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PIES HERMOSOS

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PIES HERMOSOS

Cómo Tratar y Mejorar el Pie Diabético

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Sumario

I. ¿Qué es el pie diabético? ............................................ 4

II. Las dolencias en los pies. .......................................... 8

III. ¡Atención! Los cuidados necesarios. ...................... 19

IV. Tratamientos naturales para mejorar sus pies. ..... 33

V. En resumen. ........................................................... 45

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I. ¿Qué es el pie diabético?

La diabetes provoca daños en los nervios o vasos

sanguíneos (neuropatía). Los nervios informan sobre los

diferentes estímulos y controlan los músculos.

Debido a estos daños las personas con diabetes tipo 2 o

diabetes mellitus pueden perder la sensibilidad en los

pies y no llegar a sentir una lastimadura o cualquier tipo

de dolencia.

Se pierde tanto la sensibilidad al dolor como la

sensibilidad térmica. No se siente una herida, un roce,

una exposición excesiva al calor o al frío. Se pueden

formar ulceraciones, infecciones o destrucción de los

tejidos profundos, e incluso en casos avanzados llegar a

la amputación.

Las complicaciones pueden conducir a mediano o largo

plazo a amputar desde un dedo, al pie completo y hasta

la pierna.

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Ante un panorama tan complejo y alarmante, lo mejor

es actuar rápido como para prevenir que los problemas

surjan y avancen más y más.

En este informe nos enfocaremos en la prevención de

los problemas en los pies, así como en devolverles la

salud en todo lo posible.

Si nuestros lectores hacen caso a todo aquello que

recomendamos, muy pronto van a poder volver a lucir

sus pies y a sentirse cómodos con ellos.

No debe olvidarse de la importancia que tiene

mantener los pies sanos. Los pies son la herramienta

para sostenernos y para caminar. Son una parte vital de

nuestro cuerpo, por ello no debemos descuidarlos.

Si se trata de una persona diabética, debe consultar al

médico ante la aparición cualquiera de las siguientes

situaciones:

Cuando las piernas están doloridas y los pies

doloridos y cansados, sin haber hecho ejercicios

físicos intensos que justifiquen el agotamiento.

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Cuando los pies y/o las piernas están muy fríos o

muy calientes, independientemente de la

temperatura que haya en el ambiente donde se

está.

Cuando se observa un cambio notable en la

coloración de las piernas y/o de los pies.

Cuando una o varias uñas de los pies están

encarnadas, con signos de sufrir un proceso de

infección (enrojecimiento, hinchazón, dolor).

Cuando aparecen ulceraciones de cualquier tipo,

llagas, heridas.

Cuando los tobillos están hinchados en forma

permanente o casi siempre.

Cuando los pies están hinchados en forma

permanente o casi siempre.

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Cuando hay heridas en los pies que tardan en

curarse y cicatrizar.

Cuando la piel está muy agrietada y seca, en

especial en la zona de los talones y en los bordes de

los pies.

Cuando se siente olor desagradable y persistente en

los pies.

La consulta médica realizada a tiempo puede llegar a

impedir que la afección siga progresando. Por nuestra

parte, estamos dispuestos a brindar información y

recomendaciones que serán de gran ayuda.

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II. Las dolencias en los pies.

Por lo general, cualquier persona puede sufrir una o

varias dolencias y/o alteraciones estructurales en los

pies.

Veamos algunas de las dolencias posibles:

uña encarnada

piel seca

micosis

pie de atleta

juanetes o hallux valgus

callos

dedos martillo

verrugas plantares

ampollas

ulceraciones

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El problema en las personas que tienen diabetes tipo 2 o

diabetes mellitus es que cualquiera de estas dolencias

puede agravarse, hasta llegar a convertirse en una

infección preocupante.

Recordemos en qué consiste cada una de estas dolencias,

algunas de ellas bastante comunes por cierto:

Uña encarnada.

Se provoca cuando un fragmento de uña penetra en la

carne, con inflamación y dolor. El área que circunda a la

uña defectuosa se hincha y duele. Puede afectar a la uña

del dedo gordo o a cualquiera de las otras uñas de los pies.

Las uñas encarnadas pueden derivar de no haberlas

cortado correctamente, por encimarse los dedos, por usar

zapatillas o zapatos demasiado ajustados, por usar calzado

muy duro en las punteras.

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Pies con piel seca y escamosa.

La piel seca, descamada y deshidratada de los pies en las

personas con diabetes puede colaborar con contraer una

infección.

Al disminuir el nivel de hidratación se rompe el equilibrio

celular y se afectan los tejidos. La piel queda más permea-

ble a sufrir lastimaduras e infectarse.

Pica y arde, por lo que el rascado puede resentir la

epidermis aún más, provocando enrojecimiento y hasta el

sangrado.

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Micosis.

Son infecciones producidas por hongos microscópicos, por

lo que también se la suele llamar micromicosis. Las uñas se

engrosan, se agrietan, se ponen amarillentas y comienzan

a desprenderse en sus bordes.

Ya se sabe, los hongos pululan en los ambientes húmedos

y cálidos. Pueden surgir por usar un calzado demasiado

cerrado y ajustado (más aún en las épocas de mucho calor)

o porque derivan del pie de atleta.

Si bien en principio la micosis no provoca dolor, si no se

trata puede causar el desprendimiento y la caída de una

uña. En forma lenta vuelve a crecer una nueva uña,

aunque también puede llegar a estar infectada.

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Pie de atleta, tiña pedis o tiña podal.

Infección provocada por hongos dermatofitos o por

levaduras. Los hongos dermatofitos son los que se

alimentan de la queratina, que es la sustancia

albuminoidea que constituye la capa externa de la

epidermis, es decir, las uñas.

El pie de atleta puede contagiarse en las duchas, en los

bordes de las piscinas o en otras superficies húmedas

donde se circula descalzo. Se contagia en forma directa o

también se transmite indirectamente por compartir el

calzado o las medias.

El pie de atleta provoca enrojecimiento de la piel afectada,

escozor, picazón, ardor, descamación entre los dedos,

descamación en las plantas, ampollas que supuran y

costras.

Si llega a afectar una uña, puede haber desprendimiento

de los bordes y llegar a caerse. El pie de atleta puede

transformarse en una afección complicada para cualquier

persona que padezca diabetes.

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Juanetes o hallux valgus.

Hueso del dedo gordo del pie que sobresale, a la vez que

el dedo se inclina y hasta puede llegar a encimarse al dedo

que está al lado.

El juanete puede llegar a hacerse abultado, con durezas y

deformante, tanto que dificulte calzarse y caminar

apoyando el pie con corrección. Se producen en uno o en

los dos pies, ensanchando la base delantera de la planta

del pie, o zona donde se articulan los dedos, con

inflamación y molestia.

Los juanetes causan dolor, sobre todo cuando se les ejerce

presión. Se tiene más predisposición de tener juanetes si

también los tiene un familiar directo, aunque contribuyen

a provocarlos y agravarlos los tacos muy altos, las punteras

estrechas de los zapatos, el sobrepeso o la obesidad.

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Callos.

Se trata de durezas cónicas y amarillentas que se

producen por engrosamiento de la piel, en la parte

superior de los dedos del pie (nudillos) o en la planta de

los pies. Pueden provenir del uso de calzados inadecuados,

por el roce constante o por el apoyo deficiente de los pies.

En las personas con diabetes los callos se transforman en

un verdadero problema, muchas veces derivando en la

dificultad de calzarse correctamente por la hinchazón de

los pies.

Pueden doler o no, pero son antiestéticos y difíciles de

eliminar. Se suele eliminar un callo, aunque la zona no

queda libre de volver a tener el mismo problema poco

después.

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Dedos martillo.

Se denomina así a los dedos curvos hacia abajo, como si

fueran garras, que dificultan la función de la articulación.

Pueden provocarse por el uso inadecuado de cierto

calzado: estrecho, puntiagudo, de taco muy elevado.

Para los diabéticos los dedos martillo pueden dificultar

aún más la circulación del flujo sanguíneo en sus pies.

Los dedos martillo pueden provocar mucho dolor sobre

todo al calzarse, ya que los dedos permanecen doblados

en una posición anormal para el debido apoyo de la planta

del pie. Tal como los juanetes, hay predisposición

hereditaria a tener los dedos martillo.

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Verrugas plantares.

Verrugas en las plantas de los pies o en los talones, que

resultan muy dolorosas por la presión que soportan.

Se asemejan a los callos, aunque si se observan con

detenimiento se percibe un centro más oscuro u orificios

diminutos.

Puede haber una sola verruga o multiplicarse. Se la

considera una infección por virus.

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Ampollas.

La piel se abulta y se llena de líquido. Se causan por el roce

del calzado al borde del dedo gordo y del dedo pequeño,

en los talones, en la planta.

No sería extraño que cualquier persona que camine unas

cuantas cuadras con calzado incómodos o poco apropiado,

regrese a su casa con los pies llenos de ampollas.

Si les extrae el agua y las deja secarse, no va a tener

demasiadas molestias y en uno o dos días estarán curadas.

Por el contrario, para un diabético una pequeña ampolla

puede ser el inicio de una infección difícil de controlar.

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Ulceraciones.

La piel se resiente, se lastima y provoca dolor. Muchas

veces las úlceras derivan de lastimaduras simples,

raspaduras o por el roce constante del zapato o de la

media. Para una persona con diabetes esa lastimadura

minúscula puede progresar hacia una infección, de no

tratarse a tiempo.

Todas estas dolencias que mencionamos no son extrañas a

cualquier persona adulta. y suelen intensificarse con el

paso de los años.

Resulta bastante común que los ancianos sufran unas

cuantas de estas afecciones en sus pies. El verdadero

problema es cuando se tiene cualquiera de estas dolencias

siendo una persona que padece diabetes.

Por ello es tan importante que quien tiene diabetes revise

con detenimiento sus pies, prestando atención a los

cambios y a las deformidades que puedan llegar a

aparecer.

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III. ¡Atención! Los cuidados necesarios.

No está demás insistir con la importantísima

recomendación siguiente:

Las personas que padecen diabetes deben cuidar

siempre sus pies.

Las personas que padecen diabetes deben cuidar

sus pies mucho más que las personas que no

padecen diabetes.

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¿Por qué decimos esto en forma tan categórica?

Las personas con diabetes tienen dos problemas que

pueden llegar a repercutir en la salud de sus pies:

1. Una circulación sanguínea deficiente.

2. Una importante reducción de la sensibilidad.

La circulación sanguínea deficiente va a afectar las

extremidades inferiores. Y con respecto a la

sensibilidad, ocurre lo siguiente...

Normalmente, cuando existe dolor en determinada

parte del cuerpo, como pueden ser los pies, se

produce una sensación más o menos molesta.

Solemos percibir un dolor, porque en última instancia

el dolor es un mecanismo de defensa que nos avisa

que algo está sucediendo en nuestro organismo.

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Una pequeña ampolla o una lastimadura en un dedo

del pie nos causa dolor y en cierta forma nos avisa que

está ahí.

En el caso de las personas que son diabéticas, no

perciben esta respuesta del cuerpo y muchas veces se

dan cuenta de un problema en sus pies cuando ya está

avanzado.

Y una pequeña ampolla o una simple lastimadura

pueden llegar a convertirse en una infección seria.

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¿Qué cuidados se deben tener si se padece pie diabético?

Ante todo, se debe aplicar la vacuna antitetánica. El

tétano es una enfermedad infecciosa grave, que se

produce por un bacilo que se introduce en una herida

y termina afectando los centros nerviosos.

Lo conveniente es revisar cuidadosamente los pies

todos los días, bajo una buena luz y prestando la

debida atención a las protuberancias: observar cada

uno de los dedos y sus uniones, la planta, el talón, los

bordes, el empeine, el tobillo. Es muy útil ayudarse

con un espejo, e incluso con una lupa, como para

detectar una lesión en la piel por diminuta que sea.

Si no se tiene buena vista como para examinar los pies

en forma minuciosa, es preferible pedir ayuda a otra

persona.

Deben mantenerse los pies aseados y secos durante

todo el día. Se los debe lavar con agua templada (ni

muy caliente ni muy fría) y utilizando un jabón neutro.

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No se deben frotar con esponjas vegetales porque son

demasiado ásperas. Antes de introducir los pies en el

agua se debe probar la temperatura, ya que los pies

no detectarán el agua muy caliente y en consecuencia

podrán sufrir quemaduras.

La temperatura ideal sería alrededor de 36ºC, aunque

si no se tiene un termómetro para ser exactos, alcanza

con introducir un codo en el agua y comprobar que

esté templada.

Finalizado el aseo, secar los pies con una toalla suave,

sin frotar ni ejercer presión en ninguna parte. Se debe

tener la precaución de secar bien entre cada uno de

los dedos, que son las zonas donde se conserva la

humedad que puede ayudar a que los hongos

prosperen. Se puede utilizar un secador del cabello

para secar mejor entre los dedos (si se utiliza aire

caliente, colocar el secador a por lo menos veinte

centímetros de distancia).

En forma regular, se debe pasar con mucha suavidad

una piedra pómez para limar las asperezas.

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Muchas veces no se aconseja la piedra pómez por su

poder abrasivo, pero si se utiliza con precaución ayuda

a desprender la piel muerta.

Una vez que los pies están bien limpios y bien secos,

es el momento de proceder a hidratarlos. Cuando la

piel de los pies está reseca y agrietada, se presta para

que ingresen las bacterias y causen una infección.

Se deben masajear con una emulsión o con una crema

hidratante, sin colocar esa crema o emulsión entre los

dedos, para que no se conserve humedad en la zona.

Son muy importantes para la circulación los masajes

suaves, que comiencen recorriendo dedo por dedo y

vayan ascendiendo por la planta del pie y el empeine

hasta llegar a los talones y los tobillos, continuando

hacia las piernas, como para lograr reactivar la

circulación sanguínea.

Al finalizar los masajes hidratantes, se debe esperar

hasta que la piel absorba la crema o la emulsión antes

de colocarse el calzado.

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Las uñas de los pies se deben mantener bien cortadas

y limadas, ni muy largas ni muy cortas. Se deben cortar

con tijera de punta roma, en forma recta (no las

esquinas) y limar con cuidado los bordes (no utilizar

limas metálicas sino las limas descartables de cartón).

Las uñas estarán más blandas y fáciles de cortar luego

de mantener unos minutos los pies en remojo.

Si existen callos, ya sean plantares o sobre los dedos,

debe eliminarlos con un tratamiento especial. Nunca

se deben cortar los callos con tijeras o con otros

elementos que sean cortantes o punzantes (alicates,

hojas de afeitar).

A propósito de los elementos de podología que se

utilicen, deben ser personales o estar perfectamente

desinfectados para su uso. Si se solicitan los servicios

de un podólogo, conviene decirle que se es diabético

para que tome los recaudos necesarios.

Se deben utilizar zapatos cómodos al pie, que no

ajusten sino que preferentemente queden holgados

(para cuando los pies se hinchan).

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No usar calzado plástico ni con tacos elevados. Lo

mejor es que las suelas sean antideslizantes para

caminar más seguros.

Antes de calzarse, fijarse que los zapatos o las

zapatillas que se van a usar no tengan costuras o

rebordes internos o basuritas que puedan dañar el pie.

Las medias deben permanecer limpias y bien secas. No

se deben utilizar medias o zoquetes de lycra, nylon o

de tejidos muy gruesos. Prefiera las medias o zoquetes

de algodón no demasiado ceñidos, con tejidos que

absorban mejor la transpiración.

Siempre coloque un talco o polvo pédico (se puede

reemplazar por bicarbonato de sodio) en los zapatos o

en las zapatillas, para refrescar y eliminar el mal olor.

Cambie el calzado todos los días y en lo posible más de

una vez al día, como para que se alternen los puntos

de presión.

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No debe circular descalzo si se concurre a lugares

públicos, como los baños de los clubes donde existe la

práctica de deportes, o donde se utilizan piletas de

natación.

Si la persona se ducha en el lugar, puede utilizar un par

de ojotas para no apoyar los pies en el suelo. Tampoco

es conveniente caminar descalzos en la propia casa ni

en ningún lugar, para evitar traumatismos.

No son aconsejables las sandalias muy descubiertas ni

el calzado que no brinda debido sostén, porque dejan

el pie muy expuesto a sufrir cualquier agresión.

Cuando se está sentado, no debe permanecer con las

piernas cruzadas por mucho tiempo.

Si se permanece de pie un tiempo prolongado, lo ideal

es cada hora caminar un poco, y en lo posible sentarse

algunos minutos a descansar. Tanto al sentarse como

al caminar, debe mantenerse una postura erguida para

contribuir al bienestar de la columna vertebral y no

desequilibrar el apoyo que se ejerce en los pies.

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Las medias de compresión o las vendas son excelentes

para ayudar a descomprimir las piernas y los pies

hinchados. Reducen la pesadez, los edemas, los

hormigueos, el cansancio y los calambres.

Al descomprimir las venas, las medias de compresión o

vendas evitan que se sigan dilatando y reteniendo la

sangre.

En los momentos de descanso, se debe aprovechar

para colocar las piernas y los pies en posición elevada,

para activar la circulación y deshinchar. Basta con

acostarse con la espalda bien apoyada y colocar

almohadones que eleven las piernas y los pies por lo

menos a cuarenta y cinco grados.

Se debe sostener esa posición quince o veinte

minutos, al finalizar el día o cuando se llega a casa muy

cansado.

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También ayuda a la circulación y a deshinchar, realizar

todos los días algunos ejercicios sencillos, como los

que se explican a continuación…

En posición sentado, parado o acostado, elevar un pie

y rotarlo diez veces hacia un lado, y luego rotarlo diez

veces hacia el otro.

Llevar la punta de los dedos hacia abajo y luego

contraer la punta de los dedos hacia adentro, repetir

esto otras diez veces.

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Intentar varias veces separar los dedos de los pies (sin

ayudarse con las manos). Repetir los ejercicios con el

otro pie.

Estos ejercicios son muy buenos para activar la

circulación, y pueden practicarse por la mañana,

cuando el cuerpo se despereza y se está a punto de

iniciar la jornada diaria.

También pueden realizarse por la noche, tras el baño o

la ducha y antes de predisponerse al descanso.

Más allá de estos ejercicios simples, aunque efectivos

si se realizan con constancia, la persona diabética

debería practicar en forma regular y metódica alguna

actividad física, acorde a su edad y condición de salud.

Puede realizar caminatas, algunos tipos de baile,

expresión corporal, bicicleta, gimnasia, pilates, yoga,

tai chi.

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Lo importante es que se programe una actividad física

por los menos tres o cuatro días a la semana.

La actividad debe ser de nulo o de bajo impacto, para

que no se afecten los pies ni se resientan las

articulaciones. Una actividad física regular ayudará a la

movilidad de las articulaciones, incrementará la

flexibilidad y contribuirá a la agilidad de los pies.

A propósito del descanso, es necesario dormir en

forma continuada ocho horas cada día. La buena

calidad del descanso resulta reparadora para todo el

organismo, por lo que los pies también se verán

beneficiados.

El descanso ayuda a deshinchar las piernas y los pies.

Durante el descanso no se deben utilizar almohadillas

eléctricas, mantas eléctricas o bolsas de agua caliente

para calentar los pies, ya que al tener disminuida la

sensibilidad, se pueden sufrir quemaduras.

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Se debe dormir con abrigo de acuerdo a la

temperatura ambiente y usar ropa que no ejerza

presión en ninguna parte del cuerpo.

Se debe reducir la ingesta de sal agregada o de

productos con alto contenido de sodio. En lo posible,

se deben ingerir los alimentos sin el agregado de sal,

ya que la sal contribuye a elevar la presión sanguínea y

a provocar retención de líquidos.

La sal común puede reemplazarse por la sal marina y

los condimentos provenientes de hierbas aromáticas.

La ingesta moderada de sal es parte de una nutrición

equilibrada y sana, que no se debe descuidar en

ningún momento y bajo ninguna circunstancia.

Por último, tan importante como vigilar los pies todos

los días es abandonar el tabaquismo. Las personas que

son fumadoras tienen dificultades en la circulación

sanguínea debido a que las arterias se estrechan. Si

bien esta adicción no es aconsejable para ninguna

persona, en especial los diabéticos deben evitarla para

no agudizar sus problemas en cuanto al flujo del

torrente sanguíneo.

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IV. Tratamientos naturales para mejorar sus pies.

Los cuidados que acabamos de enunciar son

fundamentales para prevenir muchos problemas en

los pies.

Asimismo, existen tratamientos naturales que pueden

ayudar a aliviar y mejorar la salud de sus pies.

A continuación hacemos mención a algunos de ellos:

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Para calmar el dolor y el enrojecimiento de los juanetes o hallux valgus.

Cortar por el medio un tomate maduro y pasarlo sobre

el sobrehueso. Calma y desinflama.

La cúrcuma y el aceite de oliva, mezclados por partes

iguales, resultan excelentes tópicos para reducir los

juanetes. Se debe tener la constancia de aplicar unos

minutos a diario.

El té de flores de manzanilla también resulta muy

descongestionante. Cuando se ha andado mucho y los

juanetes han sufrido la presión constante del calzado,

es conveniente llegar a casa y realizar un baño de

inmersión para pies en agua tibia, al que se le habrá

agregado un puñado de hojas y flores disecadas de

manzanilla (envolverlas en una gasa antes de

colocarlas en el agua, como para que no se dispersen).

Beber infusión de manzanilla ayuda a desinflamar todo

el organismo y, en consecuencia, deshincha

notablemente los pies.

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Para eliminar las verrugas plantares.

Cubrir alrededor de la verruga con vaselina, circunscri-

biendo la zona a tratar. Empapar un hisopo o algodón

en vinagre de sidra de manzana e hidratar la verruga

hasta que se ablande. Limar la verruga, con mucho

cuidado como para no producir cortes.

En ningún caso se deben utilizar elementos cortantes

o punzantes (tijeras, hojitas de afeitar, alicates).

También se puede utilizar aceite de orégano, aplican-

do sobre las verrugas y cubriéndolas con una gasa.

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Para calmar las molestias producidas

por el daño al nervio de un pie.

Mezclar por partes iguales pimienta de cayena y aceite

de oliva, aplicar en la zona dañada, con masajes

circulares suaves (sin ejercer presión).

Si se quiere obtener óptimos resultados, se debe

realizar este tratamiento por un par de semanas, no

olvidando hacerlo todas las noches.

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Para eliminar y suavizar los callos

y las durezas.

Aplicar hojas y flores machacadas de caléndula

(caléndula officinalis). Los mucílagos que contienen

ayudan a ablandar y a suavizar la piel de los callos y las

durezas.

Asimismo, el bicarbonato de sodio mezclado con limón

es bueno para frotar y ablandar las durezas. Se puede

aplicar y dejar actuar el tópico por unas horas,

cubriendo la zona con una gasa.

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Una vez que se logran ablandar los callos y las durezas,

se procede a pulir con una piedra pómez, en forma

muy suave y circular hasta que de a poco se vayan

desprendiendo las partículas de piel muerta.

Otra buena solución para aflojar los callos y las

durezas consiste en proceder a eliminarlos con la

siguiente mezcla: Colocar en dos litros de agua tibia

cinco cucharadas de sales de Epson y cinco cucharadas

de bicarbonato de sodio.

Mezclar e introducir los pies en el agua por al menos

veinte minutos. Secar bien y proceder de inmediato a

limar los callos y las durezas, con precaución para no

dañar la piel que circunda.

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Para calmar y mejorar el pie de atleta.

El ardor y el picor que produce esta afección se puede

calmar con baños de agua tibia con el agregado de una

rama de canela. Colocar los pies en remojo unos

quince minutos al día hasta sentir mejoría.

Otro remedio tópico que puede resultar muy efectivo

es la aplicación de compresas con aceite de árbol de

té, un antimicótico natural.

La zona puede tratarse frotando con un ajo crudo, que

elimina las bacterias, y luego hidratarse con aceite de

oliva.

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Para prevenir las infecciones.

Lavar los pies con agua de romero. ¿Cómo prepararla?

Hervir en un litro de agua tres cucharadas de romero.

Dejar reposar veinte minutos. Colar y entibiar antes de

utilizar.

Los baños de agua marina son muy buenos para

revitalizar, deshinchar y curar heridas en los pies.

Si se vive en un lugar próximo al mar, se pueden

realizar con frecuencia caminatas por la orilla con el

agua cubriendo hasta los tobillos.

La arena húmeda contribuye a pulir las durezas y a

dejar la piel lisa, a la vez que el agua marina es

sanadora.

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Para eliminar la micosis.

Realizarse baños diarios de agua tibia a los que se les

habrá agregado media taza de vinagre de sidra de

manzana.

Si se quiere eliminar las bacterias de una vez por

todas, se debe tener constancia de repetir este

procedimiento todos los días, por la mañana y por la

noche.

El aceite de oliva, el aceite de orégano y el aceite de

árbol de té, son antimicóticos y se pueden aplicar en

compresas sobre la uña afectada con hongos.

Se debe aplicar dos o tres veces al día y dejar actuar

por lo menos media hora antes de calzarse.

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Para suavizar y humectar

la piel seca y agrietada.

Masajear suavemente los pies con aceite de oliva o

con aceite de argán.

A la par de los remedios caseros que mencionamos,

conviene reforzar la dieta habitual con aceites grasos

esenciales omega 3 o ácido linoleico.

Este tipo de grasas “buenas” están presentes en los

pescados de agua fría (salmón rojo y blanco, atún,

caballa, sardinas), en los frutos secos (nueces,

almendras, avellanas), en el aceite de canola, en la

soja.

Los ácidos grasos omega 3 son beneficiosos para el

aparato circulatorio y para desinflamar el organismo.

Asimismo, ayuda a disminuir los dolores y los procesos

inflamatorios la ingesta de vitaminas del grupo B.

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Este complejo vitamínico está presente en las

legumbres, en las verduras de hojas verdes, en la

levadura de cerveza, en los pescados, en las carnes

(rojas y blancas), en los cereales integrales (avena,

germen de trigo, arroz), en los frutos secos (nueces,

avellanas, almendras), en las semillas (lino, chía,

sésamo, calabaza, girasol), en las setas.

La ingesta de alimentos con una buena proporción de

vitamina E colabora con lograr una piel más sana y

nutrida.

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¿Qué alimentos proveen la vitamina E?

Los frutos secos (nueces, avellanas, almendras), las

semillas (chía, lino, sésamo), las hortalizas, los cereales

integrales, las legumbres, las algas (agar agar,

espirulina).

En cuanto a la fibra alimentaria, resulta impres-

cindible para mejorar la circulación sanguínea y para

evitar el estreñimiento (que también repercute en el

flujo sanguíneo).

La fibra alimentaria está presente en las frutas y en las

verduras frescas, en especial si se consumen crudas y

con sus cáscaras. También contienen fibras las harinas

integrales o de grano entero y las legumbres.

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V. En resumen.

El trastorno en los pies de una persona diabética debe

recibir el cuidado adecuado y un tratamiento rápido,

como para frenar los problemas a tiempo y no permitir

que sigan avanzando en forma destructiva.

Cuando se producen algunos cambios en los pies, se

deben atender de inmediato.

Desde estas páginas nos empeñamos en brindar

recomendaciones importantes, que permitan prevenir

las complicaciones que se producen si no se trata el

pie diabético.

A la vez de la higiene y el cuidado diario de los pies,

aportamos tratamientos naturales que si se realizan

con constancia pueden llegar a:

Incrementar la circulación del flujo sanguíneo.

Contribuir a energizar y activar los procesos que

posibilitan el equilibrio celular.

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De todos modos, quienes observen en sus pies

lesiones serias o que les llamen la atención no deben

demorar la consulta a un profesional médico.

Por todo esto, le pedimos que revise sus pies todos los

días, y que esté atento a los cambios que se hayan

producido, por leves o menores que sean.

El pie diabético es una de las complicaciones que

puede traer la diabetes no tratada y controlada de

manera efectiva. Es algo que debe prevenirse y con

ello evitar las complicaciones.

En verdad, lo que usted debe hacer es amarse a sí

mismo, cuidarse con toda su alma y aspirar a alcanzar

la mejor calidad de vida posible.

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