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antología de poetas argentinos

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Juan Gelman

Juan GelmanNota Ite nombrar veces y veces.me acostar con vos noche y da.noches y das con vos.me ensuciar cogiendo con tu sombra.te mostrar mi rabioso corazn.te pisar loco de furia.te matar los pedacitos.te matar una con paco.otro lo mato con rodolfo.con haroldo te mato un pedacito ms.te matar con mi hijo en la rnano.y con el hijo de mi hijo/ muertito.voy a venir con diana y te matar.voy a venir con jote y te matar.te voy a matar/derrota.nunca me faltar un rostro amado para matarte otra vez.vivo o muerto/un rostro amado.hasta que mueras/dolida como ests/ya lo s.te voy a matar/yote voy a matar.Nota IIya que mora maaname morir anteanoche/con un cuchillito finovoy a cavar el 76para limpiarle las races a pacolas hojitas a pacoclavado al suelo como una mula rota

gente que me quera ayudar/despus le toca al 77para encontrar los ojos de rodolfocomo cielos terrestresfros fros frosdiseminados por ah/mirada vaca ahora

va a haber que trabajarlimpiar huesitos/que no hagannegocio con la sombradesapareciendo/ dejndose ira la tierra ponida sobrelos huesitos del corazn/compaeros denme valor/

la sombra vuela alrededorcomo un objeto en mi pieza/ni remedio que la pueda parar/ni corazn ni nada/ni la palabra nada/ni la palabra corazn/paeros/compaero

Oracin de un desocupado

Padre,

desde los cielos bjate, he olvidado

las oraciones que me ense la abuela,

pobrecita, ella reposa ahora,

no tiene que lavar, limpiar, no tiene

que preocuparse andando el da por la ropa,

no tiene que velar la noche, pena y pena,

rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bjate, si ests, bjate entonces,

que me muero de hambre en esta esquina,

que no s de qu sirve haber nacido,

que me miro las manos rechazadas,

que no hay trabajo, no hay,

bjate un poco, contempla

esto que soy, este zapato roto,

esta angustia, este estmago vaco,

esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre

cavndome la carne,

este dormir as,

bajo la lluvia, castigado por el fro, perseguido

te digo que no entiendo, Padre, bjate,

tcame el alma, mrame

el corazn,

yo no rob, no asesin, fui nio

y en cambio me golpean y golpean,

te digo que no entiendo, Padre, bjate,

si ests, que busco

resignacin en m y no tengo y voy

a agarrarme la rabia y a afilarla

para pegar y voy

a gritar a sangre en cuello

por que no puedo ms, tengo riones

y soy un hombre,

bjate, qu han hecho

de tu criatura, Padre?

un animal furioso

que mastica la piedra de la calle?Paco UrondoLa pura verdad

Si ustedes lo permiten,prefiero seguir viviendo.

Despus de todo y de pensarlo bien, no tengomotivos para quejarme o protestar:

siempre he vivido en la gloria: nadaimportante me ha faltado.

Es cierto que nunca quise imposibles; enamoradode las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor y miedo y apremio.

Muy de cerca he conocido la imperdonable alegra; tuvesueos espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.

Me averguenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,melanclica, dbil, poco interesante,

un abanico de plumas que el viento desprecia,caminito que el tiempo ha borrado.

Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin darme cuenta, voy iniciandouna madurez equilibrada, capaz de enloquecer a cualquiera o aburrir de golpe.

Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi memoria ha muerto y se quejacon otros dioses varados en el sueo y los malos sentimientos.

El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme, pero lo he derrotadopara siempre; s que futuro y memoria se vengarn algun da.

Pasar desapercibido, con falsa humildad, como la Cenicienta, aunque algunosme recuerden con cario o descubran mi zapatito y tambin vayan muriendo.

No descarto la posibilidadde la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.

La crueldad no me asusta y siempre viv deslumbradopor el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.

Suelo confiar en mis fuerzas y en mi saludy en mi destino y en la buena suerte:

s que llegar a ver la revolucin, el salto temidoy acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.

Estoy seguro de llegar a vivir en el corazn de una palabra;compartir este calor, esta fatalidad que quieta no sirve y se corrompe.

Puedo hablar y escuchar la luzy el color de la piel amada y enemiga y cercana.

Tocar el sueo y la impureza,nacer con cada temblor gastado en la huida

Tropiezos heridos de muerte;esperanza y dolor y cansancio y ganas.

Estar hablando, sosteneresta victoria, este puo; saludar, despedirme

Sin jactancias puedo decirque la vida es lo mejor que conozco.

No puedo quejarme

Estoy con pocos amigos y los que haysuelen estar lejos y me ha quedadoun regusto que tengo al alcance de la manocomo un arma de fuego. Las usar para noblesempresas: derrotar al enemigo saludy suerte-, hablar humildementede estas posibilidades amenazantes.

Espero que el rencor no intercepteel perdn, el airelejano de los afectos que preciso: que el rigorno se convierta en el vidrio de los muertos; tengocuriosidad por saber qu cosas dirn de mi; despusde mi muerte; cules sern tus versiones del amor, de estasafinidades tan desencontradas,porque mis amigos suelen ser como las sealesde mi vida, una suerte trgica, dndometodo lo que no est. Prematuramente, con un pieen cada labio de esta grieta que se abrea los pies de mi gloria: saludo a todos, me tapola nariz y me dejo tragar por el abismo.

Miguel ngel BustosLOS PATIOS DEL TIGRE

"El tigre, aquel espejo del odio y del espanto" Von Jcker, siglo XVIII

Fueron siempre los pjaros los que anduvieron en los patios

de mi infancia.

A la claridad del canario se sum el gritito entrecortado

del calafate, el vuelo diminuto de los bengales.

Algn mono hubo, pero fue efmero.

Agregaba mi abuelo a la magia reinante sus oros de Gran

Maestro. Sus libros que, de a poco, fueron siendo mis pjaros.

Un to viaj y en una gran jaula trajo un tigre. Lo aseguraron

a una cadena y esperaron que lo viera.

Su garganta me llam; aparec.

El espanto y la maravilla me helaron.

Desde ese da los patios dejaron de ser tales. Fueron selvas

de mrmol y mosaicos gastados en donde el terror habitaba.

Era feliz. Tocaba el misterio a diario y no desapareca. Me

acostumbr vidamente a lo extrao.

Cuando alguien orden su encierro en el Zoolgico, llor.

Entonces comenzaron mis fugaces visitas; temblaba cerca de

su jaula. Su rugido era msica tristsima para m. Le imploraba a su memoria de fiera el recuerdo.

El da en que me fui a despedir de l para siempre me oli, detuvo su andar en crculos. Una sombra humana le cruz la mirada.

Intent tocarlo. El gritero prudente me clav en el piso.

Pens un adis, suavemente me march. Ms tarde supe de su

muerte. Su carne fantstica se junt en el polvo a otras carnes.

He crecido. Guardo de mi infancia sus huesos en mi alma, los libros en mi sangre.

Pero cuando llegue el fin y me miren los ojos que an no he visto,

pienso que ser el tigre incierto de la locura el que me lleve tanteando a la nada, aquel tigre de titubeo y delirio del suicidio que en su boca me ahogar clamando.

O tal vez mi viejo tigre, rayado por la piedad, quiera devorarme como a un nio.Roberto Santoro

Verbo irregular

yo amo

tu escribes

l suea

nosotros vivimos

vosotros cantis

ellos matan.

Crcel del Pueblo

ciudadano de la clase 39

factor rh negativo

comunica a la divisin de investigaciones

policiales antidemocrticas

haber descubierto una crcel del pueblo

est ubicada cerca de mi casa

es la villa miseria

a la que da su espalda

la manufacturera algodonera argentina

sociedad annima.

Las cosas claras, 1973.

Que venga la vida y me golpee

de nada vale cerrar los ojos

un hombre dormido

es un dolor que descansa

Uno de mis errores

fue creer que todos ramos hermanos

y ahora

no se le puede cambiar el horizonte a la nostalgia

hay que olvidarse de las viejas sonrisas

y andar con el dolor a cuestas

para que sirva definitivamente