Primavera Arabe- Samir Amin

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    cubri el siguiente medio siglo (desde 1919 hasta 1967). En efecto, entiendo este perodo como untiempo de lucha continua y avances importantes. El objetivo era triple: democracia, independencianacional y progreso social. Estos tres objetivos -por limitadas y confusas que hayan sido enocasiones sus formulaciones- son inseparables. Esta interconexin de los objetivos es de hecho laexpresin de los efectos de la integracin del Egipto moderno en el sistema del capitalismo

    imperialista globalizado de la poca. En esta lectura, el captulo abierto por la cristalizacinnasserista (1955-1967) no es otra cosa que el ltimo captulo de este tiempo largo de flujoascendente de las luchas inaugurado por la revolucin de 1919-1920.

    El primer momento de este medio siglo de progresin de las luchas de emancipacin en Egiptotiene como objetivo -con la formacin del partido Wafd en 1919- la modernizacin poltica,mediante la adopcin de una forma burguesa de democracia constitucional, y la recuperacin de laindependencia. La forma democrtica imaginada permita un avance de la secularizacin -no eraplenamente laica- simbolizada por la bandera, que ostentaba una combinacin de la media luna yla cruz (bandera que ha reaparecido en los acontecimientos de enero y febrero de 2011). Las

    elecciones normales permitan en esa poca no slo la eleccin de coptos por parte de mayorasmusulmanas, sino tambin el ejercicio de altos cargos del Estado por estos mismos coptos, sin queesto plantease problemas.

    Toda la fuerza del poder britnico, con el apoyo activo del bloque reaccionario compuesto por lamonarqua, los terratenientes y los campesinos ricos, se emple en el intento de hacer retrocederlos avances democrticos del Egipto wafdista. La dictadura de Sedki Pach en la dcada de 1930(que aboli la constitucin democrtica de 1923) se enfrent al movimiento estudiantil, que en esapoca era la vanguardia de las luchas democrticas antiimperialistas. No es casualidad que, parareducir el peligro, la embajada britnica y el palacio real apoyaran activamente la creacin de los

    Hermanos Musulmanes (1927), grupo inspirado en el pensamiento islamista en su arcaica versinsalafista wahab formulada por Rachid Reda, es decir, la versin ms reaccionaria -antidemocrticay en contra del progreso social- del nuevo Islam poltico.

    Ante la conquista de Etiopa por Mussolini y la posibilidad de una guerra mundial, Londres se vioobligado a hacer concesiones a las fuerzas democrticas, lo que permiti el regreso de loswafdistas en 1936 y la firma del Tratado anglo-egipcio del mismo ao; un Wafd, dicho sea de paso,mucho ms prudente que en su poca anterior. La Segunda Guerra Mundial constituy unaespecie de parntesis. Pero el flujo ascendente de las luchas se reanud, a partir del 21 de febrerode 1946, con la creacin del bloque obrero-estudiantil, fortalecido en su radicalizacin por la

    aparicin de los comunistas y el movimiento obrero. Una vez ms, las fuerzas de la reaccinegipcia, con el apoyo de Londres, se opusieron violentamente y movilizaron a los HermanosMusulmanes en apoyo de una segunda dictadura de Sedki Pach, aunque sin conseguir silenciar elmovimiento. Con el Wafd de regreso al gobierno, su denuncia del Tratado de 1936 y el comienzo dela guerrilla en la zona del Canal an ocupada, slo pudieron ser derrotados por el incendio de ElCairo (1951), una accin en la que estuvieron involucrados los Hermanos Musulmanes.

    El primer golpe de Estado de los oficiales libres (1952), pero sobre todo el segundo con la toma delpoder por Gamal Abdel Nasser (1954), coron este periodo de flujo ascendente de las luchas, segnalgunos, o acab con ellas, segn otros. El nasserismo sustituy la lectura que propuse del

    despertar egipcio por un discurso ideolgico que borraba de un plumazo toda la historia de los aos1919-1952 hasta poner como fecha inicial de la revolucin egipcia julio de 1952. En ese momento,

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    muchos de los comunistas haban denunciado este discurso y entendan que los golpes de 1952 y1954 tenan como objetivo acabar con la radicalizacin del movimiento democrtico. No seequivocaban, porque el nasserismo slo cristaliz como proyecto antiimperialista despus deBandung (abril 1955). En ese momento, el nasserismo realiz lo que poda ofrecer: una posturainternacional resueltamente antiimperialista (asociada con los movimientos panrabe y

    panafricano) junto a reformas sociales progresistas (pero no socialistas). Todo ello, organizado dearriba abajo, no slo sin democracia (prohibicin de que las clases populares se organizasen para ypor s mismas), sino suprimiendo toda forma de vida poltica. El vaco as creado invitaba al llamadoIslam poltico a llenarlo. As el proyecto agot su potencial progresista en un corto perodo detiempo: diez aos, desde 1955 hasta 1965. La prdida de impulso ofreci al imperialismo, ahoradirigido por Estados Unidos, la oportunidad de quebrar el movimiento mediante la movilizacin desu instrumento miliar regional: Israel. La derrota de 1967 marc el final de este avance de mediosiglo. El reflujo lo inici el propio Nasser, eligiendo para ello el camino de las concesiones a laderecha (la infitah, es decir, la apertura, entendida como apertura a la globalizacin capitalista) enlugar de la radicalizacin por la que lucharon, entre otros, los estudiantes (cuyo movimiento ocupun lugar central en 1970, poco antes y despus de la muerte de Nasser). Su sucesor, Anuar Sadat,acentu la deriva a la derecha e integr a los Hermanos Musulmanes en su sistema autocrtico.

    Mubarak seguira despus la misma lnea.

    El siguiente perodo de reflujo (1967-2011) abarca casi medio siglo. Egipto, sujeto a las exigenciasdel liberalismo globalizado y a las estrategias de Estados Unidos, dej de existir como agente activoa escala regional e internacional. En la regin, los principales aliados de Estados Unidos -ArabiaSaud e Israel- ocuparon el centro de la escena. Israel pudo as avanzar por la va de la expansinde su colonizacin de la Palestina ocupada, con la complicidad de Egipto y los pases del Golfo.

    El Egipto de Nasser haba establecido un sistema econmico y social criticable pero coherente.Nasser opt por la industrializacin como medio de superacin de la especializacin internacionalimpuesta por el colonialismo, que limitaba al pas al papel de exportador de algodn. Este sistemaindustrializador potenci una distribucin del ingreso en beneficio de las clases medias enexpansin, sin que ello significara el empobrecimiento de las clases populares. Sadat y Mubarakprocedieron al desmantelamiento del sistema productivo egipcio, que fue sustituido por otrocompletamente incoherente, basado exclusivamente en la bsqueda de rentabilidad de lasempresas, en su mayora subcontratistas del capital de los monopolios imperialistas. Las tasas decrecimiento supuestamente elevadas de Egipto, alabadas desde hace treinta aos por el BancoMundial, no tienen ningn significado. El crecimiento egipcio es extremadamente vulnerable, yadems ha ido acompaado de un increble aumento de la desigualdad y el desempleo, que afectaa la mayora de los jvenes. La situacin era explosiva... y explot.

    La aparente estabilidad del rgimen que Washington tanto elogiaba se basaba en una maquinariapolicaca monstruosa (1.200.000 hombres frente a slo 5.000.000 en el ejrcito), que perpetraba elabuso criminal cotidiano. Las potencias imperialistas afirmaban que este rgimen protega a Egiptode una alternativa islamista, lo que no es ms que una burda mentira. De hecho, el rgimen habaincorporado plenamente al Islam poltico reaccionario (segn el modelo wahab del Golfo) en susistema de poder, al concederle la gestin de la educacin, la justicia y los grandes medios (latelevisin en particular). El nico discurso permitido era el asignado a las mezquitas salafistas, loque les proporcionaba la ficcin de intentar presentarse como la oposicin. La duplicidad cnica deldiscurso del establishmentestadounidense (y en este sentido Obama no es diferente de Bush) sirve

    perfectamente a sus objetivos. El apoyo de facto al Islam poltico destruye la capacidad de lasociedad para hacer frente a los desafos del mundo moderno (que est detrs de la degradacin

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    catastrfica de la educacin y la investigacin), mientras que la denuncia ocasional de sus abusos(el asesinato de coptos, por ejemplo) sirve para legitimar las intervenciones militares deWashington, dedicado a la llamada guerra contra el terrorismo. El rgimen egipcio poda parecertolerable mientras funcion la vlvula de seguridad de la emigracin masiva de las clases medias ybajas a los pases petroleros. El agotamiento de este sistema (la sustitucin de trabajadores de los

    pases rabes por inmigrantes asiticos) ha llevado al resurgimiento de las resistencias. Las huelgasobreras de 2007 -las ms importantes del continente africano en 50 aos-, la resistencia obstinadade los pequeos agricultores amenazados de expropiacin por parte del capitalismo agrario, laformacin de crculos de protesta democrtica en las clases medias (los movimientos Kefaya y Seisde abril) anunciaban la inevitable explosin, que los egipcios esperaban aunque sorprendiera a losllamados observadores internacionales. Estamos entrando pues a una nueva fase de aumento delas luchas de liberacin, de las que tendremos que analizar su direccin y desarrollo.

    Los componentes del movimiento democrtico

    La revolucin egipcia en curso ilustra la posibilidad del anunciado fin del sistema neoliberal, objetode cuestionamiento en todas sus dimensiones: poltica, econmica y social. Este masivomovimiento del pueblo egipcio combina tres componentes activos: los jvenes repolitizados porpropia voluntad y en formas modernas que ellos mismos han inventado, las fuerzas de laizquierda radical y las fuerzas reunidas por los demcratas de clase media.

    Los jvenes (en torno a un milln de activistas) han sido la punta de lanza del movimiento. A ellosse unieron de inmediato la izquierda radical y los demcratas de clase media. Los Hermanos

    Musulmanes, cuyos dirigentes haban llamado a un boicot de las protestas los primeros cuatro das(persuadidos de que la represin las barrera) slo aceptaron el movimiento ms tarde, cuando lallamada, oda por todo el pueblo egipcio, haba producido ya grandes movilizaciones de 15 millonesde manifestantes.

    Los jvenes y la izquierda radical persiguen tres objetivos comunes: la restauracin de lademocracia (fin del rgimen militar y policial), la instauracin de una nueva poltica econmica ysocial favorable a las clases populares (ruptura con las exigencias del liberalismo globalizado) y unapoltica internacional independiente (ruptura con la sumisin a las exigencias hegemnicas deEstados Unidos y al despliegue de su control militar sobre el planeta). La revolucin democrtica a

    la que convocan es una revolucin democrtica, antiimperialista y social. Aunque el movimientojuvenil sigue diversificado en su composicin social y sus expresiones polticas e ideolgicas, en suconjunto se sita a la izquierda. Las rotundas manifestaciones espontneas de simpata con laizquierda radical dan testimonio de su orientacin.

    Globalmente, las clases medias se ubican en torno a un nico objetivo de democracia, sin ponernecesariamente en cuestin el mercado en su estado actual o el alineamiento internacional deEgipto. No debemos ignorar el papel de un grupo de blogueros que participan -a sabiendas o no- enuna verdadera conspiracin organizada por la CIA. Sus dirigentes son en su mayora jvenes declase alta, americanizados en extremo, que sin embargo adoptan la pose de contestatarios contra

    las dictaduras existentes. El tema de la democracia, en una versin impuesta manipulada porWashington, domina sus intervenciones en la red. Con ello participan en la cadena de actores de

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    las contrarrevoluciones orquestadas por Estados Unidos, bajo el disfraz de revolucionesdemocrticas, segn el modelo de las revoluciones de colores de Europa del Este.

    Sin embargo sera errneo sacar la conclusin de que este complot es la causa de las revueltaspopulares. La CIA sigue tratando de torcer el sentido del movimiento, de alejar a los militantes desus objetivos de transformacin social progresista y encaminarlos hacia otros terrenos. Lasposibilidades de xito de este complot son altas si el movimiento en su conjunto fracasa en laconstruccin de convergencias entre sus diferentes componentes, en la identificacin de objetivosestratgicos comunes y en la invencin de formas de organizacin y accin efectivas. Hay ejemplosde este fracaso en Filipinas e Indonesia, por ejemplo. Es interesante sealar aqu que nuestrosbloggers, que se expresan en ingls en vez de rabe, lanzados en defensa de la democracia a laamericana, exponen con frecuencia argumentos de legitimacin de los Hermanos Musulmanes.

    La llamada a la protesta que hicieron los tres componentes activos del movimiento captrpidamente los odos de todo el pueblo egipcio. La represin, de una violencia extrema losprimeros das (ms de un millar de muertos) no desanim a los jvenes y sus aliados (que enningn momento llamaron en su ayuda a las potencias occidentales como hemos visto en otroslugares). Su coraje fue el factor decisivo que llev la protesta a todos los barrios de las ciudades,grandes y pequeas, y pueblos; quince millones de manifestantes de manera permanente, durantedas y das (y a veces noches). Este xito poltico fulminante tuvo sus efectos: el miedo habacambiado de bando. Hillary Clinton y Obama descubrieron entonces que tenan que abandonar aMubarak, a quien hasta entonces haban apoyado, mientras que los lderes del ejrcito salan delsilencio, se negaban a tomar el relevo de la represin -poniendo a salvo as su imagen- y finalmentedeponan a Mubarak y a algunos de sus principales secuaces.

    La generalizacin del movimiento a todo el pueblo egipcio es en s misma un reto positivo. Pueseste pueblo, como todos los dems, est lejos de formar un conjunto homogneo. Algunos de lossegmentos que lo componen refuerzan, sin duda, la perspectiva de una radicalizacin posible. Laentrada en la lucha de la clase trabajadora (alrededor de 5 millones de trabajadores) puede serdecisiva. Los trabajadores en lucha en las numerosas huelgas han hecho avanzar las formas deorganizacin iniciadas en 2007. En la actualidad ya hay ms de de cincuenta sindicatosindependientes. La tenaz resistencia de los pequeos agricultores a las expropiaciones, que se hahecho posible gracias a la cancelacin de la ley de Reforma Agraria (los Hermanos Musulmanes enel parlamento votaron a favor de leyes injustas, argumentando que la propiedad privada es sagradapara el Islam y que la reforma agraria est inspirada por el demonio comunista), tambin

    contribuye a la radicalizacin del movimiento. Sin embargo queda una enorme masa de pobres queparticiparon activamente en los acontecimientos de febrero de 2011 y que se encuentran amenudo en los comits populares formados en los barrios para defender la revolucin. Estos pobrespueden dar la impresin (por las barbas, los velos, la vestimenta) de que el pas profundo esislmico o est movilizado por los Hermanos Musulmanes. De hecho su aparicin en la poltica seimpuso al liderazgo de la organizacin. As pues, se ha dado ya la seal de salida a la carrera:quin conseguir formular alianzas eficaces con las masas desorientadas, y eventualmenteencuadrarlas, trmino que personalmente rechazo: los Hermanos y sus islamistas asociados(salafistas) o la alianza democrtica?

    Se estn dando pasos significativos en la construccin de un frente unido de fuerzas democrticasy trabajadores. Cinco partidos de orientacin socialista, el Partido Socialista Egipcio, la Alianza

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    Popular Democrtica -en su mayor parte ex miembros del partido Tagammu- el PartidoDemocrtico de los Trabajadores, el trotskista Partido Socialista Revolucionario y el PartidoComunista egipcio, ex componente de Tagammu, formaron en abril de 2011 una alianza de lasfuerzas socialistas y se comprometieron a continuar luchando en conjunto a travs de ella.

    Mientras tanto se ha formado un Consejo Nacional (Maglis Watany) constituido por todas las fuerzaspolticas y los actores del movimiento (partidos de orientacin socialista, diversos partidosdemocrticos, sindicatos independientes, organizaciones campesinas, redes de jvenes ynumerosos grupos sociales.) Los Hermanos Musulmanes y los partidos de derecha se han negado aparticipar en este Consejo, reafirmando lo que ya sabemos: su oposicin a la continuacin delmovimiento. El Consejo rene aproximadamente a 150 miembros.

    Frente al movimiento democrtico, el bloque reaccionario

    Al igual que en el pasado perodo de crecimiento de las luchas, el movimiento democrticoantiimperialista y social se enfrenta en Egipto a un bloque reaccionario de gran poder. Este bloquepuede identificarse en trminos de sus componentes sociales (de clases, obviamente), perotambin debe identificarse en relacin con los que definen sus medios de accin poltica y eldiscurso ideolgico al servicio de dicha accin.

    En trminos sociales, el bloque reaccionario est dirigido por la burguesa egipcia en su conjunto.

    Las formas de acumulacin dependiente de los ltimos 40 aos han propiciado la aparicin de unaburguesa rica, beneficiaria exclusiva de la desigualdad escandalosa que acompaa a este modeloliberal-globalizado. Se trata de decenas de miles no de empresarios creativos -como el discurso delBanco Mundial los presenta- sino de millonarios y multimillonarios que deben su fortuna, todosellos, a su connivencia con el aparato poltico (la corrupcin es un componente orgnico delsistema). Esta burguesa compradora (en el actual lenguaje poltico de Egipto la gente los llamaparsitos corruptos) apoya activamente la inclusin de Egipto en la globalizacin imperialistacontempornea y es aliada incondicional de Estados Unidos.

    Esta burguesa tiene en sus filas a muchos generales del ejrcito y la polica, a civiles vinculados

    con el Estado y el partido gobernante (Nacional Democrtico), creado por Sadat y Mubarak, areligiosos (los lderes de los Hermanos Musulmanes y los jeques de Al-Azhar, todos ellosmultimillonarios). Ciertamente, todava hay burguesa compuesta de pequeos y medianosempresarios activos. Pero stos tambin son vctimas del sistema de extorsin creado por laburguesa compradora, y estn con frecuencia reducidos a la condicin de subcontratistasdominados por los monopolios locales, que a su vez son correas de transmisin de los monopoliosextranjeros. En el sector de la construccin hay un principio casi universal: los grandes consiguenlas adjudicaciones de obras, que luego subcontratan a los pequeos. Esta burguesa deempresarios emprendedores ve con verdadera simpata el movimiento democrtico.

    La vertiente rural del bloque reaccionario no es menos importante. Se compone de campesinosricos que han sido los principales beneficiarios de la reforma agraria nasserista, y que sustituyeron

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    a la antigua clase de los grandes terratenientes. Las cooperativas agrcolas creadas por el rgimennasserista asociaban a los pequeos agricultores y los campesinos ricos, con un funcionamientoque beneficiaba principalmente a stos. Sin embargo, el rgimen tomaba medidas para limitar losposibles perjuicios a los pequeos agricultores. Ms tarde, estas medidas fueron abandonadas porSadat y Mubarak, por recomendacin del Banco Mundial, y el campesinado rico aceler la

    desaparicin de los pequeos agricultores. Los campesinos ricos siempre han sido una clasereaccionaria en el moderno Egipto, y ahora lo son ms que nunca. Tambin son el apoyo principaldel Islam conservador en el campo y, a travs de su estrecha relacin (a menudo familiar) con losrepresentantes del aparato del Estado y la religin, (Al Azhar es el equivalente de una iglesiamusulmana organizada) dominan la vida social rural. Adems gran parte de las clases mediasurbanas (no slo los oficiales del ejrcito y la polica, sino tambin los tecncratas y profesionales)han surgido directamente del campesinado rico.

    Este bloque social reaccionario dispone de instrumentos polticos a su servicio: el ejrcito y lapolica, las instituciones del Estado, un partido poltico privilegiado -el Partido Nacional

    Democrtico, creado por Sadat, y partido nico de facto-, el aparato religioso (con su centro en AlAzhar) y las corrientes del Islam poltico (los Hermanos Musulmanes y los salafistas).

    La ayuda militar concedida por Estados Unidos al ejrcito egipcio (1.500 millones de dlaresanuales) nunca estuvo destinada a fortalecer la capacidad defensiva del pas, sino, al contrario, aaniquilar este peligro mediante la corrupcin sistemtica, no slo conocida y tolerada sino tambinapoyada de manera positiva, con autntico cinismo. Esta supuesta ayuda ha permitido a losoficiales de ms alto rango apropiarse de grandes sectores de la economa egipcia compradora,hasta el punto de que en Egipto se habla de la sociedad annima-militar (Sharika al geish). Elmando del ejrcito que ha tomado la responsabilidad de dirigir el perodo de transicin no es por lo

    tanto neutral, aunque haya tomado la precaucin de parecerlo, al desvincularse de la represin. Elgobierno civil a sus rdenes (cuyos miembros han sido nombrados por el alto mando), integrado enparte por hombres del antiguo rgimen elegidos entre las personas de ms bajo perfil, ha tomadouna serie de medidas perfectamente reaccionarias para frenar la radicalizacin del movimiento.

    Entre estas medidas figura una perversa legislacin contra la huelga, so pretexto de reactivar laeconoma; adems de una ley que impone severas restricciones a la formacin de partidos polticosa fin de permitir la entrada en el juego electoral nicamente a las corrientes del Islam poltico (losHermanos Musulmanes en particular) ya bien organizadas gracias al apoyo sistemtico del rgimenanterior. Y sin embargo, a pesar de todo esto, la actitud del ejrcito sigue siendo en ltima

    instancia impredecible. Porque, a pesar de la corrupcin de sus cuadros (los soldados sonconscriptos, pero los oficiales son profesionales), el sentimiento nacionalista no est ausente entodos los casos. Adems, el ejrcito lamenta haber sido prcticamente descartado del poder enbeneficio de la polica. En estas circunstancias, y dado que el movimiento ha expresado firmementesu deseo de separar al ejrcito de la direccin poltica del pas, es probable que el alto mandoconsidere en un futuro permanecer entre bastidores, renunciando a presentar a sus hombres en lasprximas elecciones.

    Si bien, obviamente, el aparato policial se mantiene intacto (no se contemplan actuacionesjudiciales contra sus funcionarios), tal como el conjunto del aparato estatal (los nuevos gobernantes

    son todos del antiguo rgimen), el Partido Democrtico Nacional ha desaparecido en la tormenta ysu disolucin ha sido sancionada por los tribunales. Sin embargo, podemos tener confianza en la

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    Egipto es una piedra angular en la estrategia estadounidense para controlar el planeta. El objetivoexclusivo de Washington y sus aliados Israel y Arabia Saud es conseguir que aborte el movimientodemocrtico en Egipto; con ese fin, quieren imponer un rgimen islmico dirigido por losHermanos Musulmanes, que es el nico medio que tienen para perpetuar la sumisin de Egipto. Eldiscurso democrtico de Obama slo sirve para confundir las opiniones ingenuas, las de Estados

    Unidos y Europa en primer lugar.

    Se habla mucho, para dar una legitimidad a un gobierno de los Hermanos Musulmanes (alineadoscon la democracia!), del ejemplo turco. Pero slo es una cortina de humo. Porque el ejrcito turco,que sigue presente entre bastidores, aunque en realidad no es democrtico y por aadidura es unfiel aliado de la OTAN, sigue aportando la garanta del laicismo en Turqua. El proyecto deWashington, expresado abiertamente por Hillary Clinton, Obama y los think tanks a su servicio, seinspira en el modelo paquistan: el ejrcito (islmico) entre bastidores, el gobierno (civil) asumidopor el partido (o los partidos) islmicos elegidos. Obviamente, si se diera este caso, el gobiernoislmico egipcio sera recompensado por su sumisin en los asuntos esenciales (no cuestionar el

    liberalismo ni los presuntos tratados de paz que permiten que Israel contine su poltica deexpansin territorial) y podra proseguir, como una compensacin demaggica, con laimplementacin de sus proyectos de islamizacin del Estado y de la poltica, y los asesinatos delos coptos! Bonita democracia la que se concibe en Washington para Egipto. Naturalmente ArabiaSaud apoya con todos sus medios (financieros) la implementacin de ese proyecto. Porque Riadsabe perfectamente que su hegemona regional (en el mundo rabe y musulmn) exige que sereduzca a Egipto a la insignificancia. Y el medio es la islamizacin del Estado y de la poltica; dehecho una islamizacin de tipo wahab con todos sus efectos -entre otros las desviaciones fanticascon respecto a los coptos y la negacin del derecho de igualdad de las mujeres-.

    Es factible este tipo de islamizacin? Quiz, pero al precio de violencias extremas. La batalla selibra sobre el artculo 2 de la constitucin del rgimen depuesto. Dicho artculo, que estipula que laSharia es la fuente del derecho, es una novedad en la historia poltica de Egipto. Ni la constitucinde 1923 ni la de Nasser la imaginaron. Fue Sadat quien la introdujo en su nueva constitucin con eltriple apoyo de Washington (respetar las tradiciones!), de Riad (El Corn toma el lugar de laconstitucin) y de Jerusaln (El Estado de Israel es un Estado judo).

    El proyecto de los Hermanos Musulmanes sigue siendo el establecimiento de un Estado teocrtico,como se pone de manifiesto en su adhesin al artculo 2 de la constitucin de Sadat/Mubarak. Poraadidura el programa ms reciente de la Hermandad tambin refuerza esa visin retrgrada con

    la propuesta de instaurar un Consejo de Ulemas encargado de vigilar que todos los proyectos deley sean conformes a las exigencias de la Sharia. Ese consejo constitucional religioso es anlogo alde Irn que controla al poder elegido. Entonces el rgimen sera el de un gran partido religiosonico, y todos los partidos que se autodefinieran como laicos se convertiran en ilegales y lospartidarios de dichos partidos no musulmanes (como los coptos) quedaran excluidos, de hecho, dela vida poltica. A despecho de todo esto los poderes de Washington y Europa hacen como si sepudiera tomar en serio la reciente declaracin de los Hermanos en la que renuncian al proyectoteocrtico (sin modificar su programa!), otra declaracin mentirosa y oportunista. Los expertos dela CIA no saben leer el rabe? La conclusin se impone: Washington prefiere el poder de losHermanos, que le garantizan el mantenimiento de Egipto en su redil y en el de la globalizacinliberal, al poder de los demcratas con los que correra el riesgo de que se cuestionase seriamenteel estatuto subalterno de Egipto. El partido Justicia y Libertad, creado recientemente y visiblemente

    inspirado en el modelo turco, apenas es otra cosa que un instrumento de los Hermanos. Admitirana los coptos (!), lo que significa que los invitan a aceptar el Estado musulmn teocrtico consagrado

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    por el programa de los Hermanos si quieren tener derecho a participar en la vida poltica de supas. Pasando a la ofensiva, los Hermanos Musulmanes crean sindicatos, organizacionescampesinas y una retahla de partidos polticos con diferentes nombres cuyo nico objetivo esdividir los frentes unidos de trabajadores, campesinos y demcratas con el fin de trabajar enbeneficio, por supuesto, del bloque contrarrevolucionario.

    Ser capaz el movimiento democrtico egipcio abolir ese artculo en la futura constitucin? Slopodemos responder a esta pregunta volviendo a examinar los debates polticos, ideolgicos yculturales que se han desplegado en la historia del Egipto moderno.

    Comprobamos, en efecto, que los perodos ascendentes se caracterizan por una diversidad deopciones abiertamente expresadas que relegan la religin (siempre presente en la sociedad) a unsegundo plano. As fue durante dos tercios del siglo XIX (de Mohamed Al al Jedive Ismail). Los

    temas de la modernizacin (en forma de despotismo ilustrado ms que democrtica) dominaronentonces la escena. Fue lo mismo de 1920 a 1970: haba un enfrentamiento abierto entre losdemcratas burgueses y los comunistas, que ocuparon ampliamente el primer plano de laescena hasta el nasserismo. ste suprimi el debate para sustituirlo por un discurso populistapanrabe, pero al mismo tiempo modernizador. Las contradicciones de ese sistema abrieron elcamino de regreso al Islam poltico. Podemos comprobar que en las fases de reflujo, por elcontrario, desaparece la diversidad de opiniones dejando sitio a un anacronismo presuntamenteislmico que se arroga el monopolio del discurso autorizado por el poder. De 1880 a 1920 losbritnicos construyeron esta tendencia, entre otras cosas al condenar al exilio (en particular enNubia) a todos los pensadores y actores modernistas egipcios formados desde Mohamed Al. Perotambin se remarc que la oposicin a la ocupacin britnica se ubica asimismo en esaconcepcin anacrnica. La Nahda (inaugurada por Afghani y continuada por Mohamed Abdou) se

    inscribe en esta tendencia, asociada a la ilusin otomanista defendida por el nuevo PartidoNacionalista de Mustaf Kemal y Mohamed Farid. No es sorprendente que esa deriva condujerahacia el final de los escritos ultra reaccionarios de Rachid Reda, recuperado por Hassan el Bana,fundador de los Hermanos Musulmanes.

    Fue lo mismo en el perodo de reflujo de los aos 1970-2010. El discurso oficial del poder (de Sadaty de Mubarak), perfectamente islamista (como lo demuestra la introduccin de la Sharia en laconstitucin y la delegacin de poderes esenciales a los Hermanos Musulmanes), es tambin el dela falsa oposicin, la nica tolerada, la del discurso de las mezquitas. Por eso el artculo 2 puedeparecer muy slidamente anclado en la conviccin general (en la calle como se suele decir por

    imitacin del discurso estadounidense). No se pueden subestimar los efectos devastadores de ladespolitizacin instaurada sistemticamente durante los perodos de reflujo. Nunca es fcil salir aflote. Pero no es imposible. Los debates actuales en Egipto se centran -explcita o implcitamente-en esa cuestin de la presunta dimensin cultural del desafo (en la competencia islmica).Indicadores positivos: Han sido suficientes algunas semanas de debates libres que se han impuestoen la realidad para ver como desapareca de todas las manifestaciones el eslogan el Islam es lasolucin a favor de reivindicaciones precisas en el terreno de la transformacin concreta de lasociedad (libertad de opinin , de formacin de partidos, sindicatos y otras organizaciones sociales,salarios y derechos laborales, acceso a la tierra, educacin y sanidad, rechazo de lasprivatizaciones y llamado a las nacionalizaciones, etc.). Una seal que no llama a engao: en laselecciones de los estudiantes la aplastante mayora (un 80%) de los votos que fueron para losHermanos Musulmanes hace cinco aos (cuando era el nico discurso aceptado como presunta

    oposicin) ha cado al 20% en las elecciones de abril. Pero el adversario tambin sabe organizar larespuesta al peligro democrtico Las modificaciones insignificantes de la constitucin (todava

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    vigente!) propuestas por un comit constituido exclusivamente por islamistas elegidos por elconsejo supremo (el ejrcito) y adoptados por referndum deprisa y corriendo en abril (con un 23%de no, pero una mayora de s, forzada por los fraudes y un chantaje masivo de las mezquitas)no conciernen, obviamente, al artculo 2.

    Las elecciones presidenciales y legislativas estn previstas para septiembre/octubre de 2011. Elmovimiento democrtico lucha por una transicin democrtica ms larga, de forma que permitaque sus discursos lleguen verdaderamente a las masas desamparadas. Pero Obama hizo sueleccin en los primeros das de la insurreccin: una transicin breve, ordenada (es decir, sincuestionar los aparatos del rgimen) y las elecciones (que den la deseada victoria a los islamistas).Como sabemos las elecciones en Egipto, como en otras partes del mundo, no son el mejor mediode asentar la democracia sino, a menudo, el de acabar con la dinmica de los avancesdemocrticos.

    Una ltima palabra con respecto a la corrupcin. El discurso dominante del rgimen detransicin enfatiza su denuncia asociada con amenazas de persecucin judicial (ya veremos cmoser en realidad). Ese discurso ciertamente es bien recibido, particularmente por la fraccin, sinduda la ms amplia, de la opinin ingenua. Pero se guarda de analizar las razones profundas y deexplicar que la corrupcin (presentada como una desviacin moral, un tipo de discurso moralistaestadounidense) es un componente orgnico necesario en la formacin de la burguesa. No slo enel caso de Egipto y en los pases del Sur en general, se trata de la formacin de una burguesacompradora cuya asociacin con los poderes del Estado constituye el nico medio de emerger.Sostengo que en el estado capitalista de los monopolios generalizados la corrupcin se convierte enun elemento constitutivo orgnico de la reproduccin del modelo de acumulacin: la retencin de larenta de los monopolios exige la complicidad activa del Estado. El discurso ideolgico (el virus

    liberal) proclama nada de Estado mientras que su prctica es el Estado al servicio de losmonopolios.

    Zona de tormentas

    Mao tena razn cuando afirm que el capitalismo (en su existencia autntica, es decir, imperialistapor naturaleza) no tena nada que ofrecer a los pueblos de tres continentes (la periferia constituidapor Asia, frica y Amrica Latina, esa minora que rene al 85% de la poblacin del planeta) y

    que por lo tanto el Sur constitua la zona de tormentas, es decir, de las revueltas repetidas,potencialmente (pero slo potencialmente) portadoras de avances revolucionarios dirigidos a lasuperacin del capitalismo por el socialismo.

    La Primavera rabe se inscribe en esta realidad. Se trata de revoluciones socialespotencialmente portadoras de la cristalizacin de alternativas que pueden inscribirse a largo plazoen la perspectiva socialista. Es la razn por la cual el sistema capitalista, el capital de losmonopolios dominantes a escala mundial, no puede tolerar el desarrollo de esos movimientos.Dicho sistema movilizar todos los medios posibles de desestabilizacin, desde las presioneseconmicas y financieras hasta la amenaza militar. Apoyar, segn las circunstancias, bien las

    falsas alternativas fascistas o pseudofascistas o bien la implantacin dictaduras militares. No hayque creer una palabra de lo que dice Obama. Obama es Bush pero con otro lenguaje. Hay una

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    duplicidad permanente en el lenguaje de los dirigentes de la trada imperialista (Estados Unidos,Europa occidental, Japn).

    No tengo la intencin, en este artculo, de examinar exhaustivamente cada uno de los movimientosen curso en el mundo rabe. (Tnez, Libia, Siria, Yemen y otros). Porque los componentes delmovimiento son diferentes de un pas a otro, igual que lo son las formas de la integracin de cadauno en la globalizacin imperialista y las estructuras de los regmenes establecidos.

    La revolucin tunecina dio el pistoletazo de salida y ciertamente envalenton mucho a los egipcios.Por otra parte el movimiento tunecino cuenta con una autntica ventaja: el semilaicismoimplantado por Burguiba sin duda no podr ser cuestionado por los islamistas que regresan de suexilio en Gran Bretaa. Aunque al mismo tiempo el movimiento tunecino no parece estar encondiciones de cuestionar el modelo de desarrollo extravertido inscrito en la globalizacin

    capitalista liberal.

    Libia no es Tnez ni Egipto. El bloque en el poder (Gadafi) y las fuerzas que combaten contra l notienen ninguna analoga con lo que hay en Tnez y en Egipto. Gadafi siempre ha sido un ttere cuyopensamiento encuentra su reflejo en su famoso Libro Verde. Al actuar en una sociedad todavaarcaica, Gadafi poda permitirse discursos -sin gran alcance real- sucesivamente nacionalistas ysocialistas y despus, al da siguiente, adherirse al liberalismo. Lo hizo para complacer a losoccidentales!, como si la eleccin del liberalismo no tuviera efectos en la sociedad. Sin embargolos tuvo y en general agrav las dificultades sociales para la mayora. Entonces ya estaban dadaslas condiciones para la explosin que conocemos, inmediatamente aprovechada por el Islam

    poltico del pas y los regionalismos. Porque Libia nunca existi realmente como nacin. Es unaregin geogrfica que separa el Magreb y el Mashreq. La frontera entre ambos pasa precisamentepor el medio de Libia. La Cirenaica, histricamente griega y helenstica, despus se convirti enmashrequina. La Tripolitania fue latina y se convirti en magrebina. Por eso siempre hay unabase para los regionalismos en el pas. En realidad no se sabe quines son los miembros delConsejo Nacional de Transicin de Bengasi. Quiz haya demcratas ente ellos, pero es seguro quehay islamistas, y de los peores, y regionalistas. Desde el principio el movimiento ha tomado enLibia la forma de una revuelta armada, disparando sobre el ejrcito, y no la de una ola demanifestaciones civiles. Esta revuelta armada, por otra parte, llamo inmediatamente a la OTAN ensu auxilio. As se dio entonces la ocasin para una intervencin militar de las potenciasimperialistas. Los objetivos que se persiguen no son, ciertamente, la proteccin de los civiles ni lademocracia, sino el control del petrleo y la consecucin de una importante base militar en el

    pas. Es cierto que las empresas occidentales ya controlaban el petrleo libio desde que Gadafi sealine al liberalismo. Pero con Gadafi nunca se puede estar seguro de nada. Y si vuelve lachaqueta y maana mete en su juego a los chinos o a los indios? Pero hay algo ms grave. Desde1969 Gadafi exiga la evacuacin de las bases britnicas y estadounidenses establecidas en Libiatras la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, Estados Unidos necesita transferir el AFRICOM (elmando militar de Estados Unidos para frica, una pieza importante del dispositivo de control militardel planeta todava en Stuttgart!) a frica. La Unin Africana lo rechaza y hasta la fecha ningnEstado africano se ha atrevido a aceptarlo. Un lacayo establecido en Trpoli (o en Bengasi)obviamente suscribira todas las exigencias de Washington y de sus aliados subalternos de laOTAN.

    Los componentes de la revuelta en Siria hasta ahora no han dado a conocer sus programas. Sin

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    duda la deriva del rgimen baasista, alineado al neoliberalismo y singularmente pasivo frente a laocupacin del Goln por parte de Israel, est en el origen de la explosin popular. Pero no hay queexcluir la intervencin de la CIA: se habla de grupos que han penetrado en Deraa procedentes de lavecina Jordania. La movilizacin de los Hermanos Musulmanes, que ya estuvieron hace aos en elorigen de las insurrecciones de Hama y de Homs, quiz no es extraa al complot de Washington,

    que se dedica a acabar con la alianza Siria/Irn, esencial para el apoyo de Hizbul en Lbano y deHams en Gaza.

    En Yemen la unidad se construy sobre la derrota de las fuerzas progresistas que habangobernado el sur del pas. El movimiento se rendir ante esas fuerzas? Por esta razn secomprenden las dudas de Washington y del Golfo.

    En Barhin la revuelta ha abortado por la intervencin del ejrcito saud y la masacre, sin que los

    medios de comunicacin dominantes hayan encontrado nada que decir. El doble rasero, comosiempre.

    La revuelta rabe no es el nico ejemplo, aunque es la expresin ms reciente de lamanifestacin de la inestabilidad inherente a la zona de tormentas.

    Una primera ola de revoluciones, si las llamamos as, barri ciertas dictaduras de Asia (Filipinas,Indonesia) y de frica (Mal), que haban sido establecidas por el imperialismo y los bloques

    reaccionarios locales. Pero all Estados Unidos y Europa consiguieron abortar la dinmica de esosmovimientos populares, a veces gigantescos por las movilizaciones que suscitaron. Estados Unidosy Europa quieren repetir en el mundo rabe lo que pas en Mal, en Filipinas y en Indonesia:cambiar todo para que nada cambie! All, despus de que los movimientos populares sedesembarazasen de sus dictadores, las potencias imperialistas se dedicaron a que lo esencialpermaneciese a salvo por medio de gobiernos alineados al neoliberalismo y a los intereses de lapoltica extranjera. Es interesante comprobar que en los pases musulmanes (Mal e Indonesia) elIslam poltico se moviliz con ese fin.

    Por el contrario la ola de movimientos de emancipacin que barri Amrica del Sur permiti

    autnticos avances en las tres direcciones que representan la democratizacin del Estado y lasociedad, la adopcin de las subsiguientes medidas antiimperialistas y el compromiso en la va delas reformas sociales progresistas.

    El discurso dominante de los medios de comunicacin compara las revueltas democrticas delTercer Mundo con las que pusieron fin a los socialismos de Europa del Este tras la cada del Murode Berln. Se trata de una superchera pura y simple. Porque independientemente de las razones(comprensibles) de las revueltas en cuestin, aqullas se inscriban en la perspectiva de la anexinde la regin por las potencias imperialistas de Europa occidental (en beneficio de Alemania enprimer lugar). De hecho, reducidos ya al estatuto de periferia de la Europa capitalista

    desarrollada, los pases de Europa del Este conocern maana su autntica revolucin. Ya hayseales que lo anuncian, en particular en la antigua Yugoslavia.

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    Las revueltas, potencialmente portadoras de avances revolucionarios, se prevn por todas partes, ocasi, en los tres continentes que siguen siendo, ms que nunca, zona de tormentas, desmintiendoas los discursos almibarados sobre el capitalismo eterno y la estabilidad, la paz y el progresodemocrtico que lleva asociados. Pero esas revueltas, para traer los avances revolucionarios,debern vencer numerosos obstculos: por un lado superar las debilidades del movimiento,

    construir las convergencias positivas entre sus componentes, concebir y establecer las estrategiaseficaces, pero tambin por otra parte derrotar las intervenciones (incluidas las militares) de latrada imperialista. Cualquier intervencin militar de Estados Unidos y la OTAN en los asuntos de lospases del Sur bajo cualquier pretexto, por ejemplo los de apariencia amable -como la intervencinhumanitaria- debe proscribirse. El imperialismo no quiere el progreso social ni la democracia paraesos pases. Los lacayos que implanta en el poder cuando gana la batalla siguen siendo enemigosde la democracia. No podemos por menos de lamentar que la izquierda europea, incluso radical,haya dejado de comprender qu es el imperialismo.

    El actual discurso dominante llama a la instauracin de un derecho internacional que en principio

    autorice la intervencin cuando se violen los derechos fundamentales de un pueblo. Pero no existenlas condiciones necesarias que permitan avanzar en esa direccin. La comunidad internacionalno existe. Se resume en la embajada de Estados Unidos seguida automticamente por las deEuropa. Es necesario describir la larga lista de las, ms que lamentables, criminales intervencionesy sus resultados? (por ejemplo Irak). Hay que recordar el principio de doble rasero que lascaracteriza? (Podemos pensar, obviamente, en los derechos violados de los palestinos y el apoyoincondicional a Israel o en las innumerables dictaduras que se siguen apoyando en frica).

    La primavera de los pueblos del Sur y el otoo del capitalismo

    Las primaveras de los pueblos rabes, como las que conocieron los pueblos de Amrica Latinadesde hace dos decenios, lo que denomino la segunda ola del despertar de los pueblos del Sur -laprimera se despleg en el siglo XX hasta la contraofensiva del capitalismo/imperialismo neoliberal-reviste formas diversas que van desde las explosiones dirigidas contra las autocracias queprecisamente acompaaron el despliegue neoliberal hasta la revisin del orden internacional porparte de los pases emergentes. As pues, estas primaveras coinciden con el otoo delcapitalismo, el declive del capitalismo de los monopolios generalizados, globalizados yfinanciarizados. Los movimientos parten, como los del siglo anterior, de la reconquista de laindependencia de los pueblos y los Estados de las periferias del sistema, que recuperan la iniciativaen la transformacin del mundo. Por lo tanto son, ante todo, movimientos antiimperialistas y

    adems, slo potencialmente, anticapitalistas. Si esos movimientos llegan a converger con el otrodespertar necesario, el de los trabajadores de los centros imperialistas, podra dibujarse a escalamundial una perspectiva autnticamente socialista de toda la humanidad. Pero eso no est inscritode ninguna forma en el avance como una necesidad de la historia. El declive del capitalismopuede abrir el camino a la larga transicin al socialismo como puede comprometer a la humanidaden la va de la barbarie generalizada. El proyecto del control militar del planeta por parte de lasfuerzas armadas de Estados Unidos y sus aliados subalternos de la OTAN, que sigue en marcha, eldeclive de la democracia en los pases del centro imperialista o el rechazo retrgrado de lademocracia en los pases revolucionarios del Sur (que toma la forma de ilusiones para los religiososfundamentalistas que proponen el Islam, el hinduismo y el budismo polticos), operan junto a esaperspectiva abominable. As, la lucha por una democratizacin laica toma una dimensin decisivaen el momento actual, que opone la perspectiva de la emancipacin de los pueblos a la de la

    barbarie generalizada.

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    Lecturas complementarias:

    Hassan Riad, L Egipte nassrienne, Minuit 1964.

    Samir Amin, La nation arabe, Minuit 1976.

    Samir Amin,A life looping forward, Memories of an independent Marxist, Zed, Londres 2006.

    Samir Amin, L veil du Sud, le temps des cerises, 2008. El lector encontrar aqu mis lecturas de

    las realizaciones del virrey Mohamed Al (1805-1848) y de los jedives que le sucedieron, enparticular Ismail (1867-79) y Wafd (1920-1952), las posiciones del comunismo egipcio frente alnasserismo, y la deriva de la Nahda de Afghani a Rachid Reda.

    Gilbert Achcar, Les Arabes et la Shoa, Actes Sud, 2009. Se trata del mejor anlisis de loscomponentes del Islam poltico (de Rachid Rede y de los Hermanos Musulmanes, los salafistasmodernos).

    Con respecto a la relacin entre el conflicto Norte/Sur y el que opone el comienzo de la transicinsocialista a la continuacin del despliegue del capitalismo, vanse:

    Samir Amin, La crise, surtir de la crise du capitalisme ou surtir du capitalisme en crise?, Le Tempsdes Cerises, 2009.

    Samir Amin, La loi de la valeur mondialise, Le Temps des cerises, 2006.

    Samir Amin, Pour la cinquime internationale, Le Temps des cerises, 2006.

    Samir Amin, The long trajectory of historical capitalismo, Monthly Review, Nueva York, febrero2011.

    Gilbert Achcar, Le choc des barbarise, Complexe, Bruselas.

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