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¿Qué es una emoción?

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Page 1: ¿Qué es una emoción?
Page 2: ¿Qué es una emoción?

* MÍ¿Qué es una emoción?Lecturas clásicas de psicología filosófica

Cheshire Calhoun y Hobert C. Solomon

(compiladores)

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Page 5: ¿Qué es una emoción?

¿QUE ES

UNA EMOCIÓN?Lecturas clásicas de psicología filosófica

ClIESHIRE CALHOUN

y Robert C. So l o mo n

( Compiladores)

FONDO DE CULTURA ECONÓMICAMEXICO

Page 6: ¿Qué es una emoción?

Prunela edil ión en inglés, 1984

l'i inicia edición en español, 1989

Segunda reimpresión, 1996

Título original:Whats is a n Emolion ? Classic R ead ings in Philo sophical Psychnlngy

© 1984, Oxford University Press, Inc. Nueva York.

ISBN 0-19-503304-3 (pbk).

D. R. © 1989, Fo n d o d e C u l t u r a Ec o n ó m i c a , S. A. d e C. V.

D. R. © 1996, Fo n d o d e C u l t u r a Ec o n ó m ic a

Carretera Picacho-Ajusco 227; 14200 México, D. F.

ISBN 968-1 &-3058-0

Impreso en México

Biblioteca Central

Univ. Veracruzana

Page 7: ¿Qué es una emoción?

PREFACIO

La naturaleza de la emoción es un tema común a numerosas dis­

ciplinas, incluyendo la psicología filosófica y la filosofía de la

mente, la psicología de la motivación, la teoría del aprendizaje y

la psicología educativa, la psiquiatría, la metapsicología y la teo­

logía. Nos ofrece también una historia de las ideas particularmente

iluminadora aunque a menudo ignorada.

Es mucho lo que podemos aprender sobre la historia y los

paradigmas constantes de la filosofía y la psicología estudiando

lo que los grandes pensadores, ocupados en construir “la gran ca­

dena del ser” y en pulir las facultades de la “razón humana”,

tendrían que decir acerca del aspecto “afectivo” de nuestra psi­

cología. Muchos lo negaron por completo. Algunos trataron las

emociones con desdén, como la parte “más baja” del alma. Fue

en respuesta a esas actitudes y al culto exclusivo a la razón que

David Hume inició la rebelión que aún motiva gran parte de

las controversias actuales: “La razón es, y debe ser, esclava de las pasiones.”

Este libro es un intento por cubrir esta rica historia de las

teorías y los debates sobre la emoción en un solo texto, apropiado

para cualquier curso o estudio en donde esta historia y la natu ­

raleza de la emoción puedan desempeñar un papel importante.

Hemos tratado de presentar selecciones de varias fuentes: de la

filosofía, la psicología y la biología; de la historia distante y los

debates contemporáneos; de una variedad de orientaciones filo­sóficas y psicológicas.

En la Primera Parte comenzamos con cuatro lecturas clásicas

tomadas de Aristóteles, Descartes, Spinoza y Hume. En la Se­

gunda Parte ofrecemos algunos representantes de las teorías clá­

sicas de psicología y biología, cuando estos campos eran parte de

la filosofía. (William James fue filósofo y psicólogo a la vez;

Charles Darwin se llamó a sí mismo atinadamente “filósofo na­

tural”.) En la Tercera Parte hemos incluido muestras del extenso

trabajo sobre la emoción que se elaboró en Europa en el siglo

pasado, desconocido en gran parte para los teóricos de Estados

Unidos e Inglaterra en esos días. En algunos casos, hemos en­

contrado un problema en la dificultad y accesibilidad de los escri-

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>1 PREFACIO

tos clave. Por ejemplo, la perspicaz explicación de M artin Heideg-

ger —que era incomprensible para los novatos— sobre los estados

de ánimo y las emociones no llegó ulteriormente hasta el público

en general porque así lo quisieron sus albaceas literarios. Para

compensar la extrema dificultad de su texto y la imposibilidad

de obtener permiso para reimprimir, solicitamos la ayuda del estu­

dioso de Heidegger, Charles Guignon, que ha resumido admirable­

mente la teoría de Heidegger y la difícil filosofía en la que está

incrustada. Finalmente, en la Cuarta Parte, hemos incluido una

pequeña muestra de la discusión de las emociones, ahora extensa,

entre los filósofos ingleses y norteamericanos.

Hemos resumido las consideraciones relacionadas con la pre ­

gunta “¿ Qué es una emoción?” en nuestra Introducción, y también

damos breves introducciones a cada selección. Al final del libro

hay una extensa Bibliografía con anotaciones. Esperamos que este

texto sirva no sólo como una colección de importantes documen­

tos históricos, sino también como una fuente para que continúe

el debate sobre la naturaleza de la emoción.

Charleston, Carolina del Sur

Austin , Texas

Enero de 1983

C. C.

R. C. S.

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INTRODUCCIÓN

C h e s h i r e C a l h o u n y R o b e r t C . S o l o m o n

“ ¿Q u é e s u n a e m o c i ó n ?”

H a c e 1 0 0 años, el filósofo y psicólogo norteamericano William

James hizo esa pregunta en el título de un ensayo que apareció en

la revista británica M ind . A partir de entonces, los filósofos y los

psicólogos han estado rebatiendo, negando y revisando su respuesta.

James no fue el primero que hizo esa pregunta, naturalmente.

Hace 2 500 años, Platón y Aristóteles debatieron la naturaleza

de las emociones, y Aristóteles, en su Retórica , formuló una

teoría de la emoción llamativamente moderna que resiste las crí­

ticas contemporáneas y proporciona una importante opción frente

a la teoría jamesiana aún dominante.

La teoría jamesiana, simplemente formulada, es que la emoción

es una reacción fisiológica, esencialmente en su acompañamiento

sensorial: un “sentimiento”. La opinión de Aristóteles, en con­

traste, abarca un concepto de la emoción como una forma más o

menos inteligente de concebir cierta situación, dominada por un

deseo (por ejemplo, en la cólera, el deseo de venganza). Entre

estas dos teorías, tan separadas por el tiempo y el temperamento,

continúa gran parte del debate moderno. Por un lado, está la

participación obvia de las reacciones y sensaciones fisiológicas en

la experiencia de la emoción. Por otro lado, está el hecho de que

nuestras emociones a menudo son inteligentes, y de hecho son a

veces más apropiadas y perspicaces que las calmadas deliberacio­

nes de lo que llamamos “razón” . En el “calor del momento”

(aunque no todas las emociones generan “calor”, como ya vere­

mos), la inteligencia de nuestras emociones quizá no sea tan obvia

como su condición física bruta. Sin embargo, estos dos conjuntos

de consideraciones, el físico y el conceptual, son esenciales para

dar cualquier respuesta adecuada a la pregunta “¿Qué es una emoción?”

En consecuencia, muchas de las teorías más modernas abarcan

lo que algunos han llamado la perspectiva de “dos componentes”

de la emoción, uno fisiológico, y el otro “cognoscitivo” (o sea,

que abarcan conceptos y creencias). En psicología, los psicólogos

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10 INTRODUCCIÓN

de la Universidad de Columbia, Stanley Schachter y Jerome E.

Singer, han afirmado contundentemente esta perspectiva neojame-

siana de los “dos componentes” : una emoción es una reacción

fisiológica, como insistió James, pero también es una actividad

cognoscitiva que “pone una etiqueta”, o sea, que identifica la

emoción como una emoción de cierto tipo, y que abarca un cono­

cimiento “apropiado” de las circunstancias.

En filosofía, como es de esperarse, se ha prestado mucha más

atención al lado “cognoscitivo” del análisis: ¿Cuál es la conexión

entre una emoción y ciertas creencias? Si una persona está aver­

gonzada, debe creer que la situación es incómoda; por ejemplo,

si una persona está enamorada, debe creer que el ser amado tiene

por lo menos algunas virtudes o atractivos. No obstante, ¿es la

emoción simplemente el conjunto de creencias? ¿O quizá es

el conjunto de creencias más alguna reacción fisiológica identifi-

cable? El trabajo que se ha hecho recientemente en filosofía se

ha concentrado en el papel de la creencia en la emoción, y la

conexión precisa entre una creencia o creencias y la emoción.

Por ejemplo, se ha sugerido que ciertas creencias son condiciones

previas para determinadas emociones; también se ha sugerido que

las creencias son un componente lógicamente esencial de la emo­

ción, que ciertas creencias son idénticas a la emoción y que las

emociones simplemente suelen causar ciertos tipos de creencias

(por ejemplo, los celos hacen que una persona sea suspicaz, o el

amor hace que una persona piense lo mejor de la persona am ada).

Uno de los puntos focales de las controversias actuales ha llegado

a determinar la conexión precisa entre la emoción y la creencia.

Aunque a menudo hablamos de que las emociones están en

nuestro ‘interior”, es obvio que el análisis de la emoción no se

puede limitar a los aspectos “internos” de la fisiología y psicología,

a los trastornos viscerales, a las sensaciones, deseos y creencias.

Las emociones casi siempre han sido también un aspecto “exter-

no”, y más obviamente su “expresión” en la conducta. ¿Hasta qué

punto es importante la conducta en este análisis? Como es natural,

generalmente identificamos las emociones de las demás gentes ob­

servando lo que hacen, pero ¿es esto parte de la propia emoción

o solo un síntoma de ella? Muchos filósofos y psicólogos han lle­

gado a identificar, incluso a definir, las emociones como pautas

distintivas de conducta. ¿Qué papel desempeñan las circunstancias

en la emoción, aparte de provocarla (algunas veces) ? ¿Tiene algo

que ver la cultura en el análisis? Por ejemplo, ¿podría alguien

enamorarse si hubiera crecido en una cultura donde virtualmente