición de poder.Cuando se promueve la participación se debe aceptar el hecho de que ella transformará a las personas, antes pasivas y conformistas, en personas activas y críticas. Además de eso, se debe anticipar que ella ocasionará una descentralización y distribución del poder, antes concentrado en una autoridad o en un grupo pequeño. Si no se esta dispuesto a vivir el poder, es mejor no iniciar un movimiento de participación.

4. La participación lleva a la apropiación del desarrollo por el pueblo.Toda vez que un pueblo participa del planeamiento y ejecución de una actividad o proceso, se siente propietario del mismo y co- responsable de su éxito o fracaso. Un proyecto participativo no se acaba cuando se retiran las fuentes externas de asistencia, pues las personas lo consideran “suyo”.

5. La participación es algo que se aprende y perfecciona.Ninguno nace sabiendo participar, pero, como se trata de una necesidad natural, la habilidad de participar crece rápidamente cuando existen oportunidades de practicarla. Como la práctica y la autocrítica, la participación se va perfeccionando, pasando de una etapa inicial más directa a una etapa superior de mayor flexibilidad y autocontrol hasta culminar en la autogestión.

6. La participación puede ser provocada y organizada, sin que eso signifique necesariamente manipulación.En grupos sociales no acostumbrados a la participación, puede ser necesario inducirlos a la misma y claro que, al hacerlo, puede haber ocasionalmente intenciones manipulatorias, pero también puede haber un honesto deseo de

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ayudar a iniciar un proceso que va a continuar de manera cada vez más autónoma.

7. La participación es facilitada con la organización, y la creación de flujos de comunicación.Por consistir en una tarea colectiva, la participación se vuelve más eficiente con la distribución de funciones y la coordinación de los esfuerzos individuales, lo que demanda organización. Además de esto, al consistir en la puesta en común de talentos, conocimientos, intereses y recursos, la participación requiere de medios de expresión y intercambio. Exige también que las personas aprendan a comunicarse, quiere decir, a usar bien diversos medios de comunicación y métodos de discusión y debate que sean productivos y democráticos.

8. Deben ser respetadas las diferencias individuales en la forma de participar.No todas las personas participan de la misma manera. Hay personas tímidas y otras extrovertidas, unas gregarias y otras que prefieren cierta soledad, unas que son líderes y otras que prefieren seguirlos. El éxito de la participación descansa en parte en el aprovechamiento de la diversidad de “carismas”, sin exigir comportamientos uniformes y poco naturales de las personas.

9. La participación puede resolver conflictos pero también puede generarlos.Es un error esperar que la participación triga necesariamente la paz y la ausencia de conflictos. Lo que ella trae es una manera más evolucionada y civilizada de resolverlos. La participación tiene enemigos externos e internos: en nuestra sociedad clasista y jerárquica no siempre se acepta el debate con “inferiores” en la escala social o de autoridad. Dentro del propio grupo habrá personas que, admitiendo que todos somos iguales, se consideran “más iguales” que los demás.

10. No se debe “sacralizar” la participación: ella no es la panacea ni es indispensable en todas las ocasiones.El hecho de que un grupo haya adoptado un enfoque participativo no quiere decir que todo el mundo debe participar en todo, todo el tiempo. Esto podría acarrear ineficiencia y anarquía. Es claro que es el propio grupo el que debe decidir, participativamente, cuando tales o cuales miembros deben participar o no, en qué actividad, y cuales asuntos deben ser objeto de consulta general o solamente objeto de decisión por un grupo delegado.La participación no equivale a una asamblea permanente, ni puede prescindir de utilizar mecanismos de representación. La participación es compatible con el funcionamiento de una autoridad elegida democráticamente. “La participación debe y puede ser un instrumento de refuerzo de los canales democráticos de representación y no la eterna devolución al pueblo de los problemas de la propia comunidad.” De ese modo, con la demarcación rigurosa de los canales de participación, la autoridad pública cumple su papel y asume sus responsabilidades de gobernar con el mandato que recibe de las urnas.Todos estos “principios” deben ser leídos y entendidos dentro del proceso general, histórico, de construcción de una sociedad democrática participativa, en la cual, gracias a la propiedad comunitaria de los medios de producción, todos los miembros de la sociedad tendrán parte en la gestión y control de los

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procesos productivos y tendrán parte equitativa en el usufructo de los beneficios conseguidos con su trabajo y su esfuerzo.

Fuente: Bordenave (1994, pp. 76-81).

Condicionantes de la participación.

Si partimos del principio de que debemos participar, nos cabe preguntar cuáles son los condicionantes de la participación. ¿Por qué algunos grupos/comunidades participan más que otros? ¿Qué fuerzas actúan favorablemente sobre la participación? ¿Cuáles fuerzas actúan en sentido contrario, o sea, de apatía?

Podemos citar algunos factores que limitan los procesos participativos (BORDENAVE, 1994):

Cualidades personales de algún miembro: “padre autoritario, madre sumisa, hijos acostumbrados a obedecer por temor o por respeto” (BORDENAVE, 1994, p.39). Las cualidades personales, en nuestra opinión, no pueden ser analizadas como si fuesen características innatas de una persona, grupo u organización. Este tipo de interpretación puede llevar a varios equívocos. Cuando nos referimos a esas características, estamos remitiéndonos a características personales que son resultado de procesos históricos de socialización. Así, “el padre autoritario” no puede ser disociado de su contexto (por ejemplo: pobre, bajo nivel educativo, sub empleado, etc.).

La filosofía social de la institución o del grupo. En este caso, el conjunto de valores diseminado dentro de un grupo puede actuar en el sentido de la producción de apatía. Bordenave (1994) cita el ejemplo de un Servicio de Extensión Rural para ejemplificar la cuestión:

El servicio de extensión rural en el municipio de Rebouças, ofreciendo a los agricultores la participación en el planeamiento de las acciones, se reserva el derecho de hacer el diagnóstico de la situación utilizando exclusivamente sus propios técnicos (…) Su filosofía social, como institución, concede al técnico el papel de pensar y al agricultor el papel de beneficiarse del pensamiento del técnico. Atribuye un papel meramente instrumental a la participación y no desea abrir la mano del control del proceso (BORDENAVE, 1994, p. 39)

La Estructura social. El hecho de que la sociedad esté estratificada socialmente, con desigualdades de renta, nivel educativo y cultural, promueve grandes diferenciaciones en el acceso a las posibilidades de participación (FERREIRA, 2000; KERBAUY, 2004). Aquí es importante relacionar esa temática con aquello que vimos en la unidad 1 sobre las desigualdades de acceso al sistema político.

Apuntaríamos también los condicionantes históricos como promotores de apatía. Sociedades marcadas por relaciones sociales autoritarias y/o gobernadas por largos períodos de forma autoritaria son propicias para el desarrollo de ciudadanos apáticos y desinteresados por la vida en colectividades.

Los límites derivados de a complejidad y del tamaño de una organización y/o sistema político. Cuanto mayor es el número de personas involucradas en el

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proceso, así como la cantidad y complejidad de las decisiones, más difícil se torna el desencadenamiento los procesos participativos. En ese sentido que muchos autores defienden la idea de descentralización del poder como forma de viabilizar procesos participativos, o sea, el presupuesto es que cuanto más próximo están los centros de decisión de las personas, más condiciones tendrán ellas de controlar y participar de las decisiones.

Si existen condicionantes que limitan los procesos participativos, tenemos también fuerzas que actúan a favor de la participación. Como destacan varios autores, entre ellos Held (1997) y Pateman (1992), la participación es un proceso de aprendizaje. Es como si hubiese un círculo virtuoso, cuánto más participa el individuo, más se siente compelido a participar. Es en ese sentido, que apuntan las investigaciones, como las realizadas por Paulo Krischke (2004) sobre el “Aprendizaje de la democracia” y Luciano FEDOSI (1997) sobre los procesos de “desarrollo moral” de los individuos que están insertos en las prácticas participativas, como el Presupuesto Participativo.

Vale aquí recordar una observación de Bordenave (1994, p. 46): “el hombre no nace sabiendo participar. La participación es una habilidad que se aprende y se perfecciona.”Cuáles serían entonces los mecanismos que actúan a favor de la participación. Veamos algunos ejemplos apuntados por Bordenave (1994, p. 48-52):

1. La fuerza/obligación de las instituciones sociales es la primera. El hombre es un ser esencialmente institucionalizado, esto es, su comportamiento es fuertemente influenciado por la familia, la educación, la religión, la economía, la seguridad, instituciones sociales que tienen sus propios dogmas y normas.Estos dogmas y normas vienen canalizados y organizados por la tradición, por la cultura. Nuestra tradición latinoamericana, por ejemplo, es menos participativa que la de los Estados Unidos, donde es común que hasta una humilde vecina que posee un par de acciones en una compañía asista a las asambleas para defender sus derechos. Nosotros estamos acostumbrados a dejar que unos pocos se encarguen de las decisiones y de las actividades, reservándonos apenas el derecho de criticar su desempeño. ¿Cuántos de nosotros, por ejemplo, hacemos caso de Participar en las reuniones de padres y maestros, de consorcio, de la comunidad parroquial, de accionistas de empresas, etc.?

2. Las personas que se encuentran en contacto frecuente, con un grupo de trabajo, de vecinos o de amistad, tienden a desarrollar una organización social informal, bien como comportamientos estandarizados y códigos de comunicación que distinguen a los miembros de los no miembros. Desarrollan así ciertas normas grupales, a veces inconscientes y que no afectan igualmente a todos los miembros. Toda persona que desee ingresar al grupo o trabajar con él, primero tiene que aprender su estructura de organización social informal y sus códigos y normas.Se sabe también que los miembros del grupo participan más intensamente cuando perciben que el objetivo de la acción es relevante para sus propios objetivos. Si los miembros de un grupo concuerdan con la necesidad de algún cambio, puede ser hecha una fuerte presión para alcanzar la meta, pues en este caso la presión será ejercida por el propio grupo. Los líderes comunitarios y agentes educativos saben que el pueblo participa más y mejor cuando el problema responde a sus intereses y

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no apenas a los de los liderazgos o de las instituciones externas. Saben aún que el objetivo debe quedar bien claro para todos los miembros.

3. Dentro de todo grupo existen diferencias individuales en el comportamiento participativo. Cada miembro participa de una manera diferente. La variedad de maneras de participar es una fuerza positiva para la dinámica del grupo, pero, al mismo tiempo, exige una tarea de coordinación y complementación, que es función de todo el grupo y, especialmente, de sus liderazgos. Los líderes y agentes educativos aprovechan las diferencias individuales constructivamente en la participación.

4. La atmósfera general de un grupo deriva en parte del estilo de liderazgo existente y que puede ser autoritario, democrático o permisivo (laissez- faire). Tal atmósfera afectará tanto la productividad del grupo como el grado de satisfacción y de responsabilidad de sus miembros.

5. La participación es más genuina y productiva cuando el grupo se conoce bien a sí mismo y se mantiene bien informado sobre lo que acontece dentro y fuera de sí. La cualidad de la participación se fundamenta en la información veraz y oportuna. Esto implica un continuo proceso de creación de conocimiento por el grupo, tanto sobre sí mismo como sobre su ambiente, proceso que requiere la apertura de canales informativos confiables y desbloqueados.

6. Una fuerza actuante sobre la participación es un buen mecanismo de retroalimentación, en el sentido de que los miembros reconocen –de manera rápida y efectiva- las consecuencias de sus actos y los resultados de la acción colectiva. Esto es particularmente importante dado el carácter inmediatista de nuestra cultura: el pueblo desea ver resultados concretos de su esfuerzo y no está acostumbrado a esperar recompensas tardías. La capacidad de aguardar recompensas demoradas viene con la educación.7. Así, la mayor fuerza para la participación es el diálogo. Diálogo, sin embargo, no significa solamente conversar. Significa colocarse en el lugar del otro para comprender su punto de vista; respetar la opinión ajena; aceptar la victoria de la mayoría; poner en común las experiencias vividas, sean buenas o malas; compartir la información disponible, tolerar largas discusiones para llegar a un consenso satisfactorio para todos.El diálogo tiene sus requisitos. Comprende no sólo el mejoramiento de la capacidad de hablar y escuchar sino también el dominio de las técnicas de dinámicas de grupos (discusión, dramatización, liderazgos de reuniones, etc.) y el uso efectivo de los medios de comunicación grupal.

8. El patrón comunicación de un grupo es, al menos en parte, determinado por las personalidades individuales de los miembros. Por su parte, el patrón de comunicación ejerce influencia sobre el comportamiento de los miembros.La desigualdad, o la percepción de desigualdades, conspiran contra la participación. En presencia del patrón los operarios no utilizan la misma sinceridad que cuando el grupo es homogéneo. El diálogo verdadero solo es posible entre iguales o entre personas que desean igualarse.

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9. Los miembros que contribuyen mucho para las discusiones., interviniendo con frecuencia útilmente, tienden a convertirse en elementos focales de la comunicación. Los miembros con status más elevado, y que gozan de mayor aceptación por parte de los demás, tienden a iniciar más comunicaciones que otros, modificando así la dirección de a comunicación.En grupos grandes, los participantes tienden a dirigir sus comunicaciones a personas semejantes a ellos mismos. Esto explica en parte la tendencia para la formación de pequeños grupos y fracciones y, eventualmente, para el surgimiento de antagonismos.

10. El tamaño de los grupos influye sobre el grado de participación. Aunque un grupo grande cuente con más recursos que uno pequeño, el nivel de participación de cada miembro tiende a bajar. De ahí el por qué se desarrollan técnicas para romper un grupo grande (asamblea) en grupos pequeños.

Fuente: Bordenave (1994, pp. 48-52).

Los principales espacios de participación

Vimos hasta ahora el concepto de participación, los tipos y condicionantes. Falta, sin embargo, hacer una discusión sobre cuáles son los principales espacios en que los individuos pueden ejercer su participación. Podemos ejercer nuestra participación, desde la esfera de la familia, pasando por la comunidad, a través de asociaciones de habitantes u otros movimientos del barrio. Otras formas de ejercer la participación es a través del espacio del trabajo, aquello que se llama de participación en la organización o participación en la fábrica. Tenemos también las diversas modalidades de participación política. En ese caso, la literatura especializada distingue dos tipos de participación política: la tradicional o convencional, que incluye el acto de votar en elecciones, plebiscitos y referendos, y de participar en campañas políticas. También es conocida como participación política institucional, para referirse a aquellas actividades integradas a los mecanismos gubernamentales de toma de decisiones. A su vez, la participación política no convencional se caracteriza por acciones y actividades fuera de los canales formales y de la arena institucional, que tiene por objetivo ejercer presión sobre las políticas gubernamentales. Las manifestaciones y protestas, las peticiones dirigidas a organismos públicos, la donación de dinero para ONG´s, la participación en movimientos feministas, ambientalistas y de defensa de los derechos humanos y la adhesión a boicots de productos en supermercados son algunas acciones apuntadas por la literatura como nuevas formas de participación y de activismo político (TEORELL, TORCAL, MONTERO, 2003).

Cabe destacar que, en el campo de la participación política, Brasil ha sido un terreno fértil para el desarrollo de nuevas prácticas. Hemos presenciado en los últimos años la apertura de varios canales, como las experiencias de presupuesto participativo, que ya se aplica en más de 100 municipios brasileros y en algunos estados. En ese tipo de experiencia, la población es llamada para participar del proceso de definición de las prioridades e inversiones del municipio (FEDOZZI, 1997; FEDOZZI, 2002). Otra forma de participación bastante difundida, principalmente a partir de la Constitución de 1988, fueron los Consejos Gestores de Políticas Públicas. En ese caso, la legislación ha creado una serie de espacios de decisión que controlan y definen las prioridades para

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determinadas políticas públicas. Esos espacios, en general, cuentan con representantes de varios sectores involucrados en la política en cuestión. Ejemplo, en los Consejos de Salud, que, por ley deben existir en los planos municipales, provinciales y nacionales, participan usuarios, prestadores de servicios y representantes del gobierno. Algunos estudios han apuntado como esas nuevas esferas participativas han conferido una nueva dinámica para la democracia brasileña (AVRITZER: NAVARRO, 2003; TATAGIBA, 2002).

Participación en Brasil

Vamos a presentar ahora algunos datos obtenidos de investigaciones o estadísticas oficiales sobre las diversas formas como los brasileños participan.Analizando la tabla 1, datos de una investigación realizada en 1990, Ferreira (2000) presenta la distribución de las modalidades de participación de los paulistas.

Tabla 1: Participación política en el Estado de San Pablo – 1990 (%)

Modalidad de participación Pertenencia o actuación política

Si No Participación política    Club recreativo 30,8 69,3Asociación profesional 7 93Asociación beneficiaria 14,1 98,6Grupo de defensa de los derechos de la mujer 1,4 98,6Grupo de defensa de los derechos raciales 2,4 97,6Asociación barrial o de habitantes 8,3 91,8Comunidades eclesiásticas de base 7,3 92,8¿Es o fue afiliado al sindicato de su categoría? 28,4 71,6Partidos políticos 6,1 93,9Huelga 17,5 82,5

Participación electoral    Boca de urna 6,5 93,5Donar dinero para la campaña de un candidato 2,9 97,1Trabajó como fiscal de un partido 2,3 97,8Recolectó dinero para una campaña 2 98Hizo propaganda de un candidato 36,5 63,5Distribuyó material de propaganda política 13 87Usó remera, botón o adhesivo 19 81Comicios, desfiles, caravanas, etc. 27,6 72,4Persuasión del voto ajeno 39,5 60,5N 800  

N= Población total

Fuente: Investigación de opinión pública. IBOPE, 19 a 28 de febrero de 1990 según Ferreira (1999). Tabla realizada por el autor.

Véase que en la distribución de las formas de participación, las más desarrolladas son aquellas relacionadas a clubes recreativos, sindicatos y la realización de propaganda

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política. La participación comunitaria, en general, se presenta poco desarrollada entro los paulistas.

El mismo autor, en otro artículo (FERREIRA, 1999), utilizando datos de la Investigación Nacional de Muestreo por Domicilio del IBGE, en las regiones metropolitanas de Brasil, se presentan los siguientes datos (Tabla 2).

Tabla 2: Porcentajes de filiación a sindicatos y a asociaciones de empleados en las regiones metropolitanas – Brasil 1998 y 1996

  1998 1996Sindicato 8,8 15,7Asociaciones de Empleados 3,3 1,9Ambos 1,4 0,6Nada 86,5 81,8

Total 100100 * *

N *    

N= Población total

* Ponderación por el uso del individuo en la muestra** En consecuencia de la utilización de pesos fraccionados, los totales puden presentar un valor distinto de 100%

Fuente: PNAD – 1988 y PME, abril de 1996 según Ferreira (1999). Procesamiento realizado por el autor.

Con relación a la participación en sindicatos, se verifica que, a pesar de un crecimiento sustantivo entre 1998 y 1996, esta es aún una forma de participación minoritaria, pues apenas el 15,7% de los entrevistados son afiliados. Ya con relación a las asociaciones de empleados, los números decrecen en ese período, de 3,3 % a 1,9%.

Con relación a la participación en asociaciones, el destacado es para las entidades “deportivas y culturales”, donde el 10,9% de los entrevistados respondieron positivamente en 1996 (Tabla 3)

  1998 1996Asociación barrial 2,3 2,5Asociación religiosa 3,6 5,0Asociación filantrópicaAsociación deportiva/cultural 7,0 10,9Participación en más de un movimiento asociativo 1,5 0,7No es afiliado 85,7 87,9Total 100 100 * *N *  25.502.933  22.474.513

N= Población total

* Ponderación por el uso del individuo en la muestra

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** En consecuencia de la utilización de pesos fraccionados, los totales puden presentar un valor distinto de 100%

Fuente: PNAD – 1988 y PME, abril de 1996 según Ferreira (1999). Procesamiento realizado por el autor.

Los datos presentados aquí tienen apenas el propósito de erigir algunas cuestiones sobre las formas de participación de los brasileños, destacando la baja diseminación de prácticas participativas en el país, cualquiera que sea la forma de participación analizada.

Participación e información

Para finalizar esta unidad, tenemos que discutir la relación participación e información. La forma que proponemos para esa discusión está relacionada a dos dimensiones:

Datos de investigaciones llevadas a cabo en Brasil y en otros países del mundo destacan que existe una estrecha relación entre el acceso de los individuos a la información y su inserción en prácticas participativas. Cuanto mayor es la escolaridad, por ejemplo, mayores las posibilidades de los individuos de participar; y

El segundo punto está relacionado al acto destacado por Bordenave (1994, p.68): “(…) no hay participación popular sin información cualitativamente pertinente y cuantitativamente abundante sobre los problemas, los planos y los recursos públicos”. También según el autor “un gobierno democrático abierto a la participación es aquel que informa correctamente, escucha cuidadosamente y consulta activamente a la población” (BORDENAVE, 1994, p.69). Esa cuestión lleva a la necesidad de plantearnos sobre la calidad de las informaciones que están disponibles por los medios de comunicación y el papel de ellas en la expansión y/o limitación de una sociedad participativa.

Esa doble dimensión de la información (educación y medios de comunicación), apenas esbozada aquí, es fundamental para cualquier reflexión sobre la temática de la participación, que fue el objeto de esta última unidad.

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