Poseida - Volumen 5 - Lisa Swann

8/9/2019 Poseida - Volumen 5 - Lisa Swann

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En la biblioteca:

Tú y yo, que manera dequererte

Todo les separa y todo les acerca.

Cuando Alma Lancaster consigue elpuesto de sus sueños en KingProductions, está decidida a seguir

adelante sin aferrarse al pasado.Trabajadora y ambiciosa, vaevolucionando en el cerrado círculo delcine, y tiene los pies en el suelo. Su

rabajo la acapara; el amor, ¡para másarde! Sin embargo, cuando se encuentra

con el Director General por primera vez

el sublime y carismático Vadim King-,


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o reconoce inmediatamente: es VadimArcadi, el único hombre que ha amadode verdad. Doce años después de su

dolorosa separación, los amantesvuelven a estar juntos. ¿Por qué hacambiado su apellido? ¿Cómo ha

legado a dirigir este imperio? Y sobreodo, ¿conseguirán reencontrarse a pesade los recuerdos, a pesar de la pasiónque les persigue y el pasado que quiere

volver?No se pierda Tú contra mí, la nueva

serie de Emma Green, autora del best-

seller Cien Facetas del Sr. Diamonds!Pulsa para conseguir un muestra gratis

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En la biblioteca:

Cien Facetas del Sr.Diamonds - vol. 1:

Luminoso

El Sr. Diamonds, personaje fascinanteen más de un aspecto, va a seducir a laoven y guapa Amandine y a llevarla a

descubrir un mundo hasta entoncesdesconocido para ella, hecho de lujo,placeres y, sobre todo, de relacionescarnales voluptuosas e insaciables.Pero, cuidado, tan sólo se haentreabierto la puerta del deseo, ahoraqueda saber a dónde nos llevará...


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En la biblioteca:

Todo por él

Adam Ritcher es joven, apuesto ymillonario. Tiene el mundo a sus pies.

Eléa Haydensen, una joven virtuosa ybonita. Acomplejada por sus curvas, enconsciente de su enorme talento, Eléa

no habría pensado jamás que una

historia de amor entre ella y Adam fueraposible.Y sin embargo… Una atracción

rresistible los une. Pero entre la falta dseguridad de Eléa, la impetuosidad deAdam y las trampas que algunos estándispuestos a tenderles en el camino, su


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historia de amor no será tan fácil comoellos quisieran.


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En la biblioteca:

Muérdeme

Una relación sensual y fascinante,narrada con talento por Sienna Lloyd

en un libro perturbador e inquietante,a medio camino entre Crepúsculo yCincuenta sombras de Grey.


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Lisa Swann

POSEÍDA

Volumen 5


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Sacha va a casarse...

Casi había muerto en un accidente d

un motor fuera de borda en Saint Martinhabía caído en coma y, cuando despertófue de Allison –que seguramente habí

ratado de matarlo– de quien se acordóVaya locura!

Desde que había dejado a Margare

delante de la clínica, desde larevelaciones terribles que la madre dSacha me había hecho, oscilaba entre ldesesperación total y las ansias locas ddesenfundar un arma de destrucciómasiva, y exterminar a la plaga dparásitos inmundos y conspiradores qu

rodeaban a Sacha: Familia d


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deschavetados, socia beligerante y eprometida maquiavélica.

¡A TODOS!

– Maldita sea, Liz, sea lo que sea¿has visto el semblante que tienesProfiere David al descubrir mi aspectdesconcertado.

Entonces mis labios comienzan emblar...

No, no te quiebres, recupérate

Tienes una batalla que librarovencita! Tienes que reconquistar e

corazón del hombre que amas.


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– David, no te lo digo a menudo, dhecho, creo que esta es la primera vezpero dame algo fuerte qué beber, porqu

creo que necesito una gran resolución.

Bien. Una cosa tras otra.

Sin pedir más explicaciones, Davise dirige hacia la cocina, mientras yo mrelajo en el sofá de la sala. Reaparec

con dos vasos llenos de un líquidransparente.

– No te preocupes, se ve como e

agua, pero es algo más fuerte. Y comosospecho que lo que me vas a contaamenaza con aturdirme, me disculpas

pero creo que voy a beber contigo.


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Me entrega el vaso.

– ¡Na zdorovie!, exclama.

Bebo un buen trago que me quema lboca y la garganta hasta el esófagoVodka, la bebida de un guerrero!

O de una desesperada...

Un carraspeo, junto las manos, pongo un poco de orden en mis ideaantes de explicar toda la historia David.

Al fondo del cajón, bien escondidose halla mi mayor miedo: El de perdea Sacha para siempre. Al frente de


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armario, bien presentados, mis armas ymi traza de Rambo.

Le explico, entonces, al detalle, ldiscusión con Margaret.

– Tengo que encontrar una manera dehacerle recordar a Sacha lo que hemovivido, que él me ama y que yo lo amo

o puedo perderlo así, digo yo, tant

por él como por mí misma.

David toma otro trago de vodka y ssemblante se hace más adusto. Hast

entonces, él había sido reflejo de lcompasión, la escucha, pero esta vepresiento que lo que está a punto d

decirme, no necesariamente va a ser d


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mi agrado.

– Liz, voy a ser sincero, creo qu

debemos sopesar el problema de manerdiferente. No son tus sentimientos o lode Sacha, lo que cuenta en este caso.

¿Cómo que nuestros sentimientos noson importantes?

Al ver mi expresión de desconciertoos ojos bien abiertos y el asomo de uceño fruncido, David explica dnmediato.

– Liz, cálmate, no estoy diciendo qume importe un bledo su historia, tu amo el de él, sólo quiero hacert


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comprender que lo que hay que atenderes demostrar a Sacha que es víctima duna enorme conspiración. Y esto, sin

ener en cuenta su historia. Una vez quhayas aportado la prueba de lculpabilidad y de las malas intencione

de su querida futura esposa, de suextravagancias y su intento de asesinatoporque es de lo que se trata, podremohablar de sentimientos. En primer lugar

vamos a tener que probar que el motofuera de borda fue saboteado. Puednvestigar sobre ello yendo a Sain

Martin. Mierda, ¡que es grave estasunto!

Asiento con la cabeza, como l

figurita de un perro en la parte trasera d


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un automóvil. No estaba segura de si erefecto del vodka o si era consecuencide lo que acababa de ocurrir en esto

días, pero tenía la sensación de tener lcabeza toda entumecida.

David continúa con sus pensamientoen voz alta.

– Helen podrá darnos una mano, ell

se encarga de gran parte de los asuntopersonales de Sacha en Goodman &Brown. Creo recordar que se ocupa eparticular de la villa de San Martín, eodo caso, lo que se relaciona con e

mantenimiento. Previene cuando Sachlega, se pone en contacto con e

personal del lugar, ése tipo de cosas


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de que Natalia, la socia de Sacha y, dpaso, su antigua amante, no había dejadde llamar desde nuestra partida a Sa

Martín, como si quisiera a cualquieprecio mantenerse al tanto de cada unde sus movimientos.

Y no olvidemos que Allisson yatalia parecen ser como uña y carn

últimamente...

– Pero una cosa es segura, Liz, Davicontinúa, vamos a tener que encontraotros aliados.

– ¿Richard, por ejemplo? Atajo.

Por supuesto, Richard Brown, soci

de Sacha y su mejor amigo desde l


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– Pero yo escuché la disputa que tuvcon Natalia en su oficina, exclamoevantando la mano como un estudiant

que acaba de responder a la pregunta deprofesor. Y aunque se supone que noengo que saber cuál es el motivo de l

disputa, sé al menos que Richard piensque Natalia es una perra. – ¡Buena observación, Liz! Dic

David antes de beber otro trago d

vodka.

A este ritmo, estamos prestos para

revelar todos los complots del país, deasesinato de JFK al 11 de septiembre..

– Recapitulemos, lanza David, quie

se levanta de repente y empieza a ir


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venir como un General Patton en plenconsejo de guerra. Yo me ocupo deHelen, de San Martín y del motor fuer

de borda. Tú vas a ver a Richard desenmascarar a Natalia.

David estaba contando con los dedoso tomaba notas en mi cabeza. Hacemo

un gran equipo.

De acuerdo, todo parecía muy eficazpero Sacha y yo en todo este plannuestros sentimientos, los míos, nuestrhistoria de amor... Al tener estepensamiento, he perdido un poco dconvicción. Vuelvo a fruncir el ceño, hacer pucheros de tristeza y mi mirad

se nubla bajo la intempestiva oleada d


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ágrimas.

David se percata enseguida de

cambio de expresión y reacciona dnmediato.

– Hey, Liz, no pierdas la cabeza, euna parte indispensable de nuestrnvestigación para que puedas acercart

a Sacha con las pruebas. Ahora, no t

olvides de revelarle la verdadernaturaleza de su amada prometidAllisson y sus relaciones clandestinasPara esto, tengo otra idea.

Básicamente, tuvimos que despertar Maddie a mitad de la noche en Parí

para explicarle la situación catastrófic


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de la futura boda de Sacha y Allissonasí como nuestro plan de ataque del cuaella iba a formar parte. Percibí a mi tí

poner en un segundo toda su atenciócon diligencia.

– Te escucho, Liz, ¿qué quieres quhaga? Salgo en el primer avión y estoallá. Puedes contar conmigo, me asegurMaddie.

– Maddie, ¿le has seguido la pista alguien? le pregunté.

Y le expuse lo que David y yohabíamos planeado.

***


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El día siguiente fue abrumador parodos. Mientras Maddie cruzó el océan

en avión en compañía de su últim

conquista (un modelo de 28 añosencantador, muy servicial y totalmentbajo su hechizo), David y Helen

encerrados en el despacho de estúltima, hicieron las llamadas a SainMartin. Al inicio bajo la cobertura dfalsos pretextos y enseguida pasand

muy rápidamente –por parte de David– amenazas mucho más reales y explícitas

La acción nos puso a salvo a todos da ausencia dolorosa ( sobre todo paramí ) de Sacha en las oficinas dGoodman & Brown. Por mi parte, toqu

a la puerta de la oficina de Richard. E


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hecho de que Sacha ya no concurra lmponía un exceso de trabajo y su estré

era palpable desde el pasillo.

– Sí, adelante, vociferó, molesto.

Entré en la habitación sin que éevantara la cabeza.

– Richard, lo siento por usted...

Pone su pluma bruscamente sobre lpila de papel delante de él, se levantpara súbitamente tomarse la cabeza co

ambas manos.

– Ah, Liz, soy yo el que lo siente, nome he tomado el tiempo para... por fin


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hablar contigo, después de que... pero.esto es muy difícil de manejar, supongoSacha me había puesto al día acerca d

ustedes dos, y encontré esto.... al fin y acabo...

Iba a tener que conducir estdiscusión porque este señor teníaspecto de estar completamentconfundido. Pero tenía con qué asestarl

un verdadero electro shock.

– No es nada grave, Richard, no debser fácil para usted tampoco. Y no voyandar con rodeos, vengo a hablarle dSacha.

– Liz, estoy sinceramente afligido po

os dos, pero creo que no puedo...


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– Richard, es su ayuda lo qunecesito, pero no como usted piensa.

Me escudriña, con semblantperplejo.

¡Gané!

Ahora que había captado tu atenciónno la iba a soltar. Inmediatament

proseguí, iba a precisar de un alientsagrado.

– Richard, sé que Sacha y usted ha

sido muy afines durante años, que samistad se remonta a los años duniversidad, así como el vínculo entr

usted y Natalia.


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Al oír el nombre de Natalia, Richarse estremece y se pone pálido.

– Y aquí es donde usted me puedeayudar. Porque creo, estoy segura, dque Natalia no es ajena a lo que acab

de pasarle a Sacha. Que de una maneraotra, se ha asociado con Allisson parhacerse cargo de Sacha.

– Pero yo..., tartamudea.

– Y usted está al tanto lo que esas domaquinaban contra Sacha.

Bien, aquí me conduje con audaciaporque no estaba segura de que lamenaza escrita que David habíencontrado estuviera firmada po

Allisson, pero probé suerte.


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Richard se queda boquiabiertoEsperaba el resultado de miacusaciones. Temía, sin duda, qu

hablara de ciertas fotos que lo muestraen un embrollo.

– Lo escuché discutir con NataliaRichard. Yo sé que ella le ha amenazado que lo que le pasó a Sacha es peor qu

una amenaza, es un intento de asesinato.

Estamos en la oficina de uabogado, ¿sí o no? Esto es grave, ¡lque digo es lo que pasó!

Pero, obviamente, Richard estabmuy implicado personalmente par

reprocharme estas acusaciones. Lo sent


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capitular, ablandarse, con la cabeza baj las manos presas de un temblo

repentino.

– Richard, porque estoy conscientdel chantaje del que usted es víctima, lpuedo asegurar que haré todo lo posiblpara que no le lastime más. Y estoysegura también – Aquí, Liz, estáaroleando, ten cuidado... – de que n

habrá necesidad de dar a conocer estcuestión y que no tendría ningunmportancia para Sacha si logramo

demostrarle que Natalia y Allissoconspiraron contra él para garantizar econtrol de Goodman & Brown.

Richard parecía sopesar los pros


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os contras, me examina con la miradpara estimar mi grado de sinceridaduego pone sus manos sobre su

archivos, planta sus ojos en los míos dice:

– Sé que no eres una mentirosa, Liz, estoy seguro de que no intentas hacermuna jugarreta. Así que sí, puedes contaconmigo.

¡HECHO!

Esa misma noche, la camarilla s

reúne. Maddie acaba de aterrizar en eaeropuerto con su novio, Mark. Heleviene a reportar las llamadas telefónica

que hizo durante el día, y a explicar l


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motor fuera de borda, una tarea naddifícil a primera vista, y sobre todo, unvía eficiente para Allisson de no

despertar sospechas. Salvo que emecánico en cuestión recibió unlamada urgente la mañana en la qu

Sacha salió con Liz a Saint Martin, es sesposa quien nos lo ha hecho saber. Sinembargo, ha sido imposible reunirse coel mecánico quien, según la

afirmaciones de su mujer, desaparecióhacia un gran viaje ese mismo día.

Aparentemente no es la primera vezpero no podemos dejar de pensar queso nos conforta. La esposa no parecípreocuparse demasiado, sobre tod

porque la policía local dictaminó que e


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accidente había sido causado por uncombustión espontánea debido a ladición de aceite que habría sido lo qu

e ocurrió a Richard.

Todo el mundo lo entendió, estabclaro. Helen continuó.

– David voló esta tarde a SainMartin. Va a echarle el guante a

mecánico para hacerle escupir laconfesiones.

Después, hurgó en su bolso, tirado e

el suelo junto a ella, y sacó udispositivo fotográfico de tamañbastante discreto, que nos presentó.


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– Para la última parte de lamaniobras, ahora que Liz se hasegurado del apoyo de Richard, aport

esto. Maddie, ¿crees que Mark sabrusar esta pequeña joya de la tecnología?

El tal Mark estaba roncando, con lmejilla aplastada en el reposabrazos desofá. Helen puso la cámara sobre lmesa en medio de las fotos de lo

principales protagonistas del casoAllisson, Natalia, y toda la familiGoodman: Jesse, el padre, Margaret, l

madre de Ethan, el medio hermano dSacha.

– ¿Mi Iphone no sería suficiente

preguntó mi tía, desenfundando e


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uguete que traía consigo todo el tiempo – Me temo que no –respondió Helen

Esta cámara es profesional, les servirá

ambos para hacer la cobertura, ademácuenta con una cámara muy precisamucho más precisa que nuestra

pequeñas aplicaciones portátiles. Con ezoom, que les permitirá grabar lo qunos interesa, sin ponerlos en unposición sospechosa.

Maddie asiente con la cabeza, yasiento, Mark ronca.

– ¿Cuándo empezamos a seguirle lpista? Le pregunté a Helen.

– Pensé que teníamos que dejarlo u

poco al azar, pero una buena ocasión s


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que se hacía tediosa. Yo esperabanoticias de David, quien no había dadseñales de vida desde su salida a Sa

Martín y Maddie se preparabpsicológicamente en su habitación dehotel, y pulía su papel de periodist

francesa especializada en artesEntonces no tenía la mente en paz: Mipensamientos se dirigían constantementhacia Sacha y gastaba una gran cantida

de energía para contener las lágrimasEstaba constantemente al borde dedesplome y sólo las perspectivas d

éxito de nuestro plan me ayudaban enerme en pie.

Sacha, ¿dónde estás? ¿Con quién

¿Quién se ocupa de ti?


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¿Quién besaba su frente, supárpados, sus labios? ¿Había acaso eun rincón de su trauma cerebral u

recuerdo de nosotros, de nuestromaravillosos momentos de amor, dnuestras risas y todo lo que habíamo

compartido? ¿Tal vez una mujer jovense caía de la bicicleta en sus sueños y nentendía el por qué? Se había olvidadde que era la forma en que no

conocimos en París, él me habíayudado a levantarme y así es comempezó todo.

Es difícil concentrarse con la cabezlena de tantas preguntas. Natalia pasab

de vez en cuando delante de la puert

abierta de mi oficina (no tenía ni idea d


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que yo estaba trabajando por sperdición...), siempre con su andaprofesional, y cada vez me lanzaba un

mirada que quería ser simpática, perera más bien la de un asesino, como sse preguntara qué hacía yo ahí todavía

se alegraba por adelantado de leventualidad por la que pasaba.

Mi celular sonó poco antes de la

18 horas, cuando estaba a punto de salide la oficina a reunirme con Maddipara ayudarla a prepararse y motivarla.

– David, al fin..., dije. Me empezaba preocupar.

– Liz, era por una buena causa, te l

aseguro. ¡He aquí que contamos con un


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prueba más! – ¿En serio? ¡Cuenta! Digo, al cerra

súbitamente la puerta de mi oficina.

– No sólo he encontrado a nuestrhombre, sino que grabé su confesión, ambién tengo la cantidad que recibió

el número de teléfono de la persona quordenó el sabotaje. – Déjame adivinar... ¿el de Allisson? – Demasiado fácil, pero un

evidencia en efecto. Allisson ha sido l«jefa» del mecánico por unos mesescuando Sacha compró la villa. ¿Y sabe

qué? Apenas tengo tiempo para tomar ucóctel ti-punch y abordar un aviónEstaré en Nueva York esta noche.

¡Allisson, pronto será


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desenmascarada!

Recogí mis cosas y rápidamente sal

de la oficina, asegurándome de no caesobre Natalia, por temor de que nsintiera el viento soplar al ver msemblante de regocijo.

Me encontré con Maddie y Mark esu hotel, los dos vestidos con traje

clásicos y un tanto extravagantes, justo suficiente para ser identificados coma periodista y el fotógrafo por los quban a hacerse pasar sin levanta

sospechas. Mi tía estaba emocionadcomo un chiquillo, e igualmente animadpor la misma determinación que todo

sentíamos: Descubrir a los culpable


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por el bien del amor.

Los miré subir a un taxi y alejarse

con el corazón encogido, con los dedocruzados para que su misión tuvieréxito y nos consiguiera la pruebdefinitiva de Allisson, la prometiddeal, retozando con Ethan, el medi

hermano de su futuro esposo, como lnoche que les sorprendí en el Waldorf.

Volví al apartamento de David aesperar. Giró la llave de la puertalrededor de las 23 horas, mientras yerminaba de comerme las uñas de la

manos y me daban ganas de hacer lmismo con las de mis dedos de los pies

por la ansiedad. Estábamos escuchand


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as confesiones del mecánico en spequeña grabadora de voz cuando entercomunicador sonó incesantemente.

David corrió hacia entercomunicador y apenas presionó e

botón de comunicación, cuando se oygritar a Maddie:

– ¡Maldita sea, abre rápido, est

mujer es un monstruo!


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2. ¡Todas las cartas yun comodín!

Sin aliento, Maddie irrumpió en eapartamento de David. Su enamoraddel momento, a pesar de ser mucho má

oven, parecía tener problemas parcontinuar. Él me lanzó una miradperdida.

– ¡Esa mujer es un monstruo! ¡Umonstruo! Despotricaba mi tía quieanzó, con un gesto de enojo, su bolso e

el sofá, antes de dejarse caer en él.


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Veía bien en su rostro que estabaensa, alterada, pero David, Mark y y

éramos como tres bobos delante de ella

esperando el resultado de la tormentaDavid lanzó una mirada inquisitiva Mark, quien a su vez levantó el pulga

en señal de misión cumplida. Suspircon alivio.

– No sé cómo me pude reprimir de.

Maddie tartamudeó, aún molesta. Nopero es cierto, esta chica tiene fuego eas piernas, ¡como si tuviera necesida

de todos!Mark se rio a mis espaldas y m

volví.


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– La famosa Allisson me abordódurante el evento, pensé que tu tía larrancaría los ojos de las órbitas, m

susurra Mark al oído… – ¿Y por eso te pones así?, l

pregunté a mi tía Dios mío, por la causa

endrías al menos que sacrificar a tnovio... – Hey, ¿puedo decir algo?, objetó

Mark, divertido.

Maddie negó con la cabeza y se senten el sofá.

– No, querida Liz, tengo experienciaa sabes, dijo. No es una joven bie

vestida la que me hará sentir miedo

Estoy realmente irritada por e


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comportamiento de esta mujer – y señala cámara que aún sostenía Mark – e

comportamiento que ahora podemo

denunciar con las pruebas que lapoyan.

David tomó el aparato para extraer larjeta de memoria, la cual, de inmediatcomenzó a leer en su ordenador portátiMientras él preparaba nuestra sesión ta

especial de visualización de lafechorías de la horrible Allisson, msenté en el sofá junto a mi tía.

– Maddie, sea lo que sea quaprendamos al mirar lo que filmaronantes quiero agradecerte por todo lo qu

haces por mí, le dije, profundament


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conmovida.

Cómo hacía bien sentirse rodeada

acompañada cuando a quien uno amabestaba lejos.

Sacha, mi amor, espero que tambiénhaya para ti alguien que te cuide.

Maddie tomó mis manos entre la

suyas. – Liz, querida, haría cualquier cos

por ti, me asegura. Pero sobre todo t

voy a ayudar a rescatar al hombre quamas y que, estoy segura, te ama – compodría ser de otra manera – de lagarras de esa mujer horrible.


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Secuencia 2: Panorama de lonvitados y los lienzos, tumulto d

discusiones, el objetivo se fija en un

mujer rubia vestida con traje sastre dfalda ajustada color antracita y ampliescote sobre una blusa vaporosa un tant

ransparente.Allisson siempre en la cima de l

seducción decididamente. La inminent

boda la embellecía.

La guarra de Allisson, sí, la salud dSacha no parecía estropearte lavelada...

– Empieza a ponerse interesante

partir de ahí, comentó Maddie.


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La mujer discutía con variapersonas, el objetivo hizo zoom sobrella cuando un hombre alto, de pel

rizado, se le acercó.

¡Ethan! ¡Qué sorpresa! Difícil de ve

a uno sin el otro últimamente.Sin molestarse, la mano de Ethan, qu

descansaba en la parte baja de l

espalda de Allisson, se deslizóostensiblemente hacia sus nalgas en ugesto de propiedad.

Vamos, no se molestan en ocultaampoco.

La cámara les siguió algunos minuto


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durante los cuales tuvimos acceso algunos gestos de intimidad quconfirmaron lo que ya sabíamos, per

nada realmente que nos permitieracusar a estos dos de que tuvierarelaciones.

– Tuvimos que tomar riesgos, explicMark. Rápidamente nos dimos cuenta dque no íbamos a ir a ningún lado s

seguíamos filmándoles desde lejos.

Secuencia 3: Plano en movimiento, lpareja Allisson – Ethan estaba mácerca (o más bien eran Maddie y Markque habían tenido que acercarsedespués, de manera muy astuta, e

objetivo filmó a la altura de la gent


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Mark debía llevar entonces la cámaren el hombro), pero los doprotagonistas identificados era

reconocibles. Pasamos a la bandsonora.

«Ethan: En vez de hacer un rollo de tcita de esta noche, Allisson¿encontramos un rincón tranquilo parhacer algo más interesante?

Allisson (risa discreta) Sólo piensaen eso, Ethan...

Ethan: No te hagas la mosca muertaque no eres así. ¿Te recuerdo las ganaque te dieron en el Waldorf? Si no

hubiera accedido, me habrías violado.


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Allisson: Tengo necesidades, no tequejas, lo disfrutas, ¿no?

Ethan: Eso es seguro, lo disfrutmucho más que tu futuro esposo...

Allisson: (risitas) Pobre Sacha, nestoy segura de que recuerde cómhacerlo... »

¡Perra!Tuve ganas de que se detuviera ahí. A

uzgar por David que apretó los puños

riunfante, lo que habíamos visto y oídparecía suficiente para pillar a la infieAllisson.


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apertura. Pero creo que la chica estdemasiado preocupada con suravesuras y tan segura de sí mism

como para desconfiar.

Siguiendo la secuencia en la barraAllisson se acerca al bar, donde uhombre la estaba esperando. Despaldas al inicio, se vuelve paracercarse a la joven.

¡Mierda, el padrastro de SachaDespués de todo, tal vez era sólo uncita para discutir la ceremonia de boda.

Pero, por supuesto, como si el señoGoodman tuviera la clase como par

asumir la corresponsabilidad.


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Cuando la mano de Goodman padrreclamó pertenencia sobre la mano qupertenecía a su hijo unos minutos antes

se inclinó hacia Allisson para besarla dleno en los labios, me qued

boquiabierta y me volví a David con u

aire de estupefacción. Parecisorprendido.

– ¿Y qué, Liz? ¿No estabas al tanto

Dice David. Todo el mundo lo está, sinembargo. Por mi parte, yo sólo pensabque esta historia había terminado. E

precisamente debido a que Sachsorprendió a estos dos en plena acciónque rompió el compromiso con Allisson

Mierda, ¿y nadie me dijo? ¡Y esto


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dos monstruos ni siquiera lo ocultan!

Yo estaba sin palabras.

– Bueno, hay todavía algunos minutode imágenes, dijo Maddie. Los vemoacariciarse discretamente y subir a unhabitación. Ella sale del hotel una hora media más tarde, un tanto desaliñada con las mejillas ruborizadas. ¡Toda una

atleta, nuestra Allisson!

¡Sí y toda una puta sorprendida enlena fechoría!

***

Quedaba por encontrar una manera d


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enviar toda nuestra evidencia a Sachpara abrirle los ojos y me volqué eello, para tratar de recordarle lo qu

habíamos vivido. Pero David tenírazón, no había que dejar que misentimientos fueran evidentes. Y no iba

a ser fácil, porque al día siguientcuando llegué a la oficina, oí la voz dehombre que amaba.

¿Alucino o qué?

Helen corrió hacia mí cuando me vicaminar delante de su oficina.

– Liz, Liz, Sacha está aquí, msusurró.


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Yo permanecía atónita. Mi corazónempezó a latir salvajemente, mis piernase doblaron, me temblaban las manos.

Sacha estaba allí... pero hacíaapenas una semana que...

Y de repente, apareció a espaldas dHelen lentamente, con algunoexpedientes bajo el brazo, apoyado e

un bastón.

– Helen, me quedo con estos doexpedientes, si no te importa sacar una

copias para mi...

Su mirada se detuvo en mí y qued

congelada ahí mismo. Había un vacío ta


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en sus ojos, tal desorden, inclinó erostro con curiosidad. Parecía no sabecómo comportarse.

– Yo... uh... Perdone, ¿usted es…?Me preguntó, avergonzado.

Oh, Sacha, ¡Dios mío, no somodesconocidos! Cómo te hago entendeque nuestros cuerpos se conocen, qu

hemos compartido tanta intimidad...

Como yo no me movía siquiera y eraún menos capaz de responder, Hele

ntervino:

– Se trata de Elizabeth Lanvin, SrGoodman, nuestra nueva colaborador


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uteábamos y usted me llamaba SachaBueno, continuemos así, y recuperaré lmemoria.

¡Maldita sea, vaya que es difícil narrojarme en sus brazos!

Contenía un gran sollozo que ahogabmi garganta.

– Sí, por supuesto, y usted me llamLiz, alcanzo a balbucear, con la miradfija en la suya.

– Entonces está bien, Liz, respondi

con una dulce voz.

Me percaté de una leve sonrisa dHelen. Inspiré profundamente.


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Mantén la calma, Liz.

– Muy bien, Sacha, murmuré.

Al dejar a Sacha y Helen, me fui encerrar en la oficina, las mejillaencendidas como después de uflechazo. Era como si viviéramonuestro encuentro una segunda vez. Nhabía qué dejarse llevar, nada estab

ganado. Sacha era un hombre de honorestaba comprometido con Allisson y éno era del tipo que retozara a la esperdel matrimonio. Pero él se turbóImposible negarlo!

Empecé a ir a trabajar, volví a lee

algunos expedientes en los que m


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pidieron proponer estrategias. Teníproblemas para concentrarme y tantaganas de correr a la oficina de Sach

para decirle todo.

Durante el almuerzo, David fue muclaro:

– Liz, este no es el momento de hacealgo estúpido cuando tenemos todas la

cartas en la mano. Todo depende ahoradel momento y la manera de derribarlas eso no debe ser bajo la influencia da emoción. Requiere que todas la

condiciones sean óptimas. – Lo sé, David, pero no es fáci

encontrarse de frente con el hombre qu

amo, jugando el juego de la cas


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desconocida. No es como si pudierolvidar todo lo que pasó.

– Entiendo, Liz, dijo, poniendo s

mano sobre la mía. Sólo quiero quodas las posibilidades estén de su lado

de Sacha y tuyo.

Al regresar a la oficina, fudirectamente a la sala de recreo preparar café. Pero alguien ya estab

allí.

Sacha...

– Oh, Liz, ¿de regreso del almuerzo¿Te hago un café? me preguntó.

– Sí, gracias –le dije mientras m

acercaba sin saber dónde quedarme.


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Me entregó mi taza y se apoyó en earmario de la cocina.

– Disculpa que sea franco, Liz, perme veo obligado a avanzar a tientadesde mi accidente y cuando sient

algunas cosas, necesito saber si lo qusiento es correcto o incorrecto. ¿Puedhacerte una pregunta?

Mi corazón dejó de latir y casi se mcae la taza.

– Sí, por supuesto, Sacha.

– ¿Éramos cercanos? ¿Hasta qupunto? No me acuerdo de nada, persiento que te conozco.


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no haberse equivocado acerca de mPero este momento privado funterrumpido por la voz áspera d

atalia a mis espaldas.

– Ah, Sacha, estás allí, dijo ella. Teestaba buscando.

Luego, volviéndose hacia mí:

– Liz, tu móvil no para de sonar en toficina. Ya sea que canceles o querespondas, pero es una verdadercacofonía desde hace diez minutos.

En vista de su tono, más valía ncontestarle y regresé a mi oficindespués de echar un último vistazo


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Sacha y respondí a su sonrisa con unsonrisa aún más brillante.

Sí, de hecho, el portátil no habídejado de sonar. ¡Un númerodesconocido y ningún mensaje, sino unlamada a cada minuto! Marqué e

número en cuestión. Inmediatamenthubo respuesta.

– Liz, le agradezco que me llame dvuelta. – ¿Margaret? – Le ruego me disculpe, Liz, he usad

mis conexiones para obtener su númerpersonal, pero era absolutamentnecesario que yo hable.


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Su voz temblaba, lo que la hacíparecer mayor. Ella se aferraba eciertas sílabas, como si ella no estuvier

en su estado normal.

– Margaret, ¿está usted bien?

pregunté. – Tuve que darme valor, Liz, peroaquí estamos. ¿Puede reunirse conmigdespués del trabajo en mi hotel?

Como no respondí, aturdida aldita sea, ¿qué me esperaba aún? –

agregó:

– Liz, por favor...

Sin decir nada a David ni a Helen,


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después de una tarde en la que no teníque observar las idas y venidas dSacha ya que él se había ido, fu

directamente al hotel donde Margareenía una suite. Llamé a la puerta y a l

respuesta de Margaret, entré en l

habitación.Ella me esperaba, sentada con l

espalda derecha en un sillón. A su lado

un vaso lleno de un líquido transparente

¿También alimentada por el vodka?

– Es agua, Liz, no se preocupe, dijcuando se dio cuenta de mi mirada en svaso. Quiero estar sobria para est

entrevista, es hora de que me enfrente


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as cosas sin disimular. Siéntese, pofavor.

Me senté en un sillón frente al suyoa habitación estaba iluminad

sutilmente y Margaret sentada delante da ventana, su silueta pasaba por un

misteriosa sombra chinesca dotada dhabla. No me atreví a emitir un sonidoMe temía lo peor.

– Le voy a decir algo, Liz, algo qununca he contado a nadie y quiero quguarde el secreto también.

Asentí con la cabeza.

– Quiero contarle la historia de un


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oven mujer exuberante, pero triste, quenía muchos encantos y mucho éxito coos hombres. Esta joven provenía de un

familia modesta y siendo testaruda, edinero le atraía más que nada. Estabfascinada por el prestigio, el poder, l

opulencia. Esta joven se encontró con ehombre al que no debía tener.

Hasta el momento, esto empataba co

a idea que yo tenía del encuentro entrMargaret y el Sr. Goodman.

– Un hombre que abusaba de spoder, el cual giraba en las altas esferade la política, que siempre quería másY este hombre se enamoró de esta joven

Vivieron un vínculo prolongado, pero


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este no era el único que el hombrmantenía. Tenía, además de su esposavarias amantes, y tuvo que ser mu

cuidadoso y discreto, ya que no debíponer en peligro sus aspiracionepolíticas.

Bueno, aquí, ya no le seguía, no sabíque el Sr. Goodman había estado en lpolítica.

Estaba a punto de intervenir cuandMargaret me invitó a callar con upequeño gesto con la mano.

– Va a hacer sus preguntas más tardeLiz. Déjeme continuar. Este hombr

vivía este romance secreto con est


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mujer, y por desgracia, quedóembarazada. Ella se asustó. Porque ellsabía que el hombre haría cualquie

cosa para evitar el escándaloncluyendo que los eliminaran, a ella

al niño. Entonces desapareció, tuv

éxito en escapar de él durante todo eembarazo y, al nacimiento de su hijopara evitarle cualquier desgracia futuraesta joven mujer le confió el bebé a s

hermana.

Lo peor que temía es quizás nada ecomparación con lo que me amenaza ainal de esta historia...

– Pero su hermana no era mucho má

nteligente que ella. No era mu


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perspicaz acerca de sus relaciones coos hombres. Y ella quería a toda cost

poner al abrigo de la necesidad est

niño que ahora tenía a su cargo y quconsideraba su hijo y que ama más que nada.

Margaret se detuvo, visiblementabrumada por la emoción.

– Pero estaba equivocada, Liz, ellescogió al hombre equivocado. Rico poderoso, sin duda, pero incapaz dexpresar amor, a ella o a su hijoEspecialmente capaz de lo peor.

Eso, sospechaba, tenía una idea de l

que era capaz en cuestiones d


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perversión...

Margaret, que hasta ahora parecí

hablar en el vacío, se volvidirectamente hacia mí.

– No he sabido proteger a Sacha, nhe sabido proteger a mi hijo de spadrastro. Ha sido una luchdevastadora, Liz, y yo no tengo la fuerz

ni los recursos para escapar. De algunmanera, he sido mucho más floja que mhermana.

Estaba hundida en mi lugar, lobrazos se me caían, realmente, ¡qufamilia de locos! Cómo podía ser Sach

este hombre amoroso y atento despué


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de haber vivido una historia así.

– Margaret, ¿me está diciendo qu

Sacha no es su hijo? Pero él me contuna historia completamente diferente, ea cual su padre había partido con s

hermana únicamente. – Liz, yo quería proteger a Sacha

Quería que tuviera confianza en mí. ¿Dqué serviría que le contara la verdad

Este es mi hijo, siempre lo hconsiderado como tal, yo no quería qubuscara a un padre que habría intentadeliminarlo o una madre que estcompletamente loca.

– ¿Por qué dice eso de su hermanaMargaret? ¿Ya no tiene usted contacto

con ella?


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– Ella vino a mí con el bebé en subrazos. No hago más que repetir esthistoria, que ella me contó. Nunca quis

saber, ni verificar si sus palabras eraciertas. Pero ella era tan incoherente eaquel entonces que yo procuraba n

creer que todo salió bien y ya. Es mejono indagar en el pasado a veces.

– No recordar más que cosas bellas

¿cierto?, dije con ironía, repitiendo lapalabras de Margaret cuando ella mconfió que Sacha había recordado

Allisson al despertar.Margaret sacudió la cabeza.

No es fácil vivir con mentiras todo


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os días. Entiendo que a veces toma uncopa también.

– Margaret, ¿le revelará algún día lverdad a Sacha?

– No, todavía no, no ahora que hperdido la mayor parte de sus recuerdosAhora tiene la oportunidad de empezauna nueva vida sin tener que sobrecargael pasado...

– ¿Entonces por qué me ha confiadodo esto?

– Porque casi fracaso en protegerloLo puse en manos de un padrastr

violento, un medio hermano celoso y unnovia que se acuesta con todos lohombres, incluyendo a su futuro suegro!


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Ella casi gritó estas últimas palabras

Bueno, sí, allí todo el mundo está a

anto, sin duda.

– Liz, eres la promesa de una vidfeliz para Sacha. Lo siento en mcorazón de madre. Y, finalmente, quieroproteger a mi hijo, arrancarlo de esthorda de salvajes que es la famili

Goodman.

Agité las manos, indefensa. Mcabeza estaba toda embrollada, tod

oscilaba. Margaret se inclinó hacia mí omó mis manos entre las suyas.

– Liz, dijo con una voz tranquila


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resuelta, Sacha no se casará coAllisson, me niego. Y yo voy a ayudarlea evitar que esto suceda.


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¡Maldita sea, David es mi mejoamigo, y no le puedo decir nada!

Bajé la mirada para evitar sedescifrable en mi mentira, que no ersino la mitad de una.

– Ella dice que, con su amnesiaSacha tiene oportunidad de empezar unnueva vida, la cual no estaría llena d

malos recuerdos, y quiere evitar quregrese con Allisson por una buenrazón, al parecer, debido a su relaciócon su marido. ¡Por si eso no fuersuficiente!

– De acuerdo, consintió David. ¿Cuáes su perspectiva de las cosas? ¿Lo ha

comentado?


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encuentro, en cuanto me estacioné en lentrada.

– Es una casa hermosa, Margaret. – Es mi refugio, Liz. Mi marido me l

dio al principio de nuestro matrimonioÉl no quería ser molestado por Sachquien todavía era bebé en esa épocaUna forma de deshacerse de lo que lmolestaba desde entonces. Pero he aqu

que Sacha y yo compartimos lomomentos más bellos y esta casa enuestra, por eso decidí que era mejopara él que se quedara aquí en estetapa. Es un lugar propicio para lobuenos recuerdos.

Y yo llegué como un pelo en la sop


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para refrescar su memoria con malanoticias...

Pero no, también estoy aquí pararecordarle cosas bellas... ¡Nuestroamor!

– Los voy a dejar a solas, Liz. Le dija Sacha que alguien vendría a verloVoy a visitar a un vecino y me quedaré

ahí un par de horas.

Me tomó por los hombros y mestrujó contra ella. Al principio estab

sorprendida por su abrazo, luego msolté también. Después de todo, yestaba tensa, también necesitaba alivio.


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– Confío en usted, Liz. Sálvalosálvanos de esta mascarada...

Entonces ella me dijo dónde estabSacha y cómo hallarlo ahí, y la vdesaparecer con paso cauteloso detrá

de la entrada. No estaba particularmente preparad

para encontrarme con Sacha. Quería qu

él recordara a la Liz al natural de quiese había enamorado en París. Jeansblusa con un delicado estampado dflores y zapatillas de cuero tan bonitacomo las de ballet. Cabello suelto ninguna necesidad de maquillaje, lonervios inflamaban mis mejillas

Margaret me dijo que él estaba en l


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playa. Desde la terraza, me apropié depuente de madera para pasar las dunasAl final, sobre una especie de pontón

me detuve.

Sacha estaba a cincuenta metros dahí, en la playa, caminandranquilamente apoyado en su bastón.

Sacha, nadie más que tú y yo...

Y como si hubiera escuchado mlamado silencioso, se detuvo y s

volvió hacia mí. Y sonrió. Luego

evantó la mano en un gesto inciertocasi sin control.

Con el corazón a punto de salir de m


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pecho, las piernas como malvaviscobajé la escalera hasta la arena y mcontuve de correr como una dement

hacia el hombre que amaba. Y que meesperaba, siempre sonriente y con lmirada dulce. A pocos metros de él, me

dio la mano y yo la estreché con fuerzentre las mías, presa inmediatamente demblores cercanos a la convulsión.

Y él estalló en risas.

– Creo que me provocas el mismefecto que yo parezco tener en ti, Lizdijo sonriendo. Y yo no sé por qué, perocreo que me hace sentir bien.

Y para mí, Sacha, si supieras cuánt


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ese simple contacto me hace sentibien...

– Sacha, ¿cómo estás?, pregunté covoz afectuosa sin soltarlo.

No parecía sorprendido de vermesino feliz.

– Bueno, estoy bien. El bastón e

para la comodidad, ya sabes. No tengdolor, es más bien para afianzarme, lamnesia me da la impresión de tener uvértigo constante.

Quería tomar su rostro entre mimanos tiernamente y besarlo... una y otrvez.


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– Quizá te parezca extraño, Liz, percuando mi madre me dijo que alguieba a visitarme, esperaba que fueras tú

o sé por qué, quería que vinieras verme.

Le apreté la mano con más fuerza y ldirigí una sonrisa que quería que fuero más elocuente posible.

Mírame, te amo, Sacha...

Levantó la mano hacia mi rostro parempujar un mechón de pelo detrás de l

oreja y yo cerré los ojos, contuve lrespiración. Al observar mi reaccióSacha detuvo su mano, inclinó el rostro.


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– Liz, desde el otro día en la oficinaescucho tu voz en mi cabeza de formcontinua, te lo aseguro, no es la únic

que tengo en la cabeza, pero es la mádulce, en todo caso.

¡Dios, y pensar que yo debía rompeeste momento idílico con todos esohorrores!

– Sacha, yo... – No, espera Liz, no quiero qumalinterpretes, siento que puedo sehonesto contigo, decírtelo todo. Msiento seguro para dejar resurgiemociones que me traen recuerdos. Tsabes, por ejemplo, me parece que aqu

mi madre está bien y es otra voz suya l


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que escucho a veces, otra voz que masusta, ella llora, grita. En cuanto a ti, ecomo si tú me susurraras dulcemente a

oído desde el otro día.

Levanté hacia él mis ojos llenos dágrimas, tenía siempre su mano en l

mía.

– ¡Dios mío, Liz!, ¿qué está pasando?

Y de pronto ya no sabía qué hacersentí su impulso hacia mí, las ganas domarme entre sus brazos, y luego s

confusión por este impulso, la violencique contenía, entonces, sin resistirlmás, me atrajo contra él, abrazándom

con fuerza, como si quisiera fundir m


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cuerpo en el suyo.

– Pero, ¿qué he hecho, Liz?, ¿te h

hecho algo? ¿Qué tipo de hombre soentonces? No lo sé. No me sientculpable por sentirme atraído por ti, poquerer tenerte estrechada contra mí, pesar de que me voy a casar con unmujer que amo.

Lo rechacé, no de golpe, pero lsuficiente como para levantar la miradhacia él y hundirme en sus ojos.

– Sacha, ¿realmente amas a Allissone pregunté.

Parecía pensar antes de responder


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Sus ojos huían de los míos. Entonces sanzó de golpe.

– No lo sé, Liz, mierda, no lo sé. ¡Mpareció que este matrimonio era unobviedad cuando desperté y todo emundo parecía tan feliz por estcircunstancia! Cuando estoy coAllisson ella es atenta y afectuosa, persólo escucho gritos en mi cabeza... y n

he deseado estrecharla contra mí comme pasa contigo, añadió antes dabrazarme de nuevo.

Era el momento, tenía que lanzarme

Me desprendí suavemente y puse mi

manos sobre el pecho de Sacha.


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– Hay una explicación para elloSacha.

Parecía disfrutar el toque de mimanos en su pecho.

¡Vamos, Liz!

Pero no tuve tiempo de decir unpalabra, cuando ya me besab

apasionadamente, con sus dedos en mcabello; luego se apartó de repente, somó la cabeza con las dos manos y s

dejó caer en la arena, abatido.

– Pero, ¿qué clase de hombre soy ypara hacer una cosa así, Liz? Dime, qu

hombre soy, si es que lo sabes, ¡te lo


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suplico!

Verlo sufrir así, era insoportable, m

puse en cuclillas a su lado y macurruqué sobre su cuerpo parprotegerlo.

– Sacha, te diré quién eres, te lo juronunca te voy a mentir, pero tienes quasegurarme primero que confías en m

dímelo y te diré todo eso que te hacmal, pero que te hará bien también, odo será verdad, lo juro.

Con la cabeza todavía gacha, sus domanos me atraparon para abrazarme aúmás fuerte contra él.


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– Confío en ti, Liz, dímelo todo, lnecesito, estoy completamente perdido.

– Llévame a un lugar donde te sienta

seguro, donde sientas que no le temes nada, le susurré. Es el momento de lverdad.

Salimos de la playa de la manosuavemente, no había que romper esvínculo tan precioso que acababa d

renovarse. En un momento dado, mentró el pánico ante la idea de la pruebdecisiva que nos esperaba, y se me hiz

un nudo en la garganta. Se detuvo parsusurrarme.

– Yo también tengo miedo, Liz, pero

somos dos. No tememos nada el uno de


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otro, ¿no es así?

Negué con la cabeza.

Sacha me llevó a la planta alta de lcasa. Delante de una puerta, hizo unpausa.

– No estás bromeando, ¿eh?, me dijcon una pequeña sonrisa, sólo par

aligerar el ambiente. Este es mi cuartde adolescente.

Nada muy rebelde en esta sala qu

hubiera salido de sus carteles dadolescente. Quedaban algunas fotocolgadas, trofeos de varios deportes, umobiliario un poco más moderno que e


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resto de la casa.

Se sentó en la cama, me invitó

nstalarme a su lado y tomó mi mano dnuevo.

– Te escucho, Liz, cuéntame todoTodo.

Y yo le dije todo. Desde el principio

uestro encuentro en París, la formautoritaria que tuvo para entrar en mvida, toda la dicha y la felicidad que mhabía traído, y que juntos compartimos

mi llegada a Nueva York, nuestro viajea Japón. Él escuchó sin interrumpirmeriendo al mismo tiempo que yo

sonriendo ante mi faz soñadora


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frunciendo el ceño al conocer qué mañauvo siempre para evitar el compromiso

Éramos como dos adolescente

aprendiendo a conocernos.

– Sacha es una hermosa historia lnuestra, pero lo demás que he venido hablar hoy contigo no tiene nada dagradable. Debes saber que tu madre mha ayudado para tener este encuentro

porque quería que supieras la verdasobre el accidente y lo que te espera eos días por venir.

Saqué la tableta de mi bolso, la pusen mi regazo y la encendí. Por el rostrde Sacha, sabía que se preparaba par

o peor.


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el supuesto accidente de motor fuera dborda.

Cuando terminé la exposición de lapruebas, entre sollozos, pero sin miranunca a otro lado, Sacha se coginuevamente la cabeza entre las manos pensé que la había perdido pocompleto. Las lágrimas fluían con máfuerza.

Sacha se enderezó.

– Liz, no llores, te lo ruego.

– Me enfada realmente hacerte pasapor esta pena. Sin embargo, no tuve otropción.

– Lo sé, y te creo. Ni por un segund


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dudo de lo que acabas de decirme. Aso percibo.

Me tomó la mano y la puso sobre scorazón. Su deseo de besarme era caspalpable.

Me quedé congelada en el lugar, loatidos de su corazón parecían resona

en

mis dedos, mi palma, y luego volvea bajar a lo largo de mis brazos, y mcorazón se acompasó con el suyo

uestros ojos se fijaron en una miradmutua y luego nada, en un segundo, nadparecía más importante que la unió

entre nosotros.


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– Liz, mi cuerpo me dice que lo qunos une es obvio. Y los recuerdos quizáno están ahí, pero vives en mí. Todo m

cuerpo reacciona a tu presencia.

Oh, Sacha... qué bueno es oírte deci

eso. ¡Por fin te hallé!Me detenía gradualmente, m

respiración se calmaba y las lágrimas s

secaban. Me atreví a sonreír.

– Eres tan hermosa, Liz. Al decírtelosiento que escucho mi voz retumba

como si te lo hubiera dicho ya muchaveces.

La mano que no sostenía la mí


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contra su corazón, acarició mi mejilla cerré los ojos de placer. Me entregupor completo a su descubrimiento. S

pulgar rozó mis labios ligeramente siguió su contorno, presionandsuavemente contra ellos. Y yo también

finalmente me atreví a hacer lo que mmoría de ganas de hacer hace tiempopuse también una mano en su rostrosobre sus párpados cerrados. M

acerqué un poco a él y me incliné hacisu cara. Sentí su aliento y su oloescapando del cuello de su camisa

Luego lo besé en el cuello, besofurtivos depositados aquí y allá, compara saborearlo y reencontrarme con sesencia.


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– Liz, Liz, Liz, lo sé y estoy seguro dque eres tú.

– Sí, Sacha, estoy aquí, soy yo, no t

haré ningún daño, sólo quiero amarte.

Y como si la palabra fuera un

especie de fórmula mágica que liberase de golpe, tomó mi rostro entrsus manos y me besó decididamente, a lbúsqueda, sin duda, de aquel amor qu

e habría hecho falta como el oxígenras su accidente.

Adéntrese en la narración de esteabrazo en Como la primera vez

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En la biblioteca:

Como la primera vez

«Es como la primera vez», susurraSacha. Cuando los recuerdos han

desaparecido, queda la memoria delcuerpo. Acariciar la piel de Liz,recorrer sus curvas, conducirla alplacer, escucharla gemir y al mismo

iempo entregarse a la fiebre de suamante... Sacha y Liz no se han olvidadode los impulsos de la pasión.


http://itunes.apple.com/es/book/isbn9791025704738http://itunes.apple.com/es/book/isbn9791025704738


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4. Que hable ahora ocalle para siempre

Abrí los ojos al sonido de la músicclásica que venía de la planta bajacomo la banda sonora de un sueño.

Podría ser, pero no es un...

Debido a que Sacha estab

completamente extendido a mi lado, coel rostro relajado y lo primero que habíhecho después de abrir los ojos fusonreírme.


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odos los poros de mi piel!

– Te acordarás Sacha, estoy segura, y

has guardado lo mejor, si no son lamágenes, todavía quedan las emocione los sentimientos. Jamás nos habríamo

reencontrado sin ellos.

Me atrajo hacia sí para abrazarmfuertemente y yo hundí mi rostro en s

cuello para aspirar su aroma.

Y ahora, ¿qué iba a suceder? ¿Quba a ser de nosotros? ¿Cómo hace

frente a la familia Goodman, Allisson atalia?

– Creo que deberíamos de ir


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ranquilizar a mi madre dice Sacha. Yomarnos un tiempo para discutir co

ella la forma de proceder para sacarm

de la trampa del matrimonio, agregóAsí como la actitud que vamos a adoptaos próximos días.

Asentí con la cabeza y me aferré a éde nuevo, como si fuera la última vez.

Pero a partir de ese día, todos lodías serían el último y cada vez quhiciéramos el amor, siempre la primervez…

El miedo de perderte de nuevoSacha, y la felicidad de estar contigo

odo ello transforma nuestra historia.


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Margaret nos estaba esperando en lsala de estar, sentada en el sofá, con lcara vuelta hacia el mar más allá de l

ventana. Sacha y yo bajamos laescaleras discretamente, como doadolescentes sorprendidos por lo

padres – que es un poco el casoinalmente... – luego nos reunimos coella, tomados de la mano.

Ella se volvió hacia nosotros y unsonrisa apacible se dibujó en sus labiosSacha se inclinó para darle un bes

afectuoso en la mejilla. – Gracias, mamá. Gracias po

permitirme recordar lo que e

mportante, dijo.


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Ella puso la mano sobre el brazo dSacha.

– Sacha, vales más que nada para mí

Luego, volviéndose hacia mí, mdijo:

– Entonces, ¿cuál es la siguientoperación?

Me encogí de hombros, había hechuna gran cantidad de esfuerzo mental de maquinaciones en estos días y tení

ganas de que alguien me relevase. Sachestaba de vuelta, ¿no? Su amnesia no lprivaba de su inteligencia, confiaba e

él como él confió en mí un par de hora


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antes.

– Se trata de mi vida, dice Sacha

Ahora que Liz me dio las pruebanecesarias para que tome una decisióndepende de mí elegir de qué manerquiero impedir este matrimonio.

¡Y desenmascarar a los culpablesSacha!

– Esto no va a suceder sin dañoscomentó Margaret. Vas a tener queseñalar con el dedo a algunas personas.

– Obviamente, mamá, es por eso qudebemos evitar que esas personasospechen cualquier cosa.


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¿Y si todo esto no hubiera ocurrido¿Y si el padrastro de Sacha, su mediohermano y Allisson encontraron un

manera de contrarrestar nuestrevidencia? ¿Y si el matrimonio slevara a cabo? ¿Y si Sacha estuvier

obligado a hacerlo por cualquier razón¿Si algo le pasara? ¿O a mí? ¿O a lodos? ¿Y si Margaret nos traicionara? ¿Ysi... y si... y si...?

Apreté las dos manos sobre evolante, tenía que controlarme y confia

en Sacha.¡Nos volvimos a ver, maldita sea! É

confía en mí, ¿por qué no pued

confiar en él?


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Porque no depende sólo de él, porquenía miedo de que esta historia se m

escapara una vez más... Sí, pero, ¿po

qué? ¿Por qué siempre este miedo dperderlo? Estaba justificado por loacontecimientos recientes, es cierto

pero no era únicamente eso. No creo eesta historia, ¡ese era el problema! ¿Ypor qué? Porque yo no podía creer quuviera la suerte de que un hombre com

Sacha, un hombre guapo, inteligente rico, que tenía todo a su favor, amara una chica como yo, ordinaria, de un

falsa apariencia refinada, incluso nmuy brillante... Bueno, tenía que dejade pensar así, tanto como salir decamino de inmediato...


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¡Sacha me ama! Su confianza es lrueba más hermosa y la forma en qu

me hizo el amor también. Así qu

calma, calma...

Y fue sólo el viaje de vuelta. Er

viernes por la noche, el fin de semanme parecía largo. Y nunca hubiesmaginado de qué manera.

– ¿Podemos tomar el desayunmientras debatimos sin que mires otrcosa que no sea tu móvil?, se quejDavid a la mañana siguiente en lcocina.

Había tenido problemas par

conciliar el sueño, oscilando entre e


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recuerdo dulce de aquel par de horaque pasé con Sacha y todas las preguntaerríficas que no podía evitar qu

resurgieran. ¡Así que tenía bolsas bajos ojos, la tez pálida, el cabello com

estropajo a causa de revolverme en l

cama y era incapaz de concentrarme eotra cosa más que mi teléfono y sausencia de mensajes o llamadas!

Mi tía y su novio llegaron por lmañana, ¡los dos primorosos, felices untos! Tuve una larga conversación co

Maddie el día anterior, a mi regreso dSouthampton y parecía tener bastantconfianza en mi futuro con Sacha. ¡Erpor lo menos una persona que no estab

estresada!


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– Fuimos a tomar el breakfast eTiffany’s, dijo alegremente.

– Súper Audrey Hepburn, ¿y cuál e

el programa del día?, le preguntératando de contagiarme de su alegría.

– ¡Shopping! Exclamó Maddie com

una chiquilla.Todos nos echamos a reír.

Así que el programa fue ir dcompras por la tarde, cena de mariscopor la noche, y luego un club de jazz. Mobligué a tomar un par de copas parncitarme a dormir, teniendo cuidado d

no caer en la embriaguez. Y esteeléfono que no sonaba...


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Sacha, ¿qué estás haciendo? ¿Coquién?

– Confía en él, Liz, me sosegó Daviel domingo por la mañana. Debe tomasus precauciones, es normal.

– Hmmm, me dije, conteniendo miágrimas de desesperación.

¿Y si lo ocurrido el viernes no querí

decir nada? ¿Si se trataba de un juego dsu parte? ¿Y si ya lo había olvidadoodo? ¿Y si hubiera empezado a dudar

Aquí, estaba otra vez...

En mi teléfono timbró un mensajentrante, mientras yo estaba en la ducha

Permanecí un momento com


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petrificada, luego reaccioné dentro de lcabina, como pedaleando, por salir lmás rápido posible, faltaba que m

rompiera la cabeza en el borde deavabo, sólo para leer este mensaje d

Margaret: [.Te echo mucho de menos

querida Liz]¿De Margaret?

Con la boca abierta por la sorpresano me movía, a continuación, un segundmensaje llegó después: [Soy SachaAcabo de usar el teléfono de mi madren su bolso como un rapaz :–) Telamaré más tarde, Liz. ‹ 3]

Sacha me envía un mensaje con u


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smiley... Digamos que su amnesia lo haestropeado un poco, pero qué lindo...

Maddie y Mark volvieron a aparecepor la tarde y nos ocupamos el resto dedía visitando los museos. Supuse que mía estaba tratando de cansarme

distraerme de mis pensamientos de todaas maneras posibles para evitar quuviera rencor. Y al final del día, tenía

que admitir que ella había ganado.

– Gracias, querida tía, le dijedándole un beso en la mejilla.

Mi teléfono sonó cuando ya estaba yen la cama, sujetando el aparato com

un muñeco de felpa y orand


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nteriormente porque Sacha me llamaraUna vez más el número de Margaret.

– Liz, soy yo, dijo inmediatamentSacha.

– Sacha, le susurré. Sacha, estopreocupada. ¿Cómo estás?

Él soltó una risita.

– Me siento como un espía en medide traidores, deberían otorgarme eOscar al mejor actor... pero es agotadorLiz, si supieras. Es la posibilidad d

volverte a ver lo que me hace seguirSiento no haberte dado noticias antespero Allisson revisa mi teléfono a mi

espaldas y fui acaparado completament


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por mi querida futura ex mujer para lopreparativos de la boda.

Mi corazón deja de latir.

– Puedo asegurarte que al ver Allisson regocijarse por todo esto, lceremonia, la recepción, la lista dnvitados y sobre todo su vestido; esto

encantado de socavar la fiesta.

– ¿Cuentas con ir a la ceremoniaSacha? – le pregunté, angustiada.

¿Y si olvidas decir «no» en e

momento adecuado?

– Liz, créeme, quiero que no hayduda alguna y que los culpables sea


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desenmascarados en público.

No podía hablar.

– Liz, te lo ruego, no tengas miedo, econtigo con quien quiero estar ydefinitivamente, no con una vividora cofuego en el trasero. Quiero salir de estfamilia de locos...

– Es divertido, de cualquier manera

porque Maddie se refiere a Allisson desa manera y eso es exactamente lo qupienso de tu familia, pero no de tmadre, por supuesto. ¿Cuándo novamos a ver, Sacha?, no pude dejar dpreguntarle.

– En la oficina, con seguridad e

martes.


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– En la oficina, ¿regresas ya arabajo? ¿Estás seguro de que no e

demasiado pronto? Y la oficina, tengo

que decirlo, no es realmente el lugar qumaginaba para volver a vernos.

– No regreso del todo, pero pasar

varias veces a la semana. Tengo que vea Helen y David para organizar lo quhe previsto.

– ¡Dime!

– Liz, déjame hacerlo, te lo ruegoconcéntrate en tu trabajo y en el hechde que nadie sospeche de nuestr

encuentro ni de la implicación de mmadre. Ya has hecho mucho, querida. – Está bien, pero es difícil, todaví

engo miedo de que algo te pase y t


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echo mucho de menos. – Ya sabes, Liz, podré habe

olvidado nuestro encuentro en París

pero siempre recordaré ese momentcuando me volví en la playa y te vi. Posiempre. Duerme, mi amor...

Y yo dormí bien.

La semana pasó en una especie d

etargo voluntario. Me obligué a nsentir

nada, obviamente para no dejar nad

a la vista. Sin embargo, tuve violentosobresaltos de lucidez. Sobre todo emartes por la mañana, cuando oí la vo

de Sacha en el pasillo. Levanté la vist


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de repente, angustiada como un pavo poa impresión de haber olvidado l

manera cómo debía comportarme. Su

pasos eran próximos, pero no estabsolo. Allisson le seguía como su sombr, cuando se detuvo frente a mi puert

abierta, ella me lanzó una mirada gélidsobre su espalda. Yo era una estatua desal, él vino hacia mí, tendiéndome lmano, con los ojos hundidos en lo

míos, iluminados por un fulgobenevolente que Allisson no es capaz dver.

– Hola, Liz, ¿cómo estás?, –dijoacariciando el interior de la mandiscretamente al saludarnos.


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Detrás de él, Allisson aun apuntabsus ojos asesinos en mí y, perdidaapenas logré formular una respuest

gualmente digna de una testaruda comdebía ser.

– Eh, bien, señor Good... eh, Sacha, usted, uh, no, tú, ¿cómo te va?

Estás hablando de una abogada d

alto nivel, de lo patética que era... escomplacería a Allisson, ¡y era genial!

No hizo más que pasar y volver

pasar muchas otras veces en la semananunca solo. Nos encontrábamos ecompañía de otros colaboradores y, e

varias ocasiones, tuve la impresión d


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que todos improvisábamos una pieza, únicamente Natalia y Allisson noconocían el guion. Estábamos atrapado

por el inminente matrimonio, con eemor de que nuestra averiguación y e

plan de Sacha se descubrieran antes d

iempo. Richard, David, Helen, Sacha o estábamos juntos en el mismo barco no había que moverlo demasiado.

Y David, que no estaba a menudoallí, simplemente se negó a revelarme lque sucedería.

Por poco me echo de cabeza en lsala de descanso, la noche antes de lboda. Cuando entré, Natalia, con un

aza en la mano, estaba de pie frente a


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ablón de anuncios, en el que sanunciaba el matrimonio de Allisson Sacha.

Hice como si no hubiera pasadnada, me serví un café y me disponía escabullirme con la cabeza gacha – ¡Danto caminar con la cabeza gachoda la semana, me dio tortícolis!

Cuando Natalia se burló:

– Ya ves que tenía razón, Liz. Noestabas hecha para él.

Luego se volvió hacia mí con unsonrisa victoriosa y perversa.

– No debe ser fácil para ti, eh


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aceptar que se case con otra...

¡Qué perra!

– Todos los de la oficina han sidonvitados, continuó. Será mejor que n

vayas. Sería demasiado duro para unpobre insignificante como tú...

Le di la espalda en silencio.

– De hecho, ¿sabías que soy la testigde Allisson?, le oí decir desde epasillo.

***

La tarde del fatídico día llegó. Estab

pálida por no haber dormido en toda l


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allí, obviamente sería demasiadsospechoso.

Llegué con David delante de lglesia de la Santísima Trinidad en e

Upper West Side, a pocos pasos deCentral Park. Frente al edificio, entrmedieval y exótico, me sentderrumbada.

David me tomó del brazo.

– Vamos, esta es la última línea, Lizdijo. Confía en él, él sabe lo que est

haciendo. – Hay muy poca gente, es raro, ¿no

Tan frívola como es Allisson, esperaba

ver a una multitud de personas.


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– Sacha ha negociado, cedió en todexcepto esto, me explicó David. Hpretextado su convalecencia, que querí

una ceremonia tranquila. Por supuestque va a ser tranquila...

En la iglesia exageradamentadornada con flores, me quedé atrás raté de identificar a unos y otros. Jess

Goodman, el padrastro de Sacha, dign

derecho como un pilar, sostenífirmemente a Margaret por el brazo y smostraba de un humor pésimo para ta

hermoso día. Ethan se disponía ubicarse cerca del altar y me crispé aadivinar que él debía ser el testigo dSacha.


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Qué hato de sinvergüenzas..realmente no tienen miedo a nada!

Supuse que algunas personacercanas a Goodman padrrepresentaban la familia inmediata. A

otro lado de la nave, esa debía ser lfamilia de Allison, tan poco numerosaLos dos clanes sumaban una escasreintena de personas. Estaban tambié

odos los empleados de Goodman &Brown. Helen, decente y muy eleganteno reflejaba ningún nerviosismo. Lo cua

no era el caso de Richard, quien parecílevar un traje que le provocarcomezón y no cesaba de retorcerse eodas direcciones.


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Natalia, con un vestido de perlas mumoderno, se unió a Ethan delante dealtar y el sacerdote que oficiaría l

ceremonia se colocó para dar lbienvenida a los futuros esposos.

De repente, Sacha, de frac y cuello dpajarita, emerge de una puerta lateral oma su lugar frente a una de las do

sillas doradas dispuestas delante de

altar. Su llegada fue furtiva, nadceremoniosa, como si acabara de ajustados o tres cosas que casi le hubiera

hecho olvidar su boda. Los dos testigontercambiaron divertidos una miradperversa a espaldas de Sacha cuando lnovia y su padre aparecieron en l

entrada de la iglesia al sonido de la


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primeras notas de la marcha nupcial.

Voy a desmayarme...

Allisson, portando un ajustadvestido blanco de tafetán bordado dperlas, muy bien peinada y maquilladadaba la impresión de deslizarse debrazo de su padre, a quien vi poprimera vez. Él era un hombre d

autoridad impresionante y frialdad como era Goodman. Eso debía ir con lriqueza y el estatus...

De pronto estaba cubierta de un sudofrío, aterrorizada por lo que se estabrepresentando ante mis ojos, a pesar d

que mi mente luchaba con valentía par


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ranquilizarme.

Todo esto es una farsa, todo esto es

una farsa...

Presa del pánico, busqué con lmirada a alguien que me reconfortaraDavid me custodiaba con la mirada frunció el ceño para que me calmaraAparte de él, nadie parecía habers

dado cuenta de mi presencia en la partde atrás de la iglesia, a la sombra de uncolumna.

Excepto tal vez a este hombre de airriste, vestido como para un funeral

que, como yo, se había refugiado al otr

ado de la nave en el fondo. Ciertament


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uno de esos tipos que asisten a todas laceremonias, tanto funerales como bodas juegan a ser gorrones para ocupar s

iempo. ¡No iba a ser decepcionado coel espectáculo de hoy de todos modos!

Sacha, vuelto hacia Allisson quien se acercó, parecía tranquilo, per

evidentemente no respiraba la felicidad

Necesito calmarme, todo va a estabien.

La celebración comenzó. Mi ment

estaba confundida, no escuchaba nadamis oídos estaban llenos de un rumonervioso y de los latidos amplificado

de mi corazón. El sacerdote habló, yo n


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para siempre.

Ninguna reacción aun por parte d

Sacha. Las lágrimas se asomaron a miojos. Dios mío, no era cierto, ¡yo era lvíctima de esta farsa! ¿Debo hablar guardar silencio?

Estaba paralizada, muda. Esacerdote continuó, dirigiéndose a lo

futuros esposos:

– Yo os reclamo a ambos, ya queendrán que dar respuesta en el terribl

día del juicio, cuando serán reveladoos secretos de todos los corazones, s

alguno de ustedes conoce algú

mpedimento para que puedan esta


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egítimamente casados, que lo declarahora.

– Declaro que este matrimonio n

puede ser celebrado, profirió Sacha couna gran voz.


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5. El hombre de lasombra

Creí que mi corazón dejaría de latirY esto es, sin duda lo que todo el mundoen la iglesia creía también. Allisson s

volvió bruscamente hacia Sacha y apretsu mano como garras alrededor debrazo de su hipotético futuro esposoHabía «Oh» y «Ah» sorprendidos

lenos de pánico o furia, en todos locasos, una bendita cacofonía que esacerdote trató de mitigar al hablar e

voz alta:


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nfiel incluso antes de que el matrimonise llevara a cabo y de que ha atentadcontra mi vida.

«Oh» y «Ah» reiterados en la iglesiadonde todas estas exclamacioneresonaban como un coro d

aterrorizados pasajeros en plennaufragio. – David, ¿puedes iniciar l

proyección, por favor?, dijo Sacha

dirigiéndose a su colega que parecisorprendido.

Oscar como Mejor Actor de Repartoavid, ¡bravo!

Es entonces cuando me di cuenta d

a pantalla que estaba instalada al lad


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del altar. No debió de intrigar a nadie da asamblea, era bastante común hoy e

día proyectar una película o imágene

contando la historia de amor de dopersonas dispuestas a unir sus vidasSeguramente era el pretexto que Sach

había fingido con Allisson, mientraenía otra idea en mente. Era como euna sala de audiencias, mientras que lfiscalía se disponía a presentar la

pruebas en contra. Todo el mundoesperó sin aliento.

Y en la pantalla, el cortometrajaficionado de Maddie y Mark comenzó mostrarse. Con sonido. A los primeroocamientos de Ethan sobre el trasero d

Allisson, algunos miembros de l


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familia Goodman cogieron sus maletasLa madre de Allisson se puso a llorarLos dos culpables se quedaron mirand

a pantalla con desconcierto. Natalimiró en todas direcciones como semiera ver la llegada de la policía

Pude respirar de nuevo. La películcontinuaba con sonido, era casi usacrilegio. Algunos invitados habíadesaparecido. Jesse Goodman dejó la

filas y caminó con furia hacia shijastro.

– Pedazo de...

Pero fue atajado por el sacerdotquien, aunque abrumado por lo

acontecimientos, luchaba para que l


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– ¿Qué hombre en su sano juiciomaría una mujer así como esposa

padre? exclamó Sacha.

Ethan había llegado a las manos cosu padre, Margaret lloraba, Allisson s

ahogaba en su vestido ajustado, apretabos puños y parecía estar al borde dgritar salvajemente. Sacha no se inmutóera el capitán estoico en la proa de u

barco a la deriva.

– ¡Y tengo también la prueba formade que pagó a un hombre para saboteael motor fuera de borda en la que caspierdo la vida!

La pantalla se puso en negro y la


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primeras palabras del mecánicresonaron en la iglesia: «Allisson Greeme ha llamado temprano por la mañan

me pidió que me las arregle parponer bastante aceite en el motor dbarco del Sr. Goodman.»

Los gritos se hicieroncomprensibles. El padre de Allisso

se precipitó hacia su hija y le dio un

bofetada, el sacerdote cayó de rodillacon las manos juntas, Allisson luchabpara lanzarse a la garganta de SachaEthan estaba en el suelo, Natalia mirabaun a derecha e izquierda, a punto descapar a toda prisa. Por último, epadre de Allisson arrastró a su hija po

el brazo lejos del altar y comenzó


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ascender la alfombra que acababa dcaminar al sonido de una marchnupcial.

Detrás de él, los invitadocomenzaron a huir al trote, al no podecorrer a toda velocidad. Vi a Sachenviar un guiño a David y éste últimcorrió entonces hacia mí.

– No hace falta que te vean, dijoomándome del brazo.

David me hizo salir de la iglesia

oda velocidad, bajar las escaleras subir a la limusina blanca con vidriopolarizados que estaba estacionad

delante del atrio. Luego se paró frente


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Margaret con la otra mano, mientras quJesse Goodman sujetaba también a sesposa. Parecía que iban a partirla po

a mitad, si cada uno tiraba por su ladoPor último, Sacha pareció tener lúltima palabra y se enfiló hacia l

imusina con su madre. David abrió lpuerta y entró tras ello. El conductorobviamente consciente de toda loperación, arrancó inmediatamente.

Nadie, excepto yo, se dio cuenta dehombre siniestro en el atrio que habíasistido a la ceremonia y que se quednmóvil por un segundo para mirar a limusina alejarse.

Me acurruqué contra Sacha y sentí s


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cuerpo rígido contra el mío.

– ¿A dónde vamos, Sacha?, pregunt

con un hilo de voz. – A mi casa. Al loft y

permaneceremos allí todo el tiempohasta que pase la tormenta, dijo con voensa antes de acariciar mi cabello.

***

El resto del día fue tranquilo en casde Sacha. A pesar de los dramáticoacontecimientos de la iglesia, n

eníamos necesidad de hablar. Todohabían sido parte de la elaboración de loperación – ¡al final, no me tocó a m

en la última parte, y por una vez, tuv


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mi cuota de sudor frío!, y todos eraconscientes de lo que había sidrevelado. Era más una cuestión d

manejar la crisis por venir.

Aquí es donde me di cuenta de que mhistoria de amor con Sacha era quizás lque generaba las menorecomplicaciones.

Sacha, Richard, Helen y Davidiscutieron extensamente el consejo dadministración de Goodman & Browque tendría lugar la semana siguientean rápidamente como para que lo

protagonistas implicados no solvidaran de lo que había sido revelado


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– Creo que deberíamos proponer aConsejo la desestimación de Allissonque renuncie al consejo y sus accione

se redistribuyan entre los principaleaccionistas, dijo Sacha. Richard, ¿qué tparece?

Richard asintió con la cabeza, sin damás detalles.

– Te sigo, Sacha.

Te sigo, ¿y eso es todo? Yo hubieraensado que Richard sería má

agresivo después de un chantaje dllisson y Natalia.

Yo no quería mezclarme en su


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conversación de socios, no teníegitimidad para hacerlo, pero, ta

pronto como pude, separé a David de

grupo para discutir discretamente.

– ¿Y Natalia entonces?, le pregunté¿Se sale así como así? Me sorprendque Richard no diga nada acerca de sposible participación en la historia dechantaje.

– La preocupación, dijo David eque, simplemente, no mencionó echantaje cuando habló con Sacha. YSacha no necesita pruebas de Richardson amigos de toda la vida, él confiaben él. Richard habría acabado de decique Allisson le había presionado par

que cediera su participación en l


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empresa y que votara la destitución dSacha.

– Pero, ¿por qu�

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Poseida - Volumen 5 - Lisa Swann