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1 PASTORAL PREVENTIVA

PASTORAL PREVENTIVA - SPIGA

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PASTORAL

PREVENTIVA

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SANIDAD INTERIOR VS ASESORAMIENTO PASTORAL La sanidad interior y el asesoramiento pastoral son dos maneras diferentes mediante las cuales el Espíritu Santo obra en la vida de las personas. El asesoramiento pastoral es “un abordaje bíblico e inteligente guiado por el Espíritu Santo, orientado hacia los conflictos psico-espirituales del ser humano con la finalidad de cambiar estructuras y rasgos enfermos de conducta.” La sanidad interior es la obra del Espíritu Santo sobre cuatro áreas específicas: del pecado, las heridas del pasado, la herencia y el ocultismo, que tiene como objetivo sanar, limpiar y liberar al creyente de toda atadura espiritual para que experimente el total señorío de Cristo en su vida. Ambos son procesos guiados por el Espíritu Santo de sanidad y santificación que por ende buscan que el creyente asimile el señorío de Cristo de una manera más visible. Fundamentos Bíblicos para la sanidad interior: 1- Características de la iglesia del fin: a) Un pueblo cuyo Señor es Cristo verdaderamente: Esto significa un pueblo verdaderamente convertido, un pueblo que se deja ministrar por el Espíritu Santo que no le pone límites al obrar de Dios y vive bajo la unción del Espíritu Santo. Como dice Joel 2:12: “por eso ahora dice Jehová, convertíos a mí de todo vuestro corazón, con ayuno, lloro y lamento” b) Un pueblo lleno de unción: Entendemos unción como la percepción de la maravillosa presencia de Dios con la mente, el cuerpo y el espíritu. La presencia de Dios está en todo creyente. Sin embargo no todos tienen unción de lo alto. Para que haya unción debe haber señorío de Cristo, el absoluto e incondicional gobierno de Cristo en nuestras vidas. Hay una diferencia entre aquellos que simplemente sirven y aquellos que sirven con unción. El secreto está en tener hambre Dios.

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c) Un pueblo con hambre de Dios: En el Salmo 84:1-2 nos muestra un hombre con hambre de Dios. “Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.” En esta palabra hay fuego, hay anhelo de Dios. Hubo un hombre, David, que descubrió que el único verdadero lugar para habitar era, y aún hoy es la presencia de Dios, el lugar santísimo para beber de su presencia, alimentarse de su verdad. Hambre de Dios es el deseo de vivir con Él. El salmista habla de “habitar” y no “visitar”. Habitar quiere decir “vivir con”. Sin embargo, visitar significa “pasar por”. Lamentablemente siempre enseñamos y aprendimos sobre la visitación del Espíritu Santo pero nunca de habitar en Él. Tú hambre de Dios marcará tu nivel de unción. d) Un pueblo iluminado por la luz de Cristo: Para detectar sus pecados y miserias y buscar santidad. Ese es el primer deseo que viene de estar en la presencia de Dios, el deseo de morir a la carne, a nuestra humanidad y a nuestro orgullo. Podemos decir como el alfarero “Señor sé tú mi alfarero” (Jeremías 18:1-6). Debemos como pueblo de Dios comenzar a ser sensibles y como barro en las manos del Gran Alfarero. e) Un pueblo lleno de poder y autoridad como nunca antes: Con la promesa de la unción viene la del poder. El Salmo 84:7 dice: “Irán de poder en poder, y verán a Dios en Sión” El poder es para vencer en el servicio, sea la oración, la ministración, la enseñanza etc. 2- El ministerio de Jesús: Los siguientes versículos y pasajes de la Palabra de Dios muestran el alcance del ministerio de Jesús que no sólo consistió en enseñar, predicar, y hacer discípulos, sino también en sanar enfermedades físicas, y traer liberación a aquellos que estaban atormentados por demonios. La sanidad era parte de la misión cristiana de liberación. Mateo 4:23-24, Mateo 8:16, Marcos 16:17, Lucas 11:14. Su gran comisión incluye las siguientes promesas: Marcos 16:18 “... sobre ellos pondrán manos y sanarán...” Juan 14:12 “...el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también, y aún mayores hará...” 3- La autoridad que tenemos en Cristo En Mateo 28:18 leemos: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra” Dice la Biblia más adelante, que luego de varias apariciones, subió a los cielos y se le presentó al Padre y le dijo: Padre mío, fui a la cruz y morí, derrame mi sangre, tal cual me lo pediste,

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y lo hice por amor. Ningún pecado fue hallado en mí. Dios Padre le contestó: Hijo, porque has vencido, y fuiste sin pecado, y diste tu vida y lo hiciste por amor, yo hoy te doy un nombre y te exalto, te doy todo poder y toda autoridad; ven siéntate a mi diestra. Como recompensa Dios le devolvió al Hijo todo lo que había tenido antes de venir a la tierra. Dios entonces le dio permiso a Jesús para que no sólo le concediera la misma autoridad a su iglesia sino también que estuviera sentada en los mismos lugares celestiales. Y así lo declara Efesios 2:6: “... juntamente con Él nos resucitó y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo” Ese es nuestro lugar, la diestra de Jesús y ahora tenemos toda la autoridad que Él tiene y tuvo aquí en la tierra para sanar en su nombre cualquier enfermedad, echar fuera demonios y resolver cualquier problema porque Jesús mismo nos dio el poder. LAS CUATRO PUERTAS, UNA HERRAMIENTA PARA LA SANIDAD INTERIOR DE LA IGLESIA DE HOY Cuando decidimos seguir a Cristo su obra redentora en la Cruz del Calvario cambia nuestro presente, nos convierte en sus hijos y comenzamos una nueva vida en Él. La vida eterna nos da una nueva perspectiva de nuestro ser y nos asegura un futuro glorioso en los cielos. Pero... ¿qué sucede con los hechos del pasado que una vez nos hicieron sufrir? ¿Cómo se curan los rencores, las traiciones y los pleitos? Estas y otras preguntas llevan a reflexionar sobre el verdadero estado de los creyentes de hoy: pecados no confesados, prácticas ocultistas realizadas antes de conocer a Cristo, profundas heridas abiertas en los corazones, costumbre heredadas que condicionan la vida espiritual, etc. De este modo y como una herramienta más para el pueblo de Dios, nació “Las Cuatro Puertas”, método que permite que las personas sean sanas y queden libres en cuatro áreas básicas de la vida. A través de preguntas específicas sobre temas concretos se diagnostica la condición de la persona y se le ministra. “Las Cuatro Puertas” tiene como objetivo principal que el ministrado experimente el señorío de Cristo en su vida. Es fundamental que así sea; de otro modo no es recomendable que la persona sea ministrada ya que las consecuencias pueden ser fatales. Se toma la figura de la puerta para ejemplificar las áreas de la vida de un creyente que necesitan sanidad interior porque: la puerta implica un pasaje que nos comunica con el mundo exterior, una puerta es una entrada y una salida al mismo tiempo, una puerta tiene dos posiciones: puede estar abierta o cerrada. Se consideran las cuatro áreas de la siguiente forma:

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1. La puerta del ocultismo: Se investiga respecto de participaciones activas o pasivas en el presente o en el pasado de prácticas como: Espiritismo, Umbanda, parapsicología, magia, brujería, curanderismo, etc.

2. La puerta de la herencia: Se recaba información sobre espíritus familiares que las

personas heredaron sin saber y que están trayendo problemas a sus vidas hoy; mandatos que obedecieron, en forma inconsciente, desde la niñez, pactos y promesas hechos por padres y abuelos que ataron sus vidas.

3. La puerta del pecado: Se recoge información respecto de las prácticas realizadas que

son contrarias a la voluntad de Dios, hechas a voluntad o no tales como adulterio, fornicación, robo o sentimientos que quedaron por sentimientos como envidia, odio etc.

4. La puerta de las heridas: Se investiga con respecto a recuerdos traumáticos de las

diferentes etapas de la vida sobre abuso, abandono, rechazo, violencia, etc.

Consideraciones generales para una ministración eficaz: La persona debe estar dispuesta a: 1- Recibir a Cristo, PRIMERO., como su Señor y Salvador. 2- Cerrar TODAS las puertas. De lo contrario su postrer estado será peor que el primero. ¿Cómo, cuándo y quiénes pueden ministrar? Cabe aclarar que sería inapropiado pensar que el método de sanidad interior es una especie de fórmula mágica aplicable a todas las personas ya que no hay dos situaciones iguales. El ministerio de sanidad interior y el equipo de intercesores deben depender del Espíritu Santo y pedir luz y sabiduría para cada caso. Por otro lado un factor decisivo en la efectividad de la sanidad es la disposición y sinceridad de la persona que desea ser ministrada. Es importante aclararle a la persona que se le formularan preguntas específicas sobre su vida con el único propósito de que encuentre sanidad divina para todas sus heridas y que nada de lo que suceda en el encuentro será divulgado posteriormente.

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Es recomendable: 1- Un lugar con cierta privacidad, apartado de la iglesia, un ambiente donde la persona se sienta segura y confiada para expresarse. 2- Un equipo que debe:

a) Haber sido ministrado en Sanidad Interior anteriormente. b) Estar bajo el Señorío de Cristo. c) Estar en sujeción a la autoridad del pastor. d) Poseer un líder de equipo. e) Poseer integrantes que hayan recibido los dones de: discernimiento, sanidad y

liberación. f) Ser personas confiables y reservadas en lo que respecta a confesiones realizadas por el

ministrado. g) Entender que este ministerio es tan necesario y útil como los demás.

3- Un seguimiento posterior. Un integrante del equipo llevará a cabo dicho seguimiento el cual deberá consistir en: interceder, prevenir, acompañar al ministrado y evaluar el proceso de crecimiento. Se le informará a la persona que ha sido sanada por el poder y la gracia del Señor y que ahora depende de ella mantener su vida sana y victoriosa. Para ello deberá:

a) Someter su vida a Dios y hacerle frente al diablo (Santiago 4:7) b) Mantener las puertas cerradas. Nunca más volver a las mismas prácticas o pecados. c) Congregarse en una iglesia. d) Ponerse la armadura de Dios. Es decir caminar cada día en el Espíritu (Efesios 6)

En el caso de que la persona se manifieste en alguna reunión se debe proceder de la siguiente manera:

1. Un hermano toma autoridad (los demás solo oran e interceden) y esa misma persona reprende (no todos) y ata todo espíritu inmundo y le prohíbe hablar o hacer daño. Ordena a la persona que tome control de su cuerpo y de su mente.

2. El equipo de intercesión lo lleva a una sala donde se realizará la expulsión. 3. Se le explica a la persona lo sucedido y se le pregunta si desea recibir a Cristo, ser

liderado y cerrar todas las puertas abiertas. Luego comenzará el tiempo de ministración.

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“Santidad”: Fundamental para mantener la sanidad interior. Dice Proverbios 28:13 “El que encubre sus pecados no prosperará, más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” Es importante señalarle a nuestro aconsejado que puede llorar frente al Señor, confesar sus pecados, decirlo y reconocerlo. Pero esta es la mitad de la tarea. Es necesario que la persona abandone sus hábitos pecaminosos. Por otra parte, la confesión de sus pecados debe ser nombre por nombre, en voz alta y a Cristo. Yo confieso, lo reconozco, porque Él es fiel y justo para perdonarme. Pero debo apartarme. Eso es renunciar. Una señal de ello es la confesión del mismo a un hermano espiritual. Muchos de los aconsejados no saben aceptar el perdón de Dios, por gracia, por la obra magnífica, perfecta y completa que Cristo hizo a favor de nosotros en la cruz. El amor de Dios es más grande, siempre, que nuestro pecado, pero Él no va a usar ni bendecir si se está en pecado, si no ha renunciado y dejado las prácticas pecaminosas. No hay nada oculto que no salga a la luz. El diablo ha intentado minimizar el pecado. Esta constantemente tentando y demostrando que no hay nada de malo en ello. También usa el famoso “Si todos lo hacen...” ¿Qué no es la santidad?

1. No es ser recto y honesto. 2. No es decir malas palabras. 3. No es la no comisión de grandes pecados. 4. No es saber la Biblia. 5. No es orar bien. 6. No es tener altos valores morales y éticos.

Todas estas cosas las tienen creyentes y no creyentes. Santidad es vivir y hacer las cosas que Dios quiere. Vivir y hacer lo que Jesús hizo. Santidad implica primero crucificar la carne que habita en nosotros. Ser santo es vivir bajo el control del Espíritu Santo. Santidad es una vida en la que las veinticuatro horas estoy en la presencia de Dios y vivo como Él quiere, hago lo que Él quiere, hablo como Él quiere. Santidad es reflejar la llenura del Espíritu Santo. Dice Éxodo 19:6 “Vosotros me seréis un reino de sacerdotes y de gente santa. Estas son las palabras que les dirás a los hijos de Israel” Dice Deuteronomio 7:6 “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios: Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están en la tierra.”

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Una vida santa es una vida abundante. No es solamente no pecar. Es reproducir el carácter de Jesús en nuestras vidas. PROBLEMAS DE LA JUVENTUD Lo que mejor que se puede hacer hoy por los jóvenes no solamente es aconsejarles, sino influir en ellos. Cuando se habla de "influir" no es forzarles a que asimilen nuestro punto de vista, insistiendo hasta que acepten nuestra opinión, ni negociar con ellos, ni debatir, ni aceptar otro punto de vista a sabiendas que moralmente está equivocado. Sino a relacionarnos con ellos utilizando la inteligencia emocional, que es como decir "manejando hábilmente las emociones", y con el objetivo básico de que luego ellos adquieran esas mismas habilidades sociales para utilizarlas en su vida. Habilidades relacionadas con reconocer las emociones en otras personas y saber reaccionar de manera adecuada. El legado a nuestros hijos debe estar constituido por un paquete de principios y valores que les sirva de referencia, pero también de un compendio de habilidades sociales que les permitan conocer, entenderse y relacionarse con las demás personas. Hay algunos problemas principales que el adolescente tiene al hacer su transición de la falta de madurez a la madurez; algunos de ellos, peculiares a nuestro día. El pastor debe tener entendimiento de estos problemas. Algunas de las situaciones más grandes a las que se enfrentan los jóvenes al dejar atrás la infancia y entrar a la edad adulta, son:

1. Ganando su independencia del hogar.

La emancipación del hogar es muy dura, tanto para los padres como para los adolescentes. En un grado u otro, cada joven lucha por su independencia. Esto es lo que quiere más que ninguna otra cosa y está dispuesto a pagar cualquier precio para ganarla. Sin embargo, no se mueve en un constante progreso hacia la independencia. De hecho, el joven que en una ocasión es extremadamente independiente, de un momento a otro retrocede a un modo de conducta dependiente. Un joven quiere ser tratado como adulto aunque no se porte como tal. Algunas veces los jóvenes asumen actitudes irrazonables y actúan en forma también irrazonable para afirmar su independencia, quizá hasta asuman una actitud rebelde. Generalmente, la rebeldía sirve dos propósitos: (1) Convence al mundo adulto de que el joven es independiente; (2) convence al joven mismo de que es independiente. Una persona joven pondrá a prueba los límites de la autoridad. Consciente o inconscientemente procurará fijar los límites dentro de los cuales él tendrá que vivir. Lo más interesante del asunto es que los jóvenes respetan la autoridad contra la cual protestan. Aunque a la mayoría de los jóvenes no les gusta vivir bajo autoridad, se sienten inseguros si la autoridad no está allí.

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El pastor tiene que aprender a confiar en los jóvenes. Si no confía en ellos, en alguna forma ellos se darán cuenta de este sentimiento de desconfianza, y al mismo tiempo entenderán que él los ve como niños, y no como adultos. Encontrará que es más sabio hablar sobre los asuntos con los jóvenes, en vez de simplemente decirles qué hacer. El hablar con ellos los hace sentirse adultos; el decirles les hace sentirse niños. La lucha por la independencia es una crisis por la que los jóvenes tienen que pasar y es una lucha con la que tienen que tratar. Esto quiere decir que sus modos de ser y su carácter cambiarán rápida y drásticamente. El pastor que quiere relacionarse con el joven necesita entender sus caprichos, aceptarlos y no ser indebidamente fastidiado por ellos.

2. Ganando posición en el grupo.

La aceptación de sus compañeros, para el adolescente, es más importante que la aceptación de cualquier otro grupo. Para el adolescente sólo un grupo vale la pena: el de sus compañeros. Esto, a veces desespera a los padres, a los maestros, a los obreros en la iglesia, y a los pastores. Los jóvenes están de tal manera preocupados por la aprobación de sus amigos que tratan de hacer todo lo que puedan para recibir su aceptación. Hablará como ellos hablan, se vestirá como ellos y actuará como ellos. El joven siente constantemente que necesita la aprobación social, y se esfuerza por obtenerla. Si no la obtiene, se opondrá al grupo porque siente que el grupo lo ha rechazado. Cuando se separa del grupo puede tomar varios pasos: (1) Tal vez se retire de todas las relaciones sociales; (2) quizá tome una actitud de indiferencia—“no me importa”; o (3) tal vez adopte una conducta demasiado agresiva. El ser aceptado por el grupo tiene beneficios muy específicos. Le da seguridad al joven y un sentido que allí “pertenece”. Le ayuda a desarrollar técnicas sociales. Le da un refugio del mundo adulto, que él considera opresivo, injusto y hostil. Algunas veces la actuación del pastor será ayudar a los jóvenes a aprender técnicas sociales, para que tengan la satisfacción de ser aceptados por su grupo. Algunas ocasiones puede ayudar a los jóvenes a vencer características que su grupo rechaza. Además, si el pastor sabe qué tan importante es el grupo para sus jóvenes, hará todo esfuerzo posible por desarrollar un clima de interés en ellos que los atraiga a su iglesia. Una demostración de interés en ellos traerá muchos jóvenes nuevos a la amistad del grupo y conservará a los que ya están en él. El pastor o el director de jóvenes evitará que se principien a desarrollar “grupitos” que excluyan a los recién llegados. Formará un grupo fuerte de jóvenes en su iglesia que se volverá el grupo más importante para cada uno de los jóvenes en su iglesia.

3. Usando el tiempo de ocio.

Los jóvenes algunas veces tienen más tiempo de lo que necesitan y del que pueden usar sabiamente, especialmente durante las vacaciones. Necesitarán ver el valor de participar en pasatiempos adecuados o en actitudes de recreación sana, o desarrollar intereses nuevos, y

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usar su tiempo para servir a Dios y a la iglesia. Si los jóvenes están inactivos, se fastidiarán. Esto les da oportunidad de usar el tiempo mal y abre las puertas para que participen en actividades indeseables. Si la iglesia insiste en que la juventud evite esta conducta—y debe hacerlo— tendrá también que asumir la obligación de ayudar a proveer substitutos adecuados y alternativas atractivas para sus jóvenes. Pero hay algunas implicaciones que resultan de esto: (1) La iglesia tiene que proveer oportunidades adecuadas de recreación bajo la dirección de líderes de la juventud interesados y dedicados; y (2) debe también proveer oportunidades de servicio cristiano para sus jóvenes. Los jóvenes pueden ayudar invitando, visitando la comunidad, distribuyendo literatura, etc. También pueden ayudar en proyectos de trabajo en la iglesia. La iglesia debe ver estas actividades de sus jóvenes como un ministerio, y no meramente como algo para mantenerlos ocupados. La meta no es simplemente evitar que los jóvenes se metan en dificultades; también hay que ayudarles a ser parte del ministerio de la Iglesia de Jesucristo. La iglesia debe también estimularles a compartir en los programas de campamentos de verano e institutos.

4. Ganando independencia financiera.

No es fácil para algunos jóvenes hacer la transición de una persona que recibe dinero a una persona que lo gana. Algunos nunca hacen esta transición. Sin embargo, todos quieren hacerlo y tarde o temprano ganan su independencia financiera, pero no antes de experimentar muchos conflictos tanto ellos mismos como con sus padres. Generalmente, la independencia financiera que los jóvenes obtienen viene más tarde de lo que los padres desearían. El ganar la independencia financiera tiene que ver mucho con las metas de uno. Un joven que nunca ha demostrado mucho interés en trabajar, de un momento a otro principia a hacerlo si tiene cierta meta específica, tal como desear sacar a una señorita, comprar un automóvil, ahorrar para su educación o querer casarse.

5. Seleccionando una vocación.

La selección de una vocación es una meta de largo alcance en que los jóvenes necesitarán ayuda. Ellos se ven forzados a pensar en su vocación futura por las presiones de los adultos, especialmente en el hogar y en la escuela. El deseo de emancipación del hogar demanda que piensen en cómo prepararse para una vocación. También, el deseo de casarse los obliga a pensar en esta forma. Escoger una vocación es una decisión tremenda. ¿Qué trabajo haré? ¿Qué tal me gustará? ¿Qué tanto me pagarán? y, ¿Me ascenderán? ¿Es importante? ¿Estaré satisfecho? ¿Es ésta la voluntad de Dios para mi vida? Todas estas preguntas, y muchas más, crean una especie de crisis de identidad en el joven, porque no puede pensar en su futuro vocacional sin pensar en términos de su concepto de sí mismo. Y mientras examina las muchas alternativas que ante él se presentan teóricamente, tiene que evaluar sus propios talentos y

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habilidades, para decidir si algunas de estas alternativas le están automáticamente veladas. Esto crea una gran crisis para las personas jóvenes. En el proceso de llegar finalmente a escoger una vocación o profesión, tendrán que haber hecho muchas decisiones previas y temporales. El pastor tiene que ayudar a sus jóvenes a ver que aunque no hayan sido llamados a ser ministros, misioneros o profesores en algún instituto bíblico, Dios todavía es el dueño de sus vidas y ellos deberían considerar su decisión de vocación basados en lo que sea la voluntad de Dios para ellos.

6. Preparándose para el matrimonio.

La adolescencia es el tiempo cuando los jóvenes desarrollan sus intereses heterosexuales. La pubertad viene más temprano en las niñas que en los niños, y socialmente las jovencitas maduran también más pronto que los muchachos. En este tiempo (de la pubertad) ambos sexos manifiestan más interés por el sexo opuesto. Quieren estar juntos pero no saben cómo relacionarse entre ellos. La adolescencia por tanto, es un campo de preparación para relaciones heterosexuales y un período de preparación para el matrimonio. A medida que se desarrolla el interés entre el joven y la señorita, los jóvenes tienen muchos “amores”. Esto quiere decir que experimentan muchas alegrías y muchos dolores. La iglesia necesita estar alerta a la gran transición por la que los jóvenes pasan durante el tiempo de la adolescencia. Puede hacer una gran contribución a los jóvenes y a sus padres al ofrecer programas sólidos de educación sobre lo que es la vida de la familia. La iglesia necesita también enseñarle a sus jóvenes el punto de vista cristiano del sexo, que completa el cuadro del sexo biológico que ellos reciben en las escuelas públicas. La iglesia también necesita hacer todo lo que pueda por formar hogares cristianos sólidos para que los jóvenes vean una demostración de lo que quiere decir vivir juntos en un amor verdadero bajo la soberanía de Cristo.

7. Llegando a una filosofía.

Una filosofía para la vida tiene que ver con los valores principales que la juventud adquiere. Y éstos se convierten en el centro alrededor del cual giran sus vidas. Usando otra imagen, una filosofía de vida se vuelve un cuadro en el cual el joven pone el retrato de su vida. Y la iglesia puede y debe hablar sobre este importante tema. La iglesia debe desafiar a los jóvenes para que sean cristianos verdaderos en sus actitudes y reacciones, tanto como en experiencia personal religiosa. Tiene la responsabilidad de revelarles a los jóvenes la realidad de Dios, el deseo de El de trabajar en ellos, de sus planes para ellos y los derechos de Cristo sobre ellos.

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CARACTERÍSTICAS DE LOS ADOLESCENTES 1. Son sensibles. Esto quizá sea por varias razones, muchas de ellas relacionadas con características físicas tales como: manchas en la cara causadas por el cambio de la química del cuerpo; cierta brusquedad de movimientos que se debe a que han crecido más rápidamente que la capacidad de sus músculos de coordinar los miembros del cuerpo, y por la falta de desarrollo o el desarrollo demasiado rápido del cuerpo. A través de la prensa y otros medios de comunicación, la juventud recibe el concepto cultural de un cuerpo ideal, con el cual compara el suyo. La diferencia entre lo ideal y lo real es devastador para muchos jóvenes, y los hace extremadamente sensibles. Los jóvenes son también sensitivos porque saben que les falta destreza interpersonal. Sus compañeros, especialmente los del sexo opuesto, son más importantes para ellos pero no saben qué hacer para ganar su aprobación. Los jóvenes son también sensitivos porque no se comprenden a sí mismos. No sólo son un enigma para los adultos; son un crucigrama para ellos mismos. Los cambios en su cuerpo, en sus emociones, y en sus ideas han sucedido tan rápidamente que ellos se dan cuenta de que viven con un yo que ya no conocen. Todo esto quiere decir que frecuentemente es muy difícil entender a los jóvenes, y por lo tanto es difícil saber cómo relacionarse con ellos. 2. Son impulsivos. Los jóvenes están experimentando grandes cambios emocionales así como físicos. Se inclinan a abordar la vida emotiva y no racionalmente. Esto quiere decir que su conducta será un tanto irregular y voluble, porque reaccionan demasiado pronto a lo inmediato. Su inseguridad les hace adelantar conclusiones. No están seguros de lo que creen, pero lo que sea que creen en ese momento, lo creen con mucha convicción. Sin embargo, una creencia firme de un día es descartada al siguiente día por otra de la que se sienten tan seguros como con la anterior. 3. Son idealistas. Su idealismo les hace desear un mundo perfecto, un gobierno perfecto, una escuela perfecta, una iglesia perfecta y un hogar perfecto, todos éstos dirigidos por autoridades también perfectas. En fin, los jóvenes desean una vida perfecta y personas perfectas. Cualesquier cosa que no sea perfección la clasifican como “falso”. Los adolescentes rechazan lo que es o parece ser falso. Desilusionados por la realidad, frecuentemente viven o participan en fantasías más aceptables a su sentido de idealismo. 4. Se sienten inseguros. Por cuanto un adolescente no sabe por qué se siente de ese modo, o por qué obra de ese modo, experimenta una enorme inseguridad. Su búsqueda de identidad personal ha sido un desastre; así que los límites de su ser están opacos. En pocas palabras, no sabe quién es él. Esto le produce ansiedad, y lo hace sentirse más inseguro. Él quizás se ponga muchas máscaras para esconder su inseguridad, tales como presunción, orgullo, atrevimiento, extremada agresividad, e indiferencia, pero detrás de la máscara hay un espíritu asustado, en busca de un yo.

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George Lawton ha captado la actitud adolescente en las siguientes normas:

1. Queremos a alguien a nuestro lado, no encima de nosotros. 2. Háganos sentir que somos amados y que nos necesitan. 3. Prepárenos para la vida mediante una firmeza cariñosa. 4. Críenos de tal modo que no les necesitemos siempre. 5. Traten de que sus palabras y sus acciones digan lo mismo. 6. Procuren no hacernos sentir inferiores. 7. Digan, “¡qué bien!” cuando hacemos algo bien hecho. 8. Demuestren respeto por nuestros deseos aun cuando no estén de acuerdo con ellos. 9. Den respuestas directas a las preguntas directas. 10. Demuestren interés en lo que hacemos. 11. Trátenos como si fuéramos normales, aun cuando nuestra conducta les parezca un poco

rara. 12. Enséñenos mediante su ejemplo. 13. Trátenos a cada uno como una persona diferente. 14. No esperen que seamos jóvenes demasiado tiempo. 15. Necesitamos diversión y compañerismo. 16. Háganos sentir que nuestro hogar nos pertenece. 17. No se rían de nosotros cuando usamos la palabra “amor” 18. Trátenos como asociados jóvenes en una empresa. 19. Hagan de ustedes un adulto con el cual un niño puede vivir. 20. Prepárenos para vivir nuestras vidas y no las suyas. 21. Denos el derecho de una voz principal en las decisiones de nuestras vidas. 22. Déjenos cometer nuestros propios errores. 23. Permítanos los fracasos o yerros de hijos normales—así como nosotros permitimos

vuestros fracasos o yerros, como padres normales.

¿QUÉ ES UNA CRISIS? La Palabra de Dios describe a muchos seres humanos en estado de crisis. Pablo es uno de ellos. La historia de Saulo (Pablo) narrada en Hechos 9:1-9, es uno de los más famosos relatos de conversión, y frecuentemente una conversión puede desembocar en una crisis. El caso de Pablo es un excelente ejemplo de lagunas de las características de la crisis.

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Esta experiencia afectó a Pablo en muchas formas: 1. Le afectó físicamente porque no podía ver y tuvo que ser llevado de la mano a la ciudad. 2. Le afectó espiritualmente, porque pasó a ser un creyente; e invirtió toda la pauta de su

actitud frente a los cristianos. 3. Le afectó mental y emocionalmente, porque no comió ni bebió en tres días. Su conversión

causó una crisis, en cuyo punto culminante Pablo cambió el curso de su vida, en este caso para mejoría.

El diccionario de Webster define crisis como un momento crucial y un punto de cambio en el curso de algo. Este término es usado con frecuencia para indicar la reacción interna de una persona ante una amenaza o riesgo externo. Una crisis generalmente indica la pérdida temporal de la facultad de reaccionar o hacer frente a las cosas, con la suposición de que esta alteración de la función emocional es reversible. Si una persona hace frente de modo efectivo a la amenaza, supera la crisis y vuelve al nivel previo en que funcionaba. El carácter o signo de escritura que usan los chinos para indicar una crisis está hecho de dos símbolos: el uno es la pérdida de la esperanza, y el otro el de la oportunidad. Cuando un médico está hablando de crisis, está hablando del momento en el curso de una enfermedad en que se produce un cambio, para bien o para mal. Cuando algunos consejeros hablan de una crisis matrimonial están hablando de puntos cruciales en que el matrimonio puede ir en una dirección u otra: puede avanzar hacia el fortalecimiento, enriquecimiento o mejora, o bien pasar a la insatisfacción, el dolor, y, en algunos casos, a la disolución. Cuando una persona pierde el equilibrio como resultado de un suceso, se dice que experimenta una crisis. El término es usado, con frecuencia, de modo erróneo. Se aplica de manera incorrecta a las molestias o inconvenientes cotidianos. Los términos estrés y tensión se utilizan de modo indiscriminado, pero esto es incorrecto. Una crisis puede ser el resultado de uno o más factores. En ocasiones puede ser un problema que ha crecido de modo desproporcionado y abrumador, como la muerte de un hijo. En otros casos no es un problema serio, y serio sin importancia para la mayoría de las personas, pero que para una persona determinada adquiere un significado especial y se convierte en algo agobiante. Normalmente porque se produce en un momento de vulnerabilidad especial, o cuando la persona no está preparada. Para una persona normal el problema resultante de haberse atascado un fregadero se resuelve sin grandes apuros. Pero cuando la persona se encuentra en un estado de tensión, puede convertirse en un verdadero drama. Cuando los mecanismos de respuesta del individuo son anormales, no funcionan bien o no tiene el apoyo de otros a quienes necesita, un simple grano puede convertirse en una montaña.

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Las crisis no son siempre malas o dañinas. Más bien actúan como punto de giro o gozne en la vida de una persona. Por tanto, pueden significar una oportunidad lo mismo que un peligro. Cuando la persona busca métodos para hacer frente a una situación, puede inclinarse hacia caminos de destrucción, pero puede también descubrir caminos y métodos nuevos y mejores que los que antes tenía a su disposición. ELEMENTOS COMÚNES EN UNA CRISIS - El primer elemento es el suceso o hecho que genera el problema. Es la razón que desencadena una reacción de sucesos que culminan en una crisis. Una esposa joven que se preparó para una carrera durante siete años, descubre de pronto que está embarazada. Un joven atleta que ha estado entrenando durante sus años de estudio a fin de ser seleccionado por los profesionales, se fractura un tobillo durante una excursión a una montaña. Un viudo que tiene cinco hijos pequeños pierde el empleo en una profesión muy especializada. Todas estas personas comparten algo en común: El motivo causante de la crisis. Algo que es importante que los que les ayudan sean capaces de identificar desde el primer momento. - El segundo elemento es el estado vulnerable. Ninguno de estos estados conduce por sí mismo a la crisis. Para que esto suceda, la persona ha de ser vulnerable. El simple hecho de pasarse dos noches sin dormir puede hacer a una persona vulnerable a una situación que de otro modo habría resuelto sin dificultad. El estar enfermo o deprimido rebaja los mecanismos de defensa. - El tercer elemento es el factor precipitante. Dicho de otra forma, la gota que derramó el vaso. Algunas personas se defienden bien durante un periodo de pérdida o de sufrimiento extremo, pero se desmoronan por haber roto un plato o haber dejado caer un vaso. Ésta es la gota final, pero en realidad la reacción y las lágrimas son respuesta a otra razón o pérdida más seria. - El cuarto y último elemento es ya el estado de crisis activa. Cuando la persona no puede sostener más la situación, estalla la crisis. Hay varias indicaciones de este estado:

1. Síntomas de tensión o estrés psicológicos, físicos o los dos. Éstos pueden incluir depresión, dolores de cabeza, ansiedad, úlceras. Siempre hay un tipo de malestar extremo.

2. Una actitud de pánico o de derrota. La persona puede considerar que ya ha intentado todo lo que se puede hacer y que no hay nada que dé resultado. Por tanto, se considera un fracasado: está derrotado, abrumado, impotente. A esto tiene dos formas de

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responder: una es el nerviosismo y agitación extrema que le llevan a actuar en formas que no producen ningún resultado positivo. Éstas incluyen el andar desosegado de acá para allá, beber, tomar drogas, conducir a velocidades excesivas o entrar en peleas. La otra forma de responder es volverse apático. Un ejemplo es dormir en exceso.

3. Una necesidad extrema de ayuda. Quiere alivio al dolor de la tensión. No está en condiciones de resolver el problema en forma racional. Algunas personas en crisis puede parecer que se hallan en estado de estupor o responden de forma estrafalaria. Otras se muestran frenéticas en sus esfuerzos y van a otros en busca de ayuda, hasta llegar al punto de hacerse dependientes de otros en exceso, tratando que les ayuden a resolver su dilema.

4. Una disminución en la eficiencia. La persona en una crisis activa puede seguir funcionando con aparente normalidad, pero en vez de responder con un 100% de eficiencia responde tan sólo con un 60%. Cuanto mayor es la amenaza según la evaluación de la situación por parte del individuo, menos efectivas serán sus respuestas y recursos. Pueden darse cuenta de esto, lo cual contribuye a desanimarles más aún.

La forma en que se evalúa la situación es una parte importante del curso de la crisis. La evaluación es lo que la gente hace del suceso. Toda persona tiene su forma propia de percibir o reaccionar ante un suceso. Las creencias, ideas, expectativas y percepciones de una persona contribuyen todas ellas a evaluar una situación como de crisis o no de crisis. Es importante que al ayudar a la gente se procure ver y juzgar el suceso con sus propios ojos y no con los tuyos. Por ejemplo: La muerte de un amigo íntimo, es evaluada desde varios puntos de vista: lo íntima que era la relación, con qué frecuencia se hallaban en contacto, cómo ha respondido la persona a otras pérdidas, y cuántas pérdidas ha sufrido recientemente. El sentimiento de pérdida es una de las causas más frecuentes generadoras de crisis. Incluso un ascenso en el empleo puede causar una sensación de pérdida que precipita una crisis. Evaluación y equilibrio de factores Hay quien cree que un problema no desemboca en crisis a menos que haya deficiencias de uno o más factores en el equilibrio de la vida de una persona. El principal de estos factores es una percepción adecuada: la forma en que ve el problema y el significado que tiene para ella. Si su hija se divorcia, los padres pueden considerar que es la tragedia mayor en su vida y un fallo negativo como padres de su propia capacidad educativa demostrada en la crianza de la hija. Otros padres, sin embargo, en situación similar, no verán el mismo hecho, ni el mismo modo. Un segundo factor de equilibrio es disfrutar de un número suficiente de amistades. Esto implica tener un grupo de amigos, parientes o conocidos que pueden dar apoyo durante el problema. Es aquí que el Cuerpo de Cristo tiene el potencial de ser uno de los mayores grupos

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de apoyo a disposición, si se le hace actuar de modo adecuado respecto a la persona en necesidad. Un tercer factor de equilibrio son los mecanismos de defensa sobre los que todos nos apoyamos. Si éstos no funcionan bien o si dejan de responder, puede generarse una crisis. Estos mecanismos implican racionalización, negación, hallar nueva información en un libro, orar, leer las Escrituras y así sucesivamente. Cuanto mayor es el número y la diversidad de los mecanismos de defensa, menos probable es que una persona experimente una crisis. El factor final es la duración limitada. Las personas no pueden permanecer en un estado de crisis durante un periodo muy extendido. Hay que hacer algo y es necesaria tomar una decisión al respecto. La experiencia y la investigación indican que el hecho de que una crisis termina y el equilibrio se restaura dentro de un máximo de seis semanas. Es posible que el equilibrio sea diferente de antes, pero por lo menos se alcanza de nuevo algún tipo de equilibrio. Algunas veces el momento más apropiado para ayudar a una persona en estado de crisis activa es durante la misma, puesto que al sentirse más dañada, con frecuencia está mejor dispuesta a hacer cambios significativos en su vida. Las transiciones como causa de crisis No todas las crisis son inesperadas. Hay un tipo de crisis y éstas ocurren por sucesos predecibles. Un hecho que es parte del proceso planeado, esperado o normal de la vida, puede conducir también a una crisis. La vida está llena de transiciones. Una transición es un periodo en que se pasa de un estado de certeza a otro, con intervalo de incertidumbre y cambio entre los dos. Durante el curso de la vida tiene lugar un cierto número de transiciones que conllevan el potencial de generar crisis. Hay la transición de soltero a casado; la transición de los años veinte a los treinta, y la de los cuarenta a los cincuenta; la transición de un matrimonio sin hijos al ser padres; de ser padres a verse con el nido vacío; del nido vacío a ser abuelos; de estar empleados a estar jubilados. La mayor parte de estos sucesos se ven venir en el horizonte. Y la persona puede prepararse para ellos mentalmente imaginando lo que serán, antes de que llegue. Se puede recabar información al respecto para ayudar en el proceso de transición. Si el movernos a lo largo de los diversos estados de la vida fuera algo suave y todo fuera predecible, la vida sería relativamente fácil para individuos sensatos y maduros. Pero hay dos factores que deben de considerarse:

1. Que una gran parte de la gente no es sensata o que no son capaces de tomar o aceptar responsabilidades, porque padecen un estado de inmadurez.

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2. Hay numerosos cambios que no son predecibles y que no ocurren en el momento y modo que se habían planeado.

Algunas de las cosas que pueden generar cambios productores de tensión a lo largo de la vida: empezar nuevas actividades o estudiar durante horas, en tanto que se llevan a cabo las responsabilidades de ama de casa o bien empleados trabajando todo el día. Adoptar otros niños mientras se sigue criando a los propios. A veces puede tratarse de un cambio radical de situación: Divorciarse y, de este modo, renunciar a su cónyuge. Graduarse de la universidad y tener que aceptar la responsabilidad de un empleo o profesión. Se pueden también experimentar cambios geográficos, como trasladarse de un país a otro, de una zona rural a una urbana, o del centro de la ciudad a los suburbios. Hay también cambios socioeconómicos que incluyen el pasar de una clase social inferior a una clase media, o de una clase económica superior a una inferior. Sin olvidar los cambios físicos, como perder el oído, el quedar confinados en una silla de ruedas durante años y luego recobrar la capacidad de andar, el dejar de ser obeso y adelgazar o viceversa. Las transiciones pueden ser rápidas o graduales, y pueden tener un impacto positivo o devastador en la vida de la persona. Todas las transiciones, sin embargo, tienen el potencial de llegar a convertirse en crisis y depende de la persona afectada que lo llegue a ser. El papel de la iglesia, si hemos de ayudar a contribuir a disminuir o aminorar algunas de la crisis de la vida, ha de ser preparar la congregación por adelantado para los cambios que van a experimentar. Esto implica educarlos para estos estadios de la vida y para las transiciones reales por las que van a pasar, y ayudar a aplicar la Palabra de Dios de manera que puedan resolver mejor tanto los cambios súbitos como predecibles. Las necesidades de las personas en crisis Las necesidades varían, no te debe sorprender por la variedad de la gama de peticiones que se te pueden hacer. En muchos casos van a esperar que puedas hacer milagros. Cuando no puedas darles o realizar lo que esperan, no te debes sorprender si se muestran desengañados e irritados. Con todo, es posible que, sin que se den cuenta, les ayudes en otra forma que van a cubrir algunas de sus necesidades. ¿Cuáles son los tipos de personas que vendrán a verte para que les des consejos? Hay 14 categorías distintas, que representan una gran variedad de tipos de pacientes necesitados de intervención a causa de una crisis:

1. Las personas que quieren una persona fuerte que los proteja y controle. 2. Los que necesitan a alguien que los ayude a mantenerse en contacto con la realidad. 3. Los que se sienten desamparados en extremo y necesitan que los quieran.

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4. Los que necesitan de un consejero disponible para sentirse seguros. 5. Los plagados por un sentimiento de culpa obsesiva y que necesitan confesarse. 6. Los que necesitan hablar de todo. 7. Los que necesitan consejo sobre cuestiones que los oprimen. 8. Los que intentan poner en orden ideas conflictivas 9. Los que verdaderamente tienen el deseo de entenderse a sí mismos y ver de modo claro

sus problemas. 10. Los que ven su desazón como un problema clínico que necesita la intervención de un

médico. 11. Los que buscan alguna ayuda práctica como sostén económico o un lugar en que residir

o mantenerse. 12. Los que echan la culpa de sus dificultades a otros con los que están relacionados y

piden al consejero que intervenga o interceda. 13. Los que quieren información acerca de la forma de conseguir ayuda para satisfacer sus

necesidades, e intentan en realidad conseguir acceso a los recursos de la comunidad. 14. Personas carentes de motivación o personas psicopáticas que son traídas al consejero

en contra de su voluntad.

Intuir y descubrir quiénes tienen verdaderos problemas De entre los que buscan ayuda, algunos podrían hacer frente y superar la crisis. Pero otros van de camino del fracaso o tendrán dificultades serias. Estos últimos son fáciles de predecir. Algunas de sus características son:

1. Debilidad emocional, que arrastran desde mucho antes de producirse la crisis. Su hipersensibilidad y su incapacidad para reaccionar positivamente ante cualquier dificultad hacen que, pese a que creen actuar de la mejor forma, de cualquier insignificancia hacen un drama, multiplicando así los efectos de la crisis.

2. Deficiencia física, bien sea por enfermedad o congénita, lo que les resta recursos a la hora de hacer frente emocionalmente a cualquier situación de crisis. La persona que sufre cualquier tipo de dolencia física se halla en inferioridad de condiciones. A veces esta situación puede ser ignorada por el mismo paciente, por lo que es conveniente aconsejar un examen médico.

3. Falta de realismo o, dicho de otra forma, la incapacidad de la persona para aceptar las cosas tal y como son. Hay quien, en un intento de evitar el dolor o la ira, recurre la artimaña de negar completamente el hecho o la realidad que los produce. Negarse a creer que padecen una enfermedad incurable, que están arruinados financieramente,

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que sus hijos toman drogas, etc. Tal forma de reaccionar, que suele darse incluso entre personas de alto nivel intelectual, les incapacita sensiblemente para soportar la crisis y debilita sus posibilidades de hacerle frente.

4. Infantilismos. Hay personas que cuando se enfrentan a dificultades retroceden a estados de comportamiento infantil que, comúnmente, se plasman en la tendencia o necesidad de comer, beber, fumar o hablar en exceso a fin de mantener la boca siempre en movimiento. El problema interno que les acosa les produce un estado de ansiedad y nerviosismo, y, para disimularlo y darle salida, tratan de hacer algo con la boca constantemente. Esta costumbre puede convertirse en crónica y persistir incluso después de que la crisis haya desaparecido. Por este procedimiento, la persona no hace más que añadir a la crisis, creando otra minicrisis adicional.

5. Negación del factor tiempo. Hay personas que ante un problema prescinden del factor tiempo en relación al mismo, bien sea eliminándolo del presente o proyectándolo en dirección al futuro. Es decir, tan pronto exigen una solución inmediata del problema, como pasan a demorarlo y postergarlo hacia el infinito. El postergarlo les evita tener que hacer frente a la realidad de forma inmediata, pero va sumando factores e incrementando el problema.

6. Sentimiento de culpa. Hay personas que tienden a culparse a ellos mismos de las dificultades y problemas que atraviesan, lo que les complica y agrava mucho más su situación ante la crisis.

7. Los que culpan a otros. Se niegan a aceptar su parte de dificultad en el problema. No se centran tanto en el problema en sí como en descubrir al verdadero responsable, en hallar enemigos, que en la mayoría de los casos son imaginarios, y proyectar la culpa sobre ellos. Esto les incapacita para enfocar la crisis desde un punto de vista realista y resolverla como es debido.

8. Muy dependientes o muy independientes. Tan pronto rechazan todo tipo de ayuda como se adhieren a los demás como una enredadera. Ambos extremos son nocivos para hallar una solución real del problema y de la crisis. Los que son excesivamente independientes declinan toda oferta de ayuda aunque vean que se están hundiendo; no aceptan en modo alguno una mano por parte de los demás. Los excesivamente dependientes tienen tendencia a neutralizar los esfuerzos de los que tratan de ayudarles, al negarse a aportar nada por sí mismos.

9. Las creencias religiosas de la persona, que indefectiblemente van a jugar un papel esencial en el desarrollo y tratamiento de la crisis. La vida y la reacción de una persona mantiene una relación directa con respecto a su posición a la existencia de Dios.

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SECUENCIA DEL CAMBIO O CRISIS EN LA VIDA Fase 1

IMPACTO Fase 2

ESCAPISMO

CONFUSIÓN

Fase 3 AJUSTE

Fase 4 RECOSTRUCCIÓ

N RECONCILIACIÓ

N

Tiempo Respuesta

Horas Lucha-Huida

Días Ira- Temor-

Culpa- Furor

Semanas Empiezan

los pensamientos positivos

Meses Esperanza

Pensamiento Entumecimiento o parálisis.

Desorientación

Ambigüedad. Incertidumbre

.

Resolución del

problema

Consolidación de solución del

problema

Dirección Búsqueda del objeto perdido.

Esfuerzos para

recobrarlo. Separación.

Búsqueda de un nuevo objeto.

Reanudación

Comportamiento de búsqueda

Reminiscencia Contemplación perpleja

Exploración enfocada

Prueba de la realidad

Ayuda que precisa

Aceptación de los

sentimientos

Dirección orientada al

objetivo

Apoyo. Comprensión espiritual

Llegar al otro lado. Esperanza reforzada.

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EL ACONSEJAR EN SITUACIONES DESDE UNA PERSPECTIVA BÍBLICA En todo tipo de aconsejar en crisis entre cristianos, sea ésta de carácter individual, matrimonial o de familia, es esencial el conocimiento del enfoque bíblico. Y la mejor forma de desarrollar el enfoque bíblico es estudiar la vida de Jesús en sus relaciones con los demás. La forma en que él ministró a los demás es un modelo para todos los que intentan ayudar a otros. Un individuo, un matrimonio o una familia que viene para que le aconsejen han de saber que el ministro tiene interés en ellos, y esto se demuestra en su comprensión, simpatía, aceptación y certeza de que el que acude es capaz de cambiar y madurar. La forma en que Jesús respondía a las personas. Al estudiar el enfoque de Jesús al aconsejar, hay que tener en cuenta una observación importante, y es que su labor con las personas era un proceso. No las veía unos pocos minutos durante una hora señalada. Pasaba tiempo con ellos ayudándoles a resolver las dificultades de su vida en una forma que se puede calificar como profunda. Veía a las personas no sólo con referencia a sus problemas, sino a su potencial, fe y esperanza. Una característica básica de su enfoque era su compasión para con los demás (Marcos 8:2, Marcos 6:34). Lo que le interesaba era aliviar el sufrimiento y cubrir las necesidades de la gente. Cuando se encontraba por primera vez con las personas las aceptaba tal y como eran. Dicho en otras palabras, creía en ellas y en lo que podían llegar a ser. La característica de esta aceptación se puede ver en Juan 4, Juan 8 y Lucas 19. Cuando Jesús encontró a la mujer en el pozo, la aceptó tal como era, sin condenarla. Aceptó a la mujer sorprendida en adulterio, y a Zaqueo, el cobrador de impuestos defraudador. La persona como tal, con sus virtudes y defectos, era su primera prioridad. Establecida ésta, procuraba que la persona se amara y se valorizara a sí misma, comparando su sinceridad con la hipocresía de los líderes religiosos y de las reglas y ordenanzas por ellos dictadas. Él mismo se hacía parte de las personas que eran consideradas como peores pecadores, y los aceptaba tal y como eran a fin de llenar sus necesidades. Este proceder le permitía elevarles su sentimiento de valía personal, lo que es un paso importantísimo en el aconsejar en situación de crisis. Una de las formas en que Jesús valorizaba a los individuos era mostrándoles la valía que tenían a los ojos de Dios, explicándoles el cuidado de Dios por otras criaturas, de las cuáles cuidaba (Mt. 10:29) En el fondo de los problemas de muchas personas hay un fallo en el sentimiento de valoración personal. El ayudarles a descubrir su valor personal contrastándolo con lo que es Dios y lo que Él ha hecho por nosotros nos ayuda a estabilizarlos. Otra característica en el ministerio de Jesús era su capacidad de descubrir las necesidades de los demás, dirigiéndose directamente a ellos, al margen de lo que ellos mismos intentaban

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presentar a su atención. Se puede ver este discernimiento en el ejemplo con Nicodemo, el cuál acudió a Jesús durante la noche. Fuera cual fuera la razón aparente por la que quería hablar con Jesús a estas horas, Jesús abordó su problema real y le presentó delante la necesidad que tenía de nacer de nuevo. Al hacer frente a las necesidades inmediatas de las personas, Jesús no usaba con todos el mismo enfoque. También las muchas palabras que Jesús usaba al ministrar a los individuos eran importantes. A veces les hablaba directamente, incluso de modo brusco. Otras veces hablaba con palabras suaves. Algunas veces transmitía sus sentimientos sin palabras como en Marcos 3:5. Jesús ponía énfasis especial en el comportamiento apropiado en las vidas de aquellos a quienes ministraba. Jesús procuraba que las personas aceptaran su responsabilidad en el proceso de restauración. En Juan 5 respondió al hombre que se hallaba en el estanque de Betesda, diciendo: ¿Quieres quedar sano? En otras palabras: ¿Quieres recibir salud? ¿Quieres ser curado? ¿Quieres un cambio? Esta pregunta indica que Jesús procuraba que el hombre aceptara su responsabilidad de permanecer enfermo o ser restaurado. Al aconsejar en una crisis, la persona, pareja o familia de be darse cuenta de que son ellos quienes deben tomar la decisión de seguir tal como están o cambiar y crecer, y han de tomarla antes de que se pueda ver progreso sin resultado alguno. Uno de los objetivos al aconsejar en crisis, es ayudar a la persona necesitada a aceptar la responsabilidad. A otras personas, Jesús les daba esperanza (Mr. 10:26-27) Jesús animaba a las personas a quienes ministraba (Mt. 11:28-30) ¿Qué importancia tiene el dar ánimo al aconsejar en crisis? El ánimo proporciona al aconsejado la esperanza y el deseo de cambiar. Jesús enfatizaba en la paz mental que se hallaba a disposición de los que estaban en necesidad (Jn. 14:27) Si carece de alguna cosa la persona en situación de crisis, es precisamente de paz mental. Jesús ofrece ésta esperanza. Jesús ayudaba a formar o moldear la forma de pensar de las personas. Les ayudaba a dirigir su atención a las cosas importantes, desviándola de las que no lo eran. (Lucas 5:22-25; 12:22-27). El enseñar era una parte definida de su aconsejar. Con frecuencia usaba afirmaciones directas. En otras ocasiones usaba preguntas como en Lucas 14:1.6. Otra característica del enfoque de Jesús es que hablaba con autoridad. No vacilaba hablando con tapujo o de modo incierto, sino con autoridad y no como los escribas. (Mt. 7:29) ¿En qué forma puede ser utilizada la autoridad de un ministro, de modo debido o indebido, al aconsejar a una persona en estado de crisis? Jesús, cuándo era necesario, advertía y se enfrentaba a los individuos. (Mt. 8:26, Mt.18:15, Jn. 8:3-9) Algunas veces es necesario enfrentarse con el aconsejado directamente acerca del problema.

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Factores en la efectividad del ministerio de Jesús El ministerio de Jesús era el de motivar a las personas a conseguir plenitud en sus vidas, ayudándoles a desarrollar su capacidad para tratar los problemas, conflictos y cargas de la vida. Lo que es realmente importante para un consejero es considerar la forma en que Jesús hacía su ministerio de modo tan eficiente. Cuando damos una mirada a su vida personal, la respuesta se hace evidente. Ante todo, en su vida personal había obediencia a Dios. Había una relación definida entre Él y su Padre, y la obediencia era el puntal en su vida. Hay dos versículos en el Evangelio de Juan que ponen énfasis en este punto: Juan 12:49 y Juan 17:4. Otra razón de que el ministerio de Jesús fuera efectivo es que vivía una vida de fe y esto le permitía poner las cosas en su debida perspectiva, viéndolas a través de los ojos de Dios. El ejemplo de la hija del principal de la sinagoga, en Marcos 5, y la respuesta de Jesús a la afirmación de que su hija había muerto, muestran esta fe. Una tercera razón de la eficiencia de Jesús en su ministerio era el poder generado por su vida de oración. Su ejemplo indica que la oración es un elemento muy importante en el ministerio (Lc. 5:15-16; Lc. 6:12-13) Algunos consejeros hallan útil el orar o bien al principio o al fin de la consejería. Otros no lo hacen así, sino a solas; pero la oración es, con todo, una parte importante del ministerio. Algunos consejeros oran de manera específica por cada uno de sus pacientes cada día, indicando al aconsejado el hecho de que lo hacen. Otros piden también a los aconsejados que oren por ellos para que Dios les dé sabiduría y comprensión en su ministerio o servicio. Una cuarta razón para la efectividad de Jesús era la autoridad con que hablaba (Mt. 7:29). Jesús conocía bien el hecho de su autoridad. Los que conocen a Cristo, y son llamados a un ministerio de ayuda por medio de aconsejar tienen la autoridad de la Palabra de Dios que les respalda. Hay una diferencia, sin embargo, entre el usar la autoridad de las Escrituras y el ser autoritario. Algunas personas agarran un pasaje escritural y lo aplican a martillazos a cualquier problema, sin escuchar de modo completo la dificultad del paciente y sin saber si la Escritura es necesaria en aquel momento en particular. Se dan casos en que es el mismo consejero el que no está dispuesto a examinar los problemas de su propia vida y, no obstante, intenta aconsejar y usar la autoridad escritural aplicando mal la Escritura, o deformándola, a causa de sus propias dificultades. Una quinta razón para la efectividad del ministerio de Jesús era su implicación personal en la vida de sus discípulos y seguidores. No era distante ni huraño, sino que era sensible, personal, y mostraba interés. El poder del Espíritu Santo le capacitaba para ser efectivo. Algunos han llamado a este poder una unción del Espíritu. Se puede ver que el ministerio de Jesús empezó cuando recibió el

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poder del Espíritu Santo en Lucas 3:21-22. Lucas 5:17 señala que el poder del Señor, estaba sobre él para curar. El Espíritu Santo tiene acceso a todos los materiales que los otros psicoterapeutas conocen y usan. Pero, además, tiene acceso directo a los pensamientos y sentimientos íntimos del consejero. Cuando el consejero pasa a ser aconsejado en la presencia del Admirable Consejero, y sinceramente busca su aprobación, corrección y entrenamiento en la justicia que promete el Espíritu Santo, sin duda que lo hallará. Estableciendo un proceso bíblico de aconsejar Hay 4 fases distintas en el proceso de aconsejar:

1. Establecer el contacto y cimentar una confianza 2. Ser sensible a su problema y ayudarle a analizar sus propios sentimientos, experiencia

y conducta. 3. Crear un clima de comprensión entre consejero y aconsejado. 4. Estimular la acción que posteriormente debe ser evaluada por ambos.

El proceso y el éxito al aconsejar dependen, en gran parte, del tipo de problema que se trate, las personalidades del que ayuda y del que es ayudado, y la naturaleza de su relación. El proceso de aconsejar tiene 5 pasos, casi todos ellos ilustrados claramente en la Biblia:

1. Crear una relación entre el que ayuda y es ayudado. (Jn. 16:7-13) 2. Explorar el problema, procurando clarificar las cuestiones y analizar el proceso

histórico, determinando lo que se ha hecho en el pasado, para atacarlo. 3. Decidir un curso de acción. Hay varias alternativas posibles que se pueden intentar una

tras otra. (Jn. 14:26, 1ra Cor. 2:13) 4. Pasar a la acción y proceso práctico que ambos evalúan conjuntamente. Cuando algo

no da resultado hay que probar otra vez. (Jn. 16:13, Hch. 10:19-20, Hch. 16:6) 5. Terminar la relación de consejería alentando al ayudado a que aplique lo que ha

aprendido y emprenda el camino por su propia cuenta. (Ro. 8:14)

Gran parte de este proceso queda muy bien ilustrado en Lucas 24. El objetivo final de todo proceso de consejería es impulsar al aconsejado a alcanzar la independencia, de modo que ya no necesite confiar en la ayuda de su consejero.