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  • HISTORIA DE LA COMUNICACIN

  • COLECCIN BOSCH COMUNICACIN Dirigida por Marcial Murciano

    Coordinacin editorial a cargo de Icaria editorial

    1. Historia de la comunicacin Vol. 1 Del lenguaje a la escritura Raymond Williams (ed.)

    2. Historia de la comunicacin Vol. 2 De la imprenta a nuestros das Raymond Williams (ed.)

    3. El periodista en el espacio pblico Jos Luis Dader

    4. Estructura y dinmica de la comunicacin internacional Marcial Murciano

  • RAYMOND WILLIAMS Ed.

    HISTORIA DE LA COMUNICACIN

    VOL 1 DEL LENGUAJE A LA ESCRITURA

  • ndice

  • Volumen 1. DEL LENGUAJE A LA ESCRITURA

    PRESENTACIN 9 Amparo Moreno Universidad Autnoma de Barcelona

    1. INTRODUCCIN 19 Raymond Williams Universidad de Cambridge

    2. LENGUAJE 45 Ferruccio Rossi-Landi Universidad de Trieste

    Massimo Pesaresi

    Lminas CARA A CARA 83

    3. COMUNICACIN NO VERBAL 103 Arthur D. Schulman Universidad de Washington, St. Louis

    Robyn Penman Universidad de Melbourne

    4. SIGNOS Y SMBOLOS Donis A. Dondis Universidad de Boston

    135

  • 8 Raymond Williams Ed.

    Lminas SIGNIFICADOS UNIVERSALES 171

    5. ALFABETOS Y ESCRITURA 189 Jack Goody Universidad de Cambridge

    BIBLIOGRAFA 243 RECONOCIMIENTOS 251

    NDICE ANALTICO 257

  • Presentacin AMPARO MORENO Universidad Autnoma de Barcelona

  • Al iniciar el ltimo captulo de esta obra,* dedicado a El futuro de los medios de comunicacin, Ederyn WILLIAMS advierte que al entrar en la dcada de los ochenta nos parece estar en el umbral de un perodo de cambios sin precedentes. Y en verdad, al leerlo hoy, despus de algo ms de una dcada de haberse escrito, y contrastar las predicciones del autor con las innovaciones que hemos visto introducirse en nuestro entorno, lo primero que se nos ocurre pensar es que la realidad va mucho ms aprisa que las previsiones que podemos hacer.

    Significa esto que este conjunto de trabajos en Historia de la Comunicacin, realizados por varios autores bajo la direccin de Raymond WILLIAMS y publicado en Londres en 1981, est hoy desfasado? No, ciertamente. Por el contrario, la lectura de estas p-ginas nos permite constatar que las novedades recientes que tanto nos deslumhran se inscriben en la lgica de las transformaciones histricas que han experimentado las formas de organizar la co-municacin social, as como los sistemas simblicos y tecnolgicos que han generado; por tanto, que es imprescindible comprender esta lgica histrica porque nos arroja luz sobre este presente que a veces dirase que se nos escapa por su amplitud, diversidad y complejidad en constante cambio.

    Esta es la aportacin ms patente de esta obra: proporcionarnos suficientes datos y elementos para reflexionar sobre la gnesis his-trica de los diversos aspectos que confluyen en la organizacin actual de la comunicacin social.

    Pero junto a sta, encontramos otras no menos decisivas, tanto por lo que se expone en estas pginas, como tambin por los pro-

    * Vase el Vol. 2 de esta misma obra: De la imprenta a nuestros das. (N. del E.)

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    blemas que se advierten en las distintas formas en que cada autor ha resuelto la parcela que le ha correspondido tratar, y por el plan-teamiento general de la obra. Otras aportaciones que pueden enri-quecer e interpelar -y enriquecen especialmente porque interpelan-a los estudios de la Historia y de las restantes Ciencias Sociales.

    La Historia de los medios de comunicacin de masas

    Empecemos por situar esta obra en el marco de los diversos estudios realizados sobre los llamados medios de comunicacin de masas, y concretamente, tal como su ttulo indica, de los que se proponen ofrecernos una aproximacin histrica.

    Los estudios histricos sobre los medios de comunicacin de masas son, junto con los jurdicos, los primeros que se desarrollaron. A mediados del siglo XIX, coincidiendo con las corrientes que re-forzaron los Estados nacionales y con los inicios de la prensa de masas, se increment el inters por historificar la prensa, inters que no ha cesado hasta nuestros das si bien se ha adaptado a las mo-dificaciones que el propio periodismo ha experimentado. Cabe re-cordar las obras de PRUTZ (1845), Geschichte des Deutschen Jour-nalismus; HATIN, cuya clebre Histoire de la Presse en France fue publicada en ocho volmenes entre 1859 y 1861 y completada en 1866 con un tomo de Bibliographie historique et critique, ANDREWS (1859), History ofBritish Journalism; WINKLE (1875), Die Perio-dische Press; y FOX BORNE (1887), English Newspapers.

    El desarrollo del periodismo como profesin, y de los centros de formacin de periodistas, desde finales del siglo XIX, hizo que la Historia del Periodismo se formalizara como disciplina acadmica a la bsqueda de su propio estatuto de cientificidad. En esta lnea destacan algunas obras de la primera mitad de nuestra centuria, como las de SALOMN (1900), Geschichte des Deutschen Zeitung-wesens; LEE (1923), History of American Journalism; FATORELLO (1923), Le origine del Giornalismo in Italia; y la obra ya citada, y de consulta obligada porque en parte no ha sido superada, Lejournal de Georges WEILL (1934).

    El ttulo y el subttulo de esta obra -El Peridico. Orgenes, evo-lucin y funcin de la prensa peridica- y su ubicacin original como

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    uno de los tomos correspondientes a la gran obra de sntesis histrica dirigida por Henri BERR, La evolucin de la Humanidad, ilustran la importancia que dieron al estudio histrico del periodismo los historiadores que, en la primera mitad del siglo XX, se preocuparon por renovar la Historia. As, la obra de WEILL se inscribe, por una parte, en la lnea de preocupaciones por esa Historia Universal que la expansin imperialista europea trajo como consecuencia; pero, adems, responde al progresivo inters por los fenmenos mentales.

    El lenguaje, la escritura, la imprenta, maravillosos instrumentos creados por el pensamiento para el pensamiento. 'El lenguaje', 'El libro', 'El peridico', son tres volmenes de 'La evolucin de la Humanidad' que, ligados lgicamente, representan etapas decisivas de una herramienta intelectual unida al desarrollo mental, expli-caba Henri BERR en el Prlogo a la obra de WEIL, indicando as un itinerario lgico y elemental a seguir para comprender el desa-rrollo histrico del medio de comunicacin que alcanz mayor pre-ponderancia en Francia y las restantes sociedades industriales du-rante el primer cuarto del siglo XX.

    El alcance y la rapidez de los cambios del siglo XX en materia de comunicaciones dieron origen al desarrollo intenso de nuevos tipos de estudios de la comunicacin, tal como explica Raymond WILLIAMS en su introduccin. Pero la mayora de estos estudios, quizs por la importancia que la publicidad comercial y la propa-ganda poltica han adquirido en los nuevos medios audiovisuales, se han orientado predominantemente hacia los de tipo sociolgico, a menudo guiados por el pragmatismo ms inmediato, y han me-nospreciado los estudios de carcter histrico.

    En este ambiente, aunque a medida que se han desarrollado los nuevos medios se ha mantenido el inters por hacer su historia, no todos los medios han recibido la misma consideracin: as, mientras la prensa escrita, y especialmente la de informacin poltica, ha me-recido, junto con el cine, una atencin privilegiada, los estudios histricos sobre la radio, la industria del disco, la publicidad co-mercial o la televisin suelen adolecer de un positivismo tecnocrtico que no se encuentra tanto en los estudios sobre prensa y cine, en los que se nota una mayor preocupacin por enmarcarlos en la historia social. Paralelamente, los estudiosos de la Historia Contempornea, encerrados en una visin que atiende preferentemente a los prota-

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    gonistas y las acciones polticas, han centrado su atencin casi ex-clusivamente en aquellas publicaciones y en aquellas informaciones que corresponden con su enfoque restringido, y han eludido consi-derar otras informaciones, la publicidad comercial y los restantes medios de comunicacin de masas. Y este desigual tratamiento no slo repercute en la insuficiente utilizacin que se hace de ellos como fuente historiogrfica para el estudio de otros fenmenos. Repercute, tambin, en un conocimiento parcial y deficiente de nuestras socie-dades contemporneas.

    Sin embargo, en las dos ltimas dcadas este panorama ha em-pezado a variar sensiblemente. Por una parte, se ha producido un renovado inters por el conocimiento histrico que se ha orientado no slo a cada medio de comunicacin por separado, sino al fen-meno ms global de la cultura de masas y la comunicacin. Y, al mismo tiempo, desde el campo de la Sociologa se ha desarrollado la atencin hacia los efectos de los medios de comunicacin a largo plazo. Todo ello est colaborando a que se superen los estrechos mrgenes de la dimensin sincrnica de cada medio y se atienda cada vez ms a la dimensin diacrnica y ms global, propia de la Historia de la Comunicacin.

    La Historia de la Comunicacin

    Este es el planteamiento en el que se ha trabajado en nuestras Facultades de Ciencias de la Informacin en los ltimos veinte aos, y que ha conducido a la implantacin de esta asignatura en sus Planes de Estudio.

    Desde los primeros tiempos de estas Facultades se procur res-ponder a las necesidades de unos centros que ya no atendan slo -como suceda en las anteriores Escuelas de Periodismo- a la for-macin de profesionales de la prensa escrita, sino tambin a la de los diversos profesionales de otros medios audiovisuales, as como a la tarea ineludible de todo centro universitario, el conocimiento del fenmeno de que se ocupa. Y en esta lnea resultaron decisivos el conjunto de artculos publicados en 1973-1974 por Manuel VZ-QUEZ MONTALBAN (que fue profesor de la Facultad de la Uni-versidad Autnoma de Barcelona durante el curso 1975-1976), pri-

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    mero en fascculos en la revista Comunicacin XXI y ms adelante en forma de libro, con el ttulo Historia y Comunicacin Social. Porque puede decirse que -a pesar de que hoy nos resulte excesi-vamente simplista su visin de las relaciones entre informacin y poder- abri nuevos interrogantes en torno a los estudios histricos sobre los medios de comunicacin de masas; interrogantes que ya no se podan eludir y a los que, posteriormente, el profesorado res-ponsable de esta disciplina hemos dado distintas respuestas. (Un resumen de las distintas lneas pueden encontrarse en las actas de los Encuentros de Historia de la Prensa que, bajo la direccin del profesor Manuel TUON DE LARA, se celebraron primero en la Universidad de Pau, en 1974 y en 1979, y posteriormente en la de Bilbao, en 1985 y en 1988.)

    La publicacin en ingls, en 1981, de esta Historia de la Co-municacin, realizada por diversos autores bajo la direccin de Ray-mond WILLIAMS, y que ahora al fin se traduce al castellano, daba respuesta a algunos problemas a la vez que pona el acento en otros, y confirmaba que el camino emprendido -a pesar de los recelos que despertaba en algunos sectores anclados en las ideas histricas ms tradicionales- poda ser muy fructfero.

    En primer lugar, porque, tal como advierte Raymond WI-LLIAMS en su introduccin, cuando tratamos de comprender his-tricamente aspectos concretos de la problemtica de los medios de comunicacin de masas, nos damos cuenta de que, podemos acos-tumbrarnos tanto a las descripciones de la comunicacin moderna en trminos de publicidad poltica o comercial, o de manipulacin, que dejemos pasar inadvertidos algunos procesos culturales igual-mente difundidos y, quizs, igualmente significativos, de ndole apa-rentemente distinta. El caso del teatro es un buen ejemplo de ello. Porque la representacin dramtica es una prctica cultural impor-tante, en distintos tipos de sociedad, desde hace unos veinticinco siglos, y, sin embargo, slo recientemente se ha convertido en un acontecimiento cotidiano para poblaciones enteras (...). Ante un he-cho social de esta magnitud, que no encaja fcilmente en nuestras ideas comunes sobre la comunicacin como las noticias y las opi-niones, tenemos que reconocer la necesidad de un tipo de investi-gacin que no slo nace de categoras existentes, sino que es capaz de analizar las categoras mismas. Y una forma de analizar las

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    categoras es tener en cuenta, deliberadamente, su alcance histrico. Esto es lo que hace l con las nociones de comunicacin de

    masas y sociedad de masas a las que estamos tan habituados que en las lneas anteriores ni siquiera me he molestado en prescindir de ellas, a pesar de que comparto con Raymond WILLIAMS su consideracin de que basta echar un vistazo a la historia para ver que el fenmeno de una minora que controla la comunicacin con un pblico muy amplio no es un fenmeno exclusivo del siglo XX, amn de que el gran pblico disperso es mucho ms tpico de las modernas tecnologas de comunicacin que las grandes multitudes y los grandes pblicos -'masas'- de muchos perodos anteriores a la invencin de estas tecnologas.

    Estos y otros problemas son los que hacen imprescindible un nuevo tipo de historia de la comunicacin que haga hincapi en la historia material de los distintos medios y sistemas de comuni-cacin (...). Porque si bien es posible hablar de la comunicacin a nivel de simples ideas, es imposible, en ltimo trmino, separar semejante discurso de la importante rama de la produccin social que es la creacin de tecnologas y sistemas de comunicacin". Una Historia de la Comunicacin en la que se enfatiza tambin que los sistemas de comunicacin nunca han sido un aadido opcional en la organizacin social o en la evolucin histrica. A medida que estudiamos su verdadera historia, vemos que ocupan un lugar junto a otras formas importantes de organizacin y produccin social, del mismo modo que ocupan un lugar en la historia de la invencin material y de la ordenacin econmica.

    Este es el proyecto al que Raymond WILLIAMS intent dar forma, en los ltimos aos de su vida, cuando propuso a diversos estudiosos de distintos campos y nacionalidades abordar cada uno de los aspectos fundamentales de la Historia de la Comunicacin.

    El resultado, sin embargo, es desigual. En los tres primeros ca-ptulos, se examinan los elementos bsicos del proceso comunicativo humano (el lenguaje en el captulo II, la comunicacin no verbal en el captulo III, y signos y smbolos en el captulo IV), sin hacerse mencin apenas a su dimensin histrica, como si las transforma-ciones sociales no les afectaran. Esta perspectiva parece reservada a los cuatro captulos siguientes, dedicados a rastrear las transfor-maciones histricas de las formas de escritura (captulo V), la im-

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    prenta (captulo I del segundo Volumen), los sonidos (captulo II) y las imgenes de largo alcance (captulo III), que aparecen comple-tados con otro captulo, escrito tambin por Raymond WILLIAMS, en el que plantea esa relacin entre la tecnologa de la comunicacin y las instituciones sociales que a l tanto le preocupaba pero que no todos los autores tienen en cuenta de la misma forma. Un ltimo captulo sobre el futuro de los medios de comunicacin, al que me he referido al principio, cierra la edicin inglesa.

    En definitiva, a pesar de que Raymond WILLIAMS dice que los sistemas de comunicacin nunca han sido un aadido (...), algo que ocurre despus de otros acontecimientos, sino que la comunica-cin est desde el principio integrada en cualquier accin humana y en muchos casos es su condicin necesaria, la Historia de la Comunicacin que aqu se nos ofrece, si bien enriquece nuestro conocimiento sobre nuestro pasado y presente, es todava el resul-tado de aadidos desigualmente tratados y no siempre bien ensam-blados.

    Adems de este problema global, podemos advertir otros. Quizs el principal, el etnocentrismo que condiciona toda la explicacin y la reduce -salvo en el captulo dedicado a la escritura y alguna otra ocasin ms- a una genealoga que culmina en las transformaciones recientes tal como se han producido en Gran Bretaa, Estados Uni-dos, Francia y poco ms. Es cierto que sta no es una historia de continuidad y expansin, y que este etnocentrismo est lejos aqu del teleologismo tan habitual, ya que los distintos autores han pro-curado resear las diversas contradicciones que entran enjuego. Pero no es menos cierto que se enfocan aquellos espacios sociales que histricamente se han erigido en centros hegemnicos, sin advertir que se trata de un enfoque parcial -y, por tanto, que no se puede garantizar-, y sin examinar las repercusiones que tales centros han tenido en las zonas sobre las que se han impuesto. Quizs por ello, el gran fenmeno olvidado en esta Historia de la Comunicacin es el de las agencias de noticias que, desde finales del siglo XIX, han ido tejiendo las redes neurlgicas de los imperialismos y han puesto de manifiesto los cambios que ste ha experimentado a lo largo del siglo XX.

    Precisamente, de este enfoque preferente hacia los espacios cons-truidos histricamente como centros hegemnicos y, ms an, de

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    los escenarios y los personajes que en ellos se han ocupado del ejer-cicio del poder, se deriva tambin una atencin predominante por lo que podemos definir como los aspectos institucionales y pblicos de la comunicacin social -cuya historia es lo que se explica en los captulos 4, 5, del primer volumen y 1, 2 y 3 del segundo- y un menosprecio por las restantes formas de comunicacin privadas, inter e intrapersonales, que remiten a esos procesos comunicativos elementales que se examinan en los tres primeros captulos.

    Pero al sealar estos problemas no pretendo, ni mucho menos, invalidar esta obra. Por el contrario, mi crtica es el resultado de haber encontrado en ella no slo respuestas a la comprensin his-trica de la organizacin actual de la comunicacin, sino tambin sugerencias e interrogantes que abren nuevas vas prometedoras; resultado, pues, del inters que suscita la lectura de estas pginas que, bien lejos de cualquier dogmatismo, invitan a seguir reflexio-nando.

    As, he sealado el problema del etnocentrismo y de las reper-cusiones que tiene la adopcin de ese punto de vista de forma acr-tica. Pues bien, profundizar en las razones histricas que nos hacen asumir ese etnocentrismo, y reconocer que guarda relacin tambin con el hecho de que los sistemas de comunicacin han sido cons-truidos precisamente para alcanzar espacios cada vez ms amplios en tiempos cada vez menores -con mayor economa de recursos humanos, materiales y simblicos-, y para ir ms all no slo del espacio sino tambin del tiempo -ms all de la sucesin de las generaciones-, abre nuevas perspectivas a la Historia de la Comu-nicacin. Nuevas perspectivas que nos permiten descubrir que las dimensiones y las formas que adoptan las vas y medios de comu-nicacin de que dispone una sociedad delatan la magnitud y la in-tensidad que ha alcanzado su voluntad de dominar el mundo, pero tambin la capacidad humana para utilizar estos productos en pro de una mayor capacidad de entendimiento y compensar esta volun-tad de dominio, as como el sistema complejo que se deriva de todas estas relaciones contradictorias.

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    Introduccin RAYMOND WILLIAMS Universidad de Cambridge

  • Siglo tras siglo, bajo las distintas circunstancias del esfuerzo y la fortuna humano's, una de las caractersticas particulares del hombre ha sido su deseo y su habilidad para comunicarse, para intercambiar significados con sus prjimos. Casi dos mil quinientos aos nos separan de la Grecia Clsica y, sin embargo, estos versos siguen teniendo plena vigencia:

    El lenguaje, el pensamiento veloz como el viento Y los sentimientos que dan vida a la ciudad Los ha aprendido el hombre por s mismo, Y a cobijarse del fro. Y a refugiarse de la lluvia.

    Estas palabras en castellano traducen las que escribi Sfocles en el ao 442 antes de Cristo como parte de una cancin coral que ahora se conoce como el Himno al Hombre. Su significado global nos llega con claridad. El hombre ha aprendido por s mismo a hablar y a pensar, el sentido de la sociedad y los medios de proteccin material, como bases de la vida humana. Sin embargo, consideremos qu ha ocurrido desde que Sfocles escribi estas palabras para ser cantadas y bailadas por un coro en su tragedia Antgona. No sabemos con certeza cmo las escribi originalmente, si es que lo hizo; quiz con una pluma hecha de un junco partido y afilado, tinta de negro de humo, goma y agua, sobre un material hecho del tallo de un junco,

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    Cyperus papyrus. Pero Sfocles no escribi para lo que hoy en da se conoce como publicacin. Los versos habran sido aprendidos por repeticin oral, quiz directamente de su autor, y l y los quince miembros del coro, divididos en dos grupos de siete y un director, habran ensayado, segn la mtrica, la msica y los movimientos que acompaaran su canto.

    Sabemos que los versos se hicieron famosos despus de recitarse y cantarse repetidas veces en pblico. Tiempo despus, ante el pe-ligro de que las obras se perdiesen o se recordasen parcialmente, los eruditos y los escribanos, que aun recitaban en voz alta, hicieron copias de siete de las obras ms famosas de Sfocles; esas siete son las que conservamos completas; las otras, ms de cien que no se copiaron, se perdieron o no se conocen en la actualidad. Sin em-bargo, siete sobrevivieron, y hoy se pueden leer en centenares de ediciones. Con el fin de mantenerlas vivas para el futuro, han sido traducidas una y otra vez a todas las lenguas ms importantes. Lo que hoy leemos como obra de Sfocles ha tenido que pasar por este complicado proceso material e intelectual.

    Sabemos lo que hemos perdido a lo largo del camino. Tambin sabemos lo que hemos ganado: la extraordinaria comunicacin entre un gran poeta del mundo antiguo y unos lectores que hablan idiomas y viven en condiciones que, aun en su Himno al Hombre, Sfocles no hubiese podido imaginar.

    Este no es ms que un sorprendente ejemplo de la fascinante historia de la comunicacin humana. Hay tambin ejemplos con-temporneos ms inmediatos. Podemos pulsar el botn de una m-quina en nuestros hogares y presenciar una batalla que tuvo lugar el da anterior en Asia, o un encuentro de ftbol que se est jugando en Sudamrica. Con otro aparato podemos conversar con un amigo al otro lado del mundo. No fue hace mucho que llamamos a estas posibilidades las maravillas de la comunicacin moderna. Pero nos hemos habituado a ellas y, hoy por hoy, en lugar de hablar de ma-ravillas, es ms probable que nos quejemos de la calidad de la re-cepcin, de la norma de uso de la cmara o de los defectos de la conexin. Lo que antes era extraordinario y que, como tal, hubiese asombrado al ms clarividente de nuestros antepasados, hoy no es ms que algo cotidiano, ms all de lo cual buscamos nuevas po-sibilidades.

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    No cabe duda de que la magnitud y la rapidez de los cambios en los mtodos de comunicacin, sobre todo en el siglo XX, han planteado nuevas interrogantes sobre la comunicacin humana como tal, y abierto nuevos campos de investigacin cientfica y humana en un intento por responder a estas preguntas. En las sociedades industriales desarrolladas, la mayora de nosotros estamos habitua-dos a las mquinas. A algunos ya no nos sorprenden su existencia y sus utilidades. Pero, tarde o temprano, muchos nos formulamos preguntas y, al intentar responderlas, sentimos la necesidad de una mayor cantidad de informacin y de medios para interpretar la que ya tenemos. Por ejemplo, es obvio, si lo consideramos, que no es-tamos viendo esa batalla en Asia por casualidad o como consecuen-cia necesaria de alguna propiedad de la mquina. Adems de los que estn involucrados en la batalla, hay gente en los extremos lejano y cercano de lo que estamos viendo. No se trata, pues, de un milagro. Existe una tecnologa avanzada especfica que, en principio, todos podemos llegar a entender. Al mismo tiempo, hay mucha gente, en distintas etapas del proceso, ligadas social, econmica y poltica-mente entre s y a nosotros. Porque no contemplamos la batalla como dioses. Si lo consideramos unos instantes, vemos que no estamos contemplando la batalla desde una posicin neutral por encima de ella, o desde ambos lados, sino, por lo general, desde un lado, aquel en el que fue posible colocar las cmaras y conectar con un sistema de transmisin que acaba en la mquina de nuestra casa. Si estu-visemos, por ejemplo, en una casa de otro pas, pulsando el botn de una mquina similar, es probable que visemos una pelcula muy distinta, desde el otro lado de la misma batalla, donde fue posible colocar otras cmaras, conectadas a un sistema de transmisin dis-tinto. As, lo que en principio parece una maravilla de la tcnica, es, en ltimo trmino, parte de unos sistemas sociales y polticos complejos.

    Hay razones especiales por las que resultara muy difcil conse-guir una posicin neutral para la cmara en una batalla: razones ligadas a la seguridad y al control del campo de batalla. Pero vol-vamos a echar un vistazo a ese evento del todo distinto, el partido de ftbol, que observamos desde el otro lado del mundo mientras se juega. En este caso, las cmaras pueden estar colocadas en una posicin neutral. Podemos prestar la misma atencin a lo que ocurre

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    a ambos lados. Pero ntese tambin con qu frecuencia se ve, detrs de los jugadores en movimiento, no slo a la multitud -el pblico inmediato-, sino tambin, como si estuviese all accidentalmente, la marca de un chocolate, de una cerveza o de una lavadora. Las cmaras estn situadas de tal forma que slo podemos mirar el par-tido si vemos tambin, a algn nivel de atencin o de distraccin, esas vallas publicitarias colocadas por un precio expresamente en esos lugares. Pero este es slo el problema ms inmediato. Hasta qu punto podemos decir que estamos viendo el partido tal como se juega? Estamos viendo, como podra hacerse desde una buena posicin en el estadio, la totalidad del campo y los esquemas de juego? Ocasionalmente tal vez, pero, la mayor parte del tiempo, lo que vemos, en diversos planos, son encuentros aislados, a veces de varios jugadores, a veces de dos y, otras, dos o tres brazos o piernas aislados. Lo que en realidad vemos es lo que eligen los camargrafos o directores con la intencin de ofrecernos lo ms interesante. No obstante, al mirar el producto final, al dejar a un lado nuestras pre-guntas y observaciones seducidos como estamos por el juego, po-demos olvidar esto fcilmente, volviendo a caer en la asuncin del milagro cotidiano.

    Sin embargo, no todos lo olvidamos siempre. Es a partir de los interrogantes que surgen cuando vemos y recordamos lo que en rea-lidad est ocurriendo que hemos desarrollado esas nuevas ramas de la investigacin cientfica y humana a las que podemos agrupar bajo el nombre de estudios de la comunicacin o ciencias de la comu-nicacin. En un anlisis ms exhaustivo veremos que estas ramas de la investigacin son a menudo difciles de agrupar, porque en sus formas avanzadas tienen objetos de estudio y mtodos aparente-mente muy distintos. De hecho, acceder a alguna de estas ramas por separado supone, a menudo, la sensacin de habernos extraviado en otro pas, donde con suerte podemos saber qu es lo que se discute, pero que en realidad no podramos seguir, ya que el lenguaje suele ser desconocido. Es especialmente irnico que este caso se d en el estudio de la comunicacin humana. Sin embargo, hay razones que lo explican. Se cuenta la ancdota de una conferencia internacional de latinistas en la que, de forma inocente, se propuso que el idioma de la conferencia fuese el latn, el nico idioma al que tenan acceso todos los participantes. La propuesta fracas, por una razn inte-

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    resante. Si todas las ponencias de la conferencia hubiesen estado redactadas en latn, los participantes se hubiesen entendido fcil-mente. Pero, puesto que el latn no es una lengua viva y ha de aprenderse a partir de textos escritos, no existe una normativa que regule su habla, y las variaciones entre hablantes de distintas lenguas maternas son lo bastante importantes como para impedir que unos y otros se entiendan.

    El caso del estudio de la comunicacin es tambin irnico, pero por razones distintas. En lugar de diverger de un campo antiguo, que una vez se comparti, el estudio de la comunicacin, en sus formas modernas, es la convergencia, o el intento de convergencia, de gente preparada, inicialmente, en campos muy distintos: historia, filosofa, literatura, filologa, sociologa, tecnologa y psicologa. Lo que toda esta gente tiene en comn, en ltimo trmino, es un campo de inters. Pero, al final, no slo es inevitable, sino tambin til y necesario, que estudien este campo por medios que, al menos al inicio, son muy distintos. Porque los problemas, examinados de cer-ca, no son sencillos ni especiales, y los distintos tipos de conoci-miento y de anlisis estn fuera del alcance de cualquier enfoque individual. Sin embargo, si bien necesitamos estos enfoques indi-viduales, debemos intentar, obviamente, en ocasiones, reunirlos en el rea de inters que comparten con todos los que, si bien pueden no haber aprendido comunicacin, en cualquiera de sus disciplinas, han pensado y piensan en una de las actividades centrales del mundo.

    En este libro nos proponemos ilustrar este tipo de enfoque general de gran alcance. Para su elaboracin se han elegido colaboradores, no slo de pases distintos, sino de mbitos laborales y disciplinas acadmicas diferentes. Algunos de ellos intentan definir qu es la comunicacin desde sus propios campos de referencia. Si bien es-criben desde sus conocimientos y experiencias particulares, este libro alcanza una unidad temtica en el recorrido de la historia y del proceso de la comunicacin humana como un todo. As, en los ca-ptulos 2, 3 y 4 se analizan y se describen los principales procesos de la comunicacin humana -el lenguaje, la comunicacin no verbal, y los signos y los smbolos-. En los captulos 5, 6, 7 y 8 se analizan y se describen la historia y los significados sociales y culturales de los principales sistemas de comunicacin -escritura, imprenta, so-nidos e imgenes extendidos-. En el captulo 9 se trata las relaciones

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    entre estos sistemas y sus tecnologas, y las instituciones sociales en las cuales se desarrollan. En el ltimo captulo se describen los pro-gresos alcanzados y los que pretende alcanzar la tecnologa de la comunicacin, y sus posibles efectos, llevando la historia de la co-municacin hasta la generacin venidera, con nuevas posibilidades y problemticas.

    En conjunto, este libro es, a la vez, analtico, histrico y explo-ratorio. Abarca la historia desde los primeros testimonios de la so-ciedad humana hasta finales del siglo XX. No se centra nicamente en el recorrido histrico, pero vale la pena explicar por qu se hace deliberadamente hincapi en l. Y para hacerlo debemos empezar, paradjicamente, por echar un vistazo ms atento a su ltima etapa.

    POR QUE IMPORTA LA COMUNICACIN

    Acceso y accin

    Como ya se ha mencionado, fueron el alcance y la rapidez de los cambios del siglo XX en materia de comunicaciones los que dieron origen al desarrollo intenso de nuevos tipos de estudios de la co-municacin. Apenas se puede sobrestimar el efecto de estos cambios. No se trata nicamente de la posibilidad, para cientos de millones de personas, de acceder a las versiones directas de miles de eventos distantes. Ese es el efecto ms citado, descrito a menudo como una ventana al mundo. Pero es, desde luego, una ventana muy curiosa. No es una vista fija desde algn lugar en el que hemos decidido situarnos. Como se seal en los ejemplos de la guerra y el partido de ftbol, estamos viendo y siendo vistos al mismo tiempo. La ven-tana no est hecha de cristal puro y simple, sino de un complejo proceso de produccin tcnica y social. Y, por tanto, debemos hacer algunas distinciones adicionales. La guerra, podemos suponer, hu-biese tenido lugar tanto si hubiese habido una televisin que infor-mase acerca de ella como si no. Nuestro acceso a una interpretacin de lo que es puede variar del simple espectculo -otra cosa que mirar,

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    sin un compromiso real- a la informacin que nos involucra, en la que algo de la realidad de lo que est ocurriendo puede conectar, no slo con nuestra visin del mundo ms all de nuestras expe-riencias locales cotidianas, sino tambin con nuestras perspectivas y decisiones polticas. Acceso, es decir, como espectador, es ya una definicin demasiado simple. Podemos permanecer satisfechos con la ventana mgica o, en el otro extremo, romper el cristal e invo-lucrarnos en los acontecimientos que tienen lugar.

    Acontecimientos y seudo-acontecimientos

    Pero esta es slo una variacin en respuesta a acontecimientos que hubiesen ocurrido, suponemos, en cualquier caso. El ejemplo del partido de ftbol es ya, hasta cierto punto, distinto. En la mayor parte de los casos se hubiese jugado, con o sin la presencia de las cmaras de televisin. Pero un nmero creciente de eventos depor-tivos -sobre todo el golf y el boxeo- se han organizado desde el principio como sujetos para la televisin. Y esta tendencia se con-solida cada vez ms, con efectos importantes en la organizacin y la financiacin de la mayor parte de los deportes. El caso es im-portante en s mismo, pero es tambin un ejemplo de esos procesos reales que el trmino acceso -la ventana al mundo- oscurece, a veces intencionadamente. Una gran parte de lo que debe ser visto est colocado all con ese n, y es slo cuando consideramos la comunicacin como produccin, en lugar de reducirla al simple con-sumo, que podemos comprender su verdadero alcance.

    De hecho, en ciertas reas especficas ya se admite de buena gana la importancia de la produccin. Es obvio que en la gama completa de tecnologas de la comunicacin -de la imprenta y la prensa al cine, la radio y la televisin- la mayor parte de los trabajos son producidos y ofrecidos a otros de muchas formas distintas. Un en-sayo filosfico, una novela, un largometraje, una comedia radiof-nica, una serie televisiva, han sido, en este sentido, manifiestamente producidos. Por otra parte, todas son formas gobernadas por ciertas descripciones y convenciones que indican, a menudo con xito, de qu tipo de trabajo se trata. Pero tambin hay un contraste inicial-mente simple con toda otra serie de produccin en el campo de la

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    comunicacin, cuando lo que se ofrece no est sealado en absoluto como produccin, sino como actualidad. Aqu las seales habi-tuales, de forma y convencin, que nos permiten distinguir, en ge-neral con xito, entre una novela y una biografa, entre una obra de teatro y la grabacin de una conversacin, no slo no estn presentes; han sido sustituidas por otras seales, como es el caso tpico de Estas son las noticias, la seal explcita o implcita de los teledia-rios.

    Fue la excepcional intensidad y magnitud de este tipo de co-municacin la que atrajo primero la atencin en el siglo XX. No daran origen estas nuevas y poderosas tecnologas a la propaganda y al lavado cerebral a escala masiva? No sesgaran y distorsionaran las noticias y monopolizaran la opinin? Estas preguntas siguen estando vigentes. Nadie que vea el volumen de produccin actual puede tacharlas de histricas. Porque, tan slo en el contraste entre distintas noticias y servicios de radiodifusin, podemos ver un aba-nico de resultados, desde ciertos intentos de objetividad, sobre todo en determinadas reas, hasta la propaganda ms descarada. Digo podemos ven>, pero, en realidad, este contraste slo es evidente para gente que tiene los medios y que se toma la molestia de com-parar distintos peridicos y telediarios, sobre todo -donde los con-trastes son ms evidentes- entre distintos pases. La mayora de nosotros, la mayor parte del tiempo, tenemos que hacer ms com-paraciones interiores, prestando particular atencin a las crnicas de acontecimientos de los que poseemos cierto conocimiento directo (el nivel de susceptibilidad sobre stos es significativamente alto) o a usos identificables de palabras que suponen o implican prejuicios.

    La ventana cambia el mundo

    Pero, en realidad, el problema es ms profundo. No es slo una cuestin de si un acontecimiento aislado est siendo relatado con relativa exactitud o con opiniones contrastadas. Es tambin cuestin de las relaciones entre semejantes acontecimientos y otros especial-mente organizados. Porque no es slo en los deportes donde los eventos se organizan antes de ser transmitidos. Un cmara no est casualmente presente cuando un lder poltico se da lo que los fran-

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    ceses llaman un bao de multitud y lo que los britnicos y ame-ricanos llaman un paseo pblico o encuentro con la gente. Pro-gramas elaborados de horarios y logsticas hacen posible, en casi todos los casos, no slo que el cmara est all, sino que, adems, el lder poltico y, en algunos casos, la gente, estn presentes. Lo que entonces se narra y se muestra puede ser, en efecto, relativamente exacto, sobre todo si se muestra a varios lderes polticos dndose el mismo tipo de bao de multitud. Sin embargo, ms all de esto, lo que tiene lugar es una interpretacin producida de la poltica: que esto, al menos de una manera importante, es como se debiera re-lacionar la gente, polticamente; de hecho, en trminos estructurales, y a un nivel ms profundo, que la poltica es, en su conjunto o ante todo, una cuestin de la popularidad relativa de los lderes o de lderes rivales. Lo que est ocurriendo, entonces, a menudo sin nin-guna distorsin local o inmediata, es la produccin de una inter-pretacin de la poltica, o del proceso electoral, que en su nfasis repetido puede restar valor, o intentar restar valor, a otras versiones: no slo como una cuestin de opinin, sino como un tipo especfico de acontecimiento producido.

    Los medios de difusin como mercado

    Similares procesos de produccin de comunicacin son ahora bastante evidentes en el comercio. Se ha desarrollado una rama en-tera de produccin cultural, dentro de los modernos sistemas de comunicacin, con diversos efectos cualitativos y cuantitativos. Los espacios pagados, o anuncios comerciales, son ahora un elemento significativamente importante en muchos peridicos y en casi todos los programas televisivos, hasta el punto de que, en la mayor parte de los casos, la viabilidad financiera del presumible servicio prin-cipal -el peridico o programa- depende de su desempeo en esta rea. Sin embargo, no slo se trata de esta ahora enorme rea de produccin cultural como persuasin publicitaria. En sus formas ms visibles, las seales especficas -de que ste es un consejo comercial; de que lo que se est diciendo o mostrando ha sido, si uno se toma la molestia de pensar en ello, preparado, concebido, dirigido y pagado- estn presentes. Sin embargo, hay una serie de

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    eventos, como en la poltica, aparentemente independientes, que tambin han sido producidos. El ms difundido es el evento patro-cinado, en el que algo que hubiese podido ocurrir en cualquier caso est integrado con la marca de algn producto bsicamente irrele-vante, hasta que el evento y el producto llegan a asociarse objeti-vamente. Luego, hay otros eventos que nunca hubiesen ocurrido si no hubiesen aparecido asociados al producto comercial. Un ejemplo sencillo de ello es la creciente prctica de aniversarios de pro-ductos, donde lo que parece una noticia, de que algo o alguna marca ha sido producido o comercializado durante un nmero plausible de aos (el centenario, el jubileo, el vigesimoprimer aniversario), resulta ser, en la mayor parte de los casos, un hecho planificado, pagado y producido, en todo el sentido de la palabra.

    Realidad y ficcin

    Estos son ejemplos importantes y modernos de un inters leg-timo por la comunicacin. Pero, por ms importantes que sean, no debemos cometer el error de limitar o reducir el estudio de la co-municacin a cuestiones de este tipo. Porque, considerados desde cerca, los procesos sociales involucrados en estos y en casos menos evidentes, son muy complejos. Podemos acostumbrarnos tanto a las descripciones de la comunicacin moderna en trminos de publi-cidad poltica o comercial, o de manipulacin, que dejemos pasar inadvertidos algunos procesos culturales igualmente difundidos y, quizs, igualmente significativos, de ndole aparentemente distinta. El caso del teatro es un buen ejemplo de ello. Porque la represen-tacin dramtica es una prctica cultural importante, en distintos tipos de sociedad, desde hace unos veinticinco siglos, y, sin embargo, slo recientemente se ha convertido en un evento cotidiano para poblaciones enteras. Tiempo atrs, el drama se representaba slo en ocasiones especiales como festivales e, inclusive cuando se hizo ms popular, en teatros urbanos y en compaas itinerantes, slo llegaba a las minoras. Hoy, muchos tipos de representacin teatral antigua y nueva, no slo en teatros, sino tambin en salas de cine, en la radio y en la televisin, se producen en nmero y frecuencia sor-prendentes. Slo en la televisin, mucha gente de las sociedades

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    industriales puede encontrar varios espacios de teatro la mayor parte de las noches. De hecho, se pasa ms tiempo viendo algn tipo de obra de teatro que, pongamos por caso, comiendo.

    Semejante fenmeno se puede interpretar, sin temor a equivo-carse, como un ejemplo de cultura en expansin. Tipos de expansin similares se pueden observar en otras actividades culturales como la lectura y la msica. Pero, es ste el nico tipo de interpretacin adecuado? No puede haber preguntas importantes, de distinto sig-no, sobre la trascendencia social y cultural de un compromiso tan amplio y regular, como espectadores, en la representacin teatral y en otras formas de lo que, por hbito, an llamamos ficcin: fic-cin como opuesto de realidad? Ante un hecho social de esta magnitud, que no encaja fcilmente en nuestras ideas comunes sobre la comunicacin como las noticias y las opiniones, tenemos que reconocer la necesidad de un tipo de investigacin que no slo nace de categoras existentes, sino que es capaz de analizar las categoras mismas.

    La historia de la comunicacin

    En la prctica, una forma de analizar las categoras es incluir, deliberadamente, como ya he sugerido, el alcance histrico dispo-nible. Los extraordinarios avances de la comunicacin moderna pue-den impresionarnos hasta el punto de que los aislemos, los situemos en un campo especial. Y esto no es difcil si adoptamos, sin sentido crtico, ciertas suposiciones corrientes. As, se dice comnmente que, en nuestros das, la comunicacin es, en efecto, comunicacin de masas, y que esto es as porque vivimos en una sociedad masiva. Pero estas definiciones, que se tratan con mayor detalle en el captulo 9, limitan demasiado nuestra investigacin. Estas definiciones son producto de una visin demasiado funcional y secundara de la co-municacin. El modelo de un nmero reducido de comunicadores que emplean tecnologas poderosas para dirigirse a vastos pblicos es, sin duda, pertinente a muchas situaciones actuales, sobre todo en los casos de una prensa, unos medios televisivos y un cine fuer-temente centralizados. Pero puede que no entendamos ni siquiera esta situacin si no echamos un vistazo atento a la historia de este

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    tipo de comunicacin. Basta echar un vistazo a la historia para ver que el fenmeno de una minora que controla la comunicacin con un pblico muy amplio no es un fenmeno exclusivo del siglo XX. O si decimos que la singularidad es una consecuencia de las tec-nologas del siglo XX, tenemos que percibir de inmediato que hay diferencias radicales entre, por ejemplo, la muy amplia audiencia televisiva: millones de personas contemplando un solo programa, pero en grupos de distintos tamaos, en lugares pblicos, en una serie de ocasiones; y los grandes pblicos actuales, en ciertos tipos de evento, que estn, en efecto (pero slo en este caso), fsicamente masificados. En general, como veremos en la historia, el gran pblico disperso es mucho ms tpico de las modernas tecnologas de co-municacin que las grandes multitudes y los grandes pblicos -ma-sas- de muchos perodos anteriores a la invencin de estas tec-nologas. As, en lugar de precipitarnos y hacer descripciones fciles, antes de que se haya admitido el alcance total de la evidencia, nos encontramos ante la necesidad de volver a analizar nuestras habi-tuales interpretaciones, as como de informarnos sobre cul es la verdadera y extraordinaria historia de los sistemas humanos de co-municacin.

    Ped a los escritores de los captulos histricos -del 5 al 8- que dieran una visin de conjunto de la invencin y desarrollo de los principales sistemas de comunicacin, y que al mismo tiempo tra-taran sus circunstancias y consecuencias histricas. As, el profesor Goody describe el desarrollo de los sistemas de escritura y, adems de tratar las situaciones sociales y culturales en las que se dieron los distintos avances, considera los efectos de un alfabetismo desigual. El profesor Martin recoge esta historia en el momento de la inven-cin de los distintos tipos de impresin, y sigue la evolucin hasta la prensa y las editoriales, de amplia difusin en nuestros das. El profesor Pool describe el desarrollo de los distintos sistemas que podemos agrupar bajo el nombre de sonido extendido, en tec-nologas tan diversas, con distintos orgenes y efectos sociales, como el telfono, la radio y el sonido grabado. El doctor Jowett describe los distintos sistemas que podemos agrupar bajo el nombre de im-genes extendidas, en distintas tecnologas pero, sobre todo, en los sistemas principales del cine y la televisin. Reunidos, estos captulos nos presentan un nuevo tipo de historia de la comunicacin, deli-

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    beradamente amplios en alcance y haciendo hincapi, siempre, en la historia material de los distintos medios y sistemas de comuni-cacin. El nfasis en la historia material es tambin deliberado. Por-que si bien es posible hablar de la comunicacin a nivel de simples ideas, es imposible, en ltimo trmino, separar semejante discurso de la importante rama de la produccin social que es la creacin de tecnologas y sistemas de comunicacin.

    La comunicacin en la sociedad

    As pues, se puede suponer equivocadamente que es con la lle-gada de las tecnologas del siglo XX que la comunicacin se siste-matiza y mecaniza. Las verdaderas relaciones entre tcnicas y sis-temas, desde los primeros experimentos de escritura y de otros tipos de signos, a travs de la aplicacin de la impresin a la escritura, pero tambin a otras formas de reproduccin granea, hasta la di-fusin y la difusin combinada de sonidos e imgenes en los sistemas electrnicos modernos, son al mismo tiempo ms complejos e in-teresantes. Sin duda encontramos, a lo largo del camino, importantes cambios cualitativos y transformaciones cruciales en la naturaleza de la comunicacin social. Esta no es una simple historia de con-tinuidad y difusin; dentro, de los sistemas y entre los sistemas hay muchos tipos de desigualdades, contradicciones y mezclas de efectos deseados y no deseados. Pero lo que ms ha de enfatizarse es que los sistemas de comunicacin nunca han sido un aadido opcional en la organizacin social o en la evolucin histrica. A medida que estudiamos su verdadera historia, vemos que ocupan un lugar junto a otras formas importantes de organizacin y produccin social, del mismo modo en que ocupan un lugar en la historia de la invencin material y de la ordenacin econmica. Es habitual pensar en la comunicacin como en algo simplemente derivado de otras nece-sidades ms prcticas. Pero mientras que hay muchos casos se-mejantes de comunicacin aplicada, tambin hay, conforme leemos la historia, igual nmero de casos de sistemas y de tecnologas que se convierten en elementos principales de la naturaleza y el desarrollo de los rdenes sociales como un todo. Algunos de los problemas de las relaciones entre sistemas de comunicacin, y tanto sus propias

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    instituciones como otras instituciones sociales, se analizan en mi propio captulo, el nmero 9. En el captulo 10, sobre tecnologas de la comunicacin actuales y emergentes, escrito por el doctor Ederyn Williams, hay un lazo deliberadamente estrecho entre el carcter material de los nuevos procesos y las cuestiones sociales y culturales -ahora no histricas sino, en el sentido ms amplio, polticas, como decisiones que estn siendo tomadas y a punto de ser tomadas-dentro del cual se puede evaluar la importancia de las nuevas tec-nologas.

    Mensajes, significados, relaciones As, a partir de estos captulos interrelacionados sobre la historia

    material y social, podemos empezar a evaluar, de nuevas formas, el significado pasado, presente y futuro de la comunicacin humana como una de nuestras actividades centrales y decisivas. Sin embargo, para aprehender el significado en su conjunto, tenemos que aadir a este anlisis histrico otro punto de vista. He dicho que la co-municacin se entiende a menudo como si no fuese ms que algo que ocurre despus de otros acontecimientos ms importantes. As, se sugiere que levantamos asentamientos, cosechamos, hacemos la guerra, pensamos y, despus de todo ello, nos lo contamos. Pero, en realidad, cuando contemplamos cualquiera de estas acciones hu-manas, apenas podemos dejar de notar que la comunicacin, aunque de distintas formas, est desde el principio integrada en ellas, y es, en muchos casos, su condicin necesaria. No nos pasamos mensajes unos a otros despus de semejantes eventos; a menudo procedemos y los organizamos mediante mensajes, de distintos tipos.

    Sin embargo, la verdad es ms que esto. Gran parte de la acti-vidad de la comunicacin humana no se limita al intercambio de mensajes, en el sentido simple en que se suele entender el trmino. Lo que nos decimos, escribimos y mostramos no est, de ningn modo, limitado al intercambio de ciertas cantidades determinadas de informacin en su sentido cotidiano. Porque, antes aun de que tenga lugar el intercambio de informacin, y no digamos el inter-cambio de otros materiales y otros significados, ciertos procesos fun-damentales deben estar a nuestra disposicin. Aun la comunicacin

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    ms simple depende de la existencia o de la posibilidad cercana de relaciones significativas entre los participantes: una lengua, ciertos gestos o un sistema de signos comunes. Ms an: estas relaciones no estn, sencillamente, disponibles; stas se desarrollan en el curso de la comunicacin, y con ellas el medio de comunicacin. Cuando se comprende esto, se ve que en el vasto complejo de relaciones de comunicacin activa estamos haciendo algo ms que hablarnos unos a otros; a menudo, y quiz tpicamente, estamos hablando con cada uno, y el significado que surge es a menudo mucho ms que un cuerpo aislado de informacin transmitida. En realidad, en el sentido ms amplio, no podemos separar las relaciones de estas complejas y activas produccin y reproduccin de significados. En el mismo sentido, no podemos separar la informacin -los hechos- o el pensamiento -nuestras ideas- de estos procesos bsicos mediante losycuales, no slo transmitimos o recibimos, sino que adems con-cebimos necesariamente lo que tenemos que decir o mostrar.

    Las principales fuentes de la comunicacin

    Los procesos bsicos son, pues, necesariamente complejos. Pues-to que estamos tan profundamente involucrados, es fcil que stos pasen desapercibidos. Pero tan pronto empezamos a pensar en la naturaleza y en el proceso del lenguaje, o en lo que ahora llamamos comunicacin no verbal, o en la produccin de signos y smbolos, descubrimos que estamos ante uno de los interrogantes ms difciles e importantes sobre nosotros mismos. Es por ello que, como pre-paracin necesaria para cualquier lectura exhaustiva del desarrollo histrico de los sistemas de comunicacin, este libro habla de lo que, al menos de forma preliminar, puede distinguirse como los tres pro-cesos comunicativos bsicos. El profesor Rossi-Landi y el doctor Pesaresi escriben sobre la naturaleza social del propio lenguaje. El profesor Shulman y el doctor Penman describen el rea que hoy se designa, en psicologa experimental, como comunicacin no-ver-bal. El profesor Dondis escribe sobre signos y smbolos.

    Cada uno de estos tipos de comunicacin es tan importante, y al mismo tiempo tan fascinante y difcil, que requiere un captulo propio. Sin embargo, tambin se puede decir algo acerca del alcance

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    total de estos procesos y de sus interrelaciones. As, podemos ver que, aparentemente desde el inicio de las sociedades humanas, hom-bres y mujeres se han valido de dos tipos de fuentes para la co-municacin. En primer lugar, hemos utilizado y seguimos utilizando nuestro propio cuerpo. Con qu frecuencia lo hacemos y, al mismo tiempo, los problemas que devienen de interpretar muchos de esos usos, puede verse en el artculo sobre la comunicacin no verbal, en su sentido cientfico especializado. Los movimientos y algunas partes de nuestro cuerpo pueden ligarse a los mensajes y a los sig-nificados y, si bien algunos son simples, otros no lo son. En segundo lugar, hemos utilizado y seguimos utilizando objetos y fuerzas ma-teriales no humanas, que adaptamos y moldeamos con el fin de comunicarnos. Esto va desde usos muy sencillos -una marca en un rbol, una piedra colocada en un lugar particular-, pasando por sistemas de una complejidad creciente de forma, lnea y color, hasta la enorme complejidad de sistemas que podemos diferenciar y es-pecializar como las artes visuales y el diseo. Entre ellos, estos dos tipos de fuentes -movimientos y partes de nuestro cuerpo; adap-tacin y moldeado de objetos materiales no humanos- se descom-ponen en una vasta y compleja gama de formas de comunicacin humana.

    Combinacin y elaboracin de fuentes

    Sin embargo, mientras que podemos distinguir estos dos tipos de fuente, cada uno de los cuales puede utilizarse significativamente por s mismo, el alcance total, y tambin gran parte de la historia de la comunicacin, comprende un rea interactiva entre stos. As, el bailarn enmascarado, o la figura con el pedazo de madera, piedra o metal significativamente moldeado y marcado, son ejemplos b-sicos de un uso poderosamente combinado de fuentes humanas y no humanas. Pero las interacciones van mucho ms all. Inicial-mente, el lenguaje es un uso y desarrollo directo de nuestras propias fuentes fsicas, en el habla y en la cancin. Pero, luego, no slo los hemos combinado con otros movimientos corporales y gestos no verbales, y cualquiera de ellos o ambos con fuentes no humanas moldeadas y adaptadas. En una etapa importante y transformadora,

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    hemos desarrollado sistemas grficos variables que pueden ser con-siderados, al menos inicialmente, como notaciones de otros tipos de uso ms directos. El lenguaje escrito sigue siendo el mejor ejemplo de ello. Puede considerarse como una forma de registrar y substituir nuestro discurso fsico directo. Pero no tenemos que buscar muy lejos en las relaciones entre lenguaje hablado y escrito para com-prender que, mientras que estas relaciones directas son siempre im-portantes, los sistemas de notacin se vuelven, en la prctica, ms que eso; en realidad, se convierten, aunque siempre en grados va-riables, en medios de composicin, aparentemente en su derecho. Los escritores, por ejemplo, han aprendido las intricadas diferencias prcticas entre escribir para un discurso, o para ser ledos en voz alta, y escribir para ser ledos en silencio. En esta rea importante del desarrollo de la comunicacin, no slo hay transferencias sim-ples, entre un tipo de sistema y otro, sino transformaciones genuinas y activas. El lenguaje escrito no es el nico caso similar. Los com-plejos sistemas de notacin de sonido, como en la notacin musical, pueden compararse y contrastarse de forma til con el lenguaje es-crito; parecen ser ms estrictamente notacionales. Pero los sistemas de notacin de propiedades matemticas, por ejemplo, si bien con-servan un importante status notacional directo, hace mucho que han pasado la etapa de simple transferencia e incluyen, no slo trans-formaciones, sino lo que parecen ser nuevos e irremplazables medios de composicin intelectual directa.

    Interacciones como stas, en el uso combinado de recursos hu-manos y no humanos, son ahora fundamentales para la actividad comunicativa humana. Plantean, evidentemente, las preguntas ms difciles: por ejemplo, acerca de las relaciones entre semejante com-posicin material y las vitales pero sumamente complejas categoras de pensamiento y experiencia, de las que se puede decir, en un extremo, que son meramente expresadas, como todos ya forma-dos, por este medio de composicin y, en el otro extremo, que cobran vida, o existencia substancial, slo en la medida en que son arti-culadas por medios de composicin sistemticos. En formas varia-bles, estas son preguntas filosficas permanentes, que estn a la base de nuestro pensamiento, no slo sobre la comunicacin, sino sobre muchos tipos de prcticas humanas afnes. Podemos encontrar datos esclarecedores para pensar en ellos en los captulos sobre comuni-

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    cacin no verbal y sobre signos y smbolos, pero sobre todo en el captulo sobre lenguaje, en el que, por razones histricas y como es lgico, se ha centrado gran parte de la investigacin. Estos tres ca-ptulos nos ayudan a pensar en nuestros procesos comunicativos ms bsicos y, de forma crucial, en sus relaciones e interacciones.

    Magnificacin de las fuentes

    Pero la extensin completa de estas relaciones e interacciones va ms all del desarrollo de los sistemas representacional y notacional. Durante un largo perodo, la interaccin entre fuentes humanas y no humanas tuvo que ver, antes que nada, con objetos materiales: madera, piedra, metal; materiales para escribir y pintar. De cada uno de estos usos de objetos surgieron elaborados sistemas de co-municacin. Pero, ya, en algunos de estos usos, lo que estaba ocu-rriendo era algo ms que adaptacin o aplicacin: tallar un palo, labrar una piedra, elegir este o aquel objeto para este o aquel sig-nificado convencional. Hubo el desarrollo de herramientas e instru-mentos para estos usos simples, y luego, adems, el desarrollo de medios para transformar los objetos, para nuevos usos; mediante el fuego, como en el uso de nuevos metales; mediante la interaccin qumica, en los pigmentos y tintas ms tardos. De estos desarrollos productivos aprendimos las posibilidades -en la comunicacin, as como en otros tipos de produccin- del uso de fuerzas no humanas, as como de objetos no humanos. Ha habido muchas etapas en este desarrollo, pero la aplicacin del vapor en la imprenta y en otras reproducciones grficas es un ejemplo importante, con su extraor-dinario alcance. Ms extraordinarias han sido, sin duda, las apli-caciones de la electricidad y el magnetismo. Porque aqu no slo hubo maneras ms poderosas de hacer lo que, de cualquier modo, mediante medios menos desarrollados, ya se haba hecho. En los extraordinarios sistemas que se desarrollaron a partir de stos, en las modernas industrias qumicas, de ingeniera y de electrnica, se desarrollaron no slo nuevos mecanismos, sino nuevas formas de comunicacin. Esta historia est detallada en los captulos pertinen-tes, pero especialmente en los captulos sobre sonido extendido, im-genes extendidas y nueva tecnologa (captulos 7, 8 y 10). Es, en s

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    misma, una historia fascinante, que apenas ha sido contada de forma sistemtica. Pero tambin est claro que el desarrollo de estos nuevos sistemas -la adaptacin de las fuerzas naturales as como de los objetos- exige la ms cuidadosa reconsideracin de nuestros con-ceptos, as como de nuestros medios de comunicacin.

    Comunicaciones modernas: comunicaciones de masa?

    La respuesta ms sencilla, como suger anteriormente, era separar estos nuevos medios y sistemas, como un rea moderna, y llamn-dolas mecnicos y electrnicos, y luego comunicaciones de masa, convertir toda la historia previa de la comunicacin en sus opuestos implcitos: humano, natural y personal. Pero si hay algo que ensean las historias detalladas, es que, desde el principio, los procesos de comunicacin han supuesto el uso de recursos fsicos directos e in-directos, humanos y no humanos. De un modo parecido, el desa-rrollo de las comunicaciones impersonales -en oposicin al mo-delo de intercambios directos cara a cara- se remonta a fecha tan temprana, al menos, como el desarrollo de los sistemas de escritura y, de hecho, en sus predecesores grficos, a mucho antes. No tiene porvenir intentar reducir los muchos problemas de la comunicacin moderna a falsos contrastes absolutos de este tipo. Por otra parte, no reconocer los cambios de grado, slo a este respecto, sera su-bestimar los problemas de forma desesperanzada. Sin intentar im-poner ninguna singularidad o uniformidad de criterios a sus expertos colaboradores, este libro ha sido editado desde la postura de que la historia completa de la comunicacin es indispensable para com-prender, tanto sus problemas contemporneos como sus problemas constantes, y de que esta historia debe ser activa: un relato, no slo de lo que se ha hecho, sino tambin de lo que se est haciendo y lo que se est por hacer. Es por ello que los captulos histricos estn all, y tambin por ello que son sucedidos por un anlisis del pasado, del presente y de las posibles relaciones futuras entre las tecnologas de la comunicacin y las instituciones sociales.

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    Comunicaciones y cambio

    Mientras tanto, lo que se puede decir aqu, como nfasis intro-ductorio final, tiene que ver con el significado general del libro y con las relaciones entre este tipo de pensamiento y de investigacin y nuestra situacin ms general. Empec refirindome a algunos de los elementos ms obvios y espectaculares de los sistemas modernos de comunicacin, y suger que no slo debamos meditar en este tipo de consumo espectacular, sino tambin en la comunicacin en general como forma de produccin social. Este nfasis general sub-yace al plan del libro, y est explcito, por ejemplo, en los artculos sobre el lenguaje de Rossi-Landi y Pesaresi. Pero es ms que un nfasis general. La comunicacin, como hemos visto y podemos con-firmar en cualquier trabajo detallado, participa desde el principio en el mbito entero de la prctica humana. Pero esto no nos impide decir -en realidad, nos muestra una manera de decirlo- que, como elemento integral de la prctica humana tiene, en s mismo y en sus relaciones, una historia. Y no cabe duda de que la importancia de su historia no ha sido nunca tan importante.

    Porque los procesos de la comunicacin moderna indican, desde muchos puntos de vista, una situacin social cualitativamente nueva. En la prctica, es imposible separarlos, en sus etapas actuales, de otras formas de describir nuestra cualitativamente distinta situacin actual. As, es imposible separar el desarrollo, junto con ciertas lneas y a travs de instituciones particulares, de un sistema de comuni-caciones potencial, y a veces actual, del desarrollo de lo que, nue-vamente junto con ciertas lneas y a travs de instituciones parti-culares, ha de verse como una economa mundial relativamente integrada. Los procesos tempranos y continuados de la organizacin nacional de sistemas de comunicacin estn ligados, de forma an-loga, a los procesos antiguos y continuados de formacin de nacio-nes-Estado. Muchos problemas actuales de comunicacin estn, de hecho, centrados en las complejas relaciones entre estas formaciones nacionales y el poderoso mercado internacional.

    La importante controversia actual sobre el status legal de las estaciones satlite de transmisin, con sus difciles interrogantes acerca de la soberana nacional y otras formas de soberana en el espacio areo de un territorio, y sobre la recepcin nacional y otras

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    formas de recepcin, es un buen ejemplo de ello. Es un tema vital en la comunicacin, y en el desarrollo de la tecnologa de comuni-cacin, pero es tambin un tema fundamental en poltica interna-cional, en sus potenciales efectos sobre las fuentes y el control de las noticias y la opinin, en su relacin con las actividades de com-paas para-nacionales y de la controvertida rea de importaciones y exportaciones, no slo en bienes y servicios corrientes, sino tam-bin en productos, servicios e influencias culturales. Ya, mediante el desarrollo de la radio, podemos, en todas partes del mundo, es-cuchar noticias y opiniones polticas de fuentes no slo distintas de las de nuestras autoridades polticas corrientes, sino tambin, si lo queremos, contrarias a ellas. El ejemplo nos recuerda que la tec-nologa de la comunicacin se usa no slo para salvar distancias, sino tambin para implantar, de forma consciente, puntos de vista alternativos en otras sociedades y, por supuesto, para interferir tipos de recepcin alternativos. As, un asunto, de tecnologa de la co-municacin, del que ciertamente nos necesitamos informar, es al mismo tiempo un asunto complejo de poltica y economa inter-nacionales y, de hecho, de algunas de nuestras ideas ms bsicas sobre cuestiones y principios polticos y econmicos.

    Pero, luego, este asunto puede tener, tambin, su lado familiar. Los orgenes y los sistemas de control de las formas ms pblicas de comunicacin son temas centrales de nuestras sociedades ms inmediatas. De hecho, no se pueden reducir a asuntos entre naciones, si bien en ciertas reas lo son innegablemente, ya que es una cuestin crucial para cualquier orden social moderno de qu forma poltica y econmica se organizan la prensa, la radiodifusin, el cine y el mundo editorial, y, en ese sentido, qu control directo o indirecto reciben. Estos son interrogantes con una larga historia de debate y disputa. Pero los grados crecientes de expansin y de magnificacin los hacen ms importantes que nunca.

    Todos estos procesos y cambios se vienen dando en relacin a otros procesos y cambios que an intentamos comprender. Dos de ellos merecen una mencin especial. En primer lugar, hay ahora una extraordinaria movilidad, de tipo fsico. Cada vez es mayor la can-tidad de gente que puede desplazarse regularmente ms all de sus comunidades familiares. Este movimiento actual est ligado, de ma-neras complicadas, a los medios de movilidad cultural en los sis-

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    temas desarrollados de comunicacin, donde son ahora comunes las formas de contacto -aqu contacto mediatizado- con otra gente y otras culturas. Los efectos de estos tipos distintos de movilidad, que interactan como lo hacen con sistemas de comunicacin an muy poderosas y relativamente estables y con otros sistemas, en los ho-gares, en las familias, en los centros de trabajo, en las comunidades locales y en los sistemas nacionales de educacin, parecen requerir, para su entendimiento, formas bastante nuevas de pensamiento so-cial. El nfasis entusiasta, puramente retrico en la movilidad, que pueden sugerir los nuevos sistemas de transporte y de comunicacin, y que en sus propios trminos sugieren correctamente, no deben llevarnos al punto de subestimar, o de dejar de percibir estas per-sistencias relativamente estables, con su indudable capacidad, como en todos los sistemas de comunicacin activa, de reproducir, a me-nudo de forma muy poderosa en tanto que aparentemente natural, formas y relaciones existentes. Necesitamos muchos tipos de evi-dencia y de investigacin para poder entender estas nuevas y ex-cepcionalmente complicadas relaciones entre movilidad prctica y reproduccin efectiva social y cultural, pero, sin duda, una rea esen-cial de cualquier investigacin en este sentido, es la de los procesos de comunicacin a travs de los cuales tantos de stos son negocia-dos.

    A este nfasis en los cambiantes problemas de la movilidad po-demos aadir un nfasis en el carcter cambiante de nuestros pro-cesos laborales. Por una parte, un porcentaje considerable de la po-blacin laboral est empleada, en las sociedades industriales avanzadas, en la comunicacin, en su tradicional forma diferencia-da: en la prensa y en la publicacin, en la radio y en la televisin, en las relaciones pblicas y en la publicidad, en el cine, en la edicin musical, en galeras, teatros y clubs de entretenimiento, junto con todos aquellos que producen mquinas y equipos para estos sectores. Es el caso, pues, de que la comunicacin es un sector de la economa mucho ms significativo de lo que era en perodos en que (confir-mando un prejuicio ya establecido) era considerado, y en la eco-noma prctica lo era, perifrico.

    Pero esta rea visiblemente diferenciada es slo una parte del cambio. A cada nivel de la constitucin y la reproduccin del orden social, y ms notablemente en el rea en continua expansin de la

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    administracin, los procesos de comunicacin requieren una can-tidad cada vez mayor de trabajadores y de horas de trabajo. Ms an: en la produccin directa de los tipos tradicionales, en reas que van mucho ms all de los importantes sectores de fabricacin de sistemas de comunicacin, no slo la administracin interna, sino tambin los programas dirigidos a influir en la produccin y en las relaciones laborales, suponen, aun en esta rea, un porcentaje im-portante de trabajadores y horas de trabajo. Nuevamente, dentro de la educacin, que en sus prcticas principales puede diferenciarse razonablemente de la comunicacin, si bien los lazos que les unen son evidentemente estrechos, el uso de todo tipo de materiales y tcnicas directas de comunicacin se ha incrementado rpidamente.

    En todos estos sentidos se ha dado lo que debe considerarse como un cambio cualitativo. Todas las sociedades dependen de los pro-cesos de comunicacin y, en un sentido importante, se puede decir que se fundan en stos. Pero en las sociedades industriales avan-zadas, tanto en su escala como en su complejidad, y en sus cambios en las tcnicas de produccin y reproduccin, la dependencia es central, y los elementos de fundacin, a menudo en sociedades ms simples disueltas en otras relaciones sociales, son manifiestos y cru-ciales. As pues, mientras que siempre ha sido necesario entender una sociedad en trminos que incluyen sus procesos y sus tcnicas de comunicacin, en las sociedades industriales avanzadas no slo es necesario destacar su importancia, sino tambin volver a plan-tearnos, desde lo que nos muestran, la naturaleza de todas y, espe-cialmente, de estas relaciones sociales.

    Pero luego, al entrar en estos problemas, necesariamente en nues-tro propio tipo de mundo y en relacin a una tecnologa en desarrollo constante, podramos or a nuestro lado aquellas antiguas y an poderosas palabras:

    El lenguaje, el pensamiento veloz como el viento Y los sentimientos que dan vida a la ciudad Los ha aprendido el hombre por s mismo...

  • 2 El lenguaje FERRUCCIO ROSSI-LANDI Universidad de Trieste MASSIMO PESARESI

  • Algunas teoras sobre el origen del lenguaje del siglo XVIII a Engels

    En el pensamiento occidental, el origen del lenguaje ha ocupado siempre un lugar importante en el debate sobre el origen del hombre. Desde que se empez a elaborar el concepto de ser humano, el len-guaje, en relacin directa con el pensamiento, ha sido siempre con-siderado un atributo fundamental de la especie humana.

    Si rechazamos esa especie de optimismo cientfico que considera la historia de un problema sencillamente como una aproximacin progresiva a una realidad dada, podemos ver las distintas maneras de formular la pregunta, y las distintas respuestas aportadas por las sociedades en un intento de formarse una idea del origen del hombre y, por consiguiente, del de la naturaleza humana..., y, en los ltimos siglos, del de la historia del hombre. En este sentido, cada sociedad promueve una imagen asaz definitiva de s misma.

    La necesidad de definir la brecha entre el hombre y el mundo animal se ha hecho sentir en diversas formas. En un mundo esttico -donde no tena lugar el paso del tiempo-, las diversas formas de vida eran consideradas producto, no de la evolucin, sino de la creacin directa. De aqu la idea del origen divino del lenguaje. La incapacidad de explicar un fenmeno mediante la investigacin de la naturaleza recibi expresin metafrica en la forma de una in-tervencin exterior.

  • 48 Raymond Williams Ed.

    Este gran edificio ideolgico, expresado de forma ms completa y consciente dentro del mundo feudal, entr definitivamente en cri-sis con el nacimiento de la cultura de la ilustracin. La antropologa del siglo XVIII se fundaba sobre la base de la existencia de un in-dividuo natural que no era producto de la historia sino su punto de origen. La historia misma era considerada como el desarrollo de dos atributos humanos esenciales: el pensamiento y la sociabilidad. El problema fundamental era, pues, el papel del lenguaje y de la sociedad en el surgimiento del hombre del mundo animal.

    Para ceirse al concepto bblico de creacin, las antropologas de este tipo tomaban como punto de partida un gnero humano reducido a la animalidad tras el Diluvio, o una pareja primigenia que, separada en la infancia de todo contexto social, estaba en si-tuacin de recrear las artes y las instituciones de la vida civilizada sobre la nica base de sus propias potencialidades humanas.

    Al inicio de la segunda parte de su Essai sur 'origine des con-naissances humaines (1746), Condillac esboza una filosofa del de-sarrollo del lenguaje. Su descripcin empieza con signos naturales (gritos que expresan las pasiones) y presupone una aproximacin naturalista a los orgenes de la sociedad, considerada como inter-pretacin de las necesidades y los instintos individuales. El descu-brimiento de la naturaleza original del hombre se lleva a cabo me-diante la sustraccin progresiva de todo lo que parece adquirido en la mente individual con el objeto de alcanzar la potencialidad pura de la naturaleza humana.

    Este proceso era hipottico, pero la posibilidad de experimen-tacin se abri con el estudio de los as denominados nios sal-vajes: nios o adolescentes abandonados de pequeos y encontra-dos en estado salvaje tras un perodo ms o menos largo de aislamiento. Vctor, encontrado en los bosques de Aveyron en 1799, es un caso tpico. Itard, el mdico que intent reeducarlo, nos dej un informe detallado de este caso. Sus investigaciones se basaron en la firme creencia de que la observacin minuciosa de las facul-tades humanas ausentes en Vctor le permitiran calcular la suma de los conocimientos y las ideas que el hombre le debe a la educacin. Los estudios de Itard le llevaron a la conclusin de que el hombre no tiene una naturaleza presocial. La nica caracterstica del hombre es la adaptabilidad. Antes de humanizarse, el hombre estaba des-

  • Historia de la comunicacin 49

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  • 50 Raymond Williams Ed.

    Y si consideramos debidamente la cuestin, veremos que nuestra na-turaleza est constituida principalmente por hbitos adquiridos, y que somos antes criaturas de costumbre y de arte que de naturaleza [...] Porque es caracterstica fundamental y distintiva de nuestra especie que nos podamos volver a hacer como ramos antes, de modo que apenas se puede ver nuestra naturaleza original y es sumamente difcil distinguirla de la adquirida.

    El principal motor de este proceso de auto-produccin es la ne-cesidad. Las respuestas a esta necesidad las hace posible, no el ins-tinto, que buscara nicamente la preservacin del individuo, sino la asociacin.

    Monboddo estudia el origen de la sociedad en estrecha relacin con el del lenguaje, y no duda en afirmar que en el orden de las cosas, la sociedad ocupa el primer lugar, ya que

    aunque un salvaje solitario podra, con el paso del tiempo, adquirir el hbito de formarse ideas, es imposible suponer que podra inventar un mtodo para comunicarlas, para el que no tuvo ocasin.

    Era habitual en la antropologa del siglo XVIII atribuir una par-ticular importancia a la sociedad en el desarrollo de la facultad lin-gstica. La originalidad de Monboddo consisti en el amplio con-cepto que tena de la sociedad como asociacin para la organizacin del trabajo comunal. Los pensadores alemanes de la Ilustracin (Her-der, Tetens, et al.) atribuyen al hombre una sociabilidad genrica que abarca la comunicacin recproca de los deseos, los sentimientos y las necesidades, claro, pero no la dimensin de la produccin or-ganizada que tambin se puede hallar en un organismo social. El carcter humanizador del trabajo fue confirmado nuevamente, segn Monboddo, por la agrupacin social de los orangutanes, que ley en Orang-Outang sive Homo silvestris (1699), de Tyson. Estos animales carecen de lenguaje pero son inteligentes, viven en familias y pe-queos grupos sociales, poseen afecto y sentimientos similares a los del hombre, y se comunican entre s. Slo el relativo aislamiento en el que se les ha encontrado ha impedido que desarrollaran el len-guaje. Pero ello no resta valor a su humanidad potencial. En este sentido, el enorme inters de Monboddo por el orangutn tiene un

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    doble fin: constatar su propia hiptesis de la conexin entre lenguaje y sociedad, y confirmar que estas criaturas pertenecen a la misma especie que el hombre. Este segundo punto permite situar la aparente anticipacin del filsofo escocs a la teora de la evolucin en el marco de su metafsica espiritualista. La evolucin del hombre es producto del desarrollo de ciertas potencialidades naturales que sur-gen en el contexto apropiado. As, el lenguaje slo puede aparecer en la situacin particular creada por la necesidad de trabajar en grupo. La idea de que los orangutanes, si bien no haban tenido la oportunidad de desarrollar esta potencialidad, pertenecan a la raza humana, pareci verse confirmada por otros indicios (por ejemplo, el empleo de utensilios como el bastn, con el que se les describa tradicionalmente). Sin embargo, Monboddo no da ninguna respuesta al problema de la transicin de las formas inarticuladas de expresin animal al lenguaje humano. Atribuye a ciertos simios antropoides la potencialidad del lenguaje, no en cuanto animales, sino en cuanto miembros del gnero Homo, asignados a una especie distinta a la del hombre por una evaluacin errada. Monboddo, como muchos pensadores anteriores y posteriores, estaba convencido de que la nica barrera entre el hombre y los animales era el lenguaje. En palabras de Max Mller, el lenguaje establece una frontera ina-movible entre el hombre y la bestia.

    El inters por la continuidad esencial entre las capacidades hu-manas en general y las de otros animales, en particular las de los primates, fue un avance importante llevado a cabo por los materia-listas de la Ilustracin. Por desgracia, no tuvo consecuencias en el siglo XIX. No obstante, este siglo vio interesantes progresos en el planteamiento del problema de Monboddo sobre el origen del hom-bre y, por consiguiente, del lenguaje. Sus ideas sobre la evolucin de la naturaleza original a la naturaleza adquirida, y sobre la auto-creacin del hombre a travs del trabajo, guarda muchas analogas con el captulo de Engels sobre La dialctica de la naturaleza, en el papel desempeado por el trabajo en la evolucin de los simios al hombre, aunque probablemente no se trate de una derivacin di-recta.

    Engels rechaza la metafsica espiritualista y la concepcin de la naturaleza humana como algo cuyas potencialidades se desarrollan gradualmente en y por el entorno. Reduce el origen del hombre a

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    un proceso de auto-creacin con la ayuda del entorno social. El motor de la produccin del hombre es el trabajo, que es la condicin bsica primordial de toda existencia humana. As, cabe decir que el trabajo cre al propio hombre. Cuando a la sociabilidad natural del hombre se sum la prctica de trabajar en asociacin, los hom-bres, en vas de formacin, llegaron al punto de tener algo que decirse unos a otros. En esta etapa, la necesidad permiti el desarrollo del rgano necesario. La subdesarrollada laringe del simio se transfor-m lenta pero firmemente por medio de la modulacin para producir una modulacin cada vez ms desarrollada, y los rganos de la boca aprendieron gradualmente a pronunciar una letra articulada tras otra. El trabajo, en primer lugar, y el lenguaje, despus, fueron los dos estmulos principales en el proceso de transformacin del ce-rebro del simio al cerebro humano.

    Un cierto lamarckismo traiciona la falta de entendimiento de Engels de algunos conceptos darwinianos fundamentales. Es casi como si las ideas de Engels hubiesen sido infectadas por la creencia optimista en la providencia, segn la cual la evolucin produce de forma espontnea lo que una especie necesita. Este optimismo le fue muy til a Engels el revolucionario, pero se transform en un pre-juicio terico y an perdura en ciertos informes etolgicos, que hacen de la adaptacin del organismo al entorno el nico motor de la evolucin. Al proponer que el cerebro es el resultado del trabajo y del lenguaje (por ejemplo, por el entorno social), y que el lenguaje surge de forma espontnea cuando los hombres tienen algo que decirse unos a otros, Engels parece decir, esencialmente, que la especiacin misma es resultado de la necesidad impuesta por el en-torno.

    Al final de su exposicin, Engels critica el idealismo de los que atribuyen el progreso de la civilizacin al desarrollo y a la actividad del cerebro, explicando el comportamiento del hombre por su pen-samiento ms que por su necesidad. Podemos, sin reservas, hacernos eco de esta crtica, dirigida, como est, a una de las inversiones explicativas ms flagrantes de todos los tiempos, pero debemos, al mismo tiempo, sealar el peligro de dejar que la importancia del trabajo del hombre, ciertamente innegable, oscurezca la lenta y di-fcil labor de la naturaleza en la produccin de estructuras biolgicas en organismos intrincadamente ligados al entorno.

  • Historia de la comunicacin 53

    Tendencias modernas

    En Le geste et la parole, el escritor francs Andr Leroi-Gourhan proporciona un esquema interpretativo decididamente anti-ideals-tico y anti-teolgico del proceso evolutivo que dio origen al lenguaje. Leroi-Gourhan intenta exponer, en una nica vista panormica, los principales factores funcionales operativos en el curso de esta evo-lucin. Para facilitar su comprensin, stos se pueden reducir a cin-co: (i) la mecnica y la organizacin de la columna vertebral y de los miembros; (ii) el mtodo de suspensin del crneo y la posicin relativa del foramen occipital (el agujero en la base del crneo), cuya ubicacin hace de ste uno de los puntos ms sensibles del meca-nismo funcional del cuerpo; (iii) la denticin y su importancia en la vida social (considrese nicamente el papel de los dientes en la defensa, la predacin y la preparacin de la comida); (iv) la mano y (v) el cerebro, cuyo papel de coordinacin es, sin duda, central, pero que, desde un punto de vista funcional, parece habitar la to-talidad de la estructura del cuerpo. Un estudio cuidadoso del de-sarrollo de la cavidad cerebral y del consiguiente aumento del tejido cerebral nos permite decir, de hecho, que en la progresiva adaptacin de las especies ms evolucionadas el papel desempeado por el cerebro es evidente, pero es el de proporcionar ventajas en la selec-cin natural de los tipos, y no el de guiar directamente la adaptacin fsica.

    Es decir, el cerebro ha sido capaz de beneficiarse de la adaptacin progresiva de los medios de locomocin. Segn Leroi-Gourhan, es aqu donde debemos buscar el factor determinante en la evolucin biolgica. En la interaccin de las sucesivas adaptaciones al entorno, que ha dado origen a un sistema nervioso cada vez ms eficiente y complejo, desempean un papel fundamental el campo relacional anterior (por ejemplo, el mbito de contacto frontal con el entorno y con otros organismos) y su constitucin. En niveles evolutivos superiores, este campo se divide en dos territorios complementarios definidos por la accin de los rganos faciales y de las extremidades de los miembros anteriores respectivamente. Los polos facial y ma-nual operan en estrecha colaboracin en las ms complicadas ope-raciones tcnicas, que afectan la captura de la presa y la preparacin de la comida. Cuando la mano dej de cumplir su funcin loco-

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    / nivel de comunicacin entre los individuos implcito en la fa-bricacin de estas elaboradas he-rramientas prehistricas (arpo-nes, arriba, y esptulas, abajo), y el desarrollo cerebral necesario para concebirlas y utilizarlas, proporcionan evidencia especfi-ca de la existencia del lenguaje hace 10.000 o 20.000 aos.

  • Historia de la comunicacin 55

    motora con la asuncin de la postura erecta, se pudo especializar lo suficientemente como para desempear las tareas tcnicas llevadas a cabo previamente por los rganos faciales: se hicieron, por tanto, ms asequibles a una comunicacin vocal ms refinada. Leroi-Gour-han descubri un inesperado precursor en el telogo del siglo IV Gregorio de Niza:

    Las manos se han hecho cargo de esta tarea [la de la alimentacin] y han dejado la boca libre para servir a travs de la palabra.

    (De creatione hominis, 379 d.C.)

    En un marco descriptivo como el que acabamos de sealar, la evolucin paralela de las capacidades lingsticas y de manipulacin en el proceso del surgimiento del hombre puede considerarse la l-tima etapa de una tendencia general con orgenes evolutivos de gran antigedad.

    Compleja como es, esta hiptesis esencialmente paleontolgica se apoya tambin en evidencias neuroanatmicas o antropolgicas precisas. Ejemplos de ello son la contigidad en la corteza senso-motriz de las reas cerebrales para la mano y la cara; la estrecha conexin entre las disfunciones lingsticas orales y escritas (afasia y agrafa) y la observada inseparabilidad del lenguaje y los imple-mentos de estructura en la sociedad humana. Partiendo de esta base, Leroi-Gourhan llega inclusive a esbozar una paleontologa del len-guaje por inferencia de la evidencia arqueolgica de la manufactura de los implementos. As, los primeros homnidos alcanzaron un nivel tcnico que postulara la existencia de un lenguaje, no un simple sistema de signos comparable a la comunicacin vocal espontnea de los primates. Esto es as porque, cuando se hacen los utensilios, sus diversos usos tienen que existir previamente a las ocasiones reales de utilizacin y, adems, porque el implemento se conserva con vistas a una sucesin de acciones. Es por ello que tiene que haber un proceso de abstraccin del contexto similar al que ha permitido el surgimiento del lenguaje humano que ya no est directamente ligado a los estmulos ambientales.

    Las conexiones entre las funciones lingsticas y las funciones de manipulacin, tan lcidamente expresadas por Leroi-Gourhan, han

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    sido objeto, en aos recientes, de investigacin detallada en diversos campos, y tambin han dado pie a nuevas especulaciones sobre el origen del lenguaje, considerado ahora bajo la luz de una red ms vasta y complicada de operaciones y relaciones sociales.

    En el campo neurolgico, el principal objeto de observacin es el fenmeno de la lateralizacin cerebral -el proceso por el que, en la mayora de los individuos, el hemisferio izquierdo es dominante en el lenguaje y en las operaciones manuales (por ejemplo, son dies-tros). Algunos han credo ver en la asimetra de ambas funciones prueba del desarrollo paralelo del lenguaje y de la construccin y la utilizacin de implementos. As, un autor, Gordon Hewes, habla de una secuencia de tiempo en la que la lateralizacin de los ambi-diestros condujo a la del lenguaje verbal, pasando por el lenguaje gestual, el eslabn ms prximo entre estas dos funciones complejas y asimtricas.

    No han faltado estudios interesantes de paleoneurologa con el objeto de determinar la existencia de la lateralizacin en fsiles hu-manos. Se estudian los crneos por medio de moldes, por lo general artificiales, a veces naturales (cuando la arena ha remplazado los tejidos suaves). Estos muestran un mayor desarrollo en las reas frontal y posterior del hemisferio izquierdo. La observacin de los astillamientos de las piedras tambin confirma el predominio de la condicin de ambidiestro en el hombre primitivo: algunos estudiosos han sido inducidos a intentar establecer conexiones precisas entre la evolucin del lenguaje y la de la tcnica