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HISTORIA  DE LOS PAPAS EN LA ÉPOCA DE LA REFORMA Y RESTAURACIÓN CATÓLICA POR Ludovico Pastor VERSIÓN DE LA CUARTA EDICIÓN ALEMANA POR EL P. José Monserrat de la Compañía de Jesús Volumen XVIII (Pío V) (1566 • 1572) BARCELONA GUSTAVO GILI,

PASTOR-Historia de los Papas 18

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LUDOVICO PASTOR (Ludwig von Pastor)HISTORIA DE LOS PAPAS (1305--1799), traducción al castellano por Ramón Ruiz Amado, S.J.BARCELONA 1911Descargado desde http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080015672_C/1080015672_C.htmlOptimizado para la lectura. Los archivos pdf tiene repetidas una serie de páginas, particularmente los inicios de capítulo.===INDICE del Tomo XVIIITabla de ContenidoPreliminares. IV. Actitud de Pío V Respecto de Felipe II.V. Los Principios de la Revolución Político religiosa en los Países Bajos y la Intervención de Pío V en las Guerras Civiles y Religiosas de Francia.VI. La Revolución Religiosa en Escocia.VII. La Política Religiosa del Emperador Maximiliano II y su Protesta contra la Elevación de Cosme I a gran Duque de Toscana.VIII. Estado de la Religión en Polonia y Suiza.IX. Pío V Paladín de la Cristiandad contra el Islam.Apéndice. Documentos Inéditos y Noticias de los Archivos.Índice de las >Índice de las Personas Citadas en el Presente Volumen.Índice Analítico.

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  • HISTORIA DE LOS PAPAS

    EN LA POCA DE LA REFORMA Y RESTAURACIN CATLICA

    POR

    Ludovico PastorVERSIN DE LA CUARTA EDICIN ALEMANA

    POR ELP. Jos Monserrat

    de la Compaa de Jess

    Volumen XVIII(Po V)

    (1566 1572)

    BARCELONAGUSTAVO GILI, e d it o r

    C a l l e d e E n r iq u e G r a n a d o s , 4 5 MCMXXXI

  • HISTORIA DE LOS PAPAS

    DESDE FINES DE LA EDAD MEDIACOMPUESTA UTILIZANDO EL ARCHIVO SECRETO PONTIFICIO

    Y OTROS MUCHOS ARCHIVOS

    POR

    Ludovico PastorC o n s e j e r o h r a l e i m p e b i a l

    P r o f e s o s o r d i n a r i o d e l a U n i v e r s i d a d d e I n k s b r u c k t D ir e c t o r d e l I n s t it u t o A u s t r a c o d e R o m a

    Tomo VIIIH is t o r ia d e l o s P a p a s e n l a p o c a d e l a r e f o r m a y

    RESTAURACIN CATLICA: PO V (1566 -1572)

    BARCELONAGUSTAVO GILI, e d it o r

    C a l l e d e E n r iq u e G r a n a d o s , 4 5 MCMXXXI

  • NIHIL OBSTAT

    El Censor,D r . J oaqun S endra P astorC annigo

    Barcelona, 27 de mayo de 1931.

    IMPRMASE

    M a n u e l , Obispo de B arcelonaPor mandato de S. S. /. D r . R amn Baucells S erra

    C a n c il l e r - S e c r e t a r io

  • IV. Actitud de Po V respecto de Felipe II. La lucha del Papa contra la ingerencia del Estado espaol en los asuntos eclesisticosi

    Los conatos regalistas que desde fines de la edad media reinaban en Espaa, haban llegado a tal punto ya en tiempo de Po IV, que el presidente del Consejo de Castilla, Figueroa, se atrevi a decir en sesin pblica, que para Espaa no haba Papa (1). La consecuencia fu que las relaciones de la Santa Sede con el rey catlico se hacan cada vez ms tirantes. Felipe II y ms toda- va sus consejeros consideraban sus pretensiones a mandar aun en los asuntos eclesisticos del reino de Espaa, fundadas en privilegios y costumbres, como derechos inalienables de la corona, y queran todava aumentarlas; pero la Sede Apostlica vea en estas pretensiones una grave violacin de los ms santos derechos de la Iglesia. De esta manera haba de empeorar ms la situacin, cuando con Po V subi a la Silla de San Pedro un Papa que ms a conciencia que muchos de sus predecesores y con ms admirable consecuencia (2) examinaba y decida las cuestiones que en esta materia se ofrecan.La firme voluntad de Po V de hacer valer en todas partes la independencia de la Iglesia, y en especial de librar la jurisdiccin e inmunidad eclesistica de todo menoscabo por parte del poder civil, condujo repetidas veces a serios conflictos con el gobierno espaol. Si a pesar de esto se evit lo extremo, un completo rom-(1) Cf. Corresp. dipl., I, 23, nota y 444.(2) Herre, Poltica europea, I, 58.

    I. H i s t . d b l o s P a p a s , to m o VIII, y o l . XVIII.

  • 72 v, po vverdadero estado de las cosas presentaba como segura la inminente introduccin violenta de la Inquisicin espaola, y con esto, como amenazados el bien y la libertad del pas (1). Para entender la general irritacin que de este modo se provoc, hay que atender a que, aun los que se mantenan fieles a la Iglesia catlica, fuera de muy raras excepciones, estaban enteramente contra todo castigo violento de los novadores: los unos, porque eran indiferentes en materia de religin, los otros, porque seguan las ideas de Erasmo y Casandro, otros a su vez, porque teman perjuicios para el comercio de Flandes, y todos, porque vean en la Inquisicin, ora se presentase en la forma que le di Carlos V, ora como en Espaa, un grave peligro para las libertades y privilegios del pas, que celosamente guardaban. En este sentido aun los catlicos flamencos, que formaban entonces la inmensa mayora de la poblacin, eran mendigos, pero slo mendigos polticos que pretendan fines relativos al gobierno del Estado, a diferencia de los mendigos religiosos o calvinistas, los cuales procuraban una absoluta libertad de religin para si, y al mismo tiempo una entera opresin y exterminio del mortalmente odiado culto catlico, como idolatra romana. Si la gobernadora se hubiese esforzado en resistir con energa, los adalides de esta minora, los predicantes calvinistas, habran sido dispersados a todos los vientos (2). Pero Margarita se intimid de tal suerte, que no se atrevi a oponer ninguna resistencia. Estaba enteramente sin consejo a vista de aquel movimiento, que tomaba formas cada vez ms peligrosas.La dbil actitud de la gobernadora, que se imaginaba apaciguar a los mendigos religiosos con la mitigacin de los edictos, no hizo ms que espolear a los predicantes calvinistas a proceder consu pertinacia en la hereja. V. W. Wilde, Merkwaardige cijfers betrefende de Geloofsvervolgingen in Nederland tijdens de 16 eeuw, Utrecht, 1893, 37 s.; Claessens,Linqnisitiondans les Pays-Bas,Turnhout, 1886,259 s.;v.d. Haeghec, Du nombre des protestants excuts dans les Pays-Bas, 1889; Rutgers, Calvyns invloed op de Reformatie in de Nederlanden, 141 s.; Hoog, Onze M artelaars, en el Nederl. arch. voor boekgesch., I, Leyden, 1899, 82 ss.(1) V. Rachfahl, II, 2, 554 s.; cf. ibid., 560 sobre el hecho de que Felipe II no quera introducir ninguna novedad, sino slo que se ejecutasen rigurosamente los edictos existentes.(2) V. Blok, III, 46 s.; Pirenne, III, 542 s., 551, 558, 565. En todo el pas, como juzgaba un catlico italiano, el arquitecto Marchi, no haba veinte personas que deseasen sinceramente la conservacin de la Inquisicin; v. Cauchie en las Analectes pour servir lbist. eccls. de la Belgique, XXIII (1892), 26.

  • ESTALLIDO DE LA REVOLUCIN EN FLANDES 73ms osada. Conforme a la resolucin de un snodo congregado en Amberes, se di comienzo en todas las provincias a una activa propaganda en favor del calvinismo. Hacia mucho tiempo que el terreno estaba favorablemente preparado para ste en aquellas comarcas donde dominaban los grandes comerciantes e industriales, es a saber, en Amberes y los dems puertos, as como en los distritos industriales de la Flandes occidental. All haba un numeroso proletariado obrero, que se adhiri al nuevo movimiento, lo mismo que muchos que no tenan ocupacin, pordioseros y vagabundos, parte por deseo de hacer oposicin, parte para mendigar limosnas (1). Pero juntamente la doctrina de Calvino tena tambin sus partidarios en las clases elevadas, principalmente entre los comerciantes ricos, abogados, magistrados y los nobles, los cuales suplan con su apasionamiento y audacia lo que todava faltaba a aquel movimiento en extensin. Cun poco firmes races hubiese echado la nueva religin, habalo mostrado el hecho de que en 1563 bast un solo envo de tropas para restablecer el antiguo estado de cosas en Valenciennes, Tournai y la regin martima de Flan- des (2). Los ms puestos a riesgo haban entonces emigrado; pero ahora volvieron en gran nmero, y aun de Ginebra, Francia, Alemania e Inglaterra acudieron presurosos muchos predicantes para conquistar metdicamente para su secta a las clases populares. Desde fines de mayo de 1566 hicironse predicaciones furiosas contra la idolatra romana, a campo raso, ante millares de oyentes, en su mayor parte armados. Al mismo tiempo se esparcieron por las ciudades y aldeas innumerables pasquines mordaces, libelos infamatorios y denigrantes contra la Iglesia y tambin contra el rey. Junto con los predicantes extranjeros aparecieron en todas partes otros indgenas, muchas veces sacerdotes apstatas, y tambin zapateros y sastres, todos unidos y conformes en azuzar al pueblo contra la fantasmagora de la antigua Iglesia. Las autoridades acobardadas lo dejaban pasar todo; hasta en Bruselas se pudo predicar el calvinismo en dos sitios. Las provincias del norte se vieron asimismo invadidas por aquel movimiento; los focos principales eran Amberes y toda Flandes. En Tournai los novadores procuraron ya obligar a los catlicos con amenazas a escuchar sus injuriosas predicaciones. Utilizronse todos los medios: los revolu

    ti) V. Pirenne, III, 530 s.; Rachfahl, II, 2, 525 s., 530 s.(2) V. Pirenne, III, 538.

  • 7* . v, po v

    cionarios mostraban en los pueblos del sur de Flandes cartas con el sello real falsificado, que excitaban al saqueo de las iglesias. Precisamente all se colocaron secretamente listas para inscribir a los que queran pelear a campo abierto por las nuevas doctrinas (1).En agosto de 1566 el combustible esparcido por todas partes se inflam en vivas llamas (2). El 10 de agosto, a impulso y bajo la direccin de los predicantes, comenzaron los horrores de la destruccin de las imgenes en los distritos industriales de la Flandes occidental, donde el calvinismo desde hacia largo tiempo tena numerosos adeptos entre los proletarios. En las ciudades como en lo$ pueblos, turbas furiosas penetraban repentinamente en los templos para destruir los dolos, contra los que tan ardorosa- mente haban predicado los ministros de su secta. Con horror vean los catlicos sus iglesias devastadas, y hasta el Santsimo Sacramento pisoteado. En las comarcas entre Dunkerque, Yprs y Armentires se manifest de este modo por primera vez el espritu que se haba infundido en las muchedumbres. El movimiento se propag por Flandes como un rpido incendio; slo quedaron libres de estos tumultos Brujas, Cambray, Douai y algunas otras ciudades, donde los catlicos se animaron a una resistencia armada. Desde Flandes la fiera tormenta se extendi tambin a Zelanda, Holanda y Frisia, cometiendo en todas partes las mismas maldades de destruccin. Cayeron sacrificados a ella irreparables tesoros de arte. Con el grito de Vivan los mendigos! los(1) Adems de Pirenne, III, 559-570, v. especialmente Rachfahl, II, 2, 636 s., 643 s., 646 s., 673 s., 703 s.(2) J. Kaufmann (Sobre los principios de la alianza de los nobles y de la destruccin de las imgenes, Bona, 1889, 36 s.) intenta demostrar, que ub snodo celebrado en Amberes por julio de 1566 haba decretado la destruccin de las imgenes, pero que su ejecucin haba sido dejada al juicio de las comunidades. Kachfahl (II, 2, 713; cf. apndice, 74) rechaza esta opinin como no fundada en fuentes autnticas, pero a la vez hace hincapi resueltamente en lo que sigue: Eran los frutos de la predicacin contra la idolatra, que ahora llegaron a su madurez, y en este concepto la destruccin de las imgenes es realmente obra del calvinismo, del espritu que la doctrina del reformador de Ginebra haba infiltrado con irresistible fuerza en los corazones de sus secuaces. No era consecuencia de una resolucin generalmente valedera, tomada mucho tiempo antes, que obligaba a las comunidades en todas partes; pero la idea estaba, por decirlo asi, en el ambiente. Ya hacia bastante tiempo que se iba fomentndola; no haba sido de nuevo discutida sino en la asamblea de Saint-Trond. Y ahora se tom de veras su ejecucin.*

  • LA DESTRUCCIN DE IMGENES EN FLANDES 75iconoclastas, entre ellos hasta individuos de las mejores clases sociales, corran de iglesia en iglesia, de monasterio en monasterio, persuadidos de que hacan una obra agradable a Dios aniquilando los dolos romanos. Con rabia frentica maltrataban a los sacerdotes, frailes y monjas, destruan estatuas, cuadros, vidrieras, clices, custodias y casullas, quemaban libros y manuscritos y hasta profanaban las sepulturas. De la confederacin de los nobles slo algunos, como el publicista Felipe de Marnix, aprobaron esta obra de destruccin. Cooper el conde de Culemburg, el cual en una iglesia purificada a instigacin suya se sent a la mesa con su cuadrilla y para divertirla di de comer a un papagayo hostias consagradas. Orange, que segua con recelo los furiosos progresos del democrtico calvinismo que no le era agradable, y aunque asista todava a los actos del culto catlico, ocultamente favoreca a los luteranos, mantvose sagazmente reservado. Por eso permaneci tranquila tambin Amberes, mientras l estuvo all; slo cuando el 19 de agosto se traslad a Bruselas para tener parte en la asamblea de los caballeros del Toisn de Oro, se llegaron a cometer en Amberes las mismas atrocidades que en otras partes. En toda esta gran ciudad no qued iglesia, ni capilla, ni monasterio, ni hospital inclume. Los daos causados en la catedral, el ms hermoso y rico templo del pas, se evaluaron en 400000 florines de oro. El nmero de las iglesias y monasterios devastados suba ya en 27 de agosto a 400 slo en Flandes. En una gran parte del pas haba cesado el culto catlico; slo haban quedado exceptuadas las provincias de Namur, Artois, Henao y Luxemburgo (1).La noticia de estos horrores y sacrilegios lleg mucho antes a Roma que a la corte de Espaa, y confirm a Po V en su opi-

    (1) V. Pirenne, III, 570 ss.; Blok, III, 58s.; Rachfah), II, 2, 709 s.; Kronen, Marias Heerlijkheid in Nederland, VII, Amsterdam, 1911, 78 s. Cf. tambin las copiosas obras especiales sobre esta materia citadas por Piot en las notas a Renom de France, I, 131 s. El sacrilegio del conde de Culemburg est asegurado con varios testimonios (v. Corresp. de Philippe II, tomo I, 471, 480); por tanto no es exacto lo que dice Rachfahl (II, 2, 716), que no se halla a testiguada la cooperacin ni siquiera de individuos particulares de la confederacin de los nobles. Una lista de las iglesias e inapreciables obras de arte destruidas puede verse en Rathgeber, Anales de la pintura flamenca, Gotha, 1844, 196 ss. El dao para el conocimiento de los comienzos del arte de Juan van Eyck, lo pone de realce Weizs&cker en la Revista General, 1900, Suplemento, n. 161.

  • 76 V, FO Ynin enteramente verdadera y compartida por todos los conocedores de las circunstancias, de que el ms eficaz y el nico remedio contra el incendio levantado en los Pases Bajos era la presencia personal del rey de Espada en las provincias amotinadas.Apenas elegido, el Papa haba expresado este parecer en una carta a Felipe II, de 21 de febrero de 1566; repitilo en marzo decididamente hablando con Requesns (1). En abril de 1566 fu luego enviado a los Pases Bajos el excelente arzobispo de Sorrento, Esteban Pavesi, miembro de la Orden dominicana, para obtener noticias ciertas sobre las circunstancias religiosas de dicho pas (2). Felipe II, conformemente a su proceder lento y desconfiado, haba procurado impedir esta misin, pero cedido al fin cuando en Roma se resolvieron a efectuar el envo del modo menos ruidoso. La prudencia y reserva de Pavesi contentaron al rey. El arzobispo tom exactas informaciones sobre el estado de la religin, no slo de la gobernadora y de su consejero Viglio, sino tambin de Morilln, vicario general de Granvela, de los telogos de Lovaina, los obispos y otros eclesisticos eminentes. Con Orange tuvo asi* mismo una entrevista; la cual transcurri de un modo enteramente satisfactorio, pues este astuto poltico llevaba entonces todava la mscara de catlico. Los novadores se reportaron mientras Pavesi permaneci en Bruselas (desde el 21 de mayo basta el 16 de junio). La gobernadora procur hacer ver al enviado del Papa, que se haba hecho en favor de la religin todo lo posible en el estado en que se hallaban entonces las cosas (3). No obstante, Pavesi no se forj ilusiones sobre la gravedad de la situacin. Po V, por medio

    (1) V. Corresp. dipl., I, 131,157.(2) Las credenciales de Pavesi p a ra la gobernadora, de 18 de marzode 1566, pueden verse en Laderchi, 1566, n. 465. En el Museo Britnico, Addit. 26865, se hallan las minutas originales de varios breves semejantes para Carlos de Lorena y numerosos obispos de los Pases Bajos. En un principio estuvo destinado Pavesi a ir como legado a la corte de Maximiliano II; v. en los nmeros 19-22 del apndice los breves de 1. y 21 de marzo de 1566. El nuncio no parti hasta abril. Sobre su misin cf. Corresp. de Philippe II, tomo I, 422, nota; Corresp. de Granvelle, d. Poullet, I, 245, nota; Holzwarth, I, 328 s., 459; Cauchie, Sources manusc. de l'hist. belge Rome, Bruxelles, 1892, 43 s.; Brom, Archivalia, I, 197, 827; Rachfahl, II , 2, 630 s.; Corresp. dipl., 1 ,149, 156, 189, 194, 229, 233, 239, 246, 263 s., 280, 290, 302, 369; Dengel, V, 94. Sobre Pavesi mismo cf. Capece, 30 s. y Maldacca, S to ria di Sorrento, II, 188. En una * carta de Delfino a Maximiliano II es elogiado Pavesi como huomo molto dotto e dibuon vita. Archivo pblico de Viena, Corresp. palatina, 6.(3) V. Rachfahl, II, 2, 630 s.

  • PO V EXHORTA A FRLIPfi II A IR A FLANDRS 77del nuncio de Espaa, instaba desde mayo a que don Felipe emprendiese el viaje a los Pases Bajos (1), y tambin en cada audiencia que daba a Granvela, pona de realce la necesidad de semejante paso (2). Despus que hubieron llegado las noticias de Pavesi y las nuevas de otros (3), en una conferencia tenida en julio con Requesns, indic el Papa con palabras graves y con toda energa, que la situacin era mucho ms peligrosa de lo que se supona en Madrid, y que la tardanza de la partida del rey traera en pos de s las peores consecuencias para la religin (4). El 12 de julio Po V se dirigi al rey mismo en una decidida carta (5); el 3 de agosto escribi al nuncio de Espaa, que Felipe II habra de dar un da cuenta de la prdida de tantas almas, pues slo su personal presencia poda poner remedio (6).Contra esto el 12 de agosto de 1566 encargse a Requesns exponer al Papa que su seor se senta del todo inocente. Que tocante al viaje las intenciones de su majestad coincidan con los deseos de Su Santidad; pero que si se haba de conseguir un buen suceso, el rey deba presentarse con un ejrcito, no slo para la defensa de su persona, sino tambin para poder manifestarse muy poderoso contra los rebeldes flamencos y sus amigos de Francia, Alemania e Inglaterra. Que para semejante armamento era necesario tiempo, y sobre todo faltaba el dinero conveniente, que por lo dems el Papa poda facilitar concediendo subsidios eclesisticos. Don Felipe hizo adems asegurar por Requesns con la mayor determinacin, que cuando se hubiesen hecho todos los preparativos, su majestad emprendera el camino de los Pases Bajos, sin arredrarse por los peligros que all amenazaban. El rey de Espaa se expres tambin de un modo semejante hablando con Castagna. Este apremi asimismo de todas maneras y record aquella sen

    il) V. Corresp. dipl., I, 233.(2) V. Corresp. de Granvelle, d. Poullet, I, 318.(3) V. Laderchi, 1566, n. 470.(4) V. Corresp. dipl., 1,279 s.(5) En Laderchi, 1566, n. 471. Cf. Corresp. dipl., I, 279. nota, sobre la fecha. De un cotejo con *Brev. Pii V del Archivo secreto pontificio, Arm. 44, t. XII, n. 96, se saca, que en Laderchi despus de illic estn omitidas las palabras siguientes: in extremo discrimine versatur. Sed si religio catholica illic etc. Tambin ha de leerse oppressa en vez de perpessa.(6) Corresp. dipl., I, 299. Cf. tambin Brom, Archivalia, I, 197.

  • 78 V, PO Vtencia: mientras en Roma se delibera, Sagunto es conquistada; pero nada pudo saber acerca del viaje del rey (1).No hay duda que Felipe II se entreg a una funesta ilusin sobre las cosas de Flandes, al considerar que su presencia personal no era tan urgentemente necesaria como juzgaba el Papa, el cual quera que este asunto se antepusiese a todos los otros. Despus que llegaron las relaciones sobre los horrores de la destruccin de las imgenes, crey Po V poder declarar con razn, que haba amonestado y prevenido a tiempo intilmente (2). Todava enteramente bajo la impresin de las espantosas noticias se resolvi ahora al envo de Pedro Camaiani a Espaa, que tanto asombr.Camaiani deba de nuevo instar enrgicamente a emprender el viaje y hacer notar que aun el reclutamiento de tan grande ejrcito para los Pases Bajos nada aprovechara sin la presencia del rey en persona. En la instruccin para el nuncio se dice, que Felipe II era responsable de todas las consecuencias que se haban de originar de una nueva dilacin; pues no slo se perderan los Pases Bajos para la Iglesia y para Espaa, sino tambin era indefectible la peor repercusin en las circunstancias religiosas de Francia e Inglaterra (3).El conflicto a que ahora se lleg entre Felipe II y Po V, fu acarreado no slo por el spero proceder de Camaiani, sino prescindiendo enteramente de las otras diferencias entre Roma y Espaa, por la circunstancia de que el rey se sinti muy ofendido a causa de la duda expresada por el Papa, sobre la seriedad de sus intentos de efectuar el viaje (4). Esto lo prueban precisamente las enfticas expresiones con que Felipe II hizo certificar la prontitud de voluntad con que estaba decidido a ir personalmente a Flandes. En realidad pensaba tan poco en ponerse l mismo en camino, como en prestar odos a la amonestacin del Papa, de que antes de emplear la fuerza de las armas, hiciese de nuevo una tentativa de blandura con los flamencos. En diciembre del ao 1566, fecundo en acontecimientos, decidise don Felipe a que el duque de Alba vengase con hierro y sangre los crmenes cometidos en los Pases Bajos por alta traicin contra Dios y contra el rey. Pero

    (1) V. Corresp. dipl., I, 301, 318 s.(2) V. Laderchi, 1566, n. 474.(3) V. Corresp. dipl., I, 357 s.(4) V. Rachfahl, II, 2, 839.

  • PO V BXHORTA A FKL1PK II A IR A FLANDES 79juntamente mantuvo el engao, haciendo parecer como si estuviese resuelto seriamente a ir en persona y usar de clemencia, y el duque no fuese enviado delante sino para preparar su llegada (1). El 11 de enero de 1567 recibi Requesns la orden de participar oficialmente al Papa, en este sentido, los intentos del rey (2).Entre tanto se haba suscitado en Roma el temor de que el gabinete espaol intentase someter primero los Pases Bajos slo en el concepto poltico, tolerando provisionalmente las novedades religiosas. Contra tal proceder opuso Po V la ms resuelta protesta (3), recordando las consecuencias que haba trado en pos de s una conducta semejante de Carlos V en Alemania. Aadase en el escrito que el Papa, que desde el principio slo tena fija la vista en el aspecto religioso de la cuestin de Flandes, juzgaba que ste deba ponerse sobre todos los otros, que se haba de proceder con toda la fuerza, y que esto se deba hacer por el rey en persona. Que ningn representante poda sustituirle, pues en tales empresas frecuentemente en brevsimo tiempo hay que tomar las ms importantes resoluciones. Que como el monarca haba de estar all personalmente para usar de clemencia o castigar con su suprema autoridad, tampoco se recomendaba enviar delante de l un representante; que si esto se hacia, nunca ms se creera en la venida de don Felipe, y esto aumentara la audacia de los rebeldes.El Papa conoci claramente de cunta importancia sera tambin una victoria de los novadores en Flandes para el desenvolvimiento de las cosas en Francia, Inglaterra y Alemania. Por eso no se cans en exhortar siempre de nuevo a don Felipe a que se presentase rpidamente en las provincias amenazadas, para reprimir all inmediatamente el movimiento hertico y restablecer en todas partes el culto catlico. Decale que con esto se prestara tambin el mejor servicio a la dominacin poltica de Espaa en los Pases Bajos, pues de las novedades religiosas proceda el fuego de la rebelin (4).Felipe II declar que sta era tambin su opinin. Rechaz toda idea de tolerancia del calvinismo; slo quera no poner la cuestin religiosa tan en primer trmino como el Papa. Adems

    (1) Cf. ibid.(2) V. Corresp. dipl., II, 16.(3) Cf. ibid., 25 s., 52 s.(4) V. ibid., 47.

  • 80 V, PO Vpersista en enviar delante al duque de Alba. Su viaje a Flandes lo anunci como cierto, pero evit sealar para l un tiempo determinado (l). As pas el mes de mayo de 1567, y lleg junio, men- tras el rey permaneca todava en Espaa, a pesar de la amonestacin que le dirigi el Papa por un nuevo breve de 17 de mayo de 1567. Los preparativos para su viaje continuaban hacindose. El 23 de junio escribi Felipe II a Roma a Granvela, que los que no crean en su viaje, veran presto lo contrario de lo que con tanta malignidad difundan. En julio fu un correo de Madrid a Roma, para notificar al Papa la pronta partida de don Felipe. Cuando el nuncio pregunt si deba permanecer en Madrid o acompaar al rey a Flandes, advirti don Felipe, que le sera muy grato tenerle en su squito (2). El 15 de julio repiti el rey su mandato de acelerar los preparativos para el viaje, y seis das ms tarde, en la publicacin de los decretos de las cortes, declar que la conducta de los Pases Bajos le obligaba a trasladarse all (3).A pesar de esto iban a tener razn los que desde el principio haban puesto en duda que don Felipe ira personalmente a Flan- des. El 11 de agosto de 1567 tambin Castagna hubo de comunicar a Roma: nadie cuenta ya en Madrid con el viaje del rey, para el cual ya se han hecho todos los preparativos hasta en los ms mnimos pormenores. A principios de septiembre el nuncio expres al rey, aunque con el debido respeto, su ms profunda pena por el cambio de parecer de ste, y habl del dolor que senta el Papa, y del juicio desfavorable que formara el mundo. El 20 de septiembre efectuse la publicacin oficial de que el viaje se haba diferido para la primavera siguiente. Por un correo se indic a Requesns, que expusiese al Papa los motivos que haban determinado a tomar esta resolucin. Asegurbase en Madrid, que el rey persista en el proyectado viaje. Espinosa declar al nuncio, que slo la muerte o el fin del mundo seran capaces de retener a su majestad el prximo marzo (4).

    (1) Cf. arriba, p. 12.(2) Cf. Gachard, Corresp. de Phiiippe II, tomo I, c l i v , 550, 564 y Bibl. de Madrid, 100 s.; Holzwarth, II, 1, 31 s. En Holzwarth hay tambin una investigacin de los motivos por los cuales no quera ir Felipe II a los Pases Bajos. Cf. adems Corresp. dipl., II, l v s .(3) V. Ranke, Estudios Hist.-biogr., 522.(4) V. las relaciones de Castagna en Gachard, Bibl. de Madrid, 100-105, y Corresp. dipl., II, 177 s., 184 s., 189 s., 203 s., 205 s.

  • EL ENVO DEL DUQUE DE ALBA 81El Papa, que todava en agosto de 1567 haba rogado diariamente en la santa misa por la feliz travesa del rey, y hecho tambin rogar por ella a todo el clero romano (1), hubo de sentir muy dolorosamente la dilacin del viaje, del cual esperaba la nica salvacin de los Pases Bajos, como asimismo un rumbo favorable de la causa catlica en Francia e Inglaterra. Dijo francamente a Requesns, que el rey, el cual le haba escrito de su propia mano, le haba engaado; que tratndose de la religin hubiera debido dejar todo lo dems, pues en ltimo resultado Dios es el que cuida de todo. Requesns y Granvela disculparon al rey lo mejor que pudieron; con todo el Papa qued muy enojado (2). El 15 de julio haba otorgado (3) al rey, en atencin a la prometida intervencin en Flandes, el cobro del llamado excusado (4). No deba ahora creer, que las promesas de don Felipe no haban pretendido otro fin que el de obtener esta tan importante concesin? (5) Dijeran lo que quisiesen los amigos de Espaa en la curia, Po V sigui creyendo que haba sido engaado por Felipe II. Slo el proceder enrgico del duque de Alba en los Pases Bajos le volvi a tranquilizar y le di nueva esperanza de que los intereses catlicos no padeceran por la dilacin del viaje (6).Po V conoci claramente la falta que cometi don Felipe con la retardacin y definitiva renuncia de su personal presencia en los Pases Bajos, tan temida de los novadores (7). En cambio noti) V. la * relacin de Arco, de 23 de agosto de 1567, Archivo pblico de Viena. En 2 de agosto haba Bonelli escrito en cifra a Castagna, que el Papa deseaba que don Felipe partiese lo ms pronto posible, y expuesto de nuevo las razones de ello. Corresp. dipl., II, 175 s.(2) V. las relaciones de Arco, de 6, 13 y 20 de septiembre de 1567, Archivo pblico de Viena, y la carta de Granvela, de 16 de septiembre de 1567, Corresp. de Philippe II, tomo 1, 577. Cf. Corresp. dipl., II, 198.(3) La bula se halla en la Corresp. dipl., II, 524 s. Segn ella hay que corregir a Philippson, 310, y asimismo a Gams, III, 2, 519.(4) El excusado era un impuesto, por el cual el rey en todas las parroquias reciba de cada tercera casa el diezmo ntegro, que estas casas por otra parte haban de pagar a la Iglesia, pero de cuya tributacin a la misma estaban ahora exentas (excusado). Cf. Desdevises du Dezeit, LEspagne de l'ancien rgime. Les institutions, Pars, 1899,370.(5) Requesns juzgaba en 1566, que el excusado valdra un Per (Colee, de docum. ind., XCVII, 376). Cf. adems la relacin de Dietrichstein en Koch, Fuentes para la historia de Maximiliano II, Leipzig, 1857, 200.(6) V. Corresp. dipl., II, u x s., 191, 198, 200 s., 204 s., 212, 216 s., 253. Cf. Corresp. de Philippe II, tomo 1,580 s.(7) V. Corresp. dipl., II, x l v i i i .

    6 . H i s t . o e lo s P a p a s , tomo VIII, v o l . XVIII.

  • entendi que el envo del duque de Alba era otra equivocacin todava mucho peor. El duque, espaol de cuerpo entero, y sin conocimiento del carcter extranjero, era sumamente odiado en Flandes, de suerte que el mismo Felipe II pens un instante en revocar el funesto nombramiento. Y si al fin no di este paso, no poca parte tuvo en ello el partido cortesano hostil al duque y que trabajaba por alejarle. Entonces alcanz Ruy Gmez influjo decisivo con don Felipe, lo cual se dej sentir en Roma aun en la posicin del cardenal Pacheco (1).Cuando el ejrcito del duque de Alba se reuni en la Italia superior, Po V expres el deseo de que en su marcha a los Pases Bajos acometiese a Ginebra, centro del calvinismo. Felipe II rechaz semejante desvo del camino derecho (2). Tampoco di odos a otra propuesta del Papa. Po V pensaba poner al lado del duque de Alba un plenipotenciario para los asuntos eclesisticos (3), o enviar a Flandes un nuncio (4). Ni lo uno ni lo otro agrad al rey: no quera verse impedido en sus planes por Roma. Estos iban enderezados no slo a castigar a los herejes, sino tam* bin a aniquilar los enojosos privilegios de los Pases Bajos y convertir el pas en provincia espaola. Supresin de los privilegios, sustitucin de los magistrados de las ciudades por funcionarios reales, construccin de cindadelas en Amberes, Valenciennes, Flesinga, Amsterdam y Maestricht, confiscacin de bienes, imposicin de tributos sin aprobacin de las cortes o Estados generales, ste era el programa de don Felipe, como ya lo haba expuesto a la gobernadora el 31 de mayo de 1567 (5). Para su ejecucin era el duque de Alba el hombre a propsito.En agosto de 1567 presentse el duque con sus tropas escogidas en Flandes, donde despus de la devastacin de las iglesias los nobles catlicos, reconociendo su engao, se haban retirado del Compromiso y tambin en muchas ciudades se haba efectuado(1) V. ibid., xlvii s.(2) Cf. Cramer, I, 165 s., II , 208 s. Varias posteriores excitaciones dePo V a proceder contra Ginebra tuvieron igualmente poco buen xito; v. ibid., II, 219 s., 223.(3) V. la * relacin de Arco, de 19 de julio de 1567, Archivo pblico de Viena.(4) V. ibid. la * relacin de Arco, de 23 de agosto de 1567: el nuncio,con poderes de legado, deba despacharlo todo gratuitam ente.(5) Gachard, Corresp. de Philippe II, tomo I, 542.

    V , PO V

  • DICTADURA MILITAR DB ALBA 83una mudanza desfavorable a los novadores (i). La quietud del pas dejaba ciertamente todava mucho que desear, aun despus de vencida la rebelin de los calvinistas que estall a principios de 1567; a pesar de lo cual una poltica prudente hubiera debido ahora contentarse con el castigo de los cabecillas, conceder amnista a los extraviados y atraerse los elementos fieles al rey. Por eso Po V aconsejaba con tanta instancia que don Felipe se presentase all personalmente, y antes de emplear la fuerza de las armas, intentase de nuevo volver con Dlandura al buen camino a los descarriados. Pero en vez de esto se envi al duque de Alba con el encargo, no slo de reprimir las novedades religiosas, sino tambin de introducir una manera de gobierno que aniquilaba las libertades polticas y deba convertir en enemigos de Espaa a todos, aun a los catlicos fieles al rey. Los soldados del duque, que procedan como en pas conquistado, hicieron lo dems para llenar a la poblacin de desesperacin y odio a Espaa. Al principio todos se inclinaron atemorizados ante el capitn general del monarca espaol. La gobernadora se despidi ya a fines de 1567. Pero el duque sobrepuj a cuanto se tema: a la prisin de Egmont y Horn sigui la institucin de un tribunal extraordinario, el llamado Consejo de los tumultos o Tribunal de la sangre, la incoacin del proceso contra el prncipe de Orange, que en abril de 1567 haba huido a Alemania y pasdose abiertamente al luteranismo, y contra los dems conspiradores; luego, desde febrero de 1568, ejecuciones en masa y confiscaciones de bienes. Millares de personas huyeron (2). Orange y su hermano se pusieron en armas para defenderse, confiando en la ayuda de los prncipes luteranos de Alemania, de los caudillos de los hugonotes en Francia y de la reina Isabel de Inglaterra, con la cual ya desde muy atrs estaban en relaciones. Alba contest el 5 de junio de 1568 con la ejecucin de los condes de Egmont y de Horn. Despus sali a campaa contra los rebeldes. Venci a Luis de Nassau el 21 de julio en Jemgum junto al Ems inferior, y luego se dirigi contra Guillermo de Orange, que en septiembre procur penetrar en los Pases Bajos con un ejrcito desde la comarca de Trveris, por el Mosa, como campen de la libertad de la patria; pero Alba maniobr tan felizmente, que su adversario se hubo de retirar en

    (1) V. Rachfahl, II, 2, 769 s., 801 s.(2) V. Pirenne, IV, 10 s.

  • 84 V, PO Vprecipitada fuga (1). El de Orange huy a Dillenburgo. Slo los mendigos martimos continuaron todava peleando. El triunfo de Alba pareca completo. La misma Isabel de Inglaterra di la enhorabuena a Felipe II por su victoria sobre los rebeldes (2). El duque anunci a Madrid, que en todas partes reinaba tranquilidad. A pesar de esto prosigui su obra de terror y de sangre, como si fuese su cometido llenar de rencor aun a los fieles partidarios del rey y de la antigua religin. Antes bien ahora comenz propiamente a someterlo todo a los pies de Espaa (3). Con la imposicin de exorbitantes tributos (4), injustos por su naturaleza y su forma, se hizo enemigos aun a los catlicos. Estos a vista de las confiscaciones de bienes haban conocido ya muy bien que no se atenda para nada al cuidado de las almas (5). Cuando algunos jesutas combatieron el impuesto del dcimo maraved como una manifiesta injusticia, el duque de buena gana los hubiera desterrado de Flandes (6). Trat con altivez a los obispos que intercedieron por el pobre pueblo (7). Toda su manera de gobierno, que no era otra cosa sino una dictadura militar, pesaba gravemente sobre todos; en vez de apaciguar al pas, no hizo sino irritarlo an ms.El gobierno espaol tena gran inters en que la curia romana no viese en las turbulencias flamencas nada ms que una rebelin de los calvinistas. Fcil le fu difundir esta idea en Roma, pues en los pases extranjeros era sumamente difcil apreciar justamente las complicadas cosas de Flandes, y reconocer el elemento poltico y nacional que influy decisivamente desde el principio en todo aquel movimiento. Tambin la conducta del duque de Alba en los Pases Bajos fu presentada en Roma por la embajada espaola de tal suerte, como si en ella estuviesen en primer trmino, no los intereses polticos, sino los religiosos. Con esto esperaban los espaoles alcanzar que el Papa dara su asentimiento,

    (1) C. Bor, Lodewijk v. Nassau, 160 s.; Franz, Frisia oriental y los Pases Bajos, Emden, 1875, 24 s.; Teubner, La campaa de Guillermo de Orange contra Alba en el otoo de 1568, Halle, 1892.(2) V. Blok,III,96.(3) Tout rduire au pied dEspagne. Morilln a Gran vela en 28 de abril de 1572, Corresp. de Granvelle, d. Piot, IV, 207.(4) V. Pirenne, IV, 28 s.; Blok, III, 101 s.(5) Corresp. de Granvelle, d. Piot, IV, 292.(6) V. ibid., 155, 157.(7) V. Pirenne, IV, 9.

  • ENGAO DEL PAPA 85hasta entonces intilmente solicitado, a la imposicin de nuevos tributos eclesisticos para obra tan laudable como la destruccin de los calvinistas (1).Como Felipe II haba rehusado el nombramiento de un nuncio para Flandes, Po V, fuera de las noticias privadas, se hallaba en lo esencial dependiente de las relaciones del gobierno espaol sobre las cosas de aquel pas. Requesns y ms tarde Ziga no dejaban de informarle sobre cuanto aconteca. Los sucesos de Flandes eran tratados de parte de los espaoles con gran secreto, de modo que corran los ms absurdos rumores (2); por lo cual se escuchaban con tanto mayor avidez en Roma las palabras de los representantes ociales de Felipe II. Sus declaraciones eran tan persuasivas, que el Papa en su juicio sobre los asuntos de Flandes qued del todo cautivo del criterio espaol y consideraba las empresas del duque de Alba como una suerte de cruzada contra los herejes, con la que se contendra a sus correligionarios de Francia y Alemania (3). Que se trataba en los Pases Bajos para los catlicos de ser o no ser, crea Po V haberlo de sacar tambin de las comunicaciones del dominico Juan Straetmann, residente en Bruselas, el cual a 22 de febrero de 1568 relataba horribles pormenores sobre el asesinato de veinticinco sacerdotes catlicos, cometido por los calvinistas en las cercanas de Yprs (4).La notificacin que el duque de Alba hizo al Papa, de la ejecucin de los condes de Egmont y de Horn, se explic por Ziga y Pacheco de tal manera que Po V hubo de aprobarla enteramente (5). No tenia barrunto ninguno de la injusticia de la pena impuesta a Egmont; pues la sentencia de muerte contra ambos condes que el duque le envi, deca que haban sido convictos de rebelin y de alta traicin por favorecer a los herejes y fomentar la

    (1) V. Corresp. dipl., II, 437.(2) As se hablaba de un decreto de Felipe II, compuesto con autoridad de la Inquisicin espaola, por el cual se condenaba a muerte a la mayor parte de los flamencos. Ya Prescott, Philipp II, tomo II (1867), 105, expres sus dudas sobre este dato, admitido sin titubear por Tuano y Meteren. Recientemente Blok en las Bijdragen van vaderlandsche geschiedenis, 4 serie, t. VI, 3, se ha declarado con razn contra la autenticidad de este decreto.(3) Cf. principalmente la relacin de Ziga a Felipe II, fechada en Roma a 21 de julio de 1568, Corresp. dipl., II, 414.(4) V. Laderchi, 1568, n. 173. Sobre la correspondencia de Straetmann con el cardenal Bonelli v. Anal. p. s. l'hist. eccls. de la Belgiq ue, XXV (1895),55 s(5) V. Corresp. dipl., II, 402, 403 s.; Legaz. di Serristori, 452.

  • 86 V, PO Vconjuracin del prncipe de Orange. Fuera de esto qued el Papa todava confirmado en su concepto de que con dicha ejecucin haban hallado su merecido castigo verdaderos crmenes, al ver que un monarca tan sospechoso en materia de religin como Maximiliano II desaprob el proceder de Alba (1). Cuando despus aparecieron en la arena Luis de Nassau, aliado con los mendigos martimos, y Guillermo de Orange, abiertamente separado de la Iglesia catlica, con su ejrcito formado de luteranos alemanes, hugonotes franceses y calvinistas flamencos, temi Po V una matanza de los catlicos en los Pases Bajos, caso que las tropas del de Alba fuesen derrotadas. Luego que se presentaron, haban las feroces bandas de Luis de Nassau comenzado a saquear iglesias y matar clrigos. Las noticias sobre esto, as como sobre la composicin del ejrcito de Orange, haban de afianzar en Po V la persuasin de que Alba peleaba en primera lnea contra los enemigos de Dios y de la Iglesia., y slo en segundo trmino contra los rebeldes a su rey, y que por tanto peleaba las batallas del Seor para el restablecimiento de la religin catlica (2).Con ansiedad concebible segua el Papa los sucesos de la guerra. En la tarde del 4 de agosto de 1568 una carta del duque de Alba anunci su victoria sobre Luis d e Nassau. Po V orden que se hiciesen fogatas en seal de alegra y procesiones (3), para dar gracias a Dios, y tambin para pedirle que continuase otorgando su auxilio, pues todava amenazaba a la Iglesia un gran peligro por parte de Orange, cuyas tropas saqueaban en todas partes iglesias y monasterios. El 29 de agosto hizo Po V la visita de las siete iglesias principales de Roma para suplicar al Seor protegiese la religin en los Pases Bajos (4). Acrecentse su cuidado

    (1) Cf. Corresp. dipl., II, 414 s., 498; L egaz. di Serristori, 452.(2) En los breves a Alba (Laderchi, 1568, n. 179; Brognoli, I, 266) est esto expresado muy claramente.(3) Adems de Firmano, Diario, en Bonanni, I, 301, v. la "relacin de Arco, de 7 de agosto de 1568, en el A rch ivo pblico de Viena, la carta de Ziga, de 13 de agosto, en la Corresp. d ip l., II, 437 y la * relacin de B. Pa, fechada en Roma a 14 de agosto de 1568 (e n todas partes se han ordenado preces de accin de gracias por buoni successi di Fiandra contra Ugonotti), Archivo Gonsaga de Mantua. La relacin de Alba a Po V de 25 de julio, y los breves gratulatorios del Papa, de 7 y 26 re agosto de 1568, pueden verse en Laderchi, 1568, n. 178*179.(4) Relacin de B. Pa, de 30 de ag o sto de 1568, Archivo G om aga de Mantua.

  • cuando se anunci que los protestantes alemanes y franceses apoyaban al de Orange (1). El 29 de octubre volvi el Papa a visitarlas siete iglesias dichas y rog por la victoria del duque de Alba (2). El 18 de noviembre con la publicacin de un jubileo se exhort a los fieles a orar por el abatimiento de los enemigos de la Iglesia en Francia y en Flandes (3). El 7 de diciembre vino finalmente a librar al Papa de sus graves cuidados: Alba haba obligado a Orange a emprender la fuga. El jbilo en Roma fu tanto mayor, cuanto las anteriores noticias de la victoria no se haban confirmado (4). El ao siguiente el duque fu honrado con el envo de una espada y un sombrero bendecidos, y su esposa recibi la rosa de oro (5).Lo mismo que muchos otros, tambin Po V haba aconsejado que se otorgase una amnista general despus de la victoria del duque de Alba. El mismo concedi las dispensas necesarias para abreviar todas las formalidades que pudiesen retardar la nueva admisin de los protestantes arrepentidos en la Iglesia (6). Felipe II conoci asimismo la necesidad de una amnista; pero con su acostumbrada tardanza, hasta el 16 de noviembre de 1569 no firm el documento correspondiente, y todava con muchas limitaciones. El de Alba dej de publicar este decreto, como tambin la bula pontificia, {hasta julio de 15701 (7) No era el hombre a propsito para ejercer clemencia (8).(1) V. Corresp. dipl., II, 457.(2) V. Firmano, Diario, XII, 31, Archivo secreto pontificio. De la gran inquietud de Po V por el curso de las cosas en los Pases Bajos *da cuenta B. Pa en 6 de noviembre de 1568, Archivo Gomaga de Mantua.(3) V. Firmano, * Diario, loco cit.(4) V. ibid., as como la * relacin de B. Pa, de 8 de diciembre de 1568, segn la cual Alba notific su victoria por carta de 25 de noviembre de 1568. Pa dice en ella: II Papa tutto pieno di allegrezza non fa altro che pregare et lar pregare Dio (Archivo Gomaga de Mantua). V. tambin el breve a Alba de 12 de diciembre de 1568, en los Documentos del Archivo Alba, Madrid, 1891, 183 s.(5) Adems de Laderchi, 1569, n. 204 y Brognoli, I, 271, v. tambin F irmano, * Diario, XII, 32, p. 78b, Archivo secreto pontificio, el * Avviso di Roma de 21 de marzo de 1569, Urb., 1041, p. 38, Biblioteca Vatic.y y un * Avviso di Roma de 26 de marzo de 1569 en el Archivo pblico de Viena.(6) Cf. la relacin de Cusano, de 19 de febrero de 1569, Archivo pblico de Viena.(7) V. Gachard, Corresp. de Philippe II, tomo 11,63, 680; Holzwarth, II, 1, 398 s.; Renom de France, I, 392 s. Cf. Alberdingk Thijm en el Anuario Hist., VII, 284 s. y Gossart, Ltablissement du rgime espagnol dans les Pays- Bas, Bruielles, 1905, 293.(8) Cf. su carta a Po V en la Corresp. dipl., III, 73, nota 1.

    1NTBRS DEL PAPA POR LA DERROTA DE LOS CALVINISTAS 87

  • 88 V, PO VContribuy no poco a mantener la favorable opinin que en Roma se tena del duque, el apoyo que ste prest a la completa ejecucin de la nueva organizacin de las dicesis. Los deseos del Papa coincidieron en este asunto enteramente con los del gobierno espaol. Gn julio de 1564 Felipe II haba condescendido con la oposicin, queriendo desistir de la ereccin de un obispado en Amberes, y de la incorporacin de las abadas de Brabante, en cambio del pago de una renta perpetua. La Santa Sede no haba otorgado su aprobacin a esta forzada indulgencia. Este asunto haba pasado a segundo trmino por las revueltas que luego estallaron. Despus del restablecimiento del orden por el duque de Alba, deba arreglarse definitivamente. De acuerdo con Felipe II quiso el duque apoyar aparentemente las peticiones de los estamentos de Brabante, de que se confirmase en Roma el anterior convenio, pero en secreto aconsejar al Papa lo contrario (1). Confise este cometido en octubre de 1568 a Hernando Delgadillo, secretario de Alba. El enviado hall en Po V tanto menores dificultades, cuanto el Papa siendo cardenal haba pertenecido a la comisin para la ereccin de los nuevos obispados y estaba persuadido de la necesidad de llevar enteramente a efecto esta disposicin. Entre tanto sobrevino una nueva demora, cuando el duque de Alba retuvo todava por algn tiempo las bulas relativas a los obispados, en vista de la excitacin provocada por los tributos que haba impuesto. Slo despus de haber conseguido la aquiescencia de los Estados provinciales para la contribucin del dcimo y vigsimo maraved, di su plcet a las bulas. Las dificultades que todava ahora quedaban, eran de orden secundario y fueron superadas. En diciembre de 1570 se di al fin cima a este negocio: efectuse la incorporacin de las abadas, y asimismo se establecieron los obispos en aquellas ciudades donde hasta entonces no haban sido admitidos (2).En la eleccin de los nuevos obispos se haba ido con gran cuidado. As su ortodoxia como su conducta no dejaban nada que desear; todos tenan la mejor voluntad para la ejecucin de las reformas decretadas en el concilio tridentino. Pero la mayor parte eran ms bien sabios que hombres de accin. Intimidados

    (1) V. Marx, Estudios, 405.(2) V. Gachard, Corresp. de Philippe II, tomo II, 40 s., 50, 65, 73, 79, 84,105 s., 122,133, 150, 163 s.; Brom, Archivalia, I, 721 s.

  • ALBA T LA NUBVA ORGANIZACIN DE LOS OBISPADOS 89por la difcil situacin, no se atrevieron a proceder con tanta decisin como habra sido necesario (1), por lo cual les dirigi Po V una admonicin el 2 de julio de 1571 (2). Slo formaba una excepcin Lindano, el cual desde 1569 trabaj con grandsimo celo como obispo de Roermond (3). Pero tampoco l pudo suplir el vaco que haba producido la partida de Granvela, natural adalid del episcopado de Flandes. Fu tambin perjudicial para la actividad religiosa y reformatoria de los obispos la dominacin enrgica del duque de Alba; el odio al rgimen espaol los comprendi tambin a ellos, en los cuales se vea solamente instrumentos de Felipe II y de su duque (4). Y no obstante eran cabalmente los obispos los que amonestaban con libertad a Alba, que procediese con ms benignidad. Con todo el duque de hierro no se movi por ello; los obispos, deca, no entendan nada en este negocio.Como en el terreno poltico, as tambin en el eclesistico era Alba incondicional partidario del sistema de Felipe II, segn el cual los eclesisticos eran ms funcionarios del Estado que de )a Iglesia. Sin miramientos us el plcet para las bulas pontificias, sin cuidarse de que con ello pona a veces obstculos hasta a los esfuerzos tan saludables de Po V por conseguir la reforma del clero de Flandes (5). Demuestra bien a las claras los designios regalistas de Alba el haber exigido ste en 1570, que se dejase tener parte en las deliberaciones del primer snodo provincial, celebrado en Malinas, a un miembro de su Consejo como comisario real (6). Del mismo sistema regalista tuvo origen la no disimulada aversin del duque a los jesutas (7) y una disposicin de Felipe II,

    (1) V. Pirenne, IV, 483. Holzwarth (II, 1, 336 ss.) da noticias exactas sobre cada uno de los obispos y sus trabajos de reforma.(2) V. Laderchi, 1571, n. 34. Una carta anterior, de 5 de julio de 1568, en la que se exhorta a la reforma, puede verse en Goubau, 91 s.(3) V. A. Havensius, Vita Lindani, Coloniae, 1609; Foppens, Bibl. Blgica, I, 410 s.; Annuaire de luniv. de Louvain, 1871; El Catlico, 1871, It 702s., II, 89 ss., 442 ss., 659 ss.(4) V. Pirenne, IV, 33, 484.(5) V. Holzwarth, II, 1,368.(6) Cf. de Ram, Synodicon Belg., I, Mechlin., 1828; Holzwarth,II, 1,368 ss. Cuando el arzobispo de Trveris hizo visitar en 1570 el arcedianato de Longu- yn, un comisario de Alba asisti a la sesin de la comisin de visita; v. Heydin- ger, Archidiaconatus tit. S. Agathes in Longuiono descriptio, Aug. Trev., 1884.(7) V. lmago primi saeculi Soc. Iesu, Antverpiae, 1640, 745; Pirenne, IV, 4%. Cf. Cappelletti, I Gesuiti e Venezia, Venezia, 1873,40. Alba fu confirmado en esta aversin por su confesor; v. Corresp. de Granvelle, d. Piot, IV, 604.

  • de 1571, que impona la pena de destierro del pas a los que difundiesen bulas pontificias sin permiso del gobierno (1).As Alba como su rey estaban ciegos, no slo para no ver el dado que causaban a la causa catlica con su regalismo, sino tambin para no advertir que su rgimen poltico de rigor vena a ser la mejor arma para el prncipe de Orange y para todos los rebeldes. El 1. de abril de 1572 lograron los mendigos martimos, estrechamente relacionados con Orange, ganar un importante punto de operaciones con la toma de la fuerte ciudad de Briel al sur de Holanda. Conforme al genuino modo de obrar de los calvinistas las iglesias de Briel fueron saqueadas y los clrigos asesinados. Atrocidades semejantes cometan los mendigos martimos dondequiera que podan (2).La nica defensa contra tales horrores estaba en las armas del duque de Alba. A pesar de las intrusiones que as ste como su rey se permitan en el terreno eclesistico, Po V se vi obligado por la dura necesidad a acudir al poder espaol. Los impuestos eclesisticos que concedi a Felipe II en mayo de 1571, otorglos expresamente en atencin a los gastos del rey para la conservacin de la religin catlica en los Pases Bajos y en otras naciones (3), con las cuales palabras se significaban Francia e Inglaterra.

    90 v, po v

    IIPo V consideraba necesario para la salvacin de Francia, que se hiciese la ms rigurosa resistencia a la hereja, que se le quitase el pbulo con la reforma de los abusos eclesisticos, y se robusteciese de nuevo la fuerza de los catlicos. Enteramente contrarios eran los designios de Catalina de Mdicis. Indiferente para la religin a que perteneca, pensaba con su acostumbrado modo de obrar, oponer unos a otros los intereses de los partidos que saudamente se combatan, y valerse de ellos alternativamente para(1) V. Van Espen, Opera omnia cannica, VI, 86.(2) V. Altmeyer, Les Geux de mer e t la prise de la Brielle, Bruxelles, 1865; Holzwarth, II, 1, 497, 505 s.; Janssen-Pastor, IV 15-16,337; Gaudencio, 152; Corresp. de Granvelle, d. Piot, IV, 603.(3) V. Laderchi, 1571, n. 31 (en vez de 11 lase 21 de mayo).

  • ACTITUD DEL PAPA RESPECTO DE FRANCIA 91asegurar de esta manera su propio poder y el de su hijo Carlos IX (1).Semejante poltica haba de desagradar sumamente a un Papa como Po V, que estaba lleno de ardiente celo de la conservacin de la religin catlica. Su actitud se deduce clara y manifiestamente de la instruccin, compuesta en 6 de abril de 1566, para el nuevo nuncio de Francia, el conde Miguel de la Torre, obispo de Ceneda. En sentidas frases expresa aqu sus temores por el rumbo que iban tomando las cosas de Francia. El nuncio deba amonestar enrgicamente al rey y a su madre, que dejasen a un lado todos los respetos humanos, para conservar en sus sbditos la pureza de la fe. Especialmente se le encargaba que instase la publicacin y ejecucin de los decretos tridentinos, y que exigiese tambin la remocin del escndalo que daba el cardenal Odet de Chtillon, depuesto por sus herejas, el cual continuaba vistiendo la prpura, a pesar de haberse casado. El Papa dejaba entrever juntamente que no otorgara ms la dignidad cardenalicia a ningn prelado francs, antes de la ejecucin de esta exigencia. Adems deba indicar de la Torre, que el rey haba de pedir un nuevo privilegio a la Santa Sede para ejercitar sus derechos de provisin en la Provenza y Bretaa, y oponerse a los abusos en la colacin de cargos y beneficios eclesisticos (2). Una instruccin especial contena an encargos respecto a Avin, donde el legado cardenal Borbn dejaba mucho que desear en su celo contra la penetracin de las herejas; si no mejoraba all el estado de cosas, el nuncio deba dar a entender que el Papa privara al cardenal de la legacin (3).

    (1) V. Baumgarten, La noche de S. Bartolom, 25, y v. Bezold en la Revista Hist., XLVII, 561 s. Cf. nuestros datos del rol. XVI, 131.(2) 'Instru ttione per il nuntio di Francia (il vesc. di Ceneda), en Varia polit., 81 (ahora 82), p. 319-320, 322, y de nuevo p. 510*513, Archivo secreto pontificio. Cf. Catena, 58 s. y Brognoli, II, 27 s. El litigio por causa del derecho de nombramiento en la Bretaa todava no estaba compuesto en 1571; v. la 're la cin de A. Zibramonti, fechada en Roma a 29 de septiembre de 1571, Archivo Gomaga de Mantua. El nombramiento de un nuevo nuncio francs lo anunci ya Arco en su 're lac in de 19 de enero de 1566, Archivo pblico de Viena; efectuse el 25 de marzo de 1566; v. Biaudet, 119.(3) V. Varia polit., 81 (ahora 82) ea e! Archivo secreto pontificio, p. 322*> a 327 y de nuevo p. 514-518: Mnstruttione per il medesimo nuntio intorno alie cose dAvignone. Indcase que el peligro viene especialmente del principato d'Orangeo, que estaba rodeado de territorio pontificio. Adems haba de advertirse a los cardenales Borbn y Armagnac, que alcuni ministri loro

  • 92 V, PO VLo que sin duda influy en primer lugar para que se nombrase a de la Torre nuncio de Francia, fu la circunstancia de que haba desempeado ya la nunciatura francesa en tiempo de Paulo III y al principio del reinado de Julio III (1); por consiguiente estaba familiarizado con las cosas de dicha nacin. A esto se agregaban sus buenas relaciones con Catalina de Mdicis.Enrgicas amonestaciones pontificias environse primero al nuevo nuncio, otras siguieron luego dirigidas a Carlos IX, Catalina de Mdicis y los obispos. Po V exiga en ellas sobre todo la publicacin y ejecucin de los decretos tridentinos, principalmente la observancia de la obligacin de residir, la ereccin de seminarios por parte de los obispos y la supresin de los escandalosos abusos en la colacin de los beneficios eclesisticos, los cuales muchas veces haban ido a poder de mujeres o de protestantes, por falta de conciencia del gobierno. Estas advertencias no quedaron sin buen suceso. Varios obispos procuraron ejecutar las disposiciones reformatorias del concilio. El gobierno, a la verdad, rehus constantemente la aceptacin oficial de los decretos, pero favoreci la difusin del Catecismo Romano, el cual fu traducido al francs, y expidi asimismo una circular sobre la observancia de la obligacin de residencia por parte de los obispos (2). En cambio fueron an necesarias reiteradas amonestaciones para remover el escndalo que daba Chtillon (3).Tambin en otras materias se di al Papa causa suficiente para quejarse, principalmente por parte de Catalina de Mdicis. En una carta al nuncio, de 17 de agosto de 1566, se querella Po V, de que Catalina se rodeaba casi nicamente de herejes, llegaba hasta otorgarles beneficios eclesisticos y los favoreca tambin

    * favorecan a los herejes, de lo cual se citan algunos casos. De qu manera el cardenal Armagnac, como legado juntamente con Borbn, procur remediar lo que motivaba las quejas del Papa, se saca de su relacin de 24 de julio de 1566, que se halla en las Ml. darchol., XXII, 116 s. Sobre Armagnac cf. Revue des quest. hist., XVI, 566 s. Pueden verse cartas suyas en la Revue hist., II, 529 ss.(1) V. nuestros datos del vol. XIII, 94, 98. Cf. el breve a Carlos IX, de 25 de marzo de 1566, en los nms. 19-22 del apndice, Archivo de breves de Roma.(2) V. Catena, 59 s. Tambin Espaa instaba la aceptacin de los decretos del concilio; v. Corresp. dipl., 1 ,150, 181.(3) V. la * relacin de Arco, fechada en Roma a 17 de agosto de 1566, Archivo pblico de Viena.

  • de otras maneras. En un breve dirigido a ella misma se la exhorta a no justificarse por ms tiempo con solas palabras, sino con un proceder catlico (1). En lo exterior se mantuvo ciertamente a pesar de estas quejas un trato amistoso con la corte francesa: al cardenal Toumn, enviado a Roma en el otoo para calmar al Papa y prestarle obediencia, se le hizo un recibimiento muy benvolo (2), y a fines de noviembre, se remitieron presentes pontificios a la familia real de Francia (3). Pero algunas expresiones privadas del Papa demostraban cunto dudaba de la ortodoxia de la reina madre, cuyo Consejo era en sus tres cuartas partes hugonote. Ya en la primavera de 1567 reinaba en Roma el temor de que el dbil Carlos IX abrazara el protestantismo y se casara con una princesa alemana luterana (4).Muy dolorosamente sinti Po V que el gobierno francs apoyase a los obispos culpables de hereja, contra los cuales haba ya procedido Po IV (5). Sin cuidarse de que la corte de Francia continuaba haciendo valer las libertades galicanas en este asunto, Po V en un consistorio de 11 de diciembre de 1566, public la sentencia definitiva, que depona por herejes de todas sus dignidades a seis de los obispos inculpados: Juan de Chaumont, de Aix, Juan de Montluc, de Valence, Luis dAlbret, de Lesear, Carlos Guillart, de Chartres, Juan de Saint-Gelais, de Uzs, y Claudio Regn, de Olorn (6). Con todo, slo el obispo de Aix dej su(1) Cf. Philippson, La curia romana, 111.(2) Junto con Lettres de Cath. de Mdicis, 11,388, 392, cf. la* relacin de Fr. Strozzi a Maximiliano II, fechada en Roma a 28 de septiembre de 1566, Archivo pblico de Viena. La * respuesta al discurso de obediencia de Tournn, compuesta por Ant. Florebello, la cual lleva la fecha de 10 de octubre de 1566, se halla en el Arm. 44, t. XII, n. 118; ibid., n. 119 hay un 'b rev e a Carlos IX, de 17 de octubre de 1566, sobre la obediencia. Archivo secreto pontificio.(3) Los regalos consistan en magnficos rosarios de lapislzuli; v. la relacin de Strozzi, de 29 de noviembre de 1566, Archivo pblico de Viena.(4) Cf. Legaz. di Serristori, 431; Herre, El papado, 148; Philippson, loco citato. Una relacin ms exacta del estado de Francia di el cardenal Santa Croce, que se volvi a Roma el 27 de agosto de 1566 (v. la * carta de C. Luzzara, fechada en Roma a 28 de agosto de 1566, Archivo Goneaga de Mantua). Cun descontento estuvo el Papa desde el principio, de la actitud del gobierno francs en los asuntos religiosos, se saca tambin de las relaciones de Requesns, que se hallan en la Corresp. dipl., I, 325,370, II, 191.(5) Cf. nuestros datos del vol. XVI, 159 s.(6) V. Laderchi, 1566, n. 425; Corresp. dipl., I, 435 s.; Degert, 99 s. Cf. la relacin de Strozzi, de 30 de noviembre de 1566, Archivo pblico de Viena, y la de Luzzara, de 11 de diciembre de 1566, Archivo Gonzaga de Mantua. A

    BL GOBIERNO FRANCS APOYA A OBISPOS HBRBJBS 93

  • cargo; en los otros la sentencia qued sin efecto, porque el gobierno francs y naturalmente tambin la reina de Navarra la consideraron como no publicada, y por tanto no haba que pensar ea su ejecucin. Pero los depuestos demostraron con su ulterior conducta cun justificada era la sentencia del Papa (1).La gran condescendencia del gobierno francs con los hugonotes no logr contentarlos. Se quejaban de la infraccin del edicto de Amboise, que ellos mismos no observaban, y perfeccionaban su robusta organizacin poltico-militar (2). Su ltimo fin iba mucho ms all de la tolerancia o igualdad de derechos. El poder real deba estarles sujeto y as establecerse su dominio universal. La ocasin pareca favorable a esto cuando el gobierno francs en sus disposiciones de precaucin, motivadas por la expedicin militar del duque de Alba a los Pases Bajos, se apoy en los hugonotes. Estos esperaban ahora tomar en sus manos el mando supremo del ejrcito para hacer estallar despus la guerra contra el rey de Espaa, aun cuando Felipe II no se permita ningn acto hostil o ingerencia en los negocios interiores de Francia (3). Pero Catalina de Mdicis, que no quera ser dominada, desbarat sus intentos. Los hugonotes, que se vieron defraudados en sus esperanzas y teman una alianza del gobierno con Espaa, procuraron entonces alcanzar su fin por otro camino, de acuerdo con el prncipe de Orange e Inglaterra. Con una acometida repentina, cual ya se haba intentado aos atrs contra Francisco II, pensaron apoderarse de la corte en su residencia de Monceaux cerca de Meaux a fines de septiembre de 1567, prender a la reina y a su hijo, y reducir a la impotencia a los adversarios, sobre todo al cardenal Guisa. Todo el plan estaba muy bien preparado y guardado cuida-este lagar pertenece el borrador de un breve 'Capitulis quibusdam Franciae: Deposito propter nefandum haereticae pravitatis crimen eo, qui vester qui- dem episcopus diccbatur, sed commissi sibi gregis era t desertor ac proditor, os exhortamos a cuidar interinam ente de la administracin de la dicesis. Arm. 44, t. XII, n. 97, Archivo secreto pontificio.(1) V. Degert, 101 s., donde hay ms particulares noticias sobre cada uno de los depuestos. A Degert se Je han pasado por alto dos breves pertenecientes a este lugar. 1 'p rim ero , dirigido al arzobispo de Sens, de 30 de julio d 1567, exhorta a ste a proceder contra el obispo herejs de Chartres (Archivo de breves de Roma), el 'segundo, de 19 de noviembre de 1569, v. en el n. 6 del apndice, Archivo secreto pontificio.(2) Cf. Correro, 183 s.(3) V. Segesser, Pfyffer, I, 420. Ct. Mareks, Bayona, 290.

    94 v , pfo v

  • LA SHGUNDA GUERRA CIVIL Y RBUGIOSA DR FRANCIA 95dosamente en secreto (1). En la corte real nadie barruntaba que era inminente un levantamiento de los hugonotes en todo el pas, y menos que ninguno Catalina, que haba despreciado todos los avisos de semejantes maquinaciones; qued completamente sorprendida. Tampoco el canciller L HOpital quera creer en una sublevacin de los hugonotes. Fu por tanto casi un milagro que la familia real lograse todava en el ltimo momento escapar a Meaux y, defendida por los seis mil suizos que corrieron en su auxilio, llegar a Pars el 29 de septiembre de 1567 (2).Por segunda vez se encendi ahora la guerra civil y religiosa en Francia. El rey fu sitiado en su capital, y en todas las provincias se levantaron los hugonotes. Cul fuese la suerte que amenazaba a los catlicos, mostrlo la atrocidad conocida con el nombre de la Michelade, que se cometi en Nimes, donde los hugonotes, el 29 de septiembre (da de San Miguel), mataron sin enjuiciarlos a ochenta de los ms principales catlicos y arrojaron sus cadveres a un pozo (3).Ambos partidos buscaron subsidios y aliados fuera de Francia. La corte, en su apuro, envi a Roma a Anbal Rucellai con la peticin de presto socorro. Las noticias que llev Rucellai, fueron odas con espanto en la curia (4). Po V, como se deja entender, estuvo presto a dar apoyo a vista de la duramente amenazada situacin de los catlicos franceses, pero en sus encargos al nuncio no pudo dejar de hacer serias reconvenciones. Recordaba en ellas que ya haba predicho los hechos de los rebeldes; deca que ahora era menester hacerles frente con nimo varonil. Que si se fiaban

    (1) C. Correro, 183.(2) V. ibid., 182 s.; Lettres de Cath. de Mdicis, III, ix s., 61 s.; Segesser, Pfyffer, 1,421 s., 436 s., 447 s., 472 s.; Soldn, II, 257 s. Cf. Marcks, Bayona, 291 s., 294; Geuer, M. de LHospital, 49 s.; H. de la Ferrire, La seconde gnerre civile, en la Revue des quest. hist., XXXVII, 125 s.; Thompson, 319 s.(3) Modelo horroroso de los asesinatos de septiembre de 1792, dice Sol- dan (II, 275). Cf. Polenz, III, 705 s.; Mesnard, Hist. de Nimes, tomo 5; Ron- quette, Les Saint-Barthlemy calvinistes, Pars [1906]. V. tambin Gratiani Epist., 309.(4) Segn Firmano (Diario, XII, 31, p. 197, Archivo secreto pontificio) Rucellai lleg a Roma die sabbati 11 dicti mensis (Octobris, no Septembris, como indica L&mmer, Para la historia eclesistica, 141), y di cuenta de la conjuracin de Amboise. Ex isto malo novo maximus terror fuit incussus mnibus in curia. Ordenronse al punto rogativas. Segn Gratiani Epist., 312, Rucellai no lleg hasta el 13. Concuerdan con esto la indicacin de Bonelli, que est ms abajo, p. 96, nota 3, y Corresp. dipl., II, 226 s.

  • 96 V, PO Vde nuevo de los que haban sido infieles a su Dios, se vera en breve plazo la ruina de la dinasta y la destruccin del reino. A la reina le representaba en una carta, que haba llegado ahora el tiempo oportuno para alejar de la corte a todos los hugonotes, que no eran sino espas de los rebeldes. Que no deba entregarse en manos ni del canciller L Hpital, ni de ambos Montmorency; que los que la haban movido a despedir al cardenal Guisa, le haban aconsejado mal (1).Tan sin miramientos reprenda con esto la poltica que hasta entonces haba seguido el gobierno francs, tan amplios auxilios quera prestar l mismo y obtener de otros, ahora que se haba declarado guerra abierta a los hugonotes. En su carta a la reina haba prometido aprestar inmediatamente tres mil soldados de infantera. El 16 de octubre de 1567 escribi al nuncio, que se esforzara por elevar este nmero al duplo (2).El gobierno francs deseaba ante todo auxilios pecuniarios. Rucellai no pedia menos de 300000 escudos. El Papa estaba dispuesto a todo auxilio posible, pero slo para el caso de que no se volviese a ajustar pronto un convenio con los herejes rebeldes (3).

    (1) Cf. Philippson, La caria romana, 111 s.; Corresp. dipl., II, 225; Catena, 65 s.(2) V. la carta citada abajo, nota 3, que se halla traducida en Philippson, loco cit., 112.(3) En una instruccin de Bonelli, de 16 de octubre de 1567, a M. de la Torre (per corriere espresso) se dice: Por cartas de Lyn que llegaron el 11, el Papa ha tenido noticia de la general conjuracin contra los catlicos y el rey; estuvo con grandsima inquietud, hasta que vino el 13 Anbal Rucellai con lettere di loro Maest, que notificaban la salvacin de Carlos IX. A richiesta di esso A. Rucellai havemo concesso che si possino essigere la met de frutti di tutti i benefici etiandio di cardinali; ne adimandava anchora di potere alienare parte de beni mobili delle chiese, ma ricordandosi che per l'altra risolu- tione furono alienati in notabile somma parso di non concederlo se prima non vediamo che S. M. Christm4 facci da dovero perch in tale caso venderes- simo anco la propria persona. Archivo secreto pontificio, Nunziat. di Francia, 282, p. 4-5; ibid. hay una * carta de 18 de octubre de 1567, con la que fu enviada la bolla della met de frutti di tutti i benefici eccci. En dicha carta se halla esta adicin hecha por el mismo Papa: V. S. sia benavvertita dintendere se vi fusse speranza d'accordo dico di S. M^con i ribelli et in tale caso ne espi- direte un corriero a posta ne gli darete essa bolla; ma quando siate chiaro che si facci da dovero non solo li darete la bolla, ma riscuoterete 25 scudi. Cf. adems Corresp. dipl., II, 229 s. Rucellai emprendi la vuelta el 19 de octubre. En Venecia pidi ayuda intilmente (v. Corresp. dipl., II, 239 s.). Arco notifica en 25 de octubre de 1567, que el Papa haba dado a Rucellai una letra de cambio de 50000 escudos, per quanto sintende.

  • BL PAPA PROTEGE A LA 1GLBS1A DE FRANCIA 97Le fu a la verdad muy difcil hacerse con el dinero, pues ya haba tenido que sacar grandes sumas de su erario para los armamentos contra los turcos (1), y le era muy desagradable imponer tributos a sus sbditos. A pesar de lo cual estaba resuelto a juntar los fondos necesarios y hacer todo lo que estaba en su mano. En los meses de octubre y noviembre procur reunir dinero por medio de un especial impuesto en los Estados pontificios y con las contribuciones de los monasterios de Italia (2). Al mismo tiempo se esforzaba ardorosamente por alcanzar tambin en otras partes auxilios. Escribi apremiantes cartas al rey Felipe II, al duque de Nevers, Ludovico Gonzaga, que se hallaba en el Piamonte, y al duque Manuel Filiberto de Saboya (3). A Lorena fu enviado como legado especial Piersanti con el encargo de instar el cierre de la frontera contra las tropas del conde palatino calvinista Juan Casimiro, que iban a ayudar a los hugonotes (4). Pedro Donato Cesi, obispo de Narni, se dirigi por encargo del Papa a los gobiernos de los Estados italianos, para exhortarles ahincadamente a que prestasen una pronta y poderosa ayuda. La instruccin que se le di, pinta la rebelin de los hugonotes, sus sacrilegios y las atrocidades cometidas contra los catlicos, el apuro de Carlos IX y el peligro que resultara de una victoria del calvinismo en el reino de Francia. Dcese en ella que la situacin de Francia, rodeada de Espaa, Inglaterra, los Pases Bajos, Alemania e Italia, mostraba que all se haban de decidir los destinos de Europa, no slo en el concepto religioso, sino tambin en el poltico. Que si los calvinistas con sus conatos revolucionarios llegaban a dominar en Francia, la consecuencia sera tambin una revuelta poltica en las naciones vecinas. Que de ella estaba amenazada asi-

    (1) Cf. el breve a L. Gonzaga de 16 de octubre de 1567, en Goubau, 54 y Laderchi, 1567, n. 139.(2) V. los * Avvisi di Roma de 19 y 25 de octubre, 1. y 8 de noviembre de 1567, Urb., 1040, p. 452,454,458b, Biblioteca Vatic. Cf. la relacin de Serris- tori, de 17 de octubre de 1567, Archivo pblico de Ftorencia, Medie., 3287.(3) V. Goubau, 50 s. Cf. Corresp. dipl., U, 243, 252.(4) Cf. la Instructio data d. Petrosancto iur. utr. dr. a S. D. N\ ad ill. princip. Carolum ducem Lotharingiae destinato, fechada en Roma a 8 de noviembre de 1567, Varia polit., 81 (abora 82), p. 398-401 y de nuevo p. 564*567, Archivo secreto pontificio. En el dorso de la p. 567 se lee: *Instruttine con- signata a m. Piersanti... a 10 di Novembre 1567; en la p. 568 hay un Aggiunto que dice, que si el cardenal de Lorena est en lugar cercano, ha de irle a buscar y comunicarle la instruccin. Cf. Laderchi, 1567, n. 156.7. H is t . d e l o s P a p a s , tom o VIII, v o l . XVIII.

  • 98 v , p o vmismo Italia, y por eso los Estados italianos tenan la obligacin de prestar ayuda en tan importante negocio (1).Es significativo de la santidad de Po V el que recurriese tambin a la oracin, publicando un jubileo general el 16 de octubre de 1567 (2). Abrilo en Roma en la ltima semana de octubre con la celebracin de tres grandes procesiones, en las cuales fu l mismo a pie. Estas procesiones salieron de San Pedro, y se dirigieron el primer da a Santa Mara de la Minerva, el segundo a San Jernimo de los espaoles, y el tercero a San Luis de los franceses (3). Pero adems del auxilio espiritual, tampoco descuid el Papa el temporal, como se ve por las providencias que tom simultneamente. Asi una congregacin de cardenales decret un impuesto general para todos los Estados pontificios (4). A principios de diciembre se suspendi el pago de los 2000 escudos que se solan dar anualmente a los cardenales necesitados, de lo cual quedaron exceptuados solamente cinco cardenales enteramente pobres (5). De los fondos reunidos con todo apresuramiento asignronse 25000 escudos a Ludovico Gonzaga, y 10000 al duque de Saboya (6). El nuncio de la Torre haba de antemano recibido el encargo de entregar los subsidios pecuniarios al gobierno francs slo cuando estuviese cierto de que no se trabajaba bajo mano en ajustar un convenio con los hugonotes (7). Esta inquietud, que dominaba al Papa ya en octubre, se acrecent de tal modo.

    (1) V. Caten a, 68 s.; Laderchi, 1567, n. 144; Brognoli, II, 39 s., 46 s., 49 s., 54 s. De un modo enteram ente semejante al de Po V juzgaban tambin el veneciano Correro (p. 193 s.) y A. Contarini (p. 252) los peligros que haba de traer en pos de s la victoria del calvinismo en Francia. Sobre Cesi v. Ga- rampi, 298.(2) V. la bula In eminenti en los Editti de la Bibl. Casanatense de Roma, p. 222. Cf. Bonanni, I, 301.(3) V. las * relaciones de B. Pa, fechadas en Roma a 19 y 25 de octubre de 1567, Archivo Gonzaga de Mantua. En su relacin de l.# de noviembre (ibid.) pone Pa de rcalce la gran participacin del pueblo en estas prcticas piadosas. Cf. G ratiani Epist., 313.(4) Adems de la relacin de B. Pa, de 1. de noviembre de 1567 (loco citato), v. el Avviso di Roma del mismo da, rb ., 1040, p. 456*>, Biblioteca Vatic., y el breve de 28 de octubre de 1567, a Barthol. Barrottns thesaur., en los Editti de la Bibl. Casanatense de Roma, loco cit. Cf. adems Gratiani Epist., 312 s. 322 s.; Laderchi, 1567, o. 141.(5) V. el Avviso di Roma de 6 de diciembre de 1567, Urb., 1040, p. 457*>, Biblioteca Vatic.(6) V. Catena, 65; Goubau; 56.(7) V. arriba, p. 96.

  • LA PAZ DE LONGJUMEAU 99que escribi al nuncio el 25 de diciembre, que tema una reconciliacin del gobierno francs con los rebeldes, porque Catalina de Mdicis nunca proceda sinceramente con Dios y la religin catlica, y confiaba ms en su propia astucia que en el auxilio divino (1). De una manera semejante se juzgaba tambin en Madrid la situacin, como lo notific Castagna el 21 de diciembre (2).Cun justificadas eran las dilaciones de Po V (3) en entregar los socorros de dinero al gobierno francs, y su desconfianza de la poltica del mismo (4), se iba a mostrar muy presto. El 23 de marzo de 1568, despus de una guerra hecha flojamente, se concluy en Longjumeau por segunda vez una paz que desaprovechaba una situacin militar relativamente favorable (5). Catalina no quera ahora ms que antes, una victoria decisiva de los Guisas y del partido catlico en general. Siguiendo solamente su propio inters con vista muy limitada, se esforzaba por conseguir cierto equilibrio de los partidos. Por la paz de Longjumeau, ajustada por ella a pesar de la contradiccin del nuncio y del embajador espaol, alcanzaron los hugonotes la renovacin del edicto de Amboise tan favorable para ellos, en cambio de lo cual prometieron restituir al

    (1) V. las * instrucciones de Bonelli a M. de la Torre, de 22 de diciembre de 1567, semejantes a las de 18 de octubre de 1567, Nunziat. di Francia, 282, p. 9, Archivo secreto pontificio. La instruccin de 25 de diciembre de 1567 se halla traducida en Philippson, La curia romana, 113.(2) V. Corresp. dipl., II, 279.(3) Cf. la relacin de Arco, fechada en Roma a 3 de enero de 1568, Archivo pblico de Viena, y Corresp. dipl., II, 304. El 10 de noviembre de 1567 haba escrito Carlos IX desde Pars al cardenal Ricci: * Vi prego di fare le pi vive istanze presso il S. Padre afin che il soccorso promesso non sia solo in parole, ma in effetto. De un modo semejante escribi tambin Catalina de Mdicis al cardenal Ricci el 10 de noviembre de 1567. Entrambas * cartas se hallan en el Archivo Ricci de Roma.(4) *E1 Papa ha cosi poca buona opinione del governo delle cose di Francia chessendo entrato limbasciatore nelle due ultime audienze che ha havute in voler ginstificare le actioni et il procedere del Re et della Regina con lucghe et spetiose parole S. non gli ha dato mai altra risposta se non che ha sorriso sempre. El Papa deniega una pequea gracia para la hermana del rey. Limbasciatore sta mezzo disperato (relacin de Cipriano Saracinello al cardenal Farnesio, escrita desde Roma el 6 de marzo de 1567, Archivo pblico de Ndpoles, C. Farnes., 763). Cf. Corresp. dipl., II, 309, 326.(5) La noticia oficial de la paz, que el 11 de abril no se haba recibido todava (v. Gratiani Epist., 382), lleg la noche siguiente; v. Firmano, * Diario, XII, 31, al 12de abril de 1567, Archivo secreto pontificio. Sobre el dolor y los temores del Papa respecto a una posible irrupcin de los hugonotes en Italia v. Colee, de docum. ind.. XCVII, 426; Corresp. dipl., II, 337 s., 351.

  • 100 v, po vrey las ciudades que tenan en su poder. Con todo, esta condicin no se cumpli. Tampoco pensaban los hugonotes en renunciar a sus relaciones con Inglaterra y los rebeldes de los Pases Bajos. Por otra parte tambin el gobierno real quebrant muchas veces la nueva paz. Pudo hacerlo, porque era apoyado por la opinin pblica. Pues los hugonotes con su rebelin y sus constantes violencias haban irritado de tal manera contra s la masa de la poblacin, que al fin los partidarios del protestantismo en Francia disminuyeron en nmero visiblemente, al paso que los catlicos se levantaron para oponer una vigorosa resistencia. Como ya desde 1562 a 1563 y en 1567, se formaron ahora tambin otras ligas de la nobleza y del clero para la conservacin de la religin catlica (1).Pero fu decisivo el que Catalina de Mdicis y Carlos IX, que no haban olvidado la sorpresa de septiembre de 1567, se declarasen ahora contra los hugonotes con inequvoca hostilidad. El car- denal Guisa volvi a obtener influencia, y el canciller L'Hpital al contrario, el perpetuo abogado de un acomodamiento, fu despedido (2). Su cada tena conexin con las condiciones que puso Po V para permitir la enajenacin de bienes eclesisticos, la cual haba alcanzado el gobierno francs por medio de Anbal Rucellai y Carlos d Angennes, obispo de Mans, sucesor de Tournn en la embajada de Roma. Pues cuando el Papa por bula de 1. de agosto de 1568 accedi a semejante enajenacin hasta el importe anual de 150000 francos, determin que este dinero no se emplease sino para la defensa del rey y de la religin catlica y hasta su uso efectivo quedase depositado en una persona de confianza (3).El nuevo rompimiento de las hostilidades efectuse ya en agosto con la tentativa de prender violentamente a Cond y

    (1) V. Serment des associs de la ligue chrestienne et royale de la Champagne de 25 de enero de 1568, en el Journal de Henry III, tomo III (1744), 31. Cf. Capefigue, Ligue, II, 374 s.; Philippson en la Historia universal de Flathe, VII, 372; Ranke, Historia de Francia, I, 276 s.; Lavisse-Marijol, VI, 1, 101 s.; Thompson, 354 s. (cf. 212 s. y 352 s. sobre las anteriores confederaciones de este gnero, que fueron precursoras de la liga).(2) Cf. Anquetil, 183 s.; d'Aumale, Hist. des princes de Cond, II, Pices et docum., 349 s.; Segesser, Pfyffer, I, 499 s.(3) Cf. Legaz. di Serristori, 451 s. y Charriere, III, 34. La bula de 1. de agosto de 1568 puede verse en Laderchi, 1568, n. 165. La partida de Rucellai de Roma la notifica u n Avviso di Roma de 17 de julio de 1568. Urb., 1040, p. 549, Biblioteca Vatic. Sobre sus negociaciones v. los 'documentos del Archivo secreto pontificio que estn en los nms. 4-5 del apndice.

  • Coligny en Noyers, donde procuraban formar un centro de poder protestante para alargar la mano al principe de Orange. Ambos escaparon a la fortaleza de La Rochela y juntaron alli un numeroso ejrcito. En favor de ellos se levantaron al punto en muchas provincias los hugonotes. La corte contest a esto con el edicto de septiembre que ordenaba lo siguiente: Despus que todos los favores otorgados a los hugonotes nada han aprovechado, se prohibe en adelante todo culto no catlico, so pena de muerte y confiscacin de bienes; a los predicantes del protestantismo se les da un plazo de quince das para salir de Francia (1).El gozo de Po V por esta actitud resuelta fu tanto mayor, cuanto la debilidad del gobierno francs en la paz de Longjumeau apenas dejaba esperar ya semejante mudanza (2). El obispo de Cajazzo, Fabio Mirto Frangipani, que deba sustituir a de la Torre en la nunciatura, fu encargado de llevar la bula de 1. de agosto de 1568 (3).La tercera guerra civil y religiosa (4), que fu hecha por ambas partes con grandsima crueldad y coraje (5), transcurri en su primera parte sin ninguna notable accin de guerra, pues los ejrcitos enemigos eran casi iguales en nmero y cada uno slo quera empear la batalla decisiva en una posicin que le fuese favorable. La situacin de los hugonotes mejor presto por los socorros que les llevaron. Isabel de Inglaterra envi copioso dinero y buques de guerra, y cerca del Rin junt el conde palatino Wol- fango de Zweibrcken un poderoso ejrcito auxiliar. A pesar de lo cual y del apuro en que se hallaba el gobierno francs, por el gran temor que de continuo tena a la preponderancia de Felipe II no quiso aceptar socorros espaoles sino en limitada medida. En cambio, adems de los diez mil suizos que estaban a su sueldo, consigui todava la ayuda de cinco mil jinetes alemanes (6).(1) V. Serrano, IX, 222; Thuanus, 1.44; Thompson, 366.(2) Cf. Legaz. di Serristor, 448 s.; Tipolo, 188.(3) V. Laderchi, 1568, n. 166. El breve de recomendacin de Frangipani para Cosme 1, a quien deba visitar, con fecha de 2 de agosto de 1568, se halla en el Archivo pblico de Florencia. El breve sobre el llamamiento a Roma de Torre, con fecha de 12 de agosto de 1568, est en el Arm. 44, t. XIII, p. 247*>, Archivo secreto pontificio.(4) Cf. la circunstanciada exposicin de Gign, La troisime guerre de religin, Pars, 1911. Cf. tambin Ml. darchol., XXXIII, 245 s.(5) Cf. Anquetil, 223 s.(6) V.Segesser, Pfyffer, I,529s.,548s. Cf. Janssen-Pastor, IV 292 s.

    TERCERA GUBRRA CIVIL T RELIGIOSA DE FRANCIA 101

  • A fines de enero de 1569 se renov la guerra por Enrique de Anjou y el mariscal de Tavannes, despus de una breve interrupcin que impuso el extraordinario fro del invierno. Cunta importancia tena su xito, por ventura nadie lo conoca tan claramente como Po V; con todo anduvo precavido en prestar sus auxilios, despus de la experiencia que haba adquirido, del gobierno francs. Los dineros, cuya recaudacin le cost gran tra bajo (1), se deban tambin emplear efectivamente en la guerra (2), no, como antes, en otros fines. Dems de esto se form un cuerpo auxiliar para Francia (3). Y el Papa no desisti de armarlo convenientemente aun cuando un correo le anunci la victoria ganada por los catlicos en Jamac el 13 de marzo (4). Las tropas auxiliares, segn su juicio, deban dirigirse ahora contra el duque de Zweibrcken (5). Fu nombrado general de ellas el joven conde Sforza de Santa Flora. E ran cuatro mil soldados de infantera y quinientos jinetes (6). A mediados de abril, despus que el duque(1) Cf. el * Avviso di Roma de 4 de septiembre de 1568, Urb., 1040, p. 574, Biblioteca Vatic.(2) V. Legaz. di Serristori, 454 y Correro, 208. Un * Avviso di Roma de 6 de noviembre de 1568 notifica el envo de 100000 escudos a Francia (Urb., 1040, p. 597b, Biblioteca Vatic). Otros 50000 fueron sacados del tesoro del castillo de San Angel a fines de febrero de 1569, para el sueldo del cuerpo auxiliar (ibid.). Cf. el facsmile del mandato pontificio en Lichatschev, Una carta del Papa Po V al zar Ivn el Terrible, San Petersburgo, 1906 (en lengua rusa), lmina 5. Sobre la continua desconfianza de Po V v. Charrire, III, 35, nota.(3) Adems de la relacin de Cusano, de 22 de enero de 1569 (Archivo pblico de Viena), v. los A yvs di Roma de 1. y 29 de enero, 5 y 26 de febrero de 1569, Urb., 1041, p. Ib, i l , 18b, 22, Biblioteca Vatic. Cf. tambin la carta de Po V, de 30 de enero de 1569, en Lichatschev, loco cit., lmina 12.(4) La noticia lleg a Roma el 27 de marzo hora 17; v. Firmano, D ia rio, XII, 32, p. 79b; ibid., p. 81, se hallan las Orationes dictae pro gratiarum actione pro victoria regis Franciae (Archivo secreto pontificio). Cf. Laderchi, 1569, n. 102; Charrire, III, 43. V. tambin la relacin de B. Pa, fechada en Roma a 1. de abril de 1569, Archivo Gonzaga de Mantua. Sobre ia batalla de Jarnac v. Whitehead, G. de Coligny, 204 s., y la monografa de Gign en el Ballet. de la Soc. hist. de la C harente, 1896.(5) V. el Avviso di Roma de 2 de abril de 1569, Urb., 1041, p. 49b, Biblioteca Vatic., y Lettres de Cath. de Mdicis, III, 232. Cf. tambin la carta de M. Soriano, de 2 de abril de 1569, quien menciona el rumor de que Po V pensaba en una empresa contra G inebra (Cramer, II, 223). Por abril de 1569 recibi Anjou una espada bendecida que le envi el Papa; v. Lettres de Cath. de Mdicis, X, 254.(6) V. Corresp. dipl., III, 38 (donde hay que corregir 1568 por 1569) y el Avviso di Roma de 26 de febrero de 1569, Urb., 1041, p. 22, Biblioteca Vatic. Por qu se dilat el envo de las tropas, consta por una carta ex vrbe

    V, p fo V

  • de Saboya hubo permitido el paso por sus tierras, mand Po V su marcha acelerada (1). En Toscana se les deban juntar todava mil soldados de infantera y cien jinetes que apront Cosme I a peticin del Papa (2).Entre tanto el 23 de abril llegaron doce estandartes de caballera hugonotes, tomados al enemigo en Jarnac, entre ellos dos blancos de Cond y Navarra. Po V rodeado de todo el colegio cardenalicio recibi estos trofeos en la Sala de Constantino. Entre lgrimas de alegra declar que este regalo del rey cristiansimo era el ms valioso que haba podido hacer a la religin, a la Santa Sede y a l personalmente; que rogaba a Dios que pronto pudiesen ser enviadas tambin las dems banderas y todos los enemigos de su majestad fuesen reducidos a la obediencia y a la fe catlica. Las banderas fueron luego llevadas a San Pedro, donde el patriarca de Jerusaln despus de un tedum las hizo colocar en la nueva capilla de los reyes de Francia (3).Ya a la primera noticia de la victoria de Jarnac haba Po V dado el parabin al monarca francs, y excitdole a que tomase ahora tambin los lugares fuertes del reino de Navarra, y continuase la lucha hasta el aniquilamiento de los hugonotes. Decase en la carta, que deba extirpar las races y aun las raicillas ms5 Martii 1569: Expectatur adhuc responsio ducis Mantuae et gubernatoris Mediolanensis status circa concessionem loci in quo milites mittendi in Galliam congregan debeant, qua habita moz sonabunt timpanae. Archivo de W ittin gau, Hist., 4751.(1) V. el * A rriso di Roma de 16 de abril de 1569, Urb., 1041, p. 54, Biblioteca Vatic. Un breve de 6 de marzo de 1569 haba anunciado a Carlos IX el envo del cuerpo auxiliar, y exhortdole al ms riguroso castigo de los hugonotes. Despus de recibido el mensaje de la victoria, se expidieron en 28 de marzo nuevos breves de semejante contenido a Carlos IX y Catalina (en Goubau, 151 s.), y adems tambin otros * breves para duci Andegav. y duci Nivern. (Arm. 44, t. XIV, p. 48M9, Archivo secreto pontificio); a los cuales siguieron en 13 de abril los breve* para Catalina, Enrique de Anjou, el cardenal de Lorena, Carlos IX (en Goubau, 156 s.) y diversos grandes que tuvieron parteen la victoria. Estos ltimos * breves todava inditos se hallan en el Arm. 44, t. XIV, p. 60 ss., Archivo secreto pontificio.(2) V. Adriani, XX, 4; Palandri, 120.(3) Adems de Firmano en Bonanni, I, 302 y en Lmmer, Para la historia ecles., 142, v. las relaciones del embajador francs en Charrire, III, 44 s., Ziga en la Corresp. dipl., III, 61 s., los dos Avvisi di Roma de 23 de abril de 1569 (Urb., 1041, p. bOb, 66b, Biblioteca Vatic., donde hay una lista de las insegne tomadas al enemigo) y la * carta de Cusano de 23 de abril de 1569, Archivo pblico de Viena.

    SH INTENTA KL ANIQUILAMIENTO DS LOS HUGONOTES 103

  • 104 V, PO vpequeas del mal. Parecidas exhortaciones a combatir paladina y abiertamente al enemigo hasta aniquilarlo, recibieron Catalina de Mdicis, los dos Guisas, el duque de Montpensier y el duque de Nevers(l). Despus que habieron llegado por medio del nuncio noticias ms exactas sobre la batalla (2), se enviaron nuevas cartas el 13 de abril a Carlos IX, Catalina de Mdicis, Enrique de Anjou, a los dos Guisas y al duque de Montpensier (3). En ellas se exhortaba a ejecutar un severo castigo aun en los rebeldes y herejes prisioneros y proseguir hasta su completo aniquilamiento. Repetidamente se reitera en estas cartas la amonestacin de no seguir el ejemplo de Sal, que a pesar del mandato divino perdon al rey de los amalecitas y por eso fu privado por Samuel de su reino y ltimamente de su vida (4).Se ve con qu acerbidad se peleaba; por ambas partes se haca una guerra sin cuartel (o\ En Roma se temi repetidas veces seriamente que los hugonotes se volviesen contra Italia (6). A esto

    (1) V. Goubau, 151 s., 154: Laderchi, 1569, n. 103 s. Cf. adems la disertacin de Trke, 17.(2) V. la relacin del nuncio en Brognoli, II, 60 s., donde con todo est la fecha equivocada.(3) V. Goubau, 156 s.; Laderchi, 1569, n. 110 s.(4) V. los pasajes publicados por Goubau, 152 ss., 157 ss.t 168.(5) V. Catena, 75. Cf. Ranke, Los Papas, 118, 43.(6) 1 tem or de una irrupcin de los hugonotes en Italia era muy gTande, singularmente en la primaverade 1568. Arco ^notific el 13 de marzo de 1568, que como despus de una nueva ptx con los hugonotes podran stos volverse contra Roma, se pensaba en la tcrninacin de las fortificaciones del castillo de San Angel y del Borgo (Archivopblico de Viena). Cf. adem is la relacin de Arco, de 20 de marzo de 1568, sn Schwarz, Correspondencia, 105, la carta de Ziga, de 7 de abril de 1568. ea la Corresp. dipl., II, 337, y la relacin de B. Concini, escrita desde R o m a t i l de abril de 1568, en Palandri, 117 ss. Ya antes haban estado angustiados es Rema por otros planes de los hugonotes. Un Avviso di Roma de 10 de enero de 1566 refiere la captura de dos hugonotes, que confesaron en el tornesto, que haban querido dar muerte al Papa (Urb., 1040, p. 167, Biblioteca Por marzo de 1568 fu de nuevo advertido Po V de una conjuracin de (os hugonotes (v. Corresp. dipl., II, 316). Un * Avviso di Roma de 1. de enero de 1569 notifica que en el Casaletto, la villa de Po V, haba sido detenido ss forajido con dos arcabuces, y que se crea que esto era una conspiracin de los hugonotes (Urb., 1041, p. 1, Biblioteca Vatic.) Tambin del mozo de tibena, que quera procurarse ganancias, dndose por hijo de Po V, se crey haba sido sobornado por los hugonotes. El mozo de tahona qued convict de la calumnia, y fu condenado a galeras perpetuas (v. Catena, 139 ss. y lasRicordi di Filippo Eduardo Fugger, tirada aparte de un artculo del Archivs storico Italiano, 5.a serie, XLII, 10). Acerca de los temores que tenan en R i por el verano de 1568, de qne los hugono-

  • se aadi la indignacin por los sa