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Problemáticas sociales,
fenómenos de exclusión social
y fragmentación urbana.
Causa-efecto de elementos delictivos
Alumno: Alfredo Llorente del Río
Docente: Dra. Molina Ibañez
Curso: Estrategias de desarrollo en la era de la globalización
Doctorado: Geografía y Desarrollo: territorio, sociedad y turismo
Universidad Complutense de Madrid
Problemáticas sociales, fenómenos de exclusión social y fragmentación urbana.
Causa-efecto de elementos delictivos
Las urbes españolas han sufrido numerosos cambios sociales, urbanos y económicos en
los últimos cuarenta años, coincidiendo con la migración masiva campo-ciudad que
tuvo lugar en España. Estas han vuelto a dar un vuelco a sus estructuras ya arraigadas
desde hace aproximadamente una década, cuando la irrupción de una migración
notablemente numerosa, en este caso migración no nacional, ha supuesto un reto a la
hora de abordar políticas de integración y convivencia.
Asistimos, no solo a dos formas de entender el concepto de vivencia entre el campo y la
ciudad como se ha producido hasta ahora, sino a una innumerable mezcla de valores
sociales y de procedencias culturales que hacen muy difícil conjugar la convivencia de
los valores autóctonos con aquellos procedentes de mundos culturales totalmente
antagónicos.
Dicha diferenciación cultural puede traer consigo determinados comportamientos de
exclusión social tanto por parte de la población autóctona, como mero rechazo ante lo
ajeno, como por parte de aquellas poblaciones migrantes, que se recluyen en torno a
gente con las mismas afinidades.
Es precisamente en dichas exclusiones sociales donde se pueden generar procesos que
lleven a dichas barriadas a condiciones económicas y sociales excluyentes, como la
aparición de “guettos”, y que pueden conllevar comportamientos incívicos, vandálicos e
incluso delictivos.
Las grandes áreas metropolitanas, en este caso la conurbación de Madrid, suelen generar
procesos de asentamientos migratorios por nacionalidades en las localizaciones de su
entorno urbano.
Los objetivos del siguiente trabajo consistirán en un primer lugar en la inmersión del
fenómeno urbano y las consiguientes deficiencias de este en cuanto a la exclusión social
y las dinámicas negativas que estos procesos conllevan.
Posteriormente se realizará una aproximación práctica, apoyado en el estudio de otros
espacios urbanos, de los diferentes elementos susceptibles de alterar el buen
funcionamiento social de un área, entre los que se incluyen los estudios urbanísticos del
área en cuestión (densidad de vivienda, carencia de equipamientos y servicios,
infraestructuras,...), estudios sociales (movimientos migratorios, cambios de usos del
suelo,...), y aquellos procesos de segregación socio-espacial que se pudiesen estar dando.
La metodología que se empleará para llevar a cabo dichos objetivos se sustentará
principalmente en tres campos interrelacionados:
-Fuentes bibliográficas: Se realizará una lectura de aquellos trabajos que pudiesen
aportar recursos teóricos para el análisis de la ciudad a estudio, atendiendo a trabajos de
entornos urbanos y sus problemáticas sociales como los abordados por Castells o
Estébanez.
-Análisis de otros espacios metropolitanos: Se analizarán los estudios realizados sobre
otros ámbitos metropolitanos que pudiesen tener similitudes o semejanzas con el
espacio a estudio.
-Material cartográfico, bibliográfico y estadístico del municipio de Alcalá de Henares:
Finalmente, se intentará realizar un análisis de las problemáticas que se observen en
Alcalá trabajando sobre diversas fuentes informativas de la realidad social del territorio
escogido.
Exclusión social. El reverso de la sociedad urbana
Cuando se intenta realizar una aproximación al mundo de la delincuencia, desde
numerosos ámbitos cívicos (culturales, medios de comunicación,…) se afirma que
aquellas personas que cometen actos delictivos, en su mayor parte, proceden de áreas
con graves dificultades económicas, educativas, sociales y urbanísticas (entendida esta
como la ausencia de infraestructuras básicas en un barrio o entorno urbano determinado).
Estas barriadas por lo general suelen llevar aparejados procesos de exclusión social, la
cual es el factor más importante para la no integración de determinados colectivos
urbanos en las dinámicas de la ciudad, y en consecuencia, alargan dicho proceso de
aislamiento generando dinámicas negativas no solo para su entorno (sin perspectivas de
mejora económica, ni de rehabilitación urbana en el ámbito donde habitan,…).
La exclusión social se encuentra detrás de la mayor parte de los problemas a los que se
enfrentan las áreas metropolitanas, ya que es en los límites de estas donde se concentran
las mayores bolsas de población en riesgo.
Cuando nos referimos a conceptos como pobreza, marginación, delincuencia
(dependiendo del grado de esta), precariedad, aculturación, minorías,…estamos
hablando de fenómenos que han tenido su raíz en un rechazo por parte de la mayoría de
una determinada población urbana sobre un colectivo en concreto, donde dicho
colectivo padece fenómenos excluyentes o bien directamente de rechazo.
Dicho concepto (exclusión social) se ha intentado analizar desde numerosas disciplinas,
así, dependiendo del ámbito de estudio al que nos refiramos estaremos presenciando
diferentes formas de exclusión social, aunque todas ellas tengan presente la no inclusión
de un determinado individuo a los circuitos económicos actuales así como a la ausencia
de servicios de protección social del ámbito al que esta circunscrito.
Hablar de exclusión social es “en que medida se tiene o no un lugar en la sociedad,
marcar la distancia entre los que participan de su dinámica y se benefician de ella, y los
que son excluidos e ignorados fruto de la misma dinámica social” (BEL; 2002).
Las definiciones son notables, aunque un gran número de ellas aboga por una relación
entre los aspectos económicos y sociales personales junto con los mismos del ámbito
donde habita dicho individuo, así “es (…) el carácter acumulativo de las situaciones de
desventaja relacionadas con la precariedad ocupacional y con otras dimensiones de la
vida económica y social (familia, ingresos, condiciones de vida, redes sociales,…) y su
concentración espacial lo que hace a ciertos grupos más vulnerables a experimentar
procesos de exclusión social” (BAYÓN; 2007)
Son precisamente dichos ciudadanos en riesgo los principales candidatos a engrosar
dichas dinámicas excluyentes, aunque actualmente no podemos hablar de un grupo
determinado y especifico de personas en riesgo ya que dicho riesgo es imperante en
todas las clasificaciones sociales. Como se ha visto, son las circunstancias tanto propias
como aquellas exteriores las que influyen en que un determinado individuo acabe
apartado del circuito de las dinámicas urbanas.
“El mundo de los excluidos (…) es de gran heterogeneidad (…); no es una clase social;
(…) solo tienen en común el haber quedado excluidos. Ocupan una misma geografía:
barrios, puerto, cárcel, calle; pero no hacen historia común, cada uno carga con su
historia personal (BELL; 2002).
En numerosos encuentros, escritos, investigaciones y demás foros de discusión se ha
intentado interpretar que papel ha jugado la globalización en el la ampliación o
reducción de los parámetros de la exclusión social en nuestros nuevos entornos urbanos
cada vez más globales e internacionales.
Es cierto que la irrupción del fenómeno de la globalización, principalmente en la última
década con la aparición principalmente de Internet y la llegada de las compañías low-
cost, ha desencadenado una competencia notable entre distintos sistemas urbanos
mundiales para la atracción de capitales extranjeros. La llegada de dichos esfuerzos
inversores pueden suponer para un determinado territorio el despegue/crecimiento
económico, o bien la ausencia de este, lo que provoca una desinversión económica y tal
vez una salida del circuito de ciudades globales, con lo que supone para la generación
de riqueza a dichos actores locales.
“En el escenario de la globalización, la conjunción de estos elementos (reestructuración
económica y la precarización del empleo, el impacto de las nuevas tecnologías, los
cambios culturales y las nuevas pautas de consumo, la movilidad de la población,…) y
los cambios en las pautas de localización y crecimiento en las ciudades, inducen una
profunda diferenciación y segregación socio-económica entre los residentes en distintas
áreas urbanas” (VEIGA; 2005).
La exclusión social es la consecuencia de la ausencia de políticas de protección social
de un estado, entendiendo por dichas políticas todo un espectro que abarca desde el
subsidio al desempleo, el derecho a una vivienda, educación, sanidad,…una tasa de paro
reducida con empleo cualificado,…
Por este motivo, habría que matizar que los efectos de la globalización en todos los
ámbitos estatales (sociales, económicos, culturales, urbanos,…) no ejercen ni la misma
influencia ni la misma presión sobre las regiones industrializadas (aquellas que ejercen
la mayor parte del liderazgo en el avance de la globalización) que sobre aquellas
regiones en vías de desarrollo (incluso dentro de este grupo, habría que realizar una
subdivisión, ya que el alcance de las políticas de internacionalización económica de los
distintos países no ha sido la misma, veanse los ejemplos de la región asiático-oriental o
en Iberoamérica).
No tienen la misma capacidad económica para llevar a cabo políticas de protección
social un país nórdico que una nación de Centroamérica, por lo que el posible impacto
de la globalización en las estructuras económico-sociales no tendrá la misma
repercusión en el primero, con mayor capacidad de reacción, que en el segundo, por lo
que los procesos de exclusión social no podrán ser equiparables.
Son muchos los autores que han tratado de dar respuesta a determinadas cuestiones
planteadas desde ámbitos sociales muy diversos aunque con un mismo fin: dar respuesta
a si la globalización es causa/efecto de determinados desequilibrios territoriales/sociales,
o si bien son las dinámicas locales las causantes de dichos desequilibrios y son esas
mismas comunidades locales las que no han sabido aprovechar las sinergias de la
globalización.
Autores como Myles o Berger apuntan en la dirección de las políticas nacionales como
las causantes de dichos desequilibrios estructurales ya que son dichas administraciones
las competentes en materia de protección social. Garret o Pierson se preguntan como
puede la globalización resultar contraproducente para el equilibrio social, y ponen como
ejemplo los casos de Holanda o Singapur, estados favorecidos por dicho proceso gracias
a las políticas llevadas a cabo dentro de sus gobiernos nacionales.
“La importancia de la globalización es mucho menor que la de políticas nacionales, (…),
la historia nacional, su cultura e instituciones continúan dominando las políticas de cada
país en términos de bienestar” (ALAMINOS; 2006).
En cambio, otros autores defienden la implicación de la globalización en numerosos
desequilibrios tanto territoriales como económicos así como sociales. Afirman que el
proceso globalizador solo toma en consideración aquellas áreas urbanas globales o bien
en ciudades donde la competencia entre ellas es radical para la atracción de las sinergias
que este proceso conlleva (inversiones de capitales, sedes corporativas,…), y todo ello
afecta a una reducción del estado del bienestar, entendido este desde una perspectiva
occidental.
“La era de la globalización necesita un declive del estado de bienestar, dado que el
estado pierde soberanía sobre las políticas de bienestar ante la preponderancia de la
economía globalizada” (ALAMINOS; 2006); “globalización y fragmentación son dos
procesos indisociables a los que no escapa ningún lugar del planeta” (BALLESTEROS;
1998); “el proceso de globalización, al menos con el actual modelo económico, va
acompañado de una creciente marginalización y exclusión que afecta a un numero de
lugares y personas cada vez mayor” (BALLESTEROS; 1998). Citas donde se aprecia
las matizaciones que hacen dichos autores sobre los beneficios de la globalización y l
internacionalización sobre determinados espacios.
“El discurso de la globalización con su carga ideológica, con su carácter de
representación interesada de la realidad, tiende a enmascarar las fuertes desigualdades
territoriales y sociales que constituyen una de las características esenciales del mundo
moderno” (BALLESTEROS; 1998).
Habría que matizar que los efectos de la globalización en todos los ámbitos estatales
(sociales, económicos, culturales, urbanos,…) no ejercen ni la misma influencia ni la
misma presión sobre las regiones industrializadas (aquellas que ejercen la mayor parte
del liderazgo en el avance de la globalización) que sobre aquellas regiones en vías de
desarrollo (incluso dentro de este grupo, habría que realizar una subdivisión, ya que el
alcance de las políticas de internacionalización económica de los distintos países no ha
sido la misma, veanse los ejemplos de la región asiático-oriental o en Iberoamérica).
Los procesos globalizadotes en América Latina han tenido distintas repercusiones
dependiendo del ámbito geográfico referido y de las políticas puestas en marcha por los
distintos estados. Se partía de una región donde las dinámicas políticas heredadas de las
ultimas décadas habían sido determinantes a la hora de excluir del circuito económico-
social a numerosas familias, principalmente en los ámbitos urbanos, empezando por las
clásicas desigualdades en las principales áreas metropolitanas, donde la sucesión de
barrios de clase alta pegados a espacios totalmente degradados de edificaciones
espontáneas debieran hacer reflexionar a la sociedad.
Entonces, ¿es la globalización la causante de esa impresionante fragmentación social o
de los desequilibrios territoriales que padecen numerosos países del subcontinente
americano? ¿O son las políticas y la estructuración tanto social como económica previas
las responsables? Como se ha dicho, existen ejemplos para cada una de estas preguntas.
Ya en la década de los setenta, intelectuales brasileños entendían que la exclusión social
constituía, en realidad, un gran ejercito de reserva funcional al proceso de acumulación
del capital mundial (GOMES).
En Uruguay, “las tendencias de largo plazo demuestran la incidencia de factores
estructurales de gran impacto en la sociedad urbana, tales como el estancamiento
productivo y/o bajo dinamismo, la baja absorción del empleo, la crisis fiscal del Estado
Benefactor, el envejecimiento poblacional” (VEIGA; 2005).
Otro ejemplo ha sido la crisis padecida en Venezuela a finales de los noventa, que
genero procesos de exclusión social principalmente en el área metropolitana de Caracas,
con esto “el avance de los procesos excluyentes aceleró la articulación a formas
económicas ilícitas y la emergencia de culturas de trasgresión, a la vez que se activaron
la desestructuración familiar y las experiencias de escape (…), dificultando a los
sectores populares mantener vínculos integradores a la sociedad” (CARIOLA y
LACABANA; 2004).
La generación ni-ni de jóvenes argentinos (población joven que ni trabaja ni estudia),
grupo en exclusión social que es desconocido sociológicamente, y que intenta sumarse
al proceso globalizador, “pero que fácilmente se asocia con diversos e incluso
contrastantes prejuicios sociales (…), hasta la estigmatización de este grupo con
actividades delictivas, consumo de drogas y otras practicas socialmente sancionadas”
(SARAVÍ; 2004).
Junto a las frecuentes formas de exclusión social (personas con ínfimos recursos
económicos, población sin acceso a educación o sanidad, viviendas en estado de
derribo,…) aparecen nuevos procesos de exclusión que vienen precisamente
acompañados de uno de los símbolos de la globalización económica, el consumo y los
centros comerciales, ya que se ha producido una construcción de innumerables
superficies de este tipo en los últimos quince años
Dicho modelo se ha asentado con gran fuerza principalmente en nuestro país,
importando el modelo de los malls norteamericanos, primando el vehículo privado,
como nuevos espacios de relación social, en las periferias urbanas, rodeados de
urbanizaciones unifamiliares, y con el consiguiente abandono del comercio del centro
urbano, por lo que, ante la ausencia de capacidad económica o bien de vehículo privado
(ligado al punto anterior) es imposible el acceso a estas nuevas plazas privadas, por lo
que el proceso de exclusión social sigue vigente.
“(…) siempre se ha observado la desigualdad social en las diferentes practicas y
capacidades de consumo, pero, en los últimos años se ha consolidado y acrecentado con
la aparición de nuevas formas y espacios de consumo que son accesibles a una parte de
la población segmentada social y culturalmente. Quedan así excluidos grandes grupos
de población. La función de espacio social que se produce en el interior de los centros
comerciales, en el que el espacio privado parece convertirse en publico (…), lleva a las
personas a sentirse en su interior más seguros” (MIGUEL, ALCARRAZ, MERINO,
SARAVIA, JONES, GONZALEZ, MARTINEZ, PAULI, VARELA; 2002).
En la misma línea se argumenta la apropiación de dichos espacios comerciales de la
nueva función de relaciones sociales. “Esta pretendida función de espacio social del
interior de los centros comerciales, en la que el espacio privado parece convertirse en
publico y alternativo a los problemas de inseguridad, contaminación, etc. de las calles
comerciales tradicionales, encubre toda una serie de formas de exclusión que
continuamente recuerdan a su carácter privado” (BALLESTEROS; 1998).
Por último, se afirmaba la incapacidad de dichos grupos excluidos en acceder a las
nuevas áreas comerciales, es por esto que “estos grupos (de exclusión consumista) viven
fundamentalmente en los barrios centrales en proceso de degradación, o en barrios
periféricos alejados de los grandes centros comerciales, o en núcleos de infravivienda”
(BALLESTEROS; 1998).
Uno de los principales problemas generados por la exclusión social y la salida de un
individuo del circuito de la sociedad y de sus mecanismos de protección es la pobreza,
donde no solo radica una carencia monetaria, sino una ausencia total de ingresos que
dificultan notablemente el acceso a una vivienda digna, a una alimentación asegurada y
continua así como, y dependiendo de los casos, a una educación mínima, aspecto
fundamental para un progreso sostenido en la calidad de vida social.
“(La pobreza) se transforma (actualmente) en un problema persistente y de largo plazo
desconectado de las tendencias macroeconómicas y concentrado en ciertas áreas
relegadas donde el aislamiento social y la alineación se retroalimentan mutuamente”
(BAYÓN; 2007).
“La pobreza deja de constituir un problema residual o cíclico, remediable mediante la
expansión del mercado” (Wacquant; 1999).
Hay que tener presente que es la pobreza, si no la única sí con una marcada importancia,
la causante de determinados comportamientos que pueden derivar en actitudes delictivas
ante la perspectiva de una ausencia continuada de ingresos económicos. La única salida
observada por determinados colectivos incluidos en dichas situaciones de vida extremas
son los actos criminales ante una falta de perspectiva de integración en el circuito
social-capital.
“También supone alertar sobre los efectos en la evolución de la sociedad y los riesgos
de ruptura de la cohesión social que conlleva, así como todo un proceso de agresividad
y violencia personal y social que desencadena. Es un germen de violencia en su triple
componente: institucional, personal, represivo” (BEL; 2002).
El fenómeno de la exclusión social en España
Los riesgos que pueden suponer para un determinado colectivo las implicaciones
causantes de la exclusión social son a su vez comunes y heterogéneas dependiendo del
caso de estudio.
Se ha comprobado que son múltiples los colectivos expuestos a riesgo, y como
consecuencia de un notable numero de condicionantes socio-económico-culturales que
pueden acarrear una fragmentación entre dicho grupo y el resto de la ciudadanía.
Los resultados que esto conlleva permiten generar redes colectivas de asociacionismo
para la integración de dichos grupos, donde en ocasiones (no muy extendidas en España
en comparación con otros países más avanzados de nuestro entorno) se integran
entidades con representación de toda la sociedad (centros sociales autogestionados,
asociaciones vecinales, ayuntamiento,…), con todas las implicaciones sociales y
territoriales que ello conlleva.
Para entender la lógica de la exclusión social se analizan diferentes variables del
Informe FOESSA, donde se desagregan numerosos puntos donde existen una serie de
variables con el colectivo afectado y otras con los contenidos de la exclusión.
En un primer escalón se analizan las condiciones generales de los hogares españoles, y
se observa como en un cuarenta por ciento de los mismos padece una exclusión de la
ciudadanía, los siguientes casos que se presentan en los hogares españoles son la
vivienda (un veinte por ciento), del mercado (20 %) y de las relaciones sociales (18 %).
Entre un diez y un quince por ciento de los hogares sufren riesgos de exclusión en el
empleo, en la salud, en la política y en la conflictividad social.
Elaboración propia. Fuente: Informe FOESSA 2008
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Exc. Del
empleo
exc. Del
consumo
exc. Polit ica exc. De la
educacion
exc. De la
vivienda
exc. De la
salud
conf lict o
social
aislamient o
social
exc. Del
mercado
exc. De la
ciudadania
exc. De las
relaciones
sociales
Como se aprecia, son muy diversos los índices en cuanto al riesgo de sufrir un
determinado tipo de exclusión se refiere. Un análisis más detallado de los mismos
demuestra que en numerosas situaciones familiares la exclusión con respecto a la
ciudadanía es notablemente elevada (mayor del noventa por ciento en hogares
polinucleares y con presencia de menores).
Elaboración propia. Fuente: Informe FOESSA 2008
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Per sona sol a 2-4 mi embr os 5 o + mi embr os si n nucl eo mono nucl ear pol i nucl ear hay anci anos hay menor es hay
mi nusval i dos
c o n f l i c t o s o c i a l
a i s l a mi e n t o s o c i a l
e x c . D e l a c i u d a d a n i a
e x c . D e l a s r e l a c i o n e s s o c i a l e s
Se observa como en hogares con solo una persona el riesgo de aislamiento social es
elevada (casi un treinta por ciento), mientras que el peligro de conflicto social así como
permanecer excluido de las relaciones sociales es mayor en hogares de más de dos
miembros. Los problemas más graves en hogares sin núcleo provienen del aislamiento
social, mientras que en aquellos mononucleares o polinucleares se agravan situaciones
de conflicto social.
En familias con presencia de ancianos, menores o minusválidos, los riesgos de conflicto
social (todos mayores del treinta por ciento) y de exclusión de las relaciones sociales
(mayores del 40 %) son homogéneas en las tres categorías, a excepción del aislamiento
social, donde aquellas familias con menores duplican los casos en comparación con los
otros dos campos de investigación.
Desagregado dicho estudio por intervalos de población en entornos urbanos, se observa
como dependiendo del riesgo de exclusión referido es mayor en unas ciudades que en
otras (probablemente relacionado con el volumen de capital monetario que contenga
cada municipio). En un primer análisis se podría afirmar que son los núcleos de l
intervalo 20.000-50.000 habitantes y los núcleos mayores de cien mil habitantes los
principales receptores de familias en riesgo, en cuanto a exclusión del consumo, de la
educación y de la vivienda en el primer grupo, mientras que los núcleos mayores de
100.000 habitantes concentran los mayores porcentajes de exclusión en la salud y en el
empleo.
Elaboración propia. Fuente: Informe FOESSA 2008
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exc. Del empleo
exc. Del consumo
exc. De la educacionexc. De la vivienda
exc. De la salud> 100000 hab
50-100000
20-50000
5-20000
< 5000
Mientras que en el grupo de población entre los cincuenta mil y los cien mil habitantes
presentan las menores tasas de exclusión de las cinco variables (a excepción de grupos
en riesgo de exclusión educativa).
En cuanto a las disparidades regionales que se observan en relación a la exclusión social
varían notablemente ya que los procesos territoriales, económicos, sociales y urbanos de
una región varían con respecto a la comunidad limítrofe.
Elaboración propia. Fuente: Informe FOESSA 2008
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noroeste noreste madrid centro este sur canarias
Exc. Del empleo
Exc. Del consumo
Exc. De la educacion
Exc. De la vivienda
Exc. De la salud
Madrid presenta los dos peores porcentajes respecto a exclusión en el empleo (un 60 %)
y grupos excluidos del sistema sanitario (casi un cincuenta por ciento), mientras que
después de Canarias (90 %), es la peor región en porcentaje de hogares totales excluidos
de una vivienda; también presenta un elevado numero de familias (cuarenta por ciento)
con riesgo de exclusión en el consumo; por el contrario, la exclusión en la educación es
inferior al diez por ciento.
Los porcentajes relativos a las variables temáticas de relaciones sociales vuelven a
mostrar a Madrid como la segunda región donde se presentan más casos de exclusión de
la ciudadanía mientras que en los tres indicadores restantes se mantiene por debajo de la
media estatal (35 % de hogares sometidos a conflicto social; 35 % de hogares excluidos
de las relaciones sociales; y un exiguo cinco por ciento de aislamiento social).
Elaboración propia. Fuente: Informe FOESSA 2008
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noroeste noreste madrid centro este sur canarias
conflicto social
aislamiento social
Exc. De la ciudadania
Exc. De las relaciones sociales
Urbanismo, exclusión social y delincuencia
“En las últimas décadas, el territorio de las áreas metropolitanas manifiesta, en mayor o
menor medida, la transformación del soporte físico espacial producto de los cambios
socioeconómicos y las nuevas pautas de la globalización que se sustentan en las nuevas
Tecnologías y los nuevos canales de comunicación y transporte.
La ciudad se extiende por la acción de los agentes inmobiliarios en un acelerado proceso
de transformación de los usos dominantes. Especialmente amplios sectores de la franja
periurbana y los espacios intersticiales pasan de un uso rural y/o libre a otro urbano.
Paralelamente ese nuevo modelo de desarrollo incrementa la desocupación, la
informalidad, la pobreza urbana, la pérdida de la movilidad social que nos caracterizaba.
La creciente marginalidad que genera y la estratificación social se reflejan en la
fragmentación espacial y ambiental del territorio.” (PERAHÍA).
Con esta cita se podría resumir la constante evolución que sufren las principales áreas
metropolitanas de los últimos años, principalmente desde la irrupción del proceso de la
globalización, aunque no todo, que continua con un proceso de concentración de
capitales en las grandes áreas urbanas, creando espacios de oportunidades y espacios de
marginación y exclusión social debido a la incapacidad de dicha población para acceder
al circuito metropolitano global.
No nos debería asombrar que es precisamente el fenómeno globalizador un catalizador
de nuevas formas de organización urbana así como de promoción de determinados
espacios para una repercusión internacional. La apertura a nivel global de los
intercambios económicos hace hoy más que nunca necesario la mejora del entorno
metropolitano para la atracción de financiación foránea, y uno de los principales
elementos de los que disponen las ciudades son sus entornos urbanos y lo que pueden
ofrecer espacialmente dentro de sus metrópolis.
“La globalización e informacionalización de los procesos de producción, distribución y
gestión han transformado las ciudades contemporáneas, creando nuevos procesos y
reestructurando las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales, y generando
cambios en la organización espacial urbana” (MIGUEL, ALCARRAZ, MERINO,
SARAVIA, JONES, GONZALEZ, MARTINEZ, PAULI, VARELA; 2002).
La apertura de mercados y capitales, o la llegada masiva de población extranjera, ha
cambiado las dinámicas existentes hasta entonces en cuanto a relaciones culturales así
como en las convivencias vecinales, ya que el origen cultural de las nuevas relaciones
sociales es amplísimo, así “las nuevas dinámicas metropolitanas llevan aparejados
procesos emergentes de naturaleza demográfica, pero también otros de carácter social,
como el incremento de la exclusión dentro de los sistemas metropolitanos, los cambios
en el modelos de convivencia y la mutación de los esquemas de pertenencia a una
comunidad” (ALMOGUERA, 2008).
Habría que matizar estos cambios ya que, si bien es cierto que se están reestructurando
los viejos patrones de relaciones sociales dentro de una barriada, no es menos cierto que
dichos procesos ya se vivieron con la llegada masiva de población rural en las
migraciones masivas ocurridas en las ciudades occidentales el pasado siglo.
Ahora bien, ¿pueden influir estos cambios culturales y económicos en las
transformaciones urbanas y, por consiguiente, en las estructuras urbano-sociales de
nuestras ciudades?, ¿son estas dinámicas consecuencia parcial del aumento constante de
las desigualdades sociales así como de la exclusión social que sufren grandes colectivos
urbanos?
“Durante las dos ultimas décadas, surgen transformaciones estructurales en las
relaciones de producción, cuyas manifestaciones más claras son el aumento de la
desigualdad y la exclusión social, y la fragmentación del empleo” (CASTELLS, 1998).
A la vez que estos grandes espacios urbanos se consolidan como los principales destinos
de las inversiones económicas extranjeras en detrimento de otros espacios intermedios,
también se posicionan como los principales generadores de unos procesos de exclusión
que no atañen a otros sistemas urbanos. Los continuos cambios culturales, sociales y
urbanísticos a los que están expuestas las grandes áreas, sometidas a lo inmediato en
esta etapa de globalización, hacen que “estas fuertes tensiones temporales (entre los
ritmos rápidos de las grandes ciudades y los ritmos lentos de las comunidades locales)
están también en el origen de las desigualdades más radicales que se concentran en las
megaciudades, y que reflejan el choque frontal entre esta precipitación y la ausencia de
perspectivas de una gran parte de la población” (VELTZ, 1996).
Es a través de la zonificación espacial de los distintos sistemas productivos así como del
aislamiento poblacional por clases sociales uno de los principales factores a la hora de
analizar el problema de la exclusión social y de su marginación con respecto al resto del
entramado urbano.
La zonificación de un espacio urbano promueve la unión en un mismo espacio de
determinadas actividades económicas o habitacionales, por lo que se crean espacios
aislados, donde cada uno tiene su propia organización pero sin ningún tipo de relación
con el espacio que le rodea, imposibilitando una integración funcional de los distintos
componentes del entramado urbano, por lo que estos espacios de oportunidad estarán
destinados a poblaciones con capacidad de acceso.
Ya se viene vislumbrando que las nueva organización funcional del espacio
metropolitano provoca nuevas formas de marginación y desigualdad en el territorio; y lo
que tenemos es un territorio en el que el nivel de desarrollo está condicionado por el
acceso y la proximidad a zonas de oportunidad, el territorio queda privilegiado o
marginado por la construcción de infraestructuras.
Y si bien el concepto de zonificación funcional del espacio urbano podría legitimarse en
cuanto a la instalación de actividades económicas (por sinergias producidas en un
cluster, por ejemplo), el efecto es totalmente negativo en cuanto a los usos de vivienda,
ya que la zonificación además de separar funciones en el espacio, segrega socialmente a
la población en el territorio; esta accede a una residencia, y por tanto a un determinado
territorio, en base a su capacidad económica.
Aunque como ya se ha comentado hemos de ser muy cautos a la hora de achacar a los
procesos de la globalización de todos los males de las grandes ciudades y, como
siempre, habría que echar una mirada al pasado para comprender que la historia se
repite, aunque no aprendamos de nuestros propios errores, como es el caso de la
zonificación con perfil segregador.
“En el Primer Congreso Nacional de Arquitectura celebrado en Madrid en 1883 se
planteó abiertamente el tema de la vivienda popular, mostrándose algunos partidarios de
la construcción de viviendas unifamiliares para obreros en la periferia de las ciudades;
propuesta a la que se opusieron otros argumentando que favorecería la segregación y el
antagonismo social” ( CAPEL).
El problema radica en que fuerzas o en que intereses se promueve un espacio urbano o
se acoge a un determinado tipo de planificación urbana. En España, hemos podido
comprobar en los últimos quince años como gestores municipales o autonómicos don
competencias urbanísticas han promovido, en colaboración con promotores
inmobiliarios y demás grupos económicos, una gestión urbana con fines meramente
especulativos.
El problema de nuestra gobernanza actual es dejar en manos de “lideres” políticos o
agentes económicos sin preparación ni formación adecuada una ordenación de nuestras
ciudades que es la base misma de nuestra vivencia diaria, y que con sus decisiones se
crea un tipo de ciudad poco habitables y segregada tanto poblacional como
funcionalmente.
“Aumentan los espacios periféricos, los barrios con dificultades, las bolsas de
desempleo en un proceso que abarca a nuevos grupos sociales y a nuevos territorios
(…), el poder se expresa mediante el control del espacio, relegando a los grupos más
débiles (…) a los lugares menos deseables y excluyéndoles, mediante múltiples formas
de diseño del espacio o (…) de estereotipos de los lugares que se quieren privatizar”
(BALLESTEROS; 1998).
No son procesos que se encuentren fuera de nuestro alcance o de nuestras decisiones, o
tal vez son agentes extraterritoriales los que nos imponen unas formas de vida, “las
pautas del desarrollo urbano son sujeto de control y gestión, lo que significa que no son
resultado de fuerzas inmanejables o leyes económicas no controlables” (MARCASE y
VAN KEMPEN, 2000).
No interesa lo que opine la población que elige democráticamente a sus responsables y
con ello, a los que deben rendir cuentas, no interesa una democracia participativa, una
gestión común con los habitantes de dicho espacio. “La integración de la ciudadanía, la
existencia de espacios públicos de intercambio y la participación efectiva en los mismos,
son elementos centrales (para una buena gestión urbana)” (DAMMERT; 2004).
Y es precisamente la incapacidad de los gestores urbanos y económicos (sean políticos,
agentes económicos o cualquier otro con capacidad de influir en la transformación
urbana y social de un espacio metropolitano) la que les lleva a crear otros miedos a la
ciudadanía para mantenerles “ocupados” ante los problemas que realmente deberían ser
fuente de su preocupación.
“La figura del delincuente se convierte en un chivo expiatorio que concentra otros
temores relacionados con la precarización de la vida cotidiana” (PNUD; 1998).
Esto se observa con bastante claridad en el Área Metropolitana de Caracas, donde “el
miedo al otro se corresponde con una realidad objetiva expresada en el constante
incremento de la seguridad ciudadana, transformando en un problema de la ciudad que
ha condicionado modos de vida urbanos basados en el aislamiento y el encierro. Este
temor se proyectó socialmente estigmatizando a los sectores populares y a sus habitats,
que han sido percibidos por el resto de la sociedad metropolitana como focos de
trasgresión y violencia” (CARIOLA Y LACABANA; 2004).
Son esos sectores urbanos con capacidad para hacerse escuchar entre miles de
conciudadanos los que crean una imagen distorsionada y simplista de un espacio y/o
colectivo, y estas ideas tienen la capacidad de transformar espacios urbanos o calificar a
un barrio como atractivo o no, con las consecuencias que ello tiene para ese
determinado territorio. “Los medios de comunicación alteran la percepción ciudadana
de un barrio y, por ende, la forma de hacer ciudad” (DAMMERT; 2004).
Dicha estigmatización de un determinado sector poblacional o de un determinado
colectivo social nos lleva a criminalizar a un colectivo en cuestión, simplemente para
crear un miedo que no nos permita discernir sobre el porque de esa situación o el
causante primero de una exclusión o una desigualdad. Habría que recordar que un
setenta por ciento de las personas reclusas en España (el país con mayor número de
presos totales en Europa, 65.066) están encarceladas por delitos contra la salud pública
y robo con/sin lesiones.
Este estigma provocado intencionadamente por determinados sectores nos lleva a
criminalizar a determinados colectivos por intereses particulares. Así, se tiende a
relacionar okupación violenta de un edificio con la instalación de centros sociales en
espacios inmuebles abandonados para realizar actividades culturales para los vecinos (el
ejemplo más claro corresponde al centro social Patio Maravillas en Madrid, desalojado
hace unas semanas, donde se ofrecía desde talleres de reparación de bicicletas, tan
escasos en Madrid, hasta clases gratuitas de castellano para inmigrantes), servicios que
deberían ofrecer las administraciones publicas.
Otro ejemplo es el consumo de drogas blandas por parte de determinados colectivos
sociales, como la reciente manifestación por la legalización del cannabis, donde cerca
de diez mil personas marcharon por el centro de Madrid y donde ningún medio de
comunicación nacional ni regional se hizo eco de la noticia y donde desde diversos
estudios se apunta hacia una posible solución. Pero como siempre es más fácil
silenciarlo que plantear un debate abierto. “Muchas personas que consumen drogas,
legales e ilegales, no viven en la exclusión social en ningún momento de su vida”
(Informe FOESSA, 2009).
Estas maneras de hacer ciudad y de “hacer ciudadanos”, de no actuar ante problemas
como la segregación espacial o la exclusión social, nos lleva a crear espacios urbanos
donde la delincuencia es el recurso último de amplios sectores poblacionales sin
recursos y recluidos a espacios de exclusión y marginalidad.
La ciudad siempre se ha caracterizado, y principalmente las grandes capitales, como
lugares de encuentro de numerosas formas de entender la vida y la convivencia, eran
espacios de relación social donde lo diferente era un factor positivo para la ciudad.
Actualmente lo diverso se considera extraño y lo extraño resulta peligroso. Aquellos
espacios no homogeneizados se convierten en espacios no atractivos.
“La imagen clásica de la ciudad como espacio de interacción y celebración de las
diferencias esta siendo amenazada. Visiones alternativas la muestran como espacio de
conflicto, desorden e inseguridad; donde la diferencia se convierte en un elemento
peligroso que requiere ser excluido o segregado” (DAMMERT; 2004).
Estas formas de planificación urbana crean espacios con graves problemas
infraestructurales, con ausencia de equipamientos esenciales para la reducción de la
exclusión social y con el fin ultimo de la prevención delictiva. Se ha demostrado que un
aumento de las mejoras educativas, sanitarias y urbanísticas de un determinado entorno
son las mejores armas para la reducción de la segregación y la exclusión social así como
para la creación de unas bases para la prevención de patrones delictivos entre sus
habitantes.
El problema radica en la falta de financiación de las entidades locales, o más bien, en el
reparto presupuestario de las partidas económicas; “así, a la despoblación de los
espacios rurales se suma, por lo general, el desbordamiento de la capacidad de acogida
de la ciudad receptora, con el colapso de servicios (salud, educación, transporte,
población,…) o el incremento de la pobreza urbana y la agudización de problemas como
asentamientos ilegales o chabolismo” (DAVIS Y MICHELINI; 2009).
Esta continua fragmentación urbana crea espacios de consumo solo aptos para rentas
altas, acceso a espacios culturales solo con unos ingresos elevados, proliferación de
entornos urbanos cerrados, vigilados y separados del entorno territorial que le rodea,
áreas de concentración de un determinado colectivo sin mezcla social. Todo ello
provoca un rechazo por parte de un determinado segmento poblacional que ve que su
único y último recurso son las actividades delictivas, por lo que se entra en un círculo
vicioso que solo a través de políticas urbanas y económicas fuertes puede paliarse.
“Esta fragmentación de la ciudad conlleva (…) un complejo sentimiento de temor frente
a los espacios no conocidos o no utilizados, (…). De esta forma, el temor al delito y la
fragmentación urbana son dos fenómenos que se refuerzan mutuamente y van
consolidando un modelo de no-ciudad donde los espacios de anonimato y temor son
mayores que aquellos de intercambio” (DAMMERT; 2004).
Temor, inseguridad, estigmatización, son términos que se van adueñando poco a poco
de determinados espacios de nuestras ciudades, y donde determinados espacios,
históricamente usados para el esparcimiento colectivo, son abandonados y obviados pro
estos términos que muchas de las veces son irreales.
“El temor impacta sobre la utilización de la ciudad, lo que aumenta los abismos
socioterritoriales, la segregación y la fragmentación de la ciudad” (dec. 28, pp. 6); “el
temor tiende a aumentar la vulnerabilidad personal, y actúa como un elemento que
segmenta a la población, reduciendo aun más su interés por participar en comunidad”
(Crawford, 1997); “el aumento de la criminalidad y el temor o sensación de inseguridad
frente a la posibilidad de ser victima de un delito son elementos que ocupan la vida
urbana, atacando sus pilares económicos, sociales y políticos” (BANNISTER y FYFE,
2000).
Como se puede observar es a través de determinadas decisiones políticas en términos de
ordenación urbanística y territorial, así como unas políticas poco homogéneas en cuanto
a la distribución de determinados equipamientos o recursos por todo el territorio
metropolitano, más que los procesos globalizadotes, los principales responsables de
cómo hacer ciudad, de fragmentar social y urbanísticamente un territorio, con el
consiguiente hartazgo por parte de esa población y, en consecuencia, del miedo del resto
de la población hacia esos sectores marginados y excluidos, donde una de sus formas de
subsistencia será el delito.
“Estos procesos (de fragmentación urbana y exclusión social) están redefiniendo la
configuración de las ciudades (…), y consiguientemente las desigualdades sociales en el
territorio, en la medida en que en el contexto de la globalización los conceptos de
ciudad y región adquieren un nuevo significado. Así por ejemplo, como consecuencia
de la creciente privatización de infraestructuras y servicios públicos, emergen territorios
privatizados y usados” (VEIGA).
Estos conceptos se completan con el estudio realizado a España relacionando colectivos
excluidos con las condiciones de habitabilidad que les rodea. A grandes rasgos se
observa como dependiendo del riesgo de exclusión a estudio, el porcentaje de personas
afectadas por dicho proceso aumentará en función de las características urbanas del
barrio, entre barrios degradados y de carácter marginal o bien aquellos en buenas
condiciones, diferenciándolos.
En cuanto a grupos totales, en dos de los nueve grupos apenas existen diferencias, en
otros dos subgrupos es mayor el porcentaje de personas en riesgo de exclusión
habitando en barrios en buenas condiciones, mientras que en cinco de estos la población
residente en barrios degradados sufre más los riesgos de exclusión
Así, si en los grupos de exclusión de las relaciones sociales o excluidos de la educación
en porcentaje de diferencia es nulo, en otros campos de exclusión este se amplia
ligeramente, o la diferencia es notable.
Las condiciones urbanísticas (viales, de equipamientos,…) de aquellos barrios en
buenas condiciones son proclives a aumentar el porcentaje de habitantes en riesgo de
exclusión en los campos de aislamiento social y de exclusión al consumo
(principalmente motivados por la nueva filosofía individualista de las viviendas
unifamiliares dependientes en todo momento del vehículo privado).
Por el contrario, los cinco campos donde vivir en barrios degradados supone un agravio
comparativo con respecto a los anteriores se materializa en aquellos de exclusión de la
ciudadanía, conflicto social, excluidos de la salud (casi dobla el porcentaje de personas
en riesgo, probablemente debido a la ausencia de infraestructuras sanitarias publicas en
dichos entornos), excluidos de la vivienda y excluidos del empleo.
Elaboración propia. Fuente: Informe FOESSA 2008
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
exc. Del empleo
exc. Del consumo
exc. De la educacion
exc. De la vivienda
exc. De la salud
conflicto social
aislamiento social
exc. De la ciudadania
exc. De las relaciones sociales
barrio degradado, marginal
barrio en buenas condiciones
Estos procesos de exclusión social a través del entorno socio-económico y urbanístico
son totalmente exportables a nuestro caso de estudio, Alcalá de Henares, donde a
continuación se hace un breve análisis de diferentes elementos estadísticos donde nos
vuelven a mostrar las relaciones urbano-espaciales con el entorno en el que se
desarrollan.
Así, el primer aspecto a tener en cuenta es la base económica de las familias. La
ocupación laboral de la población de un municipio o área determinada es uno de los
principales componentes de la evolución de la integración social de sus ciudadanos y,
por ende, la capacidad que tiene una sociedad determinada de crear espacios
económicos que permitan el acceso a un puesto laboral y, por consiguiente, la
probabilidad de exclusión social de sus habitantes y que ello conlleve a la búsqueda por
parte de dicha población a actividades ilícitas que pueden provocar un aumento de la
inseguridad.
Así, según la población ocupada laboral por sectores, un veintinueve por ciento de los
empleados ocuparía posiciones de alta cualificación, con un alto poder adquisitivo
(puestos directivos, así como técnicos y profesionales de alta formación, junto a un uno
por ciento de trabajadores de las fuerzas armadas).
En cuanto al resto de categorías, un once por ciento corresponde a categorías
administrativas, un catorce por ciento están ocupados en el sector de la restauración, un
veinte por ciento corresponde a profesiones cualificadas de la industria y del primer
sector económico (agricultura y pesca) un doce por ciento a operadores industriales
mientras que un doce por ciento corresponde a trabajadores no cualificados.
El esquema laboral de Alcalá de Henares nos presenta un mercado de trabajo donde los
puestos de cualificación en todos sus ámbitos (industriales, agrícolas o de servicios)
representan más de un cincuenta por ciento del total laboral, con lo que estarían menos
expuestos a riesgos de exclusión (aunque solo corresponda por su nivel adquisitivo),
cerca de un treinta y seis por ciento lo ocuparían profesiones menos tecnificadas, y solo
un doce por ciento a puestos de trabajo no cualificados, porcentaje reducido y que nos
da una idea del bajo impacto del mercado laboral en el fenómeno de la exclusión en el
municipio, aunque estas cifras han de ser matizadas por aquellos vecinos que residen en
Alcalá de Henares pero trabajan en otro municipio.
Elaboración propia. Fuente: Informe FOESSA 2008
Como se ha comprobado, las relaciones entre exclusión social y el entorno urbano se
encuentran intrínsicamente asociadas, ya que es precisamente el urbanismo el encargado
de plantear soluciones ante la falta de equipamientos públicos tales como centros
educativos (exclusión educativa), centros sanitarios, entornos comerciales barriales
(exclusión del consumo),…
Junto a la capacidad del urbanismo (si existe voluntad política, referente ultimo de las
tomas de decisiones en las sociedades capitalistas) para resolver dichas carencias
infraestructurales básicas, la planificación urbanística también tiene el objetivo de crear
espacios de habitabilidad social y arquitectónicamente tanto sostenibles y seguros como
agradable para sus residentes.
Es por esto que las condiciones del barrio así como las características de los edificios
que lo componen son aspectos fundamentales a la hora de evaluar las potencialidades de
un sector para integrarse en las relaciones de todo su territorio, y con ello producir una
percepción positiva o negativa en la vida diaria de las poblaciones que habitan dichos
entornos.
Se sabe que el parque de la vivienda en nuestro país ha aumentado de forma alarmante
en los últimos años, introduciendo una numerosa población nueva nuestras ciudades.
Este salto en el ritmo constructor lo podemos observar en el parqué de viviendas
construidas en Alcalá de Henares en el último siglo, comprobando que se han
construido tantos edificios en los últimos veinte años que en el sumatorio de las
edificaciones construidas en todas las series anteriores.
Elaboración propia. Fuente: Informe FOESSA 2008
Número total de edificios construidos
0
1000
2000
3000
4000
5000
Antes de
1900
1900-
1920
1921-
1940
1941-
1950
1951-
1960
1961-
1970
1971-
1980
1981-
1990
1991-
2001
Pero como se ha comentado anteriormente, es igualmente cierto que, aunque un
aumento considerable de la construcción de las viviendas es altamente insostenible
(principalmente en aquellos espacios de baja densidad y con gran uso del vehículo
privado así como de consumo energético total), no quiere decir que estas deban ser
construcciones de baja calidad y en entornos pobres, lo que provocaría un aumento de
las tensiones sociales entre dichos ciudadanos con respecto a vecinos que vivan en
mejores espacios del municipio, lo que conllevaría una fragmentación urbana y un
aumento de la segregación social y un posible aumento de las personas potenciales de
cometer un delito.
En el caso de Alcalá de Henares, la principal forma edificatoria se corresponde edificios
solos con una vivienda familiar, lo que reproduce un modelo insostenible de urbanismo
de baja densidad; un cuarto de los edificios construidos se corresponde con edificios que
albergan varias viviendas familiares mientras que el otros veinticinco por ciento del
total edificado lo componen edificios donde la vivienda familiar es la mayoritaria
aunque comparte espacio con locales.
Elaboración propia. Fuente: Informe FOESSA 2008
Tipología edificatoria
Edificio sólo con una vivienda
familiar
Edif icio sólo con varias viviendas
familiares
Edif icios principalmente con
viviendas familiares compartido
con localesOtros
Pero como se ha analizado, no un determinado perfil edificatorio u ordenación urbana
conlleva un determinado nivel de su edificaron o de su entorno barrial. Por eso se ha
querido hacer una breve referencia al estado de la edificación en los municipios de
Alcalá de Henares, comprobando que un noventa y cinco por ciento de los edificios
presentan un estado de la edificación bueno, lo que representa un porcentaje
notablemente elevado.
Este alto índice puede deberse a dos causas que se unen un numerosos puntos del
sistema: bien el ayuntamiento cuenta con unas políticas de acceso a una vivienda digna
y dichas construcciones son de un alto grado de calidad (que por desgracia no suele
ocurrir), o bien la mayor parte de la población de Alcalá de Henares (95 %) cuenta con
un nivel de ingresos medio-alto, suficiente para acceder a viviendas de buena calidad
(que tampoco son casos generalizados). En ambos casos se podría afirmar que la mayor
parte de los habitantes del municipio cuenta con un respaldo que le permite unas
condiciones de vida digna.
Elaboración propia. Fuente: Informe FOESSA 2008
Estado de la edificación
Ruinoso
Malo
Deficiente
Bueno
Casos de Estudio
Como ya se ha comprobado, la motivación de una persona a la hora de cometer un
delito está influenciada en buena manera por su integración en la sociedad, esto es, no
pertenecer a un grupo en exclusión social, y por otra parte la capacidad de los distintos
actores municipales (privados, públicos, vecinales,…) para crear redes de apoyo para
fomentar la integración de dichas personas en riesgo.
A continuación se harán referencia en primera instancia al programa de reinserción
social que se lleva a cabo en la cárcel de Navalcarnero como ejemplo de actuaciones
relacionando personas en exclusión social (colectivo de presos) con programas de
reinserción; en el segundo ejemplo nos centraremos en las redes desarrolladas en el
municipio de Getafe, como buenas practicas de desarrollo de redes territoriales donde
diferentes actores (publico y privado) crean asociaciones por el beneficio de la sociedad,
en este caso, con programas de reinsercion social y urbana.
1. Centro Penitenciario Madrid IV (Navalcarnero)
Aquellas prácticas de intervención para la erradicación de la exclusión social se
empiezan a implantar por todo el territorio, y principalmente en aquellos espacios más
proclives a aumentar dicha condición de segregación. Tendemos cotidianamente a una
“criminalización de la conducta socialmente desviada”, (Mariano Hernández; 2009)
En este campo se enmarcan los trabajos realizados en el “Programa de Intervención
Psicosocial con personas reclusas que padecen una enfermedad mental grave y crónica”
del Centro Penitenciario Madrid IV (Navalcarnero).
En Noviembre del 2007 se realizó un estudio sobre una población reclusa de
novecientas setenta personas, constatando que uno de cada cuatro reclusos tiene
diagnosticado un trastorno psiquiátrico, un 17.6 % cuenta con antecedentes previos a su
reclusión, un 3.2 por ciento fue internado por trastorno mental previo a su encarcelación
y que un doce por ciento de los reclusos fue derivado a consulta psiquiatrita durante su
estancia en prisión.
No solo lo demuestran datos estadísticos, numerosos países europeos han puesto en
marcha programas similares en sus entornos penitenciarios, sino que los propios
organismos internacionales llevan a cabo programas de sensibilización social, como la
Declaración de consenso sobre la promoción de la salud mental en las prisiones,
promovido por la Oficina Regional Europea de la Organización Mundial de la Salud, en
marzo de 1999.
Así se comprende la importancia de programas como el desarrollado en el centro
penitenciario de Navalcarnero, gestionado por un equipo conjunto de actores externos y
los propios servicios de la cárcel, y entre cuyos objetivos se encuentran la
resocialización, la habilitación de soportes socio-ambientales o el entrenamiento de
capacidades instrumentales especificas.
Todas estas actividades van encaminadas a un único objetivo, permitir la rehabilitación
mental de aquellos enfermos recluidos así como su progresiva incorporación al mundo
social para evitar otros riesgo de exclusión.
Entre los resultados obtenidos hasta el momento por el programa destacan la integración
en el medio penitenciario de los pacientes tratados, su inserción en el medio externo y
una progresiva adaptación a esa vida exterior, así como una continuación en los
programas de tratamiento externo en la red de atención comunitaria en un ochenta por
ciento de los casos.
Este programa ha sido premiado por la Organización Mundial de la Salud, cuya
finalidad “es asegurar que la persona con una discapacidad psiquiátrica pueda realizar,
dentro de lo posible, las habilidades físicas, emocionales, intelectuales y sociales
necesarias para vivir de la forma más activa y autónoma posible dentro de su medio
social actual y futuro” (Premios OMS; 2008)
2. Redes asociativas en el municipio de Getafe
Una de las líneas sobre las que se actúa es el programa Centro de Rehabilitación
Laboral de Getafe, donde a través de numerosas instituciones público-privadas se ha
creado un entorno profesional y multidisciplinar de apoyo a personas en riesgo de
exclusión a través del mercado laboral.
Así, durante el año 2008 se atendieron en el CRL de Getafe a setenta y cinco personas
por diferentes motivos, muchas de las cuales acudían para mejorar sus condiciones
socio económicas.
En cuanto al perfil sociodemográfico de las personas atendidas en riesgo de exclusión,
el sesenta y nueve por ciento corresponde a varones, siendo un porcentaje
característicamente elevado en comparación con el bajo índice de mujeres; también
resulta llamativo que el 52 por ciento del total atendido tenga edades comprendidas
entre los veinticinco y los treinta y cuatro años.
El nivel de estudios general no representa datos alarmantes ya que más de la mitad de
los casos a estudio cuenta con el graduado escolar, mientras que solo un veintiuno por
ciento abandonó sus estudios en la primera etapa de la E.G.B.
Esta circunstancia (bajo índice de personas sin estudios) hace que los valores de
aquellas personas atendidas cuenten con un puesto de trabajo, y que solo un ocho por
ciento del total cuenta con una incapacidad laboral, lo que supone que un ochenta y tres
por ciento cuente con ingresos propios (ya que aquellos que no cuentan con trabajo han
sido remunerados últimamente).
Esto supone un aviso previo, ya que lo que son demuestra es que, ante la imagen que el
conjunto de la sociedad pueda tener de las personas en riesgo de exclusión, estas se
muestran como grupos jóvenes, con estudios (de todos los perfiles) y con ingresos
propios.
Otra de estas iniciativas se está desarrollando en el municipio de Getafe a través de la
“Red Pública de Atención Social a Personas con Enfermedad Mental Grave y Duradera
de la Consejería de Familia y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, siendo
gestionado por INTRESS (Instituto de Trabajo Social y Servicios Sociales)”.
Otra de las iniciativas desarrolladas desde la Comunidad de Madrid, entablada entorno a
numerosos colectivos, es el programa “Participa y Comprende”. Compuesta por
diferentes actores, en ella participan entre otros Consejería de Familia y Asuntos
Sociales de la Comunidad de Madrid, Asociación de familiares de personas con
enfermedad mental, la Universidad Carlos III, la Delegación de Garantía de Derechos
Sociales del Ayuntamiento de Getafe o los Recursos de la Red Pública de Atención
Social a personas con enfermedad mental grave y crónica de Getafe.
Entre los objetivos propuestos destaca la lucha contra el estigma de enfermedades
mentales, la repercusión medico-social de la enfermedad mental o “Intentar romper con
los estereotipos de peligrosidad de la enfermedad mental”.
Son precisamente este tipo de iniciativas hacia determinados colectivos en riesgo de
exclusión las que imperativamente deben poner en marcha los actores públicos, últimos
responsables de dicho riesgo de segregación.
La unión de diferentes entidades publicas y la interrelación que surge de ello supone
todo un ejemplo de cómo crear redes colectivas sociales para una mejora no solo de un
colectivo determinado, sino la mejora del entorno urbano y de la calidad de vida de los
vecinos.
Muchas veces tendemos a crear estereotipos y a hacer juicios previos sin ningún
argumento como ya se ha expuesto anteriormente. Los medios de comunicación muchas
veces, como grandes comunicadora a grandes masas sociales, los que crean imaginarios
y prejuicios en la colectividad estigmatizando a determinados colectivos sin un
argumento de peso.
Uno de los colectivos que sufren dicha exclusión son las personas con enfermedad
mental grave y duradera. Y como se ha analizado anteriormente en este trabajo, cierta
estigmatización lleva a crear una idea preconcebida de este colectivo entre la ciudadanía
creando un miedo social que no se relaciona con la realidad, creando problemas en la
convivencia municipal y actuando como segregador de la vida urbana.
Es precisamente este tipo de iniciativas las que pueden ayudar a sensibilizar a la
población. El programa “Participa y Comprende” lleva a cabo numerosas actividades en
el municipio de Getafe como son las docencias a los cuerpos de seguridad (Policía
Local), actuaciones teatrales de concienciación social, programas socio-educativos en
centros de relevancia como la Universidad Carlos III para la concienciación
ciudadana,…
Pero sin la inclusión en dicha mesa de dialogo de todos los integrantes de una sociedad
(comunidad, ayuntamiento, instituciones educativas, redes vecinales,…) será imposible
la consecución de los objetivos, que no son otros que educar y concienciar a la
población sobre determinados colectivos excluidos.
Gracias a la colaboración de uno de los centros de Recursos de la Red Pública de
Atención Social a personas con enfermedad mental grave y crónica de Getafe,
concretamente a la psicóloga del Centro de Recursos de Rehabilitación para personas
con enfermedad mental grave y duradera, Alejandra García, tuve la oportunidad de
conocer de primera mano las distintas actividades que se están realizando.
El esfuerzo desarrollado por dicha persona así como por su equipo colaborador fue
notable, no solo por el trabajo realizado, sino por la implicación y la concienciación con
la que realizan dichas actividades (principalmente para concienciar a la población sobre
los riesgos de exclusión del colectivo con el que trabajan).
Así como la participación de las personas con Enfermedad Mental Grave no permite
divisar, dentro de lo razonablemente lógico, quien pertenecía a que colectivo por las
ganas de trabajar y del esfuerzo y la ilusión de los distintos proyectos realizados.
En opinión de Alejandra García, sin la cual no hubiese podido tener la oportunidad de
conocer de primera mano este tipo de iniciativas, estas jornadas, actuaciones o
actividades son necesarias, así como “la implicación de los actores es positiva, aunque
se requeriría mayor financiación publica”.
El objetivo primordial de estos programas es “informar”, pero debido diferentes causas
este objetivo es limitado. Y sí es verdad. Las jornadas realizadas por el programa
“Participa y Comprende” realizadas en la Universidad Carlos III fueron altamente
satisfactorias, aunque adolecieron de una mayor implicación de la comunidad
universitaria (la participación de esta fue más bien escasa), y es esto precisamente
contra lo que se está tratando de luchar.
Propone la obligatoriedad de formación educativa (secundaria, bachiller, universidad,…)
de cursos sobre grupos en riesgo de exclusión social ya que la educación es la base para
reducir los pre3juicios y el miedo hacia estos colectivos, que suponen un alto porcentaje
de la población. Y en verdad, si se actúa a través de la formación con clases orientadas
hacia el medio ambiente, la sexualidad o las religiones, ¿Por qué no incluir un aspecto
tan cercano a nosotros y tan obviado intencionadamente por cada uno de nosotros?
Es importante conocer e interrelacionarse con determinados grupos en riesgo de
exclusión social, ya que la ignorancia es la base de todas las desigualdades, y dichas
desigualdades, como ya se ha visto, pueden acarrear procesos de estigmatización hacia
esos grupos, que lleva aparejados procesos de segregación y fragmentación urbana, un
aumento de la inseguridad (aunque solo sea imaginaria) y a una perdida de la calidad de
vida en nueceras ciudades.
Es a través de estos programas como se puede luchar contra esa falta de educación
ciudadana, pero son determinados actores públicos los encargados de difundir y dar a
conocer masivamente estas iniciativas, tan duras de sacar adelante en el día a día como
lo hacen los compañeros del Centro de Recursos de Rehabilitación para Personas con
Enfermedad Grave y Duradera.
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