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PUEBLOS DE LA NACIÓN GUARANI DEL PARAGUAY ACTUAL Bartomeu Melià, s.j. abril-mayo 2014 El Paraguay actual incluye dentro de sus fronteras dos regiones de ecología y población muy diferentes. El río Paraguay es el divisor claro que define este contraste. Hacia el este hay una zona subtropical, con lluvias a lo largo de todo el año, con temperaturas medias entre 18 y 22 ºC (aunque actualmente se llega fácilmente a más de 35º), y con alguna helada. Era hasta hace menos de 25 años un área boscosa de selva atlántica, que se extendía desde la costa del océano hasta el río Paraguay. Fue y es el hábitat tradicional de los Guaraní, esos ‘parientes de la selva’, aunque la destrucción por deforestación de esa área, consecuencia de la entrada masiva del agronegocio de la soja y maíz transgénicos, presenta hoy características preocupantes, que repercuten negativamente sobre todo en los ríos y arroyos, en la cantidad y calidad de sus aguas, en calores excesivos y peligro de desertificación e inundaciones anormales. El Chaco, al oeste, presenta otra configuración y apenas nos referiremos a él; es pampa seca, de monte bajo, de ecología muy vulnerable, con lluvias escasas y poco apta para la agricultura. La presencia guaraní en la zona central es reciente, cuando fueron atraídos, bajo halagüeñas promesas, por los militares paraguayos después de la guerra del Chaco que terminó en 1936. 1. Las migraciones e historia Una de las características más notables de los Tupí-Guaraní son sus movimientos de migración. Entre el hipotético punto de salida de dispersión, que sería el río Guaporé, afluente del Amazonas, al norte de las tierras bajas de Bolivia, y aquel en que fueron encontrados por expedicionarios europeos del siglo XVI, hubieron varias migraciones en diversas direcciones y sucesivas etapas desde hace unos 3.000 años. Los pueblos que hoy hablan lenguas tupí se dispersaron por la gran red del río Amazonas y costa del Atlántico, mientras que los futuros Guaraní impulsaron unos 2.000 años atrás una ola migratoria que llegó hasta la cuenca del río Paraguay, descendió hasta el Paraná, subió por este y, siguiendo las ramificaciones de sus

PUEBLOS DE LA NACIÓN GUARANI DEL PARAGUAY … · Esta etapa que duró apenas unos años, quedó, sin embargo, como paradigma de la relación hispanoguaran

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PUEBLOS DE LA NACIÓN GUARANI DEL PARAGUAY ACTUAL Bartomeu Melià, s.j.

abril-mayo 2014

El Paraguay actual incluye dentro de sus fronteras dos regiones de ecología y

población muy diferentes. El río Paraguay es el divisor claro que define este contraste.

Hacia el este hay una zona subtropical, con lluvias a lo largo de todo el año, con

temperaturas medias entre 18 y 22 ºC (aunque actualmente se llega fácilmente a más de

35º), y con alguna helada. Era hasta hace menos de 25 años un área boscosa de selva

atlántica, que se extendía desde la costa del océano hasta el río Paraguay. Fue y es el

hábitat tradicional de los Guaraní, esos ‘parientes de la selva’, aunque la destrucción por

deforestación de esa área, consecuencia de la entrada masiva del agronegocio de la soja

y maíz transgénicos, presenta hoy características preocupantes, que repercuten

negativamente sobre todo en los ríos y arroyos, en la cantidad y calidad de sus aguas, en

calores excesivos y peligro de desertificación e inundaciones anormales.

El Chaco, al oeste, presenta otra configuración y apenas nos referiremos a él; es

pampa seca, de monte bajo, de ecología muy vulnerable, con lluvias escasas y poco apta

para la agricultura. La presencia guaraní en la zona central es reciente, cuando fueron

atraídos, bajo halagüeñas promesas, por los militares paraguayos después de la guerra

del Chaco que terminó en 1936.

1. Las migraciones e historia

Una de las características más notables de los Tupí-Guaraní son sus movimientos de

migración. Entre el hipotético punto de salida de dispersión, que sería el río Guaporé,

afluente del Amazonas, al norte de las tierras bajas de Bolivia, y aquel en que fueron

encontrados por expedicionarios europeos del siglo XVI, hubieron varias migraciones

en diversas direcciones y sucesivas etapas desde hace unos 3.000 años.

Los pueblos que hoy hablan lenguas tupí se dispersaron por la gran red del río

Amazonas y costa del Atlántico, mientras que los futuros Guaraní impulsaron unos

2.000 años atrás una ola migratoria que llegó hasta la cuenca del río Paraguay,

descendió hasta el Paraná, subió por este y, siguiendo las ramificaciones de sus

afluentes, llegó hasta el litoral atlántico, mientras otros grupos saltaban a la cuenca del

río Uruguay, incursionaban en sus afluentes, pasaban el divisor de las aguas y se

adentraban hasta el Jacuí, hoy Río Grande do Sul, Brasil. La migración llegó a abordar

los climas más fríos del delta del Río de la Plata1. Ahí todavía se podía plantar y

cosechar maíz, pero no ya mandioca. Es significativo que la palabra guaraní del maíz,

avati, haya sido tal vez la primera palabra en esa lengua registrada en un texto español:

en una carta de Diego García, de 1530.

Los pueblos guaraní precoloniales recibieron varias denominaciones, que no

siempre correspondían al nombre que ellos mismos se daban, sino probablemente al que

les daban incluso otros guaraní y personas de fuera. En la documentación colonial, que

se refiere a un espacio mayor que el Paraguay actual, encontramos los siguientes:

Guaraníes de las Islas, Chandrís o Chandules, Cario, Tovatín, Guarambarè, Itatín,

Guayrá, Paranayguá, Tape, Caaró, Tarumá y más alejados, en la actual Bolivia:

Chiriguanáes y Chiriguanó-Chané. Todavía se podrían marcar otras agrupaciones

étnicas, como hace la Dra. Susnik (1995: 403-407).

La cerámica, el testimonio arqueológico de sus aldeas, sus cementerios, les dan

una antigüedad innegable en los territorios que hoy les son negados. A decir verdad, en

el Paraguay las pesquisas arqueológicas son raras y, cuando se realizan, las

investigaciones a este respecto se encuentran mal documentadas.

Esta visión un tanto esquemática de las migraciones guaraní no da cuenta, sin

embargo, del itinerario del pueblo Guaraní-Mbyá, ni de los guaranizados Aché, de

quienes se tomará conocimiento más cabal a través de los misioneros jesuitas del siglo

XVIII; pero en su conjunto es la más aceptada por arqueólogos y lingüistas actuales2.

El dinamismo migratorio de los Guaraní recibió varias interpretaciones. Prevalece

todavía la hipótesis sostenida por Curt Unkel Nimuendajú, en 1914, según la cual "el

1 Schmitz, Pedro I., Migrantes da Amazônia: A tradiçao tupiguarani, en: Arqueologia do Rio Grande do Sul. Documentos 5.Pre-história do Rio Grande do Sul. São Leopoldo, 1991: 59-60.

2 SUSNIK, B , CHASE-SARDI, M, Los indios del Paraguay. Madrid, Mapfre, 1995: 40; 403-407.

motivo principal de las migraciones de los Tupí-Guaraníes no era expansivo guerrero,

sino de otro carácter, probablemente religioso"3

Alfred Métraux (1927), leyendo textos alusivos a los Tupí y Guaraní, ve confirmada

esa hipótesis, por lo menos en las "migraciones históricas", es decir, aquellas que están

documentadas en los escritos de la época colonial y moderna. La migración de los

Guaraníes, según ello, sería la "búsqueda de la tierra-sin-mal" -yvy marane’ỹ-, una tierra

buena, altamente productiva, adecuada a las necesidades económicas y apropiada para

el desarrollo de la vida religiosa. Pero hay que desconfiar de esta interpretación que de

manera simplista y generalizada se viene aplicando a cualquier movimiento de justa

reivindicación de recuperación de tierras para los desposeídos, que se rigen por

parámetros políticos y culturales muy extraños a los Guaraní. Para éstos la tierra-sin-

mal sería la condición realista de una economía basada en el intercambio de dones en

este mundo y en el más allá4.

Los Guaraní, en tierras del subtrópico, más templadas y hasta frías, se dedicarán al

cultivo del maíz, la mandioca dulce, la batata, calabazas y diversos tipos de porotos y

frijoles. El repertorio de plantas cultivadas por los Guaraní es admirable por su variedad

y riqueza, y se consigue a través de ella soberanía alimentaria nunca más alcanzada en

las sociedades coloniales5.

1.1. Las "provincias" del Guaraní y sus sucesivos contactos con los otros:

exploradores, conquistadores, misioneros y colonos.

Los españoles, a medida que avanzaban en su tan anhelado camino hacia la Sierra

de la Plata y subían desde la boca del Río de la Plata, río Paraná y Paraguay arriba,

3 NIMUENDAJU, C.U. As lendas da criação e destruição do mundo como fundamentos da religião dos Apapocúva-Guarani. São Paulo, 1987 (1ª ed. en alemán en 1914) 1987: 128.

4 MELIÀ, B. 1991: 63-78. 5 NOELLI, F. Silva, El guaraní agricultor, en: Acción 144, Asunción 1994: 17-20. Las especies cultivadas

por los Guaraníes , de las que dan cuenta las investigaciones arqueológicas y el Tesoro de la lengua guaraní de Ruiz de Montoya, de 1639, es impresionante. El autor del artículo cataloga una amplia lista de nombres de especies y variedades; de la mandioca –mandi'o– se citan 24 variedades, entre las amargas y las dulces; de maní –manduvi–, 7; de porotos o frijoles –kumanda–, 21; de kara, 14; de batata –jety–, 21; de maíz –avati–, 13; de ajíes y pimientas –ky'ỹi–, 6; de calabazas –andai–, 4; bermellón o achiote –uruku–, 3. Muchas de esas variedades desaparecieron en el proceso colonial y neocolonial. Otras plantas, como el mbakuku, el mangara, el tajao, el peguaho, mbaguero, kurugua, han sido dejadas de lado como alimento habitual y no se siembran más ni siquiera entre los Guaraní. Llegan todavía a la mesa de argentinos, brasileños y paraguayos de nuestros días la piña –nana–, la granadilla o pasionaria –mburukuja– , la guayaba –arasa–, y la banana –pakova–.

encontraron a los Guaraní establecidos en diversos lugares, a los que dieron nombre de

"provincias", que con algunas diferencias socio-culturales, tenían en común una lengua

fácilmente intercomprensible entre ellos. Había sin duda diferencias en las formas de

cerámica, de cestería, de disposición y magnitud de sus aldeas, de organización de su

gobierno, que conjeturamos a partir de las diferencias que encontramos entre las etnias

guaraní actuales. Ya en el delta del Río de la Plata se presentaron los Guaraní y esta

autodenominación, sirvió para designar también a cuantos en el futuro presentarían

características similares.

Los Guaraní no fueron conocidos en un día. La entrada a sus territorios se hizo de

manera muy lenta, y raramente fue duradera; algunas de sus parcialidades murieron

apenas contactadas y sólo sus nombres constan en las primeras crónicas y nunca más.

Por suerte siempre quedaron enclaves dentro del Paraguay a los que el español o el

paraguayo no llegaron; así muchos Guaraní han podido vivir en paz durante siglos, en

sus refugios de libertad; son éstos los que hoy habitan en la región central y frontera

este del país; no son Guaraní del Paraguay, sino en el Paraguay, y en realidad no se

sienten paraguayos.

El Guaraní, su cultura y modo de ser quedaron encubiertos hasta hoy. Son rarísimos

los paraguayos y demás no-indios que conocen su lengua particular. La historia de los

Guaraníes se resiente profundamente de este hecho; es una historia vista desde fuera.

En cada época y tipo de relación entablada con los Guaraní los españoles fueron

inventando un rostro nuevo para ellos, de tal manera que lo que de ellos sabemos es

sobre todo una máscara que encubre su ser. No se puede confundir a los Guaraní reales

con los Guaraní de papel, esos que aparecen en las historias y en los estudios

antropológicos. En Paraguay el indio Guaraní es todavía ese desconocido.

1.2. Hasta 1556

Para los españoles de la primera hora que entraron por la aldea indígena del

Ambaré, los Guaraní fueron enemigos a los que había que someter. Así lo hace ver

Ulrico Schmidl, en su memoria6. Una vez vencidos, cuando se levantó el fuerte de la

Asunción en 1537, los Guaraní serán los proveedores de alimentos, en gran abundancia

por cierto, y de mujeres también en gran cantidad, de las que nacerán algunos mestizos.

Esta etapa que duró apenas unos años, quedó, sin embargo, como paradigma de la

relación hispano-guaraní7. En 1620, el jesuita Lorenzana sintetizaba el proceso en estos

términos: “llamáronse luego los indios y españoles de cuñados; y como cada español

tenía muchas mancebas, toda la parentela acudía a servir a su cuñado, honrándose con el

nuevo pariente. Viéndose los españoles abundosos en comidas de la tierra y con tantas

mancebas, no aspiraron a más…; y como estaban en el Paraíso de Mahoma, se

gobernaban a su modo”8. Pero muy pronto la mujer guaraní es convertida en “pieza”

económica, criada, brazo agrícola y procreadora de nuevos brazos9.

Las ‘rancheadas’, o ‘saca de mujeres’ de las aldeas, se convertirá en una práctica

nefasta, que representó un auténtico genocidio; algunas mujeres se dejaban morir y

muchas no querían dar a luz a sus criaturas para no criar esclavos. Las cifras que se

conocen ahora de documentos todavía inéditos del clérigo Martín González, son

escalofriantes. Sólo en Asunción habrían muerto cincuenta mil indias Guaraní, cifra

enorme que, sin embargo, se confirma con otros testimonios.

Los hombres Guaraní, a su vez eran enrolados como auxiliares de guerra en las

expediciones a través del Chaco en busca de oro y plata; los españoles esclavizaban y

los Guaraní mataban a sus enemigos y los “comían”10..

La colonia había comenzado bajo el signo del desorden y de la ganancia y fue

origen del mutuo desprecio entre españoles y Guaraní: los españoles consideraba al

nativo “borracho, holgazán, hechicero, mentiroso y siempre pensando en malicia y

traiciones”, y el guaraní al conquistador lo empieza a tener como “pirata, ladrón,

6 SCHMIDL, U., Derrotero y viaje a España y las Indias. 1ª ed. 1599. Buenos Aires: Espasa Calpe, 1947: 57 (cap. 21).

7 Hay no poca literatura que ha idealizado el llamado mestizaje hispano-guaraní, pero desde la perspectiva de la ideología colonial. Véase, entre otros, Cardozo, E., El Paraguay colonial, Buenos Aires 1959: 63-71. Otros títulos, en Zavala 1977: 14-15. Cuando el sistema colonial quiere encubrir su dominación injusta, recurre a la supuesta igualdad del mestizaje, como puede verse en el testimonio de los mercedarios contra las ordenanzas de Alfaro, en 1612, Ver Gandia 1939: 456. Cfr. también Cardozo 1959: 66.

8 MCA I: 163. La expresión de “paraíso de Mahoma” parece haber sido acuñada por el poeta Barco de Centenera, según cita de Cardozo 1959: 64. Cfr. Velázquez 1975: 16-17.

9 Cfr. Susnik 1965: 10; también Zavala 1977: 144-46. 10 Susnik, o.c.: 45.

fornicario y adúltero, mentiroso”; esas ideas quedaron tan arraigadas que subsisten hasta

hoy. En el mismo suelo mal convivirían dos culturas tan opuestas.

No es de extrañar que ya en 1540 se preparase un motín contra los cristianos, que

fue abortado por la traición de una india, compañera de un conquistador. Las rebeliones

de los Guaraní contra los intrusos llegarán a más de 25 entre 1537 –en la llegada de los

españoles- y 161611. Estas rebeliones, prosiguieron hasta por lo menos 166012, según un

nuevo elenco que recoge el carácter profético de esos movimientos, que coinciden en

parte con la lista anterior.

Estas notas se apartan de la historiografía convencional, que ve el mestizaje como

cuna de una nación bilingüe, y el libertinaje sexual como un Paraíso de Mahoma,

aunque es sabido que “nada soporta mejor el paso del tiempo que la mentira” (Rafael

Chirbes, En la orilla).

La instauración del régimen de las encomiendas en 1556, una medida que venían

exigiendo desde hacía años los conquistadores “cansados y viejos”, provocó rechazo,

fugas y rebeliones entre los Guaraní. Con los que quedaron se formaron los primeros

pueblos en la década de 1580, que permitían tener la mano de obra y a los

encomendados más a mano.

En el área dominada por los españoles en menos de medio siglo los Guaraní

fueron forzados a cambiar su modo de ser. Su sistema de parentesco quedó

desintegrado; los “cuñados” españoles no se comportaban como cuñados y las mujeres

eran sacadas de sus aldeas, dadas o vendidas como ‘piezas’, de menos valor que el

vestido con que se cubrían. Su sistema económico ya no se regía por el don –quien nada

tiene no puede tener las manos abiertas para dar, que eso era el jopói- y prevalecía la

venganza de la venta; todo era objeto de tepy, nada era dado. Productos, animales y

personas entraban en la economía de la venganza, de las sucesivas y nunca

interrumpidas venganzas. Hepy eterei, todo es caro, todo tiene un alto precio.

11 NECKER, Louis, Indios guaraníes y chamanes franciscanos. La primeras reducciones del Paraguay (1580-1800). Asunción: CEADUC, 1990: 219-222.

12 RÍPODAS ARDANAZ, Daisy, Movimientos chamánicos de liberación entre los Guaraníes (¡545-1660), en Teología, t. XXIV, nº 50, 1987, Buenos Aire245-s

La colonia seguía sus indefectibles pasos de destrucción, negación,

encubrimiento, sustitución y transformación con algunos pequeños logros de creación

de un nuevo ser socio-político por contacto y mestizaje.

Un análisis medianamente crítico permite decir que en el siglo XXI el Paraguay,

al igual que muchos otros países que siguieron el mismo proceso sigue siendo colonial,

si por ello se entiende la intrusión y ocupación territorial y cultural de esos ‘otros’, que

al decir de un guaraní: “Por ventura faltan ejemplos en el Paraguay de quién son los

españoles, de los estragos que han hecho en nosotros, cebados más en ellos que en su

utilidad? Pues ni a su soberbia corrigió nuestra humildad ni a su ambición nuestra

obediencia; porque igualmente esta nación procura su riqueza y las miserias ajenas”13.

Pocos colonos suelen producir muchos pobres y miserables.

Los efectos se hicieron sentir muy pronto. Los Guaraníes, en la época de sus

primeros contactos con los europeos, eran demográficamente numerosos. La hipótesis

de una población de 1.500.000 y hasta 2.000.000 (dos millones) de habitantes, aunque

parezca maximalista para quien tiene el prejuicio de una América tropical de escasos

recursos y culturas "bajas", encuentra bases serias en la documentación disponible14.

El descenso demográfico de los Guaraníes durante todo el proceso colonial fue un

fenómeno que alarmó a gobernantes y misioneros. La provincia del Guairá, que había

contado con más de 200.000 personas -algunos cálculos apuntan a 800.000- fue

reducida en 1631 a prácticamente ningún habitante. "La mayor parte de esta gente se ha

muerto de pestilencia, malos tratamientos y guerras...", observaba el jesuita padre

Alonso Barzana en 159415. Guerras, malos tratos, epidemias y cautiverios fueron los

cuatro jinetes de aquel apocalipsis colonial.

La historiografía paraguaya ha sido extremadamente indulgente con ese período,

poniendo de relieve un supuesto Paraíso de Mahoma, en el que la convivencia entre

españoles e indígenas habría sido envidiable e idílica. El español que tenía diez mujeres,

era porque no podía tener 20, y éste porque no podía tener treinta.

13 Éste era el discurso de Potyráva, que objetaba la entrada de los misioneros jesuitas en su región, cit.por Melià 1975: 124.

14 Melià 1988: 46-89. 15 Monumenta Peruana V, 1970: 590-91.

No era éste el sentir de los gobernadores ni de los misioneros, alarmados con el

ocaso demográfico de los Guaraní cuando la colonia ya no podía sostenerse y los

mismos españoles se mudaban a otras tierras más promisorias.

1.3. Las Reducciones franciscanas y jesuitas

En la situación de ocaso demográfico y desorden encomendero, los gobernadores

y en especial Hernando Arias de Saavedra incentivaron la creación de pueblos de indios

según el modelo de ‘reducción’. La idea de reducción, es decir, de tener a los indios

separados de los españoles y encomenderos, se hizo más práctica desde 1545, dado el

relativo éxito conseguido en México y Perú.

Los Guaraní se dejaron pacificar, adoctrinar, y reducir a pueblos, primero por los

franciscanos, desde 1580, que entre otros fundaron los pueblos de Altos, Itá y

Yaguarón. La misión por reducción desde 1610, fue también el método seguido por los

jesuitas. En esos pueblos, -San Ignacio de Yaguaramitãg (el Tigre Colorado) del Paraná

y en Loreto y San Ignacio del Guayrá, y los que vendrían a lo largo de un siglo y medio,

se procuró tener a la comunidad indígena fuera del alcance directo de los encomenderos,

de los abusos y persecuciones de colonos y de autoridades sin escrúpulos. Para el

superior provincial de los jesuitas, el padre Diego Torres Bollo, la encomienda era un

"disimulado cautiverio".

En los pueblos de las Misiones jesuíticas los Guaraní estuvieron separados de los

colonos y así protegidos contra sus desmanes; ninguno de ellos había quedado bajo el

régimen de la encomienda –salvo los de San Ignacio Guasú, que servían sólo dentro de

la ley-, mantuvieron un territorio continuo sin enclaves españoles, conservaron su

lengua, y a lo largo de 150 años desarrollaron un modo de vida, con muy buenos

resultados económicos y culturales; una especie de utopía que despertaba admiración y

envidia. Fue considerada como una utopía de pies en el suelo, un ‘cristianismo feliz’, un

“triunfo de la humanidad”, según Voltaire.

En cuanto a la religión tradicional, ella fue sustituida conforme a los procesos de

conversión practicados en la época, dentro del presupuesto de que “es toda esta nación

muy inclinada a religión, verdadera o falsa, y si los cristianos los hubieran dado buen

ejemplo y diversos hechiceros no los hubieran engañado, no sólo fueran cristianos, sino

devotos”, como lo anotara el jesuita Alonso Barzana en 1594. Otro misionero, Antonio

Ruiz de Montoya, en 1651, decía de los Guaraní que “en cierta manera eran ateístas”,

para significar la centralidad de la palabra, del canto y la danza en la religión, y no las

imágenes sagradas tan apreciadas en el catolicismo. Música y danzas de carácter

barroco se sabe fueron de gran agrado de los Guaraní de las Misiones jesuíticas.

La población de las Misiones jesuíticas había alcanzado en 1732 la cifra de

141.162 habitantes, población que, sin embargo, fue disminuyendo rápidamente cuando

los jesuitas fueron expulsados de las Reducciones por el rey Carlos III de España en

1768. Pero no hay que pensar que volvió a la selva, sino que buena parte de esos

indígenas, bien formados en artes y oficios, se hizo pasar por ‘española’, pues la palabra

mestizo apenas era conocida y no gozaba de buena consideración. Otra parte de ellos se

dispersó en el área rural y se convirtió en campesina. Con el tiempo abandonaron sus

apellidos y se tornó política y culturalmente paraguaya.

1.4. Cuadro sociopolítico y cultural al final del siglo XVIII.

Por el año 1782, treinta años antes de la Independencia del Paraguay en 1811, el

gobernador Pedro Melo de Portugal constataba que la población en el Paraguay

presentaba un perfil inexplicable desde el punto de vista genético. En realidad la

población se estaba inclinando rápidamente a ser tenida por “española americana”,

aunque en realidad era mestiza.

Españoles europeos

Españoles americanos

212

55.397

0,2%

56,1%

Indios de servicio

(originarios)

2.971 3%

Indios de los pueblos

(clérigos y franciscanos)

7.727 7,8%

Indios exjesuíticos

Indios criollos

19.106

2.593

19,3%

2,7%

Pardos negros y mulatos

(esclavos y libres)

10.746 10,9%

Total 98.752 100%

(Está censada solamente la población que en la época pertenecía a la gobernación, del Paraguay, no a la de Buenos Aires).

Cuando en 1848, el presidente del Paraguay declaró extinto por decreto el

régimen de comunidad, para declarar a los habitantes de “los pueblos de indios”, que

eran veintiuno, ciudadanos paraguayos, al mismo tiempo el estado –en fin de cuentas, él

mismo, sus parientes y allegados- se apropiaba y disponía de sus tierras y bienes raíces.

López, a través de un Decreto de 1848, que declaró extinta la comunidad,

permitía al Estado apropiarse y disponer de las tierras de los 21 pueblos de “naturales”,

incluidos los antiguos pueblos-misión de franciscanos y jesuitas, Según un censo de

1846 los indios eran solamente 1.200. Nadie reclamó, su identidad indígena había sido

en realidad transformada: eran católicos, algunos vivían nucleados alrededor de capillas,

vivían de los bienes del campo y algún ganado, y el comercio se basaba por lo general

en el trueque de productos y unos pocos servicios. Pero a pesar de la españolización

masiva la casi totalidad de los paraguayos hablaba solamente guaraní.

La población paraguaya de origen netamente guaraní, aunque muy mestizada,

tuvo que enfrentar un auténtico genocidio, ahora en la Guerra de la Triple Alianza, que

al terminar en 1870 dejó apenas unos 200.000 sobrevivientes -cifra que varía según los

estudiosos-, la mayor parte mujeres y algunos niños.

El genocidio y etnocidio de los Guaraní contactados hasta fines del siglo XVIII

había sido consumado por muerte o asimilación colonial. Los Guaraní históricos del

tiempo colonial habían ido desapareciendo. Permanecieron los que quedaron en las

selvas, en la periferia de las áreas definitivamente ocupadas por paraguayos y colonos

recientes. Lo que los censos no recogían ni nombraban es que muchos Guaraní de la

región oriental habían permanecido libres en las selvas, todavía por “descubrir”.

La movilidad guaraní no ha concluido ni terminado hasta nuestros días. Pero este

aspecto sin duda distintivo ha sido sistemáticamente prejuzgado peyorativamente por

colonos, ellos mismos migrantes también, como nomadismo que justificaría que se les

pueda desplazar de cualquier lugar donde estén.

Los Mbyá, hasta la década del 60, podían ser considerados sin contacto real con la

población paraguaya; sólo la colonización rápida y atropellada por parte de menonitas –

agrupación religiosa anabaptista, de carácter étnico exclusivo respecto a la sociedad

paraguaya– y programas de colonización de los últimos 50 años, ha producido

deforestación masiva que ha facilitado agricultura de exportación y estancias de ganado,

afectando seriamente el hábitat y modo de vida de los Mbyá. Esta gente guaraní -tal es

el sentido de la palabra Mbyá-, reacia al contacto durante todo el tiempo colonial y casi

dos siglos de independencia nacional, hermética frente a los otros y reservada, es la que

se encuentra más presente ahora en las ciudades, con algunas mujeres y niños.

2. Abriendo camino hacia los Guaraní del Paraguay en la actualidad.

2.1. Panorama etnográfico y etnológico de los Guaraní

Para conocer y acompañar a los pueblos guaraní habría que entrar a su tekoha, estar ahí,

escuchar, caminar de día, cantar y danzar de noche. Los que consideramos como los

mejores antropólogos han llevado a cabo experiencias personales de este tipo.

La literatura etnológica relativa a los Guaraní se presenta hoy como una verdadera

selva de papel. El libro O Guarani; uma bibliografia etnológica, indexa 1.163 títulos

desde las primeras noticias de 1528 en cartas, crónicas, artículos y libros, hasta 1987. Su

complemento, La novedad guaraní16, acrecienta otros 650 títulos entre 1987 y 2002, a

través de los cuales se configuran las principales nuevas tendencias en ese mundo

guaraní: la palabra guaraní -en sus lenguas y lenguajes rituales, relatos míticos y

cantos-; problemas de bilingüismo y de educación escolar; la irrupción de la

etnohistoria; la etnología teológica y cosmovisión; la demografía; la triste realidad de la

práctica frecuente del suicidio, pero también la perenne modernidad y memoria de

futuro tan típicas del mundo guaraní. En particular no faltan los estudios relativos a cada

16 MELIÀ, B, La novedad guaraní (viejas cuestiones y nuevas preguntas); revisita bibliográfica (1987-2002), Revista de Indias, 64, 230. Madrid 2004: 175-226.

una de las etnias: Paĩ, Avá-Guaraní y Mbyá. En esta amplia bibliografía, no obstante,

hay sin duda huecos y olvidos, pero estarán citadas las obras fundamentales.

Las notas etnográficas y las reflexiones, a veces exóticas y estrafalarias, sobre el

ser y modo de vida guaraní aparecen frecuentemente en los primeros relatos coloniales.

A propósito de la antropofagia, concretamente, es donde se dan las mayores

exageraciones. Cada escritor y cada época brinda de los Guaraní una visión imaginaria

del mismo, y que mejor responde a las intenciones e intereses de quienes escriben.

Los jesuitas a través de cartas e historias aportan elementos que permiten trazar un

cuadro interesante de esos pueblos guaraní con quienes entraban en contacto. A este

respecto el Tesoro de la lengua guaraní (Madrid 1639) del padre Antonio Ruiz de

Montoya, permite configurar y construir una detallada etnografía guaraní, cuando se

hace una lectura sistemática por temas de las palabras –y en ellas la

fraseología- desgajadas del orden alfabético. Los textos coloniales constituyen un

instrumento privilegiado para aproximarnos al modo de ser de los Guaraní, siempre y

cuando podamos pasar del Guaraní de la historia a la historia del Guaraní, esto es,

consigamos escuchar en lo que se dice del Guaraní la voz, a veces encubierta, del propio

Guaraní.

Sin duda, en un futuro próximo, ya se podrán citar trabajos de los mismos

Guaraní, quienes como universitarios están realizando investigaciones sobre diversos

aspectos de su cultura, principalmente en Mato Grosso do Sul, en el Brasil.

2.2. Los Guaraní en la actualidad

Los Guaraní que no fueron absorbidos por el sistema colonial, fueron conocidos

genéricamente en el siglo XVIII, XIX y hasta el XX como ka’agua, kaÿngua o

monteses, los del monte. A ellos se ha referido la sociedad nacional con nombres casi

siempre despectivos: Ava -cuyo significado propio es, sin embargo, Persona, Hombre,

Indio-; Tambeao –los de Paño entre los muslos- que vertido al castellano dio la

denominación peyorativa de Baticola; los Apytere -los Tonsurados-; los Tembekua -los

Labio Perforado-; los Chiripá -por el paño rectangular que se pasa entre los muslos y se

sujeta por sus extremos a la cintura-; Guayakí –los otros ‘ratones del monte’-, y otros

más, registrados con distintas grafías.

Hablamos de pueblos indígenas en el Paraguay, y no pueblos indígenas del

Paraguay, porque muchos de ellos se extienden por otros países que son su territorio

propio y natural y que las fronteras dividieron contra todo derecho. Los Guaraní están

en Paraguay, en Brasil, en Argentina y en Bolivia, y las fronteras son más bien líneas

ficticias trazadas unilateralmente por los Estados coloniales, ”muros de Berlín” en los

que los Guaraní no tuvieron arte ni parte. Lo mismo ocurre con los Ayoreo en Paraguay

y Bolivia; los Toba (Guaycurú) en Paraguay, Argentina y Brasil; los Nivaclé en

Paraguay y Argentina.

Ahora sabemos, gracias a un conocimiento más cercano y real, que la Nación

Guaraní está formada por cinco pueblos o etnias distintas, que hasta la mitad del siglo

XX ocupaban exclusivamente buena parte de sus territorios en los cuales el ingreso de

extraños era muy circunstancial aunque no tuvieran los títulos jurídicos reconocidos por

los Estados.

Estos son los pueblos o etnias:

- Paĩ-Tavyterã. En el Brasil se llaman Kaiowá.

- Avá-Guaraní. En el Brasil, Ñandeva, y en Argentina Chiripá.

- Mbyá. Autodenominación: Jeguakáva, los ‘adornados’. Extendidos también por

Argentina y Brasil.

- Aché. Antes conocidos con el detestable nombre de Guayaquí.

- Guaraní Occidentales (de reciente establecimiento en el Chaco paraguayo).

Cada una de esas etnias presenta aspectos que las diferencian, aunque mantienen

una unidad notable en lo esencial. Al mismo tiempo, el hecho del contacto con países

tan diferentes como Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, cada uno de ellos con

políticas indigenistas diversas, no deja de haber marcado particularidades que con el

tiempo han afectado incluso el núcleo de su modo de ser. Los Paĩ en el Paraguay

mantienen todavía el largo e intenso ritual de iniciación de los adolescentes, que

culmina con la perforación del labio inferior y aplicación del tembetá –piedra del labio o

barbote-, práctica abandonada por los Kaiowá, de la misma etnia, en el Brasil. La

perforación iniciática del labio inferior es una práctica abandonada hoy por casi todos

los Guaraní.

Aún así, y siempre con matices, todas la etnias guaraní actuales, excepto los Aché,

son transfronterizos. En realidad los Guaraní no son una parte integrante de ningún

Estado, ‘están en’ Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay (los hubo incluso

circunstancialmente en Uruguay hace unos 20 años). Ilustra este hecho el mapa Guaraní

Retã 2008 en el que se señalan las más de 500 aldeas y localidades en las que se

encuentran en la triple frontera (ver anexo 1).

Otro mapa, si bien con menos detalle abarca toda el área de esos pueblos que se

reclaman como Nación Guaraní (aunque por razones técnicas no figuren en él los

Guaraní Occidentales -llamados también Chiriguano- de Bolivia y del noroeste de

Argentina) (ver anexo 2).

Los Guaraní de la región oriental del Paraguay hasta la década de 1970 habitaban

la selva. Son ‘los parientes de la selva’, de manera que aquella denominación de

‘monteses’ denotaba, sin pretenderlo, un aspecto característico de su identidad. Sin

títulos jurídicos sobre sus tierras, que ellos mismos no sabían que se requerían, sus

espacios tradicionales fueron usurpados sin ningún aviso previo por el Estado y

adjudicados y titulados mediante ventas y otros mecanismos espurios, incluso contra la

más elemental honestidad jurídica a empresas y propietarios latifundistas. La aplicación

de la justicia en todos esos países, tratándose de indígenas, es discriminatoria; la entrada

de madereros, la invasión de sus tierras y la adjudicación de las mismas a propietarios

privados se han vuelto casos de rutina, que quedan impunes o entran en procesos de

restitución inacabables. El alquiler de tierras indígenas, que trae pobreza y

desintegración de las comunidades, a pesar de estar prohibido por la Constitución

Nacional y las leyes, es practicado como un derecho, incluso por muchos caciques

abusivos.

Sin embargo, hasta mediados del siglo XX, hasta la construcción entre 1956 y

1959 de la ruta que ligaría con el Puente de la Amistad entre Brasil y Paraguay,

siguiendo en parte la picada abierta por los Mbyá, ese “desierto verde” no ofrecía

atractivo para los asentamientos humanos. Esas tierras eran todavía fiscales y

pertenecían al Estado, o a la firma Barthe, pero jurídicamente eran territorios indígenas

a pesar de los papeles.

Entre 1947 y 2007, más de 12.000.000 (doce millones) de hectáreas del

patrimonio nacional de todo el país fueron repartidas sin ninguna planificación ni

política agraria, siendo gran parte de ellas indígenas.

Los pueblos guaraníes de esta región oriental habían permanecido relativamente

libres y con diversos grados de autonomía, vivían hasta la década de los 60 del siglo XX

en ambientes selváticos bien preservados, en casas y ranchos dispersos en espacios de

tierra de extensión muy variable, pero todavía 'a sus anchas'.

La movilidad de los Guaraní está motivada en tiempos recientes -en especial

después del Tratado de Itaipú con el Brasil en 1973- por desplazamientos forzosos

causados por la construcción de represas hidroeléctricas en sus territorios, como las de

Itaipú y Yacyretã, pero de modo decisivo debido a la deforestación de su hábitat

dedicado al cultivo de soja transgénica y el deterioro ambiental causado por la

aplicación de potentes agrotóxicos de perniciosos efectos y daños sobre la población del

entorno.

Deforestación, quema y preparación de un área de cultivo de soja. Foto Beate Lehner.

En cuanto a tenencia de tierra se puede distinguir tres situaciones y tres tipos de

comunidades: con tierra propia, con tierra pero sin título, y sin tierra propia. Por

supuesto esta situación proviene de un nuevo orden jurídico que comenzó en 1981 con

la Ley nº 904: Estatuto de las Comunidades Indígenas, al exigir de hecho la personería

jurídica de las comunidades indígenas para conseguir el título de tierras. Lo complejo

del mecanismo y el hecho de que la mayoría de las tierras indígenas tuvieron que ser

compradas para ser restituidas a los indígenas, ha mostrado la gran dependencia que

tiene los pueblos indígenas de un orden estatal que les es ajeno y por desgracia hostil.

Con muy diversos grados de autonomía, continuaron hasta hoy y aumentaron en

número, aun sin territorio ni tierras suficientes, y a pesar de los ataques y amenazas de

la sociedad nacional.

Falta un estudio pormenorizado acerca de la consecuencias directas que esta

política ha tenido para las comunidades indígenas. Las pocas tierras que se pudieron

asegurar a los indígenas lo fueron, por lo común, mediante compras por parte de

organizaciones filantrópicas extranjeras, generalmente a través de donaciones de los

fieles de iglesias de varias confesiones, especialmente católicas y protestantes.

Una prospección hecha por el Dr. Georg Grünberg y el Lic. Cristóbal Ortiz por los

territorios guaraní en 197717 daba cuenta de 96 comunidades de demografía y ocupación

de tierra muy variables. La edición de esos datos pretendía apuntalar la lucha por las

tierras indígenas en la región oriental, ofreciendo un resumen demográfico y socio

económico de las comunidades y un cuadro de las llamadas colonias indígenas, que

contaban ya con resolución jurídica o estaban en trámite. Del territorio de los Paĩ ya se

tenía un mapeo publicado en 1976, aumentado y corregido en la nueva edición de

200818.

2.3. Cosmovisión de los Guarani

Desde culturas que tienen otro pensamiento diferente y distante de los Guaraní, se hace

difícil captar su cosmovisión que sin duda ve el mundo y se ve en el mundo desde otra

perspectiva. Una manera de acercarse a ella –y es la que han intentado nuestros mejores

antropólogos, Nimuendaju y Cadogan y algún que otro más, ha sido la de participar en

su estar en el mundo y su ser en el mundo.

La cosmovisión guaraní se presenta como una tradición religiosa en la cual se

imbrican estrechamente los elementos que en otras culturas se suelen distinguir como

visión espiritual y ciencia. El núcleo de la cosmovisión guaraní se puede identificar en

los elementos de un sistema, expresado mística y míticamente en sus palabras y cantos y

practicado en sus rituales. Explicar una cosmovisión diferente de la propia conlleva

ciertamente muchos riesgos, pero se puede intentar por afinidad electiva con ella.

Las interpretaciones que dan los indígenas de su ser en el mundo puede variar

notablemente en las expresiones de uno a otro individuo, de una a otra comunidad. No

son uniformes en sus contenidos, pero se diría que proceden de perspectivas que se

pueden decir comunes.

Siguiendo el modo de vida y lo que de ella dicen los mismos Guaraní hay que

incluir en esta cosmovisión tres aspectos fundamentales de la cultura guaraní que se

17 GRÜNBERG, G. y ORTIZ, C., Población y tierras indígenas en la región oriental de la República del Paraguay. Asunción: Misión de Amistad/Asociación Indigenista del Paraguay, 1977. 116p.

18 MELIÀ, B., GRÜNBERG, G. y F. Paĩ-Tavyterã; etnografía guaraní del Paraguay contemporáneo. Asunción: CEADUC/CEPAG, 2008 (2ª ed.).

encuentran tan imbricados como lo están en la cestería -especialmente en la mbyá- los

elementos materiales que son las tiras de corteza de bambú y de las del güembé, y la

forma del canasto y la simbología de sus adornos.

Un concepto que se presenta clave es la noción de teko –el modo de ser- y su

derivado, el tekoha -el lugar que es su condición. La forma de gobierno deriva de esa

cosmovisión y las expresiones religiosas son su fundamento y manifestación.

2.3.1. El tekoha guaraní

Hasta hoy, para los Guaraní la tierra es un cuerpo, como la madre, y no se puede cortar

y vender como se carnearía una vaca. La tierra es un bien común y el medio de

producción principal, entregada por Dios–Creador para un uso conforme a las leyes

divinas que son al mismo tiempo base y fundamento de bienestar. La tierra no puede ser

vendida a particulares por pedazos, no puede ni debe ser privatizada. “Tierra y cuerpo

humano son lo mismo. Nosotros somos la tierra, como lo son nuestros antepasados y los

serán nuestros hijos al mismo tiempo”, dicen los Paĩ. Este cuerpo de la tierra tiene piel y

pelos –que son los árboles- y hasta una orografía de montes y valles y una hidrografía,

como venas por donde circula el agua de la vida, que marcan su agradable relieve y

aspecto. Es una tierra de distintos colores que indican cualidades y aptitudes diversas

para los cultivos.

Los Guaraní conciben la tierra más que como un soporte material, un lugar donde

se lleva a cabo un modo de ser humano y así recurren a la expresión de tekoha y más

precisamente ñande rekoha –el lugar donde somos lo que somos- para enfatizar esta

perspectiva. Teko significa “ser, estado de vida, condición, estar, costumbre, ley, hábito,

costumbre”, polisemia expuesta ya en el Tesoro de Montoya en 1639. El complejo y

compuesto tekoha es el lugar en donde se da este ser propio e identitario. Esta acepción

se mantiene hasta hoy entre todos los Guaraní. Su tierra es un hábitat, una ecología, un

territorio, en el que “se hallan” y se sienten bien. Es fácil comprender la distorsión que

se ha producido en el sistema guaraní al verse acorralados, acosados y frecuentemente

desplazados de su hábitat, negándoseles la condición de poder ser lo que son. A pesar de

tantas arremetidas en contra, esa concepción de territorio es una característica que hasta

ahora se ha mantenido inmune. Sin tekoha no hay teko –sin un lugar donde ser no hay

ser-, y por supuesto no hay teko porã, no hay buen vivir.

Los Guaraní presentan muchas de las características de una población rural. El

hecho de haber elegido zonas poco pobladas y haberse mostrado reacios a la entrada de

personas ajenas en sus espacios, permitió que se mantuvieran bastante aisladas y

conservaran su modo de vida tradicional en lengua, religión y estilo de vida. Los dos

rasgos que los mantienen distintos de los campesinos paraguayos, son la posesión

comunitaria de la tierra, la religión y las formas dialectales de su lengua, especialmente

en el campo ritual.

Los Guaraníes viven en comunidades y en esas comunidades prácticamente todos

son indígenas de una misma etnia y cultura, y por lo común sin mezcla con otras etnias

guaraníes, si bien hay excepciones. Sus casas están separadas, no forman núcleos

urbanos, pero las familias de un mismo linaje suelen estar agrupadas a poca distancia

una de otra con buena comunicación entre sí.

En las áreas y regiones donde los Guaraní han vivido tradicionalmente y en las

cuales reclaman aunque sea algunas parcelas, ellos distinguen sus grandes territorios,

sus tekoha guasu, que a su vez suele ser parte de una territorialidad étnica más amplia

que les ha sido arrebatada19. Sin tekoha no hay teko; sin lugar donde ser, no hay ser.

El ñande rekoha es el lugar donde somos lo que somos. En el tekoha, que mal se

podría identificar como una tierra de producción de bienes materiales para la venta, se

da también una economía, cuyas actividades son la caza y la agricultura, destinadas a un

sistema de comunicación de estos mismos bienes mediante el don mutuo, que por

definición es relación entre donantes recíprocos; es una economía de reciprocidad, en la

cual el dar completa el producir en una sucesión que no puede quedarse sin respuesta en

ninguno de sus términos: el dar y el recibir. Su ruptura provoca venganza –tepy-. Por

esta razón en el mundo colonial ese tepy se impone como precio de las cosas, que hay

que rescatar y comprar sin otro compromiso posterior. Así la comunicación se rompe.

La economía colonial, basada en el precio de la cosas, es un una sucesión de venganzas.

19 LEHNER, Beate, Los Pueblos Guaraní del Paraguay Oriental. Asunción 2005. http://guarani.roguata.com/sites/default/files/text/file/uid110/lehnerlospueblosguaranidela...

La acumulación de bienes en una persona o conjunto de personas se convertirá en la

pobreza de aquellos que no tienen nada que dar, porque se les ha quitado la capacidad

de producir bienes apetecibles. La distribución no se hace en virtud del valor de la

persona que también puede y quiere dar, sino de quien puede comprar y pagar, a veces

sacrificando lo más necesario y la dignidad. El pobre es creado así en el sistema colonial

como descartable y sobrante.

En el sistema guaraní el hombre aporta bienes, generalmente de fuera, que

distribuye a los miembros de su familia para su sustento y seguridad, y éstos a su vez le

darán otros bienes que pueden no ser materiales, como respeto, amor y confianza.

La actividad de la caza era y es todavía tarea privilegiada del hombre, mientras la

mujer asegura la distribución en otro nivel, el doméstico. Para eso ella es cosechadora,

portadora y cocinera. Maíz y mandioca son producidos mediante trabajos agrícolas de

los hombres que han derribado los árboles, los han quemado y han preparado el suelo

para la plantación, hecha también por ellos; la mujer los recogerá y los llevará a la casa

donde serán distribuidos como comida para todos, quienes a su vez, en la medida de sus

capacidades, retribuirán con sus propios dones, aunque de otro orden.

Las grandes fiestas, las del maíz, por ejemplo -avati kyry-, representan una

expresión acabada de la circulación de dones entre todos, sin exclusivismos y con una

generosidad que puede parecer excesiva. Todo esto se encontrará presente en los

rituales, en los cuales se comunica a todos los presentes el gran don de la palabra,

ofrecida en su expresión más tradicional, poética y profética, junto con la danza que

también es don del movimiento codificado de los cuerpos, y todos participan según su

condición, adultos, hombres y mujeres, adolescentes y niños. En principio no debe

haber ni compradores ni vendedores en esas fiestas. Todo esto es fuente de bienestar.

Esta cosmovisión que incluye la economía familiar guaraní depende hoy tanto de

los kokue guasu –grandes chacras- de los hombres, como de los kokue'i –pequeñas

chacras- de las mujeres y solamente el equilibrio entre los dos, puede asegurar un

mejoramiento sustentable de la situación económica de los Guaraní, como ha percibido

Beate Lehner a través de su frecuente experiencia de vida con los Guaraní20.

La consecuencia de estar en el mundo en un tekoha conlleva la equidad entre

naturaleza y seres humanos y entre los humanos entre sí. Esta equidad, que no es

confusión, desciende y a la vez sustenta el mundo espiritual. Los cantos largos –

mborahéi puku- de los Paĩ en sus fiestas del maíz nuevo y por antonomasia en la fiesta

de la perforación del labio de los adolescentes, expresa esta equidad y esta unión

mediante un camino que une la tierra con el cielo y permite pasar de un cielo a otro

cielo.

Así los animales y plantas, el fuego, ríos y cerros tienen almas o guardianes, al

igual que los seres humanos y para el bienestar de estos, el respeto y la comunicación

con ellos es de vital importancia.

La equidad se traduce en una economía de reciprocidad, el jopói, cuya etimología

sería ‘manos abiertas uno para otro’. La cosmovisión guaraní está asentada en ese

equilibrio de dones, no calculados y enteramente gratuitos que hace que el guaraní reko,

este modo de ser guaraní, sea al mismo tiempo tupã reko, lo propio de la divinidad.

Esta visión integral del mundo, significa que los Guaraní no hacen una diferencia

entre el mundo natural y el mundo espiritual, como hacemos nosotros. Lo ‘real’, lo es,

porque es ‘espiritual’.

El uso del fuego, el fuego mismo, los medios para controlar las plagas -insectos o

animales de mayor porte- que atacan las chacras, sin el canto y la oración no valen nada;

entrar en un espacio desconocido no se hará sin la ayuda de decirlo mediante palabras.

La vida guaraní es un continuo hacerse palabra -ñembo’e-. Esta dimensión ‘mágica’,

este uso continuo del canto y la oración en los pequeños y grandes avatares y fases de la

vida, acompaña toda la vida guaraní y es motivo de admiración para el extraño que se

acerca a ella.

20 LEHNER, Beate, Territorialidad Guaraní; Ensayo sobre la Relación Territorio – Organización Socio-Política de los Ava-Guaraní y Paĩ-Tavyterã. Asunción, Servicios Profesionales Socio-Antropológicos y Jurídicos, 2002; http://guarani.roguata.com/sites/default/files/text/file/uid110/lehnerlosterritorialidad-guarani2002.pdf

En los tiempos modernos no todos los Guaraní tienen una vivencia profunda de

esta unidad entre palabra ‘espiritual’ y realidad cotidiana, pero son raros los que ya no la

conocen. Hace parte todavía de su ser, amenazado ciertamente por otros modelos de

educación y de trabajo.

“El principio de la reciprocidad es el principio básico de la ecología y de la

equidad; por ende, la economía tradicional guaraní es una economía ecológica y

equitativa que contiene tanto la ayuda mutua entre los seres humanos -potirõ (minga)-,

la equidad económica entre hombre y mujer (la mujer productora), como el manejo

sustentable del medio ambiente (agroecología)”, observa Beate Lehner21.

2.3.2. La toma de decisiones entre los guaraní

Del principio de reciprocidad se derivan las formas de gobierno y la toma de decisiones,

así como la forma religiosa de vivirlas, que arrancan de la estructura de la familia.

La primera unidad de toma de decisiones es la familia extensa, grupo de familias

nucleares relacionadas por parentesco. La descendencia de un abuelo y una

abuela -tamói y jarýi- a la manera de un Abuelo Grande Primero y una Abuela Grande

Primera constituye la base primordial de un gobierno paternal y maternal. Ñande ru y

ñande sy, nuestro padre y nuestra madre, tienen la autoridad que proporciona su ejemplo

y providencia generosa. Para padre y madre hay otra denominación que declara también

sus roles. “Pa’i es una palabra de respeto y con ella nombran a sus viejos, hechiceros y

gente grave, corresponde a ha’i [madre]” 22 .Esta referencia al hechicero hay que

interpretarla en el sentido de que cada padre o madre es una persona unida a lo espiritual

y mágico, siendo también por lo común cantor, sacerdote y profeta, por lo menos

potencialmente.

21 Ibid. 22 MONTOYA, A. Ruiz de, Tesoro de la lengua guaraní. Madrid 1639, verbete pa’i.

Dentro del mundo colonial a los sacerdotes católicos se les llamó y se les llama

hasta ahora pa’i, por su carácter de ‘presbítero’ respetado y también por su hechicería

benéfica. Los misioneros fueron llamados “hechiceros de Dios” y al jesuita Montoya se

le tenía por reencarnación de un famoso hechicero de nombre Kuarasytĩ –Sol

resplandeciente-. Casos semejantes se dan todavía hoy.

Pero, si hay 'médicos' que curan por la palabra con sus rezos y cantos, están

también los 'sabidos': mba’ekuaa, que usan sus conocimientos para hacer el mal. Los

Guaraní les temen, muchas veces prefieren no enfrentarlos, pero cuando los descubren

los tratan como homicidas y llegan a ejecutarlos. Son los moã járy -los dueños del

veneno-; los mba’ekuaa -los 'conocedores'-; los paje vai -los 'hechiceros malos'-; los

poroavykya -'los que hacen trabajos (perjudiciales)', de que hablan los diversos grupos

guaraní. Muchos de ellos todavía usan elementos de magia negra y se acompañan

también de 'oraciones para hacer el mal'23.

El núcleo de la toma de decisiones entre los Guaraní, por otra parte, no es la sola

familia nuclear, sino la familia extensa, que antiguamente podía contener 80 ‘fuegos’ o

familias nucleares y estaban incluso en una misma casa grande, presidida por el

‘abuelo’. A este los españoles lo consideraron el cacique, como el que manda. En

realidad, esta asimilación a una función de poder y de mando, que tenía al rey como

cabeza. no correspondía a la toma de decisiones entre los guaraní. Los mismos padres y

madres reciben otros nombres que corresponden por lo común a funciones religiosas

que ejercen de manera señalada. Entre los Paĩ está el tekoa ruvicha -el principal de la

comunidad-, que se distingue por su bondad, su sabiduría, su serenidad y

responsabilidad; su reputación puede ser tal que es invitado por otras comunidades para

ceremoniales más complejos.

En otras parcialidades guaraní la estructura no es muy diferente, aunque son

distintas las denominaciones: opygua -el de la casa ritual-, el karaí –el profeta y sabio-,

el karaija –el que bautiza-, el oporaíva -el cantor ritual-. Las más comunes, sin

embargo, entre todos los guaraní, son ñane ramói, ñande ru, pa’i, cuyo sentido no deja

23 SCHADEN, E., Aspectos fundamentais da cultura guaraní, São Paulo, 3ª ed., 1974:126.

nunca de ser religioso, reproduciendo con este nombre la estructura de la familia divina

formada por Nuestro Abuelo Grande Primero, Nuestro Padre Auténtico. La palabra

mburuvicha que prevaleció en el guaraní paraguayo como jefe, presidente o mandatario,

era y es entre los Guaraní apenas una función circunstancial para llevar a cabo una tarea

–una guerra, la construcción de una casa grande, un representante político frente al

mundo de los ‘otros’-. Hay también los que saben curar gracias a sus conocimientos

especiales de plantas medicinales, casi siempre aplacadas con algún rito mágico, a los

que se ha llamado hechiceros, y entre los hechiceros malignos, perseguidos

generalmente y ajusticiados por la comunidad.

Para la toma de decisiones que afectan a una familia extensa, o a las familias de

una parte del tekoha, está el aty –la asamblea-; convocada a veces a propósito de una

cuestión particular en la que se procura el consenso y la participación del grupo es aty

mirĩ -pequeña asamblea-. En la actualidad, los miembros de una etnia para pronunciarse

como un todo sobre uno o varios asuntos internos o externos reunen un aty guasu –una

grande asamblea-. En los últimos años ha habido aty continentales. En el II Encuentro

Continental, que tuvo lugar en Jaguatĩ (Amambay, Paraguay), del 24 al 26 de marzo de

2011, los Guaraní de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay se proclamaron como

Nación Guaraní. En su conjunto el gobierno guaraní está estructurado en torno a la

acción de parlamentar, y ahora tiene su parla-guaraní continental.

Hay que recalcar que en esta forma de gobierno la autoridad y dirigencia

religiosas tienen un rol explícito y manifiesto.

Por otra parte, cada Guaraní tiene voz y voto en la asamblea. Por su parte las

mujeres ejercen se han constituido en lideresas de forma cada vez más frecuente y

notable.

2.3.3. Una religión de la palabra

Para el Guaraní la palabra lo es todo. Y todo para él es palabra. La economía de

reciprocidad se extiende también a la reciprocidad de palabras en la comunidad y con

Los de Arriba. Dar y recibir palabras inspiradas en continua y gratuita comunicación. La

palabra circula en los cantos y los ritos compartidos y en los mitos escuchados y

reactualizados continuamente en las más diversas circunstancias.

No es fácil sistematizar todo lo que es la palabra para un Guaraní, dadas las varias

subculturas, pero se presentan elementos comunes que se pueden resaltar.

.

Los Guaraní conocen y practican el canto y la danza como expresión de unión con

lo divino y reciprocidad comunitaria. Canto y danza se desarrollan en lugares indicados,

equipados con los instrumentos rituales apropiados, como son las maracas en manos de

los hombres, y las tacuaras (guadua), bastón de ritmo, en las de las mujeres, pero

también con la batea para chicha mascada y fermentada, que será distribuida entre los

invitados y participantes. La realización de las danzas rituales es diferente de una

parcialidad a otra, como se puede consultar en varias etnografías específicas24.

El gran canto largo de los Paĩ -mborahéi puku- , que se es a su vez la expresión

poética y teológica de su cosmovisión.

3. Territorios y pueblos guaraní en el Paraguay actual.

3.1. Dónde están.

3.1.1. Territorio Paĩ

Por los diversos datos históricos que se conocen este pueblo indígena procede de los

Itatín. Estos Guaraní fueron auxiliares de los conquistadores en sus expediciones a

través del Chaco y estaban todavía presentes en la margen izquierda del río Paraguay en

el siglo XVI. Acosados por los Guaycurú-Mbyá chaqueños se retiraron hacia las

serranías del Amambay, lugar de frondosas y ricas florestas con abundancia de pescado

y animales del monte para su sustento y suelos muy apropiados para la agricultura de

maíz y leguminosas, de las que conservan y guardan con celo las semillas nativas

tradicionales.

Los Paĩ Tavyterã, aunque ya habituados anteriormente a trabajos temporales de

changa y peonaje, gracias a la creación de unas 30 “colonias” a partir de 1974 que les

restituyeron parte de sus tierras, entraron en un proceso de afirmación cultural con

buenos resultados. Son los únicos que conservan los rituales de la iniciación masculina,

24 Para una visión de la religión de los tres pueblos, paĩ, avá (chiripá) y mbyá, véase MÜLLER, F., Etnografía de los guaraní del Alto Paraná. Rosario 1989, 134 p. [Trad. de: Beiträge zur Ethnographie der Guarani Indianer im Östlichen Waldgebiet von Paraguay. Anthropos, XXIX e XXX. St. Gabriel, Modling, 1934-1935]. 1989, 134p.; SCHADEN, E. (nota 23); para los Avá, NIMUENDAJU, C.U. (nota 3); CADOGAN, L., Cómo interpretan los Chiripá (Avá Guaraní) la danza ritual, Revista de Antropologia, VII, 1-2:65-99. São Paulo, 1959; CHASE-SARDI, M., El precio de la sangre; estudio de la cultura y el control social entre los Avá Guaraní. Asunción, 1992; para los Mbyá, CADOGAN, L., Ayvu rapyta. Textos míticos de los Mbya-Guaraní del Guairá. São Paulo: Univ. de São Paulo, 1959; para los Paĩ, CADOGAN, L., Aporte a la etnografía de los Guaraní del Amambái, Alto Ypané. Revista de Antropologia, X, 1-2: 65-91. São Paulo, 1962; Ñane Ramói Jusú Papá Ñengareté. Canto ritual de Nuestro Abuelo Grande (el Creador), Suplemento Antropológico de la Revista del Ateneo Paraguayo, III, 1-2:425-450. Asunción, 1968; MELIA, B. y GRÜNBERG, G. y F., Paĩ Tavyterã; etnografía guaraní del Paraguay contemporáneo. Asunción (2ª ed.) 1976.

que comporta la perforación del labio inferior en el cual colocan el tembetá –piedra del

labio–25.

En el III Censo de Población y Viviendas para Pueblos Indígenas de 201226 se

registran 47 comunidades Paĩ- Tavyterã en el Departamento de Amambay, 28 en el de

Concepción, 6 en San Pedro y 3 en Canindeyú, en 3 conjuntos principales agrupados en

tres tekoha guasu, si bien con gran autonomía de los líderes de cada comunidad según el

prestigio religioso y político de sus líderes.

Las variaciones operadas en los tiempos recientes con motivo de la institución de

la “comunidad” como ente jurídico autónomo con Personería Jurídica y Título de

Propiedad sobre un territorio comunitario, según la Ley 904/81, aunque supuso una

transformación del tekoha tradicional, les permitió a los Paĩ, como anotaba Beate

Lehner en 200827, “mantener, dentro del espacio jurídico y geográfico de la comunidad,

el sistema social, legal, religioso, político y económico propio, sin que tengan que temer

25 MELIÀ, B, GRÜNBERG, G y F, Los Paĩ-Tavyterã…. Asunción, 2008. Esta monografía recoge los aspectos fundamentales de la cultura paĩ en la actualidad y su trasfondo tradicional.

26 Resultados preliminares 2012, Fernando de la Mora, Paraguay, 2013 27 LEHNER, B. en: Melià, B. 2008: 91-92.

la interferencia de las autoridades nacionales o de personas indígenas o no-indígenas

que no pertenecen a la comunidad”.

“El derecho de autogobierno de la comunidad, el derecho de gobernarse según sus

tradiciones, es legalmente y -gracias a la firmeza de los Paĩ- de facto, reconocido por la

sociedad nacional. […] Así, la organización socio-política del tekoha paĩ, la unión de

varios grupos locales bajo el liderazgo de un tekoha ruvicha (líder religioso) y un

mburuvicha (líder político) que gobierna con el consenso del Aty Guasu (asamblea

general), se mantiene vigente en la comunidad paĩ”.

A pesar de estos aspectos positivos en la búsqueda de una ecuación con el derecho

civil paraguayo, hay que decir que con este, como con los demás pueblos indígenas en

el Paraguay, la legislación y política real no ha tenido en cuenta los principios de la

misma Constitución Nacional de 1992, no respetando el derecho consuetudinario de

esos pueblos, siempre relegándolo a un plano secundario y de subordinación, en parte

por ignorancia del Poder Judicial, pero también por intereses espurios y corrupción en la

aplicación de la ley, cuando se trata de tierras indígenas.

Respecto al territorio tradicional, unidad de hábitat y de cultura, delimitado sin

“líneas” o “cortes” artificiales, por accidentes geográficos (ríos, cerros, etc.) y por el

territorio de otro tekoha, la asignación contemporánea nunca consiguió atenerse a los

derechos de posesión inmemorial. La comunidad ocupa hoy un espacio muy limitado, si

bien los Paĩ no renuncian a sus derechos territoriales ancestrales. Divisiones y

subdivisiones de comunidades y en sentido inverso la cohabitación de miembros de

varias comunidades en una sola, son aspectos que ponen a prueba la capacidad de

adaptación de los Paĩ. Por esta razón, existen hoy varias comunidades con una

población que proviene de dos o más tekoha tradicionales, como ha sido remarcado con

justeza por la misma investigadora de larga convivencia con los Paĩ.

Para visualizar el proceso de los Paĩ en el Paraguay puede ser útil la observación

de su territorio en 1974, cuando se estaban identificando las áreas susceptibles de ser

devueltas a sus legítimos dueños, en un tiempo en que la situación agraria permitía

todavía con cierta facilidad este tipo de operaciones, en ese entonces los Paĩ eran

demográficamente mayoritarios en las localidades.

Comunidades de la misma etnia, que se identifican como kaiowá, están en su

hábitat tradicional de Mato Grosso Sul, rodeados de campos de soja.

3.1.2. Territorio Avá-Guaraní

Los Avá-Guaraní de la región yerbatera de Mbaracayú son conocidos en la

documentación histórica desde las primeras entradas de los españoles que en su afán de

servirse de los indios que les fueron encomendados fundaron en esa región llamada

Guairá -nombre de un cacique- las ciudades Ciudad Real (1557) y Villarrica (1570). En

la época de los primeros contactos con la colonia se dice que los Guaraní del Guairá

eran 200.000, y hay fundamento para suponer que pudieron haber sido 800.000

habitantes.

A la misma región entraron los jesuitas, primero como misioneros itinerantes,

para establecer desde 1610 una serie de ‘Reducciones’, las primeras fueron las de

Loreto y San Ignacio, donde los Guaraní dispersos por las selvas eran congregados en

poblaciones grandes, base para una vida cristiana. Hacia 1631, cuando las trece

Reducciones, atacadas repetidamente por los ‘bandeirantes’ –abanderados- del Brasil

tuvieron que transmigrar río Paraná abajo, aquel territorio quedó supuestamente

deshabitado. Sin embargo, no lo habrá sido del todo, pues se les conocerá bajo el

nombre genérico de monteses o kaynguã en el siglo XIX y reaparecerán con el nombre

de Chiripá, cuando se reactiva la producción de la yerba mate –‘oro verde’- a fines del

siglo XIX a través de la empresa La Industrial Paraguaya de capital argentino-inglés, el

que hacia 1915 había acumulado una extensión de 2.647.727 de hectáreas, lo que

significaba la usurpación permitida por el gobierno de los territorios de los Chiripá,

incluyendo gran parte del de los Paĩ y de los Mbyá28. Los Chiripá acabarán siendo

extranjeros en su propia tierra.

La descripción científica de esta etnia fue elaborada por Curt Nimuendaju Unkel

que estuvo entre ellos en 1904, que fue recibido y bautizado como miembro de una

comunidad y recoge los nombres de otras parcialidades de la misma etnia en el Brasil.

El grupo que lo acogió a él fue el Apapokuva, admirablemente descrito desde la

perspectiva religiosa manifiesta en sus danzas, cantos y mitos29, y donde todavía siguen

presentes desde las inmediaciones del río Paraná hasta las costas atlánticas, aunque no

siempre en sus tekoha antiguos.

El nombre de Chiripá, con que fueron conocidos en Paraguay estos Guaraní de

hecho han aceptado sin mayor problema, es sustituido en la actualidad por su

autodenominación que es Avá Guaraní –Avá Katú, Avá Katú Eté- que significa con

mayor o menor énfasis, ‘persona guaraní, auténtica, verdaderamente auténtica’-. Entre

ellos se conocen otras autodenominaciones que recogen algún aspecto característico de

su identidad o localización, como aparece en el mapa: Ava Katu Ete –los auténticos-,

Ka’a Rugua –los del Rincón del Monte-; Kanindejugua –los de Kanindejú, región de

28 KLEINPENNING, J.M.G., Rural Paraguay 1870-1963. A geography of progress, plunder and poverty, vol. I. Madrid: Ibero-americana/Vervuert, 2009: 629, f. 11.2.

29 NIMUENDAJU, C.U. As lendas da criação e destruição do mundo como fundamentos da religião dos Apapocúva-Guarani. São Pulo, 1987 (1ª ed. en alemán en 1914).

guacamayos kaninde aúreos - y Paranagua –los de la costa del Paraná-. En las zonas

aledañas del Brasil se extienden numerosas aldeas y tierras indígenas, del mismo

pueblo, conocidas como Ñandeva, o simplemente Guaraní. La misma etnia se encuentra

también en el litoral atlántico paulista.

León Cadogan visitó a los Chiripá modernos desde 1952, y los conceptúa como

los Guaraní más aculturados de tal manera que apenas se distinguirían de un campesino

paraguayo. Pero es él mismo quien describe emocionado la riqueza, amplitud y

profundidad de la religión y lengua de ese pueblo guaraní manifestada, aún ahora, en

sus danzas y cantos rituales30. También para estos Guaraní la palabra lo es todo, fuente

y expresión de su identidad, y resienten que su dialecto propio esté siendo dejado de

lado por la generación más joven.

Los Avá–Guaraní de los Departamentos Canindeyú, Alto Paraná y San Pedro

serían el pueblo que manifiesta mayor contacto con la sociedad nacional por una larga

tradición de trabajo temporal –changa- en los yerbales y estancias de su zona. La

realización de la gran represa binacional hidroeléctrica de Itaipú en 1973 fue causante

de la pérdida de 36 aldeas, sólo en Paraguay, que quedaron sumergidas en el lago ahí

formado y que hasta ahora no han recibido la prometida reubicación.

30 CADOGAN, L. Como interpretan los Chiripá (Avá Guaraní) la danza ritual. [Asunción: Ed. del autor, 1959). 40p. Una investigación más moderna, que recoge los datos de Cadogan, aportando nuevos datos, es la de CHASE-SARDI, M, El precio de la sangre. Asunción 1992. 368p.

En el Censo de 2012 fueron registradas 19 comunidades avá en el Departamento

de San Pedro, 7 en Caaguazú, 31 en Alto Paraná, y 116 en Canindeyú, 3 en el Central y

2 en Asunción capital. Las 36 comunidades desaparecidas bajo las aguas de la represa

de Itaipú tuvieron que encontrar por su propia cuenta donde poner el pie, o asimilarse a

otras comunidades donde el proceso de asimilación psicosocial ha sido difícil.

Los Avá-Guaraní del Paraná quedaron de hecho invisibles e indefensos, pero

tienen cada día más conciencia de que fueron despojados compulsivamente por la Itaipú

Binacional, que no honró sus compromisos asumidos ni cumplió el Convenio 107, Ley

63/68 y no atendió las recomendaciones de los informes interinstitucionales e

interdisciplinarios de los años 1975, 1976 y 1977. Reivindican sus derechos,

reconocidos incluso por leyes y contratos. “Nuestro Padre Grande –Ñande Ru Vusu–

nos entregó el río para que lo cuidemos”. Y recuerdan: “Fuimos despojados

compulsivamente por la Itaipú Binacional; 534 familias fueron expulsadas de su

territorio”. La prometida y obligada devolución de esas tierras está empantanada en un

proceso interminable y agotador hasta hoy. Por otra parte, hay conflictos serios con

campesinos paraguayos que intentan ocupar las tierras indígenas que están menos

protegidas y defendidas que los grandes latifundios y áreas de ocupación brasileña.

Efectivamente, la presencia de los brasiguayos –colonos de origen brasileño de

diverso origen y estatus socio-económico, entre los que dominan los descendientes de

alemanes- se han establecido en su territorio. La zona de los Avá-Guaraní, por ser de

extraordinaria calidad de suelo y donde había las más preciadas selvas, se ha visto

codiciado y acosado insistentemente. Las tierras todavía de dominio indígena son

alquiladas con efectos de aumento de pobreza y desintegración socio-política de las

comunidades. La economía tradicional y el modo de vida se encuentran ante un gran

desafío al que responden con diversas estrategias, siendo la organización de las

comunidades y de sus líderes la más esperanzadora.

Entre los Avá fue desarrollado un programa de educación escolar que permitía ir

más allá de la del ciclo primario y aún acceder al bachillerato y profesionalización. Este

derecho, sin embargo, ha derivado hacia la promoción de un estatus privilegiado

individual, sobre todo como docentes y agentes de salud, funcionarios del Estado, que

no ha llevado a una profundización de su identidad. Entre ellos es preocupante el

abandono de su lengua propia, sustituida poco a poco por el guaraní paraguayo.

3.1.3. Territorio Mbyá

Los hoy llamados Mbyá –la ‘gente’, en guaraní- tuvieron contactos con los misioneros

jesuitas en la década de 1740 durante varias expediciones llevadas a cabo por las selvas

del Tarumá y Mba’e Verá en las inmediaciones de los ríos Acaray y Monday. La

etnografía que de ellos traza Martín Dobrizhoffer 31 coincide, siendo descripciones

elaboradas en el siglo XX, con las realizadas en tiempos anteriores. Aparece un grupo

de tres personas completamente aisladas, sin contacto con otros indios. El misionero y

sus acompañantes guaraní se quedan maravillados de su sorprendente fonética; kuarasy,

jasy y che rasy eran pronunciados: kuaratschy, jatschy, che ratschy –sol, luna, estoy

enfermo-, un rasgo que se mantiene como distintivo hasta hoy, así como la ausencia casi

total del fonema h aspirado.

La intentada misión jesuítica, que quería reunirlos en San Estanislao y San

Joaquín, tuvo poco éxito, si bien paradójicamente son los Guaraní-Mbyá quienes han

creado y mantienen con fuerza el mito del Ketschuita, así como el uso del rave -rabel- y

mba’e pu -guitarra-, instrumentos musicales de origen colonial, que ahora son típicos y

esenciales en sus ceremonias rituales más exclusivas y propias.

Los misioneros de la Congregación del Verbo Divino en la década de 1910

iniciaron la misión de Pa’ihá en las márgenes del Monday con los Mbyá y otra en

Caruperá con los Paĩ y Avá (Chripá), en 1920, siendo ambas disueltas en 1924. Fue

gracias a las indagaciones del padre Franz Müller32, notable etnógrafo, que se supo que

los kaỹngua –los monteses– eran en realidad cuatro parcialidades guaraní diferentes: los

Paĩ, los Mbyá y los Chiripá (hoy autodenominados Avá-Guaraní) y los Aché, por

entonces llamados todavía Guayakí.

Un poco más tarde, León Cadogan, desde 1921 inició una relación de amistad y

compromiso que perduró hasta su muerte en 1973, y tuvo como resultado varias obras

31 DOBRIZHOFFER, M., Historia de los Abipones, t. I, Resistencia, 1967: 151-191. 32 MÜLLER, F. (nota 24): 197-209.

clásicas como Ayvu Rapyta, textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá (1959) e

Ywyra Ñe’ẽry; fluye del árbol la palabra (1971), donde por primera vez tenemos un

registro auténtico y respetuoso de la palabra mítica y ritual de los Mbyá –en cierto modo

‘idioma secreto’-, así como de la lengua de uso común33.

33 CADOGAN, L., Diccionario Mbyá-Guaraní – Castellano. Asunción, 1992.

Como se ve en el mapa, hay dos grupos diferenciados. Los del norte, Kaynguã,

casi desconocidos incluso por los etnógrafos, y los del sur, Mbya, cuya sabiduría en sus

palabras auténticas fue divulgada en la compilación y comentarios de Cadogan. Los

Mbyá mantienen una cultura muy conservadora, con intensos y fascinantes rituales, por

otra parte muy reservados frente a los jurua -los pelos en la boca, los bigotudos- como

caracterizan a los no indios, aunque sean lampiños. En el Departamento de Concepción,

donde el censo de 1992 no se detectó más que 3 pequeñas comunidades, se relevaron 8

en 2012. Una observación que es válida para los Mbyá en general, se refiere a la

sistemática y fuerte oposición que mostraban sus líderes a ser contados, y la dificultad

del censista para acceder a sus ‘refugios’. En el Departamento de San Pedro son 13 las

comunidades; 13 también en el de Guairá; 55 en Caaguazú; 26 en Caazapá y 38 en

Itapúa. En estos últimos cuatro últimos departamentos la casi totalidad de la población

indígena pertenece al pueblo mbyá, que domina también en el Alto Paraná desde el río

Monday hasta el sur, con sus 21 comunidades. En Canideyú, 19, de ellas 9 agrupadas en

una determinada zona y otras salpicadas entre los Avá. Hay un núcleo mbyá en

Asunción y 4 asentamientos en el Departamento Central. Luego, hay una creciente

presencia de los Mbyá en la capital Asunción y en otros centros urbanos como Ciudad

del Este.

Los del norte hasta el presente se ven menos acosados por la presión sojera; los

del sur viven en continuo sobresalto debido a sus fertilísimas tierras, en las cuales a la

deforestación ha seguido el “desierto” de la agricultura mecanizada a gran escala. Las

áreas que les han asignado no pueden satisfacer las exigencias mínimas de un tekoha, y

esa deficiencia se traduce en desorganización social y religiosa.

La fragmentación en comunidades que rebasan apenas el grupo de una familia

extensa por lo que se sabe es una característica del modo de ser mbyá, que aseguraba

una gran autonomía y una notable profusión de líderes carismáticos, que sustentaban la

riqueza y variedad de sus cantos y oraciones rituales; de ellos se ha dicho con toda

verdad que son los poetas y profetas de la selva, dando muestras de una sabiduría que

solo puede venir de Los de Arriba.

Relativamente dispersos, en ese amplio espacio de un tekoha sin solución de

continuidad, por el que caminaban visitando las trampas o descubriendo una colmena y

aprovechando los cogollos de las palmeras repletas de sustanciosas larvas, encontraban

lo necesario para un moderado consumo y un buen vivir. En esos territorios particulares

se desarrollaba una convivencia y una organización social muy libre, donde la autoridad

era el padre, a la vez médico y líder religioso. Los Mbyá no son una sociedad contra el

Estado34, como se ha dicho, pero sí una sociedad libre del Estado y sus imposiciones,

que sin embargo han tenido que tener en cuenta cuando se han visto envueltos en un

mundo de leyes de aplicación arbitraria y corrupta. En la medida en que han podido

mantener un micro tekoha, aunque no sea más que una migaja de su antiguo dominio,

están viviendo su teko.

En muchas aldeas mbyá se encuentran hoy apenas el abuelo tamõi y/o abuela jarýi

que sustentan la autoridad social y moral de la familia extensa.

La neocolonización que se perpetúa en la región no ha conseguido desestructurar

la identidad cultural mbyá, pero la hace cada día más difícil. Ciertamente no todo está

perdido. Los mapas de localización puntualizados en los críticos años de dictadura en

1977 por Jorge Grünberg y Cristóbal Ortiz35 del Proyecto Paĩ-Tavyterã y del Guaraní,

todavía permitían identificar los territorios tradicionales, “las tierras en donde vivían

mis abuelos”, poco antes de los 60 o 70 del pasado siglo36. El proceso de mudanzas en

los Mbyá -que Moisés S. Bertoni califica como los indios más herméticos de América

del Sur- ha seguido el camino y el ritmo del acoso, invasión, usurpación y desamparo

legal a los que se han visto arrojados.

La consecuencia manifiesta de esta cadena de factores ha sido el desplazamiento

hacia lugares impropios y la atomización de sus comunidades.

Los Mbyá son el pueblo guaraní más numeroso en el Paraguay y el más disperso,

con un espectro de presencia que va desde el norte hasta el sur del país. Migraron hacia

la provincia argentina de Misiones y desde por lo menos 1932 se los encuentra en

Brasil, especialmente en la costa atlántica de los cinco estados sureños.

34 CLASTRES, P., La société contre l’État. Paris: Les Editions de Minuit, 1974. 35 GRÜNBERG, G. y ORTIZ, C, Población y tierras indígenas en la Región Oriental de la República del Paraguay.

Asunción: Misión de Amistad y AIP, 1977. 36 LEHNER, B., 2011.

Los Guaraníes tienen presencia actualmente en casi todos los departamentos

políticos de la República, excepto en los de Paraguarí, Ñeembucú y Misiones, si bien

estaban en los dos últimos hasta que fueron removidos al instalarse en sus áreas de sus

viviendas las obras de la represa hidroeléctrica de Yacyretã.

Hasta principios del siglo XXI eran raras las familias que se trasladaban a vivir en

las ciudades. Pero el fenómeno fue aumentando en la medida que sus selvas fueron

deforestadas –incluso con su participación, a cambio de miserables aportes en especie o

dinero-, su sistema de gobierno se resquebrajó y prevaleció la fragmentación de

intereses particulares y se diluyó la práctica ritual por falta de dirigentes capacitados y

confiables; así vemos cada vez más a indígenas en las ciudades más importantes,

mendigos pidiendo limosna y acampados en espacios reducidísimos e insalubres. Esta

situación tan vergonzosa motiva en la sociedad nacional sentimientos de conmiseración,

pero mucho más de vergüenza y malestar cuando se toma conciencia de que esta

situación es el resultado de la injusticia y de la discriminación histórica y política contra

poblaciones originarias, como la Guaraní, que continúa siendo un referente de orgullo

nacional en el imaginario abstracto.

3.1.4. Territorio Aché

Los Aché -las Personas- son un pueblo que por ser libres en el monte estuvieron en el

siglo XX en estado de fugitivos, perseguidos y acosados continuamente. Se admite que

son los más arcaicos de la región oriental, no de familia tupi-guaraní, sino guaranizados.

Los Mbyá los conceptúan míticamente como siendo parte de ellos, pero rechazados ya

en tiempos remotos por haberse presentado desnudos en la danza ritual.

Las razzias contra ellos llevadas a cabo por los motivos más fútiles -porque se

habían hurtado unas mazorcas de maíz o una sandía, porque andaban desnudos, porque

al no estar bautizados serían animales- solían saldarse con muchas muertes y

apropiación de criaturas, niños y niñas de corta edad, que eran vendidas en la plaza de

pequeños pueblos rurales o adjudicadas a familias adoptivas que el final las retenían

como servidores domésticos. Los sobrevivientes cuentan horrores de esa etapa.

El escándalo se hizo manifiesto y fue denunciado ya desde 1959 por el señor León

Cadogan. Pero la persecución continuaba y no terminó hasta que en 1972 los últimos

Aché salieron del monte y se entregaron vencidos y ‘muertos’ a sus captores. Esta su

agonía la expresaban en sus tristes y conmovedoras endechas. En ese proceso de

‘civilización’ habían perdido sus tierras, fueron obligados a mudar su dieta alimenticia,

fueron hacinados en asentamientos insalubres, donde las enfermedades se propagaron

por contagio y los diezmaron en mayor número que en las razzias, hechos que el

gobierno dictatorial de la época procuró ocultar y silenciar.

Los niños que quedaron entre familias paraguayas, perdieron su lengua y tuvieron

dificultad para reintegrarse en sus grupos de origen.

Los Aché están ahora agrupados según sus parcialidades: Aché Gatú, Aché Iroiã,

Aché Wá y Aché Purã. Están en la actualidad en seis comunidades: Chupa Pou, Arroyo

Bandera y Kuẽtuvy, en el departamento de Canindeyú; Puerto Barra, en Alto Paraná;

Ypetymí, en Caazapá, y Cerro Morotĩ, en Caaguazú.

3.1.5. Territorio guaraní occidental

La parcialidad de los Guaraní Occidentales en Paraguay tiene su origen en la guerra del

Chaco con Bolivia (1932-1935). Los Guaraní del Isoso confraternizaron con el ejército

paraguayo hasta tal punto que uno de sus líderes, Casiano Barrientos, fue declarado

traidor por los bolivianos y fue asesinado, cuando volvió a su tierra. Un grupo de

Guaraní e Isoseños, todos de lengua guaraní, un millar, decidieron quedarse en el ahora

Chaco paraguayo, confiados en la promesa por parte de los militares de que recibirían

títulos de propiedad de sus tierras y una vaca lechera. Estos Guaraní pidieron que se

establecieran misiones católicas al estilo de Machareti, de donde muchos procedían, y

de hecho fueron confiados a los padres Oblatos de María Inmaculada, que ya trabajaban

con los Nivaclé. Así fueron creadas la misión de Guachalla (1941) y Santa Teresita

(1942).

Estos Guaraní Occidentales en el Paraguay habían sido llamados Guarayo –que no

se deben confundir con los actuales Guarayo de Bolivia-, mientras que hay otro grupo,

originalmente conocidos como Guasurangüe en Bolivia, y en Paraguay como Tapieté o

Ñanayguá, que ahora optan por la denominación Ñandeva –no confundir tampoco con

los Ñandeva del Brasil, que son Avá Guaraní-.

“El ser católicos constituye un distintivo esencial de su identidad para los Guaraní

Occidentales…, que condujo a una incorporación total del culto de la religión cristiana a

la cultura y sociedad de los Guaraní” 37 . Desde un punto de vista más crítico, sin

embargo, se puede notar un fuerte sincretismo; la hechicería maligna está lejos de haber

desaparecido y la fiesta del “caranaval” que atrae buena cantidad de visitantes externos

para la ocasión, se atiene enteramente a la estructura y creencias ancestrales, en las que

las máscaras de los “abuelos” reviven los espíritus de los muertos. “Tuvimos la

impresión, dirán Georg y Friedl Grünberg, que este sincretismo relativamente armónico

entre creencia guaraní y religión católica permaneció imperturbable porque los

misioneros desconocen completamente el campo de las creencias espirituales

guaraní”38. El rechazo de la lengua guaraní por parte de los misioneros tanto en la

predicación como en la liturgia ha sido una constante, aunque en los últimos años ha

habido cambios significativos. Dos Guaraní Ocidentales son ahora sacerdotes católicos.

37 GRÜNBERG, G. y F, Los Chiriguanos -Guaraní Occidentales- del Chaco central paraguayo. Asunción: CEADUC, 1975: 32.

38 Ibid.

Los Guaraní Occidentales son quienes presentan el mayor grado de educación

formal en toda la República y no son raros entre ellos los profesionales, docentes,

agentes de salud, mecánicos, músicos en el ejército, servidores especializados.

Todos esos Guaraní están localizados en el Departamento chaqueño de Boquerón;

los Guaraní Occidentales lo están en 22 comunidades y los Ñandeva, menos numerosos,

en otras 19, según el Censo de 2012.

Los Guaraní Occidentales tienen la ventaja sobre los otros Guaraní de la Región

Oriental, quienes se encuentran continuamente hostigados y vejados, acorralados aún en

las pequeñas áreas que fueron compradas de sus usurpadores, que se encuentran

bastante tranquilos es sus posesiones. La amenaza proviene más bien de los intentos

permanentes de asimilación que conlleva la pérdida de su identidad.

3.2. Aspectos generales sobre su localización

El número de aldeas y comunidades guaraníes y su aglomeración en determinados

lugares de la región oriental es notable. El Censo de 2012 permite ver la densidad

poblacional en ciertos departamentos, que a su vez son aquellos en los que se

concentran las mayores áreas sustraídas actualmente para la agricultura mecanizada que

desaloja a la población tradicional del lugar, indígenas y campesinos.

Desde que llegaron a esta región hoy llamada Paraguay, que en el curso de su

historia ha visto diversas desmembraciones, por decisiones políticas durante la colonia o

por pérdida de soberanía a consecuencia de guerra de la Triple Alianza (1865-1870)

estos pueblos Guaraní fijaron su hábitat y morada tradicional en el monte y selva

subtropical, donde se mantuvieron con pocos cambios respecto a los lugares

tradicionales. En realidad, sólo a partir de los años 60 del siglo XX se produjeron

transformaciones profundas, que alteraron selva, tierra y cursos de agua, y de manera

sustancial a partir de 1973, con la firma del Tratado de Itaipú (1973) y la entrada de

‘brasiguayos’ y empresarios del agronegocio –producción de soja y ganadería-. Los

pueblos guaraní de esta región están todavía, sin embargo, en ambientes selváticos más

o menos preservados, en casas y ranchos dispersos en espacios de tierra de extensión

muy variable, siempre menor que la necesaria para poder vivir dignamente, conservar y

reproducir su modo de ser, su lengua, su cultura y religión.

En cuanto a tenencia de tierras se puede distinguir tres situaciones y tres tipos de

comunidades diferenciadas: con tierra propia, con tierra sin título, sin tierra propia. Por

supuesto esta situación proviene de un nuevo orden jurídico que comienza en 1981 con

la Ley nº 904: Estatuto de las Comunidades Indígenas, al exigir de hecho la personería

jurídica de las comunidades indígenas para poder tener título de tierras. Lo complejo del

mecanismo y el hecho de que la mayoría de las tierras indígenas tuvieron que ser

compradas para ser restituidas a los indígenas, ha mostrado la gran dependencia que

tienen los pueblos indígenas del Estado paraguayo que les es de hecho contrario. Esto es

válido tanto para los guaraníes de la región oriental, como para los del Chaco.

Los Guaraníes marcan presencia actualmente en casi todos los Departamentos

políticos de la República, excepto en los de Paraguarí, Ñeembucú y Misiones, si bien

estaban en los dos últimos hasta que fueron removidos al instalarse en sus áreas las

obras de la represa hidroeléctrica de Yacyretã.

Hasta principios del siglo XXI eran raras las familias que se trasladaban a vivir en

las ciudades. Pero el fenómeno fue aumentando en la medida que sus selvas fueron

deforestadas –incluso con su participación a cambio de miserables aportes en especie o

dinero-, su sistema de gobierno se resquebrajó y prevaleció la fragmentación de

intereses particulares y se diluyó la práctica ritual por falta de dirigentes capacitados y

confiables; así vemos cada vez más a indígenas en las ciudades más importantes,

mendigos pidiendo limosna y acampados en espacios reducidísimos e insalubres. Esta

situación tan vergonzosa motiva en la sociedad nacional sentimientos de conmiseración,

pero mucho más de vergüenza y malestar cuando se toma conciencia de que esta

situación es el resultado de la injusticia y de la discriminación histórica y política contra

poblaciones originarias, como la Guaraní, que continúa siendo un referente de orgullo

nacional en el imaginario abstracto.

Uno de los desalojos más arbitrarios acaba de tener lugar en el Departamento de

Canindeyú, donde la aldea avá-guaraní, Y’apo, en la mañana del 20 de mayo de 2014,

fue sorprendida por policías, agentes fiscales y “peones” de la estancia La Laguna S.A.,

quienes quemaron viviendas y destruyeron lugares sagrados de los Ava Guaraní. La

comunidad cuenta con 170 miembros que ocupan este su territorio donde, según

estudios históricos y antropológicos ya estaban asentados desde por lo menos desde año

1900. Los intervinientes acompañados por los abogados de la firma La Laguna S.A

realizaron la destrucción y quema de más de 100 viviendas. Pero los Guaraní resisten y

han ocupado de nuevo sus espacios en el mismo lugar (26 de mayo). Este tipo de

acciones y las amenazas continuas, son habituales, mientras la justicia deja impunes a

los agresores.

3.3. ¿Cuántos son?; datos demográficos relevantes:

El Censo Nacional Indígena de Población y Viviendas 2012 permite acceder a un

cuadro cuantitativo y geográfico bastante confiable sobre población guaraní en el

Paraguay.

Fuente. Resultados preliminares. III Censo Nacional de Población y Viviendas para Pueblos Indígenas. DGEEC. 2012.

Comparado con los datos de apenas 10 años atrás, el aumento es considerable:

Aché 1.242

Avá 13.872

Mbyá 14.624

Paĩ-Tavyterã 13.391

Guaraní Occidentales 2.359

Guaraní Ñandeva 2.021

Total 47.518

4. Lengua y dialectos de los Guaraní

4.1. Unidad y variedad

No hay una sola lengua guaraní, sino muchas variedades, que podemos llamar dialectos

del guaraní.

Estas variedades dialectales son probablemente anteriores a la llegada de los

diversos grupos al Paraguay. Las variedades de lengua guaraní hacen parte de la

conciencia de los mismos Guaraníes, que se conocen y distinguen por el modo de

hablar. La práctica del ‘guaraní paraguayo’ –de hecho otro dialecto formado a lo largo

del proceso colonial- por muchos indígenas ha ocasionado que los paraguayos piensen

que los indígenas hablan el mismo guaraní.

La familia lingüística tupí guaraní, del tronco tupí, está formada por unas 26

lenguas. En esa familia está la lengua guaraní que presenta 7 variedades en el Paraguay.

Pueblo TOTAL PAÍS Asunción Concepción

San Pedro Guairá Caaguazú Caazapá Itapúa

Alto Paraná

Asunción y Central Amambay Canindeyú

Presidente Hayes Boquerón

Alto Paraguay

112.848 461 3.998 3.572 1.221 9.425 3.547 2.370 7.042 2.458 11.852 13.484 25.789 23.950 4.140

GUARANI 60.930 339 3.518 3.355 1.221 9.425 3.547 2.338 6.875 710 11.852 13.484 0 4.605 0

Guaraní Occidental 2.379 0 0 167 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2.212 0Aché 1.942 0 0 0 0 269 450 0 172 0 0 1.051 0 0 0Ava Guaraní 17.697 253 142 1.524 0 946 0 0 5.061 379 197 9.448 0 0 0Mbya 21.422 86 1.507 1.273 1.221 8.210 3.097 2.338 1.642 331 0 1.803 0 0 0Paĩ Tavyterã 15.097 0 1.869 391 0 0 0 0 0 0 11.655 1.182 0 0 0Guaraní Ñandéva 2.393 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2.393 0

TOTAL

De las seis etnias que hablan lenguas de la familia guaraní, cuatro se sitúan en la

región oriental del Paraguay, y dos en el centro y extremo noroeste del Chaco, hacia la

frontera con Bolivia, de donde transmigraron en fecha no tan lejana (1935). Los

hablantes de los territorios de la región oriental que lindan con el Brasil, se han visto

afectados en grado diverso por los contactos con sus respectivas sociedades envolventes

de lengua portuguesa en el Brasil y castellana en el Paraguay. Los Guaraní en las zonas

tradicionalmente poco pobladas por los paraguayos, mantuvieron mejor sus usos

dialectales. Sin embargo, en años recientes -se puede decir que desde el Tratado de

Itaipú, en 1973- una deforestación radical y el aumento de la presión demográfica de la

población advenediza de lengua portuguesa han impuesto una transformación profunda

del suelo, dedicado ahora a cultivos de soja y a pastos, ha provocado cambios en todos

los órdenes, incluso en el lingüístico. La deforestación ha sido también lingüística.

Curiosamente es más fácil encontrar en el Paraguay a muchos Guaraní que hablen más

portugués que castellano. La televisión transfronteriza facilita el fenómeno, así como

también la enseñanza escolar que los Guaraní de la frontera van a buscar en el Brasil.

De hecho, la comunicación con la sociedad paraguaya se hace todavía en ‘guaraní

paraguayo’.

No es extraño que, tanto por razones de larga historia como por motivos de nueva

colonización, las etnias guaraní de la región oriental presenten llamativas coincidencias,

pero también diferencias reveladoras.

Entre las etnias guaraníes tenemos situaciones tan extremas como los Avá

Guaraní y los Paĩ que han sufrido la presión y la invasión colonial desde el siglo

XVI -aunque la mayoría de las comunidades se apartaron de su influencia retirándose al

monte- hasta los Mbyá y los Aché, de contactos estables recientes.

Los Mbyá sólo han entrado en el mundo colonial a mediados del siglo XX,

mientras que los Aché, llamados antes Guayakí, de los que se tenía noticia desde el

siglo XVII, fueron dramáticamente empujados a la ‘civilización’ y al mundo paraguayo

mediante un proceso marcado por persecuciones, cacerías y genocidio, que duró desde

1963 hasta 1978 en que “se entregaron”, lo que equivalía a darse por muertos. Sus

comunidades están reviviendo hoy y reproduciendo sus pautas tradicionales, en la

medida que pueden después de tanta destrucción a la que se vieron sometidos.

4.2. Dialectos y bilingüismo:

Hay que señalar que la recolección de datos y la investigación cuando se trata de

determinar si un individuo habla, además del guaraní propio de su gente, el guaraní

paraguayo no es nada fácil.

De todos modos, consideremos los resultados del Censo de 2002. Los datos de

2012 no han sido procesados hasta hoy.

total L.P. % Guaraní % Castell. % Portug. % Otra

Aché 1.190 911 76,55% 739 62,10% 339 28,48% 78 6,55% 3 Ch

Avá-Gua 13.430 6.308 46,96% 9.061 67,46% 2.842 21,16% 1.910 14,22% 122 Mb

Mbyá 14.324 10.016 69.92% 7.915 55,25% 1.329 9,28% 199 1,38% 247Ch

Paĩ 13.132 6.364 48.46% 9.289 70,73% 482 3,67% 592 4,50% 43Mb

Gua.Occ. 2.155 574 26.63% 1.724 80,00% 1.396 64,77% 4 0,18% 38Ni

Ñandeva 1.984 1.550 78.12% 1.419 71,52% 715 36,03% 2 0,10% 49GO

L.P. =Lengua propia; Ch = Avá-Guaraní o Chiripá; Ni = Nivaclé; Mb = Mbyá; Gua O = Guaraní Occidental

El bilingüismo aché-guaraní es más relevante en los grupos de edad menores de

44 años. Personas que fueron capturadas, siendo niños o adolescentes, e incluso adultos,

han tenido menos interés y posibilidades de usar su propia lengua. Su dominio del

castellano es bastante elevado para el grupo más joven. De las 78 personas que hablan

portugués 69 se encuentran entre los 5 y 34 años de edad.

Los Avá-Guaraní, antes más conocidos como Chiripá, estarían mostrando una

peligrosa inflexión hacia el abandono de su lengua particular, para adoptar la cultura

lingüística paraguaya a través del uso cada vez más general del guaraní paraguayo y la

castellanización. Los bilingües avá-guaraní -67,46%- superan con mucho los hablantes

de la propia lengua -46,96%-, mientras las bilingües o trilingües que incluyen al

castellano alcanzan el 21,16%. Por razón de estar en la frontera con Brasil y que

muchos de ellos van de visita o incluso pasan largas temporadas en el vecino país que

en realidad es su territorio indígena tradicional, el índice de hablantes de portugués

alcanza el 14,22%, lo cual hace suponer un alto porcentaje de cuatrilingües entre ellos,

que hablan guaraní propio, guaraní paraguayo, castellano y portugués.

El comportamiento lingüístico de los Mbyá es sensiblemente diferente. Hay un

porcentaje menor que los Aché que mantienen su lengua -69,92%-, pero un índice

también mucho menor de bilingüismo mbyá-guaraní paraguayo -55,25%- y es bastante

reducido el conocimiento de castellano -9,28%-.

Los Paĩ-Tavyterã, simplemente conocidos antes con Avá o Te’ýi, se encuentran

mayoritariamente concentrados en el departamento del Amambay, mientras una

importante parte de este pueblo, conocido como Kaiowá, está viviendo en el Mato

Grosso do Sul del Brasil, y ya presenta diferencias notables en la cultura y en la lengua.

Hay sólo un 48,46% de usuarios de la lengua propia, mientras un 70,73% habría

adoptado el guaraní paraguayo. En cuanto al conocimiento de castellano -3,67%- sería

inferior al de portugués -4,50%-. En los tres grupos de edades más jóvenes, de 5 a 20

años, se da una preocupante cifra de 5.119 hablantes de guaraní paraguayo, contra 3.416

de hablantes de la lengua paĩ. De todos modos se debe decir que es un pueblo de

altísima adhesión a la propia identidad que se manifiesta frecuentemente en grandes

fiestas rituales y la fidelidad por mantener la iniciación masculina con la perforación del

labio inferior.

Al otro extremo del Paraguay y hacia la frontera con Bolivia están los Guaraní

que vinieron de Bolivia en los años posteriores a la Guerra del Chaco (1932-1935). En

la historia colonial aparecen con el nombre de Chiriguano, pero en Bolivia reivindican

hoy la autodenominación de Guaraní o Ava, y mejor la de Guaraní Occidentales Los

venidos de Bolivia pertenecen en realidad a dos pueblos de marcado contraste socio-

cultural: los Ava y los Isoso. Prefieren ser llamados en la actualidad Guaraní

Occidentales y Ñandeva.

En el Paraguay los Guaraní Occidentales, cuyo lugar de origen está en las

estribaciones de los Andes bolivianos, y que aquí fueron conocidos con el nombre

impropio de Guarayos, han sentido dificultades en mantener las tradiciones originarias y

han perdido considerablemente el uso de su lengua propia -26,63%-. El contacto con el

mundo de los militares paraguayos en cuyo ámbito fueron ubicados y el trabajo en

algunas estancias, les hizo adoptar masivamente el guaraní paraguayo -80%-, y

ampliamente el castellano -64,77%-. Esa tendencia se observa con cierta regularidad en

todos los grupos de edades, lo cual indica que el proceso no es reciente. Sin embargo, en

niños y adolescentes hay un número significativo de hablantes de la propia lengua, lo

que hace sospechar que es todavía la lengua de muchos hogares.

Los Ñandeva, a veces presentados con el peyorativo nombre de Tapieté o

Ñanayguá, están en una situación de mayor marginalidad respecto a los Guaraní

Occidentales, de quienes ya se diferenciaban en sus orígenes, y muestran, según el

Censo, más lealtad hacia la lengua propia -78,12%-, si bien con elevado bilingüismo

guaraní paraguayo -71,52-, y bajo uso de castellano.

Las lenguas de los Guaraní de la región oriental se mantienen sobre todo en el uso

ritual, que sigue siendo muy importante y relevante entre las personas de más edad, de

40 años y más. La retransmisión de la lengua propia está directamente relacionada con

la práctica ritual y la oportunidad de escuchar los mitos, relatos tradicionales y discursos

políticos de profetas y dirigentes políticos tradicionales.

En la actualidad hay guaraníes que no hablan o hablan muy poco su dialecto

propio, aunque sí el guaraní paraguayo.

A propósito del guaraní hay que tener presente que está también el dialecto

guaraní paraguayo, variedad modificada desde los primeros tiempos coloniales y

transformado no sólo por la incorporación de numerosos hispanismos, sino también en

su gramática, sobre todo en cuanto a recursos específicos en la expresión de aspectos

temporales y modales, lo que no quiere decir que haya dejado de ser una lengua propia

y normativizada en términos generales. El Paraguay es una nación que habla guaraní,

pero no quiere ser guaraní, de hecho no lo es.

Guaraní paraguayo

Guaraní hablantes 1.399.220

Guaraní bilingües 1.721.200

Castellano bilingües 1.330.810

4.451.210 (DGEEC: Censo 2002)

4.3. Escuela, alfabetización y lengua nacional

Entre los pueblos indígenas guaraníes la educación formal tiende a hacerse en

situaciones escolares aisladas de la vida ordinaria, frecuentemente con profesores que

desconocen la cultura y religión guaraní, y esto sucede no sólo con docentes extraños a

la comunidad, sino con los miembros del propio pueblo que pasaron ya por un proceso

de educación “nacional”, generalmente fuera del contexto indígena. La educación en las

escuelas, aunque poco desarrollada de momento, representa un real peligro para el

futuro de las lenguas guaraníes. La tendencia parece ser que el dialecto de uso más

general sea el ‘guaraní paraguayo’, aunque en realidad menos preciso, elegante y rico

que el propio. Esa práctica conduce a un empobrecimiento lingüístico que de momento

parece irreparable. Son los Guaraní fuera del Paraguay, como los Mbyá en el Brasil, que

no cuentan con el contacto frecuente con una sociedad no guaraní como la paraguaya,

pero que habla su guaraní diferente, los que están menos expuestos a esas amenazas.

En algunos ambientes escolares se manejan “cartillas de alfabetización” que dan

buenos resultados, cuando son aplicados con coherencia y constancia. Entre las

primeras estuvieron Ñe’ê renda y Ñande Paï Tavyterã ñande Paraguáipe (1975) para

las escuelas Paï. Entre los Avá Guaraní se introdujo la serie Ayvu, que ha sido

remodelada en 2007. Para los Mbyá hay también algunos ensayos iniciales. El problema

es más de maestros que sepan aplicar el método.

Ya hemos citado las cartillas de alfabetización para los primeros años escolares. El

Proyecto Kuatia Ñe'ê ha conseguido recoger un conjunto de relatos avá-guaraní en 26

volúmenes de unas 140 páginas cada uno; y además 10 de Mbyá-guaraní y 2 de los

Aché, con sus respectivos diccionarios.

Las escuelas entre los Guaraníes comenzaron casi siempre como iniciativas

privadas, de ONGs y misiones religiosas.

El Ministerio de Educación en los últimos años ha incentivado la educación

formal, construyendo escuelas y otorgando rubros específicos a los docentes, indígenas

o externos, con resultados muy discutibles hasta el presente. No se puede decir que haya

una mayor conciencia étnica ni un mayor compromiso con los derechos indígenas

propios. Tampoco hay desarrollo ni afirmación de la lengua ni de otros recursos

culturales, que se esperan de una buena educación, a pesar de las formulaciones

abstractas de la ley de educación de 2007.

Efectivamente, el Estado paraguayo promulgó la Ley No. 3231/2007 del Estado

paraguayo ("Ley de educación indígena"), que establece:

(Artículo 5) Créase la Dirección General de Educación Escolar Indígena, con el

objeto de asegurar a los pueblos indígenas:

e) el funcionamiento de los niveles de educación inicial, escolar básica y media

del sistema educativo nacional y la utilización de sus lenguas y procesos propios en el

aprendizaje de la enseñanza escolar.

Una educación intercultural bilingüe en muchos casos es una farsa, ya que no hay

interculturalidad cuando se pretende que los indígenas aprendan y se integren en la

cultura de la sociedad nacional, mientras nadie de la sociedad nacional da el más

mínimo indicio de estar atento a las culturas indígenas.

En realidad, la Educación Intercultural Bilingüe, a nivel nacional, donde no se

puede distinguir claramente entre mestizos y originarios, si no es por el grado de

aculturación de los primeros, ninguna lengua indígena es contemplada, ni siquiera

cuando se trata de pueblos y dialectos guaraní –“tribales” o “monteses”, para entenderlo

de algún modo–, que son discriminados y minorizados aún por la población paraguaya

de lengua guaraní. Para los castellano-hablantes, estos pueblos y lenguas indígenas no

entran en su horizonte.

5. Formas institucionales modernas de los Guaraní en el Paraguay

5.1. Organizaciones guaraní frente al Estado

Han habido en los últimos años una excesiva proliferación de organizaciones

guaraní autónomas, aunque no todas independientes de otras ONGs externas y misiones

religiosas que las promovieron y alentaron, y que ayudan y acompañan sus

reivindicaciones.

El cuadro se presenta en estos términos:

Organizaciones del Pueblo Guaraní

Nombre / Organización Pueblo Referente Departamento /

Localidad

1 ACA (Asociación de Comunidades Ache) Aché Margarita Mbywangi Interdepartamental

2 Asociación Ava Guaraní del Alto Canindeyu Avá Guaraní Ramón López Canindeyu

3 Asociacion Ava Ysapy Avá Guaraní Francisco Gonzáles Canindeyu 0984

4 Asociación de Comunidades Ava Guaraní –“Noo vusu” Avá Guaraní Eusebio Vera Canindeyu

5 Asociación de Comunidades Indígenas de Canindeyu Avá Guaraní Angel Vera Canindeyu

6 Asociación de Comunidades Indígenas del Itapúa (ACIDI) Mbya Guaraní

Alberto Vazquéz - Luciano Cáceres Itapúa

7 Asociación de Comunidades Indígenas Guaraní de Alto Paraná (ACIGAP) Avá Guaraní Cristobal Martínez Alto Paraná

8 Asociación de Comunidades Indígenas Tupa Yvoty Mbya Guaraní Alfonso Vera San Pedro

9 Asociación de Comunidades Mby’a “Opy Porã Mbaraetera” Mbya Guaraní Pánfilo Benítez Guaira

10 Asociación de Comunidades Mby’a “Mba’e Pu Pora” Mbya Guaraní Antonio Duarte/Isidro

Ramos Itapúa 0985

11 Asociación de Comunidades Mby’a Guaraní Ñogueroi Pavẽ i Mbya Guaraní Atilano Legal Caaguazú/Alto Paraná

12 Asociación de Comunidades Mbya –“Noo Ñendua” Mbya Guaraní Teodocio Espínola Canindeyu

13 Asociación de Paî Reko Pave Paĩ-Tavyterã Nelson Benítez Amambay

14 Asociación de Pueblos Indígenas de Bajo Canindeyú Ava Guarani Rogelio Sosa Canindeyu

15 Asociacion de Pueblos Originarios Mbya Guaraní Silvio Gonzalez Caaguazú

16 Asociación Indígena del Pueblo Mbya Cheiro Ara Poty Mbya Guaraní Sindulfo Miranda Caaguazú

17 Asociacion Jopotyrã Paĩ-Tavyterã Luis Arce Amambay

18 Asociación Mboraihu Pora Mbya Guaraní Caaguazú

19 Asociación Paĩ Reta Joaju Paĩ-Tavyterã Marcelino Ramírez Amambay y Concepción

20 Asociación Teko Yma Jee’a Pave Mbya Guaraní Antolina Gonzalez Caazapá

21 Asociación Tekoa Joaju Mbya Guaraní Zunilda Tapari Caazapa

22 Asociación Mbya Yryapy Mbya Guaraní Ponciano Vera Alto Paraná 0982

23 Asociación Yvy Paraná Rembey Avá Guaraní Julio Martínez Alto Paraná

24 Concejo Continental de la Nación Guaraní – CCNAGUA

Pueblos Guaraní Angel Vera

Argentina, Paraguay, Bolivia, Brasil

25 Federacion Aché Aché Emiliano Mbejyvay Interdepartamental

26 FEDERECIÓN GUARANI Pueblos Guaraní Àngel Vera Región Oriental

27 Kuña Guaraní Aty

Mujeres de Pueblos Guaraní Alba Duarte

R. Oriental y Occidental

28 Mbya Tekoa Apy Mbya Guaraní Isidro Fernández Concepción

29 Organización del Pueblo Guaraní OPG Guaraní Fausto Pintos Boquerón

30 Organización Nacional de Aborígenes Independientes (ONAI) Mbya Guaraní Vidal Gauto Interdepartamental

31 Organización Pueblo Guaraní Ñandeva (OPÑ) Guaraní Ñandeva Servín Romero Boquerón

32 Organización Independiente Mbyá Guaraní Tomás Dominguez Caaguazú

Cuadro suministrado por la Coordinación Nacional de Pastoral Indígenas –CONAPI- de la Conferencia Episcopal Paraguaya.

A pesar de que tantas organizaciones pueden desorientar por su aparente

atomización, muchas de ellas están afiliadas o son miembros de unas pocas principales.

Las reivindicaciones de los pueblos indígenas tienen dos líneas principales39.

Sus territorios fueron ocupados y, en distintas épocas, vendidos y revendidos.

Muchas de estas tierras forman parte de tierras mal habidas por los propietarios, fruto de

usurpaciones y compras fraudulentas. A medida que se tiene acceso a la documentación

catastral este hecho se hace cada vez más patente. La primera reivindicación de los

39 Este texto depende en gran parte de los datos suministrados por el Máster Jorge Aníbal Servín.

pueblos indígenas es pues, con razón, que se les devuelva sus tierras; la posibilidad de

mantener territorios es más compleja. Los procesos seguidos para ello son muy

variados; ha habido reconocimiento por parte del Estado de parte de ellos; devolución

de instituciones que habían establecido misiones religiosas entre indígenas y que

poseían títulos de áreas más o menos amplias –la Misión del Verbo Divino de Acaray

(Alto Paraná), la Misión Norma de Noruega y otras–, pero sobre todo por compra con

aportes del Estado o contribuciones de fuera del país. Esas tierras son insuficientes para

los pueblos indígenas y los reclamos continúan.

La segunda línea de reivindicación va en el sentido de suplencia de servicios por

parte del Estado y la sociedad nacional en el campo de la nutrición, la salud y la escuela.

Son situaciones de gran complejidad ya que las soluciones parciales se hacen desde la

perspectiva del paternalismo y crean actitudes de mendicidad que no ayudan a la

autoestima ni a la autosuficiencia.

Son sobre todo tres organizaciones las que las aglutinan a otras:

- Asociación de Parcialidades Indígenas – API.

- Coordinadora por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas (CAPI).

Presidente o Coordinador: Hipólito Acevei. Tel.: (0981) 756116

- Federación de Asociaciones Guaraníes de Comunidades Indígenas de la Región

Oriental. Coordinador: Marcelino Ramírez [(0971) 401212] y Angel Vera.

5.2. Estado, ONGs y misiones religiosas

Después de un inicial Patronato Nacional de Indígenas (1936), de carácter

proteccionista y asistencialista, se creó en 1949 la Curaduría de Indios Mbyá-Guaraníes

del Guayrá, dependiente del Ministerio de Educación, cuya importancia, a pesar de sus

recursos sumamente limitados, resultó de la labor personal y de la autoridad de su

responsable, el Sr. León Cadogan, que sin embargo fue cesado en sus funciones. Siguió

después, en 1958 el Departamento de Asuntos Indígenas –DAI-, patrocinado por el

Ministerio de Defensa, que con sus presupuestos etnocéntricos meramente

asistencialistas y escasa preparación de sus agentes se tornó obsoleto y negativo, como

se mostró en el desastroso contacto con los Aché-Guayakí, que llevó al genocidio de los

capturados. En 1975 hubo otro viraje, cuando el dictador Alfredo Stroessner crea el

Instituto Nacional del Indígena –INDI-, que se atribuye y ha ejercido funciones más

bien fiscalizadoras. Sus presidentes han sido por lo general personajes del mundo

político partidario, que no han sobresalido por su honestidad en el ejercicio de su cargo

–dos de ellos fueron imputados por corrupción y condenados a purgar sus desfalcos y

malversaciones con varios años de cárcel-; los honestos han tenido dificultad en

mantenerse en el cargo. El INDI, por otra parte, se ve con tareas cuyo cabal

cumplimiento escapa a sus posibilidades, por el ejemplo, la recuperación jurídica de

tierras indígenas, la atención de de salud y desarrollo de programas escolares.

Entre las organizaciones de carácter civil, ha tenido un rol significativo la

Asociación Indigenista del Paraguay -AIP-, la más antigua, con sus estatutos aprobados

en 1942.

A partir de la Declaración de Barbados, por la liberación del indígena (1971), el

indigenismo en el Paraguay transita por nuevos caminos y se organiza buscando dar

repuesta a situaciones concretas especialmente críticas. La iglesia católica pone en

marcha del Departamento de Misiones, en 1969, al modo de otros países de América

donde ya existía. Este se llamará después Equipo Nacional de Misiones, y desde 1995,

Coordinación Nacional de Pastoral Indígena, que cumple hasta hoy un papel

importante de acompañamiento de las comunidades indígenas y de modo especial las

avá-guaraní.

Con atención especial a los Guaraní surgieron el Proyecto Paĩ Tavyterã desde

1972 y el Proyecto Guaraní (1977), a las que han seguido Servicios Profesionales Socio

Antropológicos, SAI y Og Guasú. Otras organizaciones han actuado en la cuestión

guaraní, directa o indirectamente.

La iglesia católica con los padres de la Congregación del Verbo Divino y

Hermanas de la Congregación del Espíritu Santo, mantuvo misiones entre los Mbyá y

Avá Guaraní, desde 1910, con grandes aportes del padre Franz Müller en el campo de la

etnografía y farmacopea (ver nota 27), cuya estructura y metodología ha cambiado con

los años. Otras misiones tuvieron carácter más bien fundamentalista –Misión a las

Nuevas Tribus, Misión Norma de Noruega, Misión Luterana alemana–, que fueron

denunciadas ante la Comisión. Interamericana de Derechos Humanos en 1974 por

represión religiosa contra las creencias tradicionales de los indígenas y escolarización

forzada de niños.

5.3. Legislación indigenista

Los pueblos indígenas no han pasado del todo desapercibidos y hay en la actualidad una

buena legislación general respecto a ellos. Para los pueblos guaraní, sin embargo, no

hay legislación específica. Si bien en las fases más críticas del período colonial han sido

las primeras víctimas de injusticias, debido a que sus territorios han sido los más

codiciados y ocupados con desalojo de los legítimos habitantes. Es indignante que a los

pueblos indígenas y buena parte de la ciudadanía no se aplique el derecho.

En la historia paraguaya después de la Independencia (1811) hubo algunas

conquistas legales, pero la pérdida de territorialidad y los crónicos problemas de tierras

están lejos de ser solucionados con justicia40.

La Corte Suprema del Estado paraguayo cuenta con el abultado Digesto

normativo sobre pueblos indígenas en el Paraguay (1811-2003) 41, en el que están

compiladas, leyes nacionales, decretos, tratados internacionales ratificados por el

Paraguay, así como proyectos y resoluciones pertinentes, y cuenta con una notable

introducción histórica crítica debida a David Velázquez Seiferheld, que advierte que “la

violación de los derechos de los pueblos indígenas persiste” y que la solución no reside

en la solución de nuevas leyes (…) como de aplicar las vigentes”42.

El texto de obligada referencia para la política indigenista en el Paraguay está en

el artículo de la Constitución Nacional, de 1992 (artículo 62): “Esta Constitución

reconoce la existencia de los pueblos indígenas, grupos de culturas anteriores a la

formación y constitución dl Estado paraguayo”. (Artículo 63): “Queda reconocido y

garantizado el derecho de los pueblos indígenas a preservar y desarrollar su identidad

40 MELIÀ, B. y TELESCA, I., Los pueblos indígenas en el Paraguay: conquistas legales y problemas de tierra, en: Horizontes Antropológicos – sociedades indígenas, ano 3,n. 6. Porto Alegre, UFREGS 1997: 84-110. 41 Corte Suprema de Justicia, Digesto normativo sobre pueblos indígenas en el Paraguay (1811-2003).Asunción, 2003. 1260 p. 42 Ibid., p. 89.

étnica en su respectivo hábitat. Tienen derecho asimismo a aplicar libremente sus

sistemas de organización política, social, económica, cultural y religiosa, al igual que

su voluntaria sujeción a sus normas consuetudinarias para la regulación de la

convivencia interna siempre que no atenten contra los derechos fundamentales

establecidos en esta Constitución. En los conflictos jurisdiccionales se tendrá en cuenta

el derecho consuetudinario indígena”.

Según la misma Constitución Nacional de 1992, “el Paraguay es un país

pluricultural y bilingüe y son idiomas oficiales el castellano y el guaraní. Las lenguas

indígenas y las de otras minorías, forman parte del patrimonio cultural de la Nación”

(Artículo 140).

“La enseñanza en los comienzos del proceso escolar se realizará en la lengua

oficial materna del educando. Se instruirá asimismo en el conocimiento y en el empleo

de ambos idiomas oficiales de la República. En el caso de minorías étnicas cuya lengua

no sea el guaraní, se podrá elegir uno de los dos idiomas oficiales” (Artículo 77).

En este último artículo se puede apreciar el carácter impositivo del modelo de

sociedad paraguaya a los pueblos indígenas, ya que de hecho no se reconocen como

válidas sus lenguas propias, ni siquiera los dialectos guaraníes, al obligar a que hablen

un solo tipo de guaraní, que se supone oficial, pero no es usado oficialmente y desde el

punto de vista lingüístico carece de sistematización consensuada.

Hay otras leyes de carácter general, como la Ley 904/81, que de hecho no se han

podido aplicarse a la cuestión de recuperación de territorios y tierras de los Guaraní, que

para ser conseguidas tuvieron que ser compradas. A este respecto, la Itaipú Binacional

tiene una deuda histórica con los Avá Guaraní, siempre dilatada, cuando esas tierras

vendidas y revendidas a terceros aplazan indefinidamente la solución.

El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo fue ratificado por

Ley Nacional 234/93 con su Artículo 281, de especial importancia en un país como el

Paraguay donde la lengua guaraní es todavía mayoritaria43.

43 1. Siempre que sea viable deberá enseñarse a los niños de los pueblos interesados a leer y a escribir en su propia lengua indígena o en la lengua que más comúnmente se hable en el grupo a que pertenezcan. Cuando ello no sea

Los pueblos indígenas en el Paraguay, aún en su misma existencia son

desconocidos por la sociedad paraguaya, que por lo tanto no tiene en cuenta sus

derechos básicos. En los currícula escolar, por ejemplo, sólo entran de manera muy

superficial, anecdótica y folklórica.

6. Bibliografía sobre los Guaraní en el Paraguay

6.1. Bibliografía generales sobre los Guaraní.

El fenómeno de la sociedad y cultura guaraníes ha suscitado numerosas descripciones,

estudio y discusión de su forma de ser en el ámbito antropológico. El Guaraní ‘de papel’

es también una frondosa selva Para obtener un panorama general de la producción

etnográfica y etnológica, se cuenta con bibliografías bastante extensas y detalladas. Por

orden cronológico se pueden citar:

MÉTRAUX, Alfred, “The Guarani”, Handbook of South American Indians (Julian H.

Steward, editor), III. Washington, 1948: 69-94.

MELIÀ, Bartomeu; SAÚL, Marcos Vinicios de Almeida y MURARO, Valmir. O

Guarani; uma bibliografia etnológica. Santo Ángelo; Fundames/Fundação

Nacional pro-Memória, 1987. 448 p. En esta obra se recogen 1.163 títulos de

libros y artículos, dejando de lado los artículos de diarios y periódicos, y también

los trabajos académicos de tesis, no publicados aún.

MELIÀ, Bartomeu, “La novedad guaraní (Viejas cuestiones y nuevas preguntas; revisita

bibliográfica (1987-2002)”, Revista de Indias, 230 (Monográfico: La persistencia

del guaraní). Madrid (enero-abril 2004): 175-225. En este corto espacio de tiempo

se sumaron, por lo menos, 640 nuevos títulos.

MELIÀ, Bartomeu, Mundo Guaraní. Asunción, 2011 (2ª ed.). Con una bibliografía

general más actualizada, aunque menos detallada.

viable, las autoridades competentes deberán celebrar consultas con esos pueblos con miras a la adopción de medidas que permitan alcanzar este objetivo. 2. Deberán tomarse medidas adecuadas para asegurar que esos pueblos tengan la oportunidad de llegar a dominar la lengua nacional o una de las lenguas oficiales del país. 3. Deberán adoptarse disposiciones para preservar las lenguas indígenas de los pueblos interesados y promover el desarrollo y la práctica de las mismas.

MELIÀ, Bartomeu. Los Guaraní-Chiriguano, I, Ñande Reko, nuestro modo de ser y

bibliografía general comentada, La Paz (Bolivia): CIPCA, 1988. 224 pp.

MELIÀ, Bartomeu y NAGEL, Liane Maria. Guaraníes y jesuitas en tiempo de las

Misiones; una bibliografía didáctica, Santo Angelo (Brasil), URI/Asunción

(Paraguay), CEPAG, 1995, 308 pp.

10.2. Bibliografía específica relativa a los Guaraní en el Paraguay.

Citamos apenas aquellas obras fundamentales relativas a los Guaraní en Paraguay

actual. En las notas de pie de página se citan trabajos importantes sobre aspectos

particulares.

BARTOLOME, Miguel Alberto Orekuera royhendu (lo que escuchamos en sueños).

Shamanismo y religión entre los Ava-katu-ete del Paraguay. México: Instituto

Indigenista Interamericano, 1977

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