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2012 Medina del Campo Pregón de Semana Santa A cargo de D. Ricardo Flecha Barrio, imaginero. Martes 27 de Marzo de 2012 - 20.30 h. - Colegiata de San Antolín

Pregón Semana Santa 2012 Medina del Campo

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Pregón completo de Ricardo Flecha de la Semana Santa de Medina del Campo en 2012

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2012 Medina del CampoPregón de Semana Santa

A cargo de D. Ricardo Flecha Barrio, imaginero.

Martes 27 de Marzo de 2012 - 20.30 h. - Colegiata de San Antolín

Portada:

Edita: JUNTA DE SEMANA SANTA DE MEDINA DEL CAMPOCENTRO CULTURAL SAN VICENTE FERRER

Imprime: IMPRENTA SOBEJANO

Fotografía Fran Jiménez

2012 Medina del CampoPregón de Semana Santa

Martes 27 de Marzo de 2012 - 20.30 h.Colegiata de San Antolín

Medina del CampoSEMANA SANTA

DE INTERÉS TURÍSTICO INTERNACIONAL

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D. Ricardo Flecha Barrio,imaginero

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P R E S E N T A C I Ó N

Autoridades, cofrades, queridos amigos,

Bienvenidos al Pregón Oficial de la Semana Santa 2012 de Medina del Campo.

Un año más, el Martes de Pasión se inicia en la Villa de las Ferias su Semana Grande, esta vez, y después de más años de los que nos hubiera gustado a muchos, en el incomparable marco de la Colegiata de San Antolín, nuestra parroquia mayor y presidiendo el acto la popular talla del Cristo de la Paz, imagen del escultor Juan Picardo que representa a la perfección la naturaleza renacentista de la Semana Santa medinense y de la Procesión del Silencio.

Sin duda el protagonista hoy es el pregonero y para anunciar por primera vez una Semana Santa reconocida como Fiesta de Interés Turístico Internacional, tenemos entre nosotros por vez primera también a un escultor, un imaginero castellano y leonés que nos hará viajar a lo más profundo de nuestros sentimientos cofrades y entender así la esencia de la manifestación popular más arraigada de Medina del Campo y su auténtica dimensión religiosa.

Ricardo Flecha Barrio, además de cofrade zamorano de múltiples de sus hermandades, inició su actividad escultórica como aprendiz en el taller de Ramón Abrantes y se licenció en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca en la especialidad de escultura en 1989, siendo actualmente profesor de volumen y talla en madera de la Escuela de Arte y Superior de Diseño en Zamora y Superior de Restauración de Valladolid.

Las imágenes y enseres que han salido de la gubia de Ricardo Flecha procesionan por las calles de su Zamora, León, Valladolid, Toro o Zaragoza, pueblan museos y templos de otras tantas localidades. Igualmente se han expuesto en múltiples muestras de la importancia de Las Edades del Hombre,donde participó el pasado año en Passio en su sede de Medina de Rioseco con dos de sus mejores obras: una Piedad y un sobrecogedor Ecce Homo que desde hoy engrosa el patrimonio artístico de Medina y del Centro Cultural San Vicente Ferrer donde ya se le puede visitar.

Su relación con Medina del Campo, iniciada con la creación de la Cruz Desnuda en 1994, culmina el pasado año con la trasgresora obra de Cristo en brazos de la muerte, internacional-mente conocida y que en nuestra Villa ha conseguido despertar un fervoroso sentimiento religioso que seguro cristalizará con el tiempo en una nueva Cofradía Penitencial. La generosidad de Ricardo Flecha y su aprecio a la Semana de Pasión de Medina nos permitió incorporar al Centro San Vicente Ferrer esta imagen cuando la descubrimos aún por finalizar naciendo de un viejo tronco de nogal castellano.

La Semana Santa de Medina del Campo se reinventa, acaba de cumplir 600 años y lo hace desde la fuerza de la juventud de sus cofrades y con la ilusión de seguir creciendo espiritual, social y culturalmente. La obra de Ricardo Flecha sintetiza en si misma la filosofía de vida de la Semana de Pasión de la Villa de las Ferias y como ella, adquiere personalidad propia en Castilla y León, en España y en el mundo.

Ricardo, tuya es la palabra.

David Muriel Alonso,Vicepresidente de la Junta de Semana Santa.

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Cristo de la Paz, Juan Picardo, 1554

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En estos instantes, llena todo mi ego que la Junta de Semana Santa de la Villa de Medina me haya invitado a dar un pregón sobre su Semana Santa. Siempre resulta extraño que sea una “lengua extranjera” la que venga a pregonar las glorias de una pequeña patria provinciana. Porque puede que, este puesto de pregonero, que con cierto miedo he aceptado le quede grande a quien solo conoce vuestra Semana Santa desde el estudio y la ilusión de su trabajo, y que nunca ha estado dentro del lugar donde brotan las emociones, la pasión y los recuerdos, los desfiles procesionales de esta ciudad

Desde pequeño, cuando andaba imbuyéndome en este mundo de la Semana Santa, sabía que aquí, en Medina, se conmemoraba una de las Semanas Santas más importantes de Castilla, y jamás llegue a sospechar que de alguna manera iba a forman parte de ella.

Por eso estos días, mientras preparaba que deciros con este pregón, no he dejado de preguntarme por qué yo. Por qué tengo que ser yo el que le hable a los medinenses, y a través de vosotros a todos los medinenses ausentes estos días de esta gran fiesta que se va a celebrar estos días en ciudad. Yo que apenas se hablar en público, me veo aquí en el estrado de pregonero. Yo que suelo expresarme con las manos voy a tomar un sitio que quizás no me corresponde.

Ojalá sirva para yo traeros con mis palabras los sonidos de esta tierra, esos que nos convocan a todos un año más, al teatro de la pasión de nuestro señor Jesucristo que todos los años se celebra en las calles de Medina. Que mi pregón sea como un toque de tambor llamándoos a vuestra procesión, que mis palabras sean cornetas anunciando los desfiles procesionales que van a discurrir por vuestra ciudad.

No tengáis la menor duda que estos días vamos a asistir a un espectáculo mágico. El gran milagro que se produce en Medina todas las primaveras. Una pequeña ciudad de provincias sin un gran peso específico entre las demás capitales de España. En un rincón, camino de todos los sitios, podríamos decir casi una ciudad olvidada. Sin embargo, una vez, al año esta ciudad es importante, una vez al año se viste de grandiosidad y camina orgullosa para desfilar delante de Jesús muerto por sus viejas calles.

Veréis, hay una frase que se repite en todos los pregones, año a año, y si tenemos curiosidad de subrayarlo, aparecerá en todos los pregones que se han dado en la geografía de España. -La ciudad, marco incomparable para la Semana Santa. Frase que aparece también en los pregones que ensalzan la Semana Santa de otras ciudades y desde Sevilla a Córdoba, Cuenca, Valladolid, Calahorra, Hellín, o Zamora todas son marcos incomparables para la Semana Santa.

Y sin embargo, aquí, en Medina del Campo, ese dicho, es cierto. Lo que hace grande a Medina, lo más importante de la Semana Santa de Medina que le hace destacar sobre las demás

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celebraciones, es el marco donde se desarrolla. Ósea las calles por donde trascurren sus procesiones, el silencio de sus gentes, la luz que rebota sobre sus piedras, las noches frías de primavera…

Puedo decir y sin que me llaméis pedante y con la certeza del que ha visto y vivido muchas de las Semanas Santas de otras ciudades, que al modesto entender de este pregonero, pocas ciudades pueden superar en vivencias y emociones a la Semana Santa de Medina. Quizás una Sevilla multimillonaria y llena de recursos, con una comunión plena entre la ciudad y sus cofradías. Semana Santa que ninguna ciudad de España puede ni siquiera soñar igualar.

Pero después, después, pocas más, y entre ellas quizás Medina. Y lo digo con cono-cimiento, no con la fe ciega del que no conoce más procesiones que las de su pueblo. Medina iguala en vivencias a todas las demás Semanas Santas de España. Podéis estar orgullosos, no por haber alcanzado el título de procesiones de interés Turístico Internacional, aunque este título os haya llevado a estar situados entre las grandes celebraciones de España. Sino porque Medina del Campo camina poco a poco a convertirse en la Semana Santa más importante de la provincia de Valladolid.

Y no quiero que mi apreciación sea ningún menos precio hacia la Semana Santa de la capital. Según corren los tiempos, ya es hora de enterrar el odio cainita existente entre las Semanas Santas vecinas y superar de una vez las rivalidades entre las Juntas de Cofradías locales. Las hermandades de Castilla tienen muchas cosas que arreglar unidas. No pueden seguir enfrentadas en esta tierra, dos distintas maneras de celebrar la Semana Santa a las que unen más cosas que separan.

Me gustaría desde este estrado hacer un llamamiento urgente para crear una Junta de Hermandades de Castilla y León que sepa formar un frente común que enaltezca y potencie todas estas celebraciones. Que cree lazos y conocimiento entre todas las cofradías, y lo más importante, que sepa preservar sus esencias.

Que no nos engañe el amor que sentimos por esta celebración, pero la Semana Santa de Castilla y León, cada día importa menos en el panorama cultural de esta región. Está siendo una avalancha suicida hacia la insignificancia, devorada, por la rivalidad que surge del desconocimiento existente entre las distintas Semanas Santas locales, que se cree cada una la más importante de la región y por la plaga de elementos foráneos que sus dirigentes están incorporado a los desfiles procesionales.

Urge crear congresos, reuniones y encuentros entre Cofradías de Castilla y León, donde se conozcan las realidades de las distintas celebraciones y donde se compartan las mismas experiencias enriquecedoras. Urge que las Cofradías sepan mover a las instituciones regionales para fomentar en Castilla una industria que surta las necesidades de cofradías en tallas, bordados, ceras, y todo tipo de elementos religiosos, necesarios para la celebración de estos ritos.

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Porque el gran peligro que tiene todas las procesiones del norte, no son las procesiones del pueblo de al lado, es el espíritu globalizador que la Semana Santa andaluza inflige en nuestras cofradías, que incapaces de propiciar una industria común, se abastecen de elementos foráneos. De seguir así estamos abocados a contemplar una Semana Santa de Castilla con imágenes andaluzas, bordados andaluces, ceras andaluzas, olores de Andalucía. Sabores del sur en una tradición a la que seguimos llamando castellana.

La Semana Santa de toda Castilla, camina a ser solamente una sucursal de Andalucía. Mientras sigamos viendo como enemigo y competidor a nuestra localidad vecina, y nos echemos en los brazos dorados y almibarados de la Semana Santa sevillana.

Para agrandar nuestra Semana Santa podríamos empezar por el que sin duda es el pilar más endeble sobre el que se asienta nuestros desfiles procesionales. Si hay algún elemento por el que destaquen las cofradías de Castilla del resto de las cofradías de España, es por el valor de sus imágenes religiosas y de los grupos procesionales que procesionan en ellas. Y más en Medina donde se procesionan las mejores imágenes religiosas renacentistas de todo patrimonio español.

Pues bien estas imágenes dejaran de tener sentido si no se renuevan. No podemos pretender que toda la sociedad avance y no nuestra imaginería religiosas. El mundo de la imagen cambia vertiginosamente mientras nos empeñamos en mantener la iconografía religiosa como si en nuestra percepción visual nada hubiera pasado, ignorando que al niño del futuro le va a ser muy difícil rezar en el silencio de sus antepasados.

Uno, que no es de esta tierra, siempre ha defendido que Medina del Campo es el lugar idóneo para crea una nueva escuela de imaginería castellana. Su situación geográfica, su industria del mueble y su tradición religiosa, hacen de este lugar el punto idóneo donde deba renacer la nueva imaginería castellana.

Existe una gran incongruencia en este ámbito. Si Castilla,….. si Valladolid viene de alguna manera en los libros de arte, si se conoce de alguna manera nuestras manifestaciones plásticas entre el arte Español, no es por nuestra pintura, ni nuestra arquitectura, no es el arte moderno el que nos sitúa en un punto destacado del panorama artístico internacional. Si venimos de alguna manera en la historia del arte es por la escultura policromada que se realizaba en Castilla en el siglo XVII. La llamada escuela de Valladolid.

Y que queda de todo esto. El panorama actual no puede ser más desolador. No existe en la actualidad ninguna escuela, ningúna academia, ninguna universidad, donde un niño pueda estudiar imaginería religiosa. No hay en Castilla y León, un solo sitio donde las Cofradías puedan encargar sus imágenes, sin el miedo a procesionar en nuestros desfiles las empalagosas y extrañas imágenes del sur. Se nos llena la boca hablando de nuestras imágenes, maravillosas únicas, que hacen exclusivos a nuestros desfiles… pero no podemos hacerlas…. Y lo más preocupante, no nos molestamos por que se puedan hacer, preferimos algo tan opuestamente

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distinto a nuestras imágenes como es la imaginería andaluza.

Si las imágenes desaparecen, desaparecerá nuestra Semana Santa. Si llenamos los desfiles de elementos foráneos seremos una copia del sur. Una mala copia….. y nuestra Semana Santa desaparecerá bajo la insignificancia de su exclusividad. Si no salvamos nuestras formas de sentir y de entender la pasión de Cristo a traves de las imágenes, estamos avocados al suicidio.

Ante estas desafortunadas intervenciones, Medina es aun, una Semana Santa auténtica, sin intromisiones extrañas y por eso supera a todas las de Castilla, quizás, no en riquezas ni en posibilidades, si en emociones, en esplendor y en puesta en escena. Medina mece a las procesiones dentro de sus calles, como ninguna otra ciudad. La altura de sus edificios, la anchura de sus calles, el color de sus fachadas, la piedra blanca y ocre de sus iglesias, el pavimento de sus aceras… Todo ello conforma un envoltorio perfecto donde poder discurrir el rito sagrado de sus procesiones. Y si llueve ¡¡Ah si llueve en Medina¡¡ Toda la magia del mundo envuelve a la ciudad si el agua de la lluvia hacen centellear las viejas piedras sobre las que caminan los penitentes.

Y siempre llueve en Medina los primeros días de Semana Santa. Parece como si el Cristo de la Penitencia paseara por la ciudad para darle ese halo mágico que la lluvia causa. A encender el espectáculo visual que se provoca en la ciudad la tarde del Miércoles Santo si las piedras mojadas por la lluvia acogen todos los reflejos del mundo, cuando el silencio del Cristo del Vía Crucis atraviesa la plaza abrazando la ciudad.

Existe en las procesiones de Castilla la creencia popular la idea de que todos los ritos vividos en la Semana Santa tienen un pos y una reminiscencia medieval. Esta idea de unir los desfiles procesionales a la edad media se acentúa aun más en Castilla, donde el entorno creado por las iglesias románicas nos hacen evocar una ciudad del siglo XII por cuyas calles posesionaban Cofradías y Hermandades en lo que sería el primer germen de la Semana Santa que conocemos ahora. Nada más lejos de la realidad.

Las villas de Castilla no son ciudades medievales. En estilo, carácter, concepto urbanístico y planteamientos plásticos urbanos son ciudades barrocas. Con iglesias románicas, pero barrocas. Y ese concepto barroco de la estructura de la ciudad es lo que ha impreso el carácter necesario para desarrollar una de las Semanas Santas más impresionantes que se conocen en la península Ibérica.

Y aunque siempre vemos algún chalado que nos evoca la Castilla medieval al hablar de sus procesiones. Podemos presenta la Villa de Medina como ejemplo primero de lo que es una Semana Santa castellana, con la singularidad única de su imaginería renacentista. Semana Santa impregnada del sentimiento barroco de la contra reforma, el concilio trentino, la vuelta a la austeridad monacal con las reformas de las ordenas mendicantes de la estricta observancia, y el máximo auge de la inquisición. Todo esto desarrollado en una ciudad en permanente crisis, dormida en un esplendoroso pasado que nunca tubo, donde se desarrolló un sentimiento barroco de culto a la muerte y a la penitencia que hizo germinar como en ningún otro sitio el rito

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de la Semana Santa.

Buen ejemplo son “La Cofradía de la Oración del Huerto y Vera cruz” o “Archicofradía de Nuestra Señora de las Angustias” o “Cofradía de la Misericordia y Jesús Nazareno” que están impregnadas de este aire barroco que hace única y auténtica a nuestra Semana Santa. Luz de velas, polifonía, hábitos reformistas, imágenes idealizadas donde se refleja el sentimiento ideal, que no real, de Cristo. ………. Y sobre todo la noche. Elementos que solo existen en la plástica barroca y que esta envuelve en un aire de misterio que hace de vuestras procesiones únicas entre todas las de España.

Estos dos elementos, que son un escenario ideal y la mentalidad barroca se conjugan de una manera tan extraordinaria en esta ciudad que hacen crecer algo que voy a intentar explicar. Lo que es la Semana Santa de Medina del Campo, o porque la Semana Santa de Medina del Campo tiene eso que no sabemos explicar que la diferencia de las demás Semanas Santas de España. Algo que llamamos magia.

Esa magia es algo que hace grande y distinta a esta celebración. Y esa magia la transmite la gente, el pueblo de Medina. La gente que vive y reza al paso de las Cofradías. Lo más importante en la celebración, de las procesiones, es el pueblo de Medina. Perdonarme todos los directivos que estáis oyendo este pregón pero lo menos importante es la clase dirigente que pulula dando ordenes por los desfiles. No sois importantes los semananasanteros que vivís la Semana Santa. Los importantes son los ciudadanos de Medina que hacen vivir la Semana Santa, que la hacen posible todos los años, asistiendo al paso callado al paso de las procesiones.

No sé cuando se tiene conocimiento de que en tú Villa se celebraba una de las Semanas Santas más peculiares de España. Ni se sabe cual es la primera procesión que se contempla. Pero si se guarda en la trastienda de los recuerdos la impresión que te causa los primeros desfiles procesionales que observas. Esa primera emoción que sientes de niño, cuando sentado en la acera, esperas acercarse las procesiones de Semana Santa. Es la primera vez que te vas a sentir participe de una comunidad, la primera vez que te sientes integrado en un núcleo social, la primera vez que formas parte de tú pueblo, cuando vives junto con otros ciudadanos expectantes el acontecimiento que supone el paso de un desfile procesional.

El ruido de los tambores acercándose; salir a medio de la calle y otear el horizonte para volver corriendo otra vez a tu lugar gritando.

- Ya vienen, que ya vienen......

El ruido emocionante de los tambores resonando cerca de tu cara, vibrando todo el cuerpo a su son, queriendo ser ya mayor para poder tocar el tambor. Con ellos la cruz guía con los primeros cofrades. Luego vienen los pasos......los pasos con Jesús.

Las procesiones de niño es ver los pasos desfilar entre esas filas interminables de cofrades,

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gentes con la cara tapada que acariciaban tus mofletes con los guantes de lana. De vez en vez uno de ellos te llama por tu nombre y te frota la cabeza. Es tu afán en descubrir entre la gente la figura de Jesús...... El año que había suerte alguien te alzaba en brazos para contemplar más de cerca la cara de Cristo rezando entre los olivos.

Pero si de niño la Semana Santa tiene algo que te empapa y ya no te deja en toda la vida, es por el recuerdo de tu madre. Es siempre la madre la que te lleva a ver los primeros desfiles procesionales.

Recordarás siempre los brazos de ella que te alzaban para tirar con tus deditos un beso al pasar la Virgen. Volverás a revivir la catequesis que todos los medinenses aprendieron al paso de los cristos lacerados.

- Mira Cristo Atado a la Columna. Han azotado a Jesús. Mira su cara de dolor.

- Mira. Ves, Cristo lleva la cruz. Allí a lo lejos viene llorando su madre,

……y volver cada año a ver llorar a la Virgen de la Soledad en la Plaza Mayor la mañana del Viernes Santo, es brotar todos los recuerdos del alma. Es volver a sentir junto a tus seres queridos las sensaciones más íntimas que guardas en lo mas profundo de tu ser. Y cerrando los ojos volverás a lanzar un beso esta vez más fuerte al paso de la Virgen, no para ella, sino para que vuele hacia donde este la mujer que supo meterte en el cuerpo la creencia mas profunda. Ya para siempre, cuando contemples un desfile, evocarás sin duda la figura de tu madre junto a ti.

Aunque de pequeños todos hemos presumido de ser de una procesión... de la borriquita, y la Semana Santa comenzaba para ti casi una semana antes, el día que te compraban la palma que siempre había que partirla por que era muy grande o por que había que compartirla con algún hermano. Un año, va a ser el de tu primer desfile como cofrade.

La primera cofradía a la que asistías con un hábito era la cofradía de tú familia. Bueno eso creías, era la de tú familia, la tuya, por que en ella cargaba tú padre un paso, o un tío tuyo iba en la fila y era hermano hace ya muchísimos años. Pero la verdad es que el primer desfile procesional a la que asistías era por que en tú casa se guardaba un hábito pequeño. Una túnica heredada que te valía….aunque a veces había que esperar varios años a que crecieras para poder desfilar por primera vez. Y ese primer desfile vuelve a estar unido siempre al recuerdo de una madre.

Uno de los recuerdos más evocadores de estos primeros años es el olor de la ropa planchada y colocada cuidadosamente sobre la silla el día antes del desfile. El cuidado de que no falte nada, el pantalón, el zapato y el calcetín de color negro. El decenario a la izquierda, que es con la mano que se contaba las cuentas del rosario. … y los guantes, los guantes que siempre se olvidaban en casa.

No habrá nadie tan ilusionada como tú madre para verte desfilar. Durante el desfile miras todas las caras, una tras otra, intentando adivinar un referente conocido en el perdido mundo

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donde te encuentras. Hasta que allí en segunda fila, ves la cara de tú madre y como un resorte mueves las manos en un frenético saludo.

Y ya todos los años era la misma queja. El hábito venía corto y el pobre hábito iba recibiendo remiendo tras remiendo. Hasta que por fin un año, estrenabas tu hábito. Un hábito confeccionado por tú madre. Hábito que guardarás con todo tú amor año tras año. Y que al olerle, te traerá el olor de las manos que la hicieron.

Y un día te vestirán otra vez con él para ser mortaja e ir a tú última procesión. Esa que te llevará hasta el Padre eterno el día que recibas la tierra en el cementerio de la Mota. No habrá en toda tu vida prenda más sagrada que tú hábito de Semana Santa.

A los primeros desfiles vas siempre acompañado de tus padres. Y no vas solo, siempre con algún primo, algún sobrino, algún amigo. Siempre a la salida de nuestras procesiones es normal ver la imagen de unos cofrades rodeados de varios cofrades niños dándoles instrucciones para ese primer desfile.

- Uno detrás de otro. ....Y sin hablar..... La vela colocada hacia dentro de la procesión, no vayáis a quemar a alguien..... Tu estate quieto y ven aquí que así no se coloca el capuchón.

... y será ese grupo de niños con los que vas a tus primeros desfiles, tu pandilla de Semana santa con la que ibas a ver las procesiones.

¡Si que era grande ser chico en la Semana Santa!

Con las pandillas de la Semana Santa descubres algo especial. No se si es que ves las procesiones seis, diez y siete veces. No se si es ese primer sentimiento de afirmarse ante los demás cogiendo siempre más espacio en las aceras del que necesitas para poder ver mejor la procesión y las peleas con las mujeres mayores que se pretendían colar a última hora. Tampoco es el estúpido juego de contar descalzos en las procesiones. (Veintidós en el procesión de la Caridad, dieciocho en la de Sacrificio) aunque para juego extraño esa competición que muchos hemos hecho todos los años intentando apagando desde la acera las velas de nuestras hermanas.

No, no era eso. El gran hallazgo que casi todos los medinenses han descubierto con la Semana Santa es la noche, las salidas nocturnas con la disculpa de las procesiones. La primera vez que nos apartábamos solos por la noche del hogar familiar, la primera escapada de la vigilancia paterna. Solos por la noche y fuera de casa. Eso si, era para ver las procesiones, pero como apuramos el tiempo, no volvemos a casa hasta que sabíamos que la procesión había entrado.

Se que para cada uno de los medinenses ha sido distinta su niñez en la Semana Santa, y que cada uno la ha vivido de una manera diferente, y que mucho tiene que ver la generación y en

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la familia en la que has nacido. Pero todos hemos hecho las mismas cosas los días de Semana Santa. Sin embargo a poco que nos fijemos veremos que en la mañana del Domingo de Ramos son muchas las muchachas que estrenan el primer vestido de mujer. Y si hacemos memoria descubriremos que hacíamos las mismas cosas. Y que muchos de nosotros estrenamos el primer pantalón largo una mañana de Domingo de Ramos.

Y un año, no te acordarás cuando, apareció algo nuevo en vuestras vidas. Habíamos quedado a las 11 en los Arcos de la Plaza para ver el Rosario de la Penitencia y uno de la pandilla viene con su hermana a ver la Procesión.

- ¡Es que si no la traía, no me dejaban venir a mí!

Y sin saber como, entre primas, hermanas y amigas de las hermanas, empiezas a formar una pandilla para salir por la noche en Semana Santa.

Porque a las procesiones cuando eres joven vas siempre en grupo, en ese grupo de amigos que llenarán tus primeros desfiles semanasanteros, grupo de amigos que ira ligado a ti de por vida y que ya no dejarán de rondarte su recuerdo. Por que desde ese día, desde ese primer desfile, cada año al comenzar tú procesión volverás a evocar a esa primera pandilla juvenil con la que comenzaste a vivir la Semana Santa.

Y con la novia, la Semana Santa empieza a tener matices diferentes. Aquella primera novia comienza a ocupar en la calle, el lugar que deja tú madre. Aquella novia que nerviosa del brazo de una amiga, se clava en la acera para poder descubrir tus ojos entre los de todos los hermanos del desfile procesional. Y que cuando te encuentras con ella tendía tímidamente la mano para poder apretar la tuya enguantada. Tú le devolvías un ademán de saludo o un pequeño guiño debajo del caperuz. Aquella novia que tan ilusionada te esperaría al final de la Procesión, irá un año caminando junto a ti tras los pasos del Nazareno en tú procesión de Semana Santa. Será la señal inequívoca de que ya no en tú Procesión sino en la vida, ya nunca más volverás a caminar solo.

Y pasarán los años, y como en todas las Semanas Santas, al comienzo de cada desfile procesional, todas las mañanas del mundo seguirás buscando los ojos de esa niña para poder desfilar juntos en la procesión más dura que es el día a día, la vida.

Ustedes medinenses, tienen que sentirse orgullosos de algo que quizás no le den importancia. El papel de la mujer medinense en la Semana Santa siempre ha estado alejado de aparcamiento secular que ha sufrido la mujer en toda la Semana Santa de España. El rito de la Semana Santa ha sido, como todos los ritos de carácter litúrgico, un rito masculino reservado exclusivamente para los hombres donde la mujer ha tenido siempre un papel secundario. Aun hoy día existe en ciertas ciudades un muro infranqueable de tozudez mental que enarbolando la bandera de la tradición aparta a la mujer del rito de Semana Santa. Que error.

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Y no lo digo con la estupidez del que quiere quedar bien sino con el convencimiento que son las mujeres las portadoras de la tradición y que un niño que desfila junto a su madre, lo hará toda la vida.

Les vaticino que su Semana Santa será año a año más grande, por que el peso de la tradición camina en Medina a hombros de sus mujeres. Este año si tenéis oportunidad observar el penitente caminar descalzo tras los pasos del Nazareno o acompañando el desconsuelo de la Soledad, observar y veréis pies de mujeres. Mirar los hombros descarnados por el peso de las imágenes y veréis hombros de mujeres. Contemplar los ojos secos de acompañar el llanto de la Virgen de las Angustias y veréis ojos de mujeres. Porque solo una mujer puede comprender la pena y el dolor de un vientre vacio por la muerte de un hijo.

Mujeres penitentes en Medina que lloran por todo un pueblo. Penitentes con la cruz, bajo el amparo de la cruz. Permitirme la pedantería que supone hacer tuya la voz de un poeta introduciendo un verso del poeta Gabriel y Galán en este pequeño pregón. Versos que siempre me han traído al incienso de vuestra tierra.

Yo he nacido en esos llanosde la estepa castellana,

donde había unos cristianosque vivían como hermanos

en república cristiana.

Me enseñaron a rezar,enseñáronme a sentir

y me enseñaron a amar;y como amar es sufrir,

también aprendía a llorar.

Y detrás del Nazarenode la frente coronada,

por aquel de espigas llenocampo dulce, campo ameno

de la aldea sosegada,

los clamores escuchandode dolientes Misereres,

iban los hombres rezando,sollozando las mujeres

y los niños observando...

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Es que la penitencia tiene algo entre lo personal y lo mágico que poco se puede comprender si no estamos dentro de las vivencias de las Cofradías.

La penitencia.… Yo bien creo que la primera vez, no es nunca algo serio. Muchas veces es la curiosidad por saber que sientes al ir descalzo. Otras es una pequeña prueba que te pones o te impones para demostrarte o demostrar a alguien que puedes hacerlo, que tú también puedes ir descalzo en la Procesión.

Aun así es duro, cuando se pasa por alguna de las calles empedradas de adoquines de granito, que son como cuchillas para los pies. Tu peso apoyado en el pie te causa un dolor insoportable, aun más se ve agravado cuando llevas el peso de una cruz. Por eso te lo piensas mucho la segunda vez que decides ir descalzo en una Procesión.

Aunque nunca llego a entender todo el misterio de fe que encierra el poder cargar una penitencia una noche de Semana Santa.

No se si alguno de los que han cargado esa cruz penitencial se han preguntado por que lo hacen. Por que, en vez de otros sacrificios solo se le ocurrió ofrecer a Dios cargar su cruz en una Procesión. Muchos dogmáticos pueden cuestionarse hasta que punto es valido corresponder a Dios una gracia recibida con un acto seudo-folklórico. Pero el hombre, y por si el hombre religioso, cree lo que vive y vive lo que cree. Y vosotros en Medina que no habéis mamado más verdad que el ejemplo de nuestros mayores, buscáis nuestra verdad en las tradiciones, y más si van acompañadas del elemento religioso que las vuelve verdades absolutas. Creemos lo que hemos vivido, y muchos años hemos acompañado con nuestros rezos a la figura de un cofrade que arrastraba su penitencia por las calles de la ciudad la noche del Jueves Santo. Para un medinense no hay verdad más sagrada.

Poco a poco, según va discurriendo las etapas de tú vida te vas enganchando a la Semana Santa. Empiezas a tener Tú Cofradía, TÚ COFRADÍA con mayúsculas, aquella a la que pertene-cerás toda la vida y por la que permanecerás todas las Semanas Santas en esta ciudad.

Y es que faltar a la cita anual con tu Cofradía se te hará muy difícil, se te dispararán los sentimientos y te darás cuenta que en Medina está saliendo tú procesión y estas lejos, muy lejos de tú Cofradía. Tú corazón volará a la iglesia acudiendo a la llamada del corazón. Conozco mucha gente que haciendo el servicio militar lejos de Medina, pidió hacer guardia el Viernes Santo para estar despierto al amanecer. Gente que jura y perjura que oyeron las trompetas y los tambores que convocaba a los hermanos a la Procesión del Nazareno. Gente que derramó una lagrima al creer oír que el aire le traía la lejana marcha de Mater Mea hasta la soledad de la garita en la noche del Viernes de Dolores o del Viernes Santo.

Hace falta ser medinense y vivir la Semana Santa durante todo el año para entender muchas cosas. No se puede vivir algo sino se ha sentido. Yo no puedo explicar a quien no es de

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aquí lo que se siente yendo descalzo en una Procesión, lo que es pertenecer a una cofradía. Ni lo que es este hermanamiento ante Dios que hizo crecer a las antiguas Cofradías, esa unión que va más allá de las antiguas pandillas. Es tú hermano, tú hermano de Cofradía.

El desfile, como acto penitencial, tiene que ser íntimo, sencillo y callado y como manifestación cristiana tiene que ser un acto fraternal. Si no hay fraternidad en las Cofradías de Semana Santa, si solo “vas a la procesión” nada tiene sentido. Si perdemos el sentir cristiano que unió a las antiguas Cofradías nada somos, solo un triste espectáculo de gallitos provincianos que rivalizan en no se que alardes circenses. Ese sentido fraternal cobra todo su significado en las adversidades donde sabes que siempre tendrás segura la ayuda de todos tus hermanos. O en la última hora cuando ves que es a hombros de sus hermanos de Cofradía, como se dirige un cofrade a recibir la sagrada tierra en el cementerio.

Uno de los actos más queridos para un hermano de túnica y seguro que por todos los cofrades, antes de comenzar un desfile es buscar al comienzo de la Procesión, la cara de todos los hermanos de la Cofradía, las caras de todos los años. Comienza entonces un rito que tiene matices sagrados de reencuentro con la vida, de ver que ha pasado un año más, un nuevo ciclo.

Los saludos, los abrazos y hasta los besos brotan de dos amigos que un año más se encuentran para volver a vivir ese instante sagrado que todos los años les congregan a las puertas de la iglesia. “Un año más hermano, un año más”. Quizás sean estas las únicas palabras que cruces con el hermano en todo el año, pero son sinceras. Un año más reunidos en la creencia de un cristo que resucito. Un año más unidos en el amor a una tradición.

…..Y en ese....... un año mas........., ves pasar la vida como en ningún otro instante. Recuerdas al amigo que no esta, al conocido que hace tiempo que no ves, a ese hermano con quien compartías ese ultimo cigarro antes de comenzar la Procesión. Y hablas, hablas contigo en el silencio de la espera.

Hace solo diez años que paso…y que cerca me parece. Y este año...... Este año son veintiséis los que desfilo…me hice con Pedro. No he vuelto a verle.

Y oirás decir a un hermano mayor.

“Vengo por última vez. Me parece que este año es el último”

Y aunque la mayoría de las veces lo ves volver el año próximo, un año no será así. Y alguien dice inevitablemente.

” Recuerdas que Miguel dijo el año pasado que era el ultimo que salía”

Yo no se como será esa última Procesión, he sido testigo de hechos que pueden parecer ridículos a los que no sienten esto de la Semana Santa. Y es que el rito de las cofradías, que nació para socorros mutuos entre los hermanos a la hora de la muerte, tiene ante esa última hora, las

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sensaciones más autenticas, donde se manifiestan nuestras creencias en un Dios que muere para vencer a la muerte.

Un día de verano, cuando sobre la ciudad cae el sol ardiente del mes de Julio, en una fría Capilla de la Colegiata, vi llorar a un hombre ante la imagen de las Angustias. .-No me pasa nada. Es que me va a operar y he venido por si acaso para despedirme de la Virgen.

Ese hombre se estaba despidiendo de los recuerdos más intensos de su vida, del lugar donde experimento las más mágicas sensaciones, se despide de la vida del lugar donde se sintió vivo, del lugar donde fue feliz.

Hasta he visto romper a llorar a una mujer al paso del Cristo muerto.- Juan, mi marido, cargaba con el. Y la mujer miraba los ojos de los cargadores queriendo ver asomar entre ellos a los que ya no están.

Seguro que en el cielo de Medina debe de haber todos los Viernes Santos una Procesión. En ella participan todos los que nos precedieron en el rito, pero hoy contemplarán a Cristo triunfante ya resucitado. Si acompañaron todos los años a Cristo en su dolor, Cristo no los habrá abandonado después de la muerte. Esa es la esencia de todas nuestras creencias.

Y es que como estáis viendo, la Semana Santa de esta tierra es la suma de muchos momentos, de instantes únicos a veces muy personales e íntimos. Es una celebración de todos y para todos.

La Semana Santa es la suma de vivencias personales que explotan estos días en tú corazón. La Semana Santa es tú madre subiéndote en brazos para que puedas tirarle un beso al paso de la Virgen. Es la ilusión de tú primer desfile, tus guantes siempre olvidados en casa, es ver llorar a Cristo la tarde del Jueves Santo, es tu pandilla de amigos, el estreno de tú túnica, una noche en vela esperando el amanecer de una Procesión, es tú novia en la acera, tus hermanos de paso, el olor la vela, el dolor de unos pies descalzo entre los afilados cantos, tu devoción a una imagen, el recuerdo de los que te esperan en la casa del padre……

Yo estoy seguro, segurísimo que si algún día alguien prohibiera esta celebración y no salieran los desfiles procesionales, habría algo que tocaría el corazón de todos los medinenses, para volver a vivir junto a los tuyos los momentos más importantes de la pasión y muerte de Nuestro Señor. Puede que alguien intente acabar con el rito, con las procesiones… pero siempre, en Medina del Campo, habrá Semana Santa.

Ricardo Flecha Barrio

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JUNTA DE SEMANA SANTA

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