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, . , . Et1ca pract1ca Segunda edición

Peter Singer -Ética Práctica-

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, . , . Et1ca pract1ca Segunda edición

Page 2: Peter Singer -Ética Práctica-

f�tica práctica - Segunda edición

Page 3: Peter Singer -Ética Práctica-

\

Ética práctica Segunda edición

PJ·:TEI� SINGER

Crrllro para lcr Broérrur Humana Unrvmrdcrd dr MonCllh

Traducción de Rafael Herrera Bonel

?�\�}!CAMBRIDGE ·:::k� UNIVERSITY PRESS

Page 4: Peter Singer -Ética Práctica-

Fd11.ulo por la Org.uiit..Inón hlilon.d d" !.1 lJniv<"rsid.u l d<" C.unlmdg<'

Th<" l'itt Blllldmg, Trurnpmgton Stn·<·t, C.unlmdg<' CB2 1 Rl'

40 W<"st 20th St!<'<'t, N<"w York, NY 10011 4211, liSA

1 O St.nnfórd 1\o.ul, O.Iki<·Igh, Ml'ibourn<· :1 1 (,(,, Austr ,¡ J ¡ ,¡ l'nrn<"ra <"<hnón mgli•s,I, 1 9HO

l'mn<"r.I <"dinón '''1\.lnol.!. 1 9H4

Ti tulo mgli·s ongmal Pru<ltcul etlms l<'<o!ld ed!IIO!l por

Carnlmdg<' lJrnv<"rsily Pn·" 1 99:l

y�) C.unlllldg<' lJntv<'""Y l'r<"ss 1 99:l

Pnrnl'r.l ed1uón (•sp.u'loLI corno Enea prcíctJuJ \f'f/Undo cchCión por

C.unlmdg<' lJntvcrstl y l'r<"ss 1 99',

Traducnón <"sp.IiiOLI �) C.un lmdg<' lJntv<"r;tty l'r<·ss 199',

Irnpr('S() ('[) c;r.ln Bn·t.Ina por C.unhndg(' lJntVl'lSlty l'r(';s

hte libro "' hu reflrstrodo ell el <CllcilofiO de lu Bnt11h Lilnury

LJ!nory of Co!lgress uriOlogtllfl tll publr<CJIJO!l dutu

Smg<'r, l'<'l<'r

[Pract1cal <"tlncs Sp.uushj

f.: u e,\ pr.ict 1ca 1 l'<"t<·r Smg<'r 2nd <"dn

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Jncludt's md<"x

ISBN O '>2.1 4/H40 e, (p.lp<'rlw k)

1. ¡;tfucs 2 Son.d t'tlncs 1 Tuil'

Bj10!2S491H 199S

1/0 dt20 94 421.60 CII'

ISBN O '>21 4/H40 ', ¡·n ruslll ,¡

!TI.

Í n dice

Prólogo ]vil]

SohrP lJ (•tic·a ]1]

2 LJ igu.dd.Hl y sus anplicJcionPs [19[ 3 ¿lgualdJd pdrJ los JnirnJJes7 [69[ 4 ¿Qu<'· hay dP mJlo Pn mJtJr7 [104[ e, QuitJr la vidJ· los .uumalPs [B6] 6 Quitar la vtdJ el Pmhnón y el féto [16/[ / QuitJr lJ vida : los sPrPs humanos [2 1 6[ 8 RKos y pobres [2/1] 9 Los de dPntro y los dP fiJpr,I [\08]

10 El mediO JmhtPntP [\29]

11 hnPs y mPdios [:\60] 1 2 ¿Por qu(· .IctUJr morJlmente' [:\92]

Apéndtce: Sobre cómo se me Impidió hablar en Alemania [419] No1as, rcfercnuas, y Jwurcts cornplerner!lanos 1448] Índice alfahélico 1414]

Page 5: Peter Singer -Ética Práctica-

Prólogo

La (•tica práctica es un campo muy amplio. Si observamos con la

suficiente atención, podemos descubrir que la mayoría de nuestras

decisiones están relacionadas con la ética. Este libro no pretende

abarcar todo el campo. sino una serit• de cuestiones que se han

elegido dependiendo de dos criterios: su pertinencia, y e l grado

de contribución que el razonamiento fi losófico puede aportar a su

discusión.

Considero que una cuestión ética es pertinente s i se trata de

un tema que cualquier persona racional debe afrontar. Nosotros

nos enfrentarnos a algunas de las cuestiones tratadas en este

libro a d iario: ¿cuáles son nuestras responsabilidades personales

con respecto a los pobres7 ¿Tenemos justificación al tratar a

los animales corno meras máquinas productoras de carne para

alimerll' rnos7 ¿Deberíamos usar papel no reciclado7 Y de todas

formas, ¿por qué deberíamos molestarnos en actuar 5ie acuerdo

con los principios rnorales7 Otro tipo de cuestiones, como el

aborto o la eutanasia, afórtunadamente no son decisiones que 1; mayoría de nosotros tenga que tomar a diario; pero son cuestiones

que pueden surgir en algún momento de nuestra vida. Del mismo

modo. se trata de cuestiones de importancia actual sobre las que

cualquier participante activo en el proceso de toma de decisiones

de nuestra socil'dad necesita n·flexionar.

El nivel hasta el que se puede d iscutir filosóficamentt• Ulj_ terna de fórrna útil depende dPl tipo de cuestión de que se trate.

Algunas cuestiones son pol(·micas principalmente dPbido a que

se d iscute sobre hechos. Por PJernplo, si delwría permitirse o no

,.

\!

Page 6: Peter Singer -Ética Práctica-

Prólogo

la liheranón de nuevos organismos creados por la utilización del

ADN recombinante parece depender en gran medida de SI estos

organismos suponen un riesgo serio para el medio ambiente o

no. Aunque los filósof(>s puedan carecer del conocimiento t(•cnico

para afrontar esta cuestiÓn, aún así quizás puedan decir algo útil

sobre si es aceptable correr un deterrmnado riesgo de darlos

medioambientales. Sm embargo, en ot ros casos , los hechos son

daros y están aceptados por ambas partes; son los puntos de vista

opuestos a nivel (•t ico los que dan lugar a discrep;mnas sobre lo

que se debe hacer. Es entonces cuando el tipo de razonamiento y

de análisis practicado por los filósofós puede tener un papel real .

En este hbro se tratan temas en los que la falta de acuerdo ,¡ mvel

ético, más que a nivel de hechos, determina las posturas que se

toman. En consecuencia, la contribución potencial de la filosofia a

la discusión de estos temas es considerable.

E�te libro ha jugado un papel primordial en una serie de aconteci­

mientos que deben hacer recapacitar a toda persona que considerr

que, hoy en día, la l ibt'ftad de pensamiento y de expresión puede

dJrse por st•ntada en las democranas liberales. Desde la primera

vez que fue publicado en 1 979, se ha leído y usado ampliamente

en muchos programas de universidades y otras instituciones de

enseñanza superior. Ha sido traducido al alemán, italiano, ¡apon(•s,

español y sueco, y la respuesta, en general . ha sido positiva. Por

supuesto, hay muchos que no están de acuerdo con los argumentos

que el libro presenta, pero la falta de JCuerdo casi siempre se ha

producido a un nivel de debate razonado. La única excepción

ha sido la reacción producida en los países de lengua alemana.

En Alemania, Austria y Suiza la oposición a los puntos de vista

contemdos en el libro alcanzó tal punto que los congresos o

viii

1 J ' 1

Prólogo

conférencias a los que fili invitado a hablar tuvieron que ser

cancelados, y se produ¡eron interrupciones tan frecuentes en las

clases de las un iversidades alemanas que iban a utilizar el libro que

éstas no puclieron continuar con su actividad. Para aquellos lectores

interesados en más detalles de esta penosa historia, se ha inclui�o

un relato más completo en fórma de apéndice.

Naturalr�1ente, la oposición alemana al libro me ha hecho

reflexionar sobre si los puntos de vista expresados realmente

son, como parece que al menos algunos alemanes creen, tan

equivocados y peligrosos que no deban ser ni siquiera menciona

dos . Aunque la mayoría de la oposición alemana está simp lemente

rnalinfórmada sobre lo que digo, existe una verdad subyacente en

la pretl:'nsión de que el libro rompe un tabú, o q uizás más de un

tabú. En Alemania desde la derrota de Hitler, no ha sido posible

discutir abiert amente sobre la eutanasia , n i sobre el terna de si una

vida huwana puede estar tan l lena de miseria como para que no

valga la pena vivirla. Aún más f\mdamental , y no se l imita a Alemania,

,·s que sea tabú el comparar el valor de la vida humana y no humana.

En la conmonón que siguió a la cancelación de un congreso en

Alemania al que había sido invitado, para distanciarse de mis puntos

de vista, la organización alemana que lo patrocinaba, aprobó una

serie de monones, una de las cuales decía: "La unicidad de la

vida humana prohíbe toda comparaCión , o más específicamente,

eqUiparaCión de la existencia humana con otros seres vivos, con

sus fórmas de vida, o sus intereses". Este libro trata exactamenW

sobre la comparación, y en algunos casos la ec¡ll lparación, de la

v1da de humanos y de animales; de hecho, se podría denr que

si hay un solo aspecto de este libro que lo distingue de otros

enfóques hana ternas tales como la igualdad entre los humanos,

Pl aborto, la eutanasia, y el medio ambiente, es el hecho de que

IX

Page 7: Peter Singer -Ética Práctica-

Prólogo

éstos están planteados sobre la base de un rechazo consciente de

la presunción de que todos los miembros de nuestra propia especie

posean, por el mero hecho de ser miembros de nuestra especie,

un mérito que los distingue o un valor inherente que los sitúa

por encima de los miembros de otras especies. ! .a creencia en la

superioridad humana es una creencia muy fimdamental, y subyace

nut>stro razonamiento en muchas áreas sensibles. Cuestionarlo no

es en absoluto trivial y tampoco debería sorprendernos que hacerlo

provoque una reacción tan fiu•rte. No obstante , una vez que hemos

entendido que las protestas se deben en parte a la violación de este

tabú al comparar a humanos y animales, está claro qtH' no existe

vuelta atrás. Por razones que aparecen desarrolladas en capítulos

posteriores, sería filosóficamente indefi.•ndible prohibir cualquier

comparación entre especies. Igualmente, haría Imposible superar

los males que estamos haciendo a los animales no humanos y

fc>rtalecería aquellas actitudes que han causado un inmenso daño

irreparable al medio ambiente de este planeta que compartimos

con miembros d(• otras especies.

Por lo tanto, no he dado marcha at rás en los puntos de vista que

tanta polémica han suscitado en países de habla alemana. Si estas

posiciones suponen ciertos peligros, aún mayores son los peligros

de intentar mantener los actuales tabúes caducos. Huelga decir

que muchos no ('Starán de acuerdo con lo qtu· tengo que decir.

Las objeciones y los argumentos en contra son bien recibidos.

D(•sde los días de Platón, la filosofla ha avanzado dial(·cticamente

conforme los filósofós ofrecían razones que discrepaban de las

opiniones de otros filósofós !.a discrepancia es buena ya que

es el camino hacia una posición más deféndible; sm embargo, la

sugerencia de que las opiniones que he presentado no deberían ni

siquiera di<,cutirse es un tema totalmente distinto que me complace

X

l

¡

; Prólogo

dejar en manos de los lectores, después de que hayan leído y

reflexionado sobre los capítulos que vienen a continuación.

Aunque no he cambiado mis puntos de vista con respecto a

los temas c¡ue provocaron la oposición más fanática, esta edición

revisada sí mcluye otros muchos cambios. Se han añadido dos

nuevos capítulos sobre cuestiones (•ticas importantes que no esta­

ban incluidas en la edición anterior: el capítulo 9 sobre la cuestión de

Jos refilgiados y el capítulo 10 sobre el medio ambiente. El capítulo

2 incluye una nueva sección sobre la igualdad y la discapacidad.

Igualmente, también son nuevas las secciones del capítulo 6 sobre

experimentación con embriones y el uso de teJido fétal. Se ha

revisado cada capítulo, se han actualizado los datos utilizados, y

en aquellos casos en los que mi postura ha sido malentendida por

los que me critican, he intentado expn·sarla de fórma más clara.

Por lo que respecta a mis opiniones (·ticas subyacentes, algunos

de mis amigos y colegas sin duda se sorprenderán a l d(•scubrir que

las innu merables horas pasadas discutiendo conmigo sobre estos

temas sólo han servido para reforzar mi convicción de que el

enfoque consecuencialista de la (•tica adoptado en la primera

edición es en lo filndamental válido. Han tenido lugar dos cambios

importantes en la fórma de consecuencialismo adoptada: el primero

es que he utilizado la distinción establecida por R. M . Hare en su

libro Moral Thinking, entre dos niveles dif(•rentes de razonamiento

moral, e l nivel intu itivo de cada día y el nivel crítico más reflexivo.

El segundo es que he abandonado la sugerencia, que intenté

avanzar de manera provisional en el capítulo quinto de la primera

edición, de que se pueden intentar combinar las dos versiones

del utilitansmo, las de la existencia "total" y "previa", aplicando

la prim(·ra a los seres sensib les que no tienen cor1ciencia propia

y la segunda a los que la tienen. En la actualidad pienso que el

XI

Page 8: Peter Singer -Ética Práctica-

Prólogo

utilitarismo de pref(·rencia establece una distinción lo suficien­

temente marcada entre estas dos categorías de ser como para

permitirnos aplicar una versión del utilitJrisrno .¡ todos los seres

sensibles. No obstante, todavíJ no estoy totalmente sJt isfécho con

el trato que le he dado J tO<b la cuestión de cómo deberíamos

plantearnos las opciones (·ticas relacionJdas con darle existencia ,1 un ser o seres. Corno de¡an claro los capítulos 4 a/, la fórrna en que

demos respuesta a esta complicJda cuestión tiene repercusiones

en los temas del aborto, del t rato J los reci(·n nacidos con graves

discapacidades, y de mJLJr Jnirnales. Durante el periodo transcu­

rrido entre las edinones del libro, se ha public.�elo el Jn.ílisis de le¡os

más perspicaz y comple¡o hastJ la f(•cha de es t e problema: Reusons

and Persons de Derek Parfit. DesgraciJdarnente, el rrus rno Parfit sigul'

perplqo por los inte rrogantes que ha planteJdo y su conclusión

es que debe proseguir la búsquedJ dl' l J "Teoría X", una fórrna

satisfactoria de res pondl'r J estJ cuestión. Por lo tJnt o, resulta poco

probable que una solución satisfactoria pued.¡ JpJn•n·r en \Hld obra

como ésta, más corta y con ternátic.l más Jrnplia .

A la hora de l'scribir este l ibro h e recurrido JrnpliJrnl'nte .¡ Jrticulos

y libros mios y.¡ publicados. El capitulo 3 se basa en el l ibro

Animal I.iberation (New York Review/RJndorn House, 2·• l'dición,

1 990), aunque tiene en cuentJ lJs ob¡enonl's hechas desde que el

libro apareció por primera vez en 1 975 . ! .as secciones del capitulo

6 sobre lemas tales como la f(·rtil ización in vitro, el argumento

de lo potencial, la experimentación con embriones, y el uso

del tejido f(·tal están todas msp1radas en un ;¡rticulo que escribí

conjuntamente con KJren Dawson, publicada corno "IVF ami the

Argurnent Frorn PotentiJl " en Philmophy and Public Affairs, vol . 1 7

(1 988), y en Peter Singer, Helga Kuhse et al . , Ernbryo Experimentation

xii

Prólogo

(Cambridge U niversity Press, 1990) En esta edición revisada, el

capitulo 7 incluye algunas conclusiones alcanzadas conjuntamente

con Helga Kuhse mient ras preparábamos nuestro traba¡o mucho

más completo sobre el tema de la eutanJsia en recién nacidos

gravemente discJpacitados, Should the Baby I.ive? (Oxfórd University

Press, 1 985). El capitulo 8 reafirma argumentos aparecidos en

"Farnine, AfTluence and Morality", Philosophy and Public Affairs, vol. 1 (1972) y en "Reconsidering the Fa mine Relief Argurnent" en PetN

Brown y Henry Shue ( eds .) , Food Policy: The Responsibil i ty of the United

Sta tes in the Life and Death Choices (Nueva York, The Free Press, 1977).

El capítulo 9 se mspirJ de nuevo en un traba¡o del que soy coautor,

esta vez escrito ¡unto con. mi esposa, Renata Singe.r, y publicado

por primera vez corno "The l•:thics of Refügee Policy" en M. Gibney

(ed . ) , Open Borders? Closed Societies? (Greenwood Press, Nueva York,

1988). El capitulo 1 O se basJ en "Env1ro nrrwntal Values", un capítulo

con el que contribuí a lan Marsh (ed . ) , The Environmcntal Challenge

(I .ongrnan Cheshire, Melbourne, 1991). Algunas partes del capitulo

11 se inspiran en mi primer libro, Democracy and Disobedience (Oxfórd,

Clarendon Press, 1973) .

H . J . McC:loskey. Derek Parfit, y Roben Young aportaron

comentarios út iles sobre un borrador de la prim era edición de

este l ibro. ! .as 1deJs de Robert Young tambi(·n infiuyeron en

rms razonarrnentos en una etapa J nterior, cuJndo impartirnos

con¡untamente un curso sobre estos te mas en la Universidad de

I .a Trobe. E l capitulo sobre la eutanasia, en pdrticu lar, debe bastante

a sus ideas, JlH!<jlH' quizás (· 1 no est(· de Jcuerdo con todo lo que

al l í se dice . RNrocediendo aún más , H . ]. McCloskey. a quien tuve

la suerte de tem·r como prof(•sor durante rrus arios de estudiante

universitario, estimuló m i inter(·s por la (·tica; la huella de¡ada por

R. M. Han·, que füe prof(·sor mío en Oxfórd, es evidente en los

X!Íi

Page 9: Peter Singer -Ética Práctica-

Prólogo

fundamentos éticos que subyacen en las posturas adoptadas en este

libro. Jeremy Mynott, de Cambridge University Press, me animó a

escribir el li bro y me ayudó a darle fórma y rne¡orarlo d urante su

elaboración.

Debo mostrar mi agradecimiento a aquellas personas que

trabajaron con¡untarnente en el material incluido en este l ibro por

su ayuda en la edición revisada: Karen Dawson, Helga Kuhse, y

Renata Singer. Helga Kuhse, en particular, ha sido una colaboradora

muy cercana en los últimos diez arios, y durante este periodo he

aprendido mucho discu t iendo la mayoría de los t ernas de este l i bro

con ella; también l eyó y comentó varios capítulos de la edición

revisada. Paola Cavalieri ofreció críticas y corrwnt anos detallados

sobre todo el borrador, y le agradezco las rne¡oras sugeridas. Por

supuesto, hay muchas personas que cuestionaron lo que escribí

en la primera edición obligá ndome a pensar de nuevo sobre estos

temas, pero darle las gracias a todos sería imposible, y dárselas J

unos pocos sería in¡usto. En esta ocasión file Terence Moore, de

Cambridge University Press, quien con su entusiasmo por el libru,

proporcionó el estímulo para que l levara a cabo lJs revisiones.

Para aligerar el texto, las notas, refi.•n•ncias, y las lect uras com­

plementarias sugeridas se encuen t ran agrupadas con¡ untarnente al

final del l ibro.

xiv

• 11

1 Sobre la ética

Est e libro trata sobre la hica práctica, es decir, sobre la aplicación de

la {•t iCJ o la moralidad, t{·rrn inos (•stos que u tilizar{· indistintamente,

a ternas prácticos ta les corno el trato a las rmnorías étnicas, la

iguald,Hi para las rnu¡eres, el uso de los animales corno alimento

0 para la investigación, la conservación del medio ambiente, el

aborto, la eut anasia, y la obligación de los ricos de ayudar a los

pobres. Sin duda el lector deseará pasar a estas cuestiones sin

demora; pero hay algunas cuestiones preliminares que hay q u e

tratar al prinCipio. ParJ tener una discusión ú t i l en e l marco de l a

Nir.1, e s necesario hablar un poco sobre la i•lica para que kngarnos

u na visión clara de lo que hacernos al discutir cuestiones {·ticas. Por

b tanto, este primer capítulo constituye la puesta en escena para

el rest o del libro. Para impedir que crezca hasta convertirse por sí

solo en un torno completo, lo he hecho breve. Si a veces resulta

dogmático, es porque no puedo ocupar todo el espacio necesario

para considerar cada u na de las dif(•rentes concepciones de la ética

que pueden oponerse a la que yo defiendo; pero al menos, este

capítulo servirá para mostrar los supuestos sobre los que se apoya

el resto del libro.

Lo que la ética no es

Algunas personas creen que la moralidad está ant icuada. Consideran

la moralidad corno un sistema de molestas prohibiciones puritanas,

Page 10: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

fimdamemalmente diseñada. . s para evitar que las fl • . tan. Los moralistas Ir i . l . t rsonas se <hvier-ac 1< lona es pretender . . 1 •

la moralidad en gen • l 1 st r os ddensores de

. . t ra ' pero en realidad lo • • . cochgo moral particul . .

qut dt fwnden es un ar. Se les ha permitido a carnpo hasta tal propl<�rse de este punto que cuando el tilul i OBISPO ATACA FI DI'CJ I .

ar < e un periódico dice . . . � . . Vf� DE LAS NORMAS M .. esperamos leer algo sol • l . • ORAL!�s. todos · lrt a prormsnudad ¡ 1 la pornografia, t•tche .

, a IOmosexualidad, ra, y no sobre las ridí. l . . dedicamos a la a ud • . <u as < antidades que Y a t xtenor fl ·r. lcJs . u u • pa1ses F 1 . nuestra peligrosa ind f· . . · · lO Jrt•s, o sobre 1 t n nc IJ con respecto l i nuestro planetJ.

· a rnec io .unbiente de · ;1 Por lo tanto, ¡ o primero <¡ue ha J Y que <It'Cir S<JJ , J • que no se trar ¡. . . · lrt a etica t's a < t un < on¡unto de prohibici •. relacionadas con PI s • I 1 ont s partlculJrrnente . t xo. nc uso en la (• lOe i 1 absoluto, plantea fl 1 1 •

F a < <' sida, el sexo, en ro_

J t mas mor alt•s únicos I el st• J • · .as decisiorlt'.s .S<JIJrt• . xo ptH'OPn conll Pvar conslderacionps 1 Pre so ne la honradez, la ocupación por los demás la J · • pruoenna etc(•! nada especial en el . • , era, pero no hay st xo en estp sentido a • 1 . dt•cirse sobrp las d • . .

' Y qut o rrusrno podrí.¡ . t < ISiones a la hora de . j . ht·cho, las cuestiorw. . 1 < orH unr un coche (de s mora es que se plantean 1 1

un coche, tanto des j • ·1 . a a JOra dP conducir · < t t punto de VIsta rn • f ¡ de la st>gundad son

·1 . .

. t < loa m Jiental corno del .

, . mue lo mas sen.ls qut• las . l En consecupncia est. 1.1 . . · qut P antpa el sexo). , . t 1 no no mduye r la m•Jralidad se ·]· t ungun,t discusión sobrp . xua . na y CUPslionps (•lica. .

considPrar. · s mas importantes qup

En segundo 1 1 .

ugar, a t'•twa no es un sis!Prrtt leona fle ¡· ' idPJI nob]p Pn ' ro sm VJ Idpz Pn la · pr.wticJ Más bit'r · • · 1 un ¡uino (•lico <JUP . • ·¡ · 1 St na o contrario: no st ,¡ v,¡ Ido Pn l.t Jrá . . j vez dt' un defécto 1 •. . • F < I I< a < e be padecpr a la

. t onc o, y.t que).¡ rJzón flnn. 1 t'llco es servir dt' , · 1 . < IPJ dt' lodo ¡uicio guu ,¡ a pr.lc!Ica

• 2

'

f 1

'· ¡,;

f '

Sobre la ética

Algunas personas cn•en qup la <"tica no es aplicable al mundo

n·al porque la consideran como un sistema de normas cortas y

simples del tipo "No mentir", "No robar", y "No matar". No es

dt' extrañar que aquellos qup sostienen esta postura sobre la ética

crean igualrnentt' que la (•tica no est<· adaptada a las complejidades

de la vida. Las normas simples entran en conflicto en situaciones

poco usuales; e incluso cuando no lo hacen, seguir una norma

puede conducir al desastre. Puede qup normalmPnte sea malo

mentir, pPro si estuvi(•semos viviPndo en la Alemania nazi y la

Gestapo tocar a a la puerta buscando ¡u dios, seguramente estaría

bien negar la existencia de la familia ¡udía que se escondt· en

el ático.

Corno ocurre con el fracaso dt' una moral sexual restrictiva,

el fracaso de una (·tica de normas simples no debe considerarse

corno el fracaso dt• la <·tica en su con¡unto. Se trata simplemente

del fracaso de un punto de vista sobre la (•tica, y ni siquiera dt' un

fracaso Irn·rnechable dt• est• punto de vista. Los deontólogos, los

que fl!ensan que )a (·tica es un sistema de normas, pueden remediar

su postura descubriendo normas más complicadas y específicas que

no est(·n en conflicto unas con otras, u ordenando las normas en

algún tipo de Pstructura ¡erárquica que resuelva los conflictos que

st' planteen entre Pilas. Adt•rnás, existe un enfóque tradicional de

la ética que se ve poco afi.·ctado por las cuestiones complejas que

hacen dificil la aplicación dt' las normas simples: se trata del punto

de vista consecuenCialista. Los consecuenualistas no empit•zan con

las normas morales smo con los ob¡etivos. Valoran los actos en

fimCión de que favorezcan la const·cuuón de estos ob¡etivos_ La tt'oría consecuencialista me¡or conocida, aunque no la única, t•s el

utilitarismo. El util!lansmo clásico considera quP una acción está

bien si produce un aumento del nivel de fi.·licidad de todos los

3

Page 11: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

aféctados igual 0 . 1

mayor que cualquier acción alternativJ. y 1 . no o hace. · ma si

Las consecuencias de una acción . . . •

vanan segun las circun ·t . · . ( n las que se desarrolla p 1 s anc 1as

o . . . . or o t,uno, a un uti l i tarista nunca se le

( P dra acusar acertadamente de falta i . . 1 . rí ·d . · • . < ( n a Ismo, 0 de adhesión g¡ a a ca rtos Ideales con desf)recio < '<· 1 .. . � 1 . . 1 a Pxpenenna p · . · . E utd!larista ¡uzgará que mentir es malo • . . .

ractKa.

¡ ( n < H rtas nrcunstancias y )U�no en otras, dependiendo de las consecuencias. .

En tercer lugar la (•t . el .

, 1< a no es algo que sea intt >hgible sólo en contexto de la re! · · y . IgJOn . o considerar(• a 1 · ' d a etica totalmente ln< I(•pen iente de la r(·l· · · 1g10n.

Algunos t eístas sostienen e ue 1 � . . la .¡ · . . . .

1 a ( t IC a no puede prescindir de n JgJOn ya qup PI rrusmo signi ficado de "btJ(• " no no es sino "1 que Dios aprueba" PI . r . . . o

de dos

rr ·¡ . - .

. aton re uto una pretensión similar han· m<ís • • • 11 anos argumentando que si los dioses aprueban a lgun . acuones defw ser or . . as . P c¡ ue es,Is acnones son bu • . . • . lo J h ( nas, < n < u yo caso

P qt�e

. as

1 ace but>nas no pued

.

e ser la ap.robación de l os ciioses ; a OSIC!on a ternativa hace c ¡t • 1 t . . . • . . •

b . . . H a apronanon divma SPa totalrrJ. t. a r llrana · s1 . . ¡ . . ( n (

' . . por e a

.

sua Idad los dioses hubiesPn aprobado la tort y < 1esaproba i ¡ ¡ ura

b •

. e o e ayuc ar a nuestro pró¡ imo, la tortura habría sido U< na Y ayudar a nuestro pró¡ i mo malo Al . . h . . . gunos teistas moderrJ<)S an m tentad i · . · · o e Istanna rse de este tipo i . il • qu • o· . . 1 e ( e 1 ( ma manteniendo < lO S es nueno y p ¡ or o tanto no es posible c ¡ue apruebe la tortura; pero estos teístas han caído • . ·Q . ( n su propia trampa porque ( u e pueden e¡ uerer decir con 1 r . ' . ·Q 1 . a a Jrrnanon de que DIOs es bueno7 ( u e )Jos cuenta con la aprobación d(• ¡)· · 7

. lOS .

Tradicionalmen te el · . 1 . . 1 . .

, vmc u o mas Importante entre la r ·1· . . a <•t1ca era ( IgJOn y

1 :¡ue se pensaba

.que la religión daba un motivo para hacer o que t•stana bi t >n · e1

. • .

. . motivo er,¡ que aquellos <¡ ue fiwsen virtuosos st nan recompen . i 1 · · sac os con a d ich,¡ eterna, mientras c ¡up el resto se

4

:i)

' 1

Sobre la ética

quemaría en el infierno. Pero no todos los pensadores religiosos

han aceptado este argumento: Emmanuel Kant, un cristiano muy

piadoso, desdeñaba todo lo que sonaba a motivo interesado para

obedecer la ley moral . Decía que d t>bemos obedecerla por sí misma.

Tampoco hay quP ser kantiano para prescindir de la motivación

ofrecida por la religión tradicional . Existe una larga corriente

de pensamiento para la que la füente de la (�tica reside en las

actitudes de benevolencia y comprensión para con los demás qup

la mayoría ciP las personas llene. Sin embargo, (·sta es una cuestión

muy comple¡a,. y dado que se trata del tema del últ imo capítulo

del l ibro , no contmuar(• discuti(•ndolo aquí . Basta decir, que la

observación cotidiana de nuestros seme¡antes muestra con toda

claridad que una conducta (·tica no precisa que se crea en el cielo

y el infierno.

� La cuarta, y últ ima, pretensión sobre la (�lica que rechazar(•

en este capítulo imcial es que la ( •lica sea relativa o subjetiva . Al

menos, rechazar(• estas pr t >tensiones en alguno de los sentidos en

que a menudo se realizan. Este punto requiere una discusión más

Pxtensa que los otros tres.

Tornemos en primer lugar la idea sostemda frecuentemente eh•

que la (·tica es relativa a la sociedad en que a uno le ha tocado vivir.

Esto es Cierto por una parte y falso por otra. Es uerto que, como

ya se ha visto a l discutir P I consecuenualismo, las acciones qup

Pstán bien en una sil u ación por sus buenas consecuencias pueden

estar mal en otra sit uaCión por las malas consecuencias que liPnen.

Así, una relación sexual casual puede estar mal si conduce a la

existencia de hi¡os que no pueden ser atendidos ach·cuadamente,

y bien cuando, delndo a la existencia de un método anticonceptivo

eficaz, no conduce a la reproducción. Pero esto es simpkmenlP

una fórma de relativismo superficial. Mie ntras que sugiere que la

Page 12: Peter Singer -Ética Práctica-

f:rica práctica

aplicabilidad de un · , . , . pnnc !pi o espenfJco como "Fl . , malo" puede ser rel.Hivo al ti . . . se xo casual es

de• que tal

. , · .

. empo y al lugar, no c hce nada en con!ra pnn c lplo sea ob¡ ellvarrwnte válid J ' .

, • 'f < < n < IH unstanci · < spen Jeas, o en contra de la aplicabil i l l . .

. . as

más general co .. . e ac umversal de un principio

. . . mo Haz lo que aumente la f(•l icidad l . sufnmJento".

Y < Isminuy.1 el

La fórma más fimdamemal de relativi. . , l el si lo d · · . smo se lizo popular en . g Iecmueve cuando empezaron a l le ar l creencias y · . . , .

g < alos sobw las · prac tic as morales d, . , , l ¡ • < soc )( < ,)( es remo11s ¡;¡ . miento de e¡ , , . . . ' · · · < onoci-tH < X IStian lugares donde l . · l . , .

as n a e Iom·s sexuales ent , p e rsonas no casadas se consideraban wrf(•c!.uner , . .

n

consigo las s emil las de · una revolución ,

F l .. , .

ll < s.mas tra¡ o

el estrino rei . , . . < n ,¡s M 111 u des sexu.l les p.!r a nado de l p ur!l.uusmo VIC'I oriano N . l para. l

. o sorprenc e que

mor

a

l

g

l

unc

l

Js el. nuevo cononmien

.to s

.·ugiriese no sólo que el nichgo a e<' a EurofJJ del . 1 l s¡g o e Iecmueve no era 1 válido si . , . .

o >¡el ivarnentp , . no qup nmgun ¡u ino moral puede hJn•r rr¡.. fl .

las e t 1 ' as que re e¡ar · os um >n·s de la socied l , . . ac < n que sp form u la . Los marxistas adap!aron es! a fórma de relativismo . , teorías ¡ · l l . · a sus prop ias . . .as I< <'as e omman!c•s de cac iJ pe . ¡ l .

.

de su clase• el . noc o, e enan, son las ideas · · · orrunante y p 1

es relat· . . ·1

or o l .u! l o la moral id,Jd de una sociedad IVJ a su e ase económica dornir ' , relativa · . 1 .

!ante Y as¡ indin·cramc•nte a su l.lse <'conómiC'a A., ·f . , , ,

. SI , n u!aron de forma tnunfál las pn te nsJOnes de J.¡ mor,Jiidad ft.udal 1 .

universal y ob¡etiva Sin emb y >urguesa ,¡ tener validez

moralidad es rela!I·va

. . .

argc

l

J , eslo plantea un problema: si toda . ( q u(' (1(' fl(' { (' (' . ' ' 1 1 estar del lado d ·1 , .

spc e IJ e comu nismo7 ¿Por qu<· < prole t.mado en lugar del ele· 1 1 , F . a >urgues¡a7

nand;

�;;· l;e

�ra

l

to es!c· p roblema de la única fórma posible, abando­a IVIsmo en favor d , e U<' . . . < una pretensió n más limitad;¡ de l la moralidad de una soc wdacl l. l. l • < lVI< H a en das · · · ·

relativa a la el . , l . · < s Siempre S<'rá ase e orrunar!l e, atmque la moralidad de una sociedad

6

(l

'• ·'

Sobre la ética

sin antagonismos de clase podría ser u na moralidad "realmente

h umana". Esto ya no es relativismo. De todas fé:Jrmas , el marxismo,

de una manera un tanto confüsa, aún proporciona e l empuje para

toda una sene de vagas ideas n·lativistas.

El problema que l levó a Engels a abandonar PI relativismo

derrota tambit•n al relativismo étiCo habitual . Cualquiera qu e haya

recapacitado sobre una dens1ón éllca difinl sabe que el que se 1P diga la opiruón de nuestra sociedad sobre lo que delwríamos hacer

no resuelve el dilema. Debemos alcanzar nuestra propia decisión.

! .as creencias y costumbres con las que nos hemos criado pueden

qercilar una gran mflu encia sobre· nosotros, pero una vez que

empezamos a reflexionar sobre ellas podernos deCidir actuar de

acuerdo con el las , o en su contra.

El punto de vista opuesto, que la ética es siempre relativa a u na

sociedad determmada, tienc· consenH·nnas de lo más mverosímiles.

Si nuPstra sociedad rechaza la esclavitud, mi en! ras que ol r a sociedad

la aprueba, no tenernos ninguna base para elegir entre estas dos

posturas contradinorias . De hecho, en un análisis relativista no

exist<' n ingún tipo de conflicto: cuando digo que la esclavitud es

mala realmenle sólo d igo qu e mi sociedad no aprueba la esclavitud,

y cuando los poseedores de esclavos de la otra sociedad d icen que

la esclavitud es buena, sólo dicen que su sociedad la aprueba. ¿Por

qu<· discut¡r7 Evidentemente, ambos podríamos estar diciendo

la verdad .

Aún peor, el relativista no tiene en cuenta satisfactoriamente al

inconfé:Jrmista. Si "la esclavilud es mala" quien· decir "mi sociedad

no aprueba la esclavil ud" , entonces alguien que viva en una sociedad

que no dpsaprueba la esclavitud, al pretender que la esclavitud

es mala, comete un simple error ob¡ etivo. Una encuesta podría

demostrar lo Pquivocado de un ¡ uicio (•tico. ! .os aspirantes a

7

Page 13: Peter Singer -Ética Práctica-

f.·rica práctica

refc>rrnistas Sl' encu(•ntran por lo tanto en una situación peligrosa: cuando se proponen cambiar las opiniones (•ticas de sus conciuda­danos están necesariamente equivocados; sólo cuando consiguen ganarse a la mayoría de la sociedad para sus opiniones, esas opiniones llegan a ser correctas. Estas dificultades son suficientes para hundir al relativismo (•tico; el subJetivismo hico al ml·nos evita dl•jar los valerosos esfi1erzos de los aspirantes a refórmzstas morales sin sentido, ya que hace que los JUicios (•ticos dependan de la aprobación o dl•saprobación de la f>Prsona que hace el JUicio, y no de la sociedad de esa persc)na. De todas maneras, exist(•n otras dificultades que no pueden ser superadas por al menos algunas fórrnas do subJetivismo ético.

Si los que mantienen que la l'tica l'S subJetiva quieren decir con esto que cuando digo que la crueldad a los animales l'S mala en realidad estoy diciendo sólo c¡ue yo desapnwbo la crueldad a los animales, se enfrentan a una fórma agravada ck una de las dificultades eh•] relativismo: la incapacidad para dar respuesta al desacuerdo (•lzco. Lo que era cieno para el relativista sobre el desacuerdo entre personas de dif(·rentes sociedades, es czeno para el subjetivista sobre el desacuerdo entre dos personas cualesquiera. Yo mantengo que la crueldad a los anirnall·s está mal: otr,z persona dice que no lo está. Si esto significa que no estoy de acuerdo con la crueldad a los animales y otra persona lo está, ambas afirmaciones pueden ser ciertas y entonces no hay nada por lo que discutir. Otras teorías a menudo descritas corno "subJetivistas" no están abiertas a esta objeción. Supongamos que alguien mantiene que los juicios (•ticos no son ni cwnos ni f:Zlsos, porque no describen nada, ni hechos morales obJetivos, ni estados mentalPs subJetivos propios. Est,z teoría quizás mantenga que, corno sugirió C. L. 8

·�

Sobre la ética

. , • . en lugar de des-. . . t. ·c>s expn•san actztuc¡c s, . . loS) ·u!CIOS e !( · . .

Stevenson. · . l · l •r ca r>orque intentarnos, . . . •n desacuerdo so >n a e z r

. cribirlas. y estamos e

·stros oyentes hacza ia actitud atraer a nue. . al expresar nuestra prop • • R M. Hare, los .· l O quizás, corno argurnc nta . una actitud szmz ar.

ás estrechamente' , . . • . . tos y por lo tanto m · · , juicios eucos son pn u p . . •. de hecho. Segun , i ·m·s que con ahrrnaczoncs . n·lacionados con ore e .

. . zporta lo qtn• 1 ·n porqtn· nos m l()s desacuewos surge

. . , esta postura, · . . l • la dzscuszon Se puPden explicar aquellos rasgos el

. . . la gente hace.

. c'e· bare·rnos morales obJetiVOS . 1· • la existenua 1 e'tica que zrnp zque n

. . . l • ·rror quizás e l legado . ' •. >nstituye algun tzpo e e e . rnantenzencw que u. .

. . . ·t. na de leye·s otorgado de tH' la e•uca es un szs e r deJado por la creen na q

. , . l • nuestra tendencia a . . .· . sólo un eJemplo mas e e . por Dzos, o quzzas .

. . les · este punto dP obJetivar nuestras pref(•rencias y deseos pprsona . • . . l l ·f· lido por J . L. Mackze. vista ha szc o e e e nc

. l l . • zte de la tosca fórrna ..• 1 . distinga cuzc a e osarnc r Siempre que se os .

. . . · •.. . ·omo descripciones • . nsidera los JUzczos e t!C os e de subjetivzsrno que e o · . . . de la ética H' los fórmula. estas verswm s de las actitudes del qt .

. l l minio de hechos 1 • ar la Pxistenna e e un e 0 son plausibles. A m g

1 m dependencia i l que exista con tola éticos, parte ch-1 rnunc o rea .

. . , l •duce de ello Cjlll' . duda corre•ctas; pno ¿Sl e e de nosotros, son szn

iste un lugar en , · a la critica, que no ex · ·,1 ·os son inrnum s

.

los juicios e zc · · . l,. le el punto de vzsta . · la dzscuszón, Y que, e e se la (·tic a para la razon o

. . . '. . , lid o corno otro? y o no , . l t ier JUiczo etzco es tan va de la razon, cua q 1

f'l .. fós mencionados en el . . . · ·n uno de los tres z oso . , . neo que· sea asl, Y

_ ru g

. . . l panel en la ellca, la razón y a la dzscuszon ur r párrafó anterior ruega a . . . :ia de este papel. . ·, l , a ·uerdo sobre la zrnportanc aunque no este n e e e

l . . dentro de la (•tica •l ue· la razón puec e· Jugar El terna del pape q

. . l , la (·tica es . . l ue lantea la pretenszon e e que es el punto e ruc za q P . l · · > de hechos , . ·tencia dl' un rmstenoso e ormmc subJetiva. La im xzs

. . l ·l razonamiento e'tzco. . . 1 ·a la inexzstenua e e · (•ticos ob)etzvos no zrnp zc

9

Page 14: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

Puede que contribt 11 i Jya a e o, e ado que si pudi(•semos l lega . . (•ticos solamente rnediantt> 1 . . . . . r a JU icios

• . , , . . . . a mtutnon de Pstos extraños ht>chos e ltcos, la dtscuston c •twa st> ría aún m., d T 1 . .

i as 1 ICI . Ast que lo que ha que e emostrar para asentar la (•t¡c . , . , y

a prae lte ,¡ sobre una base sólida • que el razonamiento c'tico Ps posi ble F . , •

. . es

• 1 . . , .n e stc punto podernos caer t n a tentanon de dt> , • 1 . . ·

1 ur que e movumento se demuestra and i y a demostración de e ¡ue ·1 . . .

anc o , e razonanuento en ( •ttca es p , l 1 · , encontrará 1 · OSI J e se en os n·stantes capítulos de este l ibr n , • 1 , • o, aunque esto o st a tola mente satisfactorio . Desde un flunto d . . , . .

es , , · 'f . t VIsta teonco,

.. poe o s

_ a

_tts actono porque podernos encontrarnos sobre la ettca si • i

razonando . n e ntene er realmente cómo . . , l 1 suced · d i es post J e que esto . a, y ese e un punto de vista P . 'l , · rae tco es poco satisfactorio p o rque nuest ro razonamiento es más flrobat 1. • , · · J e que vaya por mal carruno SI no lograrnos entender su base p 1 - i 1 . . . or o tanto, tratar(• de ana< Ir a go sobre la forma en que podernos razonar en (•tica .

Lo que es la ética: una vis ión Lo que viene a contmuación es un l es Jozo de una VIsión de l.t c'ttca que concTek 1 1 . ' a razon un Im portante papel a 1 hora de tornar deciSiones (·tw.ts N . . 1 . . . .

a

; , . . o es a u ruc.t VISIÓn postble de la e tic .t, pero result.t convmcente Sin • l i · e rn l.trgo, e e nuevo tt> j ; que de¡.t r d ¡ ¡ · nc n e ,1( o un,¡ serie dt• reserva, l . , . S y O ljeCiOTH'S que flOr SÍ rrusmas rnerecerí . 1

· . an un capllu o arJartp A 1 , . d'. . . . . os que pwnsan que la no Ise uston dt> estas ob¡ eciones echa fl t" • 1 • .

or lt rra a postura que rnantc ngo, solo les puedo denr de nuc•vo que este cap't 1 totalidad debe se , , • · 1 u o en su.

• , .

. r constdc rado merarn Pnte corno una declaración de los supuestos sobre los e¡tH' se basa 't ¡ ·¡ l

· · es e 1 Jro. De esta f(Jrma, a menos contribuirá a dar una VIsión clara e ic· leJ que• la c 'tica es para mí,

10

Sobre la ética

¿Qu(· es realmente h.Kn un ¡u1no moral , o discutir sobre una

cuestión (·uca, o v1vir de acuerdo con u nos valores (•ticos? ¿Cuál

es la diférencia entre los ¡ uicios morales y otro t1po de juicios a

n ivel prác<ico7 ¿Por qué considerarnos que la decisión de abortar

de una rnu¡er plantea una cuestión (•tica y no ocurre lo mismo con

su decis1ón de cambiar de traba¡o1 ¿Qu(· eltf(·renna a una pt>rsona

que VIVP ba¡o u nos valores (•ticos y una que no?

Todas estas preguntas están relacionadas, por lo tanto sólo

es necesario tt•ner en cuenta una de ellas; pero para hacerlo es

necesario arladir algo sobre la naturaleza de la ética . Supongamos

que hemos estudiado la vida de un cierto número de personas

dif(·rentes, y que sabc·mos bastante sobre lo que hacen, lo que

creen, etcétera. ¿Podernos dt>cidir en este caso cuáles viven de

acuerdo con unos valores (•ticos y cuá les no?

Podríamos creer que la fé:Jrrna dt· proceder sería encontrar a

las personas que creen que mentir, engañar, robar, etcétera . , . es

malo y que no hacen ninguna de estas cosas, y a las que no tienen

este tipo de creencias y no tienen restricciones de esta clase a la

hora de actuar. Según esto, los del primer grupo vivirían de acuerdo

con unos valores (•ticos y los del segundo grupo no lo harían. Sin

embargo, este procedimiento, de fórma equivocada, asimila dos

distinciones: la primera es la distinCión que hay entre vivir de

acuerdo con lo que creernos son unos valores (·ucos correctos

y viv1r de acuPrdo con lo que considerarnos son valores (·ticos

incorrectos; la segunda es la distinción entre vivir de acuerdo

cori algunos valores éticos, y vivir sin tem•r en cuenta ningún

valor ético del tipo que sea . Los que mienten y engarlan, pero

no creen que están haciendo algo malo, put>de st>r que vivan dl'

acuerdo con valores éticos. Puede que crean, debido a u n a seril'

de razones pos ibles, que mentir, engañar, robar, etc(·tera . . está

11

Page 15: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

bien. No viven de acuerdo con los valores t'ticos convencionales, pero puede ser que vivan de acut>rdo con otros valores éticos. El primer intento de distinguir lo (•lico de lo que no es (•tico estaba equivocado; sin embargo, podernos aprender de nuestros errores. Descubrirnos que tenemos que reconocer que los que mantienen creencias (•licas poco convencionales aún aii'Í viven de acut>rdo con unos valores t'ticos, si creen, por la razón que sea, que está bien hacer lo que hacen. La condición qut• aparece en cursiva nos proporciona la clave para obtener la respuesta que buscamos. La noción de vivir de acuerdo con unos valores t'ticos está vinculada a la noción de dd(•nder el modo de vida de uno, darle una razón, JUstificarlo. De esta manera, las fWrsonas pueden hacer muchas cosas consideradas malas y, sin embargo, vivir de acuerdo con unos valores éticos, si están displH'stas a dd(·nder y JUStificar lo que hacen. Podernos creer que tal Justificación es poco adecuada, y mantener que tal fórma de actuar está mal, pero el intt•nto de justificación, ya tenga (•xito o no, es suficiente para considerar que la conducta de la persona se encuentra dentro del dorniruo de lo ético t•n oposición a lo no (•tico. Por otra parte, cuando no pueden justificar lo que hacen, podernos rechazar su prett>nsión de que viven de acuerdo con unos valores éticos, incluso en el caso de que su fórrna de vivir estt' de acuerdo con los principios morales convencionales. Podemos ir todavía más le¡os: si vamos a aceptar que una persona vive de acuerdo con unos valores éticos, la justificación no puede ser cualquiera. Por ejemplo, no sería aceptable una justi­ficación basada solamente en el mter(•s propio. Cuando Macbeth, al contemplar el asesinato de Duncan, admite que sólo una "alTlbición suntuosa" lo IIPva a hacerlo, Pstá admitiendo que ese acto no es t'ticamente JUstificable. La frase -;,para $l1H' yo pueda ser n·y en

1 2

Sobre la ética

su lugar" no es un intento menospreciable de justificación ética del asesinato; simplemente no es una de las razones que pueden ser esgrimidas como justificación ética. Para que sean deféndibles (•ticarnente, los actos en interés propio, deben demostrar que son compatibles con principios éticos más amplios, ya que la noción de (•tica lleva consigo la 1dea de algo más amplio que el individuo. Si voy a def(•nder mi conducta basándome en principios éticos, no puedo reférirme solamente a los beneficios que me proporciona , personalmente, debo chrigirmt• a una audiencia mayor.

Desde la antigüedad, los filósof(>s y los moralistas han expre­sado la idea de que la conducta ética es aceptable desde un punto de vista que es de alguna manera universal . La "Regla de Oro" atribuida a Moisés, que se encuentra en el libro LevítiCO y repetida posteriormente por Jesús, nos dice que vayamos más allá de nuestros propios intereses personalt·s y que amemos a nuestro próJimo como a nosotros mismos, e11 otras palabras dar a los intereses de los demás el mismo peso ljUe damos a

nuestros propios intereses. Esta misma idea de ponernos en la posición de los demás está implícita en la otra fórrnulación cristiana del mandamiento de desearle al prójimo lo que deseemos para nosotros mismos. ! .os estoicos mantenían qup la (•tica procede de una ley natural universal . Esta idea aparece desarrollada en Kant en su famosa fórmula de "obrar solamente sigu iendo aquella máxima, mediante la cual al mismo t iempo podamos desear qut• se convierta

1 · t rs •1" R M Hart• que considera la universabilidad un en e y uru v · . a . . . , . • rasgo característico lógico de los juicios morales, ha modificado y desarrollado la propia teoría de Kant. ! .os filósofós británicos del siglo XVIII Hutcheson, Hume y Adam Srnith recurrieron a un "espectador imparcial" imaginario corno prueba de un JUicio moral; esta teoría llene su versión moderna en la teoría del Observador

1 3

Page 16: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

Ideal. Los utilitaristas, desde kremy Bentham J J (' s a . . , . mart, consideran axiomático que a la hora de decidir sobre temas morales "cada uno cuenta como uno y nadie corno más de uno"; mientras que John Rawls, critico contemporáneo destacado del utilitarismo, incorpora básiCamente el mismo axioma a su propia teoría mediante principios t'•ticos básicos que proceden de una elección imaginaria en la cual los que t>ligen no sa!wn si ellos serán los que resulten beneficiados o pequdicados por los principios que selecciorwn Incluso filósofos europeos de otros paises corno el existencialista Jean-Paul Sartre y el crittco [(•ónco Jürgen Habermas, los cuales tienen discrepancias en muchos puntos con sus colegas de habla inglesa y entre ellos rrusrnos , est.in de acul'rdo en que la t'·tica c•s de alguna manera universal.

Se podría discutir eternamente sobre los rnc�ritos de cada una de <;stas caracteri:t.Jciones de lo t'•tico; sin embargo, lo que· tic·nen en común <'s más importante• que sus dif(•rencias. Están de acuerdo en que un pnnnpto t'·tico no se· puede JUstificar en relación a un grupo particular o parcial dado: la t'·tica requiere un punto de vtsla univc•rsal, lo cual no quiere decir que un JUicio c'ttco particular deba ser univt>rsalmente aplicable. Las causas se ven modificadas por las circunstancias, corno ya hemos podido ver. Lo que quiere decir es que al hacer JUicios c'ticos vamos más allá de lo que nos gusta 0 disgusta personalmente. Desde un punto ck vista (·tico, el hecho de que sc•a uno el que se beneficia, por PJ<'rnplo, de una distribución más equitativa de la n•nta y otro el que salga perJudicado, tic·m· poca importancia. La t'•tic.t n•qmere que v.tyarnos más allá del "yo" Y del "tú" en favor de la ley umversal, el JUicio umversalizable, la postura del espectador imparcial o del observador ideal, 0 como decidamos cknorninarlo.

¿Es posible usar este aspecto universal de la (•tica para llegar

14

..

Sobre la ética

· 'a c>rt· c·ntar se> bre lo que está a una teoría {·l!ca que nos ptH'<I

bien o maP Los filósofós desde los estoicos hasta Hare y Rawls

han tratado ck hacerlo; sin embargo, ningún intento ha contado

con una acept.tnón general. El problema consistl' en que si los

aspectos univl'rsales de la t'•tica son descritos en términos formales,

c•scuetos, se encuentra una ampha gama de teorías <�ticas, incluidas

algunas irreconciliables, que son compatibles con esta noción de

universalidad; por otra parte, si constnmnos nuestra descripción de

los aspl'ctos tmtversall's de la (•ttca, de tal fórma que nos conduzca,

de fórrna inelucttble, a una teoría ética particular, se nos acusaría

de intentar introduur dandestmamente nuestras proptas creenCias

éticas dentro de nuestra definición de lo ético cuando, sin embargo,

se suponía que esta definición iba a ser lo suficientementP neutral

y amplia corno para incluir a todas las candidatas serias al status de

"teoría (•tica". Corno tantos otros han fracasado a la hora de salvar

el obstáculo que se interpone en la deducción de una teoría ética

dPl aspecto univt>rsal de• la (·tica, seria temerario intentar hacerlo

en una introducCión brPVP de una obra qup tiene un objetivo muy

diférente. A pesar de todo, propondrt'· algo que resulta solamente un

poco menos ambicioso. Sugiero que el aspecto universal de la {·lica

si proporciona una razón convincente, aunque no concluypnte,

para adoptar una postura utihtarista amplia.

Mi razón a la hora de sugerir lo anterior es la siguiente: al

aceptar que los ¡uiCios (�ticos deben st·r n·alizados desde un punto

de vista universal, acepto que mis propios intereses no puc·den,

simplemente porque son mis inten•ses, contar más que los intereses

de cualquier otro. De este modo, cuando pienso de un modo ético,

la preocupación natural de que mis propios intereses sean tenidos

<'n cuenta debe ser ampliada para mcluir los intereses de los demás.

Ahora pue\, imaginemos que c:stoy intentando decidir entre· dos

1 5

1;,

Page 17: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

formas posiblt•s de actuación: si comerme todas las frutas que he

recogido yo solo, o compartirlas con otras personas. Igualmente,

imaginemos que tomo esta decisión en un vacío (•tiro total, que no

sé nada sobre consideraciones (•tiras de cualquier tipo: podríamos

decir que me encuentro en una etapa de razonamiento pre-(•tica.

¿Cómo podría tornar una decisión? Algo que aún así sería pertinente,

sería cómo se verían af(·ctados mis propios intereses por la posible

forma de actuar. De hecho, si definirnos "intereses" de una fc)rrna Jo

suficientemente amplia, como para incluir cualquier cosa que una

persona desee como en su Interés, a menos que sea incompatible

con otro deseo o deseos, parecería que en esta etapa pre-t'tica,

solamente los propios intereses de uno pueden ser pertinentes en

esta decisión.

Supongamos que empiezo a pensar (·ticamente, hasta el punto

de reconocer que mis propios intereses no pueden contar más,

simplemente porque son los míos, que los intereses de los demás.

Ahora, en lugar de mis propios intereses, tengo que tener en

cuenta los intereses de todas aquellas personas afi. •ctadas por mi

decisión, lo que me exige sopesar todos estos intereses y adoptar

la forma de actuar que con m.1yor probabilidad maximice Jos

Intereses de los afectados. Así, al menos en algún nivel de mi

razonamiento moral debo elegir el modo de actuar que tenga

las mejores consecuencias, después de sopesarlo bien, para todos

los af(•ctados. (Digo "en algún nivel de mi razonamiento moral"

porque, como veremos más tarde, existen razones utilitaristas para

creer que estas consecuencias no deberían calcularse para cada

decisión ética que tomamos en nuestra vida cotidiana, sino sólo en

circunstancias muy poco normales, o quizás cuando reflexionamos

sobre nuestra elección de principios generales que nos guil 'n en el

futuro. En otras palabras, en el ejemplo específico dado, .¡ primera

1 6

Sobre la ética

vista uno puede considerar que es obvio que compartir la fruta

que he recogido produce mq ores consecuencias para los afectados

que no compartirla. Al final, puede que (•ste sea el mqor principio

general que todos podernos adoptar, pero antes de que podamos

tener razones para creer que esto es así, debernos también tener

en cuenta si el ef(•cto de una práctica general de compartir la

fruta recogida beneficiaría a todos los aféctados, al producir una

distribución más equitativa, o si se reduciría la cantidad de alimento

recogido, porque puede que algunos dejen de recoger si saben que

tendrán sufinente con su parte de lo que los demás recojan).

La manera de pensar que he esbozado es una fórrna de utili­

tansrno. Se chférencia del utilitarismo clásico en que se entiende

por "las meJores consecuencias" lo que, en general, favorece los

intereses de los afi. •ctados, y no meramente como lo que aumenta

el placer y reduce el dolor. (Sin embargo, se ha sugerido que

los utilitaristas clásicos como Bentham y John Stuart Mili usaban

"placer" y "dolor" en un sentido amplio que les permitía incluir

como "placer" el conseguir lo que uno deseaba y lo contrario

como "dolor". Si esta interpretación es correcta, desaparece la

diférencia entre el utilitarismo clásico y el utilitarismo basado en

los intereses) .

¿Qué demuestra lo anterior7 No demuestra que el utilitarismo

pueda deducirse del aspecto universal de la (·tica. Existen otros

ideales (•ticos corno los derechos individuales, la santidad de la

vida, la JUStiCia, la pureza, etc(•tera que son universales en el sentido

rrquerido, y que son, al menos en algunas versiones, incompatibles

con el utilitarismo. Sí demtH 'Stra que llegarnos rápidamente a una

posición utilitarista micial una vez que el aspecto universal de la ética

es aplicado a decisiones pre-(·ticas simples. Personalmente creo que

así se coloca la responsabilidad de la prueba en los que buscan ir más

1 7

Page 18: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

allá del utilitarismo. La postura utilitaria es una postura mínima, una primera etapa q ue alcanzarnos al universalizar la torna de decisiones interesada. Si vamos a pensar de fórma (•t i ca , no podemos negarnos a dar este paso. Si nos hemos de persuadir de que debemos ir más allá del utilitarismo y aceptar ideJles y normas morales no utilitaristJs , necesitamos contar con buenas razones para dar este paso hacia adelante. Hasta que no nos sean ofrecidas estas rJzones, tenemos motivos para seguir siendo utilitaristas.

Esta argumentación provisional en favor del u t ilitarismo se corresponde con la fórma que Jdoptar(· p<�ra discutir las cuestiones prácticas en este libro. Me inclino por JdoptJr una postura u tilita­rista, y en cierto modo el libro puede considerarse corno un intento de indicar la fórrna en que un uti litarismo coherente trJtJrÍJ ciertos problemas pol(•micos . No obstJnte, no conSIC!eraré el utilitarismo como la única postura (•tica que merezca la pena. Procurar(• most rar la pertinencia de otros puntos de vistJ, de teoríJs de derechos, de la justicia, de la santidad de la vidJ, etc(· tera, con respecto a los problemas discutidos. De esta fórrriJ , los lectores podrán llegar J adoptar sus propias conclusiones sobre los rn(•ritos relativos de las posturas utilitarista y no ut ilitanstJ , y sobre toda la cuestión del papel que juegan la razón y la argumentación dentro de la (•tica.

1 8

r

f �)

2 La igualdad y sus implicaciones

La base de la igualdad

En e l presente siglo tiJ habido grandes cambios en las actitudes

l · 1 · · El aborto, rnor,¡Jes, siendo lJ mayoría de (•stos to< avia po ernicos.

que hace t reinta Jños estaba pro hibido casi en todas partes, �·s

ahora legal en muchos paises (aunque todavía con la oposiuon

de sustanciales y respetados sectores de la sociedad) . Esto mismo

ocurre con los cambios en las Jct i tudes respecto al sexo fuera

1 l 1 1 grafla la eutanasia del matrimoniO , la homosexua i< a< ' a porno , . Y el suicidio. Pero aunque los c.unbios h,HI sido gr.mdes, no se

ha alcanzado ningún nuevo consenso. Estos ternas siguen siendo

pol(•micos y es posible defender cada postura sin poner en peligro

el nivel social e intelectual de uno.

La igualdJd parece ser diferente. Fl cambio en las actitudes

hacia la desigualdJd especialmente la desigualdad racial- no ha

sido menos súbito y dramát ico que el cambio en las actitudes

respecto al sexo, pero h<� sido más completo. ! .as posiciones racistas

compartidas por la mayoría de los europeos a principios d� siglo

son ahora totalmente inaceptables, al menos en la vida pubhca.

Ningún poetJ podría escribir ahora sobre "razJs infi.·rion•s sm. el

amparo de la ley" y mantener e incluso acrecentar- su reputauon,

como file el caso de Rudyard K ipling en 1 897. Esto no sigmfica que

ya no existan racistas, sino sólo que deben disimular su racismo si

quieren que sus tendencias y principios tengan alguna posibilidad

19

Page 19: Peter Singer -Ética Práctica-

f:rica práctica

de aceptación general. Incl uso Sudáfi-ica ha abandonado el apar rheid.

El principio de que todos los seres humanos son iguales es ahora

parte de la ortodoxia t'tica y política dominante. Sin embargo,

habría que preguntarse qu(· significa exactamente y por qu(• lo

aceptarnos.

Una vez que vayamos más allá del acuerdo de qup las fórrnas

evidentes de discriminación racial son malas, y que pongamos en

cuestión la basp del principio dP que todos los seres humanos

son iguales buscando a plicar este principio a casos particulares , p]

consenso empieza a debilitarse. Un signo de esto fiw el fi1ror que

desencadenaron en los años 70 las afirmaciones de Arthur Jensen,

profl.·sor de Psicología Educacional en la Universidad dP Califórnia,

Berkeley, y H . ] . Eysenck, profl. ·sor de Psicología en la Universidad

de Londres, acerca de las difl. •rencias de origen genético en el nivel

de inteligencia entre las diférentes razas . Muchos de los más firmes

oponentes de ]ensen y Eysenck suponen que sus afirmaciones, si

son válidas, JUSLi ficarian la discriminación racial. Pero, ¿están en lo

cierto? Se podrían hacer preguntas parecidas sobre investigaciones

acerca de las dift.·rencias entre hombres y muJen·s.

Otro Lema que nos hace pensar en el principio de igualdad es

la "acción afirmativa". Algunos filósofós y Juristas han sostenido que

el principio de igualdad conlleva que, al asignar puestos de trabajo

o plazas universitarias, se debería LlVorecer a los miembros de las

minorías no privilegiadas. Otros han rnanLPnido que el mismo

principio de igualdad excluye cualquier tipo de discriminación dt·

origen racial, tanto a favor corno en contra de los miembros más

desprotegidos de la sociedad.

Sólo podernos responder a estos interrogantes si tenernos claro

lo que pretendernos decir, y podernos decirlo con JUStificación,

cuando afirmarnos que Lodos los seres humanos son iguales. De

20

'

. 1 ��

La igualdad y sus implicaciones

ahí la necesidad de investigar sobre los fimdarnentos éticos del

principio de igualdad.

Cuando decirnos que todos los seres humanos son iguales, sin

tener en cuenta raza o sexo, ¿qu(• pretendernos exactamente? Tanto

racistas corno sexistas o cualquier otro grupo que se oponga a la

igualdad han afirmado a menudo que, cualquiera que sea el criterio

elegido, sencillamente no es cierto que todos los seres humanos

sean iguales. Los hay altos, bajos; buenos o malos en matemáticas;

algunos corren 1 00 metros en diez segundos mientras que otros lo

hacen en qumce o veinte; algunos nunca harían intencionadamente

daño a un semeJante mientras que otros matarían a un extraño por

1 00 dólares s1 salieran impunes de ello; los hay que llevan vidas

emocionales capaces de alcanzar el (•xtasis total y la desesperación

más absoluta, mientras que otros llevan una vida más estable,

relativamente insensibles a lo que anmtece a su alrededor. Y así

podríamos continuar poniendo ejemplos. Sin ernba1go, lo que es

evidente es que los seres humanos difieren unos de otros, y que sus

dif(·rPncias se aprecian en tantas características que la búsqueda de

una base factica sobre la cual erigir el principio de igualdad parece

imposible.

En un libro que ha tenido mucha influencia en Pste Lema, A

Theory of Justice, John Rawls ha sugerido que la igualdad se puede

fimdarnenlar en las características naturales de los seres humanos,

con tal de que seleccionemos lo qu<> (·] llama "propit>dad de gama".

Supongamos que trazamos una circunfl. •rencia Pn un papel, todos

los puntos que quedan dentro del circulo establt>cido -es decir,

la gama- tienen la propi<>dad dt> estar dentro de la circunfl. •rencia

y comparten por igual esta propiedad. Algunos de los puntos SP

Pncut ·ntran más cerca del centro y otros más cerca del borde, pero

todos Llenen Pn común el Pstar dentro del círculo. Del mismo

2 1

Page 20: Peter Singer -Ética Práctica-

I�tica práctica

modo, según Rawls, la propiedJd de la "personalidad moral" es

una propiedad que poseen prácticJrnente todos los seres humanos,

y todos los seres humanos que poseen esta propiedad la poseen

por igual. Pero por "personalidad moral" Rawls no entiende una

"personalidad moralmente buena", sino qtH' utiliza "moral" en

contraste con "amoral". Una persona rnorJI, .¡firma Rawls, debe

pose('r sentido de la JUSticia. En t(·rminos más gerwrales, se podría

decir que ser una persona moral es ser el t i po de persona a la cual

se le pueden hacer llamadas rnorJles con la esperanza de que sean

atendidas.

Rawls mantiene que la person.1hdad moral es la bJse de la

igualdad humana, criteno que se fündamentJ en su idea "contrac­

tual" de la JUSticia. l .a tradición contrJctual percibe la ( ·tic.¡ como un

tipo de acuerdo mutuamente beneficioso, o expresado en palabras

más llanas, "si no me fast idias, yo no te fastidiar(•". Por tanto, sólo

aquellos capaces de .1preciar que no se les está fast idiando y de

frenarse a su vez para no fastid1ar, están dentro de la esféra de

la (�tica.

Existen inconvenientes al utilizar la personalidad moral corno

base de la igualdad. Uno de ellos es que poseer una personalidad

moral es una cuestión de grado. Algunas personas son muy sensibles

a ternas de JUSticia y de (·tica en general, y otros, por una serie de

razones, poseen una conciencia limitada de tJles prinnp1os. I .a

propuesta de que ser una personJ moral es el mínimo nect 'sJrio para

quedar dentro del ámbito del principio de igualdad no aclJra dónde

hay que traz.¡r esta linea mínima; al igu.¡l que no es intuitivamente

evidente por qu(•, si la personahd.1d moral es tJn importante, no

deberíamos tem·r distintos grados de status moral, con derechos

y deb('rt 'S que se correspondJn con el gr.1do de refinJmiento del

sentido de ].¡ ¡usticiJ de cJda uno.

22

1 X 1

' l t

La igualdad y sus implicaciones

Otro inconv(•niente aún más serio es que no es Cierto que

todos los seres humanos sean personas morales, incluso en su

sentido más ínfimo. ! .os niños pequeños, ¡unto con algunos seres

humanos intelectualmente discapacitados, carecen del necesario

sentido de la justicia. Pero, ¿quiere decir esto, por tanto, que

todos los seres humanos son iguales excepto los muy jóvenes o

los intelectualmente discapacitadosJ Est,) no es, evidentemente, lo

qt.M.:_ ('ntendemos normalmente por principio de igualdad. Si este

revisado principio implica que podernos desatender los intereses

de los muy jóvenes o los intelectualmente discapacitados de manera

que estaría mal si fi1eran mayores o más inteligentes, necesitaríamos

argumentos mucho más convincentes para inducirnos a aceptarlo.

(Rawls resuelve el problema de los niños incluyendo, dentro del

ámbito del principio de igualdad, a personas morales potenciales junto

con las de hecho. Pero éste es un recurso ad hoc, ideado, como él

rrusmo reconoce, para cuadrar su teoría con nuestras intuiciones

morales normales, y no algo para lo que se puedan producir

argumentos independientes. Además, aunque Rawls admite que

los que tienen una irreparable discapacidad intelectual "pueden

plantear un problema", (·] no ofrece ninguna propuesta que intente

solucionarlo).

De este modo, poseer una "personalidad moral" no constituye

una base satisfactoria para el principio de que todos los seres

humanos son 1guales. Dudo que cualquier característica natural, ya

sea o no una "propiedad de gama", pueda cumplir con esta fimción,

porque dudo c1ue exista una propiedad moralmente significativa

que todos los seres humanos posean por igual.

Existe otra manera posible de ddénder la creencia de que

haya una base factica para un principio de igualdad que prohíba

el racismo y el sexismo. Es admisible que los seres humanos

23

Page 21: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

difieran como individuos, y sin embargo podemos insistir en que no hay difi.·rencias moralmente significativas entre razas y sexos. Saber que alguien es de ascendencia africana o europea, ya sea hombre o rnu¡er, no nos permite establecer conclusiones sobre su inteligencia, sentido de la ¡uslicia, profimdidad de sentimientos, o cualquier otra cosa que nos autorice a tratarlo corno mf(•rior. La afirmación racista de que las personas descendientes de europeos son superiores a las de otras razas en estas aptitudes es falsa, ya que las dif{·n·ncias entre individuos en estos aspectos no se fi¡an mediante líneas raciales Esto mismo se puede aplicar al estereotipo sexista que contempla J lJ rnu¡er corno una persona emocionalmente más profimda y cariñosa, y J la vez menos racional, menos agresiva y menos emprendedora que el hombre. Y evidentemente esto no es cierto de la mu¡er en su con¡unto. Algunas mujeres son emocionalmente más superficiales, menos cariñosas, más racionales, más agresivas y más emprendedoras que algunos hombres.

El hecho de que los seres humanos difieran de fórma individual y no dependiendo de la raza o el sexo que tengan es importante, y volveremos a enfócar el terna cuando tratemos las implicaciones que conllevan las afirmaciones realizadas por }ensen, Eysenck y otros. Sin embargo, no ofrece ni un principio de igualdad satisfactorio ni una def(·nsa adecuada contra maneras de oponerse a la igualdad más sofisticadas que el sexismo o el racismo descarado. Supongamos que alguien propone que la gente realice tests de inteligencia para clJsificarlos en categorías de status superiores e inf(•riores tomando como base los resultados. Quizá los que consiguieran una puntuación superior J 1 25 podrían ser una clase con derecho a poseer esclavos ; los que logrJrar¡ estar entre 1 00

y 1 25 serian ciudadanos libres pero sin derecho J tener esclavos ;

24

1

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1 1 1 . 1

t

La igualdad y sus implicaciones

mientras que los que quedaran por deba¡o de 1 00 se convertirían en los esclavos de los pertenecientes al primer grupo. Una sociedad jerárquica de este tipo parece tan aberrante como las que se basan en criterios de raza y sexo; pero si basarnos nuestro apoyo a la igualdad en la afirmaCión Cictica de que las dif{•rencias entre individuos van en contra de los l ímites raciales o sexuales, no tendremos recursos para oponernos a esta clase de desigualitarismo, ya que esta sociedad ¡erárquica estaría basada en diférencias reales entre la gente.

Podernos rechazar esta "¡erarquía de la inteligencia". y esquemas fantásticos similares si tenernos claro que la conquista de la igualdad no descansa en la posesión de la inteligencia, la personalidad moral, la racionalidad o características equivalentes. No existe ninguna razón lógicamente obligatoria para suponer que una dif(�rencia entre la aptitud de dos personas justifique cualquier dif(•renCla en la consideración que demos a sus intereses . La igualdad es un principio (·tico básico, y no una afirmación de hecho. Esto lo podemos comprobar si volvemos a nuestro tema anterior sobre el aspecto universal de los ¡uicios éticos.

Como vimos en el capítulo anterior, cuando se hace un juicio (·tico se debe Ir más allá de los puntos de vista sectarios o personales y tener en cuenta los intereses de todos los aféctados. Esto quiere decir que sopesamos los intereses, considerados sencillamente como intereses y no como mis intereses o los intereses de los australianos o de los descendientes de europeos. Esto nos ofrece un principio básico de igualdad: el principio de igual consideración de intereses.

La esencia del principio de igual consideración de intereses es que en nuestras deliberaciones morales darnos la misma impor· tancia a los intereses parecidos de todos aquellos a quienes aféctan

25

Page 22: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

nuestras acciones. Esto quiere decir que si sólo A y B se vieran af(·ctados por una acción determinada, en la que A parece perder más de lo que gana B, es pref(•rible no eJecutar dicha acnón. Si aceptarnos el principio de igual consi<leración de intereses, no podernos afirmar que realizar la acción determinada es mejor, a pesar de los hechos descritos, debido a que nos preocupa más B

que A. Lo que realmente se desprende del principio es lo siguiente: un interés es un inter(·s, sea de quien sea

Podemos concretar aún más si considerarnos un mter(•s par­ticular, por ejemplo, el inter(·s que tenernos en aliviar el dolor. Pues bien, el principio dice que la razón moral definitiva para aliviar el dolor es senci l lamente la indeseabilidad del dolor corno tal, y no la indeseabilidad del dolor de A, que pudiera ser d&rente de la indeseabtlidad del dolor de B. Naturalmente, el dolor de A

puede ser menos indeseable que el dolor de B porque es más doloroso, y por tanto, el principio de igual consideración daría un mayor peso al alivio del dolor de A. Una vez más, aún Siendo los dolores iguales, existen otros factores que podrían ser pertinentes, especialmente si hay otras personas a f(•ctadas. Si, por qemplo, ha habido un terremoto, podríamos dar prioridad a aliviar el dolor de un m(·dico de manera que pudiera tratar a las otras víctimas. Sin embargo, el dolor del m(•dico en s í mismo cuenta solamente una vez, y sin ningún peso afladido. El principio de igualdad de intereses actúa como una balanza, sopesando los intereses de fórma imparcial . Las verdaderas balanzas favorecen el lado en el que el interés es más füerte o donde se combinan varios intereses para igualar el peso de un número menor de intereses similares. Pero lo que no toman en consideración es de qui(·n son los intereses que pesan.

Desde este punto de vista, la raza no es pertinente para la

26

1 1

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J I

La igualdad y sus implicaciones

consideración de intereses, ya que todo lo que cuenta son los intereses en sí mismos. Ofrecer menor consideración a un dolor de una determinada intensidad porque ese dolor lo experimenta un miembro de una determinada raza supondría hacer una distinción arbitrana. ¿Por qu(• tener en cuenta criterios raciales7 Se podrían tener ot ros corno el de haber nacido en aflo bisiesto o tener más de una vocal en el apellido. Todas estas características son igualmente

irrelevantes para la indeseabilidad del dolor desde un punto de vista universal . De ahí qu(' ('l principio de igual consideración de intereses muest re claramente por qu(· las fórmas de racismo más patentes, corno la d(' los nazis, son malas. A los nazis sólo les preocupaba el lnenestar de los miembros de la raza "aria", y los sufí-irruentos de los JUdíos, los gitanos y los eslavos les traían sin cuidado.

A veces S(' piensa qu(' el principio de igual consideración de mtereses es un principio puramente fórmal, a l que le falta sustancia y que es demasiado di·bil para excluir cualquier práctica desigualitaria. Sm embargo, ya hemos visto que excluye el racismo y el sexismo, al menos en sus fórmas más patentes. Si observamos el impacto produudo por el p rincipio en una imaginaria sociedad Jerárquica basada en tests de intelig('nna, podremos comprobar que es lo suficientemente fiu·rte corno para ofrecer una base que rechace tambii·n esta fórma más sofisticada de desigualitarismo.

1•:1 principio de igual consideranón de intereses prohibe hacer que nuestra disposición a tomar en cuenta los intereses de los demás dep('nda de las aptitudes o de otras características de (·stos, aparte de la característica de poseer intereses. Es cierto que no sabremos donde nos conduurá la igual consideración de intereses hasta que no conozcamos los intereses que tiene la gente, y esto puede variar dependiendo de sus aptitudes o

Page 23: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

de otras características. La consideración de los intereses de los

niños dotados para las matemáticas puede condunrnos a enseñarles

matemáticas avanzadas a una edad temprana, cosa que para otros

niños podría resultar totalmente inútil y posiblemente repercutirles

de f( >rma negativa. Pero el elemento básico, es decir, tener en cuenta

los intereses de la persona, cualquiera que sean, debe aplicarse a

todo el mundo, independientemente de criterios de rJZa, sexo

o puntuación en un test de inteligencia Hacer esclavos a los

que quedaran por debaJO de una puntuación determinada en un

test de inteligencia no sería compatible excluyendo las creencias

extraordinarias e inverosímiles sobre la naturaleza humana-- con

el principio de igual consideración. La inteligencia no tiene nada

que ver con otros mu chos intereses Importantes de las ¡wrsonas,

como son el inter(•s por evitar el dolor, por desarrollar las propias

aptitudes, satisfacer las necesidades básicas de comida y vivienda,

por disfrutar de unas relaciones buenas y cariñosas con los demás,

y ser libre a la hora de intentar alcanzar las aspiraciones que uno

tiene sin la inrH •cesaria interf( ·rencia de otros. La esclavitud hace

que los esclavos no disfruten de estos intereses corno desearían, y

el beneficio que reporta a sus amos apenas puede compararse en

importancia con el pequicio que produce para los esclavos.

De este modo, el principio de igual considt>ración de intereses

es tan füerte corno para descartar tanto una sociedad esclavista

basada en la inteligencia corno fórrnas más bastas de racismo y

sexismo. Este principio tarnbi(•n elimina la discriminación por

discapacidad, tanto flsKa corno psíquica, siempre que la disca­

pacidad no sea pertim·nte para los intereses en cuestión (corno,

por ejemplo, en el caso de una discapacidad psíqutca aguda si

considerarnos el inter(·s de una persona a la hora de votar en

unas elecciones). El principio de igual consideración de intereses,

28

1 1 '

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1

r

• l l

La igualdad y sus implicaciones

por tanto, puede ser una fórrna deféndible del principio de que todos los seres humanos son iguales, fórma que podernos utilizar

para tratar asuntos más polémicos sobre la igualdad. Pero antes de

continuar ccm estos ternas, sería útil añadir algo más acerca de la

naturaleza del principio.

La igual consideranón de intereses es un principio mínimo de

tgualdad en el sentido de que no dicta igual tratamiento. Tomemos

un ejemplo relativamente sencillo de un interés, el interés en aliviar

el dolor flsico, e imaginemos que después de un terremoto nos

encontramos con dos víctimas: una, con la pierna destrozada, se

encuentra agomzando y la otra, con una raja en el muslo, siente

un dolor leve . Dado que sólo nos quedan dos dosis de morfina,

un tratamiento igual nos aconsejaría suministrar una a cada uno de

los heridos. Pero una sola dosis no serviría de mucho para aliviar

el dolor de la persona con la pierna destrozada. Todavía seguiría

sintiendo mucho más dolor que el otro herido. Sin embargo, si

le administrarnos la segunda dosis, esta persona notaria un mayor

alivio que si sólo le suministramos una a la persona que sufre

dolor leve. Por consiguiente, la tgual ccmstderación de intereses

en este caso nos conduce a lo que algunos considerarían como un

resultado desigualitario: dos dosis de morfina para una persona y

ninguna para la otra.

Pero extste una implicación dc •sigualitaria del principio de

igual consideración de intereses aún más polc 'rnica. En el caso

reférido anteriormente, aunque la igual consideración de intereses

nos conduce a un tratamiento desigualitano, este tratamiento

constituye un intento de producir un resultado más equitativo. Al

dar doble dosis a la persona más gravemente herida, conseguimos

que exista una menor diférencia en el grado de su frimiento que

experimentan las dos víctimas que de haber dado una dosis a cada

29

Page 24: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

uno. Así, en VPZ dP acab.¡r teniendo una ¡wrsona con un dolor considerable y otrJ sin dolor alguno, tenernos dos personas con un dolor leve. Esto concuerda con el principio de la utilidad marginal decrecientP, biPn conocido ¡JJra los economistas, que establece que para un individuo dado, es más útil una determinada cantidad de algo cuando ese algo ('SCJsea que cu.1ndo Sl' encuentra en abundancia. Si luchamos por sobrPvivir con 200 gramos de arroz al día, y se nos ofrecen 50 gramos dianos extra, nuestra situación mejora considerablemente; pero si e h• entrad.¡ ya terH'rnos un kilo dP arroz al día, los SO gramos extrJ nos traerán sin cuidado. Cuando se tiene Pn cuenta l.1 utilidad mJrgmal, el prin­cipio de igual consic!eración de inten•sps nos inclinJ hacia una igual distribución de l.1 rentJ, y Pn Psa medida el igu.Ilitansta apoyará sus conclusiones. Pero lo que probablemente le moleste sobre el principio de igual consideración de intereses ( 'S que existen circunstancias en las nules el principio de utilidad mar­ginal decrecientp no Sl' sostiene o queda .mulado por factores compPnsatorios

VolviPndo al e¡Pmplo del terremoto, pero vanándolo un poco,

supongamos que hay dos víctimas, una más grave que otra, ¡ >Pro

esta vez, la qup peor se encuentra, A, ha perdido una pierna y

corre el peligro de perder un dedo de la pierna qup le queda. La

que está menos grave, B. tiene una hPridJ en la piPrna, pero se le

puede salvar. Tenemos sólo recursos m(·dicos para una persona, de

manera que si los utilizamos con el herido más grave, lo máximo

que conseguiríamos es salvarle el dedo, rniPntras que si los usarnos

con la menos grave podemos sJlvarlP la pierna. En otras palabras,

la situación ( 'S la siguiente: sin tratamiento rn(•dico, A perderá

una pierna y un dedo, mientras que B sólo pPrderá una pierna;

si administrarnos el tratamiento a A, A perdPrá una pierna y B

30 í 1

La igualdad y sus implicaciones

tambi(·n ; si administramos el tratamiento a B, A pPrderá una pierna

y un dedo y B no perderá nada.

Teniendo en cuenta qup es peor perder una piPrna que un

dedo (inclw;o aunque se trate de un dedo del único pie restantP),

el principio de utilidad marginal decreciPntP no es suficiente para

ofrecernos la opción correcta Pn estJ situación. Haremos más para

favorecer los mtereses, considerados de fórma Imparnal, de aquellos

a los que afénan nuestras acnones si utilizamos nuestros n•cursos

limitados con la personJ menos grave que con l.1 más grave. Y, por

tJnto, esto es a lo que nos lleva el principio de igual consideración

de intereses . De este modo, el prinnpio de igual consideración

de intereses en algunos casos puede aumentar, más que disminuir

la difi ·rencia existente entre dos personas nÍn distintos niveles de

bl('nestar. Y ('S por estP motivo por el qtH' estP principio es un

principio mínimo de igualdad y no un principio igualitario completo.

Una fórrna más completa ck igualitarismo sería, sin Pmbargo. dificil de

JUStificar tanto en t(·rmmos generales corno en su aplicación a casos

('SpPciales del tipo descrito anteriormente.

Pero por mínimo que sea, el principiO de igual consideración

de intereses puede resultar demasiado exig( •nte Pn algunos casos.

¿Podría cualquier persona realmPnte ofren ·r Igual consich>ración

al bienestar de su farnilia que al bienestar de extraños7 De este

interrogante tratarPrnos en el capítulo 9, cuando consideremos la

obligación que tenernos de ayudar a los necesitados de las zonas

más deprirrudas del mundo. Entonces intentan; demostrar que

no se nos obliga a abandonar el principio, aunque el principio

pueda obligarnos a abandonar algunos de los puntos de vista

que sostenernos. Mie ntras tanto, observaremos de qu(• fórrna este

principio nos ayuda a analizar algunos de los ternas pokmicos que

surgen en las reivindicaciones de igualdad.

3 1

Page 25: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

La igualdad y la diversidad genética

En 1 969 Arthur Jensen publicó en el Harvard Educarional Review un largo

artículo titulado "How Much Can We Boost IQ .md Scholastic

Achievement7" (¿Cuánto podemos JurnentJr nuestro cociente in­

telectual y nuestros (•xitos ac.¡d(·rnicos?). Una breve sección del

artículo trataba las causas probables del hecho indiscutido de •

que -por término medio los norteamericJnos de origen afi-icano

consiguen puntuJciones más ba¡.¡s que l.1 mayoría del resto de los

norteamericanos en los tests de conente intelectu.¡ J . Jensen resumió

el resultado de esta sección de la siguiente fórrn.¡:

Todo lo que nos quedJ es un con¡unto de daros, nmguno de los cuales es definit ivo por sí solo, ¡wro que, vistos de fórrna con¡unta, consrnuyen tmJ razon.1ble hipótesis de que los factores genéticos tienen mucho que ver en la di f(•renci.¡ en los niveles de intel igencia entre el negro y el bl.1nco mediO. El predormnio de estos datos es, en rru opinión, menos consecuente con una hipótesis estrictJmente re!Jcionada con el entorno que con una hipótesis gen(•tica, la cual , naturalmente, no excluye la influencia del entorno o su mteracción con los factores gen(•ticos.

Esta conclusión, altamente cualificada, llega en medio de un deta­

llado análisis sobre un terna científico cornple¡o, publicado en una

revista especialiuda. Apenas hubiera sorprendido el que hubiera

pasado inadvertida par.¡ cualquier persona, con la excepción de

los científicos dedicados a la psicología o la gen(·tica, pero sin

embargo, file publicada ampliamente por l.1 prens.¡ popular corno

un intento de def(•nder el racismo sobre basc•s científicas. )ensen file

acusado de difimdir propaganeü raCista y comparado con Hitler. Fue

abucheado c·n clase y sus Pstud iantPs exigieron qup tiJera despedido

de la universidad. H. ). Eysenck, prof(•sor británico de Psicología que

32

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1 1

.. •

• '

• •

La igualdad y sus implicaciones

apoyó las tesis de Jensen, recibió igual tratamiento en Gran Bretaña,

Australia y tarnbi(·n en los Estados Unidos. Parece interesante, sin

embargo, quP del argumento dP Eysenck no se desprendiera que

los descendientes de europeos tuvieran el nivel de inteligencia

medio más alto de los norteamericanos, sino que señaló que

existían pruebas de que los de origen ¡apon(•s y chino consiguen

rne¡or puntuación en los tests de razonamientos abstractos (a

pesar de proceder ele • un rned1o socioeconórnico inférior) qup

los norteamericanos de origPn europeo.

La oposición a las explicaciones gem�ticas sobre las supuestas

diférencias raciales en los nivelc·s de inteligencia es sólo una

rnanif(·stación dP una oposición más general a las explicaciom•s

gen(•ticas en otras áreas socialmente sensibles. Esto es claramente

comparable, por e¡ernplo, con la hostilidad fi. ·rnmista inicial hacia

la idea efe. que existen factores biológicos relacionados con la

dominación masculina. (La segunda oleada ckl movirnit •nto fi.�rn­

inista parece más dispuesta a considerar la idea de que las difi. ·rencias

biológicas entre los sexos influyen, por e¡emplo, en una mayor

agresividad masculina y en una conducta más cariñosa por parte

de la mu¡er). La oposición a las c·xplicaciones gen(•ticas tarnbi(•n

tiene una relación evidente con la intensHiad de los sentimientos que despiertan los enfóques souobiológicos en el estudio de la

conducta humana. Lo preocupante en este sentido es que si se

crPe qu P la conducta social humana deriva de la de otros rnarnífi.·ros

sociales, tendremos que pensar en la ¡erarqull.auón, la dominación

masculina, y la desigualdad como parte ele· nuestra naturaleza evolu­

uonada y. por tanto, inalterable. Más reuenterrwnte, el comienzo

del proyecto científico internacional diseñado para dibu¡ar el mapa

del genorna humano -es decir, ofrecer ur1J dPscripuón científica

en detall<' del código gen(·tico típico de los seres humanos- ha

33

Page 26: Peter Singer -Ética Práctica-

Ético práctica

levantado protestas debido al recelo existente sobre lo que dicho

mapa podría revelar acerca de las diférencias gen(·ticas entre los

humanos, y la ut ilización que se daría a esa infórrnación.

Sería poco adecuado por mi parte intentar valorar los rn(·ntos

científicos de las explicaciones biológicas de la conducta humana

e.n general, o de las dif(·rencias r.Iciales o sexuales en particular.

Estoy mteresado más bien en las implicaciones que estas teorías

tienen con respecto al ideal de igualdad . De este modo, no es

necesario que establezcamos si las t eorías son correctas, sino que

todo lo que habremos de preguntarnos es lo sigui ent e : ¿sería

defendible el rac ismo, y tendrí.unos que rechaz,Ir el pnnnpio de

Igualdad si suponernos que un grupo (·tnico resu lta ef(•ctivarnente

poseer un cociente intelPctual (C:I) medio superior ,¡ otro, y que

parte de esta dif(•renna twne una base gen(•lJca7 Un interrogante

similar pod · 1 na p antearse acerca del Impacto producido por las

teorías de las dif(·rencias lllológicas entre los sexos. J<:r¡ ninguno de

los dos casos la pregunta supone aceptar que las t eorías sean ciertas,

pero no sería adecuado que nuestro escepticismo sobre estos ternas

nos llevara a de¡ar a un lado estos interrogantes y posteriormente

se descubrieran, de fórma inesperada, pruebas que confirmaran las

teorías, teniendo corno consectH'ncia que una opinión pública no

preparada y confiisa pensara que dichas teorías tienen repercusión

en el ide.Il de igualdad , cuando en realidad no la t ienen.

Empezaremos considerando, por tanto, la repercusión que t iene

la posiCIÓn que establece la existenCia de una dif(•renna en el C:I medio de dos grupos (•tnicos dd(•rentes, y que los factores gen(·ticos

son responsables de al menos parte de esa difáenria . PosteriorrnentP

trataremos el impacto producido por las supuestas dif(·rencias de

temperamento y c.Ifl.lcidad existente entre ambos sexos.

34

' 1

• '

• •

1 •

La igualdad y sus implicaciones

Diferencias raciales e igualdad racial

Supongamos, sólo con la idea de investigar sobre las consecuencias,

que aumentan las pruebas que apoyan la hipótesis de que existen

diferencias en el grado de int el igencia entre los difl-rentes grupos

(•tnicos de los seres humanos. (Pero esto no significa suponer que

los europeos sean los más inteligentes , ya que corno ya hemos

visto, existen pruebas de lo contrano) . ¿Qu(· importancia tendría

est o para nuestros puntos de vista acerca de la igualdad raciaP

En pnrner lugar hay que ser pn•cav1dos. Cuando la gente habla

de las dif(·rencias en el grado de inteligencia entre los distintos

grupos (•tnicos, normalmente se están refiriendo a las chf(•rencias

que existen en las puntuaciones a lcanzadas en los tests de Cl .

Ahora bwn, aunque "C:I" sigmfica "cociente de inteligencia", no

qu1ere decir que un t est de C:I realmente mida lo que generalmente

entendernos por "mtel igenna" en un contexto ordinario. Es evi­

dente que existe algún tipo de correlanón ent re los dos : s1, por

eJemplo, los escolares considerados por sus prof(•sores corno

extremadamente mteligentes no consiguieran generalmente pun­

t uar mejor rn los tests de C:l que los escolares a los que se considera

con una inteligencia por debaJO de lo normal. tendríamos que

c.unbiar esos tests, como de hecho fiieron cambiados en el pasado .

!'Pro esto no nos indica hasta qu(· punto es est recha esta correlación

y. corno nuestra idea habllual de la inteligencia es vaga, no hay

fórrna de saberlo. Algunos psicólogos han mtentado resolver este

problema definiendo "mtel igenna" corno "lo que miden los tests de

mtehgencia" . Pero lo único que supone esto es introducir un nuevo

concepto de " inteligencia" , que es más fácil de mechr que nuestra

idea habitual pero que puchera ser muy distinto en su significado

3'>

Page 27: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

Debido a que "inteligencia" es una palabra de uso diario, util izarla

con un sentido dif(·rente sería un facil camino hacia la confí1sión.

Por tanto, de lo que deberíamos tratar es de las diférencias en los

CI y no de las dif(·rencias en grados de mteligencia, ya que eso es

lo único que podrían apoyar las pruebas disponibles.

La distinción entre el grado de inteligencia y los resultados

en los tests de C:I ha llevado a algunos a la conclusión de que el

CI no tiene ninguna importancia, lo que representa el extremo

opuesto, pero igualmente erróneo, al punto de vista que defiende

que el CI es ickntico a la mteligenna El CI es importante en

nuestra sociedad, ya que el CI de una persona constnuye un factor

significativo a la hora de intentar me¡orar su categoría proksional,

sus ingresos o subir en la escala sonal . Si existen fdctores gen(·t icos

en las dif(•rencias raciales en el C:I , habrá fdctores gendicos en las

dif(�rencias raciales en la categoría prof(•siona l , los ingresos y la

clase social, de manera que s i estamos interesados en ];¡ ¡gualdad

no podemos ignorar el CI .

Cuando se les hacen t ests de C:I a personas de distinto origen racial, suele haber dif(•rencias en los resultados medios que se obtienen. La existencia de esas dif(:rencias no es un motivo seno de discusión, incluso entre los que con más ímpetu se oponen a las tesis de ]ensen y Eysenck, smo que lo que se debate en(•rgicamente es si las dif(·n•ncias son en primer lugar de ongen hereditario o por razones relacionadas con el entorno: en otras palabras, si son reflejo de las dif(·rencias innatas ent re los dif(·rentes grupos de seres humanos, o si se deben a las distintas situanones sociales y de educación en las que estos grupos se encuentran. Casi todo el mundo acepta que los factores ambientales ¡uegan un papel importante en las dif(·n·ncias de CI entre grupos; el debate se centra en si pueden explicar todas o práctic.nnente todas las dif(·rencias.

36

' t

J

, '

• •

La igualdad y sus implicaciones

Supongamos que la h ipótt•sis genética resulta ser cierta (haciendo

esta suposición, corno ya hemos dicho, no porque la crearnos

cierta smo para investigar sus consecuencias), ¿cuáles serían las

consecuencias que tendrían las dif(·rencias de origen genético en los

tests de CI entre razas dif(·n·ntes? Pienso que las consecuencias que

tendría esta suposición son menos drásticas de lo que normalmente

se cree, y no apoyan a los aut(•nticos racistas. Tengo tres motivos que

suste¡;Han este razonamiento.

En primer lugar, la hipótesis genética no implica que debamos

reducir los esfüerzos por resolver otras causas de desigualdad

entre las personas, por ejemplo, en la calidad de la vivienda y la

educación que reciben las clases menos privilegiadas. Cierto es que

si la hipótesis genética es correcta, estos esfüerzos no provocarán

una situación en la que grupos raciales diferentes tengan idéntico

CI. Pero este no es motivo para aceptar una situación en la cual

e l entorno influye en las posibilidades que tiene la gente de dar

lo mejor de sí. Quizá deberíamos esfórzarnos especialmente en

ayudar a los que empiezan desde una posición de desventa¡a, de

fórma que acabáramos teniendo un resultado más equitativo .

En segundo lugar, el hecho de que el CI medio de un deter­

minado grupo racial est(• unos cuantos puntos por encima del de

otro no permite decir que todos los miembros del grupo con el CI

más alto tengan un CI superior a todos los miembros del grupo con

el CI más ba¡o (esto es claramente falso para cualquier grupo racial) ,

0 que un individuo determinado del grupo con el CI más alto tenga

un CI superior al de un determinado individuo del grupo con el CI más baj o, lo que a menudo es falso. El caso es que estas cifras son

promedios y no dicen nada acerca de los individuos. Los resultados

de los Cl entre los dos grupos se solaparán sustancialmente, así que

sea cual sea la causa de la d iferencia en los CI medios, no existe

3l

Page 28: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

j ustificación para la segregación racial en la educación o cualquier otro campo. ! .o que sigue siendo cierto es que a los miembros de difi.·rentes grupos raciales s e les debe tratar corno mdividuos, sin tener en cuenta su raza.

El tercer motivo por el cual la hipótesis gen(•t ica no supone un apoyo al racismo es el más importante de los t res . Es sunplernente que, corno ya hemos visto antenormente, el pnnnpio de igu;1ldad no se basa en la igualdad real que todas las personas comparten. Con anterioridad hemos argumentado c1ue la úruca base defi.-ndible para el principio de igualdad es la igual consider.1ción de mtereses, Y tambi(•n hemos sugerido que los intereses humanos más impor­tantes - tales como el inter(•s por Pvitar el dolor, por dPsarrollar las aptitudes propias, por satisfacer las necPsidades básicas clP comida Y vivienda, por disfrutar de unas cálidas relaciones personales, por ser l ibre de aspirar a nuestras ambiciones sin intromisiones, y muchas más - no se ven afi.·rtados por di f(•n•nnas en PI grado de inteligencia. Incluso podernos estar seguros de que no se encuentran af(•nados por difi.•rencias en el Cl . Thomas Jdfi.•rson, qui(•n redactó la clamorosa reivindicación por la igualdad con la que empieza la Dec:laración Arnencana de Inckpendencia, ya sabia esto. En rPspuesta a un autor que se había esfórzado por n·batir la creencia, muy extendida entoncPs, de que los afi-icanos carPcian dP inteligencia, Jdfi.•rson escribió:

38

Tened la seguridad de que no existe persona algun,¡ que desee con

más sinceridad que yo ver disipadas totalmente las dudas que yo

mismo he albergado y expresado sobre el grado de entendimiento

que les ha dado la naturaleza, y descubrir que están en pie dP

igualdad con nosotros rrusmos fWro cualquiPr a quP sea su

grado dP talento, no sirve para medir sus dPrechos. El qup Isaac

• '

-•

• •

La igualdad y sus implicaciones

Newton fuera sup('rior a otros en entendimiento no le convertía

en duefio d (• la propiedad ni d(• la persona de otros.

Y tenía razón. El status de igualdad no depende de la mteligencia.

! .os racistas qu(' sostienen lo contrario corn•n el riesgo de SPr

fórzados a arrodillarse frentP al próximo genio que surp.

Estas trPs razones son suficientes para demostrar que las afir­

maciones en este sentido de que por motivos gen(·ticos un grupo

racial no realiza tan bi(•n corno otro los tests de CI no suponen una

base para negar el principio moral de que todos los seres humanos

son iguales. La tercera razón, sm embargo, tiene ramificaciones

posteriores que analizaremos despu(·s de tratar las diferencias entre

los sexos.

Diferencias sexuales e igualdad sexual

La controvPrsia sobre las difi.·rennas psicológicas entre TnUJen•s y

hombres no se basa en el CI en general. En los tests generales de

CI no existen difi.·rencias consistentes en las puntuaciones medias

entre rnuJen·s y hombres . Pero los tests de CI miden un abanico

de aptitudes difi.•rentes, y cuando analizamos los wsultados según

el tipo de aptitud evaluada, encontrarnos difi.-rencias significativas

entre los sexos. Existe algún dato que sug1ere que las mujeres

poseen una mayor capacidad verbal e¡ u e los hombres, lo que supone

que son mejores a la hora dP comprender textos complqos y más

creativas con las palabras. ! .os hombres, por otro lado, parecen

tener una mayor capacidad matemática y tarnbi(·n realizan rrieJOr

los tests relacionados con lo que se conoce corno capacidad

"visual-espacial" . Un qernplo de qerncio para el cual se requiere

una capandad visual-espacial es aquel en el cual al individuo se

39

Page 29: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

le pide . e¡ u e encuentre una fórrna j . encuentra fi¡ado o escondido ,

, e rgamos un cuadrado, que se

Un , . t n un drbu¡o más complejo

. , poc o mas adelante t rataremos la im . .

.

drferencias de ·1 . portanna de estas

. , re atrvamente menor rt>levancia mtelt·ctuales. Perc 1 . . , • en las apti tudes J os st xos también difieren una importante ca . ·t . .

. notablemente en rae enstiC'a no intelectual · l . . . estudios l levados a cabo , . -

. a agresrvrdad . Existen . { n nmos proceckntes de d r que ha corroborado 1 l . I en•ntes culturas

. a go que os padres s · , ·h t trempo: es más t 1 1 . '

.lspt e aoan desde hacía · prooa J e c¡ue los n · - . brutal , se peleen y , . l

. m os ¡ueguen de fórma más n sponc an cuando se les a ' j ' Los hombres tienen . gn e t que las niñas. una mayor tendencia , l . a los demás y b '

q¡H as mu¡eres a herir .

. , IH na prueba de ello es e Ul' la . delitos violentos s , . l mayona de los . . on e omet rdos por hombr , . , qut> la agresividad está ·1 . .

t s. St> ha sugerido . · rt ac ro nada con la . , el mstinto de dominar a 1 . l . e ompt t i tivrdad y con os e emas y alcanza l . · l que sea la pirámide de 1 , f'

. r a e nna e e cualquiera . a qut orrnemos parte p ·l . m u¡ eres tienen una . .

· or t e ontrario, las . mayor tendenna a ado llar es Importante cuidar j , 1 . j .

F un papel en el que e t os e emas . Éstas son, flor t l . . ,

anto, as drferencias . l catrvas que se h ¡ psrco ógicas más signifi-. . an o Jservado de fórrna t•studios sobre hombres y rt'iterada en numerosos . · mu¡eres. Pero . . · 1 , . tales diferencias? De ,

· ,e u a t s el origen dt> nut vo, nos encontrarr . opuestas: el facto , . ros con explicaciones r t ntorno frente al bioló . . . natura . Aunque este .

t grc o, nurrura frente a . m errogante sobre el ori ' , . . determinados cont , t . . . gt n t s rrnportante en t x os es penales, la pnmer l , . . le concedió una j , . , a 0 t a da de feministas e t smt su rada relevancia 1 . por la l iberación de 1 .

, a suponer que la lucha a mu¡ er descansatJ , , l • 1 u t n a aceptad · j 1 f' entorno en la cont , . . . on e e actor

. . rovt rsra . Aqur tambi(•n se ue j , . . . pnncrpio que para la l . , . . . .

P e t aplrc ar el mrsmo e rsc nmmanon racial · se j la discriminación t . · · puec e demost rar que no es ouena cual qurera que sea el origen de las

40

, •

• •

La igualdad y sus implicaciones

diférencias psicológicas conocidas. Pero en primer lugar tratemos

brevemente las explicaciones opuestas.

Cualquiera que haya tratado con n iños sabrá que éstos apren­

den, de todo tipo de maneras, que los sexos desempeñan papeles

difi:rentes. A los niflos se les regala para su cumpleaños camiones

y pistolas, mientras que a las niñas se les da muñecas, cepillos y

peinl's. A las niñas se les pone vestidos y se les dice que están muy

guapas , mientras que a los niños se lt>s viste con vaqueros y st'

halaga su valor y fuerza fisica. En los libros inCm tiles casi siempre

han aparecido padres qm· van a traba¡ar mientras las madres se

quedan en casa limpiando y haciendo la comida. Hoy en día se

siguen viendo, aunque en algunos países las críticas féministas

sobre este tipo de literatura han tenido algún impacto.

El condicionamiento social evidentPmente existe, pero ¿explica

las difl-rencias existentes entre los sexos? En el mejor de los casos

PS una t>xp licación incompleta. Todavía necesitamos saber por

qué nuestra sociedad, y no sólo la nuestra, smo práClicamentP

todas las sociedades humanas, educan a los niños de esta fórma.

Normalmente se ha respondido que antaño, en sociedades más

simples, los sexos desempeüaban un papel diférente debido a qut>

las mu¡eres tenían que amamantar a sus hi ¡os durante períodos muy

largos, con lo cual se quedaban en casa mientras los hombres salían

a cazar. El resultado es que las mu¡eres desarrollaron un carácter

más social y emocional, y los hombres se hicieron más duros y

agresivos. En estas sociedades simples los hombrt>s se hicieron

dormnantes debido a que la fúerza fisica y la agresividad constituían

las máximas fórmas de poder. Siguiencio esta postura, los diférentes

papeles según el sexo que existen hoy en día son herencia de estas

circunstancias más simples, herencia que ha pasado a ser obsolt>ta

al haber posibilitado que la tecnología hicit>ra que la persona más

4 1

Page 30: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica práctica

débil mane¡e una grúa que levanta cincuenta toneladas, o lance un

misil que mate a millones de personas. ! .a mu¡er y.¡ no tiene que

estar atada a la casa y a sus hijos tal y como lo haci.¡ antes: ahora

puede combinar la maternidad y el traba¡o.

!.a postura alt ernativa es que mientras el condicion.Jmiento

social j uega cierto papel en la determin.Jción de las dif(•rencias

psicológicas entre los sexos, los factores biológicos tambit;n influ·

yen. Las pruebas que apoyan este punto de vis t .¡ son part icul.!rrnente

fuertes en cuanto a la agresividad se refiere. En Tlw Psychology 0{ Sex

Differences, Eleanor Emmons M.1ccoby y C.1rol Nagy Jacklin ofrecen

cuatro motivos por los cu.1les creen que ].¡ m.1yor agresividad de

los hombres tiene un componente biológico:

l . Los hombres son rn.ís agresivos que l.1s rnu¡eres en todas l.1s sociedades humanas en !Js que se h.m estutliado las dif{·renci,1s 2. Se han observado di f{·rencias eqlllvakntes tanto en hurn.Jrlos corno en s1rnios y otros animales estrechamente rel.1cionados. 3 . Se han observado l.1s <iiférencias en nulos muy pequeflos, ,¡ una edad en !.1 que no exist e prueba de rungún condinonante soci.d t•n este sent ido (en ef(•cto, ]ack lin y Maccoby descubrieron alguna evidencia de que a los chicos se les castiga con rn.ís dureza que a las chicas por mostrarse agresivos). 4. Se ha comprobado que la agresividad varí.1 según el nivel de hormonas sexuales, y que las rnu¡ert•s se vuelven rn.ís agresivas ,¡] recibir hormonas masculinas.

L a prueba sobre una base biológic.¡ de las dif(•renci.Is en la c.Jpacid.Jd visual-espacial es un poco m.ís complic.Jd.J, pero se apoya amplia· mente en estudios que sugieren que est.¡ c.1pacidad est.í influenciada por un gen recesivo lig.Ido .¡] sexo. Como result.Ido, se estun.¡ que aproximadamente un 50 por ciento de los hombres poseen una

42

' ' �

•••

• •

• t

La igualdad y sus implicaciones

venta¡a gen(·tica en situaciones que requieren de una capacidad

visual-espacial, frente a un 25 por ciento de las mu¡en•s .

Las evidencias en contra y a favor del factor biológico en la

superior capacidad verbal de las mu¡eres y la superior capacidad

matemática de los hombres son por el momento demasiado frágiles

para sugerir una conclusión que nos dirija hacia una postura u

otra.

Si adoptamos la estrategia que uti lizamos an teriormentt> al

t ratar de la raza y el C:I , no seguiremos ahondando en las pruebas a

favor y en contra de estas explicaciones biológicas de las dif{•rencias

entre hombres y mu¡eres , sino que nos centraremos mejor en las

consecuencias que tendrían estas hipótesis biológicas .

Las dif(•rencias en cuanto a ].¡ f(maleza o debilidad intelectual

de ambos sexos no explica más que una minirna proporción

de la dif(•rencia en las posturas que los hombres y las mujeres

adoptan en nuestra sociedad. Podría explicar, por e¡ernplo, por

qu(· existen más hombres que mu¡eres en prof(·siones corno

la arquitectura y la ingeniería, profésiones que pueden requerir

de una especial capacidad visual-espacial; pero incluso en estas

prof{·siones, la magnitud de las dif{·rencias en número no puede

explicarse mediante la teoría gen(·tica de la capacidad visual·

espacial . Esta teoría sugiere que la mitad de las mu¡eres, en

comparación con los hombres, poseen esta venta¡a genética, lo

que explicarí.J que ].¡s mu¡eres obtengan las puntuaciones más

ba¡as en los tests que miden la capacidad visual-espacial, pero no

¡ust ifica el hecho de que en la mayoría de los paises no traba¡en en

arquilectura o ingeniería el doble de hombres, sino al menos diez

veces el número de mu¡eres . Además, s i una superior capacidad

visual-espacial ¡ ustifica el dominio masculino en arquitectura o

ingeniería, ¡_por qu(· no hay una venta¡a f{•memna en profésiones

43

Page 31: Peter Singer -Ética Práctica-

f:r ica práctica

que requieren de una especial capacidad verbaP Es cierto que

hay más mu¡eres periodistas que ingenieras, y probablemente más

rnu¡eres han alcanzado gran fama corno novelistas que en cualquier

otra faceta de la vida; sin embargo, el número de periodistas y de

locutores televisivos masculinos sigue siendo mucho mayor que

el de mujeres, a no ser en temas "específicamente f(•rneninos"

corno la cocina o el cuidado de los niños. De manera que incluso

si aceptarnos las explicaciones biológicas que normalizan estas

capacidades, sigue siendo discutible el que las mu¡eres no tengan

las mismas oportunidades que los hombres de sacar el máximo

provecho de las capacidades que poseen.

Y ¿qu(· hay de las dikrencias en la agresividad? La primera

reacción podría ser que las fl>ministas estarán encantadas con

las pruebas encontradas sobre este terna ¿qu(• rne¡or fórrna de

mostrar la superioridad de la mujer que demostrando su repulsión

a hacer daño a los demás? PPro el hecho de que la mayoría de

los delitos violentos son cometidos por hombres puede constituir

sólo una cara de la mayor agresividad masculina. La otra podría

ser una mayor competitividad, ambición e instinto para alcanzar el

poder, lo que tendría consecuencias distintas, y para las f(•ministas ,

menos gratas. Hace algunos años, un sociólogo americano, Steven

Goldberg, publ icó un l ibro con el provocador titulo The Inevitability of Patriarchy, acerca de la tesis de que la base biológica de una mayor

agresividad masculina siempre imposibilitará la consecución de una

sociedad en la que las mu¡eres tengan tanto poder polít ico corno los

hombres. Desde esta perspectiva es facil pasar ;¡ la postura de que

la rnu¡er debe aceptar su Situación de infi.•rioridad en la sociedad

y no luchar por competir con el hombre, ni criar a sus tu¡as para

que compitan con él en este aspecto. En su lugar, la rnu¡er debería

volver a su tradicional faceta de atender la casa y los h i¡os . Este tipo

44

• )

••

• •

La igualdad y sus implicaciones

de argumento ha suscitado las hostilidades de algunas feministas

hacia las explicaciones biológicas del dominio masculino.

Como en e l caso de la raza y el CI, las supuestas conclusiones

morales que se desprenden de las teorías biológicas no se derivan

en absoluto de ellas, y. por tanto, podernos hacer un razonamiento

parecido.

En primer lugar, cualqu iera que sea el origen de las diferencias

psicológicas entre ambos sexos, las condiciones sociales pueden

enfatizar o suavizar dichas difl.·n·ncias . Como subrayan Maccoby y

Jacklin, la tendencia biológica hacia, digamos, la superioridad mas­

culina visual-espacial es realrnentt� una mayor disposición natural

a aprender estas aptitudes. Cuando se educa a una rnu¡er para

ser independiente, su capacidad visual-espacial es muy superior

a cuando se queda en casa y depende del hombre. Esto sin

duda alguna se puede tarnbi(•n aplicar a ot ras difl.-rencias. Por

tanto, las férninistas pueden estar en lo cierto al atacar la forma

en que alentarnos a nuestras hijas e hi¡os a desarrollarse en

distintas direcciones, incluso cuando este aliento no es en sí

mismo responsable de crear ciifl.·rencias psicológicas entre ambos

sexos, sino que sólo refüerza las predisposiciones innatas.

En segundo lugar, cualquiera que sea el origen de las difi.·rencias

psicológicas entre los sexos, (•stas existen solamente . a l tener en

cuenta la media, ya que algunas rnu¡eres son más agresivas y tienen

una mejor capacidad visual-espacial que los hombres . Hemos

visto que la h ipótesis gen(•tica ofrecida como explicación de la

superioridad visual-espacial masculina sugiere que el 25 por ciento

de las rnu¡eres tendrán una mayor capacidad visual-espacial natural

que el 50 por ciento de los hombres. Nuestra propia observación

nos debe convencer de que hay rnu¡eres que también son más

agn•sJvas que algunos hombres. Así que, existan o no explicaciones

45

Page 32: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

biológicas, nunca podremos decir : "Eres muJer, asi que no puedes

ser ingeniero", o "Corno eres muJer, nunca tendrás e l mst into ni

la ambición necesaria para triunfar en política". Del mismo modo

que no deberíamos suponer que nmgún hombre tiene la suficiente

t ernura y sensibilidad para quedarse en casa cuidando a sus hijos

mientras la rnJdre va a trabaJar. Tenernos que valorar a la gente

como individuos y no s implemente catalogarlos como "hombres"

y "mujeres" si querernos descubrir cómo son en realidad, del mismo

modo que deben ser flexib les los papeles que desempeñen tanto el

hombre como la muJer si queremos que la gen te haga aquello para

lo qu'e mejor est(• dotada.

!.a tercera razón, a l igual que las dos anteriores, es paralela a las

que di cuando afirm(• que la explicación biológica de las dif(·rencias

raciales en el CI no JUStifica el racismo. ! .os intereses humanos más

importantes no se ven más af(·ctados por las dif(·rencias en el nivel

de agn•sividad que por las di f(•rencias en el grado de inteligencia.

!.a gente menos agresiva tiene el mismo inter(•s que la gente más

agresiva en evitar el dolor, desarrol lar sus capacidades, tener

al imento y vivienda adecuados, disfrutar de unas buenas relaciones

personales, y así sucesivamente. No hay razón para que a la gente

más agresiva haya que recompensada por su agresividad con sueldos

más altos y la capacidad de satisfacer meJor sus intereses.

Teniendo en cuenta que la agresividad, a di f(•rencia de la inteli­

gencia, no suele considerarse corno una característ ica deseable,

es poco probable que los machistas nieguen que una mayor

agresividad en sí rrusrna no ofrezca ¡ustificación (• t ica alguna de

la supremacía masculina. No obstante, es posible que la pongan

como explicación, en vez de como JUSt ificación, del hecho de que

los hombres controlen la mayor parte de los puestos principales

en política, negocios, universidades, y otras áreas en las cuales

46

1 �1

La igualdad y sus implicaciones

compiten miembros de ambos sexos por alcanzar poder y status.

Posteriormente es posible que sugieran que esto demuestra que

la actual situaCión es meramente el resultado de la competencia

existente entre hombres y muJeres en condiciones de igualdad

de oportumdades, y por tanto, pueden llegar a decir que dicha

situación no es inJUSta. Este punto de vista crea nuevas ramifica­

ciones en las dif(•rencias biológicas entre personas a las que, como

vimos al final de nuestro análisis sobre el terna de la raza y el CI,

hay que estudiar con más profimdidad .

De la igualdad de oportunidades a la igualdad de consideración

l�n la mayoría de las sociedades occidentales se consideran normales

las grandes dif(·rencias en e l status económico y social, siempre

y cuando se haya llegado a ellas partiendo de condiciones de

igual oportumdad. ! .a idea es que no es inJUSto que María gane

200.000 dólares y Juan 20.000, siempre que Juan haya tenido

la oporturudad de ocupar el puesto que María ocupa ahora.

Supongamos que la d if(·rencia en los ingresos se deba a que María

es rn(•dico mientras que Juan es trabaJ ador del campo. Esto sería

aceptable si Juan hubiera tenido la misma oportunidad que María

de ser m(·dico, lo que significa que no haya sido apartado de la

Facultad de Medicina debido a su raza, religión o cualquier tipo de

discapacidad considerada Irrelevante con respecto a su aptitud para

ser m(•dico, o cualquier cosa similar: eféctivamente, si los resultados

acad(•rnicos de Juan hubieran sido tan buenos corno los de Maria,

d hubiera podido estudiar rnedicma, ser m(•dico y ganar 200.000

dólares al afio. ! .a vida, desde este punto de vista, es una carrera en

47

Page 33: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

la cual es justo que los ganadores se lleven los premios, siempre y

cuando todo el mundo parla del rmsmo sitio. Este rrusmo punto de

partida representa la igualdad de oportunidades y. según algunos,

lo máximo a lo que la igualdad puede llegar.

Decir que Juan y María tuvieron iguales oportunidades de ser

médicos, ya que Juan hubiera entrado en la Facultad de Medicina si sus

resultados acadi•micos hubieran sido tan buenos como los de María, es

adoptar una postura superficial que no se sostiene en un análisis más

profimdo. Habría que preguntarse por qui· las notas de Juan no fiwron

tan buenas como las de María . Qtuzá la educación de Juan hasta ese

momento haya sido infá10r (clases más numerosas, profésores menos

cualificados, medios inadecuados, elc(•tera, etc(·terJ), en cuyo caso,

Juan no habría compelido en igualdad de condiciones que María. Por

tanto, la auH'ntica igualdad de oportunidades implica Jseguramos de

que las escuelas ofrezcan las mismas venta¡as p.1r.1 todos.

Aunqtu• han•r qtH• las escuelas sean iguales sería bastante d ifici l .

es la más fácil de las tareas que hay que emprender para intentar

conseguir igualdad de oportunidades. Incluso ron las mismas

escuelas, algunos niños estarían favorecidos por el tipo de hogar del

que provengan. Una habitación tranquila donde estudiar, muchos

l ibros y unos padres que animen a sus hi¡os a obtener buenas

notas podría explicar por qu(· María tuvo (•xito, mientras que Juan,

obligado a cümpartir su habitación con dos hermanos menores y

aguantar cómo su padre se quepba de que estaba perdiendo el

tiempo con los libros en vez de traba¡ar para ganarse la vida, salió

peor parado. Pero, ¿cómo podemos hacer que dos hogares sean

iguales? ¿o que dos padres sean iguales7 A menos que estemos

dispuestos a abandonar el hábitat trJdicional de la familia y cnar

a nuestros hi¡os en guarderías comunales, esto es imposible.

Quizá esto sea suficiente parJ demostrar la inadecuJción de

48

.t

' 1

La igualdad y sus implicaciones

la igualdad de oportunidades como ideal de la igualdad, pero la

objeción definitiva, la que conecta con nuestro anterior análisis

sobre la igualdad , está todavía por llegar . Incluso si criáramos a

nuestros :1 ijos en centros comunales, como los k ibutz israelíes,

heredarían capacidades y caracteres dif(·rentes, así como diférentes

grados de agresividad y diferentes CI. Eliminar las diférencias en el

medio en que se desarrolla cada niño no af(·ctaría a las d i fi.·rencias

gen(•ticas, aunque es cierto que podría reducir la disparidad entre

los resultados de los CI. ya que es probable que en la actualidad las

diferencias sociales acentúen las diferencias gen(•ticas. Sin embargo,

estas últimas persistirían y, en la mayoría de las est�maciones, son

un componente primordial de las difi.·rencias existentes en el CI.

(Hay que recordar que ahora estamos tratando de individuos.

No sabemos si la raza afécta a l CI , pero es casi seguro que las

dif(·rencias en e l CI entre individuos de la misma raza están en

parte determinadas gen(•ticamente ) . De modo que la igualdad de oportunidades no es un ideal

atrayen te, ya que premia a los afórtunados que heredan capacidades

que les permiten conseguir carreras lucrativas e interesantes, mien­

tras que penaliza a los desafórtunados que poseen genes con los

cuales es muy dificil alcanzar el mismo (·xito.

Ahora estamos en condiciones de insertar nuestro anterior

análisis sobre las difi.•rencias de raza y sexo en un cuadro más amplio.

Cualesquiera que sean los hechos sobre la base social o genética

de las difi.·rencias raciales en el CI, eliminar las desventa¡as sociales

no bastará para conseguir una distribución de la renta igualitaria o

justa. La distribución no será igualitaria porque los que heredan las

capacidades asociadas a un alto CI seguirán ganando más que los que

no las heredan, y tampoco será ¡usta porque la distribución según

las capacidades que uno herede se basa en una fórma arbitraria de

49

Page 34: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

selección que no tiene nada que ver con lo que la gente se merece o necesita . ! .o mismo ocurre con la capacidad visual-espaci;Il y la

agresividad, si (·stas conducen a unos ingresos o posición social superiores. Si , corno yo mantengo, la base de la igualdad es la igual

consideración de intereses, y los intereses humanos más importantes

tienen poco o nada que ver con estos factores, hay algo discutible

en una sociedad en la cual los ingresos y la posinón social están en correlación con ellos hasta un grado significativo.

Cuando pagarnos salarios altos a los programadores infórrná­

ticos y salarios bajos a los encargados (1e la l impieza de ofinnas,

en realidad estarnos pagándoles en relanón a su CI , lo que quiere

d(�cir que pagarnos a la gente por algo determinado en parte antes

de que hayan nacido y casi enteramente determinado antes de

que alcancen una edad en la cual sean responsables de sus actos.

Desde el punto de vista de la ¡usticia y la ut il idad, aquí hay algo

que no fimciona, ya que se serviría rnqor a ambos fines en una

sociedad que adoptara el famoso lema marxista: "De cada cual

según su capacidad, a cada cual según sus nen•s idades." Si esto se

pudiera alcanzar, las dif(·rencias entre razas y sexos perderían su

relevancia social, y sólo entonces tendríamos una sociedad basada

en el principio de Igual consideración de intereses .

¿Es realista apuntar hacia una sociedad que premie a la gente

según sus necesidades en lugar de su CI, su agresividad o cualquier

otra capacidad heredada7 ¿No tenernos que pagar más a rn(·dicos,

abogados o prof(•sores universitarios para que desarrollen el traba¡o

intelectualmente agotador imprescindible para nuestro lllenestar7

Pagar a la gente según sus necesidades en lugar de sus capan­

dades heredadas plantea problemas. Si un país intenta implantar

dicho esquema y los otros no lo hacen, es probable que el resultado

sea una e:;pecie de "filga de cerebros". Esto es algo que ya hemos

50

' 1

1 •

La igualdad y sus implicaciones

podido comprobar, en pequeña escala, en el número de científicos

que han abandon;1do Gran Bretaña para traba¡ar en los Estados

Unidos, no porque en Gran Bretaña se pague de acuerdo con las

necesidadt's en lugar de las capacidades heredadas, sino porque

esta parte de la sociedad, aunque relallvamente bien pagada según

los niveles británicos, estaba mucho me¡or pagada en los Estados

Unidos. Si un país deterrnmado intentara senarnente equ iparar el

sueldo de los rn(·dicos con el de los obreros, no cabe duda de que el

número de rn(•dicos q�w emigraran aumentaría cons iderablemente.

I·:sto es parte del problema que existe con el "socialismo en un

solo país". Marx esperaba que la revolunón soualista fiH•ra a nivel

rnumhal, pero cuando los marxistas rusos se dieron cuenta de que su

revolución no había temdo la expansión mundial que anticipaban,

tuvieron que adaptar las Ideas marxistas a esta nueva snuauón.

Y lo hicieron restringiendo duramente la libertad, inclmda la

libertad de emigrar. Sin estas restricciones dur,mle el período

comunista en la Unión Sovi(•tica y otros estados comunistas, y

a pesar de las ddérencias de sueldo que seguían existiendo en

esas naciones cuando se encontraban ba¡o el r(•girnen comunista y

que continúan existiendo en los países cornumstas que quedan, se

hubiera produndo una salida masiva de gente cualificada hacia los

países capitalistas, los cuales pagan todavía más a los especialistas . 1

Pero s i el "socialismo en un solo país" reqtuere convertir a l país en

un campamento armado en el cual existan guardas fronterizos que

' SPgún un obsP rv.ulor, l a s <hf(·n·nu.ls salan.dPs <'ll C h m a s o n b.lst.tn t <'

gr.mdPs, <'n .1lgunas zonas mucho rnjs <JU<' Pn los (MÍS<'S ocudPntaiPs

Por <']<'rnplo, un c.ltPdr.ítKo g.m.l C.lst Sl<'t<' V<'C<'S lo <JU<' un pro f(·sor

.lSO("I.Hlo, rnwnt r.lS <JU <' ('fl c;r.m 1\r('t JÜJ, Aust r.dt.l o los btados Umdos,

la ,J¡((•rpnu.l <'S .l¡>roxlrn.ul.nnPnt<' dP t rPs a uno V(',lS<' Strnon I .Pys,

Chmm Shudows (NuPVJ York, 1 9//)

C, l

Page 35: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

controlen no sólo a los enemigos externos, sino tarnbii'r1 a sus

propios ciudadanos. quizá el sonalisrno no merezca la pena.

Sin embargo. permitir que estas d i ficultades nos lleven a

la conclusión de que no podernos hacer nada por rne¡orar la

distribución de la renta que existe actualmente en los paises

capitalistas seria una postura demasiado pesimist a . En los paises

occidentales más acaudalados hay mucho margen para reducir

las dif(•rencias salariales antes de a lcanzar el punto en PI que un

número considerable de ifl(hviduos empiece a pensar en emigrar.

Naturalmente, esto es espenalrnente cierto en el caso de aquellos

paises, corno los Estados Unidos. en los que las d if(·renci.ls salariales

son en la anualidad muy grandes. Y es aquí donde más presión se

puede e¡ercer para conseguir una distnbución más eq uitat iva

¿Y qu(· hay de los problemas de redistribución dentro de un,¡

misma nación7 Existe la creencia popular de que si no pagáramos

muy bien a rn(•diros o prof(•sores universitarios. (·stos no realizarían

los estudios necesarios para alcanzar estos puestos. No S(' qu(• pruebas

existen para corroborar esta teoría. pero me parece bastante dudosa.

Mi sueldo. por e¡ernplo. es considerablemente mayor al de la gmte

contratada por la universidad para cortar el c(•sped o barrer el sudo

y. sin embargo. si ganáramos lo mismo. yo seguiría sin querer cambiar

mi puesto con ellos. aunque su traba¡o sea mucho más agradable que

el de algunas personas con salarios ba¡os. Ni tampoco creo que mi

médico estuviera loco de contento por cambiar el puesto con el

de su recepcionista si ambos ganaran igual. Es cierto que tanto mi

rn(•dico corno yo hemos tenido que estudiar varios arios para llegar

a donde nos encontrarnos, pero yo. al menos. recuerdo mi (•poca de

estudiante romo uno de los rne¡on·s periodos de mi vida.

Aunque no pienso que sea el dmero la causa por la cual la gente

se haga rm'dico en V(•z. de recepcionist.J., hay que rnat i:1.1r la hipótesis de

52

11 ' f

La igualdad y sus implicaciones

que el sueldo debería depender de la necesidad más que de la capacidad.

Hay que admitir que la perspectiva de ganar más dinero a veces lleva

a la gente a realizar grandes esfuerJ:os para utilizar las capacidades que

poseen, y e:;tos grandes esfilerJ:os pueden beneficiar a pacientes. clientes,

estudiantes o el público en general. Por tanto, podría merecer la pena

premiar el esfumo. lo que significaría pagar más a los que traba¡asen cerca

del limite superior de sus capacidades. cualesquiera que sean dichas

capacidades. Sin embargo. hay bastante dif(·rencia entn· esto y pagar a

la gente según el nivel de capacidad que de fórma innata posean. ya

que esto es algo que no pueden controlar. Corno ha escrito Jeffrey Gray.

catedrático bntánico de Psicología, las pruebas para el c�mtrol genético

del CI sugieren que pagar a la gente de fónna dif(•rente por traba¡os de

"clase alta" o de "clase ba¡a" es "desperdiciar recursos ba¡o la apariemia de

incentivos que o bien inducen a las personas a hacer algo que está más

allá de sus posibilidades, o bien las premian me¡or por algo que harían

en todo caso. "

Hasta el momento hemos estado hablando de gente corno

prof(·son·s universitarios. los cuales -al menos en algunos paises­

reciben su sueldo del gobierno. y de m(•dicos. cuyos sueldos

quedan determinados bien por cuerpos gubernamentales, en los

casos en los que haya algún tipo de seguridad social. o bien por la

protección que el gobierno concede a asociaciones prof(•sionales

corno coleg10s de rn(•dicos. que permiten a la prof(·sión excluir a

los que pudieran buscar anunciar sus servicios a un coste más bajo.

Estos ingresos, por tanto, están ya su¡etos a control gubernamental

y podrían modificarse sin cambiar drásticamente los poderes del

gol)l(•rno. El sector privado de la economía. sin embargo. es un terna

dif(·rente. Ba¡o cualquier sistema ernpresanal privado. los hombres

y mu¡eres de negonos que son rápidos a la hora de aprovechar

las oportumdades. harán más dinero que la competencia o, si

53

Page 36: Peter Singer -Ética Práctica-

�:1 ica práctica

son empleados de una gran compañía, es probable que suban

más rápidamente de categoría. Los impuestos pueden ayudar a

redistribuir part e de esta nqueza, pero existen límites a la eficacia

de un sistema fiscal excesiv.unente progres1vo: cas1 parece ley el que

cuanto mayor sea la tasa irnpos1t1va, mayor será el fraude fiscal.

¿Tendremos, por tanto, que abolir la empresa priv.1da si vamos a

eliminar la riqueza lnrm·n·nda7 Esta premisa suscita cuPStiOrll'S que

sería muy largo analizar aquí , pero se puede denr que la empresa

privada tiene la costumbre de n•,¡ firmarse a sí misma baJO las

condiciones m.ís inhóspitas. Como pronto descubneron los rusos

y los europeos del Este, las sociedades comurust.1s cont inuaban con

su mercado negro, y si uno quería que le arreglaran l.1s cafwrí.1s con

rapidez era aconsqable pagar un poco extra baJO cuerda. T.m sólo

un cambio radical en la naturaleza humana un descenso en los

deseos egoístas y adquisit ivos podría vencer la t endenna de la

gente a abrirse camino en cualquier SIStema que supnrna la empresa

privada. Pero corno dicho cambiO en la naturaleza humana no

parece que se vaya a producir, prob.Iblernente seguiremos pagando

más a los que poseen capacidades heredadas en vez de a los que

tienen unas mayores necesidades. J•:sperar que ocurra .ligo difi.·n·nte

es totalmente irreal ista. Sin embargo. tr.1bapr para que se produzca

un reconocimiento más amplio del principio de remuneración

según las necesidades y el esfiwrzo y no según las capandades

heredadas es tanto realista corno, baJO mi punto de vista , correcto.

Acción afirmativa

En el apartado antenor se sugiere que avanzar hacia una sonedad

rn.ís igualitaria en la que las difl-rencias de mgresos se reduzcan

54

1

1 •

1 ' 1

La igualdad y sus implicaciones

es (·ticamente deseable, pero di flcil de llevar a cabo. Pero aunque

conseguir la igualdad general sea muy dificil , podemos a l menos

intentar asegurar que donde haya difi.•rencias importantes en los

ingresos, la posición y el poder, las muJ en•s y las minorías raciales

no se l leven la peor parte y sean un número desproporcionado

al total que ocupan en la sociedad en su conJ unto. Puede que

las desigualdades ent re miembros del mismo grupo (·tnico no

sean más JUSt i ficables que las que se producen entre grupos

(•tnicos difi.•rentes o entre hombres y rnuJen·s. pero cuando estas

desigualdades coinciden con una diférencia evidente entre la gente,

corno las di fi.·rencias entre los norteamericanos de origen africano

y de origen europeo, o entre hombres y muJ en·s. contribuyen a

producir una sociedad d ividida con un sentido de superioridad

por una parte y con un sentido de infl-noridad por otra. Las

chfi.·rencias raciales y sexua les pueden, por tanto, tener un efi.·cto

más divisono que otras fórmas de desigualdad, dd mismo modo

que pueden contribuir a crear un sentnniento de desesperanza

ent re el grupo infi.•nor, ya que su sexo o su rua no es producto

de sus propias acciones y no hay nada que puedan hacer para

cambiarlo.

¿Cómo se pueden alcanzar la iguald.Hi racial y �exual en una

sociedad desigualitaria7 Hemos visto que la igualdad de oportu­

nidades es prácticamente nnpos1ble de consegmr, y de poder

conseguirse podría hacer que las difi.·rencias innatas en la agresi­

vidad o el Cl determinaran de fórma injusta la pertenencia a los

est ratos superiores. Una fórma de vencer estos obstáculos es ir

más allá de la Igualdad de oportumdades y dar un tratamiento

prefi.•rente a los miembros de los grupos menos favorecidos. Esto

es lo que se denomma acción afirmativa (a veces también llamada

"discriminaCión inversa"). Quizá aporte la HH'JOr esperanza que se

55

Page 37: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

tenga de reducir las desigualdades que vienen de muchos arios

atrás; sin embargo, parece ir en contra d el pnncipio de igualdad

en sí mismo y, por tanto, es pol(•mica .

La acción afirmJtivJ se llevJ J cabo normJlment e en la en­señanza y el empleo. La enseñanza es un área fMrlicularmente importante ya que tiene una influencia fimdamentJl en la esperanza que se tiene de conseguir unos ingresos Jltos, d isfrutar de un trabajo satisfactorio y alcanzar cierto poder y st atus en la sociedad. Además, en los Estados Unidos lJ enserlanza hJ sido el centro de la pol(•mica sobre la Jcción JfirmJtiva debido J cJsos que el TribtmJl Supremo ha fallado acerca de los procedirruentos de admisión universitaria que favorecen a los grupos menos favoreCidos. Estos casos han surgido debido J que a hombres con ascendencia europea se les impidió matriculJrse en lJ universidJd J pesar de que sus expedientes aca<krrucos y sus resu ltados en lJs pruebJs de acceso eran me¡ores que los de algunos estudiantes de origen africano que fileron admitidos. l .Js uruversidades no negaron estos hechos, pero los intentaron ¡ustificar explicando que sus planes de admisión pretendíJn Jyudar a los estud!Jntes de los grupos menos favorecidos.

El caso principal, en lo que se refiere a la legis lación estadouni­

dense, es el del Equipo de Gobierno de la Universi dad de California contra

Bakke. Alan Bakke solicit ó lJ Jdrrusión en la Fa cultJd de Med icinJ de

la Universidad de C:alifórnia en DJvis . En un intento por Jurnentar

el número d e miembros de los grupos rnin ontJrios que estudiJbJn

en la Facultad de Medicina, la uruversidad reservó 16 de cJda 1 00

plazas disponib les para estudiantes que pertenecierJn J unJ minoría

menos privilegiada. Debido a que estos estudiantes no habrían

conseguido tantas plJzas en una oposición l ibre , file ron admitidos

menos estud iantes de origen europeo de los que hubierJn entrJdo

56

1 • �

• ' ' !

' f

La igualdad y sus implicaciones

de no haber exist ido tal reserva. Algunos de los estudiantes recha­

zados habríJn conseguido entrar sin duda alguna, según los resul­

tados que obtuvieron en lJs pruebas de acceso, si hubieran per­

tenecido a algún grupo minontario. Bakke estaba entre estos

estudiantes de origen europeo rechazados, y por este motivo

demandó a la universidad . Tornemos este caso como caso upo

de la acción afirmativa y hagámonos la siguiente pregunta : ¿es

ddéndible?

Empeuré por de¡u a un lado un argumento que a veces se

uti liza para ¡ustificar la discriminación en favor de los miembros de

los grupos menos privilegiados. A veces se dice que si , por ejemplo,

el 20 por ciento de la población es una minoría racial, y sin embargo

sólo el 2 por ciento de los m(·dicos pertenecen a esta minoría, (•sta

es prueba evidente de que en algún momento nuestra comunidad

d iscrimina por mollvos de raza. (Se han esgrimido argumentos

pareci dos para apoyar las denunciJs por discrimiuJCióu sexual) .

Nuestro análisis sobre el debate entre gen(•uca frente a entorno

nos ind ica por qu(· este argumento es poco convincente. Quizá

sea que los miembros de la minoría en cuestión estén, por término

medio, menos dotados para los estudios que se deben realizar para

ser m(•d ico No digo que esto sea verda d, ni siquiera probable,

pero a estas .!lturas no puede descartarse. Por tanto un número

des pro porcionadamente pequeño de m(·dicos procedentes de una

deterrnmada mmoría {·tnica no constituye en sí mismo prueba de

discriminación contra los miembros de dicha minoría. (Del mismo

modo que el número desproporcionadamente grande de atletas de

ongen afficano que participan en el equipo olímpico estadouni­

dense de at letismo no es prueba en si mismo de la discriminación

contra atletas americanos de origen europeo). Naturalmente que

puede haber otros datos que sugierJn que el pequeño número

57

Page 38: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

de médicos procedentes del grupo minontano en cuestión sea

realmente consecuencia de la discriminació n , pero habría que

demostrarlo . A fJ lta de pruebas positivas de discnrmnación, no es

posible ¡ustificar la acción afirmativa sobre la base de que restablece

el equil ibrio de la chscriminación exist ente en la comunidad.

Otra fórma de dd(·nder la decisión de aceptar a un estudiante

procedente de una minoría con prefúencia a un estuciiante del

grupo mayoritario que consiguió una punt uación más .dta en las

pruebas de acceso seria argumentar que estas pruebas estándares no

dan una indicación prensa de c.tpandad s i un estudiante ha estado

en seria desventa p . Esto está en la misma linea que el planteamiento

hecho en el último apartado sobre la impostbdidad de .dcanzar

igualdad de oportunidades. Presumiblemente, la enseflanza y el

trasfóndo fúni liar influyen en los resultados de las pruebas. Un

estudiante procedente de un medio de pnvación que consiga un

55 por ciento en las pruebas de acceso puede tener me¡ ort·s

perspectivas de graduarse en un tiempo mínimo que un estudiante

más privilegiado que consiga un 70 por ciento. A¡ustar las pruebas de

acceso a esta premisa no significaría admitir a los estucilantes de las

m inorías menos pnvilegiadas antes que a los me¡ores cualificados,

sino que refle¡aría la decisión de que los estudiantes d e minorías

menos privilegiadas realmente estaban me¡or cualificados que los

otros, lo cual no es discnminanón rana!.

!.1 Universidad de Califórma no pudo esgrirrur esta defensa, ya

que la Facultad de Med icina de Da vis sencillamente había reservado

el 16 por ciento de l.ts plazas para estudiantes de l.ts minorías,

y la cuota no variaba segun la capacidad mostrada por dichos

estudiantes . Puede que esto vaya en inter(•s de la igua ldad , pero

indudablemente es d iscr i m inación racial .

En este capítulo hemos visto que la únic.t base deféndible para

58

1 •

1 1

. \ t

La igualdad y sus implicaciones

la afirmación de que todos los seres humanos son iguales es el

principio de igual consideración de intereses, y dicho principio

proh íbe cualquier tipo de discrimmanón racial y sexual que otorgue

menos valor a los intereses de aquellos a los que se discrimina.

¿Reclamaba entonces Bakke que a l rechazar su solici tud, la Facultad

de Medicina estaba dando menos valor a sus intereses que a los de

los estudiantes americanos de origen afi-icano7

Sólo hemos de plantearnos esta pregunta para darnos cuenta

de que ingresar en la u mversidad no es normalmente el resultado

de la consideranón de los intereses de cada aspirante Depende más

lm•n de la equiparación entre los asp irantes y los niveles que exige la

universidad siguiendo una política determinada. Tomemos el caso

más simple: admit ir a los estudiantes dependiendo ngurosamente

de sus result ados en los tests de mteligenna . Su pongamos que

los rechazados por este procedimiento se que¡aran de que sus

intereses se han temdo menos er¡ cuenta que los intereses de

los aspirantes con un mayor grado de inte ligencia. La umversidad

podría argumentar que su procedimiento no t ornó en absoluto

en consideración los mtereses de ninguno de los aspirantes, de

modo que no podría haber dado menos Im portancia a los de

unos que a los de otros. Entonces, podríamos pedir explicaciones

a la un iversidad de por qu(• utilizó los tests de intel igencia como

criterio de admisión. En primer lugar, podrían decir que aprobar

los exámenes necesarios para obtener el titulo requiere un alto

nivel de inte ligencia y que, por tanto, no tendría sentido admitir

a estudiantes incapaces de aprobar, ya que no serán capaces de

acabar sus estud ios. Malgast arían el t iempo y los recursos de la

universidad En segundo lugar, la tmiversidad podría argumentar

que cuanto más mteligen tes sean nuestros hcennados, más útiles

serán para la comunidad. Cuanto más intel igentes sean nuestros

59

Page 39: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

m(•d icos, más capaces serán de prevenir y curar enférrnedades. Por

tanto, cuanto más inteligentes sean los estudtanles que selecciona

una facultad de medicina, meJor valía obtendrá la comunidad por

su aporte a la enseñanza rn(•dtca.

Este particular proced imiento de admisión es, nJt uralmente, unilateral, ya que un buen m{·dico debe t ener otras cualidades añadidas a un gran nivel de int eligc:ncia . Sin embargo . es solamente un ejemplo y esa obJeción no es pert inente para el argumento sobre el cual hemos basado dtcho e¡ernplo, y que consiste en que no hay obJeción a que la mteligencia s trva corno cnterio de selección del mismo modo que la hay para que la raza lo sea; s in embargo. aquellos estucl tantes admit idos con un alto nivel de inteligencia según una polít ica basada en la mt eligenna, no t ienen más derecho intrínseco a ser .Hlrnit tdos que los Jdmittdos mediante la discriminación mversa. Poseer una mayor mt eligencia, corno ya hemos analizado, no conlleva ningún derecho o JUStificación a disfrutar más de las cosas buenas que nos ofrece· nuest ra sonedad. Si una u niversidad admite a estud iantes con un alto mvel de inteligencia lo hace no en consideración de su mayor mter(·s en ser admitidos, n i en reconocimiento a su derecho a ser admitidos, smo porque pretende fJvorecer obJet ivos que considera serán meJor servidos por este procedimiento de admisión. De manera que si esta misma universidad decidiera adoptar nuevos obJel tvos y util izara la acción a firmat iva para promoverlos, los aspirantes que hubieran sido admitidos por el ant iguo procedimiento no podrían reclamar que el nuevo procednn iento vtola su derecho a ser admitidos o los trata cc)n menos respeto que J los demás. Para empezar, éstos no tenían ningún derecho especial para ser adrnit tdos, smo er.1n los afórt u nados beneficiarios de la ant tgu.¡ polít ica de lJ universidad. Ahora que dicha políticJ ha cambiado, se benefician otros y no

60

• 1

La igualdad y sus implicaciones

ellos. Si esto puede parecer inJ USto es sólo porque nos habíamos

acostumbrado al otro criterio.

Por consiguiente, no se puede censurar de fórma j ustificada la

acción afirmativa sobre la base de que viola los derechos de los

aspirantes universitarios. o de que los t rata por debaJO de la igual

consideración. No existe ningún derecho inherente a la admisión,

y la igual consideraCión de los intereses de los aspirantes no se tiene

en cuenta en las pruebas de acceso normales. Si la acción afirmativa

está SUJela a obJ eciones debe ser debido a que los objetivos que

persigue servir son malos. o porque realmente no los favorecerá.

El principio de tgualdad podría servir de base para censurar

los obJetivos de un procednniento de admisión racialmenle dis­

criminatono . Cuando las un iversidades discriminan a las ya menos

privilegiadas rnmorías, suponemos que dicha discriminación real­

mente es el resu ltado de una menor preocu pación por los int ereses

de la minoría. ¿O por qu(· entonces las universnlades del sur de

los l�stados Un idos excluían a los amencanos de ongen afi-icano

hasta que la segregación se consideró inconst illlcionaP Aquí, en

contraste con la si tuación de la acción a firmativa, los rechazados

podrían reclamar de fórma JUStificada que sus intereses no se

estaban equ iparando a los de los americanos de origen europeo

que eran admitidos. Se podían haber ofrecido otras explicaciones,

pero seguramente eran engañosas.

! .os que se oponen a la acción afirmat iva no han puesto

obJeciones a los obJetivos de igualdad social ni de rn.1yor representa­

ción de las minorías en las profes iones. ! .es resultaría dificil hacerlo.

! .a igual nms tderació n de intereses constituye un adelanto hacia la

igualdad debido al principio de u t ilidad rnargmal decreciente, ya

que mitiga el sentimiento de infénoridad sin esperanza que puede

existir cuando los miembros de una raza determmada o de u n o

61

Page 40: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética prácrica

de los sexos se encuentren siempre en peor s!luJción que los rni(•rnbros de otra rJza o del otro sexo, y porque unJ grave desiguJldJd entre lJs rJzJs provocJ una cornunici<ld dividida con la consiguiPnte tensión rJcial.

Dentro del ob¡etivo generJl de IgtuldJd sociJl , es desPable, por una serie dP razonPs, unJ m<�yor n•presentJción de lJs rninoríJs Pn prof(•siones corno el derecho y la medicinJ Es más pro bable que los miembros de los grupos minont<�rios t rJb,l)en entre su propia gente a qup lo hJgJri <�q u el los que provienen eh• grupos (·trucos mayoritarios, lo cu.¡l puede <�yu dJr a resolver el problernJ de lJ escasez de m(·dicos y abog<�dos que tral>J¡en en bJrrios pobres, donde viven lJ mayor parte de los miem bros de I.1s rrunoríJs menos privilegiJdJs. Del mismo modo es fáci l que tengan un mejor conocimiento de los problernJs q u e ,¡{(·ct an a la gent e menos privilegi<�da de lo que podría t erwr una persona <�¡enJ ,1 estas minorías. Tanto m<'·dwos corno Jbog<�dos pertenecientes ,1 una mmoríJ o al sexo fl-rnemno pueden servir corno modelo J otros miembros de grupos rninontJrios , y J IJ rnu¡er, derribJndo las barreras mentJIPs que de fórrnJ inconscient e existen contrJ la aspiración J tJles puestos. Finalmente, lJ existenCia de un grupo estud iJntil diverso <�yudar.i J los rmernbros d el grupo (• tnico dominante J t ener un m<�yor conocimiento de las JCt l l tHies de los americJnos de ongen JfricJno y de las mu¡en·s y. por tanto, corno m(•dicos o <� bogados, podr.ín servir rne¡or ,¡ l.t cornumdad en su con¡ unto.

Los adversJrios de IJ acción afirrnat iVJ se mueven en un terreno más firme cuando aseguran que (•s tJ no fJvorecer.í la iguJldJd. Como indicó el ¡uez Lewis F. Powell , Jr. en el cJso Bokke, "J •:s posible q u e los progr JmJs prd(·rennJles so!Jrnente refiwrcen los estereotipos comunes que mantienen qtH· algunos grupos son

62 1

.,

La igualdad y sus impl icaciones

incapaces de alcanzar el l'xi to sin u n<� prot ección especial" . Se

podría decir que para Jlcanzar la Igualdad real, los miembros de los

grupos rninoritJrios y las rnu¡Pres deben ganarse los puestos por sus

propios m(•ritos. M ientras entren en las facultades de derecho con

más facihdJd que otros , los lic:enoJdos en derecho que provengan

de grupos mmorit Jrios menos privilegiados incluyendo a los

que hu bieran entrado por oposición libre- serán considerados

inf(•nores .

Hay tJrnbihi una ob¡eoón J l<�rgo pluo en contra de la acción

afirrna liVJ corno medio hacia la igualdJd. En el chma social actual

podernos t ener confiJnza en que la rau sólo será tornada en cuenta

p<�rJ lwndiciJr J !Js rninoríJs menos pnvilegiadas, pero ¿continu ará

este clirnJ-¡ De tUIJ vuelta JI ant iguo racismo, ¿no facilitará nuestra

apro bación J !Js cuotJs raoales el volver!Js en contra de los gru pos

rninoritanos7 ¿Podernos esperar en realidad que la mtroducción de

las distinCiones racialPs favorezca el ob¡ etivo de la dirnmación de

chdiJS dist mciones raoales7

J�stas ob¡eciones pr.ict ic.ts plmtean difioles cuest iones de

hecho. Aunque fiwron refl-ridJs en el caso Bakke, no han ocupado

un lugar importante en las bat allas leg<�les arnericJnJs sobre la acción

Jfirrnat iva. ! .os ¡ueces se muestran reaoos, corno c·s debido, a fjllar

casos basándose en rwchos sobre los cuales no tienen una especial

pericia AIMI BJkke ganó su ckrn<�nda pnncip<�lrnente sobre la

bJse de que el Act J de Derechos Civiles estadounidense de 1 964

contern pl<� que ningunJ persona , por motivos de raza, color o

nanonalidJd, quedará excluida de ninguna Jctividad que reciba

aportJción finJnoera f(·dera l . Una escasJ m<�yoría de los ¡ u eces

sostuvo que esto excluía todJ discriminaCión , fiH·ra benigna o

no. Sm ernb<�rgo, añadiero n que no hJbría ninguna objeción a

q u e una universidad mcluyerJ la rata corno uno más de entre

Page 41: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

los distintos factores, corno aptitud atk•tica o artística, experiencia laboral, compasión demostrada, capacidad probada para superar adversidades o carácter de l íder . El tribunal , por tanto, permitía que las universidades seleccionaran a sus estudiantes de acuerdo con sus propios objetivos, siempre y cuando no util izaran cuotas.

Quizá esa sea la ley en los Estados Unidos, pero en ot ros países -y en general cuando abordarnos el t erna des<lP tma perspect iva ética y no legal · la distinción entre cuotas y otras fórrnas de dar pref(·n·ncia a los grupos menos privilegiados puede ser menos significativa. Lo importante es que la acción afirmativa, bien por cuotas o bien utilizando ot ros rn(·todos, no se opone a cuakluier principio de igualdad lógico ru viola ninguno de los derechos excluidos por él . Cuando se aplica de fórrna adecuada, es equiva­lt>nte, a l mt>nos en sus aspiranorws, a la igual consi <lPración de mten•ses. La única duda n·.tl estriba en ver si fimciona, pero a fa l ta dt> alternativas más prometedor,!.�. merece la pena el m t enro.

Para concluir: igualdad y discapacidad En este capítulo nos hemos ocupado <lP la interacnón del principio moral de igualdad y las diférennas, pretendidas 0 reales, ent re dist intos grupos de personas. Quizá la fórrna más clara de ver la falta de pertinencia del Cl , o capacidades específicas, al principio moral de igualdad, es considerar la situación <lP la gente con discapacidades, tanto fisicas corno int electuales. Cuando consi· derarnos cómo ha de tratarse a esta gente, no surgen polhnicas sobre si son tan capaces corno la gente sin discapacid,1des. Por definición, ellos carecen al menos de a lguna ca pacidad que posee la gente normal, y estas discapanda<h·s a veces implicarán que

64

i ,

•, .1

1 1 í

La igualdad y sus implicaciones

habría que tratarlos de diférente fórrna que a los demás. Cuando

buscamos bomberos, podernos justificar el excluir a alguien que

eslt� confinado a una s i l la de ruedas, del mismo modo q ue si

buscarnos un corrector de pruebas, un ciego estaría descartado

para el trabaJO. Pero el hecho de que una discapacidad específica

pueda hacer descartar a una persona para un puesto determinado

no quiere decir que a los intereses de esa persona se les deba tener

me nos consideranón que a los de las demás. Ni tampoco JUStifica

una discrirninanón contra gente discapacitada en situaciones en las

cuales la determinada discapacidad que una persona posea no sea

pertinente al empleo o servino ofreudo.

Durante siglos, la gente discapacitada ha estado SUJeta a pre­

JUicios. en algunos casos no menos graves que los que han padecido

las minorías raClaies. Los <IIscapacitados intelectualmente eran

encerrados, ÍÍ!era de la vista del público, en condiciones espantosas.

Algunos Nan verdaderos esclavos, exp lotados corno mano de obra

barata en casas o Cíbricas. BaJO el <h·norn inado "programa de

eutanasia" , los r:ans asesinaron a <iPcenas de miles de discapacitados

mentales que eran capaces de qu erer seguir viviendo y disfrutar la

vida. Incluso hoy en dia existen rwgocios en los que no emplearían

a una persona en una silla de ruedas para un trabajo que podría

desern peflar tan bien corno los demás. En otros casos no se

contrataría a una persona con aspecto anormal para trabaJar de

vendedor por miedo a que descendieran las ventas. (Argumentos

similares se uti lizaron para no emplear a rmembros de las minorías

ranales. La me¡or fórrna de vencer estos pn'JUKios es acostum­

brarnos a gente que es dif(·rente de nosotros)

Ahora estamos empezando a pensar en las inJUSt icias que se

han coml'ttdo con los discapacitados y a considerarlos como un

grupo menos privilegiado. El que hayamos tardado tanto en darnos

65

Page 42: Peter Singer -Ética Práctica-

�:t i c a práctica

cuenta puede deberse a la confÍ!sión existente entre la igualdad de hecho y la igualdad moral, de las cuales ya hemos hablado en este capítulo. El hecho de que las personas cliscapantadas sean dif(•rentes , en algunos aspect os, no nos ha hecho ver corno discriminatorio el tratarlas de dif(·rente fórrna. Hemos pas,1do por a l to el hecho de que, corno en los Pj ernplos .mt Pnores, la discapacidad dP tma persona chscapacitada ha sido Irrelevante al dif(·rentP -y desventajoso t rat arruento que se le d.1. Por tanto , existe la nPn·sidad de asegurar que la leg1slanón que prohíbe la discrirnin;Ición por motivos de sexo, raza o et nia prohiba d el mismo modo la discrirrunanón por mot ivos de disc.1pandad, a rnenós que se demuest re que la discapandad en cuestión se,¡ pert ment e fl.lr.l el trabaj o o servino o frendo.

Pero eso no es todo. Muchos de los argumentos favorables a la acción a firmat iva en el caso de. los que se encuent r.m en s ituación de desventaja por mot ivos de raza o sexo, se pueden aplicar incluso de una m.mera más en<'·rgica a la gente chscapacitada. La mera igualdad de oportunidades no b.Istar.í en sit uancnH·s en las cuales una determinada discapacidad haga imposible pertenecer a la comunidad corno un rruem bro más en condincmes de Igualdad . Dar a los inválidos igual oportunidad de .ISISt ir ,¡ !.1 umversicl.id no s irve de nada si a la biblioteca sólo se puede acceder por medio de escaleras. Muchos rmlos <lisc.Ipacit.Idos se podrían l)('ndiciar de una escolarización normal, pero se les Impide el .ICn•so dclll<lo ,¡ que se necesitan recursos adinonales para enfrentarse a sus especiales necesidades. Y ya que tales necesid.1des son a menudo vit .des p.1ra !.1 vida de la gente discapacitada, el principio de Igu.d consideración de intereses l es dará mucho mayor peso que a las rwn·sid.Ides menos importantes de otros. Por est.I r.Izón, será gerwralmente J Ust ificable gastar más en nombre de la gent e d iscapacitad.I que en los dem.ís.

66 i 1 1 "

La igualdad y sus implicaciones

Decidir cuánt o más es, naturalmente , una dificil cuestión. Cuando

los recursos son escasos, debe haber algún l ímite. Al dar igual

consideración de intereses a los que sufren alguna discapacidad , e

nnaginarr:os a nosotros mis mos en su lugar, podemos, en principio,

dar con la respuesta adecuada; pero no será facil d e terminar, en cada

caso particu lar, cuál debería ser esa respuesta exactamente.

Algunos pPnsarán que existe una contradicción entre este

reconocirruPnto de la gente discapacitada corno grupo que ha

estado sujet o a una chscrirninación inJustificab le, y el razonamiento

que veremos más adelante rnechante el cual se defiende el aborto y

el infanticidio en el caso de que el féto o el bebi· sufrar1 una grave

d iscapacidad, ya que este razonarruento posterior presupone que

la vida es mqor sin nmguna chscapandad que con alguna. ¿Y no

es esto en sí mismo una fórma de pn·J uicio, mantenido por gente

sin nmguna discapandad, y paralelo al pn·Juino de que es mejor

pertenecer a la raza europea, o ser hombre, que se¡ de origen

africano, o muJ er'

El error que exist e en esta argumentación no es dificil de

det ectar. Una cosa es argu mentar que a la gente con algún tipo

de discapacidad que quiere llevar una vida completa se le debería

dar toda la ayuda posible para conseguirlo, y otra bien dist inta,

argumentar que SI tenemos la posilnlidad de elegir el que nuestro

próxnno h q o nazca con o sin alguna discapandad, sea un mero

prt')Uino el que nos conduzca a elegir un hiJO sin ninguna disca · pacid ad. SI a los discapaCitados que necesitan de una silla de ruedas

para desenvolverse se les ofrenera de repente un medicamento

rrulagroso que, sm ningún t ipo de efi.·ct os secundarios, les per­

mitiera ut i l 11.ar las piernas con total normalidad, ¿cuántos de ellos se

negarían a t ornarlo argumentando que la vida con una discapacidad

no es c·n absoluto inférior a la vida sin ninguna' Cuando la gente

67

Page 43: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

discapacitada recurre .1 la .1sistencia m(•dica p.1ra solucionar 0 eliminar su discapacidad, si es que es posible, ellos mismos están mostrando que el prd(•rir tmJ vida sm ninguna disc.1pacid.1d no es un mero pre¡uicio. Alguna gente discapacitada podría decir que recurren a esto debido sólo a que l.1 sociedad les pone demasiados obstáculos en su camino, y afirman que son las comliciones soci.1les y no su situación fisica o intelectual, las que los disc.1p.1citan. J•:stJ afirmación tergiversa la verdad más l i rrl itJclJ , de que l.1s condiciones sociales hacen que las vidJs de los disc.1p.1citados se.¡n más difkiles de lo que deberí.1n ser, cortvirt ic�ndolJ en tmJ gr.1n mentir.¡ _ Poder caminar, ver, oír, estJr rel.l l ivJmente libre de dolor 0 cornurlicJrse correctamente son, ba¡o cualquier condición son.1 l , Juténti<"Js venta¡ as. Decir esto no es neg.1r que la gente que cJrc'n' de estas capacidades pueda vencer sus impedimentos y disfrutJr plenamente de sus vidas. Sin emb.1rgo. no estJrnos rnost r.1ndo mngún pre¡ uicio contra los discapacitados si prdénmos, bien p.1r.1 nosotro s mismos o para nuestros hi¡os, no enfrentJrnos .¡ b.1rreras tJTI grJTHks que superarlas sea en si mismo un triunfó.

68

3

¿Igualdad para los animales? ----

Racismo y especieísmo

l �n e l capítulo 2 , di a entender que el principio fimdamental de

la igualdad, sobre el que descansa la igualdad de todos los seres

humanos, es el principio de igual consideración de intereses . Sólo

un principio moral básico de este tipo nos permitirá def(·nder

una fórrna ele igualdad que incluya a todos los seres humanos.

con todas l.1s dif(·rennas existentes entre ellos. A contmuación,

postular(· que mientras este p rinnpio proporciona déctivamente

una base adecuada para la igualdad humana, (·sta no puede limitarse

a los humanos. En otras palabras, sugerir(· que , habiendo aceptado

el principio de igualdad como base moral sólida para las relaciones

con otros miem bros de nuestra propia especie, igualmente nos

compromet ernos a aceptarlo corno base moral sólida para las

relaciones con los que no pertenecen a nuestra propia especie:

los amrnales no humanos.

•:, .1 A primera vista, esta sugerencia puede parecer extraña. Estamos

1 1 l

acostumbrados a considerar la discriminJción contra miembros de

minorías raciales, o contra la rnu¡ er, como una de las cuestiones

más importJntes .1 nivel político y moral a las que se enfrenta el

mundo hoy día. r�stos son temas muy serios, que merecen que

cualquier persona preocupada les dedique t iempo y energía, pero

¿qu(· ocurre con los anirnales7 ¿No se encuentra el bienestar de los

animales dentro de una categoría diférente: una preocupación para

69

Page 44: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

las personas locas por los perros y los gatos7 ¿Cómo es posible que

alguien des perdicie su t iempo en el terna d e la Igualdad para los

animales cuando se les mega una verdadera igualdad a tantos seres

humanos?

Esta actitud wfle¡a un pre¡uino popular en contra de tornar en

serio el inten�s de los animales, pre¡uirio que no tiene rne¡ores

fimdarnentos que el pre¡uino de los pro pietarios de esclavos

blancos a la hora de tornar en seno el int er(•s de sus esclavos

africanos. Nos resulta f:ícil crit icar los pre¡u icios de nuestros abuelos,

de los que se l i beraron nuestros padres . Es más difiol que nos

d istanciemos d e nuestros propios puntos de vista, para así poder

buscar, desapasionadamente, los pre¡uicios que se enruent r.In

de ntro de las creenci;¡s y valores que mantenernos. I .o que rH'Ct'SI­

tarnos a hora es la voluntad de proseguir los argumentos hasta donde

nos l leven, sin la suposición previa de que este te rn,¡ no merece

nuestra atención.

El argumento para extender el principiO de igualdad más allá d e nuestra propia especie es muy simple , tan simple que no abarca mucho más que una comprensión clara de la naturaleza del principio de igual consideraCIÓn de int ereses. Y a hemos visto que este principio implica que nuestra preocupanón por los dern.is no debería depender de cómo son, de las capandades que poseen (aunque las característ iCas de los af(·ctados por nuestras acCiones hagan variar precisamente lo que hag.unos a consecuencia de ('St.t preocupación) . Tornando lo antenor romo base, podernos decir que el hecho de que algunas personas no sean miembros de nuest r,¡ raza no nos da derecho a ex plotarlas, del mismo modo, el hecho de que algunas personas sean menos mteligentes que otras no significa que podamos hacer caso ormso de sus mtereses. Sm embargo. el principio tarnbi(·n implica que el hecho de que algunos seres no

70

' ,,

' 1 ,, '

¿Igualdad para los animales7

sean miembros de nuestra especie no nos da derecho a explotarlos,

y del mismo modo e l hecho de que otros animales sean menos

intel igentes que nosotros no implica que se pueda hacer caso omiso

de sus in tereses.

Veíamos en el capítulo 2 que muchos filósofós han ddéndido

la igualdad de consideración de intereses, de una fórma u otra, como

principio moral básico. Solamente unos pocos han reconocido que

el principio presenta aplicaciones que van más allá de nuestra

propia especie , siendo uno de esos pocos Jeremy Bentham , el

padre del uti l itarismo moderno. En un fragmento vaticinador,

escrito en un periodo en el que se trataba todavía a los esclavos

africanos de los dominios británicos de una forma muy parecida

a como tratarnos a los animales no humanos hoy en día, Bentham

escribió:

Es probable que l legue el día en el que el resto de la creanón

annn.tl adqu iera aquellos derechos que nunca, sino por las manos

de la t iraní,;, podrían haberles sido negados. ! .os franceses ya han

descubierto que d color negro de la piel no es una razón por

la que un ser humano deba verse abandonado sin rermsión al

cap richo de un torturador ! .legar:t el día en el que se reconozca

que el nú mero de piernas, la vellosidad de la piel , o la t errnmanón

del os sacrurn, sean ra1.ones tgualmente msufinentes para abandonar

a un ser sensible al rmsmo destino: ¿Qui· más ha de ser lo que

trace la línea msuperabJe7 ¿Es la !Jcultad de razonar, o quizás la

fJrultad del discurso7 Sin embargo, un caballo o un perro adulto

es, más allá de toda comparación, un animal más racional y más

comunicativo que un nirio de un día, o de una semana. o mduso

de un mes. Pero incluso suponiendo que fuese de otr.t forma,

¿qu(• importaría7 I .a cuestión no es: ¿pueden razonar7 ni tampoco:

¿Pueden hablar7 sino: ¿Pueden sentir el sufrirnicnto7

71

Page 45: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

En este pasaJe. B(•ntham señal.¡ la capacidad para suffir como Ja

característica vital que otorga a un ser el derecho a la igualdad

de consideración. La capacidad par.¡ sufrir -o más concretamente,

para el sufi-irniento y/o fldra el goce o J.¡ f(•licidJd - no es sólo otra

caract(•rística más corno la capacidad para el IenguJje, 0 para J.¡s

matemáticas de nivel superior. Bentharn no d ice c1 ue los que tratan

de señalar "la línea insuperable" que determina si los inten·ses de

un ser deberían tenerse en cuenta, hayan P!egido la característica

errónea. La capacidad para sufrir y gozar de las cosas es un requisi to

previo para tener intereses de cualquier t ipo, tHIJ condición que

debe ser cumplida Jntes de que podamos hablar dP intereses

de fc>rma significativJ. No tendría s(•ntido dPcir que el qu(• un

niño le eh> una p.!tad.¡ a una piPdra va en contra dP los interPses

de (•sta . Una piedra no tiene int erPses porque no puede sufrir.

Ninguna de las cosas que h.tgJrnos puede ck ningún modo af(·ct ar

su bienestar. Un ratón, s in Prnbargo, si t iene inter(·s en que no

sea atormentado ya que los ratones sufren si se les trJtJ de estJ

manera . Si un ser sufí-e, no puede existir ningún tipo de justificación

moral para rechJzar que ese suffirniento sea tenido en cuenta . Cualquiera qup sea la naturaleza dPI SPr , el principio de igualdad requiere que el sufrimiento sea considerado de igual mJnerJ que igual sufí-irniento de cualquier otro spr en tanto en cuanto se puedan establecer compJrJciorws de Psta índole Si un ser no es capaz de sufrir, o de experirrwntar gozo o ft·l icidJd, no Pxiste nada para tener en cuentJ. (�stJ Ps J.¡ r.tzón por J .¡ que el lírrute de la sensibilidad (usando el t(•rrnino como fórrn.¡ conveniente aunque no del todo exacta, para rd(•rirnos .¡ IJ cJpacidJd para sufí-ir o para PxperirnentJr placer o fdicidad) c·s el único l ímite def(•ndibl(• dP preocupación por los interesps dp los dPmás. SeiülJr

72 , . . ,

1 '

¿Igualdad para los animales7

este l ímite mediante alguna caractPrística corno la inteligencia o

la racionalidad, sería restringirlo de fórrna arbitraria . ¿Por q u é no

elegir otra característica corno por qemplo el color de la pieP

Los r Jnstas violan el principio de igualdad a l dar mayor peso a

los intereses de los miembros de su propia raza cuando se produce

un conflicto entre sus mten•ses y los de los mie mbros de otra raza.

Es típico de los racistas de origen europeo no aceptar que el dolor

importe por igual cuando af(·cta por eJemplo a los africanos y a

los europPos. Igualmente, aquellas personas a las que yo l lamaría

"especieístas" dan mayor valor a los intPreses de los miembros de

su propia espPcie cuando se da un conflicto entre sus intereses

y los intereses de los miembros de otra espPcie. Los espPcieístas

humanos no aceptan que el dolor sea tan malo cuando lo sufren

los cerdos o los ratones por un lado, y los humanos por otro. f�ste es en realidad todo eJ argumento en favor dP qup eJ

principio de 1gualdad abJrque a los anirnalPs nu humanos ; sin

embargo, en la práctica pu ede h.1ber alguna duda sobn• lo que

implica esta igualdJd. Concretamente, la últ ima frase del párrafó

anterior puede inspirar a a lgunas personas a rep licar: "No p uede

ser que el dolor sentido por un ratón sea tan malo como el sentido

por u n humano. Los humanos son mucho más conscientes de lo

quP les está ocurriendo y esto hace que su sufi-irniento sea mayor.

No se puede eqll lparar el sufdrniento de, digamos, una persona

quP se está muriendo lent arnentP dP cáncer con PI dP u n ratón de

laboratorio que est(· sufdPndo PI mismo dPslino".

AcPpto totalmente qup en el caso descrito la víctima humana

de cáncer normalmente sufrirá más que la víctima no humana

de cáncer . Pero esto de ninguna manera debilita c·l que la igual

consideración dP mtPreses se h.1ga extensiva a los no humanos.

Más tnen q u 1erc· decir que debernos ser muy cuidadosos a la hora

73

Page 46: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

.de comparar los intereses de especies di f(•rentes . En det erminadas situaciones, un miembro de un.¡ especie sufrirá más que el miembro de otra especie. En este cJso, aún deberíamos aplicar el principio de igual consideración de int ereses, pero <>1 r<>sultado d<> hJcerlo será, por supuesto, el dar prioridJd a aliviJr el sufrimiento mayor. Un caso más sencillo puede con t ribuir .¡ de¡arlo más claro.

Si le doy una palmada fiierte <>n el lomo a un cJbJllo, (•ste puede sobresaltarse, pero probJ blemente sentirá poco dolor. Su piel es ¡0 bastante d ur.¡ como p.1r.1 protegerlo de una s imple ¡JJlmJda. Sm embargo, si le doy una p.¡Jrn.¡clJ de las mismas carJcterísticJs a un beb{> , llorará y probablemente sentirá dolor, y.¡ c ¡ue ],1 p1e! del beb(· es más sensible. Por lo tanto, es peor d.1rle l inJ p.drnJdJ .¡ un beb(· que a un caballo, si am bas se dJrl con ].¡ rmsrn.¡ fiH·rzJ. Pero debe haber un tipo de golpe -no conozco exJctJrnente cuál sería, quizás un fuerte golpe con un palo · c¡ue k duel.¡ .¡J cJbJllo tanto corno .¡J beb(> k duele una simple palmada. A esto me refiero con "el mismo dolor" y , si considerJrnos que está �na! que un nirlo pequerlo sufr.¡ ese dolor sm una buena r.¡zón, debernos, a menos c¡ue seamos especieístas, ccms1derar que igu.¡Jmente está rn.¡J infligir el mismo dolor J un cabJllo sm un.¡ buen.¡ rJzón.

Existen otr.¡s dif(•rennas entre los humanos y los animales

que plantean otro tipo de dificultades. ! .os seres humanos adultos

normales poseen un,¡ c.lpacidJd rnent.¡ J que, en determinadas

circunstanciJs, les hJn• sufrir más c¡ue .¡ los .mirn.¡Jes en J.¡s rnisrn.¡s

circunstJncias . S i , por e¡ernplo, dendi('sernos l levJr a cabo una serie

de experimentos científicos kt.l les o muy dolorosos con adultos

humanos norma les, secuest rJdos de p.1rques pú blicos .¡J azar con

este propósito, los adultos que ent rasen en los p.1rc¡ues sentirí.¡n

miedo de ser secuestrJ dos. El terror result Jnte sería lHlJ fórma

de sufrimiento adicional al dolor cJusado por el experimento. ! .os

74

¿ Igualdad para los animales?

mismos experimentos llevados a cabo con animales no humanos

provocarían menos sufrimiento dado que los animales no tendrían

el temor anticipado a ser secuestrados y a que experimenten con

ellos. Por supuesto, esto no significa que sería correcto llevar a cabo el

experimento con animales, sino so!Jmente que existe una razón, que

no es especieista, para prefáir usar a los animales en lugar de a los

humanos adultos normales, si es que hay que hacer el experimento

a la fiwrJ:a. No obstante, debemos hacer notar c¡ue este mismo

argumento nos da una razón para prefáir utilizar a nirlos -quizás

hu(•rfanos - o humanos con graves discapacidades a mvd intelectual en

los experimentos, en lugar de a Jdultos, ya que los nirlos y los humanos

con graves discapacidades intelectuales no tendrían Idea de lo que

les iba a ocurrir. Teniendo en cuenta este argumento, los animales

no humanos y los nirlos y humanos con graves discapacidades

intelectuales se encuentran en la misma categoría; y si usamos este

argumento para JUStificar los experimentos con Jnirnales no humanos,

debemos preguntarnos si igualmente estarnos dispuestos a permitir la

experimentación con nirlos y con adultos con graves cliscapacidades

intelectuales. Si hacernos una distmción entre los animales y estos

humanos, ¿cómo pod<>rnos hacerlo, SI no es basándonos en una

pref(•rencia, indef(·ndible moralmente, hacia los miembros de nuestra

propia esp<>cie7

! .os poderes rn<>ntales supenores de los hu manos adu ltos

normales suponen u na diférenciJ en muchos terrenos: la capacidad

de anticipación, la memoria más detallada, mayor conocimiento

de lo que ocurre, etc(•tera . Estas dif(·rencias explican por qu(•

es probable que un ser humano que se muere de cáncer sufra

más que un ratón . I .a angustia mental es lo que hace que la

posición humana sea más dificil de soportar. De todas rnan<>ras,

no todas las dif(·rencias implican mayor dolor por parte de los

75

Page 47: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

seres humanos normales. Los animales, algunas veces, pueden sufí-ir

más debido a su conocimiento más limitado. Si , por e¡ernplo, en

una guerra cogemos prisioneros, podernos Pxplicarles que aunque

tengan que padecer el ser capturados, registrados y confinados,

no sufrirán otro daño y serán puPstos en libertad al finalizar

las hostilidades. Sin embargo, si capturarnos Jnirnalps salva¡es,

no podremos explicarles que su vida no está amenazada. Un

animal salva¡p no puede distinguir la intención de c<�plurarlo y

encerrarlo de lJ intención dP acabar con su vida; tanto una como

la otra provocan el mismo te rror.

Se podría plantear la ob¡eción dP q u e es imposible comparar

el sufrimiento d l' especies dif(·rentes , y qup por esta razón cuando

los intereses de los animales y de los hurnJnos entran l'n conflict o,

e l principio de igualdad no s irve d e guía. Es cierto qup no se puede

comparar con exactitud el sufrirnil'nto entre miembros de dis t intas

especies. Es más, tampoco es posible cornparJr con exactitud e l

sufrirniento entre seres humanos dif(·rentes; pero lJ exJctitud n o es

esencia l . Corno veremos seguidamente, aunque {i¡(•semos J irnpPdir

que se infliJa sufrimiento a los animJles solamente en aquel los

casos en los que los intl'reses dl' los humanos se vieran af(•nados

en mucha menor medida que los de los anirrldll's, nos veríamos

obligados a realizar cambios radicales en el trato qup damos a los

animalPs; estos cambios af(·ctarian a nuestra <hl' tJ , J los m(•todos

de cría, a los rn(·todos de ex perimentación en muchos campos de

la ciencia, a nuestro planteamiento con respt>cto J la fau nJ y a la

caza, a l uso de lr,un pas y de prPndas dl' piel, y J Jlgu nos lugJn's

de diversión tales corno circos , rodt>os, parques zoológicos. Como

resultado, se reduciría de fórrna considerable la cantidad total de

sufrimiento provocado; dt> fórrna tan considerable qul' es dificil

imaginarse otro cambio en la Jctilud moral qup llevariJ consigo

76

j -:r" ' '

1

' ' ' ·( 1 1 i

¿Igualdad para los animales7

u na reducción tan importante de la suma total de sufrimiento que

Sl' produce en e l u niverso.

Hasta ah<,ra he hablado largarnenll' sobre el suffirnienlo de los

animales, pero no he mencionado matarlos, que ha sido omitido

deliberadamente. La aplicación del principio de igualdad cuando

hablarnos de infligir sufrimiento resulta, a l menos en teoría, bastante

sencilla. E l dolor y el suffimiento son malos y deberían ser evitados

o minimizados, independientemt>nte de la raza, el st>xo, o la especie

del ser que sufra. La gravedad del dolor depende de su intensidad

y de su duración; no obstante, u n dolor de igual intensidad y

duración es igual de pequdicial ya lo sufran los humanos o los

animales. Cuando nos ponernos a considerar el valor de la vida,

no se puede afirmar con tanta confianza que una vida es una vida,

y de igual valor, ya se trate de una vida humana o de la vida de un

animal . No caeríamos en el especieísmo si mantenemo� 4ue la vida

de u n ser consciente, con capacidad de pensamiento abstracto, de

planificar el finuro, de actos de comunicación complejos, etcétera,

es más valiosa que la vida de un ser sin estas capacidades. (No digo

que esta visión seJ o no ¡ ustificable, sino que simplt>mente no se

puede rechazar por ser especieísta ya que el mantener que una vida

es más valiosa que otra no se hace en razón de la especie) . E l valor

de la vida es una cuestión (•lica de notoria dificultad y sólo después

de discutir e l valor de la vida en general se puede alcanzar una

conclusión razonada sobre el valor comparado de la vida humana

y animal; pero (•ste es tema de otro cap ítulo. Mientras tanto, el

Pxt ender el principio de igual consHleración de mtereses más allá

de nuestra propia espPcie hace que de (·1 se deriven conclusiones

important es, mdependientemente de nuestras conclusiones sobre

el valor de la vida.

77

Page 48: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

El especieísmo en la práctica

Los animales como alimento

Para la mayor parte de las personas en las sociedades urbanas

modernas, la hora de la comida es la principal fórrna de contacto

con los animales no humanos. El uso de los an imale s corno alimento

es con toda probabilidad la fórrna más antigua y más generalizada de

uti l ización de los animales. Igualmente, en cierto se nudo constituye

l a forma más básica de utihzanón de los animales, la piedra angular

sobre la que descansa la cn·encia de que los a rurnales existen para

nuestro placer y convemenci.1 .

S i los animales fiwran d ignos de consideración por derecho

propio, nues tra utdizauón de los animales corno al imento llegaría

a ser cuestionable, sobre todo cuando la carne de los animales

constituye un lu¡o más que tUia necesidad. Se puede ¡ust i ficar a

los esquimales que viven en un medio en el que deben matar

animales para conseguir comida o monrse de hambre, afirmando

que su inter(•s por sobrevivir prevalece sobre el de los animales

que matan. l .a mayoría de nosotros no nos encontrarnos en

posición de def(·nder nuestra dieta de esta manera. ! .os ciuda ­

danos de sociedades mdustnalizadas pueden acceder a una d ieta

adecuada faci lmente sin recurrir a la carne de los animales. ! .as

investigaciones m(�dicas indican abrumadorarnente que la carne

de los animales no es necesaria para tener u na buena salud o

aumentar la longevidad . l .a producción animal en las sociedades

industrializadas tampoco re sulta un rn(·todo eficaz de producir

alimentos ya que la mayoría de los animales que consumirnos

son engordados con cereales y otros a l imentos que se podrían

comer d irectamente. Cuando los animales son al imentados con

78

• r

1 í

¿Igualdad para los animales7

grano, la carne para consumo humano sólo mantiene alrededor

del 10 por uento del valor nutricional del grano. Por lo tanto.

exceptuando a los anima les que se crían completamente en tierras

de pasto no adecuadas para el cultivo. los animales no se comen ni

para me¡orar l a salud, ni para aumentar la producción de al imento.

I .a carne es un lu¡o y se consume porque a la gente le gusta

su sabor

Al considerar la (·uca de la utdi1.ación de la carne animal como

alimento humano en las sociedades industrializadas, tenernos en

cuenta una situación en la que hay que sopesar un interés humano

relativamente secundario con respecto a la vida y el bienestar de los

animales af(·ct ados. El principio de igual consideración de intereses

no permite que los mtereses princi pales sean sacrificados en aras de

mtereses secundarios.

El argumento contra la uti l izac ión de los animales corno

al imento alcanza su mayor fúerza cuando se h ace que los animales

tengan una vida miserable para conseguir que su carne esü• dis­

ponible para los humanos al menor coste posible. ! .os m(·todos

modernos de cría mt ensiva de ammales constituyen la aplicación

de la ciencia y la tecnología a la actitud de que los animales

son ob¡etos a nuestra d isposición. Nuestra soncdad, para que

tengamos carne en nuestra mesa a un preno asequible, tolera

rn(·todos de producción de carne que hace que se encierre a

animales sensibles en condiciones de hacinamiento inadecuadas

durante toda su vida. Se trata a los animales corno máquinas que

transfórman el fórra¡e en carne y toda innovación que implique un

"índice de transformación" mayor tendrá todas las posibil idades de

ser adoptad a . Tal corno ha indicado una autoridad en el tema, " l .a

crueldad se reconoce solamente cuando cesa la rentabil idad". Para

evitar el espeueísrno hemos de acabar con estas práct icas. N uestra

79

Page 49: Peter Singer -Ética Práctica-

f:!ica práctica

compra es el único tipo de apoyo que necesitan las gran¡as de

cría intensiva. La decisión de de¡ar de darles ese apoyo puede

ser difici l , pero es menos d ifinl de lo füera para tUl blanco del

sur de los Estados Unidos ir en contra de las t radiciones de

su sociedad liberando a sus esclavos; si no cambiarnos nuestros

hábitos alimenticios, ¿cómo podemos censura r a los propietanos

de esclavos que se negaban a cambiar su modo de vida7

Estos argumentos son aplicables a los animales que proceden

de gran¡as de cría intensiva. lo que implica que no deberíamos

comer pollo. cerdo, o ternera. a menos que sepamos que la carne

q u e comernos no ha sido producida mediante estos m(•t odos de

cría . ! .o mismo puede decirse de la carne de vacuno que procede de

ganado mantenido en corrales ab.trrota dos (tal y como ocurre con

la mayoría de la carne de vacuno producida en los Estados Unidos) .

Los h uevos proceden de aves criadas en pequeñas ¡aulas metálicas.

tan pequeñas que no es posible que los animales estiren las alas. a

menos que se trate de "hu evos de corral" (o a menos que se viva

en un país relativamente i lustrado corno Suiza. que ha prohibido

la cría de aves en ¡ aulas) .

Estos argumentos no nos conducen directa mente a una dieta

vegetariana, dado q u e algunos animales. por e¡ernplo las ovejas. y en

algunos paises las vacas , todavía pastan en l ibertad al aire libre. Esto

podría cambiar pues el modelo americano de engordar el ganado

en corrales hacinados se está extendiendo a otros p.tises. M ientras

tanto, la vida de un animal que pasta al aire libre es sin duda alguna

me¡or que la de los animales criados de fórma mtens iva. Aún así,

es dudoso que uti l izarlos como alimento sea compatible con la

igualdad de consideración de intereses. Por supuesto. uno de los

problemas es que ut il izarlos como alimento implica mat arlos. pero

(•ste es un terna al que. como ya he indicado. volveremos cuando

80

1

1 \

¿Igualdad para los animales7

se haya discutido el valor de la vida en el próximo capítulo. Además

de quitarles la vida, hay otras cosas que los animales tknen que

padecer para que podamos disponer de ellos en nuestra mesa a

ba¡o precio. La castración. la separación de la madre y sus crías.

la ruptura de los rebaños . la marca, e l transporte y finalmente el

momento de l a muerte: todas estas acciones con toda probabilidad

l levan consigo sufrimiento y no tienen en cuenta los intereses de los

amrnales. Posiblemente se puedan criar animales a pequeña escala

sin que sufran de esta manera . sin embargo. no parece ser rentable

0 práctico hacerlo al nivel requerido para alimentar a nuestra

importante poblanón urbana. De cualquier manera. la cuestión

trascendental no es si la carne de los animales podría producirse

sin sufdmiento. smo si la carne que pensarnos comprar ha sido

producida sin sufi-Imiento. A menos que confiemos que sea así.

el prinCipio de 1gual consideranón de intereses implica que está

mal sacrificar intereses import antes de un animal para �atisfacer un

inter(·s menos importante nuestro, por consiguiente deberíamos

boicotear el producto final de este proceso.

Para aquellos de nosotros que vivimos en ciudades en las que

es dificil saber la manera en la que han vivido y muerto los animales

que podamos ingerir, esta conclusión nos l leva muy cerca de un

modo de vida vegetariano. Comentad· algunas ob¡eciones en la

última secnón de este ca pítul o .

La experimen tación con animales

Quizás la u t i l ización de los animales en los expenmentos sea el

campo en el que el espeneísmo se puede observar con más

claridad . En este caso el tema aparece con toda su crudeza. ya que

81

Page 50: Peter Singer -Ética Práctica-

É!ica práctica

los inves tigadores a menudo intentan JUstificar sus expenrrwntos

con animales afirmando que (•stos conducen a hal lazgos sobre los

humanos; si esto es así , el investigador d dw estar de acuerdo en

que los animales humanos y no humanos son similares en aspectos

cruciales. Por eJ emplo, si obligar a una rata ,1 elegir ent re morirse de

hambre o cruzar una barrera elect nficada para conseguir alimento

nos proporciona infórmación sobre las reacnones de los humanos

a nte el estrés, entonces debernos dar por sentado que la rata swnte

estn•s en este tipo de si tuación

A veces se cree que t odos los experimentos con arurnales son útiles para ciertos obJetivos médKos vitales y se pueden JUsllficar basándose en que al ivian más sufrirruento del que provoc.m . Sin embargo, esta creenna tan cómoda es errónea. ! .as empresas de cosm(·licos prueban los nuevos champús y cosm(·ticos que pretenden comercializar aplicando soluciones muy concentradas de producto en los OJOS de los coneJos, en una prueba que se conon· por el nombre de test de Dra1ze. ( I .a presión del movaniento de liberación ammal ha conseguido que varias empresas de cosm(•t icos abandonen esta práctica. Se ha encontrado un test alternativo, en el que no se uti l izan animales. No obstante, muchas empresas, entre las que se incluyen algunas de las prinnpales, todavía siguen aplicando el test de Draize). ! .os adit ivos al imenticios, entre los que se incluyen colorantes y conservantes artlfinales, se prueban mediante lo que se conoce como I .D50, un.1 prueb.1 diseñada para encontrar la "dosis letal", o el nivel de consumo que haría que el 50 por ciento de una muestra de animales mu nese. Durante este proceso casi todos los .mimales sufren graves enf(·rrnedades antes de que finalmente algunos mueran y otros consigan salir adelante. Estas pruebas no son necesanas para evitar el sufraniento humano: aunque no hubiera alternativa al uso de los animales

82

1

¡1 1

j 1 1 �

1

1 ' 1 �

¿Igualdad para los animales7

para comprobar la segu ndad de estos producto s , ya contamos

con champús y colorantes ahmentKIOS de sobra. No tenemos

la nen·s1dad de desarrollar nuevos productos que pueden ser

peligrosos.

¡.:r1 muchos países, las fiH·rzas arm.Hias realizan experimentos

atroces ron .uHrnales , que rara vez salen a la luz. Para dar u n solo

e¡ernplo: en el Inst i tuto de Radiob10logía de las Fuerzas Armadas

estadoun idenses en Bet hesda, estado de Maryl.Hld, se ha entrenado

,1 monos rhesus par,¡ que corran dentro de una gran rueda. Si se

detienen demasiado, la rueda gira más lentamente tambi(·n, y los

monos renben una descarga ekct nc.l Una vez que se ha entrenado

a los monos para que co rr.m durante largos períodos de tiempo, se

les somete a dosis de radianón letales. Más ta rde rmentras Sienten

náuseas y vomita n , se les obliga a segUir cornendo hasta que no

pueden más y caen. Se supone que esto proporCiona mfórrnación

sobre la ca¡Mcidad de los soldados para segu ir luchando después

de un ataque nuclear.

De igual manera, tampoco se pueden defénder todos los

experimentos ur11versitanos basándose en que evitan más sufri­

rmento del que mfligen. Tres mvesllgadores de la Universidad de

Pnnceton mantuvieron a 2'>6 ratas ¡óvenes sm corr11da ni agua hasta

que murieron: l legaron a la conclusiÓn de que las ratas JÓvenes

baJO conchnones extremas de falta de agua y alimento son mucho

más aelivas que las ratas adultas normales que chsponen de agua

y alimento. En una serie de expenmentos muy conocidos que

tuvwron lugar durante más de q umce ar10s, los monos eran

criados en conchciones de ais larrH ento total y de pnvación materna.

1 1 . F. Harlow del Inst ituto de InvestigaCión sobre Pnmates de

Machson, estado de Wisconsin, descu bnó que de esta manera

los monos podían ser reducidos a un estado en el que, cuando

83

Page 51: Peter Singer -Ética Práctica-

!!rica práctica

se les poní.1 JUnto ,¡ monos norm.¡ Jes, se scnt .dJ.nl .1gaz.�pados en un

rincón mostr.m do una condinón de rrucdo y dcpn•s¡ón fWrsis tcntc .

Harlow t .lmb¡(•n produJO m.1drcs !Jn neuróticas que <'r.m capJn•s de

apl.1s tar la C.1r.1 de sus hiJOS cont r.1 el suelo y rcst rcg,¡rl,¡ cont r.1 (·s tc .

Aunque el propio l-L1rlow ya h.1 fa l lecido, ,¡lgunos de sus .mt iguos

estud i.1ntes cont imün rc,¡] ¡z,lfldo v,m,Inones de sus cxpcnmcntos

en ot r.1s llfliversidadcs de los J •:s tJdos Umdos.

En estos casos, y en ot ros muchos similan·s, los bendic1os p.1r.1

los humanos o no ex isten o son mcH·rt os, rruent r.ls que las pénhd,1s

p.1ra los rmcmbros de ot r,¡s especws son nertJs y n•,¡Jes. Por lo

tanto, los cxpenrnentos m<hc.lfl un fr.Iuso a 1.1 hor,¡ de d,1r igu,1l

cons1<kración a los mtcreses de ot ros seres, mdependwntemente

de la PSpPCIP.

En el p.1s,1do, el dcb,l tc sobre !.1 cxpcnrnPnt,ln<·m con .uum,dcs

se h.1 VIsto .\ menudo dcsv¡,¡do porque h,¡ sido pL�r�tc,!do en

t(·rminos absolutos : ¿est,¡rían los dct r.ICtorcs de ].¡ cxpcnrncnt,1ción

dispues tos ,¡ dc]Jr que rrnles de pcrson,¡s murwscn de una ternbk

enf(• rrnedad que pod rí.1 cur a rse cxpcnmcnt,mdo con un .numaP Se

t r.1ta de una pregu n t ,¡ puramPntc lupot (• t ¡ca ya que los cxpcnmcntos

no t iPncn n·sult.1dos t ,m dr.un,it icos, sin cmb.�rgo en tanto en

cuanto su natu r,¡Jez,¡ lnpot<; t i C.I <'S c iar,¡, creo que ] .¡ pregu nt .1

debe ría ser contestada afirrnJt ivarrw n t c , en o t ras p.ILdJr,¡s, s1 un

ani m.1 l , o incluso un,¡ doc cn,l, tu vH•r,¡ que sufdr cxpcnmcntos

par.¡ s.1lvar a mdcs , opmo que cst .i bien y de ,¡cuerdo con 1,1

Igua l consider,lci<Ín de int cn•ses que se,¡ .\S Í . 'J'.¡] debe ser, <·n todo

c.1so, ].¡ rcspucstJ de un u td i t ,Irist.l . ! .os que creen en los <krcchos

absolutos puPden ,¡rgu mcnt.n que s.Icri fic,H ,¡ un ser, y.1 sc,1 .uurn,¡]

o humano, p.n.¡ el bcndino de o t ro est ,i siem pre m.d . J�n este c.1so

el eXfJ<'rimcnto mmc.1 se debería lkv,¡r .1 cJbo cu,dquicr,¡ que fúcscn

las COnSCC\H'nci,!S.

84

1 t ' 1

¿ Igualdad para Jos animales?

Ahora bien, a la cuestión lupot(•tica sobre salvar a miles

de personas rrw<Lantc un solo experimento con un ammal los

det ract ores del cspccicísmo pueden responder con una cuestión

lupot(· t ica propia : ¿Estarí.1n dispuestos .1 l levar a c.1bo sus experi­

mentos con humanos hu(·rfanos con d.1ño ccrebr.1l irreversible

muy grave si (·sa fi1ese la úmc.1 mJrH'ra de salv.1r a mdes7 (Uti lizo

el t (·rmino "hu(·rLmo" p.1r.1 evitar la complicación .1ñadida de los

sentnniPntos de los padres) . SI los que n·.¡ l izan los exrn·rirnentos

no están <hs puestos a usar humanos huérfanos con daño cerebral

irreversible muy grave, su disposición para utdizar animales no

humJriOS p.�rece ser <hscnmmatona sólo basándose <'n la especie,

ya que los monos, pcrros, gatos e mduso los ratones y ratas son

más mt<'ligentes , m.is consnentcs de lo que les sucede, más sen­

sibles a l dolor, et c(· tera, que muchos de los humanos con daños

cerebrales graves que sobreviven a duras penas en hospitales y otras

inst i tuciones . No fl.lr<'Ce existir ninguna caract e ríst ica moralmente

relevante que estos humanos t engan y de la que carezcan los

.mimales. ! .os part1danos de la expPnrnentanón, por lo tanto,

muest ran su parn.1 l idad en favor de su prop1a espene s1empre

que l leven .¡ c.1bo experimentos con .1nirnaks no humanos con

propósitos que no encontrarían JUSt i fic,Hlos a ].¡ hora de usar seres

humanos de un nivel igual o i nfénor de sentnruento, connencia,

sensibil idad, etc(·tera. S I se eliminas<' PSI<' pre¡\llcio, P I número

de <'XfWnmPntos rPaliz,Hlos con .nnrnales sP redunría de fórrna

s1gmficati va.

Ot ras formas de especieísmo

MP he cent rado en la utilu.anón de los armnales corno al imento

y en la mvcsl!ganó n , porque se trata de e¡ernplos de especieísrno

85

Page 52: Peter Singer -Ética Práctica-

�:r ica práctica

sistemático J gr,m ese.¡].¡_ No son, por supuest o , los ú rucos cJmpos

en los que el pnnnpio de Igu.¡] considerKión de mtereses, .1phcado

más allá de ] . ¡ especw humJna, presentJ consecuen n,ls prkt ic,ls.

Hay otros muchos cJmpos que pl .mteJn cuestiorws similJn•s,

incluidos el comercio de pieles, ].¡ c,¡z.¡ y sus dl f(·rent es fórmas,

los circos, rodeos y zoológicos, y el negono de los Jrlim,Iles

dom(·sticos. Dado que ].¡s cuest iones filosóficJs plJrlleJdJs por

estos tem.¡s no son muy dikrentes de l.1s que plJntt'.l ].¡ u ohzJt'Ión

de los ammJ]es como Jhmento y en experimentos, depr(· que el

lector sea e l encargado de .!phur en estos cJsos los pnrKipios d icos

.!propiJdos.

Algunas obj eciones

Present(• por pnrrwr,1 vez los puntos de VIStJ esboudos en este

capítulo en 1 9/:� . l �n ese momento, el movnniento de hlwr,1nón

Jnimal o en favor de los derechos de los armn,des no exist Í.!.

Desde entonn•s, hJ emergido un movnniento y ,¡]gunos de los

peores Jbusos con J rumJles, como el t est de Dr.1ize y el I .D'>O,

se encuent r,m ,ÜI O rJ menos exteri<l idos, ,um q u e no hJn sido

eliminJdos totJimente. El comnno de pwles h,l sufi-Ido Jt ,I<¡ues,

y consecuenciJ de el lo hJ sido que ],¡s ventJs de piel es h,m des­

cendido drJrnátic.unente en fMÍses corno CrJri Bretúi,l, l lol.¡ndJ,

AustrJhJ y los Est.1dos Unidos. Algunos p.lÍses están empezJndo ,1

margm.¡r los m(•todos de ni,¡ intensiv,¡ que imphc,!IJJrl un rnJyor

hacinarruento de los Jrl irnJles . Corno y.¡ se hJ rnencionJdo, Su izJ

hJ prohibido el sistern.¡ de pul.1s par.¡ J.¡ cri,1 de g.dlm,ls ponedor,ls.

Gran B rl'laf¡ .¡ hJ prohii)J(lo ].¡ <TÍJ de terneros en pequerlos estJblos

individuales y de Igu.¡] rn.¡m•r.¡ está h,ltwndo des,¡p.¡n·cer ].¡s

86

1 �

( l

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(

¿Igualdad para los animales7

poci lgas indivHluales para cerdos. Suecia, a l igual que en otros

campos de refórmJ soual, se encuentra también a la cabeza en este

.¡specto : en 1 988 el parlamento sueco aprobó u n a ley que , a lo largo

de <hez años, conducirá a la e l iminación de todos los sistemas de

cría intensiva que confinen .¡ los armnales durante ].¡ rgos períodos

e Impidan que l leven a cabo su conduna naturaL

A pesar de la creciente aceptación de mu chos aspectos de la

causa por la liberación ammal, y del lento pero tangible progreso

en nombre de los animJles, hMl surgido una serie de objeciom·s.

algunas claras y predecibles. otras más sutiles e mesperadas. En esta

secnón fina l del capítulo tratad· de dar respuesta a las objeciones

más Importantes, empezando con ].¡s más clJras.

¿Cómo sabemos que los animales pueden sentir dolor?

¡.:¡ dolor de otro ser, y.¡ sea humano o no, no puede expenmentarse

direct amente . Cuando veo que mi hqa se cae y se araña ].¡ rodil la ,

s(· que siente dolor por la fórma en que se comporta. Llora, me

dice que le duele la rodil la , se frota donde le duele, eLc(•tera. Yo

mismo me comporto de fórma parenda quizás más inhibido­

cuando algo me duele y por lo tanto acepto que mi hija sienta

algo parecido .¡ lo que yo sient o cuando me araf10 ] .¡ rodi l la .

¡.:¡ fimdJrrwnto de rru creencia de que los amrnJies pueden

sentir d olor es s imilar a l fimdamento de mi creencia de que

rm hi Ja puede sentir dolor. ! .os annnales que Sienten dolor se

comportan de mJnera muy parecida .¡ los h u manos, y su conducta

es suficiente J USt ificaCión para creer que sienten d olor. Es cierto que,

exceptuando a los monos que han sido enseüados a comunicarse

me<hante lenguaje de signos, no pueden decir que sientan dolor,

87

Page 53: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

pero tampoco podía hablar mi lu¡a ruando era muy pequefi a . Ella encontraba ot ras fórmas de mostrar su estado intenor, demos trando, por lo tanto, que podernos estar seguros de que un ser siente dolor aunque no pueda usar el lengua¡e .

Para respaldar nuestra deducción de la conducta .numal, podernos señalar el hecho de que el sistema nervioso de tod os los verte­brados, especialmente de p.ípros y m.nnifi:ros, es en lo fü ndament.I l similar . ! .as partes del sistema nervioso humano rel.H'IOnadas con el dolor son rel.It¡v,uncnte ant igu.Is en t ('rrrunos evol ut ivos. A dif('n'ncia del córt cx cerebr.1l , que sólo se des.�rrolló completa mente despu('s de q u e nuest ros antepas.1dos se sep.1raran de ot ros mamif('ros , el sistema nerviOso b.is1co evolunonó en .mt epasados más distantes comunes a nosot ros y al resto de los annn.1 les "superiores". Este ¡Mralelismo an.It órruco hace prob.1ble que 1.1 capacidad de sentir de l os anim.des se.1 s imil.u ,¡ ).¡ nuestra .

Es significativo que ninguno de los fiwdament os que tenernos para creer que los arum.d es swnten el dolor se pueda mantener en el caso de las plantas. No podernos observar ningún cornport .nniento que sugiera dolor las pretensiO nes sens.H'IOnalist .Is en sent ido contrario no se han podido mant ener y las plant .ls no poseen un sistema nervioso de orgaruzanón cent r.1l corno el nuestro .

Si los animales se comen entre ellos, ¿por qué no d ebemos comerlos nosorros?

f�sta puede ser denominada !.1 ob¡ eción d e Ben¡armn J.'ranklm,

quien nos cuenta en su Autobwgralla que d u rante un t iempo file

vegetariano, pero que su abstmenna de comer c.1rrH' arum.1l acabó

cuando observó a algunos amigos preparar para freír un pescado

88

1

(

¿Igualdad para los animales7

q u e acababan de coger. Cu.mdo ab rieron e l pescado, encontraron

un pez más pequef10 en su est ómago . "B¡en" , se cii¡o lkn¡arm n

Frankl in , "s1 os com('is los unos a los otros, n o veo por qu(' n o

os vamos a comer nosot ros" y procedió a hacerlo.

J.'ranklm a l menos era si ncero Al contar esta histona, confiesa

que se convenció de la validez de la ob¡enón sólo dcspu('s de que el

pez se encontrara ya en la sartén y oliendo "admirablemente bwn"; e

inci ica que u n a de l;¡s venta¡as de ser una " criatura razonable" es que

uno puede encontrar un.1 razón para cualquier rosa que deseemos.

¡ .as r('pl icas que se pueden hacer a esta ob¡enón son tan evide ntes

que el que Franklm la aceptara ciicc m.is en favor de su amor por

el pescado ffito que de su poder de ruonamient o . Para empezar,

la m.1yori.l de los annnales que mat.m para comer no podrían

sobrevivir si no lo hineran, rmentras que comer carne animal no

es una nen'sid.1d pan nosotros Además, es sorprendente que los

hu m.mos, que norma lmente creen que el compo rt.umento animal

es "bestial" , ut i l icen, cuando les conv1em· , un argu mento que implica

que deb.unos fi¡.Irnos en los .nu rnales corno gui.1 moral . El punto

m.is dens1vo, sm em bargo. es que los annnales n o humanos no sean

c.I¡Mn's de considerar l.1s al ternat ivas chsporubles o de reflt•x¡onar

sobre la (·t K.I de su dl(' ta . De .1quí que sea nnpos1bk mant ener que

los .mnn.des son responsables de lo que hacen, o ¡ ut.gar que, ya

que mat.m el los, "se merecen" ser tr.I tados de !.1 rrusma manera.

Por otr.l parte, los que lean estas l íneas deben considerar h .1sta qu(·

punto son ¡ust i firabks sus h.ibitos .Ilnnent icios. No se puede evadir

1.1 responsabilidad mut.mdo ,¡ seres que son mca paces de tornar esta

deCIS IÓn.

A veces, se seri .1la e l hecho de que los armn a les se comen entre si

para hacer una ob¡enón l igeramente dist mta. Se d1n· que este hecho

sug1ere n o que los animales rnen·zcan ser cormdos, smo que existe

89

Page 54: Peter Singer -Ética Práctica-

!!rica práctica

una ley natural según IJ cu.1l e l rn.ís fúerte se come J I rn.ís ckbil , un t ipo de d a rwiniJnJ "supervivenn,¡ de los más fúert es" según la cual a l comer amrnales , rnerJrnente desern¡wrl.!rnos nuest ro papel

EstJ interpretación de l ,¡ ob¡enón cometP dos errorps b.ís1cos: uno es un error de hecho y el otro de razon.Hniento. 1·:1 error de hecho reside en IJ presunción de <¡ue nuest ro consumo dP animales <'S parte del p roceso evolut ivo nJ turJ I . listo puede ser cierto en unas cu.mtJs cul turJs pnrrut iVJS que to<bví,1 c.li.JII par,1 J l irnentJrse, pero no t ienp n.1da qup ver con !.1 producción rnJsiv,1 de JnimJIPs dom<;st icos en gr.m¡Js de críJ int ens1v,¡ _

Supongamos qup CJZ.Íramos p.1r,¡ comer y q u e <'S t o fiwse fl.lrt e de algún t ipo de proceso evolutivo n.l turJI . Aún así , ex1s t i rí,1 un Prror de razonarruento J I suponer que porque este proceso se.1 nJtural está bien. Sin dudJ JlgtmJ , es "n,J t u rJI" p.1ra un,¡ rnu¡er tener un hi¡o cadJ a f10 o dos desde IJ pubert ,¡d h .1st .l la rnenop.1us1,1, pero Psto no significa que est(• mal mterf(·rir en est e proceso. Nt>cesitJrnos conocn IJs leyes nJt urJles que nos .¡{(·ctJn para evaluJr las cons<'etH'ncias de lo que h.1cernos; pero no t enernos por qu<'• supom•r que e l modo naturJI dP tldcer .1lgo no es susceptible de me¡ora.

Diferencias entre los humanos y los animales La existencia de un gran Jbisrno entr<' hu rn.1nos y Jnirnales no file cuestiOnJda d urJnte IJ rnJyor p.lrte de 1.1 nvdizJción occidentJI . La base dP estJ suposinón se VIO mmJd,¡ por e l hal lazgo de nuest ro origen animJI por parte de Darwm y la disminución asociad.! de la credibilidad d<· IJ tustona de nuestra CreJción DivinJ, hechos a im.1gen de Dios con .1 lrnJ inrnortJI . ParJ Jlgunos, hJ s ido d i linl

90

( , l 1

( '

1 1

¿Igualdad para los animales 7

.H:eptar que las dif(·rennas entre nosot ros y los demás animales

sean dif(·rennas de grado más que de especie. Han buscado fórmas

de t razar una l íneJ entre humanos y amrnales. Hasta la fécha estos

l ímit es han s1do dirneros. Por e¡emplo, se solía decir que sólo

los hu rn.1nos u t i liuban herrJ rnientas . hnonn·s se observó que e l

pá¡aro carpint ero de las Galáp.1gos usJba unJ espina de cactus para

<'xt raPr insectos de las grietas de los árboles. lkspu<'·s se sugirió

que, aunque ot ros annnJles usJran herramientas, los humanos eran

los ú mcos JmrnJles que l .1s fabricaban . Sin embargo. ]JTH' Goodall

descubnó que los dump.Hle<;s en l.1s selvJs de TJnzJma rnastlCaban

ho¡Js para h.HTr tlHJ espon¡J q u e absorbiera e l agu J , y cogían ho¡as

de l.1s ramas ¡Mra h.H·er herrJrnientJs que c.1ptur.1ran msectos . El

uso d el lengu.¡ ¡e consti t uyó otrJ l ínPa de dif(·renCIJCIÓn, pero hoy

en día .1lgunos dmnpJnc(·s. gon lJs y un orJngután h.1n .1p ren<hdo

el ArneslJn , el lengua¡<· <k signos <k los sordos, y existen pruebas

que sugieren que l.1s bJllenJs y los de lfines probJbkrncntr lt>ngan

un complt>¡o lenguJj<' propio.

Aún si estos intentos de t r,¡zar la líne.1 en tre hurnJnos y Jnirnales

se viesen n·sp.1ldados por l.1 r<'Jlidad de l .1 sltuanón, seguirían sin

tener rungún peso moral . Corno seiülaba lkntham, t>l hecho de que

un ser no u t 1hce u n lengua¡e o no hagJ herrJrnientJs no es razón

parJ 1gnor ar su sufrnnH'n t o . Algunos filósofós han .¡firmado que

<'XIste unJ dd(·rpnn.l más profún d.L I !Jn afirmado que los armnales

no pueden p<'n�ar, m razonar y por cons ig\l lente no t ienen una

com·<'fKIÓn de sí rrusmos, no t ienPn concH'ncia ¡nop1a. Viven e l

mstante prese nte y no se ven corno enti<LHks dJI(·rennadas con

un pasado y un fúturo . T.1rnpoco t ienen autonomía, upandad para

deg1r el modo de vivir su propi.I vidJ. Se h .1 sugendo que los seres

.Jut ónomos, con com·wnnJ prop1.1 , son en cierto modo mucho más

valiosos, m.ís nnportJntes rnor.Ilrnent e, que los seres que viven el

9 1

Page 55: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética prác!Ica

momento , sin la capacidad para verse corno seres di férennados con

pasado y fin uro. De acuerdo con esta visión, los intereses de los seres

au tónomos, con ccmuenua propia , normalmente deberían tener

prioridad sobre los intereses de ot ros seres.

No voy a considerar t•n este momento si algunos animales no

humanos son autónomos o l lenen connencia p;op1a . La rJzón de

esta omiSIÓn es que personalmente no creo que, en el contexto

actual , esta cuestión tengJ mucha nnportanciJ. HJstJ aquí t•st.Hl los

teniendo en cuenta sólo la <�phcación del prinnp10 de Igual con

sideración de intereses. h1 el próxnno capí tu lo , cuJndo anJI Icernos

cuestiones Jcerca del vJlor de la vidJ, veremos qu!' exist!'n rJt.on!'s

para <�poyar que t!'n!'r conci!'nciJ propiJ t•s un tema crunJl !'n el debate sobre si un ser l lene derecho a vivir; entonces mvesugarernos

las pruebas J favor de la connencia propia en los J rumales no

humanos. M1entras tanto , el terna rn.ís importJnte es el sigll lente :

¿le da derecho J a lgún tipo de pnoridJd de considerJnón J un ser

el hecho de tener concienna prop¡J7

i .J a firmJt ión de que los seres con connenna propiJ tH'n!'n

derecho J una consideración pnoritariJ !'S compatible con el

pnnup1o de Igual consideraCión de mt!'reses s i eqtuvale solarnent !'

J la J firrnJción de qu!' algo qu!' les suc!'de a los ser!'s con concH·nciJ

propiJ pu!'de ser cont rario J sus mteres!'s rruentras qu!' un h!'cho

sirrular no s!'rí.l cont rario a los mt!'r!'ses d!' seres sm conc1enna

prop1<1. Esto puede ser porque 1 .1 cnatur.l con conciennJ prop1.1 t•s

más consciente de lo que sucede, pu!'de si luJr el Jcontecmuento

dentro del rn.nco generJl de un período de tH·rnpo más lJrgo,

t iene deseos d 1fc.'rentes , etc(• t t'r.l Sin emb.ngo, t•s to es algo que

ya concedí al princ1p1o de este capítulo, y Sll'rnpr!' que no se

lleve hast.l extremos Jbsurdos corno ITlSlSt ir que si yo tengo

conc1enc1a propia y un ter nero no, pnvJrrrl(' de la carnl' de

92

( 1

¿ Igualdad para los animales7

t ernera me produce más su fi-imiento que p rivar a la ternera de su

l ibertad para caminar, estirarse o comer hierba- , l a s crí l!cas que

hice acerca de los expenmentos con animales y la cría in tens¡va

no dicen lo contrario

Sería distinto si se afirmase que, aunque un ser con corlclencla

prop 1a no sufi-iese más que un ser meramente sensible , e l sufi-i­

rmento del ser con concienna propia t•s más importante porque

se trata de un t ipo de ser de más valor. Esto último introduce

a firmaciones de va lor no ut i l i taristas , a firmaciones que no pro­

vienen simplemente de tomar una postu ra universal de la fórma

descrita en la últ ima secCión del capítulo 1 . Al admitir la naturaleza

provisional de la argumentaCión en favor del u tiht arismo desa­

rrollada en esa secnón, no puedo valerme de esa argumentación

para descartar todos los valores no u t ih taristas , pero , de cualquier

manera, t enernos derecho a preguntar por qué se debería considerar a

los seres con conciencia propia más vahosos y. en particular , por qu(•

el supuesto mayor valor de u n ser con conciencia propia debería

tener como resu ltado dar preférenna a los mtereses secundarios

de un ser consciente de sí mismo sobre los intereses prinCipales

de un ser meramente sensible, mduso aunque la conciencia propia

de aquél no se encuentre en Juego. J · :ste úl t imo punto t•s muy

Importante , ya que ahora no estarnos t ratando casos en los que

la v1da de los seres con conciencia p ropia se encuentre en peligro,

sino casos en los que (·stos segll lrán VIVIendo, con sus facultades

mtactas , con mdependencia de lo que dendarnos. En estos casos,

si la existencia de la concit·ncia prop ia no .1fé.·c ta a la natu raleu

de los mten•st•s comparados, introducir la connencia propia en el

debate no t•s rn.ís v.íhdo que mtroducir !.1 es¡)('cit·, la raza o el sexo en

debates similares. ! .os mten·st·s son los mtl·n•st•s y deberían recibir

1.1 rrusrna consHler .lción ya se t r.l te de los intereses de arurnales

Page 56: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

humanos o no humanos , o de annnales con conciencia propia 0

sin conCienCia propia.

Existe otra respuesta posible J la pretensión d e que la con­

cienciJ propiJ, o la autonomía, o .1lguna cJracterística sirnilJr, puede

valer para distinguir a los animales hurnJnos de los no humanos:

recuérdese que Pxisten hurnJnos discapacitados mt ekctuJlrnente

que t ienen menos d e recho J que se les consid ere conscientes de

sí mismos o autónomos que muchos animalPs no humanos . SI

usamos esta característica p .1r.1 Jbrir u n Jbisrno PntrP los humanos

y otros anirnalPs, situamos J estos seres humanos menos capaces

al otro lado del Jbisrno; y si el abismo se torna parJ estJblecer la

difáencia d e cawgoría moral, estos hurn.1nos tend ríJn la cJtegoríJ

moral de animales más que de hurn.mos.

Esta r(•pl ica es contundente pues l .1 rnJyoría de nosot ros

encuentra horrible la ide ,¡ de utilizar J hurn.nws discap JCitados

intelectualmente en e x perirnPntos dol orosos, o de engordados

para cenas gastronórrucas. · S in ernb.1rgo. algunos filósofós han

a rgumentado que estJs cons(•cuerKiJs no serían realmente dedu

cibles d e la utilización de una caract eríst ica corno la conciencia

propia o la autonomía parJ d istinguir a los hurnJnos de otros

animales . A continuación veremos tres intentos de este tipo.

La primera sugerencia es que los humanos gravemente dis­

capacitados mtdectualrnente que no poseen las cJpacidades que

distinguen a l ser humano normal de otros animales deberían ser

tratados corno si poseyeran Pstas capacidades, y.¡ que pertenecen

a u na especie cuyos miembros norrnalrnPnte las poseen. En otras

palabras, l a sugerencia quiere denr que los individuos sean tratados

no de acuerdo con sus cuali(iJdes reales, sino de .1cuerdo con las

cualidades normales propias dP su especie.

Es interesJnte ver cómo esta sugerennJ se hace para def(•nder

94

•" 1 • ¿Igualdad para los �nimales 7

que t ratemos J los rmernbros de nuestra especie mqor que a los

rmembro s de otra especie, cuando sería rechazada con firmeza

si se usara parJ JUSt i ficar que se t rJte a rmernbros de nuestra

raza o seXll meJOr que J los rmernbros de otra raza o sexo.

En el capítulo anterior, J l an.1lizar el Impacto de las posibles

di ft•rencias de cociente intelectual entre miembros de distintos

grupos (•t n icos, fuce l.1 observación evidente de que cualquiera

que sea la ddérenciJ entre los resultados medios para los distintos

grupos, algunos miembros del grupo con e l resultado medio más

baJO t endrán rrH'JOr rendirmento que algunos miembros de grupos

con resultado medio más alto, y por lo tanto las personas deben ser

tratadas corno ind ividuos y no según el resultado medio de su grupo

(·tnico, independientemente de l.1 explicanón que le demos a Psa

media . Si aceptarnos lo antenor, consecuentemente, no podernos

aceptar la sugerenna de que .1l t rJtar con hurnJnos gravemente

d iscapacitJdos mtelect ualrnente deberíamos garantlzarks el status

o los derechos norrn.1les parJ su espene. ¿Cuál es la importancia

del hecho de que en esta ocJsión la l ínea se tr;tce JlrPdedor de la

especie y no alrededor de la raza o del sexo7 No se puede insistir

en que en u n caso se t rate a los seres corno a individuos , y en otro

corno a rruernbros de un grupo. L1 pertenennJ a una espene no

es más irnportanw en estas nrcunst anciJS que l.1 pertenencia a una

raza o u n sexo.

Una segundJ sugerencia nos dice que. Junque los humanos

gravemente discapacitados intelect ualmente pueden no poseer

cap.1cidades superiores a otros animales, el los son, a pPsar de todo,

seres humanos y . corno tales, mantenernos relaciones especiales

con ellos que no te nernos con otros armnales. Corno señalaba u n

crítico d e l hbro Annnal Liberation: "La parna lidad a favor d e nuestra

prop1.1 especie, y dentro de el lJ J favor de grupos más pequeflos es,

95

Page 57: Peter Singer -Ética Práctica-

�:t ic a práCI ica

al igual que el universo, algo que <'S HH'JOr an·ptar . . El peligro de

intenLar elimin,\r e l ,¡f(•cto parcial es que puede ,¡cab.�r con 1,1 filen te

de todo af(·cto" .

Este argumento vmcula muy est rechMnente ].¡ mor.1 lidad con nuest ro af(·cto. Por supuesto, algunas personas pueden tener un,1 relación más est recha con el ser hum.mo con la m.1yor chsc,1¡l.lndad posible que con cualquier anirn.1l no humano, y seria ,1bsurdo decirles que sus sentnruentos no deberían ser de ese modo. Simplemente lo Sienten y. corno t .d , no es ni bueno m rn.do. J ..¡ cuestión es SI nuestras obliganones morales con un ser ddwri.m hacersP depender de nues t ros sentmuentos de est.l manera. J�s notono que algunos seres humanos t ienen un,¡ rel.1nón rnás estrecha con su gato que con sus vecinos. ¡Acept.lrian los que vinculan la rnor.1hdad con el a f(·cto que est,¡s personas est h1 JUSt i ficadas al salv,¡r ,¡ su g.l lo .mtes que ,¡ sus vennos en c.1so de incendio7 E mcluso los que est.ín dispuestos ,¡ n·sponder de fórrn,> a firmativa a esta pregunta no desearÍ .Ifl , confio, al ine,Jrse JUnto a los racistas que podrían argurnPntar que s1 una person,¡ t l ('ne rel.1ciones más naturales, y un mayor af(·cto , con ot ros rruernbros de su prop1,1 raza, es correcto fl.lra ellos d.u priondad ,¡ los intereses de otros miembros de su pro¡lla r,¡z,L L1 (•l !c,¡ no Pxig<' que elmunernos las relaciones personales y los akctos parnale s , pero si exige que, cuando ,Jctuernos, ev,duernos las pretensiOnes morales de los que se ven af(·ct,Jdos por nuestros ,Jetos con un nerto gr.Jdo de mdqwndenci,¡ de nuest ros sentimientos hana el los

L1 tercera sugerenn,¡ h.H-e rd(·n·nci,J ,¡] ,Jrgurnento .nn ph.1

mente ull l iz,Jdo de J.¡ " ¡wndwnte resb,dadJz,¡ " . L1 1de,¡ de este

a rgumento es que una vez que d.nnos un p.1so en un,¡ chrecnón

determinada, nos encont r,uemos en una penchcntc resb.d,Hhz,1

y nos desl iz,¡n•mos más ,¡ l J .i de donde dese.lfnos l leg,¡ r. J�n el

96

'

¿ Igualdad para los animalesJ

contexto actual , el argumento se usa para sugenr que necesitarnos

una l inea cla ra para diVI <i i r a aquellos seres con los que podernos

expenmentar, o criar para a l irrl('ntarnos, de los que no. La per

t enencia a una es pene constituye una clara y marcada linea divisona,

rment ras que e l mvel de concH·nna propia, la autonomía, o la

categoría de ser sensible , no lo cons t i tuye. Una vez que admitimos

que un ser humano discapantado mtelenualmente no t iene una

categoría moral supenor a un .lfliTnal, según estP argumento, hemos

comenz.Jdo nuestro descenso por la pendwnte h.Jsta el siguiente

mvel , que es neg,¡r los derechos ,¡ los margmados sou.J lcs, hasta

el fin,¡ ] de la penchente , que seria un gobaTno total itario que se

desluciera c!P todo grupo que le result ara mcómodo, d.Jsificándolo

de mfrahurnano.

1�1 argumento de ] , ¡ penchentc resbalachz,¡ puede serv1r de

v.1 l ioso aviso en algunos contextos, pero no resiste dem.Jsiado peso.

S 1 creernos que, corno he argumentado en este capitu lo , la categoría

espenal que hemos dado a los humanos nos perrrute ignorar los

mterescs de bil lones de cn,l luras sensibles, no debería chsuachrnos

de intent.�r corregir cst,J s 1 tuanón por la rner.1 pos1bil ici.Jd de que

los pnnnp10s sobre los que bas.Jmos nuestro mtento podrían ser

ut i lizados equivocadamente por p.ute de goberruntes rn,¡ ]vados

en mter(·s propio, lo cual no dcj .J de ser lupot(·llco. Puede que

el cambio sugerido no suponga nmguna ddércnn,¡ en el t rato que

darnos a los hurn.mos, o mduso que lo rne1on·

Al fin,d, rungun.J linea t' lK.J t r.Juda de fórrn.J ,!fblt r.Jri,¡ será

segur.J. 1-:s meJOr hall .Jr una linc,¡ que pod.Jrnos def(·nder .dm·rt,J

mente y con honest idad. Al t rat .Jr el t erna de la eut .Jn.Jsia en e l

c.1pí tulo /, veremos que un,¡ l ínea t r.!I . .Jda en el s i tio equ1voudo

puede producir result,Jdos desa féntun,Jdos mduso para los que se

encuentr.Jn c·n el l . 1do supenor, o humano, de la l im·a

9/

Page 58: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

IguJlmente , es Importante recordar qut> pJ propósito de rr11 argumento es c· levar la posición de los animales y no ba¡ar la de los humanos. No deseo sugerir que h.1bria que obhg,¡r ,¡ los humanos discapacitados mtelectualrnente a mgenr colorantes a lnnent icios hasta que la mi tad muera, aunque es nerto que esto nos daría una indicanón más exacta de S I una sustancia es segur,¡ par.1 los humanos que probándola en conP¡os o perros. MP gustari,1 qup nuestra convicción de que t r,Jt.Jr ,¡ los humanos disc,J¡>.�cit .1dos intelectualmente de Psta fórrna est.i m.d. se trasl.Hlase ,¡ los .numales no humanos con m veles dP connPnna pro¡J l,J snnd.Jn•s y con similar cap.Kidad de su frnmento. h pesmusta Pn excPso contPnPrnos p.1r a no intent .Jr cambiar nuPst r,Js act i tudes b,Js.indonos Pn c ¡up qu 1z.is empecemos .1 t r.! lar ,¡ los humanos chscapantados mtelectualmente con la rrusrna f:tl t ,J de pn·ocup.ll·H·m que tenernos en ! . 1 .Ktuahd,1d con los amm,Jles. en lug,¡r de consider.n a los annn,des con esa preocupación supenor que ahora tenemos por los hum,mos discapacitados mtele ct u,drnente.

¡;· ! i ca y reciprocidad

En la obra Importante m,is ant igu.¡ de ! . 1 fi losofia rnor,J! de }.1

t radición OCTHlenta l . l.c1 repúbhw dP Pl.uón , encont rarnos }.¡ s igu l('nte

visión de la (• t ¡c,J:

98

Dicen que c·s un bien el corrH'tc· r L1 m¡ust ¡c¡,¡ y un mal el padt·ceri.J .

. l l lnque hay mayor rn,¡J en reci i J i r !.1 m¡ust ¡na que venta¡.¡ en

cometerla, ya que luego que los hombres cornc•n:�..aron , 1 re,d 1ur

y a sufdr m¡us t1nas , t.Ul lo corno , ¡ gustar de .unbos ,Jctos, los que

no pod i,¡¡¡ hbrarst• de l'l!os rl'solvJeron que sPri,l rne¡or Pst ,1b!ecPr

acuerdos mutuos par,¡ no p.ldPcer m cornPtPr m¡ust 1n,1s; y.

1

'

'

¿Igualdad para los ammalcs7

entonn•s, se dechcaron a prornu lg.n leyes y convennones y

d ll'ron Pn llamar ¡ us to y legitnno al mandato dP la ley ; ta l es

l.1 ghH'SIS y la esenua de la ¡ustiCJa, sm recilm cast1go. y el mayor

mal. qup no es otra cosa que la irnpotenua para dd(·nderse de la

in¡ust 1na renlHd,J .

(�sta no era l a visión ¡Jrop1a de Platón ; l a puso en boca de Glaucón

para perrmt1r que Sócrates. e l h<·roe de su chálogo. la rebat 1era. Es

un,¡ VISIÓn que nunca ha temdo aceptanón general. pero que sin

embargo tampoco ha desdpan·ndo lk Pi la se hdct'n eco teorías

(•t JCas de filósofós contemporáneos corno John RJwls y Dav1d

Gauüuer, y h,1 s1do ut i l izada , por estos y otros filósofós. para

¡us t i ficJr la exdus1Ón de los ammales de la esfl>ra de la (•t ¡ca. o al

menos de su núcleo. Pues si el fimdamento de la (·l!ca es que uno

se absteng,¡ de per¡u chc,Jr a los demás en t.uilo ellos se abstengan

dP per¡uchcarle a uno. no hay ra1.orH's en contra de pequdicar a

aqudlos quc· son mc,lpan·s de .J¡Jrec¡ar rm ,Jbstennón y. de acuerdo

con esto, controlar su conducta con res¡)('cto a mi. ! .os animales,

por lo general , se erlC\H'ntran dentro de esta Cdtegoría. CuJndo me

encuentro haciendo surf le¡os de la costa y un t iburón me ataca,

rru pn·ocup.Kión por los animales no ser.i de mucha ayud,J ; tengo

L1s rmsmas posibilidades de ser corrudo que e l próximo sudista,

aunque puede que (·ste pase todas las tardes de dorrungo chsparando

, ¡ J uar , ¡ los tdl\lrones desde una ernb,Jrcanón. Corno los annnales

no pueden responder , se enC\H'nt r,m, según esta VISIÓn, füera de

los l í rmtes del cont rato (•l!co .

Al v.IIorar est,J concepnón de la (•l !ca deberíamos disling\llr

entre las explicnciones del ongen ck los JUICios (•t ¡cos, y Lis ¡ustHicanones

de estos ) \l icios. L1 exphcaCicin del origen de L1 (·t ica en t (·rrmnos de

un contrato t .ÍCito entre personas en benefiCio mutuo es en C'H'rto

99

Page 59: Peter Singer -Ética Práctica-

Iitica práctica

modo p lausible (aunque ,¡ 1.1 vist.l de las norrrus sonales cuaslt't lcas

observadas ('n las soCiedades de ot ros mamikros, obviamente

se trata de una fJntasia h1st órica) Pero se pod ri.1 aceptar ('S t .l

just i ficación, como explic.1ción fustónca, sm, por lo t .m t o , com

prometernos con ,¡ lgun.l de las postur.1s sobre !.1 bon d.HI o la mald.HI

del sistema <'· t ico result .m t e . Por egois t .ls q u e sean los orígenes de

la ('llca , es posible q u e un.1 vez que h.1yarnos nn pczado ,¡ pens.1r

t'licamentc , estas prerrus.1s rnund .mas queden .ltr.is, pues te nernos

la capacidad de rdl.onar y !.1 rM.ón no est á subordin.HLI .Jl mlcr(•s

propio C:u.mdo razon.nnos sobre !.1 t'lK.J, usarnos conceptos que ,

como se h.1 v 1s to en el c.1pi tulo p nrnero de este l i bro, nos l lev.m

más .dl.i de nuestros prop1os mtereses person.J le s , o mduso del

inter(·s de algún grupo p.1rt 1cular Según !.1 V lS l c"HI de la t'l lC.I corno

contrat o , este proceso uruvers.1hzador debería det enerse en los

l imites de nuestra cornurud.1d ; pero un.1 vez que el proceso ha

comenzado, es pos1ble que cons1g.nnos ver que detenerse ('TI ese

punto no seria coherente con nuest ras convlCCIOTH'S. Al 1gual que

los pnrncros rnatern.Ít 1cos, que qlllz.ís ernpe1 .. 1ron ,¡ cont.Jr para

controlar e l nú mero de personas de su t ribu , no tenían Hka de que

estab.m dando los pn rneros pasos en el c.um no que condun rí.1 ,¡[

cálculo infinitesnna l , del rrusmo modo el ongen de !.1 t'l lca no nos

da ninguna p1sta sobre dónde ac.dl.lr.Í.

CtJ.Jndo abord.nnos la cuestión de !.1 ¡us l l fic.ICIÓn , podernos

ver que la exphc.ICIÓn cont r.lct u.Jhst .l de la t' l lca present.1 muchos

prob lemas. l•:st.ls expl icanones, con toda dandad, excl uyen muchas

más cosas .lp.lrt(' de los .m lrn.lles no human os de [,¡ es ft'r.J t' l lC.I.

! .os humanos gravemente <hsc.q>antados mtelec tu .dmente tambi<"r1

deben ser exdl!ldos ya q u e ta mpoco t l ('nen c.1p.1c1dad p.1r.1 corres

ponder l .o mismo puede apl ic.nse ,¡ los ren(•n n .1ndos y los mfios

muy pequeños; sm e rnll.lrgo, los proble mas de !.1 VISIÓn cont r.lctu.d

100

.,

'

¿ Igualdad para los animales7

no se l irmtan a estos casos cspcn.Jles . l .a razón fimdamcntal para

.Jceptar el cont rato t't ico es, según esta VISIÓn, el intert'S propio.

Un grupo de person.1s n o tiene ninguna r.Jzón para relaCio narse

t'l l C.Jmcnte con otro si no lo hace en su inlcrt'S, a menos que se

introduzca algún elemento u ruversal .Jd inonal . Nuestros J UICIOS

t't l cos t endrán que ser H'Vlsados drásticamente si esto lo l omamos

('TI serio. Por e¡emplo, los trafica ntes de esclavos blancos q u e

t r.msportaban a l o s esclavos afixanos hasta Ami•nca n o tenían

ningún intc r(·s prop 10 para tratar a los afi-icanos me¡or de lo que

lo hací a n . ! .os afi-icanos no podi.m t omar nmgún tipo de represali.Js .

Con haber sido solamente cont ractual istas, los tr.lfÍc.Jntes podrían

haber rdút .�<lo ,¡ los abolicionist .Js , expl icándoles que la (·lica acaba

en los l inutcs de la comumdad y ya q u e los .1fixanos no son

part e de su cornurudad n o t ienen nmgún deber q u e cumplir para

con ellos.

Tornar en seno el modelo contr.1ctu a l no aft'l l.Jria �olamcnlc

a práct icas del pasado. Aunque hoy ('n día hablamos del mundo

como de una úruca comumda d , no hay duda de que el poder

del pueblo de , por c¡emplo, C:h.HI , de responder a un bien o mal

que le hagan, por e¡emplo, Ciudadanos de los Estados Umdos, es

l imitado. De ,¡q u i que n o fJ.IH'/.ca que la VISIÓn cont r.'1ctual haga que

las naciones ricas tengan algún tipo de obliganón con las nanones

pobres.

l .o más l lam.ltlVO es el 1rnpact o del model o en nuest r.l actitud

con respecto a las generaCiones fú t u ras . "¿Por qu<'· debería yo hacer

.1lgo por la posten d.HP ¿ ! !.1 hecho la posteridad algo por mi alguna

vu!" f·:s t .l es ! . 1 postura que deb eríamos adopt .n s1 los ú rucos que

se encuent r.m dentro de los l i rrutes de 1.1 t' tKa son los que l lenen

capacidad de renprondad. ! .os que v1van en e l .Jfio 2 1 00 no tn·m'n

fórma de hacer q u e nuestras v1d.1s sean me¡ores o peores. Por

10 1

Page 60: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

lo tanto, s i las oblig.Ki ones solame nte ex1sten en los casos de

reciprocidad, no hay que preocuparse sobre problemas corno la

el immación de res iduos nucleares . l�s cierto que algunos re siduos

nucleJres seguirán siendo mortales dentro de doscwntos cincuent,¡

mil años; pero con guardarlos en contenedores que los manteng.m

ale¡ados de nosotros durante 1 00 arios , hemos cumplido con lo que

nos pide la hica.

Estos c¡em plos d eberían ser s u ficie ntes para mostrar que la

(·tica que tenernos actualmente, cualquiera que se,¡ su ongen,

va más allá de un entend nniento tác l l o entre seres capaces de

reciprocidad. La perspectiv,¡ de volver , ¡ ese model o , conflo. no

es muy atractiva. Deberí.unos rechazar est a visión de J.¡ (•t¡ca y.¡ que

ninguna exp licación del origen de la rnor.didad nos obliga a bas,J r

nuestra moralidad en la n•nprond.1d y no se h.1 ofrecido mngún

argumento adicional en favor de esta conclusión .

En este pu nto de la discus1ón .IIgunos teóncos con tractualistas

apelan a una visión más flexible de la 1dc,¡ de contrato, i nstando

a que incluyamos dentro de la comunidad moral ,¡ todos los que

tienen o tendrán la capacidad para tornar parte en un argumento

recíproco, mdcpcndienternc ntc de SI en realidad son capaces

de reci procidad, e indepcn<hentcmcnte de la rrusrna manera,

de cuándo llegarán a tener esta capacidad. Evidentem ente, ('Sta

postura ya no está basad,¡ en la ren prondad en ,¡!Jsoluto, ya

que (a menos que nos preocupe mucho q u e nuestra tumba

esté bien cuidada o que nuestra memoria perdure siempre) las

generaciones posteriores obviamente no pueden tener relaci ones

de reciprocidad con nosotros, aunque algún día tengan la capacid.Id

de reciprocidad. Si los teóricos contractualistas abandonan la reci­

procidad de esta fórrna, entonces, ¿qu(• q ueda de la explicación

contractualista7 ¿Por qu(· adoptarla? ¿Y por qu(• l irrutar la moralidad

102

¿Qué hay de malo en matar?

t(•rminos diférentcs , correspondientes a los dos sentidos distintos

de "humano" Para el pnrner sent ido, el biO lógico, simplemente

u t i l izar(· la molcst ,¡ pero precisa expresión "miembro de la especie

horno .sapiens", rruentras que para e l segundo uti l izar(· e l t(·rrmno

"persona".

Este uso del t(·rmino "persona" se presta desafortunadamente

a confÜsión, debido a que se utiliza a menudo con e l m ismo

sentido que "ser humano" Sin embargo. los dos t(·rminos no

son equivalentes , ya que podría haber una persona que no fiH·ra

rrucmbro de nuestra especie del mismo modo que podría haber

m wrnbros de nuestra cspecH' que no fi1eran personas. La palabra

persona tiene su ongcn en el t(·rrruno latmo que designa a la

rn.íscar,¡ que l lev.1ban los actores en el drama clásico. Al ponerse

las máscaras los actores querían ind icar que estaban represe ntando

un papel. M.ís adel a n t e , e l t(•rrruno "persona" l legó a sigruficar

.¡[guíen que mterprct.l un papel en l.1 vida, un .1gcntc . Según el

Oxford IJ¡ctwmny. uno de los s igruficados actu.1lcs del t(•rrruno es el

de "ser consucntc de sí rrusmo o racional". rstc sentido tiene unos

precedentes filosóficos impecables . }ohn Locke define persoru

corno "un ser pensante mtel igcntc que 1 ¡crH' razón y reflexión

y puede consider .1rsc a s í rrusrno corno sí rrusrno, la misma cos.t

pensante, en difi.>rcntcs t iempos y lugares"

Esta defininón .!Cerca el t(·rrmno "persona" a lo que Fletchc�

qucrí.1 deur con "humano", excepto que selecciOna dos carac

!erísticas cruci.1lcs racionalid.1d y conciencia de sí mismo come

núcleo del concepto. Muy posiblemente Fletcher adrnitier,¡ q u e

est.1s d o s uract crístiC.lS s o n fimd.unentalcs y l.1s demás, más o

menos, prov ienen de ellas. En cualquier caso, yo propongo util izar

el t(·rmmo "pcrson.1" en el sentido de ser rau onal y consciente de

sí mismo, p.na englobar los elementos del sentido popular de "ser

1 09

Page 61: Peter Singer -Ética Práctica-

f:rica práctica

humano" que no entran dentro de la expresión "rmernbro de la

especie horno sapwm" .

El valor de la vida de los miembros de la especie horno sapiens

Con la c la ri ficación llPvada a cabo en nuestro inciso t<·rrnmológtco y el argumento del capítulo antenor corno punto de reférenci,l, esta sPcción put>de ser muy breve. L1 m¡ ustina de mfhgtr dolor a un ser no puede depender de la especie ,¡ ! .1 que pertem·zcJ d iCho ser: ni t ampoco lJ in¡ust tna de rn,li,Irlo. Los hechos btológtcos sobre los cuales se t raza el l ímite de nuest ra especie no t tenen una pertinennJ moral . Dar prefáenna a la vid,¡ de un ser snnplernente porque dicho ser ¡wrtem·n· ,¡ nuest ra es¡wne nos pondría en lJ misma posición que los racistas que dan pref(·renctJ ,¡ los que son miembros de su raza.

Par,1 los que hayan leído los capítu los .Interiores de este libro

esta conclusión puede parecer obvia, ya que la hemos a lcanzado de

fórma gradual , pero d i fi ere notablemente de la act i tud predomin­

ante en nuPstra sociedad que, corno ya hemos vts to . . t ra tJ corno

sagradas las v tdas de todos los miembros dt> nuestra espene. ¿Cómo

es postble que nuest ra sociedad hay,¡ l legJdo a aceptar un punto de

vista que soporta t ,m mal el examen crítico7 Un brPve ¡>Jr(·ntesis

histórico puede ayudar a exphcarlo.

Si volvernos .1 los orígenes de !Js civihz.1ciones ocndentaiPs, ,¡ las épocas griega o romJnJ, nos dJrnos cuenta de que pertem·n·r a la espene horno sCJpicns no b.1st ab,1 para garant tzJr que !,1 vida de uno estuviese protegid,L No existía nmgún respeto por las vtd,ls dt> los esclJvos u otros "bárbaros", e mcluso entn· los rrusrnos

1 10

' 1

¿Qué hay de malo en matar7

gnegos o romanos, los n nlos no tenían derecho automát iCo a la

vtda. Tanto griegos corno romanos mataban a los n tños débiles o

defórrnados exponi(·ndolos a la intemperie en una cohna . Platón

y Anstóteles pensaban que el estado debía trnponer que se matara

,¡ los nirlos defórrnes. Algo parecido se decía en los celebrados

có<hgos legtslat tvos que se cree fiH•ron redactados por Licurgo

y Solón. !in <•ste período se pensaba que era rne¡or acabar con

una vida que hub iera empezado ba¡o malos ausptuos que intentar

prolongarla, con todos los problemas que podría conl levar.

Nuestras actuales actttU<les datan de la llegada del cristianismo.

lixtst ía una rnollvJción teológtca especí fica en la msistencia cristiana

sobre la irnportanna de la pertenencia a !.1 es¡wcie: lJ cn·enna de

que todo nando de padres humanos es mrnortJI y está destinado a

una d tcha eterna o a un tormento perpt'luo . Con esta creenna, matar

,!1 horno saptcns tornabJ un,¡ relev.mna ternblP, ya que confiaba a un

ser ,¡ su destmo etPrno. Una segunda doct rina cristtana que l legaba

a la rntsrna conclusión era la creenna de qtH', puesto que Dtos nos

ha neado y somos de su pro ptedad, matar a un ser humano es

usurpar e l derecho qu<• Dtos t iene de decidir cuándo viviremos

y cuándo moriremos. Según Santo Tomás de Aqumo, quttar una

vtda human,¡ constituye un pecado contra Dtos, del mismo modo

que matar a un esclavo sería un pecado cont ra su duerlo . Por otra

p.me , corno aparece en la Bibha (G<'·m·sts 1 .29 y 9 . 1 3), se crPía

que los anirn,IIPs no humanos habían sido puestos por Dtos ba¡o

e l dominio del hombre. Por tanto los seres humanos podían matar

a los an imales no humanos cuando qutsteran, siempre y cuando

estos Jn trnJies no pertenecieran a otro.

Durante los stglos de la dommanón cnstianJ del pensarniPnto

europeo, !Js Jclltudt>s (•ticas basadas en Pstas doctnnas S<' hineron

p.1rte de la incuestionable ortodoxia moral de la civilización europea.

1 1 1

Page 62: Peter Singer -Ética Práctica-

!�rica práctica

Hoy en díJ estJs doct nnJs y.1 no son generJirnente Jn•ptadJs, pero !Js Jct i tudes (•t rcJs J IJs que dieron ongen enc.1)Jn con la arrargadJ cn•encr.1 occidentJI en ! .1 unrnd.1d y los pnvdeg10s

espenJies de nuest rJ especie, y h.1n sobrevivrdo Sm ernb.1rgo.

ahora que volvernos J exJrnmJr nuest rJ posKrón especH'ÍS IJ de IJ

naturaleZJ, tJrnbrt:·n <'S hor.1 de v.1lor.1r de nuevo nuestra cn·enn.1

en !.1 santidJd de Lis vr<Lls de los miembros de nuest ra espene.

El valor de la vida de una persona

Hemos disgregado !.1 doct n n.1 de !.1 s.m t HIJd de !.1 vrd.1 hurn.m.1 en

dos afirrnanones separ.HI Js : tHl.l <'S que exrste un v.tlor es¡><·nJl en

!.1 v ida de los miembros de nuestrJ es¡wne y la otrJ , que exis te ur r v.1lor especiJI en !.1 vidJ de !Js personJs. Hemos vrsto que !.1 pnrnerJ .1firm.1ción es mdef(·ndrble , pero ¿y !.1 o lrJ? ¿Til'ne un v.1lor espen.1l

la vida de un ser. rJnonJ! y conscH·nte de sí mismo, J dif(·renna de

un ser que <'S rner.unente sensrb le'l

Se puede .1rgumen1 .1r !.1 respuest.1 a est.1 pregunta de rn.uwr.1

afirmatrva de la srgurenle fórrn.t. Un ser consnente de sí rnrsmo t rene concienna de s í rnrsrno corno entrdad drs tmta de los demás,

con su pasado y su fúturo. (! ! ay que record.1r que (·s te era el cnteno

de Locke para d efinrr una persona . ) Un ser conscrenle de sí rnrsrno será en est e sentido cJpdl. de tener deseos sobre su propio fút u ro . Un prof(·sor de FilosofiJ puede. por qernplo, esperJr escribir u n l ibro que demuestre l a naturaleza objet iva de l a h rca; un estudrante puede tener g.u1as de acabar sus estudios; un mflo puede querer montar en avión. Qurtar la vrda de cualquiera de estas personas.

sin su consent nniento, es fi-ustrJr sus deseos fúturos. Matar a un caracol o a un beb(· de un dí .1 no fi-ustrJ deseo Jlguno, ya que m los caracoles ni los bebés son capaces de tener tales deseos.

1 1 2

( j

¿Qué hay de malo en matar7

Se puede denr que cuando se rnat.1 a una personJ, no nos

q uedamos con el rnrsmo deseo fi-ustr.1do que cuando vamos

de excursión por un campo muy seco y . a l detenernos para

calmar la sed , descubnrnos un agujero en la cantimplora. En

este caso tenemos un deseo que no podernos curnphr, y sentimos

frustración y pesar debrdo al contmuo deseo msatrsf(·cho de agua .

Sr nos matan, los deseos que senllrno� para el fút u ro desaparecen

t ras ntH'strJ muerte y no sufi-nnos por no poderlos llevar a cabo.

Pero. ¿qurere esto denr que evrtar la realu.ación de estos deseos no

llene rmport.mna7

El utdi t .1risrno cl.is rco, corno lo expuso el p.1dre fimdador

d el ut i l it.1risrno, j nemy Bent hJm, y post enorrrwnte lo puheron

fik>sofós corno john St u.nt Mrl l y 1 knry Srdgwrck , JUzga las acuones

por su tende nn.1 J rn.1xrrnu . . 1r el placer o ! . 1 féhcidad y minimizar

d dolor o 1.1 mfdrcrd.1 d . A t (·rrninos como "placer" o "khcidad"

les L1l ta precrsrón, pero es evrdente que se refinen J .tlgo que se

expenment.t o se siente: en ot rJs pa1Jbr.1s, J est.1dos de consuenna.

Según el ut drt Jnsrno clásrco, por tJnto , no exrstt• nmgu n.1 per

t menna directa en el hecho de que los deseos sobre e l fút u ro se

queden sin realizar cu.mdo la gent e mtH'rt'. S r uno muen· de fórrn.1

mstantáne.1, que t enga o no deseos sobre el fút u ro no es pertmente

con respecto a la cantrdad de p lacer o dolor que experimente . Así ,

parJ el ut ill l arisrno cl .ísrco, la condrnón de " perstmJ" no t rene una

conexión drrecta con lo que h.1y de malo en m.l l ar.

Ik fónna mdirecta, sm embargo , ser un.1 persona puede ser

rrnportante para los u t i l l l anstas clásKos Su nn port anua surge de

la srgurente fónna. Sr soy p ersona, t engo concepto de mí misma. St:·

que te ngo un fi1 turo, y t arnbrt:·n s(· que mr t•xrstt•nciJ fútura pod ría

interrumpirse bruscJrrH·nte. Sr creo que esto podría ocurnr en

cualqurer momento, rru presente exrst <·nnJ se llen ar.í de ansredad

1 1 3

Page 63: Peter Singer -Ética Práctica-

f�tica práctica

y presumiblemente será menos JgrJd.!ble que si no creo que ocurrJ

por el momento. S1 me doy cuentJ de que r.n.1 vez se rnJtJ J gente

corno yo, me pn·ocUfl.lr(· menos . De .1hí que e l utd 1t .1rist .l cl.is1co

puedJ defénder lHlJ profub1nón de rn.l lar .1 l.1s person.1s sobre 1.1

base indirecra de que esto .nmH·nt .lrá lJ f(·hndad de l.1 gt' l l le que de

otra fórrnJ se preocupJrÍJ de que se les pudier.l rn.l t .n lknorruno

a esto base indirecra porque no se refiere .1 rungún dJiw dm·cto .1

la persona a qmen se mata , smo rn.is hwn J unJ consecuenci.1 de

ello para otra gente . H.1y, por supuesto, Jlgo ext r.Jiío en 1 .1 ob¡enón

a l .1sesmato que no se debe J l dJúo mfhgHio .1 !.1 víct lrnJ, smo

debido al d(·cto que el .1sesmato t 1ene en los dern.is. l l .1y que

ser utihtaristJ clás1co de fúertes conv1cnon<·s p.1r.1 no alterJrse por

esa ext rañei.J. (Recordemos, sm ernb.1rgo, que de momento sólo

estJrnos considerJn<lo lo que h.1y de cspccwlmcntc mJlo en rnat.n .1

unJ persona. 1•:1 ut ih tJnsrno cl.is1co puede seglllr conternpl.1n<lo el

matar como malo porque ehrnm.l lJ féhndad que 1.1 víct lrnJ hubwr.l

experimentado de h.1ber v1vido. 1-:s tJ ob¡enón .11 ,¡sesmJto se .1phu

a todo ser con pos1bdidJd de tener un fúturo fdiz, sm tener en

cuenta s i dicho ser es person.1) . P.nJ nuest ro presente análisis, sin

embargo, la cuestión pnnnp.1l <'S que estJ bJs<' i n<HrectJ ofrece

un rnot 1vo fl.lra, en determinJ<Üs condinones, torn.1r rn.is en serio

matar J lHlJ personJ que .1 un ser no persona. S i un ser es incapu.

de tener corKepto de sí rrusrno corno existente en el t iempo,

no h.1ce falt .l que teng.unos en nH'ntJ ].¡ pos1hilid.1d de que se

preocupe de una brusca interrupción de su fúturJ <' X lstenna No

se puede preocup.1r de esto y.1 que no tiene concepción .dgunJ de

su propio fi1 turo

Como he dicho .mtenorrrwnte , la ru.ón mdm·ct.l de l ut ili

tarisrno clásico p.1r.1 tomJr m.is en seno m.lt.n J unJ personJ

que a una no person.1 se sost iene "ba¡o nertJs corHHnones" . i .J

1 1 4

1 1

1

¿Qué hay de malo en matar7

más evidente de estas condiciones es que rnJtJr J una persona

puede llegar Jl conocnniento de otras personJs, las cuales a partir

de este conocimiento de�arrollan un sent imiento más pesimista

de sus prop1as posibilidades de JkJnzar lHlJ edad madura, o

sencil lamente llegan J tener miedo de ser asesinados. Por supuesto

cabe la posibilidad de que se mate a unJ personJ en e l secreto

más absoluto, de marH'rJ que nadH· sepa que se ha cometido u n

asesmato. En este caso, entonces, n o s e pod r ía apl icar la razón

in<Hrecta contra e l asesmato.

Sm ernb.ngo, a este último punto se debe hacer una reserva. En

las circunstannas descritas en el párrafó Jnterior, l .1 razón indirecta

del u t i li tarismo cl.is1co en contra de rnJtar no se .1pl icaría en la medida

en que juzguemo.\ este caso individua l . No obstante, hay algo que decir

cont ra la aphcJnón del uti l i t arismo sólo o pnnnpalmente a mvel

de cJda c.1so individua l . Puede ser que J largo pl .1zo alcancemos

rne¡ores resultados rrl.lyor fdicidad general S I Jmmamos a la

gente a no ¡uzgJr cada Jcnón in<llv1dual con el criteno de l.1

ut i l idad, sino .1 pemJr sobre lJ base de unos pnnnpios generales

que cubrirán todas o casi todas lJs si tuanones J las que pueda

enfrentarse.

Se h.1n .1port.1do vanJs razones en apoyo J <'Sta pos1ción .

R . M. Hare ha sugerido una dist innón ú t i l entre dos niveles de

razonamiento moral : e l inttut ivo y e l c rí t ico. Cqnsiderar, en teoría,

las nrcunstJncias posibles en las cuJles podrí.unos maximizar la

u t i l idad rnat.mdo en secreto a Jlguien que qtu<·n· seguir viviendo

es r.ll.onar a un mvel crítKo. Corno filósofós, o simplemente

corno personas reflexlVJS y autocrillcJs, puede ser mteresante y

út i l p.1ra nuest ro entendimiento de la t eoriJ <�t icJ pensar en los

casos hipot('t lcos poco usuales . Sm embargo, el razonamiento moral

hJ de ser cJda día más mtuit ivo. En la vida n•Jl normalmente no

1 1 5

Page 64: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica práctica

podemos pn·ver todas las compleJidades de nuest ras opciones.

Simplemente no es práctico mtentar calcular las consecuennas ,

de fórma anticipada, de cada elecnón que hacemos. Incl uso si nos

limitáramos a las opciones más sigruficativas, exist1rí ,1 el peligro de

que en muchos casos nos encont rásemos calculando en circun · stancias poco ideales, con pnsas o nerv1os. Podrí.nnos sent irnos

enfadados, heridos o con espíritu competit ivo. Nuestros pen

samientos pod rían estar influenciados por la avJnu,\ , el deseo

sexual o la venganza. Nuest ros propios mtereses, o los de las

personas a las que amamos, podrían estar en JUego. O qu1zá no

seamos muy buenos a la hora de pensar en ternas tan corn phcados

corno las posibles consecuenuas de una opuón s1gru ficat ivJ . Por

todas estas razones Hare sug1ere que, para nuestra v1da (·t ica diana,

es meJOr adoptar pnncipios (· t icos generales y no desviarnos de

ellos . Entre estos pnncip1os deben estar mchudos .1quellos que

la experiencia ha demostrado, durante siglos, que son los que en

general producen las meJon·s consecuencias: según la pos1ción de

Han•, entre ellos estarían muchos de los pnnn p1os morales clás1cos,

como por eJemplo, deur la verdad, mantem·r las prornes,ls, no

herir a los demás, etc(· tera . Respetar la vida de los que qu 1eren

seguir viviendo esta ría presumible mente dentro de estos principios

Incluso aunque, a un nivel crít1co, podamos imaginar circunstancias

en las que las rneJon·s consecuennas provinieran de actuar contra

uno o más de estos prinupios , en general es meJor seguirlos que

no hacerlo.

BaJO este punto de v1st,1 , los principios rnor,1les intu 1 t 1vos

elegidos de fórrna sensata podrían ser corno las mstrucnones de

un buen entrenador de tenis a su JUgador. Las mstrucnones s1rven

para responder acert adamente a la mayoría de las situaciom•s con

que se enfrentará el JUgador, es denr, están d irigidas a JUgar un

1 1 6

1 1 "

r ¡

• 1

¡ ) ,,

, ,,

¿Qué hay de malo en matar7

" tenis porcentual" . En alguna ocasión, un J Ugador en particular

puede mtentar un golpe raro y ganar el punto consiguiendo la

aclamación del público; pero lo normal será que, si e l entrenador

es bueno, .:partarse de las instrucciones le l leve a perder el punto.

Por tanto es pref(·rible olvidarse de esos golpes raros. De fórma

similar, si nos guiamos por un abaruco de prinnp1os intuitivos bien

elegidos, haríamos rrH'JOr en no intentar calcular las consecuennas

de cada opción moral significativa que tengamos que tomar, y

en lugar de ello considerar qut• pnncipios se delwn aplicar y

anu,n en consecuenna. Quizá muy rara ve1. nos encontremos

en circunstancias en las que está totalmente claro que apartarse

de los prinnp1os produnrá un resultado mucho más satisfactorio

del que obtendríamos a férrándonos a ellos, y entonces podríamos

JUSt i ficar dicho aleprniento. Pero para la mayoría de nosotros, la

mayoría de l.1s veces , no surgirán tales circunstannas y , por tanto ,

podernos exdll lrlas de nuestro pensamiento. I �n con�ecuencia,

mcluso aunque a un nivel crítico el utiht arisrno clásico debe

conceder la posibilidad de casos en los que sería preférible no

respetar los deseos de una persona a seguir viviendo, porque dicha

persona podría ser asesinada en completo secreto, y por tanto se

podría evitar una desgracia no rru t igada, este tipo de razonamiento

no tiene cab1da en e l nivel intu itivo que guía nuestras acciones

dianas. O así, al menos, lo argumenta el ut i l i tarismo clásico.

Esto es, creo, la esencia de lo que el ut i l i tarismo clásico diría

sobre la distmción entn• matar a una persona y matar a algún otro

tipo de ser. Hay. sin embargo. otra vers1ón del uti litarismo que da

un mayor peso a la distinción. Esta otra versión del uti l itarismo

JUzga las acciones, no por su tendenna a maximizar e l placer o

mirmnizar el dolor, sino por la med1da en que están de acuerdo

con las pref(•rencias de cualquier ser af(•ctado por la acción o sus

1 1 7

Page 65: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

consecuennJs. J •:s ta vers1ón del ut i l i tJnsrno es conouda corno

"util itarismo de preférencia". Es a l uti l itansrno de pref(·rencia y no J l

clásico a l que l legarnos tmlversJliunclo nuestros prop1os mtereses

de la fórma descrita en el capitulo que Jbre este l ibro : es decir , si

tomamos la posinón plaus1ble de cons1derar, equ ilibradamenle y

tras reflexionJr sobre todos los hechos relevJntes, que los intereses

de una personJ son los que ella prefiere.

Según el u t i l itansmo de pre f(·renua, todJ Jcnón cont r.1na J

la pref(•rencia de cualquwr ser es mala, J no ser que existan

pref(·renciJs contranJs que teng.�r1 más peso que (·s tJ . MJtJr a lHIJ

personJ que qu iere segu1r VIViendo es, por tJnto, m¡usto , sa·ndo

las demás circunstarKlJS ¡guJles. 1 � 1 que l.1s victnnJs ya no est(•n

despu(•s del acto ¡MrJ lamentJr e l hecho de que sus preférenci.Js

no hayan sido tenidJs en cuentJ no t iene rungún v.! lor. El d.Jüo

está hecho nundo l .1 preférenciJ quedJ frust rad.!.

Para el ut i litarismo de pref(·rerKlJ, quitar la v1da de unJ persona

será normalmente peor que qullJr l.1 v1da de nulqll ler otro ser,

ya que las personJs están muy orient,JdJs hJCIJ el finuro en sus

preférencias. MatJr J unJ persona normalmente constituye, por

tanto, violar no sólo una, smo \HIJ .1mpli.1 g.�rnJ de l.1s pref(·rencias

más importantes que puedJ tener un ser. Muy J menudo quedJr,i

sin sentido todo lo que la victimJ h.1ya m lentado hJn'r en los

últimos días, meses o mcluso Júos. En conlrJsle, los seres que no

se pueden ver J si rmsrnos corno entid,Jdes con fúturo no pueden

tener pref(•rencias sobre su prop1.1 ex1stenn.1 fútura. l �sto no niega

que tales seres pudieran lud1.1r cont rJ ur1.1 s i tuación en l.1 cual sus

vidas están en peligro , como un pez lucha por librarse del anzuelo

que tiene en l.1 boca; pero no mdiCJ smo l.1 pref(·renuJ porque

cese una s1tuauón que se perube corno dolorosJ o JterrJdorJ. l .J

lucha contra el peligro y el dolor no quiere decir que los peces seJn

1 1 8

,

, ¡ ', J

t

¿Qué hay de malo en matar?

capaces de pre f(·rir su propia existencia finura a la no existencia.

La conductJ de un pez enganchado en un Jnzuelo sugiere un

motivo para no matarlos con ese ml>todo, pero no sugiere en si

misma una rJzón del uti l i tarismo de pref(•renciJ en contra de matar

peces con un rn(• todo que les d(• la muerte de fórma instantánea,

sin causar antes dolor o rmedo. (Una vez más, recordemos que

estamos considerando por qu(· es especialmente malo malar a una

persona; no estoy dinendo que no haya rnmcJ ninguna razón del

u ti l i tansmo de preferencia en contra de matar seres conscientes

que no sean personas) .

¿Tiene una persona derecho a la vida?

Aunque e l utditansrno de pref(·rencia ofí-en· una razón directa para

no malar a una persona, algunos pueden considerar <hcha razón

incluso nJJndo eslt' JSOC!Jda J rJZones mdirectJs nnportantes que

cualquier fórma de uti l i tarismo tenga en cuenta no suficientemente

ngurosa. lnduso para el uti litarismo de pref(·rencia, el daño hecho

J la persona asesinada es solamente un factor J tener en cuenta,

y la pref(·rencia de la victnna puede a veces tener menos peso

que las preférencias de otros. Algunos dicen que l.1 prohibición

de malar a la gente es más absolutJ de lo que nnphca este t ipo

de cálculo ut i l i tJristJ . Sent irnos que nues tras vidas son cosas J las

cuales tenemos derecho, y no se puede comerciar con los derechos

cont rJ las pref(•renuas o p laceres de otros.

No estoy convencido de que la noción de un derecho moral

sea útil o significativa, excepto cuando se utdizJ como unJ fórma

tJquigráfica de rdáirse a consideraciones mor.1les más fimdamen­

tales. No obstante , ya que la idea de que tenemos "derecho a la

1 19

Page 66: Peter Singer -Ética Práctica-

l!tica práctica

vida" está muy arraigada, vale la pena preguntarse s1 existe base

para atribuir derechos a la vida a las personas, a di f(·renna de otros

seres v1vos.

Michael Tooley . filósofó nortearnencano contemporáneo, ha

argumentado que los úrucos seres que tienen derecho a la v1da

son aqu(•llos que pueden percib1rse a sí mismos corno ent idades

distintas existentes en el t iempo. en otras palabras, personas, corno

hemos utilizado e l t (•rrnmo Su argurnent.Kión est ,i bas.Hia en la

a fi rmación de que hay una corH'XIÓn conceptual entre los deseos

que un ser es capaz de tener y los derechos que se puede decir que

dicho ser tiene. Corno lo expresa Tooley:

J .a intuición bás1ca es que un derecho c·s algo que se puede v1ol .tr y que, c·n general. v1olar el derecho de un indiv1duo a algo es frustrar

el deseo correspondiente . Supongamos, por e¡emplo. que usted

tiene un coche. Entonces yo estoy ba¡o la obl iganón pmnn facic

de no quitárselo. Sin embargo. la obhgación no es mcond1nonal ·

depende en parte de la ex1stenc1a de un correspo ndiente deseo

en usted . Si a usted no le importa que yo le qtute el coche, en

general yo no estar(• violando rungún derecho al hacerlo.

Tooley admite <1ue es dificil fórrnular las conexiones entre derechos

y deseos de fórrna precisa, puesto que hay casos problemáticos

corno el de la gente que está dormida o temporalmente incons

ciente. El no quiere decir que tales personas no tengan den•chos

debido a que por el momento no tienen deseos. No obstante ,

según Tooley, la posesión de un derecho debe estar relacionada

de alguna f(>rrna con tener deseos, o al menos con la capacidad de

tener deseos importantes.

El siguiente paso es aplicar este punto de vista sobre los

1 20

' ' ,

¿Qué hay de malo en matar7

derechos al caso del derecho a la vida. !;ara snnpl i ficar el tema

lo máximo posible más de lo que e l mismo Tooley lo hace y sin

duda demaswdo . si el derecho a la vida es e l derecho a continuar

VIVIendo corno una c·nt1dad distmta, entonces el deseo importante

con relación a la posesión del derecho a la vida es el deseo de

contmuar existiendo como una entidad d is t inta . Pero sólo un ser

que sea capaz de concebirse a s í mismo corno una entidad distinta

ex1stente en el t 1ernpo es deur, sólo una persona podría tener

este deseo. Por tanto, solamente una persona podría tem•r derecho

a la v1da.

De esta fórrna es corno Tooley fórrnuló en pnrner lugar su

posinón, en un sorprendente artículo t i tulado "Abortion and

InfJ.nt1cide", publicado por primera vez en 1 9/2. El problema

de con qu(· prens1ón fórrnular las corll'xlcmes entre derechos

y deseos, sm embargo . condu¡o a Tooley a alterar su pos1ción

en un libro posterior con el rmsrno t í tulo, Abortwn and lnfanticidc.

Aquí d argumenta qut> un md1v1duo no puede, en un momento

determinado cl tgamos, ahora , tener derecho a una l'XIstenna

continuada, a no Sl'r que el ind1v1duo en ruest1ón sea dt> un tipo

tal qut> ahora segu1r ex1st it>ndo pueda Pstar dt>ntro de sus intereses.

Podríamos pensar que Psto supone una dif(·renna cons1derable en

el rt>sul tado dt> la posición de Tooley, porque aunque un recién

nacido no parece conct>lHrsl' a sí rrusrno corno una entidad distinta

existente en el t l ('rnpo, norrnalment l' se p 1ensa que put>de estar

dentro de los mtt>reses de ese ren(·n nacido st>r salvado dt> la

muerte, incluso S I la muerte se produ¡era sm mngún tipo de dolor

o su fi-nniento . Ciert.unente hact>mos Psto de fórma retrospectiva·

yo podría dt>nr, s i s(· que casi muero en la mfJ.nna, que la persona

que ml' salvó de ser arro l lado por un tren es rru mayor benefactor,

porque sin ella nunca habría terudo la vida tan maravillosa qut>

1 21

Page 67: Peter Singer -Ética Práctica-

I�tica práctica

vivo ahora. Tooley argumenta, sin embargo, que la atribución

retrospectivJ de un inter(•s por vivir J un n i rlo pequeilo es un

error. Yo no soy e l nif10 de qu1en me desJrrolk. Aquel niño no

podía tener la intención de convertirse en ].¡ clase de ser que soy

ahora, o incluso en un ser mterrnedio, en tre d ser que soy ahora

y el niilo. Ni siquiera me acuerdo de ser un niño ¡wqueño; no hay

lazos mentales entre nosot ros . l .a existenna contmuadJ no puede

estar en los intereses de un ser que nunca ha t emdo el concepto

de un continuo yo, es denr, nunca hJ podido concebirse a si

rrusmo como existente en e l t 1empo. Si d t ren hubterJ matado

instantáneamente .¡] nnlo, la muerte no hJbriJ sido contr.1n.1 J sus

intereses, porque d nif10 nuncJ h.1bri.1 tenido d concepto de ex1st 1r

en e l t iempo. l �s cierto que yo entonces no estJria vivo, pero puedo

decir que estJr vivo es parte de mis intereses sólo porque tengo e l

concepto de un contmuo yo. lgu.d de nerto es decir que es p.Hte

de mis intereses e l que mis padres se conocieran, porque si rnmu

se hubieran conocido no habrían podido crear d embnón dd cu,¡ ]

me desarroll(· , y por tJnto no estJría vivo. Esto no C]U I('[(' decir que

la creación de este embrión estuv1er.1 en los intereses de cualqu ier

ser potencial que estuvierJ rondando esperando ser t rJído .¡ la

existencia. 'J'.¡] ser no ex1st ía , y S I yo no hubierJ sido t ra ído a ].¡

existencia, no hubiera habido nad1e que se perdierJ ].¡ v1da que yo

he d isfrutado viviendo. lk fórmJ s i rmlar, cometemos un error S I

ahora construirnos un inter(·s en !.1 vida fútura del reci(·n nJndo,

quien en los primeros días sigUientes a su nacnniento no puede

tener n ingún concepto de ] . ¡ existenciJ continuJdJ, y con d cu.d

no tengo ningún lazo ment.d .

Así , en este l ibro Tooley llega, Jtmque de tmJ fórrnJ mdirecta ,

a u n a conclusión que e s prkt iCJmente eqUivalente .¡ ].¡ conclus1ón

a la que llegó en su art ículo. I'JrJ tener derecho J la v1da, uno

1 22

1 '

\ .

J

¿Qué hay de malo en matar7

debe tener, o al menos haber tenido alguna vez, el concepto

de tener algtmJ existencia continuada. Hay que resaltar que este

razonamiento evita cualquier pro blema que trate de personas

dormidas o inconscientes. Basta con que hJyan tenido alguna

vez el concepto de la existennJ contmuada p.1r.1 que podamos

decir que la vida continuada pueda estar dentro de sus mtereses.

Esto tiene sent1do: rru deseo de segu1r viviendo o de acabar el

l ibro que estoy escnbiendo, o de v1a¡ar .¡ ]rededor del mundo d Jr!o próximo no desaparece aunque no est(· conscientemente

pensando en estas cosas. A menudo deseamos cosas s in que esos

deseos est(•n en primer p].¡r¡o en nuestrJ mente. El hecho de que

teng.unos d deseo es J¡JJrente si se nos n·cuenlJ, o de repente nos

enfrentJmos ,¡ una s ituación en la cual tenemos que elegir entre dos

cammos, uno de los cuales hace que la realizJnón de ese deseo

se,¡ menos probable . lk fórma p.¡n•nd.1, nJJndo nos dormimos,

nuestros deseos fúturos no de¡an de ex1st1r, segUirán ahí cuando

despertemos. Como los deseos son todaviJ p.1rte de nosotros,

nuest ro inter(•s en !.1 vidJ contmuadJ s1gue s1endo tJmbi(•n parte

de nosot ros .nmque estemos d ormidos o mconscientes.

Las personas y el respeto por la au tonomía

1 !.1st.t este momento nuestro anáhs1s sobre lJ m¡ustina de matar J

].¡s personas se hJ cent rJdo en su CJflJCldJd de conceb1r d fú turo

y tener deseos relacionJdos con (•1 . l·:xiste otr.1 1rnplicJnón en

d hecho de ser personJ que puede tJrnb1h1 tener re!Jc1ón con

l.t in¡ust 1na de rn.l tJr . J l .¡y una cornente de pensJrruento (•t 1co,

JsonJdo con KJnt pero en ].¡ nJJ l est.ín mclUl dos muchos escntores

modernos que no son k.tnt iJrlos, segúu ] .¡ cu.1l el respeto por la

Page 68: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica práctica

autonomía consti tuye un prinCipiO moral básico. Por "autonomía" se entiende la capandad de elegtr , de hacer y act u.I r según las

propias densiones. ! .os seres raCionales y conscientes de si rrusrnos tienen presumiblemente esta clpKidad, mientras que los seres que no pueden considera r las al tern.I t ivas que se les ofrecen no

son capaces de elegtr en el sentido requerido y, por tanto, no

pueden ser autónomos. En p.trt Kular, sólo un mdtvtduo capaz de dif(•renciar entre vivir y seguir vivl('ndo puede aut c"momamente

elegir vivir . ! k ahí que mat.t r a una persona que no h.1 elegtdo morir no respeta la autonomía de dtcha persona; y como la elección entre vivir o monr es l.t densión más Importan t e que se puede t om.tr, la elección sobre la que dependen todas l.1s dern.ís, matar a un,¡ persona que no ha elegido morir supone la v10lanón más gr.¡ve posible de la autonomía de esa persona.

No todo el mundo está de ,¡cuerdo en que el respeto por la autonomía sea un pnnnpto moral bástco, ni t .m siqUiera un principio moral váhdo. 1•:1 utdi t .msmo no respet,¡ !.1 autonomía en cuanto tal , aunque podría d.1r un mayor peso .d deseo de un,¡

persona de seguir viva·mlo, bten en el sentido del utdl l arismo de prd(·renna, o como p rueba de que la v tda de !.1 persona er.1 fdu. en su con¡ unto. Pero SI somos u t dl l .mstas de pref(·renCI.l , debernos conceder que el deseo de segutr VIviendo puede verse cont r,lpes.Hlo por o tros deseos, y si somos u t ihtanstas clásicos debernos reconocer que la gente puede est.l r equivoc.1da en sus expcTt.l t tv,¡s de f(·hnd.td . De modo que un ut iht .msta, . 1 ! ob¡etar el rnat.Ir ,¡ un.1 person.l , no

puede poner el rrusmo (·nfJsts en l ,¡ autonorn i.l corno los que respetan la autonorni.l corno un pnnnp10 rnor.d mdependiente . El uti l i ta rismo cl.ísKo podría t ener que .1cept.1r que en algunos casos seria correcto matar a un,¡ persona que no ehge rnonr, sobre la base de que de otra fórrna la person.1 estari.1 dest mada ,¡ un,¡

1 24

( .

' .

1 ' ,

¿Qué hay de malo en malar?

vtda desgraciada. Esto es cierto, s in embargo, sólo desde el nivel

cri t ico del razonamient o moral . Como hemos visto anteriormente,

los uti l i tanstas pueden animar a la gente a adoptar, en su vida

diana, pnnci pios que en casi todos los casos cond ucirán a mejores

consecuencias que cualquier acción alt ernativa. El principio de

respeto por la au tonomía seria e l pnnnpal e¡ emplo de ta l principio.

En el terna sobre la eutanasia en e l capitulo l ana lizaremos casos

reales que plantean este problema.

Quizá sea ú td en este momento exponer nuestras conclusiones

sobre el v.dor de la vtda de una persona. H emos visto que hay cuat ro

postbles razones para mantener que la vida de una persona t iene

cierto valor chstmttvo que la si túa por encnna de la vtda de un ser que

simplemente siente: la pn·ocupanón del ut ihtansrno clásico por los

ef(·ctos que matar t iene sobre ot ras personas; la preocupación del

ut ilitarismo de pref(·renn.l por los deseos y planes frust rados de

!.1 víctima par,¡ el fil t uro; el razonamiento que concl uye que la

capandad par,¡ concebirse ,¡ uno mismo corno existente en e l

t l('rnpo es una comiKtón nen·sana d el derecho a !.1 v ida y el respeto

por la autonorní.L Aunque en el nivel de razonamiento crítico un

ut i l i tarista clásKo acept a ría solamente la pnrnera razón, indirecta,

y un uti l i tansta de prcf(·renn.l sólo las dos pnrneras rJZones, en

el nivel intui t ivo, el ut dl lansrno de arnb.1s clases pro bablemente

abogaría tarnbt(•n por el respeto por la autonomía. De este modo

! .1 dist inción entre los ruveles mtull tvo y c ri t ico conduce a un mayor

grado de convergenna, ,¡ mvel de l.1s decisiones que hay que tornar

chanarnente, entre los ut ihtanstas y los que sost ienen otros puntos

de vtsta morales del que encont raríamos si t uvtcrarnos en cuenta

sólo el ruvel cri t ico de razonamien t o . J-:r¡ cu.dquter caso, ninguna

de las cuat ro razones p.�ra d.Ir una espenal pro t ección a la vtda de

l.1s personas puede ser rechJZada de fórrna mrnedtata Por tanto,

1 2'>

Page 69: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

tendremos a las cuatro en mente cuando tratemos t ernas práct icos

en los que es t<:• en JUego matar.

S in em bargo . antes de meternos en cuestiones prácticas sobre

matar, todavía tenernos q u e considerar afirmaciones sobre el valor

de la vida que no están basadas ni en la pertenenna a nuestra

especie ni en el hecho de ser un.I persona.

La vida consciente

Hay mu chos seres que son sensibles y capa ces de experirnent.n

placeres y dolor, pero no son r.Kion.Iles y consnentes de sí mismos

y. por tanto, no son perso nas. Me rd{·rir(· a estos seres corno

seres conscientes . Muchos anima les no humanos se encuent ran

con casi total seguridad dent ro de esta categoría; al igual que

deben estarlo los recu:·n nandos y algunos huma nos psíquicamente

discapacitados. lixactarnente a cuáles de ellos les falta la concienn.I

de sí mis mos es algo que veremos en los próxnnos capítulos. SI

Tooley está en lo nerto, no se puede denr que los seres que no

poseen conciencia de sí mismos t engan derecho a la vida , en el

sentido completo de "derecho" . S m em bargo. por ot ras r.Izo nes,

q u izá sea malo matarlos. !in la presente secnón nos pregunt aremos

si tiene valor la vida de un ser que es consciente pero no consnente

de sí mismo, y en c;¡so a firmativo, cómo se puede comparar el valor

de esa vida con el valor de la vida de una persona .

¿Debemos va lorar la vida consciente?

L a razón más evidente para valorar la vida de un ser capaz de

experimentar placer o dolor es e l placer que puede experimentar

1 26

• 1

1 1

1 '

¿Qué hay de malo en matar7

Si valoramos nuest ros propios placeres - corno los placeres de

comer, del sexo, de correr a toda velocidad o de bañarse en un

día caluroso e l aspecto umversal de los JUicios (·t icos nos exige

que extend.nnos nuestra evaluación positiva de nuestra propia

experiencia de estos placeres a las experiennas sim ilares de todos

los que puedan experiment arlas . Pero la muerte es el final de todas

las experiencias placenteras y . por tanto, el hecho de que los seres

experimenten placeres en el filltHO es una razón para argumentar

que sería malo matarlos. Naturalmente , un planteamiento similar

sobre e l dolor apunta en chrección cont raria, y es solamente cuando

creernos que el placer que los seres pueden expenrn entar sobrepasa

el dolor que pueden pad ecn, que este planteamiento t iene sentido

en contra del hecho de matar. Lo que esto viene a decir es que no

debernos acabar con una vida placent era

l�sto parece muy simple : valor.unos el placer, matar a los que

llevan un.I vida placent era ehrnin.I el placer que de otra fórrna

experirnent.nían y. por tanto, matarlos es malo. Pero exponer

el planteamiento de esta fórrna oculta algo que, una vez que se

.Id viert e , dcv la cuestión muy lqos de ser simple . Hay dos maneras

de redunr la cantidad de placer en el mundo: una de ellas es

ehrninar los placeres de los que l le van una vida placentera y !.1

otra es ehrnmar a los que llevan vidas placenteras. La primera dep

a trás seres q u e expenrnentan menos placer del que de otra manera

sent irían, y l.1 segu nda, no. ! o:s t o qtu ere decir que no podernos pasar

automáticamente de una pref{·renna por una vida placentera, t>n

vez de una VIda n o placentera. a una preférenna por una vida

placent era en vez de no vivir en absoluto . Porque, se podría objetar,

ser asesinado no nos hace vivir peor, smo que nos hace depr de

existir. Y una vez que hayamos deJado de c·xist ir , no echaremos de

menos los placeres que hubit•rarnos experimentado.

1 27

Page 70: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica práctica

Quizá esto parezca sofistJ : un <'J ernplo de IJ capJcidJd de los filósofós JcJd(•micos p.1ra encontrJr <hst inciorws donde no hay dif(•rencias significJtivas. Si Pso es lo que usted piensa, con­sideremos el caso contrano: el CJSO no de reducir el p!Jn•r, smo d e aumentarlo. H.1y dos fórmJs en el mundo de JumentJr !.1 cantidad de pl.1cer : una de el l.1s es aumentJr el p!Jn•r de los que ahora existen, y la otra es ·llHrH'ntJr el número de los q u e llevan u n a vida pi.JCentera . S 1 mJtar .1 los que l levJn tHIJ vi<!J placentera es m.1lo debido J ! .1 p<'•rdidJ de pl.1cer, p.1recerí.1 bueno aumentar el número de los que l levJn una v1d.1 piJcenterJ . Y esto lo podríamos hJn•r teniendo más hiJ OS, con tJI que cre.unos hJstJ un punto razonable que VJrl .1 l levJr vid.1s plJn·nt erJs, o cn.mdo gr.1n cantidad de animales bajo unas condiciom·s que .lsegurJrían que iban a l levar tHIJ vidJ placentera . Pero, ¿sería converuente cn•Jr más placer mediJnte ! .1 cre.1nón de m.ís seres que lo ex¡wrimenten?

Parece haber dos enfóques posibles a estos confi1sos temas. El primero consis t e simplemente en JcqllM que es bueno .Hnnentar la cantidad dP placer en e l mundo incr emPntando e l número de vidas placenterJs, y malo, reducir !.1 c.mt ¡d,Hl de pi.HTr en el mundo redunendo el número de VI<!Js pi .KenterJs. l �ste enfóque tiene la venta) .! de ser simple y b.1st.1nte consenH·nte, pero nos exige que sosteng.unos que si pudi(•r.unos Jtmwnt.n el número de seres que llevan tHIJ v1d.1 plan·nt era sm empeorar 1.1 de otros, sería bueno hKerlo. Par,¡ ver en qu<'• medida nos preocupa est.1 conclusión, puede ser út i l considerar un caso concreto. lm.1ginemos que tHIJ p.1n•p está int ent.m d o den<hr si q uwren t ener hiJOS, y supongamos que, en lo refl>rente ,¡ su propiJ f(· l ind.J d , las vent.l jJS y las desventaps est.ín eqtuli br.ld.ls. Los hij os se interpondr.ín en sus carreras en un.1 L1se crun.d de sus v1das profl>s10n.dPs y tendr.ín que depr SU d!VeTSlÓn f;¡vorit a , el esqui de fóndo, aJ menos durante

1 28

f, 1

¿Qué hay de malo en matar?

unos años. Al mismo l!ernpo saben que, como la mayoría de los

p.1dres, d isfrutarán de sus hiJOS y se sentirán f(· l ices de verlos crecer.

Su pongamos que si otros se ven af(·ctados, los ef(·ctos posit ivos y

negativos :;e contrarrestarán. Por últ imo, supongamos que corno

la parep puede ofrecer un buen micio en la v1da de sus hiJos, y

los niños crecerán como ciudadanos de un país desarrollado con

u n alto nivel de vida , es probable que l lewn una vida placentera.

¿Deberá ! .1 p.1rep tener en nwntJ el posible placer fí1turo de sus

hiJOS como una razón significativa para tenerlos? Dudo que muchas

pareJaS lo h.1ga n , pero SI aceptamos este pnmer enfóque, deberían

hacerlo.

A est e enfóque lo den orrunar(· posiCión "total" ya que según

este punto dP v1sta nuestro objetivo es aumentar la cantidad total de

placer (y reducir la cantidad total de d olor) y es indif(·n·nte SI est o se

han· m cremPntando el placer de los seres existentes o aumentando

el número de seres que existen .

l � l segundo enfóque consiste en tener en cuenta sólo a los

seres que ya e x isten. Jntes de la decisión q ue tornemos, o al

menos que existirán mdepemhe ntemente de esa decisión. A este

enfóque lo podemos den orru nar el de la "existenna prev1a" y

ruega el valor q u e ¡nwde t en er aurn entJr pl .JCer increm ent.md o

el número de seres. l•:sta posinón de ! .1 existencia previa está

m.is en armonía con el JU icio mttut ivo que la mayoría de la

gente (creo) t iene de que !Js pan'JJS no están baJO la obliganón

moral de tener hqos cuando seJ probJble que los niños l leven

un,¡ vida placent era y nad1e s.1lga .¡{(·nado de una manera negativa

Pero , ¿cómo cua<frJmos el enfóque de la existenCia pn·v¡a con

nuest ras m t u iCiorws sobre el caso mverso, cuando una ¡)Jn'Ja se

est.í pensJndo tener un hiJO que , quizá porque herede un def(·cto

gen(·tlco, l levariJ una vidJ ternblemente desgranJda y monría Jrlles

1 29

Page 71: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

de cumplir dos .u!os7 Pensaríamos que no est .lrÍJ bien que la p.!rt')d

tuviera deliberadamente ese h q o . Pero si el plM-er q u e un posible

hi¡o experimentaríJ no es ru.ón p.1r.1 tr.1erlo .1! mundo, ¿por qu(•

el dolor que un posible lu¡o experimentaríJ conslltuye un mot ivo

en contra de t raerlo .1! mundo7 L1 posKión de !.1 ex1st ennJ pn·viJ

debe o bien mantener que no h.1y n.1da malo en t r,H·r .1! mundo un

ser desgrJciJdo, o IHen explicar ! .1 JsmwtríJ exist ente entre casos

de posibles hi¡ os que pued.1n llev,¡r un.1 vid.! placent era y posibles

hi¡os que pued.u1 l lev.1r un,¡ vicl.! desgrJnJdJ. Neg.1r que es m.1lo

traer a sJbiend.ls .1! mundo ,¡ un hiJO desgrJCIJdo es poco probJble

que guste a los que Jdopt.!ron !.1 pos1nón de !.1 existenciJ pn·viJ, en

primer lug.1r porq u e p.!n'l"Í,l estJr más en JrrrHHl ÍJ con sus ¡ uinos

intui tivos que con !.1 posinón " tot .1 l " . Pero no es fkil encon t rJr un,¡

explicación convincente de chch.1 ,¡s irnet rÍ,l . Qult .. i !.1 rne¡or y no es

muy buena se.1 que no h.1y nJ d,¡ de rn.do di rect.unente en concebir

a un hqo que será desgra nado, pero u n .1 vez que ese hqo ex ist.l ,

corno su VId.! es muy deschdiJdJ, debe rí.nnos redunr !.1 c.m llcL!d

de dolor en el mundo rnediJnt e !.1 eut.uiJSl.l . Pero ! .1 eutJnJsi,l es un

proceso más Jngustioso pa r,¡ los p.Hires y ot r,ls person.1s nnplicacL!s

que !.1 no concepnón. De ,Ü!Í que t engamos un.1 razón mchrecta pa r.!

no conce!Hr a un h q o que v.1y.1 ,¡ tener u n ,¡ ex1stenn,¡ desgr.lnJd,l.

Por tanto, ¡es malo t runc.1r un,¡ vid.! pi.H-en t t·r,¡7 Podernos

rn.mtener que lo es tJnto b.1¡o el punto de VISt ,l totJI como el

de J,¡ existenc1.1 pn·v¡,¡, pero nuest r,¡ respuesta nos compromete

a cosas ddérentes en cJcL! c.1so. Sólo podernos .Hiopt.lr el enfóq tH'

de la existenn.l prev¡,¡ s1 acept.nnos que no es rn.do t rJcr .1! mundo

.1 un ser desgrKI.!do, o , en todo caso, s1 ofrecernos un,¡ explic,1nón

de por qu(· esto est ,i rn,¡ l , y sin ernb.1rgo no serí.1 rn.1lo de¡ .u de t r.1cr

al mundo .1 un ser cuy.¡ v1da se r,i ,¡grJdable De fórrn ,1 .dternJt iv,¡

podernos Jdopt.lr el enfóque tot ,d , pero ento nces debernos ,¡cept.u

BO

11

' '

' (.

¿Qué hay de malo en matar7

que es tarniHhl bueno cn•.!f más seres con v1das placenteras, lo

que t iene ext rarias implicaciones práct icas. Ya hemos visto algunas

de estas imphcanones y ot ras se harán evident es en e l próximo

capítulo .

Comparando el valor de vidas diferentes

S1 podernos dar una respuesta afirmat iva aunque poco sólida

,¡ J mtcrrogante de SI ! .1 v1da de un ser que es consciente pero

no consnente de sí rrusrno tiene .1lgún valor, ¿podernos tarnbi(·n

comparar el v.1lor de v1d.1s ddérentes , .1 d i f(·rentes niveles de

connenci,¡ o connenciJ de sí rrusrno7 N.1t u ralmente no vamos

.1 mtentJr JsignJr valores num(·ncos .1 l.1s v1das de los dd(·rentes

seres , ni t .unpoco el,¡borJr una listJ orden.Hia. Lo máximo a lo

que podríamos .1spir.u es .1 tener un.1 1de.1 de los pnnnpios que,

cu.1ndo se complementen con ! . 1 m fórrn.1ción .!prop1.1da en detal le

,¡cerca de l .1s v1cl .!s de seres ddáent es , pudH•rJn servir como base

par.! chch.1 hst a . Pero lo más nnport Jnte es SI podernos aceptar en

modo .¡Jguno !.1 1de,¡ de ordenar el v.1lor de v!C!Js dd(·ren tes

Algunos chcen que es .mt ropochltrico, mduso especieíst a ,

orden.1r el v.1lor de v1dJs chférentes de una rnJm•rJ ¡ erárquica. S1 lo

hKemos, nos situaremos mevitJble mente en !.1 can.! y colocaremos

,¡ los dem,is seres próximos .1 nosotros según el ¡Mrendo existente

entre ellos y nosot ros rrusrnos !in lug.1r de esto debe rí.1mos

n·conocer que desde los puntos de vistJ de los seres ddérentes,

cacl.! v1d.1 t 1enc· 1gual valor. Aquellos que Jdoptan esta posiCIÓn

n·conon·n n .1 turalrnente que en !.1 v1dJ de un,¡ personJ se puede

mdu1r el estudio de la filosoflJ rmentrJs que en !.1 v1dJ de un ratón

no; pero Jdvicrt cn que los pl.!n·n·s de J,¡ v¡d,¡ de un rat ón son todo

B l

Page 72: Peter Singer -Ética Práctica-

!�rica práctica

lo que dicho ratón tiene, y por t. ullo se presupone que significan

tanto para e l r<l lón corno los placeres de la v1da de un.1 persona

para dicha persona. No podernos decir que una sea menos valiosa

que la otra .

¿Es espeneísta afirmar que la vida de un adul to normal rruern

bro de nuestra especie t iene rn.is valor q u e !.1 vid.! de un rat ón

adul to norrnaP Sólo seria posible d efénder <lich.I afirrnanón si

pudi(·rarnos encontrar alguna b.1se neutr.I l , algún punto de vista

imparcial desde el cual pudH�rarnos hacer la cornpar,J nón.

La di ficul tad para encont rar una base neutral es u n problema

práct ico muy rea l , pero no estoy convenndo de que presente

un problema teónco Irn·soluble. Yo fórrnularía 1 . 1 pregu nt .l que

necesi tarnos hacer de la siguiente rn.mera. l rnagmernos que poseo

la peculiar pro¡)l(•dad de poder convert mne en un .uurnal , de fórrn.1

que, corno Puck, en El sueño de una noche de verano, "A veces ser(· cab.dlo ,

a veces perro de caza" . Y su pongamos que cuando soy c,I IJ .I l lo ,

rea lmente soy cabal lo , con t od.1s y úmcarnente las ex¡wnencias

psíqu icas de un caballo, y cuando soy ser humano te ngo t od.Is y

únicamente las ex periencias psíquicas de un ser hurn.mo. Ah ora

bien, supongamos tarnb¡(·n que puedo entrar en un tercer estado

en el cual puedo record.1r exactamente lo que era ser un caballo

y exanarnente lo que era ser humano. ¿Cómo sería este tercer

estado? En algunos aspectos el grado de corKH'nna de mí mismo

y racionalidad, por e¡ern plo podría ser un.1 t'XIstenn.l más b1en

humana que equma, pero no sería una existt·nna humana en todos

los aspectos. IÜ1 este t ercer estado, por tanto , pod rí.1 comparar !.1

existenna equ m.1 con la t'XIst enna humana Su pongamos que se

me ofrecl{'r,¡ la oport urud.HI de otra vid.! , y la opnón de vivir corno

caballo o corno ser hum.mo, siendo las vidas en cuestión en c.Jd,¡

caso las rne¡ores que un cab.dlo o un ser humano puedan lle v .1r en

B2

tJ ,,

' .

¿Qué hay de malo en malar?

este planeta. Entonn·s estaría deci<hendo, en ef(•no, entre el valor

de la vida de un caballo (para el caballo) y el valor de la vida de un

ser humano (para el ser humano) .

Indudablernen tt' esta hipótesis nos exige suponer muchas cosas

que nunca podrían l legar a ocurnr y otras que sobrepasan nuestra

nnagmación. ! .a coherencia de una ex1stenna en la cual uno no es

ni caballo m humano, pero recuerda lo que es ser am bos , podría ser

cuest ionable . No obstante, creo que se puede extraer algún sentido

de la idea de elegir a partir de esta posinón, y estoy convencido

de que desde esta postura, se vería que algunas fórrnas de vida son

pref(·ribles a otras.

Si es n erto que podernos ext raer algún sentido de la opción

entre la existencia corno rat ón y la existencia corno ser humano,

entonces sea cual sea la opción que tornemos podernos extraer

algún sent i<Io de ! . 1 1dea de que la vida de un.1 clase de animal

posee más v.dor que J.¡ vida de otro ; y si esto es así , la a firrnanón

de que la v1da de t odos los seres t iene el rrusrno v.dor se sostiene

sobre una base muy <kbd . No podernos def(·nder esta afirmación

d icu:•ndo que para todo ser su v1da es hmdarnental , ya que hemos

aceptado una comparaCión que adopta una postura más ob¡etiva o

al menos mtersub¡et iva y que va más allá del valor de la vida de un

ser considerado solamente desde el punto de v is ta de dicho ser.

Por consiguiente , no seria neces.marnente espeCieís t.l ordenar

con .1lgún cnt erio ¡erárquico el valor de vid.1s di f(·n·ntes . !k qu(·

fórrna habri.1 que hacerlo es otro terna, y no te ngo n.l<la rne¡or que

ofrecer que 1.1 reconstru cCión nnagmativa de lo que seria ser una

clase dd(•rente de ser. Quizá algunas comparaciones se.u1 demasiado

ddlciles. Puede que teng.un os que deCir q u e no tenernos la más

remota 1dea de si ser í.1 rne¡or ser pez o serpiente; pero entonces, no

nos vernos ,¡ menudo ob ligados a elegir entre matar a un pez o a una

Page 73: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práct Jea

serpien te . Otras comparanones a lo me1or no son tan ddinles. l·:n

general, parece que cuanto más desarrollad,¡ se,¡ la vid,¡ cons<wnte

de un ser, mayor el grado de conciencia de si rrusrno y racion.1hdad y

más amplia la vanedad de posibles expenennas, m.is pref(·nria uno

ese tipo de v1da, si se tU VH'ra que elegir entre ell .1 y la de un ser con

un menor nivel de concienna. ¿Pueden los utdi t .mstas defénder

tal pref(·rencia7 En un famoso pasaje de un hbro, John Stuart Mdl

int entó hacerlo:

i'<Kas cn.llu ras humanas consent 1rian <'TI ser convertidas <'n cu.d

quier t 1po de .nurn.d mf(·nor , ,¡ c.nn lllo del pleno <hslrute de

los pl.H·<·n·s de d1cho .mirn.d; mnxún ser hurn.mo mtehxente

consentiri.1 <'n ser un tonto, runxun,¡ persona mstnuda seria un

1xnorante, m mnxun,¡ p<·rsona con sent irruentos y conci<'nci.I seri.1

<'Xoist .l y despreciable , mduso .l l lnque se le convemwra de que

t .mto e l tonto corno e l burro o el picuo est.in rn.is s.lllsf(·chos con

lo que t ienen que <'S,I persona con lo que le ha tocado 1<:5 rne¡or

ser un ser hurn.mo descontento que un cerdo sal lsf(·cho; rne¡or

ser Sócrates descontento que un tonto sat lsf(·cho . Y s1 el tonto o

el cerdo son de otra opnuón, es porque sólo conon·n su prop1o

l.1do de la nn•st 1ón, rnient r.Is que la ot ra ¡Mrt<• de !.1 cornp.lr.Inón

conon· .unbos l.1dos.

Como han indicado muchos critKos, este argumento es di·bd . ¿S.il)('

Sócrates n•,¡ ]mente lo que sigru fic.1 ser un ton to"� ¿ Puede en verd.HI

experimentar el gozo de los pl.1n•n•s vanos en l.1s cos.1s sencill .1s ,

despn•ocup.1do por el deseo de entender y rrH'J <H.Ir e l mundo"� l ·:s

bastante dudoso. Pero .1 menudo se pas.1 por .1lto otro aspecto

significativo de este p.!SJ)<'. 1•:1 .1rgu mento por el cual Mili prefiere

la vida de un ser hurn.1no a l.1 de un .1nimal (con d que est.1rÍ.1n

de acuerdo la rr1.1yoriJ de los lectores modernos) <'S <'XJctJmente

1 34

• ,: '

¿Qué hay de malo en matar7

p.1ra lelo a aquel mediante el cual prefiere la vida de un ser humano

inte ligente a la de un tonto. Dado e l contexto y la fórma en la cual

el t(•rmmo "tonto" se ut ilizaba norma lmente en sus días, parece

probable que con (· 1 q u iSiera designar al mismo t ipo de persona que

hoy en día denominarnos corno psíqUicamente discapacitada. Con

esta postenor condus1ón algunos lect ores modernos no estarían

de acuerdo; pero, corno sugiere el argu mento de Mili, no es fácd

adoptar la pref(•n•rKia por la v1da de un humano antes que por la

de un no humano, sm a l rrusmo tiempo aceptar la pref(·rencia por

la vida de un ser humano normal antes que la de otro ser humano

con un nivd mtelectual parecido al del no humano en la pnm era

cornparanón.

Es dificil reconciliar el argu mento de Mili con el u t i lit arismo

clásico, ya que no parece nerto que el ser más mtehgente necesaria­

mente tenga una rn.1yor capacidad para ser féliz; e incluso si

acept áramos que esta capacidad es m.1yor, habría que tener en

cuenta el hecho de que, corno Mdl n•conon·, esta capandad

se sat isface con menos frecu<·ncia (el tonto está sat isf(·cho, pero

Sócrates no) . ¿Tendría un ut i l i tarista de pref(·renna rne¡ores pers­

penivas de def(·nder los JU ICIOS que hace MdP Eso dependería

de cómo comparemos las dif(·re ntes pref(·rennas, con dif(·rentes

grados de connencia y concienna de si rrusrno. No parece imposible

que encont remos fórmas de Jerarquizar estas dif(·rentes preféren­

n.Is, pero por d momento !.1 cuestión queda abiert a .

Este capitulo se ha centrado en el terna de matar a seres

conscientes. En el capitulo 10, que trata sobre la (·t ica medioam­

biental , veremos SI hay algo de malo en quitar la vida a los seres

no conscientes, como por qemplo, los árboles o las plantas.

135

Page 74: Peter Singer -Ética Práctica-

5

Quitar la vida : los animales

En el capitulo 4 se examinaron algunos principios generales sobre

el valor de la vida. En (•s te y en los dos próxnnos capítul os

sacaremos. a partir de esa d iscusión. algunas concl usiones sobre

tres casos en los que matar ha sido obj e t o de un acalorado debate :

el aborto. l a euta nasia y matar amrnales . !k l a s t res. la cuesLión

de quitar la vida a los .m irnales es la que menor polhmca h.1

levantado; de cualquie r rnarwra. por razones que qued.1rán claras

con posterioridad. resulta Im posible ckfi.·nder una postur.1 sobre

el aborto o la eutanasia s in fórrnular un.1 o¡muón sobre la muerte

de animales no humanos . Por todo esto. verc·mos esta cuestión en

primer lugar.

¿Puede ser persona un animal no humano?

Hemos visto que existen razones para mantener q u e matar a una

persona es ¡wor que matar a un ser que no sea persona. Lo

antenor c·s nerto . . 1ceptemos o no el ut il i t arismo de prdi.·renn.l ,

el argumento de Tooley sobre el derecho .1 l a vida. o el p rinnpio

del res peto a la .l l l tonornia I ncluso u n u t i l i tarista clásKo diría

que pueden l' XISt ir razom·s mchrect as que hacen que matar .1

una persona se.1 pPor. Por lo tanto. al d iscutir lo InJ USt o quP es

matar a un armnal no humano es Importante pl .mte .1rse si alguno

de el los es person.1 .

B6

/.0

.,

Quitar la vi da: los animales

Suena raro llamar pPrsona a un animaL Esta rareza q uizás n o sea

más que un síntoma dP nuest ra costumb re de mantener a nuestra

espene profimdarnentP distannada de las demás. De cualquier

fórma. se puede evitar la extrarleza l ingüística refórrnulando la

cuest ión de acuerdo con nuestra definición de "persona". Lo que

rea lmente nos pregu ntarnos es si los .umnales no humanos son

seres ranon.des con connenci.l propi;I , consner;tes de ser enlldades

diférennad.Is con p.1sado y fú t ur o .

¿Son los an imales conscientes de s i mismos7 J<:r¡ l a actualidad

existen p ruebas sólidas de que algunos lo son. 1's posible que

la prueba más drarnátKa proceda de los monos que pueden

corn\m ic,use con nosotros u t i lizando un lenguaje humano. U anLiguo suerlo de enseriar nuestro lenguaje a otra especie se

convirtió en realidad cuando dos cien t í ficos americanos. Allen y

Beatrice Gardner. int uyeron que el fracaso de antenores in tentos

para enseriar a hablar a los durn panc(•s se debía a que éstos

carecía n , no de la int Pl igenna necesana para usar e l lPngua)e. sino

de las facu ltades vocalPs necesarias par a reproducir los sonidos del

lengua)P humano. Por lo tanto. los Gardner dendieron t ratar a una

durnpan c(· JOVen corno SI se tratara de un bebe humano s in cuerdas

vocales. Se cornurucaban con ella. y entre e l los en su presencia.

uti l izando el Lenguaje de Signos Arnencano. lenguaje ampliamente

u l llizado por personas sordas.

l�sta t(·cruca tuvo un (•xi to sorprendente . La chirnpanc(·. a la

que l lamaro n "Washoe". aprendió a comprender u nos 3SO signos

chfi.·rentes. a u t i lizar unos 1 SO correct amente y a JUntar signos para

fórrnar frases simple s . Con respecto a l terna de !.1 concH•ncia de

si rrusrna. W ashoe. cuando se le muestra su propia mugen en u n

espqo y le pregu ntan "¿QUlt'n es (·sa?", n o duda en res ponder:

"Yo. Washoe". Con postenoridad. W ashoe se mudó a Ellensburg.

B/

Page 75: Peter Singer -Ética Práctica-

l�tica práctica

Washington , donde vivió con otros chirnpanc(·s baJO los nudados

de Roger y Deborah Fou ts . Allí adoptó a un beb(· chnnpan c(•

y pronto comenzó no sólo a hacerle signos, smo a enserlarle

intencionadamente, por ejemplo, hanendo con las manos e l signo

para "comida" dentro de un co ntexto aprop1ado.

! .os gorilas parecen ser tan buenos corno los durnpanc(•s a

la hora de aprender el le nguaje de signos. Hace usi veint e af10s ,

Francine Pat terson cornent.ó a corntm 1carse con s1gnos y ,¡ hablarle

en ingli·s a Koko, un gorila de l l ,mura. l �n la act uahdad, Koko posee

un vocabulano de trabaJO de más de t,OO signos, y ha u t ! lizado

unos 1 .000 s tgnos correctamente por lo menos en una ocasión.

I ncluso comprende un número mayor de p.tlabras en mgks a ruvel

hablado. Su comparH·ro M1 ch,1el , que em pezó a tener contactcr con

los signos a edad más avanzada, ha ut ll 1zado unos 4{)0 s1gnos.

Delante de un espeJ O, Koko har,i burl.t, o se examin,tr,i los dientes .

Cuando se le pregu nta : "¿Qtuht es un gor!l,t listo7" Koko res ponde:

"Yo". Cuando en su presenna algulC'n chce , " l •: l la es muy pesad,t" ,

Koko (quizás sm entender el t(•rrnmo) decía con signos: "No,

gorda".

I .yn Mdes ha enseriado el lenguaJe de signos a u n or,mgután

l lamado Chante k . Cuando se le mostraba una fótografia de un gorda

serlalándose la nariz, Chantek podí,1 1rnitar al gorila serlalando su

propia nariz, lo cual nnplica que posee un,¡ 1rnagen de su propto

cuerpo y es c.tpu de trasladar es,1 1magen d el plano bidimensional

de la imagen visual para llev,n a cabo la accic'm corporal necesaria.

! .os simtos tJTn lH i·n u td tzan los s tgnos fl<lra ref(·nrse ,¡ acon

tecimientos pasados y fúturos, mostrando de esta man er,t senttdo

del t H·rnpo. Por C'J emplo, Koko, cuando seis d í,ts ckspu(·s se le

preguntaba lo que ha bia ocurrido el dia de su cump le,trlos, de cí,t

con signos "dormir, comer". TocLtvía más lrnpn·s¡on.�rl le result ,t l.t

B8

( .,

,¡ :j

Quitar la vida: los animales

prueba de sentido te mporal mostrada en las fiestas que los Fouts

celebraban penódicamente para sus chimpanc(•s en Elle nsburg.

C.tda arlo, despu(•s del Día de Acción de Gracias, Roger y Deborah

Fouts ponían un árbol de Navidad, lleno de adornos comestibles .

! .os chirnpanc(·s usaban la combinaCión de stgnos "árbol golosina"

para rd(·rirse al árbol de N.¡v¡cJad . J<:r¡ 1989, cuando la nieve hizo

su apa rición despu(·s de Acción de Gracias y sin embargo el árbol

tod.1vía no había aparecido, un chirnpanc(· l lamado Tatu preguntó

"¿Árbol golosina7" Para los Fouts esto demuestra no sólo que Tatu

recordaba el árbol, smo que además sabía que (·sta era la época.

Más tarde, Tatu se acordó tambii•n de que el cumplearlos de uno de

los chimpa nc(•s , Dar, era poco despu(·s del de Deborah Fouts. ! .os

dumpanc(•s renbían helados el día de su cumpleaiios y despu(·s

de la fiesta de nun plearlos de Deborah, Tatu preguntó: "¿Helado

para Dar7"

SupongJTnos que, tomando corno base est,ts pruebas, acepta­

mos que los snnios que se cornurucan con s1gnos t 1enen conciencia

pro pia. ¿Son excepc tonales entre todos los .�ru m,des no humanos

en este aspecto, precisamente porque pueden ut t l iza r e l lenguaje7

¿O se t rata snnp lemente de que el lenguaje permite a estos animales

mostrarnos una característica q u e el los, y ot ros ,m irnales, siempre

han poseído7

Algunos filósofos han argumentado que el lenguaje es necesario

para el razonamiento: uno no puede pensar sin fórmular los

pensamientos prop1os en palabr,ts Por eJemplo, St u,nt 1 ! JTn pshire,

filósofó de Oxfórd, ha escnto :

La dif(·rerH"ia aquí entre un ser humano y un ,mirn.Jl reside en

la posibi l i cLul de que los seres humanos expresen su intennón y fórmulen con palabras su mtenuón de· hacer t .1l cos.1, en

1 39

Page 76: Peter Singer -Ética Práctica-

(�rica práctica

beneficio propio o c·n bendino de los dern,is . L1 dd(·renn.l no

es trH'rJrrH·nte que c·n n•Jhd,ul un anun,d no tengJ rned1os p.1 r.1

cornunic,¡r, m p.lrJ n·g¡s tr.lr por su nH'nt.l, su mtenc1ón, con d resultJdo de que nJdH· pod r.i nunc.1 s,IIH'r cu,il er.1 c·s,1 mtenc i<·HI

Es tHlJ dd(·rennJ rn,is rn.Irc,ui.I, que se expres.1 rn.is corn·ct.nnentc'

corno IJ LdtJ de sen l l<lo que t iene atnhuir mtenciorH'S ,¡ un .nurn,d

que no t iCrH' fHlS ihi hd,uks para refkxion,Ir, lll ¡Mra Jnunci,lrse ,¡

sí rnisrno o ,¡ otros , su propio cornport,muento fii turo No

tendría sent ido at nlnur .1 un .uurn,Il una ClfJ.lCidJd de rnernon,¡

que dis t ingue el orden de los ,¡conH'Cirnientos en d fJ.lS .!do, y no tendrí,l sent ido ,I tnhuirk L1 c·x ¡><·ct ,I t iv.l de un orden de los

acontecirru ent os en el fiituro No posee el concepto m de orden ,

n i de ningún otro t ipo

Evidentemente lürnpshire estJbJ c·qu ivocJdo JI chst inguir con t .nllJ

crudezJ entre los hurn,mos y los .nu rnales, y,¡ que, corno JcJbarnos

de ver, los monos que us.n1 signos hJn demost r,1do con dJndad

que t ienen "IJ expectJtivJ de un orden de los Jcontccirnientos

en e l filluro". Sin ernbJrgo , l l.nnpshm· escnbió .ni tes de que

los monos hubl('sen .!prendido ,¡ u t i liz,¡r el lenguJ)l' de signos,

por lo tanto este !Jpso puede te ner excusJ. No se puede decir

lo mismo de IJ deknsJ que de est,l postura h11.o otro filósofó

ingU•s, M 1chJel Leahy, en un libro t l lulJdo Agamst Liberatwn mucho

tiempo más tJnle. LeJhy JrgurnentJ que los JnirnJles, J I cJn•n•r

de lenguJ)l' , no pueden tener mten nom·s, n1 ,H· tu,¡ r "por tUlJ

rJzón"

Su pongamos que se refórrnuL1sc·n estos Jrgurnentos parJ que se

refiriesen a los Jn irnJles que no h,m .!prendido ,¡ ut iliur un lenguaj e,

en lugar de a todos los JrurnJ les . ¡Serían en este cJso correctos7 S1

fuese así, ningún ser S in lengUJ)C' podría ser considerado pcrsonJ.

Esto ser ia Jplicable, supuestJrrH·ntc· , tJnto ,¡ los humanos JÓvem·s

1 40

· , ·,

' .

Quitar la vida: los animales

corno a los JnirnJles sin lenguJ) l' de signos. Se puede argu mentar

que muchas especies de anima les u t i l izan el lenguaj e, simplemente

que no se t rJta de nuestro l enguaJe . Es cierto que la mayoría de

los a n imales sociales t ienen fórmas de comu nicJción entre el los ,

y,¡ sea rnediJntc· lJ cJnCión rnelódic,¡ de l.1s b,!llen,ls, los silb idos

y chi l lidos de los delfines, los grur!idos y !Jdndos de los perros,

e l cantJr de los p.i )Jros, e· Incluso IJ dJn/.J que hJcen !Js Jbl') JS JI

volver J la colmena, J t rJv(·s de la cual l.1s otras ,d Je),lS conon·n la

chstJncia y la chrección de !,1 fiH·nte de alimento que hJn usado.

Sin embargo, t odavíJ hay dudas respecto a si Jlguno puede ser

considerado corno lenguaJe en el sent ido req uerid o; puesto que

nos JpJrtaríJ dernJSIJdo de nuest ro ternJ segUir con esta cuest ión,

supondr(• que no lo son y solamente tendr(· en cuenta lo que puede

aprenderse de la conducta n o l ingüist ic,¡ de los Jru rnales.

¿Resu ltJ JcertadJ la l ínea de argurnentanón que niega a los

Jnirna les la conducta intennonada, cuando se hmita a incluir a

los animales sin lenguaj e7 No creo que seJ JSÍ . Los argumentos

de Harnpshm· y de Leahy son t ípicos de esos muchos filósofós

que han escrito en t(•rminos similares, en el sentido de que

son Intentos de hacer filosofla de salón, sobre una nu•sttón que

requiere que se investigue en el mundo real. f<:r¡ conJ u nto, no

es en absoluto inconceb ible que un ser posea la capacidad de

pensamiento conceptua l Sin t ener u n lengua) l' , y existen ejemplos

de conducta Jnirnal muy ddicilrnente explicables, si no imposibles ,

,¡ no ser que sea mediante la suposinón de q u e los anima les piensan

conceptualmente . Por ejemplo, algunos invest igadores alemanes en

un experimento le enscñJban a una du rnpanc(· l lamada Jul ia dos

fi!Js de cinco n·cip ientes n·rrJdos t ranspJn•ntes. Al fin a l de una

de las fi las había una cap con un plátJno; IJ CJ)a a l fin a l de la

otra fi la estJba vacía. La CJ)J que contenía el plátano solamente

1 4 1

Page 77: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

podía abrirse con tmJ l lJve de fórrnJ cJrJct eristtcJ, lo que resultabJ

evidente JI ver ! .1 cap. LJ l lave podiJ verse dentro de otra cap

cerrad.! y . fJJra abnr esta CJ) J . )uhJ m·n•slt JbJ otrJ l lave dikrente

que h.1bia que sacJr de tHIJ t ercer.! CJ)a que so!Jrnente podiJ

Jbrirse con su propt,¡ l lave, !.1 nJJ I se encont rJbJ dentro de un,¡

cuarta CJ) J cerrJda . Fin,t lrnente , deiJnte de )uhJ, h,tbi,¡ dos CJ),lS

imciales, abiert,ls y cJdJ tHIJ con tmJ l l.1ve dikrente. )uhJ lúe

capJZ de elegtr L1 llJvP imnal corrPctJ con ) ,¡ nJJI podiJ ,tlmr

la siguiente CJ)J de IJ fiL1 que , finJirnente, condu ci,¡ ,¡ !.1 cap

que conteniJ el pLitJno. PJr,¡ hJcerlo, )uhJ debe h.1ber temdo

la C.!p.!ndad de r,¡zonJr hJCIJ J trás p.!rt tendo de su deseo de

abrir la CJ)J con el plátJno, hJstJ su nen•stdJd de obtener lJ

llave que !.1 abririJ, hJstJ su nen•stdJd de conseguir IJ ll.1ve que

abriría esa c,l )J , y Jsi sun•stvJ rnente . Puesto que J )ul t,¡ no se le

hJbiJ ensefi.Jdo ningún t t po de lengu,t ¡e . su conduct.l prueba que los

seres sin lenguJ¡e son c,tpJn•s de f(JrrnJs de r Jl.onJrruento bastJnte

cornpleps.

Los expenrnentos ck IJIJOrJtono no son t.1rnpoco el único cJso

en el que la conductJ de los JnirnJies lleva J !.1 conclusión de que

posPen tanto rnemonJ del p.1s.1do corno Pxpect,lttvJs de fút uro, y

de que son conscwntes de si mismos, de qut> llenen int enciones y

actúan de acuerdo con ellas. DurJnte varios años, ¡;rJns de WJal y sus

coiJboradores h.1n observJdo J dumpJnc(•s que vtven en condinones

serninat u r.1les en una superfine de dos Jcres del l.oológtco de

Amsterdam. A menudo h.Jrl observ,Hlo Jctividades de cooperJnón

en l.1s que es m·cesJnJ !.1 plJrufic<�nón. Por e¡ ernplo, .1 los durnpanct>s

les gust.1 subir J los árboles y rornpt>r L1s rarn<�s parJ poder comerse

l.1s ho¡as. Para impedir !.1 rápida dest rucción del pequefto bosquP,

los cuidadores coloc.1ron vJllJs el(·ctncJs Jln·dedor del tronco de

los árboles. Los dumpJnU·s lo su pt>rJron rompiendo rJrnas de los

1 42 •

Quitar la vida: los animales

árboles muertos (que no teniJn vJllJs a su J lrededor) y arrastrándolas

hastJ la base de los árboles vivos. hll onces u n chirnpJnc(· sostenía la

rama muerta rnient rJs otro subía por encirnJ de !.1 valla hasta e l árbol.

1(1 durnpanc(· que alcanzaba el árbol compart ía !Js ho¡as obtenidas

con el que sosteníJ ! .1 rJma

Igualmente, !k Waal ilJ observ,tdo una conducta engañosa

mtennonada, que muest ra clJramentc la extstencia de una con­

cwncia propta y el conocirmento de la concienna a¡ena. Los

chtrnpJnc(•s vtven en grupos en los que hay un macho dominante

que at aca a los otros m achos que se apareen con las hembras

ren·pt1vas. A pesar de todo, cu,mdo el macho dornmante no vigda

t tene lugar mucha Jct ivtd,td sexual . A menudo, los chimpanU·s

machos intentan mteresar sexualrnente J las hembras sentándose

con las piernas abiert Js, rnost r.Jrl<lo el pene erect o . (Los humanos

que se exponen de manera sirmlar dan continuidad a una fórmJ

de comportarmento de los chirnpann�s que se ha vut• l to poco

,tproptJda sonalmente.) !(n una ocJstón, un macho ¡ oven estaba

exntando J un,¡ hem bra de esta m.uwrJ cuando llegó el m acho

dominant e : el m acho ¡ oven se cubnó la erecnón con las manos

par,¡ que el macho dominante no la Vl('Se .

)ane Good.1 l l ha descrito un incidente que muestra una plan­

ificanón previa por parte de Ftgan , un ¡ oven chimpanc(· salva¡e de

la regtón de Gornbe en Tanzama. Para atraer a los armnales hacia su

puesto de observanón, Go0<l.1ll h,tbía ocult ,tdo .1lgunos plát anos en

un árbol:

Un diJ, poco desptH;s de que el grupo se hulnese JlimentJdo,

Flgan vto un plátJno que hJbiJ pasado desapercibtdo, pero GoliJt

[un m,1cho ,1dul to que se encontraba por encima dt> Flgan en la

¡erJrquia del grupo [ cstabJ dcsc,msando ¡usto dcba¡o. Tras una

rá¡nda nmada dcsc!P l,1 frutJ hast,¡ Goh,l t , Flgan se marchó y se

1 43

Page 78: Peter Singer -Ética Práctica-

l�tica práctica

sentó al otro l.1do de la tH·mla ¡).Ira no ver la li·uta . Qumce rrunutos

más tarde, cuando Goliat se levantó y se marchó, hgan, sm dudarlo

un momento, se acercó y recogió el plátano. EvHlenterrH·nte, h.Ibí.l

valorado la situación en su con¡unto· s1 hu bwra subido a coger !.1

fi·uta antes, Goliat casi con toda segundad se !.1 habría arreb,!lado

Si se hubiera quedado cerca del plátano, probablemente la habría

mirado de vez en cu,mdo. Los durnpanc(·s son muy r.i ¡Jl(los a !.1

hora de darse na·nta t' mterpn•t.tr los movimH·ntos oculares de

sus cornpar'it'ros, por lo que Goliat posib lemente h.dnía vtsto la

fi·uta. Así qul' hg.m no sol.nnl'nll' S l ' había abstt'mdo dt' sattsLH·t·r

su deseo mst.uJt,int•arrH'nte, smo que se había a le¡ ado p.tra no

"descubrir su ¡uego" al dmgir la rrmada hana el pl.it.mo

La descripción de GoodJ.ll de este eptsodto, por supuesto, J.t nbuye

J. Figan un comple¡o con¡unto de int enciones, inclu idJ.s !J. mtennón

de evitJ.r "descubrir su ¡uego" y !.1 intención de obtener el plátJ.no

despu(•s de que Golídt se m.lrchdrd. Igudlmente, .ltnbuye d Ftgdn "Id

expectativa de un orden de los dcont ectmtentos en el fitturo", J. saber

!J. expectativd de que Goli,lt se m.trch.trí.l, de que el pl.ítdno segmríJ.

a l l í , y de que d mismo, FigJ.n, se .KercdrÍd entonces y lo cogeríJ.. A

pesar de todo, no se puede denr que t•stJ.s atnbuciones pdrezcan

"carecer de sentido" .nmque FigJ.n no puedJ. poner sus mt ennorws o

expectativds en p.1labrds. Si un J.nirndl puede disei"IJ.r u n pl.1n detallado

pJ.rd consegurr un pl.ítJ.no, no en este momento sino en J.lgún tiempo

fitturo, y puede tener prec.1udón contr,¡ su propia propensión J.

descubrir el objetivo del pldn, ese drlltndl debe ser consciente de sí

mismo como entidJ.d drstmtd, que existe J. lo ldrgo del t iempo.

1 44

�� � ..

\ 1

Quitar la vida: los an imales

La muerte de personas no humanas

Algunos a n t rnJ.les no h u m a n o s son personas, en el sent ido en q u e

h e m o s d e fin ido el t (· rrnmo. P.l rJ. J U zg.n Id nnport d neta de est J.

afirrnanón, debernos s i t udrld en el contexto de n u t·strd a nt erior

dtscusión, e n Id cuJ.l drgu ment(• que Id ú niCd vers tón d d(•ndible de

la d oct nna de Id sJ.nt tddd de ]J. V I <Ü h u rnJ.n J. erJ. lo q u e podíamos

l ldrndr ]J. "doct nnd de ]J. Sdnt idJ.d de I d v tdd de ] J . p ersond". Sugerí

que st ] , ¡ v tdJ. hurn.uJJ. sí posee u n vJ. lor especiJ.l o u n derecho

espt'CIJ.l a que se !.1 protep, lo t t ene en ! . 1 rnedtd,¡ en que la rnJ.y<JrÍd

de los seres h u rn J.nos son pers onas Pero S I .1lgunos J.n i rn a les no

h urn.mos son person,Js , de la rmsrnJ. mJ.rH'rd I J.s v1dds de esos

,uu rnJ.les deben t e ner el mismo va lor o derecho t'SfJ<'CIJ.l ,¡ la

prot ecCión Y .1 se b .1sen estds c.lract eríst tc .ls morales especiales de

J.¡s vidas de ],¡s personas hu m.mas en el u td l tansmo de prd(·renci .l ,

e n e l derecho a la v1da q u e ern.m.1 de su pro p 1 .1 c.1p.1ndad para

verse corno u n yo contmuo, o en el respeto .1 J.¡ .mt o nomía , estos

.�rgumentos deben .1 p l ícdrse ¡guJ. lmentt• .1 IJ.s perso n.1s n o humdnds .

Sol .unente !.1 r.1zón ut t l i t .ntst .l indtn•ct J. p.1r.1 no rn.1t .1r .1 las p erson.1s

el rruedo que t J.les .1ctos pueden despert .n e n ot rJ.s person.1s

se J.plic.1 con menor d1sp osinón .1 l.1s pt·rsonJ.s no h u rn.1n.1s YJ.

q u e I J.s personJ.s no h u m .1n.1s t ienen menos posdllhd.Hks que los

hu rn.1nos de conocer IJ.s m u ertes q u e se producen .1 nertd dis t .mcia

de e l lo s . Pero en este c.1so, esta r.1zón t .un poco es aplícJ.ble a

t odJ.s las muertes de personJ.s hu rn.1n.1 s , puesto que es posible

rnJ.t.lr de tJ. l manera que nadie sepa que se h .1 rn.ltddo a u n a

persond .

Por lo .mtenor, deber í,un os rechdzdr Id doct nnd que colocJ.

14'>

Page 79: Peter Singer -Ética Práctica-

Úica prácrica

las vidas de los miembros de ntH·stra ('specH' por ennm,¡ de L1s

vidas de los miembros de otra especie . Algunos miembros de

otras especies son personas: .!lgunos rrue mbros de nu est r.1 prop1.1

especie no lo son. Nmgu n.1 valoranón objetiva puede apoyar la

postura de que en todas las ouslom·s es peor m,lt.!r ,¡ miembros

de nuestra especie que no sean personas, que ,¡ rruembros de otras

especies que si lo son. Por el cont r.1rio, corno hemos v1sto, existen

argu mentos de peso p.1 r.1 pens,¡r que quitar L1 v¡cLI a una person,¡

resul ta , por si mismo, rn.is gr.1ve que qui t .lr L1 v¡cJ.¡ ,¡ algu l('n que

no se.1 person.1 . Por lo t .m t o , p.�ren• que rn,lt,H, por eJemplo, .1

un chirnpan c(· es peor q u e rn.lt.lr a un ser hurn,mo que, dell ldo

a una discapacid,HI inte lectual cong{•nit ,l , no es m pod r,i ser nun c,¡

persona.

En la act u alid,H! , no se cons1der.1 l . 1 muerte de un durnp.lnc{·

corno una ctH'St lón grave. Se u t dll:,l!l much os durnp.mc{·s en

in vestigaciones nentHic.1s, y muchos rnuc·n·n dur.m t e L1s mvc·s t l

gaciones. D ur.1nte muchos Mios, ddllC!o , ¡ l hecho de que era ddinl

criar durnp.!nc{·s en caullvidad, L1s emp resas que stunmlst r,!l>Jn .¡

estos animales los c.!pluraban en l.1s selvas de Áfdca . J( l rn{·todo

normal era disparar a una hern br,¡ con un,¡ crí,1 a l l .1do; se c.!pl ur,lba

a la cría y era enviada h.1na J•:urop.l o los J(stados Unidos. Jane

Gooda l l calculó que por c.Hia cría que a kam:.1ba su destino con vicL!,

morían seis chirnpanc{•s. Aunque los chirnpan c{•s se encuent r,m

en la actualidad dentro de L1 list,¡ de especies ame nazadas y se

ha prohibido su comercio, la muerte y el cornerno ilegal de

dlimpanc(•s, y de gorilas y orangut.HH'S, todavi.¡ cont múa.

Los grandes simios durnpanc{·s , gorilas y orangu t anes puede

que sean e l caso más evidente de personas no hurnan,¡s, pero existen

con casi toda cert eza otros. La observación Sls ternát lC.l de b.! l len,¡s y

del fines se encuent ra, por razones evid entes , muy por detrás de L1

1 46

J J

1 '

1 • '

!"t

1 •

Quitar la vida: los animales

de los sirmos, y es muy posible q u e estos marní féros que poseen

un gran cerebro resulten ser racionales y con connencia de si

rrusmos. A pesar de una moratoria oficial , la industria ballenera

acaba con 1.1 vida de miles de bal lenas anualmente en nombre de

la "investigación", las naciones ballener,¡s pretenden poner fin a la

moratoria de la Comisión Ballenera lnternanonal para volver a la

pesca comercial de bal lenas a gran escala. A nivel más cotid iano,

muchos de los que t 1 enen gatos y perros están convencidos de

que estos annnales t ienen conciencia propia y poseen sentido del

fúturo . Esperan que su compariero humano vuelva a casa a una

hora determinada. En e l l ibro Emma and 1, Shei la Hocken cuenta

corno su perro guia empezó a l levarla por iniciat iva propia cada

viernes a los sitios donde solía hacer la compra del fin de semana,

sin neces1dad de que se le comunicara e l día . Las personas que

a l imentan a gatos callq eros cada semana han visto que de la misma

manera (•stos vuelven e l mismo día de l.1 semana. Puede ser que

estas observaciones sean "poco cient íficas", sin embargo, para las

personas que conocen b1en a gatos y perros son plausibles y. ante

la ausencia de est udios más adecuados, deberían ser lomadas en

serio. Según cifras oficiales del Departamento de Agricultura de los

Estados Umdos, aproximadamente unos 1 40. CXlO perros y 42.000

gatos mueren anualmente en los laboratorios de los Estados Unidos,

y un número más reducido, aunque considerable, es uti lizado en

cada país "desarro llado". Si perros y gatos pueden ser cal i ficados

corno personas, los mamífi.·ros que util izarnos corno a l imen tos no

pueden encontrarse demasiado leJOS . Cons1derarnos que los perros

son más parecidos a las personas que los cerdos; sin embargo, los

cerdos son animales de gran inteligencia y si cnásernos a los cerdos

corno animales de compañia y a los perros para que s irvieran

de alimento, con toda probabilidad da ríamos la vuelta a nuestro

1 47

Page 80: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

orden de pref(•rencia. ¿No estaremos convirtiendo personas en

beicon7

Admitamos que todo esto es especulativo. Resul ta extremada­

mente dificil establecer cuándo otro ser tiene conciencia propia.

Pero si es malo matar a una persona cuando podemos evitarlo,

y existen dudas reales sobre si e l ser que pretendemos matar es

persona o no, deberíamos otorgar a ese ser el beneficio de la duda.

Esta norma es la misma que aplican los cazadores : s i ves que algo

se mueve detrás de un arbusto y no estás seguro de s i se t rata de un

animal o de una persona, no hay que disparar. (Puede que creamos

que no se debería d isparar en ninguno de los casos, pero la regla es

correcta dentro del marco ético uti l izado por los cazadores) . Sobre

esta base, habría que condenar u na gran parte de las muertes de

animales no humanos.

La muerte de otros animales

Los argumentos en contra de matar que se basan en la capacidad de

verse a uno mismo como individuo que existe a lo largo del tiempo

son aplicables a algunos animales no humanos, pero existen otros

que, aunque presumiblemente conscientes, no se puede decir de

forma plausible que sean personas. Los peces, de todos los animales

que los humanos matan en gran número con regularidad, parecen

ser el ej emplo más claro de animal consciente sin ser persona. El

que esté bien o mal matar a estos animales parece descansar sobre

consideraciones ut i l itaristas, ya que no son autónomos y -al menos

s i el análisis de derechos de Tooley es correcto- no cumplen los

requisitos para que se les otorgue el derecho a la vida.

Antes de d iscutir el pla nteamiento uti l i tarista de la muerte en

1 48

1 •

, . .

1 1 ' •

Quitar la vida : los animales

sí, deberíamos recordar que en los cálculos ut i litaristas figurarán

una amplia gama de razones indirectas. Muchas formas de matar

uti l izadas con los animales no produ cen una muerte instantánea,

por l o tanto existe dolor al morir. También existe el efecto que

la muerte de un animal tiene en su pareja o en otros miembros

de su gru po social . Hay una gran cantidad de especies de pájaros

en las que la unión entre macho y hembra dura toda la vida. Se

supone que la muerte de un miembro de la parej a aflige y provoca

un sentimiento de pena y dolor en el miembro superviviente. La

relación rnad re-hi¡o en los rnarníf(·ros puede ser fuente de intenso

sufrimiento si uno de los dos muere o es apartado del otro. (Los

ganaderos acostumbran a apartar a los terneros de la madre a una

edad temprana para que la leche esté disponible para los humanos;

cualquiera que haya vivido en una vaquería sabrá que las vacas

siguen llamando a sus terneros días después de que se hayan

marchado) . En algunas especies, la muerte de un animal es sentida

por un grupo más amplio, como sugiere el comportamiento de

elefantes y lobos. Todos estos factores l l evarían al uti l i tarista a

oponerse a u na gran cantidad de las muertes de animales, sean o

no personas. Sin embargo, estos factores n o constituirían razones

para oponerse a la muerte en sí de no personas, exceptuando el

dolor y el sufrimiento que pueda causar.

E l veredicto uti l i tarista con respecto a la muerte sin dolor que

no provoca pérdida a otros es más complicado, ya que depende

de la elección que hagamos entre las dos versiones del uti l i tarismo

esbozadas en e l capítulo anterior. Si optamos por l o que denominé

la postura de "la existencia previa", deberíamos mantener que es

malo matar a cualquier ser cuya vida pueda tener, o a cuya vida se

le pueda aportar, más alegría que dolor. Esta postura implica que

normalmentP es malo matar animales para usarlos corno alimento,

1 49

Page 81: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

ya que en circunstancias normales podríamos provocar que la vida

de estos animales tuviera unos cu<�rllos meses, o incluso arios,

f(·lices antes de que murieran, y e l gozo q u e expenrnent<�rnos ,¡[

comerlos no lo superaría.

La otra vers ión del utditdnsrno · la posturd " tot.1l" puede

conducir J un resultado dif(·rente que hJ s1do u t i lizado pard

JUStificar el consumo de cdrne. 1�1 filósofó polí t ico brit,íruco del

s iglo XIX Lesl ie Stephen escribió en un.¡ ocdsión: "De t odos los

argumentos en fJvor del vegetdridnisrno, ninguno es tan cU•bd

como el denominado .1rgurnento hurndnitano. El cerdo tiene

mayor inter(•s que nadie en la derna ncb de beicon. Si todo el mundo fuese judío , no h.1bríJ cerdos".

Stephen considera J los Jrurnales corno si füesen reernpld­

zables, y los que acq>t.1n l. 1 postura lotdl deben estJr de .¡cuerdo

con esto. L1 versión total del u tduarisrno cons1der.1 que los serl's

sensibles tienen valor sólo en t ,mto en cudnto posibilitan la ex1s

tencia de experien nds mtrínsecdrrwnte v.I l10sas, ta les corno d placer. Es como si l os seres sensib les fiwsen receptáculos de

algo valioso y no importar.! si se rompe un receptáculo, en la

medida en que h.1ya otro receptáculo en e l que se pueda verter

e l contenido sm que se derrame n.1da . (No obstd nte , no se debería

tomar esta metáfóra demasiado en serio; J d if(·rencia de un l íquido

precioso, las e xperiencias del t ipo del placer n o pueden exist ir

independientemente de un ser consciente, y por lo t<�rllo incluso

en la postura tota l , los seres sensibles no pueden concebirse

meramente como receptáculos). 1• :1 .1rgurnento de Stephen nos d ic e

q u e , aunque los q u e comen carne s o n responsables de lJ muertl.· d ;·l

animal que comen y de l .1 pt·rdida de pl.1cer experimen tada por ese

animal , tambi(•n son responsables de l .1 creanón de más animales ,

debido a que si nadie comiera cdrne, no existirían más animales

1 50

' .

,, .

l . '

'

Quitar la vida: los animales

criados pard ei engorde . La pt•rdida que alguien que come carne

inflige a un animal se ve, pues, contrarrestada, en la postura total,

por e l beneficio que ocasiona a l sigu iente. Podemos denominar a

esta argumentación e l "argu mento de la reernplazab1l idad".

Lo primero a tener en cuenta con respecto a l argumento de la

reernplazabdidad es que, aunque sea válido, cudndo los animales en

cuestión t ienen una vida agradable, no JUStificaría comerse la carne

de los animales criados en modernas granjas de cría intensiva, en

las que los animales se encuentran tan apilados y con tal limitación

de movimientos que la vida para el los es una carga más que una

venta p. Una segunda cuestión es que si es bueno crear una vida féliz,

entonces se supone que será bueno que exista el mayor número

posible de seres f(• l ices que nuestro planeta pueda mantener. En ese

caso, los p.1rtiddrios del consumo de carne tendrán que encontrar

una razón que explique por qu(• es me1or que existan personas

f(• l ices en lugar del máximo número posible de seres sin más f(·lices,

ya que de otra manera e l argumento podríd implicar que casi todos

los seres humanos deberían ser eliminados para deJar sitio J u n

mayor número de animales f(·lices más pequerios. Sin embargo, s i

los partidarios del consumo d e carne logran tener una razón para

preférir la existencia de personas félices en lugar de, por ejemplo,

ratones félices, entonces su argumento no apoyará el consumo de

carne en absoluto, puesto que, con la posible excepción de zonas

áridas adecuadas solamente para pasto, la superficie de nuestro

planeta puede mantener a más personas si criarnos plantas que

sirvan de al imento en lugar de animales.

Estos dos pu ntos debilitdn de fórrna importante e l argumento

de la reemplazabil i <bd corno defénsd del consumo de carne, sin

embargo n o llegan hasta el fóndo del asunto. ¿Son realmente

1 5 1

Page 82: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

algunos seres sensibles reemplazables7 La reacción a la primera

edición de este libro sugiere que el argumento de la reemplaza­

bilidad es probablemente el más pol(·mico, y más ampliamente

criticado, del libro. Desgraciadamente, ninguno de los críticos

ha ofrecido soluciones alternativas satisfactorias a los problemas

subyacentes a los que ofrece u na respuesta la reemplazabilidad,

aunque no sea muy agradable.

Henry Salt, un vegetariano ingli·s del siglo XIX, autor de u n

libro llamado AnimaL�· Rights, pensaba que e l argumento s e basaba

en un error filosófico simple:

La falacia rt'side en la confúsión de pensamiento que intenta

comparar la existencia con la no existencia. Una persona qut•

ya existe puede sentir que prefiere haber vivido a no vivir, pero

primero debe tener la tena firma de l.1 existenci.l desde la cual poder

argumentar: en el instante en qut• cornienz.1 a argumentar corno

si t•stuviera en el abismo de J.¡ no existencia, habla sin sentido, al

predicar el bien o e l mal, la fdicidad o la inldicidad , de algo sobre

lo que no podernos predicar nad.1.

Al escribir la primera edición de Animal I.ibera tion, acept(• la postura

de Salt. Creía que era absurdo hablar como si uno hiciera u n favor a

un ser al darle la existencia, puesto que en el momento de conf(•rir

este favor, no existe ni s iquiera el ser; sin embargo, ahora no estoy

tan seguro. Despm's de todo, tal corno vimos en el capítulo 4, si

parece que hagamos algo que esté mal al traer a un ser desgraciado,

a sabiendas, al mundo; y s1 esto es así, resulta dificil explicar por

qué no hacernos algo bueno cuando, deliberadamente, traernos a

un ser feliz al mundo.

Derek Parfit ha descrito otra situación hipot(•tica que resu l ta

1 52

J •

1 •

, ,

Quitar la vida: los animales

ser u na razón incluso más filerte en favor de la postura de la

reemplazabilidad. Nos pide que imaginemos a dos mujeres que

planean tener un niño. La primera mujer está embarazada de

tres meses cuando el médico le da buenas y malas noticias. La

mala noticia es que el f(•to tiene un defécto que disminuirá de

fórma importante la calidad de vida del filturo niño, aunque no

de fórma tan adversa corno para hacer que la vida del niño sea

completame nte desdichada, o no merezca la pena vivirla. La buena

noticia es que este def(•cto se puede tratar facilmente. Todo lo

que tiene que hacer la mujer es tornar una pastilla que no tendrá

ef(·ctos secundarios y el filturo niño no sufrirá ese defécto . Ante

esta situación, Parfit sugiere plausiblemente, que todos estaríamos

de acuerdo en que la mujer debería tornar la pastilla, y que no

estaría bien que ella se negase a hacerlo.

La segu nda mujer visita al m(•dico antes de estar embarazada,

cuando está a punto de dejar de usar mi·todos anticonceptivos, e

igualmente recibe una noticia mala y otra buena. La mala es que

tiene u n problema médico que implica que si concibe a un hi¡o

en los próximos tres meses, e l niño tendrá un def(•cto importante,

con el mismo impacto exactamente sobre la calidad de vida del

niño que el def(•cto descrito en el párrafó anterior. Este def(·cto

no puede ser tratado, pero la buena noticia es que el problema

de la mujer es temporal, y s i espera tres meses antes de quedarse

embarazada, su hijo nact>rá sin e l def(•cto. En este caso también,

Parfit sugiere que todos estaremos de acuerdo en que la rnu¡er

debería esperar antes de quedarse embarazada, y en que actúa mal

SI no espera.

Su pongamos que la primera mu¡t>r no torna la pastilla, y que

la segunda mujer no espera antes de quedars e embarazada, y

que corno resultado cada una tiene un niño con una importante

1 53

Page 83: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

discapacidad . Podría parecer que ambas han hecho algo q u e está

mal . ¿Son sus actuaciones igua lmente incorrectas? S1 su ponernos

que no habría sido más d u ro para la segunda rnu1er esperar t res

meses antes de quedarse embarazada que para la pnrnera rnu1er

tomar la past i l la , parecería que la res puesta es afirrnat iv.1, que

lo que cada tm.l ha hecho está 1gualmente rn.1 l . Sin embargo,

consideremos lo que esta respuest.1 implica . ! ..1 primera muJer ha

dañado a su hijo. Ese niño puede deci rle a su rn.1dre: "Deberías

haber tomado la pasti l la . Si ].¡ hu bieras tornado, yo no sufí-iría esta

discapacidad y mi vida sería considerablemente me1or". Pero si el

hijo de la segunda mujer t r.lt.l de hacer ].¡ mis rn.¡ observanón, su

madre t iene una respuesta devast.1dor.1. E l la puede decirle: "S i yo

me hubiese esperado tres meses .1ntes de qued.1rme embarazada,

tú no habrías existido nunca. Habría engendrado otro niño, de un

óvulo diférente y de un esperma d i f(·rent e . Tu v1da, mduso con

tu discapacidad, se encuentra, con toda segundad, por encima del

nivel en el que la v ida es t.1n desgraci.1da que dqa de merecer

la pena vivirla . No habrí.1s tenido n i nguna oportunidad de vivir

s in esta discapacidad. Por lo tanto yo no te he pequdicado de

ninguna fórrna". Esta respuesta parece ser u �1a def(•nsa completa

a la acusación de haber dañado al rtirio que y.¡ exis te . S i , a pesar

de ello, persis timos en nuestra creencia de que está m.1l que la

mujer n o haya retrasado su embarazo, ¿dónde está el rnaJ? No

puede est.1r en traer al mundo al niño al que engendró, ya que

ese niño t iene una calidad de vida suficiente. ¿ Podría t ra tarse de

no traer a un posible ser al mundo: para ser exactos, no traer .¡]

mundo al niño que habría temdo si hu biera esperado t res meses?

f.:sta es una respuesta posible, pero nos compromete con la postur.1

total, e implica que, SI todo lo demás es igu.! l , es bueno traer al

mundo mños sin discapacid.1des. Una tercera posibilidad es que la

1 54

• •• 1

1 • 1 }

, ,

Quitar la vida: los animales

actuación incorrecta no reside en el daño a un niño identificable,

n i simplemente en la omisión de traer al mundo a un posible mño,

sino en traer al mundo a un niño con una calidad de vida menos

sat1sfJ.ctoria que otro al que habríamos podido traer al mundo.

En otras palabras, hemos fallado a la hora de producir el mqor

resultado pos1ble . Esta ú ltima parece ser la respuesta más plausible,

no obstante, t.1mbu:•n sug1ere que al menos las personas potenciales

son reemplazables. I .a cuestión es entonces la siguiente: ¿a qué nivel

del proceso que convierte a personas poten na les en personas reales

deja de ser aplicable la reernplazabil idacP ¿Cuál es la c.1racterística

que marca la dif(·renna7

Si creernos que las cri.1turas vivas hurrl.lnas y no hu manas son

mdividuos aut ocorlSCH'ntes, que l levan su prop1a v1da y que desean

seguir viviendo, el argu mento de la reernplazabtlidad t iene poco

atractivo. Es posible que cuando Salt recha1.aba con tant.1 msistenna

.la idea de la reemplazabilidad, estaba pensando en estos seres, ya

que acaba el ensayo ntado antenormenll· con la pretensión de que

I .ucreno refútó hace mucho t iempo el "sofisma vulgar" de Stephen

en el siguiente pasaje de De Rerum Natura.

¿Cual seria nuest r.t pt:·rd íd a, si no huln(•rarnos conondo

el n.lctrntento?

Que los hombres que viven as¡men a ur1a vHla más larga, mientras

que el af(·cto arrugo un,¡ sus corazones a la t ierra:

pero el que Jamás ha prob.1do el deseo de 1.1 vtda, no nacido,

nnperson.tl, no puede sentir su c,¡n·nna

l •:st e fragment o .1poya ].¡ pretensión de que hay ddérenc1as ent re

rnat,n seres vtvos que "asp1ren ;¡ una vida más larga" y dqar de

crear un ser, l'l cu,¡ ] , no nando e· nnperson,¡ ] , no puede sentir la

Page 84: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

pérdida de la vida. Sin embargo ¿qu(• ocurre con los seres que,

aunque est(•n vivos. n o pueden aspirar a una vida más larga. ya

que carecen de la concepción de s í mismos corno seres vivos con

futuro7 En cierto sentido, estos seres son "impersonales". Por lo

tanto, quizás, al matarlos no se les causa u n mal personal , aunque

la cantidad de f(• licidad en e l universo disminuya. No obstante,

este mal . s i es in¡usto, puede con trarrestarse trayendo a l mundo

a seres similares que tendrán vidas igua lmente félices . Por lo tanto,

es posible que la capacidad de verse a sí mismo con existencia a

lo largo del tiempo. y de esta manera aspirar a una vida más larga

(y además tener otros intereses filturos , no momentáneos) , sea la

característica que ser!ale a los seres que no pueden consi der.use

reemplazables.

Aunque volveremos a este t ema en los próximos dos capítulos,

podernos resaltar aquí que e¡;ta conclusión está en armonía con la

postura d e Tooley sobre lo que se necesita para tener derecho a

la vida. Para un util itarista preférenci a l , preocupado con s.ltisfacer

las pref(•rencias c·n lugar de las expenencias de su fi-imiento o

félicidad , existe simil i tud con la distinción ya establecida entre

matar a seres racionales, conscientes de sí mismos, y los que

no lo son. Los seres conscientes de sí mismos, ranonales , son

individuos que l levan una v ida propia y n o pueden considerarse

meramente como receptáculos destinados a c·onterwr una cierta

cantidad de f(· l icidad. Tienen, según el filósofó americano James

Rachels . una vida que es biográfica y no simplemente biológica.

En contraste, los seres que son conscientes, pero no conscientes

de sí mismos, se parecen m.ís a la imagen de receptáculos d e

experienuas !dices o dolorosas ya q u e sus prd(·rennas son más

in mediatas. No poseerán deseos que proyect en su Imagen de

la propia existencia hacia e l fil turo . Sus estados consCientes n o

1 56

(Jf

, ,

' 1 \

Quitar la vida: los animales

están internamenlC' relacionados a lo largo del tiempo. Podemos

suponer que si los peces pierden la conciencia, antes de la pérdida

de conciencia no tendrían expectativas, n i deseos con respecto a lo

que pueda ocurrir poslC'riormente, y si recobran la conciencia, n o

tendrían conciencia de haber existido anteriormente. P o r lo tanto,

s i s e matara a u n nú mero de peces mientras no son conscientes y

filesen sustit uidos por igual cantidad de peces que solamente tienen

la posibilidad d e ser creados porque se acabó con la vida de los peces

del primer grupo. n o habría, desde la perspectiva de la conciencia

de pez, diférencia entre eso y la pt•rdida y la recuperación de la

conciencia del mismo pez .

Para un ser sin concienua propia la muerte significa el cese

de las experiencias, del mismo modo que e l nacimiento significa

el com ienzo de (•stas. La muerte no puede estar en contra de un

inter(•s por una vida continuada, no más que e l nacimiento en favor

de un inter(·s en empezar la vida. Hasta este punto, con la vida sin

conciencia pro pia, el nacimiento y la muerte se cancelan ; mientras

q u e con los seres con conciencia propia, e l hecho de que una vez

se es consciente de uno mismo se puede desear seguir viviendo,

implica que la muerte provoca una pc�rdida que el nacimient o de

otro ser no puede compensar suficient emente .

La prueba de la universalizabilidad respalda esta postura . Si me

imagino alternativamente corno un ser consciente de sí mismo y un

ser consciente , pero no de sí mismo, solamente en el primer caso

podr(· tener deseos fi1 turos que van más allá de períodos de suerlo

o de no conciencia temporal. por e¡ernplo el deseo de terminar

los estudios, o de tener hijos, o snnplernente el deseo de seguir

viviendo, aparte de los deseos de satisfacciones inmediatas o de

placer, o de escapar de si tuaciones dolorosas o angustiosas Por lo

tanto, solamente en e l primer caso mi muerte implica una pt·rdida

1 5/

Page 85: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

mayor que la mera pi•rdida temporal de conciencia, que no se ve

compensada adecuadamente con la cn•Jción de un ser que tenga

expectativas similares de experiennas ele placer.

Al revisar la primera edición d e este libro, H. l . . A. Hart, ex­

catedrático de J urisprudenciJ de la Umversid.1d de Oxfórd , sugmó

que para un utili tarista, los seres consnentes de sí rrusrnos deben

ser reernplazJb!es de J.¡ rn1srnJ rnJrH'rJ que lo son los seres sin

conciencia de sí mismos. 1 •:1 que se sea ut i lit arista d e pref{·renna

o ut ilitarista clásico no supondrá, según Hart , n inguna difáencia

en este caso ya que:

el Utili tJrisrno de preférennJ es sohr(' todo un.1 fórrna de ut ili

tarisrno rnaxirnizador pr('cisa que !.1 S.l l ls f:HTlÓn gen('ral d(' l.1s

pref{·rencias de las d if{·r('n t ('S person.1s S(' rn.IXlflll("(' igual qu(' el

Uti litarismo Clásico pn•ns.1 q u (' S(' rn.IXIrtl in' la f(·lind.HI g('n('r,d

('xperirnent.1da S1 las pref{·r('nnas, mduso ('1 deseo d(' vivir,

pueden ten('r rTl('nos v.1lor qu(' las prefáenn.1s d(' otros, ¿por

qu(· éstas no pued('n t ('ner menos valor que nu('vas pr('f(·r('ncias

cn·.1das para sustituirlas?

Por supuesto es cierto que el util i tansrno de pref{·rencia es un.1 fórrna de util itarismo maxnnizador en el sentido de que nos l leva a maximizar la sat isfacción de l.1s pref{·rencias, pero Hart se encuen t ra en tm.l posición más dd>il cu.1ndo sugiere que esto debe implicar que las pref{•rencias existentes pueden tener menos valor que las nuevas pref{•rencias creadas p.1r.1 sustlluirlas, puesto que rmentrJs la satisfacción de un.1 pref{·rerll"IJ y.1 existente es .¡Jgo bueno, no hay razones p.1r.1 pensar que el corq u n t o fórm.Hlo por crear y más tarde sat isfacer tHlJ pref{·rennJ se.1 equivJlente . De nuevo, !.1 u niversalizJlHlidad resp.1ldJ este modo de conceb1r el ut i l i tarismo

1 58

Quitar la vida: los animales

de pref{·rencia. Si me pongo en el lugar de otro ser con una

pref{•rencia insatisf{·cha, y me pregunto SI deseo que esa prefi.'rencia

sea satisfi.'cha, la respuesta, tautológicamente, es afirmativa. S in

ernb.1rgo . si me pregunto si deseo tener una nueva prefi.'renua

creada para luego ser satisf{·cha, estar(• bastante inseguro. Si pienso

en un caso en el que la satislacnón de la prefi.• n•ncia será muy

placentera, puede que responda afirmallvamenle. (Sentimos alegría

de tener hambre s1 hay una comida deliciosa en la mesa delante, y los

deseos sexu.1les fiw rtes son buenos cuando podemos satisfacerlos) .

Pero s1 pienso en la creación de una pref(·rencia que se parece más

.1 una privación, la respuesta será negativa (No hacernos que nos

due l.1 la cabeza snnplernente para poder tornar una asp1rina y

así satisfacer nuestro deseo de hbrarnos del dolor) . Lo anterior

sug1ere que la cn•Jción y la satisfacción de tHlJ pref(•rencia no son

en si mis mas ni buen.1s ni malas: nuestra respuesta a la idea de la

creación y la sat isfacción de una pref(•renna varía dependiendo de

s i la expenenna en su conjtHltO es dese.1ble o no deseable, en

fímción de o trJs prdérenn.1s ant 1gu.1s que poda mos te ner, como

por ejemplo e l placer en lugar del dolor .

1•:1 modo exacto en que el uti l i tarismo de pref{·rencia debería

valorar la cn•Jclón y sat isfacnón de tHlJ pref{·renna . .1 diférencia

de la satisfacnón de una pref{·renna existente, es una cuestión

difici l . En m 1 respuest.l mln.d a !.1 crít iC.I de H.1rt, proponía que

consickrárarnos la ne.ICión d e u n .1 pr(' krenna ms.l t iskcha corno

un .1ptmte en (' 1 deb(' e n un.1 espene de b .IIJrH"e mor.d que

sol.1mente se puede c.¡nc·el.1r con !.1 SJtlsLHTH·m de !.1 prefére nna.

(Algu nos verán e n es te modelo ! . 1 confirmación del comentano

desder1oso de Marx .1! cal ific.1r el u t ilitansmo de Bentham como

una filosofia aprop1ada parJ un .1 n .1nón d e tenderos) 1 ·: 1 modelo

de "bal .1nn· moral" presentJ ! .1 vent.I)J de exphc.1r ! .1 rrustenosa

1 59

Page 86: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

asimetría mencionada en el capítulo anterior, con respecto a la

diférencia entre las interprNaciones del ut i litarismo de la existencia

previa y la total. Considerarnos que está mal traer al mundo a un

niño que, debido a un d efécto gen(•tico, tendrá una <•xistenci,1

completamente d esdichada durante uno o dos años para despu(·s

morir; sin embargo, no considerarnos q u e sea bueno u obligat ono

traer al mundo a un nifw que, con toda probabilidad, tendrá una

vida fdiz. La visión del "debe" de las pref(·rencias q u e acabamos de

esbozar explicaría por qu(· es to es así : t raer al mundo u n nirw, cuyas

prefi.·rencias en su gran mayoría no pod remos satisfacer, seria hacer

un apunte en el debe que no se puede cancelar. Eso está mal. Crear

un niño cuyas preférencias se podrán sallsfJ.n•r es crear un apunte en

el deb<• que podrá cancelarse. Para mí personalment e, eso es, en sí

mismo, éticamente neutral. El model o tarnbi(•n puede explicar por

q u <' . en el ejemplo de Pa rfi t , la fórrna de .1ctuar de las dos mu¡ eres

está igualmente mal, pues am bas sin necesidad traen al mundo a

u n niño que probablemente t endrá u n balance más negat ivo que

el niño que podrían haber traído al mundo en su lugar.

Desgraciadamente , este mismo punto de vista Implica algo que

no es tan deseable: está mal, si todo lo demás permanece igual ,

traer al mundo a u n nir1o q u e en gen eral s e rá m u y f(·liz, y podrá

satisfacer casi todas sus pref(•rencias, pero que sin em bargo todavía

tendrá algunas pref(•rencias sin satisfacer. Puesto que si a l crear cada

preférencia se hace un apunte en e l debe que se cancela sol.unente

cuando se satisLH·<· e l deseo, incluso la rne¡or vida posible cn·.¡rá, por

s í sola, un peq ut'fio di•fic i t en e l balance. Dado que todos tenernos

algunos deseos no satisféchos, la conclus1ón .1 la que se llega <'S que habría sido rne¡or si ninguno de nosot ros hubiese nacido

Por lo tanto , e l modelo d<• balance moral de crear y SJt isfJ.cer

una pref(•rencia no valdrá. Puede que sea válido s1 se le arhde

160

i w

(· 1 '

,

Quitar la vida: los animales

una cláusula que permita un nivel det erminado de satisfacción

de las prefi.·rencias, por debajo de la satisfacción total, que sería

el mínimo para superar el apunte negativo abierto por la creación

de un ser con preférencias sin satisfacer. f.:ste podría ser e l nivel en

el cual consideremos que una vida de¡a de valer la pena desde la

perspectiva de la persona que lleva esa vida. Esta solución parece un

poco ad hoc, pero puede que sea posible incorporarla a una versión

plausible del uti l itarismo de prefi.·rencia.

Otra posibilidad es tornar nuestro modelo de Shakespeare,

quien hablaba del "incierto viaje de la vida" para ver las vidas de los

seres conscientes de sí como v1a¡es inciertos y arduos, en distintas

etapas, en las q u e se han invertido distintas cantidades de esperanza

y deseo, así como de tiempo y esfüerzo, para alcanzar ciertos

destinos y ob¡ellvos. Supongamos que estoy pensando en viajar a

Nepal, donde planeo subir hasta el Monasterio de Thyangboche, en

la base del Monte l •:verest. Siempre me han apasionado la� montañas

altas, y estoy seguro de que me gustará mi pnmera estancia en el

Himalaya. S1 durante estos p rimeros d ías pensando en la posibilidad

de este via¡e, surge un obstáculo msuperable qu izás e l gobierno de

Nepal prohíbe el t urismo porque constituye un riesgo para e l medio

ambiente rne sentir(• un poco <h-cepcionado, naturalmente, pero

mi decepnón no será nada comparada con la que habría sufi'ido

en caso de tener ya organizados unos d ías de permiso del traba¡ o,

qu11.ás un bi l lete a Katrnandú ya comprado sin posibilidad de

devolución, o incluso una distancia importante hasta mi destino

ya recorrida, a ntes de e¡ u e me Impidieran a lcanzar mi ob¡etivo. De

1gual manera, se puede consi<h-rar la decisión de no traer al mundo

u n niiío corno algo serne¡ ante a irnpe<hr que se imcie un via¡e , s in

embargo, esto por s í solo no es un mal grave, ya que el via¡ero

no ha hecho nmgún plan y no ha estableudo ningún objetivo.

1 6 1

Page 87: Peter Singer -Ética Práctica-

l�tica práctica

Confórme se establecen objet ivos, .1unque sedfl provísíon.J les , y se

hace un gran esfiwrzo p.1r.1 aumentar la prob.Jbílid.Jd de .!k.Jnz.Jrlos,

aurnenld el rn.1l que supone poner fin a l VÍ.!je prern,l lur.Jrrwnte . Del

mismo modo, hacía e l fina l de l.1 vida, cu.1ndo l.1 m.1yorí.J de las

cosas que se podrí .1 1 1 haber realiZ.Jdo o se hdfl conseg1udo, 0 y,¡

es poco prob.1ble que se consígdfl, ! .1 pi·rdídd de l .1 ví<l.! puede ser

una tragedia menor q u e sí ocurner.1 en lUid ('t.!p.! ant erior.

La gran virtud del modelo del "Vidj e" de lUid vid,l es que

puede explicar por qu<· los seres que pueden concebir su propi.!

existencia fil lurd y h.1n emprendido el vidj t' de su v1da no son

reempl.!zables, expl ic.1ndo .1! mismo twmpo por qui• est,í rn.1l

traer al mundo .1 un ser des<hch.tdo. Si se h.1n', se m.md.1 ,1 un

ser .1 un viaj e abocado .1 l.1 decepción y ! .1 frust r.tnón. 1�1 modelo

lambi(•n ofrece u n,¡ explic.1nón n.ll ur,d .1 l . 1 r.1zón por la que l.ts

dos muj eres del ('j emplo de l'.1rfit .tctlün m.1 l , y ,¡ un mismo nivel :

las dos envían de marwr.t t ot .1 lmente mm·ces.trid , ¡ unos Via jeros

con menores expectat tv,ts de h.1n·r un Vidjl' con (•xi to que ot ros

vi.Jjeros a los que podrían h.Jl)('r coloc.1do en 1.1 l íne,¡ de p.trli<l.!.

Se puede pens.1r que Miles de que empiece el Vi,l j (' los mflos de

las dos muJeres son n·empl.!t.dbles, pero esto no nos oblig.t ,¡

mantener q u e extste l.t obl ig.tción de t r.H·r más nulos ,¡j mundo,

y mucho menos . 1 corlSlderar que un,¡ vez que el vi,lje de l.t vid,1

ha cornenz.1do de verd.td l.ts perso n.ts son reern pl.tt .. tble s .

Tan t o e l modelo d e l b,d,mce rnor.d rnodlfic.tdo corno el

modelo del Vid)C son rnet .ífór.ts y no se deberí,m torn,tr dern,tSi.Jdo

liter .dmcnte . Jo:r¡ el mejor de los c.tsos sugieren rn.uH•r.ts de pens.n

sobre cuándo se puede considerdf que los seres son n'('mpl.tz.�bles

y cu;índo no. Corno m<li c.tb.t en el prólogo, (st ,l <'S un,¡ cu<·st ión

,¡ la que no se h.m <'ncont r.tdo tod.Jví.t respu<·st.ts tot ,drnente

sat ísfact ori.ts .

1 62

. ) "

' , ! J

¡ , 1 r�

Quitar la vida: los animales

Antes de .1b.1 ndonar el tema de matar a seres sin conciencia de

sí mismos, q Uiero su brayar que adopl.!r ! .1 postura de que los seres

sin connenna de sí mismos son rcc rnplaZ.Jbks no implica que sus

intereses no cuenten. Espero que el capítulo tercero deje claro que

sus intereses s í cuentan. En tanto en cuanto los seres sensibles son

conscientes, tendrán inte r(•s en experimentar el máximo placer y

el mínimo dolor posibles . La senstb!lidad <'S sufincntc para situar

a un ser dentro de 1 . 1 es f(•r.J de ! .1 1gu.Jl constder.Jnón de Intereses;

s in emb.1rgo. no qu i<'n' denr que el ser teng.1 un inter(•s personal

en seguir viviendo.

Conclusiones

S1 los .1rgumentos que aparecen en este c.1pí tulo son correct os, no

existe una respu<·std ú mc.1 .1 la pregunta : "¿es rn.1lo normalmente

<¡ui t .J r ! .1 v1d.1 ,¡ un dnirnaP" ¡.:¡ t (•rrnmo ",¡nim.d'" m cluso en el

sentido lmu t .tdo de un ".uurn.1l no hurn.mo" ,¡b,nc.t un.1 variedad

de vi<l.!s dern.tst.Jdo diversa corno par,¡ .1pl icdf un solo prinnpto a

tod.1s el las .

Algunos dnlm.Jles no hum.utos ¡Mn·n·n ser r.teton.Jles y cons­

nentes de sí rrusrnos, y S(' connben corno seres d tkrenct.Jdos con

p.1s.1do y fúturo. Cu.1ndo esto es .!SÍ, o que nosotros sep.1mos puede

ser .!SÍ , el .trgurnento en contrd de rn.ll.tr t wne un,¡ b.tse sólida, t. n1

sóhd.1 corno el .trgurnento <'n cont r,¡ de m.J tdr a los seres humanos

con disc.!p.tcid.td mtelectu.d pe rrn.mente que s t• enc\H'ntran <'n un

mvel rnent,d smul.n. ( l ·:n est e punto tengo <'n cu<·nt .l ],¡s r.u.ones

dírect .Js <'n corl t rd de rn,lt,n; los ekctos sobre los Lmuli.Jn•s de los

hu rn.1nos con d!SCd p.1ndMl mt den u.1! const il 111r .ín ,¡ veces, .nmq u e

no sternpn·. r.u.ont·s m<lirect ,ts .Jdicion,d<·s en contra de ac.Jb.Jr con

Page 88: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica práctica

Confórme se establecen ob¡ etivos, aunque sean provisionales, y se

hace u n gran esfiwrzo para aumentar la probab1hdad de alcanzarlos,

aumenta el mal que supone poner fin a l via¡e prematuram ente . Del

mismo modo, hacia el fi nal de la VIda, cuando la mayoría de las

cosas que se podrían haber realizJdo o se han conseguido, o ya

es poco probable que se consigJn , lJ p<'•nl id .I de la vida puede ser

una tragedia menor que SI ocurrier,¡ en una etap.I antenor.

La gran virtud del model o del "vi.Ije" de una vid.! es que

puede exphcJr por qu <'· los seres que pueden concebir su propia

ex istencia finura y h.m empn'n<lido e l via¡e de su vid.! no son

reemplazables, exphcJndo a l rrusmo t iempo por qu(· está mal

traer a l mundo J un ser desdichado. S 1 se hace, se rnandJ ,¡ un

St'r a un via¡e abocJdo J lJ decq>CIÓn y ! .1 fi-ust r.Ici{m. ¡.:¡ mod elo

tarnbi(•n ofrece tmJ exphcJnón naturJI ,¡ ! . 1 razón por la que IJs

dos mujeres del e¡emplo de J',¡rfit .IctÚJn mal, y ,¡ u n rrusrno nivel :

las dos envían de rn.nwr.1 lotJirnente inm•cesJnJ ,¡ u nos VIJjeros

con menores expectativas de h.Ker un VIa¡e con (·x! lo que ot ros

viajeros a los q u e podrían h.1ber coloc.Hlo en !.1 l íne.t de partid .! .

S<· puede pensJr que Jntes de <1 ue empiece el VI.I Je los miios de

las dos rnu¡eres son reernpiJI.Jbles, pero es to no nos obhgJ J

mantener que existe IJ obhganón de t raer más ruiios ,¡J mundo,

y mucho menos , ¡ consider.Ir que unJ vez que el vi .I Je de ! . 1 vid,¡

ha corrwnzJdo dl' verdJd l.1s personas son reernpi.Iz.Ibles .

Tanto el modelo del b.d.mcl' rno r.d rno<hficado corno el

modelo del VI.Ije son met.ífó r.Is y no se delwrí.n1 torn.Ir dern.ISIMlo

hter.drnente . En el rne¡or de los c.1sos sugwren rn.mer.Is de p<·ns.¡r

sobre cuándo se puede considerar que los seres son reernpi.Iz,¡IJJes

y cuándo no Corno m<li c.Ib.I en el prólogo, (•s t .l es un.1 cuest H·m

J IJ q u e n o se h.m encontrJdo tod.IVi.I respuestas totJlrnente

sal !sfJct on.Is .

162

t 1 '

1 '

1 t

! 1 ¡

Quitar la vida: los animales

Antl's de abandonar el tema de matar a seres sin conciencia de

sí mismos, q uiero subrayar que adoptJr IJ postu ra de que los seres

sin concienna de si mismos son reemplaubles no Imp lica que sus

intereses no cuenten. Espero que el capitulo tercero de¡ e claro que

sus intereses s i cuenta n . En tanto en cuanto los seres sensib les son

conscientes, ten drán interés en experimentar e l máximo placer y

el mínimo dolor posibles. La sensibilidad es sufinente para s i tuar

a un ser dentro de ! . 1 es f(•rJ de !.1 1gual considerJnón de in tereses ;

s in embargo, no q ui<'H' decir que el ser tenga un inter(•s personal

en seguir viviendo.

Conclusiones

S1 los argumentos que aparecen en este capitulo son correctos, no

existe una resptH'SI .l úniCa a la pregu n t a : "¿es malo normalmente

<¡uitar la v1da ,¡ un amm.¡J7" 1�1 t (•rrnmo "anirnJ!" mduso en e l

sentido lmut.Hlo de un " .¡nirn.d no hurn.mo" .dJJrcJ una VJriedad

de vidJs dern.Isi.Hlo divers,¡ corno para .1phcJr un solo princip10 a

t odJs ellas.

Algunos .1nnnales no hu rn.mos fJ.ln·n·n ser r.ICionJ!es y cons­

Cientes de si rrusrnos, y se conciben corno seres <hf(·rennados con

p.1s.1do y fúturo. Cuando esto es así , o que nosotros sepamos puede

ser así , el .ngurnento en contra de rn.li.Ir t wne un,¡ b.1se sóhda, !Jn

sólida corno d ,¡rgurnen t o <'n cont r.I de rnatJr .1 los seres hu rn.1nos

con <hsc.Ip.lcHI.id in tdect u.d pnm.uH·nte que s t' t' I Icu<·n tr.In en un

mvd rnentJI smul.n. (i�n est e punto t engo en cuent.l !Js r.u.ones

dm·ct .¡s en cont r.1 de rn.I !Jr ; los déctos sobre los Lmuh.¡n•s de los

hurnJnos con <lisc.IpJndJd intelectu.d const J IU ir.in .1 v<·n·s, aunque

no siempre, ru.ones IrHhrect Js Jdicion.des en cont r.1 de .IcJbJr con

Page 89: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

la vida del ser humano. Vl·ase el capítulo 7 para una discusión más

proflmda de esta cuestión) .

Teniendo en cuen t a el estado actual en el que se ennwntra

nuestro conocimiento, en el caso de la matanza de chunpanc(•s ,

gorilas, y orangutanes, se puede recurrir de fórma más cat egórica al

sól ido argumento existente en con tra de matar. Basándonos en lo

que conocemos actualmente so bre estos parientes cercanos, toda

la protección contra la muerte que hacernos extensible a todos los

seres humanos, deberíamos hacerla extensible, de fórrna inmecbata,

a estos seres. Se pueden dar razones, aunque con dist intos grados

de certidumbre, a favor de las ballenas, delf ines, monos, perros ,

gatos, cerdos, fócas, osos, vacas, oveps, etc(•tera, l legando mcluso a l

punto en e l que se incluiría a todos los rnamiféros : depende en gran

medida de hasta dónde estemos ci lspuestos a l legar con el bendino

de la duda, en los casos en los que {·s ta exist a . Sin ernb.1rgo, aunque

nos dNuvi(•semos en las especies que he rnennonado excl uyendo

al resto de los mamíf(·ros nuestra discusión h.1 creado un gran

interrogante con respecto a la ¡ ustificab ilidad de gran parte de J.¡s

muertes de animales que llevan a cabo los huma nos, aunque sea una

muerte n o do lorosa y sm causar su fi-Irniento a ot ros rruembros de la

comunidad animaL (Por supuesto, la mayor parte de las muert es no

t ienen lugar en sit uaciones tan I deales) .

Las razones en contra de matar son m.ís ckbiles cuando nos

ref(•rimos a animales que, por lo que sabernos, no son ranonales,

n i conscientes de si rmsrnos. Cuando no se t rata de seres conscientes

de ser en t idades ddérenciadas . ! .1 m.1ldad de la muerte no doloros.1

proviene de la pi·rdida de placer que implica. J·:n los casos en los que

la vida perdida no habría s ido, en con¡u n t o , féhz, no se h,H·e nmgún

mal directo. in cluso .umque e l .uurn.1l muerto hubiese l lev,Hlo un.\

vida fdiz, cuando menos es pl.ulte,!l>le q u e no S(' h,H·e ru ngún m.ll ' I

1 64

¡ o

'"

Quitar la vide: los animales

el animal muerto, como resultado de la muerte, será reemplazado

por otro amrnal que lleve una vida igualmente placentera. Adoptar

este punto de vista implica mantener que el beneficio que obtiene

un ser todavía no existente puede compensar el mal causado a un ser

exis tente. Por consiguiente, es posible considerar que los animales

no conscient es de sí m ismos, a di f(·rencia de los seres conscientes de

s i mismos, son mtercambiables entre sí. Esto implica que es posible

q u e la muerte de animales no conscientes de sí mis mos no est(· mal

en ciertas circu nstannas : cuando se mata sin dolor a animales que

l levan una v1da placentera, su muerte no hace que otros animales

sufran, y la muerte de un animal h ace que sea posible reemplazarlo

por otro que, de no ser así, no habría vivido.

¿Es posible, siguiendo el razonamiento expuesto, j ustificar la

cría de pollos para consumo de carne en gran¡as d onde puedan

andar l ibremente en vez de en condiciones de cría intensiva?

Supongamos, de fórma cuestionable, que los pollos no son cons­

cientes de sí mismos. Igualmente, supongamos que p5demos

matar a las aves sm dolor, y que la muerte de otros no parece

af(•ctar a los que sobreviven . Finalmente, su pongamos que por

razones económicas, si no fin·se para consumirlos. no sería posible

la cría de estas aves. Aquí el argumento de 1.1 reemplazabilidad

parece ¡ust i Íicar la muerte de las aves ya que el pnvarles de los

placeres de su existencia puede verse corn pens,Hlo por el placer

de l.1s ,¡ves que todavía no existen, y que solamente pueden existir

si mueren las que ya existen.

Fst e argumento puede ser v.íhdo corno r,¡¡_onarmento moral

crítiCo. I ncluso a este nivel , es Importante d.nse cuenta de las

lunitaciones de su aphcanón. No puede ¡ust ific,Ir ! .1 cría intensiva en

gran ¡as donde los annn .des no llevan una v1da placent era. Tampoco

¡ust ifica normalmente la muerte de armnales salva¡es . El pato muerto

1 6'>

Page 90: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica práctica

la vida del ser humano. Vt•ase el capítulo "1 para una discusión más

profunda de esta cuestión) .

Teniendo en cuenta e l estado actual en e l que se encuentra

nuestro conocimiento, en el caso de la matanza de dumpanc(·s .

gorilas, y orangutanes, se puede recurrir de fórma más categórica a l

sólido argumento existente en con tra de matar. Basándonos en lo

que conocernos act ualmente sobre estos parientes cercanos, toda

la protección con t ra la muert e que hacernos extensible a todos los

seres humanos, deberíamos h,Kerla extensible, de fórma mmediata,

a estos seres. Se pueden dar razones, aunque con <hstintos grados

d e certidumbre , a favo r de las ballenas, delfines, monos, perros,

gatos, cerdos, fócas , osos, vacas, oveps. etc(· tera. l legando mcluso al

punto en el que se incl Ui ría a todos los mamif(·ros : depende en gran

medida de hasta dónde estemos <l is puestos a llegar con el beneficio

de la duda, en los casos en los que <�sta exista. Sm embargo. aunque

nos detuvit·semos en las espenes que he mennonado excluyendo

al resto de los marníf(·ros nuestra d iscusión h,I creado un gran

in terrogante con respecto a la JUSl l fi cabil idad de gran parte de las

muertes de animales que llevan a cabo los humanos, aunque sea una

muerte no dolorosJ y sin cJusar sufrnniento J otros rruernbros de la

comunidad animal . (Por supuesto, lJ rnJyor p.1rte de las muertes no

tienen lugar en situaciones tJn Ide,lles).

Las razones en contrJ de rnJtJr son más <h-biks nJJndo nos

ref(·rimos a ;mnnales que, por lo que sJbernos, no son r,lcionJ!es,

n i conscien tes de sí rrusmos. C:uJndo n o se t rata de seres conscientes

de ser entidades dif(·rennJdJs. L1 rnaldJd de lJ muerte no doloros,¡

proviene de la pi•rdid,¡ de pl.1n·r q u e nn plica. l �n los c,1sos en los que

la vida perdida no habríJ s ido, en conJu n t o , féliz. no se h,H-e ningún

mal directo. I ncluso aunque el .uum,1l muerto hubiese llev,¡do u n .1

vida féliz, cuando menos <'S pLm t e.il>k que no se han· nmgún m,d s i

1 64

¡ t

1 ,

(,¡

Quitar la vida: los animales

el animal muerto, como resultado de la muerte, será reemplazado

por otro arurnal que lleve una vida igualmente placentera. Adoptar

este punto de vista implica mantener que e l beneficio que obtiene

un ser todavía no existente puede compensar el mal causado a un ser

existente. Por consigu iente, es posible considerar que los animales

no conscientes de sí m ismos, a di f{•rencia de los seres conscientes de

sí mismos, son intercambiables entre s í . Esto implica que es posible

que la muerte de animales no conscientes de si mismos no est(· mal

en ciertas nrcunstancias: cuando se mata sin dolor a an imales que

l levan una vida placentera, su muerte no hace que otros annnales

sufran, y la muerte de un animal hace q u e sea pos1ble reemplazarlo

por otro que , de no ser así , n o habría VIVIdo.

¿ Es posible, siguiendo el razonamiento expuesto, J UStificar la

cría de pollos para consumo de carne en granJaS donde puedan

andar libremente en vez de en condi nones de cría intensiva7

Supongamos, de fórma cues t iO nable. que los pollos no son cons­

cierlles de sí mismos . Igualmente, supongamos que podernos

matar a las ,!Ves sm dolor, y que la muerte de otros no parece

af(·ctar a los que sobreviven. Final mente, supongamos que por

razones económicas, si no fÍJese para consumirlos, no sería posible

la cría de estas aves. Aquí el argumento de lJ reemplazab ilidad

p.1n•n• J Ust ificar l , 1 muerte de las Jves YJ que el pnvJrles de los

placeres de su existenna puede verse compensado por el placer

de lJs aves que tod,Ivía no existen, y que solamente pueden existir

si rnm·n·n l,1s que ya exist en .

hte argumento puede ser v,ihdo corno rJzonarnient o morJl

crí tKo. I ncluso J este ruvel, es irnportJnte dJrse cuenta de las

lnnitJciones de su .Iplic,Inón. No puede JUSt i Íic.Ir la cría intensiva en

granJaS donde los JlllmJles no l le vJn tmJ vid,¡ pl .H-ent era. Tampoco

JUSt ifica norrnJlrnente la muerte de anirnale� salvaJeS. El pato muerto

1 6.'>

Page 91: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

por un cazador (incluso haciendo la dudosa suposición de que los

patos no son conscientes de sí mismos, y la suposición, casi con

toda certeza falsa, de que podernos confiar en que el cazador mate

a l pato de fórrna ins tantánea) probablemente habrá teruelo una vida

placentera, pero la muert e del pato no hace que sea reemplazado

por otro. A menos que la población de patos se encuentre en el ruvel

máximo que puede aliment arse con la comida disponible , la muerte

de un pato ac;1ba con una vida plan·nt era �m que ernpielT ot r.l, y

esta razón hace que est(· mal por argumentos ut iht .�rist.ls daros.

Por lo tanto, aunque haya s l luaciorH·s en las que m.1tar animales

no sea malo, se t rata de si tuaciones especiales, y no suponen un

núm ero dem.1siado alto entre los rrullones de muertes prem.ll u ras

de animales que los hum.mos provoc.m .dio tr.1s .d1o.

De cualquier modo, en lo que se rdiere a pnnn pios morales

prácticos, sería rne¡or rechazar en su conpm to 1.1 muerte de .m irn.des

para consurrurlos corno alimento, ,¡ menos que sea necesario para

sobrevivir. Matar arurnales p.u,¡ usarlos corno .1lnnento nos hace

considerarlos corno ob¡ etos que podernos u t d u . . ¡r ,¡ voluntad. Su

vida cuenta poco cuando se compara con nuest ros meros deseos.

M ientras sigamos con esta fórrna de ut i l ización de los animales, sed

tarea imposible cambiar corno deberíamos nuest r,¡s acti tudes con

respecto a los animale s . ¿Cómo podernos fórnentar que las person.Is

respeten a los animales, y se preocupen de rnaner,¡ ec¡lJ l t ,l t iva por

sus mtereses, st siguen corru(·ndoselos por puro pl.Icer7 Puede

que la rne¡or manera de fó rnentar acti t udes correct .1s h.Ict.t 1.1 consideración ¡Mr.l con los .nu rn.des, incluidos los no conscwntt·s

de sí mismos, sea est .1bkcn el pnnnpio sim ple de evitar rnat.�rlos

para alnnento.

1 66

' Quitar la vida : el embrión y el feto

El problema

Pocos son los problemas (·t icos sobre los que hoy en día se discute

tanto corno e l aborto y. rmentras el p(·ndulo ha ido balanceándose

de un lado a otro, ninguna posición ha conseguido al terar de fórrna

signific,lliva las opiniones de sus oponentes . Hasta 1 967, el aborto

era ilegal en la mayoría de las democracias occident ales, excepto

en Suecia y Dinamarca. Posteriormente, los británicos modificaron

su legislación permitiendo el aborto por motivos sociales amplios

y. en 1 9n. en el caso de Roe contra Wade, el Tribtmal Supremo de

los ¡ ;stados Unidos dictó a favor d el derecho const it ucional de las

rnu¡eres a abortar en los seis primeros meses de embarazo . Todas

las naciones de l·:uropa Ocndental, incluidos países católicos como

Italia , España y Francia, l iberalizaron su legislación sobre el aborto,

excepto la República de irlanda, que se mantuvo al margen de esta

te ndencia.

Pero los oponentes al aborto no abandonaron su lucha. En los

Estados Unidos, los presidentes conservadores han modificado la

composición del Tribunal Supremo, el que a su vez ha limado los

márgenes de la densión de Roe contra Wadc, permit iendo así que los

estados rest rin¡an, de diférentes fórrnas, el acceso al aborto. Fuera

de la frontna de los J •:st .Idos Unidos, el t erna del ,¡borto volvió

,¡ aflorar en la hnopa del Este t ras la caída d el cornurusmo. ! .os

est .1dos comunistas h .1bí .m permitido el abort o, pero a medida

1 6/

/ " /

Page 92: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

que las fuerzas nacionalistas y religiosas se hicieron füertes , hubo

intensos movimientos en países como Polonia para re1 mplantar

leyes restrictivas. Tambi(•n surgió un gran d ebate por la necesidad

de introduci r una legislación única para la nueva AlemaniJ unida.

ya que las leyes d e la República Federal eran más restrict ivas que

las de la República Democrática.

En 1 978 el nacimiento de l .ouise Brown creó u n nuevo pro­

blema acerca del status de la vida hu mana en su pnm era etapa. ya

que fiw el p rimer ser humano nando de un ernbnón que habí.I sido

f(•cundado fiH·ra del cuerpo humano. El (•xito de Robert Edwards

Y Patrick Stept oe al dern<>strar l • · ¡ · 1 · j j j l f. j a pos1 H H a< < e J ccun< ación

in vitro se basó en varios J iios de experimentos con embriones

humanos en una primera etapa. runguno de los cuales había

sobrevivido . La f(·cundación in vitro es un procedirruento rut ina rio

para ciertos t ipos de inf(·rtilidad, y ha dado lugar a miles de beb(·s

sanos. Sin embargo. para alcanzar este punto, han sido destruidos

muchos más embriones en experimentos, y se necesita seguir

experimentando para me¡orar las t (·cnicas de la f(•cundación in vitro.

Quizá sean todavía más significativas, a largo plazo. las posibil idades

de otras fórmas de experimentación abiertas por la cxistenna de un

embrión viable füera del cuerpo humano. Hoy en día los embriones

pueden permanecer congelados y almacenados muchos .Ifws par.1

posteriormente ser descongelados e im plantados en una mu¡er.

De estos embriones se desarrollan niños perf(•ct.unent e norrnales.

pero esta t(•cnica implica que haya un gran número d e ernbnorH's

preservados en congeladores especiales en todo el mundo. (l •:n el momento en que escribo t.u¡ sólo en Australia hay unos 1 1 .000

embriones congelad os) . Debido a que el proceso de f(•cundJción in

vitro a menudo produce más em bnones de los que de fórrna segura

se pueden transf{·rir .1l útero de la mu¡ er de la cual provino el óvulo.

1 68

o i

(1 •

� i'

1 \

Quitar la vida: el embrión y el feto

muchos de estos embriones congelados nunca se necesitarán, Y

seguramente serán destruidos, donados para investigar o cedidos

a otras pare¡as inf(·rtiles.

En poco t iempo parece que aparecerán otras nuevas tec-

nologías. Los embriones se pueden analizar para ver si contienen

anormalidades gen(·ticas y. en caso de existir, se descartan. Edwards

ha adelantado que pronto será científicamente viable c riar c m ·

b riones in vitro hasta el punto de q u e . unos 1 7 días después de la

férti l ización, desarrollen c(•h¡las de origen sanguíneo. que podrían

utilizarse para tratar algunas enf(·rmedades sanguíneas que ahora

son mortales. Otros, especulando sobre un füturo le¡ano, se han

preguntado s1 algún día habrá bancos de embriones o fetos que

proporcionen órganos para aquellos que los necesiten .

El aborto y la experimentación destructiva c o n embriones

plantean ternas (•ticos di !lciks ya que el desarrol lo del ser humano

es u n proceso gradual . Si tornarnos el óvulo fécundado inmedi­

atamente despu(•s de la concepción, es di!lcil entristecerse con su

muerte. El óvulo f{•cundado es una c(·lula individual . Después de

u nos d ías, s igue siendo u n diminuto conjunto de e(· lulas sin ningún

rasgo anatómico del ser en el que se convertirá posteriormente.

Las c(·lulas que al final se convertirán en el propio ernbnón no se

pueden distmguir en esta etapa de las c(• lulas que se converl!rán

en la placenta y la bolsa amniótica. Hasta u nos 14 d ías despu(·s

de la f{·rtilización. m siquiera podemos saber si el embrión va a

ser uno o dos individuos, porque es posible que se produzca u na

div1s1ón que d<'· lugar a la fórmación de gemelos. A los 14 días.

el primer rasgo anatómico aparecerá en la posinón en la cual

se desarrol lará posteriormente la columna vertebra l . En esta fase

el embrión no puede sentir dolor o estar consc iente . En el otro

extremo está el ser humano adulto. M atar a un adulto h u mano es

1 69

Page 93: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

un asesinato y. excepto en algtm.Js n rcunstancias esp<•ciales corno las que debat iremos en el p róximo c.Jpitulo, sin du<l J condenable de fórrna universal . Sin <•mbargo, no h.1y ninguna l í m•.¡ evi<knt e que divida J l óvulo fl-cundado d el adulto, y de Úl í e l problemJ.

En lJ mayor parte de este c.1pítulo t rataremos e l probl<•ma del aborto, pero l .1 d iscusión sobre e l status del f(·to tend rá implicaciones evidentes en dos tern.1s relJnonJdos: lJ expen­rnentación ernbrioruriJ y la utilizJción de t Pj idos ft• t .J les con fines rn(•dicos . lirnpez.¡n·rnos la d iscusión sobn· el Jborto est,1bleciendo la posición de los que se oponen a él, a la cual nos rekrirernos como posición conservadora. I kspu<'·s examinaremos algunas de las respuestas l iberales que s<• pueden consider.1r corno generales, Y veremos por qu(· no son .!denudas. Por último uti lizJrernos nuestro anterior .m á lisis sohr<· <·l v · l<>r <l<• 1 j u J vi< J para .1bord.1r el terna desde tmJ f><·rs¡><'<" t i· v • · 1 u mas .1rnp ia. En cont r.Jste con lJ opinión generalizada d e que la cuestión moral sobre el abono es un dilem.¡ sin solución, veremos que, .¡J menos dentro de los l ímites de lJ (·t ic.¡ no n·ligiosJ, existe un,¡ respuesta bien d dimd,1 Y los que adoptan un punto de vistJ dif(·rente están senci l i.Jrnente equivocados.

I .a posición conservadora

El r.Jzonarniento principal contrJ el abort o , de un.¡ rn.uH•r.¡ fórrn;Il

serí;¡ .1lgo Js í :

'

1 /0

PnrnP r,¡ prerrus,I: es rn.Jlo rnat,Ir .1 un ser hurn.u10 mon•nt<'

SegundJ prernis.I: un f(•to hurn.Jno es un ser hurn,Ino i nocente

Conclusión: por t.uu o . es rn.do rn.J t ar .1 un f(·to humano.

O' J

Quitar la vida: el embrión y el feto

La respuesta liberal normalmente consiste en negar la segunda

premisa de este razonamiento. Así que se trata de ver si el f(·to

es un ser humano, ya que a menudo la controversia sobre e l aborto

es una polernica sobre cuándo se inicia la vida humana.

Sobre este terna la posición conservadora es dificil que vacile.

Los conservadores apuntan a la continuidad entre el óvulo fécun­

dado y el niño y retan a los liberales a señalar cualquier etapa de

este proceso gradual que marque una l ínea divisoria moralmente

sigmficat iva. A menos que exista dicha línea, indican los conser­

vadores, debernos o bien elevar la categoría de los e mbriones en

su primera etapa hasta la del niño, o descender la categoría del

nirw hasta J . ¡ de l embrión; pero nadie quiere que se permita que

se mate a los niños a petición de sus padres, así que la única

posición sostenible es ofrecer al f(·to la misma protección que

ahora ofr<·n·rnos al niño.

¿Es cierto que no existe ninguna linea divisor ia rTilH almente

significativa entre e l óvulo f(·cundado y el niño7 Las que normal­

mente se sugieren son: e l nacimiento, la viabilidad, el movimiento

del f(·to y el inicio de la conciencia. Veá moslas de una en una.

El nacimiento

El nacimiento es la l ínea divisoria más visible de todas las p osibles,

y la que mqor encal a con las posiciones liberales. Coincide hasta

cierto punto con nuestra manera de ver el problema: nos sentimos

menos molestos por la destrucción de u n f(·to que no hemos visto

nunca qu<· por la muerte de un ser que todos podernos ver, oír y

abrazar. Pero, ¿basta esto para que sea e l nacimiento la línea que

decida si se puede o no matar a un ser7 La posición conservadora

podría, de fórma admisible, responder que el f(•to/beb(• es la

1 71

Page 94: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

misma entidad, ya se encuentre fiiera o dentro del útero, con

los mismos rasgos humanos (los veamos o no) y el mismo grado

de conoci miento y capacidad para SPntir dolor. Put>de que un niño

prematuro esté menos desarrollado en estos aspectos que un ü•to

que se aproxime al fin de un embarazo normal . Parece extraño

mantener que no podernos matar al niño prematuro, y sí al f(•to

más desarrollado. l .a situación de un ser -dentro o fiiera del útero

no debería aféctar mucho al que sea malo matarlo.

La viabilidad

Si el nacimiento no marca una distinción moral definitiva, ¿debernos

retrasar la l ínea al período en el que el f(•to pueda sobrevivir filera

del útero? Esto elimina la ob¡eción de tornar el nacimiento corno el

punto decisivo, y/�ue trata el f(·to viable en igualdad con el niño,

nacido de fórrna prematura, en la misma etapa del desarrollo. En

la viabilidad file donde el Tribunal Supremo de los Estados Unidos

señaló la l ínea en el caso de Roe contra Wade. El tribunal mantuvo que

el estado tiene un inten's legítimo en proteger la vida potencial, y

que este interés se hace "obligatorio" en el momento de alcanzar

la viabilidad "porque el f(·to entonces tiene presumiblemente la

capacidad de la vida significativa fi1era del útero de la madre". Por

consiguiente, las leyes que prohíben el aborto tras la viabilidad,

según el tribunal, no serían anticonstitucionales. Pero los jueces

que redactaron la decisión mayoritaria no ind icaron por qué la

mera capacidad de existir fuera del útero debería de suponer tal

diférencia para el inter(·s ch·l estado en proteger la vida potencial.

Después de todo, si hablarnos, corno lo hace e·] tribunal, de vida

humana potencial, el f(·to no viable es tan humano adulto potencial

como e•] féto viable. (Volwn' a este tema de la potencialidad en

1 72

Quitar la vida: el embrión y el feto

breve; pero Ps dif(·rente del razonamiento conservador que ahora

estarnos tratando, según el cual e l f(•to es un ser humano y no sólo

un sPr humano potencial ) .

Existe otra importante objeción a convertir la viabilidad en e l

punto decisono. El punto e n el que e l féto puede sobrevivir fiiera

del cuerpo dP la madre varía según el estado de la tecnología médica.

Hace treinta años era generalmente aceptado que un bebé nacido

más de dos meses prematuro no tenía posibil idades de sobrevivir.

Hoy en dia, un féto dP seis meses -es decir, un bebé prematuro

tres meses- a menudo sale adelante, gracias a técnicas médicas

sofisticadas, e incluso han llegado a sobrevivir fétos nacidos tras

cinco meses y medio de gestación. Esto amenaza con socavar la clara

división, hecha por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, del

embarazo en trimestres , con el límite de viabilidad entre el segundo

y el tercer trimestre.

A la luz de estos adelantos médicos, ¿podernos decir que ahora

no se puede practicar un aborto sobre un féto de seis meses, pero

si que se podía h.1ber hecho hace treinta años sin que estuviera

rnaP La misma comparación tarnbi(·n se puede hacer, no entre el

presente y el pasado, sino entre diférentes lugares. Un feto de seis

meses podría tener una buena posibilidad de sobrevivir s i nace en

una ciudad donde se utiliza la más reciente tecnología médica, y

ninguna en absoluto si nace en un pueblo le¡ano del Chad o de

Nueva Guinea. Supongamos que por algún motivo, una mujer

embarazada de seis meses ha de volar de Nueva York a un pueblo

de Nueva Guinea y que, una vez que llega al pueblo, no hay forma

de que pueda volver rápidamente a una ciudad con instalaciones

médicas modernas. ¿Hemos de decir que hubiera estado mal de

su parte haber abortado antes de salir de Nueva York, pero ahora

que está en e l pueblo s i que puede hacerlo? S i e l viaje no cambia la

1 73

Page 95: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

naturaleza del f(•to, ¿por qu(· ha de suprimir su derecho a la vida?

La posición l iberal podría responder que el hecho de que el

f(•to sea totalmente dependiente de la madre para su su pervivencia

impl ica que no tiene derecho a la vida independiente de los deseos

de la madre. En otros casos, sin embargo, no mant enemos qup

la total dependencia dP otra persona signifique que esa pPrsona

pueda decidir si uno ha de vivir o morir. Un beb(· recit;n nacido

es totalmente dependiente de su madre, si nace en u na zona aislada

en la cual no hay otra madre lactante, ni medios para aliment arlo

con biberón. Una mu¡ er mayor puede ser totalmente d ependiente

de que su hi¡o la cuide, y u na excursionista que se rompa la pierna

a cinco días de camino a p1e de la carretera m.ís cercana puede

morir s i su cornparlero no le trae ayuda. No pensarnos que en

estas situaciones la madre pueda quitar la vida de su hi¡o, el hi ¡o la

de su anciana madre o el excursionista la de su compariPra herida.

De modo que no es admisible sugerir que la dependencia del f(•to

no viable de su madre le d(• derecho a matarlo; y si la dependencia

no ¡ ustifica convprtir la viabilidad en la l ínea divisoria, es dificil ver

qu(• lo ¡ust ifica.

El movimiento del feto

Si ni el nacimiPnto ni la viabilidad marcan u na distinción moral­

mente significativa, menos aún hay qup decir de un tercPr candidato,

el movirniPnlo del f(•to. Por (·ste S<' entiende el momento Pn el que

la madre empieza a sentir por primera vez cómo se mueve el f(·to.

y según la teología católica t rad1nonal, se pensaba que (•s te era el

momento en el que el f(· to ganaba su alma. S i aceptáramos ese punto

de vista, podríamos pensar que el movimiento es importante, ya que

el alma es, según el cristianismo, lo que dif(•rencia a los humanos

1 74

l j \

1 , 1 ¡

• \l

Quitar la vida: el embrión y el fe to

de los animales. Pero la idea de que e l alma entre en el féto en

el momento del movimiento f(·tal es u na superstición anticuada,

descartada hoy en día hasta por los teólogos católicos. Dejar a un

lado estas doct rinas cat ólicas han• que el movimiento del f(·to sea

insignificante para nuestro análisis. No es más que el momento en

el que por primera vez se siente mover a l f(·to espontáneamente;

está vivo antes de eslP punto y estudios con u ltrasonidos han

demostrado que en rPalidad e l f(•to emp ieza a moverse u nas seis

semanas despu (·s de la f(·cundación, mucho antes de que se pueda

sentir su movirruento. En todo caso, la capacidad de movimiento

fisico o la Lllta de (•1 no tiene nada que ver con la seriedad de

la pretensión de una vida continuada. No vernos la falta de tal

capacidad corno un argumento para negar a la gente paralítica sus

aspiraciones de seguir viviendo.

La conciencia

Se puede considerar que el movimiento tiene indirectamente una

importancia moral. en cuanto que es u na indicación de alguna fórma

de conciencia y. corno ya hemos visto, la connencia y la capacidad

para sentir placer o dolor son de una importa ncia moral real . A pesar

de esto, ninguna de las dos posiciones en la pokmica sobre e l aborto

ha hecho mucha mención del desarrollo de la conciencia en el f(•to.

Los que se oponen al aborto pueden enseriar documPntales sobre

el "grito silencioso" del féto cuando se produce el abort o, pero

la mtención que hay detrás de estos documentales <'S conmover

a los no compromet idos. Las personas que se oponen a l aborto

realmente q u ieren def(•nder e l derecho a la vida de los seres

humanos desde la concepción, indepPndientemente de que sean

o no conscientes. Para los que están a favor del aborto, apelar a

1 ?5

Page 96: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

una ausencia de capacidad de conciencia ha parecido una estrategia

muy arriesgada. Sobre la base de los estudios que demuestran

que el movimiento tiene lugar unas seis semanas despu(•s de la

fi.·cundación, junto con otras investigaciones que han encontrado

cierta actividad cerebral en la s(•ptima semana, se ha sugerido que

el fi.-to podría ser capaz de sentir dolor en esta temprana e tapa del

embarazo. Esa posibilidad ha hecho que l os l iberales sean muy

precavidos a la hora de apuntar al inicio de la conciencia como

el punto en el cual el fi.·to t iene derecho a la vida. Volveremos

al tema de la conciencia en el fi.·to más adelante en este mismo

capítulo, ya que es pertinente para la cuestión de la experimentación

fi.-tal y embrionaria. Tambi(•n consideraremos u n punto anterior

que pudiera ser importante para la experimentación embrionaria,

pero no para la pol(•m ica sobre e l aborto. En lo que se refiere al

aborto, la discusión hasta ahora ha mostrado que la búsqueda de

la posición l iberal de u na línea divisoria moralmente crucial entre

el recién nacido y el fi.·to no ha sido capaz de identificar cualquier

acontecimiento o etapa del desarrol lo que pueda soportar el peso

de separar a los que tienen derecho a la vida de los que no lo

t ienen, de una fórma en la que el fi.·to aparece claramente en la

ú ltima categoría en la etapa del desarrol lo en la que tienen lugar

la mayor parte de los abortos. La posición conservadora se m ueve

en terreno firme al insistir que el paso del embrión al niño es un

proceso gradual .

Algunos argumentos l iberales

Algunos liberales no ponen en d uda la afirmación conservadora

de que el feto sea un ser humano inocente, pero argumentan

1 76

1 ) J

1 1

: J •

Quitar la vida: el embrión y el feto

que e l aborto es, sin embargo, permisible. Consideraremos tres

argumentos que apoyan este p unto de vista.

Las consecuencias de una legislación restrictiva

El primer argumento consiste en que las leyes que prohiben el

aborto no evitan que (•ste se lleve a cabo, sino que hacen que

se realice de fórrna clandestina. Las mujeres que q uieren abortar

están generalmente desesperadas, y acuden a abortistas ilegales o

intentan remedios caseros. Los abortos practicados por médicos

cualificados son tan seguros como cualquier otra operación, pero

los que se l levan a cabo por personas no cualificadas a menudo

tienen corno resultado graves complicaciones m(•dicas y a veces

la muerte. De este modo, el efi.�cto que produce la prohibición

del aborto no es tanto reducir e l número de abortos sino más

bien aumentar las dificultades y peligros para las muJ eres con un

embarazo no deseado.

Este argumento ha tenido gran influencia a la hora de ganar

apoyo para conseguir una legislación abortiva más l iberal . Fue

aceptado por la Comisión Real Canadiense sobre el Status de la

Mujer, que concluía que : "Una ley que tiene más eféctos negativos

que positivos es una mala ley . . . M ientras exista en su fórma actual,

miles de mujeres la quebrantarán . "

Lo principal de este argumento es que va en contra de las leyes

que prohiben e l aborto, y no en contra del punto de vista que

sostiene que abortar está mal . Esta distinción es importante Y a

menudo se ha dejado a un lado en la polém1ca sobre el aborto.

Este argumento ilustra bien la distinción, ya que u na muJer podría

aceptarlo de fórma consecuente y defénder que la ley debiera

177

Page 97: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

permitir el Jborto libre, mientrJs que JI mismo t iempo decide - s t está embarJzada o aconse¡J a otra mu¡er q u e l o esl!\ q u e abort ar

no está bien. Es un error asumir que IJ ley debterJ stempre imponer

la moralidad. Quizá sea que, como se ha JIPgJ<lo Pn PI caso del

aborto, los intPntos por imponer unJ conducta corrPctJ conduzcan

a consPCUPncias qup nadiP dPsPa, y no sp produzc.t un dPscPnso Pn

lo qup Pstá mal hPcho; o quizá SPJ quP, como proponp el siguipntP

argumento qup considerarPmos, existe un árPa dP IJ (·tira privadJ

en la cual las leyes no debierJn int erf(·rir.

Por consiguiente, Pste pnmer Jrgumento trata de IJ legis lación

sobre P I aborto y no sobre la (•ti ca del mismo. Incluso d entro clto esos

l ímites, sin embJrgo, se puedP ponPr en duda, y.¡ que no sJtisLKe la

afirmación consprvadorJ de que abortar es matar del i lwradJrrwnte

a un ser humJno inocente, con lJ misma cJtpgoría (•tica qup

el asesinato. Los qup apoyJn este punto dP vista no quedJrán

contentos con la asever;Kión de que la legislanón rPstnctiva del

aborto no hace más que conducir J la mu¡er a abortar de fórma

clandestina. Insist irán en que se puede cambtar esta situanón .Y que las leyes se pueden hJcer cumplir de fórrna Jdecuada. Quiz.i

tambi(•n sugieran medidas que faci l i ten la Jceptación del embarJZo

por parte de las mu¡eres que se quedJrt embaraZJdas sin desearlo.

Dado el ¡uicio (•tiro inicial contra el aborto, estJ respuesta es

perf(·ctamente razonable y por este motivo el primer argumento

no logra evitJr lJ cuestión (·Lica.

¿ Es competencia del derecho?

Este segundo argu mento tambi(•n s e refiere a l J legislación sobre

el aborto más que J la (•t ica del mismo. UtilizJ el criterio de que,

1 78

1) o;

,, '

Quitar la vida: el embrión y el feto

como aparece en un infórme llevado a cabo por una comisión

gubernamental británica sobre la legislación acerca de la homo­

sexualidad y la prostitución: "Debe haber una esféra de la moralidad

e inmoralidad privadas que, chcho en términos breves y claros, no

sea competencia del DerPcho". Este punto de vista está ampliamente

aceptado entre los pensadores liberales, y se remonta a la obra de

John Stuart M di Sobre la libertad, en la cual, P I "prinupio único y muy

simple" es, según sus propias palabras:

Que el único propósit o por el cual se pued(• legítimamente ejercitar

el poder sobre cuJlquier miembro de una comunidad civilizada,

contra su voluntad, es impedir que tJJga darlo a otros . . No sP le

puede legitnnamente obhg.1r a hacer o a abst enerse de hacer algo

porque será en su lwneficio, porque le hará más féliz, o porque,

según ot ros, actuJr de esa fórrna seria .tcert ado o incluso ¡usto .

I .a postura de Mil i a menudo SP uta de fórma adecuada en

apoyo de la rPvocanón de la legislación que crea los "delitos sin

víctimas", corno las leyes que pro híbPn las relaciones homosexuales

entre adu ltos con e l consentimiento de ambos, la ut ilización

de marihuana y otras drogas, la prostitución, el ¡uego, etc(·tera.

Normalmente se incluye al aborto en esta lista, como por e¡emplo

lo hizo el criminólogo Edwin Schur en su hbro Crimes Without

Victnns. Los que consideran el aborto como un delito sin víctimas

dicen que, rmentras todo el mundo tenga derecho a mantener o

actuar según su propio punto de vista acerca de la moralidad del

aborto, ningún sector de la comunidad debería intentar fórzar a los

demás a adherirse a su propia y particular postura . I •:n una sonedad

pluralista, deberíamos tolerar a aqu(•llos que no comparten nuestras

posiciom·s morales y de¡ar la decisión de abortar a la int eresada.

179

Page 98: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

La falacia de enumerar el aborto entre los delitos sm víct imas debería ser evidente. La pol(· mica sobre el ;ÜJOrto es, en general, una pol(•mica sobre si el aborto tiene o no unJ "víct i mJ". Los que se oponen al Jborlo mantienen que la víctima es el f(·to, mientras que los que no se oporwn puede que niegu<>n que el f(•to cuPntp corno víctima dP una manera seria. Estos últnnos quizá diJerJn, por q<>mplo, que un spr no puede sPr víctima J no ser que tenga unos intereses que seJn violados, y el f(·to no t iene int PrPses. Pero SPa cual seJ la rnJrier,¡ en que se des,Irrolle L1 pol(•rnica, no puede simplemente ignorarse sobre la base de que las personJs no <h·bemos intentar fórzar a los demás J seguir nuestros propios criterios rnorJles. Mi post ura de que lo que Hit ler hizo con los JUdíos era malo es un criterio moral , y si exist iera ,¡]gún Jt isbo de que el nazismo pudiera volver a producirse, segur Jrnenle yo haría lodo lo posible por obligJr a los demás a que no actuaran de fórrna conlrariJ a esta postura. 1•:1 principio de Mil i es def(·ndible sólo si se restringe, como Mil i lo hizo, a actos que no dañan J los demás. Utilizar el principio corno fórmJ de Pvitar las dificultades de resolver la pokmica (·t ica sobre el Jborto es dar por sentJdo que el aborto no darla a "otro" , lo cual constituye precisarnentP el aspecto que hay que probar Jrlles dP que legítirnJrnente podJmos aplicar el principio al caso del aborto .

Un argumento feminista

El último de los t res argumentos que buscJn J USt i ficJr el Jborto sin

negar que el f(• to es un ser hu rnJno inOcente consiste en que lJ muJer

tiene derecho J elegir lo que le ocu rr,¡ J su propio cuPrpo. J•:ste

argumento empezó a deslacJr con !J apJrición del movimiento de

liberación de la mujer y lo h,m elaborado filósofós norteJrnericmos

1 80 :,1

1 1

o

\1

Quitar la vida: el embrión y el feto

simpatizantes del férninismo. Judith }Jrvis Thornson, por medio

de una ingeniosa Jnalogía, ha presentJdo un argumento que ha

tenido rnuchJ influenciJ. Imaginemos, dice el la , que una mañana

nos despert amos en !J cama de un hospital , conectJdos de alguna

manera J un hombre inconsciente que se encuent ra en la cama

JUnto a la nuestra. Se nos dice que este hombre es un famoso

viohmslJ que padece una enf(·rrnedad renal. La única fórma que

t iene de sobreviVIr es teniendo su sistema nrcu latono conectado al

de otra personJ con e l mismo grupo sanguírwo, y nosotros somos la

única persona con la sangre adenJJda. De modo que una asocianón

de Jmanles de la músicJ nos secues tró y llevó J cabo la operación

de conexión. Corno nos encontrarnos en un hospit JI con buena

reputauón, podríamos, SI quisi(·ra rnos, denrle a un rni·dico que

nos desconectJra del violinistJ; en cuyo caso el violinista moriría

irremediablemente. Por otrJ parle, s i perrnJm•ci(·ramos conectados

durante sólo (¿sólo7) nueve rrwses, el viol inista se recuperaría y

podríamos ser desconectados sin poner su vida en peligro.

Thomson cree que si nos v¡(•r Jmos inmersos en esta situación

inesperada, no eslaríJ mos moralmente obligados a permitir que el

viOlinista u t i lizara nuestros nf10rws durante nueve rrwses. Ayudar

JI violimsta seríJ un acto muy generoso y Jmable de nuestra parle,

pero denr esto, afirma Thomson, <'S bastante ddérenle de decir que

haríJrnos rn,Il s i actuárJrnos de fórrnJ contraria.

Hay que resJltJr que la conclusión de Thornson no depende

de negar que el violimsta seJ un ser humano mon·nte, con el

rrusrno derecho a la vidJ que cualquier otro ser humano inocente.

Al conlrano, Thornson afirma que e l violimslJ t iene derecho a la

v1dJ, pero tener derecho a la vida, según el!J, no implicJ el derecho

de uti lizar el cuerpo de otra persona, mduso J\mque no utilizarlo

nos suponga la muerte.

1 8 1

Page 99: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

El paralelismo de este caso con el del embarazo, eSfWcialrnente

el embarazo a consecuencia d e una violación. es evidente. Una

mujer que haya quedado erniMrazada corno resultado de una

violación se encuentra a si misma, sm haberlo elegido, conectada

a un fi.•to d e la rrusrna manera que nosotros nos encont rábamos

conectados al violinista. Cierto es que una muJer em barazada no

tiene norrnalrrwnte que pasar nueve meses en cama. pero los que

se oponen al aborto no considerarían esto corno una JUSt i ficación

suficiPnte para abortar. Dar un reci{·n nando en ,Hlopnón podría

ser más diflnl. psicológicamente. que abandonar al violinista al final

de su Pnfi.·rrnedad; pero Psto en si mismo no parece una razón

suficiente para matar al fi.-to. S1 se acept,l que el fi.· to no cuenta corno

un ser humano con todas las de la ley. abortar cuando el fi.·to no

es viable tiene la rrusrna n•levancia moral que desconectarnos del

violinista. Así que s1 estarnos d e anH'rdo con Thornson en que no

estaría mal desconecta rnos del VlO!imst,l , debernos aceptar tarniJ l{•n

que cualqu iera que sea el estado del fi.· to. el aborto tampoco es malo.

a l menos cuando el embarazo es cons<·cuencia de un,¡ v10lanón.

El argumento de Thornson probablemente se puede aplicar

a otros casos que no sean el dP la violación. Supongamos que

nos encontrarnos conectados al violinista. no porque fú{·rarnos

secuestrados por los amant es dP la música. sino porque h,1biarnos

ido al hospital a visitar a un amigo Pnfi.·rrno. y cu,md o entrarnos

en el ascensor. pulsarnos un botón equivocado. acabando así en

una parte del hospital normalmente visitada solamente por los

que se ofrecen voluntarios para conect arse a pacientes que de otra

fórma no podrían sobrevivir. Un equipo de rn{•dicos. que espera al

siguiente voluntario. su porw que somos el próximo voluntano y nos

anestesia para despu{·s conect arnos a un paciente. Si el argumento

de Thomson era válido en el caso del secuestro. probablemente

1 82

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e . , ' (1

1 \

ll

Quitar la vida: el embrión y el feto

tambi{·n lo es aquí, ya que ayudar a otra persona nueve meses

en contra de nuestra volu ntad es un precio muy alto a pagar

por ignorancia o descuido. En estl' sentido PI argumento podría

aplicarse más allá de los casos de violación al mucho mayor número

de rnuJen·s que se quedan embarazadas por ignorancia. descuido o

u n fallo en el anticonceptivo utilizado.

Pero, ¿es válido este argurrwnto7 La breve respuesta es {·sta: es

válido s i la particular teoría de los <iPrechos en que se basa es válida;

y no es válido si dicha teoría no t•s válida.

La teoría de los derechos en cuestión se puede ilustrar con

otro de los imaginarios PJPrnplos de Thomson: supongamos que

nos encontrarnos desesperadamente enfi.·rmos y que lo único que

puede salvarnos es que nos toque nuestra estrella de cine favorita

con su fiü mano en nuestra fi.·bril frente. Pues bien. Thomson

dice que aunque tengamos derecho a la vida. no qu 1ere decir que

tengamos derecho a fórzar a la estrella de cine a venir a !losotros,

o que ésta se encuentre en ninguna obligación moral de venir a

salvarnos. aunque seria muy amable de su parte q u e lo hiciera. De

este modo Thomson no acepta que estemos siempre obligados a

tornar la meJOr linea de acción. una vez considerados todos los

puntos. o hacer aquello que tenga las HH'JOH'S consecuencias. En

cambio. acepta un sistema de derechos y obligaciones que nos

permita JUStificar nuestras acciones independientemente de sus

consecuenuas.

Hablaremos más de esta concepción de los derechos en

e l capitulo 8. Por a hora , basta con indicar que el uti l i tarismo

rechazaría esta teoría de los derechos. al 1gual que el razonamiento

de Thornson en el caso del violinis ta . El uti l i tarismo sostendría que,

por muy ultra¡ados que hubi{·ramos salido de ser secuestrados. si

las consecuencias de desconectarnos del violinista son, mirándolo

1 83

Page 100: Peter Singer -Ética Práctica-

l�tica práctica

bien, y teniendo en cuentJ los intereses de etJJ!qUler Jféctado,

peores que las consecuennas de seguir conectado, debernos segu1r

conectados. Esto no quiere decir necesariamente que el utihtarisu10

v1era corno malvada o merecedora de culp.1 a una muJer que se

desconectar.! a sí rrusrna. Quizá los u llhtJnstas n·conocie r.Jrl que esta

muJer se ha visto sumergida en una si tuJnón extrJord mJriJmente

difici l , en la cual hacer lo que es correcto impl ic.JrÍJ un sacrifil' lo

considerable. Incluso podrí.1 r1 reconocer r ¡ue la mJyoríJ de las

personas en dichJ situ ac1ón se guiJrían más bien por el mter(·s

propio que por hacer lo que es correcto. No obstante , rnJntendrían

que desconectarse está rnJl hecho.

Al rechazar !J teoría de los derechos de Thomson y con el!J su

razonJmiento en el caso del violinistJ, el util i tarismo tambii·n estJría

rech.JZa ndo su Jrgumento sobre el Jborto. Thomson afirmJbJ que

su argumento JUSt lficJba el Jborto mcluso si permit 1i·ramos c¡ue

!J vida del f(•to tu vierJ tanto peso corno la v1da de una persona

norrnJl. El ul lhtJnsmo cl !ríJ que estJría rnJl negJrse a m,mte ner

la v1da de tlTlJ persona durJnte nueve meses, si (•sa fil('rJ la úmc·.¡ fórrna en la que esJ personJ podríJ sobrevivir. Por tJnto s1 J la vida

del f(·to se le da el mismo peso que J la de una person,¡ normal, el

u t il itarismo sostendríJ que estJrÍJ mal negJrse a segu1r adelant e con

el emba razo hasta que el kto pud1erJ sobrevivir fil('ra del útero .

Con esto conclunnos nuestro Jnáhsis sobre las res puestas

hberales más normales Ji Jrgumento conservador sobre el aborto .

Hemos visto que los hberales no hJn logrado establecer tmJ líneJ

d ivisoria morJl mente significante entre el reci(·n nando y el kto ,

y sus Jrgumentos con la pos1ble excepción del Jrgu mento de

Thomson, SI es que se puede def(·nder su teorí,1 de los derechos

tampoco cons1guen JUSt ificJr el aborto de fórma que no pongan en

duda !J JfirrnJuón conservado r.¡ de que el f(·to es un ser humano

1 84

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Quitar la vida : el embrión y el fe to

mocente. No obstante , sería precipitado que los conservadores

supus ieran que su teoría cont ra el aborto es válida. En este momento

hay que inchur en este debate algunas conclusiones más generales

sobre el valor de la vida.

El valor de la vida del feto

Volvamos al pnncipio. El argu mento principal contra el aborto

desde el cual empezamos era el siguiente :

Primera premisa: es malo matar a un ser humano inocente

Segunda premisa: un féto humano es un ser humano inocente.

Conclusión: por tanto, es mJlo mJtar a un f(·to humano

El primer grupo de respuestas que considerJmos aceptaban la

primera premisa de este argu mento pero se oponían a la segunda. El

segundo grupo de res puestas no rechazaban ninguna premisa, pero

se oponía a establecer la conclusión p.1rtiendo de estas premisas (o

se oponía a la conclusión de que el abort o debería estar prohibido

por la ley) . Ninguna de las respuestas cuestionaba la primera prernisJ

de este argu mento. Dada la amplia Jceptación de la doctrina de !.1

santidad de la vida humana, esto no sorpren de; pero la discusión de

estJ doctrina en los capítulos anteriores muestra que esta prem is,¡

es menos segura de lo que mucha gente cree.

I .a debdidad de la pnmerJ prem1sJ del argumento conservador

consiste en que descansJ en nuest rJ Jceptanón de la cJtegoríJ

especial de !.1 vida humana . Hemos visto que el t (·rrnino "humano"

encu,1dra ,¡ dos noc1orH'S dis t intJs : pert enecer ,¡ ),¡ especie horno

sapiens y ser persona. Una vez que el t érmino se examma deteni­

damente c·n este sent1do, !J debdidJd de la primera premisa

1 8'>

Page 101: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

conservadora se hace evidente. Si se toma "humano" como equiva­

lente de "persona", la segu nda premisa del argu mento, que sostiene

que e l fi.•to es un ser humano, es claramente falsa, porque no se

puede argumentar que el fl�to sea racional o consciente de sí

mismo. Si, por otra parte, se torna "humano" en el sentido de

simplemente "miembro de la especie horno .1apiens", la defi.>nsa

conservadora de la vida del f(•to se basa en u na característica a

la que le falta pertinencia moral y. por tanto, la primera premisa

es fa lsa. El centro de la cuestión hasta ahora nos debe parecer

familiar: que un ser sea o no miembro de nuestra especie no

es en sí mismo más pertinente al hecho de que matar esté mal

que e l hecho de que sea o no miembro de nuestra raza. La

creencia de que el mero hecho de pertenecer a nuestra especie,

independientemente de otras características, constituye una gran

difi.•rencia sobre el hecho de que matar a un ser esté mal, es un

legado de las doctrinas religiosas que incluso los que se oponen al

aborto dudan en incluir en el debate.

Reconocer I'Ste sencillo punto transfórma el tema del aborto.

Ahora podemos mirar al fi.·to por lo que es - las características reales

que posee- y valorar su vida en la misma escala que las vidas de

seres con simi lares características que no pertenecen a nuestra

especie. Ahora se hace evidente que al movimiento "Pro-vida" o

"Derecho a la Vida" se le ha denominado de fórma i.>rrónea. Le¡os

de sentir preocupación por toda vida, o una escala de preocupación

imparcialmente basada en la naturaleza de la vida en cuestión,

los que protestan contra el aborto pero comen habitualmente

a base de los cuerpos de galhnas, cerdos y terneras, muestran

solamente una preocupación parcial por las vidas de los miembros

de nuestra propia especie. Porq ue en cualquier comparación ¡ usta

de las caracteristicas moralmente pertinentes, como la racionalidad,

1 86

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1 1

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Quitar la vida: el embrión y el feto

la conciencia de si mismo, e l conocimiento, la autonomía, el placer,

el dolor, etc(•tera, la ternera, el cerdo y la tan ridiculizada gallina

se encuentran muy por delante del fi.>to en cualquier etapa del

embarazo, mientras que si hacemos la comparación con un fi.•to de

menos de tres meses, un pez mostraría más señales de conciencia.

Por tanto, lo que sugiero es que acordemos no dar más valor a

la vida del féto que a la vida de un animal no humano dado un nivel

similar de racionalidad, conciencia de s í mismo, conocimiento,

capacidad de sentir, etn•tera. Ya que ningún f(•to es persona, n ingún

fi.•to tiene el mismo derecho a la vida q u e una persona. Todavía

tenemos que considerar en qué punto es probable que el f(·to sea

capaz de senllr dolor. Porque ahora bastará con decir que hasta

que esa capacidad exista, un aborto termina una existencia que no

tiene valor "intrínseco" en absoluto. Después de eso, cuando el

féto sea consciente, aunque no consciente de s í mismo, el aborto

no debe ser tomado a la ligera (si es que una mu¡er alguna vez se

toma el aborto a la ligera) . Pero los serios intereses de una mujer

normalmente tendrán más peso que los intereses rudimentarios de

un f(·to incluso consciente. De hecho, es dificil condenar incluso

un aborto realizado por las razones más insign i ficantes en un

embarazo avanzado, a menos que también condene mos la matanza

de fórmas de vida mucho más desarro lladas sólo por el sabor de

su carne.

La comparación entre el f(•to y otros animales nos lleva a otro

punto más. Cuando el equilibrio entre los intereses en conflicto

hace necesario matar a una criatura que siente, es im portante que

la muerte se lleve a cabo de la fórma menos dolorosa posible. En el

caso de los animales no humanos , la importancia de la humanidad

a la hora de matar es ampliamente aceptada, pero extrañamente, en

el caso dt•l aborto no se le presta demasiada atención. Esto no es

1 87

Page 102: Peter Singer -Ética Práctica-

lü ica práctica

debido a que se sepa que el aborto mata al f(·to de una fórrna rápida

y humanitana. Los abortos t•n fases JVJnzadas del ernbarJzo en los

cuales es más posibiP que sufra el f(·to a veces se llevan ·J cabo

inyectando unJ solución salinJ en el líquido amniótico que rodeJ al

f(•to. Se ha afirmado que el ef(•cto de esto cama convulsiones al féto

qtw muere entre una y tres horJs desput;s , tras lo nJJI es expulsado

del útero. Si existe base p.1ra creer que un rn(·todo Jborttvo cJusa

sufrimiento JI f(· to, ew rn(·todo debe ser evitado.

El feto como vida potencial

Una posible ob¡ eción al argumento que hemos ofreCido en la

sección anterior es que tit·m· en cuentJ sólo l.1s c;¡racterísticas

reales del f(•to, y no sus car Jcterísticas potenciales. Sobre la base

de estas característicJs reales, corno Jdrnit irán .1 lgunos de los que se

oponen al aborto, la compar JCión entre el f(•to y muchos JnirnJks

no humanos no es favorabll' J aqut"· l . Es a l considerJr su pot enCial

para convertirse en un ser humJno maduro cuando el perte nen·r

a la especie horno .1apíen.1 se hJn' importante, y el f(·to sob rep.1s;_¡ con

mucho a cualquier gallinJ, cerdo o t errH'rJ .

Hasta este momento no he pl.mt eJdo la cuestión del potenCial

del f(·to porque pens(· que era rnt·¡or concent rarse en el argumento

principal contra el abort o; pPro es C ierto que sP puede psgrimir un

argumento d if(•re nte, b.1s.1do en el pot Pncial del féto. (�ste es t·l

momento dP analizar PStP otro Jrgumento, que podernos enunciar

de la siguiente fórrrJJ :

1 88

Primera prermsa: es malo matar .1 un ser humano pott·nctal .

Segunda premisa: un f(·to hurnJno es un ser humJno pott·m·ial

Conclusión: por tanto, es malo matJr a un fl·to humano.

1 1 ' 1

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1 1

Quitar la vida: el embrión y el feto

La segunda premisa de este argumento es más füerte que la segunda

premisa del Jrgumento anterior. Mie ntras que es problemático

concluir si un f(·to es realmente un ser humano -depende de lo

que queramos decir por dicho t(·rmino , no se puede negar que

si que es un ser humano potenCia l . Esto es cierto tanto si por "ser

humano" enten dernos "miem bro de la especie horno sapiens" o un

ser rJcional y conscie ntt· de si mismo, es decir, una persona. La

�egu nda premisa fiH•rte de estP nuevo argumPnto sP adquiere, sin

embargo, ba¡o el coste de unJ p rimera premisa más débil , porque

el hecho de que matar a un ser humano potencial -incluso a una

persona potPncial sea malo es más facil que se ponga en duda que

el hecho de que matJr a un ser hurnJno real seJ malo.

Es cierto naturalmente que la rauonali<i.Jd, conciencia de si

rrusrno y ot rJs cualida des potenciales de un f(•to horno .1ap1ens

sobrepasan .1 las de un.1 vaca o un cerdo; pero de ahí no se

desprPnde que el f(·to tenga un mayor derecho a la vida. No hay

ninguna regl.1 que diga que una X potencial tenga el mismo valor

que una X , o que t enga todos los derechos de unJ X. Hay muc hos

e¡emplos que muest ran j usto lo contrario. Arrancar unJ bellota en

brote no es lo mismo que talar un roble venl'rable. Meter una gal lina

viva en una olla <k agua hirviendo sPria mucho peor que hacer lo

mismo con un huevo. El príncipe Carlos es el rey potennal de

lnglatt•rra, pero ahora no tiene los derechos de un rey.

En ausencia de cualquier deducnón general que nos lleve a

decir que "A es una X potencial" y. por tanto, "A tiene los derechos

de X", no debemos aceptar que una persona potennal tenga los

derechos de tHIJ persona, a menos que se nos pueda dar alguna

razón especifica por la cual esto se dt"• en este caso particular. Pero,

¡cuál podría ser esa r.ll.ón7 Esta cuestiÓn es especialme ntl' pertinente

s i volvemos J la base sobre IJ cual, en el c.1pítulo anterior, se sugería

1 89

Page 103: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

que la vida de una persona men•ce mayor protección que la vida d e

un s e r q u e no s e a persona. Estos motivos desde l a preocupación

indirecta del utilitarismo clásico por no atemonzar a otros con

que puedan ser los próximos en ser matados, el peso dado por el

utilitarismo de pref(·rencia a los deseos de una persona, la conexión

de Tooley entre el derecho a la vida y la capandad de verse a uno

mismo como un SUj eto mental que continúa, y el principio del

rPspeto por la autonomía están todos basados en el �wdw de que

las personas se ven a ellas mismas corno entidades dist intas con un

pasado y un fiituro. No se aphcan a los que m ahora ni nunca han

sido capaces d e verse a ellos mismos d e esta fórrna. SI (•stos son los

motivos para no matar a las personas, Pi mero pote ncial de llegar

a ser persona no es un argumento válido para no matar.

Se podría decir que esta respuesta mterpreta mal el significado

del potencial d el f(·to humano, y que este potencial es importante,

no porque cree (•n el f(•to un derecho o pret ensión a la vida, sino

porque todo el que matt' a un f(·to humano priva al mundo dP un

fiu uro ser racional y consnPnte d e sí mismo. Si los serPs ranonales

y conscientes de s i mis mos son intrinsPcarnentp valiosos, matar a

un f(·to humano Ps privar al mundo de algo intrínsecarrwnte valioso

y, por tanto, está mal. El problema principal qup hay en esto corno

argumPnto en contra del aborto aparte de la dificultad quP existe

en establPcer qup los seres racionales y consciPntes de s i rrusrnos

tiPrwn un valor intrínseco es que no se puede sostener corno

una razón para oponerse a todos los abortos, o mduso a los

abortos practicados meramente porqtH' el embarazo se produce

en una f(·cha poco adecuad a . Además, el argu mento nos conduce

,¡ condenar otras prácticas distintas del aborto que la mayoría de

los anti-abortistas acepta n .

L a afirmación de q u e los seres racionales y conscientes de s i

1 90

'

f 1 •

Quitar la vida: el embrión y el feto

mismos son intrínsecamente valiosos no es motivo para oponerse

a todos los abortos porque no todos los abortos privan al mundo

de un ser racional y consciPnte de sí mismo. Supongamos que

una rriUJU ha estado planeando incorporarse a una expPdición

de escalada en JUniO, y en enero ckscubre que está embarazada

de dos meses. Por el momento no tiene hiJos, pero prPtendP

tPnPr uno en el plat.o de uno o dos a rios. El embarazo no es

despacio sólo porque no PS el momento adecuado. Los que se

oponen al aborto presumiblemente pensarían que abortar en estas

circunstannas sería una atrocidad, porque m la vida ni la salud de

la madre están en JU ego, solamente el placer que siente al escalar

rnontailas . Sm embargo, s i el aborto está mal sólo porque priva al

mundo de una finura persona, en este caso no lo está, ya que no

hace sino retrasar la entrada de una persona al mundo.

Por otra parte, este argumento nos lleva a condenar las prácticas

que reducen la población hu mana f\Jtura : la coHtrace pción, bien

por rnechos "artlÍicia les" o bien por medios "naturales" tales como

la abst mencia durante los días en que es más probable que la

muJer sea f(·rt il , y tambi(•n el celibato. Este argurrwnto tiene, en

realidad, todas las dificultades de la fórrna "total" del util itarismo,

analizado en los dos capítulos anteriores, y no aporta nmguna razón

para pensar que el aborto sea peor que cualquier otro medio de

control de poblanón. Si el mundo ya se encuent ra sobrepoblado,

este argumento no ofrece ninguna razón en contra del aborto .

¿Existe algún otro factor pertinente en el hecho de que -t·l f(·to

sea una persona potennaP SI lo hay, no tengo ni idea de cuál

puede ser. En los escritos contra el aborto a menudo encontramos

ref(•rencia al twcho de que cada féto humano es único . Paul Ramsey,

antiguo prof(·sor de Religión en la Umversidad de Princeton, ha

afirmado que la gen(•tica moderna, al enseTiarnos que la primera

1 9 1

Page 104: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

fúsión del espermatozoide y e l óvulo ere.! ur¡.¡ fl.lrt ículJ de infór­

rnación que es "irrepetible" , p<�n·n· llevarnos J J.¡ conclusión de que

"toda destrucción de la vida f(· t.¡J deberí.1 ser considerJdJ asesinato".

Pero, ¿por q ll(� este hecho ha de llev<�rnos J <hch.l corlClusJón7 Sin

lugar a dudas el féto de un perro es tJrnb i{•n gen{·tlCJrnente único.

¿Quiere esto dt·cir que está tan m.d el .1borto de un perro corno

el de un h umano"� S1 cuando se connben gemelos homólogos,

la infórmación gen{•t JCJ se ·replle, ¿pt·nsJrÍJ Ramsey, entonces,

que es perrmsible pract ic.H un Jborto sobre uno de los dos

gemelos en cut•st ión7 ! .os hi¡os que tendrí<�mos rm mu¡er y yo

si no uti lizáramos Jn ticonc·t·ptivos seríJn gen{·t icJrnente únicos.

¿Constituye el hecho de que no se pueda deterrmrur de fórrn.1

precisa qu{• c<�rácter gen{· t ic.unent<· único tendrí.m t•sos niños que

e l uso de Jnt iconc·t·ptivos S<'J menos m.1lo que el abort o"� ¡Por qu(•7

Y si lo fiwra, ¿podríJ red unr J .¡ seriedad del Jborto la perspectiva

existente de que se puedJ lll'v.lr J c<�bo con {•xito J.¡ donación,

una t{·cnica mediante J.¡ nul S<' ut ihzan las c{•lu !Js de un m<i lviduo

para reproducir un f(·to que t•s unJ fót ocop1a gen{• t J(".I del origin.1P

Supongamos que la rnu¡er que dese.! ir a escalar .1bortJrJ, tomara

una c<·lula del f(·to JbortJdo y posteriormente la reirnp!Jr!lara en

su útero de manera que se desarrollJrJ una r{·plic.l gen{•t JCJ rrH·nt<·

exacta del f(•to abortado, siendo la úmca dif(·rencia que el p<�rto

tendría lugar seis meses despu{·s y, Jsí , podría d1sfrutJr de !.1 expedición. ¿St•ríJ de est.1 fórmJ .¡n·ptable el Jborto7 Dudo que

lo fi1era para muchos de los que se oponen J <·1

La condición del embrión en laboratorio

Ahora <'S el momento de dJr un giro a nuest ro debate y n·nt rJrnos

en la experirnentJción sobre embriones humanos <·n su pnrner.1

1 92

,, .

. ' . .1

'

Quirar la vida: el embrión y el feto

etapa, mantenidos VIvos en un fluido especial, fúera del cuerpo

humano. Esto es relativamente un debate nuevo, ya que la posi­

bilidad de mantener un embrión vivo fiwra del cuerpo es nueva,

pero en muchos aspectos pisa el mismo terreno que el tema del

aborto. Aunque uno de los argumentos principales del aborto -la

JÍÍrmación de que la mujer tiene derecho a controlar su propio

cuerpo - no se puede aplicar directamente a este nuevo contexto, el

argumento contra la experimentación embrionaria descansa en una

de las dos J ÍÍrmanones que ya hemos JnJlizado: o que e l embrión

l lene derecho a ser protegido debido a que es un ser humano, o

que el embrión tiene derecho a ser protegido debido .¡ que es un

ser humano potencial .

Se podría pensar, por tanto, que los mollvos contra la experi­

mentación embrionaria son más fúertes que los motivos contra el

aborto, porque no s e aplica uno de los argumentos en favor del

aborto mientras que sí se aplican los princi pales argumPntos en

contra del mismo. En realidad, sin Pmbargo, los dos argumentos

en contra del aborto no se aplican a l embrión en laboratorio tan

Cicilmente como uno pudiera pensar.

En pnmer lugJr, ¿es ya el embrión un ser humano? Ya hemos

visto que !Js pretensiones por el derecho a la v1da no deberían

basJrse en la pertenencia a una especie. Así, el hecho de que el

embrión S<'J de la especie horno sapicn.l no demuestra que el embrión

seJ un ser hum<�no en ningún senl!do moralmente pertinente. Y si

el f(·to no <'S una persona, es incluso más evidente que el embrión

ta mpoco puede serlo. Pero hay una cuestión mucho más interesante

en contra de la afirmación de que el embrión en su primera etapa sea

un ser humano: los seres humanos son individuos, y t·l embrión en

su primera etapa m siquiera <'S un mdiv1duo. En cualquier momento

hasta unos 1 4 días tras la f(·cundación y esto <'S más de lo q ue los

1 93

Page 105: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

embriones humanos se han mantenido vivos hasta ahora fiH'ra del

cuerpo-, el embrión se puede dividir en dos o más embriones

gen(·ticamente id(•nticos. Esto ocurre de fórrna natural y da lugar a

la fórrnación de gemelos homólogos. Cuando tenernos un embrión

anterior a este punto, no podemos estar seguros de s i lo que estarnos

observando es el precursor de uno o dos individuos

Esto plantea un problema para los que enfatizan la continuidad

de nuestra existencia desde la concepción a la madun·z Supon

gamos que tenernos un embrión en un recipiente en un laborat orio.

Si pensamos en este embrión corno la primera etapa de un

ser humano individual, podríamos llamarlo Maria. Pero ahor.1

supongamos que el embrión se divide en dos embnones I<knticos.

¿Sigue siendo uno de ellos Maria, y el otro Ana7 Si es así, ¿cuál de ellos

es Maria7 No hay nada que dist inga ,¡ los dos, m manera de afirmar

que al que llamarnos Ana se dividiera del qu(• llamamos Mari.l , o

a l rev(•s. ¿Podríamos decir, entonces, que Maria ya no existe y que

ahora tenernos a Ana y a Elena7 P(•ro, ¿qu(· le ocurrió a Maria7

¿Murió7 ¿Debernos guardar luto por ella7 listas especulJCiones son

absurdas, ya que partirnos de pensar en el em brión corno un

individuo en un momento en el que sólo es un conj tlrlto de cduL1s.

Por tanto, hasta que haya pasado la posibilidad de una división

embrionaria, es incluso más dificil mantener que el em brión sea un

ser humano, en un sentido moralmente pertinente, que mantener

que el fl:· to sea un ser humano en un sentido moralmente pertinente.

Esto sirve de base para la legislación y las directrices en Gran Bretaña

y algunos países más que ¡)('rrm ten la experimentación embrion.1ria

hasta los 1 4 días posteriores a la fl·cundación. Pero por motivos ya

analizados , y otros que estarnos a punto de tratar, este l í rrute es

todavía innecesariamente restrict ivo.

Y, ¿qu(· ocurre con el argumento de lo potennaP ¿Pueden

1 94

JI t

'J

¡ J

. ' . \ 1

Quitar la vida: el embrión y el feto

aplicarse las afirmaciones sobre el potencial del embrión en e l

útero al embrión en u n recipiente en e l laboratorio7 Antes de

que Robert Edwards empezara las investigaciones que condujeron

al procedimiento de la f(•cundación in vitro, nadie había observado

un embrión humano viable anterior a la etapa en la que se implanta

en las paredes del útero . En el proceso normal de reproducción

dentro del cuerpo, el embrión, o "pre-embrión", como ahora

a veces se le denomina, permanece independiente durante los

primeros siete a catorce días. Debido a que tales embriones existían

sólo dentro del cuerpo de la muj(•r, no había fórrna dt> observarlos

durante ese período Incluso la misma existenCia del embrión no

se podía establecer hasta despu(•s de la implantación. Baj o estas

Circunstancias, una vez que se conocía la existencia del embrión, ese

embrión tenía grandes posibilidades de convert irse en una persona,

a menos que se interrumpiera su desarrollo deliberadamente. La

posibilidad de que tal embrión se convirtiera en persona (•ra , por

tanto, mucho mayor que la probabilidad de que un óvulo en una

mu1er {(•rti l se uniera con esperma del compañero de esa muj er y

tuviera como resultado un be b(• .

Había tarnbi(·n, en esos días previos a la fécundación in vitro,

una distinción más importante entre el embrión y el óvulo y

el espermatozoide. Mientras que el embrión dentro del cuerpo

{(•menino tlem· algunas posibilidades definit ivas (más adelante

consideraremos hasta qu(· punto llegan esas posibilidades) de

evolucionar hasta convertirse en un beb(· a menos que un acto

humano deliberado interrumpa su crecnn iento, el óvulo y el

espermatozoide solamente pueden llegar a ser un mño s i existe

un acto humano deliberado. De modo que en un caso, todo lo

que se necesita para que el embrión tenga esperanzas de llevar

a cabo su potencial es que no se le detenga, mientras que en el

195

Page 106: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

otro, hay que acometer un ano positivo. El desarrollo del embrión

dentro del cuerpo fi:rnenino se puede ver, por tanto, corno un mero

desdoblamiento de un potennal que está mherente en d . (Cierto es

que esto es una simplificación exagerada, puesto que no tiene en

cuenta los anos positivos que ocurren en el naci miento de un niño;

pero se le aserne¡a) . El desarrollo del óvulo y el espermatozOide

separados es más dificil de contemplar en este sent ido, ya que no

tendrá lugar ningún desarrollo postenor a menos que la pare ¡a lleve

a cabo el ano sexual o utilice inserrunación artificial.

Ahora consideremos lo que ha ocurndo corno resultado del ('xito de la f(•cundanón in vitro . El procedimiento consiste en extraer uno o dos óvulos de los ovarios de una rnu¡ er, colocarlos en el fluido adecuado en un renp1ente de cristal , y luego ar1ad1r esperma al recipient e . En los laboratorios más expertos, esto da lugar a la f(·cundación en un 80')';, de los óvulos así t ratados. Entonces el embrión se ptwde mantener en el recipiente durante dos o tres días, mientras crece y se divide en dos, cuatro , y más tarde en ocho c(•lulas. En esta etapa el embrión es normalmente transfúido al útero de una rnu¡er. Aunque L1 transf(·rencia en sí misma es un procedimiento muy snnple, es d espu(•s de esta transférencia cuando existe más posibihdad de que las cosas se compliquen: por razones que no sr entienden totalmente, hasta con el equipo más experto en f(·cundación in v l lro , la probabihdad de que un embrión determinado que haya sido t ransférido al útero ef(·ctivamente quede implantado ahí , y di• lugar a un embarazo que continúe, es s 1empre menor al 20% , y generalmente no mayor ,!1 1 0'1., . En resumen, por tanto, antes de la llegada de la fécundación in vitro, en cada caso en el que conocíamos de la exist encia de un embrión humano norm.1l, habría s1do cierto decir de d1cho embrión que, a menos que se le manipulara dehberadament e , evolunonaría

1 96

J

Quitar la vida: el embrión y el feto

casi con toda seguridad hasta convertirse en una persona. El proceso

de la fécundanón m vitro, sin embargo, conduce a la creación de

embriones que no pueden desarrollarse hasta convertirse en una

persona a menos que se lleve a cabo algún acto humano dehberado

(la transf(•renc:ia al útero) y que incluso entonces, en el me¡or de los

casos, lo más probable es que no lleguen a ser persona .

1·:1 resu ltado de todo esto es que la fécundación in vitro ha

reducido la dif(•rencia entre lo que se puede denr del embrión

y lo que se puede cknr del óvulo y el espermatozo ide, cuando

están todavía separados, pero considerados corno una pareja. Antes

de la f(·cundanón m vllro, cualquH'r embrión humano normal

conocido t enía mucha mayor probabilidad de llegar a ser un beb(•

que cualquier óvulo y espermatozoide antes de que tuviera lugar la

f(•cundanón. Pero con la f(·cundación l ll vitro , existe una diferencia

mucho más discreta en la probabihdad de que resu lte un beb(• de

un embrión compues to de dos c(·lulas en un recipil' I l t l" de cristal,

y la probab 1hdad de que resulte un beb(· de la uruón entre un

· 1 t' Il trn rt·c·¡· fl l. t'rlt(' de cristal. Para ser fHeciso, ovu o y esperma

si admit imos que el índice de la f(•nm dación en laboratorio es

· i i t !Jr l· c·Jn trans·ft. 'rl· cicJ es del 80% y su me ice e e em oarazo por em

del 1 0 % , la probabihdad de que resulte un beb(· de un embrión

determinado es del 1 0 % , y la probabilidad de que resulte un beb(•

de un óvulo al cual se le ha colocado en un fluido al que se le ha

aii,Hiido esperma es del 8% . Por tanto, s1 el embrión es una persona

potencial, ¿por qu(· no lo son tambi(•n el óvulo y el espermatozoide

considerados de fórma con¡unta7 Sm embargo , ningún miembro

del rnovirruento pro -vida quiere rescatar óvulos y esperma con

ob¡eto de salvar las vidas de las personas en las cuales tienen el

potencial de convertirse.

Consideremos la s1guiente situación no demasiado Improbable.

197

Page 107: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

En el laboratorio donde se lleva a cabo la f(:cundación m vttro,

se ha obtenido el óvulo de una mu¡er y se le ha colocado en

un recipient e. El esperma de su compaikro se encuentra en otro

recipiente adyacen te , l isto para ser mezclado en la solución que

contiene al óvulo. De pronto, se producen malas not tcias : la mujer

está sangrando por el útero y no estará en condtnones de recibir

un embrión durante al menos un mes. Por tanto, no t iene ob¡eto

seguir adelant e con el procedimiento. A un ayudante de lahoratono

se le dice que se deshaga del óvulo y del esperma, y lo hace,

t irándolos en el fregadero. De momento, todo va bten; pero unas

cuantas horas despu(·s, cuando e l ayudante vuelve al l.tborat ono

para preparar el siguiente proce d imien to , se d,t cuenta de que

el fregadero está at ascado, y que el óvulo y su flmdo tod,tvía

siguen ahí , en el fóndo del fregadero. l•:st,í a punto de desbloquear

e l atasco, cuando se d,t cuenta de que ta mb tén se ha t irado el

esperma en el fregadero . ¡ Lo más probable es que el óvulo haya

sido fi:·nmdado1 ¿Qu(· se supone que debe de hacer1 Los que hacen

una clara dis t inción entre el óvulo y el espermat ozoide por una

parte , y el embrión por otra, deben pensar que, rmentras que el

ayuda nte estaba en su derecho de echar el óvulo y el esperma

por el fregadero, ahora baria mal s t desbloqueara el atasco. l�sto

es d i ficil de aceptar. La potencialidad no parece tener el concepto

de todo o nada; la dif(·renna entre el óvulo y el espermatozOide por

una parte, y el embrión por otra, es de gr.Hlo, y está relacionad,! con

la probabilidad de llegar a ser persona.

Los defi:•nsores tradicion,tles del derecho a la vida del embrión

se han mostrado reacios a mtrodunr gr.tdos de potenci,t! tdad en

el debat e , porque una vez que se acepta el concepto, parece

innegable que el embnón en su primera etapa t iene menos de

persona potencial que el embrión avanzado o el fi:·to . bto podría

1 98 l .

-,

• 1

Quitar la vida: el embrión y el fe to

facilmente llevarnos a la conclusión de que la prohibición en contra

de destruir el embnón en su primera etapa es menos severa que la

prohibición en contra de destrUir el embrión avanzado o el féto.

No obstante , algunos defénsores del argu mento de lo potencial

han recurrido a la probabilidad. Entre ellos se encuentra el teólogo

cat ólico John Noonan:

Corno la vida en sí rrusrna es u na cuestión de probabilidades, y

corno 1.1 mayor part e del razonarruento moral es una estimación de

probabthdades, parece estar en ronrordanna ron la estructura de

la reahdad y la naturale1.a del pensarruento moral fimdarnentar un

¡u icio moral en el cambio de las probabilidades en la concepción

¿Snía diferente el argumento st tan sólo uno de rada dtez

nir!os concebidos llegaran a narer7 Natur,tlrnente que lo snía. Este

argumento es un llarnarruento a las probabilidades que en realidad

extsten, y no a ru,tlquwra o a todos los estados de los rasos que

se pueden nnagmar . S t se destruye un esperrn.ltozoide, se está

destruyendo un ser que tenía la posibilidad de mucho menos de

1 entre 200 millones de ronverttrse en un ser ron razonamiento,

un ró<hgo gen(•tiro, un corazón y otros órganos, y de sentir dolor

Si se destruye un f(· to, se está destruyendo un ser que ya posee un

código gen(•tiro, órganos y sensibtlidad ante el dolor, y que tenía

un 80% de posibilidades de convertirse en un beb(· fiH'ra del útero

que, en algún momento, razonaría.

El artículo del que se ha extraído esta cita ha t enido mucha

influencia en el debate sobre el aborto, y a menudo lo han citado

y reeditado aque llos que se oponen a (.J , pero el desan ollo de

nues tra comprensión sobre el proceso reproductivo ha hecho que

la postura de Noonan sea insostenible. La dificultad inicial es que

las nfras que ofrece Noonan sobre la supervtvencia del embrión

199

Page 108: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

incluso en el útero YJ no se pueden consickr.Ir correctJs. En el

momento en que escribió NooriJn, la estimación de !J p<'•nbda

del f(·to se basJbJ en el reconocimiento clínico de embJrJI.os en

las seis a ocho semanas despu(•s de !J fécundación. l�n estJ etapa, !J

posibilidad de perder el féto debido a un aborto espontáneo c·s de

aproximadarrwnte un l C, 'Y,, _ Sm embargo, J lgunos .IvJnn·s cwnt i ficos

recientes que permiten el rc·cononmiento ckl embarazo en unJ

fase anterior ofrecen unas cifrJs muy diférerl tc·s. Si el embJrJJ:o se

diagnostica antes de la implJntJCIÓn (en los 14 di.Is d espu(•s de !J

f(·cundación) , la probabilidad de que se l legue al nacimiento es de

entre un 25 y un 30% , y si se diJgnosttcJ después de !.1 implJntJctón,

el porn·ntaje inicialmente Jurm·ntJ de un 46 J un 60% , pJsJndo a

ser de un 85 J un 90% JI JlcJnzarse !.1 sext.I semJnJ de gestación

Noonan afirmó que su Jrgumento c·s "un ll.un.umento a las

probabilidades que en rc•Jlid.Id existen, y no J cuJlquier.I o ,¡ todos

los estados de los casos que se pueden imJginar". Pero unJ vez

que sustituimos las probabilicbdes rc•Jles de que los embnones

se conviertan en personJs, en vJri.Is etapas de su existencia, el

argumento de NoonJn ya no JpoyJ el momento de !.1 f(·cundKión

como el periodo en c•l que el embnón consigue tHIJ cond iCIÓn

moral significJtivamente dif(·rente . De hecho, s i m•cesit áramos un

80% de probJbilidad de que llegue J ser un beb(· cifra que el

mismo NoonJn menciona , t endriJmos que esper.1r hJstJ casi sets

semanas despu(·s de la fécundJnón Jntc·s de que el embrión t uvierJ

la relevancia que NoonJn le J tribuye.

En un momento de su Jrgumento Noonan se refiere JI nú mero

de espermatozoides que se producen c·n unJ c•yJcu lación mas­

culina, y afirma que h.1y sólo un.1 posibilidad entre 200 millones

de que un espermatozoide se conviertJ en p.1rte de un ser VIviente.

Este enfóque sobre e l esperma en lug.n de sobre el óvulo const ituye

200

\ ,

Quitar la vida: el embrión y el feto

u n curioso ejem plo de inclinación rnascu linJ, pero incluso si lo

deJamos pasar, la nueva tecnología ofrece todavía una dificu ltad

más para este argu rrH•nto. Ahora existe un medio de solucionar

la inf(•rtilidad masculina causada por un baJO nivel de espermato­

zoides . Se tomJ un óvulo, al tgual que el proceso de la f(·cundación

in VIt ro , pero en lugar de añadir una pequeña cantidad de fluido

seminal al recipiente que contiene e l óvulo, se coge un solo

espermatozoide con una aguja fina y se rnicroinyecta bajo la capa

extenor del óvulo. Así, si compararnos la probabilidad de que el

embrión se convierta en persona con la probabilidad de que el

óvulo, JUnto con el espermatozoide que se ha cogido con la agup

y que está J punto de rmcroinyectarse en el óvulo, se convierta en

persona, no seremos capaces de encontrar ninguna distinción clara

entre los dos. ¿Quiere eso decir que estaría mal detener el proceso,

una vez que se ha cogido el espermat ozoide7 El argumento de

Noonan sobre las probabilidades parecería cornprotueterlo o a

esta mveros imil afirmación o a aceptar que podemos destruir

embriones hurnJnos. J•:ste procednniento t amb i(·n pone en tela de

JUicio la afirmación de Ramsey sobre la Importancia del cianotipo

gen(·tico único: esa "partícula de infórrnación irrepetible" que se ha

determinado en el caso del embrión pero no en el caso del óvulo y

el espermatozoide. Porq ue aquí tambi(•n quedJ determinada antes

de la f(•cundac ión.

En este Jpartado hemos intentado de mostrJr cómo afi·ctan

las circunstancias especiales del embrión en el laboratorio a la

aplicación de los Jrgumentos tratados en otras partes de este

capitulo sobre la condición del embrión o el f(·to No he pretendido

abarcar todos los aspectos de la f(•nm dación in vitro ni de la

experimentJnón embrionariJ, ya que parJ hacerlo, se necesitaría

investigar sobre algunos ternas más, entre ellos, la conveniencia

201

Page 109: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

de destinar escasos recursos rn (·dicos a este área en un rnorrH•nto en el que el mundo t iene un grave problema de sobrepoblación, y la especulación de que se hará un mal uso de las nuevas t(·cnicas para crear niños "a medida", bien a petición de los padres, o lo que es peor, de algún dictador loco. Abarcar estos asuntos importantes, pero disparatados , nos ale¡aría demasiado de los principales ternas de los que se ocupa este libro. Sm embargo, hay que hacer una breve mención de otro aspecto de la ex¡wrirnent anón embnonaria: el papel de las pare¡as de cuyos gametos se ha desarrollado el embrión.

Las f{•ministas han ¡ ugado un p.1pel muy im port ante .1 la hora

d e señalar hasta qu(· punto puede una parep ser vulnerable a

las presiones de los m(·dicos para donar un embrión con fines

científicos . Quizá se.1 que est(·n desesperados por tener un hi jo, y

el equipo de f{•cundación in vitro representa su última esperanza

de conseguir su objetivo. Ellos saben que hay otras muchas pan·¡ as

buscando tratamiento, lo que significa que probablemente t endrán

que estar preparados para hacer un gran esfiH•rzo para que el

equipo m<'dico los considere. ¿Tienen en realidad una libre elección

cuando se les pide que donen óvulos o embriones? Solamente, creo,

si está bastante claro que su res puesta no af{•ctará al t ratamiento

de la f{•cundación in vitro en modo alguno. Siem pre que se

lleve a cabo cualquier experimentanón embrionana, extste la

m·cesidad de .1lgún t ipo d e garantía y fórma de cont rol para que

siempn· sea así.

Hacer uso del feto

Las perspectivas de uti lizar los fé:· tos humanos con fines m(·dicos

han hecho surgir un nuevo tema pol(·rnico relacionado con el

202

J '

(' �

Quitar la vida: el embrión y el feto

aborto. Las mvestigaciones llevadas a cabo específicamente sobre

fétos han llevado a la esperanza de encontrar remedio a muchas

enférmedades graves mediante el trasplante de teJido o c(•lulas del

féto . Comparado con tqido adulto, el te¡ido fétal parece crecer

mejor despu(·s de ser trasplantado, y tener menos probabilidades

de rechazo por parte del paciente. El e¡emplo que ha recibido más

publicidad hasta la fécha es el de la enf{·rrnedad de Park inson, pero

tambi(•n se ha sugerido el uso de tqido f{·tal en el tratamiento de la

enférmedad de Alzlwmwr, la de Huntington y la diabetes; y se ha

ut i lizado el trasplante f{· tal para salvar la vida de otro féto, en un

caso en el que a un féto de 30 semanas, dentro del útero , que sufi:·ía

un trastorno mortal en su sistema inmu nológico, se le trasplantaron

c(· lulas de f{·to resultantes de un aborto.

¿Tienen los f{•tos derechos o intereses que se puedan violar o

dañar al utd izarlos para estos fines? Ya hemos argum<·ntado que el

f(·to no tiene ningún derecho y . ni siquiera, hablando en sentido

estricto, ningún inter(•s en la vida. Pero hemos visto que en el caso

de los animales. afirmar que un ser no tiene derecho a la vida

no quiere decir que d icho ser no tenga derechos o intereses en

absoluto. S t el féto es capaz de sentir dolor, como los animales,

tendrá inter(·s en no sentirlo, y a ese inter(•s se le debería dar igual

consideración que a los intereses simdares de cualquier otro ser.

Es facil imaginar que mantener a un f{•to con vida después de u n

aborto con ob¡eto de preservar s u teJido e n las me¡ on·s condiciones

posibles podría causar dolor y su fi-imiento a un f{·to que es capaz de

sentir dolor. Por tanto, ahora debernos volver a una investigación

más detallada sobre un terna que se ha tratado anteriormente en

este capítulo: ¿cuándo llega el f{·to a ser consciente7

Afórtunadarne nte hoy en día es posible dar una respuesta

razonablemente definitiva a este interrogante. La parte del cerebro

203

Page 110: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica práctica

asociada con las sensaciones de dolor, y de fórrna más general con la

conciencia, es la corteza cerebral. Hasta las 18 semanas de gest ación,

la corteza cerebral no está lo sufic ientemente desarrol lada para que

tengan lugar conexiones sinápticas dentro de (• 1 , en ot rJs palabras,

no se reciben las señales que dan lugar al dolor en un .1dulto. l •:ntre

las 1 8 y las 25 semanas el cerebro .1kanza una etJfM en la cual existe

algún t ipo de transmisión nerviosa en esas ¡Mrtes .¡sociJdas con

la conciencia. Incluso entonces, sin ernb.1rgo, el f(·to parece estar

en estado continuo de suef10 y. por tanto, puede no ser capaz de

recibir dolor. El f(·t o cormPnza a "despertarse" a unas :�0 semanas de

gestación. Naturalmente esto q ueda bJstante más allá de la e tapa de

viabilidad, y un "{(•to" que estuviera vivo y fíH•rJ del útero en esta

e tapa sería un nirlo prernJt uro y no un f(• to .

Con ob¡eto de dar a l f(·to el beneficio de l.1 duda, serí.1 ruon.1ble

tomar e l primer período posible en el e¡ u e el f(· to pudierJ sentir algo

como el l ímite tras el cual se le deberíJ proteger Así, deberíamos

de¡ar a un lado la prueba inciertJ sobre cuándo despiert J , y to rnar

como línea más definit iva el período en el que el cerebro es

flsicarnente capaz de recibir sefJJies necesarias p.1r.1 la conciencia.

Esto nos da un límite de 18 sernan.1s de gestación. Antes de este

momento no existe ningunJ buena base p.1r.1 creer que el féto

neces ite ser protegido de una invest igación que le ¡wqudique, y.¡

que al f(•to no se le pueciP ¡wr¡uchcar. lksptH�s de este período el

f(·to sí que necesita que se le proll·¡a de posibles daños, con !.1 rrusma

base que lo necesitan los animales no humanos que Sienten, pero

que no son consCientes de sí rrusrnos.

Existe, sin ernb.1rgo, unJ n·servJ que se· debe de .Ifi.HI Ir a

esta Pxposinón. MientrJs que el f(·to .mtes de l.1s 1 8 semJ n.Is

puede, es trictamente hablando, no ser capaz de sent ir dai10 , s1 se le

permite desarrollarse h.1sta llegar a ser un nif10 , .1 este fílluro nir1o se

204

t •

..

' '

Quitar la vida : el embrión y el feto

le podría daf1.1r sc•nJrm•nte mediJnte un experimento que lo hinera

nacer discap.!citado. Por tanto, las investigaciones que permiten que

el fi·to sobreviv.1 por enn m.1 de las 18 semanas no entran dentro de

la regl.1 perrmsiva que se ha sugerido en el párrafó .Interior.

En las chscusiones sobre !.1 u t ihzación de tepdo {(· tal a menudo

se mennon.1 el nesgo de "compli nd.1d" en el acto mmoral de

abortJr Los que qul('ren def(·nder l.1 uti l ización del te¡ ido fi• tJl

h.1cen un gr.¡n esÍÍH'rzo p.1ra demostrJr quC' estJ ut i lización se

puede m.1ntem·r totJlrnente .1 l margen de la densión de abortar,

y por tanto no sirve par.¡ "legit i m.1r" abortos. Por el rrusmo motivo,

muchos países tienen, o están elabor.1ndo, leyes o directrices para

l .1 u t ilización de tepdo f(· t;Il procedente de abortos mducidos, y

mudus de estJs leyes o directnces se redJctJn sobre la base del

supuesto, irnplínto o explínto, de que es nnportJnte separar la

dens1ón de abort Jr de la ut i lu.auón de te¡ido fétJ l , por miedo .1

que la u t ihl.dnón de chcho teJ ido sirva p.1ra aumentar la mcidencia

de los abort os. PodríJ exist ir, por qemplo, el requis!lo de que la

donJCión tengJ que ser totalmente Jnónirna. Esto evita que unJ

mu¡er aborte con ob¡ eto de donar t e¡1do que pucherJ salvar la

vida de un famdiJr, o quu.á eh- uno de sus propios hi¡os. Es

posible que el motivo de tJles requiSitos sea proteger .1 la rnu¡er

de las pn·s1om•s p.1ra abortar. Si esto const i tuye una base válida

p.1ra exigir el Jnommato es .1lgo que trJtJn•mos pront o . Aquí

solJrnente quiero serl.1lar que s 1 c·s l.1 pn·misJ de que el Jborto es

mrnor.1l l.1 que const i tuye el motivo p.1r.1 intentar ev!lJr cualquier

"cornphnd.1d" entre la ut ihzación d e tepdo f(• tJ l y Jbortar, o p.1r.1

g.n,mt izar que el uso del tepdo f(·t,d no contnbuy,¡ .1 una mayor

mndencia de los Jbortos, entoncc·s los .1rgurnentos .!portados en

este c.1pítulo v.1n en contrJ de ese punto de vistJ. Al menos cuando

se lleva a ubo antes de las 1 8 semJnJs, el aborto es en s í rrusrno

20'>

Page 111: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

moralmente neutro. Incluso los abortos que se producen despu(•s

de este período, cuando haya dolor de por medio, se podrían

JUStificar si el resultado ÍÍH'ra evitar un sufrimiento mucho mayor

salvando la vida de un niño que padeciera un trastorno en su

sistema inmu nológico, o curar la enf(·rm edad de Parkinson o la de

Alzheirner en una persona mayor. SI el requisito de que separemos

el acto de abortar de la donación de tqido {(·tal no se puede

basar con garantías en la m•n•sidad de proteger a l f(· to , ¿se puede

fimdarnentar en su lugar en la necesidad de proteger a los padres

y. en particular, a la rnUJerJ Hay que considerar diÍl-rentes aspectos

de esta separación. S i el m(·dico que aconsep a la mujer embarazada

sobre su aborto y el m(•dico que busca tej ido {(· tal para un paciente

moribundo son la misma persona, el conflicto de mtereses es

claro, y parece un riesgo real que el m(·dico no podrá ofrecer un

consqo desinteresado a la embarazada. Por tanto, est.l sep.nación

constituye un aspecto importan t e de la protecnón de la posición

de la mujer embarazad a .

Pero, ¿qu(· hay de la posición que establece que la muJer

embarazada debe estar separada del receptor mediante el velo del

anonimatoJ Naturalmente esto evita que aborte para así propor­

Cionar tej ido a alguien que conozca. ¿ l �s t.í JUS tificada esta rest ricción

por la consideración de sus propios inten·sesJ Por una parte, sin

esta protección <'S facd nnagm.n S ituanones en las que una muJer

embarazada se encontraría baJO una gran presión para abort ar

con el fin de salvar la vida de un panente moribundo; o una

muJer que no est(· embarazada podría sentirse en la obliganón

de quedarse en estado para despu(·s acabar con su embarazo y

proporcionar así el tqido {(· tal necesitado. ! .as {(·rrunistas pueden

pensar que en una sonedad en la que domman los hombres, las

perspectivas de intensificar más la opresión de la muJer de esta

206

t. ...

íl •

' ' ' ¡ �

Quitar la vida: el embrión y el feto

fórrna es motivo suficiente para excluir la designación del tqido

para una determinada persona cononda.

Sin embargo, el argumento que conduce a la conclusión

contraria es tambi(·n fiH•rte. No es ni inusual ni exagerado que un

padre o una madre haga grandes sacrificios por su hiJO. Permitimos

que ta nto el hombre corno la mujer trabaj en muchas horas haciendo

tareas sin importanCia en una fabrica con el fin de ahorrar el

dinero sufinente para garantizar que sus hi JOS renban una buena

educanón. l•:sto nos lleva a concluir que el sacrificio por el bien de

un farru liar o una persona amada no está mal en s í mismo o no es algo

que tengamos que prohibir. En muchos países tambi(•n se permite

que la muJer aborte por ra1.ones que son mucho menos importantes

que salvar una vida. Esto md ica que no contemplarnos e l aborto

corno algo t.m malo (desde el punto de vista del ((•to o de la muJ er)

que debería estar prohibido, o incluso restnngido a situaciones

en las cuales es necesario para salvar una vida. Si aceptarnos los

supuestos que sirven de base a estas dos act itudes, poco podernos

criticar a una mujer que dende abortar con el fin de proporcionar

el tqido ((•tal que pudiera salvarle la vida a su hiJO. Puede que

no todas las mu1en·s quieran hacer esto, pero las que quieran,

puede que <'St (•n tornando una decisión pe rf(·ctamente razonable

y autónoma. l�s muy paternalista que la legislación se interponga y

diga que un m(·dico no debe llevar a cabo tales decisiones. Desde

esta perspectiva es extraño que algunas fl-ministas, de quienes se

podría esperar que estuvieran ddl-ndiendo el derecho de la mujer

a la autonomía, est(·n entre los que piensan que la mujer necesita

una legislación especial que las pro t eja de los efl-ctos de sus propias

acciones tornadas libremente.

Estos dos argumentos opuestos tienen una (Ílerza considerable,

pero debería mos favorecer la autonomía a menos que exista una

201

Page 112: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

clara prueba de que los resultados de .Kttur así se.n1 muy malos.

Yo no conozco nmguna prueb.1 a ese ekno. Sospecho, en n·.1l idad,

que muchos (aunque no todos, natur.1 lmente) de los mot 1vos ¡Mra

prohibir las donaCiones des1gnadas de tepdos se desprenden del

deseo de evitar causar rn.ís abortos y. en part icular, ev1t .n que l.1s

rnu1en•s se queden embarazadas con el fin de que se <hsponga de

tepdo f(·tal. Pero por las razones ya menCionadas, no veo que haya

nada inherent ement e malo en que se produzcan más abortos, o más

embarazos encaminados a proporCion.n tejido ktal, con t .1 l de que

la mujer en cuestión e l i ja libremente esta situanón, y de que los

abortos adinonales real mente contribuyan ,¡ salv,¡r 1.1 vida de otros.

Si la mayor obj eción consiste en que los anos de una mu1er pudwr.m

estar coaccionados y no libremente eleg1dos, ] ,¡ soluc1ón no sería

prohibir toda.1 las opnones de abortar para proporcionar t epdo ktal ,

s ino establecer procedimientos que garant icen que la mu1er que lo

haga. haya ten1do libre elecnón, teruendo cononrruenlo de t od.1 la

infórmación nnportante de que se <hsponga

Una vez llep,ados a este punto, puede que el dinero entre en

j uego. Algunos se preguntarán qu(• ocurre si una mu1er se q ued.1

embarazada y pone fin a su ernbara1.o no con obj eto de salvar la

vida de los que ama, smo porque recibe dmero ,¡ camb10 de lepdo

f(•tal. ¿No se desprende de la argu mentación sobre la autonomía

que esto tamb ¡(•n debería den<hrlo la muJer"/ ¡Realmente es peor

quedarse embarazada y poner fin a l embarazo par,¡ .1sí renb1r,

digamos , 1 0 .000 dólares, que p.1sar se1s meses h .Klendo un trabaJO

repetitivo en una fábnca llena de ruido, peligro y polunón por el

mismo dinero/

A pesar de rru volunt.Hl para f:1nlitar el uso de tepdo f(· ta l , soy

mucho más reano a aprovechar el libre m ercado. bto no se debe

a que crea que la rnu1er no es capaz de protegerse ,¡ s í rrusm.1 de 1.1

208

1

' , ., �

Quitar la vida: el embrión y el feto

explotación del mercado; en realidad no me parece una fórma peor

de explotaCión que las que aceptamos en fórmas más habituales

de empleo No me gusta la idea de un mercado l ibre de tejido

f(:tal porque, corno R. M. Titrnuss argumentó hace muchos años

en el caso del suminist ro de sangre con fines m(•dicos, cuando

elegirnos entre una polít ica sonal basada en el altruismo y otra

basada en el comercio, estamos eligiendo entre dos t ipos dif(·rentes

de sociedad . Puede que sea rrH'JOr, por una serie de razones, que

haya algunas cosas que no se puedan comprar con dinero ; algunas

circunstancias en las cuales debe mos confiar en el altruismo de las

personas a las que amarnos, o incluso de personas a las que no

conocemos en esta sociedad. Yo apoyo los esfúerzos realizados

por no ceder a la progresiva comercialización de cada aspecto de

nuest ras vidas y . por tanto, me resistiría a que se comercie con

tejido f(:tal .

Aborto e infantie1dio

Queda una 1rnportante obJ eción a la argumentaCión que he fórmu­

lado en favor del aborto . Ya hemos visto que la fiwrza de la posición

conservadora estriba en la d dicultad que los l iberales tienen a la hora

de serlalar una línea de dem arcación moralmente significativa entre

el embrión y el ren(·n nacido. La posición liberal necesita poder

serialar tal l ínea, porque los liberales normalmente sost ienen que

es permisible malar a un embrión o a un f(·to. pero no a un beb(•.

l le afirmado que J.¡ v1da de un f(·to (e incluso con más claridad,

la de un embrión) no t iene más valor que la vida de un animal

no humano en un ruvel similar de racionalidad, conciencia de sí

mismo, conocirruento, capacidad de sentir , etc(· tera, y que puesto

209

Page 113: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

que ningún f(·to es persona, ningún féto tiene el rrusrno derecho a la

vida que una persona_ Ahora se debe admitir que estos argumentos

se aplican tanto al reci(•n nacido como al h·to_ Un lwb(· de una

semana no es un ser racional y consciente de s í mismo, y existen

muchos animales no humanos cuy.¡ rJcionalid,Hi , concienciJ de sí

mismos, conocimiento, capacidad de sentir, etc(·tera, exceden las

de un beb(· humano con una semana o un mes. Si el f(•to no tiene

el mismo derecho J la vida que una persona, parece que el n·ci(•n

nacido tampoco, y la vida del reci(•n nacido tiene menos valor par J

él que la vida de un cerdo, un perro, o un chimpanc(• para un armnal

no humano_ Así, mientras mi postura sobre la condición de la vida

f(•tal puede ser JceptJble para muchos, lJs implicanones de esta

postura para la condición de la vidJ del recién nacido no enca¡an

con el casi indiscutido supuesto eh- que la vida del reci(·n nacido

es tan sacrosanta corno la de un adulto_ De hecho, alguna gente

parece creer que la vida de un beb(· es más preciada que la de un

adulto_ En la ola de propaganda anti-alemana que JcompJfló J lJ

entrada de GrJn Bretafla en la Primera Guerra Mun dial figuraban c!P fórrna destacada espeluznantes historias de soldados alemanes que•

atravesaban con sus bayonetas a beb(•s belgas, y pdrt'CÍJ suponerse

tácitamente que (·sa era una atrocidJd mJyor que el Jsesinato de

adultos_

No considero que el conflicto entre rm posinón y lJs posturas

ampliamente aceptadas sobre la santidad de lJ vidJ de un nif1o

sea motivo para renunciJr J mi punto de vista_ Hay que poner

objeciones J estJs posiciones .unpliamente aceptadas_ Es nerto

que nos gustan los nif10s porque son pequef10s y desv,didos, y no

cabe duda de que hay buenos motivos evolunorunos de por qu(·

nos sentirnos, de fórrna instintiva, protectores con ellos_ TJmbihl

es cierto que los nif10s pequeflos no pueden ser combJtientes y que

210

' '

Quitar la vida: el embrión y el feto

matar niflos en tiempo de guerra c·s posiblemente el caso más claro

de mJtanza de civiles, lo cual está prohibido por la convención

internacionaL En general, puesto que los niflos son mofénsivos y

morJlrnen;e incapaces de cometer un delito, los que los matan no

tienen las discu lpas que a menudo se dan cuando se mata a adultos.

Nada de esto demuestra, sin embargo, que matar a un niflo sea tan

m.1lo como matar a un adulto (inocente) _

Al pensJr sobre este terna deberíamos dejar a un lado los

sentimientos basados en la apariencia pequefla, desvalida y, a

ven·s, Jtractiva de los niflos_ Creer que la vida de los niflos

llenen un vJlor especial porque son pequeflos y lindos está en

pie de igualdad con creer que un beb(· fóca con su piel blanca

y suave y sus grandes y redondos OJ OS ITH'n·n· mayor protecnón

que un gorda, al cual le Ldtan estos atributos. Ni tampoco la

inocencia y el desamp.1ro de una cría de horno sapiem puede ser

motivo para pref(•nrla a l igualmente inocente y de,,Hnp,nado f{·to

de horno sapiem, o, lo que es lo rrusmo, a las ratas de laboratorio que

son "inocerl !Ps" exactJrnPntP Pn el m ismo sPntido que los niflos, y,

en vista del poder que los investigadores tienen sobre ellas, casi tan

des.1rnparadas.

Si podemos dejar a un lado los aspectos emocionalmente

conrnovedores pero estrictamente sin pertinenCia alguna que sur­

gen al matar a un beb(•, veremos que los motivos para no matar

personas no se aplican a los reci(·n nacidos_ La razón uti l i tarista

clásica indirecta no se aplica, ya que nadie capaz de entender lo

que ocurre cuando se matJ a un reci(·n nacido se podría sentir

amenazado por una políllca que ofreciera menos protección al

reci(•n nacido que al Jdulto_ En este sentido Bentham tenía razón al

describir el infanticidio como "de una naturaleza que no da la más

leve inquietud a la imaginación más tímida"_ Una vez que somos

21 1

Page 114: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

lo suficientemente mayores para comprender esta política, somos

demasiado mayores para vernos amenazados por el la

De fórrna similar, la razón del uti l itarismo de prefi.·n·rKia para respetar la vida de una persona no puede aplicarse a un reci(·n nacido. Los reci(•n nacidos no pueden verse a sí mismos como seres que pudieran o no tener un füturo y. por tanto, no pueden tener deseos de continuar viviendo. Por la misma razón, si el derecho a la vida debe basarse en la capacidad de querer seguir viviendo, o en la capacidad de verse a uno mismo como un SUJeto con mente continua, un n•cihi nacido no puede tener derecho a la vida . Por último, un reci(•n nacido no es un ser autónomo con capacidad para tornar sus propias elecciones y. por tanto, matar a un reci(·n nacido no puede violar el principio de respeto a la autonomía. J•:n todo esto el n·ci(·n nacido está en pie de igualdad con el fi.·10 y . por consiguiente, existen menos razones en cont ra de matar tanto a l beb(• como al fi.·to que en contra de matar a los que son capaces de verse a sí mismos como entidades distintas, existentes en el tiempo.

Naturalmente sería dificil establecer a qu(· edad los mños

empiezan a verse a sí mismos corno entidades dist intas existentes

en el tiempo. Incluso cuando hablamos con ruños d e dos o t res

años es normalmente muy dificil obtener de ellos un concepto

coherente sobre la muerte, o sobre la posibilidad de que alguien

-y mucho menos ellos mis mos pudier,I deJar de exist ir . No t'<llw

duda de que la edad en la que los niños empwz,m a ent ender

estos temas varía mucho, lo mismo que para la mayoría de las

cosas. Pero que exista dificultad en t razar esta l ine,l no es motivo

para trazarla en un lugar evHie ntemente erróneo, ,II igu,¡J que la

notoria dificultad de decir cuánto pelo t iene que haber penhdo

un hombre para que podamos llamarlo "calvo" no es mot ivo para

2 12

1 1

Quitar la vida: el embrión y el feto

decir que alguien con la cabeza tan lisa corno una bola de billar no

está calvo. Naturalmente, cuando los derechos están en J Uego. es

pn·fi.·rible pecar de prudente. Est á J UStificado el punto de vista de

que, por rr.otivos legales, ya que el nacimiento proporciona la única

línea clara y fácilmente entendible, la legislación sobre el homicidio

debería aphcarse in rnethat,nnente despu(·s del nacimiento. Puesto

que (·s t e es un argumento a nivel de política pública y legislación,

es bastante compatible con e l punto de vista de que, por motivos

puramente (•t icos, matar a un reci(•n nacido no se puede comparar

con matar a un niño mayor o a un adulto. De fórma alternativa, al

recordar la thst mnón de I-L1n' entre los niveles critico e intuitivo

del razonamiento moral, se podría sostener que el JU icio (•tico al

que hemos llegado se aplica sólo a mvel de la moralidad critica.

Para las decisiones dianas, deberíamos actuar corno si un nirlo

tuviera derecho a la vida desde el momento de su nacimiento. En

el siguiente capítulo, sin embargo, consideraremos otra posibilidad:

que debería haber al menos algunas nrcunstanuas en las cuales

el derecho ,¡ la vida t otalmente legal entrara en vigor no en el

momento del nacirme nto, sino poco después del mismo, qu izá

un mes despu(·s . Esto proporcionaría el amplio margen en el que

siempre an·rtariarnos que rnennonarnos anteriormente.

Si estas conclusiOnes parecen demasiado escandalosas para ser

tornadas en serio, qu il.á merezca la pena recordar que nuestra

,1ctual prot ección absoluta de la vida de los niños es una actitud

típicamente cristiana más que un valor (·t ico universal . El mfan

t indio se ha ¡nactKado en sociedades que geográfica mente van

desde Túu t í a Groenlandia y que varían culturalmente desde los

aborígenes nómadas australianos a las sofisticadas comunidades

urbanas de la ant igua Greua y la China de los mandarines . En

algunas de estas sociedades el infantintho no sólo estaba permitido,

21 3

Page 115: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

sino que, en ciertas circunstancias, era moralme nte obligatorio. A

menudo se consideraba que estaba mal no matar a un mfw defórme

o enférmizo, y el infanticidio era probablemente la pnmera, y en

algunas sociedades la única, fórrna de control de población.

Podríamos pensar que somos más civilizados que estos pueblos

"primitivos". Pero no es fkil sentirse seguros de que somos más

Civilizados que los mejon·s moralistas griegos o romanos. No fileron

sólo los espartanos los que abandonaban a sus hiJOS en d mont e :

tanto Platón corno Anstóteles recomendaban que se matara ,¡

los niños defórmes . Romanos corno S(·neca, cuyo compasivo

sentido moral le parece sorprendentemente al lector moderno

(o a mí, de todas fórrnas) superior al de los escritores cristianos

de principios del cristianismo y de la Edad Media, tambi(·n pensaba

que el infanticidio era la solución natural y humana de resolver

el problema de los bebés en fi.· rrrws y defórrnes. ¡ ; l cambio en

las actitudes occidentales tw:ia el infan tindio desde los tw mpos

romanos es, corno la doctrina de la santidad de la vida humana

de la que fórma parte, producto del cristianismo. Quizá ahora sea

posible pensar en estos temas sm asumir el marco moral cristiano

que ha impedido, durante tanto tiempo, cualquier revaloración

fundamentaL

Nada de esto intenta sugerir que alguien que vaya por ahí

matando beb(•s est(• en pie de igualdad ron una mujer que abort e .

Naturalmente deberíamos poner condinones m u y est nctas al infan

ticidio permitido; pero estas restricciones quizá se deb!l'ran más a

los e fi.·ctos que el infanticidio tiene en otras personas que a lo malo

que intrínsecamente supone matar a un nifio. Evidentemente, en la

mayoría de los casos, matar a un nulo supone un,¡ t errible p(·rdida

para los que lo aman y lo cuidan. La comparación que he hecho

entre aborto e infanticidio está inspirada en la objeción de que

2 14

( .

l 1

Quitar la vida: el embrión y el feto

la posiCIÓn que he tomado sobre el aborto también j ustifica el

infanticidio He admitido este cargo - sin tener en cuenta que

admit ir esto sea fatal para mi posición- hasta el punto de que

lo malo que intrínsecamente supone matar a un fi.•to en estado

avanzado y lo malo que intrínsecamente supone matar a un reci(·n

nacido no se difi.·rencian en mucho. En los casos de aborto, sin

embargo, suponemos que las personas más aféctadas -los finuros

padres, o al menos la finura madre- q uieren tener ese aborto. Por

tanto, el intmtindio sólo se puede equiparar al aborto cuando las

personas cercanas al pequeño no quieren q ue viva. Puesto que un

mflo puede ser adoptado por otras personas, y un féto pre-viable

no, tales casos serán raros. (Algunos de ellos serán tratados en el

próximo capítulo) . Matar a un niño cuyos padres no desean su

muerte es, naturalmente, una cuestión totalmente difi.•rente.

2 1 5

Page 116: Peter Singer -Ética Práctica-

7

Quitar la vida : los seres humanos

Al tratar una objeción a la posturJ sobre el Jborto presentJdJ en

el capítulo 6, ya hemos I<lo más ;¡llá del aborto pdrd consider.lr el

iníJ.nticidio. Al h.1cerlo. h.1brernos confirmado l.1 sosped1.1 de los

que mantienen la sanl!dad de l.1 vidJ humJnJ de que una vez que

se acepta e l aborto, la eutanasta Jcedld J l.1 vuelt.l de l.1 esqumJ;

parJ ellos la eutanasia es un rrldl inequ ívoco que ha stdo redJJzJdo,

señalan, por los m(•dJCos desde el siglo V antes de Cris to , cuando

hicieron por primerJ vez el JU rJrnento htponát ico y JUrJron no

darle medicina mortal a nadie JlHHlU<' l.1 pida, ni sugenr ningún

consejo de esta índole. Además, argu rnentJn que el prograrnJ de

exterminio nJzi es un eJemplo terrible y reci ente de lo que puede

ocurrir un.J vez que el estado t tene el poder de .lCJbJr con lJ vtdJ

de seres humanos inoce ntes.

No niego que si se acepta el Jborto por los motivos expuestos

en el capítulo 6 , las rJZCHH'S en favor de rnJtar ,¡ otros seres hurnJnos,

en determinadJs circunstannas, llegan J ser sóhdJs. Sm embargo. tal

y como intentan·· demostrJr en este cdpítulo, no se tr.llJ de .1lgo que

haya que considerJr con horror, y l.1 ut i lización de l.1 .U!Jlogí.l n,¡z¡

es totalmente engañosa. Por el cor! lrJno, tUIJ vez ,¡b,mdonadJs l.1s

doct rinJs sobre l .1 sJntidad de l.1 vidJ hurn.u1J que corno se vio en el

capítulo 4 se caen por su propio peso en cuJnto son cuest ionad.1s ,

lo que es horrible, en algunos cJsos, es lJ negJttvJ a .1ceptar .Kab.n

con la vida.

"Euta nas ta" significa, según el diccionJrio, "muerte suave sm

216

1 ,

• 1

Quitar la vida: los seres humanos

sufrimiento", pero en la actualidad se refiere a acabar con la vida

de los que padecen enfi.-rrnedades incurables, con gran dolor y

angust ia , por el bien de los que mueren y para ahorrarles más

sufrimiento o angustia. Este es e l tema principal de este capítulo.

Igualmente, tendr(• en cuenta algunos casos en los que, aunque el

quitar la vida no sea contrario a los deseos del humano que va a

morir, tampoco se hac(• específicamente por el bien de ese ser.

Dentro de esta categoría corno veremos se encuentran algunos

casos que implican a niños reci(•n nacidos. Puede que no sean casos

de "eutanasia" en el sentido estricto del t (•rmino, pero podría ser

muy útil inclu irlos dentro de la misma discustón general siempre

que queden claras las dif¡.'rencias pertinentes.

En la definición normal de eutanasia existen tres ttpos diferentes,

cada uno de los cuales plantea cuestiones (•ticas distintas. Nuestra

discusión se verá favorecida si comenzarnos estableciendo esta triple

chstinción para luego evaluar la J USl!ficabilidad de cada tipo.

Tipos de eutanasia

Eutanasia volun taria

En la actualidad, la mayor parte de los grupos que piden modifica­

ciones en la ley para que se permna la eutanasia hacen campaña a

favor de la eutanasta voluntaria, <'S decir, la eutanasia que se lleva a

cabo a petición de la persona que va a morir .

Algunas veces la eutanasta voluntaria apenJs puede dtst inguirse

del sutcidio asist ido. Den·k Humphry. en Jean's Way. cuenta cómo

su esposa Jean, cuando estaba muriendo de cáncer, le pidió que le

proporcionara los medios para acabar con su vidJ con rapidez y sin

dolor. Habían anticipado la silllación y discuttdo sobre ella antes

217

Page 117: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

de que llegara. Den•k consiguió algunas pastillas y se las dio a Jean,

quien se las tomó y murió al poco tiempo.

El doctor Jack Kevorkian, patólogo de Michigan, file un poco más

allá al construir una "máquina del suicidio" para ayudar a las personas

con enfl-rmedades terminales a suiCidarse. Su máquma consistía en

una barra de metal con tres recipientes difi.·n·ntes acoplados a un

tubo del mismo tipo que se usa para el goteo intravenoso. El m(·dico

introduce el tubo en la vena del paciente, sin emf�argo en esta fase

pasa solamente una solución salina mocua. Entonces el enf(·rmo

puede abrir una llave que permitirá que entre en el tubo una droga

que provoca estado de coma; automáticamente, a continuación, sale

una droga letal contenida en la tercera botella. El doctor Kevorkian

anunció que estaba dispuesto a poner la máquina a disposición de

todo enf(•rmo terminal que deseara utili:r.arla. (El suindio asistido no

('Stá en contra de la ley en el estado de Michigan). En ¡ u nio de 1 990,

Janet Adkins, que padecía la enfermedad de Alzheimer pero aún tenia

capacidad para tornar la decisión de acabar con su vida, se puso en

contacto con el doctor Kevorkian y le comunicó su deseo de morir

en lugar de tener que padecer el deterioro progresivo y lento que

esta enfermedad lleva consigo. El doctor Kevorkian estaba presente

mientras Janet utilizaba su máquina y posteriormente infórmó de su

muerte a la policía. Fue acusado de asesinato, pero el ¡uez no permitió

que la acusaciÓn pasase a ¡uicio, aduciendo que Janet Adkins había

provocado su propia muerte. Al afio siguiente el doctor Kevorkian

puso su máquina a disposición de otras dos personas que la usaron

para poner fin a su vida. 1

2 1 8

1 El doctor KPvorktJn fÍI<' JcusJdo otrJ vpz d " Jst'sm.uo y dt' surrurustrJr

unJ substJrKiJ prolubtdd <'ll r<'IJnón con los dos últ trnos cJsos. p<'ro

unJ vpz más PI cJso fiH' sobrpseido.

t ,

¡ 1

' ¡ 1

Quitar la vida: los seres humanos

En otros casos las personas q u e quieren morir quizás no tengan

posibilidad de matarse . En 1 973 , George Zygmaniak resultó herido

en u n accidente de moto cerca de su casa en Nueva Jersey. Fue

ll<•vado al hospital donde se le diagnosticó que sufría parálisis

total de cuello para aba¡o. Igualmente, sufda fiwrtes dolores . ! .e

comunicó a su mt'ci ico y a su hermano, I .ester, que no deseaba vivir

en esas condiciones y les suplicó a los dos que lo mataran. l .ester

preguntó al m(·dico y al personal del hospital sobre las perspectivas

de recuperación de George: le dij eron que eran nulas. Entonces,

introdu¡o un arma en el hospital y le dijo a su hermano: "estoy

aquí para acabar con tu dolor, George. ¿Te parece bien?". George,

que ya no podía hablar debido a una o peración para ayudarle a

respirar, movió la cabeza afirmativamente. I .ester le disparó un tiro

en la sien.

El caso Zygmaniak parece ser un e¡emplo claro de eutanasia

voluntaria, aunque no cuente con algunas de las garantías pro­

puestas por los partidarios de la legalización de la eutanasia volun­

taria. Por c¡emplo, la opinión m(•dica sobre las expectativas de

recuperación del paciente se obtuvo solamente de manera infórmal.

Tampoco hubo un inte nto f(Jrmal de establecer, ante testigos

independien tes, que su deseo de morir era inmutable y racional,

basado en la rne¡or infórmación disponible sobre su situación. ! .a

muerte no la llevó a cabo u n m(•dico. Una inyección habría sido

menos angustiosa para los demás que un t iro. Sm embargo, I.ester

Zygmaniak no tenía opción a estas pos ibilidades ya que la ley de

Nueva Jersey, como en la mayoría de los casos, considera asesinato

la eutanasia; y si sus planes se h ubiesen conocido, no habría podido

ponerlos en práctica.

! .a eutanasia puede ser voluntaria aunque una persona no sea

capaz. corno Jean Humphry, Janet Adkins, y George Zygmaniak si

2 1 9

Page 118: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

lo fueron, de indicar el deseo de morir hasta el mismo momento

en que se tornaron las pastil las, o se abrió la válvula, o se apretó

e1 gatillo. Una persona puede hacer, rnient r;¡s disfrute de buena

salud, una petición escrita de eutanasia s i , debido a un accidente o

enfermedad, l legara a no tener la capacidad para tornar o expresar

d 1 (·.as·<> <l(' ('star S11fr1endo dolor, o de su decisión e morir en e

SI. r1 t•l \lS<> <le sus facultades mentales, y sm una encontrarse

d ·· · rat.<>nabl('. Al matar a una persona esperanza e recuperauon

que ha hecho tal petición, que despu(·s la ha vuelto a confirmar

varias veces, y que en la actualidad se encuentra en uno de los

estados descritos , se puede verdaderamente afirmar que se actúa

de acuerdo con su voluntad.

Actualmente existe un país en el que los m(•d¡cos pueden

ayudar abiertamente a sus pacientes a morir de una manera tranquila

y d igna . En Holanda , una serie de casos Judiciales durante la dt'·cada

de los ochenta apoyaron el derecho del m(·dico a ayudar a que

un paciente muera, incluso si esa ayuda consiste en administrarle

al paciente una inyecnón letaL En Holanda, los m(•dicos que

cumplen ciertos requisitos (que describiremos más adelante en

este capítulo) tienen actualmente la posibilidad de pract icar la

eutanasia abiertamente y pueden recogerla en el cert i ficado de

defimción sin temor a ser acusados. Se ha calculado que cada

l \ln()s. 2.3()() casos de eutanasia realizada de esta año se pro< ucen

manera.

Eutanasia involuntaria

Considerar(• que la eutanasia es involuntaria cuando ! .1 persona que

muere tiene capacidad para consentir a su propia muerte, pero no

lo hace, b ien porque no le preguntan, b ien debido a que cuando

220

. ..

¡ '

ll 1 ,¡

1 ¡

Quitar la vida: los seres humanos

se le pregunta la persona decide seguir viviendo. Hay que admitir

que esta definición agrupa dos casos d i f(•rentes bajo un mismo

encabezarmento. Ex1ste una d if(·rencia significativa entre matar a

alguien que ha escogido seguir viviendo y matar a alguien que

no ha dado su consentimiento para que lo maten, pero que en

e l caso de haber sido preguntado, ha bría estado de acuerdo. En

la práctica, sin embargo, es dificil imaginarse casos en los que una

persona es capaz de dar su consent imiento y lo habría dado si se le

hubiera preguntado, pero no se le preguntó. ¿Por qu(· no preguntar?

Solamente en la más extraña de las situaciones se podría imaginar

una razón para no obtener el consentimiento de una persona con

capacidad y voluntad para darlo.

Matar a alguien que no ha dado su consentimiento para morir,

solamente se podrá considerar eutanasia cuando el motivo para

matar es el deseo de que acabe un sufrimiento insoportable para

la persona que va a morir. Por supuesto, parecería muy raro que

alguien que actúa por este motivo no tenga en cuenta los deseos de

la persona cuyo inter{•s motiva la acción l levada a cabo. Los casos

verdaderos de eutanasia involuntaria parecen ser muy raros.

Eu tanasia no voluntaria

Las dos defininones anteriores depn espacio para un tercer tipo

de eutanasia . Si un ser humano no es capaz de entender la elección

ent re la vida y la muerte, la eutanasia no sería ni voluntaria n i

involuntaria, sino no voluntaria. Entre los q u e no pueden dar

su consentimiento se incl u i rían los enf(·rrnos incurables o los

reci(•n nandos con graves discapacidades, y las personas que

debido a accidente, enf(·rrnedad, o avanzada edad han perdido

221

Page 119: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

permanentemente la capacidad para entender el terna en cuestión,

sin haber pedido o rechazado previamente la eutanasia en estas

circunstancias.

Ha habido varios casos dt> eutanasia no voluntaria que han

alcanzado los tribunales y las páginas de !a prensa popular. He

aquí un ejemplo: Louis Repouille tenia un hi JO con "deficiencia

mental incurable", se encontraba postrado en una cama desde que

nació y ciego desde hacía c inco años. Según RepoUil le : "Parecía

estar muerto en todo rnorrwnto No podía cam inar, no podía

hablar, no podía hacer nada". Rt>pouille acabó matando a su hiJ O

con clorofórmo.

En 1 988 apareció un caso que es una buena dustranón del

modo en que la tecnología rn(·ci lca moderna nos oblig,¡ a tomar

decisiones de vida o mut>rte. El beb(· Samuel l .marPs s e tragó

un pequeño objeto que se lt> quedó obturado en la tráq uea,

provocando una falta dt> oxígt>no en e l cprebro. Fue ingresado

en un hospital de Chicago en coma y se le conectó a respiración

asistida. Ocho mesps despu(·s, todavía se encontraba en estado

comatoso, con respiración asistida, y el hospital tt>nia planes de

trasladar a Samuel a una unidad de cuidados de larga d uración.

Poco antes del traslado, sus padres lo visit aron en el hospital, la

madre abandonó la habitación mientras su padre sacó una pistola

y le dijo a la enférmera que sp alqara. Entonces, desconectó la

respiración asistida y cogió al mflo en sus brazos hasta que murió.

Cuando estaba seguro de que Samuel había muerto, t iró la pistola

y se entregó a la policía Fue acusado de asesinato, rwro el gran

jurado se negó a seguir adelante con la acusanón de homicicho

y postt>riormente se le impuso una sentencia suspendida por un

delito menor relacionado con e l uso de la pistola.

Evidentemente, estos casos plantean cuestiones cilstintas a las

222

¡ '

1 ) '

' l ' •

Quitar la vida: los seres humanos

planteadas por la eutanasia voluntaria. No existe un deseo de morir

por parte del niño. Incluso se puede nwstionar si, en estos casos,

la muerte se lleva a cabo por el bien del nirlo, o por el bien de

la fúnilia en su conjunto. S i el hi J O d e Louis Repouille "parecía

estar muerto en todo momento", q uizás sufi-ia daflos cerebrales

tan graves que no podía ni siqu iera sufrir. Es posible que esto

tamb i(•n sea cierto en el estado de coma de Samuel Linares. En el

primer caso, su cuidado habría sido una gran carga, sin duda alguna

inútil , para la fa milia , y en el caso Linares , además, un despilfarro

de los limitados recursos m(•d icos del estado. Los niños no estaban

sufi-iendo y no podríamos dt>cir que la muerte fiwse Pn favor, o en

contra, de sus intereses. Por lo tanto, tal y como la hemos ch•finido,

no s e trata de eutanasia en sentido estricto. No obstante, puede

tratarse de una fórma J UStificable de acabar con la vida humana.

J.:r¡ primer lugar trat art>mos los casos dt> inLm ticidio y de

t>utanas1a no voluntaria ya que son los qemplos que más se

asernepn a las discusiones ante nores sobre la situación de los

animales y del fi: to humano.

Justificación del infanticidio y de la eutanasia no voluntaria

Como se ha visto, la eutanasia es no voluntaria cuando el individuo

no ha temdo nunca la capacidad para elegir PntrP vivir o morir. f�sta

es la situación cll· los reci(•n nandos con graves discapacidades o

de los sert>s humanos rnayort>s que sufren discapacidad intelectual

grave desdt> el nacimiento. La eutanasia, u otras fórrnas de acabar

con la vida , son tarnb i(•n no voluntanas cuando el individuo es

223

Page 120: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

ahora incapaz de hacer esta crunal elección, aunque una vez lo

fi1era, pero no expresó entonces ninguna prefi.•n•ncia pert inente a

su estado actual.

El caso de una persona que nunca ha podido elegir entre la vida

o la muerte es un poco más claro que el de una persona que tuvo

la posibilidad, aunque ya la haya perdido, de tornar t•sa decisión.

De nuevo, se separarán los dos casos y se analizará <·1 más claro

en primer lugar. Para simplificar el terna, rne cent raré en los reci(•n

nacidos, aunque todo lo que dtga sobre ellos será aplicable a nirlos

mayores o a adultos cuya edad mental sea y siempre haya sido la de

un reci(•n nacido.

Decisiones de vida o muerte para recién nacidos discapaci tados

Si tuviésemos que plantearnos la cuestión de la vida o la muerte

de un reci(·n nacido gravemente discapacitado sin mngún tipo

de discusión previa sobre la (·tica de matar en general , quizás no

seríamos capaces de solucionar el conflicto entre la obligación,

ampliamente aceptada, de proteger la santidad de la vtda humana, y

el ob¡etivo de reducir el su fi-imiento. Para algunos, tales decisiones

son "subjetivas", o las nH•stiones sobre la vida y la muerte se deben

dejar en manos de Dios y la Naturaleza. Sin em bargo, el terreno

ha sido preparado por discusiones anteriores, y los pnnnptos

establecidos y aplicados en los t res capítulos precedentes hacen

que esta cuestión sea menos desconcertante de lo que la mayoría

cree.

En el capitulo 4 vimos que e l hecho de que un ser sea

humano, en el senttdo de miembro de la especie horno sapicns,

no es pertinente para el mal que supone acabar con su vtda;

224

¡ "J

' ·1

'' t i •

Quitar la vida: los seres humanos

la di fi.•rencia viene dada más bien por características tales corno

la racionalidad, la autonomía, y la conciencia de uno mtsrno.

Los recién nacidos carecen de estas características. Por lo tanto,

acabar con su vida no puede equtpararse con matar a un ser

humano normal, o a cualquier otro ser con conciencia propia.

Esta conclusión no está l imitada a los reci(•n nacidos que, debido

a discapacidades intelectuales irreversibles, no serán nunca seres

racionales, conscientes de sí mismos. En nuestro análisis sobre

el aborto, vimos que la posibilidad de un fi.•to de llegar a ser

un ser racional, consciente de s i mismo, no puede contar a la

hora de acabar con su vida en una fase en la que carece de estas

características, a menos que tarnbi(•n estemos cltspuestos a tener en

cuenta el valor de la vida ranonal, con conciencia propia, corno

razón en contra de los rn(•todos anticonceptivos y el celibato.

Ningún reci(·n nacido, discapacitado o no, posee un derecho a la

vida tan fiH·rte corno los seres capaces de consid erarse a sí mismos

corno entidades d if�tciadas, que existen a lo largo del t iempo.

La difi.·rencia entre acabar con la vida de un recién nacido

discapacitado y uno normal no reside en un supuesto derecho a la

vida que tiene el segundo y del que carece el primero, sino en otras

consideraciones diff..ren tes sobre el hecho de acabar con la vida. Lo

más evidente es que a menudo existe una di fi.•rencia en la actitud

de los padres. Normalmente, para los padres el nacimiento de un

hí ¡o es un acontecimiento fi.·liz. Hoy en día, con frecuencia, tener

un hi¡o es un hecho planeado. La madre lo lleva dentro durante

nueve meses. Desde e l nacimiento, un afi.·cto natural comienza a

umr a los padres con su hi ¡o. Por lo tanto, el efi.·cto que la muerte

tendrá sobre los padres es una de las razones importantes por las

que normalme nte matar a un nirlo es algo terrible.

Es d ifi.·rente cuando el pequerlo nace con una discapacidad

225

Page 121: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

grave; por su puesto las an ormalidades varían. Algunas no tienen

ninguna importancia y af(·ctan muy poco al niño o a los padres;

otras, sin embargo, conviert en el acontecmuento normalmente

fdiz del nacimiento en una ame naza para la félicidad de los padres

y para cualquier otro hi¡o que pueden tener.

Quizás los padres, con razón, se arrepientan del nacim ient o de un hijo discapacit ado. En este caso, el eli.•cto que tendrá la muerte del hijo sobre los padres puede ser una razón a favor, y no en contra, de matarlo. Algunos padres desean que incluso un reci(·n nacido con las más graves discapacidades viva el mayor t iempo posible; en este caso, este deseo sería una razón en contra de matar al nirlo. Sin embargo. ¿qu(• ocurre si no es así7 En la argument anón que sigue, supond r(• que los padres no desean que el nirlo discapacitado viva. Igualmente supondr(• que las discapacidades son t .UI graves que de nuevo, a difi.-rencia de la situación de un . nii10 no deseado pero normal hoy en día - no hay otras pare¡as que deseen adoptar al nirlo. Se trata d e un,¡ suposición realis ta , mcluso en una sociedad en la que existe una larga l ista de espera de ¡Mn·¡as que (jUirten adoptar beb(·s normales. Es cwrto que de vez en cuando han alcanzado los tribunales, con gran publicida d , algunos casos de reci(•n nacidos con graves discapacidades a los que se les de¡a morir, lo cual ha hecho que algunas pare¡ as se olfezcan para adoptar al nirlo. Desgraciadamente , estas ofi.·rtas son producto de la gran publicidad dada a una dramática sit uación de v¡cJ,¡ o muerte, y no son extensibles a situaciones mucho más normales, pero con menos publicidad, en las que los padres se sienten mcapaces de cuidar a un niño gravemente discapacitado por lo que el nirlo languidece en algún tipo de institución.

Los reci(•n nacidos son seres sensibles que no son ni racionales

ni conscientes de sí mismos. Por lo tanto, si consideramos a los

226

( (

Quitar la vida: los seres humanos

reci(•n nacidos en sí, independientemente de las act itudes de sus

padres , dado que la pertenencia a su especie no es pertinente para

su cat egoría moral, los pnncipios que rigen la maldad de matar

an imales no humanos, sensibles pero no racionales ni conscientes

de s í mismos, deben ser aplicables tambi(•n en este caso. Como

vimos, los argumentos más plausibles a la hora de atribuir a un ser

el derecho a la vida son aplicables solamente si existe conCiencia

de sí mismo como ser que existe en el tiempo, o corno yo mental

continuo. Tampoco es posible aplicar el respeto a la autonomía

en los casos en los que no existe capacidad de autonomía. Los

demás principios identificados en el capítulo 4 son util itaristas , de

ahí la importancia de la calidad de v1da que se espera que tenga el

reci(·n nacido.

Una mallórmación cong(•nit a , relativamente corriente, es el

desarrollo ddéct uoso de la columna conocido corno espina bífida.

Su frecuencia varía en los difi.·rentes países, pero llega a afi.·ctar a uno

de cada quinientos niiws nacidos vivos. En los casos más graves, el

niño sufrirá paráhs1s permanente de cinturJ. para aba¡o sin poder

controlar los int est inos ni la ve¡iga . A menudo, un exceso de líquido

se acumula en e l cen•bro, estado conocido corno hidrocefalia que

puede causar discapacidades intelectuales. Aunque c·xisten algunas

posibil idades de tratamiento, si el niño se ve gravemente aféctado

al nacer, la parálisis, la incontinencia y la discapacidad intelectual

no pueden ser superadas.

Algunos m(·dicos, estrechamente relacionados con niños que

sufren espina bífida grave, opinan que los niños más afi.·ctados llevan

una vida tan desdichada que es erróneo recurrir a la cirugía para

mant enerlos vivos. La opinión de que los niños más af{·ctados

tendrán una vida llena de dolor y desgracia está respaldada por las

descripciones publicadas acerca de la vida de estos niños. Necesitan

227

Page 122: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica prácrica

int<.>rvenciones qUirúrgicas repelidas para impedir la curvatura

de la espina dorsal , debido a la parál isis, y para corregir otras

anormalidades. Algunos niños con espina bífida llegan a somet erse

a cuarenta operaciones importantes antes de la adolescencia.

Cuando la vida de un recih1 nacido será tan desd iChada que

no merezca la pena vivirla desde la perspect iva interna del ser que

tendrá ese tipo de vida, tanto la versión de la "exist encia previ a"

como la "versión total" del ut i l itaris mo Im plican q n e , si no hay

razones "extrínsecas" para mantener al nifw con vida - como

el sentimiento de los padres , es rrw¡ or ayudarle a monr para

que no su fra m.ís. Surge un problema m.ís d ifinl y se acaba la

convergencia entre los dos puntos de vista cuando considerarnos

las discapacidades que hacen que las expectat ivas de v1da del nir1o

sean mucho peores que las de un nif10 normal, pero no tan sombrías

como para que no merezca la pena vivir. I .a hemofilia se encuentra

probabkmeTile dentro de esta categoría. ! .os hemofilicos carecen de

un componente de la san gre normal que perrm t e la coagulanón, por

lo que corren el riesgo de una hemorragia prolongada , sobre t odo

de hemorragia interna, como resultado de la herida más pequeria.

Si no se para, la pi·rd ida de sangre lleva a lt·s¡ones permanentes y

finalmente a la muerte. ! .a hemorragia es muy dolorosa y aunque

las mejoras en el tratamient o han elimin.1do la necesidad de

transfiisiones sanguíneas constantes, los hemofihcos t odavía tienen

que pasar largos períodos de tiempo en el hospital . No pueden

practicar casi ningún deporte y viven permanentemente al borde

de una crisis . A pesar de todo, los hemofilicos no parecen pasarse

todo el d ía planteánd ose el poner fin a la vida; p.1ra !.1 mayoría sin

duda la vida merece la pena a pesar de las dificultades que t ienen

que afrontar.

Teniendo en cuenta estos hechos, supongamos que a un ren(·n

228

Quitar la vida: los seres humanos

nacido se le diagnostica hemofilia . ! .os padre�· desanimados por

las perspecl!vas de criar a un niño con esta enfi•rmedad, no tienen

mucho empeño en que viva. ¿Se podría def(·nder la eutanasia en

este caso7 N uest ra primera reacción es muy probablemente un "no"

rotundo, ya que se puede esperar que el nir1o tenga una vida que

merezca la pena, aunque no sea tan plena como la de un niño

normal . ! .a versión de la "existencia previa" del utilitarismo apoya

esta postura . El nirio existe, se puede esperar que su vida tenga

un balance en el que la fi.· l icidad predomine sobre la infi.· licidad .

Matarlo le privaría de este balance de fí.•licidad positivo; por lo tanto

sería malo hacerlo.

Sin embargo , en la versión "total" del uti l i tarismo no podernos

tomar una decisión basándonos solamente en esta infórrnación.

I .a versión total hace necesario preguntarnos SI la muerte del niño

hemofilico llevaría a la creación de otro ser, el cual, de no ser así ,

no habría existido. En otras palabras, si se mata al nir1o hemofilico,

¿tendrían los padres otro hi¡o que no habrían tenido en caso de

que el niño hemofilico siguiera con vida7 En caso afirmativo, ¿es

probable que el segundo hi jo tenga una vida me¡or q ue al que se

dio m\H'rte7

A menudo, será posible responder afirmativamente a amb;¡s

C\H'Stiones . Una mu¡er puede t ener planes de tener dos hijos. Si

uno muere mientras se encuentra en edad f(• rt i l , puede concebir

otro hi¡o en su lugar. Supongamos que una mu¡er que piensa tener

dos hijos tiene un hijo normal, y más tarde trae al mundo a un niño

hemofllico. I .a carga de tener que cuidar a ese hi¡o puede hacer

imposible que la mu¡er haga frente a un tercer h i¡ o ; sm embargo,

si el niño discapacitado muriese, tendría otro. Igualment e, resulta

razonable suponer que las perspectivas de una vida fi.-liz serán

mayores para un mño normal que para un hemofllico.

229

Page 123: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

Cuando la rm.Prte de un nir10 discapacitado conduce al naci­

miento de otro niño con mayores perspectivas de t t·m·r una vida

f(•liz. la cantidad de f(• l icidad total será mayor si se mata a l niño

discapacitado. La pérdicLI de u na vida fi: l iz para el p nrner mño

está compensada po- la ganancia de una vida más fdi1. para el

segundo. Por lo tant:J, si matar .1 un nirlo hernofihco no t iene

ef(•ctos per¡udicialt•s para ot ros, según la versión total ('Staría bien

matar al niño.

La postura t otal considera que el rur10 es n·ernplazable. casi de la misma manera que considera a los animales no conscientes dt• sí mismos (corno vimos en el c.1pítulo S) . Muchos pensarán que el argumento de la reernplazabihdad no puede aplicarse ,¡ niños humanos. ! .a muerte directa de un n·ci(·n nacido, mduso con la discapacidad más grave, todavía se considera oficialrnt•nte como asesinato; ¿cómo es posible entonces que se acepte matar a reci<'•n nacidos con problemas mucho menos graves, corno la hernofil ia7 Sin embargo. si se hace una reflexión más profimda, las repercusiones del argumento de la n·ernplazabilidad no pan·n·n tan descabelladas puPs ya tratarnos a algunos miembros <hscapo�citados de nuestra especie exactamente de la rnaner.1 que sugiere el argumento. Estos casos son muy parecidos ,¡ los que hemos venido discutiendo. S<Jlarnente existe una dif(·n·nua, un,¡ difi:·n·nu,1 tempora l : el momento <'n el que se descubre el problern.1 y de la consiguiente rnuert t' del ser disc.1pacit ado.

El diagnóstico pn'n.l tal St' h.1 convertido t'n un procedimiento

rutinario par,¡ las ernbar.1zad.1s Existen difi:rentes kcnicas rn(·dicas

para consegu ir infórrn.1ción sobre el féto durante los primeros

meses de embarazo. En urJ.I prirnt'r.l etapa del desarrollo de estos

métodos, era posible conon·r el sexo del f(• to, pero no si el fi:•to

tendría hemofi l ia . ! .a hemofilia es un def(·ct o gen(·tico asoci.1do al

230

f l

l \ 1

• 1

Quitar la vida: los seres humanos

sexo, que padecen solamente los varones; las mu¡eres pueden ser

portadoras del gen y transmitirlo a sus descendientes varones sin

que e llas est(·n afi:•ctadas. Por lo tanto, una mu¡er que conociera

ser portadora del gen podía, entonces, evitar el nacimiento de un

niño hemofilico con sólo descubrir el sexo del f(·to y abortar en

caso de que e l f{•to fiwra mascu lino. Estadísticamente, solamente

la mitad de los hi¡os varones de las portadoras del gen defl>ctuoso

serán hemofi l icos, pero entonces no había posibilidad de descubrir

a cuál de esas mitades pertenecía el f(·to. Por lo tanto se mataba a l

doble de fi:•tos de los necesarios para evitar e l nacimiento d e niflos

con hemofil ia . Esta práctica estaba extendida en muchos países y sin

embargo no provocaba un<i gran reacción. En la act ual idad tenemos

técnicas para identificar la hemofilia antes del nacimiento, podemos

ser más selt•ct ivos. pero el principio sigue siendo el mismo: se ofrece

a las mu¡ eres la posibilidad de abortar, y ellas normalmente aceptan.

para evitar el nacimiento de niños hemofilicos.

Se puede decir lo mismo de otras enff:>rmedades que son

dt•tectables antes de nacer. El síndrome de Down, conocido como

mongolismo, es una. ! .os niños que padecen Psta enfi:•rmedad

sufren discapacidades intelectuales y la mayoría nunca podrá vivir

dt· fórma independiente, sin embargo su vida, a l Igual que la de

los n iños pequer!os, puede ser f{·liz. El riPsgo de tener un hi¡o con

síndrome de Down au menta bastantP con la edad de la madre, por

lo que a las rnu¡eres mayores de 35 años se les ofrece rutmariamente

el diagnóstiC"o prenatal. De nuevo, el procedimiento implica que si

la p rueba del síndrome de Down es positiva, la mu¡er considerará

abortar, y si desea tener otro hi¡o. se quedará embarazada otra vez,

con buenas perspect ivas de que el niño sea normal.

El diagnóstico prenatal, a l que sigue el aborto en casos esco­

gidos, es una práctica común en países que disfrutan de una ley del

23 1

Page 124: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

aborto l iberal y de t(•cnicas m(•dicas avanzadas. P.�ra mí, así debería

ser. Corno indican los argumentos del capítulo 6, creo que el aborto

se puede ¡ ustificar. Sin embargo, hay que notar que ni la hemofilia

ni PI síndromp de Down son tan graves como para que no merezca

la pena vivir, desde la perspectiva interna de la persona que padece

la enf(·rmedad. Abortar un f(• to con una dt> Pstas discapacidades,

con la intención de tener otro hi¡o sin d iscapandad, es tratar al

f(•to corno si fiwsP intercam biable o reemplazable. Si previamente

la madre ha decidido tener u n número determinado de hi ¡os ,

digamos dos, en este caso lo qtH', en realidad, es tá haciendo Ps

rechazar a un hi¡o en potencia en favor de otro. li l la, def(·ndiendo

su acción, podría decir: la pérdida de la vida del féto abortado está

compensada por el beneficio de una vida me¡or para el hi¡o normal

que solamente será concebido si el hijo discapacitado muere.

Cuando la muert e ocu rre antes de nacer, la reernplazabilidad

no l'S incompatible con las convicciones mor;1les gt>neralmt>nte

aceptadas. Uno de los motivos ampliarnPnt e aceptados para abortar

es la discapacidad conocida del f(•to. Sin Prnbargo, a la hora dt>

discutir el tPma del aborto, VImos que el nanmiPnto no traza

una línPa divisoria moralmt>nte significativa. No entit>ndo cómo

es posible def(·nder la postura de que se puede "reemplazar" el

f(•to antl's de nacer, pt>ro no a los reci(·n nacidos. T ampon> existe

otro argumento rne¡or, como el de la viabilidad, a la hora de separar

al f(·to del reci(·n nacido. La conciencia propia, que podría st>rvir de

base para def(·nder que es malo matar a un sl'r y reemplazarlo por

otro, no es una característica que se encuentre ni en el f(· to ni en

el reci(·n nacido. Ni el f(•to m el ren(•n nacido son individuos con

capacidad para consid erarse a s í mismos corno entid,Hl dif(·renciada

con una vida propia qup seguir, y L1 reernpl .1zabil idad deberí,1

considerarse una opción (•ticamente acept able solamente en el

232

• i '

Qui tar la vida: los seres humanos

caso de los ren(·n nacidos, o de etapas todavía más tempranas

de la vida humana.

Aún así, se podría objetar que reemplazar u n féto, o un

reci(•n nando, está mal porque sugiere a los discapacitados que

vivt>n hoy en día que su vida merece menos la pena que la

de las personas no discapacitadas. No obstante, st>ría i r contra

la realidad negar que, por término medio, esto es así. f�sa es

la única fórrna de entender u na serie dt> accionl's que todos

darnos por sentadas. Recordemos la talidomida: esta droga, cuando

la tomaban las mu¡ eres embarazadas, hacía que muchos niños

nacieran sin brazos o piernas. Una vez qut> Sl' descubrió la causa

dt> los nacimientos anormales, la droga fue retirada del mercado,

y la empresa responsable tuvo que pagar indemnizaciones. Si

realmente cn·yésemos que no Pxisten razonl's para pensar que la

vida de u na persona discapacitada será probablernentl' peor que

la de una persona normal, este hecho no se habría considerado

una tragedia. No se habrían demandado mdemnizaciones, ni (·stas

tampoco habrían s1do concedidas por los tribunales. Los n iños

habrían sido simplemente "diférentes" . Incl uso se podría seguir

comercializando la droga para que las rnu¡eres que la encontraran

útil como somníf(·ro durante el embarazo siguieran tornándola. Si

todo esto sul'na gro t esco, es sólo porque nadie tienl' duda alguna

de que es rrw¡or nacer con miembros que sin ellos. Creer esto no

implica una falta de respeto hacia los que carecen de miembros;

simplemente reconoce la realidad de las d i ficultades que tienen

qut> afrontar.

De cualquier modo, Psta postura no implica que sería rne¡or

qtH' no sobreviviera ninguna persona gravemente discapacitada;

implica que los padres de estos niños deberían tener la capacidad

de t ornar esta decisión. Tampoco implica una falta de respeto o

233

Page 125: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

de igual consideración para las personas con discapandades que,

en la actualidad, viven su propia vida de acuerdo con sus propios

deseos. Corno vimos al final del capítulo 2, el pnncip10 de igual

consideración de intereses rechaza menosprenar los mtereses de

las personas en razón de la discapacidad.

Es probable que incluso los que rech,¡zan el aborto y la idea

de que el fi.•to es reemplazable consideren que las personas en

potencia son reemplazables. Recordemos la segu nda muJer en el

caso, descrito en el capítulo C., , de las dos rnuJen·s de Parfit. Su

médico le di JO que si seguía adelante con su idea de quedarse

embarazada inmediatamente, su hiJO sufriría una discapandad

(podría haberse tratado de la hemofil ia) ; sin embargo, si hu biese

esperado durante tres meses su hijo no sufriría esa discapacidad.

S i juzgarnos qu<• obraría mal si no eSf>Prase, sólo puede ser porque

estarnos comparando las dos vidas posibles y JUzgarnos qu<· una

tiene mejores perspectivas que la otra . Por supuesto, en esta fase

todavía no ha comenzado ningún t ipo de vida; pero la pregunta es,

¿cuándo comienza realmente una vida en el sentido moralmente

significativo7 En los capítu los 4 y C., vimos vanas razones para denr

que la vida sólo comienza en el sentido moralmente significativo

cuando existe conciencia de la existencia propia en el t iempo. La

rnetáfóra de la vida corno un viaje proporciona igualmen t e una

razón para defi.•nder que, para un recii'r1 nando, el viaje de la vida

apenas acaba de comenzar.

Considerar a los n•ci(•n nacidos corno reemplazables, tal y

corno ahora considerarnos al fi.· to, tendría ventaps considerables en

comparación con el d iagnóstico prenatal al que sigue un aborto. El

diagnóstico prenatal aún no puede detectar todas las discapacidades

im portantes. Algunas de ellas, de hecho, no se presentan antes de

nacer: pueden ser resultado de u n parto muy prematuro, o de

234

1 . t 1

(• l

i � �· ¡,', {•

Quitar la vida: los seres humanos

algún contratiempo durante el mismo parto. Hoy en día, los padres

pueden dendir mantener o destruir a sus hijos discapacitados sólo

si da la casualidad de que la discapacidad es detectada durante el

embarazo. No existe una base lógica para limitar la decisión de los

padres a estas discapacidades concretas Si no se considerase que

los reci<'n nacidos discapacitados t ienen derecho a la vida hasta,

digamos, una seman;¡ o un mes despu(•s de nacer se permitiría a

los padres, previa consulta con sus rn(·dicos, decidir basándose en

un conocirruento mucho más amplio sobre el estado del recién

nacido de lo que es posible antes de nacer.

Todas estas observaciones han estado relacionadas con el mal

que supone acabar con la vida del reci(·n nacido, considerado

por s í mismo y no por sus efi:·ctos sobre los demás. Cuando

tenernos en cuenta los efi:·ctos sobre los demás la situación puede

cambiar. Evidentemente, vivir t odo el embarazo y el parto sólo para

traer al mundo a un niño sobre el que se decide que no debería

vivir, constitu i ría una experiencia diflul. q uizás desgarradora. Por

esta razón, muchas mujen•s prefi:•rirían el diagnóstico prenatal y

el aborto al nacimiento de un hiJO vivo con la posibilidad de

infanticidio; pero si el segundo no es moralmente peor que el

primero, (•sta parece u na decisión que se deberia permitir que la

muJer tornase por sí misma.

La posibilidad de una adopción es otro factor a tener en cuenta.

l·:s posible que una pareja sm hijOS est(· dispuesta a adoptar a un

hernofllico al existir más parejas que desean adoptar que niños

normales dispombles para adopción. Esto liberaría a la madre de

la carga de tener que sacar adelante a un niño hernofllico, y le

permitiría tener otro hiJO. si así lo deseara . Entonces el argumento

de la reemplazabilidad no podría JUStificar el infanticidio ya que

traer a otro niño al mundo no dependería de la muerte del

235

Page 126: Peter Singer -Ética Práctica-

É!ica práctica

hemofil ico. l .a muerte del hemofilico const itu iría ent onces la

pt•rdida clara de una vida de calidad positiva, no compensada

por la creación de otro ser con una vida mejor.

Por lo tanto el tema de acabar con la vida de reci<�n nacidos

discapacitados no está l ibre de complicaciones, las cuales no

podernos discutir adecuadamente por falta de espacio. De cualquier

fórrna, la cuestión principal est á clara: matar a un ren(·n nacido

discapacitado no es moralmente equivalente a matar a una �wrsona;

y muy a menudo no es malo en absoluto .

Otras decisiones de vida y muerte no voluntarias

En la sección anterior discutíamos la muerte JUst ificable de seres que

nunca han tenido la capacidad de decidir sobre vivir o morir. Acabar

con una vida sin consentimiento tambi(•n pue<k considerars<> en el

caso de los que una vez ÍtH•ron personas capaces de decidir sobre

vivir o morir, pero en el momento presente, debido a .HTidente

o a la edad, han perdido esa capacidad permanentemente, y no

expresaron, antes de perderla , su posición sobre s 1 deseaban

seguir viviendo en esas circunstancias. Estos casos no son raros:

muchos hospitales cuidan a víct imas de accidentes de tráfico con

daños cerebrales sin ninguna postbdidad de recu peración. Pueden

sobrevivir, en coma, o quizás escasamente consnentes, durante

años. En 1 99 1 , la publicación m(·dica l.ancet infórm.illd que Rita

Greene, enf(•rmera, había stdo panente del Hospttal General del

Distrito de Columbia en Washingt on durante treinta y nueve años

sin saberlo. J (n ese momento tenía sesenta y t res arios y había

permanecido en estado vegetativo desde que en 1 91, 2 file sometida

a una i ntervención a corazón abiert o . 1 · : 1 artículo mfórmal>a que en

todo momento existen entre t,.OOO y 1 0 .000 est adourudenses que

236

1 1 1

Quitar la vida: los seres humanos

sobreviven en estado vegetativo. En otros países desarrollados, en

los que la tecnología para prolongar la vida no se usa de fórma tan

agresiva, <>xiste un número considerablemente menor de paciPntes

a largo plazo en este estado.

J•:n la mayoría de los casos , estos seres humanos no se dif(·ren·

cian de fórma importan!<• de los reci(•n nacidos discapacitados. No

t ienen conciencia propia, no son racionales, ni autónomos, y por

lo tanto no son de aplicación las consideraciones sobre el derecho

a la vtda o el respeto a la au tonomía. St no llenen ningún t ipo

de experienna, y no podrán tenerla en el fút uro de nuevo, su

vtda no t tene valor intrínseco. El vta)e de su vtda ha concluido.

Aunque esthl biológicamente vivos, no lo están biográficamente.

(Si este veredtcto parece duro pregun t(·monos si realmente hay

donde elegir entre las siguientes opnones: (a) muerte instantánea

o (b) coma mstantáneo, segu ido de muerte , sin posibilidad de

recuperación, al cabo de diez arios. No veo la ventaja de ,obrevivir

en estado comatoso, si la muerte sm postbihdad de recuperación

es segura) . ! .a vida de los que no est án en coma y son conscientes,

aunque no con conciencia de sí mismos, t iene valor si estos seres

experirrwntan más plan·r que dolor, o S I sus pref(·rencias pueden

ser sat isf(·chas; sm embargo, es difktl ver por qu(· mantener a estos

seres humanos vivos s1 su vida, en conjunto, es desdichada.

Estos casos se dtf(·rencian de los reci(·n nandos discapantados

en un aspecto importante. Al t ratar el mfanticid10 en la úl tima parte

del capítulo 6, se ntó e l comentano de lknt ham sobre que el

infa n t icidio no llene por qu(• "producir la menor mquietud a

la más tímida imaginación". ! .a razón es que los que son lo

bastante mayores para ser consuentes de la muerte de reci(•n

nacidos discapacitados se encuentran necesariamente fi1era del

ámbtto de aphcación de esta medida. No se puede deur lo

237

Page 127: Peter Singer -Ética Práctica-

f.'t ica práctica

mismo t>n t>l caso de la t>utanasiJ aplicada a los que una vez fiwron racionalt>s y consnentt>s de sí mismos. Por lo tanto una posible obj (•ción contra este tipo de eut anasiJ st>ria que produciría inseguridad y mit>do entre los que en el fiituro, aunq ut> no t>n la actualidad, put>dan t>star dentro dt> su ámbito de aplicauón. Por ej emplo, los ancianos, al saber que la eut.¡nasJa no voluntaria se aplica a Vt>ces a pacientes ancianos, postrJdos en cama, sufi-ít>ndo Y sin la capacidad de aceptar o de rechazar J .¡ muerte, pueden temt>r qup toda inyección o p.!stil la sea INJI. Este rn wdo puede ser bastante irracional pero sería dificil convencerlos de que es asi , especialmente sí su mernon.¡ y cafJJcídad de r,1zonJmiento se han visto realmente af{•ctadas por J.¡ e<Üd. Se podría supt>rar esta objeción con un proct>dímit>nto qtH' permitiese hacer constar su rechazo .¡ los que no deseJn en ningún caso que se les aplique la ('UtJnasía no voluntaríJ. Es posible que esto sea suficiente; sin embargo, q uizás no dJ(•r.¡ suficientt> tranquilidad. En ese caso, la t>utanasía no voluntaríJ st>ria ¡ ustificabl(• sólo para los que nunca fiH•ron capaces de elegir entn• la vida o la rrnH'rt(•.

Justifi cación de la eutanasia voluntaria De acuerdo con las leyt>s que rigt>n en la mayoría de países, las personas que sufrPn un dolor sin posíbílidJd de alivio, 0 padecen una enft·rmedad íncur.¡bJe, y suplican a su rnt'·dico que acaben con su vida, están pídit>ndo a esos mismos m(•dícos que sP arriesguen a ser acusJdos de JsesínJto. A pesJr de que el ¡ urado es extn•madamente reacio a dec!Jrar culpable a los implicados en este tipo de casos, la ley es clara y ni la pellción, ni el grado d(• sufrimiento, ni PI estado incurable dt> la persona mtH·rtJ,

238

. .

' \

Quitar la vida : los seres humanos

consl!tuye def(·nsa en una acusación de asesinato. Los partidarios

de la eutanasia voluntaria piden qut> St' cambít> la ley para permitir

qut> un rrH;díco pueda actuar l t>galmt>ntt> para satisfacer el deseo

de un paciente de morir sin sufrir más. Como resultado de varias

decisiones j u<Ücíales a favor durante la década de los ochenta en

los Países Ba¡ os, los m(·dícos han tenido la posibilidad de hacerlo

muy abiertamente, siempre que cumplan con ciertas condiciones.

En Alemania, los m(•dicos pueden proporuonar a un paciente los

medíos para acabar con su vida, pero no pueden administrarlos

ellos .

Las razones a favor de la eutanasia voluntana tienen algo en

común con las razones a favor de la eutanasia no volu ntaria: q u e

la muerte supone u n beneficio para el q u e muere. S i n embargo, los

dos tipos de eutanasia se díférencían en que la eutanasia voluntaria

implica matar a una persona, a un ser racional, consciente de

sí , no meramente consciente. (Si somos estrictamente exactos,

esto no sit>mpre es a�í . ya que aunque sólo los seres racionales,

conscientes de sí, pueden aprobar su propia muerte, es posib le

que no siempre se encuentren en estado racional y con conciencia

propia en el momento en que se contempla la eutanasia: por

e¡emplo, el m(•díco puede actuar de acuerdo con una petición de

eutanasia escrita previamente sí , debido a accidente o enférmedad,

las facultades rrwntales se pierden irremediablemente. En aras de

la sencillez, de aquí en adelante, no tendremos en cu(•nta esta

complicación).

Hemos visto que es posible ¡ustíficar acabar con la vida de un

ser humano que no tiene la capacidad de dar su consentimiento.

I .lt>gado este momento, debemos preguntarnos cómo se difé­

rencian las cuestiones (·tícas cuando el ser ('S capaz de dar su

consPntimiento , y cuando de hecho lo hace.

239

Page 128: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

Volvamos a los príncíptos generales sobre acabar con la vida

propuestos en el capítulo 4 . En ese capítu lo , sostuve que matar a

un ser consciente de sí es una cuestión más grave que matar a un

ser meramente consciente, para lo cual ofrecí cuatro argumentos

dif(•rentcs:

I .J pretensión utd l l.tnsta cl.ístcJ de que y.t que los seres con

scit'ntes d l' sí son rapan·s de temer su propta muerte, mat arlos

t iene peores ekctos sobre otros seres.

2 El pl.mt eamiento del utdl l .msmo de pref(·renna que constder.l la

frustración del deseo de la víct ima de segwr viviendo corno una

razón Importa nte en co ntra de matar.

:� Una t eoría d e derechos según la cual para tener un derecho se

debe t ener la cap.Icidad de des e.Jr eso a lo que se twne derecho,

así que para tener de recho a 1.1 vida se debe ser c.1p.JZ de desear

1.1 propi.l existencia continuada

4 RPs¡wto a las dPcisiOnes autó nomas dP los agpntes ranon.t les .

Ahora bien, �u pongamos que nos encont ramos en un.1 s l l uación en la que una persona qu<' sufrp una enk rrnedad mcur.1ble dol orosa desea rnonr. Si el mdivtduo no fiH·se persona, n i ranonal ru consciente de sí , la eutanasia, como he mcnnon.Ido, sería JUS tificable. Cuando el individuo es una person.1 que qmere monr, ¿proporciona razones sufinentes en cont r.1 de m.l lar .1lguno de los argumentos que he ofrecido par.! defender que normalmente es peor matar a una persona7

!.J objenón utiht ansta d.ístca no es aplicable ,¡ rn.ll.H cu.mdo

tiene lugar sólo con el consent tmwnto verd.Hlero de la persona

muerta. Que se mate a las personas en estas condiciones no

significaría una tendencia a extender el miedo o la insegu ndad ,

ya que no hay ra:t.ón para tener rru edo de que nos maten cuando

240

,,

1)

1 , ,

H

Quitar la vida: los seres humanos

damos nuestro consentimiento verdadero. Si no deseamos que nos

maten, simplemente no damos nuestro consenllmiento. De hecho,

el argumento del miedo obra en favor de la eutanasia voluntaria,

puesto que s i no se permite la eutanasia voluntaria podríamos, con

gran razón, temer que nuestra muerte sea angustiosa y prolongada

sin necesidad. En los Países Bajos, un estudio a nivel nacional

encargado por el gobierno descubrió que "Muchos pacientes

qu ieren la seguridad de que su m(•dico les ayudará a monr en

caso de que el sufrimiento sea insoportable". A menudo, despu(·s

de haber renbido esta seguridad, no se prodUJO ninguna petición

persistente de eutanasia. l .a disponibilidad de la eutanasia trajo

consigo btcnestar sin la necesidad de pract icar la eutanasia.

Igualmente, el util itarismo de prefércncia obra en favor, no

en contra , de la eutanasia voluntaria. Al igual que este t ipo de

utilitarismo debe considerar e l deseo de seguir viviendo como

una razón en contra de quitar la vida, de la misma manera debe

considerar el deseo de morir corno una razón p.ua quitar la vida.

Además, teniendo en cuenta la teoría de derechos considerada,

poder renu nciar a un derecho, si así se desea, es una característica

esencial de todo derecho. Puedo tener derecho a la intimidad

pero, si lo deseo, puedo filmar cada detalle de mí vida diaria e

invitar a mts vecinos a ver mis películas. Aquellos vecinos que se

encuentren lo sufinentemente intrigados corno para aceptar mí

invitación podrían hacerlo sin violar mí derecho a la intimidad,

puesto que en esta ocasión se ha renunciado a ese derecho. De

la mtsma manera, decir que tengo derecho a la vida no q uiere

denr que mt m(•dico haría mal en acabar con mí vida, sí lo hace

a pet ición mía. A la hora de hacer esta petición, estoy renunciando

a rru derecho a la vida.

Por ú lwno, el princípto del respeto a la autonomía nos indica

24 1

Page 129: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctico

que dej emos que los agentes racionales vivan su propia vida de

acuerdo con sus decisiones aut ónomas propias, sin ningún t ipo de

coacción ni interf(·rencia ; pero SI los agentes racionales e l igiesen

de fórma autónoma morir, entonces el respeto a la autonomía nos

l levaría a prestarles nuestra ayuda a la hora de h,H·er lo que han

deci<hdo.

Por lo tanto, aunque existen razones para opm.n que matar

a un ser con conciencia de si es normalmente peor que mat,Ir

a cualquier otro tipo de ser. en el caso 'especial de la eut anasia

voluntaria la mayor parte de estas razones t ienen más peso en

favor que en contra de la eutanasia. Con todo lo sorprendente

que parezca est e resultado ser en prinnpio, rea lmente no rdlep

más que el hecho de que lo especial con respecto ,¡ los seres

conscientes de si es que éstos pueden saber que existen a lo largo

del t iempo y que, a menos que mueran, contmuarári existiendo

Normalmente, la existencia cont inuada se desea con fávor, pero

cuando esta previs ible existenna contmuada se teme, más que se

desea, el deseo de morir puede ocupar el lugar del deseo normal

de vivir, dando la vuelta a las razones en contra de matar que se

basan en el deseo de vivir. De esta manera, el argumento a favor

de la eutanasia voluntaria es mucho más fú crtc que el argumento

a favor de la eutanasia no voluntana.

Algunos detractores de la legalización de la eut anasia voluntaria

podrán conceder que todo esto es posible si tenernos una decisión

de morir genuinamente ranonal y libre: sin embargo. arladen,

nunca podemos estar seguros de que una pctinón de muerte

sea resu l tado de una decisión racional y libre. ¿No se sentirán los

enfermos y los ancianos presionados por sus farmliares para poner

fin a su vida con rapidez? ¿No será posible cometer u n ases inato,

simple y llanament e, fingiendo que una persona ha pedido la

242

,

' l

1 '

' ,' 1 . 1 .,

l¡ ,, ¡ )

Quitar la vida: los seres humanos

eutanasia? E mcluso si no hay intención de falsear la verdad, ¿puede

algu ien enf(·rmo , sufiwndo dolor, y muy probablemente drogado

y en un estado mental confúso, tornar una densión racional sobre

la vida o la rntH'rte? Estas cuestiones plantean ciertas dificultades t(·cnicas para la

legali:t.ación de la eutanasia voluntaria, más que objeciones a los

principios (·ticos su byacentes ; sin embargo . de todas maneras

constituyen dificultades serias. Las directrices desarrolladas por los

tribunales en los Paises Bajos han intentado superarlas proponiendo

que la eutanasia es aceptable solamente s i :

• L a lleva a cabo u n m(·dico.

• El paciente ha pedido la eutanasia explícitamente de manera

que no quede duda alguna sobre su deseo de morir.

• La decisión del paciente está bien infórmada, es libre y duradera.

• Fl paciente sufre un estado de salud irreversible que causa

suffimiento fisico o mental que para el paciente es insoportable.

• No existe una ;¡\ternativa razonable (razonable desde el punto

de vista del paciente) que alivie su sufrimiento.

• E l rni·dico ha consultado con otro proff:sional independiente,

el cual está de acuerdo con su opinión.

La eutanasia en estas circunstancias cuenta con un gran apoyo por

parte del Colegio Holandl-s de Mi•dicos, y por la opinión pública

de los Paises BaJOS en general . Las directrices hacen que el asesinato

disfrazado de eutanasia sea bastante improbable, y no hay pruebas

de que se haya producido u n aumento en el número de asesinatos

en los Paises BaJOS.

Frecuentemente, en debates sobre la eutanasia se dice que

los m(•dicos pueden estar equivocados. Los pacientes a los que

dos m(•dicos competentes han diagnosticado u na enf(•rrnedad

243

Page 130: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

incurable en raras ocasiorws han sobrevivido para disfrutar de

buena salud durante años. Es posible que la legalización de la

eutanasia voluntaria signifique, al cabo de los a rios, !.1 muerte de

unas cuantas personas que de otra manera se habrían recuperado

de su enfi:·rrnedad mrnediata y habrían vivido durante ;¡lgunos af10s

más. Sin embargo, (·s te no es un argumento defiru t ivo, ta l y como

algunos imaginan, contra la eutanasia. En cont raposición a un

nú mero muy pequerlo de muertes innecesarias que pueden te ner

lugar si se legaliza la <'Utanasla, debernos situar la gran cantidad de

daño y angustia que se sufrirá, s i la eutanasia no se legah:t.a, por parte

de enfi:·rrnos realmente terminales. Una vida más larga no <'S un bien

tan supremo que pese más que cualquier otr.1 consider.H·ión. (SI .1sí

fiH'ra, habría fórmas mucho más eficaces de salvar vidas, tales como

prohibir fiunar, o reducir el límite de velocidad a 40 kilómetros

por hora, que prohibir la eutanasia voluntaria) . I .a posÜ>i lidad de

que dos médicos puedan equivocarse significa que !.1 persona que

opta por la eutanasia decide haciendo balance de probabilidades y

dej ando de lado una escasa posibilidad de supervivenci.l para evitar

un sufrimiento que, casi con toda cert e:t.a , condunrá ,¡ la muerte .

Puede que sea una decisión perféct arnente racional ; !.1 probabilidad

es la guía de la vida, y de la muerte, tambi(•n. Contra esto, algunos

contestarán que la mqoría en el nudado de los enfi:·rrnos t ermina les

ha el iminado el dolor y ha hecho que la eutanasia volunt.m,¡ sea

innecesaria . Elis.1beth Kü bler-Ross, cuyo libro On Dea th and Dying

es proba blemente el me¡or sobre el cuidado de los enfi:·rrnos

moribundos, ha afirmado q ue ninguno de sus panentes pide la

eutanasia. Según ella, si se les proporciona at ención perso n.d y 1.1

medicación adecuada, las personas consiguen acept.lr su muerte y

mueren sin dolor en paz.

Es posible que Kübler-Ross tenga razón; en la actualidad, puede

244

(' 1 1

( .,

1 '

Quitar la vida: lo� seres humanos

que sea posible eliminar el dolor. En casi todos los casos, puede

ser mcluso posible hacerlo de tal manera que los en fi:•rmos sigan

estando en posesión de sus facultades mentales y sin vómitos,

náuseas, u otro t ipo de efi:·ctos secundarios penosos . Desgracia­

damente, sólo una minoría de pacientes moribundos reciben, en

estos momentos, este tipo de cuidados. El dolor fisico tampoco

es el úmco problema. Es posible que haya tambi(·n otros estados

angustiosos, como huesos tan fi-ágiles que se rompen por movi­

rruentos repentmos, náusea mcontrolable y vómitos, inanición

lenta del)l(la a un tumor cancerígeno, incapandad para controlar

los esfinteres del mtestino y de la veJ iga urinaria, dificultades

res piratorias, etc<"• t era.

Timot hy Quill , m(•dico de Rochest er, estado de Nueva York, ha

descrito cómo recetó somnífáos barbitúncos a "Diane", paciente

que sufi-ía un grave tipo de leucemia, a sabien das de que ella quería

las pastillas para acabar con su vida. 1•:1 doctor Quill conocía a Diane

hacía arios, y había admirado su valen tía a la hora de enfrentarse a

enfi:·rmedades graves previas. En un artículo en el New EngJand Journal

of Medicine, el doctor Quill escribió:

Para Diane era ext raordinanamente nnport ante mant ener el con

t ro l de si rrusma y su propia digrudad durante el tiempo que le

quedaba Cuando esto ya no fiH· p<lSlble, ella claramente deseaba

rnonr. Corno ex chrector de un programa de cuidados en asilos,

yo s(· cómo usar los analg(•sicos para mantener el bienestar de

los enf(·rrnos y disminuir el su fi"irnient o. ! .e exphqu(· la filosofia

del cuidado del dolor, en el que creo dendidarnente. Aunque

Diane lo entt•mhó y lo aprenó, ella había sabido de personas que

chlataban la vida en lo que se ha denormnado bienestar relativo,

y no deseaba eso Cuando llegó la hora, quería quitarse la vida

245

Page 131: Peter Singer -Ética Práctica-

firica práctica

de la fórma menos dolorosa posible. Conociendo su deseo de

indept•ndencia y su decisión de mantener el control, creí que su

petición tenía sentido . . . En nuestra discusión quedó claro que

la preocupación por su temor a una muerte prolongada int erf(·nría

con su deseo de aprovechar al máximo el t iempo que le quedaba

hasta que encontrase un modo seguro de asegurarse la muerte.

No todos los pacientes que desean morir t ienen la suerte de

contar con u n rnt'·dico como Tirnothy Quill . Iktty Rollin, en su

conmovedor l ibro l.ast Wish , describió cómo desarrol ló su madre

un cáncer de ovarios que se extendió a otras partes del cuerpo. Una

mañana su madre le dij o :

H e tenido una vidJ mJrJvillosJ, pero .1hora s e h a JcJbado, o debería acabarse. No tengo rmedo de morir, pero tengo miedo de esta enf(·rmedad, de lo que me est.í h.1nendo No hay ru un momento de Jlivio ahorJ. N.1d.1 excepto l.1 n.íuseJ y el dolor Y J no h.1brá más quimioterJpi.I . Y .1 no h.1brá más tratamiento. ¿Qui• me ocurnrá JhorJ7 St' lo que p.!sJrá. Morir(· lentamente No qlllero que seJ JSÍ ¿QlJli•n se beneficiJ si yo muero lentJrnente7 Si benefinJrJ .1 rnis hiJOS, estJrÍJ encJnt.ldJ. Pero no va J ser beneficioso p.1r.1 vosot ros . . . No h.1y r.1zón para unJ muerte lentJ, ninguna. NuncJ me h.1 gustJdo h.1cer las cosas sin ninguna razón. Tengo que .H·Jbar con est o .

Para Betty Roll in fiu· muy difinl ayudJr a su madre a l levJr .1 cabo

su deseo: "Nuestro ruego de ayudJ fiu· deneg.1do por t odos los

mt'dicos, uno tras otro (¿C:uántJs pastillas7 ¿lk qut'· t ipol) " . Desput'·s

de la publicación del l ibro sobre lJ muerte de su rn.1dre, recibió

cientos de cartas, muchas de ellas de personas, o de farrul iares

cercanos, que habían tratado de rnonr, sin conseguirlo, y habían

sufrido aún más. Los rnt'•dicos se negaron a ayudar a m uchas de

246

1 11

<t

Quitar la vida: los seres humanos

estas personas, ya que aunque el suicidio es legal en la mayoría de

las jurisdicciones, el suicidio asistido no lo es.

Quizás u n día será posible tratar a todos los enférrnos terminales

y a los incurables de manera que nadie pida la eutanasia y no haga

falta hablar más del tema; pero en la actualidad éste no es más que

u n ideal utópico, y no es razón alguna para negar la eutanasia a

los que t ienen que vivir y morir en condiciones mucho menos

favorables. De cualquier modo, es muy paternalista decirles a los

enférmos moribundos que hoy en día se les cuida tan bien que

no hay por qut'· ofrecerles la opción de la eutanasia. Estaría más en

consonancia con el respeto a la l ibertad individual y a la autonomía

legalizar la eutanasia y dt>jar a los enf(·rrnos decidir si su situación

es soportable.

¿Es posible que estos argu mentos en favor de la eutanasia

voluntaria den demasiado peso a la l ibertad individual y a la

aut onomía7 Desput'·s de todo, no dejarnos que las personas eli jan

librt>rnente en temas como, por t>j ernplo, el consumo de heroína.

�:sta supone una l imitación a la l ibertad pero, st>gún muchas

pt>rsonas, de u n tipo que puede justificarse por razones paterna­

listas. S i impedir que las personas se conviertan en heroinómanos

es u n paternalismo J UStificable, ¿por qut' no lo t>S impedir que las

personas hagan que los maten7

La pregunta es bastantt> razonable, ya q u t> es posible llevar el

respeto a la libertad individual demasiado lejos. John Stuart Mil i

pensaba que el estado nunca debería interf(·rir en t>l individuo

excepto para impedir el daño a los demás. El propio bien del

individuo, según Mili , no es una razón adecuada para la intervención

del estado. Pero puede ser que Mili tuviese una opinión demasiado

alta de la racionalidad dt>l ser humano. En ocasiones, es probable

que est(• bien impedir que las personas tomen decisiones que

247

Page 132: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

obviamente no están basadas en la racionalidad y de las que con

seguridad se arrepentirán más tard e . Sin embargo, la prohibición

de la eutanasia voluntaria no se puede justificar por motivos

paternalistas, ya que la eutanasia voluntaria es un acto que cuenta

con muy buenas razones. La eutanasia voluntaria tiene lugar sola­

mente cuando, según la meJor opinión m{•dica, una persona

sufre una enférmedad incurable y dolorosa, o tremendamente

angustiosa. En estas circunstancias no se puede decir que elegir

una muerte rápida sea evidentemente irraci onal . La fortaleza de

las razones en favor de la eutanasia voluntaria n·sHie en esta

combinación del respeto a las prefi.·n·ncias, o a la autonomía, de

los que eligen la eutanasia; y en la clara base racional de la propia

decisión.

La no justificación de la eutanasia involuntaria

La eutanasia involuntaria se parece a la eutanasia voluntaria al llevar

consigo matar a seres capaces de dar su consentimiento a su propia

muerte; se difi.·rencia en que {•stos no dan su consentimiento. Esta

difi.·rencia es crucial, tal y como la argumentación de la sección

anterior muestra. Las cuatro razones en contra de matar a seres

conscientes de sí mismos son apli cables cuando la persona a la

que se mata no el ige morir .

¿Seria posible en algunos casos JUS tificar la eutanasia invo­

luntaria por razones paternalistas, para evitar a alguien un dolor

extremo? Pu ede que sea posible Imaginarse un caso en el que el

dolor sea tan grande, y tan Cierto , que el peso de las consideraciones

uti l itaristas a favor de la eutanasia pase por encima de las cuatro

razones en contra de matar a seres conscientes de s i . Aún así , para

248

e; '

• 1

·1 ' •

(t

Quitar la vida : los seres humanos

tomar esta decisión se tendría que confiar en la capacidad de uno

para Juzgar meJ Or que el propio interesado en qu{• momento su

vida es tan mala corno para que no merezca la pena vivir. No está

claro que est{• alguna vez j ust i ficado confiar demasiado en nuestros

JU icios sobre s i la vida de otra persona, para esa persona, merece

la pena vivirse. Una buena prueba de que la vida merece la pena

es que la otra persona desee seguir viviendo. ¿Podría existir meJor

prueba?

El único tipo de caso en el que e l razonamiento paternalista es

plausible rs cuando la persona que va a morir no se da cuenta del

dolor que tendrá que sufrir posteriormente, y si no muere en ese

momento tendrá que padecerlo hasta e l final . Según estas razones,

se podría matar a una persona que haya caído, aunque no se haya

dado cuenta todavía de ello, en manos de sádicos asesinos que la

torturarán hasta la muerte. Afórtu nadamente, estos casos se dan

con más frecuencia en la ficción que en la realidad.

Si en la vida real es poco probable que nos encontremos

con un caso de eutanasia involuntaria jmtificable, entonces lo

meJor seria qui tarnos de la cabeza los casos fantásticos en los

que nos podríamos imaginar su defénsa, y darle a la norma contra

la eutanasia involuntaria, por razones de tipo práctico, carácter

b l !, t t la d i·s· t i· nc i· o· n c1e Hare entre los niveles a so uto. m es e pun o, I

critico e intuitivo de razonamiento moral (véase el capitulo 4) es

de nuevo oportuna. En el párrafo anterior se describe un caso

en el que, si estuvi{•semos razonando a nivel crítico, podríamos

considerar la eutanasia m volu ntaria como JUStificable ; sin embargo,

a nivel intuiLivo, el nivel de razonamiento moral que aplicamos

en nuestra vida cotidiana, simplemente podemos decir que la

eutanasia es sólo JUS t i ficable si a los que se les quita la vida :

249

Page 133: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

carecen de la capacidad para dar su consentim iento a la muerte,

porque carecen de la capacidad para entender la elección entre

su propia existencia, o no existencia, continuada; o

2 tienen la capacidad para elegir entre su propia vida continuada

o muerte y para tornar una decisión infórmada, voluntaria, y

definitiva con respecto a la muerte.

Eutanasia activa y pasiva

Las conclusiones alcanzadas en este capítulo sorprenderán a un

gran número de lectores, ya que vulneran uno de los principios

fimdarnentales de la ética occidenta l : que es malo matar a seres

humanos inocentes. Ya he intentado demostrar u na vez que mis

conclusiones constituyen, al menos en el tema de los recién nacidos

discapacitados, una desviación menos radical de la práctica existente

de lo que se puede suponer Señalé que muchas sociedades

permiten que una mujer embarazada mate al féto en una etapa

avanzada del Pmbarazo si existe riesgo importante de que sufra

alguna discapacidad; y puesto que la línea entre un feto desarrollado

y u n niño recién nacido no constituye una división moral crucia l ,

resulta dificil v e r p o r q u é es peor acabar c o n l a vida de un niño recién

nacido que ya se sabe discapacitado. En esta sección argumentan'

que existe otro campo en la práctica médica aceptada que no es

intrínsecamente dif(�rente de los casos prácticos que permitirían

los razonamientos que aparecen en este capítulo.

Ya me h e rdf.>rido a J.¡ malformación congénita conocida

como espina bífida, en la que el niño nace con una abertura

en la columna, que expone la médula espinal. Hasta 1 957, la

mayoría de estos niños moría muy ¡oven, pero ese mtsmo año

los médicos comenzaron a util izar un nuevo tipo de válvula para

250

, . . 1 � 1

Quitar la vida : los seres humanos

drenar PI exceso de l iquido que en caso contrario se acumula en

la cabeza s i se padece este mal. Entonces, en algunos hospitales se

convirtió en práctica común hacer el máximo esfu e rzo para salvar

a los niños que sufrían espina bí fida. Como resultado, morían

muy pocos n iños de este tipo, pero de los que sobrevivían,

muchos se encontraban gravemente discapacitados, con parálisis

severa, múltiples malfórmaciones de las pie rnas y la columna, y

sin control de los esfinteres del intestino o la ve¡ iga ; también

eran muy frecuen tes las discapacidades intelectuales. En resumen,

la existencia de estos niños causaba grandes d i ficultades a su familia

y a menudo era una situación desgraciada para los propios niños.

Después de estudiar los resultados de esta política de trata­

miento activo, un médico británico, John Lorber, propuso que, en

lugar de tratar todos los casos de espina bí fida que aparecían, se

seleccionasen para su tratamiento solamente a quellos casos en los

que la malfórmación aparecía de fórma más moderad a . (Propuso

que la decisión final se debería dejar a los padres, pero los padres, en

casi todos los casos, aceptan las recomendaciones de los médicos) .

En la actualid.Jd , se acepta ampliamente el principio de tratamiento

selectivo en muchos países y en Gran Bretaña se ha reconocido

como legítimo por parte del M inisterio de Sanidad y Segu ridad

Socia l . El res ultado es que hay menos casos de espina b í fida

que sobreviven después de la infancia , pero los que sobreviven

son, en general , aquellos con discapacidades fisicas y mentales

relativamente menores.

Por lo tanto, parece que la política de selección es deseable:

pero ¿qu(• ocurre con los niños discapacitados no se leccionados

para el tratamiento? Lorber no oculta el hecho de que en estos

casos lo que se espera es que el recién nacido muera pronto y

sin sufrimiento. Para alcanzar este ob¡ etivo no se l levan a cabo

25 1

Page 134: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

operaciones quirúrgicas ni otros tipos de tratamiento activo, aunque

se alivian en lo pos ible el dolor y el malestar. S i e l recién nacido

llega a sufrir una inff.�cción, de las que en u n recién nacido normal

se solucionaría rápidamente con antibióticos, no se le administran

antibióticos. Al no desearse que el niño sobreviva, no se da ningún

paso para impedir que resulte fatal una enfermedad de facil curación

con las técnicas médicas ordinarias

Corno he dicho, todo esto constituye una práctica médica

aceptada. Los médicos han descrito casos en artículos de revistas

médicas en los que han de¡ ado que los niños mueran. Esta práctica

no se l imita a los casos de espina bífida, sino que incluyen, por

e¡ ernplo, niños nacidos con el síndrome de Down y otro tipo de

complicaciones. En 1 982, el caso de "Baby Do e" sacó a relucir ante el

gran público estadounidense este t ipo de prá cticas. "Baby Doe" era

el seudónimo legal de un bebé nacido en Bloomington, estado de

Indiana, con el s índrome de Down y algunos prob lemas adicionales.

El más grave era que el esófago no estaba fórmado correctamente,

lo cual implic<�ba que Baby Doe no se podía al imentar por la boca.

El problema se podría haber solucionado con una operación; sin

embargo, en este caso, tras valorar la situación con el tocólogo. los

padres negaron el permiso para l levar a cabo la operación. Sin esta

operación, Baby Doe moriría muy pronto. El padre de Baby Doe,

con posterioridad, diJ O que corno maestro había traba¡ado muy

cerca de niños con el síndrome de Down, y que (•1 y su esposa

habían decidido que negar el permiso para la operación era lo

más conveniente para el inter(·s de Baby Doe, y de su familia en su

ccm J unto (tenían otros dos hqos) . Las autoridades dd hospital , a l no

estar seguros de su posición legal, l levaron e l caso a los tribunales.

Tanto el tribunal local del condado corno el Tribunal Supremo del

Estado de Indiana mantuvteron el derecho de los padres a negar el

2'>2

f •

• •

¡ •

Quitar la vida: los seres humanos

permiso para la operación. El caso atraJ O la atención de los medios

de comunicación a nivel nacional, y se intentó llevar el caso ante

e l Tribunal Supremo de los Estados Unidos, pero Baby Doe murió

antes de que esto sucediera.

Una consecuencia del caso de Baby Doe fue que e l gobierno de

los I(stados Unidos, presidido en ese momento por Ronald Reagan,

que había alcanzado el gobierno con e l apoyo del grupo religioso

derechista "Mayoría Moral", aprobó un decreto instando a que se

proporcionara el tratamiento necesario para salvar la vida a todos

los recién nacidos, independientemente de su discapacidad. Sin

embargo , la Asociauón Médica Americana y la Academia Americana

de Pediatría opuso fuerte resistencia a esta n ueva normativa. Incluso

el doctor C. Everett Koop. Director del Departamento de Sanidad

Púb lica con Reagan y gran valedor del intento de asegurar que todos

los recién nacidos recibiesen tratamiento, tuvo que admitir, en las

declaraciones ante los tribunales, que había casos en los que é l no

proporcionaría trata miento para mantener la vida. El doctor Koop

mencionó tres enférmedades en las que este tipo de tratam iento no

era apro piado: los recién nacidos anencefalicos (niños nacidos sin

cerebro) ; los recién nacidos que, normalmente debido a ser muy

prematuros, sufdan una he morragia tan grave en el cerebro q u e

nunca podrían respirar p o r sí solos e incluso nunca serían capaces

de reconocer a otra persona; y los recién nacidos que carecían de

una gran parte del aparato d igestivo, y que solamente podrían vivir

mediante al imentación por vía intravenosa.

Las normas fueron finalmente aceptadas sólo de fórma atenuada,

permitiendo un cierto grado de flexibilidad a los médicos. Incluso

así , u na encuesta posterior entre los pediatras americanos espe­

cial izados en el cuidado de recién nacidos mostró q u e e l 76 por

ciento opinaba que la normativa no era necesaria, u n 66 por uento

253

Page 135: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

consideraba que la normativa interféría en el derecho de los padres

a determinar qué tipo de actuación era la más conveniente para sus

hi¡os, y un 60 por ciento creía que la normativa no permitía tener

en cuenta adecuadamente el suffimiento de los recién nacidos.

En una serie d e casos ocurridos en Gran Bretaña, los tribunales

han aceptado la postura de que la calidad d e vida del niño

constituye una consideración pertinente a la hora de decidir si

se debería prolongar la vida mediante tratamiento. En un caso

llamado B , de un bebé como Baby Doe, con e l síndrome de

Down y una obstrucción intestinal, los tribunales dictaminaron

que se llevara a cabo la operación ya que la vida del beb(· no seria

"demostradamente terrible" . En e l caso del bebé C, cuyo cerebro

estaba malformado además de otros deféctos flsicos graves, los

tribunales autorizaron al equipo médico a absteners e de prolongar

su vida mediante tratamiento. t•:sta file también la l inea seguida en

el caso de Baby ] : este bebé file muy prematuro, y era ciego y sordo,

y probablemente nunca habría podido hablar.

Así , aunque muchos no estarían d e acuerdo con que los padres

de Baby Doe permitiesen que un reci('n nacido con el síndrome de

Down muriese (porque las personas que sufren el síndrome de

Down pueden tener una vida fdiz y ser individuos canñosos y

af{•ctivos) , casi todo el mundo reconoce que en las condiciones más

graves, la única linea de conducta humana éticamente aceptable es

de¡ar que el niño muera. l .a pregunta es : si está bien de¡ar que los

reci('n nacidos mueran, ¿por qu(• está mal matarlos7

Esta cuestión no ha escapado a la atención d e los médicos

impl icados. Frecuentemente responden con una ref{•renCia piadosa

al poeta del siglo XIX, Arthur C:lough, quien escribió:

254

No matarás; pero no necesitas luchar oficiosamente por mantener la vida

1 ' 1 •

' ' 1 .

1 •

Quitar la vida: los seres humanos

Desgraciadamente, para los que apelan a los versos inmortales

de C:lough como pronunciamiento ético autorizado, éstos están

sacados de una sátira mordaz, "El Último Decálogo", que pretende

burlarse de las actitudes descritas. Los primeros versos son como

sigue :

Un único dios tendrás; el cual

a expensas de dos vivirá.

Nmguna imagen grabada

excepto la moneda será adorada.

Por lo tanto los que opinan q u e está mal matar, pero bien no

intentar prolongar la vida demasiado, no pueden contar en sus

filas con C:lough. A pesar de esto, ¿se puede decir algo en favor de

esta idea7 I .a postura según la cual se puede decir algo a su favor

se denomina a menudo "doctrina de los actos y las omisiones" .

Sostiene q u e existe u n a distinción moral importante entre cometer

un acto que tiene ciertas consecuencias, d igamos, la muerte de un

niflo discapacitado, y la omisión de hacer algo que tiene las mismas

consecuencias. Si esta doctrina está mal, e l m('dico que le pone al

niflo una inyección letal actúa mal; e l m(•dico q u e omite darle al

niflo antibióticos, sabiendo a ciencia cierta que sin antibióticos el

niflo morirá, no actúa mal .

¿Cuáles son las razones que existen para aceptar la doctrina de

los actos y las omisiones7 Muy pocos apoyan esta doctrina por s í

misma, corno primer principio (•t¡co importante. Se trata más bien

de u na consecu encia de u na visión de la (·tica, de una visión que

sostiene que en tanto no se violen normas morales especificadas

que nos nnponen determinadas obligaciones morales, hacemos

todo lo que la moralidad ex ige de nosotros Estas normas son del

mismo tipo de las que los Diez Mandamientos y códigos morales

simliares han hecho familiares: no matarás, no mentirás, no robarás ,

255

Page 136: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tlca práctica

etc(·tera. Se caracterizan por estar fórmuladas en negat ivo, Ps decir que para obt>decerlas sólo es m•cpsario abstenerse de cometer las acciones que prohiben, de ahí qup s<· pueda exigir la obedienna a cada miembro de la comunidad.

Una (•tica que consiste en deberes específicos, prescntos por normas morales que todo Pl mundo debt> olwdecer, ddw dt> hacer u na distinción moral tapnte PntrP los actos y las ormsiones. Por ej emplo, tomemos la norma : "No matarás". Si esta norma se interpreta, tal corno se ha hecho en la t radición O<Ti<l<·ntal , corno la prohibición sólo de quitar la vida humana inocPnt e , no es demasiado dificil Pvitar cometer act os que la violen abiertarrwnt e : h a y pocos asesinos Pntre nosotros. Pero, no e s tan fanl evuar depr que mueran seres humanos inocentes. Muchas p<·rson,ts mueren debido a la fal ta de alirrwnto, o de servinos m(•chcos adecuados. Si podernos ayudar , ¡ algunos, pero no lo hacernos, lt>s estarnos dqando morir. Aplicar la norma en contra de rnat,tr a las omisiOnes haría que vivir de acuerdo con ella fiH•sp un símbolo de santidad o de heroísmo moral, en lug,lf de SPr el requisl lo mínimo de toda persona moralmente den•nte.

Por lo tanto, una (•l ica que j tJZg,¡ los actos de acuerdo con que violen o no normas rnoralt>s específicas cl<·be dar gran peso moral a la distinción entre actos y omisiones. Un,¡ <' t ica que j lJ:t.g,1 los ,Jetos por sus consecuencias no lo hará así, ya c¡ue las consecut•nnas de un acto y de un,¡ omisión a rrwnudo serán, en t odos los aspt>ctos significativos, indistinguibks. Por eJPmplo, depr de dar anl l hiótKos a un niño con neumonía puede t ener consecuennas no rnPnos f¡llales que myenarle una dosis letal .

Pero ¿cuál es el enfóq up correcto7 Person,t lrnente, he postulado a favor de un enfóque consenH·ncialistJ de la <'lica. El terna de los actos/omisiones plantea la densión entre estos dos enfóques

256

'

'

• ) , 1 .

i J ¡ 1

Quitar la vida: los seres humanos

básicos de u na manera inusualmente clara y directa. Lo que

necesitarnos hacer es imaginar dos situaciones paralelas qup se

dif(·rencien sólo en que en una de el las u na persona realiza un

acto cuyo n·sultado es la muerte de otro ser humano, mientras que

en la otra omite hacer algo, con Pl mismo rPsultado. A continuación

aparece una descripción dt> una situación relativarnPnte corriPnte,

tomada de un ensayo de Gustav Nossal, eminentP investigador

m(·dico aust raliano :

Una anciana de 83 años de edad es ingresada [en una restdencia

de annanos] porque su grado cada vez mayor de con{Ílstón rrwntal

no perrmte que se quede en su propia casa, y no había nadie

chspuesto y capaz de cuidar de ella Su estado de salud se va

detenorando durante tres años. Pierde la capacidad para hablar,

necesll a ser alimentada, y t iem· mcontnwncia. Finalmente, ya no

puede sentJrse en un sillón, y s<· t•ncuentra permanentemente

confiruda a una cama. Un día, cont rae neumonía.

La neumonía se trataría rutinariarnPnte con antib ióticos en un

enf(·rmo con una cahdad de vida razonable. ¿Se debería tratar a

esta paciente con antibióticos7 Nossal cont inúa:

Se establece contacto con los fa rndiares, y la en f(·rrnera ¡eh· de

la n·s idenna les comunica que t>lla y el rn(·dico habi tual han

elaborado un acuerdo flexible para este t ipo de casos. En los

casos de demencia seml avanzada, las tres pnmeras infécciones

son t rat adas con antibiótKos, y despu<'s de <'SO, teniendo en cuenta

e l adagio que d ice la "neumonía es el amigo de los ancianos",

de¡an que la naturaleza siga su curso. ! .a enfi.·rrrwra subraya

que SI los Cuniliares lo desean, todas las inf(·cciones pueden

ser t ratadas en(·rgicamente. ! .os familiares están de acuerdo con

2S7

Page 137: Peter Singer -Ética Práctica-

�:t ica práctica

este proceduniento. La paciente muere debido a infi:cnón del

aparato urinario seis meses más tarde.

Cuando murió esta paciente lo hizo corno resultado de tma omisión

intencionada. Muchos pensarán que esta orn1sión est J ba bien

j ustificada. Pueden cuestionar SI no habría sido rrH'JOr que se

hubiera omitido el tratamiento incluso en la aparición minal de

la neumonía . Despui·s de t odo, el número t res no t iene significado

mágico en el campo de la moral . ¿Habría sido igualment e JUSt ifi

cable, en el momento de la omisión, ponerle una inyección que

causara la muerte de la paciente de manera pacífica"�

S i se comparan estas dos fórmas posibles de causar la muerte de

u n paciente en u n momento deterrmnado, ¿es razonable deknder

que el rn(·dico que pone la inyección es un asesmo que merece

ir a la cárcel , mientras que el m(•dico que decide no .tdrnimstrar

los antibióticos practica una mechcina corn pas1va y adecuada? J·:s

posible que esto sea lo que digan los t nbunales de JUsticia, sm

embargo se trata con seguridad de una distinnón msost eruble. Jo:r¡

ambos casos, el resultado es la muerte del panente. En ambos casos,

el m(•dico conoce que el resultado será (•s te , y decide su ,¡ctuación

basándose en este conocimiento, porque cree que este resultado

es meJOr que la alternativa existente . En ambos casos, el mi•dico

debe hacerse responsable de su densión: no sería correct o que el

m(·dico que decidió no adrrunist rar los antibióticos diJese que no

es responsable de la muerte del paciente puesto que no luzo nad,1 .

No hacer nada en esta situanón <'S e n sí u n a densi<in int encion,tda

cuyas consecuencias tienen unas responsabilidades de las que no

se puede huir.

Se puede decir, por supuesto, que el rn(•chco que no .tdrru nistra

los antibiót icos no mata al pacie nte , simplemente dqa que (·ste

258

1·, "!

' .

, , '

¡ ,

. . , 1 . •

1

Quitar la vida: los seres humanos

muera; sin embargo, entonces uno debe responder a la consiguiente

pregunta de por qué es malo matar y dejar morir no l o es . !.a

respuesta dada por la mayoría de los partidarios de esta distinción

es simplemente que existe u na norma moral contraria a matar a seres

humanos inocentes y no existe ninguna contraria a depr que (·stos

mueran. Esta respuesta nms1dera una norma moral aceptada como

si se encontrara más allá de todo cuestionamiento; no continúa el

razonamiento para preguntarse si debería existir una norma moral

contraria a matar (pero no contraria a depr morir) . Sin embargo,

ya hemos visto que el principio convencionalmente aceptado de

la santidad de la vida humana es insostenible. Tampoco pueden

darse por sentadas las normas morales que prohíben matar, pero

aceptan "dejar morir".

Reflexionar sobre estos casos nos lleva a la conclusión de que

no existe una dif(·rencia moral in trínseca entre matar y dejar morir.

Es decir, no existe una dif(•rencia que dependa úmcamente de la

distinnón entre acto y om1s1ón . (Esto no quiere decir que t odos

los casos en que se dqa morir son moralmente equivalentes a

matar. Hay otro s factores, factores extrínsecos, que serán a veces

pertinentes, lo que se discutirá más pro fimdamente en el capítulo

8) . Dqar morir, a veces denominado eutanasia pas1va , ya se acepta

corno línea de actuación correcta y humana en determinados

casos. Si no existe u na diferencia moral mtrínseca entre matar Y

depr morir, la eut anasia activa tarnbi(•n se debería aceptar corno

actuación humana y correcta en determinadas circunstancias.

Otro s han sugerido que la difáencia ent re no dar el tratamiento

necesario para prolongar la vida y poner una inyección letal, reside

en la intención con que se realizan ambas acciones. Los que tornan

esta postura recurren a la "doctrina del doble efécto", doctrina

ampliamente aceptada entre los teólogos morales católicos y los

259

Page 138: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

filósofós morales, para argumentar que u na Jcción (por e¡ernplo,

abstenerse de un trJtamiento p.1r.1 prolongar !.1 vi<l.1) puede tener

dos efl·ctos (en este cJso, no producir mayor sufl:imiento al

paciente, y acortar la vida del mismo). Entonces .1rgument.1n que en

tanto en cuant o el d(•cto directamente intencionado sea el benefinoso y

no viole una norma moral absolutJ , la acción es permisible. Aunque

se prevea que nuestra acción (u omisión) tengJ corno resultado

la muerte del p.1ciente, esto const it uye rnerJrrwnte un d(•cto

secundario no deseado. Sin emb.1rgo. IJ distinnón ent re un ef{·ct o

directamente intencionado y un efl>cto secundJno es Jrlifinal .

No podemos evitar !.1 res porisJbiiidad chngiendo simplemente

nuestra intención hJCiJ u n ef{·cto en lugar del otro . S 1 prevemos

ambos ef(•ctos, debernos aceptar IJ responsabihdJd de los ef{·ct os

previsibles de lo que h.1ce rnos. A menudo desearnos h.1cer algo,

pero no podernos h.1cerlo debi<lo J sus ot ras consenH·ncias no

deseadas. Por l'¡emplo, unJ ern presJ quí micJ desea deshacerse

de residuos tóxicos de !.1 mJnerJ rn.is económica, arro¡ ándolos

al río más cercano que h.1y.1 . ¿Depríarnos que los dmTtivos de

la empresa digan que todo lo que se pret endíJ chrectJrnente era

me¡ orar el rendirmento de la fabncJ, parJ de estJ rn.1nera fórnentar

el empleo y reducir el coste de la vid.¡? ¿Consider,¡rÍJrnos que se

puede excusar !.1 contaminJción porque se trJt .I snnplernente de

un décto secundJrio no deseJdo produndo J ! mtentJr logr.¡r estos

loables ob¡etivos?

Evidentemente, los p.1rt i <lJnos de la doct rma del doble d{·cto

no aceptarían este llpo de excusa. Sin ernb.1rgo, .1 ! rechazar!.¡

tendrían que confiar en la opnuón de que el coste, el río contJ­

minado, es desproporcionJdo JI beneficio. Aquí, t rJs ! . 1 doctrinJ

del doble décto se ocultJ u n J UIC"lO consecuenciJhst.l . ! .o rrusrno

ocurre cu.1ndo se usJ estJ doctnn.¡ en el c.1rnpo de !.1 Jtennón

260

liJ ·?

t

1

, 1 '

J

Quitar la vida: los seres humanos

rn(•dica . Normalmente, salvar una vida tiene prioridad sobre el

ahvio del dolor. Si en el caso de u n paciente determinado no es

así , esto sólo puede ser porque hemos ¡ uzgado que sus perspectivas

de vida finura con una cahdad aceptable son tan reducidas que en

este caso tiene prioridJd ahviar el sufi-irniento. En otras palabras,

esta decisión no se basa en la santidad de la v1da humana, sino en

un j uicio oculto sobre la cahdad de vida.

Apelar, corno se hace con fi·ecuencia, a una distinción entre

medios de tratamiento "ordinarios" y "extraordinarios", junto con

la creencia de que no es obligatorio proporcionar medios extra

ordinarios, es igualmente insatisfactorio. Junto a mi colega Helga

Kuhse, Jlev(· a cabo una encuesta entre pediatras y tocólogos en

Austraha y descubrí que tenían 1deas sorprendentes sobre lo

que eran medios "ordinarios" y "extraordinanos". Algunos incluso

opinaban que el uso de antibióticos, el procedimiento mc�dico

más común. más simple y más barato, podría ser extraordinario.

No es difinl ver la razón para esta gama de posturas. Cuando se

observan las j ustifionones de esta distinción dadas por los filósofós

y teólogos morales, resulta que lo que es "ordinano" en unas

sit uaciom·s puede ser "extraordinano" en otras. Por ejemplo, en el

conocido caso de K aren Ann Quinlan, la joven de Nueva Jersey que

estuvo en coma durante diez años antes de morir, un obispo catóhco

declaró que el uso de la respiración JSistida era "extraordinario" Y

por lo tanto opcional, y.¡ que la ¡oven Quin!Jn no tenia esperanzas

de recuperarse del estJdo de cornJ. Evidentemente, si los m(•dicos

hubiesen creído que había probJlHhdades de que se recuperase, el

uso de la respiración asistida no habría sido opcional, y se habría

considerJ<lo "ordinario". De nuevo, lo que determina si u na fórma

de tratamiento es ordinaria o extraordinaria, y por lo tanto si se

suministra o no, es la calidad de vtda del paciente (y. cuando

26 1

Page 139: Peter Singer -Ética Práctica-

lÍtica práctica

los recursos son limitados y podrían utilizarse más eficazmente para salvar otras vidas, el coste del tratamiento) . Los que apelan a esta distinción ocultan su postura consc•cuencialista ba¡o 1.1 capa de un <'tica absolutista; pero la capa se está desgastando, y el disfraz transparenta ya.

Por lo tanto, no es posible apelar ni a la doctnna del doble ef(•cto ni a la distinción entre medios ordinarios y extraordinarios para demostrar epi(• dejar que un enkrmo muera es moralmente dif(•rente eh• ayudarle activamente a morir. De hecho, debido a eliü•rencias ext rínsecas, espenalmente las dif(·rencias en el t iempo necesario hast,¡ que· la muerte t iene lugar, la eutanasia activa es posiblemente el único camino correcto ,¡ ruvel hum.mo y moral . La eutanasia pasiva puede ser un proceso lento: c·n un artículo en la revista British M1�dicul Journal, John Lorber relat.Iba el destino de veinticinco reci('r¡ nandos con espina bífid,¡ en cuyo caso, debido a las pocas PSfWranzas ck vieb qup mereciew la pena, se había decidido no operar. Recordaremos e1ue el doctor Lorber n•conon· libremente que el ob¡etivo de no tratar a los reci(•n n.Indos es que mueran pronto y sin dolor. No obstante, de los veint icinco nirios, catorce permanecían aún con VIda despu(•s de un mes, y siete ,¡J cabo de tres meses. En la muestra de Lorber, ,¡J cabo de nueve meses habían muerto todos los nif10s, pero esto no se puede garantizar, o al menos, no se puede garantizar sin pis,¡r la delg.HL! línea de separación que existe entre la eut.masi.l act iv,¡ y fl.lsiva. (Los detractores de Lorlwr afirman que todos los nif10s no trat ,1dos ba¡o su cuidado mueren porque se les d.m sedantes y son .IInnentados solamente cuando lo piden: los beb(•s somnolientos no t ienen unas ganas de comer saludables). En una clínic.I aust rali.m,1 que siguió el planteamiento de Lorber con n•specto a la espina bífida se encontró que, de 79 reci(•n n.Iciclos sin tratamiento, cmco sobrevivieron

262 ' '

Quitar la vida : los seres humanos

durante más de dos años. Para estos mños, y su familia, esto

debe consti tUir una prueba larga y muy dura. También supone

una carga considerable para el personal hospitalario y para los

recursos rn(·dicos de la comunidad, aunque (•sta no debería ser

la consideración primaria en una sociedad con un nivel razonable

de riqueza.

Para ver otro e¡emplo, consideremos el caso de los recién

nacidos con síndrome• de Down y con una obstrucción en el

sistema digestivo que, si no se• elimina, no permitirá que el niño

se alimente . Al igual que en el caso de "Baby Doe" se puede de¡ar

que estos renén nacidos mueran. No obstante, se puede eliminar

esta obstrucción, que no tierw mnguna relación con el grado de

discapacidad intelectual que el nirlo tendrá. Además, no llevar a

cabo la intervención en estas circunstancias tiene corno resultado

una muerte que, aunque nena, no es ni rápida ni sin dolor. El

rmlo muere por deshidrataCIÓn o desnutnnón. Pasaron cinco días

antes de• que Baby Doe muriera, y en otros casos registrados de esta

práctica m(·dica, han pasado hasta dos semanas antes de que tuviera

lugar la muerte .

En este contexto, resulta interesante pensar de nuevo sobre

nuestra argumentación antenor con respecto a que la pertenencia a

la especie horno sapiens no nos da derecho a rPcibir un tratamiento

me¡ or que un ser de nivel mental similar que sea rmembro de una

es pene dif(·rente. Tambihl podríamos haber añaehdo, a no ser

porque resulta demasiado evidente decirlo, que la pertenenua a

la especie horno .1apiens no es una razón para darle a un sc•r un

tratamiento peor que a un miembro de una especie ehférente. No

obstante, en e l caso de la eutanasia, sí c·s necesario decirlo. No · l · ¡ · un animal tenernos ninguna duda de que esta Jien e 1sparar a

malherido 0 muy enférmo si sufre mucho dolor y tiene unas

263

Page 140: Peter Singer -Ética Práctica-

f:t ica práctica

posibilidades de ren . . j

· lper a non < esprecia bles ¡; · j , m 1 .. . . · · .VI( < ntemente sería a o permitir que la naturaleza s i . " ' .

PI tratami ' t ' . . . ga su curso , no proporcionando

. e n o, pe ro negandonos a matar.

Impide VPr c¡ ue 1 Lo tíruco que nos o qup es evidenternt>ntc· malo <'n ·1 . . l cabalJ · . 1 < < aso < e un . o <'S Igu.t mente malo han·rlo en el caso d ' . .

j · . . · · < un rt'l'H'n nando ;a

i�:�ac

l

·H

l

a�ll

o, es nuestro n•speto inapropi.¡do por ] . ¡ doct rina de la ac < < a vida humana . En resumen, los m(• todos pasivos de acabJr . 1 . l · . ·

1 . < on ,¡ VH a twnen e omo rt>su lado una muerte alaroa j

fáct ' . . t> < a mnect>sanament e . Int roducen on s no pt>rtmentes (un,¡ obst rucción intc•sti. rtal . {' r ' 1 . ' o una zn ('C . · ' ac¡ mente curable•) en IJ selt>cción l , 1 .

< Ion < e os que VJn a monr Si somos c

_apaces dt> admitir qup nut>stro ob¡·er , .

. tvo < s un.¡ muerte r ípida sm dolor, la const>cunón dt> Pste ob¡el i . l 1 .

, y

manos de la . , , . vo no se < e l<'na depr Pn suc rtc . Una vez c¡ue se ha el , . l 1

. . ' e gi< o a muert e debt>ríamos ase gurarnos de que se produzca de ].¡ rne¡ or fórrna pos i ble.

.

La pendiente resbaladiza: ¿de la eutanasia al genocidio?

Antt>s de abandonar este temJ, dt>bt>mos prestJr llen . . objt>ción c ¡ ue . 1 . . . . ' < Ion ,¡ un,¡ e o Jr,¡ tant J unportJnnJ en lJ l i t , 1 que mer ' . ,

< r,¡ ur,¡ .tnt ieut.mJsiJ .

e e e que se le dedique todo un dfl Ir! tdo 1 . . 1 · ' ' · �s . por e¡ emfllo a r.tzon qup John l .orber 1 1 · · , l .orlwr escribe:

u I IZJ para rechazar lJ eu( ,lfiJsia <�ct iv,¡_

264

Estoy lotalrnen t P <'n contr ¡ , l d ( ( a <'lll driJS iJ. A plPtarn<'ntP lóoic unq up <'S corn

. " '1' Y Pn manos <'Scru¡lll los,1s se 1 f

Y <'Xpert .¡s podri.1

; :r � orrnJ rn.ís hurn.¡n,¡ de afront.tr <'S I <' t ipo de situ.Inón 1 1 < gahzJnon de l a eut.masiJ SPrÍ l ti

, , · · • n ,¡rrna rnuy peho . dPl <'S tJdo 0 ¡ , - ¡ . . l . ,.,rosa <'n rn.mos < < lfl< lVI< uos sm escrúpulos o ionor.�ru c·s. " No hay

1

• •

( '

1 1

Quitar la vida: los seres humanos

que irse muy atrás pn la historia para t<'n<'r conocirniPnto dP los

crímPnPs qu<' SP podrían cometer se si legalizase lJ eutanasia.

¿Sería la eutanasia e l primer paso hacia abajo en la pendiente

rt>sbaladiza7 En ausPncia de puntos de apoyo morales importantes

para controlar nuestro descenso, ¿resbalaríamos sin parar hasta e l

fóndo d e l abismo d e l terror d e l estado y d e l asesinato masivo7 La

experit>ncía del nazismo, a la que sin duda S<' refiere Lorber, ha sido a

menudo ut i lizada corno i lustración de lo que seguiría a la aceptación

de la Putanasia. A continuación aparece un t>¡ emplo específico

extraído de un artículo escrito por otro médico, l .t>o Alexander:

Cualquiera que fiwsP la proporción qu<' alcanzaron finalmPntP

los crírnPn<'s ]nazis] , n·su ltó PvidPnte para todos los que los

invPstigaron qu<' habían tPrudo un corrupnzo insigmficant<'. Al

prinnpio, S<' cornPnzó con un cambio sutil Pn la act i tud básica

dP los rrH:·chcos. EmpPzó con la acppt.Ición de la act i tud , básica

Prl Pl movimiPnto pro -Putanasia, dP qup existe una vida qu<' no

rrwn·n· vivirse. Esta actitud al principio SP ref{·ría rnprarnentP a los

Pn({•rrnos crónicos muy gravPs. GradualmPntP, Pl árPa dP inclusión

fíw ampliada hasta abarcar a los no product ivos sonalrrn·nt<' , a los

indPsPados idPológ�ros, a los indPsPados racialPs y finalm<'nt<' a

todos los qup no fi¡pran alemanPs. Sm Prnbargo, PS importan!<'

darsP cupnta dP que la actitud hacia los Pn f(·rmos no rPhabilitablPs

sirviÓ dP minúsculo punto d<' apoyo para pon<'r Pn movimiPnto

t od.1 PSta corriPntP dP pensamiPnto.

Alexander Identifica al l lamado programa dP eut anasia de los

nans como la raíz de todos los hornbles crímenes cometidos

postenorrrwnte por ellos, porqut> el programa Implicaba que "existe

una vida que no merece vivirse". Seria dificil que l .orber estuviera

ck acuerdo con Alexander en este punto, ya que su recomendación

en el sentido de no tratar a dC'lerrru nados reci(·n nacidos se basa

265

Page 141: Peter Singer -Ética Práctica-

lit i ca práct1ca

exactamente en este ¡ uicio. Aunque a V<'CPs sp habla corno si nunca se debJPra opinar que una vid;¡ humana no rnPrPcP vivirse, hay ocasionPs en las que esta opinión <'S evidPnternente correcta. Una vida liPna de sufrimiento lis iCo, no cornp<'nsada por mngún tipo dP plan•r o por un nivPl rninimo dP conciPncia propia, no merece la pena. Las encuestas llevadas a ca bo por economistas de la salud en las que pn·guntan a los encuestados cómo valoran la vida en deterrnin<Idos estados de salud dan rPgularrncntp corno resultado un valor negativo par a determinados estados· es ckcir los encuest ados ser!alan que prd(•nrían estar muertos antes qtH: sobrevivir en <'Sas condiciones . Aparenterrwnte, en el caso dc• la anciana descrito por Sir Gustav Nossal, en opinión de 1.1 enf(•rrner,1 jd(· de la residencia, del rn<·dico y de sus familiares, no merecía la pena CjU<' siguiera viviendo. Si podemos establecer cntenos para decidir a qui{•n hay que dqar morir y a qui{·n hay qup proporcionar tratamiento, <'ntonct>s ¿por qué ha de sc·r malo Pstablecpr cnterios, ptwde que los mismos, para deci<hr a qui{•n hay que matar7 Por lo tanto la acti tud de que no merece la pen,1 seguir viviendo en algunos casos no es lo que separa a los nazis de las rwrsonas normales <¡ue no C<>rrlc't , · < n ases matos masivos. ¿De qu{· se trata <'ntonces7 ¿Se t rata de que füeron más all.í de la eutanasia pasiva y pracl!caron la eutanasia activa7 Muchos, corno Lorb<'r, se muestran prPocupados ante e] pO<kr que un programa de eutanasia activ,¡ podrí,¡ poner en l.1s manos de un gobierno sin escrúpulos. Esta preocupación no es desdeñable, pero no debería ser exagerada. Los gobH·rnos sm escrúpulos ya cuentan en su poder con medios para desh.1cerse de los opositorPs más p1.1us1bles que• la eutanasia administ rada por m{•dicos por razones rm;dicas SP pueden apafiar "suind10s"; pueden ocurrir "accidentes" ; en caso necesario se puede contratar ,¡ asesinos a sueldo. Nuestra rne¡or

266

1 ,

l 1

Quitar la vida : los seres humanos

dd(·nsa contra <'Stas posibil idades PS hacer todo lo posible para

que nuestros gobiernos sean democráticos, abiertos, y en manos de

pPrsonas qu<' nunca p<'nsarían seriamPnte pn matar a sus oponentes.

U na vez qu<' el deseo de matar <'S lo suficientemente serio, los

gobiernos encontrarán la fórrna dP llevarlo a cabo, sea o no legal

la eutanasia.

De hecho, los nazis no contaban con u n programa de eutanasia,

en P l sPntido c•st rino dP la palabra. Su llamado programa de

eut anasia no esta ba motivado por la preocupación con respecto

al sufi-imiPnto de aquPllos a los que mataban. De haber sido así,

¿por qu(· habrían mantenido sus operaciones en secr<'lo, engañado

a los fa miliares sobre la causa de la muerte, y cons ich-rado exentos

del programa a ciertas clases privilegiadas , como los veteranos de

las fiiPrzas armadas, o los farniliarPs del personal encargado de la

eutanasia7 La "eutanasia" nazi no fiw nunca voluntaria, y a menudo

tuvo caráctPr involuntario más qu<' no voluntario. "Deshacerse de

las bocas inútiles", una frase usada por los qu<' estaban al mando,

describe mejor los ob¡etivos del programa que "eutanasia". A la

hora de seleccionar las personas que iban a matar, el origen racial

y la capacidad para traba¡ar se Pncontraban entre los factores

determinantes. La creencia nazi <'n la importancia de mantener

un Volk ario puro, una entidad en cierto modo místic.1 que se creía

era más import ante que las simples vidas individuales, hizo posible

tanto el llamado programa de eutanasia como todo el holocausto

posterior. Por el contrario , las propuestas en pro de la legalización

de la eutanasia están basadas en el respeto a la autonomía y en PI

ob¡etivo de evitar un sufi-irniento sin sentido.

Aún reconociendo esta dif(·rencia esencial entre los ob¡etivos

de la "eutanasia" nazi y las propuestas modernas, se podría ddf.•nder

el argumento de la pendiente resbaladiza como u na fórma de sugerir

267

Page 142: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

que la estricta norma actuJI en contra de matar direct arrwnte .¡ seres

humanos in ocentes está al servicio de un propósito útil . Por muy

arbitrarias e injustificables que sean J.¡s dilérenciJs entre hu manos

Y no h umanos, léto y reci(·n nacido, m.1tar y de¡ar monr, )a norma

contraria a matar directamente a seres h um.1nos inocentes por Jo

menos indica tlfl.l l inea prJcticJble. Es mucho m.ís dificil ser!J).¡r la

distinción entre un recih1 nacido cuya vida merece la penJ, y uno

cuya vida ciertamente no lo merece. Es posible que las personas

que ven que se m.1t.1 a deterrmnJdJs d.1ses de seres hum.¡nos

en determinadas circunstanCias v.1yan más allá parJ a Jc.¡r¡z.¡r la

conclusión de que no es rn.tlo matJr a otros que no se <l ikrencian

mucho de .¡qui·llos. ¿Qu iere esto decir que se h.1rá retroceder

gradualmente el límite de los c.1sos en los que es JCeptJble m.¡t.¡r7

En ausencia de un punto de fldradJ lógiCo, ¿ser.í el result.1do ).¡

p(•rdida de todo res peto por ).¡ vtd.t hurnJ n,¡7

Si se cambiJran nuestras leyes para q u e cualquwra pudwse ll ev.tr

J cabo un act o de eut.1nasi.1 , constituiríJ un peligro real la .1usenci.1

de una línea dar.¡ entre los c.1sos en los que se puede matar de

manera justificable y aqudlos en los que no; sin emb.1rgo , esto

no es lo que pro ponen los partidarios de ).¡ eutanasiJ . Si los ,1ctos

de eutanasia sólo se pueden llevJr ,¡ c.1bo por un rruembro de

la proli.•sión m(•dica, con el acuerdo de un segundo mi•dico, es

poco probable que la propensión de matar se ext 1end.1 de lórma

incontrolada por tod.t ).¡ comumd.1d . ! .os mi·dicos ya poseen u n

gran poder sobre l a vidJ y la muerte .¡ tr.tv(·s d e s u cJp.ln<IJd fldrJ

no aplicar un tratJnuento. No h.1 h.1bido runguna sugerencia que

indique que los rni·dicos que empiez.¡r¡ por de¡.1r que los reci(•n

nacidos gravemente disc.tp.Kitados rnuerJrl de rH·umoníJ p.1sen

de esto a no administrJr Jntibióticos .¡ miembros de una rnmorí.t

racial o .1 los ext remistas políticos. De hecho, la leg.1hzauón de ).¡

268

••

1 \

1

Quitar la vida : los seres humanos

eut anasia puede actuar corno una lórrna de control del poder de

los m(•dicos, ya que sacaría a la luz y bajo la supervisión de otro

mi·dico lo que en la actualidad algunos mi·dicos hacen en secreto

por iniciativa propia.

De nulquier modo, existen escasJs p ruebas históricas que

sugieran que un.1 acllt ud permisiva con respecto a matar a una

categoría de seres humanos conduzca a la desaparición de las

l imitaci ones contranas .¡ matar a otros seres humanos. Los antiguos

gnegos con regularidad mataban o abandon.1ban a reci(·n naudos,

sin embargo parece que füeron como mínimo tan esc rupulosos a

la hora de quitar l.1 vida de sus conciud.1danos corno los cristianos

rnedievJies o los .¡rnencanos actuales. En l.1s sociedades esquimales

era costumbre que los hombres mataran .1 sus padres ancianos, sin

emb.1rgo casi no existe constJncia de asesinatos de adultos normales

sanos. He mencion.1do estJs prácticJs no con la intención de sugerir

que se deberÍ.lfl ¡mitar, sino sólo para indicar que se pueden trazar

líneas divisoriJs en lugares que no coinnden con los que usarnos

p.1r.1 trazariJs en la .1ctuahdad. Si est Js sociedades pudieron dividir

a los seres humanos en categorías d!férentes sin t ransfi.·rir sus

actitudes de un grupo a otro, nosot ros , con u n sistema legal

más solist lCJdo y un m.1yor conocimiento rn(·di«>. deberíamos

ser c.1paces de hacer lo mismo.

Todo lo antenor no mega que de¡ar l .1 postura étiCJ tradiuonal

sobre la santidJd de la vidJ lleva consigo un riesgo muy pequeño,

aunque firu to , de consecuenci as no deseadas Para contrarrestar

la bal.1nza debemos colocar el d.1rlo tangible que est e nesgo en

provoca la· (• tlca t rJdicional : el darlo .1 aqui•llos cuya desgracia se

prolonga 1nrH·cesJriarnente. IguJlme nte, debernos pregunt.¡rnos SI

la aceptanón generalizada del aborto y de la eutanasia pasiva .10 ha

revelado y.1 puntos flacos en la i'tiCJ tradicional, que hacen que ésta

269

Page 143: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

se convierta Pn una def(·nsa poco sólida contra los que carecen de

respeto por la vida individual . Es posible qut> a largo plazo una (·tica

más solida, aunqut> est(· menos dt>fínida , proporcione una base más

sólida desde la qut> luchar contra las rnuertt>s in¡ustifícables.

270

1 . . �

1[ '

8 Ricos y pobres

Algunos datos sobre la pobreza

En la discusión sobre la eutanasia en el capitulo 7, cuestionamos

la distinción entre matar y de¡ar morir, llegando a la conclusión

de que desde el punto de vista de la (•tica, no es intrínsecamente

pertinente. l •:sta conclusión tiene unas implicaciones que van más

allá de la eutanasia.

Consideremos estos hechos: según los cálculos más cautos, 400

millones de personas carecen de las calorías, proteínas, vitaminas

y minerales necesarios para llevar una vida tanto fisica corno

psíquicament e sana. Millones de personas pasan hambre con­

t i nuamente; otras sufren enf(•rmedades carenciales (' inf(•cciosas

q u e podrían eliminarS(' con una dieta mq or. Los niños son los

más af(•nados. Según un estudio, 1 4 millones de niños menores

de cinco años mueren cada año debido a los ef(·ctos combinados

1 : • de la desnutrición y las inf(·cciones. En algunas regiones, la mitad

) de los niños que nacen mueren antes de cumplir cinco años.

No Ps la falta de alimento la única dificultad a la que se enfrentan

los pobres. Para ofrecer una imagen más amplia, Roben McNamara,

cuando era prt>sidente del Banco Mundial. sugirió e l término

"pobreza absoluta .. . l .a pobreza con la que estamos familiarizados

en los países indust rializados es una pobreza relativa, lo que

qmere decir que algunos ciudadanos son pobres, en relación

con la riqueza de que disfrutan sus vecinos. l .a gente que vive

271

Page 144: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tic a prácr ica

una �obreza relativa en Australia podría estar en tmas condiciones ecor:omicas bastante buenas en comparación con los pensionistas en (,ran Bretaña y • · t . ' < s os no son pobres si los cornp.�r.unos con la pobreza que exis te en Mali o l�tio¡Jia 1 a fl<J 'Jr ,. ' . 1 • • t < za .wso uta, por otra parte, es pobreza se torne ].¡ rd(·renna que se tome. Según McNarnara:

La pobrez.t en el ruvel .tbsoluto es vtvir t'n el rrusrno lirmte de la existenna . Los pobn·s absolutos son seres humanos con gr.tvt·s pnvanont•s que luchan por sobn•vtvtr en tm.ts circunst .mn.ts de �rusena y degr.tdación que, desde ntH'str.ts condtnones pnvdegt.tdas. < as � no podernos concebtr t•n nuest r.t sofistic.tda an.tgm.tctón Cornpar.tdos con los que t lt'nen ¡ 1 suertt' <l , . ' . . . . ' · ( VIVIr ('Tl fl•l !Sl'S dt sarrol!.tdos, los mdivtduos de !.ts naciones rn.is pobn·s t ienen. Un mdtn• de rnortal td.td inf:m t d ocho veces supenor

Un.t espt·ranza de vid.t t res veces rn.is ba¡a Un índice de ,¡lfabetu.anón .tdul t ,¡ el 60% rn.is ba¡o Un ntve! de nutrición, por deba¡o de los mveles .tcepta bles, para uno de cada dos <'n ] . 1 pob!.tción; y par.! millones de nulos, menos ¡nott'I.rtas <lt• 1 . · .ts que se nt'et'Slt.trl p.tra que el cerebro se dPsarrolk dt' ¡·<Jrrrta 1 l l . • < ecua< d .

. �cNarnara ha definido el concepto de pobrez,¡ absoluta corno unas condiciones de vida que se caract<'rizan j , t 1 f , . . . . . · < < a orrna por una dt snutnnon, analfabetismo, enf(•rrned.tdes, entorno rmserabk .dt ,¡ mortalidad infantil y una ba¡· , . , ¡ .

' a < sp< ranz,¡ < e V Ida , que se <'ncuentran por deba¡o dt' cualquier ddimnón razonable dt- decenci.l hurn.ma" .

l .a pobreza absoluta es. tal y corno ha dicho McN.un.tr.t, responsable de la p<'•rdida de infini<l .t<l l < e vid.ts, espenalrnente de reci(·n n.tcidos y <k nulos fll'<l tH'flos Aun cuando ].1 pobrez,¡ absoluta no se.1 causa de la muert e, provoca un,¡ clase de rnisena

272

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'

il

)

Ricos y pobres

que no es facil ver en los paises ricos. La desnutrición en los niños

pequeflos les atrofia su desarrollo tanto fisico corno psíquico. Según

el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, 1 80 millones dP

niflos menores de cinco años sufren de una grave desnutrición.

Mil lones de personas con dietas pobres sufren enférmedades

carenciales corno el bocio , o la ceguera causada por una falta

de vitarnma A. El valor alimentiCIO de lo que comen los pobres

está asimismo reducido por una serie de parásitos tales corno el

anqui lostoma y la tiria, los cuales son end(·rnicos en condiciones

de higiene y educación sanitaria pobres.

MuertP y enf(•rrnedades aparte, la pobreza absoluta trae consigo

unas condinones de vida rniserablt•s, en las que tanto la alimenta­

ción corno la vtvienda, el vestir, la higiene, los servicios sanitarios

y la educaCión son msuficientes. The Worldwatch Institute calcula

que 1 .200 millones de personas o , lo que es lo mismo, el 23 'X, de

la población mundial · viven en u na pobreza absoluta. Según esta

estimación, la pobreza absoluta se define corno "la falta de ingresos

suficientes en di nero o en especie para sal!sfácer las necesidades

biológicas más básicas de alimentación, vestir y vivienda". l.a

pobreza absoluta es probablemente hoy e n día la principal causa

de miseria humana .

Algunos datos sobre la riqueza

(•:sta es la situactón de fóndo, la situación que predomina cons­

tantementP en nuestro planeta. No es motivo de titulares . Ayer

rnunó gente de desnutnción y enf(·rmPdades relauonadas con

ella, y mañana rnonrán más. La sequía, los ciclones, tern·rnotos

Page 145: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

e inu ndaciones que se producen de vez en cuando y que se

cobran las vidas de decenas de miles de personas en un lugar y

momento determinados, tienen más valor periodíst ico. Se arladen

a la cantidad total de sufrirruento humano; pero es malo suponer

que cuando no se infórma de algún desastre importante es que

todo va bien.

El problema no consiste en que el mundo no pueda produur

lo suficiente para alimentar y proporcionar vivienda a su gente. I .as

personas que viven en los países pobres consumen un promedio de

1 80 ki los de cereal al arlo, mientras que el promedio norteamericano

ronda los 900 kilos. l .a dif(·rencia se basa en el hecho de que en

los países ricos util izamos la mayor fl.lrl<' de nuestro cere.d para

alimentar a los animales para de este modo, convertirlo t•n carne,

leche y huevos . Puesto que este proceso es sumamente meficaz,

los países ricos son res ponsables del consumo de muchos más

alimentos que los países pobres, donde se comen pocos productos

animales. S i dejáramos de alimentar a los ammales con cereales y

soja, la cantidad de comida que ahorraríamos si la distribuy(· ramos

entre los que la necesitan sería más que suficiente para acabar con

el hambre en el mundo.

Estos datos sobre la ali mentación animal no significan que

podamos resolver fkilmente el problema del hambre en el mundo

restringiendo los productos animales, pero demuestran que el

problema es principalmente de distribución y no de producción. ¡.:] mundo produce suficiente comida para todos. Además, l .1s rrusmas

naciones más pobres podrí.ni produur mucho más si util izaran

mejores t(•cnicas agrícolas.

Por tanto, ¿ por qu(· hay hambre t•n el mundo7 I .os pobres no se

pueden permitir comprar cereal cultivado por los granjeros de los

países ricos. l .os granjeros pobres no se pucckn permitir comprar

274

�'

•. i t

l \ 1 )

Ricos y pobres

rrH'jon·s semillas, ni f(•rtilizanles, ni la maquinaria necesaria para

abrir pozos y bombear agua. Sólo si transfemnos parle de la riqueza

de los países ricos a los pobres se podrá cambiar esta situación.

Que es l.! riqueza existe es evidente . Frente al cuadro de pobreza

absoluta que nos ha dibujado McNamara, se podría plantear una

snuación de "riqueza absoluta". l .os que son absolutamente ricos

no lo son necesanamente ('TI comparación con sus vecinos, sino

que lo son teniendo en cuenta cualquier definición razonable de

l.1s necesidades humanas. Esto significa que tienen más ingresos

de los que neces itan para satisfacer de forma adecuada todas

las necesidades básicas de la vida . Despu<·s de adquirir (bien

directamente o mechante sus nnpuestos) comida, vivienda, ropa,

servicios sanitarios básicos y educación, a los absolutamente ricos

les queda todavía dinero para gast.lr en lujos. I .os absolutamente

neos el igen su alimento por el gust o de su paladar, y no para

detener e l hambre; se compran ropa nueva para vanar, y no para

abrigarse; se mudan de casa para vivir en u n barrio mejor o tener

una habitación de J Uegos para los nirlos, y no para resguardarse

de la lluvia; y des pul�S de todo esto les queda todavía dinero

para gastar l'n equipos de sonido, video-cámaras y vacaciones en

el extranJero.

Hasta el momento no he hecho ningún JU icio (•tico sobre la

riqueza absolul.!, sino que me he l imitado a ser!alar que existe. l .a

característica que la define es la importante cantid.1d de ingresos por

encima del nivel necesario para satisfacer las necesidades humanas

básicas de uno mismo y de los suyos . Según este baremo, la mayoría

de los ciud.1danos de Europa occidental, Nortearn(·rica, Japón,

Austral ia, Nueva Zelanda, y los estados del Ori�nte Medio ricos

('TI petróleo son todos absolutamente ricos. Por citar a McNamara

una vez más:

275

Page 146: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

"El ciudadano medio de un país desarrollado chsfi-ut,1 de una

riqueza mucho mayor de la que puedan sof1ar los mil millones

de personas de los paises con n•nta per cápita mf{•rior a 2CXJ

dólan•s". Estos, por tanto, son los países e individuos - que

poset•n una riqueza que, sin amenazar sus necesidades básicas,

podrían transf{·rir a los pobres <�bsolutos.

Por el momPnto St' ha transft•rido muy poco. Sólo Suena, Holanda, Noruega, Y algunos de los países árabes exportMlores de petróleo han alcanzado el modesto objetivo, establecido por las Naciones Unidas, del 0,7 por ciento ckl producto nacional bruto (PNB) . Gran Bretaña cede el 0,31 por ciento de su PNB t'n ayuda oficial al desarrollo y una pPquer1a cantidad ad icional en ayud,1 ext raofiual de organizaciones voluntarias. El total suponp alrededor de 2 l ibras (unas 400 pesetas) mensuales por pPrsona, comparado con e] ', ,', por ciPnto del PNB que se gasta en alcohol y el :� por CH'nto en tabaco. Otras naciones, incluso más ric·as, aport an poco m.ís : Alemania, el 0,41 flOr ciento, y }aflÓn, el (),72. ¡ ¡ · ¡ ·lJlJ i . 1 .os � •. e an tan sólo el O, 1 5 por ciento de su PNB.

¿El equivalente moral del asesinato?

Si éstos son los hechos, n o podemos evi tar llegar a la concluskm

de que al no dar más de lo que damos, ! .1 gente de los paises ricos

está permit iendo que la de los países pobres sufra una pobreza

absoluta, con la consiguiente desnutrición, enf(·rmedad y muerte.

Esta no es una conclusión que ,¡f{·cte sólo a los gobiernos, smo

que afi·cta a cada individuo absolutamente neo, ya que c.HL! uno

de nosot ros tiene la oportunidad de hacer ,1lgo par,1 cambiar esta

276

ll ,

¡; t

J

1 )

,¡ '

Ricos y pobres

si tuación; por q ernplo, ofrect•r nuestro dinero y nuestro tiempo a

organizaciones dt' voluntarios corno M(·dicos Sin Fron teras, Ayuda

en Acción, etc(·tera. Si, entonces, dqar rnonr a alguien no es

intrínsecamente difí.·n·nte de matar a alguien, parecería que somos

todos asesinos.

¿Es demasiado duro este veredicto? Muchos lo rechazarán por

considerarlo manifiestamente absurdo, y prefi.·rirán tomarlo corno

algo que c!Pmuestra que dqar morir no puede ser equivalente a

matar, más que como algo que demuestra que vivir de una fórma

opulPnta sin contribUir a una organización de ayuda al t'Xterior

sea h icamen te equivalente a ir a Et iopía y matar a algunos de

sus habitantes. No cabe duda de que expresado dt' una fórma

tan terrmnante, el verPdicto es demasiado duro.

Ex1sten varias ddén·ncias importantes entre el hecho de gastar

dinero en luJOS en vez de utilizarlo para salvar vidas, y matar a la

gente de fórma deliberada.

Jo:r¡ primer lugar, la motivación normalmente será difí.·rente .

Los que de fórma deliberada disparan a otros hacen todo lo

posible por matar; prPsumiblemente qu ieren que sus víctnnas

mueran, por maldad, sadismo, o cualquier otro mottvo igual de

desagradable Una persona que se compra un nuevo equipo de

sorudo norrnalmente querrá disfrutar aún más de la música, lo

cual no es en si rrusmo algo ternble. En el peor de los casos,

gastar dinero en luJOS Pn vez de darlo por tma causa JUsta indica

egoísmo e mdifí.•rt-'nua hacia el sufi-ímiento de otros, características

que pueden no ser deseables, pero que no se pueden comparar con

la maldad u o tros motivos similares .

En segundo lugar, no es dificil para la mayoría de nosotros

actuar de acuerdo con una regla que vaya en contra de matar a la

gent e : es, por otra parte, muy dificil obedecer una regla que nos

277

Page 147: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

obligue a salvar todJs las vi<Üs que pO<Ümos. PJrJ vivir de \UlJ mant•ra cómoda o incluso hiJ OSa no es neces,lrio m,ltar a nJdie; pero es necesJrio de)dr que Jlgunos J los que podriJmos h.1ber salvado mueran, porque podriJmos hJber t enido que dJrles el dinero que necesitJmos p.1ra vivir cómodament e . Por tanto es mucho más facil cumplir a ra) dtJblJ con el deber de no mJtJr que con el de salvar vidas. SalvJr todJs lJs vidas que podJmos supondriJ reducir nuestro mvel de VIda hJstJ el minnno nen•sJno fMrJ seguir viviendo i Cumplir J rJ)JtablJ con este deber ex¡g¡ríJ un grJdo de heroísmo moral totJlmente dilérente del que se nen•si tJrÍ,l pdrJ s implt>mente no mJtJr. Una tercerJ diférencJJ es lJ rnJyor n•rtt•z.¡ del resultJdo qut> se produce Jl rnJtJr cornpJrJdo con no ofi-ecn JyudJ. S1 ,¡puntJmos a Jlguien con lHIJ p istolJ c,¡rgJCL! J cortJ distJnc¡,¡ y dflrt' tJmos el gati l lo , es práct icJmente s(·guro que PSJ pnson,¡ rnonrá ; rruent rJs que el dinero que pudi(•rJrnos dJr st> podríJ g.lstJr en un proyecto que no tengJ t'X l to y no ,¡yude J nJdie.

En cuarto lugJr, cuJndo se rn.l la ,¡ alguien se cLu!J J pnsonas concretas a las que podemos Ident i licar y tJrn bi{>r¡ a sus bmilias. Cuando nos comprJrnos un l' <jlllpo de sorudo es imposible que sepamos a quit;n hubi(•rJmos sJivJdo S I hub¡(•rJrnos d.1do el dinero.

278

1 En n•Jhd.td, n<·n·sll.tri.unos redunrlo h.tst.l el rnimrno ruv<'l cornp.ll tble con IJ g.tn.mn,¡ d " los mgr<'sos q ue, tr.ts s.lltsf:tc<'r nuest r.1s rwn·sHl.ules, nos de¡Jr,¡ un,¡ mJyor su rn,¡ fl.lr.t d.1r .1 los d<'rn.is. Así, s1 "" nn tr.Ib,1¡0 .KtuJI g.mo, chg.unos, 40.(XXJ dol.n<'s ,¡) .uío. p<'ro IH'l"<'Sito g.tst.Ir � . (XXl olllUJies ('ti V('Stlr .tdecu,Hi.ltll('tlt(' Y lrl.Ul lener Utl ("Ol"he, no puedo SJIV,¡r J rn.is gente rt'nu nn.mdo ,¡) coche y ,¡ 1 .1 rop.l, S i <'SO supon<' t r.1b,1¡.n <'n otro flU<'sto <'n <'1 <¡U<' , Jrrnc1ue no t u va•r,¡ t.ll<'s gJstos, gJn.Ir.I sol.nnent<· 20 <XXJ dóiJn·s

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Ricos y pobres

En períodos de hambre, quizá veamos cuerpos sin vida y familias

afligidas en reporta¡es de televisión, y sin duda nuestro d inero

habría salvado a algunos de ellos; pero incluso así, es impos1bll'

señalar un cuerpo y decir que si no nos hubi(·ramos comprado el

equipo de sonido, esa persona habría sobrevivido.

Por último. se pod ría decir que la dificil situación de hambn•

no es obra nuestra y. por tanto, no se nos puede n;sponsabilizar

de ella. El hambre hubiera sido el hambre aunque no hubiéramos

e x istido. Si matamos a alguien, sin embargo, somos responsables dl'

la muerte de la víctima. puesto que esa persona no hubiera mu erto

si no la hulH(•semos matado.

Estas dif(·rencias no porwn necesariamente en peligro nuestra

anterior conclusión que establecía que no existe una difl'n·ncia

intrínseca t•ntre matar y dqar morir. Hay diférenuas extrínsecas,

es ckcir, dikrencias que normalmente pero no siempre se asouan

a la distinción entre matar y dejar morir. Podemos imaginar casos

en los que alguien dqa que otro muera por motivos maliciosos

0 sádicos; podernos imaginar un mundo en el que haya tan poca

gente que neces i te ayuda, y que sea tan Cícil ayudarlos, que nuestro

deber de no permillr que la gente mu l'ra se pueda llevar a cabo tan

facilrnente corno nuestro deber dt· no matar; podernos imaginar

slluaciones en las cuales el resultado de no ayudar se cumpla

con tanta seguridad como el matar; podemos imaginar casos en

los que podamos identificar a la persona que de¡amos morir.

Incluso podernos imaginar un caso de de¡ar morir l'n el cual . SI

no hubi(·ramos existido, la persona en cuestión no habría muerto·

por ejemplo, un caso en el que de no estar nosotros en condiciones

de ayudar (pero no lo hacemos) , otra persona habría estado en

nuestras condiciones y habría ayudado .

Nuestro anterior análisis sobre la eutanasia ilustra la naturaleza

279

Page 148: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

extrínseca de estas d i f(•rencias, puesto que no ofrecen una base para dist inguir ent re eutanasia activa y pasiva. Si un rm;dico decide, previa consulta con los padres, no oper.Ir y, por tanto, de¡ar morir- a un nirlo con el s índrome de Down que padece una obst rucción intPstmal, sus mot ivos serán similares a los de otro m{•dico que pone una inyección letal en vez de de¡ar que PI nulo muera. En nmguno de los C.Isos se necesi t ,¡ ningún sanifino ni heroísmo moral Pxt raordinarios. No opt>rar tendrá indudablemente el mismo resultado de muerte que e l de administ r.Ir una myecnón. De¡ar morir s í t ienp en estos casos una víctima ,¡ la que se puede identificar. Finalmente , podría ser que el rm;<hco fiwra personalmente n·sponsable <k la muer t e del nnlo <¡ue decide no operar, puesto que quizá sepa que S I no hubiera ·�<·qltado este caso, o tro m{•dico del hospital lo ha bría operado.

No o bstante, la eut anasia Ps un caso especi.I l , y muy dif(•rente cü•l de dPjar que la gPnte muer,¡ de hambre (s1endo la dif(·renn,¡ más importante que cuando la eut.masia es J US t i fi ca ble, la muert e Ps buena). ! .as dif(•renci.Is ext rínsPcas que normalmente delunitan matar y de¡ar morir explican por qu<'• considerarnos norrrwlmente matar corno algo mucho pPor qup de¡ar rnonr.

Explicar nuestras actl l udes (• t icas converKion.IIPs no su pone jus t i ficarlas. ¿ Es qul' l.1s cinco dif(•rl'ncias no sólo explican, smo que tarnbi(•n just i fican nuestras .1ct i tudes7 Consi<kr<"•rnosl.Is una ,¡ un,¡ ·

1 . Tornemos, e n pnmer lugar, l a fJ ita d e una víctima a J.¡ que s e puede idl'ntificar. Supongamos que somos viapntes d e comerno, que vendernos comid.I enlatada, y qup dPscubrimos qup un.1 part1d.¡ ck latas contiene un contaminante cuyo ef(·cto conocido es c 1ue, una vez que se consuma, du plica el riesgo de que el constun1dor muera de cáncer de c•stórnago. Supongamos que seguunos Vl'ndiendo

280

ti '

. ,

. , . ' .

't) /f

Ricos y pobres

dichas Jatas . Puede que nuestra decisión no tenga una víctima que se•

pueda idPntl ficar. Algunos dP los que coman este alimento morirán

de cáncPr. I .a proporción de consumidores que mueran de esta

fórma será el doble de los que mueran en la comunidad en general,

pero, ¿quién de entre los consumidores murió porque comió lo que•

vendimos, y quién habría contraído la enf(·rrnedad de todas fórmas7

Es imposible decirlo; pero seguramente esta imposibilidad hacP qup

nuestra decisión no sea menos censurable dP lo que hubiera sido si

P l contaminante hubiera tenido unos ef(·ctos más facilPs de detPctar,

aunque igual de fatales .

2. I .a fal ta de certeza de que al dar dinero podríamos salvar una

vida reduce lo que hay de malo en no darlo, en comparación con

matar de fórma deliberada; pero no basta con demostrar que no

dar sea una conducta aceptable•. El automovilista que pasa a toda

velocidad por los pasos de cebra, despreocupado de que pudiera

estar cruzando un peatón, no es un asesino. Quizá nunca llegue a

atropellar a nadie, pero su conducta es claramente errónea.

3. l .a noción de responsabilidad por actos realizados en vez de

por omisiones es más desconcPrtante. Por una parte, nos sentimos

Pn la gran obligación de ayudar a los que• hemos causado desgrana.

(l(s por esta razón por la que los qup defienden que hay qup ayudar

a Jos países pobres normalmPnte argumentan que las naciones

occidentales han creado la pobreza en el Tercer Mundo, a través

de fórmas de explotación económica que se remontan al s is tema

colonial) . Por otra parte, cualquier consecuc•ncialista insis tiría en

que somos n·sponsables de t odas las consecuencias de nuestras

acnones, y si la consecuenc·ia de gastar nuestro dinero en un

artículo de It1¡0 c·s la muerte de alguien, somos responsables de

esa muerte. Es ciert o que esa persona hubiera muerto aunque

no hubi(·rarnos existido, pero, ¿qu(• im portancia t iene es07 El

28 1

Page 149: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

hc•cho es que existimos y los consecuencialistas d irán que nuestras responsabilidades se derivan del mundc> tal y como es, no como podría haber sido.

Una manera de dar s t . l 1 j . en I< o a punto e e vista no consc·cuen· cialista de la responsabilidad es basarlJ en una teoría de derechos similar a la que propuso John I .ocke o, más n·cH·ntemente, Robert Nozick. Si todo el mundo tiene derecho a la vida, y este derecho es u n derecho que va en cor! lra de otros que pudieran amenazar nuestra vida, pero no un derecho a la ayuda por parte de ot ros cuando nuestra vida est(· en peligro, podernos entender que seamos res e 1 1 l .·p msa > es < e• actuar para m,Itar pero no de omitir para salvar. El primero viola los derechos de ot ros, rruentras que el segundo no.

¿Hemos de aceptar esta teorí,¡ de derechos7 S1 la construimos imaginando, como hacen I .ocke y Nozick, individuos <lue VIvc•n independientes uno del otro en un "estado de naturaleza", quizá part'zca natural adoptar un concepto de derechos en J os cuales mientras uno deje al otro en paz, no se viot1 ningún derecho. Según este criterio, podríamos, de fórma acertad,! , haber mantenido nuestra existencia independiente si hubiéramos deseado hacerlo. Así, s i no empeorarnos la situanón de otro más de Jo que se hubiera empeorado si no hubic'ramos tenido nada que ver con esa persona, ¿cómo podríamos haber violado sus derechos7 Pero, ¿por qu(• partir de ],¡ idea tan poco histórica, tan abstracta y en el fóndo tan inexplicable de un individuo inch·pendH·nte7 Nuest ros antecesores eran .. a] igual que ot ros primates seres sociales mucho antes de ser seres humanos, y no podrían haber desarrollado ];1s habil idades y capacidadPs de los seres humanos si pnrnero no hubieran sido seres sociales. En cualq uier caso, ahora no somos individuos aislados. ¿Por qu(• deberíamos suponer por t <� rl lo , que

282

1) f

11 .,

· •

Ricos y pobres

los derechos deben restringirse a los derechos en contra de la

introrn isión7 En lugar de eso, podríamos adoptar la posición de

que tomarse el derecho a la vida en serio es incompatible con

permanecer impasible viendo a la gente morir cuando facilmente

podríamos salvarla.

4 . ¿Qu(· ocurre con la dif(·rencia de rnotivación7 Que una persona

no desee positivarnentP la muerte de otra dismi nuye la severidad

de la culpa que se merece; pero no tanto corno sugiere nuestra

presente act itud a prestar ayuda. Se puede comparar de nuevo

la conducta del automovilista que circula a toda velocidad, ya

que ese automovilista normalmente no tiene ningún deseo de

matar a nadie. Simplemente disfruta con la velocidad y le dan

igual las consecuencias. A pesar de su falta de maldad, los que

matan con un coche se merecen no sólo culpa sino también un

severo castigo.

5. Por últnno, e l hecho de que evitar matar a alguien no sea

normalmente d ifici l , mientras que salvar a todo el que podamos

sea u n acto hermco , debe establecer una dif(·rencia importante

en nuestra actitud con respecto al incumplimiento de hacer lo

qup exi¡an los respectivos principios. No matar constituye el nivel

mínimo de la conducta aceptable que poclPmos exigir de todo el

mundo; salvar a todo el que se pueda no es algo que de fórrna

realista se fllH'da exigir, especialmente no en sociedades que están

tan poco acostumbradas a dar como la nuestra. Dados los niveles

generalmente aceptados, la gente que da, digamos, 1 .000 dólares

al año a una organizanón de ayuda a los países pobres es digna de

elogio, y no de culpa por dar menos de lo que pudiera, al estar por

encima del promedio de generosidad. Sin embargo, lo apropiado

de elogiar o culpar es un terna dif(•rente de si las acciones son

buPnas o malas. El primer caso evalúa al agente, el segundo evalúa

283

Page 150: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

la acción . Quizá mucha de la gente que da 1 . 000 dólares debiera

dar al menos 5.000, pero culparlos de no haber dado más podría

ser contraproducente, ya que podría hacerles sentir que lo que se

les exige es demasiado. y si se les Vd a culpJr de todas fórmJs, quizá

no den nada en absoluto.

(Que la (·tica que pone en pie de igualdad salvar J todo el que

se pueda y no matar seria unJ (•tica para santos o h<·roe� no debería

llevarnos a suponer que la alternativa deba ser unJ (·tica que haga

obligatorio no malar, pero que no nos ponga en la obligación de

salvar a nadie. Existen posKiones ent re estos dos extremos, corno

veremos más adelante) .

Resumamos las cinco dif(·rennJs que normJ!mente existen

entre matar y de¡ar morir, en el contexto de lJ pobrezJ Jbsoluta

y la ayuda a los países pobres. l .a fa!tJ de lUid víctnnJ que se puedJ

identificar no tiene ningunJ pertmenciJ moral . Jtmque puede j ugar

un papel im portante a la hora de Jna lizar nuestrJs actitudes. ! .a ideJ

de que somos directJmente responsables de lJs personJs a q uienes

matamos, pero no de las que no qudJmos, depende de una dudosa

noción de responsabilidad y qUJzá deba bJsJrse en unJ pokrnicJ

teoría de los derechos. I .Js diférenciJs en la certeu y la motivanón

sí son (• t icarnente pertinentes. y demuestrJn que no <�yudar a los

pobres no ha de ser condenado del rmsmo modo que Jsesinarlos;

sin embargo. podría estar en concl !nones de iguJldad con el hecho

de rnatJr J J!guien corno resultado de unJ conducnón tc·mc•rJna,

lo que es bJslante grave. Por últnno, !J dificultJd de cumplir J

rajJtabla con el deber de sJlvJr J todo el que se pueda hJcc•

que sea inJpropiado culp.1r J los que se quec!Jn cortos en la

consecución de este objetivo. del mismo modo que culparnos J

los que matan ; pero esto no demuestra que el Jeto en sí mismo

sea menos grave. Ni lJmpoco indic"J nada sobre los que, lejOS de

284

' l

•·; �

11 l

(Í ;-

Ricos y pobres

salvar a todo el que se pueda, no hacen ningún esfüerzo por salvar

a nadie.

Estas conclusiones dan lugar a u n nuevo enfóque. En vez de

intentar tratar el contraste entre riqueza y pobreza comparando

no salvar con matar deliberadamente, consideremos de nuevo si

tenemos obligación de ayudar a aquellos cuya vida corre peligro Y•

si es así, veamos cómo se puede aplicar esta obligación a la actual

sit uación mundial .

La obligación de ayudar

El argumenlo que defiende la obligación de ayudar

. El camino que va desde la biblioteca de m i universidad hasta el aula

magna de humanidades pasa a l lado de un estanque ornamental

poco profimdo. Supongamos que cuando me diriJO a dar u na clase,

me doy cuenta de que se ha caído al estanque un niño pequeño

y que corre e l peligro de Jhogarse. ¿Negaría alguien que he de

meterme para sacar a l niño? Esto supondría manchar mi ropa de

barro, 0 cancelar m i clase, o retrasarla hasta que pudiera encontrar

algo seco que ponerme; pero comparado con evitar la muerte de

un niño. esto es insignificante .

Un pnncipio loable que apoyaría el criteno de que debo

sacar al niño sería e l siguiente: s i está en nuestras manos ev1tar

que ocurra algo muy malo, sin sacrificar algo que se le pueda

comparar moralmente, tenernos que hacerlo. Este principio no

parece pok•mico. Evidentemente contará con la aprobación de

los consecuencialist as; pero los no consecuencialistas deberían

aceptarlo tarnbi(·n. ya que e l mandato de evitar lo que sea malo

se aplica sólo cuando no est(· en JUego nada que se le pueda

28S

Page 151: Peter Singer -Ética Práctica-

f:lica práctica

comparar en importancia. Por tanto, el principio no puede l levarnos

a la clase de acciones que los no consecuencialistas desaprueban

enrrgicamente, tales corno v10lanones graves de los derechos

ind ividuales. in¡ usticias y promesas incumpli das entre otras. Si

los no consecuenciahstas consideran que se puede comparar en

im portancia moral cualquiera de estas acciones con lo malo que

se ha de evitar, automáticamente considerarán que el principio

no se aplica en los casos en los que sólo se puede prevenir lo

malo violando derechos, comet iendo in¡ustin.Is, incumpliendo

prom esas, o lo que sea que est(• en juego. ! .a mayoría de los

no consecuennalistas sostienen que debernos impedir lo que

sea malo y cont ribuir a lo que sea bueno. Su pokm ica con los

consecuencialistas yace en su insistencia en que (·s te no es el único

y definitivo principio (•t ico: que sea un principio (•tico no lo niega

ninguna teoría (·tic a admisible.

No obstante , es engafwsa b apariencia poco pol(·mica del

principio de que tenernos que impedir lo que sea malo siem pre

que podamos, sin sacrificar nada que se le pueda comparar en

importancia moral . Si lo tornáramos en serio y .Ictuár.unos en

consecuencia, tanto nuest ras vidas como nuestro mundo cam­

biarían fimdamentalrnen t e . Porque el principio se aplic.I no sólo

a situaciones extrañas en las que hay que salvar a un mño de un

estanque, sino a situaciones cotidianas en las que podernos ayudar

a los que viven en la pobreza absoluta . Al decir esto, pH·nso que

la pobreza absolu ta, con su ha mbre y su desnutrinón, fJ. J t ,¡ de

vivienda, analfabetismo, enkrrnedades , alta mortalidad mfJ.ntil y

baja esperanza de vida, es algo malo . Y pienso que está en manos

de los ricos reducir la pobreza absoluta, sm sacrific.Ir n. Hi.I que se

le pued.I comparar en importancia moral . Si estas dos pretensiones

y el principio que hemos estado anal izando son correctos, tenemos

286

1 �

fl

Ricos y pobres

una obl igación de ayudar a los que viven en la pobr

,

e�a abso�u�: u e no es menos füerte que nuestra obligauon de n scatar

,<h t

q . - , . , , . . ho ando. No ayudar estana mal.

estan<¡ue a un nmo qu< s< < sta a g · . . . Ayudar no es, como

sea o no intrínsecamente eqUivalente a matar. i " l ' .

piensa, un acto cantativo que es < Igno < < convencionalmente se

aluo <¡ue todo el mundo rl(J está mal omiur; es ,..,

elogio, pero que

debería hacer. . . 1 f·:st e es el argumento que aboga por la obligaCion de ayu

,

< a� y que , enunnado de manera más fórmal. q uedaría de la siguH nt<

fórrna :

Pnrnera premisa : S I podernos e_vitar que

.

ocurr.I algo malo s

l

· in

¡ le debernos hacer o. sacnficar nada de una irnport.nina compara J .

la ¡JObn·u absoluta es mala. Segund.I prerrnsa ¡ , . . . . L¡ay ¡¡arte de la pobreza absoluta que poc ernos 1 ercera pn rmsa . r

. . . t 1 evitar sl!l sacnficar nada de una nnportanna moral compara J e .

(l(,tJ('rricJs evitar ¡>arte de la pobre:t.a absoluta. C:ondusióri : '

1 l la cual primera premisa es la premisa moral esencia so ¡re

La

l , t y he intentado demostrar que la pueden descansa e argurm n o,

. .

aceptar personas que sostienen posturas (·ticas <hferentes.

d ! .a segunda premisa es probable que no se ponga en du a . I :a

. . ·N amara .. ¡or deba¡o de cualqui< r ¡¡obreza absoluta esta, segun M< . ¡

' . .. . , ·a dihnl encontrar

defi nición ra:t.onable de decencia humana y se n • . l

t l , la considerase a go de VIsta (·tico admisi<J e que no

un pu nto

malo . . . , . más pokrruca , incluso aunque est á

l a tercera prerrusa < s . · . . . . l H' se puede evitar parte

l con r¡recaunón. Afirma so o qt . enunCia< a r

. . . _ ·da ser

de la pobreza absoluta sin el sacnfiuo de nada que ptH . .

l . arable Por tanto. evita a

l . tina im nortanCia moralmente comp . e < r . · 1 " na gota ob¡eción de que cualquier ayuda que demos sea tan so o u

287

Page 152: Peter Singer -Ética Práctica-

Iitica práctica

en el oc(•ano", ya que la cuestión no est riba en si rni cont ribución

p<•rsonal surtirá un pf{·no considerable en la pobreza mundial en

general (que, por supuesto, no lo tendrá), sino en si evitará parte

de esa pobreza. Esto es todo lo que el argumento necesita para

sostener su conclusión, puesto que la segunda premisa dice que

toda pobreza absoluta es mala, y no sólo la pobreza total en

su con¡unto. S i sin sacrificar algo que sea de una importanCia

moral comparable podernos proporcionar a una farnili.1 los medios

nt>cesarios para salir de la pobreza absoluta , la t ercera prem is,1 está

justificada.

He dejado e l concepto de im portancia moral sin analizar con

objeto de demostrar que el argumento no depende dt> ningún

valor ni principio (•tico específicos. Creo que 1.1 tPrcer.1 prerrusa

es válida para la mayoría de las personas que v1ven en naciones

industrializadas, sobre cualquier post ura dd{·ndiblt> dt> lo que es

moralmente importante. Nut>stra riqueza implica qup poseemos

ingresos de los que podemos presnndir sin poner en peligro

nuestras necesidades básicas, y podemos uti l izarlos para redunr

la pobreza absoluta. La medida en la que nos sintamos obligados

a colaborar dependerá de lo que consideremos ser de una impor

tancia moral comparable con la pobreza absoluta c1ue podemos

evitar: ropa de moda, comidas caras, un sofistKado equipo de

sonido, vacanones en el extr an¡ero, un (¿segundo7) coche, una casa

más grande, colt>gios privados para nuestros hi¡os, etc(•tera. Para el

utilitarismo, nmguna de estas cosas es probable qup sea de tma

importancia comparable a la reducnón de la pobreza absoluta; y

los q u e no son util itaristas seguramente deben aceptar, si suscriben

e l principio de universalizabilidad, que al menos algunas de estas

cosas tienen mucha menos importancia mor al que la pobreza

absoluta que podrían t>vitar con el dinero que cuestan. Por tanto,

288

\)

Ricos y pobres

la tercera premisa paren· ser válida para cualquier postura ética

admisible, aunque la cantidad de pobreza absoluta que se puede

evitar sin que se sacrifique nada de una importancia moral variará

según el punto de vista (·tico que uno acepte.

Objeciones al argumento

C U ID A R DE ! .OS N U ES T R O S

Cualquiera que haya traba¡ado para aumentar la ayuda a los países

pobres habrá t ropezado con el argumento de que debernos ocu­

pamos de los que nos rodea n , nuestras familias, y luego los pobres

de nuestro país, antes de pensar en la pobreza que existe en países

le¡ anos.

No cabe duda de que de fórma instintiva pref{•rimos ayudar a

los que nos rodean. Pocos son los que se quedarían nnpasibles al

ver a un niño ahogándose, y muchos los qu(• ignoran el hambre en

Afí-ica. Pero la cuestión no es lo que normalmente hact>rnos, sino

lo que deberíamos hacer, y es dificil ver cualquier justificación

moral admisible al criterio de que la distancia, o la pertenencia a

una comunidad determinada, suponga una dif{•rencia crucial para

nuestras obligaciones.

Consideremos, por e¡ernplo, las afinidades raciales. ¿Deberían

las personas de origen europeo ayudar a los europeos pobres antes

que a los aldeanos pobres7 ! .a mayoría de nosotros rechazaría tal

sugerencia, y nuestro análisis sobre el principio de igual considera­

ción de intereses en el capítulo 2 ha ch·rnostrado por qu(• debernos

rechazarla: la necesidad que la gente tiene de alimento no tiene

nada que ver con su raza, y si los aldeanos necesitan comida más

289

Page 153: Peter Singer -Ética Práctica-

�·r ica práctica

que los europeos, dar pref(•rencia a estos ü ltnnos sería violar el principio de igual consideración. Lo mismo se puede decir de la ciudadanía o la naciona lidad. Toda nación rica t iene algunos ciudadanos relal !vamente pobn•s, pero la pobn•za absoluta se l i rruta en general a los países pobres. Los que viven en las calles de C:alcuta, o en la n•gión africana del Sahel, propensa a la sequía, experimentan una pobreza desconocida en Occidente . BaJo estas circunstancias esta ría mal ckcidir que sólo los qu<• tienen la fórtuna de ser ciudadanos de nuestra comunid.Id podrán compart ir ntH•stra abundancia.

Sentirnos las obligaciones de parentesco con más füerza que las de ciudadanía. ¿Qu(· padres darían a ot ros su ül tnno t.Izón de arroz si sus hiJOS estuvieran muri(·ndose de hambre7 Hacer esto no parecería natural y s í contrano a nuestra nat uraleza como seres biológicamente evolunonados, aunque d que est uviera mal SPría una CU<'s t tón dift·rent e . En todo caso, no nos enfrentarnos a tal situación, smo a una en la que nuestros hiJOS est.ín IHen alimentados, bien vestidos, IHen educados, y ahora quisieran una nueva bicicleta, un e<¡ll lpo de músic.I, o su propio coclw En estas circunstanCias, se ha satisf(•cho cualquier obliganón especial que pudi<'ramos tem·r con nuestros hiJ os, y las nen·sidades de fWrsonas extrañas men•n•n m.ís nuestra .ltención. El elemento de verdad en el cnt eno de que pnrnero deberí.I rnos ocuparnos de los nuPst ros yan· en l.I vent.I J ,I de un sist em.I reconocido de responsabilidades. Cuando las farrulias y las comuni dades locales se ocupan de sus p ro pios lTIIPmbros pobres , los lazos fWrsonales y de af(·cto alcanzan firws qu<• de otra fórma requerirían una gran buron.Ici.I irnp<•rson,Il . De ahí que se.¡ .1bsurdo pro poner que de ahor.1 en .Idel.Inte todos nos consideremos IguJlmente responsables del biem·st.¡r de tod.¡ lJ gente c·n d mundo, y.¡ qu<·

290

o •

C) 1 1 :,

1

1 ! N 1 , 1 1 > 1' 1

. .

Ricos y pobres

el argumento que defiende la obligación de ayudar no lo propone

así, y se aplica sólo en el caso de pobreza absoluta, cuando se

puede ayudar sm sacrificar nada que sea de u na importancia moral

comparable . Permitir que un pariente se hunda en la pobreza

absoluta supo ndría sacrificar algo de una im portancia comparable,

y antes de que se alcanzara tal punto, el colapso del sistema fam iliar y

la n·sponsabilidad comunitaria constituirían un factor que inclinaría

la balanza en favor de un pequeño grado de prefi..rencia por la familia

y la comunidad. Este pequef1o grado de prefáencia, sin embargo,

pesa deusivame nll' menos qu<• las discn•pancias existentes <·n la

riqueza y la propiedad.

F l . D F R F C: H O A ! . A P R O P ! U ) A ll

¿Tiene la gente derecho a la propiedad privada, derPcho que

contradice el punto de vista de que están en la obligación de

dar parte de su riqueza a los que VIVen en la pobreza absoluta7

Según algunas teorías de los derechos (por eJemplo, la de Robert

Nozick), con tal de que uno haya a de¡ uirido una propiedad sm la

uu lizanón de medios !TI JUStos corno la fiH'rza o el fraude, u no puede

chsponer de una enorme nqueza rmentras otros se mueren de

hambre. Este concepto in<hv1dualista <k los derechos contrasta con

ot ras posiciones, como la pn mera doctrina crist iana que se puede

encontrar NI las obras de Santo Tomás de Aquino que sostiene

que, puesto q u e la propiedad existe para satisC1n·r las necesidades

hu manas, "todo lo que un hombre tenga en superabundancia

debe darlo, por derecho natural, a los pobres para su sustento" ·

Naturalmente u n soualista vería tambi(•n la riqueza como algo

pertenenente a la cornurudad y no al individuo, mientras que los

291

Page 154: Peter Singer -Ética Práctica-

�:r ica práctica

utilitaristas, sean socialistas o no, estarían dispuestos a hacer caso

omiso de los derechos a la propiedad para evitar grandes males.

¿Presupone, por tanto, e l argumento que defiende la obhgación

de ayudar a otros una de estas otras teorías del derecho a la

propiedad, y no una teoría individualista corno la de Nozick7 No

necesariamente. Una teoría del derecho a la propiedad puede

insistir en nuestro derecho a retener la nqueza sm pronunnarnos

sobre si los ricos deben prestar ayuda a los pobres. Nonrk, por

ejemplo, rechaza el uso de medios obligatorios, corno los trn­

puestos, para redistribuir los mgresos, pero sugiere que podernos

alcanzar los fines que consideremos moralmente deseables con

medios voluntarios. Por tanto, Nozick rechazarí;t la afirmaoón de

que los ricos tienen la "obligación" de dar a los pobres, en cuanto

que esto implica que los pobres tienen derecho a nuestra ayuda,

pero podría aceptar que dar es algo que debernos h;tcer, y no dar,

aun en nuestro derecho, está mal, porque llevar una vida dica es

algo más que respetar los derechos de otros .

El argumento que d efiende ! .1 obligación de ayudar puede

subsistir, con mod ificaciones poco irnport<�rites, mcluso s i acep­

tamos la teoría individualista del derecho a la propwda d . En

cualquier caso, sin embargo, no creo que debamos de aceptar

dicha teoría, ya que de¡a demasiado al azar para considerarla una

posición (·tica aceptable. Por e¡emplo, aquellos cuyos antepasados

vivieron en los desiertos de arena que rode.m al Colfó Pl'rsico son

ahora tremendamente ricos, ya que había petróleo ba¡ o esa arena,

mientras que aquellos cuyos antepasados se establecieron en una

tierra mejor al sur del Sáhara viven en la absoluta pobreza, debido a

la sequía y las malas cosechas. ¿Puede ser aceptable esta distnbución

desde un punto de vista imparciaP Si nos imaginarnos a punto de

empezar una vida romo ciudadanos de Bahrein o de Chad pero no

292

1 @r�

1 . �

1 1

., . 1

Ricos y pobres

. ¡ , e los ciudadanos de sabernos cuál - ¿aceptaríamos el principiO < ( qu .

. , j7 · ¡ 1 . que vtven en Cha< · Bahrein no t ienen obligación de ayu< ar a os

l . A P O !\ I . A C I Ó N y l . A (;T I C A DE l .A S E L EC C I Ó N

, t de c¡ue tenemos la . , L · • • más seria al argurrH n °

QuiZa la Otl)et ton · · · 1 ·ausa más importante

obligación de ayudar sea que, puesto q_ue a e . .

h 1 . dar a los que a ora

de pobreza absoluta es la superpob auon, ayu .

. . , , d · . más personas na:r.can

sufren la pobreza sólo asegurara qu( to avia .

r en la pobreza en el fi¡turo. para vtvl

. . . ¡ ·bemos Fn su fórrna más extrema, esta objeCión demuestra que < e . . · ·

. . l ' l · · o provtene 1 l . t . . de la "selecuón" o tnage. � termm

adoptar a po t t< a · . 1 , t empos de guerra .

de la ,política médica que se adopta Ja ( n 1 . . .

C muy poros m(·dicos que se ocuparan de todas las bajaS , l<lS .on

. 1 . ¡ue probablemente . l ¡· · d idos en tres categonas: os e

hen< os eran < tvt · . . . . . . l . , odrían sobrevtvtr st

sobrevivirían sin asistencia rnedtca, os qu( p

. . . · . , . · y c¡ue de otra forma no lo conseguirían , y los reubtan astst ( nua, . . .

. l ca probablemente no sobrevtvtnan .

que incluso con asistencia me< t · . l ·

. . . ' . - a los < u e se encontraban en a

Sólo se les prestaba astst( nua 1 . . . . , . . . . · . I . . l , . por supuesto, era utdtz-tr los ( scasos

se unda categona. .a t < ( a , · . g

. ¡ · . . l ' 1 manera más ekctiva posible. Para los que

recursos mee tcos e ( a . . . .

. . el tratamwnto mecltco no

se encontraban en la pnmera categona , ' ,

a los de la terrera, era probabl( qu( era estrictamente necesario , y par .

. . .

S (, ha sugerido que deberíamos aphcar la mtsrna

no sirviera de nada.

. . . , de acuerdo con sus perspectivas olitica a los cltferentes patS( s,

. l P . . N o prestaríamos ayu< a a

de llegar a sustentarse por st rmsmos . .

. . . . , : ·a aces de ahrnentar a su

¡Jaíses que m el uso sm ella pronto S( ran e p . . .

. . . l los ¡Jaises q ue, aun con L 1 . · . Tarn¡Joco prestanamos ayuc a a .

p<HJ auon. . . . 1 · 1 q ue . limitar su poblanón a mve en

nuestra ayuda, no conseg\l lran .

293

Page 155: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

puedan alimentarla. Y prestaríamos ayuda a los países en los que

t'sta supondría la dif(·renna entre el (· xito y el fracaso a 1 . 1 hora de

equilibrar la comida y la población.

Los que defienden esta teoría son, corn prensible rnente, reacios

a dar una lista completa de los países que colocarí.m en la cat egorí.t

de los que no t ienen solunón. Bangladesh se ha cit .Hlo corno

ejemplo, así corno algunos de los países de la región afi-icana del

Sahel. Adoptar la polí t ica de la selecnón supondría, por tanto,

eliminar la ayuda a estos paises y permitir que el h.unbre, l.ts

enf(·rmedades y los desastres naturales reduzcan la poblanón de

dichos países al nivel en el que se puedan sat isfJcer las neceSlClades

de todos sus ciudadanos.

En apoyo de esta posición, c;.trret 1 !.mlin ha propuesto l.t siguiente rnetáfóra: en los p;IÍses neos somos corno los ocupantes de un bote salvavidas que va a la denva l leno de gente , en un mar en el que se están ahogando muchas ¡wrson.1s. S t intent.unos salvar a los que se están ahogando subi(·ndolos a bordo, nuestro bote se hundirá por el exceso de peso y nos ahogaremos todos. Puesto que es rne¡or que sobrevtvan a lgunos a que no lo haga nadie, deberíamos dqar que los demás se ahoguen. l�n el mundo actual, según Hardin, se puede aplicar la "(• t lca del bote salvavtd.ts" . Los ricos deberían depr que los pobres se muer.m de hambre, porque de otra fórma serán los pobres los que arrast ren a los ricos con ellos.

Contra esta posinón, algunos aut ores han argumentado que

la superpoblanón es un rruto . El mundo produce los ahrnentos

suficientes par,¡ su poblanón, y podría, de Ktwrdo con .tlgunas

estimaciones, .1 limentar a una población diez veces rn.tyor. ! ..1

gente pasa hambre no porque sean demasiados, sino debtdo a !.1

desigual distribución de la t i erra, la manipulación de l.ts econo mí.ts

294

,. .

Ricos y pobre.\

del Tercer Mundo por parte de las naciones desarrolladas, el

desperdicio de comida en Occidente, etn:•tera.

Depndo a un lado el pol(·mico tema de hasta qu(• punto la

producción alimentaria podría incrementarse algún día, es cierto,

como ya hemos visto, que el mundo produce ahora suficiente

comida para sus habttantes, siendo en sí misma la cantidad que

se pierde a l ahmentar a los animales suftciente para satisfacer la

escasez de cereal existente. No obstante, no se puede pasar por al to

el crecirmento de la población. Con una buena refórma agraria y

mejores t(•crucas , Bangladesh pod ría alimentar a su actual población

de 1 1 5 millones de personas; pero para el año 2000, según los

cálculos de la División de Población de las Naciones Unidas, su

población será de 1 50 millones. El enorme esfúerzo que tendrá

que realipr para ahmentar a 35 millones de personas más dentro

de una di·cada impl ica que Bangladesh debe desarrollarse a pasos

agigantados para permanecer donde est á. Otros países con rentas

bajas se encuentran en la mtsma situación. Para final de siglo, se

estima que la po bladón de Etiopía se incremente de 49 a 66

millones; la de Sornaba, de 1 a 9 millones; la de la India, de 853

a 1 .04 1 ; y la del Zaire, de 35 a 49 rnillones.2

¿Qu(· ocurrirá si la población mundtal continúa creciendo? No

puede hacerlo indefinidame nte . Se detendrá por un descenso en

los índices de natahdad o un aumento en los índi ces de rnortahdad.

l. De rnaner.1 m<puetante, en los doce ai1os que h.lll tr.1scurndo entre las

<'<hnones de este bino, los signos muestran que 1.1 sl!uanón est.í mduso

llegando a ser peor de lo que se prcd•¡o. En t 9/9 1\,¡¡¡gladesh tenia

un.1 poblanón de 80 rrullones y se prevei.1 que para el año 2000 su

poblanón akam.ari.l los 146 rmlloncs. !.1 de E11opi.1 <·ra de 29 rru\lones. y se prevei.1 que seria de S4 rmllones; y la de la India era de 620 rrullones,

y se estnnab.l que llegaría a los 9S8 rmllorws

29S

Page 156: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

Los que defienden la selección proponen <1ue de¡e mos que el

crecimiento de la población de algunos países sea detenido por un

aumento en los índices de mortalidad, e� decir, por un aumento en

la desnutrición y las enf(·rmedades relacionadas, por un hambre

general , por el aumento de la mortalidad infant i l , y por ep1demias

de enf(•rmeda<ks inf(·cciosas.

Las consecuencias de la sel(•cnón a esta escala son tan horribles

que nos inchnarnos a rechazarlas sin anal izarlas con más detalle.

¿Cómo podríamos sentarnos delante del te levisor y quedarnos

impasibles viendo corno mueren de hambre mil lones de personas?

¿ No sería ese el fin de todas las nonones de igu aldad humana y

respeto por la vida humana? (Los que a tacan las propuestas de

legalización de la eutanasia en el capitulo '1, afirmando que estas

propuestas debil i tarían el respeto por la vida humana, harían me¡or

('TI p oner ob¡ eciones a la idea de que deberíamos n•ducir 0 poner

fin a nuestros programas de ayuda a los países pobres, porqup esa

propuesta, si se l levara a cabo, sería responsable de muchas más

pt·rdidas de vidas humanas) . ¿No t iene la gentP den·dto a nuestra

ayuda, sin tener en cuenta las consecuencias?

Cualquiera cuya primPra rPacción a la selección no fitera la

de repulsa, sería una pPrsona de lo más desagradable, aunque

las primeras reacciones basadas en sentnniPntos fi!('rtes no son

siempre guías fiables. Los que abogan por la selección están, con

razón, preocupados por las nmsecU('Hnas de nuestras .Kciones a

largo plazo. Afirman que ayudar a los pobres y combatir el hambre

sólo contribu irá a que haya más pobn•s y más hambn· Pn el fit turo.

Cuando nu(•stra capacidad de ayuda fina lmente no pueda hacer

fú•nte a la situación corno ocurrirá algún día Pl sufrimiPnto ser.í

mayor que si de¡.irarnos dP ayudar ahora. Si esto es correcto, no hay

nada que podamos hacer para evitar e l hambre y la pobreza absoluta,

296

. \..'

• •

' ·J .,

•) 4

Ricos y pobres

de propiedad de la t ierra que irnporH•n cargas intolerables a los

arrendatarios pobres) .

D I') A R I . O EN M A N OS D EI . c ; O B I E R N O

A menudo oírnos que la ayuda a los paÍS('S pobres debería ser

responsabilidad del gobierno, y no estar en manos de inst i tuciones

benMicas privadas. Se dice que prestar ayuda de fórrna privada

permite quP los gobiernos eludan sus responsabihdades.

PtH'Sto que aumentar la ayuda gubPrnamen tal es la fórrna más

segura de aumentar de manera sigmficativa la cantidad total de

ayuda prest ada, yo estaría de acuerdo en que los gobiNnos de los

países ric_os prestaran una ayuda más aut(;nt ica e mcondicional de la

que prestan ahora. Menos de una sexta ¡Mrte del uno por ciento del

PNB es una cantidad escandalosarnentP pequefla para un país tan

rico corno los l •:stados Unidos . Hasta el ob¡ e ttvo oficial de la ONU

del 0,'1 por cient o paren· mucho menos de lo que las naciones ricas

pueden y debieran aportar, aunque es un ob¡etivo que pocas vecPs

se ha alcanzado. Pero, ¿va esta razón en cont ra de que cada uno de

nosotros, a mvel particular, demos lo que podamos, a trav(•s de

entidades voluntarias? Creer que vaya en contra parPce dar por

hecho que cuanta más gentP preste ayuda a t rav(·s de ent idadPs

voluntarias, menos probabl(' es que los gobternos cumplan su

parte. ¿Es esto adrnistble7 Es más razonable la postura con t raria, que

establece que si nadte presta ayuda de fórrna voluntaria el gobierno

supondrá que sus nu dadanos no están a favor de la ayuda a los

países pobres y. por ello, recortará su programa. En todo caso, a

menos que Pxista una c lara probabihdad de que al negarse a prestar

ayuda estuvi(·rarnos colaborando a quP el gobierno aumentase la

301

Page 157: Peter Singer -Ética Práctica-

I;'l ica práctica

asistPncia, nPgarsP a ayudar de fórma privada está mal por el mismo motivo que Pstá mal el ni!Prio dt> la selección: es una negativa a Pvitar un mal claro en aras de un beneficio muy incierto. La responsabilidad de demostrar cómo la negativa a ofrecer ayuda de forma privada hará que el gobierno preste en mayor medida, corresponde a los que se niegan a ayudar. Esto no quien• decir que prestar ayuda dt> fórma privada sea suficiPnte. Por supuesto qup deberíamos hacn campafta para conseguir unos niveles completamente ntH•vos de ayuda a los países pobres, tanto de fórma privada corno pública. Y, del mismo modo, deberíamos tr aba¡ar para lograr unos acuerdos comerciales más ¡ustos ent re los países neos y los pobres, y un menor dominio de las economías de los países pobres por parte de las empresas multinacionales, más preocupadas por produnr benefinos para los accionistas eh> su país que corruda para los pobres de los lugares ('TI d<>rt<l(• tt(' 1 f ' l 1 r Pn sus empresas 1 ia es. Quizá sea más importante ser r>olíticarrwnt(' t . l ac tvo ('TI mtPr(•s < (' los pobres que prestarles ayuda uno mismo, pero, ¿por qu<· no las dos cosas? Desafó rt unadarnentP, muchos mantiem·n que ayudar a los países pobws ('S n·sponsabilidad del gobierno corno crit erio para no prestar ayuda ellos rrusmos, pno no corno cnt nio para ser políticamPnte activos.

¿ U N N I V H D I ·: M A S I A D O A LT O !

L a ú ltima ob¡ eción a l argumento que defiende la obliganón de ayudar es que ('Stablece un nivel tan alto que sólo un santo podría alcanzarlo. De esta objeción existen, a l menos, tres versiom•s. l .a pnmera mantienp que, siendo la naturaleza humana lo que es,

302 ( ) ' 1 i

• •

Ricos y pobres

no podemos alcanzar un nivPl tan alto, y puesto que es absurdo

dt•cir que ddwmos hacer lo que no podemos, ddwmos rechazar

la afirmación de que tengamos que dar tanto. La segunda VPrsión

establPcP q u e tncluso si pudi(·ramos alcanzar un nivel tan alto,

han·rlo no snía deseable . ! .a tercNa versión de esta ob¡ eción

sostiene que establecer un mvel tan alto no ('S dt>seable ya que

se percibiría corno a lgo muy difici l de alcanzar, y haría quP mucha

gente desistiPra del solo hecho de intentarlo.

! .os que plantean la primera vPrsión de la ob¡eción a mPnudo

están influenuados por el hecho d e que hemos evolucionado por

un proceso nat ural ('n el que los que uerwn un alto grado de

preocupanón por sus propios mt ereses, o los intereses de sus

hi¡os y panentes, se pueek esperar que dqen más descendencia en

filluras generaciones, y al final reemplacen totalmente a cualquiera

que sea co'rnplPLamente al truista. De este modo, Pl biólogo GarrN

Hardin ha argu mentado, apoyando su "(•tica del bote salvavidas",

que e l altruismo sólo puede existir "a una pequeña escala, a corto

pluo, y con grupos pequeños e ín ttmos"; mientras que Richard

Dawkms ha escnto, en su provocador libro Thc Sclfish Gene: "Por

más que dPseemos eren otra cosa, el amor u niversal y el bienestar

eh> la especie en general son conceptos que simplemente no tienen

un sentido evolutivo". Ya hemos indicado, al analizar la ob¡eción de

que p nmero ddwríamos cuidar de los nuestros, la fiH'rte tendencia

a la parcialidad en los seres humanos . Naturalrrwnte tenPmos un

dt>sPo más fiwrtP de favon·n·r nues tros proptos interesPs , y los

eh- nuestros parientes próximos, que de favorecer los intPrPsPs

dt> los extraftos. ! .o quP esto qu iere dt>nr Ps que s(•ríamos tontos

si esrwráramos una amplia confórrrudad al niwl que PxigP una

preocupación imparcial y. por esa razón, sería poco apropiado o

factible condenar a los que no alcan1.an dicho niveL Sin embargo,

303

Page 158: Peter Singer -Ética Práctica-

f:t ica práctica

actuar de fórma imparcial, aunque qu11:á fíwra muy difici l , no es

imposible. ! .a ,¡firmación que se citJ de fórma frecuente de que

"deber" implicJ "poder" es mot ivo para rechazJr JUiCIOS morales

tales como "Tenias que haber sJlvJdo J toda !J gente del barco

naufragado", cuando en n•Jl idad, si hubi(•rJrnos subido J una

persona más JI bote salvJvidas, se hubiera hundido y no hubit'rarnos

sJlvado a nJ<lie . En esJ SituJción es Jbsurdo denr que teníamos

que haber hecho lo que erJ imposible hJn•r. Sm ernbJrgo, cuando

tenernos din ero pJrJ gJstar en lujOS y otros se est án muriendo de

hambre, es evidente que todos podemos dar mucho más de lo

que damos y, por tJnto, todos podernos an·rcJrnos más JI nivel

de imparcialidad propuesto en este capi tulo. Tampoco existe, ,¡

medida que nos aproxi mamos a este ru vel, rungun,¡ barrera más

allá de la ctJJ! no podJrnos lleg.1r . Por ese mot ivo , no existe base

para decir que el nivel de irn parci,didad se,¡ erróneo y.1 que "deber"

implica "poder" y no podernos ser Irnpan·iJ ies.

! .a segundJ versión de IJ obj eCión hJ sido p!JnteadJ por

varios filósofós en !J <kc.HIJ pJs,HIJ , entre ellos Sus.n1 Wolf en un

contundente art iculo tit ulado "Moral SJints" . Wolf Jrgurnenta que

si todos adoptárJmos !J cl.1se de postura dd(•ndidJ en este cJpit ulo,

tendríamos que pJsJr sin rnuchJs cos.1s que hJn'n que la v1da se,¡

interesante: IJ óperJ, la cocmJ rdinJd,l, IJ rop.1 elegJnte, y el deporte

prof(·sional , pJrJ ernpezJr. I .J cl,1se de vn!J que ¡·oncebnnos corno

lo que (•ticarnente se nos exige seri,1 la búsqued.1 únic,¡ y exclusiva

del bien generJI , carenendo de esJ JrnpliJ varie<Lid de Int ereses

y al'lividades que, en tHIJ post ura menos exigente, pueden ser

pJrte de nuestro ide.d de tHJJ buenJ vidJ par,¡ un ser hurnJno A

esto, sm embargo, uno puede responder que rruentrJs que la vidJ

opulenta y vJnadJ de la que Wolf hJblJ corno ideJI ptH'de que sea

!J fórrnJ de vidJ más deseable par,¡ un ser hurn.mo en un mundo

304

1

•· .

• • 1 • 1

Ricos y pobres

de abundancia, es malo dar por sentado que sea una buena vida en

un mundo en el que comprarse hiJ OS implica aceptar el continuo

y evitable sufrimiento de otro s . Un rni•dico que se enfrenta con

cientos de heridos en un accidente de tren apenas puede pensar

que sea def(•ndible tratar a cincuenta de ellos y luego marcharse a

la ópera, porque ir a la ópera es parte de una vida humana plena.

! .as necesidades de vida o muerte de otros deben tener prioridad.

Quizá seamos como ese rn(•dico en el sentido de que vivimos en

una (·poca en la que todos tenernos la oportunidad de ayudar a

mitigar un desastre.

En relación con esta segunda versión de la objeción está la

afirmación de que una hica imparcial del t ipo ddi.·ndido aquí

hace imposible tener unas relaciones personales serias basadas en

e l amor y la amistad; estas relaciones son parciales en su naturaleza.

Nosotros antepone mos los intereses de nuestros seres q ueridos,

nuestra familia y nuestros amigos, a los de los extrai-IOs ; si no lo

hiciéramos , ¿sobrevivirían estas relaciones7 Y a hemos indicado, en

la respuesta que dnnos al considerar la objeción de que pnrnero

debemos cuidar de los nuestros, que hay lugar, dentro del marco de

una moral basada en la imparcialidad, para reconon•r algún grado

de parcialidad con la farnilia, y lo mismo se puede decir de otras

relaciones personales íntimas. Evidentemente, para la mayoría de la

gente, las relaciones personales se encuentran entre las necesidades

de una vida próspera, y dejarlas a un lado su pondría sacrificar algo

de u na gran importancia moral. Por tanto , el principio que estarnos

analizando aquí no exige ta les sacrificios.

I.a tercera versión de la objeción nos plantea el siguiente inte­

rrogante: ¿no será contraproducente exigir que la gente renuncie a

tanto7 ¿No d irán: "Puesto que de todas fórmas no puedo hacer lo

que moralmente se me requiere, no me molestar(• en prestar ayuda

30'>

Page 159: Peter Singer -Ética Práctica-

�:tica práctica

alguna"J Sin embargo, si establec i(·ramos un nivel más rea lista,

puede que la gente hiciera un auténtico esfilerzo para alcan1..1rlo .

De este modo, estab lecer un nivel más ba¡o podría tener como

resultado que se prestara más ayuda.

Es importante terwr clara la posición de esta te rn·ra versión de

la ob¡eción. Su precisión como predicción de la conducta humana

es bastante compatible con e l argumento de que Pstarnos obligados

a dar hasta el punto en PI cual al dar más sacrificarnos algo dP u na

importancia moral comparable. ! .a conspcupncia c¡up sP pxtraPria

de la ob¡eción PS que la dd(·nsa púb lica de este nivel de ayuda no

es deseable. Significaría qup con ob¡ e to dP hacer e l máximo por

reducir la pobreza absoluta, deberíamos def(·ndPr un mvel más ba¡o

del qup crPPmos c¡uP la gentp Pn rPa lidad dPbPría aportar. Claro pstá

que nosotros mismos los que aceptarnos e l argu mento origmal,

con un nivel más alto sabríamos que t <·npmos qup hacer más de

lo que públicamente proponernos qup la gentP t iene quP hacer, y

deberíamos dar más de lo que animarnos a los demás a que den.

Est o no can•cp de lógica, ya qup tanto en ntH·stra conducta pú blica

como privada, Pstamos mtentando hacPr lo c¡up llPvP ,¡ rPducir más

la pobreza absoluta .

Para un consecuencialista, Pste aparPntP confl icto PntrP mora­

lidad pública y privada PStá siempre <kn t ro de lo pos1ble, y no

indica en s í mismo qup el principiO filndamental sea malo. Las

consecuPncias dP un principio son una cosa y las consPcuenc1as

de def(·nderlo públicament e otra. Una varian t e de esta idea ya se

ha admitido por la dist inción entre los nivelPs crítico <' intuit ivo dP

la moralidad, dP los cuales hP rnos tratado Pn capítulos a n teriores . Si

pPnsarnos Pn principios quP sPan adpcuados para el nivel intuit ivo

de la moralidad corno los qup gPrwralmPntP se dPberían def(·nder,

(•stos son los principios c¡uP, cuando SP ddiPnden, darán lugar a las

306

• •

Ricos y pobres

a largo p lazo y. por tanto, no tem•mos obligación de prestar ayuda.

Tampoco parece razonable sostener quP ba¡o estas circunstancias la

gente tenga derecho a nuestra ayuda. Si aceptamos estp derecho, sin

tener en cuenta las consecuencias, estamos diciendo que, volviendo

a la metáfóra de Hardin, deberíamos seguir subiendo a los que SP

están ahogando a nu<•stro bote hasta que e l bote se hunda y nos

ahoguemos todos.

Si el cntPrio de la selen:ión ha de ser rechazado, hay que

abordarlo en s u prop10 terreno, dentro del marco de la ética

consecuencial ista, puesto que aquí es vulnerable. Cualquier é tica

consPC\H'TIClahsta debe tener <'TI cuenta la probabilidad del resul­

tado. Es pref(·riblP una l ím·a dP acción que naturalmente produzca

algún beneficio a una l ínea a l ternativa que nos pueda llevar a

un beneficio levemente mayor, pero qtH' tenga igualmente la

probabil idad de no producir beneficio a lguno. Sólo si la mayor

magnitu d del beneficio incierto vale más que su incertidumbre,

delwríamos elegirlo. Es rne¡or una u nidad segura de beneficio

que el 10 por ciento de probabilidades dP cinco unidades; pero

mejor un SO por ciento de probabilidades de tres unidades que u na

única unidad segura. El mismo principio se aplica cuando estamos

intentando evitar rnalPs.

El cnterio de la selección trae cons1go un gran mal seguro: el

control demográfico mediante hambre y enfi.·rmPdad. Decenas de

millones morirían lentamente. CiPntos de millones continuarían

viviendo en la pobreza absoluta, en Pi mismo límite de la existencia.

Frente a esta perspectiva, los defi.·nsores de Psta política introducen

otro posible mal que es incluso mayor: el rrusrno proceso de

hambre y enf(•rmedades, que tendrá lugar en un plazo de, digamos,

50 años, cuando la poblac ión mundial sea tres veces mayor que

ahora, y e l número de los que morirán de hambre, o vivirán en la

297

Page 160: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

pobreza absoluta, será rnuchísm10 mayor. La cuest ión es: ¿hasta qu(• punto es probable este pronóstico de que la ayuda ininterrumpida que ahora prestarnos nos l levará a mayores desastres en el fút uro7

Las predicciones del crecimiento de la poblanón son not oria­mente falibles, y las teorías de los factores que le af(·ctan son especulativas. Una teoría, a l menos tan admisible corno otras, es que los países pasan por un "período de transiCión demográfica" en la medida en que aumenta su nivel de v1da. Cuando la gente es muy pobre y no t iene acceso a la rnedicmJ rnodern.1 , su f(·rt i l idad es altJ, pero la pobl<�ción se mantiene estancJda ddllClo a los grandes índices de rnort.didad . J .,¡ introducción de l<� lugiene , t(•cnicas sMlitarias modernas y ot r<�s meJoras reduce el índice de mortalidad, pero inici<�lrnente t ienen poco décto en el ín<Üce de natal idJd. Posteriormente l<� poblJción crece ráp1d<�rnente. Algunos países pobres, especialmente del sur del SJhara, se encuentran ahora en esta fase. Si los niveles de vida continúan aurnentJndo, sin embargo, las pan'JdS ernpH·zan J darse cuentJ de que para tener el mismo número de hiJOS que l leguen J ser Jdultos corno en el pasado, no necesit<�n tr<�er Jl mundo a t Jntos nir!os corno sus padres. La m·cesi<!Jd de que los hiJOS propornonen un apoyo económico en la vqez <lisrrunuye. UnJ meJ Or educanón JSÍ corno lJ emancipación y el empleo de la muJer t ambu'•n reducen el índice de natalidad, de m<�nera que el crecirruento de la pobl<�ción cormenzd a est abi lizarse. LJ m.1yorí.1 de las n.Iciones ric<�s h.m alcar11.ado est.l fase, y sus poblaciones est.ín crenendo, si es que lo hacen, de una manera muy lenta.

Si estJ teoría es correct J , existe un,¡ altern<�t !v.l J los desast res

aceptados corno inevitables por los dd(·nsores de lJ selección.

Podernos ayudar a que los países pobres aument en los mveles

de vida de los mie mbros más pobres de su pobl.ICión . Podemos

298

1 1 •

Ricos y pobres

animar a los gobiernos de estos países a que promulguen medidas

de refórrna agraria, mqoren la educación y l iberen a la muJer de su

exclusiva fúnción de cuidar de sus hiJOS. TamlH(•n podemos ayudar

a otros países a que hagan más asequibles los anticonceptivos y la

esterilización. Existe una buena posibilidad de que estas medidas

aceleren el comienzo de la transición demográfica y reduzcan el

crecimiento de la población a unos niveles controlables. Según las

estimaciones de las Naciones U nidas, en 1 965 una mujer del Tercer

Mundo dab.1 a luz una media de seis hiJOS, y solamente el 8 por

ciento uti lizaba algún npo de anticonceptivo. En 1 99 1 el número

medio de hiJOS habíJ descen<l ido por deba¡ o de l os cuatro, y más de

la mitad de las rnu¡ eres del Tercer Mundo estaban tornando medidas

anticonceptivas. Se han producido (•xitos notables al fómentar el

uso de a 11ticonceptivos en Tailandia, Indonesia, Mi·¡ ico, Colombia,

Brasil y Bangladesh . Este logro refleJaba un gasto relativamente

ba¡o en los países en vías de desarrol lo considerando el tamar!o

y la importanCia del pro b lema - de :� mil millones de dólares

1 ¡ 1 · 1 20 p<>r ,._ ¡· "nt<> f>r<>v"nl'arl de las anua es, < e os que so o un ' ' naciom·s desarrol ladas . Por tanto el gasto en este área parece

probable que sea muy ef(·ctivo en relación al coste. No se puede

garantizar el (·xito, pero las pruebas sugieren que podemos reducir

el crecimiento de la población me¡orando la seguridad económica

y la educación, y haciendo que los anticonceptivos sean más

asequibles Esta perspectiva hace que la teoría de la selección

sea (·ticarnente inaceptable. No podernos permitir que mil lones

de personas mueran de hambre y enfermedades cuando existe

una probabilidad razonable de que la población se controle sin

tales horrores.

E l crecimiento de la población no es, por tanto, una razón

en contra de ofrecer ayuda a los países pobres, aunque debería

299

Page 161: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

hacernos pensar en el tipo de ayuda que demos. En lugar de ofrecer asistencia al imentaria, quizá sería mejor ofrecer una ayuda que lleve a la disminución del crecimiento de la población. Esto quizá signifique asistencia agraria para los pobres rurales, o asistencia en la educación, o la provisión de servicios de planificación farniliar. Cualquiera que sea el tipo de ayuda que resulte más dicaz en unas circunstancias determinadas, la obligación de prestar ayuda no se reduce.

Pero queda una cuestión dificil. ¿Qu(· hacemos con un país pobre y ya superpoblado que, por razones religiosas o nacionalistas, restringe la utilización de anticonceptivos y rechaza disminuir el crecimiento de su poblaciónJ ¿Le ofrecemos, de todas fórmas, asistencia para el desarrolloJ ¿O condicionamos nuestra of(·rta a que se tornen pasos dicaces para reducir el índ ice de natalidadJ Al último interrogante, algunos objetarían que imponer condiciones a la ayuda constituye un intento de imponer nuestras propi.Is ideas en naciones soberanas independientes . Y lo es, pero, ¿es esta imposición injust ificable7 Si el argumento que defiende la obligación de ayudar es válido, tenernos !.1 obligación de reducir la pobreza absoluta; pero no tenemos la obliganón de hacer sacrificios que, que sepamos, no tengan perspect ivas de redunr la pobreza a largo plazo. De ahí que no tengamos obligación de prestar ayuda a los países cuyos gobiernos pracllcan una política que hará que nues t ra ayud.1 no sea dicaz. Esto podrí.1 ser muy duro para los ciudadanos pobres de dichos países (porque es posible que no tengan voz en 1.1 política gubernamental) . pero ayu<l.iremos a largo plazo a m.ís gente SI uuhz.unos nuest ros recursos donde son más dicaces. (Los rrusmos principios se pueden aplicar, dicho sea de paso, a países que se ruegan .1 seguir otros pasos que pudieran hacer que la .1yuda sea dicaz, corno negarse ,¡ refórmar los sistemas

300

• t

, ,

Ricos y pobres

mejores consecuencias. Cuando de lo que se trata es de la ayuda a países pobres, (•sos serán los principios que lleven a que los ricos den la mayor cantidad a los pobres .

¿Es cierto que el nivel establecido por nuestro argumento es tan alto corno para ser contraproducente7 No hay muchas pruebas al respecto, pero analizando el argumento con mis estudiantes y otras personas he llegado a pensar que pudiera serlo. Sin embargo. el nivel aceptado de fórma convencional -es decir, dar unas pocas monedas cuando se nos aborda en la calle para una colecta- es evidenternentt• demasiado bajo. ¿Qu(· nivel deberíamos defénder7 Cualquier cifra que demos será arbitraria, pero se podría dar un porcentaje redondo de los ingresos de uno, digamos, el 10 por ciento, que es más que una donanón simbólica y no tanto corno para convertirnos en santos. (Esta cifra tiene la ventaja añadida de que tiene remmiscencias del antiguo diezmo que se daba tradicionalmente a la iglesia, cuyas responsabilidades incluían el cuidado de los pobres dentro de la comunidad local a la que uno pertenecía. Quizá esta idea se podría restablecer y aplicarse a la

comunidad mundial) . Para algunas familias, por supuesto, el lO por ciento supondría una parte consi<ierable de su economía, mientras que otras podrían dar más sin dificultad . No se debería establecer una cifra determinada ni corno mínimo ni corno máximo; pero parece válido def(•nder que los que tienen un sueldo rn�·dio o por encima de la media en los países ricos, a menos que tengan un número inusual de personas a su cargo u otras necesidades espenales, deberían aportar una décima parte de sus ingresos para reducir la pobreza absoluta. Bajo cualquier nivel ético razonable, esto es lo mínimo que deberíamos dar, haciendo mal si aportamos menos.

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9 Los de dentro y los de fuera

El refugio

Estamos en f(•brero del arlo 2002, y el mundo está haciendo inventario del daño causado por una guerra nude<�r en Oriente Próximo hacia finales del pasado año. El nivel global de radioacti­vidad en la actualidad y durante los próximos ocho ;¡ños es tan alto que sólo las personas que viven en refügios atómicos pueden confiar en sobrevivir con un estado de salud aceptable. Para el resto, que se ven obligados a respirar aire sin filtrar y consumir agua y alimento con altos niveles de radiación, las perspectivas son sombrías. Hay probabilidades de que un 10 por ciento muera a causa del síndrome por radiación aguda en el plazo de dos meses; se espera que otro 30

por ciento desarrolle algún tipo de cáncer mortal en los próxnnos cinco años; incluso el resto sufrirá la aparinón de cáncer en una proporción diez veces superior a la normal, mientras que el riesgo de tener hijos con rnalfórmaciones es cincuenta veces mayor que antes de la guerra.

Los afórtunados, por supuesto, son los que fiwron lo suficien ternente precavidos corno para comprar una participación en los refügios nudean•s constnlldos por los especuladores mrnobiliarios cuando la tensión internanonal comenzó a subir ,¡ finales de la d(·cada de los noventa. La mayoría de estos refi1gios fiu·ron diseñados corno pueblos subterráneos, cada uno de los cuales podía alojar a 1 O.(XJO personas y satisfacer sus necesidades durante

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Los de dentro y los de fuera

vemte años. Los pueblos tienen autogobiemo y cuentan con constituciones democráticas que füeron aprobadas con antelación. Tambi(·n cuentan con sofisticados sistemas de seguridad que les permiten de¡ar entrar en el rdügio a cualquier persona que eli ¡an, de¡ando füera a l resto.

Naturalmente, los miembros de una comunidad llamada Puerto Seguro han recibido con gran alegría la notina de que no será necesario que permanezcan en los refügios mucho más de ocho años. Sm embargo, la not icia t.nnbi(•n ha provocado las primeras fdcnones senas entre ellos: ya que en la entrada que conduce hasta el pueblo, hay rmles de personas que no invirtieron en un refügio. Se puede vt•r y oír a estas personas , a trav(·s de cámaras de televisión instaladas en la entrada. Suplican que les de¡ en entrar ya que saben que s1 pueden entrar en un refügio con rapidez, conseguirán escapar a la mayoría de las consecuencias causadas por la exposición a la radtación. Al principio, antes de que se supiera cuánto tiempo hacía falta permanecer en el refügio, estos ruegos contaban con muy escaso apoyo dentro del refi1gio. Sin embargo, ahora, las razones para admitir al menos a algunos tienen mucho más peso. Al tener que durar sólo ocho años, las provisiones podrán mantener a más del doble de la población actual del refügio. El alo¡arniento presenta problemas sólo ligeramente mayores : Puerto Seguro file d iseñado para fimcionar corno un retiro de lu¡o en caso de no tener que ser usado en una emergencia rea l, y estaba equ ipado con pistas de tenis, ptscinas, y un gran gimnasio. Si todos estuviesen de acuerdo en mant enerse en fórrna haciendo aerobic en el salón de su casa, sería posible proporcionar un espacio adecuado para dormir, aunque algo primitivo, para todos a los que se puede alimentar repartiendo las provisiones .

Por lo tanto, los que se encuentran en el exterior ahora s í

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f:tica práctica

cuentan con partidarios en el interior. Los más ext rerrustas, a los que sus opositores denominan "corazones sensibles", proponen que el refugw admita a otras diez mil personas, tantas como sea razonablemente posible alimentar y alo¡ar hasta que sea seguro salir, lo cual significaría abandonar todo lu¡o en cuanto a la comida y las instalaciones; sin embargo, los Corazones Sensibles indican que el destino de los que se queden fi1era será mucho peor.

A los Corazones Sensibles , se oponen algunos que preconizan que los de filera son normalmente personas de una clase inf{·rior, ya que, o no fueron lo suficH·ntemente previsores, o no eran lo suficientemente neos , para invert ir en un refúgw; por esta razón añaden que provocarán problemas sociales en el refugio, suponiendo una carga adicional para los servicios educat ivos, sociales y sanitarios y contribuyendo a un aumento del número de delitos y de la del incuenna ¡uvenil. ! !.1y otro pequerlo grupo que apoya a los que se oponen a la entrada de los de fiH'ra para qu ienes sería una in¡usticia para los que han pagado su part icipación en el refugio que ot ros que no han pagado S(' benefinen de su uso. Los oposi tores a la entrada son pocos , pero bien articulados; sin embargo, cuentan con mucho apoyo por parte de numerosas personas que sólo serlalan que les gusta mucho ¡ugar al terus y nadar y no quieren de¡ar de hacerlo.

Entre los Corazones Senstbles y los que se oponen a de¡ar entrar a nadie de filera, se encuentra un grupo moderado: los que piensan que, como acto excepcional de caridad y benevolencia, podría de¡arse entrar a algunos, pero no a tantos corno para que la calidad de v1da del refugio cambt(' de fórma significat iva. Proponen convertir una cuarta parte de las pistas de te nis en dorrm torios , y ceder un pequeño espano público abierto que de todas fórmas no ha tenido mucho uso. Con estas medidas, se podría alo¡ar a otras

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Los de dentro y los de fuera

500 personas, lo que para estos autodenominados "moderados"

sería una cifra sensata, suficiente para demostrar que Puerto Seguro

no es insensible a las desgracias de los que son menos afortunados

que sus prop1os habitantes.

Se celebra un refér(>ndum y hay tres propuestas : de¡ar entrar

a 1 0 .000; de¡ar entrar a 500 y no de¡ar entrar a nadie. ¿Por cuál de

ellas votarías?

El mundo real

Al igual que el terna de la ayuda exterior, la situación actual de los

refi1g1ados plantea una cuestión ética sobre los l ímites de nuestra

comunidad moral, no, corno ('n capítulos anteriores, en ra:t.ón de

la especie, el nivel de desarrollo, o la capacidad intelectual, sino en

razón de la nacionalidad . La mayor parte de los aproximadamente

15 millones de refugiados que hay actualmente en el mundo,

viven acogidos, al rnenos temporalmente, ('n los países menos

desarrollados y más pobres del mundo . Más de 1 2 millones de

refugiados se encuentran en los paises menos desarrollados de

Áfí-ica, Asia y Am(•rica Latina . El efécto de la llegada de mil lones

de refítgiados sobre un país pobre se puede apreciar a partir de

la experienna sufrida por Pakistán durante los años ochenta,

cuando file hogar de 2,8 millones de refúgiados afganos, que

vivían mayoritariamente en la provmna fronteriza del noroeste.

Aunque Pakistán sí obtuvo alguna ayuda exterior para alimentar a

estos refitgiados, alrededor de los asentamientos de (�stos se podían

observar fácilmente los efectos de tener que soportar la carga de la

población refugiada durante siete años: se talaron montañas enteras

para conseguir madera que les sirviera de combustible.

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�:t ica práctica

Según el artículo 14 de la DcclJración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1 948, "En caso de persecución, to<Ü personJ tiene derecho a buscar Jsilo, y a disfrutar de d, en nJJlquier p.1 ís" . El Alto Comisionado de las Naciones Uni<ids parJ los Rdilgiados se estableció en 1 950 y al Comisario se le encomendó lJ protecCión de toda persona que se encuentre fiwra del p.1is de su nJcionalidad debido a un temor bien fimdJdo de persecuuón en fimción de rJza, religión, nacionJlidad u opinión políticJ, y que no desee o no puedJ valerse de lJ protecCión de su propio gobwrno. OriginJlmente estJ definición fiw <hseñJ<Ü p.¡r,¡ solucionar los desplu.�mwntos causados por lJ Segun<id c;uerrJ MundiJl en Europ.1. Es bJstJnte limitada, y obliga J que l.1s solicitudes p.1r.1 obtener !J. corHlición de refi1giado scJn investigadJs caso a caso. No ha logr.1do Jbarcar los movimientos de personas J gran escJlJ que hJn temdo lugar desde entonces en tiempos de guerra, hambre, o disturbios u viles.

Normalmente se culp.1 J l.1s víctimJs a la horJ de JUStificar lJs respuestas poco gem•rosJs ,1 los rdi1giJdos. l .a dist inción entre "rcfilgiados n•Jles" y "rdilgiJdos ccon<''micos", y l.1 afirmJción de que éstos últimos no dcberíJn recibir ningún tipo de .1yudJ se h.1n convertido en prácticJ común. EstJ distinción es muy dudosa, ya que la mayoría de los refÍlgiados sale de su p.1is con grJn riesgo y peligro para su vidJ : <TuzJn mJres en barcos que h.H·en .¡gu.l, someti<los al JtJque de los piratJs, o hacen l.1rgos viJjeS J t rav(·s de fronteras armad<ls, para llegJr con lo puesto J los campos de refi1giados. ! .a distmdón entre Jlguien que huye de lJ persecución política y alguien que huye de tHIJ tierrJ mhabitJble debido a una sequía prolongJdJ l lene diiicil JUSt ific.Kión cuando .unbos tienen la mismJ nen·si<idd de refiigio. l .a ONU, que no calificaría a éstos últimos como reliigiados, resuelve con su propia definición el problemJ.

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Los de dentro y los de fuera

¿Cuáles son las posibles soluciones duraderas para los refugia­

dos en el mundo actuaP ! .as principales opciones existentes son: la

repatriación voluntaria, la integración local en el país al que escapan

en primer lugar, y el n·asentamiento .

Probablemente l a solu<ión más humana y meJor para los refugiados seriJ devolverlos a su país. Desgraciadamente para la mayoría, la repatriación voluntana no es posible porque las condiciones que les obligJron a huir no han cambiado lo suficiente. El asentamiento local, en el que los refi1giados pueden permanecer y reconstmir su vida en los paises vecinos, a menudo es imposible debido a la incapacidad de los paises pobres, políticamente inestables y económicamente desvalidos, para absorber a una nueva población, cuando sus propios habitantes tienen que hacer frente a una lucha diaria por sobrevivir. K�ta opción fimciona meJor en los casos en los que los vínculos tribales y rtnicos atraviesan las fronteras nacionales.

J ..¡ dificultad de lograr bien la repJtriación voluntaria bien el asentamiento local hace que la ún ica opción disponible sea el rcasentamiento en un país más remoto. ! .a principal respuesta de los países industriJlizados ha sido instituir medidas de disuasión y cerrar sus puertas lo máximo posible ante la dimensión, nunca antes conoudJ, alcanzad.! por el número de rdi1giados que necesita reascntamiento . Cierto es que el reasentamiento nunca podrá resolver el problema que obliga a los refugiados a abandonar su país. Tampoco constituye, en sí, una solución para el problema de los rdúgiados en el mundo. Solamente un 2 por ciento de los rdÍJgiados del mundo encuentran un reasentamiento permanente. De cualquier manera, la opción del reasentamiento es importante, proporciona una vida sustancialmente TTH'JOr para un número considerable de individuos, aunque no se trate de una gran pro­porción del número total de rdúgiados .

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Page 165: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

La política de los países que sirven de primer rdilgio tambi(•n se ve afi.·ctada por el reasentamiento Si estos países no tienen esperanzas dt> que estos refi1giados sean n•ast>ntados, sabpn que cada rpfÍJgiado qut> ('ntra en el país hace aumentar la carga que soportan. Y los países que son prirnt>r refi1gio Sl' l'ncut>ntran entrl' los qut> menos posibilidades tit>nen de mantener a más personas. Cuando se estrecha la opción del reasentamiento, los países de primer refi1gio adoptan medidas para tratar de convencer a los refilgiados potenciales para que no de¡en su país. Estas medidas incluyen devolverlos l'n las fronteras, hacer que los campamentos sean lo menos atractivos posible, y seleccionar a los refi1giados confórme cruzan la frontera.

El reasentamiento es la única solución para los que no pueden volver a su país en un filturo próximo y que solamente temporal· mentP son bien acogidos en el país al que han huido, en otras palabras para los que no tienen ningún sit io dónde ir. Millones de personas elegirían esta opción si hubit>ra países que les acogiesen. Para estos rdilgiados, el reasentamiento puede suponer la difi.•rencia entre vivir o morir y, con certeza, constituye su única esperanza de tener una existt>ncia decente.

El enfoque ex watia

Existe una actitud ampliamente aceptada que dice que no tenemos ninguna obligación legal o moral de aceptar a rdilgiados de ningún tipo Y que acoger a algunos es prueba <k nuestro carácter generoso Y humanitario. Esta postura, aunque popular, no es evident emente acertada desde el punto de vista moral. De hecho, parece entrar en conflicto con otras actitudes que, a Juzgar por lo que la gt>nte

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ti •

Los de dentro y los de fuera

dicl', cuentan cuando menos con el mismo apoyo, y entrl' las que se incluyen la creencia en la igualdad de los seres humanos y el rechazo a los principios que discnminan en razón de raza u origen nacional .

Todos los países desarrollados protegen el bienestar de sus residentes de muchas fórmas: protegiendo sus derechos legales, educando a sus hijos, con el pago de prestaciones sociales y el acceso a la asistenCia sanitaria, bien universal o para los que se encuentran por debaJO de un nivel de pobreza determmado. Los refilgiados, a menos que sean aceptados en el país, no reciben ninguno de estos bent>fiCios y, dado que la inmensa mayoría no es aceptada, la mmensa mayoría no tendrá derecho a beneficiarse de estos servicios. Sin embargo ¿es (•ticamente defi.•ndible esta diférencia en el trato a los residentes y los no residentes?

Muy pocos filósofós morales han prestado atención al terna de los refl1giados, aunque se trata claramente de una de los pnncipales problemas morales de nuestros d ías y plantea cuestiones morales importantl's relal!vas a quit•nes pertt>necen a nuestra comunidad moral. Por e¡t>mplo, veamos t>l libro del filósofó de Harvard John Raw:s, A Thcory of Justice, que ha sido uno de los tratados sobre la JUst icia más debatidos desde su publicación en 1 97 1 . Este volumen de SOO páginas trata exclusivamente de la JUSticia dentro de una sociedad, ignorando, de esta fórma, todas las preguntas dificiles sobre los pnncipios que deberían n·gir el modo en el que las sociedades ricas responden a las peticiones de los países pobres, o de los extranJeros necesitados.

Otro norteamericano, Michael Walzer, es uno de los pocos filósofós que ha planteado el tema. Su obra Spheres of Justice empieza con un capítulo titulado "La pertenencia y dis tribución" en el que se pregunta cómo está constituida la comunidad dentro de la cual

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f:rica prác11ca

tiene lugar esa distribución. A lo largo del capítulo, Walzer trata de ¡ustificar algo parecido a la situación actual con respecto a la política sobre los refí1giados . La primera pregunta que trata de responder es: ¿tienen los países derecho a cerrar sus fronteras a los posibles inrnigranles7 Su respuesta es afirmativa, porque si no se cierran , o se tiene al menos el poder para cerrar las fronteras s1 se desea, no pueden existir comunidades dif(•renciadas.

Dado que la decisiÓn de cerrar las fronteras se puede tornar con todo derecho, Walzer pasa a considerar la fórrna en que esta decisión se debería e¡ercilar. Compara la cornunid,1d polít ica con un club, y con una familia. Los clubs son e¡ernplos del enfóque ex grat ia : "! .os individuos pueden dar buenas razones sobre por qu<� deberían ser seleccionados, pero nadie que se encuentre fíl('ra t iene derecho a estar dentro". Sin embargo, Walzer cons1dera unperf(·cta esta analogía porque los estados son tambi(·n en parte como las familias. Se ennH•ntran moralmente obligados a abrir las puertas de su país, no quizás a cualquiera que desee ent rar, sino a un grupo particular de ('Xtran¡eros, reconocidos corno "familiares" (·tnicos o nacionales. Walzer, de este modo, util iza la analogía de una famil ia para justificar el principio de la reuruón familiar corno base para la política de inmigración.

Sin embargo, por lo que respecta a los rdügiados est o no es de gran ayuda. ¿Tiene una comunidad política derecho .1 exclu1r a hombres y rnu¡eres desahuciadas, perseguidas y apát ridas sim­plemente porque son ext ran¡eros7 Según Walzer, la comunidad se encuentra obligada por un pnnnp10 de ayuda mutua y hace notar, con razón, que este principiO puede tener ekctos más ;unplios cuando se aplica a una comunidad que cuando se aplica a un individuo, ya que hay muchas acciones ben(•volas posibles para una comunidad que sólo rnarginalmente ,¡f(·ct an ,¡ sus rruernbros.

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Los de dentro y los de fuera

A (·xtran- <J en nuestra familia es algo que podemos reptar a un considerar va más allá de los requ isitos de la ayuda mutua; sin embargo. aceptar a un extran¡ero, o incluso a muchos extranjeros, en una comunidad constituye una carga muchísimo más ligera.

En opinión de Walzer, una nación con grandes cantidades de terreno sin ocupar (d pone Australia como e¡ernplo, por suposición más que por anális1s de los recursos de agua y suelo en Australia) puede tener realmente la obligación de ayuda mutua y de acoger a personas de zonas del sureste asiático densamente pobladas que sufren hambre I .a elección para la comunidad australiana sería abandonar la homogeneidad que poseyera su sociedad, o retirarse a una pequeña parte del territorio que ocupaban, de¡ando el resto

para los que lo necesitan. Aunque sin aceptar nmguna obligación general por parte de

los países neos para admitir refí1giados, Walzer sí que apoya el popular principio de asilo. De acuerdo con este principio, todo refügiado que logra alcanzar las costas de otro país puede reclamar asilo y no puede ser deportado a un paí� en el que puede sufrir persecución en razón de raza, rel igión, nacionalidad, o ideas políticas. Es interesante ver que este principio es ampliamente apoyado, mientras que la obligación de acoger rdügiados no lo es. La diferenna entre los dos puede refle¡ar algunos de los principios discutidos en capítulos anteriores de este libro. El principio de proximidad tiene una importancia clara: la persona que pide asilo se encuentra flsicamente más cerca de nosotros que las que están en otros países. Es posible que el apoyo más sóhdo en favor del asllo se halle en parle en la difi:•rencia entre un acto (deportar a un refúgiado que ha llegado ya) y una omisión (no ofrecer sitio para un rdúgiado que se encuentra en un campamento lejano) . Igualmente podría ser un e¡emplo de la difl-rencia entre hacer

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�:rica práctica

algo por un individuo identificable, y hacer algo que sabemos tendrá el mismo ef(•cto para alguien, pero sin embargo nunca podremos decir a quién af(·ctó. Otro factor es probablemente el número relativamente pequeño de personas que realmente consiguen llegar y pedir asilo, en contraste con el número mucho mayor de refi1giados de los que tenemos constancia, aunque se encuentren le¡os de nosotros. ((s te es el argu mento de "la gotJ en el océano" que se discutió cuando se trJtó el terna de la ayuda extenor. Quizás podJmos Jcoger J todos los que piden asilo, pero por muchos rdiigiados que se aco¡an, el problema seguirá existiendo. Al igu.1l que ocurría con el .Irgumento p.!rJielo en contra de la ayuda exterior, (·ste p.1s.1 por Jito el hecho de que .1! acoger refi1giados, permitnnos que unos mdividuos dcterrninJdos lleven unJ vidJ decente y de <'StJ fórmJ hJccmos .1lgo que merece la pena, independientemente del número de refúgi.Idos J los que no podernos .1yudar.

Los gobiernos moderJdJrnente l i !wrJles, <l lspuestos J prestar atención al menos J .1lgunos sentnnientos humanitJnos, ac tú.m de

una manera muy parecida J la que sugiere Walzcr. Man!Ienen que las comunidades tienen derecho J deci<l i r a <¡Uihi acogerán; las pet iciones de reunión f;uniliJr tienen pnori<bd, y J contmuación las de los cxtrJn¡cros pertenecientes Jl grupo t'tnico nJcionJl, si es que el estJdo t iene IHlJ ident idad (•tnica . LJ ad rmsión de

los que están necesitados es un .H·to e x waria . Normalmente, SI los números son relativamente reduodos, el derecho de Jsdo se respeta. Los rdi1giJdos, a menos que plH'<lJn .1pe!Jr ,¡ .1lgún sent ido especial de afinidJd polí!IcJ, no pueden r<•Jlrnente reivimlic,¡r que se les acoja. y tienen que ponerse en manos de lJ caridJd del país receptor. Todo esto está generalmente de acuerdo con ],¡ política de inmigración de lJs dernocrJCIJs ocodent.1les. En lo

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Los de dentro y los de fuera

Jos refugiados , el enfóque ex gratia es la ortodoxi.1 que respecta a

vigente.

La falacia del enfoque vigente

La ortodoxiJ vigente descJnsa en supuestos vagos y norrnalmente

no argumerl!ados sobre el d erecho d e la comumdad a dcterrnin�r

· Jeden ¡Jertem·cer a ella Un consecuem·Iahsta sostendna, quwnes ¡n · en su lugar, que la políll<".l de inrrugraoón deberí.l basarse dircc-

t . <'rl l<lS I. rlten·ses de todos los aféctados l·:n aquellos tarnen < · · ·

t en conflicto, casos en los que los dif(·rentes intereses en ran

deberíamm dJr igual consideración a todos, lo cual impl icaría

que los intereses más fimdamentJles, o más acuoJntes , tendrían

¡mondad sobre Jos menos fímdarncntales. El primer paso a la

hora de aphc.n el pnnciplO de igual corlsideración de intereses es

identific;n J ,¡quellos cuyos intereses se ven ,¡f(·nados. 1 •:1 primer

grupo. y el más evidente de todos, es el de los refúgiados. Sus

intereses rn.is fiindJrm·ntJles y m.is J<UCIJntes se encuentran.

dJrJmenll' , en ¡uego; J.¡ vida en un c.1mpo de rdúgiJdos t iene

pocas expectJt iVJS ,¡part e de la riH'rJ subsistenCIJ , y a veces apenas

rll eso. A continuaCión se encuentra J.¡ nnpn•sión de un observador

de un carnpJrrwnto en J.¡ fronterJ entre T.ulJndi.l y Camboya e n

1 986. i(n ese momento el campamento acogía a 1 44 . 0(X) personas:

La vlsit .l de un extr.m¡ero provoca una ola de exntanón. Se reúnen

alrededor y preguntan con ansicd.Hl sobre los progresos de su caso

de reasentarnient o , o comparten su gran desesperanón ante los

rontwuos rechu.os de los orgamsrnos de selecnón de los dist intos

paísPs que act'ptan rcfiJg¡ados . I .loran al hablar. la mayoría lient'

un am· dt' rt'signad.1 dPsPspPranón El día de la distnbución

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Ética práctica

de arroz, miles de much.1chas y mUJen·s se afllflan en la zona

de distribución, par,¡ recilm las ranont·s seman.dt•s de !.1 famil ia .

Desde la torre de ohserv.Inón de h.unhú el suelo pan·ce un mar

revuelto de callt'llos morenos y sacos dP arroz sobrl' la cahpza. dP

vuelta a casa. Un pueblo orgulloso. principalmentp dP agricultores.

obligados a dept·nder dP las raciones dP agua, pt•sc.Hlo t•n consPrva

y arroz de la ONU para sobrpvivir

La mayoría dP el los no espPra ningún cambio significativo Pn

sus vidas Pn muchos años. Sin embargo, yo, JUnto a l resto dt·

los de fúera, podía su birmp ,¡ un coche y salir del campamPnto,

volver a Taphr aya o Aran, llt'berrne un vaso de agu.1 fí-ia, comerrrw

un plato de arroz o dt• fideos en el restaurant(' de carreter,1

cercano, y observar la vida pasar. Esos momentos tan simples

de la vida t•s taban l lenos de una h llt'rtad que nunca antes había

valorado tanto.

Al mismo tit'mpo, los rt'fÍigiados acogidos t'n otro país tient'n buenas posibilidades de establecerse y llevar una vida tan satis­factoria y plena corno la mayor parte de nosotros. A veces, e l interés que tienen los refilgiados en se r aceptados t's tan básiCo como el propio inten:·s vital. En otros casos, es posible c1ue no se trate de una situación de vida o muerte, pero aún así af(·ctar.í profimdamente el curso de la vtda de una pPrsona.

El siguiente grupo más af(·nado es el de los residPntes del país de acogida. Se Vl'rán af(·ctados de distinta fórma, depPndiendo de l número de refilgiados acogidos, cómo se mtegran l'n la comunidad, la situación actual de la l'conomía nacional, t•tc(·tl'ra. Algunos rl'sidl'ntl's se verán más a f(·ctados qup otros: algunos Sl' Pncontrarán con qup tendrán que competir con los rPfiJgiados para lograr un t rabajo. y otros no; a lgunos vivirán l'n un barrio con una alta poblanón c]p rpfiJgiados, y otros no; l'Sta lista p o d ría sPguir indpfÍnidarnentl' .

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Los de dentro y los de fuera

No debl'ríamos suponer que los residentes del país receptor se verán af(•ctados negativaml'nte: la economía puede recibir un pmpuje dPbido al gran número de refugiados, y muchos residentes l'ncontrarán nuevas oportunidades comerciales para satisfacpr las nPcesidades dl' los refúgiados. Otros disfrutarán del ambientt' más cosmopolita crpado por la llt•gada dt' personas dt' otros países: las til'ndas y rt'staurantes t'XÓticos qup aparl'Cl'n, y a largo plazo, los bt'neficios de diférl'ntt's ideas y fórrnas dt' vivir. Se podría argumentar qup los rl'ÍÍlgiados constituyen dl' muchas maneras los me1ort's inmigrantes: no tient'n ningún otro sitio donde ir y tit'nen qul' comprornpterst' totalml'nte con su nuevo país , a dift·rencia dl' los inrnigrantt's que pupden volver a su país dl' origPn cuando lo dt'Sl'l'n. El hPcho dl' qul' hayan sobrl'vivido Y escapado a las dificultades indica qm· tl'ndrán vigor, iniciativa Y rPcursos qul' sl'rán dl' gran vl'ntaja para l'l país rl'ceptor. Así algunos grupos de refúgiados, por ejemplo los indochinos, mostraron una gran actividad emprPsarial cuando fúeron acogidos en países como Australia o los Estados Unidos.

También hay otras consecuencias posibles y más difusas sobre las que al menos terwmos que recapantar. Por ejemplo, se ha argumentado que acoger en un país neo a un gran número de refúgiados de países pobres simplemente fómPntará el flujo de refúgiados en Pl fúturo. Si los países pobres y superpoblados se pueden deshacer de los habitantes qup les sobran en otros paíst's, tendrán pocos incentivos para hacer algo que solucione las causas reales de la pobreza de su pueblo, y para disminuir el crecimiento de la población. Esto podría tener corno resultado el mismo nivel de sufdmiento que s i los refúgiados no hubiesen sido admitidos en primer lugar.

Hay tarnbit'·n consecupncias que surgen por no acoger a un

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Ética práctica

número significativo de rdi1giados. La estabilidad económica y la paz mundial dependen de una cooperación internacional basada en algún tipo de respeto y confianza; sin embargo. los países ricos en recursos y no superpoblados del mundo no podrán esperar ganarse el respeto o la confianza de los países pobres superpoblados si les dejan para que hagan fi·ente corno puedan al problema de los refugiados.

Por lo tanto, hay que tener en cuenta una cornple¡a mezcla de intereses, algunos definidos, algunos altamente especulativos. Hay que dar igual peso a iguales intereses, pero ¿hacia dónde se inclina la balanza7 Consideremos una nanón razonablemente nca que no se encuentra demasiado poblada, corno por eJemplo Australia (torno el ejemplo de Austraha simplemente porque estoy famil iarizado con el país; con pequerlas modificaciones, se podría sustlluir por otros países ricos) . A principios de los noventa , Australia acoge ,1

unos 1 2.000 refilgiados al año, en un momento en el que hay varios mil lones de rdúgrados en campos alrededor del mundo, muchos de los cuales no tienen nmguna esperanza de volver a su país y quieren ser acogidos en un país corno Austra lia . Ahora bien, rmagmernos que Australia decidiese aceptar al doble de refilgrados cada aiio de lo que viene haciendo. ¿Cuáles pueden ser las nmsecuennas seguras de esta decisión, y cuáles son las consecuencias posibles7

La primera consecuenna segura sería que cada arlo 1 2.000

refi1giados más saldrían de un campo de rdúgiados y se esta bleet•rían <'n Australia, donde pueden esperar, despu{•s de unos cuantos años de esfiH·rzo, participar del bienestar material, de los derechos civiles, y de la estabilidad polít ica de ese país Por lo tanto, 1 2.000 personas estarían muc:hí.mno meJor.

L a segunda consecuerKia segura seria que Australia tendría 1 2.000 nuevos inmigrantes cad,¡ af1o, y que estos inrrugrantes

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iiJ . •

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1 •

Los de dentro y los de fuera

adicionales no habrían sido elegidos por poseer unos conocí·

mientos necesarios para la economía australiana. Por lo tanto,

supondrían una carga adicional para la seguridad social . Algunos

residentes antiguos pueden sentirse desconcertados ante los carn·

bios que tienen lugar en su vecindano, con la llegada de un alto

número de personas de una cultura muy difi.•n•nH'. Un mayor

número de refi1giados tendría algún tipo de impacto en los servicios

imciales despu{·s de su l legada corno podría ser proporcionar clases

de mgk•s, alojamiento durante los primeros meses, fórmación

profi.·s1onal y conseguirles un trabaJO. Sin embargo, las difi.·rencias

serían pequeiias: despu{•s de todo, hace una <h•cada, Austral ia acogía

a unos 22.000 refúgiados al aiio. Esta llegada mayor no tuvo eféctos

adversos significativos.

Con esto, ponernos punto final a la consideración de las

consecuennas seguras de un número de rdúgiados dos veces

mayor, con respecto al impacto importante que puedan tener

sobre los mtereses de los demás. Nos podernos preguntar si el

mayor número de refilgiados l levará a la reaparición de sentimientos

racistas en la comunidad. Podríamos debatir sobre el impacto en el

medio ambiente australiano. Podernos sospechar que una mayor

llegada de rdúgiados alentará a otros , en el país de origen, a

convertirse en refilgiados para mejorar su situación económica.

o podríamos reférirnos, con gran esperanza, a la contribución a

la buena voluntad a nivel nacional que puede surgir del hecho de

que un país corno Australia al ivie la carga que sufren países menos

ricos al mantener a los refúgiados. Pero todas estas consecuencias

son bastante especulativas.

Consideremos el impacto ambiental de ot ros 1 2.000 refúgiados .

Es cierto que el medio ambiente sufi-lrá una mayor presión con :m

mayor número de personas, lo cual significa que el mayor número

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Page 170: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

de refilgiados acogidos será sólo un factor más en la larga lista de factores entre los que se encuentran la tasa de reproducCión natural, el cit·seo del gobierno de aumentar las Px portaciones favoreciendo una industria que se basa en convertir el bosque virgen en serrín, la parcelación de tierras agrícolas p.1ra crear zonas pin torescas para construir chalets de vacaciones, el gran auge de popularidad de los vehículos todo terreno, el desarrollo de est�ciones de esquí en zonas alpinas sensibles, el uso de botellas no retornables y de otros envases que aumentan los residuos . . , la lista se podría prolongar indefinidamente.

Si, como comunidad, permitimos que esos otros factores ejerzan un impacto sobre el medio ambiente, a lJ vez que apelamos a la necesidad de proteger nuestro medio ambiente como una razón para l imitar la llegada de rdúgiados a su nivel actual , de fórma implícita damos menor importanna al inter(·s de los rdi1giados en venir a Aus tralia que al inter(•s de nuestros connudadanos en tener segundas res idennas, en hacer ruido por el monte en vehículos todo terreno, en esquiar, y en t irar las bot ellas a la basura sin preocuparse de devolverlas para su rendado. Moralmente, esta descompensación será, con toda seguridad, tan escandalosa, constituirá una violación tan flagrante del prinnpio de igu.d consi­deración de intereses que conflo en que baste con exponerla para que resulte imposible dd(·nderla.

Los otros argumentos son todavía más problemát icos. Nadie puede decir con seguridad que dobl.1r el número de rdi1giados que acoge Australia tendrá algún t 1po de eh·cto sobre los que p1ensen abandonar su país; tampoco es posible predecir las consecuencias a nivel de relaciones internacionales. Con respecto ,¡ J argumento similar que vincula la ayuda exterior con el aumento de población, en una situación en la que las consecuencias seguras de acoger a un

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• f . •

Los de dentro y los de fuera

mayor número de refúgiados son positivas, estaría mal decidir en contra de una mayor acogida por motivos tan especulativos, sobre todo porque los factores especulativos apuntan en una d irección

dif(·rente. Existen por lo tanto razones poderosas para que Australia doble

e l número de refilgiados que acoge. Pero no había nada en este argumento que se basara en el nivel específico de refilgiados

acogidos en la actualidad por Australia. Si aceptarnos el argumento, la consecuencia sería que Australia debería acoger no a otros 1 2.000,

smo a 24.000 refúgiados más al año. Pero en este punto el argumento parece ir demasiado leJOS, porque también puede volver a aplicarse a esta nueva cifra: ¿debería acoger Australia a 48.000 refugiados7 Podernos doblar y triplicar la cifra de todos los países desarrollados del mundo y, a pesar de todo, los campos de refugiados no se quedarían vacíos. De hecho, el número de refilgiados que piden ser acogidos en los países desarrollados no es fiJO . y probablemente haya algo de uerto en la opinión de que si se aceptase a todos los que se encuentran en campos actualmente, llegarían nuevos refilgiados para ocupar su lugar. Dado que los intereses de los refilgiados por establecerse en un país más próspero siempre serán más importantes que los intereses contrarios de los residentes de estos países, podría parecer que el principio de igual consideración de intereses apunta a un mundo en el que todos los países sigan aceptando refilgiados hasta que alcancen el mismo nivel de pobreza y de superpoblación que aquellos países del tercer mundo que los refúgiados quieren abandonar.

¿Es (·sta una razón para rechazar la argumentación originaJ7 ¿Significa que seguir la argiunentación original conduce a consecuencias que no podamos aceptar de ninguna manera y que, por lo tanto, debe haber algún punto débil en la argumentación que nos lleva a alcan:t.ar

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Page 171: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica práctica

una conclusión tan absurda? No necesariamente. El argumento que expusimos para doblar el número de refilgiados que acoge Australia no implica realmente que el número doble de acogidos haya que volver a doblarlo, y volver a doblarlo, hasta el infinito. En algún punto de este proceso, quizás cuando el número de rdilgiados sea cuatro veces mayor que ahora, o quizás cuando sea 64 veces mayor que en la actualidad, las consecuencias adversas que act ualment e sólo son <'S peculaciones se conviertan en prob,ibilid.Hks o en certezas virtuales.

Llegará un momento en el que , por e¡emplo, la comunidad residente haya eliminado todos los lu¡os que ponían en peligro la naturaleza, y aún ,¡s i para sat1sf:Kcr las m·n·s¡d,Hks de una población creciente se estaba presionando tanto sobre sistem,¡s ecológicos frágiles que un mayor crecnniento supondría un daf10 irreparable. O es posible que haya un momento en el que se rompiese la tolerancia de una soCiedad mult ¡cultural , dellldo ,1l resentimiento entre la comunidad residente, cuyos miembros creerían que sus hi¡os no podrían conseguir traba¡o debido a la competencia e¡ercida por unos n·n(•n llegados muy t-rab,¡¡ adores; Y esta p<'•rdida de tolerancia puede alcanzar un punto tal que constituya un peligro grave para la paz y !.1 segu ndad de todos los refilgiados e inmigrantes de diférentes culturas previamente aceptados. Cuando se alcance cualquiera de estas posibilidades, la balanza de intereses se habrá mov1do para most rarse en este punto en contra de un m.1yor mcremento del número de acogidos

La cifra actual de rdÍig1ados acogidos puede aumentar dramá­ticamente antes de que se produzca alguna de l.1s consecuencias mencionadas anteriormente; y para algunos puede que sea una consecuencia lo suficientemente inaceptable par,¡ def(·nder el rechazo a nuestra l ínea de argumentación. Es c1erto que cu,ilqwera que tenga como punto de partida la suposición de que el s t ,¡tus quo es más o

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• •

u ' •

1 1 •

Los de dentro y los de fuera

menos correcto probablemente adoptará esta postura . Sin embargo,

el status quo es el resultado de un sistema de egoísmo nacional y de

conveniencia política , y no de un intento estudiado de establecer

las obligaciones morales de los países desarrollados en un mundo

con 15 millones de refugiados.

No sería d¡{lril para los países del mundo desarrollado aunar

esflH·r:1.os para cumplir con sus obligaciones morales con respecto a

los rdi1giados. No hay prueba ob¡etiva que demuestre que doblar el

número de refugiados que reciben causaría daños de nmgún tipo .

L as pruebas actuales, al igual que la experiencia pasada, apuntan en

dirección contraria, sugiriendo que los países y su población actual

probablemente se beneficiarían.

Sin embargo. los <hrigentes dirán en voz alta: ¡ lo moral no

es igual a lo polít icamente aceptable' Se trata de una excusa

falsa para no hacer nada. Presidentes y primeros ministros , en ·

muchos campos de la política, se muestran muy satisfechos de

intentar convencer al electorado de lo que es me¡or-. la necesidad

de apretarse el cinturón para equil ibrar el presupuesto, o que no se

beba a la hora de conducir. De la misma manera, podrían fácilmente

aumentar gradualmente el número de rdilgiados, controlando los

eféctos del incremento mediante estudios rigurosos. De esta f()rma,

cumplirían con sus obligaciones geopolíticas y morales y . a l mismo

tiempo. beneficiarían a sus propias comunidades.

Refugio y asilo

¿Cuál habría s ido tu voto en el refer(•ndum celebrado en Puerto

Seguro en 1 998? Creo que la mayoría de nosotros estaría dispuesta a

sacrificar no sólo una cuarta parte, sino todas las pistas de tenis, para

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Page 172: Peter Singer -Ética Práctica-

�·rica práctica

satisfan•r las necesidades de los de filera. Pero si h u bit>ras votado por los "Corazones Sensibles" Pn t'Sa situaci<')rl "S ci 1·f'1c· · l · · . · · . , ' . . l nnagmar como es posiblt> n o estar d e acuerdo con la conclusión d e q ut> las naciones ricas deberían acoger a much ísimos más refilgiados de los que acogen anualmente . ! .a situación de los refi1giados no es mucho mejor que la dt> las p e rsonas que se encontraban fiwra en peligro de radiación nuclear y. con toda seguridad, los lujos q u e tendríamos que sacnficar no serían mayores.

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1 0 El medio ambiente

Un r ío se agita por barrancos selváticos y desfiladeros rocosos

hacia el mar. La comisión �udroeléctrica del estado ve el agua

caer corno en<'rgia sin Pxplotar. Construir una pn•sa a través de

uno de los dPsfiladeros proporcionaría tres aflos de empleo para

un mil lar de personas, y un traba¡o para un periodo más largo

para vemte o treinta. La presa almacenaría agua suficit•ntt• para

asegurar que Pi estado pudiPra satisfacer económicament<' sus

necesidades dP erwrgia para la próxima di·cada. Esto estimularía

el establecimiento de industrias que consumen mucha energía, las

que a su Vl'Z cont rilnurian a la creación de Pmpleo y al cn·rimiento

económico.

El accidentado terreno del valle del río lo hace sólo accesible

para los que esti·n más en fórma, pero, no obst ante, es un lugar

magnifico para ir de excursión. El mismo río atral' a los que se

atn•ven a deslizarsP por sus rápidos en balsas. Adt·ntrándose en

los valles prot<'gidos hay bosques de raros pinos Huon, muchos

de ellos con más de mil aflos. Los valles y desfiladeros son e l

hogar de muchas aves y arumales, entre los que se encuentra l a

especie, e n peligro d e extinción, d e l ratón marsu¡nal, la cual rara

vez se ha visto fi1era de este vallP. Puede que tambii·n haya otras

plantas y annnales raros, pero nadie lo sabe, ya que los científicos

todavía han de mvestigar la región completarnentt·.

¿Se <k hería construir la presa? f•:ste es un ejemplo de u n a situación e n

la q u t> tt•n e m os q u t> e l t>gir t>n t re grupos muy dif(·n·n t t>s dt> valores. ! .a

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Page 173: Peter Singer -Ética Práctica-

, Iiflca práctica

descripción se basa vagamente en una propuesta de presa en el río Franklin, en el suroeste de la Isla de Tasrnania, estado australiano del mismo nombre. (El resultado de la pn,puesta lo podernos encontrar en el capítulo 1 1 , pero deliberadamente h(• modificado algunos detalles, por lo cual la descripción anterior h;¡y que considerarla como un caso hipot(•tico). La elecCión entre dif(•rentes valores se podía haber planteado igual de bien utilizando ot ros muchos e¡ernplos: la explotación de bosques vírgenes, constnm una fabrica de papel que arro¡e agentes contaminantes en la costa , o abrir una nueva mina al borde de un parque nacional. Un grupo dif(•rente de e¡ernplos plantearía ternas relacionados, pero algo dif(•rentes: la util ización de productos que contribuyan a la reducción de la capa de ozono, o a l d(·cto invernadero; la construcción de nuevas plantas nucleares ; etc(•tera. En este capítulo vamos a anal izar los valon•s que sirven de base a los debates sobre estas decisiones, para los que los ejemplos que hemos visto pueden servir corno punto de rd(·rencia. Nos centraremos particularmente en los valores en ¡uego en las pol(•micas sobre la conservación de las zonas salv,¡¡ps o vírgenes puesto que aquí son más evickntes los valores fimdarnentalmente dif(•rentes de las dos partes . Cuando hablarnos de anegar el valle de un río, la elección que se nos presenta está totalmente clara .

En general, se puPde decir que los que Pstán a favor de la constmcción dP la presa están valorando el empleo y una mayor renta pcr cápi ta para el estado por encima de la conservación de una zona salvaje. de plantas y anirnalPs (tanto comunes corno pPrtenecientes a especiPs en peligro dP extinnón) , y dP oportunidades para rPalizar actividades de n·creo al aire hbrP. Sin embargo. antes de ernpPzar a profimdizar en los valores de los que construirían L1 presa y de los que no lo harían, analicemos brevementp los orígPnes de las actitudes modernas hacia el mundo natural.

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El medio ambiente

La tradición occidenta l

Las actitudes occidentales hacia l a naturaleza surgieron d e l a com­binación d'.' las del pueblo hebreo, corno se represPntaban en los primeros libros de la Biblia, y la filosofia de los antiguos griegos, particularmente la dt' Aristóteles. En contraste con otras tradiciones antiguas, por e¡Prnplo la de la India, tanto para la tradición hPbrPa como la griega los seres humanos eran Pl centro del universo moral, de hecho no sólo el centro, sino a menudo la totalidad de los rasgos moralmente importantes de este mundo.

El relato bíblico de la creación, en el Génesis, deja clara la posición hebrea del lugar especial que ocupan los seres humanos Pn el plan chvino:

Entonces d t¡o D10s: Hagamos al hombre a nuestra imagen, con­

fórme a nuestra serne¡anza; y wflon•e <'TI los ppn·� del mar, Pn las aves de los cielos, en las besttas, en toda la tiPrra, y en todo animal

qup se arrastra sobre la t ierra.

y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen dP Dios lo creó;

varón y hembra los creó.

y los bendi¡o Dios, y les di ¡o: Fructificad y mult iplicaos; llenad

la tiPrra y so¡uzgadla y seftorPad en los peces dPl mar, en las aves de

los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Hoy en día los cristianos debaten el significado de esta concPsión de "seflorío"; y los que se interPsan por el medio ambientl' afirman quP debpría contemplarse no como una licencia para hacer lo qup queramos con otras cosas viviPntes, sino como una instrucción para cuidar dP Pilas, Pn nombrP de Dios, y dar cuentas a Dios de cómo las tratarnos. Sin embargo. hay poca justificación en el texto Pn sí mismo para darle tal interpretación; y dado el P¡ernplo que

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Page 174: Peter Singer -Ética Práctica-

, f:!ica práctica

descripción se basa vagamente en una propuesta de presa en el río Franklin, en el suroeste de la isla de Tasrnania, estado australiano del mismo nombre. (El resultado de la propuesta lo podernos encontrar en el capítulo 1 1 , pero deliberadamente he modificado algunos detalles, por lo cual la descripción anterior hay que considerarla corno un caso llipot{•tico) . l .a elección entre diferentes valores se podía haber planteado igual de bien utilizando otros muchos ejemplos: la explotación de bosques vírgenes, const ruir una fabrica de papel que arroje agentes contaminantes en la costa , o abrir una nueva mina al borde de un parque nacional. Un grupo difi.·rente de ejemplos plantearía ternas relacionados, pero algo diférentes: la utílización de productos que contribuyan a la reducción de la capa de ozono, o al efi.•cto invernadero; la c·ons�rucción de nuevas plantas nucleares; etc{•tera. En este capítulo vamos a analil'.ar los valores que sirven de base a los debates sobre estas densiones, para los que los ejemplos que hemos visto pueden sc·rvtr como punto de refi.·renna. Nos centraremos particularmente en los valores c·n JUego en las pok•micas sobre la conservación de las zon,¡s salvaJeS o vírgenes puesto que aquí son más c•vtdentes los valores flmdamentalmente difi.•rentes de las dos partes. Cuando hablamos de anegar el valle de un rio, la elección que se nos presenta está totalmente clara .

En general, se puede decir que los que están a favor de la construcción de la presa están valorando el empleo y una mayor renta per cápita para el estado por encima de la conservación de una /'.ona salvaje, de plantas y animales (tanto comunes como pertenecientes a especies en peligro de extinnón), y de oportunidades para realizar actividades de recreo al aire libre . Sm embargo, antes de empezar a profimdizar c•n los valores de los que construirían la presa y de los que no lo harían, analicemos brevemente los orígenes de las actitudes modernas hacia el mundo natural.

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El medio ambiente

La tradición occidenta l

Las actitudes occidentales hacia l a naturaleza surgieron de l a com­binación de las del pueblo hebreo, como se representaban en los primeros libros de la Biblia, y la filosofia de los antiguos griegos, particularmente la de Aristóteles. En contraste con otras tradiciones antiguas, por e¡emplo la de la India, tanto para la tradición hebrea como la griega los seres humanos eran el centro del universo moral, de hecho no sólo el centro, sino a menudo la totalidad de los rasgos

moralmente importantes de este mundo. El relato bíblico de la creación, en el G{·nesis, deja clara la

posición hebrea del lugar especial que ocupan los seres humanos en el plan divino:

Ent onces d iJO Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, con­

forme• a nuestra sernc'Janza; y señoree en los peces del mar, en las

aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal

que se arrastra sobre la t ierra. y creó Dios al hombre a su imagen, a imagc•n de Dios lo creó;

varón y hembra los cn•ó.

Y los bendiJO Dios, y les di Jo: Fructificad y multiplicaos; llenad

la tierra y SOJUZgadla y sefloread en los peces del mar, en las aves de

los cil'los, y en todas las bestias que se mm·ven sobre la t ierra .

Hoy en día los cristianos debaten el significado de esta concesión de "señorío"; y los que se interesan por el medio ambiente afirman que debería contemplarse no corno una licencia para hacer lo que queramos con otras cosas vivientes, sino corno una mstrucción para cuidar de ellas, en nombre de Dios, y dar cuentas a Dios de cómo las tratamos. Sin embargo, hay poca JUStificación en el texto en s í mismo para darle tal interpretación; y dado el qemplo que

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f:tica práctica

satisfacer las necesidades de los de fi1era. Pero si hubieras votado por los "Corazones Sensibles" en esa si tuación, es dificil im.1ginar cómo es posible no Pstar de Jnwrdo con la conclusión de que las naciones ricas deberían acoger a muchís imos más rPfügiados de los que acogen actualmente. La s ituación dt> los refúgi.1dos no es mucho mejor que l.1 de las personas que SP encontraban fi1era en peligro de radiación nuclt>ar y. con toda sPguridad, los lu¡os que tendríamos que sacrificar no serían mayores.

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1 0 El medio ambiente

Un r ío se agita por barrancos sd\'áttcos y desfiladeros rocosos

hacia el mar. La comisión htdroeli·ct rica del estado ve el agua

caer corno energía sin explotar. Construir una presa a través de

uno de los desfiladeros propornonaria tres aflos de empleo para

un millar de personas, y un traba¡o para un periodo más largo

para vemte o tn·mta. La pn•s.1 alrnan•nJria agua suficiente para

.1segurar que el estado pudiera satisfacer económicamente sus

m·n·s1dades d e erwrgia para la próxima cll·cada. Esto estimularía

el establecimiento de industrias que consumt•n mucha energía , las

c1ue a su vez contribuirían a la creanón de empleo y a l crecimiento

Pconórnico.

El accidentado terreno del valle del río lo hace sólo accesible

para los que estt•n más t•n fórma, pero, no obstante, es un lugar

magnifico para ir de Pxcursión. El mismo río atrae a los que se

atreven a deslizarse por sus rápidos en balsas. Adentrándose en

los valles protegidos hay bosques de raros pinos Huon, muchos

de el los con más de mil aflos. Los valles y desfiladeros son el

hogar de muchas aves y anirnalt•s, entre los que se encuentra la

especie, en pehgro dt• extinnón, del ratón marsupial. la cual rara

vez SP ha visto fi1era de este valle. Puede que tambii•n haya otras

plan tas y anima les raros. pt>ro nadie lo sabe, ya que los científicos

tod.1via han de mvestigar la región completamente.

¿Se debería construir la presa7 f�ste es un e¡ernplo de una situación en la que tenernos que P l egir ent rP grupos muy dif(·n·ntes dP valorPs . La

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, �:r ica práctica

descripción se basa vagamente en una propuesta de presa en el río Franklin, en el suroeste de la isla de Tasrnania, estado aust raliano del mismo nombre. (El resultado de la propuesta lo podernos encont rar en el capítulo 1 1 , pero deliberadamente he modificado algunos detalles, por lo cual la descripción anterior hay que cons1derarla corno un caso hipot(•lico) . I .a elección entre cl !f(:renles valores se podía haber planteado igual de bien utilizando otro� muchos ejemplos: la explotación de bosques vírgenes, const ruir una fabnca de papel que arro¡e agentes contaminantes en la costa , o abrir una nueva mina al borde de un parque nacional . Un grupo difáente de ejemplos plantearía ternas relacionados, pero algo dif(·rentes: la utilización de productos que conlribuyan a la reducción de la capa de ozono, o al d(•cto invernadero; la construcción de nuev.1s plantas nucleares ; etc(•tera. h1 este capitulo vamos a analizar los valores que s irven de base a los debates sobre estas decisiones, para los que los ejemplos que hemos visto pueden servir corno punto de ref(·rencia. Nos centraremos particularmente en los valores en ¡uego en las pol(•micas sobre la conservación de las zonas salva¡es o vírgenes puesto que aquí son más evidentes los valores fimdamentalmente diférentes de las dos parles . Cuando hablarnos de anegar el valle de un río, la elección que se nos presenta está totalmente clara.

En general, se puede decir que los que están a favor de la construcción de la presa están valorando el empleo y una mayor renta per cápita para el estado por encima de la conservación de una zona salvaje, de plantas y animales (tanto comunes corno pertenecientes a especies en peligro de extinción) . y de oportunidades para realizar actividades de recreo al aire libre. Sm embargo, antes de empezar a profimdizar en los valores de los que const ruirían la pres,J y de los que no lo harían, analicemos brevemente los orígenes de las actitudes modernas hacia el mundo natural.

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El medio ambiente

La tradición occidental

Las actitudes occidentales hacia la naturaleza surgieron de la com­binación d� · las del pueblo hebreo, romo se representaban en los primeros libros de la Biblia, y la filosofla de los antiguos griegos, particularmente la de Aristóteles. En contraste con otras tradiciones antiguas, por e¡emplo la de la India, tanto para la tradición hebrea

como la griega los seres humanos eran el centro del universo moral, de hecho no sólo el centro, sino a menudo la totalidad de los rasgos moralmente importantes de este mundo.

El relato b íblico de la creación, en el G<·nesis, de¡a clara la posición hebrea del lugar especial que ocupan los seres humanos en el plan divino:

Entonces di¡o Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, ron­fórmt• a nuestra serrw¡anza; y señoree en los pect·� ch•l mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Y los bendi¡o Dios, y les di¡o: Fructificad y multiplicaos; llenad la t ierra y so¡uzgadla y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que st• mueven sobre la tierra.

Hoy en día los cnstianos debaten el signi ficado de esta concesión de "señorío"; y los que se interesan por e l medio ambiente afirman que debería contemplarse no como una licencia para hacer lo que queramos con otras cosas vivientes, sino como una instrucción para cuidar de ellas, en nombre de Dios, y dar cuentas a Dios de cómo las tratamos. Sin embargo, hay poca ¡ustificación en el texto en sí mismo para darle tal interpretación; y dado el ejemplo que

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f:tica práctica

Dios puso cuando ahogó a casi todos los animales de la tierra con objeto de castigar a los seres humano� por su maldad, no es de extrañar que la gente piense que no merece la pena preocuparse porque se vaya a anegar el valle de un río. Despu{·s del diluvio, hay una repetición de la concesión de señorío en un lengua¡ e más siniestro: "El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados"

La implicación es clara : actuar de un modo que cause miedo y pavor a todo lo que se mueva en la tierra no es impropio; en realidad es actuar según decreto divmo.

Los primeros pensadon·s cristianos influyentes no tenían dudas de cómo se h.ülia de entender el seiiorío del hombre. "¿Tiene Dios cuidado de los bueyes7" preguntó Pablo, en el trascurso de una discusión sobre un mandato del Antiguo Testamento que decía que había que de¡ar descansar al buey de uno en sábado, pero era sólo una pregunta retórica, {•1 dio por hecho que la respuesta debía ser negativa, y se hubo de explicar el mandato en t{•rrninos de beneficio para los humanos. San Agustín compartió esta l inea de pensamiento: rdiri{·ndose a relatos del Nuevo Tes t.unento en los cuales Jesús destrozaba una higuera y hacia que se ahogara una pia r,¡ de cerdos, San Agust ín explicó estos desconcertantes incidentes diciendo que pretendían enseñarnos que "abstenerse de matar animales y destrozar plantas es e l colmo de la superstición".

Cuando el cristianismo predominaba en el Imperio Romano, tambit'•n absorbió elementos de la actitud de los antiguos griegos hacia el mundo natural . L1 influencia grieg,¡ file atrincherada en la filosofia cristiana por el más grande escolást ico medieva l, Santo Tomás de Aquino, cuyo trab.IJO file la unión de la teología

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El medio ambiente

cristiana con el pensamiento de Aristóteles . Aristóteles consideraba la naturaleza corno una ¡erarquia en la que los que tienen menos poder de razonamiento existen por el bien de los que tienen más :

Las plantas existen por el bien de los arumales, y las bestias por e l

bien del hombre los animales dom(•sticos por su uso y comida, los salva¡ es (o, en cualquier raso, la mayoría de ellos) por la

comida y otros arresonos de la vida, tales romo el vestido y diversas herramientas.

Puesto que la naturaleza no hace nada en vano o sin n i ngún

fin. es innegablemente nerto que ha creado a todos los animales

por el lnen del hombre.

l�n su principal obra, la Summa Theologica, Santo Tomás de Aquino

siguió este pasa¡e de Anstóteles cast al p ie de la letra, añadiendo

qtn' est a posición se atiene a l mandato de Dios, como consta en el

Gt'·nesis. En su clasificación de los pecados, Santo Tomás sólo tiene

lugar para los pecados contra Dios, nosot ros mismos o nuestros

vecmos. No hay posibilidad de pecar contra animales no humanos

o contra el mundo natural .

f•:s1e fíw el pensamiento de l a corriente principal de l cris­

tianismo durante a l menos sus prim(•ros ocho siglos. Hubo espíritus

más moderados, naturalmente, corno San Basilo, John Chrysostorn

y San Frannsco de Asís, pero para la mayor parte de la historia

cristiana, no han tenido ningún impacto relevante en la tradición

dommante. Por tanto, vale la pena hacer hincapit'· en los rasgos

pnncipales de esta tradición occidental dominante, puesto que

{•stos pueden servir corno p u n t o de comparaCión cuando discu­

timos diférentes puntos de vista sobre el entorno natural.

Según 1 .1 tradición occidental dominante, e l mundo natural

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�:tica práctica

existe para el beneficio de los seres humanos. Dios dio al ser humano señorío sobre el mundo natural, y a Dios no IP importa cómo lo tratemos. Los seres humanos son los únicos miembros moralmente importantes de este mundo. La naturaleza en sí misma no tiene ningún valor in trínseco, y la destrucción dl' plantas y animales no puede ser pecaminosa, a menos que con esta destrucción se haga darlo a seres humanos.

Aunque esta t radición sea dura, no excluye una preocupación por la conservación de la naturalPza, siempre y cuando esa preocu­pación pueda relacionarse con el bn·nestar humano. Claro l'Stá que normalmente se puede relacionar. Uno podría, totalmente dentro de los l ímites de la tradición occidental dominantl' , oponerse a la energía nuclPar sobre la base de que el combustible nuclear, tanto en bombas corno en centrales, es tan peligroso para la vida humana que es HH'JOr depr l'! uraruo en la tierra . De manera similar, muchos argumentos en contra de la polución, la utilizanón de gases perjudiciales para la capa de ozono, la quema de combustib les f(:'>siles, y la destrucción dP los bosques podrían expresarse en términos del daño que producen t•n la salud y el bienestar humano por parte de los agentes contaminantes, o los cambios climáticos que se producirán como consecuer�eia de la ut ilización de com­bustibles fósiles y la pt:·rdida de bosque. El efécto mvernadero -por tornar sólo un ejemplo del peligro que acecha nuestro medio ambiente amenaza con t raer consigo un aumento en el nivel del mar que inundará áreas costeras baps, entre ellas el f(·rtd y densamente poblado delta del Nilo en Egipto y la región del delta bengal í , que cubre el 80 'X, de Bangladesh y que ya ha estado sujeta a violentas tormentas estacionales que causan inundanones desastrosas. Tan sólo en estos dos deltas están en peligro los hogares y el sustt•nto de 46 millones de personas . Un aurrwnto en el nivel del

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mar podría tambi(·n borrar del mapa islas enteras corno las Mal divas, ya que ninguna de ellas se encuentra a más de uno o dos metros sobre el nivel del mar. Por tanto, es evidente qup incluso en el marco de una moral centrada en el ser humano, la conservación del medio arnlnentl' t iene un valor de la mayor importancia posible.

Desde el punto de vista de una fórma de civilización basada en

cultivar la tierra y ofrecer pasto a los animales, las zonas vírgenes pueden parecer una manera de desperdiciar la tierra, un área mútil que rH'Ct'Sita ser despepda para que sea productiva y valiosa . Hubo un tiempo en que las poblaciones rodeadas de tierras de labrantío parecían oasis de cultivo t•ntre los desiertos de bosques o las accidentadas laderas de montañas. Ahora, sin embargo, una metáfóra dif(·rente es más apropiada : los restos de zonas vírgenes que nos quPdan son como islas en un mar de actividad humana que amenaz,¡ con sumergirlas. J•:sto da a las zonas salvajt·s un valor poco frecuente que proporciona la base para un füerte argumento

en favor de la conservación, incluso dentro de los t(·rminos de una (•tica centrada t•n PI ser humano. Dicho argumento se hace más

fiH·rtt• aún cuando adoptamos un punto de vista a largo plazo. En este aspecto t remendamente importante de los valores del medio ambiente nos centraremos ahora.

Las generaciones futuras

Un bosque virgen es el producto dl' los millones dl' años que han pasado desde el origen de nuestro planeta. Si se tala, puede qut• crezca otro bosque, pero la contimudad Sl' ha roto. La ruptura en los ciclos de vida natural de las plantas y ammales trae consigo que el bosque no sea nunca igual que hubiera sido si no se hubiese talado. Los bendinos que surgl'n de la tala del bosqut• -empleo,

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ganancias para los negocios, exportaciones, y cartón y papel para embalar más barato - son beneficios a corto plazo. Incluso si el bosque no se tala, pero se anega para construir una presa que cree electricidad, es probable que los beneficios duren tan sólo una o dos generaciones: desput'·s de eso, un,¡ nueva tecnología hará que tales rrH�todos de generar energía se hagan obsoletos Sm embargo, una vez que el bosque se tala o se anega, el vínculo con el pasado desaparece para siempre. (·:ste será un coste que soportarán todas las generaciones que nos suced,m en este planeta . I ·:s por este mot ivo por lo que los especialistas en mecho amb�t·nte llevan r,¡zón al hablar de las zonas vírgenes corno un "patrimonio mundial" I•:s algo que hemos heredado de nuest ros antecesores y que debernos conservar para nuestros descend ientes, SI c·s que querernos que la hereden.

En contraste con muchas sonedades humanas más estables y orientadas en la tradición, nuestro carácter cultural y político moderno tiene gran dificultad en reconocer los valores a largo plazo. Los políticos son conocidos por no ver más allá de las siguientes elecciones; pero incluso si lo hacen, sus asesores c·conórrucos les dirán que deben rest.1rle importancia a cualquier bendino fúturo hasta el punto de que se pueda facdrnente hacer total caso omiso del fiHuro a largo plazo. A los economistas se les ha enseñado ,¡ aplicar un tipo de descuento a todos los bienes fúturos. I•:n otras palabras, un millón de dólares dentro de veinte arios no llene el valor de un millón de dólares hoy, mcluso teniendo en nH'nl a la inflación. Los econorrustas reducirán el valor del millón de dólan•s en un porc·entaJe dC'lerrrunado. normalmente en relanón con los tipos de interés reales a largo plazo. h1 t t'·rrninos económicos esto tiene sentido, puesto que si t enernos mil dólares hoy, podrí.unos invertirlos de manera que valgan más, en t t'·rrninos reales, dentro de veinte años. Pero el uso de un t ipo de descuento unphca que

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El medio ambiente

los valores obtenidos de aquí a cien años sean muy infi:riores, en comparación a los valores obtenidos hoy; y los valores obtenidos dentro de mil años apenas cuenten. Esto no es debido a la incertidumbre de si en este planeta habrá seres humanos u otras criaturas sensibles en ese momento, sino simplemente debido al efécto acumulativo del tipo de intert'•s en el dinero que se' invierte

ahora. Sin embargo, desde el punto de vista del valor inapreciable y eterno de las zonas salvaj es, aplicar un tipo de descuento nos da una respuesta errónea Hay cosas que una vez que se pierden, no se pueden recuperar con todo el dinero del mundo. Por tanto, JUStificar la destrucción de un vieJO bosque sobre la base de que nos proporcionará unos estupendos beneficios exportadores no es válido, incluso aunque pudii•ramos invertir esos ingresos y aumentar su valor de año en año; porque sea cual sea la cantidad en la que aumentemos su valor, nunca podrá recornprar el vínculo con el pasado que representa el bosque.

Este argumento no demuestra que no exista ningún tipo de JUStificación para talar cualquier bosque virgen, pero implica que cualquier JUStificación que se de� debe considerar totalmente el valor de los bosques para las nuevas generaciones tanto en el fúturo más remoto corno en el más cercano. Este valor estará evidentemente relacionado co& la importancia biológica o paisaj ística de dicho bosque; pero a medida que dismmuyen las verdaderas zonas vírgenes en el planeta, cada parte del mismo cobra importancia, puesto que las oportunidades para disfrutar de estas zonas se hacen menores , y se reduce la posibilidad de que se conserve una

selección razonable de las zonas más importantes. ¿Podemos estar seguros de que las generaciones liHuras apre­

cien las zonas vírgenes7 Quizá est<�n más contentos sentados en centros comerciales con aire acondicionado, delante de los JUegos

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dt> ordenador más sofisticados que podamos imaginar. Es posible. Pero hay varias razones por las que no hemos de dar demasiada importancia a este posibilidad . En primer lugar, la t endencia ha ido Pn la dirección contraria: t>l aprt>cio por la naturaleza nunca ha sido tan grande corno lo es en la anualidad, especialmente entre aquellas naciones que han conspguido solucionar sus problemas dt> pobreza y hambrt> y les quedan relativamente pocas zonas salva¡es. Las zonas salvajes son valoradas corno algo de una bt>lleza inrnt>nsa, corno rest>rvas del cononrrut>nto cient ífico que aún t>stán por adquirir, por las oportumdadPs de recreo que ofrecen, y porc1ue a mucha gente simplemente le gusta saber que c1ueda algo natural relativamt>nte poco tocado por la civilizanón moderna. S1, corno todos esperarnos, las gt>neraciones fi!luras son capaces de sat isfacer las nt>cesidades básicas dt> la mayoría de la gente, podernos esperar qup en los siglos venideros, el los tambi(•n valorarán la naturalPza virgen por los mismos motivos que nosotros la valoramos hoy.

Los argumentos en favor de la conservación basados en la belleza dt> las zonas salva¡es a veces son tratados corno si t uvieran poca importancia debido a que son "meramente est(•t icos". Esto es un Prror. Han·mos un gran esfiH·rzo por conservar los tesoros artíst icos de las primeras civilizaciones humanas. Es dificil Imaginar, por ejemplo, una cantidad de dinero por la que estaríamos dispuestos a aceptar la destrucción de las obras del l .ouvre. ¿Cómo compararnos el valor est(·tico de las zonas vírgenes con el de las obras del l .ouvreJ Aquí, quizá, el ¡uino sea irremediablemente sub¡etivo, por lo que contar(• mis propias experienCias. He visto las obras del I .ouvn· y de otras muchas grandes galerías de arte en Europa y los Estados Unidos. Creo que tengo un sentido razonable para apreciar las bellas art(•s; sin embargo. no he tenido en ningún museo experiencias que

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El medio ambiente

hayan satisf(·cho mi senl!do esl<�lico de la fórma en que lo ha hecho el pasear por un para¡e natural y detenerme para observar la vista que desde un pKo rocoso domina un frondoso valle, o sentarme

¡unto a un arroyo que se desliza por cantos cubiertos de musgo. entre altos helechos que crecen a la sombra de una bóveda selvática. No creo que sea el único porque, para mucha gente, la naturaleza VIrgen es la fúente de las mayores sensaciones de valoración esü·tica, que llegan casi hasta una intensidad espmtual.

No obstante, puede que sea cierto que esta valoración de la naturaleza no sea compartida por gente que viva de aquí a uno o dos siglos. Pero s1 las t.onas salva¡es puech-n ser la fiH·nte de un disfrute y una satlsfacuón tan profimdos, sería una gran pi•nhda. Hasta cierto punto, el que las finuras generaCiones valoren la naturaleza Ps cuestión nuestra; o, al menos, es una cuestión en la que podernos influir. Mechante nuestra conservauón de las áreas vírgenes, ofrecemos una

oportunidad para las genPraciones veruderas, y con las películas y hbros que produzcamos, creamos una cultura que podemos entregar a nuestros hiJOS y a los hiJOS de (·stos. S1 pensamos que pasear por el bosque, con los senlldos armoruzados en la valoración de tal expenencia, es una fórma de pasar el día que recompensa mucho más que los ¡uegos de on!Pnador, o SI pensarnos que llevar la comida y una t ienda de carnpar\a en una mochila durante una semana mientras caminamos por un para¡e natural desarrolla más el carácter que quedarnos viendo la televisión durante el rrusmo tiempo. entonces tenemos que amrnar a las generanones fúturas a amar la naturaleza. Si acaban prefinendo los ¡uegos de ordenador, habremos fracasado.

Por últnno, SI conservarnos mtacta la naturaleza virgen que tenemos ahora, las generaciones fúturas al menos tendrán la po­sibilidad de de¡ar sus ¡uegos de ordenador para ir a ver el mundo que no ha sido creado por los seres humanos. Mientras que SI

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destruimos lo que tenernos, esa posibilidad se habrá ido para siempre. De la misma fórrna que con razón nos gastamos grandes sumas en conservar ciudades corno Venecia, incluso aunque las generaciones fi1turas puede que no est(•n interesadas en tales tesoros arquitectómcos, debernos conservar !.1 naturaleza incluso aunque sea posible que las generaciones füturas rTIU('Stren poco aprecio por ella. Así no seremos IrlJUStos con estas generaciones, corno lo han sido con nosotros algunos miembros de las genera­ciones pasadas, cuyas acciones irreflexivas nos h.m privado de la posibilidad de ver animales corno el dodo, e l manatí de Steller, o el "lobo" marsupial tasmanio. Debernos tener cuidado de no causar unas pérdidas igual de irreparables en las generanorws que nos sucedan.

Aquí, tarnbi(•n, el esfiH'rzo por disminuir e l ef(•cto invernadero merece la máxima prioridad. Porque si por "zona salvaje" ent en demos esa parte de nues tro planeta no aknada por la act iviClad humana, quizá sea demasiado tarde: puede que no quede ninguna zona salvaje c•n nuestro planeta. Bill McK1bben ha afirmado que reduciendo la capa de ozono e incrementando la canl!dad de dióxido de carbono en la atmósf(•ra, ya hemos provocado el cambiO que se produce en su libro, Thc End of Narurc: "Al CJmb1.1r el tiempo, hacemos que cada punto de la t ierrJ est(• hecho por el hombre y sea artificial. Hemos priv.Hlo a la naturaleza de su independencia, lo cual es fatal para su sentido. l .a independenn.1 de ].¡ naturalezJ es su sentido, y sin (•1 no quedarnos nada más que nosotros".

f�ste es un pensamiento profimdarnente preocupante. Sin embargo, McKibben no lo des.1rrol!J con objeto de sugenr que podríamos abandonar nuestros esfiH'rzos par.1 mvert ir lJ tendenn.1 . Es cierto que en un sentido del t (·rrmno, !.1 "naturaleza" está acabada. Hemos at ravesado un momento deCisivo en la lustori.l

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El medio ambiente

de nuestro planeta. Corno clice McKibben, "vivnnos en un mundo

post-natural" Nada puede deshacer eso: el clima de nuestro planeta

está baJO nuestra influencia. Sm embargo, todavía tenemos muchas

cosas que valorarnos en la naturaleza , y quizá todavía sea posible

salvar lo que queda.

De esta fórrna, una (•tica centrada en el ser humano puede ser la

base de füertes argumentos en fJvor de lo que podríamos denorrunar

"valores mecho arnbl('ntales". Tal (·tica no Implica que el crecimiento

econórruco sea más Importante que la conservación de las zonas

vírgenes; al contrario, es bastante compatible con una (·tica centrada

en el ser humano que vea el cn·cirmento económico basado en la

explotaCión de los recursos irreernplaz.ables como algo que produzca

bendinos p.1ra la presente generaCión, y posiblemente la siguiente

o incluso la otra, pero a un coste que tendrán que pagar todas las

generaciones vemderas. Sin embargo, J la luz de nuestro análisis sobre

d especieísmo en el capítulo :� . tarnbi(•n debería quedar claro que es

malo limitarnos a una (·tica centrada en el ser humano. Ahora nos

hace falta considerar ch•safios más fimdamentales a este enfóque

occidental t radicional sobre temas medio ambientales.

¿Existe valor más a l lá de los seres sensibles?

Aunque se pueden conducir algunos debates sobre ternas medio .unbl('ntales Importantes recurriendo sólo a los mtereses a largo plazo de nuestra propia especie, en cualquier exploración seria de los valores mecho arnbl('ntales un tema central será la cuestión del valor mtrinseco. Y a hemos visto que es arbitrano afirmar que sólo los seres humanos tienen valor mtrínseco. Si encontrarnos valor en ex¡wriennas conscwntes humanas, no podernos negar que haya valor en al menos algunas de las experiencias de los seres no

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li!ica práclica

hurn.mos. ¿Hasta qu(· punto se extiende el vJlor int rínseco7 ¿A todos, y

so!Jrnente, los seres sensrb les7 ¿O más allá del lírrute de !.1 sensrbilid.HJ7

Para analiZJr estJ cuestión serán út iles .¡]gunos cornentanos sobre la noción de "v.¡]or intrínseco". Algo twne v.¡]or mt rinseco sr es bueno o dese.1ble en sí mismo, lo que contr.lst.¡ con el "valor mstrumental", es denr, valor corno rne<ho p.1r.1 alc.mzar otro fin o propósito. NuestrJ propi.1 f(•licidad, por e¡ernplo, t iene valor mt rínseco, al menos par,¡ la mayoría de nosotros, en el sentHio de que !.1 dese.unos por sí misma. El dinero, por otra parte, twne sólo un valor mst rurnent.d para nosotros. Lo querernos por l.1s cosas que podernos comprar con d, pero sr nJufragárarnos en un.1 rs].¡ deswrt.l, no lo querríamos (mientras que ].¡ f(·lici<l.!d serí.1 t .n1 irnport.mte p.1r.1 nosot ros en una isla desiertJ corno en cualquier otro sit ro) .

Ahora volvamos a consrd er.lf por un momento el terna de anegar el río descrito al pnnnpro de este capítulo. Sr la decrsrón se hubiera de t ornar sólo sobre 1 .! b.¡se de los mtereses humanos pondríJrnos en la ba].¡ nz.¡ los bendinos econórnrcos de la pres,¡ para los ciudadanos del est.1do frent e a la pi·rdrd.1 que supond ri,¡ p.1ra excursionist.ls, cient í ficos y ot r.1s person.ls, t .mto .üwr.l corno en el fi1 turo , que v.¡]or.¡n !.1 conservanón del río en su est.1do nJtural. Ya hemos vrsto que corno est e c.ílculo incluye a un número indefinido de generaciones fin uras, !.1 pi·rdid.J del río salva¡e supone un coste mucho rn.1yor del que en un pnnnpro podríamos nnagin.Jr. Incluso así , un,¡ vez que .un pi remos la base de nuestra decisión más all .i de los mt ereses de los seres humanos, tenernos mucho más que poner frente .1 los bendinos econ<"mucos de construir !.1 pres.1. Dent ro de los cálculos deben ahor.1 ir los intereses de t odos los .uurn.des no hurn.mos que viven en el .írea que será anegad.!. Puede que unos pocos se.m cap.ln's de emigrar a una zona vecina que resul te .ldecu,¡d,J, pero !.1 natur.Jiez,¡ no está

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El medio ambiente

llena de huecos libres a la espera de un ocupante . Si hay territorio

que pueda mant ener a un animal aut óctono, lo más probable es que

ya est(' ocup.1do. Por tanto, la mayoría de los armnales que viven en

e l área inundada morirán: o bien de hambre o se ahogarán. Corno

ni ahogarse ni morirse de hambre son maneras faciles de morir, al

sufi-imiento que t rae consrgo estas muertes no debería, corno ya

hemos visto, dársele menos Importancia de la que daríamos a un

sufi-irmento equivalente experimentado por un ser h umano . Esto

aumenta de fórrna significativa la Importancia de las consideranones

contra la const nHTIÓn de la presa .

Y , ¿qu(· hay del hecho de q1!e mueran ammales, mdependien·

t ernente del sufrmuento que expenrnentarán al morir7 Corno ya

hemos vist o , se puede, sin ser culpable de discriminación arbitrana

por motivos de especie, considerar la muert e de u n animal no

humano que no sea persona menos importante que la rnunte de

una persona, puesto que los h umanos t ienen la capacrdad de prever

y planear el füturo que no tienen los Jnimales no humanos. Esta

drférencia entre causar la muerte a u na persona y a un ser que no

sea persona no quiere decir que la muerte de u n animal que no sea

persona debería t ra tarse corno algo sm nnportanna. Al contrario,

los u tilitaristas t ornan en consideranón la p(·rdrda que la muerte

causa en los annnales: la p(·rdid.! de t oda su fi1tura existencia, y

las expenencias que hubieran terudo en sus vrdas füturas. Sr la

propuesta de una presa t ra¡ era corno <·onsecuenna la inundanón

de un valle y la muerte de miles, o quizá millones, de criaturas

sensrbles, a estas muertes se les debería dar una gran rrnportancia

sea cual sea la evaluación de los costes y beneficios que resulten de

la const rucción de drcha presa . Además, para los ut i l itaristas que

aceptan la posición total analizada en el capitulo 4 , si la presa

dest roza el hábitat en el que viven los animales, es pertinente que

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¡:::tica práctica

Entonces, ¿por qu(• no considerar su florecirruento corno bueno en sí mismo, independientemente de su ut didad ¡Mra l.ts criJturJs sensibles?

Un problema es que sm intereses consCientes que nos guíen, no tenernos fórrnJ de ev.1lu.1r l.1 irnportanCIJ rclJtiVJ que h.1y que dar al florecimiento de dif(·rentcs fórrn.1s de vHlJ . ¿T1cnc más valor conservar un pino lluon de dos md arios que tHlJ m.ttJ de hicrb.1 .1 La mayorÍJ de l.1 gente diríJ que sí , pero ese cntcrio parece tener más que ver con nuestros scntirrucntos de JdmirJnón por l.1 ed.1d , tamaño y bellezJ de l árbol, o con l.1 cJntidad de t iempo que harí.t falta para reemplazJrlo, que con nuestra percepción de u n cierto valor intrínseco en el florecimiento de un árbol VH'J O que no t iene una joven rnJta de hierba.

Si deprnos de h.1blar en t (·rrninos de sens1b1hdJd, l .t l ím•J divisoria entre los ob¡ ctos vivientes y los ob¡ctos nJturJles in .�ru

rnados se hace más dificd de ddi.•nder. ¿ScríJ realmente peor t;tlar un árbol vie¡o que destroZJr un.t precios.! estJlJctJtJ que h.1 t Jr<lJdo incluso más en cn•ccr? ¿Con qu(· cntcrio se podríJ emitir ese juicio? Probablemente la rne¡or dcf(·nsa conocidJ de una t'tlc.t que se extiende a tO<l.!s l.1s cosJs vivientes es l.1 que hace Albert Schweitzer. La fr.1sc que ut i lizó, "veneración por l.t vHlJ", se citJ .t

menudo; los argumentos que (•1 ofrece en def(·nsJ de t Jl posición son menos conocidos. l•:ste p.!sJ¡e es uno de los pocos en los que ddi.·ndió su (·t icJ:

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! ..1 vcnl.!derJ filosoflJ debe comcnz.tr con los hechos rnás inrne

d iJtos y comprensivos de la conctenci.t Y esto se puede fórrnular

de la siglllente fórrn a : "Yo soy vtd.t que desea vtvtr, y existo en

mediO de la vid.t que desea v1v1r" . . Corno en rru propio deseo

de vivir hay ansia de rn.ís vida, y de es.I rrustenosa exalt .tción de ],¡

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El medio ambiente

voluntad que se denomina plan•r, y terror frente a aniquilación y esa herida en el deseo de vivir que se denomina dolor; lo mismo se

obtif'rH' en todo el deseo de vtvtr que me rodea, bien si se expresa

para rni comprensión, o bien si permanece en silencio.

Por tanto, la (• tica constst c en esto, que yo experimente la

necesidad de pract icar la rrusrna veneración por la vida hacia

todo deseo de vtvir, que hac1.1 la rnía propta. De ahí que ya tenga

el fimd.unental y nccesano pnncipto de rnor.1hdad. Es bueno

mantener y .nnar la vtda; es malo destruir!.! y detenerla. Un hombre

es realmente (· tKo sólo cuando obedece .1 la turbación que se le

presenta para ayudar a toda vida que es capaz de auxiliar, y cuando

se desvía para evitar daflar a algo viviente. f� l no pregunta hasta qué

punto esta o aquella vida merecen comprensión corno valiosa en

s í misma, nt tampoco hasta qu(· punto es capaz de sentir. Para (•], la vtda corno tal es sagrada. No rompe en pedazos el cristal que se

rdh·Ja en el sol. no arranca una hoJa de su árbol, no rompe una

flor, y t i ene cuidJdo de no aplastar a niugún insecto al andar. Si

trabJ¡a a la luz de una lámpara en unJ noche de verano, prefiere

rnJntem·r la vent.ma cerrJda y respirar aire sofócante, antes que ver

cómo caen en su mesa un msecto tras otro con las alas hundidas y dtJrnuscadas.

Una posición sirrtilJr ha s1do def(·ndidJ por el filósofó norteameri· cano contemporáneo Paul Taylor. En su libro Rcspect for Nature,

Taylor afirma que cada ser vtviente "busca su propio bien de su propia manera exclusiva" . Una vez que entendamos esto, veremos a todos los seres vivientes "corno nos vernos a nosotros mismos" y por tanto "estamos preparados para darle el mismo valor a su existencia del que damos .1 la nuestr.1" .

No está d.1ro cómo debemos interpretar la posición de Schweitzer. Su refi.·renci.t al cristal es desconcertante, ya que el cnstal no tiene vida

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Ética práctica

en absoluto. Sin embargo, de¡ando esto .¡ un IJdo, el problema que surge con las deh·nsas que ofrecen tJnto Schweitzer como Taylor para sus posturas (•ticas es que ut ilizan el lenguJ)t' de un.¡ fórma metaf()rica y luego planteJn sus argumentaciones corno si lo que hubieran dicho fi1era literalmente cierto. Quizá a menudo hablemos de plantas que "buscan" Jgua o luz para sobrevivir, y est.¡ fórma de pensar en las plantJs facil i ta el que Jceptemos hab!Jr de su "deseo de vivir", o de que "busquen" su propio bien. Pero uua vez que nos detenemos .¡ reflexionJr sobre el hecho de que !Js plantas no tienen conciencia y no pueden actuar de una manerJ intencionJdJ, es evidente que todo este lenguaje es m('tJfórico. TJmbi(�n podríamos decir que un río buscJ conseguir su propio bien y lud1J por alcanzar el mar, o que el "bien" de un misil consiste en explotJr JUnto con su objetivo. Schw(•itzer nos lleva .¡ eng.¡fio cuJndo mtent.l persuJdirnos de que existe una (•tica eh· veneración para toda vidJ .1 ! ref(·rirse .¡J "ansia", "exaltación", "placer" y "terror", ya que las p!JntJs no pueden experimentar ninguna de estas sens.¡ciom•s.

Además, en el caso dP plantJs, rios y rnisil(•s, es posible dar una explicación puramPnte fisica de lo que ocurre; y en ausenciJ de conciencia, no ('Xiste \UlJ buena ruón por la cu.¡J dPbJmos tener un mayor rpspeto por los procpsos fisicos qup gobiPrnJn el nPcimiPnto y la descomposición de J.¡s cosJs vivi(•ntPs qup por los que gobiPrnan las cosas no viviPntes. Puesto qup Psto es así, cuJndo mPnos no PS evidentP el motivo por PI cuJl dPbPmos V('fl('rJr más .¡ un árbol qup a una estalactita, o a un orgJnismo umcelular qup J unJ montJña.

Ecología profunda

Hace más dP cuarenta Jños e l Pcologista norteJmPncano Aldo I .eopold escribió que Pxistía J .¡ nPcesidad d(• un,¡ "nueva (•ticJ",

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El medio ambiente

una ''(• t ica que tratara de las relaciones del hombre con la tiPrra y los animalPs y las plantas que crPcen Pn ell.1 " . l .a "(•tlca de la tierra" que propuso, PxtendPría "los l írniH·s de !.1 comunidad hasta incluir suelos, agu.ts, plantas y animales o, dP fórrna colectiva, la tierra". U incremento de la preocupanón por la ecología a principios dP los años SNPntJ c·orHhl)O a un rPsurgimiPnto del mter(·s por estP tema. El filósofó noruego ArnP NaPss escribió un artículo breve, pero muy influyPnte, Pn el cual distinguía Pntre extremos "profimdo" y "supPrficial" dPntro del movimiPnto ecologista. I.a fórma de pPnsar pcológica superficial se lirmtaba al marco de la moral tradicional; los que pensaban de esta manPra luchaban por evitar ! .1 contaminación en nuestro suministro de agua para que beb i(·ramos agua sana, y quPrían conservar la naturaleza para que la gpnte pudiera sPguir disfrutando de sus paseos por ella. ! .os ecologtstas profimdos, por otrJ parte, querían conservar la

integridad de la bios f(•ra por su propto bien, sm tener en cuenta los posibles beneficios que los seres humanos podrían conseguir al adoptar esa acll tud. Posteriormente, VJrios escritores más han

intentado desarrollJr alguna fórma de teoría medio ambiental "profimda".

Mientras que la veneración por la (•ttca de la vtda pone énfasis en los orgJnismos vivientes individuales, las propuestas por una (•tlca ecológica profimda tienden a tomar .1lgo más grande como el objNO de valor: especies, sistemas ecológicos, incluso la biosf(·ra en su COTl)\Hlto l .eopold resumió las bases de su nueva ética de la tierra dP la stguiente fórma: "Una cosa Pstá bien cuando tiende a conservar

la mtegridJd, Pstabilidad y bPlleza dP la comunidad biótica. Está mal nundo tiPnd(• ('n sPntido contrano". En un documPnto publicado en 1 984, Arne Naess y GeorgP Sessions, un filósofó nortParnPricano involucrado Pn PI movirniPnto Pcológico profimdo, Pstablecieron

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Ética práctica

vanos principios para una (•l!ca ecológrca profimda, em pezando por los siguientt-s:

El bienestar y la prospendad de la Vida humana y no humana

sobre la Tierra t ienen valor en sí mismos (smónnnos : v.1lor

in trínseco, valor inherente) . Estos valores son independientes de

la utilidad del mundo no humano para los fines humanos

2 ! .a nqueza y diversidad de fórmas de vida contnbuyen a l.1

realización de estos valores y tambi(•n son valores en si mismos.

:� ! .os humanos no tienen derecho a reducir esta nqueza y diversi.dad a menos que sed para satisfan·r necesidades vi tales

Aunque estos principios se refieren sólo a la vida, en t- 1 mismo documento Naess y St-ssions dicen que la ecología profimda ut i l iza el t(•rrnino "biosf(•ra" de una manera más global, para rd(·rirse tarnbi(•n a las cosas no vivientes tales como ríos (cuencas) , paisa¡es y ecosist emas. Dos australianos que traba¡an en la tendenci.1 profimda de la (•tica medio ambiental, Richard Sylvan y Val Plurnwood, tarnbi(•n extienden su t�t ica más allá de los seres vivientes, inclu­yPndo en e l la la obligación de "no poner en peligro el bienestar dP los ob¡etos o sistemas naturales sin un buen motivo".

En la sección anterior cit(• la afirmación dt• Paul Taylor en el sentido de que debernos estar dispuestos no sólo a respetar toda cosa vivientP, sino a dar el mismo valor a la vida de toda cosa viviente que darnos .! la nuestra. f�ste t'S un terna COrriente entre los ecologistas profimdos, a menudo extendido más .1 llá de las cosas vivientes. En Deep Ecology. Bill Devall y George Sessions ddit-nden un.1 fórrna de "igualitarisrno broc(·ntrico":

350

! .a nltutuón de la Iguald.1d bioc(•ntrica consiste en que todas las

cosas de l.1 biOsf(•r.¡ tienPn Igual derecho .1 vivir .1 florecer y 1

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El medio ambien te

a akanzar sus propias fórmas individuales de desdoblarmento

y autorrealizauón dentro de l.1 mayor Autorreahzación. Est.1

mtuición básiC.l consiste en que todos los organismos y entidades

de la \'Cosft·ra, corno partes de un todo interrelacionado, uem·n

Igual v.1lor mtrinst·co.

Si, corno Psta cita parece sugerir, esta igualdad bioc(•ntrica descansa en una "mtu ruón básrca", se enfrenta con algunas intuiuones filertes que apuntan en senudo contrario corno, por e¡ernplo, la intutnón de que los derechos a "vivrr y florecer" de los humanos adultos normales deben preférirse a los de la levadura, y los derechos de los gorilas a los de la h ierba. Sin embargo, s r dt· lo que se t rata es de que tanto los humanos corno los gorilas, la levadura y la hierba son todos partes de un todo interrelauonado, todavía se puede cuestionar cómo esto establece que tienen igual valor intrínseco. ¿Se debe a que todo ser viviente ¡uega su pape l en un ecosistema del cual todos dependen p.1ra su supervivencia? Pero, en primer lugar, si esto demostrara que los rmnoorganisrnos y las plantas tienen valor intr ínseco en su conjunto, no aporta nada sobre el valor de los microorganismos o plantas mdividua les , puesto que no se m·u•stta nmgún mdivrduo para la supervtvenna del ecosistema en su con¡unto. J•:n segundo lugar, el hecho de que todos los organismos sean parte de un todo mterrelacionado no implica que todos tengan valor intrínseco, y mucho menos igual valor int rínseco. Put-de que tengan valor sólo porque sean necesanos para la existencia del con¡unto, y el con¡unto puede que tenga valor sólo porqup apoya la Pxistencia de los serPs conscientPs.

! .a (•t ic .! dt- la ecología profimd.1, por tanto, no ofrece respuestas persuasivas a mterrogantes sobre el valor dt· l.1s vidas de los seres vivientes ind iv idua les . Pero quizá, (·stas no sean el t ipo de preguntas

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Page 187: Peter Singer -Ética Práctica-

�:r ica práctica

que hay que hacer. Puesto que la nencia de la ecología se centra más en los sistemas que en los organismos individuales, la (·tic a ecológica podría ser más admisible si se aphcara a un nivel superior, qu iz.í a nivel de especies y ecosistemas. Detrás de muchos intentos por extraer valores de la (·tica ecológiCa a est e nivel yace alguna fórrna de holismo, alguna idea de que las especies u el ecosistema no son solamente un grupo de individuos, sino un.1 ent i<Lid en su propio derecho. Este hohsmo se hace explícito en el hbro de l .awrence Johnson, A Morally Dccp World Johnson est.í <hspu<·sto a hablar de los intereses de una espene, o de un ecos istema, en un sentido que difiere del de la suma de intereses de cada miembro de la espene, y para afirmar que los intereses de una esp<'Cie, o un ecos istema, deben tomarse en cuenta, ¡unto con los intereses md ividuales, en nuestras reflexiones morales. En Thc EcologiC:al Sclf, Freya Mathews sostiene que cualquier "sistema que se reahce a si rmsrno" tH'n<' valor intrínseco en la medida en �¡ue busca rn.mtenerse o preservarse a sí mismo. Mientras que los organismos VIVH'ntes son fl.lra<hgrnas de sistemas que se reahzan a sí rrusrnos, Mathews, ,¡] ¡gua] que Johnson, incluye especies y ecosistemas corno ent idades holíst icas o un yo con su propia fórrna de reahzanón. Mat hews mcluso incluye al ecosistema global entero, siguiendo ,¡ James I .ovelock, al rd(·nrse a ('] con d nombre de la diosa gnega de la t ierra, Ga1a. Sobre t•s ta base ella defiende su propia fórma de igu.Iht .msrno bioc(·ntnco.

Existe, por supuesto, un,¡ verdadera cuestión filosófic.1 acerca de si una especie o un ecosistema se puede considerar corno el tipo de individuo que puede t ener intereses, o un "yo" que se reahce; e incluso si puede, la (·uca ecológi<·a profimda se enfrentará a problemas similares a los que ident ificarnos al considt•rar la ide,¡ de la veneración por la vida. Porque es necesano, no sólo que st• diga que los árboles , las especies y los ecosis temas t ienen mtereses,

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El medio ambiente

sino que tengan intereses moralmente pertinentes. SI cada uno ha de ser considerado corno un "yo", habrá que demostrar que la supervivencia o la reahzación de esa clase de yo tiene valor moral, mdependienternente del valor que tenga debido a su importancia al sostener vida consCiente .

En nuestro análisis sobre la (·tica de la veneración por la vida vimos que una fórrna de establecer que un interés es moralmente pertinente es preguntarse lo que supone para la entidad afectada no tener ese interés satisfécho. ! .a misma pregunta se puede plantear sobre la autorealizanón: ¿qué supone para el yo no reahzarse7 Dichas preguntas ofrecen respuestas inteligibles cuando se hacen sobre seres sensibles, pero no cuando se hacen sobre árboles, especies o ecosistemas. El hecho de que, como señala James I .ovelock in Ga ia : A New I.ook at I.ife on Ear th , la biosféra pueda responder a acontenrn1entos en fórrnas que se parecen a un sistema que se mantiene a sí mismo, no demuestra en sí rmsmu yue la biosf(·ra desee conscientemente mantenerse a sí rrusma. Denominar al ecosistema global con d mismo nombre que la diosa griega

parece una buena idea, pero puede que no sea la me¡or manera de ayudarnos a pensar claramente en su naturaleza. De fórma similar, a menor escala, no hay nada que se ccrresponda con lo que supone ser un ecosistema anegado por una presa, puesto que tal sentimiento. no existe. En este aspecto, tanto los árboles corno los ecosistemas y las espenes son más como rocas que como seres sensibles y, por tanto, la división entre criaturas sensibles y no sensibles constituye hasta ese punto una base más firme para un límite moralmente importante que la división entre cosas vivientes y no vivientes, o entre entidades holísticas y otras entidades que no se podrían considerar corno holísticas. (Sea cuales ÍÍH'r<'n estas otras entidades: incluso un átomo es, tomado desde el

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Page 189: Peter Singer -Ética Práctica-

�:r ica práctica

nivel adecuado, un sist ema comple¡o que "busca" mantenerse a sí mismo).

Este rechazo de la base (•tica par,¡ una (•t ica ecológica profimda no implica que el caso de la conservación de lo salv.¡¡e no tenga filerza . Tod o lo que Implica es que un t ipo de argumentación b del valor intrínseco de las plantas, especies o ecosist emas es, en el me¡or de los casos, problem.í t iC.l. A menos que se pueda si tuar en una posición dif(•rente y m.ís firme, deberíamos lnnit arnos a argumentos basados en los mtereses de las cn.l! uras sensibles, presentes y fúturas, humanas y no humanas. l • :stos argumentos bastan para demos t rar que, .11 menos en unJ sonedad en la que nadie necesite dest rozar lo salva¡e con ob¡eto de obt ener corrud.1 para sobn·vivir o mat eriales p.1ra prot egerse de los elementos, el valor que tiene conservar las zonas importantes de n.l! uralu.a virgen que quedan sobrepasa en mucho ,¡ los v.Ilores econórrucos que se obtienen con su dest ruccH·m .

Elaborar una (•t ica del medio ambiente

A largo plazo, el con¡ unto de virtudes t't i C.Is ens,¡]z.Id.Is y el con¡ unto de prohibiciones (•t icas adopt.Idas por la (·t i c.I de socwdades especí ficas, siempre rdlepr.ín las condinones b.I¡o l.1s cu.des se debe VIVIr y traba¡ ar con el fin de sobreviVIr. J<:st.I afirm.Ición c¡uecLI n·rc.I de ser una tautología, puesto que si la t' I Ica de un,¡ socwdad no tuvier.l en cuenta lo que se necesita para sobrevivir, clicha sociedad de¡aria de exist ir . Muchos de los pnnnpios t't iC os que hoy acept.unos se pueden explicar en estos t (·rmmos. Algunos son umvers.1les y se puede esper.Ir que sean bendinosos par,¡ la comumdad en cualquier condición en J.¡ que viven los hum.mos . l�viClcntemente

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El medio ambiente

una sociedad en la que a los miembros de la comunidad se les

permite matar con impunidad no será duradera. Por el contrario,

las virtudes paternales del cuidado de los hi ¡os, y otras virtudes

como la honest idad , o la lealtad hana el grupo. fómentarían una

comun idad estable y duradera. Ot ras prohibiciones podrían refle¡ar

condiciones específicas : la práctica entre los esquimales de matar

a los padres ancianos que ya no pueden valerse por sí mismos,

se nta a menudo corno respuesta necesaria a la vida en un clima

muy duro. No cabe duda de que el lento rit mo de los cambios

en las condiciones climát icas o de la emigración a otras regiones

dqó t iempo para que los sistemas de {·tica produ¡eran los a¡ustes

necesarios

Ahora nos enfrentarnos a una nueva amenaza para nuestra

supervivenna. ! .a prolifáación de seres hu manos, ¡u nto con las

consecuennas del crecirruento económico, se parecen a las vie¡as

amenazas de acabar con nuestra sonedad, y tambwn con todas las

demás. Todavía no se ha elaborado u na {• t ica que haga frente a esta

amenaza. Algunos pn ncipios (·t icos que tenernos son exactamente

lo cont rariO de lo que necesitamos. El problema, corno ya hemos

visto, es que los prinnpios (•ticos cambian lentamente y es poco el

t iempo que nos queda para desarrollar una nueva (·t ica del medio

ambiente. Dicha t't ica consickraria que t odas las acciones que son

per¡u dinalcs para el mecho ambwnte son {·ticamente discut ib les,

y las que son mne cc·sariarrwnte per¡udinales sennllamente son

malas. Eso es lo que hay de grave en la afirmación que hice

en el primer capitulo sobre que los t ernas morales que surgen

al condunr un coche son más senos que los q u e surgen por

una conducta sexual. Para una {•t iCa del medio ambiC·nte la virtud

supond ría guardar y rendar los recursos, y lo contrario sería el

despilfarro y el consumo mnecesario . Por poner sólo un ejemplo: ·

355

Page 190: Peter Singer -Ética Práctica-

É!ica práctica

desde la perspectiva de una (•t ica del medio ambiente, nuestra elecnón de esparcimiento no es (·ticarnente neutral . Actualmente vemos la elección entre las carreras de coches y el ciclismo, entre el esquí acuático o el windsurfing, corno sólo una cuestión de gustos . Sin embargo. hay una dd(•renna esennal: las c.1rreras de coches y el esquí acuático requieren el consumo de carburantes f()siles y liberan dióxido de carbono a la atrnósf(·ra, mient ras que el ciclismo y el windsurfing no. Una vez que nos tornemos en serio la necesidad de conservar nuestro medio arnbtente, las carreras de coches y el esquí acuático de¡arán de ser una fórrna aceptable de entretenimiento, al igual que ya no lo son hoy l.ts peleas de gallos.

! .as l íneas generales de una verdadera (·tica del medio .unbiente son faciles de discernir. En su niwl más fimdarnental. dtcha (•t ica favorece la consideración de los mtereses de todas las criaturas sensibles, incluidas sucesivas generaciones que se extienden hacia un futuro le¡ano. Viene acompailada de una est(•ttca de aprecio por los lugares salva¡es y la naturaleza virgen. l�n un mvel más detallado, aplicable a las vidas de los moradores de ciudades y pueblos, no fómenta las grandes familias. (Aquí fórrn.t un gran contraste con algunas creencias (·ticas existentes que son reliquias de una (·poca en la que la tierra estaba mucho menos poblada; tarnbi(·n supone un contrapeso a la implicación de la verstón "total" del uttl itarismo analizada en el capitulo 4). Una (·!ica del medio ambiente rechaza los ideales de una sociedad materialista en la cu.tl el éxi to se calibra por la cantidad de artículos de consumo que uno puede acumular. En su lugar, ¡uzga el (·xito en t(�rrrunos de las capandades propias y la consecución de una realu.anón y satisfacción reales. Promueve la frugalidad, en la medida en que es necesana para rrurmmzar la contarninanón y asegurar que todo lo que se puede volver a usar se vuelva a usar. Tirar a la ligera materiales que se pueden

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El medio ambiente

reciclar constituye una fórma de vandalismo o de robo de nuestra propiedad común en los recursos del mundo. Así, las diversas guías del "consumidor verde" y los libros sobre las cosas que podernos hacer para salvar nuestro planeta - reciclar lo que usamos y comprar los productos más medio ambientales que podamos-- son parte de la nueva (•tica que se neces ita. Incluso pueden resultar sólo una solución provistonal. un trampolín hacia una (•tica en la que se cuestiona la rrusrna idea de consurrur productos mnecesarios . Puede que el windsurfing sea rne¡or que el esquí acuático, pero si seguirnos comprando nuevas tablas con el fin de estar a la última en

el tema de dtserlos de velas y tablas, la diferencia es sólo marginal. Debernos exarnmar de nuevo nuestro concepto del despilfarro.

En un mundo ba¡o presión, este concepto no se l imita a una

l irnusina con chof(·r y champán franc(•s . ! .as vtgas que provienen

de un bosque suponen un despilfarro, puesto que el valor del

bosque a largo plazo es mucho mayor que el uso que st· hace de

las vigas. ! .os productos de papel desechable son un despilfarro. ya

que los vie¡os bosques de madera dura están siendo transfórmados

en viruta y vendidos a los fabricantes de papel . "Dar un paseo

por el campo en coche" supone un despilfarro de combustible

fósil que contribuye al eféno mvernadero. Durante la Segunda

Guerra Mundial, cuando escaseaba la gasolina, había carteles que

preguntaban : "¿Es realmente necesario su via¡e7" El llamamiento a

la solidaridad nanonal cont ra un peligro vistble e inmediato era

muy ef(·ctivo. El peligro sobre nuestro medio ambiente es menos

mmediato y mucho más dificil de ver, pero la necesidad de suprimir

los vta¡es mnecesanos y otras fórmas de consumo mnecesano es

igual de grande. En lo que se refiere a la cormda, el mayor despilfarro no está

constituido por el caviar o las trufas, sino por la ternera, el cerdo y las

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Page 191: Peter Singer -Ética Práctica-

li r ica prácr ica

aves de corral . lln 38 por cient o de la cosecha mundial de cereales se

destina a la aliment ación de anim.dcs, así corno grandes cantidades

de so¡a . En este planeta hay t res vccc'i rn.ís arumalcs dorn(·sticos que

seres humanos. Solamente el peso de los 1 .280 rrulloncs de cabezas

de ganado mundial sobn'fMS.I al de l,1 pobl.tnón hurn,m a. Mient ras

observarnos con t risteza el número de ruilos que nacen en l.1s

partes rn.ís pobres del mundo, p.ts.unos por alto la superpoblanón

de anirn,t lcs de gran¡a . a !.1 cual nosot ros rrusmos cont nbuirnos.

El enorme desperdiCIO de cerc,d con el que se ,dnncnt,l a los

animales de granp ya se ha rnencion,tdo en los c.tpi t ulos 3 y 8 . liso,

sin embargo. es sólo parte del darlo oc.tston,tdo por los arurnalcs

que criarnos. ! .os rm�todos de cría mtcns iV.I que ut dvan cncrgi.l de

fórrna intensiva en las nanones mdustnalu .. td,ts son rcspons,tblcs

del consumo de grandes canttd,tdcs de combus t i bles fósiles. ! .os

f(•rt ilizantes quím icos, ut ilizados para cult iV,If pwnso p.tr,¡ el g.mado

vacuno. los cerdos y las g.tlhn.Is que se crían en gr.uq.ts de cri.1

intensiva, producen óxido nitroso, o t ro gas que cont nbuyc al

ef(•cto invernadero. l .uego cst .í ! . 1 p<"·nhda de bosques !in todas

partes, a los rnor.1dores de los bosques, tanto hu m,mos corno no

humanos. se les est.í echando. Desde 1 960, el 2'> por nento de los

bosques de Arn(•rica Central han sido ta l.tdos pa r,¡ el gan,tdo. lJn,¡

vez talados, los suelos po bres tendrán p.tsto dur,m tc unos cuantos

años; luego los ganaderos tcndr,ín que marcharse a otra p.lfte. ! .a

maleza torna el lugar d el p.tsto ab,mdon,tdo, pero el bosque no

volverá a exist ir . Cuando se talan los bosques fMLI que pued,¡

pastar el ganado, se hbcran billones de tonelacLts de dtóxido de

carbono a la atmósf(•ra. Fmalmentc, se cree que el g.mado rnu nchal

produce aproxnnadarncntc un 20 por ciento del rnet.n10 l iberado ,¡

la atmósf(·ra, y el rnct.n10 retiene veinticinco veces m,ís c,tlor del sol

que el dióxido de carbono. El ,¡bono de las gr.m¡ as de cría mtensiV,I

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El medio ambiente

tarnbi(•n produce metano ya que, a difi.>renna del esu(·rcol que cae

de fórma n,t t u ral en los campos, no se descompone en presencia

del oxigeno . Todo esto nos lleva a una ruón convincente, además

de la que desarrollarnos en el capitulo 3, para seguir una dieta basada

mayormente en plantas

El t"·nfasts en l,1 frugalidad y en u na vtda sencilla no nnphca

que la (·tica del medio ambiente de,;apruebc el placer, sino que

los placeres que valora no provengan de un t onsumo exagerad o.

Deben provenir de est rechas relanones personales y sexuales, de

estar cerca de los ruflos y de los amigos, de la convcrsanón. del

deporte y del csparcirmento que est(•n en armonía con nuestro

medio ambiente en l ugar de daflarlo; de u na alimentación que no

cst(· basada en la explotación de las cnaturas sensibles y no tenga

como coste la t ierra; de la actividad creativa y el t raba¡o de todo

tipo; y (con el debtdo cuidado para no arrumar lo que llene valor)

de saber aprenar las 1.onas vírgenes del mundo en que vivnnos.

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Page 192: Peter Singer -Ética Práctica-

1 1

Fines y medios

Hemos estudiado una sene de cuestiones t' t iC.Js; hemos visto que muchas prácticas aceptadas están su¡etas a ob¡enones nnport,mtes . ¿Qué es lo que deberíamos hacer ,¡l respectoJ t:st .¡ tambii'n es un,¡ cuestión l'tica. A continuaCión pn'sentamos cuat ro casos reales a consideración. Oskar Schindler era un empresario industrial alemán. Durante la guerra dirigía una f:ibnca cerca de C:racovia, Poloma. Fn un momento en el que St' enviaba a los ¡udíos polacos a los campos de exterminio, reclutó un,¡ mano eh> obra muy supenor ,¡ J.¡ necesitada por la fabrica, compuesta de prisioneros ¡ud íos dt> los campos de concent r,Jnón y del gueto; utihzó van,Js estr,nagemas ilegales, entre las que se incluía el soborno a miembros de las SS y a otros fimcionarios par.¡ protegerlos . Gastó su prop1o dinero para comprar comida en el mercado negro que suplementar,¡ las insuficientes raciones oficiales que obtenía para sus t r,J!>,J)<ldores; con estos mechos consiguió salvar la vida de unas 1 . 200 personas. En 1 984 el doctor Thomas c;ennarelli dirigía un labor,J tono de estudio ck lesiones craneales en l,¡ Uruversidad de Pensilv.�ru,J, en Filadelfid . ! .os miembros de tma orgaruzación clandestma llam,Jda Frente de Liberación Animal sabían que en ese lugar c;enn,Jrelli causaba heridas <'n el cráneo a monos y les h,1bían chcho que los monos eran sometidos J estos <'xpenmentos sm lJ .Jriestesi ,¡ ackcuadJ. Tambi('n s,1bían c1ue Gennarelli y sus colJboradores grabJban en vídeo sus expenmentos, para tener registro eh> todo

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Fines y medios

lo que acontecía durante y despuc�s de que se provocaran las lesiones. Intentaron obtener más infórmación a través de los canales oficiales pero no lo lograron. En mayo de 1 984, entraron en el laboratorio durante la noche y encontraron 39 cintas de vídeo. Más larde, dc'struyeron sistemáticamente material de laboratorio ant es de escapar con las cintas en su poder. ! .as cintas mostraban claramente a monos conscientes luchando para no ser atados a la mesa de operaciones en la que les infligídn las heridas en la

cabeza ; lambi<''n mostraban cómo los investigadores se reían y burlaban de los animales aterroriz.1dos que iban a ser util izados en los experimentos. Una emisión editada de las cintas ante el público provocó un sentimiento de repulsa generalizado. A pesar de todo, fiH' n<'CPsario un año dP protestas, que culminaron con un enCierro en la sede del organismo gubernamental que financiaba los experimentos de Gennarell i , antes de que Pi Secretario de Sanidad y Servicios Humanos de los Estados Urudos ordenase el fin de los expenrrwntos.

En 1 986, Joan Andrews entró en una clínica donde se practica­ban abortos en Pensacola, Florida, y causó daüos a un aparato para realizar abortos por succión. Se negó a que la def(,ndieran ante el t ribunal, basándose en que "los verdaderos dcusados . los niños no nacidos, no tenían def('nsa, y se les quitaba la vida sin JUicio alguno". Andrews era partidaria del grupo Operación Rescate, una organización norteamericana que debe su nombre, y su autoridad para actuar, a l mandato bíblico "libra a los que son conducidos a la muerte , y a los que llevan a la C'J<'CUCIÓn, sálvalos". Operación Rescate se vale de la desolwdiencia civil para cerrar clínicas donde SC' practican abortos, y de esta fórma, en su opinión "salvan la vida de los no nacidos a quienes sus miembros han Jurado defender moralmente". Los miembros bloquean las puertas de las clínicas

361

Page 193: Peter Singer -Ética Práctica-

¡;·rica práctica

para i m pedir que entren los m(·dicos y las muJ en·s em bar.Izadas que quieran abortar. Int ent an persua<hr ,¡ las em barazadas de que no entn•n en !.1 cl ínica mediante lo que l lam.m "consPJ OS dP calle" sobrp la naturaleza del a borto. Gary I .eber, un direct or d e Operación Rescat e, h,¡ afinn.1do que sólo Pnt n• 1 98/ y 1 989, corno resultado directo dP es t .Is "misiones dP n·scatP", .11 mPnos 421 m ujeres caminaron su dectstón dp abort ar, y los hiJos de est as m uJ eres, que habrían muPrto, se encuent ran vivos anualmPnte . In 1 916, Bob Brown, por a<1uel entonn•s un m(·dico )OVen, bapba en balsa por el río Frankhn, en Pl suroeste de Tasrnama. La beliPza salvaje del río y !.1 paz de los bosquPs vírgPnes a su alredPdor l e impresionaron profimdarrwnte. Emonces, en una curv,¡ d e !.1 part e bap del río SP encont ró con unos empleados d P la Comisión Hidroelt;ctrica que estu<haban !.1 v¡,¡ fnlidad de constnur una presa en Pl río. Brown .tb,mdonó su C.Irrer,¡ como m(•dico y fimdó !.1 SociPdad por una Tasrnania Virgen, con Pl propósu o de proteger las poc.ts zonas vírgenps qup quP<Üb.m Pn el est ,Ido. A pesar de una fiH'rte carnpar!a en contr,¡ , la Comisión Htdroelt;ctrw.t rPcornendó l.¡ construcción de la presa, y despu(·s de algun,¡s dudas el gobit>rno del estado, con Pl apoyo tanto de la comunidad empresan,¡ l como de los sindw.Hos, dendió segutr addant e. I ..J. So<w<i.Id orgaruzó el corte no violPnto de la carretera que est.Iba siendo const ruida h.Ist,¡ la presa. En 1 982, Brown, JUnto con otros muchos, fiJe dPtPnido y encarcelado dur.mte cu.llro días por entr,¡r Pn tPrrenos cont rolados por la C:onusión Hidroeli•ct rica. A pes.�r de todo, !.1 movilización fi1e fóco de atención ,¡ nivd nanonal y, .1un<1ue el gobtPrno f(•dpral dP Austraha no era el responsable <ÜrPct o de !.1 prPsa, se <·onvtrtió en un terna de campar1a Pn las elecnonPs f(•dprales que Pst.tban ,¡ punto dP celd>rarse. El Part ido I..J.borista dP Aust ralia , en la opostción .Ullps dP las Plecciones, se comprometió ,¡ Pncontrar fórrnas const ilunonales de

362

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Fines y medios

impedir que la presa stguiese adelante. El ganador de las elecciones fiJe

el Partido Laborista y sP aprobaron las rnP<hdas legislat ivas oportunas

para parar ! .1 construcción de la prPsa. Aunque el gobierno de

Tasmania se opuso, el Tribunal Supremo dt> Australia apoyó por

estrecha mayoría las medidas, Pn razón de que Pi suroeste de Tasmania

era una región patrimonio de la humanidad, y el gob ierno f(·deral tenía

poder cons l l tucional para han·r rPspPt.lr el tratado intPrnacional que

creó la Comtsión del Patrimonio dP la Humanidad. Anualmente, e l

río Franklin sigue fluyendo en libPrtad.

¿TPnemos la obligación prioritaria de obe<kcer la Jey7 Oskar Schmdler,

los miembros del FrPnte dP Liberación Ammal qup cogieron las

cintas de vtdPo de GennarPll i , Joan Andrews de la O¡wración

Rescate, y Bob Brown y los que IP apoyaron delante dP las

excavadoras Pn e l suroeste dP Tasmania Pstaban todos infi-ingiendo

la ley. ¿Estaban actuando de manera errónea?

No se puede dar respuesta a esta pregunta invocando la fórmula

simplista: "el fin nunca JUStifica los mPdios". Para todos Pxcepto para

el más estrino partidario de una ética de normas, el fin a veces sí que

JUStifica los medios. La mayoría de las personas opma que mentir

Pstá mal, aún así, pn iguaiPs circunstancias, crePn quP está bien

mPntir para Pvi tar causar una of(·nsa o vergüenza innecesaria , por

qemplo, cuando un familiar cercano te regala un Ja rrón de dudoso

gusto para tu cumpleaños, y tP pregunta s1 tP gust a . S i este fin

relat ivamente t rivial puede JUStificar quP se mienta, resulta incluso

más evi<knte quP un fin importante, corno impedir un asesinato, o

sa lvar a un animal de un su fi-imiento grande, puede JUSt i ficar que se

mienta. De esta manera, se viola fáci lmente el pn ncipio de que el fin

no J UStifica los mPdios. Lo difici l no es s i PI fin puede a veces j ustificar

los medios, sino q u(· rrwdtos están J ustificados por q u(· fines.

363

Page 194: Peter Singer -Ética Práctica-

�·rica práctica

La conciencia individual y la ley Hay muchas personas que se oponen a la const rucnón de pn•sJs en ríos salvajPs, J que se Pxplote ,¡ los Jnim,des , o que están en contra del Jborto, pero sin emb.1rgo no violJn IJ ley p.1r,¡ detener estas actividJcks. No tJJy duclJ dP que algunos miembros de IJs organizaciones más convennonJies .UlliJbortts! Js, de l iberanón animJI , o de conservJción de l.t n,l !ur JlezJ no comPt<·n Jetos iiPgJies porqup no quieren SPr multados o PnCJrcPIJdos; pero hJy otros miembros qup PStJrían cl ispuPstos J JfrontJr IJs cons<·cuPnnJs dP actos ilegJ ies. Se Jbst iPnpn de h,tcPrlo porque respet ,lfl y obedecen la autoridJd morJI dP IJ ley.

¿Qui(·n l ienp rJzón en estJ fjlt ,t de Jcuerdo (• t ico7 ¿TPnernos algunJ oblig,tción mor JI de ohPden·r la ley, st IJ ley protegp y .1prueb.1 cosas que p.trJ nosotros están ckl todo mJP Fl p<•nsJdor rJdicJJ Jmeric,tno ckJ siglo X I X , l!enry Thore,tu , d 10 una resptH'st .¡ clara a <'sl a pregunta . l�n un ens,tyo t l lu l.tdo "DPsohPdH·nn,t Civil", quizás IJ primPra vez qup sp usó PSIP t (•rrruno actualmentP t ,m familiar, escribía :

¿ Debe el ciud.td,tno en algún momento, o P n el menor gr.tdo, ceder su concienciJ ,¡ J 1Pgislador7 ¿St <'s .tsi, por qu(• t t <'n<· todo hombre connencia7 Opmo q up pnrnero dPbniamos S<·r hornbn·s J rl t es que súbduos. No <'S dese.tbiP cul t ivar un rt'speto por l.t ley, sino rn,is bien por lo JUsto . Lt úruc.t obliganón que tengo dnecho a ,tsurnir, t'S h.tcer en todo rnornento lo que constdero J USt o El filósofó americ,mo Rohert P.tul Wolfr escn ]l!() en un,t l íne,t similar:

364

I .J ,HJt orid.td, el dPrecho a goiJPrn.tr, <'S el stgno ddirutorio de l <'stado. Lt obhg.tuón principal de un hornhrP t•s l.t ,tu t onorni,t, e l rPdtJzo ,¡ ser goiJPrn,tdo, pod ría p.tn·n·r <•ntoncPs que no puPdP

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Fines y medios

Pxistir soluuón parJ PI confhcto entre la autonomía del individuo y la au tondad putativJ dPl Pst ado. l�n tanto en cuJnto un hornbrP

cumpla con su ob liganón dP hacer dP si rrusmo el autor de sus

decisicnes, n•s1st1rá a la prPtensión del estado de tener autoridad

sobre él

Thoreau y Wolfl' resuelven el confliclo entre mdivHiuo y sociedad en favor del mdiv1duo Deberíamos hJcer lo que nos dic!e nuestra

conciencia, lo que de fórmJ autónoma d<·cidamos que debemos hacer: no lo que !J ley mdique. Todo lo clt·más sería negJr nuest ra

capacidad p.trJ elegir (·ticarrwnte . Dicho de <'Sta mJm•r J , el temJ parece ser dJro y lJ respuesta

de Thoreau y Wolfl' evidentemente correctJ . Por lo tanto, Oskar Sdundl<·r, el Fn·nte de L!ber,tción ArnmJl, )oJn Andrews, y Bob Brown <•stabJn totalmente ¡ust 1ficados al hJCer lo que para ellos estabJ lllen, en vez de hacer lo que el estado establecía corno lq�al. ¿Pero es así de sunpil'7 En cierto sentido es lnrH•gabil' que, como inchca Thoreau, deberíamos hacer lo que cre<·mos qup está bien; o, como plantea Wolfr: hacernos autores de nuestras dens10nes. Si tenemos qup enfrentarnos a la elección entre lo que para nosotros está lllen y lo que para nosotros está mal, por supuesto debPríarnos hacer lo que

en nuestra opnuón está bien; pero esto , aunque cierto, 110 resulta ser de gran ayuda. ! .o qu<· m·n·sit.nnos saber no <'S SI deberíamos hacer lo qu<· para nosotros está bien, sino la fórrnJ ck decid1r lo que está bH•n.

Baste pensar <'n lJ cld(·rencia de o¡muón ent re los rruemhros de grupos t J!es corno el FrenlP de l . ibPrJnón Animal (FI .A) y los rru<'mbros más r<'sp<'tuosos d<' las leyes d<' una organización corno lJ bntánica R<'Jl Soci<'dJd p.1ra lJ Pr<'V<'nnón de lJ Crueldad ,¡ los Anirn,tles (RSPC:A) : par J los mi<'mbros d<'l FI .A inflig1r dolor

:w,

Page 195: Peter Singer -Ética Práctica-

¡;·r ica prácr ica

a los animales es, a menos que eslt; ¡ust i fic.Ido por c ircunstan n.Is PX traordinarias , malo, y si LI rnqor fbrrru dt> det ent>r est o es violando la lt•y, entonces par,¡ el los VIolar L1 ley est ,i bH·n. Igu.d ment e, supongamos qup p.!r.I los miembros dt> L1 RSPCA i nfl igir dolor a los a nnnalps es norrn,Ilrnent e m.I lo, sm ernb,Irgo larniJI(;n creen que VIOI.Ir L1 ley est.i mal , y creen q UP el ob¡ et ivo de det ener un dolor in¡us t i ficablt> ,¡ los .uurn,IIes no ¡ust i fÍ c.¡ el mal que supon p violar la ley. Supong.unos qup h.1y person,¡s q up están en cont r.I de in fl igir dolor , ¡ los .Uiim,I l t>s y < ¡ue no est.in seguros s i deberían afii i,JrSP a los mfi-.Ict ores de la lt>y m.ís rndi t .mtt>s o ,¡] grupo de dd(·ns,¡ de los .Imrn.des más ort odoxo. ¿ Cómo solucion,¡ su incnlldurnbre decirles ,¡ estas pnson,¡s que hag.m lo que par,¡ el los est t; bit>n , o que St'dfl los aut ores de sus p ropi.Is dt>cisiones7 Se Ir .I ta dt> una im·Prt idurnbre sobre q ué Ps lo correcto h .Icer, no sobre si se dt>bería h.In·r lo qup uno y.¡ h.1 dendido que Pst.i bien Est e aspect o puede verse oscurendo s¡ sp habL1 de "st>gu¡r L1 propia concit>ncia" con mdt>pendt>nCI.I de lo qup L1 ley ordt>nt> . Algunos qup hablan dt> "seglllr L1 conciencia" sólo q uwren denr hacer lo que t r.¡s rt>flt>x ión uno considt>r.¡ b1t>n, y Ps t o put>dt> dept>nder, corno Pn el c.Iso dt> los suput>s l os rrut>m bros dt> L1 RSPCA, de lo qup L1 ley onkne. O t ros con "concienn,¡ " quiert>n deci r, no algo qup dept>nda dt> un ¡uicio c rí t ico rdlt>xivo, s ino un,¡ espt>cie dt> voz in terior qup nos dicp qup algo Pst.i m.d y puede seguir di ci (·ndonoslo ,¡ pes.Ir de nues t r,¡ rdlt>xión cuidados,¡ y reflexiva basad,¡ Pn tod,Is las c·onsHlera ciones <;t i c.Is pt>rt i m·ntt>s , de qup el ,Jcl o no <'sl ,í mal . h1 Pste st>nt ido dt> "concH·n c¡,¡ " un,¡ rnu¡er solt er,¡ t>ducad,¡ con J.¡ es t n c' l .l creenc¡,¡ c.ll óll(',¡ de <¡ ut> Lis relanones SPXuales fiH·ra dt>l rna t nr noruo son swmpn· m,¡J .¡s podrí.¡ de¡a r su religHin y l lt>ga r ,¡ opm.¡r que no PXIsl e un,¡ b.¡sp firrnp p.Ir.¡ l imi tar I<Is reLicionps s exu,¡ Jps ,¡J mat nrnomo, y ,¡ fWs,¡r de t odo st>guir

366

·"•

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1 1

Fines y medios

sint i(· ndosP culpable cuando mantiene relaciones sPxuales. Puede

que para ella este sent imi<'nto de culpabil idad sea su "conciencia",

pero si (·sta es su conciencia, ¿delwría seguirla?

Decir que dPberíamos seguir nuPstra connencia es Irrepro­

chable, pero de poca ayuda, cuando ron "seguir la conciPnci a "

qu erPrnos cknr hacer, tras reflexión, l o q u e uno considera bien .

Sm embargo, cuando "spguir la conciencia" sigmfica hacer lo

que nuPstra "ven interior" nos i mpulsa a hacer, segu i r nuestra

connencia nnplica ck¡ar de lado nuPsl ras res ponsabilidades como

agentes racionalPs, de¡ar de tener todos los fact ores pert inentes en

cuenta y de actuar basándonos en el mqor de nuestros ¡ uicios

sobre lo but>no y lo malo ck la s i tuauón . Es más probable que

la "voz mtenor" sea más producto de n uest ra educanón que una

fü ente de wrdadera reflexión (•t ica

Cabe suponer que ni Thoreau ni Wol!T' querían sugerir que

siempre deberíamos segu ir nuestra conciencia en el sentido de "voz

int erior". Ikben querer decir, S I sus postu ras son plausibles, que

dt>beríarnos segll lr nu pstro propio JUicio sPhre lo qu t> deberíamos

hacpr. ! .o máximo que sp put>dt> dt>nr en este caso en favor de

sus recomendaciones es que nos recuerdan que las decis1om·s

con respPclo a la obediencia de la ley son cknsiones (·t icas que

la ky por s í m isma no puede t o mar por nosot ros . No deberíamos

,IS\mm, sm reflexiOnar, que si la ley, por e¡ernplo, prohíbe robar

nntas de vídeo de un laboratorio, hact>rlo t•s siempre malo, a l igual

que tampoco deberíamos asumir que sea nulo ocultar ¡udíos, para

que los nazis no los Pncuentren, si la ley lo prohíbe : la ley y la (·t ica

no son la misma cosa . Al rrusmo tiempo. esto no significa que la

ley no tenga n ingún peso moral . No sigmfíca que cualquier acción

que si hubiPra sido legal habría sido but>na, deba ser buena aunque

realmente s< 'a i legal . 1•:1 que una acción sea ilegal puede ser de

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Page 196: Peter Singer -Ética Práctica-

f.'t i ca prácrica

import.mcia t' l ica y tarnbi<�n lega l ; cuest rón dist inta es s r realmente tierw irnportancza a mvel <�t zco

El imperio de la ley Si par a nosotros un,¡ acczón est.i n'.1 lrnente mal, y sz t enernos el v.1 lor y la capacidad para dificultar su realzz.1ción viOl.mdo J .¡ ley, ¿cómo podría la ilegalidad d e este .ICt o proporcionar un.1 r.1zón <�t l(·,¡ en su cont ra7 P.�ra cont estar un.1 pregunta tan específic.1 corno (·s ta , primero deberíamos h,H'<'r una pn·gunta rnjs gener,¡ J : ¿por qu(· debemos tener leyes en pnrner lug.�r7

Por naturaleza, los seres humanos son socz.des, pero no tan sociales que no sea necesano prot egernos cont r,¡ los ri<·sgos de que nuestros conciudadanos humanos nos .1gred.m, o nos asesmen. Podernos hacerlo creando org.miz,¡czom·s de vigil.mna que zmpzdan las agn·siones y castrguen a los que l.1s cometen; pero los result ados serían fórtui tos y con poszbihdades de conven zrse en una gu err,¡ abierta entn· dist mtas band.1s. Por lo tanto, es dese.1ble t ener, corno d<•da John l .ocke hace mucho tzernpo, "una ley est .1blenda, asent ad,¡ y conocida", que sea mterpretada por un ¡uez con aut ond.1d y respaldada con un poder sufi ciente <1 ue pued.1 e¡ecutar l.rs decisiones d el ¡ uez.. Si las personas voluntanamente se .l bstuvreran de agredrr .1 otras, o de actuar de otra manera <1 ue fiwra per¡udrn,¡ ] a una existencia social armoniosa y fdrz, podrí.unos convivir s ¡ ¡¡ ¡ueces m sannones. Aún en est e c.1so serían rwcesan.zs convenczones de tipo legal sobre cuestzom•s corno por e¡ernplo el l.1do de la carretera por el que hay que cirndar. Incluso, un,¡ sHuación utóprca anarquista t endría ,¡lgunos prmcrpzos de cooperación estableczdos.

368

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J !

Fines y medios

Por lo tanto, tendríamos algo parecido a las leyes. En realidad, no

todo el mundo se abstend ría voluntariamente de tener conductas,

por e¡emplo las agresiones, que otros no pudieran tolerar. El peligro

de acciones individuales del tipo de las agresiones no es tampoco

lo único que hace que las leyes sean necesarias . Dentro de una

sociedad habrá conflictos del tipo: cuánta agua podrán usar los

agricultores para regar sus cultivos, sobre la propiedad de la

t ierra, o sobre la custodia de un hi¡o, sobre e l control de la

contammanón, y el nivel de impuestos. Se hace necesario algún

tipo de procedimie nto de toma de decisiones establecido para

resolver estos conflict os de fórma rápida y económica, porque s i

no, es probable qu<' las partPs en conflicto recurran a la filerza.

Casi cualquier procedimwnt o de toma de decisiones será mejor

que recurrir a la fúerza ya que cuando se usa la flwrza se producen

heridos. Además, la mayoría de los procedimie ntos de torna de

decisiones t ienen unos resu ltados q u e corno mínimo son ta n

beneficiosos y ¡ ustos corno el recurso a la fúerza.

Por lo tanto es convemente tener leyes y un procedimiento

de torna de decisiones establecido para crearlas. Esto da lugar a

una importante razón para obedecer la ley; al obedecer la ley

contribuimos al respeto sobre e l que se sostienen el procedimiento

de t orna de decisiones establecido y las leyes Al desobedecer la

ley doy e¡emplo a los demás que provoca que el los también las

desobedezcan. E l ef(·no puede multiplicarse y contribuir a que se

produzca un decliv<' en d imperio de la ley; que en caso extremo

puede conduCir a u na guerra nvil .

De la prmwra razón se deriva u na segunda razón para obedecer­

las: s i la ley va a ser dicaz, fúera de la utopía anarquista, debe existir

algún tipo de mecanismo que detecte y castzgue a los mfranores.

Mant ener y operar este mecanismo su pondrá un coste que l<'ndrá

:�69

Page 197: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica prác!lca

que pagar ].¡ cornunidJd . Si violo l.t ley, ] .¡ corntmi<!Jd tendrá que afrontar el coste de hacer cumplir l.t ley.

Estas dos r.¡zones p.1ra obedecer l.t ley no son .tplic.tbks .1 ruvel univers.¡] ni t.trnpoco concluyentes . Por eJemplo, no son .1plicJbles a las violaciones de l.t ley no demmnJd.ts. S1 de rn.tdrug.td.t, cuando las calles están v.tcías, cruzo con el semáfóro en roJ O , rru ejemplo no l levará a nadie a l .t desobedienn.t , ni n.tdie tendrá que h.tcer cumplir la ley que extste en conl rJ de cniz.tr de est .t rn.uter.t. Sin embargo, (•ste no es d t ipo de deg.thd.td que nos inleres,t.

Estas dos ruones p.tra obedecer no son concluyentes en los casos en que son aplic.tbles porque h.ty ocJSIOnes en l.ts que ].¡s razones en conl r.t de obedecer un.t ley <·oncn·t.t son rn.is importantes que el riesgo de arurn.tr .1 que otros desolwdezcm o e l coste que p.1r.1 l.t cornurudad supone h.tn•r cumplir ],¡ ley. Son r.1zom·s aut(·nuc.ts en f".tvor de obedecer l .t ley, y ,¡ Ltl t .t de r.t:t.ones en favor de desobedecer l.ts leyes, son suficwntes p.t r.t resolver l.t cuestión a f".tvor de l .t obedwnn.t ; pero en los c.tsos en que h.ty razones conflict iv.ts, debernos v.tlor.tr los pros y los contr.ts de ctd.t caso para ver si l.ts razones ¡Mr.t desobedecer super.m .1 l.ts r.¡zones para obedecer. Por ejemplo, S I l.ts .tcnom·s ileg.tles fiwsen ].¡ úniu fórrna posible de nn pedir expenrnentos dolorosos con .tnirn.tles , de salvar zon.1s vírgenes nnporl.tntes, o de h.H·er que los golm·rnos aumenten l.t .tyudJ exterior, l.t nnport.tnn.¡ de los fines JUSt i fic.trí.t el que se corriera el riesgo de cont nlnur ,¡ un declive gener,tl .1 l.t hora de obedecer l.t ley.

La democracia

Algunos en este punto dirán: la chkrenn.t entre los .tclos heroicos de Oskar Schindler y l.ts mdcféndibles ,}("ClOnes deg.tles del rrenle

310

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Fines y medio.s

de Liberación Animal, Operación Rescate, y los grupos contranos

a la presa del Franklin es que, en la Alemania nazi, Schindler no

tenía medios legales para cambiar la situauón. En una democracia

existen medios legales para poner fin a los abusos: la existencia

de procedimientos legales para cambiar la ley hace que el uso de

medios ilegales sea m¡ustificable .

Es cierto que en las sociedades democrát icas existen proce-

dimientos legales que pueden usar los que quieren llevar a cabo

reformas; sin embargo , esto por sí solo no demuestra que el uso

de medios ilegales sea malo. Es posible que existan medios legales

y que sin embargo las perspectiva� de utilizarlos para producir

cambios en un füturo previsible sean bastante sombrías. A la

vez que se progresa de fórma lenta y dolorosa, o quizás no se

progresa nada, a trav(•s de estos canales legales, continuarán los

males indefendibles que intentarnos detener. Con anterioridad a la

camp.1ña que consiguió salvar al río Franklin, se había llevado a cabo

otra campaña política contra otra presa propuesta por la Comisión

HHiroel(•ctnca de Tasrnania. Era contraria a la construcción de la

presa porque inundaría un lago alpino primitivo, el lago Peddar,

situado en un parque nacional . La campaña empleó tácticas políticas

más ortodoxas; no tuvo (·xito, y el lago Peddar desapareció baJO las

aguas del pantano. El laboratorio del doctor Thomas Gennarelli

había llevado a cabo sus experimentos durante años antes de que d

Frente de Liberación Animal lo asaltara. Sin la prueba de las cintas de

vídeo robadas, probablemente seguiría funnonando hoy. De igual

fórma, la Operación Rescate füe fimdada despu{•s de que catorce

años de acción política más convencional no consiguieran invertir

la permisiva situación legal con respecto al aborto que existe en

los Estados Urudos desde que el Tribunal Supremo declarara en

1 973 la inconstitucionalidad de las leyes restrictivas sobre el aborto.

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Page 198: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

Durante ese período de t iempo, según Gary I .eber de Operación

Rescate, "25 mil lones de norteamericanos han sido asesinados

' legalmente"'. Desde esta perspectiva resulta fkil ver por qu(· la

existencia de canales legales para promover el camtno no resuelve

el di lema moral. Una muy remota posibilidad de cambio legal no

constituye una razón de peso contra la uti l ización de medios que

tienen más posibilidades de tener (• xi to . ! .o máximo que se puede

deducir de la mera exist encia de canales legítimos c·s que, dado

que no podernos saber S I te ndr.ín (·x i to hast.l que hayan sido

probados, su existencia es una razón para posponer !.1 comisión

de actos ilegalPs hasta que se haya probado con rnechos leg;¡Jes y

c'stos haya n fracasado.

En este punto, el partid.mo dp las leyes de rnocr.í t ius puede

probar otro argumento: el que los medios legales no consigan llPvar

a cabo el cambio, demuestra que la rdórrna pro púesta no chsfrut,¡

de la aprobación de la mayoría del electorado, e intentar poner en

práctica esta refórma por medios ilegales en cont r.1 de los deseos de

la mayoría consl!tuiría una violación del pnnnp10 rn.ís Importante

dP la dernocrana, e l gobierno de l.1 mayorí.L

El militante puede cuestiorur este argu mento .1 p.�rtir de dos

pl.1nteamientos: uno Lict u.Il y otro filosófico. 1 ·: 1 pl.mte.uniento

factu.1l en el .1rgume nto democr.í t ico consistP c ·n que un.1 rdórrn,¡

que no puede llevarse ,¡ cabo por medios leg.des carece de !.1

aprobanón de l.1 m.1yorí,¡ del electorado. l�s posible que esto se,¡

sosteruble en un.1 democran.1 cbrect.l, en 1.1 que el ekctor.1do .11

complet o pudiese votar sobre tocl.i cuestión; pero evidentemente

esto no es SH'mpre nert o en las democr.Inas rqJresent.l t iv.Is moder

r1.1s . No h.1y f(>rrn.l de ,Jsegur.Irse de que un.1 mayo rí.1 de repre

sentantes to mP la rrusm,¡ post ur.1 que sus rq>resent,Jdos sobre

un tc•m,¡ concreto Result .1 razon.1ble creer que !.1 m.1yorí.1 de los

3/2

•• ••

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" .

Fines y medios

nortearneric.1nos que vieron fragmentos de las cintas de Gennarelli

en televisión no habrían apoyado estos experimentos. Sin embargo,

(·sta no es la fórma de tornar las dens1om·s en un país democrático.

Al elegir ent re canchdatos o al elegir entre partidos políticos- los

votant es eligen entre un "paquete" de compromisos electorales

con preférencia sobre ot ros paquetes de comprorrusos electorales

en of(·rta. A menudo ocurrirá que los votantes, para votar a favor

de las mecbdas políticas que prefieren, t endrán que aceptar otras

mecbdas polít icas que no son de su agrado Tarnb i(·n ocurnrá que las

medidas polít icas que los votantes prefieren no aparecerán ofrendas

en el programa de nmgún otro partido importante. En los Estados

Urudos, en el caso del aborto, la deciSIÓn crucial no file tornada por

la mayoría de los votantes, sólo por el Tribunal Su premo. No puedP

ser modificada por una mayoríd Simple de los elect ores, sino sólo

por el rrusmo Tribu nal, o mediantP el comphcado procedirmento

de un.1 enrnl('nda consti tuciondl, l.! cual puede ser frustrada por una

minoría del elPct orad o.

¿Qui• ocurre SI ia mayoría sí está de acuerdo con el daño quP

los rnihtantes desean detem·rJ ¡Estaría mal entonces usar medios

ilegalesJ Aquí se presenta la pretensión filosófica subyacente al

,¡rgumento democrático en favor de la obecl!enna, la pretensión

de que deberí.nnos aceptar la densión de la mayo rí.L

! .as razones en favor del gobH·rno de mayoría no deben

ex.1gerarse. Nmgún dem ócr.It.l sens.1to pretenckrí.1 que La mayoría

Sl('mpre t iene r.1zón . SI es posible que un 49 por cient o de l.1

pobl.Ición est(• eqll lvocada, es posible que el C, 1 por cwnto tambii·n

lo este'· . 1�1 que la rn.1yoría apoye los puntos de vista del Frente de

I .II)('ranón Armn.d o de Opn.ICIÓn Rescate no resuelve l.1 cuestión

de SI estos puntos de vistd son moralment e válidos . Es posible

que el hecho de que estos grupos sedri tHl.l minorí.1 , si es que

3/:�

Page 199: Peter Singer -Ética Práctica-

f:r ica práctica

lo son, implique que deb,m reconsiderar sus rnedtos. S t tuvieran

una mayoría d etrás de ellos, podrían alegar est,tr actuando con los

principios democráticos de su lado, estar usando med ios degales

para superar los dd(·ctos de los rnecarusrnos dernocrát tcos . Sin esa

mayoría, todo d peso de la tradinón democrática está en su contra

y son ellos los que aparecen corno coactores que mt entan obligar

a la mayoría a aceptar algo contrano a su voluntad. Sin embargo,

¿cuánto peso moral debería darse a los prinuptos rnoralcs7

Thoreau, corno podernos esperar, no estaba trnpresionado

por la torna de deusiorws rnayoritana. Así escribtó, "Todo voto

es un tipo de ¡uego. corno las damas o el backgarnrnon, con

un ligero matiz mora l , un ¡uego de lo bueno y lo malo, con

cuestiones morales". !in cterto senttdo, Thoreau t enía razón . S t ,

corno debernos, rechazarnos la doctnna de que la mayoría stempre

tiene razón, somet er las cuestiOnes morales a voto es apostar que

lo que para nosotros es bueno saldrá de las urnas con más votos a

favor que lo que para nosotros es rn,tlo; y <�s te es un t ipo de apuesta

que a menudo perderemos.

De cualquier manera, no deberíamos most r.trnos dem,tsiado despectivos con respecto al voto, o a las apuest .ts . Los vaqueros que se ponen de acuerdo en dtnrmr cuest iones de honor ¡ugando al póquer actúan me¡or que los que stguen arregLmdo esas cuest tones a l a manera tradtnon,d del Oeste. Lt sonedad que dende rnedi.mt e votación l o s t ernas pol(·rmcos act úa rne¡or que L1 que us,¡ balas. En cierto modo, este punto ya se ha visto, b.1¡o el ap.ntado "el imperio de 1 .1 ley". Jo:s aphc.lblc a t oda soned.HI que d1spone de un m(•todo pacífico establendo para resolver los confl ictos; sm embargo, en una democracia existe un,¡ <hkrenna suti l que arüde más peso al resultado d el procedirruento de to!lla de dens10nes. Un m(•t odo de resolunón de conflictos en e l que en úl tnna instanu,¡

3/4

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Fines y medios

nadie disponga de mayor poder que nadie es un método que se

puede recomendar a todos por ser un compromiso ¡ usto entre

las distintas pretensiones que compiten por el poder. Cualquier

otro método debe dar mayor poder a unos que a otros y de

esta manera invita a que exista oposición por parte de los que

t ienen menos poder. Esto, a l menos, es cierto en la época de

igualitarisrno en la q u e vivimos. En una sonedad feudal en la que

las personas aceptan como válida y natural su sttuación como señor

o vasallo, no existe oposición al señor f(·udal y no seria necesario

ningún tipo de compro miso. (Estoy imaginando un sistema feu dal

ideal , de la misma manera que me imagino una democracia ideal) .

S in embargo. parece que esos d ías ya han pasado para siempre.

La ruptura de la autoridad tradicional creó la necesidad de un

compromtso político. De entre los dif(·rentes compromisos, dar

un voto a cada persona es único a la hora de ser aceptado por

todos; corno tal , en ausencia de u n procedimiento acordado para

decidir sobre otra d istribución de poder, (•ste ofrece, en principio,

la base más firme posible para un m(·todo pacífico de resolución

de conflictos

Por lo tanto, rechazar el gobierno de la mayoría significa

rechazar la rne¡or base posible para 1 .1 ordenanón pacífica de la

sociedad en una (•poca de 1gualitarisrno. ¿Hacia dónde deberíamos

dingirnos S I no7 ¿Hacia un derecho de voto rnentocrátKO, con votos

adtuonales para los más inteligentes o con mayor nivel cul tura l .

corno ya propuso J o h n Stuart M tlP Pero ¿podemos ponernos d e

acuerdo sobre qui(·n merece esos votos adicionales7 ¿Un déspota

benévolo7 Muchos estarían de acuerdo con esto, SI pudiesen elegir

al di·spota. En la práctica, e l resultado probable del abandono del

gobierno de la mayoría no es runguna de estas posibilidades, sino

el gobierno de los que controlan la fuerJ:a más poderosa .

375

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lit ica práctica

Por lo tanto, el pnncip10 del gob1erno de l.1 mayoría sí que conlleva un peso moral importante . l is más fácil JUSt lÍicar la deso bediencia en una dictadura corno la ex1stent e en la Ale mama nazi que en una dernocraci,¡ corno J.¡s de Nortearn(·nca, huopa, India, Japón, o Australia en nuestros dí,ts . En un país dernocr,itico, nos d eberíamos mostrar reanos a l levar a cabo una Knón que conlleve un intento de coaccionar a la mayoría, ya que estos mt entos irnphcan el rech,tzo del gob1erno de la rn.tyoría y no ex1ste una ,¡ J ternat iv,¡ aceptable a (·s te . Por supuesto, puede que hay,¡ c,¡sos en los q u e la decisión de la mayoría se,¡ tan repugnante que JUStifique l a coacción, cualquiera que s e a el riesgo que nn plique. L1 obhg.tnón de obedecer una dens1ón rnayontana verdader.1 no es absolut,l . ¡.:] respeto a este principio no se dernuest r,¡ con una obedienna neg,¡ a lo que diga ],¡ mayoría, sino consHierando que ],¡ desobechencia sólo se JUStifica en nrcunst .ntuas ext remas.

Desobediencia , c iv i l o no

Si uni(•rarnos nuest r,ts condustones sobre el uso de medios deg,¡]es para lograr fines loables, encontraríamos que : ( 1 ) extsten razones por las que norrnalrnent e deberíamos .1eept .1r el veredicto de un m(•todo pacifico <'Stablendo de resolunón de confhctos; (2) est.ts razones son ¡Mrt icularrnente fiwrtes cuando el procedmuento de torna de dens10nes es dernocr,il lco y el vcred 1cto representa un punto de v1sta genuinamente rn,¡yori tano; sin embargo (3) extsten todavía si tuanones en las que se puede JUSt l ÍÍc.lr el uso de rned1os ilegales

Hemos vtsto que hay dos rn,meras chst mt.1s con las que po demos intentar JUSt ificar el uso de rnedtos ilegales en un,¡ sonedad democrática (por muchas irnperfl>cnones, en d1st mtos gr.tdos, que

3/6

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Fines y medios

las de mocracias anuales puedan tener) . La primera se basa en que

la decisión a la que nos oponernos no es u na expresión genuina de

una opinión mayorit aria. La segunda es que, aunque la decisión es

una expresión genuina de un punto d e vista mayoritario, este punto

de vista es tan gravemente incorrecto que la acción en contra de la

mayoría está JUStificada.

La desobediencia que mqor merece la denominación de

"desobedienna nvil" es la basada en la pnrnera razó n . Aquí e l

u s o de rned1os ilegales puede considerarse como u na arnphación

del uso de medios legales para asegurar una decisión verdadera­

mente democrát ica. La ampliación puede ser necesana porque los

canales normales que aseguran la refórma no fim nonan correcta­

mente. Los representantes parlamentanos en algunos temas están

demasiado influenciados por intereses particulares especiahzados y

bien pagados. En otros , e l público no tiene conciencia de lo que está

ocurriendo. Quizás los abusos re quieran cambtos administrativos

y no leg1s lat 1vos, y los burócratas de la administranón no dejar!

que se les moleste . Quizás algún fimnonari<' con pr<'jUtcios ignora

los mtereses legítnnos de u na minoría. En todos estos casos son

apropiadas las fórrnas actuales de desobediencia civil : resistencia

pasiva , rnaruféstanones, o sentadas. 1·:1 cort e de la carretera de la

Comisión 1-hdroel(·ct rica hasta el lugar propuesto para la presa sobre

el río Frankhn conslltuyó un caso dástco de desobediencia nvd en

este sentido .

En estas s t tuanom·s. desobed ecer la ley no es un intento

de coacctonar a la mayoría, smo que la desobechencia trata de

mfórmar a la mayoría; o de persuachr a los parlamentarios de que

par,t un,¡ gran c.nll Hhd de electores el terna t 1ene gran irnportanua;

o de atraer la atención a ruvel nanonal sobre un terna que antes

estaba exdustvarnente en manos de los burócr,ltas; o de apelar a la

VI

Page 201: Peter Singer -Ética Práctica-

f't ica práctica

n•consideración de una decisión tomada con demasiada rapidez.

I .a desobediencia civil es un medio apropiado para estos fines

cuando los medios legales han fi-,Icasado, porque, aunque sea

ilegal, no amenaza a la mayoría ni intenta coaccionarlos (auncpw

normalmente supondrá algún coste extraordinario para ésta, por

ej emplo a la hora de hacer cumplir la ley). Los que practican la

desobediencia civil, al no resistirse a la fiwrza de la ley, practicando

la no violencia y aceptando las penas legales que sus acciones

coniievan, ponen de marufiesto tanto la sinceridad de sus protestas

corno su respeto por el imperio de la ley y los principios fimdamen·

tales de la democracia.

Concebida de esta manera, no es difinl JUstificar la desobe· diencia civil . I .a JUSt ificación no t H•np qu<> s<>r t ,m fi 1erte como para anular la obligación de obed<>cer una decisión democrática, dado que la desobediencia const i tuye un intent o de restaurar, no de frustrar, el proceso de toma de decisiones democrát ico. hte tipo de desobediencia podría J UStificarse, por eJ<>rnplo, con el objetivo de qu<> el público sea consciente de la pt•rdida irreparable d<> tierras vírgenes causada por la construcción de un pantano, o de cómo se trata a los animales en los labora torios y las granjas de cría i ntensiva que pocas personas VPn a lo largo eh· su vida.

Es más dificil JUStificar, aunque no imposible, el uso d<> mechos

ilegales para impedir acciones, sin ningún t ipo de duda, de acuerdo

con el punto de vista mayoritario. Podernos cr<>er que es muy

improbable que el vot o de la mayoría pueda ,¡lguna vez dar su

aprobación a una politica de genocidiO al estilo naz1, pero si esto

sucediPse, s<>ntirnos obhgados a aceptar la decisión de la mayoría sería

llevar hasta extremos absurdos el respeto al gobierno de la mayoría.

Estamos ) USt ific.ICios de usar virtualmente cualc¡uier m<>dio qu<> tt'nga

probabilidades dt' ser eficaz para oponernos a males dt' esa magnitud.

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Fines y medios

El genondio es un caso extremo y aceptar que éste j ustifica

el uso de mt'chos ilegales incluso en contra de la mayoría es una

concesión muy p<>queña en t(·rminos dt' acción política práctica .

Aún así, admitir incluso una excepción a la obligación de acatar

las dt'cisiones democráticas plantea cuestiones adicionales: ¿dónde

se encuentra la línea que separa males como t'l genocidio, en

los que la obligación está claramente anulada, y temas menos

serios, en los que no es asP Y ¿quién va a d<>cidir a qu(• lado

dt' esta l ínt'a imaginana St' encu<>ntra u na cuestión en concreto?

Gary I.eber, dt' Operación Rescate, ha escrito que sólo en los

Estados Unidos, desde 1 973, "Hemos acabado ya con un número

de personas cuatro veces mayor al de Hitler". Ron ni e Lee , uno

de los fimdadores británicos del Frente de Liberación Animal,

ha u tilizado Igualmente la rnetáfóra nazi para ilustrar lo que les

hacemos a los animales, diciendo: "Aunque sólo somos una especie

más de las muc has que hay en la tH•rra, hemos creado u n Reich que

domina totalmente a los demás animales, incluso esclavizándoles".

Por lo tanto, no sorprende que estos activistas consideren que su

desobedienna está b1en JUStificada. Pero, ¿tienen derecho a tomar

esta decisión por sí solos? Si no lo tienen, ¿qui(•n va a decidir

cuándo u na cuestión es tan grave que, incluso en una ch•mocracia,

anula la obhgación de obedecer la ley?

La única r<>spuesta posible a esta pregunta es la siguiente :

debernos dt'cidir por nosotros mismos a qu(· lado de la línea se

encuentra un caso particular. No hay otra fórma de decidir, dado

que el m(•todo que t iene la sociedad d<> resolv<>r los temas ya ha

tornado su decisión . La mayoría no pued<> ser a la vez ) U t'Z y parte. Si

pensarnos qut' la decisión de la mayoría está mal, debemos decidir

hasta dóndt' alcanza la gravedad de es<> mal.

Esto no significa que toda decisión q u t' tornemos al r<>specto sea

379

Page 202: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

subjetiva o arbitraria . En este libro, he ofrendo argumentos sobre

una serie de cuestiones morales. Si apli camos estos argumentos

a los cuatro casos con los que empieza el capítulo, se obtendrán

conclusiones específicas. ! .a política racista nazi de asesinar a los

¡ udíos era evident emente atroz, y Oskar Schindler tenía todo el

derecho de hacer lo que podía para evi tar que algunos ¡udíos

fiH·sen víctimas de el la . (Teniendo en cuenta los nesgos personales

que corrió, a nivel moral ta mlllt'n actuó herOicamente . .d hacerlo) .

Tornando corno base los argu mentos expuestos en el capítulo

3 del libro, los expenmentos que realizaba Genn.m•l l i con los

monos estaban mal , porque trataban a cnat uras sensibles corno

simples ob¡etos a usar corno herramientas de laborat ono. Detener

esos experimentos es una meta deseable y, si el ún ico modo de

lograrlo era entrando en el labor.llorio de Gennarelh p.1ra robar las

cintas, en rru opinión fJ.Irt•c·c· ¡ust i fic.Ible. De Igu.II fórrna, por las

razones expuestas en el capítulo 1 0, mundar e l valle d el Franklin

para generar una cantidad de electnndad relat ivarnc·nte pequerl,¡

sólo podría basarse en unos valores que eran m¡ust ificables tanto

por adoptar una perspectiva a corto plazo cmno por cent rarse en

exceso en el interés humano. La desobediencia nvil era u n medio

adecuado para dar fe de la importancia de los v.dores que habían

pasado por alto los que estaban a fJ.vor de la presa.

Al rmsmo t iempo, se encontraron fisuras en los argumentos

subyacentes c·n las activi<LHles de Operauón Resc.1 te cuando se

examinaron en el capítulo 6. El féto humano no t1em· derecho al

mismo tipo de protección q u e los seres humanos de mayor edad, y

por lo tanto l os que creen que el aborto es moralmente equivalente

al asesinato están equivocados. Basándonos en est o, la camparla

de desobedienua civil contra el aborto de Operauón Rescate no

es ¡ ustificable . Pero es importante notar que el error n·s1<le en el

380

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Fines y medios

razonamiento moral sobre el aborto de Operación Rescate, no en

su razonarruento moral con respecto a la desobechencia civil . S i

el aborto fúese en realidad equivalente moral del asesinato, todos

tendríamos que ponernos a imped ir d paso en la puerta de las

cl ínicas donde se practican abortos.

Por supuesto, esto hace que la vida sea difici l . Es poco probable

que los miembros de Operación Rescate estén convencidos con

los argumentos de este l ibro. Su confianza en las citas b íbl icas no

presenta buenos augurios para su apertura al razonamiento moral

en t(·rrninos no religiosos. Por lo tanto no existe una forma fácil

de convencerlos de que su desobediencia uvil no está justificada.

Podemos lamentarnos de ello, pero no hay nada que hacer al

respecto . No hay una norma moral simple que nos permita declarar

cuándo es ¡ ustificable la desobediencia y cuándo no lo es, sin entrar

en lo bueno y lo malo del ob¡eto de esa desobediencia.

Incluso cuando estarnos convencidos de que intentamos detener

algo que realmente supone un mal moral grave, tenemos que

hacernos otras preguntas morales. Tenemos que sopesar l a magni­

tud del mal que intentamos dete ner y la posibilidad de que nuestras

acciones conduzcan a una disminución drástica del respeto por

la ley y la democracia. Tarnbi(•n hemos de tener en cuenta la

probabilidad de que nuestras acciones no logren alcanzar los

ob¡etivos y provoquen u na reacción que chsmmuya las posibilidades

de (•xito con otros medios. (Por e¡emplo, que los actos terroristas

contra un ri•gimen represivo proporcionen al gobierno una excusa

ideal para encerrar a los opositores políticos más moderados, o

que ataques violentos contra los investigadores permitan que los

encargados de la investigación califiquen de terroristas a todos los

oponentes a los experimentos con animales) .

Un resultado de un enfóque consecuencialista de este terna

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Page 203: Peter Singer -Ética Práctica-

f:r ica práctica

sub¡etiva o arbitrana. En este libro , he ofrendo .1rgumentos sobre una serie de nH•st iones morales. Si aplic.1mos estos argumentos a los cuatro casos con los que empieza el cJpítulo, se obtendrán conclusiones específicas. l .a polít ica racista nazi de asesm,¡r a los judíos era evidentemente Jtroz, y Osk.Jr Schindler teniJ todo el derecho de hacer lo que podía p.1r.1 evitJr que algunos ¡udíos fiH•sen víctimas de ella. (Teniendo en cuentJ los riesgos personales que corrió, J nivel moral tambihl actuó heroicJmente Jl h.1cerlo) . Tomando como base los .1rgumentos expuestos en el capítulo 3 del libro, los experimentos que n•JlizabJ GennJrelli con los monos estaban mal, porque trJt JbJn J criJturas sensibles como simples ob¡etos a usar como herramientas de laborJtono. Detener esos experimentos es una meta deseable y. S I el ún ico modo de lograrlo era entrando en el laboratono de Gennarelli para robar l.1s cintas, en mi opinión parece ¡ust ificable Ik igu.d fórma, por las razones expuestas en el capitulo 1 0, inundar el valle del Fr.1nklm para generar una cantidad de electrindad relat ivamente pequer1.1 sólo podría basarse en unos valores que eran m¡ust i ficables t.1nto por adoptar lHlJ perspect iva a corto plazo cmno por cent rarse en exceso en el inter(•s humano. l .a desolwdienna nvil era un medio adecuado para dar f(· de la nnportanci.1 de los v.1lores que habían pasado por alto los que estaban a {;¡vor de la pres.1.

Al mismo tiempo, se encont raron fisuras en los argu mentos subyacentes en las act ividades de Operanón Rescate cuando se examinaron en el capít ulo 6. El f(·to humano no t iene derecho al mismo tipo de protección que los seres humanos de mayor edad, y por lo tanto los que creen que el aborto es moralmente equivalente al asesinato están eqmvocados. BJs,índonos en esto, la campar¡,¡ de desobediencia nvii cont ra el aborto de Operación Rescate no es justificable. Pero es importante notar que el error reside en el

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Fines y medios

razonamiento moral sobre el aborto de Operación Rescate, no en su razonarruento moral con respecto a la desobechencia civil. Si

el aborto fi1ese en realidad equivalente moral del asesinato, todos tendríamos que ponernos a impedir el paso en la puerta de las clínicas donde se practican abortos.

Por supuesto, esto hace que la vida sea dificil . Es poco probable que los miembros de Operación Rescate estén convencidos con

los argumentos de este libro . Su confianza en las citas bíbl icas no presenta buenos augurios para su apertura al razonamiento moral en t(•rminos no religiosos. Por lo tanto no existe una f(lrrna facil de convencerlos de que su desobediencia civil no está justificada. Podernos lamentarnos de ello, pero no hay nada que hacer al respecto. No hay una norma moral simple que nos permita declarar cuándo es ¡ust i ficable la desobedienCia y cuándo no lo es, sin entrar en lo bueno y lo malo del ob¡eto de esa desobediencia.

Incluso cuando estamos convenndos de que intentamos detener algo que rea lmente supone un mal moral grave, tenernos que hacernos ot ras preguntas morales. Tenernc's que sopesar la magni­tud del mal que mtentarnos detener y la posibilidad de que nuestras acciones conduzcan a una disminución drástica del respeto por la ley y la democracia . Tarnbi(·n hemos de tener en cuenta la probabilidad de que nuestras acciones no logren alcanzar los ob¡etivos y provoquen una reacción que disminuya las posibilidades de éxito con otros medios. (Por e¡emplo, que los actos terroristas contra un r(·gimen represivo proporcionen al gobierno una excusa Ideal para encerrar a los opositores pol íticos más moderados, o que ataques violentos contra los investigadores permitan que los encargados de la investigación califiquen de terroristas a todos los oponentes a los experimentos con animales) .

Un resultado de un enfóque consenH·ncialista de este terna

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Page 204: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

qut> en principio puede p.¡n·cer extraño es que nunto más pro­fimdarnentt> extendido se encuentra PI hábito de la obediencia al gobierno dt>rnocrático, más facil es dt>f(·nder J.¡ desobediencia. Sm t>rnbargo, esto no ('S una paradoJa . sino simplemente otro ('J emplo de la conocida verdad ck que mientras que J.¡s pl.mtas JÓVenes deben ser mimadas, las que ya se encuentran bien arraigadas pueden soportar un tr.1to más duro. Así, es posible que la desobediencia con respecto a un tema concreto esté JUStificada en Gran Bretarl .¡ o los Estados Unidos, p(•ro no Pn C.1mboy.1 o Rusia durantp el pPríodo de transición en que estos p.1 ísps tr.¡tan de establecer un sistema de gobierno ckmocrático. Estas cuestiones no se pueden resolver en t (•rrninos generales ; cada caso es dif(•rente. Cuando los ma les que intentarnos detener no son ni tremendamente horrendos (corno el genocidio), ni relativamente inof(·nsivos (corno el diser1o de una nuev.¡ bandera nacional), l.1s personas razon.¡bJes dif(·rirán con n•specto .¡ J.¡ JUSti ficabilidad de intentar obstaculiz.¡r la impl.lntJCIÓn de una decisión ak.¡nz.¡da dernocrát ic.lrnente. Cuando se us.1n mPciios ilegales con ese fin , se da un fMSo nnportantP, ya que la deso­bediencia ckj<l de ser "desobediencia civi l", si con este t (;rrnmo nos reü•rimos a la desobediencia que se JUsl ! fic.l apPIMido a los principios que la propia comunidad acPpta corno m(·todo correcto de llevar sus asuntos. Aún así, puede que sea rTWJor que est.¡ obechencia sea civil en el otro S('ntido del t(·rrruno, el que establen· un contraste con el uso de la violencia o las tácticas del tPrrorisrno.

La violencia

Corno hemos visto, la desobediencia civil corno medio dP atraer publicidad o de persuadir a la mayoría para que reconsidere alguna

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Fines y medios

cuPstión es mucho más facil de JUStificar que la desobediencia dirigida a coaccionar a la mayoría . Evidentemente es todavía más

dificil defi.•nder la violencia. Algunos llegan tan le¡os como para afirmar que el uso de la violencia como medio, en particular la violencia contra las personas, nunca está JUStificado por bueno que sea el fin que se pretende.

La oposición al uso de la violencia puede basarse en una norma absoluta, o en una valoración de sus consecuencias. Normalmente, para los panfistas el uso de la violencia ha sido un mal absoluto, con independencia de sus ccmsecuencias. r·:sta, al igual que otras prohibiciones basadas en el "pase lo que pase", asumen la validez de la distinnón entre los actos y las omisiones . Sin esta d istinción, los pacifistas que rechazan el uso de la violencia cuando (•sta es el único medio de impedir una violencia mayor serían responsables de esa violencia mayor que cleJan eh- Impedir.

Supongamos que tenernos la ocasión de asesinar a un t irano que sistemát icamente asesina a sus opositores y a todo el cpH' no sea de su agrado Sabernos que SI el tirano muere será sustituido por un dirigente de la oposición muy popular, actualmente exiliado, quien restaurará el imperio de la ley. Si decimos que la violencia siempre está mal, y rechazarnos llevar a cabo el asesinato, ¿no deberíamos tener parte de responsabilidad por los asesmatos que el tirano cometa en el finuro7

Si las objenones realizadas a la distinción entre actos y omisiones en el capítulo 7 filesen válidas, los que no usan la violencia para impedir una violencia mayor t ienen que asumir su responsabilidad en la violencia que ellos podrían haber evitado. Así, e l rechazo a la distinción entre actos y omisiones crea una difi.·rencia crucial ('TI la discusión sobre la violencia, ya que abre la puerta a un argumento plausible en defi.•nsa de ésta.

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Page 205: Peter Singer -Ética Práctica-

B'l ica prácti ca

Los marxistas han usado este argumento con frt>nwncía para

rebatir los ataques a su doctrina sobre la nPn'sidad de una rpvolu�

cíón violenta. En su clásica dt>nuncía de los pf(·ctos socíalps del

capítahsmo del siglo XIX, l . a siruancin de las clases rroba¡adoras en InglatcrrCI,

Engels escríll!ó:

Sí un individuo le inflige a otro un,¡ lt>sión corporal que l lev,¡ ,¡ !.1 muerte de la pt>rsona atacad.! , lo l lamarnos horrundw; por otra parte, SÍ eJ at.!Cante s,dJe de .UltPm.UIO qup el golpe ser,i f:u,d, lo l lamarnos ast>smato. Tambi(•n se ha cometido asesm.lto SI !.1 sociedad coloca a cientos de tr aba¡adores en una posición t.d que (•stos mevitablernente l legan , ¡ un fin prern.lturo y antmatur,ll. Su muerte es tan víolent.l corno si hubiPsen s ido <�ptu1.l lados o t i roteados Se ha cometido asesin.lto si w ha pnvado a rrules de obreros de las m·c·esid,Ides vit.l les o si se les ha l levado a una situación en la c ¡ue ¡Mra ellos es Imposible sobrevivir Se ha cometido asPsmato si !.1 soned,¡d s.1be perf(•ct.unente que rrules de obreros no pueden evitar qut> se les sacrifique en t.lflto se permita que est as condiciones contmúen. El asesmato de est e t ipo es tan culpable corno el .1sesinato cornet¡¡lo por un mdividuo A primera vista no pan•n• ser .Isesm.uo en modo alguno, porque !.1 respons.1bíhdad por la muerte de la víct ima no puede nnput arse a ningún agresor individual . Todos son n·sponsables y aún .1sí nadl(• es responsable, porque parece que la víctima ha muerto por C.IUS<IS naturales. Si un obrero muere , n.HI!e nnput,¡ !.1 responsabil idad de su mut>rte a la sociedad, <ltmqut> .dgunos se darán cuenta de que la sonedad ha de¡ado de dar los pasos que impidan que la víctima rrnwra. Pero se tra ta de asesmato ck todas m.lfl('ras.

Se pueden poner ob¡ecí ones al uso que Engels hace del t (•rrníno

"asesmato". La ob¡t>ción seria parecida al .�rgurnento que se discute

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Fines y medios

en el capítu lo 8, en e l q u e se analizaba sí el que de¡emos de ayudar

a los que sufren hambrt> nos convierte en asesinos. Vimos que

no existe u na ímportanna intrínseca en la distinción entre actos

y omisiones; pero desde el punto de vista de la motivación y lo

apropiado de la culpabilidad, la mayoría de los casos en los que

se dqa de Impedir la muerte no son equivalentes a l asesinato. Lo

mismo sería de ap licación en los casos descritos por Engels. Engels

trata de imputar la culpa a la "sociedad", pero la "socit>dad" no es

una persona o un agente moral, y no puede st>r n•sponsable ch•l

mismo modo q u e un individuo.

A pesar de todo, estos son rrwnudencías . Que "asesinato" sea

o no el u:•rmino correno, que estemos dispuestos o no a describir

como de "violenta" la muerte de obreros desnutridos en fabricas

poco seguras y faltas de higit>ne, no impide que la Idea fimdamental

de Engels sigue siendo válida. Estas muertes son u n mal de la rrusma

magnitud que la muerte de uentos de personas <1 c1usa de una

bomba terrorista. Sería parCial decir que la revolución violenta está

siempre absolutamente mal, sin tener en cuenta los males que los

revolucionarios intentan dewner. Sí los medíos violentos hubieran

sido la única fórma de cambiar las conchciont>s descntas por Engels,

los qut> se opusieran al uso de estos medios violentos habrían sido

responsables de que esas conchciones continuasen.

Algunas de las prácticas que hemos chscuudo en este l ibro

son violentas, bien directamente o por omisión. En el caso de

los animales no humanos, nuestro trato puede ser considerado a

menudo VIolento ba¡o cualquier descnpción. Para los para que el

féto humano es un su¡ eto moral, el aborto será un acto violento en

su contra. En el caso ck los humanos al nacer o ckspu(·s de nacer,

¿q1H' podernos decir de u na situación evitable en la que algunos

países tienen tasas de mortalidad infantil ocho veces superior a

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f:tica práctica

otros, y una persona que nace en un país tiene una esperanza de vida veinte años supenor que otra persona nacida en un país dif(·rente? ¿ Es c•s to violencia? De nuPvo, no importa n•a lrnente si lo denominarnos violencia o no: sus d(·ctos son tan ternbles como la violencia.

!.as condenas absolutistas de la violenn.¡ se rnantiem·n o se dermmban en fim ción de la distmción c•n tre act os y omisiones. Por lo tant o , se derrum ban. Sin em bargo, existen fúertPs ob¡enorws consecuenciahstas al uso de la violPncia. HPmos sPntado nuPstra discusión sobn· la prerrusa de suponer que la violencia puede que sea Pl único rnPdio de que las cosas cambl('n a rne¡or. Los absolutistas no t ienen ningún mten�s en cuest iOnar esta suposición ya que ellos rechazan la violencia sea la suposiCIÓn verdadera o falsa. ! .os consecuenciahstas dd}('n preguntarsp SI l.1 VIolencia en alguna ocasión es el único mPdio para logr.Ir un fin nnport.mte o, si no el único, el más r.1pido. Tarnbi(·n deben preguntJrsc· sobre los d(·ct os a largo plazo de buscar el cambio mediante rnPchos violPntos.

¿Se podría dd(•nder, por razones ccmsecuennalistas, una con dena de la violPncia que• en la pr.ictKa, si no por prinnp1o, resulta tan amplia corno la del pacifista absoluto? Se• puede mtent .lr hacerlo subrayando e¡ u e el e{(·no endurecedor del uso de la viOlencia, corno corn<' ter un asesm.uo , por muy "m·n·sario" o "¡ustific.Ido" qup parezca, disminuye la n•s¡stencia ,¡ comet er más ,¡sesmatos. ¿ l ·:xist Pn probabilidades de que las personas que se han acostum brado a actuar violentament e se.m cap.H·es de cn·.1r un.¡ socied.1d rne¡ or? Los datos históricos en est.l C'lH'St ión son muy .Ipropi.tdos. El curso tornado por la Revolución Rusa debe h.H·er tamb,IleJr la cn·c·nn,¡ de que el desPo ardientp de ¡ust icia son.1 l da mrnunidad a los d(·ct os corruptores de la violencia. Sm duda, ex¡stPn otros qernplos que

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Fines y medios

pueden proporcionar una lectura dif(·rente; pero sNía necesario

un gran número de e¡emplos para compensar el legado de Lenin

y de Stahn.

El paciiista consecuencialista puede utilizar otro argumento: el

argumento que expuse contra la sugerencia de que Sl ' debería dejar

que el hambre dismmuyera la población de los paises más pobres

hasta un nivel en el que puedan al imentarse por si mismos. Al igual

que esta polí t ica, la violencia lleva consigo un cierto daño, qm· dicen

está ¡ustificado por las pc·rspectivas de los benc·ficios finuros. Sin

embargo. los beneficios fiJturos nu nca serán totalrrwnte seguros, e

inc·luso en los pocos casos en los qup la violencia l leva consigo los

fines deseados, raramente· podremos tener la seguridad de que los

fines no se podrían haber a lcanzado mediante medios no violentos

con la misma celeridad . Por e¡ emplo, ¿qu(• se ha logrado con los

miles de muPrtos y hc·ridos durante los más de veinte años de

atPntados del E¡i·ruto Rc·publicano Irland(·s en Irlanda del Norte?

Solamente acciones de represaba terronsta por parte de grupos

protestantes c•xtremistas. O pensemos en las muertes y sufl-imientos

inúti les provocados por la banda Baader-Meinhofl' en Alemania, o

las Brigadas Ro¡as en Italia. ¿Qu(· consiguió la Organización para la

Liberación de Palestma con el terrorismo, smo un estado israelí

más despiadado, menos dialogante que el que existía cuando

empezaron su hlC·ha7 Se· puede simpat¡zar con los fines por los

c¡ue luchan algunos de estos grupos, pero los rrwdios que usan

no pueden garantizar que serán alcanzados los fines. Por l o tanto,

el uso de estos medios indica una desconsideranón insensible

con respect o a los intereses de sus victnnas. Estos argumentos

consecuencialistas se suman para constituir fúertes razones contra el

uso de la violencia como medio, especialmente cuando la violencia

se· dirige indiscriminadamente contra personas corrientes, tal como

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Ética práctica

a menudo ocurre con la violenna terrorista . A mvel práctico, este t ipo de violencia no parecería estar nunca ¡ust ificada. Hay otr9s t ipos de violenna cpw no se pueden descartar de fórrna tan convincente. Por ¡·¡ emplo, la muerte de un tirano asesino. En este caso, si las mechdas asesinas son una expreszón de la personalidad del t irano y no parte de las inst ituciones que dinge, la violencia está estrict,zmente l imitada, l.z rnet,¡ es e l fin de u na violencia mayor, el (·xito de un acto VIOlento úmco puede ser bastante• probable, y quizás no exzsta otra fórma de acabar con e l gobierno cit•l llrano. Para un consecuencialista sería poco plausible rnantem·r que cometer un acto violento en estas nrnmstannas tendría un eh·cto corruptor, o que el asesmato tendría corno resultado mayor, y no menor, viOlencia.

La violencia se puede l imitar eh- una fórma dif(·rent e . Los casos que hemos visto zmplicaban violenna contra las personas. t�·stos son los casos normales que nos vienen a la cabeza cuando s P discute el terna de l a violenci,z , pero exzsten otras fórrnas eh­violencia. Los miembros d el Frente de Liberación Ammal han provocado darlos en laboratorios, ¡aulas y equzpo uti l izado par,¡ encerrar, herir, o matar animales, sm embargo evitan los actos violentos contra cualquier animal, sea humano o no humano. (No obstante, otras orgaruzanones que rezvindic,m act uar en nombre eh- los animales han causado heridas a al menos dos personas con artefáctos exploszvos. l�stas acnones han szdo condenadas por todas las organizanones de l i beración arurnal conocidas, inclu ido el Frente de Libt•ración Animal) . ¡La Tzerra Primero1 , un,¡ org.zmzación ecologista rachea! americana, .zboga por el "sabota¡ e" o "ecota¡ e" : anos secretos diser1ados para parar o ralentizar procesos que son dariinos para la naturaleza. Da ve Foreman y Bill H.zywood rnzernbros de ¡La Tierra Prirnero1 han coedH.zdo Ecodclense: A Fie/d GUJdc to

388

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Fines y medios

Monkeywrenchmg, un hbro que descnbe t(·cmcas para desactivar

ordenadores, destrucción de maquinaria, y obstrucCión de alcan­

taril lado; en su opinión:

El sabota¡e ecológico es una resistencia no vwlenta a la destrucción

de la chversidad natural y la naturale1.a salva¡e. Su ob¡etivo no es

dañar a seres humanos o a otras f(Jrmas de vida. Su ob¡etivo son

las máqumas marurnadas o las herrarruentas . . . Los saboteadores

son muy conscientes de la gravedad de lo que hacen. Y dan

este paso dehberadament e Recuerdan que su compromiso

es la m.ís moral ck todas las acnones: protegn la vida, defénder

la Tierra

Una t(·cruca m á s poli·mica es poner clavos en los árboles de un

bosque que va a ser talado. Poner clavos en unos cuantos árboles

de un bosque han• qtH' cortar la madera del bosque sea pehgroso, ya

que los trabaJadores de los aserraderos nunca conon•n el momento

en el que la s1erra puede golpear un clavo, que· la rompe y hace

que salten trozos muy afilados de rrwtal por todo el área de

trabaJ O . Los activistas ecológicos que apoyan esta medida dicen

que avisan ,¡ las comparl.ías madereras de que los árboles de u na

zona determinada tienen clavos, y que s1 siguen adelante y talan el

bosque, cualquier he rida que se pueda produnr es rc•sponsabi lidad

de los d1rc•ct 1vos de la cornparlía que tornó la dens1ón. Sin embargo.

los que resultan heridos son los trabaJadores, no los directivos.

¿Pueden los activistas exirrmse de su responsabil idad de c•sta

manera? Otros ecolog1stas act ivistas más ortodoxos rechazan este

tipo de tácticas

Darlar la propiedad no es tan grave como herir o matar a a lguien;

ciP aquí que pueda estar JUstificado por razones que no JUStificarían

389

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1 2

¿Por qué actuar moralmente?

E n anteriores cap ítulos d e este libro hemos analizado lo que moralmente debernos hacer sobn· varios temas prácticos y hemos visto qué medios podemos adoptar de fórrna just i ficada para lograr nuestros ob¡etivos (•ticos. La naturaleza de nuestras conclusiones sobre estos temas -las exigennas qtw nos plantean nos conduce a otro mterrogante, más fimdarrwntal : ¿por qu(· debernos actuar moralmente?

Tomemos nuestras conclusiones sobn· la u til ización de ani males como alimento, o la ayuda que los neos deberían de ofren·r a los pobres. Quizá algunos lectores acepten estas conclusiones, se hagan vegetarianos, y hagan lo posible por reducir la pobreza absoluta. Quizá otros no est(•n de acuerdo con e llas, manteniendo que no hay nada de malo en comer animales y que no tienen la obligación moral de han•r nada por reducir la pobreza absolu t ,l . E s probable, sm embargo, q u e exista un tercer grupo, compuesto por los lectores que no critican los argumentos (•ticos de estos capítulos, pero qtH' no cambian sus hábitos alimentiCios o sus contribuciones a los paíst•s pobres. De este tercer grupo, algunos s implemente tendrán una voluntad dd>i l , pero otros quizá quieran u na respuesta a otra cuestión práctica. Si las conclusiones de la (•tica nos exigen tanto, se podrían preguntar por qu(· tenemos qtH' preocuparnos por ella .

392

j

¿Por qué actuar moralmente?

Entender la pregunta

"¿Por qué debo actuar moralmente?" constituye un tipo d ifl.>rente

de pregunta con respecto a las q tH' hemos venido analizando

hasta el momento. Preguntas corno "¿Por qué debo tratar igual

a l os miembros de d if(�rentes grupos é t nicos?" o "¿Por qué es

1 ustificable el aborto?" persiguen razones (•ticas para actuar de

una determinada manera. Son interrogantes dentro de la t'tica,

y presuponen un punto de vista t't ico . La pregunta de "por qu(·

debo actuar moralmente" está en otro nivel . No es un interrogante

dentro de la (·tica, sino un interrogan[(· sobre la (•tica.

"¿Por qu(• debo actuar moralmente?" es, por tanto, una pregunta

sobre algo que normalmente se presupone, y dicho tipo de preguntas

nos causan perple¡ idad. Algunos filósofós han determinado que dicha

pregunta les ha causado tanta perple¡idad que la han rechazado por

considerarla lógicamente incorrecta, como un intento de preguntar

algo que no se puede preguntar correctamente.

Un motivo para este rechazo lo constituye la afirmación de

que nuestros principios (•ticos son , por definición, los principios

que tomarnos como esencialmente importantes. Esto quiere decir

que cualesquiera q ue sean los principios esenciales para una

dNerminada persona son nen•sanamente los principios t'ticos

de esa persona, y una persona que acepte corno pnnnpio (·tico

la obligación de dar su riqueza para ayudar a los pobres debe, por

ddinición, haber tomado la decisión de darles su riqueza. Sobre

esta definición de la (·tica, una vez que una persona ha tomado una

declS!Ón (•tica, no pode mos plantear ninguna otra pregunta práctica.

De ahí que sea 1m posible encontrar sentido a la pn•gunta: "¿Por qut'

debo actuar moralmente?"

Se podria considerar una buena razón para aceptar la definición .

393

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Page 211: Peter Singer -Ética Práctica-

Í!r ica práclica

correcto según las normas sonales y D supondría un verdaderc?

alarde de esrdo. Puede q u e esta respuesta no nos sat isfag.I, y lo

que queremos es que nos aconseJen sobre cu.íl de estos puntos de

vista adoptar. Si es posible hacer tal pregunta , debemos plant earla

desde una posición neutral entre todos los puntos de vist a, y no

de compromiso con nmguno de ellos.

"¿Por qu(• debo actuar rnoralrnent e7" es de es t e t 1 po de pre

guntas. Si no es posible hacer pregunt.Is pr.íct ic.Is sm [nesuponer

un punto d e vist a, no podernos decir nada intehgdJle acerca

de las opciones pr.íctic.1s rn.is elernent .I les . Actu.1r de ,¡cuerdo

con consideraciones (·t iC.IS, de mter(·s prop io, según las norrn.1s

sociales, o la est(• t ica, serí.1 una opnón "más allá de !.1 r.¡zón", en

cierto sentido, una opc ión arbit r.Iria . Antes de n·s 1gnarnos ,¡ est.1

conclusión, deberíamos .d menos mtent<�r mt crpret.Ir !.1 pregu nt.l

de manera q u e el mero hecho de plarll e.Irl.I no nos cornprornl'f ,¡

a nmgún punto de VISLI det errn m.Ido.

Ahora podernos fórrnul.n !.1 pregu nt .l de fórrn.1 rn.ís pn·c¡s,l. l·:s

una pregunt.l sobre el punto de VIstd (• t ¡co, pl.m t e.I<LI desde un.1

posición extern,¡ ,¡ (·1 . Pero, ¿cu.íl es el punto de vist.l (· t ico"� 1 krnos

sugerido que un r.1sgo dif(•renci.Idor de J.¡ (·t iC.I lo const i t uye e l

q u e los JUicios (·t icos son universahz.I bks. ! ..1 (·t i c,¡ nos exige que

v.1y.unos desde nuest ro punt o d e vist .l person.d ,¡ una posic ión

corno J.¡ d el espec t ador IrrlfJ.Irci.Il que .1dopt.1 un punto de VIst,¡

univers.1 l .

Dad.¡ est.1 conn·pnón de !.1 (·t iC.! , "¿Por qu(· debo .Ic t u.Ir

moralment e?" es tma pregunt J que puede enunnar de fórrna

correcta cu.¡Jqu wr,¡ que se pl.w t ee SI h.1 de .Ictudr sólo por mot ivos

que serí.m .IC·ept .Ibks desde este punto de v1st.1 uruvers.1 l . Después

de todo, es posible .1ct u.1r y ,¡Jgunos lo hJCen sm pens,¡r en

n.1d.1 except o en e l mt cr(·s propio ! ..1 pregunt .l exige r.1zom·s

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¿Por qué acruar moralmenfe7

para ir más allá de esta base de acuón personal y actuar sólo

en J U icios en los que uno cst(• dispuesto a recomendar de fórma

urnversal.

Razón y ética

l •:x¡ste un.1 dnllgua l ínea de pensarmento filosófico que intenta

demostrar que actuar de fórrna racional es actuar de fórma (·l!ca ! .a

argumentanón se dSOCid hoy con K .1nt y la podemos encontrar en las

obras de .¡uton·s k.!n l ldnos modernos, dlHI<JUe se remonta al menos

a los estoicos. ! ..1 fórrna en la que se prese nta la argumentación varía,

pero su estruct ura común es la siguH•nt e :

Es t•senc¡JJ p.n,l J a l'liCd algún reqUISi lO de umversahzabilidad O

nnparnal 1dad .

2 L1 razón t'S urnversal u obJt't ivarnentt' v.ihda Si , por l'Jt'rnplo,

de las prerrusas "Todos los hurn.mos son rnort.des" y "Sócr.l les es

humano", se desprende que Sócrates t•s mort al , t•sta deducnón

debe n·g1r de {órrn.l universal No puede ser váhda para unos e

mválida para otros Esta es una cuestión general sobre la razón,

bien sea teóncJ o práct ica.

Por tanto:

:� Sólo un JUICIO que sJl!s faga el reqlllsito descnto en ( 1 ) corno

con<IIc ión m·n·san.I de un ¡uino (•l lco será un JUKIO obJetivamente

ranonJl de acuerdo ron (2) . Pues no podernos esperar que n ingún

otro agente ranon.d acepte corno v.íhdo para (•l un ¡uino que

no ,¡ceptarí.nnos si est uv¡(•rJrnos en su lug.lf; y s1 dos agentes

ranonales no pudieran aceptar los JU ICIOS , cad.1 uno del otro, no

podrían sn J UICIOS ranonales por )J r.11.ón expuesta en (2) . Denr

Wl

Page 212: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética prácoca

que aceptaríamos los JUicios que hacernos, mduso S I estuvi('rarnos en la posición de otra persona y es.I otra persona en la nuestra, es, sin embargo, simplemente afirmar que nuestro JUicio es tal que podernos plantearlo desde un punto de vista umvers.d. Tanto la ética corno la razón nos exigen que nos akernos por encima de nuPstro punto de vista particular y que adoptemos una perspectiva desde la cual nuestra propia Identidad personal el papel que nos haya tocado desem¡wñar no sea importante. De .Üií que la razón nos exiJa actuar sobre JUICIOS universalizables y, en esa medida, actuar de fórrna ('t iC.!

¿Es válida esta argument .InónJ Ya he ser1alado que .1cepto el primer punto sobre que la t't i t .I conlleva uruversaliz.Ibi lid.Id El segundo tambi(•n pan•ce inneg.Ible. l .a razón debe ser universal . ¡Es, por tanto, lógica la conclusic�nJ Aquí está el fal lo en la argumentación. La conclusión pan·ce cü·ducirse direct.Imente de las premisas; pero ('sle paso implica un desplazamiento del sentido ! mutado en e l cual es cierto que un J Uicio r.Inonal debe ser universalmente válido, hacia un sentido más füerte de "validez uruversal" que es equiv,¡ Jente a la u niversalizabilidad. I .a dif(·renna entre estos dos sent idos se ptwde ver al considerar un Imperativo no universal izable , corno el puramente egoíst a : "Que todo el mundo haga lo que v.Iya en favor de mis int ereses". I�sto difiere del Imper.It ivo de egoísmo universalizable "Que t odo el mundo haga lo que vaya en LIVor de sus intereses" puesto que contiene una ref(•renn,I no el r rru nable .I una persona en particular. De ahí que no pueda ser un Imperativo (•tico. ¿Carece tambt(•n de la universahzabilidad n·querida SI ha de ser base ranonal para la acnón7 Seguramente no. Todo agente racional aceptaría que la actividad pur.mwn t e egoísta de ot ros age n tes ranonales es ranonalmente JUstrficable. El egoísmo puro podría ser adoptado raCionalmente por t odos.

398

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¿Por qué actuar moralmenteJ

Analicemos esto más cktenidamente. Hay que reconocer que

existe u n senl!do en el que un agente rauonal puramente egoísta

l lamémoslo Juan no aceptaría los JUICIOS prácticos de otro agente

racional puramente egoísta, a l que l lamaremos María. Teniendo en

cuenta que los intereses de María difieren de los eh· Juan, María

puede estar actuando de fórma racional al pedir a Juan que haga

A, mientras que Juan tambi(·n está actuando de fórma racional al

decidir no h acerlo.

Sin embargo, este desacuerdo es compatible con el hecho de

que todos los .Igentes racionales acepten el egoísmo puro . Aunque

lo acepten, el egoísmo puro les indica direcciones diférentes ya

que parten de d if(·rentes lugares. Cuando Juan adopta e l egoísmo

puro , favorece sus intereses, y cuando lo adopta María favorece los

suyos. De ahí el desacuerdo sobre lo que hay que hacer. Por otra

parte y l;ste es el sentido en el que todos los agentes racionales

podrían aceptar el egoísmo puro corno váhdo - si pregunt.ír amos a

María (confidencialmente y prometi(·ndole que no se lo diríamos

a Juan) lo que cree que sería racional que hiciPra Juan, tendría que

responder, si es honesta, que sería ranonal que Juan hiciera lo que

favorece a sus intereses, y no lo que favoren· a los de ella.

Por tanto, el hecho de que unos agentes racionales puramente

egoístas se opongan a los anos de otros, no mdica un desacuerdo

sobre la racionahdad del egoísmo puro . Iil egoísmo puro , aunque

no es un principio umversahzable, podría ser aceptado como base

racional de acnón por todos los agentes racionales. E l sentido

en el que los JU ICIOS racionales deben aceptarse universalmente

es más d(·bil que el sentido en el que deben serlo los J Uictos

(·t icos . Que u na acCión rrw beneficie a mí más que a los demás

podría ser una razón válida para l levarla a cabo, aunque no sería

una razón (• t ica.

399

Page 213: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

Una consecuencia de esta conclustón es que los agentes racionales pueden mtentJr r,JCion,Ilrnente Irn¡w<hr que los demás hagan lo que ellos Jdrniten que los otros t ienen ¡ust i ficJción de hacer. Desafórt unadJrnente, no hay nJdJ de parJdópco en esto. Dos vendedores que compiten por una nn port Jrlte vent,l Jcept Jrári lJ conducta del otro corno rJnonal , Junque cadJ uno de ellos intente desbaratar los plJm•s del otro. l .o mismo se puede decir de dos soldados que se enfrentJn en cornbJte, o d e dos fin bolistas que se disputan el bJlón.

Por consiguiente, este mtento por demostrar que existe tmJ rclJción entre la rJZón y la (·oc,¡ frJCas,L Puede que hayJ ot rJs fórrnJs de fór¡ar esta relación, pero es dificil ver Jlgun,l que prornet,l gJranti,¡s de (·xilo. El obstáculo rn.is importante a salvar es la nat uraleza de J .¡ r,Izón práct ica. Hace bastante t iempo. David l lurne nHhcó que ].¡ r.Izón en lJ acnón se aplica sólo ,¡ los medios, y no ,¡ los fines. 1 .os fines deben estar dados por nuestrJs m·ccsHlades y deseos. Hume, de fórrna diligente, exlra¡o l,Is nnphcanones de este punto de v1st,¡ :

No es cont rano ,¡ l.1 ru.ón prd(•nr L1 dest nHTIÓn del mundo

entero , ¡ rascarse un dedo No es cont r.mo a la razón que yo

eli¡a mi ruma tot ,d , par.1 evi t ar la rn.ís rniruma moles t ia J un

indio o cualqu!('r ot r,I persona t ot ,dmente desconocida. Corno

tan poco cont rano ,¡ ],¡ razón es mduso prdénr para mí un

lnen n·conoci<Lnnente menor a uno mayor. y tener un akct o

rn.is ard H·n te por el pnrnero que por el segundo

Por muy ext rema que sea , la postura de l lurne sobre J.¡ ruón prkli<".I

ha resisttdo sorprendentemente bien ,¡ ].¡ <Tili<"<l . Su .1firrnanón central

<¡ue en el rJz<m.unienlo pr.íct¡co ¡Mrtarnos de .dgo dese.1do es

d i ficil de refiit.Ir, .wnque hay que refÍi tarl.l S I querernos que .dgun,¡

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¿Por qué actuar moralmente?

argument ación logre demostrar que es racional que todos actuemos

(•ticarnente sin tenN en cuenta lo que querernos.

Tampoco el rebatimiento de Hume es todo lo que se requiere para

demostrar la necesidad racional de actuar rlicamente. En The Possibility

of Altruism, Thornas Nagel ha argumentado de fórma contundente que

no tener en cuenta los propios deseos futuros en las deliberaciones

prácticas de uno independientemente de que ahora se desee o no

la satisfacción de dichos deseos filluros - indicaría un fallo a la hora de

verse a uno rmsmo corno una persona existente en el tiempo. siendo el

presente simplemente un periodo entre otros que tienen lugar en la vida

de uno. De modo que es la concepción de mi mismo corno persona la

que hace racional que considere mis intereses a largo plazo. E�to resulta

nerto incluso si tengo "un af(•cto más ardiente" por algo que reconozco

que no favon•ce realmente mis propios inten·ses, teniendo en cuenta

todas las cosas.

Que la argumentación de Nagel consiga ¡ustificar la racionalidad

de la prudenCia es una cuestión, y que se pueda uti lizar una

Jrgumentación similar en favor de una forma de altnusmo basada

en tener en cuenta los deseos de otros es otra bien cbstint a . Nagel

intenta defender este argumento análogo . El papel que ocupa "ver

el presente corno simplemente un período entre otros" equivale,

en e l argumento que d e fiende el altruismo, a "verse a uno mismo

corno snnplemente una persona entre otras" . Pero mientras que

se ría muy ddicil para la mayoría de nos otros de¡ar de concebirnos

corno existentes en el t i empo. Sl('ndo el presente un periodo entre

otros que vtvlrt'rnos, la fo rma en que nos vernos corno una persona

entre ot ras es bastante dd(·rente. Sobre este punto , la reflexión que

hace Henry S1dgwi<"k me parece toulrnente corn·cta · Sería contrario al Sentido Común neg.n que la d 1s1mnón entre

un mdiv¡duo cua!qlller.I y o t ro es real y !imd.nnenta l , y que por

4{)1

Page 214: Peter Singer -Ética Práctica-

Htica práctica

consiguiente "yo" me intereso por la calidad de rru existenna

como individuo en un sentido, fimdarnentalrnente importante,

en el cual no m(• mtereso por la calidad de la existencia de otros

individuos: y siendo esto así, no veo cómo se puede prob.1r que

esta distinción no sea considerad.! corno fimdarnental a la hora de

determinar el fin últ imo de la acnón ranonal para un mdividuo

Por tanto, no es sólo la pos tura de la razón práctic,l de Hume

la que se enfrenta a los intentos por demost rar que actuar de

forma racional es actuar de fórrna {•t ica . Podrí;unos lograr derribar

esa barrera y. entonces, descub riría mos que nuestro camino está

bloq ueado por la d is t inción de sentido común entre el yo y otros .

Considerados de fórrna con¡u n t a , estos obstáculos son tremendos

y no conozco fórrna de vencerlos.

Ética e interés propio

Si e l razonamiento práctico empieza c o n algo deseado, demostrar

que es racional actuar de fórrna moral implicaría demostrar que

a l actuar de fórma moral conseguunos ;¡lgo que querernos. Si ,

más en la l ínea de Sidgwick que de Hume, sostenemos q u e ('S

racional actuar de acuerdo con nues t ros intereses ,¡ largo plazo,

independientemente de lo que queramos e n el momento anual ,

podríamos demost rar que es raci onal actuar de fórrna mor al demos-

·-P trando que h acerlo de esa fórrn.1 favorece niH·stro s mtereses a largo

plazo. Ha habido muchos intentos de l levar el .trgurnento por

este camino, desde Platón que , e n La n�pública, retr.Hó .1 Sócr.ttes

razonando q u e ser virtuoso es tener los di f(·ren t es elementos de

la personalidad de uno ordenados de una fórm.t .trmoniosa, lo

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1.)

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¿Por qué actuar moralmente7

cual es n ecesario para alcanzar la felicidad. Exarmnaremos estos

argumentos en seguida, pero primero es necesario evaluar u n a

ob¡ eción a toda esta fórrna de enfocar l a pregunta de "¿Por q u é

d e b o actuar moralrnente7"

Normalmente se dice que defénder la moralidad apelando al

inter(·s propio es no entender lo que significa la {•tica. F. H . Bradley

lo expresó de fórma elocuente:

¿Qu(· respuesta podernos ofrecer cuando se nos hace la pregunta

de "¿Por qu(· debo ser rnoraP", en el sentido de "¿Qué ventaJa

sacar(• de el lo7"7 Aquí creo que haremos bien en evitar todo elogio

de lo agradable que es la vlrtud. Quizá crearnos que transciende

todos los posibles delenes del vicio, pero estaría bien recordar

que abandonarnos un punto de vista moral, que degradarnos y prost!lunnos la vlrtud, cuando, a qu1em·s no la aman por si misma,

nos resignarnos a recomendarla por sus placere>.

En otras palabras, nunca podernos hacer que la gente actúe de

fórrna moral ofreoendo razones de inter{•s propio, puesto que SI

aceptan lo que decirnos y actúan por los motivos dados, estarán

actuando según su propio inter(•s, y no de forma moral .

Una respuesta a esta ob¡eción sería que la substancia de l a

acción, lo que de hecho s e hace, e s m á s importan te que el motivo.

La gente puede dar dmero para aliviar e l hambre mundial porque

así sus amigos pensarán b ien de e l los, o porque crean que es su

deber. Los que se salven de morir de marución por este donativo

se bene fioarán Igualmente de cualquiera d e las dos fórmas.

Esto es ciert o , pero u n poco duro. Se puede hacer más

sofisticado si se combina con una presentación más adecuada

de la naturaleza y la fimción de la (•t ica . ! .a (•tJca , aunque no

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Page 216: Peter Singer -Ética Práctica-

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¡;·rica prdceica

está bien porque est.í bien, sin pedir nmgun.¡ ot r.1 r Jzón, están siendo victim.ts de tlflJ especl(' de fi-Jude, .tunque, n.t turJlrnente , no se l leve J l'Jbo de fónn,¡ const·Ien te. Y J hemos visto que est e enfóque dt> lJ t'l ic,¡ l'S InJ USt ifiCJble debido . 1 ! fi·JcJso <kl Jrgumento .UlJhz.tdo Jlllt>norrnt>nt e l'n este cJpítulo que d efiende tlflJ JUSl i fic.tción rJcH>n.tl de lJ t'l iC.l . ! in lJ hist oria de lJ filoso{i.¡ ocndt>ntJ! , n.tdH' h.1 propugn.td o con rn.ís insistenciJ que KJnt el que nues tr,¡ concwnn,¡ rnor.¡/ 0 1 dm.tnJ sólo encuentr J VJ!or mor,¡ / cu.m do t>l dt>ber Sl' cu rnplt> por e l deber rrusmo. Sin ernbJrgo, el rrusrno K.mt VIo que sm un,¡ JUst tfic.tción r.tnonJ! , est .¡ ide,¡ común de /.¡ l'l i C.l seri.1 "un m ero Lmt.tsrn,¡ del cerl'!no". Y {•s t .I es n·.t l rnentl' ! .1 cuestión

lo hemos h t>cho en l ine,¡s lJ racionJlidJd de lJ l'l iC.l ,

S1 rech.tz.unos corno genl'r.des !.1 JUst i fic.tción k.uu i.t nJ de pt>ro intentJmos ret ent>r el concept o kJnl iano de !.1 t' l iCJ , (·st.¡ se qued.¡ s in .!poyo. St· conviert e t·n un SISlt'mJ cerr Jdo, un s istern.t que no puedl' ser cuestion.tdo debido J que su pnrner,¡ prl'rnisJ que sólo /.¡ .Knón l lev.¡d,t .¡ cJbo porq ue t•st.i bien t iene J lgún vJlor rnor.tl l'xcluye lJ úmc.¡ JUSt i ficJción posible que qued,¡ p.tra .l('('plJr t•st,¡ rntsm.¡ prerms.1. Lt rnorahd.td , según este plJnt t·.un it'nt o, no t•s un fin rn.is r.KionJ! q ue cualquier ot r,¡ pr.ict ic,¡ que supuest.unente se jUst diqup ,¡ s í rnisrnJ, como !.1 norrr¡.¡ son,¡/ o /.¡ d.tst· dt> f{· n•hg10s,¡ que l leg.t sólo ,¡ los <¡ue prirnt>ro dt>pn ,¡ un l.tdo tod.ts l.ts dud.ts l'sl"{•pt ic.¡s Torn.tdJ corno enft>q ut• dt> /.¡ <;l ic.! t•n su corlj unto. deberí.unos JbJndonJr est.¡ nonón bnt iJn.¡ de /.¡ <; l iC.l . listo no quiere dt>cir, sm ernbJrgo, qul' mmc.t <kb.unos h.tcer lo <¡ ut> <T<'.unos qut> est .í bien snnplernt>nte pon¡ue net>rnos <¡ ut> t•st.i bwn , sm nmgun.1 ot r,¡ r.¡zón. Aquí nPn·sit .unos .tpelJr ,¡ l.t distmción que l l.tn· hJ hecho entre el pt•ns.unit•nto mtull ¡vo y el crít ico. C:u.mdo nos .tlt>prnos d t> nuestrJs dt·cisiones <;l lC.ls cotHli.m.ts y nos prt>gun t.nnos por

406

f

' '

l

¿Por qué actuar moralmcnte7

qu{• debemos Jnuar {·t icament e, delwríamos buscar razones en

e l sentido más ampho, y no permitir que lJs ideas kantianas

preconcebid.ts nos <hsuadan de considerar las razones de inter(•s

propio para vivir una vida é tica. Si nuestra búsqueda tiene (•xito,

nos ofrecerá razones para adoptar e l punto de vista {•tico como

una l inea a seguir acept ada, t•s decir, una fórma de vivir. Entonces

no nos preguntaríamos, en nuest r.1 toma dt> densiones (·ticas

cotidianas, SI cada acción particular correcta favon·n· nuestros

in tereses. La hacemos porqut· nos consi<h>ramos personas (·ticas.

hi las slluanones cotid ianas, simplemente supondrPmos que hacer

lo que está bwn favon·t·e nut'Str<'S int ereses, y una vez que hayamos

dendido lo que está bien, lo haremos, sin pensar en ot ras razones

p.Ha hacer lo que est .i biPn. Deliberar sobre las razones esenciales

para hacer lo quP está b!('n en cada caso nos haríJ la vida imposible ,

y tambit'n sPría desanmsejable porque en s i tuanones particularl's

podríamos estar muy influenciados por deseos e mdínaciones

fÍH'rtes, pero pasaj eros , que nos podrían l levar a tomar dens1ones

quP postenorrrwnu· podríamos lamt'ntar.

Así , a l menos, es corno podría fimcionar una JUSt ificación de la

él! ca en t(•rminos de mten;s prop1o, sm que dPsbar ate sus propios

obj e tivos. Ahora nos podemos preguntar si exis t e tJ! J UStificación.

Hay una list.1 t remenda de los que, siguiendo a Platón. han ofrecido

una : Aris tót eles , Santo Tomás de Aqumo, Spmoza, Butler, Hegel, e

incluso a pesar de todas sus crít ll·,¡s cont rJ la prost itución de la

vlflud Bradley Al 1gual que Platón, estos filósofós lucieron a m plias

afirmaciones sobre la natura leza hu mana y las condiciones baJO

!Js cua lt's pueden ser f{·hces los seres hurn.1nos. Algunos ta mbién

fiH·ron capaces de t>char mano ,¡ la cn·encia d e que la virtud st>rá

recompensada y !.1 maldad cJst !ga<!J en la vida que existe tras

nuestra muerte fisiCJ . Hoy en día, si quieren ser convincentes, los

4{)7

\}-

Page 217: Peter Singer -Ética Práctica-

Iirica práct ica

filósofi>s no pueden uti l izar este argumento, ru tampoco p ueden adoptar teorías psicológicas (h>masiado generales sobre la base de su propia experiencia general acerca de sus semqan t es, corno s o l ían hacer l os filósofós cu.mdo la psrcología Pr.t una r a m,¡ dP la filosofla .

Se podría (h>ur que corno los filósolós no son nent ílicos em píricos, el an.íhs is de la relaucín Pnt re act uar (•l Jcarnente y vivir una vida completa y khz (h>beria deprse a los psiCólogos, sociólogos y dern.is expert os en la ma t eria . Sm emb.trgo, no hay ninguna otra disciph na que t rat e est a cuest rón y su pntnwncia par,¡ la (·tica pr.icl lca es razón sulinent e para qup la .m.thcernos. ¿QtH' hechos sobre la na t u ra leza human,¡ podrí.m dem ost rar que la (•tica y el mt en's p ropro comciden 7 Un,¡ t eorí,¡ es que todos tenemos mcl inaciones lwnevolen t es o cornp.ts ivas que nos hacen p reocuparnos del bH'CH's l.tr de o t ros O t r,¡ sp b.tsa en una concienna natural qup da ongPn ,¡ sent irruent os dP culpa cuando hacemos lo qup sa bPrnos que es t .i rn,¡ J . Pero, ¿qu(· lúerza t ienen estos deseos benevolen t es o sentmuentos dP ndp.t7 ¿b posible supri mirlos7 Sr es .tsí, ¿no es posible que en un mundo en el que tanto los hurn.mos corno los .unrnales sufren en gr.ur mírnero, l .t supresrcín dP la conc!(•ncia propi.l y la comp.ts rón por los dern,is sea el camino más seguro haua ] ,¡ f(•hcida(P Para dar resptH's t ,¡ ,¡ es( ,¡ ob¡ ecrón, los que relacionarían J.¡ (·t ica y ].¡ l(•hndad deben ,¡firrn.tr que no podernos s n ldrces sr se supnrnen estos ele rrwn t os de J.¡ na turalez .t . Podri,¡ ¡¡ argu ment ar que la benevolencia y l.t cornpasrón est.ín umd.ts ,¡ l .t cap.tndad para t ornar part e Pn reiJ cr ones .un rst os.ts o .unoros.ts con otros, y que no puede exist r r verdader,¡ l{·hcrd.td sin t .des rel.tcrones. Por la misma r,¡zón, es neces.trio t orn.trse en seno ,¡J menos .dgunos pat rones t' I Icos , y vivtr de lórrn,¡ .tbrert,¡ y srncer,¡ de .tcuerdo

408 •

J

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1 t

'

l

¿Por qué actuar moralmente7

con ellos, puesto que una vida de decepuón y deshonestidad

es una vida lúrttva, en la que la posibil idad de descubrimiento

siempre nubla el horizonte . l .a aceptación aut(•ntica de los patrones

(•ticos posiblerrwnte Implique que nos sintamos un poco culpables

-o al menos, menos satisf(·chos de nosotros mismos de lo que

podríamos estarlo cuando no VIVImos de acuerdo con el los .

Estas afirmaciones an·rc·a de la relación entre nuestro carácter

y nuestras perspectivas de f(·l icidad no son mas que hipótesis, y los mtentos por confirmarlas mediante profimdas investigaciones

son escasos e i nadecuados. Un psicólogo norteamericano, A. H .

Maslow, afirmó que los seres humanos l lenen una necesidad

de auto-actualizaCión que Impl ica au mentar su valor, bondad,

conocmnen to , amor, honestidad y gerwrostdad. Cuando satis­

facernos esta necesnlad, nos sentnnos t ranqui los, alegres, llenos

de entusiasmo, a veces eufóncos, y casr Siem pn· félices . Cuando

actuamos de fórma contrana a nuestra m·n·stdad de auto-actuah­

zación, expenrnentamos ansiedad, desesperación, aburrim iento,

vergüenza, sensauón de vacío , y gnwralrrwnte so mos mcapaces

de disfrutar . Seria estupendo que resu ltara que Maslow está en

lo uert o ; pero desafórtu nadamente, los datos que Maslow aportó

corno sustento de su teoría consistían en estudios lnnitados sobre

gente selecC ionada y, por tanto, sólo pueden ser considerados corno

una msinuaciÓn.

La naturaleza humana es tan diversa que se podría dudar S I cualquier generalización sobre la c lase de carácter q u e conduce .1

la f(·hcidad podría apl icarse a todos los seres hu manos. ¿Qu(· ocurn·,

por e¡ ernplo, con los que l lamarnos "psicópatas"7 Los psiquiatras

utihzan estt· t érrnmo para ddimr a una ¡wrsona asocial, impulsiva,

egoet'nt nca, nnpasible , carente de sent irmentos de remordimiento,

vergüenza o culp.t , y apan·nternente inc.tpaz de mantener unas

409

Page 218: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

relaciones personales profimdas y duraderas. Los psicópatas son ciertament e anormales, pero el que s e,¡ correcto decir que están mentalmente enf(•rrnos es otra cuestión. Al menos en apariencia, su condición no l<•s hace sufrir, y no está nada claro que "curarse" fórrne parte de sus intereses. Herwy Cleckley, autor de un estudiO clásico de la psicopatía titulado Thc Mask of Sanity, indica que desd<· que su l ibro fiH• publicado por pnrnera vez, ha recibido mnumerabl<·s cartas de personas que piden ayuda desesperadamente, aunque son de los padn•s, cónyuges y demás farniliares de los psicópatas, y c,lsi nunca de ellos mismos. Esto no <·s de extrariar, y,¡ que mientras que los psicópatas son asociales e indif(·rentes ,¡l bienestar de otros, parece que disfrutan de la vida. A menudo los psicópatas parecen gente encant adora e inteligente, s m ningún t ipo de <Ü•lino ni ninguna otr,¡ wiial que indique un pensamwnto 1rrauonal . Cuando se les <•ntn·vista, dicen cosas corno: " Me h,m ocurrido muchas cosas y muchas más me ocurrirán. Pero me gusta la vida y espero cada día con ilusión. Me gusta reír y lo hago mucho. En el fóndo soy un payaso, un payaso fdiZ. Si<'rnpre .1cepto lo bueno junto con lo malo". No exist e terapia ekct iva para la psicopa t ía, lo que se puede explicar por el hecho de que los psicópatas no ven nada de malo en su conducta y gener.Ilrn<•nt e J.¡ <'ncuent ran muy recompensante, al menos .1 cort o plazo. Por supuesto que su naturalez,¡ impulsiva y su f:1 1 ta de sentido de vergüenza o culpa implican que algunos psicópatas acaben en prisión, aunque es difici l decir cuántos no lo hacen, ya que los que ev!l an la cárcel probablemente eviten tarnbi(·n el contacto con los psiq uiatras. Los estudios han demostrado que un número sorpn·ndenternen te grande de psiq)pat as son capaces de evitar la cárcel ,¡ pesar de una fiH•rte conduct a antisocial , probablemente debido ,¡ su conocida habilidad de convenn·r a los demás de que están profimd<�rnente

410 •

1 •

'

¿Por qué actuar moralmentc7

arrepentidos, de que nunca volverá a ocurrir, de qu<• se merecen

otra oportunidad, <•tci•tera.

La existencia de psicópatas va en contra de la opinión de que

la benevolencia, la compasión y los sentimientos de culpa están

presentes <·n todo el mundo. También parece ir <·n contra de

los int entos por relacionar la fdicidad con la posesión de estas

inclinaciones. Pero <ktengámonos antes de aceptar esta última

conclusión. ¿Debernos aceptar las propias evaluaciones de los

psicópatas sobre su f{·licidad7 Despu(•s de todo, son unos men­

tirosos muy persuasivos . Además, incluso si estuviNan diciendo

la verdad tal corno la ven, ¿están capacitados para decir que son

realmente h·lices, cuando parecen incapaces de experimentar los

estados emocionales que JU egan un papel tan importante <'TI la

félicidad y capacidad de realizauón de la gente más normaP Cierto

es que un psicópata podría utilizar el mismo argumento contra

nosotros: ¿Cómo podemos decir que somos verdaderam<'nte f{· l ices

si no hemos experimentado la excitanón y la libertad que se sienten

corno consecuencia de una total irresponsabilidad7 Puesto que no

podernos entrar en los estados subJetivos de los psicópatas, n i ellos

en los nut'stros, la pol{•mica no es fácil de rt'solver.

Cleckley sugiere que la conducta dP los psicópatas se puede

explicar corno n•spuesta a la falta de sentido de sus vidas. Es

caract<·ristico de ellos t rabaJar durante un tiempo en un empleo

y cuando su capacidad y encanto les lleva a la nrna del <�xito,

cometer algún delito pequeiio y facilmPnte dPt Pctable . U n patrón

sirmlar se puede aplicar a sus relaciones personales. (Aquí se p\H·de

encontrar fimdamento para la afirmación dt' Thornas Nagel sobre

que la im prudencia <·s racional sólo si uno no se vP a uno mismo

como una persona existPntP en el tiempo, en el cual el presente

es sólo un fWríodo más de Pntre todos los que nos tocará vivir

4 1 1

Page 219: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

Ciertamente los psicópatas viven mayormente en el present e y

carecen de cualq uier plan de vida coherente) .

C:leckley explica esta conducta errática y para nosotros inade­

cuadamente motivada comparando la vida de los psicópatas con la

de unos nif10s a los que se les obl ig.1 a ver El rey Lear Estos nifws se

sentirán inquietos y se com portarán mal en estas condinorws ya que

no pueden disfrutar de la obrJ como lo hJriJn los Jdultos. Act úJn

para evitar e l aburrimiento. De fórma sirru iJr, según Cleckley. los

psicópatas se Jburren porque su pobrezJ ernocionJI les impide

interesJrse por, u obtener SJtisfJcción de. lo que ¡MrJ los dern,ís

son las cosas más importantes de IJ vida: el Jmor. IJ fJmili,l, e l

(•xito en los negocios o en la vidJ proksionJI , et c(·terJ. FstJs cosJs

simplemente no les importJ n . Su conduct.l irn previsible y Jlltisocial

constituye un intento por .divi,¡r lo que de otrJ fórm.1 seri.1 u n,¡

existenciJ Jburrida. Est.ls J firm.lciO n es son especu!Jt iv,¡s y Cle ckley

admite que <JlllZ.Í no seJ posible estJb lecerl.ls cient ificJrnente. Sin

embargo. sugieren un Js¡)(·cto de IJ vid.1 del psicópJt.l que soc.1v.1

la . de otra fórm.1 atrJctivJ, nJt urJleu de ]J vidJ del psicópJt J : Ir

por la vidJ haciendo cJso orruso de todJ clase de principios. l .a

mayoriJ de IJ gente con un senudo reflexivo. en un rnorrwnto u

otro , quiere que su viclJ tengJ Jlgún tipo de significJdo. Pocos

de nosotros elegiríamos deliber.HlJrrwnte tlflJ fórrn.1 de vidJ que

considerár.unos sin sentido. Por est.l rJzón. IJ rnJyorÍ.l de nosot ros

no elegiríamos l lev.1r tmJ VIdJ de psicópJt,l, por muy ,¡gr.ldJble que

pudierJ ser.

Sin ernbJrgo. h.1y Jlgo de pJrJdópco en cnticJr la vi<lJ del

psicópatJ por fJi tJ de sigmficJdo. ¿No tenernos que aceptJr, en

ausencia de creencias religiosas, que IJ vid.¡ n•Jimente no tiene

sentido, no sólo p.1r.1 el psicópatJ smo p.1r.1 t odos nosotros7 Y si

esto es así, ¿por qu(· no elegirnos si tu vi('rJrnos IJ posibihdJd

4 1 2

1

,, 1

,

'

¿Por qué actuar morolmente7

de elegir nuestra pe rsonalidad la vida de u n psicópata? Pero . ¿es

cierto que , de¡ando la religión a un lado . la vida no tiene sentido7

Ahora, nuestra búsqueda de razones para actuar moralmente nos

ha l levado a lo que generalmente se considera la cuestión filosófica

esencial .

¿Tiene sentido la vida?

¿En qu(· mec!Ida el rechazo a creer en un dios implica el rechazo

al punto de vista que sostiene que la vida tiene algún sentido7 Si

est e mundo lo hubiera creado algún ser d ivino con u n ob¡etivo

particular en mente , se podría decir que tiene sentido, al menos

para ese ser divino . Si pudi(·rarnos saber cuál era el propósito de ese

ser al crearnos . podríamos saber qu(· sentido tit' rH' nuestra vida para

nuestro creador. Y si aceptáramos el propósito de nuestro creador

(au nque tendríamos que explicar por qu(· habríamos de aceptarlo),

podríamos afirmar que conocemos el sentido de la vida .

Cuando rechaza-mos creer en u n dios. debemos abandonar la

idea de que la vida en este planeta t iene algún sentido predeter­

minado. La vida en su con¡unto no t iene ningún sentido . La vida

comenzó . según las teorías más válidas, con una combinación

fórtuita de mol(•culas , evolucionando posteriormente a trav(·s de

mutaciones casuales y de selección natural . Todo esto s implemente

ocurrió; no sucedió por ningún propósito general . S in embargo.

ahora que ha tenido como resultado la ex istencia de seres que

prefieren algunos estados a otros, es posible que d eterminadas

vidas tengan sentido . En este sentido. los ateos pueden encontrar

sentido a la vida .

4 1 3

Page 220: Peter Singer -Ética Práctica-

Iir ica práctica

Volvamos ,¡ ].¡ com p.tr.tnón entre l.t vtd.t de un psicóp.l l .t y ].¡ de un.t pnson.t más norrn.t l . ¿ Por qu<'' no h.t de tener sent ido l.t vid.t del psicópat a7 Hemos visto qup los psicóp.u.ts son Pgoc('rl l ncos Pn su grado Pxl rcmo: no ]ps IHIPres.t ru los d ern.is, ni el t'X i to rn.t t eri.t l , ni ningun.t otr.t cos.t. Pero, ¿por qut'· no b.tst .t su prop1o dtsfru re de ].¡ v ida p.tra d.tr sent ido J su vid.t? L.t mayorí.t dP nosot ros no scrí.unos c.tp.tces de cncont r.tr l.t f(•licidad proporu<''ndonos deh ber.td.tmcntc cbsfi-u t.tr sm prc ocup.trnos por n.tcl.t ni por n.Hbc. Los pl.tcc·n·s que obtcnd rí.nnos dp PsJ fórm,¡ nos p.trecerí.m v.Kíos y c·n seguid,¡ pcrderi.m su c·nc.tnto. Busc.unos sentido .¡ nucsr r.ts VHl.ts m.is .dl.i de nuest ros propios placeres y c•ncontr.nnos rc,¡J iz.ICIÓn y f{·hcicl.td h.tnC'ndo lo que consider.unos que l i c·ne sentido. S 1 nuc·st r,¡ vid,t no w·ne rn.is sC'nt ido q u e nuPstr.t propi.t f{• l icid.td , es prob.tble <] UC' nos dC'mos cuc·nt .t ck que· cu.mdo h.ty.tmos consegu ido lo qu(' pcns.tmos <] UC' neccsil.tmos p.tr.t ser f(. ] ¡cc•s, !.1 propi.t féhc-ichd nos stg.t e luchC'ndo Al hecho de que los q UP pcTsigtH·n l.t f{· l ind.td por s i rnisrn.t gPncr.t lrnC' n t e no l.t c·ncucnt r.tn . rrucnt r.ts que ot ros Lt h.tll.m per siguiPndo firws tot .dmcntc dif(•rcntes, se IC' h.t dcnornm.tdo "l.t paradop dC'] hcdomsrno". N.l l u r.tlrncntc no c·s un.t ¡J.Ir.tdop lógK.t, sino \HIJ .tfirrn.tción sobre ].¡ fórrn.t Pn ] .¡ <] UC' conscguunos ser f('lices. Al igu.tl que ot r.ts gencr.t l iz.tnonc·s sobre est e t c·rn.t, c.tn·cc· de con fi rrn.tnóu c·rnpinc.t, .tunquc c·nc.t)J con nucst r.ts obscrv.tnoncs cotidi .tn.ts y es consc·cucntc con nucst r.t n.u ur.tlcz.¡ corno seres evoluCionados e· mlcnnon.tdos. Los sen·s hurn.mos sobrcvivc·n y se reproducen rncdi.tnt C' .tccioncs intcnnon.td.ts. l .ogr.nnos !.1 f(· l ind.td y ].¡ n',thz.tnón t r.tb.tpndo p.tr.t conseguir nuC'stros ob)c t ivos . En tc�rrninos evolut ivos, pod ri.nnos dC'nr quC' ! . 1 f{·hcicl.td fimciona corno tm.t rC'corn pcns.t mtcrn.t por nuest ros logros D e fórm.t subJ c' t iV.t, consHkr.tmos logr.�r el fin ( o .tproxun.trnos J t'·l)

414

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, ,

¿ Por qué actuar moralmente?

co rno una razón par.t IIPga r a ser f(·hccs. Nuestra propia f{•l icidad

c·s. por tanto . un.t cons ccuc·nna dC' prctc•ndcr .tlgo más, y n o ;¡]go

que se cons iga apunt ando sol.nncntc a la propia f(·hcidad .

Según esto, ],¡ VHia d c•l ps1cópat.1 parece no tener sentido de la

rmsma fórrn.t en que lo ttcnc tHlJ v1da normal. No t iene sent ido

porque· mir.t hacia e l interior buscando los placeres del momento

presente, y no hana el cxtcnor c·n busca de algo a más largo plazo.

Lts vtdas rn.is norm.tlcs t ienen s C'ntido porquC' SC' vtvcn con fim•s

más amplios

Todo esto c·s cs¡)('cul.t t ivo, y.t quC' SC' puede aceptar o rechazar

sC'gún concucrcle con nuestra propta obscrvanón e mtrospccción.

M 1 próxima y ú l tun.t propucstJ c·s todavía más especulativa.

Consiste en q u e p.na encontrar un sentido duradC'ro a n u c·stras

vidas no b.tstJ con llegar m.is .tllá dC' los psicópatas quP no t wrwn

nmguna perspC'ct iv,¡ o planes ,¡ largo plazo; t enernos tarnbt(·n t¡uc ir

más .t l lá de los Pgoistas más prudentes que , JtHHjlH' t t c•m·n planes a

l.trgo plat.o, sólo SP mueven por sus prop10s mtercsC's. Los egoístas

prudentes pu eden c·ncontr.tr sC'nt tdo ,¡ sus vtdas dur.mtc un t iempo.

puc·st o que t tcncn el ob¡c· t tvo de f:tvorcccr sus propios intereses;

pero, al fin y al cabo, ¿a qu(• cc¡uivak eso? Cuando hemos logrado

satisf:tccr todos nuest ros mtC'n·sc·s. ¿nos senta rnos y d tsfrutarnos de

nuestra fdtcidacP ¿Scri.nnos f(,hcc's de esta fórrn.t? ¿O decidiríamos

que t odavía no hc·mos alcanzado todos nuest ros ob¡ctivos, y que

hay algo más que nos hace Ldta antes cJe. sPntarnos ,¡ dtsfrutarlo

todo7 Lt m.tyoria de los egoístas quC' han logra do el (·x i to material

optan por C' l ú l t nno cammo. con lo cual c•vttan la ncccstdad de

adrruttr q u e no c·ncuc·nt ran la f(,hndad estando pcrrnan c n terrwntc

de vacanoncs. Los que se c·sdavtzaron para establecer un pequeño

ncgono, chci(·ndosc a si rrnsmos quC' lo harían sólo h;ts ta que

tuvieran lo sufincntc para VIvir btcn, siguen traba¡ando mucho

4 1 '>

Page 221: Peter Singer -Ética Práctica-

¡;·rica práclica

tiempo despu(•s de que hay,m consegUido su ob¡ et ivo ininal . Sus "m•cesidades" materialPs aurnpntan con la su ficiente rapidez p,1ra mantenerse ¡ usto por encima de sus ingresos.

Los años 80, la "d(•cada de la avdricia" . ofreneron rrníl l lples ejemplos de la insaciable nat uraleza del deseo de nq uez.¡ En 1 98C, Dennis LPvine er;¡ un b.1nquero de Wall St reet con mucho (•xno con DrexPl Burnharn Larnben. la compaüia que más rápidamente crecid y de la que más se hablaba en Wall S tn·et . Pero Levme no estaba sdt isf(·cho:

Cuando ganab,1 20.{XJO dól.1n·s a l año, pensé que podría llegar a los 1 00.000. Cuando g,maba 1 00.0(XJ al año, pensc> que podría llegar a los 200.000. Cuando ingresaba un rndlón, pensc' que podría subir lw.1ta lo.1 3 millones. Siempre h,d>ia ,dgu ien más alto en la c·scal.I, y no podía dP¡ar de preguntarme: ¿Es realmente PI doblP dP buc•no que yo"�

Levim· dPcidió anuar para cambiar su s l luanc'm e mterc<�rn llló inf(>rmación confiderKial con armgos dl' ot r,Is cornp.n"íías ck Wall Stn•et, lo cual les permit iría obtener lll'nefinos cornpr ando acciones en compañías que estaban a punto de ser absorl) J (Lis. Con este m(·todo Levine consiguió 1 1 mil lones de dólan·s más, ,¡parte de su suPldo y beneficios. Tarnl)l(>n ,¡cabó buscándose su pro¡Ha mina y pasando algún t iempo en la cárcel. Sm embargo, (·se no ¡•s PI punto pert inente aquí. Sin lugar a duda hay quiPm's uti l iz,m infórrnación resPrv;Ida para ganar millones de dólares y no se les coge. Lo que ('S rnPnos seguro , sm embargo, es que realmente encuentren satisfacción y n·,¡ luación t eruendo más dinero.

Ahora Prnpez<�rnos a ver dónde t ropiez,¡ L1 (• t ica con el p roblern,¡ de vivir una vida con SPnlido. Si buscarnos un ob¡etivo rn,is amplio que nuestros propios int Preses, algo que nos permita ver nues t ras

4 1 6

¿Por qué actuar moralmente?

vidas con una importanCia que va más allá de los estrechos l ímites

de nu estros propios estados cJ¡• conciencia, una solución evidente

es adoptar el punto de vista ¡>tico . Este punto de vista nos exige.

corno ya hemos visto, ir más allá de un punto de vista personal , y

situarnos en la posición de un espPctador imparcia l . J)p ahí que ver

las cosas (·licarnente sea una fórma de trascPnder nuestros intereses

personales e Jdenllficarnos con el punto de vista más objetivo

posible, segú n S1dgwic k , con "el punto de vista del u niverso".

El punto de VIsta del u n iverso ¡•s un punto d¡• vista elevado. En el

a in· enrarendo que lo rodea nos podernos ver arrast rados a hablar.

corno lo hace Kant , dPl punto dP VIsta moral, "in evitdhlPmPntp"

hurm llando a todo el que lo comparl' con su propia naturaleza

l imitada . No qul('ro sugenr nada tan radKal corno esto. Anterior­

mente en este capitulo, al rechazar el argumento de Thomas

Na gel sobre la r anonahdad del altruismo, di¡e que n o hay nada

de irracional en preocuparse por la cal idad de la propia ¡•xistencia

de uno m ismo en la rnechda en que uno no se preocupa de la

calidad de la exist encia de otros mciividuos. Sin volverrnl' atrás

en mis palabras, ahora estoy sugmendo que la racionalidad. en

el arnpho sentido que mduyP autoconCiencia y n•flexión sobn· la

naturaleza y el significado de nuestra existencia, puedP empu¡arnos

hacia inquietudes más amplias que ]d calidad d¡· nuestra propia

ex isll'nCid. Pero est e proceso n o es m·n·sdno y los que n o toman

pdrte en (>] o , qu i¡·m·s al t ornar parte, no lo sigan hasta el punto

de vista (·tico no son Irranonales ni están equ ivocados. Los

psicópdtas , por lo que yo s(· , pueden ser inc:apacl's de ser tan

f(·hces Int eresándose por los demás corno lo son di actuar de

fórrnd antisocial. Otra gente consid era que colen:JOnar sellos es

una fórrna adecua da de dar senudo a sus vidas. No hay nada de

Irracional en eso; pero otros, por otra parte, pierden la afición a

4 l l

Page 222: Peter Singer -Ética Práctica-

�.'tica práctica

t iempo ch·spu(•s de que hayan conseguido su ob¡ Pt ivo irucia l . Sus

"necesidades" mawnales aumc•ntan con la suficiente rapidPz fl.lrJ

mantenerse justo por encnna de sus mgrPsos.

Los años 80, la "d(•cada de la avaricia", ofrecieron múltiples

ejemplos de la insaciable nat uraleza del deseo de nqueza. En 1 98S

Dennis Levine erJ u n banc ¡uero d e Wall St reet con mucho (·xito

con Drexel Burnham LJrnbert, !.1 compJfiía que m.ís r.ípidJrrwnte

crecía y de IJ que más se hJblabJ en W JI! S treet. Pe1 o l .Pvine no

estaba satisf(•cho:

Cu.1nclo gJnJbJ 2(J.(Xl0 dó l.!n•s al .uio, pens(• qu<' podría llegar a los

1 00.(XXJ. Cuando gJriaba J OO.O(Xl ,¡J Jrio, ¡wns¡> que podría llegar a lo.1

200.000. Cuando ingresabJ un rrullón. pens(• que podría .1ubir hasta los

3 millones. SH'rnpre habi.l .dgll iPn rn.is Jito ¡•n !.1 esc.d.¡, y no podiJ

dP¡ar de pregunt,¡rrne : ¿J.:s re.drn e nt e el doble de huPno qup yo7

Levine decidió Jctuar p.1ra cJmbiJr su SitUJCión e int ercJmbió

infórrnación confidencial con .umgos de otr Js compJfliJs de W J I !

Street, lo cual les permitiría obtc·ner beneficios compr.mdo JCnom·s

c•n compañías que estJban J punto de ser Jbsorbicl .!s . Con este

mc'·todo Levine consiguió 1 1 millones de dól.¡n·s m.ís, .lfl.lrte

de su sueldo y beneficios. Ta mbic'n JcJbó buscándose su prop1.1

mina y pasando .1lgún tiempo en IJ cárcel . Sm emll.lrgo. (·se no

c•s el punto ¡)('rt inente aquí . S in lugJr J dud.1 h.1y qua·nes ut i l izJn

infórmación reservada para g.1nar mil lones de dó!Jn•s y no se IPs

coge. Lo que es menos seguro, sin embargo, es que realmente

encuentren satisfacción y n·.¡hzación t eniendo más dinero.

Ahora empez.unos .1 ver dónde tropic•z.¡ !.1 (•ti cJ con el prob!Pm,¡

de vivir tHIJ vida con sentido. Si busc.nnos u n ob¡et ivo más .1mpho

que nuc•stros propios intereses, .1lgo que nos perrni tJ ver nuest r.ls

4 1 6

¿Por qué actuar moralmente?

vidas con tlflJ importancia que va más a llá de los estrechos límites

de nuest ros propios estados de conciencia, una solución evidente

PS adoptar e l punto de vista (·tico. Este punto de vista nos exige,

como ya hemos visto, ir más allá de u n punto de vista personal, y

situarnos en ! .1 ¡Íosición de un espc•ctador imparcial . De ahí que ver

las cosas (·t icamente sea u na fórrna de trascender nuestros intereses

personales e· Identificarnos con Pi pu nto de vista más objetivo

posible . según Sidgwick, con "el punto de vista del un iverso".

id punto de VIsta del universo es un punto de vista elevado. En el

aire enrarecido q u e lo rodea nos podemos ver arrastrados a hab lar,

como lo han· Kant , del punto de vista moral , "inevitablemente"

humillando J todo el que lo compare con su propia naturaleza

l i rmtJda. No q uiero sugenr n.1da tan radical corno esto. Anterior­

mente en este cJpítulo. a l rechazar el argu mento de Thornas

N.1gel sobre !.1 rJuonJ !idad del altruismo. diJP q u e no hay nada

de Irracional en preocuparse por la cJ!idJd de ! .1 propia existencia de uno rrusrno ('TI la medidJ en que uno no se preocupa de la

cJ!idad eh> ! .1 existencia de otros mdiv1duos Sin volverme atrás

('TI mis palabrJs, .1hora estoy sugmendo que la racionalidad, c•n

el amplio sent1do que mduye autoconcienciJ y reflexión sobre la

nJturaleza y PI significado de nuestrJ existencia, puede ernpu¡arnos

h.1na inquietudc·s más amplias que !.1 cJiidad de nuestra propia

existenCia. Pero este proceso no es necesario y los que no toman

p.1rtc· en (·! o, quiem·s al tomJr parte, no lo sigan hasta el punto

de vista é t ico no son IrraCionales ni están equivocados. ! .os

psiCópatas. por lo que• yo s(•, pu eden ser mcapaces de ser tan

f(· l ices mtc•n·sándose por los demás corno lo son Ji actuar de

fórrna antisocial . OtrJ gente considera q u e coleccionar sellos es

u na féJrma Jdenuda de dar senlldo J sus v idas. No hay nada de

irrJCiorlJ! en eso; pero otros, por otra parte, pierden la afición a

4 l l

Page 223: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

tiempo despui•s de que hayan nmsegllldo su ob¡etivo min,1 l . Sus "necesida<ks" mat eriales aumentan con la sufinente rapidez p.Ira mantem•rse ¡usto por encnna de sus ingn·sos.

Los a rios 80, la "d(•cada <k la avaricia", ofreCieron múlt iples e¡ ernplos de la insaciable naturaleza del deseo de nqueza. l�n 1 98':,

Dennis Levine era un banquero de Wall St reet con mucho (•xno con Drexel Burnharn Larnbert , la comparlia que rn,ís rápHlarnente crecía y de la que más se hablaba en W all St reet . Pero l .evinP no estaba satisf(·cho:

Cuando ganaba 20.(XJO dól .m·s al año, pens(• que podría llcaar a los

J O(J.(XXJ . Cuando g,mab,I 100.0(XJ ,¡J arlo , pens(• que podría lleaar a los

200.000. Cuando ingn·saba un rru llón, pens(• que podría .1ulm lwsra los

3 millones. Siempre h,d>ía .dgll len más al to en la esc,d,1, y no podí,1

<h'jdr dP preguntarrne: ¿b n•,¡lrnPnte PI d obh· de bu\'no qup yo'

U•vine decidió actuar para cambiar su SI IUJCIÓn l' intt•n·Jm]JI()

infórrnación confidl'nciJl con ,nmgos de ot ras cornpaf!ías de WJII

Street, lo cual les perrmtiría obtener hendicios cornpr.mdo acnones

en compañías que estJban a punto dl' sl'r ,¡bsorb1das. Con <'ste

m(•todo U•vine consiguió 1 1 rrullo nes de dóJ,¡n·s más , afl.lrte

d(• su sueldo y bendicios. TJrnbi('n acabó busc,índose su propia

ruina y pasando algún tiempo l'n la cárcd. Sin Prnbargo, (;Se no es el punto pertinente ,¡quí . Sin lugar a duda hay quiPnes ut i l izan infórmación reservada para gar1ar mil lones de dól.m·s y no se les coge. Lo que es menos seguro , sin embargo, es que rl'alrnente encuentren satisfacción y reJlizanón temendo más dmero.

Ahora em pez.unos ,¡ ver dónde tropieza ! .1 (•t ic,¡ con el problema

de vivir una vida con Sl'nt ido. S1 buscarnos un ob¡etivo más ,unplio

que TllH'stros propios intereses , algo que nos perrrut.¡ ver nuest ras

4 1 6

¿ Por qué actuar mora lmen te?

vidas con una importancia qul' va más allá de los estrechos l ímites

de nuestros propios estados de conciencia, u na solución evidentP

PS adoptar el punto de vista (•tico . Este punto de vista nos Pxige,

corno ya hemos visto, Ir más allá dt> u n punto de vista personal, y

sit uarnos Pn la posición de un espect ador imparcia l . DP ahi que ver

las cosas (· ticamente sea una fórma de trascender nuestros intPreses

personales e identificarnos con el punto dt> vista más ob¡etivo

posible, según SidgwKk, con "el p unto de vista del universo".

El punto dt> vista del universo es un punto de vista elevado. En el

aire enrarendo que lo rodea nos podernos ver arrastrados a hablar,

corno lo hace Kant , del punto de vista moral, "inevitablemente"

humillando a todo el que lo compare con stl propia naturaleza

limitada . No quiero sugerir nada tan radical corno esto. Anterior·

rnentP en estP capítulo, al rechazar l'l argumento de Thomas

NagPl sobre la raCionalidad del a l t rl! lsrno, di¡e que no hay nada

de Irracional en preocuparse por la cahdad de la propia existencia

de uno rrnsrno en la medida en que uno no se preocupa de la

calidad de la ('XistPnna de otros individuos. Sin volverrrw atrás

en rms palabras, ahora estoy suginendo que la ranonalidad, en

el ampho sentido que mcluyP autoconCienCia y n•flpxión sobre la

naturaleza y el significado de nuestra existencia, puede Prnpu¡a rnos

hacia inquietudes más amplias que la calidad de nuPstra propia

('Xistencia. /'pro pst e proceso no es necesario y los que no toman

parte en d o, q u i(•nes al t ornar parte, no lo sigan hasta el punto

de vista l'l iCO no son irracionales n i están equivocados. Los

psicópatas , por lo que yo s(>, pueden ser mcapaces de ser tan

f(·hces interesándose por los demás corno lo son al actuar de

fórrna ant isocial . Otra gente considera que colecCionar sellos es

una fórrna adecuada de dar sentido a sus VIdas. No hay nada de

irracional en eso; pero otros , por otra part e, pierden la afición a

4 1 7

Page 224: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

coleccionar sellos al hacerse más ronsnentes de su st tuación en el

mundo y reflexionar me¡or sobre sus propósttos. Para este tercer

grupo el punto de vista (•t iro ofrece un sentido y fin.thdad en la

vida que nunca se pierde.

(Al menos, el punto de vista (·l! co no se pierde hasta que se han

llevado a cabo todos los deberes (•llcos. S i alguna vez se alcanzara esa

utopía, nuestra naturaleza intencional podría de¡arnos insalisf(·chos,

de igual modo que los egoístas pueden qu edar insatisféchos cuando

tienen todo l o que neresHan para ser f(• ] ices. No hay nad.t de

paradó¡ico en esto, pues no debernos esper.tr que lJ evolución

nos haya provisto, de antemano, de la capaCidad para cl tsfrutar de

una situación que nunca ha ocurrido antes. Nt tampoco va a ser

(·ste un problema práct tco en un fúturo cercano) .

A la pregunta de "¿Por qu(• debernos actuar moralmente'" no se le

puede dar una respuesta que ofrezca .1 todo el mundo ruones trresis

tibies para anuar moralmente. ! .a conduna Ntcarnente mdef(·ndtble

no es siempre irraCional. Probablemente stempre necesitaremos que

las sanciones legales y la presión sonal ofrezcan razones achClonales

contra las graves VIolaciones de las normas i·nr.ts . Al mismo t iempo.

los que sean lo bastante reflexivos para plantear l.t cuesttón que

hemos tratado en est e capítulo. serán tarnbi(·n los que con mayor

probabilidad valorarán las razones que se pueden ofrecer par.t adopt.tr

el punto de vista (·t ico.

4 1 8

l f ( \

((

l \

Apéndice: Sobre cómo se me

impidió hablar en Alemania

Algunas escenas de la vida acad(·rnica en Alemania y Austria hoy en

día:

Para e l semestre d e invierno del curso 1 989/90, el doctor Hartrnut

K liemt, prof(·sor de Filosofla de la Universidad de Duisburgo, una

pequefla ciudad en e l norte de Alemania, ofreció u n curso en

e l que Ética Práctica era el manual astgnado a la clase. Publicado

por p rimera vez en ingl(·s en 1 9/9, el l ibro ha sido ampliamente

ut i l izado en estudios de filosofia en Nortea rn(•rica, Reino Unido y

Australia y ha stdo traducido al alemán, italiano, espaflol y sueco l

Hasta que el curso de K l iern t file anunciado, el l ibro no había

provocado más que una viva discusión . Sin embargo. el curso de

Kliernt estuvo sometido a repNidos incidentes organizados por

personas que protestaban contra el uso del l ibro debido a que. en

uno de sus diez capítulos, abogaba por la eutanasia activa para los

Rennpreso con pernuso de !.1 Nt:w York Rcv1cw of llook.l. 1� de ,¡gosto de

1 99 1

' (Jrnbndge Uruv<·rs¡t y Press. 1 9/9; t r.Jdurnón ,¡JcrnJn,J, PraktJ.Ichc Etluk

(Stut tg,¡rt RedJrn, 1 984); trJducnón cspJi\ol.l, Í'uca PrártH"a (Barcelona: Ami,

1 984); traducnón Jtahana, EtHa Prnucu (Nápoles: l .Jguon, 1 989) ; trJdurnón

sue<·J. Prakmk Etluk (Fstocolrno: ThJ!l's . 1 990)

419

Page 225: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

reci(• n nacidos gr.JVemente discapant ados . K lwmt se vio obligado

a desistir del curso cuando, t ras v.Irias semanas, los mndentes n o

mostraban s íntomas de rerrut ir .

La Sociedad Europea para la ¡ ; i losofl,¡ de la Me<ilcma y la Atención Sanit aria es una sociedad acad(·rnica que se dedica ¡ usto a l o que se podría esperar de u n.I organiz,Jción con ese nombre: promover el estudiO de la filosofia de la rnedJcma y de l . 1 a tención sanitana. En 1 990 preparaba su cuarto congreso anual, que �e Ib.I ,¡ celebrar en Bochurn, Alern.uua , en el mes de ) tUllO 1� 1 t erna previsto para el congreso era " La fórrnación de consenso y el ¡uino moral e n la atennón sanit ana"- Dur.m t e los días previos .11 congreso, se repartieron octavil las en Bochurn y o t ros lug.Ires de Alernarua por parte del "Foro Ant ieutan asia" , que ,¡ firmaban que "b.IJO el pret exto de la toleranna y la apelanón a la democracia y el h ber.disrno, se discutirán est ra tegias de ext erminiO. Por estas r.1zones m tentaremos impedir que el congreso de Bochurn se celebre" . 1•:1 C, de J U ni O , l o s acad(·rrucos q u e iban a asis t ir .11 congreso renbH·ron u n a carta de la secretaría de la sonedad en la que se les not i ficab.I que iba a ser trasladado , ¡ Maastncht , en los P.lises Ba¡ os, porque los organizadores alemanes (dos prof(•sores del Cen t ro de f·:t ica M (·dica de la U niversid.Hl del Ruhr en Bochurn) se h.Ibí.m teruelo que enfrentar a "rnovihzanones, amenazas e mt irnidJCión en contra de la bio(•tica", y no podían gara n t izar la segu ridad de los part1np.n1 tes .

En octubre de 1 990, l.1 doctora l ie lga Kuhse, Inves t igadora

titular en el Cen t ro para la Bio(·t ¡ca Humana de l.1 Universidad de

Monash en Australia y aut ora de The SanCIIIy of-l.ife Doclrlne m Medicine: A Crit ique,2 file mvitada a dar una conf(· renna en el I ns t i t uto de

J. Oxfórd Uruversny l'ress/CI.ne ndon l'ress, 1 'JH/

420

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Apéndice

Anatomía de la Universidad de Viena. Un grupo autodenominado

"Foro de Grupos a favor de los Disminu idos y Discapacitados"

anunció que protestaría contra la celebración de la confi.•rencia ,

declarando que "la l ibertad académica t iene l ímites (·t icos, y espera­

rnos que la Facultad de Medicina declare la inviolabil idad de la vida

humana". Se suspendió la conf(·rencia por parte de la Facultad de

Medicma. El decano de la rrusma, refin(·ndose a la doctora Kuhse,

le di ¡o a la prensa, "no sabía mos en modo alguno de quién se

trataba" . '

E l Inst i tuto d e Filosofia d e l a Un iversidad de Ha m burgo deci-

dió, con el acuerdo de los profésores de la facultad y un represen­

tant e de los estudiantes , nombrar u n catedrático en e l campo de

la (· t ic a apl icada. ! .a l i s ta de candidatos se redu ¡ o a seis ; en este

punto del proceso de selecnón de catedráticos en Alemania , el

procedimiento normal es i nvitar a que cada uno de los candidatos

<k u na conf(·renua . Las conf(•ren nas fúero n anunciadas pero no se

l legaron a celebrar. Los estu<llantes y los mani féstantes a ¡enos a l a

universidad s e oponían a l anuncio d e una cátedra d e (·tica apl ic.Hla

en ruón de que este campo planteaba cuestiones sobre si algunas

vidas humanas merecen la pena. Los rn a n if(:stantes bloquearon la

entrada a la sala de conf(·rennas y emplearo n s i lbato� para acal lar

cualqmer intento de los conf(•re nciantes de tornar la palabra. Las

conf(·rencias fúeron canceladas por la u niversidad. Unas semanas

más tarde, se a n u n ci ó una n ueva l ista de candi<latos. Dos filós ofos

activos en el campo de la (•tica apl icada se cayeron de esta l ista ;

füeron sust itUidos por filósofos que habían traba¡ado relativamente

poco en e l campo de la ética apl icada; u n o de el los, por ejemplo,

' DI'! Swndcnd (Vtena) , 1 0 d e onubre, 1990

421

Page 226: Peter Singer -Ética Práctica-

Í�rica práctica

es más conondo por su t r.J fJJ)O en e l cJmpo de 1.1 esti•t ic.t . llno de

los que s<' c.tyeron de 1.1 hs t .t er.t el doctor Anton L<' IS I , .w tor de

un l ibro que ofrece .trgurnentos t' l iCos <'n def<.ns.t del derecho J I

J borto,4 e igualmente coedi tor de Arwlysc & Kri l i k , un.1 de ! Js pocJs

publicJciones .tlemJ n.ts en el campo de IJ filoso fi.t <'n J .¡ l íneJ de

los países Jnglos.l joncs. IróniC.lm<'nlc , un recl('nte núme ro csp<'Ct.d

de la revista <'St .JfJJ dcdic.Hlo .1 l;uca Práciica y .d tern.l d(' !.1 hbert .Hl

aca<h; rnicJ <'n Alernant.L "

En fébrero de 1 99 1 S(' Ib .I ,1 celebr.�r un.t mesa r('doncLI en

Fr.1 n k fiut , orgaruz.1d.1 con¡ untJrncnte por sect ores d('cbc.Hlos ,¡ la educación de .td u l t os t a n t o d (' !.1 Iglesi.l c.1 tóh c.1 corno de !.1

pro t es t .m t e . 1�1 tern.t er.1 "Ayud.1r .1 rnonr" , y ent r(' los p.lrt i Ci fl.l tl l<'S

se encontrabJ Norl)('rt Hoers ter , un c.u edr.í t ico de }unsprudenn.1

J lern.ín muy res petado, qul ('n h.1bí.1 cscnto en .1poyo d el pnncipio

de la <'u t anas i.L Cuando S(' Ib.t . 1 proceder .1 celebr.1r ! . 1 n•tmión, un

gru po de person.1s se enfrentó .1 los orgMuz.tdor<'s, .1cus.indoles

de propornonar un.1 tnbun .t ,¡ "un L1s nst .1" y .1 "un def(·nsor del

exterrni ruo masivo moderno". Dist nb uyero n panfl e t os con el t i tu lo

"Ninguna dtscusión sobre la vid.t y !.1 muer te" . La n· uruón se tuvo

que suspender

El Simposio I n t e rn .teiOn.d Wi t tgenst ein , celebr.tdo .m u.t lrne nl<'

en K i rch bcrg, Aust ri.l, se h.t consohcl.Ido corno uno de los pnn

cipales congr<'sos fi losóficos en e l contm<·nt<' europeo. La XV

Conf(·renci.t I n t ern.lcion.d Wit tgenst<'In tba .1 celebr.trse en .1gosto

d e 1 99 1 , con e l t ernJ "i'•: t ic.l Ap hc.tda" . Id prograrn.1 lúe pn·p.1r.1do por

filósofós del I n s t i t u t o d<' Filosofi.1 d (' ! .1 l ln ivcrsid.1d de S.ll:t.burgo

4 Eme Frugc de.\ Lcbcm: Eilllk dn Ahif<'lhung und Ku n.11iJdH·n Bdrud1 1 ung (h.mkfilrl

C.unpus, 1 990)

; Anuly.1c & Kn11k . IJ. de <hnernbre. 1 990

422

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Apéndice

Entre los ponentes invi tados se <'ncontraba el profésor Georg

M<'ggle , de la Universidad de SJ.Irbrücke n , ('l prof(·sor R. M .

H.ln', ant iguo t i t u lar de la cátedra W l u t e d e Filosofia Moral de

la Umversidad de O xfórd, y actualmente catedrát ico de Ftlosofia

<'n la U niversidad de Flonda, en Gamesvtl l e , y yo rnisrno. Cuando

se lucieron púbhcos los nombres de l os invnados, se arnenuó al

pn•stdent<' d<' la Sociedad Austnaca Ludwig W tttgenst ein , e l doctor

Adolf H übncr, con que S<' mterru rnptria el simposio .1 menos que

s<' ret i raran las mvttanones al doct or Meggk y a mi rrusmo. En otras

dtscustom·s púbhc.1s con los oposttores a l programa, la amenaza

de boicot S<' extendtó a o tros catedrát icos invitados: Har<', K l iernt ,

Hoerster , y e l profesor D iet nch Birnbachcr del Departamento d<'

Ftlosofia de !.1 Gesamthochschule d<' Essen 6

El doct or Hübner no es filósofó ; <'S un ve tcnnario agrícola

r<' l irado qu<' sólo leyó (.:tica Práctica despu<'·s d<' que aparecieran

las protestas. Sm embargo . a l leerlo s<' fórrnó la opnuon, tal y

corno publ icó <'TI un periódiCo d<' Aust na, de que las protestas

estaban " tot al rn<'nte ¡ ust Ificadas" i En una l arg.1 carta a la ¡ u n t a de

dm·cnón de la Socl(•dad Austnaca Lu dwig Wi t tgenst e i n escribió

que " corno resul tado d(' l a mvitanón a filósofós que defienden

la postura de qu(' l a ('t ie<l puede f\mdarn<'nt arsc y desarro l larse

de Igual manera que una ciencia cri t ica ob¡et iva , h.1 surgido una

crisis exis t ennal para e l Snnposio W i t t genstein austn aco y parJ la

'' llu r.mte el período en el que se ,¡v¡vó l a oposiCIÓn a l Snnpos10

W l l t gens t e m . se· dese nb1ó a estos filósolós u u hundo t (•rn!lnos

¡wns.,dos p,¡ r,¡ provoc.�r un.¡ res puest.l hosul en un "número <'S JH'Cl<ll

sobre !.1 <'Ut,¡n.!SI.l" de !J n·viSt.! ,¡ust n.H".l r·rmhung heure (lu edurauón hoy)

( In nsbru c k . 1 9 9 1 ), p :l/

1 Adolf I lübner, "Futh.HlJSIC <hskusswn nn (;e!Sl<' I .udw1g W!ttgenst<•lfl"�"

IJcr Standard (VH'n.!), }. 1 de rn.1yo. 1 9 9 1

423

Page 227: Peter Singer -Ética Práctica-

I!'t ica prácrica

Sociedad Wittgenstem" B ! .a rdérenna J la "cienna cri t ic,¡ ob¡et iva" es sorprendente, dado c1ue Hare, en fl.lrt icu l.u, ha dechcJdo gr.m parte de su vida a subrayar las d¡{(·n·nciJs entre los JU ICios y l.ts afirmaciones (•ticas J lJs que se aplican normalmente l.ts nociorws de verdad o falsedad ob¡elivas.

Según algunas infbrm.tciones, los grupos que se oponían amenazaron con poner en escena un,¡ representJción dP "K1rchberg ba¡o los nazis" si no se ret irJban IJs mvitanones. Esta amenJza demostró ser tan poderos.¡ que se d1ce que el sector de la hos tderí.t de Kirchberg declaró que se negaríJ J .Hender J los fi lósofbs dur,mte d simposio.'1 Para su buen cr(•di to, e l cornit(• orgJ niz.�dor se resist ió J la pro puesta ch·l doctor Hii brwr d e ret irar l.1s inVllJCiones J aqlH•Iios fi lósofós contra los que H>Jn dirigidas l.1s pro t es tas . En vez de eso, n·cornPndó que se cJncPlJra el si rnposw en su totJhdJd, dado que la int ervención públicJ del doctor H iibner en el deb.t te ha bía hecho muy poco prob.1ble que e l s i mposio pud 1ese celebr.trse sin incid entes . lil cornil(· eh• IJ Socwc!Jd AustriJcJ WittgPnst ein, contra !J voluntJd del rmsmo Hiibner, Jceptó estJ n•comendJción El Simposio Wiltgenstpm no se celebrJr.i en 1 99 1 .

Para los que cn·en que h.1y un gr.1n consenso Pn todJ Europ.1 OcndPntJI

en arx>yo de lJ libprt,¡d de pensamiento y de deb.ue m gPnerJI,

y de la libPrt4d Jcad(•mica Pn p.!rticul.tr, estas Psn•n.¡s ,¡sombran.

Sin embJrgo, no Ps t.m dificil c·xplicJr cómo se desJrroll.mm. I ..¡

424

R "[)¡e• knsPnh.•lie Snu.1 1 10n der Os!('rrc•¡duschen l .udw1g W¡ttgenstem Gl'sl'llsch,¡{ i , ,¡usgelost d urch <he l'ntl.•dungspraxiS t.urn Thern,¡ 'Angew.lildte Et fu k "' (texto sm pubiic.n)

" M.nun Stürnnger, "Em Totungshdl(·r rrut f:¡scfus!Ischern (;ed.lilkengut'" !)¡e Weltwoche (Zunch). Ll de rn.¡yo, 1 99 1 , p H:�

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Apéndice

historia t iene su corruenzo en unos aconteCimientos en los que

Pstoy implicado de fórma d irecta. Surge de una inV Itación que

recibí para parllnpar, en ¡ uruo dP 1 989, en e l Simposio EuropPo

sobre "BioingPniería, fit ica, y Discapacidad Me ntal", organizado

con¡u ntarnente por l .Pbenshilfé. la mayor organización alemana

dP padres con hi¡os con discapacidad intc· lectua l , y el Instituto

del Obispo BPk kers, una organizauón holandesa que traba¡ a en

P i mismo campo. El s 1mpos¡o se 1ba a celebrar en Marburgo.

una nudad u ruversit Jri;¡ de Alemarua, ba¡o e l auspicio de la I .1ga

Int ernauonal eh• Sonedades para las Personas con Minusvalías

Mentales, y la Asociación Internacional para el Estucho Científico de

la DeficienCIJ Mc·ntal . El programa f)Jrecía impresionante; ch•spués

del discurso maugural por parte del rmnistro cJe. Asuntos Familiares

alemán, Pn PI congreso ibJn a partiupar destacJdos expertos en

gen(•tica, bio(· t ic.t , teología, y del derecho de la atención san itaria

de los Estados Unidos, Canadá, los PaísPs Ba¡os, Inglaterra, Francia,

y. por supuesto, Alemania. An•pt(• !J mvitación; y dado que de todas

maneras 1ba J estar en AlemamJ, tambll'rl Jn•pt(· unJ invitación del

prof(·sor C:hnstoph Anstótz, prof(•sor dP Educación Especial dP la

U niversidad de Dort rnund, para dar una conf(·rencia unos cuantos

días más tarde con el terna "¿T1em·n los reci(•n nJcidos con graves

discapandades derecho a la vida7"

M i intención en Pstas conf(·rencias era dpfl·nder una postura

a favor de l.1 cual había presentJdo mis Jrgu mentos en obras

antenormente publicadas: que los padres de ren(·n nacidos con

graves discapacidades deberían pockr denchr, ¡ unto con su médico,

s1 su hqo d ebería v1vir o no. Si los padres y su consejero médico están

c!P acuerdo en quP !.1 vida del rpcit:•n nacido será tan desdichada

o tan vacía de las sat ¡sfac:ciones mínimas que sería mhurnano o

mútil prolong.1r la vid.t, en este c.tso se les debería asPgurar que

42'>

Page 228: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica práctica

la muerte se producirá de fórma rápida y sin su fi-imiento. Esta

d ecisión se puede alcanzar de fórma razonable si , por eJemplo,

un beb{• nacía con anenccfalia (el t i•rrn ino significa "sin cerebro" y

los recién nacidos con este mal no t ienen nmguna ex pectativa de

ganar la conciencia), o con un trastorno cromosomát ico importante

como la trisomía 1 8 , en la que se dan anormalidades del sistema

nervioso, órganos internos, y rasgos externos, y la muerte llega

siem pre al cabo de pocos meses, o corno má xnno .I los dos arios;

o en casos muy graves de espma bífida en la que una mi•dul.I espinal

expuesta provoca parál isis de cmtura para abaJo . incontmen cia de

la vejiga y los intestinos. aumento de fhJ I(lo en el cerebro y. a

menudo, retraso mental . (Si estas enf(•rrnedades fúesen det ectadas

en exámenes prenatales, muchas madres deciclJrían abortar y su

decisión sería ampliamente entendida).

! .os padres no siempre pueden tomar una decisión irnrl.lrcial

sobre el fi11 uro de su h iJo reci(�n nando, y su decisión puede no

ser dcl(·ndible. En algunos casos -quizás en el síndrome de Down

puede que la perspectiva del n i r!o sea una vida sin sufrmuento,

pero e l niño necesitará mucha más at enCión y asistencia, d urante

un período más largo de t iempo. que e l que requenría un niflo

normal. Algunas pareps. al sentir que no se encuentr.m en sit uación

de proporcionar la atención req uenda, o que serí.1 pequc!In.d par.!

la farnil ia ya existente intentar hacerlo, pueden oponerse a mantener

la vida del niño. Sin em bargo. es posible que haya otras pareps

que deseen dar al nifw un hogar adecuado; o que la comumdad

se encuentre en disposición de asurrm la responsabilidad de

proporcionar aten ción mi·dica y de asegurar que el mr!o cl !sfrute

de unas condiciones razonablemente buen.Is para llevar una vida

satisfactoria y poder desarro l lar su potencial . En estas circu nstannas,

dado que e l nifw no tendrá una vid,1 l lena de deschchas no

426

441

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Apéndice

compensadas, y los padres no se verán coaccionados a mantener a

ese niño, ya no podrán seguir insistiendo en tener el papel principal

a l a hora de tomar las decisiones de vida o muerte con respecto a

su hiJ o 10

Por supuesto, esta postura d iscrepa de la doctrina convencional

sobre la santidad de la vida humana; pero existen di ficultades bien

conocidas a la hora de def(·nder esa doctrina en t(• rrninos laicos,

s in sus tradicwnales apoyos rel igiosos. (Por eJemplo ¿por qui�.

s 1 no es porque los seres humanos estarnos hechos a imagen

de Dios , debería e l l í rrute de la vida sacrosanta coincidir con

e l l ímite de nuestra espeue7) Entre los filósofos y los e xpertos

en bw(•tica , la postura que yo iba a defender no es en modo

alguno e xtr aordinana; s1 no ha alcanudo totalmente d nivel de

la ortodoxia, esta postura, o algo muy pan·udo. uene u n amplio

apoyo por parte de los estudiosos más prest igiosos del campo de

la bio(·tica y de l a ética aplicada l l

10 l lay una br<'V<' r<'S<'fl,¡ d l' las rat.on<'S por las qu<' m.mt<'ngo l'sl a poslur·l

<'ll !'oiJ(a Prá<llnl, capitulo / ; y una ckscnpnón mucho m.is dl'tallad.l en

l l<'lg.¡ K uhs<' y l'<'lcr Smger Should thc Baby I.m' (Oxfórd \Jmvemt y Pr<'SS ,

1 98�) . Vi'as<' t.unb1i'n l'l' t er Smger y ! !<'lg.¡ Kuhse, "The Future of llaby

! lo<'" , Thr Nrw York Rcv�ew (1 d<' m.uw, 1 984) , pp. 1/ 22

1 1 Aqui apar<'c<' una sekcnón .mnqu<' S<' podri.m .uüchr muchos m.is

! l . Tnslr.un l'ng<' ih.udt , ) r . , The FoundatJOnl of Bwctluc.1 (Oxfórd \Jmv<'rslly

Pr<'SS, 1 986) , R . e; Fr<'y, R1ght1, Kdhng cmd Su!Termg (l\l,¡ckwell, 1 98:1 ) ;

jonath.m c;lover, Cou11ng Dcc!lhs a n d Sav1ng Livr.l (P<'ngum, 1 9'll) ; j o h n

l ! .nns, Thr Vuluc of I.cfc ( I .ondon Rout ll'dge a n c l Kegan P a u l , 1 98�) ; Jarn<'s

Rachels, Thr End of !.1fe (Oxfórd \Jn¡vemty l'r<'SS. 1 986) ; y Crcated from

Arurnail (Oxfúrd \Jruv<'rSlty Pr<'SS, 1 99 1 ) , M1chael Tooll'y. Abornon cmd

lnfanl!ndr (Oxfórcl Uruvers!ly Prl'SS, 1 98:1) . y l'l hbro d<' l i<'lg.l K uhs<' al

c¡u<' ya lll<' h<' r<'f(·ndo Jrll<'norrnente, The Sanrllty of I.rfe Dortnne m Medrrrne

A Cnnqur

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Page 229: Peter Singer -Ética Práctica-

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Page 230: Peter Singer -Ética Práctica-

Iit i ca práctica

de Dortrnund dend ici que l.1 conf(·renna que yo teni .1 prev 1st .1 .1 l l i

no tuviera lug.1r.

Sin ernll.lrgo, (·se no fiw el fin de mis ex¡wnencids en Alernani.I ese verano. El doctor (;eorg Meggle , C.lt edr.í t ico de hlosofi.1 de la U niversid.1d de S.!.1rbriicken, me mvit ó .1 d.1r un.1 conkrenci.1 en su universi<bd p.1r.1 rnostr.1r que er.1 posible en Aletn.lfll.l <hscut ir sobre la (•tica de l .1 eut .1nasi.1 de fórm.1 r.ICIOndl . Yo esper,¡ !J,¡ .1provechar esta oc.lSIÓn p.1r.1 denr que, .1 \lnque entend í,¡ y .Ipoy.¡!J ,¡ fiwrt errwnte todo esfiwrzo p.1r.1 impe<hr el resurgir de l .is i<k,¡s n.Izis, mis ide.1s sobre la eut.ln.!SI.l no ten i.1n de nmgún modo nad.1 que ver con lo que hicieron los n.1z1s. A dd(·renn.I de l.1 I<kologi.I nan en la que el est.1do deberi.I deci<br qtu(·n merecía VIVIr, rru postur.1 est.1ba idead.! par.¡ disminuir el poder dd est.1do y perrrut ir .1 los padres tom.1r densiones cnKi.!les sobre L1 v¡d,¡ y L1 muerte, p.1r.1 si mismos y, consul t .1ndo ,¡ sus mi-d icos , con respecto a sus hiJ os ren(·n n.1cidos. Los que ,¡rgument.m que swmpre est .í m.1l dendir que tm.l v1d.1 hurn.m.¡ no merece L1 pen.1 tend ri.1n que denr, p.1r.1 ser coherentes, que deberi.lfnos us.�r tod.1s L1s t (·cnicds de L1 medtcma modern.1 par.1 prolong.1r lo máxnno posible !.1 vid,¡ de todo reci(•n n.1cido, independientemente de lo sombri.1s que pued.1n ser l.1s perspect iv.1s del ren(•n n.1cido y de lo doloros,¡ que pued.1 ser su existenci.I. Con t ()(l.! segund.1d , esto seri.1 dem.ISI.Ido cruel p.1ra que nulquier person.1 con sentimientos hurn.mos lo d d(·mhese.

Pero exponer esta I < Je,¡ t .HI evident e demostró ser m.ís dificil de lo que yo esper.1b.1. Cu.mdo me lcv.1nti' p.1r.1 tom.Ir L1 ¡MLibr.l en Surbrúcken, fúi renb1do con un coro de sdl) l(los y voces que proveni.m de tlfla p.1rte rrunont.m,¡ de L1 .1 \ ldienci,¡ ernperüd.1 en impedir que h.1bl.Ir.1. 1�1 prof(·sor Meggle ofrenci ,¡ los m.�rufést.mtes la posibihd.Id de exponer l.1s r.1zones por l.1s que pens.1b.m que yo

430

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Apéndice

no debería t ornar l.1 pal.1lna . I•:sto demostró hast.1 qu(· punto rm

postura habí.1 sido malentendi<l.!. Evidentemente muchos creían

que .1 mvel polí t iCo me eriContrab.l en 1.1 extrem.1 derecha. Otra

persona sugirió que yo careCÍ.! de la expeneno.1 con los nazis que

los alemanes h.1bían su fi-Ido: (•st.l y otras personas de la .¡udtenn.l

se qued.1ron perple ¡.1s cuando les dt¡e que yo er.1 ht¡o de rdügtados

¡udíos austrucos, y que t res de rms ,1 buelos h.!bí.lfl muerto en los

urnpos de conce ntr.1nón n.1zts Algunos p.!rt'CÍ.lrl creer que estall.l

en contra de t oda med1d.1 que supus1er.1 un av.mce en la s i tu.1cicin

de los discap.Ktt.ldos dentro de !.1 sonedad, rruentr.1s quP de hecho,

.l tmque m.1nteng.1 que algunas vtdas se encue ntran tan destrozad.1s

desde el pnncipto que es me¡or que no s1g.1n .1del .1nte, tambi(·n

neo que un.1 vez que se h.1 perrmtido que tm.l v1d.1 se des.1rrolle,

se deberí.1 en todos los c.1sos h.1cer todo lo que est(• en nuestr.1s

manos p.1r.1 que es,¡ vi<id se.1 lo más S.lllsfacto n.l y nc.1 postble,

mduida l.1 me¡or educ.lci <·m postble , .¡dapt .!d.I .1 las I wcesid.1des

del mfw, p.1r.1 potenc1.1r .1l m.íxnno l.1s h.1bihdd(les ¡MrtiCulares de

l.1 person.1 dtsC.lfMCit .ld.l

Otro coment.1r10 c.1sual most rab.1 un.1 ¡gnor.1nn.1 to d.1via mayor

con respecto .1 rru postur.1 . Un det r.1ctor citó un fr.1gmento en el

que yo cornpar.1ba lJ c.!p.1nd.1d de los hum.1nos con disc.1pandades

int electuales con los .lfllm.lles no humanos. L.1 fórrn.1 en que de¡ó

flot ando su nt.I , corno si por SI rrusm.1 füe r.1 suficie nte par.!

conden.1rrn e , rne hizo dJrrne cuent.l de que d cre í.! que yo

mst.1ba .1 tr.1t.1r .1 los hum.1nos disupKit.ldos de tgu.1l m.1nera

que tr.1 t.1mos .1 los .mtrn.1les no hum,mos en l.1 .1ctU.!hd.1d. f.:s t e no

ten í.l conocmuento de que rrus opnuones sobre cómo deberíamos

tr.1t.1r ,¡ los .uu m.1les son tot .1 lmente dd(·rentes de l.1s acept.!d.Is

convennon.Ilmente en l.1 soned.1d o<-c ident .l l . Cu.lrldo rephqu(·

que , en rru opnucin , co mp.1r.1r .1 u n ser hum.mo con un .1nim.1l

4:� 1

Page 231: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

no hu mano no s igmficaba que debería t ra tarse ,¡J ser humano con

menor consideración, sino que se debería t r.l tar ,¡ los .mnnales

con mayor consideración, esta per�on,1 me pregu ntó por qui·

no usaba mi talento para escnbir sobre la rnor.1hdad de nuestro

trato a los amrnales en lugar de sobre la euta n,!SI,l . Nat malrnente,

contest(· que ya lo había hecho y que, de hecho, era más conocido

en paises anglosa¡ones preCisamente por rru opinión sobre el

suffimiento de los amrnales criados en gran¡as cornernales, y usados

en experimentos rn(·dicos y psicológicos, y sobre la necesid.HI de

la l iberación amrnal; sm embargo, podía observar que un,¡ gran

parte de la audienCia snn plernente no se creí ,¡ que pudiese ser

conocido en ot ros lug,¡n·s por algo ci i fl>rente a rru postura a fJvor

de la eutanasia. I1

Perm i t i r !.1 expresión de estos rna)ent encbdos, ,d menos, me

propornonó una oport urudad de r(·phca . Ot r.l persona subió ,1

la tribuna para mdicar que esta b.1 de .!Cuerdo en que rto era

m·ces.1rio us .1r los cuidados int enstvos p.1ra prolong.1r t od.1 v ida ,

pero perrrut i r que un reci(·n n.lcido muera era dd(·rente , ¡ t orn,¡r

rnedid.1s activas pa r.1 poner fin ,¡ la vtda del ren(·n n ,! CJdo, lo que

provocó una ci iscusión aci ici o n a l , y de esta ma nera al fin.1l t u vnnos

un debate l.1rgo y no t ota lmente mfruct uoso. Al menos, parte de !.1

14 M1 l i bro Anmwl I.ilwro twn (R .mdo rn l l ollSe, 1 9/S , segun d., ed1nón n'vlS.Hi.l,

N('w York Rr•v¡cw/R.mdorn l ! ollSc , ! 990) liu· pubhr.1do r·n Aie rn.m¡,¡

432

ron el t i tu lo lldmung dcr T1erc' (M umrh 1' I I Irth.unmcr. ! 9 H2) pero no r·s

rnuy conondo. De cualquH'r rn.1 n c r a . {:flnl PrciCIK<J con t H·nc dos c.tpít u los

que n·sunu·n n u opnuón sobre los .umn.d r·s. por lo t .l l l lo !.1 resp•u·st.l

CH'rtJJIH'lllc uHhcaba que la rr1ayorí.1 de los que protc�t J.bclil no hab í.tn

leido el l i bro r·n e l que se b.IS.lb,, su post u r.l rontr.111.1 .1 !.1 l r lVl l ,l('!Ón que

hJbi.l renl)l(!o !'·"·' fMrlln p.u

J. • •

• •

iJ ., ' • :¡

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Apéndice

audiencia se marchó con una infórm.1ción mayor de la que tenían

al p rincipio ! '

Los acontenrm e n t os del verano de 1 989 h.1n tenido unas repercu­

siom·s continu.1s en !.1 vida i n telectual alemana En e l lado positivo,

los que habían buscado ahogar la poli· mica sobre la eutanasia pronto

descubrieron que, corno ocu rre a menudo, tratar de suprimir las

ideas sólo consigue que esas Ideas tengan una mayor audienu.1.

H pres t igioso penódico semanal h beral de Alernama, Die Zci t ,

publ icó dos artículos que most raban fielmente los argu mentos

en favor de la eutanasia, e igualmente discut ían sobre el tabú que

había impedido un.1 discusión abierta sobre el terna en Alemania.

DeiHdo a este vahente t raba¡ o penod istico, D1e Ze11 se convirtió en

blanco de las protestas, y ¡iranz Chnst oph, líder del " Movnniento

de Mmusv.ihdos", encadenó su sil la de ruedas a las puertas de

las oficmas de redacCión del penóciico . ! .os redactores de Die Zeir

mvitaron a Chnstoph a t ornar parte en una cbscusión grabada con

los redactores del penóclico y una o dos personas más sobre SI el penódico tenia razón al pl .mt ear el te rn,¡ de la eutanasia. C:hnstoph

aceptó, y la t ranscnpción file publicada en otro ext enso articulo.

De rnaner.1 pn·vis!ble, tal y corno ocurnó en Saarbnicken, lo que

cornent.ó corno una conve rsación sobre st se debería dtscutir o no

sobre la eutanasi.! se t ransfórrnó, muy pronto , en un debate sobre

la propta eutanasta.

" Por r·st.l r . 11ón uno de los m.1mlést.mtes. mlórmJndo de los hcrhos e n

una pubhcJnún cst ucl iantd, de¡() cl.no que ent r.n . 1 dtscu t t r connugo

('(HISIIIU Í.l un ('rrOr I . ÍC! l('O Vi·,¡sr• l lolg<'r llor ii: "Smgcr ltl s,,,nbrurk<'n."

!Jnlr<'VU<: (S<'tll<'Si r<' d(' ltlVl('rflO, 1 9 H9/90), p 4/

433

Page 232: Peter Singer -Ética Práctica-

f·rica práctica

Desde ese momento, el debate sobre la eut,masia fiH· recogido tanto por la televisión alemana, corno por la austnaca. E l resultado fue que varios millones de persona� leyeron o ('scuch;Hon en la televisión mis opiniones, en lugar de los pocos CJ(•ntos que lo habrían hecho con las conf(•rencias en M.1rburgo y Dortrnund. El Deursche Arzrebla r r . la principal n·vtsla rn(•dH·a alemana, publicó un artículo de H elga Kuhse t i tulado "Por qu(· es inevitable la discusión sobre la ('Utanasi,¡ lambi(•n en Alemania", que cho lugar a un extenso debate en números postenores . t 6 En círculos fi losóficos, la discusión sobre la (· llca apl icada en general, y sobre la eut anasia en parllcular, es en la actualidad mucho más viv,¡ de lo que lo era antes de 1 989, corno lo inchca e l número especial de Analyse & Kririk al cual ya he hecho rd(•rencia. Igualmente, las cuestiones t'l icas se discuten con mucha más frecuenna en la anualidad que han• dos años en revistas sobre educ.1ción espen,¡ J .

De igual manera , la protesta d io un impulso ,¡ las flops ventas de la edición alemana de toca Práctica. Se vendieron más e¡emplares del libro en un arlo a partir de ¡unio de 1 989 que en los cmco arws transcurridos desde que se publicó en Alemani,L En la .Kt u,lhdad, toda persona 1mphcada en el deb,tle ('TI Alern.uu,¡ parece t (•ner p nsa por pu bhcar un ltbro sobre la eutan,lsia . Con la excepción de los dos hbros de Anstótz y eh> L(•Jst , que contienen argumentos (•licos verdaderos, los libros publicados hasta L1 f(·cha presentan algún inler(·s p.1ra los que desean es tuchar el pens,uruento de los

434

' " l !elga Kuhs<' , "W,mun Fr.lg<'n der hnh.m.lSI(' .ll!ch m l ktl l schl .md unvt'ff!H'ldhch smd" Dc·uLI<IH· Arllcblcl l l , No. 16 (19 d<' .dm l , 1 990), pp t 24:� 9; C.lfl,lS d<' .dgunos l<'cior<'s, y un.1 n·sput•st .l d<' Ku hs<' se· t•ncut•ntran <'fl PI No. :� ; (B d" st•pt"·rnbn·. 1 990), p p 26% /04 y No :�8 (20 d<' sc·pt "·rnbr<'. 1 990), p p 2/<J). 6

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1 • '1

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Apéndice

alemanes contrarios a la hbertad de ex presión, pero no por otro

tipo de razón . ! 1 En su mayor parle cada u no de estos hbros parece

haber sido escrito bajo una fó rmula que es más o menos asi:

1 Citar unos cuantos pasa¡es de (!rica Prácttca seleccionados para

chslorswnar el senttdo del libro.

2 Expresar horror porque alguien pueda denr tales cosas.

3 Hacer una burla sarrásttca de la idea de que esto pueda pasar

por sPr filosofia.

4 Hacpr un paralehsmo pntre lo citado y lo que los n,tzis pPnsaban

o hicipron .

Sin embargo, tambi(•n es necesano llamar la alPilctÓn sobre un

aspecto rwgativo de esta fórmu la:

t, Evitar discutir ninguna de las sJg\llentPs cuPstlom·s peligrosas: ¿hay

quP rnantPnPr la vtda humana hasta el máximo posible? Si no PS así,

en los c,tsos t'n los qup el panente no puede y nunca ha tenido la

oportumdad de expresar una prd(·rencia, ¿cómo se van a tornar las

densJont•s para poner fin al tratarmento, sm valorar la calidad dP v¡da

dPl pant•ntP1 ¿Cuál es la anportanna moral dP la chstinción entrP

1 / La hst,¡ d <' hbros pubhcados <'nlr<' <'n<'ro dt· 1990 y J U!liO d <' 1 991

d<'thcados J <'SI<' t<'tn.l mclu y<' los stgul('lll<'s ( ' Ansto tt., Etluk und

Bchmdcrung (B<'rlín, hhuon M.1rhold, 1990); l B.lStl.lfl, t'dltor, Dcnkcn,

Sdnc1bt•n, Totcn (Stuttg.m l hr!.el , 1990); l Bruns, lJ !'Jns<'hn, y lJ. Sl<'n·k .

Todhrhc Etluk (l !.unburgo: V<'ri.•gL.!H'rt.nt· Asso/.tJt lon, 1 990), Fr.utz Chnstoph. Todhcher Zeltgmt (Co!ont.l K l l•pt·nht·ut•r und Wltsch, 1 990); E

Klt•t•, Dunh Zyankuh Erlost (Fr.1nkfúrt . !'lsch<'r, 1 990), A. l.<'IS!, <'dltor, Urn Lcbcn und Tod (Fr.mkfi1rt . SuhrkJrnp, 1990); y O Tolm<'m, Gc.schat7lc.l Lebcn

(! !arnburgo Konkr<'t l .I IPrJtur V<'r!Jg, 1990) A los c¡u<' pronto S<' urm.i

<'1 c¡u<' probJb!t•rnentt• S<'r.i <'1 l!H'Jor h!Jro sohr<' <'1 Jl"tuJ! d<'h.ll<' t•n

Alern.uuJ. R. l !<'gs<'lrn.mn y R . M<'rk<'l. <'<htor<'s, Zur Debcltle ubcr Euthanas1e

(Fr,mk fint · SuhrkJrnp. pn·viSto ¡MrJ S<'fll"'mbre d<' 1 99 1 )

435

Page 233: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

provocar la muerte del paciente retirando el tratarruento necesarw para prolongar la VIda y provocarla mediante una mtervennón activa7 ¿Por qu(' es la deft'nsa de la eutanasia para los recl('n nacidos con graves discapacidades mucho peor que la ddt'nsa del aborto l i bre, hasta tal punto que las mismas personas que defienden el segundo, SP megan mcluso a rt'COTI<Ker d derecho a discut ir la prirnPra7 Por supuesto, lo irónico de estas n'uente; publicaciones es que i ncluso los que se muestran muy crít icos con mi postura promueven, con la pubhcanón de sus l ibros y art ículos, u n clima de debate sobre el lema. Incluso Franz C:h ristoph, a pesar de en cadenarse con su s i l la de ruedas a las oficmas de Die Ze i t porque publicaron artículos sobre rrus opiniones con respecto a la euta­nasia, ya ha publicado su propio l ibro sobn' el terna. A l principio, prot esta fúertemente que su l ibro n o es una contnbunón al debate sobre la eutanasia, smo un l ibro contra este debate, aunque resul ta evidente qup no sp puede publicar un l ibro sobre mantener un debate sobre la eutanasia o no sm fórnentar e n t re lectores y crít icos la reflexión con respecto a la propia cuest ión de la eutanasi ,¡ _ 1 8

4:�6

I H V(•,¡s<· , p o r <'¡ ernplo, c o rn o R u d 1 T.¡rneden, crit1co de u n .¡ ,¡soc!.\Ción de <hsrmnualos , y rnuy n·rc.1no , ¡ IJs pos1nones de C:hnstoph , dentro de su <TÍI!c,¡ se V<' obhg.alo ,¡ pl.mt <•,¡rw cue.qwn<·s corno. ",ExiSten e n re.1h dJd sl lu,¡nones extrern,¡s de sufrmuen t o h u rnJno, l irn H<·s . 1 lo q u e s e pueck S<>pon.�r"1 ¡ Re,¡l rnente s o y culpJbie de desprcno ,¡ J .¡ hurn,nudJd /"Men.«hrnvercnhtung", li'rrmnc .1 menudo u t d u .. Hio en Alern,nu,¡ p.¡¡,¡ descnlm de lo q u e se supone· que yo soy culpJ bl<·, P S / S! t r.Ho d<' tener esto <'n CU<'lll,l'" RlHil TJ rneden, "Wo .1lles ncht1g IS I , bnn es .ll!ch keme Schuld rnehr gelwn" (rewr¡,¡ de Fr.nu. C:hn.stoph, Todll lhn Zcugmt y Chnstoph Anstot/, Etiuk und Jlcll lndnung) , ZeuHhnft fur ! lcdpodogog¡k Vol 42, No 4 ( 1 99 1 ) , p 246

.,Q

Apéndice

Desgraciadament e, los aspectos negativos de est os acontecimientos

probablemente tengan mayor peso. Los incidentes descritos a l

principio, y e l a mbiente de represión y de i ntimidación que h a n

evocado constituye e l aspecto más amenazador. Todo e l q u e ofrezca

un curso en A lemania basado en el l ibro Ética Práctica corre el riesgo

de sufrir las mismas protestas y a taques personales que el profésor

Kl iemt tuvo que afrontar en Duisburgo. Recientemente un fi lósofó

de Berlín me contó que no era posible ofértar u n curso sobre Ntca

aplicada en esa ciudad haga o no ref(:rencia a mi l ibro- porque este

curso estaría a bocado al boicot.

U n aspecto siniestro de este ambiente es una cierta a utocensura

por p arte de los edi tores a lemanes. Ha resultado tremt' ndamente

diflci l encontrar u n editor para publicar la edición alemana de Should

the Baby Live7 , relato actual izado y más completo de mis puntos de

v¡sta (y los de la coautora H elga Kuhse) sobre el tratamiPnto de los

recién nandos con gravPs discapacidades. A la vista de la actual

po lt'mica, no parece haber dudas sobre las buen as perspectivas

comerCiales de l a ecüción alemana del l ibro ; aún así, uno tras

otro, los ed!lores a lemanes han rechazado su publicación, incluso

desput'S de que hubiese sido recomendada por los redactores, cuyo

consqo normalmente es aceptad(J sm vaulación .

Para los interesados Pn el estudio o la enseñanza de la bio('tica

o de l a t't !Ca aplicada en Alemania, l as consecuencias son todavía

más graves U prof('sor Christoph Anstiitz, por haberme invitado

a dar una conf('renna e n la U niversidad de Dortmund, se convirtió

Pn blanco de una campaña hosti l que t enia por obJ etivo que fi¡pse

dPspedido de sus obligaciones docPntl'S. Se recogieron firmas y

se mandaro n cartas al mmistro de Ciencia e I nvestigación del

Pstado del Rin Septentnonal- West faha, en e l que se e ncuentra

Dort mund. Las cartas estaban firmadas tanto por pro fl>sores como

437

Page 234: Peter Singer -Ética Práctica-

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Page 235: Peter Singer -Ética Práctica-

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Page 236: Peter Singer -Ética Práctica-

¡;·tica práctica

Por supuesto los alemanes todavía siguen luchando par.1 com­prender su pasado, y es que e l pasado alemán es muy ddlnlrnente entendible desde un punto de vista ranonal . Sin embargo, existe u n tono de ÍJnatismo peculiar con respecto a .ilgunas de las partes del debate alemán sobre la eutanasia que va más allá de la oposinón normal al naZismo, y que <'n vez de esto empieza a parecerse J la propia rnenlahdad que !uzo postble el naztsmo. Para ver es ta act u u d en la pr.ictica, basta prest.n atención no a la eutanasia, sino a una cuestión que, para los alPrnanes, sp encuPntra estrechamentP relacionada y constituye un tPma tabú de la misma magnitud : la eugenesia. lü1 Alemania en la actualidad, debtdo a que los nazis practicaron la eugPnesia, todo lo que teng.1 a lgún t ipo de relación con la ingemería gpn(·t ic.l SP <'ncuPntra manchado dP Implicaciones nazis. El ,¡ t ,¡qup mcluye el rPchazo . ! l diagnóstico prenatal, cuando a (•ste le stgue el aborto select ivo de ktos que sufren el síndrome de Down, espma bífida, u otros def(·ctos, e incluso lleva .1 crit icar la consult.1 gen(•ttca dtserüda par.1 evitar que se connban rur1os con d ef(·ctos gerd•t tcos . Igualmente ha provocado que el parl.unento .ilern.ín apruebe por unannrudad una ley que pro h íbe toda ex¡H·nrnent.ll·ión no ter,¡p(·ut iC.I con embriones hum.mos Corno cont r.1ste, e l fl.lrl.nnento brit.ímco h.1 apro bado H'CH'nternente, con una rnayoríJ sust.m nal en ambas cámJras, una ley que perrrute 1.1 experirnentanón no terap(·ut icJ con embriones h.1stJ dos sernan.1s despu(•s de la krtihZJ.nón .

Para entender lo extrúio de !.1 s i tuanón, los lectores de p.1íses

anglosa¡ ones deben recordar q u e esta o posición no proced e , corno

ocurrirí.1 en sus países, de grupos religiosos y <·onsPrvadorPs de

derechas, smo d e la tzq uierda. Pu esto q u e l.1s org.nuzacionPs de

muj eres son parte destac.IdJ de ! . 1 oposición , ¡ cualquH'r cosa que

440

,¡'_ ..

1

¡ • '

'

Apéndice

suene a eugenesia, y al mismo tiempo se encuentran a la vanguardia

<h·l movnruento en def(• nsa del derecho al aborto, el terna del

diagnóstico prenatal p lantea u n problema <'VIdente <·n círculos

f(•rninistas alemanes. La solución aceptada paren· ser quP una rnu¡er

dPbería tener derecho al aborto, pero no a un aborto basado en

infórmJción precisa sobre las perspect ivas fúturJs de vida del f(·to

que la rnu¡er l leva <'n su mterior 20

Al rrwnos, el fim damento d<· este punto de vista <'S coherente

con el fim darnento de la oposición a la eutanasia: se trata de

la idea de que nadie debería nu nca ¡uzgar que una vida te nga

menos valor q u P otra. Aceptar <'1 <Üagnóstico prenatal y el aborto

m J ;s poSible < ¡ue J,¡s f(·mmiSt.IS ,¡JernJn.ls < ¡ue Ie.nt el n·cwntt• hbro de

Fr.mz Chnstoph (vi'JS<' not.t 1/ , .trnb.!) n·consH!en·n su Jpoyo ,, J,¡

postur,¡ rnJntt•mdJ por <·stt' , Y·' <¡ue i-1 no de¡,¡ dud.1 de su opoSinón

.t conceder J l.t mu¡er el deredto .t den<hr sobre el .tborto. Según

Chnst oph. " l ..¡ dens1ón sobrt' el ,tiJOrto t•s Sl('l!lprt• un,¡ denstón sobre

s1 unJ v¡d,¡ men·n· 1.1 pt•n,¡; el mfto no enC.t)J dentro de los plJnt•s

.Ktu.tles de v1d.t de l.t rnu¡er O l.t s1t u.H ¡(m so,·¡,¡) es msJilsfactortJ O

l.t rnu¡er sost l ('tH' <¡ue sólo t•s up.ll. de <TI.lr .t un mno s.tno. N os guste o

no, en el últnno uso, J,¡ mu¡er 'JUl' dest'.l .1bort.n confirrn.l un J U ICIO de

v.tlor son.tl ob¡t't!v.lmt•ntt· neg.111vo cont r.1 los d i s mmuHios" (p t:i) 1 !.1y

rnuch.IS rn.is 1deJs t•n t•st.l l ínt•,¡, tod.IS t•n un t'sl llo rnuy .Hi<Tu.!do p.n,¡

<¡ue St',ln nt.¡d.IS t•n los p.mfletos del rnovnnH·nto Jnl l .tl>ort!St.l

Esto, cu.1ndo rnenos, rt's u lt.l rn.is snH'Pro que l.1s rn.nuobr.1s ('V.lSlvas

dt' Ohver Tolrrwm, qu l(•n .lfirrn.l en el prólogo .1 su Gt·ll lwlltt•s J.ebcn <¡ue

<hscutn J.¡ nnport.lnnJ dt'l conn·pto f(·rnnust .l de l.t .tutodett•rrnmJnón

t•n el contexto del <h.lgn óstico pn•nJt.tl y del .tiJOrto le lle v.ni.t "de le¡os"

mucho rn.is .1 llá de los l irnttt•s dl' su tt•rn,¡ (p. 9) Fxt r.lúo, pul'sto <¡ue

el punto rruno�l dl' su vnulento o�t.t'jlll' contr.l todos lo.s <jlH' defil'nden

J.¡ t•ut.nt.!SI.l (.li.HjU<' '!'"' mduye. Y·' l'n J.¡ pn rnl'r.l p.igm.t dl' su hbro, ),¡

.dirrn.1nón de que PS nP<TS.HIO que los S('rrun.nlos sobre el terr1.1 se.Ul

boicotl'.tdos) l'S que los '!"" dl'fil'ndl'n J,¡ l'UIJn,!SI.l están cornprornl'ttdos

J v,1lor.1r que .dgun.ts vid.ts hurn.ul.lS n o nu·n·n·n IJ pen.l

44 1

Page 237: Peter Singer -Ética Práctica-

�:rica práctica

selectivo, o incluso elegir 1.! consulta ge n(·tica con el obje to de evitar

concebir nifws con graves anormalidades gen(•ticas, es considerado

equivalente a J UZgar que algunas vidas tienen menos valor que otras ,

lo cual resulta lUid ofi.•nsa para los grupos de personas discapacitadas

más militantes pues, según ellos, esto sugiere que no se les d ebería

haber permitido vemr al mundo, y por lo tanto meg,¡ su derecho

a la vida.

Por supuesto, se t rata de una !:dacia . Una cosa t•s creer que podernos tornar, de fórrna JUst i ficada, medidas para asegurar que los niños que traigamos al mundo no t engan que enfrent arse a horribles obstáculos para l levar una vida mínimamente decente, y otra muy distinta negar a una persona que ya está VIva y desea seguir viviendo el derecho a hacer exactamente eso. S1 , por otra parte, se sugiere que siempre que intentemos evitar tener nifws con graves discapacidades, estarnos J Uzgando de manera incorrecta que un tipo de vida es peor que otro, podernos conwst,lf que tales J Uicios son necesanos y correctos. Una argurnentanón dlfi.·rente parecería sugerir que si nos rom pernos una pierna, no deberíamos curarla, pues al hacerlo estarnos J Uzgando que la vida de las personas que sufren algún tipo de defi.·cto en la fHerna tiene menos v,dor que la nuestra prop1a 2.l Que la gente se crea un argumento t ,m IJ.laz y.1 es malo; s in embargo , lo rea lmente a terrador es que las personas lo crean con ta l IJ.natisrno que est(·n d ispuestas a usar la ÍÍierza para

suprimir todo intento de deb,lle

S i esto es lo que ocurre con los intentos de d ebatir pr.íct icas

tales corno 1.1 consulta gen(• t 1ca y el cl iagnóst ico prenatal , que son

ampliamente aceptadas en la mayoría d e l os países desarroll a dos,

J.l R . M . l i.H<' h.l<"<' u n cornl'nt.mo surul.n <'n u n .1 c,¡rt.l puh!KJda <'n Die Zell, 1 1 d,. •gosto, 1 989

442

[, ·t\1 .. t 1 •

" .

. '

Apéndice

es facil imagmar que la sombra del nazismo impida toda discusión

racional de cualquier cosa que estt� relacionada con la eutanasia.

De poco sirve señalar que lo que los nazis l lamaban "eutanasia" no

tenía nada que ver con la compasión o e l interés por las personas

que morían, smo que simplemente se trataba del asesinato de

personas que según e l pu nto de vista racista del Volk alemán se

consideraban indignas de seguir viviendo. Estas distinciones son

en conjunto demasiado sutiles para los que están convencidos

que ellos son los únicos que conocen la fórma de impedir el

resurgimiento de la barbarie de tipo nazi.

¿Es posible hacer algo? En mayo de este año, en Zurich , tuve una

de las experiencias más desagradables, de momento, de toda esta

triste histona; pero, al mismo t iempo. supuso u n rayo de esperanza

de que puede haber remedio.

Fui invi tado por el I nstituto Zoológico de la Umversidad de

Zurich a dar una confi.·rencia sobre "Derechos de los animales". El

Departamento de Fdosofia había organizado para e l día siguiente

un coloquio con veintinnco filósofos, teólogos, especialistas en

educación especial , zoólogos, y otros intelect uales invitados para

debatir sobre las implicaCiones para humanos y animales de una

(•tica que rechazara la postura de que el l ímite de nuestra especie

señala un límite moral con gran importancia intrínseca, y que

mantiene que los animales no humanos no t ienen derechos.

La con fi.·n·ncia sobre los derechos de los amrnales no se

celebró. Antes de que corrH'n/.ara, un grupo de <Üsminuidos en

sil las de ruedas, a los que se les había permitido la entrada a

la zona llana de la parte delantera de la sala de confi.·rencias,

montaron una breve protesta en la que afirmaban que, aunque a

ellos les daba lo mismo s1 daba la confi.·rencia o no sobre el terna

443

Page 238: Peter Singer -Ética Práctica-

¡;·rica práctica

de los derechos animales, mostraban su prot esta al hecho de que la

Univers idad de Zurich hubiese inv!lado a un def(•nsor tan not orio de

la eutanasia para discut ir sobre cuest iones t'l lcas que tarnbil'r1 te nían

im plicaciones para los disminuidos. Al final de esta protes ta , cuando

me dirigía a tornar la palabra, un sector de la auciienna quizás una

tercera o una cuarta parte comenzó a corear: "Singer raus1 Smger

raus1". Confórrne oía corear la frase, en alemán, por personas que

tenían tal fa l t a de respeto a la t raciinón de debate razonado que

ni siquiera t enían !.1 in tención de perrrut irme responder a lo que

acababan de decir sobre mí , tuve la sens.1ción abrum.Hior.l de que así

t enia que haber sido razonar contra la cn·c· ientl· ole.1da de nazismo

en los días finales de la República de Weirnar . ! .a dd(·renna c·ons1st í a

en que en lugar de "Smger raus", habrían coreado "Juden raus". l labía

u n retroproyector todavía fimnonando y em fWCt' a esc- rib1r, para

señalar el paralelismo que tan abrumadorarnen t e sentía. 1\n ese

momento uno de los que protestaban se acercó por det rás y me

tiró las gafas al suelo, rornpu:·ndolas

Mi anfitrión decidió acertad.unente cancelar la con f(·renna : no

se podía hacer otra cosa. Sin em bargo. en este bocho rnoso mndente

se produjo una buena serial ; est ab.1 claro que los disrnmuidos que

habían protestado al principio se sent í.m avergonzados por lo que

había pasado con post erioridad. Algunos de ellos diJeron que n o

pretendían q u e s e mt errurn piera la con f(•rencia ; d e hecho, habían

preparado algunas pregu ntJs para el debate que habría segu ido a

la misma. Incluso mientras cont muaban los gritos, ,¡]gunos t rataron

de debatir conmigo; en ese momento algu nos de los manikstantes

no disminu idos (presu miblemente buenos conocedores de cómo

en Saarbriicken ,¡ part i r del ambiente h os t d ongmal han,¡ mí

persona se había iniciado un deb.lte) les conrr11naron enseguida

a que no hablaran conrrugo. Es taba, sm embargo. claro que los

444

r .r¡ ·,

e t

' .

{ • 4

Apéndice

disminuidos no t enían n inguna posibil idad de hacer nada contra

los gritos.

Como ya se ha expuesto, mis puntos de vista no suponen

ningún t ipo de amenaza para todo e·] que sea, o haya sido,

mínimamente consciente del hecho de que tiene una posible

vida fi1tura que pueda estar arrwnazad.1. No obstante, hay algunas

personas que t ienen mter(·s polít ico <'n i mpedir que se conozca c•ste

hc•d1o el<·rnental . J•:stas personas están ¡ ugando con la angustia de

los cl !scapaci t ados p.�ra uti l izarlos corno frente polít ico con otros

fines. Por e¡emplo, en Zurich, entre los que coreaban "Singer

rau.1" destacaban personas no disminuidas miembros del grupo

Autonomcn, o autonomista, que se pretenden anarquistas, pero que

desdeñan todo inter(·s por la t eoría anarquista . Para estos grupos

políticos de personas no chsrninuidas, 1mpedir que hable Singer,

sobre el terna que sea, se ha convert ido en un fin en sí mismo,

una fórma de aglutmar a sus fieles y de golpear a todo el sistema

en el que t1em· lugar el debate ranonal . ! .as personas ciiscapacitadas

no tienen nada c¡ue ganar, pero si mucho que perder, a l permitir

que estos grupos nihi l istas los ut i l icen . Si se puede conseguir que

se· den cuenta de que el debate abierto con los que mantienen

post u ras contrarias a las suyas salvaguarda me¡or sus i ntereses,

puede que sea posible comenzar un proceso en el que tanto

los especial istas en b ioética como los discapacitados tengan en

cuenta las pn·ocuf>Jciones verdaderas de la otra parte, y entablen

un diálogo que sea constructivo más que destruct ivo.

Este diálogo sería solamente el comienzo. Superar e l daño hecho

a la bio(•tica y a la (·t ica apl icada en Alemania requerirá mucho más

t iempo . Ex1ste el riesgo real de que la atmósf(•ra de int imidación y

de into lerancia que se ha extenciido desde el tema de la eutanasia

445

Page 239: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

a toda la bwi·tira, y ron los aconterirruentos de Harnburgo. a t och

la (•tica apl icada en genera l , s1ga aumentando. Es esencial que se

aísle a la minoría que se opone act ivamente al debate l ibre de

las ideas acackmicas. En este punto tambii·n , lo que ocurrió en

Zurich puede servir de ejemplo a segUir para ot ros países de

lengua alemana. Ante e l s i lenuo del rect or de la Universidad

de Dortmund, o la fatua pretensión de que "no s.1bíarnos en

modo alguno de q ui(·n se trataba" de l decano de medicina de la

U niversidad de Viena, supone un fi1erte contrast e la decl a ración

realizada por e l prof(·sor H. H. Schrrud, rector de la Un iversidad

de Zurich, expresando "la repulsa de la uruversidad ante esta grave

violación de la libertad de ex pres1ón aca d(•rmca" 2.2 Igualmente, los

prof(·sores del I nstituto Zoológico y el decano de la Facultad de

Ciencias han condenado inequívocamente los mcidentes, y los

principales periódicos en lengua alemana de Zunch h.m recog1do

objetivamente los aconteci mientos y rn 1s op1ruones 2. 1

Mien tras tanto los alemanes y los austríacos, t.mto en la vida

acad(•míca corno en la prensa, han demostrado t nstemente no

asumir el compromiso ejemplificado por la c(•lebre fr.1se a t ribuida a

Voltaíre: "Desapruebo lo que dices, pero dd(·nde rt' hasta la muerte

tu derecho a d ecirlo". De momento, a nadie se le ha pedido que

arriesgue la vida para def(·nder mi derecho ,¡ de b.1t ir la eutanasi.l

1.1 "Zu r Sprengung <'lll<'r Vort ragsvt'r.l!lst alt ung an d<·r Umverst t a t " ,

Umpre�'" Dwnst, Umversllat lunch , :1 1 d e rn.•yo, 1 99 1 1.1 V (•ase, por <'J<'rnplo. " Mil Tnllerpfé¡{(·n gegen eitl<'ll Phdosoph en", y

"Dl('se Problerne k..nn und soll rn.ltl besprechen" . . unbos <'n Togcs

Anwger. 29 de rn.•yo, 1 99 1 ; "Ntedergeschnen". Ncue Zurcher Zrllung, 2/

446

de mayo, 1 99 1 ; y (.1 pesar del ¡)('yor.H lvo utul.n) "hn Totungshelfér rrut

t:.sdusllSChern c;edankengut'" Dte Wdtwoche, 2:1 de mayo, 1991

�"} ·,

1 1 '

íf" t

. . '

Apéndice

en Alemania, pero es Importan te que muchas más personas est(·n

dispuestas a arriesgarse a suffír un poco de host i l idad por parte de

la minoría que está tratando de silenciar un debate sobre cuestiones

(·ticas centrales.

447

Page 240: Peter Singer -Ética Práctica-

Notas, referencias , y lecturas comp lementarias

Prólogo ! .a cita de !.1 comparanón de humanos y .uurn.des t's de Erhi.schc Grundau.ssagcn (Afirmaciones fiJnd,Jcionalt's (•t ic.Js) dt' la junta de la Asociación Federal l .el)('nshilf{· fiir geis l lg Bdunderte t' V , puhhcad,J t•n la revista dt· !.1 asocianón, Gnmge Bchindcrung, vol. 29 no. 4 (1 <J<JO) : 256.

Capítulo 1 : Sobre la (•t ica Los t emas discutJdos en la primer,¡ parte rel,J i ivismo, su b¡ el lvisrno, y l a supuest,J dependenna de !.1 (•t ic,¡ de la rt'hg1ón son t rat .Jdos e n diversos l ibros de texto. El hl>ro de R. B. Brandr Erl11cal Theory (Englewood Chf!s, Nueva Jersey, 1 <JS9) t·.� de los rn.is completos. V(•anse tJmlll(•n los ,Jrtirulos sobre estos ternas de D.1vid Wong, ].unes Racht'ls, y Jonathan Bt'rg, rt'Sf)('ct ivarnt'ntt', en P. Smger (t'd) , A Cornpanwn lo Erllic.s (Oxfórd, 1 99 1 ) . El ,J rgumento dt' Platón contrano a ddirur "lo bueno" corno "lo que resulr ,J gr,J io a los dioses" ap.1n·n· en el Eutifrón.

! .a discusión de J ·:ngels del punto de VISI .J m.JrxJsta sobre !.1 rnor.dJd.Jd y su refén·ncJ .J .¡ un,¡ "mor.1hdad realmente hum,uJa" .J ¡>.Jn·n· en La rransforrnacicín de las mnoa.1 por cl iCI1or During , cap <J. P.1r.1 un.¡ descnpción de la crit ic.1 moral de M.1rx vt\Jse Allen Wood, "Marx .¡g,unsr Mor,d!ly" en P. Smgt·r (ed . ) , A Cornpanion lo Erlllcs. ! .a leori,J emot Jvista de e l .. Stevenson aparece rn.is det,dlada en su Erllics and Languagc (New l lavt'n, 1 944) . ! .a postura b.isiCa de R. M. liare st• t'ncut•ntra t'n Thc l.anguagc of Morah· (Oxfórd , 1 %2) ; Frccdorn cmd Rcason (Oxfórd , 1 96:�) . y Moral Thinking (Oxfórd, 1 98 1 ) . P.ira un pl.m r ea rrut'nto resurrudo, Vt'<ISt' t'l t'ns.Jyo de Hare "Univers,d Prescriptivisrn" t'n P. Smger (ed ) , A Cornpanwn ro Erhics. La obra de ] . l.. M.Jckl(' Er lw:s: lnvcnrmg Rig/11 and Wwng (l l.mnondsworr h , Middlt•st•x, 1 9//) defiende una versión del sub¡t't ivJsrno.

448

• •

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1' •

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Notas, referencias, y lecturas complementarias

Las fórrn u lanones rn.is Importantes del principio de universaliza­

lnlidad cuy.¡ ref{·renna aparece en la segunda parte se encuent ran en

E Kant , Fundarncnraocín de la metafísica de las costumbres, Sección 1 1 (Diversas

traducciones y edinones ) ; R. M. l iare, Freedorn and Rea.son y Moral Thinking;

R. F1rth , "Ethical Absolut isrn and the I deal Observer", Philosophy and

l'hcnornenologJcal Resemch, vol. 12 (1 <JS 1 2) ; ] . ). C. Srnart y B . Wil l iarns,

Urdirarisrn, For and Agamsl (Cambridge, 19/3); )ohn Rawls, A Thcory of

justice (Oxfórd, 1 9/2) ; ). P. Sart re, " Existential isrn ls a l lurnanisrn", en W

Kaufrnann (ed . ) , Exisren tialisrn frorn Dosroevsky ro Sartre, 2·' ed. (Nueva York,

1 9/S) ; y jürgen Habermas, Legitirnarion Cmis (trad. ingl. T. McC:arthy,

Londres 1 9/6) , part e 1 1 1 , caps 2 4 El mtento de postular un ut i l i tarismo basado en los intereses o las

prd{·rencias se debe sobre todo a Han', aunque no vaya tan le¡os corno

el argumento que se t•ncuentra en Moral Thinking.

Ca pítulo 2: La igua ldad y sus im plicaciorws

El Jrgurnento de R.1wls sobre que l.1 Igualdad se puede basar en las

car.Jcte ristKas narur.des de los seres humanos se encuentra en sec TI dt' A Thcory of justJCc

Los argu mentos pnnnpales de la relacion entn· el C:l y la raza se

pueden t•ncontrar t'n A. R. jensen, Gcnwcs and Educatwn (Londres, 1 <J/2)

y Educabihry and Group Differcnccs (Londres, 1 9/3) ; y t•n JI. J J ·:ysenck ,

Roce, Intelligence and Educatwn (Londres, 1 <J/ 1 ) . Se hall.1 una d iversidad

de ob¡eciones en K. R1ch.mlson y D . Spt'ars (eds . ) , Roce. Culture and

Jnrelligcnce (l larrnondswort h, M1ddlesex, 1 9/2) . Vt'ase tamb)('n N. ] .

Block y G . Dworkin, Thc IQ Conr rovmy (Nut•vJ York, 19/6) . F l co!T)('rllario

de Thornas )ef!érson sobre la fa lta dP pertmt•nn,¡ de la intel igenCia en el

terna de los derechos se hizo en una carta a Henn Greg01re, P l 2C, de

f{·brero de 1 809.

El debate sob rt• la naturaleza y el ongen de las dikrennas ps1co

lóg1cas entre ambos sexos se exarruna de un,¡ manera sena y corn­

pn·nsJva e n E Maccoby y C Jacklin, The P.sychology of Sex Diffmnces

449

Page 241: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

(Stanfórd, 1 9/4) . Corinm· Hut , en Males and Females ( l fdrrnondswort h , Middlesex, 1 9/2) , indica las razom·s de un.¡ base lnológica para las dif(·rencias sexuales. S ( (•ven Goldberg, en Thc lnevllabihry of Patriarchy (Nueva York . 1 973) . polernu.a con posiciones f{·rnimsl as corno l.1s de Kate Mil let l en Sexual Poli tics (Nueva York, 1 91 1 ) o Juliet Mitchell en Wornen\ Esta l e (Harrnondswort h , Middlesex, 1 9/1 ) . Un punto de vista dif(·renle aparece en A. 1 ! . Eagly. Sex Diflerenccs In Socwl Behavior: A Social Role lnlerpretation (! !i l lsdale. Nuev.1 jersey. 1 98/) . 1'.1ra confirmaCión recirnte de la existenCia de diférencias sexu.des, véase Ele.mor E. Maccoby, "Gender .md Rei.I I IOnslups: A Ikvelopment al Account" , American Psydwlogis l , 1 990, pp. '>U 20; y para un mfórrne menos es¡w nalizado, Chris lme Gorrnan, "SIZlng Up the Sexes", Tane, 20 de enero, 1 992, pp. 30- /.

Para una t ípica ddénsa de la Igualdad de oportumcl.id corno la única fórrna ¡usuficable de igualdad, v(·ase Daruel Bell , 'A "Just" l�quahty ' , Dialogue (Washington, D .C:. ) , vol . 8, no 2 ( 1 9/S) . ! ..1 c11.1 de la p . '>3 es de J(•Hrey Gray, "Why Should Sonety Rew.�rd Int elhgence7", The Times (Londres), 8 de septiembre, 1 9/2. Para un mfórrne cTÍ IKo sobre los d íh•mas surgidos por la igualdad de oponunid.Hies, vi·ase J. Fishkm, Jusrice, Equal Oporturury and rhe Farnily (New l !ave n . 1 98:�)

El caso m.ís importante sobre !.1 acción .dirrn.ltiVa en los htados Umdos, El Equipo de Gobierno de la Universidad de Ca)¡/Órnw contra Allan Bakke, lo decidió el Tribunal Supremo de los Estados Urudos el '> de ¡uho de 1 9/8. M. C:ohen, T. N.1gel y T. Sc.mlon h.m compil.Hio .1lgunos infórrnes pertinentes sobre este terna en su antología, Equaliry and Prclercnllal Treatrnenr (Pnnceton, 1 9/6) . Vi·ase tarnbii·n Bernard Boxil l , "Equahty. Discnrnination an<l Prdérenlial Trealment", en P. Singer (ed.). A Comparuon ro Erhic1 y del mismo autor, en Black.1 and Soual ]ustiCe (Totowa, Nuev,¡ jersey, 1 983).

Capítulo 3: ¿Igualdad para los am rnales?

Mis opiniones sobre los amm.1 les .¡parecieron por pnrnera ve1. en Thc

New York Review of Bookl, '> de abnl . 1 9/3 , ba¡o el t i !U i o "Arumal ! .I Iwr.lt ion"

450

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Notas, referencias, y lecturas complementarias

Este articulo era una reseña del libro de R . y S. Godlovilch y J Harns

(eds . ) , Ammals, Men and MoraL1 (Londres, 1 9/2) . Un planteamiento más

completo lúe publicado en Animal Libcra l ion, 2• ed . (Nueva York. 1 990) .

Richard Ryder expone l a historia d e l cambio de anuud c o n respeno

al especieísmo en Amrnal Revolution (Oxíórd, 1 989) .

Entre ot ras obras que argumentan a favor de una revisión drástica

en nuestra aelitud v1gen1e con respecto a los animales se encuentran:

Stephen Clark, The Moral Status of Ammals (Oxíórd, 1 977) , y Tom Regan The

Ca.se For Ammal Rights (Berkeley. 1 98:� ) . Animal Rights and Human Obligarions,

2·• ed. , ed itado por T Regan y P. Smger (Fnglewood C:liíis, Nueva Jersey .

1 989) es una recopilación de ensayos. ant iguos y nuevos. a favor y en

contra de la concesión de derechos a los animales o deberes a los

humanos para ron los animales. P . Singer (ed.) In Defence of Animals

(Oxfórd . 1 98'>) . recopila ensayos de activistas y teóricos relacionados

con el movimiento de l iberación arumal . Stcve Sapontzis, Morals,

Reason and Anirnals (Filadelfia, 1 98/), es un análisis filosófico dnallado

y comprensivo de argumentos sobre la l iberauón ammal, mientras

que R . G. Frey. Righrs. Killing and Su/Tering (Oxíórd, 1983) , y Michael

I .eahy. Agam.sl Liberarion (Londres, 1 99 1 ) , ofrecen crit icas filosóficas de la

postura a L1vor de la hberanón annnal . Mary Midgley, Ammals and Why

Thc�y Mal lcr (Harrnondswonh, MHidlesex. 1 98:� ) , es una obra a menudo

profimda pero de t:inl lectura sobre estos ternas. James Rarhels. Creared

from Animals ( Oxíórd, 1 990) , establece las Implicaciones morales de la

revolución darwnuana en nuestro pensamiento sobre nuestro lugar

entre los animales. Fmalmente. "Anirnals" en P. Singer (ed . ) , A Companion

ro Ethics, de Lon Gruen. explora los planlearruentos predominantes más

recientes ron respecto al terna.

La def{·nsa de los animales que hace Ikntharn, citada en la sección

"Racismo y espeneísmo" , es de su In troducción a los principios de la moral y

de la legislanón, cap. 1 8 , sec. 1 , n .

Una dcsrnprión más detallada sobre las condiciones d e l a cría ('n

granJaS en la actualidad se encuentra en Animal I.iberc! l ion, cap. :� . y en

45 1

Page 242: Peter Singer -Ética Práctica-

litica prácr ica

James Mason y Peter Smger, Animal Facrones, 2·• ed. (Nueva York, 1 990) .

Igualmente, en Animal l.!beral ion, cap. 2, se mcluye una discusión más

completa sobre el uso de los anirn.des ('TI / ,¡ inV('sllgarión que la que ('S

posible en est e libro, sin embargo v(•ase tarnbi('r¡ Richard Ryder, Viclims

of Science, 2·• ed. (Fontwel l , Sussex, 1 98:�) - Los det.dles de !.1 publlranón

de los experimentos ron monos rhesus l levados a r.dJo en el Inst i tuto

de Radiobiología de las Fuerz.1s Arrn.1das Estadounidenses son los

siguientes : Ca rol Frantz, "Efférts of M1xed Neut ron g.urun,¡ Tota l body

I rradiation on Physiral Act iVI ty Perfórrnanre of Rhesus Monkeys",

Radiation Re.seorch, vo l . 1 0 1 ( 1 98'>) : 4:H 4 1 . Los ex¡wnmemos de la

Universidad de Pnnreton ron ratas h.Irnlment.Is , y los de I l. F I I .Irlow

ron monos a1si.Hlos, a los que S(' hace rekn·nn.1 en la subserrión

"La experiment.Ición ron .numales", se publicaron ongmalrnente en

el Journol of Comparcl l lve and Phy.swlog1U1I Psychology, vol /8 ( 1 9/2) : 202,

Proceedings of rl1e Notional Acaderny of Snence, vol. '>4 ( 1 96C,) : 90, y Engmeenng

and Science, vol. :B , no. 6 (abril , 1 9/0) 8. Sobre la continuación del t r.1ba¡o

de Harlow, v(·ase Anirnal l.Iberolion, 2·• ed. , pp. :H C,_

Entre las ob¡eciones, la pn•t(•nsión de que los a m males eran incapaces de sentir dolor se h.1 asonado norrn.drnente .1 Descart es. Sin embargo, la postura de Descartes ('S menos clar.1 (y menos consistente) de lo qu(• muchos han supuesto. Véase John C:ot tmgham, "A Brute to the Brutes'�: Descart es' Tre.l trn('nl of Ammals", Plulosophy, vol. e,:�

( 1 978) : C,C, 1 En The Uniieeded Cry (Oxfórd , 1 989) , Bern.ml Rollm desmbe y critiCa ideologías más recwntes que h.m rwg.1do la realld.1d del dolor amrnal .

La fiH·nt(' de la an(·cdot.l sobre Ben¡.Irnm Franklm ('S su Aurobwgralia

(Barcelona, 1 9'>4) . La rnism.1 ob¡eción ha sido considPr.1da de fórrn,¡

más sena por parte de John Iknson ('TI "Duty .md the 1\e,¡st" , Philosophy,

vol. C,3 ( 1 9/8) : C,4C, /.

Las observ.Iciom·s de los chimp.nK(•s de Jane Good.dl se cuentan

de fórrna muy at ractiva ('TI In the Shodow of Mcm (Boston, 1 9/ 1 ) y Through

a Window (Londres, 1 990) ; las rrusmas observaciones son rei.I t ,¡d,¡s

452

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Nolas, referencias, y lecluras complemenlarias

de fórrna más arad(·rrura ('n Thc Ch1mponzee.s of Gombe (Cambridge,

Massarhuset ts , 1 986). Para mayor infórmarión sobre las habilidades

de los grandes simios, v(•ase Paola Cavallen y P(•(('r Smger ((•ds . ) ,

Toward a �lew Equohty: Thc Grcat Apc Pro¡cct (de próxima aparinón)

El t (·rrnino "argumento de los rasos marginales" file aruflado por

Jan Narveson, "Annnal Rights", Conadian Journal of Philosophy, vol. /

( 1 9l/). De las obj('ciorH'S a este argumento chsrutidas en la subsen:ión

"Difl-rennas (•ntre los humanos y los arurnales", la primera de e l las file

realizada por Stanky Benn, "Egalltananism and Equal Consideration

of IntPrests" , en ]. P(·nnock y ] . Chaprnan (eds . ) , Nomos IX: Equality

(Nueva York, 1 96/) , pp 62 y s s . ; la segunda ('S de John Iknson,

"Duty and t he Be.Ist " , Plulosophy, vol. e,:� (la nta de "un nítiro de

Animal I.ibera tion" es de la p . '>:�6 de este art ículo) se han hecho

observaciones relacion.Hlas por parte d(• Bonnie Steinbork, "Speciesism

and t he Idea of Equality", Phdosophy, vol. e,:� ( 1978) : 255 6, y ron

m.1yor ('Xt(•nsi<in por parte de LeslH' Pickenng Francis y Richard

Norm;m, "Sorne Arumals Are More Equal Than Others", Phi losophy.

vol. C,3 ( 1 9/8) : C, 1 8 2/. La tern·ra obj('CI<Ín se puede encont rar en

Philip Devine, "Tfw Moral BasiS or Vegetarianism", Philosophy. vol. 53

( 1 9) 496 8

La cita de !.a República de Platón en la secnón "f�tica y reciprocidad"

('S del L1bro II, pp. :�C,8- 9. hllre las afirmaciones postenores de una

postura smular se mcluyen john Rawls, A Theory of ]usticc: J . ! . . Mackie,

Ethics cap. C,, y Dav1d Gauüner, Morals by Agrccmcnt (Oxfórd, 1986)

Excluyen a los . unrnales del cent ro de la moralidad , aunque suavizan

el impacto de esta exclusión d(· vanas fórrnas (v(•ase, por P)C'mplo, A

Thcory of jus!lcc, p . .S 1 2. y EthJcl, pp 1 93 .S) . Nanwson t.nnbi(•n considera

la noción de reciprondad de la (·tira en "Animal Rights". Mi chsrt!Sión

dC' la VC'rsión más librC' de la postura dC' la rC'ciprocidad SC' inspira

('fl Edward johnson, Spccies and Morality. tesis doctoral, Universidad

dC' PrincC' ton, 1 9/6, UnivC'rsity Microfilms International, Ann Arbor,

Mirhigan, 1 98 1 , p 14'> .

4S3

Page 243: Peter Singer -Ética Práctica-

f:tica práctica

Capítulo 4: ¿Qui· hay de malo en matar?

E l t ratamiento de Andrew Stinson lo describen Roben y Peggy Stinson

('n The Long Dying of Baby Andrew (Boston , 1 983) .

El artículo de Joseph Hetcher "lnd1cators of Humanhood: A Tentative Profile of Man" aparenó en The llastmgs C:cnrer Report , vol . 2, no 5 ( 1 972) . La d(•fimnón de "persona" de John Locke está tomada de su Ensayo sobre el entendimiento humano, l ibro 1 , cap 9, par. 29. Las posiciones de Aristóteles sobre el infanticidiO se encuentran en su Política, l ibro /, p . U35b; las de Platón están en La república, l ibro C, , p . 460. Las afirrnacwnes de que nuest ras actuales acti tudes hana el infant icidio son en gran parte di·cto de la influenCia del cnst ianismo en nuestro pensamiento se pueden encontrar en el matenal histónco sobre el infant icidio que se cita en las notas del capítulo 6. (Vl•ase especialmente el art ículo de W. L. I .anger, pp. :�c,3 '> . ) Con respecto a la afirmación que hace Santo Tomás de Aqumo sobre que matar a un ser humano supone una ofénsa a Dios, al igual qu(' matar a un esclavo supone una of(·nsa para su amo, véase Summa Theologica, 2, u, cuestión 64 , artículo C,

Hare plantea y defiende su punto de vis ta , en dos mveles, sobre

el razonarmento moral en Moral Thinking (Oxfórd , 1 98 1 ) .

"AbortiOn and Infantiude", d e Michael Tooley, s e publicó por

pnmera vez en Philosophy and Publlc Affair1, vol . 2 ( 1 9/2) . ¡.:¡ pasaje

que se nta aquí es de una versión revisada en ] . Femberg (ed . ) , Thc

Problem of Aborrion (Belmont , 1 9n) , p. 60. Su l ibro Aborrwn and Inlanr iwle

lúe publicado en Oxfórd ('n 1 98:�

Para un análisrs más extenso del respeto por la autonomí,¡ corno

objeción a matar, v(•ase Jonathan c;lover, Caus!llg Dca rh and Saving Lives

(Harrnondsworth , Middlesex, 19//), cap. S, y 1 1 . ]. McC:loskey, "The

Right to i .rlé" , Mllld, vol. 84 ( 1 9/C, )

Mi análisis sobre las versiOnes "total" y "de la existenCia previa" del ut ilitarismo dd)(' mucho a Den·k Parti r . Fn prinCipiO lfl!('nt(· ddl>nder la posición de la existenCia previa en "A Utilitanan Populauon Pnnciple" ,

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......

Notas, referencias, y lecturas complementarias

en M. Bayles (ed . ) , Eth1cs and Popularion (Carnbndge , Massachusetts , 1 976) ,

pero la r(•plica de Parfi t , "On Doing the Best fór Our Children" , en el

mismo volumen, me l levó a cambiar de opmión. Reasons and Persons

(Oxford, I J84) , de Parfi t , constituye una lectura obligatoria para todo

el que desee analizar este terna en profimdidad V(•ase tambi(•n su breve

inlórme de algunos de los temas en "Overpopulauon and the Quality

of Life", en P . Smger (ed . ) , Applied Erhics (Oxfórd, 1 986) . Parfit u t i l iza la

expresión "que alécta a la persona" donde yo uso "existencia previa".

! .a razón de este cambio consiste en que este punto de vista no hace

espenal relérencia a las personas, diü·renCiándolas de otras criaturas

sensibles.

! .a distmnón entre las dos verswnes del u ti l itarismo parece que

lúe advertida por primera vez por Henry Sidgwick , The Methods of Ethics

(Londres, 1 907) , pp. 4 1 4 - 1 6. Posteriores análisis , además de los citados

anteriormente, se pueden encontrar en J. Narveson, "Moral Problems

of Population" , The Monist , vol. C,7 ( 1 973) ; T. G. Roupas "The Value of

L1fe" , Philosophy and Public Affairs, vol . 7 ( 1 978) ; y R. l. Sikora, . . b i t Wrong

to Prevent the Fxistence ofFu ture Generauons1", en B. Barry y R. Sikora

( eds .) , Obligations ro Future Generarions (Filadelfia , 1 9/8) .

El famoso pasaje d e Mi l i que compara a Sócrates y e l tonto aparece

en su El uoli rarismo (Madrid, 1 99 1 ; pnrnera edición en ingks 1 863)

Capítulo 5: Quitar la vida : los animales

Fl avance a la hora de hablar de otras especws lúe anunnado por primera

vez en R. y B. Gardner , "Teachmg S1gn Language to a Chimpam.ee" ,

Science, vol. 1 6'> ( 1 969) : 664 72. Desde entonn•s la l i teratura al respecto

se ha mult iplicado con gran rapidez. La mfórmanón sobre el uso del

lengua¡e en chimpanc(·s , gorilas y un orangután en la secnón "¿Puede

ser person.1 un amrnal no humano7" se mspira en los artículos de Roger

y Deborah Fouts , Francine Patterson y Wendy Gordon, y H . Lyn Miles,

t•n Paola Cavaheri y l'eter Singer (eds . ) , Toward a New Egualiry: The Great

Apc ProjCC! (de próxima aparición) . Erik Eckholrn, "Language AcquisitiOn

455

Page 244: Peter Singer -Ética Práctica-

litica práctica

in Nonhurnan Pnrn.ltes", en T. Regan y P . Smger (eds ) , Anima l R1ghts and Human Obligations, 2·• ed. (Englewood C:liffs, Nuev,¡ Jersey, 1 989) , propornona una lectura breve y popular. La cita en la misma sección de Stu.lr! ILunpslure se encuentra t'n su Thought and Action (Londres, 1 9',9), pp. 98 9. Otras personas que han deft•ndido posturas snnilares son Anthony Kenny, en Wi/1, Frccdorn and Power (Oxfórd, 1 9/C,) ; Donald Dav1dson, "Thought and Talk" , en S . Guttt•nplan (ed . ) , Mine/ and Languagc (Oxfórd, 1 9/'>) ; y M1dw·l Leahy, Agamst Libcratwn (Londres, 1 99 1 ).

La capacid.H! de Juha p.tra resolver problem,¡s file dernost r.Hia por ]. Dóhl y B. Rensch; su t r.tba¡o es descnto en ].lile Good.dl , Thc Chimpanzccs of Gombc, p. 3 1 . Fr.l!ls de Wa.d n·lata sus obsnvaclont•s de los chirnpanc(•s en Chirnpanzcc Politic.1 (Nueva York, 1 98:� ) - 1 ·:1 relato de Goodall sobre la fórma rrwdit ad.t de !.1 que hgan consiguió su pl.itano está tornada de la pag. 10/ de In thc Shadow of Mcm. Roben Muchell v.dora las prueb.1s de !.1 concienci,¡ de sí rrusrno en los simios en " l lurnans, Nonhurnans and Personhood", en Paol.1 C:avahen y Peter Smgn (eds . ) , Toward a Ncw Equaluy: Thc Great Ape Pro¡ect . La prueba wecdót ic,¡ de l st•ntido de l t iempo en un perro gui,¡ procedt' dt' Shei /,¡ l locken, Enana and 1 (Londres, 1 9/8) , p. 6:� ; y la lustona dP los g.ltos salva¡es es dPI capí tu lo sobre intPhgPnna t'n Munt'l ilPadlP, Thc� CCJI l li1tory, llwlogy and Bchuviour (LondrPs, 1 9//) . Debo Pstas dos últ nn.1s rd(·n·ncl.ls ,¡ Mary Midgley, Animals und Why Thcy Mal !cr ( l l.mnondswonh, Middlesex, 1 98:� ) . p . C,8

El cálculo dt' Goodall sobre PI núrnPro dP dumpanc(•s que rntH'rt' por cada urto qup alcanza nuPst ras costas v1vo aparpcp Pn la p.igina 2C,/ de In the S/wdow of Man. V(•asp tamll J(•n la inf(mnación dP ( ;pz,¡ TPIPkl sobre PI comercio dP dlirnpanc(•s Pn Paola C:.tv.dlt'n y PPter Singpr (eds . ) , Toward a Ncw Equa/ity Thc Grccu Apc Pro¡cct . La pretPnsión dP Leslw StPphPn dP qup consurrur lwKon c·s favorable para los cndos procPdP dP su Social R1ghts und Du11c.1 (Londres, 1 896) y Ht'nry Salt la cita Pn "ThP Logic ofthP Lardpr", quP apart•nó Pn

456

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Notas, referencias, y lecturas complementarias

la obra dP Salt Thc llurnanitics of Diet (Manchester, 1 9 14) y se ha vuelto a

imprimir en la pnmera edición de T Rc·gan y P. Singt'r (c·ds . ) , Ammal

Right.l and Human Obligations (i�nglewood C:hfls, Nueva Jc·rsey, 1 9/6) . La

r(·phca de Salt aparece en el mismo art iculo. M 1 primera discusiÓn de

este terna a ¡¡.¡n•ce Pn e l capi tulo 6 de la pnrrwra edinón de Ammal

Libcration (Nueva York, 1 9/ ',) . Para el P¡ernplo de las dos mu¡en•s, véase

Den·k Parfi t , "R¡ghts . Int erests and Pos�ible People", en S. Gorovitz t't

al . (eds . ) , Moral Problems m Mcdinnc� (Englewood Clifls, Nueva jersey.

1 9/6) ; una v.1riación expn·sada en t (·rrninos de una elección entre· dos

programas rn(•dicos chíérentc·s SP puPde encontrar en Paríi t , Reasons and

Pcrsons (Oxíórd , 1 984) , p. :�6/ . L1 chstmnón dP james Rachels entre la

vnla biológ1ca y la b10gráíica procede· de su obra Thc End of Life (Oxíórd.

1 98/) . La chscusión de Hart sobn· este t Prna en su crit ica de la prirnna

Pclinón de c·stP hbro se· tlt ulaba "lkath and Ut!lity" y apareció en The

Ncw York Rcv1cw of Books. 1 C, de mayo 1980. Mi respuesta origmal apareció

en íórrna dP carta en la misma publicanón, 14 de agost o 1980. J )psarrollo

la metáíóra de la v1da corno un v1a¡e en "l .Jf(·'s Uncenain Voyage", t•n

P Pett l t , R. Sylv.m, y J. Norrnan (eds . ) . MctaphySI(s and Morahty: Essays in

l lonour of j j C. �mall (Oxíórd, 1 98/).

Ca pít ulo 6: Quitar la vi d a : el emb rión y e l f(· to

Las setTiorws rn.is nnportantes de la dc·nstón del Tnbunal Supremo

de los l·:stados Urudos en el caso Roe c:ontra Wadc se· c·ncuentran en J.

Femberg (ed . ) , The Problcrn of Abortion. Las espec ulanom·s de Robt•rt

Edwards sobrP la ext racción de c(·lulas de ernbnones unos diecisit•te

días despu(•s de la kcundación se c•ncuentran c•n su t raba¡o "The case

íór studymg human embryos and their const l tuent t issues in vitrcJ", in

R . G. 1\dwards y J M . Purcly (eds . ) , Human C:onreptwn in Vitro (Londrt•s,

1 982) . La cormsión gubernamPntal a que sP hace reíérencia en la

subsecnón "¿Es competencia del c!Precho1" La Comisión Wolíéndc·n

publicó el Rcport of thc C:ornmittce on l lornoscxual Oflcnces and Prostuution.

Comrnand Paper 24/ (Londres, 19'>"1) . La cita c·s de la p . 24. El "principio

45/

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�·r ica práctica

simplísimo" de ] . S. Mi l l se estJblece en el cJpítulo mt rodu('(o rio de Sobre la libwad (MJdrid, 1 9/ 1 ; onginJl en ingit's, Londres, 1 864) . Cnmcs without Vinims, de Edwm Schur, se pubhcó en Englewood Clilfs , Nuev,¡ Jersey, en 1 96r,. "A Def(·nse of Abonion", de Jud ilh ]Jrvis Thornson , apan•nó en Philosophy and Pubhc Affairs , vo l 1 ( 1 9l 1 ) y h.t s tdo reimpreso en P. Smger (ed.) , Applied Etllics . P.1ul R.1rnsey uti l u:.¡ ].¡ urundJd geru;t ic.¡ del f(·to corno Jrgumento comra e l Jbono c·n "The Mor.¡Juy ofAbortwn", c·n D . 11 . LJbby (ed . ) , l.ife or Deal/1: Erhics and Opt wm (Londres, 1 968), rennpreso c·n ]. Rachels (ed . ) , Moral Problems, 2·• ed. (Nueva York , 1 9Jr,) , p. 40. Sobre aspectos <'t 1cos, cient íficos y kgJks de la expc·nrnc·nr Jnón embrionJriJ, vc'ase P. Smger, H. Kuhse, S Buck le, K. DJwson, y J> Kasirnba (eds . ) , Embryo Experimcnrarion (CJrnbridgc· , Ingl.uerr.t, 1 990) . Debo mis especulaciones sobre la I<knlldad de la d1vis 1 <in c•rn brion.m,t a H<'lg.¡ Kuhse, ¡unto con la cu,d escnbí " Ind1v1du.¡Js , HurnJns ,lfld Persons: The lssu<' of Mor,¡] St.ll us", en ese volurn<'n . Ambos tuvnnos mucho que .lgr.Hlecer ,¡ un hbro notable de un teólogo c,l lólico que· pone ob¡c·ciones .¡] punto de vist.¡ de c¡ue l.t c·onn·¡)("ión rnarc.¡ el imc1o d<'l individuo hurn,mo NorrnJn Ford , Whw Dul 1 Bcgin 7 (Cun bridge, 1 988). El Jrgumento sobre ].¡ potenci,diC]ad en el contexto de lJ f(·cundanón 1n vuro S<' pubhcó por primer.¡ vez <'n P Singn .md K . Dawson, "IVF Technology and the Argurnent frorn Pot<'nr i.d", l'hilosophy and Publlf Affans, vo l . 1 J ( 1 988) y se volv1ó ,¡ nnpn rrur en Embryo Expnimcntatwn . Stephen Buckk adopr .t un enfóqu<' dl fi·rente c•n "Arguing from Potenti .i l" , Bwerhics , vol. 2 ( 1 988), rennpr<'so <'n Ernbryo Experimcntation . LJ cu,t de· John Noonan en la S<'CTión "Lt condición de·] embnón en lJborJtorio" c·s de su "An Almosr Absolu re V.due in H is tory", en John Noonan (ed . ) , The Moraliry of Aborrwn (C:arnbndge, MassJchusPt r s , 1 9/0) pp. r,(, J. Sobre el Jrgurnenro f(·rnmlst ,¡ .tn•rca de la f(·cundJclón 1n vit ro , v(•Jsc• Beth G.tze y K.tren D.twson, "Who is the Sub¡ e('( of Resc•Jrd1J" y M.t ry Arme Warren , " I s IVF Rese.trch a Threat to Wornen 's Autonornyr·, .nnbos c·n Ernbryo Expmmentcllwn.

458

ilt

t •

Notas, referencias, y lecturas complemen tarias

Sobre la u td izanón de f(· tos para mvesugación y usos cl ínicos

potenciales, véase Karen Dawson "Ovc·rvic•w of Fetal Tissue Trans­

plantation", en Lynn Gdlarn (ed . ) , The Ferus as Tis.1ue Donor: Use or

Abuse (Clayton, Vi('(ona, 1 990) . M1 t rabaJO sobre el desarrol lo de la

sensibil idad del féto está ins¡mado en la mvesllganón llevada a cabo

por Susan Taiwa c•n el Cent ro de Bioc;t icJ HurnanJ, de la univc·rsidad

de Monash, y publicado corno "When 1s the C:apacity fór Sentience

An¡uired during Human Feta l Development7", Journal of Maternal-Fetal

Medicine, vol. 1 ( 1 992) . Una opiruón experta Jnterior se prodUJO por

p.1rte del grupo asesor de· investigación fl-tal del gobwrno británico,

pres1dido por S1r John Pc·el , publicada corno The Use of Fetuses and Fetal

Materials for Rcsearch (Londres, 1 992) . V (•ase tarnb1h1 C:liflórd Grobstein,

Scicnce and l iH� Unborn (Nueva York , 1 988).

El t ranquil izador comentJrio de Bc·nthJrn Jn•rcJ del infanticidio,

citado en lJ secnón "Aborto <' In Cmticidio" es de su Theory of Legislation,

p. 264, y lo cita 1�. Westerrnarck, The Ongm and Development of Moral

Ideas (Londres, 1 924), vol. 1 , p. 4B n. l·:n lJ pJrtc· fiml de Abortion

and Infanllude, Michac·l Tooley .mahza lJ prueb.1 disponible sobre el

desarrollo en el ruf1o del senlldo de ser un ser que continúa.

J>Jra fTlJtc•nJl rustÓrtC'O sobre el predOITlllliO del mfant icidio, Vl'aSt'

Muía Piers, lnfanllnde (Nul'VJ York, 1 9/8) ; y W L. Lmger, "Inf:mtinde: A

l hstoncal Survey", i !l.llory of Cluldhood Qucn tcrly . vol . 1 ( 1 9/4) . Un análisis

más .muguo, pero todavíJ vJhoso se puede l'ncontrJr en Edward

Westc·rrnJrck, The Ongm and Dcveloprnent of Morul ldeas, vol. 1 , pp. :�94 -4B

Un interes.mte estudio sobre el uso del mfarl l lc idio corno fórma de

plaruficJnón fúmhar es Nakahara· Farruly Farming and Population in a ]apunesc

Villag<�. 1 / 1 / 1 8:W, de ThomJs C. Srnith (PJlo Alto, C.1h fórnia, 1 9/J) . Se

cheron refl-rennas J PlJtón y Anstóteles en las notas dd capítulo 4

Sobre ShH'CJ, v(•Jsc· De Ira, 1, 1 C, , citado por Westerrnarck, Thc Origin

and Dcvcloprnent of Moral ideas, vol. 1 , p 4 1 9. Marvin Kohl (ed . ) , lnfant icidc

and the Value of I.ife (Buflalo, Nueva York , 1 978) c·s una colección de

trJb,IJOS sobre el mfant1nd10. Se puede encontrar (parJ los lectores

459

Page 246: Peter Singer -Ética Práctica-

Iitica práctica

de alemán) un poderoso argumento b.1sado en poli t tc.I pública, que

defiende el n.ICirniento romo el lug.n donde tr.l/.ar J.¡ l inea , en Norbert

Hoerster, "Kmdsti>tung und das Lebensn·rht von Personen" , Analysf & Kri r ik , voL 1 2 ( 1 990): 226 44.

Se pueden encont rar ot ros art ículos sobre d aborto c·n ], Femberg

(ed .) , The Problem ofAbortion , y en Roben Perkins (ed . ) , Abortwn, Pro and Con

(Cambndge, Massarhuset t s , 1 9/4) . J.:rnre los artículos que son afines a

la posición que yo he .Hioptado se enrtH'ntran R. M . l i are , "Abortton

and t he Golden Rule", Plulosophy and Publir AIJ(ms, voL 4 ( 1 91'>) ; y Mary

Arme Warren , "The Moral .md Leg.Il S ta tus of Aborttcm" , The Monis ! ,

voL C,/ ( 1 9'1:� ) . Don M.m¡ws rest.Iblere l a postnón conservadora c•n

"Why Ahort ion Is ImrnoraP", Journal of Philosophy, voL 86 (1 989) ; pero

v(·ase tarnb il'rt Alistair Norcross , "Kdhng, Abor t ton and Cont rarepttorL

A Reply to Manpus" , Journal of Phi lcm>phy, voL 8/ ( 1 990) . Un n'S\Illll'fl út i l

sobre e l terna del aborto se puc·de c•nrontrar en "Abort10n", de Mary

Arme Warren, en P . Smger (ed . ) , A Companwn 10 Erlun

Capi tulo / : Quitar la v tda : los seres humanos

H rel.lto de Den·k J lurnphry sobre la muerte de su espos.I, ]fan 's Way,

file publir.Hio c·n Londres c·n 19/8. Sobre J .¡ muerte de J.met Adkms,

v(•asc· e l New York Tunes , 14 de chcwrnbre 1 990; sobr(' ( ' ¡ prop1o r('l.Ito d('

}ark Kevorkian, v(•,¡sc· 1 Kevork tan, Prc:srnption Mfdtnde (1\u fl:do, NlH'V.J

York, 1 99 1 ) . Con respecto a los det .Il les del c.1so l.ygrn.uuak, vc\1sc· J'.uge

Mitchel l , Act of Lovf (Nuev.1 York , 1 ')/6), o el Nfw York Tunn, 1 , :� y 6 de

noviembre 19n. La muerte por p.Irtc· de Lou ts Repowlle de · su hiJO file

recogtda en d Nfw York Tunfs, U de octubre 19:�9. y c·s nt.Id.I por Y.de

Karnis.Ir, "Sorne Non rehgtous VI('WS ,¡gamst l'roposed Merey Kdlmg

Legts lat iOn", Mmnesota Lc1w Revtfw, voL 42 ( 1 9'>8) 1 .021 Los detalles del

caso Linares son dd New York Tunes, 21 de abnl 1 9H9 y el J l c¡stmgs Centn

Repon, ¡ uho/agosto 1 989

My Cluldren , My Cluldren de Roben Rc·Hi es un.1 buena mtroducnón .1

J.¡ n.Ituralez,¡ de .Ilgunos dekctos congl'rutos, mdlud,¡ J.¡ espm.I b í fida y

460

¡ Í' �

, ( 1

'

Notas, referencias, y lecturas complementarias

]a hemofi l ia . Sobre los datos de las altas tasas de d tvorrio y dificul tades

matrimoniales graves entre los padres de hi¡os con espina bífida, véase

la página 1 2'/ . Vi·ase tambihi Helga Kuhse y Peter Smger, Should rhe Baby

Live7 ( Oxfórd , 1 98'>) , par a una infórrnanón y ref(·rencias más detal ladas

con respecto a toda la cuestión de las densiones de vtda y muerte para

]os reui·n nacidos.

El número de pacientes en estado vegetat ivo persistente y la

duración de i·s te apan·ce en "USA: Right to Live, or Right to Die7"

Lance!, vol :n; ( 1 2 de em·ro, 1 99 1 ) .

Sobre J.¡ c·utanasia en los Paises Ba¡os, v(•,¡sc· ) . K . Gevers , "Legal

lkveloprnents Concerning Active Eut h.masta on Request in t he Nether

J.mds", Bioetlurs, voL 1 ( 1 98/) ¡.:¡ número de casos anualc·s aparece en

"Dutch Dortors Call fór Legal Euthan.¡sia", New Scien t tst , 12 de octubre

199 1 , p. 1 / . Paul 1 v.m der M.1.1s c•t aL , "J�uthanasia .md Other Meclical

lkriswns Conrerrung the End ofLif(·", Lance!, voL :n8 (14 de septiembre,

1 99 1 ) 669 /4, en la 6n da una nfra de 1 .900 m untes debtdas a la

eut .masia cada .liJo, pero sólo recoge mfónnactorll'S de rni•dtros de

cabecera. La rtta en ¡ ,¡ S<'<TJÓn "jus t l firanón de la c•utanasia volunt aria"

sobre el deseo de lns panen tes de palabr.Is t ranqudu.adoras provl('nt'

de este art iculo, p 6n . ¡.:] caso de J ) ¡ ane c·s una Cita de Tnnothy E.

Qudl , "lkath .md [)¡gmty. A Case of IndtvHiu.du.ed lkctston M.1kmg",

New Eng land Jourrw l of Mechn ne , voL :U4 , no. 10 (/ de mar/o, 1 99 1 ) : 691 -4 ,

rnl('ntras que lktty Rollm describe J.¡ muerte d e su madre e n lkt ty

Rolhn, Las t Wtsh (Pengum, 1 9H/). E l fragmento rlt .Hio es de las pp . 149 C,O. Vc\¡sc· tarnbt(·n el prólogo de Betty Rollm al l ibro de Den·k

l lu rnphry, Final Ex1t The Pract! cahl les o f Self Dehverancc and Assisted Suicide

(Fugene, Oregón, 199 1 ) , pp 12 1 3 . Y ale Karnisar argumenta en contra

tanto de la eut .masta voluntana corno no voluntaria en el artículo

ntado .mtenorrnente ; Roben Young le responde en, "Volunt ary .md

Nonvoluntary l�uth.mas¡,¡", The Moni.1 1 , vol '>9 ( 19/6) . [ ,.¡ postur.I de !.1

Iglest.l Católica file presentada en Declaración sobre la eutanasia publicad.!

por la C:ongreg.Ictón ¡J.Ira la Doctnna de la Fe, Fl Vat ic.mo, 1 9HO. Otras

461

Page 247: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética prácrica

discusiones ú l l les son Jonathan Glover, Causing Death and Sav111g l.ives,

caps. 1 4 y 1 '> ; D. Humphry y A Wicke t t , The R1ght to Die Undcrstanding

Euthanasw (Nueva York. 1 986) ; y H. Kuhse, "Euthanas¡,¡", t•n P. Smger

(ed . ) , A Companion to Ethin.

L1 distmción entre t•utanas¡,¡ .IC t iva y pasiva t•s nllK.Hia sucinta

mente por parte de ]ames Rachels, "Active and PassiVt' Euth .mas¡,¡",

New England Journal of Medimle, vol. 292 ( 19/C,) : pp /8 80, reimprirmdo

en P. Smger (ed . ) , Applied Ethics . V{•ase tambit'n The End of !.de de R.1chels;

Kuhse y Singer Slwuld the Baby l.ivcl, cap. 4 ; y para la d iscusión filosófic.l

más riguros,¡ y comple ta , l l elga Kuhse, Thc Sancllly of !.de Doctnne 1n

Medicine A Cri tu¡ue (Oxfórd , 1 98/), cap. 2. ! .a mfórrnanón sobre el c.1so

de Baby Doe aparece en el capitulo 1 del rrusmo hbro. ! ..1 t•nnH·sta de

pechatras norteamencanos lúe pubhc.1da corno l .oretta M. Kopelrnan,

Thornas G. Irons, y Arthur E. Kopelrnan, "Nt·on.lloiogists Judge the

'Baby Doe' Rcgulat iOns" , New England Journal of Mechnne, vol . :� 1 8 , no. 1 1

( 1 / de marzo, 1988) : 6!! 8:� . ! .os c.1sos leg.des bri támcos con respecto

a estas denswnt•s st• descnbt•n t•n Den·k Morgan, " l .e l lmg Babit's Die

I .cgally", Instl lu tc of McdH.al Etlucs Bullct1n (mayo 1989) , pp B 1 8 ; y en

"Wit hholding of J .¡ {(. s.IVIng Treatrnent" , l.ance t , vol :n6 ( 1 99 1 ) : 1 1 2 1

Un c¡emplo representat ivo de l a mala mterpretación ¡>�adosa de los

versos de Arthur C:lough se da en G. K. y L D. Srru th , "Selectwn fór

Treatment in Spma Bdida C:ystH·,¡", Brll1sh Mcchcal Journal, 21 de octubre

19/3 , p. 19/ . El poema completo st• mduye en l lelen Gardner (ed . ) ,

Thc New Oxford Book of English Verse (Oxfórd, 1 9/8)

El ensayo de Sir Gust.1v Nossal ntado en !.1 secnón "hll.masi.l art 1v.¡

y pasiva" es "The R1ght lo DI(': Do Wt• Need New I .egisi.lliorl"�" t•n el

Parlamento de VIctoria, ComiSIÓn de Desarrollo Son.d, Fmt Rcport on

lnquiry irl lo Optwns lór Dy111g wnh D1g111 ty, p. 1 04 . Sobre la doctnna del

doble efécto y la distmción entre med iOs de tratarnit·nto ordinanos

y ext raordin.1rios, v{·ase Belga Kuhse, "I •:uthanasia", en P Smger (ed . ) ,

A Companion to Ethio; y para una mfórrnanón más completa , 1 1 . Kuhse,

The Sanctity-of !.1fe Doctrine 1n MedHinc A Cri t ique, caps. :� 4

462

1 1

t �

.:..

' �

Notas, referencias, y lecturas complementarias

! .a t•nnH'St a de pediat ras y tocólogos aust ralianos a la que se hace

reférenna t•n la secnón "Eutanasia act iva y pasiva" lite publicada corno

P. Smger, 1 1 . Kuhse, y C Singer. "The Treatrnent of Newborn Infants

w1 th Ma¡or l landica ps", Medica! Journal of Australia, 1 1 de sepoernbre 1 98:� .

E l test imomo de l oiHspo católico, I .awrenct• C:asey. en el caso Quinlan

es ntado en la sentt•nc1a, "In t he Matter of K aren Quinlan, An Alieged

Incompetent" , reimpreso en B. Ste1r1bock (ed . ) , Kilhng and Le! l ing Die

(Engil'wood Chfls, Nueva Jersey. 1 980) . }ohn I .orbcr describe su práctica

de c•ut.mas1a pas¡v,¡ en casos sclecnonados de espma bi tida en "Early

Resuhs of Sekctive Treatment of Spma B1tida C:yst ica", Brit ish Medica!

Journal, 2/ de octubre 1 9n . pp 201 4 . ! .a est adíst ica de supervivenna

de renhl nacidos con espina b í fida no t ratada procede de los artículos

de l .orber y G. K. y E . D . Srnith , ntados antenorrnente. Dist intos

mi•chcos proporciOnan cifras distmtas . Para mayor infórmación sobre

el t ratamiento de recih1 nandos con t•spma b í fida. v{•ase Helga Kuh�t·

y Peter Smger, Should the Baby l.ivc"�, cap :�

! .a ob¡enón de Lorber a la t•utan,¡sia act 1va ntada al pnncipio de

la secnón "La penchente resbalachza" t'S de la págma 204 de su artículo

del Brillsh MedJcal journal nt.Hlo antenorrnente . ! .a ugumentación de que

los crírru·m·s nu1s se des,lrrol l .mm a part ir del progr.una de eutanasia

t•s citada de Leo Akxander, "Mechcal Scwnce under D ICtatorship", New

England Journal of Mediune, vol. 24 1 (14 de ¡ul io , 1 949) : :�9 4/ . Git ta Sereny.

lnto That Darknm: frorn Merey Kilhng to Mass Murder ( I .ondrt's, 1 9/4). hace

una prt'tt'nsión smu],¡r ,¡] st'guir la carrt'ra dt' Franz Stangl desdt' los

C('ntros dt' t'Utanasia hasta el campo dt' la mut'rtt' t•n Trt'bl inka, pt'ro al

hact'rlo rntH'Stra la gran dikrl'rH·¡,¡ t'nl rt' l' i programa de "t'utanas1a" nazi

y lo qul' St' dt'tit'ndt' acttulmentt' (vt"·ase t's¡wnalmentt· pp. C, 1 '>) . Para

un t'J emplo d t' una encut'sta qul' demuestra qut' la gent e norrnalrnentt·

valora algunos estados d l' salud peor que la muert t' , v{·ase G. W

Torranct', "Ut ihty Appro.1ch to Mt'asuring ! lealth Rt' la t t'd Quahty of

I .ik", Journal of Chromc Diseases, vol . 4{) ( 1 98/) 6

Sobrt' ],¡ t'ut an.1s1a t'nt rt' los t'squirnales (y lo raro dl'i horruucho

463

Page 248: Peter Singer -Ética Práctica-

Í�t ica práctica

lilera de estas circunstancias especiales ) , v(·ase E . Westerrnurk, Thc Origin and Devclopmmt of Moral Ideas, vol. 1 , pp :�29 :H , :�8/, n . 1 , y 392, n 1 3 .

Capít ulo 8 : Ricos y pobres El n•slura·n de la pobreza rnurHl lal s<' recogió de dill-rentes filentes, entre las que se mduyen Al.m 1\ Durning, "J•:ndmg Poverty" en el inlórrne del Worldwatrh lnst i tute edit .tdo por l .estcr 1\rown et . t ! , Statc of the World 1 990 (W.tshmgton D .C. , 1 990) ; el Human D<�vclopmcnt Rcport 1 991 , del Progr.un.1 de Des.trrollo de las N.triorH'S Umd.ts ; y el inlórme de !.1 Corrustón Mundial p.tr.l Desarrollo y Medio Ambwnte, Our Cornmon Future (Oxfórd , 1 98/) . L1 pnrrH·ra cita de Robert MrN.tm.tra en la sección "Algunos datos sobre l.t pobru . .t" provi<'n<· del Sumrrwry Procecdings de !.1 Reunión Anu.tl de 1 9/6 del 1\.tnro Mund ial!IFC/IDA, p 14; J.¡ ri ta siguiente es del World Devclopment Report , 1 9/8 (Nuev,¡ York, 1 9/8) , p . i 1 1 , del 1\,mro Mundial

En cuanto ,¡] despdfúro que supone .t !unentar , ¡ los .uumaks ron ],¡s cosechas en V<'l. de . t !.ts person.ts <llrect.nm·ntt• , v(·.tse h.tnns Moore Lappe. Dw for a Smal/ Planet (Nuev.t York , 1 9/ 1 , 10" .uuversano ed , 1 982) ; A. Durmng y 1 1 . 1\rough, Taklllg Stork, Worldw.ltch P.tper 1m (Washington D C. 1 99 1 ) ; y j Rifkm, Bcyond Bccf (Nuev.1 York, 1 99 1 ) , capitulo n

Sobre !.1 thf(·n·nn.l o !.1 f:dt.t de e!!.t entre rn.lt.tr y de¡.tr rnonr, v(·ase (adern.is de !.ts .tntenores rd(·n·nnas . t !.1 t•ut.m.tsta acl lv.t y pasiva) Jonath.m c; Jovcr, CtJusing Death and Savlllg /.J V(�s. capitulo /; RKh.ml Tr.nnmel , "Savmg / .¡ f(• and T.t kmg I .If(•", Journal of Phdo1ophy, vol. /2 ( 1 9/',) ; john ! l .trns, "The Marxist Conception ofVIOience" , Phiio1ophy and Public Aflam, vol :� ( 1 9/4); john 1 I .trns, Vwlcncc and ResponsifJ Jhty ( I .ondres, 1 980) ; y S . Kagm. Thc I.JITI I I. \ of Morahty (Oxfórd , 1 989)

La posinón de john l .ocke sobre los derechos se desuroll.t en su Segundo tratado sobre d goiJJcrno <JVI/ . y !.1 de Robert No1Kk t•n Anurchy. State and Utopía (Nueva York, 1 9/4) . L1 posJnón, bast.mtt· dif\>rente , de

464

:� ,1

. ,

1

: 1

,.

:..

Notas, referencias, y lecturas complemen tarias

Santo Tomás de Aqumo provtem· de Sumrna Thcolog ica, 2, 11, Cuestión

66, artículo l

Garret l lardm propuso su "(•tira del bote salvavtdas" en "Living

on ,1 Lifdl'Jat " , Bwscicncc, octubre 1 9/4, otra versión de la cual se ha

reeditado en W Aikl'n y H. ! ..1 Follettt· (eds ), World l lungcr and Moral

Obligatwn (J·:nglewood Clifls. Nueva jersey, 1 9//) . Hardin explica ron

más detal le el ugumento en Thc l.ímits of Altruism (Bioornington, ln<llana,

1 9II) . W. y J>. P.tddock propugn.�ron un argumento antenor en contra

de la ayuda en su hlno, de t i tu lo poro adecuado, Faminc 19/'>1 (Boston,

1 96/), ¡ll'rO l.t obra que m.is dest .lr.t en l.t luston.l sobre este punto de

vista debe corresponder a Thom.ts M.tlthus por Ensayo sobre el pnncipio

de la poblaoón (Mt'·pro, 1986; onginal en mglt'·s Londres, 1 /98) .

l .a oposKión .t la postur.t de que el mundo está superpoblado

proVH'lll' de Susan George, l low thc Othcr l lalf Dics, rev. ed (Harrnonds

worth , Middlesex, 1 9//) , capitu lo 2. Vt'·ase t.unb it'•n T. Hayter, Thc

Creutwn of World Povcrty (Londres, 198 1 ) ! .os c.ikulos de !.t poblanón en

diversos paises pu.t el .liJO 2000 se han ext r.tido del l luman Dcveloprnent

Report , 1991 h1 cuanto .t !.ts pruebas sobre que el crecirmento de la

pobl.tnón se puede reducir med i.ulte un.1 <hs tnbunón más igu.tlitaria

de los mgresos, una rrH·¡or educ.tnón y unos rnedws samtanos me¡ores,

v(•.tse john W. Rat ch fh-, "Poverty, Poht ics md h·rl lhty The Anomaly

of Ker,¡J.¡" , l lastmgs Ceriter Report , vol. / ( 1 9//) . J',¡¡.¡ un análisis más

general de !.t 1dea de ! .t transKJÓn demogr.ifir.t , v(•ase Williarn RKh,

Sma!Jcr Farmhcs Through Socwl and Econorrw Progrcss, ()verseas Ikveloprrwnt

Counrd Monograph no / ( 19n) ; y juii an Sllnon, The Effcct of lncome on

Fertdl ly, CJrohna l'opulatiOn Cerltcr Monograph (C:h.tpel l id ! , C:arohna

del Norte, 1 9/4) . Acerc.1 de t <'IllJS (·t lcos relanonados con el control

de la población, v(·ast• Robert Young. "l'opulat ion Poiicies, Coercwn

.md Moraiity" , en D. Manruson, R. Routley, y M. McRoblne (cds ) ,

Enmonrnental Phdosophy (C:anherra, 1 9/9)

! .a ob¡enón de que una poSICIÓn corno la mía supone un mvcl

dernasi.Hio alto es planteada por Susan Wo!C "Moral S.unts", Journal of

46'>

Page 249: Peter Singer -Ética Práctica-

Iitica práctica

Philosophy, voL /9 ( 1 982) : 4 1 9 :�9 . V<·ase tarnlnhl el "Syrnposiurn on

Impartiality .md Ethical Theory", Ethics, voL 1 0 1 (¡uho, 1 99 1 ) : 4 . Para

una contundente def{·nsa de la {•t l l'a nnparciahsta, v{·as(' S. Kagan, The

Limits of Moraluy (Oxfórd, 1 989)

Para un resumen sobre los ternas, v{•,¡se Nigel Dower, "World

Poverty", en P. Singer (ed . ) , A Cornpamon to Ethics. Un ('StudlO m.is

completo del mismo autor lo constlluye World Povcrty Challcngc cmd

Response (York, 1 983). I�n cuanto a un en fóquc sobre derechos, v{·as('

H. Shue, Basic R1ghts: Sub.mtence, Alflucncc and l i .S . Pohcy (Pnnceton,

1 980); y para un enfóque k.mtl.mo, Onora O'Nedl , Faces of l !unger

(Londres, 1 986) . Un.1 colecnón general útil ('S W A1ken y 1 1 . ! .a

Follette (eds . ) , World l !ungcr and Moral Obligatwn. Sobre la eficacia de la

ayuda internanonal , v{·ase R. RHidell , Forcign A1d Rccons1dcred (Baltnn ore,

1 98/).

Capítulo 9 : ! .os de dentro y los de fi1era

! .as ci fras sobre el número de refilg1ados proceden del Ncw lntcrnationahst ,

septiembre 1 99 1 , pp. 1 8 1 9 . ¡.:¡ Alto Comisionado de !.1s N.H·IorH·s Urud.1s para los Refi1g1ados pubhc.1 1gu.dmente cálculos sobre el número de refiJg¡ados, de .1cuerdo con su prop1.1 ddíruc1ón lnnll.1da de rdilgl.ldo, y del número n·asentado.

! .os puntos de v1sta de M1chael Walzer aparecen en su Sphercs of

]usticc (Nueva York, 1 98:� ) . pp. 9 22

E l relato de la vislla a un campo de rdilg1ados en la secnón

" ! .a f:dana del enfóque v1gente" procede de Ross1 van der Borch ,

"Impress10ns of' a Refilgee C.unp", ntado en As1a Burcau Austrahc1 Ncw.s

let ter , no. 8'> (octubre d1nembre 1 986) .

Michael Gibney (ed . ) , Opcn Bordml Closcd Souet1esl (Nuev.1 York,

1 988), ('S una colección vahosa de ensayos sobre aspectos {• l icos y

polít icos del terna de los refilgiJ(Ios.

466

l r

1 ¡

·\

Notas, referencias, y lecturas complementarias

Capítulo 1 0 : El medio ambiente

Sobre la propuesta de hacer una presa en el río Franklin en el suroeste de

T asmania, v{•ase James McQueen, The Franklin: Not ]ust a River (Ringwood,

Victoria, 1 983) .

! .a primera ci ta en "!.a tradinón ocndental" ('S del G{·nesis 1 .26-8 y

la segunda del G{·nesis 9 .2-3 Algunos mtentos por suavizar el mensa¡e

de estos pasa¡es pueden verse, por e¡emplo, en Robin Attfield, The Ethics

of Environmental Concern (Oxfórd, 1 983) ; y Andrew l .inzey, Christianuy and

the Rights of Animals (Londres, 1 98/) . ! .a uta de San Pablo viene de los

Conntlos 9.9 10, y la de San Agustín de su Thc Catholic and Manichcan Ways

of Life. trad. de D. A. Gallagher (' L ). Gallagher (Boston, 1 966) , p. 1 02.

Para la mald1ción de la higuera, v{•as(' San Marcos 1 1 . 1 2-22, y para e l

ahogamiento de los cerdos , San Marcos 5 . 1 -- 1 3 . El pasa¡e de Aristóteles

se em·u(·ntra en su Polít ica ; en cuanto a las posiciones de Santo Tomás

de Aquino, v{·ase Su mm a Theologica, 1 , ii , Cuesl!ón 64, artículo 1 ; 1 , i i ,

Cuestión /2, artículo 4 .

Para detalles sobre los pensadores cnstianos alternativos, véase

Keith Thomas, Man and the Natural World (Londres, 1 983), pp . 1 '>2-3; y

Attfield, Thc Ethics of Environmcntal Concern

Para más infórmanón sobre los efénos del calentamiento global ,

véase ! .es ter Brown y otros, S ta t e of the World 1 990, Worldwatch Institute

(Washington, D .C. , 1 990) . I .a infórmación sobre los ef(·nos del aumento

del nivel del mar viene de )odi L. )acobson, "Holding Back the Sea",

en ese volumen; ella a su vez se inspira en )ohn D. Mdliman y otros,

"Environrnental and Economic Implications of' Rising Sea Leve! ami

Subsiding Deltas: The Nile and Bengal Examples", Ambio, vol. 18 ( 1989) :

6; y e! Programa de Med10 Amlnente de las Naciones Unidas, Critena for

Asscssmg Vulnerabduy lo Sea Level Rise: A Global lnvcntory to l !igh Risk Arcas (Delfi,

Holanda, 1 989). ! .as utas de Bil l McKibben, The End of Nature (Nueva York,

1 989) son de las pp. 58 y 60 de ese libro.

! .a exposiCIÓn más completa de Albert Schwe1tzer de su postura

467

Page 250: Peter Singer -Ética Práctica-

f'tica práctica

ética es Civilisation and Ethics (P.nte 2 de Thc Plulmophy of Civdi.sation). 2·•

ed. , trad. por e T. C.unpion (Londre�. 1 929). La Cita ('S d(• las pp

246-7 . L1s ritas de Paul Taylor, Respcct for Naturc (Pnnreton, 1 986) son

de las pp. 4S y 1 28. Par,¡ una crítica d<· Taylor, v(•ase Ger.dd Paske: 'The

Lif(· Prinripk: A (Metaethiral) Re¡ect10n", journal of Apphed Plulosophy, vol

6 ( 1989)

La propuesta de A. l.eopold de una "ética de la t rerr a" se puede

encontrar en su A Sand County Alrnanac, wi th Essays on Comervatwn frorn

Round Rivcr (Nueva York, 1 970; publicado por pnrnera vez en 1 949,

1 9S3) ; los pasa¡es citados son de las pp. 2:�8 y 262. El texto clásico

para la distinción Pntre erologí.l superfina! y profimda es muy brew:

A . Naess, "The Shallow .md the lkep. Long-R.mge Erology Movement" ,

lnquiry, vol . 16 ( 1973) : 9C, 1 00. I �n ru.nllo ,¡ t r.1ba¡os postenores sobre la

<•rología profimda, v(•ase, por e¡Pmplo, A. Naess y G. Sess10ns, "Basir

Principies of'DPep Erology", Ecophilosophy, vol. 6 ( 1 984) (el pasa¡e citado

lo le í por primera vez en D . Bennet y R. Sylvan, "Aust ral i.m Persp<·rtivPs

on Environmental Ethirs: A UNI·:SC:O Pro¡ect " !sin public.u, 1 989] ) ; W.

Devall y G. Sessions, Dcep Ecology Lrvmg As 1f Nat urc Mattered (Salt L1ke

City, 1 98C,) (el pasa¡e citado es de !.1 p . 6/) ; L johnson, A Morally

Deep World (CarnbridgP, 1 990) , F Mathews, The Ecological Self (Londres,

1 99 1 ) ; V. Plumwood, "l •:cof(·rnnusrn: An Overv!('w and Drsrussron of'

Positions and Arguments Cril!ral RPvr<•w", Australa.sian journal of Plulo.so

phy, vol . 64 ( 1986) : suplemento; y R . Sylvan, "Thn·<' bs.1ys u pon Deeper

Environrnental Et l iirs", Dm:ussion Pap(!IS m Enmonrnenwl Plulosophy, vol . B

( 1 986) (publicado por la Uruversnlad Nacional Aust rali.ma, C:anberr.1) .

james l .ovelork, Gaia: A Ncw Look at Llfc on Earth , se publicó en Oxfórd

<'n 1 9/9. Earth and Othcr Ethics (NuPva York, 1 98/) , d<· C:hnstopher Stone,

constituye un mtento de <·xploranón de r.nninos en los ru.des los seres

no sensibles pudiPran estar mrltudos en una estructu ra (· t ira

El Grccn Comurner Guidc ongin.d es de }ohn Hkmgton y juh.1 l !ai les

(LondrPs, 1 988) . A partir dP ahí sP han publicado ad.lptanon<·s Pn

drversos países, .1sí corno muchas gu í.¡s p.¡n·rrd.¡s Con respecto .d

468

.l 1

1 i

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'

Notas, referencias, y lecturas complementarias

despilfarro de la producción arurnal, v(·anse las refi.·n·ncias dadas en

el capítulo 8. Tanto Beyond Bccf, de Rifkin, corno Taking Stock, de Durnmg

y Brough, tarnbi(•n conti<·m·n infórrnación sobre la tala de los bosques

y otros impactos mecho ambientales d<· los anima les que criarnos para

comida.

Roderick Nash, Thc Rights of Nature (Madison, Wisronsin, 1 989) es

uu análisrs hrstóriro úti l , aunque no siempre fiable, del desarrollo

de la <'tira mediO arnlllental . Algunas colernones de traba¡os sobre

este t <•rna son R. Elliot y A. Gare (eds . ) , Environrncntal Philosophy: A

Collcuwn of Rcadmgs (St . Lucia , QuePnsland, 1 983) ; T. Regan, Earthbound·

Ncw Introductory Essays m Enmonmcntal Ethics (Nueva York, 1 984) ; y D.

V ande V eer y e Pren·e ( eds.) , Pcoplc, Pcnguin.s and Plastic Trees: Basic Issue.s

in ErlVlronrncntal Ethic.1 (Iklmont , Califórnra, 1 986). Robert Elliot hace un

resumen de los ternas en "Environrnental Ethirs", en P . Singer (ed .) , A

Cornpanion lo Ethics.

Capítulo 1 1 : Fim•s y mPciios La historia dP Oskar Srhindler ha sido contado de fórma brillante por

Thomas Kenneally ere. Schmdlcr's Ark (Londres, 1 982) . El raso de }oan

AndrPws y el t raba¡o de Operarrón Rescate l'S descrito por Ikrnard

Nathanson, "Operat ron Rescue : Dornesl!r Terrorisrn or I .egitirnate Civil

R1ghts Protest7" l lastmgs Centcr Rcpor t , noviembre/diciembre 1 989, pp. 28

:n. El pasa¡<' biblrco rilado <'S de los Proverbros 24 : 1 1 La prNerlSlón de

Gary Leber sobrP el número de nrflos salvados aparece en su ensayo "W<·

Must R<·scu<· Thern", l lastings Ccntcr Rcport, novrernbre/dicwrnbre 1 989,

pp. 26 l . Sobre los experimentos de Gennarellr y los acontecimientos

n·larronados, v(·ase I .ori Gruen y Peter Srnger, Ammal !.rberat wn: A Graphic

Guid(! (Londres, 1 98/) . Sobre el Frente de Lrlwración Animal , v(•ase

tarnb!l·n Philrp Windeat t , "They C:learly Now See the Link : Militant

Voin•s", en P . Srnger (ed . ) , In Defcnce of Anirnals (Oxfórd, 1 98C,) . El

bloqueo del río Franklrn Ps descrito gr.ifírarnente por un partKipante

en james McQueen, The Franklin: Not just a Rrvcr (Ringwood, Victona,

469

Page 251: Peter Singer -Ética Práctica-

Ética práctica

1 983) ; sobre la pnrnera carnpar1a sm (•x¡to para salvar el lago Peddar,

véase Kevin K1ernan, " 1 Saw My Temple Ransacked", en Cassandra

J>ybus y Richard Flanagan (eds . ) , The Rest of the World !.1 Watching

(Sydney, 1990)

"Desobediencia Civil" de l lenry Thoreau ha sHio rennpreso en

varios lugares, entre el los H. A. Bedau (ed . ) , Civil Dtsobedience: Theory

and Practice (Nueva York, 1 969) ; el pasa¡ e ntado ap.1n•ce en la página 28

de esta colección. La cit.! que aparece inrnedi,lt.!rnente .1 contmu.1nón

es de la página 18 de R. P. Wolíi" In Defense of Anarchism (Nueva York,

1 9/0) . Sobre la natur.1leza de la conciencia, v(·.lse A . Carnpbell Garnel l ,

"Conscience and C:onsnentiousness", e n J . Femberg (ed . ) , Moral Concepts

( Oxfórd, 1 969)

John Locke .1rgumentó .1 favor de ].¡ unport.lrlcid de una ley

establecida en su Segundo tratado sobre d gobierno nvd , es¡wct,ilrrwnte l.1s

secciones 1 24-6.

Sobre la t rist e histori.l dP los mtPntos par,¡ rdórmar la ley

sobre expenmen tación con ;mimales , V(�ase Richard Ryder, Victims

of Science.

Las propuestas de M il i a favor de votos múl t ip les para los rrH')Or

educados aparecen en e l capí tu lo 8 de su Del gobierno representa tivo .

La c i ta de Engels de La situación de l as clases r raba jndorns en Inglaterra ,

se la dPbo a john Harns, "The Marxist C:oncPption of ViolPnce",

Philo.mphy and Public: Affairs, voL :� ( 1 9/4) , quien argumenta dP fórma

muy persuasiva a favor de considerar la VIOlencia pas1va como una

fórma verdadera dP violencia . V(·ase tambJ(•n e l l ibro dP l l a rns,

Violence And Respomibility (Londres , 1 980) ; y Ted Honderich, Threc

Essays on Political Violence (Oxfórd, 1 9/6) . La cita dP Dave Foreman

y Bi l l Haywood, Ecodefense : A Field Guide t o Monkeywrenc:hmg (Tucson,

Arizona , 1 98/) , aparece en las pp. 14 y 1 7 .

! .os t emas tocados en las tres primeras secnones de Pste

capítulo son tratados de fórma más comple t a en rru l ibro Democracy

470

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Nota.�. referencias, y lecturas complementarias

and Disobedience (Oxfórd, 1 9/3) . Probablemente la me¡or colección

de ensayos en este campo sea todavía ) . G. Murphy (ed.) , Civil

Disobedience and Violence (Be lmont , 1 9/ 1 ), aunque la antología editada

por H. A . Bec!au , a la que se hace reférencia más arriba, es valiosa por

su (·nfasis e n los escritos de aqu(�l los que practican la d esobediencia

civi l en lugar de teorizar sobre ella desde lejos .

Capítulo 1 2: ¿Por qué actuar moralrnente7 En cuanto a los intentos por rechazar la pregunta que sirve como

titulo de este capitulo por considerarla incorrecta , v(•ase S. Toulmin,

The Place of Rcason in Ethics (Cambridge, 1 96 1 ) , p . 1 62; J Hospl'rs, Human

Conducl (Londres, 1 963) , p. 1 94 ; y M. G. Singer, Generalization in Ethics

(Londres, 1 96:�) , pp. 3 1 9-27 D H. Monro defim• los ¡uicios éticos corno

esPnciales en Empiricism and Ethics (Cambridge, 1 96/) ; v(•ase, por ejemplo,

p 1 27. El punto de vista prescriptivista de la (•tica dP R. M. Hare implica

que existe un compromiso de actuar al aceptar un ¡uicio moral, pero

puesto que sólo los ¡uicios universalizabll•s cuentan como ¡uicios

morales, esta posición no tiene la consecuencia de que cualquier

¡u tno que consideremos esencial sea necesariamente nuestro ¡uicio

moral. Por tanto, la posKión de Hare nos perrrute dar sentido a nuestra

pregunta. Sobre este terna g<>neral de la definictón de t(·rminos morales

y las consecuencias de definiciones dif{•rentes, véase mi "The Triviality

of the Debate over ' ls -Ought ' and the Definition of ' Moral"', American

Philosophical Quarterly, vol. 1 O ( 19'13) .

El argumento anahzado en la segunda sernón es una destilación

de füentes corno Marro Aureho, Pensamientos, libro 4, par. 4 ; l . Kant ,

Fundamentación de la metafísica de las coswmbres; H. ) . Paton , The Categorical

Imperal!vc (Londres, 1 963) , pp. 245- 6 ; J Hospers, Human Conduct (Londres,

1 963) , pp. 584--93; y D. Gauthier, Practica] Reasoning ( Oxfórd, 1 963) , p. 1 1 8.

G. Carlson, "Ethiral Egoism Reconsidered", American Philosophical

Quarterly. vol . 1 O ( 1 973) , ccmstdera que el egoísmo es irracional puesto

que e l individuo <>goista no puede def{·nderlo públicamente sin fal ta

471

Page 252: Peter Singer -Ética Práctica-

Úica práctica

de lógica ; pero no está claro que (•sta sea una prueba de racionalidad,

ya que e l egoísta puede def(·nderlo ante si rmsrno.

Hume dt•fiende su posición de la razón práctica en Trclludo de la

naturaleza humana, l ibro 1 , parte m, sec. :� ! .as objeciorH'S de Na gel a este

respecto se <'ncuenrran en The Possibiliry of Alr rumn (Oxfórd, 1 9/0) . Para

un planteamiento más reciente de la posiC IÓn de Nagel , v(·ase su The

View from Nowhcre (Nueva York, 1 986) . La observ.H ion de Sidgwick sobre

la racionalidad del egoísmo se ennH·nrra en la p. 498 de Thc Merhod.1 of

Erh ic.1, 7• ed. (Londres, 190/)

! .a insistencia de Bradky en amar la virtud por si rmsrna viene de

su Ethical Studies (Oxfórd , 1 8/6; r<' Irnpresión 1 962) , pp. 6 1 :� ! ..1 rrusrna

posición se puede encont rar en Kant , Fundamentación de !u metafísica de las

costumbre.\, cap. 1 , y t•n D. Z. l'hi lhps, "Does It !'ay to Be CoO<P", Proceedings

of rhe Arisrorelian Sociery, vol. 64 ( 1 964 '>). BradlPy y Kant explican lo que

consideran "la conciPncia moral común", rn.ís que sus propios puntos

de vista. El mismo Kant se .HHuere a la posinón dP la conciencia

moral común, pero posteriormente, en Erlucal Studies, BradlPy apoya

una posición de la moralidad en la cual jU <'g.t un papel fimdarnental

la satisfa< ción subjPt iva quP sp t•ncut·nt ra en la vida rnor.d

Mi exposición de por qu(· creernos qu<' solamente las .HTIOn<'s

llevadas a cabo por motivos morales t ienen valor moral <'S similar .1 la

posición de Hume en su lnvesllgaucín sobre los principiOs dt� la mora l . V(•ase

también 1'. H. Nowell -Srnith , Erlucs, parte :�

Maslow presenta algunos datos incompletos en apoyo de su teoría

de la personalidad en "l'sychologiCal Data and V.due Theory", en A. H.

Maslow (ed.), New Knowledge in Human Values (Nueva York , 1 9'>9) ; v(•ase

tambiht A. 1 1 . Maslow, Morivarion and Personahry (Nueva York, 1 9'>4)

Charles Harnpden-Turnn Radical Man (Nueva York, 19/ 1 ) contH'n<'

una mezcolanza de t•studiOs e mvest igaciom·s que relacionan ciertos

valores humaníst icos con un concepto de 1.1 vid.t que es subj<'t ivarnent<'

recompensante ; pero los datos son a menudo sólo tangencialmente

pertinentes a las conclusiones extraídas de ellos.

472

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..

Notas, referencias, y lecturas complementarias

Sobre psicópatas, v(•,tse H . Clerk ley, The Mask of Saniry, s• ed. (St.

l .ouis, 1 9/6) . ! .a md icación sobre peticionps de ayuda por parte de los

familian•s, y no de los mismos psicópatas, está en p. viii . La cita de un

psicópata 1(·liz <'S de W. y J McCord, Psychopathy and Delinquency (Nueva

York , 1 9'>6) , p . 6. Sobre la habilidad de los psicóp.llas para evitar la

cárcel, v(·ase R. D. l iare, Psychoparhy (Nueva York, 1 970) , pp. 1 1 1 - 1 2 .

! .a "paradoja del hedonismo" es analizada por F. H. Bradley

en el tercer t rabajo de su Erhical Srudies; para la explicación de un psicoterapeuta, v(•ase V. Frankl , The Will ro Meaning (Londres, 1 97 1 ) ,

P P · :B 4 Sobre la relación entre el mter(•s propio y la (•t ica, véase el ú lt imo

capitulo de Mcrhods of Ethics, de Sidgwick; y para una antología út i l ,

D . Caut fupr (ed . ) , Morality and Rational Self-lnrmsr (Englewood Cliffs,

Nueva Jersey, 1 9/0) . Sobre el terna más general de la naturaleza del

razonarniPnto práct ico, v(•ase ) . Raz (ed . ) , Pracllcal Reasoning (Oxfórd,

1 9/8) .

! .a Cita de Denrus l .evine es de su lnside Out (Nueva York, 1 99 1 ) ,

p :�9 1 .

473

Page 253: Peter Singer -Ética Práctica-

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S in víci <rnas 1 80, corno tl'rn.l

l'I !CO 1 6/ /0; dcfÍllll ¡(lfl dl'

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200; lllVl'Siig.lnón con l t' J ldo

{(•¡,¡J 202 9, Jc.g,sl.lnón y 1 // 80,

OflOSlCIÓtl ,¡ J :>6 1 2 , :> JO (, , :> 80 }., pos1nón collst•rvador,¡ 1 /0 6,

1 81 ', , 209

Ac.!dl'rtll .l Arnc·nc.ma dt' l't'th.ll rí.l 2'>:>

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acl!v<dadt's ,¡] .un· hi>rc· :, c,1 9

.lt tos dt'g.dc•s , ¡ mtdic.lcltm :>69 /6,

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.danc·nto .nurn.dt•s V i l , 1 , /8 8 1 ,

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Arni·nc.\ Lllm.l ., 1 1

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1 :><J 1 1 , c l d(·rc·rlt 1 .1.s con lm

lnrrn.1nos 90 8, t'Xt lus lt·lll de J.¡

i· t < t'.l 9 1 1 0 1 , <gu.dd.id (,9 I CB ;

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Índice alfabético

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:>1 :> 4; t j ll l l .lr J.¡ v ¡d,J B6 66

.uurn.dl's no hurn.n1os. corno

pt•rsonas 1 :>6 1 '> ; v¡oJenna

han.1 .>8'>

,HJI I COnCl'fll !Ótl J e,:> , 1 9 1 , 22',

,¡prc·n.lnón esti•t Jca de J.¡ nat ur.dt•t..l

2:>8 9

.ugurncnto· nH'Stionc.�-, rnor.1les

99 82, t·xptTltiH'nt .lCJón t o n

hurn.utos /e); obhg.1uón d<'

,¡yud.�r 28'> 9, P·lfH'I d" ! .1 i·w ., 9 1 0 , 1 8 ; ¡H'ndJt'n t t• resb.il . lt i ll .l

9/ 8, v.1lor de J.¡ s·¡d.l con

dlSl .lp.!nd.!d 6/ 8 (vétm tornlHin

n·<·rn plu.lbJ!Jd.!d)

.ngurnt•nto de !.1 got .l en el oci·,¡no

288, ' 1 8

Mgurnt•nto cil' J.¡ ¡H'nthentt• rt'sb.d.!tlJJ,l

9 (, 8; de J.¡ t•ut .Hl ·"'·' .1! genond10

261 /0

.ngurnento d el nHd.1do de los

nut'stros 289 9 1

,¡rgurnento del rrut·do, y t·u t .n t .lSJ.l

volunt.m.l }A 1

Anstótl'les 1 1 1 , 2 1 1 , :B 1 , :B >, 10/

,1!-ll'SIIl cltO 1 /(), el ,\borto COirlO

1 II 8. 1 9 1 2, d<vr rnonr corno

t•qu¡v,dt·ntt· mor.d, }./6 8',

AS!.! :> 1 1

·'"lo :> 1 2, > J I , > 1 8 , :n/

AsocJ.lC IÓi l Mi·chc.l ArtH'r!C.lll .l 2'>:>

.nl�l'IlClcl de COilU('IlClcl :�48

Aust r.d 1.1 J (,8, }./ ', , 1 1 9 1 1> ; políuc.l de

rt'!úg!.lt!os :> 1 / , :n 1 (,

,\\l{O,l(' { l l ,¡ J ¡ ¡.¡('J()il 10'J

.!U IOI!lÓV¡J 2, :, ;_1

,¡yud.l corn nnJt.uJ,l ,¡J des.nrollo 2/6

Aynd.1 en AtTltlll }JI

.1yud.1 ¡·xtt·nor 282 4, 289, 29'> 9 ,

:>O/, :> 1 8 , :n1 . :>92; .1t'1os il<'g.des

p.1r.1 prt'S!Otl.lr .1! goiH<'rtiO

:>lO; y conthnom·s :mo; y

tTt't' lllllt'll{O dt' J.¡ pobJ.iC!Óll

29:> 1; y n·spons.!bdltl.ld dl'i

goi>Jt'rno :>01 2

1\,¡,¡der Ml'mho!l' :>81

1\,li>y !loe 2',2 1, 2(,:>, 12/

1\.lkkt· , Al.m '>6 (A

J,,¡J,,nct· mor.d 1 '>'J. 1 (,2

b.d lcn.lS 9 1 , 1 1 1 , 1 1 6, 1 1 / , 1 61

1\,¡ngl.ltlesh 291, 29', , 299, :>:>1

b.lst'S I> !Oióglt'.lS dt' J.¡ dt•Slgn.dd.lt! :> :>

1\.!Slho, S.1n \'1" IH'nevolcnt ¡.¡ '>. :> 1 O, 10'>. 108, 1 1 1

lkn t lwn, J eremy 1 1 , 1 / , / 1 , /2, 9 1 ,

J U , J ','J , 2 1 1 , }.9 1\¡bJ¡,, 1 1 1 , :B 1

l)J(>i·u c., 1 :>8 9 , 1 1 :> l

l)J(JSk r.l :>19, " > 0. :,e,:>

bmqut•s destruccJÓ!l de

:B:> 11 , colour ,\SI dl.lS en

>89

1\wlil'y. ! · l l . 10:> . 40/

1\r,\Sd 29')

1\ng.¡d," l\Oj ,\S :>81

Bn111h Meche u! ]uurnul 262

1\rown, 1\ob :>62, :>6:> , :> 6',

1\rown, l .ml lst' 1 (,8

i>ne n.1 v¡d,, :>01 , :>O'>

1\¡ ¡ t Jcr , jmeph 10/

47S

Page 254: Peter Singer -Ética Práctica-

Índice a lfabél ico

c,¡ J ¡d,HI d t• v ¡d.¡ Ll/ H, )A'); y

l'll t .\TI,lS I,l J.6l> /; y f('CH'Il fl,\C!do�

thsc.ql.lc l i <ldos )JI :\ 2, Llf> , 2S4, y

\r .u .urnPnlo m<·d l l o ).', 4 , 260 4

t .unpos dP rdÍlg•·•dos :s n 1 4 , :ns

"·'!'" d" owno rso. :s:H . :s40

C<ljl,lCHI.!d flll'll\,d, y SllÍCl l ll l l' l l \0 /4 (,

C,Jjl,lC!d.ld j) .l t ,J P i l'g1r J f.:l 4 ; y l'i

dPrPcho :s rA S , y ''" '"n''"·' nr, H.

)A'); y l'll l .\fl,JSJ,l l l lVOJun\ ,lrJ,l

):1H 9 ; y eut .ui.\S l .l no volunt .t:: 1 .1 2.2 1 4 , Ll9 4H

C.lp.lnd.HI V J SU,¡J l'Sjl,Jl"l,¡J :s'J, 4). :s, 4 ', ,

s o

c.md.¡d :l l O , :l l H

C.JSO dt' 1\,¡!Jy 1 \ 2S4

c.JSo dP B.1hy j 2S4

c.u.1 /6, Hf,, B2

ct'hh.lto 1 9 1 , 22S

ct'rdos 1 4 /, I S O, 1 64 , 1 H 6

("1,\ l !Oi l jlO gpn(' \ J CO 20 1

nud.!d.mi.l, y oh!Jg<lcJÓll dt' ,¡yud.lr ).90

twdii .. lCJÓll ocudPnt,d, v.¡Jor dP J.¡

V Jd ,¡ l'll ] 10 J J C!t•t k ley , I IPrvl'y 4 10 n. 4/:l

clnn.1 :l4 1

c:lough. Arthur ).'A . ).', ', co.HTI6n :�/(,

cotwllll' mll' it ·nu.d 49, SO, S4, 94,

ddérPnt J,\S ! J .¡s.¡d,JS t ' l l ! . 1 gt•nt' l l l ,, .S/ 9, S :s 4, y jlrlt lCljl lOS dl'

¡gu.dd.Hi 64

Coil'g•o 1 !o!Jn<ks d" M<·<hcos 21:1

Colomln.l 299

< omllllsl lhil's !C.sdPs :S:S4, y,r,

conH'r c.une , ¡us t ik.tcion ¡ t> 1 ),

4/6

CmnJSHln 1\,li iPncr.J ln l t•rn.¡non.d 1 4/

Corni"i l C,l i l de l P.u n rnonio d<' l.t

l lum.und.•<i s r,:s

CornlSJÓll 1 ! Jdrot'kclrH .1 dt' I.!S lll<ll!J .l

l62. l / 1 . l//

Coll ! JS J ( l l l 1\t'.!l C.l l ! .l<i ll'llS<' soh r l' l'i

Si.!\llS dt' \,¡ Mll j t' r 1 //

comunJd,Jd y PI dt'r<'t ho ,¡ t'SI.!hlt•t t•r

fll'rl<'rll'n< , ,, J.H9. ·s 1 'J 20; y ""

lmnles :s 1 (, 1 / , :s49, vc<Jsc lrHn b1én

( O l ll l l ili<Ltd lllOt.d

cmnnrnd,Jd mm .d , iml l l l'S .S 1 1 1 4 ;

pt·nt·r"''" '·' s i ',

t omurnd.HI poil l l l .l .s J f,

COll l l l l l lS ! l lO Ú, t> } , } () /

t oncH'llCJ.l H'>. ')}, ) , d( ' sufnnll t'n to

/4 / , en el fr· io 1 / 1 ). , 1 / S (,, l H / ,

).O:S 4 , t'!l rr·rwn J J .H 1dos 209 J O ,

).),(, 1 ; y v.dor de ! . 1 v¡d,¡ H S ; VC'r!lr'

IOJn)JJéfl COilCH' l lCI,l de SI

r onCll'tH ¡,¡ de S! 1 OH 1 J., en .unm.dt•s

1 4 ). :s, y dt•rr•t ho ,¡ J.¡ vJd,l J :l 2 4

< on< J('l!C J.l pro¡n.• y .nnm.des 1 :sr, H,

1 1 :1 / ; y dt·rr·cho " !.1 vJ d,, 1 26 ,

1 r,r, H . 1 6:s 4 , nA , y (' \ ! l .lll.l .Sl.l

2. 56 9 , 24 1 l . 24H 9 , y k1o

1 H ', r,, 1 H') ')0, y hum.u!ld.!d

1 0'), 1 1 ). H , y J.¡ "'!"" "l .'d p.1r.1

e i l'g11 1 Ll 4 , y m.ll.u J.l') 40, y

pnnnp1o d(' ¡gua! e<Hl\I d<'r.tuón

,¡.. J ll l l'rt'S<'s 92 4, ')(, H, y r<'< J(•n

rw 1do.s 209 1 O, 226, 2:12 :s,

v.dm dt' J.¡ v¡d,¡ 1 :s 1 2 , 1 y,

con<ht IO il.U!lH'nto �on.d 1 1 , 1).

\ Oll<ht lllll\'S SO\ J,dt'S, y thst ,lj!.H Jd,¡d (,H

< ondu' ' "·'n J., J.H4. s s r,

.. ,¡ ' r

• ..¡

, ..

·'t-

..

Índice t1 l1abérico

conducción lcrrH'LlrJ,l 2H'i

conduct.l I T l l l' I lc Jon.d l'Il .t i l ! rtt.de.., U ') 44

condun.1 pl.nufic.rdor,r t•n .urnn.lit's 1 4 l 4

conscnH'nn.dJsrno X I , X I ! , :� . .tclos y Oll l !S J<Hll'S 2Sr, M, y dt•rt·t ! Jos dt' los rdug1.rdos :s 1 9 2 / ,

dt'solll'dwnc1.r twi l \ H 1 J.;

ohl 1g.lt 1(ll\ dt' .ryudu J.HS / ,

:sOS / , y rt•spons.r h J ! J <I.!d dt' .tctos/omJsJon<·s J.H 1 , y sekn J()!l J.% 1; y V Jol t·nc J.l :sHr, 9 1

consnv,l( H>n d " ' " n.llur.rJ,., .. , :s:l 4 , :s64

con�Ider.lcJon rnor.d de los seres St'nSJh !t·s .144

COIL\l l l l lO :� r> 1> <J

conLrmn"" 1on J.6o. :s49. :ssr,, :s(,')

con\ rol d<' pohl .1< "'" 1 ') 1 J., y h.nnhr" :s H /

< Orlt'X Ct'rl'hr.rl HH

cosrn(' \ Jco.s, <'mpn·s.L' "" HJ.

Crt'.lC1Óll l l JV 1 l l .l 90

t'r('Cl ll l i< ' l l \0 l'COllÓrt l !CO :s4 J , :s s s

Cnmn W11hoJJ1 VJ < um s (Schur) 1 /9

Cnq J,l l ! JStr Jo U, 29 1 , y cond1cJ()J¡ hurn.rn,¡ :s:n :s; ,. mf"n '" """ 2 1 4 ,

y v.r lor dt• l.r v"l.r 1 1 1

Cli('.<., [ JOtl<'S ( ' [ ] (",}<., Vi l V I I I , COrt lO , 1 ( 1 1 1 udt's/pn·scn f'Ci<>r lt'.' H 1 O, y .rspt'c\o l l ! l !Vt'Ls,rl J ),(, /, 1 ' " ' 1<r1 mor.rl t•.s 1 1 ,

j llS \ 1fÍc,)( ) ( ) ) ) dt• ')') J OJ., Y l l lO I JVO 10:1 <,; y pm1c'J"o d" 1gu.r! consJder.lcJón de l ! l l <'r l'\l's 2'-, H ,

y lln1vt·rs.r!Ls.l i ¡ ¡ J ,d .. d 1 / 1 S , :s9:s (,

< ut•s i Jont•s rnor.rll's J., :s 1 ó , :s /4. :sHO

r 1 1 1d.rr dt' lm lll l t'.S\ ro.s 2H9 9 1 , .\(J:S t 1 10\ .!s f> S 4

< lump.rnc(·., 1 4 (,, I M , l l <'rr.l l l l l<'lll .rs 'J I , J l l \ t•ncJon.r! Jd.rd 142 4;

'""g"·'l" U/ 9

Chrysos lom , John :rs:s

l l.r rWJ J 1 , Ch.ni t'.s 90

l l .Jwk Jm, 1\ 1 < h .. rd :sm

De Rct111ll NriltJJo ( I .ut rt'c1o) 1 ', ',

l lt· w .•. r l . Fr,,n, 1 12.. 1 1:s

/Jeep Ft olofiy ( l kv.dl y St'SSltms) :s r,o

dt'k<los gl'nt'I!CO.I I J.9, 1 60, J.:S()

dt'km,¡ pro¡l l .r J O S , 1 0/

dt·J.rr monr J. S S 64 . ).1 1 , :s Hó f, ,

corno P' J l l lv.dentr J rHJJ ,d del .lS('S J l l ,l l O }/(, W>

dl'if int•s 9 1 , 1 4 1 , 1 46 , 1 64

dt'i ! los S l l 1 V J (' \ J l l J .l.S J /9

l ll' i i .J 1\eng.lii l l4

lkl i ,¡ d t'l N i lo l:l4

dt•mocr.rcJ.r :sH 1 , y c.nnlno il'g.rl :l/0 9,

y l'l ! \ , J l l ,\SJ,I }.(,(, deoniologos :s

l lt·p.¡rl.l l ll< ' l l lo d<' Agnn1h 11r.1 d<' los I'si .!do.s l J rudos 1 4 /

dt'rl'cho ,¡ l.r .ryud.r 2HJ.; vr'osc lr1mlnén oi J J ,g.rc Jón dt' .ry<�d.n

dt'rl'cho ,¡ l.r prop!t'd,Jd, y oh!Jg<lnón dt· .ryud.rr ).') 1 J.

dt•rt•t ho ,¡ J,¡ VJd,r 1 s (,, 1 4 H 9, 1 ', (, /,

1 H 1 2, 1 Hs 4 , 1 H9 90, }).r, 1, :s s 1 J., y ,1('\os/onmJorJ<·s J.H 1 4,

< ·'l'·lCJd,rd 1'"'·' t• lt •g1r 236 H;

47/

Page 255: Peter Singer -Ética Práctica-

Índice a l fabét ico

y (()!l(l l'll(l.l !""!"·' 92, 1 26, y

<'rn b n c'm 1 9 H 9; y <'u t .m,\si.l

volullt .m,¡ 240 1 , y f(·to 2(J:í 4 ;

pi·rcl id ,¡ d,. c.lpacid.HI par,\ d<'gir

2:l 6 8; y personas 1 1 ') n . y r<'Cii'rl

!l.ludos 2 1 1 H; y r<'ut' l l n.1udos

tbsc.Ip.!Cli.Hios J.:l4 S, 4 2'> / ,

44 1 :s ; n·v ¡nt i lc.lnón d<' l d<'r<'cilo

,¡ !,¡ Vid.! ]')2 4

d<'r<'chos d,. !m .nnrn.dt·s 86

tkr<'chos Ill<hv¡d u.d<'s 1 / , ).8(,

d<'r<'chos rno r.d<'s 1 1 ')

dcr<'chos y d<'S<'m 1 20 1 , 1 2:l S , d e

!.1s pcrso !l,\S 1 8 / 'JO, ¡J,.¡ f(·to J.o:í,

d,.! mti lviduo 1 / 1 8

d<'s<'os 1 S 6 9 ; y d<'r<'chos 1 20 1 ,

1 2:í S , Incumpl idos 1 1 2 J:í , d,.

ot ros 400 1

d <' S ll l l l r lCI Óll }./ ] 6, }.86

d<'sOJ)('dl('l\Cl,\, j USI IfÍc,\Clllll :S /0,

:S/(, 8:S ; vitm t arniJiin .lelos Ii <'g.d<'s

d<'sol)('d l ('llCI,I uvd :s e, ¡ , :í// 82

"D<'soiH'dit'nci.\ C1vd" (Thor<'.\\1) :s64

l kv,dl, B d l :s so

t i l .dH'i<'S J.D:í

d J ,Ignósti<O pr<'n.It.d J.:íO, Lí l , 2:í4,

2í S , 440 2

dl(' t ,¡ 80, 89, :sn; Igu.dd.HI p.1r.1 los

.mnnal<'s /(, 8 1

d l l'(,¡ Vt'gt't.Irl,l[l,¡ 80, ] ',() ! l i t'/ M.¡nd.un i<' ! l tos 2S6

til<'nno :íO/

t l ! kr<'nn,l raci.d 94 6, y Cl 49 SO, t'

Igu.!ld.!d r.H I.Ii :s s 'J

r i lkr,.nn,IS g<'ni·tic.IS, y CI :s s / , 48 so

ddér<'nt ¡,¡s m<i lv¡du.dt•s 4 9

418

di krt•nt ¡,¡s ps 1ot o log1t '" <'llt r<'

S('XOS :S'J 4/

dd(·r<'lln,IS s.d.m,d<'s S 1 2

r J ¡ f(•rc•nci .!S s ¡·x u.des 94 6, biológic,IS

í:í S, <' ! l Cl 48 SO, <' ¡gu.dd,,d

S('X\l,¡j S 'J 4/

( )¡os 4 , '! , 'JO, ).)A , 2'> ' . 4 L í

r i l c'> X Ido de c.trbono :s1o. :s s6. :s s 8

d ! Sc.!p.H Id,¡d d!Strl!Tl l ! \ .l( l(ll\ por 2 8 ,

%, 1 46, ! 'A . 1 6 S , J.2í , 2 2 S , }JI,

LíO, J. SJ. , /.S4 , J.:í',, J.SO, J. s :s . ).(, S ,

4).',, jHl llt 1 p10 d(' Igu,dd,!d (,4 8

dJ�cnrrnn,luón ú'1 t, , lo� ,l r l l rn.d<·�

69 /0, ,¡ f:1vor d<' grupos

d<'sf,¡vorc•ndos M S, por <'Sp<'tlt'

S4:S, r.H ¡ ,¡ j 40 1 , S8

dhCflirt l l l J.C!Ól l lllVl'rS,l �,'1 distrirt l i i !.H Ic'lll r.H ¡,¡j 4 1 }., S 8

dts t tnnc'm t'ntn· yo y otro 4 0 1 2 t l !st nbu< IÓ! l d,. 1,¡ rt'llt.l 4/, ).')). :s. <'

Igu.dd,!d SO 4

d¡vcr s i d ,,d g<'llt' t ic.l , " Igu.dd,,d :s J. 4/

do< t n l l .l t i < ' ! . 1 s.llliid.!d d< ' ! . 1 v¡ ¡ j ,¡

J ¡ ¡ ¡ rn,m.l ! O S , 1 1 J. , 1 4 S , 1 8 ',,

1. 1 4 , 2M

dot t n ll.l t i <' los ,¡ct m y LIS Ort l iS IOll<'s

).S S M; y dd(·lJs,¡ d,. !.1 vio l<'ll ci.l

28:s 6

doctn ll.l dd dobk d<'cto 260 ).

dolor 1 / , 1 1 0, y .dlO rto 1 / S 6 ,

c.! p. ¡ ¡ ¡ ¡ j , ¡ ¡ j p.na S<'ll l i r 1 }.(, , der<'cilo ,, !.1 v ¡ d,, 1 S / ; t'll

.nmn.des :s1 :s 4 , ''" decisio! les

ti<' eul,\ l l .\SI,\ J.:í/ 8, y kto J (,9 /)., 1 8/ 8 , 20:s 4 , y rn.lt.n .l l l l rtl.des

148 ',O, J (,:S S ; l l l l l l l l l l lt .n 1 LS 1 4 .

" , ..

.. \1

:1

,

... tt

(

"'

,. 1

Índice a l fobét ico

1 1 / 1 8 , y v.do r dt· 1,¡ y ¡ ¡ j ,¡ 1 2 S :so.

vén\c romlnén \uÍnrnJento

dolor , .I i l V lo d<' }.6 1, J.') SO

donni i iO rn.!Scl l lmo 1:s. 4S

h o ddcnlf' (Forelli.lll y l l aywood) :s 88

,., ologi.l :s48 S2, profimd.!l!lo

profún d,, :S48 9, vt'u1c tmnlm'n

<'colog í.l profimd.1

t't ologi.l profúlld,, .S48, S S 4

h u lufJ I«II Scll , T/¡¡• (M.It llt'ws) S ',2

<'COSISierl l ,l g l ob,¡J :\',)., :S S S

<'COSIStelii.lS S4S , :\',0, :S SJ. 4

"' ot .l j <' (sabot.lj<' <'c o lógico) :s8H

educ.tnón . y .HTJón .tÍinn.ltiv.l

',(, (, ¡ , d,. < i lsc.lp.l<It,Hios 6/, ,. Igu.dd,HI 4 8

Fdw.nds, R o b e n ! (,8 , 1 69 , 1 9 ',

di·cto I l l Vt'rtl.t t lero S S O . :s s1 . S40,

s',/. :s s8

egot <' l l lmrno 4 1 4

ego ísmo 2//, SJ.I, y f(> [ , ¡ ¡ ¡ j ,¡¡j 4 1 1 1 6,

puro :s'J8 400

<'goíst.l, prud<'nle 1 1 4 J (,

l'.¡i·ruto R<'pubh< ,¡no I rl.mtks S 8 /

<'I I > I (' ll 4 S

<'i<'< Cl C.Hl de l'">p.nnrnH'Il to V, () <'rnb,¡r,¡¡o I S J. ', , 1 / 8 . 1 8 1 J., 1 90. 1 9 / .

l'!l 1 fltlll'.'.\ I( ' ..... 1 ¡:� einlm¡'¡ ¡¡ t ongel.!do 1 (,8 '), desarrol lo

d( ' l 1 (,/ /0. 1 / ', /6, 1 ' 1 1 ¡•l

!.dJOr,l tono 1 9 2 },()}., c ¡ u n ,l r !.1 v¡¡j ,¡

1 6 / 21 ',

Frnrnu rmd 1 (1 Iock<' l l ) 1 4 /

empko. y ,¡n Hll l ,¡firrn.Itr v,¡ Sú;

I I I < ' t ! Io .lmbi<'lll<' :s:so

ernpres.1 p n v,¡d,¡ S1

hu/ of NrJ I IHc, Thc (McKib h<'ll) :s10

<'ll<'rgi.l nucl<'.n :s:s 1 . 428

<' l lkrrn<'d.!d 286, }.')',, 29/

,.nfl-rrnetl.!d ti<' Altl l l' l lllt'r 20:S, 2 1 8

enk mwd.HI d e 1 luntmgton 20:s

en krrned.1d d,. 1'.1 rkmson 20:S , 206

enfcrm<'d.Hk.s de ddincnn.Is XII }, <'nfÓ<Jli<' ex f}t r! l i <J , rdiigi.ldos :s 1 1 . :S I '! ,

f:¡J,¡¡¡ ,¡ :s 1 ') }./

l · ngl'is F (,, /, SH4 . S8S

hll l ipo de (;oblr'1no de lo llniVt'TIIrlud dt'

ColdornirJ c o n l trJ Bokkc '>6. 64

¡ •st i.\V l t l ld J.8, ! 00 1 , 1 1 0

<'SJl"'"' :s4 'i . y <'lit,, <' tol t'lgic.l :s s 2 4 .

V(;(J \C UJ!JlbH;ll pcrtC IH'Il('l,l ,1

1,¡ "' 1)('(1(' <'sJH'twisino Si l . :s1 :s 1; "" 1,, pr.ic t i c.l

/H Wl, y J l l ,dd,u{ d e illclLlr

1 8 S 1>, y !.1 rtll<<'rt<' d<' person.IS

l \0 l l l l n!.ln,IS 1 4 S 8 , y l.IC ISlllO

(,') /8 , t i pos d e 8S, y v.dor d<' 1 .1

vid,, LS 1 1

espt'cl<'S en ¡)('hgro 1 4 / , :s:so

t•.s ¡wct .!dor llr'l p.lt<I.I i L í , 1 1 . :S'J(,, 1 1 /

<'s¡wrrn.l 1 9 ', 'J , 200

esplt!.l h í fid,¡ )JI, 22.8. /.SO ), }.(,), , J.6 S , 4 ).(,

<'s< j l l l i r i ,I i l'S /H, }.(>'), S',S

<'SI.!do com.uoso 2J.J., J.:í/

t'.st .!do InconS< l<'i\lt' 1 20 J.

<'st.!do y c· u t .m.tsi.l }.4(, 8, 266 /, vr'u1c

uuni)J(1Jl golncrno

l'<.,l.Hi<>"> .ir.dw.., )j r) J-:s ¡ ,,dos lJ Jndos 2/S, l l ep.Irt.mwnto

de Agrr cu l t ur.l 1 4 /

4/9

Page 256: Peter Singer -Ética Práctica-

Índice alfabét ico

est{• t Jc,l, 1.on.1s vírgenes :):)H 'J <'sido de v¡d,J :I S 'J

bi Oll'OS i:l , 1 S , :W/

t'I I C.l 1 1 H , :192 4 ; y .d>orlo 1 / H ,

1 HO, ¡•cológJc.l :IS 1 4 ; < ' X < lusJ<lll

99 l (J:l; f iwlll <' 4 S ; ,. J l l icr(·s

prop1o :1%. 402 E ; ¡ u s i J flc,¡c¡(m

:1% /; lo que es 10 1 H , lo q u e

n o <'S 1 1 0 ; n.llu r.d¡·¡,¡ y fim< J<lll

4(J:l 1 '1 , pos1 u r.1 unJv<·rs.d :194 /,

rM.lm H 1H, :19/ 402, 40',.

renprocHI.! d 'JH l (J:l , se[¡•¡ < !Ol l

7.9:1 :l02; vc'<J I<' 1c1rnlnc'11 rnor.!hd.�<l

t'I I C.l C<'nl r.Hi.l en e l hombre

·1:1 s , 140 1

t'l l c.\ de J.¡ l ! err.l :149

i'I J c,\ de J.¡ V<'fl<'T.l<'Jón por J.¡

Vid ,\ :144 ',4 i'IJc.\ de normas 2

t'I I <".l del bote s,dv,¡v¡ d,lS 294, :1m

i'I I < ,\ ecológJc,l :I S 1

i•t ¡c,¡ l l l l fl.lrc¡,¡[ :lOS

i•t t<".l tn<hvtd u.dJsl.l 292

i•t t <.l rne<ho.unbl<'nt.d LI S , ei.d>or,¡uón

:l S4 9

t'tlC.l pr.lCtJ (",l V I l ,

J·:t top í.• 2/2 , 2//, J.') S

hlrofl.l Ocnd<·nt .d 1 6/ , 7./S, 424

(' U I .\l l .lSI .l V J I , I X , 1 ' 1 9 , 6 S , 'J/ . I J.S , UD,

E6, 216 / 1 . 2%; ,\(' I IV ,\/fl.ISJ V,\

7.SO 64, 2/9 HO; <'l tc,¡ 42H 1 / , 440,

gcnon<ho 7.64 /0 , ¡ u si t fi < '" ton

24H 9, y proi<'<TIOfl LlH, 2.6H 9,

i t pos 21 / J.:l

l'UI,lfl,\SI,\ .t<IJv,¡ }.SO, ).',9, 262, ).64 ,

7.66, 2HO, 4 1 9

480

l'U(,\1\,\SI,\ l l lVO[Ul \ l ,l l l .l }.).(), ).7. 1 ,

2AH, 2.49

l'UI,\ll,\SI,l no volunt.m,¡ 2.2. 1 4 ,

¡ust t fic.H I<l l l d e J.Ll :16,

p ro t <·ccton J.:l f, H

l'UI .ll\,\SJ,\ P·lSIV.l 7.S'J, 2.(,}., ).66 . }./() < ' I J I ,lfl,\SI,\ volunl.ll iJ 2. 1 / 1 9 , 2J.:l,

¡ust t f i , '" J <.l l l J.:lH 4 H

evolu ci<l ! l H'J, 4 \ H

l' X l� t l ' I l ( J,l t'Il eJ t ll' rll ¡>O COilU'fKlOll

1 2. 1 l . I J. S , 1 4 H, ! ', ', 6, 4 0 1 2,

corno cornll'l llo de [ , ¡ v t d., n :1 S ,

<'ll r<'< l l ' l l n.ll ¡ ¡ Jos 2.1 1 L l , 2.).4 ,

t' Ut .l flcl .\1,1 volunt .u J .l 21 1

l'Xf'l'lltlll'lli ,\Citlfl (< l<' l l l í f ic,¡) /S (, ,

.llll rn.d H l ', , <J I . lf,O J. , y,s l .

.1 /0 l . 1/ 9 � 1 , d t sc.!p.llli.lllos

')(, H; l' l l l i ll lóll XI, 1 (,H /0, 1 / S ,

1 'J2 },()}., f l iOi l' ll IO!l dl' i f e l o ).()4

l'XfH'llllll'l l i . lCIOll .l l l l l l l .d 1 ' / S , H 1 S ,

o p o s l l I O l l , ¡ :\(,() l . :16 S / , :l/0 \ , :l/<J HJ., IH'J 'J 1 , "!''"¡' 1<H1

IIH'dl.lllll' .!CIOS dl' i lli iVOS :\/0

t'XfH'rinicnt.lC " IÓil ernh non.1n,1 X I ,

1 6H / 0 , 1 / S (, , 1 '!2. 2.02.

l' XfH'lltlll' l l l .\l !Oll f(• t .d 1 / S <' XI r.lV.tg.tnct.l I S f, H

J ·:y senck. 1 1 j 20, 24 , ll, :16

L!clon·s IHok>gJcos, <'n l.ts <hflon·ri< '·"

S<'xu.des ll, 4 1 . 42. 1

Ldt.1 de senttdo 4 1 1 1 1

Lundt.l, l.!tll.u'lo de 2.'JH :100. :I S6

f(·hci<l.!d, < .q>.tlld.td de 1 Y, ;

< "''" lcr ts l l < .1 que p<·nnl le la tgu.d

( () l l s tdl'f.l(ll.l l l n. l, 104

• 1 �

' '1

1

.,

. '(

. ' l·

, ( 1 • • 1

Índice a lfabét ico

flo ) ¡ ¡ ¡d,td y l'I J< ,l 40S 1 4 , v.dor

l l l l rÍ l lS <'l O :14 \ J., y VJr i l ld 402 :1 ,

vérJ\C unnbH;n pl.lcl'r

ft' t l l l l l l S ! llO 1 1 , 40, 44 ', , ).())., ),()(, H,

deb.u,· sobre e l .t bono 1 HO

fe to ¡·o ndJ< I I <HI hu m,¡n,¡ 1 0 / H,

1 /0 /, I H 1 :1. I H S 9, co rno

víci J t l l.l 1 HO , corno v ¡ ¡ [ ,¡ poi<'ll <l.d

1 HH; dnecho ,, !.1 v¡d,¡ ).24 ', ,

¡noten H,) l l de <'XJH'rJilH' l l t .luon e

Jn v<·si Jg,¡n <'Jn 204 S, q u l l.n J.¡ v¡ d,t

I r,; 2. 1 ', , 2SO; n·<·mpl.u.tr J.:l). ·1 . Ull l ( ¡d.td 1 9 1 ).

f i losofi.1 x 1 , 1 4 1

fu¡¡·s y rned1o s \(,() 9 1

Fktclwr, jmeph 1 0/ , \ 09

hm•rn,m, ! l.tve :IHH

l • o u l s , l lebor.1h 1 :I H

hnus, 1\oger EH 9

l·'r.!n< 1sco de As1s, S.tn 1:1:1 l · r.m k l m , lktl) ,l l l l l l l HH, H'J

l'r.!nklm, lkn¡.wun. " ' '1''' 101 1

de HH. H'J

l'r.m k l t n , río :no. 167. , :16:1. 'I/ 1 1// , IHO

!'rente de 1 .dH·r.ll ¡ (m Armn.d :1r,o 1 ,

lf,:l 6 , 1 1 1 :1. :l/9 , IHH

fronrer.lS DI, :1 1 2 1 4 , 1 1 6

frug.dtd.H[ \',(,, I S'J

fuert.l :lr,'J . 1 / S , vc'<JI<' l <n11/}1('11 co.llTilm,

VIO J(' J l ( J,t

fi t g.t d e enebro s ',()

c ;,u,, y,J. :1 e;"'" ( I .ovellll k) y,).

g.uwlo HO, 1 06 , :I SH

c ;.m lncr. Al /en 1:1 / c ;.m l ner, 1\e,\ l r ¡ ¡ (' 1 :1 / g.uos /0, HS , 1 4 / , l f>4 c ;,¡ u t /ner , [ ) ,¡y¡¡) ')')

genll'los 19 1 2, 1 '!4

gerH'Llnoncs finuras y nH·d¡o

.u n ll lente ·ns 4 1 , :142, :I Sú,

oblig.tclont·s 1 0 1

gen e t ¡ ¡ ,¡ ! 'J I ).

c ;< ' l l l ! .l le l l i , llio n!.lS :IW, :16:1 , :11 1 ,

1 / 1 , :IHO, l'JO

g<·no< ¡ ¡ ! Jo J.f,4 , 1 / H , :11�. :I H2.

gobJl'rtlo, respons.l i l l l i d.!d de .1yud,,

l'XI l'll<H :10 1 ).

gob!l'rno d e l a rn.¡yorí.l :1 12 6

c ;o/dberg, Sil 'Ve!\ 44

( ;ood.! l l , ].11\l' 'J I , 1 1 :1 . 1 4 4 , 1 4 6

gordas 1 4 f> . l f>4 , lengu a ¡ <· '! 1 , H H

gr.m¡as, ( 'l l ,\ l l l l l' I \S\Va H O , il(, 90, 9:),

1 ', ! , ! (,',, :I S H , :1 /H

c ;r.1y. ]l'flrey ', 1

c ;"''' ' l l ' . l\ t t ,, nr,

gru pos de l i l l l'r.!cllm .unrn,¡/ :1r,4 (,

grupos desL1 V<H<'< Jdos, d i S< "!'·" 11.1dos

6() / , c i iscnrn iit .lc!Orl posl t ! V.l

S/ H , f, 1 1 gmpos l'i l l ll 'OS 1 , :l i S l f> , <1 1 H ,

y ·" n ó n .di r rnal lv,\ S 4 64 ,

d t k r<·n¡ ¡,¡s de Cl :I S 9, 94

l l .liH'll l l .\S , ] ur gen 1 4

/ i ,unbre 2./ 1 , J./4. )./',. JJH HO, 2.Hf,,

J.H'! '! l . 2.'!4 � ; y control de

pobl.l l !Ol l :I H S , :IH/

l l .u n p slme. S i u.!rl l :l 'J 41

l ! .! r<l l l l , c ;.m e11 2'!4, 2.'!1, :m:1

481

Page 257: Peter Singer -Ética Práctica-

Índice alfabét ico

l i are, R . M . x1 , XI I I , 9, B. 1 S, 1 1 S 1 (,, 2Ll, 249, 406

Harlow. ! ! . F H:i, 84

Han, H l. A. 1 SH, 1 S 9

l lravard Educc11101Hli RevJCw :n

l l.lywood, Bdl :iHH

Hegel. Georg 40/

hernofih.1 228 :i 2. 2:i4

heredllano :¡e, heroísmo rnor.Ii 2S6, 2/H, 280

herratllll'ntas, uso de 90

lHdroceLd1.1 22/

l !u kr. Adolf' IX, :i2. 1 HO, :i/9,

429

1 !ocken, Sheda 1 4/

hohsrno :is 2

horno s.!pi<'ns (es¡H'<W) ernlmón

1 92; f(•to 1 H S 90; fH'rlc·nc•¡¡na

1 06 1 0 ; qu1 1 .n J.¡ vida 224, 26:i 4;

v.dor de J.¡ vid.! 1 1 O 1 2

hornosexuahd.1d 2, 1 9 , 1 /9

"l !ow Much C:.m We Boost !()

.md Scholast iC AciHeverrwHt1"

üensen) :i7. hurn.ul!d.ul 1 H/, :¡e,:¡ , 4:i6

l lurne, ]),¡vid L i , 400 2

l !urnphry, Den·k 2 1 /

l lurnphry. je.¡n 2 1 9

1 !utcheson, Fr.mns 1 :¡

igu.d/deSigual t r.llo 2H :m

igu.dd.ul de consideranón, igu I id .ul

,¡,. oportu1ud.1d 4/ S4

iguald.u l de hecho Li 4, 66

1gu.Iidad de oponurml.ul S4 H;

chscapant.ulos (,(, / ; e

482

igu.¡Jd.ul de consid er.¡nón 4/ S 4 ;

irnposd11 hd.!d S/

igu.1 ldad rnor.d 66

igu.Iid.ul sonal 6 1 . 6 2

iguaht .msrno :¡ 1 , S4 S

igu.d u .msrno i11oci•n t nco :i4 H 9, :i S 2

anpuestos S4, 2/S . 292, :i69

!nch.1 29S

Í l l chce de rnor!.did.H l 7./2, 298

in che e· de n.u.! l id.!d 298, :mo

mdlVlduo 1 92 4 ; y chf<.wnnas de grupo

:¡; H, 46, 94 S, y obhg.¡nones

!'·"·' col! los refÍigi.Idos :¡ 1/ 1 9 ,

n·sponsal11hd.HI de los neos

2/6 H. y socwd.HI :i64 S; y valor

de J.¡ v id.! :i S 1 2; verse ,, uno

rrllsrno corno un.1 personJ. ent re

otras 40 1 /. !n donesta 299

IIH'gu.dlt.!tiSrtiO 28 :¡ 1

mLnl l indio 1 1 0, 1 1 2 L i , 2 1 6, 22:i 4 ,

Li S 6, L i / 8 , 2 S 4 S , 269 /0; y

.dJOr!O 209 1 S , con chsc.Ipand.Hl

(,(, 8 ; J l i S t i fi c ,¡('!Ótl 2Li :i6;

n·stn('( ionc·s 2 1 4 1 S

IngLuerr.l 1 89 , iH4, 42S

l l l ) l iS t i C i.l 98, 99, 1 10 . I Li , :i i O

Itltegranón loc.d (rcfúgwlos) :¡ 1 :i inteligencia 20, /.4 , 2S, 2./, 28; y

chf<.renci.IS r<Ti.d<'s, :n 9; y

chf(•rennas sc•xu.I!.cs :i9 4:i; y

.ldriiiSiÓn ,¡ J.¡ lltli V('fS I(i.Hl S6 9

ul l <'ri·s propio 12 L i . 1 84 , y contr.lto

i•t iCO 99 J (J:i , y c'•tl<.l :i%, 402 J:i in t <'n·sc·s 1 (, 1 / , :i96, c .lp.!ndad

par.1 ,�o,u{f ¡ r y go.t.u corno

. \ ·� .;

. ,

' ' l

)

ti 1

Índice a l fabét ico

n·qu!SI IO pn'V iO //.; de es ¡H·nc•s/

('COS!Ste rn.IS :iS 2 :i ; dC' Jos

.nn rn.Iles 1 66; dC' seres Sin

concwnc·¡,¡ propia 1 6:i ; del f<. to

1 80, 1 8/, 2o:i ; egoísmo prudente

4 1 S 16; en conflicto /:i ; , , l.ngo

pL1zo 4 0 1 , 402 :i ; y pol i t i C.l de

mrmgr.!ción/ctH'St ión de los

refúg�o1dos i 1 9 2 1 , :i22, il:i, :i2S ;

propios :m:i ; univnsahur 1 1 / 1 8

¡n tere,�o,e,�o, rnor.d rncnte r e lcv.ult es

i S i 4

i t l t l tlll(Lld 24 1

mvest tg.lcJón nent í fic.l, !.1 rnuertc de

.mirnaks c•n 1 4 6 8 ; vial!' larnbiin

expcnrnt•nt.lcJón (cJent í fic.l),

expcnrnent.tnón .UIIrn.d

jackhn, C.1rol Nagy 42, 4 '>

].1pón 2/S, /./6, :i/6

jc· a n 'l Wny (l lurnph ry) 2 1 /

jefl(·rson, Thorn.IS :i8

jensen, Anhm 20, 24, :il, :ri . :¡ (, ¡c·ruquia :i4. de il!te hgc•¡¡ci.l /.', johnson, ! .awn·nn· :iS 2

] Uinos rnor.Iies 1 1 , J:i , :i04

¡ ur.unento hipon.inco 2 1 6

¡ ust in.l 1 / , 1 8 ; diS tnbunón d e n·nt.l

SO, y rcfi1gwlos :¡ 1 S; sent ido

de 22 4

¡usufic.!nón nn uLn :i94 S, de

·" nones mdqH'n<henternente de

sus consectH'n('I.IS 1 8 :i , de actos

I ieg.d<'s :i/0 6, :i/8 82; de conwr

carne 1 S 1 2; de JUiCios i't icos

9 9 1 02; de J.¡ desoiH'<henn.l nvd

:i/8 82, de l a destrucnón de

los bosques :¡:¡; H ; de ! .1 i-t Jc,¡

en ternunos de nHen'•s propio

40/ 8 ; de J.¡ c·ut.ltl.ISIJ 249 SO; de

J,¡ c·ut .ltl.!SI.l no volunt.ma 22:i,

J.:i6 8, de !.1 eu tan.!SI.! volun t .ma

2:i8 48, de la ranonaltdad de la

i• t¡ c,¡ 4()(,; de J,¡ v10lcnna :i82 9 1 ,

d e val ores i•t J< os 1 2, L i 1 4 ;

d d .1bono 1 84 , d d mÍ:nlt indJO

2/.:i :i6 ; f ines y med1os :¡(,:¡

Kant . 1·:. S , L i , 1 2:i, :i9/, 406, 4 1 /

Kevork i.m, ].1ck 2 1 8

K ipJmg, Rudy.ml 1 9

Koop. C hnett 2S:i

Kubl <-r Ross, l'its.dH'th 244

Kultse. l !dg.¡ 261

Lu r<'pdbJJC u 98, 407

La Twrr.1 l'nnwro :i 88

Lago l'eddar :i/ 1

Lnnr<'l J.:i (, Lu11 Wtlh (Ro ilmg) 24 (,

I .DSO 82, 86

l .e,¡hy. M1C iw·l 1 40 , 1 4 1

Le!H'r, c;.ny :i62, :i/2, :i/9

l .c·c·. RonnJ<• :i'/9

lengu.l j l' 9 1 , en .nurn.des L i/ 9; y

pens.mu ento L i 9 4 2

l . t•mn. V :i H/

l .eopoJd, Aldo :i4H, :i49

l .t·v¡nc·, Denrus 4 1 6

ley d<' l krechos CIVIles 6:i

ley moral 1 /

ley n.Hur.d L i , 90

48:�

Page 258: Peter Singer -Ética Práctica-

Índice a lfabé i ico

i<'y y ord<' n , l r t l JH'riO d<' !.1 i<'y �(,H /0

ley<'' y .1hono l f>l. 1 / / HO, y

conn<·nn.l 1nd1 V1du.d �(,1 H.

ohhg.lci(H l d" ob<'d<'c<'r

:�(,:� H , :�/9, :�H l }. ; prop<"llo

:�(,8 /() ; lol/On<'' p.n.l ob<'d<'C<'l

:�(,8 /0, :�/(,

hb<'r.lnón .num.d H(, l (J:S idH'rt<'d ,l( .HI<- m 1 c.l 1).). , 1)A

J J !H'rt ,HJ d<' JH'm,l l l l l<' l l i O y <'Xpr<',ltlll

V I I I , 1 1 9 1/

I xurgo 1 1 1

I .m.m·'· S.mnwl 21.2, J.Li

l in<'.l diVI,O ri.l mor.d, <·mlmon/ft.to/

runo 1 / 1 J., 1 8 '>. 209, Lll., }.',() J in<'a diV I,Ori,l VIVO/no VIVO l S :�

l .o< k<' , john 1 09, 1 1 2. 282, �68

Lon9 1Jyu1¡¡ of Boby Andrew, The (St1mon y

St lmon) 1 0',

I .oriH'r, john 2'> l . 262 6

l .m d<' d<'nlro y lm d" fu <'r,¡ :�OH J.H

l .ov<'lo<k, ),un<'' Y,J., :l S :�

l .l!Cl('CIO 1 ',',

M.1noby. l ' lc.mor l 'mmom 1)., 1 ',

Ma<kl<', j l. 9

M.lidlva' :�y ,

rn.dforrn.tciOill'.l-. congt"· ru t .ls )/,O

nwni fl-rm ·n . HH, 1 00, 1 1 / , 1 1 9, I M

M.íqu m.l d<'l ' lnn<ho 2 1 H

Mo11x , K.nl '> 1 , 1 ',9

M.nx1"no 1

Mo1k of Scml ly , The (Clcckl<'y) 1 1 0

M."low, A J I 109

m a t .l r 1 01 :l S , 2(,1 , y .H tm/onu,loll<''

1',(,, .nnm.d<·' 11. HO 1 . 1 1 8 (, � ,

484

:H.� 1, y d<'j<ll rnonr ).', S (,1 ,

11 1 , )./(, 8 ', , <'ll "'<T<'to l i S ! (, ,

1 1 / , 1 1 ', , (·t lc.l d <' DA ', ,

horno '·'PH'm 1 1 1 , h u m.m 1 d .1d

I H / H , m.dd.1d 1 1 0, 1 1 1 ,

p<·r,on.L' no h u n1.1n." 1 1 '> H ,

y J HI I H I J > Im u t d n .lmt ." 2.10,

)AH ',(), p ro l n h 1 t 1ón d<' ! ()(, 1,

). 1> 1> ú, H'CH.' I I n.tudo� ).09 1 S, "'1''' IHm1.1nm 1 (,') /0, 2.'>0.

} .', 9 , }.(, 8 /0, y u t d i t .lrl,ll iO ,¡,. prcfnt' l l < 1.1 1 1 H 1 9

M.It h<'w,, Frc·y.1 � ',}.

rn,lyon,l mor.1l J.1d

Mt K 1 bb<' n , B I I I �10. �1 1

MeNan¡,¡¡,¡, 1\oh<'rt }.J 1 . U J.

l l l <'< i i < 111.1 , mo dd Í<' I O }()).

M<'dlcm Sn1 hontc · r .L' )./ 1

nw<ho .unbH·ntc· x1 . 1 , l29 S 9 ,

dd(· r <' rH 1,1, < ' n , . ¡ Cl :� ', 9 , 18 9 ,

y dd (' t<' J l ( 1," "' X\ l ,¡J('' 1 1 J. , y ('J

l ln p.H l o d<' rcfugwlm :�2.:� ', , y !.1

t r.1d1t 1(m o<<l<knt.d :n i S

Mt') I I O }.')')

mi·tO< ! m ,¡g n t ol." 8 ', /, Igu.dd,,d

Jl.ll.l .unm.li <·., 1 1 H 1 , y pohn·¡,¡

J.!',, 2.% M i l<·' · I .yn l�H

M i l i . j St u .u t 1 / , 1 1 1 . l l 1 , H ', , 1 /9 ,

I HO, JA I , � / ',

l l l l i lOfÍ,L'-, Y ,lCCIOil cl Í lfii \ ,lt JV,l !>1 ú4 ;

rep r t'�(' f l t .lcJon en prof(·�¡on e:-.

6}. 1

Monkeywrenc ll l iifl �H9

monm H·� '' · H / . ! ()(,, 1�/. 1 1 0, I M .

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1 :\ 1

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'

J. 1 l

1/

1

Índice alfabéi ico

"M oral S.u nt< ' (Wolf) �01

Mo1ol TlnnklflfJ ( I I.lr<') XI

mor,¡J¡d,HJ 1 , }., y .dt'Cio 9S /; y

d."'' <'t onon1 1 < ,¡ (,, y d <' r<'cho

1 1/ H , puhhca/pnv,¡d,l :so(, /;

y r<TiprocHI.HI 1 0 1 ). , vc'<Jie

! nrniJJén <·· t IC.l

Morolly !Jeep World, A O o h m on) :� s J.

mort.l h d.HI m Lu 1 1 I i J.J)., 2.86. ).%. � H S

mot iV,H ion 10:S S , rn .ll.n id <' j ·l l n1onr

).18. J.H � 1

! T lOV l r t lH'nto d<' I I IJ<'r,!t Ion d<' !.1

nii i Jn 1 HO

t l lOVIr t l l<'n lo d<'J Í<' IO 1 / 1 , 1 /1 , 1 / S

movnnl<'nto pro vid.! 1 H S 6 , 1 9 /

rriiH'rl<' 1 26, JA :� 1 , 261 ; d<' ,l f l l t l l ,¡J<',

:�1 :� 1; d t'"'o d<' 21 1 :1 . p.n,¡ "'r<''

Sin < ont l( ' ! IU.l prop1.1 1 S(, H

mu¡cr<'' 1 , S1

n.IC I !l l lt'n to 1 / 1 2.. J.:�O J. [l,(( !On.lhd.HI :l l l 1 2.

n.1nont'' pobn·' · obhg.l<Ión d" !."

nc,lS 1 0 1

1\,H 1onc·s Urn d.lS }./(,, 2.99, Alto

Corrm1on.1do d" !." 1\,¡¡ IOTll''

Uu"J,¡s � 1 J., lkt l.nacl(Hl d<'

l l<'r<'t hm l l um.mm :1 1 2, d i VIS ion

d" pob l.1t IÓn J.'J S, y <'1 0,/%

2/6, lO !

1\,ll'"· Arn<' l1 'J . l S O

1\,¡g" l . Ihom.1' 10 1 , 1 1 1 . 1 1 /

n.ltur,¡ /nurtur.l. pol <-rmc,¡ 40 1

1 \ ,l \ u Ld('/cl, .tpn·u,lU(H l de :�:� H ; C l l

t r.ld J t J (m '" e I < i 1' r l \ .d 1:1 1 1

n.l\ur,li<'l.l hum,¡n,¡ ).8 . ',1 , :102. 10/ ')

:\ ,11 " D . 6 S , ).(,(, , 26/, :�6 / , 1)A,

1 2.9 � 1 . 1 1 '> , 110, 11 1

1\: ,¡n"no 1 HO, 2.6'>. 410, 1 1 2 , 111

nc·n·."d.!d"' · pag.n d<' ,H'll<'r<lo con

so 1 ' ',1

ll1'< ''"d,Hk' h u 1 n ,m," b.í"' '" l i S ,

)./H, 2.8 8 , y pol i !" . 1 d" rdúgi.ldos

-�}.', 6

'\ew Enulnnd journnl nf Medll!ne JA.S

:\t•wton, b.l.ll :�9

T l l r'lm J.:l, 1 00; obJ¡g.\1 IOI I ('S ll lO r,dt•'

r<'l.l t iO! l .ld," L íO, 1 '> 1 , 1 60, 1 62

Noon.ln, jolm 1 'J'J ).01

no11n." mor.d<'' ).SS 'J. )JH, J.H2 1 ;

m.JI.lr/d"J"' ruonr J./H

1\ort <' Ami·nc,¡ J./ S

Nonl('g,¡ 2./(, 1\ ms.d , S 1 r c ; mt.lv )SI. 26(,

1\ onck, Roht'rt 2HZ ?9 1 )')).

1\ 1 \ ('V,l /.(' J.lTld,J }./L,

T l l l l l l l ltlll }./},

ob¡<'<l lvm ! (,}, 1 1 1 ; <'TI . ltTIÓTl

.dirn¡,¡ ¡ ¡va (,() 1

o b ¡ 1' tm IT iani m.Hio:. :116

ob[ ¡g,¡¡ IOT I d( ' ,¡yud,n :� 1 S 1 6 , :19:� ',;

.ugu rn<'nlo t'Il LlVor ),HC, 'J, ob¡<'t IOTI<'' J.H'J :�O/

oh hg.H I (m moral l', S , :�61 ; <'

mLu J t l n d i o 2 L í 1 S, oh1'd<'c<'r

!.1 k y l(, l (, , � ¡ l . lH 1 ,

rdúg1.1dm :�26 /

ol"nv,¡dor Hk.d 1 1

On /lenth nnd llyl iifl (Kub lc ·r Ro") )A1

C lp<' t .ll iOi l Rc·" ·ll<' :�e, ¡ :1 . :l / 1 :� .

�/') H 1

48'>

Page 259: Peter Singer -Ética Práctica-

Índice a l fabét ico

or.mgut.mes 1 16 , 1 64 ; il'ngu.l)t' HH

Org.mll.actón para J.¡ ! . tllt'r.lCJÓn de

l'.dest m.¡ :�H /

org.unuctorH'S ant t.d>ort tst .IS :�64

org.lnll . .lCIOrH's de volunt .nio�

2/J, �01 2

Orll'ntt• Mecho )J<,

t'lV!do 1 0 1 , 1 '>4 . 1 6H / 1 , 1 9J., 1 9 S H .

200, 20 1

1'.1blo. S.l!l :�:n

¡Mctf isrno 1 0', , :�H:i :i , :i Hf: 1

padn·s de n t ilos d tscapacnad os ).� ', , :l'> 1 , 2'>4 '> . , . ml:m t tndto D4 6

l'.líst·s 1\.¡¡os 2:l9 , 24 1 :�. 2/6,

chrect nces p.1r.1 ! .1 eut .ul.lSJ.l

volunt.mo 21 :�

¡Mises dt·s.!rro llados, d t s t lnt t(m

n·s tdentes/no n· s tdt· n t t·s :¡ 1 4 ,

ob hg.¡n{Jn moral con rel tlgt.Him

:� 1 ' · :ni

¡Mises me nos des.!rroll.Hios,

rl' Íugt.!dos :¡ 1 1 , vc' ttlc wrnlnén

Tercer Mundo

l'.lk ts t .ín :� 1 1

p.nado¡a d e l hed ornsrno 4 1 4

¡Mrent esco 290, �m. :iOr,

l'.l r f Í t , ! k re k X I I , X I I I , 1 S). , 1 S:�. 1 60 ,

1 (,2, X\4

l'.lr t tdo ! ..dlOnsta dt· Aust r.dt.l :� r,:�

pat e rn.d tsrno )A(, SO

pecado 1 1 1 , :� n :�

pt·n·s HH, 1 1 H 1 9 , 1 4 H . ! ', / . í\ 1 J.

fll' tls.unH· n t o nít tco 40/

pt'tlS.Uil ll' t l tO l l l t l l l l lVO 4()1

pi·rd td.! de t•spt<tH's :�1 :�

486

pi·rdt d.l del e tnb.n.llo 1 99

perros /0, H ó , 'JH, ! ()(,, 1 4 1 , 1 4 / , 1 64

¡lt'rsorl.l col1t t' f""'n propt.l 4 0 1 2 ,

ddmtC ICll 1 1 O'J, d e rt•t ho , ¡ ! . 1 vt d.!

'!'! I J.:i , y t• rnl>nol1 1 9 2; evoluc ¡(¡¡¡

del t• rnl>nól1 1 'J',, y kto 1 Hó 'J I ,

v.1lor d e J.¡ v t d.! 1 1 2 1 9 , J).', (, , ver<.,t' corno un .1 persond entre

ot r.lS 400 J.

¡><·rso11.1hd.!d rnor.d. contcpto

n. n . 2s

fH'rSOil.IS d ts t ·' f' · ll J t ,ld.IS COITlO

gn1po s trH' I lO<., j H I V l l ('gi.Hio�

64 / , expe t l l l l l' l 1 t .l< ¡()¡¡ /S, H4 S,

y t •ut .ulast.l 1 10 v o l u 1 1 t .lr!.1 L�.� 4 ,

v!1CI\c 1ondncn �eres hu rn.tno.<-. ( o n

dlSc.!pactd.!des t n t t· i l'ct u.des

pt'rSOI1.lS 110 hu rn.lrl.IS 1 1 0 4H

¡ll'rso11.1s y l'i r es ¡ l l' to por J.¡

,¡U I O I 1 0 1 J l l,l 1 J.i (,

pertt·net l < 1.1 .1 !.1 t'SfH't H' y dt•rt•t ho

,¡ J.¡ v td .! '!J., y d ! S t t l 1 t ¡(Jn

hu rrl.lno/.l l l l l tl.d '!1 /; y m.H.Ir

}.(,/. 1, y rele v.mt r.l mor.d dl'i

l m 1 1 t t' 1 06, 1 1 0 I J.

placer 1 / , y det csrorH·s d t· t·ur.¡u,¡s¡,¡

)..� / ; dt•rt•t bo ,¡ ].¡ vtd.! 1 s r, 1 , (' 1 1

.unm.dc·s � 1 � 4 , y tn.H.n .l n t rn .d t·s

! 1 9 ',0, ! (, ¡ (>, lll.! X l ll l l/.lt ! J). 1 1 ,

1 1 1 1 H , .sent tdo d e l.t v t d .! 4 L� 1 ', ,

v.dor de !.1 v t d.! 1 }.(, :� 1

l'i.H(>n 4 , 'JH , 9'! . 1 1 1 , ). 1 1 , 4()).,

40/

l'l urnwood, V.d Y,() pobl.ll tón , y o b l tg.lc1C·, I 1 de .1yud.�r

}.9 � i0 1

Índice alfabé t i co

pobres, ob hg.¡c¡(¡n de ·'Y"" ·" ·'

VI l , 1 , :� 1

pob rt•t.l 21 1 ', , ).H I , y obhg.l< tÓn

de ,¡yud.!r 2% 1 ; y políuc.1 dt·

rdúgt.idm 291 H, vc'ttl<' l<tmi)J('n

pobreta .! hsolut .l

pobrt•u .!bsolut.¡ 21 1 :� . )./', , )J(,,

2H4 , 2H6 9 1 , 29 � . 291 H; C.Hts.l de

29:i , ddtl11( ¡{Jn n.o, obhg.lCllHl

d e t rn pt•thr 2HH 90, 2'!) . . :iO I .

:i06 / , �'!2 i

polm·u rd.u tva )./ 1 , J./2

polít t c.l de tnn llgr.lctl·,n � 1 S 20

polí t ica soc t.d 1.09 l'olltbtltty of A l i r u tlrtl, Tire (Nagel) 4 0 1

post encL1d, vc;CIH' gcner,lClOIH'.'-. fútu r,l.<-.

postur.l d e J.¡ exts ten ct.l pn·v¡,¡

( u u ln.msrno) x t , x t t . 1 2H :� 1 .

1 '1 9 , 221 H

pre c·rnlmt'>n 1 94

prek rt•nn.ts J.i / , ne.tC I C > l l y

sa t tsÍ:tlTton 1 SH 'J . t·n .unrn.des

:í \ 4 ; respeto de )Al H

pn·¡utcto 6', H, t o n t r,¡ tnte r(·s de

los .l!ltrn.dt·s (,9 / 1 , vc'ttll' tornbtén

c i lscniTIIIl.lCI C,) r t

pn·s.1 :U'l, í\0. :¡¡r,, :�12 4 . :� ;;

pnnnpto dt• . tyud.t t l l l t t l t .l :� 1 6

fHl r lUf)IO d e Igu.d CO!lS ld<.'r,lCIOll

de t l l t l'rt'st'S l l , 11 1 1 , J.S :� 1 .

1 04 , :iS6, �9:� 1 , y COllt IC'IlCJ,l

prop¡,¡/,l l l tonornia 92 4, y

d ts t a p." l l l .td 64 H. n:� . y

d ! SCr! l l l l iLlCIÓil r.lCI,liJ�(' X\.1,1 )

SH 64; y <'1 kto J.D:i, y obl tgat tón

dt• ayud.n ).H 'J 'JO, y polí t ll .1

de rl'ÍÍlgtados :¡ 19 J.O, :\24 S ;

y pnncqno d" ¡gu.ddad 1 6 1 1 ,

J.H :�o. ·.�H 9. so. r,9 , y seres s n t

CO!l l ' l l' l l(l,l propt.l 1 6:�

pnnctp ll> d e tgu.tld.HI I 'J 6 H , :� 1 1 ! S ,

y .lCCJÓn .lfi rrn.l t tv .¡ S4 64 , y

.t n t m .t l es (,9 1 o:>; h,¡sado c•n l.t

1gu.d consJder.lCH.) I l d t' ! I l t t'resl'S

1 / 1 H. J.H SO. �H 9, <,O, 69; y

dtsup.tctd.!d 64 H; y dtverstd.l<l

geni• t ¡c,t iJ. 4/; y la c.!p.tnd.!d

p.!ra sufr ir /},, J.¡ b.!Sl' d el I'J :� 1

pnnctpto de proxmnd.1d :� 1 /

prmcipio de respeto ,¡ !.1 .l l ! tonom i<l

y t a¡w td.1d !' ·'"' l'ieg1r J.l/ H.

corno pnnc1p 1o mor.d b.is ico

1 Lí (, , li6, 1 4 S , I H9 90, y

l'llt .lt l.!St.l L\H 'J, )Al H, ).(,H 9 ;

( ' lilVt'�t ¡g,KIÓrl \'Orl ! C j l d O f(•t,d

20/ '!, y m.lt.tr DI H

pnnct¡ l lo de u n t v tTs.t l tsabt l tdad

li 1 l. J.', , I D:i , J.HH , :i'H ,

:i% 102, y el .trgum<'nto de la

rt't'm pl.ll.lillhd.¡d 1 ',/ '! pnrll ' !"" de l l t t hd.id m.ngm.d

dl'lTl'Cll'lltt• :�0. :� 1 , 6 1

pnnn p1os d e m o t r .i t 1co�. fH'\O

rnor.li ·� ¡J. (, pnnclp tos e t l l os 1 1 1 ! (, , J.H6 /. ·�'J:i

pnnctpt os rnor.tlt•s H. 1 1 6 , 1 1 H , 1 2 S ,

y rn.lLH .nurnalcs corno .d unento

1 66; respeto . 1 ! . 1 .tutono mi.t 1 2:í

prob.t l l l l td .l<l 1 9H 'J . )A :i 4 ,

),')(, 1 producnón .utnnal /H; t n l'fi c.lct.l IH 9,

X/ 4 , � S / H

48l

Page 260: Peter Singer -Ética Práctica-

Índice alfabél ico

prodtHTJón/consurno de .dunento<..,

2/4 S, 294 6

Progr.un,¡ de l ks.nrollo de N.u ront•s

llrud.1s 2/2

prornt·s,¡s l!H urnplrd .IS 7.H(,

proprcd.HI , d.mo .1 \H'l 'J I

p roprcd .HI . derecho .1 1.!, vé<llt' derecho

,¡ l . r proprcd.1d

proprcd.1d de gam.¡ 7. 1 , 2:\ proyecto de gcnorn.1 hum.mo :1 í

prudcn cr,¡ 4 0 1

pSicópatas 4 0 9 1 7. , 4 1 4 , 4 J S , 4 1 /

1\ycholo¡¡y o f Sex Ddfnenu•1, Tire

(M.lccohy y jackl rn) 4 7.

p u n t o d e v•st .l (• t r eo :\9(,, 40/ 'J .

4 1 / I H

punto d e v¡st ,¡ rnor.d :¡ 1 4 , 4o:\, 4 1 /

pu n t o de VlSt.l unrvcrs.d \94 , :í%

¡nm?.l 1 /

Qur l l . Trrnot h y lA S . 24 (,

Qurnl.m. Karen Ann 26 1

<jll l l .l r !.1 v¡<f,¡ ,¡n¡m,dcs J :\6 6(,,

t•rnlmón y f(·to 1 6 / 2 1 S ,

seres hu rn.mos 2 1 6 /0, véC1 1e

wrntnén rn.lt.n

r,u·¡on.lhdad 24 S, I J.(,, :\94 S. 4 1 H ,

y .d1 nusmo 4 1 / IH , y .uurn.dt•s

J:\6 / ; y c.lp.•nd.HI p .n.1 l'icgrr

1 2:\ 4; y dt·n•t ho a !.1 vtd.l

J :\2 :1. I S 6 /, 1 6 :\ S. 2JA S ,

t•ut.m,¡s¡,¡ 2:\6 9, y f(·to I H 6 90,

y hum.lnlll.!d J O'! ¡ ·¡ , y n•t ll'l1

n.u tdos 209 10, 226 1 r.u ISmo, r.1ns t .1S 1 'J J.O. L\ '!. :n 9 ,

48H

4 ', (, , '! S 6 , 1 1 0, y ,ltClOn

,lfi rrn,ltl V,l 62 ·¡ , Y l'Spl'Cll'lS!llO

69 //, y vrol .u 1011 dl'i prrnnpro

dl' rgu.dd.1d J:í 1\,¡chcls , ).unes 1 ',6

1\,¡ms ¡·y . l'.l l l l ! 'J I , 1 '!2. 2.0 1

r.t"i�o pn rn l t Jvo 1 (,9

1\,¡wls , john 1 4 , ! S , 7. 1 \, 99, :¡ ¡ s

r.l/,1 , <' 1gu.d COTl'-,Jd er,lCIC,) Il de

rn t <•n•st•s }A H

Ll/.(,) 1 \ l l l Or,d 1 (, , .HS J , l l !Vl ' lcs de X I , 1 1 ', I H , U S , 7.4'! S O

r.ucJn p r.it t l l , ¡ 400, 402.

r.l.t.on.url lento y dd(·rcn CI.t">

.mrm.dcs/hum.l!los 90 2; error

dl' 'JO l . c•uc,¡ H 1 H . :\') / 402.

40S 6: e I l 1 1 t'rcs ¡nopro 99 1 00;

véCJmc Ullnll!én r.l/Oil rnor.d, r.liÓil

pt,llllC.l

r.llonanr l l·nto mor.d crilrco 1 1 S 1 H .

I J. S. ! (,S 6 , 2. 1 � 7.4 9 S O , \06 /

r,uon.t r r l ll ' I l !O rno r.d I I l t Ul t Jvo t t t, 1 H ,

l lS . 2 1 � . 249 SO. �06 /

1\c•,¡g.ln , 1\on.dd 2'd

re.lS<' ! l t ,l ! I l l<' I l !O de rcfúg!.Hio..,

í H 1 4 . ns e,

Ht'<liO!ll <lnd l'c·r�on1 (!'arf11) X l l

rccrcl.�r ·¡ ', S 1 rccH.' I l n .lcJdo.., L� . 1 2ú; condiCIÓn

dl' sl'r lnnn.mo 1 OH, derecho

.1 !.1 v rd .1 1 7. 1 }., cnkrrnos

rn.dfornr.1dos 2 H 1 4 , y c·u t .l t l .lS l .l

2 1 / , }.}. ! 4 , y C' X f H' r t l llt'nl.lCIOn

/1 S, r t l tH'rt<· }.(,H, prl'm.lturos

1/ }. 4 , J.() S 6, vé<lle 1<1rnbrén rt'Cll'n

r l .l < . I < l c >s c ! J .-. c· ,t ¡>.tt · l t .tc l<><..,

Índice a l f(Jbél ico

n·cH'•n n.tndo� c i isc .l p .lnLH lo� x 1 1 ,

4 1 9. 42.S l . 4 4 1 ', , y t·ut.masra n o

volu nt.m ,¡ }.13 \6, }. SO, t raur o n o

rni·drc.uncr l t t' J. SO ',, }.(, 1

n•t rprocrd.1d 'JH , 1 0 1 , 1 02

recursos lmut .rdos :¡ 1 n·t·mpl.l!.d l l i rd,¡d 1 ', 1 í. 1 ', ', , ! (, S , y

('l l t .lnasra no volllnl.lr l .l J.:\() (, rdórm,¡ ,¡gr.ur.l 2.9 S , ).99

rdug J .l (los x r . \ 1 1 1 4 . :¡u H. y

ddinll ""' í 1 7., l'kt to sohrl' los

r e S i dente s :uo 7., l'i enfoque ex

gr.l t r ,¡ :\ 1 4 }./, y paisl's de pr rn JCT

rdirgro '\ 1 4 . y solull o t J C'S :¡ ¡ :¡ 14

rdirgr.Hios .dg.1nos :¡ 1 1

refÚgi.HÍO,'-, ('CO!lÓill iCOS :� 1 },

rdirgro, ¡J.lr,íhol.l d l'l :\OH 1 4 , :\ 7./

1\cgi.• de Oro 1 í

rc· l .rt ro n c·s ¡wrson.dl's \ ', 9 , y

ohl rg.H 10 1 1 d t· .1yud.n \04 ', , dl'

psrcop.11.1s 409 1 í

rl'i.l t iV I,'-, ! l lO 1> H

rei('V,liKI.l rnor.d linllll' de pen erH'IlC I.t

,¡ [.¡ l'SflC' lll' 1 06 /, 1 1 0 1J., ¡nev<·nnon de .ligo m.do � I I l

samfiuo J.H'> l. 290, \0}., :\O ', ,

pn·vt•nclllll dl' pobre¡,¡ }.H/ '!

relrgrc'Jn 4, S, 1 w, r c p .It n ,ln c'>n vo lu nt .1n.1 -� 1 :�

Rcpourl lc , l .ours ).7.J.. 7.7.:\

resrdc·ntc·s :¡ 1 ', , \2.0. :n i . :\ 7.:\, :n',

rcsrduos nut le.ncs 1 0).

Rnpec t for NCJlill<' ('I.•ylor) :11 1 n·sponsahrlrd.Jd ele '" ros

y O !l l lS JO! l t'S 2./H H 1 .

< ,l i l' l lC I ,l Ctl ,\ I l i !TJ,dc<..,

HH 90, srstcrn.l re· e onocrdo

de l.'JO

rl'volll<llln , nc·t csrd.rd de :\H4 (,

1\l'voluuc·Jn Ru.s.1 :í H6

nos , presas c·n :í J.'J :m. :11 1 4 ,

\6 \ 4 , \ / 6 1 rr qu c·¡.¡ 7./6 /, .1hsolut .1 J./ S , y

ohl rg.H·ron rnor.1l de .1yudar 7.HH 9

RCJe c CJn t rcr WCJde ! (,/, 1 /J.

1\o l l rn . 1\t' t ty },4(,

1\SI'CA (1\l'al Sotwd.rd p<�r.l !.1

l'rTvt·ncllltl dl' !.1 Cru eldad ,¡ los

A n r rn.dl's) \66

S.d l , 1 knry 1 S7.. 1 S ', s.u1t r d.1d dl' la vrd.r 1 / I H , recr(·n

rl.lcrdos 2.1 O

,.., ,l i J t ld.td de !.1 v1d.1 hu rn.tn.l , vccl\C

dott nn.r de 1.1 s.unrd,1d de J.¡ v1d.1

l t l l l l l.lil.l

S.nt rt· . j¡·,¡n l'.nrl 14

Se h m d le r . C lsk..r íW. :¡e,:\ , :¡c, s . :í/0,

l / 1 . \HO

Se hur. hlwrn 1 / 9

St hwcr t/C' t , A l ht•rt \4(, H

Sdfr1lr Cene, Tire (I l.1wk rns) ío:í

Sc·nc·c ,¡ ). 1 4

scnsrh r l rd,,d H S , 1 7.6 , corno lirru tc dl'

!.1 pn·ocup.lt ron por los rnt c·n·sc•s

dt· los dern.ís 1 }. 'J:\, 9/ ; y rl'cri·n

tl.lcrdos }.}.(,

sc·n t r do de !.1 v rd.1 1 1 ·¡

sc·nl ll io dl'l l lcrnpo H H . 4 ',6

Sl'l l i l l l J J ( ' ! l lOS d l' ( u l p.dl l l J < I .!d \(,<, (¡, 40H. 4 1 1

<.., <'n'"' hu m.uJo <.., < ond iclún l'Il l.t

1H9

Page 261: Peter Singer -Ética Práctica-

¡ 1 � .

Índi(c alfabér iw

t r d el !nón o e ndent.d : ¡:¡ 1 '> ;

defirunón 1 0/ 9; su des.1rrollo

1 69 /0, 1 /.S 6 ; dtkrc·nnds 21 '> ;

dd(·rc·nnds con los .unrn.des 90 8 ;

y ernbnón 1 92 4 , y f(·to 1 8 1 S ,

1 8 8 9; personas n o hu rn.Hl.lS

1 4 '> 6; e1ull.! r !.1 v td.l 2 1 6 /0

seres humanos con dtscd pdciCLldes

mtelectud!C's Ll, 1 26, 2SO;

cond1nón de ser hurn.1no 108; y

eutdrl.lSt.l 9:l 8, 2J.:l 4. ¡n c.ql.l(TS

de rc·c •p roctddd 1 0 1 , mu erte· 1 6 :l ;

v.dor de !.1 v 1d., 1 y, sPres sPnstbles, consJdpr.KJÓn rno r.d

:l44 S; ebf(·renn.l con seres

no sc•nSJb!C's :l S:l; y e·x t e·nsl(>n

d e la i•l lc.l :l44 ',4 ; y v.1!or m.ís

.dl.í :l4 1 4

Sesstons, (jporg'' :l49, :l C,O

SC'XlSrtlO 2 1 4/

SPXO 2, 6, 1 9 ; p.1pei SPXU.d 41 2

Shdk espe.m·. Wd! l .lln 1 (, 1

S1dgw1ck. ! lenry 1 L l , 40 1 , 402, 4 1 /

SlrtllOS 42, J:l8, J:l9, 1 46, 1 4/,

conne·nn.l prop1.1 E/ 8

sínd rorn'' dP Down Ll 1 , 2:l2, 2S2, 2S4,

26:l, 280, 426, 440

SISte•rn,¡ dP ,¡ut orrc•,¡ J il.lCIÓn :l'> 1 4

stst ern.t nerv1oso H/

\iluauón de !c11 clc!\e\ trobo¡o dorcl\ en

Inglaterra, l.a ( I ·:ngPis) :l84 S

Srn.!ri , J J C 1 4

Srrnth , Addrn E

son.d1srno e•n un p.lÍs, problem.l del

S 1

SOCll'd,!d e· l l l c i iV I c iUo :l(,4 ',; y

490

prolnil iCI C ln de rn.u.u 1 06 /; y

rc·spons.l i l l l iCLH! rnor.d :l84 6

Soned.1d por un.1 !'.lSI!l.lllld V•rgPn

:l62

SOCIObiOlogí.l :l:l

Sócr,¡te•s 99, L l 4 , 1 Y, , :l9/, 402

Solon 1 1 1

Sornalia 2'JS

sornnolenn.1 1 ).0, 1 2:l , y el k to 201

Sphcrc1 ol l<lltiC e (W .dJ.cr) :l 1 S

Spmou, Il 40/

St .l lm, )osepli :l 8 /

st .l lus mor.d emlmón 200 2, dP los

elist .l¡Mntaclos mtelectu.de·s 94

st.uus son.d 4 / 9

Steplwn, l .eslie 1 ', O, ! '>'>

St qlloe·. 1'.1 tnc k 1 68

Ste·ve·nson, ( ' l . 9

Stmson, AndrPw 1 0 ',

Stmson, l'eggy l O S (,

Si inson, Ro!H'rt 1 OS 6

sub¡e·l lvlSrno 8,

s u d .ífrll ,, 20

SUdPstP ,lSJ,Í t iC'O :l 1 /

Suen.1 8/, 1 6/, )J6

sufrmlJe•nto y su .d lV lo rnedl.l ! H e· !.1

l'XfH'nnwnt.lClÓn con .uurn.des

81 2, e·vn.1rlo corno ob¡e·e t 1vo

224, JA:l S , JA'J ',O , 260 1 , ).(,', 9,

296 /; PVI I .lrlo en .lnirnales corno

ob¡etJvo :l4 2 :l

sufrmne·nto (c.lpdnd.!d de) , .umn.des

8/ 8, corno c.u.lt ' IC'ríst i C .1 /2 /,

1 01, véo�c tcnnb1én dolor

Sll iC I C l iO 1 9 , 2 1 / , 2 1 8

S U I C ! e l lO ,lS IS t i C Jo 2 1 /, 2 1 8

Índice alfabét ico

Su11.1 vu 1 , 80, 86, 44:l

Summo ThrologHo (Torn.is de Ac¡umo)

:n l

superpob i.lC IÓn 202, 29:l :lO ! ; dP

.unrn.des e le grd ri J ·' :l S/;

refi1gwlos :l 1 9 21 , :l 2S 6

Sylv.m, R1chml :l SO

T.n l.meli,¡ 299, :l 1 9

t .l l idorrncl.l 2:¡:¡

T.lSrn.un.l, pres.1 del r ío Ft .m klm :no.

l (,2, :l6:l. l / 1

T.Iylor, l'aul :l4 / , :l4 8 , :l SO

tecnologí.l rni· e l i e ,, , y e·u t .ul.lSI.l 22J.,

2:l6, /Sl, y VI.lllll id.!d 1 /2

tepclo kt,d X l , X l l , 1 /0, 20S 9

teología e d tó l i < .1 1 /4

teor ía ele- los derechos 1 8:l, 1 84 , 284

te·or í.l del observ.H!or Hk.d 1:l 14

teorí.1 i·t 1 e d, y ley umve·rs.d 14 1 /

teo rí .1 rneel!o.lrnbwnt.d, profimd.1

l48 SO

Tercer Mundo 28 1 , 29'>. 299, DS

terronsrno :l 82 :l. :l8S 6, :l88, :l'JO

test de cocll·n te Int elect u.d (C' I) 'l', /.

:l9, y .un('rtC.lflOS de ongen

afr lCd nO :lJ. :l

test de Dr.u¡e· 82, 86

Thcory of ju\I ICC', J\ (1\,¡wJs) 2 1 , :l 1 S

Thornson, J J 1 8 1 4

Thorc•Ju, 1 k nry :lM, :l6 S , :l6/, :l/4

t i po de c l e•scue·nto :¡:¡ ;

Tit rnuss, R M ).O'J

torn.l de decLSion pn·i· t i C ,¡ 1 (, 1 8

torn.l d e de'C l S l o n e·s V I I , 1 8 , :l69, :l/4,

l/(,, :l/8, 40/

Torn.is e k Ac¡umo 1 1 1 , 29 1 , :i:i2,

:l l l , 40/

Tooley, M1ch.H'I 1 20 2, 1 26, E6, 1 4 8,

1 S6, 1 90 , 42/

t r.Hi lnón contr .lctu.dJst.l 22, 99 1 02

tr.Hiiuón ocndent.d : y rrlC'ei lo

.un l l len t e· :l:l 1 '> . y ve·nn.1nón por

j,¡ V ldd :l44 6 trans1nón dernogr.ifie ,, 298 9

t raspl.uli(' f(•¡,¡J 2D:l

t r.lt.Hl l lC'nto rn{·chco dP n·n<'·n

n.1ndos e l isc ·'!'·" I t .H ios 2.SO S ;

ordm.mo/ext r.IOrd m.mo 2 6 1 4 ;

no t r.ll.u 2',9 60, 268 /0

t r.l t cUnwnto pref{·n·nu.d, véct�e .lcnc)n

.lfi rrn.lt JV.l

tn .1ge 7.9:l :l02

I'nbun.d Supn·mo S(,, 1 6/, 1 / 2, 1/:l , J.'> J . . 2�:l. l 6 l . \/ 1 . :rn

· ¡ nbu n.d Supremo dd J.:s t.ldo de

lnd w1.1 2 S 2

ln�O !llcl 4 ��6

\JnJvt·rsid.!d de C.ddórrn.l 20, '>6. '>8

\ Jn 1vnsid.1d de• l'nne t•ton 8:l, 1 9 1

uuhd.1d S O . <JO

ullhd.icl rn,¡rgm.d lO, l l , 6 1

utd ii.msrno X I , X I I , :l . 4 . 1 4 , 1 / , 1 8 ,

') \ , y .1borto 1 84 S , y e l v.dor de

J .¡ VJd ,l L l :l ', ; y J , ¡ e•u t .Ul.!Sl.l !lO

volurl l .m.l 2JJ :l(,; y J,¡ muerte• de

.ull ln.des :l4 :l 4 ; y J.¡ obhg.�uón de

,¡yud.lr /.89, 29 1 ). ; y rn.1t.1r 1 2:l S,

JA8 '>0; y m.1t.1r .1n1rn.des 1 1 8 S2,

1 S8 9, 1 (,:l 6; VC'el ll\C' I Cllfl iJiéll pos t t l r.t d(' l.1 (' X i <., t l·nn.l pn·v1.1,

491

Page 262: Peter Singer -Ética Práctica-

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Índice a lfabé t ico

u t t ! J t .tnsmo c ! .isico, t t td J t .Insmo

de prd(·rcncl.l . V<'"''lfl tola!

u l l l l l .m\rno < Lí'l< o 11 1 H . y , . ¡ v.dor

d e L1 v¡d,, 1 :í1 S , y L1 fH'r\Ofl.l

1 J :í 1 H , 1 2:¡ 1; rn,¡t.�r y 1 2:í 6.

L í 6, 1 S H . 1 H'! '!0. 2 1 2 . . 210 1

utd i ! ,nisrrto ck pn·f(·rencJ,l X I , x 1 1 ;

rn.u.�r 1 1 / 20, 1 J.:í 6. 1 'í6. 1 S6 (,0.

1 H9 90. 210 2; rn.ll.lr .1 r<'< l<'f l

rl .lcidm 2 1 1 1 2; y v,dor de L1 v 1d.¡

J :í1 <,, 1 1 S

v.dor, rn.b .dLí d e lm S<'C<'\ \Cmih l<·'

:í1 1 1 , fiH•nic í11 S

v.dor de J,¡ v¡d,¡ // H. 1 01 . l í 6, ). í/ H .

y ,¡bono 1 /0; cornp.�rac1on lí 1 S .

dc LI\ fH'CSOfl.lS 1 1 2 1 9 . 1 2S 6 ;

de rruernhros d<' L 1 l'SfHTH' horno

S,lpl<'f!S 1 1 0 1 2 ; ('fl <Tofog¡,¡

proiimd.1 :í SO; y rn.ll.lr ,, p<-rson,¡s

no hu rn.m.1s 11 S H . y r<'CH'fl

n.lc!dos 209 1 2 ; y r<' IV I IHhc,H 1Ó 11

de 1 26 :i<,; y v1d.¡ f(•¡,¡J 1 H S H. 209.

y v1d.1 hurn,¡¡¡,¡ 1 01 1 0

v.dor l f!Si rllrtl<' r l l .d :í1 2

v,dor rnor.d 9

v.dorcs 1 1 . U. 10. 'J:í . lí 1 . í íO . :¡ ¡ <, / ,

'í1 1 , í1 ', . :í SO. í S 2, 'í S1 . íHO.

1 0 1 . 1 /),

v.dorcs ('1 1 < os 1 1 U, íS1 6 , 109,

CSfH'Cíficos d e un ,¡ SCH l<'d,Hi :í S S ,

uruvcrsai<'s í S 1 S

v,¡Jorcs rnc<ho.uJihH•ni.dcs :í10

vcgcla\ ivo. <'S\.1do ).í(,. Xíl VCISI<lfl \ol .i f (u l i f ll,lriSrllO) XI . XI I . 1 ).').

1 SO, 1 ',1 . 1 9 1 J.. }JI íO. í 1 .í ',(,

492

V! . i l l lhdad 1 n. 1 . 201 . 2í2

VÍC\ i rll.l l <kll i i Íi< ,,¡,¡,. X/H H1

Vid . • COI !ll( ' l l/0 J..í:í S , ( Olll i rlll ld.HI

1 '!1 , SC' I l i l < lo 1 1 2. 1 J:í 1 H , v.dor

In t rínseco X� ! . V('Ilcr.tcJc'Ht

�'1'1 1,'1 , vccJ\c tcnni)J{'n VI<Lt hurn .uu

Vi d.! .l l l l rtl.l l . COill fl.lC.HLl (()J I Ll

luun.ut.l IX

V id ,¡ f l logr.ífl< ,¡ 1 S(,, J.:í 1

Vi d.! COillO Vl,l)<' 1 60 :í . J.:íS

Vi d,¡ COilS< I< 'JI\C 1 ),(,, 1 S/. :í'd . d.. J f ( · IO

1 H6, v.dor de 1 2(, 1 v ¡d,, d<· L" pL¡n¡ ,¡s :í11 H. :í S1

v ¡d,¡ ki.d, v.dor , ¡ ,. 1 H S H . /.0'!

v1d,, hurn.uu conn<'f!Jo 1 10 l .

< ondJc Jon C� fHTJ ,d I H S ú , re�p('to

por ).9(, l . l l l l iC id.id IX , J J ) . . 1 1 S ;

v.dor 1 01 1 0

v1d,, hu rn.uu poi<'rH 1al y d

crnl ll l cm 1 'JJ. J.0 2; f(·IO corno

1 HH 92, t l l l <'r<'s dd <'Si.ldo <'JI L1

proi<'<CI<lfl , ¡ ,. 1 1 1 ),

vroknct.l :íH2. :íH:í. íH6 H, :í90, :í9 1

Vlr l l l <ks i'l t c.l\ :í S1 6 , n,l lura l <·s 101

W.dJcr . Mich,wl :í 1 S 1 H

Wolf. S t rs.m í01

Wol fl, Rohcrl !'.tul :íM S

Worldw,l\ch lnS \ t lu tc )Ji

yo < O JI \ I l luo IJ.J., [).', . 1 1 S . 1 90.

1. 1 2. ).).1

/,U f (' )91,

/ygm.uu .• k. c ;corgc ).J 9

/ygnt.llu.lk. l .cSI< ' t }, 1 '!

Page 263: Peter Singer -Ética Práctica-

of

El l i b ro ttica práctica de Peter S m ger, extrao r d i n a ri a m e n t e c l a ro y

c o m p le t o , se ha conve rt ido en u n a i n t ro d u c c i ó n Liásica a la {> t ica

apl icada. E l l i b ro p lantea la apl icac ión de la é t i ca a c u e� t r o n e � >oc i a leo

polémicas y d i flci l e s ; la i g ua l d a d y la d is c r i m i n a c i ó n por mot rvo de ra1a,

sexo, capac idad o e s p e c i e : e l a b o rt o , la e u t a n a � i a y la expe r i m e n t a u ó n

con e m b ri o n es ; e l s t a t u � m o r a l de l o � a n i m a le � ; la v i o i P n c i a po lít ic a y

la desobe d i e n cia c i v i l ; la ayuda ext e r i o r y la o b l i g a c r ó n dP a y u d a r a

lo� d e m á s ; la respon s a b i l i d a d p a ra con el m P d i o a m b i e n t e ; el t ra t o

a l o s refugi a d o s . S i n g e r expl ica y evaiC1a u n a � e r i e de argunw n to'>

p e r t i n e n t e s de forma p e rs p r ca/ y n o doct r i n a r i a . fl t ravh ck la

e s t r u c t u ra del l i b ro , m u e s t ra cómo la'> polémi ca'> <H t u aiP� a m P n u d o

t i e n e n p r o f u n d a s raíces fi lo sófica� y pre�enta a la ve1 una teor ia é t i ca

p r o p i a q u e p u e d e a p l i carse de m a n era co n v i n c e n t e y coherente a

todos los casos p ráct icos .

'E l l i b ro d e S i n ge r está l l e n o d e i n fo r m a c i ó n '>oc ia l . m é d i ca y

econ ó m i ca deta l lada, organ i1ada de forma a d n1 1 rable y ofrece

u n excelente a p é n d i ce de n o t a s y refere n c i a '> b r b l i o gráf icao . f '> e s e n c i a l �u brayar la i mp o r t a n c i a del l i b ro de e'> tP u t i l i t a n o t a

p a r a e q u d i a n t e� de '>U c a m p o . '

H. L . fl. H a rt

N f w Y o R K RE v r E w Of flooKs

l l u o l r a c r ó n d e• l a p o r l a c l a 1 r d ' H r •, c o 1 1 c• l g r, c • r d , 1 o v1r!o, ' , ¡ e ,J l t ,H: d t' MPd r c P l d , ( l lHLHl l J r , r v P r 'J r : d r , d , M (' X ' C o

CAMBRIDGE U N I V E R S ITY P R E S S

I S B N 0 - 5 2 1 - 4 7 8 4 0 - 'J

1 1 1 11 9 1 1 7 8 0 5 2 1 4 7 8 4 0 3

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