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86 L A primera vez que oí el nombre de Marga d’Andurain, la protagonista de mi libro «Cau- tiva en Arabia» (Plaza & Janés), fue en Palmira du- rante una visita a la fabulosa ciudad en ruinas del desierto sirio. En la recepción del hotel Zenobia, situado en lugar privilegiado a un paso de la fabu- losa acrópolis, el encargado me habló de su anti- gua propietaria, una «condesa francesa que había sido secretaria personal y espía al servicio de Law- rence de Arabia». En aquel instante creí que la dama en cuestión era un personaje de leyenda, pero mi guía sirio me aseguró que la condesa ha- bía dado mucho de que hablar, porque se creía una moderna Zenobia —la valiente y ambiciosa so- berana árabe que gobernó Palmira en el año 266 y desafió al Imperio romano—, frecuentaba a los beduinos en sus tiendas y se enfrentó a las autori- dades militares del régimen colonial francés, que la consideraban una peligrosa espía. A mi regreso de aquel viaje me olvidé por com- pleto de Marga d’Andurain hasta que su nombre se cruzó de nuevo en mi camino y despertó mi cu- riosidad. Recorriendo en Francia los lugares don- de transcurrió su niñez en Bayona y en el pueblo de Hastingues (las Landas), supe que Marga había tenido dos hijos y que el menor, Jacques d’Andu- rain, aún vivía y había sido un destacado miembro de la Resistencia francesa. Cuando, al cabo de unos meses, conseguí localizarlo en una residencia de ancianos a las afueras de París comenzó para mí un inesperado viaje al pasado para tratar de re- construir la vida de una mujer, aventurera como pocas, a la que siempre persiguió el escándalo. UN ESPIRITU REBELDE La trepidante vida de Marga d’Andurain resulta de lo más novelesca con altas dosis de intriga, amo- res prohibidos, escenarios exóticos, drama y mu- cha acción. Espió para los británicos, se codeó con la realeza egipcia, regentó un hotel en el inhóspito (SIGUE) desierto sirio, se propuso ser la primera occidental en visitar La Meca y durante la segunda guerra mundial traficó con opio en el París ocupado. Su temerario viaje al corazón de la península Arábiga acabó inesperadamente cuando fue recluida en un harén y, más tarde, encarcelada en la prisión de Yidda (Arabia Saudí) acusada de asesinato. Cuan- do, el 8 de mayo de 1934, Marga d’Andurain pu- blicó una serie de artículos en «Le Courrier de Ba- yonne» («El Correo de Bayona»), donde relataba su azarosa vida desde que en 1925 se instalara en El Cairo en compañía de su esposo Pierre d’Andu- rain, sus años al frente de un hotel en Palmira y las acusaciones de espionaje que siempre pesaron so- bre ella desde su llegada a Oriente, estalló el es- cándalo. Pero fue su intento de llegar a la ciudad prohibida de La Meca lo que indignó a su conser- vadora familia. Marga, divorciada ya de su marido,

Reportajecautivaenarabia Marga d'Andurain

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Reportajecautivaenarabia Marga d'Andurain

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LA primera vez que oí el nombre de Margad’Andurain, la protagonista de mi libro «Cau-

tiva en Arabia» (Plaza & Janés), fue en Palmira du-rante una visita a la fabulosa ciudad en ruinas deldesierto sirio. En la recepción del hotel Zenobia,situado en lugar privilegiado a un paso de la fabu-losa acrópolis, el encargado me habló de su anti-gua propietaria, una «condesa francesa que habíasido secretaria personal y espía al servicio de Law-rence de Arabia». En aquel instante creí que ladama en cuestión era un personaje de leyenda,pero mi guía sirio me aseguró que la condesa ha-bía dado mucho de que hablar, porque se creíauna moderna Zenobia —la valiente y ambiciosa so-berana árabe que gobernó Palmira en el año 266 ydesafió al Imperio romano—, frecuentaba a los beduinos en sus tiendas y se enfrentó a las autori-dades militares del régimen colonial francés, quela consideraban una peligrosa espía.

A mi regreso de aquel viaje me olvidé por com-

pleto de Marga d’Andurain hasta que su nombrese cruzó de nuevo en mi camino y despertó mi cu-riosidad. Recorriendo en Francia los lugares don-de transcurrió su niñez en Bayona y en el pueblode Hastingues (las Landas), supe que Marga habíatenido dos hijos y que el menor, Jacques d’Andu-rain, aún vivía y había sido un destacado miembrode la Resistencia francesa. Cuando, al cabo deunos meses, conseguí localizarlo en una residenciade ancianos a las afueras de París comenzó para míun inesperado viaje al pasado para tratar de re-construir la vida de una mujer, aventurera comopocas, a la que siempre persiguió el escándalo.

UN ESPIRITU REBELDELa trepidante vida de Marga d’Andurain resulta

de lo más novelesca con altas dosis de intriga, amo-res prohibidos, escenarios exóticos, drama y mu-cha acción. Espió para los británicos, se codeó conla realeza egipcia, regentó un hotel en el inhóspito (SIGUE)

desierto sirio, se propuso ser la primera occidentalen visitar La Meca y durante la segunda guerramundial traficó con opio en el París ocupado. Sutemerario viaje al corazón de la península Arábigaacabó inesperadamente cuando fue recluida enun harén y, más tarde, encarcelada en la prisión deYidda (Arabia Saudí) acusada de asesinato. Cuan-do, el 8 de mayo de 1934, Marga d’Andurain pu-blicó una serie de artículos en «Le Courrier de Ba-yonne» («El Correo de Bayona»), donde relatabasu azarosa vida desde que en 1925 se instalara en ElCairo en compañía de su esposo Pierre d’Andu-rain, sus años al frente de un hotel en Palmira y lasacusaciones de espionaje que siempre pesaron so-bre ella desde su llegada a Oriente, estalló el es-cándalo. Pero fue su intento de llegar a la ciudadprohibida de La Meca lo que indignó a su conser-vadora familia. Marga, divorciada ya de su marido,

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EL APASIONANTE RELATODE LA ESCRITORA CRISTINA MORATO

SOBRE LA VIDA DE LACONDESA DE PALMIRAUNA IMPRESIONANTE HISTORIAMARCADA POR EL ESCANDALO

Marga d’Andurain, protagonista dellibro «Cautiva en Arabia», fue apoda-da por la prensa la «Mata-Hari vasca»

Tuvo una vida de novela, donde sedan cita la intriga, el drama y la

pasión

Panorámica de la fabulosa ciudad en ruinas de Palmira, que sorprendepor su extensión y admirable grado de conservación. Aquí gobernó lalegendaria Reina Zenobia en el año 266. A la derecha, Cristina Morató,autora del libro, en los escenarios donde vivió la condesa Marga

d’Andurain en el desierto sirio

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Arriba, Cristina Morató a lomos decamello por el valle de las Tum-bas, famoso por sus tumbas anti-guas construidas en forma de to-rre. A la izquierda, Cristina con ungrupo de beduinos, que son losmejores guías para visitar los tem-plos y tumbas de la imponentePalmira. A la derecha, la autoradel libro pasea con uno de ellos

se había casado con un beduino yconvertido al islam para conse-guir su propósito.

La misteriosa dama cuya vidaescandalizó a la sociedad de suépoca nació en la ciudad de Bayo-na (Francia) en 1893, en el senode una familia de la burguesía vas-ca. Jeanne Amélie MargueriteClérisse fue la hija menor de Ma-xime Clérisse, que llegó a ser juezdel Tribunal de Bayona, y de Ma-rie Diriart, también pertenecientea una ilustre familia de notarios ymédicos de Saint-Palais y de Pau.

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Arriba, Marga d’Andu-rain, posando con unquimono oriental trasser liberada de la pri-sión de Yidda, don-de, acusada de haberdado muerte a su es-poso Soleiman, vivióun auténtico infiernodurante dos meses.Sobre estas líneas, unapostal del castillo delos d’Andurain en elPaís Vasco francés.Arriba derecha, el díade su boda con el be-duino Soleiman el Dek-mari, en 1933. A la de-recha de estas líneas,Marga con una amigafrente al hotel Zenobia,construido en 1924 porFernando de Aranda,un arquitecto españolresidente en Damasco

A la izquierda de estaslíneas, el actual hotelZenobia —hoy el Zeno-bia Cham Palace—, don-de vivió Marga d’Andu-rain de 1927 a 1937. En-tre sus ilustres clientesse cuentan la escritoraAgatha Christie, el ReyAlfonso Xlll y Walt Dis-ney. Desde su terrazase tiene una de las vis-tas panorámicas máshermosas de Palmira

De los cinco a los quince años, la pequeñarecorrió un buen número de institucionesreligiosas francesas, a cual más estricta. Detodas ellas fue expulsada antes de finalizar elaño; sólo en las ursulinas de Fuenterrabía(Guipúzcoa) —cuyas religiosas tenían famade ser muy severas y competentes— consi-guieron que completara el año escolar. Fueen este convento español donde sus compa-ñeras la llamaron por primera vez Marga,nombre que adoptaría para siempre.

A los diecisiete años, la señorita Clérisse sehabía convertido en una atractiva y estilosajoven, siempre vestida a la última moda de Pa-rís, incluso cuando vivía en el desierto. Esbel-ta, de piel bronceada, rostro anguloso, cabe-llo ligeramente ondulado recogido a la alturade la nuca, profundos ojos color castaño os-curo y prominente nariz, no era lo que sedice guapa, pero cautivaba a los que la cono-cían por su simpatía y arrebatadora personali-dad. Tuvo algunos pretendientes, pero antesde cumplir los dieciocho se casaría con unprimo lejano, Pierre d’Andurain —doce añosmayor que ella—, al que conoció duranteunas vacaciones en la elegante playa de Bia-rritz. Apuesto, de buena planta, con aire dis-tinguido y modales exquisitos, Pierre eratodo un caballero. Aunque se vanagloriabade pertenecer a una familia de antiguo y no-ble linaje del País Vasco francés —el magnífi-co castillo familiar d’Andurain de Maytie aúnhoy puede visitarse en Mauleón Licharre—,el joven no era lo que entonces se entendíacomo un buen partido: carecía de título nobi-liario y vivía de algunas rentas.

En 1925, la oportuna herencia de su padre,que acababa de morir en Bayona, animó aMarga a abandonar Francia y poner rumbo aEgipto. Deseaba abrir un salón de belleza enEl Cairo, una ciudad cosmopolita que se ha-bía convertido en un lujoso balneario paraaristócratas y millonarios británicos. En reali-dad, su precipitado viaje escondía otros pro-pósitos: Marga había sido reclutada por elServicio de Inteligencia británico para traba-jar como espía en Oriente Próximo. El salónde belleza era sólo una tapadera para mover-se a sus anchas entre las esposas de los oficia-les franceses y miembros de la realeza egip-cia. Antes de abandonar París, Marga encar-gó en una imprenta unas elegantes tarjetas devisita a nombre de «vizconde y vizcondesa Pie-rre y Marga d’Andurain». Sabía que para po-der introducirse en el selecto ambiente de laalta sociedad británica necesitaba un títulonobiliario.

ESPIA EN ORIENTEInstalada en un céntrico y elegante barrio

del centro de El Cairo, Marga consiguió ungran éxito con su salón de belleza al quebautizó con el pomposo nombre de MaryStuart. Entre sus clientas se encontraban ri-cas damas egipcias, esposas de oficiales fran-ceses y algunos miembros de la realeza,como la esposa del Rey Fuad I, la sultanaNazli Sabri, y la hermosa princesa de ojos es-meralda Fawzia, primera esposa del Sha dePersia. Los condes d’Andurain, como ahorase presentaban en público, disfrutaron deuna intensa vida social: deslumbrantes fies-tas en palacios orientales de ensueño, carre-ras de caballos en el hipódromo y bailes has-ta el amanecer amenizados con orquestas envivo. Un día, un encuentro aparentementefortuito cambiaría para siempre el destinode la condesa. Una conocida, la baronesaBrault, la invitó a un viaje por la actual Israely Siria en compañía del mayor W. F. Sinclair,jefe del Servicio de Inteligencia británico enHaifa, Palestina. Marga, desoyendo los con-sejos de su esposo y de sus amigos, quienesle advirtieron de que aquel temerario viajecomprometería seriamente su reputación,

Su intento de llegar a La Meca,su boda con un beduino y sureclusión en un harén la hicie-ron famosa en toda Francia

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hizo las maletas sin pensar en lasconsecuencias.

Para las autoridades militaresdestacadas en Siria (bajo manda-to francés), la presencia de Margad’Andurain en compañía de unveterano oficial británico, el ma-yor Sinclair —con el que vivió unapasionado y breve romance du-rante su visita a Palmira—, sólo te-nía una explicación: se trataba deuna peligrosa espía contratadapor el enemigo. A su regreso a ElCairo, Marga convenció a su es-poso Pierre para abandonar Egip-to e instalarse con los niños enPalmira, donde seguiría con susactividades de espionaje. En1930, la condesa compraría elúnico hotel de la aldea, un edifi-cio medio abandonado, pero conunas magníficas vistas al conjuntoarqueológico. En los meses si-guientes se dedicó a remodelar su hotel —al que bautizó con elnombre de Zenobia y decoró conmuebles rústicos de estilo vasco—,contratar sirvientes y ganarse laconfianza de los jeques beduinosquienes la apodaban cariñosa-mente «la Comta».

En 1933, Marga decidió em-prender su aventura más descabe-llada: ser la primera occidental envisitar la ciudad prohibida de LaMeca. Deseaba escribir un librosobre su hazaña y hacerse famosaen toda Francia. Casada con So-leiman el Dekmari y convertida alislam, el viaje de Marga fue unaauténtica pesadilla: las autorida-des la descubrieron y fue recluidaen un harén. Más tarde, tras lamuerte en extrañas circunstan-cias de su esposo beduino, fueacusada de haberle envenenado yencerrada en la terrible prisiónde Yidda (Arabia Saudí). Graciasa la intervención del cónsul fran-cés se libró de morir lapidada, yregresó a Francia. En 1937, lacondesa abandonaría definitiva-mente Siria al ser asesinado su es-poso Pierre cerca del hotel Zeno-bia.

Durante la segunda guerramundial, Marga y su hijo menor,Jacques, vivirían bajo el mismo te-cho en el París ocupado por losnazis. Mientras ella se enriquecíavendiendo opio a los nazis, suhijo militaba en la Resistenciafrancesa. Marga acabó sus días dela misma forma en que vivió. El 5de noviembre de 1948 moría ase-sinada en su velero, el «Djeilan»,en la bahía de Tánger. Tenía cin-cuenta y un años, y tras su miste-riosa muerte —nunca apareció sucuerpo ni se conocieron las cau-sas del crimen—, sus extraordina-rias aventuras en Arabia Saudí ylas tragedias que golpearon suvida ocuparían de nuevo las por-tadas de los periódicos sensacio-nalistas franceses. Admirada porunos y calumniada por otros, lacondesa Marga d’Andurain nodejó indiferente a nadie.

Texto: CRISTINA MORATO,autora de «Cautiva en Arabia»

(Plaza & Janés)Fotos: JAVIER ALONSO OSBORNE

Producción: JACKIE BASSATMaquillaje: SONIA MORALESAgradecimientos a la cadena

CHAM PALACES & HOTELS, de Soria

Palmira, al atardecer, recuerda a un de-corado teatral por el color ocre que ad-quieren sus columnas. A la izquierda, laautora con una niña beduina vestida de fies-ta, y abajo, revisando «Cautiva en Arabia»

(Plaza & Janés), su último libro

Fue una mujer rebelde, mis-teriosa y seductora. Murióasesinada en Tánger en 1948y su cuerpo jamás apareció

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