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///nos Aires, 3 de septiembre de 2014.
AUTOS Y VISTOS
Para resolver en el marco de la causa n° 15.171/09 caratulada
“Fernández Marcelo Humberto y otro s/ estafa”, del registro del Juzgado
Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 4, Secretaría n° 8, y
particularmente respecto de la situación procesal de Francisco José Chiarelli (DNI
n° 12.459.277, nacido el 20 de abril de 1958 en la localidad de San Martín, prov. de
Buenos Aires, de estado civil casado, de estudios universitarios completo, con
domicilio en Escribano Canin 2362, localidad de San Andrés, San Martín, prov. de
Buenos Aires, de profesión abojado, hijo de Francisco Luis Chiarelli –fallecido- y
de Olimpia Izzi) y de Marcelo Humberto Fernández (DNI n° 17.230.326, nacido
el 28 de diciembre de 1966 en Capital Federal, de estado civil soltero, de estudios
universitario completo, de profesión a bogado, con domicilio en Nicaragua 4580 de
esta ciudad, piso 8, domicilio constituido a los efectos legales en Levalle 1262 de
esta ciudad, piso 1, hijo de Humberto Pablo Fernández y de Marta Isabel
Ciaparelli).
Intervienen en el proceso la Fiscalía Nacional en lo Criminal y
Correccional Federal n° 6 –a cargo del Dr. Federico Delgado-, el Dr. Javier
Sebastián Branda –por la defensa de Chiarelli- y el Dr. Fernández, quien ejerce su
autodefensa.
VISTOS Y CONSIDERANDO
I. Hecho imputado
El día 20 y 28 de febrero del año en curso se les imputó a Francisco
José Chiarelli y Marcelo Humberto Fernández, respectivamente, el hecho de:
“haberle exigido a José Emilio Rodríguez Menéndez entre el 3 de octubre de 2008 y
el mes de marzo de 2009, el pago de al menos dieciocho mil trescientos euros
(€18.500) y cien mil dólares (US$100.000), en el marco de la causa n° 14.438/08
del registro del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 8,
Secretaría n° 16, con el pretexto de remunerar al juez y al fiscal de la causa y a
funcionarios del complejo en el que se encontraba detenido, para que el nombrado
recuperara su libertad. Específicamente, el 3 de octubre del 2008, mientras José
Emilio Rodríguez Menéndez se encontraba detenido en el Complejo Penitenciario
Federal de Devoto, sus abogados en aquél proceso, Marcelo Humberto Fernández y
José Chiarelli, le exigieron a su esposa María Vanesa Palomar Legido la suma de
quince mil euros (€15.000), indicándole que tenía como fin pagarle al juez y al
fiscal de la causa para que Menéndez recuperara su libertad antes del 1 de diciembre
de 2008. Al día siguiente, 4 de octubre de ese año, los abogados visitaron a
Menéndez en el complejo en el que estaba detenido, en donde pactaron el pago de
quince mil euros en dos cuotas de siete mil quinientos cada una, ocasión en la que le
dijeron nuevamente que el pago tenía como fin abonarle a jueces y fiscales, quienes
en definitiva le iban a conceder su libertad. Unos días más tarde, Chiarelli y
Fernández le exigieron la suma de tres mil quinientos euros (€3.500) para cambiarlo
del pabellón n 7 -en el que estaba detenido- al n° 9, situación en la que le
manifestaron que el dinero iba a ser entregado a distintos empleados del complejo
para que facilitaran el traslado; el primer abogado se lo indicó directamente a
Menéndez en el complejo, cuando lo visitó en el Módulo 2, pabellón 7, mientras
que el segundo lo habría hecho por teléfono a través de un llamado telefónico a su
esposa, María Vanesa Palomar Legido, el 28 de octubre del 2008. Sin perjuicio de
ello, el 31 de octubre de ese año, la nombrada se dirigió al estudio de Francisco J.
Chiarelli, ubicado en Gral. D. Perón 1372 de esta ciudad, en donde le entregó tanto
a él como a Marcelo Humberto Fernández la suma de diez mil quinientos euros,
siete mil quinientos por los honorarios fijados en un principio –a cuenta de los
quince mil pactados- y tres mil quinientos por el cambio de pabellón, a través del
cual le entregaron un recibo que rezaba “en concepto de gastos efectuados, en
atención a la detención de José Emilio Rodríguez Menéndez”; en dicha ocasión
Legido volvió a preguntar por la situación de su esposo y Chiarelli y Fernández le
volvieron a decir nuevamente que antes del 1 de diciembre del 2008 iba a recuperar
la libertad, por cuanto el día siguiente le iban a dar el dinero al juez y al fiscal de la
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causa. Luego de ello, más precisamente el 13 de noviembre de 2008, se celebró una
audiencia en la Sala I de la Excma. Cámara Federal de Apelaciones, vinculada con
el recurso de apelación contra la negativa de la excarcelación de Menéndez, en
donde nuevamente Chiarelli y Fernández le exigieron a María Vanesa Palomar
Legido y a sus padres cien mil dólares (US$100.000) para que pudieran
excarcelarlo, bajo el pretexto de remunerar ahora a los integrantes del tribunal de
alzada. Tras no efectivizarse ello, Menéndez llamó a Chiarelli, quien le dijo que los
camaristas no lo habían excarcelado porque no había cumplido con el pago. Tras
renunciar Menéndez a la defensa de Chiarelli, optó por seguir en el proceso del
Juzgado Federal n° 8 únicamente con el patrocinio de Fernández quien, el 23 de
diciembre de 2008, le vuelve a exigir dinero con el pretexto de remunerar a los
jueces, invocando que no podía esperar a que Chiarelli le devolviera el ya
entregado; allí acordaron un monto de siete mil quinientos euros, pagadero en
cuatro cuotas de mil ochocientos setenta y cinco euros cada uno, a pagar la primera
en la puerta del Complejo Penitenciario de Devoto, la segunda y la tercera en enero
y en febrero a través de de dos giros realizados por la empresa Western Union y la
cuarta directamente en la puerta del Juzgado Federal n° 8 en el mes de marzo”.
II. Inicio de las actuaciones
El expediente se originó el día 19 de junio del año 2009 a través de
una denuncia realizada por José Emilio Rodríguez Menéndez –ciudadano español-
ante la Excma. Cámara del Fuero, oportunidad en la que denunció a los Dres.
Marcelo Humberto Fernández y Francisco José Chiarelli (quienes en aquél
momento eran sus codefensores en la causa n° 14.438/08 caratulada “Rodríguez
Menéndez José Emilio s/ extradición” que tramitaba ante el Juzgado nacional en lo
Criminal y Correccional Federal n° 8, Secretaría n° 16) por una presunta infracción
a los arts. 172 y 173, inc. 10, del Código Penal.
Al momento de presentar la denuncia indicó que el 14 de octubre de
2008 los designó como abogados en el proceso, luego de que su esposa, María
Vanessa Palomar Legida, se reuniera un día antes con ellos en el estudio de
Chiarelli a fin de ponerlos en conocimiento de la causa. Allí argumento que en esa
ocasión los abogados le dijeron a su esposa que los honorarios por adelantado
ascendían a quince mil euros (€15.000) y que en los tribunales de Argentina las
cuestiones solo podían resolverse con dinero, motivo por el cual el monto requerido
tenía como fin efectuar pagos al juez y fiscal que intervenían en el proces. A cambio
de ellos, tanto Chiarelli como Fernández le prometieron que su marido recuperaría
su libertad antes de diciembre del 2008.
De su relato surge que al día siguiente ambos lo visitaron en el
Complejo Penitenciario Federal de Devoto, en donde pactaron la entrega de quince
mil euros (€15.000) a pagar en dos cuotas de siete mil quinientos (€7.500) cada una;
la primera cuando sus suegros arribaran al país y la segunda al momento de
efectuarse el juicio de extradición.
Luego de ello el denunciante indicó que unos días más tarde su esposa
mantuvo una charla con Chiarelli, quien le habría dicho que se encontraba en riesgo
su vida en el lugar en el que estaba detenido (Módulo 2, Pabellón n° 7 del C.P.F. de
la C.A.B.A.), motivo por el cual le volvieron a exigir dinero, aunque en esa
oportunidad bajo el pretexto de ser destinado a funcionarios de la prisión para que
facilitaran su traslado a un lugar más seguro. Asimismo, indicó que después de esa
situación Chiarelli lo volvió a visitar en el complejo, en donde no solo le comunicó
lo sucedido con su esposa, por cuanto le dijo que el cambio al pabellón n° 9 tenía un
costo de tres mil quinientos euros (€3.500), mientras que el n° 50 costaba quince
mil (€15.000).
Tras optar el denunciante por la primera opción, le volvió a decir a su
abogado que recién podía pagarle cuando llegaran sus suegros al país. Rodríguez
Menéndez afirmó que aproximadamente cinco o seis días después de esa charla fue
trasladado al pabellón n° 9 sin que Fernández y Chiarelli, a su entender, tuvieran
conocimiento de ello.
También hizo alusión a un llamado efectuado por Marcelo Fernández
a su esposa, María Vanesa Palomar Legido, el día 28 de octubre de 2008, a través
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del cual le exigió nuevamente el dinero reclamado en primer término por Francisco
Chiarelli, circunstancia en la que le afirmó que lo habría puesto de su bolsillo y que
si no efectuaba el pago lo iban a sacar del nuevo pabellón en el que se encontraba.
Con relación al pago reclamado manifestó que tres días después de ese
suceso arribaron al país sus suegros, quienes se dirigieron junto a su esposa al
estudio de Chiarelli en donde le entregaron, en presencia de Fernández, la suma de
tres mil quinientos euros (€3.500) en concepto del traslado, y siete mil quinientos
(€7.500) en concepto de honorarios. A cambio de ello, Chiarelli le entregó un recibo
que rezaba “concepto de gastos efectuados en atención a la detención del señor
rodríguez Menéndez”.
En la misma reunión Chiarelli, en presencia de Fernández, le dijo a
sus suegros que al día siguiente iba a efectuar el pago al juez y al fiscal de la causa,
motivo por el cual recuperaría su libertad antes del 1 de diciembre de 2008.
Arribado el mes de noviembre, más precisamente el día 13, el
denunciante dijo que se llevó a cabo ante la Sala I de la Excma. Cámara del Fuero la
audiencia ante el rechazo de su excarcelación. Al finalizar y al salir del tribunal,
dijo que se enteró a través de su esposa que sus abogados le pidieron, tanto a ella
como a sus suegros, la suma de cien mil dólares (US$ 100.000), dinero que, según
le afirmaron, había sido pedido por el tribunal de alzada para poder excarcelarlo.
Fue allí que el mismo denunciante dijo que se comunicó con ellos a los efectos de
expresarles que había decidido no hacerlo.
Así las cosas, indicó que el día 20 de noviembre de 2008 lo llamó por
teléfono Chiarelli, circunstancia en la que le manifestó que ese mismo día la Excma.
Cámara de Apelaciones había resuelto negarle la excarcelación por no haber
efectuado el pago exigido y que el dinero que había entregado en un primer
momento resultaba insuficiente.
Por tal motivo llamó a Marcelo Fernández, a quien le dijo que se
sentía estafado y que iba a demandar a los dos luego de renunciar a su asistencia en
la causa, ocasión en la que aquél le afirmó que no tenía nada que ver con lo que
había sucedido y que en verdad Chiarelli lo había querido estafar para quedarse con
su dinero. Tras ello, Fernández lo visitó en el complejo, donde le dijo que no solo se
iba a hacer cargo de su defensa, sino que además se comprometió a conseguir su
libertad y la devolución del dinero que había entregado; oferta que Rodríguez
Menéndez decidió aceptar.
Ante ello, el 1 de diciembre de 2008 refirió que se presentó en el
Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 8, para renunciar a la
defensa de Chiarelli; fecha en la que nuevamente Fernández se habría comunicado
con él para ratificarle la devolución del dinero.
Según expresó el denunciante, el 23 de diciembre de 2008, y al
momento llevarse a cabo una audiencia por otras denegatorias a su excarcelación,
Fernández le dijo que él no había cobrado por su trabajo ya que el dinero se lo había
quedado Chiarelli, motivo por el cual no podía esperar a que aquél se lo devolviera.
Allí fue cuando le refirió, según expresó Rodríguez Menéndez en su denuncia, que
si no le pagaba iba a renunciar a su defensa. Ante esa circunstancia, ambos
acordaron un nuevo pago de siete mil quinientos euros (€7.500) bajo el mismo
pretexto de remunerar a jueces, a cumplirse a través de cuatro mensualidades de mil
ochocientos setenta y cinco euros (€1.875):
1) la primera, en la puerta de la prisión, en efectivo y a través de su
esposa, con el fin de arreglar un tema del juzgado; 2) la segunda en el mes de enero,
a través de un giro de España de su cuñado y por la empresa Wester Union; 3) la
tercera, en febrero, por un giro realizado al mismo Fernández a través de Wester
Union y por parte de la madre de su esposa, Esperanza Legido Hernández; 4) la
cuarta en la puerta del Juzgado Federal n° 8 en el mes de marzo, un día antes del
vencimiento del plazo para ofrecer prueba en el juicio de extradición.
Para finalizar dijo que ante la grave extorsión a la que estaban
sometidos, y ante la falta de tiempo, decidieron realizar el pago, renunciando a su
defensa dos días después de que se resolviera el incidente en la Excma. Cámara del
Fuero (fs. 1/3).
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La denuncia quedó radicada en el Juzgado Nacional en lo Criminal de
Instrucción n° 27, Secretaría n° 124, y, luego de que se realizaran las medidas más
urgentes con el fin de esclarecer la maniobra delictiva denunciada, el Dr. Alberto J.
Baños resolvió declararse incompetente el día 20 de noviembre de 2009. Ello por
entender que los actos realizados por los abogados tenían como fin influir en las
funciones del juez y del fiscal de la causa de extradición y que, por ello, no podía
descartarse una eventual participación de los funcionarios, afectando así el buen
servicio de la justicia federal (fs. 83/4).
Tras efectuarse el correspondiente sorteo las actuaciones recayeron en
el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 8, tribunal en el que
se encontraba tramitando la extradición de José Emilio Rodríguez Menéndez. Ante
esa circunstancia el entonces juez subrogante, Dr. Marcelo Martínez de Giorgi,
decidió inhibirse el mismo día, a los efectos de despejar cualquier temor de
parcialidad. Fue en esa ocasión que remitió nuevamente las actuaciones a la
Secretaría General de la Excma. Cámara del Fuero, saliendo asignado este tribunal
para investigar (cfr. fs. 85/6 y 89).
Avanzada la investigación, el 14 de septiembre de 2011 este tribunal
resolvió sobreseer a Marcelo Humberto Fernández y a José Francisco Chiarelli –art.
336, inc. 2, C.P.P.N.-, por entender que el escrito presentado por Rodríguez
Menéndez a fs. 113 –a través del cual desistió de su pretensa querella- denotaba que
no se había cometido ninguna irregularidad por parte de los funcionarios públicos ni
de quienes en su momento fueron sus abogados (fs. 279/82); resolución que fue
apelada por el titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Federal
n° 6, Dr. Federico Delgado, el día 23 de septiembre de ese año (fs. 283/4).
El representante del Ministerio Público Fiscal fundó su decisión
argumentando que la resolución era prematura y que las constancias probatorias
incorporadas resultaban suficientes para recibirles declaración indagatoria a
Fernández y a Chiarelli, circunstancia en la que hizo hincapié en el recibo firmado
por Chiarelli que fue aportado en la investigación, en la factura por siete mil
quinientos euros (€7.500) y en el contexto en que ambos habrían sido entregados.
A su vez, entendió que no había ninguna duda con relación a la
veracidad del proceso de extradición en contra de Rodríguez Menéndez, a que él
había designado a esos abogados para que ejercieran su defensa a cambio de dinero,
y que fue cambiado de pabellón cuando estaba detenido.
Por último, dijo que resultaba de interés recibirle declaración
testimonial al denunciante, a su mujer -María Vanessa Palomar Legido-, a los
padres de ella -María Esperanza Legido Hernández y Francisco Alberto Palomar
Legido-, a quien fue su abogado antes de ser reemplazado por los imputados -Dr.
Strassera-; y realizar un cruce de llamados entre los teléfonos del denunciante, de su
mujer y de los abogados denunciados (cfr. fs. 283/4).
Por ese motivo, las actuaciones fueron elevadas a la Secretaría
General de la Excma. Cámara del Fuero. El 22 de mayo de 2012 la Sala II,
integrada por los Dres. Eduardo G. Farah y Martin Irurzun, resolvieron revocar el
archivo dispuesto, por entender que resultaba necesario profundizar la
investigación. En ese sentido aludieron que se debía recibir declaración testimonial
a María Vanessa Palomar Legido, María Esperanza Legido Hernández y Francisco
Alberto Palomar Legido (fs. 325/6).
Por ese motivo este tribunal resolvió recibirle declaración testimonial
de los tres, aunque tan solamente se pudo efectivizar la primera de ellas, por cuanto
los padres de María Vanessa Palomar Legido se encontraban viviendo en España.
III. Pruebas recolectadas
III.A. Testimonios de la causa n° 14.338/08 caratulada “Rodríguez
Menéndez José Emilio s/ extradición” del registro del Juzgado Nacional en lo
Criminal y Correccional Federal n° 8, Secretaría n° 16, obrantes a fs. 1/88 y
139/277, entre los que se encuentran:
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III.A.i. denuncia de José Emilio Rodríguez Menéndez, la cual fue
detallada en el punto II de las presentes actuaciones, circunstancia en la que también
pidió ser tenido como parte querellante (fs. 1/3).
III.A.ii. Copia del informe del Jefe División Módulo III del
Complejo Penitenciario Federal de Capital Federal, Alcalde Javier González,
en el que dejó constancia que Rodríguez Menéndez se encontraba alojado, al 26 de
febrero de 2009 y desde el 19 de noviembre de 2008, en el pabellón n° 9 del
Módulo Residencial III, por ser mayor de cincuenta años. A su vez, informó que
antes estuvo alojado en el pabellón n° 7 del Módulo Residencial II.
En cuanto a las visitas particulares se asentó que el interno tuvo casi
todos los días de su esposa y a sus suegros (fs. 66/7).
III.A.iii. Escritos presentados por José Emilio Rodríguez
Menéndez.
III.A.iii.a. A través del primero designó como nuevos abogados
defensores a los Dres. José Licinio Scelzi y Pablo Antonio Moret, el día 21 de abril
de 2009 (cfr. fs. 75).
III.A.iii.b. En cuanto a sus detenciones hizo alusión, en tres
oportunidades, que hacia el 21 de octubre, 17 y 27 de noviembre de 2009, se
encontraba detenido en el Complejo Penitenciario Federal n° 2 de Marcos Paz (fs.
81, 86 y 87).
III.A.iii.c. En la causa obran dos copias del escrito presentado por
José Emilio Rodríguez Menéndez en el que designó, el 12 de octubre de 2008, a los
Dres. José Francisco Chiarelli y Marcelo Humberto Fernández, como abogados
defensores (fs. 16 y 139).
III.A.iii.d. El imputado pidió en el marco del expediente donde
tramitaba la extradición ejercer su propia defensa en conjunto con la asistencia del
Dr. Marcelo Humberto Fernández, quien habría aceptado el cargo con anterioridad
(fs. 144).
III.A.iv. Presentaciones efectuadas por Marcelo Humberto
Fernández.
III.A.iv.a. El 20 de octubre de 2008 se dirigió al tribunal invocando
ser el abogado de José Emilio Rodríguez Menéndez y solicitó copias de la causa (fs.
140).
III.A.iv.b. Con fecha 22 de octubre de 2008 le pidió al juez que
expidiera un certificado en donde constara que tanto él como Francisco Chiarelli
eran abogados de Rodríguez Menéndez (fs. 142).
III.A.iv.c. El 12 de noviembre de 2008 solicitó copias de la causa (fs.
143).
III.A.iv.d. El 31 de marzo de 2009 ofreció prueba en el marco del
juicio de extradición. Allí dejó constancia que era el defensor particular de José
Emilio Rodríguez Menéndez (fs. 145/190).
III.A.iv.e. Copia de recurso de casación interpuesto contra la
resolución de fecha 1 de abril del 2009 a través del cual el Juzgado Federal n° 8,
Secretaría n° 16, le denegó la excarcelación al nombrado. Tiene cargo de recepción
de fecha 17 de abril de 2009 (fs. 191/208).
III.A.vi.f. Copia del recurso de casación interpuesto el día 24 de
noviembre de 2008, contra la resolución de fecha 13 de noviembre de ese año, a
través de la cual se confirmó la resolución que resolvió denegarle la excarcelación a
Rodríguez Menéndez (fs. 210/227).
III.A.vi.g. Copia del recurso de casación interpuesto contra la
resolución de fecha 6 de enero de 2009 a través del cual el Juzgado Federal n° 8,
Secretaría n° 16, le denegó la excarcelación a su asistido. Tiene cargo de recepción
de fecha 19 de febrero de 2009 (fs. 191/208).
III.A.vi.h. El 20 de enero de 2009 pidió la excarcelación de su
defendido (fs. 246/53).
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III.A.vi.i. El 6 de febrero de 2009 le solicitó a la Sala I de la Excma.
Cámara del Fuero que ordenara la comparecencia de su defendido, a los efectos de
que presencie una audiencia (fs. 257).
III.A.vi.j. Allí informó que su defendido fue víctima de una tentativa
de homicidio. Tiene cargo de fecha 19 de febrero de 2009 (fs. 258).
III.A.vi.k. Copia del recurso de casación interpuesto el día 11 de
marzo de 2009, contra la resolución de fecha 19 de febrero de ese año, a través de la
cual se confirmó la resolución que había denegado la excarcelación a su asistido (fs.
259/275).
III.A.vii. Copia del escrito presentado por José Francisco
Chiarelli, el día 20 de octubre de 2008, circunstancia en la que invocó ser abogado
de Rodríguez Menéndez e hizo alusión a los problemas de salud que padecía su
asistido (fs. 141).
III.B. Constancias probatorias reunidas tras la intervención de
este tribunal.
III.B.i. Declaraciones testimoniales
III.B.i.a. José Emilio Rodríguez Menéndez
III.B.i.a.a. El 23 de diciembre de 2009 ratificó la denuncia realizada
ante la Excma. Cámara del Fuero, la cual fue detallada en el punto II de esta
resolución (fs. 91).
III.B.i.a.b. Al momento de volver a declarar el 7 de junio de 2012 dijo
que Chiarelli y Fernández fueron sus abogados y que los había contactado Vanessa,
oportunidad en la que hizo alusión a cuando lo visitaron en el complejo en el que
estaba detenido. También se refirió al rol que cumplían ambos y dijo que Chiarelli
era el que tomaba la iniciativa en las charlas mientras que Fernández se dedicaba a
presenciarlas, para luego agregar que el primero le había prometido que recuperaría
su libertad antes de diciembre, dado que tenía contactos con camaristas, uno de los
cuales trabajaba para él.
En ese acto indicó que en una oportunidad Chiarelli le había dicho que
para arreglar el tema de su libertad debía pagar cien mil euros (€100.000), a lo cual
se negó. Por tal motivo dijo que pactaron la suma de quince mil euros en concepto
de honorarios, a pagar de la siguiente forma: siete mil quinientos al inicio y el resto
una vez obtenida su libertad, dentro de los próximos quince días en los que iban a
arribar sus suegros al país.
Tras acordar ese monto, y al cabo de ocho días, dijo que ambos lo
volvieron a visitar en la prisión, circunstancia en la que Chiarelli le dijo que se
había enterado a través de unos amigos del servicio penitenciario, que su vida corría
peligro en el pabellón en el que se encontraba, motivo por el cual ambos le dijeron
que tenía que pagar tres mil quinientos euros para cambiarlo al pabellón n° 9 o
quince mil para el n° 50, a lo que les contestó que hablaran con su mujer para que
decidiera. Luego de corroborar a través de su mujer que le habían dicho lo mismo,
lo trasladaron al pabellón n° 9.
Continuó su relato argumentando que cuando llegaron sus suegros se
les pagó siete mil quinientos euros por honorarios y tres mil quinientos en concepto
de “Atenciones especiales” por el cambio de pabellón. A ello agregó que ocho días
después del traslado al pabellón n° 9 lo llamó el Alcalde Mayor Javier González,
jefe del módulo en el que se encontraba, circunstancia en la que le afirmó que al
comentarle del pago aquél se enojó y le dijo que el cambio fue realizado por tener
más de cincuenta años de edad.
Al indicar que Chiarelli le había dicho que el dinero tenía como fin ser
entregado a personas del sector judiciales del complejo, y tras comprobar que no lo
habían recibido, hizo alusión a cuando lo apartó de su defensa por cuanto aquél le
había pedido cien mil dólares bajo el pretexto de ser entregados a un camarista para
que le otorgaran la libertad. Luego de ello dijo que continuó con la defensa de
Marcelo Fernández, a quien le realizaron cuatro pagos; uno en la prisión, el segundo
a través de su suegra, el tercero a través de Western Union y el último en la puerta
de Juzgado Federal n° 8, días antes de que renunciara a su defensa.
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Cuando se le preguntó si Fernández y Chiarelli lo visitaban juntos dijo
que sí, aunque resaltó que el primero se mantenía al margen de la conversación que
mantenía con Chiarelli. Agregó luego que en una oportunidad Fernández le refirió
que había dejado de trabajar con Chiarelli porque en otras causas había hecho lo
mismo.
Al interrogarlo con relación a si en alguna oportunidad se sintió
obligado a efectuar el pago, dijo que no pero que su mujer si, por cuanto tenía
miedo de que lo mataran, para luego agregar que nunca accedió a que el dinero sea
entregado a funcionarios.
Al preguntarle si quería agregar algo más dijo que en una ocasión
Fernández le afirmó que Chiarelli lo había obligado a llamar a su mujer diciéndole
que habían pagado a funcionarios del servicio penitenciario con su propio dinero.
También dijo que Fernández le comentó que nunca recibió dinero porque se lo
había quedado Chiarelli (cfr. fs. 360/1).
III.B.i.a.c. En su tercer presentación de fecha 12 de septiembre de
2012 manifestó que cuando lo visitaron sus entonces abogados Fernández y
Chiarelli en el lugar en el que estaba detenido, le pidieron treinta mil euros
(€30.000), aunque terminaron arreglando por los honorarios, la suma de quince mil
(€15.000. Luego dijo que el lunes siguiente a su detención Chiarelli citó a su mujer
en su oficina, lugar en el que estaba presente Marcelo Fernández.
Allí fue cuando, al momento en que arribaron sus suegros, le abonaron
la suma de siete mil quinientos por honorarios y tres mil quinientos por el cambio
de pabellón, por cuanto según los abogados se encontraba en peligro de muerte.
Hizo referencia a las cuatro o cinco visitas que ambos le habrían hecho en el lugar
de detención, donde Chiarelli le aseguraba que antes del 1 de diciembre iba a
obtener su libertad, mientras que Fernández solamente presenciaba el acto sin
hablar.
Después se expidió con relación a lo acontecido durante el mes de
diciembre, cuando la causa estaba en la Sala I de la Cámara Federal, ocasión en la
que Chiarelli le dijo a su mujer que necesitaba cien mil dólares (US$ 100.000) para
conseguir su libertad. Por ese motivo dijo que lo llamó a Chiarelli y, tras decirle que
era un ladrón le hizo saber que quería renunciar a su defensa.
Aproximadamente dos o tres días después lo visitó Marcelo
Fernández, quien le aclaró que no estaba asociado con Chiarelli y que no recibió
nada de los pagos. Ante ello, dijo que decidió conservar únicamente su defensa
como así también ofreció ejercer la propia como codefensor, pedido que fue
rechazado por Martínez de Giorgi por no tener convalidado el título de abogado.
Por ese motivo se contactó con su mujer y le dijo que Chiarelli los
había querido estafar cuando le exigió tres mil quinientos euros por el cambio de
pabellón, toda vez que el traslado se había efectuado por tener más de cincuenta
años y por su situación personal. En ese momento refirió que cuando se efectivizó el
cambio lo recibió el Alcalde Javier González, jefe del Módulo, quien le dijo que el
cambio se había producido por su edad y por motivos de seguridad.
Agregó que en una ocasión, cuando lo visitó Chiarelli, le pidió que le
devolviera los tres mil quinientos euros que le había sacado a su mujer, a lo que el
abogado le contestó que era imposible porque se los había dado a dos funcionarios
de judiciales que estaban en la mesa de entradas, donde se recibían a los abogados
para realizar las visitas.
Por último, afirmó haber hablado con uno de esos funcionarios a los
que habría hecho alusión Chiarelli y quien, según sus dichos, habría negado recibir
algún pago. En ese momento dijo que uno de los funcionarios se llamaba Roberto y
que usaba el celular 15-6985-6808, y que el suceso se habría producido entre el 12 y
el 30 de octubre.
Tras preguntarle que teléfonos utilizaba para llamar a Fernández y
Chiarelli dijo que lo hacía a través del teléfono de la prisión de devoto y el de su
mujer -1559891847- y que si bien no tenía en ese momento el de Chiarelli el de
Fernández era el 11-5249-9112; circunstancia en la que volvió a ratificar que la
mayoría de las comunicaciones las mantenía su mujer con Chiarelli.
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Inmediatamente después de aclarar que aquél era el que le exigía
dinero tanto a su mujer como a sus suegros con el pretexto de ser entregado a jueces
y fiscales, dijo que su ella accedía porque no tenía idea de la materia de derecho y
porque creía que corría peligro su vida en la cárcel. Así las cosas indicó que cuando
su mujer le contó que Chiarelli le había exigido dinero para sobornar a jueces le
decía que no se podía creer esos dichos.
Al interrogarlo con relación al pago de tres mil quinientos euros y
particularmente a si tenía conocimiento de que ese dinero tenía como fin el cambio
de pabellón dijo que se enteró por medio de su mujer que ambos estaban
vinculados, toda vez que le dijeron que corría peligro su vida en el lugar en el que
se encontraba detenido; circunstancia en la que agregó haber tomado conocimiento
de ello una vez que su mujer efectivizara el pago.
Tras preguntarle qué cantidad de veces fue visitado por Chiarelli y
Fernández cuando estaba detenido, manifestó que el primero cuatro o cinco veces
mientras que el segundo casi todas las semanas, con quien solía comunicarse por
teléfono casi todos los días y alrededor de las 22:00 hs.
En ese momento volvió a aclarar que Chiarelli era quien mantenía las
conversaciones y los arreglos con relación a su detención con su mujer, y fue quien
le había dicho a ella que hacía falta el pago de cien mil dólares (USD 100.000) para
obtener su libertad.
Al preguntarle si quería agregar algo más dijo que todas las relaciones
económicas vinculadas con su detención las realizaba su mujer y sus suegros con
Chiarelli, y que él recién se enteraba cuando su mujer y sus suegros le contaban lo
que pasaba (fs. 384/6).
III.B.i.b. María Vanessa Palomar Legido.
Al momento de recibirle declaración testimonial el 7 de junio de 2012
dijo que en un principio contactaron a Fernández y a Chiarelli para que defendieran
a José Emilio, para lo cual le pidieron la cantidad de quince mil euros para
asesorarlo, monto respecto del cual su marido prestó conformidad
A su vez, agregó que Chiarelli le había dicho que su marido iba a
recuperar la libertad antes de diciembre de 2008 y que todo iba a salir bien porque
tenía un contacto que trabajaba para él, pero que no recordaba si era el fiscal o el
juez que llevaba la causa.
También hizo alusión a un llamado que le hizo Fernández a su celular,
circunstancia en la que le habría dicho que su marido corría peligro en el pabellón
en el que estaba alojado y que tenía que pagar tres mil quinientos euros (€3500)
para cambiarlo; ello toda vez que aquél le habría dicho que el dinero lo había puesto
de su bolsillo. Por tal motivo, dijo que después llegaron sus padres al país y le
entregaron la suma de siete mil quinientos euros (€7.500) -mitad de los honorarios
pedidos en un principio-, como así también tres mil quinientos (€3.500) por
“atenciones personales”, dinero supuestamente destinado al cambio de pabellón.
Siguió su testimonio argumentando que unos días después lo
cambiaron al pabellón n° 9, aunque se enteraron que el cambio se había producido
por la edad de su marido y no por el pago efectuado a los abogados, para luego
indicar que cuando la causa se elevó a la Cámara, Chiarelli les dijo que tenían que
pagar cien mil dólares (US$100.000) para que su marido recuperara la libertad.
Sin perjuicio de ello, indicó que Rodríguez Menéndez se negó a
pagarle, motivo por el cual pasó a contar únicamente con la asistencia de Fernández.
Finalmente, dijo que le hicieron entrega a Fernández de siete mil quinientos euros
(€7.500), a contar de los quince mil del principio, los cuales fueron efectuados en
cuatro pagos: uno en la prisión y sin recibo, el segundo y el tercero a través de
“Western Union” y el último en el hall de entradas del edificio de Comodoro Py,
circunstancia en la que el defensor le habría indicado que estaba vencido el plazo de
un escrito o un recurso, para pagarle a un funcionario. En ese momento hizo
referencia a que luego de concluidos todos los pagos su marido decidió apartar a
Fernández de su defensa.
En la declaración se le preguntó si los abogados se encontraban juntos
o separados cuando le pedían dinero, a lo que respondió que la vez que pagó siete
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mil quinientos y tres mil quinientos euros estaban juntos. Allí refirió que el segundo
le expidió el recibo por esa suma en su oficina; mientras que los restantes siete mil
quinientos se los había entregado solo a Fernández.
Tras interrogarla con relación a si en algún momento su marido, sus
padres o ella se había sentido obligada a efectuar el pago, indicó que los quince mil
euros los pagaron según los honorarios pactados, mientras que los tres mil
quinientos restantes los abonaron para que cambiaran a José de pabellón, por cuanto
corría peligro su vida y los había pagado Fernández de su bolsillo (fs. 358/9).
III.B.i.c. Julio César Strassera.
Con fecha 11 de junio de 2012 brindó su testimonio ante el tribunal,
oportunidad dijo que no podía aportar nada con relación a los hechos imputados por
cuanto no conocía a los abogados denunciados más allá de haber sido el anterior
defensor de Rodríguez Menéndez en el marco de un proceso de extradición.
Allí agregó que por los honorarios le pidió la suma de diez mil euros
aunque no llegó a cobrar nada por su asistencia. Con relación a las tareas que
desempeñó refirió haber presentado dos escritos, uno de excarcelación y otro que
pretendía demostrar que el pedido de extradición no era conducente.
Tras indicar que solo fue su abogado por veinte días dijo que haber
sido su abogado le trajo problemas éticos, ya que en algunos diarios de España fue
escrachado por haber sido el defensor de una persona que tenía muy mala
reputación (fs. 370).
III.B.i.d. Declaración testimonial de Javier González.
Con fecha 15 de agosto de 2013 se le preguntó si conocía a José
Emilio Rodríguez Menéndez dijo que lo conoció en la cárcel de Devoto luego del 7
de octubre de 2008. Tras indicar que estuvo detenido en el pabellón 7 del Módulo II
el director del Complejo, Orueta, el dijo que debía trasladarlo inmediatamente al
Módulo III, pabellón 9, por cuanto corría riesgo su vida debido a quién era.
Tras interrogarlo con relación a si tenía conocimiento de quién era
José Emilio Rodríguez Menéndez y a qué se dedicaba dijo que era un funcionario
español, pero que no recordaba si era ministro o si tenía un rango similar.
Al preguntarle si era común que se trasladaran personas de un
pabellón a otro como en el caso de Rodríguez Menéndez, dijo que cuando se sabía o
se sospechaba que había riesgo de vida sí. Tras preguntarle si en alguna ocasión le
hizo saber alguna queja de sus abogados dijo que no.
Al preguntarle si en alguan ocasión tuvo problemas con otro detenidos
dijo que en una oportunidad una persona lo había querido envenenar con nafta. Por
último, y al pretunarle por un funcionario de nombr Roberto, quien se habría
desempeñado en octubre de 2008 en el Complejo, dijo que no lo conocía (fs. 443).
III.B.ii. Escritos presentados por Rodríguez Menéndez ante el
tribunal.
III.B.ii.a. El 5 de enero de 2010 aportó el recibo firmado por
Francisco Chiarelli, por la suma de tres mil quinientos euros (€3.500), que reza
“…en concepto de pago de gastos efectuados, en atención a la detención de José
Emilio Rodríguez Menéndez…”, a los que vinculó con el traslado del pabellón n° 7,
módulo 2, al pabellón n° 9, módulo 3; y la factura n° 0001-00000014 por siete mil
quinientos euros (€7.500) que reza “por causa de extradición de José Emilio
Rodríguez Menéndez”, a los que adjudicó como “gastos para la defensa” y que,
según dijo, Fernández le habría dicho a su mujer y a sus suegros que tenía como fin
pagarle a los jueces y fiscales.
Asimismo, refirió que su esposa le había efectuado cuatro pagos de
mil ochocientos setenta y cinco euros (€1875) cada uno a Fernández: el primero en
la puerta de la prisión y delante de su esposa y suegros; el segundo en el mes de
enero y mediante un giro proveniente de España y a través de la compañía Western
Union; el tercero en el mes de febrero, mediante un giro realizado por la madre de
su esposa, Esperanza Legido Hernández, a través de Western Union; y el cuarto en
la puerta de los tribunales de Comodoro Py, en el mes de marzo, por un presunto
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pago al auxiliar que llevaba la causa –Marcelo, por cuanto el escrito de ofrecimiento
de prueba ya había caducado y, sin perjuicio de ello, el pago tenía como fin para
que aquél lo proveyera aunque se encontrara fuera de término (fs. 92/4).
III.B.ii.b. El día 15 de septiembre de 2010 desistió la querella
presentada contra “Francisco Chanely” y “Marcelo Humberto Fernández”,
circunstancia en la que hizo alusión a que ya había aclarado los inconvenientes con
ellos, motivo por el cual no tenía nada que reclamarles en materia penal y civil (fs.
113).
III.B.iii. Informes de compañías telefónicas
III.B.iii.a. Personal
III.B.iii.a.a El 24 de mayo de 2012 el apoderado informó que José
Emilio Rodríguez Menéndez, María Vanessa Palomar Legido y Francisco José
Chiarelli no poseían teléfonos registrados en esa compañía, pero sí Marcelo
Humberto Fernández, circunstancia en la que se acompañó el listado de llamadas
entrantes y salientes desde el 1 de octubre de 2008 hasta mayo de 2009, del abonado
n° 11-6462-8559. En ese sentido, se informó que efectuó llamados el día 2, 11, 19 y
28 de octubre, 8, 17, 20, 21 de noviembre, 26, 27 de diciembre, todos de 2008, y 4
de marzo, 21 de abril y 13 de mayo, todos de 2009; a su vez, que recibió llamados
los días 2, 11, 19, 28 de octubre, 8, 17, 20, 21 de noviembre, 26 y 27 de diciembre,
todos de 2008, y 4 de marzo, 21 de abril y 13 de mayo, todos de 2009 (fs. 345/9).
III.B.iii.a.b. Con fecha 6 de mayo de 2013 se hizo saber al tribunal
que el teléfono n° 15-6985-6808 no pertenecía a la empresa.(fs. 417).
III.B.iii.b. Telefónica.
III.B.iii.b.a El 30 de mayo de 2012 el apoderado de la compañía
informó que José Emilio Rodríguez Menéndez, María Vanesa Palomar Legido,
Marcelo Humberto Fernández y Fracinsco José Chiarelli no eran clientes (fs. 354).
III.B.iii.b.b. El 17 de octubre de 2012 se puso en conocimiento del
tribunal que la línea 11-5989-1847 estaba asignada a Ana Ruiz (DNI n° 90.664.740,
con domicilio de facturación en Ortiz 209 de esta ciudad), oportunidad en la que se
acompañó el listado de llamadas entrantes y salientes (fs. 393).
III.B.iii.c. Claro
La directora del Departamento de Oficios Judiciales indicó el 4 de
julio de 2012 que solo poseía un teléfono registrado Marcelo Humberto Fernández,
cel n° 11-6825-3092, sin perjuicio de no contar con el listado de llamadas entrantes
y salientes por haber sido activado en la fecha posterior a la solicitada, es decir,
entre el 1 de octubre de 2008 y mayo de 2009 (fs. 355/6).
III.B.iii.d. Nextel
III.B.iii.d.a. El 11 de junio de 2012 el apoderado de la empresa
informó que José Emilio Rodríguez Menéndez, Francisco José Chiarelli y María
Vanessa Palomar Legido no eran clientes de la compañía. A su vez, se hizo saber
que Marcelo Humberto Fernández poseía registrada la línea n° 11-5249-9112,
activada el 19 de marzo de 2004 y vigente hasta el día 7 de junio de 2012 (fs.
367/8).
III.B.iii.d.b. El 17 de octubre de 2012 acompañó un CD con las
comunicaciones telefónicas del abonado 11-5249-9112 desde el 1 de octubre de
2008 hasta el 31 de mayo de 2009 (fs. 392).
III.B.iii.d.c. El 24 de mayo de 2013 se hizo saber que la línea 15-
6985-6808 se encontraba a nombre de Damián Martín Mariani, activada el 8 de
octubre de 2010.
III.B.iv. Informes elevados por el Director del Módulo III del
Complejo Penitenciario Federal de la C.A.B.A., Alcalde Mayor Rubén E.
González.
III.B.iv.a. Con fecha 27 de octubre de 2009 hizo saber que el entonces
detenido fue trasladado desde el pabellón 9 del Módulo III al pabellón 1 del Módulo
I por cuanto aquél mediante la utilización de artilugios buscaba controlar a las
demás personas, desestabilizando el orden interno. También indicó que su traslado
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tuvo en cuenta la denuncia que había radicado anteriormente, a través de la cual
hizo saber que habría padecido de un atentado contra su vida (fs. 379).
III.B.iv.b. El 16 de noviembre de 2009 dejó constancia que el traslado
del interno se produjo por la mala convivencia con los demás, lo que trajo aparejado
un atentado contra su vida. Por esas razones dijo que a partir del 27 de octubre de
2009 fue alojado en el pabellón 1 del Módulo I, sin perjuicio de que luego haya
tenido nuevos problemas con los internos y que pro ese motivo haya solicitado ser
reubicado en el H.P.C. II ese mismo día.
Al finalizar su dictamen el director concluyó que resultaba dificultoso
alojarlo en algún sector del complejo por la reticencia de los demás detenidos,
motivo por el cual entendió que resultaba correspondiente que interviniera la
Dirección de Tratamiento (fs. 380/1).
III.B.iv.c. El 4 de julio de 2012 dejó constancia que Rodríguez
Menéndez estuvo detenido en el pabellón 9 del Módulo III desde el 19 de octubre
de 2008, procedente del pabellón séptimo del Módulo II, hasta el día 27 de octubre
de 2009, fecha en la que fue realojado en el pabellón 1 del Módulo I (cfr. fs. 382).
III.B.v. Informes del Director Principal del Complejo
Penitenciario Federal de esta Ciudad, Inspector General Adrián Petruzzi.
III.B.v.a. El 29 de mayo de 2012 acompañó un informe del
Subprefecto Jorge L. Miguel de la Direccón Módulo I del Complejo Penitenciario
de la C.A.B.A. Allí hizo saber que Rodríguez Menéndez estuvo alojado en el
pabellón I de ese Módulo hasta el 27 de octubre de 2009, ocasión en la que fue
internado en el H.P.C., sala cinco. A su vez, informó diversas internaciones que
padeció en distintos hospitales de Buenos Aires (fs. 350/1).
III.B.v.b. El 5 de septiembre de 2012 remitió la historia clínica de
José Emilio Rodríguez Menéndez (fs. 398).
III.B.v.c. El 12 de octubre de 12 adjuntó copia certificada de
información brindada por la Dirección de Módulo III e informe de sección visita y
correspondencias y copia certificada del legajo personal único e historia clínica del
nombrado (fs. 402).
III.B.v.d. El 5 de septiembre de 2012 adjuntó un informe de la
Dirección de Módulo III vinculado con la reubicación de José Emilio Rodríguez
Menéndez dentro del complejo. Allí se hizo saber que el día 27 de octubre de 2009
fue realojado en el pabellón n° 1 del Módulo I a causa de una mala convivencia con
los demás detenidos (fs. 379/81).
III.B.vi. Informe de la compañía Western Union.
El 16 de septiembre de 2013 informó que no había operaciones
realizadas a nombre de José Emilio Rodríguez Menéndez, Francisco José Chiarelli,
aunque sí de María Esperanza Legido Hernández, Marcelo Humberto Fernández,
Francisco Alberto Palomar Legido.
De allí surgen las siguientes operaciones: 1) remitente: María
Esperanza Legido Hernández; beneficiario: Marcelo Humberto Fernández; fecha:
16 de febrero de 2009; moneda: peso; monto: 7927.51; país de envío: España; país
de pago: Argentina; beneficiario domicilio: Uruguay 252, 5, oficina 20; DNI:
17.230.326; 2) remitente: Francisco Alberto Palomar Legido; beneficiario: María
Esperanza Legido Hernández; fecha: 5 de diciembre de 2008; moneda: peso; monto:
12093.95; país de envío: España; país de pago: Argentina; beneficiario domicilio: E.
Ortiz 3086; Documento: pasaporte AB883180; 3) remitente: Francisco Alberto
Palomar Legido; beneficiario: Francisco Alberto Palomar; fecha: 12 de enero de
2009; moneda: peso; monto: 8536.18; país de envío: España; país de pago:
Argentina; beneficiario domicilio: Oro 3960; documento: DNI: 883181; 4)
remitente: Francisco Alberto Palomar Legido; beneficiario: María Esperanza
Legido Hernández; fecha: 18 de julio de 2009; moneda: peso; monto: 15160.04;
país de envío: España; país de pago: Argentina; beneficiario domicilio: Florencio
Sánchez 145; pasaporte AB883180; 5) remitente: María Esperanza Legido
Hernández; beneficiario: Francisco Alberto Palomar Legido; fecha: 23 de julio de
2009; moneda: peso; monto: 15339.04; país de envío: España; país de pago:
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Argentin; beneficiario domicilio: S. Ortiz 186; documento: pasaporte 883181 (fs.
447/453).
III.C. Documentación resguardada en la caja fuerte de esta
secretaría.
III.C.a. Copia certificada de la historia clínica de José Emilio
Rodríguez Menéndez, aportada por el Director del Complejo Penitenciario de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y por el Jefe del Módulo III del complejo (ver
punto III.B.v.b. y III.B.v.c.).
III.C.b. Copia certificada del Legajo Único Personal de Rodríguez
Menéndez, formado a raíz de la detención dispuesta por el Juzgado Nacional en lo
Criminal y Correccional Federal n° 8, Secretaría n° 16, en el marco de la causa n°
14.438/08 caratulada “Rodríguez Menéndez José Emilio s/ extradición”. En el
formulario de ingreso consta que ingresó al Complejo Penitenciario de la ciudad el
19 de octubre de 2008, procedente de la Unidad 29, y que fue alojado en el pabellón
n° 7.
De las actas de negativa para concurrir a la U29, de fecha 21 de
noviembre de 2008, 15 de enero de 2009, febrero de 2009, 5 de marzo de 2009, 9 de
marzo de 2009, 29 de junio de 2009, 1 de julio de 2009, 3 de septiembre de 2009,
surge que se encontraba alojado en el pabellón n° 9 del Módulo III. Allí obra
también un informe de la Jefatura del Módulo III, en la que se dejó constancia que
hacia el 26 de febrero de 2009 seguía alojado en ese mismo lugar y que recibía
visitas de su esposa y suegros, sea de forma conjunta o separada.
Por último, y con fecha 30 de abril de 2010, se dejó constancia de que
se le otorgó al nombrado el beneficio del arresto provisorio (ver punto III.B.v.c.)
III.C.d. Informe de la Sección Visita y Correspondencia.
En la entrevista de ingreso de fecha 11 de octubre de 2008 se dejó
constancia que su esposa era Vanessa Palomar Legido y que se trasladaba a España
constantemente, en la sección “régimen de visitas”, y más específicamente en
aquellas denominadas “comunes” hizo alusión a ella (fs. 5/6).
A fs. 18 obra una nota de fecha 27 de octubre de 2009 suscripta por el
Director de Módulo III, a través del cual dejó constancia que José Emilio Rodríguez
Menéndez fue realojado en el pabellón n° 1 del Módulo I, proveniente del pabellón
n° 9 del Módulo III.
A fs. 35 se dejó constancia que los autorizados a visitarlo eran
“Palomar Legido, Mari” –esposa, documento 46.939.747-, “Legido Hernández,
Ma” –suegra, documento n° 883180-, y “Palomar Legido, Fran” –documento
883181. Todos fueron autorizados el 30 de octubre de 2008, y registraron como
domicilio Paraná 344, piso 3, de esta ciudad.
III.C.e. CD que contiene las llamadas entrantes y salientes de la
línea n° 11-5989-1847, entre el 1 de octubre de 2008 y el 15 de octubre de 2012.
En cuanto a sus comunicaciones se registran 406 llamados con la n° 11-5249-9112,
efectuados entre el 22 de octubre de 2008 y el 30 de marzo de 2009:
III.C.f. CD acompañado por la compañía Nextel, vinculado con
las llamadas entrantes y salientes de la línea 11-5249-9112, entre las que se
encuentran las entabladas con la n° 11-5989-1847; me remito aquí al punto anterior.
III.D. Compulsa de la página web
www.freecurrencyrates.com/es/exchange-rate-history/EUR-ARS/2009, de la que
surge el historial de las cotizaciones entre el euro y el peso argentino hacia el año
2009. De allí se desprende que hacia el 10 de enero de 2009 1€ equivalía a $4,63; y
hacia el 16 de febrero de 2009 1€ a $4,48.
IV. Descargo de los imputados
Francisco José Chiarelli
Se le recibió declaración indagatoria el 20 de febrero del año en curso,
oportunidad en la que refirió que a fines de septiembre o principios de octubre de
2008 mantuvo conversaciones con María Vanesa Palomar Legido y José Emilio
Rodríguez Menéndez, vinculadas con la asistencia del último en un proceso de
extradición, por cuanto había sido detenido por INTERPOL.
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Por tal motivo, dijo que en una ocasión Rodríguez Menéndez le pidió
que ayudara a su esposa porque estaba asustada, motivo por el cual decidió
contactarse con su asistente, Jorge Alberto Pacharini, para que fuera a su
departamento y la asistiera. Tras afirmar que fue le abogado de aquél dijo que
también le pidió a Marcelo Humberto Fernández que lo ayudara, ya que tenía
mucho trabajo.
Agregó que en varias oportunidades ambos se dirigieron al Complejo
Penitenciario de Devoto para visitar a Menéndez, a quien le indicó desde un primer
momento que Fernández iba a asistirlo en el caso porque estaba muy ocupado. Allí
hizo referencia a un contrato que les habría dado aquél, por la suma de quince mil
euros, vinculado con distintos trabajos legales, el cual constituía la base de los
pagos por siete mil quinientos y tres mil quinientos euros, como así también el
recibo que rezaba “en concepto de gastos efectuados, en atención a la detención de
José Emilio Rodríguez Menéndez”; el que iba a ser aportado por Fernández.
Según dijo, ese recibo no tenía nada que ver con los honorarios sino
con los servicios prestados por Pacharini durante el mes que vivió con María
Vanesa Palomar Legido, entre las que se encontraban la limpieza de la casa de
Palermo, la compra de alimento, diarios y alimentos, y trasladarla de un lugar a
otro.
Con relación al convenio dijo que solo recibieron un pago de siete mil
quinientos euros de los dos pactados, el cual fue efectivizado en su estudio y en
concepto de los honorarios por la defensa de Menéndez en la causa de extradición
del registro del Juzgado Federal n° 8. Fue en ese momento en el que dijo que ese
pago era por servicios profesionales, mientras que el de tres mil quinientos era por
servicios personales.
En cuanto a la división del monto dijo que no recordaba como lo había
hecho con Fernández, aunque aclaró que nunca le dieron dinero a un juez; con
relación a la reunión en su estudio que se habría llevado en aquél ubicado en Gral.
D. Perón 1372 de esta ciudad aclaró que en realidad fue en Paraná 344, piso 3.
Respecto de las reiteradas visitas que le habría hecho en el Complejo
de Devoto dijo que en realidad frecuentaba el lugar porque era abogado de ocho
mexicanos en la causa de la efedrina en el Juzgado Federal de Campana, motivo por
el cual aprovechaba y también veía a Menéndez. Por último, y con relación a los
actos judiciales, dijo que solo intervino en una audiencia en la Cámara de
Apelaciones que se llevó a cabo a principios de noviembre del año 2008,
circunstancia en la que reiteró que nunca quiso intervenir mucho porque Menéndez
era muy complicado y que por ese motivo era Fernández quien estaba en el día a
día.
Tras preguntarle cómo y dónde conoció a José Emilio Rodríguez
Menéndez dijo que recibió un llamado aproximadamente el 20 de septiembre de
2008 por parte de Menéndez, quien le pidió que lo asistiera en una causa pero, como
tenía poco tiempo, le había dicho que lo fuera a ver al estudio. Una semana después
dijo que lo llamó María Vanesa Palomar Legido, quien le contó que lo habían
detenido a su esposo que era abogado y que tenía mucho miedo.
Ante esa circunstancia, al enterarse que era un colego y por el temor
de su mujer, decidió enviar a su asistente, Jorge Alebrto Pacharini, para que la
contuviera. Al poco tiempo lo volvió a llamar Menéndez desde el Complejo de
Devoto y, tras contarle los problemas legales que tenía, decidió ir a visitarlo al día
siguiente junto con Marcelo Humberto Fernández, creyendo que fue justo el día que
INTERPOL lo había detenido.
Al preguntarle qué vínculo poseía con Jorge Alberto Pacharini indicó
que fue su asistente hasta fines del 2009, aunque en realidad era su chofer, para
luego agregar que si bien había vivido un mes con la esposa de Menéndez, lo cierto
es que había sido la primera vez que cubría una tarea como esa. En ese momento
dijo que envió a su asistente por pedido de ella y de su marido y que le pagó por los
servicios prestados, por cuanto para él era una carga.
En el momento en el que se le preguntó si Rodríguez Menéndez había
sido su defendido en el marco de la causa n° 14.438/08 del registro del Juzgado
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Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n° 8, Secretaría n° 16, manifestó
que creía que si, pero que no recordaba bien porque la causa la manejaba Marcelo
Humberto Fernández ya que no disponía de mucho tiempo.
Al interrogarlo con relación a si había cumplido con el pago de los
honorarios prometidos dijo “No, al menos yo nunca tuve ningún problema”, para
hacer hincapié nuevamente en que Fernández era quien manejaba todo. Allí hizo
referencia al contrato que firmaron la primera vez que lo vieron en el complejo,
donde se pactaron dos primeros pagos de siete mil quinientos euros aunque el
convenio establecía un total de setecientos cincuenta mil, fijados por distintas tareas
y/o resultados en la causa. En cuanto al total cobrado dijo que percibieron un pago
de siete mil quinientos euros por la asistencia legal y tres mil quinientos por el
trabajo personal; circunstancia en la que aludió que no sabía si Fernández había
cobrado algo luego de que él renunciara a la defensa.
Al preguntarle por qué motivo pactaron los honorarios en moneda
extranjera dijo que nunca se pactó nada y que el convenio lo había hecho
directamente Rodríguez Menéndez, para luego ratificar que nunca le reclamó
dinero.
Con relación al vínculo que padecía con Fernández dijo que lo conocía
hace muchos años y que era muy eficaz, y que en la época de la detención tenían los
estudios muy cerca, motivo por el cual confió en él para que lo asistiera en la causa,
más allá de no ser amigos. Al momento en que brindó su descargo dijo que todavía
se contactaba con él aunque muy esporádicamente.
Cuando se le preguntó si en alguna oportunidad le prometió a
Rodríguez Menéndez que obtendría su libertad antes del 1 de diciembre de 2008; y
si le había insinuado que conocía a funcionarios públicos que podían intervenir a su
favor, a cambio de sobornos, en la causa 14.438/08 del Juzgado Federal n° 8 dijo
que nunca.
Al interrogarlo con relación a si le había exigido a María Vanssa
Palomar Legido dinero, bajo el pretexto de sobornos a funcionarios, para facilitar el
traslado de su marido, del pabellón n° 7 –módulo II- al pabellón n° 9 –módulo III-,
por cuanto en donde estaba alojado en octubre de 2008 corría peligro; dijo que
nunca habló de dinero con ella. Allí aclaró “si bien ella pudo haberme dado dinero,
lo cierto es que siempre que hablé de dinero lo hice con Menéndez; y nunca me
excedí de lo fijado en aquél convenio que nos dio en el Complejo Penitenciario
Federal de Devoto”. Allí dijo que tampoco le exigió dinero a su marido por el
traslado.
Tras indicar que no recordaba la fecha en la que se habría reunido en
su estudio con Fernández y María Vanessa Palomar Legido, se le exhibió la factura
n° 0001-00000014 y el recibo de fecha 31 de octubre de 2008 a nombre de Vanesa
Palomar y epedido por el Dr. Francisco J. Chiarelli –fs. 93/4- y se le preguntó en
qué concepto se extendió el recibo y quiénes se encontraban presentes. Allí dijo que
el de fs. 93 se expidió por la asistencia legal de Menéndez y el de fs. 94 por el
trabajo personal de Pacharini, para luego agregar que en la reunión estaban
presentes la mujer de Rodríguez Menéndez y sus padres; los primeros, según dijo,
aparentemente habían llevado los siete mil quinientos euros que luego le dieron
tanto a él como Fernández.
Al momento de preguntarle si en la reunión celebrada el 31 de octubre
de 2008 en su estudio recibió más dinero, además de los diez mil quinientos euros,
manifestó que no, aunque no sabía si Marcelo Humberto Fernández había recibido
algo en otro momento; oportunidad en la que reconoció como propia la firma y el
sello obrantes en los comprobantes de fs. 93/4.
Luego de ello, el imputado afirmó que nunca le dijo a Rodríguez
Menéndez que se iba a reunir con el fiscal y el juez que intervenían en la causa n°
14.438/08 y que ni siquiera los conocía de vista, para luego afirmar que nunca le
pidió cien mil dólares a María Vanessa Palomar Legido, luego del 13 de noviembre
de 2008, en concepto de remuneraciones a los integrantes de la Sala I de la Excma.
Cámara del Fuero. En ese momento, también negó haber estado con ella en la
puerta del Complejo Penitenciario Federal de la C.A.B.A., motivo por el cual no
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pudo haber recibido dinero de ella en ese lugar; aunque desconocía si en alguna
oportunidad se había reunido con Fernández.
Al interrogarlo con relación a si alguna vez recibió dinero por parte de
los padres de María Vanessa Palomar Legido a través de la compañía Western
Union, dijo que no, oportunidad en la que volvió a insistir que el único dinero que
recibió fue aquél vinculado con los recibos de fs. 93 y 94; aunque al momento de
consultarle con relación a Marcelo Humberto Fernández dijo que no sabía si había
recibido o no dinero de ellos. Inmediatamente después negó haber recibido dinero
en las inmediaciones del edificio de Comodoro Py 2002 de esta ciudad en el mes de
marzo de 2009, por parte de Palomar Legido.
El imputado fue sometido a otras preguntas además de aquellas
vinculadas con los pagos que se habrían efectuado en el marco de la causa en donde
tramitaba la extradición de Rodríguez Menéndez. En esa línea, se le preguntó por
Julio César Strassera, y dijo que lo conocía porque había sido abogado de aquél al
momento en que lo detuvieron, aunque solo por unos pocos días, sin perjuicio de
que no tenía relación. Allí hizo referencia a que en una oportunidad le dijo que iba
asumir su defensa, a lo que el abogado le respondió no tener conocimiento en aquél
momento.
En el mismo acto negó conocer al Alcalde Javier González y a una
persona de nombre Roberto –un funcionario que habría visitado al entonces
imputado en el complejo entre el 12 y el 30 de octubre de 2008. También dijo que
desistió de su defensa por ser una persona muy conflictiva.
Tras preguntarle con relación a María Esperanza Legido Hernández y
Francisco Alberto Palomar Legido dijo que eran los padres de María Vanessa
Palomar Legido y que sabían que ambos traían el dinero de España, aunque no
recordaba quién le había pagado en la reunión.
En ese acto se le exhibió el informe de Western Union obrante a fs.
447/53 y se le preguntó si tenía conocimientos de los giros, a lo que respondió que
no aunque quizás le había comentado algo el Dr. Fernández y que si se cobró algo
lo había hecho él. Por último, y al preguntarle cuántas ves te había visitado el
Complejo Penitenciario Federal de la C.A.B.A. indicó que aproximadamente cinco
veces.
Marcelo Humberto Fernández
Al imputado se le recibió declaración indagatoria, de conformidad con
lo normado por el art. 294 del C.P.P.N., el día 28 de febrero de 2014, oportunidad
en la que dijo que conoció a Chiarelli en el marco de la causa de la efedrina que
tramitaba en un Juzgado Federal de Campana, particularmente por haber sido
ambos abogados de Marcelo Tarcia en aquella causa, la que tramitaba al mismo
tiempo en que se detuvo a Rodríguez Menéndez.
Allí fue que aquél le contó que había recibido un llamado por parte de
Rodríguez Menéndez y le pidió que lo defendiera, motivo por el cual ambos fueron
a visitarlo al lugar en el que se encontraba detenido. Si bien dijo que nunca pactaron
honorarios, fue aquél quien les hizo una oferta en la sala de abogados, donde les dio
un convenio.
Con relación a los montos indicó que ofreció la suma de trescientos
treinta mil euros en caso en caso de que no sea extraditado, pagaderos de la
siguiente forma: quince mil en un primer momento, otros quince mil luego, ciento
cincuenta mil en el caso en que obtuviera la libertad y otros ciento cincuenta mil en
caso de que le denegaran la extradición. También dijo que se pactaron varias
exigencias, entre las que se encontraban visitarlo todas las semanas, asistir a su
mujer, realizarle trámites en Migraciones.
En ese momento dijo que se negó a asistir a su pareja, tarea que fue
asumida por Chiarelli, más precisamente a través de una persona llamada Alberto,
que estaba en su oficina todo el tiempo, quien tenía como objetivo principal lelvarla
a todos lados. Así, dijo que se dedicó a la parte jurídica y que mantenía contacto
telefónico a toda hora con el entonces imputado, incluso en horarios de la
madrugada.
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Luego se expidió con relación a la situación de Rodríguez Menéndez
en España, y dijo que en ese país tenía tres condenas por tres causas distintas, y que
en una oportunidad se había escapado de la cárcel y vino para Argentina. En cuanto
a la extradición que tramitaba en el juzgado a cargo del Dr. Martínez de Giorgi dijo
que él pretendía sacarle la causa y que recayera en el de la Dra. Servini de Cubria,
por cuanto allí había tramitado otro pedido de extradición que había sido denegado,
y que lo había asistido el Dr. Strassera.
Tras ello, dijo que ante esa circunstancia le dijo que no tenía ningún
fundamento para recusarlo y que en la audiencia de la extradición, Rodríguez
Menéndez le faltó el respeto a Martínez de Giorgi, justamente porque pretendía que
la causa la tuviera Servini de Cubría y que, ante dicha circunstancia, pretendía que
hiciera denuncias falsas contra el juez, a lo que el imputado negó haber asentido y le
indicó que iba a renunciar a la defensa si seguía con ese temperamento.
En cuanto a la imputación que se le hizo negó haberle exigido dinero a
la mujer de Rodríguez Menéndez y, tras resaltar que Chiarelli no presenció ninguna
audiencia y que él había ido a todas, también negó conocer al Dr. Martínez de
Giorgi y a los integrantes de la Excma. Cámara del Fuero. Hizo hincapié en que su
trabajo siempre estuvo respaldado por el convenio que Rodríguez Menéndez fijó,
por una suma de trescientos treinta mil euros, y que la denuncia que había en su
contra tenía como fin el cambio de juez anteriormente aludido.
En ese mismo acto se sometió a contestar preguntas, y al consultarle si
fue su abogado en el marco de la causa n° 14.438/08 del registro del Juzgado
Federal n° 8, Secretaría n° 16, dijo que sí. Tras preguntarle si había cumplido con
los honorarios prometidos dijo que no y que tuvo dos objetivos: el primero era
cambiar de tribunal y el segundo evitar realizar los pagos. Aunque destacó haber
recibido pagos parciales manifestó no recordar con exactitud cuáles.
Allí agregó que cuando María Vanesa Palomar Legido le dio dinero a
Chiarelli, Rodríguez Menéndez se peleó con él y, tras apartarlo de la defensa, le
hizo unos giros por honorarios y gastos. Si bien recordó que a Chiarelli se le pagó
siete mil quinientos euros, no recordaba cuánto dinero le había dado después a él.
Al consultarle por qué motivo se pactaron los honorarios en moneda
extranjera dijo que porque así lo había ofrecido Rodríguez Menéndez y porque los
que pagaban eran su mujer y sus suegros desde España, aunque hizo hincapié en
que los giros se cobraban en pesos y que nada le impedía cobrar en moneda
extranjera. Cuando se le preguntó por su vínculo con Francisco José Chiarelli dijo
que no era amigo y que lo conoció por la causa de la efedrina, siendo ésta la primera
vez en la que trabajaron juntos.
Así las cosas, también se le preguntó si en alguna vez le prometió a
José Emilio Rodríguez Menéndez que obtendría su libertad antes del 1 de diciembre
de 2008; si le insinuó que conocía a funcionarios públicos que podrían intervenir a
su favor a través de sobornos; y si le exigió a María Vanessa Palomar Legido dinero
bajo el pretexto de sobornos a funcionarios, para que se lo trasladara del pabellón n°
7 –módulo II- al pabellón n° 9 –módulo III-; negando su intervención en todas.
Al momento en que se le preguntó si le había exigido dinero a
Rodríguez Menéndez para facilitar su traslado dijo que lo único que se pactó con él
fueron honorarios que no había cumplido.
Inmediatamente después se lo interrogó con relación al presunto
dinero exigido a María Vanessa Palomar Legido, bajo el pretexto de que
supuestamente lo había desembolsado de su bolsillo para pagarle a funcionarios del
servicio penitenciario que facilitarían el traslado, ocasión en la que negó haberlo
hecho y aclaró que en una oportunidad tomó conocimiento, a través de sus dichos,
que aquél había contratado al celador del Complejo para que cuidara de su mujer,
sin perjuicio de lo cual indicó no haber podido corroborarlo por cuanto nunca habló
con su mujer. Agregó luego que lo cambiaron de pabellón por la edad.
Al preguntarle si mantuvo una conversación telefónica con ella el 28
de octubre de 2008 manifestó que no recordaba con exactitud pero que había
hablado varias veces con ella; al consultarle por la reunión que se habría llevado a
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cabo el 31 de octubre de ese año en el estudio de Chiarelli en presencia de Palomar
Legido, afirmó que no recordaba la fecha pero que había presenciado una o dos
reuniones en las que ella había ido directamente a pagar, motivo por el cual no se
había hablado nada de la causa.
Tras aclarar que no tenía trato directo con su esposa y que Chiarelli si
lo tenía, se le exhibió la factura n° 0001-00000014 y el recibo de fecha 31 de
octubre de 2008 a nombre de Vanesa Palomar y expedido por el último, ocasión en
la que se le preguntó por el concepto en el que se extendió y quiénes estaban
presentes en aquél momento. Allí dijo que conocía el obrante a fs. 93 y desconocía
de la existencia del de fs. 94 y que para él solo se había efectivizado un solo pago de
siete mil quinientos euros, fijado según el convenio de honorarios.
Fue en ese momento que ratificó que el único pago que recibió fue por
honorarios avalados pro el convenio escrito y firmado por Rodríguez Menéndez y
que aquél otorgado por atenciones personales era una cuestión de Chiarelli.
También negó haberle exigido cien mil dólares a María Vanessa
Palomar Legido el 13 de noviembre de 2008 por supuestas remuneraciones a
integrantes de la Sala I de la Excma Cámara del Fuero para que excarcelaran a su
marido, como así también haber recibido dinero de ella en la puerta del Complejo
de esta ciudad y en Comodoro Py 2002, circunstancia en la que aclaró que solo
recibió transferencias de ella e hizo hincapié nuevamente en que no tenía trato. En
ese instante también dijo que recibió dinerop proveniente del suegro de Rodríguez
Menéndez a través de Western Union, según los honorarios pactados en el
Convenio.
Al preguntarle si había recibido dinero por parte de la madre de la
esposa de aquél dijo que no recordaba con exactitud quién le había enviado dinero,
pero que todo fue en concepto de honorarios. Dijo que la esposa solo pagó una sola
vez y en la oficina de Chiarelli, oportunidad en la que otorgó siete mil quinientos
euros; destacó que su estudio no era el mismo que figuraba en el hecho y que
quedaba saber la calle Paraná y no Perón.
Cuando se le preguntó por Julio César Strassera dijo que no lo conocía
personalmente aunque sí sabía que fue su abogado antes de que asumieran la
defensa. También negó conocer al Alcalde Javier González y a un funcionario del
complejo de nombre Roberto, quien lo habría visitado a Rodríguez Menéndez entre
el 12 y el 30 de octubre de 2008.
Tras interrogarlo con relación a si sabía por qué motivo Francisco
Chiarelli desistió de la defensa de aquél dijo que en realidad nunca desistió sino que
ambos se habían peleado, y que se enteró a través de Menéndez que no lo iba a
defender más recién cuando lo visitó en el Complejo.
Al preguntarle si conocía a María Esperanza Legido Hernández y si en
alguna oportunidad recibió dinero de ella dijo que le sonaba que sea la suegra de
Rodríguez Menéndez, aunque aclaró que de ella no recibió dinero, y volvió a hacer
hincapié en que solo recibió siete mil quinientos euros y uno o dos pagos que se le
habían hecho a través de una transferencia.
Por ese motivo, se le preguntó como se dividió el pago aludido en la
oficina de Chiarelli efectuado pro María Vanessa Palomar Legido y dijo “Creo que
una parte era para Alberto pro gastos efectuados a ella, como por ej. combustible,
llevarla y traerla. El resto lo habremos dividido por mitades. No recuerdo con
exactamente. Creo que una parte se sacó para Alberto”. Por su parte, y en cuanto a
Francisco Alberto Palomar Legido, dijo que suponía que era el suegro, para luego
hacer hincapié en los mismos pagos.
En su acto de defensa se le exhibió el informe de Western Union
obrante a fs. 447/53 y dijo que en la foja 447 había un solo giro por parte de
Malparida Luna Pizarro, clienta suya de Bolivia. En la 449 no había ninguna
transferencia que lo tuviera como beneficiario y que seguramente eran giros
realizados por la familia a Vanesa para que se mantuviera. Por último, y con
relación a la foja 451 dijo que había una a su nombre y que no había ninguna más,
para ratificar que en realidad había dos, tal como había dicho.
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En ese momento, y al finalizar su declaración, el imputado aportó un
escrito que reza “Sr. D. Francisco Chinela y D. Marcelo Fernández Abogados.-“,
circunstancia en la que refirió que si bien no sabía si lo había hecho él sí podía
afirmar que lo había firmado delante suyo.
V. Situación procesal de los imputados
Previo a valorar la prueba incorporada a la causa cabe aclarar que en
esta etapa procesal se requiere la concurrencia de elementos suficientes para
producir probabilidad, aún no definitivos ni confrontados, pero que sirven para
orientar el proceso hacia la acusación, vale decir hacia la etapa de juicio (conf.
Clariá Olmedo, J. A., Derecho Procesal Penal, Lerner Córdoba, 1984, t. II, pág.
612).
Justamente de lo que se trata, pues, es habilitar el avance del proceso
hacia la instancia de juicio, que es la etapa en la que se llevarán a cabo los debates y
la confrontación con amplitud. Lo contrario equivaldría a la asunción por mi parte
de una tarea que me es impropia, instaurándose el período contradictorio por
anticipado, privando así al órgano que eventualmente debe resolver en forma
definitiva con la prueba producida, la cual será fundamental al momento de
expedirse con relación al caso particular.
Con lo dicho pretendo hacer una clara diferenciación entre lo que es
esta etapa procesal, de instrucción, y lo que es la etapa de juicio. Para ello, debo
colocarme en el lugar que las normas procesales me asignan, posibilitando de esta
forma la apertura del debate, en base a la verificación de los elementos mínimos que
sostengan la sospecha inicial.
Es que para el dictado del presente auto de mérito basta entonces con
la mera convalidación de la sospecha, máxime cuando la elevación a juicio
presupone una nueva reflexión del juez acerca del mérito de la instrucción.
Valoración de la prueba reunida en la causa
Las constancias reunidas en la causa me permiten afirmar, con el
grado de probabilidad requerido en esta instancia, que Francisco José Chiarelli y
Marcelo Humberto Fernández le exigieron a José Emilio Rodríguez Menéndez,
entre el 3 de octubre de 2008 y diciembre de ese año, el pago de al menos dieciocho
mil quinientos euros (€18.500) y cien mil dólares (US$ 100.000), en el marco de la
causa n° 14.438/08 del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal n°
8, Secretaría n° 16, bajo el pretexto de remunerar a los jueces y al fiscal que
intervinieron en el marco de ese proceso. También se corroboró que parte de esa
exigencia fue realizada con el argumento de ser entregado a funcionarios del
Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires –lugar en
el que se encontraba detenido-. (ver pruebas III.a.i., III.A.iii.c., III.B.i.a.b.,
III.B.i.a.c., III.B.i.b.)
Los elementos reunidos me permiten sostener en esta etapa instructora
que también realizaron reclamos tanto a quien se encontraba imputado en esa causa
como a sus familiares, todos ellos con la promesa de que recuperaría su libertad en
diciembre del 2008; para ello se valieron de medios fraudulentos actuando sobre la
voluntad de Rodríguez Menéndez como la de su esposa, María Vanessa Palomar
Legido, ocasionándoles un perjuicio patrimonial tanto a ellos como a los padres de
la última (ver prueba III.a.i.)
De la misma forma encuentro motivo suficiente como para afirmar en
esta fase de qué forma Chiarelli y Fernández pretendieron dar con su fin, para lo
cual decidieron dividirse sus funciones en la ejecución del delito, a través de
distintas intervenciones realizadas mientras José Emilio Rodríguez Menéndez se
encontraba detenido en el Complejo Penitenciario Federal de la C.A.B.A. En esa
línea las pruebas reunieron indicios suficientes como para sostener que ambos se
abusaron de su situación de vulnerabilidad -por cuanto aquél se encontraba detenido
en un país distinto al de su residencia en el que estaba hacía muy poco tiempo-, para
lograr su plan perpetrado.
Específicamente, ambos le exigieron a María Vanesa Palomar Legido,
el día 3 de octubre de 2008, quince mil euros (€15.000) bajo el pretexto de
remunerar al fiscal y al juez que intervenía en la causa n° 14.438/08 del registro del
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Juzgado Federal n° 8, ocasión en la que le prometieron que su marido recuperaría su
libertad antes del 1 de diciembre de aquél año. Para cumplir con el primer pago, los
dos fueron a visitar a Rodríguez Menéndez en el complejo en donde estaba
detenido, circunstancia en la que acordaron el pago a través de dos cuotas luego de
que le dieran los mismos argumentos que le habían dado a su esposa (ver prueba
III.a.i., III.B.i.b.).
También se corroboró a través de las constancias recabadas en la
causa que quienes fueron sus abogados durante el proceso en el que tramitaba la
extradición, le volvieron a exigir dinero unos días más tarde, pero en esa
oportunidad le pidieron tres mil quinientos euros (€3.500) con la excusa de que iba
a ser entregado a funcionarios del complejo en el que estaba detenido, a los efectos
de que lo trasladaran del pabellón n° 7, en el que estaba detenido, al n° 9; para lo
cual le afirmaron falsamente de que allí corría riesgo su vida (ver prueba III.a.i.,
III.a.ii., III.A.iii.c, III.A.vii., III.B.i.a.b., III.B.i.a.b., III.B.i.a.c., III.B.i.b.,
III.B.i.d., III.B.iv.c.).
A los efectos de cumplir con este segundo pago, ambos ejercieron el
mismo rol aunque en momentos distintos; mientras que Marcelo Humberto
Fernández se lo indicó a Menéndez directamente en el complejo al visitarlo en el
pabellón n° 7, José Francisco Chiarelli lo hizo el día 28 de octubre de 2008, a través
de un llamado telefónico que efectuó a su mujer, María Vanesa Palomar Legido
(ver prueba III.a.i., III.A.ii., III.B.i.b.)
Luego de dividir sus roles, y aprovechándose de la situación de
vulnerabilidad de ambos, se concretó una reunión el día 31 de octubre de ese año,
en la que participaron los abogados, ella y sus padres. Fue en esa reunión donde,
tras arribar al país sus padres, Palomar Legido les hizo dos pagos: uno de siete mil
quinientos euros y otro de tres mil quinientos, ocasión en la que los codefensores de
su marido le afirmaron una vez más que su marido iba a recuperar la libertad antes
del 1 de diciembre de 2008, por cuanto ese dinero justamente iba a ser entregado al
día siguiente al fiscal y al juez que intervenían en la causa (ver prueba III.a.i.,
III.B.i.b.)
Por otro lado, y una vez efectivizados los primeros dos reembolsos
exigidos, Chiarelli y Fernández siguieron con su afán de conseguir dinero
valiéndose de distintos ardides; se propusieron una maniobra similar aunque
utilizaron una nueva excusa. Es que, como vine diciendo, los elementos
recolectados en el marco de las presentes actuaciones me permiten sostener que
ambos no contentos con el dinero que ya habían conseguido decidieron continuar
con el mismo modus operandi desde el primer momento en que asumieron la
defensa de José Emilio Rodríguez Menéndez.
En esa línea, el día 13 de noviembre de 2008, y al momento de
llevarse a cabo una audiencia en la Sala I de la Excma. Cámara del Fuero vinculada
con la denegatoria de la excarcelación de Rodríguez Menéndez, Chiarelli y
Fernández volvieron a exigir dinero. A diferencia de las anteriores, en esta ocasión
ambos le reclamaron tanto a ella como a sus padres la suma de cien mil dólares
(US$ 100.000) bajo el pretexto de remunerar a los integrantes de la Sala I de la
Excma. Cámara del Fuero, y con la promesa de ejercer su influencia para que a
cambio sus integrantes se valieran de su capacidad funcional para excarcelarlo (ver
prueba III.a.i., III.A.vi.g., III.B.i.a.c., III.B.i.b.)
Sin perjuicio de ello quedó acreditado de que en esa oportunidad
María Vanessa Palomar Legido y su marido se negaron a cumplir, motivo por el
cual Rodríguez Menéndez decidió llamar a Chiarelli –quien en cada uno de los
pagos tenía una intervención más activa a diferencia de Fernández-, y tras hacerle
saber que lo estaba estafando decidió renunciar a su asistencia en el proceso de
extradición (ver prueba III.a.i., III.A.iii.d., III.B.a.c.)
Así las cosas, al sostener solamente a Fernández en su defensa, y al
haberle afirmado éste que en realidad solo Chiarelli lo había estafado y que no había
obtenido nada del dinero pagado, el día 23 de diciembre de 2008 le demandó
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nuevamente dinero utilizando el mismo argumento: ser entregado a los funcionarios
que tenían la aptitud de intervenir en el proceso a su favor (ver prueba III.a.i.)
En ese sentido también se corroboró en autos el último pago exigido
por Marcelo Humberto Fernández, quien le pidió a su esposa la suma de siete mil
quinientos euros (€7.500), pagadero en cuatro cuotas de mil ochocientos setenta y
cinco euros cada uno; los cuales se efectuaron en distintos momentos y en diferentes
lugares: el primero en el Complejo Penitenciario de Devoto, la segunda y la tercera
en los meses de enero y febrero de 2009 a través de la empresa Western Union, y la
cuarta frente al Juzgado Federal n° 8 en el mes de marzo de ese año (ver prueba
III.a.i., III.B.i.b.).
Los imputados utilizaron distintos artificios entre octubre de 2008 y
marzo de 2009 destinados a engañar a José Emilio Rodríguez Menéndez y María
Vanessa Palomar Legido, provocándoles un perjuicio patrimonial con el pretexto de
remunerar a distintos funcionarios públicos que intervinieron a lo largo del proceso
de extradición, sea los representantes del Poder Judicial de la Nación y del
Ministerio Público Fiscal, como así también del Servicio Penitenciario Federal.
Desde el momento en que ambos asumieron como abogados
defensores de Rodríguez Menéndez se valieron de distintos medios fraudulentos
que condicionaron tanto su voluntad como la de su mujer induciéndolos en un error,
es decir, hacerles creer que realmente tenían la capacidad como para influenciar a
los funcionarios públicos intervinientes, como así también para hacerles creer que
en el caso particular realmente la iban a hacer valer.
Con ello pretendo señalar que Chiarelli y Fernández, dividiendo sus
participaciones en el hecho delictivo, afectaron la libre voluntad de personas que
desconocían su verdadero significado en un primer momento. No solo afectaron el
valor pecuniario de ellos sino también de terceros, por cuanto no se debe soslayar
que los suegros –Francisco Alberto Palomar Legido y María Esperanza Legido
Hernández- de quien entonces estaba privado de la libertad, necesariamente
tuvieron que realizar distintas erogaciones monetarias a favor de quienes en su
momento eran los defensores.
Los dos le afirmaron falsamente a Rodríguez Menéndez y Palomar
Legido que debían efectuar pagos para obtener (como cuando le prometían que
recuperaría su libertad antes del 1 de diciembre de 2009), o por haber obtenido
(cuando Fernández le dijo a María Vanesa Palomar Legido que debía pagarle tres
mil quinientos euros por el cambio de pabellón, ya que él había puesto el dinero de
su bolsillo), algo vinculado con la actividad funcional de aquellos.
La primera vez que le exigieron quince mil euros (€15.000) fue a su
mujer, circunstancia en la le dijeron que las cuestiones en el país solo se podían
resolver con dinero, es decir, que para obtener beneficios en el proceso penal debían
sobornar a los funcionarios que tenían capacidad para incidir a su favor; aunque
luego lo visitaron en el lugar de detención donde se lo hicieron saber
personalmente, en donde acordaron, tras la presión ejercida, dos pagos de siete mil
quinientos euros: el primero a pagar cuando llegaran sus suegros provenientes de
España, y el segundo cuando se produjera el juicio (ver prueba III.A.i.).
También se corroboró que Chiarelli fue quien lo visitó unos días más
tarde y en el mes de octubre del año 2008, en donde le pidió dinero bajo el pretexto
de remunerar a funcionarios del complejo y así poder facilitar su traslado, por
cuanto en el lugar en el que estaba detenido corría en riesgo su vida. Tras indicarle
que el pabellón n° 9 tenía un costo de tres mil quinientos euros y el n° 50 de quince
mil euros, se acreditó que el denunciante había optado por el primero.
Fernández, por su parte, fue quien llamó a su esposa el 28 de octubre
de 2008, es decir, una vez que se cumplió el traslado, circunstancia en la que le
exigió nuevamente ese dinero argumentando que él mismo le había dado dinero de
su bolsillo a los funcionarios del Complejo Penitenciario Federal de la C.A.B.A.
(ver prueba III.B.iv.c.).
Sin perjuicio de que se hayan acreditado las exigencias de los pagos,
entiendo que también se reunieron pruebas suficientes que me permiten afirmar, en
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esta instancia, que los pagos fueron realizados. En esa línea, y volviendo al primer
pago exigido el día 3 de octubre de 2008 -a cuenta del total destinado
supuestamente a sobornar al juez y al fiscal de la causa-, fue realizado el día 31 de
ese mes y año en el estudio de Francisco J. Chiarelli por parte de María Vanessa
Palomar Legido, circunstancia en la que estaban presentes sus padres, Fernández y
Chiarelli. Corrobora ello la factura n° 0001-00000014 emitida por Francisco J.
Chiarelli, en cuya sección “detalle” reza “por causa de extradición de Jose Emilio
Rodriguez Menendez”, por la suma de siete mil quinientos euros (€7.500) (ver
prueba III.B.ii.a.).
El segundo de los pagos solicitados bajo el pretexto de remunerar a
funcionarios del lugar de detención en el que se encontraba detenido Rodríguez
Menéndez, también fue realizado en esa reunión. Ratifica ello el recibo aportado a
fs. 94 emitido a “Vanessa Palomar”, el cual fue emitido “…en concepto de pago de
gastos efectuados, en atención a la detención de José Emilio Rodríguez
Menéndez…”. (ver prueba III.B.ii.a.).
Por su parte, es menester destacar que si bien María Vanessa Palomar
Legido se negó a efectuar un nuevo pago cuando se llevó a cabo la audiencia en la
Sala I de la Excma. Cámara del Fuero el día 13 de noviembre de 2008, lo cierto es
que se verificó que no conformes con los primeros dos efectivizados, ambos
volvieron a ejercer presión. En dicha ocasión, y a diferencia de las demás, les
exigieron la suma de cien mil dólares (US$ 100.000) para remunerar a los tres
integrantes de la Sala que estaba interviniendo, a los efectos de que lo excarcelaran
al momento de expedirse con relación a la apelación de la denegatoria dispuesta por
la primera instancia. Corrobora ello las declaraciones testimoniales de José Emilio
Rodríguez Menéndez y María Vanessa Palomar Legido ante este tribunal (ver
pruebas III.B.i.a.a, III.B.i.a.b., III.B.i.a.c. y III.B.i.b.).
Así, y luego de que Rodríguez Menéndez renunciara a la asistencia de
Chiarelli, Fernández le volvió a exigir dinero utilizando la misma mecánica
defraudatoria, a través de cuatro pagos que efectivamente fueron realizados. Con
relación al segundo y al tercer pago, las pruebas reunidas en la causa me permiten
afirmar que ambos fueron realizados a través de dos giros provenientes de España,
efectuados a través de la empresa Western Union. El primero de ellos efectuado el
día 12 de enero de 2009, a través de un giro efectuado por Francisco Alberto
Palomar Legido a él mismo desde España, por la suma de ocho mil quinientos
treinta y seis pesos con dieciocho centavos ($8.537,18); y el segundo el 16 de
febrero de ese año, a través de un pago efectuado por María Esperanza Legido
Hernández –madre de María Vanesa Palomar Legido- a Marcelo Humberto
Fernández, por la suma de siete mil novecientos veintisiete pesos con cincuenta y
un centavos ($7.927,51).
Ambos fueron acreditados no solo a través de las testimoniales del
denunciante, sino también la de su esposa, quien hizo referencia a la intervención de
su padre en el primero y de su madre en el segundo (ver pruebas III.B.i.a.a,
III.B.i.a.b., III.B.i.a.c. y III.B.i.b.), a lo que se le debe sumar el informe remitido
por la empresa aludida, incorporado en la causa a fs. 447/453 (ver prueba
III.B.vi.).
A su vez se pudo acreditar que ambos pagos efectuados en pesos son
equiparables a los mil ochocientos setenta y cinco euros (€1.875) exigidos por
Fernández, por cuanto de la cotización más próxima a la fecha de los pagos se pudo
determinar que hacia el 10 de enero de 2009 1€ equivalía a $4,63 y hacia el 16 de
febrero de 2009 1€ a $4,48. Con lo dicho, y más allá de que la equivalencia no sea
totalmente exacta, lo cierto es que la equiparación posee un correlato suficiente
como para corroborar que ambos fueron los exigidos por el abogado con el pretexto
de remunerar a distintos funcionarios públicos.
De esa manera, cabe destacar que el pago de enero fue mayor al de
febrero, por cuanto la cotización hacia esa época era mayor. En esa línea, y teniendo
en cuenta la similitud existente al convertir los pagos efectuados en moneda
extranjera y acreditados en pesos –haciendo hincapié en la cotización que había en
esa época-, y en atención al correlato existente entre las fechas denunciadas por
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María Vanesa Palomar Legido y José Emilio Rodríguez Menéndez, me permiten
afirmar, con el grado de probabilidad requerido en esta instancia, que ambos fueron
realizados luego de que el abogado utilizara una vez más su medio fraudulento con
el fin de dar con su objetivo.
Por otro lado, y con relación a los primeros pagos reclamados por
Fernández el día 23 de diciembre de 2008, entiendo que ambos fueron debidamente
realizados; el primero en el Complejo Penitenciario Federal de la C.A.B.A. hacia
fines del año 2008 y el cuarto en las inmediaciones del Juzgado Federal n° 8 en el
mes de marzo de 2009. Corrobora ellos las declaraciones testimoniales del
denunciante y de su esposa (ver pruebas III.B.i.a.a, III.B.i.a.b., III.B.i.a.c. y
III.B.i.b.).
A ello se le debe sumar que los montos estipulados en el contrato
aportado por Marcelo Humberto Fernández en su declaración indagatoria –dos
pagos de ciento cincuenta mil euros y otros dos por siete mil quinientos-, no poseen
sustento alguno con relación a las tareas que los abogados pretendían cumplir. En
esa línea, entiendo que el elevado valor de cada uno de los actos procesales que
pretendía justificar, dejan implícito el hecho de que los abogados le exigieron tanto
dinero con el pretexto de cubrir otras actividades que no volcaron en el convenio.
En ese sentido, y a modo de ejemplo, entiendo que no existe correlato
alguno entre un pedido de excarcelación y la suma de siete mil quinientos euros;
como así tampoco la suma de ciento cincuenta mil por la sentencia denegatoria de la
extradición. Justamente por ello, y ante la situación de desventaja en la que se
encontraba Rodríguez Menéndez al estar detenido, ambos se aprovecharon de su
situación y fijaron los montos que desearon.
Ahora bien, a través de los elementos recolectados en autos entiendo
que hay motivo suficiente como para afirmar en esta fase instructora que tanto
Chiarelli como Fernández se valieron de medios fraudulentos con el fin de
ocasionarles un perjuicio patrimonial a Rodríguez Menéndez y a sus familiares,
bajo el pretexto de remunerar tanto a jueces como al fiscal que intervinieron en la
causa n° 14.438/08 donde tramitaba su extradición. De esa forma, se corroboró que
ninguno de los dos poseía capacidad como para influenciarlos, como así también
que nunca realizaron acción alguna tendiente a realizar lo que les habían afirmado a
los perjudicados.
A su vez entiendo que se encuentra acreditado, con el grado de
probabilidad requerido en esta instancia, que ambos se valieron de un mecanismo
similar al momento de exigirle dinero tanto a Rodríguez Menéndez como a su
esposa, María Vanesa Palomar Legido, con la promesa de trasladarlo del pabellón
n° 7 al n° 9, con el pretexto de que ese dinero iba a ser destinado a funcionarios del
Complejo donde estaba detenido, quienes serían los encargados de facilitarlo.
A lo largo de la investigación se determinó que ambos se valieron de
artificios destinados a engañar a las víctimas, abusando de su situación de
vulnerabilidad, por cuanto en realidad el traslado se produjo por la edad que padecía
el entonces detenido al momento de efectivizarse –mayor de cincuenta años-, y no
por alguna intervención activa por parte de sus abogados; me remito aquí al informe
del Jefe de la División Módulo III del Complejo Penitenciario Federal de esta
ciudad, Alcalde Javier González, el cual da cuenta de ello (ver pruebas III.A.ii. y
III.B.i.a.b.).
Evidentemente, ambos sabían de antemano que su defendido iba a ser
trasladado por cuestiones netamente administrativas del complejo, sin perjuicio de
que luego hayan decidido utilizar esa información para engañarlo y así poder
obtener dinero a cambio.
A continuación, y con el objeto de esclarecer la participación que tuvo
cada uno entre octubre de 2008 y marzo de 2009, analizaré sus situaciones de
manera independiente a los efectos de determinar el grado de intervención que
tuvieron en la ejecución de la maniobra desplegada y asentida por ambos.
Francisco José Chiarelli
De las constancias incorporadas en la causa surge que si bien realizó
menos intervenciones con relación a Marcelo Humberto Fernández, lo cierto es que
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era quien tenía la voz de mando, principalmente en temas vinculados con las
negociaciones de los pagos. Ello por cuanto las reuniones en las que se exigían y se
efectuaban los pagos se produjeron en su estudio; al momento de presenciarlas tenía
un rol más activo que el otro abogado, siendo el principal encargado de transmitir el
plan que ambos tenían; emitió los comprobantes en donde dejó constancia de la
recepción de los primeros dos pagos; y bajo el pretexto de remunerar al juez y al
fiscal le prometió a María Vanesa Palomar Legido y a sus padres que Rodríguez
Menéndez recuperaría la libertad antes del 1 de diciembre de 2008 (ver pruebas
III.B.i.a.a., III.B.i.a.b., III.B.i.a.c. y III.B.i.b.)
En esa línea, se acreditó que el día 14 de octubre de 2008 se llevó a
cabo una reunión en su estudio, en la que también intervino Fernández, en donde
ambos le exigieron la suma de quince mil euros (€15.000) bajo el pretexto de
remunerar al juez y al fiscal del proceso de extradición, circunstancia en la que le
afirmaron que en Argentina, y más precisamente en los tribunales, todas las
cuestiones debían resolverse con dinero.
También se corroboró que el 31 de octubre de ese año se llevó a cabo
otra reunión en su estudio, en la que estuvieron presentes Fernández, María Vanessa
Palomar Legido y sus padres. Fue en ese momento donde Chiarelli emitió la factura
n° 0001-00000014, en cuya sección detalle reza “por causa de extradición de Jose
Emilio Rodriguez Menendez”, por el valor de siete mil quinientos euros (€7.500), a
contar de los quince mil euros (€15.000) convenidos en un principio; monto que
tenía como fin, según dijo, ser entregado a los funcionarios para poder beneficiar su
situación en el país.
En esa misma ocasión, fue quien también extendió el recibo a María
Vanessa Palomar Legido “…en concepto de pago de gastos efectuados, en atención
a la detención de José Emilio Rodríguez Menéndez…”, monto que según dijo, tenía
como fin ser entregado a distintos funcionarios del Complejo Penitenciario Federal
de la C.A.B.A. para que lo trasladaran del pabellón n° 7 al n° 9, luego de engañar a
Rodríguez Menéndez diciéndole que corría riesgo su vida en el lugar en el que
estaba detenido (ver prueba III.B.ii.a.).
Ese artilugio fue desacreditado en autos, por cuanto de la declaración
testimonial de Javier González surge claramente que en verdad fue trasladado por
otros motivos, precisamente por ser mayor de edad, y no por algún tipo de
intervención por parte de sus abogados (ver prueba III.B.iv.c.).
A su vez, y como se afirmó anteriormente, fue quien en cada reunión
tenía un rol más activo, por cuanto si bien Chiarelli y Fernández presenciaron todas
desde un principio, lo cierto es que el primero era quien solía transmitir el plan que
ambos tenían, es decir, engañar tanto a quien estaba detenido como a sus familiares
a través de la utilización de ardides, con el fin de obtener una ventaja económica
(ver pruebas III.B.i.a.a., III.B.i.a.b., III.B.i.a.c. y III.B.i.b.).
En esta línea cabe resaltar que su rol se reflejó tanto en las reuniones
que se llevaron a cabo los días 14 y 31 de octubre de 2008, como así también en las
visitas que ambos abogados efectuaron a Rodríguez Menéndez en el lugar de su
detención. En cada una de las oportunidades en que ambos se encontraban juntos,
era Chiarelli quien tomaba voz de mando para transmitirles los montos de dinero
que tanto él como Fernández pretendían obtener.
Al momento de prestar declaración indagatoria el imputado manifestó
que desde un primer momento asignó a Fernández para que lo asistiera a Rodríguez
Menéndez, por cuanto él estaba muy ocupado. Sin perjuicio de ello, se corroboró
que fue él quien designó, por primera y única vez en su historia como profesional
como abogado, a su asistente Pacharini para que le brindara todo tipo de apoyo
personal a la esposa de quien entonces estaba detenido, María Vanesa Palomar
Legido.
Con relación al pago de tres mil quinientos euros efectuado dijo que
fue realizado justamente por la asistencia que le había realizado Jorge Alberto
Pacharini por los motivos personales. Ahora bien, lo cierto es que del recibo por él
emitido consta que en realidad el dinero fue entregado “…en concepto de pago de
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gastos efectuados, en atención a la detención de José Emilio Rodríguez
Menéndez…”, con lo cual se observa una clara contradicción entre los argumentos
brindados y los fundamentos que brindó a través del recibo que emitió en su
estudio.
A su vez, y en el hipotético caso en que se hubiera ocupado de los
asuntos personales de la esposa, lo cierto es que fue él quien le entregó un
comprobante de pago que claramente hacía alusión al asesoramiento legal en la
causa.
En ese acto procesal también negó haberle brindado dinero a un juez,
lo que no hace otra cosa más que confirmar lo sostenido hasta este momento, por
cuanto justamente lo que se le recrimina es que no teniendo capacidad como para
poder influenciar a un funcionario público igualmente decida engañar a las personas
utilizando dicha información falsa como pretexto de su fin. A Chiarelli no se le
imputó el hecho de haber cobrado los siete mil quinientos euros como honorarios,
sino el haber invocado que ese dinero tenía como fin ser entregado a funcionarios
públicos, por cuanto ese hecho es el que en definitiva afectaría la libre voluntad de
Rodríguez Menéndez y de su esposa al momento de efectuar los distintos pagos
producidos entre el 3 de octubre y el mes de diciembre de 2008.
Por otro lado, y si bien el imputado dijo que los dos primeros pagos
efectuados el 3 de octubre se efectuaron en su estudio ubicado en Paraná 344, piso
3, de esta ciudad, se corroboró que en realidad fue realizado en Gral. D. Perón 1372
de esta ciudad, por cuanto ese domicilio surge de la factura por él emitida (ver
prueba III.B.ii.a.).
Al momento de ejercer su defensa también hizo alusión al escrito
extendido por Rodríguez Menéndez cuando lo visitó en el complejo, circunstancia
en la que afirmó que se pactaron pagos por un total de setecientos cincuenta mil
euros (€750.000); sin perjuicio de lo cual, a fs. 474 Marcelo Humberto Fernández
aportó su original, del cual surge que los convenios ascendían a trescientos quince
mil euros, a través de dos pagos de siete mil quinientos y dos de ciento cincuenta
mil (ver declaración indagatoria de Marcelo Humberto Fernández).
Por su parte, si bien dijo que nunca habló de dinero con Palomar
Legido, lo cierto es que se acreditó que en la reunión entablada con ella el día 14 de
octubre de 2008 le exigió, en presencia de Fernández, quince mil euros (€15.000)
con el pretexto de sobornar al juez y al fiscal de la causa. A ello se le debe agregar
que el día 31 de ese mes y año, día en que se efectivizaron dos pagos, también le
prometió a los padres de ella –Francisco Alberto Palomar Legido y Esperanza
Legido Hernández- que su esposo recuperaría su libertad el 1 de diciembre de 2008
(ver pruebas III.B.i.a.a., III.B.i.a.b., III.B.i.a.c. y III.B.i.b.).
Tampoco encuentro asidero alguno respecto de que no recordaba
quién le habría efectuado el pago en esa ocasión, cuando el comprobante de pago se
lo extendió directamente a “Vanessa Palomar” (ver prueba III.B.ii.a.).
De esa forma, las pruebas recolectadas en la causa me permiten
afirmar en esta instancia que Chiarelli tenía pleno conocimiento de las
circunstancias en la que se llevó a cabo el plan perpetrado y, sabiendo del peligro
que acarreaba su conducta, igualmente decidió actuar. Él sabía que para cumplir con
el fin debía valerse de ardides para poder engañar tanto a Rodríguez Menéndez
como a sus familiares.
No solo sabía que estaba utilizando artificios destinados a quebrar la
libre voluntad de esas personas, sino que también asumió que ello era necesario
para ocasionarle un perjuicio patrimonial. Para cumplir con su fin en distintas
circunstancias afirmó falsamente que el dinero exigido tenía como objeto remunerar
a los jueces y al fiscal de la causa y a funcionarios del Complejo, haciéndoles creer
que a cambio éstos iban a beneficiar su situación en el proceso tras ejercer
actividades inherentes a sus funciones.
Chiarelli se valió de las mentiras desde un principio para engañar a
quien se encontraba detenido, abusando así de su situación.
Marcelo Humberto Fernández
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El aquí imputado fue quien presenció las reuniones de fecha 14 y 31
de octubre de 2008, en las que se efectuaron las negociaciones y los pagos; se
comunicaba constantemente vía teléfono con María Vanesa Palomar Legido a los
efectos de hacerle saber las novedades de la situación de su esposo, como así
también para exigirle nuevos pagos con el pretexto de remunerar a los jueces y al
fiscal de la causa y a funcionarios del complejo en el que estaba detenido; fue quien
percibió los cuatro pagos que le exigió a María Vanessa Palomar Legido luego de
que Rodríguez Menéndez apartara a Chiarelli de su defensa.
En esa línea, se corroboró que el día 14 de octubre de 2008 presenció
la reunión en el estudio de Chiarelli, en las que ambos le hicieron saber a la esposa
de Rodríguez Menéndez que debía abonar la suma de quince mil euros (€15.000)
bajo el pretexto de ser entregado al juez y al fiscal de la causa de extradición,
circunstancia en la que le indicaron que en Argentina las cuestiones en tribunales se
resolvían a través de dinero.
También estuvo presente en la reunión el día 31 de octubre de 2008
llevada a cabo en el estudio de Francisco J. Chiarelli, en la que también se
encontraban Palomar Legido y sus padres. Allí fue donde se efectuaron los dos
primeros pagos aludidos, uno por siete mil quinientos euros (€7.500) y el otro por
tres mil quinientos (€3.500) (ver pruebas III.B.i.a.a., III.B.i.a.b., III.B.i.a.c. y
III.B.i.b.).
A través de las constancias probatorias incorporadas a la causa se
corroboró que mantenía comunicaciones a toda hora y en todo momento con ella,
tanto para hacerle saber las novedades del caso como así también para exigirle
dinero con el pretexto de remunerar a funcionarios que tenían la capacidad como
para incidir a favor de su marido en el proceso (ver prueba III.C.e.).
En esa línea, se registraron entre el 3 de octubre de 2008 y marzo de
2009 la cantidad de cuatrocientas seis (406) llamadas entre ambos; entre el n° 11-
5989-1847 (utilizado por María Esperanza Palomar Legido) y el n° 011-5249-9112
(utilizado por Marcelo Humberto Fernández). Particularmente, y antes de los dos
primeros pagos realizados el 31 de octubre de 2008, se efectuaron 37 llamadas (ver
prueba III.C.e.) mientras que, ese mismo día, se registraron 6 (ver prueba
III.C.e.). Por su parte, también se comprobó que el día 28 de octubre de 2008
Fernández llamó a Palomar Legido, ocasión en la que le exigió la suma de tres mil
quinientos euros con el fin de trasladarlo del pabellón n° 7 al n° 9, circunstancia en
la que le dijo que el cambio era necesario porque en ese lugar corría peligro su vida
y que, por tal motivo, el dinero iba a ser entregado a los funcionarios del complejo
que facilitarían la tarea.
De esa forma, también le indicó en una oportunidad que él había
puesto el dinero de su bolsillo, como forma de presionarla para que efectuara el
pago de manera inmediata. Ese día, justamente, se registraron 9 llamadas realizadas
entre ambo (ver prueba III.C.e.).
Con fecha 13 de noviembre de 2008 Fernández y Chiarelli le dijeron,
al momento de llevarse a cabo la audiencia ante la Sala I de la Excma. Cámara del
Fuero en la que se debatiría la denegatoria de la excarcelación, que tanto ella como
sus padres debían pagar la suma de cien mil dólares (US$ 100.00), por cuanto ese
dinero tenía como fin ser entregado a los magistrados de la Sala para que lo dejaran
en libertad. Ese mismo día, se registraron 5 llamadas entre el celular de Fernández y
Palomar Legido.
Por su parte, y tras prometerles ambos que recuperarían su libertad
antes del 1 de diciembre de 2008, se registraron diversos llamados tanto el día
anterior como el posterior. Así, el día 30 de noviembre de 2008 se registraron 6
llamadas (ver prueba III.C.e.); el 1 de diciembre 2 llamados (ver prueba III.C.e.);
y el día 2, 9 llamados (ver prueba III.C.e.).
Por último, también se acreditó que el día 23 de diciembre de 2008
Fernández, de manera independiente, y luego de que se apartara a Chiarelli de la
defensa, le volvió a exigir dinero a Rodríguez Menéndez, esta vez, cuatro pagos de
mil ochocientos setenta y cinco euros (€1.875). Cabe destacar que en esa
oportunidad el nombrado seguía detenido, motivo por el cual las comunicaciones
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las mantenía con su esposa, con quien ese día se registraron cinco llamadas entre
ambos (ver pruebas III.C.e.).
Los cuatro pagos fueron debidamente acreditados en el marco de la
causa; el primero en la puerta de la prisión hacia fines de octubre del año 2008; el
segundo y el tercero a través de dos giros efectuados en enero y febrero de 2009, a
través de la empresa Western Union, y el cuarto en las inmediaciones del Juzgado
Federal n° 8, en marzo de 2009.
Corrobora ello la denuncia de Rodríguez Menéndez, sus dos
declaraciones testimoniales, la declaración testimonial de María Vanessa Palomar
Legido, y el informe remitido por la compañía Western Union (ver pruebas
III.B.i.a.a., III.B.i.a.b., III.B.i.a.c., III.B.i.b. y III.B.vi.).
Los giros realizados a través de Western Union fueron realizados los
días 12 de enero y 16 de febrero de 2009, tal como se afirmó al momento de hacer
alusión a las cotizaciones. El día que se efectuó el primero de esos dos pagos
registra tres llamadas entre el celular 11-5989-1847 (utilizado por María Esperanza
Palomar Legido) y el n° 011-5249-9112 (utilizado por Marcelo Humberto
Fernández) (ver prueba III.C.e.); mientras que el segundo registra una (ver
prueba III.C.e.).
Al momento de prestar su descargo ante este tribunal dijo que los
convenios no fueron pactados, sino que Rodríguez Menéndez había sido en realidad
quien había hecho la oferta a los abogados. Más allá de ello, debo destacar que de la
lectura del convenio aportado por él a fs. 474 surge que “por la presente es para
comunicarles, mi aceptación de los honorarios pactados para mi defensa en el
proceso de extradición…”. Allí, quien estaba detenido, asentó justamente que en
realidad en ese acto aceptaba algo que ya había sido prefijado, y no al revés como
dijo el imputado.
Por su parte, y si bien dijo que en el marco de la causa solo se dedicó a
asistirlo en la parte jurídica, no queda claro entonces por qué motivo mantuvo 406
llamados con la esposa del detenido entre octubre de 2008 y marzo de 2009; mucho
más si tengo en cuenta que ambos se comunicaron en varias oportunidades por la
madrugada y durante los fines de semana, es decir, en horarios en que los estudios
no suelen atender sus cuestiones profesionales.
Si bien negó haberle exigido dinero tanto a Rodríguez Menéndez
como su esposa, de las constancias probatorias incorporadas en la causa se
corroboró que efectivamente lo hizo en diversas oportunidades, tal como surge de
las declaraciones recibidas en la causa (ver pruebas III.B.i.a.a., III.B.i.a.b.,
III.B.i.a.c., III.B.i.b).
En esa misma línea dijo que su trabajo siempre estuvo amparado por
el convenio firmado, aunque, en ese caso, no queda claro entonces por qué motivo
tanto él como Chiarelli cobraron la suma de tres mil quinientos euros en la reunión
del 31 de octubre de 2008 “…en concepto de pago de gastos efectuados, en
atención a la detención de José Emilio Rodríguez Menéndez…”. Basta con destacar
aquí que del convenio solo surgen dos pagos de siete mil quinientos euros y otros
dos por ciento cincuenta mil. Sucede lo mismo con relación a los cuatro pagos de
mil ochocientos setenta y cinco euros realizados, por cuanto éstos no tienen
correlato alguno con el convenio; toda vez que cada uno de ellos fue fijado por la
suma de mil ochocientos setenta y cinco euros (ver convenio aportado por
Fernández en su indagatoria).
De la misma forma en que lo hizo Chiarelli, también negó conocer al
entonces juez del Juzgado Federal n° 8, como a los integrantes de la Excma.
Cámara del Fuero. Si bien ese dato fue acreditado en autos el desconocimiento es
justamente lo que se le recriminó por cuanto se le imputó el haber engañado a
Rodríguez Menéndez y a sus familiares exigiéndoles dinero, con el pretexto de
remunerar en parte a esos funcionarios.
A su vez, se contradijo al momento de desconocer el recibo vinculado
con el pago de tres mil quinientos euros, por cuanto dijo que solo conocía aquél de
siete mil quinientos que fue pactado según el convenio y por los honorarios
profesionales, dinero que se dividió junto con Chiarelli. En esa línea refirió que
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creía que una parte de esos siete mil quinientos euros se había sacado por las
atenciones personales de María Vanesa Palomar Legido –para Alberto Pacharini,
asesor de Chiarelli-, cuando en primer lugar había insinuado que ese monto nada
tenía que ver con los tres mil quinientos euros que, en definitiva, dijo que solo fue
otorgado por Chiarelli por atenciones personales.
Las pruebas reunidas me permiten afirmar que el imputado tenía pleno
conocimiento de lo que estaba haciendo, de manera tal que sabiendo que la
maniobra desplegada con Chiarelli era ilícita, decidió igualmente llevar a cabo su
conducta. De los elementos reunidos surge que Fernández sabía que no iba a
influenciar a funcionarios públicos para que beneficiaran a Rodríguez Menéndez.
De esa manera, y abusando de la situación de vulnerabilidad en la que
se encontraba el nombrado –detenido, en un país distinto al de su nacionalidad,
siendo residente poco tiempo antes de su detención-, lo engañó en reiteradas
oportunidades haciéndole creer que en verdad iba a ejercer influencia sobre
funcionarios, para obtener beneficios en su situación, como así también con la
promesa de que recuperaría su libertad antes del 1 de diciembre de 2008.
Así las cosas, entiendo que el aquí imputado sabía desde un principio
que el dinero que exigió junto a Chiarelli no lo iba a destinar para remunerar a
funcionarios, haciéndole creer a las víctimas que iba a cumplir con lo convenido;
justamente allí es donde se produce el engaño.
VI. Calificación jurídica
El hecho imputado a Francisco José Chiarelli y Marcelo Humberto
Fernández encuentra adecuación típica en el art. 173, inc. 10, en función del art. 172
del Código Penal de la Nación (defraudación bajo pretexto de remuneración a
funcionarios). El primero reprime al que “…defraudare, con pretexto de
remuneración a los jueces u otros empleados públicos”, mientras que el segundo
indica “Será reprimido con prisión de un mes a seis años, el que defraudare a otro
con nombre supuesto, calidad simulada, falsos títulos, influencia mentida, abuso de
confianza o aparentando bienes, crédito, comisión, empresa o negociación o
valiéndose de cualquier otro ardid o engaño”.
La acción típica del artículo 173, inciso 10, implica defraudar por
fraude, induciendo a engaño a la víctima de modo tal que realice una disposición
patrimonial. Justamente el fraude está integrado por las acciones tendientes a
simular hechos falsos, disimular los verdaderos o falsear de cualquier modo la
verdad, dirigidas al sujeto a quien se pretende engañar con ellas. Puede estar
integrado por ardides o por engaños y mientras que el primero incluye la utilización
de maniobras o artificios destinados a engañar, para que se corrobore el segundo
basta la mera afirmación o negación contraria a la verdad.
Soler define el verbo defraudar empleado en sentido propio y común
de los delitos contra el patrimonio. Se refiere a un perjuicio de naturaleza
patrimonial logrado por medios fraudulentos, especialmente, por medios que actúen
sobre la voluntad de un sujeto, determinando una resolución tomada libremente,
pero encontrándose aquél en error acerca del significado de lo que decide (Soler,
Sebastián “Derecho Penal Argentino”, Tomo 4, 4° edición parte especial, Ed. TEA,
Buenos Aires 1992, pág. 346).
Por su parte Núñez afirma que “La estafa es, como dice el artículo
172, un atentado defraudatorio de la propiedad, o, lo que es lo mismo, una
frustración a lo que desde el punto de vista pecuniario espera el ofendido, pues
nadie defrauda al que sabe y consiente (Digesto, lib. 50, tít. 17, ley 145). Esta
frustración supone una disposición de propiedad realizada por una persona, que no
conoce su verdadero significado, pecuniariamente perjudicial para ella o para un
tercero” (Núñez, Ricardo C. “Tratado de Derechos Penal. Tomo cuarto. Parte
Especial”, Marcos Lerner Editora Córdoba, Ciudad de Córdoba 1989, pág.
285/286).
Según el Dr. D’Alessio y en cuanto a este tipo en particular, “el
engaño consiste en la falsa afirmación de que se debe remunerar al juez o
funcionario para obtener o por haber obtenido algo de la actividad funcional de
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ellos. Tiene que ser una remuneración supuesta, es decir, la que no sólo no es
debida, sino que, además, el agente no está dispuesto a entregar y quiere convertir
en provecho propio o de un tercero” (Andrés José D´ Alessio , Código Penal de la
Nación comentado y anotado, Mauro Divito, 2da., pág. 733).
Para que se consume el tipo, la víctima debe entregar la prestación al
autor, quien desde un principio sabe que no va a destinarla para remunerar al
funcionario público, sin perjuicio de lo cual le hace creer a la víctima que va a
cumplir con lo pactado.
Ese criterio fue sostenido en una oportunidad por la Sala IV de la
Cámara Nacional de Casación Penal, la que afirmó que “…si se tratase de la
influencia mentida receptada en el artículo 172 del Código Penal o de la
defraudación con pretexto de remuneración, acuñada en el inciso 10 del artículo
173 ibidem, se exigiría una influencia mentirosa o inexistente -aunque en ciertos
casos puede ser real y lo mentido es ejercer influencia-, en el primer supuesto, y el
pretexto de una supuesta remuneración, en el otro (cfr. Sebastián Soler, Derecho
Penal Argentino, T. IV., pág. 359 y ss.; Tea., Bs.As., 1988)…” (C.N.C.P., Sala III,
registro 1117/11, causa n° 13.318, “Ahumada Saavedra, Raúl Alfredo s/ rec. De
casación”, 12/08/11).
En cuanto al tipo subjetivo, debo destacar que el autor debe
necesariamente conocer la falsedad de la procedencia de la remuneración, como así
también debe tener la voluntad de exteriorizarle a la víctima que lo que le exige
tiene como destino final un funcionario público o un juez.
Por otro lado, es menester destacar que existe una clara diferencia
entre la defraudación con pretexto de remuneración a funcionarios y el tráfico de
influencias, por cuanto en el primero el autor o no posee una capacidad real para
poder influenciar al funcionario o, en ciertos casos, puede tenerla pero nunca se
propuso hacerla valer. En el tráfico justamente, la influencia es parte de la
ultrafinalidad del agente, quien necesariamente debe poseer la capacidad de volcar
su objeto.
“…En la estafa, a diferencia del tráfico de influencias, el autor hace
una falsa promesa de su influencia en el funcionario, que además se traduce en una
ausencia de peligro real para la justicia…” (C.N.C.P., Sala III, “Ahumada
Saavedra Raúl Alfredo s/ rec. De casación, registro n° 1117/11, causa n° 13.318).
“…Se considera a la venta de influencia como una especie de
concusión impropia, cometida por un particular llamado asiduo, sicofante o
vendedor de humo que, abusando de la familiaridad que tiene, o simulara tener, con
un funcionario o con el soberano mismo, va dispensando protección y promesas,
jactándose de su influencia, ejerciendo extorsión de dineros sobre los crédulos a
quienes vende una influencia que realmente no tiene, y por esto se le llama
vendedor de humo…” (C.N.Crim. y Correc., Sala V, “Caprio Mario”, registro 5783,
causa n° 25994/05, 29/03/05).
Así, y al haberse comprobado que el pretexto utilizado por Chiarelli y
Fernández para defraudar a José Emilio Rodríguez Menéndez y a sus familiares fue
falso, entiendo que debe aplicarse el art 173, inc. 10, del Código Penal de la Nación.
A través de los elementos reunidos en las presentes actuaciones se
pudo corroborar que ambos tuvieron el dominio del hecho desde el momento en que
decidieron llevar a cabo su conducta, es decir, desde el 3 de octubre del año 2008.
Luego de que fueran contactados por María Vanessa Palomar Legido, y tras asumir
la defensa de José Emilio Rodríguez Menéndez, ambos diseñaron un plan tendiente
a defraudar tanto al nombrado como a sus familiares, bajo el pretexto de una falsa
remuneración a funcionarios públicos.
Los dos dividieron sus quehaceres por cuanto si bien acordaron asumir
distintos aportes en diferentes momentos, lo cierto es que el rol que asumieron
desde un primer momento estuvo destinado a cumplir con el propósito que
pretendían. Los imputados realizaron, en función de una decisión común, la
totalidad de la conducta típica, por cuanto ambos realizaron actos defraudatorios
con el pretexto de remunerar a los jueces y al fiscal de la causa, como así también a
funcionarios del lugar en el que estaba detenido.
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En ese sentido, si bien la maniobra desplegada fue una sola, lo cierto
es que se pudo corroborar que aquella llevada a cabo desde el 3 de octubre de 2008
hasta diciembre de ese año fue convenida por los dos abogados; más allá de que
cada una de las intervenciones que tuvieron durante ese período reunió todos los
requisitos típicos del delito imputado.
Ahora bien, también se pudo corroborar que una vez que Chiarelli
dejó de ser el abogado de Rodríguez Menéndez fue Fernández quien,
independientemente de la maniobra desplegada, decidió el 23 de diciembre de 2008
seguir exigiéndole dinero a Rodríguez Menéndez a través de su esposa, también con
el pretexto de remunerar a funcionarios que intervinieron a lo largo del expediente.
En esta línea, no se reunió ninguna prueba que me permita sostener que Chiarelli
tuvo participación luego de su renuncia, como así tampoco que haya tenido
conocimiento de su actuar.
Por tal motivo, y una vez que Rodríguez Menéndez desistió de la
defensa de Chiarelli, Fernández decidió convencerlo para que no desistiera de la
tuya, para lo cual se basó en nuevos medios engañosos tendientes persuadirlo para
que lo mantuviera como su abogado; ello más allá de que luego decidiera exigirle
dinero bajo el mismo pretexto que el utilizado en la maniobra conjunta.
Así las cosas, y sin perjuicio de que ambos fueron coautores en el
período anteriormente señalado, entiendo que respecto de los cuatro pagos exigidos
y efectivizados al nombrado solamente intervino Marcelo Humberto Fernández,
siendo el único que tuvo el dominio del hecho al haber renovado tanto el engaño
como el perjuicio patrimonial que sufrieron las víctimas; debiendo responder aquí
como autor.
Como se dijo anteriormente existió un único plan perpetrado por los
dos imputados entre el 3 de octubre de 2008 y el mes de diciembre de ese año,
respecto del cual ambos realizaron aportes ilícitos tendientes a dar con el fin ya
acreditado.
Sin perjuicio de ello, también se corroboró que luego de que
Rodríguez Menénez desistiera del asesoramiento de Chiarelli, éste se vio vedado de
poder seguir interviniendo a través de medios fraudulentos. Fue allí cuando
Fernández, con el afan de seguir obteniendo dinero, se las ingenió de manera
independiente para engañar tanto a él como a su esposa y, bajo el mismo pretexto de
remuneración, obtuvo cuatro pagos de mil ochocientos setenta y cinco euros.
En esa línea, entiendo que hubo una renovación de la conducta de
Fernández, por cuanto no solo se las ingenió para volver a engañar a las víctimas,
sino que también utilizó otros medios con el fin de dar con su propósito. Es decir,
consumada la primer maniobra por parte de ambos, se las ingenió para realizar una
nueva renovando el perjuicio ya producido. Por esos argumentos, es que entiendo
que existe un concurso real entre las dos intervenciones que hizo, una entre el 3 de
octubre y diciembre de 2008, y la otra entre el 23 de diciembre de ese año y marzo
de 2009.
VII. Prisión Preventiva
A los efectos de evaluar si corresponde o no el dictado de la prisión
preventiva de los imputados, y siempre bajo la inteligencia de que las pautas para
disponer el encarcelamiento antes del dictado de una sentencia condenatoria no
pueden estar directamente condicionadas y definidas por la penalidad del delito de
que se trata, sino por los fines del proceso, que son: la averiguación de la verdad y
el cumplimiento del derecho material (artículo 280 del Código Procesal de la
Nación) entiendo que resulta necesario analizar la particular situación de Chiarelli y
Fernández, sin perjuicio de las pautas objetivas que rigen al instituto en estudio (art.
312 del C.P.P.N.).
Es que la pena en expectativa es un dato objetivo cierto e importante
que debe ser ponderado, pero si los fines perseguidos se ven resguardados por otros
medios menos graves, y en ese sentido los peligros procesales de entorpecimiento
de la investigación y de peligro de fuga se ven neutralizados, no existirá necesidad
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de aplicar una medida cautelar de privación de la libertad durante el curso del
proceso.
La existencia de los peligros procesales no se presume, y es por ello
que se exige un juicio acerca de su presencia. El tribunal debe atender a las
circunstancias objetivas y ciertas que, en el caso concreto, permiten formular un
juicio sobre la existencia probable del peligro que genera la necesidad de la medida
de coerción. Así lo ha entendido la Sala III de la Cámara Nacional de Casación
Penal, al sostener que las reglas en materia de encarcelamiento preventivo no
constituyen una presunción iure et de iure, sino que deben interpretarse
armónicamente con el principio de inocencia, de tal modo solo constituyen un
elemento más a valorar, con otros indicios probados que hagan presumir el riesgo
de frustración del juicio (causa n° 5473, “Macchieraldo, Aquiles Alberto”, del
22/12/04, reg. 843/2004).
Si bien la pena con la que se amenaza un determinado ilícito resulta
un parámetro importante a estos efectos, sólo los elementos particulares de cada
caso pueden fundar válidamente -en tanto permitan presumir razonablemente la
existencia de estos riesgos procesales- el encarcelamiento preventivo de un
imputado (CCC, Sala I, causa n° 21.143 “Barbará, Rodrigo Ruy”, del 10/11/03).
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, ha dicho que la prisión
preventiva tiene como fundamento evitar que se frustre la acción de la justicia, esto
es, que se entorpezca la investigación o que se eluda su decisión, por lo que la sola
referencia a la pena establecida para el delito por el que se lo acusa no constituye
fundamento válido para su dictado; debiéndose precisar en cada caso cuáles son las
circunstancias concretas de la causa que permiten presumir fundadamente que el
imputado intentará burlar la acción de la justicia (320:2105 y 321:3630).
Entonces, en el caso concreto, una vez satisfechos los requisitos
exigibles a partir de la gravedad del hecho investigado y la escala penal en abstracto
prevista por los delitos que se les imputó Marcelo Humberto Fernández y Francisco
José Chiarelli, se debe analizar si existen en autos elementos de convicción
suficientes para fundar la proporcionalidad, necesidad y razonabilidad del medio
legalmente previsto para asegurar el desarrollo de la investigación y el
cumplimiento de la decisión final que podría dictarse.
Así, y teniendo en cuenta lo dicho, sostengo que en esta coyuntura del
proceso corresponde dictar sus procesamientos, sin prisión preventiva. Ello por no
se observa de qué manera podrían entorpecer la investigación en caso de que
recuperaran su libertad. A su vez, entiendo que ya se han desarrollado todas
aquellas medidas conducentes al esclarecimiento del hecho investigado, de manera
tal que los imputados no podrían desarrollar, en esta instancia, comportamiento
alguno que comprometa el éxito de la investigación.
Sumado a lo expuesto, lo cierto es que la privación de la libertad es
una medida cautelar de excepción, motivo por el cual considero que en este caso en
particular no corresponde adoptar la prisión preventiva de los imputados.
VIII. Embargo
En cuanto al embargo que prevé el art. 518 del C.P.P.N, cabe señalar
que la Excma. Cámara del Crimen ha sostenido que la naturaleza de la medida
cautelar del auto que ordena el embargo tiene como fin garantizar en medida
suficiente una eventual pena pecuniaria o las costas del proceso (fijadas en sesenta y
nueve pesos con sesenta y siete centavos) y el aseguramiento de las
responsabilidades civiles emergentes, conforme lo dispone el artículo 518 del
C.P.P.N. (”Zacharzenia, Gustavo s / embargo” del 13/11/97, c. 29.204, reg. 961,
entre otros).
En ese marco, entiendo que la suma a la que arribaré tendrá su fuente
de atención en la naturaleza jurídica de la medida, conforme se viene sosteniendo.
Asimismo, se tendrá en consideración que las costas que puedan
imponerse que, si bien de momento no son objeto de regulación, consistirán -art.
533 del C.P.P.- en el pago de la tasa de justicia, en la sanción pecuniaria que, en su
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caso, tenga establecida el delito, en los honorarios devengados por los abogados, y
en los demás gastos que se hubieren originado por la tramitación de la causa.
En este sentido, teniendo en cuenta que el delito atribuido no posee
pena de multa y dado el monto por el cual pretendieron estafar a Rodríguez
Menéndez, es que trabaré embargo sobre los bienes y/o dinero de los imputados por
la suma de un millón de pesos ($1.000.000).
Por lo expuesto entonces, estimo pertinente y así;
RESUELVO:
I) DECRETAR EL PROCESAMIENTO –SIN PRISIÓN
PREVENTIVA- DE FRANCISCO JOSÉ CHIARELLI, de las restantes
condiciones personales obrantes en autos, por considerarlo coautor -junto con
Marcelo Humberto Fernández- penalmente responsable del delito de defraudación
con pretexto de supuesta remuneración a funcionarios públicos, (artículos 173, inc.
10, en función del art. 172 y 45 del Código Penal de la Nación y 306 y 310 del
Código Procesal Penal de la Nación).
II) TRABAR EMBARGO de los bienes y/o dinero del nombrado
hasta cubrir la suma de un millón de pesos ($1.000.000); el que se diligenciará en
legal forma por intermedio del Oficial de Justicia ante el Tribunal (art. 518 del
C.P.P.N.). A tal fin, fórmese incidente de mandamiento de embargo.
III) DECRETAR EL PROCESAMIENTO –SIN PRISIÓN
PREVENTIVA- DE MARCELO HUMBERTO FERNÁNDEZ, de las restantes
condiciones personales obrantes en autos, por considerarlo penalmente responsable
del delito de defraudación con pretexto de supuesta remuneración a funcionarios
públicos reiterado en dos oportunidades, una como coautor junto con Francisco José
Chiarelli y la otra como autor (artículos 173, inc. 10, en función del art. 172 y 45 del
Código Penal de la Nación y 306 y 310 del Código Procesal Penal de la Nación).
IV) TRABAR EMBARGO de los bienes y/o dinero del nombrado
hasta cubrir la suma de un millón de pesos ($1.000.000); el que se diligenciará en
legal forma por intermedio del Oficial de Justicia ante el Tribunal (art. 518 del
C.P.P.N.). A tal fin, fórmese incidente de mandamiento de embargo.
Notifíquese al Sr. Fiscal mediante nota y a los defensores a través de
cédula a diligenciar en el día.
FIRMADO: ARIEL LIJO, JUEZ FEDERAL
ANTE MI: JUAN TOMÁS RODRÍGUEZ PONTE,
SECRETARIO
Ante mí:
En se libraron cédulas urgentes. Conste.-
En se notificó el Sr. Fiscal (4). Conste.-