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La industrialización El carbón, como fuente de energía, y la má- quina de vapor, como motor de los nuevos sistemas de producción, se encuentran en el origen de la revolución industrial. En efec- to, su aplicación a los métodos de extrac- ción de materias primas, a la elaboración de productos y al transporte constituye la esen- cia de la industrialización, cuyos agentes bá- sicos son la mina, la fábrica y el ferrocarril. Del mismo modo que una de las razones fundamentales por las que la revolución ne- olítica surgió en el «creciente fértil» fue que ofrecía el medio físico apropiado para el de- sarrollo de la agricultura y la ganadería, y para la implantación de asentamientos hu- manos estables, la revolución industrial se inició en los lugares que disponían de mayo- res recursos carboníferos; en primer lugar, Gran Bretaña, seguido de Alemania. Gran Bretaña contaba con potentes yacimientos que se extendían a lo largo de toda Inglate- rra hasta Escocia, además se daban unas circunstancias sociopolíticas favorables, tras la revolución de 1688, que propiciaron el desarrollo industrial a gran escala. Alemania 31 Plan Nacional de Patrimonio Industrial: Apuntes históricos y conceptuales LINAREJOS CRUZ Instituto del Patrimonio Histórico Español A lo largo de la historia reciente la actividad industrial ha generado una serie de elemen- tos que paulatinamente se van considerando parte de nuestro patrimonio cultural. La ar- quitectura industrial, las estructuras ingenieriles, la maquinaria, etc. constituyen un mate- rial imprescindible para comprender la historia de los dos últimos siglos. Estos elementos constitutivos de los procesos de producción y del transporte, así como de los equipa- mientos técnicos, han desempeñado un importante papel en la evolución de nuestras ciu- dades, en la formación de los rasgos de identidad de sus espacios y paisajes, y en general en la definición del ambiente vital concreto en que se ha desarrollado la industrialización. De esta forma, la conservación y el estudio de estos testimonios son fundamentales para comprender y documentar un período clave en la historia de la humanidad. El patrimonio industrial se convierte así en memoria histórica que se manifiesta di- ferencialmente según la época de su desarrollo, los sectores de actividad y los territo- rios en que se lleva a cabo. (Plan Nacional de Patrimonio Industrial: documento base. 2000) Figura 1. Vista del conjunto industrial de Zöllverein, en la cuenca minera del Rhur (Alemania). Emplazamiento em- blemático de la industrialización, dedi- cado a la minería del carbón (fotografía Linarejos Cruz).

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Page 1: Plan Nacional de Patrimonio Industrial: Apuntes … · Plan Nacional de Patrimonio Industrial: Apuntes históricos y conceptuales ... Estos elementos constitutivos de los procesos

La industrialización

El carbón, como fuente de energía, y la má-quina de vapor, como motor de los nuevossistemas de producción, se encuentran en elorigen de la revolución industrial. En efec-to, su aplicación a los métodos de extrac-ción de materias primas, a la elaboración deproductos y al transporte constituye la esen-cia de la industrialización, cuyos agentes bá-sicos son la mina, la fábrica y el ferrocarril.

Del mismo modo que una de las razonesfundamentales por las que la revolución ne-olítica surgió en el «creciente fértil» fue queofrecía el medio físico apropiado para el de-sarrollo de la agricultura y la ganadería, ypara la implantación de asentamientos hu-manos estables, la revolución industrial seinició en los lugares que disponían de mayo-res recursos carboníferos; en primer lugar,

Gran Bretaña, seguido de Alemania. GranBretaña contaba con potentes yacimientosque se extendían a lo largo de toda Inglate-rra hasta Escocia, además se daban unascircunstancias sociopolíticas favorables, trasla revolución de 1688, que propiciaron eldesarrollo industrial a gran escala. Alemania

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Plan Nacional de Patrimonio Industrial: Apuntes históricos y conceptuales

LINAREJOS CRUZ

Instituto del Patrimonio Histórico Español

A lo largo de la historia reciente la actividad industrial ha generado una serie de elemen-tos que paulatinamente se van considerando parte de nuestro patrimonio cultural. La ar-quitectura industrial, las estructuras ingenieriles, la maquinaria, etc. constituyen un mate-rial imprescindible para comprender la historia de los dos últimos siglos. Estos elementosconstitutivos de los procesos de producción y del transporte, así como de los equipa-mientos técnicos, han desempeñado un importante papel en la evolución de nuestras ciu-dades, en la formación de los rasgos de identidad de sus espacios y paisajes, y en generalen la definición del ambiente vital concreto en que se ha desarrollado la industrialización.De esta forma, la conservación y el estudio de estos testimonios son fundamentales paracomprender y documentar un período clave en la historia de la humanidad.

El patrimonio industrial se convierte así en memoria histórica que se manifiesta di-ferencialmente según la época de su desarrollo, los sectores de actividad y los territo-rios en que se lleva a cabo.

(Plan Nacional de Patrimonio Industrial: documento base. 2000)

Figura 1. Vista del conjunto industrialde Zöllverein, en la cuenca minera delRhur (Alemania). Emplazamiento em-blemático de la industrialización, dedi-cado a la minería del carbón (fotografíaLinarejos Cruz).

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aprovechó sus abundantes recursos de car-bón mineral para impulsar la mayor indus-tria siderúrgica de Europa, localizada en lacuenca del Ruhr.

La industrialización en España, como enel resto de los países del ámbito mediterrá-neo, fue algo más tardía y se manifestó conmenor intensidad, debido a la limitada dis-ponibilidad de recursos energéticos y a ladesfavorable coyuntura política.

España contaba con abundancia de mi-nerales, en algunos casos ya identificados yexplotados desde época prerromana, perosu base productiva era fundamentalmenteagraria. Los recursos de carbón, aunque me-nores que en Gran Bretaña o Alemania, noeran escasos pero su explotación era com-plicada debido a la localización de los yaci-mientos, en zonas poco accesibles, y a lascaracterísticas de los filones, de estructurascomplejas y escasa potencia; por lo tanto,los procesos de extracción y transporte eranmuy costosos. Por este motivo la economíade base agraria se mantuvo por encima decualquier otra actividad.

Como antecedente directo de la indus-trialización, en el siglo XVIII encontramos lainstauración de las Reales Fábricas, iniciati-va derivada de las ideas de la ilustración einspirada en la experiencia francesa de lasManufactures Royales de Colbert. Se trata-ba de establecimientos privilegiados, ya queestaban sostenidos por la Corona y conta-ban con muchos medios para la fabricaciónde productos muy diversos, que cubrían unamplio espectro. Entre ellas, las Fábricas-pi-loto estaban destinadas fundamentalmentea la producción de tejidos, sobre todo pañosde lana, producto muy demandado que eranecesario importar en grandes cantidades.Se crearon industrias militares, como fundi-ciones de artillería, y otras ya existentes, co-mo los arsenales de Ferrol o Cartagena, seestatalizaron. Los monopolios fiscales de laCorona, que englobaban producciones dediversa índole, desde la real Fábrica de Ta-bacos de Sevilla o la de Pólvora de Villafeli-che hasta la explotación minera de algunoscotos, pasaron a ser gestionados directa-mente por el Estado. El panorama se com-pletaba con las industrias suntuarias, que fa-bricaban objetos de lujo de gran calidad,fundamentalmente cristal y porcelana. Sir-van como ejemplo las reales fábricas de por-celana del Buen Retiro o la de cristal de LaGranja. Con estas fábricas se trataba de fre-nar las importaciones y así reducir gastos,aunque no llegaron a tener la repercusiónnecesaria en el impulso de la economía.

La inestable situación política que se vivióen el siglo XIX, derivada de la crisis del Anti-guo Régimen, y el quebranto de la econo-mía producido por las diversas contiendas(ocupación francesa primero y sucesivasguerras carlistas después) y por la pérdida delas colonias americanas, dificultaron la pues-ta en marcha del proceso industrializador.Aunque se tomaron algunas medidas para

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Figura 2. Interior de un taller de lasReales Fábricas de Metales de SanJuan de Alcaraz, en Riópar (Albacete).El conjunto industrial, dedicado a lafabricación de latón y planchas de co-bre, aún conserva gran parte de susinstalaciones y maquinaria (fotografíaLinarejos Cruz).

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sanear la economía, entre ellas la desamorti-zación de los bienes eclesiásticos en 1835 yla desamortización de los bienes públicos ymilitares en 1855, estas iniciativas no tuvie-ron el resultado esperado, ya que la mayoríade las propiedades fueron adquiridas por laaristocracia y el clero secular que, lejos deemplearlas de forma productiva, las destina-ron a engrosar un patrimonio estático.

En el panorama social destacaba el papelde la burguesía de talante progresista, ver-dadero agente de la industrialización, perose encontraba con el obstáculo de una aris-tocracia conservadora, terrateniente, ancla-da en el pasado y tributaria del Antiguo Ré-gimen. Por otra parte, los trabajadores,campesinos y artesanos, carecían de con-ciencia de clase y permanecían marginados.La coyuntura no era muy propicia y aúnquedaban obstáculos por salvar.

No obstante, el progreso se abrió caminoy la industrialización, que fue apoyada conuna política proteccionista por parte del go-bierno liberal, era ya una realidad consoli-dada a finales del siglo XIX.

Finalmente hay que señalar el gran im-pulso económico que recibió la industria através de las inversiones extranjeras, centra-das en el ferrocarril y en las minas1.

La percepción

La mecanización, que aportó grandes bene-ficios económicos y propició importantesavances en el desarrollo de la ciencia y latecnología, también tuvo grandes repercu-siones a escala social. Así, la industrializa-ción constituye un hito en la historia de lasdesigualdades sociales –que se inicia en el

1 Tomaremos, a modo de ejemplo,

los datos ofrecidos por M. Tuñón de

Lara en Luchas obreras y campesinas en

la Andalucía del siglo XX, que ponen

de manifiesto la incidencia del capital

extranjero en la minería de Jaén: «Las

sociedades anónimas y otras socieda-

des (que eran 46 en 1912 y 71 en

1914) tenían por principal objeto las

explotaciones mineras. Las minas im-

portantes no residían en Jaén; ese era

el caso de la New Centenillo Silver

Lead Mines Co. Ltd. de Londres, o

El Guindo, también de capital ex-

tranjero. La S. A. La Cruz, de capital

francés, tenía su sede en Linares. Con

residencia en Madrid y capital entera-

mente francés estaba la S. A. Minas

de Castilla la Vieja y Jaén. La Com-

pañía Hullera de Espiel tenía su do-

micilio administrativo en Bruselas al

igual que la Societé Miniere de Curas

y Soldados, con explotaciones en La

Carolina, y la Societé Miniere Belge

la Productora y Coto San Antonio.

Entre las francesas la Societé d’indus-

trie miniere Carmencito, domiciliada

en París. Luego, la alemana Stölberg y

Westfalia, domiciliada en Aquisgrán.

Otra empresa británica era la The

Heredia Lead Mines Ltd., con explo-

taciones en Linares, Guarromán y

Baños». Se trata de un caso concreto,

reducido a un ámbito geográfico re-

ducido, pero que es suficientemente

ilustrativo y se puede extrapolar a

otras zonas.

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Figura 3. Vista de una mina, ya abandonada, en Linares (Jaén). La riqueza mineral del distrito de Linares era cono-cida desde antiguo y la explotación minera, con mayor o menor intensidad fue una constante a lo largo de su historia.Allí se fundó en época ibérica la ciudad de Cástulo, desde donde partían caminos hacia la costa de Cartagena para trans-portar el mineral, desempeñando un importante papel en el comercio mediterráneo. A mediados del siglo XVIII recibióun gran impulso por parte del Estado, que adquirió las minas de Arrayanes estableciéndolas como «las minas de plomodel reino». Pero su momento de mayor esplendor llegó a comienzos del siglo XX con la inversión de capital extranjero, queademás trajo consigo la aplicación de nuevas técnicas que incrementaron la producción (fotografía Linarejos Cruz).

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Neolítico al producirse el cambio de unaeconomía depredadora a una economíaproductiva– cuya clave es el sistema capita-lista, que conlleva el establecimiento de unanueva forma de relación laboral y la apari-ción de una clase social, la clase obrera. Co-mo consecuencia se opera un proceso detransformación que afecta a la concepcióndel espacio y del tiempo, contribuye a lamodificación de los paisajes y a la configu-ración de las ciudades modernas, y perfilauna forma de relación entre el ser humanoy el medio.

Los modos de vida estaban cambiandosustancialmente y con ellos la percepción dela realidad circundante.

La industrialización produjo un gran im-pacto que provocó todo tipo de recelos y,desde luego, un rechazo inicial justificadopor el miedo a lo desconocido. Para la ma-yoría de la gente el funcionamiento de lasnuevas máquinas encerraba un misterio, lavelocidad producía vértigo, el aire se im-pregnaba de olores inidentificables y nadaagradables, producidos por los engrases delas máquinas y por los vapores de la com-bustión. Los ríos, convertidos en el vertede-ro natural de los residuos de las industrias,cambiaron el color y la textura de sus aguas.El humo de las chimeneas ensombrecía elcielo de las ciudades y teñía los edificios conuna pátina grisácea. Todo esto era percibidocon claridad, pero no era tan evidente lacomprensión del proceso, en el que se esta-ban gestando las bases estructurales delmundo contemporáneo.

La Historia se ocupa de ponernos al co-rriente de acontecimientos sociales, económi-cos, culturales; pero paralelamente discurrenlas impresiones de las personas que los vivie-ron en primera persona. Algunas de ellas,plasmadas en la literatura o la pintura, nosinforman al respecto y ofrecen un punto de

vista interesante a la hora de comprendercómo fue percibido este proceso por susprotagonistas.

Para ilustrar esta idea de percepción to-maremos algunos ejemplos significativos,que en ningún caso pretenden ser exhausti-vos. Por un lado, la mayor producción ar-tística y literaria procede de los países don-de el inicio de la industrialización tuvomayor impacto y, en consecuencia, se intro-dujo completamente en la vida cotidiana yfue percibido con intensidad. Por otra par-te, en España, donde el ámbito rural teníaun gran peso específico, la producción lite-raria y pictórica que hace referencia a esteproceso está mediatizada por un sentimien-to más evocador que documental y la ex-presión artística cobra más fuerza que la pu-ramente testimonial.

Un referente literario incuestionable enrelación con la industrialización es CharlesDickens. Fue un hombre de su tiempo que,sin desdeñar los avances tecnológicos y sinabandonar su moral burguesa, puso especialatención en las consecuencias sociales de larevolución industrial, en el marco de unaInglaterra victoriana imbuida en las teoríasutilitaristas. Así, en su novela Tiempos difí-ciles recrea las formas de vida de una ciudadindustrial, Coketown, de la que ofrece unadetallada descripción (donde incluye laspercepciones captadas por los sentidos de lavista, el olfato y el oído) además de los con-flictos sociales y los valores morales de sushabitantes. Aunque por ello se le ha acusa-do de «simplismo ideológico», no cabe du-da de que, al margen de enfoques mediati-zados por una servidumbre meramenteliteraria, refleja la realidad del momento2.

Su interés por todas las cuestiones rela-cionadas con el progreso le lleva a empren-der un largo viaje a Norteamérica, para co-nocer la organización de una sociedad en

2 «En Coketown no se veía por nin-

guna parte cosa que no fuese riguro-

samente productiva. [...] La prisión

se parecía al hospital; el hospital pu-

diera tomarse por prisión; la Casa

Consistorial podría ser lo mismo pri-

sión que hospital, o las dos cosas a un

tiempo, o cualquier otra cosa, por-

que no había en su fachada rasgo al-

guno que se opusiese a ello. Realismo

práctico, realismo práctico, realismo

práctico; no se advertía otra cosa en

la apariencia externa de la población,

y tampoco se advertía otra cosa que

realismo práctico en todo lo que no

era puramente material» (Tiempos

difíciles, 1854).

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pleno desarrollo. Para ello visita institucio-nes penitenciarias, judiciales, hospitales,psiquiátricos, escuelas e instalaciones indus-triales, y plasma su experiencia en un re-lato llamado American Notes, que es unmagnífico retrato comparativo entre lassociedades inglesa y americana de media-dos del siglo XIX.

Joseph Conrad, marino antes que escri-tor, tuvo la oportunidad de sentir las conse-cuencias de la industrialización en la aplica-ción del vapor a la navegación.

En sus relatos quedan plasmadas sensa-ciones y experiencias relacionadas con su vi-da en el mar, y la forma en que se fueronproduciendo las transformaciones. Consi-deraba que la navegación a vela era un arte,en contraposición al vapor que ganaba envelocidad y seguridad pero carecía de perso-nalidad. De forma concisa pero rotunda,expresa así su sentimiento: «la maquinaria,el acero, el fuego, el vapor se han interpues-to entre el hombre y el mar» (J. Conrad: Elespejo del Mar)

L. S. Lowry fue un pintor social. Nun-ca salió de Inglaterra. Pasó toda su vidaen Manchester, donde desarrolló su obraimpregnada del carácter industrial de laciudad.

Ajeno a las corrientes pictóricas de la épo-ca, imprime de forma espontánea su propiapercepción de la realidad. El resultado es laimagen de ciudades y paisajes industrialesdecadentes, donde toda noción de progresoestá ausente. Gentes anónimas transitan porcalles y plazas entre casas, iglesias y fábricasen una atmósfera brumosa3.

G. Orwell, en El camino de Wigan Pier,hace una crónica desgarrada sobre la vida delos mineros sin trabajo en el norte de Ingla-terra, donde incluye la descripción de unpaisaje desolador en un trasfondo de deses-peranza:

«Recuerdo una tarde de invierno en los es-pantosos alrededores de Wigan. A mi alrede-dor se alzaba un paisaje lunar de escoriaamontonada, y hacia el norte, como si dijé-ramos a través de los pasos que se abrían en-tre las montañas de escoria, se veían las chi-meneas de las fábricas lanzando suspenachos de humo. El camino del canal erauna mezcla de cenizas y barro congelado, en-trecruzado con las huellas de innumerableszuecos, y todo alrededor, extendiéndose has-ta donde los escoriales se perdían a lo lejos,se vislumbraban un sinfín de destellos: elagua que rezumaba y se estancaba formandograndes charcos en las hondonadas produci-das por el derrumbamiento de antiguos po-zos. Hacía un frío horrible. Los destellos es-taban cubiertos de un hielo color ocre, losgabarreros iban tapados con sacos hasta losojos, y de las compuertas de la exclusa ma-naban lágrimas de hielo. Parecía un mundoen el que hubiera desaparecido la vegetacióny no existiera sino humo, esquisto, hielo, ba-rro, cenizas y aguas pestilentes».

Nada desdeñable es el testimonio de losviajeros que llegaron a España desde diversospuntos de Europa en el siglo XIX. Éstos, através de sus impresiones, relatan la realidaddel momento y establecen comparacionescon su país de origen o con otros lugares vi-sitados con anterioridad. Entre ellos tomarécomo ejemplo al escritor danés Hans Chris-tian Andersen, por dos razones: porque su li-bro Viaje por España es uno de los mejoresrelatos de viajes del siglo XIX, y porque, par-tiendo del sentimiento general de rechazo,ya recogido en los testimonios antes citados,acaba por hacer un alegato a favor del pro-greso. El libro comienza con una reflexiónque corresponde a ningún lugar concreto y atodos a la vez, transmite la sensación mismade viaje, experimentada a través de un largorecorrido atravesando Alemania, Suiza yFrancia hasta llegar a España:

3 Kenneth Clark, en A tribute to

L. S. Lowry, dice de su obra: «...ha se-

guido examinando meticulosamente

sus figuritas negras en esa laguna le-

chosa que tienen por atmósfera, ais-

lándolas y combinándolas con un

sentido de sus cualidades humanas

que demuestra el amor que siente

por ellas... todas esas figuras negras

que van y vienen son tan anónimas,

tan particulares, tan titubeantes y tan

deliberadas como la riada de perso-

nas reales que pasa ante uno en la

plaza de una ciudad industrial».

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«Cuando se inauguró el ferrocarril en Euro-pa, la gente puso el grito en el cielo. ¡Ya sehabía acabado el viejo y hermoso modo deviajar! ¡La poesía del viajar se esfumaba, lamagia se perdía! Sin embargo, precisamenteentonces comenzaba la magia. Ahora vola-mos con alas de vapor, ante nuestros ojos yen torno a nosotros se sucede un cuadro trasotro en rica variedad; como manojos nos vanarrojando aquí un pueblo, aquí un bosque,aquí montañas y valles. Podemos bajar a de-leitarnos con la belleza del paisaje, pasar rá-pidamente lo aburrido, con la velocidad delpájaro alcanzar nuestro destino; ¿no es estomagia?» (capítulo I, Entrando en España).

Las citas literarias españolas al respecto,además de ser más escasas son menos explí-citas, debido a que la industrialización semanifiesta a una escala más modesta.

Desde un punto de vista más poético ynostálgico que testimonial, en Platero y yo,Juan Ramón Jiménez lamenta el efecto ne-gativo que la actividad minera de Riotintoejerce en el río y su entorno:

«Mira, Platero, cómo han puesto el río entrelas minas, el mal corazón y el padrastreo.Apenas si su agua roja recoge aquí y allá, es-ta tarde, entre el fango violeta y amarillo, elsol poniente; y por su cauce casi sólo pueden

ir barcas de juguete. ¡Que pobreza! [...] Elcobre de Riotinto lo ha envenenado todo»(Platero y yo).

Un enfoque positivo, en el que se reco-nocen los avances tecnológicos como gene-radores de riqueza y bienestar, se puedeapreciar en la reflexión que P. A. de Alarcónhace sobre un paraje en De Madrid a San-tander:

«En estas Ventas se juntarán con el tiempovarios ferrocarriles. Por consiguiente, allí ha-brá algún día un pueblo que empezará poruna fonda, un hospital y una estación, se au-mentará con una cárcel y un café, llegará atener su mercado y su iglesia, aspirará luegoa teatro y a plaza de toros, y concluirá por re-clamar su Alcalde Corregidor...».

La pintura española de la época es unfiel retrato de la sociedad, una sociedadque se debate entre la supervivencia del pa-sado y la apertura al progreso4, y que evo-luciona desde el romanticismo al naturalis-mo. En líneas generales existe un claropredominio del paisaje y las escenas cos-tumbristas, pero también algunos pintoresmuestran su sensibilidad hacia el progresoe introducen elementos industriales en susobras, sobre todo aquellos cuya fuente deinspiración se encuentra en las regionesmás industrializadas. Tal es el caso de JuanMartínez Abades, José Uría y Uría o Daríode Regoyos.

Otro aspecto, tan artístico como docu-mental, a tener en cuenta en el ámbito dela industrialización es la fotografía, cuyodesarrollo corre paralelo a los logros cientí-ficos y técnicos de la época. En la Españadel siglo XIX merece especial significación elfotógrafo de origen francés J. Laurent, ins-talado en Madrid desde la década de loscuarenta. Durante casi treinta años se dedi-

4 Este concepto queda magnífica-

mente ilustrado en el cuadro de Da-

río Regoyos titulado Viernes Santo en

Castilla. En un contexto rural, repro-

duce dos escenas simultáneas: el paso

del tren humeante sobre un puente y

una procesión formada por un corte-

jo un tanto rancio, que discurre por

un camino bajo el mismo puente,

marca el contraste entre la tradición

y la modernidad.

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Figura 4. Los Carboneros (Gabarras enel puerto): Juan Martínez Abades,1904. Esta imagen representa el trans-porte de carbón en gabarras para ser car-gado en los barcos de vapor anclados enel puerto. En ella están patentes los doselementos básicos de la industrializa-ción: el carbón y el vapor (reproduccióncedida por el Museo Jovellanos, Gijón).

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có a tomar fotografías, tanto por propiainiciativa como por encargo, y al mismotiempo a investigar en nuevas técnicas fo-tográficas. Su buen hacer unido a su gransentido comercial le llevó a producir exten-sas colecciones temáticas y a editar catálo-gos para su difusión y distribución tanto enEspaña como en el exterior.

Entre los múltiples aspectos que presentala obra fotográfica de Laurent, destaca la fa-ceta industrial. De hecho, la imagen de unaEspaña en pleno proceso de industrializa-ción captó su interés y, en consecuencia,puso especial atención en documentar lasobras de construcción del ferrocarril (en1858 fotografió por encargo la línea férrea

de Madrid a Alicante), las estaciones y lasobras públicas. Pero el mayor atractivo de laobra fotográfica de Laurent reside en la in-terpretación que ofrece de la realidad; dehecho no se limitó a documentar aséptica-mente ciudades, obras públicas y paisajes dela industrialización. Partiendo de una cali-dad artística incuestionable, donde compo-sición y estudio de la luz se conjugan paradar un resultado inusual, transmite su for-ma particular de ver las cosas desde una óp-tica escénica no inocente. Así, en sus tomaselige encuadres que contextualizan el objetofotografiado, incluye elementos secundariosque contribuyen a reflejar un ambiente de-terminado y, en definitiva, crea sensaciones.

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Figura 5. Fotografía de J. Laurent: viaducto de Gaytán, enla línea de ferrocarril de Córdoba a Málaga. La faceta ar-tística del fotógrafo queda patente en esta composición a tra-vés de su cuidado encuadre, el ángulo de la toma fotográficay la elección de la hora del día para controlar la incidenciade las sombras. Además introduce una figura humana que,colocada estratégicamente, armoniza la composición y almismo tiempo sirve como escala, ofreciendo una informa-ción adicional sobre las dimensiones del puente y la magni-tud de la montaña. Archivo Ruiz Vernacci. I.P.H.E. (Mi-nisterio de Cultura), N.I.M.: 5180.

Figura 6. Fotografía de J. Laurent: puente de Vilches destruido por un descarrilamiento, en la líneade ferrocarril de Madrid a Córdoba. El afán por realizar un seguimiento fotográfico exhaustivo delas líneas de ferrocarril, lleva al fotógrafo a captar este descarrilamiento. Dada la circunstancia y lainmediatez (el tren aún permanece caído entre la estructura metálica) podría haberse tomado una«instantánea» que diera fe del acontecimiento. Aún así, la composición encierra unos valores estéti-cos que trascienden al mero testimonio documental. Archivo Ruiz Vernacci. I.P.H.E. (Ministerio deCultura), N.I.M.: 0489.

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Son puntos de vista que corresponden a di-ferentes momentos y situaciones, pero queilustran sentimientos y actitudes, general-mente críticas, ante una realidad cambianteque influyó directamente en la vida cotidiana.

Es evidente que la percepción que tene-mos en la actualidad de los vestigios de laindustrialización dista mucho de parecerse ala de los sujetos que la vivieron en primerapersona. Difícilmente un obrero de la épo-ca podía apreciar valores históricos o encan-to alguno en una instalación, la fábrica o lamina en que trabajaba, a la que hoy sí se lereconocen valores patrimoniales e inclusoestéticos. Del mismo modo que los paisajesradicalmente transformados por las explota-ciones mineras, abandonadas en la actuali-dad, constituyen un testimonio histórico deun proceso de producción y se nos presen-tan atractivos, sin duda no lo fueron paralos trabajadores que los crearon. Además dela imagen inconfundible y del carácter evo-cador, el patrimonio industrial encierra uninterés que va más allá de sus manifestacio-nes tangibles, es el testimonio de nuestrahistoria reciente.

El marco del Patrimonio Industrial

En la evolución del concepto de PatrimonioCultural encontramos un primer reconoci-miento al patrimonio monumental. Cate-drales, castillos, palacios..., percibidos desdeel momento de su construcción como algograndioso, pasaron a formar parte del imagi-nario patrimonial como obras de arte in-cuestionables. Desde un concepto objetualdel patrimonio, los monumentos gozaronde reconocimiento por su significado, comosímbolos de poder, y por su valor artístico.Evidentemente el patrimonio así considera-do sólo ofrecía un aspecto parcial de unacultura o de un momento histórico. La in-corporación de la Arqueología, que planteala interpretación de los restos materiales ensu contexto socioeconómico y territorial,aporta una nueva dimensión y supone unpaso a delante. Con el transcurso del tiempose han ido introduciendo nuevos valores, co-mo el carácter inmaterial o intangible, quehan impulsado el reconocimiento de otrostipos de patrimonio. La ampliación del con-cepto ha llevado a incluir los testimonios ge-nerados por la actividad industrial de la his-toria reciente como patrimonio industrial y,considerando la dimensión territorial de losprocesos culturales, ha desembocado en lacreación de una nueva figura patrimonial, elpaisaje cultural.

Del mismo modo que Reino Unido yAlemania fueron pioneros en la industriali-zación, también lo han sido en el reconoci-miento de su patrimonio industrial y en suprotección. Tomemos dos ejemplos signifi-cativos: Blaenavon, en el Reino Unido, yZollverein, en Alemania, ambos incluidosen la Lista de Patrimonio Mundial con lacategoría de «paisaje industrial».

El paisaje industrial de Blaenavon, en elPaís de Gales, constituye un ejemplo del pa-

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Figura 7. Fotografía de J. Laurent: elpuerto de Pasajes. En una composicióncasi pictórica, las figuras de las embar-caciones en el puerto, las construccionesy las formas del relieve se distribuyen enarmonía. El vapor, en primer plano yorientado hacia la bocana del puerto,marca una trayectoria visual que acen-túa la profundidad de la imagen. Lapresencia del barco de vapor junto aotros barcos de vela y algunas barcas depescadores, constituyen el testimonio deun momento histórico en que las tradi-cionales embarcaciones de vela empie-zan a ser sustituidas por barcos de vapor.Archivo Ruiz Vernacci. I.P.H.E. (Mi-nisterio de Cultura), N.I.M.: 0337.

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pel preponderante del sur del País de Galesen la producción mundial de hierro y car-bón durante el siglo XIX.

Conserva todos sus elementos integrantesy ofrece la posibilidad de conocer su funcio-namiento, desde las minas para la extracciónde materias primas (carbón, mineral de hie-rro y arcilla refractaria y calcárea) a las fábri-cas siderúrgicas, pasando por los diferentesprocesos de transformación. Este paisaje secompleta con las colonias obreras y una redde transporte integrada por canales y ferro-carril. El museo minero Big Pit ilustra deforma detallada la industria minera del car-bón e incluye una visita subterránea a las ga-lerías de extracción.

La gestión corre a cargo del BlaenavonIndustrial Landscape Management Com-mittee, asociación fundada para diseñar unaestrategia global de gestión y recomendarpolíticas, planes y proyectos de actuación.

El paisaje industrial de Zöllverein, en elLand de Renania Septentrional-Westfalia,conserva todos los componentes de una ins-talación industrial intensiva, activa entre1847 y 1986, que incluye un conjunto deedificios y equipamientos necesarios para laextracción y el tratamiento del carbón, laproducción de coque, hornos altos, la ade-cuada red de transporte por ferrocarril, lasviviendas y los edificios públicos para la co-munidad obrera. A todo esto hay que aña-dir las enormes escombreras generadas porla actividad minera a cielo abierto.

Su reconversión cultural se ha basado enmantener la autenticidad de este conjunto.Diferentes iniciativas, tanto públicas comoprivadas, se han puesto en marcha para suconservación y mantenimiento, compati-bles con su rentabilidad económica y social.

La creación de un parque nacional de lacultura industrial, que engloba todas las ins-talaciones significativas, asegura la explica-

ción de los procesos que allí se llevaron a ca-bo. Por otra parte, algunas instalaciones hansido habilitadas para nuevos usos, entreellos un centro de representaciones teatra-les, un taller de diseño, una galería de arte ytalleres de formación de desempleados.

La fundación de una asociación obrera deoficios, asegura la formación de técnicos enconservación y el mantenimiento del conjunto.

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Figura 8. Vista del conjunto indus-trial de Zöllverein (Alemania) queconserva todos sus elementos identifi-cativos. Su reconversión, tras el cese dela actividad industrial, permite hacerun recorrido por todas las instalacionesy comprender el sistema de funciona-miento y su significado (fotografía Li-narejos Cruz).

Figura 9. Entrada al complejo indus-trial de Zöllverein (Alemania). Foto-grafía tomada durante la ceremoniacelebrada con motivo de su inclusiónen la Lista de Patrimonio Mundial, en2002 (fotografía Linarejos Cruz).

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El interés por el Patrimonio Industrial enEspaña es algo más reciente. En sus iniciosse encuentra la recuperación, con mayor omenor acierto, de instalaciones industrialessingulares con un indudable valor estético.

Entre ellos, estaciones de ferrocarril, algu-nas fábricas y ciertos elementos aislados,generalmente chimeneas de instalacionesindustriales en desuso que han sido amorti-zadas y de las que sólo quedan estos peque-

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Figura 10. Distrito minero de Linares(Jaén). a) La chimenea pone de mani-fiesto la existencia de una instalaciónindustrial, sin precisar mucho más delas características de la industria a quepertenece. b) Al alejarnos un poco más,la chimenea queda ya contextualizadaen una instalación industrial, de laque forma parte. c) Sólo si tomamos ladistancia necesaria podremos entenderel significado global. Su integración enun conjunto de instalaciones indus-triales que configuran un paisaje cul-tural, donde numerosas chimeneas serecortan en el horizonte creando unalínea de cielo con indudable carácterescénico. La dehesa en primer planopatentiza la convivencia de una consis-tente explotación minero-metalúrgicacon el aprovechamiento agropecuario(fotografías Linarejos Cruz).

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ños testimonios. Ello responde a un con-cepto de Patrimonio basado en el valor ar-tístico de objetos, no en vano durante mu-cho tiempo el término «patrimonio» estuvosistemáticamente acompañado del califica-tivo «artístico».

Los avances producidos en el campo delconocimiento y los datos científicos aporta-dos por la investigación han hecho posibleque paulatinamente el concepto de Patri-monio adquiera su verdadera dimensión,considerado de forma integral, como testi-monio de la memoria histórica. Esta trayec-toria aplicada al Patrimonio Industrial, ex-presada de un modo elemental aunqueilustrativo, podría denominarse «de la chi-menea al paisaje industrial». Partiendo deuna chimenea, considerada como parte in-disociable de una instalación industrial, pa-sando por los procesos de producción quese llevan a cabo en esa instalación, la ma-quinaria y las infraestructuras necesarias, lasrelaciones laborales y sociales, las viviendasy servicios comunitarios o las vías de comu-nicación, hasta la forma en que se lleva a ca-bo la implantación de una industria en unmedio físico concreto, con la consiguiente

modificación del sustrato natural, la confi-guración de un territorio y la forma de rela-ción que se establece entre el ser humano yel medio, llegamos a la identificación de unproceso cultural diacrónico con una dimen-sión territorial; todo ello determina un au-téntico paisaje cultural originado por la in-dustrialización. Todos y cada unos de loselementos mencionados tienen valor en símismos y son portadores de un significado,pero no dejan de ser piezas de un «todo»que sólo puede ser comprendido en su inte-gridad si se aborda el conjunto de todos loscomponentes, cada uno ocupando su lugary aportando su parcela de carácter, y se es-tablece la relación existente entre ellos.

En la actualidad, una vez consolidado elreconocimiento del Patrimonio Industrial,el mayor reto que se plantea de cara al futu-ro es la aplicación de un correcto trata-miento a los Bienes Industriales recupe-rados y protegidos. Se trata de habilitarfórmulas que, basadas en el respeto del sig-nificado y la autenticidad, permitan aplicarusos compatibles con su integración en lavida cotidiana y que proporcionen la renta-bilidad social y económica necesaria.

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