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PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT Introducción GRACIA Y CRUZ 1. Juntamente con Silvano concluye san Pedro esta carta pastoral (cf. 5,2-4; 2,25), la más antigua en su género en la historia de la Iglesia, diciendo que ha escrito exhortando y conjurando, para asegurar a sus destinatarios de que, pese a sus tribulaciones, van indudablemente por el recto camino y se mantienen en la gracia de Dios (5,12). ¿Qué quiere decir este mantenerse en gracia de Dios? En diferentes pasajes habla de ello san Pedro. Por ejemplo, si se mira con los ojos de la fe, se mantiene en gracia de Dios un esclavo que soporta sin odio vejaciones inmerecidas (2,19), que hace el bien y que, aunque tenga que sufrir por ello, sigue impertérrito su camino (2,20). Esta gracia, de la que habían hablado ya anticipadamente los profetas del Antiguo Testamento (1,10), que constituye el último fin de la vida cristiana (1,13; 3,7; 5,10), significa, pues, con frecuencia sufrimientos durante la vida terrena, sufrimientos que Dios no sólo permite, sino que hasta mira con complacencia (3,14). Sufrir conforme a la voluntad de Dios significa mantenerse en gracia de Dios. La razón más honda de esta concepción de la gracia está en que en el sufrimiento se hace el hombre semejante al Señor que cargó con la cruz, semejante a Jesús que, «cuando lo insultaban no devolvía el insulto; cuando padecía, no amenazaba» (2,23), que nos precedió en el camino del sufrimiento, para dejarnos un «ejemplo» (2,21) conforme al cual podamos imitarle y que nos haga más fácil seguir sus huellas (2,21). Esta vía dolorosa, llena de gracia, de Cristo le llevó a la exaltación a la derecha del Padre (3,18-22). Por esto puede decirnos san Pedro: «A medida que tomáis parte en los padecimientos de Cristo, alegraos, para que también en la revelación de su gloria saltéis de gozo» (4,13). La imagen de mantenerse en gracia constituye la clave para la inteligencia de la carta. Por lo demás, se trata de una imagen entre muchas, todas las cuales tienen un mismo objeto fundamental: exhortar y consolar a los cristianos en medio de sus sufrimientos. 2. La exhortación a la imitación de Cristo, que recorre toda nuestra carta, forma parte del núcleo de la enseñanza en la Iglesia primitiva. Pero también desde otros puntos de vista, apenas si hay otro escrito del Nuevo Testamento que refleje tan inmediatamente como la primera carta de san Pedro el espíritu de la comunidad primitiva. En esta carta, que sólo contiene los versículos, se descubren todos los puntos esenciales del pensar de la Iglesia primitiva. En una lectura meditada topamos siempre con esos pensamientos con que nos ha familiarizado la oración del Señor y el símbolo de los Apóstoles, es decir con los elementos más antiguos de la teología cristiana. 3. Si pensamos en una carta privada redactada en sentido moderno, con toda seguridad

PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

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Page 1: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO

SCHWANK-BENEDIKT

Introducción

GRACIA Y CRUZ

1. Juntamente con Silvano concluye san Pedro esta carta pastoral (cf. 5,2-4;

2,25), la más antigua en su género en la historia de la Iglesia, diciendo que ha escrito

exhortando y conjurando, para asegurar a sus destinatarios de que, pese a sus

tribulaciones, van indudablemente por el recto camino y se mantienen en la gracia de Dios

(5,12). ¿Qué quiere decir este mantenerse en gracia de Dios?

En diferentes pasajes habla de ello san Pedro. Por ejemplo, si se mira con los ojos de la

fe, se mantiene en gracia de Dios un esclavo que soporta sin odio vejaciones inmerecidas

(2,19), que hace el bien y que, aunque tenga que sufrir por ello, sigue impertérrito su

camino (2,20). Esta gracia, de la que habían hablado ya anticipadamente los profetas del

Antiguo Testamento (1,10), que constituye el último fin de la vida cristiana (1,13; 3,7;

5,10),

significa, pues, con frecuencia sufrimientos durante la vida terrena, sufrimientos que Dios

no

sólo permite, sino que hasta mira con complacencia (3,14). Sufrir conforme a la voluntad

de

Dios significa mantenerse en gracia de Dios.

La razón más honda de esta concepción de la gracia está en que en el sufrimiento se

hace el hombre semejante al Señor que cargó con la cruz, semejante a Jesús que, «cuando

lo insultaban no devolvía el insulto; cuando padecía, no amenazaba» (2,23), que nos

precedió en el camino del sufrimiento, para dejarnos un «ejemplo» (2,21) conforme al cual

podamos imitarle y que nos haga más fácil seguir sus huellas (2,21). Esta vía dolorosa,

llena de gracia, de Cristo le llevó a la exaltación a la derecha del Padre (3,18-22). Por esto

puede decirnos san Pedro: «A medida que tomáis parte en los padecimientos de Cristo,

alegraos, para que también en la revelación de su gloria saltéis de gozo» (4,13).

La imagen de mantenerse en gracia constituye la clave para la inteligencia de la carta.

Por lo demás, se trata de una imagen entre muchas, todas las cuales tienen un mismo

objeto fundamental: exhortar y consolar a los cristianos en medio de sus sufrimientos.

2. La exhortación a la imitación de Cristo, que recorre toda nuestra carta, forma parte del

núcleo de la enseñanza en la Iglesia primitiva. Pero también desde otros puntos de vista,

apenas si hay otro escrito del Nuevo Testamento que refleje tan inmediatamente como la

primera carta de san Pedro el espíritu de la comunidad primitiva. En esta carta, que sólo

contiene los versículos, se descubren todos los puntos esenciales del pensar de la Iglesia

primitiva. En una lectura meditada topamos siempre con esos pensamientos con que nos ha

familiarizado la oración del Señor y el símbolo de los Apóstoles, es decir con los elementos

más antiguos de la teología cristiana.

3. Si pensamos en una carta privada redactada en sentido moderno, con toda seguridad

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esta carta no provendría del pescador de Galilea. La historia de su origen puede más bien

compararse con la de una encíclica pontificia de nuestros días. Se trata de un trabajo

comunitario, aunque apoyado en la autoridad viva del apóstol san Pedro.

Tres colaboradores se destacan claramente. En primer lugar el evangelista Marcos,

designado en 5,13 como «hijo» de Pedro. La tradición eclesiástica refiere también de él que

ejerció en Roma la actividad de intérprete y catequista de san Pedro. Sin embargo, su

Evangelio muestra que la forma refinada de la carta, la elección magistral de las palabras

griegas y su estilo rítmico no pueden ser obra de Marcos.

SILAS/SILVANO: Más importante que este colaborador parece, pues, ser Silvano, a

quien también se menciona expresamente en la conclusión de la carta (5,12). Este Silvano

era una figura destacada en la Iglesia primitiva. Gozaba de gran prestigio en la comunidad

judeocristiana de Jerusalén (Act 15,22). Además, dado que gozaba de la ciudadanía

romana (Act 16,25.35-39), había seguramente recibido una sólida formación. Había

acompañado largo tiempo al apóstol san Pablo (Act 18,5; lTes 1,1), y en las comunidades

cristianas procedentes del paganismo era considerado como «profeta», que poseía el don

de exhortar y confirmar a los hermanos (Act 15,32, donde se le llama Silas).

También al tercero y más importante de los colaboradores se cita en la conclusión de la

carta: la comunIdad de Roma, «la Iglesia que está en Babilonia, elegida como vosotros»

(5,13). En esta comunidad, en la única ciudad de millones de habitantes del mundo de

entonces, había un continuo ir y venir, un trasiego de cristianos de toda la cuenca del

Mediterráneo. Se había convertido ya en el corazón con que latía la Iglesia universal.

Pese a toda la innegable colaboración ajena, quedan todavía en la carta suficientes

pasajes, en los que se trasluce el espíritu y la viva personalidad de Cefas. La carta entera

se apoya en la firmeza de su fe completamente personal y madurada en la humildad, en su

adhesión a Cristo y en su amor a la cruz, en su solicitud pastoral y en su conciencia de su

responsabilidad como «presbítero» dirigente (5,1-5).

4. Los destinatarios son los cristianos bautizados de las numerosas comunidades de las

provincias de Asia, citadas en 1,2, a los que en consideración de su dignidad se exhorta

como bautizados. Aquí y allá se entremezclan exhortaciones particulares dirigidas a

determinadas categorías, como los criados (2,18-25), las esposas (3,1-6), los maridos (3,7),

los clérigos (5,1-5). En diversas formas se hace alusión a la «vana manera de vivir» anterior

(1,18), al tiempo de la «ignorancia» en que anteriormente vivían (1,14), a la idolatría y a los

excesos de su vida pasada (4,3). Sin embargo, están ya bastante familiarizados con el

Antiguo Testamento (1,16; 2,9; 3,6).

Las comunidades están, por tanto, constituidas, a lo que parece, principalmente por

cristianos procedentes del paganismo, que antes de su conversión al cristianismo habían

recibido ya la circuncisión o eran por lo menos «temerosos de Dios», que habían entrado

ya en contacto con el monoteísmo judío y con las Sagradas Escrituras en la traducción

griega de los Setenta 1. A tales cristianos adultos, maduros y probados, que se hallan

plenamente en medio de la vida se refiere san Pedro en primera línea cuando los interpela

como elegidos y peregrinos en la diáspora (1,1).

5. La carta fue llevada de Roma a Asia Menor por Silvano hacia el año 64, es decir, en

vísperas de las persecuciones de Nerón contra los cristianos. Todavía no se ha derramado

sangre, pero ya pesa sobre los cristianos la amenaza de crueles persecuciones. Se cuenta

ya con interrogatorios oficiales (3,15), con calumnias y difamaciones privadas (2,13; 3,16).

Page 3: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

La fe de los destinatarios comienza ya a ser probada como oro en el crisol (1,7; 4,12). Con

tremendo presentimiento pinta san Pedro el peligro amenazador del Anticristo en la imagen

de un león rugiente que «ronda buscando a quién devorar», a quién seducir a la apostasía

(5,8).

Así se explica que esta estimulante carta pastoral, que por los años sesenta del siglo X

se escribió a cristianos probados por los sufrimientos, viniera a ser la carta consolatoria de

la Iglesia perseguida de todos los siglos. En las cartas de despedida escritas en las

cárceles y prisiones encontramos constantemente palabras tomadas precisamente de esta

carta. Su visión grandiosa, llena de fe y de optimismo, de la historia universal, en la que las

pruebas de la tierra duran «un poco» de tiempo (1,6; 5,10), ha logrado también infundir

consuelo y fortaleza en los tiempos más difíciles. Así esta carta del vicario de Cristo vino a

ser la carta de los mártires, de los mártires por su fe en Cristo (1,8), por su esperanza de la

vida eterna (3,15) y por su fidelidad a la comunidad eclesial.

...............

1. BI/SETENTA:La versión griega de todo el Antiguo Testamento, llamada de los

Setenta, por haberse

atribuido a la colaboración de setenta traductores, se produjo en Alejandría, entre los judíos

de la diáspora,

durante el siglo lll a.C. Entre los padres de la Iglesia, esta versión gozaba de gran prestigio:

era

sencillamente la Biblia de la Iglesia primitiva.

...............

ENCABEZAMIENTO

/1P/01/01-02

1. REMITENTE (1,1a).

1a Pedro, apóstol de Jesucristo...

Fuera de las palabras del Señor mismo, que nos han sido transmitidas en los Evangelios,

ningún texto del Nuevo Testamento nos habla en forma tan autoritativa como aquí, en el

comienzo de esta carta. Pedro, quiere decir exactamente lo que significaba originariamente

la voz aramea con que Cristo había apellidado a Pedro: Cefas, kefa, la roca. Con esto

quería indicar Jesucristo que Simón, conforme al plan salvífico de Dios, participaría en

adelante de la firmeza en invencibilidad de Dios. En el Antiguo Testamento, con

frecuencia,

se designa a Yahveh como la «roca» de Israel, y en el Nuevo es Cristo la roca (lCor 10,4).

Este nombre, que expresa una cualidad divina, se aplicó a un hombre débil. Sólo con la fe

puede el hombre participar de la firmeza de Dios. Por esta razón el padre de nuestra fe,

Abraham, fue ya designado como roca por el profeta Isaías (cf. Is 51,1s). Había sido

llamado por Dios a ser el fundamento de su pueblo elegido. Cefas ocupa este puesto con

respecto al nuevo y verdadero Israel.

Pedro se llama a sí mismo apóstol. Apóstol era en aquel tiempo un concepto bien

determinado. En él la idea de ser un enviado pasaba a segundo término frente a la de ser

un mandatario, lugarteniente o vicario de otro. Naturalmente, lo que importaba saber era de

quién era uno apóstol o enviado. En la segunda carta a los Corintios se habla de «enviados

Page 4: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

de las Iglesias» (8,23). Aquí en cambio se habla de un «apóstol de Jesucristo». En estas

primeras palabras de la carta hay una tensión increíble: Pedro, que por su fe tiene parte en

la firmeza de Dios y constituye el fundamento roqueño de la Iglesia, comienza a exhortar y

a

consolar por encargo de Jesucristo y como mandatario suyo

2. DESTINATARIOS (1,1b-2a).

1b ...a los elegidos, peregrinos de la diáspora en el Ponto, Galia, Capadocia,

Asia y Bitinia...

Aquí se dirige la palabra a elegidos, que al mismo tiempo, o precisamente por ello, son

también peregrinos y viven en la diáspora, en la dispersión. El cristianismo primitivo sabía

que ser cristiano implica ser elegido, ser uno llamado por la libre y eterna elección de Dios,

sin mérito alguno personal, ser un preferido.

Este es el primer apelativo, el fundamento de nuestra vida. ¿Estamos bien convencidos

de esto? El que ha sido llamado y elegido ha venido a ser por ello peregrino en su mundo

anterior. Llamamiento a la santidad y renuncia son cosas que van de la mano. En estas dos

palabras resalta algo fundamental sobre la posición del cristiano en el mundo no cristiano

que le rodea. Como en otro tiempo el Israel carnal, así también el verdadero Israel, la

Iglesia, vive lejos de la eterna patria, en el exilio, en la dispersión, en la diáspora. Esto

resulta a menudo difícil de admitir. Pero, aun con la mejor voluntad del mundo, no cesamos

de experimentar este hecho.

En aquel tiempo estaban los cristianos en el Estado romano privados de derechos desde

el punto de vista de la práctica religiosa 2. Ahora bien, esos mismos hombres se ven

interpelados ahora como «peregrinos elegidos» o también como «elegidos» y «peregrinos»;

de esta manera se deja entrever que el remitente está informado de sus múltiples

sufrimientos, pero al mismo tiempo se les insinúa cuán positivamente enjuicia tales

pruebas.

Los cristianos son elegidos y peregrinos «de la diáspora», literalmente «de la

dispersión». Y esto no sólo porque en Asia Menor viven geográficamente en la dispersión,

sino porque la situación espiritual de todos los cristianos se asemeja a la del pueblo judío

en la cautividad de Babilonia: vivimos lejos de nuestra patria, de la Jerusalén celestial. Pero

en la cautividad estaba Israel al mismo tiempo diseminado entre los pueblos. Así la

dispersión tiene también su lado y significado positivos. No obstante la segregación, por el

hecho de ser llamados y elegidos tenemos una misión en el mundo incrédulo que nos

rodea: con una vida de temor de Dios y con buenas obras hemos de ser testigos del Dios

invisible...

2a ...según el previo designio de Dios Padre,

santificados por el Espíritu

para recibir el mensaje de Jesucristo

y la aspersión de su sangre.

Antes de pronunciar el saludo propiamente dicho, acompañado del deseo de paz,

presenta san Pedro nuestra situación, y también su propio ministerio, sobre un fondo

grandioso, todo ello motivado por la acción salvífica del Dios trino.

Page 5: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

En primer lugar aparece el Padre. En el bautismo hemos sido llamados y elegidos según

la presciencia, la providencia eterna del Padre. Esta es también predestinación amorosa y

eficaz a la vida eterna. Lo que se dice de Cristo en términos análogos se aplica también a

cada uno de nosotros: Desde la eternidad se ocupó de nosotros el amor de Dios.

Desde el día del bautismo el Espíritu Santo y santificante nos envuelve también a

nosotros en su acción poderosa que impulsa hacia adelante. Y en la medida en que vamos

desarrollándonos en sentido de esta nueva realidad se nos hace extraño el mundo profano.

Con esta santificación por el Espíritu comienza la vida cristiana, que en la virtud

santificante

de este Espíritu se confirmará en forma de santidad.

Al hablar de nuestra relación con el Hijo de Dios emplea san Pedro palabras que, por

primera vez, recuerdan el éxodo de Israel de Egipto, del que tantas veces se hablará

todavía en esta carta. Después que el pueblo de Israel había sido elegido por la

providencia de Dios, después que, anticipando en figura el bautismo, hubo atravesado el

mar Rojo y emprendido la marcha hacia la tierra prometida, profesó en el Sinaí obediencia

a

todos los mandamientos de Dios. Y esta alianza fue sellada con aspersión de sangre3.

Aquella alianza sangrienta fue la imagen de la que se había de consumar mediante la

muerte de Jesucristo entre nosotros y el Dios uno y trino.

El «alimento» de Jesús era hacer la voluntad de su Padre celestial (Jn 4,34). Así pues,

también nosotros somos elegidos con vistas a la obediencia, somos llamados a obedecer, a

prestar oído al llamamiento del Padre y a secundarlo a la manera de Jesús. Para el hombre

que va en seguimiento de Cristo, prestar oído a la voluntad de Dios en la vida cotidiana es

la confirmación y la realización de su fe, de su humildad y también, y sobre todo, de su

amor filial.

...............

2. Tras la muerte violenta del «hermano del Señor» y obispo de Jerusalén, Santiago, el año

62, fue ya un hecho

patente la separación entre el naciente cristianismo y el judaísmo. Un cristiano ya no podía,

como tal, invocar

los privilegios de los judíos, que, por ejemplo, desde los tiempos de César estaban

dispensados oficialmente

de la obligación de tributar al emperador honores divinos en el culto público.

3. Cf. Ex 24,3-8.

...............

3. EL SALUDO (1,2b) .

2b Que abunden en vosotros la gracia y la paz.

Estos votos del cristianismo primitivo, gracia y paz, se distinguen de los saludos y

parabienes que se hallan en el encabezamiento de las cartas no cristianas de todos los

tiempos. En éstas se dice con frecuencia únicamente: «¡Salud!», o bien: «Te saludo», o:

«¡Que te vaya bien!» ¡Cuánto más profundo es este saludo de la Iglesia primitiva! Además,

aquí se añade todavía que esta paz y esta gracia deben desarrollarse y crecer.

Por lo pronto y ante todo debe abundar la gracia, a saber, la clemencia y

condescendencia de Dios. Esto quiere decir que nos sea propicia la voluntad de Dios, libre

Page 6: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

y eterna, esa amorosa condescendencia con que Dios pensó especialmente en nosotros

desde la eternidad y nos eligió para la santidad, para la obediencia y para una nueva

alianza, sellada con la sangre del Hijo único. Esta clemencia de Dios hará además que

nosotros mismos le seamos agradables. Al decir «gracia» pensamos sobre todo en la

complacencia divina. Ésta es la bondad y clemencia de Dios que se inclina hacia nosotros,

que se nos da, y también el resultado de este don, a saber, la complacencia que halla Dios

en un hombre dotado de su gracia. A lo largo de la carta se hablará con frecuencia de las

cosas que son especialmente agradables a Dios: ante todo los sufrimientos inmerecidos y

aceptados voluntariamente (2,19s) y la sumisión humilde (5,5). Más aún: en este tema de la

gracia ve san Pedro el asunto principal de toda su carta y lo compendia diciendo que los

cristianos en sus sufrimientos y dificultades se hallan en el verdadero camino, que

precisamente así se mantienen en la gracia y en el beneplácito de Dios. La gracia de Dios

adopta no pocas veces la forma de la cruz de Cristo...

PAZ/BIBLICA:Como en el saludo de los ángeles a los pastores de los alrededores de

Belén se anunciaba la paz, también cn la Iglesia primitiva formó en todo tiempo parte del

saludo el deseo y la certidumbre de la paz. Esta paz bíblica no consiste en una tranquilidad

imperturbada. Según la Sagrada Escritura sólo reina la paz allí donde domina plenamente

el Dios de la paz. Así la liberación de la servidumbre del pecado viene a ser el presupuesto

de esta paz, que no se logra nunca con fuerzas humanas. Sólo cuando Dios reina

soberanamente en nuestras almas tenemos participación en la paz victoriosa de Cristo.

Parte primera

GRANDEZA DE LA VOCACIÓN CRISTIANA

1,3-2,10

Una vez san Pedro ha formulado en el encabezamiento de la carta el deseo de gracia y

de paz, luego, en el texto propiamente dicho, pasa a hacer presente a los destinatarios el

gran misterio de la regeneración. Un consuelo y un estímulo se encierra para ellos en el

hecho de haber sido llamados a formar el santo pueblo de Dios.

I. ACCIÓN DE GRACIAS (1,3-12).

1. ACCIÓN DE GRACIAS AL PADRE

(1/03-05).

3 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien, según su

misericordia, nos reengendró a una esperanza viviente por la resurrección de

Jesucristo de entre los muertos.

En primer lugar hallamos un homenaje al Padre, un agradecido grito de júbilo: Bendito

sea, alabado y glorificado, pero el Padre es ya bendito por toda la eternidad gracias a su

creación. La palabra «bendito» es reminiscencia del hebreo barukh 4. Un barukh es para el

oriental uno a quien se rinde homenaje como de rodillas y haciendo votos por su

prosperidad, uno a quien se glorifica de palabra y de obra. En el judaísmo tardío el título

«el

Bendito» había venido a ser sencillamente un nombre divino, el nombre de aquel cuya

Page 7: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

glorificación es el sentido de toda la creación y la meta y el honor supremo del hombre.

El punto de vista especial desde el que aquí se bendice y se alaba a Dios como Padre de

nuestro Señor Jesucristo es su paternidad para con nosotros. Dios es nuestro Padre. No

sólo por razón de nuestra concepción natural en el seno materno, la cual hubiera sido

imposible sin su voluntad, sino quizá todavía más porque él es quien engendró nuestra

nueva vida, por ser la causa de nuestra regeneración. «Su gran misericordia» fue la que

realmente le impulsó a este acto de darnos vida. Con el término «misericordia» no se

entiende precisamente su compasión con los miserables y los pobres, sino más bien su

íntima unión con la humanidad desde los tiempos del paraíso.

Más adelante vemos más claramente cómo se ha de entender esta «regeneración», este

nuevo nacimiento. En efecto, «habéis sido reengendrados, no de una semilla corruptible,

sino incorruptible, mediante la palabra viva y eterna de Dios» (1,23). Los cristianos deben

recordar el día en que por primera vez tuvieron noticia de la muerte y sobre todo de la

resurrección de Cristo, el día en que por primera vez cayó esta semilla del cielo en sus

corazones y comenzó a germinar y a desarrollarse. Esta nueva vida con Cristo alcanzó su

expresión visible, su obligación y vigencia externa por razón de la fe, en el bautismo,

sacramento de la regeneración.

Esta admirable semilla que depositó Dios en nuestro corazón es la esperanza cristiana.

Un tono fundamental de esperanza resuena a lo largo de toda la carta 5. La esperanza de

que aquí se trata no es un deseo devoto, sino una realidad viviente y vital, más que nada

comparable con un niño que lleva su madre en el seno en espera del acontecimiento feliz.

La verdadera esperanza cristiana tiene puesta la mira en la segunda venida de Cristo y en

la soberanía regia de Dios, pero con todo quiere ya comenzar a vivir y a crecer aquí en la

tierra; esperanzadamente se interesa por el desamparo de los que carecen de esperanza;

quiere contribuir al triunfo del bien y de la verdad ya en esta vida de todos los días en la

medida de lo posible. De la esperanza se puede decir lo que se dice del reino de los cielos:

Comienza ya en la tierra, aunque su fin último está situado más allá de la vida de la tierra.

El hombre en quien se ha animado la esperanza con el mensaje de la resurrección de

Cristo, mira anticipadamente al día de su muerte, como la madre que aguarda los dolores

de parto, pero también las alegrías del nacimiento de su primer hijo...

...............

4. Cf. por ejemplo, una de estas fórmulas de barukh en Gén 9,26.

5. Cf.1,7.13; 5,4.10.

...............

4 ...para una herencia incorruptible, pura e inmarchitable, reservada en el cielo

para vosotros...

La nueva vida de hijos de Dios nos ha sido otorgada con vistas a una herencia que

hemos de recibir. Debe de tratarse de una herencia maravillosa, pues se califica con

adjetivos tan poco corrientes. En el Antiguo Testamento cada tribu israelita recibió su parte

en herencia en la tierra prometida, el suelo y el terreno que le tocó en suerte. También a

nosotros nos aguarda al final de nuestro camino, de nuestra vida, una «tierra» santa y

gloriosa que hemos de recibir como recompensa. Si al hablar de esta tierra pensamos en el

cuerpo del Resucitado, comprenderemos por qué se trata de algo incorruptible, puro e

inmarchitable, algo que nos aguarda y nos está reservado, no en graneros o en arcas, sino

en el corazón amoroso de Dios. Debido a su incorruptibilidad será algo semejante a Dios y

Page 8: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

libre de toda corrupción del pecado 6. Resplandecerá limpio, inmaculado y puro como

nieve, puesto que está exento de toda suciedad de la tierra, y este don de Dios brillará

lozano e inmarchitable con la belleza de una eterna juventud 7.

...............

6. En 1Co 15,52 emplea san Pablo la misma palabra («incorruptible») para calificar el

cuerpo resucitado de los

cristianos.

7. Los tres adjetivos se hallan en el libro de la Sabiduría (y el tercero exclusivamente allí).

Los pasajes de Sb

ilustran bien las tres aserciones formuladas aquí: Sb 12,1; 18,4; 3,13; 4 2; 8,20; 6,12.

...............

5 ...que por el poder de Dios habéis sido custodiados

mediante la fe,

para la salvación, dispuesta

a manifestarse en el último tiempo.

Lo peligroso de la vida cristiana está en las infinitas posibilidades de perder el camino

emprendido y de no alcanzar ya la meta. San Pedro sabe de esta preocupación de los

cristianos. Por esto, al mismo tiempo que mira a la meta resplandeciente, añade el consuelo

de la asistencia divina en este intervalo transitorio de tiempo. Por el poder de Dios somos

guardados y custodiados . La palabra «custodiados» que aquí se utiliza, aparece también

en otros pasajes en que se trata de la protección y custodia de una ciudad. No sólo la

entera Iglesia de Cristo, sino cada familia, cada comunidad, cada alma en particular es una

ciudad, un baluarte, contra cuyos muros las huestes enemigas de Dios constantemente nos

combaten y embisten, y con frecuencia insidiosamente (cf. 2,11). Pero en la poderosa

custodia de Dios posee esta ciudad su firme protección, algo así como sus murallas de

defensa. La unión de fe con Dios constituye estos muros sólidos e inexpugnables que nos

han de resguardar a lo largo de nuestra vida.

Pero san Pedro no se detiene en la idea de los peligros del camino. Inmediatamente se

levanta su mirada a la meta final, a la salvación que Dios nos tiene preparada. La salvación

no es nunca asunto privado de los particulares. En la salvación se trata siempre de la

consumación de la comunidad en que está integrado el cristiano; más aún, de la

consumación de la entera Iglesia de Cristo. La salvación ha alboreado ya... En el futuro nos

aguarda todavía su consumación y su gozosa manifestación. Desde el día que recibimos el

bautismo poseemos la salud cultamente y en forma todavía invisible a nuestros semejantes.

Todavía debe crecer y aguardar que se manifieste; debe aguardar el postrer día en que se

descorrerá el velo.

2. ACCIÓN DE GRACIAS POR LA SALVACIÓN EN CRISTO

(1/06-09).

6 Por ello vibráis de jubilo,

aunque tengáis que sufrir por ahora un poco

en diversas pruebas.

7 Así la calidad de vuestra fe,

de más valor que el oro,

Page 9: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

que aun después de acrisolado por el fuego perece

se convertirá en alabanza, gloria y honor

en la manifestación de Jesucristo.

Por esta salvación (1,5) pueden y deben saltar de júbilo los cristianos, aunque este júbilo

y este gozo está todavía turbado en la vida de la tierra, hallándose todavía los cristianos en

diversas pruebas. Todavía no ha estallado la persecución de los cristianos decretada por el

emperador Nerón, pero ya comienzan a mostrarse sus indicios. Pedro quiere decir a las

nuevas comunidades cristianas que en el futuro tendrán probablemente que soportar cosas

más duras, pero su gozo por la salvación es tan profundo, que la tribulación sólo los afligirá

por poco tiempo. Todavía no se habla de persecuciones sangrientas de cristianos o de

mártires gloriosos; solamente se trata de las dificultades cotidianas de los cristianos en su

ambiente pagano, en el puesto de trabajo y también en las familias. Entonces exasperaban

y escandalizaban gentes que tomaban en serio la obediencia humilde, el arrepentimiento de

pecados humanos, la renuncia a la injusticia, la práctica de la castidad y privaciones

voluntarias. Las pullas, las habladurías y los postergamientos personales son precisamente

las «diversas pruebas» que a menudo nos afectan de manera tan dolorosa.

El sufrimiento que aflige al cristiano es en realidad una purificación un acrisolamiento de

su verdadera y auténtica fe (cf. 4.12). Es sabido que ya en la antigüedad se ponían en

circulación monedas que en realidad sólo estaban doradas. El plomo, debido a su elevado

peso, se prestaba especialmente a semejantes adulteraciones. Pero en la prueba del fuego

se veía muy pronto si en la pieza que se presentaba como de oro se había mezclado algún

metal vulgar. Además, en el Antiguo Testamento nos encontramos con frecuencia con la

imagen del hombre que ha sido probado y purificado en el crisol de Dios, para que gracias

a esta prueba adquiera su pleno valor para la eternidad 8. El libro de la Sabiduría dice de

tales personas: «Las almas de los justos están en las manos de Dios... Dios los probó y los

halló dignos de sí, como oro en el crisol los probó» (Cf. Sab 3,1-7).

Con frecuencia son sólo las tentaciones al pecado las que se convierten en prueba para

el hombre y en posibilidad de dar buena prueba de sí.

Hemos hablado ya de que la salvación de los cristianos se manifestará en el futuro (1,5).

En último término se trata de una manifestación de Jesucristo mismo. Los cristianos -con

frecuencia purificados tan dolorosamente- han de constituir un día el ornato de Cristo

cuando, en el último día, se manifieste al mundo entero en su gloria. El pasaje que estamos

comentando muestra de qué manera tan profunda y vital está Pedro penetrado de la verdad

de la íntima unión de los cristianos con Cristo: estos son purificados, son educados por el

Padre celestial, en último término a causa de la solicitud del Padre por la gloria de su

Unigénito. Dios cuida de la gloria de Cristo cuando asaltan a los cristianos sufrimientos

purificadores...

...............

8. Cf. Is 1,25; 48,10; Ez 22,17,22; Dt 4,20.

...............

8 Sin haberlo visto

lo amáis,

y sin verlo por ahora pero creyendo en él,

vibrando de júbilo

con gozo inefable y glorioso

Page 10: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

9 al lograr la finalidad de la fe:

la salvación de vuestras almas.

San Pedro traza un cuadro magnífico y espléndido del Señor en su segunda venida

gloriosa 9. Sin embargo, su amor entrañable, completamente personal, tiene ante todo por

objeto al hombre terreno de Nazaret, a ese Cristo cuyas pisadas se pueden seguir (2,21),

que arrastró al Calvario la carga de nuestros pecados (2,25), por cuyas heridas sangrientas

hemos sido curados (2,25). Aquí habla un amigo y testigo ocular apremiado por su amor a

Cristo 10. Esto comunica calor a sus palabras. En ellas resuena todo lo que sabe Pedro

acerca de cuán digno de nuestro amor es aquel hombre. Aquí nos parece ver alborear de

nuevo la clara mañana a la orilla del lago de Tiberíades, en la que un pescador aún tosco y

nada sentimental aseguró tres veces: «Señor, tú sabes que te amo» (Jn 21,15-17).

ALEGRIA/JUBILO: En los versículos 6-8 se habla dos veces del gozo jubiloso de los

cristianos, pese a que antes deben mostrar todavía «un poco» su constancia en las

pruebas. Con esto no se entiende, como pudiera parecer obvio, un gozo futuro en la gloria

eterna, sino una alegría radiante realizada ya aquí en la tierra 11. Este saltar de júbilo se

debe en primer lugar al conocimiento que se tiene de la salvación, la cual, aunque oculta,

está ya a nuestra disposición, y también el gozo anticipado por el encuentro con Cristo, al

que ahora ya vemos en cierta manera, aunque solamente con los ojos de la fe. Este gozo

que se da ya en la tierra se puede comparar en cierta manera con la felicidad eterna como

la alegría anticipada de los niños el 24 de diciembre con el júbilo de la nochebuena. Como

esa alegría anticipada es ya una alegría real, así también para nosotros se da en esta tierra

verdadera y auténtica alegría. Es un júbilo indescriptible, misterioso, que, a lo más, sólo se

puede leer en el brillo de los ojos.

La misma palabra «vibrar de júbilo» usó María cuando pisó el umbral de la casa de Isabel

(Lc 1,47), y saltando de júbilo se reunían también los cristianos de la lglesia primitiva en

Jerusalén para celebrar la fracción del pan (Act 2,46). En ambos casos había a la vez

preocupaciones, desconocimientos y calumnias por parte del mundo ambiente. Pero parece

ser que la alegría irradia con mayor pureza precisamente cuando se ve purificada por la

aflicción y las pruebas. La radiante alegría cristiana la vemos reflejada constantemente

desde los primeros siglos en los rostros de los santos de todas las épocas. En este pasaje

toca san Pedro un punto crucial del cristianismo: la alegría cristiana en medio de la misma

adversidad. La imagen del hombre que aquí se nos muestra es ya la realización de lo que

Jesús anunció en las bienaventuranzas en el sermón de la Montaña (Mt 5,3-12).

El anuncio anterior de una «herencia incorruptible» (1,4) parece quedar un tanto

desvirtuado por la circunstancia de que aquí sólo se habla de la salvación de las almas.

Pero la Sagrada Escritura no entiende por alma, como nosotros, algo puramente espiritual,

incorpóreo, sino que para ella es el alma el «yo», la persona entera. Esta «alma» quiere,

por ejemplo, san Pedro «entregar» por Cristo (Jn 13,37 *). Se trata por tanto de la

realización y satisfacción de la persona entera, de su vivificación, de su salvación y

conservación eterna por Dios. Pero no se trata de la salvación del alma, sino de la

«salvación de vuestras almas» (plural), puesto que la gloria eterna de los elegidos de Dios

sólo es posible en unión con Cristo y en la comunión de sus santos...

...............

9. Cf. 3,22; 4,11; 5,4.

10. Cf. también 5,1.

Page 11: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

11. Cf. la oración sobre las ofrendas en la octava de Pascua: «Recibe, Señor, las ofrendas

de tu Iglesia exul-

tante de gozo, y pues nos diste motivos de tanta alegría, concédenos también la felicidad

eterna.

* En el texto original griego psykhe, que en este pasaje de Jn suele traducirse por «vida».

Nota del traductor.

.....................................

3. ACCIÓN DE GRACIAS POR LA COOPERACIÓN DEL ESPÍRITU

(1/10-12).

10 Acerca de esta salvación indagaron y escudriñaron profetas que predicaron

la gracia a vosotros destinada. 11 Ellos investigaban a qué tiempo y a qué

circunstancias se refería el Espíritu de Cristo que estaba en ellos y que

testificaba de antemano los padecimientos reservados a Cristo y la gloria que a

éstos seguiría. 12a y les fue revelado que, no a sí mismos, sino a vosotros

servían con este mensaje que ahora os anuncian los que os evangelizan por

medio del Espíritu Santo enviado del cielo.

Aquí se eligieron dos verbos casi de idéntico contenido para describir el laborioso y

anheloso meditar durante noches enteras, de los hombres de Dios del Antiguo Testamento,

aquel escudriñar en oración las Sagradas Escrituras. Tenían puestos los ojos en el tiempo

de la salvación mesiánica, en eso que en el pasaje precedente se ha descrito como la

salvación cristiana.

Merece notarse que la palabra «profetas» no va precedida de artículo. El autor no piensa

únicamente en algunos profetas determinados y conocidos por sus nombres, sino también

en otros muchos santos varones que «día y noche» (Sal 1,2) meditaban la ley del Señor 12.

Precisamente porque en el Antiguo Testamento se había revelado desde un principio un

tiempo venidero de gracia, se procuraba una y otra vez escudriñar el misterioso cuándo.

Cuanto más se acercaba la plenitud de los tiempos, tanto más insaciable era el deseo de

ver con claridad. Y se tenía la convicción de que la investigación de las Sagradas

Escrituras proféticas era un «preparar» espiritualmente «los caminos del Señor» a quien se

aguardaba. Las palabras del libro de Henoc del siglo II a.C. pudieron incluso servir de

esquema para nuestro texto: «Yo he meditado no sólo para generaciones presentes, sino

para la venidera. Yo hablo acerca de los elegidos y he comenzado sobre ellos mi discurso

figurado. El gran Santo dejará su residencia... y aparecerá venido del cielo... Hará paz con

los justos y guardará a los elegidos. Gracia reinará sobre ellos y todos ellos pertenecerán a

Dios. Gozarán de su complacencia y serán benditos...» (Henoc 1,2-8). Otros muchos textos

se podrían citar, que sin excepción documentarían la meditación investigadora de la

Sagrada Escritura y el anhelo del Redentor precisamente en los últimos decenios que

precedieron a la venida de Cristo. Sólo sobre este fondo vivo, tan próximo a san Pedro, se

hace comprensible por qué la referencia al ansia espiritual de los hombres de Dios de otro

tiempo y a la realización presente constituye el punto culminante de toda la doxología que

sirve de introducción a la carta.

Dos veces se habla del Espíritu en este pasaje y las dos veces resuena todo el

misterioso soplo y aliento del hálito de vida de Dios. El Espíritu de Dios que actuaba en los

profetas del Antiguo Testamento es el Espíritu de Cristo, y la actividad cristiana de

Page 12: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

predicación de los apóstoles se efectúa en el Espíritu del Señor, enviado del cielo y

conocido por el Antiguo Testamento. Para san Pedro no comenzó la acción de Cristo

cuando éste apareció en Galilea 13. En tal visión aparece el Antiguo Testamento ligado con

el Nuevo como con un arco de puente de gran envergadura. Cristo fue quien envió aquel

Espíritu que habló en los profetas, y él es también ahora aquel en cuyo nombre derramó el

Padre su Espíritu sobre la Iglesia primitiva el día de pentecostés. Entonces, la primera

mañana de pentecostés, fue también san Pedro quien anunció a la multitud: El Espíritu de

Dios profetizado por Joel es el Espíritu Santo, al que Cristo había prometido enviar (Act

2,33).

En estas palabras se destacan dos verdades del símbolo de fe de los apóstoles: en

primer lugar, la creencia de que el Espíritu Santo había hablado al mundo por los profetas

desde los tiempos más remotos, pero luego también la creencia de que este Espíritu no es

sólo el hálito del Padre, sino también el del Hijo. La vida de los cristianos se ve a la vez

incorporada a esta corriente del Espíritu de Dios que obra misteriosamente.

En el camino de Emaús habla Cristo de los padecimientos y de la gloria del Mesías que

se podían reconocer en los escritos de los profetas (Lc 24,26). El caso más claro de esto es

sin duda el capítulo 53 del profeta Isaías. Allí se pinta en primer lugar claramente la pasión

del servidor de Dios, cómo es maltratado, cómo entrega su vida como víctima expiatoria

por

las culpas (Is 53,1-11). Pero luego se habla inmediatamente de su glorificación: «Por eso le

entregaré yo las muchedumbres, y se repartirá el botín con los poderosos, por haberse

entregado él mismo a la muerte» (Is 53,12). La muerte y la glorificación son inseparables

en

la imagen del servidor de Dios.

Lo que subyuga en esta visión es la asociación de la imagen del Señor glorificado y del

Señor que sufre 14. Nosotros debemos tener parte en sus padecimientos para tener

también participación en su gloria (4,13). En conocer y reconocer el sufrimiento se funda el

carácter realista de la carta, la cual descubre, en la vida del cristiano, la cruz con toda

sobriedad, sin ningún género de ilusiones. Ahora bien, precisamente en el hecho de no

separar nunca la cruz de la gloria del Resucitado se muestra su gozoso optimismo, sus

elevados sentimientos cristianos...

...............

19. Entre los monjes veterotestamentarios del mar Muerto se dice explícita- mente que por

lo menos uno de

ellos debe ocuparse constantemente, día y noche, en la lectura espiritual de la Escritura:

IQS VI, 6-8.

13. También en otros pasajes del Nuevo Testamento se habla de la existencia y acción de

Cristo ya en el

antiguo Israel: 1Co 10,4 (como roca); Hb 11,26 (los vituperios de Cristo); Jn 12,41 (la

gloria de Cristo).

14. Cf. 2,21-25; 3,18-22.

...............

12b Y aun los ángeles se inclinan con anhelo por contemplar este mensaje.

A Pedro, dominado por la grandiosidad de los designios redentores que hay en el Dios

uno y trino, le aparece todo este acontecer de salvación como un espectáculo para el cielo.

Page 13: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

Así cierra su himno de acción de gracias que había comenzado en 1, 3 del texto de la carta,

con esta afirmación: Hasta los ángeles ansían contemplar esta admirable etapa de la

historia salvífica de Dios. En la primera carta a los Corintios nos encontramos con un

cuadro parecido. Allí habla san Pablo de las fatigas y luchas de la vida apostólica, que

vienen a ser como una representación en el anfiteatro romano, en la que los ángeles están

sentados en el gran círculo de los espectadores (lCor 4,9). Aquí no se concibe a los

ángeles como espectadores en las filas de un teatro, sino que se los describe como

mirando del cielo a la tierra. La celestial superioridad de los ángeles y la distancia entre

nuestro mundo y el suyo aparece mayor en esta imagen; pero al mismo tiempo es más viva

la sensación de su constante interés incluso en la vida de todos los días. El objeto al que

dirigen los ángeles su mirada desde lo alto no es una injusticia sangrienta «que clama al

cielo», ni tampoco exclusivamente el servicio litúrgico, sino la entera vida cristiana, oculta

o

incomprensible al mundo pagano circundante, o, para decirlo con más profundidad y

verdad: «los sufrimientos y la gloria» de Cristo, que pervive en su Iglesia...

..............................

Il. LA VIDA DE LOS CRISTIANOS.

VERDADERO ÉXODO DE ISRAEL (1,13-2,10).

Del gozo agradecido por nuestra redención se desprenden exigencias morales. Éstas se

exponen en las imágenes del éxodo de Israel de Egipto en estrecha conexión con la

instrucción bautismal de la primitiva Iglesia.

1. PRIMERA RECOMENDACIÓN: ARMAOS DE ESPERANZA

(1/13).

13 Por lo cual, ceñíos los lomos de vuestra mente; sed sobrios y poned toda

vuestra esperanza en la gracia que os llegará cuando Cristo se manifieste.

Tras el júbilo y el entusiasmo domina de repente un tono muy distinto. Precisamente por

razón de la salud que se nos ha otorgado debemos ser sobrios. En el cristianismo deber ir

de la mano el júbilo y la sobriedad. El gozo del Espíritu Santo es una «ebriedad sobria»,

que se distingue esencialmente de todo entusiasmo de religiones y cultos no cristianos. El

gozo supraterreno, reposado, del Espíritu Santo hace al hombre interiormente fuerte para

que pueda emprender un gran quehacer de la vida. Por esta razón la primera exhortación

enlaza mediante «por lo cual» con el versículo precedente: Ya que vosotros ahora sois

fuertes en este gozo, ceñíos, poned haldas en cinta. Y a la vez sed sobrios. Esta última

palabra subraya todavía la idea del fortalecimiento y de la preparación para luchar y dar

buena prueba de sí...

En la imagen de ceñirse, surge ante nuestros ojos aquella noche sagrada, en la que una

comunidad se aprestó por primera vez para una gran expedición: «Habéis de comerlo así:

ceñidos los lomos, calzados los pies...» (Ex 12,11). Con esta imagen se da enérgicamente

ese tono fundamental que había sonado ya suavemente en 1,2 y que de aquí en adelante

dominará toda la sección que se extiende hasta 2,10: el motivo del éxodo del pueblo de

Israel de Egipto. Pero la imagen tiene sentido no sólo con vistas a una expedición. También

para el trabajo se alzaba la ropa en la antigüedad, como lo muestran numerosas

Page 14: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

representaciones romanas de esclavos que trabajan. También Cristo, como pastor que

trabaja, fue representado desde los primeros tiempos con la túnica remangada. A él

debemos mirar, cada día y en nuestro ajetreo anormal».

Se trata, naturalmente, de una lucha, de un trabajo y de una marcha espiritual. Por ello

san Pedro habla, con una imagen atrevida, de un ceñirse «la mente». Se refiere al entero

querer del hombre, a sus más profundas fuerzas motrices. Estas deben movilizarse para un

camino de la vida en el que el caminante se ve movido por la esperanza que tiene puesta

en la meta, a saber, la segunda venida del Señor.

2. SEGUNDA RECOMENDACIÓN: SED SANTOS

(1/14-16)

14 Como hijos obedientes, no os amoldéis a las pasiones que teníais cuando

estabais en vuestra ignorancia; 15 sino, como es santo el que os llamó, sed

también santos en toda vuestra conducta; 15 porque escrito está: Sed santos,

porque yo soy santo.

A la imagen de ceñirse se añade ahora, en el texto original, la del camino de vuelta.

Porque el concepto griego que hemos traducido por «conducta» dice más que los nuestros.

Abarca además de lo que nosotros expresamos con este término «conducta» o modo de

proceder en la vida, la idea de «marcha atrás», de «retroceso» o de «regreso». Así en la

Escritura dice siempre a la vez algo de esa marcha atrás, que es un regreso a Dios de tierra

extranjera. Una imagen de nuestro regreso a la casa paterna procedentes de la tierra del

pecado, una imagen de nuestro esfuerzo moral, era la vuelta del pueblo de Israel de Egipto

a la tierra prometida.

Dado que todo pecado es en definitiva desobediencia, la vuelta de la tierra del pecado al

Dios santo sólo puede efectuarse con la obediencia, con el prestar oído a la voz del Padre

que llama. Los caminantes que se han puesto en marcha son interpelados como hijos

obedientes. Este obedecer comienza para los cristianos el día mismo de su bautismo. Ahora

deben ya seguir el llamamiento de Dios y marchar por sus caminos aun en el caso en que

según su propio modo de pensar o por temores humanos preferirían elegir otros

derroteros.

Cada cual quiere significar algo en el mundo, por lo cual en su modo de vida, en sus

diversiones, en sus gastos de lujo y de pasatiempos se amolda al espíritu de la época. Esta

forma anterior de vida, en la que lo que importaba en primer lugar era representar algún

papel ante los demás, deben abandonarla los destinatarios directos de la carta, que del

paganismo habían venido a Cristo, pero también nosotros, que distamos bastante de vivir

realmente como cristianos. La carta no permite la menor duda de que nosotros, a pesar de

nuestra buena voluntad de colaborar en el sector social y político del ambiente en que

vivimos (cf. 2,13-17), debemos distinguirnos de nuestro ambiente en muchas cosas, incluso

en algunas que parecen puramente externas. El tema de la condición de peregrinos, que se

dejaba oír ya en el encabezamiento (1,1), se percibe aquí con toda claridad 15.

La vida anterior de los cristianos en la incredulidad la concibe aquí san Pedro como

tiempo de la ignorancia. Está convencido de que todo el que quiera conocer el verdadero

ser de Dios, debe modificar su forma de vida, su conducta. El conocimiento de Dios

significa con frecuencia en la Escritura lo mismo que la adoración de Dios, la cual halla su

expresión no sólo en el culto, sino ante todo en la santificación de la vida.

Page 15: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

Con esto hemos llegado al tema capital: Sed santos. Los cristianos de las más variadas

condiciones, esos hombres a los que Dios ha llamado a un gran camino, deben santificarse

en esta marcha y mediante esta marcha, mediante esta forma de vida. El llamado debe

mostrarse digno del que lo llama. Los santos, miembros del pueblo de Dios, fueron los que

huyeron de Egipto para estar cerca de Dios. Dios es el santo por antonomasia, el

inaccesible, el segregado, el puro que irradia pureza, cuyo símbolo son la luz y el fuego.

Está segregado de todo lo no divino e impuro. El empeño del judaísmo tardío, sobre todo

en los círculos sacerdotales, expresado en sus prescripciones de segregación y de pureza

legal, sólo se comprende en este marco: el pueblo debe estar en consonancia con el Dios

completamente otro, completamente puro, completamente segregado, y hacerse digno de

servirle en su presencia.

La carta del apóstol cita literalmente el comienzo de la ley de santidad en el capítulo 19

del Levítico. Aquí vuelve a ponerse en vigor para los creyentes de la nueva alianza. Una

vez que Israel, al tercer mes de su salida de Egipto, hubo alcanzado el desierto del Sinaí,

acampó al pie de la montaña de Dios. Moisés, en cambio, subió al monte y Dios le habló:

«Habla a toda la asamblea de los hijos de Israel y diles: Sed santos, porque santo soy yo,

Yahveh, vuestro Dios» (Lev 19,2). Una explicación rabínica pone de manifiesto el sentido

más profundo de este precepto: «Cuando os santificáis os lo tomo en cuenta como si me

santificarais a mí, y cuando no os santificáis os lo tomo en cuenta como si no me

santificarais a mí.» Así esta exhortación responde a la gran petición que Jesús nos

recomienda en primer lugar: «Santificado sea el tu nombre» (Mt 6,9)...

En una mirada retrospectiva a estos versículos (1,14-16) podemos hacer la siguiente

recapitulación: A los peregrinos elegidos, a los que Pedro exhortó a ceñirse llenos de

esperanza para la marcha (1,13), se les propone la meta de la marcha: ese santuario que

representa la propia santidad. Este santificarse es por parte del hombre una manera

agradecida de asimilarse filialmente a Dios después de desprenderse de la impiedad, por lo

cual representa la mayor alabanza que tributamos a Dios no sólo con palabras, sino

también con obras. Es el más bello quehacer de nuestra vida. Lo especial está en el camino

que indica Pedro para llegar a esta meta: desprenderse de los viejos apetitos, incluso de

los propios deseos, y seguir obedientes los caminos de Dios: Como hijos obedientes, sed

santos.

...............

15.Cf. también 2,11s; 4,2-4.

3. TERCERA RECOMENDACIÓN: VIVID PRONTOS A OBEDECER

(1/17-21).

17 Y si invocáis como Padre al que, sin acepción de personas, juzga a cada

uno según su obra, conducíos con temor en el tiempo de vuestra

peregrinación...

De las seis recomendaciones que contiene la sección, sólo esta tercera está

estrechamente ligada con la precedente mediante la conjunción «y». En ella se reasumen

también, en cuanto al contenido, y se profundizan tres de las ideas allí expuestas: de nuevo

se hace presente la relación de filiación, de nuevo se pone todo bajo el signo de la marcha

y de la peregrinación, y una vez más se inculca el espíritu de obediencia, pues esto es lo

que en el fondo se expresa con el conducirse con temor.

Page 16: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

El Antiguo Testamento no posee ningún término especial para expresar la obediencia,

sino que menciona esta virtud fundamental 16 con diferentes perífrasis, las más de las

veces con la expresión «temor de Dios». Como en el caso del conocimiento de Dios, en el

del temor de Dios tampoco se trata ya con frecuencia del comportamiento formulado

directamente, o sea del conocer y temer respectivamente, sino de las consecuencias que

de ello resultan cuando hay fe viva: de la veneración de Dios, de la voluntad de prestar

obediencia a Dios sin la menor resistencia, del deseo de cumplir plenamente la voluntad de

Dios.

Hemos visto anteriormente que el precepto de la santificación traía a la memoria las

palabras del Señor: «Santificado sea el tu nombre.» Aquí, en cambio, la recomendación de

conducirse con temor hace pensar espontáneamente en la tercera petición del Señor:

«Hágase tu voluntad.»

No hay nada de arbitrario en poner nuestro texto en conexión con el padrenuestro. No

sólo una vez, digamos en el momento del bautismo, deben los cristianos invocar

solemnemente a Dios como «Padre», sino que una y otra vez, hasta a diario, deben llamar

a Dios su Padre en la oración 17. Aquí no se pone precisamente ante los ojos la imagen del

Padre celestial que Jesús trazó al pueblo en las parábolas en el lago de Tiberíades, sino

más bien la imagen veterotestamentaria del Padre. Allí es el padre de familia la autoridad

que da órdenes y que enseña a los hijos la ley de Dios. Ya al comienzo mismo de la carta

(1,2) se había hecho visible esta gran imagen de un Padre omnisciente y omnipotente, que

se mantiene por tanto en vigor también en el cristianismo. Es éste el Padre al que la Iglesia

tiene presente en la mayoría de sus oraciones litúrgicas...

El deseo de cumplir cada día, mediante las obras, la voluntad de Dios se hace

especialmente comprensible por el hecho de que Dios no mira lo exterior, las bellas

palabras, sino el cumplimiento callado -con frecuencia ignorado incluso por los otros- del

deber en la vida de todos los días. No puede caber la menor duda de que para Pedro sólo

cuentan ante Dios los creyentes cuya fe se muestra en las obras 18. Téngase a la vez en

cuenta que en el texto no se usa el plural: no se dice que Dios juzga a cada uno «según

sus obras» (en plural), sino «según su obra» (en singular). La vida entera es una gran obra,

y el trabajo sobre uno mismo no constituye la parte más pequeña de esta obra.

...............

16. Cf. el relato del paraíso y la vocación de Abraham (Gén 2,4-3,24; 12,1-9).

17. A más tardar a comienzos del siglo II está ya documentada por escrito la costumbre de

la primitiva Iglesia de

recitar tres veces al día la oración dominical: Didakhe 8,3.

18. Cf. por ejemplo, Mt 16,27; 2Co 5,10; 11,15; Ga 5,6; Ap 2,23.

...............

18...sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir,

recibida de vuestros padres, no con cosas corruptibles, plata u oro, 19 sino con

sangre preciosa, como de cordero sin defecto ni tacha, la de Cristo,...

Durante el tiempo en que nos hallamos en país extraño y sin patria, en la gran

peregrinación de la vida, debe por una parte elevarse nuestra mirada al Padre eterno y

justo (de ahí toda nuestra voluntaria y filial sumisión), pero por otra parte debemos también

volver nuestro pensamiento al pasado, a la sangre de Cristo que fue derramada por nuestra

redención. La especial belleza de este pasaje reside en la palabra sabiendo. La carta no

Page 17: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

expone prolijamente que de este pensar en la sangre de Cristo ha de resultar un entrañable

amor y agradecimiento. Se limita a mencionar los hechos. Tácitamente nos deja que

saquemos nosotros las consecuencias. ¿Cuáles son estos hechos?

En primer lugar debemos tener muy presente que hemos sido rescatados de la vana

manera de vida recibida de los antepasados. El verbo «rescatar» hace pensar no sólo en la

paga del precio de una compra, sino también en la liberación de la miseria y de la

ignominia, y ello a costa de la propia persona y de la sangre misma. Como una pobre

sirvienta, a la que un señor poderoso ha escogido por esposa, así -con una imagen

aplicable a nosotros- fue rescatado Israel de Egipto. En segundo lugar hemos de recordar

la sangre del cordero. Israel había gemido en la esclavitud de Egipto, y los destinatarios de

la carta bajo la férula del pecado. En otro tiempo, en ocasión de la de las diez últimas

plagas, todo Egipto hubo de ser castigado por Dios en sus primogénitos. Para ser

perdonado no podía Israel ofrecer a Dios oro o plata. Gratis, no por bienes o dinero, quería

Dios liberarlo. El cordero pascual tomó sobre sí el derramamiento de sangre en su lugar

para aplacar al Señor: es decir, en lugar de los primogénitos de Israel 19. El ángel pasó por

alto las casas en las jambas de cuyas puertas goteaba la sangre del cordero pascual.

También nosotros hemos sido rescatados a gran precio.

El cordero sacrificado es para nosotros Cristo. Se hizo semejante al cordero pascual en

Egipto 20. Este cordero es sin defecto ni tacha: «sin defecto» se dice de víctima material

irreprochable; «sin tacha» se refiere a una cualidad espiritual y moral del hombre. Así la

imagen del «cordero sin defecto ni tacha» aparece bajo una doble luz: hace pensar en la

figura, el cordero pascual, y también en la calidad espiritual y moral del Crucificado.

Irradia

toda la belleza corporal y espiritual del Hijo del hombre. Lo que sigue a la palabra

«sabiendo» viene a ser cada vez más la razón más profunda del comportamiento en temor

de Dios; cada vez, en efecto, se hace visible con más claridad la tremenda prueba de amor

por parte de Dios.

...............

19. Cf. Ex 13,1s.15; 4, 22; Hb 11,28.

20. Cf. Jn 19,33-36; Ex 12,46

...............

20 ...reconocido desde antes de la creación del mundo y manifestado en estos

últimos tiempos en atención a vosotros, 21 los que por él creéis en Dios, que lo

resucitó de entre los muertos y le dio la gloria, de modo que vuestra fe y vuestra

esperanza estén puestas en Dios.

Cristo viene a centrarse todavía más en el campo de nuestras meditaciones. Después de

haber hablado de la pasión sangrienta le urge a Pedro hablar también de la resurrección.

Cristo en su pasión, y a través de este su sufrimiento expiatorio vicario vino a ser el primero

en la resurrección, el que precede victoriosamente a los libertados. En él se cifra la

esperanza y la firme seguridad de todos. Bajo la triunfante frase final late la convicción del

valor del sufrimiento vicario reconocido por primera vez por Isaías. Sólo puede conducir

realmente a la esperanza, a la victoria y a la vida eterna en unión con Dios aquel que tomó

sobre sí el pecado que separaba de Dios y despejó el obstáculo constituido por el pecado.

Como tal, precisamente en calidad de cordero de Dios, había sido previsto, «reconocido»

de antemano Cristo desde toda la eternidad, y manifestado al cumplirse los tiempos,

Page 18: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

cuando el Bautista dijo de él: «Éste es el cordero de Dios» (Jn 1,29.36).

Dios se manifestó en atención a vosotros. Las comunidades cristianas entendían

entonces exactamente este «en atención a vosotros», y todavía hoy confiesa la Iglesia

apostólica: «Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo... y por

nuestra causa fue crucificado...» Cristo vino a ser para el hombre la posibilidad de llegar a

la unión con Dios. «Por él» se realizó la salvación: aquí «por» indica tanto el camino del

Padre y al Padre (como una puerta), como también la cooperación activa de Cristo. La

historia entera de la salvación es referida a Cristo. La posición singular del Padre que

«resucitó» y «dio gloria», tan enérgicamente subrayada en esta carta, no merma la posición

central y regia de Cristo, del Cordero «degollado», al que rinden homenaje las multitudes

(Ap 5,12).

4. CUARTA RECOMENDACIÓN: AMAOS UNOS A OTROS

(1/22-25).

22 Después que os habéis purificado con la obediencia a la verdad ordenada a

un sincero amor fraterno, amaos de corazón unos a otros intensamente.

La idea de la obediencia, tan decisiva para Pedro, vuelve a aparecer aquí, descrita más

en concreto como obediencia a la verdad. El sentido de esta frase es sencillo: en verdadera

obediencia 21. Con esto se da a entender un obedecer y un prestar oído a Dios, auténtico y

sincero, una vida en que se toman en serio los mandamientos de Dios. La profesión de

obediencia en el bautismo no era sino la expresión exterior de esta actitud interior,

fundamental que se manifestaba en las obras.

Anteriormente se recomendó la obediencia en la vida cotidiana como el camino mejor y

más sencillo para la santificación (1,14-16). Aquí se dan ya por supuestas estas fatigas de

la propia santificación. Pedro escribe: Después que os habéis purificado (de modo que

ahora estáis ya purificados). Sigue manteniéndose en el marco de su gran comparación, en

la que se contempla la vida de los cristianos como el verdadero éxodo de Egipto. Aquí la

palabra «purificar» hace pensar en la purificación ritual del pueblo de Dios antes de su gran

hora decisiva junto al Sinaí. De él se refiere que al pie del monte de Dios se purificó, se

santificó y se preparó para el encuentro con Yahveh.

La vida conforme al modelo de Cristo, que ve y afronta las dificultades precisamente

como voluntad de Dios, es para el cristiano esa purificación y santificación que el Israel del

Antiguo Testamento procuraba lograr en el Sinaí con lavatorios y privaciones. Esto

significa

con frecuencia renuncia y abnegación...

Pero esta purificación se efectúa en «sincero amor fraterno». Éste es, en efecto, como la

primera voluntad de Dios. El que se ha hecho obediente y avanza por el camino de la

santificación, reconoce que todo obrar desemboca en el amor. Cuanto más se vacía uno de

sí mismo en la renuncia y la privación, tanto más libre se hace para el amor fraterno. Por

eso se dice aquí: los cristianos deben amarse unos a otros intensamente, entrañablemente,

amarse con un amor intenso y constante, que esté fundado en el amor de Dios. Tan

infatigable y tan poco sujeto a desilusiones como nuestra oración debe ser también nuestro

amor.

...............

Page 19: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

21. Cf. 2Pe 2,2; «El camino de la verdad» = el verdadero camino = la verdadera practica de

la religión.

...............

23 Habéis sido reengendrados, no de una semilla corruptible, sino

incorruptible, mediante la palabra viva y eterna de Dios. 24 Porque: «Toda carne

es como heno y toda gloria como flor de heno. Secóse el heno y se cayó la flor,

25 mas la palabra del Señor permanece siempre.» Esta es la palabra

evangelizada a vosotros.

El presupuesto para la incorporación a la nueva familia como hermanos o hermanas es

un renovado nacimiento espiritual, un nuevo empezar a vivir. Una vez se aludió ya en

nuestra carta (1,3) a esta hora tan decisiva del nuevo comienzo. También el Israel

veterotestamentario había pasado por tal hora, en la que le fue otorgada nueva vida por la

palabra del Señor, en el Sinaí. Los antiguos comentaristas entendieron esta hora, no sólo

en el sentido de gracia, en cuanto que Israel se mantuvo en vida en cada encuentro con

Dios y no fue pulverizado por la fuerza y poder de Dios, sino ante todo en el sentido de

que,

mediante la alianza con Dios y la ley, le fue otorgada nueva vida.

La situación de los cristianos es comparable con esto. También a ellos los había

interpelado Dios poderosamente, también a ellos les alcanzó su palabra cuando entraron

por primera vez en contacto con Jesucristo, «palabra viva de Dios» (Heb 4,12). El

encuentro del hombre con Cristo es asunto de vida y muerte, como para Israel en el Sinaí.

Al que cree y se somete a la ley de Cristo se le otorga por segunda vez la vida.

Muchos textos del cristianismo primitivo muestran que no precisamente el bautismo, sino

ya la primera vez que conscientemente oyeron el Evangelio, la buena nueva de la muerte y

resurrección de Jesús de Nazaret, fue concebida como regeneración o nuevo nacimiento.

Aquí deben los lectores recordar la hora en que por primera vez prestaron atención a la

predicación de los mensajeros de la fe y sintieron que la palabra de Dios hería su corazón.

Algo de esto se verifica cada vez que prestamos atención a la palabra de salvación y la

aceptamos.

El curso de las ideas en esta sección es el siguiente: Cuando oísteis hablar de Jesucristo

comenzasteis a ser hombres nuevos. Entonces os esforzasteis también por llevar una vida

verdaderamente cristiana y por despojaros de vuestros vicios paganos. Ahora coronad este

proceso con un crecimiento en el amor cristiano. La vivencia individual del primer sí y el

trabajo, distinto para cada uno, sobre su propio yo deben tener por meta la comunión en el

amor, es decir, en definitiva la Iglesia...

La exhortación pasa a un anuncio jubiloso de la amplitud y profundidad de la vida con

Cristo, un anuncio que nos habla de la buena nueva. La palabra de Dios procede del libro

de la consolación del profeta Isaías (Is 40,6-8). Toda carne es, en verdad, una pobre hierba

flaca, pero Dios es constante y firme. Estas palabras se concluyen con una orden de Dios:

Ve a la montaña y alegra a esa carne, anuncia a esa carne, anuncia a esa hierba

perecedera la buena nueva. «Ahí está vuestro Dios.» Mirad, el Señor viene con poder. Pero

no sólo con poder; viene también como pastor que lleva en sus propios brazos a los débiles

corderos (cf. Is 40.9-11).

Y de esta palabra eterna de Dios, de esta promesa de Dios, de venir a los hombres como

rey y pastor, dice nuestro versículo final: Esto se ha cumplido en vosotros. Esta es la

Page 20: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

palabra de Dios que da vida, esta es la palabra que se os ha evangelizado como buena

nueva.

(_MENSAJE/20. Págs. 5-49)

BIBLIA NT CARTAS PEDRO /1P 2 3

MATERIA: EL NT Y SU MENSAJE: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO

·SCHWANK-BENEDIKT

5. QUINTA RECOMENDACIÓN: APETECED, COMO NIÑOS RECIÉN NACIDOS,

LA PALABRA DE DlOS

(2/01-03).

1 Despojaos, pues, de toda maldad y de toda falsedad, de hipocresías, de

envidias y de toda clase de maledicencias. 2 Como niños recién nacidos,

apeteced la leche espiritual y pura, para crecer así hacia la salvación, 3 si es que

habéis «gustado lo bueno que es el Señor».

Una vez más ve Pedro al pueblo de Israel junto al monte Sinaí como figura de las

comunidades cristianas. Son el pueblo que ha aprendido a conocer a Dios, al que Dios ha

comenzado a hablar. Con ello han sido hechos hijos delante de Dios. No sólo han

comenzado, como Israel en el desierto, a tener sed del agua de la roca, sino que necesitan

incluso leche. San Pedro busca precisamente una imagen que hable todavía más

claramente de la nueva condición de hijos adquirida de los cristianos. Deben ser como

niños

recién nacidos, que han comenzado a pedir a gritos el pecho de la madre. San Pedro

les dice: Bebed, pues, desead con avidez este alimento puro, no adulterado, único que

fortifica y robustece.

Pero si son niños pequeños, no es sólo porque por la palabra de Dios han nacido de

nuevo, sino también porque se despojan de toda maldad y falsedad, y ahora, como niños

pequeños, son discípulos humildes e ingenuos de Cristo, únicos a quienes está abierto el

acceso al reino de los cielos 22. Aquí confluyen las dos interpretaciones cristianas

primitivas del niño pequeño. Los cristianos, ciudadanos y esclavos, mujeres y maridos,

presbíteros y clérigos despojándose de toda maldad deben convertirse de hombres de

mundo en niños humildes y puros en Cristo. Y por otro lado: de esta nueva infancia en la fe

en Cristo deben crecer hacia la entera magnitud de su vocación cristiana. Los mismos

hombres que en este pasaje son comparados con «niños recién nacidos», pocos versículos

más abajo son apostrofados como «nación santa» y como «sacerdocio regio» (2,9). En el

versículo segundo se carga el acento, no sobre la vida todavía breve, sino sobre el ansia

de la verdad de Dios.

Para el niño de pecho es la leche materna el alimento, el pan de todos los días, en el que

la madre misma se da. Dios, cuyo amor a nosotros se compara con el de una madre a su

niño pequeño, se da a la humanidad en su propio Hijo, la palabra eterna. Por esto el texto

original designa esta leche como leche de la palabra, del Logos. Es Jesucristo mismo, al

que los destinatarios han recibido en su corazón en la palabra de la buena nueva, para

fortalecerse en él y por él. Pero entonces había también falsos maestros que ofrecían leche

aguada. Ahora bien, la leche «pura», no adulterada, es la predicación apostólica sobre

Page 21: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

Cristo, en cuyo centro se halla el relato de su pasión 23.

Si un hombre toma en serio lo que le anuncia el Evangelio, su vida se modificará

espontáneamente. Será como si tal hombre cambiara de vestido. En lo que realmente se

insiste no son vicios clamorosos, como homicidio, hurto o desenfreno, sino insinceridades,

desafecciones ocultas. Obsérvese que «hipocresías» y «envidias» se mencionan incluso

en plural: las hipocresías, todas esas pequeñas tentativas de hacerse uno pasar por mejor

de lo que es; las maledicencias, palabras poco caritativas sobre nuestro prójimo más

allegado.

El vestido es aquí símbolo de cualidades morales de una persona. En este simbolismo se

pone de manifiesto un gran optimismo. El pecado se considera como algo de que el hombre

debe realmente «despojarse», como de un vestido, de modo que se ponga de manifiesto su

ser más íntimo, que no está, pues, en modo alguno corrompido hasta las raíces, sino que

es bueno.

Ahora se añade todavía un último motivo de esta recomendación: así como al niño de

pecho le viene el apetito de la leche materna cuando la gusta por primera vez, así también

en los cristianos debería crecer cada vez más el ansia de santificarse, después de haber

gustado lo que significa ser cristiano. Ahora, después de haber atravesado la maraña de

errores judíos y paganos, han experimentado lo que es en realidad el Señor Jesucristo.

...............

22. Cf. Mt 11,25; 18,3.

23. Cf. pasajes como 1Pe 2,21-25 y 4,13s.

...............

6. SEXTA RECOMENDACIÓN: SED PIEDRAS VIVAS PARA EDIFICAR

(2/04-06).

4 Acudid a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero ante Dios

escogida y preciosa. 5 También vosotros servid de piedras vivas para edificar

una casa espiritual, ordenada a un sacerdocio santo, que ofrezca sacrificios

espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.

Las dos palabras «a él» del primer versículo se refieren al «Señor», del que en el

versículo precedente se dice que lo han gustado como bebida los caminantes. Cristo es no

sólo la bebida, sino también la roca de la que brota agua 24. Ahora bien, esta roca se ha

convertido ahora en piedra labrada y hasta en piedra fundamental, en esa piedra angular

en la base de la edificación, de la que dependen la dirección de los muros, la cohesión y la

resistencia de la fábrica 25. Hacia esa piedra viva deben peregrinar ellos, que vienen del

«tenebroso Egipto». En la imagen de la piedra viva se asocian dos contrastes extremos: la

dureza de una roca y la vida palpitante, la verdad de Dios, eternamente fiel a sí misma, y el

amor de Dios. Esta gran piedra fundamental de Dios fue descartada de la obra por los

constructores como inútil y difícil de manejar. Pero precisamente esa piedra que en sentido

terreno había perdido su valor, ese ajusticiado ante las murallas de Jerusalén, se ha

convertido a los ojos de Dios en la piedra bien probada y, por tanto, doblemente valiosa.

Muerta en apariencia, volvió a vivir de nuevo. Más aún: esta piedra no sólo vive, sino que

contiene la plenitud de la vida y es capaz de vivificar a otros.

A la piedra fundamental viva y verdadera deben asemejarse las otras piedras. Quizá sean

también estas rechazadas por los hombres. Pero precisamente tales piedras vivas,

Page 22: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

experimentadas, quiere el Padre colocar en la construcción sobre la primera piedra angular

que sirve de base. Para ello deben estar prontas a dejarse labrar a golpes y colocar y

adaptar por Dios en la estructura de las demás piedras vivas. En el pensar bíblico la

palabra «edificar» no significa, en modo alguno, un procedimiento puramente mecánico,

muerto. Dios, por ejemplo, «edifica» a Eva de la costilla de Adán (Gén 2,22); a David le

promete que le «edificará una casa» en su descendencia carnal (2Sam 7,11). Así resultaba

obvio pasar de la edificación carnal a la espiritual de una comunidad de hombres. Y de aquí

no hay más que un pequeño paso a las palabras de Jesús a Pedro, que aquí podemos oír

implícitamente: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificará mi Iglesia» (Mt 16,18).

La «casa espiritual» edificada con «piedras vivas» es un «sacerdocio santo». Estas

palabras se refieren a muy diferentes estados, profesiones, edades y generaciones. Ser

miembros de la Iglesia significa ser sacerdotes. ¿Cómo puede Pedro designar a una

comunidad como comunidad de sacerdotes? La respuesta se halla en el mismo versículo:

Todos han de ofrecer sacrificios. Si todavía preguntamos en qué pueden consistir estos

sacrificios, tampoco necesitamos buscar muy lejos. Este mismo dejarse uno edificar como

piedra bien probada, por cuanto hecha semejante a Cristo, labrada a golpes y que, sin

embargo, respira y vive, significa ya un sacrificio infinitamente grande, agradable al Padre.

En efecto, tal edificación del templo de Dios sólo puede verificarse allí donde se hallan

piedras de construcción, que con humildad, obediencia, respeto y consideración se hacen

aptas para la estructura de esta casa eterna que es la comunidad de los santos. En el

sacerdocio de la vida cristiana, que comienza con el bautismo, se ha de ofrecer el hombre

entero al constructor a la manera de piedra de construcción...

...............

24. Cf. 1Co 10,4.

25 Si atendemos a 2,6, resulta claro que esta piedra fundamental del templo en Jerusalén

debemos

representárnosla enclavada en la montaña de Sión.

...............

6 Por eso está escrito:

«Mirad que pongo en Sión una piedra angular escogida, preciosa,

y el que crea en ella no será defraudado.»

La cita procede probablemente del libro de Isaías 26. El texto habla del hecho de poner

Dios la piedra fundamental en Sión. Esta Sión, la montaña santa del Señor, es la meta

última del pueblo de Dios que camina y peregrina. Allí, en ese lugar santo, que en la carta a

los Hebreos (Heb 12,22) forma ya una unidad espiritual con la Jerusalén celestial, está

colocada en forma inamovible, como piedra fundamental, esa verdad que encarna

Jesucristo en su persona.

La inseguridad de la mentira, la inestabilidad del egoísmo y de la fe lánguida cesará allí

donde una fe viva esté firmemente asegurada en esa piedra. Los mismos hombres

convertidos en piedras de construcción comienzan a participar de la firmeza de Dios. Y esta

firmeza divinamente duradera se mantiene fiel. Cuando después de la muerte toda

grandeza que se había basado en éxito terreno y en poder terreno se desvanezca y quede

reducida a nada, entonces llegará la gran hora para el que con fe había comenzado ya a

participar de la firmeza de la edificación divina. No tendrá que avergonzarse de haber

creído en el Crucificado, en la piedra desechada por los constructores terrenales...

Page 23: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

...............

26. El autor no utiliza directamente el Antiguo Testamento, sino alguna colecci6n de textos

de los profetas

usada en el cristianismo primitivo, que parecían de especial importancia a los catequistas de

la era apostólica.

También en la forma del texto se aparta la cita del texto griego del Antiguo Testamento.

Por otra parte, en esta

discrepancia (tithemi) concuerda con Rom 9,33. Parece, pues, que los redactores de Rm y

de 1P utilizaron el

mismo modelo.

...............

7. RECAPITULACIÓN: EL PUEBLO SANTO DE DlOS

(2/07-10).

7 Lo de preciosa, pues, va por vosotros, los creyentes;

mas por los no creyentes:

«La piedra que rechazaron los constructores,

ésa vino a ser piedra angular,

8a y piedra de tropiezo y roca de escándalo.»

En ella tropiezan los que se rebelan contra la palabra; ...

Han terminado los seis requerimientos o recomendaciones (1,13-2,6). Ahora comienzan

las grandes conclusiones de la primera parte, que casi adoptan la forma de un himno. En

primer lugar se recuerda todavía brevemente que los creyentes tienen participación en la

gloria de la piedra angular rechazada por los hombres, pero tanto más valiosa y preciosa a

los ojos de Dios. Pero a continuación se fija Pedro en el hecho, grávido de consecuencias,

de que esta piedra angular, la más inferior y más delantera en la arquitectura de Dios,

puede convertirse en piedra de tropiezo y hasta en piedra en la que se quiebren las olas de

los embates contra Dios. Aquí se trata a la vez de esa trágica experiencia de muchos

hombres, para quienes, por no querer aceptar con fe la encarnación de Dios, se convierte

ésta en perdición. Se trata del misterio que vio anticipadamente el anciano Simeón:

«Puesto está para caída y levantamiento de muchos en Israel y para blanco de

contradicción» (Lc 2,34).

8b...a esto estaban destinados.

En la carta de Bernabé se dice sobre este pasaje que la roca de escándalo fue Cristo en

su carne (entre las bofetadas de los judíos y los escarnios de la cohorte) 27. Los verdugos

de Jesús, aquel Judas, aquellos jueces, fueron a parar a eso, a eso estaban destinados

según el designio de Dios: destinados a escandalizarse en Jesús, a entregarlo y a

condenarlo a la crucifixión por odio y envidia.

Con absoluta soberanía pone Dios, a lo que parece, a hombres y destinos, como figuras

blancas y negras, en el ajedrez de la historia. Y, no obstante, cada cual conserva su propia

responsabilidad. Más aún, precisamente esta libertad que tiene el hombre de poder obrar

incluso contra la voluntad de Dios, la hace Dios entrar en sus planes. En la tierra no

podremos nunca escudriñar este misterio de la libre voluntad humana, que, con todo sólo

Page 24: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

parece ser realmente libre cuando participa en la voluntad absolutamente libre de Dios.

...............

27. Bernabé 6,2-9.

...............

9 Pero vosotros sois «linaje escogido,

sacerdocio regio,

nación santa,

pueblo adquirido» por Dios

«para anunciar las magnificencias»

del que os llamó de las tinieblas

a su maravillosa luz.

SACERDOCIO-COMUN: Sin querer reemplazar al Israel del Antiguo Testamento por algo

de otro género, se proclama el verdadero cumplimiento de todas las antiguas esperanzas

de Israel. A las comunidades cristianas se aplican los grandes títulos honoríficos del pueblo

de Dios. Ellas son, en primer lugar, «linaje escogido». Se trata de las mismas personas a

las que al principio se interpelaba ya como peregrinos elegidos (1,1). Vistos con los ojos de

la fe constituyen el resto santo del último tiempo mesiánico, ese rebaño que guiado por un

gran pastor avanza por el desierto y es objeto del amor y de la solicitud del Padre celestial

28. Ya en este primer título honorífico de «linaje escogido» hay una resonancia del texto de

Isaías que domina todo el versículo: «Porque he puesto agua en la estepa y torrentes en el

desierto, para abrevar a mi linaje, a mi linaje escogido, a mi pueblo que yo adquirí, para que

proclame mis hechos» (Is 43,20s).

Antes se había hablado de un sacerdocio «santo» (2,5); aquí se habla también de

sacerdotes regios, o reyes que son a la vez sacerdotes. Tal condición regia, tal pertenencia

al linaje del rey incluye también poder para dominar. Este poder de dominar lo refiere

Pedro

a la vida de los cristianos: éstos deben dominarse a si mismos. Así, aun en estos mismos

títulos gloriosos se siente palpitar algo de su solicitud fundamental de exhortar a los que le

están encomendados, solicitud que se extiende por toda la carta. Pero esta exhortación

apenas perceptible está incrustada en la consoladora proclamación de la verdadera

grandeza de todo cristiano bautizado.

Con razón se ha considerado en todo tiempo este texto del sacerdocio regio como el

fundamento más importante de la doctrina católica del sacerdocio universal. Es

significativo

que en todo el Nuevo Testamento sólo a Jesucristo se le llame sacerdote. A los prepósitos

de las comunidades sólo se les da el nombre de guardianes o de ancianos. Por ello es

tanto más sorprendente que aquí todos los cristianos, sin excepción, sean apostrofados

como un sacerdocio regio. La Iglesia primitiva estaba íntimamente convencida de que todos

los elegidos, hombres o mujeres, tenían sus funciones sacerdotales en la liturgia celebrada

en común, de que todos «celebraban» en común 29. De todos los israelitas se decía en el

libro del Éxodo: Allí, en el Sinaí, todo Israel vino a ser un pueblo de sacerdotes, porque fue

capacitado para asumir ministerios de intermediario por todo el género humano 30.

Exactamente este mismo poder reciben todos los bautizados en favor de la humanidad en

medio de la que vivimos en favor del mundo que no puede, o ya no puede, ser creyente. En

esta aserción del quehacer sacerdotal de todos los miembros de la Iglesia con respecto al

Page 25: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

mundo se da también la más espléndida justificación de la actividad misionera de todo

cristiano.

Todos los títulos honoríficos que preceden se ven todavía en cierto modo compendiados

en la idea de que los cristianos son una posesión de Dios, que él mismo se ha reservado

en forma completamente personal, un pueblo que le pertenece de manera totalmente

personal, una comunidad que como pueblo puro, santo, sacerdotal, regio, tiene la misión de

glorificar a Dios precisamente en virtud de esta santidad. Los cristianos están llamados a

demostrar, con su vida, que la poderosa intervención de Dios hasta en el más íntimo yo de

una persona es capaz de hacer santos de pecadores y hasta de quienes habían sido

enemigos de Dios.

La gran gesta de Dios con respecto a su pueblo consiste en que él puede llevar a los

hombres de las tinieblas a la luz. En esta aserción del llamamiento de las tinieblas a la luz

resuena por última vez el motivo del éxodo de Israel de Egipto. En este júbilo final se habla

incluso de un llamamiento de las tinieblas a su «maravillosa luz». En el final mismo de la

carta (5,10) se designa este mismo hecho como un llamamiento «a su eterna gloria». Lo

uno y lo otro, luz y gloria, es ya ahora realidad: el mundo mismo en que vivimos, viste en

su

situación concreta. Estamos llamados a ser para la humanidad sacerdotes regios, que

irradian gozo, con dominio de sí mismos...

...............

28. Cf. 2,25; 5,4.7.

29. Realmente existieron en todo tiempo en esta liturgia diferentes ministerios, diferentes

grados. Ya san

Clemente subraya cuán importante es que «cada uno ofrezca a Dios la eucaristía en el orden

jerárquico que

le corresponde» (1 Clem 41, 1).

30. Ex 9,27s.

...............

10 Los que en un tiempo erais «no pueblo» ahora sois pueblo de Dios; los que

eraIs «no compadecidos» ahora sois los compadecidos.

El tiempo presente se distingue del pasado en que Dios ha otorgado ahora su

misericordia. Pero a Pedro le importa no menos subrayar que en un tiempo no eran pueblo,

pero ahora son llamados a ser el pueblo de Dios, a formar este pueblo mismo de Dios. El

profeta Oseas debió en un principio llamar a sus dos hijos «No agraciado» y «No mi

pueblo» respectivamente (Os 1,6-9). Pero luego describe el mismo profeta en forma

conmovedora cómo el amor de Dios -como el de un esposo- se vuelve de nuevo a la

esposa repudiada: «Yo agracio a la "No agraciada" y digo a "No mi pueblo": "Tú eres mi

pueblo". Y él me responde: "Tú, mi Dios"» (/Os/02/25). La Iglesia es el pueblo escogido: el

pueblo que se ha de multiplicar, que ha de sostener luchas, que se verá probado con

enfermedades y desórdenes internos, pero que no cesará nunca de ser agraciado...

....................

Parte segunda

DEBERES DE LOS LLAMADOS

Page 26: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

(2,11-4,11)

La parte introductora (1,3-2,10) se había cerrado con una descripción gozosa,

estimulante y entusiasta del estado en que se hallan los cristianos. Con la interpelación

«carísimos» se inicia algo nuevo. Sólo en 4,12 vuelve a llamarse «carísimos» a los

destinatarios. El espacio intermedio forma la parte principal de la carta. En ella se nos

exhorta, dándonos ánimos, con reiteradas referencias a Cristo, nuestro modelo.

l. EXHORTACIONES GENERALES

(2/11-12).

Antes de entrar en las exhortaciones particulares señala Pedro la importancia

fundamental del sacrificio, de la renuncia y de las buenas obras. Todo esto aprovecha a la

propia alma y es a la vez el medio más eficaz para hacer que los paganos que nos

observan con escepticismo, abran los ojos a la verdad de Dios.

1. RENUNCIA PERSONAL (2,11).

11 Carísimos, os exhorto a que, como forasteros y peregrinos, os abstengáis

de los deseos carnales, porque combaten contra el alma.

La designación «carísimos», sin ninguna añadidura, no se conocía como encabezamiento

de una carta en el mundo antiguo anteriormente a las primeras cartas cristianas. Tal

denominación brota de la convicción de que todos los cristianos, hechos hijos de Dios por

un nuevo nacimiento, han venido a ser entre sí hermanos queridos (1,22s).

Lo que los hace dignos de amor no son las cualidades que puedan tener, sino la

grandeza de aquel que los amó. Y así los ama también de todo corazón san Pedro, al que

tras el interrogatorio sobre el amor se le encomendó el cuidado de la grey del Señor (Jn

21,15-17). Esta interpelación personal brotó con viveza y hasta como necesariamente del

entusiasmo expresado en 2,9s. Aquí se deja sentir el espíritu que anima a esta entera carta

pastoral (2,25), a esta carta pontificia romana (5,13), primera en la historia de la Iglesia de

Cristo. De este espíritu de amorosa solicitud brotan las siguientes palabras que exhortan y

animan a los destinatarios.

Si se entendiera que deseos carnales son simplemente desórdenes morales, se

suprimiría lo mejor del texto. La Iglesia primitiva entendió por apetitos de la carne, en

primer

lugar, algo muy distinto. En la llamada Doctrina de los doce apóstoles, que es el escrito más

antiguo del cristianismo después del Nuevo Testamento, se amonesta en consonancia

verbal con nuestra carta: «Abstente de los deseos-carnales y corporales» 31. Y luego,

como explicación de lo que se entiende por ese abstenerse, sigue una enumeración de las

recomendaciones del sermón de la montaña: Al que te golpee en la mejilla derecha,

ofrécele también la izquierda; al que te requise para una milla, vete con él dos; al que te

pida la túnica, dale también el manto. Así pues, el apetito de la carne consiste ante todo en

el amor propio, en el egoísmo, que es el peor enemigo del alma. Esta primera exhortación

fundamental es ya una preparación para la primera exhortación particular a la sumisión

humilde y a la renuncia a la soberbia, segura de sí misma 32 sin lo que toda aspiración a la

perfección se queda en pura apariencia...

Page 27: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

2. CONDUCTA EJEMPLAR (2,12).

12 Llevad entre los gentiles una conducta ejemplar. Así, en lo mismo que os

calumnian como malhechores, a la vista de vuestras buenas obras glorificarán a

Dios en el día de la visita.

No sólo internamente (2,11), sino también en forma visible al exterior (2,12) deben los

cristianos mostrarse dignos de su condición de sacerdotes regios. Deben llevar una

conducta tan ejemplar que atraiga las miradas de los otros. No cabe duda de que en esta

manera de dar importancia a las obras exteriores late un peligro de hipocresía. Son

numerosas en los Evangelios las imprecaciones contra los fariseos hipócritas, que ponen

también en guardia a los cristianos contra esta peligrosa tentación. Debemos predicar con

obras, que no son sino irradiación de la nobleza interior del alma. Y la experiencia enseña

que la predicación con las obras es más importante y más eficaz que la predicación con

palabras, que casi son vanas si no van acompañadas de obras 33.

El objetivo último de la predicación mediante las buenas obras no se cifra aquí en ganar

a los paganos para el cristianismo 34, sino en incrementar la gloria y la alabanza de Dios el

día de la visita. Por el día en que Dios, cuidándose de la humanidad en forma especial, la

«visita», benigno o también airado, se entiende el día postrero, es decir, el tremendo y al

mismo tiempo grandioso acto final del drama de la historia de la obra salvadora de Dios

con

los hombres. No se dice expresamente si tales calumniadores comprenderán ya

anteriormente la verdad. En todo caso es de desear que esto se vaya preparando ya

mientras, todavía en vida, pueden observar a los cristianos. Sin embargo, puede suceder

que a los que ahora viven como si no existiera ese «día de la visita», sólo en tal día se les

abran con pasmo los ojos. El texto deja esta cuestión en suspenso. Lo importante es que

en todo caso la santidad de Dios se ponga maravillosamente de manifiesto y se haga digna

de alabanza por sus santos y en sus santos. En nuestros esfuerzos no se trata del éxito

inmediato, sino del eterno.

...............

31. Didakhe 1,4.

32. 2,13.18; 3,1.5; 5,5.

33. Algunos ejemplos en el NT: Mt 5,16; 1Ts 4,12; 1Co 10,31s; Col 4,5.

34. Diversamente 3,2.

...............

Il. NORMAS DE CONDUCTA PARA LA VIDA COTIDIANA (2,13-3,12).

Tras la exhortación general a luchar contra el amor propio y contra el egoísmo y a llevar

incluso exteriormente una vida ejemplar, comienzan ahora las exhortaciones particulares a

la sumisión a la autoridad del Estado (2,13-17), a la de los esclavos a los señores

(2,18-25), de la mujer al marido (3,1-6) y a la consideración del marido con la mujer (3,7).

Una exhortación general a la mesura en el trato de unos con otros y al perdón (3,8-12)

cierra esta sección, que quizá como ninguna otra nos da una idea de la vida cotidiana de la

Iglesia primitiva. Su descripción del ejemplo del Señor (2,21b-24) es una de las partes más

bellas de la carta.

Page 28: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

1. SUMISIÓN A LA AUTORIDAD DEL ESTADO

(2,13-17).

13 Someteos a toda institución humana, a causa del Señor: ya al rey como a

soberano, 14 ya a los gobernadores, como a enviados por él para castigar a los

malhechores y elogiar a los que hacen el bien. 15 Porque ésta es la voluntad de

Dios; que obrando el bien, amordacéis la ignorancia de los hombres insensatos.

Por primera vez se dice que los cristianos deben someterse, es decir, considerarse como

subordinados. Es característica de nuestra carta la exhortación a someterse

espontáneamente, a ponerse bajo las órdenes de la autoridad pública o de cualquier señor

terrenal 35. También en este punto es la carta un reflejo de la doctrina cristiana primitiva

36. La cuestión de la relación del cristiano con el Estado no se puede separar de este ideal

cristiano general de la subordinación voluntaria. Constantemente está en el primer plano la

virtud cristiana de la obediencia y de la humildad. Lo que se dice de la subordinación en la

vida política se aplica igualmente en la familia (3,1-7) y en el puesto de trabajo (2,18-25).

Anteriormente se habían aducido ya dos razones de la sumisión voluntaria: la salud

eterna del alma y la gloria de Dios (2,11s). Ahora se añade que se debe proceder de esta

manera a causa del Señor. Esto quiere decir en primer lugar: por el ejemplo del Señor, que

no sólo se sometió a la voluntad del Padre, sino que además se humilló adaptándose a las

preguntas de Anás y de Caifás, a los caprichos de Herodes y de Pilato, al apremio y a las

peticiones del pueblo y a las mil y mil preguntas y singularidades del grupo de los

discípulos

que le acompañó años enteros. Con estas palabras: «a causa del Señor», es posible que

se quiera también decir: para agradar al Señor, «por amor del Señor», por amor de ese

Señor cuya pasión conocen los cristianos (2,21b-24a), por cuyas sangrientas heridas

fueron curados (2,24b), cuyo ser conocieron con los ojos de la fe y al que comenzaron a

amar gozosamente como a amigo (1,8).

De dos maneras se designa la relación de los cristianos con el Estado romano. Ya al

comienzo de la carta, en el encabezamiento (1,1) se expresó un aspecto doble. Los

cristianos deben por una parte considerarse como dispersos o diseminados por el mundo

para llevar frutos espirituales en él y en colaboración con él; por otra parte deberían

también reconocerse como «peregrinos» o forasteros, que aunque se hallan en este

mundo, no tienen aquí su patria, que, por tanto, conservan su libertad interior frente a todas

las organizaciones e instituciones estatales. En el pasaje que nos ocupa se habla de la

relación positiva del cristiano con la autoridad civil, de la colaboración, con voluntad de

servicio, con todas las instituciones públicas legitimas y provechosas para el bien común.

Aquí tiene san Pedro ante los ojos un aparato administrativo del Estado, que se halla a la

altura de su quehacer. Sobre todo en las ciudades de provincia del imperio romano, en los

primeros tiempos de los emperadores, experimentaba todavía el ciudadano la sensación de

una administración bien ordenada y de una rigurosa disciplina. A esto se añadía la tradición

del Antiguo Testamento, que incluso en el Estado pagano veía un instrumento de Dios.

Sin el menor reparo reconoce san Pedro al rey, al césar o al emperador, así como a sus

órganos, el derecho de condenar a los criminales. En la carta a los Romanos se dice

todavía más claramente que la autoridad lleva a este objeto «la espada» de la justicia (Rom

13,4). Además del derecho de castigar se reconoce al Estado el derecho de elogiar y

Page 29: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

distinguir a los que lo merecen. Tratándose de distinciones de los ciudadanos

especialmente beneméritos de la comunidad no hay que pensar precisamente en

condecoraciones, tan corrientes hoy día, sino más bien en el registro de sus nombres en la

lista honorífica de la ciudad, o en la erección de la estatua de un ciudadano en la plaza del

mercado.

Pedro escribe sobre estos derechos de un Estado pagano porque desea que también los

cristianos puedan desempeñar su papel en esa vida pública, incluso política. Dice que es la

voluntad misma de Dios (2,15) que los cristianos den prueba de sí, incluso públicamente,

mediante obras de beneficencia y dando muestras de su capacidad. En esto se deja sentir

un gran optimismo, que en todas partes cuenta con la presencia de hombres que piensen y

juzguen rectamente. Es evidente que en ninguna parte se alabará a los cristianos por sus

prácticas religiosas, pero es de esperar que por lo menos no haya que censurarlos tocante

a su amor al trabajo, a su prontitud en prestar servicios y a su cumplimiento del deber.

Tampoco aquí se trata de tentativas de misionar en el puesto de trabajo o entre la parentela

por medio de bellas palabras (cf. 2,12; 3,1). Las obras son mas eficaces y elocuentes...

...............

35. Cf. 2,13.1S; 3,1.5; 5,5.

36. Textos parecidos sobre la subordinación en otras reglas de vida del cristianismo

primitivo: Rm 13.1-7; Ef

5,21s; 6,1.5.8; Col 3,18.20.22.24; 1Tm 2,11; 6,1s; Tit 2,5.9; 3,1.

...............

16 Vivid como libres, no usando la libertad como disfraz de la maldad, sino

como esclavos de Dios.

CR/ESTADO/PODER: A la exhortación a la sumisión a la autoridad del Estado y a la

colaboración siguen como complemento unas palabras de gran elevación sobre la libertad

de los cristianos frente a dicho Estado. Estos ciudadanos y mercaderes, estos funcionarios

y soldados, estos menestrales y amas de casa, y hasta estos esclavos y esclavas deben en

definitiva sentirse como libres con respecto a las leyes y poderes del Estado. La libertad de

los cristianos se funda en el hecho de pertenecer a un Señor más grande, para el que

fueron comprados como esclavos al precio de la sangre de Jesucristo (1,18s). Sólo a él

están subordinados sin restricción. Su autoridad está muy por encima de la del Estado

romano, omnipotente en apariencia. Si alguna vez las órdenes de alguna instancia pública

se oponen a las leyes de Dios escritas en los corazones de los hombres, automáticamente

pierden su fuerza de obligar para todos los que se reconocen esclavos de Dios. Con ello no

desaparece quizá sin más su carácter conminatorio e inquietante. Pero en la medida en que

vaya creciendo en ellos el santo temor de Dios (2,17) propio de su condición espiritual de

esclavos, podrá también desvanecerse el temor a los poderosos de la tierra. Cuanto más se

hace uno esclavo de Dios, tanto menos se siente coaccionado en la tierra. Servir a Dios es

por tanto reinar espiritualmente.

17 Honrad a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al rey.

La sección relativa al comportamiento de los cristianos en la vida pública se cierra con un

principio general: En todo caso respetad a todos, se trate de quien se trate. La marcada

frase final «honrad al rey», a la que apunta todo lo que precede, muestra que Pedro no ha

Page 30: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

perdido todavía de vista el tema de la subordinación del cristiano a los que están investidos

de autoridad política. Deben tributar a los funcionarios del Estado los honores que les

corresponden sometiéndose a la autoridad según el ejemplo de Cristo.

Algo diferente es el respeto y la veneración que se ha de profesar al Padre eterno. Como

hijos y esclavos deben pensar que Dios puede castigar no sólo temporalmente, como los

hombres, sino que incluso puede precipitar en la condenación eterna (cf. Mt 10,28). Este

alto grado del temor, el temor de Dios, hallará su expresión en la obediencia absoluta.

Aunque no se dice expresamente, por la manera de enumerar las diferentes formas de

temor aparecen claros los límites que no debe transgredir este temor cristiano en el trato

con los grandes de la tierra si no quiere convertirse en servilismo y adulación. El espíritu de

temor se manifiesta así como virtud fundamental del hombre racional en el trato con Dios y

con su entera creación. Y también el amor de los hermanos se destaca como una forma de

tal temor, que no vacila en tener a los otros por superiores (Flp 2,3).

2. SUMISIÓN DE LOS ESCLAVOS DOMÉSTICOS (2,18-25).

a) Exhortación

(2/18).

8 Esclavos, someteos a vuestros amos con todo temor no sólo a los buenos y

comprensivos, sino también a los rigurosos.

ESCLAVOS/1P:Después de haber exhortado a todos los cristianos a someterse a la

autoridad civil, comienzan ahora las instrucciones a determinados grupos particulares.

Tales catálogos de deberes que incumben a determinadas profesiones y condiciones

pueden designarse como reglas de vida 37. En primer lugar se dirige san Pedro al estado

más bajo. Los esclavos y esclavas representan para Pedro en su forma más pura el tipo de

la concepción cristiana del hombre; en efecto, el cristiano es esclavo de Dios (2,16), y en su

humillación y sufrimiento se hace muy semejante a Cristo (2,21) 38. De aquí que sólo a

esta

primera exhortación a los esclavos se añada el incomparable cuadro de los sufrimientos del

Señor (2,21 b-24), que suena como un retazo del relato evangélico de la pasión. El trato de

preferencia que se da a estos esclavos y esclavas, aparentemente sin derechos ni honra,

se funda en el tema capital de toda la carta, cuya pieza central comienza aquí: consolando

y exhortando trata de convencer de que mantenerse en sufrimientos equivale para el

cristiano a mantenerse en gracia (2,19a.20b; cf 5,12).

Los esclavos deben someterse a los amos con todo temor. Sólo aparentemente se

significa con esto, que el criado o esclavo debe apresurarse a obedecer a cualquier

indicación del amo de casa porque vive en constante temor del castigo. En efecto, en 2,20

se dice que estos mismos cristianos soportan sin miedo golpes inmerecidos; en 3,6 se

exhorta explícitamente a las mujeres a no tener temor; y en 3,14 vuelve a subrayarse que el

cristiano no debe temer a los hombres. No se trata de temor de los hombres sino de temor

de Dios. Los esclavos no deben considerarse esclavos de amos terrenos, sino de Dios. A él

dirigen la mirada con santo respeto cuando obedecen las órdenes de señores de la tierra.

...............

37. Se hallan también en la literatura extrabíblica. Dentro del Nuevo Testamento hay,

además de nuestro texto,

Page 31: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

todavía otros cinco pasajes con parecidas reglas de vida: Rm 13,1-7; Ef 5.21-6.9; Col 3,18-

4,1; 1Tm

2,1-3,13; 6,1s; Tt 2,1-3,3.

38. Cf. también Flp 2,5-11.

...............

b) Primera motivación: El sufrimiento es gracia

(2/19-21a).

19 Puesto que es una gracia soportar penas, padeciendo injustamente, con la

conciencia de que Dios lo quiere. 20 Pues ¿qué mérito tenéis soportando golpes

por haber pecado? Pero si los soportáis por haber hecho el bien, esto es una

gracia ante Dios.

Tras la orden seca comienza ahora un tono más suave de explicación: tal obediencia es

agradable a Dios, merece su aprobación; tal hombre halla gracia a los ojos de Dios. ¿Cómo

concibe, pues, Pedro la situación de los interpelados? Los amos de tales esclavos son a

veces caprichosos o hasta malévolos, incluso virulentos, insidiosos. Piensa en situaciones

en las que a un cristiano, precisamente por ser cristiano, se le molesta constantemente con

pequeñas hostilidades disimuladas. Más gravemente que los golpes le afligen a diario estos

desaires inmerecidos. El pobre ha trabajado y ha prestado servicios y en recompensa es

objeto de befas y de irrisiones, quizá porque alguna vez se le ha visto rezar. No tarda en ser

considerado por los otros esclavos como uno a quien se pueden jugar malas partidas, ya

que no salen en su defensa ni el amo de casa ni su capataz.

Algo así es la situación de esos de quienes se dice que comenzaron a brillar con belleza

espiritual, que sobre ellos se posa clemente y con especial complacencia el ojo de Dios.

Todo lo absurdo de la doctrina y de la vida cristianas parece tocarse con la mano...

21a Para esto fuisteis llamados.

San Pedro llega incluso hasta a afirmar que tal es la finalidad de la conversión al

cristianismo, que los destinatarios han sido llamados para esto. El sentido del pasaje no

deja el menor lugar a duda: aceptar el sufrimiento del alma y del cuerpo es el estado a que

apunta en definitiva el llamamiento y la elección de Dios aquí en la tierra. Esto se

comprende bien por otros pasajes de la carta. En ellos se ha trazado el cuadro ideal de un

sacerdocio santo, regio, que ofrece sacrificios por el mundo (2,5.9). Y Pedro desea este

honor para sus cristianos. Mientras antes (2,5) se dijo, a manera de símil, que esta oblación

sacerdotal consiste en entregar el propio yo como una piedra viva de construcción al gran

arquitecto divino, aquí se habla mucho más en concreto de este regio ministerio sacerdotal:

Consiste en soportar calladamente agravios inmerecidos y en tolerar con paciencia golpes

recibidos en el propio cuerpo. En el «para esto» de nuestro texto late la dignidad de la

oblación de sacerdotes regios. Y si miramos más lejos, en este «para esto» brilla ya la

imagen de aquel hombre que «en su propio cuerpo» lleva a la cruz los pecados ajenos

(2,24).

Las palabras que siguen (2,21b) muestran que nos hallamos aquí ante una aserción de

vigencia universal sobre el fin supremo y el sentido más profundo de la condición de

cristianos. Con esto no se quiere decir que todos los cristianos estén llamados sin

Page 32: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

excepción y constantemente al sufrimiento. Precisamente en 4,12 se quiere, para

precavernos, se nos indica que no debe extrañarnos si alguna vez nos veamos afligidos

con pruebas. Pero, con todo, muestra la carta que la participación voluntaria, alegre y

jubilosa (1,6) «en los padecimientos de Cristo» (4,13), es lo más grande a que un cristiano

puede ser llamado por Dios. Esto es, en efecto, participación en la realeza y en el

sacerdocio de Cristo...

c) Segunda motivación: El ejemplo de Cristo

(2/21b-24).

21b Porque también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que

sigáis sus huellas.

El último y más valioso triunfo que puede jugar san Pedro en su empeño por lograr una

justa representación de la naturaleza del cristianismo, es su descripción del Señor inspirada

por un corazón amante. Es que Cristo, con sus sufrimientos vicarios, nos mostró en forma

viva el fondo del problema.

La palabra griega que traducimos por ejemplo significa propiamente el modelo de

escritura para niños de escuela, conforme al cual aprenden a diseñar los difíciles trazos de

cada letra. También en terrenos difíciles, por ejemplo pantanosos, puede ser muy ventajoso

disponer de exactos trazados del rumbo que sigue el estrecho sendero. Quizá lo haya

seguido ya anteriormente alguien, sobre cuyas huellas se pueda caminar con seguridad.

Pero si se trata de escalar una empinada roca, entonces el guía que va en cabeza se

volverá constantemente para indicar su camino. Mostrará dónde ha puesto él mismo el pie

derecho, dónde ha podido hallar un agarradero para la mano izquierda. Además, no elegirá

caminos que sean demasiado difíciles para los que le siguen. Sólo tiene un deseo: que

todos juntos lleguen con él a la cumbre. Por esto deben seguirle cuidadosamente y

atenerse confiados a su ejemplo.

Todo lo que a continuación (2,22-24) se dirá de la pasión de Jesús hemos de entenderlo

como ejemplo que debemos imitar. Ahora bien, si todo ha de ser ejemplo, también lo serán

sus sufrimientos vicarios por vosotros, es decir, por nosotros. También nosotros debemos,

soportando calladamente las dificultades, preceder animosos a otros hombres que se

sienten desanimar, y dejando huellas, quizá sangrientas, mostrarles el único camino

posible.

22 Él no cometió pecado ni en su boca se halló engaño alguno».

En estos versículos que comienzan ahora se mueve la mirada de una parte a otra: de los

esclavos que sufren, a Cristo, y de Cristo que sufre, de nuevo a los cristianos. La imagen

del Señor que sufre no sólo surge aquí como un ejemplo estimulante, sino que además

brilla en su grandeza divina exenta de todo pecado: A vosotros, esclavos, se os reprende

por faltas presuntas que en realidad no habéis cometido (2,19), pero Cristo estaba todavía

mucho más libre que vosotros de cualquier culpa. A vosotros se os golpea ahora (2,20)

como si hubieseis hablado descomedidamente, pero en boca de él no hubo nunca una sola

palabra zahiriente, falsa o tendenciosa. Vosotros lucháis todavía con vuestras faltas

(2,11s), mientras que él pudo decir a sus discípulos, que estaban con él día y noche:

«¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?» (Jn 8,46). Y a pesar de esta absoluta

Page 33: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

inocencia le envió su Padre por el camino del sufrimiento tan incomprensible para vosotros,

por el camino del servidor de Dios, al que Isaías había descrito anticipadamente de forma

tan impresionante 39.

...............

39. La cita está en Is 53,9. Acerca de 1P 2,21-25 habría que leer, meditándolo, todo el

capítulo 53 de Isaías.

...............

23a Cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; cuando padecía, no

amenazaba.

Tenemos ante los ojos una imagen de Cristo que sufre, tal como no la había trazado

todavía ningún escritor del Nuevo Testamento: un hombre que es insultado, que es

reprendido como un criado que se ha mezclado en cosas que no le importan, que se ve

abrumado de críticas y reprimendas, y él se calla. Salta a la vista la entrañable solicitud de

Pedro por aquellos a quienes quiere exhortar. Y se desborda todo el amor del amigo de

Jesús, que con su temperamento violento, dispuesto a devolver inmediatamente el golpe,

deduce las tentaciones que experimentaría el Señor en aquellas horas de dolor. Más aún:

va todavía más lejos y pinta cuán natural habría sido al Maestro amenazar a sus enemigos

con un castigo de Dios. También para nosotros es de lo más natural esta tentación de

invocar la venganza de Dios por ofensas personales. Pedro nos grita: ¿Dónde queda

vuestra imitación de Cristo?

23b Sino que se entregaba al que juzga con justicia.

Pedro no se refiere a la condenación de Cristo ante Pilato, sino que quiere decir: Cristo

se entregó, entregó su «caso», la entera solicitud de salir por sus derechos ante la injusticia

de que era víctima, a su Padre celestial y con ello nos dio un ejemplo a nosotros, que

tenemos muchas más razones para dejar la venganza en manos de Dios (Rom 12,19). El

versículo que sigue muestra que se trata todavía de mucho más que eso. Cristo no sólo

dejó su «caso» en manos del Juez eterno, sino que él mismo se entregó a la cólera divina

como víctima por los pecados. Dio un ejemplo todavía mucho mayor cuando con humildad

dejó caer sobre sí un castigo sangriento que propiamente correspondía a otros.

Así viene a ser para nosotros «palabra» de Dios que da la pauta. También nosotros, sin

preguntar si lo hemos merecido, debemos estar dispuestos a soportar el sufrimiento,

sabiendo que ha llegado el tiempo «de que comience el juicio por la casa de Dios» (4,17),

ese juicio en el que «el justo a duras penas se salva» (4,18). La historia del género

humano, con todos sus sufrimientos, que con frecuencia tienen que ser soportados

precisamente por los inocentes, resulta más comprensible si la consideramos como grande

y tremendo castigo por los pecados y la desobediencia de las criaturas contra su Creador.

24a Él mismo llevó nuestros pecados en su propio cuerpo y los subió al

madero;

Cristo no sólo llevó al Calvario la carga de nuestros pecados como un sacrificador lleva

su víctima al altar, sino que él mismo, en su encarnación, por medio de su cuerpo humano,

como Dios hecho hombre, se constituyó a sí mismo en esta víctima por el pecado, en el

Page 34: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

cordero que tomó sobre sí «el pecado del mundo» (Jn 1,29). Se apropió de tal manera esta

carga del pecado que llegó hasta a hacerse por nosotros «maldición» (Gál 3,13).

Pedro lo ve todavía ante sí arrastrándose hacia el Calvario, donde se erguía ya, visible

desde lejos, el madero de la cruz. Se acuerda de cómo llevaba el palo transversal, de cómo

le clavaron en éste las manos y cómo, pendiente de él, fue izado como una vela sobre el

palo vertical. Los pecados de otros, también los de los esclavos a quienes ahora se dirige

Pedro, los tomó sobre sí y los llevó a este madero -que se convierte en altar- hasta las

últimas horas de su más extremo desamparo.

Pedro no se siente ya capaz de seguir hablando de «vuestros pecados» en segunda

persona, como acababa de decir: Cristo «os» dejó un ejemplo. Habla de nuestros pecados,

porque él mismo se siente afectado con nosotros. Quiere verse envuelto con nosotros en

este amor hecho hombre, en este amor desinteresado...

24b ...para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia.

Aquí se carga el acento sobre el fin positivo del que es condición previa la muerte al

pecado: para que vivamos para la justicia. También en esto es Cristo nuestro modelo. Vivió

para la justicia, dispuesto como estaba a sufrir por los pecados de otros y restablecer así el

orden perturbado. Su amor le impelía a renovar la recta y justa relación entre el Creador y

la criatura. Tampoco para nosotros significa el vivir para la justicia otra cosa que vivir para

el amor, porque el amor cristiano tiene muy poco que ver con los sentimentalismos,

teniendo más bien estrecha afinidad con la voluntad de practicar la justicia. Dada la manera

sobria de pensar de Pedro -que no obstante va siempre hasta lo último- es significativo el

hecho de que para él una vida por el prójimo, una vida que no se retrae ni siquiera de llevar

la cruz por los otros, no significa sino una vida para la justicia. Se trata del justo

cumplimiento del único gran mandamiento: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu

corazón,

con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo»

(Lc 10,27).

24c «Por sus heridas habéis sido curados».

Estas heridas son las señales que la vara o el azote dejan en las espaldas desnudas. En

el capítulo 53 del profeta Isaías, del que están tomadas también estas palabras (Is 53,5), al

hablar de estas heridas se usa una palabra hebrea que contiene la idea de «pintarrajear

con líneas». Esto es lo que debemos oír también aquí implícitamente. Pedro indica a los

esclavos la espalda de Cristo, que es tan semejante a la suya: inmediatamente después de

los azotes se ven líneas hinchadas, de un rojo vivo, quizá también manchas de un rojo

oscuro formadas por hilos de sangre; y después se vuelven las líneas cárdenas y verdes.

Con tales heridas han sido ellos sanados como con amarga medicina. Antes estaban

enfermos, quizá como aquella ramera a la que dijo Jesús: «Tu fe te ha sanado, vete en

paz» (Lc 7,50). Y el hombre en quien ella creyó es precisamente el que más tarde se dejó

azotar, también por ella. Es posible que los destinatarios de la carta se acuerden de que

también ellos fueron sanados en su bautismo y en adelante estarán más bien dispuestos a

soportar por amor, en lugar de otros, los azotes injustos de un capataz.

d) Se concluye la exhortación

Page 35: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

(2,25).

25 Erais «como ovejas extraviadas», pero ahora os habéis vuelto al pastor y

guardián de vuestras almas.

La mirada se dirige a uno de aquellos terrenos pedregosos de Palestina en que pacen,

muy dispersas, las ovejas. El rebaño no está ya todo junto. Las ovejas se han puesto a

buscar restos de hierba en pendientes apartadas. El pastor solícito, que sabe que tales

ovejas testarudas, que van errantes de acá para allá, están expuestas a los mayores

peligros de las bestias feroces, quiere volver a recoger su rebaño. Pero para ello no es

necesario correr tras cada oveja y hacerla volver a palos. Basta con escarmentar

ásperamente a alguna de las ovejas del rebaño desperdigado. En seguida volverán

también precipitadamente las otras.

Pedro ve a Cristo como a una de estas ovejas en medio del rebaño disperso que anda de

una parte a otra. Dios Padre, pastor eterno, recoge su rebaño disperso. Ahora bien, la

oveja castigada con los golpes que en realidad había merecido todo el rebaño

desobediente, es el inocente «Cordero de Dios». Mientras restallan sobre su espalda los

golpes, vuelve precipitado al buen camino el rebaño entero, avergonzado y consciente de

su desobediencia. Por la dureza del castigo que tuvo que soportar una oveja comprenden

con cuanta insensatez las había extraviado su terquedad.

A esto añade san Pedro todavía una frase, en la que parece sentirse con más fuerza la

autoridad del apóstol: Estas ovejas descarriadas, estos hombres que anteriormente habían

vivido sin verdadera disciplina del alma han vuelto a su pastor y guardián 40. Aquí se

entiende en primer lugar a Dios Padre. Él es, en efecto, el pastor que con la encarnación de

su Hijo, sobre el que hizo pesar todo el castigo, se cuidó del rebaño disperso. Pero

tampoco está excluido el Hijo. Los cristianos le están, en efecto, sometidos como al pastor

principal (5,4). Sin embargo, este pastor y «guardián» (episkopos) está representado

visiblemente entre ellos por la persona de aquel a quien Cristo dio este encargo:

«Apacienta mis ovejas» (Jn 21,15-17). Pero Pedro conoce todavía otros representantes del

pastor principal: «guardianes», que no recibieron ya inmediatamente del Señor su encargo

de apacentar en el Espíritu Santo «el rebaño de Dios» (5,2). Ninguna de estas tres

perspectivas debe excluirse.

El que puede comprobar, con agradecimiento, que ha encontrado el «obispo» visible en

la tierra, pertenece también, por ello, al rebaño de Cristo (5,4) y está amparado por la tutela

solícita (5,7), aunque a veces también correctiva (4,12) del Padre.

...............

40. «Guardián» está expresado con la palabra griega episkopos que en los tiempos

apostólicos se usa también

como nombre de Dios, pero que se empleaba ya también como título del que estaba

investido de una

determinada dignidad eclesiástica, el obispo (Flp 1,1).

...............

3. DEBERES DE LAS ESPOSAS

(3/01-06).

a) Sumisión (3,1-2).

Page 36: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

1 Asimismo vosotras, mujeres, someteos a vuestros maridos, para que si

algunos se muestran rebeldes a la palabra, sin palabra alguna sean conquistados

por la conducta de las mujeres,

El objetivo principal de la carta es consolar a cristianos probados por los sufrimientos y

exhortarlos infundiéndoles ánimos. Así se comprende por qué en este reglamento de vida

se dirige ya en segundo lugar la palabra a las mujeres. Cierto que aquí no se trata, como en

el caso de los esclavos, de una de las capas más pobres del pueblo. Lo que sigue muestra

que Pedro piensa también en mujeres acomodadas que saben vestirse con gusto y

adornarse con joyas de oro (3,3). Sin embargo, no están lejos de los esclavos: conforme al

orden social de la antigüedad, también las mujeres están sometidas a la autoridad absoluta

del cabeza de familia. Esto les origina no pocas molestias, preocupaciones y sufrimientos.

Pero por ello están también particularmente próximas a Cristo. Como los esclavos, también

las esposas acudían a los sacerdotes de la comunidad para exponerles sus aflicciones

interiores, con preguntas que serían más o menos de este tenor: ¿Por qué soy tan

desgraciada en mi matrimonio? ¿Por qué tengo que soportar todo esto? ¿Cómo he de

conducirme con mi marido?

A esto responde el apóstol con las siguientes palabras de liberación: Todavía más que

un apóstol, que anuncia con la boca la buena nueva, la mujer cristiana puede influir con su

ejemplo en su marido. Las mujeres cristianas son absolutamente aptas, incluso en forma

destacada, para la labor misionera. Más aún: hasta hombres paganos que no oyen predicar

pueden dejarse ganar por la vida de una mujer. El cumplimiento callado del deber les hará

percibir una palabra, que en el fondo es una parte de esa Palabra eterna del Padre que se

hizo carne y vive en estas mujeres cristianas...

2 ... observando vuestra conducta pura en el temor.

Una vez más se concibe la vida del cristiano como una marcha, como una peregrinación

(cf. comentario a 1,15). La conducta pura logrará convencer a tales hombres duros. La

«conducta pura», significa en nuestro pasaje, ante todo, moralmente irreprochable, íntegra

y casta. En este versículo nos parece oír a aquel apóstol dotado de experiencias prácticas,

que en su vida conyugal mostraría especial amor y veneración a su esposa 41. Sabe muy

bien que no hay nada que tanto atraiga y ennoblezca a un hombre, aun al más ordinario,

como una mujer que mira por su propia integridad.

...............

41. En la visita que hizo el Señor en casa de Simón Pedro se le rogó primero que curara a la

suegra de éste,

gravemente enferma (Mc 1,30).

...............

b) El verdadero ornato de la mujer

(3,3-4).

3 Vuestro adorno no sea el exterior, de rizado de cabellos, de atavío de joyas

de ora, ni suntuosos vestidos, 4 sino que sea el interior del corazón, lo

incorruptible de un espíritu suave y tranquilo. Esto es lo precioso ante Dios.

Page 37: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

San Pedro no dice que el adorno sea reprobable sin más. Por su actitud madura y serena

se distingue de otras amonestaciones más rigurosas de su época. Su objetivo no es

prohibir a las mujeres que se adornen. Lo que le importa es llamar la atención de mujeres

que tienen sentido y gusto de la verdadera belleza, y hacerles comprender que hay un

ornato mucho más distinguido, que les sienta todavía mucho mejor. Es este un ornato que

posee un valor permanente, independiente de la moda, que es precioso incluso a los ojos

de Dios. Como cosas preciosas se suelen designar joyas, perlas y preseas. Todos estos

objetos de adorno son sólo como una sombra, un barrunto del ornato eterno con el que el

día del juicio brillará una mujer cristiana «en alabanza, gloria y honor de Jesucristo» (1,7).

Esta idea del ser humano, verdaderamente valiosa y magnífica, y constantemente

atrayente, que se propone a las mujeres, la anunció ya Jesucristo cuando, refiriéndose a sí

mismo, dijo: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso

para vuestras almas» (Mt 11,29). Pedro no teme que se haga problemático el éxito

misionero de una esposa por el hecho de que el interés de una mujer se vea desplazado al

«cuidado de la belleza interior»...

c) Motivación: El modelo de grandes mujeres

(3,5-6).

5 Así se ataviaban en otro tiempo incluso las santas mujeres que esperaban en

Dios, obedientes a sus maridos.

La humildad, la mansedumbre, la paciencia callada son un ornato precioso, con el que

supieron adornarse siempre grandes mujeres. La santidad posee una belleza que le es

exclusiva, un encanto con nada comparable. Con tal santidad brillan las mujeres

antepasadas de Cristo, aquellas santas mujeres del Antiguo Testamento: Rebeca, que se

presta humildemente incluso a sacar agua para los camellos del forastero (Gén 24,18-20),

Rut, que con amor sincero permanece al lado de su suegra y va a espigar modestamente

en el campo (Rut 1,16s; 2,2-17), Ana, que en su aflicción se dirige calladamente al Señor

(lSam 1,10s). «Santa» no quiere decir aquí sencillamente «escogida» o «consagrada a

Dios», sino lo que entendemos realmente por «santa» y es distintivo del carácter ejemplar

de aquellas mujeres. Las primeras comunidades cristianas admiraban la fortaleza de su fe,

su invencible esperanza y humildad. De ello dan para todos los tiempos un testimonio

luminoso, pese a tales o cuales imperfecciones.

6 Así Sara obedeció a Abraham, llamándole señor. Vosotras os hacéis hijas

suyas, practicando el bien...

En el Antiguo Testamento realmente existe un pasaje en el que Sara habla de Abraham

como de su señor, pero apenas si se habla de obediencia: «Rióse, pues, Sara, dentro,

diciendo: "¿Cuando estoy ya consumida, voy a remocear, siendo ya también viejo mi

señor?"» (Gén 18,12). Quizá piensa Pedro también en otros textos del judaísmo tardío que

no han llegado hasta nosotros. Desde los descubrimientos del mar Muerto sabemos que

existían tales descripciones detalladas de las excelencias físicas y espirituales de la madre

del pueblo elegido. Mujeres cristianas que ya antes de su conversión, en su calidad de

«temerosas de Dios», habían entrado en contacto con el judaísmo, tenían el deseo muy

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comprensible de ser espiritualmente hijas de Sara. Pensaban seguramente en el magnífico

texto que dirigió el profeta para consolarlos a los desterrados en Babilonia: «Oídme

vosotros, los que seguís la justicia y buscáis a Yahveh: Considerad la roca de que habéis

sido tallados, la cantera de que habéis sido sacados. Mirad a Abraham, vuestro padre, y a

Sara, que os parió en dolores» (Is 51,1s). El que es hijo de Sara, es también hijo de

Abraham. No palabras vacías, y ni siquiera la circuncisión podía asegurar esta filiación. Un

texto judío dice: «El que se compadece de los hombres, es cierto que pertenece a la

simiente de nuestro padre Abraham; pero el que no se compadece de los hombres es cierto

que no pertenece a la simiente de nuestro padre Abraham.» Única y exclusivamente ese

amor que brota de la fe viva y actúa en virtud de esta fe, es capaz de introducir en la

comunidad de esos hijos entre los que se cuentan un centurión de Cafarnaún, un Lázaro o

un Zaqueo.

6b ... y no teniendo miedo alguno.

Estas últimas palabras son las que dan el necesario complemento a la entera

exhortación. Anteriormente se ha insistido desde diferentes puntos de vista en la

subordinación de las mujeres. Sólo aquí, al final, se añade a la imagen de la mujer cristiana

su fortaleza y firmeza. La mujer puede eventualmente ser de diferente parecer que su

marido. Cuando se exhorta a no tener miedo alguno no se piensa necesariamente en el

deseo de un marido pagano de hacer algo indebido, o en sus órdenes conminatorias de

abandonar la fe cristiana. Basta con pensar en las iras antojadizas, en los arrebatos o en

las enfurecidas bravatas del marido que, como es natural, hacen profunda impresión en el

alma de la mujer. San Pedro, pensando en tales escenas familiares, muestra comprensión

con las mujeres y las invita a pensar en su grandeza fundada en lo divino, en su poder y en

su dignidad libre. Su sumisión al marido no debe proceder de timidez y miedo o de

subordinación propia de esclavos. Han sido redimidas por la muerte de Cristo y son por

tanto verdaderamente libres. Por amor voluntario a Dios reconoce la mujer el orden natural

de la creación y se subordina al marido. Ahora bien, esta subordinación como «esclava del

Señor» (Lc 1,38) significa en definitiva, elevación. Así, en conclusión, se muestra lo

equilibrado de la imagen que en esta sección se ha puesto ante los ojos de las mujeres

cristianas. Sus rasgos característicos son: humilde sumisión, amor a la paz, caridad e

inmunidad de todo temor humano como fruto del temor de Dios.

4. EXHORTACIÓN A LOS HOMBRES

(3/07)

a) Exhortación (3,7a)

7a De la misma manera vosotros, maridos, compartid vuestra vida con la

mujer, reconociendo en ella un ser más débil.

Hasta aquí se ha exhortado a todos los cristianos a someterse al Estado (2,13), a los

criados a sus señores (2,18), y a las mujeres a sus maridos (3,1). Ahora, en la exhortación

a los maridos se les invita a reconocer el modo de ser de sus mujeres. Deben reconocer el

valor que éstas tienen a los ojos de Dios y, en consonancia con esto, honrarlas con la

acción. Las esposas y las madres son para san Pedro personas que en muchas cosas se

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asemejan al Señor en su pasión. Por razón de sus dolores de cuerpo y de alma soportados

calladamente, pone el Señor en ellas los ojos con especial complacencia. Están en gracia

ante él. Precisamente por su debilidad son grandes a los ojos de la fe 43.

Pedro sabe muy bien que los hombres propenden por lo regular a hacer la corte a

mujeres lozanas, jóvenes y llenas de vitalidad. Por esto los invita a abandonar los criterios

paganos y a enjuiciar en forma cristiana a la compañera de su vida. También de estos

«amos de casa» espera algo de la cristiana locura de la cruz. Es la misma locura que

induce a los esclavos a sufrir inmerecidamente y a las esposas a ceder calladamente

cuando hay diversidad de pareceres. Pedro espera una actitud de los maridos, que les

mueva a mostrarse deferentes y caballerosos con las mujeres precisamente por su

debilidad y por la necesidad que tienen de apoyo.

...............

42. «... pues mi poder se manifiesta en la flaqueza» (2Co 12,9).

...............

b) Primera motivación: La dignidad de la mujer (3,7b).

7b Honradlas -pues también ellas son coherederas de la gracia de la vida-, ...

Aquí se pone ante los ojos de los maridos el punto de vista jurídico: Vuestras mujeres

serán en la eternidad coherederas de Cristo con igualdad de derechos (Rom 8,17). Ya en

1,4 se pintó con los más espléndidos colores la futura herencia «incorruptible, pura e

inmarchitable»: la plenitud de vida de la persona corpórea y espiritual unida con Cristo en

la

comunidad de los santos. Allí no habrá ya estas diferencias de sexo tan acusadas que

tenemos en la tierra. Serán «como ángeles en el cielo» (Mt 22,30). En aquel tiempo era una

novedad inaudita esta asignación de una categoría particular a la mujer. En pocas y

sencillas palabras se ve aquí expresada la doctrina apostólica sobre la relación entre los

esposos definitivamente valedera.

c) Segunda motivación: Peligro de obstaculizar las oraciones (3,7c).

7c ... para que vuestras oraciones no encuentren impedimento.

ORA/IMPEDIMENTOS: Pedro se representa la oración como algo que debe recorrer su

camino antes de llegar a Dios. En este camino se verán como impedidas las oraciones de

los maridos -no se habla expresamente de oraciones en común-, si antes se incurre en

inconsideraciones con las esposas. Nótese que no se trata sólo de oraciones de petición,

en que sería de lo más comprensible el empeño en ser escuchados. Para Pedro es la

oración, el trato del hombre con Dios, el quehacer más importante en la vida espiritual de

los cristianos. En 4,7 se dirá que la sensatez y la sobriedad son la mejor preparación para

la oración. Un cristiano que no es ya capaz de orar eficazmente, descuida su quehacer

principal. Así comprendemos por qué la alusión a los impedimentos de las oraciones

constituye el argumento final de la exhortación a los maridos. Todo el obrar exterior en la

vida de cada día está orientado a la oración. Detalles de la vida cotidiana muy poco

tomados en consideración como, por ejemplo, desatenciones o frialdades entre los

miembros de la familia, no tardan en convertirse en obstáculos que ponen en crisis lo más

Page 40: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

importante de todo.

5. COMPENDIO DE LAS NORMAS DE CONDUCTA

(3/08-12).

8 En fin, sed todos unánimes, comprensivos, fraternales, misericordiosos y

humildes.

MORAL/NIETZSCHE: Maravilloso compendio de todas las cualidades espirituales y

éticas que ha de poseer un cristiano como miembro que es de la Iglesia, como piedra de

construcción (2,5) que se adapta a la estructura y la sostiene. Todas estas virtudes están

ordenadas a la comunidad, sin reducirse, sin embargo, a puros motivos naturales, como

sucede hoy con tanta frecuencia. Tener una actitud de servicio es una cosa que sólo se

comprende por razón de la fe en Cristo 43. En efecto, en el mundo de entonces -y en gran

manera también en el nuestro- la humildad, tener un bajo concepto de sí mismo se

consideraba como debilidad. Todavía tenemos en los oídos la fórmula de la «moral de

esclavos del cristianismo» (·Nietzsche-F). Parece que lo único que vale es lo fuerte, lo

noble, lo vital. Aquí, en cambio, se da una verdadera inversión de los valores si somos

«unánimes, comprensivos, fraternales, misericordiosos y humildes».

...............

43. Cf. Mt 18,3a; 20,28 («el Hijo del hombre vino para servir»); Jn 12,26.

...............

9 No devolváis mal por mal ni insulto por insulto; sino, al contrario, bendecid,

porque para esto habéis sido llamados, para ser herederos de la bendición.

Estas exhortaciones a la bondad y a soportar con buen ánimo los agravios suenan como

una aplicación del sermón de la montaña a la vida ordinaria: «Sed, pues, perfectos, como

perfecto es vuestro Padre celestial» (Mt 5,48). Estos requerimientos de devolver bien por

mal obligan a todo cristiano 44. Jesús no predicó un ideal utópico. Según las

circunstancias, cada uno de los oyentes o lectores de la carta debe proceder en su

ambiente no conforme a la letra, sino conforme al espíritu del sermón de la montaña. En él

no se recomienda que se ceda por miedo en cuestiones de principios. Esto ha mostrado

claramente repetidas veces en la carta (2,16; 3,6). Personas que sacan fuerzas de su

comunión con Cristo no tienen, a fin de cuentas, necesidad de hacer hincapié en su

«honra» personal o en su «buen nombre». Tienen más bien el valor de perdonar incluso a

los que les insultan o les critican indebidamente. El colmo de este perdón está en agraciar

positivamente con la bendición de Dios conforme al precepto del Señor: «Amad a vuestros

enemigos, haced bien a los que os odian; bendecid a los que os maldicen; orad por los que

os calumnian» (Lc 6,27s).

El término griego traducido por bendecir significa primeramente «decir bien». Un cristiano

que así «bendice» ha descubierto en el otro algo bueno y gusta de hablar de ello. Además,

le desea el bien, incluso en casos en que no hay razones inmediatamente evidentes de

esta benevolencia. La verdadera razón está oculta. Es la palabra de bendición que fue de

antemano pronunciada sobre este mismo hombre que bendice y que le confirió esa plenitud

de bendición (cf. 1,2b) de la que ahora hace partícipes a otros. A todo hombre regenerado

Page 41: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

en el bautismo, Dios le llamó «bueno», como en otro tiempo, antes de la caída, dijo de

Adán

que todo era «muy bueno» (Gén 1,31). Después de la caída cambió la situación. El hombre

no era ya sin más agradable a Dios. Sólo después de que el Hijo de Dios se hizo hombre y

padeció volvieron a cambiar las cosas. Antes se ha dicho que los cristianos están llamados

a padecer (2,21a), ahora se dice que están llamados a poseer la plenitud de la bendición

divina. El que sufre en unión con Cristo es agradable a Dios en manera especial (4,14), es

llamado «bueno» por Dios y posee su gracia y su bendición. Y de tal plenitud de bendición

puede también el cristiano mismo, en su contorno, impartir bendición como sacerdote. Si al

hacerlo utiliza con preferencia la señal de la cruz, entonces su bendición tiene un sentido

profundo.

...............

44. Cf. también Rom 12,9-21; 1Ts 5,13b-22 («Procurad de que nadie devuelva mal por

mal...»); Col 3,12-15.

...............

10 Pues: «El que quiera amar la vida y ver días buenos, guarde su lengua del

mal y sus labios de palabras engañosas. 11 Apártese del mal y haga el bien;

busque la paz y corra tras ella.»

Como antes la sección relativa al éxodo de Egipto (1,13-2,10) se cerró con citas de la

Biblia, también aquí concluyen con versículos del Antiguo Testamento las exhortaciones

del

reglamento de vida. La palabra «pues» sirve de empalme de los versículos del Salmista con

el versículo precedente que hablaba de la abundancia de la bendición. Pedro desea de

corazón esta bendición a las comunidades cristianas y vuelve a repetir en qué consiste tal

bendición: en las virtudes antes descritas, orientadas a la comunidad (3,8). Al hablar de

vida y de días buenos se refiere a la única y misma vida, de profundo gozo ya en este

mundo (1,6), pero que desembocará en un júbilo eterno (4,13) que constituye la herencia

(3,9) de los cristianos. Cuando se habla de guardar la lengua y los labios del mal se

entienden sin duda también los pensamientos recónditos y todavía no expresados del

corazón. Con frecuencia, tales palabras no expresadas acibaran la vida de los hombres

todavía más que los altercados manifiestos y ponen obstáculos a la bendición de Dios.

La imagen de «apartarse» suscita de nuevo la idea de un caminante que se halla en un

camino de la vida (1,13.15). Lo nuevo es la imagen del hombre que corre tras la paz. Esta

expresión se usa también cuando se habla de dar caza a animales o a enemigos que

huyen. Así, todos los que tienen paz deben poner empeño en procurar la unidad y la

reconciliación. El que agota hasta la última posibilidad de restablecer la paz incluso con el

que está enojado, ese corre tras la paz.

Los cristianos que, deseosos de paz, deben correr tras ella, serán portadores de paz

dondequiera que se hallen y a la vez hallarán la vida divina y «días buenos» para sí y para

sus semejantes. En las bienaventuranzas del sermón de la montaña dice Jesús:

«Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). Quien

corra

tras el bien, se acercará cada vez más al Dios absolutamente bueno y será coronado con

su filiación...

Page 42: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

12 Porque «los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus

súplicas. Pero el rostro del Señor se enfrenta con los que hacen el mal.»

Por justos se entiende a los que viven «para la justicia» (2,24) a ejemplo de Cristo que

sufre en lugar de otros. Sobre ellos se posan con complacencia los ojos del Señor. A ellos

se dirige su mirada gozosa de aprobación, mientras que su rostro airado se vuelve contra

los desobedientes obstinados.

La Sagrada Escritura está llena de antropomorfismos al hablar de Dios. Esto no

empequeñece la grandeza de Dios, mientras que el hombre sabe de su incapacidad de

comprender el ser de Dios de manera apropiada a éste 45. Desde que el Hijo de Dios se

hizo hombre tienen una nueva legitimación las representaciones antropomórficas de Dios.

Mediante la encarnación se hizo visible el poder, la misericordia, la bondad y la paciencia

de Dios... Cristo, por razón de su naturaleza divina, pero también por ser perfectamente

hombre, pudo decir a Felipe: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14,9).

Podemos representarnos más fácilmente los ojos de Dios, al pensar en la mirada de

Cristo tantas veces descrita en el Nuevo Testamento. Cuando junto al Jordán fue Andrés

con su hermano Simón, por primera vez, al encuentro del Señor, Jesús fijó «en él su

mirada» (Jn 1,42). Esta primera mirada fue inolvidable para Pedro, como aquella otra

cuando, tras la negación en el atrio del sumo sacerdote, «volviéndose el Señor, dirigió una

mirada a Pedro» (Lc 22, 61). Y al joven rico «Jesús le miró y sintió afecto por él» (Mc

10,21).

Cuando un cristiano ha descubierto la complacencia de los «ojos de Dios» se inflama de

nuevo su deseo de vivir de forma agradable a Dios. Toda la carta podría concebirse

también como una carta sobre el gozo que se cifra en hallar gracia a los ojos de Dios. Gran

consuelo entraña la convicción de que los ojos de Dios se posan sobre una persona que le

teme, como también la seguridad de que Dios ve incluso todo lo bueno que hace tal

persona aunque esté oculto a los ojos de los hombres.

...............

45. Cf. 1Co 13,12: «Ahora vemos mediante un espejo, borrosamente».

............................

III. LOS CRISTIANOS EN LA PERSECUCIÓN (3,13-22).

En los versículos citados de los salmos se contraponía a los hombres buenos y a los que

«hacen el mal» (3,12b). San Pedro se interrumpe en medio del salmo y empalma la idea de

hacer el mal con la otra afín de hacer daño a alguien (3, 13a). Tiene casi por imposible que

haya gentes que, por malicia, creen dificultades a cristianos que cumplen con su deber.

Todas las citaciones ante el juez y todas las persecuciones vienen, más que de mala

voluntad, de desconocimiento del verdadero ser del cristianismo. Por ello se recomienda

que, si es necesario, demos razón de nuestra fe cristiana con valor e intrepidez conforme al

ejemplo de Cristo y manteniéndonos fieles a las promesas del bautismo.

1. PROCLAMAD VUESTRA ESPERANZA

(3/13-17).

a) Objeción fundamental (3,13).

Page 43: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

13 Y ¿quién os hará daño, si os dedicáis al bien?

Una piedad auténtica, que vive de la esperanza, entraña ardiente celo por hacer el bien,

un celo por practicar buenas obras, por realizar eso a que se acaba de exhortar (2,11-3,12).

Como siervos diligentes -somos, en efecto, «esclavos de Dios» (2,16)- debemos «buscar la

paz y correr tras ella» (3,11), debemos esforzarnos «intensamente» por mostrar amor a los

otros (1,22; d. 4,8), practicar la hospitalidad «sin murmuración» (4,9). Tal celo se

convertirá

en celos, en envidia mortal, si alguien que se esfuerza por caminar por el camino de Dios,

olvida que todo obrar que parece ser propio sólo es posible gracias a los dones otorgados

por Dios (cf. 4,11), si se olvida de que sólo trabaja con «talentos» que le han sido prestados

por Dios (cf. Mt 25,15).

b) Estad dispuestos a mostraros valerosos (3,14-15).

14 Y si tuvierais que padecer por la justicia, bienaventurados vosotros.

El sufrimiento no es sólo un mal -a veces inevitable-, sino una magnífica oportunidad de

vivir cristianamente. Aquí percibimos implícita- mente como una vibración de gozo,

aunque

sin olvidar que el sufrimiento no deja nunca de ser sufrimiento. Este gozo viene a parar en

una sorprendente bienaventuranza. Sólo una vez vuelve a salir ya a plaza en esta carta la

palabra «bienaventurados»: «Bienaventurados vosotros si sois ultrajados por el nombre de

Cristo» (4,14). El mismo «bienaventurados» se repite nueve veces en el sermón de la

montaña. Allí se concluye con la bienaventuranza de los que son perseguidos por la justicia.

También aquí se deja sentir el júbilo de aquellos textos: «Bienaventurados los perseguidos

por atenerse a lo que es justo, porque de ellos es el reino de los cielos... Alegraos y

regocijaos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos» (Mt 5,10.12a). Para Pedro

es la paz inalterable el fruto más obvio de una vida de justicia (3,13). Sin embargo, todavía

menciona un segundo fruto más valioso, a saber, el padecer persecución. Aquí irrumpe

espléndidamente el espíritu de martirio de la carta, alimentado por una ve viva...

14b «No les tengáis ningún miedo, ni os estremezcáis. 15a Antes bien», en

vuestro corazón, «tened por santo al Señor», a Cristo, ...

Pedro expresa sus pensamientos con palabras que le brotan de su familiaridad con el

profeta Isaías. Sin embargo, en tres detalles aparentemente pequeños se desvía de su

modelo. Estos proyectan luz sobre el modo y manera cómo el cristianismo primitivo leía la

Sagrada Escritura meditándola, o sea sobre la lectura de la Escritura en la Iglesia primitiva.

Pedro se basaba en un texto en el que el profeta exhorta a no preocuparse por el asalto

de las huestes enemigas, sobre todo del rey de Asur: «No le tengáis miedo ni os

estremezcáis. A Yahveh Sebaot habéis de temer, a él habéis de tener miedo» (Is 8,12). En

primer lugar san Pedro convierte el singular «le» (el rey de Asur) en plural «les». Con esto

se traslada la cita de la Escritura del pasado al presente. Por razón de los versículos

siguientes podemos entender que san Pedro se refiere a las instancias oficiales, a los

jueces, o también a los sayones que aplicaban el tormento, que tan importante papel

desempeñaban en la justicia romana.

Page 44: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

En segundo lugar, el «Señor» es aquí Cristo. Todo lo que en el Antiguo Testamento se

afirma de Yahveh, Señor de los ejércitos, se entiende como dicho del Dios uno y trino y de

Cristo. Finalmente: en el texto del profeta se dice: «A él habéis de santificar, de él habéis de

temer.» Mientras que allí aparece Dios como el tres veces santo (6,3) en una lejanía

inaccesible que impone respeto, aquí se aproxima a la humanidad. «Puso su morada entre

nosotros» (Jn 1,14). Así este Señor debe ser santificado y hasta adorado en forma

completamente personal, en el propio corazón. En él hay que hallar la fuerza de comparecer

sin temor, incluso ante los emperadores, como mártires, como testigos de la verdad.

15b ...siempre dispuestos a responder a cualquiera que os pida razón de

vuestra esperanza.

En los interrogatorios no ha de ocultarse la fe con temor. Del cristianismo no sólo se

puede pedir razón, sino que también se puede dar. Se puede mostrar que es cosa

razonable vivir cristianamente. Esto no quiere decir que después de tal explicación también

el otro haya de creer. Para esto sería necesaria además la gracia, la «visita» de Dios

(2,12). Hay que dar razón, sobre todo, de la esperanza, porque ésta da sentido a la vida

entera, a la presente y a la futura.

¿No es la esperanza en una vida eterna lo que las más de las veces se sustrae a toda

motivación natural? Los apóstoles eran de otro parecer. Estaban convencidos de que

quienquiera que no se deje llevar de prejuicios tiene que reconocer los argumentos que se

pueden aducir en favor de la resurrección corporal de Cristo de entre los muertos. Ahora

bien, si Cristo resucitó, ¿por qué ha de ser irracional el que sus seguidores vivan también

en la esperanza de la resurrección? «Si nuestra esperanza en Cristo sólo es para esta vida,

somos los más desgraciados de todos los hombres» (I Cor 15,19).

c) Pero sin abandonar una actitud benévola (3,16).

16 Pero (hacedlo) con mansedumbre y respeto, teniendo buena conciencia.

Así, los que difaman vuestra buena conducta en Cristo, quedarán confundidos

por lo que hablan mal de vosotros.

También la comparecencia ante el juez es un quehacer misionero. Nunca, en tal

circunstancia, se debe perder el respeto debido a los representantes del Estado (2,17). Más

aún, hay que creer en el buen fondo de tales personas y mostrarles benevolencia. En

efecto, también Cristo procedió así cuando dialogó con Poncio Pilato y, a pesar de su

injusticia y sus respetos humanos, respondió con mansedumbre a sus preguntas y reparos

46. Todo el versículo hace pensar en los acontecimientos del pretorio de Jerusalén: fuera

grita el pueblo que Jesús es un alborotador del pueblo y enemigo del emperador. Sin

embargo, el sosiego y la soberana paciencia con que el acusado está ante los jueces es un

argumento contra todas las mentiras de los acusadores. Los cristianos deben comparecer

ante sus acusadores y jueces, en Cristo, es decir, como Cristo y en unión con él. Deben

mirar a la vida y muerte de Cristo. Más aún, están incorporados al acontecimiento de

Cristo.

En ellos está Cristo nuevamente ante el juez...

...............

46.Cf. Jn 18,34 37; 19,11.

Page 45: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

d) Recapitulación: La voluntad de Dios (3,17).

17 Pues mejor es padecer haciendo el bien, si así lo quiere la voluntad de Dios,

que padecer haciendo el mal.

El que de veras pone empeño en vivir cristianamente quiere también hacerse semejante

a Cristo en dar como él una respuesta afirmativa a la voluntad del Padre. Con gran tacto da

Pedro a entender cuánta comprensión tiene de las dificultades y aflicciones que una

persecución acarrea a las comunidades cristianas. Se le ve hasta forcejear por hallar una

forma apropiada para indicar, con la mayor suavidad posible, esta posibilidad de pruebas

enviadas por Dios, con la que hay que contar. Sabe muy bien que este deseo de Dios de

que sigamos el camino doloroso de Cristo a la cruz, no es siempre fácil de cumplir. Y sin

embargo, precisamente en el hecho de ser esta la voluntad y deseo del Padre se ha de

hallar la más profunda consolación de los cristianos afligidos por las pruebas. Sufrir

persecución por la justicia conforme a la voluntad de Dios es algo distinto de comparecer

en

juicio por algún delito. Pedro sabe que con frecuencia la prueba más grave consiste en

verse uno equiparado con los criminales en la opinión pública y en ser estigmatizado como

enemigo del pueblo. Y con todo, hay que aprovechar también esta situación para predicar a

Cristo (3,15b). Pero el consuelo y la fuerza lo hallarán los cristianos en esta convicción:

Nada sucede sin la voluntad del Padre.

2. RAZONES: EL EJEMPLO DE CRISTO Y LAS PROMESAS DEL BAUTISMO (3,1

8-22).

a) Ejemplo de Cristo, víctima por el pecado

(3/18).

18 Porque también Cristo murió una vez para siempre por los pecados, justo

por injustos, para llevaros a Dios.

Una vez más (como en 2,21-25) se pinta la imagen del Crucificado con los colores del

profeta Isaías. La muerte del Señor en la cruz fue un sacrificio por el pecado: «Es que quiso

quebrantarle Yahveh con padecimientos. Ofreciendo su vida en sacrificio por el pecado,

tendrá descendencia y vivirá largos días» (Is 53,10).

Como Cristo, también sus discípulos, que quizá en un futuro próximo tengan que

comparecer como acusados ante el juez y oír su sentencia de condenación, deben estar

dispuesto a poner su vida en la balanza de la justicia divina como víctimas por el pecado,

por las injusticias de los otros... Así, también ellos llevarán hombres a Dios o- con las

palabras de Isaías- «tendrán descendencia».

18b Entregado a la muerte según la carne, fue vivificado según el espíritu.

Una vez más se muestra un aspecto de la pasión de Cristo, que tiene que decir algo a los

cristianos que deben contar con la posibilidad de ser condenados a muerte: precisamente

en la muerte comenzó la mayor actividad de Cristo. El cuerpo temblaba, se debilitó y se

Page 46: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

extinguió.

Sin embargo, en el reino de Dios, este ajusticiado en la tierra comenzó a actuar y a

«atraer a todos hacia sí» (Jn 12,32). También los cristianos que en Asia Menor se

preocupan pensando quién asumirá sus tareas si por su actitud sin compromiso llegan a ser

eliminados, han de saber que entonces actuarán todavía más, que con la muerte comienza

para ellos una vida en el espíritu. La Iglesia primitiva sabía por experiencia de ese poder

que dimana de los hombres que mueren en Cristo. Personas que murieron de esta manera

convirtieron con frecuencia a otros que anteriormente eran completamente inaccesibles.

b) El ejemplo de Cristo predica en el martirio

(3/19-20).

19 Y por él fue a predicar a los espíritus que estaban en la cárcel.

La actividad llena de vida de Jesús, que comenzó con su muerte y puede así ser modelo

para los mártires, se explica por el anuncio de su muerte victoriosa a los espíritus que

estaban en la cárcel. Según la convicción de los primeros cristianos, Cristo, en las horas

que transcurrieron desde su muerte hasta su resurrección, ejerció su actividad en el reino

de los muertos 47. Lo que sucedió en aquel intervalo de tiempo lo describe san Pedro con

imágenes tomadas de las representaciones del judaísmo tardío. La «cárcel» es un lugar

que se ha de entender algo así como en el interior de la tierra, donde los espíritus caídos

están encadenados: un lugar de castigo y de horror. El libro de Henoc habla también de un

encargo que recibió el mismo Henoc: «Henoc, escritor de la justicia, ve, predica a los

guardianes (caídos) del cielo...» Cristo descendió a este lugar para dar noticia de sí y de su

muerte, sin que de este pasaje resulte claro si para la salvación o para la condenación de

sus moradores. Con esta imagen parece expresarse una doble verdad: la acción salvífica

del Señor fue un hecho que abarcaba todos los ámbitos del mundo, que realizaba el juicio y

la gracia de Dios. Y luego: Cristo es el testigo fiel, el mártir que tras su acción salvífica dio

noticia de ella a todos los seres, incluso a los que tenían sentimientos hostiles a Dios. De la

misma manera será anunciado por nosotros en todo tiempo y en todo lugar...

...............

47. Cf. Mt 12,40; Hch 2,24-27; Rm 10,7; Ef 4,8s.

...............

20a Éstos en otro tiempo fueron desobedientes, cuando la paciencia de Dios

daba largas, mientras en los días de Noé, ...

Todavía se desarrolla más esta idea de la predicación. Pedro pasa de los espíritus en

general a determinados hombres desobedientes. Con esto se evocan dos épocas de la

historia de la salvación, en las cuales aguarda cada vez la paciencia de Dios ante el juicio:

el tiempo que precede al diluvio y los últimos tiempos, los tiempos cristianos. A estos dos

períodos corresponden dos grupos de «desobedientes», a los que se predica. A la sazón

del diluvio había gentes que comían, bebían y se entregaban a la lascivia, movidas por la

maldad del mundo de los espíritus caídos. En los tiempos de los apóstoles son los

representantes del Estado, paganos y contrarios a Dios, los que obedecen a las potencias

satánicas como a verdaderas fuerzas motrices. Los cristianos tiemblan ante la idea de tener

que comparecer ante tales jueces paganos (3,14bs). Ahora bien, la mirada a la historia

Page 47: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

pasada proyecta nueva luz sobre su situación. Pero el mundo racional está como entonces

ante un juicio inminente (4,7.17). Todavía tienen muchos la posibilidad de conversión, pero

a los temerosos de Dios les incumbe el deber de la predicación. En otro tiempo hizo esto

Noé, «predicador de la justicia» (2P 2,5), luego Cristo, como verdadero Noé, y también

como verdadero Henoc (3,19).

También los cristianos tienen la tarea de pregonar la justicia de Dios con su fidelidad

hasta la muerte. Aparentemente mira Dios con indiferencia su vida en justicia y en temor de

Dios. En realidad, sin embargo, quiere, conforme a su designio inescrutable, dar todavía a

más gentes la posibilidad de decidirse expresamente por él o contra él, y hasta casi

forzarlos a tomar tal decisión (cf. 4,5).

20b ...se preparaba el arca, en la que pocos, o sea ocho personas, se salvaron

a través del agua.

Todavía más claramente salta a la vista la semejanza de la figura con la realidad en que

viven las comunidades cristianas. Entonces todo estaba bajo la amenaza de quedar

aniquilado por las olas de la cólera divina. Pero también entonces se preparó un medio de

salvación, un arca, una caja de madera. Las palabras indican discretamente que se trata de

algo más que de referir un acontecimiento pasado. Así preparar significa un obrar conforme

a un plan inteligente e ingenioso, y quiere decir algo más que fabricar. El mero carpintear

se

ha convertido en una preparación espiritual.

DIA-OCTAVO: Además, llama la atención que se cuente el número de los salvados, pues

es evidente que el número ocho está lleno de significado. Como consumación de la semana

de siete días, vino a ser este número el símbolo de una duración perpetua; en el

cristianismo es el día octavo el día en que se recuerda la resurrección del Señor. El día

octavo se practicaba la circuncisión, que era el estadio preparatorio del bautismo cristiano;

las capillas bautismales del cristianismo primitivo se construían de forma octogonal.

ARCA/CRUZ: Las palabras «a través del agua» hacen todavía más clara la alusión al

bautismo. Noé se salvó a lo sumo del agua o sobre el agua. Sólo en consideración del

bautismo se puede decir con razón que las almas se salvan a través del agua o por medio

del agua. El agua es el medio salvador, por el cual se conduce a los cristianos al madero y

se les señala el madero. De esta manera volvemos al «arca». Esta es aquí símbolo no sólo

de la Iglesia, sino también del madero salvador de la cruz (cf. 2,24). Como Noé en el

diluvio

obedeciendo a Dios, se confió a aquel leño y se salvó, así también nuestra vida se asocia

con el leño salvador de la cruz mediante el agua y la buena voluntad de obedecer...

c) Significado del bautismo

(3/21).

21 Con ella se simboliza el bautismo que ahora os salva, el cual no consiste en

quitar una impureza corporal, sino en un compromiso con Dios a una buena

conciencia; y todo, por la resurrección de Jesucristo.

Lo que hasta aquí sólo se podía deducir de insinuaciones, lo formula Pedro ahora

claramente. Lo que le interesa no son precisamente los acontecimientos de los tiempos de

Page 48: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

Noé, sino el hecho del bautismo. Lo que da la pauta no es la semejanza exterior que hay en

el empleo del agua, sino la interior: en ambos casos se sometieron los hombres

incondicionalmente a la obediencia a Dios. Se dice que el bautismo es, ante todo, un

compromiso, un pacto concluido en presencia de Dios. En la carta a los Romanos se dice

que el hombre adquiere una nueva relación de dependencia: Vosotros, «después de haber

sido esclavos del pecado, os habéis sometido de corazón a la forma de doctrina a la que

fuisteis entregados» (Rm 6,17).

Entre las obligaciones que asumen los cristianos en el bautismo se destaca la que es

ahora más oportuna: su promesa de reconocer en todo la santa voluntad de Dios, de

entregarse a ella y, consiguientemente, de someterse también a jueces de la tierra (cf.

3,16).

d) El ejemplo de Cristo triunfante

(3/22).

22 Él está a la diestra de Dios, después de subir al cielo, subordinados a él

ángeles, potestades y virtudes.

En un principio se había mostrado a Cristo como aquel que se sometió a los jueces de la

tierra, que fue voluntariamente a la muerte y que utilizó su muerte para pregonar la obra

salvadora de Dios. Ahora surge su imagen como la del rey que impera, cuyo «escabel» lo

forman enemigos sometidos (Sal 110[109],1). Ahora le están totalmente subordinados. Los

subordinados se designan más en concreto con tres nombres. Pasajes análogos del Nuevo

Testamento 48 muestran que los tres nombres han de entenderse en sentido hostil a Dios.

La palabra «potestades» designa además, ante todo, a los representantes del poder

político. En efecto, en la Sagrada Escritura se funden con frecuencia en una magnitud única

poderes demoníacos invisibles y poderes políticos visibles. Ahora bien, los grandes de la

tierra, sostenidos por el poder de Satán, son ante quienes ahora tiemblan los cristianos. Su

consuelo consiste en que Cristo, desde su pascua, triunfa sobre estos poderes. Así estos

versículos, que muestran al Señor como un modelo tan estimulante, acaban en el tono

fundamental que se había dado ya desde un principio: «No les tengáis ningún miedo ni os

estremezcáis» (3,14).

...............

48.Cf. Rom 8,38; 1Co 15,24; Ef 6,12; Col 2,15.

(_MENSAJE/20. Págs. 49-106)

BIBLIA NT CARTAS PEDRO /1P 4 5

MATERIA: EL NT Y SU MENSAJE: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO

:·SCHWANK-BENEDIKT

IV

CONSTANCIA EN LAS TENTACIONES

(4/01-06)

Todavía estamos en la segunda de las tres partes principales de la carta que comenzaba en

Page 49: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

2,11 con la interpretación «carísimos». Allí se habían resumido en dos versículos (2,11s)

los

temas de esta parte: la abstención de los deseos carnales y la buena conducta entre los

paganos. Una vez desarrollado el primer tema desde diferentes puntos de vista, vuelve

Pedro de nuevo al primero, el de la sobriedad en el combate.

1. EXHORTACIÓN (4,1-2).

1a Habiendo, pues, padecido Cristo en carne, armaos también vosotros de la

misma actitud...

En 2,11 se había hablado de los «deseos carnales que combaten contra el alma». La vida

en la tierra es tiempo de lucha. Para el desenlace de esta lucha tienen las armas

importancia decisiva. En la carta a los Efesios enumera el apóstol toda la «armadura de

Dios» (Ef 6,11.14ss). La verdad es el cinturón, la justicia es la coraza, los pies están

calzados «prontos para el Evangelio de la paz», la fe es el escudo, la salvación sirve de

casco, y la palabra de Dios, de «espada del Espíritu». Habla también más en general de las

armas ofensivas y defensivas «de la justicia» (2Cor 6,7) y exhorta a revestirse de «las

armas de la luz» (Rom 13,12).

Pedro es de nuevo mucho más sobrio y sencillo: las comunidades han de armarse de la

misma actitud de Cristo. Esta actitud consistió en tomar carne para «aprender la obediencia

(Heb 5,8) sufriendo en la carne. La mejor arma para conquistar la salvación y la vida es

imitar a Cristo en su prontitud para el sufrimiento y para llevar la cruz conforme a la

voluntad

de Dios...

1b ...-porque el que padeció en la carne ha quedado desligado del pecado-, 2

para vivir el resto de vuestra vida mortal, no según las pasiones humanas, sino

según la voluntad de Dios.

San Pedro se refiere a ese padecimiento en la carne que -enviado por Dios- se prueba

libremente y se acepta voluntariamente. Tal actitud no sólo salva el alma, sino que la

fortalece. Un hombre que ha llegado hasta el misterio de la cruz, se ha desligado ya

anteriormente del pecado. Su intento de «armarse» con los sentimientos de Cristo entraña

un ascenso interior.

La imitación amorosa del Señor hecho carne consiste en concreto en realizar la voluntad

de Dios en la vida. Es la misma voluntad cuyo cumplimiento constituía el «alimento» de

Jesús (Jn 4,34). De esta misma y única voluntad brotará en la aflicción una gran paz interior

que contrasta con los muchos deseos, ansiedades y cuidados terrenos, con las «pasiones

humanas». El misterio singular de la asimilación de los sentimientos de Cristo se cifra

precisamente en que un «yugo», al parecer pesado (Mt 11,29), confiere al alma paz,

refrigerio y fortaleza.

2. MIRADA RETROSPECTIVA (4,3).

3 Ya basta con el tiempo empleado en hacer la voluntad de los gentiles, viviendo

en desenfrenos, pasiones, libertinajes, orgías, bebidas y abominables idolatrías.

Page 50: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

La palabra «basta» tiene cierto dejo amargo. Si atendemos al versículo precedente y al

siguiente, tenemos la sensación de que en las comunidades cristianas no desaparecieron

tales vicios con el bautismo. Sin embargo, no se amonesta directamente. El apóstol habla

de los vicios como de cosas del pasado. Además acepta como excusa que se hubieran

dejado influir por el ambiente: más que pecar por propia voluntad, habían cedido

irreflexivamente a la voluntad de los gentiles. Aquel obrar sin voluntad como los otros era

precisamente lo contrario de su actual respuesta dada a la voluntad de Dios con voluntaria

y libre decisión...

Gentes que se entregan a un vicio abrigan siempre el deseo de mover a otros a proceder

como ellos, de censurar a los que tienen por aguafiestas. Esto se verificaba todavía más en

tiempos en que la vida pública y el mérito se regían, en gran manera, por estos vicios

autorizados oficialmente. Basten como ejemplos la espléndida construcción recubierta de

mármol de un burdel descubierto en las excavaciones de Éfeso, las casas de lenocinio de

la acrópolis de Corinto o el teatro en la Roma imperial. Pedro traza un triste cuadro de la

prehistoria de los bautizados. Pero son esas mismas personas, a las que, consideradas

como el verdadero Israel (1,13-2,10), ha interpelado como «linaje escogido», como

«sacerdocio regio» (2,9). ¡Cuánto valor y cuánta fe se requiere para mantener los ojos fijos

en el fin sin dejarse ofuscar!

3. EXTRAÑEZA E INSULTOS DE LOS OTROS (4,4).

4 Por eso se asombran de que no concurráis a ese desbordamiento de liviandad

y os insultan.

Se trata aquí de ese asombro que muestra el mundo cuando irrumpe algo de la realidad

divina en el ambiente que les es habitual. Parecía tan natural todo eso que ahora de

repente es calificado de malo por algunos... Cierto que estos no hablan de tales cosas,

pero ya no las practican como los otros. Esto se siente como un reproche. Le quita a uno el

sosiego. ¿Por qué, pues, no proceden como ellos?

En un principio se recurre a buenas palabras. Pero cuando éstas no dan resultado, se

convierte la actitud en odio e insulto de los que «forman corro aparte». Por fuentes no

cristianas sabemos la gran sensación que ya en el siglo l producían los cristianos con su

nuevo estilo de vida. Su manera sobria de ser devotos (cf. 4,7b) los distingue

esencialmente de todas las demás religiones. Muchas cosas actuaban como un cuerpo

extraño en la sociedad y, no obstante, se sentía en lo más hondo que en aquel modo de

comportarse había algo justo, razonable y digno del hombre.

4. MIRADA AL JUICIO FINAL (4,5-6).

5 Ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a vivos y muertos.

J/JUEZ: También las gentes que no han oído nada, o apenas nada, de Cristo tendrán a

Cristo por juez. Todos los que se reían de los que querían vivir rectamente se oponían a

Cristo, pues Cristo sufre dondequiera que hay justos que sufren. Pedro está convencido de

que aquellos que se burlaban sabían en su interior lo que es justo y lo que no lo es. Cristo

es la norma de validez universal para la humanidad y, por tanto, también su único juez. En

Page 51: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

el Evangelio de san Juan dice Jesús: «El Padre no juzga a nadie; sino que todo el poder de

juzgar la ha entregado al Hijo» (Jn 5,22). De su juicio no quedarán exentos ni los vivos ni

los muertos anteriormente. Pedro fue precisamente quien anunció a Cristo como tal juez en

presencia del centurión Cornelio. Al hacerlo se remitió a una orden del Señor: «Y nos

ordenó predicar al pueblo y atestiguar que por Dios ha sido instituido juez de vivos y

muertos» (Act 10,42) 49.

...............

49. Cf. 2Tm 4,1 y eI artículo correspondiente en el símbolo de los apóstoles.

...............

6 Porque se ha anunciado el Evangelio aun a los muertos, precisamente para

que, condenados en carne según hombres, vivan en espíritu según Dios.

EV/QUE-ES: ¿Cómo es, pues, posible que se anunciara el Evangelio a los muertos de

siglos o milenios pasados? En el lenguaje no bíblico se empleaba la palabra evangelium

cuando los mensajeros corrían por todo el imperio para anunciar la subida al trono de un

nuevo soberano o el resultado de una batalla decisiva. Tal noticia causaría gozo y

satisfacción a los amigos del nuevo soberano y vendría a ser angustia y castigo para sus

enemigos. Algo análogo sucede en la predicación del Evangelio cristiano, que es noticia de

una victoria espiritual y de una subida al trono para siempre. Aunque propiamente es una

buena nueva, sin embargo, anuncia un castigo para los enemigos de Dios 50.

De esta realidad habla Pedro. Gracias a Cristo y a su muerte por amor a todos los

hombres, lo que es bueno y lo que es malo viene a ser discernible con toda claridad para

los que todavía viven y para los que hace ya tiempo que cesaron de vivir. La cruz es la

piedra de toque en el juicio de «vivos y muertos». Para unos significa esta cruz pena

eterna, para otros vida eterna en la contemplación de Dios: «Los muertos oirán la voz del

Hijo de Dios... y los que hicieron el bien saldrán (de los sepulcros) para resurrección de

vida; los que hicieron el mal para resurrección de condena» (Jn 5,25.29).

...............

50. Acerca de este doble aspecto del mensaje de Cristo, cf. Lc 2,34, y el comentario a 1P

3,19.

...............

V. LA VIDA EN LAS COMUNIDADES

(4/07-11).

Los versículos 4,8-11 compendian las ideas precedentes y proponen ante todo el asunto

más importante: la exhortación al amor de los cristianos entre sí. Antes, el versículo 4,7

forma la transición a esta sección final.

1. PROXIMIDAD DE LA PARUSIA (4,7).

7a El final de todo está cerca.

JUICIO-FINAL/EP: Por lo regular, cuando se habla del fin del mundo, fácilmente se deja

percibir un acento de desaliento y resignación. Para san Pedro significa el fin un gran

acontecimiento, que se espera con un estremecimiento de alegría y de temor. Se avanza al

Page 52: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

encuentro de este acontecimiento, porque es «la finalidad de la fe» (1,9). Hasta aquí se

habían orientado ya las exhortaciones hacia esta meta final. La carta entera respiraba una

actitud fundamental que ahora por primera vez se formula explícitamente: el fin cristiano es

tiempo final, los cristianos se hallan en la «hora última» (lJn 2,18). Lo que se decía de los

«elegidos» en 1,1 indicaba ya esta dirección. Pedro puede decir a las comunidades sin

sentimentalismos ni retóricas que ahora ha alboreado ya en realidad esa época de la

historia de la humanidad que anteriormente había sido esperada con tanta ansia por

muchos.

Pero con esto está también inminente el gran juicio. Este conocimiento significa seriedad

(4,17) y gozo a la vez (1,6; 4,13), puesto que el juzgar no consiste sólo negativamente en

condenar, sino también positivamente en restablecer el debido orden querido por Dios.

Como a un soberano que ha de hacer su entrada en una ciudad para hacer justicia, así

aguarda el cristiano al Señor en los años de su vida en la tierra. Este cortejo regio se

acerca cada vez más. Con Santiago querría decirnos también san Pedro: «Tened paciencia

vosotros también, fortaleced vuestro corazón, porque está cerca la parusía del Señor»

(/St/05/08).

7b Sed, pues, sensatos y sobrios para la oración.

ORA/PREPARACION: Todo lo que importa es establecer desde ahora contacto con el otro

mundo, que cada vez está más cerca. La oración es cada vez más importante. Pero no

quiere decirse que los cristianos hayan de orar para poder vivir con sensatez y continencia

hasta el juicio, sino que deben ser sensatos y sobrios para poder orar bien. Toda buena

oración, y no en último lugar la oración litúrgica en común, exige preparación. Aquí se

mencionan dos clases de preparación a las que, conforme al sentido, se puede añadir una

tercera.

SOBRIEDAD/VIGILANCIA VICIA/SOBRIEDAD: En primer lugar se trata de ese

sosiego

interior que permite al hombre formar ideas claras. Se trata de la integridad de la mente y

del alma. Además de esta integridad o buena salud tiene importancia para la oración el

fortalecimiento del alma mediante la abstinencia. Antes se había hablado ya de este

fortalecimiento proporcionado por la sobriedad (1,13). Más adelante volverá a

recomendarse para la situación de combate: «Sed sobrios, velad» (5,8). Con esto llegamos

al tercer presupuesto de la buena oración: la vigilancia espiritual. Sólo a los sobrios les es

posible mantenerse con el alma despierta y en vela. Por esta razón tienen tan íntima

conexión en la doctrina del apóstol la vigilancia y la sobriedad. Pablo advierte: «No

durmamos, pues, como los demás, sino mantengámonos en vigilancia y sobriedad» (lTes

5,6). Sensatez, sobriedad y vigilancia trazan el cuadro del orante cristiano. Son las

cualidades que con tanta viveza puso Jesús ante los ojos del pueblo con las imágenes de

las diez vírgenes (Mt 25,113), y de los hombres que, ceñidos y con lámparas encendidas en

las manos, aguardan a su señor. (Lc 12,35-38).

2. AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS (4/08-09).

8 Ante todo teneos un amor intenso unos a otros, porque el amor cubre multitud

de pecados.

Page 53: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

A/CUBRE-P: ¿Cómo debe entenderse esto de que la caridad, el amor cubre multitud de

pecados? ¿Exhorta Pedro al amor mutuo porque desea que en las comunidades cristianas

se encubran las faltas de los hermanos y de las hermanas, se olviden y no se vuelva a

hablar más de ellas? ¿O es tan importante el amor porque cuando los cristianos se aman

mutuamente interviene Dios mismo? Entonces ¿qué pecados encubre? ¿Los del amado o

los del que ama?

Pedro dice: El que piensa en los otros y les hace bien, con ello procura por su propia alma

de la mejor manera. El juicio final está inminente, ya sea en la muerte o al final de la

historia

de la humanidad. Debemos pensar en nuestra vida pasada (4,3). ¿Podremos sostener el

juicio de Dios? San Pedro invita a lo único que también en él fue capaz de encubrir y hasta

envolver en rayos de luz su flaqueza pasada: el amor 51.

...............

51. Compárese la triple pregunta sobre el amor en Jn 21,15-17 con la triple negación en Mc

14,66 72.

...............

9 Practicad la hospitalidad unos con otros sin murmuración.

Sin duda alguna había ya en la primitiva Iglesia cristianos que se quejaban de la carga que

les imponían hermanos en la fe que pasaban de camino. Tal murmuración no parece haber

sido siempre completamente infundada. Ya hacia fines del siglo primero había sido

necesario dar directrices no sólo sobre el modo como se debía practicar la hospitalidad,

sino también sobre la manera de solicitarla. A un predicador de la fe se debe «ser recibido

como si fuera el Señor». Ahora bien, el huésped «debe permanecer sólo un día, o dos en

caso de necesidad. Pero si se queda tres, es un falso profeta» 52 Muchos textos del

Antiguo y del Nuevo Testamento hablan de esa forma de amor del prójimo que trata como

a

un amigo al forastero que está de paso. En el juicio final preguntará Cristo si se dio

albergue a sus hermanos más pequeños (Mt 25,31-40). Pero en ningún otro pasaje se

exhorta a la hospitalidad «sin murmuración». Lo que le interesa a Pedro son precisamente

los sentimientos del que da hospitalidad. A los que acogen al hermano que está de paso los

considera con los ojos de la fe. Con la murmuración se anularía una obra de caridad;

porque «Dios ama al que da con alegría» (2Cor 9,7).

...............

52 Doctrina de los doce apóstoles 11,4-5.

...............

3. SERVIOS MUTUAMENTE PARA GLORIA DE Dlos (4/10-11).

10 Que cada uno ponga al servicio de los demás el don que recibió, como

buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

En la carta a los Romanos se exhorta en manera análoga a poner al servicio de la

comunidad los diferentes dones recibidos. Pero san Pablo se sirve para ello de la imagen

del cuerpo, cuyos miembros deben obrar en común (Rom 12,3-8); Pedro sigue ateniéndose

a su imagen de la casa (cf. 2,5). En la Iglesia, que es la «casa de Dios» (4,17), tienen

Page 54: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

muchos administradores sus propias funciones. Con fidelidad y sensatez (Lc 12,42) deben

administrar y distribuir los bienes de su señor. Lo que se les ha confiado es múltiple y

variado. El uno puede quizá dedicarse con vigor al trabajo del campo, el otro, enseñar y

regir una comunidad. La variadísima abundancia de la propiedad divina es tan grande que

nadie ha quedado con las manos vacías. «Cada uno» tiene algo que administrar. A cada

criado ha confiado el señor de la casa su quehacer, todos los «talentos» deben

aprovecharse. Nadie carece de valor; hasta la más pequeña ocupación, natural o

sobrenatural, es don de Dios.

11a El que predica, hágalo como quien profiere palabras de Dios; el que ejerce

un ministerio, como quien tiene poder otorgado por Dios;

Entre la múltiple variedad de los dones de Dios, se fija san Pedro en los dos más

significativos para la administración de las comunidades: el servicio de la palabra, y el

servicio de las mesas (cf. Act 6,2). Tanto en la acción de los seglares como en los

quehaceres de los sacerdotes se trata de dones que han sido confiados por Dios. Por esto,

los que los administran no deben contentarse con pensar calladamente que se trata de una

propiedad de Dios, sino que también los agraciados por ellos deben poder reconocer que

se les reparte algo del tesoro de los dones de Dios. Del modo y manera humilde cómo uno

se pone al servicio de la comunidad con sus energías intelectuales y espirituales, y también

con las corporales y materiales, debería poderse deducir que comprende su deber de

ayudar a los otros con estos dones. Pero sobre todo los que han recibido el encargo del

servicio de la palabra deberían dar la sensación, no ya de dar algo propio, sino de transmitir

lo que han recibido gratuitamente de Dios. Sus palabras deberían ir animadas del mismo

espíritu con que dijo Jesús: «Mi doctrina no es mía, sino del que me envió... El que habla

por su cuenta, busca su propia gloria» (Jn 7,16.18).

11b ... y así, en todas las cosas será Dios glorificado por Jesucristo, a quien

pertenece la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Mediante esa desinteresada y humilde distribución de la riqueza de Dios ha de ser Dios

glorificado. Estas palabras de conclusión no se refieren sólo al ministerio de la palabra y al

servicio, no sólo a las otras obras de caridad mutua intraeclesial, de que se hablaba en 4,8,

sino que se aplican a todo el obrar bien a que se ha exhortado en la parte principal de la

carta 53. Pedro vuelve aquí a la idea que expresó al comienzo de esta parte: «Llevad entre

los gentiles una conducta ejemplar. Así... glorificarán a Dios en el día de la visita» (2,12).

Dios ha de ser glorificado por el hecho de que las gentes vean en los cristianos un modo

de vivir honrado y servicial precisamente en la vida cotidiana y en su trato mutuo. Por ello

deben conocer que hay todavía otro mundo y otros valores invisibles. Por el mero hecho de

reconocer esto incrementarán la gloria de Dios.

La carta entera está penetrada de la idea de la gloria eterna de Dios. 54. Tal concepción

del mundo orientada a la gloria de Dios sigue la tradición del Antiguo Testamento. En una

oración de la sinagoga se dice: «Alabado sea Dios que nos creó para su glorificación.»

...............

53. Cf. 2,15.20; 3,6.17.

54. Cf. 1,7; 4,13s; 5,1.4.10.

....................................

Page 55: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

Parte tercera

META FINAL DE LA VOCACIÓN CRISTIANA

4,12-5,11

Por segunda vez (cf. 2,11) vuelve a comenzar san Pedro con la interpelación «Queridos

hermanos». La parte central (2,11-4,11) ha terminado. Ahora comienza la tercera y última

parte. La palabra «amén» no significa precisamente que originariamente terminaba aquí

(4,11) la carta. Lo que sigue desde 4,12 no es una añadidura posterior. En la primitiva

literatura cristiana tropezamos con frecuencia en medio del texto de las cartas con

semejante alabanza de Dios reforzada con la palabra «amén», que quiere decir: «En efecto,

así es y así tiene que ser» 55.

Pedro vuelve una vez más a la idea fundamental y la profundiza. Nos referimos

principalmente a los conceptos de purificación (compárese 4,12 con 1,7), del sufrir con

Cristo (compárese 4,13 con 2,20s), de las buenas obras (compárese 4,14-18 con 2,12), de

la subordinación (compárese 5,5 con 2,13-3,6) y de la gloria eterna (compárese 5,10 con

1,7).

...............

55. Por ejemplo, la carta de san Clemente romano a los Corintios (hacia el año 95), que

tiene tanta afinidad con

la primera carta de san Pedro, se interrumpe, a lo que parece, diez veces con tales

doxologías. Cf. también

las dosologías con «amén» en Rom 1,25; 9,5; 11,36: 15,33; Ga 1,5; Ef 3,21; 1Tm 1,17.

.................

1. SUFRID EN UNIÓN CON CRISTO

(4/12-19).

a) Alegría en los padecimientos (4,12-14).

12 Queridos hermanos, no os extrañéis del incendio que se ha producido entre

vosotros para vuestra prueba, como si os hubiera sucedido algo extraño.

Al leerse esta carta en la celebración litúrgica, los «elegidos» deben pensar de otra manera

que antes sobre las pruebas que les han sobrevenido. Así comienza la parte final de la

carta. Que la pasión de Cristo acompañe a los cristianos en el camino de la vida es

sencillamente lo normal. Cierto que aquí se trata de un sufrimiento especialmente doloroso,

de un incendio. Ya en 1,7 se había hablado del fuego que purifica, al que Dios ha de

someter todavía el oro de su fe. Este fuego purificador no está constituido únicamente por

persecuciones e injusticias exteriores 56. Puede también deberse a tentaciones interiores

57. Es muy de notar que en el Apocalipsis se designa con la misma palabra «incendio» la

ruina de la Babilonia enemiga de Dios al final de los tiempos (Ap 18,9.18). Así en toda esta

sección de la carta se percibe no sólo el motivo de la purificación por el fuego, sino también

el del fuego final y con él el del juicio final. Dado que Dios mismo es un «fuego

consumidor»

(Is 33,14), tanto más afectará este fuego a cada uno y a la humanidad entera, cuanto más

Page 56: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

se acerquen a Dios. Sólo lo que sea genuino y verdadero podrá subsistir en medio del

fuego de Dios.

...............

56. Cf. 2,18-20; 3,14.17.

57. Cf. 2,11; 4,2.

...............

13 Más bien, a medida que tomáis parte en los padecimientos de Cristo,

alegraos, para que también en la revelación de su gloria saltéis de gozo.

Pedro invita al gozo por la gracia de poder tener parte en los padecimientos de Cristo.

Exhorta así: Alegraos precisamente de participar en la pasión. Si os gozáis participando en

los padecimientos de Cristo, os iréis preparando para gozar eternamente con Cristo. Esto

sólo es posible si tal asociación en los padecimientos es en el fondo una asociación en el

amor, si brota de un gran amor completamente personal a nuestro Señor Jesucristo. En el

tránsito de esta vida a la eterna no se modifica nada esencial. Únicamente se intensificará

hasta el extremo la comunión en el amor.

Aquí topamos con un rasgo fundamental, oculto, de la carta entera: la unión con Cristo en

amor de amistad y el ardiente deseo de hacerse semejantes a él por amor es lo que inflama

a Pedro y la meta a que él desearía conducir a todos los «peregrinos elegidos».

14 Bienaventurados vosotros si sois ultrajados por el nombre de Cristo, porque

algo de la gloria y el Espíritu de Dios descansan sobre vosotros.

Esto sugiere dos imágenes: la imagen más fácilmente comprensible trae a la memoria el

bautismo de Cristo en el Jordán. Mediante el descenso del Espíritu Santo se hacen los

cristianos humillados semejantes al Mesías humillado en el bautismo. Pero no se dice sólo

que «el Espíritu de Dios» desciende sobre los que son ultrajados por el nombre de Cristo,

sino además que reposa sobre ellos algo de la gloria. Con frecuencia dicen los libros del

Antiguo Testamento que la gloria de Dios, su majestad, descendió sobre la asamblea de

Israel «llenando la casa del Señor» 58. El verdadero templo y la casa espiritual de Dios

(4,17) son los cristianos perseguidos. Sobre ellos desciende preferentemente la gloria del

Señor.

Gran sensibilidad muestra el hecho de mencionarse aquí entre todos los padecimientos el

de ser ultrajados por el nombre de Cristo. Es que éste es especialmente doloroso. Este

versículo tomado de la vida ordinaria está en espíritu muy cerca de las palabras del sermón

de la montaña, tan extrañas al mundo y tan impregnadas de ideal: «Bienaventurados seréis

cuando, por causa mía, os insulten» (Mt 5,11).

...............

58. 2Cro 7,1; del fuego, o de la nube, que anunciaba la presencia de la «gloria» de Yahveh

habla, por ejemplo,

Ex 40,35; 1R 8,11; Is 4,5, Ez 43,5; Ap 15,8.

...............

b) Sufrid por la justicia (4,15-16).

15 Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por criminal, o por ladrón, o por

Page 57: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

malhechor, o por entrometido. 16 Pero si es por cristiano, no se avergüence, sino

dé gloria a Dios por este nombre.

Sólo tres veces aparece la palabra cristiano en el Nuevo Testamento. Por primera vez

hacia el año 40 d.C., se comienza a llamar así a los miembros de la comunidad en

Antioquía

(Act 11,26). En el verano del año 60 d.C., es ya el nombre de cristiano una designación

corriente y obvia para el rey Agripa II, en Cesarea (Act 26,28). En nuestra carta se cita este

nombre por tercera vez. A los seguidores de Cristo se los llama cristianos, como a los

adeptos de Herodes se los designa como herodianos. Según la posición con respecto al

jefe del partido respectivo es esta designación un título honorífico o un insulto. Los relatos

de los escritores romanos Tácito y Plinio 59 dan a entender la situación jurídica que tiene

presente san Pedro: a los cristianos en los tribunales no se les echa en cara, como capítulo

de acusación, sino su condici6n de cristianos. En este nombre y por este nombre, unidos

vitalmente con el Cristo, deben «dar gloria a Dios». Lo que verdaderamente importa en

primer lugar es contribuir a la glorificación de Dios mediante una vida ejemplar. Pero ahora

se trata de glorificarle mediante la sumisión a la «prueba» (4,12). Será un honor sufrir

ultrajes por el nombre de Jesús, ya que él también fue ultrajado.

...............

59. TÁCITO, Ann. 15,44; PLINIO, Ep. 96 (97).

...............

c) Sufrid convencidos de que comienza el juicio final (4,17-19).

17a Porque ya es tiempo de que comience el juicio por la casa de Dios.

El primer «porque» (4,14) había introducido la idea de que la gloria de Dios y el Espíritu

reposa con preferencia sobre los que sufren. Como segunda razón de su bienaventuranza

se dice: Además, es ya el tiempo del juicio. En este segundo argumento, como en el

primero, tiene Pedro ante los ojos la Iglesia como «casa de Dios», como templo de Dios.

Los profetas habían hablado ya del comienzo del juicio por el templo. Ezequiel describe

circunstanciadamente el comienzo del juicio divino: Dios llama a los poderes que «han de

ejecutar la sentencia en la ciudad». Primeramente el «varón» sacerdotal, «que estaba

vestido de lino», ha de ir por en medio de la ciudad santa, por en medio de Jerusalén, y

«señalar con una cruz la frente de los que suspiran y se lamentan por todos los horrores

que se han producido en la ciudad». Sólo ellos serán perdonados. Luego se transmite la

orden: «Pasad en pos de él por la ciudad y herid... Comenzad por mi santuario.

Comenzaron, pues, por los ancianos que estaban delante del templo (en el atrio de los

sacerdotes). Y les dijo: Profanad también la casa (el templo propiamente dicho), henchid de

muertos los atrios. Salid luego y comenzad a matar por la ciudad» (Ez 9,1-7) 60. Es la

imagen de un destacamento de soldados que con la espada desenvainada salen del templo

y se lanzan por la ciudad y luego entre los pueblos. En esta imagen late la convicción de la

necesidad de una última purificación, ante todo también del pueblo de Dios.

Se podría utilizar otra imagen: los hombres delante del tribunal son como enfermos que

aguardan la intervención necesaria, pero dolorosa del médico. A los enfermos que le están

más allegados se dedicará el médico con más empeño, pese a los inevitables dolores.

Santos, como santa Catalina de Génova, que consideraban como una gracia sufrir ya en la

Page 58: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

tierra y anticipar los tormentos purificadores del más allá, vivieron esta verdad de la

Escritura.

...............

60. Cf. Jr 25,29

...............

17b Y si empieza por nosotros, ¿cuál será el final de los que se rebelan contra el

Evangelio de Dios? 18 Y «si el justo a duras penas se salva, ¿dónde podrá

presentarse el impío y el pecador?».

La exhortación a los buenos se acentúa con el recuerdo de la suerte de los pecadores

empedernidos. Las dos interrogaciones dan más fuerza a las recomendaciones (4,12-17a).

Sólo a duras penas se salva el justo. Aquí se deja sentir toda la inseguridad en que se halla

el cristiano durante su tiempo de lucha en la tierra. El mismo san Pablo escribía a los

filipenses que todavía no había alcanzado la meta y que todavía tenía que correr tras el

premio de la victoria (Flp 3,12-14). Lo serio de la situación está expresado en la sentencia

del Señor, según la cual sólo se salvará el justo que se mantenga firme hasta el final» (Mt

24,13).

Esta fatiga, este «a duras penas», deja presentir también algo de las fatigas educativas

que debe prodigar el Padre celestial para llevar a sus hijos a la perfección. Pero la mayor

fatiga para salvarnos hubo de experimentarla el Salvador y Redentor. «Fatigado» se sentó

una vez Jesús junto al pozo de Jacob (Jn 4,6). Para salvarnos tomó sobre sí la pobreza, el

trabajo penoso, el caminar de una parte a otra sin albergue y, finalmente, la muerte en

cruz.

19 Así pues, también los que sufren según la voluntad de Dios, pongan sus

almas en manos del Creador fiel, practicando el bien.

Dios es creador, el cual, soberanamente y manteniéndose invariablemente fiel a sí mismo,

produce y conserva el mundo. Con esto se responde con la mayor sencillez a todas las

preocupaciones e interrogantes sobre el sufrimiento, que constantemente se hacen

presentes en la carta: Dios es el Creador. No procede sin razón. Vosotros sois criaturas y

tenéis que someteros.

Cuando fallen todas las consideraciones, el pensamiento en el Creador y en la propia

condición de criaturas dará fuerza y constancia en la aflicción. Pero la constancia y la

perseverancia no es algo pasivo: debemos esforzarnos por practicar el bien. Una y otra vez

resuena esta recomendación 61. Con frecuencia, mediante el contraste con los que «obran

el mal», con los malhechores 62, se había mostrado todavía más claramente de qué se

trataba: de la prontitud para prestar servicio y del amor desinteresado, que se hacen

patentes en buenas obras en el ámbito de la familia, en la comunidad y sobre todo en la

vida pública. Practicar el bien es el deber que no varía nunca, pese al sufrimiento y hasta al

«incendio». Los cristianos deben poner «sus almas» en manos de Dios, para que las

purifique, y a la vez perseverar en la práctica del bien.

No es quehacer fácil entregarse constantemente a Dios en la fe. Ahora bien, Cristo fue el

primero en seguir este camino (2,23) haciéndose cordero de Dios destinado al sacrificio.

También la vida del cristiano, con la entrega incondicional y constantemente reiterada, del

propio yo al Creador, vendrá a ser víctima en el «fuego» de Dios.

Page 59: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

...............

61. Cf. 2,12.14s.20; 3,6.11.13.16.17.

62. Cf. 2,14; 3,12,17.

...............

2. EXHORTACIÓN A LOS PASTORES DE LA GREY DE DlOS (5,1-5)

a) Exhortaciones a los ancianos

(5/01-04).

1 Así pues, a los ancianos que están entre vosotros, exhorto yo, anciano como

ellos, con ellos testigo de los padecimientos de Cristo y con ellos participante de

la gloria que se ha de revelar:...

La carta va dirigida a las comunidades en cuanto tales, a todos sus miembros. Esto se

muestra aquí por el hecho de que con el aditamento «entre vosotros» se destaca la

categoría de los dirigentes. Pedro se dirige a los ancianos y él mismo se designa, en unión

fraternal, como uno de los ancianos, como ellos. «Anciano» es un cargo y designa un

sacerdocio especial distinto del sacerdocio común, del «sacerdocio santo» (2,5), que

forman todos los cristianos.

La exhortación a los ancianos se introduce con las palabras así pues. Hemos acabado de

oír hablar del cumplimiento del deber en la vida cotidiana -pese a los sufrimientos-, y antes

se habló todavía de la conexión entre sufrimiento y gloria (4,13). Empalmando con ello

dice

el apóstol: También los ancianos -y ellos muy especialmente- tendrán necesidad de

practicar el bien en el cumplimiento diario del deber, y con la esperanza en la gloria eterna

deberán asociar la convicción de la necesidad de la cruz.

2a Apacentad el rebaño de Dios que está entre vosotros...

La primera palabra es significativa tocante al espíritu de esta sección: Apacentad. Pedro

mismo recibió del Señor este encargo: «Apacienta mis ovejas» (Jn 21,16). En el Antiguo

Testamento se hallan ideas semejantes: «Apacentar» implica soberanía de rey y guía

comprensiva 63. El que apaciente tiene que cuidarse del pasto y del agua. Proporcionará a

su rebaño alimento espiritual, como Jesús, que se compadecía de las multitudes y las

instruía, pues se hallaban «como ovejas sin pastor» (Mc 6,34). Pero con especial solicitud

se cuidará de los pequeños y de los débiles y buscará a los extraviados. Más aún, a

ejemplo de Cristo ha de estar dispuesto a dar su vida por sus ovejas. El pastor es el jefe del

rebaño, del que depende su prosperidad. Un pastor sin rebaño se pierde. Por ello es tanto

más significativo el requerimiento de «apacentar» que se hace a los ancianos. Pedro

parece ser consciente de su posición privilegiada. ¿En este «apacentad» no se encierra ya

algo de la futura estructura jerárquica de la Iglesia?

...............

63. Cf. Is 44,28; Zac 11,4-7; Ez 3-4,13; Jn 10,4.

...............

2b ...vigilando, no obligados por la fuerza, sino de buen grado, según Dios;...

Page 60: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

El encargo general de apacentar el rebaño de Dios se desarrolla en tres exhortaciones

particulares. Cada vez se contrapone la imagen del buen pastor a la del malo. La primera

instrucción presupone la institución oficial de los ancianos. Con toda seguridad no se les

impuso su cargo a la fuerza. Pero a lo largo de los años de servicio se daba la posibilidad

de sentir este cargo como una carga. Con las palabras de buen grado se indica un

cumplimiento gozoso del deber, su desempeño voluntario y espontáneo. Tal opción

voluntaria es «según Dios», conforme a Dios, cuando hay sumisión a su voluntad,

aceptación de su voluntad, unión con ella. El Hijo de Dios dio voluntariamente «su vida por

las ovejas» (Jn 10,11).

2c ,..y no por sórdida ganancia, sino con generosidad;...

«No por sórdida ganancia» podría quizá expresarse mejor, aunque menos literalmente, por

«no para aprovecharse». Ya en aquel tiempo parece haber sido un abuso del clero el sacar

provecho a costa de la comunidad. La exhortación presupone que los ancianos -a los que

quizá pudiéramos compararlos con nuestros párrocos- recibían un sueldo o donaciones

voluntarias de los fieles, conforme a la norma del Señor: «El obrero merece su sustento»

(Mt 10,10). Pedro no rechaza la remuneración de los ancianos por la comunidad. Lo que

reprueba es la avidez de lucro, la codicia de las clérigos. Cuando los miembros de la

comunidad solicitan servicios de anuncio de la palabra o administración de sacramentos,

deben prestarse con generosidad, sin dejar de oír ni una palabra de compensación o de

honorarios.

3 ...no como poseedores de un lote, sino siendo modelos para el rebaño.

Pedro presenta aquí un tercer aspecto de la misión del pastor: «Apacentad». Los ancianos

no deben dominar como dictadores sobre su lote. Esta palabra designa en el Antiguo

Testamento la parcela de tierra, la propiedad que tocó en suerte como patrimonio a las

tribus de Israel. Pero también Israel se entendía como «el pueblo y la heredad» de Dios. Así

el apóstol pone en guardia a los ancianos contra el dominio despótico sobre las

comunidades, ya que éstas no son patrimonio de los ancianos, sino propiedad y heredad

de Dios.

Un segundo significado se percibe todavía en esta palabra, a saber, el de «grado

jerárquico». Se quiere dar a entender el puesto en la jerarquía de la comunidad, clérigos y

laicos, que a cada uno se confirió real o sólo figurativamente mediante la asignación de un

puesto. En este sentido, se trata de una advertencia contra la modificación o colación

arbitraria de los cargos en las comunidades. Al rebaño de Dios no se le debe inquietar sin

necesidad.

Los ancianos deben dar a la comunidad ejemplo de fiel cumplimiento del deber. Deben, ir

por delante como Cristo (2,21) y dejar al rebaño su ejemplo, sus «huellas» (2,21) como la

mejor exhortación. Para guiar a los súbditos con el ejemplo se requiere el cumplimiento de

los deberes cotidianos con toda humildad y teniendo ante los ojos la admonición de Jesús:

«El que quiera ser entre vosotros primero, sea esclavo de todos» (Mc 10,44).

4a y cuando se manifieste el mayoral de los pastores...

Page 61: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

El título de mayoral designa una profesión. El mayoral recibe sus encargos de un señor

rico que posee grandes rebaños. En el ejercicio de su función le ayudan otros pastores que

están bajo su vigilancia. Cuando Pedro designa a Cristo como mayoral o pastor supremo,

esto quiere decir que Cristo es pastor juntamente con los ancianos, pero como su cabeza. A

ellos, que son sus pastores auxiliares o sus lugartenientes, les dará encargos y les otorgará

su recompensa conforme a su solicitud por el rebaño.

Tienen que apacentar el rebaño de Dios, que es a su vez el rebaño de Cristo 64. A su

retorno examinará Cristo si ha crecido su rebaño, qué rendimiento ha dado, cuántas reses

se han perdido. En la imagen del pastor supremo, al que el Padre dio las ovejas (Jn 10,29),

pero que dio a otros el encargo de apacentarlas con él y como sus representantes (Jn

21,16), asoma el misterio de la sucesión apostólica. Lo que a nosotros más nos asombra en

el orden salvífico de Dios no parece ser siquiera el hecho de que el oficio pastoral pasara

de los apóstoles a las manos de otros, sino el que el Padre confiara a Cristo el cuidado del

rebaño de Dios y el que Cristo lo confiara a hombres débiles.

4b ...conseguiréis la gloriosa corona de amaranto.

El apóstol no se detiene en la imagen escueta de un mayoral que paga el sueldo a sus

pastores auxiliares, sino que pasa a la imagen regia de la coronación. Aquí confluyen todas

las representaciones de alegría, de triunfo y de realeza. Pedro propone a los pastores que

se hayan hallado fieles una corona de inmarcesible amaranto 65. Esta corona de flores de

un rojo oscuro es símbolo de la gloria imperecedera de Dios, de la que ellos mismos serán

partícipes. Gloria eterna será su recompensa y el premio de su victoria. Así, la exhortación

a los pastores y ancianos termina en esta carta pastoral con una mirada dirigida al triunfo

eterno. Todos los defectos del clero de que se hablaba en 5,2s. parecen olvidados, e

irrumpe la elevación de ánimo, fundada en el poder de la redención de Cristo.

...............

64. Cf. Jn 10,27-30; 7.Mt 25,31-46; Hb 13,20

65. El amaranto es una conocida planta de jardín: una mata baja, con flores oscuras, que

cuelgan muy largo. En

España es conocida la variedad llamada «moco de pavo».

...........................

b) Exhortación a los jóvenes

(5/05).

5a Igualmente vosotros, jóvenes, someteos a los ancianos.

Como en el caso de los ancianos, tampoco en el de los jóvenes se trata en primer lugar de

edad, sino de categoría en el orden eclesial, de un título. Estos jóvenes deben

seguramente entenderse como auxiliares y cooperadores de los prepósitos de las

comunidades y pueden considerarse como un grado preparatorio de los clérigos inferiores.

En los Hechos de los apóstoles aparece por primera vez tal servicio auxiliar en la

administración de las comunidades, desempeñado por jóvenes: «jóvenes» son los que

llevan a enterrar a Ananías (Act 5,6).

La subordinación de los jóvenes a los ancianos, tan difícil en todos los tiempos, la ve Pedro

con los ojos de la fe. Así no es una humillación, sino una posibilidad de poner en práctica el

Page 62: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

primer y supremo mandato, el del amor de Dios.

c) Exhortación a todos.

5b Revestíos todos de humildad en servicio mutuo, porque «Dios resiste a los

soberbios y da su gracia a los humildes».

La última razón por la cual san Pedro exhorta tan a menudo y con tanto empeño a la

sumisión, no es para que la vida de la comunidad se deslice sin fricciones. Es decisiva la

idea de que el humilde es agradable a Dios y semejante a Cristo. Está en gracia con Dios.

En servicios mutuos y también precisamente en trabajos humillantes avanza el discípulo en

la imitación de Cristo, que vino a dar satisfacción por la soberbia del hombre mediante un

servicio de obediencia. Todos, clérigos y laicos, deben ceñirse la humildad como un

cinturón.

Pedro pensaba quizás en la última noche de Jesús en el cenáculo: «...se levanta de la

cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en el lebrillo y

se pone a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido»

(Jn 13,4s). Tal es el ejemplo que hay que imitar, tales son las «huellas» (2,21) que han de

seguir todos los cristianos.

3. EXHORTACIÓN A PERSEVERAR

(5/06-11).

a) Exhortación a la confianza en Dios (5,6-7).

6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que os exalte a su

tiempo.

El apóstol piensa en otra manera de humillación. Ésta recibe su nota especial de la imagen

de la poderosa mano de Dios. Ya ha habido persecuciones y otras están inminentes. Pedro

aconseja: Dejaos humillar y doblegar por hombres que no son sino instrumentos de Dios,

pues así entráis en la esfera de dominio de Dios. La omnipotencia de Dios que juzga, pero

que también cuida del hombre en su «poderosa mano». La mano que es activa y eficiente

es símbolo del eficaz despliegue de poder por Dios. En el Antiguo Testamento, sobre todo

en relación con el éxodo de Egipto, se habla constantemente de la «mano del Señor», que

es más fuerte que la «mano de los egipcios». «Aquel día libró Yahveh a Israel de las manos

de los egipcios, cuyos cadáveres vio Israel en las playas del mar. Israel vio la mano potente

que mostró Yahveh para con Egipto, y el pueblo temió a Yahveh» (Ex 14,30s). Bajo esta

mano poderosa deben dejarse humillar los cristianos por los golpes de la fortuna. Esta

mano de Dios tendrá poder para levantarlos de nuevo.

En el espíritu y con palabras de nuestra carta informa el año 177 la comunidad de Lyón a

las de Frigia sobre el triunfo de los mártires, que algunos de entre ellos habían reportado

con la poderosa asistencia de Dios: «Tales aflicciones hubieron de soportar las Iglesias

cristianas bajo el mencionado emperador... Se habían humillado bajo la poderosa mano de

Dios, por la que ahora han sido tan exaltados» 66

..............

66. Transmitido por EUSEBIO, Hist. Eccl. v, 2.

Page 63: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

...............

7 «Echad sobre él» todas «vuestras preocupaciones», porque él cuida de

vosotros.

Como quien pone un peso sobre una bestia de carga deben los cristianos descargar en el

Padre celestial sus preocupaciones. El Salmista, puesto en aprieto por sus enemigos, cobró

ánimos con estas palabras: «Echa sobre Yahveh tu cuidado, porque él te sostendrá» (Sal

55 [54], 23) 67. En medio de todos los sufrimientos de las persecuciones no olvidará Dios a

sus comunidades. Más aún, nadie se cuidará de ellas tanto como él. Cierto que no se le

pueden dar prescripciones sobre cómo lo ha de hacer. Animados por la fe debemos

confiarnos a Dios.

Anteriormente se ha dicho que debemos perseverar en la práctica del bien y dejar a Dios el

cuidado de nuestro yo (4,19). Descargar nuestras propias preocupaciones en Dios no

excluye que nosotros nos preocupemos por otras personas, ya que tratamos de hacerles

bien. Así entendieron las primeras comunidades las nada fáciles palabras del Señor: «No

os afanéis... Buscad primero el reino y su justicia» (cf. Mt 6,25-34). Debemos ser para con

el Padre celestial como un niño pequeño, que, despreocupado del propio futuro, sólo

piensa en cómo podrá dar gusto a su padre obedeciéndole (cf. 1,14).

...............

67. La liturgia utiliza acertadamente este texto como gradual el tercer domingo después de

pascua. La epístola

está tomada de nuestro texto 1P 5,6-11, el evangelio, de Lc 15,1-10: el buen pastor busca

la oveja perdida y

la vuelve al redil sobre los hombros.

...............

b) Exhortación a la vigilancia

(5/08-09).

8 Sed sobrios, velad. Vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda

buscando a quién devorar.

El versículo comienza con un doble y abrupto grito de alarma, lanzado en un apuro

extremo. Los fundamentos de la fe se hallan en peligro... ¿Se hacen todos bien cargo de la

situación?

Tratemos de representarnos el cuadro. Una vez que el rebaño ha sido recogido en el redil

para pasar la noche, poco pueden de suyo con él las bestias feroces. El redil está protegido

con un cerco de piedras y con un seto formado por una maraña de espinas. Sin embargo,

en medio de la noche parece de repente retumbar la tierra: A muy poca distancia ruge un

león. Un terror pánico invade a todo el rebaño. «Las ovejas corren como locas hacia el seto

de espinas, las cabras gritan con fuerza, bueyes, vacas y terneros se apiñan en montones

confusos lanzando fuertes mugidos de miedo, el camello trata de romper todas las cadenas

para poder escapar, y los perros animosos, que no temen luchar con leopardos y hienas,

dan fuertes ladridos lastimeros y corren desesperados a refugiarse cerca de su amo». El

león ruge en presencia de un cercado de ganado «con la intención de hacer que el ganado

allí encerrrado se escape movido ciegamente por el miedo».

Page 64: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

En un cuadro semejante ve san Pedro los acontecimientos que se aproximan en Asia

Menor. Los enemigos de la Iglesia de Cristo, tras los cuales se oculta el poder del demonio,

intentarán intimidar con amenazas a los creyentes. El apóstol les grita y les conjura: ¡Sed

sobrios! ¡Daos bien cuenta de la situación! El león ruge para infundiros un temor

pernicioso. Sólo quiere atemorizaros, para que confusos y desconcertados abandonéis el

rebaño y el redil, único que puede ofreceros protección, y huyáis. Entonces, cuando hayáis

abandonado a Cristo, a su pastor y a su rebaño, seréis presa de la muerte.

9a Resistidle firmes en la fe.

Las ovejas de Cristo, en vista del león rugiente, deben mantenerse firmes sin vacilar.

Mediante su fe deben participar de la firmeza de Dios. Su unión con Dios les dará fuerza

para mantenerse con calma en su puesto incluso cuando parezcan desencadenarse los

poderes del infierno, cuando los enemigos traten de hacerlas vacilar con amenazas y

tormentos.

Sólo puede haber verdadera firmeza allí donde subsiste algo invariable e inamovible. Esto

no sucede en las cosas de la tierra. La verdad, la belleza, la justicia y el amor de Dios, en

cambio, no cambiarán nunca, permanecerán eternamente los mismos: para Dios, lo bueno

permanecerá eternamente bueno, y lo malo será eternamente malo. A esta tranquilidad de

la eternidad, a la eternidad de Dios miran los «forasteros y peregrinos» (2,11) ya desde

ahora. Con valiente esperanza han echado allí su ancla espiritualmente, mientras la

tempestad sigue enfurecida y amenaza con desbaratar su nave. Su fe les da fuerza para

perseverar y mantenerse firmes aunque caiga sobre ellos una noche oscura y no se

descubra ya la menor luz terrena que les sirva de punto de mira 69.

...............

69. Cf. también sobre tal constancia Lc 21,17-19; Sant 4,7.

...............

9b y sabed que a la comunidad de hermanos vuestros dispersa por el mundo

perfeccionan estos mismos padecimientos.

A la exhortación sigue todavía este breve aditamento. En primer lugar ha de estimular

consolando: No estáis solos, a las otras comunidades del mundo entero les sucede lo

mismo. También en ellas se comienza ya por los años 63/64 a amenazar con tormentos y

muerte si alguien se mantiene firme en su adhesión al cristianismo. Aparte este

pensamiento consolador se deja oir, como en voz baja, que también los remitentes de esta

carta en Roma, en esta «Babilonia» (5,13), tienen por lo menos tanta razón como ellos para

desanimarse. Los cristianos no deben tomar demasiado en serio sus propias

preocupaciones, sino verlas en el gran marco de la Iglesia universal. La mirada se extiende

de las comunidades particulares a la entera Iglesia de Cristo.

Aquí no es la Iglesia el «rebaño de Dios», como tampoco la «casa de Dios» ni el «cuerpo

de Cristo», sino la comunidad de hermanos. Desde un principio habían adoptado la usanza

veterotestamentaria de llamarse unos a otros «hermanos» y «hermanas» 70. Se

consideraba como un rasgo esencial de la Iglesia el hecho de constituir una comunidad de

hermanos, que podían llamar «Padre» al mismo Señor (1,17); porque por su palabra viva se

ha comunicado a todos ellos una vida nueva (1,3.23). Pero como Dios ama a sus hijos,

precisamente por ello hace que sean educados, corregidos y purificados en común. Este

Page 65: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

proceso doloroso tiene que consumarse ahora en ellos: la vida cristiana se desarrolla en el

tiempo final. Ya ha llegado el momento en que el juicio ha de comenzar por la casa de Dios

(4,17). Los hermanos, separados en el espacio, pero unidos en espíritu, sufren en común

como «sacerdocio regio».

...............

70. Cf. por ejemplo, Act 2,29; 3,17.22, ICor 9,5. Notemos, en cambio que Cristo habla de

sus «hermanos» y

«hermanas» refiriéndose a los que le siguen (por ejemplo, Mc 3,33-35), pero nunca

interpela a nadie como

«hermano».

...............

c) Mirada final a la eterna gloria

(5/10-11).

10 El Dios de toda gracia, el que os llamó a su eterna gloria en Cristo, después

que hayáis padecido un poco, os restablecerá, confirmará, robustecerá y hará

inconmovibles. 11 A él el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Una vez más se vuelve al gran asunto de la constancia y el buen ánimo. La meta es la

«eterna gloria», en la que irrevocablemente, triunfalmente volverán a ponerse en pie los

resucitados. Siguen cuatro verbos que pintan esta maravillosa obra corpórea y espiritual de

Dios, la resurrección de la carne. Se habla de una cuádruple acción que Dios mismo -esto

se subraya expresamente- emprenderá con los creyentes. Se dice en primer lugar que Dios

Padre restablecerá a sus hijos. La misma palabra griega se usa para hablar de la

reparación de las redes estropeadas (Mt 4,21). Con los cuerpos destrozados por las fieras

en la arena del circo emprenderá Dios una labor no menos dificultosa. Reunirá los huesos,

análogamente a lo que vio Ezequiel en su visión del gran campo de esqueletos 71.

Además, los confirmará de modo que no puedan ya vacilar y flaquear. Lo que ahora es

todavía el quehacer de Pedro, a saber, el de «confirmar» a los hermanos en la fe (Lc

22,32), lo asumirá entonces el Padre: en lugar de la fe les otorgará la visión.

También los robustecerá. Les conferirá fuerza y vigor juvenil, como a luchadores fatigados

y sedientos los refrigerará en las «fuentes de aguas de vida» (Ap 7,17; 21,1).

Y finalmente «hará inconmovible» esta «casa espiritual» formada de «piedras vivas» (2,5),

esta «nueva Jerusalén» (Ap 21,2.10), fundamentándola en su amor divino. Entonces se

podrá decir en verdad de estos «forasteros y peregrinos»: «Arraigados y cimentados en el

amor, seáis capaces de captar, con todo el pueblo, cuál es la anchura y largura, la altura y

profundidad» de Dios (Ef 3,17s).

...............

71. Cf. Ez 37,1-10.

..............

CONCLUSIÓN

(5/12-14)

1. RECAPITULACIÓN DE LA CARTA (5,12).

Page 66: PRIMERA CARTA DE SAN PEDRO SCHWANK-BENEDIKT

12a Por Silvano, vuestro hermano fiel según creo, os escribo brevemente...

De esta observación final no se desprende claramente qué clase de intervención tuvo

Silvano en esta carta. Se le podría designar como colaborador en la redacción de la carta o

también como portador de la misma. Seguramente sería ambas cosas. Silvano no sólo es

recomendado a las comunidades como hermano fiel, que como tal hará llegar fielmente la

carta a su destino. También se proyecta luz sobre su carácter y además deben saber los

hermanos en Asia Menor que pueden fiarse de las explicaciones orales que añada Silvano

a este breve escrito73.

Sorprende el inciso según creo. Este aditamento sólo tiene sentido, caso que pueda

aprovechar al portador. Sin embargo, esta observación sólo adquiere tal valor para un

hombre como Silvano si los destinatarios saben quién se oculta tras esta opinión privada:

una personalidad, que no obstante su modestia como de miembro que forma parte de un

colegio (5,1), es consciente de su posición dirigente, y que sabe además que una opinión

formulada por él, aunque sólo sea de paso, tiene su peso en las comunidades. Todo esto

se supone si pensamos en Pedro «apóstol de Jesucristo» (1,1).

...............

73. Cf. sobre tal comentario oral Hch 15,27: el calificativo de «fiel» se da en Ef 6,21 al

portador Tíquico, en ICor

4,17, a Timoteo.

...............

12b ...para animaros y para testificar que ésta es la verdadera gracia de Dios, en

la que os mantenéis firmes.

Con pocas palabras da Pedro una idea del contenido de toda la carta. Había escrito para

«animar» y para «testificar». En primer lugar se menciona el término animar, palabra que

en

el texto griego original significa propiamente «llamar a voces». Pedro quería decir a las

comunidades que tuviesen ánimos, quería dirigirles palabras de consuelo. Cada línea de la

carta está animada por el deseo de infundir ánimos a los fieles, como un buen pastor grita a

las ovejas, las atrae, les dirige buenas palabras y anima a las que fatigadas quieren

quedarse atrás, recordándoles la meta que todavía deben alcanzar aquel mismo día.

La segunda palabra, testificar, tiene propiamente el significado de completar un testimonio.

Pedro apoya con su autoridad la predicación de los heraldos de la fe, de quienes se había

hablado en 1,12: «los que os evangelizan». Confirma su ortodoxia y la rectitud de su

enseñanza, en la que ocupaban un puesto central las palabras sobre la cruz y la esperanza

de la resurrección. Parece que ya entonces se daba importancia a la confirmación de una

doctrina por aquel apóstol que residía en Roma y al que el Señor había confiado la

dirección suprema.

Finalmente, se habla por última vez de la verdadera gracia. Todo lo que a lo largo de la

carta se ha dicho sobre la gracia se trae ahora a la memoria de los lectores. Sobre todo hay

que pensar en aquellos pasajes en los que se habló del sufrimiento como de una gracia, es

decir, una muestra de favor por parte de Dios, y a la vez de un estado (estar en gracia con

Dios) 74. En esta gracia deben mantenerse los cristianos, deben tener el valor de penetrar

en esta benevolencia de Dios, con frecuencia tan dolorosa en los principios, mantenerse

firmemente en ella y perseverar constantes en la misma en medio de cualesquiera golpes

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de la fortuna. Para el tiempo incierto de la persecución envía el apóstol sus palabras

normativas: Precisamente en el sufrimiento habéis de ser verdaderos «cristianos» (4,16),

agradables a Dios. Sedlo, pues, con alegría (4,13).

...............

74. 2,19s; cf. 3,14-16.

..............

2. SALUDOS (5,13-14a).

13 Os saluda la Iglesia que está en Babilonia, elegida como vosotros, y mi hijo,

Marcos. 14a Saludaos unos a otros con ósculo de amor.

La palabra «Babilonia» 75 nos hace volver con el pensamiento al saludo introductorio

(1,1).

Destinatarios y remitentes viven todavía igualmente en el exilio, es decir, en un país muy

lejano y desterrados de la patria. La comunidad de Roma, exactamente como comunidad,

como unidad espiritual y sobrenatural, envía saludos a las comunidades del Asia Menor.

San Pedro añade a esto todavía una última recomendación que brota de un corazón lleno

de amorosa solicitud: Las comunidades deben permanecer también unidas entre sí con

verdadero amor. En muchos pasajes del Nuevo Testamento se habla del «ósculo santo»,

con el que deben saludarse mutuamente los cristianos 76. Sin embargo, sólo Pedro habla

del ósculo de amor. Para él se trata de algo más que del ósculo de paz en la celebración de

la liturgia. Estas palabras dejan percibir su solicitud pastoral y la responsabilidad que siente

por la concordia y por la unidad de toda la grey, que se ha de lograr no sólo por su

dirección, sino también gracias al amor mutuo. La grey está ya extendida «por todo»

(kath'holon) el mundo conocido. En verdad ha venido a ser ya «católica». Sin embargo, no

será suficiente que los cristianos en particular, en los más diferentes lugares, perseveren

hasta la muerte en la verdadera doctrina. Lo que ha de hacer que resplandezca el

verdadero ser de la Iglesia es la unidad de las comunidades y de los grupos de

comunidades entre sí, atestiguada en el amor mutuo. Porque, en efecto, ha de ser una,

«para que el mundo crea» (cf. Jn 17,21) que esta comunidad no es obra humana, sino un

trasunto, aunque débil, del amor entre las personas divinas.

...............

75. El nombre simbólico de Babilonia procede del Antiguo Testamento. Babilonia en el

Eufrates era enemigo

hereditario de Israel y se consideraba entre los judíos como arquetipo de impiedad y

corrupción pagana.

Entre los judíos y cristianos de los tiempos de san Pedro se ha convertido, ya mucho

después de su

destrucción, en encarnación del poder político que domina el mundo, y así se aplicó este

nombre a Roma,

que era entonces la metrópoli de la potencia mundial pagana.

76. Cf. Rom 16,16; ICor 16,20; 2Cor 13,12; ITes 5,26. El ósculo era en la antigüedad la

forma normal del saludo;

cf. Lc 7,45.

...............

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3. DESPEDIDA (5,14b).

14b Paz a todos vosotros los que estáis en Cristo.

En este saludo final leemos la más bella calificación de la Iglesia. Es la comunidad de los

hombres que están en Cristo, la comunidad de todos los que sufren y triunfan en unión con

Cristo. En estas palabras finales de saludo (escritas seguramente como firma por la mano

del apóstol) se piensa en dos grupos de destinatarios; la mirada se dilata mientras todavía

está escribiendo Pedro. Quiere desear la paz a un círculo más extenso que las

comunidades a que se había dirigido hasta ahora. No dice solamente: Paz a todos vosotros

en Cristo, sino: a todos vosotros los que estáis en Cristo. Con un corazón abierto de par en

par abraza también a las otras muchas comunidades de las que no tiene noticias concretas,

pero que sabe que tienen que sostener la misma lucha, puesto que siguen a Cristo. ¿Es

que presiente que su carta no tardará en extenderse en copias por todo el imperio romano?

Después de que en la parte final, desde 4,12, se había vuelto a recordar un tema tras otro,

después de que la palabra «paz» ha evocado de nuevo la introducción (1,2), escribe Pedro

como última palabra dejada expresamente para el fin, y que domina la carta entera: Cristo.

El deseo de serle semejante, la mirada a su modelo, a sus huellas, el pensamiento de sus

sufrimientos terrenos y de su muerte, de su victoria sobre los poderes, de su resurrección y

de su estar sentado a la derecha del Padre, son las fuerzas que en esta carta, versículo

tras versículo, habían inducido a un desarrollo más amplio, que le habían dado su plenitud

de vida, su vigor entusiástico y ese tono que con frecuencia afectaba personalmente a los

lectores. Esta palabra, escrita aquí por una mano torpe de pescador, es quizá la más bella

expresión de esa misteriosa unidad de amor que existe entre Cristo, su vicario y la grey,

desde que un día, en la ribera oriental del lago fueron cambiadas aquellas palabras:

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»-«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» «Apacienta mis

ovejas» (Jn 21,16).

(_MENSAJE/20. Págs. 106-145)

BIBLIA NT CARTAS PEDRO /1P TEXTOS

MATERIA:

/1P/03/01-17:EP/VCR

Este fragmento forma parte del conjunto de exhortaciones que encontramos en el centro

de 1 Pe. Se refieren al matrimonio, a la comunidad en general y al sufrimiento del inocente.

Tal vez convenga subrayar que el v 15 debe leerse así: "siempre prontos a dar razón de

vuestra esperanza a todo el que os lo pida". Así pues el contexto no es judicial. En otras

palabras: no se trata de que el creyente esté dispuesto a dar explicaciones de su esperanza

ante un tribunal o un juez.

Es notable la importancia que el tema de la esperanza tiene en este escrito. Y la

esperanza aparece aquí no como una parte o aspecto de la vida cristiana, sino más bien

como su definición: "¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran

misericordia nos ha hecho nacer de nuevo, para la viva esperanza que nos dio resucitando

de la muerte a Jesucristo" (1,3). En el fragmento de hoy se habla de la actitud de las

mujeres santas como actitud de esperanza (5) y se exhorta al cristiano a estar presto a dar

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razón de esa actitud que define su vida.

¿Sabríamos nosotros dar razón de nuestra esperanza? Dicho de otro modo: ¿sabríamos

dar razón de nuestra fe? Cuando se habla de teología, tal vez se alude simplemente a la

tarea de dar razón de la esperanza. Porque, en el fondo, la esperanza muestra mejor que la

fe que la vida cristiana no se nos ha dado como una posesión, sino como un trabajo. Y, por

otra parte, incluye un dinamismo que nos alienta y que da sentido a lo que hacemos y

vivimos. Jesús nos da una convicción inquebrantable ante nuestra insuficiencia y nuestro

pecado, ante la injusticia y el sufrimiento, ante el mal y la muerte. Tal vez por eso insiste

tanto 1 Pe en que el hombre es peregrino en camino hacia la casa del Padre. Pero el

caminante necesita saber adónde va y llegado el caso, debe ser capaz de explicar a los

demás por dónde va, no sea que su caminar se reduzca a dar vueltas en torno a sí mismo.

(·ORIOL-TUÑI._BI-DIA-DIA.Pág. 581 s.)

........................................................................

/1P/03/01-06:/1P/03/08-17

Aunque este fragmento de la carta de Pedro ha sido escogido para la conmemoración de

una mujer santa, a su primera parte, que habla de las esposas cristianas en relación con

sus maridos, se le añade una segunda dirigida a la comunidad de todos los creyentes.

La imagen que el apóstol ofrece del comportamiento de la esposa es por el estilo de la

que daban los más sesudos escritores de la época al tratar del papel que en una buena

vida familiar corresponde al marido y a la mujer, a padres e hijos, amos y esclavos. Dentro

de este espíritu, lo que tiene de singular la exhortación de Pedro es el sentido cristiano que

la matiza. El buen comportamiento de la esposa es el mejor anuncio del evangelio, tanto

que es capaz de ganar el marido para Cristo, si éste no es creyente. Lo cual quiere decir

que, aun sin palabras, todos pueden comprender que Cristo es quien inspira y anima la

vida de la mujer creyente. El ejemplo de las mujeres santas que confiaban en Dios enseña

a las mujeres que ante el Señor lo que vale no son las joyas y aderezos externos, sino la

disposición interior de un espíritu pacífico y tranquilo.

Pasando luego a la conducta de cualquier cristiano, no nos sorprenderá que la doctrina

de Pedro sea en el fondo la misma de Jesús: amar de corazón a los hermanos y seguir a

Jesús por la vía de la cruz. Por eso el apóstol recomienda la unidad de espíritu, la

compasión, la humildad, el perdón que hasta bendiga al enemigo.

Aconseja también sufrir el daño sin miedo y sin turbarse, estando dispuestos a dar razón

de nuestra esperanza con mansedumbre. Para el apóstol, vivir con buena conciencia es un

auténtico anuncio del evangelio, que confunde a los que calumnian a los creyentes.

Leídas en la celebración de los santos, estas exhortaciones, aparte de recomendarnos

un comportamiento digno como cristianos, nos llevan a admirar y agradecer a Dios la obra

que su gracia ha realizado en esos santos y nos dan la esperanza de que también a

nosotros nos conducirá la gracia por el mismo camino.

(·CAMPS-G._BI-DIA-DIA.Pág. 875 s.)