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Luis ArmAndo suárez A. entretejas.com.mx E D I T O R I A L Relexiones de un editor chiapaneco

Relexiones de un editor chiapaneco€¦ · de memoria su colocación. Mi padre ya me demostró que con los ojos vendados es capaz de tomar las letras que necesita y colocarlas en

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Luis ArmAndo suárez A.

entretejas.com.mx

E D I T O R I A L

Relexiones de uneditor chiapaneco

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Presentación..................................................7introducción................................................19el libro, ¿permanece o desaparece?................27I. ¿Qué es una editorial?................................331.1 ¿Por qué iniciar una empresa editorial?.....371.2 Catálogo..................................................41i.3. Los grandes grupos editoriales. oligopolios..................................................491.4. Visión de futuro.....................................65II. -El Editor2.1. Qué es un editor......................................712.2 Quehacer del editor.................................782.3 Relación del editor con el autor...............832.4. Historia y Anécdotas en la edición..........89 2.5 editor-escritor egresado de Letras............95III.- El autor3.1 estilo del autor........................................993.2 Autor-lector...........................................1013.3 Consejos al editor respecto a su autor.....1043.4 Aspecto legal, jurídico. Contrato............105IV.- El proceso editorial4.1 organización de una editorial..................1094.2 Cómo llegan las obras al editor...............1124.3 el libro...................................................115V.- Comercialización y distribución5.1 Comercialización....................................123

Índice

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5.2 Comercialización por parte del autor,,,,,,.,,,,,,,1375.3 distribución....................................................1395.3 Librerías..........................................................144VI.- Relexiones en torno a la lectura6.1 Lector..............................................................159orígenes del lector.................................................159Criterios de selección para la lectura.....................160¿Ya no es necesario leer?........................................1616.2 Lectores habituales y lectores ocasionales.........162Lectores habituales...............................................162Lectores ocasionales.............................................167¿Qué debe hacerse para atraer más adeptos en el grupo de lectores habituales?............1696.3 impacto del libro y la lectura en el individuo....1716.4 Tipos de lectura y su enseñanza.......................175VII.- Historia de la edición7.1 Personajes de la edición...................................1857.2 Aspectos de la edición en españa-Francia-italia............................................1927.3 Aspectos de la edición en Hispanoamérica......1987.4 Aspectos de la edición en eu...........................2007.5 Aspectos de la edición en México.....................211Bibliografía...........................................................217

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Presentación

uno de los recuerdos más lejanos de mi infancia es estar en la imprenta tipográica de mi padre, en Comitán, Chiapas. Juego a levantar cajas de texto con los tipos móviles de plomo. Abrio las cajas y observo las familias de letras; su cuerpo, las patitas (de la serif), el ápice, el asta, la ligadura, la panza, el apóige, el ilete, el ojo, la panza, etc. Mi padre me ha enseñado cada parte. Todo lo que deba saberse sobre la anatomía tipográica para llegar a ser un buen cajista y un mejor impresor. Veo las familias en su respectivo cajón de madera, en apartamientos pequeños en que cabe cada letra. Las cajas grande y mediana tienen ciento veintidós compartimientos, llamados cajetines, cada uno de los cuales contiene los caracteres que representan una misma clase de letra, signo, espacio, etc. Habrá que aprenderme de memoria su colocación. Mi padre ya me demostró que con los ojos vendados es capaz de tomar las letras que necesita y colocarlas en el “componedor” para formar palabras. Y entre las familias de tipos destacan -en nuestra imprenta hay 46 familias, una variedad que hace sentirse muy orgulloso a mi padre- la Humanist, Caslon, Bodoni, Baskerville, didot, Times, Castelar, Gótica, Century old Style y la Británic. Ya entendí que unas son Serif y las otras, sanserif. Constantemente acudo a estudiar el catálogo de

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los tipos que guarda en un librero. Me fascina ver la variedad de tipos y me voy imaginando cuáles, de acuerdo con su carácter, podría utilizar en tal caso. Comienzan mis atisbos de intentar dominar el ars combinatoria de la tipografía y la impresión.

Intento también iniciarme como aprendiz de impresor con la prensa de mano, jalo el brazo de la prensa con la mano derecha y acomodo el papel a imprimir con la mano izquierda; procuro no aplastármela en medio de las planchas que se cierran para conseguir la impresión con una tinta azul que tanto me gusta. Saco la tinta del bote con la espátula, esa materia viscosa que transforma de color la hoja en blanco, y la pongo sobre la platina para que pasen los rodillos extendiéndola en una capa lustrosa para luego pasarla a la plancha de tipos móviles que plasman las palabras, las ideas, las imágenes sobre el papel. Me entusiasma ver lo que hago, pero cuando veo el trabajo de los verdaderos impresores que trabajan en el taller, don Ramón, Gilberto, Héctor, Rodolfo, los maestros impresores, combinando con gran precisión en el papel los trabajos que requieren dos y hasta tres tintas, la magia de ese trabajo terminado me maravilla. Guardo de vez en cuando una muestra de esos papeles multicolores en una caja debajo de mi cama y el olor a tinta acompaña mi sueño.

el fuerte olor de la gasolina empapando la estopa y los trapos para limpiar de tinta los platos y rodillos de la prensa manual invade todo el ámbito. Como niño que soy, no me agrada pero a continuación viene el único e

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inconfundible olor de la tinta y del papel, en la máquina de al lado que inicia otro proceso de impresión, y todo mejora. No he querido aceptar para mí la labor de ayudante en el taller, todos comienzan así, como aprendices (yo quiero saltar directamente a impresor y ocuparme de ello a mi regreso de la escuela cada día, curso el 4º de Primaria y meterme al taller después de comer y hacer mi tarea, esa es la condición que me ha impuesto mi madre). Esos aprendices de que hablo son muchachos de preparatoria por lo regular y son los encargados de cargar con la peor parte: limpiar las máquinas y enfrentarse a ese odioso olor a gasolina y solventes que se impregna en la ropa, en las batas que quedan colgadas en el taller al terminar la jornada. Todos, impresores, ayudantes, cajistas, intercaladores y encuadernadores acostumbran habitualmente bañarse al inal de la jornada y los veo salir todo “catrines” rumbo a su casa o a visitar a la novia. me imagino a mi padre actuando de manera similar, jovencísimo él, en los talleres del Sr. Haro, en la Ciudad de México, a ines de los cuarentas, cuando aprendió el oicio.

Veo a mi padre revisando las pruebas, ahora, en este su taller, corrigiendo la ortografía de sus empleados impresores, decidiendo qué papel utilizar para tal trabajo, la cartulina ina para sociales y el color de la tinta y la tipografía, enseñando el sentido de las dimensiones, el ojo de impresor largamente desarrollado, para darle al papel impreso un sentido preciso y estéticamente agradable. La medida áurea decía siempre.

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Al inal del día, regreso a la imprenta -está en un local al lado de la casa y están comunicados por una puerta estrecha- y me pongo a jugar a mis anchas. Nadie hay que me lo impida; entonces, pruebo mover la enorme rueda de la máquina Chandler eléctrica -ésta sí automática pero demasiado rápida aún para mí-, sin encenderla, por supuesto, sino simplemente moverla mecánicamente con el pedal y me sueño, algún día en el futuro, dueño de mi propia imprenta y haciendo periódicos y libros.

Aquellos eran tiempos en que no hacían su aparición los actuales y modernos sistemas de impresión –ofset digital o impresión full color laser, por ejemplo-, ni tampoco se había dado esta revolución de la tecnología que permite diseñar mediante un sotware complicados y coloridos diseños o diagramar revistas y libros de manera veloz y precisa en indesign y toda la gama de programas Adobe.

Quienes comenzamos la labor de impresor bajo aquellas modalidades de antaño, comprendemos perfectamente los principios del oicio en cuanto a la combinación de colores, el arreglo visual de los formatos, el uso de los negativos y positivos fotomecánicos, las propiedades del papel, humedad, tersura, satinado, permeabilidad, etc. Pero también recordamos con nostalgia el proceso que debía seguirse para elaborar las planchas de impresión y obtener la separación de colores, metidos en el cuarto oscuro llamado fotolitho.

Aquella infancia marcó mi futuro. El desarrollo de mi vida profesional. Por supuesto que el oicio aprendido en

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casa, el de impresor, continuó conmigo para siempre pero fue reforzado por los estudios universitarios en Letras Hispánicas, en la Facultad de ilosofía y Letras , de la unAm, para convertirme en el transcurso de los años en editor. El gusto por la lectura, ese me ha acompañado cada momento de mi vida.

me cupo la fortuna de llevar a cabo mi desarrollo, primero como impresor y luego como editor, en mi tierra natal. Lo cual me ha permitido vivir con la satisfacción de llevar a cabo una contribución cultural para mi comunidad.

He sido editor de un periódico diario, de revistas, de libros, que han salido de mis propias prensas de imprenta, con la minuciosa actividad del artesano, y de mis propias manos.

Considero que mi infatigable labor como editor ha comenzado a ser comprendida en mi comunidad y es el sustrato del cual se ha nutrido y le ha dado consistencia a mi actual empresa: editorial entre Tejas.

Las primeras ediciones fueron poemarios, uno que otro ejemplar de narraciones, material académico sobre historia que datan de 1994.

Desde entonces he considerado que será un timbre de orgullo no sólo para mi sino también para lo que representa como labor cultural, para Comitán, el ser cuna de una editorial que con los años ha ido aportando mejores ediciones y que el día de mañana tendrá alguna singularidad -esta labor editorial- que la haga pasar a los anales de Comitán y de Chiapas.

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En todo momento he tenido conciencia de que esta labor tendrá sus frutos de orden intelectual en los años por venir. Mientras tanto, he de mencionar que ya son al menos unos 52 títulos que han salido a la luz de los talleres de editorial entretejas, teniendo todos el mismo espíritu: dar a conocer el pensamiento, el trabajo intelectual, de comitecos y chiapanecos, principalmente, lo cual ha desembocado en la revista Cultural estatal entretejas y en la Biblioteca de Escritores de Chiapas, que prepara nuevos títulos de próxima aparición con nuevos autores que se han decidido a compartir su trabajo intelectual.

El propósito de Entretejas, se ha venido conigurando paulatinamente, es publicar a los escritores chiapanecos y darlos a conocer nacionalmente mediante un sistema de distribución y comercialización que haga factible tal propósito y que no se ha realizado hasta la fecha.

La revista entretejas, por su lado, está llenando un vacío existente en el estado para convertirse en el foro desde el cual escritores, intelectuales, artistas, académicos, puedan expresar sus ideas en el ámbito de la vida pública estatal con una línea editorial independiente que no está supeditada a los intereses del gobierno en turno, lo cual da mayores márgenes de libertad de expresión a nuestros colaboradores.

Debo confesar que desde mis inicios como impresor y luego editor, no he tenido oportunidad de dedicarle mi tiempo completo a esta actividad sino que ha sido una aición que he tenido que compaginar con mi desempeño

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profesional en la administración pública como promotor cultural y otras actividades. necesidades de la supervivencia, por supuesto, pero que también me ha permitido tener algunos ahorros para sostener los costos de esta “aición” que de ninguna manera ha sido del todo rentable, pero sí llena de grandes satisfacciones intelectuales.

meses atrás, luego de darle vuelta a la página del calendario para festejar mi primera cincuentena -seguro estoy que no habrá segunda, pero lo intentaré-, tomé la decisión muchas veces aplazada, de dedicarme totalmente a mi labor editorial y profesionalizar mi actividad. Muchos títulos pendientes por publicar, mucho trabajo que realizar para tener éxito en la distribución y comercialización y subsanar ese “cojear” en el aspecto administrativo y contable. Pero por otro lado, las fortalezas: la experiencia adquirida, el olfato para reconocer los manuscritos valiosos que enriquecen el catálogo que hemos ido construyendo; el enriquecimiento paulatino de ese catálogo, que a la vez ha sido una gran oportunidad para establecer vínculos profesionales y de lealtad con los autores que he ido descubriendo en el Estado, lo cual ha sido una paciente espera de más de dos décadas de interactuar con ellos y ganar su conianza desde la actividad como promotor cultural tanto como la de editor: el reconocimiento también por parte de los lectores de entretejas como una editorial dedicada especíicamente a difundir y promover el trabajo de los autores y temas chiapanecos; pero, por encima de todo, esa gran fortaleza que signiica los recursos humanos

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reunidos, desarrollados, que conforman un valioso grupo de colaboradores talentosos, leales y muy comprometidos con este proyecto: diseñadores, correctores de estilo, ilustradores, impresores, que dan una gran dignidad, en la medida de lo posible, a los manuscritos de nuestros autores para entregarlos en forma de libro a los destinatarios últimos de esta larga pero agradable cadena del libro: los lectores.

Como ya había tomado la decisión de dedicarme totalmente al trabajo editorial, como empresario, lo cual implica además de las satisfacciones intelectuales, otro aspecto también importante que tiene que ver con las necesidades inmediatas de alguien que trabaja y que es de corte material: hacer de una empresa y una actividad una fuente de ingresos que permita cubrir los costos de la vida diaria, y de ser posible, aunque parezca demasiado terrenal, permita conseguir ingresos superiores a los indispensables para hacer crecer la empresa, capitalizarla, ofrecer mejores salarios a los participantes y, de pasadita, guardarse unos ahorritos para la vejez.

Para adquirir mayores conocimientos de buena fuente, me di a la tarea de buscar títulos publicados sobre editores de prestigio, y de preferencia memorias en las que sean ellos mismos quienes cuenten, desde su visión, sus respectivas experiencias; sus retos, logros, hallazgos, éxitos y relexiones. Mi propósito: conocer mejor este oicio.

Como mi experiencia ha sido de tipo libresco en gran medida, había que reforzar la praxis con la teoría; que

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para eso se hizo la teoría, para reforzar la práctica, decía don Alfonso reyes.

Así fue como comencé a buscar a esos editores y entregarme a la lectura de sus textos. Inluyó, para comenzar mis lecturas, para seleccionarlas, el recuerdo grato de los sellos editoriales que acompañaron mi etapa formativa durante mi paso por la Facultad. Fue así como comencé con Manuel Aguilar Muñoz (fueron los suyos libros que llamaban tanto mi atención, esas ediciones de los clásicos españoles, encuadernados en pasta dura, impresos sobre papel biblia -de entonces data seguramente mi preferencia por el ahuesado en vez del papel blanco- que me resultaban inaccesibles de adquirir por su costo, pero que leí en la Biblioteca Central de la UNAM). Después, cómo no habría de ser así, proseguí con la lectura de las memorias de Carlos Barral; las de Herralde y sus tan atractivas ediciones de Anagrama; había que pensar en México, y nadie mejor que quienes ediicaron el Fondo (FCE): Daniel Cosío Villegas y Orila Reynal. Pero, ¿por qué circunscribirme a la lengua española, si tenía conocimiento de algunos otros en otras lenguas y algunos más que fui descubriendo: Gallimmard, Einaudi, Muchnik, Roberto Calasso, los de habla anglosajona como Benet Cerf, Hubert Nyssen, Jason Epstein, Diana Athill.

Había que leerlos, conocer sus motivaciones, sus diicultades y logros, el ideario que motivó su manera de conformar el catálogo de sus respectivas editoriales, de qué ofrecer al lector, de su relación con los autores, de su manera

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de enfrentar el complicado y a veces hasta desagradable, pero indispensable tema de la comercialización.

Así que durante 2018 y 2019 me dediqué a esa lectura para ir deiniendo algunos temas emanados de esas lecturas. De ahí surgió la idea de utilizar este material para elaborar este libro.

En un principio creí que la manera de proceder, la metodología, era tener yo temas y subtemas en forma de pregunta cuya respuesta habría de ir encontrando con la lectura de esos autores. Pero muy pronto me di cuenta de que el método planteado debía ser a la inversa, por deducción; es decir, ir leyendo y de ahí extraer los temas que debía abordar y que serían de provecho para mi proyecto editorial. Y así procedí.

Comencé a dividir en temas lo dicho por los editores, comencé a agrupar en cada tema y subtema lo que cada uno decía, y de esa manera encontré mi índice y una nueva metodología para abordar los proyectos de escritura.

Me convencí de que mi pretensión de empresario editorial, a estas alturas de mi vida, es viable. Principalmente por la forma en que de manera empírica fui deiniendo mi nicho de mercado. El Estado de Chiapas y sus autores. La colección Biblioteca de Escritores de Chiapas en un formato pocket book. no recuerdo exactamente si me decidí por este formato como producto de mis lecturas o fue previo. De cualquier forma, creo que fue una decisión muy atinada haber publicado los títulos de esta colección en un formato muy práctico para el lector y con un costo accesible.

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Así fue ocurriendo con muchas cosas más que ya había implementado en entretejas, como lo son el trato con los autores, la creación y conformación del catálogo, el olfato para saber cuándo algunos títulos resultarían rentables y inanciarían los demás que no podía dejar de publicar por su valor intelectual y cultural, pero que se mantendrán en bodega y en los anaqueles de librerías por mucho tiempo más.

En lo que sí fueron muy importantes estas lecturas, estas enseñanzas de editores, mejor dicho, fue en el aspecto de comercialización y distribución. me dieron la oportunidad en repensar mis estrepitosamente deicitarias estrategias y echar a andar, en contraste, nuevas que me permitan volver exitosa ésta hasta ahora pequeñísima empresa.

He comprendido que, sin recursos, el proyecto está destinado a desaparecer y no habrá posibilidades de publicar más títulos, sobre todo cuando estoy convencido en mantener mi posición de no recurrir ni al gobierno ni a mecenas, los cuales serían los únicos caminos a seguir si no implemento un plan exitoso de comercialización. Por lo pronto hay en bodega y distribuidos un promedio de 20 mil ejemplares del catálogo esperando ese momento en que comiencen a luir por la corriente sanguínea de la comercialización y del mercado.

Me he convencido de que además de ser un objeto cultural, el libro es una mercancía que debe buscar y encontrar a sus compradores, a la vez que desempeñar una labor cultural. He aprendido a darle su valor mercantil

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a cada ejemplar y ya no perder recursos obsequiándolos. Sobre todo, he cobrado conciencia de que si bien nuestra labor desde Entretejas es cultural, educativa, que piensa en el bien de la sociedad, es también una empresa inserta en el sistema de libre mercado y debe obtener utilidades, puesto que es una manera profesional de dedicarse a esta actividad. mi transformación como individuo en este proceso, luego de la investigación y la formulación de este escrito, es haber aprendido, en primer lugar, a leer, a desarrollar diferentes formas de lectura y comprensión y a plasmar por escrito las ideas producto de esas lecturas y de mi experiencia. Me deja la sensación de que este hábito de leer y escribir debe mantenerse y mejorar con más tiempo dedicado diariamente a ambas cosas. A inal de cuentas, es algo que buscaba como estudiante de Letras Hispánicas y posteriormente en el encuentro y desarrollo de mi vocación como editor.

Por eso he dedicado la mayor parte de mi vida a esta labor que está estrechamente vinculada al mundo de los libros y a la búsqueda del conocimiento, además de la satisfacción que signiica compartir el conocimiento con los lectores mediante un producto -el libro- en cuya elaboración participo con gran denuedo y pasión.

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Introducción

El libro es el medio más eicaz de transmisión del pensamiento y del saber, dice ernesto de la Torre Villar, en su Breve historia del libro en México. En esa obra lleva a cabo un recorrido por la historia del libro en nuestro país, desde los que vinieron impresos de la península en primera instancia -como es el caso de los libros de los Conquistadores y los de carácter religioso que trajeron consigo los frailes evangelizadores-, y luego los que ya se imprimieron aquí a partir de la instalación de la primera imprenta en América, a cargo de Juan Pablos, en 1539, en aquella célebre casa de las Campanas, que le proporcionó el primer Obispo de la Nueva España, Juan de Zumárraga, quien en complicidad con el primer virrey don Antonio de Mendoza hicieron posible traer el invento de Gutemberg.

Pese a que algunos autores consideran que el primer libro impreso en estas tierras, entre 1536 y 1537, fue la escala Espiritual de San Juan Clímaco, traducida por Juan Estrada, a manos del supuesto impresor esteban martín, la falta de huellas de este “protoimpresor” así como la inexistencia de un probable ejemplar del mismo, pone en duda tal dato y en cambio se considera que el primer título salió de la prensa de Juan Pablos y se trata de la Breve y más compendiosa Doctrina Christiana en lengua mexicana y castellana, 1540,

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pese a que aún llevaba como pie de imprenta “en casa de Juan Cromberger”, de quien Juan Pablos fue oicial en su establecimiento de Sevilla y de allí enviado a América para establecer la primera imprenta aquí. Así se inició la impresión de libros en México.

desde ese momento se sucedieron las memorables ediciones de Pedro Ocharte, Antonio Ricardo, Pedro Balli y diego López ávalos, durante la segunda mitad del siglo xVi y principios del xVii.

Después de hacer una interesante descripción de autores, impresores y libreros durante la Colonia -por supuesto que reiere la importancia de la obra sobre este tema en que abrevó de los “eminentes bibliógrafos Joaquín García Icazbalceta, José Toribio Medina y Juan B. iguiniz”- ernesto de la Torre Villar exalta la labor de las prensas novohispanas, puesto que ocuparían un lugar preponderante para “encontrar la esencia que deiniera nuestra cultura y nuestro espíritu”.1

más tarde, ya en el siglo xix -insiste en la importancia que la imprenta ha tenido en la formación de nuestra cultura nacional- de la Torre Villar nos indica que “había que describir nuestro territorio, situar a México en la geografía universal y luego mostrar que nuestra historia iba más allá de la conquista por los españoles, que se remontaba a varios siglos atrás y que esa historia era tan valiosa o más que la que se inició con la dominación española” (De la Torre 1 Ernesto De la Torre Villar. Breve historia del libro en México. (México:

UNAM, 2015) 67

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Villar 2015, 57), por lo cual “nuestros propios hombres de letras tuvieron que hacer grandes esfuerzos para escribir y publicar”, como fue el caso de -por citar algunos- Juan Nepomuceno Almonte, José María Tornel y, más tarde, García Cubas y Guillermo Prieto. He ahí la formación del nacionalismo mexicano que tuvo sus orígenes en esos escritores y en la edición y publicación de sus trabajos en las imprentas de entonces.

A esto he de agregar esos dos otros momentos fundamentales en la historia de la cultura de nuestro país como lo fueron la campaña del libro impulsada por José Vasconcelos durante su breve paso por la secretaria de educación Pública, y la creación del Fondo de Cultura económica (FCe) por parte de daniel Cosío Villegas, Jesús Silva Herzog y Eduardo Villaseñor para dotar a los estudiantes universitarios mexicanos de una extensa y, en su momento, contemporánea bibliografía sobre Economía, pero que con el transcurso de los años amplió su oferta a las demás disciplinas del conocimiento humano y abarcó no sólo el territorio nacional sino innumerables países de Latinoamérica y subsanó el profundo vacío editorial que España padeció durante el Franquismo.

dos grandes capítulos en la industria editorial nacional, desde la iniciativa gubernamental, pero que han servido de faro a seguir y apuntalamiento para el desarrollo de la industria del libro y su compromiso con la sociedad.

He querido iniciar de esta manera para destacar la importancia del libro y la lectura, y de la industria que

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los hace posible, en el desarrollo intelectual y artístico de nuestro país, para desembocar en un análisis de la situación que se vive actualmente, tomando en consideración la experiencia que nos han transmitido en las últimas décadas una serie de editores que han destacado en sus respectivos países (la lista podría ser interminable pero opté por los más accesibles: Manuel Aguilar, Mario Muchnik, Javier Pradera, Carlos Barral, Jorge Herralde, Gabriel Zaid y Fernando Escalante Gonzalbo (en lengua española), así como Jason Epstein, Hubert Nyssen, Diana Athill, Bennet Cerf, Adler mortimer -en el ámbito de la lengua inglesa- y Giulio einaudi y roberto Calasso, para la edición en italiano) y cómo ese conocimiento que nos comparten en sus memorias principalmente, y algunos otros en vastos ensayos sobre el tema (Adler mortimer, Gabriel zaid, Fernando escalante), pueden ser enriquecedores para los proyectos particulares, independientes. es el caso de una editorial de provincia con dos décadas de existencia, asentada en el Estado de Chiapas: Editorial Entretejas, S.A. de C.V.

La industria editorial en nuestro país ha experimentado notables transformaciones en las recientes décadas. Transformaciones que son, por supuesto, producto de lo que ha ocurrido en diversos planos tales como hábitos de lectura, frecuencia o no de la misma entre la población, lo cual denota un interés mayor o no de la misma; el impacto de la tecnología en los procesos de producción y en los hábitos mismos de los lectores; costos de papel, competencia contra los grandes oligopolios editoriales que

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han sentado sus reales -producto de la globalización- en nuestros países, y, por supuesto, las condiciones económicas nacionales y globales con su impacto en el negocio de la industria editorial.

Es por ello que decidí, aunado a mi experiencia en mi condición entre aicionado y profesional del quehacer editorial, realizar una relexión respecto a esta industria que no solamente es un negocio sino que aporta, a quien la realiza y a la sociedad en general, beneicios de orden intelectual y espiritual que de ninguna manera pueden ser soslayados en el desarrollo del conocimiento y pensamiento mundiales.

inicio como primer tema con la pregunta referente a lo más elemental, ¿qué es una editorial? Y si el trabajo editorial es un negocio o es un trabajo de promotoría cultural; y acudo para mejor esclarecer la problemática a lo referido por los editores consultados, lo mismo que a teóricos e intelectuales que nos comparten su experiencia.

Posteriormente me centro en el quehacer estrictamente editorial, sus características, mi experiencia propia, y los ejemplares consejos que nos comparten los autores consultados para cada uno de los procesos: obtener los textos de los autores (el hallazgo del manuscrito), editar, publicar, distribuir y comercializar.

Como tercer punto trato de esbozar cómo ha sido mi experiencia con los autores de los títulos que Entretejas ha publicado y cuál es el concepto personal de ellos con respecto al quehacer editorial; asimismo las opiniones

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que tienen editores de otras épocas y otras latitudes, que resultan ilustrativos.

Abordo también como cuarto apartado el tema del proceso de la edición, el cual me parece fundamental para dar a conocerlo al lector tanto como para llevar a cabo un ejercicio personal de análisis con respecto a lo que he hecho bien o mal desde editorial entretejas.

Un capítulo fundamental que me ha permitido conocer el aspecto de negocio del oicio editorial es el referente a la distribución, comercialización y marketing que, después de la calidad e importancia intelectual que pueda tener el producto libro, es el aspecto determinante para conferirle un valor de cambio como una mercancía en que a inal de cuentas se convierte un objeto cultural, al entrar en contacto con las leyes de mercado y su supervivencia y permanencia en los escaparates de venta, lo cual incluye a las librerías y la venta en línea.

En el capítulo seis llevo a cabo una relexión en torno a la lectura en virtud de que se trata de la materia fundamental del fenómeno de la edición, puesto que es el acto en que se consuma la importancia del trabajo editorial y la creación del libro. Cómo se ha registrado la transformación de la lectura en el mundo, en nuestro país y cómo se ha dado dentro del marco de la educación.

Evidentemente parecería ridículo hablar de la lectura únicamente en un apartado casi al inal de este trabajo, pero no es así; este tema se presenta a lo largo del presente

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texto y acompaña en todo momento, como un leitmotiv, el desarrollo de este ensayo.

Por supuesto que el fenómeno de la industria editorial no se ha dado en nuestro país por generación espontánea y, por lo tanto, en el capítulo siete me doy a la tarea de esquematizar brevemente cuál ha sido la historia de la industria editorial en México, en algunos otros países de Latinoamérica, en Estados Unidos y Europa, principalmente España, debido a que es el país con cuya industria editorial hemos estado estrechamente emparentados teniendo en cuenta que compartimos una lengua en común.

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El libro, ¿permanece o desaparece?

Todos hemos escuchado reiteradamente que ya nadie lee, que la industria del libro está en declive, que es un mal negocio o ni siquiera lo es; inclusive, se teme la desaparición del libro como tal con la llegada de los nuevos dispositivos digitales y formatos del texto.

sin embargo, cuando se revisan las estadísticas y uno se percata de que a nivel mundial se publican dos nuevos títulos cada minuto; es decir, 2,880 diariamente o, lo que es igual, 1 millón 51 mil 200 en promedio anualmente, uno se pregunta entonces, ¿estamos realmente ante la decadencia del libro como tal?

Si tuviéramos capacidad de leer un título diariamente, nos quedaríamos sin leer los otros 2879 libros que se publican ese mismo día, según los datos proporcionados por Gabriel Zaid: “La humanidad publica un libro cada medio minuto”2. Amén de que no estamos incluyendo los millones de títulos que se reimprimen o reeditan y los miles de ejemplares de que consta cada edición de esos títulos publicados por primera vez o de los reeditados.

un importante estudioso del tema como lo es Fernando Escalante Gonzalbo opina que “…se publican hoy más libros

2 Gabriel Zaid. Críica del mundo cultural. (México: El Colegio Nacional,

1999) 20

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que nunca, más títulos con tirajes de más ejemplares, y sin duda, en términos absolutos, hay mucha más gente que sabe leer y que lee”.3

Sin embargo, algunos años atrás, a ines del siglo XX en que comenzaban a aparecer los libros en formato digital, voces de alarma se escucharon en el sentido de que la Galaxia de Gutemberg, como tal, habría de desaparecer pronto (a propósito del tema, Gabriel zaid comenta: “Marshal McLuhan escribió libros proféticos sobre el in de los tiempos librescos. Pero la explosión del libro lo dejó hablando en el desierto” (1999, 19);

Otras voces, como la de dos grandes editores, Jason Epstein y Hubert Nyssen manifestaban por su parte que se abrían grandes posibilidades para la lectura universal con los sistemas electrónicos, entre ellos, los libros digitales precisamente.

“Las nuevas tecnologías cambiarán radicalmente el modo de distribuir los libros, pero no eliminarán la tarea esencial de editar y promocionar”4, opina Jason Epstein, y agrega: “Que estas tecnologías hayan surgido justo cuando la industria editorial ha caído en una decrepitud terminal es providencial y hasta podríamos decir que milagroso” (2002, 45). Sus palabras correspondían a los años inales del siglo xx como un vaticinio certero sobre, en mi opinión, la venta de libros y su consiguiente lectura, que no es lo mismo, como veremos más adelante. 3 Fernando Escalante Gonzalbo. A la sombra de los libros. Lectura, merca-

do y vida pública. (México: El Colegio de México, 2007) 11

4 Jason Epstein. La industria del libro. Pasado, presente y futuro de la edi-ción. (Barcelona, Anagrama, 2002) 49

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La desbordada conianza en el futuro de la edición y del libro por parte de epstein puede ilustrarse con esta frase suya: “Hace veinte años, cuando mis hijos y sus amigos llegaron a la mayoría de edad, les aconsejé que se apartaran de la industria editorial, que a la sazón yo consideraba en un estado de decrepitud terminal, si no de extinción.

Actualmente -prosigue- daría el consejo opuesto a jóvenes que aprecien mucho los libros. La transformación que les espera anuncia ramiicaciones culturales que auguran toda una vida de aventura creativa, de facetas mucho más trascendentes y distintas que las que encontró la generación de Horace Liveright, Alfred Knopf y Bennet Cerf hace ochenta años, cuando Joyce, Hemingway y Eliot y sus iguales surgieron del estercolero de la segunda Guerra Mundial y la terrible inocencia que la generó”. (2002, 19)

Por su parte, nyssen lo dice de la siguiente manera: “Mientras llega su mutación o su metamorfosis (… ) seguimos estando en la larga era del libro, y no debería haber otro interés que el de preocuparnos por su rol actual, y preguntarnos sobre su comportamiento para con el texto y la escritura”.5

Resultan en este sentido proféticas las palabras de Alberto Manguel: “Estoy convencido que seguiremos leyendo durante tanto tiempo como persistamos en nombrar el mundo que nos rodea”.6

umberto eco, por su parte, da una explicación 5 Hubert Nyssen. La sabiduría del editor. (España: Trama Editorial, 2008)

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6 Alberto Manguel. Una historia de la lectura. (España: Alianza literaria,

2012) 36

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deinitoria de la persistencia del libro cuando dice: “Sostengo desde hace tiempo, que el libro pertenece a aquella generación de instrumentos que, una vez inventados, ya no se pueden mejorar. Pertenecen a estos instrumentos la tijera, el martillo, la cuchara y la bicicleta; ningún diseñador danés, por mucho que busque mejorar la forma de la cuchara, logrará hacerla diferente de como se hacía dos mil años atrás. El libro es, entonces, la forma más manejable, más cómoda para transportar la información. se puede leer en la cama, se puede leer en el baño, incluso en el baño de burbujas...7

Recordemos que, como cuenta Vigné, “la airmación según la cual «hay demasiados editores, pero también hay demasiados libros y, sobre todo, demasiados libros insigniicantes y sin valor, sin originalidad, que se aniquilan entre sí»8 tampoco es nueva. Es algo que se viene diciendo desde 1903, en una época de grandes tensiones en la librería francesa, y que Ernest Flammarion resumía en estos términos: «Los libros editados no reciben el suiciente apoyo. Nada más publicados, aparecen otros que los relegan al olvido; el gusto del público se distrae constantemente por el lujo continuo de nuevas publicaciones» (Interrogado por Paul Gsell para su estudio «La crise du livre en France», en La revue, 15 de octubre y 1 de noviembre de 1903, pp. 147-148; citado por Olivier Bessard-Banguy,). (2016, 75)

Se hace necesario echar una ojeada a la historia de 7 Umberto Eco. ¿Hay un futuro para el libro? Fundación Cini de Venecia. Conferencia, 1998. htps://www.academia.edu/8477889/_Hay_un_futu-

ro_para_el_libro_Umberto_Eco8 Eric Vigné. El libro y el editor. (España: Trama editorial, 2016) 75

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la edición entre lo que fue la primera parte del siglo XX y después, a ines de los ochentas. La industria obedecía antaño a un proceso más bien artesanal, en que las pequeñas editoriales -algunas de ellas de gran prestigio ya en ese momento- buscaban serlo culturales y tenían mucho en consideración la formación educativa y cultural de sus lectores.

Pero cuando la industria de la información invadió los terrenos editoriales y comenzó a comprar las principales editoriales del mundo para crear inmensos holdings –“la fe en el mercado, en su capacidad de conquistar el mundo, la prisa por someter a él todos los otros valores se han convertido en una marca de fábrica de la edición. 9 “Puede decirse sin temor que la edición mundial ha cambiado más en los últimos diez años que durante el siglo anterior”. (Schifrin 2000, 12), las cosas cambiaron drásticamente.

Hasta hace bien poco, la edición era esencialmente una actividad artesanal, a menudo familiar, a pequeña escala, que se contentaba con modestas ganancias provenientes de un trabajo que todavía guardaba relación con la vida intelectual del país. durante los últimos años los grandes grupos internacionales fueron adquiriendo las pequeñas editoriales una tras otra. en Gran Bretaña y en estados Unidos la mayoría de esos grupos son inmensos holdings que reinan en el ámbito de los medios de comunicación de masas, la industria del ocio o bien de lo que actualmente se denomina industria de la información.

9 André Schifrin. La edición sin editores. Las grandes corporaciones y la

cultura. (México, ERA, 2000) 12

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Lo mismo ocurre con la edición en español y la mayoría de las demás lenguas del planeta. sin embargo, hay un horizonte esperanzador en las editoriales pequeñas, culturales, que pueden funcionar regionalmente con gran éxito, como trataremos de demostrar es el proyecto de Editorial Entretejas en el Estado de Chiapas y su objetivo educativo y cultural.

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I. ¿QUÉ ES UNA EDITORIAL?

Una editorial es una empresa que se dedica a recibir, buscar y encontrar obra de autores para publicar, editar esos libros (formato impreso o digital) y comercializarlos. el manuscrito del autor no es aún un producto terminado, necesita la mano y el criterio del editor para lograrlo. de ahí que “lo que se compra y se vende – explica Diana Athill- es la imaginación de los demás, los materiales con los que se hacen los libros, así como una serie de derechos legales”.10

Es importante plantearse desde el principio si lo que se va a impulsar es “una editorial con preocupaciones culturales o comerciales”11, según nos indica Mario Muchnik, ante lo cual aclara: “el negocio editorial da mayores satisfacciones que dinero”. (2011 pos 9) Puede considerarse, reiere Giulio einaudi, el prestigiado editor italiano: “como una aventura del libro y del pensamiento en su encuentro con un lector”.12 Sin embargo, también tuvo muy claro que, para hacer sobrevivir una editorial, para permanecer, se requiere conocer las leyes del mercado.

Muchnik ejempliica esto con una anécdota suya 10 Diana Athill. Stet. Vale lo tachado. Recuerdos de una editora (España:

Trama Editorial, 2010), 14

11 Mario Muchnik. Oicio editor. (Kindle, elalepheditores.com/grup62.com 2011) Pos 309

12 Severino Cesari. Conversaciones con Giulio Einaudi. (España: Trama Edi-

torial, 1991) 69