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Maestría en semiótica. “Perceptual symbol systems”. Barsalou, Lawrence (1999). Reseña para planteamiento del problema a tratar en la tesis de grado. Introducción Desde las primeras décadas del siglo XX las investigaciones acerca de la percepción y acerca de la cognición han sido diferenciadas como si trataran con cuestiones enteramente diferentes. De la falta de contacto entre estas dos áreas de investigación podría concluirse que la percepción y la cognición encarnan sistemas modulares independientes en el cerebro humano. Tradicionalmente se comprende la percepción como un sistema orientado a obtener información del entorno y enviarla hacia otros sistemas independientes con un tipo de procesamiento diferente que fundamenta las distintas funciones cognitivas superiores como el lenguaje, la memoria y el pensamiento. Barsalou (1999) argumentará que este punto de vista está esencialmente equivocado. Como alternativa propondrá que la cognición es fundamentalmente perceptual, en tanto que la percepción y la cognición comparten sistemas de representación, tanto en el nivel neuronal, como en el cognitivo. Más aún, argumentará que la distinción entre la percepción y la cognición es una manifestación del supuesto común acerca de que representaciones cognitivas (como los conceptos) deben ser inherentemente no-perceptivas. Fundamentando la cognición en la percepción (El supuesto a la base de la propuesta de Barsalou de los “sistemas de símbolos perceptuales” es que ciertos subconjuntos de estados perceptuales son extraídos por los sistemas sensorio-motrices y almacenados en la memoria a largo plazo para funcionar como símbolos. Como resultado, la estructura interna de estos símbolos es modal en tanto que están análogamente relacionados con los estados perceptuales que los han producido). 1

Reseña "Perceptual symbol systems"

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Review of the famous paper by Lawrence Barsalou in which the distinction between perception and conceptualization is questioned.

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Maestría en semiótica.“Perceptual symbol systems”. Barsalou, Lawrence (1999).Reseña para planteamiento del problema a tratar en la tesis de grado.

IntroducciónDesde las primeras décadas del siglo XX las investigaciones acerca de la percepción y acerca de la cognición han sido diferenciadas como si trataran con cuestiones enteramente diferentes. De la falta de contacto entre estas dos áreas de investigación podría concluirse que la percepción y la cognición encarnan sistemas modulares independientes en el cerebro humano. Tradicionalmente se comprende la percepción como un sistema orientado a obtener información del entorno y enviarla hacia otros sistemas independientes con un tipo de procesamiento diferente que fundamenta las distintas funciones cognitivas superiores como el lenguaje, la memoria y el pensamiento.

Barsalou (1999) argumentará que este punto de vista está esencialmente equivocado. Como alternativa propondrá que la cognición es fundamentalmente perceptual, en tanto que la percepción y la cognición comparten sistemas de representación, tanto en el nivel neuronal, como en el cognitivo. Más aún, argumentará que la distinción entre la percepción y la cognición es una manifestación del supuesto común acerca de que representaciones cognitivas (como los conceptos) deben ser inherentemente no-perceptivas.

Fundamentando la cognición en la percepción(El supuesto a la base de la propuesta de Barsalou de los “sistemas de símbolos perceptuales” es que ciertos subconjuntos de estados perceptuales son extraídos por los sistemas sensorio-motrices y almacenados en la memoria a largo plazo para funcionar como símbolos. Como resultado, la estructura interna de estos símbolos es modal en tanto que están análogamente relacionados con los estados perceptuales que los han producido).

Contrario a lo que propone la tradición moderna, resulta fácil imaginar cómo la cognición es inherentemente perceptual. Los estados perceptuales tienen lugar en los sistemas motrices. Los estados perceptuales pueden tener dos niveles distinguibles en el análisis: son principalmente una representación neuronal del estímulo físico (representación inconsciente, o a nivel sub-personal) y pueden opcionalmente instanciar una experiencia consciente. Una vez que el estado perceptual tiene lugar, un subconjunto de éste se extrae por medio de la atención selectiva y es almacenado permanentemente en la memoria a largo plazo. En eventos posteriores, este recuerdo perceptual puede ser recuperado para funcionar simbólicamente, haciendo las veces de los referentes en el mundo, fundamentando así la posibilidad de la representación simbólica. En tanto que se desarrollan combinaciones de estos símbolos perceptuales, se establecen colecciones más extensas de estos signos que constituyen las representaciones mentales complejas que soportan las funciones superiores de la cognición humana.

Estos símbolos perceptuales son modales en tanto que están representados en los mismos sistemas que los han originado. Por ejemplo, el sistema neuronal que

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representa el color en la percepción, también representa los colores de los objetos ausentes en símbolos perceptuales. Los símbolos perceptuales son analógicos en tanto que su estructura corresponde, al menos parcialmente, con el estado perceptual que lo produjo. Un mismo sistema de representación subyace a la percepción y a la cognición, no son dos sistemas separados.

Hasta principios del siglo XX, primó un acuerdo generalizado en cuanto a que el conocimiento era de carácter perceptual. Pero luego con la “revolución cognitiva” los teóricos desarrollaron nuevas aproximaciones a la representación basadas en esquemas representacionales inherentemente no-perceptuales.

Según Barsalou (2009) estos desarrollos en ciencia cognitiva hicieron eco a otros logros revolucionarios fuera de éste campo: por ejemplo en lógica, en estadística, y en ciencia computacional. Así, muchos formalismos como el cálculo de predicados, la teoría probabilística y los lenguajes de programación se hicieron ampliamente conocidos e inspiraron desarrollos técnicos en las más diversas áreas. Particularmente en la ciencia cognitiva inspiraron nuevas maneras de comprender los lenguajes de representación de la mente, muchos de los cuales siguen siendo ampliamente usados aún hoy. Por ejemplo; las listas de rasgos, los marcos (frames), los esquemas, las redes semánticas, la semántica procedimental y el conexionismo. (podrían incluirse aquí, los tipos icónicos, los tipos cognitivos, los estereotipos). Todos estos sistemas de representación, propuestos desde diferentes teorías, tienen en común que en ninguno de ellos existe una conexión directa con la percepción. Aunque al igual que en la propuesta de Barsalou, los estados perceptuales inician instanciándose en los sistemas motrices, las siguientes etapas en la descripción del proceso son radicalmente distintas. En lugar de extraerse un subconjunto del estado perceptual que luego se almacena en la memoria para su empleo posterior como símbolo, un sistema de símbolos amodales traduce un subconjunto del estado perceptual a un lenguaje de representaciones completamente distinto, que es inherentemente no-perceptual.

Estos símbolos amodales son traducciones hechas a partir de estados perceptuales que entran a hacer parte de estructuras representacionales más amplias, tales como marcos (frames), esquemas y redes semánticas. Estas estructuras, a su vez, constituyen un sistema simbólico completamente funcional con una sintaxis combinatoria y una semántica. Algo como un lenguaje de la mente (o del pensamiento) que sirve de fundamento a todas las funciones cognitivas superiores incluyendo la memoria, el conocimiento, el lenguaje y el pensamiento.

Es esencial en este enfoque que los símbolos en estos sistemas sean amodales y arbitrarios. Son amodales en tanto que sus estructuras internas no presentan ninguna correspondencia con los estados perceptuales que los producen. Por ejemplo, los símbolos que representan los colores de los objetos en su ausencia, son amodales si residen en un sistema neuronal distinto a las representaciones de estos colores durante la percepción misma. Adicionalmente, se postula que estos dos sistemas tienen esquemas de representación distintos que operan según principios diferentes.

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Barsalou (1999) señala las conexiones entre los sistemas amodales de representación propuestos en la tradición reciente de la ciencia cognitiva, y la comprensión sistemática del lenguaje, poniendo en evidencia que en tanto que los símbolos en estos sistemas sean amodales, estarán arbitrariamente relacionados con los sistemas perceptuales que los producen, en formas similares a como las palabras tienen relaciones típicamente arbitrarias con las entidades en el mundo. Así como la palabra “silla” no tiene ninguna similitud sistemática con las sillas físicas, el símbolo amodal para una “silla” tampoco tiene ninguna similitud sistemática con las sillas percibidas. Como consecuencia, las similitudes entre símbolos amodales no están sistemáticamente relacionadas con las similitudes entre estados perceptuales, lo que resulta nuevamente análogo, al hecho de que las similitudes entre palabras no estén sistemáticamente relacionadas con las similitudes entre sus referentes.

Barsalou (1999) señala que este paralelo entre los sistemas de representación mental amodal y el modelo de comprensión del lenguaje, es tan evidente que incluso se manifiesta cuando los teóricos emplean formas lingüísticas para representar a los símbolos amodales en los esquemas que ilustran sus teorías. (podría aquí incluirse el ejemplo de la teoría de los tipos icónicos del groupe μ) Por ejemplo en la teoría de las listas de rasgos, una palabra representa a cada rasgo. Así mismo en otras teorías como la de los esquemas, la de los marcos, y en las expresiones del cálculo de predicados, las palabras representan relaciones, argumentos y valores.

Aunque se supone que resulta evidente que las palabras no están literalmente incluidas como contenido de estas representaciones, se asume que algún tipo de contrapartes cercanas si lo están. Es por esto que Barsalou (1999) afirma que en estas aproximaciones el pensamiento simbólico se explica a partir de sus similitudes con la comprensión del funcionamiento del lenguaje, cuando debería ser el funcionamiento lingüístico el que se explicara a partir de la comprensión del pensamiento.

(Barsalou propone un modelo de la categorización perceptual inspirado en el conexionismo, en el que el sistema de representación de las unidades de input (que toma los rasgos percibidos de una entidad y los codifica) es el mismo de las unidades de la dimensión en la que esta representado el concepto de la entidad que se activa en la experiencia. (1999. 579)).

Algunas de las fortalezas de los sistemas de símbolos amodales: resultan útiles para representar ejemplares individuales (tokens) y también para representar ejemplares como instancias de alguna categoría general (types). También hacen posible producir inferencias categóricas, combinar símbolos en forma productiva, representar proposiciones y representar conceptos abstractos. Las teorías fundamentadas en propuestas de sistemas de símbolos amodales han contribuido al desarrollo de la ciencia cognitiva en tanto que han hecho que estas propiedades sean consideradas como centrales para cualquier teoría que busque explicar la cognición humana, haciendo explícito que cualquier propuesta viable debería poder dar cuenta de ellas.

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Sin embargo, ha sido menos ampliamente reconocido que los sistemas de símbolos amodales enfrentan muchos problemas aún sin resolver. Primero, existe poca evidencia empírica directa acerca de su existencia. Principalmente se postula su existencia a partir de la evidencia indirecta de su funcionamiento. Por ejemplo, en la medida en que en un sistema de símbolos amodales resulte posible representar estructuras conceptuales abstractas, la evidencia a favor de la existencia de estas estructuras en nuestros procesos cognitivos puede interpretarse como evidencia indirecta acerca de la existencia de sistemas amodales para su representación.

Por contraste, existen hallazgos empíricos que sugieren que el conocimiento categórico no es amodal (que está perceptualmente fundamentado). La evidencia de daños en una parte específica del área sensorio-motriz del cerebro afecta el procesamiento conceptual de la categoría específica que usa esta región para percibir los ejemplares que la conforman. Por ejemplo, un daño en el sistema visual afecta el procesamiento conceptual de todas las categorías cuyos ejemplares sean procesados de manera primordialmente visual.

(Los sistemas de símbolos amodales no funcionan bien para representar todas las clases de conocimiento abstracto. Por ejemplo el conocimiento espacio-temporal.)

Otro problema de las propuestas que incluyen el supuesto acerca de la existencia de sistemas de símbolos amodales es que fallan a la hora de proporcionar una explicación acerca de cómo se “traducen” los estados perceptuales a estos símbolos amodales. Si no podemos explicar cómo emergen estos símbolos en el sistema cognitivo, ¿por qué deberíamos estar confiados de que existen? (580). El problema es aún más serio si se tiene en cuenta que no existe ninguna evidencia (cognitiva o neuronal) acerca de que este proceso de traducción del estado perceptual a un símbolo amodal sea efectivamente llevado a cabo.

En estrecha relación con este problema de la traducción, está el problema del fundamento de los símbolos amodales. Si no sabemos cómo los estados perceptuales se traducen a los símbolos amodales que arbitrariamente les corresponden, tampoco podemos saber cómo estos símbolos se mapean a la inversa sobre estados perceptuales y entidades del mundo. ¿Cómo se implementa la comprensión en la ausencia de referentes físicos en un sistema amodal? Por ejemplo, si la forma de considerar un evento futuro consiste en manipular símbolos amodales, si nada en el entorno percibido fundamenta estos símbolos, ¿cómo puede llevarse a cabo este tipo de razonamiento? En la medida en que esta manipulación de símbolos amodales se entienda como un procesamiento puramente sintáctico (solo teniendo en cuenta la forma y no el significado de los símbolos) ¿cómo podría un sistema como éste tener alguna idea sobre el sentido acerca del que son estos cómputos?

Para hacerle frente a los problemas acerca de cómo el estado perceptual se traduce a un símbolo amodal, y acerca de cómo estos símbolos pueden mapearse nuevamente sobre las entidades del mundo, comúnmente se ha optado por proponer la existencia de representaciones perceptuales intermedias. Así, al percibir, por ejemplo a un perro, se activa un recuerdo perceptual que activa a su vez, a un

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símbolo amodal correspondiente al animal. Al reconocer algo como un perro, la activación del símbolo amodal (de algo como el concepto de perro) activa también a los recuerdos perceptuales acerca del canino que fundamentan la comprensión.

El problema en este caso es que las representaciones perceptuales están haciendo todo el trabajo. Los símbolos amodales parecen ser redundantes. ¿por qué no usar las representaciones perceptuales del perro, para representarlo por igual durante la categorización y durante el razonamiento? La respuesta obvia desde la perspectiva de los símbolos amodales es que estos permiten llevar a cabo procesos conceptuales adicionales fundamentales para la cognición, que las representaciones perceptuales por sí mismas no podrían hacer. El argumento de Barsalou (1999) consistirá en mostrar que estas operaciones conceptuales fundamentales para la cognición humana pueden ser llevadas a cabo en un sistema representacional perceptualmente fundamentado, de modo que la existencia de un sistema de símbolos amodales al que se traducen los estados perceptuales para implementar la cognición, resulta redundante (580).

Sistemas de registro y sistemas de representaciónLas actuales teorías del conocimiento basadas en la percepción, la caracterizan como un sistema de registro y no como un sistema conceptual. Barsalou (1999) mostrará que la percepción puede entenderse como un sistema conceptual, haciendo innecesario la existencia de una sistema adicional de símbolos amodales.

Un sistema conceptual en completo funcionamiento permite representar individuos y clases de individuos, producir inferencias categóricas, combinar símbolos productivamente para producir estructuras conceptuales más complejas, producir proposiciones al relacionar individuos con clases, y representar conceptos abstractos. Por contraste un sistema de registro sólo permite capturar información física, copiándola sin interpretarla, simplemente creando una copia atenuada (inexacta) de la información registrada. Por ejemplo al fotografiar (en el sentido de registrar un hecho físico utilizando la fotografía como sistema de registro) una fiesta de cumpleaños, simplemente se registra la luz que se presenta en cada punto de la escena sin interpretar los tipos de entidades registradas. Por contraste, al percibir una fiesta de cumpleaños, el sistema conceptual construye las entidades individuales que percibe como instancias de “pastel de cumpleaños”, “velas”, “globos”, etc. Para lograr este propósito, el sistema conceptual relaciona ejemplares específicos percibidos con conocimiento general almacenado en la memoria acerca de clases de cosas. Evidentemente este tipo de tareas conceptuales complejas no pueden llevarse a cabo en un sistema exclusivamente dedicado a registrar la experiencia de forma holística (produciendo punto a punto una copia atenuada de la escena completa).

Otras propiedades importantes de un sistema conceptualLos sistemas conceptuales son inferenciales, en tanto que permiten al sistema cognitivo ir más allá del input perceptual. Son productivos en el sentido en el que hacen posible construir conceptos complejos a partir de combinaciones de otros más simples. Fundamentan la formulación de proposiciones, en tanto que una

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proposición se comprenda como el resultado de relacionar un concepto (un tipo) a un individuo, de forma que esta asignación pueda ser falsa o verdadera.

Entre tanto las teorías del conocimiento fundamentadas en la percepción sigan considerando este proceso como un sistema de registro, nunca serán plausibles, ni mucho menos competitivas. Barsalou (1999. 582) propone aquí un esbozo de teoría del conocimiento fundamentada en la percepción, comprendida como un sistema conceptual.

Símbolos perceptualesContrario a lo que podría pensarse intuitivamente, estos símbolos perceptuales, no son imágenes mentales, ni son como ninguna otra forma de experiencia subjetiva consciente. Son simplemente registros de los estados neuronales que subyacen a la percepción. Durante la percepción, sistemas de neuronas en las áreas sensorio-motrices del cerebro capturan información acerca de los eventos percibidos, por ejemplo acerca de la presencia o ausencia de bordes, vértices, colores, relaciones espaciales, movimiento, calor, dolor, etc.

El supuesto inicial a la base de las teorías de la percepción modernas, es el mismo que subyace esta teoría de los símbolos perceptuales de Barsalou: un símbolo perceptual es un registro de la activación neuronal que tiene lugar durante la percepción. Esta misma idea subyace el trabajo reciente en cuanto a la producción de imágenes mentales (imagery). Los mismos sistemas neuronales subyacen a los procesos de la imaginación y de la percepción. La propuesta presente es aún más fuerte, en tanto que los mismos sistemas neuronales que subyacen a la imaginación y a la percepción soportan también al conocimiento conceptual.

Aunque existan mecanismos fuera de los sistemas sensorio-motrices que influyen en el conocimiento conceptual, estos símbolos perceptuales nunca dejan de estar basados en estos sistemas (están motivados por la experiencia perceptual corporeizada) de modo que nunca se lleva a cabo una traducción completa del estado perceptual a una representación amodal. (Barsalou. 2009. 853).

Estas representaciones neuronales que definen los símbolos perceptuales, pueden producir en algunas ocasiones experiencias conscientes. En otras, sin embargo, los símbolos perceptuales operan de manera inconsciente. Se hace así explícito que lo más importante de la definición de los símbolos perceptuales reside en el nivel neuronal. Se trata de representaciones neuronales de las que no necesariamente somos conscientes y no de imágenes mentales. Las investigaciones en ciencia cognitiva y en neurociencias han mostrado que esta distinción entre procesos neuronales inconscientes y procesos conscientes es un fenómeno común que se presenta por ejemplo en cuanto al llamado “punto ciego” en el que el procesamiento inconsciente tiene lugar aún en la ausencia de imágenes visuales conscientes. Los estados conscientes siguen al procesamiento neuronal inconsciente en lugar de precederlo. Por esto resulta posible concluir que aún así se acepte que el conocimiento humano es inherentemente perceptual, no hay necesidad para suponer que tenga que estar representado en la mente de manera consciente.

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Un símbolo perceptual no es un registro del estado cerebral entero que subyace a un estado perceptual. Es solamente un pequeño subconjunto de este que representa un aspecto coherente. En lugar de contener una representación holística de un estado perceptual del cerebro, los símbolos perceptuales contienen solamente un aspecto esquemático. Este carácter esquemático de los símbolos perceptuales se deriva de dos supuestos que tienen una naturaleza casi axiomática al interior de la ciencia cognitiva: Primero, la atención es selectiva y así aísla cierta información percibida. Segundo, la información aislada es almacenada en la memoria a largo plazo.

Por ejemplo al percibir una disposición compleja de objetos, la atención puede concentrarse en la forma de un objeto particular, dejando por fuera a su color, a su textura, a su posición, y así mismo a los otros objetos circundantes. Una vez la atención ha seleccionado un aspecto de la percepción, es altamente probable que este sea almacenado en la memoria. Aunque alguna de la información no seleccionada pueda ser también almacenada en la memoria, la información seleccionada por la atención es la que primordialmente se almacena. Estos aspectos filtrados por la atención y almacenados en la memoria son representaciones esquemáticas de ciertos aspectos del estado perceptual que pueden posteriormente ser usados de forma simbólica. La experiencia consciente puede acompañar este proceso de formación del símbolo perceptual e incluso este tipo de experiencia puede ser necesaria para que este proceso ocurra durante las primeras veces, aunque posteriormente se independice cuando la formación de símbolos perceptuales se automatice con la práctica.

Una vez el símbolo perceptual es almacenado, no funciona rígidamente como un símbolo discreto. En tanto que un símbolo perceptual es un patrón asociativo de neuronas, su activación subsecuente tiene propiedades dinámicas. En lugar de reactivarse idénticamente a su instanciación inicial, sus activaciones posteriores pueden variar ampliamente.

Al almacenar otros símbolos perceptuales en las mismas áreas asociativas se alteran las conexiones del patrón original. Los contextos diversos también pueden afectar las activaciones del patrón original en tanto que las conexiones activadas por rasgos contextuales influyen en la activación de unas características del patrón más que de otras. En este sentido, un símbolo perceptual puede representarse como un “atractor” en un sistema conexionista. En tanto que el sistema cambia con el tiempo, el “atractor” también se modifica. Si el contexto varía, la activación del “atractor” varía con este. De modo que un símbolo perceptual no es necesariamente rígido, ni discreto (584).

Pensar en los símbolos perceptuales como imágenes conscientes de naturaleza holística, como comúnmente lo han hecho varios teóricos, conlleva una serie de malentendidos acerca de las teorías del conocimiento fundamentadas en la percepción. En primer lugar, resulta difícil comprender cómo una representación perceptual puede ser componencial. ¿Cómo construir una representación perceptual de una forma, sin su orientación? A pesar de que sea cierto que las imágenes conscientes tengan necesariamente que tener ciertas conjunciones de aspectos

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(como la forma y la orientación que están intrínsecamente relacionadas, por ejemplo en la imagen mental consciente de un triángulo), en tanto que los símbolos perceptuales sean comprendidos como registros neuronales inconscientes, esto no representa necesariamente un problema: las neuronas que se activan para una forma particular pueden activarse, mientras que las neuronas para una orientación particular permanecen inactivas. La neuroanatomía del aparato perceptual para la visión humana soporta esta idea, en tanto que existe evidencia de la existencia de distintos “canales” en los que el estímulo visual se procesa en sus diversas “dimensiones” como el color, la forma, el movimiento, la orientación, etc.

Cuando se construyen imágenes conscientes para la construcción de un símbolo perceptual, la activación conjunta de otras dimensiones es comúnmente un requisito. Por ejemplo al imaginar conscientemente un triángulo, su forma necesariamente tendrá una orientación particular. Sin embargo estas representaciones (como la imagen mental del triángulo) no tienen que tener necesariamente una naturaleza holística en el sentido de ser irreductibles en términos de sus componentes esquemáticos. De hecho, Kosslyn (1988) y sus colegas han mostrado que cuando estas imágenes son conscientemente construidas, este proceso se lleva a cabo composicionalmente, en una secuencia en la que se integran componente por componente.

Contrario a lo que algunos pensadores han argumentado, no es necesario que los símbolos perceptuales representen individuos específicos. A partir de la idea de que los símbolos perceptuales son esquemáticos y de sus implicaciones para la memoria humana, resultaría extraño encontrar que el sistema cognitivo contenga alguna representación completa de un individuo particular. Más aún, a partir del olvido y de la reconstrucción que caracterizan a la memoria humana, podemos ver que el sistema cognitivo no recuerda entidades individuales con absoluta precisión, típicamente en un recuerdo se recupera información parcial y mucha de la información que se completa puede considerarse imprecisa.

El mismo símbolo perceptual puede representar a una variedad de referentes, dependiendo de factores causales y contextuales, estos símbolos perceptuales se conectan con los referentes en situaciones diferentes. Por ejemplo, un símbolo perceptual esquemático de un rascacielos genérico, puede estar en lugar del edificio Empire State, o puede estar en lugar del conjunto general de los rascacielos, según cual sea su contexto pragmático.

En tanto que tradicionalmente se asume que las representaciones perceptuales son como imágenes, son determinadas. Si por otra parte aceptamos que las conceptualizaciones humanas pueden ser indeterminadas, se sigue entonces que las representaciones perceptuales no pueden representarlas. Al enfatizar nuevamente en que los símbolos perceptuales no necesariamente entrañan imágenes conscientes, puede considerarse que como representaciones neuronales inconscientes pueden codificar cualitativamente solo una parte de la información de la experiencia. Por ejemplo un conjunto de neuronas puede registrar la frecuencia espacial de una región, independientemente de su tamaño o de su ubicación. Así por ejemplo al percibir un tigre, no es necesario considerar el contraste entre la

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determinación de una imagen mental del animal y la indeterminación (por ejemplo en cuanto al número de rayas que tiene) de su concepto. Por el contrario ciertas neuronas en el sistema visual que responden a las rayas (detectores de frecuencia espacial) se activan con la presencia del tigre y se almacena una representación perceptual que codifica las rayas del tigre de forma indeterminada en tanto que responden simplemente ante la presencia de un patrón de rayas sin capturar específicamente cuántas son.

De manera similar, al considerar nuevamente el ejemplo de un triángulo, podemos suponer que ciertas neuronas registran independiente ante la presencia de líneas, su longitud, su posición y su orientación. Así mismo podemos imaginar que ciertas neuronas representan los vértices entre pares de líneas independientemente del ángulo específico que integran, de modo que tres detectores cualitativos para las rasgos básicos de las líneas (longitud, posición y orientación) en relación con los detectores cualitativos para los vértices que las unen están involucrados en la representación perceptual de un triángulo genérico. En tanto que todos estos detectores son cualitativos, las longitudes específicas de las líneas y la amplitud de los ángulos que conforman no son importantes para la representación de un triángulo indeterminado y genérico.

El proceso de producción de estos símbolos perceptuales -la atención selectiva se enfoca en ciertos aspectos de la experiencia percibida y almacena sus registros en la memoria a largo plazo-, opera en todas las modalidades y no solamente en la visión. Se presume que cada tipo de símbolo se establece en el área específica del cerebro en la que se instancia el procesamiento de la información correspondiente (los símbolos visuales se establecen en las áreas visuales del cerebro, los auditivos en las áreas auditivas, etc.). La investigación en neurofisiología ha ofrecido testimonios acerca de que esta especialización según la modalidad del estímulo se lleva efectivamente acabo. El daño en las áreas visuales afecta el procesamiento conceptual de las categorías especificadas según rasgos visibles. Análogamente, un daño en las áreas sensorio-motrices y somato-motrices, afecta el procesamiento conceptual de las categorías especificadas según rasgos motrices y somato-sensoriales. Estos hallazgos pueden interpretarse como evidencia a favor de la idea de que los símbolos perceptuales son multimodales, originándose en todas las modalidades de la experiencia percibida, y distribuyéndose a lo largo de distintas áreas del cerebro sin importar la especificidad de la modalidad de estímulos que en estas se procesan.

Simuladores y simulacionesLos símbolos perceptuales no existen en la memoria a largo plazo independientemente unos de otros. En cambio, los símbolos que se relacionan se organizan al interior de un “simulador” que permite al sistema cognitivo construir las simulaciones específicas para una entidad o evento particular cuando este está ausente.

Considerando, por ejemplo, la situación en la que se almacenan símbolos perceptuales a partir de la experiencia de un carro particular, puede verse como al ver el carro de costado, la atención selectiva se centra en rasgos como las ruedas,

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las puertas y las ventanas. Los recuerdos resultantes de este proceso se integran espacialmente a partir de un marco de referencia centrado en el objeto. De modo similar, cuando el perceptor se mueve hacia la parte trasera del auto, hacia el otro costado y hacia el frente, la información perceptual almacenada se integra también en este sistema organizado espacialmente. Cuando el perceptor revisa bajo el capó, cuando se asoma al interior de la cajuela, o se sube en el área de pasajeros, más registros diferentes se integran.

Como resultado de esta organización espacial de los registros perceptuales, los perceptores pueden subsecuentemente simular la presencia del carro completo ante su ausencia. En tanto que hayan integrado en un sistema de organización espacial la información perceptual previamente extraída, resulta posible simular posteriormente experiencias coherentes con el objeto ausente: anticipar cómo se verá la parte delantera del carro visto solamente de perfil, etc.

Similarmente, otro proceso hace posible simular las secuencias de un evento de forma coherente. Por ejemplo, cuando alguien presiona con el pie el acelerador de un carro y escucha aumentar la intensidad del sonido del motor, para luego soltar el pedal oyendo que el motor entra en estado de reposo, la información perceptual almacenada para cada sub-evento se integra temporalmente.

Los símbolos perceptuales extraídos en la experiencia de una entidad o evento son integrados en un marco que contiene los símbolos perceptuales extraídos previamente de otros miembros de la misma categoría. Por ejemplo los símbolos perceptuales extraídos de la experiencia ante un carro, se integran en el marco para carros que contiene símbolos perceptuales extraídos de instancias previas. Después de haber experimentado con muchos carros distintos, una gran cantidad de información multimodal se estabiliza especificando cómo es experimentar esta clase de objetos (carros).

Un marco nunca es experimentado directamente en su totalidad, en cambio subconjuntos de la información del marco se activan para construir simulaciones específicas en la memoria de trabajo. De esta forma un simulador puede contener dos niveles de estructura: un marco subyacente que integra los símbolos perceptuales a lo largo de las instancias de una misma categoría y un conjunto potencialmente infinito de simulaciones que pueden construirse sobre este marco. Como se mostrará más adelante, estos dos niveles de estructura soportan una gran variedad de funciones conceptuales importantes.

Sin embargo, debe tenerse precaución con respecto a la noción de “simulador” tal y como aquí se presenta: inicialmente hay que señalar que las simulaciones que este produce son siempre esquemáticas y parciales, nunca completas. En tanto que la atención selectiva extrae símbolos perceptuales de la experiencia, nunca extrae la totalidad de la experiencia que está disponible, como consecuencia un marco contiene información más “pobre” que las experiencias que lo han producido, y que las simulaciones que de este se puedan extraer.

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Las simulaciones pueden estar influenciadas y distorsionadas en formas diferentes. Muy pocas veces, si acaso sucede, la simulación es enteramente veraz. Pensando en ejemplos como los que han suministrado los principios de organización de la Gestalt, puede recordarse la forma en la que al presenciar una serie lineal de puntos, una línea continua es efectivamente percibida. Como consecuencia, puede afirmarse que la información perceptual almacenada va más allá de lo que está objetivamente presente en la experiencia, implicando que el almacenamiento de símbolos perceptuales puede no ser enteramente verídico, al igual que la implementación de las simulaciones construidas sobre estos.

Un simulador no es simplemente una colección de impresiones sensibles. Mecanismos con fuertes determinaciones genéticas juegan papeles centrales en establecer, mantener y emplear estos simuladores. Por ejemplo, las predisposiciones genéticas que rigen el procesamiento de la información acerca de los objetos, el espacio, el movimiento y la emoción, subyacen a los símbolos perceptuales y guían el proceso de simulación. Claramente, el empleo completo de estas habilidades refleja considerablemente la interacción con el ambiente, de modo que los simuladores son simultáneamente sistemas racionales y empíricos que exhiben la historia entrelazada de los aspectos genéticos y experimentales de nuestras vidas.

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7. Escena de base y escena semiótica

Hemos mencionado anteriormente que el sentido agentivo incluye tanto la significación sígnica como la significación ontológica. Esta forma de hablar, sin embargo, puede llevar a la idea (errónea) de que el sentido agentivo lo constituye solamente la dación de sentido a un ítem semiótico (óntico, medial o corporal), bien sea que esté o no en función de representación. Por el contrario, hemos de tener en cuenta que los objetos (y los cuasi- objetos) intervienen en la experiencia como haciendo parte de eso que se suele describir como un estado de cosas. Pero los estados de cosas en nuestra experiencia cambian, por lo que los hemos llamado eventos, cuando los estados de cosas se describen como sometidos a un cambio temporal. Son entonces los eventos –lo hemos dicho anteriormente– aquellos a los que normalmente se les está dando un sentido agentivo. Esto quiere decir que el sentido agentivo como tal, en la medida en que es producido y consumido por un agente puede tener lugar en un evento (o más precisamente, un conglomerado de eventos), o puede ser que haga parte de las condiciones de cumplimiento de una agenda (o varias). Es decir, una cosa es que el sentido agentivo sea un sentido que emerge en un cierto momento y lugar, (y por tanto, se dé de forma enactiva, atenta, y situada, ver Capítulo III), momento y lugar que para el agente constituirá su escena de base; y otra cosa es que ése sentido agentivo esté dando cuenta (es decir, esté dando cumplimiento a una agenda), de un cierto momento y lugar, que para el agente constituirá su escena semiótica, y que –muy notablemente– puede no ser la misma escena de base. Por ejemplo, una cosa es ver una película en un teatro (escena de base) y otra cosa es aquel espacio en el que se desarrollan los eventos de la película (escena semiótica). Lo anterior implica que habrá que diferenciar los aspectos situacionales, enactivos y atencionales de la escena de base de aquellos de la escena semiótica. Por ejemplo, una cosa será el espacio de la escena de base y otra el espacio de la escena semiótica. Y algo similar sucederá con el tiempo: piénsese, por ejemplo, en la diferencia entre el tiempo de exposición del visionado de una película, que normalmente va de hora y media a tres horas en contraposición al tiempo de los eventos representados, que puede ir desde unas pocas horas hasta la historia entera del universo. (Algo similar se podrá decir de los otros elementos que caracterizan al agente animado -ver capítulo III-, es decir, del carácter afectivo, intersubjetivo y kineto-perceptual (expresivo-comunicacional, kinético, interpretativo) de la escena de base y la escena semiótica).

Pero también sucede –y de hecho, es inevitable que suceda la mayor parte del tiempo– que el lugar y el momento en el que se produce el sentido agentivo sean también el lugar y el momento acerca del cual un agente produce dicho sentido agentivo en el cumplimiento de una agenda, como cuando percibimos y manipulamos algo, en el cumplimiento de una agenda que se agota en dicha percepción o manipulación. Pero muchas veces, tenemos que tener en cuenta ambas cosas: cuando estamos jugando un video juego, tenemos que manipular el control (que hace parte de la escena de base) para que el personaje que ‘manipulamos’ se ‘mueva’ (en la escena semiótica), en cuyo caso podemos hablar de la unicidad escénica1.

1 Este fenómeno del doble escenario parece tener como contrapartida la idea de integración de doble alcance desarrollada por Turner (2003). Ahora bien, para nosotros, la escena de base y la escena semiótica tienen características fenomenológicas, es decir, su sentido se constituye en la experiencia agentiva, mientras que los espacios mentales que dan lugar a al fenómeno de doble alcance son modelos semánticos de procesos cognitivos percepto-conceptuales.

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Ahora bien, sea que se trate de unicidad o duplicidad escénica, el carácter del sentido agentivo es tal que va a tender a tener un carácter holista o gestáltico, es decir, la escena (o las escenas) tenderán a verse como un todo completo, de bordes indefinidos, y de este modo, los ítems intervinientes tenderán a verse como estableciendo coherencias básicas entre sí (recuérdese de lo dicho al respecto sobre las características de los objetos). En este momento es oportuno volver a reconsiderar las significancia ontológica y sígnica para contrastarlas con lo que sucede en las escenas de base y semiótica.

Significancia ontológica: Oi ◄ {RiA(Fi)}

Significancia sígnica: Oi →fi [S1/iA]f1 ◄ {R1(P1)╠ RiA(FiA)}E

Recordemos, además, que según lo que hemos visto las significancias son agenciales (relativas a agendas –o metas, propósitos o funciones), mientras que los sentidos son agentivos (relativos a los agentes o a los actos/acciones). Esto quiere decir que las responsividades R de las significancias ontológica o sígnica, que son puramente potenciales, pueden actualizarse o no, y si se llegaren a actualizar, dicha actualización puede someterse a evaluación. Ahora bien, según lo que acabamos de decir acerca de las escenas de base y semiótica, se sigue entonces que dichas escenas se constituyen como la actualización de múltiples responsividades ontológicas (y con mucha frecuencia) sígnicas. Es decir, una escena de base y una escena semiótica no estarán nunca compuestas por la actualización de una sola responsividad ontológica o sígnica, sino por muchas actualizaciones de diversas responsividades.

Como se ve, entonces, esto plantea dos problemas relacionados, aunque diferentes. En primer lugar, la cuestión de las condiciones que hacen que emerja el sentido agentivo. En segundo lugar, la cuestión de cómo se articulan las diferentes responsividades, y por tanto, las diferentes significancias.

La respuesta al primer problema es triple: primero, un agente produce un sentido agentivo, porque es un ser animado, es decir, está vivo. Y en el caso de los seres humanos esta animación tiene cinco características: kineto-percepción, afectividad, temporalidad, espacialidad e intersubjetividad. Segundo, un agente produce un sentido agentivo en la medida en que se sitúa en un medio y logra acoplarse a él. En el caso de los seres humanos esta situacionalidad tiene cuatro características: Encarnamiento, engranamiento, anidamiento y habitualidad. Y tercero, un agente produce un sentido agentivo en la medida en que concentra su atención en ciertos elementos o aspectos de las escenas, dejando de lado otros. Estas tres dimensiones serán tratadas en el capítulo III.

La respuesta al segundo problema se relaciona con el modo como construimos nuestras habilidades agentivas mediante aprendizaje y entrenamiento, es decir, mediante el uso. Pero esas capacidades concretas lo son de responsividades potenciales que se ponen en marcha en el cumplimiento de agendas y metas concretas que se realizan en el marco de circunstancias concretas. En ese sentido, que el agente sea animado, situado y atento, tendrá un efecto muy importante en el modo en el que el agente adquiere sus otras habilidades agentivas, y en particular, en que llegue a ser

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un agente narracional, es decir (de un modo aproximado), un agente que puede construir narraciones y hacer inferencias a partir de ellas, al mismo tiempo que puede construir inferencias y realizar narraciones con ellas. Estos dos temas serán tratados en el capítulo IV. Y la caracterización de la manera en que el sentido agentivo se ajusta o adapta a los diferentes niveles de exigencia que exigen las circunstancias para el cumplimiento de una agenda son los temas tratados en el capítulo V.

Como un adelanto a lo que encontraremos allí podemos decir lo siguiente:En la escena de base la situacionalidad le permitirá al agente entrar en contacto con los diferentes ítems semióticos que lo rodean (incluyendo otros agentes) [encarnamiento], acoplarse a ellos [engranamiento], reconocer e identificar el modo en que la escena de base encaja en el resto del mundo cotidiano [anidamiento] y disponer de un pool de respuestas atrincheradas o en proceso de atrincheramiento para con esos ítems semióticos [habituación]. La animación le permitirá al agente reconocer e identificar los ítems semióticos presentes, rodearlos, agarrarlos, etc. [kineto-percepción], tener una cierta sintonía fórica con ellos [afectividad], formar expectativas con respecto a su disposición y comportamiento [espacialidad, temporalidad, intersubjetividad]. La atencionalidad le permitirá al agente poner atención a ciertos ítems presentes en la escena y concentrarse en ellos, resaltando algunos aspectos y dejando de lado otros. Las habilidades agentivas –en particular, apelar a recursos relativos a las diferentes clases de memoria– tendrán trazas de la animación, la atención y la situación, y se pondrán en marcha apelando a los esquemas narracionales que se han ido generalizando y reforzando con el tiempo.

A la escena semiótica posiblemente se llegue mediante el uso de signos, es decir, de la puesta en marcha de significancias sígnicas. Los signos que aparecen en una escena de base pueden constituirse en una presentificación –si están articulados– de una escena semiótica (o de varias, dependiendo de si su articulación es temporal, espacial, etc.). Esto quiere decir que toda presentificación que aparezca de esa manera se podrá considerar una interfaz semiótica. Por supuesto, la detección y extracción de información de los signos y presentificaciones requiere de los sistemas de atención y memoria [atencionalidad y narracionalidad]. Y en la medida en que el sentido dado a las escenas semióticas depende de la simulación de los ítems que allí ocurren, en la dación de sentido de la escena semiótica intervienen todos los elementos de la animación y la situacionalidad.

Además, las escenas semióticas, o la interacción de las escenas semióticas con las escenas de base, o con las situaciones que las anidan (como en las moralejas de los cuentos de hadas), pueden estar dando cumplimiento a agendas il-agenciales y per-agenciales, por lo que son un lugar ideal para empezar la reflexión sobre la retórica.

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