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Proceso de cartas de amores, primera novela epistolar europea La obra de Segura y la tradición de la novela sent ŭnental Dentro del desarrollo de la narrativa medieval, la compara- ción entre dos de sus más irnportantes especies, el género caba- lleresco y el sentimental, nos mostraba en este ŭltimo tal como ya advirtiera Menéndez Pelayo I , una progresiva desaparición de la aventura, de la peripecia argumental, en pro del minucio- so estudio de la pasión amorosa. Una situación esta que alcan- zará su más clara manifestación en el Proceso de cartas de amores (1548) de Juan de Segura, obra en la que puede hablarse de la carencia casi total de acción y de la primacía absoluta del análi- sis del comportamiento amoroso de los personajes 2 El inicio y desarrollo de una relación amorosa constituye pues, el eje exclusivo de una obra que si bien se presenta como continuado- ra de la anterior tradición medieval, sin embargo, como la críti- ca insiste en serialar, se aparta de tales modelos e introduce grandes transformaciones. Segura traza en su novela una repre- (1) M. Menéndez Pelayo, On'genes de la novela II, Santander, Aldus, 1913, p.3 y ss. (2) Vid. la edicián de dicha obra, de E. Alonso Martín, P. Aullán de Haro, P. Celdrán Gomariz y J. Huerta Calvo, Madrid, El Archipiélago, 1980, p.XVIII. Citaré siem- pre por esta edicián.

Proceso de cartas de amores

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  • Proceso de cartas de amores,primera novela epistolar europea

    La obra de Segura y la tradicin de la novela sentnentalDentro del desarrollo de la narrativa medieval, la compara-

    cin entre dos de sus ms irnportantes especies, el gnero caba-lleresco y el sentimental, nos mostraba en este ltimo tal comoya advirtiera Menndez Pelayo I , una progresiva desaparicinde la aventura, de la peripecia argumental, en pro del minucio-so estudio de la pasin amorosa. Una situacin esta que alcan-zar su ms clara manifestacin en el Proceso de cartas de amores(1548) de Juan de Segura, obra en la que puede hablarse de lacarencia casi total de accin y de la primaca absoluta del anli-sis del comportamiento amoroso de los personajes 2 El inicio ydesarrollo de una relacin amorosa constituye pues, el ejeexclusivo de una obra que si bien se presenta como continuado-ra de la anterior tradicin medieval, sin embargo, como la crti-ca insiste en serialar, se aparta de tales modelos e introducegrandes transformaciones. Segura traza en su novela una repre-

    (1) M. Menndez Pelayo, On'genes de la novela II, Santander, Aldus, 1913, p.3 y ss.(2) Vid. la edicin de dicha obra, de E. Alonso Martn, P. Aulln de Haro, P.

    Celdrn Gomariz y J. Huerta Calvo, Madrid, El Archipilago, 1980, p.XVIII. Citar siem-pre por esta edicin.

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    sentacin ms realista de la psicologa amorosa, al ofrecer unahistoria dentro de un ambiente burgus y ciudadano, despro-visto totalmente de toda violencia pasional o aventurera 3.Incluso la introduccin de la Queja y aviso contra amor de la queno me ocupar pero que constituye la continuacin del Proceso,ha sido interpretada como eficaz contraste que acenta anms el realismo de la parte primera.

    En el Proceso el escritor desarrollar la historia de una rela-cin amorosa sujeta a unos criterios de verosimilitud ausentesen la tradicin anterior de la novela sentimental, de maneraque a los lectores de la poca no les sera difcil reconocer en lascircunstancias externas que rodean a los protagonistas, lassuyas propias.

    Pues bien, la manera como Segura consigue dicha concen-tracin en el anlisis interno de sus personajes es a travs deluso exclusivo de un recurso que se haba constituido en unimportante elemento en la anterior novela sentimental: la tcni-ca epistolar4 . Es precisamente el manejo exclusivo de la episto-laridad lo que provee a Segura de un excelente medio para con-seguir reflejar al mximo, los sentnientos e interioridades desus personajes. Como indica Gerli, es la plena adopcin de talartificio lo que convierte al Proceso en el primer intento en laliteratura espariola para conseguir una representacin ms rea-lista de la psicologa amorosa. Lejos de la alegora y del desa-rrollo de historias cuyos personajes y acontecimientos pocotenan que ver con las experiencias de los lectores, Segura foca-lizar todo el inters de su novela en la presentacin de las

    (3) Vid. la mencionada edicin, el estudio de T.O. Beebee, Epistolary Fiction inEurope 1500-1850, Carobridge, University Press, 1999, o el artculo de E. Michael Gerli,"Toward a Poetics of the Spanish Sentimental Romance", Hispania, 72, 3, 1989, pp.474-482. Especialmente pp.478-479.

    (4) Sobre la presencia de dicho artificio en esta narrativa medieval, ya me ocupen mi estudio La tcnica epistolar en la novela sentimental de la Edad Media". Enprensa.

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    emociones y afectos de unos personajes que escriben cartas,dentro de un contexto que acenta el realismo de la obra y des-ligados de todo control narrativo por encima de ellos. Comoconsecuencia de lo cual podemos hablar de la aparicin de laprimera novela epistolar europea 5.

    La innovacin narrativa: el proceso de cartasFrente a la insercin de la carta dependiente de un contexto

    narrativo ms amplio, en la novela sentirnental medieval, frentea la presencia aislada de cartas en la obra de Guevara y pin-sese en la continuacin a su Marco Aurelio - 6, Segura establecerya un verdadero proceso de cartas, a travs de cuyo nico desa-rrollo y presentacin los lectores obtendremos toda la inforrna-cin respecto a la desdichada historia amorosa de los protago-nistas. Una relacin epistolar reducida a la variante ms sencilla:el do 7, y en cuya presentacin el autor utilizar unas estrate-gias literarias, en modo alguno relacionables con las que autoresposteriores manejarn en el mbito de la novela epistolar.

    Aun existiendo un claro viraje en esta obra, en tanto suponeesa representacin ms realista de la pasin amorosa, es eviden-te que en este autor ureo no se dan las preocupaciones litera-rias que hallaremos en otros escritores, referentes a la sing-ularrelacin entre la verdad histrica y la potica. Como en el caso

    (5) En su clsico estudio The Beginnings of the Epistolary Ncrvel in France, Italy andSpain, University of Califorrtia Press, 1937, Ch. E. Kany seal la importancia de lanarrativa epistolar en Espaa, cuyo estudio haba sido desatendido, y destac la obrade Segura como la primera novela epistolar en Europa.

    (6) Aisladas aparecan asimisrno, la mayora de las epistolas amorosas en lasHeroidas de Ovidio, urto de los modelos fundamentales en la literatura epistolar etwo-pea.

    (7) Sobre las posibilidades tericas de la frmula epistolar, seg n el nmero devoces narrativas, vid. J. Rousset, Narcisse romancier, Paris, Librairie Jos Corti, 1986,p.21.

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    del Siervo libre de amor de Rodriguez del Padrn, o del Livre duVoir dit de Machaut, todo lo ms que podemos plantearnos loslectores es si tal experiencia tuvo o no alguna apoyatura real.Situacin muy distinta a la que arios despus se producir conla publicacin en 1669 de las famosas Lettres portugaises, presen-tadas de manera annima como traduccin de unas cartas rea-les escritas en portugus, y que durante mucho tiempo fueronleidas como tales. Lejos de la bsqueda por producir en el lec-tor esa inicial ilusin de realidad - de manera que se tomen porcartas reales, cartas imaginadas 8-, a travs de la frecuente apa-ricin de un editor 9, supuesto responsable del hallazgo y publi-cacin de dicho epistolario, Segura en el prlogo de su obraseriala a un nico autor de la misma: " y avnque el titulo destapequeriuela obra sea Cartas de amor, el sabio y prudente lectorpodr colegir el vltimo fin del que las escriui, que es dar auisoen qu paran los vanos pensamientos de los locos mancebos"(p.3). Un autor que en principio, debemos pensar adems, esgriego, dado que en este mismo prlogo se seriala cmo la obraha sido traducida de dicha lengua al castellanow.

    Por si fuera poco, tal cuestin se problematiza an ms conla aparicin de unos recursos que enlazan con la anterior tradi-cin del relato sentimental ". Recordemos el supuesto y debati-

    (8) Utilizo estos trminos conforme a su manejo por parte de C. Guilln, en suesplndido estudio, "La escritura feliz: literatura y epistolaridad" en Mltiples moradas.Ensayo de literatura comparada, Barcelona, Tusquets, 1998, pp.177-233.

    (9) Vid. O. Tacca, Las voces de la novela, Madrid, Gredos, 1977, p.40.(10) Dicho recurso contaba ya con una nutrida tradicin, especialmente visible en

    el mbito de la novela caballeresca. En lo que concierne a esta especie de la narracinepistolar, tambin lo encontraremos en la historia literaria.

    (11) Marina S. Brownlee refirindose ampliamente a la cuestin de dichas estrate-gias narrativas en el Proceso, habla firtalmente de un autor indigno de confianza queincurre en graves contradicciones, y recoge el calificativo de criptograma, con queJoaqun del Val se haba referido al resultado de dicha situacin. "La mirada deMedusa y la canonicidad del discurso: el Processo de cartas de amores de Juan de Segura"

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    do autobiografismo de algunas de esas obras medievales. En elSiervo libre de amor el propio autor se diriga l mismo a unamigo, para relatarle su desgraciada historia amorosa. Frente aella en el Grimalte y Gradissa de Flores, lo que podramos llamarcon Guilln del proceso de ficcionalizacin propio de la carta 12,adquira urta mayor intesidad al metamorfosearse el escritor enun singular alter ego literario llamado Grimalte. La situacinque encontramos en el Proceso es por otro lado, todava mscompleja, en tanto ese supuesto autobiografismo presente enalgunas obras anteriores, no se revela como tal sino cuando lacorrespondencia epistolar ha concluido. Lejos del aviso deFlores, Segura deja que leamos la relacin epistolar entre dospersonajes innominados, para comunicarnos al final de ella queel cautivo era l mismo. 0 para ser ms precisos, para revelr-selo a un amigo, carta en la que ya no necesita presentarsecomo cautivo trmino bajo el que se condensa y reime todo suser y persona en su correspondencia amorosa, anulando estapasin todos sus otros rasgos caractersticos sino como Juande Segura, amigo doliente que necesita el consuelo y consejo desu destinatario.

    El caso del Proceso, en marcado contraste con lo que ocurraen la Cdrcel de amor, nos presenta pues, esa situacin que anali-zara Todorov en una obra muy alejada en el tiempo de sta, Lesliasons dangereuses 13, por la que una correspondencia concebidadesde la intnidad, se hace pblica. Aunque en este caso esedestinatario no previsto inicialmente, quede concentrado en unnico personaje.Edad de Oro, XII, 1993, pp.19-31. Posteriorrnente ha sido elaborado e incluido en Studieson the Spanish Sentimental Romance 14404550. Edited by Josep J. Gwara and E. MichaelGerli. London-Tamesis, 1997, pp.21-36. Sobre esta situacin inicial narrativa, vase tam-bin el estudio recogido en este mismo volumen de P.E. Grieve, "Anachronism and thereader's experience: Juan de Segura's Processo de cartas de amores", pp.37-53.

    (12) Art. cit.(13) Literatura y significacin, Barcelona, Planeta, 1971, p.60 y ss.

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    Segura complica, pues, con la utilizacin nica del artificioepistolar, ese doble pacto propio del gnero. Si en el Siervo o enla Historia de duobus amantibus de Piccolomini acoplbamosnuestra perspectiva, adoptando desde un principio la mismafuncin que el personaje amigo a quien dirige el autor su obra 14,en el Proceso tal situacin se ha vuelto ms compleja, pues ya nose trata de un proceso sustitutivo simple sino doble, en tanto alos destinatarios iniciales de la correspondencia amorosa - elcautivo y la dama sustituye f-inalmente el amigo. Frente a loque ocurrir en la tradicin posterior, la mencionada ausenciade preocupaciones realistas en Segura no aprovecha la presenciade este destinatario, ni dispone el orden temporal de su historia,en aras a conseguir tal efecto. Perrrtaseme pese a las grandesdistancias entre ambas, establecer una relacin comparativaentre esta primera novela epistolar de la literatura europea, yuna de las ms famosas prolongaciones del Werther, Las ltimascartas de Jacopo Ortis de Foscolo. Aqu Lorenzo, el amigo deJacopo y confidente de su pasin amorosa, ha reunido toda lacorrespondencia y documentos del protagonista, actuandocomo organizador y responsable ltimo de la obra. Una funcinque se hace presente desde el inicio, en esa mencionada b sque-da por intensificar la ilusin de realidad de las epstolas. Tal pre-ocupacin no existe en Segura, de manera que los lectores entra-mos directamente en la lectura de la correspondencia amorosa ynicamente concluida sta, nos enteramos de que el autor la haenviado toda ella a una amigo para que la conozca y le conteste,consolndolo. Figura esta ltima que en ningn momento apa-rece como responsable de la novela y a travs de la cual se inser-ta como respuesta, esa continuacin de la obra que es la Queja yaviso contra amor, en cuya lectura como indica Gerli, coinciden ellector textual y el real, de la misma forma que andando el tiem-

    (14) Sobre el marco epistolar de la obra de Rodrguez del Padrn, vid. F. Vigier,"Fiction epistolaire et novela sentimental en Espagne aux xve et xvie sicles" enMelanges de la Casa de Velcizquez, XX, 1984, pp.229-259.

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    po, coincidirn en El coloquio de los perros. El personaje-confiden-te aparece pues, estructuralmente como medio de transicin queposibilita la insercin de un nuevo relato, pero no como figuraal servicio de esas estrategias literarias que promueven la ilu-sin de realidad del texto. En este caso y conforme a la mencio-nada tradicin literaria, sta parece justificarse por el citadoautobiografismo 15.

    Concluido el prlogo que dirige Segura al magnifico seriorGaleazo Rtulo Osorio, los lectores nos situamos pues, ante lapresencia directa de la primera carta. Carente de todo narradorel Proceso presenta de forma exclusiva desde el principio, lasvoces nicas de los personajes, de manera que todas las refe-rencias e informacin debern ser forzosamente extradas siem-pre de las propias cartas. Un artificio este que en ocasiones pro-voca una cierta situacin de desventaja en el lector, en tanto lospersonajes pueden compartir experiencias externas a la relacinepistolar, que ninguna voz narrativa nos transmitir. Pensemosen las entrevistas personales que en la anterior novela senti-mental presentaba el narrador, y que aqu el lector slo puedeentrever, por las referencias a las mismas que los personajeshacen en su comunicacin epistolar.

    Lo que s plantea Segura con claridad es el desarrollo de larelacin amorosa desde sus mismos inicios, con lo que el lectorpuede ajustar fcilmente su perspectiva a la de un destinatarioque no comparte en principio inguna experiencia o vivenciacomn con el remitente 16 En tanto novela, el lector prev comoindicara Wright un desarrollo y componente narrativo en la

    (15) Aun cuando aqu como ya indiqu, el mismo entre en contradiccin con loapuntado en el prlogo.

    (16) Sobre la figura del receptor y su relacin con lo que ha denominado LectorModelo, vid. P. Violi, "Cartas", en Discurso y literatura, T.A. Van Dijk (ed.), Madrid,Visor, 1999, pp.181-203.

    (17) Concretamente Susan Wright sefiala cmo el lector de tma novela epistolar

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    misma que desde luego, no esperaria hallar en una correspon-dencia intima real. Respondiendo a tales expectativas, el Procesodesarrollar una intriga argumental desde sus mismos comien-zos hasta su final concluyente. Una intriga que como indicaTodorov, slo es percibida como tal por el lector; lejos de seruna categoria interior al urtiverso presentado, lo nico que per-ciben los personajes es una "masa de hechos de vida". La intri-ga concluye Todorov, slo existe por tanto en nuestra percep-cin del universo representado 18 Si tales afirmaciones son bas-tante ostensibles en relacin con la compleja historia desarrolla-da en la novela francesa analizada por este critico, la situacines bastante ms simple en el caso que nos ocupa, dado que estaprimera novela epistolar presenta como indiqu, la varianteperspectivista ms simple: la de las dos voces nicas 19 . De estaforma la madeja argumental tejida por ambas, dista mucho delos complejos enredos de la novela francesa nicamente perci-bidos como tales por ese lector que est en posesin de las dis-tintas claves y versiones.

    La carta como medio de seduccin amorosaTal como estamos viendo, el desarrollo argumental del

    Proceso carece de grandes peripecias e incidentes, y en l desta-ca como foco central bsico, el anlisis de los afectos amorososde los personajes. Un innominado personaje que asume la iden-tidad del cautivo - en clara pervivencia de una antigua conven-

    espera encontrar "an object of obvious literary standing or value" p.551. Ms adelantese refiere asismismo esta autora a la carencia de trama y desarrollo en las Lettres portu-gaises, lo que contribuy obviamente a intensificar la creencia en la autenticidad de lasmismas. "Private lenguage made public: the Lang-uage of Letters as Literature", Poetics,18, 1989, pp.549-578.

    (18) Op.cit., pp.58-59.(19) Por supuesto, la monodia sera la frmula ms simplificada en este gnero,

    en la que el perspectivismo quedara representado en una nica voz.

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    cin de la literatura amorosa se dirige a la dama de quien estenamorado, hasta conseguir su favor. La prohibicin de los her-manos a su matrimonio y la reclusin en el convento de ladama, son los obstculos que el cautivo se ver imposibilitadode superar, de manera que debe contentarse con dar variasserenatas a su amada, a escondidas, por peticin de sta.Descubierto tal hecho la dama ser de nuevo alejada de suamado, sin que esta vez pueda comunicarle el lugar al quepiensan llevarla; le anuncia adems, su decisin de darse a simisma la muerte, situacin esta que sin embargo, no se confir-mar 2 Tal es la sencilla trama argumental del Proceso de cartasdesarrollada en el intercambio epistolar de los dos protagonis-tas, a los que se une al final de la obra, la voz de la ltima confi-dente de ella, doria Juliana, quien contesta a la carta que le hadirigido el desesperado amante, en una de las ltimas epistolasde la novela. Frente a los obstculos insalvables en la unin deLeriano y Laureola, la barrera que dificulta la .felicidad de losprotagonistas del Proceso resulta ser, en marcado contraste pro-saico, la falta de posicin del caballero 21

    Gran parte de la novela - bsicamente hasta el momento deconseguir la respuesta positiva de la dama se presenta pues,como proceso de seduccin amorosa a travs de las cartas.Unas cartas en las que por lo general se advierte ese topos clsi-co de la brevitas, como ideal necesario y consustancial a las ns-mas, y en las que se aprecian toda una serie de figuras y situa-

    (20) En su mencionado artculo, en el que destaca el papel de vctima del perso-naje femenino, Brownlee da por supuesta la muerte de la dama.

    (21) Vid. art. cit. de M. Gerli, p.479.(22) Vid. la introduccin de la citada edicin en la que sus autores estudian la

    obra partiendo del anlisis de Barthes sobre el discurso amoroso - p.XXV y ss.Aunque no es posible desarrollar este aspecto, no puedo no obstante, dejar de mencio-nar por otro lado, el floreciente contexto literario epistolar en el que nace el Proceso, encuyo desarrollo pesa innegablemente la influencia de una normativa que rige su desa-rrollo, heredera en gran medida, del medieval Ars dictaminis. Vid. al respecto D.

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    ciones propias del discurso amoroso 22 . Dada la escasez deencuentros personales entre los amantes, toda la relacin amo-rosa entre ambos se producir dentro de su comunicacin epis-tolar, lo que explica la insistencia continua de los personajestanto respecto al hecho de la propia escritura, como a los dese-os de recibir nuevas cartas - "Y as quedo aguardando vuestracarta" (p.40); "me escreus os escriva" (p.50); "escreume qu,en el tiempo que sola estys, imaginys" (p.49) Que la cartaha sido el principal medio de seduccin utilizado por el amantequeda asimismo patente en esa carta XIII, en la que la damaan se resiste y muestra su arrepentimiento por haber ledo lasprimeras epistolas - "iY ay de m!, que si al tiempo que vues-tras primeras cartas recibi, no diera lugar al traydor del deseocobdicioso de vellas, ni me sintiera como me siento, ni oshuuiera dado vengana de m, como ya satisfecho deuis deestar, viendo mis apassionadas razones" (p.20) A diferenciade otras heroinas que evitaron tal curiosidad, rompiendo enpedazos la primera carta, la dama de Segura no ha podido evi-tar leerla 23 .

    Yndurin, "Las cartas en prosa", Literatura en la poca del emperador, V. Garcia de laConcha (ed.), Universidad de Salamanca, 1988, pp.53-79, o J. Trueba Lawand, El arteepistolar en el renacimiento espariol, London, Tamesis, 1996.

    (22) Vid. la introduccin de la citada edicin en la que sus autores estudian laobra partiendo del anlisis de Barthes sobre el discurso amoroso p.XXV y ss.Aunque no es posible desarrollar este aspecto, no puedo no obstante, dejar de mencio-nar por otro lado, el floreciente contexto literario epistolar en el que nace el Proceso, encuyo desarrollo pesa innegablemente la influencia de una normativa que rige su desa-rrollo, heredera en gran medida, del medieval Ars dictaminis. Vid. al respecto D.Yndurin, "Las cartas en prosa", Literatura en la poca del emperador, V. Garcia de laConcha (ed.), Universidad de Salamanca, 1988, pp.53-79, o J. Trueba Lawand, El arteepistolar en el renacimiento espariol, London, Tamesis, 1996.

    (23) Como indica Brownlee la vulnerabilidad de la mujer es expuesta en la pri-mera carta de respuesta, seal clara de su inters. Su acto contradice su discurso.Art.cit., p.26.

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    En general y hasta ese cambio ya abiertamente declaradopor parte de la dama, en la carta XXVII, el personaje femeninomuestra una psicologa casi calificable de realista, en contrastecon la del cautivo, poseedora an de unos cdigos cortesanosque enlazan con la anterior tradicin literaria y que acabaninfluyendo tambin en ella. Su escepticismo y distanciamientoinicial que pone en duda no slo la sinceridad de los sentimien-tos del cautivo, sino en general de todos los hombres, casipodra hacernos pensar en esta dama, como posible lectora deun pliego de cordel titulado Cartas y coplas para requerir nuevosamores, aparecido algunos arios antes. Este ha sido reproducidorecientemente por Lpez Estrada quien adems de destacar suimportancia, alude al mismo como casi una novela epistolar,singular precedente de la obra de Segura ". Las noticias sobrela enfermedad y muerte inminente del cautivo si no lo auxilia,son interpretadas as por ella, como palabras falsas, como si ensu lectura de la carta hubiese usado como singular filtro, laspalabras del texto que aconsejaban tales actitudes al amante "Finge que el esta malo y embiale esta carta" 25 En su prime-ra carta ella le escribe: "vuestras cartas penosas ( avnque fingi-das) "(p.9). La dama de Segura se muestra por tanto, contrariaa la tradicional visin de la carta como medio de expresin sin-cera del alma de quien escribe 26, y constata un escepticismo eincredulidad que progresivamente no obstante, van disminu-yendo. En la carta XIII apunta, por ejemplo, sus dudas al admi-

    (24) F. Lpez Estrada, "Un pliego de Cartas y coplas para requerir nuevos amores,1535, Revista de Bibliografa Nacional, 6, 1945, pp.227-239. D. Yndurin adelanta la fechade su aparicin. Art.cit., p.69.

    (25) Cito por la reproduccin mencionada de Lpez Estrada, p.235.(26) Demetrio en su tratado haba escrito: "Se puede decir que cada uno escribe

    la carta como retrato de su propia alma". Sobre el estilo, J. Garca Lpez (ed.), Madrid,Gredos, 1979, p.97. Mucho ms prximo en el tiempo Torquemada ofrece la sig-uientedefinicin: "carta es urta mensajera fiel de nuestras yntenciones, y yntrprete de lospensamientos del nimo". Manual de escribientes, Obras completas I, Lina RodrguezCacho (ed.), Macirid, Castro, 1994, p.122.

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    tir la posibilidad de que la carta sea la portadora de los senti-mientos verdaderos del cautivo si vuestro coran estsegn lo debuxauades con vuestra pluma" (p.20) Una evolu-cin paulatina que culmina claramente con el cambio de ladama en esa carta XXVII, en la que se declara abiertamente sier-va, ella tambin. Incluso se diria que contrastados los dos per-sonajes, ella resulta mucho ms apasionada y sincera que l. Sien alguna carta anterior el cautivo habia solicitado en un gestoretrico ms, que le mande ella una mensajera para que ste leenvie sus ojos, no ser mera imagen retrica la mencin a lasangre que le har llegar ella en ese lienzo que le envia comoltimo recuerdo de su amor "De la sangre que est en frentede mi sin ventura coragn saqu vn poco punando encima convna sotil aguja" (p.53) -.

    Como la critica ha indicado 27, en torno a la figura del cauti-vo puede hablarse de una latente y velada ironia, manifiesta enel desajuste entre sus palabras y sus actos. Su desesperacin yconstante agonia se resuelven finalmente en pura pasividad. Nihace nada ante la reaccin contraria de los hermanos, ni se dis-pone a usar todos los medios posibles para buscarla. Tan slose dirige dolorido, a un amigo, el cual ni siquiera se toma el tra-bajo de disuadirle respecto a las posibles intenciones suicidasque apunta en su carta 28, de lo que se deduce una actitud dedescreimiento total por su parte 29 Una situacin muy alejadadesde luego, de la conclusin de la Cdrcel de amor.

    Como distinta es la presentacin de los diferentes mensaje-ros que intervienen y hacen posible la relacin amorosa, en lasdos novelas. Mientras en la Cdrcel encontramos a ese singular

    (27) Vid. la introduccin de la citada edicin o el artculo de Gerli.(28) Comprese tal situacin, con la que aparece en una de las ms famosas

    novelas epistolares europeas, la Julia de Rousseau. La idea del suicidio ser aquampliamente rebatida por el amigo cortfidente. Ill parte, cartas XXI y

    (29) Vid. ed. cit.,

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    autor-narrador-personaje que ligado intensamente a la suertede Leriano, acta generosa y desinteresadamente como media-dor, dentro del ambiente realista que preside la historia deSegura, los mviles de los mensajeros responden a muy dife-rentes intenciones. Precisamente una de las mayores preocupa-ciones de la dama en la presente relacin - adems del deseodel mantenimiento del secreto -, se hace patente en las adver-tencias dadas al cautivo sobre cmo debe tratar a las diferentesmensajeras que lleven sus cartas 30 Hasta tal punto la damatiene necesidad de las cartas de su amante, que acuerda conste un oculto plan para que engaando y fingiendo el mismouna atraccin amorosa hacia una esclava de su madre, ella lessirva de confidente. Descubierta una carta por sus hermanosquienes deciden recluirla en un convento, escribe en plenadesesperacin: "Esta os dar vna esclaua de mi madre, porquele dixe que aquel gentilhombre que por aqu passaua (que,bien mo, rades uos), le aua de dar vnas arracadas muy gala-nas,porque me auades dicho que era muy hermosa" (pp.38-39). Regalo al que ariadir el cautivo unas manillas y sortijas,adems de mostrar la concertada y fingida actitud amorosa -"ni a uos quiero dar tal pesar de escreuiros las palabras dulgesque con ella pass enamorndola, para que fuesse secreta secre-taria de mi angustiado coragn" (p.40) -. La visin casi descar-nadamente realista de la dama en relacin a la necesidad denuevos sobornos, para seguir en contacto, se manifestar tam-bin en el convento, al pedirle desde all sedas para las monjas.Incluso cuando una de stas se convierte en confidente de ladama, le pide algn regalo para la misma, al cautivo, a la vezque hace explcita su visin prctica de las relaciones humanas- "y ass querra tenella contenta, y me harades gran plazeralgo de vuestra mano le embissedes para que yo en vuestronombre se lo diesse; que bien sabys que duidas quebrantan

    (30) Recurdense al respecto, las advertencias ovidianas dadas a las rnujeressobre la importancia en la eleccin de tales intermediarios, en su Arte de amar.

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    perias y que no hay el da de hoy cosa que por interese no seaya, y al buen pagador no le han de doler prendas" (p.44).Ruegos estos a los que siempre responde con presteza su aman-te, compartiendo y aceptando, pues, la visin femenina. Desdeluego estamos ya muy lejos del ambiente cortesano de la ante-rior novela sentimental, cuyo singular cdigo de valores difcil-mente percibimos dentro de esas nuevas coordenadas burgue-sas del Proceso.

    El Proceso de cartas de amores, novela epistolar

    Considerando que la obra de Segura inicia en la literaturaeuropea este nuevo gnero, podemos apreciar en ella alg-unosde esos rasgos propios del mismo en su posterior desarrollo.Pensemos as en esa caracterstica de la carta, relativa a la usualreferencia a la situacin de la enunciacin, al momento en queel personaje est escribiendo. Recordemos esas forzosas conclu-siones a las que la dama alude, en la escritura de sus cartas,porque circunstancias del momento la obligan a ello "Y por-que, para aderesar lo que es menester para el sosiego de mimadre esta noche no puedo ms alargarme" (p.30); "A comerllaman en el refitorio, y a esta causa no puedo ms largo escrui-ros" (p.44) -. Ese efecto de instantaneidad propio de la narrativaepistolar, frente al relato en primera persona concebido comomemoria, se aprecia pues, ya en la obra de Segura. Los lectoresseguimos. el desarrollo de la historia bajo esa ilusin general decontemplarla en el presente de cada instante, sin posibilidad deprospeccin alguna y con esa misma buscada impresin deconocer los sentimientos y pasiones de los personajes de lamanera ms intensa posible: cuando stos se estn produciendoy les afectan ms vivamente. Ese escribir al minuto 31 , bajo losdictados de los sentimiento se advierte no slo en las mismas

    (31) Recurdense las ideas expresadas por Richardson.

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    vehementes expresiones amorosas con que se refieren ambos asu situacin presente, sino tambin en el desarrollo de la tem-poralidad. Aun careciendo de fechas se puede fcilmente perci-bir la rapidez del intercambio epistolar que intensifica esa sen-sacin de simultaneidad entre el tiempo de la escritura y eltiempo de los hechos. Si en esas largas cartas - tal como podri-an ser consideradas del Siervo o de la Historia de duobus aman-tibus, especialmente en esta segunda, un narrador acortaba unatemporalidad como seriala Prieto 32, que habria sido mucho msamplia en proceso de cartas, en el presente caso seguimos pasoa paso - en lugar de sentirla como un todo concluso pertene-ciente al pasado la evolucin de la historia. Que los persona-jes viven su pasin con plena intensidad acogindose a la cartacomo medio principal de la expresin de sus afectos, se deja veren las impacientes epistolas escritas por l, pocos momentosantes de ir a encontrarse con ella - "uoy esta tarde a auer laisperiencia de mi desseo" (p.21).

    Si en la carta XII la dama concierta una entrevista esamisma noche - "esta noche mi madre y yo vamos a velar aNuestra Seriora de Gracia" (p.30) la rapidez de la respuestano se hace esperar - "Mucho quisiera que vuestra soledadfuera en cabo que os pudiera tener compaia toda la noche;mas pues ms no puede ser, ir a gozar del tiempo que vuestramerced fuere seruida de fauorecerme" (p.31) Una situacinque se repite en las cartas XXV y XXVI. Por todo lo cual comoya indiqu, los lectores conocemos sus sentimientos en eseantes y en ese despus del encuentro entre ambos, pero no en elmomento en que entran en contacto directo el uno con el otro,ya no separados por la distancia. Con todo y atenindonos a lasreferencias extraidas sobre tales citas, conocemos que el apasio-nado amante cuyo estilo ha cautivado a la dama, se desvaneceen presencia de la misma, y como Fedra necesitaba acudir a la

    (32) Morfologa de 1a novela, Barcelona, Planeta, 1975, p.287.

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    escritura incapaz de hablar con Hiplito 33, aqui aun por dife-rentes razones, volvemos a encontrar el motivo del enmudeci-miento del amante ante la amada M.

    En relacin por otro lado, con la mencionada temporalidaden la que se enmarca la historia, constatamos - siempre a travsde las referencias existentes en las cartas - un proceso quepodriamos calificar de aceleracin progresiva. Hasta la cuartano encontramos la voz de la dama, cuyas respuestas a partir deeste momento irn prodigndose cada vez ms hasta llegar a lasituacin de alternancia equilibrada e incluso, de aparicin dedos cartas seguidas escritas por ella. En la XV y una vez inicia-dos los favores y consentimiento de la dama, el personaje mas-culino se refiere a los dos arios que la sirve, y a los tres mesesque " de vuestra suma beldad tan gran bien me vino que vues-tro me pudiesse llamar" (p.23). A partir de ese momento sepuede intuir la rapidez del intercambio pues en la XVIII el cau-tivo se queja de estar seis dias sin recibir contestacin. Que larapidez es caracteristica del intercambio epistolar ya plenamen-te amoroso, se deja ver en la escritura de esas dos cartas conse-cutivas de la dama - MOGII y XXXIV En la segunda muestrasu enfado y disgusto por el transcurso de quince dias sin haberrecibido carta alguna; hasta tal punto esto la ha alterado - y ellose deja ver tanto en el inicio como en el final de la carta, firma-da por enemiga y dirigida a su incierto enemigo que vuelvencon ms intensidad sus primitivos recelos sobre l y sobre el

    (33) "Lo que vergiienza decir me lo ha mandado poner por escrito Amor".Ovidio, Heroidas, F. Moya (ed.), Madrid, C.S.I.C., 1996, p.22.

    (34) El Cardertio cervantino, refirindose a la forzosa separacin que se produceentre Luscinda y l, dice a sus oyentes: "Y fue esta negacin aadir llama a Ilama ydeseo a deseo, porque, aunque pusieron silencio a las lenguas, no le pudieron poner alas pltunas, las cuales con ms libertad que las lenguas suelen dar a entender a quienquieren lo que en el alma est encerrado, que muchas veces la presencia de la cosaamada turba y ernudece la intencin ms determinada y la lengua ms atrevida" DonQuijote de la Mancha, Barcelona, Instituto Cervantes, Crtica, 1998, p.263.

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    gnero masculino. Una saria que se desvanecer al concocer losmotivos por los que el cautivo no ha podido escribirle.

    Segn el testimonio del personaje masculino su historiaamorosa se remontara pues, a una temporalidad lejana dosarios -, si bien el proceso epistolar se desarrollara en menostiempo. Un tiempo que fluira pues, muy lentamente en unprincipio, iniciada la correspondencia, hasta llegar a esa rapi-dez caracterstica del intercambio epistolar una vez la dama lofavorece. Considerando pues, esa mencin del cautivo a todo eltiempo que lleva enamorado de ella, e:,no sorprende la referen-cia ltima en la carta a su amigo de "Ya los das passados os dparte de vnos dukes amores que aua enprendido" (p.58)? ,Sepuede conciliar esta cercana referencia temporal, con la men-cin en una de sus cartas, a esa antigua perseverancia de supasin amorosa hacia ella? 35.

    La ambigedad que ser caracterstica de muchas de esasnovelas epistolares posteriores, por la misma ausencia de unnarrador poseedor de todas las claves, y por la variedad depuntos de vista de los personajes de los cuales, adems, nosiempre podemos fiarnos totalmente, se insina pues, en esteprimer ejemplo de la especie. En l no slo podemos dudar dela antigedad y por ende, persistencia del amor del cautivohacia la dama, sino que tambin la conducta del mismo, talcomo tuvimos ocasin de comprobar, podra si no entrar encontradiccin con sus palabras, s arrojar sobre ellas ciertasdudas sobre su completa literalidad. No es desde luego, aLeriano a quien vemos morir ante nosotros como consecuenciade su devastadora pasin amorosa, en una ltima actitud fielreflejo de lo que anunciaban sus testimonios epistolares. Lejosde desesperarse el cautivo, juan de Segura, enva su correspon-

    (35) Los editores del texto plantean tarnbin la duda surgida en la carta 11, por laexpresin "antiguo poseedor", sobre la posible relacin anterior entre ambos, en la quel hubiese gozado ya de su favor. Ed.cit., p.76.

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    dencia epistolar a un amigo cuya intromisin implica una clararuptura respecto a la intimidad consustancial a la relacin amo-rosa.

    Correspondencia que por otro lado, y como ocurrir en latradicin de la literatura amorosa epistolar, presenta toda unaserie de rasgos propios de la misma. Pensemos en esa singulartraslacin metonrnica que se opera a veces en el gnero episto-lar - especialmente en este mbito de la epistola amorosa porla que la carta llega a sustituir a la persona amada. Como indicaBeebee la carta excede a veces su funcin como medio de comu-nicacin, y se convierte ella misma en objeto de inters 36 Lacarta es as, besada, colocada sobre el pecho, incluso tragadacomo ocurre en situacin extrema, en la Carcel de amor. No esextrario en tal sentido, que el cautivo acoja con verdadero entu-siasmo la primera carta de la dama que colocar "encima dellugar donde mi abrasado coracn estuuo (que all, mi seriora,tenys) " (p.11). Como se ha serialado y conforme a esa tradicinanterior de la novela sentimental, la carta llega a adquirir signi-ficado por s sola, en su misma materialidad, con independenciade su contenido y como mera transmisora de erotismo 37 . De ahque el cautivo se refiera a la carta de su amada, como medicinaque ha sido capaz por s sola de sanarle (XX, p.28).

    Esta primera novela epistolar se caracteriza por tanto, porpresentar en un primer estadio de desarrollo la frmula mssimple: dos personajes, presentes ambos 38, a travs de cuyasperspectivas manifiestas en las cartas de cada uno, se desarrolla-r su historia amorosa. Una historia que en la presente obra sereduce de manera casi total al intercambio de cartas, dado queson escasos y fugaces los momentos en que la distancia tempo-ral se suprime y ambos pueden estar juntos. De tal manera su

    (36) Op.cit., p.49 y ss.(37) Ed.cit., p.>00(.(38) A diferencia de la frmula portuguesa.

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    relacin depende de la carta, que cuando dicha comunicacinepistolar se ve interrumpida, la novela debe concluir. Un finalque podemos considerar con Beebee, abierto, dado que frente ala tradicin narrativa anterior ni hay ruptura, ni muerte ".

    Qu duda cabe que entre la novela sentimental medieval yesta singular continuadora del XVI hay grandes diferencias. Lams evidente desde luego, la que concierne a la estructuranarrativa de la misma y que hace del Proceso el primer eslabnde esa larga cadena formada por un amplio conjunto de nove-las epistolares, cuya importancia en la literatura europea no tar-dar en dejarse sentir. Slo por tal mrito merece, pues, la obrade Segura, ser considerada y valorada dentro de la historia dela literatura.

    ANA L. BAQUERO ESCUDEROUniversidad de Murcia

    (39) El carcter abierto del Proceso podra ser relacionado con obras de la tradi-cin literaria anterior, vinculadas a la literatura epistolar. As la Fiammetta de Boccaccioo la frartcesa Cent ballades d'amant et de dame de Christine de Pizan. Sobre el final de estaltima, vid. C. Almeida Ribeiro, "Les Cent ballades d'amant et de dame et la tentation duroman par lettres", Ariane, VII, 1989, p.43. Asimismo, y aunque no se trate de unanovela epistolar, por su evidente relacin con el de Boccaccio, podramos recordar untexto de la literatura francesa, Les Angoisses douloureuses qui procident d'amors (1538), deHelissenne de Crenne, en el cual la dama es separada de su amante, no por sus herma-nos, sino por el marido. Frente a esa tradicin italiana y francesa en que el amor sueleser adulterino, la obra de Segura se inscribira en este sentido dentro de nuestra tradi-cin castellana. Paradjicamente, sin embargo, mientras en la novela medieval castella-na el personaje doliente era claramente, el masculino, la obra de Segura parece alinear-se justto a los otros modelos europeos. Incluso sera posible concebir una singular heroi-da escrita desde su encierro por la dama, a la manera de la Fiammetta o de la menciona-da Les Angoisses douloureuses.