procesos contermpo iden Rosalva Aída

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    Procesoscontemporneosde conormacin de

    identidades indgenaen la rontera surde Chiapas

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    Rsalva Ada Herde

    D.R. 2008 Rosalva Ada Hernndez Castillo

    Primera edicin, 2008

    D.R. 2008 Comisin Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indgenas

    Av. Mxico Coyoacn 343, colonia Xoco, Delegacin Benito Jurez,

    C.P. 03330, Mxico, D.F.

    www.cdi.gob.mx

    ISBN 978-970-753-176-5 / Procesos contemporneos de conformacinde identidades indgenas en la frontera sur de Chiapas

    ISBN 978-970-753-221-2 / Cuadernos de Investigacin

    Diseo de portada e interiores: C y Newton Estudio

    Correccin de estilo y cuidado editorial: Alma Velzquez L.T.

    Queda prohibida la reproduccin parcial o total del contenido de la presente obra, sin contar

    previamente con la autorizacin del titular, en trminos de la Ley Federal del Derecho de Autor,

    y en su caso de los tratados internacionales aplicables. La persona que inrinja esta disposicin

    se har acreedora a las sanciones legales correspondientes.

    Hecho en Mxico

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    Introduccin ................................................................................................................. 7

    Refexiones tericas sobre identidades ind genas en las ronteras .............. 21

    Idetidades idgeas hbridas mestis idgeas? .....................................................30

    Ua ueva relaci etre el Estad ls puebls idgeas?:

    psibilidades limitacies de las rermas multiculturales ............................................ 40

    Procesos identitarios en el Soconusco y la Sierra .............................................51

    Las idetidades idgeas e el Scusc......................................................................... 57

    La cstrucci histrica de la cultura mam ....................................................................... 60

    Las idetidades idgeas e la regi Sierra:

    las eperiecias mch kaqchikel ............................................................................... 67

    La cstrucci de ls idgeas e las Tierras Altas de la sierra .................................... 73

    Las identidades indgenas en las tierras bajas de Amatenango

    de la Frontera y en los bosques de La Trinitaria ................................................79

    Las idetidades idgeas e ls Bsques de M tebell: la eperiecia chuj .............. 94

    Ls grups religiss catlics etre ls chuj..............................................................103

    Identidades mltiples: los indgenas natu

    Cstrued la cmuidad: distitas eperie

    Relacies iterticas discrimiaci............

    Procesos migratorios e identidades trasn

    Distitas eperiecias migratrias ......................

    Migrates e 1989: d Gerard las rede

    Migrates e 2004: Flri las redes de tra

    La trasacialiaci de ls idgeas rteri

    Conclusiones ..................................................

    Hacia ua ueva relaci etre el Estad ls i

    recmedacies de plticas pblicas ....

    Bibliograa .....................................................

    n D I C E

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    Introduc

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    P R o C E S o S C o n T E M P o R n E o S D E C o n F o R M A C I n D E I D E n T I D A D E S I n D G E n A S E n L A F R o n T E R A S U R D E C H I A P A S

    Losrontera sur chiapaneca se han caracteprocesos de cambio cultural acelerados

    cia el desplazamiento lingstico y la sel jakalteko, kaqchikel, mam, moch, qatrata de una zona cultural que ue dividel establecimiento de los lmites rontecuyos habitantes han sido objeto, duranviolentas campaas de aculturacin. Laintegracin orzada a la nacin, impulscionarios, inluyeron para que un imporriza chiapaneca negara durante varias dreivindicara exclusivamente sus identida

    Los cambios en las polticas integraccarcter pluricultural de la nacin mexic

    da de los setenta del siglo xx , abrieroncacin de las identidades culturales de yora de las polticas indigenistas no hanhistrica de esta regin.

    Partir de criterios limitados como lasistemas cvico-religiosos para deinir llevar a exclusiones, y as, castigar uneectos de las polticas aculturadoras de

    El presente texto se propone analizaidentidades culturales en esta regin decin histrica de sus procesos de re-co

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    las dinmicas socioculturales que caracterizan sus procesos contempor-neos de organizacin colectiva. La investigacin etnohistrica, etnogrica,la historia oral, as como el uso de entrevistas estructuradas y no estruc-turadas, hicieron posible recuperar las voces y experiencias de estos pue-blos ronterizos y plantear recomendaciones de polticas pblicas basadasen el conocimiento de su especiicidad cultural e histrica.

    La regin ronteriza que se estudi est integrada por ocho municipios:Tapachula, Motozintla, El Porvenir, Mazapa de Madero, Amatenango de laFrontera, Frontera Comalapa, La Independencia y La Trinitaria, que para2005 tenan una poblacin de 540 505 habitantes, de los cuales slo 4.7por ciento era reconocido como indgena, y de stos, slo 47 por cientoreconoca que hablaba una lengua indgena. Por tanto, se trata de unazona con una presencia minoritaria de poblacin indgena, pero que enlas ltimas dcadas se ha caracterizado por un proceso de re-emergenciatnica, donde las identidades culturales se han convertido en espacios deorganizacin poltica y productiva.

    Las dinmicas socioculturales de la poblacin ronteriza diieren consi-derablemente de una regin a otra, por lo cual, para este estudio se partedel reconocimiento de tres subregiones: el Soconusco, la Sierra y la regin

    subronteriza de Llanos y Bosques, que abarca los municipios de Amate-nango de la Frontera, Frontera Comalapa, La Trinitaria y La Ind ependencia.

    La regin del Soconusco es una de las zonas agrcolas ms dinmicasdel pas y ue la columna vertebral de la economa chiapaneca durantevarias dcadas. La poblacin indgena que actualmente habita dicha reatiene sus orgenes en cuatro momentos histricos distintos: las comunida-des que existan en el S oconusco antes de que se establecieran los tratadosde lmites; las que se ormaron a partir de las campaas de colonizacin,promovidas por el gobierno de Poririo Daz, a inales del siglo xix; la nuevaola migratoria de reugiados guatemaltecos que se dio en la dcada delos ochenta del siglo xx , cuando miles de campesinos mayas cruzaron la

    rontera para huir de la guerra civil en sueconmicas surgidas en lo que va del dores temporaleros que cruzan la roncaetaleras han decidido asentarse de

    Para entender las dinmicas identitarisiderar la intensa movilidad social de sde migrantes centroamericanos, muchoque han dinamizado los procesos econ

    En la subregin de la Sierra se ubnas mochs (unos 625, ubicados en Motozintla),1 y un grupo disperso de aradicados sobre todo en el municipio los principales asentamientos de indgcin de 13 859 personas conorman

    1 Los inormes de la Comisin Nacional para

    (cdi) a escala nacional para el ao 2002 rep

    obtenido con base en un criterio de autoads

    das para el Desarrollo [pnud], Sistema de In

    Mxico, 2002). Sin embargo, un censo realiza

    Motozintla, por la investigadora Mara Elena F50 personas continan hablando cotidianam

    qatoq. (Comunicacin personal.)2cdi-pnud, op. cit. Existe todo un debate en tor

    de autoadscripcin de los indgenas de Mazapa

    Coordinador Indigenista. Sin embargo, lingista

    trata de una variante del teco que se habla en

    que el trmino kaqchikel es una tergiversacin

    que nos quedamos aqu; esta afrmacin la hac

    Mazapa de Madero, Fidelino Lpez, quien seal

    tiene sus races cuando venan y preguntaban

    somos los que nos quedamos solos, nos queda

    as es como nos decimos a nosotros que estam

    nos oan y que no conocan a nuestra lengua l

    mel, 2005:19).

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    grupos indgenas que se asientan en las tres subregiones.3 Se trata de laregin ronteriza con mayor ndice de marginacin econmica, donde 80por ciento de la poblacin vive en pobreza extrema (134 108 personas,segn el censo de 2000), situacin que ha inluido en los altos ndices demigracin interna e internacional y ha sido un actor que ha dinamizadolos procesos organizativos en la regin.

    Finalmente, en la regin ronteriza de Llanos y Bosques se ubican losindgenas chujes, qanjobales-acatecos y jakaltekos-popti.4 Se trata de laprincipal zona de asentamiento de los campamentos de reugiados gua-temaltecos durante la dcada de los ochenta del siglo xx . Aunque las pri-meras comunidades contemporneas de estos pueblos mayas se estable-cieron durante el siglo xix, la mayora de los hablantes de chuj y hablantesde qanjobal-acateco, que reconoce la cdi , son producto de esta ltimaola migratoria.5 Esta subregin abarca la zona de bosques de La Trinitaria,las inmediaciones de los Lagos de Montebello, en donde se ubican lascomunidades chuj y qanjobal-acateco, cuyas dinmicas culturales estnmarcadas por la presencia del turismo nacional e internacional; y inal-mente, est la regin de Llanos de Amatenango de la Frontera y FronteraComalapa, donde los ranchos ganaderos coexisten con la produccin mai-

    cera, y ah se ubica la poblacin jakalteka-popti`, calculada por la cdi en1 245 personas.6

    A pesar de las dierencias regionalesde la ciudad de Tapachula, la zona restudio se caracteriza por las condicion87.5 por ciento de la poblacin vive e(cdi , Diagnstico de la regin Fronternecesario replantear las polticas del rechamente vinculadas a las polticas de

    No es posible plantear el apoyo al los temas del desarrollo regional y la rpesina. Tomando en cuenta dichas coninvestigacin se parte de una deinicilas condiciones materiales y sociales delisis de los procesos identitarios, impliclizacin de los procesos econmicos y

    Las especiicidades histricas que en la rontera sur chiapaneca ameritancas indigenistas dirigidas a esta poblade conceptualizaciones esencialistas siguen considerando la lengua indge

    reconocimiento cultural. Actualizar la grica en torno a los pueblos mamesacatecos, jakaltekos-popti`s y mochsparativo de los principales retos que een las tres subregiones ronterizas de

    Con tal propsito, este inorme recupexperiencia de campo y conocimientode poblacin reugiada guatemalteca mLa Independencia, Frontera Comalapa 1988; Hernndez Castillo, Nava, Floreestudios previos sobre los procesos de

    4cdi-pnud, Sistema de indicadores sobre la poblacin indgena de Mxico, 2002.5 Los qanjobales asentados en Mxico hablan dos variantes distintas del qanjobal, el de Santa Eulalia

    y el de San Miguel Acatn de Guatemala. Quienes tienen sus orgenes en San Miguel Acatn seautodenominan acatecos. Dentro de los registros ociales de la Comisin Mexicana de Ayuda a Reu-giados (Comar) y posteriormente, de la cdi, se habla exclusivamente de qanjobales, aunque en losltimos aos ha habido una reivindicacin muy uerte por parte de los ex reugiados por denominarseacatecos y no qanjobales. Lo mismo sucede con los jakaltekos, que a partir de sus contactos con los

    jakaltekos guatemaltecos han optado por la denominacin popti que es el trmino que utilizan ensu propia lengua. Para los nes de este inorme nos reeriremos a los qanjobales-acatecos y a los

    jakaltekos-popti.6cdi-pnud, op. cit.7

    Id.

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    poblacin chuj y qanjobal mexicana (Hernndez Castillo, 1989a, 1989b,1996), y acerca de las relaciones entre el Estado y la poblacin mamen la zona de Sierra (Hernndez Castillo, 2000, 2001a, 2001b). Esta in-ormacin se complement con la experiencia de los dos colaboradoresque participaron en la investigacin de campo: Vernica Ruiz Lagier, conpoblacin chuj, qanjobal y mam naturalizada mexicana (Ruiz, 2007a,2007b) y Arturo Lomel, con poblacin jakalteka y kaqchikel (Lomel,2005a, 2005b). Nuevos recorridos de campo, entrevistas a proundidadcon representantes indgenas y con otros estudiosos de la regin, nospermitieron actualizar la inormacin sobre las tres regiones de estudio yormular algunas propuestas en torno a las polticas pblicas dirigidas aestas poblaciones ronterizas.

    Hasta ahora, la instancia encargada de proponer e instrumentar polticasindigenistas en esta regin ha sido el Centro Coordinador Mam-Moch-Cakchiquel de Mazapa de Madero, que administra los proyectos culturalesde la cdi (antes Instituto Nacional Indigenista). Estos proyectos han estadodirigidos principalmente a la poblacin mam, moch, kaqchikel y jakaltekay, en menor medida, a la poblacin chuj y qanjobal, que ha sido atendidapor el Centro Coordinador de Las Margaritas.

    Con la creacin de los consejos supremos mam, moch, jacalteko ykaqchikel en la regin ronteriza, los representantes indgenas ueron losprincipales encargados de solicitar inanciamientos y asesoras tcnicas alas instancias indigenistas. En marzo de 1978, el centro coordinador mscercano se encontraba ubicado en la zona tojolabal, en la cabecera muni-cipal de Las Margaritas, por lo cual los integrantes de los consejos debanhacer viajes de hasta ocho horas desde sus comunidades para llegar alas oicinas indigenistas. Fue este problema logstico el que llev a donIsmael Mateo, del Consejo Supremo Moch a reunirse con su homlogomam, Gregorio Morales, y proponerle que en orma conjunta solicitaran lacreacin de un Centro Coordinador Indigenista (cci) para la regin de la

    Sierra. Posteriormente, se les uni en Consejo Supremo Kaqchikel de Mazapa

    En otros trabajos se ha analizado dy poco inormada con la que se estabmiento de esta instancia indigenista (Hdel anlisis de los documentos y diagnestablecimiento del Centro Coordinadsible observar que se parti de criterioeran considerados indgenas y quieneblecimiento de esta instancia indigenistMauricio Rosas Kiuri, quien recorri loctubre de 1977, visitando los municippec, La Grandeza, Bejucal de Ocampo, de la Frontera. Su investigacin tena cel mejor lugar para el establecimiento cioeconmica de la zona y proponer prsar la regin (Rosas Kiuri, 1978).

    Previo a este diagnstico del antropnador Manuel Velasco Surez haba eec

    titularse como licenciado en economa ma de Mxico (unam). Segn reconociJos Agustn Velasco represent el docur su diagnstico para la undacin della tesis de Velasco es un documento mu

    El diagnstico de Rosas Kiuri retomaVelasco y, despus de hacer un anlisisen la regin y de la opresin clasista qupropone una serie de programas prod

    7 Entrevista con el antroplogo Mauricio Rosas,

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    programa para mejorar genticamente el ganado ovino de la regin y apo-yar la ormacin de cooperativas para la coneccin de prendas de lana; unprograma silvcola que impulsara la instalacin de dos empresas orestales,una de produccin directa (tala de rboles) y otra de procesamiento de lamadera, que incluye la posibilidad de elaborar muebles artesanales; un pro-grama de beneicio de ca para evitar que los pequeos productores ven-dieran a los acaparadores; la instalacin de una brica de gises por mediode cooperativas escolares; el apoyo a la construccin de caminos y de reasde riego; un programa de capacitacin tcnica; uno de etnicidad, basado enel apoyo a la educacin bilinge y en la instalacin de una estacin radio-nica que transmitiera en idiomas ind genas (Rosas Kiuri, 1978: 93-107).

    Estas propuestas nunca ueron consensuadas con los habitantes de laSierra o con sus representantes; no obstante, se convirtieron en los prin-cipales programas desarrollados por el cci Mam-Moch-Cakchiquel, trassu creacin el 15 de marzo de 1978. Tal vez, si se hubieran discutidolos programas de desarrollo con los ancianos indgenas, se habra evitadointroducir un ganado ovino ajeno a las condiciones climticas de la Sierra,que en vez de representar una mejora gentica trajo nuevos problemasa los campesinos de la regin; 8 o bien, se habra tomado conciencia del

    serio problema que representaba para la zona la deorestacin, dondecada vez era ms dicil obtener lea para cocinar; o de lo problemticoque sera impulsar un programa bilinge en una regin donde los nios yano hablaban la lengua indgena y donde sta segua siendo estigmatizadarente a los oiciales de migracin, quienes detenan y golpeaban a losindgenas guatemaltecos.

    Muchas veces las polticas de apoyo a la cultura indgena elaboradasdesde la Ciudad de Mxico han resultado diciles de aplicar en esta reaque, por su historia especica, tiene caractersticas culturales que no co-

    rresponden a las perspectivas esencialhan sido la base de las polticas indigen

    El propsito de este inorme es abordalgunos replanteamientos de las polticriza. En aras de evitar la repeticin de eelaborar un programa de trabajo para sin la participacin directa de los indgjacaltekos, kaqchikeles y mochs. La crmecanismos ms participativos para qmas de la cdi puedan discutir y enriqutales, debe ser una prioridad si se pretms apremiantes de esta poblacin.

    En los siguientes captulos se abordacesos econmicos, polticos y sociales pecicas que toman las identidades indestudio. La ubicacin geogrica, las relaorganizativos, los dilogos con los distcientemente, la migracin internacionala manera en que los indgenas ronteriz

    mulan sus demandas culturales. Entendcias resulta undamental para re-pensacultural y para replantear las relacionesla rontera sur.

    Los movimientos campesinos, la teolorurales, las denominaciones protestantecomo las instituciones estatales han cocuentro para hombres y mujeres indgela ormulacin de demandas culturales qzan elementos de los distintos discursosindgenas. Una perspectiva dialgica d8 Comunicacin personal con el veterinario Sergio Zapata, agosto de 1995.

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    Relexione

    sobre idenindgenas las ronter

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    Paraparti de un enoque constructivista hchaza las perspectivas esencialistas que

    una suma de rasgos especicos predeteculturas indgenas o el uncionario indigtnicas como construcciones sociales dcico, donde las etnias ocupan posiciondeterminada. Rodolo Stavenhagen seata, las etnias constituyen grupos de esmtricas en el marco de estructuras hiestratiicadas.9

    Desde el contexto latinoamericano lrica de las identidades, si bien ha sidoversos estudiosos de la etnicidad y el

    2004; Gutirrez Chong, 2004; Hernnsido poco debatida en la arena poltica,de los derechos indgenas y las alianzzaciones han priorizado otro tipo de dautonoma, las reormas multiculturalecolectivos de los pueblos y los derechmatizar el concepto de lo indgena seah se han iniciado o impulsado las lucpueblos originarios.

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    9 R. Stavenhagen, La cuestin tnica: algunos p

    dios Sociolgicos, El Colegio de Mxico, vol. X

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    Parte del reto que hemos enrentado quienes reivindicamos la perti-nencia de una perspectiva constructivista, es que nuestros argumentosanalticos pueden ser instrumentados cilmente por quienes se oponena las demandas polticas de los movimientos indgenas. Plantear que lasidentidades culturales son una construccin histrica que se ha dado endilogos con el Estado y los discursos globales, puede dar argumentospara deslegitimar estas identidades y presentarlas como poco autn-ticas. En orma paralela, para algunos sectores del movimiento indgena

    latinoamericano, los conceptos como identidades construidas o inven-cin de tradiciones, incluso pueden resultar oensivos por considerarloscomo una crtica a la autenticidad o legitimidad de sus identidades. En elmarco de este clima cultural10 ha sido importante aclarar que el reconoci-miento de la manera en que las relaciones de poder inluyen sobre nues-tras subjetividades y delimitan nuestras identidades colectivas, no niegalas posibilidades de construir con base en estas conciencias contradicto-rias proyectos polticos que apunten hacia la justicia social (HernndezCastillo, op. cit.)

    Los discursos y prcticas polticas de las mujeres indgenas organizadashan empezado a plantear las limitaciones de las representaciones primor-

    dialistas de las culturas indgenas cuando sirven como excusa para noenrentar las relaciones de poder y desigualdad al interior de los propiospueblos indgenas (Chirix Garca, 2003; Cumes, 2007a; Cumbre de Muje-res Indgenas, 2003; Gutirrez y Palomo, 1999; Snchez, 2005).

    En este sentido, las preocupaciones polticas de las mujeres indgenaspueden encontrar eco en otras voces que, desde la migracin trasnacio-nal, han apuntado hacia las limitaciones de construcciones identitarias que

    se basan en discursos de autenticidadlas identidades de rontera, en las que turales. En el contexto poltico de la migtorializacin de miles de habitantes deel discutir el proceso de construccin su vnculo con la comunidad y el terridentitarias de indgenas ronterizos, cuyla movilidad social, resulten especialme

    deiniciones excluyentes de la identidadEn el presente inorme las identidad

    ducto de procesos sociales de construcslo en sus atributos distintivos, sino tacias en que son socialmente construidasdinmico y revitalizador a dichas identid

    En la base de estos enoques constde Frederick Barth (1969), en trminoresultado de la alteridad, como una ordicho con ms precisin, como el conjriorizados (representaciones, valores, s

    actores sociales (individuales o colectdistinguen de los dems en una situacde un espacio histricamente especico

    La identidad es una construccin smarco estructural que determina la porepresentaciones y acciones. Gilberto Greconocimiento de los dems para la eiere la relacin siempre presente entrees decir, cmo se percibe a s mismo percibido por los dems. De este juegotipos de representacin, donde la preva

    10 Retomo el concepto de clima cultural para reerirme a la expresin de la coniguracin

    especica de concepciones del mundo en un periodo dado que genera una sensibi-

    lidad especica para unos u otros problemas, estrecha o ensancha el horizonte de lo

    que parece social y polticamente viable (Werner Brand, 1992: 2).

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    de la correlacin de uerzas entre los grupos o actores sociales en contac-to. La identidad es un objeto de disputa..., y no todos los grupos tienenel mismo poder de identiicacin..., slo los que disponen de autoridadlegtima, es decir, de la autoridad que coniere el poder, pueden imponerla deinicin de s mismos y la de los dems (Gimnez, 2000: 49).

    Desde tal perspectiva, la propuesta de este estudio no ue deinir cu-les son los rasgos culturales que determinan una identidad, sino obser-var cules de esos rasgos han podido ser seleccionados y utilizados por

    los miembros de un grupo para airmar y mantener una distincin cul-tural. Esta seleccin no opera como una eleccin racional, sino que seda dentro de un marco estructural mayor. Por tanto, nuestro objetivo esanalizar los mecanismos de interaccin que, al utilizar cierto repertoriocultural de manera estratgica y selectiva, mantienen y cuestionan lasronteras colectivas.

    Otro elemento importante que se recuperar del enoque constructivis-ta histrico, es el reconocimiento de los dilogos de poder que marcan lamanera en que los indgenas ronterizos deinen y delimitan sus identida-des culturales. Los repertorios culturales seleccionados por los indgenasronterizos para establecer su autoidentidad, no son producto de opcio-

    nes libres y racionales de los actores sociales, sino que estn determina-dos en parte por el contexto de relaciones de poder con el Estado y conotros grupos sociales.

    Estas relaciones de poder que marcan la construccin identitaria ha-ban sido reconocidas por la literatura antropolgica latinoamericana, queseal la importancia del contexto colonial y poscolonial en la reestructu-racin de las identidades tnicas, para descaliicar la autenticidad o va-lidez de las culturas indgenas de Mesoamrica (Aguirre Beltrn, 1967 y1970; Martnez Pelez, 1970). Desde los aos cincuenta del siglo xx, es-tas perspectivas ya conrontaban las visiones esencialistas de la identidadtnica; sin embargo, asuman que exista un espacio utpico identitario

    al margen de las relaciones de poder, nacin. El objetivo de nuestro estudio ncomo menos autnticas rente a otralas relaciones de poder han marcado tcomo la de los grupos indgenas chujemochs y kaqchikeles.11

    Tanto en la tradicin antropolgica ancias sociales latinoamericanas ha existid

    vas, llamadas por algunos primordialistteley, 1987).12 En ambas tradiciones ael debate de si el ser indgena est vindiales o esenciales de origen prehispo si se trata de estrategias de resistenen contextos coloniales o poscolonialidentidad indgena es un producto histmarcado por los contextos de desigualSin embargo, lo que ha variado es el mde estas propuestas ha sido hegemnmericanos y los anglosajones.

    11 En este sentido, debo reconocer que mi lne

    propios cruces de ronteras, al retomar propu

    la identidad que se da en la tradicin antropo

    dentro de las ciencias sociales latinoamerica

    de los dilogos establecidos durante casi 10

    tambin de mltiples dilogos mantenidos

    lgicas.12 Otros han caracterizado estas mismas tenden

    tural (Cultural Survival), escuela de la resiste

    Otros ms han llamado a la tercera tendencia

    o la han vinculado a la teora de la prctica, d

    Bourdieu (Benteley, 1987).

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    Mientras que el culturalismo estadounidense de los aos cincuenta ysesenta buscaba en las prcticas y rituales indgenas las supervivenciasde las antiguas civilizaciones mesoamericanas,13 el antroplogo mexicanoGonzalo Aguirre Beltrn en su trabajo clsico Regiones de refugio (1967),sealaba que la identidad indgena era un producto histrico surgido apartir de relaciones sociales coloniales y poscoloniales. Esta postura an-tiesencialista coincida con el constructivismo contemporneo en ubicarla identidad como un producto histrico relacional; sin embargo, de esta

    premisa se inera que las culturas indgenas no tenan validez al estarmarcadas por relaciones de dominacin y haba que transormarlas pormedio de la aculturacin (Aguirre Beltrn, 1967, 1970).14

    Paradjicamente, 30 aos ms tarde, cuando los trabajos de AguirreBeltrn han sido rechazados por la llamada antropologa crtica mexica-na, debido al sustento ideolgico que stos aportaron al indigenismo oi-cial,15 neomarxistas y postestructuralistas estadounidenses e ingleses hancomenzado a valerse del constructivismo histrico como una propuestaterica para explicar la manera en que todas las identidades estn socialy culturalmente construidas en contextos de dominacin (Gilroy, 1987;Hale, 1994; Cliord, 1988; Rosaldo, 1993). Mientras tanto, en Amrica

    Latina la lucha poltica por el reconocimiento de los derechos indgenasha inluido en que muchos antroplogos y lderes indgenas se apoyen

    en un esencialismo estratgico para recultural (Cojti, 1991).16

    No es posible descaliicar los esencilos contextos histricos y polticos en lo abierto al que responden. No obstandgenas comienzan a plantear la nececo que poseen tales representaciones que conllevan para la construccin de

    (Gutirrez y Palomo, 1999).Reconocemos que en el actual cont

    deconstruccin de las culturas indgenasu autenticidad y deslegitimar sus demconstructivismo histrico de Aguirre Beco. No obstante, en este estudio nos pra estas interpretaciones, al rechazar la margen del poder, lo cual nos permiteque enrenta cualquier tipo de poltica

    A dierencia de quienes han sealadmarcan la vida cotidiana de las comun

    mento para negar la viabilidad de los pvera, 2004 y Viquira, 1999), considemanera en que las relaciones de podeno niega la posibilidad de construir nbase en esas conciencias contradictoria

    13 Muchos de los trabajos pioneros del llamado Proyecto Harvard se realizaron bajo esta

    perspectiva; para una revisin de los mismos ver Vogt, 1978.14 La perspectiva instrumentalista tambin se populariz en ambas tradiciones bajo la

    inluencia del trabajo seminal de Fredrik Barth (1969), y se empez a analizar

    la identidad tnica como una herramienta de resistencia usada de rente a los secto-

    res dominantes (Glazer y Moyhan, 1975 y Varese, 1988).15 Un trabajo clsico que simboliza el surgimiento de la llamada antropologa crtica mexi-

    cana y la ruptura con Aguirre Beltn es la antologa De eso que llaman antropologa

    mexicana (1970), escrita por un grupo de antroplogos conocidos como los Cinco

    magnicos: Guillermo Bonil, Arturo Warman, Margarita Nolasco, Mercedes Olivera y

    Enrique Valencia.

    16 La crtica a este esencialismo ha venido tamb

    han analizado la manera en que las identidad

    te en procesos de hibridez cultural (Garca

    de quienes reivindican la validez de los proce

    Hernndez, 1994 y Hernndez Castillo, 200

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    La interrogante que subyace a este debate es la posibilidad de sealarel carcter histrico, cambiante y contextual de las identidades y, a la vez,apoyar las reivindicaciones en torno al derecho a la dierencia cultural. Larespuesta es armativa, y con este estudio se pretende demostrar que lospropios actores sociales indgenas estn redeniendo sus identidades tnicasen el marco de proyectos alternativos de modernidad. Por ejemplo, las muje-res indgenas mames, en conjunto con otras de distintas regiones de Meso-amrica, han dado esta doble lucha de reivindicar el derecho a la dierencia

    cultural rente al Estado, y de propugnar por el cambio en las tradiciones queconsideran contrarias a sus derechos, al interior de sus comunidades.

    No se trata de una lucha por el reconocimiento de una cultura esencial,sino por el derecho de reconstruir, conrontar o reproducir esa cultura enlos trminos delimitados por los pueblos indgenas en el marco de suspropios pluralismos internos y no por los que ha establecido el Estado.

    in ngn hb o mzo ngn?

    Quien visite nuestra regin de estudio por primera vez, tendr diicultadespara encontrar rasgos culturales que la identiiquen como una regin in-dgena a primera vista. Se trata de comunidades donde la mayora de la

    poblacin ya no habla una lengua indgena, donde han cado en desusolos trajes indgenas en la vida cotidiana (aunque algunas veces se utili-zan para estivales culturales), donde han desaparecido los sistemas decargos y un alto porcentaje de la poblacin se ha convertido a distintasdenominaciones protestantes. Sin embargo, las autoidentiicaciones comomames, chujes, acatecos, mochs y jacaltekos-popti`s siguen siendo rei-vindicadas por miles de campesinos ronterizos que han encontrado ensus identidades culturales un espacio de cohesin y solidaridad social y,en algunos casos, un espacio de movilizacin poltica.

    Esta realidad nos plantea la necesidad de retomar propuestas tericas ymetodolgicas para entender las identidades que parten de la crtica a los

    absolutismos tnicos y a los purismos relevante acercarnos a las crticas a la esencialismo que han surgido de los eslisis sobre las identidades mestizas.

    Una de las crticas importantes queindigenistas de diversos estados latinociones del movimiento indgena contiinicin identitaria que hace reerencia

    territorio especico culturas milenarialteridad claramente deinida a partir depistemologas alternativas, cosmoque excluyen a aquellos colectivos huten la experiencia de racismo y coloniamovilidad territorial y la hibridez culturindgenas de la rontera sur chiapaneca

    Varios intelectuales desterritorializadpoltica de los discursos en torno a laslas races ancestrales en un territorio emento histrico cuando 170 millones d

    ra de los pases donde nacieron. La llapora Theory) ha representado una opinteresados en relexionar sobre comunvinculan al desarrollo del colonialismo e

    17 La discusin terica en torno a la construcci

    do en ingls el trmino de indigeneity, que

    Aunque algunos autores han optado por usa

    y Canessa, 2006), este trmino no es de uso

    ricanas y no aparece en el Diccionario de la

    de indigeneidad se opt por utilizar la desc

    indgena para hacer reerencia a los procesos

    los cuales se ha construido el sentido de ser in

    trabajo, ha implicado diversos dilogos de pod

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    La manera en que los actores sociales imaginan sus identidades y las rei vin-dican como espacios de movilizacin poltica, depende mucho de sus his-torias personales y organizativas; reiicar desde nuestro trabajo acadmicoa unas identidades como ms autnticas o ms emancipatorias que otras,puede alimentar nuevas exclusiones. Algunos las imaginan y reivindicancomo identidades milenarias, vinculadas a la tierra y al territorio, en tantoque otros las reconstruyen como identidades hbridas, abiertas al cambio ycon ailiaciones diversas, como se ver a lo largo de este inorme.

    Si desde nuestro trabajo acadmico volvemos normativas cualquiera deestas perspectivas, estaremos silenciando y colonizando las experienciasde quienes reivindican ya sea la identidad indgena o la dispora.

    En este sentido, algunos acadmicos nativo-americanos como TeresiaTeaiwa (cit. en Cliord, 2007) han respondido a las perspectivas de la teo-ra de la dispora sealando que cuando el desplazamiento y la migracinse ven cmo la caracterstica undamental del mundo contemporneo, setiende nuevamente a relegar a los mrgenes a aquellos grupos indgenasque siguen imaginando sus identidades y pensando sus estrategias delucha con base en sus vnculos con la tierra y el territorio. Las crticas alnativismo y al esencialismo que han hecho los estudios poscoloniales

    y las teoras de la dispora, tambin han sido respondidas por quienesargumentan que las historias ancestrales y las reivindicaciones de una cos-movisin propia son undamentales en la construccin de las identidadesindgenas y en el ortalecimiento de sus luchas por la justicia social (MacLeod, 2008; Daz y Kauanui, 2001).

    Otras crticas importantes que habra que tener en cuenta para repen-sar la conceptualizacin de las identidades indgenas, son aquellas quehan surgido de los estudiosos del mestizaje como identidad cultural desectores subalternos. Muchos de estos trabajos han hecho ms comple-jo el anlisis del mestizaje como ideologa dominante undacional de losproyectos nacionales en Amrica Latina. La abundante literatura latinoa-

    mericana sobre mestizaje, nacionalismen las ltimas dcadas18 haba pasado de apropiacin del mestizaje como idensectores marginados, es decir, la constrjo, que no siempre ha coincidido con ladel discurso oicial.

    Los estudios antropolgicos sobre latizas que han prolierado en los ltim

    rentes analticos dos importantes trabperspectivas y estrategias textuales hannicos al plantear la necesidad de re-penocer la existencia de ronteras culturams globalizado. Las relexiones sobrezalda, escritora y crtica literaria chicala conceptualizacin de las culturas hgo mexicano-argentino, Nstor Garca Cdiscursos esencialistas que reivindicabaEstados Unidos, como el movimiento in

    Borderlands/La Frontera. The New M

    literario y anlisis social, escrito por Gnales de la dcada de los ochenta se

    18 Mi propio trabajo sobre la construccin de l

    la analizaba el uso del mito del mestizaje

    integracin orzada contra la poblacin mam

    jos pioneros de Olivia Gall y Alicia Castellan

    abordan el anlisis del mestizaje como ideo

    mestizaje-integracionismo-racismo se pued

    mestizo: anlisis del nacionalismo mexicano

    lina Enrquez , Fondo de Cultura Econmica, M

    el extrao, Amorrortu, Buenos Aires, 1970.19 Ver Audinet (2004), De la Cadena (2000; 2

    (1999); Klor de Alva (1995); Wade (2005).

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    libro undamental para analistas y activistas polticos que reivindicaban elsurgimiento de nuevas culturas hbridas y que por distintas razones nose identiicaban con quienes desde el eminismo o desde el nacionalis-mo promovan una poltica de identidades que parta de una concepcinesencialista de las mismas. Como eminista, Anzalda se rebela ante elmachismo del nacionalismo chicano y ante sus deiniciones limitadas ydisciplinarias de la tradicin; a la vez, como chicana conronta el et-nocentrismo y el clasismo del movimiento eminista anglosajn; y como

    lesbiana cuestiona tanto la homoobia del nacionalismo chicano como lasvisiones heterosexistas del gnero de movimiento eminista. A partir de supropia experiencia, nos muestra las limitaciones de aquellas polticas deidentidad que parten de un criterio de autenticidad y exclusin. No se pro-pone hacer una teora general de la identidad ni plantear que las identi-dades siempre se viven como mltiples y contradictorias, simplemente dacuenta de que en el nuevo contexto global, hay muchos sujetos que comoella, viven sus identidades como un amasamiento, a quienes les zumbala cabeza con lo contradictorio.

    The New Mestiza no es un testimonio celebratorio de la posmodernidad,sino un llamado, desde la experiencia personal, a buscar nuevas herramien-

    tas tericas que den cuenta de la realidad de estos actores sociales, parapoder construir nuevas estrategias polticas que respondan a sus necesi-dades. A dierencia de otros autores posmodernos que nos describen unmundo de ronteras porosas, donde todas las culturas pueden entrar esti-vamente en contacto, Anzalda plasma en su poesa y en sus ensayos, laexistencia de ronteras militarizadas en las que el poder y la dominacinmarcan el contexto en el que ocurren los encuentros culturales.

    Dos aos ms tarde, Nstor Garca Canclini public su libro Culturas h-bridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, en un momentoen el que la mayora de los antroplogos latinoamericanos habamos ce-rrado ilas en apoyo a las reivindicaciones de los movimientos indgenas

    latinoamericanos, y el libro de GuillermUna civilizacin negada, empezaba a saulas acadmicas, sino en las reunionindgenas. La separacin entre un Men los valores tico-polticos del munrio, producto de los valores individualiconvirti en el esquema analtico para cana, sino la de toda Amrica Latina. A

    la realidad latinoamericana, Nstor Gade hibridacin de las ciencias naturalecioculturales en los que estructuras o orma separada, se combinan para genprcticas, planteando as que en un mcasi imposible seguir hablando de cultuzando la existencia de identidades caranidas y ahistricas.

    La radicalidad de su crtica a las identanalticas que seguan reivindicando la erentes y, en muchos sentidos, contrapu

    nas. No slo rechaz a nivel poltico la icomo espacio organizativo sino que renivel metodolgico propuso desplazar ea la heterogeneidad y la hibridacin inteposmoderno ante la poltica de identidaddesarroll su labor acadmica de espaldsu atencin en las industrias culturales que le permitieron explorar de manera nsu inters. En su texto, nunca se preode la existencia de ronteras culturales nentes de hibridez y mezcla, las identid

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    dose como identidades slidas, herederas de culturas ancestrales y comotales seguan posibilitando la articulacin de luchas regionales y locales atodo lo largo del continente.

    Aunque estos dos trabajos no pueden ser considerados estudios antro-polgicos en un sentido estricto, ambos contribuyeron a replantear los tr-minos de la discusin en torno al mestizaje y a cuestionar el esencialismotnico, a la vez que crearon el clima cultural que posibilit la legitimacinacadmica de las identidades mestizas como identidades subalternas y

    para algunos autores, como identidades emancipatorias.Un trabajo pionero desde la investigacin antropolgica sobre el tema,

    ue el estudio de Marisol de la Cadena (2005) sobre los mestizos indge-nas en Per, en el que nos muestra que el trmino mestizo a dierenciadel trmino de culturas hbridas, no es slo un concepto analtico o unaideologa de dominacin, sino que se ha convertido en un trmino deautoadscripcin para campesinos pobres que ven en la identidad mestizauna posibilidad de ascender en la escala social, de acceder con ms acili-dad a los beneicios de la ciudadana peruana, sin perder necesariamenteaquellos rasgos de la cultura indgena que son signiicativos en sus vidas.Al igual que Gloria Anzalda, Marisol de la Cadena, ms que reivindicar

    el potencial transormador de la identidad mestiza, slo la describe comouna realidad en la que viven miles de peruanos y reconoce que por unlado el carcter de-indianization del mestizaje puede legitimar la discri-minacin contra aquellos que se consideran indios, pero a la vez puedeabrir posibilidades de una mejor vida, sin necesidad de renunciar a ormas,estilos y creencias indgenas (2000:6). Su anlisis de la existencia de unadoble reivindicacin, de una identidad mestiza por un lado y por el otro,de una cultura indgena, por parte de campesinos y colonos peruanos, nosremite a los testimonios recabados entre jvenes migrantes ronterizosque muchas veces ya no se consideran indgenas, pero s reivindican unaascendencia mam o qanjobal.

    En sus estudios de carcter histrico,el sentido del mestizaje ha cambiado colonial el trmino estaba ms vinculado a las biolgicas; posteriormente, sirvi dy durante los siglos xix y xxsent las ben distintas regiones del continente. Eve en el mestizaje un cuestionamientcluyendo ese que demandan algunos

    con categoras que son intolerantes a lquier tipo de mezcla (traduccin: Hern

    En la misma lnea de anlisis, Jan Frrs de acadmicos y activistas en tornresidir en que abre algunas posibilidademulticulturalismo, pues resuelve el prono es indgena, no excluye a otros grjustiicar una dierencia cultural y evitatnicas y nuevas exclusiones (2007: 6)

    Sin dejar de reconocer la importancidentitarios, el problema con estas po

    presentar al mestizaje, ms que como utidad de carcter prescriptivo. Un nuevtras estas reivindicaciones de la hibridepor excelencia para imaginar las modglobalizado.

    Los testimonios y experiencias regisms que de una sustitucin de las idendes mestizas, de una reormulacin drepertorios culturales que combinan unmemoria histrica, con nuevas tradiciocon distintos discursos globales.

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    un nv ln n l eo

    y lo pblo ngn?:

    pobl y lmon

    l fom mlllEn Mxico existe una tendencia bastante generalizada entre los antoplo-gos/as a apoyar las demandas de reconocimiento de los derechos indge-nas, y en la arena poltica muchos de nosotros hemos debatido con pers-pectivas liberales que en nombre de un discurso de igualdad de derechos,

    rechaza cualquier poltica del reconocimiento cultural. 20 Estas perspectivasliberales siguen reivindicando la ormacin de un Estado monocultural,sin reconocer la larga historia de exclusiones que ha implicado el inte-gracionismo desarrollista de los estados latinoamericanos (Aguilar, 2005;Viqueira, 1999). Estos nacionalismos monoculturales lorecieron a todo lolargo de Amrica Latina durante el siglo xix y lograron permear el imagina-rio colectivo en torno a la identidad nacional. 21

    A cambio de la pertenencia a la nacin slo haba que renunciar acostumbres atrasadas e identiicarse con la identidad nacional (asumidacomo mestiza, hispanohablante y moderna). Esta poltica de la igualdadue la base de una identidad nacional que en muchos pases de Amrica

    Latina se vali de la violencia sica y simblica para integrar a los indiosa la nacin.

    Estas experiencias marcaron durantepesinos de la rontera sur mexicana e inidentidad dierente a la nacional. A pesabrecidos pagaron con sus identidades clas promesas nunca se cumplieron. La cidades individuales, se vio restringida mica, por el racismo y por la alta de caderechos civiles, polticos y sociales, tipi

    desconocidos por la mayora de los camEsta historia de imposicin de la ciu

    mayor o menor violencia se puede ennuestro estudio. La narrativa de la iguproundizacin de la desigualdad. Paradramos decir que el logro de la igualdasociales, sino al contrario, el comprompersonas hizo imposible siquiera menccias estructuran actualmente el privilegi

    El anlisis crtico de la ciudadana unindigenistas de integracin y aculturac

    cin de antroplogos latinoamericanolas luchas por los derechos de los pude los setenta este vnculo entre la acnas posibilit que las relexiones crticmo Bonil Batalla, Rodolo StavenhageCardoso de Oliveira y Hctor Daz Polanpor dirigentes indgenas que conrontapromovan la aculturacin en nombre a veces contrapuestas, pero todos elras del colonialismo interno, esta geconront las representaciones uncion

    20 Hay una amplia produccin antropolgica en A mrica Latina que deiende el recono-

    cimiento de los derechos indgenas ver Bengoa, 2000; Daz Polanco, 1998, 2006;

    Hernndez Castillo, Paz y Sierra, 2004; Lpez Barcenas, 2000a, 2000b, 2004; Sta-

    venhagen, 2000, 2001; Stavenhagen e Iturralde, 1989; Sierra y Chenaut, 1995, entre

    muchos otros, as como la produccin ms reciente en torno a las reormas multicultu-

    rales en Amrica Latina y su impacto en la vida de los pueblos indgenas presentadas

    en los distintos congresos de la Red Latinoamericana de Antropologa Jurdica (Relaju)

    ver www.relaju.com.21 Existen varios trabajos que analizan la ormacin del discurso nacionalista y la manera

    en que ste ue apropiado a nivel local por las clases subalternas (Gall, 2004; Malln,

    1995; Scott, Joseph y Nugent, 1994).

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    unidense haba hecho de los pueblos indgenas latinoamericanos comohabitantes de comunidades aisladas, armnicas y herederas de culturasancestrales. En contraste con estas representaciones, se prioriz el anli-sis de su insercin en sistemas de desigualdad y se denunci el racismoy la marginacin econmica que se ocultaban bajo la retrica de integra-cin nacional.22

    Bajo la inluencia de este clima cultural, y en parte como respuesta a lasdemandas de las organizaciones indgenas, en la dcada de los ochenta

    del siglo xx se inici un proceso de reormas legislativas en distintos pa-ses de Amrica Latina para reconocer el carcter multicultural de los Esta-dos, al sustituir el discurso en torno a la igualdad por una nueva retricaacerca de la diversidad cultural y de la necesidad de desarrollar polticaspblicas multiculturales. Estas reormas variaban mucho de un pas a otro,pero en su mayora incluyeron el reconocimiento del carcter multiculturalde la nacin, de los derechos colectivos de los pueblos indgenas, el reco-nocimiento a sus sistemas normativos y ormas de autogobierno as comoel derecho a utilizar y preservar sus propios idiomas indgenas.23 A partirde estas reormas, los censos gubernamentales reportan la existencia de40 millones de hombres y mujeres que se reconocen como indgenas,

    aproximadamente 10 por ciento de los habitantes de Amrica Latina.24

    En este nuevo contexto poltico, los dehan alzado sus voces para rechazar o limticulturales, tratando de aislar la dimensrial o poltica de las mismas. Separar las polticas de la redistribucin ha sido la les latinoamericanos para atenuar la radiMuchos acadmicos comprometidos cgenas han escrito y denunciado los nu

    ponen a la autonoma indgena (HernnSin embargo, ha habido voces que

    indgena desde otros posicionamientociones de la identidad indgena como denunciando la manera en que sta hneoliberales como una nueva estrategia

    Estas perspectivas plantean que lasen las manos de los pueblos y comunque antes recaan en el Estado, responeoliberal por descentralizar y promovetiva, abonando la construccin de lo qu

    de ciudadana neoliberales (Yashar, 20el modelo neoliberal incluye la construque todos participen, lo cual puede coipueblos indgenas que demandan mayde participacin. Dentro de estas perspopularizado el concepto de multicultu

    22 En otros escritos he analizado la importancia de la llamada investigacin co-participa-

    tiva y/o investigacin accin, como uno de los aportes metodolgicos de las ciencias

    sociales latinoamericanas a la descolonizacin del conocimiento (Hernndez Castillo,

    2007). Fue a partir de estas metodologas que se construyeron alianzas entre los

    antroplogos crticos y los movimientos indgenas. En el marco de estos dilogos se

    desarroll una relexin ms amplia sobre los usos coloniales de la antropologa, que

    se expres en las reuniones de Barbados I y II (abyayala.nativeweb.org/declarations.

    barbados.1.html)23 Diversos autores han analizado estas reormas legislativas y las polticas pblicas multi-

    culturales que han impulsado los Estados latinoamericanos. Ver Assies, Haar y Hoeke-

    ma, 2000; Sieder, 2002; Van Cott, 2000.

    24 Se trata de datos poco precisos debido a q

    distintos pases para deinir quin es y qui

    datos demogrico de la poblacin indgena

    zlez, How many indigenous people?, en

    America: an empirical analysis, Washingto

    Patrinos, 1994.

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    los usos que los estados neoliberales han hecho de las polticas del reco-nocimiento multicultural, como una estrategia para silenciar o desplazardemandas ms radicales del movimiento indgena.

    A pesar de que trabajos posteriores han tratado de demostrar que lospases que han realizado menos reormas estructurales han adoptado laagenda multicultural y viceversa, por lo que el vnculo entre neoliberalis-mo y multiculturalismo no es tan inmediato (Van Cott, 2005), estas pers-pectivas crticas en torno a la multiculturalizacin de los Estados latinoa-

    mericanos han permitido matizar los logros de los movimientos indgenasy revalorar la centralidad de las luchas legislativas dentro de las estrategiaspolticas de estos movimientos.

    En el caso mexicano, las reormas multiculturales se han llevado a cabocasi de manera paralela a reormas constitucionales que han acilitado la re-estructuracin de la economa segn los lineamientos del Fondo MonetarioInternacional, lo cual ha matizado el entusiasmo de acadmicos y activistasen torno a sus alcances. Estas polticas de reestructuracin han incluido laprivatizacin de empresas paraestatales, la desaparicin de los precios degaranta para productos agrcolas, la eliminacin de subsidios y la aperturadel mercado a productos de importacin. Los economistas caracterizan es-

    tos cambios como una transicin del modelo de industrializacin sustitutivade importaciones prevaleciente desde 1940 hasta 1980, por el modelo deindustrializacin orientada a las exportaciones. Este nuevo modelo priorizala apertura de mercados, y deja que los productores locales se enrentenlibremente al mercado global (cfr. lvarez Bjar, 1992).

    Esta poltica de dos caras, que reconoce los derechos culturales de lospueblos indgenas y limita sus derechos econmicos tuvo su momentocspide durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994),cuando a principios de 1992 se dieron dos modiicaciones constituciona-les: una al Artculo 27, que estableca las bases legales para la privatiza-cin de las tierras ejidales y otra al Artculo 4o., que reconoca el carcter

    pluricultural de la nacin mexicana. Por40 reconoca el derecho de los puebdierenciada, y por otro, la modiicacila distribucin agraria. Para los campepara la mayora de los indgenas latinoes parte integral del derecho a la culturareconocimiento legal del carcter pluricconsiderada por el movimiento indgen

    que lleg con quinientos aos de retraLas modiicaciones constitucionales a

    principal la modernizacin del agro y la agricultura, sustituyendo la agricultuempresas agroexportadoras. Se argumms tierras para repartir y que se necseguridad a uturos inversionistas. Para nos bsicos la desaparicin de los precompetir contra una agricultura estadosubsidiada, cuyos productos a bajo costproduccin local (Hernndez Castillo, 2

    Estas reormas econmicas han sidtexto que permite explicar el surgimiencin Nacional (Collier, 1999; Harvey, 2003). Este levantamiento indgena qu

    25 Una nueva reorma constitucional ue aprob

    2001, conocida como Ley de Derechos y Cu

    demandas autonmicas de esta iniciativa ue

    cmaras del Congreso, para aprobar a camb

    que en su momento ue rechazada por los

    indgena y ue caliicada tambin por el ezl

    como una burla a sus demandas y una traici

    entre los zapatistas y el gobierno mexicano.

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    de 1994, dej en evidencia las exclusiones del modelo neoliberal y, a lavez, puso en la mesa del debate un concepto de derechos culturales en elcual el derecho a la tierra, al control del territorio y a la autodeterminacin,resultaban undamentales.

    A lo largo de los ltimos 10 aos hemos visto consolidarse una polticade la representacin, en la que el lema un mundo en el que quepan mu-chos mundos ha sido la base para repensar las alianzas polticas desdeuna identidad indgena no excluyente. No es este el espacio para valorar los

    logros polticos del zapatismo, pero ms all de las diicultades que ha en-rentado para construir alianzas a escala nacional, es importante reconocerla relevancia de sus polticas culturales para desestabilizar visiones hege-mnicas sobre las culturas indgenas. En otros trabajos se ha argumentadoque en el nivel de las polticas de las representaciones, el zapatismo haproducido una ruptura en la hegemona del Estado, reclamando el poder denombrar y de establecer los trminos del dilogo, al desplazar el debateen torno al multiculturalismo por la discusin sobre la autonoma y la auto-determinacin de los pueblos indgenas (Hernndez Castillo, 2001a).

    En orma paralela, se han respondido las representaciones hegemni-cas en torno a la cultura indgena al reivindicar perspectivas no esencialis-

    tas de la misma, que incluyen el replanteamiento de las tradiciones, delderecho indgena y de las ormas de gobierno locales, desde perspectivasms incluyentes para hombres y mujeres (Speed, Hernndez Castillo yStephen, 2006).

    Pero el zapatismo no es una experiencia aislada, en nuestra regin deestudio encontramos que en el marco de las organizaciones de caeticul-tores orgnicos y de varias organizaciones culturales de los indgenas deorigen guatemalteco naturalizados mexicanos, las mujeres indgenas estnteorizando en torno a su cultura desde perspectivas que rechazan las de-iniciones hegemnicas de tradicin y cultura del indigenismo oicial y delos sectores ms conservadores de las organizaciones indgenas naciona-

    les, planteando la necesidad cambiar abre que excluyen y marginan a las mu

    Estas construcciones contra-hegemestn dando incluso en espacios instmas multiculturales. ste es el caso ddonde las mujeres indgenas estn repse entiende la tradicin, rechazando lmatrimonios arreglados y la alta de acc

    herencia de la tierra (Hernndez CastillSi consideramos la hegemona del Es

    podemos entender que la agenda del msiendo del todo exitosa y que en su ncivil y promover la descentralizacin, apara los pueblos indgenas que buscama y autodeterminacin.

    El anlisis de estas experiencias y odistintos contextos geogricos y culturath, 2008) nos lleva a tomar con reservaatizan la capacidad productiva de los d

    indgenas, sin reconocer la capacidad deresistir tales construcciones.Varios de los analistas que han se

    la multiculturalizacin de los Estados latructurales neoliberales, han apuntadolos gobiernos neoliberales ms que reculturales de los pueblos indgenas, seestas identidades que los nuevos marEstas perspectivas han argumentado qciones sobre las culturas indgenas cola pobreza, ha permitido a los gobiernos

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    nes econmicas en nombre de la cultura. En su trabajo con indgenas mi-grantes en Tijuana, Baja Caliornia, Carmen Martnez Novo (2006, 2007)analiz la manera en que las polticas indigenistas se han basado en unaconcepcin de dierencia cultural que homologa dierencia con desigual-dad. Incluso esta autora argumenta que los intereses de conservacincultural de los representantes gubernamentales contradicen los deseosde modernizacin e integracin de los sujetos construidos como indge-nas por las polticas indigenistas. Reirindose a las concepciones de una

    uncionaria gubernamental, la autora seala:

    Tambin argumentaba que la sociedad indgena se basaba en la redistribucin

    ritual y que por lo tanto era una aberracin que individuos indgenas mejora-

    ran econmicamente. Finalmente, pensaba que esta cultura que ella asociaba

    implcitamente con la marginacin de oportunidades educativas y econmicas,

    deba conservarse como una riqueza de la nacin Mexicana, aunque sus por-

    tadores preirieran integrarse y aprender, digamos, ingls y computacin, cono-

    cimientos que la uncionaria no vea compatibles con la conservacin cultural

    (Martnez Novo, 2007: 6).

    Desde otro contexto nacional, Arturo Escobar (1997) ha analizado comola construccin discursiva del indgena ecologista y guardin de la na-turaleza, est siendo utilizada por un capitalismo ecolgico que ha desa-rrollado nuevas ormas de explotacin de la naturaleza, concebida ahoracomo un recurso potencial para el uturo. La deensa de la biodiversidadconlleva la necesidad de contar con una reserva de riqueza no explotada,materiales qumicos y genticos desconocidos, para uturos desarrollos ca-pitalistas. Dentro de este proyecto, las comunidades negras e indgenasson las encargadas de usar la tierra que se les ha titulado colectivamentede una orma sostenible y tradicional, que los convierte de manera indi-recta en mayordomos de los intereses capitalistas.

    Si bien estas perspectivas iluminan cultural por parte de los Estados-Nacinsobre las respuestas o resistencias que como indgenas estn dando a estas

    La construccin de las culturas indgedireccin, la hegemona de las deinicioragmentada por los discursos y reprevida cotidiana y la prctica poltica por l

    polticas pretenden regular.En este inorme nos proponemos ac

    riencias que estn reconstituyendo el schuj, mam, jacalteko, kaqchikel o mocsus contradicciones, dilogos y tensionede reconstitucin identitaria en el marcobalizacin econmica y cultural.

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    Procesos i

    en el Socoy la Sierra

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    La mgenas que existen actualmente en lasSierra Madre de Motozintla tienen susrio que tuvo lugar a inales del siglo xi

    Poririo Daz se promovi la migracin Soconusco, que abarca las mejores tierlelamente, se apoy la colonizacin indde la Sierra Madre, lo que permiti a ldenses, italianos y mexicanos, contar crata para la cosecha del ca. As, el copara la poblacin indgena de la rontery contratacin en las incas caetaleras.

    Desde inales del siglo pasado, la viddel Soconusco y la Sierra ha estado esma caetalera. En cierto sentido, se pod

    nmica a la nacin precedi a su integgenas ya estaban aportando a la econoincluso antes de tener conciencia claraLa inca caetalera, ms que la comunprincipal espacio de reproduccin socianndez Castillo, 2001a).

    Con la irma de los de los Tratados Mxico y Guatemala, se intensiic la Costa y en los valles del Distrito de Mse convirti en el eje de la economa na, en la principal uente de trabajo d

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    Soconusco y la regin ronteriza de la Sierra Madre, eran para ese en-tonces zonas escasamente pobladas, por lo que surgi la necesidad deimportar trabajadores guatemaltecos y de los Altos de Chiapas durantelas temporadas de cosecha. Para acilitar el acceso a esta mano de obra,el gobierno del general Poririo Daz emiti la Ley de Colonizacin, quepromovi la ocupacin de los terrenos nacionales aledaos a la recincreada lnea ronteriza. Fue en esta poca cuando la poblacin hablantede q`anjobal, chuj, jakalteko y mam originaria de Guatemala se asent

    en la rontera chiapaneca y posteriormente se naturalizaron como ciu-dadanos mexicanos.

    Para los primeros aos de la Revolucin, los campesinos de la ronterasur continuaban atados a la inca por un sistema de deudas que pasabade padres a hijos y las condiciones de trabajo eran inhumanas, prevale-ciendo en Chiapas condiciones de virtual esclavitud, segn lo report uninorme del Departamento de Asuntos Indgenas, despus de un recorridopor el Soconusco (Exclsior, 3 de marzo de 1934).

    Paralelamente, se impuls la educacin socialista, que promova laincorporacin orzada del indio a la cultura nacional, por lo que se esta-blecieron 10 centros de castellanizacin en el estado y se prohibi el usode las lenguas indgenas en las escuelas pblicas.

    Esta campaa aect a la poblacin indgena de todo el estado, peroen las regiones ronterizas ue especialmente rgida, ya que se trataba dezonas donde la poltica de mexicanizacin cumpla la uncin polticade demarcar los lmites de la nacin. Las lenguas indgenas habladas porlos pobladores ronterizos de Chiapas, como el chuj, jakalteko, kaqchikel,q`anjob`al y mam, eran consideradas de origen guatemalteco y a dieren-cia del tzotzil, tzeltal o tojolabal, hablados en la regin de los Altos y en laSelva, no representaban slo retraso cultural, sino tambin anti-naciona-lismo. En la zona ronteriza donde se realiz nuestro estudio, las campa-as de castellanizacin tuvieron uertes connotaciones anti-guatemaltecas.

    Para reorzar estas polticas integraciontamento de Accin Social, Cultura y Pro1934 (Peridico Oficial del Estado, 18

    Dentro del Departamento de Accin na, se cre el Comit Central Pro-Vestidtubre de 1934. Este comit desarroll umochs, chujes y jacaltekos al sustituicivilizada (Hernndez Castillo, 2001a).

    de los aos treinta, los organismos del sencia ms constante en la regin rontrios, de sus instituciones crediticias y de

    La creacin del ejido tambin vino ico de los asentamientos mames de los indgenas colonizadores de la Sierrmientos dispersos, sus caseros estabay el principal punto de reunin era el Motozintla (San Pla) y La Grandezaconusco (Waibel, 1946; inormacin dnuevos ejidos, la poblacin tendi a colas agencias ejidales.

    En orma paralela a la concentracinles, el Estado cardenista promovi la cchiapanecos a travs de las Ligas de Ccialista. En 1938, con el apoyo del prela Conederacin Nacional Campesina do Nacional Revolucionario (pnr), anteInstitucional (pri ). A dierencia de lo Altos, en la regin ronteriza de la Sierracacicazgos indgenas vinculados al palos mestizos de los llamados pueblos

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    y La Grandeza, ueron los principales avorecidos por las prebendas de losgobiernos posrevolucionarios.

    La pobreza y la marginacin caracterizaron sobre todo a los ejidos de laSierra, establecidos en terrenos nacionales altos y muy agrestes, poco pro-picios para el cultivo del maz y de productos de agro exportacin como elca y el cacao. Hasta la echa en esta regin las parcelas apenas dan parasubsistir y el producto principal, la papa, tiene un mercado muy reducido.

    Los indgenas ronterizos se convirtieron en ejidatarios y pasaron a or-

    mar parte de un nuevo campesinado reormado. El Estado empez ainterpelarlos como campesinos y en los documentos de oiciales de la d-cada de los cuarenta no vuelve a hacerse reerencia a su identidad culturalcomo indgenas mames, kaqchikeles, mochs o jacaltekos.

    Sin embargo, los aos setenta del siglo xx marcaron un giro radical enla relacin entre los indgenas y el Estado en la rontera sur, a partir delreplanteamiento de las polticas integracionistas y de la sustitucindel discurso nacional sobre el Mxico mestizo por el reconocimiento deun Mxico multicultural. Estos cambios en las polticas oiciales ueron elresultado de la conluencia de varias uerzas sociales y de transormacio-nes estructurales en el modelo de Estado, que se empezaron a vislumbrara inales de la administracin de Luis Echeverra lvarez (1970-1976). Elnuevo indigenismo oicial ue recibido inicialmente con desconianza ysorpresa por parte de los habitantes ronterizos que an recordaban laviolencia de las campaas de mexicanizacin orzada de dcadas ante-riores. Sin embargo, el nuevo discurso ue reapropiado poco a poco porun sector del campesinado local que comenz a deinirse nuevamentecomo indgena.

    Muchos de los campesinos que durante por lo menos tres dcadas sehaban dejado de autodeinir como mames, kaqchikeles o mochs, empe-zaron a encontrar espacios donde esta deinicin les poda proporcionarbecas, plazas como maestros bilinges, ondos para proyectos culturales y

    puestos en los Consejos Supremos. Esde por s un sentido de un origen commaneras de relacionarse con la tierra, una misma colectividad, pero estos elecomo parte de la vida de los campesin

    L n ng

    Son las ocho de la noche, don Nicol

    ogn, esperando el ca caliente y lasu nieta. La pared de tejamanil deja qul echa ms lea al ogn para evitar qDesde hace varios aos vive con su hija la inca y no pudo cuidar ms la pequla montaa, en las inmediaciones del Taque le dieron en los aos treinta, parallegaba la poca de cosecha. Esa hectejidatario y les evit a los patrones alemnerlo en la inca cuando no haba ca.

    Con sus 87 aos, es considerado pode, como un antiguo, de esos a los qno, que prohibi el idioma y quem loaquella tarde en que a don Julin, de ropa y le prendieron uego, por ser inchuj de lana y ponerse el overol de mtregaron los representantes del gobierde los setenta, cuando la poltica del nombrado Consejo Supremo Mam, por reunin con el licenciado del ini a recoel idioma de los antiguos. Despus vdinero del gobierno para rescatar la c

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    Guatemala y volverse a vestir para los estivales y encuentros indigenistas.Pero con los trajes y la marimba, nunca lleg la tierra que por dcadas lesprometi el gobierno, se les permita ser indios, hasta se les apoyaba conproyectos del ini para serlo, pero haba que ser indios pobres, sin tierra,sin crditos, sin esperanzas... Ahora su nieto llegaba con voz agitada acontarle que se haban reunido con las gentes de Pavencul, y haban deci-dido hacer un municipio autnomo, tomar el control de las tierras y hacerrealidad los Acuerdos irmados entre el Ejrcito Zapatista de Liberacin

    Nacional y el gobierno. Don Nicols comparte el entusiasmo de su nieto,aunque no entiende mucho eso del municipio autnomo, y el nieto tratade explicarle: ser autnomo es ser libre, que nadie nos mande y que nosean los mestizos de Tapachula los que decidan sobre nuestras vidas, quepodamos tener inalmente control sobre nuestras tierras, nuestros bos-ques, nuestros ros.26

    Hasta hace algunos aos la mayora de los habitantes de la regin ron-teriza del Soconusco, se autodeinan como campesinos, quiz si se crea-ba un clima de conianza alguno de ellos se atrevera a comentar que susancestros eran idiomistas, es decir, que hablaban la lengua mam y queellos an entendan un poco la lengua de los abuelos. En los tiemposrecordados cmo la poca de la ley del gobierno, se prohibi el idiomay quem los trajes en su Campaa de Civilizar por Medio del Vestido,que marcaron durante dcadas el sentir de los campesinos del Soconus-co e inluyeron en que se negara cualquier identidad que no uera la demexicanos, continuamente reivindicada y reorzada rente a los retenesmigratorios de esta regin ronteriza.

    Sin embargo, el 13 de marzo de 2001 los hijos o nietos de estos cam-pesinos mexicanizados a la uerza, anunciaron la creacin del municipioautnomo mam de Pavencul, integrado por comunidades de los munici-

    pios de Motozintla, Cacahoatn y Tapadel nuevo municipio seal: la creacidebe al olvido en que las autoridades mam, descendiente directo de la culturtonmicas en el marco de los llamadosentre el Ejrcito Zapatista de Liberacidel gobierno ederal el 16 de ebrero dron desconocidos por el gobierno del e

    La reivindicacin de este grupo minhistoria y existencia ha sido ignorada pun signo de los nuevos tiempos que sconocimiento del carcter multicultural ocho aos en el Artculo 40 Constitucioen el Artculo 20, mediante la Ley de Cconvertido en el punto de partida para lque reclama el movimiento indgena nagreso Nacional Indgena (cni).

    En este apartado haremos un recorrregin ronteriza, para analizar la mansiendo recuperada por los indgenas deorganizacin y redigniicacin cultural.

    26 Basado en entrevista realizada a Nicols Lpez, Toquin Grande, agosto de 2001.

    27 Los llamados Acuerdos de San Andrs ue

    gobierno ederal y del ezln el 16 de ebrero

    de iniciativa de ley por diputados de los dist

    misin de Concordia y Paciicacin (Cocopa)

    presidente Ernesto Zedillo rechaz los acuer

    haban llegado con la comandancia zapatista

    entre ambas partes, y desde que se dio el re

    copa, la amenaza de la guerra ha estado pre

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    A pesar de que es la zona con vestigios de asentamientos indgenasms antiguos, actualmente es una de las regiones con menor presen-cia indgena en los asentamientos permanentes. Se trata de una reginde paso para los indgenas guatemaltecos que migran hacia el norte oque se contratan por temporadas en las incas caetaleras. La poblacinindgena mam que se ubica en esta regin se encuentra dispersa, ma-yormente, por la ciudad de Tapachula, donde se han incorporado al mer-cado inormal y al rea de servicios, negando su ailiacin indgena en la

    mayora de los casos.Al igual que en otras regiones ronterizas, las identidades indgenas sediluyeron durante varias dcadas en las identidades campesinas, y ue apartir de la dcada de los noventa que hubo un resurgimiento de espaciosorganizativos en la regin, en los cuales la identidad mam comenz a serreivindicada por los habitantes de comunidades como Pavencul y ToquinGrande. La reconstitucin de las identidades tnicas ha ocurrido en estaregin mediante dos procesos simultneos y, a la vez, contradictorios: laorganizacin colectiva en torno a la agricultura orgnica y la migracinnacional e internacional que ha dinamizado la economa comunitaria. Setrata de procesos contradictorios puesto que, por un lado, la ormacinde cooperativas orgnicas surgi como una iniciativa promovida por unsector de la Iglesia Catlica, con la preocupacin de crear alternativas dedesarrollo para la poblacin indgena y renar la incipiente migracin queempezaba en la regin. A inales de la dcada de los ochenta del siglo xx,la Dicesis de Tapachula, a travs de la Forana de la Sierra, promovi unproceso organizativo alrededor de la agricultura orgnica, que tuvo comoeje de cohesin la identidad mam. Dos dcadas ms tarde, los estudiossobre procesos migratorios en la regin, sealan que ueron precisamen-te los indgenas mames que lograron incorporarse al mercado caetalero,quienes tuvieron suicientes recursos para migrar a las zonas hortcolas deSonora o a la Costa Oeste de Estados Unidos.

    El estudio de caso de Pavencul, una cbitantes, en las inmediaciones del volcmunicipio de Tapachula, realizado por nos muestra cmo los procesos migratchamente al desarrollo de la economalo que esperaban los sacerdotes de la sos de acumulacin que posibilitaron los indgenas mames a sus tierras, sino

    co y cultural para migrar.El cambio de trabajadores temporaleconusco a pequeos productores de llegada del Instituto Mexicano del Casetenta, que se propona modernizar ea los productos de agro exportacin. Laal clima de las tierra altas y los habitante junto con crditos del gobierno, ertilizarelacin de dependencia con aqul, y atratiicacin social al interior de la comuca y quienes seguan dependiendo de

    Cuando en 1989 ocurri una de lasdel precio internacional del ca, los casin opciones para la autosubsistencialevantar la cosecha porque les resultabgar a sus ayudantes y venderla despu(intermediarios) de la regin. Posteriosus polticas econmicas al desaparecedios estatales, por lo que dejaron a los enrentar la crisis caetalera.

    En este contexto cobr uerza la prde incursionar en los mercados de ca

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    desarrollo que no slo ueran menos depredadoras para la tierra, sino queadems posibilitaran mayor autonoma ante el Estado por parte de loscampesinos mames.

    La historia oral de los campesinos mames de la regin vinculan esteimportante cambio en la economa regional y en los procesos organizati-vos de la zona con la llegada del padre Antonio Stean a la Forana de laSierra, a principios de los aos setenta, que con el apoyo de misionerasranciscanas impulsaron la creacin de una escuela de catequistas para

    la ormacin de agentes laicos, lderes naturales que pudieran regresara sus comunidades a promover la relexin bblica y social. La Dicesisde San Cristbal ya haba hecho suya la llamada opcin preerencialpor los pobres, promovida por la teologa de la liberacin y empezabaa desarrollar proyectos comunitarios que surgan del desarrollo de unaconciencia crtica acerca de la marginacin y el racismo que vivan lospueblos indgenas. Sin embargo, la Dicesis de Tapachula vea con in-dierencia e incluso con rechazo esta nueva opcin pastoral, por lo quela inluencia directa de la Teologa de la Liberacin lleg a la Sierra yal Soconusco, a travs de la Dicesis de Huehuetenango, Guatemala,donde los religiosos Maryknoll comenzaban a impulsar un trabajo deatencin integral con campesinos mames, qanjobales, chujes y jacalte-kos, que inclua la relexin sobre su situacin social y la bsqueda dealternativas productivas.

    Esta reestructuracin del trabajo de la Forana coincidi con una crti-ca entre los seguidores de la teologa de la liberacin, de la perspectivamarxista que centraba su anlisis en el Estado capitalista y en su derroca-miento como estrategia de cambio social. Estas perspectivas crticas plan-teaban que tanto el socialismo como el capitalismo comparten la mismaperspectiva modernizadora que ve en el desarrollo tecnolgico una alter-nativa. En la teologa de la liberacin el cuestionamiento se haba limitadoespecicamente a la estructura social, al anlisis del Estado, su poltica

    de empobrecimiento, pero el nuevo piba ms all, al aplicar el mismo cuestiosino tambin a los modos de producci

    ste ue el inicio de un arduo trabajo tes de pastoral, que en 1985 convocevaluar los eectos de la cada del preciunin se acord abandonar el uso de lose estaban llevando casi 50 por cient

    incursionar en la agricultura orgnica (HLa promocin de la opcin agroecollada a una revaloracin de los conocimagricultura y la naturaleza, por lo cual loun papel undamental en reconstruir mienta de relexin crtica en los talleredistintas comunidades de la Sierra y el

    La identidad mam, que por varias dcaccin ante las polticas integracionistas, conocimiento para una opcin productinativa a la marginacin y la pobreza. Muhaban negado su identidad mam, empella un eje articulador para un proyecto ti entrar en contacto con los indgenasquienes haban vivido procesos de marg

    En 1986 se und la cooperativa derra Madre de Motozintla (Ismam) y a(Nuestra Madre Tierra) que aglutina arras no les permiten cultivar ca y que

    28 Entrevista con Jorge Reyna, ex sacerdote y a

    Motozintla (Ismam), agosto de 2005.

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    hortalizas orgnicas para el mercado local. En otros trabajos se ha analiza-do la manera en que los discursos ecolgicos globales ueron apropiadospor este movimiento de agricultores orgnicos y usionados con conoci-mientos tradicionales sobre compostaje orgnico, para producir un nuevodiscurso identitario, en el que el respeto a la madre tierra es undamental(Hernndez Castillo, 2001a; Hernndez Castillo y Nigh, 1998).

    Fueron estos procesos de reidentiicacin tnica y de organizacin co-lectiva los que posibilitaran que 15 aos ms tarde los indgenas de Pa-

    vencul se plantearan la posibilidad de crear una regin autnoma mam.Esta iniciativa, anunciada ampliamente por la prensa nacional (La Jornada,14 de marzo de 2001 y cimac, 13 de marzo de 2001), no se concreten la construccin de una autonoma real, pero les posibilit negociar conel gobierno estatal un mayor presupuesto municipal que les permiti lapavimentacin de carreteras, el establecimiento de una Casa de la CulturaMam, y el mejoramiento de los servicios pblicos.29 Estas mejoras hantransormado sustancialmente las dinmicas comunitarias, ya que la co-municacin con la ciudad de Tapachula se ha acilitado (aunque las lluviastorrenciales de los ltimos aos han destruido tramos carreteros), y laestratiicacin social interna se ha proundizado, no slo entre quienes seincorporan a la produccin de ca y los que no, sino entre los que tienena algn amiliar migrante en el norte del pas o en Estados Unidos y quie-nes han optado por quedarse en la comunidad.

    A pesar de que la opcin productiva agroecolgica ha representado paralos indgenas mames del Soconusco una alternativa poltica y econmica

    ante los embates de las reormas neoliinternacional del ca orgnico y los decadas, han inluido en que muchos de que han obtenido para migrar a los camo a Estados Unidos.

    La composicin de los lujos migratoltimos 20 aos, incorporando cada v jeres, que no ormaron parte de este

    quienes las pocas hectreas de tierras einsuicientes para ormar nuevos nclenusco. En el tercer captulo analizaremque estos procesos migratorios estn teculturales de la regin.

    L n ngn

    l xpn mo

    Es 10 de octubre y don Simn se preFrancisco, en la Casa Moch de Motoentiende con los pocos hablantes de mbarrios de San Antonio, San Lucas y Cqchikel, aunque algunos dicen ahora qu

    Cada rato cambia de opinin el gobie

    dejar el idioma, luego que no hay que

    tro bilinge. Antes me nombran Conse

    idioma, ahora me dicen que siempre n

    ponen de acuerdo []30

    29 Con respecto a este proceso, el investigador Joaqun Pea Pia, que ha trabajado en

    Pavencul por ms de 10 aos, sealaba: La lucha por la autonoma se ha debilitado,

    yo platiqu con uno de los dirigentes, y me dijo que han dejado un poco esa lucha

    porque les han cumplido casi todo, o sea que pidieron: registro civil, la pavimentacin

    de la carretera, el drenaje, la casa de cultura y ah el argumento era para recuperar

    nuestra esencia mam, nuestra cultura indgena (entrevista realizada por la autora el

    15 de agosto de 2007).

    30 Entrevista con don Simn Lpez, ex Consejo

    dero, agosto de 2007.

    P R o C E S o S C o n T E M P o R n E o S D E C o n F o R M A C I n D E I D E n T I D A D E S I n D G E n A S E n L A F R o n T E R A S U R D E C H I A P A S P

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    Como cada ao, l asiste a la iesta de los mochs; primero lo haca comoparte de su cargo como Consejo Supremo, ahora lo hace por puro gusto,para encontrarse con los amigos. Su participacin en la iesta de san Fran-cisco, es en parte una retribucin por el apoyo que los ancianos mochsles dieron para reestablecer la iesta de san Martn en Mazapa, nos apo-yamos mutuamente, me dice. Ha visto como ha ido cambiando la iestaen los ltimos aos. Antes, los priostes eran todos mochs y la iesta erauno de los pocos acontecimientos en los que el moch se escuchaba en

    pblico, el prioste pona su casa para recibir a los devotos, y eso era ungusto. Actualmente se hace en una casa que construy el gobierno, todade material, dierente a las casas de los antiguos. Ahora el que tiene di-nero ocupa el cargo, no importa que sea de raza moch, que sea mam,o algn migrante que regres con paga. Los mochs dicen que son losmeros sanranciscanos, los que mantienen a Tata Chico en Motozintla, y sino uera por ellos ya se habra ido. Pero don Simn dice que la iesta ya esde todos los devotos, llegan mames de El Porvenir, kaqchikeles de Mazapade Madero y mestizos de la ciudad. Se hace una gran eria y mucha genteaprovecha para vender, desde papas de la Sierra hasta medicinas de Guate-mala. Cuenta con nostalgia cmo eran las cosas antes, cuando la tradicinse respetaba y la bendicin de las ollas que se hace el 30 de septiembre

    era en moch; cuando el puzunke la bebida ritual de Tata Chico se pre-paraba en grupo con todas las mujeres, recogiendo con tiempo el zacatitodel monte y mezclndolo con pericn, ans, pimienta y jengibre. Ahora slodoa Trini que no habla moch lo sabe preparar, esa ue la herencia quele dej su suegra, que s era idiomista y conoca la costumbre. Qu va apasar con el puzunke cuando doa Trini se muera? me pregunta, qu vaa pasar con el kaqchikel y con el moch cuando yo, don Julin, don Andrs,don Petronilo seamos diuntos? Ni l ni yo tenemos la respuesta.31

    Motozintla de Mendoza es el puebloah conluyen campesinos indgenas dkaqchikeles que vienen al pueblo a venen las oicinas de gobierno, a tomar el aco y de ah, a Altar, Sonora, por donde p

    Histricamente, los mochs han habitozintla, desplazados del centro por la pchina y japonesa, desde la dcada de

    barrios de Chelaj, San Lucas y San Aconsecuencias de los huracanes de 19y la tradicin oral ubican su territorio etn hasta la colonia Belisario Domnguehuyendo de una plaga de murcilagosmoch se habla exclusivamente en bar

    A dierencia de los otros cinco grupbregiones, los mochs o motozintlecos ras nacionales, y no existen en Guatemtn produciendo textos o programas dsucede con el chuj, qanjobal, mam, situacin hace que sea el grupo ling

    pueblos indgenas de la regin. Si bieexistencia de 692 mochs (cdi-pnud, Sblacin indgena de Mxico, 2002) y laGarca Ziga y Bruma Ros Mendoza seun censo lingstico realizado por Maralamente a 40 hablantes de moch qumaterna; al respecto la investigadora se

    A lo mejor hay 174 personas que se

    hay ms de 40, yo hice un censo, este31 Basado en entrevistas realizadas con don Simn Lpez, Mazapa de Madero, agosto

    de 2007.

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    un censo lingstico y les pregunt quin habla Moch, ah tengo la lista con

    nombres, con nombres, edades y todo de quienes hablan Moch y algunos que

    se consideran moch, ya no hablan Moch, o hablan tres palabras. El maestro

    ms importante de Moch ahora, el maestro Vctor, quien termin la normal,

    ahora tiene un puesto en donde tiene que hablar Moch, volvi a aprender con

    su pap pero l mismo dice yo hablo un 80 por ciento, l mismo reconoce

    que su conocimiento de Moch no es de un hablante desde nio.32

    A dierencia de la poblacin mam, que ha encontrado en las coo