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Esta obra está bajo licencia 2.5 de Creative Commons Argentina. Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Documento disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la Universidad Nacional de La Plata. Gestionado por Bibhuma, biblioteca de la FaHCE. Para más información consulte los sitios: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Poderti, Alicia Estela Perón: La construcción del mito político 1943-1955 Tesis presentada para la obtención del grado de Doctora en Historia Director: Panella, Claudio CITA SUGERIDA: Poderti, A. E. (2011). Perón: La construcción del mito político 1943-1955 [en línea]. Tesis de posgrado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.442/te.442.pdf

Peron El Mito Politico

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Analisis del mito politico de Peron.

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    Documento disponible para su consulta y descarga en Memoria Acadmica, repositorioinstitucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin (FaHCE) de laUniversidad Nacional de La Plata. Gestionado por Bibhuma, biblioteca de la FaHCE.

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    Poderti, Alicia Estela

    Pern: La construccin del mitopoltico 1943-1955

    Tesis presentada para la obtencin del grado deDoctora en Historia

    Director: Panella, Claudio

    CITA SUGERIDA:Poderti, A. E. (2011). Pern: La construccin del mito poltico 1943-1955 [en lnea].Tesis de posgrado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades yCiencias de la Educacin. En Memoria Acadmica. Disponible en:http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.442/te.442.pdf

  • Universidad Nacional de LaPlata

    Facultad de Humanidades y Ciencias de laEducacin

    Doctorado en Historia

    TESIS DOCTORAL

    Tema:

    PERN:LA CONSTRUCCIN DEL MITO

    POLTICO (1943-1955)

    ALICIA ESTELA PODERTI

    2010

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  • Universidad Nacional de LaPlata

    Facultad de Humanidades y Ciencias de la EducacinDoctorado de Historia

    PERN:LA CONSTRUCCIN DEL MITO POLTICO (1943-1955)

    TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR EN HISTORIA

    Doctorando: Dra. Alicia Poderti (CONICET).

    Director: DR. CLAUDIO PANELLA (UNLP, Academia Nacional de la Historia)

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  • NDICE

    INTRODUCCIN 5Estratos de reinvencin 12

    El mito poltico 15En torno a la teora y metodologa 22Past & Present: la Historia Socio Cultural 27Lo dicho, lo escrito, lo odo 32Junciones: el lxico poltico y cotidiano 39 Consideraciones bibliogrficas 41

    I. BIOGRAFAS 47Pern en su laberinto de palabras 47 Mi temas constructivos 53Un mito pluridimensional 57El advenimiento de Pern en el escenario poltico argentino 63Peronismo y nazi-fascismo: escena mundial 68Peronismo y franquismo: alianza circunstancial 71Conflagracin intelectual 74Justicialismo-Peronismo: un nombre para un movimiento nuevo

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    I. PERN X PERN 92Braden o Pern: Imperialismo o Nacin 92La revolucin social y la reaccin de los Patrones 98Quien no pueda pagar peones que no los tenga 101Evolucin-Revolucin: conceptos complementarios 103Peronizacin meditica y escolar 106 Pilares estratgicos: Sindicatos y Unidades Bsicas 112Partido peronista femenino y voto para las mujeres 115Unidos o Dominados: la concepcin del futuro 118

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  • III. ARQUITECTURA LXICA DEL PERONISMO 120La construccin del Estado-Nacin 120Capital-Capitalismo: el combate perdido 122 Comunismo-Comunistas: lobos con piel de cordero 126Tercera Posicin-Tercera Va 127Soberana Poltica, Independencia Econmica y Justicia Social 130La oligarqua: clase social y concepto poltico 134El pueblo: protagonista desclasado 136La Comunidad Organizada - Escuela Superior Peronista 138Democracia for export 141

    IV. PERN ATRAVIESA LOS TIEMPOS 147Los signos salvajes de la historia argentina 147Chirinadas y poder en jaque 151 Condena a muerte para el Tirano 155La urgencia patritica: desperonizar 157Populismo peronista: domin de cdigos verbales 160El atractivo de la re-eleccin 171 El balcn vaco 176

    CONCLUSIONES 181

    BIBLIOGRAFA 1941. FUENTES PRIMARIAS: 1.1. Documental: De Juan Domingo Pern y Eva Duarte de Pern

    1941.2. Documental: Manuales escolares y produccin del gobierno

    1951.3. Documental: Produccin flmica 1961.4. Peridicos y revistas citados 196

    2. ESTUDIOS SOBRE PERONISMO 197

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  • 2.1. Con apndices Documentales 197

    3. BIBLIOGRAFA GENERAL 199

    ANEXOS

    Declogo I Marcha Los muchachos peronistas (con su antecedente de 1948) IIVeinte verdades peronistas IIILey de Voto Femenino IVDecreto Ley 4161/56 VExtractos del Libro Negro de la Segunda Tirana, 1958. VI

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  • INTRODUCCIN

    Pocos lderes de la historia poltica contempornea han generadotantos estudios e impactado de forma tan contundente en losmedios de comunicacin como la figura emblemtica de JuanDomingo Pern. Fundador de un movimiento masivo queconstruy, ms all de textos polticos deliberados, unaconstelacin de discursos mediticos y artsticos. Los alcancessemnticos de estas construcciones implosionan, en el camposimblico, con un vocabulario e imgenes que difcilmentepodrn ser desterrados de la memoria de los argentinos. Resulta sugestivo caminar a travs de esta senda de odios y deamores, por un lado a travs del anlisis de los eptetosdescalificatorios que pueblan el diccionario de los antiperonistas.Por el otro, desandando el camino de los mitos, las versionesposmodernas del fenmeno peronista y escuchando las vocesquienes adhirieron al movimiento y recrearon sus pasiones tantoen su produccin testimonial, ficcional e historiogrfica. La hiptesis de esta investigacin se aboca a desentraar lasprincipales estrategias polticas que determinaron no slo el xitodel peronismo en los actos eleccionarios, sino tambin laperdurabilidad de un mito dentro de la historia y el imaginariosocial de los argentinos.La perspectiva metodolgica desde la que se aborda estaproblematizacin implica una contribucin a la nueva historiapoltica. Reconfigurar el contorno y la interaccin de las distintaslneas de la historiografa actual: social, economica, sociolgica,de las ideas, cultural, conceptual, etc. Se hace necesarioencauzar las nuevas miradas hacia un espacio en el que convivenla pluralidad terica y metodolgica, al tiempo que se sustancia

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  • la complementariedad de saberes alrededor de temas que debenser necesariamente re-explorados. As, nuestro anlisis se orient a rastrear las estrategias deimplantacin de discurso hegemnico que se emplaza en loscimientos de la sociedad (Laclau, 1994: 435). El mismo lograimponerse a los tiempos y por ello buceamos en los orgenes ymecanismos de pervivencia de una figura que se transforma enmito. Estos emplazamientos localizados en el seno de las comunidadesse traducen, en el caso que nos ocupa, en la trascendencia de unpersonaje alegrico capaz de encarnar las caractersticas dellder con poder que gua hacia la construccin de una Utopa1.Este personaje, engendrador de la utopa de la Patria Feliz,despliega un discurso que entrama con hechos concretos, losque, mediante el poder de su construccin de polticas verbales,no pueden ser fcilmente olvidados ni desplazados de lamemoria del cuerpo social -integrado ste tanto por opositorescomo por los adeptos al movimiento poltico-2. Es posible ampliar acerca de los significados del mitemaconstructivo peronista de la Patria Feliz a partir de otrostrminos que apuntalan el mismo concepto y sern desplegadosen este estudio. La historiografa contempornea recala en estetpico. Historiadores como Carlos Pieiro Iiguez hablan de una1 El trmino "utopa" se gesta en 1516, fecha de publicacin en latn del librode Toms Moro, titulado: Utopa. Este texto trata sobre una ciudad que estfuera de la historia, resultante de una construccin intelectual: pas deninguna parte, una suerte de modelo ideal til para entender, por contraste, asu sociedad, y, adems, un instrumento de crtica social que permitierasealar los errores y deficiencias de su tiempo. 2 Dentro del campo semntico de la utopa de la Patria Feliz debemosrecordar, como parte de ese proyecto, el ttulo del programa radial Hacia unfuturo mejor, segmento de propaganda poltica, conducido por Eva Duarte en1944 y auspiciado por la Secretara de Trabajo. El programa estaba dirigidopor el libretista Francisco Muoz Azpiri, quien tambin haba creado el cicloMujeres famosas, protagonizado por la actriz. Muoz Azpiri haba sidorecientemente nombrado por sugerencia de Pern (en ese momentoSecretario de Trabajo y Previsin), como director de Propaganda de laSubsecretara de Informaciones de la Presidencia. Como expresamos, duranteel gobierno peronista, la propaganda sera una de las claves deladoctrinamiento justicialista.

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  • Edad de Oro, aorada por los argentinos de pocas posteriores(2008: 79, 2010). Marcela Gen (2005) explora categoras comola de tradiciones inventadas propuestas por Eric Hobsbawn yTerense Ranger (1983). Desde este punto de vista, la recurrenciade una trama de textos asentados en la propaganda, los conos yun estrato simblico que apela a la armona, el bienestar o losnuevos patrones de justicia, se identifican inmediatamente con laidea del Movimiento y el Estado peronistas.

    Como indicamos, el vocabulario que nace en esta coyunturahistoriogrfica es fundamental para la construccin del mito. Elsocilogo Horacio Gonzlez (2007) realiza un recorrido a travsdel pensamiento y el lenguaje de un pas que asimilrpidamente el lxico del peronismo. La trascendencia del estilode comunicacin de Pern colabor en la complejidad dialcticadel movimiento que produjo escozores en el mundo intelectual.Gonzlez tambin recala en el espacio que el arte le haconcedido al peronismo, citando a cineastas como LeonardoFavio y Pino Solanas, poetas como Lenidas Lamborghini, opintores como Daniel Santoro, quienes ejercitan una fuerteutilizacin de la alegora, del auto sacramental y hasta de relatosde la salvacin. Esto implica, segn este autor, que los modosarcaicos del cristianismo y las alegoras laicas estn muypresentes en el peronismo (Gonzlez, 2007: 153-245).

    Dentro del proceso de peronizacin, el Estado se adjudic unaparticipacin fundamental en el sistema educativo, al ser elvehculo privilegiado para la difusin de las ideas. El fenmeno deutilizar el engranaje pedaggico ha sido aplicado por muchosgobiernos, no slo latinoamericanos sino tambin del resto demundo, tal como estudia Reinhard Koselleck (1993).

    La Sociedad Feliz, en la que sus ciudadanos gozan debeneficios antes impensados, es el lugar en el que desembocan

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  • las utopas de los sectores ms relegados. Ese lugar tiene susnombres: la Comunidad Organizada o la Nueva Argentina,espacios construidos por Pern y a los que no se puede llegar sino es mediante su impulso de Conductor. La iconografa centraldel movimiento que crea Pern tambin es significativa de esteconglomerado simblico. Alberto Ciria (1983) analiza algunoselementos de la iconografa peronista como el escudo delpartido, que se inspira en el diseo del escudo nacional. Peroeste smbolo tan importante "si bien preservaba las referencias ala pica, el gorro frigio, los laureles, el sol y hasta el celeste yblanco de la bandera patria, con mnimas alteraciones sobre eloriginal guarda una discrepancia en el detalle de las manosestrechadas en sentido diagonal, antes que horizontal, como enel modelo: ello podra sugerir la relacin de subordinacin entreel pueblo unido y organizado y su mximo conductor" (Ciria,1983: 43).Tesis como la del historiador australiano Peter Ross se refieren ala implementacin de un social welfare state, como marca delbienestar que deviene del modelo de un Estado protector ypaternalista3 que se desarrolla durante el perodo 1943-1955(Ross, 1988). La investigacin de Ross (an con su miradaparticular y fornea acerca del fenmeno peronista) roza nuestroplanteo medular, que se centra en la fortaleza del discurso

    3 En este sentido debemos hacer una precisin conceptual entre ladenominacin Estado benefactor y el modelo de justicia social yredistribucin de la riqueza que propone la doctrina justicialista. Unaconstelacin de trminos, como beneficiencia, paternalismo o caridad,se asocian a la idea del beneficio que puede otorgar el Estado omnmodo. Enel caso del peronismo las pautas son claras: no hay beneficencia sino que seinstalan, durante los aos de gobierno de Pern, ideas de un estadointervencionista que emparienta con el estilo keynesiano, que apunta a laigualdad de clases y el acceso -para cualquier habitante-, a los derechossociales bsicos: salario digno, vacaciones, vivienda, educacin gratuita. Lacolisin con el modelo conservador anterior, hace que muchos estudiososinterpreten la propuesta desde la ptica del Estado Benefactor o welfarestate. Entendamos que sta tambin es la visin que impregna losdocumentos elaborados por la Comisin de Investigaciones que elabor elLibro Negro de la Segunda Tirana (1958), el que ha sido consultado pormuchos estudiosos para interpretar el sistema implementado por Pern (Cfr.Captulos II y IV). En este estudio nos remitimos a las fuentes originales: ladoctrina peronista y la profusa bibliografa escrita por el mismo lder.

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  • lingstico como directriz de la construccin de la utopa y el mitoperonistas. Como expresa este autor respecto al sistema lideradopor Pern: The key of the peronist regime lies in a phrase ofPerns `conduccin poltica. As leader Pern placed himselfabove the squabbles of the interest groups that made up hisconstituency. Pern guided, at times directed, but rarelydictated (Ross, 1988: 388).4

    En las Veinte Verdades Peronistas proclamadas en 1950 (Cfr.Anexos) se enuncia: El peronista trabaja para el movimiento. Elque en su nombre sirve a un crculo o a un caudillo, lo es slo denombre. All, Pern diferencia claramente entre Conductor yCaudillo: El caudillo improvisa, mientras que el conductorplanea y ejecuta, el caudillo anda por entre las cosas creadas porotros, el conductor crea nuevas cosas; el caudillo producehechos circunstanciales, mientras que el conductor los producepermanentes; el caudillo destruye su accin cuando muere, ladel conductor sobrevive en lo que organiza y pone en marcha.Por eso el caudillo acta inorgnicamente y el conductororganiza, venciendo al tiempo y perdurando en sus propiascreaciones. El caudillismo es un oficio y la conduccin es unarte (25 de julio de 1949, Pern, 1997: 252)5. Ntese en los trminos resaltados, cmo se estructura la lneacentral de perdurabilidad temporal que recorre estaconcepcin. El conductor es un Creador, al estilo de un dios queconstruye con su arte peculiar hechos que indefectiblementetrascendern cualquier barrera temporal.Obviamente, otra vertiente que alimenta los alcancessignificativos del trmino en ese contexto y circunstancia es laTeora de la Conduccin poltica, originada en los mbitos de la

    4 La clave del rgimen peronista reside en la frase conduccin poltica dePern. Como lder, Pern se posiciona a s mismo en el centro de la contiendade intereses de grupos que colaboran en el crecimiento de su propioelectorado. Pern gui, al tiempo que dirigi, pero no podra ser consideradopropiamente un dictador (Ross, 1988: 388).5 La negrita es nuestra.

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  • Historia Militar, estudiada y enseada por Pern. As, el vnculoentre la Teora de la Guerra y la poltica tiene gran importanciapara la conformacin del concepto de conduccin. Lanecesidad de prstamos lingsticos desde el mbito de la Teorade la Guerra hacia la Teora Poltica para hacer comprensible elnuevo diseo social, da lugar al trasvasamiento de ideasextradas de historiadores clsicos, tericos de la guerra ofilsofos, como comprobaremos ms adelante. Estudios como elde Ernesto Lpez, muestran al primer Pern militar,perteneciente -segn este autor-, a lo que podra llamarse losotros militares, aquellos que han actuado a contracorriente, porfuera del establishment econmico y/o de la situacin de poderdominante a nivel local, o hegemnico a nivel internacional(Lpez, 2009: 15). Por otra parte, el terreno de la historia poltica argentina estabasuficientemente abonado como para que la aparicin de la figurade Pern como conductor absoluto de los destinos de la nacingerminara rpidamente. Debe tenerse en cuenta que la historiaargentina se ha caracterizado por una extensa tradicin quecoloca al Poder Ejecutivo en un lugar preponderante y central conrespecto a los otros poderes. Esta tendencia colabora en laconstruccin del mito, por cuanto el pueblo ve, en el Presidentede la Nacin (votado en las urnas), a la figura salvfica y seresiste a identificar como dictador a quien ordena,organiza, conduce y rige los destinos del pas.Para explicar estas prcticas sociales, debemos recordar que laselecciones indirectas se adoptaron en gran parte de AmricaLatina con la intencin de permitir que las elites polticasdominantes mantuvieran el control del proceso y los resultadoselectorales. Esta intencin fue revelada por el constitucionalistaargentino Juan Bautista Alberdi, quien sent las bases del pas enconstruccin y defendi el sistema de eleccin doble y triplecomo un buen medio de purificar el sufragio universal de los

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  • impulsos errticos de las masas, sin reducirlo ni suprimirlo(Alberdi, en Obras Completas, 1886-1887: 453).Se impone as en Argentina un modelo fuertementepresidencialista, con un Poder Ejecutivo que ejerce un rol centralal cual, adems, todas las Constituciones provinciales le handado formalmente las jefaturas del Estado, de la Administracin yde las fuerzas de seguridad. Adems, tcticamente le hanotorgado la ms importante de las jefaturas, cual es la delgobierno (Prez Guilhou, 2007, III: 8).

    Este modelo presidencialista puro, en trminos de GiovanniSartori, se define tambin en esta direccin: un sistema polticoes presidencialista s, y slo s, el jefe de Estado (el presidente) a)es electo popularmente; b) no puede ser despedido del cargo poruna votacin del Parlamento o Congreso durante un perodopre-establecido, y c) encabeza o dirige de alguna manera elgobierno que designa. Cuando se cumplen estas tres condicionesconjuntamente, tenemos sin duda un sistema presidencial puro(Sartori, 1994: 37). Recordemos que, en su libro Estudios sobre la ConstitucinArgentina de 1853, Alberdi deca: Ha resultado de ah que elpoder ejecutivo argentino, que forma la faccin prominente de laConstitucin de 1853 y determina toda su fisonoma, escompletamente diferente del ejecutivo de los EstadosUnidos de Norte Amrica6. No hay ms que colocar unoenfrente de otro y contar sus atribuciones, para ver que seasemejan tanto como un huevo a una castaa. Y as deba ser.Era nuestro ejecutivo en cierto modo, y en especial respecto delos medios de accin, una especie de reconstruccin del gobiernocentral, que haba existido por dos siglos. Mil veces ms seasemeja al de Chile que al de los Estados Unidos, a pesar de ladiversidad de nombres; y deba preferirse la imitacin de lo que

    6 La negrita es nuestra. Para ampliar este aspecto consultar el apartadodedicado a la re-eleccin, que marca la diferencia fundamental entre las dosconstituciones aludidas (Cfr. Captulo IV).

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  • era ms anlogo y adaptable a nuestra condicin de ex coloniaespaola y de habitantes de la Amrica del Sur () Fuerte,como el de Chile, republicano en la forma y casi monrquico en elfondo, central como en dos siglos, y hasta dnde lo permita elindividualismo provincial creado de hecho por la revolucin, elejecutivo es la parte prominente y principal del nuevo gobiernoargentino, segn su Constitucin. Por mucho tiempo, en laAmrica del Sur, lanzada en el mundo nuevo de la Repblicadesde 1810, el gobierno ha de estar representado y simbolizadocasi totalmente por el poder ejecutivo. Es el punto de arranqueen todas las creaciones polticas (Alberdi, en Obras Completas,1886-1887: 340).Aquel Poder Ejecutivo que disea Alberdi es el Ejecutivo que seimpone en los textos constitucionalistas y en las prcticaspolticas de Argentina y otros pases latinoamericanos. Conformelo destaca el ya citado Sartori, un Presidente que no cuente conel respaldo mayoritario del Congreso deber enfrentarse con uncuerpo legislativo que desea el fracaso de la institucin ejecutiva.Y si se opta por el modelo presidencialista no es posibledesentenderse de los mecanismos de eleccin de la Legislatura.As, la poltica argentina se transforma en el mbito predilecto delas prcticas polticas de la clase dirigente. Este trazadoeminentemente vertical es perfectamente compatible con gradosmuy diversos de modernizacin social y, adems, con laexistencia de otras formas de articulacin aparentementecontrapuestas como son, por ejemplo, las cohesiones de claseo cohesiones horizontales que pueden darse en el mismo senode las elites, entre la poblacin trabajadora o, por ejemplo,dentro del mismo segmento de las clases medias.

    Estratos de re-invencinLas consideraciones previas tienen como objetivo primordialdejar en claro que son muchas las caractersticas que han de

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  • confluir para que se produzca la aparicin de personajesmticos. Ms all de la carga mgica que algunos pretendentransmir al trmino mito, en este contexto se lo utilizaespecficamente con el significado que la nueva historiasocio-cultural adjudica a conceptos como el de re-invencin ociertos sedimentos ficcionales y/ simblicos propios de cadacultura. As, el concepto emanado de la corriente inaugurada porEric Hobsbawm como the invention of tradicin y otroshistoriadores o antroplogos, resulta altamente operativo en elestudio de estos procesos. Esa dinmica complejatradicin/resistencia ha sido analizada por Charles Briggs, en suestudio "The politics of discursive authority in research on the'invention of tradition'" (1996), que contina los argumentos deEric Hobsbawm (1983) y de Benedict Anderson (1983).

    Estos planteos han sido revisados crticamente al introducir laidea de que muchas formas culturales que tienen conexiones conel pasado, son construidas desde el presente y reflejan lacontestacin o defensa de determinados interesespoltico-sociales, tanto individuales como comunitarios. En sulibro Naciones Imaginadas (1993), Anderson aplica la nocin deinvencin al concepto de Patria, e inclusive apoya su anlisisen determinados smbolos fundantes, como los himnosnacionales.

    Por su parte, Nicols Shumway, en su libro La invencin de laArgentina. Historia de una Idea (2000) expresa que, desde losorgenes de la Repblica Argentina, dos corrientes ampliasdominan las ficciones orientadoras del pas. La primera es lapostura liberal7, elitista, centrada en Buenos Aires y en las clases7 Resulta conveniente remarcar que el uso de los trminos: liberal yliberalismo en la Argentina, es muy distinto al que se da en Estados Unidos yEuropa Occidental. Particularmente en aquel pas, durante el siglo XIX,predomin la lnea elitista sobre la jacobina, exaltndose la igualdad jurdicaen medio de despticas limitaciones para las etnias y los trabajadores,mientras se endiosaba la propiedad privada y el librecambismo, de all queeste liberalismo no est indisolublemente ligado a la democracia, a la voluntad

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  • altas cultas que promueven el xito mediante la imitacin deEuropa y los Estados Unidos, al tiempo que denigran la herenciaespaola, las tradiciones populares, las masas mestizas.Liberales prolficos como Moreno, Rivadavia, Sarmiento y Mitre,promovieron sus ideologas de exclusin a la vez queestereotipaban a sus enemigos como brbaros, enemigos delprogreso, y racialmente inferiores. La otra corriente depensamiento es un conjunto de tendencias ideolgicamenteconfusas y contradictorias, que en ocasiones fue populista (encaudillos como Artigas y Gemes), reaccionaria (en el cleroconservador y en Rosas), nativista (en la gauchesca deBartolom Hidalgo) o genuinamente federal y progresista (enUrquiza y en los ltimos escritos de Alberdi). Esta oposicin alelitismo liberal no est unificada en una sola idea. Algunos de suselementos, tales como la democracia radicalizada de Artigas eHidalgo frente al paternalismo aristocrtico de Rosas, sonprofundamente contradictorios. De todos modos, esta indefinida,variable e inconsistente posicin al liberalismo argentino hatomado a travs de los aos una forma visible aunque nosiempre fcil de definir, a la que, por falta de mejor nombre, sellamar nacionalismo (Shumway, 2000).As son desgranadas las ficciones orientadoras de la historiaargentina del siglo XIX, presentes en la poesa de Hidalgo, que secentra en la imagen del gaucho, o las ficciones inspiradas encaudillos como Gemes (Poderti, 1999) y Artigas, y las de losfederales, con Juan Manuel de Rosas al frente.A los resultados de estas contiendas revolucionarias y las luchasde los caudillos, tambin se agregan los efectos de lo queShumway denomina los mitos de la exclusin, a partir de loscuales una mitad del pas ha vivido en guerra con la otra mitad,generando la imposibilidad de construir un espacio comn. Aspodra explicarse el fracaso nacional argentino a partir de la

    general o a las mayoras (Di Tella, Chumbita, et. al., 2001: 427).

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  • puesta en escena de algunas de las ficciones orientadorasformuladas por los intelectuales argentinos del siglo XIX. Talesficciones constituyen una permanente negacin del Otro, deldiferente, del que no piensa igual. Y en muchos casos esasficciones han conducido inexorablemente al deseo de la muertedel Otro.El autor citado concluye su libro con el anlisis de las ficcionesorientadoras del siglo XIX, dejando abierto el panorama para elestudio de aquellas ficciones que pudieron desembocar, duranteel siglo XX, en las recprocas exclusiones del Rgimen y laCausa, en el enfrentamiento crispado del peronismo yantiperonismo del perodo 1946/55, en la gestacin de la guerracivil larvada que comienza en 1955, en la brutal dcada de 1970,o el enfrentamiento de la Argentina con el Reino Unido y losEstados Unidos, en la Guerra de las Islas Malvinas. Y muchasotras confrontaciones polticas acaecen en el umbral del siglo XXI(Shumway, 2000).Estos modos de invencin no han de situarse en el camposemntico de la mentira o el estrato legendario, sino ms bienen el conjunto de significaciones desde las que se esbozan lasideas de construccin. Como dice Mariano Plotkin en su libro Elda que se invent el Peronismo, todas las sociedades necesitanrecrear mitos de origen, y la aparicin del mito en elvocabulario de los historiadores no pone en tela de juicio elconcepto de veracidad. Como as tampoco se cuestiona la ideade verdad que pueda encerrar el mito que se recrea oconstruye, por ejemplo, el 17 de octubre de 1945 (Plotkin,2007:16-17).Indudablemente, fue un presidente argentino, poltico y escritor,cuya produccin navegaba en el campo de la ficcionalizacin dela realidad quien delatar el taln de Aquiles de nuestra cultura:Domingo Faustino Sarmiento. Poseedor de una vasta formacinen el campo de la poltica, la literatura y las ideas, al igual que

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  • Juan Bautista Alberdi -quien escribi obras dramticas,ensaysticas y musicales de gran valor-. Ambos, Alberdi ySarmiento, crean dos fisonomas fundacionales del pas enciernes: Inmigracin y Desierto. La oposicin sarmientinacivilizacin y barbarie perdurar como una mordedura que anduele en el cuerpo del gaucho, del indio, del inmigrante,despreciados por una clase patricia dominante que se manifiestainvadida y en estado de indefensin.Por ello, en el siglo XIX dos fenmenos se integran a la fisonomasocio-cultural del pas para constituirse en nexo con el siglosiguiente. La conquista de grandes espacios fronterizos -quemoviliz fuerzas militares y civiles en contra del pobladorindgena del sur, del centro y del norte-, y la oleada inmigratoria-con la consecuente mirada de extraamiento sobre el otro-. Lasignificacin histrico-cultural de estos hechos se enhebra en lostextos literarios. Trayectos de la literatura gauchesca, laconquista del desierto y la intencin de extinguir al aborigen. Lasconstrucciones -y subversiones- del imaginario del momentopueden leerse en los textos narrativos generados en ese perodohistrico, como tambin en la produccin de las dcadasposteriores. De este modo, la inmigracin y el desierto sondos representaciones escenogrficas complementarias en elentramado de las fronteras tnicas y sociales que signan laidentidad del pas (Poderti, 2000).En su libro Larga agona de la Argentina peronista (2006), TulioHalpern Donghi se posiciona en el locus de las invencionesdesde la oposicin al gobierno de Pern y su pervivenciatemporal. Para aqul, el peronismo sobrevivi hasta el presentedeshaciendo la revolucin peronista. Segn el historiador laArgentina que hoy se vive es una especie de antologa delpasado peronista con los condimentos que pudieron adicionar losfrondicistas, los setentistas, los noventistas Acorde con estaversin podramos afirmar que el peronismo se reinventa pero, a

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  • la vez, repite con insistencia los motivos pretritos que hanquedado fijados e la memoria colectiva como tpicos residualesdel peronismo clsico.

    El mito polticoEn su libro Los estratos del tiempo (2001), Reinhard Koselleckestudia la dinmica de la circularidad de los tiempos histricos ylas estructuras de repeticin a las que hemos aludido. Un mito poltico se construye a partir de narraciones e imgenessobre sucesos, personajes e ideas que determinan elcomportamiento y la orientacin social marcada por unasugestiva fascinacin. Se trata aqu de narraciones e imgenesque se remiten a los orgenes, al sentido y a la misin de unacomunidad. El mito poltico implica la legitimacin del ordenconstituido y, a la vez, coadyuva a la integracin de lacomunidad viviente, dentro de ese orden pre-establecido yaceptado. Esta es la base que otorga consistencia y estabilidad ala comunidad. As como las instituciones polticas estarandestinadas a evitar los efectos desestabilizadores que puedenproducir una brusca metamorfosis, el mito poltico es la condicinque se requiere para lograr la cohesin y sentimientos deadhesin de los grupos sociales. Los mitos polticos generan programas de accin concretos quegarantizan su pervivencia temporal. Se erigen como la va msfuerte de legitimacin poltica y de integracin de movimientos,partidos o asociaciones. Conceden a estos cuerpos sociales lacaracterstica de detentar el poder en el vector de la actuacincolectiva (Koselleck, 2003: 102). Koselleck tambin caracteriza a los mitos polticos comoestructuracin de espacios de experiencias y fijacin demrgenes con respecto a las expectativas comunitarias. Lospersonajes que encarnan mitos polticos tienen un registrosimblico que los integra rpidamente a la memoria colectiva.

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  • Este proceso se desarrolla eminentemente a partir de prcticascolectivas que hacen a la dinmica del recuerdo, pero asentadoste en el presente. Porque la sociedad contempornea es la queselecciona qu habr de almacenar en su memoria.Tngase en cuenta que la construccin de un mito en el campopoltico tiene, por un lado, determinadas vinculaciones conelementos inherentes al imaginario religioso que engarzan elrumor con las prcticas sociales. En este contexto, muchos de losdiscursos y arengas de los lderes carismticos emparientan contpicos, alegoras o ideas morales que tienden a la elaboracinde un culto colectivo en el que los integrantes de una nacinpractican ciertos rituales y liturgias. Por otro lado, estos rituales fusionan la religin con las artes y laimaginacin de las masas, incorporndolos a la vida cotidiana. Laconstruccin de un personaje mtico se asocia ntimamente con lapresencia del espectculo colectivo y popular. En momentos deeclosin de mitos polticos se combinan los recursos de laexperiencia visual (esculturas, arquitectura, merchandising,nuevas tecnologas, modas, deportes, etc.), los que, junto allenguaje constituyen una verdadera puesta en escena, conefectos lumnicos, de sonido y una presencia participativa delpueblo en lugares estratgicos. En el caso de la Argentina deaquellos aos, ese espacio privilegiado ser la Plaza de Mayo,con el balcn ocupado por Pern.De este modo, la recurrencia al espectculo de masas es unavariable que pulsa la construccin del mito peronista, desdeaquel 17 de octubre de 1945, en el que la gente se apodera delas calles y del centro neurlgico de la ciudad: la plaza. El lderque aparece en el balcn es, en muchos sentidos, un actordentro de la gran representacin espectacular de la poltica delmomento. Mediante este mecanismo, que podramos llamarestetizacin de la poltica, se acua una idea de Estado ligada ala de una creacin calculada y conciente. El poltico, en este caso

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  • Juan Pern, es un actor histrico destinado a la metamorfosis delmundo que suean l y su pueblo. De all los ingredientesutpicos que participan en la cimentacin del mito.Coherente con su misin, el hroe arquetpico de Pern, que seconforma en mito poltico popular, busca la compaera quepertenece a la franja social a la cual se dirige su plan estratgico.En este caso, la figura elegida ser Eva Duarte, una mujerperteneciente al sector desprotegido. Fuente de una fascinacin sin fronteras, Eva Duarte tambinencarna una historia mtica en Argentina y en el mundo.Depositaria del amor y del odio de generaciones trans-histricasy trans-territoriales, esta mujer fue conocida con mltiplesapelativos: "Hada protectora", "Compaera Evita", "la Seora","Madona de los Humildes", Dama de la Esperanza, Cenicientade las Pampas, Abanderada de los Descamisados, Puente deamor entre Pern y los descamisados, Jefa espiritual de laNacin, Esa Mujer... Entre nombres positivos y negativos seesculpe la personalidad multifactica de esta mujer: Se llamabaEva Mara Ibarguren pero la madre, dona Juana Ibarguren, lapresentaba como Duarte. Cuando se hizo actriz, se llam EvaDuarte. Cuando se cas con Pern: doa Mara Eva Duarte dePern. Mara antes que Eva. Era menester, para presentarla ensociedad, que la buena, la madre de Jesucristo, precediese a lamala, nuestra primera madre pecadora, porque las niasdecentes deben llamarse Mara Esther o Mara Rosa pero nuncaal revs. Cuando volvi de su viaje a Europa y comenz sucarrera frentica de trabajadora social, se volvi Eva Pern. Ycuando el pueblo la am, pas a llamarse Evita, el nico nombreque ella siempre reconoci como suyo (Dujovne Ortiz, 1998:79-80). Segn Marysa Navarro, todos estos nombres reflejan lapolarizacin en torno a la imagen de Evita: la Evita sexual y laEvita poltica (Navarro, 2002: 90).

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  • Naci en Los Toldos, provincia de Buenos Aires, en 1919. En sulibreta cvica, cuya copia facsimilar incluye Pavn Pereyra en sulibro Evita: la mujer del siglo, se declara que naci el 7 de mayode 1922, dato que podra ser errneo y ha sido discutido por loshistoriadores (Pavn Pereyra, s/f: 293). A los 15 aos se trasladaa la Capital donde inicia su carrera como actriz de cine yradioteatro. Conoci al coronel Pern en enero de 1944, conmotivo de un acto de beneficencia realizado para paliar lasituacin provocada por el terremoto de San Juan. La relacinamorosa nunca fue escondida y condujo a la unin matrimonialde ambos. Como primera dama ejerci su rol de compaera del proyecto decambio social desde la Fundacin Ayuda Social Mara Eva Duartede Pern. No poda, obviamente, canalizar su accin a travs delas otras organizaciones de beneficencia instituidas y conducidas,en la poca, por las seoras de la oligarqua. Cre junto a Pernun espacio propio e independiente, una Fundacin con personerajurdica a travs de la cual pudo cumplir con las metas deredistribucin de la riqueza y justicia social, pilares delmovimiento. Uno de los procesos polticos en los que Eva Pern tendra unainfluencia fundamental, como se ver ms adelante, es laimplementacin del sufragio femenino. En septiembre de 1947Juan Domingo Pern entreg a su compaera la copia de la Ley13.010 en una ceremonia pblica.Consumida por un proceso canceroso irreversible, el 4 de juniode 1952, Evita hizo su ltima aparicin pblica para participar delacto de asuncin de Pern a su segundo perodo presidencial,luego de sufragar con el caudal de mujeres argentinas porprimera vez en la historia del pas. En los das siguientes, huboun sinnmero de homenajes oficiales e iniciativas para construirun monumento en su honor8. 8 Entre sus libros ms conocidos han de mencionarse: La Razn de mi Vida,publicado en 1951 y Mi Mensaje, editado pstumamente por Fermn Chvez.

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  • Falleci en 26 de julio de 1952, cuando un comunicado oficialanunci: Cumple la Secretara de Informaciones de laPresidencia de la Nacin, el penossimo deber de informar alpueblo de la Repblica, que a las 20:25 horas ha fallecido EvaPern, Jefa Espiritual de la Nacin. El 9 de agosto an proseguala capilla ardiente, que se haba trasladado desde el Ministerio deTrabajo hacia el Congreso Nacional, donde miles de personasmontaban permanente guardia en su honor. El da 10 el cortejofnebre multitudinario cubri el trayecto hacia la sede de laC.G.T. Adems de estas interminables columnas de hombres ymujeres que lloraban bajo la lluvia y el fro, tambin estaban losque festejaban, pues con Evita desapareca uno de losaspectos ms irritantes y peligrosos del peronismo9

    (Maceyra, 1984: 63). Despus del Golpe de 1955 se producen situaciones complejas ycontradictorias en torno al destino de su cadver embalsamado.El odio de los grupos adversos no se hizo esperar.10

    ste ltimo compila textos que ella escribi en su lecho de enferma. EmilioCorbire (1999) tambin destaca el contenido del poco conocido libro de EvaPern titulado Historia del Peronismo (una compilacin de sus clases en laEscuela Superior Peronista). All revaloriza a Carlos Marx pero critica laevolucin poltica de la entonces Unin Sovitica y la negacin en Marx- delsentimiento religioso. En ese libro Eva Pern admita que podr elclericalismo ser impopular pero no hay nada ms popular que el sentimientoreligioso (Chvez, 1999: 77-78). 9 La negrita es nuestra.10 Una de las manifestaciones del odio visceral hacia la esposa del lder sematerializa en el graffiti que apareci en una pared de Buenos Aires, cuandoEva Pern estaba muriendo y que deca: Viva el Cncer. En la pelculaQuien quiera or que oiga de Eduardo Mignogna, el escritor Dalmiro Senzreflexiona acerca de la leyenda Viva el Cncer escrita en la esquina deLibertador y Austria (frente a la residencia presidencial). Muchos aosdespus, de pie frente al inmenso muro, el acongojado intelectual expresa:Estamos en 1952. En Libertador y Austria se estaba muriendo Evita; y acalguien escribi: Viva el Cncer. Yo creo que nunca me voy a poder olvidarde ese cartel. Unos brochazos grandes, blancos y la frase Viva el Cncer.Durante aos me qued pensando cmo ser la persona que escribi esto?.Qu es? Un hombre, una mujer, un chico? Quien escribi Viva el Cncermientras Evita se mora no slo en Libertador y Austria sino en el alma de todoun pas? (en Mignogna, 1984). Consideramos que esta frase impacta hastahoy en el imaginario y sentimiento de los peronistas. Es la metfora cruda dela condensacin del odio que dividi a la Argentina en dos bandos: peronistasy antiperonistas.

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  • Investigaciones historiogrficas y periodsticas como la de SergioRubn (2002), conducen a la noche del 23 de noviembre de 1955(dos meses despus de producirse la Revolucin Libertadora), enla que un comando militar al mando del Teniente Coronel MooriKoenig, a cargo de la SIDE, lleg hasta la C.G.T y retir el cadverde Evita. ste llev el fretro en un furgn por distintas zonas dela Capital de Buenos Aires. En otro momento intent dejarlo enuna unidad de la Armada, y hasta lleg a depositarlo en labohardilla de la casa de un ayudante suyo: el mayor Aranda. Seasegura que Moori Koenig, en su despacho de la SIDE, abri elcajn, manose el cuerpo y lo exhibi ante sus ocasionalesvisitantes, entre ellos, la directora de cine Mara Luisa Bemberg,quien huy espantada a narrarle todo a un conocido suyo: elcapitn de navo Francisco Manrique, Jefe de la Casa Militar. A suvez, ste se lo coment al presidente Pedro Eugenio Aramburuquien dispuso la inmediata separacin del militar y su reemplazopor el coronel Hctor Cabanillas. El nuevo jefe de la SIDE debasacar de circulacin el cuerpo, ocultndolo en un cementerio deMiln bajo el nombre de Mara Maggi de Magistris. En su libro Mi testimonio (1977) el general Alejandro Lanusserevela datos claves que permiten reconstruir la historia delitinerario del cadver de Eva. As se supo que el plan haba sidopergeado en 1956 por el sacerdote paulino Francisco Rotger,capelln del Regimiento de Granaderos a Caballo. El expresidente negaba su participacin en la gnesis de esta trama,pero expresa que se enter "accidentalmente" del destino delcuerpo en el ao 1969 y que trece aos antes le propuso aAramburu su ocultamiento. Desafiando las fuertes presiones de laMarina para quemar el cadver de Evita y las advertencias de laresistencia peronista, Lanusse planific, junto al padre Rotger, elenterramiento del cuerpo con un nombre falso en un cementeriomilans y lo dej al cuidado de la Compaa de San Pablo.

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  • En 1970 se produce el secuestro del ex presidente de facto PedroEugenio Aramburu por parte de la agrupacin Montoneros. Unade las principales exigencias de los secuestradores para liberarloconsista en "la devolucin del cuerpo de la compaera Evita".Cabanillas, el nico que saba exactamente dnde estabaenterrada, con el acuerdo de Rotger, intent satisfacer lasolicitud. Sin embargo Aramburu fue asesinado antes deconcretarse la peticin. Al ao siguiente, Lanusse, quien sedesempeaba como Presidente de la Nacin, decidi entregar elcuerpo de Evita al General Pern. El cuerpo fue llevado por tierra, en un furgn de la funerariaFusetti, hasta la ciudad de Madrid, donde Pern tena suresidencia en Puerta de Hierro. All lo recibi el lder,acompaado de su tercera esposa, Isabel Martnez, su delegadopersonal, Jorge Daniel Paladino, su secretario privado Jos LpezRega, el embajador argentino reconocido antiperonista- JorgeRojas Silveira, el coronel Cabanillas y el padre Madurini (en esemomento con el nombre falso de Alessandro Angelli), quien oficide testigo y firm el acta de entrega del cuerpo (Rubn, 2002). La llegada del cuerpo de Evita a Argentina, producida el 17 denoviembre de 1974, repercuti en todo el pas. Su fretro fuerecibido por la Presidente Isabel Martnez de Pern junto amiembros de la familia Duarte. Luego del derrocamiento delgobierno de Isabel Pern, el cadver de Evita fue trasladado a laBveda de la familia Duarte en el cementerio de la Recoleta.Todos estos datos sobre la esposa y compaera de la gestapoltica de Pern contribuyen a agigantar el mundo de los mitospergeados durante aos. En ese sentido, es evidente que los sucesos que acompaan lamuerte y el destino del cadver de Eva Pern configuran un mitocrstico. Eva muere a los 33 aos, igual que Jess, despus dehaber ofrendado su vida por el pueblo y por el General Pern.Autores como Copi (seudnimo de Ral Damonte Botana)

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  • postulan que Eva no muri (Copi, 1969). En el poemaCadveres de Nstor Perlongher (1997), Evita es una invencinliteraria y social. Su cuerpo insepulto, la ceremonia cosmtica desu embalsamamiento, los actos de sadismo que se relacionancon su cadver-no-cadver integran la metfora de todos loscuerpos insepultos del pas. Al cumplirse los 50 aos de su fallecimiento, los discursos dehomenaje rescatan la idea de que Evita es la primeradesaparecida: A la sensacin del tiempo detenido sobrevino algopeor: el tiempo sin ella. La historia, con su corsi e recorsi, prontoiba a dar un oscuro salto al vaco, que ya estaba presagiado ensus temores y reservas: tres aos despus, sin Eva en estemundo, con Pern en el exilio, hurfanos de jefes, los peronistasfuimos perseguidos con rencor, fuimos llevados a la crcel y a lamuerte. El odio gorila, con su sed de revancha y nuestros propioserrores consumieron dcadas de resistencia y de lucha. Mutilaronel cuerpo de Eva: ms que un acto de saa poltica fue unsmbolo de la maldad humana. Quisieron borrar su nombre y sumemoria: la transformaron en la primera desaparecida (Cafiero,2002: 69).Resulta congruente admitir que, en gran parte, los misterios y lamitificacin de la compaera de Pern tambin contribuyen a laconstruccin de un proceso que coloca a la figura del lder en unentorno enigmtico. Estos sucesos, sumados al fenmeno de sudestierro y su rol como lder lejano, consolidan la imagen delmito poltico en los aos del exilio.

    En torno a teora y metodologa La propuesta macro para incursionar en este tramo de la vidapoltica argentina, sigue la metodologa de la HistoriaSocio-Cultural, con sus referentes franceses y anglosajones. Adiferencia de otras disciplinas que fijan sus fuentes documentalescon estricta especificidad, las fuentes de la historia de las

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  • mentalidades o historia socio-cultural son abiertas. Incluso laausencia de datos (lo no-dicho, los silencios cargados designificado) devienen en fuente para el estudio de la vidacotidiana colectiva.La novedad epistemolgica que aporta la historia socio-cultural reside en que para interpretar el pasado, el historiador precisatambin acudir a fuentes propias de la economa, la poltica,literatura, el arte, la filosofa, la religin, la educacin y de otrasciencias o subdisciplinas que han nacido del desarrollo diacrnicode reas del conocimiento.El redescubrimiento de estas nuevas fuentes para la historiasocio-cultural de la cultura tiende a la revalorizacin de objetos yreservorios culturales que antes no eran considerados (prensa,fotografa, literatura e arte popular, entre otros), simplementeporque se pona en tela de juicio el carcter de veracidad delos mismos. Tambin se incorporarn como fuentes verdaderasde informacin las culturas orales y los documentos personales.Durante la dcada de 1960 esta lnea est esencialmenteconectada conla propuesta originaria de Marc Bloch (1988) y Lucien Febvre(1993). Los estudios de Fernand Braudel (1958) definieron unasegunda etapa en el modelo historiogrfico de los Annales11. lintrodujo la explicacin de los hechos histricos a partir de lanocin de "duracin" (la corta, la mediana y la larga duracin). Elmarco metodolgico ofrecido por Fernand Braudel afianza la lneade Febvre de la integracin del espacio y la geopoltica en eldiscurso histrico y esto es posible gracias al engranajepropuesto por Braudel en su teora del motor de tres tiempos.Se trata de una historia de las mentalidades vinculada a lahistoria social. Georges Duby manifestaba que habra que

    11 Una completa aproximacin a este tema nos la provee Silvia Prez Ringueletde Syriani, 1929-1953: Lucien Febvre y Marc Bloch, los fundadores dela escuela de los Annales, Buenos Aires: Dunken, 2008.

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  • esperar mucho tiempo antes de que ese modelo en construccincomenzara a operar (Duby, 1976).La dcada de 1970 es sinnimo del encumbramiento de lahistoria socio cultural. Braudel se aleja de Annales y aparece unatercera generacin con fuerte inters por el estudio de la cultura.Sus referentes son Lucien Febvre, Jules Michelet con sus librossobre brujera, inquisicin e historia de las mujeres- y ya empiezaa gravitar el pensamiento de Michel Foucault. Tambin se integraJacques Le Goff (1991, 2005), con su propuesta de la NuevaHistoria. sta se ubica en el epicentro del escenario de lahistoriografa emanada de Francia, innovando los mtodos. Seproduce un desplazamiento hacia a un lugar subordinado a lahistoria econmica, lo cual supone una discontinuidad en lahistoria de los Annales.Esta disrupcin se materializa en la sustitucin de la psicologasocial por la antropologa, situada en el puesto de colaboradoraprincipal de la historia para la investigacin del universo mentalcolectivo. La Nouvelle Histoire ingresa en el terreno de ladivulgacin histrica a travs de los medios de comunicacinsocial. Esto, sumado a la atenuacin (no as a la desaparicin) dela influencia del estructuralismo y del marxismo en las cienciassociales, sostiene el marco en que la historia socio-culturalcomienza a posicionarse entre los sectores ms renovadores dela historiografa francesa.En la prctica de la dcada de 1980, la escuela de los Annales,con su referente Braudel, no slo ya ha sustituido a la historiaeconmica y social por la antropologa histrica como frentepionero de la investigacin histrica. Los temas ms investigadosde la Nouvelle Historie francesa de las mentalidades soneminentemente antropolgicos: familia, alimentacin, cuerpo,sexualidad, enfermedad, fiestas, etnicidad, brujera, etc. La originalidad de esta lnea es la bsqueda del rol del poder, atravs de la antropologa social y poltica. La potente tendencia

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  • actual a la super-especializacin condiciona el xito de latransdisciplinariedad que se cimenta en la colaboracin ms queen la anexin.La historia socio-cultural es crtica hacia aquella historiografatradicional que analizaba su objeto (en trminos positivistas)sin tener en cuenta la sociedad y la psicologa colectiva queregan en cada contexto temporal. Esto sirvi para el modelo sere-formulara como una historia socio-cultural que, adherida a lahistoria general de las mentalidades, se expandi hacia unasociologa histrica de las prcticas y de los modelos culturales ytambin hacia una historia de la educacin.Las obras artsticas y literarias sern documentos privilegiadosde lahistoria del imaginario que se integran a la historia socio-cultural,participando de este modo en el ensanchamiento del campo delas mentalidades al conjunto de la superestructura de lasociedad. La Historia Socio-cultural atrae cada vez ms alinvestigador de perfil amplio, a quien se le plantea el desafo y sele ofrece la posibilidad de escudriar otros modos de pensar, deimaginar y de actuar del hombre que se convierte en sujeto dela historia. La historia social angloamericana tambin aporta al modelo.Desarrollada alrededor de la revista Past and Present, con laparticipacin del historiador Eric Hobsbawm, a la par que lanueva historia francesa, incorpora tres orientaciones, cuyacontinuidad resalta hasta hoy su valor historiogrfico: a) msinters por el cambio que por la estabilidad, por lastransformaciones y las crisis sociales que por las estructurasestticas; b) el inters por los conflictos, las revueltas y lasrevoluciones sociales, particularmente en las sociedadespreindustriales. c) la atencin hacia la dimensin poltica de loshechos histricos y al poder, incluso cuando los sujetos no sonvirtualmente polticos.

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  • Se abre as el espectro de los estudios hacia las formascomplejas de la memoria, las actitudes, las creencias o losvalores. El historiador trabaja en funcin de un tema: tiempo,espacio, naturaleza, trabajo, poder, institucin, acontecimiento, revuelta, propiedad, dinero, justicia, igualdad, naturaleza, locura,vida, muerte. Y tambin el investigador trabaja con sujetosconcretos: individuo, estamento, clase, profesin, gnero, grupode edad, minora, nacin, civilizacin. La perspectiva de la transdisciplinariedad supone una lgicaorganizativa que reconoce diferentes niveles de realidadgobernados por distintos tipos de lgicas. No slo sostiene eldilogo entre las disciplinas sino tambin promueve laproduccin de nuevos resultados e interacciones entre ellas, paraencontrar lo que tienen en comn y que trasciende sus fronteras:una racionalidad de mente abierta. Responde a la necesidadindispensable de entrelazar las disciplinas convirtindose en unnovedoso enfoque metodolgico de indudable utilidad para elestudio de problemas complejos de carcter social, cientfico,tcnico y pedaggico. Una disciplina tiende naturalmente a la autonoma por medio dela delimitacin de sus fronteras por el lenguaje propio, por lastcnicas y teoras que utiliza. La organizacin disciplinaria seinstituy en el siglo XIX, especialmente con la formacin de lasuniversidades modernas, luego se desarroll durante el siglo XX,con el surgimiento de la investigacin cientfica. En la encrucijada actual y los desafos del siglo XXI, es necesarioevitar la hiperespecializacin o el encierro disciplinar porque, entrminos de Edgar Morin y los impulsores del Manifiesto dePortugal de 1994 (Morin, 1988) el espritu hiperdisciplinario va aconvertirse en un espritu de propietario que prohbe todaincursin que sea extranjera a su parcela de saber. Sabemos queen su origen la palabra disciplina designaba un pequeo ltigoque serva para autoflagelarse y que por lo tanto, permita la

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  • autocrtica; en su sentido degradado, la disciplina se convierte enun medio de flagelar al que se aventura en el terreno de las ideasque el especialista considera como de su propiedad (Morn, et.al. 1998). Un trabajo transdisciplinario implica bsicamente: rigoren la argumentacin, apertura o aceptacin de lo desconocido einesperado y tolerancia a las ideas divergentes (Cfr. Poderti,2007). El cambio impulsado por la Escuela de los Annales es un temapropicio para analizar el trabajo transdisciplinar llevado acabopor cientficos inscriptos en las ramificaciones de esta escuela,que sali del encierro y gener una modificacin profunda de laperspectiva econmica y sociolgica en la historia. Lahistoriografa construida desde este enfoque transdisciplinario, esuna ciencia histrica multifocalizada, pluridimensional, en la quelas otras ciencias estn presentes, propiciando intercambios,cooperacin y pluricompetencia, sin desdibujarse sus propioscampos o caracteres peculiares. La apertura transdisciplinaria dela Historia Socio-cultural permite la posibilidad de combinarmodelos metodolgicos vlidos para el estudio de cada situacin:microhistoria, historia poltica, historia de las ideas, historia delas mujeres, historia oral, historia de la vida cotidiana,psicohistoria, historia conceptual, etc. El historiador actaentonces como el cineasta: necesita un primer plano, debedecidir si es una toma general, o si esta vez se le requiere ungran angular. Se est trabajando con la historia de las ideas ytambin con historia de las mentalidades y de la cultura. Si setrata de figuraciones y smbolos, las perspectivas no pueden sersino mltiples y de angulaciones diversas. Esa es la nuevamirada que aporta la Historia Socio-cultural. Asi, el girocopernicano que implica la aparicin de nuevas lneas dentro dela historiografa tradicional, provocan un vuelco fundamental y uncambio rotundo con respecto a las formas de escribir y construirla historia que regan el paradigma anterior.

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  • Como expresamos, todas esas tendencias, que se nuclean yaportan a la metodologa y utilera terica de la HistoriaSocio-Cultural actual, implican rupturas sucesivas con losesquemas anteriores, e inclusive se alimentan de fuentes noconvencionales, rechazadas antes por los modelos tradicionales,y ponen en tela de juicio el valor de "veracidad absoluta" del"documento escrito". En esta innovacin es central el papel deMichel Foucault con su Arqueologa del Saber (1979).

    Past & Present y la Historia Socio CulturalEsta investigacin recorre insistentemente un andarivel que estpleno de conceptos, palabras y frases generadas en un mbito dehistoria poltica. En este sentido no podremos negar que eltrabajo con los conceptos polticos contemporneos plantea yauna primera dificultad metodolgica y es que stos secaracterizan por su pluralidad de significados, por su articulacindiacrnica y sincrnica en el eje semntico. De all proviene ladimensin polmica, ya que cada conglomerado poltico(republicanismo, absolutismo, liberalismo, realismo poltico,socialismo, totalitarismo, etc.) puede llegar a interpretar demanera diversa cada uno de estos conceptos.Por ello, adherimos como metodologa cientfica a la lnea de laHistoria Conceptual (Begriffsgeschichte), elaborada por ReinhardKoselleck (1993). As, la historia conceptual se ha convertido enuna va para comprender el desarrollo del pensamiento poltico,en tanto ubica los textos en sus propios contextos ycircunstancias socio-polticos especficos12.12 Sobre Historia Conceptual existe un tomo completo dedicado a losavances realizados hacia el final del siglo XX. Los textos estn incluidos en unvolumen especial publicado en Suecia que contiene los siguientes artculos:Introduccin": Vicente Oieni y Maj-Lis Follr; Entrevista a MeIvin Richter;Vicente Oieni: Notas para una historia conceptual de los discursos polticos;Elias J. Palti: De la historia de 'ideas' a la historia de los 'lenguajes polticos' -las escuelas recientes de anlisis conceptual. El panorama latinoamericano;Joo Peres: The Semantics of Asymmetric Counterconcepts: The Case of"Latin America" in the US; Enrique Rodrguez Larreta: Cultura e hibridacinsobre algunas fuentes latinoamericanas; Rubn Daro Salas: Acerca de laconstitucin en la post-modernidad o del ejemplo de una abolicin; Waldo

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  • La Begriffsgeschichte tiene sus orgenes en la tradicin queinaugura el filsofo y estudioso de un lnea hermenutica WilhelmDilthey (2000). Su colaboracin a la historia de las ideas esfundamental. Despus de 1945, fue continuada por ErichRothacker con la colaboracin de Hans-George Gadamer yJoackim Ritter. Si bien con races en el campo de la historia de lasideas y la filosofa, las propuestas de estos tericos plantean unaidentidad propia al plantearse cuestiones metodolgicas, temas yvnculos con otras disciplinas. En 1972 se publica el primervolumen de Conceptos bsicos de Historia. Diccionario defundamentos polticos y sociales en lengua alemana, tomo quelogra vincular los cambios operados en el lenguaje en las esferasde la sociedad, la economa y la poltica, con los grupos, estratos,clases que los usan o rechazan ese lenguaje (Oieni 1997: 7-8).Segn el ritmo de estas investigaciones, los principalesexponentes de la Historia conceptual, segn la reconstruccin deRichter, son: Otto Brunner, Werner Conze y Reinhart Koselleck.Justamente ste ltimo es quien se interna en las diferencias ycorrelaciones entre Historia Conceptual e Historia Social (Oieni,2005: 35).Partimos del supuesto de que, para captar el sentido del carcterde un argumento o debate poltico en cualquier tiempo y lugar,es pertinente establecer primeramente qu recursosconceptuales eran asequibles para los participantes. Esto nopuede consistir simplemente en desbrozar cules trminos eranusados en la disputa poltica, ya que las palabras cambiannotablemente su significado y ste puede ser seriamenteengaoso o ambiguo. Un anlisis as encaminado, evita la

    Ansaldi: Clase social o categora poltica? - una propuesta paraconceptualizar el trmino oligarqua en Amrica Latina; Susana Villavicencio:Republicanismo y americanismo: Sarmiento y la nacin cvica. En el mismovolumen hay un apartado especial titulado: La hora de los diccionarios, en elque se incluyen los estudios Javier Fernndez Sebastin: Qu es undiccionario histrico de conceptos polticos? y de Alicia Poderti: La batallaconceptual: el diccionario de los argentinos (1945-1976) (N 7/8 de ANALESNueva poca: Instituto Iberoamericano de la Universidad de Gotemburgo,Gteborg, 2005).

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  • tentacin de adjudicar a actores polticos del pasado losconceptos polticos que ahora transmitimos, por ejemplo: atribuira los franceses de 1789 acepciones del trmino revolucinactualizados o re-semantizados. En el caso de este estudio se contraponen y enlazan diferentesconceptos de revolucin que recorren distintos tiemposhistricos: Revolucin-Evolucin, Revolucin de 1943,Revolucin Libertadora de 1955, etc. A la re-significacin deestos conceptos se agregan los significados derivados delespectro de las sutiles concomitancias establecidas por Pern ysus seguidores con la Revolucin Francesa, la Revolucin de1810, etctera, valencias que iremos desmenuzando en nuestroestudio.Ya sea que enfoquemos la reconstruccin del elenco conceptualexistente en un momento histrico, contrastando el conjunto designificados al alcance de los actores polticos con los disponiblesen una circunstancia anterior o posterior; o bien que focalicemoslas formas en las que los agentes en cuestin intentaronmodificar ese mapa en funcin de sus necesidadesargumentativas, la historia conceptual es, sin dudas, unaherramienta de gran valor para estudiar la historia delpensamiento poltico contemporneo. La historia conceptual colabora para esclarecer el sentido devocablos polticos que, cargados de un significadocontemporneo dominante, an conservan residuos designificados anteriores. Esto se relaciona con la idea delpalimpsesto, del escribir sobre lo dicho desarrollada porGenette (1989). La percepcin de estos significados precedentesdesplegados en su totalidad en una matriz conceptual, nos dio laseal de alerta acerca de la complejidad significativa de lostrminos y frases en juego. Un ejemplo de ello es el de las enmaraadas operaciones en elconcepto de ideologa, que es ahora ms frecuentemente

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  • usado (especialmente en escritos de ciencia poltica) como untrmino que aglutina el sistema de creencias polticas depersonas o grupos. Este sistema atraviesa los textos y esinsoslayable, es decir que no existe texto, en tanto cuerpodiscursivo, que est libre de marcas ideolgicas. Sin embargo, elconcepto est teido por anilinas de dos viejas connotaciones:ideologa como creencia distorsionada (o "falsa conciencia"); eideologa como creencia guiada por el inters colectivo oindividual. El examen del contexto intelectual en el que elconcepto de ideologa tom forma originalmente, puededemostrarnos que estos elementos no han sido completamenteeliminados del uso actual del trmino. Otra categora de gran importancia es la de hegemonaexplorada por Ernesto Laclau y Chantall Mouffe. La misma seasienta en una perspectiva descentrada que tiene su fundamentoen la lgica de la differance que no reconoce distincin algunaentre lo lingstico y lo no lingstico. Desde esta perspectiva, yaboliendo el carcter lingstico/ extra- lingstico de loselementos del discurso, se opera una proliferacin de significadosflotantes. De esta manera, la lucha poltica encuentra suobjetivo en el intento de condensar y fijar los significantesflotantes en torno a conceptos clave. El mayor xito por articular,controlar e imponer en la sociedad y en la accin poltica estossignificantes es lo que Laclau y Mouffe llaman hegemona(Laclau, Mouffe, 1994: 436).La historia conceptual ha colaborado en la ms claraconsideracin de los rasgos especficos de una definicinsocio-poltica con marcas cuya familiaridad, encarnada en ladenominacin peronismo, puede tornarlas complejas. Laaparicin de nuevos sujetos sociales supondr conflictos y retospara la interpretacin de los conceptos, a la luz de las estructurasregionales, nacionales y globales en juego.

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  • La lnea de la historia conceptual se convierte para nosotros en laherramienta bsica para el estudio de la re-configuracin(deliberada o accidental) de las fronteras conceptuales llevadas acabo por los actores que buscan articular nuevos puntos departida para la accin poltica, enarbolando los apotegmas delperonismo. Este enfoque pone a la historia conceptual en unaestrecha relacin con la historia socio cultural.Precisamente porque la visin del futuro ha cambiado -de esaconcepcin nica y universal, a esta otra plural y variada- estotambin ha ocurrido con la semntica de los tiempos.Siguiendo a Koselleck notamos cmo las nociones del presente ydel pasado han sufrido una metamorfosis. La idea de que elconocimiento del pasado es til para la edificacin del futuroentra en colisin con diferentes tendencias. As, asistimos a laruptura de esa secuencia futuro-pasado-presente segn la cualla apuesta por un modelo de futuro condicionaba y dictaba laapertura hacia el pasado que deba servir para guiar las accionesde ese presentefuturo (Koselleck, 1993:12).Para Koselleck, la ciencia de la historia trabaja sobre dos polos: elpasado y el presente. Esta es la tensin productiva a la que seve expuesto el historiador. El desarrollo de la historiografa estentonces acompaado por una concepcin reflexiva a travs dela cual las distintas perspectivas que sucesivamente recaensobre los acontecimientos del pasado se enriquecenprogresivamente y, en consecuencia, justifican su peridicore-abordaje.A partir de nuestra investigacin comprobamos cmo estosplanteos, de vital importancia para la historiografa actual, seproyectan al campo pedaggico. Es un hecho que los gobiernosde turno en todo el mundo han utilizado la Historia escolar,organizando su poder de ordenacin e inspeccin del sistema,para intentar configurar la conciencia de los ciudadanos,ofreciendo una visin del pasado que contribuya a fortalecer

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  • sentimientos patriticos, sobrevalorar las "glorias" nacionales o,simplemente, para crear adhesiones polticas. Para ello utilizanmitos o tpicos que pueden llegar a convertirse en excluyentes.Koselleck advierte que, sin acciones lingsticas, no son posibleslos acontecimientos histricos; las experiencias que se adquierende ellos no se podran interpretar sin el lenguaje (2003: 107).Esta necesidad de conceptualizacin ha sido tambin denunciadapor los especialistas en documentacin que han investigado ellenguaje de las Ciencias Sociales y Humanas. La lengua no esexterna a los acontecimientos, y stos, dice Koselleck, son laespina dorsal de la investigacin histrica. As, podemos afirmar que el carcter transdisciplinario de laspropuestas sobre el anlisis de los discursos de matrizfoucaultiana inaugura una posicin epistemolgica elevada pararepensar el lenguaje cientfico de otras disciplinas. El cambio deperspectiva se conecta con un viraje metodolgico y terico queya haba sido descripto por Michel Foucault: "La historia hacambiado su posicin respecto del documento: se atribuye comotarea primordial no el interpretarlo, ni tampoco determinar si esveraz y cul sea su valor expresivo sino trabajarlo desde elinterior y elaborarlo..." (1979: 9).La relacin entre la Begriffsgeschichte y los argumentos deFoucault a favor de las genealogas del poder son indiscutiblesluego del desarrollo de la Historia Conceptual de los ltimos aos.En este sentido es importante resaltar el estudio de Vicente Oienisobre las concomitancias en el estudio de los conceptos, ya queeste anlisis slo es posible si concurren los mtodos empleadospor otras disciplinas tales como la filologa, la semntica histricay la lingstica estructural. Por otra parte, se hace necesaria lacomplementariedad entre la historia social y la historiaconceptual, con referentes como Foucault, Gadamer y Koselleck(Oieni, 2005: 35).

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  • Muchos conceptos tienen permanencia hasta entrado el siglo XXIy nuestro estudio da cuenta de los recambios semnticos que seprodujeron en el seno de estas expresiones, tanto en AmricaLatina como en nuestro pas.

    Lo dicho, lo escrito, lo odoEn su artculo Los libros preguntan qu es el peronismo (2008:5), Mara Elena Ques, afirma que de la diatriba opositora de losaos calientes a la fascinacin de los cientistas sociales, elperonismo ha generado ros de tinta. La incgnita siempre actualsobre su verdadera ndole poltica, el acontecer social bajo elgobierno de su jefe, las tensiones con los diversos sectores, y anla vida del lder y de Eva Pern, siguen generando nuevos ttulosy reediciones de textos ya clsicos. La opinin pblica se nutrede los lenguajes orales (la radio), del rumor, de la literatura y dela imagen que vuelcan los medios escritos, a travs de tpicosconstruidos fundamentalmente por los cdigos artsticos13. Por cierto, el arte no queda excluido de este anlisis. Comoexpresa Jorge Lafforgue en el Prlogo del libro Pern Vuelve(Olgun, 2000), no slo la literatura da cuenta de este regreso delos protagonistas de esa poca sino tambin la cinematografa, lamsica y el mundo del espectculo nacional e internacional. La

    13 Como estudia Yuri Lotman, en lo que respecta al volumen informacional, lostextos artsticos transmiten mucha ms informacin que los textos cientficos,al disponer de ms cdigos y ms niveles de codificacin. La complejidad de laestructura es directamente proporcional a la diversidad. Los textos literariosposeen la capacidad de concentrar un enorme caudal de informacin en lasuperficie de un texto pequeo (Lotman, 1982: 21). Asimismo, la expresinque vehiculiza la literatura supone el uso de un lenguaje especial, el cual sesuperpone sobre la lengua natural como un sistema secundario. La praxis delo sobreescrito se ejercita toda vez que los signos del texto artstico sepresentan prescindiendo de su carcter convencional, para resemantizarse apartir de las reglas generadas en cada momento de reconocimiento. En elproceso de circulacin se opera una conversin o transcodificacin del texto,en la medida en que el receptor intenta percibirlo de acuerdo a los cnonesvigentes en su cultura y en su poca. El texto artstico puede considerarse ascomo "un texto repetidamente codificado" (Lotman, 1982: 82).

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  • referencia literaria era un puerto obligado en el itinerario de estainvestigacin. Porque la encrucijada discursiva en la relacinhistoria-literatura, ha quedado despejada para las ltimascorrientes historiogrficas, como la historia socio-cultural o lahistoria de las mentalidades. Como afirma Beatriz Sarlo: "lossaberes con los que se construyen los textos literarios hablan dela sociedad de un modo que no puede ser directamente traducidoen trminos de contenido: indican cules son los tpicos de unimaginario colectivo, cules son los ejes de organizacin de losdeseos, cules son los valores que la literatura afirma ocontradice pero que, en todo caso, testimonia acerca de supresencia. (...) Leer a la literatura en su relacin con la disciplinahistrica implica, en primer lugar un saber sobre la literatura,porque ella, como cualquier otra fuente, puede proporcionar sloaquello que se le pregunte (...) Desde la perspectiva histrica laliteratura no podra ser tratada como representacin de palabrasde una realidad exterior, sino como construccin que forma partede esa realidad, que trabaja con ella, que la altera en un sentidoque jams es arbitrario, aun cuando sea a veces una de lasrealizaciones ms extraamente libres de la determinacincolectiva" (Sarlo, 1993: 171-173).La historia (tradicionalmente construida con cronologas yacontecimientos) se alimenta del mito y la leyenda. Esto ocurreporque, desde el principio de la Antigedad, la mirada social noreconoce una metodologa cientfica que asocie la historia a lahistoriografa. Para el cuerpo social importa el devenir de loshechos, el depsito de acontecimientos que se unen asensaciones, y en este sentido esta modalidad entra en colisincon las propuestas de construccin historiogrfica occidental.Sin duda esto se debe, en parte, a que la historiografa occidentalsurge del trasfondo de un discurso definitivamente literario quese configur frente al discurso ms arcaico del mito. En susorgenes, el discurso histrico se diferenciaba del literario en

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  • virtud de su materia (acontecimientos "reales" en vez de"imaginarios") ms que por su forma. Pero la forma aqu esambigua, pues se refiere no slo al aspecto manifiesto de losdiscursos histricos (su aspecto como relatos) sino tambin a lossistemas de produccin del significado (los modos de entramado)que la historiografa comparti con la literatura y con el mito (Cfr.White, 1992: 62). En este sentido es interesante recordar que Herodoto -el Padrede la Historia- llamaba historia (indagacin) a la partemiscelnea de su obra, mientras que a la seccin que hoyllamaramos historiogrfica -la narracin de hechos pasados- lellamaba logoi (dichos). De modo que lo que para nosotros eshistoria para l era "leyenda", en la medida en que las leyendasson el resultado de un "decir", no de un "leer" (Poderti, 2000:176). Dentro del esquema peronista, las condiciones econmicas ysociales son incluidas en un programa de deveniresttico-poltico, en el que el carisma de un hombre y el sistemaque lo acompaa van modelando el imaginario colectivo. Estasestrategias no tienden a la obediencia del cuerpo social (talcomo ocurre en los sistemas totalitarios), sino ms bien a laseduccin que se asocia con reacciones de fervor, a travs deaplausos, interpelaciones pblicas al lder, expresiones festivas,pintadas callejeras o cnticos entusiastas. Esto ocurre en una delas primeras fases de construccin del mito, que generalmente sedesarrolla en los actos multitudinarios al aire libre. La relacin entre el peronismo y la prensa nos gua a la reflexinde que muchos de los discursos circulantes en la sociedadmodernizada se han nutrido de la palabra escrita. De all laimportancia que adquiere esta voluntad de mantener dominiosobre los que se publica, pues esto es inmediatamentediferido a los otros modos de expresin (orales, radiales,grafitis, etc.)

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  • Recurdese que el odo, ms que la visin, haba dominado demanera significativa el mundo intelectual de la Antigedad, eincluso hasta mucho despus de que la escritura estuvieradesarrollada. Y ms all de la invencin de la imprenta y hasta laactualidad tecnificada, el proceso auditivo sigue dominando eltexto impreso visible.La aparicin de la imprenta y de la Galaxia Gutenberg situ laspalabras en el espacio de manera ms inexorable que laescritura. Como estudia Walter Ong (1993), el texto impresoinaugur un sentido de la "palabra-en-el-espacio" distinto del quese comunicaba en la escritura manuscrita. As, la escriturareconstrua la palabra hablada, originalmente oral, en el espa-cio visual. Pero la impresin incrusta esas palabras de maneracategrica en el espacio. Adems "lo impreso produce unasensacin de finitud, de que lo que se encuentra en un texto estconcluido, de que ha alcanzado un estado de consumacin"(1993: 130).Los medios de comunicacin contribuyen a la cristalizacin delmito desde una estrategia multifactica oral y escrita-, que seconecta con los cdigos artsticos y los signos de la culturapopular. Durante esta etapa se construye una de las primerasexperiencias multimediales en Argentina. En aquellos aos ya laempresa Editorial Haynes preanunciaba el modelo que abarcabamltiples facetas del periodismo escrito y radial: en el terdominaba las seales de la citada LR1 Radio El Mundo, a la quese agregaban LS10 Radio Libertad, LT3 Radio Cerealista(Rosario), LT5 Radio Chaco, LT9 Radio Santa Fe, LU6 RadioAtlntica (Mar del Plata), LU7 Radio General San Martn (BahaBlanca), LV5 Radio Los Andes (San Juan) y LV7 Radio Tucumn.En la faz grfica, Haynes lleg a editar: El Mundo, El Hogar,Mundo Argentino, Mundo Deportivo, Mundo Radial, MundoAgrario, Mundo Infantil, PBT y Mundo Atmico.

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  • En cuanto al cine, un trabajo de Vctor Daz (2001) releva,durante el perodo 1946-1955 una profusa produccin flmica dealcance popular con perfiles nacionales que alcanz notoriarepercusin en la sociedad. La industria cinematogrficaargentina recibi el apoyo explcito del gobierno nacional a travsdel decreto ley 21.344 del 5 de agosto de 1944, que estableca laobligatoriedad de exhibir cintas argentinas de largometraje entodas la salas del pas. As se filmaron 436 pelculas durante esapoca, 31 de las cuales se producen el mismo ao del ascenso dePern a la presidencia. Los temas predominantes de este extensocorpus en el que participaron excelentes directores, actores,actrices y guionistas son: 1) la fuerte presencia de la mujer comomadre sufrida y redentora de la familia; 2) hechos histricos quemarcaban un acentuado nacionalismo, con fuerte base en laliteratura gauchesca; 3) documentales sobre las obras degobierno a modo de propaganda oficial; 4) importancia de losdeportes (ftbol, boxeo, automovilismo, ettera; 5) Comedias,enredos y revista -con personajes humorsticos legendarios comoCatita (intepretada por Nin Marshall), Pepe Arias, Luis Sandrini,Pepe Iglesias, Flmine o Avivato; 6) temas referidos a lamovilidad social a travs de relatos de la vida cotidiana, quedestacan la importancia del esfuerzo, la educacin, el respeto yla solidaridad como mecanismos conducentes al xito social(Cfr. Daz: 2001: 8-9).Desde 1948, la legislacin de fomento para las produccionescinematogrficas beneficia a empresas pequeas como ElectraFilm, Inti Huasi, Fitz Roy, Asociacin Cinematogrfica y SinccaFilm. Tambin las empresas ms grandes reciben apoyoeconmico, como Argentina Sono Film y Artistas ArgentinosAsociados. Como consigna Noem Girbal, los programas radialeshacan contrataciones de artistas que protagonizaban a lospersonajes de entonces: el inmigrante, el empleado, el ama decasa, el cadete de oficina, la familia, que simbolizan el conjunto

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  • de esperanzas del habitante comn. En cuanto a la msica, lasdisposiciones vigentes limitan la actuacin de msicosextranjeros y la participacin de un 75% de msicos argentinos.La emisin de msica grabada constituye el gran momento delfolklore (Girbal, 2002: 230-231).En lo que respecta a la mixtura entre los valores que querainculcar el peronismo y el cine debe destacarse la realizacin deldocumental Argentina Revolucionaria. El tema de este film, quese estren en mayo de 1952 en el cine Renacimiento de CapitalFederal, versa sobre la poltica social y econmica implementadadurante los primeros aos del justicialismo (Daz, 2001: 10). Unestudio reciente de Clara Kriger (2009) va mucho ms all deestas perspectivas para internarse en el desarrollo de la industriacinematogrfica durante el primer peronismo. A travs delestudio de imgenes y relatos de las pelculas emblemticas delperodo, Clara Kriger se centra en el eje de metamorfosisintroducidos en el rea, demostrando que los films del momentovehiculizaban la inclusin y el ascenso sociopoltico de las clasespopulares. Asimismo, la normativa afianzada desde el gobiernocon la sancin de la primera Ley de Cine hasta la aprobacin debeneficios para los estudios y los trabajadores del rubro sonmostrativos de que el cine pasatista era un tema pretrito(Kriger, 2009).El lenguaje y la msica tienen su sitial predilecto, pues el cambiode paradigma artstico se instala fuertemente, tejiendo unaalianza con expresiones populares antes censuradas. Comoexpresa Fernando Sorrentino (2002), la censura hacia el lunfardoy el tango fue producto de las rdenes de los gobiernos y elestablishment de la dcada de 1930, con consecuenciassiniestras. Ms adelante, a mediados de 1943, bajo la presidenciadel General Pedro Pablo Ramrez, el gobierno censur muchostangos cuyas letras incluyeran algn trmino lunfardo y cualquierpalabra o giro considerado vulgar, coloquial y/o familiar. Para

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  • solicitar la derogacin de esta norma doce eminentescompositores (Santiago Adamini, Lito Bayardo -o Manuel JuanGarca Ferrari-, Enrique Cadcamo, Francisco Canaro, Charlo oJuan Carlos Prez de la Riestra-, Homero Manzi, Enrique P.Maroni, Jos Razzano, Luis Rubinstein, Rodolfo Sciammarella,Anbal Troilo y Alberto Vacarezza) consiguieron, el 25 de marzode 1949, una entrevista con el presidente Juan Domingo Pern. Consigna Fernando Sorrentino que unos das antes del encuentrocon el presidente, Alberto Vacarezza -el autor del sainete Elconventillo de la Paloma (1929) y de las letras de varios tangosde renombre-, sufri el robo de su billetera en un tranva. HomeroManzi era el encargado de presentar a cada uno de los artistas aPern, quien los saludaba personalmente. Cuando Manzi dijo-Alberto Vacarezza-, Pern le estrech la mano y exclam, entrerisueo y asombrado: -Don Alberto! As que en el bondi leafanaron la billetera? Los tangueros estallaron en una cordialcarcajada: haban comprendido que la censura al lunfardoacababa de eliminarse.14

    14 La negrita es nuestra. Algunos de los sorprendentes botones de muestrapresentados por Fernando Sorrentino son los siguientes: el tango Shushetade Enrique Cadcamo fue re-bautizado como El aristcrata, y Chiqu deRicardo Luis Brignolo como El elegante. En este camino de censura, la letrade Esta noche me emborracho de Enrique Santos Discpolo, sufri lamutacin una frase dedicada a la mujer: sola, fan, descangayada, porsola, deslucida y averiada. El tango Chorra, tambin de Discpolo,experiment otra metamorfosis: el apstrofe furioso "Chorra, vos, tu vieja y tupap" se convirti en reconvencin: "ladrona, t, tu padre y tu mam". Elciruja de Francisco Alfredo Marino se transform en El recolector. Mi nochetriste de Pascual Contursi comienza con el conocido octoslabo: Percanta queme amuraste, reemplazado por Muchacha que me dejaste (Cfr.Sorrentino, Fernando, en AA.VV., Dir: Mari Pepa Palomero, Antologa de Eltrujamn. Seleccin de textos sobre traduccin, Madrid, Instituto Cervantes,2002:177-178). Por otra parte, Jorge Gutman, en su artculo Los tangoscensurados tambin consigna que, durante el mandato del General PedroPablo Ramrez, la Direccin General de Correos y Telgrafos recibi la ordende limpiar el vocabulario usado corrientemente en las radios, y la de cambiarel ttulo de algunos tangos nominados como indecentes. As fue como Sobreel pucho pas a ser Un callejn en Pompeya, Qu vachach por Quvamos a hacerle, La catrera por La cama y Yira yira por Camina,camina. Asimismo prohibieron la radiofusin del tango Cambalache deEnrique Santos Discpolo, repetidamente censurado por gobiernos autoritariosposteriores, incluido el proceso militar iniciado en 1976(http://www.elortiba.org/origen.html).

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  • Las metamorfosis arquitectnicas tambin impactan en lossentidos de los nuevos protagonistas del cambio social. Unejemplo es el chalet californiano, considerado en las dcadasanteriores como una vivienda de los sectores altos y medios, quepasa a ser la casa que el peronismo puso al alcance de lossectores sociales desprotegidos. Se tomaron del modeloestandarizado algunos elementos para adaptarlos la construccinmasiva, hasta conformar lo que se llamara el chalet argentino:una casa concentrada en su expansin sobre el terreno. Contabacon un estar-comedor, uno a tres dormitorios, cocina y bao, conterreno libre para jardn, huerta y gallinero, lo que implicaba unatransicin entre la ciudad y el campo. Estos modelos se instalaron en grandes urbanizaciones: CiudadEvita (La Matanza), Ciudad Jardn Lomas del Palomar o BarrioSaavedra en Capital Federal (Ballent, 2006). Paradjicamente, este estilo de arquitectura domstica seemple en otros programas impulsados por el Estado, comoescuelas, hospitales, asilos, centros de recreacin, etc.,conformando una suerte de arquitectura peronista (Chiarello,2002: 9). En La Razn de mi Vida, Eva Pern describe esteparadigma arquitectnico, a partir de la oposicin conceptualdescamisados/ oligarqua: Precisamente porque un siglo deasilos miserables no se puede borrar sino con otro siglo dehogares excesivamente lujosos. S. Excesivamente lujosos. Nome importan que algunas visitas de compromiso se rasguen lasvestiduras y an con buenas palabras me digan: -por qu tantolujo?-. O me pregunten casi ingenuamente:-No tiene miedo deque al salir de aqu estos descamisados se conviertan eninadaptados sociales. -No tiene miedo de que se acostumbrena vivir como ricos? No, no tengo miedo. Por el contrario; yo deseoque se acostumbren a vivir como ricos (1952: 211- 212).

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  • La Fundacin Eva Pern15 canaliz distintos programas deredestribucin de la riqueza: hogares de trnsito para indigentes,mujeres y ancianos, subsidios monetarios, edific 21 hospitalespoliclnicos y 19 hogares-escuela en regiones abandonadas,reparti ropas, muebles, cocinas, mquinas de coser, equipospara talleres independientes y tiles escolares. A estas obras seagregaran el Ateneo Eva Pern y el Hogar de la Empleada, entreotras. La Fundacin canaliz prcticamente muchos de losprogramas que sintonizaban con los planes quinquenales einstal, en el imaginario colectivo, los conos imborrables de lamemoria social: el pan dulce y la sidra, el acceso a la vivienda,los juguetes en las fiestas, la primera y nica pelota de ftbol demuchos pibes argentinos, las vacaciones pagas, elentretenimiento y el acceso a lugares antes reservados a la claseprincipal (Barry, Ramaciotti, Valobra, 2008). stos y otros motivos son los que contribuyeron a la fijacin delmito peronista. Un mundo sensorial que se almacen en lamemoria colectiva y jams podr ser borrado, tal como lotraducen en palabras los testimonios orales de los que vivieronen ese mundo (Cfr. Prado, 2007). 15 Si bien la nueva Ley de Fundaciones fue sancionada en 1972, durante elgobierno de Lanusse, de hecho ya existan estas organizaciones conpersonera jurdica. Las asociaciones civiles son la manifestacin msdestacada del ejercicio del derecho de asociarse con fines tiles, que desdeel ao 1853 tiene rango constitucional en nuestro pas. Si analizamos larelacin existente entre el derecho de asociarse con fines tiles y el objetode bien comn que tienen este tipo de entidades, podemos deducir suimportancia y trascendencia en la comunidad, dado que la utilidad de la quenos habla el artculo 14 de la Constitucin Nacional debe ser entendida comola utilidad general. Las asociaciones civiles han existido desde nuestrosorgenes histricos mismos. Anteriormente, estas instituciones asuman unpapel complementario y subsidiario de la accin del poder pblico. Peropaulatinamente ese papel se ha desplazado hacia el de una real cooperacincon el Estado. Por lo tanto, sus responsabilidades se han acrecentadonotablemente, lo cual requiere la continua preparacin profesional de susdirigentes (Cfr. Cahin, 1996). Para estudiar los antecedentes legislativos deestas organizaciones y situar en el contexto adecuado la labor de la FundacinEva Pern, debemos remitirnos a la obra publicada en 1940 (AA.VV), tituladaEl Derecho de las Asociaciones. Doctrina. Legislacin. Jurisprudencia,considerada por la doctrina argentina como un verdadero clsico del derechoargentino.

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  • Junciones: el lxico poltico y cotidianoComo hemos expresado, este trabajo no esquiva lasmetamorfosis ideolgicas de los trminos y, si bien hace unaprimera entrada en la acepcin original de los elementosestudiados (palabras, frases), tambin atiende a lare-semantizacin operada a travs del tiempo. Por ello se hacombinado la consulta de bibliografa tradicional con estudiosactualizados sobre peronismo, as como investigacionescomplementarias realizadas en el marco de las ciencias socialesy humanas.El objetivo fundamental, lejos de inducir adhesiones o rivalidadeshacia cierto mov