Pregón Oficial de La Semana Santa de Caniles 2016

8/19/2019 Pregón Oficial de La Semana Santa de Caniles 2016

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PregónOficial de Semana Santa Pregonero: Francisco Arias García

Caniles, 19 de marzo de 2016

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PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE CANILESPregonero: Francisco Arias García

Un año más, la hermosa luna acaricia nuestra tierra y, con destellos de plata,

aletea por los rincones entrañables de Caniles. La vida toma asiento en nuestras rejas y balcones, tocada con mantilla de silencio, derramando su inquietud por nuestras callesíntimas y acogedoras. Y en el alma se mueve el misterio. Misterio de muerte y vida, deluz y sombra, de crepúsculo constante que se acerca en tropel y alcanza dimensionesinfinitas… Caniles se define cada año en el modo de celebrar, de vivir intensamente laSemana Santa. En ella transcienden sus convicciones, su fe, sus inquietudes, sus deseosde superación, sus sentimientos más profundos…

Y el alma se hace pasión. Y es inevitable que la pasión se convierta en oración alcontemplar el rostro divino del Redentor entregado al dolor, al sacrificio, a la muerte.Ante la imagen de Cristo maniatado, camino del Calvario, muerto en la cruz, o en el

sepulcro, entornamos nuestros ojos y, en silencio, rezamos:

Santo Cristo Redentor,quiero, Cordero divino,andar contigo el caminoy acompañar tu dolor.

Quiero sentir, Cristo inerte,dentro de mi corazón,el dolor de tu Pasióny el misterio de tu muerte.

En tu divina presenciade mis culpas me arrepientoy me duele el sentimientode mi culpable conciencia.Quiero hacer siempre, Señor,lo que Tú quieras que haga,que amor con amor se pagay Tú mueres por amor.

Quiero sufrir tu dolory correr tu misma suerte, porque amar hasta la muertees prueba inmensa de amor.

De tu costado la llagaabre en mi pecho, si quieres,que Tú por amores mueres,y amor con amor se paga.(Francisco Arias)

Y en la penumbra de la noche, surge de pronto una luz maravillosa; la presenciasorprendente de la Madre de Dios, de nuestra Virgen callada, Madre nuestra que nos


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interroga sumida en la más inmensa tristeza. Y nuestras palabras se hacen verso parasusurrarle:

Tu dolor es sereno y calladocomo el fervor de la calle.

Es íntimo y profundocomo el corazón inmenso de la noche.Y en tu llanto desolado,tiernamente se refugiael latido de anhelantes corazones.Y los faroles dibujanel destello apenadode lágrimas infinitas.

Y Tú sufres en tu almala pena más insondable

de la Madre de Dios.Y al mismo tiempo, acogesen tu corazón traspasadoel dolor de todas las personasque sufren en silencio.Por eso tu dolor es íntimo y calladolo guardas en el fondo de tu corazón,como sufren los inocentes,como sufren los ignorados,como sufren las personasque no cuentan para nadie.Como sufren los niños, los ancianos,los enfermos abandonados,como sufren los despreciados,los que no importan,los que no valen nadaen el mercado de las ambiciones humanas.

Y la noche se hace mística,y el silencio se hace alma.Un río de devoción

de amor y de ternurase derrama por las calles de Canilese inunda la nochede los más hondos sentimientos.Y seguimos tu hermoso paso,rezando a tu lado,tratando de comprenderel dolor de tu rostro divino.Y la gente de Canilesqueremos ir a tu lado,queremos sentir,

y compartir tu dolor,y el de todas las personas que sufren,


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y consolarte,y rezar siempre a tu lado.(Francisco Arias)……………………………………………

Rvdo. Sr. Consiliario de las hermandades y cofradías de Caniles, Sra. Alcaldesa,miembros de la corporación municipal y demás autoridades,hermanos mayores,cofrades,familiares y amigos, queridos paisanos de Caniles, amantes de la SemanaSanta:

Ante todo quiero mostrar mi más profundo agradecimiento a las personas queme han dado la oportunidad de pregonar la Semana Santa de Caniles. Gracias alayuntamiento, a los cofrades y amigos que, en vuestra generosidad, me habéisconsiderado digno de pronunciar este primer pregón oficial de esta Semana Santa.Gracias a todos los que me habéis proporcionado información valiosa, como la de JuanAntonio Díaz y Amalia Vidal, para escribir este pregón. Gracias a Miguel, a Javier y a

Juan Antonio, por vuestra amable acogida. Tengo que deciros que para mí supone ungran honor estar aquí en estos momentos.Porque, como sabéis, yo nací en este querido

pueblo de Caniles, y aquí, en Caniles, nació para mí la Semana Santa. Hace ya muchosaños que mi alma se llenó de aquel misterio, de aquellas imágenes, de aquellossentimientos que dibujan el sentido más profundo de la pasión, muerte y resurrección denuestro Señor. Y en la esencia de mi amor a la Semana Santa, de forma ineludible, estáaquella hermosa Semana Santa de Caniles, de hace unos sesenta años. En verdad, lasemilla no pudo ser más fecunda: lasinolvidables vivencias de este pueblo, cuando suscalles, decididas, abiertas y acogedoras, como el corazón de nuestra gente, se llenabande inquietud, y se materializaba el misterio de estos días tan especiales. Porque Canilesha vivido, y sigue viviendo de una forma intensa la Semana Santa. En las casas, en lacalle y en la iglesia. La parroquia era norte y centro de la Semana Mayor. Recuerdo deun modo especial con la religiosidad que se vivía la misa del Domingo de Ramos, la delJueves Santo, los oficios del Viernes Santo y la misa de Resurrección; cómo las gentesllenaban absolutamente la iglesia, traspasadas por la fe y el sentido de parroquia.Recuerdo aquellos sermones de las siete palabras, que nunca parecían largos, almenosdesde mi apreciación infantil, el lavatorio de los pies, las imágenes de los altaresocultas tras velos morados; y las campanas, que enmudecían en la tarde del JuevesSanto y su sonido se sustituíapor la llamada misteriosa y grave de las matracas, artilugioque yo escuché, pero nunca llegué a ver, y cómo,dos días después,volteaban de nuevolas campanas en el momento del Gloria de la misa del Sábado Santo, entre cohetes y

petardos, cuando la entrada impresionante y tumultuosa de los armaos, uno de losmomentos destacados de esta Semana Santa.

Y conservo muy dentro de mí, la imagen de la Virgen de los Dolores, hoyfelizmente coronada. En mi fervor infantil, era mi imagen predilecta. No solo por ser laúnica imagen de dolorosa, sino porque la belleza y la serenidad tan humana y tan divinade su mirada de Madre me sobrecogía. Ella abría la Semana Santa el Viernes deDolores, en una procesión muy esperada para ver a nuestra Virgen en la calle. Ellacolmaba nuestra devoción y nos llenaba de ternura. Además procesionaba, como todossabéis, cinco veces a lo largo de la semana; claro, cuando las circunstancias eran biendiferentes y así lo permitían.


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Y tengo en mi memoria, cómo no, aquella primera procesión del SantísimoCristo del Rescate, promovida por un grupo de devotos del Cristo de Medinaceli, que,

por cierto adquirieron una imagen que, no sé los motivos, pero resultó no serexactamente la del Cristo de su devoción. En un principio pensaron devolver la imagen,

pero, finalmente, tuvimos la suerte de que se quedara aquí para llenar con su hondo

recogimiento la noche del Miércoles Santo.

Y qué decir de esa impresionante imagen del Crucificado. Recuerdo queentonces se encontraba presidiendo la nave lateral de la iglesia, envuelto en unarespetuosa penumbra. El Jueves Santo, tras una trabajosa salida del templo, discurría

por nuestras calles para mostrar la belleza mística, la inmensidad y el sentimientodesbordado de esta valiosísima talla. Para mí era algo sorprendente ver ese grandioso

paso de Cristo desfilar, acompañado por los armaos y por un pueblo lleno derecogimiento.

Y con los claros del alba del Viernes Santo, La Verónica. No podía yo perderme,

aunque me costara, a veces, levantarme tan temprano, la procesión del Nazareno y laVirgen de los Dolores. El Nazareno, con esa mirada de belleza penetrante que metraspasaba y que yo no dejaba de observar mientras escuchaba el canto sorprendente dela Verónica, abriéndome espacio con dificultad entre la gente. Y luego la Virgen de losDolores, más guapa y dolorosa que nunca. Entonces cantaba la Verónica al principio dela calle Rambla.Y allí disfrutaba yo del canto y de la maternal presencia de la Virgen. Yluego continuaba la procesión con el Nazareno y La Virgen de los Dolores navegando,como dos navíos celestiales sobre un mar de gente devota que llenaba totalmente lacalle.

Y la noche del Viernes Santo se convertía en momento culminante con la procesión del Santo Entierro, acompañado por la Virgen de los Dolores. Era una muysolemne procesión que llenaba las calles de recogimiento ante la divina presencia delcuerpo de Nuestro Señor en el sepulcro, entre cirios, luces, incienso, y la devotaadmiración de la gente de Caniles.

Al día siguiente, la Virgen de los Dolores procesionaba por última vez enSoledad, en una procesión de gran fervor y acompañada por numerosos devotos.

Pero, claro, nuestro pueblo ha entendido siempre muy bien el sentido de laPascua, y que la pasión y muerte del Redentor no tendría sentido sin la Resurrección. Y

Caniles celebraba muy especialmente el misterio de la Resurrección en la multitudinariaVigilia Pascual del Sábado Santo, como ya hemos comentado anteriormente. Estacelebración, unos años después, se completócon la procesión del Resucitado en lamañana del domingo, momento que cerraba la Semana Santa, con un desfile matinal,lleno de luz y de alegría. Bueno, también con un poco de tristeza pues suponía el adiós auna semana de vivencias tan intensas y tan emotivas.

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Han pasado bastantes años. Tristemente, muchas de aquellas personas queridasque entonces nos acompañaban ya no están con nosotros. Por mi parte he de tener un

recuerdo muy especial, me lo vais a permitir, para mis padres y mi hermano Juan,fervorosos creyentes y amantes de la Semana Santa, que hoy, estoy seguro, nos verán


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desde arriba y que descansan para siempre aquí, en su pueblo de Caniles. Y mirecuerdo, cómo no, para todos vuestros familiares y amigos que a lo largo de estos añosnos dejaron y que hoy también nos acompañan desde el cielo. Es mi deseo que todosellos ocupen un lugar preferente en este pregón, y quiero que en este momento lesdediquemos, de todo corazón,el mejor de nuestros recuerdos.

Pero, después de tanto tiempo, he de confesaros que, en mi opinión, la esenciade la Semana Santa de Caniles continúa intacta. Es verdad que ha habido cambiosimportantes, algunos muy dignos de mención, como veremos, pero que no menoscabanel alma de la tradición y que, en absoluto, empañan esa tendencia maravillosa, tanvuestra, de conservar las señas de identidad,de mantener los valores y salvaguardarlosde cambios innecesarios y de modas inconsistentes. Y esa es la mejor manera,

precisamente,de forjar nuestra manera de ser y de defender nuestra identidad. Así es elalma de Caniles, de este pueblo, noble y generoso, que se encarama en la altura como siquisiera alcanzar el cielo;de este pueblo valiente y decidido, siempre dispuesto a miraradelante y caminar sin olvidar su pasado. Y que convierte su historiaen el más valioso y

hermoso legado. Legado que, de alguna manera, corre por nuestras calles como aquellosantiquísimos canales de agua que le dieron el nombre al pueblo. Primero, Canalis, y deahí Caniles; y en la esencia de nuestro pueblo vive y vivirá siemprela luz y la vida deesos hermosos caudales de agua transparente, de la sierra y de sus dos ríos.Es la vida deun pueblo emprendedor que camina sin dar nada por perdido, sin olvidar sustradiciones. Y Caniles, como todos los pueblos, forja su alma, cada año, en la forma

profunda y sincera de vivir la Semana Santa. Y eso es lo más importante, queridosamigos, cofrades y hermanos, participar en esta celebración con la mejor de lasactitudes para que, a través de las manifestaciones externas, lleguemos a la esencia delmensaje cristiano, que debe conformar nuestro estilo de vida e iluminar nuestrasacciones durante todo el año. Y me consta que vosotros así lo hacéis y así lo vivís. Y

por eso tenéis una Semana Santa muy grande. Como decía vuestro párroco, D. Juan,hace unos días, Caniles tiene una Semana Santa más grande que el propio pueblo. Unasemana santa que se diría que os trasciende y va más allá de vosotros mismos.

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Y, como siempre, esa Semana Santa en las calles de Caniles se inicia el Viernesde Dolores con una procesión, más de gloria que de pasión, que nos ofrece una

presencia entrañable, la de nuestra querida Madre, nuestra Reina, la Virgen de losDolores Coronada. Tengo que confesar que Ella fue siempre norte de mi devoción, de

mis sentimientos y de mis emociones. Madre del dolor recogido, dolor infinito yaceptado. Es una preciosa imagen atribuida al escultor Francisco Font, al más puroestilo de las Dolorosas de la escuela de Mora: dolor resignado, mirada baja y manosentrelazadas. En su precioso trono actual, La Virgen conserva los rasgos fundamentalesque siempre tuvo. En sus ojos entornados se acurrucan,navegando en los reflejos de suslágrimas, las infinitas miradas de sus queridos hijos de Caniles. Las miradas de tantas ytantas personas que la han venerado a los largo de los años. En los ojos de la Virgen,ocupa, sin duda, un lugar destacado la presencia de Conchita Funes, una mujer que la hacuidado durante tantos años y le ha dedicado lo mejor de su vida a su cofradía. Se meocurre pensar que también estará en esa mirada maternal una persona servicial yentregada a la iglesia, que tristemente ya no está con nosotros, y que quiero nombrar,

con todo el cariño, como siempre se le llamó: Juanillo el Confitero. También mi miradadevota la lleva consigo la Virgen, y le pido con todas mis fuerzas que la lleve siempre,


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que me tenga en sus ojos y que nunca me olvide. Todo un cielo estrellado es su manto.Cielo que nos envuelve y nos protege a todos. Y sentimos que queremos abrazarla yconsolarla, y nos parece descubrir que, en su mirada de Madre Dolorosa,más allá de suslágrimas, aún perdura el dulce recuerdo de su vida junto a su Hijo en Nazaret, la suave

belleza de las colinas de Galilea, vestidas con una hermosa primavera de flores de

azafrán, narcisos y crisantemos... Y luego, como un rayo terrible, el dolor de la pasión ymuerte de Jesús hacen que se desmoronen aquellos recuerdos y que las lágrimas delabatimiento inunden su alma. Y queremos estar con Ella, y hablar con Ella:

Y la noche se despiertase recoge y se agiganta;gimen latidos devotosque llenan toda la plaza.La luna, por los aleros,se baja para mirarlaagitando revoleras

por balcones y ventanas.Y la brisa, de puntillas,se aúpa para besarla.Es la Madre Dolorosa,

Nuestra Reina Coronadaque está de nuevo en la callea las puertas de su casa.Todo el pueblo de Canilessus sentidos engalanay una profunda inquietudrecorre toda la plaza.Y la gente se impacienta

por ver de cerca su cara,y por sentir su presencia,y por oler su fragancia.Miradla qué bien camina

por la calle de la Rambla.Ella nos mira amorosaenvuelta en un mar de lágrimas,en un abismo de penas,de penas grandes y amargas,

largas como las aceras,anchas como las miradas, profundas como el misterioque sobrecoge su alma.Y a pesar de nuestras culpas,a pesar de nuestras faltas

por las que muere su Hijo,Ella perdona y nos ama,

porque es Madre de Canilesla que todo el pueblo aclama,¡la Virgen de los Dolores,

Nuestra Reina Coronada!(Francisco Arias)


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Y el Miércoles Santo, el Cordero divino, el Cristo del Rescate, nos invita a laoración. Humillado, apresado como un malhechor, camina al encuentro de su pasión ysu muerte. Camina solo, casi abandonado por sus discípulos, que, primeramente,duermen en vez de rezar con Él y luego se dispersan asustados.

-¿Cómo es que dormís? Rezad conmigo para que no caigáis en tentación. Yllegando allí esbirros y soldados, guiados por Judas, y provistos de antorchas y dearmas, apresaron a Jesús y lo ataron para llevarlo ante las autoridades...

Hoy Caniles reza con Él y está con Él. La Cofradía del Santísimo Cristo delRescate ha vivido importantes cambios desde que en 1986 un grupo de jóvenes larefundara y la llenara de contenido. Hoy el Rescate recorre nuestras calles en una de las

procesiones más sencillas y profundas de nuestra Semana Santa. La imagen, obra delescultor granadino Nicolás Prados López, cada Miércoles Santo hace un fervoroso VíaCrucis por nuestras calles, cada año con un recorrido diferente para que todo el pueblo

disfrute de su austera e intensa presencia. Tenemos que agradecer a la Cofradía estamuestra de religiosidad tan castellana, que es una inmensa oración, salpicada apenas porlas notas íntimas de la música de capilla. La imagen del Cristo del Rescate nossobrecoge, envuelto en el misticismo de la noche. Entre dos estaciones del Vía Crucis,

prendidos de su mirada, nuestros labios le rezan esta oración:

Jesús, Padre poderoso,déjame que te desate;no pagues por mi rescateun precio tan valioso.Yo quisiera, Dios piadoso,cambiar en honra el desprecioy librarte de este recioy cruel dolor, de tal suerteque te evitara la muerte,que yo no valgo ese precio.

Vía Crucis fervorosoacompaña tu caminoy ensalza, Jesús divino,ese gesto generoso.

Y en la noche, pesaroso,Caniles es todo amor para calmar tu dolory decirte, Rey del cielo,que eres Tú nuestro consuelo,Santo Cristo Redentor.

De tu mirada, a raudales,manan ríos de tristezaque resaltan la bellezade tus ojos celestiales.

Por nuestras culpas mortalesun gran dolor hoy te abate.


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Déjame que te desate,que quiero estar a tu ladocomo el discípulo amadoSanto Cristo del Rescate.

(Francisco Arias)

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En la tarde del Jueves Santo, como cada año, el pueblo de Caniles llena la iglesia para la celebración de la eucaristía, y con su presencia masiva en ese acto, los canilerosdemuestran su modo de entender y de vivir la Semana Santa. Hay que reseñar laimportante colaboración de la Hermandad Sacramental de Caniles para preparar estosoficios del Jueves Santo, así como su participación activa en otros momentos de laSemana Santa y de la vida parroquial, como en la misa y la procesión de la Palma.

Y a la noche, la impresionante estación de penitencia del Señor Crucificado. Es

una suerte contar con una joya tan valiosa como es esa imagen de Cristo, obra del genialgranadino Domingo Sánchez Mesa que, a su vez, recreó la obra maestra del maestro demaestros: José de Mora. Este Señor Crucificado tiene un valor artístico y unaespiritualidad que sobrecoge y adormece los sentidos, y el sentimiento místico nostransporta a aquellos momentos de la Pasión, cuando llegó la comitiva al Gólgota:

Ya esperaban allí numerosas personas, impacientes por contemplar lacrucifixión. Nadie quería perderse el espectáculo. El camino pululaba de gentes queentraban y salían de Jerusalén en aquel día, víspera de fiesta, en que la ciudad estabaespecialmente concurrida. Todo estaba dispuesto. Lo desnudaron y, como eracostumbre, le ofrecieron vino con hiel con el fin de adormecer el inmenso sufrimientode la crucifixión. Jesús, abrasado por el dolor, lo probó y lo rechazó. No quería embotarsus sentidos con aquel brebaje, sino vivir con toda crudeza la intensidad de su pasión. Yrasgaron el aire los golpes sobre los clavos que traspasaron sus manos y sus pies.

Hacia la hora sexta, comenzó a palidecer el cielo y, poco a poco, la luzradiantedel mediodía fue dando paso a una extraña e inquietante penumbra. Jesús sintióque la vida se escapaba definitivamente de su cuerpo. Miró las sombras que inundabanel cielo y gritó:

-¡Dios mío, por qué me has abandonado!

El fuego de la agonía abrasaba su alma; pidió de beber y, con un venablo, leacercaron a los labios una esponja empapada en agua y vinagre. Era la hora de nona.Las tinieblas habían envuelto la tierra. Jesús exhaló un último suspiro y dijo:

-Todo se ha cumplido.E inclinando la cabeza, entregó el espíritu…

Y el Crucificado nos hace revivir cada año estos momentos del Calvario con eseCristo de andar majestuoso, sobre un mar morado de devotos horquilleros yhorquilleras,con numeroso acompañamiento de hermanos y manolas, bendiciendonuestras calles y abrazando con sus brazos abiertos cada rincón de nuestro pueblo.¿Quién no se estremece ante el Hijo de Dios?De nuestros labios devotos brota una

oración:


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Se enciende mi pesar, Señor, al verteahogado en la quietud de hielo y grana,y viendo tu grandeza soberanahundida en el abismo de la muerte.

Llorando tu silencio, Cristo inerte,contemplo con dolor la noche humanaque Tú, por devolvernos la mañana,tuviste que en la nada deshacerte.

Para gozar contigo el nuevo día,estar junto a tu cruz siempre quisieray, a tu lado, sufrir tu misma suerte.

Enciende en mí la luz de tu agoníay enséñame a morir de tal manera

que la muerte me salve de la muerte.(Francisco Arias)

La Hermandad del Crucificado y Cristo Resucitado es un pilar fundamental denuestra Semana Santa. Además de haber aportado la procesión del Señor Resucitado, hasido capaz de formar y mantener una estupenda banda que da un brillo especial a la

procesión. Pero, sobre todo, ha sabido guardar con esmero señas de identidad muyimportantes. Me refiero, en concreto, ala guardia romana, los armaos, y a la Verónica.Esta hermandad recogió y ha mantenido año tras año esos dos elementos, heredados deantiquísimas representaciones de la Pasión, de las teatralizaciones litúrgicas y de loscantos de Pasión, que, al parecer, llegaron hasta nosotros de manos de los franciscanosdel convento de Caniles. Y la hermandadde Jesús Crucificado es además muy generosa,como demuestra el hecho de que, desde siempre, ha compartido estos dos antiguostesoros, pues los armaos, además de desfilar en su procesión, están presentes en el SantoEntierro y participan en las celebraciones litúrgicas de estos días, especialmente en lamisa de Resurrección. Y qué decir de la Verónica, santo y seña de la Semana Santa deCaniles. La Verónica, esa niña, preparada cada año por Elena, maestra de verónicas,canta al Nazareno, a la Virgen de los Dolores y, últimamente, también a la Virgen de laEsperanza.

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Y de la mano de la Verónica llegamoshasta la mañana radiante del ViernesSanto. No tan madrugadora como antes, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores Coronada está en la plaza. Es la esperada hora de laVerónica. Es sorprendente cómo una niña tan pequeña puede aprender unos cantos tanlargos. Gran mérito, sin duda, de la maestra, Elena, a la que, es de justicia queagradezcamos su meritorio y esmerado trabajo.El público llena la plaza y, ante losradiantes titulares de la cofradía, asciende hasta el cielo laantiquísima y preciosa oracióninfantil, hecha canto, de la Verónica. Primero al Nazareno:

¿Es ese el rostro gloriosoque en Belén resplandeció

entre ángeles y reyes

dando al mundo admiración?


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¿Son esas divinas manoslas que la gloria crearon,las que formaron el mundo,las que a mí el ser me han dado?

Y después de veinte estrofas dedicadas al Nazareno, canta a la Virgen conaquellos versos que resuenan en nuestros oídos:

Afligidísima madre,Reina de cielos y tierra,laMadre más afligidade cuantas el mundo encierra.

Venid, Reina de los Cielosa ver al manso cordero,con la cruz sobre sus hombros

y con el dogal al cuello.

La plaza se ha colmado de ternura y de emoción. Luego, la procesión inicia surecorrido con ese Nazareno de rostro impresionante; es el Hijo de Dios, que lleva sobresus hombros la cruz de nuestras culpas, de los pecados del mundo, y va camino delCalvario:

Después de burlarse de Él, le pusieron sus vestiduras y le cargaron la cruz. Losacaron del pretorio junto a otros dos malhechores que también iban a ser crucificados.Un día espléndido inundaba la calle, animada por el radiante sol de la mañana y laagitación propia de la celebración de la Pascua. La comitiva caminaba con dificultadentre la gente, que se agolpaba a su paso. Con los ojos empañados en sangre y lágrimas,Jesús vislumbraba apenas las miradas curiosas e insultantes de una multitud entre la que

podía adivinar la presencia de muchas personas que poco antes le seguían y leaclamaban. ¿Qué había sido de aquella muchedumbre que lo recibió triunfalmente a suentrada en Jerusalén? Hasta sus queridos discípulos lo habían abandonado, vencidos porel miedo. En aquellos terribles momentos, tan solo su Madre, acompañada de un

pequeño grupo de mujeres y de Juan, el discípulo amado, se atrevían a seguirlo. Entrela gente, Jesús descubrió el rostro angustiado de su Madre y un río de lágrimas de dolory de inmensa tristeza corrió por sus mejillas. Con un gesto de valentía, una de lasmujeres que le seguían se le acercó y enjugó con su manto la sangre y las lágrimas de su

rostro. Los soldados la apartaron bruscamente. Entonces Jesús se volvió a las mujeres yles dijo:-Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí. Llorad más bien por vosotras y por

vuestros hijos.Tal era el dolor que sentía al ser despreciado por su propio pueblo y entregado a

la muerte de cruz…

Y Jesús camina por las calles de Caniles, dulcemente mecido en el ritmoamorosoy majestuoso de sus costaleras. ¡Qué bien lo llevan, y qué bien anda el

Nazareno, abrazado por el fervor rojo y blanco de su cofradía! El cielo de Caniles,desgarrado por el grito de cornetas y tambores, se llena de dolor y de esperanza. Y el

Nazareno clava en nuestra alma su mirada emocionante; sentimos que nos ama y, al


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mismo tiempo, nos interroga. En nuestro corazón nos golpea la conciencia y nuestroslabios susurran una oración:

Padre nuestro,que estás en la Tierra,

soportando sin ninguna esperanzala cruz de la miseria.

Padre nuestro,que estás en la Tierra,sufriendo, resignado y en silencio,la cruz de la violencia.

Padre nuestro,que estás en la tierra,viviendo en tus entrañas cada día

la tortura de la guerra.

Padre nuestro,que estás en la Tierra,caminando sin descanso

por la más penosa senda,víctima de la ambición,del desprecio y la soberbia,del rencor, de la injusticia,del hambre, de la pobreza…

Padre nuestro, maltratadoen la inocencia de un niño.

Padre nuestro, despreciado,enfermo, humilde, indefenso,sin tener otra esperanzaque la de mirar al cielo.

Padre nuestro, Redentor,Padre nuestro, Nazareno,

Padre de todos los que sufren,¡venga a nosotros tu Reino!(Francisco Arias)

Y tras el Nazareno, colmando la calle de amor, traspasada de dolor, Ntra. Sra. de losDolores Coronada. Resplandece en la luz de la mañana como el más radiante sol queilumina nuestras calles. Y caminamos con Ella, y hablamos con Ella:

Yo quisiera, Madre hermosa,recostarme en tu mirada,y alegrar tus bellos ojos,

yhacer con todas tus lágrimasunoceáno de ansiedades


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dondenavegue mi alma.Quiero ser entre tus cirioslágrima de cera blanca,un destello en tu corona

para acariciar tu cara,

para aliviar los pesaresquete hieren y te rasgancon esos siete cuchillosque tu corazón traspasan.

Yo quiero estar a tu lado,yo quiero estar a tus plantas,como humilde peregrinoque te reza, que te aclama,

para calmar tu dolor,y para enjugar tus lágrimas.

¡Y que nunca más me lloresMi Virgen de los Dolores!

(Francisco Arias)

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Y así llegamos a las horas centrales de la Pasión de Cristo. Caniles se reúne denuevo en la iglesia, en la tarde del Viernes Santo, para celebrar los Santos Oficios, conla presencia y el fervor de siempre.

Yal caer la tarde, el momento culminante del Santo Entierro.La Cofradía delSanto Sepulcro y Ntra. Sra. la Stma. Virgen de la Esperanza nos muestra una preciosacatequesis: la muerte de Cristo, pero unida a la Esperanza de la luz, de la resurrección,de la vida. La Cofradía del Santo Entierro, a la que tuve el honor de pregonar hace unosaños, ha enriquecido notablemente la Semana Santa de Caniles con la incorporación, amediados de los años noventa, de este precioso paso de palio de la Virgen de laEsperanza. Es un sueño de plata que navega armonioso entre la devoción de Caniles yel buen hacer de sus costaleros y costaleras. Ella acompaña el cuerpo inerte de su Hijoen el sepulcro, trayendo a nuestros ojos los tristísimos momentos de aquella tarde deJerusalén:

Al oeste, sobre los montes de Judá, se abrieron grandes claros en el cielo entrelos que el sol asomaba, deslumbrante y fugaz, cercano ya al horizonte, dibujandoráfagas doradas en la murallas de Jerusalén. Junto al cuerpo inerte de Cristo estaba suMadre, acompañada de las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea. Ademásde Juan, estaban algunos discípulos, vencido el miedo y despertado su ánimo tras lamuerte del Maestro.

Muy cerca del Gólgota, José de Arimatea tenía un huerto en el que habíamandado excavar una tumba y aún no había sido depositado nadie en ella. José laofreció para enterrar a Jesús. Tenían que apresurase pues estaba muy cercana la puestadel sol. Vino hasta ellos también Nicodemo con el áloe y la mirra que necesitaban para

el enterramiento.Con amoroso y angustiado silencio, llevaron el cuerpo de Jesús. El solya había comenzado a ocultarse y acariciaba con sus últimos destellos la espesura del


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huerto. No tenían tiempo de ungir el cuerpo de Cristo, ya que para el pueblo judío losdías comenzaban, no a la media noche, sino con la puesta del sol. Estaba ya naciendo elsábado, y por lo tanto,no podían realizar ningún tipo de trabajo. Así que envolvieron aJesús en un lienzo, lo colocaron en el sepulcro y lo cubrieron con un sudario…

Y nos sigue llegando al alma esa imagen de Cristo en el Sepulcro, cada ViernesSanto, en una procesión solemne y hermosa:

El cielo se entristece,y se hunde en el más profundo llanto.Todo es luto, todo es dolor;luto y dolor que lleganhasta los últimos confines de la Tierra,que es todo un Dios el que se entrega.

Y las almas se estremecen

ante tan triste e inefable misterio.Todo es dolor, y todo es Amor,

porque es el Amor de los Amoresel que yace en el sepulcro,hundido en el silencio de la muerte.Y ese silencionos salva,ydespiertanuestro dolor callado,yel deseo de besar susojos sin vida,de abrazar su cruz,de morir con Él para vivir con Él.Y de gritar al mundoque el Amor más grande nos salva,el Amor infinito y eterno,¡que es todo un Dios el que se entrega!

(Francisco Arias)

Y ya sale de la iglesia la Virgen de la Esperanza. Es una belleza, una joya preciada esta bella imagen, magistralmente recreada por José María Dueñas,entronizada en su singular paso de palio. La salida es dificultosa y superada condestreza y cariño por los costaleros. En la plaza, otro entrañable momento. La Verónicacanta, esta vez, a la Virgen de la Esperanza. Tras el canto, la procesión inicia su

recorrido. El Santo Sepulcro, escoltado por los armaos, solemnemente acompañado porel pueblo de Caniles. Cuando ya cae la noche, la Virgen de la Esperanza, Reina yMadre, es aclamada por su cofradía, sus numerosas manolas, y una multitud que laenvuelve con su cariño. Nuestra mirada se eleva hacia la Señora:

Llevo, Madre, tu divina hermosuraen mi pecho, para siempre grabada,y en mi alma conservo la ternura

que un día recibí de tu miradala luz de tu belleza al contemplar.

Colmado de tu amor, Virgen amada,


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es Caniles, hoy, un inmenso altarque comparte tu hondo desconsueloy acompaña tu luto y tu pesar.

Oh, Madre del Amor, Reina del cielo,

eres faro celeste que nos guía,eres norte amoroso y dulce anhelo.

Y Caniles te aclama en este díacon todo su cariño y su fervor,con toda devoción, Virgen María.

Y animados por la fuerza de tu amor, prendidos de tus ojos tutelares,seguimos tu camino hacia el Señor.

Porque eres Tú la estrella de los maresque en este valle de dolor nos muestrala luz para aliviar nuestros pesares,¡vida y dulzura, y Esperanza nuestra!(Francisco Arias)

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Y lentamente si pierde la Virgen al fondo de la calle. A lo lejos gimen cornetas ytambores. Luego, el silencio se apodera de la noche. Yen el recuerdode nuestras callesse queda para siempre grabada la valiosísima imagen de los costaleros.Ese emocionantecaminar de vuestros tronos, movidos por el buen trabajo y cariño de costaleras,costaleros,horquilleras y horquilleros, con unísono palpitar de corazones bajo lastrabajaderas y los varales. Y quiero deciros que vosotros sois cuerpo y alma de nuestraSemana Santa. Sois los pies de vuestros titulares, y un generoso ejemplo de amor, desacrificio y de entrega:

Le dais vida a nuestros pasoscon el ritmo más sincero,al son de “¡al cielo con Ella!” al son de “¡más paso quiero!”,

llenáis la Semana Santade esencia de costalero.

Y, un año más, ha llegado el momento. Huele el aire a lirio y a cera, y la iglesiavive una inquietud especial. Ya estamos en la calle. Ha llamado el capataz: ¡a esta es,costalero!

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Pero nuestros ojos no se pueden quedar en el sepulcro. Todo este dolor, devotorecogimiento y hondas emociones no tendrían sentido sin la Resurrección. Caniles así loentiende y sabe celebrar con pleno gozo este momento en la noche del Sábado Santo,

Sábado de Gloria, como le llamábamos antes. En esa celebración colaboran de nuevolos armaos, que han estado custodiando el Sepulcro y, en el momento del gloria de la


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misa, cuando Cristo resucitay voltean de nuevo las campanas, los armaos salen por la puerta lateral e intentan entrar a la iglesia por la puerta principal, entre cohetes y petardos; y cuando al fin lo consiguen, se postran y adoran a Cristo Resucitado.

Esta celebración culmina en la calle, en la mañana del domingo, cuando la

hermandad de Jesús Crucificado procesiona por nuestras calles a Cristo Resucitado. Esuna explosión de luz, de color, de triunfo y de alegría que proclama en la calle: ¡ElSeñor ha resucitado!

Y eso es lo que debe quedar en nuestros corazones. Cofrades, hermanos, amigos,todo esto serían gestos vacíos y alharacas sin sentido si no asumimos el verdaderosignificado del misterio Pascual. Tenemos que morir con Cristo para resucitar con Él auna nueva vida de fe, de esperanza y de caridad. Y la caridad, que es la más importantede las virtudes, tiene que guiar vuestros pasos, y vuestras manos, a lo largo de todo elaño. Eso es lo que dará pleno sentido a vuestras hermandades y cofradías, y a ese amorinmenso que sentís por vuestros titulares. José Antonio, José Juan, Vidal y Juan José,

como hermanos mayores tenéis un importante cometido: sobre vosotros recae, de unmodo especial, la responsabilidad de trabajar para que esta hermosa Semana Santa deCaniles siga en el buen camino y se mueva siempre a la luz del auténtico compromisocristiano. En este mundo descreído, en el que solo importa el poder y el tener, vosotrosdebéis iluminar la oscuridad con la luz de la esperanza.

Gracias a todos por vuestro trabajo. Gracias a los que cada año os esforzáis paracelebrar, vivir y hacernos vivir la Semana Santa.En vuestro nombre, hermanos ycofrades, quiero también dar las gracias a vuestro párroco y consiliario por su gran einsustituible labor, así como al ayuntamiento, por el importante apoyo que os presta. Ygracias de todo corazón a los que estáis aquí esta noche, que habéis tenido la amabilidady la paciencia de escuchar a este pregonero.

Por mi parte, quiero, con vuestro permiso, terminar mis palabras con unosconsejos que yo ofrecía hace unos años a mis amigos de la Cofradía del Sto. Sepulcro yde la Virgen de la Esperanza, consejos que nos podemos aplicar todos, ya que laesperanza debesiempre iluminar en todos nosotros el norte de nuestra fe:

Donde haya tristeza y dolor, poned esperanza;donde haya soledad y abandono,

poned esperanza.Donde haya injusticia,donde haya hambre y miseria,

ponedesperanza.Donde haya guerra y violenciaegoísmo y desamor,

poned esperanza.

Llevad siempre la luz de la esperanzaa los que sufren, a los que lloran,a los oprimidos, a los maltratados,

a los abandonados, a los pobres,a los refugiados,


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a todos aquellos que andan perdidos.

Iluminad cada día, con la luz de la esperanza,la vida religiosa, la convivencia,el trabajo y el futuro

de este noble pueblo de Caniles.Y nunca olvidéis que soishijos de la ESPERANZA.

HE DICHO


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Pregón Oficial de La Semana Santa de Caniles 2016