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Contenido Rasgos comunes en niños/adolescentes que presentan signos de violencia.
¿Cuáles son los países más seguros del mundo? (2014-2015).
Las ciudades más violentas del mundo – 2014.
Valoración del riesgo de violencia en enfermos mentales.
Violencia y enfermedad mental.
La gestión del riesgo.
Conclusiones.
Bibliografía.
Introducción
Cada año, más de 1,6 millones de personas en todo el mundo pierden la vida
violentamente. Los expertos en salud pública señalan que esos datos no son sino
la punta del iceberg, puesto que la mayor parte de los actos violentos se
cometen puertas adentro y quedan sin registrar.
La violencia es una de las principales causas de muerte en la población de edad
comprendida entre los 15 y los 44 años, y es responsable del 14% de las
defunciones entre la población masculina y del 7% entre la femenina.
En un día cualquiera, 1424 personas mueren en actos de homicidio, casi una
persona por minuto. Aproximadamente una persona se suicida cada 40
segundos. Unas 35 personas mueren cada hora como consecuencia directa de
un conflicto armado.
Se calcula que en el siglo XX, 191 millones de personas perdieron la vida como
consecuencia directa o indirecta de un conflicto, y bastante más de la mitad eran
civiles.
Los expertos afirman que aunque las estadísticas son escalofriantes, la situación
está lejos de ser desesperada. «La violencia no es inevitable, ni constituye un
componente intrínseco de la condición humana», señala la Dra. Etienne Krug,
Directora del Departamento de Prevención de los Traumatismos y la Violencia.
Añade también que «en todo el mundo se encuentran pruebas de que la
violencia puede prevenirse con una diversidad de medidas destinadas a los
individuos, las familias y las comunidades».
Cuando un niño maltrata un animal… “Un niño que crece rodeado de agresión contra
cualquier ser vivo tiene mas probabilidad de violar,
abusar o matar a humanos cuando sea adulto”
(Kellert & Felthous, 1985).
Según los expertos que participaron en el
Congreso sobre Asesinos en Serie, Psicopatía y
Conducta Antisocial, auspiciado por la asociación
española de psicología conductual, pueden
identificarse unos rasgos comunes en
niños/adolescentes que presentan signos de
violencia.
Se sienten inferiores y criticados
Presentan comportamientos violentos y agresivos de diferentes maneras y no en un episodio aislado.
Son rechazados repetidamente, lo que contribuye al incremento progresivo de su agresividad.
Niños aislados mientras sufren daño emocional.
Los adultos no prestaron la suficiente atención a signos de alarma (como el maltrato a animales, ya que no se consideró a los animales como victimas si no como una propiedad). Hay jóvenes que cometen actos de crueldad hacia animales como síntomas de una psicopatología y, a veces, acompañados de una historia familiar problemática.
Falta de cuidados y/o malos tratos (abuso físico, abuso sexual, emocional, ninguna o poca atención médica, etc.)
Violación de las normas sociales básicas de los derechos humanos y de los animales.
Perpetrar actos criminales violentos, incluyendo los relativos a la propiedad.
Baja autoestima y elevada susceptibilidad a la presión de otras personas.
Poco control de la agresividad física y la ira (empiezan las peleas)
Rechazo real o percibido erróneamente y sentimiento de ser criticados y/o perseguidos.
Falta de control de impulsos.
Sentimiento de falta de poder e inferioridad.
Capacidad no adecuada de relacionarse socialmente en la mayoría de ámbitos.
Exceso o falta de apego.
Falta de apoyo e inculcación de valores básicos por parte de los padres.
Jeffrey L. Dahmer Jeffrey Dahmer confesó haber asesinado,
desmembrado y, en algunos casos, cometió actos de
canibalismo con 17 varones. De niño, Dahmer estaba
fascinado por las disecciones en las clase de biología y
se le atribuye el empalamiento de animales en su
jardín. Dahmer fue condenado a muerte, pero antes
de que se llevara a cabo la sentencia, otro preso acabó
con él en 1994.
Edmund Emil Kemper Edmund Kemper fue condenado en 1973 por 8
cargos de asesinato en primer grado (8 mujeres
incluyendo a su propia madre). A los 13 años
mataba a los gatos del vecindario (a veces
enterrándolos vivos), ponía sus cabezas en
estacas y hacía conjuros con sus “trofeos”. Cortó a
rebanadas la cabeza de un gato con un machete,
decapitó a su propio gato y lo troceó…
Exactamente lo mismo que hizo con su madre
años más tarde.
Eric Harris & Dylan Klebold Eric Harris, 18 años, y Dylan Klebold, fueron estudiantes del instituto
Columbine que mataron a doce estudiantes y un profesor en 1999 en la
llamada Masacre del instituto Columbine. Después del ataque, tanto Harris
como Klebold se suicidaron. Ambos habían sufrido un rechazo general por
parte de sus compañeros de instituto.
Varios amigos afirmaron que a Harris le gustaba aplastar las cabezas de
ratones con una regla y prenderles fuego.
Según la prensa, el Reverendo Don Marxhausen, que ofició el funeral de
Dylan Klebold, dijo “Sí, los padres sabían que el chico tenía armas de fuego en
casa, pero creían que era para disparar a pájaros carpinteros.”
¿Cuáles son los países más seguros del mundo? (2014 – 2015)
Cada año el Institute for Economics and Peace (en español, Instituto para la Economía y la Paz),
elabora junto con otros organismos y expertos internacionales el Índice de paz global. De modo
que si nos preguntamos cuáles son los países más seguros del mundo, aquí tenemos la
respuesta.
1. Islandia. Al no tener en cuenta fenómenos naturales (como los volcánicos) Islandia se sitúa al frente del
ranking. Es uno de los países más desarrollados del mundo.
2. Dinamarca. Confirmando la flema pacífica de los países nórdicos, Dinamarca gana la segunda posición. Su
capital, Copenhague, figura de hecho en numerosas listas sobre los mejores países para vivir del mundo.
3. Austria. Es una de las regiones más ricas del mundo y una de las más pacíficas según el Institute for Economics
and Peace. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) también es de los más altos.
4. Nueva Zelanda. Allí se rodó El Señor de los Anillos de la mano del director neozelandés Peter Jackson, pero la
guerra en pantalla nada tiene que ver con la realidad.
5. Suiza. Es famosa su diplomacia y política de no intervención en conflictos internacionales (así se han
mantenido desde 1815).
Finlandia
Canadá
Japón
Bélgica
Noruega
Republica Checa
Suecia
Irlanda
Eslovenia
Australia
Bhutan
Alemania
Portugal
Eslovaquia
Holanda
Hungría
Qatar
Polonia
Islas Mauricio
Singapur
La lista de los países más seguros del mundo la completan (por orden):
En otros estudios publicados a principios del 2015 como el Índice de Seguridad Personal, varía el
orden de esta lista pero no los países.
El Índice de Seguridad Personal se basa en indicadores como el nivel de homicidios, el nivel
educativo, el sistema sanitario y la seguridad de la población.
Video CNN: https://www.youtube.com/watch?v=rO8H6kTVLhU
Listado de las 10 principales ciudades, de 50, más violentas del mundo en 2014
Posición Ciudad País Homicidios Habitantes Tasa
1 San Pedro Sula Honduras 1,317 769,025 171.20
2 Caracas Venezuela 3,797 3,273,863 115.98
3 Acapulco México 883 847,735 104.16
4 João Pessoa Brasil 620 780,738 79.41
5 Tegucigalpa Honduras 928 1,195,456 77.65
6 Maceió Brasil 733 1,005,319 72.91
7 Valencia Venezuela 1086 1,527,920 71.08
8 Fortaleza Brasil 2,541 3,818,380 66.55
9 Cali Colombia 1,530 2,344,734 65.25
10 São Luís Brasil 908 1,403,111 64.71
Valoración del Riesgo de Violencia en Enfermos Mentales La relación entre enfermedad mental y
violencia es compleja y sobre todo polémica.
A pesar de las dificultades y prejuicios no
debería obviarse su estudio ya que sus
consecuencias afectan a la salud y bienestar
de las personas que sufren una enfermedad
mental y de su entorno.
Numerosos profesionales de la salud mental que trabajan en contextos clínicos
y forenses se enfrentan cotidianamente con este problema y, en muchas
ocasiones, con la urgencia de intervenir frente al comportamiento violento.
Evidencias obtenidas en los últimos 20 años acerca de la realidad de este
problema, aún persiste el convencimiento de que hablar de violencia y
enfermedad mental, solamente tiene efectos negativos para los enfermos
mentales porque aumenta su estigma social.
Las evidencias indican que la enfermedad
mental es un factor de riesgo de violencia,
que se puede predecir y prevenir o
minimizar la probabilidad de que ocurra.
Graves sucesos violentos que vemos hoy
en día muestran la realidad en la cual la
violencia y enfermedad mental aparecen
relacionados.
Los sucesos a que nos referimos reciben una enorme difusión mediática, pero
no representan la realidad más frecuente y cotidiana del comportamiento
violento realizado por enfermos mentales.
Es más frecuente que los enfermos mentales sean víctimas de la violencia, que
autores de la misma realidad, poco recogida en los medios de información.
Muchos atribuyen a las personas con trastorno mental un elevado riesgo de
comportamiento violento, se las percibe como impredecibles y peligrosas,
propensas a manifestar comportamientos impulsivos, agresivos y socialmente
inadecuados.
La creciente atención sobre las conductas delictivas y violentas de las personas
con esquizofrenia y otros trastornos mentales severos, tiene más que ver con
una mayor conciencia de estos fenómenos que con un incremento objetivo de
tales conductas, es decir que esta atención no se fundamenta en un incremento
de la conducta violenta en los enfermos mentales.
Sin embargo, desde hace algunas décadas, muchos profesionales de la salud
mental reconocen que la violencia es relativamente frecuente en un grupo
limitado de pacientes.
A partir de los años ochenta, estudios epidemiológicos de gran escala así como
otros estudios clínico-forenses, encontraron índices de prevalencia de conducta
violenta más elevados en pacientes psiquiátricos que los observados en
población general (Wessely, 1997).
Violencia y Enfermedad Mental La violencia interpersonal, ya sea física,
sexual o psicológica, no es simplemente un
síntoma o una manifestación
psicopatológica, sino más bien un
fenómeno recíproco e interactivo que
surge en el contexto de las relaciones
sociales.
Se suele olvidar que la violencia es una estrategia deliberada, que se relaciona
con los conflictos reales o imaginarios que las personas tienen entre sí, y que
por tanto atienden a mecanismos de regulación más complejos que los simples
impulsos o emociones, más o menos descontrolados, entre los que destaca la
intencionalidad del agresor de realizar una conducta violenta con una finalidad
específica.
La relación entre enfermedad mental y violencia, emerge de las preocupaciones
sobre la seguridad pública, pero el tema también es relevante para la calidad de
vida y el bienestar de las personas con trastorno mental y de su entorno.
Una gran parte de la ortodoxia psicológica y criminológica sostenía (y aún lo
hace en la actualidad) la inexistencia de relaciones entre enfermedad mental y
violencia. Es difícil pensar cómo esta creencia se pudo haber mantenido pese a
las numerosas evidencias que se fueron encontrando y que sustentan una
imagen diferente (Maden, 2007).
La paradoja más sorprendente entre los
profesionales que trabajan cotidianamente en
la asistencia de estos pacientes o los familiares
que conviven con ellos, la idea es que son
potencialmente más violentos, que aquellos no
afectados por trastornos mentales.
Después de un período en el que los expertos parecían coincidir en que la violencia entre los
enfermos mentales no era un problema distinto al del resto de la población, se revisó el tema
por varias razones:
◦ Las limitaciones de los estudios en que se basaba esta creencia.
◦ Los nuevos tratamientos ambulatorios de los trastornos mentales graves.
◦ Las mejoras en la integración social de las personas que los sufren.
◦ La extensión del consumo de drogas y otros elementos criminogénicos.
◦ El avance de las ciencias forenses en el campo de la delincuencia, fueron las principales.
La Evidencia Disponible
En los últimos cuarenta años se han efectuado estudios con diferentes diseños,
cuyos resultados son coherentes entre sí y demuestran que la prevalencia de la
conducta violenta en personas afectadas por enfermedades mentales graves, es
mayor que en la población general (Wessely, 1997), y que este índice aumenta
notablemente ante la coexistencia del abuso de drogas (Walsh, Buchanan y
Fahy, 2002).
Las evidencias que justifican la existencia de una relación contrastada entre enfermedad mental
y violencia provienen de:
◦ Estudios de prevalencia de la violencia en personas con enfermedad mental.
◦ Estudios de prevalencia de los trastornos mentales en personas que han cometido actos
violentos y están o han estado en contacto con el sistema de justicia penal.
◦ Estudios epidemiológicos comunitarios diseñados específicamente para descubrir la
prevalencia conjunta del trastorno mental y la conducta violenta (Monahan, 1992).
Los estudios sugieren que las personas que activamente experimentan
síntomas de un trastorno mental severo, manifiestan conductas violentas en
tasas varias veces superiores a los miembros de la población general sin
trastorno mental, y que esta diferencia persiste aun cuando se tiene en cuenta
una amplia gama de factores sociales y demográficos.
Los estudios con población penitenciaria apoyan la idea de una relación entre
enfermedad mental y violencia.
Macarthur Violence Risk Assessment Study Uno de los estudios más renombrados
sobre el riesgo de violencia en población
psiquiátrica es el MacArthur Violence Risk
Assessment Study llevado a cabo en
Estados Unidos (Monahan et al., 2001).
Los resultados globales indican que el 61% de los pacientes se comportó
violentamente en la comunidad a lo largo del primer año posterior al alta, de
ellos el 28% realizó comportamientos violentos graves, aunque las tasas
variaron en función de la fuente de datos utilizada y el tipo de violencia.
Teniendo en cuenta los distintos diagnósticos de los pacientes, los resultados indicaron
que:
◦ 9% de los pacientes con esquizofrenia fueron violentos en las primeras 20 semanas posteriores
al alta.
◦ 19% de los que recibieron un diagnóstico de depresión.
◦ 15% de los que tenían un trastorno bipolar.
◦ 17.2% de aquellos con otros trastornos psicóticos.
◦ 29% de los que tenían trastorno por abuso de sustancias.
◦ 25% de los que contaban con trastornos de personalidad.
La Gestión del Riesgo
Una consecuencia negativa de la poca importancia que los clínicos dan al
comportamiento violento de los pacientes (a excepción de cuando éste es muy
patente y reiterado) es que raras veces lo exploran en sus anamnesis o no
consideran apropiada su inclusión en las historias clínicas.
Es importante indicar que, entre los factores de riesgo estáticos de violencia
futura, que generalmente son de naturaleza histórica, el más relevante es la
violencia en el pasado.
Aunque muchos de los actos violentos que cometen los enfermos mentales
parecen inevitables, especialmente cuando se asocian a patologías crónicas y
de difícil tratamiento, la probabilidad de que sucedan nuevos actos violentos
puede minimizarse por medio de una política preventiva individualizada y
derivada de una adecuada gestión de los factores de riesgo.
Conclusiones Existe una relación entre violencia y trastorno mental en la que este último
juega un claro papel, en tanto que el factor de riesgo de violencia, tal y como lo
han demostrado estudios epidemiológicos recientes, realizados en distintos
países y por diferentes grupos de investigación.
La mayoría de las personas afectadas por un trastorno mental no son
necesariamente violentas y la mayoría de los sucesos violentos que ocurren en
nuestra sociedad, los cometen personas sin trastorno mental.
En las rutinas habituales de tratamiento de los enfermos mentales, es
recomendable incluir una valoración del riesgo de violencia, pues la ocurrencia
de este tipo de conducta es una parte importante de la variedad de
dificultades y complicaciones que aparecen en la vida social de los pacientes
mentales y de su entorno.
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