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62 | galegos 9 | 1 / 2010 D esde muy joven, el ferrolano Gonzalo Torrente Ballester entró en contacto con Pontevedra, lo cual no debía de ser muy frecuente por la distancia entre las dos ciudades gallegas y por los deficientes medios de comunicación de enton- ces. Lo recordó muy bien el propio Torrente, en las palabras que pronunció en el acto organizado por el Ayuntamiento ponteve- drés cuando fue nombrado Hijo Adoptivo de Pontevedra, el 5 de septiembre de 1997: “Eu cheguei por primeira vez a Pontevedra no 1928, cando era unha cidade moito máis pacífica que hoxe e non había tantos coches. Eu viña dende Vigo, onde andaba meu pai, a Pontevedra para curarme da mo- dernidade e buscando o aire romántico que tiña esta cidade e que tanto me gustaba” 1 . Vemos, pues, que el primer contacto con Pontevedra es afor- tunado. Torrente ha vivido toda su infancia y juventud en Ferrol, una ciudad moderna, racionalista y neoclásica, con muy pocos recovecos urbanos para dejar volar la imaginación y el sentimien- to de sus habitantes. Por eso, Torrente tiene un exceso de racio- nalismo urbanístico en su componente humano e intelectual, tanto, que necesita aliviarlo con otro tipo de configuración arqui- tectónica. Quizás sin saberlo, el primer encanto que ejerce Pon- tevedra en el joven Torrente sea el de su diseño urbanístico: sus casas de piedra, sus calles estrechas y escondidas bajo soportales y curvas imposibles, sus plazas familiares y recogidas, no simétri- cas y abiertas como las de su pueblo de Ferrol... Esa atracción por el nuevo diseño de ciudad ya lo había sentido Torrente en Ovie- do el año anterior, y lo sentirá con más fuerza ahora, en Ponteve- Pontevedra y Torrente José A. Ponte Far

Pontevedra yTorrente · tos, Aldecoa, Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Carlos Cas-tilla del Pino, etc., firma ese escrito de protesta al que ya aludí con anterioridad, en

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Desde muy joven, el ferrolano Gonzalo Torrente Ballesterentró en contacto con Pontevedra, lo cual no debía deser muy frecuente por la distancia entre las dos ciudades

gallegas y por los deficientes medios de comunicación de enton-ces.

Lo recordó muy bien el propio Torrente, en las palabras quepronunció en el acto organizado por el Ayuntamiento ponteve -drés cuando fue nombrado Hijo Adoptivo de Pontevedra, el 5 deseptiembre de 1997:

“Eu cheguei por primeira vez a Pontevedra no 1928, cando era unhacidade moito máis pacífica que hoxe e non había tantos coches. Eu viñadende Vigo, onde andaba meu pai, a Pontevedra para curarme da mo-dernidade e buscando o aire romántico que tiña esta cidade e que tantome gustaba”1.

Vemos, pues, que el primer contacto con Pontevedra es afor-tunado. Torrente ha vivido toda su infancia y juventud en Ferrol,una ciudad moderna, racionalista y neoclásica, con muy pocosrecovecos urbanos para dejar volar la imaginación y el sentimien-to de sus habitantes. Por eso, Torrente tiene un exceso de racio-nalismo urbanístico en su componente humano e intelectual,tanto, que necesita aliviarlo con otro tipo de configuración arqui-tectónica. Quizás sin saberlo, el primer encanto que ejerce Pon-tevedra en el joven Torrente sea el de su diseño urbanístico: suscasas de piedra, sus calles estrechas y escondidas bajo soportalesy curvas imposibles, sus plazas familiares y recogidas, no simétri-cas y abiertas como las de su pueblo de Ferrol... Esa atracción porel nuevo diseño de ciudad ya lo había sentido Torrente en Ovie-do el año anterior, y lo sentirá con más fuerza ahora, en Ponteve -

Pontevedra y Torrente

José A. Ponte Far

dra, adonde escapa “buscando o aire romántico que tiña esta cidade eque tanto me gustaba”, como él mismo recordaba.

Su relación con la ciudad va a continuar, porque en abril de1931 su padre es destinado a Bueu y la familia traslada el domi-cilio a este pueblo pontevedrés. Allí conocerá el joven Gonzaloa una chica que está estudiando magisterio y con la que se casa-rá al año siguiente: Josefina Malvido. La pareja hará con frecuen-cia viajes a Bueu, donde vive la familia de Josefina, lo que deter-minará su consiguiente contacto con Pontevedra, punto de enlacede los coches de línea. La ciudad del Lérez cada vez le gusta mása Torrente, y la imagen romántica y recogida de Pontevedra no leva a abandonar ya nunca a lo largo de su peregrinaje por Santia-go, Ferrol y Madrid, adonde se fue en 1947 y donde permanece-rá hasta 1964, año en el que su estancia en la capital empieza ahacérsele muy cuesta arriba.

Vuelta a galicia: PontevedraLas cosas por Madrid le empezaban, pues, a ir mal. Torrente se sien-te ya totalmente desvinculado de lo que, desde la guerra, había asu-mido un grupo de jóvenes intelec tuales y creadores, dentro de la

ortodoxia falangista, como trabajo a realizar en la nueva situaciónespañola. Encabeza dos por Dionisio Ridruejo, los Luis Rosales,Antonio Tovar, Luis Felipe Vivanco, Laín Entralgo y Torrente Ba-llester, entre otros, habían creído que podrían llevar a cabo, desdedentro del sistema franquista, una revolución cultural tan necesa-ria como urgente. La doctrina falangista, muy avanzada, teórica-mente, al menos, en algunos planos de la realidad socio-política,confiaba en renovar la educación y cultura de los españoles. La re-vista Escorial nace con la pretensión de crear una nueva sensibili-dad artística y literaria y ser lo equivalente a lo que habían sido du-rante los años de la II República la Revista de Occidente o Cruz y Raya.

Aunque el desencanto de Torrente aparece muy pronto -enrealidad, desde que en 1942 Dionisio es desterrado de Madrid yconfinado en Ronda, su fe en las posibilidades de éxito de tal em-presa es casi nula- no romperá frontalmente con el sistema polí-tico porque, fuera de él, y permaneciendo en España, no habíaposibilidades para hacer una carrera literaria. Habría que exiliar-se, y eso Torrente, casado muy joven y con cuatro hijos peque-ños, no estaba en condiciones de afrontarlo. Por lo tanto, fue con-viviendo con el sistema, sin entusiasmo de ningún tipo y sin

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Panorámica de la calle Arzobispo Malvar. En esta calle vivió Torrente, en una casa en la que fue feliz y de la que seguirá acordándose el resto de su vida, por sucomodidad, amplitud y distribución. La había alquilado gracias a la gestión de una hermana de D. Isidoro Millán, compañero y amigo de Torrente. Iglesia de S.Francisco. En ella escuchó Torrente la homilía del “predicador” – un fraile franciscano – que acabó en una polémica pública entre el escritor y los elementosmás inmovilistas de la Iglesia local. Edificio del Instituto de Bachillerato “Valle-Inclán” en la Alameda pontevedresa. En este Instituto impartió clases TorrenteBallester. Sastrería Valiño: en la calle de la Oliva sigue esta sastrería en la que Torrente se vestía. Llegó hasta ella siguiendo indicaciones de su compañero yamigo Manuel Domínguez Lores. En ella siguió vistiéndose muchos años.

privarse de mostrar su solidaridad con el amigo Dionisio Ridrue-jo, caído en desgracia por haberse atrevido a criticar ante Francola labor cultural y educativa del Régimen.

Con una cada vez mayor dedicación a la literatura, tanto enla faceta de creador dramático como de crítico, sin más expecta-tivas que la de que llegue a ser posible la regenera ción cultural eneste país, pasa Torrente la década de los años 50.

Hasta que en 1962, cuando ya se relacionaba con escrito res eintelectuales muy críticos con el Régimen, como Luis Martín San-tos, Aldecoa, Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Carlos Cas-tilla del Pino, etc., firma ese escrito de protesta al que ya aludícon anterioridad, en contra de la represión policial que siguió aunos días de huelga de los mineros en Asturias. Por orden guber-namental, las mujeres de los mineros habían sido tonsuradas, ycon el cabello cortado al cero, paseadas por las calles de Gijón.

El escrito le fue presentado a la firma por su editor José Vergés, yTorrente no lo duda. Las consecuencias, como para Tierno Gal-ván y para Aranguren, otros de los firmantes, no por esperadasdejan de ser desagradables.

Después de la firma de aquella protesta por los sucesos de As-turias, Torrente tendrá que dejar todos y cada uno de los atracti-vos trabajos que le permitían vivir con cierta comodidad econó-mica, disfrutar de ambientes literarios desde un lugar de privilegio,y, también, no tener que desesperarse en las aulas de un Institu-to con adolescentes indiferentes a la Gramática, a la Literatura ya su historia. Cesa, pues, en 1962, como profesor en la cátedra deHistoria de la Escuela de Guerra, y como crítico en Arriba y enRadio Nacional de España.

Las cosas no se ponen nada bien para un Torrente que es elúnico sostén económico de una familia ya grande, porque a la se-

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Arriba: foto familiar con su mujer e hijos. A la derecha, arriba: Museo de Ponteve-dra. En este edificio, en el corazón de Pontevedra monumental pasó Torrente mu-chas horas informándose sobre la historia local, bién a través de los valiosos librosy documentos que en él se guardan, bien escuchando historias y relatos ponteve-dreses a Filgueira Valverde, que fue director del Museo. Abajo: Torrente Ballestercon su esposa, Fernanda, en una visita a Pontevedra en 1907, con motivo de la bodade una hija de Manuel Domínguez Lores, uno de los pontevedreses que tuvo máscontacto con Torrente desde el primer momento en que éste llega a Pontevedra.Esta relación amistosa entre ambos duró, como se puede deducir, toda la vida.

gunda hija —Francisca— que nace del reciente matrimonio conFernanda Sánchez-Guisande Caamaño, su segunda esposa desde1960, se siguen sumando algunos de los cuatro hijos del primermatrimonio, que todavía no han podido independizarse total -mente del padre. A estas poco afortunadas nuevas circunstan ciashay que añadir la prohibición que sufre La Pascua triste, el últimode los títulos de Los gozos y las sombras. El libro estaba reciente-mente publicado y los organismos oficiales del ramo se encarga-rán de que no se hable de él en ningún cenáculo ni periódico ofi-cial ni privado. Así no es nada extraño que haya pasado con máspena que gloria.

Torrente, en estos momentos, necesita un espaldarazo impor-tante, al margen de cualquier órgano del poder, para convencera quienes dudan de que sea un novelista a tener en cuenta en elpanorama de ese momento. Y decide presentar a un premio con-

vocado por la Real Academia de la Lengua, el “Hermanos Álva-rez Quintero”, su última obra, Don Juan (1963), una novela cuyagénesis venía de tiempo atrás, y que fue redactando con sumo es-mero y cuidado. Era su última oportunidad. Torrente estaba con-vencido de que había escrito una buena novela -siempre mantu-vo, después, que era la mejor de las suyas- y que tendrían quereconocer su valor, primero los académicos, y luego los críticosy lectores. El éxito de Don Juan vendría a ser la prueba de fuegonecesaria para su consolidación como escritor. Pero tal éxito nollegó. El premio fue para la novela de otro escritor, por cierto,bastante inferior a la de Torrente.

En estos momentos, Torrente está sobreviviendo gracias a lastraducciones, a las antologías de textos para bachille rato y al en-sayo literario, porque se había acabado el vivir de una o variasnóminas... Por ello, necesitaba también una ciudad más peque-ña, donde la vida estuviese más barata que en la capital, para asípoder estirar el sueldo de catedrático de Instituto, que no eramucho, hasta fin de mes.

Y es entonces cuando Torrente piensa en trasladarse a Ponteve-dra. Hay una plaza vacante en el Instituto Femenino, y no lo va adudar. Pontevedra aparece en su recuerdo, y lo hace con la imagenromántica, de sosiego y armonía, que él tenía de esta ciudad en sujuventud. En Pontevedra hay piedra, hay arte, hay sol y un buenclima. Además, está relativamente cerca de Ferrol, donde ahora vivensus padres y sus tías, a los que podrá visitar con más frecuencia. Yestá más cerca aún de Santiago, la ciudad en la que estudió, en laque vivió unos años ya como profesor, y en la que se encuentrasiempre a gusto, por lo que podrá acercarse con facilidad a su exce-lente biblioteca universitaria para lo que pudiese necesitar.

Torrente decide, sin más dudas que las lógicas de un padre defamilia en crecimiento —Fernanda espera el cuarto hijo— venirsea Pontevedra. Será en el verano de 1964 cuando se instale en estaciudad. Primero viene él solo, para preparar la casa. Unos díasmás tarde, Fernanda y los tres niños: Fernanda, Francisca y Álva-ro. Su hijo Gonzalo Torrente Malvido cree que fue una decisióntomada “un poco subcons cientemente buscando nido dondepoder incubar el núcleo novelesco que, bajo el título provisionalde Campana y piedra, se le ocurrió un buen día”2. Para añadir acontinua ción: “En cualquier caso, guiado por un certero instin-to artístico, pues Pontevedra fue, con sólo dos años y un veranoque duró su estancia en ella, una de las etapas más importan tesen la vida profesional del novelista, trampolín sobre un segundociclo del literario caudal torrentino...”3.

Durante los primeros meses en Pontevedra, la familia habitóen una casa próxima a la estación antigua, pero luego pasaron avivir en una mucho más bonita y acogedora, en la calle Arzobis-po Malvar, una de las casas que, juntamente con la de sus abue-los de Serantes, más echó de menos el resto de sus días. La pri-mera, por razones que tienen que ver con la nostalgia de la infancia

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Arriba, “La Tienda de Clara”: así se llama este bar, ubicado en la parte occidentalde la Plaza Teucro, desde que en el bajo de esa casa se instalara la tienda de ClaraAldán para el rodaje de la serie Los gozos y las sombras”. Abajo, con Nuria Esperten Baiona (1970).

perdida; la segunda, por la comodi dad para escribir que le ofre-cía, sin perder por ello contacto con sus hijos pequeños y con susjuegos; puede escribir y leer sin que le molesten los niños, peroal mismo tiempo está escuchando sus juegos y alborozos.

De esta casa de Pontevedra tendrá siempre Torrente un recuer-do imborrable, que se fue engrandeciendo y exagerando en bon-dad al mismo tiempo que iba creciendo la familia y conocía, ensu peregrinar por otros sitios de España y América, casas muchomás incómodas.

Instalados ya en Pontevedra, nace su cuarto hijo, Jaime. Ynada más llegar, Torrente empieza a colaborar en Faro de Vigo, ycomenzará a entablar nuevas amistades con hombres notables dela vida cultural y política de la ciudad, como Pío Cabanillas, Fil-gueira Valverde, el notario Zulueta y el funcionario municipal,del ayuntamiento de Marín, José Luis Hervés, que acabaría man-teniendo con Torrente una regular correspondencia durante la es-

tancia del escritor en América. Pero, el hecho de venir a esta ciudad tiene una dimen sión que

se me antoja aún más importante: Pontevedra propicia la recupe-ración para Galicia de Gonzalo Torrente Ballester. Lo devuelve asus orígenes, a su centro de vivencias, que redundará inmediata-mente en un abundantísimo manantial de materiales gallegos parasu creación literaria. Y va a facilitar su relación con la gente deFerrol, en donde viven su madre y sus tías, y a donde se despla-zará con mucha más frecuencia, por lo que sus recuerdos de in-fancia se reaviva rán para transformarse, parte de ellos, en mate-ria litera ria.

Especial importancia tiene, también, en estos momentos, lacolaboración semanal que Torrente va a iniciar, al llegar a Ponte-vedra, con Faro de Vigo, sobre todo por lo que facilita la integra-ción de Gonzalo Torrente en el mundo intelectual -y también enel popular de la masa lectora- de la Pontevedra de entonces. In-

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Colección Fundación Gonzalo Torrente Ballester, Santiago de Compostela.

1- Cruceiro de las Cinco Calles, en Pontevedra. 2- Guerrero celta, de Narciso Pérez, en los jardinesdel edificio García Flórez, Pontevedra.3- Calle Arzobispo Malvar, Pontevedra.4- Plaza de Mugártegui, Pontevedra.5- Escaparate.6- Terraza de su casa en Pontevedra.

Gonzalo Torrente Ballester.© Herederos de Gonzalo Torrente Ballester.

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vitado por el director del periódico, Manuel Cerezales, la cola-boración de Torrente se inicia el 28 de julio de 1964, bajo el títu-lo de “A modo”; un título que juega con la ambigüedad lingüís-tica, porque puede significar “con calma, despacio, con precaución”,si se considera expresión gallega, o puede quedarse en “a mane-ra de”, que sería su sinónima castellana. Ambigüedad que se quedasólo en el título, como un juego, porque los artículos serán, comoveremos, claros y rotundos, muy alejados de las medias tintas ola ambivalencia.

Las colaboraciones de Torrente aparecieron con continui daddurante los dos años de estancia continuada en Pontevedra -se-guirían apareciendo, sin la regularidad anterior, hasta 1968, yacon Álvaro Cunqueiro como director del diario- y en ellos, entreotras cosas, se deja ver lo bien que el escritor le ha tomado elpulso a la vida de la ciudad, lo identificado que se encuentra conlas preocupaciones de sus conciudadanos, y, en definitiva, cómo

se va integrando adecuadamente en el ambiente pontevedrés.En general, sus artículos nos ofrecen un talante un tanto nuevo

de un hombre que procedía de los medios de comunicación másdependientes del Gobierno. Parece como si el reencuentro con sutierra afianzase las ideas liberales que siempre había tenido. Ahorael articulista se nos muestra como un intelectual abierto a los nue-vos tiempos, al progreso en todos los terrenos, desde lo social hastalo religioso. Como bien señala César A. Molina, ahora los artículosde Torrente optan decididamente por un cambio social y político4.

Torrente habla de las libertades del individuo, de la demago-gia de los políticos, ensalza a Ortega —no muy bien visto por elRégimen— en el décimo aniversario de su muerte, y se va ganan-do la fama de un inconformista. Se puede afirmar que, a estas al-turas de su vida pontevedresa y de su dedica ción periodística, haroto ya todos los lazos con el sistema franquista.

Por lo que estamos contando podemos concluir que la llega-

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7-Detalle de la fachada de la Iglesia de Santa María,Pontevedra. 8- Serie de balcones. Plaza del Teucro, Pontevedra.9- Museo de Pontevedra.10- Calle Sarmiento, Pontevedra.11- Calle Arzobispo Malvar, Pontevedra.12- Plaza de la Leña, Pontevedra.

Gonzalo Torrente Ballester.© Herederos de Gonzalo Torrente Ballester.

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da de Torrente a Pontevedra, su inclusión en la sociedad local ysu adaptación a la vida de la ciudad no pasarán inadvertidas paranadie metido en el mundillo cultural pontevedrés. Su labor pe-riodística es fundamental para este afianzamiento entre sus nue-vos conciudadanos, aunque no todos estaban de acuerdo con supluma ágil, moderna y desinhibida. En estos momentos es cuan-

do recibe un anónimo de alguien a quiensin duda sus artículos molestaban. El textodecía: “Ya consiguió usted lo que se pro-ponía, ser conocido y discutido. ¿Por quéno se marcha?”

También, por lo que se ve, no es difí-cil deducir que esta época pontevedresa esimportantísima, para Torrente Ballester,para su literatura y para su afianzamientocomo novelista. Desde el momento en quellega a Pontevedra, Torrente empieza a al-macenar en su imaginación materia nove-lesca, que acabará concretándose en esa ex-traordinaria Saga/fuga de J. B. Sin embargo,tampoco debemos olvidarnos de otros fac-tores menos literarios, pero que resultanfundamentales en la vida de todo creador,como que tiene más tiempo libre que enMadrid, que su nueva familia crece en pazy sin sobresaltos, que sus hijos mayoresestán ya viviendo de forma autónoma e in-depen diente, que hay tiempo para la ter-tulia y para las historias de café..., sin olvi-

dar que el escritor está justamente en esa edad en que se alcanzala madurez intelectual y una actitud equilibrada ante la vida: enla mitad de los cincuen ta parece ser que es cuando se empieza aver la vida con los ojos del cuerpo y del espíritu adecuados.

Torrente y la vida cultural de PontevedraTorrente se implica totalmente en la vida cultural de la ciudad,cuestión que no había vuelto a hacer desde los años vividos enFerrol, en la década de los 40. Lo hace, en primer lugar, a travésdel Ateneo, una sociedad cultural que empezaba a desarrollar unaactividad importante y ambiciosa para los tiempos que corrían,en los que para reunirse alrededor de un conferenciante había quesolicitar el correspondiente permiso al Gobernador civil. Conta-ba el Ateneo con un alto número de socios y con un gran poderde convocatoria entre la población pontevedresa. El ambiente erapropicio, pues, para este tipo de actividades, pues había interéspor ellas, mezclado con unas inquietudes políticas que moviliza-ban a mucha gente a la hora de acudir a una conferencia, a unapelícula de cine-club o un recital poético o dramático.

Conviene hacer notar que este Ateneo de Pontevedra —que,por lo menos administrativamente, debe seguir vivo aún hoy—fue uno de los primeros Ateneos democráticos de España: los so-cios, que eran muchos y de un espectro ideológico muy variado,eligieron en votación democrática a su Directiva. La ComisiónGestora —a la que pertenece Torrente— se constituye el 25 de oc-tubre de 1965. El propio Torrente será un conferenciante invita-do con frecuencia, ya que de él se podía echar mano en cualquiermomento, porque era de casa y su disposición era siempre favo-rable, y porque, además, era un extraordinario orador. Esto em-pieza a descubrirlo también el público pontevedrés, que cada vezen mayor número, acude a escuchar sus intervenciones. Sin apun-

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Arriba: El café “Savoy”. Ubicado en la plaza de la Herrería, era uno de los sitiospreferidos por Torrente, junto a la ya desaparecida cafetería “Lar”, para conver-sar con los amigos. Abajo: Plaza del Teucro, nombre mitológico que viene a agu-dizar en Torrente el interés por los mitos humanos, presente desde siempre ensu obra dramática y narrativa. Que una plaza popular lleve el nombre de un sermitológico viene a confirmar que es posible la convivencia de lo mítico con lodiariamente humano. Así empieza a tomar cuerpo en la imaginación del escri-tor La saga/fuga de J. B.

tes ni folios que leer, Torrente desmenuza-ba con gran claridad de ideas cualquiertema y lo hacía con un lenguaje sencillo ybrillante al mismo tiempo, combinaciónnada fácil de conseguir, por otra parte. Portodo ello, sus intervenciones son bastantefrecuentes. Y, además, las hacía extensivasa la asociación cultural “Santa Cecilia” deMarín. Esta agrupación está desarrollandotambién una entusiasta y eficaz actividadcultural en su pueblo, y hasta allí acudeTorrente en varias ocasiones —seis confe-rencias— para intervenir en algún acto. Enla sociedad cultural “Santa Cecilia” estabasu amigo José Luis Hervés, natural deMarín, que será, juntamen te con AlfonsoZulueta, presidente del Ateneo de Pontevedra, quien gestione lapresencia de Torrente en tales actividades.

La aventura americanaDe Pontevedra Torrente se va a los dos años, no porque se encuen-tre incómodo, ni mucho menos, sino por una razón muy podero-sa: recibe la invitación para impartir clase en la Universidad de Al-bany (Nueva York), como “profesor distinguido”. Una ofertademasiado atractiva para negarse. Así que, el 31 de agosto de 1966coge el avión acompañado de Fernanda y sus cinco hijos, el últimode los cuales, Juan Pablo, ha nacido sólo un par de meses antes. Antela marcha de Torrente a América, escribe su hijo mayor Gonzalo:

“No bastaban para retenerlo (en Pontevedra) los otoñales atar-deceres valleinclanescos junto al río, ni los vendavales azotandolos costados de su camarote abuhardillado, ni su clientela provin-ciana, la docente y la literaria. La Univer sidad americana le ofre-cía una debida estimación y un campo docente de mucha mayorentidad allá al otro lado del Atlánti co, con un horario, sobre todo,perfecto: dos días semanales de clase”.5

También en el terreno personal de creador literario la estanciaen Albany fue muy provechosa para Torrente, porque aquello quehabía empezado a pensar en Pontevedra, aquel proyecto de nove-la que no acababa de perfilarse, pero que iba creciendo en masa,aunque fuese informe, va a sedimentar en su cabeza hasta ir adqui-riendo el contorno de una gran creación literaria. Por lo que pode-mos saber de las múltiples grabaciones en magnetófono que haceen esta época americana, y que recogerá luego en un libro impres-cindible para conocer esta fase creativa, Los cuadernos de un vate vago(1982), será ahora en Albany cuando aborde el plan con decididaresolución, y aquella original Campana y piedra que piensa escribirha crecido ya tanto en su imaginación, que aportará materia nove-

lística para dos obras diferentes temáticamente, pero semejantes enplanteamientos literarios, que serán La saga/fuga de J.B. (1972) yFragmentos de Apocalipsis (1977). Estas dos obras son el resultado deun largo proceso creativo que empezó gestándose en Pontevedra,continuó puliéndose en EE.UU. y acabó escribiéndose en España,normalmente en Pontevedra, adonde acudía cada semestre de va-caciones que le concedían en la Universidad americana, por lomenos hasta el verano de 1970.

A propósito de esto y hablando de La saga/fuga de J.B. y decuándo la escribió, afirma Torrente en una entrevista periodísti-ca, respondiendo a la pregunta “¿Cuánto tardó en escribir estanovela”?

—“De preparación, tres años. De mera redacción, seis meses:dos meses cada capítulo con intervalos entre uno y otro. El pri-mero lo escribí en Pontevedra en junio y julio del 70. El segun-do en febrero y marzo del 71, en América. Y el tercer capítulo enEl Escorial, en junio y julio del mismo año 71, y lo terminé el 3de agosto”6.

Como vemos, durante su estancia en Albany sigue teniendocasa, esa casa inolvidable para él, en Pontevedra. A ella vuelventodos los veranos los Torrente, que han ido aumentan do y en1969, por ejemplo, ya son siete los hijos habidos en el matrimo-nio: a los cinco que llevaban de España, se le sumaron Luis y José.El verano de ese año, vendrá a vivir con ellos a Pontevedra lamadre de Torrente, Ángela, ya mayor y enferma. Tanto es así, queen septiembre regresa él solo a Albany, y Fernanda se queda enla casa de Pontevedra cuidando a su suegra y a sus siete hijos (José,el más pequeño, es un bebé de meses). Y de vez en cuando, Fer-nanda se tendrá que desplazar a Ferrol, a la casa de Serantes, paravisitar a la tía Pura, ya nonagenaria. Es decir, Pontevedra sigue nu-clean do la vida de la familia hasta 1970, año en el que dejan la

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Farmacia de la viuda de Enrique Eiras Puig : en laplaza de la Verdura se halla esta farmacia, que porsu antigüedad y por conservar aún las antiguas es-tanterías para el “botamen” fue la elegida para con-vertirse en la farmacia de D. Baldomero, en la serieLos Gozos y las Sombras.

casa de Arzobispo Malvar, que, durante los años de estancia dela familia en Albany, servía para pasar en ella los meses de vera-no. Las prestaciones de la casa y los recuerdos que inspiraba erantan positivos, que se resistían a abandonarla, utilizándola comoresidencia de vacaciones. El verano del 71 ya es distinto. Han de-jado Pontevedra y lo pasan en una casa alquilada en El Escorial.Torrente empezará ese curso en el Instituto de Orcasitas (Madrid),adonde ha sido destinado. Mientras estuvo en Albany tuvo quepedir una excedencia voluntaria en su instituto pontevedrés, y alreincorporarse al servicio activo, el instituto “Valle-Inclán” de Pon-teve dra, que era el que Torrente volvía a solicitar en primer lugar,le fue denegado por tener la plaza de catedrático de Literatura yacubierta. Este tratamiento administrativo que, como funcionario“de a pie”, recibe Torrente es la causa única e insalvable por laque tiene que abandonar Pontevedra en contra de su voluntad.

Con los ahorros obtenidos en la Universidad de Albany, To-rrente compró una pequeña casa, tipo chalé adosado, en La Ra-mallosa (Baiona), en donde vivirá en los años en que dio clase enel Instituto femenino de Vigo (1972-1975), y adonde vendrá yatodos los veranos con su familia.

Materiales literarios de origen pontevedrésPor todo lo que hemos visto hasta aquí, nada nos debe extra-ñar el hecho de que la ciudad de Pontevedra, con su compo-nente geográfico y humano, tenga tanta presencia en la litera-tura de Gonzalo Torrente Ballester. Y nos extrañará menos aúnel que todo este mundo pontevedrés se transparente en la no-vela más gallega de todas las suyas, La saga/fuga de J.B. Esta no-vela es el resultado de un magma compositivo sin forma deter-minada que el escritor empezó a pensar y a componermentalmente desde su llegada a la ciudad del Lérez, tal y comopodemos leer en sus notas de trabajo recogidas en Los cuader-nos de un vate vago (1982). Ese proyecto novelístico se iba a ti-tular Campana y piedra, y a él va a dedicar varios años de refle -xiones y variaciones compositivas, hasta el punto de que de esetronco común, que nunca vio la luz de la imprenta, se desga-jarán nada menos que dos novelas, las que consagran a Torren-te como a un novelista moderno e innovador. Se trata de Lasaga/fuga de J.B. (1972) y Fragmentos de Apocalipsis (1977). La ma-teria novelística de la primera tendrá un gran componente pon-tevedrés, como veremos. Además, la redacción definitiva de lanovela la va a empezar Torrente en Ponteve dra como ya hemosvisto anteriormente, cuando reproducíamos sus palabras de laentrevista publicada en Camp de l’arpa.

La novela es pontevedresa en su concepción, en su organiza-ción y en la decisión y arranque de su redacción.

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Arriba : cubierta de Dafne y ensueños . A la izquierda: Teatro Principal, centro en elque Torrente recibió por parte del Ayuntamiento de Pontevedra, la distinción hono-rífica de “Hijo adoptivo” de la ciudad. Fue en septiembre de 1997, era alcalde JuanLuis Pedrosa, y el homenaje constituyó una gran alegría para D. Gonzalo. En la otrapágina: Casa de las herederas de Méndez Núñez. Eran dos hermanas, María y Con-cha Babiano, que a finales del siglo XIX tuvieron una notable presencia en la vidacultural pontevedresa. Cultas, extravagantes y diferentes, serán el referente real dealgunos personajes femeninos de La saga/fuga de J. B.

Ahora bien, hay que teneren cuenta que los materialesnovelísticos, aunque estén to-mados de una realidad concre-ta, no tienen por qué ser fide-dignos y recordar fielmente aaquélla. Son el resultado del tra-siego imaginativo y personalque le ha otorgado el autor aunos hechos y personas reales.

En este sentido, quizásconvenga recordar que yaQuintiliano y otros clásicos,para referirse a la creación li-teraria, utilizaban un términomuy apropiado: hablaban dela “inventio”. Se inventa sobrelo conocido, casi siempre;también, sobre lo más próxi-mo. En esta misma creenciasigue lo que modernamentehemos dado en llamar creación literaria, “que extrae de la ex-periencia, por medio de la imaginación, aquello que le convie-ne y deja lo que no le sirve”, nos explica el propio Torrente Ba-llester7.

Por lo que llevo dicho, podemos convenir que Pontevedraaporta una gran cantidad de elementos reales a algunas nove-las de Torrente, especialmente a La saga/fuga de J.B., pero unosson aportados por la experiencia vital del escritor y su recono-cimiento será más evidente, mientras que otros se verán modi-ficados en su realidad por la imaginación del fabulador. Es decir,unos serán más evidentes y reconocibles que otros, pero todosellos están sacados de la misma realidad pontevedresa.

Partiendo de este supuesto, se puede afirmar, pues, que loque Torrente vive y conoce en Pontevedra va a pasar a su mundoliterario, aunque, eso sí, después de haber sufrido la inevitablemanipulación de la actividad creadora del novelis ta. Es eviden-te que muchos de los materiales literarios que aparecen en suobra están extraídos de la realidad ponteve dresa que conocióTorrente durante su estancia en la ciudad o de la que oyó ha-blar a sus amigos en las tertulias litera rias que mantenía conasiduidad y frecuencia durante esos años en que imparte la do-cencia en Pontevedra.

Por “experiencia pontevedresa” hay que entender no sólolos años concretos que Torrente vivió en la ciudad, sino tam-bién toda la intrahistoria —pequeños conflictos, episodios cu-riosos, personajes célebres...— que Torrente conoció en palabrasde compañeros y amigos pontevedreses en las amenas tertuliasque mantenía en la cafetería Lar y en el viejo café Moderno.

Esos materiales son de índole muy variada, y afectan a todoslos planos de la estructura novelística. Pero vamos a detener-nos, selectivamente, en los que consideramos fundamen tales,porque han sido aportaciones muy valiosas y relevantes para elconjunto novelístico del escritor ferrolano.

PersonajesGrupo de los MuruaisCierto tipo de personajes de La saga/fuga de J.B. está inspirado enun grupo de personas que había en Pontevedra a finales del sigloXIX y que fueron los que realmente preser varon la parte vieja deesta ciudad, amenazada, por los urbanistas de entonces, con lademolición, para lo cual constituyeron la “Sociedad Arqueológi-ca de Pontevedra”. En ella figuraban, además de los hermanosMuruais, D. Casto Sampedro Folgar, D. Torcuato Ulloa, Casal yLois, García de Diego, etc.

Este grupo de intelectuales y eruditos, con preocupacio nes lo-cales, pero también europeístas, estaba articulado en torno a la fi-gura de los hermanos Muruais —uno médico, el otro, catedrá ticode Instituto— y a la espléndida biblioteca francesa reunida en sudomicilio, la Casa del Arco, cuya galería estaba decorada con car-teles teatrales de París, y en la cual leerá a D’Annunzio y a otros es-critores europeos el joven Valle-Inclán, según lo que han publica-do los profesores franceses de la Universidad de Dijon, Elianne yJean-Marie Lavaud. La labor de este núcleo de intelectuales es muyinfluyente en el ambiente socio-cultural de la ciudad, y contribu-ye a darle a la misma un aire original, característi co y propio.

El más inteligente de los hermanos Muruais, Andrés, estabasiempre en la cama, alrededor de la cual se organizaba la tertulia,y cuando se levantaba, organizaba siempre alguna fechoría queponía a la ciudad en vilo. En una de esas ocasiones, en enero de1876, Andrés Muruais, vestido de pieles, con una máscara animaly arrastrando cadenas, recorrió las calles de la ciudad dando au-llidos, por lo que fue identificado como la figura mítica del Urco.Después, para desmitificar esa figura con la que se asociaba lamuerte, movilizarán a toda la ciudad, disfrazando a la gente conatuendos y atributos del Urco. Organizarán unas fiestas, por Car-navales, que van a repetirse varios años y cuyos “apropósitos” yparodias van a imprimirse con un gran esmero tipográfico; los

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cuales, según teoría de D. Xosé Filgueira Valverde, van a con sti-tuir los precedentes de los esperpentos valle-inclanescos. La pri-mera edición, del mismo año 1876, lleva el título Reinado y muer-te del Urco. Colección de los documentos en prosa y verso publicadosdurante el carnaval de 1876 en Pontevedra (impresa en los talleres deVerea y Quintana, en Pontevedra).

En La saga/fuga hay una referencia explícita a unos célebresCarnavales que se celebran en Castroforte, y que son continua-ción de unas celebraciones tradicionales en la ciudad:

“Lo que sucede es que lo que nos ha contado el señor Basti-da me parece, no sólo profundo, sino útil. Si aplicáse mos su pro-cedimiento a otros casos similares, acabaríamos descubriendocombinaciones jamás imaginadas por los organiza dores de losCarnavales. Un mendigo harapiento que llevase en la cabeza elturbante del mahrajá de Kampurtala, con su famoso rubí; un papacon tiara y pantalones de golf. El traje de torero con un buengorro de astracán también puede figurar en el catálogo de los dis-fraces atractivos”8.

Castroforte del Baralla vive, como la Pontevedra del últimotercio del XIX, con interés y entusiasmo todo lo relacionado conla ingeniosidad del disfraz y de las compar sas carnavalescas. Acon-tecimientos lúdicos y paródicos de este tipo, celebrados mayorita -riamente por el pueblo, ponen de manifiesto que Ponteve dra, poresos años, era una ciudad muy especial, distinta a las demás, deespaldas a un progreso técnico, pero abierta y receptiva, comoninguna otra, a las fantasías y a la convivencia con mitos y leyen-das (en los textos de esta época encontramos bandos y versos car-navales cos dedicados a otro personaje mítico local, el Teucro). Olo que es lo mismo, estamos en un espacio geográfi co real queofrece grandes atractivos novelescos. Pontevedra, en sí misma,era, en estas fechas, una ciudad novelesca. Este ambiente, conesos personajes extravagantes y curiosos, es lo que Torrente va a

incorporar literariamente a La saga/fuga, hasta el punto que po-dría decirse que la idea central en la que está inspirada la novelaprocede de historias de esta ciudad. Y en concreto, la historia deMuruais disfrazándose de Urco es la historia del hombre que sedisfraza de mito, personaje de Campana y piedra que sirve de motorgenerador de los JJ. BB. de La saga/fuga. Escribe, a propósito deesta idea, en el 25 de julio de 1967:

“Lo que se me ha recordado hoy, pese al jaleo, con cierta in-sistencia, es aquello que se cuenta en Pontevedra de uno de losMuruais, que salía de noche disfrazado de Urco y pegando gritospor las calles vacías y mojadas. Si esto lo contamos de una ma-nera abstracta, la fórmula sería: el hombre que se disfraza de mito.Pues no me parece mal, dicho así, ésta es la verdad: es un modode decirlo que convence a cualquier pedante, nada menos, ¡hom-bre disfrazado de mito!, ¿habrá cosa más sencilla y al mismo tiem-po más disparatada? ¿Más absurda? Porque de eso de transfor -marse el hombre en mito tengo ya cierta experiencia, aunque yalejana, Clavijo, Ulises, pero de lo de humani zarse el mito, nada.Y se me ocurre ahora que...” 9.

Por todas estas razones, La saga/fuga de J.B. es, en un porcen-taje muy alto, Pontevedra, desde la configuración espacial en eldesarrollo de los hechos, hasta el ambiente social, con las trans-posiciones o suplantaciones correspon dientes, inevitables en larecreación imaginativa de un ambiente, como ocurre, por ponerun ejemplo, con la Plaza de los Marinos Efesios de la novela, queresponde a la Plaza del Teucro, en Pontevedra, pero situada en elPaseo de Herrera, en Ferrol, donde están los magnolios de los quese habla y desde donde se ve el mar, y, a su vez, rodeada de casasde miradores, como las que abundan en La Coruña. Es éste unejemplo claro del funcionamiento de la imaginación, que tomaelementos de cada uno de los rincones de la experiencia, los mo-difica y los incluye en una historia literaria de ficción.

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Torrente Ballester el día de su nombramiento como Doctor “ honoris causa” por la Universidad de Santiago de Compostela junto al padrino de la ceremonia el catedráticoDarío Villanueva. Pregonero de la romería Vikinga de Catoira (Pontevedra), 1987.

Pontevedra tenía, pues, un ambien-te humano, cultural y social muy cer-cano al mundo novelesco. Detrás delos personajes que aparecen en Lasaga/fuga de J. B. hay toda una realidadde tipos y personas concretas que cre-aron un ambiente muy cercano a la li-teraturización. Ya hemos hablado deun grupo de hombres representativos—había varios—, pero no podemos ol-vidarnos de las mujeres, de algunas mu-jeres de esos años de finales de siglo,que también contribuyeron a crear eseambiente. Por ejemplo, y según noscuenta D. José Filgueira Valverde (encinta magnetofónica grabada en su casade Pontevedra el día 2 de diciembre de1992, que conservo), estaban las her-manas María y Concha Mendo za Ba-biano, hijas de Carmucha Babiano, mu-jeres liberales, aunque con prejuiciosde clase, con una gran curiosidad portodo lo relacionado con el Arte, poco devotas y muy desenfada-das. Mantenían en su casa una tertulia muy aguda, sabían idio-mas, sostenían conciertos de cuartetos de viento, con programaimpreso, al que asistían cuatro o cinco personas... Concha es laque deja una carta escrita que ha de leerse, según su voluntad, enla misa de su propio funeral, funeral único en el que la gente serio mucho, por las alusiones, ironías y temas graciosos que con-tenía la carta. Estas hermanas eran sobrinas de Méndez Núñez ysus herederas, con un pazo hermoso, con una galería sobre el jar-dín que todavía hoy es un ejemplo del buen gusto arquitectóni-co con que se edificó la Pontevedra histórica y monumental. Elpazo centra una bellísima plaza, la de Méndez Núñez, enclava-da en el corazón de la vieja Pontevedra y, por lo tanto, tambiénpróxima a la iglesia de Santa María (trasunto real de la “Colegia-ta” donde está el Cuerpo Santo, en La saga/fu ga de J. B.).

La que sí está en la novela de forma más explícita es SoledadMuruais, “tía Sole”, como la llama D. José Filgueira, porque secasó con un tío de éste, D. Pedro Martínez, alcalde que fue dePontevedra.

Soledad Muruais, hermana de éstos, vivía en un pazo —quese conserva también en la plaza de Méndez Núñez— con muchosanimales. D. José Filgueira se acordaba de un mono, un burro —un platerito— que andaba suelto por el salón, papagayos, coto-rras, y perros, muchos perros, que repartía, además, entre sus amis-tades, según se iban reproduciendo, y cuando uno de los perrosascendientes —el padre o la madre— se moría, mandaba a cadauno de los propietarios de perros de esa ascendencia unos lacitosnegros para que pusiesen al vástago de luto... Muy aficionada alcine, asistía con frecuencia al café Moderno, en donde se hacíanlas primeras proyecciones, y no se privaba de hacer comentariosen voz alta, que, para mucha gente, se convertían en un alicien-te más de la película.

Esta mujer aparece literaturizada en La saga/fuga de J. B. enla hermana de Barallobre, CLOTILDE, “La caña pensante”, lacual, en la novela, también tiene un burro, un loro, un gato yun perro, mante niendo esa afición por los animales que distin-guía a Soledad Muruais, su correlato real:

“—Pase, pase. El asno asomaba la cabeza gris, de ojos entris-tecidos; el loro, en el hombro de Clotilde, agitaba las alas. -Pase, pase, estos animalitos son inofensivos, son las mejorespersonas del mundo. Bastida, con la boina en la mano, ascen-dió dos escalo nes de piedra y pisó el umbral. —Se los presenta-ré, aunque quizá ya haya oído hablar de ellos. Éste es Ballanty-ne; el loro es el Obispo. El gato se llama Balseyro, pero yo lellamo el Brujo, y este perrito tan cariñoso es mi abuelo Joa-quín”10.

Partiendo, pues, de una ambientación, espacial y socialmen-te, tan histórica, se puede entender mejor el que muchos de lospersona jes novelísticos estén tomados directa mente de ese con-texto pontevedrés de finales del siglo pasado, algunos, incluso,conservando el nombre como el periodista Belalúa, el botica-rio Reboiras, el doctor Amoedo.

D. Torcuato UlloaUno de los personajes principales de La saga/fuga de J.B. Tienesu referente real en Manuel Murguía, el ilustrado marido deRosalía de Castro. Psicológica e intelectualmente, su modeloes el de Murguía, incluso algunos aspectos físicos, como su cortaestatura y su afición al sombrero, modelo bombín. Pero el nom-bre del personaje de D. Torcuato del Río, y algunos de sus ras-gos físicos, los toma Torrente de una persona concreta y que élllegó a conocer, que se llamó don Torcuato Ulloa, cuya carica-tura había sido pintada, junto a cinco prohombres pontevedre-ses, todos con sus fraques, en una de las paredes del café “Mo-

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Esta plaza, bella y sosegada, presenció la pelea entre Valle-Inclán y Torcuato Ulloa en disputa ardorosa por las atencio-nes y favores de la joven Carolina Otero.

derno”, junto a magníficas pinturas de paisajes gallegos y temasmedievales, tal como el propio Torrente lo explica:

“Fue (D. Torcuato) quien contendió con Valle-Inclán en laconquista de Carolina Otero (parece que ambos se pelearon enlos soportales de la plaza de Santa María por culpa de CarolinaOtero, que entonces trabajaba como criada en Pontevedra) y dequien se cuentan todavía hazañas memorables de índole vario.Me sirvió, convenientemente contami nado (entiénda se aquí con-taminado en el sentido que se daba a con taminatio en el argotteatral latino); me sirvió, repito, de modelo compartido para D.Torcuato del Río, personaje de una de mis novelas, con sus her-manos Renato y Viriato, que así se llamaron”11.

Don Torcuato Ulloa fue, en la realidad, un pontevedrés pin -toresco, con un superrefi namiento en su forma de vestir y unaespectacular y anacrónica forma de saludar; se quejaba constante -

mente de la vulgaridad de la gente y lo hacía por medio de gran-des referencias hiperbólicas. Facetas éstas de su personalidad quepasaron al personaje novelesco de D. Torcuato del Río. Dejó es-crita una obra valiosa, Arlequina da, y murió en 1946, a los 82años de edad.

La Bella OteroHay que situar también en este apartado a la BELLA OTERO,Carolina Otero, personaje de los más carismáticos de La saga/fugade J.B., por ser la musa inspiradora de las dos Tablas Redondasde Castroforte —la de D.Torcuato y la de Bastida—, bajo el nom-bre de CORALINA SOTO.

La Bella Otero —Carolina Otero, de nombre artístico; Agus-tina, su nombre real, hija de la “Cordeirana” y violada casi en supubertad por un zapatero del lugar llamado “el Zocas”— era na-tural de Ponte Valga (Ponteve dra) y es un persona je de la infan-cia de Torrente: es una mujer bellísima, su foto aparece en las re-vistas de moda, en donde se cuentan historias de amores conreyes y emperadores. Es una mujer de pueblo, sin educación, queno sabe qué hacer con su situa ción. Su salida será el lujo, el juego,la vida de los casinos y hoteles, hasta que, ya mayor, se suicidaen Mónaco.

Cuando Torrente va a Pontevedra por primera vez, con vein-te años, siendo novio de Josefina, encuentra en una esquina delcafé “Méndez Núñez” el busto de Carolina Otero: un busto queera mitad retrato, mitad abstracción, alegoría, y que, en la nove-la, situará en el café “Moderno” (hoy en vías de transformaciónen local para una Fundación bancaria gallega, en la plaza de SanXosé, según planos de los arquitectos Álvaro de Siza y RafaelFontoira), que es el lugar sobre el que está creado el café “Suizo”,en el que transcurren las reuniones de los miembros de La TablaRedonda.

Su historia le es facilitada a Torrente por un ponteve drés, quetrabajaba en la Diputación, padre del arquitecto Isidoro Millán.Cuando Torrente se pone a escribir La saga/fuga de J.B., echamano de este personaje histórico, manteniendo una referencianominal (Otero/Soto, Caroli na/Coralina), manteniendo la his-toria real, tal y como le fue facilitada, en la versión “A” del raptode Lilaila Souto Colmeiro (págs. 78-80), nombre que le atribuyeen la novela y que ya entra de lleno en el sistema mítico de lamisma.

Coralina Soto, es pues, otro personaje novelístico inspiradoen Carolina Otero, la Bella Otero, personaje real de la Ponteve-dra de aquellos años de finales del siglo XIX.

O Corpo SantoMuy relevante para entrever la importancia que tiene la ciudadde Pontevedra, con sus mitos, leyendas y tradiciones, en la obrade Torrente, especialmente en La saga/fuga de J.B., es lo que lee-mos también en la citada obra de José Mª Castroviejo:

“Pero la expresión y timbre de la prosperidad y fuerte vivirde Pontevedra fue la Cofradía de los mareantes del CuerpoSanto que abarcaba armadores y marinos de todas las Rías Bajas;comerciaba en Italia, Francia y Portugal, exportando pescado,

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Al igual que en la Colegiata de Castroforte, en La saga/fuga de J. B. parece que enSanta María también se veneró un cuerpo incorrupto, un “corpo santo”.

conservas, encajes, agrios (limones y naranjas), lienzos y vinos,y alzó la maravillosa iglesia de Santa María sobre el barrio pes-cador”12.

Las Ordenanzas de la Cofradía del “Corpo Santo” y del Gre-mio de Mareantes de Pontevedra se encuen tran en la colecciónque la Sociedad Arqueológica de Pontevedra publicó bajo el tí-tulo de Documen tos, Inscripciones y monumentos para la historia dePontevedra, edición que estuvo al cuidado de D. Casto Sampe-dro Folgar. Los tres tomos, hoy de muy difícil adquisición, se en-cuentran en la biblioteca del Museo de Pontevedra13: contienenlas aludidas Ordenanzas, de insusti tuible valor para el estudio deleyes y costumbres marítimas. Es curioso el Prólogo de estos Do-cumentos... porque deja entrever el espíritu de aquellos hombres,componentes de la Sociedad Arqueológica de Pontevedra, queacabarían constitu yendo, como grupo, el modelo de La TablaRedonda de La saga/fuga de J.B. Estos entusiastas eruditos loca-les, aunque con una muy buena formación europeísta, aceptanel ofreci miento de otro pontevedrés, director de un periódicolocal, para sacar a la luz todo tipo de documentos relacionadoscon la historia de la ciudad. El Prólogo, breve, reza así:

“La Sociedad Arqueológica de Pontevedra acepta con vivasatisfacción el ofrecimiento hecho por D. Valentín Peña, direc-tor del ilustrado periódico La Opinión para publicar en sus co-lumnas y en forma de folletín los documentos relativos a la His-toria provincial y para reimprimir además aquellas otras cuyaadquisición por una u otras causas va haciéndose difícil y costo-sa”.

Relacionado con la constante aparición del Corpo Santo enla documentación y archivística de Pontevedra, a estas alturas delestudio no nos debe sorprender ya que La sa ga/fuga de J.B., de-cididamente la novela de Pontevedra, haga girar su trama argu-mental en torno al “Corpo Santo” que se venera en la Colegia-ta de Castroforte. Igual que en la novela, parece que en Pontevedrase rindió culto a un cuerpo incorrupto, un “Corpo Santo”, eneste caso el de San Telmo, que después de un tiempo sería lleva-do a la vecina ciudad de Tuy, donde hoy es venerado como pa-trón de la misma. Así se explica que, en la misma iglesia de SantaMaría la Mayor, hubiese una Capilla dedicada al Corpo Santo,como señala Castroviejo14, con lo cual la referencia a esta reali-dad pontevedresa se tuvo que hacer más que evidente para el no-velista Torrente.

Lo que sí queda claro, al menos para el autor de este traba-jo, es que Pontevedra ha marcado una pauta importante en la

vida de Torrente y ha pasado a ocupar un lugar privilegia do den-tro de la obra novelística —y periodística— del escritor, lo cual nodebe dejar indiferentes ni a la ciudad ni a sus habitantes, ya queestamos hablando, sin duda, del mejor escritor español de la se-gunda mitad del siglo XX. G

José A. Ponte Far es profesor de literatura.

Agradecimiento a la Fundación Torrente BallesterLos textos de Ponte Far publicados en este número deGalegos y en el número anterior (“Torrente en Ferrol”) fue-ron ilustrados fundamentalmente con fotografías cedidaspor la Fundación Torrente Ballester. Ensenada de ÉzaroEdiciones agradece su desinteresada colaboración.

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1 La Voz de Galicia, 20 edición, sábado, 6 de septiembre de 1997.2 Torrente Malvido, Gonzalo: Torrente Ballester, mi padre,Madrid: Ediciones Temas

de Hoy, S. A., pág. 206.3 Torrente Malvido, G. Op. Cit., pág. 206.4 Prólogo a Memoria de un inconformista, Alianza Tres, Madrid, 1997. 5 Torrente Malvido, G., Op. cit., pág. 224.6 Camp de l’arpa, diciembre de 1982, pp. 55-61.7Proceso de la creación narrativa, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Can-

tabria, 1992, p. 14.

8 La saga/fuga de J.B., Barcelona: ediciones Destino, 1972, pp. 212-213.9 Torrente Ballester, G., Los cuadernos de un vate vago, Barcelona: Plaza y Janés, p. 87.10 Torrente Ballester, G., La saga/fuga de J.B., Barcelona: ediciones Destino, p. 284.11 Torrente Ballester, G., Cuadernos de la Romana, p. 78.12 Castroviejo, José Mª, Op. Cit., p. 446.13 El Tomo I, editado por José Fernández, Pontevedra, 1896; el Tomo II, editado

por Joaquín Poza Cobas, Pontevedra, 1902; el Tomo III, por el mismo editor, en

Pontevedra, 1904.14 Castroviejo, José Mª, Op. cit., p. 449.