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70 SALUD 71 “Mis observaciones me hacen creer en una ley general, se- gún la cual todo hombre, como todo animal, como cualquier semilla, quiere vivir. Y no sólo quiere vivir, si no que quiere sacar de la vida el máximo placer y satisfacción. Nadie quie- re ser desgraciado, ni siquiera el masoquista. (…) El tener menos salud, o sufrir más, se debe a errores, a la desviación en el camino de la vida, que llega a ser constante a partir de los 3 años, a veces también a factores constitucionales, y a toda una mezcla de circunstancias desfavorables para el óptimo desarrollo; de manera que, entonces, se busca la salvación por un camino torcido. (…) Cuando veamos a una persona con este malestar, no debemos olvidar que se ha desarrollado así buscando una solución de vida. (Fromm, E. 1993, p. 73, 74)”. Por otra parte el ejercicio de ayudar al paciente a conocer este impulso y a descubrir sus capacidades y recursos, ge- nera un aumento de la responsabilidad hacia a su vida, pu- diendo asumir su poder respecto a la oportunidad única e irrepetible que supone el regalo de la existencia. El otro punto esencial es el papel del arte en arteterapia. La creación artística no es un fin en sí misma, sino un medio; la voluntad está centrada en facilitar un canal de expresión. La creación es pues una vía complementaria a la palabra, la cual ayuda enormemente cuando existen cosas difíciles de explicar o bien desconocidas o confusas para la misma persona. En relación a ello, Tessa Dalley define el papel del trabajo artístico en arteterapia del siguiente modo: “Las imágenes pueden crear claridad de expresión, en es- pecial respecto a las cosas que son difíciles de decir. Sim- bolizar sentimientos y experiencias a través de las imágenes puede constituir un medio de expresión y de comunicación más poderoso que la descripción verbal, y al mismo tiempo puede hacer que tales sentimientos y experiencias se vuel- van menos amenazadores (Dalley, 1984, p. 17)”. El eje central está formado por la voluntad de comprensión para potenciar mejoras y cam- bios, a través del vínculo que se establece en- tre paciente, terapeuta y creación artística Al mismo tiempo, la creación y su proceso son una expre- sión del sí mismo, y una forma de conectar con la parte más esencial y sana de nuestro mundo interno, a pesar de que los contenidos puedan mostrar las áreas patológicas o con- flictivas de la persona. A menudo decimos que en arteterapia no solemos inter- pretar las imágenes, pero obviamente sí intervenimos, sa- biendo que todo aquello que decimos o hacemos tendrá un efecto en la relación terapéutica. “La intención es más bien la de pensar juntos”; según Aron (en Abelló, A., Lieberman, A., 2011, p. 51) sería “(…) un proceso de comunicación bi- personal y recíproco, un proceso mutuo de construcción de significado”. En arteterapia trabajamos en innumerables colectivos, y puede ser un tipo de intervención útil para cualquier per- sona, niño o adulto que necesite de un apoyo psicológico y emocional; desde la voluntad de crecimiento personal, al tratamiento en salud mental, o en situaciones difíciles de la vida, en discapacidades, con personas hospitalizadas, etc. Para concluir, destacar tan solo que en el modelo de arte- terapia que presento, el eje central está formado por la vo- luntad de comprensión para potenciar mejoras y cambios, a través del vínculo que se establece entre paciente, terapeu- ta y creación artística. U n breve artículo sobre qué es arteterapia puede ser una excelente oportunidad para reflexionar sobre aquello que es más esencial en nuestra profesión. Y si hay un punto central, éste es la relación paciente – terapeu- ta. El esfuerzo por parte del arteterapeuta en comprender y acompañar al paciente en su proceso, conjuntamente con lo que implica la relación en sí misma, son los elementos más importantes para generar cambios duraderos. Sin embargo, tal vez sea necesario contextualizar antes de exponer estos factores. El origen del arteterapia se sitúa en los años ‘40, en el Reino Unido y en Estados Unidos. Defi- nir qué entendemos por arteterapia en estos momentos no siempre resulta fácil, dada la pluralidad de formaciones y modelos que coexisten, tanto en España como en el resto de países en los que se ejerce esta profesión. Encontramos, pues, distintas formas de trabajar desde el arteterapia, con diferentes objetivos y metodologías; esta diversidad se establece sobre todo según entendamos el papel del arte en las sesiones, y cuál es la función del te- rapeuta. Aunque sin duda es enriquecedor que existan distintas orientaciones, tal vez lo más importante ahora es que sean conocidas, que los usuarios puedan escoger li- bremente y saber dónde se dirigen, según sus preferencias y porqué. En mi caso, como decía, procuraré presentar esta profesión a partir de sus elementos centrales, si bien obviamente lo haré desde el modelo en el que me formé y en el que sos- tengo mi trabajo clínico y docente, el Máster de Arteterapia, Psicoterapia por el Arte y Formación Psicosocial, de la Uni- versidad Pompeu Fabra, el cual se realizó anteriormente en la Universidad de Barcelona y Metáfora, desde el año 1999 al 2011. Nuestra orientación tiene una base teórica psicoa- nalítica, vinculada en especial al modelo relacional; podría definirse pues como psicodinámica, relacional e integrativa. ¿QUÉ ES ARTETERAPIA? Montserrat Montané Arteterapeuta por la Universidad de Barcelona. Coordinadora de prácticas y profesora del Máster de Arteterapia de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona La creación artística no es un fin en sí misma, sino un medio; la voluntad está centrada en facilitar un canal de expresión El objetivo como arteterapeutas es el de acompañar al pa- ciente con el fin de potenciar cambios, pequeños o gran- des, pero positivos y duraderos; en cualquier caso, propiciar un mayor bienestar interior que pueda manifestarse en su mundo externo. Este objetivo, según Coderch (2001) puede llevarse a cabo a través tanto del esfuerzo por alcanzar la comprensión, el insight o el “darse cuenta”, como por todo lo que implica en sí misma la experiencia de la relación pa- ciente – terapeuta. Esta tarea será distinta según tengamos un concepto u otro del ser humano. Diversos autores, como Horney, Fromm, Winnicott o Yalom, entre otros, consideran que cada per- sona tiene una propensión innata a la autorrealización, una sed de conciencia, de vivir una vida plena. No es un deseo mental, sino una necesidad inherente a nuestra naturaleza. Nuestra función como terapeutas no sería pues generar esta necesidad de crecimiento, sino descubrirla y potenciar- la. Tampoco podemos dirigir al paciente hacia determinados cambios, sino que será él mismo quién trace su camino de transformación. Esta idea comporta pues un sentimiento de confianza ante cualquier persona, ya que en cada una reside el empuje de evolución, que nosotros como arteterapeutas intentaremos facilitar, a modo de catalizador, respetando en todo momen- to el ritmo y las características propias de cada paciente o grupo. Fromm describe bien esta necesidad humana y la importan- cia de reconocerla a pesar de las apariencias:

Qué es arteterapia

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Un breve artículo sobre qué es arteterapia puede ser una excelente oportunidad para reflexionar sobre aquello que es más esencial en nuestra profesión. Y si hay un punto central, éste es la relación paciente – terapeuta. El esfuerzo por parte del arteterapeuta en comprender yacompañar al paciente en su proceso, conjuntamente con lo que implica la relación en sí misma, son los elementos más importantes para generar cambios duraderos.

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7070 SALUD 71

“Mis observaciones me hacen creer en una ley general, se-gún la cual todo hombre, como todo animal, como cualquier semilla, quiere vivir. Y no sólo quiere vivir, si no que quiere sacar de la vida el máximo placer y satisfacción. Nadie quie-re ser desgraciado, ni siquiera el masoquista. (…) El tener menos salud, o sufrir más, se debe a errores, a la desviación en el camino de la vida, que llega a ser constante a partir de los 3 años, a veces también a factores constitucionales, y a toda una mezcla de circunstancias desfavorables para el óptimo desarrollo; de manera que, entonces, se busca la salvación por un camino torcido. (…) Cuando veamos a una persona con este malestar, no debemos olvidar que se ha desarrollado así buscando una solución de vida. (Fromm, E. 1993, p. 73, 74)”.

Por otra parte el ejercicio de ayudar al paciente a conocer este impulso y a descubrir sus capacidades y recursos, ge-nera un aumento de la responsabilidad hacia a su vida, pu-diendo asumir su poder respecto a la oportunidad única e irrepetible que supone el regalo de la existencia.

El otro punto esencial es el papel del arte en arteterapia. La creación artística no es un fin en sí misma, sino un medio; la voluntad está centrada en facilitar un canal de expresión. La creación es pues una vía complementaria a la palabra, la cual ayuda enormemente cuando existen cosas difíciles de explicar o bien desconocidas o confusas para la misma persona. En relación a ello, Tessa Dalley define el papel del trabajo artístico en arteterapia del siguiente modo:

“Las imágenes pueden crear claridad de expresión, en es-pecial respecto a las cosas que son difíciles de decir. Sim-bolizar sentimientos y experiencias a través de las imágenes puede constituir un medio de expresión y de comunicación más poderoso que la descripción verbal, y al mismo tiempo puede hacer que tales sentimientos y experiencias se vuel-van menos amenazadores (Dalley, 1984, p. 17)”.

El eje central está formado por la voluntad de comprensión para potenciar mejoras y cam-bios, a través del vínculo que se establece en-tre paciente, terapeuta y creación artística

Al mismo tiempo, la creación y su proceso son una expre-

sión del sí mismo, y una forma de conectar con la parte más

esencial y sana de nuestro mundo interno, a pesar de que

los contenidos puedan mostrar las áreas patológicas o con-

flictivas de la persona.

A menudo decimos que en arteterapia no solemos inter-

pretar las imágenes, pero obviamente sí intervenimos, sa-

biendo que todo aquello que decimos o hacemos tendrá un

efecto en la relación terapéutica. “La intención es más bien

la de pensar juntos”; según Aron (en Abelló, A., Lieberman,

A., 2011, p. 51) sería “(…) un proceso de comunicación bi-

personal y recíproco, un proceso mutuo de construcción de

significado”.

En arteterapia trabajamos en innumerables colectivos, y

puede ser un tipo de intervención útil para cualquier per-

sona, niño o adulto que necesite de un apoyo psicológico

y emocional; desde la voluntad de crecimiento personal, al

tratamiento en salud mental, o en situaciones difíciles de la

vida, en discapacidades, con personas hospitalizadas, etc.

Para concluir, destacar tan solo que en el modelo de arte-

terapia que presento, el eje central está formado por la vo-

luntad de comprensión para potenciar mejoras y cambios, a

través del vínculo que se establece entre paciente, terapeu-

ta y creación artística.

Un breve artículo sobre qué es arteterapia puede ser una excelente oportunidad para reflexionar sobre aquello que es más esencial en nuestra profesión. Y si

hay un punto central, éste es la relación paciente – terapeu-ta. El esfuerzo por parte del arteterapeuta en comprender y acompañar al paciente en su proceso, conjuntamente con lo que implica la relación en sí misma, son los elementos más importantes para generar cambios duraderos.

Sin embargo, tal vez sea necesario contextualizar antes de exponer estos factores. El origen del arteterapia se sitúa en los años ‘40, en el Reino Unido y en Estados Unidos. Defi-nir qué entendemos por arteterapia en estos momentos no siempre resulta fácil, dada la pluralidad de formaciones y modelos que coexisten, tanto en España como en el resto de países en los que se ejerce esta profesión.

Encontramos, pues, distintas formas de trabajar desde el arteterapia, con diferentes objetivos y metodologías; esta diversidad se establece sobre todo según entendamos el papel del arte en las sesiones, y cuál es la función del te-rapeuta. Aunque sin duda es enriquecedor que existan distintas orientaciones, tal vez lo más importante ahora es que sean conocidas, que los usuarios puedan escoger li-bremente y saber dónde se dirigen, según sus preferencias y porqué.

En mi caso, como decía, procuraré presentar esta profesión a partir de sus elementos centrales, si bien obviamente lo haré desde el modelo en el que me formé y en el que sos-tengo mi trabajo clínico y docente, el Máster de Arteterapia, Psicoterapia por el Arte y Formación Psicosocial, de la Uni-versidad Pompeu Fabra, el cual se realizó anteriormente en la Universidad de Barcelona y Metáfora, desde el año 1999 al 2011. Nuestra orientación tiene una base teórica psicoa-nalítica, vinculada en especial al modelo relacional; podría definirse pues como psicodinámica, relacional e integrativa.

¿Qué es arteterapia?

Montserrat MontanéArteterapeuta por la Universidad de Barcelona. Coordinadora de prácticas y profesora del Máster de Arteterapia de la Universidad

Pompeu Fabra de Barcelona

La creación artística no es un fin en sí misma, sino un medio; la voluntad está centrada en facilitar un canal de expresión

El objetivo como arteterapeutas es el de acompañar al pa-ciente con el fin de potenciar cambios, pequeños o gran-des, pero positivos y duraderos; en cualquier caso, propiciar un mayor bienestar interior que pueda manifestarse en su mundo externo. Este objetivo, según Coderch (2001) puede llevarse a cabo a través tanto del esfuerzo por alcanzar la comprensión, el insight o el “darse cuenta”, como por todo lo que implica en sí misma la experiencia de la relación pa-ciente – terapeuta.

Esta tarea será distinta según tengamos un concepto u otro del ser humano. Diversos autores, como Horney, Fromm, Winnicott o Yalom, entre otros, consideran que cada per-sona tiene una propensión innata a la autorrealización, una sed de conciencia, de vivir una vida plena. No es un deseo mental, sino una necesidad inherente a nuestra naturaleza.

Nuestra función como terapeutas no sería pues generar esta necesidad de crecimiento, sino descubrirla y potenciar-la. Tampoco podemos dirigir al paciente hacia determinados cambios, sino que será él mismo quién trace su camino de transformación.

Esta idea comporta pues un sentimiento de confianza ante cualquier persona, ya que en cada una reside el empuje de evolución, que nosotros como arteterapeutas intentaremos facilitar, a modo de catalizador, respetando en todo momen-to el ritmo y las características propias de cada paciente o grupo.

Fromm describe bien esta necesidad humana y la importan-cia de reconocerla a pesar de las apariencias: